¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
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¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
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Las cosas habían sido un poco raras en aquel campamento, demasiados eventos y ... demasiados gomejos por do quier. Por suerte, todo parecía marchar bien y hoy era el día en que por fin podríamos, si alguna calamidad no se desataba, volver a la ciudad.
No vi a Zelas después de eso, por lo que supuse se había vuelto a marchar ahí a donde el viento lo llevara. En cuanto a Gaegel, con tanto ajetreo comenzaba a pensar que se había marchado sin mí el muy maldito. Qué decir, estaba algo frustrada, una parte de mí le hubiese gustado llevarse algo más que la "satisfacción" de una buena acción y lidiar con un liliputiense enamorado.
Recogía mis pertenencias luego de haberme despedido de los irritantes pero hasta cierto puntos adorables niños que ya se encaminaban a un sitio mejor. Me tomaría un poco de tiempo en esperar por el mendigo perro o de lo contrario aplicaríamos el mismo modo operandis de vernos en la ciudad, a final de cuentas era el punto de reunión por excelencia.
Por el momento estaba sola, cerca de la hierba alta en donde hacía contabilidad de las provisiones para el viaje de regreso. Algo captó mi atención, se movía entre las plantas, por lo que arqueé mi ceja con cierta curiosidad. - ¿Hay alguien ahí? - Pregunta estúpida claro está pero aún así la hice.
Acerqué instintivamente mi mano a mi arma, me puse en guardia, la tensión era palpable. Aquí es donde el giro inesperado se manifestó. Así como si nada de un pequeño brinquito una bola blanca con sutiles manchas café me hizo sobresaltar. - Aaw pero que cosita tan bonita. - Dije con voz aguda y extremadamente infantil. Había visto merodear a esos peludos por todo el lugar, claro que todos eran adultos y muchos estaban llenos de sustancias de dudosa procedencia, pero tener uno de ese tamaño y tan pequeño así sin más fue la cosa mas tierna.
- Hola, pequeñín. ¿Dónde están tus papás? - Le hablaba a la criatura como si fuera a entenderme. Me fue fácil tomarla entre mis manos, era tan suave y apachurrable que me trasladaba a una atmósfera de felicidad. Negué con la cabeza, no, debía encontrar a los padres de la cría. Lo primero que hice fue hurgar en la hierba, si él había salido de allí era lo mas probable como primer sitio de búsqueda.
No vi a Zelas después de eso, por lo que supuse se había vuelto a marchar ahí a donde el viento lo llevara. En cuanto a Gaegel, con tanto ajetreo comenzaba a pensar que se había marchado sin mí el muy maldito. Qué decir, estaba algo frustrada, una parte de mí le hubiese gustado llevarse algo más que la "satisfacción" de una buena acción y lidiar con un liliputiense enamorado.
Recogía mis pertenencias luego de haberme despedido de los irritantes pero hasta cierto puntos adorables niños que ya se encaminaban a un sitio mejor. Me tomaría un poco de tiempo en esperar por el mendigo perro o de lo contrario aplicaríamos el mismo modo operandis de vernos en la ciudad, a final de cuentas era el punto de reunión por excelencia.
Por el momento estaba sola, cerca de la hierba alta en donde hacía contabilidad de las provisiones para el viaje de regreso. Algo captó mi atención, se movía entre las plantas, por lo que arqueé mi ceja con cierta curiosidad. - ¿Hay alguien ahí? - Pregunta estúpida claro está pero aún así la hice.
Acerqué instintivamente mi mano a mi arma, me puse en guardia, la tensión era palpable. Aquí es donde el giro inesperado se manifestó. Así como si nada de un pequeño brinquito una bola blanca con sutiles manchas café me hizo sobresaltar. - Aaw pero que cosita tan bonita. - Dije con voz aguda y extremadamente infantil. Había visto merodear a esos peludos por todo el lugar, claro que todos eran adultos y muchos estaban llenos de sustancias de dudosa procedencia, pero tener uno de ese tamaño y tan pequeño así sin más fue la cosa mas tierna.
- Hola, pequeñín. ¿Dónde están tus papás? - Le hablaba a la criatura como si fuera a entenderme. Me fue fácil tomarla entre mis manos, era tan suave y apachurrable que me trasladaba a una atmósfera de felicidad. Negué con la cabeza, no, debía encontrar a los padres de la cría. Lo primero que hice fue hurgar en la hierba, si él había salido de allí era lo mas probable como primer sitio de búsqueda.
- OUTFIT:
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- Inventario:
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Dentro del Bolso de Viajero.
- Bomull [Mascota] (Cría de Gomejo)
Última edición por Meraxes el Miér Ene 18 2023, 14:52, editado 1 vez
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Por fin, después de tanto tiempo ya podíamos irnos de este lugar. Luego de mi accidente, mi brazo izquierdo aún no terminaba de sanar por completo. Si bien, ya tenía casi toda la movilidad de mi brazo. Lo mejor era evitar cargar cosas pesadas, por lo que utilizando un trozo de tela, me encargué de atar mi brazo para mantenerlo pegado a mi pecho. Aunque podía sacar mi brazo en el momento que deseara. Antes de irme, me aseguré de despedirme de Rich. El cual curiosamente había logrado llamar la atención de la muchachita que me había comentado antes. Parece que el haberse roto el pie le había traído sus beneficios de al joven enamorado.
No podía decir que me iba con las manos vacías. Mientras estaba realizando otras tareas, pude aprender de los demás carpinteros una nueva arma que podía fabricar para luego vender. Así que con eso me daba como bien servido. Caminaba tranquilamente. Me habían obsequiado una manzana, por lo que en mi andar, sujetaba esa manzana, y de vez en cuando le daba un pequeño mordisco. En mi andar comenzaba a pensar que no había vuelto a ver a Zelas desde lo ocurrido, y a Mera tampoco. ¿Y si esa mujer me había dejado? Yo estaba casi convaleciente, ella debía de cuidarme para llegar a salvo de nueva cuenta al punto de reunión con el resto del grupo.
En mi andar, pude escuchar una voz, me resultaba familiar, aunque para nada en el tono que ella solía utilizar. Por lo que me acerqué al sitio donde provenía esa voz. Y logré ver a mi compañera. ¡Bien! Al menos no regresaría solo corriendo el riesgo de que me viesen como un blanco fácil por andar con un brazo lesionado. - Vaya, pero que curioso. Justo estaba pensando que me habías abandonado. - Sonreí de medio lado al mismo tiempo que me acercaba a ella.
Hola. - Dije una vez que estaba más cerca de Mera. Allí fue cuando me di cuenta que estaba sosteniendo algo con sus manos, miré de reojo y arquee mi ceja. - ¿Y ese gomejo? ¿Te volviste cuidadora de mascotas en el campamento o algo así? - Le pregunté con una mirada llena de curiosidad, mirando por momentos el rostro de mi acompañante, y luego los de la peluda y pachoncita criatura que sostenía.
No podía decir que me iba con las manos vacías. Mientras estaba realizando otras tareas, pude aprender de los demás carpinteros una nueva arma que podía fabricar para luego vender. Así que con eso me daba como bien servido. Caminaba tranquilamente. Me habían obsequiado una manzana, por lo que en mi andar, sujetaba esa manzana, y de vez en cuando le daba un pequeño mordisco. En mi andar comenzaba a pensar que no había vuelto a ver a Zelas desde lo ocurrido, y a Mera tampoco. ¿Y si esa mujer me había dejado? Yo estaba casi convaleciente, ella debía de cuidarme para llegar a salvo de nueva cuenta al punto de reunión con el resto del grupo.
En mi andar, pude escuchar una voz, me resultaba familiar, aunque para nada en el tono que ella solía utilizar. Por lo que me acerqué al sitio donde provenía esa voz. Y logré ver a mi compañera. ¡Bien! Al menos no regresaría solo corriendo el riesgo de que me viesen como un blanco fácil por andar con un brazo lesionado. - Vaya, pero que curioso. Justo estaba pensando que me habías abandonado. - Sonreí de medio lado al mismo tiempo que me acercaba a ella.
Hola. - Dije una vez que estaba más cerca de Mera. Allí fue cuando me di cuenta que estaba sosteniendo algo con sus manos, miré de reojo y arquee mi ceja. - ¿Y ese gomejo? ¿Te volviste cuidadora de mascotas en el campamento o algo así? - Le pregunté con una mirada llena de curiosidad, mirando por momentos el rostro de mi acompañante, y luego los de la peluda y pachoncita criatura que sostenía.
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
La situación en el campamento de refugiados no era la mejor de las posibles, mas, al menos, el problema con el cuco y el artefacto que afectaba a la mente de las personas no había ido a mayores.
Allí las gentes tendrían un sitio para quedarse. El brujo esperaba que de forma provisional, aunque sabía que esa idea era más bien un pensamiento un tanto idealista. Lo más probable es que muchos se quedaran allí, junto a las ruinas y, sí, el peligro había pasado, pero eso no significaba que no hubieran más peligros acechando en las ruinas para aquellos que fueran demasiado incautos.
Ello sin quitar que aquellos refugiados que se quedaran tendrían que tratar con los lobos, de forma más seria y formal, las razones para quedarse en aquel lugar.
Pero, en fin, en un mundo imperfecto, lleno de personas imperfectas, no existían las soluciones perfectas. Aquello era lo mejor que se podía conseguir por ahora.
Y dentro de lo malo, bueno, el destino había querido que Vincent se reuniera de forma sorpresiva con su amada. Sus vidas eran un poco agitadas y errantes, y ello hacía que no siempre estuvieran juntos. Poder disponer de más tiempo juntos, sobre todo cuando a priori no iban a estarlo, era agradable.
La vida estaba llena de pequeños placeres.
No obstante, el brujo en estos momentos no estaba ni apagando aparatos arcanos, ni pasando tiempo con una hermosa sacerdotisa. Tras los sucesos en el campamento aún quedaba un poco de trabajo que realizar y una excursión por el bosque era la mejor manera de conseguir algunas hierbas para el tratamiento de aquellas personas, y, sí, han adivinado, una aún mejor manera de escaparse y estar relajado.
Un rubiales, de lo más caradura, estaba echado sobre el follaje que había junto a un árbol, contemplando el paisaje, los brazos cruzados tras su nuca, el propio tronco sirviendo de apoyo, con un trozo seco de hierbajo en la boca, decoración de lo más campestre. Y, han adivinado otra vez, desde esa posición pudo ver como una gigante de pelo blanco se ponía a hablar con la hierba.
«Curioso», pensó el mentado brujo, «Tiene el pelo de Níniel, miden casi lo mismo... Me falta comprobar si mi querida elfa también habla con la hierba como una loca.»
Al final resultó que la cosa linda y el pequeñín era cosa de gomejos. Últimamente los gomejos salvaban todas las situaciones, he de decir. No es por ser un tanto propagandista, pero si tiene un problema, tranquilo, el mercado negro de gomejos es la solución.
Ahí ya fue cuando otro tipo entró en escena. Su talla sería similar a la de Vincent, si este estuviera erguido, en vez de no haciendo nada tirado en la hierba. Sin embargo, al lado de la mujer parecía un gomejo de alto. Exacto, los gomejos lo hicieron de nuevo.
Una obra de teatro de lo más fascinante. Un hombre abandonado, un gomejo rescatado, una mujer más alta que un árbol. Pero tocaba intervenir y dejar de ser espectador.
El sureño se levantó, se limpió la ropa a manotazos, mientras caminaba hacia ellos. Saludó con la mano en cuando levantó la mirada de sus quehaceres de chico limpio y ya se habían percatado de su presencia, y tras ello, se encaminó hacia ellos.
Vincent dio unos pasos y se quitó el hierbajo de la boca antes de hablar.
- Buen día, buenas gentes. Un día precioso, ¿verdad? - comentó, alzando la mirada para observar el cielo, para después bajarla nuevamente, en dirección a las personas que tenía delante. - No seréis del campamento cercano a las ruinas de Cantún-, mentó, señalando hacia el gomejo con la mano con la que sostenía el trozo de hierba.
Por supuesto, esta era la forma fina de decir: “¿No tendrán problemas estomacales?” Dicho aún menos fino: “¿No se estarán cagan..?”
- Conozco una poderosa alquimista. Si tienen problemas de estómago. Ella lo solucionará en un periquete-, comentó amigable.
Allí las gentes tendrían un sitio para quedarse. El brujo esperaba que de forma provisional, aunque sabía que esa idea era más bien un pensamiento un tanto idealista. Lo más probable es que muchos se quedaran allí, junto a las ruinas y, sí, el peligro había pasado, pero eso no significaba que no hubieran más peligros acechando en las ruinas para aquellos que fueran demasiado incautos.
Ello sin quitar que aquellos refugiados que se quedaran tendrían que tratar con los lobos, de forma más seria y formal, las razones para quedarse en aquel lugar.
Pero, en fin, en un mundo imperfecto, lleno de personas imperfectas, no existían las soluciones perfectas. Aquello era lo mejor que se podía conseguir por ahora.
Y dentro de lo malo, bueno, el destino había querido que Vincent se reuniera de forma sorpresiva con su amada. Sus vidas eran un poco agitadas y errantes, y ello hacía que no siempre estuvieran juntos. Poder disponer de más tiempo juntos, sobre todo cuando a priori no iban a estarlo, era agradable.
La vida estaba llena de pequeños placeres.
No obstante, el brujo en estos momentos no estaba ni apagando aparatos arcanos, ni pasando tiempo con una hermosa sacerdotisa. Tras los sucesos en el campamento aún quedaba un poco de trabajo que realizar y una excursión por el bosque era la mejor manera de conseguir algunas hierbas para el tratamiento de aquellas personas, y, sí, han adivinado, una aún mejor manera de escaparse y estar relajado.
