[Desafío] La luz del bosque
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El malvado Hombre Muerto por fin estaba muerto. Y esta vez, de verdad. Sus muy mejor amigos Toriel, Ohm y Gol’then se lo habían dicho, ellos lo habían visto deshacerse en la nada. Y Hont confiaba en sus amigos.
Era una buena noticia. De verdad. Solo que, ahora que los 19 Objetos y el Hombre Muerto ya no estaban, los Buscones ya no tenían razón de ser.
Menelwie fue la primera en marcharse, justo después del funeral de Inga. Dijo que Sandorai la necesitaba más de lo que la necesitaban los Buscones, ahora que su misión había concluido. Luego fueron los demás, uno a uno. Hasta que solo quedaron él y Wanda.
Wanda no estaba bien. Hont no sabía qué le pasaba exactamente, pero sabía que no estaba bien. Lo sabía, por la forma en que su amiga se había encerrado en el laboratorio nada más se despidieron de Inga. Apenas comía ni dormía. Hont lo sabía porque a él también le costaba dormir a veces, y la oía moverse en el laboratorio por las noches.
Al principio, pensó que quizá solo necesitaba estar sola un tiempo. Eso le había dicho Toriel: “Dale tiempo, Honty. Ya saldrá cuando esté lista”. Pero habían pasado muchos días, y algunos más, y Wanda seguía trabajando sin descanso. Así que, una mañana, sirvió algo de zumo y unas viandas en una bandeja y se presentó en el laboratorio.
Wanda no reaccionó a su llegada, tampoco a la comida. Solo lo hizo cuando Hont se interesó por su trabajo. Entonces, empezó a hablar deprisa, con una excitación que resultaba de lo más contagiosa.
—¡Silva lucem! —dijo enseñándole unos pétalos extrañamente luminiscentes que había preservado en un recipiente—. Encontré estos ejemplares y estoy comparando sus propiedades y características con otros que recogí de regreso a Verisar.
—¿Por qué brillan?
—¡Nadie lo sabe! —respondió ella, aún más excitada—. Recogí muestras de la tierra en la que crecían y estoy haciendo un estudio completo para restregárselo en la cara al Círculo de Alquimistas. Pienso ser la primera en descubrirlo.
En ese momento, sonó un borboteo y Wanda retiró del fuego un líquido verdeazulado, con destellos esmeralda, lo vertió en dos recipientes más pequeños y lo acercó al alféizar de la ventana, donde reposaban otras mezclas.
—¿Las has hecho tú?
—Así es. Necesito averiguar si pueden usarse en los mismos remedios que las variedades comunes o tienen otros efectos, así que he cocinado varias versiones.
—¿Y cómo lo averiguamos? ¿Las probamos todas? —preguntó Hont, uniéndose a la excitación de su amiga.
—Nosotros no —respondió ella, incluyéndolo—. Ponemos un anuncio buscando voluntarios.
Les doy la bienvenida, mortales. Para este desafío necesitaré dos sujetos voluntarios, dispuestos a tomar el mundo por bandera y… probar un par de remedios alquímicos no del todo patentados. Pero, no hay que preocuparse, Wanda es una gran alquimista, seguro que no pasa nada… muy malo.
En esta primera ronda, deberán presentarse en el laboratorio de Wanda para ofrecer sus servicios como conejillo de indias. Resultaría útil (aunque no imprescindible) que ya tuvieran alguna dolencia relacionada con los remedios propios de la planta a la que hace referencia el desafío, como un resfriado, dolor de cabeza o dolores menstruales, pero si traen secuelas de algún otro tema, como heridas o maldiciones, también podemos probar.
Sí, he dicho probar, porque al final de su post, deberán probar uno de los remedios cocinados por Wanda. Eso sí, hay truco: uno de ustedes probará un remedio elaborado con silva lucem común, mientras que el otro probará otro elaborado con la variedad luminiscente que Wanda está estudiando.
¿Cómo decidimos quién ha tomado cuál? Fácil, cuando vayan a colgar su post, lanzarán uno de esos flamantes nuevos dados de 13, así como una de nuestras antiguas runas. Quien saque el número más alto, se lleva el premio luminiscente. La runa es para otra cosa, pero no hay necesidad de agobiarlos ahora con eso. Mejor les dejo unos enlaces:
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Siéntanse libres de manejar a Hont y Wanda. Por cierto, en caso de que se lo estén preguntando, sí, el objetivo secundario de este tema es ayudar a Wanda con su periodo de luto que, evidentemente, no está llevando nada bien.
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La luz del bosque
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El malvado Hombre Muerto por fin estaba muerto. Y esta vez, de verdad. Sus muy mejor amigos Toriel, Ohm y Gol’then se lo habían dicho, ellos lo habían visto deshacerse en la nada. Y Hont confiaba en sus amigos.
Era una buena noticia. De verdad. Solo que, ahora que los 19 Objetos y el Hombre Muerto ya no estaban, los Buscones ya no tenían razón de ser.
Menelwie fue la primera en marcharse, justo después del funeral de Inga. Dijo que Sandorai la necesitaba más de lo que la necesitaban los Buscones, ahora que su misión había concluido. Luego fueron los demás, uno a uno. Hasta que solo quedaron él y Wanda.
Wanda no estaba bien. Hont no sabía qué le pasaba exactamente, pero sabía que no estaba bien. Lo sabía, por la forma en que su amiga se había encerrado en el laboratorio nada más se despidieron de Inga. Apenas comía ni dormía. Hont lo sabía porque a él también le costaba dormir a veces, y la oía moverse en el laboratorio por las noches.
Al principio, pensó que quizá solo necesitaba estar sola un tiempo. Eso le había dicho Toriel: “Dale tiempo, Honty. Ya saldrá cuando esté lista”. Pero habían pasado muchos días, y algunos más, y Wanda seguía trabajando sin descanso. Así que, una mañana, sirvió algo de zumo y unas viandas en una bandeja y se presentó en el laboratorio.
Wanda no reaccionó a su llegada, tampoco a la comida. Solo lo hizo cuando Hont se interesó por su trabajo. Entonces, empezó a hablar deprisa, con una excitación que resultaba de lo más contagiosa.
—¡Silva lucem! —dijo enseñándole unos pétalos extrañamente luminiscentes que había preservado en un recipiente—. Encontré estos ejemplares y estoy comparando sus propiedades y características con otros que recogí de regreso a Verisar.
—¿Por qué brillan?
—¡Nadie lo sabe! —respondió ella, aún más excitada—. Recogí muestras de la tierra en la que crecían y estoy haciendo un estudio completo para restregárselo en la cara al Círculo de Alquimistas. Pienso ser la primera en descubrirlo.
En ese momento, sonó un borboteo y Wanda retiró del fuego un líquido verdeazulado, con destellos esmeralda, lo vertió en dos recipientes más pequeños y lo acercó al alféizar de la ventana, donde reposaban otras mezclas.
—¿Las has hecho tú?
—Así es. Necesito averiguar si pueden usarse en los mismos remedios que las variedades comunes o tienen otros efectos, así que he cocinado varias versiones.
—¿Y cómo lo averiguamos? ¿Las probamos todas? —preguntó Hont, uniéndose a la excitación de su amiga.
—Nosotros no —respondió ella, incluyéndolo—. Ponemos un anuncio buscando voluntarios.
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Les doy la bienvenida, mortales. Para este desafío necesitaré dos sujetos voluntarios, dispuestos a tomar el mundo por bandera y… probar un par de remedios alquímicos no del todo patentados. Pero, no hay que preocuparse, Wanda es una gran alquimista, seguro que no pasa nada… muy malo.
En esta primera ronda, deberán presentarse en el laboratorio de Wanda para ofrecer sus servicios como conejillo de indias. Resultaría útil (aunque no imprescindible) que ya tuvieran alguna dolencia relacionada con los remedios propios de la planta a la que hace referencia el desafío, como un resfriado, dolor de cabeza o dolores menstruales, pero si traen secuelas de algún otro tema, como heridas o maldiciones, también podemos probar.
Sí, he dicho probar, porque al final de su post, deberán probar uno de los remedios cocinados por Wanda. Eso sí, hay truco: uno de ustedes probará un remedio elaborado con silva lucem común, mientras que el otro probará otro elaborado con la variedad luminiscente que Wanda está estudiando.
¿Cómo decidimos quién ha tomado cuál? Fácil, cuando vayan a colgar su post, lanzarán uno de esos flamantes nuevos dados de 13, así como una de nuestras antiguas runas. Quien saque el número más alto, se lleva el premio luminiscente. La runa es para otra cosa, pero no hay necesidad de agobiarlos ahora con eso. Mejor les dejo unos enlaces:
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Re: [Desafío] La luz del bosque
Durante el viaje de regreso desde Dundarak, Gundarak o como demonios se pronunciase aquella ciudad las heridas sufridas a causa de las mariposas explosivas hicieron tortuoso el camino de regreso, no sin añadir el hecho de que la herida de mi rostro se había vuelto a abrir y ya comenzaba a impacientarme pues ya tardaba demasiado en curar y desde luego dejaría cicatriz. al menos por métodos tradicionales.
