Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
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Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
Quedaban apenas unas horas para salir el sol, por lo que la sugerencia de la pequeña Fufu no pasaba en vano, Arygos me subió a su espalda y me llevó con cuidado hasta un granero cercano donde descansamos durante un rato hasta que logré recuperar mis fuerzas. El granero se veía amplio y vacío, con apenas un par de caballos que nos miraban desde lejos con recelo y atentos a que no intentáramos comernos su paja, ingenuos, era más probable que Arygos intentara comércelos a ellos.
Habían pasado muchas cosas raras aquella noche y era muy poco lo que recordaba, aunque ciertamente lo más extraño había sido el misterioso bebé con barba, salvador de Aerandir, del que varias personas habían estado hablando, un misterio, sin duda, al igual que algunas otras cosas como la desaparición del chico que daba saltos locos -¿A dónde se fueron todos?- Pregunté mientras caminaba para acercarme despacio a un ventanal por donde se podía ver a las personas de la ciudad realizando diversas reparaciones.
Miré el cielo en un ligero arranque de pánico al recordar de nuevo la noche anterior pero por suerte, estaba todo bien, el cielo estaba ahí arriba, claro, no podría estar debajo, sería raro, pero, me refiero que era un cielo normal. Entonces otra duda vino a mi mente -Oye ¿Cómo es que entramos a este granero?- Miré a la puerta que estaba devastada con un agujero en una esquina -¿Arygos?- La miré con los ojos entrecerrados pero esta negó rápidamente con la cabeza y manteniendo aún su forma de dragón, indicando que no había sido ella y ciertamente así parecía.
Los bordes del agujero lucían quemados, tal vez algún meteoro había impactado contra la puerta y la había roto o qué sé yo, al menos ahora estábamos a salvo -Gracias, Fufita- Le dije a la pequeña cosita al comenzar a recordar que me había salvado de una peligrosa y abismal caída de metro y medio en la que tal vez habría podido fracturarme los pelos de las piernas, la criaturita se me hacía bastante adorable, si tuviera una esfera arcana que me permitiera encerrar en ella cositos pequeños para luego lanzarlos al combate… Sacudí mi cabeza para apartar aquellos extraños pensamientos y fue entonces cuando algo llamó mi atención.
No estamos solos- Dije indicándoles que bajaran la voz -Hay alguien más aquí- Dirigí la vista hacia los lados y luego hacia arriba de donde parecía venir los sonidos -Manifiéstate criatura- Dije esperando sonar convincente y rudo al tiempo que me acercaba valientemente a Arygos para que me defendiera -Manténganse alerta- Susurré a mis compañeras -Venimos en paz, no te haremos daño- Dije en voz alta -Arygos, prepárate para hacerle daño- Susurré en voz baja. Ahora solo quedaba esperar que quien estuviera en la parte superior del granero no hiciera movimientos bruscos y saliera en paz.
Habían pasado muchas cosas raras aquella noche y era muy poco lo que recordaba, aunque ciertamente lo más extraño había sido el misterioso bebé con barba, salvador de Aerandir, del que varias personas habían estado hablando, un misterio, sin duda, al igual que algunas otras cosas como la desaparición del chico que daba saltos locos -¿A dónde se fueron todos?- Pregunté mientras caminaba para acercarme despacio a un ventanal por donde se podía ver a las personas de la ciudad realizando diversas reparaciones.
Miré el cielo en un ligero arranque de pánico al recordar de nuevo la noche anterior pero por suerte, estaba todo bien, el cielo estaba ahí arriba, claro, no podría estar debajo, sería raro, pero, me refiero que era un cielo normal. Entonces otra duda vino a mi mente -Oye ¿Cómo es que entramos a este granero?- Miré a la puerta que estaba devastada con un agujero en una esquina -¿Arygos?- La miré con los ojos entrecerrados pero esta negó rápidamente con la cabeza y manteniendo aún su forma de dragón, indicando que no había sido ella y ciertamente así parecía.
Los bordes del agujero lucían quemados, tal vez algún meteoro había impactado contra la puerta y la había roto o qué sé yo, al menos ahora estábamos a salvo -Gracias, Fufita- Le dije a la pequeña cosita al comenzar a recordar que me había salvado de una peligrosa y abismal caída de metro y medio en la que tal vez habría podido fracturarme los pelos de las piernas, la criaturita se me hacía bastante adorable, si tuviera una esfera arcana que me permitiera encerrar en ella cositos pequeños para luego lanzarlos al combate… Sacudí mi cabeza para apartar aquellos extraños pensamientos y fue entonces cuando algo llamó mi atención.
No estamos solos- Dije indicándoles que bajaran la voz -Hay alguien más aquí- Dirigí la vista hacia los lados y luego hacia arriba de donde parecía venir los sonidos -Manifiéstate criatura- Dije esperando sonar convincente y rudo al tiempo que me acercaba valientemente a Arygos para que me defendiera -Manténganse alerta- Susurré a mis compañeras -Venimos en paz, no te haremos daño- Dije en voz alta -Arygos, prepárate para hacerle daño- Susurré en voz baja. Ahora solo quedaba esperar que quien estuviera en la parte superior del granero no hiciera movimientos bruscos y saliera en paz.
Bio
Aerandiano de honor
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Re: Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
Aquella noche despiadada, sin duda, había sido un completo caos de eventos que aún no terminaba de entender. Una parte de mi quería creer que sólo se había tratado de un muy mal sueño, más no parecía ser así. Aún podía recordar cada una de las palabras de la adivina, repitiéndose en mi cabeza, una y otra vez. Aferrarme a ellas y al nombre que me había proporcionado, la identidad que tanto anhelaba encontrar, se había convertido en una necesidad; necesitaba creer que eran reales...
Sin embargo, si había algo que no pude haber previsto fue lo que ocurrió a continuación. Cuando aquel espectro se manifestó en la plaza, envolviéndose en rayos violetas tras recibir el impacto de mi ataque, mientras aquellas bestias de oscuridad clavaban sus fauces en mi cuerpo y evitaban que me moviera del lugar en el que había aterrizado... de pronto el cielo se cubrió de un manto de bellas estrellas. En un principio, era un panorama hermoso y fascinante, lleno de constelaciones que magnificaban la gloria y grandeza de los astros... hasta que empezaron a descender en el campo con la ira celestial de los dioses. Toda mi visión fue envuelta en haces de luz y centellas, mientras me veía envuelto en explosiones cósmicas al recibir de lleno el impacto de una de aquellas rocas estelares. Fue así como terminé en aquel mal estado, azotado por una corriente de dolor punzante en cada uno de mis huesos al intentar efectuar el menor de los movimientos.
