Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
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Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Lo último que esperaba Cohen al abrir la puerta tras aquel ocaso era una invitación a un baile de máscaras de una rica familia humana asentada en Sacrestic Ville, para la celebración del Bragival.
Pero lo más insólito de todo era la persona que firmaba la invitación, el Señor Konner Ardell. ¿Acaso no era aquel el hombre que había estado detrás de varios de los últimos acontecimientos de la ciudad? ¿Acaso no era ese hombre el que intentaba destituir a Peter de su puesto de liderazgo en los soldados humanos?
El vampiro no tardó en sospechar que tras aquella invitación se ocultaba una oscura motivación, ya que, que él pudiese recordar, no había llegado a cruzarse con ninguno de los Ardell. Además, se rumoreaba que la vida nocturna de éstos se limitaba al interior de su fortaleza, que temían salir de noche al exterior. ¿Cómo habían llegado a conocer de su existencia y además… por qué motivo iban a invitarle?
La invitación era para la noche siguiente y para entonces, debía conseguir un traje apropiado para el Bragival. Además, se le insistía que debía de ser de un color determinado que se le había asignado por puro azar. El vampiro arqueó las cejas, pensando que nada de aquello parecía dejado al azar…
Pero con la curiosidad que le caracterizaba, no podía negarse a acudir. Quería saber de primera mano de qué se trataba todo aquello y si Konner Ardell quería conocerle, con a saber qué intención, el vampiro estaba preparado para dirigir el primer discurso amable, o en cambio, asestar la primera salvaje puñalada.
Mis queridos amigos, bienvenidos a la celebración del Bragival.
En vuestro próximo post, debéis de detallar vuestra llegada a la casa de los Ardell.
¿Qué debéis saber sobre este lugar? Pues se accede al edificio en un vestíbulo, dónde el propio Konner Ardell os recibirá. Debéis saludaros de la forma que creáis más conveniente.
Tras esto, debéis pasar al jardín, dónde encontraréis 4 puertas distintas, que dan a las siguientes salas: Sala del Rubí, Sala del Zafiro, Sala de la Esmeralda y Sala de la Amatista.
¿A qué sala debéis entrar? Dependiendo del color de vuestra vestimenta:
En la invitación que habéis recibido, se os exige vestir de uno de los siguientes colores: rojo, azul, verde o morado. Cada uno de los 4 integrantes de este rol deberá ir vestido principalmente de uno de estos colores, no pudiendo coincidir. Por lo que entre vosotros tres, os tenéis que poner de acuerdo de qué color váis vestidos. Cohen irá vestido del color que quede libre.
¿Qué pasa con vuestros acompañantes? Los acompañantes estarán igualmente invitados a la fiesta, pero irán vestidos de un color diferente al vuestro, por lo que cuándo al final del post entréis en la habitación que os ha tocado, vuestro acompañante lo hará en las que él o ella tenga asignado.
Igualmente, el color de la vestimenta de vuestros acompañantes no puede coincidir. Elegiré el color de las ropas de Peter una vez vosotros hayáis elegido el de las ropas de vuestros acompañantes…
Los vestidos de rojo irán a la Sala del Rubí; los vestidos de azul irán a la Sala del Zafiro; los vestidos de verde irán a la Sala de la Esmeralda; y los vestidos de morado irán a la Sala de la Amatista.
Tras haberos puesto de acuerdo, sólo os queda hacer las respectivas fichas de vuestros personajes para incluirlas en el anexo, porque…
VUESTROS PERSONAJES TAMBIÉN SERÁN SOSPECHOSOS DE CAUSAR LA MUERTE DE KONNER ARDELL.
Tenéis que hacer la ficha de vuestro personaje y la de vuestro acompañante y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Las fichas de sospechosos se componen de:
• Imagen de vuestro personaje
• Motivos para odiar/enfrentarse/querer matar a Ardell en unas cuatro o cinco líneas
• Color principal de la vestimenta.
• Vuestra raza.
• Vuestro género.
• Vuestro grupo de edad: Joven (-20), Adulto (20-40); Maduro (+40)
• Grupo al que pertenece: aquí pondréis “Roleadores”, tanto para vuestro acompañante como para vuestro personaje principal.
• Sala que visitó: La sala correspondiente al color de vuestras ropas en primer lugar y luego, una segunda sala, distinta a la primera. Total libertad para que elijáis la que queráis, pero es obligatoria añadir una segunda sala diferente.
Resumen:
• Elijan el color de sus vestimentas sin repetirlas.
• Elijan el color de las vestimentas de sus acompañantes, diferentes a la de vuestros personajes principales, sin repetirlas entre ellos.
• Hagan las fichas de su personaje y las de su acompañante, en base a las normas expuestas.
En caso de dudas, consulten por Discord.
Pero lo más insólito de todo era la persona que firmaba la invitación, el Señor Konner Ardell. ¿Acaso no era aquel el hombre que había estado detrás de varios de los últimos acontecimientos de la ciudad? ¿Acaso no era ese hombre el que intentaba destituir a Peter de su puesto de liderazgo en los soldados humanos?
El vampiro no tardó en sospechar que tras aquella invitación se ocultaba una oscura motivación, ya que, que él pudiese recordar, no había llegado a cruzarse con ninguno de los Ardell. Además, se rumoreaba que la vida nocturna de éstos se limitaba al interior de su fortaleza, que temían salir de noche al exterior. ¿Cómo habían llegado a conocer de su existencia y además… por qué motivo iban a invitarle?
La invitación era para la noche siguiente y para entonces, debía conseguir un traje apropiado para el Bragival. Además, se le insistía que debía de ser de un color determinado que se le había asignado por puro azar. El vampiro arqueó las cejas, pensando que nada de aquello parecía dejado al azar…
Pero con la curiosidad que le caracterizaba, no podía negarse a acudir. Quería saber de primera mano de qué se trataba todo aquello y si Konner Ardell quería conocerle, con a saber qué intención, el vampiro estaba preparado para dirigir el primer discurso amable, o en cambio, asestar la primera salvaje puñalada.
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Mis queridos amigos, bienvenidos a la celebración del Bragival.
En vuestro próximo post, debéis de detallar vuestra llegada a la casa de los Ardell.
¿Qué debéis saber sobre este lugar? Pues se accede al edificio en un vestíbulo, dónde el propio Konner Ardell os recibirá. Debéis saludaros de la forma que creáis más conveniente.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tras esto, debéis pasar al jardín, dónde encontraréis 4 puertas distintas, que dan a las siguientes salas: Sala del Rubí, Sala del Zafiro, Sala de la Esmeralda y Sala de la Amatista.
¿A qué sala debéis entrar? Dependiendo del color de vuestra vestimenta:
En la invitación que habéis recibido, se os exige vestir de uno de los siguientes colores: rojo, azul, verde o morado. Cada uno de los 4 integrantes de este rol deberá ir vestido principalmente de uno de estos colores, no pudiendo coincidir. Por lo que entre vosotros tres, os tenéis que poner de acuerdo de qué color váis vestidos. Cohen irá vestido del color que quede libre.
¿Qué pasa con vuestros acompañantes? Los acompañantes estarán igualmente invitados a la fiesta, pero irán vestidos de un color diferente al vuestro, por lo que cuándo al final del post entréis en la habitación que os ha tocado, vuestro acompañante lo hará en las que él o ella tenga asignado.
Igualmente, el color de la vestimenta de vuestros acompañantes no puede coincidir. Elegiré el color de las ropas de Peter una vez vosotros hayáis elegido el de las ropas de vuestros acompañantes…
Los vestidos de rojo irán a la Sala del Rubí; los vestidos de azul irán a la Sala del Zafiro; los vestidos de verde irán a la Sala de la Esmeralda; y los vestidos de morado irán a la Sala de la Amatista.
Tras haberos puesto de acuerdo, sólo os queda hacer las respectivas fichas de vuestros personajes para incluirlas en el anexo, porque…
VUESTROS PERSONAJES TAMBIÉN SERÁN SOSPECHOSOS DE CAUSAR LA MUERTE DE KONNER ARDELL.
Tenéis que hacer la ficha de vuestro personaje y la de vuestro acompañante y [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Las fichas de sospechosos se componen de:
• Imagen de vuestro personaje
• Motivos para odiar/enfrentarse/querer matar a Ardell en unas cuatro o cinco líneas
• Color principal de la vestimenta.
• Vuestra raza.
• Vuestro género.
• Vuestro grupo de edad: Joven (-20), Adulto (20-40); Maduro (+40)
• Grupo al que pertenece: aquí pondréis “Roleadores”, tanto para vuestro acompañante como para vuestro personaje principal.
• Sala que visitó: La sala correspondiente al color de vuestras ropas en primer lugar y luego, una segunda sala, distinta a la primera. Total libertad para que elijáis la que queráis, pero es obligatoria añadir una segunda sala diferente.
Resumen:
• Elijan el color de sus vestimentas sin repetirlas.
• Elijan el color de las vestimentas de sus acompañantes, diferentes a la de vuestros personajes principales, sin repetirlas entre ellos.
• Hagan las fichas de su personaje y las de su acompañante, en base a las normas expuestas.
En caso de dudas, consulten por Discord.
Cohen
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Cuando poco después del mediodía, unos golpes en la puerta interrumpieron el descanso de la pareja, Elen abrió lentamente los ojos y frunció el ceño, preguntándose de quién se trataría. - Ya voy. - indicó, mientras abandonaba el cálido abrazo del dragón para cruzar la estancia y abrir. - ¿La señorita Elen Calhoun? - preguntó el extraño, un hombre joven y menudo, pero bien vestido. - Sí, ¿qué le trae por aquí? - quiso saber ella de inmediato, cruzando los brazos a la altura del pecho. - Vengo a entregarle una invitación, aquí tiene, el baile tendrá lugar mañana por la noche, esperamos su asistencia. - informó el mensajero, tendiéndole un adornado sobre de color burdeos, decorado con dibujos dorados.
Y nada más cumplir su misión, el muchacho se despidió cordialmente y se retiró, seguramente a seguir entregando aquellas cartas al resto de asistentes. - ¿Un baile? - repitió por lo bajo, examinando más de cerca la invitación mientras cerraba la puerta. - ¿Quién era? - preguntó Alister desde la cama, aún algo adormilado. - Un mensajero. - respondió la señora de sombras, sentándose al borde de la misma y abriendo el sobre para leer el pergamino que guardaba en su interior.
- ¿Qué ocurre Elen? - volvió a hablar, al ver que tras conocer el contenido, dejó caer el papel sobre su regazo y se quedó en silencio. - Es de Ardell. - reveló, consiguiendo que el cazador se incorporase nada más escuchar aquel nombre. - ¿Qué quiere ese tipo ahora? ¿Acaso sabe que hemos sido nosotros los que hemos estado boicoteando sus ataques contra los hijos de Habak? - formuló, con expresión seria. - Nos invita a un baile en su casa mañana por la noche… no sé si es consciente o no de nuestra participación en esos incidentes. - contestó la de cabellos cenicientos, girándose hacia su compañero.
- Esto no me gusta, podría ser una trampa… - señaló, dando por hecho que el adinerado caballero se habría enterado de todo y que para detenerlos, intentaba atraerlos a un lugar en que tenderles una emboscada. - Lo sé, pero míralo de otro modo, también podría ser una oportunidad para acercarnos a él y convencerlo de que deje en paz al culto, así no tendríamos que seguir peleando. - replicó la vampira. - Solo necesito pillarlo a solas un par de minutos, si mi voz no es suficiente lo intimidaré, sea como sea, conseguiré que se olvide de Laluth y de los demás. - continuó, con un tono algo sombrío. - Es muy arriesgado… - susurró Alister, preocupado por la idea de intentar algo semejante en territorio enemigo.
- Arriesgado sí, pero necesario. - concluyó la joven, deslizando una mano para cubrir la del norteño. - No puedo hacerte cambiar de idea ¿verdad? - preguntó, aunque ya sabía la respuesta, cuando a la benjamina de los Calhoun se le metía algo en la cabeza ya no había nada que hacer. - Según lo que pone en la invitación parece que es un evento de alta sociedad y ambientado en los festejos del Bragival, y nos piden que llevemos atuendos acordes a eso, hasta dice el color que debemos usar, el mío debe ser azul y el tuyo rojo. - leyó de nuevo, en voz alta.
- Requisitos hasta para la ropa… - dijo, soltando un suspiro, no le gustaba. - Para cuando anochezca las tiendas estarán cerradas, lo siento querido, tendrás que encargarte de ello. - intervino la criatura de la noche, consciente de su limitación. - Saldré a ver qué encuentro. - accedió el dragón, levantándose aunque sin demasiadas ganas, para asearse y cambiarse de ropa antes de dejar la posada.
Una vez sola en la estancia, Elen volvió a recorrer con la mirada la carta, diciéndose mentalmente que si Ardell se había tomado la molestia de enviar a alguien a buscarlos hasta allí, lo correcto era asistir y averiguar por qué los había invitado.
Alrededor de dos horas más tarde, el cazador regresó, cargado con varios bultos de gran tamaño y asegurando que en la tienda se había topado con otros individuos que también asistirían al baile, lo que daba cierta credibilidad al evento en sí.
- Había bastantes opciones pero al final me decidí por algo del mismo estilo que estaban llevándose los demás, para no desentonar. - confesó, mientras empezaba a abrir los paquetes para dejar a la vista el par de atuendos y máscaras que había comprado. - Me gustan, estoy segura de que nos quedaran bien. - afirmó la benjamina de los Calhoun, examinando la tela de su voluminoso vestido.
La noche de la celebración…
Una vez arreglada para la ocasión, con la cenicienta melena suelta y su precioso traje ya puesto, la joven salió del baño para encontrarse con su compañero, que aguardaba junto a la ventana, observando el exterior. - ¿Y bien? ¿qué opinas? - preguntó, girando sobre sí misma para que pudiese verla bien. - Sigue sin gustarme la idea… pero vale la pena solo por esto. - respondió con una sonrisa, acercándose a ella y tomándola por la cintura para darle un beso. - A ti también te sienta bien, creo que el rojo te favorece. - musitó la de ojos verdes en cuanto se separaron, tomándose unos instantes para deleitarse con aquella visión.
Ya listos, tomaron sus respectivas máscaras y dejaron la habitación para ir hacia la casa de los Ardell, donde el mismísimo cabeza de familia, los recibió en el vestíbulo. - Bienvenidos, me alegra que hayan aceptado mi invitación, soy Konner Ardell, su anfitrión de esta noche. - los saludó educadamente. - Buenas noches señor Ardell, debo admitir que nos tomó por sorpresa pero le agradecemos el gesto, Elen Calhoun, y aquí mi acompañante, Alister Cronwell. - se presentó la señora de sombras, con la misma cordialidad que su interlocutor.
La idea era buscar el momento apropiado para acercarse a él y tratar el tema de los hijos de Habak, intentando evitar el conflicto por supuesto, aunque si las cosas no salían bien haría uso de sus habilidades vampíricas para solucionarlo. - Pasen al jardín por favor, allí encontraran las salas que hemos preparado para el baile, espero que disfruten de la velada. - añadió el humano, para recibir a los siguientes invitados.
Conscientes de que no debían levantar sospechas intentando quedarse cerca del organizador, la pareja avanzó a través del vestíbulo y se dirigió al lugar que había mencionado, donde se podían ver claramente cuatro puertas diferentes, cada una adornada con un color predominante. - ¿Nos van a separar por nuestra vestimenta? - preguntó Alister, torciendo el gesto bajo su antifaz. - No ponía nada de eso en la carta. - siguió quejándose en voz baja, para que los demás no lo escuchasen.
- Tranquilo, esta gente adinerada suele volverse algo excéntrica, puede que solo sea un juego. - trató de calmarlo, enganchándose de su brazo mientras andaban. - De todas formas no creo que nos mantengan toda la noche en el mismo sitio, en cuanto podamos nos reuniremos. - añadió, justo antes de que se detuviesen ante las puertas roja y azul. - Está bien, ten cuidado. - susurró el norteño, buscando los ojos de la peliblanca. - Son ellos los que deberían tener cuidado conmigo. - replicó ella, dedicándole una amplia sonrisa en la que destacaban sus afilados colmillos. Aquello hizo que Alister dejase escapar una leve risa, porque ciertamente, sabía de lo que era capaz la señora de sombras.
Off: He puesto un color random al diálogo de Konner porque no sabía cuál usaría.
Y nada más cumplir su misión, el muchacho se despidió cordialmente y se retiró, seguramente a seguir entregando aquellas cartas al resto de asistentes. - ¿Un baile? - repitió por lo bajo, examinando más de cerca la invitación mientras cerraba la puerta. - ¿Quién era? - preguntó Alister desde la cama, aún algo adormilado. - Un mensajero. - respondió la señora de sombras, sentándose al borde de la misma y abriendo el sobre para leer el pergamino que guardaba en su interior.
- ¿Qué ocurre Elen? - volvió a hablar, al ver que tras conocer el contenido, dejó caer el papel sobre su regazo y se quedó en silencio. - Es de Ardell. - reveló, consiguiendo que el cazador se incorporase nada más escuchar aquel nombre. - ¿Qué quiere ese tipo ahora? ¿Acaso sabe que hemos sido nosotros los que hemos estado boicoteando sus ataques contra los hijos de Habak? - formuló, con expresión seria. - Nos invita a un baile en su casa mañana por la noche… no sé si es consciente o no de nuestra participación en esos incidentes. - contestó la de cabellos cenicientos, girándose hacia su compañero.
- Esto no me gusta, podría ser una trampa… - señaló, dando por hecho que el adinerado caballero se habría enterado de todo y que para detenerlos, intentaba atraerlos a un lugar en que tenderles una emboscada. - Lo sé, pero míralo de otro modo, también podría ser una oportunidad para acercarnos a él y convencerlo de que deje en paz al culto, así no tendríamos que seguir peleando. - replicó la vampira. - Solo necesito pillarlo a solas un par de minutos, si mi voz no es suficiente lo intimidaré, sea como sea, conseguiré que se olvide de Laluth y de los demás. - continuó, con un tono algo sombrío. - Es muy arriesgado… - susurró Alister, preocupado por la idea de intentar algo semejante en territorio enemigo.
- Arriesgado sí, pero necesario. - concluyó la joven, deslizando una mano para cubrir la del norteño. - No puedo hacerte cambiar de idea ¿verdad? - preguntó, aunque ya sabía la respuesta, cuando a la benjamina de los Calhoun se le metía algo en la cabeza ya no había nada que hacer. - Según lo que pone en la invitación parece que es un evento de alta sociedad y ambientado en los festejos del Bragival, y nos piden que llevemos atuendos acordes a eso, hasta dice el color que debemos usar, el mío debe ser azul y el tuyo rojo. - leyó de nuevo, en voz alta.
- Requisitos hasta para la ropa… - dijo, soltando un suspiro, no le gustaba. - Para cuando anochezca las tiendas estarán cerradas, lo siento querido, tendrás que encargarte de ello. - intervino la criatura de la noche, consciente de su limitación. - Saldré a ver qué encuentro. - accedió el dragón, levantándose aunque sin demasiadas ganas, para asearse y cambiarse de ropa antes de dejar la posada.
Una vez sola en la estancia, Elen volvió a recorrer con la mirada la carta, diciéndose mentalmente que si Ardell se había tomado la molestia de enviar a alguien a buscarlos hasta allí, lo correcto era asistir y averiguar por qué los había invitado.
Alrededor de dos horas más tarde, el cazador regresó, cargado con varios bultos de gran tamaño y asegurando que en la tienda se había topado con otros individuos que también asistirían al baile, lo que daba cierta credibilidad al evento en sí.
- Había bastantes opciones pero al final me decidí por algo del mismo estilo que estaban llevándose los demás, para no desentonar. - confesó, mientras empezaba a abrir los paquetes para dejar a la vista el par de atuendos y máscaras que había comprado. - Me gustan, estoy segura de que nos quedaran bien. - afirmó la benjamina de los Calhoun, examinando la tela de su voluminoso vestido.
La noche de la celebración…
Una vez arreglada para la ocasión, con la cenicienta melena suelta y su precioso traje ya puesto, la joven salió del baño para encontrarse con su compañero, que aguardaba junto a la ventana, observando el exterior. - ¿Y bien? ¿qué opinas? - preguntó, girando sobre sí misma para que pudiese verla bien. - Sigue sin gustarme la idea… pero vale la pena solo por esto. - respondió con una sonrisa, acercándose a ella y tomándola por la cintura para darle un beso. - A ti también te sienta bien, creo que el rojo te favorece. - musitó la de ojos verdes en cuanto se separaron, tomándose unos instantes para deleitarse con aquella visión.
Ya listos, tomaron sus respectivas máscaras y dejaron la habitación para ir hacia la casa de los Ardell, donde el mismísimo cabeza de familia, los recibió en el vestíbulo. - Bienvenidos, me alegra que hayan aceptado mi invitación, soy Konner Ardell, su anfitrión de esta noche. - los saludó educadamente. - Buenas noches señor Ardell, debo admitir que nos tomó por sorpresa pero le agradecemos el gesto, Elen Calhoun, y aquí mi acompañante, Alister Cronwell. - se presentó la señora de sombras, con la misma cordialidad que su interlocutor.
La idea era buscar el momento apropiado para acercarse a él y tratar el tema de los hijos de Habak, intentando evitar el conflicto por supuesto, aunque si las cosas no salían bien haría uso de sus habilidades vampíricas para solucionarlo. - Pasen al jardín por favor, allí encontraran las salas que hemos preparado para el baile, espero que disfruten de la velada. - añadió el humano, para recibir a los siguientes invitados.
Conscientes de que no debían levantar sospechas intentando quedarse cerca del organizador, la pareja avanzó a través del vestíbulo y se dirigió al lugar que había mencionado, donde se podían ver claramente cuatro puertas diferentes, cada una adornada con un color predominante. - ¿Nos van a separar por nuestra vestimenta? - preguntó Alister, torciendo el gesto bajo su antifaz. - No ponía nada de eso en la carta. - siguió quejándose en voz baja, para que los demás no lo escuchasen.
- Tranquilo, esta gente adinerada suele volverse algo excéntrica, puede que solo sea un juego. - trató de calmarlo, enganchándose de su brazo mientras andaban. - De todas formas no creo que nos mantengan toda la noche en el mismo sitio, en cuanto podamos nos reuniremos. - añadió, justo antes de que se detuviesen ante las puertas roja y azul. - Está bien, ten cuidado. - susurró el norteño, buscando los ojos de la peliblanca. - Son ellos los que deberían tener cuidado conmigo. - replicó ella, dedicándole una amplia sonrisa en la que destacaban sus afilados colmillos. Aquello hizo que Alister dejase escapar una leve risa, porque ciertamente, sabía de lo que era capaz la señora de sombras.
Off: He puesto un color random al diálogo de Konner porque no sabía cuál usaría.
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Eberus se despertó por el sonido de su equino, Morkvind*, golpeando el suelo de la calle con sus sólidas pezuñas. Anoche, se había dejado la ventana del aposento abierta, básicamente porque el alcohol no le dejó ver que lo estaba. Se despertó frío, y cabreado. - Morkvind, por los jodidos Dioses... - murmuró antes de comenzar a desperezarse.
- Eh, que te jodan, Eberus - musitó también Selena, que había dormido en el lecho de paja contiguo al del brujo, y se había despertado a causa de sus agrias palabras.
Mientras, Morkvind continuaba asestando ligeros golpes al suelo, y soltando algún suave bufido. Eberus se puso en pie, algo preocupado por si su equino estaba detectando algo amenazante. Y quizás sus preocupaciones eran fundadas... si se considera amenazante una carta escrita con veneno en la intención de sus palabras.
Alguien le había enganchado al animal en la silla de montar aquel escrito que Eberus salió a agarrar para llevarlo consigo adentro.
- ¿Qué es eso?
- No lo sé... Oh, vamos, no me jodas. Es una carta del follacabras de Konner Ardell.
- ¿Qué pretende ahora ese hombre?
- A ver... Vale. Dice que... ¿estamos invitados a su porquería de fiesta? Y encima tiene el valor de "rogar encarecidamente" que vayamos vestidos con elegancia, y cada uno de un color, siendo o bien verde, o rojo.
- ¿Que nos invita a su fiesta? Déjame decirte que admiro los cojones que tiene ese insensato.
- Eh, pero piensa una cosa... - dijo tornando su rostro hacia una expresión de mayor picardía. - ¿Qué mejor situación para intentar vengarnos de él?
Selena tardó unos segundos en soltar una vaga risa. - Ideas como esta son las que me mantienen contigo, compañero. No me puedo negar a intentarlo.
Después de desperezarse, salieron al mercado para encontrar unas prendas adecuadas para poder acceder a la celebración de Bragival de Konner, pues el primer paso para la venganza era el de la infiltración disimulada.
- Y tú, ¿qué te vas a poner, viejo?
- Viejo... Mmm... ¿qué te parece si me atavío con esto? - dijo aparentando seriedad, explorando con sus manos un pomposo vestido rojo.
- Te falta valor.
- Cierto, te quedaría mejor a ti, toma, pruébatelo - contestó con ironía, sabiendo que ella detestaba cualquier tipo de vestimenta elegante, pues lo había repetido varias veces, antes y durante la visita al mercado.
- Aparta eso de mi vis... - No pudo terminar la frase, pues entró en alerta por la sensación de un choque contra su espalda mientras retrocedía apartándose del vestido que le tendía Eberus. Al darse la vuelta, Selena vio que se trataba de una chica joven y menuda, y que la había hecho caer al suelo con el impacto.
- Mierda, brujo. Mira lo que has hecho. Agarra mi mano, anda - dijo mirando a la joven, mientras le ofrecía la mano para ayudarla a levantarse.
** - Lo siento... - se disculpó la inocente chica, aceptando con reparo la ayuda de la elfa y poniéndose en pie de nuevo.
Eberus se había fijado en ella, pues su rostro y su voz le habían resultado extrañamente familiares. La miraba con una ligera expresión de confusión, intentando recordar. - No te disculpes tú, en todo caso, dile a ella que te pida perdón. Por cierto, ¿nos conocemos?
- No lo creo... lo recordaría - contestó al brujo, mirándole igual de confusa que él, aunque quizás más extrañada por aquella pregunta inesperada. Mientras, se había agachado de nuevo para recoger algunas pertenencias que se le habían caído con el golpe.
- Oye, disculpa. No te había visto - interrumpió Selena, disculpándose a su manera, seria y seca, mientras miraba de reojo a Eberus, con cierto desprecio en su mirada.
- Esta bien, un mero accidente... Con su permiso señora - La chica no parecía muy motivada para conversar. En cuanto terminó de recoger sus cosas, ya estaba tratando de alejarse para seguir su camino.
- ¿Señora?
- Un momento... - dijo el brujo por encima de Selena. - ¿De verdad no te acuerdas? - En cuanto Eberus recordó de qué la conocía, le extrañó que ella no se acordara. Ambos tuvieron un encuentro lascivo en una experiencia que Eberus no estaba seguro cómo catalogar, si onírica o real, pero desde luego, no había sido completamente onírica. - Soy Eberus, el cazador.
Mientras tanto, Selena iba arrugando cada vez más el rostro. - ¿Cazador? Este brujo se está comportando diferente... - Y no le faltaba razón en sus pensamientos. Eberus no solía mostrarse tan interesado en la gente, ni de lejos, y tanto sus gestos como sus palabras le transmitían algo raro. Además, que ella supiera, Eberus nunca se había dedicado a la caza.
Y más se extrañó cuando, tras unos breves segundos en los que la brujita se mantuvo pensativa, observó un profundo cambio en el rostro de ella. - No... No se de qué habla señor... Nunca lo había visto... - Visiblemente perturbada, pues se había tapado la boca con una de sus finas manos y sus ojos estaban muy abiertos, comenzó a alejarse más rápidamente aún. Parecía que ella también había recordado de sopetón todo lo ocurrido en aquel momento, pero ella aparentaba estar viviendo una oleada de emociones confusas, y no placenteras, como el brujo.
- Pero... - giró rápidamente la cabeza para mirar a Selena y acto seguido se precipitó para intentar alcanzar a la joven bruja. - ¡Eh! ¡Espera! - Ambos caminaban apresurados entre la multitud del mercado, recreando aquella escena pasada de cazador y presa, pero tomando esta vez un matiz mucho menos agradable. Y finalmente, un matiz inconcluso, pues Eberus la perdió entre la multitud y ya no sabía hacia dónde había podido avanzar.
Selena se había quedado en el puesto de atavíos del mercado, confusa, mirando cómo ambos partían, pero ella continuó con su tediosa búsqueda de una prenda que estaba segura que detestaría, pero que necesitaba adquirir. Al final, se decidió por un vestido bastante normal, que le recordaba al bosque.