Aún no habíamos llegado a Sandorai cuando un anuncio captó mi atención. Buscaban sujetos de prueba para comprobar los efectos de una nueva creación con silva lucem. Conocía la hierba de mis viajes por el continente y en alguna ocasión me habían librado de algún apuro y si bien tenía múltiples usos a mi me valía que al menos me calmara el dolor que sentía por todo el cuerpo por lo que, con permiso del resto de compañeros de viaje, dispuse rumbo a Lunargenta.
Durante el camino hubo momentos en los que hubiera deseado arrancarme el jubón con tal de evitar que el mismo presionara la carne quemada e impidiera a la herida ir sanando con el tiempo, mas ese remedio sería aun peor que la enfermedad pues dejarlo expuesto solo anticiparía la llegada de alguna posible infección que complicara aún mas la situación. Fue en esas cuando por fín alcance la ciudad y sin mas deseo que el de deshacerme de todo aquel malestar y volver a estar como nuevo, me dirigí a la dirección del anuncio.
Aquel lugar aunque espacioso mostraba humildad. También había cierta dejadez pues no todo estaba tan limpio como cabría esperar ni la luz entraba con la intensidad que los pocos ventanales podrían otorgar. - ¿Hay alguien ahí? - Pregunté a la nada justo tras abrir la puerta de acceso, la cual no se encontraba bloqueada sino mas bien entornada. Desde una esquina pobremente iluminada un roedor de un tamaño considerable se dejaba ver apareciendo tras lo que parecía ser el hogar donde cocinarían bien los alimentos, bien las pócimas o ambas cosas.
Poco tarde en averiguar que ese roedor no era un simple animal sino un hombre bestia que apenas era mas alto que un taburete. Erguido ahora caminaba hacia mi con una suerte de espada en miniatura de vieja madera. - Vaya, un nuevo visitante. ¿te has perdido? estas lejos de Sandorai, pero Sandorai es enorme como para no saber donde esta. ¿Acaso ibas a otro lado y no lo encuentras? Yo puedo ayudarte, suelo ayudar a muchas personas. algunos necesitan la ayuda y la piden, otros no saben que la necesitan pero yo les ayudo de todas formas. A veces con indicaciones como a ti, y a veces a golpe de espada. - Agitaba aquel utensilio enfatizando que eso era una espada y que era su arma.
- No, no. Vengo por el anuncio de la silva lucem. vi la puerta entreabierta y la terminé de abrir, pero esto no parece un laboratorio. ¿acaso la dirección del anuncio es incorrecta? -
Aquella criatura hablaba hasta por los codos, de hecho casi había dicho otra sarta de historias mientras le formulaba la pregunta pero cuando su pequeña mente de roedor la procesó simplemente paró en seco de hablar y abrió los ojos tanto como pudo antes de salir corriendo sobre sus cuatro extremidades hacia una puerta que aún no había visto hasta ese momento.
- ¡Wanda tienes que salir! ¿has visto? ha llegado el primero, corre. Dice que le encanta la silva lucem, que se la merienda todas las mañanas y que...-
La vocecilla se perdía con la distancia y los obstáculos mas allá de esa otra habitación. podía divisarse que estaba también poco iluminada pues aunque era visible el haz de luz que entraba por una ventana abierta de par en par también podía divisarse el titilar de velas y mecheros en una salita que si parecía un taller de alquimista.
La tal Wanda apareció por la puerta con una expresión entre incredulidad, excitación y recelo. - Ah no. otro elfo no. Ya me mató uno y no fue una experiencia que me gustara. que se largue de aquí. - Repuso la cervatilla. - ¡Pero viene por el anuncio! ¿vas a dejar que marche sin mas? Además necesita ayuda, esta herido, desvalido y perdido ¡Si nos ha encontrado de casualidad! tenemos que ayudarle Wanda. Además, tengo mi espada mágica, si se porta mal le daré un correctivo. - Insistía el ratoncillo añadiendo más fantasía a la historia que el había asumido como inequívoca. - ¡He dicho que no. no tengo prisa, ya vendrá otro. -
- Wanda ¿verdad? - intenté intervenir yo - Y Hont, su mejor amigo y héroe. - Repuso el pequeño peludo. - Lamento la mala experiencia que tuvieras con otro de los míos pero os ruego que no condenéis a mi raza por lo que uno solo hizo. La afrenta fue grave y tenéis todo el derecho a desconfiar. Por ello os pido que me permitáis ayudaros en el experimento bajo vuestras propias condiciones y solo bajo vuestras condiciones.- Mantuve un perfil bajo y mostrando las manos procurando así transmitir la mayor confianza que me fuese posible.
- ¿Ves? quiere ayudar, y la gente que quiere ayudar siempre es buena por que no puedes ser malo y ayudar a alguien. A ver si puedes, pero no lo haces queriendo, lo haces sin querer, como cuando haces una cosa y esa cosa hace que otro pueda hacer otra cosa que sin esa cosa no podría haber hecho. -
- Viene y entra sin tocar a la puerta, no da su nombre y encima me juzga. Oh si señor elfo, por favor, pase, siéntase cómodo y cuando le apetezca cláveme el cuchillo en la espalda de nuevo, no se corte aquí es bienvenido. - respondió la mujer con todo el sarcasmo que fue capaz de encontrar. - Si accedo es para que Hont se calle, pero me dirás tu nombre, harás exactamente lo que yo te diga, como yo te diga y cuando yo te lo diga, no cogerás nada que yo no te de, me enseñarás lo que quiera que me enseñes sin rechistar y si incumples cualquiera de las normas que ponga te vas derechito con los guardias ¿estamos? -
Accedí a sus condiciones pues ya estando allí no quería haber hecho el viaje para nada. Hont no paraba de hablar y Wanda trabajaba en sus matraces y alambiques a veces ignorando a su compañero, otras haciéndole el caso justo y a juzgar por sus gestos y respuestas parecía pasar por todo un carrusel de emociones que normalmente reprimía en cuanto Hont parecía percatarse de ello. Para cuando creyó haber acabado con su creación se acercó al alféizar de la ventana dejando allí reposando la poción. - Dime que es lo que te aflige.- dijo desde su lugar de trabajo. - Quemaduras en el pecho causadas por explosiones y una herida en la cara. - Respondí desde una silla cercana a la entrada del lugar.
- Esas explosiones, ¿Qué las generó? un hechizo, una poción u otra cosa.-
- No lo sé con exactitud. En Dundarak las mariposas dragón simplemente comenzaron a estallar y me provocaron las quemaduras. -
Anotó la mujer algo en un papiro. - Y lo de la cara ¿Qué fue?
- Un arma. Una espada si no me equivoco. es algo totalmente físico, o eso creo. debió haber cerrado y sanado ya hace tiempo pero tiende a abrirse y sangrar con facilidad. -
- Ya veo.- Tomó de ese mismo alféizar una pócima con un líquido blanco como el hueso y poco menos denso que la brea. - De un trago, y quédate sentado en la silla. Cualquier cosa que notes dímelo desde ahí. no te hagas el duro ni el valiente, necesito saber todo lo que sientas a partir de ahora.-
Destapé el frasquito que, acompañando el característico sonido del descorche, un siseo igual de rápido e intenso precedía a una neblina que ascendía por el cuello de la botella unos instantes para luego desaparecer. Tal como dijo Wanda tomé el contenido de un solo trago rezando a Isil que me protegiese de cualquier mal que me pudiera ocasionar tal brebaje. El sabor era bastante amargo y el líquido espeso parecía profanar cada espacio de la boca aun a pesar de haber sido tragado casi al instante. El sabor amargo daba paso a otro aún mas fuerte a regaliz que incluso hacía que se me saltaran un poco las lagrimas, razón por la cual hice conocedora a la alquimista del terrible sabor que aquella mezcla tenía.
Aún no habíamos llegado a Sandorai cuando un anuncio captó mi atención. Buscaban sujetos de prueba para comprobar los efectos de una nueva creación con silva lucem. Conocía la hierba de mis viajes por el continente y en alguna ocasión me habían librado de algún apuro y si bien tenía múltiples usos a mi me valía que al menos me calmara el dolor que sentía por todo el cuerpo por lo que, con permiso del resto de compañeros de viaje, dispuse rumbo a Lunargenta.
Durante el camino hubo momentos en los que hubiera deseado arrancarme el jubón con tal de evitar que el mismo presionara la carne quemada e impidiera a la herida ir sanando con el tiempo, mas ese remedio sería aun peor que la enfermedad pues dejarlo expuesto solo anticiparía la llegada de alguna posible infección que complicara aún mas la situación. Fue en esas cuando por fín alcance la ciudad y sin mas deseo que el de deshacerme de todo aquel malestar y volver a estar como nuevo, me dirigí a la dirección del anuncio.
Aquel lugar aunque espacioso mostraba humildad. También había cierta dejadez pues no todo estaba tan limpio como cabría esperar ni la luz entraba con la intensidad que los pocos ventanales podrían otorgar. - ¿Hay alguien ahí? - Pregunté a la nada justo tras abrir la puerta de acceso, la cual no se encontraba bloqueada sino mas bien entornada. Desde una esquina pobremente iluminada un roedor de un tamaño considerable se dejaba ver apareciendo tras lo que parecía ser el hogar donde cocinarían bien los alimentos, bien las pócimas o ambas cosas.
