Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Página 1 de 1. • Comparte
Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Desde que el Ojo Carmesí había asesinado a Peter, la mente de Cohen analizaba con cuidado cada paso a seguir.
Ellos podrían ser muchos, anónimos. Desconocidos que podrían infiltrarse en su vida sin apenas darse cuenta. La desconfianza hacia los extraños era máxima. Cualquiera podría ser un miembro del Ojo.
Sólo había dos personas que él conociese que estaban vinculados a El Ojo Carmesí. Uno de ellos era San Jacobo de Beckelard, el párroco de la Iglesia de Cristo de Sacrestic Ville. Por los eventos sucedidos meses atrás, tenía la constancia de que el papel de San Jacobo era, sin duda, esencial para la organización, aunque desconocía el motivo.
La otra pista era Victor Krane. El mismo Ojo le había llevado hasta él. Los Aeros de Sangre publicados hace años, antes de que los soldados humanos prohibieran la publicación, tenían el símbolo del Ojo Carmesí dibujado en una esquina de su contraportada.
Estaba ahora frente al viejo edificio, antaño abandonado, ahora, al parecer, reformándose, dónde le había conocido por primera vez. Bajó los siete escalones para acceder a la entrada del sótano, dónde se encontraba la imprenta de los Aeros de Sangre.
Durante unos segundos, su vista vampírica se posó en el símbolo de El Ojo Carmesí, rasgado en la madera del marco de la puerta. Cohen inspiró fuertemente al verlo, mientras recordaba la última vez que lo había visto, dibujado en la pared, sobre el cuerpo sin vida de Peter, elaborado con su propia sangre.
Recordó entonces el pasillo subterráneo que unía aquel lugar con la casa personal de Victor. No le hubiera llamado nunca la atención si no fuera porque en mitad de ese estrecho pasillo, había una puerta, con el símbolo del ojo pintado sobre ella.
¿Qué habría allí? ¿Víctor estaba implicado con la sociedad secreta? Si accedía de nuevo al túnel, ¿podría entrar en la sala para ver si encontraba algún hallazgo de valor?
Muchas eran las preguntas antes de girar el pomo de la puerta y otras surgieron tras hacerlo. Lo último que esperaba era encontrar a Victor allí. Su aspecto seguía siendo lamentable. Su cuerpo delgado, semiinconsciente, aunque siempre despierto. Sus ojeras purpúreas que le daban ese aire tétrico que siempre tenían los adictos a la Evasión.
A su alrededor, varias personas que apenas le prestaron atención cuándo se unió al grupo. Victor hablaba con voz lenta, despacio… cómo si en cualquier momento fuese a desfallecer… aunque nunca lo terminaba haciendo.
―Para eso, necesito escritores… artistas, dibujantes… colaboradores… Los aeros de sangre deben resurgir, pero necesito personas que estén… dispuestas a trabajar en esas historias…
Su tono de voz cansado, sus ojos se cerraban momentáneamente, dando sensación de poca seriedad a los interesados que habían acudido allí para cumplir con aquel objetivo. Seguramente permanecían allí porque conocían la situación de drogadicción del hombre.
Mientras Cohen fijaba la vista en el punto exacto dónde sabía que estaba la trampilla al túnel, se preguntaba si la excusa de los Aeros de Sangre podría servirle para sacarle información. Postularse para alguno de aquellos trabajos le podría ser útil para tener acceso continuo al túnel. Además, las plantas superiores estaban abandonadas y ahora, que era sospechoso de estar detrás de la "desaparición" de Peter, quizás aquel lugar era el sitio idóneo para esconderse.
Info
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (Diálogo: #00ff00)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Ellos podrían ser muchos, anónimos. Desconocidos que podrían infiltrarse en su vida sin apenas darse cuenta. La desconfianza hacia los extraños era máxima. Cualquiera podría ser un miembro del Ojo.
Sólo había dos personas que él conociese que estaban vinculados a El Ojo Carmesí. Uno de ellos era San Jacobo de Beckelard, el párroco de la Iglesia de Cristo de Sacrestic Ville. Por los eventos sucedidos meses atrás, tenía la constancia de que el papel de San Jacobo era, sin duda, esencial para la organización, aunque desconocía el motivo.
La otra pista era Victor Krane. El mismo Ojo le había llevado hasta él. Los Aeros de Sangre publicados hace años, antes de que los soldados humanos prohibieran la publicación, tenían el símbolo del Ojo Carmesí dibujado en una esquina de su contraportada.
Estaba ahora frente al viejo edificio, antaño abandonado, ahora, al parecer, reformándose, dónde le había conocido por primera vez. Bajó los siete escalones para acceder a la entrada del sótano, dónde se encontraba la imprenta de los Aeros de Sangre.
Durante unos segundos, su vista vampírica se posó en el símbolo de El Ojo Carmesí, rasgado en la madera del marco de la puerta. Cohen inspiró fuertemente al verlo, mientras recordaba la última vez que lo había visto, dibujado en la pared, sobre el cuerpo sin vida de Peter, elaborado con su propia sangre.
Recordó entonces el pasillo subterráneo que unía aquel lugar con la casa personal de Victor. No le hubiera llamado nunca la atención si no fuera porque en mitad de ese estrecho pasillo, había una puerta, con el símbolo del ojo pintado sobre ella.
¿Qué habría allí? ¿Víctor estaba implicado con la sociedad secreta? Si accedía de nuevo al túnel, ¿podría entrar en la sala para ver si encontraba algún hallazgo de valor?
Muchas eran las preguntas antes de girar el pomo de la puerta y otras surgieron tras hacerlo. Lo último que esperaba era encontrar a Victor allí. Su aspecto seguía siendo lamentable. Su cuerpo delgado, semiinconsciente, aunque siempre despierto. Sus ojeras purpúreas que le daban ese aire tétrico que siempre tenían los adictos a la Evasión.
A su alrededor, varias personas que apenas le prestaron atención cuándo se unió al grupo. Victor hablaba con voz lenta, despacio… cómo si en cualquier momento fuese a desfallecer… aunque nunca lo terminaba haciendo.
―Para eso, necesito escritores… artistas, dibujantes… colaboradores… Los aeros de sangre deben resurgir, pero necesito personas que estén… dispuestas a trabajar en esas historias…
Su tono de voz cansado, sus ojos se cerraban momentáneamente, dando sensación de poca seriedad a los interesados que habían acudido allí para cumplir con aquel objetivo. Seguramente permanecían allí porque conocían la situación de drogadicción del hombre.
Mientras Cohen fijaba la vista en el punto exacto dónde sabía que estaba la trampilla al túnel, se preguntaba si la excusa de los Aeros de Sangre podría servirle para sacarle información. Postularse para alguno de aquellos trabajos le podría ser útil para tener acceso continuo al túnel. Además, las plantas superiores estaban abandonadas y ahora, que era sospechoso de estar detrás de la "desaparición" de Peter, quizás aquel lugar era el sitio idóneo para esconderse.
______________________________________________
Info
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] (Diálogo: #00ff00)
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Era la primera vez que Caoimhe se aventuraba fuera de la zona 'segura' de Sacrestic. Aquel hecho tampoco le había preocupado mucho hasta hacía tan solo un par de horas;Pero su visita-en principio relámpago- a aquella ciudad se había extendido en el tiempo de una manera no vaticinada para la chica y algo en ella auguraba que quizás debía darle una oportunidad a los lugares menos comunes de aquel emplazamiento.
Su encuentro con Vrykolaka había suscitado más dudas de las que había cerrado. A pesar de evitar de manera activa cualquier corriente de pensamiento que culminase con la información obtenida en su último encuentro, la quietud y lo poco natural de la ciudad no dejaba mucho más que hacer que vagar de manera libre por su mente.
Los soldados se paseaban por el centro de manera autoritaria. Casi con la automatización de alguien que conoce los pasos lo suficiente como para olvidar el camino y basar sus movimientos en memoria física y refleja. La presencia vampira por esas calles más centrales se basaba en individuos que o bien ansiaban la sangre y la sed los movilizaban de manera ciega y casi desesperada, y aquellos que recorrían las calles de manera casi vaporosa con el gesto obnubilado y casi placentero de alguien que acaba de saciar su sed. Por no hablar, por supuesto de la suciedad de aquellas almas en pena que servían de vasallaje sanguíneo a los vampiros más adinerados: Normalmente caminando tras ellos con los brazos descubiertos por si su dueño gustaba de un aperitivo antes de la cena y con la flaqueza de haber perdido la noción de cuantas comidas habían olvidado hacer ellos mismos.
El resto de Sacrestic, estaba segura, era más bullicioso con la salida del sol.La población humana en su mayoría militar que daba vida a Sacrestic por la mañana no parecía querer mezclarse con aquellos que decidían merodear la ciudad pasada la puesta de sol. Una diferenciación que a Caoimhe se le antojaba casi clasista y en la que erradicaba el poder constante de los humanos sobre ls de su propia clase. Casi podía entender la exhasperación de Vitto al recordar la época dorada de aquellos muros.
Para Caoimhe, por ahora, Sacrestic tan solo había significado dolores de cabeza, sentimiento de vulnerabilidad y... algún sentimiento en particular algo incierto sobre una situación en la que tampoco quería ahondar demasiado. Todo problemas, sin duda.
Pero algo en ella añoraba la sensación de control sobre las vidas ajenas que le daba el conocimiento de los que acababan por convertirse en sus víctimas. De manera figurada, ciertamente, aunque su sed se empeñase en tentarla de manera contraria. Por ello, no tardó mucho en sumergirse en la corriente de secretos.y habladurías de aquellos que poblaban la noche.
Se sentía segura en aquella marea y en menos de dos horas aprendió los secretos sobre la carne 'fresca' del carnicero al final de la calle de las hilanderas; La fuga del hijo de Izmir el vendedor de ajos con el del general de la milicia autóctona y la deshonra que había ocasionado en su familia, La ultima visita de la mujer del tejedor a su sanadora de confianza para comprar su 'pócima del día después' mensual y algo que en principio no interesó a Caoimhe demasiado y que decidió guardar en su mente por si le era de uso en un futuro:
Era la segunda vez que el sereno tenía que encalar las paredes de cierta casa durante la madrugada para ocultar unos símbolos sangrientos en un lugar particular de la fachada. El hombre parecía más molesto por el precio de la cal que por el hecho de que el episodio se había repetido dos veces. Tampoco parecía saber leer así que Caoimhe se preguntó si tan solo eran pintadas de vampiros jóvenes marcando según que casa para asustar a los humanos en la mañana.
Su paseo diario había, sin darse cuenta, culminado en un lugar particular de la ciudad donde por algún motivo los guardias que normalmente rellenaban las esquinas de cada calle parecían esparcidos. Caoimhe conocía lo suficiente la dinámica de una ciudad grande como para entender que aquello no era cuestión de azar y se preguntó mirando de manera discreta a un lado y otro quién era la persona que había comprado la libertad fuera de ojos curiosos.
No tardó mucho en apreciar que no estaba sola, pero no estaba segura en que momento había empezado a ser seguida. Caminó con normalidad, al fin y al cabo no había llegado a aquel lugar con un objetivo en particular. Aún así sus ojos heterocromos seguían la pista de cualquier pisada ajena a la suya.
Una pequeña figura no tardó mucho en acercársele: Llevaba una toga demasiado grande para ella de un color entre grisáceo o azul machado. Sus cabellos pegados a su cara de manera desordenada tapaban sus ojos. Su nariz, labios y pómulos estaban diezmados con las pústulas de la adicción sus dedos largos y casi tan sucios como sus ropajes agarraron la muñeca de Caoimhe.
No percibió éter alguno: Aquella mujer no era vampira. Intentó deshacerse de su agarre: -Su experiencia en general en Sacrestic había sido bastante desafortunada en cada ocasión que alguien había traspasado su espacio personal- Pero la mujer la agarró sorprendentemente fuerte teniendo en cuenta su aspecto.
-Tengo pólvora, alcohol, un manjar entre mis piernas, evasión o... ¿quizás sangre?- dijo la mujer con los ojos muy abiertos ante la posibilidad de obtener dinero para su propia dosis.
Caoimhe contuvo la respiración durante las palabras de la mujer y su tuvo que contener sus ganas de vomitar con cada sugerencia. Una peor que la anterior.
-Por ahora necesito un baño y.. quizás una manera de regresar a mi posada sin ninguna venérea...- dijo de manera altiva soltándose al fin de la mujer con fuerza.
-
-
Su encuentro con Vrykolaka había suscitado más dudas de las que había cerrado. A pesar de evitar de manera activa cualquier corriente de pensamiento que culminase con la información obtenida en su último encuentro, la quietud y lo poco natural de la ciudad no dejaba mucho más que hacer que vagar de manera libre por su mente.
Los soldados se paseaban por el centro de manera autoritaria. Casi con la automatización de alguien que conoce los pasos lo suficiente como para olvidar el camino y basar sus movimientos en memoria física y refleja. La presencia vampira por esas calles más centrales se basaba en individuos que o bien ansiaban la sangre y la sed los movilizaban de manera ciega y casi desesperada, y aquellos que recorrían las calles de manera casi vaporosa con el gesto obnubilado y casi placentero de alguien que acaba de saciar su sed. Por no hablar, por supuesto de la suciedad de aquellas almas en pena que servían de vasallaje sanguíneo a los vampiros más adinerados: Normalmente caminando tras ellos con los brazos descubiertos por si su dueño gustaba de un aperitivo antes de la cena y con la flaqueza de haber perdido la noción de cuantas comidas habían olvidado hacer ellos mismos.
El resto de Sacrestic, estaba segura, era más bullicioso con la salida del sol.La población humana en su mayoría militar que daba vida a Sacrestic por la mañana no parecía querer mezclarse con aquellos que decidían merodear la ciudad pasada la puesta de sol. Una diferenciación que a Caoimhe se le antojaba casi clasista y en la que erradicaba el poder constante de los humanos sobre ls de su propia clase. Casi podía entender la exhasperación de Vitto al recordar la época dorada de aquellos muros.
Para Caoimhe, por ahora, Sacrestic tan solo había significado dolores de cabeza, sentimiento de vulnerabilidad y... algún sentimiento en particular algo incierto sobre una situación en la que tampoco quería ahondar demasiado. Todo problemas, sin duda.
Pero algo en ella añoraba la sensación de control sobre las vidas ajenas que le daba el conocimiento de los que acababan por convertirse en sus víctimas. De manera figurada, ciertamente, aunque su sed se empeñase en tentarla de manera contraria. Por ello, no tardó mucho en sumergirse en la corriente de secretos.y habladurías de aquellos que poblaban la noche.
Se sentía segura en aquella marea y en menos de dos horas aprendió los secretos sobre la carne 'fresca' del carnicero al final de la calle de las hilanderas; La fuga del hijo de Izmir el vendedor de ajos con el del general de la milicia autóctona y la deshonra que había ocasionado en su familia, La ultima visita de la mujer del tejedor a su sanadora de confianza para comprar su 'pócima del día después' mensual y algo que en principio no interesó a Caoimhe demasiado y que decidió guardar en su mente por si le era de uso en un futuro:
Era la segunda vez que el sereno tenía que encalar las paredes de cierta casa durante la madrugada para ocultar unos símbolos sangrientos en un lugar particular de la fachada. El hombre parecía más molesto por el precio de la cal que por el hecho de que el episodio se había repetido dos veces. Tampoco parecía saber leer así que Caoimhe se preguntó si tan solo eran pintadas de vampiros jóvenes marcando según que casa para asustar a los humanos en la mañana.
Su paseo diario había, sin darse cuenta, culminado en un lugar particular de la ciudad donde por algún motivo los guardias que normalmente rellenaban las esquinas de cada calle parecían esparcidos. Caoimhe conocía lo suficiente la dinámica de una ciudad grande como para entender que aquello no era cuestión de azar y se preguntó mirando de manera discreta a un lado y otro quién era la persona que había comprado la libertad fuera de ojos curiosos.
No tardó mucho en apreciar que no estaba sola, pero no estaba segura en que momento había empezado a ser seguida. Caminó con normalidad, al fin y al cabo no había llegado a aquel lugar con un objetivo en particular. Aún así sus ojos heterocromos seguían la pista de cualquier pisada ajena a la suya.
Una pequeña figura no tardó mucho en acercársele: Llevaba una toga demasiado grande para ella de un color entre grisáceo o azul machado. Sus cabellos pegados a su cara de manera desordenada tapaban sus ojos. Su nariz, labios y pómulos estaban diezmados con las pústulas de la adicción sus dedos largos y casi tan sucios como sus ropajes agarraron la muñeca de Caoimhe.
No percibió éter alguno: Aquella mujer no era vampira. Intentó deshacerse de su agarre: -Su experiencia en general en Sacrestic había sido bastante desafortunada en cada ocasión que alguien había traspasado su espacio personal- Pero la mujer la agarró sorprendentemente fuerte teniendo en cuenta su aspecto.
-Tengo pólvora, alcohol, un manjar entre mis piernas, evasión o... ¿quizás sangre?- dijo la mujer con los ojos muy abiertos ante la posibilidad de obtener dinero para su propia dosis.
Caoimhe contuvo la respiración durante las palabras de la mujer y su tuvo que contener sus ganas de vomitar con cada sugerencia. Una peor que la anterior.
-Por ahora necesito un baño y.. quizás una manera de regresar a mi posada sin ninguna venérea...- dijo de manera altiva soltándose al fin de la mujer con fuerza.
-
-
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
La reunión en el interior de la imprenta continuaba. Algunos de ellos se marchaban del local, aunque algunos permanecieron, quizás interesados en una oferta de trabajo.
―Quisiera que cada uno de vosotros me trajera el inicio de un relato, una breve historia, para poder valorar…
En ese momento, Victor se percató de la presencia de Cohen en la reunión, enfocando su vista brevemente en él. El vampiro, con gesto serio, le mantuvo la mirada.
La última vez que habían coincidido en aquel lugar, Cohen había aceptado la misión de llevar los Aeros de Sangre clandestinos a San Jacobo, para que éste los custodiara.
Sin embargo, en aquella ocasión, Víctor estaba tan evadido que Cohen había dudado que le recordase con nitidez. La forma de mirarle del humano le demostró que sí podía hacerlo.
― … valorar sus historias. Bien, espero sus manuscritos en las próximas noches. Gracias por asistir.
De golpe, el resto de personas de la sala se precipitó hacia la puerta y pronto, Cohen logró quedarse con Víctor a solas.
― No nos vemos desde el Bragival. ¿Lograste…?
―¿Cuál es tu vinculación con El Ojo Carmesí? ―le interrumpió, evitando participar en toda conversación ajena al asunto que le había traído hasta allí.
Víctor se mostraba tenso, a pesar del estado relajado que la Evasión lograba causar. A medida que Cohen se acercaba a él, podía distinguir mejor los estragos de la droga en el hombre. Le daba un año de vida más, dos cómo mucho… no podría aguantar mucho más tiempo así.
― Una mujer me hacía una serie de pagos por incluir una columna en la hoja final de los Aeros y para colocar el dibujo de El Ojo en la contraportada.
Los Aeros eran revistas cortas, de apenas 12 páginas. Mientras que los relatos ocupaban las diez primeras, las dos últimas eran utilizadas como espacio publicitario, columnas escritas por algunos inversores, con finalidad de todo tipo…
―¿Cómo era esa mujer?
―Se llamaba Zana. Pelo…
Mientras la descripción de Victor continuaba, él constataba que se trataba de su conversora.
―¿Cuándo la viste por última vez?
―Hará posiblemente… un mes. La vi por casualidad… en la Calle de la Sangre
Aquello era imposible, pues Zana había muerto en Tempestad meses antes. ¿Victor estaba confundido por el efecto de la Evasión o le estaba engañando a propósito?
―¿Quién te suministra la Evasión?
