Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
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Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
Ya estaba huyendo otra vez. No era una experiencia nueva la de tener que escapar de una aldea cuando sus habitantes descubrían que era un vampiro, incluso podría decir que era lo que llevaba haciendo los últimos 15 años entre trabajo y trabajo. Pero recientemente se habían puesto más serios con ese asunto con eso de que mi raza hubiese conquistado temporalmente su capital. Poco les importaba que yo no tuviera nada que ver con sus atacantes, eran tan rápidos en sacar sus horcas y antorchas como si hubiese sido quien dirigiera todo. Y en este caso la reacción había sido totalmente desproporcionada. Yo sólo me había alimentado de ovejas, al menos hasta que el pastor me encontró mordiendo una y me atacó, y ya que tuve que reducirle, aproveché para darle un mordisco. Pero eso solo le indignó más y consiguió que toda la aldea saliera a darme caza. Al menos había que admitirles su habilidad en la búsqueda, estaba mucho más capacitado que ellos para moverme de noche y tenía buenas habilidades para ocultarme en la oscuridad, pero aun así habían logrado seguirme hasta que los perros perdieron mi rastro en unos arroyos.
En cualquier caso era mejor que no me confiara y me siguiese alejando de esa aldea, no fuera a ser que alguno de ellos todavía no se hubiera rendido y prosiguiese en su intento de prenderme. Mi plan era seguir avanzando todo lo posible y poner toda la tierra de por media que pudiera entre la turba enfurecida y yo, pero en un camino en medio de ninguna parte encontré una posada, y siendo que estaba en un terreno desconocido, parar allí y coger una habitación para pasar el día sonaba como un buen plan. Además, así podría aprovechar a secarme, porque el haber huido por el riachuelo me había ayudado a escapar, pero también había logrado que tuviese tanta agua encima como si llevara todo la noche andando bajo la lluvia.
Entre por la puerta dejando un charco a mis pies y me acerqué al posadero, que me miraba con una mezcla de asombro y desprecio, probablemente por estar calándole el local a pesar de ser una noche despejada.
— Buenas noches. ¿Tienes habitaciones libres?
— Si.
— Bien pues. Dame una hasta mañana por la noche.
Le di el dinero y el posadero se alejó. Entonces oí el sonido de un laúd y me giré intentando comprender quien estaría haciendo eso a esas horas de la noche. Al girarme en dirección al sonido, vi una figura de espaldas junto a una mesa con más jarras de cerveza de lo que sería saludable y una moza que lo miraba embelesada, e incluso antes de que oyera su voz ya me estaba figurando quien podía ser. Le dejé un rato para que terminara su pequeña actuación y entonces me acerqué a él.
— ¿Qué pasa bardo? ¿Ya no saludas a los amigos?
En cualquier caso era mejor que no me confiara y me siguiese alejando de esa aldea, no fuera a ser que alguno de ellos todavía no se hubiera rendido y prosiguiese en su intento de prenderme. Mi plan era seguir avanzando todo lo posible y poner toda la tierra de por media que pudiera entre la turba enfurecida y yo, pero en un camino en medio de ninguna parte encontré una posada, y siendo que estaba en un terreno desconocido, parar allí y coger una habitación para pasar el día sonaba como un buen plan. Además, así podría aprovechar a secarme, porque el haber huido por el riachuelo me había ayudado a escapar, pero también había logrado que tuviese tanta agua encima como si llevara todo la noche andando bajo la lluvia.
Entre por la puerta dejando un charco a mis pies y me acerqué al posadero, que me miraba con una mezcla de asombro y desprecio, probablemente por estar calándole el local a pesar de ser una noche despejada.
— Buenas noches. ¿Tienes habitaciones libres?
— Si.
— Bien pues. Dame una hasta mañana por la noche.
Le di el dinero y el posadero se alejó. Entonces oí el sonido de un laúd y me giré intentando comprender quien estaría haciendo eso a esas horas de la noche. Al girarme en dirección al sonido, vi una figura de espaldas junto a una mesa con más jarras de cerveza de lo que sería saludable y una moza que lo miraba embelesada, e incluso antes de que oyera su voz ya me estaba figurando quien podía ser. Le dejé un rato para que terminara su pequeña actuación y entonces me acerqué a él.
— ¿Qué pasa bardo? ¿Ya no saludas a los amigos?
Corlys Glokta
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Re: Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
Cruzó el puente de madera a medio pudrirse y por fin divisó una posada al final del camino que ascendía ligeramente. El sol estaba casi escondido en el horizonte, tapado por los árboles de un bosquecillo que se alineaba a un lado del camino. Aquel campesino que se había cruzado antes le había asegurado que la posada se encontraba cerca pero le había mentido con creces. Se trataba de eso o era que había llevado un ritmo de caminar más lento de lo que supondría el viejo. Pero Mishu apostaba a la primera opción más que a la segunda. No contaba lo que se había entretenido en el camino improvisando unos acordes ante la imagen de unos muchachos sembrando los campos que se había cruzado en el camino.