Poco tarde en averiguar que ese roedor no era un simple animal sino un hombre bestia que apenas era mas alto que un taburete. Erguido ahora caminaba hacia mi con una suerte de espada en miniatura de vieja madera. - Vaya, un nuevo visitante. ¿te has perdido? estas lejos de Sandorai, pero Sandorai es enorme como para no saber donde esta. ¿Acaso ibas a otro lado y no lo encuentras? Yo puedo ayudarte, suelo ayudar a muchas personas. algunos necesitan la ayuda y la piden, otros no saben que la necesitan pero yo les ayudo de todas formas. A veces con indicaciones como a ti, y a veces a golpe de espada. - Agitaba aquel utensilio enfatizando que eso era una espada y que era su arma.
- No, no. Vengo por el anuncio de la silva lucem. vi la puerta entreabierta y la terminé de abrir, pero esto no parece un laboratorio. ¿acaso la dirección del anuncio es incorrecta? -
Aquella criatura hablaba hasta por los codos, de hecho casi había dicho otra sarta de historias mientras le formulaba la pregunta pero cuando su pequeña mente de roedor la procesó simplemente paró en seco de hablar y abrió los ojos tanto como pudo antes de salir corriendo sobre sus cuatro extremidades hacia una puerta que aún no había visto hasta ese momento.
- ¡Wanda tienes que salir! ¿has visto? ha llegado el primero, corre. Dice que le encanta la silva lucem, que se la merienda todas las mañanas y que...-
La vocecilla se perdía con la distancia y los obstáculos mas allá de esa otra habitación. podía divisarse que estaba también poco iluminada pues aunque era visible el haz de luz que entraba por una ventana abierta de par en par también podía divisarse el titilar de velas y mecheros en una salita que si parecía un taller de alquimista.
La tal Wanda apareció por la puerta con una expresión entre incredulidad, excitación y recelo. - Ah no. otro elfo no. Ya me mató uno y no fue una experiencia que me gustara. que se largue de aquí. - Repuso la cervatilla. - ¡Pero viene por el anuncio! ¿vas a dejar que marche sin mas? Además necesita ayuda, esta herido, desvalido y perdido ¡Si nos ha encontrado de casualidad! tenemos que ayudarle Wanda. Además, tengo mi espada mágica, si se porta mal le daré un correctivo. - Insistía el ratoncillo añadiendo más fantasía a la historia que el había asumido como inequívoca. - ¡He dicho que no. no tengo prisa, ya vendrá otro. -
- Wanda ¿verdad? - intenté intervenir yo - Y Hont, su mejor amigo y héroe. - Repuso el pequeño peludo. - Lamento la mala experiencia que tuvieras con otro de los míos pero os ruego que no condenéis a mi raza por lo que uno solo hizo. La afrenta fue grave y tenéis todo el derecho a desconfiar. Por ello os pido que me permitáis ayudaros en el experimento bajo vuestras propias condiciones y solo bajo vuestras condiciones.- Mantuve un perfil bajo y mostrando las manos procurando así transmitir la mayor confianza que me fuese posible.
- ¿Ves? quiere ayudar, y la gente que quiere ayudar siempre es buena por que no puedes ser malo y ayudar a alguien. A ver si puedes, pero no lo haces queriendo, lo haces sin querer, como cuando haces una cosa y esa cosa hace que otro pueda hacer otra cosa que sin esa cosa no podría haber hecho. -
- Viene y entra sin tocar a la puerta, no da su nombre y encima me juzga. Oh si señor elfo, por favor, pase, siéntase cómodo y cuando le apetezca cláveme el cuchillo en la espalda de nuevo, no se corte aquí es bienvenido. - respondió la mujer con todo el sarcasmo que fue capaz de encontrar. - Si accedo es para que Hont se calle, pero me dirás tu nombre, harás exactamente lo que yo te diga, como yo te diga y cuando yo te lo diga, no cogerás nada que yo no te de, me enseñarás lo que quiera que me enseñes sin rechistar y si incumples cualquiera de las normas que ponga te vas derechito con los guardias ¿estamos? -
Accedí a sus condiciones pues ya estando allí no quería haber hecho el viaje para nada. Hont no paraba de hablar y Wanda trabajaba en sus matraces y alambiques a veces ignorando a su compañero, otras haciéndole el caso justo y a juzgar por sus gestos y respuestas parecía pasar por todo un carrusel de emociones que normalmente reprimía en cuanto Hont parecía percatarse de ello. Para cuando creyó haber acabado con su creación se acercó al alféizar de la ventana dejando allí reposando la poción. - Dime que es lo que te aflige.- dijo desde su lugar de trabajo. - Quemaduras en el pecho causadas por explosiones y una herida en la cara. - Respondí desde una silla cercana a la entrada del lugar.
- Esas explosiones, ¿Qué las generó? un hechizo, una poción u otra cosa.-
- No lo sé con exactitud. En Dundarak las mariposas dragón simplemente comenzaron a estallar y me provocaron las quemaduras. -
Anotó la mujer algo en un papiro. - Y lo de la cara ¿Qué fue?
- Un arma. Una espada si no me equivoco. es algo totalmente físico, o eso creo. debió haber cerrado y sanado ya hace tiempo pero tiende a abrirse y sangrar con facilidad. -
- Ya veo.- Tomó de ese mismo alféizar una pócima con un líquido blanco como el hueso y poco menos denso que la brea. - De un trago, y quédate sentado en la silla. Cualquier cosa que notes dímelo desde ahí. no te hagas el duro ni el valiente, necesito saber todo lo que sientas a partir de ahora.-
Destapé el frasquito que, acompañando el característico sonido del descorche, un siseo igual de rápido e intenso precedía a una neblina que ascendía por el cuello de la botella unos instantes para luego desaparecer. Tal como dijo Wanda tomé el contenido de un solo trago rezando a Isil que me protegiese de cualquier mal que me pudiera ocasionar tal brebaje. El sabor era bastante amargo y el líquido espeso parecía profanar cada espacio de la boca aun a pesar de haber sido tragado casi al instante. El sabor amargo daba paso a otro aún mas fuerte a regaliz que incluso hacía que se me saltaran un poco las lagrimas, razón por la cual hice conocedora a la alquimista del terrible sabor que aquella mezcla tenía.
Eleandris
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Re: [Desafío] La luz del bosque
El miembro 'Eleandris' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Desafío] La luz del bosque
Ambas ya habían tenido suficiente de aquello y estaban entrando en desesperación. Mina simplemente no podía aprender a convivir con aquella nueva condición de Tina. Una cosa era que Tina roncara -que lo hacía y muy fuerte-, que hablara sin parar, que fuera impertinente, imprudente, metiche... y otra muy diferente que se paseara por la vida eructando como ogro.
Había algunos que lograba disimular, pero muchos -demasiados- eran como si se le saliera el alma del cuerpo a la chicadreja. Además apestaban.
Cansadas de ello, y Tina en particular agotada físicamente por el desgaste que implicaba estar constantemente eructando, comenzaron a buscar por toda la península de Verisar algún remedio que la sanara. Como en todas las buenas historias, encontraron respuesta en una taberna de Lunargenta. No podía ser de otra manera.
El tabernero les contó que una joven alquimista estaba creando unos remedios a partir de una planta recién descubierta y necesitaban conejillos de prueba -Ella es un conejo- respondió Mina, señalando a Tina -¿Qué? ¿Cómo que coneja? ¡Comadreja! ¡A mucha honra! Ya deberías *burp* saberlo...- respondió ofendida la chicadreja, quien no entendió la broma de la bruja. Mina resopló y volteó los ojos, se le olvidaba que "agudeza mental" no era un atributo conocido de su amiguita.
-¿Podríamos intentarlo?- preguntó casi suplicante la chicadreja a la bruja. -Suena a que es algo experimental, Tina. Seguramente, nadie ha hecho esto antes y no se sabe qué consecuencias puede tener tomar ese brebaje. Puede ser sumamente peligroso... sí, podemos intentarlo- respondió Mina, dando palmaditas cariñosas en la coronilla de Tina.
Más tarde ese día, la pareja llegó a la casa donde les habían dicho que vivía la alquimista Wanda. Tocaron. Esperaron. La puerta se abrió. -¡Tina!- exclamó quien abrió. El duo dinámico, al ver a quien estaba del otro lado del umbral, quedó estupefacto.
Mina miró de pies a cabeza al hombre bestia, reconoció de inmediato al pequeño paladín. Luego miró a su amiga, que parecía petrificada. -Eres Hont- dijo finalmente la bruja, rompiendo el incómodo silencio. -Sí, ése soy yo- respondió el chico bestia, sin dejar de mirar a la chicadreja con una amplia sonrisa. Tina, en cambio, no tenía expresión en el rostro.
Estaba sorprendida, sin dudas, pero había más. La pequeña bestial no sabía qué estaba sintiendo. ¿Alegría? ¿Rabia? ¿Eran ganas de abrazar o de estrangular? Apenas parpadeaba.