Luego, volvió Eberus. Mientras caminaba hacia Selena la miraba con seriedad, como de costumbre, y no quiso decir mucho sobre lo ocurrido. - Bah, una chiquilla sin importancia.
- Eberus. ¿Me puedes explicar qué cojones ha pasado entre esa niña y tú? - preguntó con una mezcla de curiosidad, confusión e incredulidad. El hecho de que él no quisiera entablar demasiada conversación sobre lo ocurrido la extrañaba aún más.
- Sí. Hemos follado. ¿Qué pasa? ¿Algún problema? ¿Tienes envidia? - contestó, en cierto modo a la defensiva, pues suponía que ella ya lo había descubierto y que le resultaría chocante, aunque para él no supusiera ninguna violación de la moralidad tener sexo con una chica tan joven, siendo él un cincuentón.
- Ah, ¿se trata de eso? O sea, que te atraen las niñas, ¿eh? - vaciló Selena. - No me lo puedo creer. ¿Te parece normal hacer eso a tu edad, brujo? - dijo medio riendo, mostrándose concernida de una manera visiblemente irónica.
- Tú preséntame a tu querida madre, y te muestro lo que me atrae a mí - concluyó con normalidad, sin mostrarse molesto ni perturbado.
Tras hacerse con sus vestimentas correspondientes, volvieron a la posada para cambiarse y dirigirse hacia donde debían hacerlo. A la Mansión de los Adrell.
La luna ya alumbraba las terrosas y pedregosas calles, y ambos avanzaban a lomos de su Morador del Viento vestidos con sus nuevas ropas, despreocupados, confiando en su capacidad para llevar a cabo una venganza sutil, aún sin saber lo que les esperaría en aquel extraño baile de Bragival. Y, al fin, llegaron a la entrada que les conduciría hacia aquella celebración llena de falsedad y hostilidad.
______
OFF: * Apariencia e información sobre Morkvind en mi firma. Y también sobre Selena.
** Momento en el que comienzan los diálogos pactados entre Itzamaray y yo. En el siguiente post de Itzamaray seguiremos pactando diálogos, y ocurrirá mi correspondiente entrada al vestíbulo, mi saludo con Konner y mi entrada a las salas de colorines. Que si no se nos alargaba demasiado este post xD.
- Eh, que te jodan, Eberus - musitó también Selena, que había dormido en el lecho de paja contiguo al del brujo, y se había despertado a causa de sus agrias palabras.
Mientras, Morkvind continuaba asestando ligeros golpes al suelo, y soltando algún suave bufido. Eberus se puso en pie, algo preocupado por si su equino estaba detectando algo amenazante. Y quizás sus preocupaciones eran fundadas... si se considera amenazante una carta escrita con veneno en la intención de sus palabras.
Alguien le había enganchado al animal en la silla de montar aquel escrito que Eberus salió a agarrar para llevarlo consigo adentro.
- ¿Qué es eso?
- No lo sé... Oh, vamos, no me jodas. Es una carta del follacabras de Konner Ardell.
- ¿Qué pretende ahora ese hombre?
- A ver... Vale. Dice que... ¿estamos invitados a su porquería de fiesta? Y encima tiene el valor de "rogar encarecidamente" que vayamos vestidos con elegancia, y cada uno de un color, siendo o bien verde, o rojo.
- ¿Que nos invita a su fiesta? Déjame decirte que admiro los cojones que tiene ese insensato.
- Eh, pero piensa una cosa... - dijo tornando su rostro hacia una expresión de mayor picardía. - ¿Qué mejor situación para intentar vengarnos de él?
Selena tardó unos segundos en soltar una vaga risa. - Ideas como esta son las que me mantienen contigo, compañero. No me puedo negar a intentarlo.
Después de desperezarse, salieron al mercado para encontrar unas prendas adecuadas para poder acceder a la celebración de Bragival de Konner, pues el primer paso para la venganza era el de la infiltración disimulada.
- Y tú, ¿qué te vas a poner, viejo?
- Viejo... Mmm... ¿qué te parece si me atavío con esto? - dijo aparentando seriedad, explorando con sus manos un pomposo vestido rojo.
- Vestido que ve Eberus:
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- Te falta valor.
- Cierto, te quedaría mejor a ti, toma, pruébatelo - contestó con ironía, sabiendo que ella detestaba cualquier tipo de vestimenta elegante, pues lo había repetido varias veces, antes y durante la visita al mercado.
- Aparta eso de mi vis... - No pudo terminar la frase, pues entró en alerta por la sensación de un choque contra su espalda mientras retrocedía apartándose del vestido que le tendía Eberus. Al darse la vuelta, Selena vio que se trataba de una chica joven y menuda, y que la había hecho caer al suelo con el impacto.
- Mierda, brujo. Mira lo que has hecho. Agarra mi mano, anda - dijo mirando a la joven, mientras le ofrecía la mano para ayudarla a levantarse.
** - Lo siento... - se disculpó la inocente chica, aceptando con reparo la ayuda de la elfa y poniéndose en pie de nuevo.
Eberus se había fijado en ella, pues su rostro y su voz le habían resultado extrañamente familiares. La miraba con una ligera expresión de confusión, intentando recordar. - No te disculpes tú, en todo caso, dile a ella que te pida perdón. Por cierto, ¿nos conocemos?
- No lo creo... lo recordaría - contestó al brujo, mirándole igual de confusa que él, aunque quizás más extrañada por aquella pregunta inesperada. Mientras, se había agachado de nuevo para recoger algunas pertenencias que se le habían caído con el golpe.
- Oye, disculpa. No te había visto - interrumpió Selena, disculpándose a su manera, seria y seca, mientras miraba de reojo a Eberus, con cierto desprecio en su mirada.
- Esta bien, un mero accidente... Con su permiso señora - La chica no parecía muy motivada para conversar. En cuanto terminó de recoger sus cosas, ya estaba tratando de alejarse para seguir su camino.
- ¿Señora?
- Un momento... - dijo el brujo por encima de Selena. - ¿De verdad no te acuerdas? - En cuanto Eberus recordó de qué la conocía, le extrañó que ella no se acordara. Ambos tuvieron un encuentro lascivo en una experiencia que Eberus no estaba seguro cómo catalogar, si onírica o real, pero desde luego, no había sido completamente onírica. - Soy Eberus, el cazador.
Mientras tanto, Selena iba arrugando cada vez más el rostro. - ¿Cazador? Este brujo se está comportando diferente... - Y no le faltaba razón en sus pensamientos. Eberus no solía mostrarse tan interesado en la gente, ni de lejos, y tanto sus gestos como sus palabras le transmitían algo raro. Además, que ella supiera, Eberus nunca se había dedicado a la caza.
Y más se extrañó cuando, tras unos breves segundos en los que la brujita se mantuvo pensativa, observó un profundo cambio en el rostro de ella. - No... No se de qué habla señor... Nunca lo había visto... - Visiblemente perturbada, pues se había tapado la boca con una de sus finas manos y sus ojos estaban muy abiertos, comenzó a alejarse más rápidamente aún. Parecía que ella también había recordado de sopetón todo lo ocurrido en aquel momento, pero ella aparentaba estar viviendo una oleada de emociones confusas, y no placenteras, como el brujo.
- Pero... - giró rápidamente la cabeza para mirar a Selena y acto seguido se precipitó para intentar alcanzar a la joven bruja. - ¡Eh! ¡Espera! - Ambos caminaban apresurados entre la multitud del mercado, recreando aquella escena pasada de cazador y presa, pero tomando esta vez un matiz mucho menos agradable. Y finalmente, un matiz inconcluso, pues Eberus la perdió entre la multitud y ya no sabía hacia dónde había podido avanzar.
Selena se había quedado en el puesto de atavíos del mercado, confusa, mirando cómo ambos partían, pero ella continuó con su tediosa búsqueda de una prenda que estaba segura que detestaría, pero que necesitaba adquirir. Al final, se decidió por un vestido bastante normal, que le recordaba al bosque.
- Vestido de Selena:
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Luego, volvió Eberus. Mientras caminaba hacia Selena la miraba con seriedad, como de costumbre, y no quiso decir mucho sobre lo ocurrido. - Bah, una chiquilla sin importancia.
- Eberus. ¿Me puedes explicar qué cojones ha pasado entre esa niña y tú? - preguntó con una mezcla de curiosidad, confusión e incredulidad. El hecho de que él no quisiera entablar demasiada conversación sobre lo ocurrido la extrañaba aún más.
- Sí. Hemos follado. ¿Qué pasa? ¿Algún problema? ¿Tienes envidia? - contestó, en cierto modo a la defensiva, pues suponía que ella ya lo había descubierto y que le resultaría chocante, aunque para él no supusiera ninguna violación de la moralidad tener sexo con una chica tan joven, siendo él un cincuentón.
- Ah, ¿se trata de eso? O sea, que te atraen las niñas, ¿eh? - vaciló Selena. - No me lo puedo creer. ¿Te parece normal hacer eso a tu edad, brujo? - dijo medio riendo, mostrándose concernida de una manera visiblemente irónica.
- Tú preséntame a tu querida madre, y te muestro lo que me atrae a mí - concluyó con normalidad, sin mostrarse molesto ni perturbado.
- Vestimenta de Eberus:
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Tras hacerse con sus vestimentas correspondientes, volvieron a la posada para cambiarse y dirigirse hacia donde debían hacerlo. A la Mansión de los Adrell.
La luna ya alumbraba las terrosas y pedregosas calles, y ambos avanzaban a lomos de su Morador del Viento vestidos con sus nuevas ropas, despreocupados, confiando en su capacidad para llevar a cabo una venganza sutil, aún sin saber lo que les esperaría en aquel extraño baile de Bragival. Y, al fin, llegaron a la entrada que les conduciría hacia aquella celebración llena de falsedad y hostilidad.
______
OFF: * Apariencia e información sobre Morkvind en mi firma. Y también sobre Selena.
** Momento en el que comienzan los diálogos pactados entre Itzamaray y yo. En el siguiente post de Itzamaray seguiremos pactando diálogos, y ocurrirá mi correspondiente entrada al vestíbulo, mi saludo con Konner y mi entrada a las salas de colorines. Que si no se nos alargaba demasiado este post xD.
Eberus
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Separarse de su amo le costaba mucho de sí, corrompida por la enredadera espinosa de la obsesión, le causaba un dolor en el pecho, como los perros domésticos que ven a sus amos alejarse del hogar, deseando que el tiempo pase en un santiamén, logrando sólo sentir que cada instante de espera es un latigante castigo por la crueldad en la que su propia mente la sumergía.
Pasó el rato recostada en la pequeña habitación de la posada cercana a la casa de Ayna, una posada improvisada dentro de una casona, de una mujer madura, bruja, y sus dos hijas, personas recelosas y que se dedicaban a algún extraño negocio ilícito al parecer, además de profesar un filoso repudio por la ley humana en la ciudad. No las culpaba.
Tocaron a la puerta, y aunque la energía no estaba de su lado ese día, se forzó a levantar el pequeño cuerpo del catre y atender el llamado. Al abrir la hechicera dueña del sitio, Rhina, fué lo que encontró tras la puerta, sintiendo la confianza de dejar la puerta completamente abierta. -Chica, te han dejado ésto...- La miró con firmeza, dudando. -¿Nos has ocultado algo? ¿Por qué te ha traído ésto un mensajero de los riquillos esos?- Espetó sin entregar el sobre aún.
La pequeña bruja no comprendía a qué se refería, causando una expresión confundida y despreocupada, que tranquilizaron un poco a la hospitalaria. -No le entiendo... No conozco ningún riquillo... ¿Por qué me enviaron algo así? ¿Le dijeron de qué se trata?- La mujer negó con la cabeza, haciendo una mueca similar a un puchero y le extendió el sobre. -No hagas tonterías, si nos pones en riesgo, no saldrás respirando de aquí.- Itzamaray alzó ambas cejas, sorprendida por la hostilidad repentina, intrigada por cómo llegó eso para ella y cuál sería el fin de aquello.
Con la carta en mano y sola en la habitación de nuevo, se sentó al borde del catre y abrió el sobre, tomando aquella carta elegantemente escrita, pero, al no ser su lengua materna, aún se le dificultaron palabras sobre todo norteñas y muy rebuscadas de los adinerados. Pero a grandes rasgos creyó comprender la mayor parte de la misma, destacando que debería ir vestida de forma extravagante y elegante... claro, esa gente puritana e hipócrita, y entonces recordó el nombre del anfitrión. Aquel tipo había dificultado el trabajo de una caravana artística nómada, que simplemente ofrecía espectáculos, a quienes ella misma se habría unido para ganar aeros extras ya que parecía que estaría ahí mucho más tiempo por ahora. Detestable, como casi cada humano con vida.
Aventó la carta al suelo, un poco indignada al inicio, luego le invadió un fantasma de intriga que se hacía cada vez más fuerte, haciendo una presencia imposible de ignorar.
¿Qué pretendía, si se supone que no le agradaban los artistas “inmorales”?
¿Sería una trampa?
Era curiosa aquella situación, tomando en cuenta el contexto previo sobre ambos, donde a penas pudo escapar la última vez de los guardias y causar malestares. Sintió un repentino mareo seguido de una sensación de asco inminente, llevándose una mano a la boca, y cerrando los ojos con fuerza, controlando el impulso y volviendo a recostarse como antes de ser interrumpida de su contemplativa soledad. No iría... de ninguna manera.
*************************************************
Corriendo por el pasillo, con un terrible nudo atormentando su estómago y garganta, sin saber qué pensar de aquello, pero severamente asustada de la tormenta de realidad golpeando las costas de su razón. Todo había sido un sueño...
Un simple sueño extraño y que, aunque erótico, sería impossible que la pudieran reconocer...
Es imposible que se encuentre a alguien con quien sueñas...
Pero la había reconocido, y sabía perfectamente lo que pasó, devolviéndole el supuesto sueño a la mente presente, desbordándose como una presa sobrepasada por el temor y horror de lo real. La culpa estremeció sus manos, su mirada, no comprendiendo cómo eso podía ser posible, abrazando el zurrón donde llevaba el vestuario adquirido, consoló la tremenda confusión. Repasó cada instante del sueño, recorriendo los detalles que ahora eran tan vívidos, lo había disfrutado profundamente y aquellas pociones y frutas que consumió entonces... ¿le habrían anulado el raciocinio durante ese evento que creía aislado? Estaba segura de que dominando su sentido de la razón no habría hecho tales cosas... ¿o sí? Ahí fue donde la sombra de su propio deseo se fue apoderando de la habitación. ¿Tenía sus propios deseos además de servir a un vampiro que, ella no notaba la profunda indiferencia que le profesaba, en su ceguera obsesiva y atada por una nula educación previa... los tendría?
Recobrando de a poco la calma, se esforzó por realizar pensamientos mucho menos viscerales y lograr comprender lo sucedido. Si no fue un sueño, habría estado drogada quizás y terminó en otro sitio quizás, aunque era poco probable, había despertado en el mismo lugar donde durmió antes de aquel suceso. Más que preocupada por el acto carnal que cometió, deseaba fervientemente hallar respuestas a lo que la había llevado hasta ahí, y cómo.
Pasadas un par de horas, tomó una ducha para proceder a ataviarse con el extravagante vestuario armado, que lejos estaba de ser elegante, o al menos eso era lo que esperaba. ¿Quería burlarse de ella? No lo sabía, pero se aseguraría de burlarse primero, sin más que su expresión misma, de aquella forma abstracta e inmoral, para los estándares de esos humanos.
Cuando hubo terminado, tomó rumbo hacia la dichosa mansión del evento, la entrada estaba llena de personas con vestimentas tan extrañas y pesadas que no comprendía cómo se mantenían de pie con todo ello puesto. Sólo había la presencia de las gamas de tonos de cuatro únicos colores, rojo, verde, azul y púrpura, en distintas tonalidades y saturaciones que daban un pintoresco y curioso paisaje. Una reunión de apariencias como siempre, algunos con las máscaras puestas otros sin ellas, pero conforme entraban se retiraron aquellas caretas.
Ella llevaba su máscara en la mano, lejos de la cara, sostenida por la varilla que facilitaba su uso sin listones ni ataduras a la cabeza, mientras caminaba entre los grupos de personas que se internaban al edificio, su mirada se cruzó, para su mala suerte pues no sabía si estaba lista para afrontar lo que se vendría de ello, con el mismo hombre y que antes se había encontrado en el mercado. Sin que ella pudiera moverse el sitio, lo vió moverse, junto con la misma mujer rubia que iba con él más temprano siguiéndolo confundida, ambos llegaron muy cerca de ella, siendo él quien cerró la distancia entre los dos, causando nervios en la bruja al momento. El nudo en el estómago se hizo presente.
- Oye, pero... ¿qué te ocurre? ¿Tienes enemigos por aquí?- Le escuchó decir, arrebatándola un poco de su ensimismamiento, sin entender realmente a qué se refería, ¿sabía algo además sobre su conflicto con esa gente debido al grupo de arte musical y danza? ¿La vigilaba en caso? ¿Qué hacía él aquí? -N-no... si... ¿Qué-qué hace aquí? ¿Los... invitaron?- Trataba de ser cautelosa con sus preguntas, teniendo un poco de sospechas respecto a lo que realmente sucedía, incluso pensando que realmente estaba por caer en alguna clase de trampa, demasiado elaborada y casi absurda.
-Sí, nos invitó el hijo de puta de la casa. Y veo que a ti también. Lo que no entiendo es por qué diablos nos invita.- Respondió a la bruja, quien se perdía de detalles como la sonrisa divertida de la elfa al verlos a ambos dialogar, si a eso se llamaba diálogo. La chica retrocedió un paso, tensa, como un animalito atrapado por su propia idea de lo que ocurría. Idea que distaba de la verdad de la circunstancia. -¿Por... por qué me ha dicho sobre mi sueño? ¿Cómo sabe qué sucedió en mis sueños? ¿Es un brujo de la mente? ¿Me ha indagado en mi mente para algo...?- Ella lo observaba con evidente nerviosismo, casi agradecida de que aparentemente no traían armas con ellos, ¿sería un plan turbio para desestabilizar su mente y asesinarla ahí dentro del evento. Comenzaron las dudas por si debería acudir dentro o no.
-¿Y tú de qué te ríes?- Interrumpió el hombre hacia la rubia, no sabría decir si estaba enojado o sólo era brusco al hablar. -De nada, de nada. Continúen con su conversación.- Replicó la mujer, aún con los músculos de los labios algo inquietos, desviando la mirada como si observara cuidadosamente a los demás asistentes que iban adentrándose de a poco al edificio cuando es pillada de nuevo por el hombre. Lobo él mismo volvió a poner la atención en la bruja, cuyas piernas se sentían inquietas, como si pidieran a gritos salir corriendo de allí.
-Escucha. Da igual lo que yo sea...- Respondió con un tono condescendiente y discreto, causando en la joven un sentimiento de inseguridad que se abría paso cual serpiente sigilosa en su cabeza. -... pero eso del sueño, no era un sueño. Es decir... Ven, anda, ven, y te explico- Agregó, tomándose la libertad de posar una mano en el hombro de la hechicera, que permanecía con aire de tensión, incomodidad y recelo, que no creía que pudiera disipar pronto. Accediendo a penas por estar ofuscada en ese remolino emocional, mientras la apartaba de donde se encontraba la rubia a quien pareció dirigir un secreto. -Tú vete un rato a tomar por culo.- Susurra a Selena apartándose de Itzamaray por un momento, a lo que la elfa contesta con el silencio y con una sonrisa vacilona.
El mareo asomó nuevamente, trayendo consigo el nudo estomacal que casi le causa el impulso de dar una arcada, tan sólo controlado por no querer meterse en un lío en ese momento en que primaba averiguar la razón detrás de esa maraña que ella pensaba estaba envolviendola. Se abrazó a sí misma, deseando realmente no estar ahí, no estar lejos de su amo y olvidar que su sueño podría no serlo, en su laxa capacidad de manejar sus frustraciones y la avalancha psicológica que representaba el conjunto. -No puede no ser un sueño... tiene... usted debió construirlo en mi cabeza, sí eso debe ser. Yo... yo no debería hacer esas cosas yo...- Y no es que le diera asco el acto, ni con quién sucedió, simplemente que su rango mental le impedía restar gravedad al acto, no siendo hábil dándole una connotación natural y siendo casi un paso a la adultez que, más que obviamente, no estaba preparada. Sin sumar el impacto a su actualidad, su estatus de herramienta para otra criatura que no estaba en ese momento ahí, y de quien temía la peor de las represalias por sucumbir a deseos carnales que no vería con buenos ojos... pues muy a pesar de no tener el menor afecto por ella, sí tenía una utilidad, y de no ser más eso... perdería todo, o lo poco que obtenía de la bizarra relación.
Sus grandes ojos esmeralda se humedecieron cuando aquellos pensamientos se amontonaron, cosa que al parecer el hombre notó incluso antes de que las lágrimas se agruparan en sus ojos, llevándola de a poco al edificio, entrando distraída por sus ideas y a penas mirando al anfitrión que recibía a sus peculiares invitados, mismo que le dió una mirada de superioridad que pasó desapercibida para la chica, tanto como el leve repudio por la osadía de parecer una meretriz a ojos de los “recatados” adinerados que eran la mayor parte de asistentes. En medio de la muchedumbre, que permanecía en el vestíbulo general, donde los colores continuaban mezclados e interactuando entre ellos, el hombre volvió a captar la atención de la chica, con el retomado tono de sigilo.
-No llores, chica. Si el sexo es maravilloso. Todos deberíamos hacerlo. Es más, hay mucha gente que se vuelve imbécil porque no ha follado nunca.- Su respuesta la descolocó, como si hablara del clima, y aquello sólo la hizo enojar, pensando que simplemente minimizaba su sentir como si no tuviera importancia. Ante ello, separó su cuerpo, tomando distancia. -Y sobre lo del sueño o no sueño... Verás. Yo tampoco lo entiendo demasiado bien, pero afirmó que eso no se trataba de un sueño como los habituales. Es algo que me gustaría investigar.-
-Todos los humanos son iguales... sólo piensan en sus satisfacciones a costa de los demás. Yo tengo una única misión en esta vida... y no incluye sueños inducidos por locos. No sé que me ha hecho en la cabeza pero no me engañará más.- La mirada de enojo se mezclaba con el temor de no saber precisamente qué hacer, sólo pudo despotricar y huir. Dando media vuelta y dejándolo ahí, pero obstinado él le quiso seguir el paso, mientras la chica se adelantaba de prisa hacia el jardín, esperando encontrar la supuesta sala a la que debería entrar, lejos de aquel desquiciado manipulador.
Pasó el rato recostada en la pequeña habitación de la posada cercana a la casa de Ayna, una posada improvisada dentro de una casona, de una mujer madura, bruja, y sus dos hijas, personas recelosas y que se dedicaban a algún extraño negocio ilícito al parecer, además de profesar un filoso repudio por la ley humana en la ciudad. No las culpaba.
Tocaron a la puerta, y aunque la energía no estaba de su lado ese día, se forzó a levantar el pequeño cuerpo del catre y atender el llamado. Al abrir la hechicera dueña del sitio, Rhina, fué lo que encontró tras la puerta, sintiendo la confianza de dejar la puerta completamente abierta. -Chica, te han dejado ésto...- La miró con firmeza, dudando. -¿Nos has ocultado algo? ¿Por qué te ha traído ésto un mensajero de los riquillos esos?- Espetó sin entregar el sobre aún.
La pequeña bruja no comprendía a qué se refería, causando una expresión confundida y despreocupada, que tranquilizaron un poco a la hospitalaria. -No le entiendo... No conozco ningún riquillo... ¿Por qué me enviaron algo así? ¿Le dijeron de qué se trata?- La mujer negó con la cabeza, haciendo una mueca similar a un puchero y le extendió el sobre. -No hagas tonterías, si nos pones en riesgo, no saldrás respirando de aquí.- Itzamaray alzó ambas cejas, sorprendida por la hostilidad repentina, intrigada por cómo llegó eso para ella y cuál sería el fin de aquello.
Con la carta en mano y sola en la habitación de nuevo, se sentó al borde del catre y abrió el sobre, tomando aquella carta elegantemente escrita, pero, al no ser su lengua materna, aún se le dificultaron palabras sobre todo norteñas y muy rebuscadas de los adinerados. Pero a grandes rasgos creyó comprender la mayor parte de la misma, destacando que debería ir vestida de forma extravagante y elegante... claro, esa gente puritana e hipócrita, y entonces recordó el nombre del anfitrión. Aquel tipo había dificultado el trabajo de una caravana artística nómada, que simplemente ofrecía espectáculos, a quienes ella misma se habría unido para ganar aeros extras ya que parecía que estaría ahí mucho más tiempo por ahora. Detestable, como casi cada humano con vida.
Aventó la carta al suelo, un poco indignada al inicio, luego le invadió un fantasma de intriga que se hacía cada vez más fuerte, haciendo una presencia imposible de ignorar.
¿Qué pretendía, si se supone que no le agradaban los artistas “inmorales”?
¿Sería una trampa?
Era curiosa aquella situación, tomando en cuenta el contexto previo sobre ambos, donde a penas pudo escapar la última vez de los guardias y causar malestares. Sintió un repentino mareo seguido de una sensación de asco inminente, llevándose una mano a la boca, y cerrando los ojos con fuerza, controlando el impulso y volviendo a recostarse como antes de ser interrumpida de su contemplativa soledad. No iría... de ninguna manera.
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Corriendo por el pasillo, con un terrible nudo atormentando su estómago y garganta, sin saber qué pensar de aquello, pero severamente asustada de la tormenta de realidad golpeando las costas de su razón. Todo había sido un sueño...
Un simple sueño extraño y que, aunque erótico, sería impossible que la pudieran reconocer...
Es imposible que se encuentre a alguien con quien sueñas...
Pero la había reconocido, y sabía perfectamente lo que pasó, devolviéndole el supuesto sueño a la mente presente, desbordándose como una presa sobrepasada por el temor y horror de lo real. La culpa estremeció sus manos, su mirada, no comprendiendo cómo eso podía ser posible, abrazando el zurrón donde llevaba el vestuario adquirido, consoló la tremenda confusión. Repasó cada instante del sueño, recorriendo los detalles que ahora eran tan vívidos, lo había disfrutado profundamente y aquellas pociones y frutas que consumió entonces... ¿le habrían anulado el raciocinio durante ese evento que creía aislado? Estaba segura de que dominando su sentido de la razón no habría hecho tales cosas... ¿o sí? Ahí fue donde la sombra de su propio deseo se fue apoderando de la habitación. ¿Tenía sus propios deseos además de servir a un vampiro que, ella no notaba la profunda indiferencia que le profesaba, en su ceguera obsesiva y atada por una nula educación previa... los tendría?
Recobrando de a poco la calma, se esforzó por realizar pensamientos mucho menos viscerales y lograr comprender lo sucedido. Si no fue un sueño, habría estado drogada quizás y terminó en otro sitio quizás, aunque era poco probable, había despertado en el mismo lugar donde durmió antes de aquel suceso. Más que preocupada por el acto carnal que cometió, deseaba fervientemente hallar respuestas a lo que la había llevado hasta ahí, y cómo.
Pasadas un par de horas, tomó una ducha para proceder a ataviarse con el extravagante vestuario armado, que lejos estaba de ser elegante, o al menos eso era lo que esperaba. ¿Quería burlarse de ella? No lo sabía, pero se aseguraría de burlarse primero, sin más que su expresión misma, de aquella forma abstracta e inmoral, para los estándares de esos humanos.
Cuando hubo terminado, tomó rumbo hacia la dichosa mansión del evento, la entrada estaba llena de personas con vestimentas tan extrañas y pesadas que no comprendía cómo se mantenían de pie con todo ello puesto. Sólo había la presencia de las gamas de tonos de cuatro únicos colores, rojo, verde, azul y púrpura, en distintas tonalidades y saturaciones que daban un pintoresco y curioso paisaje. Una reunión de apariencias como siempre, algunos con las máscaras puestas otros sin ellas, pero conforme entraban se retiraron aquellas caretas.
Ella llevaba su máscara en la mano, lejos de la cara, sostenida por la varilla que facilitaba su uso sin listones ni ataduras a la cabeza, mientras caminaba entre los grupos de personas que se internaban al edificio, su mirada se cruzó, para su mala suerte pues no sabía si estaba lista para afrontar lo que se vendría de ello, con el mismo hombre y que antes se había encontrado en el mercado. Sin que ella pudiera moverse el sitio, lo vió moverse, junto con la misma mujer rubia que iba con él más temprano siguiéndolo confundida, ambos llegaron muy cerca de ella, siendo él quien cerró la distancia entre los dos, causando nervios en la bruja al momento. El nudo en el estómago se hizo presente.