Un rubiales, de lo más caradura, estaba echado sobre el follaje que había junto a un árbol, contemplando el paisaje, los brazos cruzados tras su nuca, el propio tronco sirviendo de apoyo, con un trozo seco de hierbajo en la boca, decoración de lo más campestre. Y, han adivinado otra vez, desde esa posición pudo ver como una gigante de pelo blanco se ponía a hablar con la hierba.
«Curioso», pensó el mentado brujo, «Tiene el pelo de Níniel, miden casi lo mismo... Me falta comprobar si mi querida elfa también habla con la hierba como una loca.»
Al final resultó que la cosa linda y el pequeñín era cosa de gomejos. Últimamente los gomejos salvaban todas las situaciones, he de decir. No es por ser un tanto propagandista, pero si tiene un problema, tranquilo, el mercado negro de gomejos es la solución.
Ahí ya fue cuando otro tipo entró en escena. Su talla sería similar a la de Vincent, si este estuviera erguido, en vez de no haciendo nada tirado en la hierba. Sin embargo, al lado de la mujer parecía un gomejo de alto. Exacto, los gomejos lo hicieron de nuevo.
Una obra de teatro de lo más fascinante. Un hombre abandonado, un gomejo rescatado, una mujer más alta que un árbol. Pero tocaba intervenir y dejar de ser espectador.
El sureño se levantó, se limpió la ropa a manotazos, mientras caminaba hacia ellos. Saludó con la mano en cuando levantó la mirada de sus quehaceres de chico limpio y ya se habían percatado de su presencia, y tras ello, se encaminó hacia ellos.
Vincent dio unos pasos y se quitó el hierbajo de la boca antes de hablar.
- Buen día, buenas gentes. Un día precioso, ¿verdad? - comentó, alzando la mirada para observar el cielo, para después bajarla nuevamente, en dirección a las personas que tenía delante. - No seréis del campamento cercano a las ruinas de Cantún-, mentó, señalando hacia el gomejo con la mano con la que sostenía el trozo de hierba.
Por supuesto, esta era la forma fina de decir: “¿No tendrán problemas estomacales?” Dicho aún menos fino: “¿No se estarán cagan..?”
- Conozco una poderosa alquimista. Si tienen problemas de estómago. Ella lo solucionará en un periquete-, comentó amigable.
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Estaba tan embelesada con la pequeña bola de pelos que tenía allí, que el sonido grave y carrasposo de Gaegel me tomó por sorpresa haciéndome dar un brinquito.
- Vaya así que sigues vivo. La verdad tenía pensado irme si no llegabas en diez minutos. - Lo detallaba de arriba hacia abajo. Quién diría que tan pocos días sin verlo me harían extrañar a ese sujeto.
Su siguiente comentario me hizo mirar a la bola de pelos que traía entre mis brazos. - No digas tonterías, lo acabo de encontrar en los arbustos y pensé que sus padres estaban cerca. ¿No es una cosita hermosa? - Mi tono volvió a agudizarse mientras le mostraba emocionada mi nuevo hallazgo a mi compañero.
De nuevo otra voz me hizo brincar, pero esta vez en señal de alerta, no era conocida. A mi espalda un sujeto, un muy galante sujeto se hacía presente. Nos dirigía la palabra, por como nos hablaba de seguro también había estado en el caótico campamento. - Sí, pero el gomejo está limpio. - Lo cubrí instintivamente con mis manos en señal de protección. - Para su alivio, señor, creo ninguno de los dos está meando por el culo así que no necesitamos de ningún alquimista. - La verdad no sabía si Gaegel había sufrido los efectos adversos de muchos de los que estaban allí.
Mis orbes violetas detallaban al extraño, no tenía la pinta de ser un refugiado, por el contrario su sola presencia imponía de un modo peculiar, así como la forma de expresarse. ¿Noble? ¿Erudito?
- ¿Fuiste también un voluntario? No te vi en el campamento. - Pregunté ya un poco más directa. Claro no es como si yo hubiera tratado con muchos allí pero al menos era buena en ver recordar una que otra cara.
- Vaya así que sigues vivo. La verdad tenía pensado irme si no llegabas en diez minutos. - Lo detallaba de arriba hacia abajo. Quién diría que tan pocos días sin verlo me harían extrañar a ese sujeto.
Su siguiente comentario me hizo mirar a la bola de pelos que traía entre mis brazos. - No digas tonterías, lo acabo de encontrar en los arbustos y pensé que sus padres estaban cerca. ¿No es una cosita hermosa? - Mi tono volvió a agudizarse mientras le mostraba emocionada mi nuevo hallazgo a mi compañero.
De nuevo otra voz me hizo brincar, pero esta vez en señal de alerta, no era conocida. A mi espalda un sujeto, un muy galante sujeto se hacía presente. Nos dirigía la palabra, por como nos hablaba de seguro también había estado en el caótico campamento. - Sí, pero el gomejo está limpio. - Lo cubrí instintivamente con mis manos en señal de protección. - Para su alivio, señor, creo ninguno de los dos está meando por el culo así que no necesitamos de ningún alquimista. - La verdad no sabía si Gaegel había sufrido los efectos adversos de muchos de los que estaban allí.
Mis orbes violetas detallaban al extraño, no tenía la pinta de ser un refugiado, por el contrario su sola presencia imponía de un modo peculiar, así como la forma de expresarse. ¿Noble? ¿Erudito?
- ¿Fuiste también un voluntario? No te vi en el campamento. - Pregunté ya un poco más directa. Claro no es como si yo hubiera tratado con muchos allí pero al menos era buena en ver recordar una que otra cara.
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
Luego de hacer acto de presencia, y notar como Mera se sobresaltó ante mi comentario, no pude sino esbozar una leve sonrisa. No cabe duda que a pesar de que en el campamento logré ver a lo lejos a mujeres bellas. La presencia de mi compañera tenía un aura mucho más atrayente. - Menos mal alcancé a llegar a tiempo. El viaje de regreso hubiese sido muy aburrido sin compañía. - Comenté para luego escuchar la respuesta de la mujer con respecto al gomejo que llevaba en brazos. La miré por un momento a los ojos y luego volví a ver aquella criatura esponjosa.
Esa cosa es más pelos que nada. Uno pensaría que con eso, uno podría sobrevivir más tiempo en el bosque, pero son solo tentempiés para no morir de hambre. - Recordaba aquellos viajes en su trabajo como transportista. Los primeros fueron los más difíciles, porque no sabía calcular la cantidad de provisiones que necesitaba. Llegué a tener hambre en ocasiones y para sobrevivir tenía que cazar lo que encontrara. Los gomejos eran de las criaturas que más fácil se cazaban. No tenían mal sabor, pero no eran algo para saciar el apetito.
Aunque nuestra conversación se vio interrumpida por alguien más. Un hombre de porte galante. Incluso la manera de hablar de aquel sujeto eran elegantes. Le sonreí levemente al escuchar la pregunta sobre venir de las ruinas de Cantún, y la respuesta de Mera hizo que riera levemente. - Gracias a los dioses no. Poseo un estómago bastante resistente, aunque varias personas que estaban cerca de mi si se vieron afectadas. Era muy tragicómico ver cómo no podían realizar sus tareas por más que quisieran. - Le comenté a tan fino caballero.
Debido a que cada uno estuvo realizando tareas diferentes en el campamento fue hasta ahora que nos reunimos. - Le comenté para luego acercarme un poco más a dicho sujeto y extender mi diestra. - Soy Gaegel. En el campamento me estuve ocupando en acondicionar las casas. Aunque casi al final tuve que realizar otras tareas. - Dije moviendo ligeramente mi brazo izquierdo, el cual estaba atado con un trozo de tela para mantener que el brazo no se moviera en exceso.
Esa cosa es más pelos que nada. Uno pensaría que con eso, uno podría sobrevivir más tiempo en el bosque, pero son solo tentempiés para no morir de hambre. - Recordaba aquellos viajes en su trabajo como transportista. Los primeros fueron los más difíciles, porque no sabía calcular la cantidad de provisiones que necesitaba. Llegué a tener hambre en ocasiones y para sobrevivir tenía que cazar lo que encontrara. Los gomejos eran de las criaturas que más fácil se cazaban. No tenían mal sabor, pero no eran algo para saciar el apetito.
Aunque nuestra conversación se vio interrumpida por alguien más. Un hombre de porte galante. Incluso la manera de hablar de aquel sujeto eran elegantes. Le sonreí levemente al escuchar la pregunta sobre venir de las ruinas de Cantún, y la respuesta de Mera hizo que riera levemente. - Gracias a los dioses no. Poseo un estómago bastante resistente, aunque varias personas que estaban cerca de mi si se vieron afectadas. Era muy tragicómico ver cómo no podían realizar sus tareas por más que quisieran. - Le comenté a tan fino caballero.
Debido a que cada uno estuvo realizando tareas diferentes en el campamento fue hasta ahora que nos reunimos. - Le comenté para luego acercarme un poco más a dicho sujeto y extender mi diestra. - Soy Gaegel. En el campamento me estuve ocupando en acondicionar las casas. Aunque casi al final tuve que realizar otras tareas. - Dije moviendo ligeramente mi brazo izquierdo, el cual estaba atado con un trozo de tela para mantener que el brazo no se moviera en exceso.
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
La respuesta de la dama fue tan sincera que el brujo casi pensó que a esa mujer puede que ya la conociera de algún lance en su pasado. Mas… No, no recordaba a la mujer de nada y una joven tan alta era difícil de olvidar.
- Acompañando este derroche de sinceridad con mi propia sinceridad, la alquimia da para muchas cosas. No sólo sirve para tapar nuestros desatados traseros-, afirmó, para dar paso a una media sonrisa dibujada en sus labios. - Y aprovechando este arranque de honradez cívica, puedo decir que ese gomejo es una ayuda inestimable en cualquier situación. Tanto vale para limpiarse el culo, como de almohada, como para morir de amor con su extrema belleza. Incluso sirve para hacer desaparecer esas cosas verdes que ponen en los platos de buenas gentes como yo y es comida de conejo, ya saben, lechugas y eso.
Vincent se encogió de hombros mientras el otro hombre tomaba la palabra y acercó el hierbajo, que aún sostenía entre sus dedos, al hocico del gomejo.
- Sí, estuve allí. Aunque solo pasé de largo por la zona en la que todo se volvió un poco-. «Cómo decirlo.» - Una situación de mierda-, mentó, ensanchando su sonrisa por unos instantes. - Un gusto, Gaegel. El que tiene aquí presente es el bueno de Vincent Calhoun. Eso es, ya me autodefino de buena persona, así que ya pueden huir, porque… ¿Qué tipo de persona se auto definiría con buenos valores teniéndolos? - comentó, antes de reír con suavidad. - Exacto, Una persona que no los tiene. Pero no se asusten, solamente era una broma. Me defino como bueno porque debo luchar contra mi infamia adquirida en tiempos de estudio. No hagan caso a esos malandrines profesores que tuve. Eran demasiado estirados.
El sureño volvió a dibujar una sonrisa en los labios.
- Y sí, no me conocen de nada, ni mi infamia, ni a esos profesores, pero, si esto de la comedia se me da bien, eso debería hacer que mis bromas sean más graciosas. O eso espero-, dijo, antes de volver a reír. - O que parezca un gilipollas cualquiera, pero al menos guapo para compensar la tontuna. Algo es algo. En cualquier caso… No, por los dioses. ¿Gratis? ¿Qué tipo de mercenario dado al altruismo cree que soy? ¿Eso acaso puede ser compatible?
«Quizás esta dama sí me conozca, después de todo. Espero que por lo menos no sea una de tantas personas que me odia.»
Tranquilos, al brujo no le afecta que le odien, simplemente sería decepcionante no acordarse.
- Yo cobré por los servicios prestados en el campamento, tal y como debe ser. La magnífica cantidad de unas piezas de carne y una soga-, les explicó, colocando primero los brazos contra los costados de su cuerpo, dándole forma de jarra, luego estirando uno de ellos en dirección al campamento, haciendo un arco horizontal con el mentado brazo para meterlos en la historia. La historia del tremendo cobro. - Digamos que con los últimos acontecimientos, me conformé con la soga. Eh, qué sería de estos oscuros tiempos sin una buena cuerda adicional en mi haber. Hay que ser precavidos-, terminó por decir, en tono divertido, volviendo a colocar los brazos en “forma de jarra”.
Ah, sí, que no se diga que este cabronazo del sur no sabe hacer amigos.
- Y por cierto, si quieren podemos tomar algo y conocernos mejor. Descuiden, es mi remesa personal, no toquemos la comida de ese campamento ni con un palo-, dijo amistoso. - Aunque también hace buen día para pasear-, comentó, alzando, como ya hubiera hecho antes, la mirada hacia el cielo. - Sea como sea, es buen día para conocer gente, ¿no les parece?
- Acompañando este derroche de sinceridad con mi propia sinceridad, la alquimia da para muchas cosas. No sólo sirve para tapar nuestros desatados traseros-, afirmó, para dar paso a una media sonrisa dibujada en sus labios. - Y aprovechando este arranque de honradez cívica, puedo decir que ese gomejo es una ayuda inestimable en cualquier situación. Tanto vale para limpiarse el culo, como de almohada, como para morir de amor con su extrema belleza. Incluso sirve para hacer desaparecer esas cosas verdes que ponen en los platos de buenas gentes como yo y es comida de conejo, ya saben, lechugas y eso.
