Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
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Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Cohen se mantenía en silencio mientras escuchaba a Zana hablar. Le estaba poniendo al día de las novedades de la noche, lo que había ocurrido en la Sala cuándo Peter y él se habían marchado. Zagreus había decidido no unirse al Ojo, algo que podía prever, pero le sorprendió que Caoimhe hubiera aceptado.
Él no la conocía demasiado, pues los eventos se habían precipitado en las noches anteriores y no habían logrado hablar en profundidad ni conocerse. Por lo que desconocía sus deseos e intenciones, que la motivaba para seguir adelante.
―Ella ha visto al Cohen original. Cree que eres tú. Ella no sabe nada: ni de la esfera, ni que eres una copia. No tiene que saberlo aún. Más vale que guardes el secreto. Tiene una vinculación importante con otro de nosotros y aquí… las casualidades no son lo que parecen.
Cohen observó a Zana. ¿Estaba intentando hacerle desconfiar de Caoimhe? ¿Quién era esa mujer que tenía ante sí, aquella que tenía por su conversora hasta hacía apenas unos instantes?
Ella, cómo si adivinara sus pensamientos, sonrió, poniéndose en pie y dando un par de pasos por la estancia, se acercó a Peter.
Peter se encontraba completamente tumbado sobre una mesa de madera. Dormía cómo si fuera un cachorrito indefenso y Cohen se preguntaba que iba a hacer con él. Durante su retención, se había puesto a todos sus hombres en su contra. Todos ellos creían que él estaba detrás de su desaparición. Cuando volviera a la vida real y no recordara nada, ¿cómo iba a recuperar la confianza en él?
―Es guapo. Tienes buen gusto.
Cohen volvió a mirar a Zana, aunque ni dijo nada ni sonrió. Simplemente, continuó sentado, en silencio.
Las ideas se le acoplaban en la mente. Era una copia mágica de otra persona. No era una persona real y su cordura tenía fecha de caducidad. Tanto cómo durase la vida del prisionero del Ojo. Querían estudiarle, ver qué podían sacar de él… una marioneta en sus manos que él había aceptado ser. Sobretodo por sacar allí a Peter.
Ahora, en su mente nacía la confusión de cuales eran sus recuerdos verdaderos y cuáles los falsos. ¿Qué recuerdos eran del Cohen original y él había creído que eran suyos? ¿Hasta qué momento podía estar seguro de que había sido él? ¿Sus hombres seguirán confiando en él sabiendo la relación que les unía?
―Te va a explotar la cabeza…
Cuándo Cohen estaba dispuesto a hablar, el sonido de la puerta abriéndose a su espalda captó toda su atención. Dos de aquellos encapuchados entraron en la sala, aunque no venían solos. Cargaban el musculoso cuerpo de Zagreus, dormido cómo un bebé. Parecía incluso entrañable.
Tras ellos, entró Caoimhe en la habitación, acompañada de un hombre. Cohen no pudo evitar fijarse en él, pues era la primera persona que volvía a ver con el rostro totalmente descubierto. Apuesto y elegante, con mirada de astucia.
Cohen no reaccionó al volver a tener a Caoimhe al lado. Las órdenes eran que él no le contara nada sobre la existencia de otra persona igual a él. El vampiro no siempre obedecía con lo que se le pedía, pero realmente, ¿podía confiar en ella? ¿Su encuentro dos noches antes había sido completamente fortuito?
―¿No vas a presentarnos oficialmente?
Zana rompió el hielo, mientras se posicionaba a su lado, mirando a Caoimhe con curiosidad. Cohen se vio forzado a presentarlas.
―Caoimhe, esta es Zana, mi conversora. ¿Recuerdas que te hablé de ella? ¿Qué la vieja Mathilda dijo haberla visto cuándo pensaba que estaba muerta?
―Esa vieja tiene tendencia a meterse en todo lo que no le importa… Pero, bueno, ya veis que estoy viva… Cohen, él es Vitto, otro de nuestros miembros.
Cohen alzó la vista de nuevo para volver a analizar los rasgos de Vitto, del que había oído hablar en alguna ocasión en las últimas noches. La relación que unía a Caoimhe con él era un misterio para él.
―Encantadísimo― dijo en un tono, nada convencido de sus palabras, claramente irónico.
Mientras tanto, los dos encapuchados de las túnicas carmesí dejaron el cuerpo de Zagreus en la segunda de las mesas de la sala.
―¡Miradles! Dos bellos durmientes.
Él no la conocía demasiado, pues los eventos se habían precipitado en las noches anteriores y no habían logrado hablar en profundidad ni conocerse. Por lo que desconocía sus deseos e intenciones, que la motivaba para seguir adelante.
―Ella ha visto al Cohen original. Cree que eres tú. Ella no sabe nada: ni de la esfera, ni que eres una copia. No tiene que saberlo aún. Más vale que guardes el secreto. Tiene una vinculación importante con otro de nosotros y aquí… las casualidades no son lo que parecen.
Cohen observó a Zana. ¿Estaba intentando hacerle desconfiar de Caoimhe? ¿Quién era esa mujer que tenía ante sí, aquella que tenía por su conversora hasta hacía apenas unos instantes?
Ella, cómo si adivinara sus pensamientos, sonrió, poniéndose en pie y dando un par de pasos por la estancia, se acercó a Peter.
Peter se encontraba completamente tumbado sobre una mesa de madera. Dormía cómo si fuera un cachorrito indefenso y Cohen se preguntaba que iba a hacer con él. Durante su retención, se había puesto a todos sus hombres en su contra. Todos ellos creían que él estaba detrás de su desaparición. Cuando volviera a la vida real y no recordara nada, ¿cómo iba a recuperar la confianza en él?
―Es guapo. Tienes buen gusto.
Cohen volvió a mirar a Zana, aunque ni dijo nada ni sonrió. Simplemente, continuó sentado, en silencio.
Las ideas se le acoplaban en la mente. Era una copia mágica de otra persona. No era una persona real y su cordura tenía fecha de caducidad. Tanto cómo durase la vida del prisionero del Ojo. Querían estudiarle, ver qué podían sacar de él… una marioneta en sus manos que él había aceptado ser. Sobretodo por sacar allí a Peter.
Ahora, en su mente nacía la confusión de cuales eran sus recuerdos verdaderos y cuáles los falsos. ¿Qué recuerdos eran del Cohen original y él había creído que eran suyos? ¿Hasta qué momento podía estar seguro de que había sido él? ¿Sus hombres seguirán confiando en él sabiendo la relación que les unía?
―Te va a explotar la cabeza…
Cuándo Cohen estaba dispuesto a hablar, el sonido de la puerta abriéndose a su espalda captó toda su atención. Dos de aquellos encapuchados entraron en la sala, aunque no venían solos. Cargaban el musculoso cuerpo de Zagreus, dormido cómo un bebé. Parecía incluso entrañable.
Tras ellos, entró Caoimhe en la habitación, acompañada de un hombre. Cohen no pudo evitar fijarse en él, pues era la primera persona que volvía a ver con el rostro totalmente descubierto. Apuesto y elegante, con mirada de astucia.
Cohen no reaccionó al volver a tener a Caoimhe al lado. Las órdenes eran que él no le contara nada sobre la existencia de otra persona igual a él. El vampiro no siempre obedecía con lo que se le pedía, pero realmente, ¿podía confiar en ella? ¿Su encuentro dos noches antes había sido completamente fortuito?
―¿No vas a presentarnos oficialmente?
Zana rompió el hielo, mientras se posicionaba a su lado, mirando a Caoimhe con curiosidad. Cohen se vio forzado a presentarlas.
―Caoimhe, esta es Zana, mi conversora. ¿Recuerdas que te hablé de ella? ¿Qué la vieja Mathilda dijo haberla visto cuándo pensaba que estaba muerta?
―Esa vieja tiene tendencia a meterse en todo lo que no le importa… Pero, bueno, ya veis que estoy viva… Cohen, él es Vitto, otro de nuestros miembros.
Cohen alzó la vista de nuevo para volver a analizar los rasgos de Vitto, del que había oído hablar en alguna ocasión en las últimas noches. La relación que unía a Caoimhe con él era un misterio para él.
―Encantadísimo― dijo en un tono, nada convencido de sus palabras, claramente irónico.
Mientras tanto, los dos encapuchados de las túnicas carmesí dejaron el cuerpo de Zagreus en la segunda de las mesas de la sala.
―¡Miradles! Dos bellos durmientes.
Última edición por Cohen el Mar Abr 16 2024, 16:09, editado 1 vez
Cohen
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Vitto Vrykolakas sonreía.
El vampiro tenía posiblemente tan solo dos razones para mostrar una actitud tan sumamente condescendiente ante la decisión que acababa de tomar Caoimhe. La segunda era más un arma de doble filo que una ventaja sobre su futuro. Pero aún así, el hombre había decidido dedicar a la vampiresa una de esas sonrisas que tan solo sirven para enfatizar el hecho de que la mente está planeando el futuro a medida que se gesticula.
Por supuesto, a Caoimhe no le pasó desapercibido el hecho de que su creador no siguiese al rebaño de personas que de manera pronta habían ahora decidido apartarse de aquella sala en dirección... En realidad la chica no sabía hacia dónde. Pero no allí.
Contempló su viola con aire distraído, cuestionándose durante un segundo si había hecho bien en tomar una decisión tan importante con la ligereza de quien no sopesa las consecuencias. La voz melosa de Vitto fue la confirmación de que sin duda aquella decisión ya había sido tomada por ella quizás, mucho antes de que se decidiese a seguir a Cohen.
-Saludos de Jared- susurró el vampiro reclinándose un poco para alcanzar de manera peligrosa el oido de Caoimhe- Te mentiría si te digo que es la primera vez que lo rescato de una de esas habitaciones- El chico tiene la mala costumbre de dejarse hacer por un valor francamente inferior al que me gustaría- Pero ciertamente, es la primera vez que tengo que pagar tanto a los guardias para que lo dejen salir antes de cierta hora.- El hombre vaciló durante unos minutos y la rodeó como si la analizase.
Caoimhe lo ignoró y avanzó siguiendo a la multitud.
-De nada- dijo Vitto en un intento de captar de nuevo su atención
La chica abrió la boca para contestar de manera fugaz acerca de sobre qué exactamente debería estar agradecida. Su demonio revolviéndose de manera transitoria en su garganta, como protestando por la asunción de su creador. ¿Acaso no se había dado cuenta de que nada de lo que pudiese hacer con respecto a la vampiresa era motivo de agradecimiento?
La chica se topó con la mirada del vampiro en la mano que cargaba la viola , y entendió que aquello era su hacer. Alivió el agarre, como si de pronto aquel objeto fuese menos valioso tan solo porque Vitto lo había traído de vuelta.
-Siempre pensé que era una pena que lo perdieses por uno de tus berrinches, ¿Sabes? Sobre todo por el tiempo que tardaste en perfeccionar la técnica lo suficiente como para no parecer que tus dedos ahogaban a gatos- añadió adelantando el paso de la vampiresa.- Se ve que tu también lo has echado de menos.-
Los ojos de Caoimhe se abrieron de manera automática ¿Cómo sabía aquel hombre acerca de su viola? De nuevo su sed tensando la fina línea entre dejarse llevar y controlarse. ¿Había llamado berrinche a su frustración al ser convertida? Caoimhe comenzó a cuestionarse cuanto más podría aguantar las provocaciones de Vitto. Tomó aire y se recordó el motivo por el que había aceptado unirse.
La sala contigua estaba llena de una menor cantidad de personas que la que había contenido la anterior durante la ceremonia de iniciación. Cohen hizo las presentaciones pertinentes y Zana bromeó acerca de la vieja Bathilda. Los recuerdos de la noche anterior eran tan vagos que apenas componían algo menos que un sueño difuso. Tanto había pasado que la realidad de las acciones de la Caoimhe de ayer parecían mucho menos importantes que las que había tomado hoy.
-¡Me alegro ver que estás viva... sobre... todo porque pensé que Cohen te había visto morir con sus propios ojos!- De pronto la figura de Zana no le pareció tan inocente como hacía unos segundos.
-Lo importante es que tenemos dos nuevos integrantes entre nuestras filas- dijo Vitto cortando la frase de Caoimhe y extendiendo un brazo a Cohen- Soy el creador de Caoimhe - añadió extendiendo la mano hasta Cohen.
Caoimhe se sumió de nuevo en la molestia de haber escuchado a aquel hombre pronunciarse como su creador con el deje eufórico y alegre de alguien para lo que aquello es un acto de valía. Casi sintió arcadas de asco en su estómago y avanzó un poco dejando al grupo atrás entretenidos por la voz de Vitto.
Observó la sala.En el centro, tan solo dos mesas. Una de ellas ocupada por el tal Peter. Caoimhe se acercó de manera sigilosa, mientras escuchaba como la atención de Cohen y Zana estaba envuelta en la voz altiva de Vitto explicando cómo había atraído a Caoimhe hasta Sacrestic.
Cuando alcanzó a Peter, buscó los ojos de Cohen y compartió un gesto de sorpresa al entender de quien se trataba. Al encontrarse con ellos, le gesticuló:
-¿Está vivo?- dirigiéndose a Cohen.Esperando una mueca mínima de alegría en el vampiro. Agarró la muñeca de Peter de manera pausada como comprobando el pulso. Por supuesto un gesto en apariencia inocente, pero nada más lejos de lo real: El guantelete de metal en sus dedos surcando de manera limpia una de sus muñecas y coleccionando de manera grácil apena 4 o 5 gotas de sangre de aquel desconocido.
No estaba segura de si iba a hacerle falta en algún momento. De lo único que estaba segura es que posiblemente no podía confiar en ninguna de las personas que componían aquella habitación.
Dejó la muñeca de Peter de nuevo sobre la mesa ocultando el pequeño, casi imperceptible arañazo y paseó entre la mesa dándo la espalda a Cohen y a la mujer a su lado, con la que el chico parecía estar teniendo una conversación concienzuda por la expresión de ambos. Aprovechó aquello para verter la 5 gotas en un tarrito estratégicamente posicionado en su bolsillo.
Cuando terminó su hazaña sus ojos se dieron de bruces con la figura fuerte y fornida de Zagreus, ahora en la mesa contigua a Peter.
Dio unos pasos hasta el hombre: Su rostro componía una expresión naturalmente pacífica que, lejos de la máscara de indiferencia que solía componer, Caoimhe adivinó pocas veces surcaba la cara de aquel vampiro. Sus cabellos esparcidos bajo su propia cabeza se habían desordenado un poco. Recordó la docilidad aparente con la que el hombre los había recogido apenas hacía unas horas.
Se acercó otro paso.El vínculo dormido con la sangre de Zagreus despertándose e inundándola con la esencia que asemejaba a él. El hombre respiraba, dormido.
Sería tan fácil.
Tan sumamente fácil.
Había funcionado con Peter.
Sus ojos recorrieron el cuello de Zagreus con ímpetu y bajaron hasta el brazo y su muñeca y dedos. Dio otro paso acercándose al vampiro. Tragó saliva intentando deshacerse de la sed en su garganta a pesar de que no estaba segura de si era efectivamente sed aquello que se había posado allí.
Recordó las palabras del vampiro apenas unas horas antes. Lo impasible de su voz. Una mera molestia. Insignificante. Una... mosca. Su gesto hasta ahora afable compuso una mueca de asco en sus labios mientras recorría de nuevo sus facciones, decidida.
Inundada por la sed y la ira alzó la mano, como si esperase que alguien fuese a frenarla. Secretamente deseando que alguien lo hiciese, de hecho.
Pero nadie lo hizo.
Y sus dedos acariciaron el mechón de cabello que se había alborotado en el camino y lo posicionaron de manera perfecta acomodado junto al resto. Tras dos segundos de duda tras la acción apartaron el contacto, casi arrepentidos.
Se giró sobre si misma, como si tan solo el contacto hubiese hecho que se diese cuenta de lo que hacía. Caminó apresurada hasta donde Vitto y el resto se encontraban. El corazón latiendo de manera rápida en su pecho quizás por la adrenalina de... su caza.
Por suerte Zana desvió su propia atención con una exclamación que parecía resumir la tensión del momento y pareció alzar en la mente de la vampiresa una pregunta que hasta entonces no había tenido mucha importancia.
¿Qué pasaría cuando despertasen?
Apartó de su cabeza aquellos pensamientos pues poco le importaba si aquellos dos cuerpos no recordaban nada de aquella noche ( Como había vaticinado el jefe del ojo), por ella como si despertaban ahogados en su propio orgullo. Con suerte no tendría que oír jamás sus voces perforando su cabeza.
Miró a Cohen y de pronto la certitud de que había estado usando el plural de manera egoísta la envolvió.
-Y... ¿Ahora qué? - Habló finalmente Caoimhe- ¿Cuál es el objetivo que nos vais a asignar después de esta noche?
No era eso lo que quería preguntar exactamente. Pero por ahora, valdría.
El vampiro tenía posiblemente tan solo dos razones para mostrar una actitud tan sumamente condescendiente ante la decisión que acababa de tomar Caoimhe. La segunda era más un arma de doble filo que una ventaja sobre su futuro. Pero aún así, el hombre había decidido dedicar a la vampiresa una de esas sonrisas que tan solo sirven para enfatizar el hecho de que la mente está planeando el futuro a medida que se gesticula.
Por supuesto, a Caoimhe no le pasó desapercibido el hecho de que su creador no siguiese al rebaño de personas que de manera pronta habían ahora decidido apartarse de aquella sala en dirección... En realidad la chica no sabía hacia dónde. Pero no allí.
Contempló su viola con aire distraído, cuestionándose durante un segundo si había hecho bien en tomar una decisión tan importante con la ligereza de quien no sopesa las consecuencias. La voz melosa de Vitto fue la confirmación de que sin duda aquella decisión ya había sido tomada por ella quizás, mucho antes de que se decidiese a seguir a Cohen.
-Saludos de Jared- susurró el vampiro reclinándose un poco para alcanzar de manera peligrosa el oido de Caoimhe- Te mentiría si te digo que es la primera vez que lo rescato de una de esas habitaciones- El chico tiene la mala costumbre de dejarse hacer por un valor francamente inferior al que me gustaría- Pero ciertamente, es la primera vez que tengo que pagar tanto a los guardias para que lo dejen salir antes de cierta hora.- El hombre vaciló durante unos minutos y la rodeó como si la analizase.
Caoimhe lo ignoró y avanzó siguiendo a la multitud.
-De nada- dijo Vitto en un intento de captar de nuevo su atención
La chica abrió la boca para contestar de manera fugaz acerca de sobre qué exactamente debería estar agradecida. Su demonio revolviéndose de manera transitoria en su garganta, como protestando por la asunción de su creador. ¿Acaso no se había dado cuenta de que nada de lo que pudiese hacer con respecto a la vampiresa era motivo de agradecimiento?
La chica se topó con la mirada del vampiro en la mano que cargaba la viola , y entendió que aquello era su hacer. Alivió el agarre, como si de pronto aquel objeto fuese menos valioso tan solo porque Vitto lo había traído de vuelta.
-Siempre pensé que era una pena que lo perdieses por uno de tus berrinches, ¿Sabes? Sobre todo por el tiempo que tardaste en perfeccionar la técnica lo suficiente como para no parecer que tus dedos ahogaban a gatos- añadió adelantando el paso de la vampiresa.- Se ve que tu también lo has echado de menos.-
Los ojos de Caoimhe se abrieron de manera automática ¿Cómo sabía aquel hombre acerca de su viola? De nuevo su sed tensando la fina línea entre dejarse llevar y controlarse. ¿Había llamado berrinche a su frustración al ser convertida? Caoimhe comenzó a cuestionarse cuanto más podría aguantar las provocaciones de Vitto. Tomó aire y se recordó el motivo por el que había aceptado unirse.
La sala contigua estaba llena de una menor cantidad de personas que la que había contenido la anterior durante la ceremonia de iniciación. Cohen hizo las presentaciones pertinentes y Zana bromeó acerca de la vieja Bathilda. Los recuerdos de la noche anterior eran tan vagos que apenas componían algo menos que un sueño difuso. Tanto había pasado que la realidad de las acciones de la Caoimhe de ayer parecían mucho menos importantes que las que había tomado hoy.