Víctor abrió los ojos y emprendió una rápida marcha hacia el exterior. Cohen le siguió, asombrado por la enérgica reacción de un hombre que normalmente parecía estar en un limbo.
―Había quedado con ella… nuestro punto de encuentro está cerca. Puedes acompañarme…
Al salir del local, Cohen cerró la puerta tras de sí, antes de echar una última mirada a la entrada del túnel. Debía volver lo antes posible para comprobar qué era lo que se ocultaba allí.
―¿Y el túnel? ¿El símbolo del Ojo en la puerta oculta?
―Haces demasiadas preguntas... Seguro que... te metes en problemas con facilidad.
―Sí, sobretodo cuándo no me las responden...
Al avanzar unos pasos más tras el humano, llegaron hasta una calle dónde dos mujeres parecían a punto de iniciar un forcejeo.
―¡Mathilda! No asustes a esa pobre mujer… ―dijo, acercándose a su proveedora de evasión habitual en aquel barrio.
Cohen observó a Mathilda y se preguntó cómo esa mujer había tenido acceso al mercado negro de la Evasión.
A su lado, una hermosa mujer de larga melena oscura parecía observar a Mathilda con cierta altivez.
―Perdón, Mathilda a veces no sabe bien lo que hace… ―se excusó Victor ante la extraña.
Cohen observó a las dos mujeres, aunque centró su interés en la proveedora del escritor. En su mente, se preguntaba si debía degollarla allí mismo... quizás era la única forma de demostrarle a Krane de que iba en serio. Una forma de iniciar un nuevo problema...
―Quisiera que cada uno de vosotros me trajera el inicio de un relato, una breve historia, para poder valorar…
En ese momento, Victor se percató de la presencia de Cohen en la reunión, enfocando su vista brevemente en él. El vampiro, con gesto serio, le mantuvo la mirada.
La última vez que habían coincidido en aquel lugar, Cohen había aceptado la misión de llevar los Aeros de Sangre clandestinos a San Jacobo, para que éste los custodiara.
Sin embargo, en aquella ocasión, Víctor estaba tan evadido que Cohen había dudado que le recordase con nitidez. La forma de mirarle del humano le demostró que sí podía hacerlo.
― … valorar sus historias. Bien, espero sus manuscritos en las próximas noches. Gracias por asistir.
De golpe, el resto de personas de la sala se precipitó hacia la puerta y pronto, Cohen logró quedarse con Víctor a solas.
― No nos vemos desde el Bragival. ¿Lograste…?
―¿Cuál es tu vinculación con El Ojo Carmesí? ―le interrumpió, evitando participar en toda conversación ajena al asunto que le había traído hasta allí.
Víctor se mostraba tenso, a pesar del estado relajado que la Evasión lograba causar. A medida que Cohen se acercaba a él, podía distinguir mejor los estragos de la droga en el hombre. Le daba un año de vida más, dos cómo mucho… no podría aguantar mucho más tiempo así.
― Una mujer me hacía una serie de pagos por incluir una columna en la hoja final de los Aeros y para colocar el dibujo de El Ojo en la contraportada.
Los Aeros eran revistas cortas, de apenas 12 páginas. Mientras que los relatos ocupaban las diez primeras, las dos últimas eran utilizadas como espacio publicitario, columnas escritas por algunos inversores, con finalidad de todo tipo…
―¿Cómo era esa mujer?
―Se llamaba Zana. Pelo…
Mientras la descripción de Victor continuaba, él constataba que se trataba de su conversora.
―¿Cuándo la viste por última vez?
―Hará posiblemente… un mes. La vi por casualidad… en la Calle de la Sangre
Aquello era imposible, pues Zana había muerto en Tempestad meses antes. ¿Victor estaba confundido por el efecto de la Evasión o le estaba engañando a propósito?
―¿Quién te suministra la Evasión?
Víctor abrió los ojos y emprendió una rápida marcha hacia el exterior. Cohen le siguió, asombrado por la enérgica reacción de un hombre que normalmente parecía estar en un limbo.
―Había quedado con ella… nuestro punto de encuentro está cerca. Puedes acompañarme…
Al salir del local, Cohen cerró la puerta tras de sí, antes de echar una última mirada a la entrada del túnel. Debía volver lo antes posible para comprobar qué era lo que se ocultaba allí.
―¿Y el túnel? ¿El símbolo del Ojo en la puerta oculta?
―Haces demasiadas preguntas... Seguro que... te metes en problemas con facilidad.
―Sí, sobretodo cuándo no me las responden...
Al avanzar unos pasos más tras el humano, llegaron hasta una calle dónde dos mujeres parecían a punto de iniciar un forcejeo.
―¡Mathilda! No asustes a esa pobre mujer… ―dijo, acercándose a su proveedora de evasión habitual en aquel barrio.
Cohen observó a Mathilda y se preguntó cómo esa mujer había tenido acceso al mercado negro de la Evasión.
A su lado, una hermosa mujer de larga melena oscura parecía observar a Mathilda con cierta altivez.
―Perdón, Mathilda a veces no sabe bien lo que hace… ―se excusó Victor ante la extraña.
Cohen observó a las dos mujeres, aunque centró su interés en la proveedora del escritor. En su mente, se preguntaba si debía degollarla allí mismo... quizás era la única forma de demostrarle a Krane de que iba en serio. Una forma de iniciar un nuevo problema...
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
El color verde profundo de los ojos de Mathilda pareció iluminarse al escuchar su nombre. Caoimhe se alegró de haber sido interrumpida en aquel preciso momento; Una leve escapatoria como venida del cielo.
Las figuras que conocían el nombre de aquella excusa de persona parecían tener un objetivo en mente y se acercaron a ambas con la mirada fija en la mujer bajita. Ambos hombres pálidos y con un caminar apresurado parecían conocerse por la cercanía de sus pasos. Uno de ellos mantenía el semblante oscuro de alguien consumido por la evasión. Quizás no tanto como Mathilda, pero al abrir la boca para dirigirse a Caoimhe la vampiresa apreció algunos dientes amarillentos y negros, casi verdosos señal inequívoca de que la necesitaba lo suficiente como para saber exactamente donde encontrarla.
Caoimhe comenzó a impacientarse. No era muy familiar con Sacrestic y aunque no dudaba de sus habilidades con la espada la ventaja siempre la lleva el número más alto. Aprovechó pues la presencia de los dos recién llegados para hacer el amago de caminar lejos de allí.
Los planes de Mathilda, sin embargo, eran distintos: Agarró el brazo de Caoimhe con una fuerza que no había mostrado hasta aquel momento y la zarandeó frente a aquellos dos hombres.
-Oh.. Viktor. Mi fiel amigo Viktor… ¿De vuelta tan pronto? No te esperaba hasta las primeras horas del amanecer. Se que te gusta dormir con una sonrisa en la boca pero verdaderamente a mi edad no se si puedo seguirte el ritmo
La mujer dio un codazo a Caoimhe como si acabase de compartir con ella una broma interna. Abrió mucho los ojos contrariada y miró a la segunda figura que acompañaba a Victor alzando los hombros en señal de que no tenía idea alguna de que estaba pasando.
-Bien pues… te diré algo. Esta señorita justo acaba de procurarme la mierda mas pura que hayas podido imaginar. La cordillera de Verisar parecerá una meseta con la primera aspiración…- Mathilda se topó con la mirada furiosa de Caoimhe y cortó su frase de manera seca para redirigirla- Peeeeero justo ella no esta aquí por eso. ¡ La chica sabe escribir… y creo que también leer! Recuerdas que me contaste que buscabas a alguien para tu estúpida novela de aventuras… o lo que sea que andáis escribiendo en esos túneles oscuros.
Aquello había sido suficiente. Caoimhe se deshizo de nuevo del amarre de aquella mujer y se dispuso a desmentir la cantidad de mentiras que acababa de despotricar aquella mujer.
-…. Además viene de la parte de Vrykolakas. No creo que debas seguir buscando a nadie más.- Mathilda cambió su actitud en ese momento exacto y su mirada pasó de afable y algo ida a dura y concienzuda
¿Cómo demonios sabía aquella mujer que había ido a visitar a Vrykolakas hacía menos de dos días? ¿Quiénes eran exactamente aquellos dos desconocidos? No podía ser tan solo una casualidad. Aquella mujer la había estado siguiendo desde el momento en el que posó un pie en Sacrestic. Quizás no fuese la decisión más acertada, pero la curiosidad de la vampiresa pudo a su cautela.
Al fin y al cabo no es como si no estuviese acostumbrada a mentir. Quizás todo aquello la acercase un poco más a entender qué era lo que hacía allí exactamente.
-…Todo eso está muy bien Mathilda- dijo Viktor cortando la cantinela de palabras de aquella mujer- Pero no hemos venido hasta aquí por lo de los relatos… ni siquiera por la evasión- dijo el hombre aunque Caoimhe notó la pesadumbrez de sus palabras.
Este se acercó aún más a la anciana, lo suficiente como para susurrarle al oído. Caoimhe tan solo pudo diferenciar el tono de pregunta y un nombre: Zana.
Mathilda tensó su cuerpo y abrió mucho los ojos mirando a un lado y a otro, como si de pronto la soledad de la calle en la que se encontraban no fuese lo suficientemente segura.
-Creo que a todos nos vendría bien una taza de té caliente con pastas, ¿no creéis? - dijo la mujer y se giró sobre si misma dirigiéndose hasta una de las casas que componían aquella calle.
A aquellas alturas, a Caoimhe no le extraño ver como el hombre que decía llamarse Viktor seguía a la mujer sin cuestionarla, y ella, firme a la decisión que había tomado hacía menos de 10 minutos decidió seguirlos también.
La fachada medio derruida en la que se paró no hacía justicia al interior de aquella casa. Por fuera el habitáculo hubiese pasado desapercibido e incluso repudiado por su aspecto abandonado. Las puertas abiertas de par en par estaban a menudo ocupadas por los cuerpos cansados, delgados y como poseídos de los adictos a la sustancia.
Por dentro, y a medida que avanzaban aquel aspecto se tornaba progresivamente más y más ornamentado y adornado. Los palos y paredes a medio caer del principio se habían convertido en algún momento en balaustras doradas, el suelo de cemento rudo de la entrada pasó. a ser mármol. Las cuatro figuras pasaron varias estancias, todas adornadas con los mismo sofás de terciopelo alargados a menudo usados por cuerpos derruidos con restos de evasión aún en sus muñecas y caras. Un espeso humo inundaba todas las estancias haciendo difícil a menudo ver por donde se caminaba.
Mathilda pareció finalmente decidirse por una sala en particular con los mismos sillones que en el resto pero a diferencia del resto, vacía.
Indicó con una señal el lugar para que se sentasen. Caoimhe rodeó los sillones sin poder quitarse la visión de los drogadictos y decidió finalmente quedarse de pie con los brazos cruzados.
La luz de las velas en el interior de la casa permitía observar un poco mejor al acompañante de Viktor. Estaba claro que aquel chico no era un adicto: La esclera de sus ojos blanca, sus dientes poco corroidos y la lucidez en sus facciones.
Caoimhe se preguntó cual era su historia. Qué era exactamente lo que lo había llevado allí aquella noche.
-Algún día, Viktor... Zana se enterará que estas preguntando por ella en medio de las calles de Sacrestic y te cortará la lengua.
La mujer se sirvió un poco de sustancia y la pasó a sus invitados esperando la explicación pertinente a su pregunta.
-Las figuras que conocían el nombre de aquella excusa de persona parecían tener un objetivo en mente y se acercaron a ambas con la mirada fija en la mujer bajita. Ambos hombres pálidos y con un caminar apresurado parecían conocerse por la cercanía de sus pasos. Uno de ellos mantenía el semblante oscuro de alguien consumido por la evasión. Quizás no tanto como Mathilda, pero al abrir la boca para dirigirse a Caoimhe la vampiresa apreció algunos dientes amarillentos y negros, casi verdosos señal inequívoca de que la necesitaba lo suficiente como para saber exactamente donde encontrarla.
Caoimhe comenzó a impacientarse. No era muy familiar con Sacrestic y aunque no dudaba de sus habilidades con la espada la ventaja siempre la lleva el número más alto. Aprovechó pues la presencia de los dos recién llegados para hacer el amago de caminar lejos de allí.
Los planes de Mathilda, sin embargo, eran distintos: Agarró el brazo de Caoimhe con una fuerza que no había mostrado hasta aquel momento y la zarandeó frente a aquellos dos hombres.
-Oh.. Viktor. Mi fiel amigo Viktor… ¿De vuelta tan pronto? No te esperaba hasta las primeras horas del amanecer. Se que te gusta dormir con una sonrisa en la boca pero verdaderamente a mi edad no se si puedo seguirte el ritmo
La mujer dio un codazo a Caoimhe como si acabase de compartir con ella una broma interna. Abrió mucho los ojos contrariada y miró a la segunda figura que acompañaba a Victor alzando los hombros en señal de que no tenía idea alguna de que estaba pasando.
-Bien pues… te diré algo. Esta señorita justo acaba de procurarme la mierda mas pura que hayas podido imaginar. La cordillera de Verisar parecerá una meseta con la primera aspiración…- Mathilda se topó con la mirada furiosa de Caoimhe y cortó su frase de manera seca para redirigirla- Peeeeero justo ella no esta aquí por eso. ¡ La chica sabe escribir… y creo que también leer! Recuerdas que me contaste que buscabas a alguien para tu estúpida novela de aventuras… o lo que sea que andáis escribiendo en esos túneles oscuros.
Aquello había sido suficiente. Caoimhe se deshizo de nuevo del amarre de aquella mujer y se dispuso a desmentir la cantidad de mentiras que acababa de despotricar aquella mujer.
-…. Además viene de la parte de Vrykolakas. No creo que debas seguir buscando a nadie más.- Mathilda cambió su actitud en ese momento exacto y su mirada pasó de afable y algo ida a dura y concienzuda
¿Cómo demonios sabía aquella mujer que había ido a visitar a Vrykolakas hacía menos de dos días? ¿Quiénes eran exactamente aquellos dos desconocidos? No podía ser tan solo una casualidad. Aquella mujer la había estado siguiendo desde el momento en el que posó un pie en Sacrestic. Quizás no fuese la decisión más acertada, pero la curiosidad de la vampiresa pudo a su cautela.
Al fin y al cabo no es como si no estuviese acostumbrada a mentir. Quizás todo aquello la acercase un poco más a entender qué era lo que hacía allí exactamente.
-…Todo eso está muy bien Mathilda- dijo Viktor cortando la cantinela de palabras de aquella mujer- Pero no hemos venido hasta aquí por lo de los relatos… ni siquiera por la evasión- dijo el hombre aunque Caoimhe notó la pesadumbrez de sus palabras.
Este se acercó aún más a la anciana, lo suficiente como para susurrarle al oído. Caoimhe tan solo pudo diferenciar el tono de pregunta y un nombre: Zana.
Mathilda tensó su cuerpo y abrió mucho los ojos mirando a un lado y a otro, como si de pronto la soledad de la calle en la que se encontraban no fuese lo suficientemente segura.
-Creo que a todos nos vendría bien una taza de té caliente con pastas, ¿no creéis? - dijo la mujer y se giró sobre si misma dirigiéndose hasta una de las casas que componían aquella calle.
A aquellas alturas, a Caoimhe no le extraño ver como el hombre que decía llamarse Viktor seguía a la mujer sin cuestionarla, y ella, firme a la decisión que había tomado hacía menos de 10 minutos decidió seguirlos también.
La fachada medio derruida en la que se paró no hacía justicia al interior de aquella casa. Por fuera el habitáculo hubiese pasado desapercibido e incluso repudiado por su aspecto abandonado. Las puertas abiertas de par en par estaban a menudo ocupadas por los cuerpos cansados, delgados y como poseídos de los adictos a la sustancia.
Por dentro, y a medida que avanzaban aquel aspecto se tornaba progresivamente más y más ornamentado y adornado. Los palos y paredes a medio caer del principio se habían convertido en algún momento en balaustras doradas, el suelo de cemento rudo de la entrada pasó. a ser mármol. Las cuatro figuras pasaron varias estancias, todas adornadas con los mismo sofás de terciopelo alargados a menudo usados por cuerpos derruidos con restos de evasión aún en sus muñecas y caras. Un espeso humo inundaba todas las estancias haciendo difícil a menudo ver por donde se caminaba.
Mathilda pareció finalmente decidirse por una sala en particular con los mismos sillones que en el resto pero a diferencia del resto, vacía.
Indicó con una señal el lugar para que se sentasen. Caoimhe rodeó los sillones sin poder quitarse la visión de los drogadictos y decidió finalmente quedarse de pie con los brazos cruzados.
La luz de las velas en el interior de la casa permitía observar un poco mejor al acompañante de Viktor. Estaba claro que aquel chico no era un adicto: La esclera de sus ojos blanca, sus dientes poco corroidos y la lucidez en sus facciones.
Caoimhe se preguntó cual era su historia. Qué era exactamente lo que lo había llevado allí aquella noche.
-Algún día, Viktor... Zana se enterará que estas preguntando por ella en medio de las calles de Sacrestic y te cortará la lengua.
La mujer se sirvió un poco de sustancia y la pasó a sus invitados esperando la explicación pertinente a su pregunta.
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Cohen se mantuvo en un segundo plano viendo cómo Victor interactuaba con la anciana. No deseaba estar allí. Lo único que le apetecía era volver a la imprenta, entrar en el túnel y romper la puerta para ver qué se encontraba al otro lado de la misma.
Tras susurrar algo al oído de la anciana, Mathilda propuso tomar una taza de té y los cuatro se dirigieron hasta lo que parecía ser un local dónde se suministraba la Evasión, pues muchas personas estaban distribuidas por todo el edificio. Cohen se tapó boca y nariz mientras atravesaba las distintas habitaciones. Cómo alquimista, conocía los riesgos de la Evasión. Lo último que quería era respirar esa mierda.
Al llegar a una habitación vacía y Mathilda ofrecer unos cómodos asientos para sentarse, Cohen cerró la puerta principal de la sala y abrió una ventana. No había demasiado humo allí, pero un poco de ventilación no vendría mal. Tras eso, liberó su boca, respirando en paz.
―Algún día, Viktor... Zana se enterará que estas preguntando por ella en medio de las calles de Sacrestic y te cortará la lengua.
El cuerpo de Cohen se tensó al escuchar el nombre de su conversora de los labios de la anciana. Se dio la vuelta, de forma precipitada, para seguir con atención la conversación, mientras se sentaba sobre una silla, en uno de los rincones de la habitación.
―Aquí mi acompañante la conoce. Me ha preguntado por ella.
La anciana dirigió su vista hacia Cohen y guardó silencio unos segundos, mientras le observaba, quizás con interés.
―Joven, ¿sabes en qué lío te estás metiendo? Esa mujer es un maldito quebradero de cabeza constante…
Cohen conocía mejor que nadie la naturaleza problemática de Zana. No recordaba gran cosa antes de su conversión al vampirismo y ella había sido su instructora en muchos aspectos de su nueva vida. Sabía de sus virtudes y sus defectos…
Pero había algo que sabía con toda seguridad. Zana había muerto. Había enloquecido tras tocar un objeto mágico de El Ojo Carmesí, una esfera de color púrpura, había permanecido encerrada en la fortaleza de Tempestad y tras su liberación, se había entregado al sol para acabar con su sufrimiento.
El propio Cohen la había visto arder. En breves segundos, su mente se activó. ¿A quién le había contado lo sucedido con ella? Peter lo sabía, pero ya estaba muerto y si alguien le hubiera preguntado por Zana, él se lo habría dicho. Por otro lado, Zagreus también lo sabía, pero dudaba mucho de que él hablara del tema con nadie más. Por último Isabella: no podía salir del jardín y sus contactos sociales eran muy limitados. La muchacha era demasiado astuta cómo para que nadie se la jugara.
