Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
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Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
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--HA, HA, HA, HA, HA-
Las risas huecas de las seis figuras que hasta entonces habían estado entretenidos en un juego de Tak sacudió el silencio en el que la noche en altamar venía envuelta. El sonido de sus voces resonaron contra la pared de madera del camarote principal donde se resguardaba el capitán y se esparcieron aquí y allá haciendo que Caoimhe apretara enfuriada el puño de la mano que quedaba libre.
La otra mano, custodiando de manera segura y fuerte el borde del barco parecía haber encontrado el hueco exacto para aferrarse a aquella bestia de las aguas como si fuese a atrapar la vida entre sus dedos.
No tuvo, sin embargo, mucho tiempo para sentir como la mezcla de furia y vergüenza tintaba sus mejillas de un color rosado, pues el mareo con el que había estado peleando desde el momento mismo en el que piso aquel barco en Beltrexus había al fin encontrado una manera de ascender desde su estómago hasta... bueno, hasta el mar.
Una parte de ella se alegra al fin de sentir algo más que la sed de sangre en su garganta. La menos racional, sin embargo estaba trazando en su mente la manera justa en la que iba a degollar a todos y cada unos de aquellos marineros en cuanto decidiesen que su juego de Tak había finalizado y era lo suficientemente tarde como para que la borrachera que llevaban les hiciese caer dormidos en sus camas.
Su parte racional, sin embargo, estaba horrorizada.
Amainó por fin el ir y venir del barco indicando que estaban llegado a aguas menos profundas y Caoimhe pudo recomponerse un poco y cerciorarse de que podía haber sido peor: La cubierta podía haber estado llena de gente con las que aquellos marineros, sin duda habrían compartido la anécdota hilarante de como la dama solitaria que se había mantenido en su camarote buena parte del día había decidido regar los océanos una vez entrada la noche.
Contempló su rostro en el agua que ahora reflejaba la luna de manera clara. Sus ojos heterocromos le devolvieron la mirada y más allá se su expresión serena Caoimhe creyó entrever al demonio que la componía y que por alguna razón parecía estar más a flor de piel aún desde su último encuentro con Zagreus.
Sacudió la cabeza y se giró sobre si misma dando por fin la espalda a la baranda que la separaba del mar, cerrando los ojos por un segundo mientras con su mano libre se acomodaba el corsé y tanteaba aquī y allá buscando el preciso objeto que guardaba en su bolsillo y que era la razón de peso por la que había decidido dejar la comodidad de tierra firme y conquistar sus mareos en el mar.
Lo encontró tras un poco de búsqueda y su corazón pareció apaciguarse.
-Si necesitas ayuda para arreglarte el vestido ya sabes donde encontrarnos, preciosa- dijo uno de los marineros tambaleándose de un lugar a otro mientras se arreginchaba a otro que le daba un codazo a su compañero caminando hacia sus camarotes- Te aseguro que el vaivén de mi cama no va a hacer que te sientas mal... más bien al contrario.-
Aquella ocurrencia pareció iniciar una serie de vocerios de los marineros que lo acompañaban a medida que avanzaban dentro del barco y dejaban a la chica sola en cubierta.
Suspiró por fin, alegre de que los hombres hubiesen desaparecido.
Se aventuró a uno de las banquetas que habían dejado vacías siempre agarrada a la baranda de la cubierta y una vez allí comenzó a improvisar una especie de mesa en sus piernas alohadillando sus rodillas alzando un poco su falda. Una vez cómoda sacó de uno de sus bolsillos un pequeño cuaderno que había visto mejores tiempos y un lápiz.
Garabateó aquí y allá en el sinfín de líneas que ya había establecidas en aquella página. Un tumulto de nombres entrelazados con el suyo propio en el centro. Apenas escribía nada: En su lugar aquí y allá anotaba símbolos que tan solo ella entendía y cuyo significado sin duda atraía la relación entre los nombres de las líneas superiores.
El sonido del mar y sus nauseas quedaron a un lado entonces y su cabeza se llenó del ruido sordo de todos los planes que necesitaba finiquitar, las recompensas que necesitaba obtener de unos tratos ya vencidos y las precisas direcciones que necesitaba dar a Axel y Hugo una vez volviese a Beltrexus sobre como castigar a aquellos cuyo pago aūn no había recibido.
Jugueteó de manera distraída con un mechón de su pelo que la leve brisa había desviado del resto y sonrió al pensar en el augurio de los tiempos que venían. Llevó su mano de nuevo al bolsillo superior de su falda cerciorándose de que el objeto seguía en el lugar exacto donde lo había dejado.
Se conocía lo suficiente como para saber que no era felicidad lo que estaba sintiendo en aquel momento... pero casi se le parecía a la satisfacción de un trabajo bien hecho.
Y entonces la sed en su garganta rugió en su cabeza, apartándola de manera total de cualquier sentimiento que no fuese el ansia de la sangre cálida recorriendo sus labios. Tachó de manera activa y enfuriada uno o dos nombres de su pequeña libreta, fruto de la frustración.
A su alrededor, el barco comenzaba a disminuir su marcha, enlentecido por la arena bajo el mismo indicando de manera inequívoca que casi habían llegado a su destino.
Las risas huecas de las seis figuras que hasta entonces habían estado entretenidos en un juego de Tak sacudió el silencio en el que la noche en altamar venía envuelta. El sonido de sus voces resonaron contra la pared de madera del camarote principal donde se resguardaba el capitán y se esparcieron aquí y allá haciendo que Caoimhe apretara enfuriada el puño de la mano que quedaba libre.
La otra mano, custodiando de manera segura y fuerte el borde del barco parecía haber encontrado el hueco exacto para aferrarse a aquella bestia de las aguas como si fuese a atrapar la vida entre sus dedos.
No tuvo, sin embargo, mucho tiempo para sentir como la mezcla de furia y vergüenza tintaba sus mejillas de un color rosado, pues el mareo con el que había estado peleando desde el momento mismo en el que piso aquel barco en Beltrexus había al fin encontrado una manera de ascender desde su estómago hasta... bueno, hasta el mar.
Una parte de ella se alegra al fin de sentir algo más que la sed de sangre en su garganta. La menos racional, sin embargo estaba trazando en su mente la manera justa en la que iba a degollar a todos y cada unos de aquellos marineros en cuanto decidiesen que su juego de Tak había finalizado y era lo suficientemente tarde como para que la borrachera que llevaban les hiciese caer dormidos en sus camas.
Su parte racional, sin embargo, estaba horrorizada.
Amainó por fin el ir y venir del barco indicando que estaban llegado a aguas menos profundas y Caoimhe pudo recomponerse un poco y cerciorarse de que podía haber sido peor: La cubierta podía haber estado llena de gente con las que aquellos marineros, sin duda habrían compartido la anécdota hilarante de como la dama solitaria que se había mantenido en su camarote buena parte del día había decidido regar los océanos una vez entrada la noche.
Contempló su rostro en el agua que ahora reflejaba la luna de manera clara. Sus ojos heterocromos le devolvieron la mirada y más allá se su expresión serena Caoimhe creyó entrever al demonio que la componía y que por alguna razón parecía estar más a flor de piel aún desde su último encuentro con Zagreus.
Sacudió la cabeza y se giró sobre si misma dando por fin la espalda a la baranda que la separaba del mar, cerrando los ojos por un segundo mientras con su mano libre se acomodaba el corsé y tanteaba aquī y allá buscando el preciso objeto que guardaba en su bolsillo y que era la razón de peso por la que había decidido dejar la comodidad de tierra firme y conquistar sus mareos en el mar.
Lo encontró tras un poco de búsqueda y su corazón pareció apaciguarse.
-Si necesitas ayuda para arreglarte el vestido ya sabes donde encontrarnos, preciosa- dijo uno de los marineros tambaleándose de un lugar a otro mientras se arreginchaba a otro que le daba un codazo a su compañero caminando hacia sus camarotes- Te aseguro que el vaivén de mi cama no va a hacer que te sientas mal... más bien al contrario.-
Aquella ocurrencia pareció iniciar una serie de vocerios de los marineros que lo acompañaban a medida que avanzaban dentro del barco y dejaban a la chica sola en cubierta.
Suspiró por fin, alegre de que los hombres hubiesen desaparecido.
Se aventuró a uno de las banquetas que habían dejado vacías siempre agarrada a la baranda de la cubierta y una vez allí comenzó a improvisar una especie de mesa en sus piernas alohadillando sus rodillas alzando un poco su falda. Una vez cómoda sacó de uno de sus bolsillos un pequeño cuaderno que había visto mejores tiempos y un lápiz.
Garabateó aquí y allá en el sinfín de líneas que ya había establecidas en aquella página. Un tumulto de nombres entrelazados con el suyo propio en el centro. Apenas escribía nada: En su lugar aquí y allá anotaba símbolos que tan solo ella entendía y cuyo significado sin duda atraía la relación entre los nombres de las líneas superiores.
El sonido del mar y sus nauseas quedaron a un lado entonces y su cabeza se llenó del ruido sordo de todos los planes que necesitaba finiquitar, las recompensas que necesitaba obtener de unos tratos ya vencidos y las precisas direcciones que necesitaba dar a Axel y Hugo una vez volviese a Beltrexus sobre como castigar a aquellos cuyo pago aūn no había recibido.
Jugueteó de manera distraída con un mechón de su pelo que la leve brisa había desviado del resto y sonrió al pensar en el augurio de los tiempos que venían. Llevó su mano de nuevo al bolsillo superior de su falda cerciorándose de que el objeto seguía en el lugar exacto donde lo había dejado.
Se conocía lo suficiente como para saber que no era felicidad lo que estaba sintiendo en aquel momento... pero casi se le parecía a la satisfacción de un trabajo bien hecho.
Y entonces la sed en su garganta rugió en su cabeza, apartándola de manera total de cualquier sentimiento que no fuese el ansia de la sangre cálida recorriendo sus labios. Tachó de manera activa y enfuriada uno o dos nombres de su pequeña libreta, fruto de la frustración.
A su alrededor, el barco comenzaba a disminuir su marcha, enlentecido por la arena bajo el mismo indicando de manera inequívoca que casi habían llegado a su destino.
Caoimhe
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
Fueron meses los que pasaron hasta que logré convencer al consejo. La tercera guerra Illidense aún estaba muy viva en sus recuerdos pero finalmente accedieron a mi petición tras el currículum de deshonor a los pactos que los propios brujos ostentaban mas no sin condiciones. Antes de enviar una avanzadilla a vigilar los movimientos de los brujos debía infiltrarme yo mismo en sus tierras, solo, y en búsqueda del lugar donde aquel grupo se apostaría.
Por ello aquel viaje fue bastante largo. La necesidad de realizar la infiltración yo mismo suponía que no debía implicar cualquier otro miembro militar o civil y ello dejaba al margen el uso de cualquier embarcación que me llevara hasta las islas, al menos desde la Playa de los Ancestros, por tanto si deseaba llegar hasta el archipiélago debía hacerlo desde otras costas. Costas humanas. Fue así como acabé, no sin mucho esfuerzo un viaje desde Roilkat hasta el archipiélago.