Una sonrisa se esbozó en su rostro cansado y aceleró el ritmo lo que le permitieron las piernas. La tripa le rugía. También era cierto otro hecho: no había calculado bien y había estado andando todo el día. Consecuencias que ya conocía bien de andar por lugares que aún no había transitado.
Entró en la posada. El ambiente que le recibió era seco, frío y callado. Nada que ver con el jolgorio de las tabernas de las ciudades en las que solían aplaudir las canciones. Había muy pocas personas sentadas a las mesas, todos con aspecto de viajeros de pintas más o menos cuestionables. Supuso que era lo que se podía esperar de un sitio perdido en los caminos entre las aldeas. Se acercó al posadero de ceño fruncido ante el cual el bardo exhibió una de sus sonrisas encantadoras.
— Buen posadero, póngame un buen trozo de lo mejor que haya cocinado hoy y una gran jarra de cerveza —pidió sin reparos. — También añada una habitación libre si le hace el favor a este humilde bardo itinerante que por los caminos se perdió. ¿Aceptáis a cambio que os amenice la velada a la cantina con actuaciones? Es un buen trueque.
—No —respondió tajante el hombre. Mishu cerró la boca, levemente se encogió de hombros a la vez que asentía.
Tenía suficientes años para saber que si quería no dormir al raso no debía insistir, por el momento. Sólo quería ahorrarse una monedas pero parece que en esa posada no iba a poder ser.
—Qué se le va a hacer —murmuró mientras sacaba la bolsa para pagarle.
Se sentó en una mesa vacía y esperó pacientemente a la cena. Observó que el lugar no era maravilloso pero había visto locales peores. Su mirada se cruzó con la de una muchacha sentada en una silla cercana y acompañada de un señor ya entrado en años que debía de ser el padre. Dedujo también por las ropas que se dedicaban al comercio ambulante. El bardo le dedicó un pequeño guiño cuando el viejo no miraba.
La cena no se hizo de rogar. Mishu se abalanzó a por la cerveza antes que al plato de carne. Tras un buen sorbo empezó a comer; después de unos bocados que calmaron su apetito, sacó el laúd de su estuche y se lo colocó en el regazo. Bebió otra vez alcohol en abundancia y se acostó en la silla.
—Buen posadero permítame disipar el silencio tan pesado de su hogar con unas canciones sobre la primavera —anunció. Sin esperar a que el dueño accediera pasó las manos por las cuerdas y comenzó a entonar unas notas que poco a poco se fueron convirtiendo en una canción. El posadero no dijo ni una sola palabra y siguió a sus tareas.
Tras terminar algunas cancioncillas populares, vio por el rabillo del ojo como el viejo discutía con la hija y hacía un ademán de marcharse con ella. ¡No podía permitir que esa sencilla belleza se retirara a su lecho todavía! Presto comenzó con otra tonada sobre el amor. Parece que fue suficiente para convencerla de quedarse mientras su padre desaparecía por unas escaleras. Cuando la muchacha le miró, le dedicó un guiño. La muchacha, un poco descocada, se acercó y se sentó encantadora en una silla al lado de Mishu.
—Pocas composiciones son dignas de cantar sobre vuestra belleza, pero el riesgo de fracasar merece la pena si consigo dar con la correcta —le aseguró, situándose más pegada a ella. Levantó la vista para dirigirse al posadero. —¡Buen hombre! Sirva más cerveza que la velada aún es larga.
Y dicho lo cual siguió cantando algunas composiciones sobre el campo y amantes apasionados para deleitar a su nuevo objeto de deseo. La noche fue transcurriendo sin muchos sobresaltos, bebiendo cerveza y atrapando lo bien que sabía con sus notas a la joven. Tocando unos últimos acordes se inclinó un poco hacia su oído.
—Y al verte que te vas, la pena del verano me invadirá. La pena del verano me invadirá —. La música paró cuando alzó la mano para acariciarle la mejilla. Movimiento que no llegó a hacer por culpa de una voz bien conocida que le paró en seco. Vampiro cabrón, ahora tenía que hacerle caso. No podía haberse esperado un poco más para aparecer, con lo entretenido que estaba.
Se apartó de la joven y se giró antes de ver su cara decepcionada por la interrupción. — ¡Pero mira quién se ha dejado caer por aquí! —exclamó alegre por el alcohol y por verle, a modo de saludo. Se levantó de la silla y dejó el laúd recostado en la silla. —Ven dame un abrazo, mi mercenario más apreciado —. Y sin darle tiempo a reaccionar le envolvió en un abrazo dándole fuertes palmadas en la espalda con intención clara de que le dolieran. Ya tenía su pequeña venganza, estaban en paz. — Siéntate a beber un rato con nosotros, Corlys, y me pones al día de tus peripecias —le invitó señalando una silla. — ¿Cómo es que estás por estos lares? Pensaba que habías abandonado los viajes para siempre, siempre —comentó mientras volvía a tomar asiento y tomaba otra vez de la jarra hasta dejarla vacía.