Aún así, luchando contra mi suplicio, había logrado abandonar a rastras aquella ciudad y desplazarme entre las llanuras, hasta llegar a un pequeño granero que usaría como refugio hasta que mis heridas sanaran.
Era consciente de que todo sería más fácil si recibía ayuda de alguien más, pero mi orgullo, oculto tras aquella máscara mecánica que había decidido conservar, pues me hacía sentir a salvo, me impedía siquiera pensar en la posibilidad. No quería tener a nadie cerca, no quería ver a nadie. De igual modo, mis heridas sanarían solas, periódicamente... Había aprendido que, mi nuevo cuerpo, sanaba a gran velocidad. Sabía que estaría bien... ¿verdad?
Abrí mi propia entrada al granero, espantando en el proceso a cualquier pobre e inicuo granjero al que le perteneciera aquel lugar. Lo siento, viejo, pero necesitaba el refugio y estar... a solas. Sentí algo de remordimiento, cuando vi a aquellos caballos ser espantados por las violentas chispas que emanaban de mis manos, mientras abría una enorme grieta entre los tablones con un golpe eléctrico.
Subí al segundo piso del granero, tumbándome en un tumulto de varios hatos de paja que presumiblemente usarían para alimentar a los corceles, sucumbiendo ante la fatiga de cargar tanto tiempo con el peso de mis heridas.
Antes de dejarme vencer por el sueño que me transmitía la melancólica puesta de sol que se podía ver a través de la ventana, intenté evitar pensar en lo que haría luego, pero mis esfuerzos fueron en vano. Lo había obtenido, lo que tanto buscaba, ya lo sabía... ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Esperaba que encontrar una mínima respuesta me haría sentir mejor con la realidad que tan fuerte me había golpeado, ya no era humano, pero no había sido así. Estaba más molesto que nunca; conmigo, con el bastado que me había convertido en una máquina, con todo el mundo en realidad. No tenía ningún lugar a donde ir ahora, no podía recordar que tuviera algún lugar al que regresar. ¿Qué debía buscar...?
Cuando mis ojos se abrieron nuevamente, se debió a los sonidos que había detectado en el piso de abajo. La oscuridad indicaba que había anochecido, y los sonidos que alguien más había entrado al granero.
[ANALIZANDO] Guardé silencio y cerré los ojos, mientras mis radares detectaban las ondas de calor en el perímetro.¹ Eran tres señales, una de ellas muy pequeña, y la otra sumamente inmensa... debía tratarse de un dragón. No estaba de humor para lidiar con bandidos, mucho menos con viajeros. [PROTOCOLOS DE ATAQUE: EN LÍNEA] Me levanté de aquel lecho en el que reposaba, mientras mis brazos se envolvían de nuevo en rayos de electricidad amarilla. Descendí lentamente al encuentro de aquel trío, atento a cada movimiento en la oscuridad, esperando que el asunto no pasara a más...
—Lárguense de aquí... —les ordené iracundo—. No quiero hacerles daño. —les advertí, realmente mostrando aquel deseo.
No sólo no estaba de humor, tampoco estaba aún en óptimas condiciones. Aunque mis heridas habían mejorado, seguían presentes, [ALERTA: ERROR EN EL SISTEMA] y no demorarían en rendir cuentas ante mi accionar. Controlar la intensidad de aquellas chispas que emitían mis manos se volvió una ardua tarea, plañiendo en voz baja al recibir una pequeña descarga eléctrica a través de mi brazo de una de ellas. Perdí mi postura y sostuve la zona herida con mi otra extremidad, había adquirido una quemadura en el área afectada, intentando aún mantener a la vista a aquellos sujetos.
Sin embargo, si había algo que no pude haber previsto fue lo que ocurrió a continuación. Cuando aquel espectro se manifestó en la plaza, envolviéndose en rayos violetas tras recibir el impacto de mi ataque, mientras aquellas bestias de oscuridad clavaban sus fauces en mi cuerpo y evitaban que me moviera del lugar en el que había aterrizado... de pronto el cielo se cubrió de un manto de bellas estrellas. En un principio, era un panorama hermoso y fascinante, lleno de constelaciones que magnificaban la gloria y grandeza de los astros... hasta que empezaron a descender en el campo con la ira celestial de los dioses. Toda mi visión fue envuelta en haces de luz y centellas, mientras me veía envuelto en explosiones cósmicas al recibir de lleno el impacto de una de aquellas rocas estelares. Fue así como terminé en aquel mal estado, azotado por una corriente de dolor punzante en cada uno de mis huesos al intentar efectuar el menor de los movimientos.
Aún así, luchando contra mi suplicio, había logrado abandonar a rastras aquella ciudad y desplazarme entre las llanuras, hasta llegar a un pequeño granero que usaría como refugio hasta que mis heridas sanaran.
Era consciente de que todo sería más fácil si recibía ayuda de alguien más, pero mi orgullo, oculto tras aquella máscara mecánica que había decidido conservar, pues me hacía sentir a salvo, me impedía siquiera pensar en la posibilidad. No quería tener a nadie cerca, no quería ver a nadie. De igual modo, mis heridas sanarían solas, periódicamente... Había aprendido que, mi nuevo cuerpo, sanaba a gran velocidad. Sabía que estaría bien... ¿verdad?
Abrí mi propia entrada al granero, espantando en el proceso a cualquier pobre e inicuo granjero al que le perteneciera aquel lugar. Lo siento, viejo, pero necesitaba el refugio y estar... a solas. Sentí algo de remordimiento, cuando vi a aquellos caballos ser espantados por las violentas chispas que emanaban de mis manos, mientras abría una enorme grieta entre los tablones con un golpe eléctrico.
Subí al segundo piso del granero, tumbándome en un tumulto de varios hatos de paja que presumiblemente usarían para alimentar a los corceles, sucumbiendo ante la fatiga de cargar tanto tiempo con el peso de mis heridas.
Antes de dejarme vencer por el sueño que me transmitía la melancólica puesta de sol que se podía ver a través de la ventana, intenté evitar pensar en lo que haría luego, pero mis esfuerzos fueron en vano. Lo había obtenido, lo que tanto buscaba, ya lo sabía... ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Esperaba que encontrar una mínima respuesta me haría sentir mejor con la realidad que tan fuerte me había golpeado, ya no era humano, pero no había sido así. Estaba más molesto que nunca; conmigo, con el bastado que me había convertido en una máquina, con todo el mundo en realidad. No tenía ningún lugar a donde ir ahora, no podía recordar que tuviera algún lugar al que regresar. ¿Qué debía buscar...?