Vincent se encogió de hombros mientras el otro hombre tomaba la palabra y acercó el hierbajo, que aún sostenía entre sus dedos, al hocico del gomejo.
- Sí, estuve allí. Aunque solo pasé de largo por la zona en la que todo se volvió un poco-. «Cómo decirlo.» - Una situación de mierda-, mentó, ensanchando su sonrisa por unos instantes. - Un gusto, Gaegel. El que tiene aquí presente es el bueno de Vincent Calhoun. Eso es, ya me autodefino de buena persona, así que ya pueden huir, porque… ¿Qué tipo de persona se auto definiría con buenos valores teniéndolos? - comentó, antes de reír con suavidad. - Exacto, Una persona que no los tiene. Pero no se asusten, solamente era una broma. Me defino como bueno porque debo luchar contra mi infamia adquirida en tiempos de estudio. No hagan caso a esos malandrines profesores que tuve. Eran demasiado estirados.
El sureño volvió a dibujar una sonrisa en los labios.
- Y sí, no me conocen de nada, ni mi infamia, ni a esos profesores, pero, si esto de la comedia se me da bien, eso debería hacer que mis bromas sean más graciosas. O eso espero-, dijo, antes de volver a reír. - O que parezca un gilipollas cualquiera, pero al menos guapo para compensar la tontuna. Algo es algo. En cualquier caso… No, por los dioses. ¿Gratis? ¿Qué tipo de mercenario dado al altruismo cree que soy? ¿Eso acaso puede ser compatible?
«Quizás esta dama sí me conozca, después de todo. Espero que por lo menos no sea una de tantas personas que me odia.»
Tranquilos, al brujo no le afecta que le odien, simplemente sería decepcionante no acordarse.
- Yo cobré por los servicios prestados en el campamento, tal y como debe ser. La magnífica cantidad de unas piezas de carne y una soga-, les explicó, colocando primero los brazos contra los costados de su cuerpo, dándole forma de jarra, luego estirando uno de ellos en dirección al campamento, haciendo un arco horizontal con el mentado brazo para meterlos en la historia. La historia del tremendo cobro. - Digamos que con los últimos acontecimientos, me conformé con la soga. Eh, qué sería de estos oscuros tiempos sin una buena cuerda adicional en mi haber. Hay que ser precavidos-, terminó por decir, en tono divertido, volviendo a colocar los brazos en “forma de jarra”.
Ah, sí, que no se diga que este cabronazo del sur no sabe hacer amigos.
- Y por cierto, si quieren podemos tomar algo y conocernos mejor. Descuiden, es mi remesa personal, no toquemos la comida de ese campamento ni con un palo-, dijo amistoso. - Aunque también hace buen día para pasear-, comentó, alzando, como ya hubiera hecho antes, la mirada hacia el cielo. - Sea como sea, es buen día para conocer gente, ¿no les parece?
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Las presentaciones no tardaron en llegar, era de esperarse considerando que el recién llegado hablaba hasta por el más mínimo poro de su cuerpo. ¿Cómo alguien era capaz de decir tanta chachará sin quedarse sin aliento? Por suerte para él parecía lindo, jovial y el modo de expresarse no era el de un mamarracho.
Escuché por un buen rato. Su nombre era Vincent Cathome ... o algo así había entendido, en ese momento la bolita de pelos que tenía en mis brazos se había movido tan graciosamente que fue inevitable no prestarle atención y ceder por unos segundos ante sus tiernos encantos. - Es un gusto conocerte Cathome... Mi nombre es Meraxes. - Agregué luego de haber recuperado la compostura y estar más atenta a lo que el hombre tenía que decir.
En pocas palabras, estuvo ahí por las mismas razones que nosotros, aunque a diferencia de un brazo roto, como el brazo de Gaegel, y mi saco de aeros vacío, pues la satisfacción de lidiar con niños y un puberto enamorado no contaban, nada tenía que ver con él que al parecer sí había tenido la dicha de cobrar por sus servicios. - Pues dichoso tú... yo tuve que hacer ropas con harapos y vestir a una docena de niños desnudos. Por suerte no era un concurso de alta costura pues admito que estaban feos. La ropa, los niños... bueno unos sí que estaban bastante feos, pero hablo de la ropa. - Confesé. Aún tenía mucho camino por recorrer si quería crear prendas decentes. - Creo que necesitaré más practicas con mi modelo. - Miré de reojo a Gaegel con una pícara sonrisa antes de centrar a nueva cuenta mi atención a Cathome.
Allí fue cuando la cosa se puso buena y eso solo se debía a una magnifica razón: Beber. Volví a mirar de reojo a mi acompañante. - ¿Qué piensas? Nos desviamos con el extraño a beber. No sería la primera vez que nos pasa, digo... Al parecer se ha vuelto costumbre entre nosotros. - Dije dándole entender que yo estaba de acuerdo, además parecía buen sujeto y si había ayudado en el campamento y obtenido ganancia poco tenía que quitarnos a nosotros que se notaba a leguas que estábamos a un paso de ser vagabundos.
Escuché por un buen rato. Su nombre era Vincent Cathome ... o algo así había entendido, en ese momento la bolita de pelos que tenía en mis brazos se había movido tan graciosamente que fue inevitable no prestarle atención y ceder por unos segundos ante sus tiernos encantos. - Es un gusto conocerte Cathome... Mi nombre es Meraxes. - Agregué luego de haber recuperado la compostura y estar más atenta a lo que el hombre tenía que decir.
En pocas palabras, estuvo ahí por las mismas razones que nosotros, aunque a diferencia de un brazo roto, como el brazo de Gaegel, y mi saco de aeros vacío, pues la satisfacción de lidiar con niños y un puberto enamorado no contaban, nada tenía que ver con él que al parecer sí había tenido la dicha de cobrar por sus servicios. - Pues dichoso tú... yo tuve que hacer ropas con harapos y vestir a una docena de niños desnudos. Por suerte no era un concurso de alta costura pues admito que estaban feos. La ropa, los niños... bueno unos sí que estaban bastante feos, pero hablo de la ropa. - Confesé. Aún tenía mucho camino por recorrer si quería crear prendas decentes. - Creo que necesitaré más practicas con mi modelo. - Miré de reojo a Gaegel con una pícara sonrisa antes de centrar a nueva cuenta mi atención a Cathome.
Allí fue cuando la cosa se puso buena y eso solo se debía a una magnifica razón: Beber. Volví a mirar de reojo a mi acompañante. - ¿Qué piensas? Nos desviamos con el extraño a beber. No sería la primera vez que nos pasa, digo... Al parecer se ha vuelto costumbre entre nosotros. - Dije dándole entender que yo estaba de acuerdo, además parecía buen sujeto y si había ayudado en el campamento y obtenido ganancia poco tenía que quitarnos a nosotros que se notaba a leguas que estábamos a un paso de ser vagabundos.
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- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Tónico del Jerbo - Bolso
- Llave Onírica - Bolso
- Ocarina - Bolso
- Kit de Curtiduría Inferior - Dentro del Bolso de Viajero.
- Bomull [Mascota] (Cría de Gomejo)
Meraxes
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
El miembro 'Meraxes' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
La verdad es que la aparición de aquel sujeto que había aparecido era visiblemente simpático y jovial. Algo que me agrada ver. Después de todo, encontrarse con personas tímidas puede llegar a ser la cosa más tediosa del mundo, y por los dioses, esos momentos eran algo que despreciaba. No es que me guste hablar todo el tiempo, yo también tengo mis momentos reflexivos, pero vamos. Incluso cuando uno se encuentra con enemigos, se vuelve más ameno cuando son conversadores a cuando se toman las cosas tan serias todo el tiempo.
Cuando mencionó los usos del gomejo, no pude evitar negar con mi cabeza cuando dijo que eran útiles para limpiarse el culo. Para alguien que se había alimentado de gomejos, eso es lo que menos deseaba encontrar. - Puedo estar de acuerdo en lo segundo y en lo tercero que dices de esas criaturas. Pero eso primero no. La he llegado a tener difícil en algunas ocasiones, y he tenido que comerlos, y lo que menos quisiera es encontrarme un gomejo silvestre con mierda. - Dije ampliando con una amplia sonrisa.
Después de una introducción tan peculiar, al fin llegó la presentación de aquel hombre. Se trataba de Vincent Calhoun. - Un placer Vincent. - Dije con una leve sonrisa. En eso escuché el comentario que hizo sobre autonombrarse como una buena persona. - Creo que es preferible autonombrarse buena persona que decir que uno es mala persona. Tanta honestidad no es posible que la resista alguien de oídos sensibles. - Dije entrecerrando mis ojos con una sonrisa maliciosa.
A decir verdad seguirle el paso en la charla a este hombre no resulta sencillo. Pero no por eso no era ameno escuchar su monólogo, por lo que miraba con curiosidad nuestro inesperado acompañante. En eso el dijo que había cobrado por sus servicios en el campamento. La verdad es que fue muy inteligente al hacerlo. Hacer algo solo de buen corazón simplemente no es redituable a estas alturas de la vida. En eso Mera intervino que ella solo se encargó de vestir a una buena cantidad de niños. - Luego de que me lastimara el hombro, logré aprender algo nuevo en carpintería, así que creo que mi inutilidad en el campamento me trajo beneficios al final de cuentas - Luego de eso, ella hizo un comentario sobre su "modelo" por lo que vi de reojo a Mera y sonreí levemente. - Es buena idea. Siempre es buena idea practicar.
Vincent dijo que podíamos ir a beber algo, por lo que vi de reojo hombre que tenía a un lado y sonreí de medio lado al escuchar las palabras de Mera. - Yo creo que nos caerá bien beber algo. Así podemos hablar más tranquilamente. - Dije dándole el visto bueno para conocer un poco más a Vincent, después de todo, el mencionó su dinero, así que esta ronda de alcohol no afectaría nuestros bolsillos. Eso ya era ventaja.
Cuando mencionó los usos del gomejo, no pude evitar negar con mi cabeza cuando dijo que eran útiles para limpiarse el culo. Para alguien que se había alimentado de gomejos, eso es lo que menos deseaba encontrar. - Puedo estar de acuerdo en lo segundo y en lo tercero que dices de esas criaturas. Pero eso primero no. La he llegado a tener difícil en algunas ocasiones, y he tenido que comerlos, y lo que menos quisiera es encontrarme un gomejo silvestre con mierda. - Dije ampliando con una amplia sonrisa.
Después de una introducción tan peculiar, al fin llegó la presentación de aquel hombre. Se trataba de Vincent Calhoun. - Un placer Vincent. - Dije con una leve sonrisa. En eso escuché el comentario que hizo sobre autonombrarse como una buena persona. - Creo que es preferible autonombrarse buena persona que decir que uno es mala persona. Tanta honestidad no es posible que la resista alguien de oídos sensibles. - Dije entrecerrando mis ojos con una sonrisa maliciosa.
A decir verdad seguirle el paso en la charla a este hombre no resulta sencillo. Pero no por eso no era ameno escuchar su monólogo, por lo que miraba con curiosidad nuestro inesperado acompañante. En eso el dijo que había cobrado por sus servicios en el campamento. La verdad es que fue muy inteligente al hacerlo. Hacer algo solo de buen corazón simplemente no es redituable a estas alturas de la vida. En eso Mera intervino que ella solo se encargó de vestir a una buena cantidad de niños. - Luego de que me lastimara el hombro, logré aprender algo nuevo en carpintería, así que creo que mi inutilidad en el campamento me trajo beneficios al final de cuentas - Luego de eso, ella hizo un comentario sobre su "modelo" por lo que vi de reojo a Mera y sonreí levemente. - Es buena idea. Siempre es buena idea practicar.
Vincent dijo que podíamos ir a beber algo, por lo que vi de reojo hombre que tenía a un lado y sonreí de medio lado al escuchar las palabras de Mera. - Yo creo que nos caerá bien beber algo. Así podemos hablar más tranquilamente. - Dije dándole el visto bueno para conocer un poco más a Vincent, después de todo, el mencionó su dinero, así que esta ronda de alcohol no afectaría nuestros bolsillos. Eso ya era ventaja.
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
Pronto quedó claro que todos habían ayudado en el campamento de refugiados, cada uno a su manera, y cada uno con distintos resultados ante los distintos problemas que tuvieron que afrontar.
- ¿Cathome? - repitió el brujo, arqueando una ceja por la sorpresa. - Le aseguro, señorita, que no es de lo peor que me han llamado-, terminó por decir, con cierta y simpática sorna. - Encantado, Meraxes-, respondió cuando la mujer mentó su nombre.
Aquel dato era, hasta cierto punto, revelador para cierto brujito, más nunca lo estaría sin preguntar, claro estaba.
- Pues sí, mi dicha está asegurada al tener una soga nueva en mis pertenencias. Ahora hasta la podré atar en corto-, bromeó sobre la dicha. - Pero bueno, al menos esos niños ahora no están desnudos, así que creo que su misión ha sido un éxito.
El mercenario escuchó con atención las siguientes palabras del hombre, pues, a ver, este rubiales tampoco pretendía que la conversación fuese un monólogo de gomejos. Una conversación de gomejos ya era otra historia y sí un objetivo buscado.
- Ja, ni sé si tanta sinceridad sería posible en este mundo tan perverso-. Estuvo de acuerdo con el sujeto. - Y estoy de acuerdo, es mejor no llenar de mierda algo que te vas a comer. Pero , bueno, consejo culinario, si antes de cocinar el conejo, lo despelleja, igual lo encontrará más sabroso-, siguió con humor.
Vincent Calhoun, experto en conejos. Sí, es un chiste académico. Nuestro querido brujo se lo pasó bien con los “estudios”. Vamos, Reike, no te sonrojes, sabemos que nos estás leyendo, pero no ha sido para tanto.