Si Cohen había visto morir a Zana y tan pocas personas conocían su muerte, ¿qué intenciones tendría Víctor para mentirle? ¿Y qué le diría Mathilda al respecto?
―Digamos que Zana y yo tenemos una cuenta pendiente que tenemos que saldar. Victor me ha dicho que la vió hace un mes, aunque dudo mucho de que sea así. La he estado buscando de forma incansable.
―Bueno… ella es escurridiza y sabe ocultarse… pero está en Sacrestic. Siempre aparece cuándo menos se la espera… ¿un poco de té?
Mathilda ofreció té. Cohen no tomaría nada de lo que en esa casa pudieran servirle. Ni siquiera podría alimentarse de la sangre de ninguno de ellos, si podía evitarlo.
Alzó la vista para observar a la otra mujer que estaba presente en la habitación. Su vinculación con Victor parecía fortuita: ¿una candidata a escritora para los Aeros de Sangre? ¿Qué relación unía a las dos mujeres?
―No tomaré nada, gracias… ¿Cuándo fue la última vez que vio a Zana y dónde?
La anciana le miró, algo enfadada quizás por la impertinente pregunta. Pero Cohen le mantuvo la mirada: no había llegado hasta allí para no hacer todas las preguntas que desease.
―Creo que la vi hará… cuatro noches. No recuerdo exactamente el lugar, lo siento…
―¿En qué clase de problemas está metida ahora?
―Dudo que tenga problemas. Ella es el problema en sí... Las últimas veces la he visto con ese hombre tan atractivo... No sé si son amantes.
Cohen asintió, mientras se preguntaba por qué mentía aquella anciana y sobretodo, quién le obligaba a mentir... Pero estaba satisfecho, pues tenía un hilo del que tirar...
―Vrykolakas creo que conoce a ese hombre... quizás la joven pueda serte de ayuda...
El vampiro no tenía idea de quién era el hombre con ese peculiar nombre, pero su atención se centró ahora en la joven del otro lado de la sala, mientras se preguntaba cuál era su papel en toda aquella historia.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
La situación parecía esperpéntica. Por algún extraño motivo la anciana que hasta hacía unos escasos minutos había vendido cualquiera de sus pertenencias, incluida ella misma al mejor postor parecía haberse puesto el disfraz de 'exquisito anfitrión'.
Mathilda se desenvolvía bien en aquel ambiente y se había acomodado en uno de los sillones como si de una reunión previamente pactada se tratase. Los huéspedes. Caoimhe incluida, no parecían tan sumamente cómodos ante aquella situación en especial el segundo chico que acompañaba a Víctor y que pareció tomar en algún momento preciso las riendas de la conversación.
La tal Zana parecía tener enemigos. O al menos alguien que la buscase lo suficiente como para alecturar a sus amigos en caso de que preguntasen por ella. Caoimhe estaba segura de que no era la única que se había percatado de las evasivas de Mathilda y de que después de que ambos, ella y el chico que preguntaba de manera concienzuda sobe Zana rechazasen su bebida su humor parecía haberse agriado un poco. Aún así la vampiresa atinó a entender un esfuerzo sobrehumano por parte de la anciana para continuar.
Si bien no prestó la suficiente atención a sus palabras, Caoimhe entendió en un momento dado que la atención de la escena se enfocaba en ella.
No esque no estuviese acostumbrada a tratar con personas que no conociese, en ambientes que no eran de su agrado, pero sin duda era la primera vez que se veía envuelta en... lo que sea que fuese aquello de manera tan repentina.
Sus ojos se clavaron en los de Cohen antes de contestar como si de una manera primitiva tuviese miedo a que leyese sus pensamientos. La sed comenzando a molestar su garganta a medida que recordaba su encuentro con Vrykolakas no hacía más que varios días. No esperaba tener que remover el episodio tan pronto: No había sido una experiencia placentera entender que había sido él quien la había convertido. Por algún motivo ponerle nombre y apellidos a aquel de quien bebió la ponzoña que la maldijo tan solo era una manera más de afianzar el hecho de que estaba maldita. Por muy estúpido que pareciese. Pensó en los experimentos que quedaron enterrados bajo la mansión de aquel hombre. Los bebés traicionados por ella misma para el solo objetivo de sus propios caprichos... y los de Vitto Vrykolakas.
Tampoco sabía bien qué decir, y no tenía muchas herramientas que la uniesen en un primer momento a aquella mujer... Zana. Decidió pues hacer lo que mejor sabía hacer y mentir.
-Vrykolakas no estaba muy contento del estado en el que encontró a Zana la última vez que decidió hospedarse en su castillo. Como sabes no es un hombre humilde y Zana... digamos que la deuda de Zana no era escueta. Por lo demás no creo que mi conocimiento sobre lo que hace o deja de hacer Vrykolak...- comenzó a decir Caoimhe dando por zanjada aquella conversación.
La mujer posicionó la tetera de manera sonora sobre la mesa atrayendo la atención de nuevo hacia ella.
-No, querida... todos sabemos los quehaceres de las deudas de Zana pero no es eso lo que nuestro... amigo- miró a Cohen, recelosa- está preguntando.¿Es que acaso Vitto estaba solo? - continuó Mathilda- Lo dudo mucho... estoy segura que...
-Vrykolakas se encontraba acompañado por sus siervos habituales.- Caoimhe escupió aquello con asco. El eufemismo de siervos no abarcaba el asco en su pecho al recordar todos los hombres, almas en pena que servían al hombre como bancos de sangre andantes.
-¿Cuántos?- preguntó Mathilda
Caoimhe compuso un gesto confundido y miró a las otras dos figuras como buscado complicidad. No la encontró.
-¿Cuántos siervos te recibieron, niñita?- volvió a repetir Mathilda
Caoimhe comenzó a molestarse ante el tono condescendiente de aquella mujer.
-Mmmm 3 pero... ¿Qué importancia tiene exactamente el número...?-
-Ah... ya ves. Al menos dos ausentes. Já..no me extraña- dijo Mathilda ahora la mirada en Victor- Ahí tienes tu respuesta. Estoy segura que la posada de la luna será un buen sitio para comenzar tu búsqueda-
Aquello pareció zanjar la conversación en la mente de Mathilda quien retiró de manera apresurada las tazas de té intactas y alzó la cabeza invitándolos a salir de aquel lugar.
-Ahora... ¿Quién va a cubrir mi cuenta? - dijo con una amplia sonrisa a la que le faltaban varios dientes- Acepto aeros... pero preferiria mucho más que tu amigo me lo pagase en carne- dijo de nuevo a Víctor.
Caoimhe rebuscó en uno de sus bolsillos y encontró dos monedas de estaño. Las de menos valor que cargaba consigo. Las depositó en un pequeño rincón de la mesa con un leve 'ding'. Algo en ella se preguntaba si la prisa en las palabras de Mathilda eran tan solo un intento de desviar el asunto de sus hombros a quien quiera que fuese que debían encontrar en la posada.
Mathilda se desenvolvía bien en aquel ambiente y se había acomodado en uno de los sillones como si de una reunión previamente pactada se tratase. Los huéspedes. Caoimhe incluida, no parecían tan sumamente cómodos ante aquella situación en especial el segundo chico que acompañaba a Víctor y que pareció tomar en algún momento preciso las riendas de la conversación.
La tal Zana parecía tener enemigos. O al menos alguien que la buscase lo suficiente como para alecturar a sus amigos en caso de que preguntasen por ella. Caoimhe estaba segura de que no era la única que se había percatado de las evasivas de Mathilda y de que después de que ambos, ella y el chico que preguntaba de manera concienzuda sobe Zana rechazasen su bebida su humor parecía haberse agriado un poco. Aún así la vampiresa atinó a entender un esfuerzo sobrehumano por parte de la anciana para continuar.
Si bien no prestó la suficiente atención a sus palabras, Caoimhe entendió en un momento dado que la atención de la escena se enfocaba en ella.
No esque no estuviese acostumbrada a tratar con personas que no conociese, en ambientes que no eran de su agrado, pero sin duda era la primera vez que se veía envuelta en... lo que sea que fuese aquello de manera tan repentina.
Sus ojos se clavaron en los de Cohen antes de contestar como si de una manera primitiva tuviese miedo a que leyese sus pensamientos. La sed comenzando a molestar su garganta a medida que recordaba su encuentro con Vrykolakas no hacía más que varios días. No esperaba tener que remover el episodio tan pronto: No había sido una experiencia placentera entender que había sido él quien la había convertido. Por algún motivo ponerle nombre y apellidos a aquel de quien bebió la ponzoña que la maldijo tan solo era una manera más de afianzar el hecho de que estaba maldita. Por muy estúpido que pareciese. Pensó en los experimentos que quedaron enterrados bajo la mansión de aquel hombre. Los bebés traicionados por ella misma para el solo objetivo de sus propios caprichos... y los de Vitto Vrykolakas.
Tampoco sabía bien qué decir, y no tenía muchas herramientas que la uniesen en un primer momento a aquella mujer... Zana. Decidió pues hacer lo que mejor sabía hacer y mentir.
-Vrykolakas no estaba muy contento del estado en el que encontró a Zana la última vez que decidió hospedarse en su castillo. Como sabes no es un hombre humilde y Zana... digamos que la deuda de Zana no era escueta. Por lo demás no creo que mi conocimiento sobre lo que hace o deja de hacer Vrykolak...- comenzó a decir Caoimhe dando por zanjada aquella conversación.
La mujer posicionó la tetera de manera sonora sobre la mesa atrayendo la atención de nuevo hacia ella.
-No, querida... todos sabemos los quehaceres de las deudas de Zana pero no es eso lo que nuestro... amigo- miró a Cohen, recelosa- está preguntando.¿Es que acaso Vitto estaba solo? - continuó Mathilda- Lo dudo mucho... estoy segura que...
-Vrykolakas se encontraba acompañado por sus siervos habituales.- Caoimhe escupió aquello con asco. El eufemismo de siervos no abarcaba el asco en su pecho al recordar todos los hombres, almas en pena que servían al hombre como bancos de sangre andantes.
-¿Cuántos?- preguntó Mathilda
Caoimhe compuso un gesto confundido y miró a las otras dos figuras como buscado complicidad. No la encontró.
-¿Cuántos siervos te recibieron, niñita?- volvió a repetir Mathilda
Caoimhe comenzó a molestarse ante el tono condescendiente de aquella mujer.
-Mmmm 3 pero... ¿Qué importancia tiene exactamente el número...?-
-Ah... ya ves. Al menos dos ausentes. Já..no me extraña- dijo Mathilda ahora la mirada en Victor- Ahí tienes tu respuesta. Estoy segura que la posada de la luna será un buen sitio para comenzar tu búsqueda-
Aquello pareció zanjar la conversación en la mente de Mathilda quien retiró de manera apresurada las tazas de té intactas y alzó la cabeza invitándolos a salir de aquel lugar.
-Ahora... ¿Quién va a cubrir mi cuenta? - dijo con una amplia sonrisa a la que le faltaban varios dientes- Acepto aeros... pero preferiria mucho más que tu amigo me lo pagase en carne- dijo de nuevo a Víctor.
Caoimhe rebuscó en uno de sus bolsillos y encontró dos monedas de estaño. Las de menos valor que cargaba consigo. Las depositó en un pequeño rincón de la mesa con un leve 'ding'. Algo en ella se preguntaba si la prisa en las palabras de Mathilda eran tan solo un intento de desviar el asunto de sus hombros a quien quiera que fuese que debían encontrar en la posada.
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Cohen estaba desconcertado por la conversación de aquella sala. Las alusiones a Zana eran constantes, pero todos ellos mentían, pues ella estaba muerta. Por lo que el vampiro pensó que las dos mujeres de aquella habitación estaban confabuladas con el Ojo Carmesí: quizás eran parte de sus miembros, quizás habían recibido un jugoso pago para hacerle llevar esa información.
Sin duda, hubiera sido una gran distracción: había buscado a Zana durante meses y precisamente ahora que se había propuesto encontrar al Ojo, numerosas falsas pistas y mentiras parecían brotar de toda aquella historia.
El Ojo parecía tener intención de conducirle hasta un tal Vrykolakas, incluso la anciana acababa de formular una teoría de que podría encontrarle fácilmente en la Posada de la Luna y con una escolta menor que la habitual.
¿Acaso ellos quieren que me precipite hasta allí cómo si me tratase de un demente?
La propuesta de la anciana sobre su pago y su asquerosa proposición sexual hizo que Cohen volviera al mundo real, alejándose momentáneamente de sus numerosos pensamientos y confabulaciones.
―Antes comprobaré si tu información me sirve de algo… Si es así, te encontraré para pagarte…
No tenía pensamiento alguno de dar dinero a aquella mujer. Mucho menos en la situación en la que se encontraba.
Victor dio una pequeña bolsa de dinero que sacó de uno de los bolsillos internos de su chaqueta e intercambió una bolsa algo traslúcida con la anciana. Los polvos azules de la Evasión se podían ver con facilidad. Se veía que Mathilda era la proveedora de Victor, al fin y al cabo.
―Creo que debería irme… Victor, antes me pasaré por la imprenta. Cogeré algo de tinta para presentar mi escrito como candidato a escritor para tu revista… Si te parece bien…
Krane pareció sorprendido por la postulación a escritor de Aeros de Sangre que hizo el vampiro, pero terminó sonriendo.
―Claro. Me gustaría leer lo que puedas escribir…
Haber dicho aquello en la presencia de aquellas dos extrañas le garantizaba que si alguna de ellas, o ambas, estaban vinculadas al Ojo, ellos supieran dónde encontrarle. Cohen estaba dispuesto a permanecer alerta en aquella zona.
―Creo que me marcharé ―Cohen se puso en pie, mirando a la chica joven ahora y dando un par de pasos hacia ella― ¿Podrías acompañarme hasta la imprenta? Me gustaría saber más de Vrykoloquesea.
Su intención era averiguar todo lo posible sobre la chica. Si ella era del Ojo Carmesí, le convenía mantenerla cerca, siempre y cuándo ella no llegara a sospechar de sus dudas e intenciones.
Una vez en el exterior, tras haber pasado de vuelta por todas aquellas pequeñas salas repletas de adictos a la evasión, volviéndose a tapar su boca y nariz, decidió que quizás era momento de presentarse oficialmente a la chica.
―Por cierto, soy Nikolas Cohen. Alquimista.
Mientras ponían rumbo a la imprenta, con la excusa de coger algo de tinta para su escrito, esperaba que la joven se presentara y le contara algo más que fuera de su interés.
Sin duda, hubiera sido una gran distracción: había buscado a Zana durante meses y precisamente ahora que se había propuesto encontrar al Ojo, numerosas falsas pistas y mentiras parecían brotar de toda aquella historia.
El Ojo parecía tener intención de conducirle hasta un tal Vrykolakas, incluso la anciana acababa de formular una teoría de que podría encontrarle fácilmente en la Posada de la Luna y con una escolta menor que la habitual.
¿Acaso ellos quieren que me precipite hasta allí cómo si me tratase de un demente?
La propuesta de la anciana sobre su pago y su asquerosa proposición sexual hizo que Cohen volviera al mundo real, alejándose momentáneamente de sus numerosos pensamientos y confabulaciones.
―Antes comprobaré si tu información me sirve de algo… Si es así, te encontraré para pagarte…
No tenía pensamiento alguno de dar dinero a aquella mujer. Mucho menos en la situación en la que se encontraba.
Victor dio una pequeña bolsa de dinero que sacó de uno de los bolsillos internos de su chaqueta e intercambió una bolsa algo traslúcida con la anciana. Los polvos azules de la Evasión se podían ver con facilidad. Se veía que Mathilda era la proveedora de Victor, al fin y al cabo.
―Creo que debería irme… Victor, antes me pasaré por la imprenta. Cogeré algo de tinta para presentar mi escrito como candidato a escritor para tu revista… Si te parece bien…
Krane pareció sorprendido por la postulación a escritor de Aeros de Sangre que hizo el vampiro, pero terminó sonriendo.
―Claro. Me gustaría leer lo que puedas escribir…
Haber dicho aquello en la presencia de aquellas dos extrañas le garantizaba que si alguna de ellas, o ambas, estaban vinculadas al Ojo, ellos supieran dónde encontrarle. Cohen estaba dispuesto a permanecer alerta en aquella zona.
―Creo que me marcharé ―Cohen se puso en pie, mirando a la chica joven ahora y dando un par de pasos hacia ella― ¿Podrías acompañarme hasta la imprenta? Me gustaría saber más de Vrykoloquesea.
Su intención era averiguar todo lo posible sobre la chica. Si ella era del Ojo Carmesí, le convenía mantenerla cerca, siempre y cuándo ella no llegara a sospechar de sus dudas e intenciones.
Una vez en el exterior, tras haber pasado de vuelta por todas aquellas pequeñas salas repletas de adictos a la evasión, volviéndose a tapar su boca y nariz, decidió que quizás era momento de presentarse oficialmente a la chica.
―Por cierto, soy Nikolas Cohen. Alquimista.
Mientras ponían rumbo a la imprenta, con la excusa de coger algo de tinta para su escrito, esperaba que la joven se presentara y le contara algo más que fuera de su interés.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Caoimhe se preguntaba de donde sacaba Victor el dinero para solventar su vicio. La vampiresa no era estúpida y entendía que la mayor parte de personas unidad a una droga tienden finalmente a relacionarse cn las opciones menos morales a modo de obtener dinero para conseguir sus dosis. Sin embargo aquel hombre, aunque desaliñado no presentaba los signos que ella había visto antes en adictos perennes de la evasión.
Mathilda sonrió al sentir el peso de la bolsa de dinero en su mano y el azul intenso de la droga hizo que Caoimhe girase su cabeza hasta la otra figura, no muy lejos de ella. Se percató entonces que él había comenzado a andar y aquello fue la señal necesaria para hacer justo lo mismo. Las salas de aquel lugar despidiendose de su presencia de manera consecutiva.
No veía la hora de deshacerse de lo que sea que fuese que acababa de presenciar. Pero la noche, y en especial Cohen tenía otros planes para ella.
Agradeció el frío de la calle en su cara como terapia de choque del humo que podría haber estado aspirando, su sed se hizo presente y la vampira entendió que quizás lo más logico sería buscar alimento antes de regresar a...
Cohen la pausó en su camino de vuelta a una realidad de la que se había creído zafada. Su expresión no era la de alguien que se diese por vencido y al parecer necesitaba encontrar a aquella tal Zana más de lo que Mathilda había dado a entender por sus explicaciones ambiguas. No lo culpaba: Si ella llegase a obtener aquel tipo de explicación en un momento de búsqueda crítica estaba segura que no dejaría favores sin explorar.
Quería saber de Vrykolakas. Caoimhe se paró en seco, aún recordando su último encuentro. Quizás ella también quería saber, pero algo en su mente aún no estaba preparado para ahondar en aquel pasillo. No quería complicarse la existencia más de lo que la tenía ya perturbada.
Pero la expresión del tal Cohen era sincera. Le había dado su nombre haciendo alarde de una ingenuidad a la que no estaba acostumbrada.Un halo casi de inocencia ¿Había aún gente que confiaba en otros de primeras?
-Confiar- pensó y de manera abrupta como para frenar en seco el camino hacia donde sus pensamientos estaban a punto de dirigirse dijo:
-Caoimhe- se arrepintió en el momento exacto que pronunció su verdadero nombre. No estaba segura de cuantos enemigos se había ganado en estos 4 días en Sacrestic, pero quizás su nombre era aún seguro y con suerte Cohen también lo era.-
Ambos habían puesto rumbo a través de la oscuridad de las calles camino a la imprenta. Las sombras de ambos jugueteando en movimiento a medida que avanzaban en la calzada de adoquines dispares.
-¿Quién es Zana?- preguntó sin darle muchas vueltas.- Mathilda no parecía muy contenta de que te hubieses preocupado por su localización exacta y sin embargo tu... bueno. No te conozco pero no pareces correr hasta la pista que te acaba de dar. Si verdaderamente te interesa encontrarla quizás deberíamos ir directamente a donde te ha...-
Caoimhe dejó de hablar por un segundo, pensativa.
