El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Página 1 de 1. • Comparte
El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
- En Este Tema, Tengo Esta Maldición:
Sifón de Éter
Desde este momento, tu cuerpo sentirá una curiosa afinidad con el éter o, más bien, hambre de éter. Si llevas objetos encantados contigo (etiquetas [Encantamiento] y [Pergamino]) estos perderán su efecto, pues tu cuerpo absorberá el éter necesario para que funcionen (recuperarán su efecto tras dos rondas sin entrar en contacto contigo). Así mismo, cualquier uso de magia o experimento arcano que se realice en tu presencia podrá experimentar ciertas interferencias.
El primer ataque mágico que recibas en un tema (magia bruja, elfa, dracónica, arcana u objeto mágico, pero no la de tus congéneres vampiros, pues no se basa en el uso del éter) será absorbido por completo (ojo, si te hieren con un arma encantada, eludes el daño mágico, pero no el físico). Pero cuidado con esto, porque si alguien realiza un ataque mágico dirigido hacia otra persona y tú estás presente en la escena, el ataque se desviará buscándote a ti.
Además, tanto éter no interactuará bien con tu naturaleza maldita. El éter absorbido no resultará saciante, sino que te dará un hambre voraz. Cuando hayas absorbido un ataque mágico, el éter de un objeto encantado o permanecido dos turnos en las cercanías de algún hechizo u objeto mágico, tu estómago comenzará a rugir pidiendo sustento. Por cada ronda que tardes en alimentarte (sangre fresca, no frasquitos convenientemente guardados en la mochila), perderás un uso de una de tus habilidades.
Podrás librarte de esta maldición (si lo deseas) tras un mínimo de 3 temas en que se haya activado su efecto (el hambre). Para ello, necesitarás la participación en un mismo tema de un Maestro Alquimista Y un Arcanista de nivel Experto o superior, además de un Master que supervise el tema.
Cohen estaba en el cementerio, nervioso, esperando el ansiado reencuentro. Había citado allí a Zagreus y a Caoimhe, para quizás la que sería una misión suicida de la que ninguno volvería.
El vampiro lo sabía. Tres puertas rojas. Tres vampiros. Cada uno de ellos debía entrar por una de las puertas. Sólo si lo deseaban. Cohen sólo necesitaba acceder, pero no podía obligar a los demás a que entraran en el edificio. Quizás lo más sensato fuera convencerles de que le ayudaran a abrir su puerta y le dejaran marchar solo al interior…
Le había pedido a Zagreus que observara a San Jacobo dos noches antes. Si traía alguna información sobre el hombre, estaba a punto de saberlo. ¿Había acudido el párroco al encuentro de algún miembro del Ojo Carmesí? Esperaba que su amigo trajera noticias sobre su investigación. Y que volviera entero… Aún recordaba las amenazas de San Jacobo. De que el Ojo siempre observaba… y recordó el incidente en aquel mismo cementerio, unos meses antes... y la rapidez con la que habían actuado apenas en un instante.
Luego estaba Caoimhe. La vinculación de Vitto, su creador, con el Ojo Carmesí parecía evidente, razón por la cual la joven parecía dispuesta a seguir adelante. ¿Pero acudiría a su encuentro aquella noche? Quizás durante la jornada diurna, había tomado la decisión de apartarse del asunto y ahora estuviera marchándose de la ciudad. Cualquier persona sensata haría eso… pero quizás ella tenía otras motivaciones que él no conocía…
Cohen había situado más o menos la localización del edificio de las tres puertas, aunque la verdad era que si estaba protegida por el uso de la magia, tal cómo le había confesado aquel perturbado del Mercado de Sangre la noche anterior, sería difícil dar con su paradero. Y era peligroso, pues debían exponerse demasiado para poder acceder a su interior.
Cohen expiró todo el aire de sus pulmones. Había pasado la jornada diurna en la imprenta de Victor Krane, al lado de un hombre consumido por la Evasión, en un estado casi inerte. Estaba cansado, física y mentalmente, y quería poner fin a aquello de una vez.
Un par de pasos en la niebla, a su espalda, le alertaron y entonces Cohen se giró para comprobar que uno de sus aliados acababa de llegar…
________________________________________________
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Última edición por Cohen el Mar Nov 21 2023, 00:50, editado 1 vez
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Se enroscó en las sábanas de manera concienzuda. Caoimhe tapó sus cabeza con el revoltijo de tela en la que se había convertido aquella cama como si tan solo la soledad y el silencio bajo su manta pudiese entenderla en aquel momento.
Había visto el sol ponerse desde aquella posición inundando su cabeza con imágenes de la noche pasada: Los oscuros pasillos del laberinto por el que la había guiado Cohen. El tal ojo carmesí. Los matones que casi habían acabado con la vida del vampiro y la fragilidad de la unión que la involucraba a ella en todo aquello.
Tenía en sus manos la única pieza del rompecabezas que parecía darle sentido a su presencia en aquella aventura: La caja de música estaba rota. Aquello la había molestado en un principio, cuando en las horas tempranas del día, después de dejar atrás a Cohen había vuelto a aquella posada con el sonido sordo de la voz de Jared aún en su cabeza y las ganas inexplicables de escuchar la melodía de aquella reliquia una vez más. Su voz dispuesta a tararearla a pesar de los recuerdos que pudiese traer consigo aquello.
Pero por suerte el mecanismo de aquel artefacto no se accionó de la manera que la vampiresa sabía que lo había hecho con anterioridad. Y ahora, bajo las sabanas blancas de su cama improvisada la caja de música no era más que un recuerdo de algo roto en sus manos.
Resopló levemente molesta al darle cuerda de nuevo y observar el mismo resultado que las dos últimas veces. Abrió de nuevo el espejo y sus ojos le devolvieron la mirada. Heterocromos y vacíos.
Se deshizo del anclaje que le suponían las sabanas y convencida de que el continuar con sus arreglos con Cohen quizás era la mejor manera de pasar su última noche en Sacrestic. Se negó a pensar de nuevo en lo que sea que Vitto tuviese escondido sobre o para ella. No estaba preparada para caminar aquel camino de sombras. Echaba de menos la quietud y rutina de Beltrexus. El control que le otorgaba sus vínculos en aquella ciudad. Podría simplemente olvidar que aquellas semanas habían pasado y regresar a su día a día. Tan solo tendría que evitar las nubes ocasionales de recuerdos.
Pero mientras estaba en aquel lugar, bien podría simplemente... afianzar conexiones. Casi tenían un tarro guardado especialmente para la sangre de Cohen. Algo le decía que quizás le hiciese falta.
Se vistió, dejando a un lado los vestidos que solía llevar para acomodarse unos pantalones negros y con un corsé ceñido del mismo color. No sabía exactamente lo que estaba a punto de exponerse, pero estaba segura que colarse en casa ajena era una actividad que requería un mínimo de libertad de movimiento. Se adecentó el cabello a un lado y guardó en su bolso de viaje aquellos objetps que quizás pudiesen serle útiles. Incluyendo su espada y por alguna razón, la caja de música.
La idea de que tres vampiros se encontrasen en un cementerio a primeras horas de la noche era el comienzo común de un sinfín de historias para no dormir. A medida que caminaba el camino de piedra que subía hasta el lugar exacto donde habían acordado encontrarse Caoimhe recordó la voz de su padre pronunciando las palabras exactas del comienzo de todas sus historias. Las del final la hicieron sacudir la cabeza y enfocarse en algo distinto a recuerdos que a la vez alejase la sed con la que llevaba lidiando la mayor parte del día. Quizás debió alimentarse de nuevo antes de salir, pero hacía horas que el posadero había acabado con la matanza rutinaria y ella... simplemente.. No le apetecía dejar que su demonio la guiase en aquel preciso momento. No cuando tenía las palabras de Jared tan presentes aún.
La posibilidad de que el encuentro con Cohen fuese una trampa había rondado por su cabeza durante las pocas horas de sueño que había conciliado. Lo cierto es que la lógica la invitaba a pensar que de ser así habría gastado la noche anterior en informarla de sucesos que la involucraban de manera indirecta y perdido oportunidades únicas en las que la chica no había estado en alerta. Por otro lado aquello podía ser parte de un plan mucho más elaborado de lo que ella se pensaba. Y decidió que si era así, lo mismo y merecía la pena dirigirse concienzudamente a la boca del lobo tan solo para identificar a quien quiera que fuese que se había tomado el tiempo de trazarlo.
La idea de que Cohen no estuviese en el lugar indicado tan solo se había convertido en una posibilidad real en el momento que sus botas habían comenzado a caminar por el cementerio. El frío de la noche erizando los poros de su piel. Se subió la capucha de su capa de viaje en un intento de retener la poca calidez de su cuerpo menudo.
La figura incipiente en la niebla, sin embargo confirmó que estaba en el lugar adecuado.
-Tenemos que dejar de encontrarnos en lugares tan...polivalentes y hogareños- dijo Caoimhe recordando la casa de venta de droga donde conoció al chico, el cuartucho donde ambos interrogaron a Jared la noche anterior y ahora la quietud de las tumbas que los rodeaban a ambos.- mmm Tenía la intención de familiarizarme con el terreno antes de la hora acordada.- Dijo Caoimhe a modo de eufemismo en lugar de 'iba a asegurarme que no me habías vendido a nadie'-No esperaba encontrarte aquí tan temprano.
Sonrió de manera afable sin que el gesto se traspasase a sus ojos, sin embargo.
Había visto el sol ponerse desde aquella posición inundando su cabeza con imágenes de la noche pasada: Los oscuros pasillos del laberinto por el que la había guiado Cohen. El tal ojo carmesí. Los matones que casi habían acabado con la vida del vampiro y la fragilidad de la unión que la involucraba a ella en todo aquello.
Tenía en sus manos la única pieza del rompecabezas que parecía darle sentido a su presencia en aquella aventura: La caja de música estaba rota. Aquello la había molestado en un principio, cuando en las horas tempranas del día, después de dejar atrás a Cohen había vuelto a aquella posada con el sonido sordo de la voz de Jared aún en su cabeza y las ganas inexplicables de escuchar la melodía de aquella reliquia una vez más. Su voz dispuesta a tararearla a pesar de los recuerdos que pudiese traer consigo aquello.
Pero por suerte el mecanismo de aquel artefacto no se accionó de la manera que la vampiresa sabía que lo había hecho con anterioridad. Y ahora, bajo las sabanas blancas de su cama improvisada la caja de música no era más que un recuerdo de algo roto en sus manos.
Resopló levemente molesta al darle cuerda de nuevo y observar el mismo resultado que las dos últimas veces. Abrió de nuevo el espejo y sus ojos le devolvieron la mirada. Heterocromos y vacíos.
Se deshizo del anclaje que le suponían las sabanas y convencida de que el continuar con sus arreglos con Cohen quizás era la mejor manera de pasar su última noche en Sacrestic. Se negó a pensar de nuevo en lo que sea que Vitto tuviese escondido sobre o para ella. No estaba preparada para caminar aquel camino de sombras. Echaba de menos la quietud y rutina de Beltrexus. El control que le otorgaba sus vínculos en aquella ciudad. Podría simplemente olvidar que aquellas semanas habían pasado y regresar a su día a día. Tan solo tendría que evitar las nubes ocasionales de recuerdos.
Pero mientras estaba en aquel lugar, bien podría simplemente... afianzar conexiones. Casi tenían un tarro guardado especialmente para la sangre de Cohen. Algo le decía que quizás le hiciese falta.
Se vistió, dejando a un lado los vestidos que solía llevar para acomodarse unos pantalones negros y con un corsé ceñido del mismo color. No sabía exactamente lo que estaba a punto de exponerse, pero estaba segura que colarse en casa ajena era una actividad que requería un mínimo de libertad de movimiento. Se adecentó el cabello a un lado y guardó en su bolso de viaje aquellos objetps que quizás pudiesen serle útiles. Incluyendo su espada y por alguna razón, la caja de música.
La idea de que tres vampiros se encontrasen en un cementerio a primeras horas de la noche era el comienzo común de un sinfín de historias para no dormir. A medida que caminaba el camino de piedra que subía hasta el lugar exacto donde habían acordado encontrarse Caoimhe recordó la voz de su padre pronunciando las palabras exactas del comienzo de todas sus historias. Las del final la hicieron sacudir la cabeza y enfocarse en algo distinto a recuerdos que a la vez alejase la sed con la que llevaba lidiando la mayor parte del día. Quizás debió alimentarse de nuevo antes de salir, pero hacía horas que el posadero había acabado con la matanza rutinaria y ella... simplemente.. No le apetecía dejar que su demonio la guiase en aquel preciso momento. No cuando tenía las palabras de Jared tan presentes aún.
La posibilidad de que el encuentro con Cohen fuese una trampa había rondado por su cabeza durante las pocas horas de sueño que había conciliado. Lo cierto es que la lógica la invitaba a pensar que de ser así habría gastado la noche anterior en informarla de sucesos que la involucraban de manera indirecta y perdido oportunidades únicas en las que la chica no había estado en alerta. Por otro lado aquello podía ser parte de un plan mucho más elaborado de lo que ella se pensaba. Y decidió que si era así, lo mismo y merecía la pena dirigirse concienzudamente a la boca del lobo tan solo para identificar a quien quiera que fuese que se había tomado el tiempo de trazarlo.
La idea de que Cohen no estuviese en el lugar indicado tan solo se había convertido en una posibilidad real en el momento que sus botas habían comenzado a caminar por el cementerio. El frío de la noche erizando los poros de su piel. Se subió la capucha de su capa de viaje en un intento de retener la poca calidez de su cuerpo menudo.
La figura incipiente en la niebla, sin embargo confirmó que estaba en el lugar adecuado.
-Tenemos que dejar de encontrarnos en lugares tan...polivalentes y hogareños- dijo Caoimhe recordando la casa de venta de droga donde conoció al chico, el cuartucho donde ambos interrogaron a Jared la noche anterior y ahora la quietud de las tumbas que los rodeaban a ambos.- mmm Tenía la intención de familiarizarme con el terreno antes de la hora acordada.- Dijo Caoimhe a modo de eufemismo en lugar de 'iba a asegurarme que no me habías vendido a nadie'-No esperaba encontrarte aquí tan temprano.
Sonrió de manera afable sin que el gesto se traspasase a sus ojos, sin embargo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
La noche antes del encuentro.
Sabía donde estaría mi objetivo, una figura pública con tanta influencia como San Jacobo no era fácil de perder. La iglesia era su casa, solo tenía que acechar a sus puertas. Incluso luego de nuestra visita, no podía darse el lujo de ausentarse de sus labores como sacerdote, o por lo menos esa era la excusa que me repetía mientras aguardaba sentado en uno de los bancos dentro del templo.
A diferencia de la media noche, pocas personas se encontraban en el recinto sagrado. Un par de ancianas murmuraban rezos arrodilladas cerca del altar. Un sujeto de baja estatura y una calva que desentonaba su rostro juvenil limpiaba sus ventanales. Miraba con atención las cristaleras de colores que representaban en sus vitrales eventos religiosos. Pequeñas estatuas de mármol y madera con gran detalle adornaban la iglesia, si bien había elementos que parecían pobres y desgastados, la iglesia tenía obras en oro y piezas de arte de gran valor, se notaba que eran nuevas adquisiciones y que el templo estaba siendo reformado.
Los cristianos tomaban peso en Sacrestic y San Jacobo era la cabeza de ese proyecto. La idea de que las ofrendas y diezmo de los fieles fuese suficiente para hacer tal inversión en el templo no era explicación suficiente para algo tan ambicioso, el Ojo seguramente era patrocinador del ascenso del "santo".
Serían cerca de las 9 cuando, en ropa cómoda, la figura encorvada del sacerdote salió atravesando la iglesia. Saludando cortésmente a los presentes y dando unas breves indicaciones a quien aseaba el recinto.
Sonreí en respuesta a su bendición, no quería delatarme. Esperé unos segundo y me marché de la iglesia. A la distancia lo veía, dubitativo, paranoico, con paso rápido entre las calles de la capital del oeste.
Su caminar errático, girando su cabeza constantemente para ver hacia atrás, solo delataba el miedo que sentía, la angustia se reflejaba en sus ojos. Seguramente pensaba en Cohen y cómo su vida ahora vacilaba entre un péndulo que bailaba entre el vampiro alquimista y el Ojo Carmesí, ¿a quien le tendría más miedo?. Su religión se basaba en perdonarse en vida para asegurar el paraíso, me generaba una gracia irónica el pensar que aquel gran sacerdote se aferraba a su miserable existencia para justo huir de la muerte. Un vampiro que no conocerá el paraíso… - reflexionaba mientras me mantenía entre las sombras, evitando sus ojos malditos que veían sin inconvenientes bajo la noche oscura.
Caminamos por horas, en varios momentos dudé si había levantado sospechas, pero nadie vino por mí, nadie me encaró y las dudas se evaporaron rápido. Callejones que no conocía, esquinas extrañas alejadas del centro y de la vista de cualquier humano. Los murmullos se silenciaron. No sabía donde estaba, pero me centraba en no perder mi objetivo. Tramaba algo, ¿pero qué?
El recorrido del padre se detuvo ante un edificio llamativo, puertas de gran tamaño destacaban del resto de edificaciones cercanas. Una arquitectura pintoresca resaltaba la fachada y tras subir unos pocos escalones Jacobo tocó con un tono particular. Varios minutos pasaron, el santo escaneaba los alrededores mientras impaciente esperaba que se le invitara a pasar.
Ahí perdí el rastro, tantee la posibilidad de seguirlo, ver que era aquel particular edificio, ir al fondo del asunto. Hipotetizaba ideas y suposiciones sobre qué hacía Jacobo adentro, quizás Cohen podría aclarar un poco el panorama.
El encuentro.
El velo de la noche era oscuro, la luna estaba ausente y las estrellas temerosas se escondían tras nubes negras. La penumbra era casi asfixiante y solo era acompañada por la niebla que se arremolinaba espesa sobre las calles de piedra en la capital del Oeste.
Los guardias se notaban alterados, ansiosos. Los rumores cobraban fuerza y conocía sus miedos. Prácticamente, un toque de queda tácito se manejaba en los últimos días, la tensión era clara y estaban decididos en continuar una persecución que resultaba ajena a los vampiros, o al menos a casi todos…
Me dirigí al cementerio, volteando a los costados en cada esquina, regresando la mirada sobre mis huellas, solo para asegurarme que seguía siendo invisible a la guardia humana, a vampiros curiosos o peor, al Ojo que se supone todo lo veía.
Entre tumbas y mausoleos vi al vampiro, junto a él una figura encapuchada, mis cejas se arquearon con cautela, la sangre recorría mis venas agitadas, lista para convertirse en un arma y ser desenfundada de ser necesario.
Me acerqué con pasos lentos y silenciosos. Hasta estar lo suficientemente cerca de Cohen como para intercambiar miradas.
Saludos… - dije ignorando a la pequeña persona entre ropajes oscuros. Dejé un espacio para la respuesta e incluso advertencia de ser necesario lidiar con el “acompañante” a mi costado.
Logré seguirlo, nada significativo en su rutina, pero ahora está en un edificio bastante particular al norte de aquí. Al parecer estos días alguien lo va a reemplazar durante la media noche. -Mi mensaje críptico solo podría ser entendido por el alquimista, no quería usar nombres o ser claro a qué me refería. No sabía si Jacobo tomaría un rol importante en aquella noche.
¿Cuál es el plan? - mencioné mientras lentamente giraba mis ojos para ver el rostro debajo de la capucha. Al reconocer de quién se trataba un sabor amargo recorrió toda mi garganta, incómodo no dejé que el vampiro contestase mi anterior pregunta para hacer otra que tomaba prioridad- ¿qué hace ella aquí? - Mi tono seguía siendo sosegado y sereno, pero un filtro de irritación acentuaba mi interrogante. Conocía a aquella mujer, una prestamista que me debía la vida de nuestro último encuentro. Un pequeño experimento de una vampiresa negada a asumir su destino y afrontar la realidad, alguien que no pintaba mucho en aquel cementerio y solo me parecía un estorbo para lo que significa el Ojo Carmesí.
Tenía que preguntarle por el libro, aun el plazo dado por Donna estaba vigente, quería leer aquel tomo curioso que podría ser importante en mi cruzada. Sin embargo, entendía que eso podría revisarse más adelante, ahora solo debía intentar ayudar a Cohen aunque aquella presencia me resultase incómoda.
No odiaba a la prestamista, ¿por qué tendría que darle tal privilegio a alguien tan insignificante? Pero ese no era su lugar, era solo un capricho de mi curiosidad que podría desechar a conveniencia. El simple hecho de que ahora podría ser aliado o incluso peor, que estuviese conectada al Ojo Carmesí me revolvía la sangre.
Zagreus
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 411
Nivel de PJ : : 3
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Era Caoimhe, que se sorprendió al encontrarle allí. Cohen había citado en el mismo lugar a dos personas distintas al mismo tiempo. Lo más idóneo era llegar el primero para hacer las debidas presentaciones.
―No tenía mucho más que hacer. Además, mi amigo debe estar a punto de llegar.
Casi al instante, vio una figura alta, fuerte y musculada que enseguida identificó cómo Zagreus. Cauto como siempre, le dio la información precisa y concisa sin dar detalles, pues no sabía si mi compañía era casual o buscada.
Estaba analizando su información: una casa al norte, un lugar pintoresco… Iba a intervenir cuándo notó que entre sus dos compañeros para aquella aventura había cierta tensión. Zagreus no tardó en preguntar qué hacía Cao allí y por el rostro que mostraba, le dio la impresión al vampiro de que ellos ya se conocían.
―No imaginé que os conocierais… ¿me he perdido algo?
Era evidente de que algo sí se había perdido, pero la verdad era que había prisa y no podían perder un tiempo necesario en discutir. Al menos, no por ahora…
―¿El edificio en cuestión tenía tres puertas? ―Cohen sacó de su bolsillo la nota que había encontrado anteriormente con Caoimhe y pasó a leer las palabras exactas― “El edificio de las tres puertas rojas. Cada una de ellas tiene un aldabón de un tétrico rostro. Si las golpeas, nadie responde. Si intentas abrirla, no podrás.
Sólo se abre introduciendo la mano en la boca de la horrible cara que preside la puerta. Pero sólo funciona si tres personas distintas, todos vampiros, lo hacen al mismo tiempo en cada una de ellas.
Las puertas permanecerán abiertas pocos segundos. Sólo siendo posible que cada uno de ellos tome la puerta que tiene ante sí.
Lo que hay dentro del edificio es un misterio…"
Tras leer la nota, miró a Zagreus y cuándo éste pareció confirmarle que podría ser el lugar, Cohen no dudó en querer dar de inmediato el siguiente paso.
―Zagreus, ¿puedes llevarnos allí? Necesito vuestra ayuda para abrir las puertas, aunque nadie os obliga a entrar… Demasiado me habéis ayudado y no quiero arrastraros a un peligro mortal por una causa que no resulta personal para vosotros.
Cohen no podía exigir nada más a sus dos acompañantes. Ya le habían ayudado desinteresadamente, dándole información y acudiendo hasta allí. Cada uno de ellos pondría su mano en la boca de la cara, las tres puertas se abrirían durante unos segundos y cada uno de ellos debería decidir si entrar por ella o no.
―Tenéis algo de tiempo para pensároslo. Durante el camino, podréis hablar de lo que sea que os pase. Mientras que lleguéis vivos para abrir las puertas, me conformo.
Dijo la última frase con cierto tono de broma, pero tuvo la impresión de que no era demasiado bien recibida, por lo que optó por guardar silencio el resto del camino, hasta que llegara al lugar.
―No tenía mucho más que hacer. Además, mi amigo debe estar a punto de llegar.
Casi al instante, vio una figura alta, fuerte y musculada que enseguida identificó cómo Zagreus. Cauto como siempre, le dio la información precisa y concisa sin dar detalles, pues no sabía si mi compañía era casual o buscada.
Estaba analizando su información: una casa al norte, un lugar pintoresco… Iba a intervenir cuándo notó que entre sus dos compañeros para aquella aventura había cierta tensión. Zagreus no tardó en preguntar qué hacía Cao allí y por el rostro que mostraba, le dio la impresión al vampiro de que ellos ya se conocían.
―No imaginé que os conocierais… ¿me he perdido algo?
Era evidente de que algo sí se había perdido, pero la verdad era que había prisa y no podían perder un tiempo necesario en discutir. Al menos, no por ahora…
―¿El edificio en cuestión tenía tres puertas? ―Cohen sacó de su bolsillo la nota que había encontrado anteriormente con Caoimhe y pasó a leer las palabras exactas― “El edificio de las tres puertas rojas. Cada una de ellas tiene un aldabón de un tétrico rostro. Si las golpeas, nadie responde. Si intentas abrirla, no podrás.
Sólo se abre introduciendo la mano en la boca de la horrible cara que preside la puerta. Pero sólo funciona si tres personas distintas, todos vampiros, lo hacen al mismo tiempo en cada una de ellas.
Las puertas permanecerán abiertas pocos segundos. Sólo siendo posible que cada uno de ellos tome la puerta que tiene ante sí.
Lo que hay dentro del edificio es un misterio…"
Tras leer la nota, miró a Zagreus y cuándo éste pareció confirmarle que podría ser el lugar, Cohen no dudó en querer dar de inmediato el siguiente paso.
―Zagreus, ¿puedes llevarnos allí? Necesito vuestra ayuda para abrir las puertas, aunque nadie os obliga a entrar… Demasiado me habéis ayudado y no quiero arrastraros a un peligro mortal por una causa que no resulta personal para vosotros.
Cohen no podía exigir nada más a sus dos acompañantes. Ya le habían ayudado desinteresadamente, dándole información y acudiendo hasta allí. Cada uno de ellos pondría su mano en la boca de la cara, las tres puertas se abrirían durante unos segundos y cada uno de ellos debería decidir si entrar por ella o no.
―Tenéis algo de tiempo para pensároslo. Durante el camino, podréis hablar de lo que sea que os pase. Mientras que lleguéis vivos para abrir las puertas, me conformo.
Dijo la última frase con cierto tono de broma, pero tuvo la impresión de que no era demasiado bien recibida, por lo que optó por guardar silencio el resto del camino, hasta que llegara al lugar.
____________________________________________________
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Cohen se notaba impaciente. la vampiresa no lo conocía todavía lo suficiente como para leer los gestos ocultos que enmarcaban sus facciones pero tampoco había que ser una experta en lectura de rostros para entender que aquel encuentro y las acciones que se desencadenasen de la hazaña que iba a acontecer eran importantes para Cohen.
El chico había perdido a alguien especial debido al ojo, Caoimhe imaginó el dolor de perder a un ser querido y empatizó con la incertidumbre que quizás lo estaba sumiendo.
Quizás en otro momento, si se hubiesen conocido algo más hubiese apretado uno de sus brazos de manera reafirmadora tan solo para que entendiese que estaba presente. Aún no entendía bien la ráfaga empatica en la que aquel gesto serio y concentrado la sumía...
Pero fuera lo que fuese desapareció en un instante. En el tiempo en el que tomó a Caoimhe reconocer la voz ronca y profunda de aquel a quien Cohen también había llamado aquella noche.
Habló como siempre lo hacía: Con la certitud de alguien que cree poseer la verdad soberana en sus palabras y el gesto de quien ha caminado las millas necesarias para dejar atrás cualquier tipo de emoción sobre los datos que aportaba.
De manera inmediata Caoimhe tensó sus hombros. Intentó seguir con atención el contenido del mensaje que Zagreus reportó a Cohen, más allá de enfocarse en el emisor. Aquello no le resultó demasiado fácil.
En parte porque imágenes del encuentro anterior entre ambos se apoderó de su cabeza, en parte porque las palabras crípticas de Zagreus estaban ideadas para dejar fuera del contexto a quien quiera que hubiese sido participe.
Sonrió de manera altiva al encontrar sus ojos con los del vampiro, apenas dos segundos. Disfrutando de esos dos segundos de ventaja que el propio Zagreus le había dado al no reparar en su presencia hasta después de hablar.
Su demonio pareció despertarse de pronto y Caoimhe no lo frenó de manera directa al notar como el vampiro se refería a ella en tercera persona, como si no lo estuviese escuchando.
Decidió no intercambiar palabras con Zagreus sumida como estaba en la molestia y la sorpresa de su presencia. Para su fortuna, Cohen tomó las riendas de la conversación inicial: La dinámica entre ambos la intrigaba; Cohen lo había llamado amigo.
La voz molesta de su cabeza, sin embargo, se preguntó si las habilidades sociales de aquel hombre fortudo podían estirarse lo suficiente como para compartir aquel apelativo con alguien más que no fuese su propio ego.
Aquello amplió su sonrisa mientras emprendían el camino guiados por Cohen. El vampiro les explicó lo que necesitaba de ellos en aquella noche y recalcó la opción de desaparecer una vez las puertas estuviesen abiertas.
La vampiresa jugueteó con aquella idea.