Una sonrisa se esbozó en su rostro cansado y aceleró el ritmo lo que le permitieron las piernas. La tripa le rugía. También era cierto otro hecho: no había calculado bien y había estado andando todo el día. Consecuencias que ya conocía bien de andar por lugares que aún no había transitado.
Entró en la posada. El ambiente que le recibió era seco, frío y callado. Nada que ver con el jolgorio de las tabernas de las ciudades en las que solían aplaudir las canciones. Había muy pocas personas sentadas a las mesas, todos con aspecto de viajeros de pintas más o menos cuestionables. Supuso que era lo que se podía esperar de un sitio perdido en los caminos entre las aldeas. Se acercó al posadero de ceño fruncido ante el cual el bardo exhibió una de sus sonrisas encantadoras.
— Buen posadero, póngame un buen trozo de lo mejor que haya cocinado hoy y una gran jarra de cerveza —pidió sin reparos. — También añada una habitación libre si le hace el favor a este humilde bardo itinerante que por los caminos se perdió. ¿Aceptáis a cambio que os amenice la velada a la cantina con actuaciones? Es un buen trueque.
—No —respondió tajante el hombre. Mishu cerró la boca, levemente se encogió de hombros a la vez que asentía.
Tenía suficientes años para saber que si quería no dormir al raso no debía insistir, por el momento. Sólo quería ahorrarse una monedas pero parece que en esa posada no iba a poder ser.
—Qué se le va a hacer —murmuró mientras sacaba la bolsa para pagarle.
Se sentó en una mesa vacía y esperó pacientemente a la cena. Observó que el lugar no era maravilloso pero había visto locales peores. Su mirada se cruzó con la de una muchacha sentada en una silla cercana y acompañada de un señor ya entrado en años que debía de ser el padre. Dedujo también por las ropas que se dedicaban al comercio ambulante. El bardo le dedicó un pequeño guiño cuando el viejo no miraba.
La cena no se hizo de rogar. Mishu se abalanzó a por la cerveza antes que al plato de carne. Tras un buen sorbo empezó a comer; después de unos bocados que calmaron su apetito, sacó el laúd de su estuche y se lo colocó en el regazo. Bebió otra vez alcohol en abundancia y se acostó en la silla.
—Buen posadero permítame disipar el silencio tan pesado de su hogar con unas canciones sobre la primavera —anunció. Sin esperar a que el dueño accediera pasó las manos por las cuerdas y comenzó a entonar unas notas que poco a poco se fueron convirtiendo en una canción. El posadero no dijo ni una sola palabra y siguió a sus tareas.
Tras terminar algunas cancioncillas populares, vio por el rabillo del ojo como el viejo discutía con la hija y hacía un ademán de marcharse con ella. ¡No podía permitir que esa sencilla belleza se retirara a su lecho todavía! Presto comenzó con otra tonada sobre el amor. Parece que fue suficiente para convencerla de quedarse mientras su padre desaparecía por unas escaleras. Cuando la muchacha le miró, le dedicó un guiño. La muchacha, un poco descocada, se acercó y se sentó encantadora en una silla al lado de Mishu.
—Pocas composiciones son dignas de cantar sobre vuestra belleza, pero el riesgo de fracasar merece la pena si consigo dar con la correcta —le aseguró, situándose más pegada a ella. Levantó la vista para dirigirse al posadero. —¡Buen hombre! Sirva más cerveza que la velada aún es larga.
Y dicho lo cual siguió cantando algunas composiciones sobre el campo y amantes apasionados para deleitar a su nuevo objeto de deseo. La noche fue transcurriendo sin muchos sobresaltos, bebiendo cerveza y atrapando lo bien que sabía con sus notas a la joven. Tocando unos últimos acordes se inclinó un poco hacia su oído.
—Y al verte que te vas, la pena del verano me invadirá. La pena del verano me invadirá —. La música paró cuando alzó la mano para acariciarle la mejilla. Movimiento que no llegó a hacer por culpa de una voz bien conocida que le paró en seco. Vampiro cabrón, ahora tenía que hacerle caso. No podía haberse esperado un poco más para aparecer, con lo entretenido que estaba.
Se apartó de la joven y se giró antes de ver su cara decepcionada por la interrupción. — ¡Pero mira quién se ha dejado caer por aquí! —exclamó alegre por el alcohol y por verle, a modo de saludo. Se levantó de la silla y dejó el laúd recostado en la silla. —Ven dame un abrazo, mi mercenario más apreciado —. Y sin darle tiempo a reaccionar le envolvió en un abrazo dándole fuertes palmadas en la espalda con intención clara de que le dolieran. Ya tenía su pequeña venganza, estaban en paz. — Siéntate a beber un rato con nosotros, Corlys, y me pones al día de tus peripecias —le invitó señalando una silla. — ¿Cómo es que estás por estos lares? Pensaba que habías abandonado los viajes para siempre, siempre —comentó mientras volvía a tomar asiento y tomaba otra vez de la jarra hasta dejarla vacía.