-A menos que sepas donde está ¿ vamos a buscarla?- la vampiresa se paró por un segundo.- ¿Te... te ha mandado él verdad?- continuó- Todo esto es una idea de ese viejo loco y su manera de divertirse. Pues verás. Me importa bien poco cómo haya reconstruido Vrykolakas su palacio. Debería dar gracias que no acabé... acabamos - se corrigió- con él aquella noche. No estoy muy segura de lo que quiere de mi pero el ser la persona que me convirtió no le da derecho a abrir.y cerrar una puerta a mi vida cuando se le pint...-
Sus últimas palabras quedaron ahogadas.
De la nada, tres figuras aparecieron frente a ellos. Eran las terceras que veían por aquella calle estrecha. Las dos anteriores, portando la misma mirada curiosa y descarada enfocandose en Cohen y ella misma habían pasado de largo no sin antes seguirlos con la cabeza durante algunos metros.
Aquellos tres hombres llevaban todos unas capas oscuras que apenas si dejaban ver los cabellos largos y oscuros de los tres. Uno de ellos fingió arreglarse una de sus botas quedándose atrás. Los otros dos caminaros abriendo su paso para dejar pasar a Cohen y ella misma dentro del control de los cuerpos de ambos.
Caoimhe se acercó a Cohen y lo agarró del brazo uniéndose a su paso como si de dos enamorados paseando se tratase. Le brindó una sonrisa afable a uno de los cuerpos recien lleguados antes de percatarse de que alguien más los estaba vigilando desde una ventana.
-No se si te has dado cuenta, pero me da que Mathilda no es la única que ha estado jugando a seguir personas esta noche- le susurró al oido con una sonrisa en los labios. Ante cualquier ojo extraño, Caoimhe podría estar recitando un poema al oido de aquel que la llevaba de paseo.
Continuaron andando de aquella manera. Más y más personas comenzaron a salir de sus casas a medida que ellos caminaban por las calles. La mayoría tan solo los observaban escondidos desde sus ventanas. Otros se atrevían a saludarlos como si de un pasacalles se tratase.
Caoimhe comenzóa incomodarse. Sus ojos dispares no eran ajenos a miradas curiosas pero aquello... No aquello no era una mera conincidencia. Quien sea que fuese aquella Zana estaba mandando un mensaje directo: Los veía.
-Quizás... quizás es un buen momento para decirte que todo lo que dije delante de Mathilda era una mentira- sentenció de nuevo en un susurro en su oreja- No es nada personal.. es.. digamos gajes del oficio- aclaró- En mi defensa... No esperaba verte después de dejar aquella sala. Me alegro de haberme equivocado...- continuó diciendo ahora con una sonrisa burlona en los labios- ¿A quién no le gusta un paseo a la luz de la luna ... rodeados de una audiencia?
Sus pasos continuaron hasta llegar a la imprenta. O aquello era lo que asumió Caoimhe. Dos figuras vestidos de negro los esperaba a las puertas de la misma con brazos cruzados y gestos serios.
Mathilda sonrió al sentir el peso de la bolsa de dinero en su mano y el azul intenso de la droga hizo que Caoimhe girase su cabeza hasta la otra figura, no muy lejos de ella. Se percató entonces que él había comenzado a andar y aquello fue la señal necesaria para hacer justo lo mismo. Las salas de aquel lugar despidiendose de su presencia de manera consecutiva.
No veía la hora de deshacerse de lo que sea que fuese que acababa de presenciar. Pero la noche, y en especial Cohen tenía otros planes para ella.
Agradeció el frío de la calle en su cara como terapia de choque del humo que podría haber estado aspirando, su sed se hizo presente y la vampira entendió que quizás lo más logico sería buscar alimento antes de regresar a...
Cohen la pausó en su camino de vuelta a una realidad de la que se había creído zafada. Su expresión no era la de alguien que se diese por vencido y al parecer necesitaba encontrar a aquella tal Zana más de lo que Mathilda había dado a entender por sus explicaciones ambiguas. No lo culpaba: Si ella llegase a obtener aquel tipo de explicación en un momento de búsqueda crítica estaba segura que no dejaría favores sin explorar.
Quería saber de Vrykolakas. Caoimhe se paró en seco, aún recordando su último encuentro. Quizás ella también quería saber, pero algo en su mente aún no estaba preparado para ahondar en aquel pasillo. No quería complicarse la existencia más de lo que la tenía ya perturbada.
Pero la expresión del tal Cohen era sincera. Le había dado su nombre haciendo alarde de una ingenuidad a la que no estaba acostumbrada.Un halo casi de inocencia ¿Había aún gente que confiaba en otros de primeras?
-Confiar- pensó y de manera abrupta como para frenar en seco el camino hacia donde sus pensamientos estaban a punto de dirigirse dijo:
-Caoimhe- se arrepintió en el momento exacto que pronunció su verdadero nombre. No estaba segura de cuantos enemigos se había ganado en estos 4 días en Sacrestic, pero quizás su nombre era aún seguro y con suerte Cohen también lo era.-
Ambos habían puesto rumbo a través de la oscuridad de las calles camino a la imprenta. Las sombras de ambos jugueteando en movimiento a medida que avanzaban en la calzada de adoquines dispares.
-¿Quién es Zana?- preguntó sin darle muchas vueltas.- Mathilda no parecía muy contenta de que te hubieses preocupado por su localización exacta y sin embargo tu... bueno. No te conozco pero no pareces correr hasta la pista que te acaba de dar. Si verdaderamente te interesa encontrarla quizás deberíamos ir directamente a donde te ha...-
Caoimhe dejó de hablar por un segundo, pensativa.
-A menos que sepas donde está ¿ vamos a buscarla?- la vampiresa se paró por un segundo.- ¿Te... te ha mandado él verdad?- continuó- Todo esto es una idea de ese viejo loco y su manera de divertirse. Pues verás. Me importa bien poco cómo haya reconstruido Vrykolakas su palacio. Debería dar gracias que no acabé... acabamos - se corrigió- con él aquella noche. No estoy muy segura de lo que quiere de mi pero el ser la persona que me convirtió no le da derecho a abrir.y cerrar una puerta a mi vida cuando se le pint...-
Sus últimas palabras quedaron ahogadas.
De la nada, tres figuras aparecieron frente a ellos. Eran las terceras que veían por aquella calle estrecha. Las dos anteriores, portando la misma mirada curiosa y descarada enfocandose en Cohen y ella misma habían pasado de largo no sin antes seguirlos con la cabeza durante algunos metros.
Aquellos tres hombres llevaban todos unas capas oscuras que apenas si dejaban ver los cabellos largos y oscuros de los tres. Uno de ellos fingió arreglarse una de sus botas quedándose atrás. Los otros dos caminaros abriendo su paso para dejar pasar a Cohen y ella misma dentro del control de los cuerpos de ambos.
Caoimhe se acercó a Cohen y lo agarró del brazo uniéndose a su paso como si de dos enamorados paseando se tratase. Le brindó una sonrisa afable a uno de los cuerpos recien lleguados antes de percatarse de que alguien más los estaba vigilando desde una ventana.
-No se si te has dado cuenta, pero me da que Mathilda no es la única que ha estado jugando a seguir personas esta noche- le susurró al oido con una sonrisa en los labios. Ante cualquier ojo extraño, Caoimhe podría estar recitando un poema al oido de aquel que la llevaba de paseo.
Continuaron andando de aquella manera. Más y más personas comenzaron a salir de sus casas a medida que ellos caminaban por las calles. La mayoría tan solo los observaban escondidos desde sus ventanas. Otros se atrevían a saludarlos como si de un pasacalles se tratase.
Caoimhe comenzóa incomodarse. Sus ojos dispares no eran ajenos a miradas curiosas pero aquello... No aquello no era una mera conincidencia. Quien sea que fuese aquella Zana estaba mandando un mensaje directo: Los veía.
-Quizás... quizás es un buen momento para decirte que todo lo que dije delante de Mathilda era una mentira- sentenció de nuevo en un susurro en su oreja- No es nada personal.. es.. digamos gajes del oficio- aclaró- En mi defensa... No esperaba verte después de dejar aquella sala. Me alegro de haberme equivocado...- continuó diciendo ahora con una sonrisa burlona en los labios- ¿A quién no le gusta un paseo a la luz de la luna ... rodeados de una audiencia?
Sus pasos continuaron hasta llegar a la imprenta. O aquello era lo que asumió Caoimhe. Dos figuras vestidos de negro los esperaba a las puertas de la misma con brazos cruzados y gestos serios.
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Tras escuchar su nombre, Cohen escuchó las observaciones de la chica con atención. El vampiro interpretaba sus palabras y el cambio de rumbo de su relato al sospechar que quizás él estaba detrás de Vrykolakas. Por lo que dio a entender, el vampiro había sido su creador y supuso que su relación con él había sido tan tormentosa cómo la que él mismo había tenido con Zana.
Iba a comenzar a dar explicaciones sobre cuándo tres sospechosas figuras aparecieron de repente. Notó la presión de la mano de Caoimhe en su brazo y se mantuvo en silencio. No pensaba abrir la boca hasta que estuviera en el interior de la imprenta, a salvo de oídos indiscretos.
Mientras daba los últimos pasos hasta la entrada de la imprenta, mirando a su alrededor, vio que había dos personas allí en la puerta. Distinguió rápidamente a Arthur, uno de los hombres de Peter. Seguramente había dado con su paradero y había llegado allí para detenerle.
―Nikolas Cohen, al fin te encuentro― dijo el soldado humano, mientras ambos hombres daban un par de pasos hacia su posición.
―No tengo tiempo para atenderos ahora mismo...
―Lástima... porque hemos venido a detenerte...
El vampiro, principal sospechoso de la desaparición de su antiguo amante, estaba en búsqueda por los soldados de la ciudad. Fatigado ya por la huida, Cohen sonrió y simplemente se limitó a hablar.
―Os odiáis. No sois amigos. De hecho, sois enemigos ―dijo mirando a los dos hombres que se quedaron extrañados por sus palabras― Ambos sentís el ardiente deseo de asesinar al otro. Deseáis arrebatarle la vida y no podréis saciar vuestro odio hasta que el otro haya muerto… [1]
Los dos soldados humanos se miraron y desenfundando sus armas, ambos sacaron sus espadas. Arthur fue el primero en cargar contra su compañero, aunque éste logró esquivar el ataque, contratacando sutilmente hacia el vientre de su superior. Tras esquivar el ataque, Arthur blandió su espada rápidamente y después de un rápido movimiento, logró causar un profundo tajo en el cuello del soldado, que comenzó a sangrar profusamente.
―Arthur, ahora vas a ir al cuartel y vas a informar de que has matado a tu compañero. Recuerda de que no nos has visto aquí…
Arthur asintió y tras marcharse, Cohen miró a Caoimhe y señaló hacia el cuerpo:
―Su sangre aún está caliente. Por si tienes sed…
El vampiro entró directamente al interior del edificio de la imprenta, mientras miraba por última vez a la calle, mientras se preguntaba si los otros tres hombres les habían seguido hasta allí.
Arrastró el cadáver hacia el interior de la imprenta y una vez Caoimhe entró en el interior, cerró la puerta.
―Visto que puedo confiar en ti, te confesaré la verdad. Zana está muerta desde hace meses. Yo mismo la vi morir, quemada por el sol. Por lo que la vieja nos miente, por alguna razón. Motivo por el cual, no iré al encuentro del vampiro que te convirtió… a menos, no al lugar dónde ella me ha sugerido que lo busque…
Se agachó junto al cadáver sangrante y colocando un par de dedos en el charco que se estaba formando en el suelo, llevó su mano hasta la superficie de una de las mesas y dibujó el símbolo del Ojo Carmesí.
―¿Sabes lo que significa este símbolo? ¿Lo has visto alguna vez?
El vampiro alzó la vista al escuchar el sonido del pomo de la puerta. Lo vio girar, pero cómo la había dejado cerrada, quién fuera que pretendiese entrar, no accedería al menos por allí al edificio.
―Creo que tenemos visita… No sé cuánto tiempo tenemos. Pero sé por dónde escapar…
Dio un par de pasos hacia el hueco de debajo de las escaleras que ascendían a la planta superior. Oculta bajo una pequeña alfombra, se encontraba la trampilla que accedía al túnel secreto.
En algún lugar del piso superior, los cristales de una ventana se hacían añicos…
[1] Uso de mi habilidad Luz De Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real. Primer Turno.
Iba a comenzar a dar explicaciones sobre cuándo tres sospechosas figuras aparecieron de repente. Notó la presión de la mano de Caoimhe en su brazo y se mantuvo en silencio. No pensaba abrir la boca hasta que estuviera en el interior de la imprenta, a salvo de oídos indiscretos.
Mientras daba los últimos pasos hasta la entrada de la imprenta, mirando a su alrededor, vio que había dos personas allí en la puerta. Distinguió rápidamente a Arthur, uno de los hombres de Peter. Seguramente había dado con su paradero y había llegado allí para detenerle.
―Nikolas Cohen, al fin te encuentro― dijo el soldado humano, mientras ambos hombres daban un par de pasos hacia su posición.
―No tengo tiempo para atenderos ahora mismo...
―Lástima... porque hemos venido a detenerte...
El vampiro, principal sospechoso de la desaparición de su antiguo amante, estaba en búsqueda por los soldados de la ciudad. Fatigado ya por la huida, Cohen sonrió y simplemente se limitó a hablar.
―Os odiáis. No sois amigos. De hecho, sois enemigos ―dijo mirando a los dos hombres que se quedaron extrañados por sus palabras― Ambos sentís el ardiente deseo de asesinar al otro. Deseáis arrebatarle la vida y no podréis saciar vuestro odio hasta que el otro haya muerto… [1]
Los dos soldados humanos se miraron y desenfundando sus armas, ambos sacaron sus espadas. Arthur fue el primero en cargar contra su compañero, aunque éste logró esquivar el ataque, contratacando sutilmente hacia el vientre de su superior. Tras esquivar el ataque, Arthur blandió su espada rápidamente y después de un rápido movimiento, logró causar un profundo tajo en el cuello del soldado, que comenzó a sangrar profusamente.
―Arthur, ahora vas a ir al cuartel y vas a informar de que has matado a tu compañero. Recuerda de que no nos has visto aquí…
Arthur asintió y tras marcharse, Cohen miró a Caoimhe y señaló hacia el cuerpo:
―Su sangre aún está caliente. Por si tienes sed…
El vampiro entró directamente al interior del edificio de la imprenta, mientras miraba por última vez a la calle, mientras se preguntaba si los otros tres hombres les habían seguido hasta allí.
Arrastró el cadáver hacia el interior de la imprenta y una vez Caoimhe entró en el interior, cerró la puerta.
―Visto que puedo confiar en ti, te confesaré la verdad. Zana está muerta desde hace meses. Yo mismo la vi morir, quemada por el sol. Por lo que la vieja nos miente, por alguna razón. Motivo por el cual, no iré al encuentro del vampiro que te convirtió… a menos, no al lugar dónde ella me ha sugerido que lo busque…
Se agachó junto al cadáver sangrante y colocando un par de dedos en el charco que se estaba formando en el suelo, llevó su mano hasta la superficie de una de las mesas y dibujó el símbolo del Ojo Carmesí.
―¿Sabes lo que significa este símbolo? ¿Lo has visto alguna vez?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El vampiro alzó la vista al escuchar el sonido del pomo de la puerta. Lo vio girar, pero cómo la había dejado cerrada, quién fuera que pretendiese entrar, no accedería al menos por allí al edificio.
―Creo que tenemos visita… No sé cuánto tiempo tenemos. Pero sé por dónde escapar…
Dio un par de pasos hacia el hueco de debajo de las escaleras que ascendían a la planta superior. Oculta bajo una pequeña alfombra, se encontraba la trampilla que accedía al túnel secreto.
En algún lugar del piso superior, los cristales de una ventana se hacían añicos…
__________________________________________________________
[1] Uso de mi habilidad Luz De Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real. Primer Turno.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Una serie de acciones sucedieron de manera encadenada: Cohen no pareció muy contento de encontrar aquellos dos cuerpos fornidos frente a la imprenta. A su vez, las facciones de los dos hombres no tardaron mucho en alcanzar el cenit de la cordura y sumirse en lo que Caoimhe solo pudo explicar como un ataque de ira infundada hace cada uno de ellos en el mismo momento y lugar de manera paralela. El tal Arthur salió victorioso y Cohen le dio órdenes precisas de sus siguientes acciones.
Estaba segura de que aquello tenía una explicación mucho más racional, como por ejemplo el discurso directo de Cohen y asumió que aquel vampiro tenía algún poder manejando las acciones consecuencia de sus palabras.
Almacenó aquella información en su cabeza de manera urgente. Debía andarse con cuidado alrededor de Cohen, al fin y al cabo acababan de conocerse y no le apetecía acabar haciendo algo de lo que no tuviese el control total.
La invitación a alimentarse la sacó de su ensimismamiento a la par que despertó su sed. Se apresuró a invitarse dentro de la imprenta denegando aquella invitación tan solo diciendo:
-Estoy... a dieta- Sabía lo ridícula que sonaba teniendo en cuenta que sus curvas de mujer no eran más que piel y hueso en según qué partes pero era eso o explicar la constante lucha interna a la que se sometía desde que fue convertida. No. No era el momento, lugar y... aún no tenía claro de si era la persona.
Mientras Cohen introducía el cuerpo del difunto a la sala principal de aquella imprenta Caoimhe notó la ausencia de dueños o cualquier persona que no fuesen ellos en la sala. El mostrados principal estaba abarrotado de lo que parecían ser tiradas de pergaminos prensa de carácter común, mucho de los cuales la vampiresa había ojeado en alguna que otra ocasión. Algunos con las letras torcidas o borrones perjudiciales para la lectura y por lo tanto desechadas en una pila al lado de la mesa principal.
Cohen no tardó en acabar con su tarea y el chico de nuevo interactuó con ella, esta vez captando la atención de manera total. Su sed haciéndose presente con cada trazo de los dedos del vampiro en el suelo de aquel establecimiento.
-No tengo ni idea de qué diablo es ...-
Caoimhe abrió mucho los ojos, como si de pronto una duda de la que ni siquiera era consciente hubiese sido respondida.
-De hecho..-
Rebuscó en su pequeño bolso y sacó de él un tomo de un libro común con las portadas gastadas del uso' Vampiros una extensa historia de como.... Tomo I'
-El contenido es lo de menos... Vrykolakas necesitaba el tomo 2 de esta serie para... bueno para una serie de circunstancias que no vienen al caso en este momento- Caoimhe miró a Cohen de reojo. Su naturaleza no iba a cambiar por mucho que aquella situación fuese estrambótica y casi esperpéntica. Sus negocios eran suyos solo- Dios.. ¿Cómo he sido tan ingénua?- continuó abriendo el libro y posicionándolo en la página principal donde el nombre del autor estaba seguido por el mismo símbolo garabateado- Pensé que era una runa... quizás un dibujo inocente del dueño anterior...-
Enseñó a Cohen a que se refería.
-Por desgracia no tengo mucho más que aportar a su significado... pero... me pregunto.- Guardó su libro de nuevo y se enfocó ahora en el cuerpo tendido en el piso frente a ambos- Me pregunto si nuestro amigo puede decirnos algo, ¿Huh?- añadió. - Pre... presta atención porque quizás tan solo nos lo diga una vez- continuó, obviando el hecho de que Cohen no tenía idea de qué hablaba.
Pero lo sabría en unos minutos.