La caja de música en su pequeño bolso tintineó chocando con otro de los objetos que cargaba haciendo de nota mental sonora acerca de los motivos que la habían traído hasta aquella noche. La sonrisa se esfumó de sus labios de manera paulatina sin saber muy bien qué esperar. Además la presencia de Zagreus caminando no muy lejos de donde ella misma lo hacía inclinaba la balanza de manera perceptible hacia uno de los lados.
-Por desgracia y tras nuestra... aventura anoche creo que estoy más ligada al ojo de lo que me gustaría- dijo Caoimhe intentando copiar el tono críptico que había usado Zagreus en su información inicial y dirigiéndose solo a Cohen.
Aunque de manera educada, Cohen también había dejado claro que necesitaba que disipasen el ambiente tenso entre ambos antes de embarcarse en lo que sea que iban a necesitar hacer y para su desgracia y pensándolo de manera fría tenía razón. Necesitaban al menos saber que ninguno de ellos iba a cambiar el objetivo de una posible lucha para sumirse en ellos.
El problema esque era demasiado difícil mantener la cabeza fría.
Vio como Cohen avanzaba unos pasos. De pronto la ausencia del tercer cuerpo hizo real el hecho de que tenía que firmar una paz momentánea que no le apetecía tomar.
-Veo que te has propuesto convertirte en mi sombra- dijo finalmente Caoimhe sin mirar a Zagreus- Una suerte que haya noche cerrada- añadió-
-No estoy muy segura de cómo y cuándo has asumido que necesito y me gusta que me sigas al parecer todos y cada uno de mis pasos, pero te diré algo: - La chica aceleró un poco sus pasos, la capucha de su capa de viaje deshaciéndose de sus cabeza con la carrera. Caminó frente a Zagreus y se giró frente a él hasta parar su paso.
La altura del chico se hizo entonces presente y Caoimhe recordó la sala oscura donde había matado al Conde la segunda vez que se vieron, Su tono decisivo inicial tambaleándose un poco.
-Por mucho que me sigas... y que creas experimentar con mis acciones y bloquear mis planes...- pronunció de manera particular aquel verbo sumida en la ira- Puede que yo también haya escuchado las historias que guarda tu sangre- dijo recobrando la confianza y recordando el vínculo momentáneo con la sangre de Zagreus. El vampiro no conocía su don. Tampoco escuchar era la palabra exacta para describir el vínculo con la porción de sangre que le robó al vampiro- Y puede que quizás sepa una cosa o dos por las que tengas que guardar tu distancia.- dijo de pronto algo acelerada.
Se giró de nuevo y comenzó a caminar algo más lenta.
-Por el bien de los planes de Cohen. y por lo que nos espera firmemos una tregua- añadió fantaseando con la idea de hacer firmar de nuevo al vampiro con su propia sangre- Esta noche, aquí y ahora y hasta el amanecer de mañana-
Clavó sus ojos en los de Zagreus durante apenas un minuto y los desvió guardando silencio
-Tras eso, todo es juego limpio- añadió evitando el contacto con sus ojos de nuevo y apresurando su paso para alcanzar a Cohen
El chico había perdido a alguien especial debido al ojo, Caoimhe imaginó el dolor de perder a un ser querido y empatizó con la incertidumbre que quizás lo estaba sumiendo.
Quizás en otro momento, si se hubiesen conocido algo más hubiese apretado uno de sus brazos de manera reafirmadora tan solo para que entendiese que estaba presente. Aún no entendía bien la ráfaga empatica en la que aquel gesto serio y concentrado la sumía...
Pero fuera lo que fuese desapareció en un instante. En el tiempo en el que tomó a Caoimhe reconocer la voz ronca y profunda de aquel a quien Cohen también había llamado aquella noche.
Habló como siempre lo hacía: Con la certitud de alguien que cree poseer la verdad soberana en sus palabras y el gesto de quien ha caminado las millas necesarias para dejar atrás cualquier tipo de emoción sobre los datos que aportaba.
De manera inmediata Caoimhe tensó sus hombros. Intentó seguir con atención el contenido del mensaje que Zagreus reportó a Cohen, más allá de enfocarse en el emisor. Aquello no le resultó demasiado fácil.
En parte porque imágenes del encuentro anterior entre ambos se apoderó de su cabeza, en parte porque las palabras crípticas de Zagreus estaban ideadas para dejar fuera del contexto a quien quiera que hubiese sido participe.
Sonrió de manera altiva al encontrar sus ojos con los del vampiro, apenas dos segundos. Disfrutando de esos dos segundos de ventaja que el propio Zagreus le había dado al no reparar en su presencia hasta después de hablar.
Su demonio pareció despertarse de pronto y Caoimhe no lo frenó de manera directa al notar como el vampiro se refería a ella en tercera persona, como si no lo estuviese escuchando.
Decidió no intercambiar palabras con Zagreus sumida como estaba en la molestia y la sorpresa de su presencia. Para su fortuna, Cohen tomó las riendas de la conversación inicial: La dinámica entre ambos la intrigaba; Cohen lo había llamado amigo.
La voz molesta de su cabeza, sin embargo, se preguntó si las habilidades sociales de aquel hombre fortudo podían estirarse lo suficiente como para compartir aquel apelativo con alguien más que no fuese su propio ego.
Aquello amplió su sonrisa mientras emprendían el camino guiados por Cohen. El vampiro les explicó lo que necesitaba de ellos en aquella noche y recalcó la opción de desaparecer una vez las puertas estuviesen abiertas.
La vampiresa jugueteó con aquella idea.
La caja de música en su pequeño bolso tintineó chocando con otro de los objetos que cargaba haciendo de nota mental sonora acerca de los motivos que la habían traído hasta aquella noche. La sonrisa se esfumó de sus labios de manera paulatina sin saber muy bien qué esperar. Además la presencia de Zagreus caminando no muy lejos de donde ella misma lo hacía inclinaba la balanza de manera perceptible hacia uno de los lados.
-Por desgracia y tras nuestra... aventura anoche creo que estoy más ligada al ojo de lo que me gustaría- dijo Caoimhe intentando copiar el tono críptico que había usado Zagreus en su información inicial y dirigiéndose solo a Cohen.
Aunque de manera educada, Cohen también había dejado claro que necesitaba que disipasen el ambiente tenso entre ambos antes de embarcarse en lo que sea que iban a necesitar hacer y para su desgracia y pensándolo de manera fría tenía razón. Necesitaban al menos saber que ninguno de ellos iba a cambiar el objetivo de una posible lucha para sumirse en ellos.
El problema esque era demasiado difícil mantener la cabeza fría.
Vio como Cohen avanzaba unos pasos. De pronto la ausencia del tercer cuerpo hizo real el hecho de que tenía que firmar una paz momentánea que no le apetecía tomar.
-Veo que te has propuesto convertirte en mi sombra- dijo finalmente Caoimhe sin mirar a Zagreus- Una suerte que haya noche cerrada- añadió-
-No estoy muy segura de cómo y cuándo has asumido que necesito y me gusta que me sigas al parecer todos y cada uno de mis pasos, pero te diré algo: - La chica aceleró un poco sus pasos, la capucha de su capa de viaje deshaciéndose de sus cabeza con la carrera. Caminó frente a Zagreus y se giró frente a él hasta parar su paso.
La altura del chico se hizo entonces presente y Caoimhe recordó la sala oscura donde había matado al Conde la segunda vez que se vieron, Su tono decisivo inicial tambaleándose un poco.
-Por mucho que me sigas... y que creas experimentar con mis acciones y bloquear mis planes...- pronunció de manera particular aquel verbo sumida en la ira- Puede que yo también haya escuchado las historias que guarda tu sangre- dijo recobrando la confianza y recordando el vínculo momentáneo con la sangre de Zagreus. El vampiro no conocía su don. Tampoco escuchar era la palabra exacta para describir el vínculo con la porción de sangre que le robó al vampiro- Y puede que quizás sepa una cosa o dos por las que tengas que guardar tu distancia.- dijo de pronto algo acelerada.
Se giró de nuevo y comenzó a caminar algo más lenta.
-Por el bien de los planes de Cohen. y por lo que nos espera firmemos una tregua- añadió fantaseando con la idea de hacer firmar de nuevo al vampiro con su propia sangre- Esta noche, aquí y ahora y hasta el amanecer de mañana-
Clavó sus ojos en los de Zagreus durante apenas un minuto y los desvió guardando silencio
-Tras eso, todo es juego limpio- añadió evitando el contacto con sus ojos de nuevo y apresurando su paso para alcanzar a Cohen
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Mi silencio se hizo presente, irritado por el incómodo encuentro y la nula respuesta de Cohen a mi interrogante. Ella suponía un estorbo y la amenaza que representaba el Ojo Carmesí no podía ser subestimada.
El alquimista logró conectar la información de mi anterior investigación con lo que parecía ser una entrada al gremio. Ciertamente, aquel lugar resaltaba por sus puertas, Jacobo nos había abierto el camino hacia la guarida del escorpión, podíamos tomar ventaja y actuar. Los ojos, según el santo, nos vigilaban, buscaban a Cohen. Era el momento de dejar de ocultarse y huir, ahora podíamos tomar la iniciativa y tocar su puerta.
Asentí ante la petición de mi compañero para guiar los pasos hacia aquel edificio. Cohen tomó la delantera mientras salía del cementerio, asegurándose de no haber observadores curiosos.
Caoimhe empezó a murmurar comentarios que ignoré mientras empezaba a caminar para alcanzar al vampiro alquimista. La mujer no parecía percatarse de mi intención de no dirigirme a ella, pero tomando la delantera se posicionó enfrente de mí, obligándome a detenerme y mirarla de frente.
Sus palabras eran altaneras y parecían incluso amenazantes. Mi boca dibujó una leve curva, una sonrisa fingida, sarcástica y burlona mientras mis ojos amarillos se posaban en los suyos. Mi presencia era calmada, mantenía mi serenidad característica, la de una mente que no se dejaba llevar por las emociones, pero al mismo tiempo transmitía oscuridad, una irritación evidente ante la voz agobiante de aquella mujer. Incluso un vampiro percibiría como amenazante la oscuridad de mi maldición haciéndose notar (1) - ¿En serio crees que te sigo y pretendo ser tu sombra? - tiré una carcajada forzada - Caoimhe, deberías cuidar tu tono. La forma prepotente de dirigirte a mí no es la manera adecuada de hablarle a quien le debes tu vida. Aún espero la información de aquel libro, pero insisto, respiras porque así lo quise. - la vampiresa aún estaba en deuda conmigo por ayudarla a salir con vida de la mansión de los Vrykolakas, un pacto tácito que aprovecharía en otra ocasión si lográbamos vivir al Ojo Carmesí.
No asumas que eres importante, eres una simple mosca, desdeñable, algo insignificante, pero agradece que mi curiosidad... o benevolencia es grande - dije de forma prepotente mientras me acercaba resaltando la diferencia de tamaño entre ambos. La sonrisa fingida había desaparecido y lo blanco de mis ojos se volvía negro acentuando el brillo amarillo de mis iris. - No abuses de tu suerte y procura no ser un estorbo esta noche, ¿tregua?, ¿juego limpio? que ingenua. - retomé mi paso esquivando sin volver la mirada.
Alcancé a Cohen y tomando la guía empecé a marcar el trayecto hacia aquel edificio. Mantuve mi silencio mientras recorríamos las callejuelas de Sacretisc. Incluso para un nativo como Cohen, los pasadizos que había tomado San Jacobo el día anterior parecían un laberinto.
El vampiro asomaba la idea de no querer que participemos en su misión si no estábamos seguros. Era una garantía para no cargar con la sangre de nosotros en caso de que todo saliera mal. No podía echarme para atrás, en mi interior aún me sentía en deuda con él por ayudarme a encontrar un pergamino del Dios vampiro. Además, Zana, la dueña de aquel artefacto mítico, formaba parte de la historia del Ojo Carmesí, la idea de continuar con mi búsqueda personal y conseguir información valiosa retumbaba en mi cabeza.
Llegamos al mismo punto donde vi por última vez al sacerdote, a unos 20 metros estaba el edificio que mencioné y concordaba con la descripción de Cohen. - Ahí está, ¿crees que sea tan sencillo como ir y meter la mano en las bocas de la puerta?, temo que parece demasiado fácil y siendo el Ojo podría esperar mayor seguridad en su sede.
________________El alquimista logró conectar la información de mi anterior investigación con lo que parecía ser una entrada al gremio. Ciertamente, aquel lugar resaltaba por sus puertas, Jacobo nos había abierto el camino hacia la guarida del escorpión, podíamos tomar ventaja y actuar. Los ojos, según el santo, nos vigilaban, buscaban a Cohen. Era el momento de dejar de ocultarse y huir, ahora podíamos tomar la iniciativa y tocar su puerta.
Asentí ante la petición de mi compañero para guiar los pasos hacia aquel edificio. Cohen tomó la delantera mientras salía del cementerio, asegurándose de no haber observadores curiosos.
Caoimhe empezó a murmurar comentarios que ignoré mientras empezaba a caminar para alcanzar al vampiro alquimista. La mujer no parecía percatarse de mi intención de no dirigirme a ella, pero tomando la delantera se posicionó enfrente de mí, obligándome a detenerme y mirarla de frente.
Sus palabras eran altaneras y parecían incluso amenazantes. Mi boca dibujó una leve curva, una sonrisa fingida, sarcástica y burlona mientras mis ojos amarillos se posaban en los suyos. Mi presencia era calmada, mantenía mi serenidad característica, la de una mente que no se dejaba llevar por las emociones, pero al mismo tiempo transmitía oscuridad, una irritación evidente ante la voz agobiante de aquella mujer. Incluso un vampiro percibiría como amenazante la oscuridad de mi maldición haciéndose notar (1) - ¿En serio crees que te sigo y pretendo ser tu sombra? - tiré una carcajada forzada - Caoimhe, deberías cuidar tu tono. La forma prepotente de dirigirte a mí no es la manera adecuada de hablarle a quien le debes tu vida. Aún espero la información de aquel libro, pero insisto, respiras porque así lo quise. - la vampiresa aún estaba en deuda conmigo por ayudarla a salir con vida de la mansión de los Vrykolakas, un pacto tácito que aprovecharía en otra ocasión si lográbamos vivir al Ojo Carmesí.
No asumas que eres importante, eres una simple mosca, desdeñable, algo insignificante, pero agradece que mi curiosidad... o benevolencia es grande - dije de forma prepotente mientras me acercaba resaltando la diferencia de tamaño entre ambos. La sonrisa fingida había desaparecido y lo blanco de mis ojos se volvía negro acentuando el brillo amarillo de mis iris. - No abuses de tu suerte y procura no ser un estorbo esta noche, ¿tregua?, ¿juego limpio? que ingenua. - retomé mi paso esquivando sin volver la mirada.
Alcancé a Cohen y tomando la guía empecé a marcar el trayecto hacia aquel edificio. Mantuve mi silencio mientras recorríamos las callejuelas de Sacretisc. Incluso para un nativo como Cohen, los pasadizos que había tomado San Jacobo el día anterior parecían un laberinto.
El vampiro asomaba la idea de no querer que participemos en su misión si no estábamos seguros. Era una garantía para no cargar con la sangre de nosotros en caso de que todo saliera mal. No podía echarme para atrás, en mi interior aún me sentía en deuda con él por ayudarme a encontrar un pergamino del Dios vampiro. Además, Zana, la dueña de aquel artefacto mítico, formaba parte de la historia del Ojo Carmesí, la idea de continuar con mi búsqueda personal y conseguir información valiosa retumbaba en mi cabeza.
Llegamos al mismo punto donde vi por última vez al sacerdote, a unos 20 metros estaba el edificio que mencioné y concordaba con la descripción de Cohen. - Ahí está, ¿crees que sea tan sencillo como ir y meter la mano en las bocas de la puerta?, temo que parece demasiado fácil y siendo el Ojo podría esperar mayor seguridad en su sede.
Off
(1)= Maldición Desatada: [Mágica, 2 usos] Mi maldición se vuelve más fuerte, haciendo que la oscuridad me posea. Por 2 turnos luzco más siniestro, aterrando a los débiles. Mis ataques realizan daño mágico adicional y puedo ocultarme en las sombras con más facilidad.
Confirmo que voy a meter mi mano en la puerta y continuar sin miedo. Por lo que si deseas avanzar en la trama en tu turno, puedes contar con eso.
Zagreus
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 411
Nivel de PJ : : 3
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Cohen se abría paso por las estrechas callejuelas de Sacrestic Ville mientras escuchaba cómo las dos personas a su espalda compartían todo tipo de lindezas. Aún así, seguía concentrado en sus intenciones y en encontrar el edificio.
Después de compartir una larga lista de desprecios y provocaciones, llegaron hasta el edificio en cuestión. La descripción del edificio era exacta. Tres inquietantes puertas rojas con aldabones de tétricos rostros. Cada una de ellas tenía una boca abierta, por la que habría que introducir la mano…
―Espero que sea tan sencillo cómo eso… Caoimhe y yo descubrimos que la magia normalmente protege el lugar haciéndolo imperceptible… Teniendo en cuenta de que podemos ver el edificio y sus puertas con bastante nitidez… me da que pensar. O igual no nos esperan en absoluto o justamente… todo lo contrario… y me inclino por lo segundo…
Tras hacer un gesto a sus dos acompañantes para que esperaran un breve instante, Cohen se adelantó brevemente para observar los exteriores y los edificios vecinos, pero la verdad es que aquella zona se mantenía en una calma que no era nada común.
Hizo un gesto para que sus dos aliados se acercaran al edificio, notando la tensión que había entre ellos. Cohen se preguntó si habían sido amantes y sintió una leve curiosidad momentánea, pero enseguida recordó la importante misión que tenían ante sí y tras dar un suspiro, quedó mirando en dirección al edificio.
―Los tres deberíamos introducir la mano en la boca de cada uno de los aldabones. A la vez… No sé cómo, pero al parecer es la única forma, si se acciona algún mecanismo o… no lo sé… ¿Probamos?
Miró a los dos, antes de dirigirse a la puerta de la izquierda. Entre las puertas había unos veinte metros de distancia y sólo se abrirían por unos segundos, por lo que cada uno debía entrar por su propia puerta.
―Recordad que tenéis hasta el último momento para cambiar de opinión. Una vez la puerta se cierre, no podréis volver a entrar… y no sé si salir…
Tras las réplicas, Cohen, sabiendo que se estaba metiendo en el mayor de sus problemas, introdujo su mano en el interior de la boca del aldabón, observando cómo los demás hacía lo mismo.
De repente, un fuerte dolor en uno de sus dedos, cómo si una aguja lo hubiese pinchado, provocando un leve grito en el vampiro. En ese mismo instante, sintió que a Caoimhe y a Zagreus le había pasado lo mismo.
Intentó apartar su mano, pero no podía. Sentía cómo la puerta comenzaba a abrirse. Sin duda, un mecanismo ingenioso. Atrapaban su mano en el interior de esa boca mientras la puerta se abría para garantizar de que cada persona sólo pudiera entrar por su puerta.
A medida que lo hacía, Cohen vio una pequeña sala vacía y una vez la puerta se abrió completamente, sintió cómo su mano se liberaba. Sin mirar atrás, entró en el interior de la sala, notando cómo la puerta se cerraba unos segundos más tarde.
La parte trasera de la misma no tenía picaporte, no tenía aldabón, no tenía mecanismo alguno para accionarla. No se podía salir por allí.
Contempló de nuevo la sala vacía. Una habitación pequeña, de muros de piedra. Ningún objeto estaba presente en la misma, tan sólo una puerta en el otro extremo de la habitación.
Cohen dio un par de pasos hacia adelante cuándo escuchó el leve sonido de un paso. Volvió a mirar a su alrededor, alerta, intentando captar si el sonido había sido objeto de su nerviosa imaginación o real.
Sólo una voz consiguió sacarlo de dudas:
―Duerme, Nikolas Cohen.
Y notando cómo su cuerpo se desvanecía por el efecto de la magia de la voz, quedó dormido antes de impactar contra el suelo… mientras veía a Zana aparecer frente a sus ojos…
Bien, ambos habéis decidido entrar. Pues os informo:
Hasta nuestro reencuentro, debéis atravesar a solas tres salas distintas.
Durante este turno y el siguiente, debéis experimentar La Sala del Renacimiento: en esta sala, encontraréis en su interior a la persona que os convirtió en vampiros, vuestro conversor.
¿Está realmente allí? ¿Es efecto de la magia de la voz de algún vampiro del Ojo? El caso es que sea real o una ilusión, debéis estar seguros de su presencia en la sala… Sois libres para hacerlo cómo queráis, de acuerdo con la historia de vuestro personaje.
Tenéis dos turnos para tener esa conversación pendiente con ellos, intentar oponeros a la voluntad, luchar contra él… total libertad para llevar el asunto según vuestros propios deseos y coherencia y que le deis la resolución que consideréis apropiada.
Después de compartir una larga lista de desprecios y provocaciones, llegaron hasta el edificio en cuestión. La descripción del edificio era exacta. Tres inquietantes puertas rojas con aldabones de tétricos rostros. Cada una de ellas tenía una boca abierta, por la que habría que introducir la mano…
―Espero que sea tan sencillo cómo eso… Caoimhe y yo descubrimos que la magia normalmente protege el lugar haciéndolo imperceptible… Teniendo en cuenta de que podemos ver el edificio y sus puertas con bastante nitidez… me da que pensar. O igual no nos esperan en absoluto o justamente… todo lo contrario… y me inclino por lo segundo…
Tras hacer un gesto a sus dos acompañantes para que esperaran un breve instante, Cohen se adelantó brevemente para observar los exteriores y los edificios vecinos, pero la verdad es que aquella zona se mantenía en una calma que no era nada común.
Hizo un gesto para que sus dos aliados se acercaran al edificio, notando la tensión que había entre ellos. Cohen se preguntó si habían sido amantes y sintió una leve curiosidad momentánea, pero enseguida recordó la importante misión que tenían ante sí y tras dar un suspiro, quedó mirando en dirección al edificio.
―Los tres deberíamos introducir la mano en la boca de cada uno de los aldabones. A la vez… No sé cómo, pero al parecer es la única forma, si se acciona algún mecanismo o… no lo sé… ¿Probamos?
Miró a los dos, antes de dirigirse a la puerta de la izquierda. Entre las puertas había unos veinte metros de distancia y sólo se abrirían por unos segundos, por lo que cada uno debía entrar por su propia puerta.
―Recordad que tenéis hasta el último momento para cambiar de opinión. Una vez la puerta se cierre, no podréis volver a entrar… y no sé si salir…
Tras las réplicas, Cohen, sabiendo que se estaba metiendo en el mayor de sus problemas, introdujo su mano en el interior de la boca del aldabón, observando cómo los demás hacía lo mismo.
De repente, un fuerte dolor en uno de sus dedos, cómo si una aguja lo hubiese pinchado, provocando un leve grito en el vampiro. En ese mismo instante, sintió que a Caoimhe y a Zagreus le había pasado lo mismo.
Intentó apartar su mano, pero no podía. Sentía cómo la puerta comenzaba a abrirse. Sin duda, un mecanismo ingenioso. Atrapaban su mano en el interior de esa boca mientras la puerta se abría para garantizar de que cada persona sólo pudiera entrar por su puerta.
A medida que lo hacía, Cohen vio una pequeña sala vacía y una vez la puerta se abrió completamente, sintió cómo su mano se liberaba. Sin mirar atrás, entró en el interior de la sala, notando cómo la puerta se cerraba unos segundos más tarde.
La parte trasera de la misma no tenía picaporte, no tenía aldabón, no tenía mecanismo alguno para accionarla. No se podía salir por allí.
Contempló de nuevo la sala vacía. Una habitación pequeña, de muros de piedra. Ningún objeto estaba presente en la misma, tan sólo una puerta en el otro extremo de la habitación.
Cohen dio un par de pasos hacia adelante cuándo escuchó el leve sonido de un paso. Volvió a mirar a su alrededor, alerta, intentando captar si el sonido había sido objeto de su nerviosa imaginación o real.
Sólo una voz consiguió sacarlo de dudas:
―Duerme, Nikolas Cohen.
Y notando cómo su cuerpo se desvanecía por el efecto de la magia de la voz, quedó dormido antes de impactar contra el suelo… mientras veía a Zana aparecer frente a sus ojos…
____________________________________________________
Bien, ambos habéis decidido entrar. Pues os informo:
Hasta nuestro reencuentro, debéis atravesar a solas tres salas distintas.
Durante este turno y el siguiente, debéis experimentar La Sala del Renacimiento: en esta sala, encontraréis en su interior a la persona que os convirtió en vampiros, vuestro conversor.
¿Está realmente allí? ¿Es efecto de la magia de la voz de algún vampiro del Ojo? El caso es que sea real o una ilusión, debéis estar seguros de su presencia en la sala… Sois libres para hacerlo cómo queráis, de acuerdo con la historia de vuestro personaje.
Tenéis dos turnos para tener esa conversación pendiente con ellos, intentar oponeros a la voluntad, luchar contra él… total libertad para llevar el asunto según vuestros propios deseos y coherencia y que le deis la resolución que consideréis apropiada.
____________________________________________________
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Vacío.
En su mente; en sus oídos; en los pasos que hasta ahora había controlado. Frente an ella: el camino que habían recorrido hasta aquel momento. Detrás: la figura de Zagreus, al que se había dirigido. Aún con sus palabras resonando. Aquel hombre verdaderamente creía que la había salvado. ¿Pero lo había hecho?
No tenía tiempo para aquello. No allí. No ahora, posiblemente nunca tendría tiempo para lo que sea que significaba la creencia ingenua de aquel vampiro.
Y aún así, su demonio pareció esfumarse durante al menos un instante único.
Se dijo a sí misma que aquella sensación era la única paz que iba a obtener de Zagreus pero algo en su estómago protestaba ante los insultos de aquel hombre.Ignoró aquella sensación. Tragando lo que parecía haberse convertido en su orgullo.
Demasiadas consideraciones.Si quería que no existiese eso haría.
Elegiría el camino fácil - La voz en su cabeza jugueteó durante unos minutos con aquella frase a medida que las calles, casi familiares de Sacrestic envolvían a las tres figuras.
En algún punto en concreto Cohen frenó su camino. La chica inspeccionó los alrededores. La voz grave de Zagreus sumido en las sombras de sus poderes recitó lo obvio y la chica escuchó con una punzada de molestia como Cohen desvelaba lo que habían descubierto la noche anterior.
-Claramente saben que estamos aquí- dijo la chica dirigiéndose a Cohen.- Pagué bien a los guardias que custodiaban a Jared, pero esa lagartija lleva en Sacrestic casi toda su vida... y el- enlenteció sus palabras consciente de que el lugar que iba a mencionar no hablaba muy bien de su reputación-...mercado de la sangre no es un lugar secluído. Seguro que la sala que usamos esta apropiadamente dotada de ojos que controlan lo que pasa entre aquellas cuatro paredes.
Cohen se adelantó justo en aquel momento y Caoimhe decidió no rezagarse. Para cuando el chico los llamó ella tan solo estaba a escasos metros de sus pasos . Escuchó la dinámica que esperaba que siguiesen y apenas si escuchó su última advertencia mientras se posicionaba en el lugar adecuado.
La puerta frente a ella del color rojizo indicado estaba decorada con runas casi borradas y carcomidas por el musgo y el paso del tiempo. Algunas gárgolas de piedra custodiaban los goznes de la construcción y una de ellas cargaba lo que parecía ser un candelabro cuya vela era hueca y el lugar exacto donde la vampiresa debía introducir su mano.
El corazón le latía de manera agitada. No exactamente fruto del miedo sino de los posibles finales a aquella simple acción. Pensó en Hugo y Axel. En su local en Beltrexus y en su ausencia quizás atemporal de sus funciones, Imaginó todas y cada una de las botellitas guardadas en el cajón exacto bajo la llave exacta esperando ser abiertas y las historias que posiblemente se estaba perdiendo al dejarlo todo a un lado y mantenerse allí.
Pero el objetivo era quizás casi tan tentador como las consecuencias. Introdujo su mano en aquel hueco, como sus dos compañeros habían hecho escasos segundos antes que ella y sus ojos se disiparon hasta encontrarse de nuevo con los oscuros de Zagreus, en la puerta directamente perpendicular a la de ella.
La oscuridad de aquellos ojos pareció traer consigo el dolor intenso pero momentáneo que hizo que los apartase y enfocase su atención en aquello que... ¿Le había mordido? Quizás.. simplemente perforado. No gritó ni emitió sonido pero su expresión cambió de serena a impaciente y dolorida. Su mano atrapada mientras la puerta a su lado comenzaba a moverse.
Notó como a su lado Cohen era liberado de aquel amarre y como su figura se perdía en la puerta. El sonido de los pasos frente a ella indicó que Zagreus quizás había hecho lo mismo. Su mano estaba atorada. No parecía querer moverse hasta que finalmente lo hizo y lo que sea que la mantenía unida a la piedra se deshizo y recuperó su muñeca.