-¡Me alegro ver que estás viva... sobre... todo porque pensé que Cohen te había visto morir con sus propios ojos!- De pronto la figura de Zana no le pareció tan inocente como hacía unos segundos.
-Lo importante es que tenemos dos nuevos integrantes entre nuestras filas- dijo Vitto cortando la frase de Caoimhe y extendiendo un brazo a Cohen- Soy el creador de Caoimhe - añadió extendiendo la mano hasta Cohen.
Caoimhe se sumió de nuevo en la molestia de haber escuchado a aquel hombre pronunciarse como su creador con el deje eufórico y alegre de alguien para lo que aquello es un acto de valía. Casi sintió arcadas de asco en su estómago y avanzó un poco dejando al grupo atrás entretenidos por la voz de Vitto.
Observó la sala.En el centro, tan solo dos mesas. Una de ellas ocupada por el tal Peter. Caoimhe se acercó de manera sigilosa, mientras escuchaba como la atención de Cohen y Zana estaba envuelta en la voz altiva de Vitto explicando cómo había atraído a Caoimhe hasta Sacrestic.
Cuando alcanzó a Peter, buscó los ojos de Cohen y compartió un gesto de sorpresa al entender de quien se trataba. Al encontrarse con ellos, le gesticuló:
-¿Está vivo?- dirigiéndose a Cohen.Esperando una mueca mínima de alegría en el vampiro. Agarró la muñeca de Peter de manera pausada como comprobando el pulso. Por supuesto un gesto en apariencia inocente, pero nada más lejos de lo real: El guantelete de metal en sus dedos surcando de manera limpia una de sus muñecas y coleccionando de manera grácil apena 4 o 5 gotas de sangre de aquel desconocido.
No estaba segura de si iba a hacerle falta en algún momento. De lo único que estaba segura es que posiblemente no podía confiar en ninguna de las personas que componían aquella habitación.
Dejó la muñeca de Peter de nuevo sobre la mesa ocultando el pequeño, casi imperceptible arañazo y paseó entre la mesa dándo la espalda a Cohen y a la mujer a su lado, con la que el chico parecía estar teniendo una conversación concienzuda por la expresión de ambos. Aprovechó aquello para verter la 5 gotas en un tarrito estratégicamente posicionado en su bolsillo.
Cuando terminó su hazaña sus ojos se dieron de bruces con la figura fuerte y fornida de Zagreus, ahora en la mesa contigua a Peter.
Dio unos pasos hasta el hombre: Su rostro componía una expresión naturalmente pacífica que, lejos de la máscara de indiferencia que solía componer, Caoimhe adivinó pocas veces surcaba la cara de aquel vampiro. Sus cabellos esparcidos bajo su propia cabeza se habían desordenado un poco. Recordó la docilidad aparente con la que el hombre los había recogido apenas hacía unas horas.
Se acercó otro paso.El vínculo dormido con la sangre de Zagreus despertándose e inundándola con la esencia que asemejaba a él. El hombre respiraba, dormido.
Sería tan fácil.
Tan sumamente fácil.
Había funcionado con Peter.
Sus ojos recorrieron el cuello de Zagreus con ímpetu y bajaron hasta el brazo y su muñeca y dedos. Dio otro paso acercándose al vampiro. Tragó saliva intentando deshacerse de la sed en su garganta a pesar de que no estaba segura de si era efectivamente sed aquello que se había posado allí.
Recordó las palabras del vampiro apenas unas horas antes. Lo impasible de su voz. Una mera molestia. Insignificante. Una... mosca. Su gesto hasta ahora afable compuso una mueca de asco en sus labios mientras recorría de nuevo sus facciones, decidida.
Inundada por la sed y la ira alzó la mano, como si esperase que alguien fuese a frenarla. Secretamente deseando que alguien lo hiciese, de hecho.
Pero nadie lo hizo.
Y sus dedos acariciaron el mechón de cabello que se había alborotado en el camino y lo posicionaron de manera perfecta acomodado junto al resto. Tras dos segundos de duda tras la acción apartaron el contacto, casi arrepentidos.
Se giró sobre si misma, como si tan solo el contacto hubiese hecho que se diese cuenta de lo que hacía. Caminó apresurada hasta donde Vitto y el resto se encontraban. El corazón latiendo de manera rápida en su pecho quizás por la adrenalina de... su caza.
Por suerte Zana desvió su propia atención con una exclamación que parecía resumir la tensión del momento y pareció alzar en la mente de la vampiresa una pregunta que hasta entonces no había tenido mucha importancia.
¿Qué pasaría cuando despertasen?
Apartó de su cabeza aquellos pensamientos pues poco le importaba si aquellos dos cuerpos no recordaban nada de aquella noche ( Como había vaticinado el jefe del ojo), por ella como si despertaban ahogados en su propio orgullo. Con suerte no tendría que oír jamás sus voces perforando su cabeza.
Miró a Cohen y de pronto la certitud de que había estado usando el plural de manera egoísta la envolvió.
-Y... ¿Ahora qué? - Habló finalmente Caoimhe- ¿Cuál es el objetivo que nos vais a asignar después de esta noche?
No era eso lo que quería preguntar exactamente. Pero por ahora, valdría.
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Cohen estrechó la mano de Vitto con serias dudas, manteniendo el contacto físico lo mínimo posible. En otras circunstancias, lo hubiera encontrado atractivo, sin duda. Aunque su mente ahora estaba en otra parte…
El vampiro miró a Caoimhe acercándose a Peter, asombrada de que el objeto de su venganza estuviera vivo ante sus ojos. Cohen asintió cuándo ella le gesticuló. Tendría que encontrar la forma de explicarle a la vampiresa la razón por la que dos personas a las que creía haber visto muertas, estaban llenas de vida. Sin poder mencionar la esfera ni la existencia de los clones.
Vitto y Zana parloteaban cómo cotorras y Cohen se sentía de lo más saturado en aquella habitación. Su deseo por salir de allí y poner a Peter a salvo, fuera de las manos de aquellos que lo habían retenidos, aumentaba con cada respiración.
Caoimhe se acercó a Zagreus cuándo Zana habló y Cohen dirigió la mirada hasta ella. Vitto hizo un pequeño gesto de asombro mirando a la vampiresa, cómo si estuviera sorprendido de algo.
―¿Cómo piensas unir los cabos sueltos? Todos te harán preguntas que no sabrás contestar.
―No será la primera vez que me vea en esa situación. Sabré arreglármelas.
Hermético, valoró la situación. Sabía que toda aquella historia sería el final de su relación con Peter, que el humano no volvería a confiar en él de la misma forma. En cuanto a Zagreus, no sabía con quién se había cruzado en los últimos días, si les había hablado de ellos. Esperaba que pudiera olvidar todo y no complicarse también esa relación.
―Y... ¿Ahora qué? ¿Cuál es el objetivo que nos vais a asignar después de esta noche?
Las palabras de Caoimhe le devolvieron a la realidad. Cohen miró a Zana, que le sonrió al instante. Dio unos pasos en dirección a los bellos durmientes y les señaló.
―Me gusta su actitud― expresó mirando a la chica, antes de dirigir su vista hacia los cuerpos de los dos bellos durmientes― Bueno… el primero es bien sencillo. Alguien debería llevar estos dos cuerpos a sus lugares correspondientes, ¿no crees?
―¿Acaso no pueden hacerlos otros con más experiencia?
―Bueno, digamos que nuestro nuevo admitido no desea separarse de nuevo de su amante. Quiere ser él mismo quién lo lleve hasta su casa. Algo totalmente imprudente teniendo en cuenta de que los soldados humanos le tienen cómo sospechoso de su desaparición…
―Puedo hacerlo― dijo Cohen, considerando por primera vez cómo iba a transportar dos pesados cuerpos mucho más corpulentos que el suyo― Quizás con un carro. Aunque Zagreus… no sé dónde se hospeda.
―En la Posada de la Luna… ¿crees que no le vimos siguiendo a San Jacobo hasta este edificio?
Vitto rió ante las palabras de Zana. Ellos habían conocido de la existencia de Zagreus, algo de lo que Cohen nunca fue consciente. El Ojo Carmesí parecía estar en todas partes. Ahora, Caoimhe y él aumentarían esta posibilidad.
―Mandaré a un grupo de sigilosos escoltas que os acompañarán durante todo el recorrido. Si los soldados os encuentran… bueno, ya has demostrado que puedes apañártelas solo… pero una ayuda nunca viene mal, tal y cómo te ocurrió en el cementerio... ¿recuerdas? Caoimhe te acompañará. Algo me dice que está deseando salir de aquí.
Zana se dirigió hacia la puerta de la habitación y salió de la misma, quedando los tres a solas con los bellos durmientes.
Cohen se dirigió hasta Caoimhe, dirigiéndoles las primeras palabras tras su reencuentro, bajo la atenta mirada de Vitto.
―¿Me ayudarás? Confío en ti.
La verdad era que no lo hacía. En absoluto.
El vampiro miró a Caoimhe acercándose a Peter, asombrada de que el objeto de su venganza estuviera vivo ante sus ojos. Cohen asintió cuándo ella le gesticuló. Tendría que encontrar la forma de explicarle a la vampiresa la razón por la que dos personas a las que creía haber visto muertas, estaban llenas de vida. Sin poder mencionar la esfera ni la existencia de los clones.
Vitto y Zana parloteaban cómo cotorras y Cohen se sentía de lo más saturado en aquella habitación. Su deseo por salir de allí y poner a Peter a salvo, fuera de las manos de aquellos que lo habían retenidos, aumentaba con cada respiración.
Caoimhe se acercó a Zagreus cuándo Zana habló y Cohen dirigió la mirada hasta ella. Vitto hizo un pequeño gesto de asombro mirando a la vampiresa, cómo si estuviera sorprendido de algo.
―¿Cómo piensas unir los cabos sueltos? Todos te harán preguntas que no sabrás contestar.
―No será la primera vez que me vea en esa situación. Sabré arreglármelas.
Hermético, valoró la situación. Sabía que toda aquella historia sería el final de su relación con Peter, que el humano no volvería a confiar en él de la misma forma. En cuanto a Zagreus, no sabía con quién se había cruzado en los últimos días, si les había hablado de ellos. Esperaba que pudiera olvidar todo y no complicarse también esa relación.
―Y... ¿Ahora qué? ¿Cuál es el objetivo que nos vais a asignar después de esta noche?
Las palabras de Caoimhe le devolvieron a la realidad. Cohen miró a Zana, que le sonrió al instante. Dio unos pasos en dirección a los bellos durmientes y les señaló.
―Me gusta su actitud― expresó mirando a la chica, antes de dirigir su vista hacia los cuerpos de los dos bellos durmientes― Bueno… el primero es bien sencillo. Alguien debería llevar estos dos cuerpos a sus lugares correspondientes, ¿no crees?
―¿Acaso no pueden hacerlos otros con más experiencia?
―Bueno, digamos que nuestro nuevo admitido no desea separarse de nuevo de su amante. Quiere ser él mismo quién lo lleve hasta su casa. Algo totalmente imprudente teniendo en cuenta de que los soldados humanos le tienen cómo sospechoso de su desaparición…
―Puedo hacerlo― dijo Cohen, considerando por primera vez cómo iba a transportar dos pesados cuerpos mucho más corpulentos que el suyo― Quizás con un carro. Aunque Zagreus… no sé dónde se hospeda.
―En la Posada de la Luna… ¿crees que no le vimos siguiendo a San Jacobo hasta este edificio?
Vitto rió ante las palabras de Zana. Ellos habían conocido de la existencia de Zagreus, algo de lo que Cohen nunca fue consciente. El Ojo Carmesí parecía estar en todas partes. Ahora, Caoimhe y él aumentarían esta posibilidad.
―Mandaré a un grupo de sigilosos escoltas que os acompañarán durante todo el recorrido. Si los soldados os encuentran… bueno, ya has demostrado que puedes apañártelas solo… pero una ayuda nunca viene mal, tal y cómo te ocurrió en el cementerio... ¿recuerdas? Caoimhe te acompañará. Algo me dice que está deseando salir de aquí.
Zana se dirigió hacia la puerta de la habitación y salió de la misma, quedando los tres a solas con los bellos durmientes.
Cohen se dirigió hasta Caoimhe, dirigiéndoles las primeras palabras tras su reencuentro, bajo la atenta mirada de Vitto.
―¿Me ayudarás? Confío en ti.
La verdad era que no lo hacía. En absoluto.
Cohen
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Zana habló de manera despreocupada. Demasiado de hecho: Caoimhe pensó que aquella primera interacción con el clan con el que compartiría objetivos a partir de ahora se sentía más como si intentasen desquitarse de ellos, al menos por ahora que como una acción necesaria por cualquier motivo.
Cohen mantenía el gesto serio, como si su cabeza estuviese pensando en algo más aparte de lo que estaba pasando y aunque o cierto era que la vampiresa hubiese preferido quedarse a explorar las instalaciones que acababan de descubrir, la mirada de Vitto no dejaba de seguir sus movimientos y aquello la ponía nerviosa. Necesitaba aire y libertad al menos por unas horas. Analizar sus siguientes pasos y... bueno, ocuparse de todo lo que tenía por delante dadas las implicaciones de su más reciente decisión.
Casi imaginaba el asombro de Hugo al contarle... No. Hugo no podía saber nada. Tendría que buscar una manera de camuflar sus escapadas y de explicar el motivo de sus, estaba segura, más frecuentes ausencias.
La tarea encargada no era lo suficiente interesante como para capturar todo su intelecto. Sin embargo, si que ofrecía la posibilidad de hablar a solas con Cohen: Si alguien estaba en una situación parecida a la suya, sin duda era el chico.
Asintió de manera lozana cuando Zana terminó de hablar. Por supuesto 'grupo de escoltas' equiparaba a: Nos aseguraremos que cumplís con lo que os hemos pedido y no nos delatáis en la primera oportunidad que tengais. Suspiró de manera molesta Cohen sin embargo parecía invadido por la necesidad de asegurarse que el cuerpo de su amante estaba a buen recaudo.
Su voz parecía cercana cuando le pidió que lo ayudase. Sus palabras... sin embargo aún dejaban una duda bastante importante en la cabeza de Caoimhe. Pero recordó como había mirado el vampiro a Peter. La intensidad misma de sus ojos recubriéndolo en la mesa frente a ambos, por supuesto camuflada en una barrera de aparente calma.
Caoimhe conocía demasiado bien como ocultar las emociones como para que aquello pasase desapercibido. El.. amor era un sentimiento peligroso y como había pensado, hacía unos minutos, quizás ella fuese lo único cercano que Cohen podía tener en aquel momento.
-Supongo que no tengo nada más interesante que hacer hasta el amanecer- dijo de manera poco interesada
Los deseos de Cohen se vieron realizados en menos de unos minutos y casi de la nada un carromato de techo bajo apareció ante ellos. La decoración del mismo en unos colores azul pastel y violáceo, más bien representaba el carro de trabajo de juglares y cuando Caoimhe se adentró en el mismo para explorarlo, se percató de que de hecho no estaba muy mal encaminada. La amplitud era la suficiente para almacenar los enseres propios de una troop de juglares y aquí y allá había marionetas y objetos propios del espectáculo: Todos, por supuesto marcados con la intrínseca señal del ojo.
-Mmmmm... lo suficientemente espacioso para acomodar varias personas... sin duda- la voz de Vitto tras ella la sorprendió mientras se inclinaba para salir del espacio interno de aquella carreta. El vampiro aprovechó que nadie los miraba y puso su mano bloqueando la única entrada y salida. Caoimhe intentó apartarlo, sin mucho éxito- Escuchame, prestamista. No estoy aún muy seguro como tú y tu amigo habéis acabado en las premisas del ojo. Pero ciertamente me parece 'curioso' cuanto menos que el pacto que hice con él y que te dejó libre aún no me haya servido... No creas que me olvido del daño que causasteis a mis premisas, pero... has decidido jugar en la liga profesional ahora. Y por desgracia... mi cuello también se basa en tus acciones, por lo que no te olvides que tengo mis ojos sobre tu nuca.- dijo.
-... Necesitaríamos un par de manos más para mover al otro cuerpo. Es demasiado fornido para- La voz de uno de los aliados del clan interrumpió la escena.
Vitto deshizo la posición de su mano dejando al fin pasar a Caoimhe, con una sonrisa en sus labios.
-Por supuesto...-
La vampiresa salió al fin del carromato para encontrar a Peter liado con cuidado en lo que parecían sabanas que facilitaban su transporte. Dos hombres lo introdujeron con cuidado a través de la puerta que ella misma acababa de usar para salir y se encargaron de posicionar la cabeza del mismo con cuidado ante la atenta mirada de Cohen.
Cuando llegó el momento de mover a Zagreus, los hombres miraron a Caoimhe de la misma manera que habían hecho con Cohen al mover a Peter. Esperando indicaciones. La chica alzó una ceja contrariada.
-Em... Creo que... si cada uno agarra una pierna y despues dos al frente agarran cada uno un brazo... si... creo que...Si... evitad la curva de la puerta al entrar...- dijo mirando como 4 hombres alzaban a Zagreus de manera algo inestable con su espada bamboleándose en el aire de manera peligrosa.- Si podéis- añadió con una sonrisa que no pudo evitar en sus labios.
-Señora pero quizas tengamos dificultades con la cabeza: Los escalones son muy bajos y es un carromato la entrada se dificulta...-
Caoimhe fingió no oirlos y se acercó a Cohen, intentando evitar a toda costa el contacto visual con Vitto de nuevo.
-¿Soy yo o... esta misión es tan solo una manera de deshacerse de nosotros de una manera algo... no se rápida?- le susurró al oido al vampiro, asegurándose de que nadie más los oía
Algún que otro esfuerzo después y ambos Cohen y Caoimhe fueron guiados a través de la salida principal a las estancias de ojo seguidos del carromato tirado por un caballo tras ellos.
Desde fuera, y cuando al fin alcanzaron la luz de las estrellas de Sacrestic, la procesión compuesta por ambos y lo que lo seguía no distaba mucho de cualquier troop de juglares deambulando en busca de cobijo antes de la performance del día siguiente. La vampiresa tuvo que admitir que era ingenioso: Nadie sospechaba de juglares a altas horas de la noche. Y no era poco habitual que las personas que quedaban demasiado embriagadas después de las actuaciones nocturnas y que no iban acompañados por familiares fuesen entregados de manera personal por los mismos actores y músicos de la troop: A menudo lo suficientemente sobrios como para pedir un pago a cambio de entregar a salvo los cuerpos indispuestos.
Cuando se encontraban lo suficientemente alejados de cualquier oido de miembros del clan- aunque Caoimhe sabía que siempre había un ojo vigilando- Se acercó a Cohen usando su capucha para ocultar su cara.
-¿Vas a contarme exactamente como una persona puede estar... muerta y viva a la vez?- dijo Caoimhe, refiriéndose por supuesto a Zana pero también a Peter- No estoy muy segura de como lo hacen. pero... Vitto no es alguien tan inteligente como para saber tanto de mi vida. Y... no creo en las casualidades.- agarro la mano de Cohen para enfatizar que aquella conversación era lo suficientemente importante- Necesitamos un ancla- dijo de pronto como si esperaba que lo entendiese. Pausó su discurso intentando ponerlo en orden aún agarrando el brazo de Cohen de manera firme.
-Yo no confío en ti- dijo de manera sincera- Y en cualquier otro momento. En cualquier otra situación eso no me molestaría. Pero...- resistió su intento de hacerle entender que dentro del ojo, estaba desnuda de la red de conexiones e información que a menudo amparaba su caída- Creo que cierta parte de mi querría hacerlo. O al menos compartir desconfianza ante todo lo que nos acaba de suceder. Mi silencio tiene un precio, por supuesto, pero esperaba que... quizás pudiésemos encontrar una manera de sabernos simbióticos en un ambiente hostil- añadió.