- Aprender algo nuevo siempre es algo de agradecer. Y esto sí que no lo digo de broma-, afirmó algo más serio. - La gente solamente se suele fijar en lo superficial. En lo que trabajamos, en la piel, el pelo, nuestras posesiones y, en mi caso, hasta en las tonterías que digo. Pero en realidad somos un compendio de todos los conocimientos que vamos adquiriendo.
Eh, que el brujo no es un trozo de carne lleno de belleza y explosiones facheras. También sabía dormir al personal con filosofía de medio pelo.
- Pero, bueno, basta de filosofía barata. Es hora de darle al gaznate-, dijo amistoso, empezando a andar y haciendo un gesto para que lo siguieran. - Mas, por favor, cómo que extraño, si ya hasta les dije como me llamó-, volvió a su talante más divertido.
Por supuesto, mientras andaban, el brujo este pesado tuvo que seguir recalcando que le gustaba darle al pico. Es una forma de decirlo, no se había vuelto un pájaro.
- ¿De dónde sois? Meraxes me suena al norte. Sin embargo, como no soy bardo no sé si me sonará bien..
En fin, olviden lo que escribió antes este narrador, un pájaro de cuidado sí que era.
- Mejor ser precavidos ¿no? No quisiera colocar a nadie en lugares que no les gustara.
El brujo los guió de vuelta al campamento, concretamente a la tienda de lona que usaba como vivienda provisional mientras estaba por aquellos lares.
- En una cajita tengo…
La frase terminaría con botellas, pero…
- Oye, tú, ¿qué haces?
- Beber.
«Joder con el capitán obvio»
- No me digas, pero esa es mi reserva.
- Ah sí, te lo regalamos junto a una cuerda porque no querías la carne de conejo.
- Ya, cualquiera diría por qué no quise la carne, después de que la mitad por aquí tuvieseis cagalera-, dijo con ironía.
- Hiciste bien, pirómano. Yo también la hubiera rechazado. Aún me arde el culo.
- Ya.
El brujo se quedó mirando al humano que, acomodado en el suelo, justo fuera de la tienda, al lado de los restos de una hoguera, no tardó en volver a chupar de la botella.
- ¿Qué ocurre?
Vincent agachó la cabeza y bufó de resignación.
- Olvídalo, con el resto será más que suficiente-, dijo, tomando la caja de madera con las botellas que quedaran. Tirar de ella hizo que el tipo perdiera el equilibrio de su postura, pues tenía un brazo apoyado sobre la caja. - Y deja de llamarme pirómano o de decir que voy a quemar el poblado.
«Para mandarlo a la mierda no necesitáis ayuda ajena»
- Eres un brujo de fuego ¿no es así?
- Creo que soy de carne y hueso, amigo. Además, no sólo sé quemar y no solamente los brujos queman cosas. De otro modo no hubieran necesitado mis servicios de protección arcana.
- Pues eso que he dicho. Además, te gusta jugar con antorchas y lamparas de aceite, si lo sabré yo.
Vincent puso los ojos en blanco y se sentó cerca de los rescoldos de la hoguera.
- No hagan caso a este loco. Desde que llegué al poblado se ha vuelto una especie de sombra alternativa de mi persona-, les explicó a Mera y Gaegel, al tiempo que abría la tapa de la caja y sacaba una botella que ofreció al que tuviera las manos más largas de ellos dos. - Vamos, les toca contarme su historia. Y yo les prometo no quemar nada, verdad, amigo mío - dijo aquello último, mirando hacia el gorrón.
- Ese es el brujo bueno. Así se habla.
El rubio volvió a mirar a sus nuevos conocidos y se encogió de hombros.
- Con bebida todo es más soportable-, golpeó el suelo con una de sus palmas para decirles en gesto que se sentaran. - Así que aprovechen.
- ¿Cathome? - repitió el brujo, arqueando una ceja por la sorpresa. - Le aseguro, señorita, que no es de lo peor que me han llamado-, terminó por decir, con cierta y simpática sorna. - Encantado, Meraxes-, respondió cuando la mujer mentó su nombre.
Aquel dato era, hasta cierto punto, revelador para cierto brujito, más nunca lo estaría sin preguntar, claro estaba.
- Pues sí, mi dicha está asegurada al tener una soga nueva en mis pertenencias. Ahora hasta la podré atar en corto-, bromeó sobre la dicha. - Pero bueno, al menos esos niños ahora no están desnudos, así que creo que su misión ha sido un éxito.
El mercenario escuchó con atención las siguientes palabras del hombre, pues, a ver, este rubiales tampoco pretendía que la conversación fuese un monólogo de gomejos. Una conversación de gomejos ya era otra historia y sí un objetivo buscado.
- Ja, ni sé si tanta sinceridad sería posible en este mundo tan perverso-. Estuvo de acuerdo con el sujeto. - Y estoy de acuerdo, es mejor no llenar de mierda algo que te vas a comer. Pero , bueno, consejo culinario, si antes de cocinar el conejo, lo despelleja, igual lo encontrará más sabroso-, siguió con humor.
Vincent Calhoun, experto en conejos. Sí, es un chiste académico. Nuestro querido brujo se lo pasó bien con los “estudios”. Vamos, Reike, no te sonrojes, sabemos que nos estás leyendo, pero no ha sido para tanto.
- Aprender algo nuevo siempre es algo de agradecer. Y esto sí que no lo digo de broma-, afirmó algo más serio. - La gente solamente se suele fijar en lo superficial. En lo que trabajamos, en la piel, el pelo, nuestras posesiones y, en mi caso, hasta en las tonterías que digo. Pero en realidad somos un compendio de todos los conocimientos que vamos adquiriendo.
Eh, que el brujo no es un trozo de carne lleno de belleza y explosiones facheras. También sabía dormir al personal con filosofía de medio pelo.
- Pero, bueno, basta de filosofía barata. Es hora de darle al gaznate-, dijo amistoso, empezando a andar y haciendo un gesto para que lo siguieran. - Mas, por favor, cómo que extraño, si ya hasta les dije como me llamó-, volvió a su talante más divertido.
Por supuesto, mientras andaban, el brujo este pesado tuvo que seguir recalcando que le gustaba darle al pico. Es una forma de decirlo, no se había vuelto un pájaro.
- ¿De dónde sois? Meraxes me suena al norte. Sin embargo, como no soy bardo no sé si me sonará bien..
En fin, olviden lo que escribió antes este narrador, un pájaro de cuidado sí que era.
- Mejor ser precavidos ¿no? No quisiera colocar a nadie en lugares que no les gustara.
El brujo los guió de vuelta al campamento, concretamente a la tienda de lona que usaba como vivienda provisional mientras estaba por aquellos lares.
- En una cajita tengo…
La frase terminaría con botellas, pero…
- Oye, tú, ¿qué haces?
- Beber.
«Joder con el capitán obvio»
- No me digas, pero esa es mi reserva.
- Ah sí, te lo regalamos junto a una cuerda porque no querías la carne de conejo.
- Ya, cualquiera diría por qué no quise la carne, después de que la mitad por aquí tuvieseis cagalera-, dijo con ironía.
- Hiciste bien, pirómano. Yo también la hubiera rechazado. Aún me arde el culo.
- Ya.
El brujo se quedó mirando al humano que, acomodado en el suelo, justo fuera de la tienda, al lado de los restos de una hoguera, no tardó en volver a chupar de la botella.
- ¿Qué ocurre?
Vincent agachó la cabeza y bufó de resignación.
- Olvídalo, con el resto será más que suficiente-, dijo, tomando la caja de madera con las botellas que quedaran. Tirar de ella hizo que el tipo perdiera el equilibrio de su postura, pues tenía un brazo apoyado sobre la caja. - Y deja de llamarme pirómano o de decir que voy a quemar el poblado.
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- Eres un brujo de fuego ¿no es así?
- Creo que soy de carne y hueso, amigo. Además, no sólo sé quemar y no solamente los brujos queman cosas. De otro modo no hubieran necesitado mis servicios de protección arcana.
- Pues eso que he dicho. Además, te gusta jugar con antorchas y lamparas de aceite, si lo sabré yo.
Vincent puso los ojos en blanco y se sentó cerca de los rescoldos de la hoguera.
- No hagan caso a este loco. Desde que llegué al poblado se ha vuelto una especie de sombra alternativa de mi persona-, les explicó a Mera y Gaegel, al tiempo que abría la tapa de la caja y sacaba una botella que ofreció al que tuviera las manos más largas de ellos dos. - Vamos, les toca contarme su historia. Y yo les prometo no quemar nada, verdad, amigo mío - dijo aquello último, mirando hacia el gorrón.
- Ese es el brujo bueno. Así se habla.
El rubio volvió a mirar a sus nuevos conocidos y se encogió de hombros.
- Con bebida todo es más soportable-, golpeó el suelo con una de sus palmas para decirles en gesto que se sentaran. - Así que aprovechen.
Vincent Calhoun
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Primavera.
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Con Gaegel de acuerdo no había más nada que hacer y la evidencia de que aceptábamos la propuesta por parte del nuevo conocido estaba más que clara.
El hombre seguía y seguía hablando como si no hubiera un mañana, insistía en que por suerte era un monólogo bastante amenos para pasar el rato. Fue en un punto donde, quizás se quedó sin saliva, que preguntó nuestra procedencia. - Así es nací en Dundarak, pero hace años que me desplazo en las tierras del sur, si tuviera que describirle el norte ahora no sabría qué decirle. . - Respondí bastante honesta, a estas alturas era absurdo ocultar mi procedencia. - ¿Y usted, de qué parte de este continente es hijo? - Pregunté con curiosidad.
El trayecto siguió mientras el nuevo conocido nos explicaba algo que no llegó a concluir ante la interrupción de él mismo y el inició de lo que parecía una discusión marital. Tenía que admitir que el show estaba bueno, y tuve que ocultar algunos bufidos, indicios de una risa que quería salir para no restarle seriedad al momento. Claro que la parte de donde hablaban de las bolitas de pelo como comida instintivamente abracé a la que llevaba entre mis brazos por si a algunos de ellos se le ocurría ponerle las manos encima.
Algo había descubierto, era un brujo, uno de fuego que era propenso a quemar todo. - Descuida, esperemos que no sea una gran llamarada y tal vez pueda ayudarte a lidiar con el incendio. - Dije sonriente haciendo alusión que tenía cierto control al elemento contrario al suyo, esperaba que al menos el agua de cantimplora sirviera para eso. Dejaría que Gaegel tomara la botella por obvias razones, no soltaría por el momento a mi pequeña bola de pelos.
Lo imité en su acción y me senté al frente de Vincent. - Un placer conocer a su compañero también. - Hice un gesto leve de inclinación de cabeza. - ¿Entonces ambos son brujos o solo usted? - Pregunté al don parlanchín con cierto interés. Hacía mucho que interactuaba con alguno.
El hombre seguía y seguía hablando como si no hubiera un mañana, insistía en que por suerte era un monólogo bastante amenos para pasar el rato. Fue en un punto donde, quizás se quedó sin saliva, que preguntó nuestra procedencia. - Así es nací en Dundarak, pero hace años que me desplazo en las tierras del sur, si tuviera que describirle el norte ahora no sabría qué decirle. . - Respondí bastante honesta, a estas alturas era absurdo ocultar mi procedencia. - ¿Y usted, de qué parte de este continente es hijo? - Pregunté con curiosidad.
El trayecto siguió mientras el nuevo conocido nos explicaba algo que no llegó a concluir ante la interrupción de él mismo y el inició de lo que parecía una discusión marital. Tenía que admitir que el show estaba bueno, y tuve que ocultar algunos bufidos, indicios de una risa que quería salir para no restarle seriedad al momento. Claro que la parte de donde hablaban de las bolitas de pelo como comida instintivamente abracé a la que llevaba entre mis brazos por si a algunos de ellos se le ocurría ponerle las manos encima.
Algo había descubierto, era un brujo, uno de fuego que era propenso a quemar todo. - Descuida, esperemos que no sea una gran llamarada y tal vez pueda ayudarte a lidiar con el incendio. - Dije sonriente haciendo alusión que tenía cierto control al elemento contrario al suyo, esperaba que al menos el agua de cantimplora sirviera para eso. Dejaría que Gaegel tomara la botella por obvias razones, no soltaría por el momento a mi pequeña bola de pelos.
Lo imité en su acción y me senté al frente de Vincent. - Un placer conocer a su compañero también. - Hice un gesto leve de inclinación de cabeza. - ¿Entonces ambos son brujos o solo usted? - Pregunté al don parlanchín con cierto interés. Hacía mucho que interactuaba con alguno.
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
Por los dioses, vaya que es difícil seguir el ritmo en la charla a ese sujeto. Debía de agradecer que por lo menos eran comentarios que iban más que nada dirigidos hacia el mismo, por lo que lo único que atiné a comentar fue lo que mencionó sobre despellejar conejos. - Claro, pero es más sencillo hacerlo sin mierda, porque aunque uno los lave, se hacen resbalosos. - Dije con una media sonrisa.
Luego de eso, volvió a arremeter con otro monólogo, al cual lo único que atinaba a hacer era responder con gestos y con sonrisas. Pero era preferible dejar que mi mandíbula reposara si no la quería dislocar en el intento por seguir el ritmo en el discurso que Vincent ofrecía.