No tardó mucho en avanzar a través de la puerta, No quería enlentecer el avance de los otros dos vampiros al quedarse rezagada.
Tampoco prestó mucha atención al camino oscuro por donde había comenzado a caminar. Su mano derecha no parecía haber sufrido grandes daños y no había señal de pinchazo o mordedura aparente. La vampiresa la examinó de manera concienzuda: no podía haberlo imaginado.
Tan solo un pequeño lunar oscuro en la zona de la tabaquera anatómica que sin duda no estaba allí hacía varias horas.
Si hubiese estado prestando atención, quizás se hubiese fijado en que el suelo que pisaba había pasado de ser piedra caliza, tierra y hierba a mármol blanco e impoluto tan solo interrumpido por alguna vetas rosáceas y níveas en forma de venas sobre una piel pálida.
Para cuando su curiosidad pasó de sus manos a la dureza repentina del suelo que pisaba Caoimhe se vio envuelta en las sombras típicas de un pasillo oscuro tan solo iluminado por verlas.La luz discontinua del reflejo del fuego bailando con el aire de la corriente movida por su propio cuerpo guiándola a traves de un lugar que parecía... levemente familiar.
Pero que no podía serlo. ¿Por qué iba a serlo?
Inspeccionó sus alrededores en busca de Cohen. Ni el ni la otra figura parecían haber tomado el camino que guiaba aquella puerta y cuando el pasillo parecía terminarse se ensanchó revelando una sala casi vacía.
Forrada del mismo mármol que el que había estado guiando sus pasos. Tan solo decorada por una chimenea redonda en el centro y dos sillas tapizadas de terciopelo rojo a ambos laterales de la misma.
Vitto Vrykolakas, de nuevo ante ella componía un gesto sumido en su propia mente, sentado en una de ellas. La perforaba con la mirada. Caoimhe no dejó de avanzar a pesar de la presencia del vampiro. No esperaba haberlo encontrado tan pronto pero en su defensa, diría que no esperaba no encontrarlo en algún punto.
Reforzó su seguridad atendiendo a todo aquello que quería preguntarle... aquello que no quería y aquello que no iba a ser capaz.
-Bienvenida- dijo el hombre sin alzar su cabeza con el tono pomposo de su voz resonando en la sala vacía.
Su gesto parecía relajado. Su barba algo más cuidada que la última vez que lo vio y en su sien por alguna razón las arrugas que la habían surcado hacía escasamente una semana no se veían tan profundas. Culpó a la escasez de luz en la estancia y a pesar de seguir avanzando sus pasos se quedaron a una distancia prudencial de la lumbre de las llamas.
El vampiro sonrió de manera inmediata y cruzó sus piernas acomodándose en la silla.
-No pensé que podría serlo después de nuestro último encuentro- dijo Caoimhe mientras inspeccionaba la ausencia de sirvientes y otra parafernalia en la sala, sumamente distinta a la que había decorado la mansión que había conocido días antes.
-¿Por qué no tomas asiento?- dijo el hombre- Estoy seguro que tu camino no ha sido uno fácil-añadió
-No gracias- dijo la chica sin acercarse demasiado a la chimenea- No espero quedarme demasiado... Mi objetivo no es pasar tiempo con...
El hombre entonces se levantó de manera grácil y alzó una mano a aire, como esperando que la tomase. Dirigió su mirada por primera vez hasta el otro lado de la sala desviándola de Caoimhe y el sonido de pasos desde el extremo opuesto a la sala captó también la mirada de la chica, quien atisbó una figura femenina.
De su caminar no pudo ver demasiado: El claroscuro enmarcado por las velas y las sombras tapaba en gran parte las facciones de la mujer que acababa de entrar en la sala: Complexión esbelta y delgada y cabello largo y ondulado hasta casi la espalda.
La mujer caminó decidida y se sentó en el sillón directamente opuesto a Vrykolakas, dándo la espalda a la vampiresa.
-He oido bastante de todo lo que ha pasado la última vez que hablamos. Sin duda estoy dispuesto a pagarte por todos los desperfectos de las acciones inesperadas- añadió- Tan solo... necesito que me digas...- continuó Vrykolakas sentándose de nuevo- ¿Como está Caoimhe?- sentenció.
Y sus ojos pasaron de observar a la figura que se había sentado frente a él a perforar a la propia Caoimhe con una sonrisa enorme en su joven y escueto rostro.
La chica paró en seco su caminar. ¿Dónde demonios estaba?
En su mente; en sus oídos; en los pasos que hasta ahora había controlado. Frente an ella: el camino que habían recorrido hasta aquel momento. Detrás: la figura de Zagreus, al que se había dirigido. Aún con sus palabras resonando. Aquel hombre verdaderamente creía que la había salvado. ¿Pero lo había hecho?
No tenía tiempo para aquello. No allí. No ahora, posiblemente nunca tendría tiempo para lo que sea que significaba la creencia ingenua de aquel vampiro.
Y aún así, su demonio pareció esfumarse durante al menos un instante único.
Se dijo a sí misma que aquella sensación era la única paz que iba a obtener de Zagreus pero algo en su estómago protestaba ante los insultos de aquel hombre.Ignoró aquella sensación. Tragando lo que parecía haberse convertido en su orgullo.
Demasiadas consideraciones.Si quería que no existiese eso haría.
Elegiría el camino fácil - La voz en su cabeza jugueteó durante unos minutos con aquella frase a medida que las calles, casi familiares de Sacrestic envolvían a las tres figuras.
En algún punto en concreto Cohen frenó su camino. La chica inspeccionó los alrededores. La voz grave de Zagreus sumido en las sombras de sus poderes recitó lo obvio y la chica escuchó con una punzada de molestia como Cohen desvelaba lo que habían descubierto la noche anterior.
-Claramente saben que estamos aquí- dijo la chica dirigiéndose a Cohen.- Pagué bien a los guardias que custodiaban a Jared, pero esa lagartija lleva en Sacrestic casi toda su vida... y el- enlenteció sus palabras consciente de que el lugar que iba a mencionar no hablaba muy bien de su reputación-...mercado de la sangre no es un lugar secluído. Seguro que la sala que usamos esta apropiadamente dotada de ojos que controlan lo que pasa entre aquellas cuatro paredes.
Cohen se adelantó justo en aquel momento y Caoimhe decidió no rezagarse. Para cuando el chico los llamó ella tan solo estaba a escasos metros de sus pasos . Escuchó la dinámica que esperaba que siguiesen y apenas si escuchó su última advertencia mientras se posicionaba en el lugar adecuado.
La puerta frente a ella del color rojizo indicado estaba decorada con runas casi borradas y carcomidas por el musgo y el paso del tiempo. Algunas gárgolas de piedra custodiaban los goznes de la construcción y una de ellas cargaba lo que parecía ser un candelabro cuya vela era hueca y el lugar exacto donde la vampiresa debía introducir su mano.
El corazón le latía de manera agitada. No exactamente fruto del miedo sino de los posibles finales a aquella simple acción. Pensó en Hugo y Axel. En su local en Beltrexus y en su ausencia quizás atemporal de sus funciones, Imaginó todas y cada una de las botellitas guardadas en el cajón exacto bajo la llave exacta esperando ser abiertas y las historias que posiblemente se estaba perdiendo al dejarlo todo a un lado y mantenerse allí.
Pero el objetivo era quizás casi tan tentador como las consecuencias. Introdujo su mano en aquel hueco, como sus dos compañeros habían hecho escasos segundos antes que ella y sus ojos se disiparon hasta encontrarse de nuevo con los oscuros de Zagreus, en la puerta directamente perpendicular a la de ella.
La oscuridad de aquellos ojos pareció traer consigo el dolor intenso pero momentáneo que hizo que los apartase y enfocase su atención en aquello que... ¿Le había mordido? Quizás.. simplemente perforado. No gritó ni emitió sonido pero su expresión cambió de serena a impaciente y dolorida. Su mano atrapada mientras la puerta a su lado comenzaba a moverse.
Notó como a su lado Cohen era liberado de aquel amarre y como su figura se perdía en la puerta. El sonido de los pasos frente a ella indicó que Zagreus quizás había hecho lo mismo. Su mano estaba atorada. No parecía querer moverse hasta que finalmente lo hizo y lo que sea que la mantenía unida a la piedra se deshizo y recuperó su muñeca.
No tardó mucho en avanzar a través de la puerta, No quería enlentecer el avance de los otros dos vampiros al quedarse rezagada.
Tampoco prestó mucha atención al camino oscuro por donde había comenzado a caminar. Su mano derecha no parecía haber sufrido grandes daños y no había señal de pinchazo o mordedura aparente. La vampiresa la examinó de manera concienzuda: no podía haberlo imaginado.
Tan solo un pequeño lunar oscuro en la zona de la tabaquera anatómica que sin duda no estaba allí hacía varias horas.
Si hubiese estado prestando atención, quizás se hubiese fijado en que el suelo que pisaba había pasado de ser piedra caliza, tierra y hierba a mármol blanco e impoluto tan solo interrumpido por alguna vetas rosáceas y níveas en forma de venas sobre una piel pálida.
Para cuando su curiosidad pasó de sus manos a la dureza repentina del suelo que pisaba Caoimhe se vio envuelta en las sombras típicas de un pasillo oscuro tan solo iluminado por verlas.La luz discontinua del reflejo del fuego bailando con el aire de la corriente movida por su propio cuerpo guiándola a traves de un lugar que parecía... levemente familiar.
Pero que no podía serlo. ¿Por qué iba a serlo?
Inspeccionó sus alrededores en busca de Cohen. Ni el ni la otra figura parecían haber tomado el camino que guiaba aquella puerta y cuando el pasillo parecía terminarse se ensanchó revelando una sala casi vacía.
Forrada del mismo mármol que el que había estado guiando sus pasos. Tan solo decorada por una chimenea redonda en el centro y dos sillas tapizadas de terciopelo rojo a ambos laterales de la misma.
Vitto Vrykolakas, de nuevo ante ella componía un gesto sumido en su propia mente, sentado en una de ellas. La perforaba con la mirada. Caoimhe no dejó de avanzar a pesar de la presencia del vampiro. No esperaba haberlo encontrado tan pronto pero en su defensa, diría que no esperaba no encontrarlo en algún punto.
Reforzó su seguridad atendiendo a todo aquello que quería preguntarle... aquello que no quería y aquello que no iba a ser capaz.
-Bienvenida- dijo el hombre sin alzar su cabeza con el tono pomposo de su voz resonando en la sala vacía.
Su gesto parecía relajado. Su barba algo más cuidada que la última vez que lo vio y en su sien por alguna razón las arrugas que la habían surcado hacía escasamente una semana no se veían tan profundas. Culpó a la escasez de luz en la estancia y a pesar de seguir avanzando sus pasos se quedaron a una distancia prudencial de la lumbre de las llamas.
El vampiro sonrió de manera inmediata y cruzó sus piernas acomodándose en la silla.
-No pensé que podría serlo después de nuestro último encuentro- dijo Caoimhe mientras inspeccionaba la ausencia de sirvientes y otra parafernalia en la sala, sumamente distinta a la que había decorado la mansión que había conocido días antes.
-¿Por qué no tomas asiento?- dijo el hombre- Estoy seguro que tu camino no ha sido uno fácil-añadió
-No gracias- dijo la chica sin acercarse demasiado a la chimenea- No espero quedarme demasiado... Mi objetivo no es pasar tiempo con...
El hombre entonces se levantó de manera grácil y alzó una mano a aire, como esperando que la tomase. Dirigió su mirada por primera vez hasta el otro lado de la sala desviándola de Caoimhe y el sonido de pasos desde el extremo opuesto a la sala captó también la mirada de la chica, quien atisbó una figura femenina.
De su caminar no pudo ver demasiado: El claroscuro enmarcado por las velas y las sombras tapaba en gran parte las facciones de la mujer que acababa de entrar en la sala: Complexión esbelta y delgada y cabello largo y ondulado hasta casi la espalda.
La mujer caminó decidida y se sentó en el sillón directamente opuesto a Vrykolakas, dándo la espalda a la vampiresa.
-He oido bastante de todo lo que ha pasado la última vez que hablamos. Sin duda estoy dispuesto a pagarte por todos los desperfectos de las acciones inesperadas- añadió- Tan solo... necesito que me digas...- continuó Vrykolakas sentándose de nuevo- ¿Como está Caoimhe?- sentenció.
Y sus ojos pasaron de observar a la figura que se había sentado frente a él a perforar a la propia Caoimhe con una sonrisa enorme en su joven y escueto rostro.
La chica paró en seco su caminar. ¿Dónde demonios estaba?
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Ya estaba en posición frente a la puerta. Detallaba la pieza de metal donde debía introducir mi mano, una boca abierta, grotesca que alejaría a cualquier incauto. No dudé y sin espiar la decisión de mis compañeros, introduje mi mano sin vacilar.
La boca se cerró dando paso a una presión incómoda, como si esas fauces mordieran mis dedos buscando un sacrificio para entrar. La puerta lentamente se abrió, pero la habitación parecía completamente oscura, la negrura incluso no me permitía ver. Me resultaba sumamente extraño esa sensación, incluso recordaba vagamente cuando aún era humano y tenía que lidiar con la ceguera cuando la luz se ausentaba.
La puerta se había cerrado a mis espaldas, mientras daba un par de pasos cautelosos, estiraba los dedos de mi mano, verificando que solo se trataba de un dolor momentáneo. Poco a poco la habitación se volvía visible, paredes vacías, ninguna ventana y solo una puerta al fondo del cuarto. Se trataba de un recibidor y si quería volver a reunirme con mis aliados tenía que continuar.
Eché un último vistazo a mi mano, alzándola y girándola para ver la palma y el dorso. Una pequeña marca rojiza delataba la presión del aldabón. Sin embargo, por un instante la mano pareció difuminarse.
Tú… - dijo una voz al fondo de la habitación.
Detuve mi revisión para atender a la voz, estaba atento y preparado para usar la fuerza de ser necesario. Crucé miradas con aquel sujeto, delgado, de ojos oscuros y apariencia desprolija. Sus colmillos prominentes delataban que era un vampiro y muy en el fondo intuía que aquella suposición era cierta.
Mantuve el silencio mientras lo estudiaba, cosa que parecía irritarle. - ¿Acaso no sabes quién soy?, ¡¿es que no te acuerdas de mí?!
Fruncí el ceño intentando recordar, pero no tenía ninguna imagen clara. Mi memoria era prodigiosa, pero por algún motivo aquel rostro no me resultaba importante.
Maldito… - susurró. - Siempre con esa prepotencia, me traicionaste y tienes el coraje de ni siquiera guardar el recuerdo de tus pecados. - el rencor resaltaba sus palabras coléricas, estaba frustrado, pero no se dignaba a acercarse.
Yo soy tu creador, acordamos que me ayudarías con los matones de 9 dedos… les debía dinero y - esquivaba la mirada, avergonzado de ser perseguido por cazarrecompensas y mafias de la baja ciudad. - Y así fue, solo querías que te convirtiera… y así lo hice, ¡Yo te hice!
Su tono ahora parecía melancólico, decepcionado por su ingenuidad. - Luego solo recuerdo cómo mi sangre era esparcida por el suelo, como una bestia atacaba a quien debía ayudar… ¡Tú me mataste! - gritó recobrando su voz bañada en ira, su sed de venganza se notaba en sus ojos, su maldición desatada pretendía propiciar una imagen temible.
La boca se cerró dando paso a una presión incómoda, como si esas fauces mordieran mis dedos buscando un sacrificio para entrar. La puerta lentamente se abrió, pero la habitación parecía completamente oscura, la negrura incluso no me permitía ver. Me resultaba sumamente extraño esa sensación, incluso recordaba vagamente cuando aún era humano y tenía que lidiar con la ceguera cuando la luz se ausentaba.
La puerta se había cerrado a mis espaldas, mientras daba un par de pasos cautelosos, estiraba los dedos de mi mano, verificando que solo se trataba de un dolor momentáneo. Poco a poco la habitación se volvía visible, paredes vacías, ninguna ventana y solo una puerta al fondo del cuarto. Se trataba de un recibidor y si quería volver a reunirme con mis aliados tenía que continuar.
Eché un último vistazo a mi mano, alzándola y girándola para ver la palma y el dorso. Una pequeña marca rojiza delataba la presión del aldabón. Sin embargo, por un instante la mano pareció difuminarse.
Tú… - dijo una voz al fondo de la habitación.
Detuve mi revisión para atender a la voz, estaba atento y preparado para usar la fuerza de ser necesario. Crucé miradas con aquel sujeto, delgado, de ojos oscuros y apariencia desprolija. Sus colmillos prominentes delataban que era un vampiro y muy en el fondo intuía que aquella suposición era cierta.
Mantuve el silencio mientras lo estudiaba, cosa que parecía irritarle. - ¿Acaso no sabes quién soy?, ¡¿es que no te acuerdas de mí?!
Fruncí el ceño intentando recordar, pero no tenía ninguna imagen clara. Mi memoria era prodigiosa, pero por algún motivo aquel rostro no me resultaba importante.
Maldito… - susurró. - Siempre con esa prepotencia, me traicionaste y tienes el coraje de ni siquiera guardar el recuerdo de tus pecados. - el rencor resaltaba sus palabras coléricas, estaba frustrado, pero no se dignaba a acercarse.
Yo soy tu creador, acordamos que me ayudarías con los matones de 9 dedos… les debía dinero y - esquivaba la mirada, avergonzado de ser perseguido por cazarrecompensas y mafias de la baja ciudad. - Y así fue, solo querías que te convirtiera… y así lo hice, ¡Yo te hice!
Su tono ahora parecía melancólico, decepcionado por su ingenuidad. - Luego solo recuerdo cómo mi sangre era esparcida por el suelo, como una bestia atacaba a quien debía ayudar… ¡Tú me mataste! - gritó recobrando su voz bañada en ira, su sed de venganza se notaba en sus ojos, su maldición desatada pretendía propiciar una imagen temible.
Zagreus
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 411
Nivel de PJ : : 3
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Al recuperar de nuevo la consciencia, lo primero que Cohen percató de que se encontraba amordazado. Notaba cómo alguna prenda en su boca le impedía hablar. Alguien se había tomado la molestia de “enmudecerle” para que no usara su magia contra él…
O ella. Al alzar la vista, vio la silueta de una mujer, sentada en un trono de madera. Le resultó familiar y tardó unos segundos en comprender que tenía a la mismísima Zana ante sus ojos.
¿Cómo era aquello posible? Zana había muerto, a las afueras de Tempestad, cuándo se había entregado al sol, tras haber enloquecido. Esa mujer no podía ser ella.
Cohen la observó, mirándole, impasible, con una sonrisa que le recordó a su conversora. ¿Acaso era ella?
―¿Me echabas de menos?
El instinto fue hablar, pero la mordaza se lo impedía, por lo que su sonido fue incomprensible. A su alrededor, escuchó numerosos susurros y fue entonces cuándo el vampiro ladeó la cabeza para cada uno de los lados. Varias personas con túnicas de un color carmesí brillante le rodeaban en aquella extraña sala circular.
―Voy a desprenderte de la mordaza, pero recuerda… soy tu amiga, tu conversora, una persona que te ama y te sientes seguro… no tienes nada que temer ni sientes necesidad de acudir a tu magia, pues confías en mi palabra de que no corres peligro alguno, ¿verdad?
Cohen asintió, totalmente convencido por las palabras de la vampiresa, que se aproximó sin demora para liberar su boca. Frente a frente, Cohen examinó su rostro, buscando alguna diferencia, pero sin duda, era ella. Era Zana. ¿Cómo era posible?
La vampiresa besó la frente del vampiro y llevó sus manos a la mordaza, liberando su boca. El alivio de Cohen fue instantáneo.
―Zana…
―¿Por qué estás tan sorprendido de verme? Pareces aterrado. Llevas meses buscándome, desde que desaparecí. Por fin has dado con mi paradero. No esperaba esta reacción.
―Te vi morir.
Conocía lo suficiente a Zana cómo para saber que estaba realmente sorprendida por sus palabras. Y la conocía lo suficiente cómo para saber que ella las creía y no las puso en duda en ningún momento.
―¿Me viste morir? Pues… sigo bien viva, jovencito. ¿Dónde creíste verme morir?
―Estabas presa en una celda en la fortaleza de Tempestad. Te liberé y habías enloquecido…
Zana se volvió bruscamente, mirando hacia el sillón dónde había estado sentada. Ahora, estaba sentado en él una figura, un encapuchado más alto y robusto que Zana, que asintió, cómo si ambos hubieran comprendido lo que ocurría.
Al volverse de nuevo hacia Cohen, la vampiresa sonrió y le aclaró sus dudas.
―A veces, creemos ver cosas que no son lo que parecen. O vivir experiencias que nunca sucedieron... ¿Me viste realmente morir? ¡Quién sabe! Aunque aquí continúo. Nuestros sentidos nos engañan a veces.
―Eras tú. Hablé contigo y sólo hablabas de esto…― aclaró Cohen, mirando a su alrededor― Del Ojo Carmesí y la Esfera Púrpura. Lo que no esperaba era encontrarte aquí.
Zana sonrió, mientras pasaba una de sus manos por su rostro, acariciándolo con cariño.
―Pues yo continúo aquí. Hay muchas cosas que ignoras y que debo contarte.
―¿Eres parte de ellos? ¿Eres del Ojo Carmesí?
―¡Claro! Siempre lo he sido. De hecho, yo he dirigido todo para que llegaras hasta aquí. Para que volvieras a casa.
―¿A casa?
―No puedes recordarlo, pero… tú también eres miembro del Ojo Carmesí. Lo has sido desde siempre…
La confusión de Cohen aumentaba, pues las palabras de Zana no tenían sentido. En su mente, dudaba de cada dato que ella le ofrecía, por lo que tenía claro que no estaba usando su magia de la voz contra él. Si podía poner sus argumentos en duda, es que aún su lógica y sus pensamientos estaban libres de influencia…
―No me creo ni una palabra de lo que dices.
―Te demostraré que no miento. Pero te advierto: no te va a gustar nada de lo que voy a contarte…
En este turno, terminaréis la resolución de la primera sala y debéis terminar el turno pasando a la segunda…
O ella. Al alzar la vista, vio la silueta de una mujer, sentada en un trono de madera. Le resultó familiar y tardó unos segundos en comprender que tenía a la mismísima Zana ante sus ojos.
¿Cómo era aquello posible? Zana había muerto, a las afueras de Tempestad, cuándo se había entregado al sol, tras haber enloquecido. Esa mujer no podía ser ella.
Cohen la observó, mirándole, impasible, con una sonrisa que le recordó a su conversora. ¿Acaso era ella?
―¿Me echabas de menos?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El instinto fue hablar, pero la mordaza se lo impedía, por lo que su sonido fue incomprensible. A su alrededor, escuchó numerosos susurros y fue entonces cuándo el vampiro ladeó la cabeza para cada uno de los lados. Varias personas con túnicas de un color carmesí brillante le rodeaban en aquella extraña sala circular.
―Voy a desprenderte de la mordaza, pero recuerda… soy tu amiga, tu conversora, una persona que te ama y te sientes seguro… no tienes nada que temer ni sientes necesidad de acudir a tu magia, pues confías en mi palabra de que no corres peligro alguno, ¿verdad?
Cohen asintió, totalmente convencido por las palabras de la vampiresa, que se aproximó sin demora para liberar su boca. Frente a frente, Cohen examinó su rostro, buscando alguna diferencia, pero sin duda, era ella. Era Zana. ¿Cómo era posible?
La vampiresa besó la frente del vampiro y llevó sus manos a la mordaza, liberando su boca. El alivio de Cohen fue instantáneo.
―Zana…
―¿Por qué estás tan sorprendido de verme? Pareces aterrado. Llevas meses buscándome, desde que desaparecí. Por fin has dado con mi paradero. No esperaba esta reacción.
―Te vi morir.
Conocía lo suficiente a Zana cómo para saber que estaba realmente sorprendida por sus palabras. Y la conocía lo suficiente cómo para saber que ella las creía y no las puso en duda en ningún momento.
―¿Me viste morir? Pues… sigo bien viva, jovencito. ¿Dónde creíste verme morir?
―Estabas presa en una celda en la fortaleza de Tempestad. Te liberé y habías enloquecido…
Zana se volvió bruscamente, mirando hacia el sillón dónde había estado sentada. Ahora, estaba sentado en él una figura, un encapuchado más alto y robusto que Zana, que asintió, cómo si ambos hubieran comprendido lo que ocurría.
Al volverse de nuevo hacia Cohen, la vampiresa sonrió y le aclaró sus dudas.
―A veces, creemos ver cosas que no son lo que parecen. O vivir experiencias que nunca sucedieron... ¿Me viste realmente morir? ¡Quién sabe! Aunque aquí continúo. Nuestros sentidos nos engañan a veces.
―Eras tú. Hablé contigo y sólo hablabas de esto…― aclaró Cohen, mirando a su alrededor― Del Ojo Carmesí y la Esfera Púrpura. Lo que no esperaba era encontrarte aquí.
Zana sonrió, mientras pasaba una de sus manos por su rostro, acariciándolo con cariño.
―Pues yo continúo aquí. Hay muchas cosas que ignoras y que debo contarte.
―¿Eres parte de ellos? ¿Eres del Ojo Carmesí?
―¡Claro! Siempre lo he sido. De hecho, yo he dirigido todo para que llegaras hasta aquí. Para que volvieras a casa.
―¿A casa?
―No puedes recordarlo, pero… tú también eres miembro del Ojo Carmesí. Lo has sido desde siempre…
La confusión de Cohen aumentaba, pues las palabras de Zana no tenían sentido. En su mente, dudaba de cada dato que ella le ofrecía, por lo que tenía claro que no estaba usando su magia de la voz contra él. Si podía poner sus argumentos en duda, es que aún su lógica y sus pensamientos estaban libres de influencia…
―No me creo ni una palabra de lo que dices.
―Te demostraré que no miento. Pero te advierto: no te va a gustar nada de lo que voy a contarte…
________________________________________
En este turno, terminaréis la resolución de la primera sala y debéis terminar el turno pasando a la segunda…
________________________________________
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
La figura en la silla que daba su espalda a Caoimhe dilató el tiempo entre la pregunta de Vitto y su respuesta. La expresión del hombre era afable, pero Caoimhe notó como sus manos se aferraban a los reposa brazos de su asiento con una tensión pareja a alguien que intenta controlar la ansiedad.
No había ociosidad en los pasos de Caoimhe, que se apresuraron de manera instintiva en un intento de cruzar el espacio que la separaba de ambas figuras y ella misma. ¿Acaso no la habían visto? Dentro de su pecho el sentimiento de molestia había aumentado de manera exponencial desde que escuchó su nombre. Si no supiese que Vrykolakas podía ver en la oscuridad casi tanto como ella esconderse en las sombras se hubiese planteado otra opción al hecho de que él había decidido ignorarla hasta entonces.
- ¿Qué clase de pregunta es esa?- resopló la chica-¿Acaso aparento estar en problemas?- dijo, su voz ahogada por el eco de sus pisadas frenéticas.
Pero no escuchó respuesta, en su lugar, quien quiera que fuese la persona frente a Vrykolakas había elevado su mano de manera relajada, esperando un gesto cortés que no había obtenido del vampiro con anterioridad. Vitto miró primero la mano y después a la figura femenina, apartando los ojos de Caoimhe, consternado.
Agarró la mano y durante unos segundos la contempló en silencio. Acto seguido besó de manera leve la parte convexa de los nudillos de la mujer para continuar de manera progresiva recorriendo con sus labios la muñeca de la mujer. El gesto del hombre había había mutado parcialmente de uno relajado y casi sin emoción al descontrol propio de la sed que Caoimhe conocía demasiado bien y que esperaba no ver nunca en su propia cara.
Una vez en la parte interna de la muñeca, Vitto abrió sus manos de manera relajada y mordió allí donde el hueso de la muñeca se volvía tan solo piel, músculo y cartílago. Su expresión cambió a una que tan solo podía diferenciarse de la pasión entre dos amantes por el hilo de sangre que inundó sus labios.
Caoimhe apartó la mirada. Incómoda por algún motivo de la intimidad que aquel simple gesto había implicado. Aquella mujer fuera quien fuese esperaba aquel intercambio. La docilidad de su mano hacía ver que quizás lo había estado pensado durante más tiempo del que dejaba ver. Pero con la desesperanza de Jared... sino con la gravedad de entender el gesto de placer que ahora inundaba el rostro de Vrykolakas.
Tragó saliva, Por algún motivo el olor de la sangre de aquella mujer no pareció cruzar la sala donde se encontraba la vampiresa. Aquello la puso en alerta y retomó su caminar ahora con más curiosidad que recelo.. comenzando a entender por qué Vitto no había prestado más atención a su presencia.