El traqueteo del carro tras ellos rompía el silencio en el que ambos se habían sumido a medida que avanzaban. Caoimhe no había discutido con Cohen el trayecto exacto que iban a seguir aquella noche para deshacerse de ambos cuerpos. Pero sabía que aquel no era el camino a la posada de la Luna, por lo que asumió que se dirigían a dejar a salvo a Peter primero.
Aquello la alivió en parte: Tenía que pensar bien cómo iba a mobilizar a Zagreus con tan solo la ayuda de Cohen y... a ser posible sin tocarlo. El terreno poco uniforme del camino hizo saltar de manera sutil al carromato tras ellos y el sonido de algo moviéndose dentro del mismo siguió de manera inminente. La vampiresa sonrió involuntariamente aprovechando la sombra en la que se sumía bajo su capucha: Imaginando el sin fin de posibilidades de la procedencia de aquel sonido abrupto y eligiendo las más satisfactorias.
Cohen mantenía el gesto serio, como si su cabeza estuviese pensando en algo más aparte de lo que estaba pasando y aunque o cierto era que la vampiresa hubiese preferido quedarse a explorar las instalaciones que acababan de descubrir, la mirada de Vitto no dejaba de seguir sus movimientos y aquello la ponía nerviosa. Necesitaba aire y libertad al menos por unas horas. Analizar sus siguientes pasos y... bueno, ocuparse de todo lo que tenía por delante dadas las implicaciones de su más reciente decisión.
Casi imaginaba el asombro de Hugo al contarle... No. Hugo no podía saber nada. Tendría que buscar una manera de camuflar sus escapadas y de explicar el motivo de sus, estaba segura, más frecuentes ausencias.
La tarea encargada no era lo suficiente interesante como para capturar todo su intelecto. Sin embargo, si que ofrecía la posibilidad de hablar a solas con Cohen: Si alguien estaba en una situación parecida a la suya, sin duda era el chico.
Asintió de manera lozana cuando Zana terminó de hablar. Por supuesto 'grupo de escoltas' equiparaba a: Nos aseguraremos que cumplís con lo que os hemos pedido y no nos delatáis en la primera oportunidad que tengais. Suspiró de manera molesta Cohen sin embargo parecía invadido por la necesidad de asegurarse que el cuerpo de su amante estaba a buen recaudo.
Su voz parecía cercana cuando le pidió que lo ayudase. Sus palabras... sin embargo aún dejaban una duda bastante importante en la cabeza de Caoimhe. Pero recordó como había mirado el vampiro a Peter. La intensidad misma de sus ojos recubriéndolo en la mesa frente a ambos, por supuesto camuflada en una barrera de aparente calma.
Caoimhe conocía demasiado bien como ocultar las emociones como para que aquello pasase desapercibido. El.. amor era un sentimiento peligroso y como había pensado, hacía unos minutos, quizás ella fuese lo único cercano que Cohen podía tener en aquel momento.
-Supongo que no tengo nada más interesante que hacer hasta el amanecer- dijo de manera poco interesada
Los deseos de Cohen se vieron realizados en menos de unos minutos y casi de la nada un carromato de techo bajo apareció ante ellos. La decoración del mismo en unos colores azul pastel y violáceo, más bien representaba el carro de trabajo de juglares y cuando Caoimhe se adentró en el mismo para explorarlo, se percató de que de hecho no estaba muy mal encaminada. La amplitud era la suficiente para almacenar los enseres propios de una troop de juglares y aquí y allá había marionetas y objetos propios del espectáculo: Todos, por supuesto marcados con la intrínseca señal del ojo.
-Mmmmm... lo suficientemente espacioso para acomodar varias personas... sin duda- la voz de Vitto tras ella la sorprendió mientras se inclinaba para salir del espacio interno de aquella carreta. El vampiro aprovechó que nadie los miraba y puso su mano bloqueando la única entrada y salida. Caoimhe intentó apartarlo, sin mucho éxito- Escuchame, prestamista. No estoy aún muy seguro como tú y tu amigo habéis acabado en las premisas del ojo. Pero ciertamente me parece 'curioso' cuanto menos que el pacto que hice con él y que te dejó libre aún no me haya servido... No creas que me olvido del daño que causasteis a mis premisas, pero... has decidido jugar en la liga profesional ahora. Y por desgracia... mi cuello también se basa en tus acciones, por lo que no te olvides que tengo mis ojos sobre tu nuca.- dijo.
-... Necesitaríamos un par de manos más para mover al otro cuerpo. Es demasiado fornido para- La voz de uno de los aliados del clan interrumpió la escena.
Vitto deshizo la posición de su mano dejando al fin pasar a Caoimhe, con una sonrisa en sus labios.
-Por supuesto...-
La vampiresa salió al fin del carromato para encontrar a Peter liado con cuidado en lo que parecían sabanas que facilitaban su transporte. Dos hombres lo introdujeron con cuidado a través de la puerta que ella misma acababa de usar para salir y se encargaron de posicionar la cabeza del mismo con cuidado ante la atenta mirada de Cohen.
Cuando llegó el momento de mover a Zagreus, los hombres miraron a Caoimhe de la misma manera que habían hecho con Cohen al mover a Peter. Esperando indicaciones. La chica alzó una ceja contrariada.
-Em... Creo que... si cada uno agarra una pierna y despues dos al frente agarran cada uno un brazo... si... creo que...Si... evitad la curva de la puerta al entrar...- dijo mirando como 4 hombres alzaban a Zagreus de manera algo inestable con su espada bamboleándose en el aire de manera peligrosa.- Si podéis- añadió con una sonrisa que no pudo evitar en sus labios.
-Señora pero quizas tengamos dificultades con la cabeza: Los escalones son muy bajos y es un carromato la entrada se dificulta...-
Caoimhe fingió no oirlos y se acercó a Cohen, intentando evitar a toda costa el contacto visual con Vitto de nuevo.
-¿Soy yo o... esta misión es tan solo una manera de deshacerse de nosotros de una manera algo... no se rápida?- le susurró al oido al vampiro, asegurándose de que nadie más los oía
Algún que otro esfuerzo después y ambos Cohen y Caoimhe fueron guiados a través de la salida principal a las estancias de ojo seguidos del carromato tirado por un caballo tras ellos.
Desde fuera, y cuando al fin alcanzaron la luz de las estrellas de Sacrestic, la procesión compuesta por ambos y lo que lo seguía no distaba mucho de cualquier troop de juglares deambulando en busca de cobijo antes de la performance del día siguiente. La vampiresa tuvo que admitir que era ingenioso: Nadie sospechaba de juglares a altas horas de la noche. Y no era poco habitual que las personas que quedaban demasiado embriagadas después de las actuaciones nocturnas y que no iban acompañados por familiares fuesen entregados de manera personal por los mismos actores y músicos de la troop: A menudo lo suficientemente sobrios como para pedir un pago a cambio de entregar a salvo los cuerpos indispuestos.
Cuando se encontraban lo suficientemente alejados de cualquier oido de miembros del clan- aunque Caoimhe sabía que siempre había un ojo vigilando- Se acercó a Cohen usando su capucha para ocultar su cara.
-¿Vas a contarme exactamente como una persona puede estar... muerta y viva a la vez?- dijo Caoimhe, refiriéndose por supuesto a Zana pero también a Peter- No estoy muy segura de como lo hacen. pero... Vitto no es alguien tan inteligente como para saber tanto de mi vida. Y... no creo en las casualidades.- agarro la mano de Cohen para enfatizar que aquella conversación era lo suficientemente importante- Necesitamos un ancla- dijo de pronto como si esperaba que lo entendiese. Pausó su discurso intentando ponerlo en orden aún agarrando el brazo de Cohen de manera firme.
-Yo no confío en ti- dijo de manera sincera- Y en cualquier otro momento. En cualquier otra situación eso no me molestaría. Pero...- resistió su intento de hacerle entender que dentro del ojo, estaba desnuda de la red de conexiones e información que a menudo amparaba su caída- Creo que cierta parte de mi querría hacerlo. O al menos compartir desconfianza ante todo lo que nos acaba de suceder. Mi silencio tiene un precio, por supuesto, pero esperaba que... quizás pudiésemos encontrar una manera de sabernos simbióticos en un ambiente hostil- añadió.
El traqueteo del carro tras ellos rompía el silencio en el que ambos se habían sumido a medida que avanzaban. Caoimhe no había discutido con Cohen el trayecto exacto que iban a seguir aquella noche para deshacerse de ambos cuerpos. Pero sabía que aquel no era el camino a la posada de la Luna, por lo que asumió que se dirigían a dejar a salvo a Peter primero.
Aquello la alivió en parte: Tenía que pensar bien cómo iba a mobilizar a Zagreus con tan solo la ayuda de Cohen y... a ser posible sin tocarlo. El terreno poco uniforme del camino hizo saltar de manera sutil al carromato tras ellos y el sonido de algo moviéndose dentro del mismo siguió de manera inminente. La vampiresa sonrió involuntariamente aprovechando la sombra en la que se sumía bajo su capucha: Imaginando el sin fin de posibilidades de la procedencia de aquel sonido abrupto y eligiendo las más satisfactorias.
Caoimhe
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Transportaron a los bellos durmientes hasta un carromato de apariencia circense. Cohen observó el procedimiento con atención, aunque su mente estaba en otra parte.
¿Dónde estaría él? ¿El original? ¿Cómo era posible que él le permitiera existir aún? ¿No hubiera sido más fácil asesinarle aquella misma noche? ¿Tanto interés tenía el Ojo en estudiar las copias de la esfera púrpura cómo para permitirle vivir? ¿Aquello era cierto o un disparate?
Las ideas se acumulaban en su mente, como una pirámide de naipes formando una delicada construcción que se caería ante el más mínimo soplo de aire.
Debía dormir, asimilar las ideas, afrontar todo lo que le quedaba por delante. No podía confiar en Caoimhe, pero se veía obligado a colaborar con ella. Se vería obligado a mentir a Zagreus, que intentaría retroceder sus pasos hasta dar con la verdad. Luego, estaba Peter, que se vería obligado a elegir entre sus hombres y él. Mentirosos y farsantes le obligaban a ser uno de ellos.
Así que cuando los dos corpulentos cuerpos de Peter y Zagreus estuvieron en el carruaje, notó la presencia de Caoimhe a su lado. Su impresión era que el Ojo intentaba deshacerse de ellos lo antes posible.
―Puede ser. Quizás tengan temas que tratar esta noche, aprovechando que están reunidos aquí. Temas a los que no estamos invitados.
Una vez en el exterior, emprendieron su camino, caminando delante del carro. Cohen quería dejar el cuerpo de Peter primero. Al fin y al cabo, los numerosos problemas en los que se había visto envuelto tras su desaparición y supuesta muerte terminarían allí. Sin embargo, los numerosos soldados a los que había matado y herido en el proceso le convertirían en enemigo público. Era una pena no tener al Cohen original a mano y acabar con dos pajarracos de un mismo tiro.
Perdido en sus pensamientos, Caoimhe volvió a hablar. El vampiro no quería conversar ahora. Quería permanecer en silencio, con sus pensamientos, aclarando sus ideas, dando vuelta al caos mental que no podría disipar. Necesitaba dormir, descansar su mente.
Las palabras de Caoimhe le pusieron en alerta. Quería saber. Saber demasiado más de lo que le incumbía, más de lo que el Ojo le permitía y más de lo que él quería contar. La confianza debía ganarse, no imponerse y aunque hasta el inicio de aquella noche, la chica le había parecido digna de su confianza, ahora Cohen era incapaz de confiar en nadie.
―¿Magia de la voz? ¿Ilusionismo? No sabría decirte…― dijo, escuetamente, empleando la lógica de la magia― Mi convencimiento de ambas muertes eran absolutas… aunque desconozco el método que utilizaron.
Hermético, escuchó las palabras de Caoimhe, mostrándose abierta a abrir una relación de confianza entre ambos, algo que lejos de ablandarle, le calmó de tensión. Ahora mismo, no estaba preparado para hacerlo.
Podía usar la magia de la voz para salir de su duda. Podía influenciar la mente de su acompañante, manipular sus emociones, sacar palabras sinceras… pero no lo haría bajo la vigilancia de ellos.
―Creo que necesitamos poner en frío nuestras ideas y asimilar nuestras vivencias. Con el tiempo, ya tendremos ocasión de hacerlo. Tengo muchas cosas que asimilar. Ahora mismo, lo único que quiero es cumplir esta misión y irme a descansar.
El carromato se paró tras ellos y Cohen percibió entonces que se encontraban ya apenas a unos metros del cuartel de los soldados en Sacrestic Ville.
―Mi plan con Peter es el siguiente. ¿Caoimhe, te importaría atraer a un par de soldados hasta aquí con cualquier excusa? Yo me ocupo del resto...
Peter solía habitar una de las habitaciones de aquel edificio durante el día, por si había algún problema. Toda su vida dedicada a esa labor, una vida que él estaba a punto de romper en pedazos.
¿Dónde estaría él? ¿El original? ¿Cómo era posible que él le permitiera existir aún? ¿No hubiera sido más fácil asesinarle aquella misma noche? ¿Tanto interés tenía el Ojo en estudiar las copias de la esfera púrpura cómo para permitirle vivir? ¿Aquello era cierto o un disparate?
Las ideas se acumulaban en su mente, como una pirámide de naipes formando una delicada construcción que se caería ante el más mínimo soplo de aire.
Debía dormir, asimilar las ideas, afrontar todo lo que le quedaba por delante. No podía confiar en Caoimhe, pero se veía obligado a colaborar con ella. Se vería obligado a mentir a Zagreus, que intentaría retroceder sus pasos hasta dar con la verdad. Luego, estaba Peter, que se vería obligado a elegir entre sus hombres y él. Mentirosos y farsantes le obligaban a ser uno de ellos.
Así que cuando los dos corpulentos cuerpos de Peter y Zagreus estuvieron en el carruaje, notó la presencia de Caoimhe a su lado. Su impresión era que el Ojo intentaba deshacerse de ellos lo antes posible.
―Puede ser. Quizás tengan temas que tratar esta noche, aprovechando que están reunidos aquí. Temas a los que no estamos invitados.
Una vez en el exterior, emprendieron su camino, caminando delante del carro. Cohen quería dejar el cuerpo de Peter primero. Al fin y al cabo, los numerosos problemas en los que se había visto envuelto tras su desaparición y supuesta muerte terminarían allí. Sin embargo, los numerosos soldados a los que había matado y herido en el proceso le convertirían en enemigo público. Era una pena no tener al Cohen original a mano y acabar con dos pajarracos de un mismo tiro.
Perdido en sus pensamientos, Caoimhe volvió a hablar. El vampiro no quería conversar ahora. Quería permanecer en silencio, con sus pensamientos, aclarando sus ideas, dando vuelta al caos mental que no podría disipar. Necesitaba dormir, descansar su mente.
Las palabras de Caoimhe le pusieron en alerta. Quería saber. Saber demasiado más de lo que le incumbía, más de lo que el Ojo le permitía y más de lo que él quería contar. La confianza debía ganarse, no imponerse y aunque hasta el inicio de aquella noche, la chica le había parecido digna de su confianza, ahora Cohen era incapaz de confiar en nadie.
―¿Magia de la voz? ¿Ilusionismo? No sabría decirte…― dijo, escuetamente, empleando la lógica de la magia― Mi convencimiento de ambas muertes eran absolutas… aunque desconozco el método que utilizaron.
Hermético, escuchó las palabras de Caoimhe, mostrándose abierta a abrir una relación de confianza entre ambos, algo que lejos de ablandarle, le calmó de tensión. Ahora mismo, no estaba preparado para hacerlo.
Podía usar la magia de la voz para salir de su duda. Podía influenciar la mente de su acompañante, manipular sus emociones, sacar palabras sinceras… pero no lo haría bajo la vigilancia de ellos.
―Creo que necesitamos poner en frío nuestras ideas y asimilar nuestras vivencias. Con el tiempo, ya tendremos ocasión de hacerlo. Tengo muchas cosas que asimilar. Ahora mismo, lo único que quiero es cumplir esta misión y irme a descansar.
El carromato se paró tras ellos y Cohen percibió entonces que se encontraban ya apenas a unos metros del cuartel de los soldados en Sacrestic Ville.
―Mi plan con Peter es el siguiente. ¿Caoimhe, te importaría atraer a un par de soldados hasta aquí con cualquier excusa? Yo me ocupo del resto...
Peter solía habitar una de las habitaciones de aquel edificio durante el día, por si había algún problema. Toda su vida dedicada a esa labor, una vida que él estaba a punto de romper en pedazos.
Cohen
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Las negativas de Cohen a adentrarse en cualquier tipo de conversación más allá de la que se esperaba de ellos aquella noche había comenzado a frustrarla. Necesitaba aliviar de alguna manera las dudas que inundaban su cabeza y aunque entendía que no era inteligente discutir todo con lujo de detalles allí donde tenían ojos sobre ellos dudaba mucho que los guardias no esperasen que aquello fuese justo lo que debían hacer.
Sin embargo no insistió más. La vampiresa estaba acostumbrada a jugar de manera solitaria y las negativas de simbiosidad de Cohen no le asombraron.Sin duda algo que recordar en el futuro.
Marcharon en silencio durante el resto del camino. Un silencio que la chica encontró extrañamente reparador: A menudo su demonio solía ocupar la necesidad de calma en su cabeza con ideas sobre cómo alimentarse de humanos sin romper sus principios básicos de persona. Pero algo acallaba aquella noche al caos en su mente y los pasos de aquella cabalgata improvisada fueron más rápido de lo que pensó cuando la voz de Cohen interrumpió el silencio para pedirle ayuda con la primera parte de su plan.
Se bajó del carromato con destreza y caminó de manera segura hasta dónde se encontraban los dos soldados. Ambos la miraron sin repudio analizando su silueta como sopesando su valía a medida que se acercaba a ellos.
[1]-Disculpen que moleste su guardia en esta noche oscura- dijo la chica pronunciando cada sílaba de manera seductora y a la vez algo tímida- Pero necesito... necesitamos vuestra ayuda- dijo la chica señalando al carromato- Veréis... mi hermano y yo llevamos días recorriendo la península camino a casa. Por desgracia dos de nuestros familiares perdieron la casa en un incendio y nos han encomentado la árdua tarea de transportar los pocos enseres que nos quedaron en casa hasta un nuevo edificio. Algo en las afueras... ya sabes lo peligroso que se ha vuelto la ciudad últimamente - parpadeó de manera sutil y posó su mano en el brazo de uno de los hombres que lo siguió con la mirada pero no lo apartó- El caso es... que la desgracia no acabó con el incendio, sino que camino hasta aquí dos de nuestros primos se han contagiado con la horrible enfermedad del sueño- dijo haciendo un puchero casi infantil que hacía que su cara se viese más tierna.
Uno de los soldados abrió mucho los ojos alarmado,el otro parecía lo suficientemente sumido en la red de mentiras/seducción de Caoimhe como para objetar nada
-¿Pero esa enfermedad es... contagiosa?- musitó el primero.
-Oh... no por Dios...digo... no a menos que compartas fluidos corporales con alguien que la tenga- dijo- Mis queridos primos son del sur... y bueno, ya sabéis lo laxo que son con las reglas de consanguinidad en el sur...- dijo quitándole importancia.- No tenéis nada que temer.. a menos que estéis pensando compartir fluidos con alguno de ellos. Lo que sería muy... triste- dijo guiñándo el ojo a uno de ellos. Éste se sonrojó y sonrió timidamente
-¡El caso es... que cuando dicen que las desgracias vienen en tres no mienten!- Caoimhe se apoyó algo más en el guardia más cerca de ella y fingió un llanto leve. El hombre alzó su brazo totalmente embrujado para consolarla dando unas palmaditas en su espalda- Y ahora se nos han roto las dos últimas ruedas de recambio. ¡Y sin nuestros primos no podemos cambiarlas!- añadió
-Como veis ni mi hermano ni yo somos del tipo de personas fuertes y robustas... no como ustedes, digo...- añadió esta vez jugueteando con el brazo del otro guardia como comprobando su músculo- Así que... bueno.. nos vendría bien vuestra ayuda.
Caoimhe sonrió a ambos.