Mishu
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Re: Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
No iba a decir que me gustase molestar a la gente mientras ligaban, pero la cara de decepción de la chica y las enérgicas palmadas del bardo indicándome que no era un momento especialmente propicio, me alegraron el alma. En cualquier caso, parece que tampoco molestaba demasiado porque el dragón me invitó a sentarme con ellos y procedió a preguntarme por mi vida justo antes de vaciarse la jarra de cerveza. Y tampoco estaba muy indignado, pues me había llamado mercenario y no vampiro, y eso era de agradecer, porque evitar un linchamiento siempre estaba bien. Aunque tampoco podía descartar que no lo hubiera hecho no fuera a ser que se espantase su acompañante y no se la pudiera encamar.
— Bueno, yo también pensaba que había dejado los viajes. Pero tuve un problema con un pastor y sus ovejas, y tuve que volver a darme a los caminos. Ya sabes lo que dicen, que una vez que te conviertes en aventurero no puedes dejarlo.— Luego estaba la versión que solía decirme Noora, que era que lo que no podía dejar de hacer era liarla, y por eso nunca podría dejar los viajes.— Y bueno, ¿tú como has acabado en este agujero en medio de ninguna parte?
Miré brevemente a la muchacha, que parecía estar muy perdida con toda esta situación, y tras meditarlo unos momentos concluí en que mejor sería si no me entrometía en los planes del bardo, y así me podría ahorrar escuchar sus quejas en el viaje de que le había fastidiado la noche. También era cierto que en ningún momento me había propuesto que viajásemos juntos, pero Mishu no necesitaba demasiada excusa para viajar con compañía, y yo estaba en movimiento porque necesitaba huir de ese pastor exaltado, pero no me dirigía a ningún lugar concreto. Así que hice mi mejor esfuerzo por sacar ese carisma vampírico que tan oxidado tenía e intentar dar una buena imagen a la moza, al menos la mejor imagen que se podía dar después de haberse caído en un río.
— Uy, donde están mis modales. Es un placer conocerla, señorita. Ya lo ha dicho él, pero bueno, soy Corlys— la saludé con una pequeña reverencia—. Mishu y yo nos conocemos de haber viajado por el mundo juntos. Igual no te lo ha dicho, pero además de un gran bardo, es un intrépido aventurero.
No me podía creer que hubiese dicho una frase con más exageraciones que palabras, aunque estaba seguro de que aun así se ceñía bastante más a la realidad que cualquier canción sobre nuestros viajes que pudiera haber compuesto. Confiaba en que por lo menos esto sirviera para poder evitar que me echara las culpas de un posible fracaso.
— Bueno, yo también pensaba que había dejado los viajes. Pero tuve un problema con un pastor y sus ovejas, y tuve que volver a darme a los caminos. Ya sabes lo que dicen, que una vez que te conviertes en aventurero no puedes dejarlo.— Luego estaba la versión que solía decirme Noora, que era que lo que no podía dejar de hacer era liarla, y por eso nunca podría dejar los viajes.— Y bueno, ¿tú como has acabado en este agujero en medio de ninguna parte?
Miré brevemente a la muchacha, que parecía estar muy perdida con toda esta situación, y tras meditarlo unos momentos concluí en que mejor sería si no me entrometía en los planes del bardo, y así me podría ahorrar escuchar sus quejas en el viaje de que le había fastidiado la noche. También era cierto que en ningún momento me había propuesto que viajásemos juntos, pero Mishu no necesitaba demasiada excusa para viajar con compañía, y yo estaba en movimiento porque necesitaba huir de ese pastor exaltado, pero no me dirigía a ningún lugar concreto. Así que hice mi mejor esfuerzo por sacar ese carisma vampírico que tan oxidado tenía e intentar dar una buena imagen a la moza, al menos la mejor imagen que se podía dar después de haberse caído en un río.
— Uy, donde están mis modales. Es un placer conocerla, señorita. Ya lo ha dicho él, pero bueno, soy Corlys— la saludé con una pequeña reverencia—. Mishu y yo nos conocemos de haber viajado por el mundo juntos. Igual no te lo ha dicho, pero además de un gran bardo, es un intrépido aventurero.
No me podía creer que hubiese dicho una frase con más exageraciones que palabras, aunque estaba seguro de que aun así se ceñía bastante más a la realidad que cualquier canción sobre nuestros viajes que pudiera haber compuesto. Confiaba en que por lo menos esto sirviera para poder evitar que me echara las culpas de un posible fracaso.
Corlys Glokta
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Re: Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
Escuchando a Corlys, Mishu se puso más cómodo en su silla. Dejó el laúd mágico apoyado entre la mesa y el suelo a cuidado de que el posadero no le diese una patada al pasar con la próxima ronda de cerveza que pensaba pedir para los tres. Se recostó y sin mucho disimulo pasó un brazo por detrás de la muchacha, acariciándole el hombro con suavidad. Un movimiento para que no pensase que se estaba olvidando de ella, el cual pareció funcionar. Ella se quedó apoyada a su lado atendiendo a una conversación que ni le iba ni le venía.
— Así que han sido ovejas esta vez, mejor que cuando te sucedió por unas vacas, ¿no? —apuntó lanzando una mirada ladina al vampiro y luego se le escaparon varias carcajadas, imaginándoselo a horcajadas encima de una vaca intentando beber su sangre. La joven le miró sin entender nada pero tampoco preguntó más.