-Mi querido Vitto- La voz femenina habló al fin y un rayo de dolor atravesó el estómago de Caoimhe al notar las notas demasiado familiares en la voz de aquella mujer.- Sin duda el camino desde Fuerte Barsaloch fue... bastante distinto al que nos habías descrito. Por suerte la suerte nos sonreía aquella noche y mi Luna... mi dulce, dulce Luna pudo llegar sin más daño que un par de rasguños a Beltrexus.-La mujer parecía distraerse con uno de sus cabellos rojizos mientras Vrykolakas aún se deleitaba con el manjar que era su sangre.
Caoimhe respiró de manera agitada, casi agonizante. ¿Estaba escuchando bien? No... estaba segura de que aquello no era posible. Otro truco del vampiro, sin duda... ¿Por qué sino iba a estar allí su madre?
Vitto terminó de alimentarse de la sangre de Gaia y se limpió los labios con un pañuelo blanco donde podía leerse una letra bordada en un color oscuro.
-Te juro, Gaia que el ataque no entraba en nuestros planes. Ni mucho menos las bajas en tus números.- el vampiro reculó y decidió cambiar ligeramente el tono de la conversación- Aún así me alegro que el bebé esté a salvo. ¿ estás segura de que no van a reconocerla? Las últimas noticias desde el lago Oeste hablaban sobre una.. particularidad difícil de ignorar en su rostro. No había contado con algo así dada la temprana edad de...
Caoimhe alcanzó por fin la silla que se mantenía en sombras y la visión de su madre la recibió como una sorpresa inesperada, confirmando que la voz, de hecho si pertenecía a la bruja.
-¿Qué... Qué haces aquí?- dijo posicionándose frente a Gaia entre ella y el vampiro. La expresión de la bruja, sin embargo no cambió y sus ojos y gestos se movían siguiendo a los del hombre, como si el cuerpo de Caoimhe fuese traslucido o simplemente inexistente entre ambos.
-No te preocupes- dijo Gaia jugueteando con la cicatriz que había dejado en su muñeca Vitto- Cualquiera involucrado en la bùsqueda de la chica tan solo verá normalidad en su rostro. Un calco a mi quizás. Nada del otro mundo. Al menos hasta que los aires calmen el estruendo que ocasionó nuestra llegada.- la mujer parecía más cuerda de lo que Caoimhe la había escuchado en los últimos 26 años. Aquello la hirió de manera profunda.
-Hablando de calma tras la tormenta....- continuó Vitto- ¿Cuándo crees...?
-No aún... mi Luna aún es sol. Su luz aún no es noche. Debemos dejar que oscurezca y...
-¿Cuánto?- dijo el hombre perceptiblemente impaciente.
-Ciertamente el tiempo necesario que tarde en anochec...- dijo Gaia de manera críptica sin poder terminar su frase.
-¿Acaso no entiendes lo que me estás pidiendo?- La expresión de Vitto se tornó violenta y el vampiro se levantó de su asiento- Cada minuto que pasa es un calvario.. Este no era el trato... Yo no puedo... mantenerla por mucho tiempo. Sabes que mi función es otra mi función...
-Si quieres arriesgar su vida y la tuya, adelante. Pero creo que después de los últimos acontecimientos nos vendría mejor ser cautos.- Gaia habló de manera seria y aquello pareció calmar a Vitto.
-No puedo prometerte que voy a ser paciente eternamente-
-No creo que tu eternidad sea un problema- añadió Gaia. Acto seguido se levantó y caminó tras sus pasos.
Caoimhe la llamó varias veces, primero de manera casual pero sus llamados se volvieron mas frustrados a medida que esta no los respondía.
Se giró hasta Vitto. Su expresión de pronto consternada y ausente. Sus manos frente a su rostro en un intento de ahogar un suspiro.
Cinco figuras aparecieron entonces por la puerta justo enfrente por la que su madre había desaparecido.
- Cuatro cuerpos, señor- dijo el único hombre que no estaba maniatado y caminaba por voluntad propia.
-8.- dijo Vitto- He pedido 8- añadió
-Lo se pero como se alimentó ayer pensamos qué...
-Créeme, si por esto fuese estaría alimentándome todas las horas de todos los días de todos los ciclos así que... asegúrate de que cuando acabe con estos 4 más esperan tras sus cuerpos desfallecidos..- dijo el hombre- Sino... me aseguraré de que tú seas el postre-
Y entonces el mármol se desvaneció frente a ella. Y vitto y el resto de la escena que acababa de contemplar no fue más que algo que tuvo que recordarse que no había soñado.
En su mente el desconcierto se había apoderado de buena parte de su calma y quería volver a atrás y asir la mano de su madre, obligarla a parar su marcha y que respondiese un sin fin de preguntas que se acumulaban en el lugar de la mente donde había estado conteniendo aquellas que no quería hacer hasta entonces.
Pero en su lugar el eco de su propia respiración la acompañó hasta la visión de una nueva puerta frente a ella. Ésta vez de color verde intenso y con grabados dorados el las zonas colindantes al pomo.
Caoimhe estaba contrariada.No quería avanzar hasta entender qué se supone que era lo que había presenciado en aquella última sala.
Pero una visión mental de unos ojos que no eran los suyos le recordó por qué estaba allí y que lejos de ser su camino, ella solo estaba allí como ayuda a.. algo que no comprendía y que por eso mismo por todo lo que contaba, aquella visión podría ser una mentira. Conocía bien los poderes que la sangre de alguien puede albergar, y estaba segura que aquel lugar había tomado parte de su sangre a la entrada.
El lunar oscuro que no era lunar en su muñeca le recordó aquello. Pareció que aquella confirmación relajó un poco sus mente. Lo suficiente como para darle las fuerzas necesarias para abrir la puerta frente a ella... y avanzar.
No había ociosidad en los pasos de Caoimhe, que se apresuraron de manera instintiva en un intento de cruzar el espacio que la separaba de ambas figuras y ella misma. ¿Acaso no la habían visto? Dentro de su pecho el sentimiento de molestia había aumentado de manera exponencial desde que escuchó su nombre. Si no supiese que Vrykolakas podía ver en la oscuridad casi tanto como ella esconderse en las sombras se hubiese planteado otra opción al hecho de que él había decidido ignorarla hasta entonces.
- ¿Qué clase de pregunta es esa?- resopló la chica-¿Acaso aparento estar en problemas?- dijo, su voz ahogada por el eco de sus pisadas frenéticas.
Pero no escuchó respuesta, en su lugar, quien quiera que fuese la persona frente a Vrykolakas había elevado su mano de manera relajada, esperando un gesto cortés que no había obtenido del vampiro con anterioridad. Vitto miró primero la mano y después a la figura femenina, apartando los ojos de Caoimhe, consternado.
Agarró la mano y durante unos segundos la contempló en silencio. Acto seguido besó de manera leve la parte convexa de los nudillos de la mujer para continuar de manera progresiva recorriendo con sus labios la muñeca de la mujer. El gesto del hombre había había mutado parcialmente de uno relajado y casi sin emoción al descontrol propio de la sed que Caoimhe conocía demasiado bien y que esperaba no ver nunca en su propia cara.
Una vez en la parte interna de la muñeca, Vitto abrió sus manos de manera relajada y mordió allí donde el hueso de la muñeca se volvía tan solo piel, músculo y cartílago. Su expresión cambió a una que tan solo podía diferenciarse de la pasión entre dos amantes por el hilo de sangre que inundó sus labios.
Caoimhe apartó la mirada. Incómoda por algún motivo de la intimidad que aquel simple gesto había implicado. Aquella mujer fuera quien fuese esperaba aquel intercambio. La docilidad de su mano hacía ver que quizás lo había estado pensado durante más tiempo del que dejaba ver. Pero con la desesperanza de Jared... sino con la gravedad de entender el gesto de placer que ahora inundaba el rostro de Vrykolakas.
Tragó saliva, Por algún motivo el olor de la sangre de aquella mujer no pareció cruzar la sala donde se encontraba la vampiresa. Aquello la puso en alerta y retomó su caminar ahora con más curiosidad que recelo.. comenzando a entender por qué Vitto no había prestado más atención a su presencia.
-Mi querido Vitto- La voz femenina habló al fin y un rayo de dolor atravesó el estómago de Caoimhe al notar las notas demasiado familiares en la voz de aquella mujer.- Sin duda el camino desde Fuerte Barsaloch fue... bastante distinto al que nos habías descrito. Por suerte la suerte nos sonreía aquella noche y mi Luna... mi dulce, dulce Luna pudo llegar sin más daño que un par de rasguños a Beltrexus.-La mujer parecía distraerse con uno de sus cabellos rojizos mientras Vrykolakas aún se deleitaba con el manjar que era su sangre.
Caoimhe respiró de manera agitada, casi agonizante. ¿Estaba escuchando bien? No... estaba segura de que aquello no era posible. Otro truco del vampiro, sin duda... ¿Por qué sino iba a estar allí su madre?
Vitto terminó de alimentarse de la sangre de Gaia y se limpió los labios con un pañuelo blanco donde podía leerse una letra bordada en un color oscuro.
-Te juro, Gaia que el ataque no entraba en nuestros planes. Ni mucho menos las bajas en tus números.- el vampiro reculó y decidió cambiar ligeramente el tono de la conversación- Aún así me alegro que el bebé esté a salvo. ¿ estás segura de que no van a reconocerla? Las últimas noticias desde el lago Oeste hablaban sobre una.. particularidad difícil de ignorar en su rostro. No había contado con algo así dada la temprana edad de...
Caoimhe alcanzó por fin la silla que se mantenía en sombras y la visión de su madre la recibió como una sorpresa inesperada, confirmando que la voz, de hecho si pertenecía a la bruja.
-¿Qué... Qué haces aquí?- dijo posicionándose frente a Gaia entre ella y el vampiro. La expresión de la bruja, sin embargo no cambió y sus ojos y gestos se movían siguiendo a los del hombre, como si el cuerpo de Caoimhe fuese traslucido o simplemente inexistente entre ambos.
-No te preocupes- dijo Gaia jugueteando con la cicatriz que había dejado en su muñeca Vitto- Cualquiera involucrado en la bùsqueda de la chica tan solo verá normalidad en su rostro. Un calco a mi quizás. Nada del otro mundo. Al menos hasta que los aires calmen el estruendo que ocasionó nuestra llegada.- la mujer parecía más cuerda de lo que Caoimhe la había escuchado en los últimos 26 años. Aquello la hirió de manera profunda.
-Hablando de calma tras la tormenta....- continuó Vitto- ¿Cuándo crees...?
-No aún... mi Luna aún es sol. Su luz aún no es noche. Debemos dejar que oscurezca y...
-¿Cuánto?- dijo el hombre perceptiblemente impaciente.
-Ciertamente el tiempo necesario que tarde en anochec...- dijo Gaia de manera críptica sin poder terminar su frase.
-¿Acaso no entiendes lo que me estás pidiendo?- La expresión de Vitto se tornó violenta y el vampiro se levantó de su asiento- Cada minuto que pasa es un calvario.. Este no era el trato... Yo no puedo... mantenerla por mucho tiempo. Sabes que mi función es otra mi función...
-Si quieres arriesgar su vida y la tuya, adelante. Pero creo que después de los últimos acontecimientos nos vendría mejor ser cautos.- Gaia habló de manera seria y aquello pareció calmar a Vitto.
-No puedo prometerte que voy a ser paciente eternamente-
-No creo que tu eternidad sea un problema- añadió Gaia. Acto seguido se levantó y caminó tras sus pasos.
Caoimhe la llamó varias veces, primero de manera casual pero sus llamados se volvieron mas frustrados a medida que esta no los respondía.
Se giró hasta Vitto. Su expresión de pronto consternada y ausente. Sus manos frente a su rostro en un intento de ahogar un suspiro.
Cinco figuras aparecieron entonces por la puerta justo enfrente por la que su madre había desaparecido.
- Cuatro cuerpos, señor- dijo el único hombre que no estaba maniatado y caminaba por voluntad propia.
-8.- dijo Vitto- He pedido 8- añadió
-Lo se pero como se alimentó ayer pensamos qué...
-Créeme, si por esto fuese estaría alimentándome todas las horas de todos los días de todos los ciclos así que... asegúrate de que cuando acabe con estos 4 más esperan tras sus cuerpos desfallecidos..- dijo el hombre- Sino... me aseguraré de que tú seas el postre-
Y entonces el mármol se desvaneció frente a ella. Y vitto y el resto de la escena que acababa de contemplar no fue más que algo que tuvo que recordarse que no había soñado.
En su mente el desconcierto se había apoderado de buena parte de su calma y quería volver a atrás y asir la mano de su madre, obligarla a parar su marcha y que respondiese un sin fin de preguntas que se acumulaban en el lugar de la mente donde había estado conteniendo aquellas que no quería hacer hasta entonces.
Pero en su lugar el eco de su propia respiración la acompañó hasta la visión de una nueva puerta frente a ella. Ésta vez de color verde intenso y con grabados dorados el las zonas colindantes al pomo.
Caoimhe estaba contrariada.No quería avanzar hasta entender qué se supone que era lo que había presenciado en aquella última sala.
Pero una visión mental de unos ojos que no eran los suyos le recordó por qué estaba allí y que lejos de ser su camino, ella solo estaba allí como ayuda a.. algo que no comprendía y que por eso mismo por todo lo que contaba, aquella visión podría ser una mentira. Conocía bien los poderes que la sangre de alguien puede albergar, y estaba segura que aquel lugar había tomado parte de su sangre a la entrada.
El lunar oscuro que no era lunar en su muñeca le recordó aquello. Pareció que aquella confirmación relajó un poco sus mente. Lo suficiente como para darle las fuerzas necesarias para abrir la puerta frente a ella... y avanzar.
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Fruncí el ceño con el parloteo de aquel sujeto. Mi mente analizaba que el simple hecho de poder “hablar” con aquel muerto implicaba una mera ilusión, algo que seguramente encajaría con las posibles defensas del Ojo.
Sin embargo, si bien sabía que aquel espejismo de mí conversor podría suponer un obstáculo emocional para muchos, en mi caso era genuino la poca importancia que le daba a aquel ser insignificante.
Di un paso, mis ojos irradiaban la irritación de tener que oír las palabras del vampiro. - ¡¿Tú me creaste a mí?! - dije amenazante mientras daba otro paso recortando distancia.
Con cada aproximación aquel tipo se encogía, como tortuga que intenta adentrarse en su caparazón. Sus ojos cristalinos perdían la convicción de los segundos anteriores y empezaban a mostrar miedo, encorvándose y apretando sus manos con desespero. Ya no hablaba.
La prepotencia de las acusaciones del vampiro me recordaban a las de la prestamista, sobreestimando sus actos y asumiendo un poder que no tenían. - Aún recuerdo el sabor a cobre de tu sangre. - dije arrugando la cara con una mueca de desprecio. - aprendí que la sangre maldita resulta asquerosa para nosotros.
Mis pasos pesados me acercaban al vampiro, el hombre temía por su no vida y se arrinconaba contra la puerta a sus espaldas. - Recuerdo como la sangre hervía en mis venas y como el líquido rojo de tu cuerpo se arremolinaba en formas sólidas irregulares. El poder que había despertado la lectura de los tomos prohibidos se expresaba, por fin tenía control sobre la sangre.
Pero... no recuerdo los detalles de mi conversión, solo recuerdo ver tu cadáver empalado por estacas rojas. - Ya estaba a un par de pasos del hombre que temblaba ante mi presencia.
No te debo nada, si no hubieses sido tú, hubiera sido cualquier. No eres importante y tu muerte es muestra de eso. No perderé el tiempo en recordar tu rostro, no me importa tu nombre ni tus ideas. - alcé la mano derecha mientras una pequeña corriente de sangre empezaba a bailar entre mis dedos, recorriendo el aire a mi voluntad (1).
Miré nuevamente mi mano, ya las marcas rojas sobre la piel apenas eran visibles y mi atención se centraba en el flujo de sangre que danzaba en armonía. Nuevamente por un instante los bordes parecían difuminarse y las velas se estremecían en las esquinas de la habitación. Ya no había ningún fantasma y ante mis ojos solo había una puerta cerrada.
La sangre con la que jugueteaba se evaporó en una nube carmesí en el aire. Coloqué mi mano sobre el pomo de la puerta adornada y con determinación lo giré.
________________Sin embargo, si bien sabía que aquel espejismo de mí conversor podría suponer un obstáculo emocional para muchos, en mi caso era genuino la poca importancia que le daba a aquel ser insignificante.
Di un paso, mis ojos irradiaban la irritación de tener que oír las palabras del vampiro. - ¡¿Tú me creaste a mí?! - dije amenazante mientras daba otro paso recortando distancia.
Con cada aproximación aquel tipo se encogía, como tortuga que intenta adentrarse en su caparazón. Sus ojos cristalinos perdían la convicción de los segundos anteriores y empezaban a mostrar miedo, encorvándose y apretando sus manos con desespero. Ya no hablaba.
La prepotencia de las acusaciones del vampiro me recordaban a las de la prestamista, sobreestimando sus actos y asumiendo un poder que no tenían. - Aún recuerdo el sabor a cobre de tu sangre. - dije arrugando la cara con una mueca de desprecio. - aprendí que la sangre maldita resulta asquerosa para nosotros.
Mis pasos pesados me acercaban al vampiro, el hombre temía por su no vida y se arrinconaba contra la puerta a sus espaldas. - Recuerdo como la sangre hervía en mis venas y como el líquido rojo de tu cuerpo se arremolinaba en formas sólidas irregulares. El poder que había despertado la lectura de los tomos prohibidos se expresaba, por fin tenía control sobre la sangre.
Pero... no recuerdo los detalles de mi conversión, solo recuerdo ver tu cadáver empalado por estacas rojas. - Ya estaba a un par de pasos del hombre que temblaba ante mi presencia.
No te debo nada, si no hubieses sido tú, hubiera sido cualquier. No eres importante y tu muerte es muestra de eso. No perderé el tiempo en recordar tu rostro, no me importa tu nombre ni tus ideas. - alcé la mano derecha mientras una pequeña corriente de sangre empezaba a bailar entre mis dedos, recorriendo el aire a mi voluntad (1).
Miré nuevamente mi mano, ya las marcas rojas sobre la piel apenas eran visibles y mi atención se centraba en el flujo de sangre que danzaba en armonía. Nuevamente por un instante los bordes parecían difuminarse y las velas se estremecían en las esquinas de la habitación. Ya no había ningún fantasma y ante mis ojos solo había una puerta cerrada.
La sangre con la que jugueteaba se evaporó en una nube carmesí en el aire. Coloqué mi mano sobre el pomo de la puerta adornada y con determinación lo giré.
Off
(1): Alusión a mi arquetipo de Sangromante y mis talentos relacionados al control de la misma.
Zagreus
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 411
Nivel de PJ : : 3
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
―¡Traigan la esfera!
Varios de las personas encapuchadas se apartaron, haciendo un pasillo entre ellas. Una persona, igualmente cubierta por una túnica carmesí, portaba con cuidado una pequeña mesa. Sobre ella, una esfera púrpura hermosa y brillante, que despertaría inmediatamente la curiosidad de cualquiera.
El miembro de El Ojo Carmesí depositó la mesa junto a Zana, que se colocó junto a ella, contemplándola.
―¿Quieres conocer la verdad, Nikolas Cohen?
Cohen asintió, pues su curiosidad era superior al miedo, la inseguridad y la angustia que sentía.
―El Ojo Carmesí se hizo hace décadas con esta esfera. Es un objeto mágico bastante peculiar. Estamos investigando desde hace muchos años su origen y procedencia, pero aún no sabemos gran cosa de quién la creó ni por qué funciona cómo lo hace.
Zana se apartó de la esfera unos pasos y la misma comenzó a apagarse. Inmediatamente después, volvió a acercarse a ella, que volvió a brillar.
―¿Lo has notado? La esfera reacciona cuándo hay alguien a su alrededor. Más concretamente con un vampiro. No sabemos por qué, pero lo hemos comprobado con cada raza y sólo con nosotros, los malditos, funciona de esta forma. Cómo si quisiera llamarnos… captar nuestra atención.
Zana dio un par de pasos hacia atrás y la esfera se apagó totalmente, dejando sin rastro de luz o magia en su interior.
―A lo largo de los años, decenas de personas la han tocado y el efecto ha sido siempre el mismo… Se realiza una copia exacta de la persona que la toca. Se materializa aquí mismo, al otro lado de la esfera, en cuestión de segundos. Un gemelo idéntico.
Cohen abrió los ojos, sorprendido, pero a la vez, aliviado, comenzando a montar en su mente el complicado puzzle que se le había presentado.
―Cuándo un vampiro toca la esfera, la copia sobrevive. En cambio, si lo hace algún miembro de cualquier otra raza, la copia muere instantáneamente tras unos segundos de vida, de forma natural. No sabemos el motivo por el cual sólo sobreviven las copias de los vampiros… pero bueno… nos viene bastante bien contar con esta ventaja.
Zana dio un par de pasos hacia Cohen que la miraba con total atención, captando la información, intentando comprenderla.
―Toqué la esfera púrpura y creé mi propia copia. Los primeros meses, la copia es cómo un maldito bebé al que hay que alimentar, un ser débil y nefasto que debe cuidarse. ¡Cuánto odié esa parte y cuántas veces deseé…! Pero cómo cualquiera, a medida que va pasando el tiempo, se va desarrollando y al paso de un año, la copia adquirió la madurez suficiente… y se comenzó a comportar de forma autónoma, aunque desconocía su verdadera naturaleza.
En ese momento, Cohen fue consciente de todo lo que ocurría, pero fueron las palabras de Zana las que lo confirmaron.
―Las copias tienen recuerdos propios de lo que han vivido, además de recuerdos y sensaciones de la vida de la persona original, por lo que viven creyendo que los recuerdos que tienen son suyos y estando firmes y convencidos de su propia identidad… No me crucé con mi copia en ningún momento, pero ella lo supo... Vino hasta esta sede y tocó la esfera… Cuándo una copia toca la esfera púrpura, no crea copia alguna, pues ella misma lo es. Mi copia lo supo… Creo que viste morir a mi copia y pensaste que era yo misma, pero esa era la primera vez que la veías, aunque te cueste creerlo…
El silencio duró unos segundos. La mente de Cohen parecía a punto de explosionar. Todo aquello en lo que había creído era totalmente erróneo.
―Aún queda varias cosas más que debes saber. Aunque no sé si puedes afrontarlas ahora mismo.
―Prefiero pasar por esto de una vez. Di cuánto tengas que decir…
Zana sonrió por unos segundos y luego, volvió a la seriedad.
―Dices lo que sé que ibas a decir. Te conozco demasiado bien. Observa con atención… entonces…
Zana se giró y miró a la persona vestida con túnica negra y encapuchada que había traído la mesa con la esfera carmesí. Apartó la capucha, mostrando su rostro, creando el desconcierto.
Ante él, Cohen podía ver a una persona completamente exacta de él mismo. Un hombre que podría hacerse pasar por él, un gemelo idéntico.
Su sorpresa fue enorme y quedó enmudecido durante unos segundos, viendo cómo el otro le observaba con atención, con la misma curiosidad que él mismo tenía hacia todo lo nuevo y llamativo. Finalmente, miró a Zana para preguntar.
―¿Cómo es posible? ¿Tengo una copia?
Zana no contestó, pero escuchó una voz muy parecida a la suya, darle una respuesta.
―Monada, si no sabías que tenías una copia, es porque la copia… eres tú…
En este turno, deberéis entrar en la Sala Segunda. En esta sala, os enfrentaréis a una prueba contra vuestra propia sangre. Es decir, lucharéis contra magia de sangre idéntica a la vuestra. Vencer a un luchador con armas de sangre, vencer en un reto de algún tipo bebiendo sangre… lo que se os ocurra, siempre que vuestro tipo de magia se rebele contra vosotros...
Para desarrollar esto, tenéis dos turnos.
Varios de las personas encapuchadas se apartaron, haciendo un pasillo entre ellas. Una persona, igualmente cubierta por una túnica carmesí, portaba con cuidado una pequeña mesa. Sobre ella, una esfera púrpura hermosa y brillante, que despertaría inmediatamente la curiosidad de cualquiera.
El miembro de El Ojo Carmesí depositó la mesa junto a Zana, que se colocó junto a ella, contemplándola.
―¿Quieres conocer la verdad, Nikolas Cohen?
Cohen asintió, pues su curiosidad era superior al miedo, la inseguridad y la angustia que sentía.
―El Ojo Carmesí se hizo hace décadas con esta esfera. Es un objeto mágico bastante peculiar. Estamos investigando desde hace muchos años su origen y procedencia, pero aún no sabemos gran cosa de quién la creó ni por qué funciona cómo lo hace.
Zana se apartó de la esfera unos pasos y la misma comenzó a apagarse. Inmediatamente después, volvió a acercarse a ella, que volvió a brillar.
―¿Lo has notado? La esfera reacciona cuándo hay alguien a su alrededor. Más concretamente con un vampiro. No sabemos por qué, pero lo hemos comprobado con cada raza y sólo con nosotros, los malditos, funciona de esta forma. Cómo si quisiera llamarnos… captar nuestra atención.
Zana dio un par de pasos hacia atrás y la esfera se apagó totalmente, dejando sin rastro de luz o magia en su interior.
―A lo largo de los años, decenas de personas la han tocado y el efecto ha sido siempre el mismo… Se realiza una copia exacta de la persona que la toca. Se materializa aquí mismo, al otro lado de la esfera, en cuestión de segundos. Un gemelo idéntico.
Cohen abrió los ojos, sorprendido, pero a la vez, aliviado, comenzando a montar en su mente el complicado puzzle que se le había presentado.
―Cuándo un vampiro toca la esfera, la copia sobrevive. En cambio, si lo hace algún miembro de cualquier otra raza, la copia muere instantáneamente tras unos segundos de vida, de forma natural. No sabemos el motivo por el cual sólo sobreviven las copias de los vampiros… pero bueno… nos viene bastante bien contar con esta ventaja.
Zana dio un par de pasos hacia Cohen que la miraba con total atención, captando la información, intentando comprenderla.
―Toqué la esfera púrpura y creé mi propia copia. Los primeros meses, la copia es cómo un maldito bebé al que hay que alimentar, un ser débil y nefasto que debe cuidarse. ¡Cuánto odié esa parte y cuántas veces deseé…! Pero cómo cualquiera, a medida que va pasando el tiempo, se va desarrollando y al paso de un año, la copia adquirió la madurez suficiente… y se comenzó a comportar de forma autónoma, aunque desconocía su verdadera naturaleza.
En ese momento, Cohen fue consciente de todo lo que ocurría, pero fueron las palabras de Zana las que lo confirmaron.
―Las copias tienen recuerdos propios de lo que han vivido, además de recuerdos y sensaciones de la vida de la persona original, por lo que viven creyendo que los recuerdos que tienen son suyos y estando firmes y convencidos de su propia identidad… No me crucé con mi copia en ningún momento, pero ella lo supo... Vino hasta esta sede y tocó la esfera… Cuándo una copia toca la esfera púrpura, no crea copia alguna, pues ella misma lo es. Mi copia lo supo… Creo que viste morir a mi copia y pensaste que era yo misma, pero esa era la primera vez que la veías, aunque te cueste creerlo…
El silencio duró unos segundos. La mente de Cohen parecía a punto de explosionar. Todo aquello en lo que había creído era totalmente erróneo.
―Aún queda varias cosas más que debes saber. Aunque no sé si puedes afrontarlas ahora mismo.
―Prefiero pasar por esto de una vez. Di cuánto tengas que decir…
Zana sonrió por unos segundos y luego, volvió a la seriedad.
―Dices lo que sé que ibas a decir. Te conozco demasiado bien. Observa con atención… entonces…
Zana se giró y miró a la persona vestida con túnica negra y encapuchada que había traído la mesa con la esfera carmesí. Apartó la capucha, mostrando su rostro, creando el desconcierto.
Ante él, Cohen podía ver a una persona completamente exacta de él mismo. Un hombre que podría hacerse pasar por él, un gemelo idéntico.
Su sorpresa fue enorme y quedó enmudecido durante unos segundos, viendo cómo el otro le observaba con atención, con la misma curiosidad que él mismo tenía hacia todo lo nuevo y llamativo. Finalmente, miró a Zana para preguntar.
―¿Cómo es posible? ¿Tengo una copia?
Zana no contestó, pero escuchó una voz muy parecida a la suya, darle una respuesta.
―Monada, si no sabías que tenías una copia, es porque la copia… eres tú…
_____________________________________________
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
_____________________________________________
En este turno, deberéis entrar en la Sala Segunda. En esta sala, os enfrentaréis a una prueba contra vuestra propia sangre. Es decir, lucharéis contra magia de sangre idéntica a la vuestra. Vencer a un luchador con armas de sangre, vencer en un reto de algún tipo bebiendo sangre… lo que se os ocurra, siempre que vuestro tipo de magia se rebele contra vosotros...