Ante la imposibilidad de llegar a puerto sin mas, aguardé a la noche para hacerme con uno de los botes del navío y tomar tierra en cualquier costa. Con tan solo lo justo mi primera prioridad era encontrar una fuente de agua dulce. Escondí como pude el bote empleado para huir del barco y pronto me vestí para ocultar mi raza a cualquier alma que se cruzara conmigo y empecé a bordear la costa en busca de algún pueblo. Civilización implicaba cultivos, y los cultivos implicaban agua. Una vez logrado este objetivo tocaba continuar con el siguiente: Un refugio.
usualmente habría preferido una cueva en la que ocultarme pero dado que la orografía del terreno lo impedía la siguiente opción era un lugar en la copa de los arboles puesto que el suelo no solo me exponía a las bestias salvajes sino que también a ser descubierto por cazadores y recolectores. No requería de un refugio a largo plazo sino de un lugar donde poder dormir y que la propia vegetación me ocultara de miradas indiscretas por lo que en cuanto pude lograr un lecho en el que poder acostarme y donde colgar el material que no fuese a usar a corto plazo la segunda tarea queda entonces tachada de la lista puesto que el alimento sería mas sencillo de conseguir.
El día siguiente comenzó el trabajo de verdad. Mientras forrajeaba en busca de alimentos que consumir antes que las raciones que traía conmigo para el viaje buscaba posibles puntos donde un campamento pequeño y perenne no corriese demasiado riesgo. La opción lógica sería internarse en la foresta pero para ello primero había que encontrar un buen lugar donde desembarcar sin levantar sospechas por lo que durante el día exploré la zona cercana a la costa atendiendo además a la necesidad de evacuación inmediata si fuesen detectados.
Al atardecer sin embargo unas luces llamaron mi atención. Cercano al horizonte un barco dibujaba su silueta. Un bergantín asumí a juzgar por sus dos palos y las velas izadas en los mismos, cuadradas en el principal y de cuchillo en el de mesana. Un barco usual para las rutas comerciales pero que destacaba en cuanto a que su rumbo no parecía dirigirse a algún puerto conocido. Dado que no tenía prisa alguna decidí alimentarme de alguna de las bayas que había logrado encontrar mientras observaba el comportamiento del navío mientras la vista me lo permitiera.
Y en esas cayó la noche. Las lámparas del velero hacían fácil su seguimiento aún en la tenue luminosidad que nos brindaba la luna en Creciente. Avancé hasta el acantilado que marcaba los límites de la cala y que daba de un mayor remanso al agua que tímidamente se adentraba en la isla. Cerca mío había un empinado sendero natural que permitía salvaguardar la bajada de apenas seis u ocho metros de altura entre la arena y donde la piedra alcanzaba su altura máxima. Confiando en mi perfil bajo y la ropa oscura quedé cercano al borde observando. La curiosidad me instó a quedarme observando.
Por ello aquel viaje fue bastante largo. La necesidad de realizar la infiltración yo mismo suponía que no debía implicar cualquier otro miembro militar o civil y ello dejaba al margen el uso de cualquier embarcación que me llevara hasta las islas, al menos desde la Playa de los Ancestros, por tanto si deseaba llegar hasta el archipiélago debía hacerlo desde otras costas. Costas humanas. Fue así como acabé, no sin mucho esfuerzo un viaje desde Roilkat hasta el archipiélago.
Ante la imposibilidad de llegar a puerto sin mas, aguardé a la noche para hacerme con uno de los botes del navío y tomar tierra en cualquier costa. Con tan solo lo justo mi primera prioridad era encontrar una fuente de agua dulce. Escondí como pude el bote empleado para huir del barco y pronto me vestí para ocultar mi raza a cualquier alma que se cruzara conmigo y empecé a bordear la costa en busca de algún pueblo. Civilización implicaba cultivos, y los cultivos implicaban agua. Una vez logrado este objetivo tocaba continuar con el siguiente: Un refugio.
usualmente habría preferido una cueva en la que ocultarme pero dado que la orografía del terreno lo impedía la siguiente opción era un lugar en la copa de los arboles puesto que el suelo no solo me exponía a las bestias salvajes sino que también a ser descubierto por cazadores y recolectores. No requería de un refugio a largo plazo sino de un lugar donde poder dormir y que la propia vegetación me ocultara de miradas indiscretas por lo que en cuanto pude lograr un lecho en el que poder acostarme y donde colgar el material que no fuese a usar a corto plazo la segunda tarea queda entonces tachada de la lista puesto que el alimento sería mas sencillo de conseguir.
El día siguiente comenzó el trabajo de verdad. Mientras forrajeaba en busca de alimentos que consumir antes que las raciones que traía conmigo para el viaje buscaba posibles puntos donde un campamento pequeño y perenne no corriese demasiado riesgo. La opción lógica sería internarse en la foresta pero para ello primero había que encontrar un buen lugar donde desembarcar sin levantar sospechas por lo que durante el día exploré la zona cercana a la costa atendiendo además a la necesidad de evacuación inmediata si fuesen detectados.
Al atardecer sin embargo unas luces llamaron mi atención. Cercano al horizonte un barco dibujaba su silueta. Un bergantín asumí a juzgar por sus dos palos y las velas izadas en los mismos, cuadradas en el principal y de cuchillo en el de mesana. Un barco usual para las rutas comerciales pero que destacaba en cuanto a que su rumbo no parecía dirigirse a algún puerto conocido. Dado que no tenía prisa alguna decidí alimentarme de alguna de las bayas que había logrado encontrar mientras observaba el comportamiento del navío mientras la vista me lo permitiera.
Y en esas cayó la noche. Las lámparas del velero hacían fácil su seguimiento aún en la tenue luminosidad que nos brindaba la luna en Creciente. Avancé hasta el acantilado que marcaba los límites de la cala y que daba de un mayor remanso al agua que tímidamente se adentraba en la isla. Cerca mío había un empinado sendero natural que permitía salvaguardar la bajada de apenas seis u ocho metros de altura entre la arena y donde la piedra alcanzaba su altura máxima. Confiando en mi perfil bajo y la ropa oscura quedé cercano al borde observando. La curiosidad me instó a quedarme observando.
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Última edición por Eleandris el Jue Nov 24 2022, 22:14, editado 1 vez
Eleandris
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
El banco de arena que vaticinaba la costa acabó finalmente por encallar al navío.
El armatoste de madera metal y tela se paro de manera silenciosa y seguido del ruido de dos cuerpos pesados al caer al agua: Las anclas entonces hicieron de amarre y finalizaron el proceso dejando tras ellas la misma quietud que habían encontrado al encallar.
Caoimhe alzó la cabeza, esperando durante un par de segundos algún movimiento que indicase que el capitán, o al menos alguno de los marineros se había percatado de un acontecimiento tan importante como el hecho de haber alcanzado puerto.
Los minutos pasaron sin embargo, sin señal alguna de que la tripulación tuviese intención de desvelar su sueño por el mero hecho de que hubiesen acabado el recorrido en alta mar.
Caoimhe se levantó del taburete que le había dado asiento y asomó su cuerpo apoyándose en la barandilla buscando acercarse lo máximo que su cuerpo menudo le dejase a la tierra. Aquel intento nulo y ridículo en parte tan solo le sirvió para ojear el horizonte sorprenderse al no encontrar puerto alguno.
La orilla de aquella Isla le hubiese parecido virgen a no ser por el hecho de que el propio barco donde se hallaba había encallado en ella: No había marineros en tierra ayudando a traccionar las plataformas. Ni gentío de prostitutas intentando llamar la atención de su próximo cliente; No se habían encendido antorchas para señalar la llegada de mercancía nueva y por supuesto no había alma alguna que se preguntase qué diablos hacía una mujer en un barco de mercancía.
Sin duda aquello le facilitaba en demasía su escapatoria.
Giró su cabeza por un segundo y se mordió el labio inferior.
Había apalabrado con Baniel su transporte seguro a aquella Isla; Había regateado unas 70 monedas de plata por aquello. La chica sabía bien que aquel marinero se jugaba su puesto si el capitán se enteraba de que había metido a un polizón en su barco sin su consentimiento y más allá del resto de sus compañeros, seguros bajo el honor mercantil y cubiertos de una capa de alcohol considerable como para si quiera pensar en el hecho de que había una mujer a bordo, Caoimhe sabía que aquel chico se jugaba bastante. De hecho de ahí su pacto: 35 monedas en el momento en el que pusiese un pie en cubierta y otras 35 en el momento en el que la dejase de nuevo en tierra firme.
Una media sonrisa algo macabra a la luz de la luna se apoderó de sus labios.
Ah... pero si no era Banel quien la dejaba en tierra firme...
Oteó de nuevo el horizonte apreciando de manera general la distancia entre el barco y la orilla poco profunda.
Si acaso unos ... 30 o 40 metros. La playa está casi tan vacía como la cubierta,- Pensó de manera apresurada.
Se quitó los zapatos en un intento certero de aumentar su sigilo. -La arena blanca parecía no haber sido alterada en algún tiempo. La montaña que cortaba el relieve de la pequeña Isla estaba lo suficientemente lejos como para marcar pisadas si alguien se acercaba a donde me encontró y lo suficientemente cerca como para esconderme si...
Paró en seco sus pasos y su escrutinio del horizonte. Le pareció haber visto... Creyó que una sombra quizás había... Alguna planta quizás...
Se mantuvo parada como si se tratase de una estatua durante varios segundos, buscando el más mínimo movimiento. Tras unos minutos sin otro movimiento aparente y guiada por la imperiosa prisa de que no la descubriesen decidió atribuir aquella mínima sombra a algún animal autóctono lo suficientemente grande como para parecer un cuerpo humano. O quizás simple y mera ilusión de sus ojos.
Su prisa volvió a hacerle latir el corazón ahora pensado como iba a alcanzar tierra firme.
Aquí y allá las cuerdas que unían los mástiles con las velas estaban tensas y bien atadas. Intentó deshacer los nudos que las mantenían de aquella manera de manera poco exitosa. Usò la daga que siempre llevaba con ella como utensilio para cortarlas pero la envergadura de aquellas cuerdas posiblemente hubiese significado al menos una hora cortando con su pequeña daga.
Caoimhe desfalleció de aquella tarea tan pronto como comenzó y en tensión comprobó que la paz y ausencia de movimiento alguno seguía siendo mantenida en la cubierta.
Cerrò los ojos de manera frustrada pues bien sabía qué tenía que hacer. A pesar de que aquella opción era la única que era factible, aquello no la hacía más atractiva.
Tragó saliva mientras movía el taburete donde hasta hacía apenas unos segundos hasta la altura de la arnura de estribor: la baranda en aquel punto en concreto era lo suficientemente baja como para poder treparla. Se subió en el taburete de manera apresurada y dudó durante al menos 3 minutos sobre como montarse en la baranda. Finalmente decidió sentarse sobre la misma para después poco a poco y controlando el temblor de sus rodillas ponerse de pie.
Su respiración entrecortada parecía perderse entre el viento de poniente sobre su rostro. Su miedo había ocultado de nuevo la sed que hasta entonces la había mantenido entretenida. Oteó el horizonte para decidir por última vez hacia donde debía nadar.
Antes de saltar sacó de su bolsillo una pequeña bolsita atada a una cuerda cerrada. En ella metió los contenidos de sus bolsillos. La cerró y se la colgó del cuello escondiéndola entre su piel y su corsé.