- Oye, pero... ¿qué te ocurre? ¿Tienes enemigos por aquí?- Le escuchó decir, arrebatándola un poco de su ensimismamiento, sin entender realmente a qué se refería, ¿sabía algo además sobre su conflicto con esa gente debido al grupo de arte musical y danza? ¿La vigilaba en caso? ¿Qué hacía él aquí? -N-no... si... ¿Qué-qué hace aquí? ¿Los... invitaron?- Trataba de ser cautelosa con sus preguntas, teniendo un poco de sospechas respecto a lo que realmente sucedía, incluso pensando que realmente estaba por caer en alguna clase de trampa, demasiado elaborada y casi absurda.
-Sí, nos invitó el hijo de puta de la casa. Y veo que a ti también. Lo que no entiendo es por qué diablos nos invita.- Respondió a la bruja, quien se perdía de detalles como la sonrisa divertida de la elfa al verlos a ambos dialogar, si a eso se llamaba diálogo. La chica retrocedió un paso, tensa, como un animalito atrapado por su propia idea de lo que ocurría. Idea que distaba de la verdad de la circunstancia. -¿Por... por qué me ha dicho sobre mi sueño? ¿Cómo sabe qué sucedió en mis sueños? ¿Es un brujo de la mente? ¿Me ha indagado en mi mente para algo...?- Ella lo observaba con evidente nerviosismo, casi agradecida de que aparentemente no traían armas con ellos, ¿sería un plan turbio para desestabilizar su mente y asesinarla ahí dentro del evento. Comenzaron las dudas por si debería acudir dentro o no.
-¿Y tú de qué te ríes?- Interrumpió el hombre hacia la rubia, no sabría decir si estaba enojado o sólo era brusco al hablar. -De nada, de nada. Continúen con su conversación.- Replicó la mujer, aún con los músculos de los labios algo inquietos, desviando la mirada como si observara cuidadosamente a los demás asistentes que iban adentrándose de a poco al edificio cuando es pillada de nuevo por el hombre. Lobo él mismo volvió a poner la atención en la bruja, cuyas piernas se sentían inquietas, como si pidieran a gritos salir corriendo de allí.
-Escucha. Da igual lo que yo sea...- Respondió con un tono condescendiente y discreto, causando en la joven un sentimiento de inseguridad que se abría paso cual serpiente sigilosa en su cabeza. -... pero eso del sueño, no era un sueño. Es decir... Ven, anda, ven, y te explico- Agregó, tomándose la libertad de posar una mano en el hombro de la hechicera, que permanecía con aire de tensión, incomodidad y recelo, que no creía que pudiera disipar pronto. Accediendo a penas por estar ofuscada en ese remolino emocional, mientras la apartaba de donde se encontraba la rubia a quien pareció dirigir un secreto. -Tú vete un rato a tomar por culo.- Susurra a Selena apartándose de Itzamaray por un momento, a lo que la elfa contesta con el silencio y con una sonrisa vacilona.
El mareo asomó nuevamente, trayendo consigo el nudo estomacal que casi le causa el impulso de dar una arcada, tan sólo controlado por no querer meterse en un lío en ese momento en que primaba averiguar la razón detrás de esa maraña que ella pensaba estaba envolviendola. Se abrazó a sí misma, deseando realmente no estar ahí, no estar lejos de su amo y olvidar que su sueño podría no serlo, en su laxa capacidad de manejar sus frustraciones y la avalancha psicológica que representaba el conjunto. -No puede no ser un sueño... tiene... usted debió construirlo en mi cabeza, sí eso debe ser. Yo... yo no debería hacer esas cosas yo...- Y no es que le diera asco el acto, ni con quién sucedió, simplemente que su rango mental le impedía restar gravedad al acto, no siendo hábil dándole una connotación natural y siendo casi un paso a la adultez que, más que obviamente, no estaba preparada. Sin sumar el impacto a su actualidad, su estatus de herramienta para otra criatura que no estaba en ese momento ahí, y de quien temía la peor de las represalias por sucumbir a deseos carnales que no vería con buenos ojos... pues muy a pesar de no tener el menor afecto por ella, sí tenía una utilidad, y de no ser más eso... perdería todo, o lo poco que obtenía de la bizarra relación.
Sus grandes ojos esmeralda se humedecieron cuando aquellos pensamientos se amontonaron, cosa que al parecer el hombre notó incluso antes de que las lágrimas se agruparan en sus ojos, llevándola de a poco al edificio, entrando distraída por sus ideas y a penas mirando al anfitrión que recibía a sus peculiares invitados, mismo que le dió una mirada de superioridad que pasó desapercibida para la chica, tanto como el leve repudio por la osadía de parecer una meretriz a ojos de los “recatados” adinerados que eran la mayor parte de asistentes. En medio de la muchedumbre, que permanecía en el vestíbulo general, donde los colores continuaban mezclados e interactuando entre ellos, el hombre volvió a captar la atención de la chica, con el retomado tono de sigilo.
-No llores, chica. Si el sexo es maravilloso. Todos deberíamos hacerlo. Es más, hay mucha gente que se vuelve imbécil porque no ha follado nunca.- Su respuesta la descolocó, como si hablara del clima, y aquello sólo la hizo enojar, pensando que simplemente minimizaba su sentir como si no tuviera importancia. Ante ello, separó su cuerpo, tomando distancia. -Y sobre lo del sueño o no sueño... Verás. Yo tampoco lo entiendo demasiado bien, pero afirmó que eso no se trataba de un sueño como los habituales. Es algo que me gustaría investigar.-
-Todos los humanos son iguales... sólo piensan en sus satisfacciones a costa de los demás. Yo tengo una única misión en esta vida... y no incluye sueños inducidos por locos. No sé que me ha hecho en la cabeza pero no me engañará más.- La mirada de enojo se mezclaba con el temor de no saber precisamente qué hacer, sólo pudo despotricar y huir. Dando media vuelta y dejándolo ahí, pero obstinado él le quiso seguir el paso, mientras la chica se adelantaba de prisa hacia el jardín, esperando encontrar la supuesta sala a la que debería entrar, lejos de aquel desquiciado manipulador.
- Off:
Los diálogos con Eberus son acordados.
La vestimenta armada....
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Vestido con un elegante traje morado con detalles blancos, incluso con ropa interior de lencería del color apropiado, el vampiro llegó hasta la mansión de los Ardell, decidido a saber la razón por la cual había sido invitado… y por quién.
Sin embargo, la primera sorpresa de la noche se la llevó justo antes de entrar al edificio, al ver cómo Peter, vestidos con ropas azules para aquel festejo, acompañado de una dama que también vestía de color morado, entraban en el edificio. La relación entre ellos parecía íntima y cariñosa y Cohen se preguntó qué era lo que allí sucedía. ¿Acaso Peter era bisexual? ¿Quién era esa mujer?
Ajustándose su máscara con la intención de pasar totalmente desapercibido, el vampiro se abrió paso al interior del edificio. En el recibidor, se encontró a Ardell, que desenmascarado, le sonrió.
―Bienvenido a la fiesta de Bragival. Es un placer contar contigo.
―Le agradezco mucho la invitación. Sin duda, será una noche memorable…
Se llevó momentáneamente la mano a la máscara para dejar ver su rostro al anfitrión.
―Nikolas Cohen, botánico y alquimista.
―Sí… sé quién es usted… Pase y disfrute… Pase a la Sala de la Amatista, por favor…
Tras una mirada silenciosa que duró algunos segundos más de lo debidamente adecuado, Cohen sonrió y colocando de nuevo su máscara, pasó al jardín. En ese momento, vio cómo Peter entraba en otra de las Salas. Viendo que su acompañante iba vestida con su mismo color, la siguió hasta la sala correcta.
Al entrar en ella, un apuesto hombre, también desenmascarado le recibía con una sonrisa. Cohen no tardó en distinguir los rasgos de los Ardell en el joven y tras unos segundos, se dio cuenta de que se encontraba ante el hijo primogénito del anfitrión.
(Chris Ardell)―Bienvenido a la Sala de la Amatista ―dijo, señalando con su brazo derecho a su espalda.
Cuándo el vampiro llevó su vista al centro de aquella sala, a la dirección dónde el hombre señalaba, descubrió cómo una enorme gema de amatista flotaba en el aire, quizás por el efecto de la magia.
―¿Pero cómo…? ―preguntó el vampiro, completamente fascinado, tanto cómo por el tamaño de la gema cómo por cómo ésta flotaba en el aire.
―Soy Chris Ardell. Espero que tenga una buena noche en nuestro hogar. Por favor, tome algo y busque una pareja. El baile inaugural está a punto de comenzar.
Tras esa respetuosa bienvenida, Cohen se dirigió directamente a examinar la extraordinaria gema. A medida que se acercaba pudo comprobar cómo ésta se iluminaba débilmente, cada pocos segundos, desde su interior. Sin duda, era un espectáculo maravilloso.
A su lado, la mujer que acompañaba a Peter contemplaba también la gema, seguramente con la misma fascinación que él.
―¡Es hermosa! ¿Verdad? ―preguntó el vampiro, que cambió rápidamente su interés de la gema hacia la mujer.
(Emilia Lannet)―Sí. Nunca había visto una gema así…
Tras unos segundos más de silencio, Cohen dio un paso más hacia aquella invitada.
―Nikolas Cohen ―dijo, mientras apartaba su máscara momentáneamente para dejar ver su rostro― Alquimista y botánico.
La joven llevó su mano a su respectiva máscara e igualmente, en señal de respeto, la apartó para dejar ver su rostro.
―Emilia Lannet.
―¿Lannet? ¿Acaso es familia de Peter Lannet?
―Sí, señor. Soy su hermana… ¿Le conoce?
―Se podría decir que sí…
Cohen sonrió pícaramente, imaginando el rostro de Peter si en algún momento de la noche le veía conversando con su hermana en un lugar cómo aquel.
Cuándo la música comenzó a sonar, Cohen quedó sorprendido al comprobar que ésta procedía desde el interior de la gema, haciendo que todos los asistentes de la Sala de la Amatista contemplara de nuevo la gema, sonriendo, muy asombrados por este hecho.
―¿Me permite el primer baile? Podríamos hablar de su hermano mientras tanto…
―Claro… Por supuesto… ―dijo la joven, no demasiado convencida, mientras miraba en dirección a la entrada.
A Cohen le bastó unos segundos para comprender que quizás Emilia deseaba que su pareja de baile fuese Chris Ardell.
A pesar de ello, sus cuerpos se unieron y al igual que todos los ocupantes de la sala, comenzaron a bailar alrededor de la gema…
Hola chicos.
Comunicaros que el asesinato de Konner Ardell se producirá en el siguiente turno, pero para éste aún hay una importante decisión que tomar…
- Eberus e Itzamaray, debéis presentaros ante Konner Ardell y pasar a vuestra sala correspondiente, ya que no lo hicisteis en el turno anterior. Mientras ha durado vuestra conversación, Selene ha pasado al interior de la casa y ha entrado en su Sala, ya que no estaba previsto que en este turno, los personajes acompañantes aparezcan...
- En el interior de vuestra sala, hay un anfitrión de la familia Ardell. Encontraréis al anfitrión asignado [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Esta persona os dará la bienvenida a la sala y os pedirá que busquéis una pareja de baile...
- En cada una de vuestras salas, habrá una enorme gema flotante que da nombre a esa habitación. Esa gema emite una débil luz cada pocos segundos y además, comenzará a emitir la música de baile.
- Necesitáis una pareja para este primer baile. Debéis elegir a una de las personas de la Sala, a vuestra elección. La persona elegida no podrá ser ni el Anfitrión Ardell que os recibe ni tampoco el personaje acompañante de otro de los roleadores. Debe ser un NPC que vista vuestro color y por lo tanto, se encuentre en la Sala. Sois libres de elegir. Debéis aprovechar la información del Anexo, pero no contradecirlo: un ejemplo, en la ficha de Emilia, la hermana de Peter, dice que tuvo una historia de amor con el hijo mayor de los Ardell, razón por la que a la hora de comenzar a bailar con Cohen, le mira a él, quizás porque aún tiene sentimientos hacia ese hombre...
- MUY IMPORTANTE: Si la persona que elegís para bailar, resulta ser el asesino, las personas de vuestra Sala recordarán que bailasteis con el asesino o la asesina justo antes de producirse el crimen, por lo que podríais ser considerados CÓMPLICES del asesinato. Por lo que mucho cuidado con quién bailáis, porque la elección puede complicaros mucho la parte final del rol.
-En este turno, NO debéis rolear lo que hace vuestro acompañante en su sala ni debéis rolear lo que hace el acompañante de otro jugador con el que compartáis sala. Ignorar totalmente a Peter, Allister y Selene. No los veis. No lo reconocéis. No os cruzáis. No sabéis nada de ellos. Los acompañantes desaparecen hasta nuevo aviso y nada debe saberse de ellos hasta el momento del crimen…
Obligatorio: Debéis acabar vuestro turno bailando con vuestra respectiva pareja...
Suerte y … ¡a bailar!
- VESTIMENTA COHEN:
Sin embargo, la primera sorpresa de la noche se la llevó justo antes de entrar al edificio, al ver cómo Peter, vestidos con ropas azules para aquel festejo, acompañado de una dama que también vestía de color morado, entraban en el edificio. La relación entre ellos parecía íntima y cariñosa y Cohen se preguntó qué era lo que allí sucedía. ¿Acaso Peter era bisexual? ¿Quién era esa mujer?
- VESTIMENTA DE PETER:
Ajustándose su máscara con la intención de pasar totalmente desapercibido, el vampiro se abrió paso al interior del edificio. En el recibidor, se encontró a Ardell, que desenmascarado, le sonrió.
―Bienvenido a la fiesta de Bragival. Es un placer contar contigo.
―Le agradezco mucho la invitación. Sin duda, será una noche memorable…
Se llevó momentáneamente la mano a la máscara para dejar ver su rostro al anfitrión.
―Nikolas Cohen, botánico y alquimista.
―Sí… sé quién es usted… Pase y disfrute… Pase a la Sala de la Amatista, por favor…
Tras una mirada silenciosa que duró algunos segundos más de lo debidamente adecuado, Cohen sonrió y colocando de nuevo su máscara, pasó al jardín. En ese momento, vio cómo Peter entraba en otra de las Salas. Viendo que su acompañante iba vestida con su mismo color, la siguió hasta la sala correcta.
Al entrar en ella, un apuesto hombre, también desenmascarado le recibía con una sonrisa. Cohen no tardó en distinguir los rasgos de los Ardell en el joven y tras unos segundos, se dio cuenta de que se encontraba ante el hijo primogénito del anfitrión.
(Chris Ardell)―Bienvenido a la Sala de la Amatista ―dijo, señalando con su brazo derecho a su espalda.
Cuándo el vampiro llevó su vista al centro de aquella sala, a la dirección dónde el hombre señalaba, descubrió cómo una enorme gema de amatista flotaba en el aire, quizás por el efecto de la magia.
―¿Pero cómo…? ―preguntó el vampiro, completamente fascinado, tanto cómo por el tamaño de la gema cómo por cómo ésta flotaba en el aire.
―Soy Chris Ardell. Espero que tenga una buena noche en nuestro hogar. Por favor, tome algo y busque una pareja. El baile inaugural está a punto de comenzar.
Tras esa respetuosa bienvenida, Cohen se dirigió directamente a examinar la extraordinaria gema. A medida que se acercaba pudo comprobar cómo ésta se iluminaba débilmente, cada pocos segundos, desde su interior. Sin duda, era un espectáculo maravilloso.
A su lado, la mujer que acompañaba a Peter contemplaba también la gema, seguramente con la misma fascinación que él.
―¡Es hermosa! ¿Verdad? ―preguntó el vampiro, que cambió rápidamente su interés de la gema hacia la mujer.
(Emilia Lannet)―Sí. Nunca había visto una gema así…
Tras unos segundos más de silencio, Cohen dio un paso más hacia aquella invitada.
―Nikolas Cohen ―dijo, mientras apartaba su máscara momentáneamente para dejar ver su rostro― Alquimista y botánico.
La joven llevó su mano a su respectiva máscara e igualmente, en señal de respeto, la apartó para dejar ver su rostro.
―Emilia Lannet.
―¿Lannet? ¿Acaso es familia de Peter Lannet?
―Sí, señor. Soy su hermana… ¿Le conoce?
―Se podría decir que sí…
Cohen sonrió pícaramente, imaginando el rostro de Peter si en algún momento de la noche le veía conversando con su hermana en un lugar cómo aquel.
Cuándo la música comenzó a sonar, Cohen quedó sorprendido al comprobar que ésta procedía desde el interior de la gema, haciendo que todos los asistentes de la Sala de la Amatista contemplara de nuevo la gema, sonriendo, muy asombrados por este hecho.
―¿Me permite el primer baile? Podríamos hablar de su hermano mientras tanto…
―Claro… Por supuesto… ―dijo la joven, no demasiado convencida, mientras miraba en dirección a la entrada.
A Cohen le bastó unos segundos para comprender que quizás Emilia deseaba que su pareja de baile fuese Chris Ardell.
A pesar de ello, sus cuerpos se unieron y al igual que todos los ocupantes de la sala, comenzaron a bailar alrededor de la gema…
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Hola chicos.
Comunicaros que el asesinato de Konner Ardell se producirá en el siguiente turno, pero para éste aún hay una importante decisión que tomar…
- Eberus e Itzamaray, debéis presentaros ante Konner Ardell y pasar a vuestra sala correspondiente, ya que no lo hicisteis en el turno anterior. Mientras ha durado vuestra conversación, Selene ha pasado al interior de la casa y ha entrado en su Sala, ya que no estaba previsto que en este turno, los personajes acompañantes aparezcan...
- En el interior de vuestra sala, hay un anfitrión de la familia Ardell. Encontraréis al anfitrión asignado [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Esta persona os dará la bienvenida a la sala y os pedirá que busquéis una pareja de baile...
- En cada una de vuestras salas, habrá una enorme gema flotante que da nombre a esa habitación. Esa gema emite una débil luz cada pocos segundos y además, comenzará a emitir la música de baile.
- Necesitáis una pareja para este primer baile. Debéis elegir a una de las personas de la Sala, a vuestra elección. La persona elegida no podrá ser ni el Anfitrión Ardell que os recibe ni tampoco el personaje acompañante de otro de los roleadores. Debe ser un NPC que vista vuestro color y por lo tanto, se encuentre en la Sala. Sois libres de elegir. Debéis aprovechar la información del Anexo, pero no contradecirlo: un ejemplo, en la ficha de Emilia, la hermana de Peter, dice que tuvo una historia de amor con el hijo mayor de los Ardell, razón por la que a la hora de comenzar a bailar con Cohen, le mira a él, quizás porque aún tiene sentimientos hacia ese hombre...
- MUY IMPORTANTE: Si la persona que elegís para bailar, resulta ser el asesino, las personas de vuestra Sala recordarán que bailasteis con el asesino o la asesina justo antes de producirse el crimen, por lo que podríais ser considerados CÓMPLICES del asesinato. Por lo que mucho cuidado con quién bailáis, porque la elección puede complicaros mucho la parte final del rol.
-En este turno, NO debéis rolear lo que hace vuestro acompañante en su sala ni debéis rolear lo que hace el acompañante de otro jugador con el que compartáis sala. Ignorar totalmente a Peter, Allister y Selene. No los veis. No lo reconocéis. No os cruzáis. No sabéis nada de ellos. Los acompañantes desaparecen hasta nuevo aviso y nada debe saberse de ellos hasta el momento del crimen…
Obligatorio: Debéis acabar vuestro turno bailando con vuestra respectiva pareja...
Suerte y … ¡a bailar!
Cohen
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Acordando reencontrarse en la sala de la Amatista en cuanto les fuese posible, eligiendo ésta por mero azar, la pareja se despidió y procedió a entrar en las estancias que les estaban esperando según el color predominante de sus vestimentas.
Dentro de la habitación a la que ingresó la vampira ya se reunían algunos de los invitados al baile, algunos hablando entre ellos y otros más apartados del resto, expectantes ante lo que la familia Ardell tuviese preparado para aquella noche. - Buenas noches, bienvenida a la sala del Zafiro, soy Scarlett Ardell. - la recibió una joven de rubia melena y ojos claros, que iba ataviada con un bonito y elegante vestido azul, a juego con una llamativa máscara decorada con plumas, que se retiró para dejar su rostro a la vista.
- Buenas noches, Elen Calhoun, encantada de conocerla. - respondió educadamente la señora de sombras, apartando momentáneamente su antifaz para que su anfitriona pudiese verla. - Esta debe ser la hija de Konner, me convendría acercarme a ella, quizá pueda sacarle algo… - pensó para sí, pero la llegada de otros asistentes no iba a permitirle hablar mucho más con la chica. - Adelante por favor, tenemos bebidas y aperitivos en las mesas del fondo si lo desea, aunque el baile inaugural está por comenzar, quizá sea mejor que vaya buscando una pareja. - indicó, invitándola a interactuar con los hombres de la sala.
Elen asintió en respuesta y avanzó a través de la estancia, no le hacía demasiada gracia bailar con un extraño pero al parecer no iba a quedarle más remedio, por lo que debía valorar sus opciones y elegir a alguien que pudiese ofrecerle información acerca del organizador. Pero antes de acercarse a ninguno de ellos, su atención se centró en la enorme gema que flotaba en mitad de la habitación, emitiendo un débil brillo intermitente.
- Un poco exagerado ¿no cree? - una voz a su espalda hizo que se girase para ver de quién se trataba, encontrándose con un tipo alto y de buen porte, cuyos ropajes finamente confeccionados daban a entender que se trataba de alguien adinerado. - Me refiero a todo esto de los disfraces y separar a los invitados por colores… - se explicó, para luego llevarse la copa a los labios y dar un pequeño sorbo a su bebida. - Sí, pero ¿no son así todas las fiestas de la clase alta? Parecen tener debilidad por lo pomposo y excéntrico. - contestó ella, sin cortarse un pelo.
- Vaya, supongo que debería darme por aludido, pero tiene razón. - soltó, riendo levemente. - Luke Ballantine, encantado. - se presentó, tomando la mano de la de cabellos cenicientos para besar su dorso como todo un caballero. Afortunadamente, los guantes no dejaron que percibiese lo fría que era su piel, con lo que su naturaleza de criatura de la noche seguiría siendo un secreto. - Elen Calhoun, igualmente. - hizo lo propio, con una leve inclinación de cabeza.
- Y ¿qué la trae a este excéntrico baile de máscaras señorita Calhoun? ¿De qué conoce a Konner? - quiso saber el humano, manteniendo aquel tono amable. - Debo admitir que su invitación me tomó por sorpresa, hasta esta noche nunca nos habíamos visto en persona, solo había tratado con algunos de sus hombres. - reveló, omitiendo que por “tratar” se refería a incapacitar a los matones que había enviado contra los miembros del culto a Habak.
- ¿Y usted? - preguntó la joven, esperando que aquel sujeto si tuviese una relación estrecha con el anfitrión. - Konner y yo nos conocemos desde la infancia, estábamos muy unidos en aquel entonces pero con el paso del tiempo nos fuimos separando, cosas de la juventud… - dijo, quitándole algo de importancia al asunto. - Nos reencontramos cuando él y su familia se instalaron en Sacrestic, y ese es el motivo por el que estoy aquí. - concluyó, aunque el tono de su voz había cambiado ligeramente, parecía más frío, como si hubiese algo más que no estaba contando.
Elen lo observó con interés, planteándose utilizar su susurro tenebroso para intentar meterse en su cabeza y averiguar si sus sospechas eran ciertas, pero sabía que no podía arriesgarse con tanta gente a su alrededor. Y mientras cavilaba sobre cómo proceder al respecto, la música comenzó a sonar desde el interior del enorme zafiro, anunciando el inicio del baile inaugural. - ¿Me concede esta pieza? - formuló el Ballantine, dejando su copa en una de las mesas para tenderle la mano. - Claro. - aceptó la vampira, viendo aquello como una oportunidad para sonsacarle algo más de información acerca de Ardell sin levantar sospechas.
Los demás asistentes también se emparejaron rápidamente y comenzaron a danzar en torno a la brillante gema al son de la melodía.
La benjamina de los Calhoun por su parte, ya que no estaba tan acostumbrada a aquel tipo de bailes de salón, se dejó llevar por su acompañante, que se movía con una elegancia propia de la clase alta, guiándola en los giros y haciéndola parecer igual de grácil que las otras damas de la sala. ¿Cómo le estaría yendo a Alister? Esa cuestión se instaló en la mente de la de ojos verdes, ya que conocía bien al dragón y sabía que en aquel tipo de ambiente no se sentiría cómodo estando solo.
¿Sería capaz de sacar a bailar a alguien? Le costaba imaginarlo haciendo algo así, pero esperaba que pudiese integrarse con el resto de asistentes.
Dentro de la habitación a la que ingresó la vampira ya se reunían algunos de los invitados al baile, algunos hablando entre ellos y otros más apartados del resto, expectantes ante lo que la familia Ardell tuviese preparado para aquella noche. - Buenas noches, bienvenida a la sala del Zafiro, soy Scarlett Ardell. - la recibió una joven de rubia melena y ojos claros, que iba ataviada con un bonito y elegante vestido azul, a juego con una llamativa máscara decorada con plumas, que se retiró para dejar su rostro a la vista.
- Buenas noches, Elen Calhoun, encantada de conocerla. - respondió educadamente la señora de sombras, apartando momentáneamente su antifaz para que su anfitriona pudiese verla. - Esta debe ser la hija de Konner, me convendría acercarme a ella, quizá pueda sacarle algo… - pensó para sí, pero la llegada de otros asistentes no iba a permitirle hablar mucho más con la chica. - Adelante por favor, tenemos bebidas y aperitivos en las mesas del fondo si lo desea, aunque el baile inaugural está por comenzar, quizá sea mejor que vaya buscando una pareja. - indicó, invitándola a interactuar con los hombres de la sala.
Elen asintió en respuesta y avanzó a través de la estancia, no le hacía demasiada gracia bailar con un extraño pero al parecer no iba a quedarle más remedio, por lo que debía valorar sus opciones y elegir a alguien que pudiese ofrecerle información acerca del organizador. Pero antes de acercarse a ninguno de ellos, su atención se centró en la enorme gema que flotaba en mitad de la habitación, emitiendo un débil brillo intermitente.
- Un poco exagerado ¿no cree? - una voz a su espalda hizo que se girase para ver de quién se trataba, encontrándose con un tipo alto y de buen porte, cuyos ropajes finamente confeccionados daban a entender que se trataba de alguien adinerado. - Me refiero a todo esto de los disfraces y separar a los invitados por colores… - se explicó, para luego llevarse la copa a los labios y dar un pequeño sorbo a su bebida. - Sí, pero ¿no son así todas las fiestas de la clase alta? Parecen tener debilidad por lo pomposo y excéntrico. - contestó ella, sin cortarse un pelo.
- Vaya, supongo que debería darme por aludido, pero tiene razón. - soltó, riendo levemente. - Luke Ballantine, encantado. - se presentó, tomando la mano de la de cabellos cenicientos para besar su dorso como todo un caballero. Afortunadamente, los guantes no dejaron que percibiese lo fría que era su piel, con lo que su naturaleza de criatura de la noche seguiría siendo un secreto. - Elen Calhoun, igualmente. - hizo lo propio, con una leve inclinación de cabeza.
- Y ¿qué la trae a este excéntrico baile de máscaras señorita Calhoun? ¿De qué conoce a Konner? - quiso saber el humano, manteniendo aquel tono amable. - Debo admitir que su invitación me tomó por sorpresa, hasta esta noche nunca nos habíamos visto en persona, solo había tratado con algunos de sus hombres. - reveló, omitiendo que por “tratar” se refería a incapacitar a los matones que había enviado contra los miembros del culto a Habak.
- ¿Y usted? - preguntó la joven, esperando que aquel sujeto si tuviese una relación estrecha con el anfitrión. - Konner y yo nos conocemos desde la infancia, estábamos muy unidos en aquel entonces pero con el paso del tiempo nos fuimos separando, cosas de la juventud… - dijo, quitándole algo de importancia al asunto. - Nos reencontramos cuando él y su familia se instalaron en Sacrestic, y ese es el motivo por el que estoy aquí. - concluyó, aunque el tono de su voz había cambiado ligeramente, parecía más frío, como si hubiese algo más que no estaba contando.