Para desarrollar esto, tenéis dos turnos.
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
La estancia tras la puerta la tomó por sorpresa.
Un tintineo anunció su entrada y la madera en sus pies crujió denotando el uso del pasillo de aquel recibidor. Estruendo en la habitación de al lado indicó que no estaba sola en la tienda de su padre y que a pesar de lo distinto de aquella primera estancia, el negocio seguía activo.
Nada que ver con lo que recordaba, sin embargo:
El mostrador principal ahora era una vitrina de cristal llena de masas de colores distintos, fruta fresca y nata en colores llamativos. Las paredes estaban decoradas con papel con motivo de lavandas y alguna que otra guirnalda encantada para flotar aquí y allá con carteles en los que rezaban ofertas o productos destacados. En todas ellas el nombre 'Dulces tentaciones' se reflejaba en púrpura y color crema, anunciando el nombre del local.
Caoimhe caminó dos pasos para envolverse por completo dentro de la estancia con los ojos abiertos como platos. El olor a canela envolvía la habitación y escuchó que del lado de la oficina risas opacadas por movimientos de desenfreno se colaban hasta el lugar donde ella debía ser recibida.
-...¿Acaso no has oido la puerta... estamos haciendo esperar... para... aghhh.. eres incansable- Una voz femenina finalmente salió de la habitación con algo de harina en la mejilla y el delantal a medio componer.
Tenía la mirada heterocroma de Caoimhe. El cabello ondulado de la chica y la altura y facciones en su cara resemblaban a las de la vampiresa. A parte de eso, el color de su piel sano y no había ojeras bajo sus ojos. Caoimhe atisbó que los huesos de sus clavículas apenas se notaban bajo el vestido de flores verdoso que llevaba y cuando volvió a hablarle, no tuvo duda alguna de que nunca se había conocido así antes.
Su pecho de pronto se tensó y la opresión que solía traer consigo la sed inundó su respiración aún sorprendida de entender lo que estaba viendo.
La Caoimhe no vampira la reconoció durante los primeros dos segundos y pausó sus pasos en señal también de sorpresa. Su expresión, sin embargo, distaba bastante de la de la vampiresa quien aún no podía creer que es lo que estaba contemplando.
-Eres... tú- dijo la chica alcanzando finalmente la recepción y apoyándose en la vitrina- Me alegro que al fin hayas decidido venir. Te esperaba desde hace bastante, ¿Sabes?-
La Caoimhe no vampira introdujo su mano en una de las repisas tras ella en busca de algo en particular. Los dulces y pasteles perfectamente ordenados tambaleándose un poco producto del ajetreo de su búsqueda.
- ¿Dónde... donde estoy?- dijo la Caoimhe vampira.
La otra Caoimhe se giró de manera sorprendida y la miró de arriba a abajo como si aquella pregunta la hubiese confundido aún mas.
-En Beltrexus, por supuesto... - Se cansó de rebuscar en la repisa y tras varios minutos sin moverse hizo una floritura con la mano que atrajo una caja hasta ella de manera inmediata. La caja flotó en el aire hasta alcanzar su propia mano.
La Caoimhe vampiresa abrió mucho más los ojos... Por supuesto. Era bruja. Tragó saliva y paseó de manera distraida por la estancia. Su corazón latiendo rápido fingiendo que de pronto había encontrado un interés casi infalibre en los croissants rellenos de fresa compotada.
-Me sorprende que no reconozcas la tienda de papá... digo, está algo cambiada. - La Caoimhe no vampiresa regresó a la vitrina inicial y jugueteaba con un lazo de color rosado mientras charlaba con un interés algo más lozano en Caoimhe que Caoimhe en la bruja. - .Algunos de los cachivaches que solían adornar estas paredes estaban tan pegados a las estanterías que necesité una buena poción antipegamento para sacarlos todos. Tampoco es que tuviese mucha opción ¿sabes...? Al fin y al cabo el negocio de los préstamos deja de ser beneficioso cuando... bueno cuando el aliciente por los préstamos cambia de objetivo... Y no he necesitado nunca tener que denigrarme a un negocio tan...tosco. Tan poco agradecido, ¿verdad?- dijo de nuevo sin darse cuenta de que la Caoimhe vampiresa había dejado de prestar atención a los pasteles y su mirada estaba enfocada en algo más allá de ellas. Mucho mucho más lejos de hecho.
El sol.
Hacía tantos años que no lo veía que la luz la cegó durante un instante y tapó sus ojos con miedo a deshacerse como sabía que pasaría.Pero seguía allí. De una pieza... La opresión en el pecho aún mas honda y subiendo por su garganta.Respiró de manera agitada y dio unos pasos hasta la ventana donde la luz oscurecida de la tarde parecía irse poniendo ¿Qué clase de broma era aquella? ¿Quién era tan macabro como para poner la miel en sus labios y... darle la certeza de que estaba soñando.
Notó como dos manos la atraían hasta la tienda de nuevo y el olor a canela intenso de la Caoimhe no vampiresa, ahora cerca de ella la recibió sin hacer hincapié alguno en el aspecto al borde del derrumbe de la Caoimhe vampiresa.
-Macaroons de pistacho- dijo ofreciéndole a la chica un plato con 6 dulces perfectamente posicionados-Tus preferidos... y también los de papá- añadió con una sonrisa enorme que hizo sus facciones más bonitas.- Viene de camino, por cierto. Lo que tenemos que discutir, sin duda no puede hacerse sin su presencia.-
Caoimhe apretó su puño algo enrabietada con los ojos muy abiertos y dándose de bruces con la realidad que acababa de enfrentarse. Miró a su alrededor. Buscando una mínima señal de que aquello estaba planificado, un rastro de éter alejado del suyo propio que la sacase de aquella.. pesadilla.
Pero sabía que no lo encontraría. No estaba segura de cual era la emoción exacta que la inundaba y que quería apartar de n manotazo aquellos dulces. Desvalijar aquella tienda de todos los enseres cursis que la adornaban y alimentarse con la sangre de quien quiera que estuviese ayudando a su yo no vampira en la oficina de al lado.
También sabía, sin embargo, que una parte de ella había deseado durante años justo lo que aquella pesadilla le estaba mostrando.
Un tintineo anunció su entrada y la madera en sus pies crujió denotando el uso del pasillo de aquel recibidor. Estruendo en la habitación de al lado indicó que no estaba sola en la tienda de su padre y que a pesar de lo distinto de aquella primera estancia, el negocio seguía activo.
Nada que ver con lo que recordaba, sin embargo:
El mostrador principal ahora era una vitrina de cristal llena de masas de colores distintos, fruta fresca y nata en colores llamativos. Las paredes estaban decoradas con papel con motivo de lavandas y alguna que otra guirnalda encantada para flotar aquí y allá con carteles en los que rezaban ofertas o productos destacados. En todas ellas el nombre 'Dulces tentaciones' se reflejaba en púrpura y color crema, anunciando el nombre del local.
Caoimhe caminó dos pasos para envolverse por completo dentro de la estancia con los ojos abiertos como platos. El olor a canela envolvía la habitación y escuchó que del lado de la oficina risas opacadas por movimientos de desenfreno se colaban hasta el lugar donde ella debía ser recibida.
-...¿Acaso no has oido la puerta... estamos haciendo esperar... para... aghhh.. eres incansable- Una voz femenina finalmente salió de la habitación con algo de harina en la mejilla y el delantal a medio componer.
Tenía la mirada heterocroma de Caoimhe. El cabello ondulado de la chica y la altura y facciones en su cara resemblaban a las de la vampiresa. A parte de eso, el color de su piel sano y no había ojeras bajo sus ojos. Caoimhe atisbó que los huesos de sus clavículas apenas se notaban bajo el vestido de flores verdoso que llevaba y cuando volvió a hablarle, no tuvo duda alguna de que nunca se había conocido así antes.
Su pecho de pronto se tensó y la opresión que solía traer consigo la sed inundó su respiración aún sorprendida de entender lo que estaba viendo.
La Caoimhe no vampira la reconoció durante los primeros dos segundos y pausó sus pasos en señal también de sorpresa. Su expresión, sin embargo, distaba bastante de la de la vampiresa quien aún no podía creer que es lo que estaba contemplando.
-Eres... tú- dijo la chica alcanzando finalmente la recepción y apoyándose en la vitrina- Me alegro que al fin hayas decidido venir. Te esperaba desde hace bastante, ¿Sabes?-
La Caoimhe no vampira introdujo su mano en una de las repisas tras ella en busca de algo en particular. Los dulces y pasteles perfectamente ordenados tambaleándose un poco producto del ajetreo de su búsqueda.
- ¿Dónde... donde estoy?- dijo la Caoimhe vampira.
La otra Caoimhe se giró de manera sorprendida y la miró de arriba a abajo como si aquella pregunta la hubiese confundido aún mas.
-En Beltrexus, por supuesto... - Se cansó de rebuscar en la repisa y tras varios minutos sin moverse hizo una floritura con la mano que atrajo una caja hasta ella de manera inmediata. La caja flotó en el aire hasta alcanzar su propia mano.
La Caoimhe vampiresa abrió mucho más los ojos... Por supuesto. Era bruja. Tragó saliva y paseó de manera distraida por la estancia. Su corazón latiendo rápido fingiendo que de pronto había encontrado un interés casi infalibre en los croissants rellenos de fresa compotada.
-Me sorprende que no reconozcas la tienda de papá... digo, está algo cambiada. - La Caoimhe no vampiresa regresó a la vitrina inicial y jugueteaba con un lazo de color rosado mientras charlaba con un interés algo más lozano en Caoimhe que Caoimhe en la bruja. - .Algunos de los cachivaches que solían adornar estas paredes estaban tan pegados a las estanterías que necesité una buena poción antipegamento para sacarlos todos. Tampoco es que tuviese mucha opción ¿sabes...? Al fin y al cabo el negocio de los préstamos deja de ser beneficioso cuando... bueno cuando el aliciente por los préstamos cambia de objetivo... Y no he necesitado nunca tener que denigrarme a un negocio tan...tosco. Tan poco agradecido, ¿verdad?- dijo de nuevo sin darse cuenta de que la Caoimhe vampiresa había dejado de prestar atención a los pasteles y su mirada estaba enfocada en algo más allá de ellas. Mucho mucho más lejos de hecho.
El sol.
Hacía tantos años que no lo veía que la luz la cegó durante un instante y tapó sus ojos con miedo a deshacerse como sabía que pasaría.Pero seguía allí. De una pieza... La opresión en el pecho aún mas honda y subiendo por su garganta.Respiró de manera agitada y dio unos pasos hasta la ventana donde la luz oscurecida de la tarde parecía irse poniendo ¿Qué clase de broma era aquella? ¿Quién era tan macabro como para poner la miel en sus labios y... darle la certeza de que estaba soñando.
Notó como dos manos la atraían hasta la tienda de nuevo y el olor a canela intenso de la Caoimhe no vampiresa, ahora cerca de ella la recibió sin hacer hincapié alguno en el aspecto al borde del derrumbe de la Caoimhe vampiresa.
-Macaroons de pistacho- dijo ofreciéndole a la chica un plato con 6 dulces perfectamente posicionados-Tus preferidos... y también los de papá- añadió con una sonrisa enorme que hizo sus facciones más bonitas.- Viene de camino, por cierto. Lo que tenemos que discutir, sin duda no puede hacerse sin su presencia.-
Caoimhe apretó su puño algo enrabietada con los ojos muy abiertos y dándose de bruces con la realidad que acababa de enfrentarse. Miró a su alrededor. Buscando una mínima señal de que aquello estaba planificado, un rastro de éter alejado del suyo propio que la sacase de aquella.. pesadilla.
Pero sabía que no lo encontraría. No estaba segura de cual era la emoción exacta que la inundaba y que quería apartar de n manotazo aquellos dulces. Desvalijar aquella tienda de todos los enseres cursis que la adornaban y alimentarse con la sangre de quien quiera que estuviese ayudando a su yo no vampira en la oficina de al lado.
También sabía, sin embargo, que una parte de ella había deseado durante años justo lo que aquella pesadilla le estaba mostrando.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Avancé hacia la nueva habitación. El cuarto no se adecuaba a la arquitectura esperada para aquel edificio y era muy distinto a la sala anterior, delatando que nuevamente me encontraba en otro juego retorcido de aquel laberinto. El Ojo seguro vigilaba mis pasos y probaba mi determinación. No comprendía del todo el porqué de no tener defensas más directas y efectivas si su intención era mantener alejado a los intrusos.
La oscuridad nuevamente se hacía presente y solo mis ojos malditos me permitían registrar las esquinas a mi alrededor. Las paredes irregulares eran de piedra desgastada, y daban la impresión de estar en una prisión antigua, sin ventanas, sin luz, con una notable sensación de agobio y sofoco; y al final solo una puerta al otro extremo.
En el centro de la habitación, en el techo, destacaba una mancha de sangre que con un tempo sostenido hacía que una gota espesa cayera al suelo formando un charco. Me detuve analizando aquella escena, cada goteo sonaba como un martillo en el silencio de aquella sala vacía. Resaltando aquel color rojo intenso del resto de la habitación sombría en escala de grises.
Sin embargo, pasado varios segundos, del charco de sangre empezó a materializarse una forma, el líquido rojo regurgitando iba esculpiendo extremidades y un torso, hasta finalizar con una cabeza con un rostro idéntico al mío. Ya cuando el líquido se configuró a la forma de un ser humano, lo que parecía ser mi copia, se solidificó.
La copia de sangre dio un paso temeroso para salir del charco de donde había nacido, con cada movimiento ganaba confianza y al cruzar sus ojos rojos contra los míos una mueca forzada se dibujó en su boca.
Le devolví la sonrisa y estiré mi mano hacia un costado, viendo como aquella criatura replicaba mis movimientos como si de un reflejo en un espejo se tratase. Un rival digno. De mi mano una daga de sangre se materializó (1), movimiento que fue copiado por el Zagreus de sangre.
Tenía recursos aparte de mis habilidades de sangromante, pero no pretendía emplearlas en aquella pelea inevitable, aquello era una lucha de sangre y era un reto que aceptaba con soberbia. La sangromancia era el talento de pocos elegidos, lidiar con alguien capaz de usar el pacto carmesí me invitaba a enfrentarlo en igualdad de condiciones y confirmar mi superioridad.
_________________________
Off
(1) Nivel 0: Pacto carmesí [Mágica] – Activa (2 usos) Duración= 2 turnos
Debido a la sangromancia de Zagreus, el vampiro puede extraer cantidades de sangre por los poros de su piel sin perjudicarse y a partir de ella crear armas de sangre a una mano.
Zagreus solo puede crear una arma por activación. Igualmente, puede emplear un uso de la habilidad para cambiar el tipo de arma de sangre creada al instante.
La oscuridad nuevamente se hacía presente y solo mis ojos malditos me permitían registrar las esquinas a mi alrededor. Las paredes irregulares eran de piedra desgastada, y daban la impresión de estar en una prisión antigua, sin ventanas, sin luz, con una notable sensación de agobio y sofoco; y al final solo una puerta al otro extremo.
En el centro de la habitación, en el techo, destacaba una mancha de sangre que con un tempo sostenido hacía que una gota espesa cayera al suelo formando un charco. Me detuve analizando aquella escena, cada goteo sonaba como un martillo en el silencio de aquella sala vacía. Resaltando aquel color rojo intenso del resto de la habitación sombría en escala de grises.
Sin embargo, pasado varios segundos, del charco de sangre empezó a materializarse una forma, el líquido rojo regurgitando iba esculpiendo extremidades y un torso, hasta finalizar con una cabeza con un rostro idéntico al mío. Ya cuando el líquido se configuró a la forma de un ser humano, lo que parecía ser mi copia, se solidificó.
La copia de sangre dio un paso temeroso para salir del charco de donde había nacido, con cada movimiento ganaba confianza y al cruzar sus ojos rojos contra los míos una mueca forzada se dibujó en su boca.
Le devolví la sonrisa y estiré mi mano hacia un costado, viendo como aquella criatura replicaba mis movimientos como si de un reflejo en un espejo se tratase. Un rival digno. De mi mano una daga de sangre se materializó (1), movimiento que fue copiado por el Zagreus de sangre.
- Daga de sangre:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Tenía recursos aparte de mis habilidades de sangromante, pero no pretendía emplearlas en aquella pelea inevitable, aquello era una lucha de sangre y era un reto que aceptaba con soberbia. La sangromancia era el talento de pocos elegidos, lidiar con alguien capaz de usar el pacto carmesí me invitaba a enfrentarlo en igualdad de condiciones y confirmar mi superioridad.
_________________________
Off
(1) Nivel 0: Pacto carmesí [Mágica] – Activa (2 usos) Duración= 2 turnos
Debido a la sangromancia de Zagreus, el vampiro puede extraer cantidades de sangre por los poros de su piel sin perjudicarse y a partir de ella crear armas de sangre a una mano.
Zagreus solo puede crear una arma por activación. Igualmente, puede emplear un uso de la habilidad para cambiar el tipo de arma de sangre creada al instante.
Zagreus
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 411
Nivel de PJ : : 3
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Cohen no pudo evitar soltar una leve risa, poniendo en duda lo que el otro Cohen formulaba, pero fue al mirar a Zana, cuándo la sombra de la duda apareció en su mente y comprendió que quizás estaba equivocado.
―No puede ser.
―Él tiene razón. Eres su copia.
Cohen miró a su original, dando un par de pasos hacia él. La verdad era que su parecido era completamente idéntico, cómo si se viera en un espejo.
―Yo soy más guapo.
Cohen miró a Zana, que continuó explicándole la situación.
―Él y yo éramos inseparables. Por lo que al principio, yo creé mi copia y él fue su mentor. Unas semanas más tarde, él te creó a ti y yo fui tu mentora. En Sacrestic, todos estaban acostumbrados a vernos juntos, por lo que no llamaríamos la atención.
―Aunque alguna que otra vez, casi nos cruzamos accidentalmente.
―¡No me lo recuerdes!― dijo Zana, sonriendo a su amigo original―Siento mucho de que te hayas enterado así, pero al fin y al cabo, tu hora está próxima y no había tiempo que perder.
Aquellas palabras fueron directas y aunque Cohen desconocía su significado, le parecieron lo suficientemente amenazantes.
―¿Mi hora?
―Sí. Verás… las copias no duran para siempre. Llega un momento en que la estabilidad mental de las mismas se tambalea. Cuándo una copia muere, la siguiente que fue creada comienza a enfermar… Entre nuestras copias se crearon otras dos: la primera ya ha perecido; la segunda está aquí mismo, retenida y está siendo examinada.
―La causa de la locura es parecida en todos los casos: la copia en cuestión comienza a ver a una persona que sólo él o ella puede ver. Al principio, se la encuentra de lejos, poco a poco se le va acercando y luego… está a tu lado para siempre, cada segundo que estás consciente. Hasta que te hace enloquecer.
―Queremos ser tu ayuda y guía... y que tú nos ayudes. Nos informarás de todos tus síntomas, te dejarás estudiar por nosotros y nuestros investigadores harán todo lo posible por alargar tu vida y tu cordura todo el tiempo posible. Creo que es un trato razonable.
Cohen miró a todas las personas a su alrededor. Todos conservaban las capuchas de color carmesí, ocultando sus rostros. Incluido el integrante que se sentaba en el sillón del líder, que parecía atento a todo cuánto allí se decía.
Entonces, el recuerdo de Peter cruzó su mente. Su cadáver abierto, inerte, muerto ante su vista. El símbolo del Ojo sobre él.
―¿Un trato razonable? ¿Crees que colaboraré con vosotros después de que matarais a Peter? ¿Qué os hizo él? Era comprensivo, de buen corazón y el mediador perfecto entre dos razas que se odian.
―¿Follaba bien?
Al escuchar aquellas palabras del Cohen original, deseó liberar su magia contra él, aunque sabía que si lo intentaba, todas las personas que le rodeaban acabarían con su vida incluso antes.
―¡Sois tal para cual!― dijo Zana, separándoles y aumentando la distancia entre ellos.
Cohen se notaba nervioso. Tampoco sabía nada de lo que estaba pasando con Zagreus y Caoimhe y lo último que deseaba era que ellos salieran heridos también, por su causa.
―¿Tan poca fe tienes en mí?
La misma puerta por dónde había aparecido la esfera púrpura volvió a abrirse y Cohen pudo distinguir la silueta de Peter claramente, avanzando algo asustado en dirección al extraño círculo de personas que se reunían allí.
―¡Peter!
Cohen dio varios pasos en dirección del humano, pero éste al verle, retrocedió. Alzó los brazos en una actitud defensiva, cómo si él fuera un peligro para él.
―Peter, soy yo.
―Cómo comprenderás, Peter ha estado algo confuso…
Al percatarse de que había dos Cohen con la misma apariencia, el humano volvió a observar al que tenía más cerca. El vampiro alargó su mano lentamente hasta sujetar la suya y cuándo el contacto se produjo, el humano supo enseguida que era él.
―No puede ser.
―Él tiene razón. Eres su copia.
Cohen miró a su original, dando un par de pasos hacia él. La verdad era que su parecido era completamente idéntico, cómo si se viera en un espejo.
―Yo soy más guapo.
Cohen miró a Zana, que continuó explicándole la situación.
―Él y yo éramos inseparables. Por lo que al principio, yo creé mi copia y él fue su mentor. Unas semanas más tarde, él te creó a ti y yo fui tu mentora. En Sacrestic, todos estaban acostumbrados a vernos juntos, por lo que no llamaríamos la atención.
―Aunque alguna que otra vez, casi nos cruzamos accidentalmente.
―¡No me lo recuerdes!― dijo Zana, sonriendo a su amigo original―Siento mucho de que te hayas enterado así, pero al fin y al cabo, tu hora está próxima y no había tiempo que perder.
Aquellas palabras fueron directas y aunque Cohen desconocía su significado, le parecieron lo suficientemente amenazantes.
―¿Mi hora?
―Sí. Verás… las copias no duran para siempre. Llega un momento en que la estabilidad mental de las mismas se tambalea. Cuándo una copia muere, la siguiente que fue creada comienza a enfermar… Entre nuestras copias se crearon otras dos: la primera ya ha perecido; la segunda está aquí mismo, retenida y está siendo examinada.
―La causa de la locura es parecida en todos los casos: la copia en cuestión comienza a ver a una persona que sólo él o ella puede ver. Al principio, se la encuentra de lejos, poco a poco se le va acercando y luego… está a tu lado para siempre, cada segundo que estás consciente. Hasta que te hace enloquecer.
―Queremos ser tu ayuda y guía... y que tú nos ayudes. Nos informarás de todos tus síntomas, te dejarás estudiar por nosotros y nuestros investigadores harán todo lo posible por alargar tu vida y tu cordura todo el tiempo posible. Creo que es un trato razonable.
Cohen miró a todas las personas a su alrededor. Todos conservaban las capuchas de color carmesí, ocultando sus rostros. Incluido el integrante que se sentaba en el sillón del líder, que parecía atento a todo cuánto allí se decía.
Entonces, el recuerdo de Peter cruzó su mente. Su cadáver abierto, inerte, muerto ante su vista. El símbolo del Ojo sobre él.
―¿Un trato razonable? ¿Crees que colaboraré con vosotros después de que matarais a Peter? ¿Qué os hizo él? Era comprensivo, de buen corazón y el mediador perfecto entre dos razas que se odian.
―¿Follaba bien?
Al escuchar aquellas palabras del Cohen original, deseó liberar su magia contra él, aunque sabía que si lo intentaba, todas las personas que le rodeaban acabarían con su vida incluso antes.
―¡Sois tal para cual!― dijo Zana, separándoles y aumentando la distancia entre ellos.
Cohen se notaba nervioso. Tampoco sabía nada de lo que estaba pasando con Zagreus y Caoimhe y lo último que deseaba era que ellos salieran heridos también, por su causa.
―¿Tan poca fe tienes en mí?
La misma puerta por dónde había aparecido la esfera púrpura volvió a abrirse y Cohen pudo distinguir la silueta de Peter claramente, avanzando algo asustado en dirección al extraño círculo de personas que se reunían allí.
―¡Peter!
Cohen dio varios pasos en dirección del humano, pero éste al verle, retrocedió. Alzó los brazos en una actitud defensiva, cómo si él fuera un peligro para él.
―Peter, soy yo.
―Cómo comprenderás, Peter ha estado algo confuso…
Al percatarse de que había dos Cohen con la misma apariencia, el humano volvió a observar al que tenía más cerca. El vampiro alargó su mano lentamente hasta sujetar la suya y cuándo el contacto se produjo, el humano supo enseguida que era él.
_______________________________________________
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Reculó exactamente tres pasos. Los suficientes como para apartar su mano del agarre involuntario en el que su doble la había sumido. De pronto el olor a canela le ahogó lo suficiente como para sentirse enfrascada. Demasiada información un instante. Tan solo una puerta por la que escapar.
La Caoimhe no vampira no parecía haberse percatado de las señales inequívocas de ahogo en la vampiresa. Sus ojos, reflejos de los suyos propios estaban envueltos en la dulzura de alguien que se preocupa por los demás más que por ella misma.Aquello fue posiblemente la primera señal inequívoca de peligro. Pero como todo lo demás, Caoimhe había decidido ignorarla tan solo por sumergirse... un poco más en aquel universo alternativo.
La chica volvió a asirla por la mano, esta vez con la excusa de mostrarle donde organizaba la magia del día a día. Su mirada se detuvo por un segundo en el sol en la ventana opuesta a ella misma, antes de sentirse forzada a caminar. No había señales de implosión en sus brazos. Ni quemaduras como consecuencia de aquel astro.
Seguía pues en algún tipo de visión.
La sala contigua no tenía nada que la hiciese especial con respecto a la principal. Caoimhe notó sin embargo, como su homónima cerraba tras de si con la seguridad de no querer ser molestada. Tras varias frases ensayadas acerca de como hacía qué y en que momento qué dulce se convertía en tal.. La vampiresa dejó de caminar en círculos y se giró hasta la bruja.
-¿Qué hago aquí?- preguntó interrumpiendo un discurso que comenzaba a parecerle sorprendentemente insulso. Aburrido.
-¿Co...como que qué haces aquí?- dijo su gemela- ¿Acaso no es obvio... has venido a conocerte... entre otras cosas- dijo. La parte final de la frase algo más pausada que el resto. Apoyando la mitad de su cuerpo en la pequeña mesa de trabajo de aquella sala secundaria. De nuevo alcanzando las manos de la vampiresa.
La Caoimhe maldita compuso un gesto de molestia al notar de nuevo sus propias manos sobre sus antebrazos y rió de manera irónica,
-Créeme... llevo el suficiente tiempo viviendo bajo mi propia piel como para...
No pudo acabar la frase. En un movimiento feroz y casi milimetrado la Caoimhe bruja alcanzó uno de los cuchillos de aquella cocina y sin dejar de sonreir movió su mano izquierda en una perfecta floritura que hizo que la hoja de aquel utensilio atravesase su piel en un corte limpio.
La Caoimhe vampira abrió mucho los ojos y llevó su mano allī donde su gemela había cortado, esperando encontrar un corte que no estaba, por supuesto en su brazo. Cruzando su mirada de nuevo consigo misma, tan solo para encontrar el vacío que hasta aquel momento habían estado camuflando la 'bondad' de sus ojos.
-Nunca asi, verdad...- dijo la Caoimhe herida.
La vampiresa tragó saliva. La sed acallada por sus propios latidos en sus oídos. El rojo intenso del corte emanando la sangre de Caoimhe en un borboteo continuo. Caoimhe alzó su antebrazo, acercándoselo a si misma.
Ambas sabían que iba a pasar a continuación.
Tragó saliva, y la vampiresa pasó un dedo por la sangre cálida de su reflejo sin reconocer aquella sangre como suya propia. Se concentró cerrando un poco los ojos [1] El cosquilleo mínimo que a menudo solía iniciar el vínculo con la sangre ajena elevándose a través de sus manos con una intensidad que jamás antes había experimentado. En un primer momento las imâgenes de su cabeza parecieron no cambiar como lo hacían siempre que usaba su poder. No hubo conceptos que cruzasen su mente ni recuerdos precisos que la inundasen.
Pero al abrir los ojos notó que su brazo era, de hecho aquel que sangraba y que ante ella el aspecto demacrado de ella misma sumida en los efectos de su habilidad mantenía los ojos cerrados. El cúlmen mismo de un posible vínculo. La conexión perfecta que la hacía entender que de hecho... jamás se había conocido tan bien como en aquel momento:
No veía ante si el reflejo que a menudo le devolvía la mirada en los espejos. No.
Ella era aquel reflejo. Y las vivencias que cargaba. Y los momentos que había creido eran de felicidad. Se sorprendió al encontrar recuerdos que no creía haber vivido: Lugares que nunca había visitado. El calor de unos labios sobre los de ella misma que estaba segura, jamás había besado. La felicidad plena de alguien que sigue una vida simple y...