Cuando mis ojos se abrieron nuevamente, se debió a los sonidos que había detectado en el piso de abajo. La oscuridad indicaba que había anochecido, y los sonidos que alguien más había entrado al granero.
[ANALIZANDO] Guardé silencio y cerré los ojos, mientras mis radares detectaban las ondas de calor en el perímetro.¹ Eran tres señales, una de ellas muy pequeña, y la otra sumamente inmensa... debía tratarse de un dragón. No estaba de humor para lidiar con bandidos, mucho menos con viajeros. [PROTOCOLOS DE ATAQUE: EN LÍNEA] Me levanté de aquel lecho en el que reposaba, mientras mis brazos se envolvían de nuevo en rayos de electricidad amarilla. Descendí lentamente al encuentro de aquel trío, atento a cada movimiento en la oscuridad, esperando que el asunto no pasara a más...
—Lárguense de aquí... —les ordené iracundo—. No quiero hacerles daño. —les advertí, realmente mostrando aquel deseo.
No sólo no estaba de humor, tampoco estaba aún en óptimas condiciones. Aunque mis heridas habían mejorado, seguían presentes, [ALERTA: ERROR EN EL SISTEMA] y no demorarían en rendir cuentas ante mi accionar. Controlar la intensidad de aquellas chispas que emitían mis manos se volvió una ardua tarea, plañiendo en voz baja al recibir una pequeña descarga eléctrica a través de mi brazo de una de ellas. Perdí mi postura y sostuve la zona herida con mi otra extremidad, había adquirido una quemadura en el área afectada, intentando aún mantener a la vista a aquellos sujetos.
- Uso de Habilidad Racial: Radar
Raymond Lorde
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Re: Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
Fufu se encontraba, tras la rápida huida del sol, muy concentrada en sacarse las puntas de su pelito blanco chamuscado, seguramente ahora parecería tener una suerte de motas amarillezcas y seguro si sus hermanos la vieran le dirían cosas no muy gratas pero si graciosas. Aunque siendo sinceros, era un costo muy pobre a comparativa de todo lo que habían vivido esa noche, y mientras el vampiro antes niño miraba el ventanal y atendía lo sucedido afuera, la mausu se apresuro a anotar todo lo que podía recordar nítidamente y hacer algunos magnánimos dibujos (a bolitas y palitos) de la cosa gigante, la lluvia de meteoros un bebé con barba (lo más importante era la barba) y su ahora escondite de la luz solar. - Tchick, que fastidio.- Sentencio guardando todo y les extendió un poco del chocolate a ambos tras comer ella un poco.
-Fueno, estaba así, por ahí entramos para que el sol no te hiciere PUFF.- Dijo como si el evento no tuviera tanta importancia, y para esa mausu en particular no lo tenía, estaban vivos y era lo importante, bostezo un poco, las emociones habían sido muy grandes y sus orejas se movieron ligeramente como si las estirara su madre para reñirla por alguna travesura y alzo el hociquillo para olfatear. Tal como avisaba Bio, alguien o algo estaba ahí. Saco el basto y lo apunto a.. a.. a donde miraba Bio, sea lo que fuere seguro no se esperaría que su bastón le diera en toda la cara al estirarse. –Th tchiik- Chillo cuando vio un fulgor amarillo o mejor dicho dos y apunto ahí, justo entre ambos aunque uno se había fundido y el otro, bueno no importo mucho. Le había erizado cada pelito de su piel y la descarga de adrenalina le indicaba que esas cosas brillantes no eran lo mejor del mundo. -¡¡CRECE CRECE!! –Grito con esa voz aguda y en efecto el bastón en sus manos creció todo lo que debía y le hizo dar un brinco atrás cuando topo con la fuente del fulgor. No tenia la certeza pero ese brillo le recordó a los relámpagos en las tormentas y esas cosas nunca eran buenas.
-Encoge encoge encoge – Ordeno y la vara volvió a su tamaño, Mi´mit siguió con la vara en pose, sintiendo que el peligro les rondaba y claro medir medio metro significaba que medio mundo podía pisar tu colita cuando menos y pensar que no había hecho nada.- ¿Por qué siempre mienten cuando dicen que no quieren hacer daño?
***
Off: en resumidas cuentas Fufu le lanza un bastonazo a Ray. Lo siento pero eso pasa cuando todo es el doble de tamaño y uno de esos brillla amenazadoramente o.ó
-Fueno, estaba así, por ahí entramos para que el sol no te hiciere PUFF.- Dijo como si el evento no tuviera tanta importancia, y para esa mausu en particular no lo tenía, estaban vivos y era lo importante, bostezo un poco, las emociones habían sido muy grandes y sus orejas se movieron ligeramente como si las estirara su madre para reñirla por alguna travesura y alzo el hociquillo para olfatear. Tal como avisaba Bio, alguien o algo estaba ahí. Saco el basto y lo apunto a.. a.. a donde miraba Bio, sea lo que fuere seguro no se esperaría que su bastón le diera en toda la cara al estirarse. –Th tchiik- Chillo cuando vio un fulgor amarillo o mejor dicho dos y apunto ahí, justo entre ambos aunque uno se había fundido y el otro, bueno no importo mucho. Le había erizado cada pelito de su piel y la descarga de adrenalina le indicaba que esas cosas brillantes no eran lo mejor del mundo. -¡¡CRECE CRECE!! –Grito con esa voz aguda y en efecto el bastón en sus manos creció todo lo que debía y le hizo dar un brinco atrás cuando topo con la fuente del fulgor. No tenia la certeza pero ese brillo le recordó a los relámpagos en las tormentas y esas cosas nunca eran buenas.
-Encoge encoge encoge – Ordeno y la vara volvió a su tamaño, Mi´mit siguió con la vara en pose, sintiendo que el peligro les rondaba y claro medir medio metro significaba que medio mundo podía pisar tu colita cuando menos y pensar que no había hecho nada.- ¿Por qué siempre mienten cuando dicen que no quieren hacer daño?