Caoimhe comenzó a entrar en calor cuando llevaba la mitad del recorrido a nado. En un principio el agua la había perforado con el frío de mil cuchillos pero después de dejar la situación inicial atrás la adrenalina de aquel salto la había hecho moverse rápido. Principalmente agradeció a la persona que decidió que los vestidos de mujer llevasen tantas capas, pues en su situación le había servido de salvavidas improvisado nada más resurgir de su chapuzón.
Aquella idea, sin embargo, comenzó a tornarse amarga cuando el peso de la falda la enlentecía y cansaba a cada nado que daba. Finalmente decidió desquitarse de aquel peso en vano y su falda flotó por unos segundos para después perderse en las profundidades.
Cuando por fin tocó tierra firme sus piernas más bien eran gelatina que hueso y tropezó varias veces con sus propios pasos antes de ponerse en pie y caminar de manera erguida. Buscó con sus manos la bolsita que había protegido antes del salto y la alegró saber que seguía justo donde la había dejado.
Aquello, sin embargo no acababa allí.
Aunque dudaba que los miembros de la tripulación intuyesen si quiera que habían perdido la manera de cobrar dinero,Una vez en la arena era un blanco fácil de observar desde el barco, así que necesitaba moverse rápido.
Jadeó comenzando una carrera que se había convertido en escapatoria. La chica notaba como su corazón latía de manera irregular y progresiva. Su respiración era lo único que escuchaban sus oídos. Sus pies cada vez más y más gráciles. Por un momento pensó que finalmente había dejado de estar cansada. Disfrutó incluso de aquella sensación a medida que su camino se tornaba hasta la espesura del bosque tras la playa.
Sin embargo, Caoimhe comenzó a sentirse más y más incómoda a la vez que más y más pletórica con cada paso que daba. Con cada zancada que la acercaba más y más a su meta.
La incomodidad se hizo preocupación y la preocupación, de pronto, descubrimiento.
No era el miedo a ser descubierta lo que guiaba sus pasos. En la vulnerabilidad e su cansancio, la sed que a menudo quemaba su garganta se había apoderado de ella. De sus movimientos y su cabeza. El demonio dentro de ella se relamía de gozo al sentirse libre y Caoimhe entendió aquella sensación de embriaguez que tan solo había sentido una vez antes en su vida.
La bestia vampiresa que a menudo guardaba dentro de si misma ahora guiaba hacia dónde y cómo se movía. La chica no podía mentir: Una parte de ella ronroneaba mientras se ocultaba aquí y allá en las sobras que proyectaban los árboles. Era casi una sensación lujuriosa saber que de seguir aquel instinto su sed se saciaría, su cuerpo se llenaría de la calidez de la sangre de otro y su cabeza del conocimiento que albergase también aquel manjar.
Poco importaba ya que sus pasos hubiesen quedado marcados en la arena. Que apenas estuviese vestida con ropa mojada y el frío agarrotase sus músculos. La vampiresa dentro de ella sabía exactamente hacia dónde dirigirse.
La sombra o el animal que había oteado en el horizonte era una presa demasiado fácil como para dejarla escapar.
El armatoste de madera metal y tela se paro de manera silenciosa y seguido del ruido de dos cuerpos pesados al caer al agua: Las anclas entonces hicieron de amarre y finalizaron el proceso dejando tras ellas la misma quietud que habían encontrado al encallar.
Caoimhe alzó la cabeza, esperando durante un par de segundos algún movimiento que indicase que el capitán, o al menos alguno de los marineros se había percatado de un acontecimiento tan importante como el hecho de haber alcanzado puerto.
Los minutos pasaron sin embargo, sin señal alguna de que la tripulación tuviese intención de desvelar su sueño por el mero hecho de que hubiesen acabado el recorrido en alta mar.
Caoimhe se levantó del taburete que le había dado asiento y asomó su cuerpo apoyándose en la barandilla buscando acercarse lo máximo que su cuerpo menudo le dejase a la tierra. Aquel intento nulo y ridículo en parte tan solo le sirvió para ojear el horizonte sorprenderse al no encontrar puerto alguno.
La orilla de aquella Isla le hubiese parecido virgen a no ser por el hecho de que el propio barco donde se hallaba había encallado en ella: No había marineros en tierra ayudando a traccionar las plataformas. Ni gentío de prostitutas intentando llamar la atención de su próximo cliente; No se habían encendido antorchas para señalar la llegada de mercancía nueva y por supuesto no había alma alguna que se preguntase qué diablos hacía una mujer en un barco de mercancía.
Sin duda aquello le facilitaba en demasía su escapatoria.
Giró su cabeza por un segundo y se mordió el labio inferior.
Había apalabrado con Baniel su transporte seguro a aquella Isla; Había regateado unas 70 monedas de plata por aquello. La chica sabía bien que aquel marinero se jugaba su puesto si el capitán se enteraba de que había metido a un polizón en su barco sin su consentimiento y más allá del resto de sus compañeros, seguros bajo el honor mercantil y cubiertos de una capa de alcohol considerable como para si quiera pensar en el hecho de que había una mujer a bordo, Caoimhe sabía que aquel chico se jugaba bastante. De hecho de ahí su pacto: 35 monedas en el momento en el que pusiese un pie en cubierta y otras 35 en el momento en el que la dejase de nuevo en tierra firme.
Una media sonrisa algo macabra a la luz de la luna se apoderó de sus labios.
Ah... pero si no era Banel quien la dejaba en tierra firme...
Oteó de nuevo el horizonte apreciando de manera general la distancia entre el barco y la orilla poco profunda.
Si acaso unos ... 30 o 40 metros. La playa está casi tan vacía como la cubierta,- Pensó de manera apresurada.
Se quitó los zapatos en un intento certero de aumentar su sigilo. -La arena blanca parecía no haber sido alterada en algún tiempo. La montaña que cortaba el relieve de la pequeña Isla estaba lo suficientemente lejos como para marcar pisadas si alguien se acercaba a donde me encontró y lo suficientemente cerca como para esconderme si...
Paró en seco sus pasos y su escrutinio del horizonte. Le pareció haber visto... Creyó que una sombra quizás había... Alguna planta quizás...
Se mantuvo parada como si se tratase de una estatua durante varios segundos, buscando el más mínimo movimiento. Tras unos minutos sin otro movimiento aparente y guiada por la imperiosa prisa de que no la descubriesen decidió atribuir aquella mínima sombra a algún animal autóctono lo suficientemente grande como para parecer un cuerpo humano. O quizás simple y mera ilusión de sus ojos.
Su prisa volvió a hacerle latir el corazón ahora pensado como iba a alcanzar tierra firme.
Aquí y allá las cuerdas que unían los mástiles con las velas estaban tensas y bien atadas. Intentó deshacer los nudos que las mantenían de aquella manera de manera poco exitosa. Usò la daga que siempre llevaba con ella como utensilio para cortarlas pero la envergadura de aquellas cuerdas posiblemente hubiese significado al menos una hora cortando con su pequeña daga.
Caoimhe desfalleció de aquella tarea tan pronto como comenzó y en tensión comprobó que la paz y ausencia de movimiento alguno seguía siendo mantenida en la cubierta.
Cerrò los ojos de manera frustrada pues bien sabía qué tenía que hacer. A pesar de que aquella opción era la única que era factible, aquello no la hacía más atractiva.
Tragó saliva mientras movía el taburete donde hasta hacía apenas unos segundos hasta la altura de la arnura de estribor: la baranda en aquel punto en concreto era lo suficientemente baja como para poder treparla. Se subió en el taburete de manera apresurada y dudó durante al menos 3 minutos sobre como montarse en la baranda. Finalmente decidió sentarse sobre la misma para después poco a poco y controlando el temblor de sus rodillas ponerse de pie.
Su respiración entrecortada parecía perderse entre el viento de poniente sobre su rostro. Su miedo había ocultado de nuevo la sed que hasta entonces la había mantenido entretenida. Oteó el horizonte para decidir por última vez hacia donde debía nadar.
Antes de saltar sacó de su bolsillo una pequeña bolsita atada a una cuerda cerrada. En ella metió los contenidos de sus bolsillos. La cerró y se la colgó del cuello escondiéndola entre su piel y su corsé.
[...]
Caoimhe comenzó a entrar en calor cuando llevaba la mitad del recorrido a nado. En un principio el agua la había perforado con el frío de mil cuchillos pero después de dejar la situación inicial atrás la adrenalina de aquel salto la había hecho moverse rápido. Principalmente agradeció a la persona que decidió que los vestidos de mujer llevasen tantas capas, pues en su situación le había servido de salvavidas improvisado nada más resurgir de su chapuzón.
Aquella idea, sin embargo, comenzó a tornarse amarga cuando el peso de la falda la enlentecía y cansaba a cada nado que daba. Finalmente decidió desquitarse de aquel peso en vano y su falda flotó por unos segundos para después perderse en las profundidades.
Cuando por fin tocó tierra firme sus piernas más bien eran gelatina que hueso y tropezó varias veces con sus propios pasos antes de ponerse en pie y caminar de manera erguida. Buscó con sus manos la bolsita que había protegido antes del salto y la alegró saber que seguía justo donde la había dejado.
Aquello, sin embargo no acababa allí.
Aunque dudaba que los miembros de la tripulación intuyesen si quiera que habían perdido la manera de cobrar dinero,Una vez en la arena era un blanco fácil de observar desde el barco, así que necesitaba moverse rápido.
Jadeó comenzando una carrera que se había convertido en escapatoria. La chica notaba como su corazón latía de manera irregular y progresiva. Su respiración era lo único que escuchaban sus oídos. Sus pies cada vez más y más gráciles. Por un momento pensó que finalmente había dejado de estar cansada. Disfrutó incluso de aquella sensación a medida que su camino se tornaba hasta la espesura del bosque tras la playa.
Sin embargo, Caoimhe comenzó a sentirse más y más incómoda a la vez que más y más pletórica con cada paso que daba. Con cada zancada que la acercaba más y más a su meta.
La incomodidad se hizo preocupación y la preocupación, de pronto, descubrimiento.
No era el miedo a ser descubierta lo que guiaba sus pasos. En la vulnerabilidad e su cansancio, la sed que a menudo quemaba su garganta se había apoderado de ella. De sus movimientos y su cabeza. El demonio dentro de ella se relamía de gozo al sentirse libre y Caoimhe entendió aquella sensación de embriaguez que tan solo había sentido una vez antes en su vida.
La bestia vampiresa que a menudo guardaba dentro de si misma ahora guiaba hacia dónde y cómo se movía. La chica no podía mentir: Una parte de ella ronroneaba mientras se ocultaba aquí y allá en las sobras que proyectaban los árboles. Era casi una sensación lujuriosa saber que de seguir aquel instinto su sed se saciaría, su cuerpo se llenaría de la calidez de la sangre de otro y su cabeza del conocimiento que albergase también aquel manjar.
Poco importaba ya que sus pasos hubiesen quedado marcados en la arena. Que apenas estuviese vestida con ropa mojada y el frío agarrotase sus músculos. La vampiresa dentro de ella sabía exactamente hacia dónde dirigirse.