Pero ella no tuvo que hacer nada, Hont tomó la iniciativa y abrazó a Tina con mucho cariño -¡Ya no sé cuánto tiempo ha sido el que no te he visto!- exclamó él. -Desde que murió Tino- respondió Mina, cruzando los brazos y adquiriendo una postura seria. Al escuchar a la bruja, Hont soltó a Tina, luciendo avergonzado.
-¿Aquí es lo del conejo para el remedio nuevo?- dijo Tina, hablando, finalmente. -¡Sí!- gritó una mujer desde adentro. Otra mujer bestia salió a su encuentro. -¿Ves? Estas parecen más decentes, por lo menos tocan la puerta y preguntan. No como el elfo ese- decía ella, renegando. -¿Vienen para la prueba de Silva Lucem, cierto? Si es así, vengan, pasen, díganme sus nombres y comenzamos de inmediato- dijo, haciendo un gesto con la mano para que entraran.
Tina avanzó, pasando junto a Hont sin mirarlo. Mina la siguió, encogiéndose de hombros cuando el chico bestia la miró algo asustado, como buscando explicaciones.
Se adentraron hasta lo que parecía un laboratorio de alquimista excéntrico -Oh, mira, qué bonito está- comentó Mina, más para si que para que la escucharan los demás. Todo muy lindo, hasta que vio quién era el tal elfo indecente. -Eleandris- dijo la bruja sorprendida.
Había algunos que lograba disimular, pero muchos -demasiados- eran como si se le saliera el alma del cuerpo a la chicadreja. Además apestaban.
- Referencia:
Cansadas de ello, y Tina en particular agotada físicamente por el desgaste que implicaba estar constantemente eructando, comenzaron a buscar por toda la península de Verisar algún remedio que la sanara. Como en todas las buenas historias, encontraron respuesta en una taberna de Lunargenta. No podía ser de otra manera.
El tabernero les contó que una joven alquimista estaba creando unos remedios a partir de una planta recién descubierta y necesitaban conejillos de prueba -Ella es un conejo- respondió Mina, señalando a Tina -¿Qué? ¿Cómo que coneja? ¡Comadreja! ¡A mucha honra! Ya deberías *burp* saberlo...- respondió ofendida la chicadreja, quien no entendió la broma de la bruja. Mina resopló y volteó los ojos, se le olvidaba que "agudeza mental" no era un atributo conocido de su amiguita.
-¿Podríamos intentarlo?- preguntó casi suplicante la chicadreja a la bruja. -Suena a que es algo experimental, Tina. Seguramente, nadie ha hecho esto antes y no se sabe qué consecuencias puede tener tomar ese brebaje. Puede ser sumamente peligroso... sí, podemos intentarlo- respondió Mina, dando palmaditas cariñosas en la coronilla de Tina.
Más tarde ese día, la pareja llegó a la casa donde les habían dicho que vivía la alquimista Wanda. Tocaron. Esperaron. La puerta se abrió. -¡Tina!- exclamó quien abrió. El duo dinámico, al ver a quien estaba del otro lado del umbral, quedó estupefacto.
Mina miró de pies a cabeza al hombre bestia, reconoció de inmediato al pequeño paladín. Luego miró a su amiga, que parecía petrificada. -Eres Hont- dijo finalmente la bruja, rompiendo el incómodo silencio. -Sí, ése soy yo- respondió el chico bestia, sin dejar de mirar a la chicadreja con una amplia sonrisa. Tina, en cambio, no tenía expresión en el rostro.
Estaba sorprendida, sin dudas, pero había más. La pequeña bestial no sabía qué estaba sintiendo. ¿Alegría? ¿Rabia? ¿Eran ganas de abrazar o de estrangular? Apenas parpadeaba.
Pero ella no tuvo que hacer nada, Hont tomó la iniciativa y abrazó a Tina con mucho cariño -¡Ya no sé cuánto tiempo ha sido el que no te he visto!- exclamó él. -Desde que murió Tino- respondió Mina, cruzando los brazos y adquiriendo una postura seria. Al escuchar a la bruja, Hont soltó a Tina, luciendo avergonzado.
-¿Aquí es lo del conejo para el remedio nuevo?- dijo Tina, hablando, finalmente. -¡Sí!- gritó una mujer desde adentro. Otra mujer bestia salió a su encuentro. -¿Ves? Estas parecen más decentes, por lo menos tocan la puerta y preguntan. No como el elfo ese- decía ella, renegando. -¿Vienen para la prueba de Silva Lucem, cierto? Si es así, vengan, pasen, díganme sus nombres y comenzamos de inmediato- dijo, haciendo un gesto con la mano para que entraran.
Tina avanzó, pasando junto a Hont sin mirarlo. Mina la siguió, encogiéndose de hombros cuando el chico bestia la miró algo asustado, como buscando explicaciones.
Se adentraron hasta lo que parecía un laboratorio de alquimista excéntrico -Oh, mira, qué bonito está- comentó Mina, más para si que para que la escucharan los demás. Todo muy lindo, hasta que vio quién era el tal elfo indecente. -Eleandris- dijo la bruja sorprendida.
Última edición por Mina Harker el Mar Mayo 09 2023, 18:36, editado 1 vez
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Re: [Desafío] La luz del bosque
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Re: [Desafío] La luz del bosque
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Concentrada como estaba revolviendo entre sus tarros, probetas, polvos y hojas, a Wanda le llevó unos minutos darse cuenta del cambio en el ambiente. Parecía que la temperatura de la habitación hubiera descendido varios grados de repente.
Levantó la vista de sus cachivaches para examinar la sala: El elfo metiche y la chica pelona se ignoraban con muy poco éxito desde esquinas opuestas, la comadreja hubiera podido pasar por una estatua de no haber sido por las ventosidades que la sacudían a intervalos breves y hasta Hont estaba inusualmente callado.
Wanda resopló y frunció el ceño. Se estaba perdiendo algo y no le gustaba estar perdiéndose nada. En su experiencia, esa clase de sensación solía implicar un puñal en la espalda. O, bueno, veneno en la copa. Tanto daba.
Repasó con ojo crítico a los invitados, analizando su lenguaje corporal, sus gestos, el ritmo de su respiración, cualquier señal que pudiera indicar una intención oculta.
Sonó un pedo.
Aquello la desconcentró, pero volvió a enfocarse en su tarea mientras fingía sopesar dos de sus pociones. Comenzaba notar un tufillo desagradable en el ambiente. Uno real, no metafórico.
Otro pedo, aún más fuerte que el anterior.
—¡Por todas las cabras del monte Enu! —casi baló. Agarró un vial de una de sus estanterías y se lo tendió a la chica comadreja—. Tómate esto. ¡Ya!
Valía más acabar primero con esos gases, aunque solo fuera para poder pensar.
—¿Y a ti qué te pasa? —le preguntó a Hont, más bruscamente de lo que hubiera querido, debido a la frustración.
—Bueno, yo… —dijo él. Levantó la vista con timidez pero la bajó de nuevo al encontrarse con los ojos de la chicadreja, que acababa de tomarse el remedio contra los gases.
—Sois amigos, ¿no? —dijo Wanda con frustración y lo empujó contra la chica—. ¡Pues hablad! La otra me vale para las pruebas.
No sabía por qué, de repente, le enervaba tanto el azoramiento de su amigo. Normalmente era él el que insistía en hablar y ella la que buscaba escaquearse y concentrarse en sus cosas. Pero el caso era que verlo ahí, tan impotente, hacía que un animal salvaje se revolviera en su interior.
—¡Y tú! —ladró al elfo—, ¿notas algo ya?
Ella sí notó cómo su propia expresión ceñuda cambiaba al examinar al hombre. La herida del rostro parecía igual que antes pero… ¿estaba sonriendo?
—Mmmm —dijo—, tus pupilas parecen dilatadas. Deja que te examine.
Tomó una lupa de su mesa de trabajo pero, al darse la vuelta, golpeó la jarra de zumo que Hont le había llevado y resbaló con el zumo. Cayó hacia delante, de cabeza contra algo blando. El elfo. Se retiró rapidamente, liberando sus cuernos.
—¡Lo siento! —dijo mientras le examinaba el pecho, que había recibido el impacto de su cornamenta—. Me ocuparé inmediatamente de las heridas. Yo…
Se apartó precipitadamente en busca de su kit de primeros auxilios, pero resbaló de nuevo. Esta vez, la cornada se la llevó una estantería, que se derribó sobre otra, que cayó sobre una vitrina, de la que salió despedido un frasquito de cristal que se estrelló contra Mina, derramando todo su contenido sobre ella.
Wanda consiguió liberar sus cuernos con algo más de trabajo que un momento antes. Se incorporó, observó el desastre en que acababa de convertirse su preciado laboratorio, a la chica con la ropa manchada de morado que comenzaba a alzarse del suelo, la sonrisa bobalicona del elfo y dos pares de ojos rodeados de pelo que la observaban como si le hubieran brotado tres brazos y cinco piernas de más…
Y rompió a llorar.
En primer lugar, pido disculpas por la tardanza. En segundo lugar, vamos al lío.