Se arrodilló por unos segundos y se concentró conectando con su energía primitiva. Esa que mantenía escondida la mayor parte del tiempo y que ansiaba liberarse de las cadenas de su autocontrol. Cuando ' el demonio' en ella tomó su mente, Caoimhe introdujo sus dedos en el reguero de sangre frente a ella lo suficiente como para que sus yemas notaran el tacto de la sangre de aquel hombre, aún cálida en sus dedos [1]
Un remolino de imágenes sin sentido la poseyó como solía pasar cada vez que usaba su habilidad. Aquella vez, y a diferencia de lo que solía ocurrir a menudo, narró las imágenes y palabras que atravesaban su mente y que provenían de aquel hombre esperando que alguna tuviese sentido.
-Un. Pueblo en ruinas. Una mujer bestia. Un hombre. ¿Herido? Alguien está herido. No. muerto. Peter Risas. La imagen de… la imagen de Vrykolakas
El sonido del pomo de la puerta rompió cualquier conexión que Caoimhe hubiese mantenido con la sangre de aquel desconocido dejándole una sensación poco cómoda de disgusto, desolación y vacío a medida que ambos se apresuraban a un lugar oculto marcado por Cohen.
Caoimhe dudó unos segundos ¿Acaso había perdido la cordura? Aquella casona podría ser la puerta que la llevase a su muerte... y ni siquiera entendía porqué había confiado en aquel desconocido hasta ahora. Quizás tan solo debería salir por la puerta principal y abandonarlo en aquella situación escabrosa. Estaba segura de que la dejarían marchar teniendo en cuenta que aquella no era su batalla y muchisimo menos su problema.
Ah... pero si lo era.
Vrykolakas necesitaba aquel tomo por algo en particular y ahora estaba directamente relacionado con el hombre cuya sangre acababa de experenciar. Además Cohen parecía lo suficientemente preocupado por aquel símbolo como para poner su vida en juego y confiarle secretos importantes a una desconocida.
Volvió a caminar los dos pasos que había reculado en el momento justo en el que el sonido de cristales los apresuraba en el piso de arriba.
Ambas figuras se aventuraron, pues a la red oscura que era aquel pasadizo. La oscuridad se hizo absoluta una vez que Cohen cerró la puerta tras ellos y a pesar de ello, Caoimhe sabía que ambos, ella y el chico eran perfectamente capaces de vislumbrar hacia donde caminaban gracias a sus habilidades vampiras, por lo que ninguno de los dos sintió la necesidad de buscar algo de lumbre para guiarlos.
-Y... esta tal Zana ¿Quién es exactamente? ¿Por qué ocultarían su muerte? ¿Qué tiene que ver ella con el... ojo extraño que has pintado arriba? y sobre todo... ¿Por qué parece que estamos haciendo algo que mucha gente no quiere que hagamos?
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
- A TENER EN CUENTA...:
Por cuestiones de cronología, en este tema, se me aplica la Maldición Sifón de Éter:
Desde este momento, tu cuerpo sentirá una curiosa afinidad con el éter o, más bien, hambre de éter. Si llevas objetos encantados contigo (etiquetas [Encantamiento] y [Pergamino]) estos perderán su efecto, pues tu cuerpo absorberá el éter necesario para que funcionen (recuperarán su efecto tras dos rondas sin entrar en contacto contigo). Así mismo, cualquier uso de magia o experimento arcano que se realice en tu presencia podrá experimentar ciertas interferencias.
El primer ataque mágico que recibas en un tema (magia bruja, elfa, dracónica, arcana u objeto mágico, pero no la de tus congéneres vampiros, pues no se basa en el uso del éter) será absorbido por completo (ojo, si te hieren con un arma encantada, eludes el daño mágico, pero no el físico). Pero cuidado con esto, porque si alguien realiza un ataque mágico dirigido hacia otra persona y tú estás presente en la escena, el ataque se desviará buscándote a ti.
Además, tanto éter no interactuará bien con tu naturaleza maldita. El éter absorbido no resultará saciante, sino que te dará un hambre voraz. Cuando hayas absorbido un ataque mágico, el éter de un objeto encantado o permanecido dos turnos en las cercanías de algún hechizo u objeto mágico, tu estómago comenzará a rugir pidiendo sustento. Por cada ronda que tardes en alimentarte (sangre fresca, no frasquitos convenientemente guardados en la mochila), perderás un uso de una de tus habilidades.
Podrás librarte de esta maldición (si lo deseas) tras un mínimo de 3 temas en que se haya activado su efecto (el hambre). Para ello, necesitarás la participación en un mismo tema de un Maestro Alquimista Y un Arcanista de nivel Experto o superior, además de un Master que supervise el tema.
Cohen intentaba ordenar todos sus pensamientos. La habilidad mostrada por la chica al tocar la sangre, la mención a Peter, el libro con el símbolo de El Ojo Carmesí marcado en el tomo… muchas preguntas y nuevos datos de golpe.
Al cerrar la trampilla y quedar en la oscuridad, el vampiro se dio cuenta de que el lado interior de la trampilla tenía un cerrojo, por lo que simplemente lo dejó correr. Si las personas que les habían seguido hasta allí conocían la existencia del túnel y encontraban su entrada, no podrían abrir la entrada al mismo.
Caminaron en la oscuridad mientras Caoimhe, que seguramente era un mar de dudas, le preguntaba por Zana.
―Zana fue la vampiresa que me convirtió. No recuerdo mucho, pues tengo los recuerdos de esa época muy borrosos y confusos. Ella murió en la Comarca de Urd. Estuvo allí prisionera en una de las fortalezas tomadas por los humanos. Ellos no saben que murió, por lo que supe que la anciana estaba mintiendo casi de inmediato…
Continuaron caminando hasta llegar a la mitad del túnel. A la derecha, había una puerta, que había estado cerrada la última vez que había estado allí. Ahora, al girar el pomo, comprobó que continuaba cerrada. Cohen suspiró, antes de comenzar a quitarse la bolsa de la espalda.
―Esto lo abro yo en ná… Cómo te decía, Zana murió. Había tocado un objeto mágico, lo que parecía ser una especie de esfera de color púrpura, que la había hecho enloquecer. Me dijo que el Ojo Carmesí la tenía. No hablaba de otra cosa. La pobre estaba totalmente desquiciada.
El vampiro sacó de la bolsa sus objetos de alquimia que siempre llevaba consigo. No podría abrir la puerta, pero seguramente podía disolver los goznes y hacerla caer.
― Esto necesitará más ácido, sip… Al volver a Sacrestic, el Ojo Carmesí, es una especie de sociedad secreta, se puso en contacto conmigo. Al principio, pensé que sus intenciones no eran malas… pero… mataron a un ser querido… dibujaron el símbolo del Ojo Carmesí en la pared sobre su cadáver… Desde entonces, me están complicando la vida y yo… busco detenerlos.
Sus manos se movían rápidas preparando la mezcla alquímica para descomponer los goznes y continuó hablando mientras comenzaba a aplicarla.
―Le han dicho a la Guardia que estoy implicado en la desaparición de Peter. Me buscan muchos soldados en esta ciudad. Seguramente a estas alturas, ya habrá carteles con dibujos de mi rostro... He tenido que renunciar a muchas cosas, algo que no puedo dejar pasar…
La mezcla en los goznes provocó una reacción química que creó una pequeña llama verdosa en los goznes de las puertas, que rápidamente comenzaban a consumirse.
―Cómo ves, en esta puerta, hay un Ojo dibujado. Desde que lo vi, he querido comprobar si hay algo de valor… Al otro lado del túnel, está la casa de Victor… y los Aeros de Sangre que él publicaba en esta editorial tenían el símbolo del Ojo en la contraportada… Así que, seguramente hay algo interesante aquí…
Y mientras la llama verdosa se apagaba, los goznes habían desaparecido.
_________________________________________
Uso mi kit alquímico y la técnica Descomponer para destruir los goznes de la puerta y se pueda abrir de una patadita (?)
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Las manos habilidosas de Cohen se movían con rapidez trabajando en aquella puerta. Caoimhe escuchó sus explicaciones sin poder evitar cuestionarse si su repentino ataque de artesano estaba ocultando una reacción más profunda que lo que daba a entender el chico en sus palabras. Tampoco iba a ahondar. Ya le sorprendía que hubiese decidido compartir su información de una manera tan... ingénua como aquella. Algo en ella deseó ser así de transparente.
Por supuesto asumiendo que no le estaba mintiendo.
Se mantuvo callada durante los minutos en los que Cohen insistía con la puerta hasta que finalmente esta se desplomó en sus manos abriendo paso al fin a la habitación tras ella. No recordaba haber conocido a un humano con el éter suficiente como para crear una bola de luz que desquiciase a su dueño. Pero tampoco es que se relacionase mucho con humanos para entenderlos. O con vampiros. O con nadie en general.
Ambos avanzaron dejándo tras sus pasos una nube de polvo. Señal sin duda inequívoca de que eran los primeros en acceder a aquella estancia en mucho... mucho tiempo. Lo que fuese que se guardase allí, por lo tanto, o había sido olvidado, perdido, escondido o inútil. Aquello no era muy halagüeño pues. Dudaba que hubiese algo allí que pudiese interesarle. A menos que tuviese un valor lo suficientemente extenso como para venderlo o cambiarlo en su tienda de Beltrexus.
Aún así se separó de Cohen tan solo unos metros mientras el chico se sumía en su propia búsqueda y ojeó más bien de lejos pilas de documentos a uno de los lados de la estancia. Fingió sentir interés por alguno en particular. La sala sumida en el ajetreo del vampiro buscando algo en particular.
-Y... ¿lo estás?- dijo Caoimhe hablando al fin.- Digo... ¿Has planeado tú la desaparición del... tal Peter? Estamos buscando la manera de culpar al ojo carmesí por ello.- Fijó sus ojos dispares en él por un momento parando la dirección de sus manos que hasta ahora habían estado abriendo y cerrando páginas de un libro.
En cierta manera la respuesta a aquella pregunta no suponía una diferencia inmensa ante sus ojos: La fragilidad de la moralidad estaba tan solo definida por aquellos que la establecen. Caoimhe no era alguien que se guiase por la brújula moral de otros. Pero la fidelidad a alguien cercano... aquello era otro asunto totalmente distinto. Aquello hablaba a voces acerca de quien eras.
Por eso Cao no era cercana a nadie. Aquello tan solo traía problemas.
-Estamos eh... ¿buscando algo en particular?- preguntó de nuevo.- Estoy segura de que acabo de ojear como tres veces el mismo libro. Con unos grabados bastante específicos en según que técnicas. Extremadamente... científicos si me lo preguntas. Imagino que en tiempos de sequía no se puede elegir qué publicar en una imprenta pero... - Lo abrió un poco para enseñarle a Cohen de qué se trataba y acto seguido lo soltó en el suelo tras haber ojeado de nuevo la imagen a la que se refería- No estoy segura si quiera de que mi cuerpo tenga la capacidad de doblarse de esa manera -
Y entonces la vio, escondida entre dos calderos y algunos pergaminos ennegrecidos por el carbón del fuego: No era muy grande. Cabía de manera perfecta en su mano y el metal plateado del que estaba compuesta se notó frío sobre ella. Escuchó a Cohen hablar pero su mente estaba lejos de allí.
Había visto aquella caja de música en algún otro lado. Hacía mucho. mucho tiempo.
Examinó su forma de media luna. La tapa había sido alterada de manera ruda y lo que debía haber sido un trozo de metal enterizo parecía estar compuesto de dos placas fundidas. La imagen. para este punto familiar del ojo carmesí había sido pintada sobre los bordes de la Luna que componía el cuerpo del objeto.
Caoimhe se debatió unos segundos en si abrirla o no, sumida en la excitación de haberla encontrado. ¿Cuántas como aquella existirían? Sopló durante un segundo para quitar el polvo que ocluía el brillo del metal precioso en aquella caja de música. Cuando lo hizo el reflejo de su ojo izquierdo entre verde y ámbar le devolvió la mirada desde el centro mismo de aquella luna.
Estaba segura que aquella no era la primera vez que se reflejaba en aquel objeto. Lo guardó en su bolsillo acercándose de nuevo a Cohen para escuchar las instrucciones estrictas de como proceder y qué necesitaba de aquel lugar, pero con la cabeza inundada por el reflejo que acababa de atesorar.
- Caja de música:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Entraron en la sala con la curiosidad de unos gatos. La habitación olía a cerrado y a polvo, cómo si quién hubiera tenido la llave de aquel lugar hubiera muerto y nadie más hubiese acudido allí de nuevo.
―A ver qué tenemos aquí…
Mientras rebuscaba, vio objetos de todo tipo: libros antiguos, algunos materiales de imprenta, viejos tarros de tinta, algunos muebles rotos…
El vampiro caminó hacia una zona de pergaminos, que se encontraba al fondo de la estancia. Mientras lo examinaba, escuchó la pregunta de Caoimhe y su cuerpo se tensó completamente al escuchar el nombre de Peter de sus labios.
―Peter era el cadáver que encontré en mi habitación… Él y yo éramos… amantes… Tuve que enterrarle, pues todos los indicios apuntaban hacia mí… pero yo a Peter jamás le hubiera hecho daño.
Las palabras eran completamente ciertas. ¿Se había llegado a enamorar de él? Sus reacciones emocionales apuntaban a que sí, aunque ahora mismo, la mezcla de sus sentimientos era altamente confusa.
Caoimhe escuchó la respuesta, mientras se acercaba con un libro a mostrarle unos grabados que parecían ser una guía sexual para jóvenes inexpertos.
―Esta postura se me da bien… ―dijo, permitiéndose un segundo para bajar la guardia, indicando uno de ellos antes de continuar con su búsqueda con auténtico interés.
Había cómo 50 pergaminos allí. El papel de algunos de ellos parecía haberse deteriorado por el paso del tiempo. Otros escritos estaban polvorientos y mordidos. En algún momento, hubo ratas por allí.
Fue entonces cuándo encontró un pergamino que llamó su atención. En él había un pequeño mapa de Sacrestic Ville, bastante parecido a los dos fragmentos que tenía. En él, estaba señalado un edificio, coloreado con tinta carmesí.
― Interesante. Creo que he encontrado un indicio ―le dijo a Caoimhe, que estaba en algún punto de aquella sala, cotilleando a saber qué.
Unido al mapa, había un documento, anexo a él con un tipo de pegamento. El texto del mismo decía lo siguiente:
“El edificio de las tres puertas rojas. Cada una de ellas tiene un aldabón de un tétrico rostro. Si las golpeas, nadie responde. Si intentas abrirla, no podrás.
Sólo se abre introduciendo la mano en la boca de la horrible cara que preside la puerta. Pero sólo funciona si tres personas distintas, todos vampiros, lo hacen al mismo tiempo en cada una de ellas.
Las puertas permanecerán abiertas pocos segundos. Sólo siendo posible que cada uno de ellos tome la puerta que tiene ante sí.
Lo que hay dentro del edificio es un misterio…"
Cohen se giró en la oscuridad, mirando a Caoimhe. Tres puertas. Tres vampiros. Zagreus estaba en la ciudad. Habían quedado para la noche siguiente. La tercera persona podía estar frente a él.
―¿Podrías echar un vistazo a este escrito? Me gustaría saber tu opinión.
―A ver qué tenemos aquí…
Mientras rebuscaba, vio objetos de todo tipo: libros antiguos, algunos materiales de imprenta, viejos tarros de tinta, algunos muebles rotos…
El vampiro caminó hacia una zona de pergaminos, que se encontraba al fondo de la estancia. Mientras lo examinaba, escuchó la pregunta de Caoimhe y su cuerpo se tensó completamente al escuchar el nombre de Peter de sus labios.
―Peter era el cadáver que encontré en mi habitación… Él y yo éramos… amantes… Tuve que enterrarle, pues todos los indicios apuntaban hacia mí… pero yo a Peter jamás le hubiera hecho daño.
Las palabras eran completamente ciertas. ¿Se había llegado a enamorar de él? Sus reacciones emocionales apuntaban a que sí, aunque ahora mismo, la mezcla de sus sentimientos era altamente confusa.
Caoimhe escuchó la respuesta, mientras se acercaba con un libro a mostrarle unos grabados que parecían ser una guía sexual para jóvenes inexpertos.
―Esta postura se me da bien… ―dijo, permitiéndose un segundo para bajar la guardia, indicando uno de ellos antes de continuar con su búsqueda con auténtico interés.
Había cómo 50 pergaminos allí. El papel de algunos de ellos parecía haberse deteriorado por el paso del tiempo. Otros escritos estaban polvorientos y mordidos. En algún momento, hubo ratas por allí.
Fue entonces cuándo encontró un pergamino que llamó su atención. En él había un pequeño mapa de Sacrestic Ville, bastante parecido a los dos fragmentos que tenía. En él, estaba señalado un edificio, coloreado con tinta carmesí.
― Interesante. Creo que he encontrado un indicio ―le dijo a Caoimhe, que estaba en algún punto de aquella sala, cotilleando a saber qué.
Unido al mapa, había un documento, anexo a él con un tipo de pegamento. El texto del mismo decía lo siguiente:
“El edificio de las tres puertas rojas. Cada una de ellas tiene un aldabón de un tétrico rostro. Si las golpeas, nadie responde. Si intentas abrirla, no podrás.
Sólo se abre introduciendo la mano en la boca de la horrible cara que preside la puerta. Pero sólo funciona si tres personas distintas, todos vampiros, lo hacen al mismo tiempo en cada una de ellas.
Las puertas permanecerán abiertas pocos segundos. Sólo siendo posible que cada uno de ellos tome la puerta que tiene ante sí.
Lo que hay dentro del edificio es un misterio…"
Vrykolakas
Cohen se giró en la oscuridad, mirando a Caoimhe. Tres puertas. Tres vampiros. Zagreus estaba en la ciudad. Habían quedado para la noche siguiente. La tercera persona podía estar frente a él.
―¿Podrías echar un vistazo a este escrito? Me gustaría saber tu opinión.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
La actitud afable. casi juguetona de Cohen durante un segundo mientras enaltaba sus habilidades sobre el tema en cuestión expuesto en el libro que le había enseñado no pasó desapercibida a Caoimhe. La vampiresa se cuestionó así si su acompañante estaba buscando una manera de tapar la confesión que acababa de revelarle minutos antes.
Caoimhe nunca se había enamorado.Por supuesto había sucumbido al deseo de la carne en alguna que otra ocasión pero la red de emociones compleja que involucra el saberse ligado de una manera u otra a alguien fuera de su propio control... Arriesgado. Demasiado arriesgado para ella.
Y sin embargo la leve tristeza en las palabras de Cohen hablando de Peter revelaron un sentimiento de.. ¿Envidia? que quizás hasta ahora había permanecido dormido. Tampoco ahondó más. Las emociones frescas no eran algo que se le diese particularmente bien aunque lo bizarro de aquella situación o quizás la honestidad de Cohen la hicieron sentirse lo suficientemente cómoda como para entender que aquel chico no era un asesino. Al menos no de Peter.
Lo escuchó de nuevo hablar acerca de indicios. Se acercó a él y tomó de sus manos el pergamino en el que hasta aquel entonces se habían posado los ojos grandes de Cohen.
La firma sumamente conocida de Vrykolakas la tomo menos por sorpresa de lo que hubiese esperado. Había pasado cerca de 4 años leyendo dicha firma de manera reiterada en todas las cartas que había intercambiado con... su creador. Tragó saliva como si aquello fuese a deshacer el nudo en su garganta al pensar aquella palabra.
-Ni siquiera me sorprende- dijo Caoimhe devolviendole el pergamino a Cohen- La residencia de Vitto Vrykolakas podría ser el mismísimo escenario para cualquiera de las explicaciones expuestas en este pergamino. El vampiro es un mago de las ilusiones y sus gustos son... bueno digamos que bastante exquisitos. Pago de sangre para entrar a sus terrenos y cosas parecidas. No me sorprendería que este pergamino fuese una explicación puntillosa sobre la entrada a... bueno a lo que sea que se entra- volvió a agarrar el pergamino de manera distraída, analizandolo.