La sombra o el animal que había oteado en el horizonte era una presa demasiado fácil como para dejarla escapar.
Caoimhe
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
Aquel barco simplemente había quedado varado. las anclas descendieron pero nada mas aconteció. Pareciera que aquel navío tenía voluntad propia, pero deseché la idea tan pronto llegó debido a lo inverosímil de aquello. opté entonces por que la tripulación fuese tan escasa que apenas fuese perceptible desde mi distancia y la oscuridad de la noche, o que estuviese enferma o incluso muerta y encallar fuese el destino final de aquel ataúd que nadie gobernaba ya.
poco sabía de náutica como para saber si era posible automatizar el despliegue del ancla así que en base a la situación supuse se habría accionado el mecanismo de esta forma o que la fuerza del impacto había roto el cabestrante provocando así el despliegue de aquellas cargas. Mantuve la mirada en el barco buscando señales que confirmasen o refutaran mis teorías cuando vi un cuerpo salir del agua.
Aquella figura femenina surgía de entre las holas a trompicones, provocándome el impulso de levantarme y acercarme a auxiliarla cuando en apenas unos metros recobró el caminar, y pocos metros mas adelante ya incluso corría. por su comportamiento parecía tratar de esconderse de algo o alguien, actos que me hicieron escudriñar los recovecos de aquella cala para identificar la amenaza.
Tan absorto estaba oteando los alrededores, incluido el barco, que para cuando volví a centrar la atención en la mujer ya había avanzado muchos mas metros, tantos que incluso me sorprendió que continuara corriendo. Ya se encontraba relativamente cerca cuando vi que avanzaba en mi dirección. Optando por buscar el cobijo de las sombras y el sotobosque para tratar de evitar ser descubierto. tan absorto había estado buscando amenazas en la arena que la misma mujer se había convertido en una para mi. Si continuaba avanzando en mi dirección la placaría para interrogarla pues cada vez se me hacía mas extraño que estuviese ella sola en mitad de la nada huyendo de solo isil sabía qué.
poco sabía de náutica como para saber si era posible automatizar el despliegue del ancla así que en base a la situación supuse se habría accionado el mecanismo de esta forma o que la fuerza del impacto había roto el cabestrante provocando así el despliegue de aquellas cargas. Mantuve la mirada en el barco buscando señales que confirmasen o refutaran mis teorías cuando vi un cuerpo salir del agua.
Aquella figura femenina surgía de entre las holas a trompicones, provocándome el impulso de levantarme y acercarme a auxiliarla cuando en apenas unos metros recobró el caminar, y pocos metros mas adelante ya incluso corría. por su comportamiento parecía tratar de esconderse de algo o alguien, actos que me hicieron escudriñar los recovecos de aquella cala para identificar la amenaza.
Tan absorto estaba oteando los alrededores, incluido el barco, que para cuando volví a centrar la atención en la mujer ya había avanzado muchos mas metros, tantos que incluso me sorprendió que continuara corriendo. Ya se encontraba relativamente cerca cuando vi que avanzaba en mi dirección. Optando por buscar el cobijo de las sombras y el sotobosque para tratar de evitar ser descubierto. tan absorto había estado buscando amenazas en la arena que la misma mujer se había convertido en una para mi. Si continuaba avanzando en mi dirección la placaría para interrogarla pues cada vez se me hacía mas extraño que estuviese ella sola en mitad de la nada huyendo de solo isil sabía qué.
Eleandris
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
Un Popi salvaje aparece
Cargado hasta las cejas con un montón de bártulos, sintiéndose caracol al cargar con un petate sobre otro y otro a la espalda, el caminar del fauno bamboleaba de un lado al otro. Canturreaba mientras tanto, aunque la carga no le permitía brincar. Aun así, se encontraba animado, nunca había sabido cómo o por qué sus pasos siempre lo terminaban llevando allá donde tenía puestos los pensamientos, pero era feliz por ello. Sentía que la descontrolada vida sabía guiarlo.
¡Oh! ¡Hola! ¿Nos conocemos? Juraría que sí. ¡Si! Esa cara me es familiar. Tú, sí, sí, probaste mi té. Fue grata compañía, gracias, gracias. Lo que es el destino, los lazos siempre nos acaban uniendo, ¿no crees? Es gracioso, yo pensaba en tí y aquí te encuentro, aunque hay otros quienes os piensan también. ¡Qué mundo más pañuelístico! Curiosamente tengo aquí...
Eleandris recibes Diadema de Medusa [3 cargas]: llevándola puesta, podrás paralizar a quien miré fijamente la gema de tu frente. Tiene 3 cargas, pero sólo podrá utilizarse una vez por tema. Los efectos durarán 1 turno.
Sigel
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
La arena bajo sus pies se hizo roca y la roca hierba de manera paulatina. Había perdido de vista a su presa y por algún motivo desesperado la sed le estaba brindando una tregua. Aprovechó pues para secarse un poco: Tras de si el reguero de las gotas de agua eran una posta fácil a seguir a quien quiera que estuviese mirando de cerca.
Necesitaba aprovechar. sin embargo aquella tregua para cazar. Estaba segura que el animal que había visto hacía unos minutos hubiese sido una presa fácil si no hubiese huido. Pero la aldea que estaba buscando no debía estar muy lejos de la costa y no podia arriesgarse a...
Las hojas a su alrededor se movieron y con ellas su propio cuerpo. Todo sucedió rapido: Caoimhe identificó el cuerpo que escapó de entre las hojas como el de un cerdo apresurado. No pensó demasiado, por supuesto, pues por una vez desde hacía bastante el cielo parecía haberle dado una ventaja en algo. Saltó sobre el animal dejando caer su peso sobre él. Apresó su pequeño cuerpo mientras el cerdo se resistía chillando en demasía.
Tan solo cuando la sangre comenzó a recorrerle la garganta dejó el animal de protestar de manera paulatina. Hasta que sus fuerzas perecieron y acabó siendo... un cuerpo vacío.
Caoimhe se limpió la boca de manera cuidadosa. Acarició sus labios casi embelesada aún con el calor de aquel animal en su garganta y estómago. La vocecilla dentro de su mente, sin embargo, protestaba: Aquello no era sangre humana. La vampiresa decidió ignorarla: Estaba segura de que su sed permanecería amainada al menos por algunas horas.
Observó al animal que acababa de matar: Su pelaje estaba bien cuidado. Sus patas parecían acicalada y un collar de plumas había dificultado en una primera estancia el agarre de sus colmillos durante una fracción de segundo. Por un segundo y a medida que la cordura volvía a su cabeza, la chica comenzó a entender que aquel animal había huido justo hasta un segundo captor.
¿Pero quién había sido el primero?
Sus dudas tardaron poco en ser resultas pues por el mismo tramo lleno de vegetación por el que había aparecido el cerdo dos figuras silenciosas se descubrieron finalmente bajo la luz de la luna.
Ambas de piel oscura y ropajes cernidos como una segunda piel. Ambos hombres con sendos pechos pintados con los mismos colores que adornaron una vez las plumas del cuello del animal. Ambos con la misma expresión contrariada a medida que sus ojos pasaban del cerdp a Caoimhe y de nuevo al cerdo.
La chica terminó de limpiar sus labios, ahora con una actitud incriminadora, muy lejana al placer de unos minutos atrás. La prueba intachable de que acababa de cometer un crimen de sangre.
-Ust'jkm k'minê Kiivvhgy!!- dijo una de las dos figuras en un tono apaciguador pero por algún motivo enervante.
Ust'jkm k'minê Kiivvhgy!!!!!!- repitió la otra figura avanzando hasta Caoimhe con el ceño fruncido.
Caoimhe comenzó a analizar cualquier posible escapatoria. Estaba segura que aquellas palabras no significaban 'Bienvenida al paraiso'
Necesitaba aprovechar. sin embargo aquella tregua para cazar. Estaba segura que el animal que había visto hacía unos minutos hubiese sido una presa fácil si no hubiese huido. Pero la aldea que estaba buscando no debía estar muy lejos de la costa y no podia arriesgarse a...
Las hojas a su alrededor se movieron y con ellas su propio cuerpo. Todo sucedió rapido: Caoimhe identificó el cuerpo que escapó de entre las hojas como el de un cerdo apresurado. No pensó demasiado, por supuesto, pues por una vez desde hacía bastante el cielo parecía haberle dado una ventaja en algo. Saltó sobre el animal dejando caer su peso sobre él. Apresó su pequeño cuerpo mientras el cerdo se resistía chillando en demasía.
Tan solo cuando la sangre comenzó a recorrerle la garganta dejó el animal de protestar de manera paulatina. Hasta que sus fuerzas perecieron y acabó siendo... un cuerpo vacío.
Caoimhe se limpió la boca de manera cuidadosa. Acarició sus labios casi embelesada aún con el calor de aquel animal en su garganta y estómago. La vocecilla dentro de su mente, sin embargo, protestaba: Aquello no era sangre humana. La vampiresa decidió ignorarla: Estaba segura de que su sed permanecería amainada al menos por algunas horas.
Observó al animal que acababa de matar: Su pelaje estaba bien cuidado. Sus patas parecían acicalada y un collar de plumas había dificultado en una primera estancia el agarre de sus colmillos durante una fracción de segundo. Por un segundo y a medida que la cordura volvía a su cabeza, la chica comenzó a entender que aquel animal había huido justo hasta un segundo captor.
¿Pero quién había sido el primero?
Sus dudas tardaron poco en ser resultas pues por el mismo tramo lleno de vegetación por el que había aparecido el cerdo dos figuras silenciosas se descubrieron finalmente bajo la luz de la luna.
Ambas de piel oscura y ropajes cernidos como una segunda piel. Ambos hombres con sendos pechos pintados con los mismos colores que adornaron una vez las plumas del cuello del animal. Ambos con la misma expresión contrariada a medida que sus ojos pasaban del cerdp a Caoimhe y de nuevo al cerdo.
La chica terminó de limpiar sus labios, ahora con una actitud incriminadora, muy lejana al placer de unos minutos atrás. La prueba intachable de que acababa de cometer un crimen de sangre.
-Ust'jkm k'minê Kiivvhgy!!- dijo una de las dos figuras en un tono apaciguador pero por algún motivo enervante.
Ust'jkm k'minê Kiivvhgy!!!!!!- repitió la otra figura avanzando hasta Caoimhe con el ceño fruncido.
Caoimhe comenzó a analizar cualquier posible escapatoria. Estaba segura que aquellas palabras no significaban 'Bienvenida al paraiso'
Caoimhe
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
La escena con el puerco no dejaba lugar a dudas sobre una parte de la identidad de aquella mujer. ¿Desde cuando había vampiros tan al sur del continente? Si ella había llegado hasta el archipiélago no sería descabellado pensar que también habría rondando los bosques de Sandorai. Y si los vampiros se habían internado allí también podrían hacerlo los brujos.
me vi sorprendido por aquella criatura que parecía totalmente ajena todo el teatro se estaba interpretando a solo unas yardas de distancia y entregándome una diadema sencilla con un zafiro engarzado exquisitamente tallado contrastando con la sencillez del resto de la pieza. Tan pronto como llegó se esfumó dejándome con la incertidumbre de si aquello había sido real.