Elen lo observó con interés, planteándose utilizar su susurro tenebroso para intentar meterse en su cabeza y averiguar si sus sospechas eran ciertas, pero sabía que no podía arriesgarse con tanta gente a su alrededor. Y mientras cavilaba sobre cómo proceder al respecto, la música comenzó a sonar desde el interior del enorme zafiro, anunciando el inicio del baile inaugural. - ¿Me concede esta pieza? - formuló el Ballantine, dejando su copa en una de las mesas para tenderle la mano. - Claro. - aceptó la vampira, viendo aquello como una oportunidad para sonsacarle algo más de información acerca de Ardell sin levantar sospechas.
Los demás asistentes también se emparejaron rápidamente y comenzaron a danzar en torno a la brillante gema al son de la melodía.
La benjamina de los Calhoun por su parte, ya que no estaba tan acostumbrada a aquel tipo de bailes de salón, se dejó llevar por su acompañante, que se movía con una elegancia propia de la clase alta, guiándola en los giros y haciéndola parecer igual de grácil que las otras damas de la sala. ¿Cómo le estaría yendo a Alister? Esa cuestión se instaló en la mente de la de ojos verdes, ya que conocía bien al dragón y sabía que en aquel tipo de ambiente no se sentiría cómodo estando solo.
¿Sería capaz de sacar a bailar a alguien? Le costaba imaginarlo haciendo algo así, pero esperaba que pudiese integrarse con el resto de asistentes.
Elen Calhoun
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Y una vez más, aquella chica escapó del brujo, dejando a este pensativo. ¿Qué habrá tenido que sufrir esa joven para tener ese rechazo hacia la gente? En parte, empatizaba con su desconfianza. Eberus también había aprendido a dudar de la gente como forma de autoprotección.
Aunque, esos pensamientos, aparecerían más tarde en su cabeza. En aquel momento, lo primero que sintió fue rabia. Rabia porque, en el fondo, él quería tener más trato con ella. Quizás aquella experiencia semi onírica había dejado algún remanente de sus extrañas y atrayentes influencias en la mente del brujo. Pero él tenía la capacidad, de vez en cuando, de ser considerado. La dejó marchar por el momento si eso era lo que necesitaba.
Cuando se dio la vuelta para buscar a Selena, esta ya se había encaminado hacia su sala sin avisar. Ella había decidido no entrometerse más. Pero solo de momento... porque se había percatado de que tanto ella como la joven bruja vestían del mismo color, y gracias a una dicharachera invitada con un intenso y estridente tono de voz, había descubierto que los que vestían del mismo color, compartirían sala en el interior. Y ahí podría tener a la vista a la chica con la que su maduro compañero Eberus se había acostado.
- Jodida Selena, siempre yendo a su bola... Me cago en su raza... Primero me abandona una, y luego otra. Por los Dioses... - refunfuñaba levemente molesto, mientras caminaba hacia el patio de las puertas de colores.
- Bienvenido, señor. Soy Konner... - Poco a poco fue disminuyendo el volumen de sus palabras hasta que paró de hablar, observando como un menudo y no demasiado elegante brujo avanzaba refunfuñón, sin inmutarse por sus palabras.
Pero Eberus si se había percatado de la presencia del anfitrión. Y se había fijado en su rostro, el cual no había conocido aún. Solo que prefería ahorrarse formalismos adornados para ocultar la falsedad genuina de sus palabras. Simplemente, le bastaba con conocer quién era Konner para saber de quién se tenía que vengar, y este se lo había puesto en bandeja.
Pero, ¿Cómo habrá interpretado Konner aquella ignoración? ¿Como un simple despiste, o como un hiriente ataque personal?
Al entrar por la puerta de la sala roja, lo primero que vio fue un gigantesco rubí flotando en el centro, que fue repentinamente tapado por un torso vestido con elegantes y excesivamente recargadas ropas carmesí. Al subir la mirada, Eberus se encontró con el armonioso rostro de una persona cuyo lenguaje no verbal carecía de dicha armonía.
- Buenas noches, caballero. Soy Michelle, la esposa de mi marido... De Konner, Konner Adrell - Se presentó hablando rápido, y mirando hacia varios lugares a la vez. Pero no es que la mujer fuera bizca, sino que hablaba paseando su mirada desde el rubí, hasta los ojos de Eberus, pasando por varios de los invitados del lugar. De su boca emanaba un fuerte olor a alcohol. Pero, su comportamiento excéntrico no coincidía con el de la ebriedad. - ¿Quién es usted? Es decir... ¿Cuál es su nombre?
- ¿Eh?
- Bueno... ¿Ve ese gran rubí? Alrededor de él bailará esta noche con una mujer... o con un hombre, si eso es lo que a usted le gusta. Busque usted una pareja con la que bailar, y baile. Adelante, adelante caballero.
Eberus caminó hacia el interior con rostro inexpresivo, ocultando los confusos pensamientos que le provocó Michelle. Solo había visto comportamientos así en la Isla Tortuga... y en Ciudad Lagarto. Zonas en las que abundaba la droga. Pero le extrañaba que una rica, en un acontecimiento de ricos, se hubiera drogado así. O quién sabe, quizás era una trastornada, pensaba. O estaba demasiado, demasiado nerviosa.
También se paró a pensar en aquello que mencionó sobre el baile. Él se sentía muy reticente con respecto a la idea de bailar. Pero si no quería mostrarse demasiado sospechoso, tendría que hacerlo. Pensó en buscar a alguna mujer atractiva con la que bailar, para que, al menos, no fueran todo desgracias. Pero en su búsqueda visual irrumpió un hombre extravagante.
- Hola. Yo a ti te conozco, aunque tú no lo sepas. Pero si quieres saber por qué, tendrás que bailar conmigo... - Hablaba en un tono notablemente sugerente, y con una amplia sonrisa. - Me llamo Luminicious. Luminicious Champagne. Es un placer conocerte por fin, Eberus - Mientras el brujo fruncía el ceño y abría más los ojos, Luminicious le dedicaba una reverencia con florituras, quitándose el gran y adornado sombrero rojo que llevaba e inclinándose ante él.
- ¿Quién coño eres y por qué me conoces?
- Eh, eh, eh... A mi no me hables así, hombrecito. Y ya te he dicho que, si quieres saberlo, tendrás que bailar conmigo. Sé que te voy a sorprender...
- Joder. Qué remedio. Pero sin tocar mucho, eh.
- Tú ven, tú ven conmigo.
Luminicious le agarró de la mano y le dirigió hacia el centro de aquella gran sala adornada con muebles de madera oscura y telas rojas, plumas rojas y todo tipo de adornos del espectro del rojo. Poco a poco, la música que salía del gran rubí junto al que se encontraban ahora iba sonando más fuerte. Esa música invitaba a bailar, y eso comenzaron a hacer todos con sus respectivas parejas.
- Te he traído aquí porque la música suena más fuerte, y así tenemos que hablarnos más de cerca, cariño... - Coqueteaba Luminicious, acercándose a la oreja del brujo.
- Tsch, eh. Tú coloca tus brazos sobre mis hombros. Ni se te ocurra tocarme más abajo de mis hombros, o te vas a arrepentir, eh. Te aviso - Dijo en un tono rasposo mostrando enfado pero sin querer alzar la voz, mientras apartaba su rostro del de Luminicious y agarraba sus brazos para apartarlos de sus caderas, que ya estaban siendo invadidas sensualmente por el extravagante hombre. - Venga, y dime ya de qué mierda me conoces. Sin rodeos.
- ¿Recuerdas cuando una vez, en un oscuro callejón, en una fría y estrellada noche de Beltrexus, te liberaron al pajarillo?
- ¿A qué coño te refieres?
- Bueno, ya sabes, que te desnudaron. ¿O es que te desnudaste tú solo, pillín? Si ya sabía yo que tú en el fondo eras un morboso...
- Me cago en los Dioses, ¿quieres ir al grano? No recuerdo nada de eso, joder.
- Ay por mi madre... Pero qué vocabulario tienes. Vale, pues...
- Un momento... Sí que me acuerdo. ¿Qué diantres tuviste tú que ver con que yo apareciera a la mañana siguiente desnudo en aquel callejón?
Ambos bailaban, y Eberus se comenzaba a ver más y más alterado. No alzaba demasiado la voz, pero se le notaba enfadado y acelerado en sus gestos. Mientras, Luminicious le miraba con una expresión de picardía, pues aún le tenía que dar la gran noticia.
Aunque, esos pensamientos, aparecerían más tarde en su cabeza. En aquel momento, lo primero que sintió fue rabia. Rabia porque, en el fondo, él quería tener más trato con ella. Quizás aquella experiencia semi onírica había dejado algún remanente de sus extrañas y atrayentes influencias en la mente del brujo. Pero él tenía la capacidad, de vez en cuando, de ser considerado. La dejó marchar por el momento si eso era lo que necesitaba.
Cuando se dio la vuelta para buscar a Selena, esta ya se había encaminado hacia su sala sin avisar. Ella había decidido no entrometerse más. Pero solo de momento... porque se había percatado de que tanto ella como la joven bruja vestían del mismo color, y gracias a una dicharachera invitada con un intenso y estridente tono de voz, había descubierto que los que vestían del mismo color, compartirían sala en el interior. Y ahí podría tener a la vista a la chica con la que su maduro compañero Eberus se había acostado.
- Jodida Selena, siempre yendo a su bola... Me cago en su raza... Primero me abandona una, y luego otra. Por los Dioses... - refunfuñaba levemente molesto, mientras caminaba hacia el patio de las puertas de colores.
- Bienvenido, señor. Soy Konner... - Poco a poco fue disminuyendo el volumen de sus palabras hasta que paró de hablar, observando como un menudo y no demasiado elegante brujo avanzaba refunfuñón, sin inmutarse por sus palabras.
Pero Eberus si se había percatado de la presencia del anfitrión. Y se había fijado en su rostro, el cual no había conocido aún. Solo que prefería ahorrarse formalismos adornados para ocultar la falsedad genuina de sus palabras. Simplemente, le bastaba con conocer quién era Konner para saber de quién se tenía que vengar, y este se lo había puesto en bandeja.
Pero, ¿Cómo habrá interpretado Konner aquella ignoración? ¿Como un simple despiste, o como un hiriente ataque personal?
Al entrar por la puerta de la sala roja, lo primero que vio fue un gigantesco rubí flotando en el centro, que fue repentinamente tapado por un torso vestido con elegantes y excesivamente recargadas ropas carmesí. Al subir la mirada, Eberus se encontró con el armonioso rostro de una persona cuyo lenguaje no verbal carecía de dicha armonía.
- Buenas noches, caballero. Soy Michelle, la esposa de mi marido... De Konner, Konner Adrell - Se presentó hablando rápido, y mirando hacia varios lugares a la vez. Pero no es que la mujer fuera bizca, sino que hablaba paseando su mirada desde el rubí, hasta los ojos de Eberus, pasando por varios de los invitados del lugar. De su boca emanaba un fuerte olor a alcohol. Pero, su comportamiento excéntrico no coincidía con el de la ebriedad. - ¿Quién es usted? Es decir... ¿Cuál es su nombre?
- ¿Eh?
- Bueno... ¿Ve ese gran rubí? Alrededor de él bailará esta noche con una mujer... o con un hombre, si eso es lo que a usted le gusta. Busque usted una pareja con la que bailar, y baile. Adelante, adelante caballero.
Eberus caminó hacia el interior con rostro inexpresivo, ocultando los confusos pensamientos que le provocó Michelle. Solo había visto comportamientos así en la Isla Tortuga... y en Ciudad Lagarto. Zonas en las que abundaba la droga. Pero le extrañaba que una rica, en un acontecimiento de ricos, se hubiera drogado así. O quién sabe, quizás era una trastornada, pensaba. O estaba demasiado, demasiado nerviosa.
También se paró a pensar en aquello que mencionó sobre el baile. Él se sentía muy reticente con respecto a la idea de bailar. Pero si no quería mostrarse demasiado sospechoso, tendría que hacerlo. Pensó en buscar a alguna mujer atractiva con la que bailar, para que, al menos, no fueran todo desgracias. Pero en su búsqueda visual irrumpió un hombre extravagante.
- Hola. Yo a ti te conozco, aunque tú no lo sepas. Pero si quieres saber por qué, tendrás que bailar conmigo... - Hablaba en un tono notablemente sugerente, y con una amplia sonrisa. - Me llamo Luminicious. Luminicious Champagne. Es un placer conocerte por fin, Eberus - Mientras el brujo fruncía el ceño y abría más los ojos, Luminicious le dedicaba una reverencia con florituras, quitándose el gran y adornado sombrero rojo que llevaba e inclinándose ante él.
- ¿Quién coño eres y por qué me conoces?
- Eh, eh, eh... A mi no me hables así, hombrecito. Y ya te he dicho que, si quieres saberlo, tendrás que bailar conmigo. Sé que te voy a sorprender...
- Joder. Qué remedio. Pero sin tocar mucho, eh.
- Tú ven, tú ven conmigo.
Luminicious le agarró de la mano y le dirigió hacia el centro de aquella gran sala adornada con muebles de madera oscura y telas rojas, plumas rojas y todo tipo de adornos del espectro del rojo. Poco a poco, la música que salía del gran rubí junto al que se encontraban ahora iba sonando más fuerte. Esa música invitaba a bailar, y eso comenzaron a hacer todos con sus respectivas parejas.
- Te he traído aquí porque la música suena más fuerte, y así tenemos que hablarnos más de cerca, cariño... - Coqueteaba Luminicious, acercándose a la oreja del brujo.
- Tsch, eh. Tú coloca tus brazos sobre mis hombros. Ni se te ocurra tocarme más abajo de mis hombros, o te vas a arrepentir, eh. Te aviso - Dijo en un tono rasposo mostrando enfado pero sin querer alzar la voz, mientras apartaba su rostro del de Luminicious y agarraba sus brazos para apartarlos de sus caderas, que ya estaban siendo invadidas sensualmente por el extravagante hombre. - Venga, y dime ya de qué mierda me conoces. Sin rodeos.
- ¿Recuerdas cuando una vez, en un oscuro callejón, en una fría y estrellada noche de Beltrexus, te liberaron al pajarillo?
- ¿A qué coño te refieres?
- Bueno, ya sabes, que te desnudaron. ¿O es que te desnudaste tú solo, pillín? Si ya sabía yo que tú en el fondo eras un morboso...
- Me cago en los Dioses, ¿quieres ir al grano? No recuerdo nada de eso, joder.
- Ay por mi madre... Pero qué vocabulario tienes. Vale, pues...
- Un momento... Sí que me acuerdo. ¿Qué diantres tuviste tú que ver con que yo apareciera a la mañana siguiente desnudo en aquel callejón?
Ambos bailaban, y Eberus se comenzaba a ver más y más alterado. No alzaba demasiado la voz, pero se le notaba enfadado y acelerado en sus gestos. Mientras, Luminicious le miraba con una expresión de picardía, pues aún le tenía que dar la gran noticia.
Eberus
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Su caminar en medio de los grupos de personas que se iban formando y deshaciendo para acudir a las salas cuyo color les destina a ingresar, le provocó un descuido aparente, pues en cierto punto el anfitrión que había dado la bienvenida a los asistentes, no parecía permitir que la orgullosa actitud de la “bailarina” se fuera invicta. Así entonces, el menudo cuerpo de la bruja se encontró poco estrepitosamente con el sólido y alto cuerpo del anfitrión, captando irremediablemente su atención, alzando la vista esmeralda hacia los ojos aparentemente cordiales de Konner.
La joven hechicera se incorporó rápidamente y secó el par de lágrimas que resbalaron por sus mejillas, optando por una postura renovada de calma. -Me parece que no ha podido coincidir conmigo en la entrada señorita, Itzamaray.-
-Oh. No, no ha sido el caso, simplemente no creía necesario hacer ningún saludo a una persona como usted.-
-La entiendo, a su edad también fui un rebelde, a veces también maleducado.- La joven retornó los ojos como si le fastidiara la actitud que tomaba, como si eso le fuera a ofender. -Soy educada con quienes no me fastidian, ¿es esta una convención de cretinos?- Dijo aquello recordando el episodio con ese humano que tendía trampas mentales, y algunos más asistentes con aspecto insufrible y déspota, sumado al inherente hecho que el anfitrión era un autoritario puritano a su parecer. No se explicaba cómo es que se le ocurrió al final elegir asistir, ya comenzaba a arrepentirse.
La sonrisa que le dedicó el hombre, no hubo forma de catalogarla tan fácilmente, pues quedaba en evidencia que tenía una forma grácil de ser hipócrita sin lucirlo de primera mano en su rostro, incluso al hablar manejaba un tono que se distanciaba de la amenaza o molestia, casi parecía natural, o ella estaba buscando entre líneas... Como fuera se dedicó ella a esquivar su presencia en el mismo instante en que vió a alguien a penas lo suficiente para que le pareciera familiar, aunque no estando segura de ello se marchó hacia la misma sala, ignorando por completo al anfitrión principal para alcanzar a aquella persona.
Cuando por fin pretendía cruzar el umbral hacia la sala de la esmeralda, se encontró con un joven alto y bien parecido, con una expresión jovial y completamente diferente a la de aquella extraña tensión del tal Konner. -Bienvenida a la sala Esmeralda... ¿señorita...?-
-Itzamaray... con su permiso.- Pero le detuvo con un ademán, no dejando que casi corriera hacia la figura que se perdía entre los asistentes. Ella le dedicó una mirada de extrañeza. -Permítame indicarle cómo se desarrolla esta entretenida fiesta, ¿ve usted aquella preciosa gema en el centro? Acuda ahí, y busque por favor una pareja o... espere a que le busquen a usted. Debe danzar con alguien esta noche.- La bruja arqueó una ceja, pero luego que él le liberase el camino se fue alejando a paso lento. ¿Para qué debería bailar? La acción no le molestaba, pero ¿a quién invitaría? No podía siquiera ver las caras de muchos invitados cuyas máscaras estaban atadas a sus cabezas o simplemente aquellas que eran de mano, no eran retiradas de los rostros.
Suspiró lánguidamente, paseando entre los cuerpos ataviados de los vestuarios más pomposos que hubiera visto nunca, cuando se posicionó al centro, cerca de la gema flotante, se maravillo con ella, casi hipnotizada incluso perdió noción del espacio y el tiempo por largos instantes, quizás recordando cosas o tan sólo maravillada como la chiquilla que era en realidad. Salió de aquel estupor, bajando la mirada lentamente y recorriendo alrededor de la gema, a los presentes. Entre un grupo ruidoso a la derecha, estaba la persona a quien perseguía, Viktor.
Procurando no perderle de vista, se aproximó hasta su posición, sonriendo casi por sentir que al menos habría un rostro familiar, por muy peculiar que fuera esta persona.
-¿Viktor? Yo... ¿me recuerdas?- La mirada hundida del hombre se posó sobre ella, y por un momento creyó que no tendría la menor idea de quien era ella, hasta que alzó ambas cejas. -Oh si... te recuerdo. Tu rostro sí... tiempo atrás.- La bruja lo miró con algo de condescendencia, sabía que seguramente lo que fuera que consumía aquella vez no fuera algo casual, y algún efecto secundario tendrá, aunque le sorprendía verlo vivo aún, tomando en cuenta la apariencia cadavérica y nostálgica que poco habría cambiado con el tiempo, incluso diría ella que lucía aún peor. Sin embargo eso no restaba que le respetase, después de haberse convertido en una lectora recurrente de sus panfletos.
-Sí, Itzamaray, pero llámame Itza. Este lugar es demasiado... bueno es extraño encontrarte en un lugar así, supongo.-
-En verdad es un lugar al que vendría poco o nunca, sin embargo, fuí invitado cordialmente y, bueno, me pareció una... grosería, no asistir.- La curvatura de su labio tendría seguramente la intención de ser una sonrisa, pero su expresión atormentada era mucho más firme y persistente, quedando aquel gesto a medio camino. Por supuesto su apariencia demacrada contrastaba con la vestimenta, y más aún la actitud dispersa tanto como tensa. ¿Sería efecto de aquella droga? -Aunque podría pensar lo mismo de tí, ¿cómo has terminado aquí? Supongo una invitación, pero... bueno, eso no importa, ¿no es así?-
-Tal vez deberíamos sólo disfrutar un poco de este circo ¿no? Bailar tal vez... como ha dicho el anfitrión de la entrada del salón...- Escuchaba la música, pero no prestó mucha atención al origen, sólo pensando en que las cosas parecían tan extrañas, tal vez simplemente era lo sucedido con aquel humano de los trucos mentales, sumado a un malestar que acechaba inesperadamente a ratos, pero que permanecía como un ligero mareo. Viktor pareció pensar un poco en aquella frase, con su mirada ensombrecida y, colocándose la máscara tomándola de la varilla, colocó discreta y sutilmente su otra mano en la cintura de la chica que era bastante más baja que él, a lo que ella, sin saber bien cómo eran los bailes de la gente adinerada, imitó el gesto. Ambos se movieron despacio, mucho más incentivados por la parsimonia con que se desempeñaba Viktor, algo que había notado en él el día que lo conoció en la imprenta abandonada, antes de desatarse el caos.
La joven hechicera se incorporó rápidamente y secó el par de lágrimas que resbalaron por sus mejillas, optando por una postura renovada de calma. -Me parece que no ha podido coincidir conmigo en la entrada señorita, Itzamaray.-
-Oh. No, no ha sido el caso, simplemente no creía necesario hacer ningún saludo a una persona como usted.-
-La entiendo, a su edad también fui un rebelde, a veces también maleducado.- La joven retornó los ojos como si le fastidiara la actitud que tomaba, como si eso le fuera a ofender. -Soy educada con quienes no me fastidian, ¿es esta una convención de cretinos?- Dijo aquello recordando el episodio con ese humano que tendía trampas mentales, y algunos más asistentes con aspecto insufrible y déspota, sumado al inherente hecho que el anfitrión era un autoritario puritano a su parecer. No se explicaba cómo es que se le ocurrió al final elegir asistir, ya comenzaba a arrepentirse.
La sonrisa que le dedicó el hombre, no hubo forma de catalogarla tan fácilmente, pues quedaba en evidencia que tenía una forma grácil de ser hipócrita sin lucirlo de primera mano en su rostro, incluso al hablar manejaba un tono que se distanciaba de la amenaza o molestia, casi parecía natural, o ella estaba buscando entre líneas... Como fuera se dedicó ella a esquivar su presencia en el mismo instante en que vió a alguien a penas lo suficiente para que le pareciera familiar, aunque no estando segura de ello se marchó hacia la misma sala, ignorando por completo al anfitrión principal para alcanzar a aquella persona.
Cuando por fin pretendía cruzar el umbral hacia la sala de la esmeralda, se encontró con un joven alto y bien parecido, con una expresión jovial y completamente diferente a la de aquella extraña tensión del tal Konner. -Bienvenida a la sala Esmeralda... ¿señorita...?-
-Itzamaray... con su permiso.- Pero le detuvo con un ademán, no dejando que casi corriera hacia la figura que se perdía entre los asistentes. Ella le dedicó una mirada de extrañeza. -Permítame indicarle cómo se desarrolla esta entretenida fiesta, ¿ve usted aquella preciosa gema en el centro? Acuda ahí, y busque por favor una pareja o... espere a que le busquen a usted. Debe danzar con alguien esta noche.- La bruja arqueó una ceja, pero luego que él le liberase el camino se fue alejando a paso lento. ¿Para qué debería bailar? La acción no le molestaba, pero ¿a quién invitaría? No podía siquiera ver las caras de muchos invitados cuyas máscaras estaban atadas a sus cabezas o simplemente aquellas que eran de mano, no eran retiradas de los rostros.
Suspiró lánguidamente, paseando entre los cuerpos ataviados de los vestuarios más pomposos que hubiera visto nunca, cuando se posicionó al centro, cerca de la gema flotante, se maravillo con ella, casi hipnotizada incluso perdió noción del espacio y el tiempo por largos instantes, quizás recordando cosas o tan sólo maravillada como la chiquilla que era en realidad. Salió de aquel estupor, bajando la mirada lentamente y recorriendo alrededor de la gema, a los presentes. Entre un grupo ruidoso a la derecha, estaba la persona a quien perseguía, Viktor.
Procurando no perderle de vista, se aproximó hasta su posición, sonriendo casi por sentir que al menos habría un rostro familiar, por muy peculiar que fuera esta persona.
-¿Viktor? Yo... ¿me recuerdas?- La mirada hundida del hombre se posó sobre ella, y por un momento creyó que no tendría la menor idea de quien era ella, hasta que alzó ambas cejas. -Oh si... te recuerdo. Tu rostro sí... tiempo atrás.- La bruja lo miró con algo de condescendencia, sabía que seguramente lo que fuera que consumía aquella vez no fuera algo casual, y algún efecto secundario tendrá, aunque le sorprendía verlo vivo aún, tomando en cuenta la apariencia cadavérica y nostálgica que poco habría cambiado con el tiempo, incluso diría ella que lucía aún peor. Sin embargo eso no restaba que le respetase, después de haberse convertido en una lectora recurrente de sus panfletos.
-Sí, Itzamaray, pero llámame Itza. Este lugar es demasiado... bueno es extraño encontrarte en un lugar así, supongo.-
-En verdad es un lugar al que vendría poco o nunca, sin embargo, fuí invitado cordialmente y, bueno, me pareció una... grosería, no asistir.- La curvatura de su labio tendría seguramente la intención de ser una sonrisa, pero su expresión atormentada era mucho más firme y persistente, quedando aquel gesto a medio camino. Por supuesto su apariencia demacrada contrastaba con la vestimenta, y más aún la actitud dispersa tanto como tensa. ¿Sería efecto de aquella droga? -Aunque podría pensar lo mismo de tí, ¿cómo has terminado aquí? Supongo una invitación, pero... bueno, eso no importa, ¿no es así?-
-Tal vez deberíamos sólo disfrutar un poco de este circo ¿no? Bailar tal vez... como ha dicho el anfitrión de la entrada del salón...- Escuchaba la música, pero no prestó mucha atención al origen, sólo pensando en que las cosas parecían tan extrañas, tal vez simplemente era lo sucedido con aquel humano de los trucos mentales, sumado a un malestar que acechaba inesperadamente a ratos, pero que permanecía como un ligero mareo. Viktor pareció pensar un poco en aquella frase, con su mirada ensombrecida y, colocándose la máscara tomándola de la varilla, colocó discreta y sutilmente su otra mano en la cintura de la chica que era bastante más baja que él, a lo que ella, sin saber bien cómo eran los bailes de la gente adinerada, imitó el gesto. Ambos se movieron despacio, mucho más incentivados por la parsimonia con que se desempeñaba Viktor, algo que había notado en él el día que lo conoció en la imprenta abandonada, antes de desatarse el caos.
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Cohen conversó con la joven Lannet mientras sus cuerpos danzaban alrededor de la gema. Sus intentos por sacar información de Peter que ya no supiera no fueron demasiado eficaces, ya que aunque consiguió sacar algunos datos, parecía que Emilia era parca en palabras con los desconocidos.
Mientras bailaban, el vampiro pudo observar cómo eran constantemente observados por Chris Ardell y si había tenido alguna duda sobre que entre ellos existía alguna especie de conexión, sin duda, ya ésta quedaba confirmada.
Cuándo la música terminó, Cohen dio un paso hacia atrás y se inclinó levemente hacia delante en señal de respeto a la damisela. En ese momento, Chris comenzó de nuevo a hablar:
(Chris Ardell) ―Son libres de moverse por las salas a su gusto. En cada una de ellas, encontrarán diferentes aperitivos. Se trata de que vayan rotando por ellas, reencontrándose con sus conocidos, disfrutando de la comida y…
En cuanto acabó el discurso, Cohen acompañó a Emilia hacia el patio, punto en común que comunicaba las cuatro salas. La joven se decantó por la Sala del Zafiro, quizás buscando reencontrarse con su hermano. En cambio, Cohen se dirigió hacia la Sala del Rubí.
Se dirigió a la mesa de aperitivos, esperando encontrar en aquella sala algunas copas de sangre, pero quedó desilusionado al comprobar que no había allí. “¿Qué pensarán que como estos anfitriones?”
Las nuevas personas iban llenando la sala. Cohen las examinó, pero no reconoció a nadie en un principio. Fue entonces cuándo un chico joven se le acercó y retirándose la máscara del rostro, logró ver una cara conocida.
(Ajax Birdy) ―¿Me recuerdas, Cohen?