***
Off: en resumidas cuentas Fufu le lanza un bastonazo a Ray. Lo siento pero eso pasa cuando todo es el doble de tamaño y uno de esos brillla amenazadoramente o.ó
Mi´Mit
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Re: Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
Escuché con atención las palabras de la pequeña y adorable ratoncita mientras en mi mente me preguntaba si con el hechizo correcto podría tal vez endurecer su piel lo suficiente como para agarrarla por una pata y usarla como garrote, negué con la cabeza para sacarme aquella extraña (pero tentadora) idea de mi cabeza -Oh, que bonito gesto, gracias por salvarme de la puffeación- Sonreí amablemente mientras Arygos afirmaba con la cabeza ante las palabras de la pequeña, confirmando que el agujero no era culpa de ella, aunque eso podría volverse preocupante, y en efecto, lo era.
Una figura bajaba desde el lugar donde se habían escuchado los sonidos, no estábamos en condiciones de presentar batalla ante una amenaza, yo aún estaba un poco turuleco por el cambio de edad, Arygos se veía algo cansada también y Fufu pues, a menos que pudiera matar de ternura, ese medio metro no servía para intimidar a nadie -Oye, tranquilo viejo- Dije tratando de calmar los ánimos y la agresividad en el ambiente, todos estábamos un poco a la defensiva -Baja ese… lo que sea que tienes en el brazo- Intenté tranquilizarnos antes de darme cuenta que la cosa en su brazo en realidad era su brazo.
Tranquilo, nadie te hará daño- Dije justo antes de escuchar a la ratoncita atacar con su bastón para hacerle daño. Di un salto hacia un lado tan rápido como pude para patear el báculo y desviarlo antes que impactara al extraño individuo -Vamos, a calmarnos, todos- Dije haciendo pausas entre palabras -Arygos, espera- Dije sin levantar la mirada, pero escuchando su aleteo que posiblemente la colocaba en posición para caer sobre aquel sujeto -Eso no se ve bien- Señalé su brazo, tampoco es que supiera como debía verse, pero si de algo estaba seguro era que aquel chisporroteo no era normal.
Tal vez podamos ayudarte si nos ayudas- Mentí descaradamente, no tenía idea de cómo ayudarle, ni tampoco necesitábamos ayuda, pero la sensación de vulnerabilidad nos podía llevar a formar equipo para hacer, lo que fuera que nos tocara hacer luego, con lo que había venido pasando recientemente ya nada podía sorprenderme -No juzgues las mentiras, sino los motivos que alguien tenga para mentir- Le dije a la pequeña roedora en uno de mis efímeros arranques de sabiduría.
Si colaboramos, nadie tiene que salir herido- Dije con pleno convencimiento antes que alguien me interrumpiera. Un nuevo personaje pateó la puerta -Largo de mi granero o todos van a salir heridos- Nos gritó el sujeto que entró pateando la puerta armado con una escoba -Oh no, por los dioses, no, escobas no, son mi única debilidad- Dije cayendo al piso de rodillas y haciendo señas a Arygos para que no intentara nada raro -Por favor, no nos haga daño- Dije suplicante a aquel sujeto -TODOS somos débiles a las escobas... Es por una antigua y poderosa maldición- Dije haciendo énfasis en la primera palabra para darle al hombre seguridad de que estaba a salvo y tenía el control.
Solo estaremos hasta el anochecer, y nada más- Dije desde el suelo con mirada suplicante como marranito con diarrea -¿Verdad que sí?- Pregunté a los otros, a fin de cuentas, si lo que aquel hombre decía, era cierto, estaba en su pleno derecho de proteger su casa de unos desconocidos que además, habían hecho un agujero en su granero (me encanta cuando algo rima).
Los ojos del hombre se explayaron al ver el enorme hueco en su granero -Ah no te fijes en eso, lo repararemos antes de irnos, lo juro, somos expertos en el trabajo con madera- Añadí aunque no era muy diestro trabajando con madera, pero, había construido mi taller yo solito, y no tenía la forma con la que lo había imaginado pero, tenía forma de algo, en fin, no viene al caso, el punto es que el hombre no parecía muy convencido de que un sujeto descuidado, una rata sobrecrecida, un lagarto volador y un hombre chispeante pudieran reparar el desastre que estaba viendo, tal vez alguien más debería encargarse de convencerlo…
[1] Creo que ya no se unirá más nadie así que, seguimos nosotros =) Una figura bajaba desde el lugar donde se habían escuchado los sonidos, no estábamos en condiciones de presentar batalla ante una amenaza, yo aún estaba un poco turuleco por el cambio de edad, Arygos se veía algo cansada también y Fufu pues, a menos que pudiera matar de ternura, ese medio metro no servía para intimidar a nadie -Oye, tranquilo viejo- Dije tratando de calmar los ánimos y la agresividad en el ambiente, todos estábamos un poco a la defensiva -Baja ese… lo que sea que tienes en el brazo- Intenté tranquilizarnos antes de darme cuenta que la cosa en su brazo en realidad era su brazo.
Tranquilo, nadie te hará daño- Dije justo antes de escuchar a la ratoncita atacar con su bastón para hacerle daño. Di un salto hacia un lado tan rápido como pude para patear el báculo y desviarlo antes que impactara al extraño individuo -Vamos, a calmarnos, todos- Dije haciendo pausas entre palabras -Arygos, espera- Dije sin levantar la mirada, pero escuchando su aleteo que posiblemente la colocaba en posición para caer sobre aquel sujeto -Eso no se ve bien- Señalé su brazo, tampoco es que supiera como debía verse, pero si de algo estaba seguro era que aquel chisporroteo no era normal.
Tal vez podamos ayudarte si nos ayudas- Mentí descaradamente, no tenía idea de cómo ayudarle, ni tampoco necesitábamos ayuda, pero la sensación de vulnerabilidad nos podía llevar a formar equipo para hacer, lo que fuera que nos tocara hacer luego, con lo que había venido pasando recientemente ya nada podía sorprenderme -No juzgues las mentiras, sino los motivos que alguien tenga para mentir- Le dije a la pequeña roedora en uno de mis efímeros arranques de sabiduría.
Si colaboramos, nadie tiene que salir herido- Dije con pleno convencimiento antes que alguien me interrumpiera. Un nuevo personaje pateó la puerta -Largo de mi granero o todos van a salir heridos- Nos gritó el sujeto que entró pateando la puerta armado con una escoba -Oh no, por los dioses, no, escobas no, son mi única debilidad- Dije cayendo al piso de rodillas y haciendo señas a Arygos para que no intentara nada raro -Por favor, no nos haga daño- Dije suplicante a aquel sujeto -TODOS somos débiles a las escobas... Es por una antigua y poderosa maldición- Dije haciendo énfasis en la primera palabra para darle al hombre seguridad de que estaba a salvo y tenía el control.