Ya no me importaba de qué huía esa vampiresa, sino el alcanzarla yo antes y obtener respuesta a las preguntas que me rondaban la mente ahora. Caminé a paso rápido por entre la vegetación de la zona valiéndome tanto de la luz lunar para ver como del propio follaje para evitar ser visto. La sangre en las venas del animal me dio un tiempo precioso para acortar distancias. Distancias que también habían reducido dos hombres en busca de su ganado extraviado.
Algo hablaron pero no fui capaz de entender lo que decían. uno de ellos se notaba mas dispuesto a buscar gresca que el segundo, y sin embargo la seguridad y tranquilidad de éste último me resultaban aún mas amenazadoras. ¿serían estos lo que provocaba que la fémina se encontrara en plena huida?
terminé de acercarme todo cuanto pude sin ser detectado aunque ahora les escuchaba mejor me era imposible reconocer el idioma. A esa distancia ya podía observar mejor el lenguaje corporal de mis tres actores y la mujer parecía estar a punto de salir corriendo. si eso ocurría probablemente no podría alcanzarla. y no estaba dispuesto a asumir ese riesgo.
Con sumo cuidado salí de mi abrigo lanza en mano acercándome hasta el mas tranquilo. tan pronto como estuvo a una distancia adecuada le propiné una estocada directa a la nuca que lo mató al instante. Mientras retiraba el arma de mi enemigo el otro se dió la vuelta sorprendido solo para encontrarse con un nuevo hueco en su garganta que lo ahogaba y desangraba a partes iguales, incapacitándole para gritar o pedir auxilio. Rápidamente orienté mi arma al pecho de Caoimhe buscando coartar cualquier otro movimiento
- Estais muy lejos de Sacrestic vampiresa ¿No creeis? Venid. teneis mucho que contarme lejos de miradas y oidos indiscretos. -
No dejaría de apuntarla con la lanza hasta tenerla sujeta del brazo con intención de internarnos en la espesura, alejándonos de caminos y asentamientos.
me vi sorprendido por aquella criatura que parecía totalmente ajena todo el teatro se estaba interpretando a solo unas yardas de distancia y entregándome una diadema sencilla con un zafiro engarzado exquisitamente tallado contrastando con la sencillez del resto de la pieza. Tan pronto como llegó se esfumó dejándome con la incertidumbre de si aquello había sido real.
Ya no me importaba de qué huía esa vampiresa, sino el alcanzarla yo antes y obtener respuesta a las preguntas que me rondaban la mente ahora. Caminé a paso rápido por entre la vegetación de la zona valiéndome tanto de la luz lunar para ver como del propio follaje para evitar ser visto. La sangre en las venas del animal me dio un tiempo precioso para acortar distancias. Distancias que también habían reducido dos hombres en busca de su ganado extraviado.
Algo hablaron pero no fui capaz de entender lo que decían. uno de ellos se notaba mas dispuesto a buscar gresca que el segundo, y sin embargo la seguridad y tranquilidad de éste último me resultaban aún mas amenazadoras. ¿serían estos lo que provocaba que la fémina se encontrara en plena huida?
terminé de acercarme todo cuanto pude sin ser detectado aunque ahora les escuchaba mejor me era imposible reconocer el idioma. A esa distancia ya podía observar mejor el lenguaje corporal de mis tres actores y la mujer parecía estar a punto de salir corriendo. si eso ocurría probablemente no podría alcanzarla. y no estaba dispuesto a asumir ese riesgo.
Con sumo cuidado salí de mi abrigo lanza en mano acercándome hasta el mas tranquilo. tan pronto como estuvo a una distancia adecuada le propiné una estocada directa a la nuca que lo mató al instante. Mientras retiraba el arma de mi enemigo el otro se dió la vuelta sorprendido solo para encontrarse con un nuevo hueco en su garganta que lo ahogaba y desangraba a partes iguales, incapacitándole para gritar o pedir auxilio. Rápidamente orienté mi arma al pecho de Caoimhe buscando coartar cualquier otro movimiento
- Estais muy lejos de Sacrestic vampiresa ¿No creeis? Venid. teneis mucho que contarme lejos de miradas y oidos indiscretos. -
No dejaría de apuntarla con la lanza hasta tenerla sujeta del brazo con intención de internarnos en la espesura, alejándonos de caminos y asentamientos.
Eleandris
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
Sangre. Aquello era lo único que resonaba en su cabeza.
Sangre cálida y fresca emanando a borbotones del cuerpo de aquel hombre que hasta hacía apenas unos segundos había rezumado vida. La chica vio como el brillo de los ojos se escapaba de aquel desconocido para dar paso a la muerte inminente de una lanza ajena a sus manos perforaba con destreza el hueco entre el esternocleidomastoideo y los músculos digástricos. Un corte certero y seco.
Casi tanto como el autor.
Si no hubiese estado tan absorta en el olor de la sangre que clamaba su atención quizás hubiese tenido un mínimo de oportunidad de escapar a aquel desconocido. Sin embargo, y en las últimas semanas, sus acciones parecían haberse vuelto algo menos que un pulso entre su instinto y la realidad de sus objetivos. Aun no sabía bien quién estaba ganando. Temía que una ventaja hubiese causado desviar su atención de aquello a lo que había venido allí.
Sintió primero el frío de la hoja de la lanza cerca a su cuello. Su lado demonio bufó como nunca antes había hecho. Sus dientes mostrándose de manera paulatina. Casi podía sentir como sus mejillas se ruborizaban ante la falta total de decoro que aquellos dos segundos habían traído sobre ella. ¿Acaso en aquello se había convertido? Un animal expuesto a la sangre. Pensó en la última vez que mostró algo de vulnerabilidad y aquel pensamiento la llevó a parar sus acciones. Enfriando su mente.
Notó después el agarre del desconocido sobre sus brazos.No estaba segura de si era la falta de prudencia ante su espacio personal o el hecho de que había matado a dos personas sin siquiera entender lo que estaban diciendo lo que molestaba más a Caoimhe. Deseaba escapar de aquel agarre. Deseaba arrancar la cabellera perfecta de aquel desconocido y que su sangre manchase sus manos para poder así investigar quien era, qué hacía allí y como podía deshacerse de su molestia presencia.
La obligó a caminar algunos metros en dirección opuesta a su objetivo, Intentó girar la cabeza buscando el camino que había planeado seguir en varias ocasiones pero la lanza se fijó más sobre su cuello como forzándola a mirar tan solo hacia delante.
-¿Qué se supone que estás haciendo?- dijo la mujer finalmente en su cuarto intento por deshacerse del agarre del elfo.- No se si las últimas modas han llegado a Sandorai Y capaz tus costumbres son muy rudimentarias... pero de donde soy no se suele raptar a gente que no se conoce a punta de lanza. - dijo- Sobre todo no se va por ahí.
Las ramas se volvieron mas molestas al avanzar en la frondosidad de aquel lugar y los pasos de Caoimhe tuvieron que ser más cuidadosos a la par que el agarre de aquel elfo se volvía más terco, forzándo su caminar de manera más rápida.
-Para- dijo primero de manera pausada- PARA TE HE DICHO- añadió de manera categórica esta vez parando sus pies a pesar de tener que forcejear y usando un árbol cercano como palanca para sustentarse con la otra mano.
Aprovechó la inercia para deshacerse del agarre del hombre al fin y además alejarse de la lanza.
-¿Acaso no oyes?- dijo la mujer con los ojos heterocromáticos muy abiertos- ¿Tus orejas son de adorno?- añadió apuntando con su mano al cielo.
Se acicaló el vestido de manera distraída y usó aquello como excusa para embestir a Eleandris poniendo una zancadilla con sus pies en el camino del elfo. Ambos cayeron al suelo uno al lado del otro. La chica se repuso primero y llevó su mano a la boca del elfo enmudeciendo cualquier palabra que pudiese pronunciar. Obligándolo a callar.
Tan solo así ambos por fin pudieron escuchar el sonido de tambores a lo lejos. Un sonido sordo y pausado pero a la vez rítmico como un latido.
-Tienen consciencia de grupo. ¿Sabes?- dijo la chica en un susurro cerca de la oreja del elfo- Apostaría mi dedo meñique a que todos saben ya que has matado a dos guerreros- añadió- Suena como si el poblado no estuviese muy lejos.¿Crees que serán bondadosos cuando vean la sangre de los suyos esparcida por tu ropa y tu lanza?
Mantuvo su mano acallando a Eleandris aprovechando que el chico también debía estar mesmerizado por los sonidos de los tambores.
-Pero... es... practicamente imposible- dijo Caoimhe absorta ahora en un punto lejos de ella que no era más que una forma de enfocarse en su mente- El poblado al que me dirigia estaba... justo en la otra esquina. Estos...
Soltó por fin el agarre de las fauces del elfo y lo miró de manera molesta e incriminatoria.
-¿No podías haber dejado tu lanza guardadita en su vaina?- sentenció- ¡Estamos en tierra Driknva, por Habakhuk!- añadió con algo de resentimiento y arrugando la nariz como solía hacer cuando comenzaba a trazar planes en su cabeza.
¿Podían haber interceptado su carta? Estaba segura que su correo había sido mandado al lugar exacto pues las claves de los mismos siempre habían sido las acordadas por ella y el jefe Driknva tras sus últimos encuentros. No iba a ser tan ingenua de pensar que la única tribu no caníbal de aquella isla no iba a tener enemigos, pero... quizás había subestimado cuántos. Kinjuy no le había mencionado nada que hubiese hecho sospechar a la elfa acerca de posibles terceras personas en su encuentro. Aquellos dos hombres habían estado en el lugar acordado y conciso en el momento preciso y esperado.
Pero... Y si la tribu incorrecta sabía justo que aquello era lo acordado. Y.. ¿Por qué? Ella tan solo era una mujer en solitario en busca de... bueno. un objeto ínfimo.
Pero... ¿Lo era?
Giró su cabeza y se encontró de bruces con el elfo a su lado. Hasta ahora no lo había observado bien: Aunque su porte y altura cuadraba con la estatura tipo de cualquier elfo, parecía tener un brillo de impulsividad y temerosidad en ellos. Sabía a ciencia cierta que los Drinkva no aceptaban extranjeros en sus filas. Ella misma había tenido que tejer una red bastante opaca de contactos, favores, mentiras y préstamos para posicionarse como una 'conocida a Kinjuy. Aquella iba a ser la primera vez que se viesen después de que ella le salvase la vida.
Se acercó de nuevo a él y fue ella la que esta vez lo tomó del brazo, de manera brusca. Con fiereza rompió parte de la manga de su camisa y una vez obtuvo aquella tela manchada en sangre la acarició de manera distraída de nuevo fijando sus ojos en un punto que no estaba alli. [1]
Dolor. esfuerzo. union. unión. deslealtad. extranjeros. extranjeros. Kinjui. Certitud. Certitud. Tiempo. Tiempo. Comida. .
Las imagenes mentales del vínculo con la sange de aquel desconocido la envolvió de manera parcial. El sentimiento general en aquel vínculo constataba lo que había intuído, pero por desgracia no le daba información certera acerca de la extensión de los actos de Kinjui. ¿Estaba él también involucrado en aquel motín o quizás esto era una linea de acciones paralelas al plan que él había trazado con Caoimhe?