Eleandris: La mala noticia es que tienes una herida nueva, pero no te preocupes, no es una cornada muy grave, Wanda no es tan pesada, después de todo. La buena noticia es que no te duele, ni la nueva herida ni las anteriores. Es más, lo cierto es que te sientes divinamente, ves la luz más allá de la tormenta como se suele decir, hasta los colores a tu alrededor parecen más brillantes.
Mina: ¡Enhorabuena, puedes volar! Bueno, más bien flotar y no es como si tuvieras opción de volver al suelo por ahora. Pero el caso es que eres ligera como una pluma, ¿qué chica no querría eso? Lo lamento por tu blusa, por cierto.
Tina: La poción de Wanda debería ayudar con los gases durante el resto del tema.
Ambos: Wanda llora sin consuelo en medio del desastre que un momento antes era su laboratorio. Es lo que pasa cuando reprimes la pena durante mucho, que acaba saliendo de la forma más explosiva en el momento menos conveniente. Su objetivo para este turno será lograr que su corazón se calme lo suficiente para poder arreglar la que se ha liado. No esperen que sea una tarea sencilla: Sin contar sus propios handicaps mágicos, ya se sabe qué ocurre cuando una presa se desborda.
Objetivo adicional completamente optativo pero poéticamente resonante: ¿Es posible que Tina y Hont tengan sus propios asuntos emocionales que atender? A ver ese drama…
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La luz del bosque
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Concentrada como estaba revolviendo entre sus tarros, probetas, polvos y hojas, a Wanda le llevó unos minutos darse cuenta del cambio en el ambiente. Parecía que la temperatura de la habitación hubiera descendido varios grados de repente.
Levantó la vista de sus cachivaches para examinar la sala: El elfo metiche y la chica pelona se ignoraban con muy poco éxito desde esquinas opuestas, la comadreja hubiera podido pasar por una estatua de no haber sido por las ventosidades que la sacudían a intervalos breves y hasta Hont estaba inusualmente callado.
Wanda resopló y frunció el ceño. Se estaba perdiendo algo y no le gustaba estar perdiéndose nada. En su experiencia, esa clase de sensación solía implicar un puñal en la espalda. O, bueno, veneno en la copa. Tanto daba.
Repasó con ojo crítico a los invitados, analizando su lenguaje corporal, sus gestos, el ritmo de su respiración, cualquier señal que pudiera indicar una intención oculta.
Sonó un pedo.
Aquello la desconcentró, pero volvió a enfocarse en su tarea mientras fingía sopesar dos de sus pociones. Comenzaba notar un tufillo desagradable en el ambiente. Uno real, no metafórico.
Otro pedo, aún más fuerte que el anterior.
—¡Por todas las cabras del monte Enu! —casi baló. Agarró un vial de una de sus estanterías y se lo tendió a la chica comadreja—. Tómate esto. ¡Ya!
Valía más acabar primero con esos gases, aunque solo fuera para poder pensar.
—¿Y a ti qué te pasa? —le preguntó a Hont, más bruscamente de lo que hubiera querido, debido a la frustración.
—Bueno, yo… —dijo él. Levantó la vista con timidez pero la bajó de nuevo al encontrarse con los ojos de la chicadreja, que acababa de tomarse el remedio contra los gases.
—Sois amigos, ¿no? —dijo Wanda con frustración y lo empujó contra la chica—. ¡Pues hablad! La otra me vale para las pruebas.
No sabía por qué, de repente, le enervaba tanto el azoramiento de su amigo. Normalmente era él el que insistía en hablar y ella la que buscaba escaquearse y concentrarse en sus cosas. Pero el caso era que verlo ahí, tan impotente, hacía que un animal salvaje se revolviera en su interior.
—¡Y tú! —ladró al elfo—, ¿notas algo ya?
Ella sí notó cómo su propia expresión ceñuda cambiaba al examinar al hombre. La herida del rostro parecía igual que antes pero… ¿estaba sonriendo?
—Mmmm —dijo—, tus pupilas parecen dilatadas. Deja que te examine.
Tomó una lupa de su mesa de trabajo pero, al darse la vuelta, golpeó la jarra de zumo que Hont le había llevado y resbaló con el zumo. Cayó hacia delante, de cabeza contra algo blando. El elfo. Se retiró rapidamente, liberando sus cuernos.
—¡Lo siento! —dijo mientras le examinaba el pecho, que había recibido el impacto de su cornamenta—. Me ocuparé inmediatamente de las heridas. Yo…
Se apartó precipitadamente en busca de su kit de primeros auxilios, pero resbaló de nuevo. Esta vez, la cornada se la llevó una estantería, que se derribó sobre otra, que cayó sobre una vitrina, de la que salió despedido un frasquito de cristal que se estrelló contra Mina, derramando todo su contenido sobre ella.
Wanda consiguió liberar sus cuernos con algo más de trabajo que un momento antes. Se incorporó, observó el desastre en que acababa de convertirse su preciado laboratorio, a la chica con la ropa manchada de morado que comenzaba a alzarse del suelo, la sonrisa bobalicona del elfo y dos pares de ojos rodeados de pelo que la observaban como si le hubieran brotado tres brazos y cinco piernas de más…
Y rompió a llorar.
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En primer lugar, pido disculpas por la tardanza. En segundo lugar, vamos al lío.
Eleandris: La mala noticia es que tienes una herida nueva, pero no te preocupes, no es una cornada muy grave, Wanda no es tan pesada, después de todo. La buena noticia es que no te duele, ni la nueva herida ni las anteriores. Es más, lo cierto es que te sientes divinamente, ves la luz más allá de la tormenta como se suele decir, hasta los colores a tu alrededor parecen más brillantes.
Mina: ¡Enhorabuena, puedes volar! Bueno, más bien flotar y no es como si tuvieras opción de volver al suelo por ahora. Pero el caso es que eres ligera como una pluma, ¿qué chica no querría eso? Lo lamento por tu blusa, por cierto.
Tina: La poción de Wanda debería ayudar con los gases durante el resto del tema.
Ambos: Wanda llora sin consuelo en medio del desastre que un momento antes era su laboratorio. Es lo que pasa cuando reprimes la pena durante mucho, que acaba saliendo de la forma más explosiva en el momento menos conveniente. Su objetivo para este turno será lograr que su corazón se calme lo suficiente para poder arreglar la que se ha liado. No esperen que sea una tarea sencilla: Sin contar sus propios handicaps mágicos, ya se sabe qué ocurre cuando una presa se desborda.
Objetivo adicional completamente optativo pero poéticamente resonante: ¿Es posible que Tina y Hont tengan sus propios asuntos emocionales que atender? A ver ese drama…
Última edición por Fehu el Vie Abr 14 2023, 18:52, editado 1 vez (Razón : Me había olvidado de la pobre Tina y sus gases)
Fehu
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Re: [Desafío] La luz del bosque
Aquella pócima tenía un sabor amargo. muy amargo de hecho, similar al lúpulo, y a la vez deja un regusto floral en el paladar una vez pasado el amargor. No me resultó un sabor desagradable en absoluto. Mientras esperaba a los efectos de aquel brebaje repasé los estantes de aquel taller, a ese tal Honk, a Tina y a Mina, incapaz de sentir cierta rabia ante la presencia de esta ultima. Luego llegó cierta somnolencia que me hizo obligarme a mantenerme despierto para poder describir lo que me ocurría, si es que ocurría algo.
en algún momento me di cuenta que la luz entraba en aquel taller con una mayor fuerza. Era como si la propia luz de Anar hubiera entrado allí buscándome, pintando de un color mas vivaz todo cuanto me rodeaba. El taller que antes tenia un ambiente mortecino ahora se veía totalmente opuesto a mis ojos. La madera de los estantes parecía recién extraída de arboles talados momentos antes de haber sido construidos. Los lomos de los libros parecían brillar y mostrar su color sin pudor alguno. la cera de las velas como el marfil pulido, hasta mis propias ropas parecían recibir el tono del cielo del sol vespertino. Era precioso.
Tina se había marchado al parecer, y en su lugar una criatura cubierta de pelo por doquier cual oveja sin esquilar había llegado con la desfachatez de ni siquiera presentarse. Entonces salió de nuevo la alquimista de su brillante madriguera química y comenzó a valar a unos y a otros en un tono muy poco respetuoso pero muy gracioso a la vez. Cogió la lupa, pero en lugar de examinarme con ella decidió hacerlo con los cuernos de su cabeza. Luego hizo un juego de dominó entre varios muebles de la estancia hasta bañar a Mina con algo que olía a amarillo. para ese momento mi jubón se había teñido de rojo y ¡es que se me estaba escapando la sangre!.
me llevé la mano a la herida y recé a Isil por que intercediera por mi, cerrándome aquella herida que hacía que sintiera cosquillas en el costado1. Luego noté que la alquimista estaba llorando desconsoladamente y decidí que eso no podía continuar así.