El vampiro tardó unos segundos más en reconocer al joven Ajax, el joven aprendiz del alquimista, cuyo mentor había muerto asesinado. Ajax había sido uno de los sospechosos y parecía culpable, pero el vampiro supo ver que no estaba relacionado con el envenenamiento.
―¡Ajax! No he sabido de ti en meses. Pero veo que has prosperado bien… Jamás pensé encontrarte en un sitio cómo éste... ¿Sigues aprendiendo alquimia?
Ajax era uno de los jóvenes alquimistas más prometedores de la ciudad. Al vampiro no le extrañaría nada que el Gremio hubiera encontrado otro mentor que le instruyera en la materia.
La conversación continuó hasta que un fuerte grito en el patio heló la sangre de todos los presentes en la casa. Cohen que se encontraba próximo a una de las ventanas de la sala vio cómo una mujer chillaba, señalando al hall de entrada.
Entonces, Cohen pudo ver cómo Peter salía de una de las salas y corría en dirección a dónde la mujer estaba señalando.
El vampiro salió rápidamente al jardín. Al dirigir la mirada hacia el hall, se encontró con el cuerpo de Konner Ardell, cubierto de sangre, sobre un charco carmesí. En su pecho, una brillante daga con una joya dorada incrustada en ella, estaba clavada en su pecho, tras haber atravesado su corazón.
―¡Que nadie se acerque al cuerpo!― gritó Lannet, haciéndose cargo de la situación.
En el patio, todos los asistentes al evento se encontraban agolpados mirando el cadáver. Entre ellos, el culpable del crimen.
En este turno, debéis rolear cómo vuestros personajes pasan de la primera a la segunda habitación que elegisteis libremente. El asesino aprovechará ese momento de movimientos para asesinar a Konner.
Una vez en vuestra nueva sala, podréis entablar conversación con alguien, comer algún aperitivo, bailar… hasta que el cadáver sea descubierto.
Además, debéis resolver la primera de las pistas, que será elegida por una runa entre las siguientes:
― Runa de muy mala suerte: Indira de Varma no cometió el crimen.
― Runa de mala suerte: El asesino no está en el grupo de la Religión.
― Runa de suerte neutra: El asesino no está en el grupo de la Prostitución.
― Runa de buena suerte: El asesino no es ninguno de los cuatro soldados de la Guardia ni de su líder, Peter Lannet.
― Runa de muy buena suerte: La segunda sala a la que entró el asesino no es la Sala del Zafiro.
En este turno, Elen y Eberus deberán desarrollar la pista seleccionada por las runas sin llegar a la conclusión. Itzamaray será la encargada de llegar a la conclusión final para descartar finalmente a la persona o personas descartadas de ser el asesino.
Además, cada uno de vosotros deberá tirar un dado de Rol. Itzamaray, en el caso de que la runa que salga en mi tirada sea la de muy buena suerte, tú no tirarás dado de Rol. En el caso de que la runa que salga sea la de buena suerte, mi tirada del dado de Rol quedará cancelada.
¡Suerte!
Mientras bailaban, el vampiro pudo observar cómo eran constantemente observados por Chris Ardell y si había tenido alguna duda sobre que entre ellos existía alguna especie de conexión, sin duda, ya ésta quedaba confirmada.
Cuándo la música terminó, Cohen dio un paso hacia atrás y se inclinó levemente hacia delante en señal de respeto a la damisela. En ese momento, Chris comenzó de nuevo a hablar:
(Chris Ardell) ―Son libres de moverse por las salas a su gusto. En cada una de ellas, encontrarán diferentes aperitivos. Se trata de que vayan rotando por ellas, reencontrándose con sus conocidos, disfrutando de la comida y…
En cuanto acabó el discurso, Cohen acompañó a Emilia hacia el patio, punto en común que comunicaba las cuatro salas. La joven se decantó por la Sala del Zafiro, quizás buscando reencontrarse con su hermano. En cambio, Cohen se dirigió hacia la Sala del Rubí.
Se dirigió a la mesa de aperitivos, esperando encontrar en aquella sala algunas copas de sangre, pero quedó desilusionado al comprobar que no había allí. “¿Qué pensarán que como estos anfitriones?”
Las nuevas personas iban llenando la sala. Cohen las examinó, pero no reconoció a nadie en un principio. Fue entonces cuándo un chico joven se le acercó y retirándose la máscara del rostro, logró ver una cara conocida.
(Ajax Birdy) ―¿Me recuerdas, Cohen?
El vampiro tardó unos segundos más en reconocer al joven Ajax, el joven aprendiz del alquimista, cuyo mentor había muerto asesinado. Ajax había sido uno de los sospechosos y parecía culpable, pero el vampiro supo ver que no estaba relacionado con el envenenamiento.
―¡Ajax! No he sabido de ti en meses. Pero veo que has prosperado bien… Jamás pensé encontrarte en un sitio cómo éste... ¿Sigues aprendiendo alquimia?
Ajax era uno de los jóvenes alquimistas más prometedores de la ciudad. Al vampiro no le extrañaría nada que el Gremio hubiera encontrado otro mentor que le instruyera en la materia.
La conversación continuó hasta que un fuerte grito en el patio heló la sangre de todos los presentes en la casa. Cohen que se encontraba próximo a una de las ventanas de la sala vio cómo una mujer chillaba, señalando al hall de entrada.
Entonces, Cohen pudo ver cómo Peter salía de una de las salas y corría en dirección a dónde la mujer estaba señalando.
El vampiro salió rápidamente al jardín. Al dirigir la mirada hacia el hall, se encontró con el cuerpo de Konner Ardell, cubierto de sangre, sobre un charco carmesí. En su pecho, una brillante daga con una joya dorada incrustada en ella, estaba clavada en su pecho, tras haber atravesado su corazón.
―¡Que nadie se acerque al cuerpo!― gritó Lannet, haciéndose cargo de la situación.
En el patio, todos los asistentes al evento se encontraban agolpados mirando el cadáver. Entre ellos, el culpable del crimen.
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En este turno, debéis rolear cómo vuestros personajes pasan de la primera a la segunda habitación que elegisteis libremente. El asesino aprovechará ese momento de movimientos para asesinar a Konner.
Una vez en vuestra nueva sala, podréis entablar conversación con alguien, comer algún aperitivo, bailar… hasta que el cadáver sea descubierto.
Además, debéis resolver la primera de las pistas, que será elegida por una runa entre las siguientes:
― Runa de muy mala suerte: Indira de Varma no cometió el crimen.
― Runa de mala suerte: El asesino no está en el grupo de la Religión.
― Runa de suerte neutra: El asesino no está en el grupo de la Prostitución.
― Runa de buena suerte: El asesino no es ninguno de los cuatro soldados de la Guardia ni de su líder, Peter Lannet.
― Runa de muy buena suerte: La segunda sala a la que entró el asesino no es la Sala del Zafiro.
En este turno, Elen y Eberus deberán desarrollar la pista seleccionada por las runas sin llegar a la conclusión. Itzamaray será la encargada de llegar a la conclusión final para descartar finalmente a la persona o personas descartadas de ser el asesino.
Además, cada uno de vosotros deberá tirar un dado de Rol. Itzamaray, en el caso de que la runa que salga en mi tirada sea la de muy buena suerte, tú no tirarás dado de Rol. En el caso de que la runa que salga sea la de buena suerte, mi tirada del dado de Rol quedará cancelada.
¡Suerte!
Última edición por Cohen el Dom Mar 19 2023, 19:19, editado 1 vez
Cohen
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
El miembro 'Cohen' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
En cuanto el baile inaugural concluyó, las parejas se detuvieron para aplaudir durante unos segundos, antes de que comenzase la siguiente pieza. Sin dudarlo, Ballantine tendió su mano hacia la vampira de nuevo, invitándola a seguir disfrutando de la melodía, gesto que ella aceptó, aprovechando la ocasión para hacerle algunas preguntas más acerca de Konner y los invitados. - El señor Ardell ha reunido a bastante gente en su casa esta noche, ¿suele organizar fiestas de este tipo? - habló en voz baja, paseando la mirada por los presentes en la sala.
- No que yo sepa, seguramente quiera afianzar su posición en Sacrestic… de ahí que haya personas de ambientes totalmente diferentes… - respondió Luke, clavando fugazmente sus ojos sobre un joven en particular, que parecía apartarse del resto a propósito. - Me pregunto en qué estaba pensando al invitar a ciertos individuos. - continuó, despertando el interés de la de cabellos cenicientos. ¿Quién era aquel muchacho y por qué su presencia parecía desagradar al noble? Tenía que descubrirlo.
Pero no podía irse en medio de la canción, así que esperó a que terminase y comenzó a buscar una excusa para no seguir bailando, cosa que por una intervención externa, no llegó a hacerle falta. - Disculpen, ¿es usted Luke Ballantine, verdad? - dijo una mujer, apartando su antifaz para dejar a la vista su rostro. - Así es, ¿con quién tengo el gusto de hablar? - quiso saber el humano, sin perder su galantería. - Lena Banana, soy una amiga cercana de Michelle y tengo entendido que usted y Konner se conocen desde la infancia… ¿me permite que se lo robe un rato? - formuló, girándose hacia la señora de sombras. - Por supuesto. - contestó Elen, inclinándose en una leve reverencia antes de encaminarse hacia las mesas de aperitivos, donde estaba su siguiente objetivo.
- ¿No hay sangre? - pensó, mientras recorría con la mirada las bebidas y entremeses que habían dispuesto para los asistentes. - Bueno, ésto tendrá que servir. - musitó, tomando una copa de vino antes de acercarse de forma disimulada al joven. - El ambiente está muy animado, ¿no baila? - preguntó, situándose a su lado y observando a las parejas que danzaban alrededor de la brillante gema. - Me temo que aquellos a los que me gustaría sacar a la pista no aceptarían mi invitación. - soltó sin tapujos, dando un trago a su copa.
La criatura de la noche lo observó con atención, para luego seguir la trayectoria en que miraba el muchacho y darse cuenta de su inclinación. - Entiendo. - musitó, probando el licor solo para comprobar que su sabor no se acercaba ni de lejos al de la sangre. - Sin embargo, estamos en una fiesta de máscaras… podría intentarlo… - trató de animarlo, solo para ganarse su confianza. - Ocultar mi rostro no será suficiente, tengo cierta… reputación en la ciudad debido a mi trabajo… ni siquiera sé por qué Ardell se molestó en enviarme una carta para que acudiese a este baile, está claro que no encajo entre esta gente. - confesó, bajando la vista hacia su bebida.
- Yo tampoco entiendo qué pinto aquí, pero ya que estamos en una celebración, ¿no deberíamos aprovechar la ocasión y divertirnos? - preguntó la vampira, dejando su copa para tender su mano en dirección al joven. - No soy la pareja con la que te gustaría bailar pero sería un desperdicio que te quedaras aquí plantado toda la noche. - añadió, tomándolo por sorpresa. - No creo que sea buena idea, todos por aquí conocen mi profesión y eso podría perjudicarte…- respondió en voz baja. - ¿Y? No me importa. - insistió la de ojos verdes. - Me dedico a la prostitución, trato con hombres de todo tipo y condición, algunos de los presentes en la sala no me ven con buenos ojos, ¿no te preocupa que te relacionen conmigo? - quiso saber el chico.
La señora de sombras esbozó una leve sonrisa, en la que se podía ver cierta malicia. - Créeme, tu compañía no me creará más problemas de los que yo misma podría buscarme, además, estoy segura de que saldré beneficiada de esto, ambos lo haremos. - aseguró, echando mano al dobladillo del vestido para sacar unas monedas. - Si así te sientes más cómodo, te contrataré para que bailes conmigo las próximas canciones, y si de paso puedes hablarme de algunos de los invitados a la fiesta aún mejor. - propuso, logrando que el joven se relajase un poco y sonriese también.
- Está bien, acepto el trato. - cedió, aceptando el pago y tomando la mano de la de cabellos cenicientos para conducirla a la pista de baile. - Por cierto, no nos hemos presentado todavía, soy Billy, ¿y tú? - inquirió de camino al centro de la sala. - Elen. - dijo ella, justo antes de que se mezclasen entre el resto de parejas.
La música siguió sonando, y mientras danzaban en torno al enorme zafiro que presidía la estancia, el joven Billy la puso al corriente de la identidad de algunos de los asistentes a la fiesta y su relación con Konner, dejando al descubierto ciertas rencillas que rodeaban al noble. ¿Qué motivos podría tener Ardell para dejar entrar en su casa a personas con las que estaba en conflicto? No tenía sentido, era casi como tentar a la suerte.
- Gracias a todos por haber venido a la celebración, a partir de este momento son libres de visitar el resto de salas como gusten, en todas ellas encontraran comida y bebidas, disfruten del resto de la noche. - intervino Scarlett en cuanto la música dejó de sonar, creando una breve pausa antes de que la siguiente pieza comenzase. - Parece que ya podemos movernos libremente, gracias Billy, ha estado bien y estoy segura de que la información que me has dado me será útil, pero debo reencontrarme con mi compañero. - dijo a modo de despedida, acompañando las palabras con un gesto de la mano antes de dirigirse hacia la puerta.
Alister aguardaba en un rincón del patio, y tal como habían acordado, se reunieron frente a la puerta de la amatista. - Por fin, no te imaginas lo incómodo que ha sido estar ahí dentro solo… - comentó en cuanto la vampira lo alcanzó. - Me lo imaginaba, has cambiado pero todavía no te sientes del todo cómodo en este tipo de fiestas. - susurró Elen, tomando la mano del cazador para acercarse y darle un suave beso en los labios. - Por suerte todo esto de separar a la gente por colores ya ha terminado, aunque he tenido la oportunidad de hablar con algunos de los invitados acerca de Konner. - reveló, sin apenas elevar la voz. - Entremos, te pondré al corriente de todo. - instó, pasando al interior de la siguiente estancia.
Una vez dentro compartió lo que había descubierto con su compañero mientras éste probaba algunos de los aperitivos que habían dispuesto para la ocasión, leyendo su expresión como si de un libro abierto se tratase a pesar del antifaz. - No frunzas el ceño, solo bailé con ellos para sonsacarles lo que sabían acerca de nuestro anfitrión, algo tenía que hacer hasta que nos reencontrásemos y me sacases tú ¿no? - soltó con una sonrisa, provocando que el norteño hiciese justo lo que quería, tomándola por la cintura para llevarla a la pista.
Y mientras giraban en torno a la amatista que presidía la habitación, Elen pudo ver por el rabillo del ojo que algunos de los que se encontraban en la sala del zafiro, entre ellos Ballantine y Billy, también habían decidido visitar aquella estancia.
Pero teniendo al dragón con ella, su interés por el resto de personas quedó en un segundo plano, al menos hasta que un grito alteró el festivo ambiente, consiguiendo que tanto hombres como mujeres acudiesen a toda prisa al patio. - ¿Qué ocurre? - preguntó la vampira, abriéndose paso entre la multitud con expresión seria, ya que podía oler la sangre en el aire. Y allí estaba, el inerte cuerpo de Konner Ardell yacía en el hall, con la brillante daga que habían utilizado para asesinarlo aún clavada en el pecho. - Tiene que ser una broma. - susurró, torciendo el gesto ante el dramático giro de los acontecimientos.
Uno de los guardias se adelantó para hacerse cargo de la situación y que nadie tocase el cadáver, pero ¿cuándo había pasado? ¿por qué seguía Konner en el hall en vez de encontrarse en una de las salas con el resto de los invitados? ¿acaso alguno de los asistentes de última hora había aprovechado la ocasión para acabar con su vida?
- Fuera hay guardias, no puede haber salido… el asesino todavía está aquí dentro. - murmuró, de forma que solo Alister y quizá aquellos que estuviesen más cerca de ella pudiesen escucharla. Entonces repasó mentalmente los recientes ataques de sus soldados al culto del dios vampiro, esos en los que ellos habían tomado parte para defender a Laluth y sus fieles. - ¿Crees que han podido ser los Hijos de Habak? - formuló en su oído el norteño, casi leyendo la mente de la joven. - No lo creo, ya sabes cómo son, se dejan llevar por sus instintos y por la sed, no habrían sido capaces de llevar a cabo un asesinato de forma tan limpia y discreta. - musitó en respuesta.
- Pero por lo que tengo entendido el culto no era la única organización religiosa a la que se oponía últimamente, Billy me comentó algo acerca de la Iglesia de Cristo… quizá hayan decidido vengarse… - continuó en voz baja, consciente de que había al menos un representante de la misma en la casa. - Sin embargo… me cuesta pensar que alguien con un conflicto tan evidente con el involucrado se arriesgase de este modo… alguien podría estar aprovechándose de la situación para que la culpa recaiga en los sospechosos más predecibles y salir airoso de todo. - concluyó, alzando la mirada para observar a cuantos tenía más cerca, en busca de cualquier gesto o expresión extraña que pudiese delatar al verdadero asesino.
- No que yo sepa, seguramente quiera afianzar su posición en Sacrestic… de ahí que haya personas de ambientes totalmente diferentes… - respondió Luke, clavando fugazmente sus ojos sobre un joven en particular, que parecía apartarse del resto a propósito. - Me pregunto en qué estaba pensando al invitar a ciertos individuos. - continuó, despertando el interés de la de cabellos cenicientos. ¿Quién era aquel muchacho y por qué su presencia parecía desagradar al noble? Tenía que descubrirlo.
Pero no podía irse en medio de la canción, así que esperó a que terminase y comenzó a buscar una excusa para no seguir bailando, cosa que por una intervención externa, no llegó a hacerle falta. - Disculpen, ¿es usted Luke Ballantine, verdad? - dijo una mujer, apartando su antifaz para dejar a la vista su rostro. - Así es, ¿con quién tengo el gusto de hablar? - quiso saber el humano, sin perder su galantería. - Lena Banana, soy una amiga cercana de Michelle y tengo entendido que usted y Konner se conocen desde la infancia… ¿me permite que se lo robe un rato? - formuló, girándose hacia la señora de sombras. - Por supuesto. - contestó Elen, inclinándose en una leve reverencia antes de encaminarse hacia las mesas de aperitivos, donde estaba su siguiente objetivo.
- ¿No hay sangre? - pensó, mientras recorría con la mirada las bebidas y entremeses que habían dispuesto para los asistentes. - Bueno, ésto tendrá que servir. - musitó, tomando una copa de vino antes de acercarse de forma disimulada al joven. - El ambiente está muy animado, ¿no baila? - preguntó, situándose a su lado y observando a las parejas que danzaban alrededor de la brillante gema. - Me temo que aquellos a los que me gustaría sacar a la pista no aceptarían mi invitación. - soltó sin tapujos, dando un trago a su copa.
La criatura de la noche lo observó con atención, para luego seguir la trayectoria en que miraba el muchacho y darse cuenta de su inclinación. - Entiendo. - musitó, probando el licor solo para comprobar que su sabor no se acercaba ni de lejos al de la sangre. - Sin embargo, estamos en una fiesta de máscaras… podría intentarlo… - trató de animarlo, solo para ganarse su confianza. - Ocultar mi rostro no será suficiente, tengo cierta… reputación en la ciudad debido a mi trabajo… ni siquiera sé por qué Ardell se molestó en enviarme una carta para que acudiese a este baile, está claro que no encajo entre esta gente. - confesó, bajando la vista hacia su bebida.
- Yo tampoco entiendo qué pinto aquí, pero ya que estamos en una celebración, ¿no deberíamos aprovechar la ocasión y divertirnos? - preguntó la vampira, dejando su copa para tender su mano en dirección al joven. - No soy la pareja con la que te gustaría bailar pero sería un desperdicio que te quedaras aquí plantado toda la noche. - añadió, tomándolo por sorpresa. - No creo que sea buena idea, todos por aquí conocen mi profesión y eso podría perjudicarte…- respondió en voz baja. - ¿Y? No me importa. - insistió la de ojos verdes. - Me dedico a la prostitución, trato con hombres de todo tipo y condición, algunos de los presentes en la sala no me ven con buenos ojos, ¿no te preocupa que te relacionen conmigo? - quiso saber el chico.
La señora de sombras esbozó una leve sonrisa, en la que se podía ver cierta malicia. - Créeme, tu compañía no me creará más problemas de los que yo misma podría buscarme, además, estoy segura de que saldré beneficiada de esto, ambos lo haremos. - aseguró, echando mano al dobladillo del vestido para sacar unas monedas. - Si así te sientes más cómodo, te contrataré para que bailes conmigo las próximas canciones, y si de paso puedes hablarme de algunos de los invitados a la fiesta aún mejor. - propuso, logrando que el joven se relajase un poco y sonriese también.
- Está bien, acepto el trato. - cedió, aceptando el pago y tomando la mano de la de cabellos cenicientos para conducirla a la pista de baile. - Por cierto, no nos hemos presentado todavía, soy Billy, ¿y tú? - inquirió de camino al centro de la sala. - Elen. - dijo ella, justo antes de que se mezclasen entre el resto de parejas.
La música siguió sonando, y mientras danzaban en torno al enorme zafiro que presidía la estancia, el joven Billy la puso al corriente de la identidad de algunos de los asistentes a la fiesta y su relación con Konner, dejando al descubierto ciertas rencillas que rodeaban al noble. ¿Qué motivos podría tener Ardell para dejar entrar en su casa a personas con las que estaba en conflicto? No tenía sentido, era casi como tentar a la suerte.
- Gracias a todos por haber venido a la celebración, a partir de este momento son libres de visitar el resto de salas como gusten, en todas ellas encontraran comida y bebidas, disfruten del resto de la noche. - intervino Scarlett en cuanto la música dejó de sonar, creando una breve pausa antes de que la siguiente pieza comenzase. - Parece que ya podemos movernos libremente, gracias Billy, ha estado bien y estoy segura de que la información que me has dado me será útil, pero debo reencontrarme con mi compañero. - dijo a modo de despedida, acompañando las palabras con un gesto de la mano antes de dirigirse hacia la puerta.
Alister aguardaba en un rincón del patio, y tal como habían acordado, se reunieron frente a la puerta de la amatista. - Por fin, no te imaginas lo incómodo que ha sido estar ahí dentro solo… - comentó en cuanto la vampira lo alcanzó. - Me lo imaginaba, has cambiado pero todavía no te sientes del todo cómodo en este tipo de fiestas. - susurró Elen, tomando la mano del cazador para acercarse y darle un suave beso en los labios. - Por suerte todo esto de separar a la gente por colores ya ha terminado, aunque he tenido la oportunidad de hablar con algunos de los invitados acerca de Konner. - reveló, sin apenas elevar la voz. - Entremos, te pondré al corriente de todo. - instó, pasando al interior de la siguiente estancia.
Una vez dentro compartió lo que había descubierto con su compañero mientras éste probaba algunos de los aperitivos que habían dispuesto para la ocasión, leyendo su expresión como si de un libro abierto se tratase a pesar del antifaz. - No frunzas el ceño, solo bailé con ellos para sonsacarles lo que sabían acerca de nuestro anfitrión, algo tenía que hacer hasta que nos reencontrásemos y me sacases tú ¿no? - soltó con una sonrisa, provocando que el norteño hiciese justo lo que quería, tomándola por la cintura para llevarla a la pista.
Y mientras giraban en torno a la amatista que presidía la habitación, Elen pudo ver por el rabillo del ojo que algunos de los que se encontraban en la sala del zafiro, entre ellos Ballantine y Billy, también habían decidido visitar aquella estancia.
Pero teniendo al dragón con ella, su interés por el resto de personas quedó en un segundo plano, al menos hasta que un grito alteró el festivo ambiente, consiguiendo que tanto hombres como mujeres acudiesen a toda prisa al patio. - ¿Qué ocurre? - preguntó la vampira, abriéndose paso entre la multitud con expresión seria, ya que podía oler la sangre en el aire. Y allí estaba, el inerte cuerpo de Konner Ardell yacía en el hall, con la brillante daga que habían utilizado para asesinarlo aún clavada en el pecho. - Tiene que ser una broma. - susurró, torciendo el gesto ante el dramático giro de los acontecimientos.
Uno de los guardias se adelantó para hacerse cargo de la situación y que nadie tocase el cadáver, pero ¿cuándo había pasado? ¿por qué seguía Konner en el hall en vez de encontrarse en una de las salas con el resto de los invitados? ¿acaso alguno de los asistentes de última hora había aprovechado la ocasión para acabar con su vida?
- Fuera hay guardias, no puede haber salido… el asesino todavía está aquí dentro. - murmuró, de forma que solo Alister y quizá aquellos que estuviesen más cerca de ella pudiesen escucharla. Entonces repasó mentalmente los recientes ataques de sus soldados al culto del dios vampiro, esos en los que ellos habían tomado parte para defender a Laluth y sus fieles. - ¿Crees que han podido ser los Hijos de Habak? - formuló en su oído el norteño, casi leyendo la mente de la joven. - No lo creo, ya sabes cómo son, se dejan llevar por sus instintos y por la sed, no habrían sido capaces de llevar a cabo un asesinato de forma tan limpia y discreta. - musitó en respuesta.
- Pero por lo que tengo entendido el culto no era la única organización religiosa a la que se oponía últimamente, Billy me comentó algo acerca de la Iglesia de Cristo… quizá hayan decidido vengarse… - continuó en voz baja, consciente de que había al menos un representante de la misma en la casa. - Sin embargo… me cuesta pensar que alguien con un conflicto tan evidente con el involucrado se arriesgase de este modo… alguien podría estar aprovechándose de la situación para que la culpa recaiga en los sospechosos más predecibles y salir airoso de todo. - concluyó, alzando la mirada para observar a cuantos tenía más cerca, en busca de cualquier gesto o expresión extraña que pudiese delatar al verdadero asesino.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Luminicious soltó una risa con picardía y sutileza ante la pregunta del brujo. - Cariño, he de admitir que, al verte, no me esperaba que una ropa interior tan sugerente perteneciera a un hombre tan serio como tú... Eres sorprendente, ¿lo sabes?
- ¿Me estás diciendo que tú tienes mi ropa interior? ¿Me la quitaste tú, hijo de una cerda? - Eberus trataba de mantener su habla un tono bajo, pero la rabia se lo estaba haciendo difícil.
- Eh, eh, eh... Tranquilo, guapo. Pues sí, la tengo yo. Y, ¿sabes quién me la dio? Cohen. Creo que le conoces... - El extravagante hombre se puso a la defensiva por las airadas formas del brujo, y decidió desplazar la responsabilidad de aquello a un amigo que tenían en común.
Eberus separó con ímpetu sus manos de la cintura de Luminicious y agarró las manos de este, para quitarlas de sus hombros. Luego, sostuvo una de las manos de él con su mano izquierda, mientras que con su mano derecha y el dedo índice extendido, señalaba a un punto concreto de su palma. - ¿Qué estás... ¡Ah! - Luminicious soltó un breve y agudo quejido ante el sentimiento de un dolor punzante en el lugar de la mano que le señalaba el brujo (1). - ¿Pero qué diantres, Eberus?
- ¿Me estás diciendo la verdad, o no? - Se expresaba aún dentro de su rabia, con la mayor de las seriedades y una mirada agresivamente desafiante, mientras mantenía una ilusión táctil dolorosa en la mano de Luminicious.
- Pregúntaselo a él, maldito señor agresivo - Luminicious terminó alejándose del ilusionista con los ojos abiertos como platos y una expresión que rondaba entre el pavor y el asco, agarrándose la mano. Y, como si los dioses hubieran querido generar esa escena para su propio entretenimiento, justo en ese momento la música se detuvo, y les informaron de que podían volver a vagar libremente por el lugar.
Ahora, el ilusionista deseaba reencontrarse con Cohen. Ansiaba tener una conversación seria con él. Sabía que, con seguridad, se encontraría en aquella ciudad. Pero, ¿dónde?
Con parte de la venganza satisfecha, su rabia había disminuido un poco, y caminaba hacia otra de las salas menos airado pero aún enfurruñado y con paso acelerado. Una vez allí, agarró una de las jarras de cerveza que había sobre el tapete esmeralda de la mesa de la sala, y bebió un largo e impulsivo trago. Se quedó con la jarra y buscó con la mirada a Selena, que debería encontrarse en aquella sala, pero unos gritos interrumpieron su búsqueda. Konner había sido asesinado.
Tras buscar y encontrar un hueco para que su mirada pudiera toparse con el motivo de los gritos, sintió como si su misión en aquella mansión de impertinentes hubiera concluido. En su rostro podía notarse una sonrisa un tanto sádica, que intentó disimular lo más rápido que pudo, y continuó buscando con la mirada entre la multitud a Selena, hasta que dio con ella.