-Pero... estamos trabajando vigilando que...-
-Aw... pero tan solo os tomará unos minutos. Ni siquiera son taaaan pesadas....- añadió- Además yo misma me aseguraré de que os sintáis agradecidos tras vuestra ayuda- dijo y observando el esplante del segundo guardia- Y por supuesto mi hermano también estaría muy agradecido.
Ambos hombres alzaron sus pechos, sumidos en un ego que no tenían presente hasta ese momento y uno rompió el hielo diciendo.
-Bueno... imagino que no pasa nada por ayudaros durante 5 minutos-
-Si... además estamos aquí para servir a nuestro pueblo- dijo el otro.
-¡Bien dicho!- añadió Caoimhe quien de pronto perdió el interés en ambos y caminó de vuelta al carromato asegurándose que la seguían.
-¡Ves, hermano!- dijo a Cohen- Te dije que estos dos buenos hombres nos ayudarían con el asunto de las ruedas... y la enfermedad del sueño...-
Off:
[1]Uso presencia vampírica para verme más atractiva
Sin embargo no insistió más. La vampiresa estaba acostumbrada a jugar de manera solitaria y las negativas de simbiosidad de Cohen no le asombraron.Sin duda algo que recordar en el futuro.
Marcharon en silencio durante el resto del camino. Un silencio que la chica encontró extrañamente reparador: A menudo su demonio solía ocupar la necesidad de calma en su cabeza con ideas sobre cómo alimentarse de humanos sin romper sus principios básicos de persona. Pero algo acallaba aquella noche al caos en su mente y los pasos de aquella cabalgata improvisada fueron más rápido de lo que pensó cuando la voz de Cohen interrumpió el silencio para pedirle ayuda con la primera parte de su plan.
Se bajó del carromato con destreza y caminó de manera segura hasta dónde se encontraban los dos soldados. Ambos la miraron sin repudio analizando su silueta como sopesando su valía a medida que se acercaba a ellos.
[1]-Disculpen que moleste su guardia en esta noche oscura- dijo la chica pronunciando cada sílaba de manera seductora y a la vez algo tímida- Pero necesito... necesitamos vuestra ayuda- dijo la chica señalando al carromato- Veréis... mi hermano y yo llevamos días recorriendo la península camino a casa. Por desgracia dos de nuestros familiares perdieron la casa en un incendio y nos han encomentado la árdua tarea de transportar los pocos enseres que nos quedaron en casa hasta un nuevo edificio. Algo en las afueras... ya sabes lo peligroso que se ha vuelto la ciudad últimamente - parpadeó de manera sutil y posó su mano en el brazo de uno de los hombres que lo siguió con la mirada pero no lo apartó- El caso es... que la desgracia no acabó con el incendio, sino que camino hasta aquí dos de nuestros primos se han contagiado con la horrible enfermedad del sueño- dijo haciendo un puchero casi infantil que hacía que su cara se viese más tierna.
Uno de los soldados abrió mucho los ojos alarmado,el otro parecía lo suficientemente sumido en la red de mentiras/seducción de Caoimhe como para objetar nada
-¿Pero esa enfermedad es... contagiosa?- musitó el primero.
-Oh... no por Dios...digo... no a menos que compartas fluidos corporales con alguien que la tenga- dijo- Mis queridos primos son del sur... y bueno, ya sabéis lo laxo que son con las reglas de consanguinidad en el sur...- dijo quitándole importancia.- No tenéis nada que temer.. a menos que estéis pensando compartir fluidos con alguno de ellos. Lo que sería muy... triste- dijo guiñándo el ojo a uno de ellos. Éste se sonrojó y sonrió timidamente
-¡El caso es... que cuando dicen que las desgracias vienen en tres no mienten!- Caoimhe se apoyó algo más en el guardia más cerca de ella y fingió un llanto leve. El hombre alzó su brazo totalmente embrujado para consolarla dando unas palmaditas en su espalda- Y ahora se nos han roto las dos últimas ruedas de recambio. ¡Y sin nuestros primos no podemos cambiarlas!- añadió
-Como veis ni mi hermano ni yo somos del tipo de personas fuertes y robustas... no como ustedes, digo...- añadió esta vez jugueteando con el brazo del otro guardia como comprobando su músculo- Así que... bueno.. nos vendría bien vuestra ayuda.
Caoimhe sonrió a ambos.
-Pero... estamos trabajando vigilando que...-
-Aw... pero tan solo os tomará unos minutos. Ni siquiera son taaaan pesadas....- añadió- Además yo misma me aseguraré de que os sintáis agradecidos tras vuestra ayuda- dijo y observando el esplante del segundo guardia- Y por supuesto mi hermano también estaría muy agradecido.
Ambos hombres alzaron sus pechos, sumidos en un ego que no tenían presente hasta ese momento y uno rompió el hielo diciendo.
-Bueno... imagino que no pasa nada por ayudaros durante 5 minutos-
-Si... además estamos aquí para servir a nuestro pueblo- dijo el otro.
-¡Bien dicho!- añadió Caoimhe quien de pronto perdió el interés en ambos y caminó de vuelta al carromato asegurándose que la seguían.
-¡Ves, hermano!- dijo a Cohen- Te dije que estos dos buenos hombres nos ayudarían con el asunto de las ruedas... y la enfermedad del sueño...-
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Caoimhe
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Cohen esperó junto al carro mientras Caoimhe atraía a los guardias. Una vez se acercaran, los doblegaría con la magia de su voz y los tendría a su completa merced.
La excusa que puso la vampiresa era algo que Cohen no sabía, pero pronto se presentó frente a él, de nuevo, acompañada de dos hombres.
― ¡Ves, hermano! Te dije que estos dos buenos hombres nos ayudarían con el asunto de las ruedas... y la enfermedad del sueño...
Cohen alzó la vista para ver a los ojos a aquellos dos soldados. Ninguno de ellos logró reconocerle, pero en cuanto su atención viajó hasta los dos bellos durmientes, uno de ellos distinguió enseguida a Peter.
―¡Es Lannet!
El vampiro aprovechando ese momento de sorpresa, asintió, captando la atención de los soldados, a la vez que comenzaba a hablar con su tono de voz más pausado y relajado.
―Nos hemos encontrado a vuestro líder, Peter Lannet, a las afueras de la ciudad. Parece estar en un buen estado de salud, sólo que está profundamente dormido y le costará aún un largo rato despertar.
Uno de los dos hombres movió una de sus manos hacia su cinto, posicionándola sobre la empuñadura de la espada, por lo que Cohen continuó hablando antes de que desenvainara el arma allí mismo.
―Confiad en nosotros, gentiles soldados. Mi hermana… y yo tenemos que continuar nuestro camino. Sólo queríamos de tener un gesto de bondad con la guardia de esta ciudad. Al fin y al cabo, todos los soldados necesitan a su guía… [1]
Las posturas de ambos soldados terminaron relajándose y tras asentir, ambos se prepararon para mover el cuerpo desde el carro hasta el interior de la gran casa que utilizaban cómo cuartel.
―Nuestras intenciones no pueden ser más humildes y bondadosas. Nos permitiréis ir en paz, ya que hemos hecho un gran servicio a vuestro gremio devolviéndoos a nuestro líder.
―¡Desde luego!
―Aunque ya no es nuestro líder… ha sido sustituido.
―Bueno, pero ya vuelve a estar en la ciudad. Estoy seguro de que retornará a su cargo pronto.
―Sí, claro…
La respuesta del soldado llamó la atención del vampiro. Sin embargo, no tenían demasiado que hacer allí. Debían marcharse de allí cuánto antes. En cuanto los soldados entraran en el interior del edificio con el cuerpo de Lannet, saltarían todas las alarmas.
Cohen se preguntó si no hubiera sido mejor dejar a Zagreus antes en su posada. Si los soldados humanos decidían seguirles, encontrarían el carro demasiado fácilmente. Ante la más mínima duda, Caoimhe y él deberían coger el cuerpo de Zag y transportarlo.
Fue entonces cuándo al alzar la vista vio a tres figuras sobre el tejado del edificio frente al cuartel. El vampiro se había olvidado de la presencia de sus observadores.
―Creo que deberíamos marcharnos. Esto puede complicarse enseguida.
Miró a Caoimhe y luego el cuerpo de Zagreus, que seguía dormido cómo un tierno bebé. Mientras el carro y la pequeña comitiva se ponía en marcha, torció su cuello para mirar por última vez hacia el edificio de los soldados. El cuerpo de su amante estaba ya fuera del alcance de los miembros de El Ojo, aunque… ¿estaba ahora en un lugar igual de seguro?
__________________________________________________________
[1] Uso de mi habilidad Luz De Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real. Primer Turno.
La excusa que puso la vampiresa era algo que Cohen no sabía, pero pronto se presentó frente a él, de nuevo, acompañada de dos hombres.
― ¡Ves, hermano! Te dije que estos dos buenos hombres nos ayudarían con el asunto de las ruedas... y la enfermedad del sueño...
Cohen alzó la vista para ver a los ojos a aquellos dos soldados. Ninguno de ellos logró reconocerle, pero en cuanto su atención viajó hasta los dos bellos durmientes, uno de ellos distinguió enseguida a Peter.
―¡Es Lannet!
El vampiro aprovechando ese momento de sorpresa, asintió, captando la atención de los soldados, a la vez que comenzaba a hablar con su tono de voz más pausado y relajado.
―Nos hemos encontrado a vuestro líder, Peter Lannet, a las afueras de la ciudad. Parece estar en un buen estado de salud, sólo que está profundamente dormido y le costará aún un largo rato despertar.
Uno de los dos hombres movió una de sus manos hacia su cinto, posicionándola sobre la empuñadura de la espada, por lo que Cohen continuó hablando antes de que desenvainara el arma allí mismo.
―Confiad en nosotros, gentiles soldados. Mi hermana… y yo tenemos que continuar nuestro camino. Sólo queríamos de tener un gesto de bondad con la guardia de esta ciudad. Al fin y al cabo, todos los soldados necesitan a su guía… [1]
Las posturas de ambos soldados terminaron relajándose y tras asentir, ambos se prepararon para mover el cuerpo desde el carro hasta el interior de la gran casa que utilizaban cómo cuartel.
―Nuestras intenciones no pueden ser más humildes y bondadosas. Nos permitiréis ir en paz, ya que hemos hecho un gran servicio a vuestro gremio devolviéndoos a nuestro líder.
―¡Desde luego!
―Aunque ya no es nuestro líder… ha sido sustituido.
―Bueno, pero ya vuelve a estar en la ciudad. Estoy seguro de que retornará a su cargo pronto.
―Sí, claro…
La respuesta del soldado llamó la atención del vampiro. Sin embargo, no tenían demasiado que hacer allí. Debían marcharse de allí cuánto antes. En cuanto los soldados entraran en el interior del edificio con el cuerpo de Lannet, saltarían todas las alarmas.
Cohen se preguntó si no hubiera sido mejor dejar a Zagreus antes en su posada. Si los soldados humanos decidían seguirles, encontrarían el carro demasiado fácilmente. Ante la más mínima duda, Caoimhe y él deberían coger el cuerpo de Zag y transportarlo.
Fue entonces cuándo al alzar la vista vio a tres figuras sobre el tejado del edificio frente al cuartel. El vampiro se había olvidado de la presencia de sus observadores.
―Creo que deberíamos marcharnos. Esto puede complicarse enseguida.
Miró a Caoimhe y luego el cuerpo de Zagreus, que seguía dormido cómo un tierno bebé. Mientras el carro y la pequeña comitiva se ponía en marcha, torció su cuello para mirar por última vez hacia el edificio de los soldados. El cuerpo de su amante estaba ya fuera del alcance de los miembros de El Ojo, aunque… ¿estaba ahora en un lugar igual de seguro?
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[1] Uso de mi habilidad Luz De Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real. Primer Turno.
Cohen
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Había algo en la voz de Cohen que se amarraba a las mentes ajenas y las llenaba de certeza incluso cuando el argumento que salía de sus palabras no parecía tener sentido.Por supuesto la vampiresa no se quejó de aquello, tampoco es que pudiese hacer mucho. Además sus palabras terminaron por lidiar con aquella situación de manera mucho más sencilla de lo que hubiese parecido en un principio.
Entendió un poco más de la historia de Peter y a medida que veía como los soldados se llevaban al hombre a un lugar seguro notó como el gesto de Cohen parecía llenarse de alivio por un segundo para terminar en una duda que lo acompañó durante el resto del camino hasta la posada de la luna.
No dijo nada, demasiado ocupada en pensar en como deshacerse de la masa de músculo y cabellos que portaban tras ellos. Miró hasta uno de los tejados y no la sorprendió encontrarse con una mirada recíproca de aquellos que los custodiaban. Comenzaba a molestarle, de hecho. No es como si pudiesen despertar a Zagreus para contarle todo lo que había pasado en el interior del ojo: Si no se había despertado con los golpes del transporte dudaba que lo hiciese ahora.
La posada de la luna estaba sumida en su ajetreo tradicional de cualquier noche. Figuras encapotadas entraban y salían de aquel lugar con la certeza de que a nadie le importaba de donde venían y mucho menos hacia donde iban.
Caoimhe se preguntó por un instante, mientras abría la puerta de aquel carromato los motivos por los que Zagreus se alojaba en un lugar tan poco ético: Observó su figura durante un instante. Sus ropajes no denotaban a alguien que no tuviese dinero para costearse algo de más nivel. Y sin duda no parecía la clase de hombre que disfrutaba en la miseria. Por el contrario, lo que había visto de él indicaba gustos.. quizás demasiado exquisitos.
-Quizás posiciónalo de una manera que nos sea más fácil asirlo mientras aviso al dueño de que vamos a necesitar la llave de la habitación donde se hospeda.- dijo rebuscando en el carromato lo que había divisado antes como una botella de algún licor barato- Además... creo que nuestra historia sería más creible si... bueno si ese hedor suyo se camufla con algo de alcohol- añadió y le acercó la botella a Cohen, esperando que quizás lo rociase con el líquido.
Acto seguido se adentró en la posada.
La luz escueta que iluminaba el recibidor denotaba una ínfimas sombras de las dos únicas personas que aún seguían en la sala principal de aquel lugar: Una mujer tras la recepción y un anciano dormitando en uno de las esquinas alejadas de la parte de la taberna.
-Buenas noches, mi nombre es Escarlata ¿Desea una habitación doble o individual? Me permito informarla de que en estos momentos no disponemos de habitaciones con bañera compartida por lo que el uso de baño será individual en la zona de...- dijo la mujer.
-Tranquila. No será necesario. A decir verdad... bueno, venimos a traer a uno de sus huéspedes de vuelta- dijo de manera divertida.. La recepcionista alzó una ceja asombrada- Oh... no se preocupe- rió Caoimhe- Pasa con frecuencia... ya sabes... los hay que no saben controlar su ingesta de alcohol- puso los ojos en blanco y la mujer de inmediato supo empatizar con lo que estaba diciéndole. Una mirada de soslayo se le escapó hacia el hombre anciano en la esquina-No me malinterpretes, sin duda es bastante beneficioso para nuestro... espectáculo que los que sea que vengan a vernos consuman alguna que otra bebida- jugueteó con su cabello de manera despreocupada- Por eso estamos acostumbrados a situaciones como esta...-
Escarlata asintió asumiendo que Caoimhe pertenecía a alguna troop de juglares. O a un prostíbulo. Para aquella situación. a la vampiresa le dio exactamente igual lo que pensase aquella mujer mientras cooperase con lo que necesitaba hacer.
-¿Tienen un nombre? - dijo la mujer sacando unos pergaminos con registros básicos.
-Zagreus- dijo Caoimhe mencionando aquella palabra con una delicadeza que no hubiese agenciado en cualquier otra circunstancia mientras se aupaba para intentar alcanzar a ver alguna otra información sobre Zagreus- No se el apellido- añadió
-Markov- dijo la mujer cerrando aquel pequeño tomo y dedicándole una sonrisa- Agarró una llave y salió del mostrador- La numero 16- dijo la chica.-Segundo piso a la derecha. Justo al final del pasillo. Siempre nos pide la misma.Me aseguraré de que la puerta esté abierta para vuestra comodidad. Acuérdate de cerrarla por dentro antes de iros a.... dormir- añadió la mujer guiñándole un ojo
Caoimhe se enrojeció por un segundo pero no tuvo tiempo de desquitarse. Salió de la posada de manera segura hasta encontrarse en el carromato de nuevo con Cohen. La alegró entender que la esencia de aquel vampiro estaba ahora camuflada en el olor nauseabundo del ron especiado.
-Yo agarro sus pies y piernas- dijo posicionandose entre ambas y cargándolas a ambos lados de su cuerpo como si de una carretilla se tratase- ¿Crees que puedas con el torso?- dijo. Aunque no esperó reafirmación. Avanzó a andar de manera segura pero algo desequilibrada en un principio.
Los primeros metros fueron los peores. Sin duda la marcha se hizo menos desequilibrada a medida que avanzaban. Las escaleras... por otra parte. Bueno. Digamos que a Caoimhe no le hubiese sorprendido si Zagreus se despertaba con uno o vario moretones en su torso, brazos y piernas. Aunque en general estaba bastante orgullosa de ella misma y Cohen. Para cuando subieron las segundas escaleras y depositaron el cuerpo en el suelo aprovechando para tomar aire, ambos sentían un sentimiento de victoria.
El corto pasillo hasta la habitación 16 no les tomó mucho tiempo y al llegar, la puerta se abrió de manera facil al accionar el pomo revelando una habitación humilde pero amplia con una cama grande a uno de los lados y una bañera doble al otro. Caoimhe sonrió de manera acusadora. Ahí es donde las bañeras dobles habían ido... Alejó su pensamiento de aquel lugar y con un último esfuerzo, pusieron a Zagreus sobre el colchón de la cama.
-AGHH- dijo Caoimhe dejándose caer en el colchón a un lado. - No sè que contenía la poción que les han dado, pero sin algún día quiero dormir durante un terremoto, huracán, incendio o el mismísimo fin del mundo.... recuérdame que les pida una.- añadió.
Echó un vistazo al orden aparente de aquella habitación. Sin duda quizás hubiese explorado de manera más concienzuda si ambos estuviesen en otro contexto. Pero no había mucho tiempo para todo aquello. Se levantó y caminó de manera errática hasta la bañera que aún denotaba la humedad de haber sido usada quizás horas antes.
-Mmmmm se me ocurre que quizás podríamos pintar una imagen mental completa en su cabeza.- dijo. Se giró de espaldas a Cohen y desabrochó de manera sutil su corset hasta liberarlo. Una vez lo hubo apartado de su cuerpo, aún cubierta por su vestido, lo dejó de manera grácil sobre el borde de la bañera: La mitad de las cuerdas púrpuras esparcidas por el agua y el resto fuera.
Sin duda el cuidado es un factor poco común en una situación de pasión. Tampoco quería que pareciese muy trucado. Se quitó uno de sus pendientes de amatista y lo dejó caer de manera descuidada sobre el piso. Acto seguido desordenó las sábanas a ambos lados de Zagreus dando por concluidas sus acciones allí.
-Te dejo la tediosa tarea de quizás... adecentarlo para que piense que ha pasado una noche divertida- dijo Caoimhe- Yo se... se te va a hacer difícil. No parece que haya tenido una de esas en su vida.- añadió
Salió de la habitación con aire divertido. Se quitó e otro pendiente deshaciéndolo del aplique y dejando la amatista como simple abalorio que colgar.Cuando llegó a la recepción Escarlata se asombró al verla de vuelta.
-Mi compañero bajará enseguida- dijo- Creo que entonces podrías cerrar la numero 16 por fuera... Creo que a Zagreus le gustaría descansar- añadió y le acercó el pendiente que ahora no era más que un colgante a modo de ofrenda- Gracias por tu ayuda...Estoy segura de que después de sus peripecias de esta noche no le vendría mal algo casero de almuerzo mañana. Ya sabes... algo cocinado con amor y esmero.- le dejó algunos aeros y los ojos de la chica se iluminaron- creo que con esto te alcanzará para comprar carne de calidad media...No la cocines mucho. Le gusta la carne poco hecha.