- Pequeña cervatilla. ¿Por qué estás triste? La vida es bonita incluso cuando pasan cosas feas. son esas cosas feas lo que le dan valor a las cosas bonitas. si todo fuese bonito ¿cómo sabríamos que lo bonito es bonito? el calor del sol en primavera es muy agradable. pero también llueve mucho. y cuando llueve se llena todo de barro y esta oscuro, y hace frio. pero entonces sale el sol y las plantas se ponen mas verdes que nunca, los pájaros cantan, y las flores huelen mas fuerte. A nadie le gusta mojarse bajo la lluvia, pero si no lloviera todo se secaría y se pondría feo y olería mal.
No me malinterpretes, esta bien llorar, eso es como llover pero para tu corazoncito, cervatilla. Así cuando deje de llover saldrá el sol y las flores olerán fuerte y los arboles estarán mas verdes. A veces lloramos porque no sabemos cuando dejará de llover, pero luego saldrá el sol. Siempre sale el sol. - Puse cara de sorprendido y le di varios toquecitos en el hombro con mucho entusiasmo. - Y si tienes suerte ¡incluso saldrá el arcoíris! dicen que al final del arcoíris hay un duende con un tesoro, pero yo no me lo creo. he viajado mucho y nunca he encontrado el final del arcoíris. En fin, intenta disfrutar. porque hasta los momentos malos son una oportunidad para recordar los bonitos. y esos son los que nos dan fuerzas para llegar al siguiente momento bonito. -
Luego me levante y me dirigí a Honk. - Y tu busca a la comadreja, digo, a la chicadreja. y dile que llueve también en tu corazoncito de....¿ratón? No podemos quedarnos solos bajo la lluvia, porque nos mojamos y si nos mojamos mucho luego nos resfriamos y no podemos disfrutar bien del día soleado que va a hacer después. entonces tu búscala y dile lo que piensas, Tina es una buena muchacha. a lo mejor te escucha. -
Yo había hecho mi parte. la vida era preciosa, sobre todo en aquel momento.
en algún momento me di cuenta que la luz entraba en aquel taller con una mayor fuerza. Era como si la propia luz de Anar hubiera entrado allí buscándome, pintando de un color mas vivaz todo cuanto me rodeaba. El taller que antes tenia un ambiente mortecino ahora se veía totalmente opuesto a mis ojos. La madera de los estantes parecía recién extraída de arboles talados momentos antes de haber sido construidos. Los lomos de los libros parecían brillar y mostrar su color sin pudor alguno. la cera de las velas como el marfil pulido, hasta mis propias ropas parecían recibir el tono del cielo del sol vespertino. Era precioso.
Tina se había marchado al parecer, y en su lugar una criatura cubierta de pelo por doquier cual oveja sin esquilar había llegado con la desfachatez de ni siquiera presentarse. Entonces salió de nuevo la alquimista de su brillante madriguera química y comenzó a valar a unos y a otros en un tono muy poco respetuoso pero muy gracioso a la vez. Cogió la lupa, pero en lugar de examinarme con ella decidió hacerlo con los cuernos de su cabeza. Luego hizo un juego de dominó entre varios muebles de la estancia hasta bañar a Mina con algo que olía a amarillo. para ese momento mi jubón se había teñido de rojo y ¡es que se me estaba escapando la sangre!.
me llevé la mano a la herida y recé a Isil por que intercediera por mi, cerrándome aquella herida que hacía que sintiera cosquillas en el costado1. Luego noté que la alquimista estaba llorando desconsoladamente y decidí que eso no podía continuar así.
- Pequeña cervatilla. ¿Por qué estás triste? La vida es bonita incluso cuando pasan cosas feas. son esas cosas feas lo que le dan valor a las cosas bonitas. si todo fuese bonito ¿cómo sabríamos que lo bonito es bonito? el calor del sol en primavera es muy agradable. pero también llueve mucho. y cuando llueve se llena todo de barro y esta oscuro, y hace frio. pero entonces sale el sol y las plantas se ponen mas verdes que nunca, los pájaros cantan, y las flores huelen mas fuerte. A nadie le gusta mojarse bajo la lluvia, pero si no lloviera todo se secaría y se pondría feo y olería mal.
No me malinterpretes, esta bien llorar, eso es como llover pero para tu corazoncito, cervatilla. Así cuando deje de llover saldrá el sol y las flores olerán fuerte y los arboles estarán mas verdes. A veces lloramos porque no sabemos cuando dejará de llover, pero luego saldrá el sol. Siempre sale el sol. - Puse cara de sorprendido y le di varios toquecitos en el hombro con mucho entusiasmo. - Y si tienes suerte ¡incluso saldrá el arcoíris! dicen que al final del arcoíris hay un duende con un tesoro, pero yo no me lo creo. he viajado mucho y nunca he encontrado el final del arcoíris. En fin, intenta disfrutar. porque hasta los momentos malos son una oportunidad para recordar los bonitos. y esos son los que nos dan fuerzas para llegar al siguiente momento bonito. -
Luego me levante y me dirigí a Honk. - Y tu busca a la comadreja, digo, a la chicadreja. y dile que llueve también en tu corazoncito de....¿ratón? No podemos quedarnos solos bajo la lluvia, porque nos mojamos y si nos mojamos mucho luego nos resfriamos y no podemos disfrutar bien del día soleado que va a hacer después. entonces tu búscala y dile lo que piensas, Tina es una buena muchacha. a lo mejor te escucha. -
Yo había hecho mi parte. la vida era preciosa, sobre todo en aquel momento.
- Habilidades:
- 1. Imposición de Manos: [Mágica, 1 uso] Puedo imponer mis manos sobre mí o alguien más y realizar una breve plegaria. La Luz sanará la herida más grave del beneficiado y le otorgará un escudo que absorbe daño moderado por una ronda.
- Offrol:
- Primero disculparme por la espera. He estado bastante liado estos meses y he atendido otras prioridades pero no preví que fuese necesario una ausencia, como ha sido el caso.
Por otro lado le dejo a Mina la interacción entre Honk y Tina tanto porque ella conocerá mejor el trasfondo entre ambos personajes como porque el manejo de Tina le corresponde a ella, aunque he aportado mi granito de arena.
Espero de corazón que la espera haya merecido la pena y que os echeis unas risas con mi respuesta. ¡Muchas gracias por vuestra paciencia!
Eleandris
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Re: [Desafío] La luz del bosque
Recordar que se había enredado con aquel elfo era de las cosas de su vida que la obligaban a mantenerse humilde; gracias a eso aprendió lo mala que es la idea de no conocer un poco mejor a sus compañeros de lecho porque cualquier sentimiento era mejor que la vergüenza ajena que sentía en aquel momento. Aunque era innegablemente guapo.
Ya dentro del laboratorio, la alquimista -en adelante "la cornuda"- se dispuso a curucutear y hurgar entre sus apuntes y frascos de pócimas. Mina, como una colega alquimista, comprendía bien que aquel caos aparente del laboratorio, era un orden creativo equilibrado a la perfección. El silencio imperaba en el salón, interrumpido solamente por las ventosidades de Tina, las cuales ella ya había aprendido a ignorar. No así los demás.
La cornuda no aguantó aquello y le pasó un frasquito a la chicadreja -¿Esto me quitará los *buuuuuuurp*?-. No terminó de formular la pregunta, tras aquel eructo simplemente se afanó el contenido del vial con la esperanza de que le quitara aquella inconveniente y vergonzosa condición.
Mina estaba quieta en su rincón, continuaba observando el laboratorio, ajena a todos los demás. Cuando el estropicio sonó, ella dio un respingo y se corrió un poquito para evitar que le cayeran encima un estante y su contenido, pero no alcanzó a esquivarlo todo. Un frasco voló hacia ella, bañándola en un líquido morado. -¡Mira lo que has hecho!- exclamó molesta, limpiándose con las manos la cara -¿Esto mancha? ¡Te cobraré el lavado!- añadió, sacudiéndose el exceso de líquido de las manos.
Mientras se lamentaba por su ropa arruinada, comenzó a sentir una extraña sensación; era como si el suelo lentamente se despegara de sus pies. Miró hacia abajo y, efectivamente, ya no estaba parada sobre el piso. Su cuerpo se elevaba hacia el techo.
La bruja abrió los ojos como platos y pataleaba en el aire tratando de agarrarse de algo, pero no alcanzaba a nada -¡Tina!- gritó asustada -¡Agárrame!- pedía, aterrada de verse flotando sin poder controlar el destino de su cuerpo. La chicadreja corrió hasta quedar debajo de la bruja y saltaba para intentar agarrarla. -¡Estás muy arriba! ¡No te alcanzo!- exclamaba angustiada -¿Cómo haces eso? ¿Cómo logras flotar?- preguntaba la peludita que además no daba crédito de lo que estaba viendo.
-¿Qué voy a saber yo?- respondió Mina molesta, girando en el momento en que topaba de frente con el techo del laboratorio, que por cierto, estaba bastante telarañoso. -Pffft.. *coff**coff* ay.. me tragué una araña *coff**coff*-. Como quedó de frente, se empujó hacia abajo con las manos, infructuosamente, pues rápidamente volvía a elevarse.