Solo estaremos hasta el anochecer, y nada más- Dije desde el suelo con mirada suplicante como marranito con diarrea -¿Verdad que sí?- Pregunté a los otros, a fin de cuentas, si lo que aquel hombre decía, era cierto, estaba en su pleno derecho de proteger su casa de unos desconocidos que además, habían hecho un agujero en su granero (me encanta cuando algo rima).
Los ojos del hombre se explayaron al ver el enorme hueco en su granero -Ah no te fijes en eso, lo repararemos antes de irnos, lo juro, somos expertos en el trabajo con madera- Añadí aunque no era muy diestro trabajando con madera, pero, había construido mi taller yo solito, y no tenía la forma con la que lo había imaginado pero, tenía forma de algo, en fin, no viene al caso, el punto es que el hombre no parecía muy convencido de que un sujeto descuidado, una rata sobrecrecida, un lagarto volador y un hombre chispeante pudieran reparar el desastre que estaba viendo, tal vez alguien más debería encargarse de convencerlo…
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Re: Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
El dolor en mi brazo se acrecentaba, ardía como fuego consumiendo los poros de mi piel sintética con un lento pero sádico crepitar. ¿Así que así se sentía ser impactado por uno de mis ataques eléctricos? Empezaba a sentir algo de pena por mis víctimas... o tal vez no. Apreté los dientes con toda la fuerza que tenía, soltando una pequeña maldición en el proceso contra mi pobre condición y el maldito que me había dejado en semejante estado, intentando mitigar la agonía para centrarme en el trío que tenía al frente, y que contaban con la ventaja de estar escondidos entre el manto de sombras que creaba la penumbra oscura del granero. Entre el opaco lente de la máscara que traía puesta y la oscuridad, mis ojos estaban teniendo bastantes problemas adaptándose al nivel de la iluminación del lugar; apenas visualizaba las figuras de mis enemigos a escasos metros de distancia.
En dado momento, escuché una especie de quejido extraño en medio de la cháchara de aquel bufón, antes de sentir un suave airecillo azotar suavemente mi nariz, como si algo hubiera viajado a toda velocidad hacia mí, pero... se hubiera detenido estrepitosamente. ¿¡M-Me... Me habían atacado!? Aquello liberó la adrenalina que necesitaba para olvidar el dolor y gruñir en preparación para el combate. No quería tener que hacerlo, no estaba de humor para ello, pero no me daban ninguna opción.
Sentí la brisa ser desprendida con fuerza ante el despegue de aquella silueta oscura pero inmensa. El dragón alzando su vuelo entre las sombras, dispuesto a atacar. Las chispas volvieron a emitirse alrededor de mis manos, quizás con menos intensidad, pero listas para atacar ante el menor de los movimientos...
—... —sin embargo, me detuve y guardé silencio, una vez escuché al hombre hablar una vez más; menos sandeces que antes, para su suerte. Contemplé el escenario que proponía por unos segundos, en vista de que realmente necesitaba ayuda, pero...—. No, gracias. Lárguense de una buena vez —declaré severo, sin alterar mi postura y sin intención alguna de reconsiderarlo—. Puedo cuidarme solo.
En ese momento, apareció un nuevo individuo en la escena. Un hombre; el dueño del granero al parecer, quien, patéticamente, planeaba enfrentarse a lo que presumía eran bandidos que entraron a robar en su propiedad... con una escoba. Arqueé una ceja confundido y, a la vez, irritado, al ver al bufón echarse al suelo y, nuevamente, comenzar a hablar sin sentidos. ¿Y ese qué se traía? ¿Por qué siempre me tenía que encontrar con gente tan rara? Me crucé de brazos, obstinado, intentando guardar un mínimo ápice de paciencia para aguantar las ganas de soltarle un guantazo a ese imbécil.
Cuando no pude tolerarlo más, bufé y llegué a la conclusión de que no tenía razón alguna para continuar con aquello. Aunque me disgustara la idea, no quería ningún conflicto y prefería dejar que se quedaran con tal de que ese maldito cerrara el pico. Caminé lentamente hacia una herramienta hecha de puro metal, un trinche usado para recoger las pacas de heno, y lo tomé entre mis manos.
—¡Ya cierra la boca! —le ordené enfadado al lamentable sujeto que rogaba piedad ante una escoba—. No me importa lo que hagan, solo no me molesten —declaré, continuando con los demás—. O de lo contrario... —pude escuchar el metal de aquella herramienta cediendo ante la fuerza de mis implantes, como si fuera nada—. Terminará mal —concluí, antes de arrojar el deformado trinche a los pies del dueño del granero, cuyo rostro había palidecido de repente. ¿Necesitaba otro incentivo? Se me ocurrían un par más de métodos de "persuasión" que no prometían ser igual de inofensivos.
Tras aquello, les di la espalda y me dispuse a subir de nuevo al segundo piso, con intención de regresar al lecho que había improvisado. Esperaba que mi aviso hubiera quedado claro.
En dado momento, escuché una especie de quejido extraño en medio de la cháchara de aquel bufón, antes de sentir un suave airecillo azotar suavemente mi nariz, como si algo hubiera viajado a toda velocidad hacia mí, pero... se hubiera detenido estrepitosamente. ¿¡M-Me... Me habían atacado!? Aquello liberó la adrenalina que necesitaba para olvidar el dolor y gruñir en preparación para el combate. No quería tener que hacerlo, no estaba de humor para ello, pero no me daban ninguna opción.
Sentí la brisa ser desprendida con fuerza ante el despegue de aquella silueta oscura pero inmensa. El dragón alzando su vuelo entre las sombras, dispuesto a atacar. Las chispas volvieron a emitirse alrededor de mis manos, quizás con menos intensidad, pero listas para atacar ante el menor de los movimientos...
—... —sin embargo, me detuve y guardé silencio, una vez escuché al hombre hablar una vez más; menos sandeces que antes, para su suerte. Contemplé el escenario que proponía por unos segundos, en vista de que realmente necesitaba ayuda, pero...—. No, gracias. Lárguense de una buena vez —declaré severo, sin alterar mi postura y sin intención alguna de reconsiderarlo—. Puedo cuidarme solo.
En ese momento, apareció un nuevo individuo en la escena. Un hombre; el dueño del granero al parecer, quien, patéticamente, planeaba enfrentarse a lo que presumía eran bandidos que entraron a robar en su propiedad... con una escoba. Arqueé una ceja confundido y, a la vez, irritado, al ver al bufón echarse al suelo y, nuevamente, comenzar a hablar sin sentidos. ¿Y ese qué se traía? ¿Por qué siempre me tenía que encontrar con gente tan rara? Me crucé de brazos, obstinado, intentando guardar un mínimo ápice de paciencia para aguantar las ganas de soltarle un guantazo a ese imbécil.