Escarlata hizo una leve inclinación de cabeza. Mientras se quitaba la cadena de plata que llevaba colgada e introducía la amatista en la misma para después posicionarla sobre su cuello, ilusionada.
-Así haré - dijo mientras Caoimhe desaparecía por la puerta. No había nada que llegase más al corazón de un hombre que una buena comida. Con suerte, Zagreus apreciaba la de Escarlata.
Esperó a Cohen fuera, sus ojos sobre las tres figuras que aún los observaban.
Entendió un poco más de la historia de Peter y a medida que veía como los soldados se llevaban al hombre a un lugar seguro notó como el gesto de Cohen parecía llenarse de alivio por un segundo para terminar en una duda que lo acompañó durante el resto del camino hasta la posada de la luna.
No dijo nada, demasiado ocupada en pensar en como deshacerse de la masa de músculo y cabellos que portaban tras ellos. Miró hasta uno de los tejados y no la sorprendió encontrarse con una mirada recíproca de aquellos que los custodiaban. Comenzaba a molestarle, de hecho. No es como si pudiesen despertar a Zagreus para contarle todo lo que había pasado en el interior del ojo: Si no se había despertado con los golpes del transporte dudaba que lo hiciese ahora.
La posada de la luna estaba sumida en su ajetreo tradicional de cualquier noche. Figuras encapotadas entraban y salían de aquel lugar con la certeza de que a nadie le importaba de donde venían y mucho menos hacia donde iban.
Caoimhe se preguntó por un instante, mientras abría la puerta de aquel carromato los motivos por los que Zagreus se alojaba en un lugar tan poco ético: Observó su figura durante un instante. Sus ropajes no denotaban a alguien que no tuviese dinero para costearse algo de más nivel. Y sin duda no parecía la clase de hombre que disfrutaba en la miseria. Por el contrario, lo que había visto de él indicaba gustos.. quizás demasiado exquisitos.
-Quizás posiciónalo de una manera que nos sea más fácil asirlo mientras aviso al dueño de que vamos a necesitar la llave de la habitación donde se hospeda.- dijo rebuscando en el carromato lo que había divisado antes como una botella de algún licor barato- Además... creo que nuestra historia sería más creible si... bueno si ese hedor suyo se camufla con algo de alcohol- añadió y le acercó la botella a Cohen, esperando que quizás lo rociase con el líquido.
Acto seguido se adentró en la posada.
La luz escueta que iluminaba el recibidor denotaba una ínfimas sombras de las dos únicas personas que aún seguían en la sala principal de aquel lugar: Una mujer tras la recepción y un anciano dormitando en uno de las esquinas alejadas de la parte de la taberna.
-Buenas noches, mi nombre es Escarlata ¿Desea una habitación doble o individual? Me permito informarla de que en estos momentos no disponemos de habitaciones con bañera compartida por lo que el uso de baño será individual en la zona de...- dijo la mujer.
-Tranquila. No será necesario. A decir verdad... bueno, venimos a traer a uno de sus huéspedes de vuelta- dijo de manera divertida.. La recepcionista alzó una ceja asombrada- Oh... no se preocupe- rió Caoimhe- Pasa con frecuencia... ya sabes... los hay que no saben controlar su ingesta de alcohol- puso los ojos en blanco y la mujer de inmediato supo empatizar con lo que estaba diciéndole. Una mirada de soslayo se le escapó hacia el hombre anciano en la esquina-No me malinterpretes, sin duda es bastante beneficioso para nuestro... espectáculo que los que sea que vengan a vernos consuman alguna que otra bebida- jugueteó con su cabello de manera despreocupada- Por eso estamos acostumbrados a situaciones como esta...-
Escarlata asintió asumiendo que Caoimhe pertenecía a alguna troop de juglares. O a un prostíbulo. Para aquella situación. a la vampiresa le dio exactamente igual lo que pensase aquella mujer mientras cooperase con lo que necesitaba hacer.
-¿Tienen un nombre? - dijo la mujer sacando unos pergaminos con registros básicos.
-Zagreus- dijo Caoimhe mencionando aquella palabra con una delicadeza que no hubiese agenciado en cualquier otra circunstancia mientras se aupaba para intentar alcanzar a ver alguna otra información sobre Zagreus- No se el apellido- añadió
-Markov- dijo la mujer cerrando aquel pequeño tomo y dedicándole una sonrisa- Agarró una llave y salió del mostrador- La numero 16- dijo la chica.-Segundo piso a la derecha. Justo al final del pasillo. Siempre nos pide la misma.Me aseguraré de que la puerta esté abierta para vuestra comodidad. Acuérdate de cerrarla por dentro antes de iros a.... dormir- añadió la mujer guiñándole un ojo
Caoimhe se enrojeció por un segundo pero no tuvo tiempo de desquitarse. Salió de la posada de manera segura hasta encontrarse en el carromato de nuevo con Cohen. La alegró entender que la esencia de aquel vampiro estaba ahora camuflada en el olor nauseabundo del ron especiado.
-Yo agarro sus pies y piernas- dijo posicionandose entre ambas y cargándolas a ambos lados de su cuerpo como si de una carretilla se tratase- ¿Crees que puedas con el torso?- dijo. Aunque no esperó reafirmación. Avanzó a andar de manera segura pero algo desequilibrada en un principio.
Los primeros metros fueron los peores. Sin duda la marcha se hizo menos desequilibrada a medida que avanzaban. Las escaleras... por otra parte. Bueno. Digamos que a Caoimhe no le hubiese sorprendido si Zagreus se despertaba con uno o vario moretones en su torso, brazos y piernas. Aunque en general estaba bastante orgullosa de ella misma y Cohen. Para cuando subieron las segundas escaleras y depositaron el cuerpo en el suelo aprovechando para tomar aire, ambos sentían un sentimiento de victoria.
El corto pasillo hasta la habitación 16 no les tomó mucho tiempo y al llegar, la puerta se abrió de manera facil al accionar el pomo revelando una habitación humilde pero amplia con una cama grande a uno de los lados y una bañera doble al otro. Caoimhe sonrió de manera acusadora. Ahí es donde las bañeras dobles habían ido... Alejó su pensamiento de aquel lugar y con un último esfuerzo, pusieron a Zagreus sobre el colchón de la cama.
-AGHH- dijo Caoimhe dejándose caer en el colchón a un lado. - No sè que contenía la poción que les han dado, pero sin algún día quiero dormir durante un terremoto, huracán, incendio o el mismísimo fin del mundo.... recuérdame que les pida una.- añadió.
Echó un vistazo al orden aparente de aquella habitación. Sin duda quizás hubiese explorado de manera más concienzuda si ambos estuviesen en otro contexto. Pero no había mucho tiempo para todo aquello. Se levantó y caminó de manera errática hasta la bañera que aún denotaba la humedad de haber sido usada quizás horas antes.
-Mmmmm se me ocurre que quizás podríamos pintar una imagen mental completa en su cabeza.- dijo. Se giró de espaldas a Cohen y desabrochó de manera sutil su corset hasta liberarlo. Una vez lo hubo apartado de su cuerpo, aún cubierta por su vestido, lo dejó de manera grácil sobre el borde de la bañera: La mitad de las cuerdas púrpuras esparcidas por el agua y el resto fuera.
Sin duda el cuidado es un factor poco común en una situación de pasión. Tampoco quería que pareciese muy trucado. Se quitó uno de sus pendientes de amatista y lo dejó caer de manera descuidada sobre el piso. Acto seguido desordenó las sábanas a ambos lados de Zagreus dando por concluidas sus acciones allí.
-Te dejo la tediosa tarea de quizás... adecentarlo para que piense que ha pasado una noche divertida- dijo Caoimhe- Yo se... se te va a hacer difícil. No parece que haya tenido una de esas en su vida.- añadió
Salió de la habitación con aire divertido. Se quitó e otro pendiente deshaciéndolo del aplique y dejando la amatista como simple abalorio que colgar.Cuando llegó a la recepción Escarlata se asombró al verla de vuelta.
-Mi compañero bajará enseguida- dijo- Creo que entonces podrías cerrar la numero 16 por fuera... Creo que a Zagreus le gustaría descansar- añadió y le acercó el pendiente que ahora no era más que un colgante a modo de ofrenda- Gracias por tu ayuda...Estoy segura de que después de sus peripecias de esta noche no le vendría mal algo casero de almuerzo mañana. Ya sabes... algo cocinado con amor y esmero.- le dejó algunos aeros y los ojos de la chica se iluminaron- creo que con esto te alcanzará para comprar carne de calidad media...No la cocines mucho. Le gusta la carne poco hecha.
Escarlata hizo una leve inclinación de cabeza. Mientras se quitaba la cadena de plata que llevaba colgada e introducía la amatista en la misma para después posicionarla sobre su cuello, ilusionada.
-Así haré - dijo mientras Caoimhe desaparecía por la puerta. No había nada que llegase más al corazón de un hombre que una buena comida. Con suerte, Zagreus apreciaba la de Escarlata.
Esperó a Cohen fuera, sus ojos sobre las tres figuras que aún los observaban.
Caoimhe
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Sus pensamientos le llevaron hasta aquella posada y Cohen volvió a la realidad. No estaba siendo comunicador ni la mejor compañía, pero en aquellas circunstancias, le daba igual. Sólo tenían que dejar a Zagreus allí y retirarse a su casa para poner las ideas en orden.
El vampiro siguió la iniciativa de Caoimhe, que parecía tener la mente más despejada para elaborar un plan. A Cohen le preocupaba especialmente que Zagreus fuera en su búsqueda para intentar llenar los vacíos que tendría en su memoria. Tendría que encontrar la forma de llevar sus sospechas hacia otro, pero… ¿hacia quién?
Tras bañarle en alcohol por sugerencia de Caoimhe, con la presencia de dos centinelas del Ojo sobre un cercano tejado, comenzaron a cargar el musculado cuerpo de Zagreus al interior.
La verdad era que la masa muscular de su amigo pesaba y a duras penas, Cohen logró llevarle hasta la habitación que él ocupaba.
―Se me ocurre que quizás podríamos pintar una imagen mental completa en su cabeza― reveló su compañera, pensando cómo él, mientras el vampiro asentía.
Cohen observó cómo Caoimhe iniciaba un plan. Un plan sobre una amante femenina. Colocó su propio corset en la habitación y dejó un pendiente femenino a modo de pista. La idea era buena. Quizás funcionase, pero no estaba del todo convencido.
―Te dejo la tediosa tarea de quizás... adecentarlo para que piense que ha pasado una noche divertida- dijo Caoimhe- Yo se... se te va a hacer difícil. No parece que haya tenido una de esas en su vida…
Cohen se quedó a solas en la habitación con el cuerpo inconsciente de Zagreus. Comenzó a desvestir la parte superior de su torso. La verdad era que su amigo era un hombre musculoso y apuesto y sinceramente, en otras circunstancias, se hubiera percatado de más detalles de su cuerpo, si no fuera porque su vista fue directamente hacia uno de sus brazos.
En algún momento de la noche, Zagreus había usado su propia magia de sangre para tener un recordatorio temporal de su visita por la sede de El Ojo.
¿Cuándo lo había hecho? ¿Cuándo lo obligaron a beber el elixir del olvido?
La verdad era que eso no importaba, pues era una pista de lo más sugerente. ¿Cómo podía reconducir esa pista lo más lejos posible de él? ¿A quién conocía Zagreus en aquella ciudad al que Cohen le podría echar las culpas?
El vampiro siguió desvistiendo a su amigo, intentando dar la mejor impresión posible de que, de alguna forma, había tenido algún encuentro íntimo… pero desconocía qué patrones seguía Zag en asuntos sexuales.
Tras dejarlo con las prendas mínimas necesarias y tras asombrarse del tamaño del bulto de aquel bribón, el vampiro sólo repasaba nombres en su cabeza.
Las únicas personas con las que había coincidido con Zag en la ciudad, que él recordaba, eran Peter, Isabella, Billy e Itzamaray.
Peter se encontraba en las mismas circunstancias que Zag por lo que no debían encontrarse y darse cuenta que ninguno recordaba aquella noche. Isabella quedaba descartada porque no podía alejarse de la Rosanera. Billy se encontraba oculto porque ya tenía a varios enemigos que le buscaban para matarle. Y nada sabía de Itzamaray…
Tiene que haber alguien más. Joder, piensa…
Mientras bajaba las escaleras, la imagen de una mujer apareció en su mente. Cohen sonrió. Por fin había dado con alguien a quién hacerle cargar con el muerto…
―¿Ya puedo cerrar la habitación?― preguntó la tabernera.
Cohen asintió, dando un par de pasos hacia ella, para comenzar a hablarle en voz baja, susurrante y serena, haciendo que la mujer le prestara toda su atención.
―Seguramente Zagreus no recordará nada de las últimas horas, así que quisiera contarte que le ha pasado. Anoche, vino a buscarle una mujer. Su nombre es Oneca. Ambos salieron de aquí poco después del atardecer, después de que ella le hiciera dibujar un símbolo en su brazo… y cuándo regresó borracho, tú misma le ayudaste a instalarse en su habitación. Nadie le ha traído hasta aquí. No me recordarás ni a mí ni a mi compañera. De hecho, no me has visto en tu vida. Si vuelves a vernos, no nos reconocerás. ¿Está claro? [1]
Tras asentir, Cohen salió de la taberna a paso veloz para reencontrarse con Caoimhe.
Desviar las sospechas hacia Oneca podría ser de lo más útil. Cohen desconfiaba de sus intenciones y aunque compartía con ella algunos aspectos respecto a los soldados humanos, había algo en ella que no le daba buena espina. Quizás eso ayudara a que Zagreus pusiera distancia con ella si sus caminos se volvían a encontrar.
Una vez en el exterior, Cohen se reencontró con Caoimhe. El carro había desaparecido, aunque en los tejados, las figuras parecían continuar observándoles.
―He visto más de lo que esperaba... ―exclamó el vampiro haciendo clara alusión al dibujo de El Ojo en el brazo de Zagreus, aunque Caoimhe parecía tomarlo en otro sentido, por lo que Cohen añadió― Buena mercancía, sí...
A pesar que Cohen había ingresado en el Ojo, no iba a permitir que la temeridad de su amigo le pusiera en peligro, por lo que no comentaría con nadie la presencia de aquel símbolo en su piel. Sólo esperaba que aquella intriga no le explotara en la cara tarde o temprano.
―Deberíamos irnos ya. No vaya a ser que a alguien se le ocurra darnos otra misión. Ya hemos tenido bastante por hoy y el amanecer está más cerca de lo que parece... ¿tienes dónde pasar el periodo diurno?
La verdad era que el vampiro conocía muy poco a Caoimhe aún... su desconfianza aún continuaba. No sabía dónde se hospedaba, ni cual era su verdadera relación con Vitto. Si había aparecido en su vida por casualidad o por causalidad. Debía conocer un poco más a la vampiresa.
[1] Uso de mi habilidad Luz de Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real. Segundo turno.
El vampiro siguió la iniciativa de Caoimhe, que parecía tener la mente más despejada para elaborar un plan. A Cohen le preocupaba especialmente que Zagreus fuera en su búsqueda para intentar llenar los vacíos que tendría en su memoria. Tendría que encontrar la forma de llevar sus sospechas hacia otro, pero… ¿hacia quién?
Tras bañarle en alcohol por sugerencia de Caoimhe, con la presencia de dos centinelas del Ojo sobre un cercano tejado, comenzaron a cargar el musculado cuerpo de Zagreus al interior.
La verdad era que la masa muscular de su amigo pesaba y a duras penas, Cohen logró llevarle hasta la habitación que él ocupaba.
―Se me ocurre que quizás podríamos pintar una imagen mental completa en su cabeza― reveló su compañera, pensando cómo él, mientras el vampiro asentía.
Cohen observó cómo Caoimhe iniciaba un plan. Un plan sobre una amante femenina. Colocó su propio corset en la habitación y dejó un pendiente femenino a modo de pista. La idea era buena. Quizás funcionase, pero no estaba del todo convencido.
―Te dejo la tediosa tarea de quizás... adecentarlo para que piense que ha pasado una noche divertida- dijo Caoimhe- Yo se... se te va a hacer difícil. No parece que haya tenido una de esas en su vida…
Cohen se quedó a solas en la habitación con el cuerpo inconsciente de Zagreus. Comenzó a desvestir la parte superior de su torso. La verdad era que su amigo era un hombre musculoso y apuesto y sinceramente, en otras circunstancias, se hubiera percatado de más detalles de su cuerpo, si no fuera porque su vista fue directamente hacia uno de sus brazos.
En algún momento de la noche, Zagreus había usado su propia magia de sangre para tener un recordatorio temporal de su visita por la sede de El Ojo.
¿Cuándo lo había hecho? ¿Cuándo lo obligaron a beber el elixir del olvido?
La verdad era que eso no importaba, pues era una pista de lo más sugerente. ¿Cómo podía reconducir esa pista lo más lejos posible de él? ¿A quién conocía Zagreus en aquella ciudad al que Cohen le podría echar las culpas?
El vampiro siguió desvistiendo a su amigo, intentando dar la mejor impresión posible de que, de alguna forma, había tenido algún encuentro íntimo… pero desconocía qué patrones seguía Zag en asuntos sexuales.
Tras dejarlo con las prendas mínimas necesarias y tras asombrarse del tamaño del bulto de aquel bribón, el vampiro sólo repasaba nombres en su cabeza.
Las únicas personas con las que había coincidido con Zag en la ciudad, que él recordaba, eran Peter, Isabella, Billy e Itzamaray.
Peter se encontraba en las mismas circunstancias que Zag por lo que no debían encontrarse y darse cuenta que ninguno recordaba aquella noche. Isabella quedaba descartada porque no podía alejarse de la Rosanera. Billy se encontraba oculto porque ya tenía a varios enemigos que le buscaban para matarle. Y nada sabía de Itzamaray…
Tiene que haber alguien más. Joder, piensa…
Mientras bajaba las escaleras, la imagen de una mujer apareció en su mente. Cohen sonrió. Por fin había dado con alguien a quién hacerle cargar con el muerto…
―¿Ya puedo cerrar la habitación?― preguntó la tabernera.
Cohen asintió, dando un par de pasos hacia ella, para comenzar a hablarle en voz baja, susurrante y serena, haciendo que la mujer le prestara toda su atención.
―Seguramente Zagreus no recordará nada de las últimas horas, así que quisiera contarte que le ha pasado. Anoche, vino a buscarle una mujer. Su nombre es Oneca. Ambos salieron de aquí poco después del atardecer, después de que ella le hiciera dibujar un símbolo en su brazo… y cuándo regresó borracho, tú misma le ayudaste a instalarse en su habitación. Nadie le ha traído hasta aquí. No me recordarás ni a mí ni a mi compañera. De hecho, no me has visto en tu vida. Si vuelves a vernos, no nos reconocerás. ¿Está claro? [1]
Tras asentir, Cohen salió de la taberna a paso veloz para reencontrarse con Caoimhe.
Desviar las sospechas hacia Oneca podría ser de lo más útil. Cohen desconfiaba de sus intenciones y aunque compartía con ella algunos aspectos respecto a los soldados humanos, había algo en ella que no le daba buena espina. Quizás eso ayudara a que Zagreus pusiera distancia con ella si sus caminos se volvían a encontrar.
Una vez en el exterior, Cohen se reencontró con Caoimhe. El carro había desaparecido, aunque en los tejados, las figuras parecían continuar observándoles.
―He visto más de lo que esperaba... ―exclamó el vampiro haciendo clara alusión al dibujo de El Ojo en el brazo de Zagreus, aunque Caoimhe parecía tomarlo en otro sentido, por lo que Cohen añadió― Buena mercancía, sí...
A pesar que Cohen había ingresado en el Ojo, no iba a permitir que la temeridad de su amigo le pusiera en peligro, por lo que no comentaría con nadie la presencia de aquel símbolo en su piel. Sólo esperaba que aquella intriga no le explotara en la cara tarde o temprano.
―Deberíamos irnos ya. No vaya a ser que a alguien se le ocurra darnos otra misión. Ya hemos tenido bastante por hoy y el amanecer está más cerca de lo que parece... ¿tienes dónde pasar el periodo diurno?