-¡Oye tú! ¡Cornuda! ¿Qué era eso que me regaste encima?- dijo a la alquimista, pero Wanda lloraba desconsolada y no la escuchaba. Mina alzó -¿o bajó?- la cabeza para ver a la mujer bestia. -¿Y a esta qué le pasó?- preguntó -Ay, no sé...- respondió Tina -Deja, yo me encargo- aseguró y fue junto a la mujer bestia. Hont también había llegado a consolar a Wanda. Ambos la miraban compasivos y preocupados, estirando sus manitas hacia ella. -Ya... tranquila... va a estar todo bien- dijo la chicadreja, ignorando completamente a Hont que estaba a su lado.
Eleandris había comenzado a hablar, una perorata bastante impropia de él, y eso que él era buenísimo con los discursos lateros. Mina lo miraba desde el techo, sintiendo aún más vergüenza ajena.
-Tranquila Wanda, limpiaremos todo- dijo Hont -Sí, dejaremos todo ordenadito como te guste.- añadió Tina con voz suave. Ahí notó que pudo completar una frase entera sin eructar. -¡Me has curado! ¡Mira! ¡Mira! ¡No hay eructos!- exclamó contenta -¿Ves? Has hecho una cosa muy grande por mí. Ya estaba muy cansada de estar ventoseándome todo el tiempo- comentó, tratando de animar a Wanda quien aún sollozaba.
Mientras Tina animaba a Wanda, intentando hacerla reír con las anécdotas de sus inoportunos gases, Eleandris hablaba a Hont. Las palabras del elfo calaron en el muchacho, que miraba al suelo con pesar. -No es tan fácil... han pasado... muchas cosas y no creo que Tina me perdone- dijo él con tristeza. -¿Y has intentado pedirle disculpas?- se escuchó desde arriba. Mina había escuchado la conversación entre el elfo y el bestial. Miraba seria a Hont.
-Tina ha sufrido mucho. Lloró todas las noches, por meses, después que nos fuimos de Dundarak.- dijo. Mina había conectado con Tina tras la muerte de Tino, pues ambas compartían el pesar de perder a sus hermanos. Cada lágrima que derramó la chicadreja le hizo revivir las de ella misma años atrás. -No puedes hacer como si nada hubiese pasado y desentenderte de eso. Habla con Tina, lloren juntos. Al fin y al cabo, Tino también era como tu hermano, ¿cierto?-- añadió. -Ustedes eran hermanos en el orfanato, huérfanos, eran su única familia. Agradece a los dioses que te has reencontrado con tu hermana y ahora encárgate de recuperarla- añadió, lanzando un dardo al corazón del chico. -Habla con ella- finalizó. No sé de dónde sacó Mina todo aquello. Hasta yo me sorprendo.
-Pero antes, ¡bájenme de aquí!- gritó, volviendo a ser la Mina que conozco.
Ya dentro del laboratorio, la alquimista -en adelante "la cornuda"- se dispuso a curucutear y hurgar entre sus apuntes y frascos de pócimas. Mina, como una colega alquimista, comprendía bien que aquel caos aparente del laboratorio, era un orden creativo equilibrado a la perfección. El silencio imperaba en el salón, interrumpido solamente por las ventosidades de Tina, las cuales ella ya había aprendido a ignorar. No así los demás.
La cornuda no aguantó aquello y le pasó un frasquito a la chicadreja -¿Esto me quitará los *buuuuuuurp*?-. No terminó de formular la pregunta, tras aquel eructo simplemente se afanó el contenido del vial con la esperanza de que le quitara aquella inconveniente y vergonzosa condición.
Mina estaba quieta en su rincón, continuaba observando el laboratorio, ajena a todos los demás. Cuando el estropicio sonó, ella dio un respingo y se corrió un poquito para evitar que le cayeran encima un estante y su contenido, pero no alcanzó a esquivarlo todo. Un frasco voló hacia ella, bañándola en un líquido morado. -¡Mira lo que has hecho!- exclamó molesta, limpiándose con las manos la cara -¿Esto mancha? ¡Te cobraré el lavado!- añadió, sacudiéndose el exceso de líquido de las manos.
Mientras se lamentaba por su ropa arruinada, comenzó a sentir una extraña sensación; era como si el suelo lentamente se despegara de sus pies. Miró hacia abajo y, efectivamente, ya no estaba parada sobre el piso. Su cuerpo se elevaba hacia el techo.
La bruja abrió los ojos como platos y pataleaba en el aire tratando de agarrarse de algo, pero no alcanzaba a nada -¡Tina!- gritó asustada -¡Agárrame!- pedía, aterrada de verse flotando sin poder controlar el destino de su cuerpo. La chicadreja corrió hasta quedar debajo de la bruja y saltaba para intentar agarrarla. -¡Estás muy arriba! ¡No te alcanzo!- exclamaba angustiada -¿Cómo haces eso? ¿Cómo logras flotar?- preguntaba la peludita que además no daba crédito de lo que estaba viendo.
-¿Qué voy a saber yo?- respondió Mina molesta, girando en el momento en que topaba de frente con el techo del laboratorio, que por cierto, estaba bastante telarañoso. -Pffft.. *coff**coff* ay.. me tragué una araña *coff**coff*-. Como quedó de frente, se empujó hacia abajo con las manos, infructuosamente, pues rápidamente volvía a elevarse.
-¡Oye tú! ¡Cornuda! ¿Qué era eso que me regaste encima?- dijo a la alquimista, pero Wanda lloraba desconsolada y no la escuchaba. Mina alzó -¿o bajó?- la cabeza para ver a la mujer bestia. -¿Y a esta qué le pasó?- preguntó -Ay, no sé...- respondió Tina -Deja, yo me encargo- aseguró y fue junto a la mujer bestia. Hont también había llegado a consolar a Wanda. Ambos la miraban compasivos y preocupados, estirando sus manitas hacia ella. -Ya... tranquila... va a estar todo bien- dijo la chicadreja, ignorando completamente a Hont que estaba a su lado.
Eleandris había comenzado a hablar, una perorata bastante impropia de él, y eso que él era buenísimo con los discursos lateros. Mina lo miraba desde el techo, sintiendo aún más vergüenza ajena.
-Tranquila Wanda, limpiaremos todo- dijo Hont -Sí, dejaremos todo ordenadito como te guste.- añadió Tina con voz suave. Ahí notó que pudo completar una frase entera sin eructar. -¡Me has curado! ¡Mira! ¡Mira! ¡No hay eructos!- exclamó contenta -¿Ves? Has hecho una cosa muy grande por mí. Ya estaba muy cansada de estar ventoseándome todo el tiempo- comentó, tratando de animar a Wanda quien aún sollozaba.
Mientras Tina animaba a Wanda, intentando hacerla reír con las anécdotas de sus inoportunos gases, Eleandris hablaba a Hont. Las palabras del elfo calaron en el muchacho, que miraba al suelo con pesar. -No es tan fácil... han pasado... muchas cosas y no creo que Tina me perdone- dijo él con tristeza. -¿Y has intentado pedirle disculpas?- se escuchó desde arriba. Mina había escuchado la conversación entre el elfo y el bestial. Miraba seria a Hont.
-Tina ha sufrido mucho. Lloró todas las noches, por meses, después que nos fuimos de Dundarak.- dijo. Mina había conectado con Tina tras la muerte de Tino, pues ambas compartían el pesar de perder a sus hermanos. Cada lágrima que derramó la chicadreja le hizo revivir las de ella misma años atrás. -No puedes hacer como si nada hubiese pasado y desentenderte de eso. Habla con Tina, lloren juntos. Al fin y al cabo, Tino también era como tu hermano, ¿cierto?-- añadió. -Ustedes eran hermanos en el orfanato, huérfanos, eran su única familia. Agradece a los dioses que te has reencontrado con tu hermana y ahora encárgate de recuperarla- añadió, lanzando un dardo al corazón del chico. -Habla con ella- finalizó. No sé de dónde sacó Mina todo aquello. Hasta yo me sorprendo.
-Pero antes, ¡bájenme de aquí!- gritó, volviendo a ser la Mina que conozco.
Mina Harker
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Re: [Desafío] La luz del bosque
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—Lo siento. Lo siento. No pude hacer nada. Lo siento.
Eso era lo que murmuraba Wanda incansablemente entre hipidos y sollozos. O, al menos, era lo que intentaba murmurar, ya que los hipidos y sollozos apenas le permitían emitir una serie de balbuceos inconexos.
Nada le salía bien. Había herido al elfo en lugar de ayudar con las dolencias que traía, la chica pelona no dejaba de gritarle y el laboratorio era un auténtico desastre. Hasta Hont la miraba como si ella misma pudiera romperse como los frascos a su alrededor ¡y ella no podía ni terminar una frase!
Habían derrotado al Hombre Muerto, pero ¿acaso sus vidas eran mejores ahora? Se suponía que Inga iba a vengar a su esposo y su hijo, no a morir ella también. Y ella no había podido hacer nada, ni siquiera con la estúpida Varita. Casi no lo había contado por culpa de la estúpida Varita. Y, sin embargo, ella estaba viva e Inga, no.