Cuando no pude tolerarlo más, bufé y llegué a la conclusión de que no tenía razón alguna para continuar con aquello. Aunque me disgustara la idea, no quería ningún conflicto y prefería dejar que se quedaran con tal de que ese maldito cerrara el pico. Caminé lentamente hacia una herramienta hecha de puro metal, un trinche usado para recoger las pacas de heno, y lo tomé entre mis manos.
—¡Ya cierra la boca! —le ordené enfadado al lamentable sujeto que rogaba piedad ante una escoba—. No me importa lo que hagan, solo no me molesten —declaré, continuando con los demás—. O de lo contrario... —pude escuchar el metal de aquella herramienta cediendo ante la fuerza de mis implantes, como si fuera nada—. Terminará mal —concluí, antes de arrojar el deformado trinche a los pies del dueño del granero, cuyo rostro había palidecido de repente. ¿Necesitaba otro incentivo? Se me ocurrían un par más de métodos de "persuasión" que no prometían ser igual de inofensivos.
Tras aquello, les di la espalda y me dispuse a subir de nuevo al segundo piso, con intención de regresar al lecho que había improvisado. Esperaba que mi aviso hubiera quedado claro.
Raymond Lorde
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Re: Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
-Woaaa- ¿pero que le pasaba al vampiro? Por suerte la vara volvió al tamaño antes de que se cayera por el desvió del golpe pero entre tanto alboroto Fufu atinó con una frase y sin más se sentó en el piso mientras todos parecían más ariscos que un gato sobre la pila de agua. Anoto con sus garabatos y pif pif la frase matado era de “No juzgues las mentiras, sino los motivos que alguien tenga para mentir” Don Vampi niño adulto. Y un garabato con la melena. Pero volvía todo a hacerse un ruidoso embrollo, ahora procuró no sacar el báculo pero un humano escoba en mano amenazaba con alejarlos. Ciertamente de todos ahí ella era la que más podía temerle a esa escoba, aunque Bio la hizo dar un saltito cuando se dejó caer en un dramático arranque de fobia a las escobas. Ella se unió pero no como víctima de la maldición.
-Oh por favor tenga piedad. –Dijo juntando las garritas y luego sin más se puso tras la dragona, por si al hombre le daba por dejarle caer un escobazo al par. Pero, mientras pensaba en convencer al granjero de que podían arreglar los desperfectos, un trincho hecho fideos cayo a los pies entre el trío y el dueño, por el aroma había soltado algo que seguro fue su desayuno y crispo el pelo de Mi´Mit. Pero Le podía más la curiosidad del bio que no era Bio, había visto cosas chispear y nunca en esas cosas era buena señal. Y no es que fuera experta pero conocía de esos artefactos. Lo suficiente para con un golpe hacerlos medio funcionar. Aunque, bueno un bio no era algo que pudiera golpear para reparar. Se escabulló a donde el chispeante fue a buscar resguardo y se quedo algo al margen.- Thchik, me puse nerviosa. Pensé que nos lanzarías chispitas, sabes esas cosas duelen. –Afirmo la mausu con su voz chillona y siseante mientras se acercaba y mantenía una distancia de un par de metros, solo por si acaso. Estaba claro que sabía que eso dolía pero.- Haces tris tris tirs, eso no ser muy normfal en ustedes, ¿algo te golpeo fuerte?
-Oh por favor tenga piedad. –Dijo juntando las garritas y luego sin más se puso tras la dragona, por si al hombre le daba por dejarle caer un escobazo al par. Pero, mientras pensaba en convencer al granjero de que podían arreglar los desperfectos, un trincho hecho fideos cayo a los pies entre el trío y el dueño, por el aroma había soltado algo que seguro fue su desayuno y crispo el pelo de Mi´Mit. Pero Le podía más la curiosidad del bio que no era Bio, había visto cosas chispear y nunca en esas cosas era buena señal. Y no es que fuera experta pero conocía de esos artefactos. Lo suficiente para con un golpe hacerlos medio funcionar. Aunque, bueno un bio no era algo que pudiera golpear para reparar. Se escabulló a donde el chispeante fue a buscar resguardo y se quedo algo al margen.- Thchik, me puse nerviosa. Pensé que nos lanzarías chispitas, sabes esas cosas duelen. –Afirmo la mausu con su voz chillona y siseante mientras se acercaba y mantenía una distancia de un par de metros, solo por si acaso. Estaba claro que sabía que eso dolía pero.- Haces tris tris tirs, eso no ser muy normfal en ustedes, ¿algo te golpeo fuerte?
Mi´Mit
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Re: Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
De momento había conseguido evitar una pelea innecesaria, pero quien sabe por cuánto tiempo, aquel pobre hombre no tenía culpa de nada y se había despertado con un agujero en el granero, y me anima porque rima. Sacudí la cabeza para sacarme las distracciones y concentrarme en lo realmente importante, aquel lugar era un granero, pero no veía granos por ningún lado, parecía más bien un pajero, igual eso tampoco era importante, lo realmente importante era reparar el “granero” y que nadie muriera en el proceso.
Levanté una ceja impresionado ante la fuerza del amenazante biocibernético chispeante y dije con sarcasmo -Oh no, trinches trinchados no, son mi otra única debilidad- Puse una mano en mi pecho de manera desgarradora y melodramática mientras el Señor Mecuidosolo nos dejaba atrás dispuesto a flojear un rato en su paraíso de amargura.
El pobre hombre de los graneros sin granos había dejado el desayuno en el piso tras la demostración de fuerza del chispeante misterioso así que de momento ya no sería problema, no obstante, le hice señas a Arygos para que lo mantuviera vigilado al igual que al bio que se marchaba a su retiro espiritual.
Vamos fufita, no te acerques al gruñón- Le dije a la pequeña ratona mientras caminaba hacia el agujero pensando cómo haría para repararlo, considerando que yo tenía de carpintero lo que Fufu tenía de altura -A ver, necesitamos un pedazo de madera, algunos clavos, un martillo y alguien que sepa usar todo eso- Mencioné mientras pensaba que no teníamos ninguno de esos elementos así que habría que improvisar un poco.