Y fue luego de un rato de divagaciones y comentarios filosóficos que al fin llegó a una pregunta más directa hacia nosotros. La primera en responder la pregunta fue Mera, la cual le confirmó que ella provenía del norte. Por lo que ahora quien debía de responder era yo. - Yo provengo de algún lugar de los reinos del este. Pero pasé una buena temporada de mi vida en Ulmer antes de emprender camino por mi cuenta. - Mencioné mirando hacia Vincent, aunque sin muchos ánimos. Después de todo, Gaegel no viene de ninguna parte, y esa era la explicación más sensata y acorde a mi.
Llegamos a la tienda de Vincent, y lo que aconteció enseguida parecía que era más bizarra que el monólogo de el tipo parlanchín que nos había traído a beber. Mi diestra se posó en mi cintura, mirando aquella charla tan peculiar entre ese par. Cuando la situación parecía tomar rumbo de nueva cuenta nos comentó que desde que llegó al campamento el se había convertido en su sombra, lo cual me hizo sonreír levemente. - Te entiendo, me pasó algo similar. Debo agradecer a los dioses que no se me pegó a mi.
Allí descubrimos que Vincent era un brujo, específicamente uno que manipula el fuego. Aunque era lo de menos, íbamos a beber, por lo que cuando el rubio extendió con su mano una botella, sonreí tomandola con la derecha. Acto seguido con mis dientes quité el corcho y lo escupí al aire de manera que lo sostuve con mi mano izquierda que estaba en reposo. Y cuando Vincent hizo una señal para sentarnos, sonreí levemente y me senté. Una vez en el suelo aproveché para darle un trago a la botella directamente. Escuché la pregunta que hizo Mera hacia ambos, por lo que mis ojos giraron hacia Vincent y su "sombra", y mientras esperaba su respuesta le di otro trago a la botella. - Esa cosa está buena. - Dije mirando la botella y meciéndola para ver como el líquido se movía circularmente dentro de su recipiente.
Luego de eso, volvió a arremeter con otro monólogo, al cual lo único que atinaba a hacer era responder con gestos y con sonrisas. Pero era preferible dejar que mi mandíbula reposara si no la quería dislocar en el intento por seguir el ritmo en el discurso que Vincent ofrecía.
Y fue luego de un rato de divagaciones y comentarios filosóficos que al fin llegó a una pregunta más directa hacia nosotros. La primera en responder la pregunta fue Mera, la cual le confirmó que ella provenía del norte. Por lo que ahora quien debía de responder era yo. - Yo provengo de algún lugar de los reinos del este. Pero pasé una buena temporada de mi vida en Ulmer antes de emprender camino por mi cuenta. - Mencioné mirando hacia Vincent, aunque sin muchos ánimos. Después de todo, Gaegel no viene de ninguna parte, y esa era la explicación más sensata y acorde a mi.
Llegamos a la tienda de Vincent, y lo que aconteció enseguida parecía que era más bizarra que el monólogo de el tipo parlanchín que nos había traído a beber. Mi diestra se posó en mi cintura, mirando aquella charla tan peculiar entre ese par. Cuando la situación parecía tomar rumbo de nueva cuenta nos comentó que desde que llegó al campamento el se había convertido en su sombra, lo cual me hizo sonreír levemente. - Te entiendo, me pasó algo similar. Debo agradecer a los dioses que no se me pegó a mi.
Allí descubrimos que Vincent era un brujo, específicamente uno que manipula el fuego. Aunque era lo de menos, íbamos a beber, por lo que cuando el rubio extendió con su mano una botella, sonreí tomandola con la derecha. Acto seguido con mis dientes quité el corcho y lo escupí al aire de manera que lo sostuve con mi mano izquierda que estaba en reposo. Y cuando Vincent hizo una señal para sentarnos, sonreí levemente y me senté. Una vez en el suelo aproveché para darle un trago a la botella directamente. Escuché la pregunta que hizo Mera hacia ambos, por lo que mis ojos giraron hacia Vincent y su "sombra", y mientras esperaba su respuesta le di otro trago a la botella. - Esa cosa está buena. - Dije mirando la botella y meciéndola para ver como el líquido se movía circularmente dentro de su recipiente.
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
Las dos personitas, nótese la ironía por la que era alta como una montaña, que habían acompañado a cierto simpático brujo resultaron ser de dos lugares distintos de aquel continente. La dama era del norte y el hombre del este, es decir, de aquellas mismas tierras en las que ahora se encontraban los tres.
Bueno, cuatro, el moscón no iba a irse si había bebida gratis de por medio.
- Ah, bueno, cómo ya habrán podido intuir, soy un brujo. Así que no hay peligro alguno-. Entonces el sureño miró hacia dónde estaba el roba alcohol tirado por los suelos. - Algunos no comprenden que ser brujo significa que dominas el elemento, que si tienes la maestría necesaria, decides qué se quema, y qué no. Nosotros no lanzamos fuego sin más-, terminó por explicar aquello tan básico, para luego volver la vista al frente.
- ¿Y tienes esa maestría?
«¿Y tienes esa maestría?», repitió en su cabeza con voz de niño.
- Por supuesto que sí-, dijo con autosuficiencia, evitando matar a un impertinente humano, y centrando su mirada y movimientos de manos en la caja dónde estaba la botella.
- Creo que tenía unas tazas de cerámica por aquí. Esta gente ha pensado en todo.
«Hasta alguno en robar las ofrendas que ellos mismos me han dado»
- Ah, aquí está-, dijo, feliz de ver que no se había equivocado. - Pero sólo hay dos-, mentó, dejando a la vista los recipientes de barro cocido y después dejándolos en el suelo.
Vincent sirvió el contenido de la botella en uno de las tazas y dejó que el hombre del este se agenciara la botella para su propio servicio y placer. Luego tomó aquella taza y dio un trago, aunque pudo ver como el otro hombre, el señor sombra, se movía hacia la mujer.
- No, él es humano. Y nos conocimos aquí, no es que viajemos juntos-, explicó a la chica tras su pregunta. - Y por sus palabras, ¿dragona de agua?
Los dragones no dominaban la magia como los brujos, así que, salvo que tuviera algún artefacto, la única manera que tenía de ayudarle con incendios era con agua.
Hilar las pistas de aquella manera era lo más lógico para el mercenario y, aunque tenía la mente puesta en esos pensamientos, no había dejado de mirar los movimientos de su “amigo” por el lugar.
- Sí, es de buena cosecha. Se ve que estas gentes saben lo que se debe salvar-, respondió al chico, tras lo cual rió.
Después de la broma el brazo del sureño se movió para acercar su taza a los labios y darle otro trago al alcohol, mientras el hombre raro se inclinaba para acercar su rostro a la mujer y poder hablarle desde muy cerca.
- ¿Quieres retozar con el brujo para apagar su fuego?
Vincent se atragantó y casi se muere con el alcohol bajando por dónde no debía.
«Joder, esto no es la primera vez que me pasa. Por qué todos los idiotas dicen estupideces cuando bebo»
- Quieres dejar de decir tonterías-, comentó con voz ronca, por el dolor.
- Eres guapo, hasta a mí me dan ganas de apagar tu fuego.
- Olvídalo, maldito lunático. Mi culo está perfectamente cómo está.
- A lo mejor…
- Y tu culo está perfectamente alejado de mí-, lo cortó.
El rubio golpeó su pecho para ayudar a recuperar más aire y luego escupió a un lado el asqueroso sabor que le ascendió.
- Bueno, culos aparte. No sean tímidos, seguro que sus historias son algo más largas. Es decir, seguro que han hecho algo más que nacer en el norte y en el este. Cuénteme un poco de ustedes-, dijo con guasa, recuperando el tono de humor. - Vamos, prometo que no mato. No gratis, al menos. Bueno, a veces sí… Bueno, bueno, no les mataré por contar lo que hacen por el mundo. Eso puedo prometer y además contar un tanto de mí como regalo.
Bueno, cuatro, el moscón no iba a irse si había bebida gratis de por medio.
- Ah, bueno, cómo ya habrán podido intuir, soy un brujo. Así que no hay peligro alguno-. Entonces el sureño miró hacia dónde estaba el roba alcohol tirado por los suelos. - Algunos no comprenden que ser brujo significa que dominas el elemento, que si tienes la maestría necesaria, decides qué se quema, y qué no. Nosotros no lanzamos fuego sin más-, terminó por explicar aquello tan básico, para luego volver la vista al frente.
- ¿Y tienes esa maestría?
«¿Y tienes esa maestría?», repitió en su cabeza con voz de niño.
- Por supuesto que sí-, dijo con autosuficiencia, evitando matar a un impertinente humano, y centrando su mirada y movimientos de manos en la caja dónde estaba la botella.
- Creo que tenía unas tazas de cerámica por aquí. Esta gente ha pensado en todo.
«Hasta alguno en robar las ofrendas que ellos mismos me han dado»
- Ah, aquí está-, dijo, feliz de ver que no se había equivocado. - Pero sólo hay dos-, mentó, dejando a la vista los recipientes de barro cocido y después dejándolos en el suelo.
Vincent sirvió el contenido de la botella en uno de las tazas y dejó que el hombre del este se agenciara la botella para su propio servicio y placer. Luego tomó aquella taza y dio un trago, aunque pudo ver como el otro hombre, el señor sombra, se movía hacia la mujer.
- No, él es humano. Y nos conocimos aquí, no es que viajemos juntos-, explicó a la chica tras su pregunta. - Y por sus palabras, ¿dragona de agua?
Los dragones no dominaban la magia como los brujos, así que, salvo que tuviera algún artefacto, la única manera que tenía de ayudarle con incendios era con agua.
Hilar las pistas de aquella manera era lo más lógico para el mercenario y, aunque tenía la mente puesta en esos pensamientos, no había dejado de mirar los movimientos de su “amigo” por el lugar.
- Sí, es de buena cosecha. Se ve que estas gentes saben lo que se debe salvar-, respondió al chico, tras lo cual rió.
Después de la broma el brazo del sureño se movió para acercar su taza a los labios y darle otro trago al alcohol, mientras el hombre raro se inclinaba para acercar su rostro a la mujer y poder hablarle desde muy cerca.
- ¿Quieres retozar con el brujo para apagar su fuego?
Vincent se atragantó y casi se muere con el alcohol bajando por dónde no debía.
«Joder, esto no es la primera vez que me pasa. Por qué todos los idiotas dicen estupideces cuando bebo»
- Quieres dejar de decir tonterías-, comentó con voz ronca, por el dolor.
- Eres guapo, hasta a mí me dan ganas de apagar tu fuego.
- Olvídalo, maldito lunático. Mi culo está perfectamente cómo está.
- A lo mejor…
- Y tu culo está perfectamente alejado de mí-, lo cortó.
El rubio golpeó su pecho para ayudar a recuperar más aire y luego escupió a un lado el asqueroso sabor que le ascendió.
- Bueno, culos aparte. No sean tímidos, seguro que sus historias son algo más largas. Es decir, seguro que han hecho algo más que nacer en el norte y en el este. Cuénteme un poco de ustedes-, dijo con guasa, recuperando el tono de humor. - Vamos, prometo que no mato. No gratis, al menos. Bueno, a veces sí… Bueno, bueno, no les mataré por contar lo que hacen por el mundo. Eso puedo prometer y además contar un tanto de mí como regalo.
Vincent Calhoun
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Gaegel tenía la atención de un barbare. Hombres sin duda son lentos para todo, y eso evidenciaba su falta de cortesía al ofrecerme un trago cuando evidentemente yo estaba con las manos ocupadas. Me limité a hacer un gesto y decidí que mejor era enfocarme en la conversación que se generaba en el grupo.
Ya le habíamos dicho nuestro "origen" y ahora él nos confirmaba el suyo. El sujeto que lo acompañaba parecía sacar de quicio a nuestro "benefactor", cosa de la que no podía evitar reír para mis adentros.
El humano, tal como lo había descrito Vincent acabó por sentarse a mi lado. Lo miré de reojo antes de seguir prestando atención a lo que era evidente me preguntaban a mí. No podía definirme como un dragón en este punto de mi vida si no podía volver a esa forma, sin embargo asentí levemente. La armonía de mi elemento era algo innegable, si bien no al nivel particularmente inusual como los brujos.
Los caballeros bebían, yo aclaré mi garganta sólo para saber si Gaegel esta vez notaría que no estaba dispuesta a soltar a mi pequeña bola de pelos pero que me interesaba beber. Fue prácticamente al unísono del cometario de Vincent sobre la cosecha, por lo que distraída en llamar la atención de mi compañero, la acción por parte del humano me tomó por sorpresa.
Mis mejillas se sonrojaron ante la si quiera mención de lo que pretendía decir, y no porque no me gustara hacerlo, pero tampoco es que lo hacía con perfectos extraños, o sea por lo menos tener una idea de quien carajos está entre mis piernas es algo base. - Emmm... Creo que su fuego puede ser apagado en otro huma,,, momento. Quiero decir momento.
Por suerte el cambio de tema fue casi instantáneo luego de una discusión entre ambos. Respiré profundo y medité mi respuesta. - Hace años que no estoy al día con las noticias del norte. Sin embargo, estos últimos meses mi compañero y yo hemos... exterminado ratas, nada en ríos en plena lluvia para salvar el pellejo, matar bandidos, peleas de taberna constantes... y ayudar a los afectados en el campamento, la verdad nada interesante. Pero seguro que tú si que debes tener historias que contar. - Mi sonrisa se amplió y volví a fijar mi vista en el brujo.
Ya le habíamos dicho nuestro "origen" y ahora él nos confirmaba el suyo. El sujeto que lo acompañaba parecía sacar de quicio a nuestro "benefactor", cosa de la que no podía evitar reír para mis adentros.