Cuando se encontraron de nuevo, ambos se miraron con el ceño fruncido por la extrañeza de la situación, pero también una curva muy sutil en sus labios que denotaba algo de satisfacción. Y de entre los gritos y llantos que adornaban aquella grotesca escena, unos atrajeron especialmente la atención de Selena. Había un par de personas algo apartadas que parecían tener una discusión acalorada frente a una pintura que decoraba una de las paredes del patio del hogar. - Jodidos creyentes... No pueden dejar a un lado sus estúpidas discusiones sobre la iglesia ni en momentos como este - murmuró para Eberus.
Eberus la miró a los ojos extrañado, y al observar que Selena mantenía su expresión seria, no pudo evitar comenzar a reír sutilmente de la manera en que él solía reír cuando quería contenerse: sonando como una tetera. - Lo dices como si te perturbara de verdad la muerte de este imbécil. ¿En momentos como este, dices? ¿Ahora te da lástima que haya muerto?
- No, no es eso, joder, pero ya sabes lo mucho que detesto a los religiosos... Consiguen amargarme estos ilusos incompetentes.
______
OFF: 1.- Utilizo una ilusión táctil con mi talento Ilusiones para generar un ligero dolor punzante.
- ¿Me estás diciendo que tú tienes mi ropa interior? ¿Me la quitaste tú, hijo de una cerda? - Eberus trataba de mantener su habla un tono bajo, pero la rabia se lo estaba haciendo difícil.
- Eh, eh, eh... Tranquilo, guapo. Pues sí, la tengo yo. Y, ¿sabes quién me la dio? Cohen. Creo que le conoces... - El extravagante hombre se puso a la defensiva por las airadas formas del brujo, y decidió desplazar la responsabilidad de aquello a un amigo que tenían en común.
Eberus separó con ímpetu sus manos de la cintura de Luminicious y agarró las manos de este, para quitarlas de sus hombros. Luego, sostuvo una de las manos de él con su mano izquierda, mientras que con su mano derecha y el dedo índice extendido, señalaba a un punto concreto de su palma. - ¿Qué estás... ¡Ah! - Luminicious soltó un breve y agudo quejido ante el sentimiento de un dolor punzante en el lugar de la mano que le señalaba el brujo (1). - ¿Pero qué diantres, Eberus?
- ¿Me estás diciendo la verdad, o no? - Se expresaba aún dentro de su rabia, con la mayor de las seriedades y una mirada agresivamente desafiante, mientras mantenía una ilusión táctil dolorosa en la mano de Luminicious.
- Pregúntaselo a él, maldito señor agresivo - Luminicious terminó alejándose del ilusionista con los ojos abiertos como platos y una expresión que rondaba entre el pavor y el asco, agarrándose la mano. Y, como si los dioses hubieran querido generar esa escena para su propio entretenimiento, justo en ese momento la música se detuvo, y les informaron de que podían volver a vagar libremente por el lugar.
Ahora, el ilusionista deseaba reencontrarse con Cohen. Ansiaba tener una conversación seria con él. Sabía que, con seguridad, se encontraría en aquella ciudad. Pero, ¿dónde?
Con parte de la venganza satisfecha, su rabia había disminuido un poco, y caminaba hacia otra de las salas menos airado pero aún enfurruñado y con paso acelerado. Una vez allí, agarró una de las jarras de cerveza que había sobre el tapete esmeralda de la mesa de la sala, y bebió un largo e impulsivo trago. Se quedó con la jarra y buscó con la mirada a Selena, que debería encontrarse en aquella sala, pero unos gritos interrumpieron su búsqueda. Konner había sido asesinado.
Tras buscar y encontrar un hueco para que su mirada pudiera toparse con el motivo de los gritos, sintió como si su misión en aquella mansión de impertinentes hubiera concluido. En su rostro podía notarse una sonrisa un tanto sádica, que intentó disimular lo más rápido que pudo, y continuó buscando con la mirada entre la multitud a Selena, hasta que dio con ella.
Cuando se encontraron de nuevo, ambos se miraron con el ceño fruncido por la extrañeza de la situación, pero también una curva muy sutil en sus labios que denotaba algo de satisfacción. Y de entre los gritos y llantos que adornaban aquella grotesca escena, unos atrajeron especialmente la atención de Selena. Había un par de personas algo apartadas que parecían tener una discusión acalorada frente a una pintura que decoraba una de las paredes del patio del hogar. - Jodidos creyentes... No pueden dejar a un lado sus estúpidas discusiones sobre la iglesia ni en momentos como este - murmuró para Eberus.
Eberus la miró a los ojos extrañado, y al observar que Selena mantenía su expresión seria, no pudo evitar comenzar a reír sutilmente de la manera en que él solía reír cuando quería contenerse: sonando como una tetera. - Lo dices como si te perturbara de verdad la muerte de este imbécil. ¿En momentos como este, dices? ¿Ahora te da lástima que haya muerto?
- No, no es eso, joder, pero ya sabes lo mucho que detesto a los religiosos... Consiguen amargarme estos ilusos incompetentes.
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OFF: 1.- Utilizo una ilusión táctil con mi talento Ilusiones para generar un ligero dolor punzante.
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Durante aquellos movimientos que invocaban un baile al que le costó un poco adecuarse, se dió cuenta de lo mucho que parecía estar a punto de desfallecer el hombre que le sostenía, ¿cómo lograba bailar? ¿Sería que ha dejado de consumir la sustancia? Lo dudó, en cierto momento fue de su conocimiento que la droga era sumamente adictiva y aquello, sólo provocó nuevos cuestionamientos sobre si incluso traería consigo algo de ello. Había olvidado ya lo sucedido con el humano o hechicero que trataba de manipularla y se concentró en la experiencia novedosa, el festín visual de todos los tonos de verde y combinaciones que portaban los asistentes, cuyo movimiento parecía un carrusel armonioso bajo la iluminación de aquella mística y enigmática gema que protagonizaba en medio del salón.
La música se fue atenuando luego de un lapso, hasta que terminó de sonar por completo, abriendo paso a la voz del anfitrión de su sala que daba nuevas directrices de cómo se desarrollaría la velada, dando cabida a pasear por alguna otra sala y tomar unos bocadillos. Viktor se quedó quieto, como si estuviera hipnotizado por su propios pensamientos, sin mirar nada en concreto pero cabizbajo. La pequeña bruja salió del agarre de su brazo que cedió prontamente, sacándolo breves momentos de su ensimismamiento.
-Así que... hay que dar una vuelta ¿no? Ya nos vemos más tarde Itzamaray...- Dijo casi mirándola de soslayo, ante lo cual la bruja asintió e hizo lo propio para acudir a donde esperaban los bocadillos. Dando un recorrido a la sala, se percató de la enorme y elegante mesa montada con finos manteles y una decoración que parecía tan ostentosa y casi poco armoniosa. Pero eso no le importó, sentía tantas ganas de comer algún postre que tuvo que caminar alrededor de ella hasta encontrar los pastelillos y, se le iluminaron los ojos cuando pudo reconocer unos de limón.
Se llevó el primer pastelito de limón a la boca y casi se derrite de placer al tocar su lengua, tan dulce y ácido que se tuvo que comer al menos tres piezas más y se llevó una en mano, pues ahora tocaba curiosear la sala que se le ocurriera. En el trayecto algunas personas se agrupaban y hablaban coincidentemente, seguramente conocidos entre sí que no tardaron en reunirse para cotillear. A la salida de la sala esmeralda, notó algo que había ignorado por completo antes, seguramente porque no estaba pensando en la escena del hombre y la elfa, arte esparcido por los rincones, exhibido como si aquello representara más que una pieza de pintura o escultura, ¿por qué los humanos siempre buscaban ostentar objetos y hacerlos valer incluso más que las vidas de sus subordinados?
Debajo de uno de los cuadros, había una cara más que pudo reconocer, era San Jacobo. Un personaje sin duda interesante, e intrigante, de quien aún no comprendía demasiado sus convicciones a razón de su propia ignorancia sobre las religiones del continente. Siendo ella misma politeísta, era casi absurdo pensar que todo se debía a una sola deidad, más que absurdo carecía de verdadera espiritualidad, más por la poca información de aquel viejo clérigo, casi se sentía interesada en comprender sus ideas. Se vio aproximándose a la presencia del poco excéntrico hombre hasta que se percató que estaba hablando con una dama de cabellos encendidos y mirada tenaz. Y aunque no parecían odiarse, definitivamente no emitían una gran simpatía el uno por el otro, aunque a decir verdad, él conservaba esa expresión alejada de la hostilidad que le había visto aquella noche del cementerio en ésta misma ciudad. Se cubrió el rostro con la máscara que llevaba en mano y tan solo continuó lentamente su camino cerca de ambas figuras.
Ambos argumentando aspectos inentendibles sobre cuáles pueden o no ser las maneras correctas de llevar la palabra a los hombres, en realidad concluyó que era la pelirroja la que sentía demasiadas inquietudes respecto a las ideologías religiosas de San Jacobo. Reclamando cosas como llevar a cabo extrañas misas en horas de madrugada, mensajes distintos, una idolatría irracional hacia él siendo que debería ser la palabra del señor y no una representación divina como persona.
Pasó de todo ello cuando a la distancia notó un tenue halo de luz azul, asumiendo que sería la sala zafiro, apresuró su paso para llegar a ella. Al estar en ella, se retiró la careta decorada para mirar sin obstáculos su entorno nuevo, no hubo mucha distinción entre aquella y la sala esmeralda, quizás la gema al centro, por supuesto, pero la decoración simplemente era del color azul con la misma elegancia y belleza de la anterior. De repente, tras ella, alguien le llamó tocando su hombro. La bruja suspiró, creyendo que sería el loco de las ilusiones mentales, pero para su sorpresa era una chica conocida, Oona. -Debes sentirte fuera del agua también...- Comentó a modo de saludo y agregando su sonrisa felina.
-Itza, no esperaría verte a tí tampoco aquí... daré un pequeño espectáculo más adelante, en la sala común, ve a verme ¿si? Luego nos marchamos por unos tragos a la ciudad.- Le tomó la mano que permaneció bajo el guante verde oscuro que llevaba en su conjunto. La bruja asintió pero en verdad no tenía demasiados ánimos de salir de juerga, su cuerpo estaba comportándose muy raro últimamente.
-¿Te pagarán bien, Oona? Después de arruinarnos los espectáculos en las plazas de Sacrestic... Supongo que el tal Konner te trajo aquí, ¿no es así? Sólo te puedo creer que vinieras por una buena paga, en realidad.- Ambas dieron una risilla pícara, como si fuera casi un lenguaje entre ambas, no eran grandes amigas, pero desde que le permitieron trabajar temporalmente en su caravana artística, había forjado un compañerismo con todos, y Oona no estaba exenta. -Pero claro que sí. ¿Te piensas que vendría con éstos estirados por puro gusto?- Alzó una ceja, y la morena miró curiosa a la menuda hechicera, ésta última alzó los hombros. -En realidad... supongo que me atrajo la curiosidad... como siempre.- Dijo soltando un suspiro resignado.
-Al menos podrías divertirte, hay muchos chicos bien parecidos aquí... No, espera, eso es un mal consejo, eres muy joven aún para esas cosas. Ven vamos a buscar algo de beber.- Le tomó del brazo y ambas caminaron directamente hacia camarero con una bandeja en la que acarreaba copas de bebidas de tono azulado ligero. Cada una tomó la propia y bebieron mientras se embelesaban con el zafiro flotante de la sala. -Es verdad, ahora que lo pienso, no te ví antes, en la sala esmeralda.-
-Oh, quizás porque me atrase en entrar, y bueno, encontré a alguien conocido que aproveché para el baile. La verdad con tantas máscaras casi fue suerte reconocerlo a él.-
-¿Alguien que vale la pena?.-
-Supongo que sí, no lo sé... Es humano después de todo...-
-¿Para mí lo sería?.-
-No.- La cambiaformas resopló, si algo era obvio, se trataba de sus gustos en hombres, cosa que no pasó desapercibido para la bruja en las semanas que llevaban conociéndose, entre charlas y señales que hacía la morena cuando veía alguien alto, corpulento y que sobre todo al hablar, se notara muy poco espabilado. Y casi por obra de magia, un prospecto de aquella índole se cruzó en la mirada de la castaña quien, inevitablemente tuvo que acudir. -Pero que tenemos aquí... Itza, no olvides ir a verme dándoles algo de qué hablar a éstos aburridos, tengo un asunto que tocar...- Sin dar oportunidad de réplica, fue directo al hombre que le devolvía embobado la sonrisa.
Cuando les perdió de vista no le quedó más que caminar por ahí, en ello estaba cuando un rostro conocido adicional, se hizo presente, y no sabía qué sentir cuando le miraba. Cohen le caía muy bien, incluso sentía una especie de admiración y respeto por el vampiro, pero su amigo Peter... bueno, no podía ser clara con su sentir. Quizás llevaba por la reticente insistencia de seguir e imitar cada convicción que tuviera su amo con tal de complacer sus ambiciones o ideales, le repudia un poco tanto como se sentía muy neutral también, debido a lo que pensaba de Cohen. Ante todo aquello, se preguntó si el vampiro estaría en esa misma fiesta.
Evadió a toda costa que se cruzaran miradas, cubriendo su propio rostro de nuevo y recorriendo el salón zafiro por un tiempo, un poco ensimismada, y tan sólo interrumpida por lapsos cortos, debido a una extraña náusea que acompañaba el mareo breve. ¿Estará cayendo enferma de algo grave? ¿Será el inicio de una misteriosa condición? ¿Tal vez obra del hechicero o humano ilusionista que quiera hacerle daño? Lejos estaba de saber que, en realidad, era algo más allá de magia o enfermedades.
Luego de vagar por los rincones, al casi estar en el umbral de las enormes puertas de entrada, miró hacia la dirección del cuadro donde San Jacobo continuaba su charla acalorada con la pelirroja. Y entonces, un agudo grito llamó la atención de todos, en su mayoría causando algo de pánico. Pero como era de esperarse, Peter fue el primero en llamar a la calma mientras se abría paso entre la reciente muchedumbre, que aún permitía ver el centro, alguien yacía en el suelo pero no podía distinguir quién. Acudió también hasta ahí, atraída por la idea de que algo extravagante sucediera, y no estaba lejos de la verdad, pues era nada menos que un asesinato. Los quejidos, llantos y gritos agudos de quienes iban asombrados por el acontecimiento imprevisto, y que algunos estaban tratando de acercarse pero impedidos por el oficial Lannet, de esperar. Algunos mencionan que el asesino estaría ahí, otros que debería haber escapado, las sospechas eran muchas, pero juraría que llevadas a cabo en medio de sus propios prejuicios, lo primero que vino a su mente fué que ahora no habría nadie que le pudiera dar el pago a Oona, ni podría presentar su performance. A su lado se puso de pie una muchacha que no conocía, y cuya primera interrogatoria se dirigió a que había dos figuras de la iglesia que tendrían intereses en su muerte. La bruja no pudo evitar reírse sin importarle que la escuchara. -¿Cómo llegaste a esa conclusión?.-
-¿No es obvio? Se sabe que el viejo aquel no es bienvenido en la iglesia, los Ardell son respetablemente católicos, y siguen las buenas costumbres, además, ¿no es extraño que esa monja sea ahora su amiga?
-¿Su amiga? Si se han pasado la noche entera discutiendo tonterías cristianas o católicas... misas, costumbres, y hasta sobre qué oraciones y horarios son correctos, ¿piensas que se pueden poner de acuerdo en asesinar al anfitrión? Ni siquiera pueden ponerse en concordancia con el color de las velas de la iglesia.- Alzó los ojos con fastidio, y la chica la miró dudando, casi ofendida, pero con la duda de si quizás estaba tomando un veredicto precipitado realmente acerca de ellos. Itzamaray alzó los hombros con despreocupación. -Además, obviando el hecho de que requiere experiencia, asesinar sin ser visto en una fiesta, los religiosos no parecen tener un entrenamiento adecuado ¿no? Tan sólo míralos, preocupados por sus misas... Ni siquiera se habían percatado de esto hasta que todos se acercaron al centro... Además, ¿no era el sr Konner uno de los mecenas de la iglesia? Puede que no estuvieran muy de acuerdo, pero dudo que matarlo les traiga ningún beneficio, al contrario, me da la impresión de que esto afectará a todos los clérigos y fieles.- Clavó sus ojos esmeralda en el cuerpo inerte del anfitrión principal... esto sí que era algo divertido de ver.
La música se fue atenuando luego de un lapso, hasta que terminó de sonar por completo, abriendo paso a la voz del anfitrión de su sala que daba nuevas directrices de cómo se desarrollaría la velada, dando cabida a pasear por alguna otra sala y tomar unos bocadillos. Viktor se quedó quieto, como si estuviera hipnotizado por su propios pensamientos, sin mirar nada en concreto pero cabizbajo. La pequeña bruja salió del agarre de su brazo que cedió prontamente, sacándolo breves momentos de su ensimismamiento.
-Así que... hay que dar una vuelta ¿no? Ya nos vemos más tarde Itzamaray...- Dijo casi mirándola de soslayo, ante lo cual la bruja asintió e hizo lo propio para acudir a donde esperaban los bocadillos. Dando un recorrido a la sala, se percató de la enorme y elegante mesa montada con finos manteles y una decoración que parecía tan ostentosa y casi poco armoniosa. Pero eso no le importó, sentía tantas ganas de comer algún postre que tuvo que caminar alrededor de ella hasta encontrar los pastelillos y, se le iluminaron los ojos cuando pudo reconocer unos de limón.
Se llevó el primer pastelito de limón a la boca y casi se derrite de placer al tocar su lengua, tan dulce y ácido que se tuvo que comer al menos tres piezas más y se llevó una en mano, pues ahora tocaba curiosear la sala que se le ocurriera. En el trayecto algunas personas se agrupaban y hablaban coincidentemente, seguramente conocidos entre sí que no tardaron en reunirse para cotillear. A la salida de la sala esmeralda, notó algo que había ignorado por completo antes, seguramente porque no estaba pensando en la escena del hombre y la elfa, arte esparcido por los rincones, exhibido como si aquello representara más que una pieza de pintura o escultura, ¿por qué los humanos siempre buscaban ostentar objetos y hacerlos valer incluso más que las vidas de sus subordinados?
Debajo de uno de los cuadros, había una cara más que pudo reconocer, era San Jacobo. Un personaje sin duda interesante, e intrigante, de quien aún no comprendía demasiado sus convicciones a razón de su propia ignorancia sobre las religiones del continente. Siendo ella misma politeísta, era casi absurdo pensar que todo se debía a una sola deidad, más que absurdo carecía de verdadera espiritualidad, más por la poca información de aquel viejo clérigo, casi se sentía interesada en comprender sus ideas. Se vio aproximándose a la presencia del poco excéntrico hombre hasta que se percató que estaba hablando con una dama de cabellos encendidos y mirada tenaz. Y aunque no parecían odiarse, definitivamente no emitían una gran simpatía el uno por el otro, aunque a decir verdad, él conservaba esa expresión alejada de la hostilidad que le había visto aquella noche del cementerio en ésta misma ciudad. Se cubrió el rostro con la máscara que llevaba en mano y tan solo continuó lentamente su camino cerca de ambas figuras.
Ambos argumentando aspectos inentendibles sobre cuáles pueden o no ser las maneras correctas de llevar la palabra a los hombres, en realidad concluyó que era la pelirroja la que sentía demasiadas inquietudes respecto a las ideologías religiosas de San Jacobo. Reclamando cosas como llevar a cabo extrañas misas en horas de madrugada, mensajes distintos, una idolatría irracional hacia él siendo que debería ser la palabra del señor y no una representación divina como persona.
Pasó de todo ello cuando a la distancia notó un tenue halo de luz azul, asumiendo que sería la sala zafiro, apresuró su paso para llegar a ella. Al estar en ella, se retiró la careta decorada para mirar sin obstáculos su entorno nuevo, no hubo mucha distinción entre aquella y la sala esmeralda, quizás la gema al centro, por supuesto, pero la decoración simplemente era del color azul con la misma elegancia y belleza de la anterior. De repente, tras ella, alguien le llamó tocando su hombro. La bruja suspiró, creyendo que sería el loco de las ilusiones mentales, pero para su sorpresa era una chica conocida, Oona. -Debes sentirte fuera del agua también...- Comentó a modo de saludo y agregando su sonrisa felina.
-Itza, no esperaría verte a tí tampoco aquí... daré un pequeño espectáculo más adelante, en la sala común, ve a verme ¿si? Luego nos marchamos por unos tragos a la ciudad.- Le tomó la mano que permaneció bajo el guante verde oscuro que llevaba en su conjunto. La bruja asintió pero en verdad no tenía demasiados ánimos de salir de juerga, su cuerpo estaba comportándose muy raro últimamente.
-¿Te pagarán bien, Oona? Después de arruinarnos los espectáculos en las plazas de Sacrestic... Supongo que el tal Konner te trajo aquí, ¿no es así? Sólo te puedo creer que vinieras por una buena paga, en realidad.- Ambas dieron una risilla pícara, como si fuera casi un lenguaje entre ambas, no eran grandes amigas, pero desde que le permitieron trabajar temporalmente en su caravana artística, había forjado un compañerismo con todos, y Oona no estaba exenta. -Pero claro que sí. ¿Te piensas que vendría con éstos estirados por puro gusto?- Alzó una ceja, y la morena miró curiosa a la menuda hechicera, ésta última alzó los hombros. -En realidad... supongo que me atrajo la curiosidad... como siempre.- Dijo soltando un suspiro resignado.
-Al menos podrías divertirte, hay muchos chicos bien parecidos aquí... No, espera, eso es un mal consejo, eres muy joven aún para esas cosas. Ven vamos a buscar algo de beber.- Le tomó del brazo y ambas caminaron directamente hacia camarero con una bandeja en la que acarreaba copas de bebidas de tono azulado ligero. Cada una tomó la propia y bebieron mientras se embelesaban con el zafiro flotante de la sala. -Es verdad, ahora que lo pienso, no te ví antes, en la sala esmeralda.-
-Oh, quizás porque me atrase en entrar, y bueno, encontré a alguien conocido que aproveché para el baile. La verdad con tantas máscaras casi fue suerte reconocerlo a él.-
-¿Alguien que vale la pena?.-
-Supongo que sí, no lo sé... Es humano después de todo...-
-¿Para mí lo sería?.-
-No.- La cambiaformas resopló, si algo era obvio, se trataba de sus gustos en hombres, cosa que no pasó desapercibido para la bruja en las semanas que llevaban conociéndose, entre charlas y señales que hacía la morena cuando veía alguien alto, corpulento y que sobre todo al hablar, se notara muy poco espabilado. Y casi por obra de magia, un prospecto de aquella índole se cruzó en la mirada de la castaña quien, inevitablemente tuvo que acudir. -Pero que tenemos aquí... Itza, no olvides ir a verme dándoles algo de qué hablar a éstos aburridos, tengo un asunto que tocar...- Sin dar oportunidad de réplica, fue directo al hombre que le devolvía embobado la sonrisa.
Cuando les perdió de vista no le quedó más que caminar por ahí, en ello estaba cuando un rostro conocido adicional, se hizo presente, y no sabía qué sentir cuando le miraba. Cohen le caía muy bien, incluso sentía una especie de admiración y respeto por el vampiro, pero su amigo Peter... bueno, no podía ser clara con su sentir. Quizás llevaba por la reticente insistencia de seguir e imitar cada convicción que tuviera su amo con tal de complacer sus ambiciones o ideales, le repudia un poco tanto como se sentía muy neutral también, debido a lo que pensaba de Cohen. Ante todo aquello, se preguntó si el vampiro estaría en esa misma fiesta.
Evadió a toda costa que se cruzaran miradas, cubriendo su propio rostro de nuevo y recorriendo el salón zafiro por un tiempo, un poco ensimismada, y tan sólo interrumpida por lapsos cortos, debido a una extraña náusea que acompañaba el mareo breve. ¿Estará cayendo enferma de algo grave? ¿Será el inicio de una misteriosa condición? ¿Tal vez obra del hechicero o humano ilusionista que quiera hacerle daño? Lejos estaba de saber que, en realidad, era algo más allá de magia o enfermedades.
Luego de vagar por los rincones, al casi estar en el umbral de las enormes puertas de entrada, miró hacia la dirección del cuadro donde San Jacobo continuaba su charla acalorada con la pelirroja. Y entonces, un agudo grito llamó la atención de todos, en su mayoría causando algo de pánico. Pero como era de esperarse, Peter fue el primero en llamar a la calma mientras se abría paso entre la reciente muchedumbre, que aún permitía ver el centro, alguien yacía en el suelo pero no podía distinguir quién. Acudió también hasta ahí, atraída por la idea de que algo extravagante sucediera, y no estaba lejos de la verdad, pues era nada menos que un asesinato. Los quejidos, llantos y gritos agudos de quienes iban asombrados por el acontecimiento imprevisto, y que algunos estaban tratando de acercarse pero impedidos por el oficial Lannet, de esperar. Algunos mencionan que el asesino estaría ahí, otros que debería haber escapado, las sospechas eran muchas, pero juraría que llevadas a cabo en medio de sus propios prejuicios, lo primero que vino a su mente fué que ahora no habría nadie que le pudiera dar el pago a Oona, ni podría presentar su performance. A su lado se puso de pie una muchacha que no conocía, y cuya primera interrogatoria se dirigió a que había dos figuras de la iglesia que tendrían intereses en su muerte. La bruja no pudo evitar reírse sin importarle que la escuchara. -¿Cómo llegaste a esa conclusión?.-
-¿No es obvio? Se sabe que el viejo aquel no es bienvenido en la iglesia, los Ardell son respetablemente católicos, y siguen las buenas costumbres, además, ¿no es extraño que esa monja sea ahora su amiga?
-¿Su amiga? Si se han pasado la noche entera discutiendo tonterías cristianas o católicas... misas, costumbres, y hasta sobre qué oraciones y horarios son correctos, ¿piensas que se pueden poner de acuerdo en asesinar al anfitrión? Ni siquiera pueden ponerse en concordancia con el color de las velas de la iglesia.- Alzó los ojos con fastidio, y la chica la miró dudando, casi ofendida, pero con la duda de si quizás estaba tomando un veredicto precipitado realmente acerca de ellos. Itzamaray alzó los hombros con despreocupación. -Además, obviando el hecho de que requiere experiencia, asesinar sin ser visto en una fiesta, los religiosos no parecen tener un entrenamiento adecuado ¿no? Tan sólo míralos, preocupados por sus misas... Ni siquiera se habían percatado de esto hasta que todos se acercaron al centro... Además, ¿no era el sr Konner uno de los mecenas de la iglesia? Puede que no estuvieran muy de acuerdo, pero dudo que matarlo les traiga ningún beneficio, al contrario, me da la impresión de que esto afectará a todos los clérigos y fieles.- Clavó sus ojos esmeralda en el cuerpo inerte del anfitrión principal... esto sí que era algo divertido de ver.
Itzamaray
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Todos tardaron en reaccionar unos segundos. La mayoría miraba el cuerpo con atención, con auténtica incredulidad, aunque algunos de ellos tenían una tímida sonrisa, una mirada de satisfacción… al parecer, el asesinato del anfitrión traía más alegrías que padecimientos.
―Soy Peter Lannet, líder de los soldados humanos en Sacrestic Ville. Por favor, cooperen y dejen sus rostros al descubierto en todo momento. Solucionaremos esto lo más rápido posible.
Peter dio un paso hacia dónde se encontraba su hermana y sin decir nada en particular, le agarró la mano con fuerza para tranquilizarla. Pronto, la joven estuvo rodeada por el hijo del muerto, que extrañamente no se quería acercar al cuerpo de su padre.
Lannet fue observando el rostro de todos, sin aún haberse percatado de su presencia. Entonces, llegó hasta Itzamaray, a la que reconoció enseguida al tratarse ése de su tercer encuentro. Escuchó sus palabras con atención:
―Hola Itzamaray, ¿estás segura de que esos dos religiosos no han parado de discutir sobre sus asuntos?
El propio Peter había visto a ambos discutir desde que se habían encontrado en el patio, aunque les había perdido la vista un par de veces. Tras ver que la chica estaba tan convencida de la inocencia de ambos cómo él mismo lo estaba, no dudó en asentir.
― ¡Delevigne! Deja que San Jacobo y la Hermana Carice abandonen el edificio. Tienen una coartada sólida y no hay motivos para que permanezcan aquí.
La ayudante de Lannet, que se encontraba próxima a los dos religiosos, se asintió y acercándose a ellos, los dirigió hacia la salida por una de las puertas laterales del jardín, próximas a la central dónde se encontraba el cadáver.