Bueno, no parece tan difícil, seguro terminaremos antes del anochecer- Dije mientras le daba una palmada a la pared de madera sobre el agujero, por desgracia el golpe y el calor habían dejado la madera muy tostada y una fisura comenzó a dibujarse desde el agujero hasta el techo para luego hacer el agujero más grande, mucho más grande. Retrocedí de un salto para esquivar los pedazos de madera tostada que caían -Bueno, pudo ser peor- Reí nervioso para luego ver como la pared entera se desplomaba.
Retrocedí lentamente con los brazos caídos y un tic en el ojo ante tan desastroso acontecimiento, miré atrás al dueño del lugar cuyas manos cubrían su rostro con la misma expresión de terror y sorpresa -Tranquilo, lo arreglaremos, solo necesitamos un poco más de tiempo- Le dije con una sonrisa -No lo lograremos, hay que huir en cuanto podamos- Le dije a Fufu en voz baja -Soy un experto en carpintería- Dije en voz alta -No tengo idea de maderas- Susurré a Fufu de nuevo.
Bueno, al menos estaremos a salvo aquí adentro, podría haber sido peor- Dije confiado antes de ver como una de las chispas liberadas por el trinchatrinches se había quedado en el piso haciendo arder lentamente algunos pedazos de paja seca y ahora el fuego comenzaba a tomar volumen -¡No! Fuego, es mi otra única debilidad- Alerté a Arygos para que la apagara antes de que fuera demasiado tarde, aunque esta aleteó con sus… alas, avivando el fuego y expandiéndolo un poco más…
Levanté una ceja impresionado ante la fuerza del amenazante biocibernético chispeante y dije con sarcasmo -Oh no, trinches trinchados no, son mi otra única debilidad- Puse una mano en mi pecho de manera desgarradora y melodramática mientras el Señor Mecuidosolo nos dejaba atrás dispuesto a flojear un rato en su paraíso de amargura.
El pobre hombre de los graneros sin granos había dejado el desayuno en el piso tras la demostración de fuerza del chispeante misterioso así que de momento ya no sería problema, no obstante, le hice señas a Arygos para que lo mantuviera vigilado al igual que al bio que se marchaba a su retiro espiritual.
Vamos fufita, no te acerques al gruñón- Le dije a la pequeña ratona mientras caminaba hacia el agujero pensando cómo haría para repararlo, considerando que yo tenía de carpintero lo que Fufu tenía de altura -A ver, necesitamos un pedazo de madera, algunos clavos, un martillo y alguien que sepa usar todo eso- Mencioné mientras pensaba que no teníamos ninguno de esos elementos así que habría que improvisar un poco.
Bueno, no parece tan difícil, seguro terminaremos antes del anochecer- Dije mientras le daba una palmada a la pared de madera sobre el agujero, por desgracia el golpe y el calor habían dejado la madera muy tostada y una fisura comenzó a dibujarse desde el agujero hasta el techo para luego hacer el agujero más grande, mucho más grande. Retrocedí de un salto para esquivar los pedazos de madera tostada que caían -Bueno, pudo ser peor- Reí nervioso para luego ver como la pared entera se desplomaba.
Retrocedí lentamente con los brazos caídos y un tic en el ojo ante tan desastroso acontecimiento, miré atrás al dueño del lugar cuyas manos cubrían su rostro con la misma expresión de terror y sorpresa -Tranquilo, lo arreglaremos, solo necesitamos un poco más de tiempo- Le dije con una sonrisa -No lo lograremos, hay que huir en cuanto podamos- Le dije a Fufu en voz baja -Soy un experto en carpintería- Dije en voz alta -No tengo idea de maderas- Susurré a Fufu de nuevo.
Bueno, al menos estaremos a salvo aquí adentro, podría haber sido peor- Dije confiado antes de ver como una de las chispas liberadas por el trinchatrinches se había quedado en el piso haciendo arder lentamente algunos pedazos de paja seca y ahora el fuego comenzaba a tomar volumen -¡No! Fuego, es mi otra única debilidad- Alerté a Arygos para que la apagara antes de que fuera demasiado tarde, aunque esta aleteó con sus… alas, avivando el fuego y expandiéndolo un poco más…
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Re: Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
Mi´Mit soltó un suspiro. El extraño le generaba tanta confianza como pasar la noche en la cueva de una serpiente o en el rincón en que duerme un gato. Sólo por lo que decía el vampiro usó todo su autocontrol para no empezar una pelea con el extraño. Quizás no tuviera mucha fuerza, pero era rápida, ágil y por su tamaño, casi siempre nadie sabía por dónde atraparla. Pero las palabras del vampiro las iba a acatar...de momento - Que se cuide de mí, sea lo que sea eso - Dijo señalando al estrafalario extraño - Gruñón o no gruñón, los mejores perfumes vienen en frasco pequeño...Igual que los peores venenos- Dijo Mi´Mit al extraño hasta dirigirse a lo que iba a hacer el vampiro.
- ¿Madera, clavos, martillo y quien sepa usar eso? -Dijo con escepticismo la mausu - No sabía que habíamos pasado al negocio de la artesanía - Dijo con sarcasmo la ratoncita -En este lugar seguramente las tres primeras cosas habrá en el rincón donde el histérico dueño guarda sus herramientas, pero la cuarta no me mires a mí ¿Has visto mi tamaño por casualidad? Seguro que el mazo necesario es más grande que yo - Dijo la mausu que llegaba a las rodillas de un humano adulto, bueno casi siempre; algunos humanos abusaban y eran demasiado altos; para drenar los malos sentimientos que le originaban la situación
Y dicho y hecho, la ratoncita, evitando el desagradable extraño que los asustó fue a la esquina del granero donde suponía que estaban las cosas. Lo habitual en un lugar como ese construido por seres humanos. Tablas de madera vieja abandonada, un serrucho que parecía que no se había usado en mucho tiempo; un envase que parecía de algún tipo de pegamento que hace eones se había secado; clavos mohosos, pero todavía utilizables (entre ellos sospechaba que había clavos de herraduras de caballos, los más fuertes que se conocían); un mazo que había tenido mejores tiempos y una especie de cincel que parecía mellado.