Alzó la jarra vacía para llamar la atención del posadero sin cortar a Corlys. Por las veces que había repetido, ya casi se había transformado en un entendimiento mutuo. Hizo un gesto en círculo señalando a todos y el hombre de pocas palabras asintió en la distancia, supuso Mishu que le había entendido. Volvió a mirar a Corlys aun en la mente reflejándose esa imagen cómica de verle subido montando en una vaca o una oveja y huyendo así de los aldeanos enfurecidos alzados con antorchas y horcas. Y se le volvió a escapar una risa algo más suave esta vez.
Sin embargo, las palabras que acompañaron a la presentación del vampiro le dejaron mudo por unos segundos, perdiendo la atención en su escena imaginaria. ¡Le había alabado! ¡Ese raro hecho que en tan pocas ocasiones ocurría! Tanto que merecería ser grabado en unos versos. Mishu sonrió complacido y asintió convencido y complacido.
— Eso es, uno de los grandes bardos y aventureros del continente. Único en sus humildes habilidades y saberes. Ese soy yo —anunció, mirando a los ojos a la moza y luego le tomó la mano. — Pero en todos mis viajes no he visto tal belleza que he quedado perdidamente prendado —terminó por decir a la vez que le tomaba con delicadez una de sus manos. Volvió la atención a Corlys. — Pues hace poco que estuve una temporada en Vulwulfar para ver cómo estaban mis paisanos artistas tras la guerra y qué heroicidades se estaban cantando. Pero ya sabes no puedo quedarme mucho tiempo varado en un lugar. Así que me lancé de nuevo a los caminos y el viento y el destino me han bendecido trayendo mis pies hasta aquí, donde he encontrado mi suerte —explicó brevemente a su viejo amigo. — Os tengo que presentar, esta singular mujer es… —se quedó mudo con la boca abierta, a punto de decir algo que no le salía. Su mente se había quedado en blanco intentando recordar un nombre del que no se acordaba. Estaba seguro que en toda su charla llena de encantos y azúcar le había dicho su nombre. Pero era incapaz de que viniese a la mente. Culpa del alcohol o culpa de que le había importado más bien poco.
La muchacha le miró de soslayo y suspiró. Se apartó un poco del hombre de Mishu y se inclinó hacia Corlys haciendo una pequeña reverencia y sonrisa educadas. — Me llamo Alina, un placer conocerle.
— ¡Eso es! —Exclamó dando un pequeño golpe en el borde de la mesa. — Alina, ese es su precioso nombre. Perdoname, nuestro encuentro me obnubila un poco la mente —se disculpó con la moza agachando la cabeza. Aunque tampoco es que estuviese muy avergonzado por el desliz. Justo en ese momento vino el posadero con las tres jarras de cerveza que dejó sobre la mesa. Perfecto, eso daba pié a un cambio de tema. — Gracias, buen amigo. ¡Esta ronda la paga Corlys para celebrar nuestro encuentro! —le aseguró al posadero señalando al mencionado ya con una jarra en la mano.
— ¿Y qué aventuras habéis vivido juntos? —Preguntó inocente y curiosa la muchacha a Corlys mientras Mishu celebraba la llegada de la cerveza.
— Así que han sido ovejas esta vez, mejor que cuando te sucedió por unas vacas, ¿no? —apuntó lanzando una mirada ladina al vampiro y luego se le escaparon varias carcajadas, imaginándoselo a horcajadas encima de una vaca intentando beber su sangre. La joven le miró sin entender nada pero tampoco preguntó más.
Alzó la jarra vacía para llamar la atención del posadero sin cortar a Corlys. Por las veces que había repetido, ya casi se había transformado en un entendimiento mutuo. Hizo un gesto en círculo señalando a todos y el hombre de pocas palabras asintió en la distancia, supuso Mishu que le había entendido. Volvió a mirar a Corlys aun en la mente reflejándose esa imagen cómica de verle subido montando en una vaca o una oveja y huyendo así de los aldeanos enfurecidos alzados con antorchas y horcas. Y se le volvió a escapar una risa algo más suave esta vez.
Sin embargo, las palabras que acompañaron a la presentación del vampiro le dejaron mudo por unos segundos, perdiendo la atención en su escena imaginaria. ¡Le había alabado! ¡Ese raro hecho que en tan pocas ocasiones ocurría! Tanto que merecería ser grabado en unos versos. Mishu sonrió complacido y asintió convencido y complacido.