De pronto recordó que aún tenía negocios pendientes en la mansión de Vitto. Negocios que de no ser por la sombra de Zagreus sobre su cuello hubiese capaz solucionado... O muerto intentandolo.
Aquel último pensamiento despertó la sed en ella recordando como el vampiro había sugerido que estaba 'en deuda' con él.
-Mi presencia en las tierras de Vitto no va a ser gratamente recibida- añadió recordando el pacto en el que se había visto envuelta sin su consentimiento.- Sin embargo...Vitto aún posee algo que...- calculó sus palabras- algo que necesito. Y nunca me he dejado guiar mucho por las reglas de etiqueta...- añadió dando a entender que estaba sumergida de lleno en donde quiera que fuese que iba a guiarla.
-En mi último encuentro con Vitto destrocé la parte norte de su mansión y un contratiempo- dijo visualizando de manera certera la cara de dicho contratiempo- me impidió explorar las demás alas. Pero su residencia es una de las únicas en pié desde antes de la guerra perdida. Lo sé porque en cada carta que he compartido con mi... con mi creador- dijo, haciéndolo real tan solo por pronunciarlo- se encargaba de alardear sobre la pureza de su sangre, y los milenios de poder de los vrykolakas y el hecho de que a pesar de haber vivido en aquella mansión toda su vida ni siquiera sus criados podrían 100% descubrir los secretos que...-
Enmudeció de manera repentina. Su mente repasando de manera rápida las alternativas. Su mirada se iluminó de manera sutil durante unos segundos y tras eso dijo:
-¿Te apetece una visita rápida al mercado de la sangre?-dijo con una sonrisa en sus labios, sin saber bien qué idea se formaría Cohen ante aquella proposición. Una dama de renombre jamás se acercaría a aquel nido de pulgas- Creo que... quizás y si tenemos suerte podemos encontrar a alguien con información preciada acerca del emplazamiento del lugar exacto descrito en el pergamino. Si es que se encuentra en los terrenos de Vrykolakas.
Caoimhe nunca se había enamorado.Por supuesto había sucumbido al deseo de la carne en alguna que otra ocasión pero la red de emociones compleja que involucra el saberse ligado de una manera u otra a alguien fuera de su propio control... Arriesgado. Demasiado arriesgado para ella.
Y sin embargo la leve tristeza en las palabras de Cohen hablando de Peter revelaron un sentimiento de.. ¿Envidia? que quizás hasta ahora había permanecido dormido. Tampoco ahondó más. Las emociones frescas no eran algo que se le diese particularmente bien aunque lo bizarro de aquella situación o quizás la honestidad de Cohen la hicieron sentirse lo suficientemente cómoda como para entender que aquel chico no era un asesino. Al menos no de Peter.
Lo escuchó de nuevo hablar acerca de indicios. Se acercó a él y tomó de sus manos el pergamino en el que hasta aquel entonces se habían posado los ojos grandes de Cohen.
La firma sumamente conocida de Vrykolakas la tomo menos por sorpresa de lo que hubiese esperado. Había pasado cerca de 4 años leyendo dicha firma de manera reiterada en todas las cartas que había intercambiado con... su creador. Tragó saliva como si aquello fuese a deshacer el nudo en su garganta al pensar aquella palabra.
-Ni siquiera me sorprende- dijo Caoimhe devolviendole el pergamino a Cohen- La residencia de Vitto Vrykolakas podría ser el mismísimo escenario para cualquiera de las explicaciones expuestas en este pergamino. El vampiro es un mago de las ilusiones y sus gustos son... bueno digamos que bastante exquisitos. Pago de sangre para entrar a sus terrenos y cosas parecidas. No me sorprendería que este pergamino fuese una explicación puntillosa sobre la entrada a... bueno a lo que sea que se entra- volvió a agarrar el pergamino de manera distraída, analizandolo.
De pronto recordó que aún tenía negocios pendientes en la mansión de Vitto. Negocios que de no ser por la sombra de Zagreus sobre su cuello hubiese capaz solucionado... O muerto intentandolo.
Aquel último pensamiento despertó la sed en ella recordando como el vampiro había sugerido que estaba 'en deuda' con él.
-Mi presencia en las tierras de Vitto no va a ser gratamente recibida- añadió recordando el pacto en el que se había visto envuelta sin su consentimiento.- Sin embargo...Vitto aún posee algo que...- calculó sus palabras- algo que necesito. Y nunca me he dejado guiar mucho por las reglas de etiqueta...- añadió dando a entender que estaba sumergida de lleno en donde quiera que fuese que iba a guiarla.
-En mi último encuentro con Vitto destrocé la parte norte de su mansión y un contratiempo- dijo visualizando de manera certera la cara de dicho contratiempo- me impidió explorar las demás alas. Pero su residencia es una de las únicas en pié desde antes de la guerra perdida. Lo sé porque en cada carta que he compartido con mi... con mi creador- dijo, haciéndolo real tan solo por pronunciarlo- se encargaba de alardear sobre la pureza de su sangre, y los milenios de poder de los vrykolakas y el hecho de que a pesar de haber vivido en aquella mansión toda su vida ni siquiera sus criados podrían 100% descubrir los secretos que...-
Enmudeció de manera repentina. Su mente repasando de manera rápida las alternativas. Su mirada se iluminó de manera sutil durante unos segundos y tras eso dijo:
-¿Te apetece una visita rápida al mercado de la sangre?-dijo con una sonrisa en sus labios, sin saber bien qué idea se formaría Cohen ante aquella proposición. Una dama de renombre jamás se acercaría a aquel nido de pulgas- Creo que... quizás y si tenemos suerte podemos encontrar a alguien con información preciada acerca del emplazamiento del lugar exacto descrito en el pergamino. Si es que se encuentra en los terrenos de Vrykolakas.
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
El vampiro observó con detenimiento el rostro de Caoimhe mientras leía la nota. Si ella se sorprendió al ver el firmante de aquella nota no lo dejó demasiado entrever. Sin embargo, al devolverle el pergamino, confesó algunas cosas sobre él.
Ella, como su convertida, conocía sus secretos, sus poderes, su hogar… Siguió escuchando sus explicaciones, cómo la mujer describía que había hecho daños en las propiedades de su conversor, algo que hizo que Cohen esbozara una sonrisa durante unos segundos.
―Me alegra no ser el único que últimamente ha optado por la destrucción… ―dijo, aunque se planteó sus argumentos nada más pronunciarlos, pues no tenía claro si él había optado por el caos o lo habían llevado a esa situación.
Dio un último repaso a la habitación subterránea, sin que ningún nuevo objeto llamara su atención. Alargó sus manos hacia algunos de los manuscritos allí presentes, metiéndolos en su bolsa y luego, tras escuchar la propuesta de Caoimhe, asintió.
―Yo nunca he ido al mercado de la sangre. Con mis habilidades, nunca me ha costado demasiado alimentarme, aunque si tienes que ir, pongamos rumbo hacia allí.
A Cohen también se le ocurrió consultar al Pequeño Billy. El prostituto siempre conocía mucho más de lo que contaba abiertamente y con un módico precio, activaría su extensa red de información para proporcionar la respuesta a casi cualquier pregunta.
―Si no resulta rentable, yo también puedo conocer a alguien…
Cuándo llegaron de nuevo al pasillo, Cohen señaló a Caoimhe el extremo opuesto del túnel del que habían entrado.
―Saldremos por la casa de Victor Krane. Será mucho más seguro. En la calle, caminaré a unos pasos, tras de ti. Si detectan mi presencia o tengo problemas, continua tu camino. Sé apañármelas. En caso de que exista algún problema, puedes encontrarme mañana en el cementerio tras la Iglesia de Cristo, poco después del ocaso. He quedado con un amigo allí. Tres vampiros para tres puertas. ¿No quieres vivir una aventura?
Cohen intentaría que ella se uniera a aquella locura. No dudaba de la ayuda de Zagreus, pero si necesitaban a un tercero, Caoimhe parecía la adecuada.
Ella, como su convertida, conocía sus secretos, sus poderes, su hogar… Siguió escuchando sus explicaciones, cómo la mujer describía que había hecho daños en las propiedades de su conversor, algo que hizo que Cohen esbozara una sonrisa durante unos segundos.
―Me alegra no ser el único que últimamente ha optado por la destrucción… ―dijo, aunque se planteó sus argumentos nada más pronunciarlos, pues no tenía claro si él había optado por el caos o lo habían llevado a esa situación.
Dio un último repaso a la habitación subterránea, sin que ningún nuevo objeto llamara su atención. Alargó sus manos hacia algunos de los manuscritos allí presentes, metiéndolos en su bolsa y luego, tras escuchar la propuesta de Caoimhe, asintió.
―Yo nunca he ido al mercado de la sangre. Con mis habilidades, nunca me ha costado demasiado alimentarme, aunque si tienes que ir, pongamos rumbo hacia allí.
A Cohen también se le ocurrió consultar al Pequeño Billy. El prostituto siempre conocía mucho más de lo que contaba abiertamente y con un módico precio, activaría su extensa red de información para proporcionar la respuesta a casi cualquier pregunta.
―Si no resulta rentable, yo también puedo conocer a alguien…
Cuándo llegaron de nuevo al pasillo, Cohen señaló a Caoimhe el extremo opuesto del túnel del que habían entrado.
―Saldremos por la casa de Victor Krane. Será mucho más seguro. En la calle, caminaré a unos pasos, tras de ti. Si detectan mi presencia o tengo problemas, continua tu camino. Sé apañármelas. En caso de que exista algún problema, puedes encontrarme mañana en el cementerio tras la Iglesia de Cristo, poco después del ocaso. He quedado con un amigo allí. Tres vampiros para tres puertas. ¿No quieres vivir una aventura?
Cohen intentaría que ella se uniera a aquella locura. No dudaba de la ayuda de Zagreus, pero si necesitaban a un tercero, Caoimhe parecía la adecuada.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Las instrucciones de Cohen fueron certeras y a Caoimhe le resultó refrescante que alguien simplemente aceptase una sugerencia como aquella sin cuestionarse demasiado el motivo. ¿Quién era aquel Cohen? ¿Y por qué la familiaridad de sus acciones hacía que no le costase demasiado imaginar que aunque potencialmente turbias, su seguridad estaría al menos custodiada de decidir acercarse un poco más a conocerlo.
Su propia proposición fue interesante. Las últimas semanas, meses incluso se los había pasado de aquí y allá ahondada hasta las orejas de cosas en las que ocuparse para quizás darse cuenta de que... bueno... Su negocio no estaba en el mejor momento. La idea de destrozar todo por lo que su padre había trabajado le producía vértigo. Sus quehaceres menos lícitos lo estaban manteniendo a flote pero... llevaba semanas sin estar en Beltrexus. Y sus secuaces eran todo músculo, nada cerebro por lo que no esperaba que la información que hubiese surgido en el tiempo que llevaba fuera le diese para mucho hilo en sus sobornos.
Una nueva aventura...
Su corazón palpitó de manera alegre a medida que seguía de nuevo a Cohen por los pasadizos hasta alcanzar la casa del tal Victo. Aquella leve muestra de agitación le desveló que el sentirse libre de acceder a las aventuras de alguien más que ella misma parecía interesarle. Cuanto menos explorar la vida de aquel desconocido podría serle útil en el futuro: Nunca se sabe cuando van a hacerte falta contactos... Además y con suerte podría obtener un nuevo vínculo al final de todo aquello.
Y no podía olvidar que involucraba quizás hacer sufrir a Vrykolakas. Aunque algo en la imagen mental que se posó en su cabeza le indicó que no era Vrykolakas a quién quería ver sufrir. Apartó aquel pensamiento de su mente y antes de sumergirse en el aire frío de la noche contestó a Cohen:
-¿Acaso no es para eso para lo que está hecha nuestra no vida?- contestó regalándole una sonrisa sincera que hacía bastante que no dedicaba a nadie y que de alguna forma embellecía los ojos dispares de su cara haciéndola parecer más inocente.- Dudo que esta noche haya aún acabado, pero si te pierdo en medio de la atracción a la sangre. - añadió- sabré donde encontrarte mañana.- aceptó, finalmente.
Ambos caminaron de manera programada, Caoimhe guiando a Cohen, varios pasos tras el. Los callejones volvieron a meter en la oscuridad y en el momento justo en el que el silencio fue lo único que les mantenía unidos, ante ellos se abrió majestuosa la Cueva del Mercado.
Sus paredes de Piedra curtida se elevaban metros y metros por encima de sus cabezas. Los adornos de Piedra con motivos vampiros no habían sido producto de la destrucción de los humanos en este preciso lugar por lo que como si de un libro de historia se tratase, el observador avispado podía observar los lugares exactos que dividían la trama vampira y la emoción de aquellos que habían tallado la piedra de aquella manera particular.
El lugar estaba mucho más concurrido de lo que Caoimhe se había imaginado. La noche estaba bien entrada y para aquel entonces estaba segura de que las mejores presas habían sido tomadas. Sin embargo había un bullicio constante en el centro de aquella cueva y aunque la chica se esforzó en ignorarlo, aquella tarea se hacía más difícil a medida que avanzaban y los cuerpos vampiros se acumulaban en el espacio dificultando sus pasos.
Aquí y allá sus movimientos eran observados por aquellos que vendían su sangre. Ella y Cohen no eran compradores comunes y en más de una ocasión la chica tuvo separarse de humanos que desesperados se abalanzaban sobre ella intentando captar su atención.
No solo en los humanos yacía el peligro: El Mercado de sangre había sido un punto donde los pactos de sangre habían estado a la orden del día entre negociantes. Peligrosos y basados en esoterismo vampírico que Caoimhe no entendía, estos pactos se aseguraban de manera real de que fuesen cumplidos por ambas partes.
Ella era una dama en apariencia sola en medio de un lugar moralmente poco ético por lo que las sonrisas lascivas de posibles interesados en negocios… turbios estaban a la orden del día.
En un momento en particular frenó su paso en seco, observando a su alrededor con la curiosidad de alguien que quiere constatar si sus creencias eran ciertas. Los primeros minutos parecieron horas y en ellos, la vampiresa constató los trueques abominables que sabía, desalmados realizaban tomando poder y ventaja sobre otros.
Los siguientes estuvieron aderezados por la sorpresa de haber perdido de vista a Cohen. Comenzaba a impacientarse. Quizás había leído mal a Jared desde el principio y… su servidumbre, su vasallaje era monógamo tan solo sujeto a Vrykolakas…
Pero el chico parecía lo suficientemente desesperado como para….
Oyó su voz antes de verlo, sus ojos posados en la figura de Cohen al que había vuelto a encontrar:
Jared se había hecho con la mano del vampiro y de manera sugerente recorría sus dedos hasta el codo.
-… Mi sangre es cálida y no hace mucho que me alimente por lo que espero que dulce. Soy paciente y dinámico… puedo adaptarme bien a las que sean tus… condiciones. Tan solo necesito que jures la conversión en menos de dos semanas….
El chico se acercó a la oreja de Cohen y la acarició con aquellas manos pálidas y esqueléticas. Su expresión ilusionada, casi esperanzada.
Jared vestía con la misma túnica que había usado en casa de su amo Vrykolakas y la chica record el sinfín de cicatrices en sus brazos productos del uso y disfrute de Vitto. Por primera vez desde que lo conoció sintió pena por aquella alma perdida:
No estaba segura cual era el motivo que había llevado a Jared a tener que vender su sangre y su vida a cambio de migajas, pero estaba segura de que a pesar de su esperanza de ser convertido, no merecía la pena.
-Vaya… vaya- dijo la vampiresa acercándose al fin a ambas figuras- ¿Sabe Vitto que comparte su comida con el resto de los carroñeros de Sacrestic?- añadió, posicionándose cerca de Cohen.- No estoy segura de que tu amo esté muy contento si llega a enterarse.
El chico se tensó en una primera estancia pero por algún motive el estar en aquel lugar le había dado valentía y sacó un orgullo que Caoimhe no había visto en el en la mansión varias noches atrás.
-Bueno… tampoco es que mi sangre lleve su nombre- añadió dedicándole de nuevo ojitos a Cohen.
-Ah… pero estoy segura de que el tendría una opinión distinta a esa- añadió ella analizando al hombre en busca de armas o algo que pudiese ponerlos en desventaja.
-[color:886b=#ffcc00Imagínate… yo creo que va a estar más sorprendido de ver como su sangre se vincula coneste lugar- dijo el chico poniendo especial tilde en el pronombre posesivo.- ¿Buscando un snack rápido…? Por ser tú…El primer mordisco es gratuito
Caoimhe tragó saliva intentando olvidar que aquel hombre era el culpable de la maldición de su vida. Y compuso un gesto de asco al recordar el estado de la sangre de Jared.
-De hecho…. – dijo de pronto como si aquello era justo lo que necesitaba- Mi…- miró a Cohen buscando una palabra con la que dirigirse a él que fuese lo suficientemente importante como para no suscitar sospechas pero no comprometedora- Mi amigo y yo querríamos comprar algo de tu tiempo- añadió.
-¿Mi tiempo?- dijo el chico confuso y analizando la situación rápidamente- ¿De cuánto exactamente estamos hablando?
-Una hora.- miró a Cohen- dos a lo sumo. Lo suficiente como para que quizás nos clarifiques una serie de… preguntas
El hombre miró a Cohen y la chica como si los acabase de ver por primera vez.
-Mi precio no es barato- añadió- Pero… podría renegociar las condiciones dependiendo de… lo que estéis dispuestos a ofrecerme.
La pena se apoderó de nuevo de Caoimhe. Aquel chico estaba desesperado por algo que no iba a suceder.
-Hagamos algo…responde de manera veraz a lo que vamos a preguntarte y yo misma me encargaré de que no vengas aquí ni una noche más a partir de hoy.
Los ojos del chico se iluminaron de nuevo llenos de esperanza.
Tenía que buscar algún sitio donde encerrarlo al final de aquella velada. Si lo que habían encontrado en aquella habitación era tan importante como parecía, la idea de Jared libre y capaz de chivarse a Vitto acerca de sus preguntas no les convenía.
Ah… pero aquello era un problema para la Cao del futuro
Su propia proposición fue interesante. Las últimas semanas, meses incluso se los había pasado de aquí y allá ahondada hasta las orejas de cosas en las que ocuparse para quizás darse cuenta de que... bueno... Su negocio no estaba en el mejor momento. La idea de destrozar todo por lo que su padre había trabajado le producía vértigo. Sus quehaceres menos lícitos lo estaban manteniendo a flote pero... llevaba semanas sin estar en Beltrexus. Y sus secuaces eran todo músculo, nada cerebro por lo que no esperaba que la información que hubiese surgido en el tiempo que llevaba fuera le diese para mucho hilo en sus sobornos.
Una nueva aventura...
Su corazón palpitó de manera alegre a medida que seguía de nuevo a Cohen por los pasadizos hasta alcanzar la casa del tal Victo. Aquella leve muestra de agitación le desveló que el sentirse libre de acceder a las aventuras de alguien más que ella misma parecía interesarle. Cuanto menos explorar la vida de aquel desconocido podría serle útil en el futuro: Nunca se sabe cuando van a hacerte falta contactos... Además y con suerte podría obtener un nuevo vínculo al final de todo aquello.
Y no podía olvidar que involucraba quizás hacer sufrir a Vrykolakas. Aunque algo en la imagen mental que se posó en su cabeza le indicó que no era Vrykolakas a quién quería ver sufrir. Apartó aquel pensamiento de su mente y antes de sumergirse en el aire frío de la noche contestó a Cohen:
-¿Acaso no es para eso para lo que está hecha nuestra no vida?- contestó regalándole una sonrisa sincera que hacía bastante que no dedicaba a nadie y que de alguna forma embellecía los ojos dispares de su cara haciéndola parecer más inocente.- Dudo que esta noche haya aún acabado, pero si te pierdo en medio de la atracción a la sangre. - añadió- sabré donde encontrarte mañana.- aceptó, finalmente.