La verdad era que el vampiro conocía muy poco a Caoimhe aún... su desconfianza aún continuaba. No sabía dónde se hospedaba, ni cual era su verdadera relación con Vitto. Si había aparecido en su vida por casualidad o por causalidad. Debía conocer un poco más a la vampiresa.
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[1] Uso de mi habilidad Luz de Gas [Mágica, 1 uso de 2 turnos]:
Cohen utiliza un tono de voz tranquilo y sereno, centrando su atención en una o dos personas, motivando que éstas den por ciertas sus palabras, pudiendo incluso inducirlas a recordar hechos que éstas han vivido de forma diferente a la real. Segundo turno.
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Los integrantes del ojo sin duda no se andaban con rodeos.
Las nubes que ahora se posaban sobre el cielo de Sacrestic no se habían llevado tan solo las pocas estrellas que iluminaban la noche, sino que también parecían haber hecho desaparecer el carromato que ambos habían estado moviendo durante toda la noche. Caoimhe avanzó unos pasos por el camino que habían seguido y le fascinó encontrar que no había rastro alguno de las ruedas que hacía unos minutos habían estado marcando en el barro humedecido de la capital el camino serpenteante de ambas figuras y el caballo.
Miró a su alrededor antes de escuchar pasos conocidos tras ella misma: No había rastro alguno de las figuras que se habían estado asegurando de que ambos realizasen el trabajo sucio del ojo en ningún sitio en los alrededores. Se habían esfumado.
Por unos segundos Caoimhe se preguntó si ella misma también había soñado todo aquello: Posiblemente producto del cansancio y el nerviosismo que le había dejado la noche. Pero Cohen se apresuró a recordarle que aquello no había sido un sueño.
El hombre salió de la posada con aire confiado, seguro y casi divertido. La vampiresa no estaba muy segura de si se había percatado aún que ambos parecían ser libres al menos por lo que quedaba de noche del yugo del ojo. En su lugar, Cohen realizó una descripción parcialmente detallada de los atributos de Zagreus. Caoimhe abrió un poco los ojos y carraspeó algo enrojecida intentando apartar de su cabeza una imagen mental explícita.
Se alegró que el tema de conversación se apartase del vampiro al que habían dejado en la habitación de la posada y la realidad de la pregunta alcanzó su mente: Lo cierto es que la posada de la luna era su segunda opción donde pasar el día. La primera, y teniendo en cuenta que no había planeado alojarse en Sacrestic más de dos noches estaba un poco fuera de su alcance ahora mismo, por lo que la prestamista encontró aquella pregunta algo complicada de contestar.
-Mmm no exactamente- dijo de manera sorprendentemente sincera- Pero tengo contactos no muy lejos de la ciudad en si, y aún quedan algunas horas hasta que el sol vuelva a alzarse. Me disponía de hecho a..
Una figura oscura apareció de la nada, interrumpiendo la frase. Llevaba un atuendo oscuro con un sombrero que tapaba su cara de manera parcial. Su paso apresurado tomó por sorpresa a ambos, Caoimhe y Cohen y el individuo chocó de manera inesperada con la vampiresa haciendo que su cuerpo menudo se tambalease y se tuviese que agarrar a Cohen para no acabar en el suelo.
Tras esto, la figura habló pidiendo perdón de manera algo despreocupado mientras seguía caminando. Caoimhe captó parte de unos ojos ámbar que la observaron de manera directa a la par que avanzaban. Abrió la boca algo molesta para contestar una frase en la que se quejaba del descuido de los pasos pero la mirada inquisitiva del hombre la dejó algo enmudecida.
Cuando se recompuso notó algo frío contra su piel a un lado de su cuello, oculto entre su propia capa de viaje. Llevó su mano ahī donde el cuerpo del hombre había chocado con ella y le sorprendió notar la textura rugosa de un pergamino pegado de manera pacial a la piel de su cuello.
Lo agarró buscando con la mirada al hombre que parecía haberse desvanecido como el carromato y los guardias del ojo y al no encontrarlo dirigió su mirada al papel que había dejado tras de si el hombre:
No era la primera vez que veía aquel símbolo.
Tampoco sabía que sus colmillos necesitasen ser afilados de cuando en cuando.Pero justo aquello era lo que agudizó sus sentidos. ¿Quienes otros que vampiros entenderían que no necesitaban afilar sus colmillos cada cierto tiempo?
En las manos equivocadas, aquel papel era solo un reclamo de un negocio posiblemente buscando clientes en una ciudad que ciertamente tenía una población particular de vampiros. En las manos adecuadas, en el momento idóneo aquella propaganda era la promesa de algo específico que iba a pasar en la entrada central de los pasadizos secretos vampiros a las 3 am.
La vampiresa se preguntó si aquello tenía algo que ver con los continuos rumores de alzamiento que había estado escuchando a modo de murmullos aquí y allá durante las últimas semanas. Incluso el propio Vrykolakas había insinuado en su último encuentro que mantuviese sus ojos abiertos y los colmillos preparados. Quizás el sabía algo que ella no.
Y no le gustaba no saber.
-Mmmmm Creo que buscar un sitio donde hospedarme se acaba de convertir en mi segunda prioridad de la noche- dijo a Cohen.
No esperaba que la siguiese, de hecho, ella misma no sabía lo que iba a encontrarse al llegar al lugar exacto en aquel papel. Pero debía aprovechar al máximo su estancia en Sacrestic. Una nunca sabía cuando iba a usar según qué información a su favor.
Avanzó unos pasos y esperó la reacción de Cohen para saber si debía despedirse, o esperarlo.
Las nubes que ahora se posaban sobre el cielo de Sacrestic no se habían llevado tan solo las pocas estrellas que iluminaban la noche, sino que también parecían haber hecho desaparecer el carromato que ambos habían estado moviendo durante toda la noche. Caoimhe avanzó unos pasos por el camino que habían seguido y le fascinó encontrar que no había rastro alguno de las ruedas que hacía unos minutos habían estado marcando en el barro humedecido de la capital el camino serpenteante de ambas figuras y el caballo.
Miró a su alrededor antes de escuchar pasos conocidos tras ella misma: No había rastro alguno de las figuras que se habían estado asegurando de que ambos realizasen el trabajo sucio del ojo en ningún sitio en los alrededores. Se habían esfumado.
Por unos segundos Caoimhe se preguntó si ella misma también había soñado todo aquello: Posiblemente producto del cansancio y el nerviosismo que le había dejado la noche. Pero Cohen se apresuró a recordarle que aquello no había sido un sueño.
El hombre salió de la posada con aire confiado, seguro y casi divertido. La vampiresa no estaba muy segura de si se había percatado aún que ambos parecían ser libres al menos por lo que quedaba de noche del yugo del ojo. En su lugar, Cohen realizó una descripción parcialmente detallada de los atributos de Zagreus. Caoimhe abrió un poco los ojos y carraspeó algo enrojecida intentando apartar de su cabeza una imagen mental explícita.
Se alegró que el tema de conversación se apartase del vampiro al que habían dejado en la habitación de la posada y la realidad de la pregunta alcanzó su mente: Lo cierto es que la posada de la luna era su segunda opción donde pasar el día. La primera, y teniendo en cuenta que no había planeado alojarse en Sacrestic más de dos noches estaba un poco fuera de su alcance ahora mismo, por lo que la prestamista encontró aquella pregunta algo complicada de contestar.
-Mmm no exactamente- dijo de manera sorprendentemente sincera- Pero tengo contactos no muy lejos de la ciudad en si, y aún quedan algunas horas hasta que el sol vuelva a alzarse. Me disponía de hecho a..
Una figura oscura apareció de la nada, interrumpiendo la frase. Llevaba un atuendo oscuro con un sombrero que tapaba su cara de manera parcial. Su paso apresurado tomó por sorpresa a ambos, Caoimhe y Cohen y el individuo chocó de manera inesperada con la vampiresa haciendo que su cuerpo menudo se tambalease y se tuviese que agarrar a Cohen para no acabar en el suelo.
Tras esto, la figura habló pidiendo perdón de manera algo despreocupado mientras seguía caminando. Caoimhe captó parte de unos ojos ámbar que la observaron de manera directa a la par que avanzaban. Abrió la boca algo molesta para contestar una frase en la que se quejaba del descuido de los pasos pero la mirada inquisitiva del hombre la dejó algo enmudecida.
Cuando se recompuso notó algo frío contra su piel a un lado de su cuello, oculto entre su propia capa de viaje. Llevó su mano ahī donde el cuerpo del hombre había chocado con ella y le sorprendió notar la textura rugosa de un pergamino pegado de manera pacial a la piel de su cuello.
Lo agarró buscando con la mirada al hombre que parecía haberse desvanecido como el carromato y los guardias del ojo y al no encontrarlo dirigió su mirada al papel que había dejado tras de si el hombre:
- propaganda:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
No era la primera vez que veía aquel símbolo.
Tampoco sabía que sus colmillos necesitasen ser afilados de cuando en cuando.Pero justo aquello era lo que agudizó sus sentidos. ¿Quienes otros que vampiros entenderían que no necesitaban afilar sus colmillos cada cierto tiempo?
En las manos equivocadas, aquel papel era solo un reclamo de un negocio posiblemente buscando clientes en una ciudad que ciertamente tenía una población particular de vampiros. En las manos adecuadas, en el momento idóneo aquella propaganda era la promesa de algo específico que iba a pasar en la entrada central de los pasadizos secretos vampiros a las 3 am.
La vampiresa se preguntó si aquello tenía algo que ver con los continuos rumores de alzamiento que había estado escuchando a modo de murmullos aquí y allá durante las últimas semanas. Incluso el propio Vrykolakas había insinuado en su último encuentro que mantuviese sus ojos abiertos y los colmillos preparados. Quizás el sabía algo que ella no.
Y no le gustaba no saber.
-Mmmmm Creo que buscar un sitio donde hospedarme se acaba de convertir en mi segunda prioridad de la noche- dijo a Cohen.
No esperaba que la siguiese, de hecho, ella misma no sabía lo que iba a encontrarse al llegar al lugar exacto en aquel papel. Pero debía aprovechar al máximo su estancia en Sacrestic. Una nunca sabía cuando iba a usar según qué información a su favor.
Avanzó unos pasos y esperó la reacción de Cohen para saber si debía despedirse, o esperarlo.
Caoimhe
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Hablaban con tranquilidad hasta que una persona se topó con ellos. Cohen estuvo a punto de llevar su mano a la daga que colgaba de su cinto. La vigilancia que el Ojo había ejercido sobre ellos le estaba haciendo reaccionar de forma desconfiada. Además, su mente necesitaba descansar y asimilar demasiadas cosas, cómo que Peter finalmente estaba vivo y que él mismo era una copia mágica de otra persona.
Cuándo volvió en sí, Caoimhe tenía un papel en la mano, un panfleto vampírico, con el lugar de una reunión.
―Creo que buscar un sitio donde hospedarme se acaba de convertir en mi segunda prioridad de la noche.
―¿Piensas asistir?
La verdad es que varios grupos de vampiros se mostraban últimamente más radicales con la guardia humana. Cohen era consciente de que su postura en ese conflicto era de lo más contradictoria, aunque la presencia humana había estado en Sacrestic desde sus orígenes.
Miles de familias humanas habían nacido, vivido y muerto en aquella ciudad. Hasta la llegada de la Guardia, todos habían convivido pacíficamente. El hecho de que hubiera cada vez más vampiros radicales que se oponían a la igualdad de razas entre los habitantes de Sacrestic Ville era algo que le preocupaba. Sobretodo, por su íntima relación con Peter.
A pesar de que veía mal que los vampiros radicales desearan la discordia para aquella ciudad, por otro lado comprendía que la Guardia estaba resultando demasiado problemática. Pero en cambio, su presencia en la ciudad estaba directamente relacionada con la acción de los vampiros radicales que habían intentado conquistar Lunargenta unos años atrás. Eran dos bandos igualmente odiosos, aunque Cohen tuviera ideas en común con ambos.
―Creo que te acompañaré. No me tengo que desviar demasiado.― dijo, a pesar que debía de desviarse bastante.
Caoimhe parecía saber dónde se dirigía, por lo que Cohen se limitó a seguir sus pasos. La verdad era que la compañía de la vampiresa le había resultado agradable, pese a la desconfianza de haberse conocido en aquellas inusuales circunstancias. Además, ahora compartían un secreto, ser miembros de una sociedad secreta. Pero Cohen dudaba si aquello era una de esas cosas que unían más a las personas o si en cambio, las alejaba.
El lugar indicado parecía una sala. Una casa normal en una de las callejuelas de la ciudad, aunque la verdad era que el vampiro encontró allí a más gente de la que esperaba. El interior no parecía gran cosa. Fue entonces cuándo se percató de que el lugar contaba con unas escaleras que descendían y parecían sumergirse en el interior de la tierra. Los túneles secretos de El Ojo Carmesí acudieron a su memoria. Y Cohen se preguntó cuántos cómo aquellos habría en toda la ciudad.
―¿Bajamos?
A medida que bajaban las escaleras, los vampiros allí congregados aumentaban. La sala subterránea era amplia, de gruesas paredes, pero lo que más sorprendió a Cohen fue la presencia de varias puertas en éstas. Cómo si aquel lugar fuera el inicio de un lugar laberíntico subterráneo que hasta ahora desconocía.
Cuándo volvió en sí, Caoimhe tenía un papel en la mano, un panfleto vampírico, con el lugar de una reunión.
―Creo que buscar un sitio donde hospedarme se acaba de convertir en mi segunda prioridad de la noche.
―¿Piensas asistir?
La verdad es que varios grupos de vampiros se mostraban últimamente más radicales con la guardia humana. Cohen era consciente de que su postura en ese conflicto era de lo más contradictoria, aunque la presencia humana había estado en Sacrestic desde sus orígenes.
Miles de familias humanas habían nacido, vivido y muerto en aquella ciudad. Hasta la llegada de la Guardia, todos habían convivido pacíficamente. El hecho de que hubiera cada vez más vampiros radicales que se oponían a la igualdad de razas entre los habitantes de Sacrestic Ville era algo que le preocupaba. Sobretodo, por su íntima relación con Peter.
A pesar de que veía mal que los vampiros radicales desearan la discordia para aquella ciudad, por otro lado comprendía que la Guardia estaba resultando demasiado problemática. Pero en cambio, su presencia en la ciudad estaba directamente relacionada con la acción de los vampiros radicales que habían intentado conquistar Lunargenta unos años atrás. Eran dos bandos igualmente odiosos, aunque Cohen tuviera ideas en común con ambos.
―Creo que te acompañaré. No me tengo que desviar demasiado.― dijo, a pesar que debía de desviarse bastante.
Caoimhe parecía saber dónde se dirigía, por lo que Cohen se limitó a seguir sus pasos. La verdad era que la compañía de la vampiresa le había resultado agradable, pese a la desconfianza de haberse conocido en aquellas inusuales circunstancias. Además, ahora compartían un secreto, ser miembros de una sociedad secreta. Pero Cohen dudaba si aquello era una de esas cosas que unían más a las personas o si en cambio, las alejaba.
El lugar indicado parecía una sala. Una casa normal en una de las callejuelas de la ciudad, aunque la verdad era que el vampiro encontró allí a más gente de la que esperaba. El interior no parecía gran cosa. Fue entonces cuándo se percató de que el lugar contaba con unas escaleras que descendían y parecían sumergirse en el interior de la tierra. Los túneles secretos de El Ojo Carmesí acudieron a su memoria. Y Cohen se preguntó cuántos cómo aquellos habría en toda la ciudad.
―¿Bajamos?
A medida que bajaban las escaleras, los vampiros allí congregados aumentaban. La sala subterránea era amplia, de gruesas paredes, pero lo que más sorprendió a Cohen fue la presencia de varias puertas en éstas. Cómo si aquel lugar fuera el inicio de un lugar laberíntico subterráneo que hasta ahora desconocía.
Cohen
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
A Caoimhe le sorprendió entender que Cohen había decidido unirse a su repentina invitación improvisada. No hablaron mucho durante el camino hasta el lugar indicado. La adrenalina de aquello que iban a encontrar en los callejones bajo sus pies hacía que la vampiresa permaneciese también silenciosa.
El barrio oscuro siguió a los edificios fácilmente reconocibles del centro de Sacrestic. Las indicaciones eran claras si eras lo suficientemente afortunado como para entender el contexto. Por supuesto sus muchos tratos con vampiros de Sacrestic venían parejos a todo aquello que se cocía en la ciudad. Hasta ahora había evitado pisar la ciudad vampira a no ser que fuerzas mayores la empujasen a perderse entre sus calles: No era la oscuridad de la ciudad lo que la entristecía, sino el recuerdo allí donde giraba en cada recoveco de aquello que había sido construido con una función y ahora tan solo era recuerdo.
Ambos Cohen y ella se adentraron hacia los tuneles por la entrada principal, como sugería el panfleto en su bolsillo. La clave exacta que componía el sonido en los adoquines precisos de una pared enmohecida les dio entrada libre al corazón verdadero de la ciudad. Dos figuras encapuchadas los miraron sopesando de qué tipo de individuos se trataban antes de hacerse a un lado dejando ver la entrada real al lugar donde se dirigían.
Sacrestic no era tan solo aquello que saltaba a la vista la sangre, venas y arterias de la ciudad se encontraban bajo los pasos de aquellos humanos que se vanagloriaban de haberla hecho suya.
Los pasadizos estaban excavados con la precisión de aquellos que tenían un punto exacto en el centro. La piedra a sus alrededores estaban curtidas con runas y jeroglíficos camuflados en imágenes de tradición simple: La recogida de la cosecha, el primer solsticio, la fábula del enjaule del sol y otras tradiciones populares, sin duda un engañabobos que camuflase el verdadero objetivo de aquellos túneles en el remoto escenario en el que un humano encontrase la entrada exacta a aquellos túneles.
Caminaron durante algunos minutos, girando aquí y allá de una manera precisa y esquivando pasadizos que no se vinculaban con el que buscaban. A medida que se acercaban el silencio se vio interrumpido por voces graves y claras que en ocasiones se perdían indicando susurros.
Una multitud apareció de la nada en el último giro de sus andaduras. Un conjunto de hombres y mujeres con la palidez intensa que los diferenciaba de los humanos rodeaba a varias cajas de madera que habían improvisado un escenario.
La mayor parte de los vampiros que allí se acumulaban tenían la expresión confusa de creer que estaban haciendo algo más: Caoimhe entendió que de hecho la presencia en Sacrestic de los humanos estaba tan sumamente enquistada en la tradición de sus homónimos que el simple hecho de reunirse sin una orden expresa de la guardia ( Como era la normal en el sacrestic fuera de aquellos callejones) causaba incertidumbre a muchos.
Lo cierto es que además del mercado de la sangre, Caoimhe no se había visto nunca rodeada de tantos vampiros y comprendió con un simple vistazo que definir a aquella raza como una sola era un tremendo error. Incluso allí, unidos en la seguridad de que estaban en su ambiente, las diferencias entre vampiros era tangible.
A un lado, un grupo de hombres y mujeres habían adoptado un modo de vestir que uno podía calificar como 'estilo peninsular' Las armaduras, armas y metal siendo el principal aspecto que los diferenciaba del resto. La vampiresa imaginó que aquellos eran los vampiros que tras la caida de Sacrestic habían decidido mudarse a Lunargenta. La mayoría de ellos, si sus fuentes no le fallaban, habían optado por una vida basada en el vasallaje a reyes que no eran los suyos. Aprendido a usar las armas y dedicado sus habilidades a la milicia. O incluso al pago a cambio de misiones relacionadas con aquello que no podían hacer los humanos en sus horas de sueño. La expresión de estos ante las palabras del que parecía el cabecilla de aquella reunión permanecía solemne. Poco interesada e incluso... cauta.
La gran mayoría de la sala la componían vampiros que habitaban en sacrestic y los alrededores. Caoimhe lo supo por el acento reforzado de sus conversaciones con un tono casi esdrújulo de todas las palabras que pronunciaban. Sin duda estos eran los más vocales pues continuaban animando a aquel que parecía el portavoz y que, como ellos esdrujilizaba todas las palabras.