¿Mismo lugar, momento equivocado?
Lo dudó. La vida la había ayudado a aceptar que no existían las casualidades.
Volvió a clavar sus ojos en los del elfo. Estos últimos eran sumamente distintos de otros ojos elfos que recordaba bastante bien. Un deje de superioridad en su cara completaba la mezcla peligrosa en aquel desconocido.
-Y bien... - dijo sin grandes expectativas- Dime...¿Ahora cuál es tu plan? ¿jmmm? ¿Dónde pensabas llevarme?- dijo de manera inquisitiva pero finalmente en calma.
La chica estaba casi segura que aquel hombre acababa de costarle su objeto y tan solo esperaba que su temeridad no les estuviese a punto de costar la vida.
off----------
[1]Rastro [Mágica, 2 usos] Al tocar la sangre de un ser vivo, Caoimhe es capaz de ganar cierto entendimiento sobre el mismo, su personalidad o historia. Si se concentra, puede llegar a conocer su estado anímico en el momento de perder la muestra de sangre, pero eso gastará dos usos
Sangre cálida y fresca emanando a borbotones del cuerpo de aquel hombre que hasta hacía apenas unos segundos había rezumado vida. La chica vio como el brillo de los ojos se escapaba de aquel desconocido para dar paso a la muerte inminente de una lanza ajena a sus manos perforaba con destreza el hueco entre el esternocleidomastoideo y los músculos digástricos. Un corte certero y seco.
Casi tanto como el autor.
Si no hubiese estado tan absorta en el olor de la sangre que clamaba su atención quizás hubiese tenido un mínimo de oportunidad de escapar a aquel desconocido. Sin embargo, y en las últimas semanas, sus acciones parecían haberse vuelto algo menos que un pulso entre su instinto y la realidad de sus objetivos. Aun no sabía bien quién estaba ganando. Temía que una ventaja hubiese causado desviar su atención de aquello a lo que había venido allí.
Sintió primero el frío de la hoja de la lanza cerca a su cuello. Su lado demonio bufó como nunca antes había hecho. Sus dientes mostrándose de manera paulatina. Casi podía sentir como sus mejillas se ruborizaban ante la falta total de decoro que aquellos dos segundos habían traído sobre ella. ¿Acaso en aquello se había convertido? Un animal expuesto a la sangre. Pensó en la última vez que mostró algo de vulnerabilidad y aquel pensamiento la llevó a parar sus acciones. Enfriando su mente.
Notó después el agarre del desconocido sobre sus brazos.No estaba segura de si era la falta de prudencia ante su espacio personal o el hecho de que había matado a dos personas sin siquiera entender lo que estaban diciendo lo que molestaba más a Caoimhe. Deseaba escapar de aquel agarre. Deseaba arrancar la cabellera perfecta de aquel desconocido y que su sangre manchase sus manos para poder así investigar quien era, qué hacía allí y como podía deshacerse de su molestia presencia.
La obligó a caminar algunos metros en dirección opuesta a su objetivo, Intentó girar la cabeza buscando el camino que había planeado seguir en varias ocasiones pero la lanza se fijó más sobre su cuello como forzándola a mirar tan solo hacia delante.
-¿Qué se supone que estás haciendo?- dijo la mujer finalmente en su cuarto intento por deshacerse del agarre del elfo.- No se si las últimas modas han llegado a Sandorai Y capaz tus costumbres son muy rudimentarias... pero de donde soy no se suele raptar a gente que no se conoce a punta de lanza. - dijo- Sobre todo no se va por ahí.
Las ramas se volvieron mas molestas al avanzar en la frondosidad de aquel lugar y los pasos de Caoimhe tuvieron que ser más cuidadosos a la par que el agarre de aquel elfo se volvía más terco, forzándo su caminar de manera más rápida.
-Para- dijo primero de manera pausada- PARA TE HE DICHO- añadió de manera categórica esta vez parando sus pies a pesar de tener que forcejear y usando un árbol cercano como palanca para sustentarse con la otra mano.
Aprovechó la inercia para deshacerse del agarre del hombre al fin y además alejarse de la lanza.
-¿Acaso no oyes?- dijo la mujer con los ojos heterocromáticos muy abiertos- ¿Tus orejas son de adorno?- añadió apuntando con su mano al cielo.
Se acicaló el vestido de manera distraída y usó aquello como excusa para embestir a Eleandris poniendo una zancadilla con sus pies en el camino del elfo. Ambos cayeron al suelo uno al lado del otro. La chica se repuso primero y llevó su mano a la boca del elfo enmudeciendo cualquier palabra que pudiese pronunciar. Obligándolo a callar.
Tan solo así ambos por fin pudieron escuchar el sonido de tambores a lo lejos. Un sonido sordo y pausado pero a la vez rítmico como un latido.
-Tienen consciencia de grupo. ¿Sabes?- dijo la chica en un susurro cerca de la oreja del elfo- Apostaría mi dedo meñique a que todos saben ya que has matado a dos guerreros- añadió- Suena como si el poblado no estuviese muy lejos.¿Crees que serán bondadosos cuando vean la sangre de los suyos esparcida por tu ropa y tu lanza?
Mantuvo su mano acallando a Eleandris aprovechando que el chico también debía estar mesmerizado por los sonidos de los tambores.
-Pero... es... practicamente imposible- dijo Caoimhe absorta ahora en un punto lejos de ella que no era más que una forma de enfocarse en su mente- El poblado al que me dirigia estaba... justo en la otra esquina. Estos...
Soltó por fin el agarre de las fauces del elfo y lo miró de manera molesta e incriminatoria.
-¿No podías haber dejado tu lanza guardadita en su vaina?- sentenció- ¡Estamos en tierra Driknva, por Habakhuk!- añadió con algo de resentimiento y arrugando la nariz como solía hacer cuando comenzaba a trazar planes en su cabeza.
¿Podían haber interceptado su carta? Estaba segura que su correo había sido mandado al lugar exacto pues las claves de los mismos siempre habían sido las acordadas por ella y el jefe Driknva tras sus últimos encuentros. No iba a ser tan ingenua de pensar que la única tribu no caníbal de aquella isla no iba a tener enemigos, pero... quizás había subestimado cuántos. Kinjuy no le había mencionado nada que hubiese hecho sospechar a la elfa acerca de posibles terceras personas en su encuentro. Aquellos dos hombres habían estado en el lugar acordado y conciso en el momento preciso y esperado.
Pero... Y si la tribu incorrecta sabía justo que aquello era lo acordado. Y.. ¿Por qué? Ella tan solo era una mujer en solitario en busca de... bueno. un objeto ínfimo.
Pero... ¿Lo era?
Giró su cabeza y se encontró de bruces con el elfo a su lado. Hasta ahora no lo había observado bien: Aunque su porte y altura cuadraba con la estatura tipo de cualquier elfo, parecía tener un brillo de impulsividad y temerosidad en ellos. Sabía a ciencia cierta que los Drinkva no aceptaban extranjeros en sus filas. Ella misma había tenido que tejer una red bastante opaca de contactos, favores, mentiras y préstamos para posicionarse como una 'conocida a Kinjuy. Aquella iba a ser la primera vez que se viesen después de que ella le salvase la vida.
Se acercó de nuevo a él y fue ella la que esta vez lo tomó del brazo, de manera brusca. Con fiereza rompió parte de la manga de su camisa y una vez obtuvo aquella tela manchada en sangre la acarició de manera distraída de nuevo fijando sus ojos en un punto que no estaba alli. [1]
Dolor. esfuerzo. union. unión. deslealtad. extranjeros. extranjeros. Kinjui. Certitud. Certitud. Tiempo. Tiempo. Comida. .
Las imagenes mentales del vínculo con la sange de aquel desconocido la envolvió de manera parcial. El sentimiento general en aquel vínculo constataba lo que había intuído, pero por desgracia no le daba información certera acerca de la extensión de los actos de Kinjui. ¿Estaba él también involucrado en aquel motín o quizás esto era una linea de acciones paralelas al plan que él había trazado con Caoimhe?
¿Mismo lugar, momento equivocado?
Lo dudó. La vida la había ayudado a aceptar que no existían las casualidades.
Volvió a clavar sus ojos en los del elfo. Estos últimos eran sumamente distintos de otros ojos elfos que recordaba bastante bien. Un deje de superioridad en su cara completaba la mezcla peligrosa en aquel desconocido.
-Y bien... - dijo sin grandes expectativas- Dime...¿Ahora cuál es tu plan? ¿jmmm? ¿Dónde pensabas llevarme?- dijo de manera inquisitiva pero finalmente en calma.
La chica estaba casi segura que aquel hombre acababa de costarle su objeto y tan solo esperaba que su temeridad no les estuviese a punto de costar la vida.
off----------
[1]Rastro [Mágica, 2 usos] Al tocar la sangre de un ser vivo, Caoimhe es capaz de ganar cierto entendimiento sobre el mismo, su personalidad o historia. Si se concentra, puede llegar a conocer su estado anímico en el momento de perder la muestra de sangre, pero eso gastará dos usos
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
El tono altivo de la mujer me ponía enfermo. Era la segunda de su impía raza con la que tenía la "suerte" de tratar y no hacía mas que incrementar el deseo porque los humanos los hubieran masacrado cuando tomaron Sacrestic. Aunque tenía que admitir que el único crimen de Caoimhe era ser irritante.
- ¿Acaso queréis ser su cena? De donde yo provengo solemos mostrar gratitud cuando alguien nos salva la vida. - repliqué. La joven acabó por zafarse y abalanzarse sobre mi haciéndonos caer por un terraplen algunos metros. Un golpe en la cabeza me dejó mareado unos instantes. Tiempo suficiente para que la vampiresa me ganara la posición y me amordazara con su mano. La lanza estaba clavada a cierta distancia de nosotros y aunque traté de alcanzarla no tuve éxito.
Fruncí el ceño. No por el sonido de los tambores sino porque acaba de darme cuenta que no parecía tener intención de atacarme ni parecía verme como una amenaza y no entendía qué demonios estaba pasando por su cabeza. Por fin se quitó de encima y volví a recuperar mi boca. - Sé muy bien donde estamos. No como vos a juzgar por vuestras ropas. Ahora sabemos perfectamente por donde se mueven y tenemos ventaja en la oscuridad. ¿Queréis quedaros a charlar con ellos y esperar al sol? -
Quedé anonadado cuando hizo un jirón de mi camisa. la ira dio paso a la incredulidad en cuestión de milésimas de segundo. En un instante había quedado con la mirada perdida mientras tocaba compulsivamente aquel trozo de tela empapado y susurrando unas palabras como dichas al azar. Cuando volvió en sí continuó atosigándome con preguntas en un tono que me gustaba mas bien poco y que hacía plantearme por qué se me habría ocurrido sacarla de aquel aprieto.
- Tenéis información relevante para mi. A cambio os ofrezco un refugio del sol a salvo de esos salvajes y algo de ropa mas adecuada a este terreno en lugar de.... lo que queda de ese vestido. Si os interesa mas os vale seguirme el ritmo. -
Miré al entorno para ubicarme. saqué la lanza del suelo con violencia y luego le arranqué de las manos el trozo de tela que había extraído de mi camisa. le concedí una reverencia que era una burla mas que una despedida y me dirigí a la espesura de nuevo. El camino lo realicé a un ritmo algo mas tranquilo de como solía moverme, aunque si cuidaba mis pasos para caminar por sobre las raíces y otro terreno duro que minimizara mi rastro y evitara la mayor parte del sonido hasta llegar al campamento.