Ambos caminaron de manera programada, Caoimhe guiando a Cohen, varios pasos tras el. Los callejones volvieron a meter en la oscuridad y en el momento justo en el que el silencio fue lo único que les mantenía unidos, ante ellos se abrió majestuosa la Cueva del Mercado.
Sus paredes de Piedra curtida se elevaban metros y metros por encima de sus cabezas. Los adornos de Piedra con motivos vampiros no habían sido producto de la destrucción de los humanos en este preciso lugar por lo que como si de un libro de historia se tratase, el observador avispado podía observar los lugares exactos que dividían la trama vampira y la emoción de aquellos que habían tallado la piedra de aquella manera particular.
El lugar estaba mucho más concurrido de lo que Caoimhe se había imaginado. La noche estaba bien entrada y para aquel entonces estaba segura de que las mejores presas habían sido tomadas. Sin embargo había un bullicio constante en el centro de aquella cueva y aunque la chica se esforzó en ignorarlo, aquella tarea se hacía más difícil a medida que avanzaban y los cuerpos vampiros se acumulaban en el espacio dificultando sus pasos.
Aquí y allá sus movimientos eran observados por aquellos que vendían su sangre. Ella y Cohen no eran compradores comunes y en más de una ocasión la chica tuvo separarse de humanos que desesperados se abalanzaban sobre ella intentando captar su atención.
No solo en los humanos yacía el peligro: El Mercado de sangre había sido un punto donde los pactos de sangre habían estado a la orden del día entre negociantes. Peligrosos y basados en esoterismo vampírico que Caoimhe no entendía, estos pactos se aseguraban de manera real de que fuesen cumplidos por ambas partes.
Ella era una dama en apariencia sola en medio de un lugar moralmente poco ético por lo que las sonrisas lascivas de posibles interesados en negocios… turbios estaban a la orden del día.
En un momento en particular frenó su paso en seco, observando a su alrededor con la curiosidad de alguien que quiere constatar si sus creencias eran ciertas. Los primeros minutos parecieron horas y en ellos, la vampiresa constató los trueques abominables que sabía, desalmados realizaban tomando poder y ventaja sobre otros.
Los siguientes estuvieron aderezados por la sorpresa de haber perdido de vista a Cohen. Comenzaba a impacientarse. Quizás había leído mal a Jared desde el principio y… su servidumbre, su vasallaje era monógamo tan solo sujeto a Vrykolakas…
Pero el chico parecía lo suficientemente desesperado como para….
Oyó su voz antes de verlo, sus ojos posados en la figura de Cohen al que había vuelto a encontrar:
Jared se había hecho con la mano del vampiro y de manera sugerente recorría sus dedos hasta el codo.
-… Mi sangre es cálida y no hace mucho que me alimente por lo que espero que dulce. Soy paciente y dinámico… puedo adaptarme bien a las que sean tus… condiciones. Tan solo necesito que jures la conversión en menos de dos semanas….
El chico se acercó a la oreja de Cohen y la acarició con aquellas manos pálidas y esqueléticas. Su expresión ilusionada, casi esperanzada.
Jared vestía con la misma túnica que había usado en casa de su amo Vrykolakas y la chica record el sinfín de cicatrices en sus brazos productos del uso y disfrute de Vitto. Por primera vez desde que lo conoció sintió pena por aquella alma perdida:
No estaba segura cual era el motivo que había llevado a Jared a tener que vender su sangre y su vida a cambio de migajas, pero estaba segura de que a pesar de su esperanza de ser convertido, no merecía la pena.
-Vaya… vaya- dijo la vampiresa acercándose al fin a ambas figuras- ¿Sabe Vitto que comparte su comida con el resto de los carroñeros de Sacrestic?- añadió, posicionándose cerca de Cohen.- No estoy segura de que tu amo esté muy contento si llega a enterarse.
El chico se tensó en una primera estancia pero por algún motive el estar en aquel lugar le había dado valentía y sacó un orgullo que Caoimhe no había visto en el en la mansión varias noches atrás.
-Bueno… tampoco es que mi sangre lleve su nombre- añadió dedicándole de nuevo ojitos a Cohen.
-Ah… pero estoy segura de que el tendría una opinión distinta a esa- añadió ella analizando al hombre en busca de armas o algo que pudiese ponerlos en desventaja.
-[color:886b=#ffcc00Imagínate… yo creo que va a estar más sorprendido de ver como su sangre se vincula coneste lugar- dijo el chico poniendo especial tilde en el pronombre posesivo.- ¿Buscando un snack rápido…? Por ser tú…El primer mordisco es gratuito
Caoimhe tragó saliva intentando olvidar que aquel hombre era el culpable de la maldición de su vida. Y compuso un gesto de asco al recordar el estado de la sangre de Jared.
-De hecho…. – dijo de pronto como si aquello era justo lo que necesitaba- Mi…- miró a Cohen buscando una palabra con la que dirigirse a él que fuese lo suficientemente importante como para no suscitar sospechas pero no comprometedora- Mi amigo y yo querríamos comprar algo de tu tiempo- añadió.
-¿Mi tiempo?- dijo el chico confuso y analizando la situación rápidamente- ¿De cuánto exactamente estamos hablando?
-Una hora.- miró a Cohen- dos a lo sumo. Lo suficiente como para que quizás nos clarifiques una serie de… preguntas
El hombre miró a Cohen y la chica como si los acabase de ver por primera vez.
-Mi precio no es barato- añadió- Pero… podría renegociar las condiciones dependiendo de… lo que estéis dispuestos a ofrecerme.
La pena se apoderó de nuevo de Caoimhe. Aquel chico estaba desesperado por algo que no iba a suceder.
-Hagamos algo…responde de manera veraz a lo que vamos a preguntarte y yo misma me encargaré de que no vengas aquí ni una noche más a partir de hoy.
Los ojos del chico se iluminaron de nuevo llenos de esperanza.
Tenía que buscar algún sitio donde encerrarlo al final de aquella velada. Si lo que habían encontrado en aquella habitación era tan importante como parecía, la idea de Jared libre y capaz de chivarse a Vitto acerca de sus preguntas no les convenía.
Ah… pero aquello era un problema para la Cao del futuro
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Cohen no había acudido a aquel lugar desde que Zana desapareció. A la vampiresa le gustaba frecuentar aquel lugar y usar a aquellos humanos cómo prácticamente mascotas desesperadas con las que jugar y alimentarse, cómo el gato que juega con el ratón justo antes de zamparlo…
Las proposiciones indecentes llegaron rápidamente y Cohen se abrió paso entre numerosos hombres y mujeres que querían venderle su sangre. A cambio, a saber de qué… ¿Unas monedas? ¿Algún favor…? No estaba ahora mismo para eso.
Por esa razón, cuándo un chico delgado, demacrado y pálido, se le acercó, pidiéndole ni más ni menos que una posible conversión, vio que en aquel lugar, las personas estaban demasiado desesperadas. Incluso más que él.
―No estoy interesado, gracias…
Fue entonces cuando Caoimhe, que había tomado la delantera, apareció de nuevo a su lado. Al parecer, conocía al chico y éste estaba relacionado con Vitto, que al parecer, era el dueño de su sangre. Aquel lugar era turbio en ocasiones…
Cao quería estar a solas con él, intercambiar unas palabras. Una hora… no necesitarían tanto tiempo… pero asintió a su compañera cuándo ésta le miró.
No lejos de allí, en la Comarca de Urd, Cohen conocía a un vampiro que convertía a todos los humanos que se lo pedían. Podría recomendarle aquel lugar al joven si deseaba la conversión, pero lo último que necesitaba era un neófito del que cuidar. Cohen no era de esos.
Tras asentir, el joven los dirigió hacia una pequeña sala en uno de los laterales del mercado. Allí, pequeñas habitaciones de apenas unos metros cuadrados daban cierta privacidad y aunque el olor de la sangre era evidente, Cohen distinguió los restos blanquecinos de otras sustancias en una de las paredes.
―Creo que alguien se lo acaba de montar aquí…No sabía que este mercado vendiese mucho más que sangre...
Se colocó entre la única salida del habitáculo y ellos, dejando que la vampiresa tomara la iniciativa. Ella le conocía y sabría cómo abordar el tema.
¿Tendría aquel despojo humano alguna información útil sobre el edificio de las tres puertas? Estaban a punto de saberlo.
Las proposiciones indecentes llegaron rápidamente y Cohen se abrió paso entre numerosos hombres y mujeres que querían venderle su sangre. A cambio, a saber de qué… ¿Unas monedas? ¿Algún favor…? No estaba ahora mismo para eso.
Por esa razón, cuándo un chico delgado, demacrado y pálido, se le acercó, pidiéndole ni más ni menos que una posible conversión, vio que en aquel lugar, las personas estaban demasiado desesperadas. Incluso más que él.
―No estoy interesado, gracias…
Fue entonces cuando Caoimhe, que había tomado la delantera, apareció de nuevo a su lado. Al parecer, conocía al chico y éste estaba relacionado con Vitto, que al parecer, era el dueño de su sangre. Aquel lugar era turbio en ocasiones…
Cao quería estar a solas con él, intercambiar unas palabras. Una hora… no necesitarían tanto tiempo… pero asintió a su compañera cuándo ésta le miró.
No lejos de allí, en la Comarca de Urd, Cohen conocía a un vampiro que convertía a todos los humanos que se lo pedían. Podría recomendarle aquel lugar al joven si deseaba la conversión, pero lo último que necesitaba era un neófito del que cuidar. Cohen no era de esos.
Tras asentir, el joven los dirigió hacia una pequeña sala en uno de los laterales del mercado. Allí, pequeñas habitaciones de apenas unos metros cuadrados daban cierta privacidad y aunque el olor de la sangre era evidente, Cohen distinguió los restos blanquecinos de otras sustancias en una de las paredes.
―Creo que alguien se lo acaba de montar aquí…No sabía que este mercado vendiese mucho más que sangre...
Se colocó entre la única salida del habitáculo y ellos, dejando que la vampiresa tomara la iniciativa. Ella le conocía y sabría cómo abordar el tema.
¿Tendría aquel despojo humano alguna información útil sobre el edificio de las tres puertas? Estaban a punto de saberlo.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
La promesa de una vida mejor pareció funcionar en la mente simple de Jared quien sin poder contener la luz de su mirada ilusionada los guió a través de los vampiros.
Los gritos de las pujas por tal o cual súbditos acallaron las palabras del chico a medida que caminaban hasta el lugar indicado. Jared parecía haber recorrido aquellos pasos las veces suficientes como para entender la familiaridad de todos los cuerpos que se cruzaba camino al objetivo final. A medida que avanzaron, la muchedumbre se hizo menor y para cuando alcanzaron la puerta pequeña del habitáculo, la única compañía de ambos tres cuerpos era el sonido de los gruñidos y gorgoteos típicos de la sangre en las habitaciones colindantes.
Caoimhe se tapó un poco la nariz y boca, de manera disimulada. No necesitaba la tentación de aquello que podría obtener al crear vīnculos con cualquier sangre mermando el objetivo de aquel paseo nocturno.
Cohen por su parte se veía lo suficientemente confiado como para que Caoimhe se preguntase por primera vez qué tipo de vampiro era aquel hombre. ¿Quizás solía frecuentar lugares como este? ¿O se regocijaba de la inferioridad perceptible de aquellos que vendían su sangre? No pudo evitar pensar en la mirada juiciosa de unos ojos en particular si tan solo se enterase que había estado allí aquella noche.
La voz de Cohen la sacó de aquel pensamiento incómodo.
-No solo de sangre vive el vampiro- añadió Caoimhe ante su interjección alejándose de cualquier tipo de contacto entre ella y la pared.-Imagino..- añadió de manera rápida y no planeada esta vez en un susurro que quedó ahogado por los movimientos de Jared acomodando la sala.
El centro del habitáculo lo conformaba una pequeña mesa de madera redonda, con mellas a ambos lados de la sillas que la rodeaban y más salpicaduras rojizas de las que podía intuirse en una primera estancia. Caoimhe cruzó los brazos y dejó que Jared se acomodase en la silla paciente.
-Y bien... qué necesitáis saber- dijo sentandose de manera exageradamente cómoda teniendo en cuenta lo rudimentario de la silla. Abriendo las piernas de manera desmesurada e inclinándose hacia atrás de manera casual.
Caoimhe había visto escenificar ese gesto demasiadas veces por parte de los clientes de su madre en el prostíbulo como para pasar por alto lo que solía significar: Jared se creía en control de la conversación, y por primera vez desde que lo conoció pensó que quizás deberían tomar las verdades de aquel hombre con una pizca de sal.
Caoimhe comenzó el interrogatorio sin darle mucho pie a que tomase las riendas de lo que allí pasaba.
-¿Cuánto hace que trabajas para Vitto?- dijo de manera directa.
Jared guiñó un ojo en un semblante pensativo, como haciendo memoria y respondió:
-Unos... 8 años- dijo de pronto algo aturdido.
-¿Y... siempre has trabajado en su casa o... digamos te has movido de emplazamiento?- continuó sin darle mucho tiempo a Jared para perderse en el silencio.
-El señor Vrykolakas tiene varias residencias, como marca la tradición de su casta. Y como comprenderás un vampiro no suele controlar como y cuando urge calmar su sangre...- el chico dijo esto despojándose de manera casual de la capa de viaje que llevaba cubriéndolo, las cicatrices de sus brazos aún más visibles- Pero... no todos son la suficiente tentación como para acompañar a mi señor.. No. Necesitas ser... de una pasta diferente- dijo Jared de nuevo orgulloso de su repugnante existencia.
-Y...bueno digamos que entonces has viajado con el... lo suficiciente como para conocerlo un poco.- dijo Caoimhe con gesto burlón- Aunque bueno... no se. No estoy tan segura de que seas tan importante para Vitto.- añadió- Al fin y al cabo tiene los suficientes siervos como para alternar la sangre que le apetece en cada almuerzo y tú... no me malinterpretes. Cuando te vi en su casa no pensé que estuvieseis tan unidos.
Caoimhe sabía exactamente lo que estaba haciendo, y casi se le escapó una sonrisa de placer al notar el gesto contrariado de Jared al verse atacado.
-¿Un poco?- dijo el hombre de pronto molesto- ¿Un poco? Vitto Vrykolakas es mi dueño... Conoce mis más profundos secretos... Ha confiado en mi los suyos propios... No era ajeno a aquello que hacíais en el laboratorio- dijo, molesto- Como no soy ajeno a las puertas de las cabezas flotantes y...- el chico se enfurruñó de pronto- ¡Vitto Vrykolakas ha bebido de mi sangre lo suficiente como para nutrirlo en lo que es hoy...! ¡Tengo su marca allá donde nadie más la ha dejado!- se levantó y bajó sus pantalones de manera rápida camuflando con su mano su miembro masculino como podía
El chico separó un poco sus piernas enseñando la cicatriz blanquecina en su ingle, claramente de mordida vampira. Caoimhe apartó la cara y clavó su mirada en Cohen en parte repugnada y avergonzada por aquella visión, en parte compartiendo el remolino de ideas en su cabeza sobre... 'puertas con cabezas flotantes'
-No... es necesario que seas tan explícito... de hecho me sorprende que sepas lo de...- miró de nuevo a Cohen, intentando no ser demasiado obvia- Lo del edificio de las puertas rojas.
Fuera de la estancia el sonido de los gruñidos había cesado y el traqueteo del abrir y cerrar de puertas silenció la conversación un poco.
-Ah... eso y mucho más. ¿Por quién me tomas? Un alma en pena que vende su cuerpo y sangre en un mercado de manera triste...- el chico se sentó de nuevo a la silla. Sin preocuparse de ponerse la ropa de nuevo. Su cuerpo menudo y blanquecino parecía haberse despojado de cualquier fuerza que hubiese tenido en otros años. - Yo fui quien dió a Vitto la idea de las ilusiones para esconder ese estúpido edificio...¿Recuerdas la pared que requería sangre para la entrada a sus terrenos...? Pues algo así... Mi amo no creía en la eficacia de esconder algo a simple vista...- rió de nuevo posando sus manos sobre la mesa- Ah... pero ha resultado sumamete eficaz hasta hoy.
Caoimhe tragó saliva, como si aquello fuese la confirmación que necesitaban. Sería demasiada casualidad que la descripción de aquel hombre no hiciese referencia justo a lo que Cohen y el andaban buscando. No estaba segura de como iban a dar con aquel lugar si como decía Jared estaba escondido a base de ilusiones en alguna parte de los latifundios de Vrykolakas, pero quizás...
-Me extraña sin embargo que Vrykolakas haya hecho caso a tus sugerencias y custodiado un edificio tan solo por una ilusión sin supervisión alguna en lugares lejanos- dijo, sintiendo que estaba arriesgando demasiado y que su poca sutileza podría costarles las ganancias.
-¿Ah... pero quien ha dicho que no lo vigila?- dijo Jared, molesto- ¿Acaso no has sido tu misma la que has dicho que mi amo tiene muchos sirvientes en su casa de Sacrestic?... Igualmente... ¿Qué queríais saber? no me habés traído aquí para hablar de un edificio con puertas rojas en el que solo he visto entrar a una persona en os últimos 8 años?
Caoimhe relajó los hombros. Entonces estaba aquí,... y si lo que Jared decía era cierto, debía de haber otra manera de entrar más oculta que la obvia. Pero esperaba que aquello tuviese sentido para Cohen. Se les acababa el tiempo y se moría de ganas de salir de allí
-Por... por supuesto- dijo Caoimhe pensando de manera rápida- ¿ Por qué lo hizo?- dijo de pronto sorprendiendose a si misma con aquella pregunta. En aquella situación. Frente aquel desconocido.- ¿Por qué...?¿Por qué volvió a contactar conmigo después de...?
Jared sonrió de manera enigmática y Caoimhe se arrepintió de haber preguntado aquello mientras la furia se apoderaba de ella lo suficiente como para querer arrancar de un mordisco la cabeza de aquel esqueleto humano.
-Porque eres su pago, por supuesto- añadió.
La vampiresa abrió mucho los ojos contrariada. ¿Su pago? ¿De qué estaba hablando aquel imbecil? ¿Qué era lo que insinuaba? Cerró su mano en un puño dispuesta a desvelar cualquier estratagema que hubiese seguido hasta el momento de entender bien que lo que aquel chico sugería es que su conversión había sido un pago justo estipulado entre su padre y Vrykolakas. La memoria de su padre en su mente. Su respiración agitada ¿Hacía cuanto que no se alimentaba?
Tres golpes sordos en la puerta interrumpieron sus pensamientos erráticos devolviéndola al aquí y ahora. A aquella sala llena de manchas de dudosa procedencia rodeada de dos desconocidos, uno de ellos desnudo y con una sonrisa provocativa en la que Caoimhe había estado a punto de enfocar su rabia.
Se giró sobre si misma alcanzando la puerta. Necesitaba salir de allí si quería ser fiel a sus principios... Estaba segura de que Cohen sabría cerrar aquel negocio. O quizás preguntar algo más que le beneficiase. Le daba igual.
No debería haber preguntado cosas que verdaderamente no quería saber.
Los gritos de las pujas por tal o cual súbditos acallaron las palabras del chico a medida que caminaban hasta el lugar indicado. Jared parecía haber recorrido aquellos pasos las veces suficientes como para entender la familiaridad de todos los cuerpos que se cruzaba camino al objetivo final. A medida que avanzaron, la muchedumbre se hizo menor y para cuando alcanzaron la puerta pequeña del habitáculo, la única compañía de ambos tres cuerpos era el sonido de los gruñidos y gorgoteos típicos de la sangre en las habitaciones colindantes.