Finalmente, en mucho menor nùmero, aquí y allá se veía a vampiros vestidos con los ropajes toscos del norte y las pieles oscuras de escama de dragón que tan común se habían convertido en aquella zona. Estos últimos escuchaban la voz del hombre en el centro con interés y Caoimhe escuchó de manera fugaz algún que otro gruñido indicativo que aquellos vampiros estaban usando el lenguaje común mezclado con dracónico. Aquello le pareció cuanto menos interesante.
A su lado no sabía descrifrar la expresión de Cohen. Su compañero como ella escuchaba con atención las palabras del hombre fornido en el centro de la sala.
-.... dejarlos hacer? Ha pasado el tiempo suficiente como para que las promesas que se nos hizo cuando tomaron la ciudad se cumplan. Estamos siendo forzados a ser habitantes de segunda clase en nuestro propio hogar.. ¿Cuánto más vamos a tener que dejar ir por una guerra que ninguno de nosotros secundó? ¿Hasta cuando van los humanos a usarnos como poco más que esclavos para aquello que determinan poco ortodoxo y por lo tanto no digno de realizar ellos mismos?- Dijo esto mirando directamente al grupo de vampiros apartados del resto- ¿Son mejores esos metales que portáis que nuestros propios dientes?¿Acaso Creéis que nuestros antepasados arriesgaron sus vidas y bebieron la sangre de Habhak tan solo para que acabásemos justo en el mismo lugar en el que ellos iniciaron su andadura?
-¡Khoia!- Grito uno de lo vampiros de Sacrestic, vitoreando a aquel hombre y animándolo a seguir hablando
-Ya hemos esperado demasiado. ¡Hemos permanecido en silencio el tiempo suficiente como para entender que esta ciudad nos pertenece por derecho y que la presencia de esos humanos mancilla todo aquello que construimos con el sudor y esfuerzo de los que vinieron antes que nosotros!
-Mi creador no donó su sangre a mas de 20 personas para que ahora su legado se vea coartado por humanos débiles e insensatos!
-En los últimos dos meses he tenido que pagar 50 aeros en multas...Tan solo por liberar mi naturaleza... ¿Acaso a ellos se les multa por matar a los puercos y vacas y cocinarlos? Estoy en mi ciudad! Debería poder comer donde quisiese.
-¡Khoia, Khoia!- vitorearon otros.
-Sin duda las ultimas normas sobre el alimento riguroso en el perimetro 3 y 4 de la ciudad ha supuesto un nuevo aliciente a la necesidad de alzarnos... ¡y por suerte no estamos solos!- continuó el hombre- Contamos con la bendición de Habhak... y como enviada de nuestro Dios, estoy segura que Óneca nos guiará hasta lo que nos pertenece.
Caoimhe miró a Cohen, aún asimilando lo que acababa de oir. Varios vampiros se agruparon aquí y allá comentando lo que acababan de oír.Caoimhe se preguntaba que pensaba Cohen de todo aquello. Se acercó a el y dijo.
-Ese hombre habla como si supiese algo que el resto no sabe. ¿Tu que crees? ¿Piensas que acabamos de presenciar algo que nos va a traer consecuencias?
El barrio oscuro siguió a los edificios fácilmente reconocibles del centro de Sacrestic. Las indicaciones eran claras si eras lo suficientemente afortunado como para entender el contexto. Por supuesto sus muchos tratos con vampiros de Sacrestic venían parejos a todo aquello que se cocía en la ciudad. Hasta ahora había evitado pisar la ciudad vampira a no ser que fuerzas mayores la empujasen a perderse entre sus calles: No era la oscuridad de la ciudad lo que la entristecía, sino el recuerdo allí donde giraba en cada recoveco de aquello que había sido construido con una función y ahora tan solo era recuerdo.
Ambos Cohen y ella se adentraron hacia los tuneles por la entrada principal, como sugería el panfleto en su bolsillo. La clave exacta que componía el sonido en los adoquines precisos de una pared enmohecida les dio entrada libre al corazón verdadero de la ciudad. Dos figuras encapuchadas los miraron sopesando de qué tipo de individuos se trataban antes de hacerse a un lado dejando ver la entrada real al lugar donde se dirigían.
Sacrestic no era tan solo aquello que saltaba a la vista la sangre, venas y arterias de la ciudad se encontraban bajo los pasos de aquellos humanos que se vanagloriaban de haberla hecho suya.
Los pasadizos estaban excavados con la precisión de aquellos que tenían un punto exacto en el centro. La piedra a sus alrededores estaban curtidas con runas y jeroglíficos camuflados en imágenes de tradición simple: La recogida de la cosecha, el primer solsticio, la fábula del enjaule del sol y otras tradiciones populares, sin duda un engañabobos que camuflase el verdadero objetivo de aquellos túneles en el remoto escenario en el que un humano encontrase la entrada exacta a aquellos túneles.
Caminaron durante algunos minutos, girando aquí y allá de una manera precisa y esquivando pasadizos que no se vinculaban con el que buscaban. A medida que se acercaban el silencio se vio interrumpido por voces graves y claras que en ocasiones se perdían indicando susurros.
Una multitud apareció de la nada en el último giro de sus andaduras. Un conjunto de hombres y mujeres con la palidez intensa que los diferenciaba de los humanos rodeaba a varias cajas de madera que habían improvisado un escenario.
La mayor parte de los vampiros que allí se acumulaban tenían la expresión confusa de creer que estaban haciendo algo más: Caoimhe entendió que de hecho la presencia en Sacrestic de los humanos estaba tan sumamente enquistada en la tradición de sus homónimos que el simple hecho de reunirse sin una orden expresa de la guardia ( Como era la normal en el sacrestic fuera de aquellos callejones) causaba incertidumbre a muchos.
Lo cierto es que además del mercado de la sangre, Caoimhe no se había visto nunca rodeada de tantos vampiros y comprendió con un simple vistazo que definir a aquella raza como una sola era un tremendo error. Incluso allí, unidos en la seguridad de que estaban en su ambiente, las diferencias entre vampiros era tangible.
A un lado, un grupo de hombres y mujeres habían adoptado un modo de vestir que uno podía calificar como 'estilo peninsular' Las armaduras, armas y metal siendo el principal aspecto que los diferenciaba del resto. La vampiresa imaginó que aquellos eran los vampiros que tras la caida de Sacrestic habían decidido mudarse a Lunargenta. La mayoría de ellos, si sus fuentes no le fallaban, habían optado por una vida basada en el vasallaje a reyes que no eran los suyos. Aprendido a usar las armas y dedicado sus habilidades a la milicia. O incluso al pago a cambio de misiones relacionadas con aquello que no podían hacer los humanos en sus horas de sueño. La expresión de estos ante las palabras del que parecía el cabecilla de aquella reunión permanecía solemne. Poco interesada e incluso... cauta.
La gran mayoría de la sala la componían vampiros que habitaban en sacrestic y los alrededores. Caoimhe lo supo por el acento reforzado de sus conversaciones con un tono casi esdrújulo de todas las palabras que pronunciaban. Sin duda estos eran los más vocales pues continuaban animando a aquel que parecía el portavoz y que, como ellos esdrujilizaba todas las palabras.
Finalmente, en mucho menor nùmero, aquí y allá se veía a vampiros vestidos con los ropajes toscos del norte y las pieles oscuras de escama de dragón que tan común se habían convertido en aquella zona. Estos últimos escuchaban la voz del hombre en el centro con interés y Caoimhe escuchó de manera fugaz algún que otro gruñido indicativo que aquellos vampiros estaban usando el lenguaje común mezclado con dracónico. Aquello le pareció cuanto menos interesante.
A su lado no sabía descrifrar la expresión de Cohen. Su compañero como ella escuchaba con atención las palabras del hombre fornido en el centro de la sala.
-.... dejarlos hacer? Ha pasado el tiempo suficiente como para que las promesas que se nos hizo cuando tomaron la ciudad se cumplan. Estamos siendo forzados a ser habitantes de segunda clase en nuestro propio hogar.. ¿Cuánto más vamos a tener que dejar ir por una guerra que ninguno de nosotros secundó? ¿Hasta cuando van los humanos a usarnos como poco más que esclavos para aquello que determinan poco ortodoxo y por lo tanto no digno de realizar ellos mismos?- Dijo esto mirando directamente al grupo de vampiros apartados del resto- ¿Son mejores esos metales que portáis que nuestros propios dientes?¿Acaso Creéis que nuestros antepasados arriesgaron sus vidas y bebieron la sangre de Habhak tan solo para que acabásemos justo en el mismo lugar en el que ellos iniciaron su andadura?
-¡Khoia!- Grito uno de lo vampiros de Sacrestic, vitoreando a aquel hombre y animándolo a seguir hablando
-Ya hemos esperado demasiado. ¡Hemos permanecido en silencio el tiempo suficiente como para entender que esta ciudad nos pertenece por derecho y que la presencia de esos humanos mancilla todo aquello que construimos con el sudor y esfuerzo de los que vinieron antes que nosotros!
-Mi creador no donó su sangre a mas de 20 personas para que ahora su legado se vea coartado por humanos débiles e insensatos!
-En los últimos dos meses he tenido que pagar 50 aeros en multas...Tan solo por liberar mi naturaleza... ¿Acaso a ellos se les multa por matar a los puercos y vacas y cocinarlos? Estoy en mi ciudad! Debería poder comer donde quisiese.
-¡Khoia, Khoia!- vitorearon otros.
-Sin duda las ultimas normas sobre el alimento riguroso en el perimetro 3 y 4 de la ciudad ha supuesto un nuevo aliciente a la necesidad de alzarnos... ¡y por suerte no estamos solos!- continuó el hombre- Contamos con la bendición de Habhak... y como enviada de nuestro Dios, estoy segura que Óneca nos guiará hasta lo que nos pertenece.
Caoimhe miró a Cohen, aún asimilando lo que acababa de oir. Varios vampiros se agruparon aquí y allá comentando lo que acababan de oír.Caoimhe se preguntaba que pensaba Cohen de todo aquello. Se acercó a el y dijo.
-Ese hombre habla como si supiese algo que el resto no sabe. ¿Tu que crees? ¿Piensas que acabamos de presenciar algo que nos va a traer consecuencias?
Caoimhe
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Tras recorrer varios pasadizos, llegaron finalmente hasta una sala atestada de gente. Todos ellos parecían ser vampiros, aunque a simple vista, Cohen no podía garantizarlo. La verdad era que todo aquello le sorprendía, pues rara vez los vampiros solían agruparse para charlar temas que consideran importantes.
Cuándo aquel hombre comenzó a hablar, Cohen estuvo de acuerdo con algunos de sus preceptos. Era verdad que en ocasiones, los vampiros se habían sentido ciudadanos de segunda en su propia ciudad… pero afirmar que los humanos trataban como esclavos a los vampiros… eso era exagerar. Si bien era verdad que trataban de imponer sus propias leyes, la Guardia no había demostrado actitudes suficientes para controlar a la población vampira, que había hecho siempre lo que había querido.
Luego, comenzaron a hablar del Dios Vampiro. Cohen no creía en ningún tipo de Dios, no creía en la presencia de ninguna voluntad divina superior a la del ser humano. Le daba igual el Dios Vampiro, que el cristiano, que cualquier puto Dios… Cohen era un hombre de razón, de lógica… no había hechos empíricos que demostraran la existencia de ningún Dios.
Lo que más le extrañó fue que el hombre finalmente nombró a Oneca. Cohen no pudo evitar sonreír: la verdad era que ese pardillo no sabía de lo que hablaba.
En ese momento, Caoimhe le susurró algo y prestó atención a su compañera.
―Ese hombre habla como si supiese algo que el resto no sabe. ¿Tú que crees? ¿Piensas que acabamos de presenciar algo que nos va a traer consecuencias?
―Ese hombre no sabe lo que dice…
―¡Eh! ¡Aquí éste dice que no sabes de lo que hablas!― gritó una mujer vampira que estaba tras ellos y todas las miradas de la sala, por un momento, se centraron en Cohen.
El vampiro sonrió y dio un par de pasos adelante, en dirección a aquel parlanchín.
―Es curioso que nombres a Oneca como la solución a este problema. ¿Acaso no sabes que Oneca ha ido a buscar a los vampiros locos que invadieron Lunargenta hasta las minas del cadalso en el norte? Los trata cómo héroes, como personas a las que se les debe justicia y pretendían liberarlos y traerlos de vuelta a esta ciudad. ¿Cómo se puede estar en contra de lo que hicieron esa panda de kamikazes y a la vez, ver como solución a una mujer que los venera cómo malditos héroes? ¿Acaso sabes lo que estás hablando? Además, se comenta que sacrificó a la mitad de su equipo allí para conseguir sus objetivos, que la mitad no volvieron...
Aquello era una vil falacia, pues Cohen había sido el responsable de la muerte de dos de los miembros de la expedición y Oneca le daba a él por muerto igualmente. Sólo Zagreus sabía que había vuelto con vida desde la expedición del Norte. Aunque estaba seguro de que pronto Oneca sabría de nuevo de su existencia... y ataría cabos...
El orador parecía enfadado por las palabras de Cohen. Dio un par de pasos hasta él, pero fue finalmente un grito el que hizo que se quedara parado a un par de metros de él.
―¿No es ese el que se acuesta con Peter Lannet?
Cohen no logró ver quién había pronunciado esas palabras, aunque reconoció su propia voz en ellas. ¿Acaso Nikolas Cohen el original estaba en algún punto de aquella sala abarrotada? ¿Qué intención tenía en sacar ese tema a la luz en una sala de vampiros enfurecidos?
―Deberías irte de aquí, traidor. Te acuestas con el enemigo.
―¡Ya me marcho, si quieren! Pero si creen que Oneca es la solución a vuestros problemas, no saben de lo que hablan. ¿De quiénes pensáis alimentaros si esos radicales gobiernan esta ciudad? Los humanos huirán de aquí y no quedará ni uno. La ciudad sería más vulnerable que nunca y estaríamos más expuestos que conviviendo entre razas. No quie…
Fue entonces cuándo Cohen recibió el primer golpe, que le hizo caer de espaldas contra el suelo. Sintió el sabor de su propia sangre en el labio inferior para ver cómo un vampiro fuerte, de casi un metro noventa de altura, daba un nuevo paso hasta él.
―¡Que te vayas de aquí, sucia rata!
Cuándo aquel hombre comenzó a hablar, Cohen estuvo de acuerdo con algunos de sus preceptos. Era verdad que en ocasiones, los vampiros se habían sentido ciudadanos de segunda en su propia ciudad… pero afirmar que los humanos trataban como esclavos a los vampiros… eso era exagerar. Si bien era verdad que trataban de imponer sus propias leyes, la Guardia no había demostrado actitudes suficientes para controlar a la población vampira, que había hecho siempre lo que había querido.
Luego, comenzaron a hablar del Dios Vampiro. Cohen no creía en ningún tipo de Dios, no creía en la presencia de ninguna voluntad divina superior a la del ser humano. Le daba igual el Dios Vampiro, que el cristiano, que cualquier puto Dios… Cohen era un hombre de razón, de lógica… no había hechos empíricos que demostraran la existencia de ningún Dios.
Lo que más le extrañó fue que el hombre finalmente nombró a Oneca. Cohen no pudo evitar sonreír: la verdad era que ese pardillo no sabía de lo que hablaba.
En ese momento, Caoimhe le susurró algo y prestó atención a su compañera.
―Ese hombre habla como si supiese algo que el resto no sabe. ¿Tú que crees? ¿Piensas que acabamos de presenciar algo que nos va a traer consecuencias?
―Ese hombre no sabe lo que dice…
―¡Eh! ¡Aquí éste dice que no sabes de lo que hablas!― gritó una mujer vampira que estaba tras ellos y todas las miradas de la sala, por un momento, se centraron en Cohen.
El vampiro sonrió y dio un par de pasos adelante, en dirección a aquel parlanchín.
―Es curioso que nombres a Oneca como la solución a este problema. ¿Acaso no sabes que Oneca ha ido a buscar a los vampiros locos que invadieron Lunargenta hasta las minas del cadalso en el norte? Los trata cómo héroes, como personas a las que se les debe justicia y pretendían liberarlos y traerlos de vuelta a esta ciudad. ¿Cómo se puede estar en contra de lo que hicieron esa panda de kamikazes y a la vez, ver como solución a una mujer que los venera cómo malditos héroes? ¿Acaso sabes lo que estás hablando? Además, se comenta que sacrificó a la mitad de su equipo allí para conseguir sus objetivos, que la mitad no volvieron...
Aquello era una vil falacia, pues Cohen había sido el responsable de la muerte de dos de los miembros de la expedición y Oneca le daba a él por muerto igualmente. Sólo Zagreus sabía que había vuelto con vida desde la expedición del Norte. Aunque estaba seguro de que pronto Oneca sabría de nuevo de su existencia... y ataría cabos...
El orador parecía enfadado por las palabras de Cohen. Dio un par de pasos hasta él, pero fue finalmente un grito el que hizo que se quedara parado a un par de metros de él.
―¿No es ese el que se acuesta con Peter Lannet?
Cohen no logró ver quién había pronunciado esas palabras, aunque reconoció su propia voz en ellas. ¿Acaso Nikolas Cohen el original estaba en algún punto de aquella sala abarrotada? ¿Qué intención tenía en sacar ese tema a la luz en una sala de vampiros enfurecidos?
―Deberías irte de aquí, traidor. Te acuestas con el enemigo.
―¡Ya me marcho, si quieren! Pero si creen que Oneca es la solución a vuestros problemas, no saben de lo que hablan. ¿De quiénes pensáis alimentaros si esos radicales gobiernan esta ciudad? Los humanos huirán de aquí y no quedará ni uno. La ciudad sería más vulnerable que nunca y estaríamos más expuestos que conviviendo entre razas. No quie…
Fue entonces cuándo Cohen recibió el primer golpe, que le hizo caer de espaldas contra el suelo. Sintió el sabor de su propia sangre en el labio inferior para ver cómo un vampiro fuerte, de casi un metro noventa de altura, daba un nuevo paso hasta él.
―¡Que te vayas de aquí, sucia rata!
Cohen
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
A Caoimhe le sorprendió ver la rápida intervención de Cohen a su lado. No conocía lo suficiente al vampiro pero no tomaba al hombre como alguien lo suficientemente impulsivo como para contradecir los preceptos falsos o no del líder de un mitin extremista al que se les ha invitado como meros espectadores. Por si no era suficiente aquello, estaban rodeados de una población que ciertamente no era afín a las ideas que Cohen acababa de expresar.
Un suicidio social en toda regla. O al menos algo parecido. Lo cierto es que Caoimhe no tuvo mucho tiempo para actuar aplacando la situación antes de que las palabras de Cohen se volviesen en su contra. Lo cierto era que el contenido de las mismas también había tomado por sorpresa a Caoimhe. ¿Cohen conocía a la tal Oneca? ¿Como tenía información tan precisa acerca de lo que había pasado en las minas del norte? Ella misma había escuchado rumores de los alzamientos en aquella zona... y el desafortunado final que habían corrido los prisioneros que la habían seguido. Pero ni siquiera ella misma, maestra en las medias verdades se hubiese atrevido a hablar de manera tan cierta acerca de una situación tan especifica.
Cuestionó por vez primera a Cohen, sus ojos analizándolo con alarma. El hombre que acababa de dar el mitin no había propuesto nada que a Caoimhe le pareciese exagerado. Ni ilógico.
Cierto era que la vampiresa repudiaba todo aquello que la uniese a la raza a la que la habían obligado a pertenecer, pero más allá de la generalización del concepto de aquella raza... había personas. Familias con objetivos. Rutina. Metas y... necesidades imperiosas que la presencia humana desestimaba y forzaba a considerar algo con lo que se podía negociar dependiendo de sus leyes y la conveniencia de Lunargenta.