De aquella tribu que había mencionado la fémina no había oído hablar nunca. me había tirado un triple esperando que aquella supiera poco mas que el nombre de aquella tribu y desconociese sus costumbres con la esperanza de acongojarla y emplear su miedo a mi favor para sacarle cómo demonios había llegado hasta allí sin ser detectada por una patrulla elfa.
Rellené la cantimplora de agua al llegar gracias al riachuelo que discurría por el lugar, dando tiempo a que la vampiresa me alcanzase.. Con el dorso de la mano me tapé la boca ocultando el bostezo consecuente de andar despierto tan entrada la madrugada y el cansancio acumulado. Miré alrededor y cuando estuve seguro de que no había ninguna amenaza que pudiera verme me dispuse a subir a mi refugio, aún dando tiempo a que la vampiresa decidiera adecuadamente.
- ¿Acaso queréis ser su cena? De donde yo provengo solemos mostrar gratitud cuando alguien nos salva la vida. - repliqué. La joven acabó por zafarse y abalanzarse sobre mi haciéndonos caer por un terraplen algunos metros. Un golpe en la cabeza me dejó mareado unos instantes. Tiempo suficiente para que la vampiresa me ganara la posición y me amordazara con su mano. La lanza estaba clavada a cierta distancia de nosotros y aunque traté de alcanzarla no tuve éxito.
Fruncí el ceño. No por el sonido de los tambores sino porque acaba de darme cuenta que no parecía tener intención de atacarme ni parecía verme como una amenaza y no entendía qué demonios estaba pasando por su cabeza. Por fin se quitó de encima y volví a recuperar mi boca. - Sé muy bien donde estamos. No como vos a juzgar por vuestras ropas. Ahora sabemos perfectamente por donde se mueven y tenemos ventaja en la oscuridad. ¿Queréis quedaros a charlar con ellos y esperar al sol? -
Quedé anonadado cuando hizo un jirón de mi camisa. la ira dio paso a la incredulidad en cuestión de milésimas de segundo. En un instante había quedado con la mirada perdida mientras tocaba compulsivamente aquel trozo de tela empapado y susurrando unas palabras como dichas al azar. Cuando volvió en sí continuó atosigándome con preguntas en un tono que me gustaba mas bien poco y que hacía plantearme por qué se me habría ocurrido sacarla de aquel aprieto.
- Tenéis información relevante para mi. A cambio os ofrezco un refugio del sol a salvo de esos salvajes y algo de ropa mas adecuada a este terreno en lugar de.... lo que queda de ese vestido. Si os interesa mas os vale seguirme el ritmo. -
Miré al entorno para ubicarme. saqué la lanza del suelo con violencia y luego le arranqué de las manos el trozo de tela que había extraído de mi camisa. le concedí una reverencia que era una burla mas que una despedida y me dirigí a la espesura de nuevo. El camino lo realicé a un ritmo algo mas tranquilo de como solía moverme, aunque si cuidaba mis pasos para caminar por sobre las raíces y otro terreno duro que minimizara mi rastro y evitara la mayor parte del sonido hasta llegar al campamento.
De aquella tribu que había mencionado la fémina no había oído hablar nunca. me había tirado un triple esperando que aquella supiera poco mas que el nombre de aquella tribu y desconociese sus costumbres con la esperanza de acongojarla y emplear su miedo a mi favor para sacarle cómo demonios había llegado hasta allí sin ser detectada por una patrulla elfa.
Rellené la cantimplora de agua al llegar gracias al riachuelo que discurría por el lugar, dando tiempo a que la vampiresa me alcanzase.. Con el dorso de la mano me tapé la boca ocultando el bostezo consecuente de andar despierto tan entrada la madrugada y el cansancio acumulado. Miré alrededor y cuando estuve seguro de que no había ninguna amenaza que pudiera verme me dispuse a subir a mi refugio, aún dando tiempo a que la vampiresa decidiera adecuadamente.
Eleandris
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
Lo que más molestó a Caoimhe es que sin duda, el elfo estaba en lo cierto. A la noche no le quedaban muchas horas y lejos de estar en un terreno seguro, tras la muerte de posiblemente el único link de unión entre ella y los Driknva su presencia allī era un objetivo claro. Sobre todo si, como sospechaba, alguien distinto a Kinjui se había hecho con parte de su correspondencia.
Suspiró de manera acallada mientras veía como el elfo se alejaba de ella de manera paulatina entre la maleza.
No. No quería ser una presa fácil. No podía morir de una manera tan poco útil.
Lo siguió en silencio guardando las distancias. Los harapos que eran sus ropas se enredaban aquí y allá en la maleza enlenteciendo su caminar y de manera molesta, Caoimhe se deshacía de las plantas que dificultaban su paso, a sabiendas de que estaba dejando un trazo bastante obvio si alguien decidía seguirlos. O si ella necesitaba escapar en algún momento.
El sonido del agua fresca la llevó de pronto a un claro lo suficientemente oculto como para pasar desapercibido. El elfo la observó durante unos segundos mientras refrescaba su garganta con el agua tibia del riachuelo cercano. Tragó saliva, siendo consciente de su propia sed de nuevo, y una punzada de envidia se apoderó de su estómago al entender que no iba ser tan fácil saciar su propia sed.
Vio como el elfo trepaba de manera habilidosa hasta la cima de un árbol lo suficientemente alto como para confundir a los tambores incipientes que de nuevo llenaban sus oídos. Se negó a ser parte de aquella casa improvisada y buscó cobijo en la maleza baja tras el árbol donde el elfo se había acomodado. Estaba segura de que la luz del sol estaría oculta por los matorrales frondosos. Había dormido en lugares peores y vivido para contarlo, pero... sus manos estaban manchadas con sangre Driknva y la consciencia grupal de aquellas... criaturas seguramente sabrían donde buscarla.
-Al fin y al cabo no son tan diferentes a mi misma- pensó una vocecilla en su cabeza, llenándola de un sentimiento de molestia. Usó el agua del río para deshacerse del rastro de sangre. Su propio reflejo le devolvió la mirada. Algunos cortes aquí y allá debido a las zarzas y arbustos adornaban sus mejillas con su propia sangre seca. Evitó mirarse a los ojos. Conocía lo suficientemente bien las ojeras que se habían establecido bajo los mismos así que dejó que el agua también empapase su cara y cuello antes de esconderse de nuevo.
Se acomodó en aquel nido improvisado y en un intento de apartar aquel pensamiento posó su mirada sobre el árbol donde sin duda descansaba el elfo. Había pasado un tiempo desde que lo vio subir. Con suerte se habría dormido y decidido dejarla ser. Por otro lado... debía admitir que aquel punto alto tendría una visión perfecta de una zona tan frondosa como aquel bosque. De hecho, quizás podría orientarse hasta el lugar descrito por Kunjuy si era capaz de divisar el lugar exacto en el que desembarcó horas antes.
Resopló molesta aceptando que aquella era su mejor opción. Además, con suerte su 'pequeño percance' estaría dormido y podía robarle algo de sangre. No podía negar que se preguntaba qué hacía él allí.
Trepó con una agilidad a la que no estaba muy acostumbrada. Su cuerpo menudo parecía quejarse con cada movimiento de los músculos y cuando alcanzó la cima, a duras penas se acomodó en una rama superficial antes de atisbar el refugio de su acompañante.
Había leído en libros sobre la manera en la que los elfos habían perfeccionado la consctrucción en las copas de los árboles sin afectar la apariencia frondosa externa de las ramas. De hecho, su primer encuentro con Tarek en árbol madre la había dejado obnubilada en más de un aspecto con respecto a las habilidades constructoras de los elfos, pero aquello aún asombró de manera parcial a Caoimhe.
Aquel elfo debía llevar allí el tiempo suficiente para haber convertido aquel árbol en su refugio, y aún así no se sentía totalmente un hogar, por lo que dudó si el elfo de hecho vivía allí.
Se dejó caer al entramado de plataformas, ramas y cuerdas que construía el piso principal de la estancia. Nada muy elegante pero todo muy práctico. El techo se confundía con el entramado de follaje de aquel árbol de una manera... casi natural. Como si la planta hubiese decidido hacer aquel recodo de cierta manera que diese cobijo a la estancia entre sus ramas. Un conjunto de mantas y paja indicaba lo que sustituía a una cama, algún rastro oscuro de leña quemada en pila parecía hacer de lumbre, pero no había rastro del elfo.
Aquello la enervó durante los primeros minutos. Pero pensó que quizás había salido a cazar algo para alimentarse, así que lo dejó estar y se apresuró en su tarea, pues veía que el dia comenzaba a clarear, tan solo necesitaba auparse lo suficiente como para tener una visión amplia de aquel trozo de litoral.
Encontró el lugar adecuado y tras dar con puntos de referencia sacó de su bolsillo su cuaderno de anotaciones y comenzó a dibujar de manera precaria exactamente lo que conocía. Añadió varios puntos en relación con lo que había sucedido horas antes y algunos más teniendo en cuenta lo que había descubierto en sus cartas.
-.... y ciertamente no tardaría mucho en llegar a este punto.-citó de manera resolutiva y bastante más alegre que hacía varios minutos como si aquello pusiese fin a una conversación que había estado teniendo en su mente. El sol comenzaba a salir por lo que se resguardó en la oscuridad del habitáculo del elfo.
Se sentó en el suelo y usó un taburete rudimentario de mesa para terminar de ultimar detalles en su dibujo. Cuando pasó el suficientemente tiempo como para terminar su quehacer alzó la cabeza como si de pronto se hubiese percatado de algo.
-¿Dónde demonios se ha metido el orejas largas?- dijo en un susurro cerrando su libro irritada y contemplando la posibilidad de que, de hecho... la hubiese vendido a los Driknav
Suspiró de manera acallada mientras veía como el elfo se alejaba de ella de manera paulatina entre la maleza.
No. No quería ser una presa fácil. No podía morir de una manera tan poco útil.
Lo siguió en silencio guardando las distancias. Los harapos que eran sus ropas se enredaban aquí y allá en la maleza enlenteciendo su caminar y de manera molesta, Caoimhe se deshacía de las plantas que dificultaban su paso, a sabiendas de que estaba dejando un trazo bastante obvio si alguien decidía seguirlos. O si ella necesitaba escapar en algún momento.
El sonido del agua fresca la llevó de pronto a un claro lo suficientemente oculto como para pasar desapercibido. El elfo la observó durante unos segundos mientras refrescaba su garganta con el agua tibia del riachuelo cercano. Tragó saliva, siendo consciente de su propia sed de nuevo, y una punzada de envidia se apoderó de su estómago al entender que no iba ser tan fácil saciar su propia sed.