— Eso es, uno de los grandes bardos y aventureros del continente. Único en sus humildes habilidades y saberes. Ese soy yo —anunció, mirando a los ojos a la moza y luego le tomó la mano. — Pero en todos mis viajes no he visto tal belleza que he quedado perdidamente prendado —terminó por decir a la vez que le tomaba con delicadez una de sus manos. Volvió la atención a Corlys. — Pues hace poco que estuve una temporada en Vulwulfar para ver cómo estaban mis paisanos artistas tras la guerra y qué heroicidades se estaban cantando. Pero ya sabes no puedo quedarme mucho tiempo varado en un lugar. Así que me lancé de nuevo a los caminos y el viento y el destino me han bendecido trayendo mis pies hasta aquí, donde he encontrado mi suerte —explicó brevemente a su viejo amigo. — Os tengo que presentar, esta singular mujer es… —se quedó mudo con la boca abierta, a punto de decir algo que no le salía. Su mente se había quedado en blanco intentando recordar un nombre del que no se acordaba. Estaba seguro que en toda su charla llena de encantos y azúcar le había dicho su nombre. Pero era incapaz de que viniese a la mente. Culpa del alcohol o culpa de que le había importado más bien poco.
La muchacha le miró de soslayo y suspiró. Se apartó un poco del hombre de Mishu y se inclinó hacia Corlys haciendo una pequeña reverencia y sonrisa educadas. — Me llamo Alina, un placer conocerle.
— ¡Eso es! —Exclamó dando un pequeño golpe en el borde de la mesa. — Alina, ese es su precioso nombre. Perdoname, nuestro encuentro me obnubila un poco la mente —se disculpó con la moza agachando la cabeza. Aunque tampoco es que estuviese muy avergonzado por el desliz. Justo en ese momento vino el posadero con las tres jarras de cerveza que dejó sobre la mesa. Perfecto, eso daba pié a un cambio de tema. — Gracias, buen amigo. ¡Esta ronda la paga Corlys para celebrar nuestro encuentro! —le aseguró al posadero señalando al mencionado ya con una jarra en la mano.
— ¿Y qué aventuras habéis vivido juntos? —Preguntó inocente y curiosa la muchacha a Corlys mientras Mishu celebraba la llegada de la cerveza.
Mishu
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Re: Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
Ese bardo rastrero no pudo pasar la oportunidad de recordarme lo indigno que resultó cuando tuve que estar una temporada alimentándome de vacas. El cambio a las ovejas había sido muy ventajoso en lo manejable del animal, y además me parecía que tenían mejor sabor. No eran humanos, pero eran de lo mejor en el ganado, no sabría decir si las prefería a ellas o a las cabras, pero ya que las cabras eran más agresivas, solía optar por ovejas. De todas formas, no respondí a su comentario porque implicaría dejar caer lo que era, e iba a evitarlo mientras fuera posible, así que me limité a fulminar al dragón con la mirada.
No era capaz de mantener la seriedad mientras que Mishu se puso a echarse flores y decir que no había conocido moza más bella que nuestra acompañante, y dejé que el pelo me tapara la cara mientras hacía como que me lo escurría y lo devolvía a su lugar, a fin de disimular la sonrisa y evitar empezar a partirme de risa ante semejante sarta de mentiras. Cuando cambió de tema y me empezó a contar las razones por las que estaba aquí ya volví a mirarle de nuevo. Debo admitir que me sorprendió que su partida no se hubiera debido a alguien que le quisiera partir las piernas o algo peor, pero en algún momento había que empezar a parecer gente de bien.
Cuando se quedó en blanco al ir a presentarme a la mujer volví ya me había quedado sin excusas y me tuve que esforzar por no reírme, y sabía que se me estaba notando, pero al menos la moza estaba muy ocupada mirando mal al bardo para percatarse. Al final la chica acabó presentándose como Alina, y el dragón empezó a soltar excusas bastante cuestionables de porque no lo recordaba hasta que apareció el posadero con jarras de cerveza que acabé teniendo que pagar yo. Parecía que el bardo cabrón me iba a cobrar la diversión que estaba teniendo a su costa.
Le di los aeros al posadero con resignación mientras escuchaba la pregunta de Alina sobre nuestras aventuras. Me preocupó que las primeras que me vinieron a la mente hubieran empezado con una turba furiosa conmigo, aunque me quedé un poco más tranquilo cuando fui viendo que había más causadas porque Mishu se había metido en la cama que no debía. En cualquier caso no quedaba bien contar ninguna de esas. Se me ocurrió que como nos conocimos podría ir bien, pero lo descarté porque incluir la parte en la que mi maestra me tenía que salvar por haberme metido en apuestas con gente que no debía era un poco indigno. Finalmente se me ocurrió una que con ciertas omisiones podría servir, aunque quizás se notara que me había costado pensar en cual podría estar bien.