Aquel pensamiento hizo tambalear algo en su mente. Llevaba años alejándose de todo aquello que consideraba vampiro...y ahora su pensamiento en un ámbito particular parecía ser paralelo justo al grupo más radical de todo aquello que odiaba,
Curioso.
Entendía sin embargo sus motivos: Podía estar muy en contra de alardear de todo aquello que la maldecía pero su naturaleza, ética personal y- cuestionable- moral la forzaba a luchar por la libertad en la posibilidad de elección sin consecuencias innatas tan solo por ser vampiro. Por mucho que aquello la fastidiase: O en otras palabras: Necesitaba que el juicio- externo o interno- al que quizás se sometía - de manera racional o irracional. En su mente o no- cada vez que su sed la forzaba a aceptar que su maldición seguía presente por mucho que ella la ignorase, desapareciese.
Ciertamente, aquello podía parecer egoísta: Castiguemos al resto de razas por el mero hecho de que tú no tuviste elección sobre a cual pertenecías.
¿Le importaba? No. Algo en seguir un objetivo egoísta se sentía bien. A pesar de estar camuflado en un orgullo radical que sostenía paradigmas que la aterraban.
Pero... ¿Lo hacían? Aquella pregunta era demasiado profunda como para si quiera considerarla en aquel instante. O en ningún otro.
Las voces alzadas de algunos hombres en contra de Cohen la sacó de su propia cabeza y la devolvió al allí y ahora.
-Lo que mi compañero quiere decir es... que quizás habría que actuar de una manera... algo más inteligente y menos burda de lidiar con esta cuestión sin perder la esencia de las palabras que acabamos de escuchar. Ser... menos obvios. -dijo Caoimhe intentando calmar a aquellos que se acercaban de manera peligrosa a Cohen.- Asumir que todos los vampiros son... somos iguales es un matiz cuestionable y que de manera interna podría ocasionar fricción en aliados potenciales...- dijo y señaló a su alrededor- Miren a su alrededor...La... sed y la sangre nos ha llevado por caminos tan sumamente distintos y aún así todos convergimos en este lugar y momento. Todos afectados de una manera u otra por un control externo del que no tenemos voz ni...
Escuchó el primer golpe antes de poder parar al segundo que se topaba con la piel de Cohen. Se giró de manera apresurada para cerciorarse de que de hecho, el puño del vampiro desconocido había tirado al suelo a Cohen.
Asier Kalitas parecía ser el único vampiro lo suficientemente intrigado por las palabras que aquella vampiresa desconocida acababa de pronunciar como para no involucrarse en el río de puñetazos en el que se había visto envuelta tanto Caoimhe como su compañero.
Cruzaba los brazos sobre su pecho mientras la miraba fijamente. A su lado, dos hombres encapuchados se acercaron a él después de que el hombre hiciese un gesto mínimo con sus manos. Uno de ellos se movió dirección al jefe de aquel mitin y tras decirle algo en el oído, éste también fijo la vista en Caoimhe.
La vampiresa se hubiese preocupado por entender qué era exactamente aquello que había captado la atención de los tres desconocidos si no fuese porque tras forcejear de manera poco efectiva con los mismos hombres que habían tumbado a Cohen para que dejasen de hacer aquello, ella misma se vio impactada por una vorágine de puños aquí y allá que comenzaron a impactar en su estómago y brazos y que finalmente y sin que ella pudiese hacer poco más que defenderse, acabaron por encontrar su cara.
Su mirada se fijó en la de Asier justo antes de perder finalmente el conocimiento.
Un suicidio social en toda regla. O al menos algo parecido. Lo cierto es que Caoimhe no tuvo mucho tiempo para actuar aplacando la situación antes de que las palabras de Cohen se volviesen en su contra. Lo cierto era que el contenido de las mismas también había tomado por sorpresa a Caoimhe. ¿Cohen conocía a la tal Oneca? ¿Como tenía información tan precisa acerca de lo que había pasado en las minas del norte? Ella misma había escuchado rumores de los alzamientos en aquella zona... y el desafortunado final que habían corrido los prisioneros que la habían seguido. Pero ni siquiera ella misma, maestra en las medias verdades se hubiese atrevido a hablar de manera tan cierta acerca de una situación tan especifica.
Cuestionó por vez primera a Cohen, sus ojos analizándolo con alarma. El hombre que acababa de dar el mitin no había propuesto nada que a Caoimhe le pareciese exagerado. Ni ilógico.
Cierto era que la vampiresa repudiaba todo aquello que la uniese a la raza a la que la habían obligado a pertenecer, pero más allá de la generalización del concepto de aquella raza... había personas. Familias con objetivos. Rutina. Metas y... necesidades imperiosas que la presencia humana desestimaba y forzaba a considerar algo con lo que se podía negociar dependiendo de sus leyes y la conveniencia de Lunargenta.
Aquel pensamiento hizo tambalear algo en su mente. Llevaba años alejándose de todo aquello que consideraba vampiro...y ahora su pensamiento en un ámbito particular parecía ser paralelo justo al grupo más radical de todo aquello que odiaba,
Curioso.
Entendía sin embargo sus motivos: Podía estar muy en contra de alardear de todo aquello que la maldecía pero su naturaleza, ética personal y- cuestionable- moral la forzaba a luchar por la libertad en la posibilidad de elección sin consecuencias innatas tan solo por ser vampiro. Por mucho que aquello la fastidiase: O en otras palabras: Necesitaba que el juicio- externo o interno- al que quizás se sometía - de manera racional o irracional. En su mente o no- cada vez que su sed la forzaba a aceptar que su maldición seguía presente por mucho que ella la ignorase, desapareciese.
Ciertamente, aquello podía parecer egoísta: Castiguemos al resto de razas por el mero hecho de que tú no tuviste elección sobre a cual pertenecías.
¿Le importaba? No. Algo en seguir un objetivo egoísta se sentía bien. A pesar de estar camuflado en un orgullo radical que sostenía paradigmas que la aterraban.
Pero... ¿Lo hacían? Aquella pregunta era demasiado profunda como para si quiera considerarla en aquel instante. O en ningún otro.
Las voces alzadas de algunos hombres en contra de Cohen la sacó de su propia cabeza y la devolvió al allí y ahora.
-Lo que mi compañero quiere decir es... que quizás habría que actuar de una manera... algo más inteligente y menos burda de lidiar con esta cuestión sin perder la esencia de las palabras que acabamos de escuchar. Ser... menos obvios. -dijo Caoimhe intentando calmar a aquellos que se acercaban de manera peligrosa a Cohen.- Asumir que todos los vampiros son... somos iguales es un matiz cuestionable y que de manera interna podría ocasionar fricción en aliados potenciales...- dijo y señaló a su alrededor- Miren a su alrededor...La... sed y la sangre nos ha llevado por caminos tan sumamente distintos y aún así todos convergimos en este lugar y momento. Todos afectados de una manera u otra por un control externo del que no tenemos voz ni...
Escuchó el primer golpe antes de poder parar al segundo que se topaba con la piel de Cohen. Se giró de manera apresurada para cerciorarse de que de hecho, el puño del vampiro desconocido había tirado al suelo a Cohen.
Asier Kalitas parecía ser el único vampiro lo suficientemente intrigado por las palabras que aquella vampiresa desconocida acababa de pronunciar como para no involucrarse en el río de puñetazos en el que se había visto envuelta tanto Caoimhe como su compañero.
Cruzaba los brazos sobre su pecho mientras la miraba fijamente. A su lado, dos hombres encapuchados se acercaron a él después de que el hombre hiciese un gesto mínimo con sus manos. Uno de ellos se movió dirección al jefe de aquel mitin y tras decirle algo en el oído, éste también fijo la vista en Caoimhe.
La vampiresa se hubiese preocupado por entender qué era exactamente aquello que había captado la atención de los tres desconocidos si no fuese porque tras forcejear de manera poco efectiva con los mismos hombres que habían tumbado a Cohen para que dejasen de hacer aquello, ella misma se vio impactada por una vorágine de puños aquí y allá que comenzaron a impactar en su estómago y brazos y que finalmente y sin que ella pudiese hacer poco más que defenderse, acabaron por encontrar su cara.
Su mirada se fijó en la de Asier justo antes de perder finalmente el conocimiento.
Caoimhe
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
Al despertar, el vampiro se sintió dolorido. Tardó unos segundos en reaccionar, en recordar lo que había sucedido, cuándo se dio cuenta de que volvía a estar en el interior de la sala del Ojo. Sobre la misma mesa en la que un Peter dormido había estado apenas unas horas antes.
―¿Desde cuándo eres un kamikaze político?― le preguntó Zana, que le contemplaba a su lado y le mantenía algo frío sobre el rostro― ¿Ahora eres amigo de la Bradbury?
Cohen se incorporó poniéndose de pie, notando que tenía el torso desnudo. Miró a la mujer, extrañado.
―¡Tranquilo! Sólo quería ver si tenías alguna otra herida…
―¿Cómo he vuelto hasta aquí? ¿Me ha traído… él?
―Él mismo. Aunque no lo creas, hizo que te salvaran la vida.
―¡No me digas!
Zana sonrió y dio un par de pasos atrás, hasta sentarse en un sillón, junto al cual, tenía una copa repleta de sangre sobre la mesa auxiliar al mismo.
―Quiero irme.
―Ya ha amanecido. Tendrás que esperar aquí hasta el atardecer. ¿Un poco de sangre?
Cohen negó con la cabeza, aunque estaba sediento. No quería deberle más.
―¿Has podido asimilar ya la realidad?
―¿De que soy la copia mágica de un bastardo?
―Ajá.
―Estoy en ello…
―Es normal que te lleve tiempo asimilar todo… y que vuelvas a confiar.
―¿A confiar?
―Confiar en mí.
Cohen rió, aunque cortando su risa de forma abrupta, mientras miraba a la mujer.
―Nunca más voy a confiar en ti.
―¿Tan claro lo tienes?
―Sí.
―Bueno, tu estabilidad mental pende de un hilo. Si el prisionero de la celda muere… serás el siguiente en enloquecer… sería tan fácil provocar eso...
―¿Y por qué no lo hacéis? Si estoy a vuestra merced... retenido entre estas cuatro paredes y un sol abrasador...
―Ya te lo hemos dicho. Queremos estudiarte. Someterte a nuestra investigación. Averiguar más sobre la esfera y las copias
―Bueno… tendréis que encontrar la forma de que quiera colaborar con vosotros, ¿no?
―Nosotros siempre lo hacemos…
Cohen miró a la mesa tras de sí, buscando si Caoimhe les acompañaba. Pero en esa sala, sólo estaban ellos dos.
―¿Dónde está Caoimhe?
―Ella estará arreglando sus propias cosas con su creador.
―Ya…
El vampiro comenzó a vestirse, mientras Zana se disponía a salir de la habitación.
―Ya que no confías en mí, me temo que tendrás que quedarte aquí hasta el atardecer. Avisaré para que te abran y te dejen marchar. Nos vemos pronto.
Unos segundos más tarde, Cohen se encontraba solo en la habitación, con su ropa ensangrentada, un par de cicatrices ligeramente sangrantes y una copa de sangre que no se atrevió a beber.
―¿Desde cuándo eres un kamikaze político?― le preguntó Zana, que le contemplaba a su lado y le mantenía algo frío sobre el rostro― ¿Ahora eres amigo de la Bradbury?
Cohen se incorporó poniéndose de pie, notando que tenía el torso desnudo. Miró a la mujer, extrañado.
―¡Tranquilo! Sólo quería ver si tenías alguna otra herida…
―¿Cómo he vuelto hasta aquí? ¿Me ha traído… él?
―Él mismo. Aunque no lo creas, hizo que te salvaran la vida.
―¡No me digas!
Zana sonrió y dio un par de pasos atrás, hasta sentarse en un sillón, junto al cual, tenía una copa repleta de sangre sobre la mesa auxiliar al mismo.
―Quiero irme.
―Ya ha amanecido. Tendrás que esperar aquí hasta el atardecer. ¿Un poco de sangre?
Cohen negó con la cabeza, aunque estaba sediento. No quería deberle más.
―¿Has podido asimilar ya la realidad?
―¿De que soy la copia mágica de un bastardo?
―Ajá.
―Estoy en ello…
―Es normal que te lleve tiempo asimilar todo… y que vuelvas a confiar.
―¿A confiar?
―Confiar en mí.
Cohen rió, aunque cortando su risa de forma abrupta, mientras miraba a la mujer.
―Nunca más voy a confiar en ti.
―¿Tan claro lo tienes?
―Sí.
―Bueno, tu estabilidad mental pende de un hilo. Si el prisionero de la celda muere… serás el siguiente en enloquecer… sería tan fácil provocar eso...
―¿Y por qué no lo hacéis? Si estoy a vuestra merced... retenido entre estas cuatro paredes y un sol abrasador...
―Ya te lo hemos dicho. Queremos estudiarte. Someterte a nuestra investigación. Averiguar más sobre la esfera y las copias
―Bueno… tendréis que encontrar la forma de que quiera colaborar con vosotros, ¿no?
―Nosotros siempre lo hacemos…
Cohen miró a la mesa tras de sí, buscando si Caoimhe les acompañaba. Pero en esa sala, sólo estaban ellos dos.
―¿Dónde está Caoimhe?
―Ella estará arreglando sus propias cosas con su creador.
―Ya…
El vampiro comenzó a vestirse, mientras Zana se disponía a salir de la habitación.
―Ya que no confías en mí, me temo que tendrás que quedarte aquí hasta el atardecer. Avisaré para que te abran y te dejen marchar. Nos vemos pronto.
Unos segundos más tarde, Cohen se encontraba solo en la habitación, con su ropa ensangrentada, un par de cicatrices ligeramente sangrantes y una copa de sangre que no se atrevió a beber.
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Re: Bellos Durmientes [Privado] [Noche]
El dolor en la parte posterior de su cabeza la despertó de golpe. No exactamente el golpe que lo provocó, pero la sensación de calidez allí donde la había golpeado lo que sea que habían usado los vampiros enfurecidos de aquel mitin político camuflado había inundado su cabeza de una manera rápida y cuando abrió los ojos se percató de que no tenía ni idea de donde se encontraba.
Tardó unos minutos en enfocar su visión y la lentitud de sus movimientos al alzarse de la cama donde la habían posicionado le confirmó que no solo la habían golpeado, sino que la habían drogado. Y que no tenía la menor idea de donde se encontraba.
Pero si conocía con quién se encontraba en aquella sala.
Los ojos de Asier Kalitas habían estado clavados en la chica durante al menos 15 minutos antes de que Caoimhe volviese en si. Traerla a aquel lugar no había sido asunto fácil. Camuflar un cuerpo frente a una multitud enfurecida era cuanto menos una proeza de la que el heredero de la familia Kalitas se encontraba sumamente orgulloso.
Por supuesto aquellos que habían atendido su mitin nocturno en su mayoría no eran más que brutos y vampiros sedientos de venganza que tan solo esperaban a alguien lo suficientemente carismático como para ejercer la excusa perfecta a una guerra y dar banda suerta a la sed de sangre que llevaban controlando durante años. Asier Kalitas, por supuesto contaba con aquello.
Lo esperaba.
De hecho, estaba seguro que tener el grosso de apoyo basado en personas así les daba la fiereza que quizás los impulsaba a ser 'temidos'. La mano de obra barata. Todos y cada uno de los colmillos que iban a morder al enemigo si aquella pequeña revolución llegaba a buen puerto.
Por supuesto no había contado con cerebros pensantes en el mitin de aquella velada. Y encontrar a dos vampiros que pudiesen articular argumentos más allá de la sed de sangre le agradó de manera parcial. Específicamente la parte femenina que no parecía moderada. El deje de rabia que quizás había ocultado las palabras de la chica y que sin embargo... no parecían ir con ella.
Vio como el cuerpo del otro chico se tambaleaba hasta caer en el suelo. Estaba seguro que con una mente tan despierta no era la última vez que se topaba con aquel vampiro. Sin embargo... esperaba que justo aquella fuese la primera de muchas en las que se dirigía a aquella mujer de ojos heterocromos.
-Buenas noches, desconocida Mi nombre es Asier Kalitas...- dijo Asier, apoyado en la pared con los brazos cruzados y una sonrisa macabra en sus labios- Siento que las circunstancias que nos han traído hasta aquí no sean más cálidas y cómodas...Por un momento pensé que no ibas a recobrar la consciencia. Insté a mis compatriotas a asegurarse de no herirte en lugares mortales... pero creo que ya sabes lo difícil que es parar la sed cuando hay sangre de por medio- dijo el hombre- Lo siento... no creo que te deje señales. Es solo superficial... Te ves tan débil que es difícil no herirt...
Caoimhe se llevó la mano al labio superior y el sabor de su propia sangre algo seca la sorprendió ahí donde le dolía.
- ¿Qué quieres?- dijo la vampiresa molesta y levantándose de la cama con decisión.
-Mmmm neh, neh, neh- dijo el hombre acercándose a ella y forzándola de manera sutil a volver a sentarse en la cama, haciendo el lo mismo a uno de sus lados.- Lo que importa no es lo que yo quiero.- dijo- sino... lo que queremos.
-Tardó unos minutos en enfocar su visión y la lentitud de sus movimientos al alzarse de la cama donde la habían posicionado le confirmó que no solo la habían golpeado, sino que la habían drogado. Y que no tenía la menor idea de donde se encontraba.
Pero si conocía con quién se encontraba en aquella sala.
Los ojos de Asier Kalitas habían estado clavados en la chica durante al menos 15 minutos antes de que Caoimhe volviese en si. Traerla a aquel lugar no había sido asunto fácil. Camuflar un cuerpo frente a una multitud enfurecida era cuanto menos una proeza de la que el heredero de la familia Kalitas se encontraba sumamente orgulloso.
Por supuesto aquellos que habían atendido su mitin nocturno en su mayoría no eran más que brutos y vampiros sedientos de venganza que tan solo esperaban a alguien lo suficientemente carismático como para ejercer la excusa perfecta a una guerra y dar banda suerta a la sed de sangre que llevaban controlando durante años. Asier Kalitas, por supuesto contaba con aquello.
Lo esperaba.
De hecho, estaba seguro que tener el grosso de apoyo basado en personas así les daba la fiereza que quizás los impulsaba a ser 'temidos'. La mano de obra barata. Todos y cada uno de los colmillos que iban a morder al enemigo si aquella pequeña revolución llegaba a buen puerto.
Por supuesto no había contado con cerebros pensantes en el mitin de aquella velada. Y encontrar a dos vampiros que pudiesen articular argumentos más allá de la sed de sangre le agradó de manera parcial. Específicamente la parte femenina que no parecía moderada. El deje de rabia que quizás había ocultado las palabras de la chica y que sin embargo... no parecían ir con ella.
Vio como el cuerpo del otro chico se tambaleaba hasta caer en el suelo. Estaba seguro que con una mente tan despierta no era la última vez que se topaba con aquel vampiro. Sin embargo... esperaba que justo aquella fuese la primera de muchas en las que se dirigía a aquella mujer de ojos heterocromos.
-Buenas noches, desconocida Mi nombre es Asier Kalitas...- dijo Asier, apoyado en la pared con los brazos cruzados y una sonrisa macabra en sus labios- Siento que las circunstancias que nos han traído hasta aquí no sean más cálidas y cómodas...Por un momento pensé que no ibas a recobrar la consciencia. Insté a mis compatriotas a asegurarse de no herirte en lugares mortales... pero creo que ya sabes lo difícil que es parar la sed cuando hay sangre de por medio- dijo el hombre- Lo siento... no creo que te deje señales. Es solo superficial... Te ves tan débil que es difícil no herirt...
Caoimhe se llevó la mano al labio superior y el sabor de su propia sangre algo seca la sorprendió ahí donde le dolía.
- ¿Qué quieres?- dijo la vampiresa molesta y levantándose de la cama con decisión.
-Mmmm neh, neh, neh- dijo el hombre acercándose a ella y forzándola de manera sutil a volver a sentarse en la cama, haciendo el lo mismo a uno de sus lados.- Lo que importa no es lo que yo quiero.- dijo- sino... lo que queremos.
El hombre volvió a sonreir esta vez dejando ver sus colmillos de manera insinuante.
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