Los bracitos de Hont trataron de rodearla mientras el elfo se arrancaba con un extraño discurso. Su vocalización irregular, debido a la monumental sonrisa de idiota que se le había pegado en la cara, le dificultaba comprender la totalidad de las palabras (¿la había llamado cervatilla?), pero el mensaje tenía algo que ver con el tiempo y la naturaleza. ¡Elfos!
Aunque, bien pensado, no parecía un tipo tan relajado cuando entró por la puerta del laboratorio. Aquello picó su curiosidad.
—Gr-gracias —logró decir entre hipidos cuando Hont y Tina se ofrecieron a limpiar el laboratorio, pero su mirada seguía aún al elfo, que se había levantado y caminaba entre los cristales rotos como si fueran las más bellas flores de Sandorai.
Hont, por su parte, trataba de consolar a su muy mejor amiga sin romper a llorar él también (los héroes no lloran), pero la tarea se le dificultó cuando se convirtió repentinamente en el centro de la conversación.
—Zarigüeya —corrigió automáticamente, pero no sirvió de nada, porque el elfo parecía estar metido en su propio mundo.
Por desgracia, la amiga de Tina seguía muy metida en este mundo y que le hablara desde tan arriba lo ponía un poco nervioso. No es que le tuviera miedo (los héroes no tienen miedo), ¡pero es que le hablaba como si él fuera el malo! El solo quería vengar a Tino y a los demás, y proteger al resto. Y… bueno… ya estaba. El Hombre Muerto estaba bien muerto ahora y ya no podría hacer daño a nadie más. Habían hecho lo que tenían que hacer, como hacen los héroes.
¿Y luego, qué?
Hont miró a Wanda que, aún sorbiéndose los mocos de vez en cuando, había empezado a pinchar y pellizcar al elfo comprobando sus reacciones. Luego miró a Tina, recordando su época en el orfanato y a los amigos que ya no estaban.
A lo mejor los héroes sí que lloraban un poquito. De vez en cuando.
Había comenzado este desafío pensando en la traumática trayectoria de Wanda en sus últimos temas, como prisionera de Thundermaul, huyendo con la Varita maldita que le fue arrebatada y, después, siguiendo la pista a la misma para acabar metida en una batalla en los lindes de Midgar, donde vio morir a su amiga sin poder hacer nada por ella. No había esperado que el tema se acabara convirtiendo también en un punto de inflexión para Hont, pero me alegro, porque es uno de los personajes más entrañables del foro y también se merece un poco de cariño. Gracias a ambos por hacerlo posible.
Eleandris: Tu intervención me ha gustado tanto, que siento una fuerte tentación de volver a drogarte. Pero no hace falta que te preocupes por el momento. La poción no era muy fuerte y los efectos pasan al poco rato sin dejar secuelas. Wanda estará encantada de ayudarte con tus otras dolencias en agradecimiento por tu aportación a su investigación. También te entrega un par de frasquitos para tu uso personal:
Elixir Lucem [Consumible, 2 unidades] Con una dosis de esta poción, sentirás que puedes comerte el mundo. Durante dos rondas, no percibirás el dolor de tus heridas ni los efectos adversos de maldiciones o hechizos, por el contrario, el mundo te parecerá más bello, más alegre y te invadirá el optimismo. Pero cuidado: que tú no sientas el impedimento de heridas o hechizos no significa que éstos no tengan efectos sobre ti, por ejemplo, una herida grave que quede sin tratar durante esas dos rondas podría dejarte fuera de combate cuando acabe el efecto del elixir (si no antes).
Mina: Tú también volverás poco a poco al suelo al cabo de un rato, los efectos de la poción no son permanentes. Me comentaste por privado tu interés en ahondar en la relación con Hont. ¿Una trama futura quizá? Como dije más arriba, ahora que el Hombre Muerto por fin está realmente muerto, el chico zarigëya se merece un poco de cariño y no se me ocurre nadie mejor que una hermana para dárselo.
Hont se retira con Tina para hablar de Tino y todo lo ocurrido tras su muerte. Tras la larga conversación, se despide finalmente de Wanda. A partir de ahora, se quedará con Tina, si ella lo acepta.
Ambos reciben también 5 px que ya han sido entregados en sus perfiles.
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La luz del bosque
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—Lo siento. Lo siento. No pude hacer nada. Lo siento.
Eso era lo que murmuraba Wanda incansablemente entre hipidos y sollozos. O, al menos, era lo que intentaba murmurar, ya que los hipidos y sollozos apenas le permitían emitir una serie de balbuceos inconexos.
Nada le salía bien. Había herido al elfo en lugar de ayudar con las dolencias que traía, la chica pelona no dejaba de gritarle y el laboratorio era un auténtico desastre. Hasta Hont la miraba como si ella misma pudiera romperse como los frascos a su alrededor ¡y ella no podía ni terminar una frase!
Habían derrotado al Hombre Muerto, pero ¿acaso sus vidas eran mejores ahora? Se suponía que Inga iba a vengar a su esposo y su hijo, no a morir ella también. Y ella no había podido hacer nada, ni siquiera con la estúpida Varita. Casi no lo había contado por culpa de la estúpida Varita. Y, sin embargo, ella estaba viva e Inga, no.
Los bracitos de Hont trataron de rodearla mientras el elfo se arrancaba con un extraño discurso. Su vocalización irregular, debido a la monumental sonrisa de idiota que se le había pegado en la cara, le dificultaba comprender la totalidad de las palabras (¿la había llamado cervatilla?), pero el mensaje tenía algo que ver con el tiempo y la naturaleza. ¡Elfos!
Aunque, bien pensado, no parecía un tipo tan relajado cuando entró por la puerta del laboratorio. Aquello picó su curiosidad.
—Gr-gracias —logró decir entre hipidos cuando Hont y Tina se ofrecieron a limpiar el laboratorio, pero su mirada seguía aún al elfo, que se había levantado y caminaba entre los cristales rotos como si fueran las más bellas flores de Sandorai.
Hont, por su parte, trataba de consolar a su muy mejor amiga sin romper a llorar él también (los héroes no lloran), pero la tarea se le dificultó cuando se convirtió repentinamente en el centro de la conversación.
—Zarigüeya —corrigió automáticamente, pero no sirvió de nada, porque el elfo parecía estar metido en su propio mundo.
Por desgracia, la amiga de Tina seguía muy metida en este mundo y que le hablara desde tan arriba lo ponía un poco nervioso. No es que le tuviera miedo (los héroes no tienen miedo), ¡pero es que le hablaba como si él fuera el malo! El solo quería vengar a Tino y a los demás, y proteger al resto. Y… bueno… ya estaba. El Hombre Muerto estaba bien muerto ahora y ya no podría hacer daño a nadie más. Habían hecho lo que tenían que hacer, como hacen los héroes.
¿Y luego, qué?
Hont miró a Wanda que, aún sorbiéndose los mocos de vez en cuando, había empezado a pinchar y pellizcar al elfo comprobando sus reacciones. Luego miró a Tina, recordando su época en el orfanato y a los amigos que ya no estaban.
A lo mejor los héroes sí que lloraban un poquito. De vez en cuando.
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Había comenzado este desafío pensando en la traumática trayectoria de Wanda en sus últimos temas, como prisionera de Thundermaul, huyendo con la Varita maldita que le fue arrebatada y, después, siguiendo la pista a la misma para acabar metida en una batalla en los lindes de Midgar, donde vio morir a su amiga sin poder hacer nada por ella. No había esperado que el tema se acabara convirtiendo también en un punto de inflexión para Hont, pero me alegro, porque es uno de los personajes más entrañables del foro y también se merece un poco de cariño. Gracias a ambos por hacerlo posible.
Eleandris: Tu intervención me ha gustado tanto, que siento una fuerte tentación de volver a drogarte. Pero no hace falta que te preocupes por el momento. La poción no era muy fuerte y los efectos pasan al poco rato sin dejar secuelas. Wanda estará encantada de ayudarte con tus otras dolencias en agradecimiento por tu aportación a su investigación. También te entrega un par de frasquitos para tu uso personal:
Elixir Lucem [Consumible, 2 unidades] Con una dosis de esta poción, sentirás que puedes comerte el mundo. Durante dos rondas, no percibirás el dolor de tus heridas ni los efectos adversos de maldiciones o hechizos, por el contrario, el mundo te parecerá más bello, más alegre y te invadirá el optimismo. Pero cuidado: que tú no sientas el impedimento de heridas o hechizos no significa que éstos no tengan efectos sobre ti, por ejemplo, una herida grave que quede sin tratar durante esas dos rondas podría dejarte fuera de combate cuando acabe el efecto del elixir (si no antes).
Mina: Tú también volverás poco a poco al suelo al cabo de un rato, los efectos de la poción no son permanentes. Me comentaste por privado tu interés en ahondar en la relación con Hont. ¿Una trama futura quizá? Como dije más arriba, ahora que el Hombre Muerto por fin está realmente muerto, el chico zarigëya se merece un poco de cariño y no se me ocurre nadie mejor que una hermana para dárselo.
Hont se retira con Tina para hablar de Tino y todo lo ocurrido tras su muerte. Tras la larga conversación, se despide finalmente de Wanda. A partir de ahora, se quedará con Tina, si ella lo acepta.
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