Hemos tenido unas cuantas, llevamos ya varios años viajando juntos intermitentemente- hice una pausa dramática fingiendo que estaba pensando ahora en cual contar- Yo creo que la de la mina de los kobolds puede estar bien- ni siquiera esperé a la respuesta de mi compañero y empecé a contarla-. Esto comenzó con que nos enteramos en un pueblo de que unos bandidos habían asaltado a unos mercaderes y se habían escondido en la mina. Así que nos dirigimos a ver que había ocurrido y si podríamos solucionarlo- dije omitiendo que eso lo habíamos hecho porque los mercaderes se habían ofrecido a darnos una buena recompensa por ello-. Pero al llegar a la mina nos encontramos con que los bandidos estaban inconscientes y vapuleados a la entrada. «Y entonces yo les había atado y me los llevé para ver si con eso me ganaba la recompensa, pero me dijeron que si no recuperaba el material nada» Así que entramos a ver que pasaba, y lo que descubrimos es que esa mina estaba habitada por un media docena de kobolds, que al ver a los bandidos se habían puesto violentos y les habían atacado y desvalijado. Estaban viendo el botín cuando llegamos nosotros y les atacamos por sorpresa. Antes de que pudieran reaccionar nos habíamos encargado de la mitad, y el resto no fueron rivales para nosotros, o eso creíamos, porque uno de ellos al que habíamos dado por derrotado activó un golem de piedra. «Y después de que me hiciera volar del primer golpe, huimos como ratas, pero nos liamos en un giro y nos quedamos atrapados.» Esa cosa era un rival imponente, mi lanza no conseguía hacerle nada porque... bueno, era una piedra, pero por suerte, los bardos siempre tienen algún truco bajo la manga, y usando sus magias pudimos derrotar a esa cosa. «Aunque ya se le podría haber ocurrido antes de que esa cosa limpiase el suelo con mi cara.» Y ya ahí recuperamos las cosas robadas y volvimos al pueblo. «A cobrar nuestra merecida recompensa.» Y ya está. Aunque quizás hubiera sido mejor que la contara Mishu, que se le dan mejor estas cosas, pero bueno.
Al menos me quedaba con que la chica parecía interesada por esto, y había conseguido decirla de forma que hasta parecía que sabíamos lo que nos hacíamos y que somos gente mucho más respetable que los desgraciados que somos en realidad.
No era capaz de mantener la seriedad mientras que Mishu se puso a echarse flores y decir que no había conocido moza más bella que nuestra acompañante, y dejé que el pelo me tapara la cara mientras hacía como que me lo escurría y lo devolvía a su lugar, a fin de disimular la sonrisa y evitar empezar a partirme de risa ante semejante sarta de mentiras. Cuando cambió de tema y me empezó a contar las razones por las que estaba aquí ya volví a mirarle de nuevo. Debo admitir que me sorprendió que su partida no se hubiera debido a alguien que le quisiera partir las piernas o algo peor, pero en algún momento había que empezar a parecer gente de bien.
Cuando se quedó en blanco al ir a presentarme a la mujer volví ya me había quedado sin excusas y me tuve que esforzar por no reírme, y sabía que se me estaba notando, pero al menos la moza estaba muy ocupada mirando mal al bardo para percatarse. Al final la chica acabó presentándose como Alina, y el dragón empezó a soltar excusas bastante cuestionables de porque no lo recordaba hasta que apareció el posadero con jarras de cerveza que acabé teniendo que pagar yo. Parecía que el bardo cabrón me iba a cobrar la diversión que estaba teniendo a su costa.
Le di los aeros al posadero con resignación mientras escuchaba la pregunta de Alina sobre nuestras aventuras. Me preocupó que las primeras que me vinieron a la mente hubieran empezado con una turba furiosa conmigo, aunque me quedé un poco más tranquilo cuando fui viendo que había más causadas porque Mishu se había metido en la cama que no debía. En cualquier caso no quedaba bien contar ninguna de esas. Se me ocurrió que como nos conocimos podría ir bien, pero lo descarté porque incluir la parte en la que mi maestra me tenía que salvar por haberme metido en apuestas con gente que no debía era un poco indigno. Finalmente se me ocurrió una que con ciertas omisiones podría servir, aunque quizás se notara que me había costado pensar en cual podría estar bien.
Hemos tenido unas cuantas, llevamos ya varios años viajando juntos intermitentemente- hice una pausa dramática fingiendo que estaba pensando ahora en cual contar- Yo creo que la de la mina de los kobolds puede estar bien- ni siquiera esperé a la respuesta de mi compañero y empecé a contarla-. Esto comenzó con que nos enteramos en un pueblo de que unos bandidos habían asaltado a unos mercaderes y se habían escondido en la mina. Así que nos dirigimos a ver que había ocurrido y si podríamos solucionarlo- dije omitiendo que eso lo habíamos hecho porque los mercaderes se habían ofrecido a darnos una buena recompensa por ello-. Pero al llegar a la mina nos encontramos con que los bandidos estaban inconscientes y vapuleados a la entrada. «Y entonces yo les había atado y me los llevé para ver si con eso me ganaba la recompensa, pero me dijeron que si no recuperaba el material nada» Así que entramos a ver que pasaba, y lo que descubrimos es que esa mina estaba habitada por un media docena de kobolds, que al ver a los bandidos se habían puesto violentos y les habían atacado y desvalijado. Estaban viendo el botín cuando llegamos nosotros y les atacamos por sorpresa. Antes de que pudieran reaccionar nos habíamos encargado de la mitad, y el resto no fueron rivales para nosotros, o eso creíamos, porque uno de ellos al que habíamos dado por derrotado activó un golem de piedra. «Y después de que me hiciera volar del primer golpe, huimos como ratas, pero nos liamos en un giro y nos quedamos atrapados.» Esa cosa era un rival imponente, mi lanza no conseguía hacerle nada porque... bueno, era una piedra, pero por suerte, los bardos siempre tienen algún truco bajo la manga, y usando sus magias pudimos derrotar a esa cosa. «Aunque ya se le podría haber ocurrido antes de que esa cosa limpiase el suelo con mi cara.» Y ya ahí recuperamos las cosas robadas y volvimos al pueblo. «A cobrar nuestra merecida recompensa.» Y ya está. Aunque quizás hubiera sido mejor que la contara Mishu, que se le dan mejor estas cosas, pero bueno.