El humano, tal como lo había descrito Vincent acabó por sentarse a mi lado. Lo miré de reojo antes de seguir prestando atención a lo que era evidente me preguntaban a mí. No podía definirme como un dragón en este punto de mi vida si no podía volver a esa forma, sin embargo asentí levemente. La armonía de mi elemento era algo innegable, si bien no al nivel particularmente inusual como los brujos.
Los caballeros bebían, yo aclaré mi garganta sólo para saber si Gaegel esta vez notaría que no estaba dispuesta a soltar a mi pequeña bola de pelos pero que me interesaba beber. Fue prácticamente al unísono del cometario de Vincent sobre la cosecha, por lo que distraída en llamar la atención de mi compañero, la acción por parte del humano me tomó por sorpresa.
Mis mejillas se sonrojaron ante la si quiera mención de lo que pretendía decir, y no porque no me gustara hacerlo, pero tampoco es que lo hacía con perfectos extraños, o sea por lo menos tener una idea de quien carajos está entre mis piernas es algo base. - Emmm... Creo que su fuego puede ser apagado en otro huma,,, momento. Quiero decir momento.
Por suerte el cambio de tema fue casi instantáneo luego de una discusión entre ambos. Respiré profundo y medité mi respuesta. - Hace años que no estoy al día con las noticias del norte. Sin embargo, estos últimos meses mi compañero y yo hemos... exterminado ratas, nada en ríos en plena lluvia para salvar el pellejo, matar bandidos, peleas de taberna constantes... y ayudar a los afectados en el campamento, la verdad nada interesante. Pero seguro que tú si que debes tener historias que contar. - Mi sonrisa se amplió y volví a fijar mi vista en el brujo.
- OUTFIT:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario:
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Kit de Curtiduría Inferior - Dentro del Bolso de Viajero.
- Bomull [Mascota] (Cría de Gomejo)
Meraxes
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
Parecía que la charla iba bien y todo iba viento en popa, o eso pensaba. De un momento a otro sentí una mirada de parte de Mera. En un inicio me dejó descolocado ese acto. Pero fue cuando noté la taza de barro en el suelo que Vincent había dejado que tragué algo de saliva. - La cagué. - Me encogí de hombros, y mientras aprovechaba que la chica estaba distraída con las palabras de nuestro anfitrión.
Tratando de ser lo más sigiloso posible, destapé la botella y vertí el vino en la taza para colocarla al lado de Mera, pero que quedara a la vista de ella. El humano actuaba de manera errática, siempre buscando hacer un comentario con el cual burlarse del brujo. Por lo que le di un trago a la botella de vino. Ya que Vincent tenía la otra taza, era prácticamente lo mismo que ambos bebiéramos de la taza o que yo tomara directamente de la botella, y cuando el contenido de la taza se terminara la volviera a llenar.
Y de un momento a otro, el comentario del humano hacia Mera hizo que el brujo se atragantara con el alcohol. yo mientras tanto tuve la dicha de ver en primera fila la reacción de ambos. No tuvo precio, por lo que no me reprimí y comencé a reír sonoramente mientras que mi mano libre azotaba mi rodilla próxima para tratar de apaciguar esas enormes ganas de reír ante aquel suceso tan memorable que acontecían.
Después de eso el comentario del humano sobre la belleza de Vincent hizo que asintiera levemente. ¿Por qué iba yo a negar eso? Ciertamente el brujo y yo compartíamos características físicas, ligeramente parecidas. Barba cerrada y abundante, una cabellera nada despreciable, un porte galante con un sonrisa encantadora. No se podía negar que tanto el brujo como yo éramos estupendos partidos.
Luego de cavilar en las similitudes físicas del brujo conmigo, el quería saber nuestra historia, a lo que Mera le contestó a groso modo los acontecimientos más relevantes que hemos vivido juntos. Una vez que ella acabó sonreí levemente. - Sí, no hay realmente grandes cosas que contar. Antes que nos conociéramos, yo tuve diversos trabajos. El último ejerciendo el oficio de transportista, yendo de aquí a allá. - Entrecerré mis ojos para luego llevar la botella a mi boca y dar un trago al grandioso vino.
Tratando de ser lo más sigiloso posible, destapé la botella y vertí el vino en la taza para colocarla al lado de Mera, pero que quedara a la vista de ella. El humano actuaba de manera errática, siempre buscando hacer un comentario con el cual burlarse del brujo. Por lo que le di un trago a la botella de vino. Ya que Vincent tenía la otra taza, era prácticamente lo mismo que ambos bebiéramos de la taza o que yo tomara directamente de la botella, y cuando el contenido de la taza se terminara la volviera a llenar.
Y de un momento a otro, el comentario del humano hacia Mera hizo que el brujo se atragantara con el alcohol. yo mientras tanto tuve la dicha de ver en primera fila la reacción de ambos. No tuvo precio, por lo que no me reprimí y comencé a reír sonoramente mientras que mi mano libre azotaba mi rodilla próxima para tratar de apaciguar esas enormes ganas de reír ante aquel suceso tan memorable que acontecían.
Después de eso el comentario del humano sobre la belleza de Vincent hizo que asintiera levemente. ¿Por qué iba yo a negar eso? Ciertamente el brujo y yo compartíamos características físicas, ligeramente parecidas. Barba cerrada y abundante, una cabellera nada despreciable, un porte galante con un sonrisa encantadora. No se podía negar que tanto el brujo como yo éramos estupendos partidos.
Luego de cavilar en las similitudes físicas del brujo conmigo, el quería saber nuestra historia, a lo que Mera le contestó a groso modo los acontecimientos más relevantes que hemos vivido juntos. Una vez que ella acabó sonreí levemente. - Sí, no hay realmente grandes cosas que contar. Antes que nos conociéramos, yo tuve diversos trabajos. El último ejerciendo el oficio de transportista, yendo de aquí a allá. - Entrecerré mis ojos para luego llevar la botella a mi boca y dar un trago al grandioso vino.
Gaegel
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
El brujo dejó que sus recién conocidos contaran un poco de sus vidas, mientras él daba cuenta del contenido de su taza. Aquel vino estaba bien. Eso lo podía jurar este rubiales, e incluso le hacía entender mejor que el humano no dejase de revolotear junto a ellos.
Aunque, francamente, ese tipo pocos motivos necesitaba para revolotear alrededor de otras personas. Vincent tenía la sensación de que era el típico personaje al que le encantaba conocer personas y pegarse a ellas. Ya que no es que lo conociera de más de un par de cruces de palabras, desde que estaba en el campamento.
Pero bueno, dadas las circunstancias de la gente del campamento, el pago por la ayuda había sido más que satisfactorio. Los refugiados no tenían mucho que ofrecer en forma material, ya que por evidentes razones, iban escasos de casi todo, sin embargo, aquellas botellas habían sido un gran extra a su recompensa, sin duda. Inclusive pese a las pérdidas por humanos de manos largas.
- Ah, demonios, ratas. Son una plaga-, afirmó, como respuesta a la dama. - Por eso todos deberíamos adorar a los gatos. Nada como un gato para librarse de las alimañas. Al menos de las que son del tamaño de un gato. Con las grandes ni los felinos son rivales-, comentó en broma, echando una ojeada al humano ladrón.
El hombre sonrió ante la afirmación del brujo. ¿Se dio por aludido? Parece ser que sí, pero igualmente no le molestó, o igual estaba demasiado borracho para entender del todo. En cualquier caso, volvió a desplazarse por la zona, esta vez en busca de la botella que había abandonado antes de acercarse a Meraxes.
- Las peleas de taberna son un clásico, eh-, dijo divertido, antes de reír, pues le sonaba demasiado familiar. Normal, cuando se mezcla alcohol con bravucón, la pelea es algo asegurado. - También bandidos. Veo que son muy modestos. Han hecho un poco de todo, pero así son estos tiempos turbulentos. La guerra siempre trae algo de caos, y el caos siempre hace que los caminos sean más peligrosos.
El borracho recuperó su botella y le dio un trago, mientras regresaba hacia a la hoguera con pasos tambaleantes. Vinc lo observaba de reojo, no fuera a caerle encima. Lo último que necesitaba era un golpe por caída de mamado beodo.
- Ah, bueno, la vida de un mercenario es más monótona de lo que se suele creer. Que si mata a este, que si mata al otro, que si te doy más dinero por matar a quien te contrató. Que si mi primo me robó la novia, acabe con ese perro. Que si proteja mi vida, señor brujo, tengo oros para darle. Que si soy guapo, por los dioses, merezco vivir por tremenda belleza-, dijo las dos últimas frases con tono de desesperación. Puro teatro, este rubiales. - Pero en estos tiempos ha pasado un poco de todo, la verdad, así que he luchado hasta con una dragona que, bueno, comió demasiado postre. Estaba bien gorda esa maldita-, recordó su experiencia en la isla volcánica. - Antes de eso, estuve también en Lunargenta, cuando el rey recuperó su ciudad y su castillo. Y no, no lo conozco como para preguntarle qué cojones hizo para perder la ciudad y su castillo, más uno aún tiene ganas de hacerlo. Es que...-. Se rió. - Cómo coño pierdes tu propia ciudad y castillo de un momento para otro. Pero, en fin, ni idea, yo nunca tuve ni ciudad ni castillo, igual no es tan complicado perderlos. Y con la pandemia, todo estaba manga por hombro, para qué engañarnos.
El brujo decidió que eso estaba bien por ahora, porque tampoco iba a contarles toda su vida y en esos últimos dos años, o tres, le habían pasado demasiadas cosas para explicarlas sin dormir al personal de tanto darle al pico.
- Tú también eres guapo-, manifestó, de repente, el simpático borrachín, dirigiendo sus palabras a Gaegel.
- La chica es guapa, yo soy guapo, él es guapo. Lo hemos captado, amigo. Todos somos guapos.
- Exacto. Todos estamos buenísimos y para comernos. ¡Hagamos una orgía!
- ¿Y el pirómano soy yo? Anda, deja de molestar y vete a apagar tu fuego a otro lado. Aquí sólo hay espacio para gente normal que solamente quiere conocerse.
El brujo negó con la cabeza y se acarició la frente.
«Por qué los dioses me castigan con tanto tonto a todo sitio al que voy»
No obstante, el mercenario decidió ignorar al pirado y volver a centrar la conversación en cuestiones menos sexuales.
- Mierda, he perdido el hilo de lo que estaba diciendo-, comentó, con cierto fastidio. - Ah. Da igual. Pero recordando lo que me han dicho. Se ve que son gente buena que ayuda allá dónde van, mientras intentan que los ríos no los ahoguen en el proceso. Y también han viajado mucho. Yo también he estado en medio mundo, y es un gran placer conocer gente que ha viajado tanto como yo. Habrás hecho muchas amistades en tu antiguo trabajo, Gaegel. Ambos, seguro que han conocido a más de un ser extravagante, como don orgías-, señaló al tipo, con puño cerrado y pulgar estirado, llevando su mano por encima del hombro sin mirar al sujeto. El mentado humano volvía a caminar a trompicones alrededor del trío, que sentados conversaba. - Venga, en serio. Por favor. No me digan que soy el único que tropieza con gente así.
«Eso sería muy triste para mí», pensó, mientras se llevaba la taza a los labios para volver a paladear el vino.
Aunque, francamente, ese tipo pocos motivos necesitaba para revolotear alrededor de otras personas. Vincent tenía la sensación de que era el típico personaje al que le encantaba conocer personas y pegarse a ellas. Ya que no es que lo conociera de más de un par de cruces de palabras, desde que estaba en el campamento.
Pero bueno, dadas las circunstancias de la gente del campamento, el pago por la ayuda había sido más que satisfactorio. Los refugiados no tenían mucho que ofrecer en forma material, ya que por evidentes razones, iban escasos de casi todo, sin embargo, aquellas botellas habían sido un gran extra a su recompensa, sin duda. Inclusive pese a las pérdidas por humanos de manos largas.
- Ah, demonios, ratas. Son una plaga-, afirmó, como respuesta a la dama. - Por eso todos deberíamos adorar a los gatos. Nada como un gato para librarse de las alimañas. Al menos de las que son del tamaño de un gato. Con las grandes ni los felinos son rivales-, comentó en broma, echando una ojeada al humano ladrón.
El hombre sonrió ante la afirmación del brujo. ¿Se dio por aludido? Parece ser que sí, pero igualmente no le molestó, o igual estaba demasiado borracho para entender del todo. En cualquier caso, volvió a desplazarse por la zona, esta vez en busca de la botella que había abandonado antes de acercarse a Meraxes.
- Las peleas de taberna son un clásico, eh-, dijo divertido, antes de reír, pues le sonaba demasiado familiar. Normal, cuando se mezcla alcohol con bravucón, la pelea es algo asegurado. - También bandidos. Veo que son muy modestos. Han hecho un poco de todo, pero así son estos tiempos turbulentos. La guerra siempre trae algo de caos, y el caos siempre hace que los caminos sean más peligrosos.
El borracho recuperó su botella y le dio un trago, mientras regresaba hacia a la hoguera con pasos tambaleantes. Vinc lo observaba de reojo, no fuera a caerle encima. Lo último que necesitaba era un golpe por caída de mamado beodo.