El vacío de alguien que aún asi. No es feliz.
Aquello la asustó lo suficiente como para devolver su consciencia a su verdadero cuerpo, y cuando abrió los ojos no era ella quien sangraba, sino la figura frente a ella.
De pronto la sonrisa de la Caoimhe no vampira no parecía tan atrayente. Y sus manerísmos no eran más que acciones ensayadas: La manera en la que intentaba complacerla le resultó fría, distante y... extraña. Y la sensación de estar en peligro se hizo más plausible.
-¿Ves?- habló al fin la Caoimhe sangrienta limpiandose al fin el brazo- Todo va a estar bien.
Rebuscó entre las puertas de la alacena tras ella hasta dar con un objeto de metal cuadrado finalizado con una manguera y lo que parecía ser una aguja unida a aquella maguera.
-Nos hemos tomado la libertad de facilitarte el camino y poner en práctica todo lo que llevas anhelando desde el momento en el que padre desapareciò de tu vida.-
Caoimhe analizó aquel objeto mientras escuchaba a su acompañante. Aún con la sensación de incomodidad in crescendo en su cabeza. Las imágenes mentales que acababa de vivir dificultándole la respiración.
El sol en su cabeza. ¿Pero lo era?
-La solución es ciertamente fácil. El problema es tu sangre. Desde el momento en el que esa sangre tóxica inundó tu cuerpo te perdiste. Nos perdiste- añadió.
Caoimhe sabía qué es lo que estaba intentando hacer y su cuerpo se tensó de manera inmediata, aún escuchando y lo que la Caoimhe no vampiresa tenía que decir.
-El proceso es sencillo, y prácticamente indoloro. El tiempo mínimo y para cuando hayamos obtenido toda tu sangre estoy segura que Padre podrá reemplazarla con una más pertinente. ¡Estás tan cerca de lograrlo, Keeev!- la voz de la Caoimhe no vampira inundó sus oídos. La vampiresa estaba segura que jamás se había escuchado hablar de manera tan melosa. Y aquello la repudió- Tan cerca de tu felicidad... No temas por las consecuencias. Ya has visto que todo va a ser Perfecto - dijo finalmente-
Perfecto- repitió en su mente.
Pero ella no quería ser perfecta.
Recordó el sol que acababa de visualizar en la ventana contīgua y de pronto dudó de la intensidad de su luz. La expresión de la Caoimhe no vampiresa cada vez más feliz en un gesto casi grotesco a medida que se le acercaba poco a poco con una serie de cuerdas para accionar aquel instrumento de tortura.
-Padre está a punto de llegar y como quizás tengamos que luchar contra tu oscuridad algo más de lo que pensabamos quizás es mejor que empece...- Agarró su antebrazo entonces dispuesta a perforar ahí donde su sangre la hacía lo que era.
Y recordó la luna. Y el cielo estrellado. Y la quietud de la noche. La inspiración del silencio en el que la oscuridad la sumía y la paz que traía el saberse imperfecta porque tan solo entonces podía saberse libre para cometer errores.
Quizás lo tenía decidido desde el momento en el que puso un pie en aquella pastelería. Quizás fue cuestión de un impulso en un segundo.
El resultado fue, sin embargo eficaz y no dejó lugar a dudas: La mano en el cuchillo que le había unido a su reflejo. Un corte limpio en su cuello. El olor intenso a la sangre ocultando al fin la abominación en la que se había convertido aquel olor a canela.
Si su propia sangre la salpicó de manera refleja, la vampiresa tampoco se preocupó en demasía.
Aquella noche había acabado con su pasado. Con las infinitas posibilidades que le ofrecían.
Se había asesinado a si misma y jamás antes se había sentido tan segura de una decisión agarró el pomo de la puerta frente a ella. Un reguero de sangre comenzaba a acumularse en la mesa tras ella donde un cuerpo: Feliz, sano, atractivo, perfecto. Yacía ahora sin vida.
-----------
Off:
[1]Rastro [Mágica, 2 usos] Al tocar la sangre de un ser vivo, Caoimhe es capaz de ganar cierto entendimiento sobre el mismo, su personalidad o historia. Si se concentra, puede llegar a conocer su estado anímico en el momento de perder la muestra de sangre, pero eso gastará dos usos
La Caoimhe no vampira no parecía haberse percatado de las señales inequívocas de ahogo en la vampiresa. Sus ojos, reflejos de los suyos propios estaban envueltos en la dulzura de alguien que se preocupa por los demás más que por ella misma.Aquello fue posiblemente la primera señal inequívoca de peligro. Pero como todo lo demás, Caoimhe había decidido ignorarla tan solo por sumergirse... un poco más en aquel universo alternativo.
La chica volvió a asirla por la mano, esta vez con la excusa de mostrarle donde organizaba la magia del día a día. Su mirada se detuvo por un segundo en el sol en la ventana opuesta a ella misma, antes de sentirse forzada a caminar. No había señales de implosión en sus brazos. Ni quemaduras como consecuencia de aquel astro.
Seguía pues en algún tipo de visión.
La sala contigua no tenía nada que la hiciese especial con respecto a la principal. Caoimhe notó sin embargo, como su homónima cerraba tras de si con la seguridad de no querer ser molestada. Tras varias frases ensayadas acerca de como hacía qué y en que momento qué dulce se convertía en tal.. La vampiresa dejó de caminar en círculos y se giró hasta la bruja.
-¿Qué hago aquí?- preguntó interrumpiendo un discurso que comenzaba a parecerle sorprendentemente insulso. Aburrido.
-¿Co...como que qué haces aquí?- dijo su gemela- ¿Acaso no es obvio... has venido a conocerte... entre otras cosas- dijo. La parte final de la frase algo más pausada que el resto. Apoyando la mitad de su cuerpo en la pequeña mesa de trabajo de aquella sala secundaria. De nuevo alcanzando las manos de la vampiresa.
La Caoimhe maldita compuso un gesto de molestia al notar de nuevo sus propias manos sobre sus antebrazos y rió de manera irónica,
-Créeme... llevo el suficiente tiempo viviendo bajo mi propia piel como para...
No pudo acabar la frase. En un movimiento feroz y casi milimetrado la Caoimhe bruja alcanzó uno de los cuchillos de aquella cocina y sin dejar de sonreir movió su mano izquierda en una perfecta floritura que hizo que la hoja de aquel utensilio atravesase su piel en un corte limpio.
La Caoimhe vampira abrió mucho los ojos y llevó su mano allī donde su gemela había cortado, esperando encontrar un corte que no estaba, por supuesto en su brazo. Cruzando su mirada de nuevo consigo misma, tan solo para encontrar el vacío que hasta aquel momento habían estado camuflando la 'bondad' de sus ojos.
-Nunca asi, verdad...- dijo la Caoimhe herida.
La vampiresa tragó saliva. La sed acallada por sus propios latidos en sus oídos. El rojo intenso del corte emanando la sangre de Caoimhe en un borboteo continuo. Caoimhe alzó su antebrazo, acercándoselo a si misma.
Ambas sabían que iba a pasar a continuación.
Tragó saliva, y la vampiresa pasó un dedo por la sangre cálida de su reflejo sin reconocer aquella sangre como suya propia. Se concentró cerrando un poco los ojos [1] El cosquilleo mínimo que a menudo solía iniciar el vínculo con la sangre ajena elevándose a través de sus manos con una intensidad que jamás antes había experimentado. En un primer momento las imâgenes de su cabeza parecieron no cambiar como lo hacían siempre que usaba su poder. No hubo conceptos que cruzasen su mente ni recuerdos precisos que la inundasen.
Pero al abrir los ojos notó que su brazo era, de hecho aquel que sangraba y que ante ella el aspecto demacrado de ella misma sumida en los efectos de su habilidad mantenía los ojos cerrados. El cúlmen mismo de un posible vínculo. La conexión perfecta que la hacía entender que de hecho... jamás se había conocido tan bien como en aquel momento:
No veía ante si el reflejo que a menudo le devolvía la mirada en los espejos. No.
Ella era aquel reflejo. Y las vivencias que cargaba. Y los momentos que había creido eran de felicidad. Se sorprendió al encontrar recuerdos que no creía haber vivido: Lugares que nunca había visitado. El calor de unos labios sobre los de ella misma que estaba segura, jamás había besado. La felicidad plena de alguien que sigue una vida simple y...
El vacío de alguien que aún asi. No es feliz.
Aquello la asustó lo suficiente como para devolver su consciencia a su verdadero cuerpo, y cuando abrió los ojos no era ella quien sangraba, sino la figura frente a ella.
De pronto la sonrisa de la Caoimhe no vampira no parecía tan atrayente. Y sus manerísmos no eran más que acciones ensayadas: La manera en la que intentaba complacerla le resultó fría, distante y... extraña. Y la sensación de estar en peligro se hizo más plausible.
-¿Ves?- habló al fin la Caoimhe sangrienta limpiandose al fin el brazo- Todo va a estar bien.
Rebuscó entre las puertas de la alacena tras ella hasta dar con un objeto de metal cuadrado finalizado con una manguera y lo que parecía ser una aguja unida a aquella maguera.
-Nos hemos tomado la libertad de facilitarte el camino y poner en práctica todo lo que llevas anhelando desde el momento en el que padre desapareciò de tu vida.-
Caoimhe analizó aquel objeto mientras escuchaba a su acompañante. Aún con la sensación de incomodidad in crescendo en su cabeza. Las imágenes mentales que acababa de vivir dificultándole la respiración.
El sol en su cabeza. ¿Pero lo era?
-La solución es ciertamente fácil. El problema es tu sangre. Desde el momento en el que esa sangre tóxica inundó tu cuerpo te perdiste. Nos perdiste- añadió.
Caoimhe sabía qué es lo que estaba intentando hacer y su cuerpo se tensó de manera inmediata, aún escuchando y lo que la Caoimhe no vampiresa tenía que decir.
-El proceso es sencillo, y prácticamente indoloro. El tiempo mínimo y para cuando hayamos obtenido toda tu sangre estoy segura que Padre podrá reemplazarla con una más pertinente. ¡Estás tan cerca de lograrlo, Keeev!- la voz de la Caoimhe no vampira inundó sus oídos. La vampiresa estaba segura que jamás se había escuchado hablar de manera tan melosa. Y aquello la repudió- Tan cerca de tu felicidad... No temas por las consecuencias. Ya has visto que todo va a ser Perfecto - dijo finalmente-
Perfecto- repitió en su mente.
Pero ella no quería ser perfecta.
Recordó el sol que acababa de visualizar en la ventana contīgua y de pronto dudó de la intensidad de su luz. La expresión de la Caoimhe no vampiresa cada vez más feliz en un gesto casi grotesco a medida que se le acercaba poco a poco con una serie de cuerdas para accionar aquel instrumento de tortura.
-Padre está a punto de llegar y como quizás tengamos que luchar contra tu oscuridad algo más de lo que pensabamos quizás es mejor que empece...- Agarró su antebrazo entonces dispuesta a perforar ahí donde su sangre la hacía lo que era.
Y recordó la luna. Y el cielo estrellado. Y la quietud de la noche. La inspiración del silencio en el que la oscuridad la sumía y la paz que traía el saberse imperfecta porque tan solo entonces podía saberse libre para cometer errores.
Quizás lo tenía decidido desde el momento en el que puso un pie en aquella pastelería. Quizás fue cuestión de un impulso en un segundo.
El resultado fue, sin embargo eficaz y no dejó lugar a dudas: La mano en el cuchillo que le había unido a su reflejo. Un corte limpio en su cuello. El olor intenso a la sangre ocultando al fin la abominación en la que se había convertido aquel olor a canela.
Si su propia sangre la salpicó de manera refleja, la vampiresa tampoco se preocupó en demasía.
Aquella noche había acabado con su pasado. Con las infinitas posibilidades que le ofrecían.
Se había asesinado a si misma y jamás antes se había sentido tan segura de una decisión agarró el pomo de la puerta frente a ella. Un reguero de sangre comenzaba a acumularse en la mesa tras ella donde un cuerpo: Feliz, sano, atractivo, perfecto. Yacía ahora sin vida.
-----------
Off:
[1]Rastro [Mágica, 2 usos] Al tocar la sangre de un ser vivo, Caoimhe es capaz de ganar cierto entendimiento sobre el mismo, su personalidad o historia. Si se concentra, puede llegar a conocer su estado anímico en el momento de perder la muestra de sangre, pero eso gastará dos usos
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Tomé una postura baja, colocando mi mano izquierda al frente, cauteloso de que una arremetida del cuchillo de mi enemigo no cortase mis dedos, pero confiado en poder controlar las distancias y abrir las defensas del clon de sangre. Mi diestra empuñaba la daga en posición de martillo para procurar las heridas punzantes y no los cortes, ya que me adelantaba a la resistencia del cuerpo solidificado de sangre de mi oponente.
Ataqué y acto reflejo, la réplica se movió, adoptando la postura perfecta para contrarrestar mis ataques. Era un ser inteligente, ¿pero qué tanto? Mis puñaladas eran repelidas milimétricamente por la daga de mi oponente. La dureza de su arma de sangre era equiparable a la mía, tan dura como el mejor de los aceros templados por el mimo de los herreros más capaces. Un trabajo de sangromancia admirable, prácticamente único en el continente.
Los movimientos raudos parecían una coreografía ensayada de giros y estocadas, pero nadie lograba atinar un golpe letal. Sabía que si me centraba en mis sentidos podría ampliar mis capacidades, pero en mis adentros me parecía injusto recurrir a mis habilidades más allá de las armas de sangre. Era una batalla de orgullo en quien era mejor hemomante.
La batalla se extendía y el cansancio empezaba a notarse en mi respiración. La sombra de sangre parecía no inmutarse y poco a poco ganaba terreno, propiciando pequeños cortes en mis ropajes.
No podía arriesgarme a una pelea al desgaste, ya que era evidente que en ese terreno perdería. Debía terminar la batalla rápida y me dispuse a adelantarme a los movimientos del Zagreus de sangre.
Había dedicado varios minutos en nuestra danza de cuchillos en estudiar sus movimientos, y sabía que él hacía lo mismo conmigo. Con eso en mente podía anticipar que la copia era capaz de adelantarse a los patrones de ataque de mi daga de sangre… conocía las medidas milimétricas que le permitían reaccionar.
Con un corte diagonal ascendente cambiando mi patrón de ataque, la copia dio un paso atrás, logrando esquivar por poco el corte que hubiese recorrido todo el torso de su cuerpo. Sin embargo, en la parte más alta del movimiento, mi daga perdió la forma sólida y se convirtió en un flujo de sangre. Acto seguido, el líquido rojo retornó a mi mano cambiando de forma a la de una espada larga.
Con la nueva arma en mi brazo realicé un nuevo tajo ahora descendente aprovechando la ímpetu del movimiento aprovechando mi fuerza. Ya no había espacio para escapar, ya que mi nueva arma se salía de los cálculos de distancia del clon de sangre. El arma carmesí cortó atravesando los trapecios de aquel ser, logrando cortar con fuerza lo que parecía ser una estructura que replicaba la de un ser humano; músculos blandos, huesos duros, se sentía tan real a pesar del rojo. Mi corte penetró hasta la parte baja del pecho, un golpe fulminante.
La criatura no emitió sonido ni queja alguna, pero al instante perdió su forma sólida y cayó al suelo en una cascada de sangre que se esparció por todo el suelo, manchando mis botas y pantalones de rojo.
Caminé a la puerta, había vencido al oponente más admirable que podría haber enfrentado.
_______________________Ataqué y acto reflejo, la réplica se movió, adoptando la postura perfecta para contrarrestar mis ataques. Era un ser inteligente, ¿pero qué tanto? Mis puñaladas eran repelidas milimétricamente por la daga de mi oponente. La dureza de su arma de sangre era equiparable a la mía, tan dura como el mejor de los aceros templados por el mimo de los herreros más capaces. Un trabajo de sangromancia admirable, prácticamente único en el continente.
Los movimientos raudos parecían una coreografía ensayada de giros y estocadas, pero nadie lograba atinar un golpe letal. Sabía que si me centraba en mis sentidos podría ampliar mis capacidades, pero en mis adentros me parecía injusto recurrir a mis habilidades más allá de las armas de sangre. Era una batalla de orgullo en quien era mejor hemomante.
La batalla se extendía y el cansancio empezaba a notarse en mi respiración. La sombra de sangre parecía no inmutarse y poco a poco ganaba terreno, propiciando pequeños cortes en mis ropajes.
No podía arriesgarme a una pelea al desgaste, ya que era evidente que en ese terreno perdería. Debía terminar la batalla rápida y me dispuse a adelantarme a los movimientos del Zagreus de sangre.
Había dedicado varios minutos en nuestra danza de cuchillos en estudiar sus movimientos, y sabía que él hacía lo mismo conmigo. Con eso en mente podía anticipar que la copia era capaz de adelantarse a los patrones de ataque de mi daga de sangre… conocía las medidas milimétricas que le permitían reaccionar.
Con un corte diagonal ascendente cambiando mi patrón de ataque, la copia dio un paso atrás, logrando esquivar por poco el corte que hubiese recorrido todo el torso de su cuerpo. Sin embargo, en la parte más alta del movimiento, mi daga perdió la forma sólida y se convirtió en un flujo de sangre. Acto seguido, el líquido rojo retornó a mi mano cambiando de forma a la de una espada larga.
- Arma de sangre:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Con la nueva arma en mi brazo realicé un nuevo tajo ahora descendente aprovechando la ímpetu del movimiento aprovechando mi fuerza. Ya no había espacio para escapar, ya que mi nueva arma se salía de los cálculos de distancia del clon de sangre. El arma carmesí cortó atravesando los trapecios de aquel ser, logrando cortar con fuerza lo que parecía ser una estructura que replicaba la de un ser humano; músculos blandos, huesos duros, se sentía tan real a pesar del rojo. Mi corte penetró hasta la parte baja del pecho, un golpe fulminante.
La criatura no emitió sonido ni queja alguna, pero al instante perdió su forma sólida y cayó al suelo en una cascada de sangre que se esparció por todo el suelo, manchando mis botas y pantalones de rojo.
Caminé a la puerta, había vencido al oponente más admirable que podría haber enfrentado.
Off
(1)= Empleo un uso de mi habilidad Pacto Carmesí para cambiar de arma al instante.
Nivel 0: Pacto carmesí [Mágica] – Activa (2 usos) Duración= 2 turnos
Debido a la sangromancia de Zagreus, el vampiro puede extraer cantidades de sangre por los poros de su piel sin perjudicarse y a partir de ella crear armas de sangre a una mano.
Zagreus solo puede crear una arma por activación. Igualmente, puede emplear un uso de la habilidad para cambiar el tipo de arma de sangre creada al instante.
Zagreus
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 411
Nivel de PJ : : 3
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Cuándo Peter lo atrajo hacia su cuerpo, rodeándole con sus brazos, convencido de que era realmente él, Cohen volvió a sentirse en casa. Durante un breve segundo, se olvidó de dónde estaban y de lo que ocurría. Tan sólo disfrutó del contacto con el humano.
Al separarse y ver de nuevo el rostro de Peter, Cohen supo que su prioridad ahora era lograr salir de allí con vida, al coste que fuese.
Zana previendo su pensamiento, dio un par de pasos hacia ellos, para aclararle sus dudas.
―Le hemos tratado bien. Ni siquiera nadie se ha alimentado de él. Yo misma me encargué de eso.
―¿Acaso debo estarte agradecido?
―¿Por qué? No logro entender por qué lo habéis hecho.
La vampiresa sonrió levemente mientras comenzaba a sacudir su cabeza, de un lado a otro, algo dubitativa, cómo si no encontrara las palabras más adecuadas.
―Investigación. Estudiamos las copias para saber qué podemos esperar de ellas, análisis de su comportamiento, si son capaces de sentir algo o enamorarse, hasta que punto actúan cómo verdaderas personas… La vigilancia y las pruebas son cruciales para lograr entender toda la situación… ¿puedo enseñarte algo?
Cohen se aferró al brazo de Peter, dando a entender que no iría a ningún lado sin él. Al percatarse de ello, Zana asintió y señaló el camino hacia una habitación contigua, dejando atrás la sala al final de las tres puertas.
―¿Zagreus y Caoimhe? ¿Qué pasará con ellos?
―¿Zagreus está aquí?― preguntó el humano, que tuvo cómo única respuesta el asentimiento de Cohen.
―Pues… se les invitará a formar parte del Ojo, a ser candidatos. Si aceptan, comenzarán su instrucción enseguida. Al igual que la tuya.
―¿Y si no lo hacen?
―Les obligarán a beber el elixir. Tranquilo, es inofensivo. Quedarán dormidos de forma inmediata y al despertar no recordarán nada de los últimos días. Zagreus no recordará este lugar ni su seguimiento a San Jacobo hasta aquí… Caoimhe no recordará ni siquiera haberte conocido. Y Peter… no recordará haber visto a su copia, ni su secuestro ni de nuestra existencia. [1]
Durante un segundo, Cohen se planteó preguntar qué ocurriría si alguno de ellos se negaba a beber, pero suponía que entre las decenas de personas escondidas bajos las túnicas carmesíes de aquella sala, había varios vampiros de la voz que les obligaría a hacerlo.
Bajaron hacia un piso inferior, dónde se situaba una celda. En su interior, había un hombre, tras unos barrotes de hierro. Dos personas se encontraban vigilando constantemente al prisionero. Dos personas que se encontraban de espaldas a ellos y que se vistieron con las túnicas antes de que pudieran verles el rostro.
―Te presento a tu antecesor. Rolmia, ¿cómo te encuentras hoy?
El hombre del interior de la celda se acercó a los barrotes y sujetó la mano de Zana, mientras sonreía.
―Zana, por favor, déjame ver de nuevo la esfera. La esfera púrpura. Él quiere verla y no deja de hablarme.
―¿Él está aquí?
―Sabes que siempre está aquí. Él…
Rolmia miró a su derecha, hacia el vacío, hacia un lugar dónde no había nadie, pero sin duda, él sí lo veía. Sus palabras le sorprendieron: eran las mismas que había escuchado de la copia de Zana. Su obsesión con la esfera púrpura.
―Él le está mirando… a él― en ese momento, alzó el brazo para señalar a Cohen― Él le contempla y conoce. Él dice… Él dice que pronto llegará su hora. Él la ha visto. La esfera púrpura. La ha visto. Tráigala aquí, por favor. Necesito verla. ¡Necesitamos verlas! ¡La esfera púrpura! ¡Queremos verla!
Rolmia llevó sus dos brazos a los barrotes de la celda y comenzó a golpearse salvajemente la cabeza contra los hierros que le contenían encerrado. De repente, Zana comenzó a hablar relajadamente y contempló cómo Rolmia se relajaba y caía poco a poco en un estado de paz.
―Cohen, ¿qué está pasando?
―Yo acabaré así.
En cuanto su copia y el prisionero abandonaron la habitación de camino a las celdas, el verdadero Nikolas Cohen sonrió y comenzó a prepararse.
Todos los allí presentes ocuparon sus puestos, pues los dos aspirantes a miembros del Ojo Carmesí estaban a punto de llegar.
Sasha se liberó de su túnica y permaneció sentado en el asiento del líder de la sociedad frente a las puertas que no tardarían en abrirse.
El verdadero Nikolas Cohen tomó la espada de Peter en sus manos. Sabía lo que tenía que decir. Peter en realidad no estaba muerto, sino que le habían hecho creer mediante la magia de la voz que sí lo estaba. En realidad, estaba allí y la única manera de que lo liberaran sería convirtiéndose en candidato al Ojo.
Bajo la túnica, vestía ropajes negros, color que a menudo su copia utilizaba y aunque las prendas no eran exactamente igual, dudaba mucho que los dos aspirantes se dieran cuenta de que no era el mismo Cohen que había entrado junto a ellos.
―Ya están en la tercera sala. Tomarán el objeto y vendrán. Estad preparados.
Sosteniendo la espada en las manos, se giró mirando hacia las dos puertas sabiendo que tarde o temprano, ambas se abrirían. Nikolas Cohen estaba preparado para representarse a sí mismo.
[1] Zagreus y Caoimhe olvidarían lo sucedido en este tema. Zagreus olvidaría además lo sucedido en el tema "Un Torrente de Sangre A La Cabeza" (Zagreus no recordaría tampoco haber "conocido" a San Jacobo) y Cao olvidaría el tema "Sangre, Tinta y Evasión" (Cao no recordaría a Cohen, ni a Victor ni a la vieja Matilda)
En este turno, debéis entrar en la tercera sala. En ella, encontraréis un objeto de gran valor para vosotros. Digamos que es una tentación del Ojo hacia lo que os puede dar, lo que más ansiáis. Tened en cuenta que este objeto lo conservaréis sólo en el caso de que decidáis uniros al Ojo.
Debéis tomar ese objeto, sea el que sea, y salir de la habitación. Al hacerlo, llegaréis hasta la sala dónde os espera el Ojo Carmesí.
Veréis sentados a Sasha, el líder del Ojo, en el sillón central de la habitación, con un semicírculo de personas bajo túnicas de color carmesí, que ocultan su rostro.
También os encontraréis con el Verdadero Nikolas Cohen que se hará pasar por la copia que ya conocéis. El objeto que supuestamente ha encontrado en su sala es la espada de Peter.
Cao, eres libre de decidir si Vrykolakas se encuentra en la sala del Ojo y si muestra su identidad ante tu presencia. El edificio es suyo y hay indicios evidentes de su vinculación con la Sociedad.
El resto, en el último turno…
Al separarse y ver de nuevo el rostro de Peter, Cohen supo que su prioridad ahora era lograr salir de allí con vida, al coste que fuese.
Zana previendo su pensamiento, dio un par de pasos hacia ellos, para aclararle sus dudas.
―Le hemos tratado bien. Ni siquiera nadie se ha alimentado de él. Yo misma me encargué de eso.
―¿Acaso debo estarte agradecido?
―¿Por qué? No logro entender por qué lo habéis hecho.
La vampiresa sonrió levemente mientras comenzaba a sacudir su cabeza, de un lado a otro, algo dubitativa, cómo si no encontrara las palabras más adecuadas.
―Investigación. Estudiamos las copias para saber qué podemos esperar de ellas, análisis de su comportamiento, si son capaces de sentir algo o enamorarse, hasta que punto actúan cómo verdaderas personas… La vigilancia y las pruebas son cruciales para lograr entender toda la situación… ¿puedo enseñarte algo?
Cohen se aferró al brazo de Peter, dando a entender que no iría a ningún lado sin él. Al percatarse de ello, Zana asintió y señaló el camino hacia una habitación contigua, dejando atrás la sala al final de las tres puertas.
―¿Zagreus y Caoimhe? ¿Qué pasará con ellos?
―¿Zagreus está aquí?― preguntó el humano, que tuvo cómo única respuesta el asentimiento de Cohen.
―Pues… se les invitará a formar parte del Ojo, a ser candidatos. Si aceptan, comenzarán su instrucción enseguida. Al igual que la tuya.
―¿Y si no lo hacen?
―Les obligarán a beber el elixir. Tranquilo, es inofensivo. Quedarán dormidos de forma inmediata y al despertar no recordarán nada de los últimos días. Zagreus no recordará este lugar ni su seguimiento a San Jacobo hasta aquí… Caoimhe no recordará ni siquiera haberte conocido. Y Peter… no recordará haber visto a su copia, ni su secuestro ni de nuestra existencia. [1]
Durante un segundo, Cohen se planteó preguntar qué ocurriría si alguno de ellos se negaba a beber, pero suponía que entre las decenas de personas escondidas bajos las túnicas carmesíes de aquella sala, había varios vampiros de la voz que les obligaría a hacerlo.
Bajaron hacia un piso inferior, dónde se situaba una celda. En su interior, había un hombre, tras unos barrotes de hierro. Dos personas se encontraban vigilando constantemente al prisionero. Dos personas que se encontraban de espaldas a ellos y que se vistieron con las túnicas antes de que pudieran verles el rostro.
―Te presento a tu antecesor. Rolmia, ¿cómo te encuentras hoy?
El hombre del interior de la celda se acercó a los barrotes y sujetó la mano de Zana, mientras sonreía.
―Zana, por favor, déjame ver de nuevo la esfera. La esfera púrpura. Él quiere verla y no deja de hablarme.
―¿Él está aquí?
―Sabes que siempre está aquí. Él…
Rolmia miró a su derecha, hacia el vacío, hacia un lugar dónde no había nadie, pero sin duda, él sí lo veía. Sus palabras le sorprendieron: eran las mismas que había escuchado de la copia de Zana. Su obsesión con la esfera púrpura.
―Él le está mirando… a él― en ese momento, alzó el brazo para señalar a Cohen― Él le contempla y conoce. Él dice… Él dice que pronto llegará su hora. Él la ha visto. La esfera púrpura. La ha visto. Tráigala aquí, por favor. Necesito verla. ¡Necesitamos verlas! ¡La esfera púrpura! ¡Queremos verla!