Vio como el elfo trepaba de manera habilidosa hasta la cima de un árbol lo suficientemente alto como para confundir a los tambores incipientes que de nuevo llenaban sus oídos. Se negó a ser parte de aquella casa improvisada y buscó cobijo en la maleza baja tras el árbol donde el elfo se había acomodado. Estaba segura de que la luz del sol estaría oculta por los matorrales frondosos. Había dormido en lugares peores y vivido para contarlo, pero... sus manos estaban manchadas con sangre Driknva y la consciencia grupal de aquellas... criaturas seguramente sabrían donde buscarla.
-Al fin y al cabo no son tan diferentes a mi misma- pensó una vocecilla en su cabeza, llenándola de un sentimiento de molestia. Usó el agua del río para deshacerse del rastro de sangre. Su propio reflejo le devolvió la mirada. Algunos cortes aquí y allá debido a las zarzas y arbustos adornaban sus mejillas con su propia sangre seca. Evitó mirarse a los ojos. Conocía lo suficientemente bien las ojeras que se habían establecido bajo los mismos así que dejó que el agua también empapase su cara y cuello antes de esconderse de nuevo.
Se acomodó en aquel nido improvisado y en un intento de apartar aquel pensamiento posó su mirada sobre el árbol donde sin duda descansaba el elfo. Había pasado un tiempo desde que lo vio subir. Con suerte se habría dormido y decidido dejarla ser. Por otro lado... debía admitir que aquel punto alto tendría una visión perfecta de una zona tan frondosa como aquel bosque. De hecho, quizás podría orientarse hasta el lugar descrito por Kunjuy si era capaz de divisar el lugar exacto en el que desembarcó horas antes.
Resopló molesta aceptando que aquella era su mejor opción. Además, con suerte su 'pequeño percance' estaría dormido y podía robarle algo de sangre. No podía negar que se preguntaba qué hacía él allí.
Trepó con una agilidad a la que no estaba muy acostumbrada. Su cuerpo menudo parecía quejarse con cada movimiento de los músculos y cuando alcanzó la cima, a duras penas se acomodó en una rama superficial antes de atisbar el refugio de su acompañante.
Había leído en libros sobre la manera en la que los elfos habían perfeccionado la consctrucción en las copas de los árboles sin afectar la apariencia frondosa externa de las ramas. De hecho, su primer encuentro con Tarek en árbol madre la había dejado obnubilada en más de un aspecto con respecto a las habilidades constructoras de los elfos, pero aquello aún asombró de manera parcial a Caoimhe.
Aquel elfo debía llevar allí el tiempo suficiente para haber convertido aquel árbol en su refugio, y aún así no se sentía totalmente un hogar, por lo que dudó si el elfo de hecho vivía allí.
Se dejó caer al entramado de plataformas, ramas y cuerdas que construía el piso principal de la estancia. Nada muy elegante pero todo muy práctico. El techo se confundía con el entramado de follaje de aquel árbol de una manera... casi natural. Como si la planta hubiese decidido hacer aquel recodo de cierta manera que diese cobijo a la estancia entre sus ramas. Un conjunto de mantas y paja indicaba lo que sustituía a una cama, algún rastro oscuro de leña quemada en pila parecía hacer de lumbre, pero no había rastro del elfo.
Aquello la enervó durante los primeros minutos. Pero pensó que quizás había salido a cazar algo para alimentarse, así que lo dejó estar y se apresuró en su tarea, pues veía que el dia comenzaba a clarear, tan solo necesitaba auparse lo suficiente como para tener una visión amplia de aquel trozo de litoral.
Encontró el lugar adecuado y tras dar con puntos de referencia sacó de su bolsillo su cuaderno de anotaciones y comenzó a dibujar de manera precaria exactamente lo que conocía. Añadió varios puntos en relación con lo que había sucedido horas antes y algunos más teniendo en cuenta lo que había descubierto en sus cartas.
-.... y ciertamente no tardaría mucho en llegar a este punto.-citó de manera resolutiva y bastante más alegre que hacía varios minutos como si aquello pusiese fin a una conversación que había estado teniendo en su mente. El sol comenzaba a salir por lo que se resguardó en la oscuridad del habitáculo del elfo.
Se sentó en el suelo y usó un taburete rudimentario de mesa para terminar de ultimar detalles en su dibujo. Cuando pasó el suficientemente tiempo como para terminar su quehacer alzó la cabeza como si de pronto se hubiese percatado de algo.
-¿Dónde demonios se ha metido el orejas largas?- dijo en un susurro cerrando su libro irritada y contemplando la posibilidad de que, de hecho... la hubiese vendido a los Driknav
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Caoimhe
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Re: Sal, arena y sangre. [Privado Eleandris] [Noche]
Finalmente la vampiresa decidió subir hasta el refugio. Fue buena idea no acostarme directamente y aún mejor idea construir un pequeño escondite dentro del propio refugio. Desde el follaje observaba a la vampiresa tomar notas en un cuaderno y tratar de ubicarse en aquella isla. Definitivamente sabía algo y tenía que averiguarlo.
Me quedé oculto vigilando qué hacía mientras esperaba a que los primeros rayos de sol pintaran de carmesí el cielo cercano al horizonte, entonces, cuando ella se preguntó donde me encontraba decidí aparecer bajando del escondite. - Estoy justo donde debo estar. Y parecéis saber mas que yo sobre esta isla. Aprovechad y descansad . Esta noche tenéis mucho que contarme sobre esos drikvna -
Le señalé el camastro, que estaba bien cubierto de toda luz mientras yo me acomodaba en una zona igualmente resguardada de miradas indiscretas pero donde el sol incidía con suavidad. Así, sintiéndome a salvo de los colmillos de la maldita me acosté a descansar durante la mañana al rito de los tambores de aquellos salvajes, que a ratos sonaban mas cerca y a ratos mas lejos. Tratando de entender la intencionalidad de los tambores quedé dormido.
Ya con el sol marcando una hora avanzada de la tarde me desperté empapado en sudor debido al calor y con una sed terrible decidí bajar al riachuelo no sin antes asegurarme antes que la vampiresa aún se encontraba en el rincón que le había designado. me enjuagué con el agua fresca y poco después bebí hasta saciar mi sed, luego pensé en el desayuno, que mas bien sería la merienda o incluso cena y solo recordar el sabor salado de la cecina, el queso y el pan me empujaba a buscar algo mas jugoso y dulce.
Me adentré en el bosque en busca de bayas o frutos maduros. los tambores de la noche anterior habían cesado pero pude encontrar un rastro reciente y fuertemente marcado en una especie de protosendero tal vez muy antiguo para no haber resistido a las raíces o demasiado nuevo para hacerse su propio hueco. Fuera como fuere me pareció buena idea seguirlo y, eventualmente, encontrar algún frutal en el camino.
El olor de la madera ardiendo delató la posición cercana de un campamento. A pocos metros uno de esos salvajes estaba iniciando una hoguera en un campamento recién levantado. En el campamento no habría mas de 4 o 5 de ellos, pero en este momento solo uno se encontraba allí. los demás estarían forrajeando. O eso supuse.
Se me ocurrió una idea. Si quería información de la vampiresa debía ofrecerle algo a cambio. Solo el refugio no habría sido suficiente y si yo tenia hambre supuse que ella también. Entonces, ¿Por que no llevarle comida? Con sumo cuidado me acerqué hasta el salvaje y en cuanto estuve a la distancia óptima golpeé su nuca con el asta de la lanza. de inmediato cayó inconsciente y como alma que lleva el diablo capturé y acarreé con el hombre de vuelta al campamento .
No encontré ninguna fruta para mi desgracia pero esta vez me tendría que conformar con lo que tenía. Tal vez mañana me diera tiempo a cazar algo. Con las últimas luces llegué al claro. el hombre aún se encontraba inconsciente pero maniatado, amordazado y vendado poco podría hacer por evitar ser una presa. Subí de nuevo en busca de la fémina. - Abajo te he traído el desayuno. pero si quieres alimentarte primero dime quien eres y que sabes de esa tribu.-
Me había quedado apoyado en el arco que hacía de puerta del refugio asiendo la lanza oculta tras el muro del mismo preparado ante cualquier ataque de la maldita, tratando de ocultar mi actitud defensiva. - ¿Hay trato? -
Me quedé oculto vigilando qué hacía mientras esperaba a que los primeros rayos de sol pintaran de carmesí el cielo cercano al horizonte, entonces, cuando ella se preguntó donde me encontraba decidí aparecer bajando del escondite. - Estoy justo donde debo estar. Y parecéis saber mas que yo sobre esta isla. Aprovechad y descansad . Esta noche tenéis mucho que contarme sobre esos drikvna -
Le señalé el camastro, que estaba bien cubierto de toda luz mientras yo me acomodaba en una zona igualmente resguardada de miradas indiscretas pero donde el sol incidía con suavidad. Así, sintiéndome a salvo de los colmillos de la maldita me acosté a descansar durante la mañana al rito de los tambores de aquellos salvajes, que a ratos sonaban mas cerca y a ratos mas lejos. Tratando de entender la intencionalidad de los tambores quedé dormido.
Ya con el sol marcando una hora avanzada de la tarde me desperté empapado en sudor debido al calor y con una sed terrible decidí bajar al riachuelo no sin antes asegurarme antes que la vampiresa aún se encontraba en el rincón que le había designado. me enjuagué con el agua fresca y poco después bebí hasta saciar mi sed, luego pensé en el desayuno, que mas bien sería la merienda o incluso cena y solo recordar el sabor salado de la cecina, el queso y el pan me empujaba a buscar algo mas jugoso y dulce.
Me adentré en el bosque en busca de bayas o frutos maduros. los tambores de la noche anterior habían cesado pero pude encontrar un rastro reciente y fuertemente marcado en una especie de protosendero tal vez muy antiguo para no haber resistido a las raíces o demasiado nuevo para hacerse su propio hueco. Fuera como fuere me pareció buena idea seguirlo y, eventualmente, encontrar algún frutal en el camino.
El olor de la madera ardiendo delató la posición cercana de un campamento. A pocos metros uno de esos salvajes estaba iniciando una hoguera en un campamento recién levantado. En el campamento no habría mas de 4 o 5 de ellos, pero en este momento solo uno se encontraba allí. los demás estarían forrajeando. O eso supuse.
Se me ocurrió una idea. Si quería información de la vampiresa debía ofrecerle algo a cambio. Solo el refugio no habría sido suficiente y si yo tenia hambre supuse que ella también. Entonces, ¿Por que no llevarle comida? Con sumo cuidado me acerqué hasta el salvaje y en cuanto estuve a la distancia óptima golpeé su nuca con el asta de la lanza. de inmediato cayó inconsciente y como alma que lleva el diablo capturé y acarreé con el hombre de vuelta al campamento .
No encontré ninguna fruta para mi desgracia pero esta vez me tendría que conformar con lo que tenía. Tal vez mañana me diera tiempo a cazar algo. Con las últimas luces llegué al claro. el hombre aún se encontraba inconsciente pero maniatado, amordazado y vendado poco podría hacer por evitar ser una presa. Subí de nuevo en busca de la fémina. - Abajo te he traído el desayuno. pero si quieres alimentarte primero dime quien eres y que sabes de esa tribu.-
Me había quedado apoyado en el arco que hacía de puerta del refugio asiendo la lanza oculta tras el muro del mismo preparado ante cualquier ataque de la maldita, tratando de ocultar mi actitud defensiva. - ¿Hay trato? -
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