Caoimhe se tapó un poco la nariz y boca, de manera disimulada. No necesitaba la tentación de aquello que podría obtener al crear vīnculos con cualquier sangre mermando el objetivo de aquel paseo nocturno.
Cohen por su parte se veía lo suficientemente confiado como para que Caoimhe se preguntase por primera vez qué tipo de vampiro era aquel hombre. ¿Quizás solía frecuentar lugares como este? ¿O se regocijaba de la inferioridad perceptible de aquellos que vendían su sangre? No pudo evitar pensar en la mirada juiciosa de unos ojos en particular si tan solo se enterase que había estado allí aquella noche.
La voz de Cohen la sacó de aquel pensamiento incómodo.
-No solo de sangre vive el vampiro- añadió Caoimhe ante su interjección alejándose de cualquier tipo de contacto entre ella y la pared.-Imagino..- añadió de manera rápida y no planeada esta vez en un susurro que quedó ahogado por los movimientos de Jared acomodando la sala.
El centro del habitáculo lo conformaba una pequeña mesa de madera redonda, con mellas a ambos lados de la sillas que la rodeaban y más salpicaduras rojizas de las que podía intuirse en una primera estancia. Caoimhe cruzó los brazos y dejó que Jared se acomodase en la silla paciente.
-Y bien... qué necesitáis saber- dijo sentandose de manera exageradamente cómoda teniendo en cuenta lo rudimentario de la silla. Abriendo las piernas de manera desmesurada e inclinándose hacia atrás de manera casual.
Caoimhe había visto escenificar ese gesto demasiadas veces por parte de los clientes de su madre en el prostíbulo como para pasar por alto lo que solía significar: Jared se creía en control de la conversación, y por primera vez desde que lo conoció pensó que quizás deberían tomar las verdades de aquel hombre con una pizca de sal.
Caoimhe comenzó el interrogatorio sin darle mucho pie a que tomase las riendas de lo que allí pasaba.
-¿Cuánto hace que trabajas para Vitto?- dijo de manera directa.
Jared guiñó un ojo en un semblante pensativo, como haciendo memoria y respondió:
-Unos... 8 años- dijo de pronto algo aturdido.
-¿Y... siempre has trabajado en su casa o... digamos te has movido de emplazamiento?- continuó sin darle mucho tiempo a Jared para perderse en el silencio.
-El señor Vrykolakas tiene varias residencias, como marca la tradición de su casta. Y como comprenderás un vampiro no suele controlar como y cuando urge calmar su sangre...- el chico dijo esto despojándose de manera casual de la capa de viaje que llevaba cubriéndolo, las cicatrices de sus brazos aún más visibles- Pero... no todos son la suficiente tentación como para acompañar a mi señor.. No. Necesitas ser... de una pasta diferente- dijo Jared de nuevo orgulloso de su repugnante existencia.
-Y...bueno digamos que entonces has viajado con el... lo suficiciente como para conocerlo un poco.- dijo Caoimhe con gesto burlón- Aunque bueno... no se. No estoy tan segura de que seas tan importante para Vitto.- añadió- Al fin y al cabo tiene los suficientes siervos como para alternar la sangre que le apetece en cada almuerzo y tú... no me malinterpretes. Cuando te vi en su casa no pensé que estuvieseis tan unidos.
Caoimhe sabía exactamente lo que estaba haciendo, y casi se le escapó una sonrisa de placer al notar el gesto contrariado de Jared al verse atacado.
-¿Un poco?- dijo el hombre de pronto molesto- ¿Un poco? Vitto Vrykolakas es mi dueño... Conoce mis más profundos secretos... Ha confiado en mi los suyos propios... No era ajeno a aquello que hacíais en el laboratorio- dijo, molesto- Como no soy ajeno a las puertas de las cabezas flotantes y...- el chico se enfurruñó de pronto- ¡Vitto Vrykolakas ha bebido de mi sangre lo suficiente como para nutrirlo en lo que es hoy...! ¡Tengo su marca allá donde nadie más la ha dejado!- se levantó y bajó sus pantalones de manera rápida camuflando con su mano su miembro masculino como podía
El chico separó un poco sus piernas enseñando la cicatriz blanquecina en su ingle, claramente de mordida vampira. Caoimhe apartó la cara y clavó su mirada en Cohen en parte repugnada y avergonzada por aquella visión, en parte compartiendo el remolino de ideas en su cabeza sobre... 'puertas con cabezas flotantes'
-No... es necesario que seas tan explícito... de hecho me sorprende que sepas lo de...- miró de nuevo a Cohen, intentando no ser demasiado obvia- Lo del edificio de las puertas rojas.
Fuera de la estancia el sonido de los gruñidos había cesado y el traqueteo del abrir y cerrar de puertas silenció la conversación un poco.
-Ah... eso y mucho más. ¿Por quién me tomas? Un alma en pena que vende su cuerpo y sangre en un mercado de manera triste...- el chico se sentó de nuevo a la silla. Sin preocuparse de ponerse la ropa de nuevo. Su cuerpo menudo y blanquecino parecía haberse despojado de cualquier fuerza que hubiese tenido en otros años. - Yo fui quien dió a Vitto la idea de las ilusiones para esconder ese estúpido edificio...¿Recuerdas la pared que requería sangre para la entrada a sus terrenos...? Pues algo así... Mi amo no creía en la eficacia de esconder algo a simple vista...- rió de nuevo posando sus manos sobre la mesa- Ah... pero ha resultado sumamete eficaz hasta hoy.
Caoimhe tragó saliva, como si aquello fuese la confirmación que necesitaban. Sería demasiada casualidad que la descripción de aquel hombre no hiciese referencia justo a lo que Cohen y el andaban buscando. No estaba segura de como iban a dar con aquel lugar si como decía Jared estaba escondido a base de ilusiones en alguna parte de los latifundios de Vrykolakas, pero quizás...
-Me extraña sin embargo que Vrykolakas haya hecho caso a tus sugerencias y custodiado un edificio tan solo por una ilusión sin supervisión alguna en lugares lejanos- dijo, sintiendo que estaba arriesgando demasiado y que su poca sutileza podría costarles las ganancias.
-¿Ah... pero quien ha dicho que no lo vigila?- dijo Jared, molesto- ¿Acaso no has sido tu misma la que has dicho que mi amo tiene muchos sirvientes en su casa de Sacrestic?... Igualmente... ¿Qué queríais saber? no me habés traído aquí para hablar de un edificio con puertas rojas en el que solo he visto entrar a una persona en os últimos 8 años?
Caoimhe relajó los hombros. Entonces estaba aquí,... y si lo que Jared decía era cierto, debía de haber otra manera de entrar más oculta que la obvia. Pero esperaba que aquello tuviese sentido para Cohen. Se les acababa el tiempo y se moría de ganas de salir de allí
-Por... por supuesto- dijo Caoimhe pensando de manera rápida- ¿ Por qué lo hizo?- dijo de pronto sorprendiendose a si misma con aquella pregunta. En aquella situación. Frente aquel desconocido.- ¿Por qué...?¿Por qué volvió a contactar conmigo después de...?
Jared sonrió de manera enigmática y Caoimhe se arrepintió de haber preguntado aquello mientras la furia se apoderaba de ella lo suficiente como para querer arrancar de un mordisco la cabeza de aquel esqueleto humano.
-Porque eres su pago, por supuesto- añadió.
La vampiresa abrió mucho los ojos contrariada. ¿Su pago? ¿De qué estaba hablando aquel imbecil? ¿Qué era lo que insinuaba? Cerró su mano en un puño dispuesta a desvelar cualquier estratagema que hubiese seguido hasta el momento de entender bien que lo que aquel chico sugería es que su conversión había sido un pago justo estipulado entre su padre y Vrykolakas. La memoria de su padre en su mente. Su respiración agitada ¿Hacía cuanto que no se alimentaba?
Tres golpes sordos en la puerta interrumpieron sus pensamientos erráticos devolviéndola al aquí y ahora. A aquella sala llena de manchas de dudosa procedencia rodeada de dos desconocidos, uno de ellos desnudo y con una sonrisa provocativa en la que Caoimhe había estado a punto de enfocar su rabia.
Se giró sobre si misma alcanzando la puerta. Necesitaba salir de allí si quería ser fiel a sus principios... Estaba segura de que Cohen sabría cerrar aquel negocio. O quizás preguntar algo más que le beneficiase. Le daba igual.
No debería haber preguntado cosas que verdaderamente no quería saber.
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
Cohen escuchó atentamente la conversación de Caoimhe con aquel desquiciado. El joven parecía admirar al vampiro que se alimentaba de él. Quizás le amaba. O quizás sólo esperaba que, en algún momento, cumpliese con las promesas que le había dedicado. Aun así, la indiscreción le ponía y pronto terminó relevando importantes secretos.
Al parecer, sabía dónde se encontraba el edificio de las puertas, al igual que conocía cómo estaba oculto a la vista mediante el uso de la magia, algo que sería un problema. Luego, confesó que se encontraba en Sacrestic Ville, demostrando una vez, que su fidelidad hacia Vitto, si era real, era bastante torpe.
Fue entonces cuándo Caoimhe le hizo una pregunta, la respuesta del joven le sorprendió. Lo mismo parecía ocurrirle a la mujer, que pareció sorprendida por la espontánea confesión del chico.
―Una pregunta… ¿dónde puedo encontrar el edificio de las tres puertas? Dices que la magia no deja acceder a él con facilidad, pero si sabes dónde está…
El joven, quizás, comprendió en ese momento su torpeza y Cohen vio cómo sus ojos se agrandaban en la oscuridad, consciente por primera vez de que quizás había metido la pata, desvelando más información de la debida.
―Vamos ratoncito, no tengo toda la noche…
Jared, asustado, intentó escapar, pero Cohen le impidió el paso. Dejó escapar su maldición vampírica ante la vista del desconocido. Sus ojos se volvieron completamente negros, al igual que sus labios. Las uñas crecieron ligeramente y se tornaron oscuras, al igual que los afilados colmillos que dejaba a la vista del joven por primera vez. El aura negra que le rodeaba hacía el resto… [1]
―Es tu última oportunidad para confesar… o morir… ¿Dónde está ese edificio y cómo puedo burlar la magia que lo defiende?
―Está en el Barrio Oscuro. En una de las antiguas mansiones. El lugar está custodiado durante las noches. Es imposible…
―¿Dónde está exactamente? No tengo mucha paciencia y estoy hasta los huevos de evasiones…
―Está cerca del cementerio, es lo que recuerdo... La pared lateral del edificio está pintada de rojo. Las puertas están ocultas por la magia…
Ahora que el joven había confesado, Cohen dudaba si dejar vivo a aquel jodido desgraciado o acabar con su miserable vida allí mismo. Finalmente, optó por lo primero, mientras dejaba marchar su forma maldita.
Siguió los pasos de Caoimhe, que había salido de la sala. Cohen no sabía hasta qué punto había escuchado la conversación.
―Sé dónde encontrar las puertas. Mañana reúnete conmigo en el cementerio, tal cómo te dije. Debemos ser tres y no sé por qué creo que tú también necesitas respuestas.
_____________________________________________
[1] Uso de mi habilidad Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad.
Al parecer, sabía dónde se encontraba el edificio de las puertas, al igual que conocía cómo estaba oculto a la vista mediante el uso de la magia, algo que sería un problema. Luego, confesó que se encontraba en Sacrestic Ville, demostrando una vez, que su fidelidad hacia Vitto, si era real, era bastante torpe.
Fue entonces cuándo Caoimhe le hizo una pregunta, la respuesta del joven le sorprendió. Lo mismo parecía ocurrirle a la mujer, que pareció sorprendida por la espontánea confesión del chico.
―Una pregunta… ¿dónde puedo encontrar el edificio de las tres puertas? Dices que la magia no deja acceder a él con facilidad, pero si sabes dónde está…
El joven, quizás, comprendió en ese momento su torpeza y Cohen vio cómo sus ojos se agrandaban en la oscuridad, consciente por primera vez de que quizás había metido la pata, desvelando más información de la debida.
―Vamos ratoncito, no tengo toda la noche…
Jared, asustado, intentó escapar, pero Cohen le impidió el paso. Dejó escapar su maldición vampírica ante la vista del desconocido. Sus ojos se volvieron completamente negros, al igual que sus labios. Las uñas crecieron ligeramente y se tornaron oscuras, al igual que los afilados colmillos que dejaba a la vista del joven por primera vez. El aura negra que le rodeaba hacía el resto… [1]
―Es tu última oportunidad para confesar… o morir… ¿Dónde está ese edificio y cómo puedo burlar la magia que lo defiende?
―Está en el Barrio Oscuro. En una de las antiguas mansiones. El lugar está custodiado durante las noches. Es imposible…
―¿Dónde está exactamente? No tengo mucha paciencia y estoy hasta los huevos de evasiones…
―Está cerca del cementerio, es lo que recuerdo... La pared lateral del edificio está pintada de rojo. Las puertas están ocultas por la magia…
Ahora que el joven había confesado, Cohen dudaba si dejar vivo a aquel jodido desgraciado o acabar con su miserable vida allí mismo. Finalmente, optó por lo primero, mientras dejaba marchar su forma maldita.
Siguió los pasos de Caoimhe, que había salido de la sala. Cohen no sabía hasta qué punto había escuchado la conversación.
―Sé dónde encontrar las puertas. Mañana reúnete conmigo en el cementerio, tal cómo te dije. Debemos ser tres y no sé por qué creo que tú también necesitas respuestas.
_____________________________________________
[1] Uso de mi habilidad Maldición Desatada [Mágica, 2 usos de 2 turnos]: Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
No le importaba demasiado si su marcha de aquella sala había sido poco educada o no.Su cabeza estaba llena de preguntas que no quería o podía responder y de ser reales, quizás había estado perdiendo el tiempo de manera exagerada y debía caminar en aquel instante dirección a la mansión de Vitto.
Dejar salir su sed y acabar con todo lo que se encontrase a su paso.
Pero algo en ella le decía que Jared había jugado con los tiempos en sus respuestas y que quizás Vitto le había contado más de ella de lo que Caoimhe imaginaba. Lo suficiente como para entender parte de su pasado y el porqué se encontraba allí. Algo que ni ella misma entendía al 100%.
No estaba segura de si Cohen se encargaría de Jared de manera tan minuciosa como lo habría hecho ella, pero no podían arriesgarse a dejar cabos sueltos.
En su salida a través de aquellos pasadizos oscuros Caoimhe encontró de nuevo a las dos figuras que custodiaban la entrada y se aseguraban que el tiempo contratado en los cubículos era el tiempo exacto por el que se había pagado por ellos. Ni más ni menos.
Se acercó a uno de aquellos vampiros: Ambos vestidos con atuendos oscuros. Ambos con el mismo semblante inexpresivo y mirando a la nada.
Dejó una pequeña bolsa de cuero en uno de los bolsillos de la túnica del más cercano y dijo de manera apresurada.
-Mi amigo y yo hemos dejado nuestra cena a medio terminar en el cubículo 5.- sentenció- Asegúrense de que ese mequetrefe sigue en el mismo lugar al menos hasta el lunes por la noche. Quizás nos apetezca alimentarnos de nuevo...- acabó y se alejó de ellos.
Uno de los hombres hizo un gesto algo reticente a muestra de asentimiento. Caoimhe no podía esperar que aquello fuese a ser cumplido, pero al menos deseó que el dinero mezclado con el hecho de la visión poco apetecible de Jared les diese una tregua que evitase que el hombre fuese corriendo a buscar y avisar a Vitto al menos hasta la noche de mañana.
Escuchó unos pasos tras ella que se pararon no muy lejos de su espalda. No se giró mientras caminaban juntos algunos metros encontrando la salida del mercado.
Cuando el chico le explicó el lugar exacto donde encontrarse la noche siguiente, Caoimhe giró su cabeza de manera leve para dejar entrever una sonrisa cómplice.
-Qué la sombra de Habakhuk te vele hasta que nos encontremos pues, mañana- dijo analizando que la esencia de Cohen no estaba acompañada del olor a sangre humana pero que su aspecto había cambiado de manera considerable. Adivinando lo que había hecho para asustar a Jared y alegrándose de haber pagado a aquellos dos matones.
Después de despedirse, desvió su camino tomando la calle en dirección opuesta a la que Cohen había tomado.
Sus cabellos oscuros se perdieron en la oscuridad de las sombras anidadas entre las callejuelas de sacrestic. Dejar salir su sed y acabar con todo lo que se encontrase a su paso.
Pero algo en ella le decía que Jared había jugado con los tiempos en sus respuestas y que quizás Vitto le había contado más de ella de lo que Caoimhe imaginaba. Lo suficiente como para entender parte de su pasado y el porqué se encontraba allí. Algo que ni ella misma entendía al 100%.
No estaba segura de si Cohen se encargaría de Jared de manera tan minuciosa como lo habría hecho ella, pero no podían arriesgarse a dejar cabos sueltos.
En su salida a través de aquellos pasadizos oscuros Caoimhe encontró de nuevo a las dos figuras que custodiaban la entrada y se aseguraban que el tiempo contratado en los cubículos era el tiempo exacto por el que se había pagado por ellos. Ni más ni menos.
Se acercó a uno de aquellos vampiros: Ambos vestidos con atuendos oscuros. Ambos con el mismo semblante inexpresivo y mirando a la nada.
Dejó una pequeña bolsa de cuero en uno de los bolsillos de la túnica del más cercano y dijo de manera apresurada.
-Mi amigo y yo hemos dejado nuestra cena a medio terminar en el cubículo 5.- sentenció- Asegúrense de que ese mequetrefe sigue en el mismo lugar al menos hasta el lunes por la noche. Quizás nos apetezca alimentarnos de nuevo...- acabó y se alejó de ellos.
Uno de los hombres hizo un gesto algo reticente a muestra de asentimiento. Caoimhe no podía esperar que aquello fuese a ser cumplido, pero al menos deseó que el dinero mezclado con el hecho de la visión poco apetecible de Jared les diese una tregua que evitase que el hombre fuese corriendo a buscar y avisar a Vitto al menos hasta la noche de mañana.
Escuchó unos pasos tras ella que se pararon no muy lejos de su espalda. No se giró mientras caminaban juntos algunos metros encontrando la salida del mercado.
Cuando el chico le explicó el lugar exacto donde encontrarse la noche siguiente, Caoimhe giró su cabeza de manera leve para dejar entrever una sonrisa cómplice.
-Qué la sombra de Habakhuk te vele hasta que nos encontremos pues, mañana- dijo analizando que la esencia de Cohen no estaba acompañada del olor a sangre humana pero que su aspecto había cambiado de manera considerable. Adivinando lo que había hecho para asustar a Jared y alegrándose de haber pagado a aquellos dos matones.
Después de despedirse, desvió su camino tomando la calle en dirección opuesta a la que Cohen había tomado.
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Temas similares
» Un Torrente De Sangre A La Cabeza [Noche] [Privado] [Cerrado]
» Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
» Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
» Una noche cualquiera [Privado/Noche][Tema Cerrado]
» Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
» Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
» Aeros De Sangre [Libre] [Noche][Cerrado]
» Una noche cualquiera [Privado/Noche][Tema Cerrado]
» Sangre y acero [Privado] [Cerrado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 13:22 por Tyr
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Hoy a las 12:10 por Tyr
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Jue Nov 14 2024, 09:15 por Rauko
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Dom Nov 10 2024, 00:41 por Sango
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr
» 89. Una compañía hacia el caos [Privado]
Jue Nov 07 2024, 20:51 por Aylizz Wendell
» Clementina Chonkffuz [SOLITARIO]
Jue Nov 07 2024, 16:48 por Mina Harker
» [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
Mar Nov 05 2024, 21:21 por Tyr
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Mar Nov 05 2024, 17:01 por Seraphine Valaryon
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Mar Nov 05 2024, 14:32 por Tyr
» [Zona de Culto] Oráculo de Fenrir
Mar Nov 05 2024, 03:02 por Tyr