Rolmia llevó sus dos brazos a los barrotes de la celda y comenzó a golpearse salvajemente la cabeza contra los hierros que le contenían encerrado. De repente, Zana comenzó a hablar relajadamente y contempló cómo Rolmia se relajaba y caía poco a poco en un estado de paz.
―Cohen, ¿qué está pasando?
―Yo acabaré así.
___________________________________________
En cuanto su copia y el prisionero abandonaron la habitación de camino a las celdas, el verdadero Nikolas Cohen sonrió y comenzó a prepararse.
Todos los allí presentes ocuparon sus puestos, pues los dos aspirantes a miembros del Ojo Carmesí estaban a punto de llegar.
Sasha se liberó de su túnica y permaneció sentado en el asiento del líder de la sociedad frente a las puertas que no tardarían en abrirse.
El verdadero Nikolas Cohen tomó la espada de Peter en sus manos. Sabía lo que tenía que decir. Peter en realidad no estaba muerto, sino que le habían hecho creer mediante la magia de la voz que sí lo estaba. En realidad, estaba allí y la única manera de que lo liberaran sería convirtiéndose en candidato al Ojo.
Bajo la túnica, vestía ropajes negros, color que a menudo su copia utilizaba y aunque las prendas no eran exactamente igual, dudaba mucho que los dos aspirantes se dieran cuenta de que no era el mismo Cohen que había entrado junto a ellos.
―Ya están en la tercera sala. Tomarán el objeto y vendrán. Estad preparados.
Sosteniendo la espada en las manos, se giró mirando hacia las dos puertas sabiendo que tarde o temprano, ambas se abrirían. Nikolas Cohen estaba preparado para representarse a sí mismo.
___________________________________________
[1] Zagreus y Caoimhe olvidarían lo sucedido en este tema. Zagreus olvidaría además lo sucedido en el tema "Un Torrente de Sangre A La Cabeza" (Zagreus no recordaría tampoco haber "conocido" a San Jacobo) y Cao olvidaría el tema "Sangre, Tinta y Evasión" (Cao no recordaría a Cohen, ni a Victor ni a la vieja Matilda)
En este turno, debéis entrar en la tercera sala. En ella, encontraréis un objeto de gran valor para vosotros. Digamos que es una tentación del Ojo hacia lo que os puede dar, lo que más ansiáis. Tened en cuenta que este objeto lo conservaréis sólo en el caso de que decidáis uniros al Ojo.
Debéis tomar ese objeto, sea el que sea, y salir de la habitación. Al hacerlo, llegaréis hasta la sala dónde os espera el Ojo Carmesí.
Veréis sentados a Sasha, el líder del Ojo, en el sillón central de la habitación, con un semicírculo de personas bajo túnicas de color carmesí, que ocultan su rostro.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Apariencia de Sasha
También os encontraréis con el Verdadero Nikolas Cohen que se hará pasar por la copia que ya conocéis. El objeto que supuestamente ha encontrado en su sala es la espada de Peter.
Cao, eres libre de decidir si Vrykolakas se encuentra en la sala del Ojo y si muestra su identidad ante tu presencia. El edificio es suyo y hay indicios evidentes de su vinculación con la Sociedad.
El resto, en el último turno…
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
No había luz alguna en la sala que continuó a la segunda. Los primeros minutos la vampiresa decidió no adentrarse mucho en la estancia, aún enmudecida por sus propias acciones momentos antes. Se imaginaba degollada sobre una mesa que nunca fue suya y algo en ella ronroneaba con la idea de repetir la sensación máxima de control que había sentido al hacerse cargo de todo lo que nunca iba a llegar a ser.
Un pequeño parpadeo de luz interrumpió su pensamiento justo antes de volver a fundirse en la penumbra, como captando su atención y atrayéndola al allí y ahora. La vampiresa había comenzado a molestarse por la urgencia de toda aquella aventura. La manera en la que estaba siendo guiada y lo poco que sabía de lo siguiente que iba a encontrar al abrir la puerta frente a ella. Además por alguna extraña razón una sensación de soledad se había despertado en ella de manera progresiva desde la sala anterior.
La vampiresa no era alguien que necesitaba la compañía de cuerpos ajenos al suyo propio para sentirse contenida. Pero algo en ella parecía estar lidiando una revuelta silenciosa que no ayudaba al estado de ánimo que había iniciado la visión de Zagreus horas antes.
Para cuando la luz parpadeó de nuevo, Caoimhe había decidido que estaba cansada de ser guiada como si de un perro con correa se tratase. Y que quizás lo más sensato era dar la vuelta y destruir todo lo que había visto en la puerta anterior, por si quedaba alguna duda de que no había nada allí que desea...
Y entonces la vió.
Sumida en el haz de luz que al fin se quedó mostrando la vitrina exacta donde parecía estar esperándola.
-Imposible- susurró, su voz proyectando el tono de molestia, casi de enfado que había estado albergando hasta aquel entonces.
Ella misma la había destrozado. Se había encargado de que todas y cada una de las partes que componían aquel objeto del diablo desapareciese de la faz de la tierra.
Se acercó un poco con los ojos muy abiertos y primero recelosa. Los brazos cruzados en un intento de guardar una distancia entre ella y.. aquella cosa. Su curiosidad, sin embargo in crescendo a medida que la rodeaba, observando todas y cada uno de sus contornos.
La última vez que sus manos habían tocado su viola, de ella había escapado el sonido mortal de las cuerdas esparciéndose por el suelo. La madera de nogal astillada con cada golpe. No estaba orgullosa de aquella acción en particular. Y se mentiría a si misma si pensase que no había extrañado el roce de sus manos sobre las cuerdas. La presión de su propia fuerza transformada en el movimiento del arco. El abrazo del cuerpo sobre su hombro.
La música. En sus oídos. Casi podía recordar la tonalidad grave de las cuerdas con el roce de su fiereza.Pero también recordó lo que aquello solía significar.
Apartó la última idea de su cabeza y sin saber muy bien como, su mano- que había deshecho el nudo en el que había estado sumida- se posó sobre los calados. Dibujando las inconfundibles figuras en la madera buscando de manera indirecta el lugar exacto en el puente que confirmaba que aquella era su viola: La C en forma de luna trazada de manera abrupta en la parte interna del puente por una... mucho menos cuidadosa Caoimhe.
Por supuesto aquella Viola había dejado de tener las propiedades mágicas que su padre le otorgaba, pero para la vampiresa lo especial de aquel instrumento nunca había sido la persuasión que el poder de su padre sacaba de las notas que tocaban, sino la idea de que sus manos se moviesen sin un destino exacto y fuesen capaz de vaciar su mente en sonidos que ni siquiera ella reconocía.
La agarró finalmente perdiendo el pulso contra su orgullo. Acarició con su mano el cuerpo y la puso sobre su hombro izquierdo como quien abraza a un viejo amigo. Agarró el arco recelosa, sin esperar demasiado de un primer sonido... pero la visión de una de sus manos, astillada por una cicatriz horrible que tenía nombre y apellidos la hizo pausar. Rompiendo la burbuja en la que se había sumido.
Aquello sin duda era un juego macabra, y el ojo tenía mucho que explicarle como por ejemplo... ¿Qué hacía una viola que ella misma se había encargado de hacer desaparecer en aquel lugar Intacta?
Caminó decidida hasta su siguiente destino, llevando consigo el objeto que acababa de encontrar. Dispuesta a acabar con cualquiera que se atreviese a investigar más en su vida y en su mente. Su tolerancia desecha en forma de la privacidad que envolvía a aquel objeto y sobre todo el último recuerdo del mismo.
Pero los ojos de lo que parecían cientos de personas la esperaban de manera pausada en la sala contigua a aquella. El semicirculo compuesto con personas vestidas de un rojo intenso se cerraba en torno a un único hombre. El único sentado y mostrando su cabeza. La vampiresa aminoró la velocidad inicial de sus pasos que le había dado su enfado y observó a su alrededor en busca de algo familiar que le indicase dónde estaba.
La incomodidad de los ojos a su alrededor perforándola comenzó a extenderse y de pronto fue muy consciente de que acababa de
chocarse con lo que parecía ser un grupo de espectadores. Deleitándose quizás con la actuación de Caoimhe en las habitaciones tras ella.Esperando un encore para despreciarla aún más.
Tragó saliva y entonces intuyó un movimiento casi paralelo al suyo propio. Una figura alta cuya esencia estaba comenzando a conocer lo suficientemente bien como para saber de quien se trataba. Aún así miró a Zagreus por un segundo, buscando de manera estúpida una complicidad que sabía no iba a encontrar. ¿También él había sido observador externo de todo lo que había pasado en las salas anteriores? desvió la mirada e intetó ocultar su viola de manera poco eficaz.
Algo en ella se relajó un poco cuando por fin dió con la figura de Cohen no muy lejos de donde acababa de llegar ella misma, llavando consigo una espada. Imaginó también que el chico había observado todos y cada uno de sus movimientos y por ello sus palabras sonaron más punzantes de lo que hasta ahora le había dedicado:
-Y bien... ¿ahora van a aplaudirnos todos o alguien va a dignarse a explicarnos qué es todo esto?-
Un pequeño parpadeo de luz interrumpió su pensamiento justo antes de volver a fundirse en la penumbra, como captando su atención y atrayéndola al allí y ahora. La vampiresa había comenzado a molestarse por la urgencia de toda aquella aventura. La manera en la que estaba siendo guiada y lo poco que sabía de lo siguiente que iba a encontrar al abrir la puerta frente a ella. Además por alguna extraña razón una sensación de soledad se había despertado en ella de manera progresiva desde la sala anterior.
La vampiresa no era alguien que necesitaba la compañía de cuerpos ajenos al suyo propio para sentirse contenida. Pero algo en ella parecía estar lidiando una revuelta silenciosa que no ayudaba al estado de ánimo que había iniciado la visión de Zagreus horas antes.
Para cuando la luz parpadeó de nuevo, Caoimhe había decidido que estaba cansada de ser guiada como si de un perro con correa se tratase. Y que quizás lo más sensato era dar la vuelta y destruir todo lo que había visto en la puerta anterior, por si quedaba alguna duda de que no había nada allí que desea...
Y entonces la vió.
Sumida en el haz de luz que al fin se quedó mostrando la vitrina exacta donde parecía estar esperándola.
-Imposible- susurró, su voz proyectando el tono de molestia, casi de enfado que había estado albergando hasta aquel entonces.
Ella misma la había destrozado. Se había encargado de que todas y cada una de las partes que componían aquel objeto del diablo desapareciese de la faz de la tierra.
Se acercó un poco con los ojos muy abiertos y primero recelosa. Los brazos cruzados en un intento de guardar una distancia entre ella y.. aquella cosa. Su curiosidad, sin embargo in crescendo a medida que la rodeaba, observando todas y cada uno de sus contornos.
La última vez que sus manos habían tocado su viola, de ella había escapado el sonido mortal de las cuerdas esparciéndose por el suelo. La madera de nogal astillada con cada golpe. No estaba orgullosa de aquella acción en particular. Y se mentiría a si misma si pensase que no había extrañado el roce de sus manos sobre las cuerdas. La presión de su propia fuerza transformada en el movimiento del arco. El abrazo del cuerpo sobre su hombro.
La música. En sus oídos. Casi podía recordar la tonalidad grave de las cuerdas con el roce de su fiereza.Pero también recordó lo que aquello solía significar.
Apartó la última idea de su cabeza y sin saber muy bien como, su mano- que había deshecho el nudo en el que había estado sumida- se posó sobre los calados. Dibujando las inconfundibles figuras en la madera buscando de manera indirecta el lugar exacto en el puente que confirmaba que aquella era su viola: La C en forma de luna trazada de manera abrupta en la parte interna del puente por una... mucho menos cuidadosa Caoimhe.
Por supuesto aquella Viola había dejado de tener las propiedades mágicas que su padre le otorgaba, pero para la vampiresa lo especial de aquel instrumento nunca había sido la persuasión que el poder de su padre sacaba de las notas que tocaban, sino la idea de que sus manos se moviesen sin un destino exacto y fuesen capaz de vaciar su mente en sonidos que ni siquiera ella reconocía.
La agarró finalmente perdiendo el pulso contra su orgullo. Acarició con su mano el cuerpo y la puso sobre su hombro izquierdo como quien abraza a un viejo amigo. Agarró el arco recelosa, sin esperar demasiado de un primer sonido... pero la visión de una de sus manos, astillada por una cicatriz horrible que tenía nombre y apellidos la hizo pausar. Rompiendo la burbuja en la que se había sumido.
Aquello sin duda era un juego macabra, y el ojo tenía mucho que explicarle como por ejemplo... ¿Qué hacía una viola que ella misma se había encargado de hacer desaparecer en aquel lugar Intacta?
Caminó decidida hasta su siguiente destino, llevando consigo el objeto que acababa de encontrar. Dispuesta a acabar con cualquiera que se atreviese a investigar más en su vida y en su mente. Su tolerancia desecha en forma de la privacidad que envolvía a aquel objeto y sobre todo el último recuerdo del mismo.
Pero los ojos de lo que parecían cientos de personas la esperaban de manera pausada en la sala contigua a aquella. El semicirculo compuesto con personas vestidas de un rojo intenso se cerraba en torno a un único hombre. El único sentado y mostrando su cabeza. La vampiresa aminoró la velocidad inicial de sus pasos que le había dado su enfado y observó a su alrededor en busca de algo familiar que le indicase dónde estaba.
La incomodidad de los ojos a su alrededor perforándola comenzó a extenderse y de pronto fue muy consciente de que acababa de
chocarse con lo que parecía ser un grupo de espectadores. Deleitándose quizás con la actuación de Caoimhe en las habitaciones tras ella.Esperando un encore para despreciarla aún más.
Tragó saliva y entonces intuyó un movimiento casi paralelo al suyo propio. Una figura alta cuya esencia estaba comenzando a conocer lo suficientemente bien como para saber de quien se trataba. Aún así miró a Zagreus por un segundo, buscando de manera estúpida una complicidad que sabía no iba a encontrar. ¿También él había sido observador externo de todo lo que había pasado en las salas anteriores? desvió la mirada e intetó ocultar su viola de manera poco eficaz.
Algo en ella se relajó un poco cuando por fin dió con la figura de Cohen no muy lejos de donde acababa de llegar ella misma, llavando consigo una espada. Imaginó también que el chico había observado todos y cada uno de sus movimientos y por ello sus palabras sonaron más punzantes de lo que hasta ahora le había dedicado:
-Y bien... ¿ahora van a aplaudirnos todos o alguien va a dignarse a explicarnos qué es todo esto?-
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Crucé la puerta sin bajar la guardia, cauteloso de los desafíos que proponía el Ojo. Ya esperaba un nuevo reto, por lo que sostenía con fuerza mi espada de sangre.
La nueva habitación, al igual que las anteriores, era oscura, con un par de antorchas en unas bases ornamentadas en sus paredes curvas. En el centro de aquel cuarto circular, una repisa de madera era iluminada por una luz artificial sin origen, ya que el techo estaba completamente sellado.
En el atril mágicamente iluminado, un pergamino abierto irradiaba una esencia oscura. Sus bordes desgastados y su contenido escrito en tinta roja se distinguía a la distancia, era un pergamino del dios vampiro.
No parecía haber más personas en aquella habitación, por lo que la espada de sangre perdió su forma sólida y fue absorbida por mi mano, confiado en no tener que combatir de momento. Peiné mis cabellos cenicientos, tensando un mechón con una coleta para mantener mi aspecto prolijo de siempre. Sacudí mis prendas y eliminé la sangre de mi anterior batalla que había quedado en mis pantalones y botas.
Ya no había rastro de mis anteriores desafíos, mi apariencia volvía a ser impoluta, sin embargo, una mueca incómoda apareció en mi rostro. Una sonrisa nerviosa surgió al interpretar el nuevo desafío que solo postergaba con mis rituales de aseo y belleza.
No era necesario acercarme para confirmar mi hipótesis, pero el hecho de validar su autenticidad me tentaba. Me sentía insultado por el Ojo en propiciar un reto como aquel. Tanteaba la idea de ser el camino a una trampa mortal o sencillamente otra ilusión rasgando aquellos deseos de mi conciencia.
La curiosidad se apoderaba mientras caminaba en círculos por la estancia rodeando aquel pergamino, observándolo en silencio con suma atención, revisando cada detalle. Su mensaje en una lengua muerta, dibujos y formas irreconocibles. Sin duda era un pergamino real, tenía una presencia demoníaca con vida propia. Prácticamente, se escuchaba el eco del latido de aquel artefacto mítico.
Me acerqué al centro. Mis pupilas se dilataban, mi pulso aumentaba su ritmo, mis dedos temblaban; tomé el manuscrito mítico.
Al hacer contacto mi sangre estremeció, sentí como mi maldición se agitaba y la sombra de Habakhuk potenciaba mi control sobre la sangre. Tenía que hacerme con aquel tomo y juntarlo con el resto de los que ya había podido conseguir que guardaba en mi torre inexpugnable.
Lo enrollé con cuidado, era un artefacto indestructible, pero igualmente parecía tan frágil con el desgaste de los milenios. Caminé en silencio esperando la respuesta del Ojo Carmesí. ¿Se trataría de una trampa o una artimaña de magia de voz?
Nada parecía activarse y el pergamino no se esfumaba en una ilusión. Crucé la puerta, escéptico del tesoro que había conseguido. Caminé varios pasos entre la penumbra hasta ver lo que parecía una reunión que esperaba por mi presencia. Sin dudar continué mi caminar hasta colocarme enfrente de un tribunal de personas encapuchadas que en un semicírculo rodeaban a quien parecía su líder.
Me acerqué procurando no mostrar confusión ni vacilación en mi rostro, preparado para la confrontación de ser necesario (aunque la desventaja era evidente y seria el camino menos sensato). No podía dejar el pergamino atrás, por lo que en un intento infantil por ocultar el objeto de la anterior habitación, puse mis manos a mi espalda. Era obvio que ellos sabrían que tenia el objeto, pero el enconderlo de la vista de los imprudentes me calmaba.
Me coloqué en silencio al lado de mis dos compañeros que parecían haber pasado por pruebas similares a las mías. Cohen y Caoimhe llevaban una espada y un instrumento de cuerda frotada, respectivamente. No lucían ni especiales ni únicos, por lo contrario parecían insignificantes a comparación a mi pergamino legendario. Me extrañé, pero no hice comentario alguno y preferí evitar el contacto visual con mis aliados.
La vampiresa habló. Sarcástica y emocional, dejándose llevar y tomando la iniciativa con sus palabras. Era evidente que su impulsividad no la mantendría en silencio. Yo por mi parte no me inmuté, era obvio que aquello era un teatro orquestado por aquel gremio. Solo me limité a observar mi alrededor, analizando aquellas figuras de rojo, deteniendo mi mirada en aquel hombre en el centro, esperando que hablase.
Sería muy fácil acabar con nosotros, pero la realidad era que el Ojo nos quería ahí… ¿Pero para qué?, reflexionaba mientras tejía en mi cerebro posibles teorías, escapes y procedimientos para lidiar con la situación.
La nueva habitación, al igual que las anteriores, era oscura, con un par de antorchas en unas bases ornamentadas en sus paredes curvas. En el centro de aquel cuarto circular, una repisa de madera era iluminada por una luz artificial sin origen, ya que el techo estaba completamente sellado.
En el atril mágicamente iluminado, un pergamino abierto irradiaba una esencia oscura. Sus bordes desgastados y su contenido escrito en tinta roja se distinguía a la distancia, era un pergamino del dios vampiro.
No parecía haber más personas en aquella habitación, por lo que la espada de sangre perdió su forma sólida y fue absorbida por mi mano, confiado en no tener que combatir de momento. Peiné mis cabellos cenicientos, tensando un mechón con una coleta para mantener mi aspecto prolijo de siempre. Sacudí mis prendas y eliminé la sangre de mi anterior batalla que había quedado en mis pantalones y botas.
Ya no había rastro de mis anteriores desafíos, mi apariencia volvía a ser impoluta, sin embargo, una mueca incómoda apareció en mi rostro. Una sonrisa nerviosa surgió al interpretar el nuevo desafío que solo postergaba con mis rituales de aseo y belleza.
No era necesario acercarme para confirmar mi hipótesis, pero el hecho de validar su autenticidad me tentaba. Me sentía insultado por el Ojo en propiciar un reto como aquel. Tanteaba la idea de ser el camino a una trampa mortal o sencillamente otra ilusión rasgando aquellos deseos de mi conciencia.
La curiosidad se apoderaba mientras caminaba en círculos por la estancia rodeando aquel pergamino, observándolo en silencio con suma atención, revisando cada detalle. Su mensaje en una lengua muerta, dibujos y formas irreconocibles. Sin duda era un pergamino real, tenía una presencia demoníaca con vida propia. Prácticamente, se escuchaba el eco del latido de aquel artefacto mítico.
Me acerqué al centro. Mis pupilas se dilataban, mi pulso aumentaba su ritmo, mis dedos temblaban; tomé el manuscrito mítico.
Al hacer contacto mi sangre estremeció, sentí como mi maldición se agitaba y la sombra de Habakhuk potenciaba mi control sobre la sangre. Tenía que hacerme con aquel tomo y juntarlo con el resto de los que ya había podido conseguir que guardaba en mi torre inexpugnable.
Lo enrollé con cuidado, era un artefacto indestructible, pero igualmente parecía tan frágil con el desgaste de los milenios. Caminé en silencio esperando la respuesta del Ojo Carmesí. ¿Se trataría de una trampa o una artimaña de magia de voz?
Nada parecía activarse y el pergamino no se esfumaba en una ilusión. Crucé la puerta, escéptico del tesoro que había conseguido. Caminé varios pasos entre la penumbra hasta ver lo que parecía una reunión que esperaba por mi presencia. Sin dudar continué mi caminar hasta colocarme enfrente de un tribunal de personas encapuchadas que en un semicírculo rodeaban a quien parecía su líder.
Me acerqué procurando no mostrar confusión ni vacilación en mi rostro, preparado para la confrontación de ser necesario (aunque la desventaja era evidente y seria el camino menos sensato). No podía dejar el pergamino atrás, por lo que en un intento infantil por ocultar el objeto de la anterior habitación, puse mis manos a mi espalda. Era obvio que ellos sabrían que tenia el objeto, pero el enconderlo de la vista de los imprudentes me calmaba.
Me coloqué en silencio al lado de mis dos compañeros que parecían haber pasado por pruebas similares a las mías. Cohen y Caoimhe llevaban una espada y un instrumento de cuerda frotada, respectivamente. No lucían ni especiales ni únicos, por lo contrario parecían insignificantes a comparación a mi pergamino legendario. Me extrañé, pero no hice comentario alguno y preferí evitar el contacto visual con mis aliados.
La vampiresa habló. Sarcástica y emocional, dejándose llevar y tomando la iniciativa con sus palabras. Era evidente que su impulsividad no la mantendría en silencio. Yo por mi parte no me inmuté, era obvio que aquello era un teatro orquestado por aquel gremio. Solo me limité a observar mi alrededor, analizando aquellas figuras de rojo, deteniendo mi mirada en aquel hombre en el centro, esperando que hablase.
Sería muy fácil acabar con nosotros, pero la realidad era que el Ojo nos quería ahí… ¿Pero para qué?, reflexionaba mientras tejía en mi cerebro posibles teorías, escapes y procedimientos para lidiar con la situación.
Zagreus
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 411
Nivel de PJ : : 3
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Zana se aproximó a ellos, viendo cómo la copia de aquel vampiro, encerrado en la celda, comenzaba a calmarse.
―¿Te has dado cuenta cómo ha logrado detectar que has visto la esfera? La esfera tiene cinco guardianes y cada copia ve a uno de ellos cuándo llega su momento. Cada uno de ellos tiene sus propias características, aunque el resultado es el mismo… la absoluta locura y obsesión por la esfera. Le tenemos retenido para impedir que nada le ocurra, vigilado y encerrado hasta su muerte, alargando su agonía para darte tiempo a ti. Tiempo para que asumas tus responsabilidades.
―¿Mis responsabilidades?
―Exacto. ¿Quieres seguir viviendo? Él tarde o temprano morirá… debes prestarte a que te investiguemos, a colaborar con nosotros, debes ser uno de los nuestros e iniciar tu año de iniciado en el ojo, cómo si fueras un aspirante más. Hazlo o muere, tú eliges.
Conocía a Zana lo suficiente cómo para saber que decía la verdad. Por ello, Cohen, tras dirigir la mirada de nuevo hacia la celda, miró a Peter.
―Haremos cuánto sea conveniente, pero… ¿te fías de esta gente?
―¿Haremos? ¿Eres vampiro, acaso? Tú tendrás que beber el elixir. Olvidarás todo lo ocurrido y no podrás recordar nada de los últimos días. El Ojo no permite miembros de ninguna otra raza aquí. Conviértete o olvida esto.
―Peter beberá el elixir… pero yo se lo prepararé. Debo asegurarme de que no bebe algo que no bebería…
―Ya imaginaba que dirías eso… ¡Muy bien! Seguidme... Hay un elixir que preparar...
Sasha observó a los dos nuevos candidatos junto a Nikolas Cohen. La mujer y el hombre. Ella había sido convertida por Vrykolakkas. Él, aliado de la copia de Cohen, poseía uno de los manuscritos de Zana, aquel que había ocultado en el jardín de los Rappaccini. Ambos eran perfiles interesantes para ser candidatos para el Ojo y habían demostrado algunas cualidades, pero Sasha dudaba sobre si aceptarían.
Nikolas Cohen miró a los que se supone que eran sus dos aliados. Les mostró la espada y con una sonrisa en los labios, expresó con aparente alegría:
―¡Peter está vivo! Le he visto. Ellos…
―¡Bienvenidos!― expresó Sasha, aparentando que no estaba todo preparado para interrumpirle en ese preciso instante― ¡Bienvenidos a El Ojo Carmesí! Habéis renacido de nuevo, habéis luchado contra vuestra propia magia y habéis encontrado un objeto de gran valor para cada uno de vosotros. Habéis atravesado las tres salas y superado nuestras pruebas iniciales. Sois excelentes candidatos para convertiros en miembros de El Ojo Carmesí.
Sasha se puso en pie, aunque no dio ni un solo paso, antes de continuar hablando.
―El Ojo Carmesí os ha puesto a prueba y habéis cumplido. Ahora, es nuestro deber, daros a conocer nuestros objetivos y vuestras opciones. Desde hace años, el Ojo ha custodiado algunos objetos de gran valor que, en las manos equivocadas, son grandes amenazas para la raza vampírica. Al igual, poseemos numerosos objetos que, en nuestras manos, son armas poderosas que nos dan ventajas contra el resto de las razas. Vigilamos esta ciudad, la protegemos y nos preparamos para luchar por ella, para promover nuestra cultura, nuestra religión y nuestros intereses.
Sasha dio un par de pasos hacia adelante, bajando los dos escalones que le daban a su asiento, el aspecto de un pequeño trono, para colocarse a la altura de los tres candidatos.
―Cada uno de vosotros tiene una causa para estar aquí. Un vínculo. A veces, es más que evidente. En otras, está más oculto. Sin embargo, sois libres de aceptar o no formar parte de nosotros. Os ofrecemos poder, resistencia, lucha y conocimientos. Una vida de emociones, aventuras e intrigas.
Sasha se paró para mirar a los candidatos y luego a Nikolas Cohen, que continuaba interpretando con atención su papel.
―Disponemos de una pequeña milicia, grupos de trabajo, espionaje, zonas de entrenamiento, fortuna y una amplia biblioteca. Objetos mágicos de todo tipo, una sede secreta mucho mejor que este edificio… tenemos una vida que ofreceros. Una vida que sólo si aceptáis, podéis tomar… Al igual que vuestro regalo. El manuscrito, el instrumento y… Peter.
―Menudo cabrón.
Sasha sonrió levemente, volviéndose a sentar en su asiento. Dos personas encapuchadas, vestidas con las túnicas, trajeron hasta allí tres viales con un elixir brillante, de color ligeramente azulado.
―¡Muy bien! Será sencillo. ¿Queréis aceptar ser candidatos al Ojo y quedaros con lo prometido? Haced el juramento. ¿No queréis serlo? Bebed el elixir: os dormirá y al despertar, no recordaréis nada de esto y el Ojo os dejará en paz, pues la oportunidad de unirse a nosotros es única e irrepetible. Es una opción que no deberíais tomar a la ligera… pero nuestro tiempo es limitado.
Nikolas Cohen miró a los otros dos candidatos. Miró antes a la joven, a la que tenía más cerca, y luego, miró a Zagreus.
―Tengo que hacerlo. Si no, Peter nunca… además…
―La curiosidad te puede. Reconócelo. ¿Y vosotros?