Dos personas habían sido descartadas, pero aún eran muchas en aquel lugar. Peter observó a todas aquellas personas, muchas extrañas para él. Reconoció a Eberus, el brujo que le había ayudado en los Crímenes del Barrio Oscuro, un año antes.
Finalmente, Peter posó sus ojos en Cohen, a quién no esperaba ver allí. Instintivamente, se acercó a él con paso ligero para hablarle en voz baja:
―Mi hermana…
―La conozco.
Aquella rotunda afirmación pareció extrañarle y durante un par de segundos, su rostro dejó ver su evidente perplejidad, sin embargo, se limitó a añadir:
―Ve con ella y protégela. No te apartes de su lado...
Cohen asintió, clavando su mirada en la hermana de su amante, que les observaba a ellos con atención. Tras esto, Peter volvió a la parte central teniendo a todos los sospechosos frente a él.
―Muy bien, ahora quiero que me escuchen con atención. Puede que haya alguna pista a nuestro alrededor, puede que hayan ido en grupos, en parejas y algunos de vosotros puedan descartarse rápidamente. Sólo les pido que conserven la calma…
―¡Ha sido ese hombre! ¡Es peligroso!
Cohen alzó la mirada y sorprendido, reconoció al excelente sastre, Luminicious Champagne, señalando hacia otra de sus caras conocidas, Eberus.
―Me ha hecho daño y es cruel. Por favor, deténganle.
― ¿Qué hace el vagabundo aquí? ― escuchó preguntar a otra voz conocida, para reconocer entonces a Isobel Deluxe, la magistrada de Viagra.
Peter intercedió poniendo aún más distancia entre el acusado y el acusador, separándoles en extremos opuestos del patio.
―¡Tómenselo en serio! Pues no descarto que la persona culpable, al verse acorralada, cometa un segundo crimen. Presten atención y manténgase tranquilos. ¡Miren a su alrededor! ¡Hablen entre vosotros! Aunque no lo crean la solución está aquí ante ustedes.
Cohen aprovechó ese momento para caminar en dirección a Emilia Lannet, que con una débil sonrisa, agradeció su compañía.
En este turno, procederemos de la siguiente forma:
―El orden de rol varía. Tras de mí, vendrán ahora Eberus e Itzamaray, que deben CONJUNTAMENTE desarrollar los indicios necesarios de la siguiente pista.
―En último lugar, debe ser Elen la persona que debe transformar esos indicios en la pista definitiva, siendo ésta lo más lógica y realista posible.
―Además, ELEN ha obtenido la mayor puntuación en la tirada de dado, por lo que en su turno, ella debe quedar libre de toda sospecha, por lo que alguien debe proporcionarle una coartada sólida. Además, cómo todos los descartados abandonan la casa, debe inventar una excusa para quedarse allí durante el resto del tema. Alister, su acompañante, seguirá siendo sospechoso.
Las pistas de este turno será una de las siguientes, dependiendo de la runa:
―Runa de muy mala suerte: Taron de Aquiles es inocente.
―Runa de mala suerte: El asesino no pertenece al grupo de celebridades.
―Runa de suerte neutra: El asesino no pertenece al grupo de los mercaderes.
―Runa de buena suerte: El asesino no es de edad joven.
―Runa de muy buena suerte: La segunda sala en la que entró el asesino no era la sala de la Esmeralda.
¿Quién tira dado para el turno siguiente?
―Cohen tira dado este turno, ya que ni Cohen ni Peter pueden quedar descartados por ninguna de las runas.
―Elen tira dado, ya que su acompañante Alister no puede ser descartado por ninguna de las runas de este turno.
―Itzamaray tirará dado, salvo que la runa sea la de buena suerte, siendo descartada ya con ella.
―Eberus tira dado. Si la runa que sale es la de muy buena suerte, su dado descartaría a Selene.
―Soy Peter Lannet, líder de los soldados humanos en Sacrestic Ville. Por favor, cooperen y dejen sus rostros al descubierto en todo momento. Solucionaremos esto lo más rápido posible.
Peter dio un paso hacia dónde se encontraba su hermana y sin decir nada en particular, le agarró la mano con fuerza para tranquilizarla. Pronto, la joven estuvo rodeada por el hijo del muerto, que extrañamente no se quería acercar al cuerpo de su padre.
Lannet fue observando el rostro de todos, sin aún haberse percatado de su presencia. Entonces, llegó hasta Itzamaray, a la que reconoció enseguida al tratarse ése de su tercer encuentro. Escuchó sus palabras con atención:
―Hola Itzamaray, ¿estás segura de que esos dos religiosos no han parado de discutir sobre sus asuntos?
El propio Peter había visto a ambos discutir desde que se habían encontrado en el patio, aunque les había perdido la vista un par de veces. Tras ver que la chica estaba tan convencida de la inocencia de ambos cómo él mismo lo estaba, no dudó en asentir.
― ¡Delevigne! Deja que San Jacobo y la Hermana Carice abandonen el edificio. Tienen una coartada sólida y no hay motivos para que permanezcan aquí.
La ayudante de Lannet, que se encontraba próxima a los dos religiosos, se asintió y acercándose a ellos, los dirigió hacia la salida por una de las puertas laterales del jardín, próximas a la central dónde se encontraba el cadáver.
Dos personas habían sido descartadas, pero aún eran muchas en aquel lugar. Peter observó a todas aquellas personas, muchas extrañas para él. Reconoció a Eberus, el brujo que le había ayudado en los Crímenes del Barrio Oscuro, un año antes.
Finalmente, Peter posó sus ojos en Cohen, a quién no esperaba ver allí. Instintivamente, se acercó a él con paso ligero para hablarle en voz baja:
―Mi hermana…
―La conozco.
Aquella rotunda afirmación pareció extrañarle y durante un par de segundos, su rostro dejó ver su evidente perplejidad, sin embargo, se limitó a añadir:
―Ve con ella y protégela. No te apartes de su lado...
Cohen asintió, clavando su mirada en la hermana de su amante, que les observaba a ellos con atención. Tras esto, Peter volvió a la parte central teniendo a todos los sospechosos frente a él.
―Muy bien, ahora quiero que me escuchen con atención. Puede que haya alguna pista a nuestro alrededor, puede que hayan ido en grupos, en parejas y algunos de vosotros puedan descartarse rápidamente. Sólo les pido que conserven la calma…
―¡Ha sido ese hombre! ¡Es peligroso!
Cohen alzó la mirada y sorprendido, reconoció al excelente sastre, Luminicious Champagne, señalando hacia otra de sus caras conocidas, Eberus.
―Me ha hecho daño y es cruel. Por favor, deténganle.
― ¿Qué hace el vagabundo aquí? ― escuchó preguntar a otra voz conocida, para reconocer entonces a Isobel Deluxe, la magistrada de Viagra.
Peter intercedió poniendo aún más distancia entre el acusado y el acusador, separándoles en extremos opuestos del patio.
―¡Tómenselo en serio! Pues no descarto que la persona culpable, al verse acorralada, cometa un segundo crimen. Presten atención y manténgase tranquilos. ¡Miren a su alrededor! ¡Hablen entre vosotros! Aunque no lo crean la solución está aquí ante ustedes.
Cohen aprovechó ese momento para caminar en dirección a Emilia Lannet, que con una débil sonrisa, agradeció su compañía.
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En este turno, procederemos de la siguiente forma:
―El orden de rol varía. Tras de mí, vendrán ahora Eberus e Itzamaray, que deben CONJUNTAMENTE desarrollar los indicios necesarios de la siguiente pista.
―En último lugar, debe ser Elen la persona que debe transformar esos indicios en la pista definitiva, siendo ésta lo más lógica y realista posible.
―Además, ELEN ha obtenido la mayor puntuación en la tirada de dado, por lo que en su turno, ella debe quedar libre de toda sospecha, por lo que alguien debe proporcionarle una coartada sólida. Además, cómo todos los descartados abandonan la casa, debe inventar una excusa para quedarse allí durante el resto del tema. Alister, su acompañante, seguirá siendo sospechoso.
Las pistas de este turno será una de las siguientes, dependiendo de la runa:
―Runa de muy mala suerte: Taron de Aquiles es inocente.
―Runa de mala suerte: El asesino no pertenece al grupo de celebridades.
―Runa de suerte neutra: El asesino no pertenece al grupo de los mercaderes.
―Runa de buena suerte: El asesino no es de edad joven.
―Runa de muy buena suerte: La segunda sala en la que entró el asesino no era la sala de la Esmeralda.
¿Quién tira dado para el turno siguiente?
―Cohen tira dado este turno, ya que ni Cohen ni Peter pueden quedar descartados por ninguna de las runas.
―Elen tira dado, ya que su acompañante Alister no puede ser descartado por ninguna de las runas de este turno.
―Itzamaray tirará dado, salvo que la runa sea la de buena suerte, siendo descartada ya con ella.
―Eberus tira dado. Si la runa que sale es la de muy buena suerte, su dado descartaría a Selene.
Última edición por Cohen el Vie Abr 07 2023, 12:01, editado 1 vez
Cohen
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
De repente, Eberus comenzó a darse cuenta de que en aquel evento había demasiadas caras conocidas. Primero, localizó a Peter Lannet cuando este comenzó a intentar organizar el caos humano. Luego, reencontró a la chica de ojos verdes cuando Lannet conversó con ella sobre la inocencia de los religiosos. También había vuelto a localizar a Luminicious, que comenzó a inculparle, resentido por lo ocurrido hacía un rato, y eso llevó a que otra persona que no deseaba ver, Isobel Deluxe, advirtiera la presencia del brujo y le volviera a llamar vagabundo. Y, por último, un buen conocido suyo al que ahora deseaba dedicar unas serias palabras: Cohen.
- Jodido depravado... - musitó tras escuchar a Luminicious, negando con su cabeza, como si las palabras reprimidas que le bailaban con rabia dentro de ella causaran su movimiento. No quiso alterar más el ambiente, y menos dar una imagen de sospechoso. Aunque habría sido culpable con gusto.
- ¿Eberus? ¿Qué te traes con ese hombretón? - vaciló Selena, en un tono jocoso y mirándole con picardía.
- Cállate, estúpida. Es un hijo de puta que tiene una osadía y una perversión... que no he tenido ni yo en mis mejores momentos - comenzó despotricando, pero al final decidió entrar en sintonía con el toque satírico que lograban siempre sacar a relucir entre ambos.
Cuando Lannet sugirió que hablaran entre todos para intentar dilucidar quién era el culpable, a Eberus le subió un suave escalofrío de nostalgia por la espalda. Aquel ambiente de caos, incertidumbre y sospechas le llevó psíquicamente de vuelta a su preciada y conflictiva Isla Tortuga. Realmente, solo le motivaba la adrenalina del ambiente, pues le importaba un comino que se llegara a descubrir quién había asesinado a Konner.
Selena fue por un lado, y Eberus por otro. La primera persona con la que habló este, fue un hombre peculiar. - ¿Tú sabes de qué cojones va todo esto? - se presentó el brujo.
- ¿Qué? Yo qué sé... Yo solo he venido aquí para cerrar un trato con ese impresentable. Míralo, impresentable tanto en la vida como en la muerte.
- Cualquiera que te escuche diría que lo has asesinado tú mismo, amigo...
- No... en realidad no tengo motivos... ahora. Él me tenía que pagar, y me pagó. Si no lo hubiera hecho, no te aseguro que no le hubiera dado una... pequeña lección. Colin, por cierto - se presentó ofreciéndole un apretón de manos al brujo. Éste lo aceptó. - Eberus.
- Ah, y ese malnacido que ves ahí es Michael. Pero cuidado, no es un hombre de fiar - le dijo con picardía en su gesto, señalando con la mirada hacia un hombre que se encontraba muy cerca de ellos, hablando con otra persona. Tan cerca, que podía escuchar, y escuchó a la perfección las palabras del pirata.
- ¿Y lo dices tú? - dijo dirigiéndose a Colin, con el ceño fruncido y alzado, con una sonrisa de incredulidad y picardía. - Encantado, Eberus, ¿verdad?
- Eso es - contestó. - ¿Os conocéis?
- Algo así... Hemos estado haciendo unos... negocios... que, por cierto, tenemos que rematar - apuntó mirando a Colin. Michael hablaba en un tono agradable, expresándose con elegancia. - Los gritos nos hicieron venir corriendo, pues nos habíamos buscado un lugar tranquilo para tratar el asunto, asunto que, por cierto, quizás hasta te puede...
- Eh - interrumpió Colin de manera cortante. Parecía que le habían alarmado las últimas palabras de Michael. - Antes de nada, tenemos que aclarar unas cosas en privado, Michael. Pero ahora no es el momento - Colin miraba a Michael con un sutil enfado impositivo, tratando de disimularlo con una expresión seria que intentaba ser, a su vez, inexpresiva.
- Jodido depravado... - musitó tras escuchar a Luminicious, negando con su cabeza, como si las palabras reprimidas que le bailaban con rabia dentro de ella causaran su movimiento. No quiso alterar más el ambiente, y menos dar una imagen de sospechoso. Aunque habría sido culpable con gusto.
- ¿Eberus? ¿Qué te traes con ese hombretón? - vaciló Selena, en un tono jocoso y mirándole con picardía.
- Cállate, estúpida. Es un hijo de puta que tiene una osadía y una perversión... que no he tenido ni yo en mis mejores momentos - comenzó despotricando, pero al final decidió entrar en sintonía con el toque satírico que lograban siempre sacar a relucir entre ambos.
Cuando Lannet sugirió que hablaran entre todos para intentar dilucidar quién era el culpable, a Eberus le subió un suave escalofrío de nostalgia por la espalda. Aquel ambiente de caos, incertidumbre y sospechas le llevó psíquicamente de vuelta a su preciada y conflictiva Isla Tortuga. Realmente, solo le motivaba la adrenalina del ambiente, pues le importaba un comino que se llegara a descubrir quién había asesinado a Konner.
Selena fue por un lado, y Eberus por otro. La primera persona con la que habló este, fue un hombre peculiar. - ¿Tú sabes de qué cojones va todo esto? - se presentó el brujo.
- ¿Qué? Yo qué sé... Yo solo he venido aquí para cerrar un trato con ese impresentable. Míralo, impresentable tanto en la vida como en la muerte.
- Cualquiera que te escuche diría que lo has asesinado tú mismo, amigo...
- No... en realidad no tengo motivos... ahora. Él me tenía que pagar, y me pagó. Si no lo hubiera hecho, no te aseguro que no le hubiera dado una... pequeña lección. Colin, por cierto - se presentó ofreciéndole un apretón de manos al brujo. Éste lo aceptó. - Eberus.
- Ah, y ese malnacido que ves ahí es Michael. Pero cuidado, no es un hombre de fiar - le dijo con picardía en su gesto, señalando con la mirada hacia un hombre que se encontraba muy cerca de ellos, hablando con otra persona. Tan cerca, que podía escuchar, y escuchó a la perfección las palabras del pirata.
- ¿Y lo dices tú? - dijo dirigiéndose a Colin, con el ceño fruncido y alzado, con una sonrisa de incredulidad y picardía. - Encantado, Eberus, ¿verdad?
- Eso es - contestó. - ¿Os conocéis?
- Algo así... Hemos estado haciendo unos... negocios... que, por cierto, tenemos que rematar - apuntó mirando a Colin. Michael hablaba en un tono agradable, expresándose con elegancia. - Los gritos nos hicieron venir corriendo, pues nos habíamos buscado un lugar tranquilo para tratar el asunto, asunto que, por cierto, quizás hasta te puede...
- Eh - interrumpió Colin de manera cortante. Parecía que le habían alarmado las últimas palabras de Michael. - Antes de nada, tenemos que aclarar unas cosas en privado, Michael. Pero ahora no es el momento - Colin miraba a Michael con un sutil enfado impositivo, tratando de disimularlo con una expresión seria que intentaba ser, a su vez, inexpresiva.
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Ante el no poder salir de ese lugar sin probar ser inocentes, los primeros en librarse fueron los de vestimentas y oficio religioso, entre ellos San Jacobo. Pero los señalamientos seguramente serían la principal actividad por el resto de la noche, y a decir por la cantidad de personas, ya se veía lejano el fin. Al poco rato de haber abandonado el lugar los religiosos, un asistente de apariencia mucho más extravagante, si bien ya bastante vistosos acudieron todos, eso sería ya mucho decir, inició un escándalo y a la par vió a Cohen ahí. Demasiados rostros conocidos, al menos para ella.
Eberus parecía enojado y el que le acusaba también, aunque más dramático e indignado, pero eso tenía poca importancia, pues pronto sintió un golpe que la empujó un poco al frente, desde la espalda, aunque no cayó al suelo giró para encontrarse con una mujer morena que parecía extraña. Sus pupilas dilatadas, mirada divagando como si ponerlas en un solo objetivo fuera una verdadera odisea y detrás de ella una rubia radiante llamada Lena, ambas desconocidas para la bruja. La morena hizo amago por tomar a Itzamaray de los hombros fallando y tomando su rostro entre las manos, con una mirada sumamente perdida que iba y venía de los ojos de la bruja, haciendo imposible sostenerle la mirada.
-Disculpa querida... me he tropezado.- Se reía por lo bajo como quien comete travesuras inocentes. La rubia trató de tomar a Indira del hombro para que se comportara, pero ésta estaba en otro plano mental.
-Indira, por favor, no es el lugar.- La tomó firmemente del brazo, obligándola a ir hacia atrás, entre risillas movimientos parsimoniosos.
-Joder...- Dijo la rubia por lo bajo, su enojo era más una indignación al mirar el cuerpo, como si aquello le jodiera el día por completo. Indira se recargó en su hombro. La rubia se preguntaba cómo es que aquella astuta negociante se sometió a sustancias en un momento como ese, y cuánto tiempo llevaba estando bajo los efectos de aquello. Una de las asistentes, con aires de nobleza exclamó... -Esa es la escandalosa ramera que en la entrada casi se devora a uno de los porteros, como se atreve a acudir en ese estado...- Lena miró de reojo a la emisora de aquella afirmación, lo que le daría una respuesta a cuánto tiempo llevaba la morena sometida a los efectos de lo que consumiera, ya sea antes de llegar o en la justa entrada de los salones, en plena calle.
Itzamaray se movió de donde ellas, sintiéndose aturdida, retrocedió hasta que se introdujo en el círculo de muchedumbre hasta que chocó con el cuerpo de una mujer de cabello platino, y una prominente cicatriz en el rostro, justo debajo del ojo izquierdo, lo que no borraba la finura de sus facciones. La bruja se agarró de ella sin quererlo, confundida de lo que sucedía y exhaló, evitando el impulso de devolver la comida. -Lo siento, me he tropezado.-
Por su parte el par de mujeres fueron evidentemente retiradas de la cercanía del cuerpo, por el líder de la guardia, Lannet. Lena le miró argumentando que disculpara a su conocida, desconocía de sus extrañas costumbres. -No puede siquiera sostener la mirada, no ha podido estar involucrada en ésto y al parecer lleva toda la noche así.- Se quedó un poco en silencio, cuando su colega de oficio se desvanecía por momentos. Sabía que la tensión en la familia se podía cortar con navaja, pero tampoco quería hablar de más y caer ella misma en una trampa.
-Tu vestimenta es preciosa mujer, quise decirlo antes, y pedirte el nombre del sastre, parece de alta costura. Pero habías estado tan ocupada admirando a las bailarinas callejeras, son una cosa exótica, podría conseguirte una audiencia privada con algunas de ellas, para divertirse un rato, conozco a varias.- Quien le habló a Ellen era un hombre de apariencia pomposa y de tono que dejaba claro que se sentía por encima de los demás.
Lena alzó de nuevo la vista hacia Lannet. -Yo... he estado ocupada esta noche, tenía asuntos respecto a un cargamento de frutos con el sr. Ballantine y... luego he estado tomando aperitivos, puede usted revisar mis ropas, no he hecho más que comer y tocar asuntos que venían a cuento. La muerte de Konner no me beneficia en nada... Él permite que los cargamentos de fruta lleguen con bien a las ciudades más grandes, ¿te imaginas ponerme a mí misma el pie en el medio?- Dijo levantando la mirada hacia uno de los hijos del difunto, y luego de un instante volvió a Peter, haciendo fuerza para no dejar caer al suelo a la morena. -Estaba en la sala Amatista saludando al joven Chris momentos antes de que esto alertara a todos.- Le dijo por lo bajo a Lannet. Chris Ardell por su parte, quizás movido por motivos que evidentemente no dejaría descubiertos ante los presentes, se aproximó tan sólo para confirmar a Lannet que la mujer le había saludado cuando tomaba bocadillos en la sala zafiro.
-No son ninguna prostituta... todos son iguales en este lugar...- Dijo la hechicera que se indignó pensando en su conocida, Oona, y que le buscarían ofender cuando lo que hacía, al menos a su vista era arte corporal, y no una mujerzuela que se vendiera al menor sonido de monedas en mano. Una carcajada que la hizo enojar, pero no estaba en posición ni en el lugar para hacer algo sobre ello, precedió a que continuase siendo un desagradable adinerado que se piensa dueño de todo. -Todas tienen un precio, sólo hay que llegar a él..- Aunque el comentario seguía en la línea de lo desagradable, se preguntó la bruja, ¿dónde se habría metido Oona? Se había ido con aquel chico apuesto, pero... entonces ¿sí ejercía alguna profesión alternativa en secreto?
-Es una lástima que la tragedia interrumpiera el momento de contemplación de aquellas criaturas, aunque... a este hombre... Dijo refiriéndose a Alister. -No le había visto, hasta que te abordó casi al momento de que la desgracia se asomara a esta magnífica velada.- Por el tono usado, era como si dejara en claro que, mientras antes se distanciara de quien no sabía él, era algo más que un conocido de la platinada, fuera a poner en peligro a la evidentemente inocente mujer de quien aún se sostenía una extrañada bruja ojiverde.
Eberus parecía enojado y el que le acusaba también, aunque más dramático e indignado, pero eso tenía poca importancia, pues pronto sintió un golpe que la empujó un poco al frente, desde la espalda, aunque no cayó al suelo giró para encontrarse con una mujer morena que parecía extraña. Sus pupilas dilatadas, mirada divagando como si ponerlas en un solo objetivo fuera una verdadera odisea y detrás de ella una rubia radiante llamada Lena, ambas desconocidas para la bruja. La morena hizo amago por tomar a Itzamaray de los hombros fallando y tomando su rostro entre las manos, con una mirada sumamente perdida que iba y venía de los ojos de la bruja, haciendo imposible sostenerle la mirada.
-Disculpa querida... me he tropezado.- Se reía por lo bajo como quien comete travesuras inocentes. La rubia trató de tomar a Indira del hombro para que se comportara, pero ésta estaba en otro plano mental.
-Indira, por favor, no es el lugar.- La tomó firmemente del brazo, obligándola a ir hacia atrás, entre risillas movimientos parsimoniosos.
-Joder...- Dijo la rubia por lo bajo, su enojo era más una indignación al mirar el cuerpo, como si aquello le jodiera el día por completo. Indira se recargó en su hombro. La rubia se preguntaba cómo es que aquella astuta negociante se sometió a sustancias en un momento como ese, y cuánto tiempo llevaba estando bajo los efectos de aquello. Una de las asistentes, con aires de nobleza exclamó... -Esa es la escandalosa ramera que en la entrada casi se devora a uno de los porteros, como se atreve a acudir en ese estado...- Lena miró de reojo a la emisora de aquella afirmación, lo que le daría una respuesta a cuánto tiempo llevaba la morena sometida a los efectos de lo que consumiera, ya sea antes de llegar o en la justa entrada de los salones, en plena calle.
Itzamaray se movió de donde ellas, sintiéndose aturdida, retrocedió hasta que se introdujo en el círculo de muchedumbre hasta que chocó con el cuerpo de una mujer de cabello platino, y una prominente cicatriz en el rostro, justo debajo del ojo izquierdo, lo que no borraba la finura de sus facciones. La bruja se agarró de ella sin quererlo, confundida de lo que sucedía y exhaló, evitando el impulso de devolver la comida. -Lo siento, me he tropezado.-
Por su parte el par de mujeres fueron evidentemente retiradas de la cercanía del cuerpo, por el líder de la guardia, Lannet. Lena le miró argumentando que disculpara a su conocida, desconocía de sus extrañas costumbres. -No puede siquiera sostener la mirada, no ha podido estar involucrada en ésto y al parecer lleva toda la noche así.- Se quedó un poco en silencio, cuando su colega de oficio se desvanecía por momentos. Sabía que la tensión en la familia se podía cortar con navaja, pero tampoco quería hablar de más y caer ella misma en una trampa.
-Tu vestimenta es preciosa mujer, quise decirlo antes, y pedirte el nombre del sastre, parece de alta costura. Pero habías estado tan ocupada admirando a las bailarinas callejeras, son una cosa exótica, podría conseguirte una audiencia privada con algunas de ellas, para divertirse un rato, conozco a varias.- Quien le habló a Ellen era un hombre de apariencia pomposa y de tono que dejaba claro que se sentía por encima de los demás.
Lena alzó de nuevo la vista hacia Lannet. -Yo... he estado ocupada esta noche, tenía asuntos respecto a un cargamento de frutos con el sr. Ballantine y... luego he estado tomando aperitivos, puede usted revisar mis ropas, no he hecho más que comer y tocar asuntos que venían a cuento. La muerte de Konner no me beneficia en nada... Él permite que los cargamentos de fruta lleguen con bien a las ciudades más grandes, ¿te imaginas ponerme a mí misma el pie en el medio?- Dijo levantando la mirada hacia uno de los hijos del difunto, y luego de un instante volvió a Peter, haciendo fuerza para no dejar caer al suelo a la morena. -Estaba en la sala Amatista saludando al joven Chris momentos antes de que esto alertara a todos.- Le dijo por lo bajo a Lannet. Chris Ardell por su parte, quizás movido por motivos que evidentemente no dejaría descubiertos ante los presentes, se aproximó tan sólo para confirmar a Lannet que la mujer le había saludado cuando tomaba bocadillos en la sala zafiro.
-No son ninguna prostituta... todos son iguales en este lugar...- Dijo la hechicera que se indignó pensando en su conocida, Oona, y que le buscarían ofender cuando lo que hacía, al menos a su vista era arte corporal, y no una mujerzuela que se vendiera al menor sonido de monedas en mano. Una carcajada que la hizo enojar, pero no estaba en posición ni en el lugar para hacer algo sobre ello, precedió a que continuase siendo un desagradable adinerado que se piensa dueño de todo. -Todas tienen un precio, sólo hay que llegar a él..- Aunque el comentario seguía en la línea de lo desagradable, se preguntó la bruja, ¿dónde se habría metido Oona? Se había ido con aquel chico apuesto, pero... entonces ¿sí ejercía alguna profesión alternativa en secreto?
-Es una lástima que la tragedia interrumpiera el momento de contemplación de aquellas criaturas, aunque... a este hombre... Dijo refiriéndose a Alister. -No le había visto, hasta que te abordó casi al momento de que la desgracia se asomara a esta magnífica velada.- Por el tono usado, era como si dejara en claro que, mientras antes se distanciara de quien no sabía él, era algo más que un conocido de la platinada, fuera a poner en peligro a la evidentemente inocente mujer de quien aún se sostenía una extrañada bruja ojiverde.
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El miembro 'Itzamaray' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Al igual que la vampira, muchos comenzaron a hacer conjeturas en voz baja sobre la posible identidad del asesino, mencionando y señalando a personas de todo tipo, desde aquellos que pertenecían a las más altas esferas hasta su opuesto, los que venían de los bajos fondos de Sacrestic. Encontrar al culpable entre tanta gente no iba a resultar fácil, pero lo único que podían hacer las autoridades, más allá de registrar e interrogar a los invitados en busca de pistas, era empezar a descartar sospechosos.
Y poco después de que la benjamina de los Calhoun expusiese el conflicto que existía entre el señor Ardell y algunos de los religiosos que se encontraban entre los invitados, otros asistentes intervinieron en favor de los representantes de la iglesia. Varias personas aseguraron haberlos visto discutiendo frente a una de las pinturas durante prácticamente, toda la velada, con lo que difícilmente podrían haberse escabullido para matar a su anfitrión.
Una vez verificada la coartada de ambos, el jefe de la guardia mandó a uno de sus hombres a acompañar a San Jacobo y a la hermana Carise al exterior, con lo que la lista de sospechosos se reducía ligeramente, pero solo acababan de comenzar.