¡Por la cola de mi...!-No terminó la frase la ratoncita. Suspiró y suspiró hasta que se armó de valor y fuerza y empezó una lenta y cansada caravana de esa esquina hasta el vampiro y regresar a la esquina, trayendo lo que pedía: Madera, clavos y martillo. El mazo era lo peor, pesaba casi o más que Mi´Mit y con muchos esfuerzo y muerta de cansancio unida a la sed se los trajo al vampiro. Estaba exhausta y tenía todo el pelaje sudado, oliendo horrible - Como para no cansarte, te traje todo - Dijo tropezando con el mazo, pero levantándose en el acto - Espero que tengos conocimientos de carpintenría porque he usado hasta mi última gota de fuerza en traer ese mazo. No podría elevarlo para pegar un clavo -Y la ratoncita cayó presa del cansancio barriga y cabeza arriba luego de cumplir con su modesta pero vital tarea
- ¿Madera, clavos, martillo y quien sepa usar eso? -Dijo con escepticismo la mausu - No sabía que habíamos pasado al negocio de la artesanía - Dijo con sarcasmo la ratoncita -En este lugar seguramente las tres primeras cosas habrá en el rincón donde el histérico dueño guarda sus herramientas, pero la cuarta no me mires a mí ¿Has visto mi tamaño por casualidad? Seguro que el mazo necesario es más grande que yo - Dijo la mausu que llegaba a las rodillas de un humano adulto, bueno casi siempre; algunos humanos abusaban y eran demasiado altos; para drenar los malos sentimientos que le originaban la situación
Y dicho y hecho, la ratoncita, evitando el desagradable extraño que los asustó fue a la esquina del granero donde suponía que estaban las cosas. Lo habitual en un lugar como ese construido por seres humanos. Tablas de madera vieja abandonada, un serrucho que parecía que no se había usado en mucho tiempo; un envase que parecía de algún tipo de pegamento que hace eones se había secado; clavos mohosos, pero todavía utilizables (entre ellos sospechaba que había clavos de herraduras de caballos, los más fuertes que se conocían); un mazo que había tenido mejores tiempos y una especie de cincel que parecía mellado.
¡Por la cola de mi...!-No terminó la frase la ratoncita. Suspiró y suspiró hasta que se armó de valor y fuerza y empezó una lenta y cansada caravana de esa esquina hasta el vampiro y regresar a la esquina, trayendo lo que pedía: Madera, clavos y martillo. El mazo era lo peor, pesaba casi o más que Mi´Mit y con muchos esfuerzo y muerta de cansancio unida a la sed se los trajo al vampiro. Estaba exhausta y tenía todo el pelaje sudado, oliendo horrible - Como para no cansarte, te traje todo - Dijo tropezando con el mazo, pero levantándose en el acto - Espero que tengos conocimientos de carpintenría porque he usado hasta mi última gota de fuerza en traer ese mazo. No podría elevarlo para pegar un clavo -Y la ratoncita cayó presa del cansancio barriga y cabeza arriba luego de cumplir con su modesta pero vital tarea
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Re: Sale espontáneo [Libre, noche, 3/4]
Aunque la pequeña ratoncita había luchado por traer todo lo necesario para las reparaciones, el desastre en que se había convertido la pared de madera, la cual no paraba de desplomarse aparatosamente al punto que ya no sabía en qué momento todo el granero se vendría abajo -Creo que ya no necesitaremos las habilidades de carpintería- Le dije a la joven ratoncita mientras me lanzaba hacia ella para rodar juntos por el piso y evitar ser aplastados por una tabla de madera ardiendo que se nos vino encima.
Todo esto se va a quemar, hay que salir, ven por aquí, parece ser seguro- Le dije a la pequeña roedora, aunque antes de terminar por completo la frase, un conjunto de tablas bajo mis pies cedió ante el calor y la edad y me tragaron a una especie de sótano del que partían varios túneles -Vente, Fufita, creo que encontré una salida- Grité hacia arriba esperando a que la pequeñita se dejara caer para atraparla en el aire.
Aquello definitivamente no estaba en mis planes, desconocía lo que podría encontrar en aquellos túneles, pero me bastaba con saber que me mantendría alejado del sol y del fuego, permitiéndome salir bien librado de aquella engorrosa situación -Atrapados como ratas en un laberinto- Murmuré -Sin ofender- Aclaré de inmediato, mirando la gran cantidad de senderos que se desprendían desde el punto en que nos encontrábamos.
¡Oh! ¿Y ahora quién podrá defendernos?- Pregunté angustiado -¡Arygos!- Grité sin respuesta, con el granero ardiendo y cayéndose a pedazos, seguramente la dragona había volado lejos, así que ahora nos tocaba encontrar una salida diferente -Creo que ya no podremos volver por donde entramos- Dije preocupado -Tendremos que elegir un camino- Sugerí mientras señalaba lo que ahora teníamos frente a nosotros.
A la derecha teníamos el lado derecho, a la izquierda teníamos el lado izquierdo, predecible, lo sé, pero no está de más describirlo, de cualquier manera, el fuego que teníamos sobre nosotros no tardaría en caer por el agujero donde habíamos entrado, así que queriendo o no, teníamos que ponernos en movimiento -Vamos, de prisa- Le dije a la jovencita mientras me ponía en marcha para seguir adelante y adentrarnos en aquellos túneles.
Todo esto se va a quemar, hay que salir, ven por aquí, parece ser seguro- Le dije a la pequeña roedora, aunque antes de terminar por completo la frase, un conjunto de tablas bajo mis pies cedió ante el calor y la edad y me tragaron a una especie de sótano del que partían varios túneles -Vente, Fufita, creo que encontré una salida- Grité hacia arriba esperando a que la pequeñita se dejara caer para atraparla en el aire.
Aquello definitivamente no estaba en mis planes, desconocía lo que podría encontrar en aquellos túneles, pero me bastaba con saber que me mantendría alejado del sol y del fuego, permitiéndome salir bien librado de aquella engorrosa situación -Atrapados como ratas en un laberinto- Murmuré -Sin ofender- Aclaré de inmediato, mirando la gran cantidad de senderos que se desprendían desde el punto en que nos encontrábamos.
¡Oh! ¿Y ahora quién podrá defendernos?- Pregunté angustiado -¡Arygos!- Grité sin respuesta, con el granero ardiendo y cayéndose a pedazos, seguramente la dragona había volado lejos, así que ahora nos tocaba encontrar una salida diferente -Creo que ya no podremos volver por donde entramos- Dije preocupado -Tendremos que elegir un camino- Sugerí mientras señalaba lo que ahora teníamos frente a nosotros.
A la derecha teníamos el lado derecho, a la izquierda teníamos el lado izquierdo, predecible, lo sé, pero no está de más describirlo, de cualquier manera, el fuego que teníamos sobre nosotros no tardaría en caer por el agujero donde habíamos entrado, así que queriendo o no, teníamos que ponernos en movimiento -Vamos, de prisa- Le dije a la jovencita mientras me ponía en marcha para seguir adelante y adentrarnos en aquellos túneles.
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