En este último turno, cabe las siguientes opciones:
1 – Aceptáis formar parte de El Ojo Carmesí. Os quedáis con el objeto y se continúa la trama en un tema privado inmediatamente posterior, para que los candidatos conozcan toda la verdad expuesta en este tema y salga a la luz todo (siempre que alguien más se una, obviamente).
2 – Bebéis el elixir. Debéis terminar el turno cayendo dormidos y asumiendo que no recordaréis nada de este tema ni del privado indicado en el turno anterior.
3 – Negaros a uniros y negaros a beber. Seréis asesinados (?)
―¿Te has dado cuenta cómo ha logrado detectar que has visto la esfera? La esfera tiene cinco guardianes y cada copia ve a uno de ellos cuándo llega su momento. Cada uno de ellos tiene sus propias características, aunque el resultado es el mismo… la absoluta locura y obsesión por la esfera. Le tenemos retenido para impedir que nada le ocurra, vigilado y encerrado hasta su muerte, alargando su agonía para darte tiempo a ti. Tiempo para que asumas tus responsabilidades.
―¿Mis responsabilidades?
―Exacto. ¿Quieres seguir viviendo? Él tarde o temprano morirá… debes prestarte a que te investiguemos, a colaborar con nosotros, debes ser uno de los nuestros e iniciar tu año de iniciado en el ojo, cómo si fueras un aspirante más. Hazlo o muere, tú eliges.
Conocía a Zana lo suficiente cómo para saber que decía la verdad. Por ello, Cohen, tras dirigir la mirada de nuevo hacia la celda, miró a Peter.
―Haremos cuánto sea conveniente, pero… ¿te fías de esta gente?
―¿Haremos? ¿Eres vampiro, acaso? Tú tendrás que beber el elixir. Olvidarás todo lo ocurrido y no podrás recordar nada de los últimos días. El Ojo no permite miembros de ninguna otra raza aquí. Conviértete o olvida esto.
―Peter beberá el elixir… pero yo se lo prepararé. Debo asegurarme de que no bebe algo que no bebería…
―Ya imaginaba que dirías eso… ¡Muy bien! Seguidme... Hay un elixir que preparar...
_________________________________________________________
Sasha observó a los dos nuevos candidatos junto a Nikolas Cohen. La mujer y el hombre. Ella había sido convertida por Vrykolakkas. Él, aliado de la copia de Cohen, poseía uno de los manuscritos de Zana, aquel que había ocultado en el jardín de los Rappaccini. Ambos eran perfiles interesantes para ser candidatos para el Ojo y habían demostrado algunas cualidades, pero Sasha dudaba sobre si aceptarían.
Nikolas Cohen miró a los que se supone que eran sus dos aliados. Les mostró la espada y con una sonrisa en los labios, expresó con aparente alegría:
―¡Peter está vivo! Le he visto. Ellos…
―¡Bienvenidos!― expresó Sasha, aparentando que no estaba todo preparado para interrumpirle en ese preciso instante― ¡Bienvenidos a El Ojo Carmesí! Habéis renacido de nuevo, habéis luchado contra vuestra propia magia y habéis encontrado un objeto de gran valor para cada uno de vosotros. Habéis atravesado las tres salas y superado nuestras pruebas iniciales. Sois excelentes candidatos para convertiros en miembros de El Ojo Carmesí.
Sasha se puso en pie, aunque no dio ni un solo paso, antes de continuar hablando.
―El Ojo Carmesí os ha puesto a prueba y habéis cumplido. Ahora, es nuestro deber, daros a conocer nuestros objetivos y vuestras opciones. Desde hace años, el Ojo ha custodiado algunos objetos de gran valor que, en las manos equivocadas, son grandes amenazas para la raza vampírica. Al igual, poseemos numerosos objetos que, en nuestras manos, son armas poderosas que nos dan ventajas contra el resto de las razas. Vigilamos esta ciudad, la protegemos y nos preparamos para luchar por ella, para promover nuestra cultura, nuestra religión y nuestros intereses.
Sasha dio un par de pasos hacia adelante, bajando los dos escalones que le daban a su asiento, el aspecto de un pequeño trono, para colocarse a la altura de los tres candidatos.
―Cada uno de vosotros tiene una causa para estar aquí. Un vínculo. A veces, es más que evidente. En otras, está más oculto. Sin embargo, sois libres de aceptar o no formar parte de nosotros. Os ofrecemos poder, resistencia, lucha y conocimientos. Una vida de emociones, aventuras e intrigas.
Sasha se paró para mirar a los candidatos y luego a Nikolas Cohen, que continuaba interpretando con atención su papel.
―Disponemos de una pequeña milicia, grupos de trabajo, espionaje, zonas de entrenamiento, fortuna y una amplia biblioteca. Objetos mágicos de todo tipo, una sede secreta mucho mejor que este edificio… tenemos una vida que ofreceros. Una vida que sólo si aceptáis, podéis tomar… Al igual que vuestro regalo. El manuscrito, el instrumento y… Peter.
―Menudo cabrón.
Sasha sonrió levemente, volviéndose a sentar en su asiento. Dos personas encapuchadas, vestidas con las túnicas, trajeron hasta allí tres viales con un elixir brillante, de color ligeramente azulado.
―¡Muy bien! Será sencillo. ¿Queréis aceptar ser candidatos al Ojo y quedaros con lo prometido? Haced el juramento. ¿No queréis serlo? Bebed el elixir: os dormirá y al despertar, no recordaréis nada de esto y el Ojo os dejará en paz, pues la oportunidad de unirse a nosotros es única e irrepetible. Es una opción que no deberíais tomar a la ligera… pero nuestro tiempo es limitado.
Nikolas Cohen miró a los otros dos candidatos. Miró antes a la joven, a la que tenía más cerca, y luego, miró a Zagreus.
―Tengo que hacerlo. Si no, Peter nunca… además…
―La curiosidad te puede. Reconócelo. ¿Y vosotros?
_________________________________________________________
En este último turno, cabe las siguientes opciones:
1 – Aceptáis formar parte de El Ojo Carmesí. Os quedáis con el objeto y se continúa la trama en un tema privado inmediatamente posterior, para que los candidatos conozcan toda la verdad expuesta en este tema y salga a la luz todo (siempre que alguien más se una, obviamente).
2 – Bebéis el elixir. Debéis terminar el turno cayendo dormidos y asumiendo que no recordaréis nada de este tema ni del privado indicado en el turno anterior.
3 – Negaros a uniros y negaros a beber. Seréis asesinados (?)
Cohen
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 753
Nivel de PJ : : 5
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
De manera grácil Cohen parecía extasiado por la idea de que Pete estaba vivo. Su ojos brillantes con una emoción encapsulada que nada tenía que ver con el ambiente de la sala: Estóico y sublime, esperando las verdades que no tardarían mucho en escapar de la figura central, quien parecía controla aquella sala.
Las palabras del tal Sasha rozaban la excentricidad. Perfectamente calculadas, cero margen a error y la confianza de alguien que cree conocer a ciencia cierta la consecuencia de todo lo que dice. La vampiresa conocía demasiado bien aquella manera de vanagloriarse y de enalzar todo lo que aquel grupo prometía: Por suerte no era la única persona con la que se había topado últimamente que parecía tener la verdad absoluta en sus palabras.
Pero, por supuesto, aquello era diferente.
Caoimhe no podía negar que aquel hombre, o aquella organización había abierto una brecha en los pensamientos que llevaban con ella casi desde el momento en el que fue consciente de su conversión. Por poco empírico o racional que aquella situación podía parecer, lo cierto era que su mano izquierda aún sentía el agarre seguro de un objeto que debía estar esparcido por los bosques de Beltrexus.
Por supuesto el tal Sasha había usado la palabra 'vinculos' Algo en la vampiresa se removió en el momento exacto en el que el hombre decidió elegir aquella expresión de entre un vocabulario extenso: La duda de la causalidad filtrándose en la corriente de pensamientos que ya la tomaba como un arroyo creciente.
Y por otro lado, lo más obvio: Vrykolakas. Y la visión de su madre que había compartido en la primera puerta. En algún momento hacía dos días había decidido que si los años ignorando su naturaleza le habían enseñado algo era que no se puede evitar la esencia de lo que eres.
Por supuesto, aquello la ponía en la tesitura de no tener el control sobre cómo y cuándo exploraba aquello que no sabía de si misma. No le gustaba dejar al azar de personas desconocidas lo que intuía podía ser algo importante en su autoconocimiento. Tampoco iba a jurar por nadie. Ni por nada. Ella era la única persona a la que había prometido consciencia, fidelidad, esfuerzo y sacrificio. El ojo carmesí no iba a cambiar aquello.Por muchas reglas que mencionase aquel hombre alto de aspecto solemne.
Mientras la cabeza de la chica se sumía en una red de posibles pasadizos, como cada vez que analizaba aquello que iba a serle útil, tres pequeñas botellas había aparecido frente a ellos. Cohen la miró con la excusa en sus ojos y la certitud de su decisión ya tomada. ¿Acaso era aquello lo que esperaba Sasha? Pensaba que la presión de un grupo al que apenas conocía iba a ser una variable a tener en cuenta en una decisión como aquella.
No pudo negar que si aquel era el caso, el atractivo de aquella organización había menguado un poco ante sus ojos. Por muchos objetos interesantes, bibliotecas y promesas de conocimiento que albergasen.
Una figura no muy lejos de ella le dedicó una sonrisa sintiéndose a salvo bajo la capucha que portaba. Caoimhe no necesitó examinarlo mucho para entender quién era el portador de aquella sonrisa. Ese era exactamente el problema. Por mucho que aquel elixir desarmase sus recuerdos la duda e incertidumbre en su mente nada tenía que ver con el ojo carmesí. Ni con Vrykolakas. Quizás darse una oportunidad para conocer aquello que había ocultado era una necesidad de la que no había sido consciente hasta ahora. Una bomba de relojería que estaba hecha para estallar.
Quizás el ojo era la armadura necesaria para bloquear el daño de manera parcial. O el detonador del que desprenderse tras ser usado.
Su molestia anterior había desaparecido. Ni siquiera la presencia perfectamente comedida de Zagreus a su lado parecía contar.
-Afianza, pues, mi vínculo- dijo Caoimhe clavando por primera vez su mirada dispar en los ojos de Sasha.
Aquello era todo lo que ofrecía. No juraba; no prometía; La única certitud que vaticinaba era el vínculo que antes que ella alguien había forzado a unir entre aquella organización y la vampiresa. Si aquello no era suficiente, no iba a forzarlo.
Al fin y al cabo, y de alguna manera, el ojo y/o al menos Vrykolakas también estaban interesados en ella. Ella era la letra pequeña de aquel contrato.
Las palabras del tal Sasha rozaban la excentricidad. Perfectamente calculadas, cero margen a error y la confianza de alguien que cree conocer a ciencia cierta la consecuencia de todo lo que dice. La vampiresa conocía demasiado bien aquella manera de vanagloriarse y de enalzar todo lo que aquel grupo prometía: Por suerte no era la única persona con la que se había topado últimamente que parecía tener la verdad absoluta en sus palabras.
Pero, por supuesto, aquello era diferente.
Caoimhe no podía negar que aquel hombre, o aquella organización había abierto una brecha en los pensamientos que llevaban con ella casi desde el momento en el que fue consciente de su conversión. Por poco empírico o racional que aquella situación podía parecer, lo cierto era que su mano izquierda aún sentía el agarre seguro de un objeto que debía estar esparcido por los bosques de Beltrexus.
Por supuesto el tal Sasha había usado la palabra 'vinculos' Algo en la vampiresa se removió en el momento exacto en el que el hombre decidió elegir aquella expresión de entre un vocabulario extenso: La duda de la causalidad filtrándose en la corriente de pensamientos que ya la tomaba como un arroyo creciente.
Y por otro lado, lo más obvio: Vrykolakas. Y la visión de su madre que había compartido en la primera puerta. En algún momento hacía dos días había decidido que si los años ignorando su naturaleza le habían enseñado algo era que no se puede evitar la esencia de lo que eres.
Por supuesto, aquello la ponía en la tesitura de no tener el control sobre cómo y cuándo exploraba aquello que no sabía de si misma. No le gustaba dejar al azar de personas desconocidas lo que intuía podía ser algo importante en su autoconocimiento. Tampoco iba a jurar por nadie. Ni por nada. Ella era la única persona a la que había prometido consciencia, fidelidad, esfuerzo y sacrificio. El ojo carmesí no iba a cambiar aquello.Por muchas reglas que mencionase aquel hombre alto de aspecto solemne.
Mientras la cabeza de la chica se sumía en una red de posibles pasadizos, como cada vez que analizaba aquello que iba a serle útil, tres pequeñas botellas había aparecido frente a ellos. Cohen la miró con la excusa en sus ojos y la certitud de su decisión ya tomada. ¿Acaso era aquello lo que esperaba Sasha? Pensaba que la presión de un grupo al que apenas conocía iba a ser una variable a tener en cuenta en una decisión como aquella.
No pudo negar que si aquel era el caso, el atractivo de aquella organización había menguado un poco ante sus ojos. Por muchos objetos interesantes, bibliotecas y promesas de conocimiento que albergasen.
Una figura no muy lejos de ella le dedicó una sonrisa sintiéndose a salvo bajo la capucha que portaba. Caoimhe no necesitó examinarlo mucho para entender quién era el portador de aquella sonrisa. Ese era exactamente el problema. Por mucho que aquel elixir desarmase sus recuerdos la duda e incertidumbre en su mente nada tenía que ver con el ojo carmesí. Ni con Vrykolakas. Quizás darse una oportunidad para conocer aquello que había ocultado era una necesidad de la que no había sido consciente hasta ahora. Una bomba de relojería que estaba hecha para estallar.
Quizás el ojo era la armadura necesaria para bloquear el daño de manera parcial. O el detonador del que desprenderse tras ser usado.
Su molestia anterior había desaparecido. Ni siquiera la presencia perfectamente comedida de Zagreus a su lado parecía contar.
-Afianza, pues, mi vínculo- dijo Caoimhe clavando por primera vez su mirada dispar en los ojos de Sasha.
Aquello era todo lo que ofrecía. No juraba; no prometía; La única certitud que vaticinaba era el vínculo que antes que ella alguien había forzado a unir entre aquella organización y la vampiresa. Si aquello no era suficiente, no iba a forzarlo.
Al fin y al cabo, y de alguna manera, el ojo y/o al menos Vrykolakas también estaban interesados en ella. Ella era la letra pequeña de aquel contrato.
Caoimhe
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 262
Nivel de PJ : : 2
Re: El Ojo Carmesí [Noche] [Privado] [CERRADO]
Cohen parecía emocionado con su descubrimiento, ya que afirmaba que Peter estaba vivo. Su comentario me intrigó con importancia, días atrás vivió el duelo de haberlo perdido y ahora estaba vivo… ¿Cómo era eso posible? Dudaba de las intenciones del Ojo y de sus capacidades, mis teorías se aferraban al juego mental y que en realidad todo no era lo que parecía ser.
No pudimos intercambiar mucho porque el hombre que presumía ser el líder de aquel gremio carmesí tomó la palabra mientras con soberbia se levantaba de su asiento custodiado por el resto de miembros. Su discurso ensayado solo reflejaba su prepotencia. Declaraba confiado querer que fuésemos miembros haciendo gala del “poderío” del Ojo Carmesí.
En ningún momento se detenía en hablar de cuáles eran los objetivos de aquel gremio, incluso daba la impresión de que en su cabeza ellos eran los héroes de Sacrestic Ville. Me irritaba su voz calmada con palabras hipócritas.
Las promesas de aquel sujeto se apoyaban en los regalos que cargábamos con nosotros. Una tentación indudable, pero la irritación y dudas ganaban la contienda en mi cabeza. El pergamino era el objetivo de mi cruzada, era la razón por la que recorría el continente sin descanso en busca de un poder inimaginable. No obstante, era escéptico al Ojo Carmesí, no aceptaría ningún trato que doblegara mi voluntad o me convirtiera en un subordinado.
En mi mente, el tatuaje sobre mi mano izquierda con las estrellas de Gnosis afirmaba mi decisión. Confiaba plenamente en Corvo y su sueño, que ahora también era mi sueño. Allí no era un anónimo más, un esclavo de los caprichos de un líder autoritario, era una estrella y mi rol era inseparable de los objetivos del gremio. Mi lealtad, incluso en el escenario más egocéntrico de mis decisiones, era conmigo mismo y en segundo lugar con Gnosis.
La alternativa que daban era simple, unirse o reducir a olvidar todo. Parecía una medida incluso piadosa, contemplando la imagen que mantenía del Ojo Carmesí y sus métodos. Sin embargo, eso no garantizaba que todo terminase allí.
En mi cabeza cientos de preguntas se arremolinaban en una taquipsiquia difícil de manejar. Tenía una decisión hecha, pero por qué debería confiar en la “benevolencia” de aquel sujeto. Me había mantenido al margen del Ojo y eso me lo había demostrado la credulidad de Jacobo noches atrás. ¿Acaso estaba equivocado y había subestimado a mi adversario?
Cohen se anticipó y accedió a entrar; sin embargo, sus palabras solo fueron el detonante de más interrogantes. El vampiro ni siquiera vaciló sus opciones y exclamó “Tengo que hacerlo. Si no, Peter nunca…”. Aquello no se trataba de Peter, ¿Dónde quedaba Zana? Cohen podría ser impulsivo y emocional, pero su respuesta parecía una obligación poco genuina de un duelo que trata de reconciliar la pérdida y no un deseo propio de su búsqueda de venganza.
Para colmo, el líder contestó aludiendo a que la curiosidad era el motivador de aquella elección. ¿Por qué utilizaba aquella palabra que no cabía en la conversación? No era un tema de curiosidad o intriga, era el anhelo de una persona que ya no estaba y la fantasía de pertenecer a un gremio que según ellos representaba la opción más inteligente.
Aquel sutil intercambio de palabras me incomodaba porque me hacía sentir estúpido. No quería desconfiar del alquimista que conocía bien, habíamos trabajado juntos varias veces e incluso podíamos compartir contenidos personales en nuestros intercambios. ¿Aquello era una traición? Horas antes, Cohen estaba dispuesto a convertir aquel edificio en cenizas y ahora aceptaba una invitación a unirse a ellos sin vacilar…
Sabía que pronto tendría que entregar el pergamino, pero eso no significaba que renunciara a él y a completar mi misión de conseguir los 10 tomos legendarios del dios vampiro. No podía dejar que el olvido me privase de mí sueño, de mi destino.
Con mis brazos aun a mis espaldas, cambié el pergamino a mi mano izquierda, dejando libre la diestra para así luego tomar sutilmente mi antebrazo contrario. Colocando mi dedo pulgar contra el músculo flexor radial del carpo y el músculo palmar, con disimulo, sin apartar la mirada del hombre que ahora esperaba la respuesta de la vampiresa a mi costado. Empecé a arrastrar mi dedo despacio sobre la tela de mis mangas (1).
Debajo de las ropas un trazo se iba dibujando en mi piel. Utilizando mi control sobre la sangre (2) hice que una corriente de sangre semi-sólida casi imperceptible y afilada como hojilla, rasgara sutilmente mi antebrazo siguiendo los movimientos superficiales de mi pulgar, dibujando un ojo con una espiral como iris. Quería dejar una cicatriz que me permitiera conectar las memorias que en unos segundos serían olvidadas. Un primer paso que quizás en un futuro tendría valor, el pergamino no podría perderse en la mano de aquellos vampiros.
Si bien era habilidoso con las artes gráficas, no sabía si aquel tatuaje improvisado sería reconocible. No tenía tiempo para dudas y debía confiar en que el símbolo del Ojo Carmesí, o por lo menos la idea del dibujo que recordaba, permaneciera en mi piel el tiempo suficiente para poder registrarlo con la calma pertinente para hacer un análisis exhaustivo de esa “primera pista”.
El líder con una pequeña curvatura en su comisura había terminado con mis compañeros que aceptaron el ingreso. Solo me quedaba confiar en que ellos velarán que el líder cumpliera su promesa y no se entrometieran nuevamente en mi camino. Aunque ahora formaban parte de aquello que en principio queríamos desmontar.
Tomé el frasco y sin dudar ni decir palabra alguna bebí el elixir. Vi a mi alrededor como las cosas empezaban a difuminarse. No tendría sentido hacer preguntas que se olvidaran, no tendría sentido reprochar las decisiones de mis aliados, no tendría sentido luchar más…
Mis ojos poco a poco se sentían cansados y me obligaban a recostarme en el suelo. Me sentía cansado y solo pensaba en la silueta de Cohen y Caoimhe junto a la del líder del Ojo, viéndome cerrar los ojos sobre el suelo. Poco a poco las formas se difuminaban en la oscuridad…
El pergamino cayó al piso y rodó algunos centímetros lejos de mi posición. Para ellos dos la historia con el Ojo comenzaba, pero ese no sería el final. Nos volveríamos a ver y me haría con aquel preciado pergamino, incluso si tuviese que destruir aquel gremio o acabar con mis antiguos aliados corruptos.
_____________________No pudimos intercambiar mucho porque el hombre que presumía ser el líder de aquel gremio carmesí tomó la palabra mientras con soberbia se levantaba de su asiento custodiado por el resto de miembros. Su discurso ensayado solo reflejaba su prepotencia. Declaraba confiado querer que fuésemos miembros haciendo gala del “poderío” del Ojo Carmesí.
En ningún momento se detenía en hablar de cuáles eran los objetivos de aquel gremio, incluso daba la impresión de que en su cabeza ellos eran los héroes de Sacrestic Ville. Me irritaba su voz calmada con palabras hipócritas.
Las promesas de aquel sujeto se apoyaban en los regalos que cargábamos con nosotros. Una tentación indudable, pero la irritación y dudas ganaban la contienda en mi cabeza. El pergamino era el objetivo de mi cruzada, era la razón por la que recorría el continente sin descanso en busca de un poder inimaginable. No obstante, era escéptico al Ojo Carmesí, no aceptaría ningún trato que doblegara mi voluntad o me convirtiera en un subordinado.
En mi mente, el tatuaje sobre mi mano izquierda con las estrellas de Gnosis afirmaba mi decisión. Confiaba plenamente en Corvo y su sueño, que ahora también era mi sueño. Allí no era un anónimo más, un esclavo de los caprichos de un líder autoritario, era una estrella y mi rol era inseparable de los objetivos del gremio. Mi lealtad, incluso en el escenario más egocéntrico de mis decisiones, era conmigo mismo y en segundo lugar con Gnosis.
La alternativa que daban era simple, unirse o reducir a olvidar todo. Parecía una medida incluso piadosa, contemplando la imagen que mantenía del Ojo Carmesí y sus métodos. Sin embargo, eso no garantizaba que todo terminase allí.
En mi cabeza cientos de preguntas se arremolinaban en una taquipsiquia difícil de manejar. Tenía una decisión hecha, pero por qué debería confiar en la “benevolencia” de aquel sujeto. Me había mantenido al margen del Ojo y eso me lo había demostrado la credulidad de Jacobo noches atrás. ¿Acaso estaba equivocado y había subestimado a mi adversario?
Cohen se anticipó y accedió a entrar; sin embargo, sus palabras solo fueron el detonante de más interrogantes. El vampiro ni siquiera vaciló sus opciones y exclamó “Tengo que hacerlo. Si no, Peter nunca…”. Aquello no se trataba de Peter, ¿Dónde quedaba Zana? Cohen podría ser impulsivo y emocional, pero su respuesta parecía una obligación poco genuina de un duelo que trata de reconciliar la pérdida y no un deseo propio de su búsqueda de venganza.
Para colmo, el líder contestó aludiendo a que la curiosidad era el motivador de aquella elección. ¿Por qué utilizaba aquella palabra que no cabía en la conversación? No era un tema de curiosidad o intriga, era el anhelo de una persona que ya no estaba y la fantasía de pertenecer a un gremio que según ellos representaba la opción más inteligente.
Aquel sutil intercambio de palabras me incomodaba porque me hacía sentir estúpido. No quería desconfiar del alquimista que conocía bien, habíamos trabajado juntos varias veces e incluso podíamos compartir contenidos personales en nuestros intercambios. ¿Aquello era una traición? Horas antes, Cohen estaba dispuesto a convertir aquel edificio en cenizas y ahora aceptaba una invitación a unirse a ellos sin vacilar…
Sabía que pronto tendría que entregar el pergamino, pero eso no significaba que renunciara a él y a completar mi misión de conseguir los 10 tomos legendarios del dios vampiro. No podía dejar que el olvido me privase de mí sueño, de mi destino.
Con mis brazos aun a mis espaldas, cambié el pergamino a mi mano izquierda, dejando libre la diestra para así luego tomar sutilmente mi antebrazo contrario. Colocando mi dedo pulgar contra el músculo flexor radial del carpo y el músculo palmar, con disimulo, sin apartar la mirada del hombre que ahora esperaba la respuesta de la vampiresa a mi costado. Empecé a arrastrar mi dedo despacio sobre la tela de mis mangas (1).
Debajo de las ropas un trazo se iba dibujando en mi piel. Utilizando mi control sobre la sangre (2) hice que una corriente de sangre semi-sólida casi imperceptible y afilada como hojilla, rasgara sutilmente mi antebrazo siguiendo los movimientos superficiales de mi pulgar, dibujando un ojo con una espiral como iris. Quería dejar una cicatriz que me permitiera conectar las memorias que en unos segundos serían olvidadas. Un primer paso que quizás en un futuro tendría valor, el pergamino no podría perderse en la mano de aquellos vampiros.
- Símbolo que dibujo en sangre debajo de mis mangas:
Si bien era habilidoso con las artes gráficas, no sabía si aquel tatuaje improvisado sería reconocible. No tenía tiempo para dudas y debía confiar en que el símbolo del Ojo Carmesí, o por lo menos la idea del dibujo que recordaba, permaneciera en mi piel el tiempo suficiente para poder registrarlo con la calma pertinente para hacer un análisis exhaustivo de esa “primera pista”.
El líder con una pequeña curvatura en su comisura había terminado con mis compañeros que aceptaron el ingreso. Solo me quedaba confiar en que ellos velarán que el líder cumpliera su promesa y no se entrometieran nuevamente en mi camino. Aunque ahora formaban parte de aquello que en principio queríamos desmontar.
Tomé el frasco y sin dudar ni decir palabra alguna bebí el elixir. Vi a mi alrededor como las cosas empezaban a difuminarse. No tendría sentido hacer preguntas que se olvidaran, no tendría sentido reprochar las decisiones de mis aliados, no tendría sentido luchar más…
Mis ojos poco a poco se sentían cansados y me obligaban a recostarme en el suelo. Me sentía cansado y solo pensaba en la silueta de Cohen y Caoimhe junto a la del líder del Ojo, viéndome cerrar los ojos sobre el suelo. Poco a poco las formas se difuminaban en la oscuridad…
El pergamino cayó al piso y rodó algunos centímetros lejos de mi posición. Para ellos dos la historia con el Ojo comenzaba, pero ese no sería el final. Nos volveríamos a ver y me haría con aquel preciado pergamino, incluso si tuviese que destruir aquel gremio o acabar con mis antiguos aliados corruptos.
Off
- (1) Gesto:
Gracias por la invitación a este rol. Como relato en mi post, no me uno al Ojo. Traten bien mi cuerpo durmiente.
Tal como conversé con Cohen, dejo algunas pistas o ideas que me permitan en un futuro volver al Ojo para recuperar el pergamino que busco.
Zagreus
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 411
Nivel de PJ : : 3
Temas similares
» De juglares, elfos voladores y ojos carmesí [Privado] [Noche]
» Una noche cualquiera [Privado/Noche][Tema Cerrado]
» La primera noche [Privado] [+18] [CERRADO]
» Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
» Cuando cae la noche [Privado] [Cerrado]
» Una noche cualquiera [Privado/Noche][Tema Cerrado]
» La primera noche [Privado] [+18] [CERRADO]
» Sangre, Tinta y Evasión [Noche] [Privado] [Cerrado]
» Cuando cae la noche [Privado] [Cerrado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Jue Nov 14 2024, 10:54 por Níniel Thenidiel
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Jue Nov 14 2024, 09:15 por Rauko
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Miér Nov 13 2024, 22:47 por Eltrant Tale
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Dom Nov 10 2024, 00:41 por Sango
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas
» Lamentos de un corazón congelado [Libre 3/3]
Vie Nov 08 2024, 01:19 por Tyr
» 89. Una compañía hacia el caos [Privado]
Jue Nov 07 2024, 20:51 por Aylizz Wendell
» Clementina Chonkffuz [SOLITARIO]
Jue Nov 07 2024, 16:48 por Mina Harker
» [Zona de Culto]Santuario del dragón de Mjulnr
Mar Nov 05 2024, 21:21 por Tyr
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Mar Nov 05 2024, 17:01 por Seraphine Valaryon
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Mar Nov 05 2024, 14:32 por Tyr
» [Zona de Culto] Oráculo de Fenrir
Mar Nov 05 2024, 03:02 por Tyr