Tras desviarse fugazmente hacia uno de los invitados para susurrarle algo, detalle que no pasó inadvertido para la criatura de la noche ni tampoco para su compañero, Lannet regresó al centro para pedir a los presentes que mantuviesen la calma durante el proceso de la investigación. - Cuanto antes encuentren a quien lo hizo antes acabará todo. - soltó Elen, cruzando los brazos sobre el pecho con expresión de hastío.
Desde un principio no había puesto demasiadas expectativas en aquel baile, ni siquiera entendía por qué los habían invitado, pero aquel inesperado giro había acabado con el festivo ambiente que reinaba en la mansión, así que solo podía pensar en zanjar el asunto y regresar con Alister a la posada.
La interrupción de un llamativo y escandaloso individuo atrajo la atención de muchos de los asistentes, al igual que sus acusaciones hacia otro de los hombres que se encontraban en el patio. Sin embargo, el jefe de la guardia no pareció tomar en serio sus palabras, así que debía conocerlo lo suficiente como para no creer en lo que decía.
- Hagamos lo que dice, no quiero perder el resto de la noche aquí. - comentó la de cabellos cenicientos, girándose hacia el norteño, que asintió en respuesta. - Deberíamos entablar conversación con aquellas personas con las que compartimos sala… - propuso la joven, buscando con la mirada al mejor aliado que se le ocurría en aquel momento, Billy. Sabiendo a lo que se dedicaba no le cabía duda de que el chico podría brindarles algo de información interesante, pero antes de que pudiese dar con él, la charla que mantenían a unos metros de ella captó su atención.
Un par de mercaderes aseguraban haber estado haciendo negocios en una zona algo apartada hasta el momento en que se descubrió el cadáver, pero claro, no bastaba con que ellos lo dijesen, alguien más tenía que corroborarlo. - Recuerdo a ese, estaba en la sala Rubí. - dijo el dragón, señalando a uno de los involucrados. - Y ahora que lo pienso, cuando iba hacia nuestro punto de encuentro vi que el otro salía de la sala Amatista y empezaban a hablar, apartándose del resto… - continuó, confirmando parte de lo que decían.
- Entonces es probable que no hayan tenido nada que ver con el crimen. - musitó la señora de sombras, poco antes de que otra voz se alzase por encima del resto. Una de las mujeres de la fiesta, ignorando la complejidad de la situación en que estaban metidos, se permitió criticar el estado de otra de las asistentes, que iba visiblemente borracha ya desde que entró a la mansión. - Si lo que dice es cierto dudo mucho que en esas condiciones hubiese podido matar a Ardell de forma tan limpia. - intervino la vampira, fijándose en la persona que sostenía a la fémina, Lena Banana.
No había hablado mucho con ella pero habían coincidido en la sala del Zafiro y posteriormente en la de la Amatista, con lo que no creía que la mercader hubiese tenido tiempo para hacer algo en contra de su anfitrión tampoco. - Creo que puedo descartarla frente al resto. - pensó, pero antes de que pudiese tomar la palabra, una muchacha tropezó con ella, agarrándose a su brazo como si no se encontrase bien.
- ¿Estás bien? - preguntó de inmediato, sujetándola al ver que parecía algo mareada. Quizá el ambiente o la cantidad de gente que la rodeaba la estuviese agobiando, no podía culparla por ello. Pero antes de que pudiese obtener alguna respuesta por su parte, un imbécil con aires de grandeza se acercó a ellas, faltándoles al respeto sin ningún tipo de miramiento.
Alister hizo ademán de adelantarse, probablemente para partirle la cara por su osadía, pero eso no les convenía a ninguno, así que con un rápido gesto de la mano, Elen lo detuvo. - Sostenla un momento, tengo que responder a este… caballero. - dijo, dejando a la chica al cargo del norteño.
- Con que le agrada mi vestido, es precioso no lo niego, pero como bien dice el dicho, el hábito no hace al monje, y aunque pueda parecerle una dama, no es el caso. - habló con tono frío, acercándose a aquel estúpido. - Si cree que puede hablarle así y que me quedaré callada está muy equivocado, la verdad es que no soporto a los tipejos que se creen que el dinero lo compra todo… - siguió, quedándose prácticamente cara a cara con su interlocutor. - ¿Le gusta la ropa cara? Bien, póngase la que quiera, pero mientras de su boca solo salga esa basura que acaba de soltar, no engañará a nadie… - su voz bajó ligeramente, mientras la imbuía con su magia.
- Es usted un ser despreciable. - soltó, tomándolo sutilmente por el cuello de la camisa para susurrarle al oído. - Con esa mentalidad quizá debería ser su cadáver el que estuviese en el suelo y no el de Ardell… - agregó, asegurándose de que solo pudiesen escucharla Alister, la joven y el imbécil. - ¿Cuánto dinero tendrían que ofrecerme para eliminarlo? Si le parece que la dignidad tiene un precio, la vida también lo tiene ¿no? - preguntó, clavando sus verdes ojos en los del noble, que empezó a palidecer y arrepentirse de haberse acercado a ellas.
- Ahora cierre la maldita boca y lárguese de mi vista, procure no volver a cruzarse en mi camino en lo que queda de noche… o podría lamentarlo. - ordenó, usando su poder de criatura de la noche para influir en la voluntad del hombre.
Visiblemente asustado, el invitado obedeció y se largó al otro lado de la multitud a toda prisa, sintiendo la gélida mirada de la vampira en su espalda durante todo el trayecto. - Quizá debería plantearme en serio lo de acabar con esa escoria cuando salgamos de aquí… - pensó, volviendo a centrar su atención en su compañero y en la chica. - Tranquila, no creo que vuelva a molestarte. - dijo a la morena, esperando que se repusiese pronto. - Te has arriesgado mucho Elen. - le reprochó el cazador enseguida. - Mejor amenazarlo que pegarle, porque eso era lo que ibas a hacer ¿verdad? - replicó ella, sonriendo levemente ante su silencio, ya que le daba la razón.
- Será mejor que nos demos prisa y encontremos al asesino para largarnos de este lugar. - volvió a hablar, adelantándose un poco para llamar la atención del jefe de la guardia. - Puedo confirmar que Lena Banana no tuvo nada que ver con la muerte de Ardell, estuvo en la sala del Zafiro con Ballantine y luego pasó a la de la Amatista, estancia en la que yo también estuve y la vi interactuar con ese joven justo antes del descubrimiento. - reveló, apoyando la coartada de la mujer.
La rubia se quedó mirándola durante unos instantes, y sin perder tiempo, le devolvió el favor. - Esta dama también es inocente, estaba bailando con Ballantine justo antes de que yo llegase para hablar con él, y luego se quedó con otros invitados hasta que abrieron las puertas. - comentó, sin soltar a su afectada compañera. - Luego salió al patio y fue directamente a la puerta de la sala Amatista, donde estuvo hasta que empezaron los gritos. - terminó de decir, sacándola de la lista de sospechosos.
Los hombres de Lannet escucharon atentamente, y tras unos instantes, uno de ellos le hizo un gesto a la vampira para que lo acompañase hasta la salida. - No me iré sin mi acompañante, me quedaré hasta que se resuelva el caso o él quede exculpado, mientras tanto, haré lo posible por ayudar a esclarecer lo ocurrido. - soltó de inmediato, negándose a dejar al alado allí solo.
Y poco después de que la benjamina de los Calhoun expusiese el conflicto que existía entre el señor Ardell y algunos de los religiosos que se encontraban entre los invitados, otros asistentes intervinieron en favor de los representantes de la iglesia. Varias personas aseguraron haberlos visto discutiendo frente a una de las pinturas durante prácticamente, toda la velada, con lo que difícilmente podrían haberse escabullido para matar a su anfitrión.
Una vez verificada la coartada de ambos, el jefe de la guardia mandó a uno de sus hombres a acompañar a San Jacobo y a la hermana Carise al exterior, con lo que la lista de sospechosos se reducía ligeramente, pero solo acababan de comenzar.
Tras desviarse fugazmente hacia uno de los invitados para susurrarle algo, detalle que no pasó inadvertido para la criatura de la noche ni tampoco para su compañero, Lannet regresó al centro para pedir a los presentes que mantuviesen la calma durante el proceso de la investigación. - Cuanto antes encuentren a quien lo hizo antes acabará todo. - soltó Elen, cruzando los brazos sobre el pecho con expresión de hastío.
Desde un principio no había puesto demasiadas expectativas en aquel baile, ni siquiera entendía por qué los habían invitado, pero aquel inesperado giro había acabado con el festivo ambiente que reinaba en la mansión, así que solo podía pensar en zanjar el asunto y regresar con Alister a la posada.
La interrupción de un llamativo y escandaloso individuo atrajo la atención de muchos de los asistentes, al igual que sus acusaciones hacia otro de los hombres que se encontraban en el patio. Sin embargo, el jefe de la guardia no pareció tomar en serio sus palabras, así que debía conocerlo lo suficiente como para no creer en lo que decía.
- Hagamos lo que dice, no quiero perder el resto de la noche aquí. - comentó la de cabellos cenicientos, girándose hacia el norteño, que asintió en respuesta. - Deberíamos entablar conversación con aquellas personas con las que compartimos sala… - propuso la joven, buscando con la mirada al mejor aliado que se le ocurría en aquel momento, Billy. Sabiendo a lo que se dedicaba no le cabía duda de que el chico podría brindarles algo de información interesante, pero antes de que pudiese dar con él, la charla que mantenían a unos metros de ella captó su atención.
Un par de mercaderes aseguraban haber estado haciendo negocios en una zona algo apartada hasta el momento en que se descubrió el cadáver, pero claro, no bastaba con que ellos lo dijesen, alguien más tenía que corroborarlo. - Recuerdo a ese, estaba en la sala Rubí. - dijo el dragón, señalando a uno de los involucrados. - Y ahora que lo pienso, cuando iba hacia nuestro punto de encuentro vi que el otro salía de la sala Amatista y empezaban a hablar, apartándose del resto… - continuó, confirmando parte de lo que decían.
- Entonces es probable que no hayan tenido nada que ver con el crimen. - musitó la señora de sombras, poco antes de que otra voz se alzase por encima del resto. Una de las mujeres de la fiesta, ignorando la complejidad de la situación en que estaban metidos, se permitió criticar el estado de otra de las asistentes, que iba visiblemente borracha ya desde que entró a la mansión. - Si lo que dice es cierto dudo mucho que en esas condiciones hubiese podido matar a Ardell de forma tan limpia. - intervino la vampira, fijándose en la persona que sostenía a la fémina, Lena Banana.
No había hablado mucho con ella pero habían coincidido en la sala del Zafiro y posteriormente en la de la Amatista, con lo que no creía que la mercader hubiese tenido tiempo para hacer algo en contra de su anfitrión tampoco. - Creo que puedo descartarla frente al resto. - pensó, pero antes de que pudiese tomar la palabra, una muchacha tropezó con ella, agarrándose a su brazo como si no se encontrase bien.
- ¿Estás bien? - preguntó de inmediato, sujetándola al ver que parecía algo mareada. Quizá el ambiente o la cantidad de gente que la rodeaba la estuviese agobiando, no podía culparla por ello. Pero antes de que pudiese obtener alguna respuesta por su parte, un imbécil con aires de grandeza se acercó a ellas, faltándoles al respeto sin ningún tipo de miramiento.
Alister hizo ademán de adelantarse, probablemente para partirle la cara por su osadía, pero eso no les convenía a ninguno, así que con un rápido gesto de la mano, Elen lo detuvo. - Sostenla un momento, tengo que responder a este… caballero. - dijo, dejando a la chica al cargo del norteño.
- Con que le agrada mi vestido, es precioso no lo niego, pero como bien dice el dicho, el hábito no hace al monje, y aunque pueda parecerle una dama, no es el caso. - habló con tono frío, acercándose a aquel estúpido. - Si cree que puede hablarle así y que me quedaré callada está muy equivocado, la verdad es que no soporto a los tipejos que se creen que el dinero lo compra todo… - siguió, quedándose prácticamente cara a cara con su interlocutor. - ¿Le gusta la ropa cara? Bien, póngase la que quiera, pero mientras de su boca solo salga esa basura que acaba de soltar, no engañará a nadie… - su voz bajó ligeramente, mientras la imbuía con su magia.
- Es usted un ser despreciable. - soltó, tomándolo sutilmente por el cuello de la camisa para susurrarle al oído. - Con esa mentalidad quizá debería ser su cadáver el que estuviese en el suelo y no el de Ardell… - agregó, asegurándose de que solo pudiesen escucharla Alister, la joven y el imbécil. - ¿Cuánto dinero tendrían que ofrecerme para eliminarlo? Si le parece que la dignidad tiene un precio, la vida también lo tiene ¿no? - preguntó, clavando sus verdes ojos en los del noble, que empezó a palidecer y arrepentirse de haberse acercado a ellas.
- Ahora cierre la maldita boca y lárguese de mi vista, procure no volver a cruzarse en mi camino en lo que queda de noche… o podría lamentarlo. - ordenó, usando su poder de criatura de la noche para influir en la voluntad del hombre.
Visiblemente asustado, el invitado obedeció y se largó al otro lado de la multitud a toda prisa, sintiendo la gélida mirada de la vampira en su espalda durante todo el trayecto. - Quizá debería plantearme en serio lo de acabar con esa escoria cuando salgamos de aquí… - pensó, volviendo a centrar su atención en su compañero y en la chica. - Tranquila, no creo que vuelva a molestarte. - dijo a la morena, esperando que se repusiese pronto. - Te has arriesgado mucho Elen. - le reprochó el cazador enseguida. - Mejor amenazarlo que pegarle, porque eso era lo que ibas a hacer ¿verdad? - replicó ella, sonriendo levemente ante su silencio, ya que le daba la razón.
- Será mejor que nos demos prisa y encontremos al asesino para largarnos de este lugar. - volvió a hablar, adelantándose un poco para llamar la atención del jefe de la guardia. - Puedo confirmar que Lena Banana no tuvo nada que ver con la muerte de Ardell, estuvo en la sala del Zafiro con Ballantine y luego pasó a la de la Amatista, estancia en la que yo también estuve y la vi interactuar con ese joven justo antes del descubrimiento. - reveló, apoyando la coartada de la mujer.
La rubia se quedó mirándola durante unos instantes, y sin perder tiempo, le devolvió el favor. - Esta dama también es inocente, estaba bailando con Ballantine justo antes de que yo llegase para hablar con él, y luego se quedó con otros invitados hasta que abrieron las puertas. - comentó, sin soltar a su afectada compañera. - Luego salió al patio y fue directamente a la puerta de la sala Amatista, donde estuvo hasta que empezaron los gritos. - terminó de decir, sacándola de la lista de sospechosos.
Los hombres de Lannet escucharon atentamente, y tras unos instantes, uno de ellos le hizo un gesto a la vampira para que lo acompañase hasta la salida. - No me iré sin mi acompañante, me quedaré hasta que se resuelva el caso o él quede exculpado, mientras tanto, haré lo posible por ayudar a esclarecer lo ocurrido. - soltó de inmediato, negándose a dejar al alado allí solo.
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El miembro 'Elen Calhoun' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Los Crímenes De Bragival (Libre) (Noche) [Cerrado]
Emilia Lannet temblaba entre los brazos del vampiro mientras el caos se formaba a su alrededor. El nerviosismo en el ambiente se hizo patente y pronto, comenzaron las insinuaciones, las sospechas y el Sálvese Quién Pueda. Todos pretendían salir de allí lo antes posible… pero sólo quiénes tuvieran coartada sólida, deberían salir.
Al parecer, cinco personas se daban coartadas las unas a las otras. El vampiro analizó la situación y mientras escuchaba cómo se desarrollaban los acontecimientos, el vampiro se preguntaba si quizás alguno no serían cómplices… ¿Acaso no podían dos personas ponerse de acuerdo en cometer el crimen y luego darse coartada los unos a los otros?
Sin embargo, al menos por ahora, todo parecía sólido y las personas no parecían estar relacionadas entre sí, salvo por la invitación a aquel evento que se había vuelto sangriento.
―¡Mantengan la calma, por favor! ¡Y compórtense! Se supone que son personas civilizadas…
El vampiro miró a Peter, intentando que el caos no cundiera en todo el edificio. Vio cierta preocupación en sus ojos. La última vez en la que se habían visto envueltos en algo así… el culpable había sido su mano derecha. Los malos recuerdos parecían volver a su memoria.
―Tomaré vuestros nombres de todas formas. Vayan pasando por aquí…
En ese momento, entre las más de treinta personas allí congregadas, distinguió algunas caras conocidas. Eberus, Itzamaray, incluso el Pequeño Billy… Dudaba de ellos fueran culpables, pero nunca se podría estar seguro de nadie… No sabía que extraños vínculos le unían al asesinado.
Salieron tres de los mercaderes, quedando solo Lena Benana por salir.
―¿Me dice su nombre, por favor?
―Lena, Lena Banana. ¿Tú sabes tu nombre?
En ese momento, en el interior de las cuatro salas de baile, las cuatro gemas comenzaron a brillar a la vez, emitiendo una música pareja. A través de las ventanas, se veía la luz emitida por los cuatro diamantes, iluminando en parte la parcial penumbra del patio interior.
Cohen sintió cómo la música le poseía, poco a poco, y su cuerpo comenzaba a responder a su ritmo, de forma involuntaria, y cómo la canción comenzaba a atraparle por completo. A su alrededor, todos reaccionaban de la misma forma, cómo si la música de aquellas gemas flotantes hubieran capturado su voluntad.
En ese momento, Lena se colocó frente a la mayoría de ellos y comenzó a cantar la canción, conociendo su letra a la perfección, haciendo que todos le prestáramos atención:
Dando un paso al frente, Lena sonrió moviendo sensualmente sus caderas, para comenzar a rimar:
En ese momento, Lena señala a Peter Lannet, que sin poder resistirse, con gesto extrañado dejó que la canción le poseyera en una danza diabólica.
Mientras Peter cantaba, Lena cayó al suelo rendida, su cuerpo comenzó a convulsionar, echando espuma por la boca, pero nadie podía reaccionar a eso, pues la música les había robado todo atisbo de voluntad.
En ese momento, Peter señaló a su hermana Emilia, que liberada por una fuerza de alegría, se liberó de los brazos del vampiro, para continuar con la canción.
Mientras Emilia cantaba, Peter había caído también al suelo, convulsionándose de forma violenta y mientras Emilia señalaba a Cohen, el vampiro vio durante unos segundos cómo el cuerpo de la joven se caía al suelo, mientras él no podía evitar continuar la melodía.
Y entonces, para el vampiro, se hizo la oscuridad…
¿Recordáis que os dije que para este juego era necesario rimar?
La eliminación de Lena Banana cómo sospechosa conllevaba este turno especial. Debéis continuar la canción hasta quedar inconscientes, convulsionando en el suelo y echando espuma por la boca… ¡así es la vida!
¿Dónde está el giro de la trama? Muy sencillo: cuándo despertemos al turno siguiente, cuatro sospechosos sin descartar estarán muertos.
Necesitáis hacer 3 rimas cada uno, siendo la última la de vuestro personaje principal. Si conseguís hacer vuestras rimas, de forma correcta, con las reglas expuestas en la canción, vuestro personaje principal (o vuestro acompañante, si el principal ya ha sido descartado) será descartado de la lista de sospechosos por tener demasiados inconscientes sobre él y por lo tanto, siendo evidente que no ha podido realizar crimen alguno durante este periodo. Alguno puede que incluso aparezca con un cadáver encima...
Eberus, por la tirada del dado de rol del turno anterior, tu personaje ha sido descartado. Por lo que, sobre él caerán varios personajes inconscientes, quedando atrapado bajo los cuerpos. Si rimas bien, será Selene quién quede descartada con él.
Para determinar quiénes son asesinados en esta ronda, debéis tirar un dado de rol. El número indicará la persona asesinada. Si en dos tiradas sacáis el mismo número, el número del segundo dado repetido, sumará 1 hasta llegar a un número que no haya salido. En caso de que sea el 13, se pasará al 1. Al terminar el turno, habrá 4 sospechosos muertos sí o sí.
¡Suerte y a rimar!
_______________________________________________
En esta ronda, serán asesinados:
1 - Scarlett Ardell.
2 - Aprendiz Williams.
3 - Taron de Aquiles.
4 - Profesora Emmanuel.
5 - Soldado Daugherty.
6 - Luke Ballantine.
7 - Emilia Lannet.
8 - Oona Azahara.
9 - Alexander Towers.
10 - Troian Ravenclaw.
11 - Robbie Kissman.
12 - Michelle Ardell.
13 - Sophie Rhymes.
Al parecer, cinco personas se daban coartadas las unas a las otras. El vampiro analizó la situación y mientras escuchaba cómo se desarrollaban los acontecimientos, el vampiro se preguntaba si quizás alguno no serían cómplices… ¿Acaso no podían dos personas ponerse de acuerdo en cometer el crimen y luego darse coartada los unos a los otros?
Sin embargo, al menos por ahora, todo parecía sólido y las personas no parecían estar relacionadas entre sí, salvo por la invitación a aquel evento que se había vuelto sangriento.
―¡Mantengan la calma, por favor! ¡Y compórtense! Se supone que son personas civilizadas…
El vampiro miró a Peter, intentando que el caos no cundiera en todo el edificio. Vio cierta preocupación en sus ojos. La última vez en la que se habían visto envueltos en algo así… el culpable había sido su mano derecha. Los malos recuerdos parecían volver a su memoria.
―Tomaré vuestros nombres de todas formas. Vayan pasando por aquí…
En ese momento, entre las más de treinta personas allí congregadas, distinguió algunas caras conocidas. Eberus, Itzamaray, incluso el Pequeño Billy… Dudaba de ellos fueran culpables, pero nunca se podría estar seguro de nadie… No sabía que extraños vínculos le unían al asesinado.
Salieron tres de los mercaderes, quedando solo Lena Benana por salir.
―¿Me dice su nombre, por favor?
―Lena, Lena Banana. ¿Tú sabes tu nombre?
En ese momento, en el interior de las cuatro salas de baile, las cuatro gemas comenzaron a brillar a la vez, emitiendo una música pareja. A través de las ventanas, se veía la luz emitida por los cuatro diamantes, iluminando en parte la parcial penumbra del patio interior.
Cohen sintió cómo la música le poseía, poco a poco, y su cuerpo comenzaba a responder a su ritmo, de forma involuntaria, y cómo la canción comenzaba a atraparle por completo. A su alrededor, todos reaccionaban de la misma forma, cómo si la música de aquellas gemas flotantes hubieran capturado su voluntad.
En ese momento, Lena se colocó frente a la mayoría de ellos y comenzó a cantar la canción, conociendo su letra a la perfección, haciendo que todos le prestáramos atención:
“The name game…
¡Vamos todo el mundo! ¡Digo que juguemos a un juego!
Apuesto a que puedo rimar, el nombre de todos.
La primera consonante de cada nombre, hago como que no existe,
Si empieza por vocal, lo dejo cómo está,
Pero una B, o una F, incluso una M aparecerá…
Primero grito mi nombre y luego lo digo dos veces,
Entonces digo BO, añado una B al nombre y digo BANANA FANNA FO,
Y luego digo el nombre de nuevo con una F ahora, y un FEE FY MO,
Y por último digo el nombre de nuevo con una M esta vez, y así no hay ningún nombre que no pueda gritar al final…
Pero si la letra sustituida y la letra añadida, es la misma, la elimino y digo el nombre sin ella:
Cómo Bob, pierde la B para Bo Ob
Cómo Fred, pierde la F para Fo Red
Cómo Mary, pierde la M para Mo Ary,
Es la única regla que es contrary. ¿Ok? ¡EMPIEZO YO!
¡Vamos todo el mundo! ¡Digo que juguemos a un juego!
Apuesto a que puedo rimar, el nombre de todos.
La primera consonante de cada nombre, hago como que no existe,
Si empieza por vocal, lo dejo cómo está,
Pero una B, o una F, incluso una M aparecerá…
Primero grito mi nombre y luego lo digo dos veces,
Entonces digo BO, añado una B al nombre y digo BANANA FANNA FO,
Y luego digo el nombre de nuevo con una F ahora, y un FEE FY MO,
Y por último digo el nombre de nuevo con una M esta vez, y así no hay ningún nombre que no pueda gritar al final…
Pero si la letra sustituida y la letra añadida, es la misma, la elimino y digo el nombre sin ella:
Cómo Bob, pierde la B para Bo Ob
Cómo Fred, pierde la F para Fo Red
Cómo Mary, pierde la M para Mo Ary,
Es la única regla que es contrary. ¿Ok? ¡EMPIEZO YO!
Dando un paso al frente, Lena sonrió moviendo sensualmente sus caderas, para comenzar a rimar:
¡LENA!
Lena Lena Bo Bena,
Banana Fana For Fena,
Fee Fy mo Mena,
¡LENA!” …
Lena Lena Bo Bena,
Banana Fana For Fena,
Fee Fy mo Mena,
¡LENA!” …
En ese momento, Lena señala a Peter Lannet, que sin poder resistirse, con gesto extrañado dejó que la canción le poseyera en una danza diabólica.
“¡PETER!
Peter Peter Bo Beter,
Banana Fanna Fo Feter,
Fee Fy mo Meter,
¡PETER!”
Peter Peter Bo Beter,
Banana Fanna Fo Feter,
Fee Fy mo Meter,
¡PETER!”
Mientras Peter cantaba, Lena cayó al suelo rendida, su cuerpo comenzó a convulsionar, echando espuma por la boca, pero nadie podía reaccionar a eso, pues la música les había robado todo atisbo de voluntad.
En ese momento, Peter señaló a su hermana Emilia, que liberada por una fuerza de alegría, se liberó de los brazos del vampiro, para continuar con la canción.
“¡EMILIA!
Emilia Emilia Bo Bemilia,
Banana Fanna Fo Femilia,
Fee Fy Mo Memilia,
¡EMILIA!”
Emilia Emilia Bo Bemilia,
Banana Fanna Fo Femilia,
Fee Fy Mo Memilia,
¡EMILIA!”
Mientras Emilia cantaba, Peter había caído también al suelo, convulsionándose de forma violenta y mientras Emilia señalaba a Cohen, el vampiro vio durante unos segundos cómo el cuerpo de la joven se caía al suelo, mientras él no podía evitar continuar la melodía.
“¡NIKOLAS!
Nikolas Nikolas Bo Bikolas,
Banana Fanna Fo Fikolas,
Fee Fy Mo Mikolas,
¡NIKOLAS!”
Nikolas Nikolas Bo Bikolas,
Banana Fanna Fo Fikolas,
Fee Fy Mo Mikolas,
¡NIKOLAS!”
Y entonces, para el vampiro, se hizo la oscuridad…
___________________________________________________
¿Recordáis que os dije que para este juego era necesario rimar?
La eliminación de Lena Banana cómo sospechosa conllevaba este turno especial. Debéis continuar la canción hasta quedar inconscientes, convulsionando en el suelo y echando espuma por la boca… ¡así es la vida!
¿Dónde está el giro de la trama? Muy sencillo: cuándo despertemos al turno siguiente, cuatro sospechosos sin descartar estarán muertos.
Necesitáis hacer 3 rimas cada uno, siendo la última la de vuestro personaje principal. Si conseguís hacer vuestras rimas, de forma correcta, con las reglas expuestas en la canción, vuestro personaje principal (o vuestro acompañante, si el principal ya ha sido descartado) será descartado de la lista de sospechosos por tener demasiados inconscientes sobre él y por lo tanto, siendo evidente que no ha podido realizar crimen alguno durante este periodo. Alguno puede que incluso aparezca con un cadáver encima...
Eberus, por la tirada del dado de rol del turno anterior, tu personaje ha sido descartado. Por lo que, sobre él caerán varios personajes inconscientes, quedando atrapado bajo los cuerpos. Si rimas bien, será Selene quién quede descartada con él.
Para determinar quiénes son asesinados en esta ronda, debéis tirar un dado de rol. El número indicará la persona asesinada. Si en dos tiradas sacáis el mismo número, el número del segundo dado repetido, sumará 1 hasta llegar a un número que no haya salido. En caso de que sea el 13, se pasará al 1. Al terminar el turno, habrá 4 sospechosos muertos sí o sí.
¡Suerte y a rimar!
_______________________________________________
En esta ronda, serán asesinados:
1 - Scarlett Ardell.
2 - Aprendiz Williams.
3 - Taron de Aquiles.
4 - Profesora Emmanuel.
5 - Soldado Daugherty.
6 - Luke Ballantine.
7 - Emilia Lannet.
8 - Oona Azahara.
9 - Alexander Towers.
10 - Troian Ravenclaw.
11 - Robbie Kissman.
12 - Michelle Ardell.
13 - Sophie Rhymes.
Cohen
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