- Ah, bueno, la vida de un mercenario es más monótona de lo que se suele creer. Que si mata a este, que si mata al otro, que si te doy más dinero por matar a quien te contrató. Que si mi primo me robó la novia, acabe con ese perro. Que si proteja mi vida, señor brujo, tengo oros para darle. Que si soy guapo, por los dioses, merezco vivir por tremenda belleza-, dijo las dos últimas frases con tono de desesperación. Puro teatro, este rubiales. - Pero en estos tiempos ha pasado un poco de todo, la verdad, así que he luchado hasta con una dragona que, bueno, comió demasiado postre. Estaba bien gorda esa maldita-, recordó su experiencia en la isla volcánica. - Antes de eso, estuve también en Lunargenta, cuando el rey recuperó su ciudad y su castillo. Y no, no lo conozco como para preguntarle qué cojones hizo para perder la ciudad y su castillo, más uno aún tiene ganas de hacerlo. Es que...-. Se rió. - Cómo coño pierdes tu propia ciudad y castillo de un momento para otro. Pero, en fin, ni idea, yo nunca tuve ni ciudad ni castillo, igual no es tan complicado perderlos. Y con la pandemia, todo estaba manga por hombro, para qué engañarnos.
El brujo decidió que eso estaba bien por ahora, porque tampoco iba a contarles toda su vida y en esos últimos dos años, o tres, le habían pasado demasiadas cosas para explicarlas sin dormir al personal de tanto darle al pico.
- Tú también eres guapo-, manifestó, de repente, el simpático borrachín, dirigiendo sus palabras a Gaegel.
- La chica es guapa, yo soy guapo, él es guapo. Lo hemos captado, amigo. Todos somos guapos.
- Exacto. Todos estamos buenísimos y para comernos. ¡Hagamos una orgía!
- ¿Y el pirómano soy yo? Anda, deja de molestar y vete a apagar tu fuego a otro lado. Aquí sólo hay espacio para gente normal que solamente quiere conocerse.
El brujo negó con la cabeza y se acarició la frente.
«Por qué los dioses me castigan con tanto tonto a todo sitio al que voy»
No obstante, el mercenario decidió ignorar al pirado y volver a centrar la conversación en cuestiones menos sexuales.
- Mierda, he perdido el hilo de lo que estaba diciendo-, comentó, con cierto fastidio. - Ah. Da igual. Pero recordando lo que me han dicho. Se ve que son gente buena que ayuda allá dónde van, mientras intentan que los ríos no los ahoguen en el proceso. Y también han viajado mucho. Yo también he estado en medio mundo, y es un gran placer conocer gente que ha viajado tanto como yo. Habrás hecho muchas amistades en tu antiguo trabajo, Gaegel. Ambos, seguro que han conocido a más de un ser extravagante, como don orgías-, señaló al tipo, con puño cerrado y pulgar estirado, llevando su mano por encima del hombro sin mirar al sujeto. El mentado humano volvía a caminar a trompicones alrededor del trío, que sentados conversaba. - Venga, en serio. Por favor. No me digan que soy el único que tropieza con gente así.
«Eso sería muy triste para mí», pensó, mientras se llevaba la taza a los labios para volver a paladear el vino.
Vincent Calhoun
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
Había dado mis respuestas de forma clara y concisa, si bien el sujeto me parecía confiable era un desconido con el que ir con cautela, además, eran aventuras simples, nada de lo que enorgullecerse ni mucho menos alardear, al menos desde mi punto de vista.
Una vez que me callé y Gaegel tomó la palabras, noté un taza llena a mi lado. Sin duda el arduo trabajo había dejado idiota a mi compañero. ¿Tan difícil era para él darme la maldita botella y poder beber de la misma? Los hombres eran tontos cuando se lo proponían.
Ignoré el contenido, de hecho me moví de tal modo que "sin querer" se vacío el contenido en el suelo . - Ay pero que torpe soy ... - Dije con voz suave y victimada, con ligero énfasis en torpe, sin mirar a Gaegel poco antes de poner atención a nueva cuenta a Vincent y su acompañante, ya no quería beber.
El brujo comentó - en pocas palabras pues hablaba demasiado - que nuestras aventuras eran interesantes. Bueno si a él le parecían así, no sería yo quien le iba a contradecir tales palabras. Escuché con atención, como esperaba él tenía más para contar que lo que podríamos ofrecer nosotros, historias de las que bien podría escribir un libro.
La seriedad del momento volvió a ser rota por el sujeto. La propuesta de la orgía me asombró, esta vez las carcajadas de mi parte tomaron protagonismo. - Si que eres osado... Es una oferta tentadora pero me temo que debo rechazarla. Ustedes son tres viriles hombres y yo solo una. Tal vez si existiera otra dama dispuesta a tal practica podría acceder pero por ahora me conformo con la charla y las historias de castillos y dragones. - Agregué hablando muy en serio aunque bastante animada.
Vincent tras haber perdido el hilo de la conversa nos preguntó si habíamos conocido gente peculiar en nuestro camino. ¿Cómo decirle que tal vez yo era una de esas? Bueno si mi respuesta anterior no lo había dejado claro al menos tendría otra historia que contar. - Conocí a un elfo que se quitaba la ropa y su brillo cegaba... literalmente. Si no cerrabas los ojos quedabas un buen rato sin poder ver algo. - Hice referencia a Baltazar, hacía ya mucho tiempo que no lo veía, desconocía si aún vivía pero al menos era una historia .
Una vez que me callé y Gaegel tomó la palabras, noté un taza llena a mi lado. Sin duda el arduo trabajo había dejado idiota a mi compañero. ¿Tan difícil era para él darme la maldita botella y poder beber de la misma? Los hombres eran tontos cuando se lo proponían.
Ignoré el contenido, de hecho me moví de tal modo que "sin querer" se vacío el contenido en el suelo . - Ay pero que torpe soy ... - Dije con voz suave y victimada, con ligero énfasis en torpe, sin mirar a Gaegel poco antes de poner atención a nueva cuenta a Vincent y su acompañante, ya no quería beber.
El brujo comentó - en pocas palabras pues hablaba demasiado - que nuestras aventuras eran interesantes. Bueno si a él le parecían así, no sería yo quien le iba a contradecir tales palabras. Escuché con atención, como esperaba él tenía más para contar que lo que podríamos ofrecer nosotros, historias de las que bien podría escribir un libro.
La seriedad del momento volvió a ser rota por el sujeto. La propuesta de la orgía me asombró, esta vez las carcajadas de mi parte tomaron protagonismo. - Si que eres osado... Es una oferta tentadora pero me temo que debo rechazarla. Ustedes son tres viriles hombres y yo solo una. Tal vez si existiera otra dama dispuesta a tal practica podría acceder pero por ahora me conformo con la charla y las historias de castillos y dragones. - Agregué hablando muy en serio aunque bastante animada.
Vincent tras haber perdido el hilo de la conversa nos preguntó si habíamos conocido gente peculiar en nuestro camino. ¿Cómo decirle que tal vez yo era una de esas? Bueno si mi respuesta anterior no lo había dejado claro al menos tendría otra historia que contar. - Conocí a un elfo que se quitaba la ropa y su brillo cegaba... literalmente. Si no cerrabas los ojos quedabas un buen rato sin poder ver algo. - Hice referencia a Baltazar, hacía ya mucho tiempo que no lo veía, desconocía si aún vivía pero al menos era una historia .
- OFF:
- - [Recordatorio para mí] Sumar 3 puntos de experiencia al finalizar el tema por el dado de evento de aniversario. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Ya se me había olvidado esto :V.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
Luego de que Mera mencionara a grandes rasgos, Vincent hizo una acotación al tema de las ratas, lo cual me hizo sonreír. - Estoy de acuerdo. El solo recordar lo sucedido con esas ratas se me crispan los pelos. Es una aventura que prefiero no volver a repetir a menos que de verdad lo requiera. - Recordar cómo me atacaron las ratas es algo que me aletaraba. ¿Quién diría que esos roedores fueran tan peligrosos andando en grupos tan grandes?
Mera hizo un movimiento y tiró el vaso con vino, haciendo un comentario el cual sentí como una puñalada. No fue nada normal la manera en la que dijo ese "torpe" de sus labios. Ante ese comentario miré extrañado a la mujer. - Por los dioses... ¿Y ahora qué hice? - Me preguntaba en mis adentros sumamente consternado por esa reacción, esas palabras que me causaban confusión.
Mientras tanto, el brujo comenzó a narrar de una manera simple su trabajo como mercenario, afirmando que era mucho más aburrida de lo que uno podría imaginarse. Aunque yo no lo veía así. Su estilo de vida es agitado, deben ir de aquí para allá. Hacer su trabajo e irse rápidamente. Una manera de vivir muy agitada, pero aburrida y monótona no me parece. La manera en la que hablaba me hacía parecer que su vida sí era entretenida e interesante. La manera de hablar de Vincent era muy grosso modo, pero estaba seguro que si uno indagaba un poco más en los detalles. Allí podríamos encontrar cosas más "interesantes".
En eso el acompañante de Vincent se acercó a mi y al escuchar su comentario le sonreí de medio lado. - Pues muchas gracias. Se hace lo que se puede. - Le dije ampliando la sonrisa. Un halago siempre debe de ser bien recibido, venga de quien venga. Aunque lo que dijo enseguida me hizo volver a reír. Ese humano era demasiado errático en sus movimientos y comentarios. Nunca sabía uno con qué podía salir. Luego de escuchar el comentario de Vincent y Mera, volví mi vista ante el pervertido del grupo. - Ya oíste al galán número dos y a la señorita... Mejor suerte para la próxima. - Le dije en un tono jocoso. Obviamente el galán número uno tendría que ser yo. Modestia mía claro estaban.
El brujo había perdido el giro de la conversación gracias a la abrupta propuesta del humano, pero mencionó algo sobre ser el único en encontrarse con ese tipo de gente. Por lo que negué con la cabeza. En mi haber, me eh encontrado con gente igual de peculiar que el acompañante de Vincent. Aunque fue Mera quien habló primero. Mientras hablaba, le di un trago a la botella de vino. Ella mencionó a Baltazar, lo cual me hizo rascarme la nuca. - Por los dioses. Yo vi de primera mano cómo el corría mientras sus partes se balanceaban... Otro recuerdo que quisiera poder borrar de mi memoria. - Dije negando con mi cabeza y luego volví mi vista hacia el brujo. - Pero sí. Puedes estar seguro que no eres el único que se ha topado con esa clase de personajes. - Dije riendo levemente.
Mera hizo un movimiento y tiró el vaso con vino, haciendo un comentario el cual sentí como una puñalada. No fue nada normal la manera en la que dijo ese "torpe" de sus labios. Ante ese comentario miré extrañado a la mujer. - Por los dioses... ¿Y ahora qué hice? - Me preguntaba en mis adentros sumamente consternado por esa reacción, esas palabras que me causaban confusión.
Mientras tanto, el brujo comenzó a narrar de una manera simple su trabajo como mercenario, afirmando que era mucho más aburrida de lo que uno podría imaginarse. Aunque yo no lo veía así. Su estilo de vida es agitado, deben ir de aquí para allá. Hacer su trabajo e irse rápidamente. Una manera de vivir muy agitada, pero aburrida y monótona no me parece. La manera en la que hablaba me hacía parecer que su vida sí era entretenida e interesante. La manera de hablar de Vincent era muy grosso modo, pero estaba seguro que si uno indagaba un poco más en los detalles. Allí podríamos encontrar cosas más "interesantes".
En eso el acompañante de Vincent se acercó a mi y al escuchar su comentario le sonreí de medio lado. - Pues muchas gracias. Se hace lo que se puede. - Le dije ampliando la sonrisa. Un halago siempre debe de ser bien recibido, venga de quien venga. Aunque lo que dijo enseguida me hizo volver a reír. Ese humano era demasiado errático en sus movimientos y comentarios. Nunca sabía uno con qué podía salir. Luego de escuchar el comentario de Vincent y Mera, volví mi vista ante el pervertido del grupo. - Ya oíste al galán número dos y a la señorita... Mejor suerte para la próxima. - Le dije en un tono jocoso. Obviamente el galán número uno tendría que ser yo. Modestia mía claro estaban.
El brujo había perdido el giro de la conversación gracias a la abrupta propuesta del humano, pero mencionó algo sobre ser el único en encontrarse con ese tipo de gente. Por lo que negué con la cabeza. En mi haber, me eh encontrado con gente igual de peculiar que el acompañante de Vincent. Aunque fue Mera quien habló primero. Mientras hablaba, le di un trago a la botella de vino. Ella mencionó a Baltazar, lo cual me hizo rascarme la nuca. - Por los dioses. Yo vi de primera mano cómo el corría mientras sus partes se balanceaban... Otro recuerdo que quisiera poder borrar de mi memoria. - Dije negando con mi cabeza y luego volví mi vista hacia el brujo. - Pero sí. Puedes estar seguro que no eres el único que se ha topado con esa clase de personajes. - Dije riendo levemente.
Gaegel
Lobo Renegado
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
El buen brujo esperó las respuestas de sus amigables interlocutores y, sobre todo, porque era difícil no ver como una dama tiraba el rico contenido de su taza al suelo, se percató de ese sutil cruce de palabras y miradas entre ellos.
«Ah, Gaegel, la cagaste», pensó divertido, habiendo sufrido ese tipo de miradas de algunas de sus parejas.
- Menudos aguafiestas-, espetó el borracho rondador, llevando sus pasos hacia dónde había estado tirado antes de levantarse para incordiar.
- Más allá de mi feliz cuasi casamiento, como si con ese andar estuvieras en estado de hacer algo sexual que se pudiera denominar decente-, contestó, mirando el caminar errático del tipo. - No estás ni para dejarte llevar y tal-, dijo en tono jocoso.
- Muy gracioso, fogoso sureño. Estoy perfectamente…
Pero su frase se cortó por una caída de bruces al tropezar con… al tropezar con el suelo porque ni piedra había en su trayectoria.
- Sí, claramente estás para tener cuatro o cinco orgías seguidas-, terminó por decirle, pasando del tipo y regresando la mirada en dirección a los recién conocidos. - Ah, pero… ¿tan blanco era ese tipo? - bromeó. Ya imaginaba que si era elfo ese brillo tendría que ver más con sus talentos mágicos. - ¿Pero usaba su magia para hacer brillar su propio cuerpo? Nunca he conocido a alguien que usara una técnica parecida. Me fascina. Me gustaría que me contaseis más de ese elfo-, comentó, intrigado por el arte de aquel desconocido elfo.
En la vida se aprendía de muchas maneras. Leyendo, recibiendo cojonudas ostias de la propia vida y, sí, escuchando también.
- Ah, pero se desnudó del todo. También se quitó los pantalones-, respondió a la información añadida por Gaegel. - Eso… Oye, igual sí que no soy el único que se encuentra gente rara por la vida, eh
Pero bueno, así funcionaba el mundo después de todo, ¿no? Era más probable que gente viajera, como ellos, se encontrara con personas de costumbres un tanto extrañas. Las personas que no salían de su aldea lo tenían más complicado. Solamente habitantes de grandes ciudades podrían encontrarse tantos locos sin viajar y, total, en esas ciudades el loco probablemente fueses tú si vivieses en una, porque convivir con tanta gente no debería considerarse sano para la mente.
Llegados a este punto, ¿podríamos decir que Vincent estaba loco por la vida que llevaba? Jum, examinemos los datos para estar seguros.
Vincent era viajero, lo cual hacía que se encontrase pirados por doquier. Para remediarlo, como contraparte, cuando no viajaba vivía en la ciudad más habitada del continente… Sí, este maldito brujo está loco. Había que estarlo para vivir sobre las dos fórmulas que garantizaban toparse perturbados a cada paso.
- Ah, pero bueno, viajar no está tan mal. Además de…-. Señaló con el pulgar, por encima del hombro, al borracho boca abajo sobre el firme, que no paraba de roncar desde hacía unos instantes. - También encontramos buenas gentes por el camino. Ustedes me causan buena sensación-, manifestó, asintiendo con la cabeza. - Brindemos por las buenas gentes-, afirmó, alzando su taza a modo de brindis. - Y, ¿díganme? ¿Hacia dónde piensan dirigirse ahora? ¿Ya tienen alguna idea? Yo volveré al sur. Toca recogerme por un tiempo y ver que tal todo sigue por allí abajo.
«Ah, Gaegel, la cagaste», pensó divertido, habiendo sufrido ese tipo de miradas de algunas de sus parejas.
- Menudos aguafiestas-, espetó el borracho rondador, llevando sus pasos hacia dónde había estado tirado antes de levantarse para incordiar.
- Más allá de mi feliz cuasi casamiento, como si con ese andar estuvieras en estado de hacer algo sexual que se pudiera denominar decente-, contestó, mirando el caminar errático del tipo. - No estás ni para dejarte llevar y tal-, dijo en tono jocoso.
- Muy gracioso, fogoso sureño. Estoy perfectamente…
Pero su frase se cortó por una caída de bruces al tropezar con… al tropezar con el suelo porque ni piedra había en su trayectoria.
- Sí, claramente estás para tener cuatro o cinco orgías seguidas-, terminó por decirle, pasando del tipo y regresando la mirada en dirección a los recién conocidos. - Ah, pero… ¿tan blanco era ese tipo? - bromeó. Ya imaginaba que si era elfo ese brillo tendría que ver más con sus talentos mágicos. - ¿Pero usaba su magia para hacer brillar su propio cuerpo? Nunca he conocido a alguien que usara una técnica parecida. Me fascina. Me gustaría que me contaseis más de ese elfo-, comentó, intrigado por el arte de aquel desconocido elfo.
En la vida se aprendía de muchas maneras. Leyendo, recibiendo cojonudas ostias de la propia vida y, sí, escuchando también.
- Ah, pero se desnudó del todo. También se quitó los pantalones-, respondió a la información añadida por Gaegel. - Eso… Oye, igual sí que no soy el único que se encuentra gente rara por la vida, eh
Pero bueno, así funcionaba el mundo después de todo, ¿no? Era más probable que gente viajera, como ellos, se encontrara con personas de costumbres un tanto extrañas. Las personas que no salían de su aldea lo tenían más complicado. Solamente habitantes de grandes ciudades podrían encontrarse tantos locos sin viajar y, total, en esas ciudades el loco probablemente fueses tú si vivieses en una, porque convivir con tanta gente no debería considerarse sano para la mente.
Llegados a este punto, ¿podríamos decir que Vincent estaba loco por la vida que llevaba? Jum, examinemos los datos para estar seguros.
Vincent era viajero, lo cual hacía que se encontrase pirados por doquier. Para remediarlo, como contraparte, cuando no viajaba vivía en la ciudad más habitada del continente… Sí, este maldito brujo está loco. Había que estarlo para vivir sobre las dos fórmulas que garantizaban toparse perturbados a cada paso.
- Ah, pero bueno, viajar no está tan mal. Además de…-. Señaló con el pulgar, por encima del hombro, al borracho boca abajo sobre el firme, que no paraba de roncar desde hacía unos instantes. - También encontramos buenas gentes por el camino. Ustedes me causan buena sensación-, manifestó, asintiendo con la cabeza. - Brindemos por las buenas gentes-, afirmó, alzando su taza a modo de brindis. - Y, ¿díganme? ¿Hacia dónde piensan dirigirse ahora? ¿Ya tienen alguna idea? Yo volveré al sur. Toca recogerme por un tiempo y ver que tal todo sigue por allí abajo.
Vincent Calhoun
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
La propuesta de una orgía fue descartada, tampoco estaba de humor como para ello.
Como fue la conversación continuó su rumbo. Gaegel apoyó lo que había dicho agregando un par de detalles más sobre la peculiar forma de ser de aquel elfo que de la noche a la mañana se había extinguido del mapa, algo muy triste de recordar pero la vida sigue y todo está destinado a acabar hasta las personas que conoces.
Las expresiones de Vincent fueron claras, había conocido a personas que también se topaban con gente muy rara, empezando claro está por nosotros, aunque por raro que sonara sí que estábamos bastante tranquilos. - La verdad es todo lo que puedo decir de él, nuestro tiempo en compañía de ese elfo fue bastante corto, luego hubo una serie de malentendidos que separaron nuestros caminos. Era un sujeto agradable. - Dije dando por mi parte fin a esa conversación. Si Gaegel quería agregar algo escucharía.
Volví a escuchar sus preguntas con atención, quería saber hacia donde íbamos, por un momento pensé en mentir, pero ¿qué necesidad había? No tenía nada de valor conmigo y ni siquiera una reputación como para decir que era importante. - Iremos a la frontera, escuché en el campamento que cerca de allí hay un maestro de cuerdas al que me gustaría visitar. - Expliqué con la respectiva jovialidad que venía manejando desde el principio.
- Soy arcanista y recientemente me aventuré en el aprendizaje de la curtiduria, por lo que aprovecharé y le ofreceré mis servicios si en algún punto de su vida llegan a necesitar algo. - Sonreí con cierta malicia en buena gana, en este punto de la vida había que aprovechar las oportunidades.
Como fue la conversación continuó su rumbo. Gaegel apoyó lo que había dicho agregando un par de detalles más sobre la peculiar forma de ser de aquel elfo que de la noche a la mañana se había extinguido del mapa, algo muy triste de recordar pero la vida sigue y todo está destinado a acabar hasta las personas que conoces.
Las expresiones de Vincent fueron claras, había conocido a personas que también se topaban con gente muy rara, empezando claro está por nosotros, aunque por raro que sonara sí que estábamos bastante tranquilos. - La verdad es todo lo que puedo decir de él, nuestro tiempo en compañía de ese elfo fue bastante corto, luego hubo una serie de malentendidos que separaron nuestros caminos. Era un sujeto agradable. - Dije dando por mi parte fin a esa conversación. Si Gaegel quería agregar algo escucharía.
Volví a escuchar sus preguntas con atención, quería saber hacia donde íbamos, por un momento pensé en mentir, pero ¿qué necesidad había? No tenía nada de valor conmigo y ni siquiera una reputación como para decir que era importante. - Iremos a la frontera, escuché en el campamento que cerca de allí hay un maestro de cuerdas al que me gustaría visitar. - Expliqué con la respectiva jovialidad que venía manejando desde el principio.
- Soy arcanista y recientemente me aventuré en el aprendizaje de la curtiduria, por lo que aprovecharé y le ofreceré mis servicios si en algún punto de su vida llegan a necesitar algo. - Sonreí con cierta malicia en buena gana, en este punto de la vida había que aprovechar las oportunidades.
- OFF:
- - [Recordatorio para mí] Sumar 3 puntos de experiencia al finalizar el tema por el dado de evento de aniversario. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Ya se me había olvidado esto :V.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- Inventario:
- Pieza Metálica - Pecho lado izquierdo.
- Armadura Ligera Normal
- Bolso de Viajero:Contiene un saco de dormir, 4 metros de cuerda, provisiones, pedernal con yesca, cantimplora y 2 antorchas.
- Kit de Arcanos Inferior. - Dentro de Bolso de Viajero.
- Arma Flexible Superior (Látigo) - Cuelga del lado izquierdo de mi cintura.
- Kit de Curtiduría Inferior - Dentro del Bolso de Viajero.
- Bomull [Mascota] (Cría de Gomejo)
Meraxes
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Re: ¿Quién eres tú? [Privado - Cerrado]
A decir verdad ese humano resultaba ser un tipo sumamente impredecible, sus comentarios, sus movimientos y demás resultaban difíciles de analizar, ya mucho menos predecir. Pero no iba a negar que resultaba muy cómico verlo de aquí a allá con sus comentarios extraños. Aunque en su andar se tropezó y pareció quedarse dormido en el momento. Miré con sorpresa y ligera preocupación cómo no se movía, pero al notar que ese humano respiraba me tranquilicé y volví mi atención hacia los demás.
Una vez que el tema se centró en personas peculiares, y la mención sobre Baltazar. El brujo que teníamos enfrente parecía interesado por el elfo exhibicionista. Luego de eso Mera le dijo que solo estuvimos con el poco tiempo, por lo que miré a Vincent y luego a mi acompañante. - Y también recuerdo que se quedó esperando ansiosamente un beso de uno de nuestros acompañantes, el cual nunca le dieron a forma de castigo. - Reí levemente.
Aunque con mi comentario hizo un comentario sobre ir sin pantalones, por lo que asentí con mi cabeza. - Así mismo. Iba enseñando su rabo sin ninguna pizca de pudor. - Acoté para ampliar mi comentario, el cual al escuchar su siguientes palabras me hicieron sonreír. - Y que lo digas.
Vincent también dijo que además de encontrarse uno con personas extrañas, también se puede encontrar a personas buenas, por lo que sonreí levemente. - Pues gracias por tus palabras. Tú también me caes bien. - Le mencioné a Vincent con una media sonrisa en mi rostro. Acto seguido hizo un brindis, el cual por un momento no le iba a corresponder, ya que Mera se había molestado por alguna extraña razón por el vino, pero me pareció grosero no corresponder, por lo que tomé la botella de vino y la alcé un poco. - Salud por eso. - Dije en voz baja y bebí un poco de la botella.
Hecho el brindis, el brujo nos preguntó hacia donde iríamos, aunque el se adelantó y nos relató que iría hacia el sur, ya que tenía tiempo que no iba hacia allá. Mera le dijo que iríamos hacia la frontera, específicamente buscando un maestro de cuerdas, así como buscar mejorar en su negocio de curtiduría. - Yo iré con ella, y buscaré un trabajo sencillo, tal vez vendiendo algunas figuras de madera, ya que en lo que mi brazo mejora, no creo poder hacer trabajos muy complejos con madera. - Dije mirando a Vincent.
Una vez que el tema se centró en personas peculiares, y la mención sobre Baltazar. El brujo que teníamos enfrente parecía interesado por el elfo exhibicionista. Luego de eso Mera le dijo que solo estuvimos con el poco tiempo, por lo que miré a Vincent y luego a mi acompañante. - Y también recuerdo que se quedó esperando ansiosamente un beso de uno de nuestros acompañantes, el cual nunca le dieron a forma de castigo. - Reí levemente.
Aunque con mi comentario hizo un comentario sobre ir sin pantalones, por lo que asentí con mi cabeza. - Así mismo. Iba enseñando su rabo sin ninguna pizca de pudor. - Acoté para ampliar mi comentario, el cual al escuchar su siguientes palabras me hicieron sonreír. - Y que lo digas.
Vincent también dijo que además de encontrarse uno con personas extrañas, también se puede encontrar a personas buenas, por lo que sonreí levemente. - Pues gracias por tus palabras. Tú también me caes bien. - Le mencioné a Vincent con una media sonrisa en mi rostro. Acto seguido hizo un brindis, el cual por un momento no le iba a corresponder, ya que Mera se había molestado por alguna extraña razón por el vino, pero me pareció grosero no corresponder, por lo que tomé la botella de vino y la alcé un poco. - Salud por eso. - Dije en voz baja y bebí un poco de la botella.
Hecho el brindis, el brujo nos preguntó hacia donde iríamos, aunque el se adelantó y nos relató que iría hacia el sur, ya que tenía tiempo que no iba hacia allá. Mera le dijo que iríamos hacia la frontera, específicamente buscando un maestro de cuerdas, así como buscar mejorar en su negocio de curtiduría. - Yo iré con ella, y buscaré un trabajo sencillo, tal vez vendiendo algunas figuras de madera, ya que en lo que mi brazo mejora, no creo poder hacer trabajos muy complejos con madera. - Dije mirando a Vincent.
Gaegel
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