Al menos me quedaba con que la chica parecía interesada por esto, y había conseguido decirla de forma que hasta parecía que sabíamos lo que nos hacíamos y que somos gente mucho más respetable que los desgraciados que somos en realidad.
Corlys Glokta
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Re: Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
Cuando la muchacha formuló esa pregunta, los ojos del bardo se abrieron un poco más de lo que solían y le dirigió una mirada, de la que ella no se percató más pendiente de Corlys que de Mishu. Y de ella pasaron a quedarse fijos en el vampiro. Inclinó la espalda hacia atrás a la vez que se llevaba la jarra de cerveza a los labios. Sin embargo, esperó a saborear el alcohol por incontable vez ya en la noche, expectante por cuál sería la historia que elegiría Corlys para contar. Había muchas opciones y algunas daban hasta miedo que las sacara a la luz. Era muy fácil que asustasen a la muchacha.
El aire de un suspiro de alivio revolvió la superficie de su cerveza. Había elegido la historia de la mina de los kobolds, vale esa estaba bien. Al menos no empezaba con el vampiro liándola parda con unas vacas. O pero, escapando de algún esposo celoso y enfadado por sus líos de faldas. Asintió suavemente mostrándose de acuerdo con la historia seleccionada. y por fin dio el primer trago de cerveza mientras escuchaba el inicio del relato. Aunque a Corly ni le hiciera falta su permiso, el maldito. Cerró los ojos y a medida que avanzaba el relato en su cabeza aparecían las imágenes de aquellos recuerdos algo añejos. La cueva, los bandidos en la mina siendo presas a su vez robadas, la idas y vueltas de la mina para cobrar la recompensa, los cabrones de los mercaderes, su pelea contra los kobolds. Lo que le había faltado a esa historia eran unas vacas.
Mishu soltó la cerveza en la mesa y se agachó para echar mano de su amado laúd. Se lo colocó en el regazo y movió los dedos sobre las cuerdas sin llegar a tocarlas, como si calentase los dedos. Punteo con suavidad una cuando mencionó como habían vencido al golem gracias a su magia. Una sonrisa orgullosa se dibujó en su rostro, más cuando la verdad era que se había pasado casi todo el tiempo utilizando al vampiro como escudo humano e intervenido poco, como solía hacer. Pero cuando se vieron perdidos en el laberinto de las minas y sin escapatoria, hubo que sacarse un hechizo musical bajo la manga. — En las situaciones desesperadas es cuando más brillamos los bardos — y cuando ya no podía usar su cara de escudo, claro; casi añade. — Ya sabes lo que dice el dicho: no salgas de aventuras sin tu arma afilada y un bardo que cante tus hazañas a tus enemigos — canturreó cuando Corlys terminó la historia de pocos pormenores, en los que tampoco hacía falta indagar más.
— No lo has contado tan mal, has mejorado un poco durante este tiempo. Seguro que las ovejas eran un público excelente —respondió probando un par de acordes. — Sólo te falta un instrumento y me pienso si tomarte como aprendiz de bardo — aseguró con ironía.
Empezó a tocar una melodía que había estado improvisando en las últimas semanas, una a la que todavía no había dado una letra con la que acompañarla. Si es que llegaba hacerlo alguna vez o se quedaba en el olvido como tantas otras. — Pero te ha hecho falta dar alguna descripción emocionante más, la historia lo merece. ¿No crees lo mismo? —Preguntó dirigiéndose a Alina esta vez. — Como los kobolds habían dejado a los bandidos no sólo sin botín, sino también sin apenas ropa. Seguramente te pareció que hicimos gala de una gran valentía inusitada, pero eso para nosotros es lo que nos gusta saborear en cada uno de nuestros viajes —a medida que comenzaba a soltar sus exageraciones su voz adquiría un tono más cercano a un recital. — El golem era de piedra, de piedra dura y brillante, tan pulcra su superficie pues nada la había rasgado desde que le habían tallado el cuerpo del monstruo. Pero cuando los sonidos de mi canción alcanzaron a Corlys, la fuerza de su brazo le permitió romper la piedra con su veterana lanza y destrozar el corazón impenetrable del golem —. Por el rabillo del ojo pudo ver como su conversación había llamado algo la atención del resto de clientes de la posada que les miraban. — Como les prometimos a las víctimas de los bandidos, siempre terminamos nuestro trabajo y nunca dejamos a nadie que necesite ayuda. Los mercaderes agradecidos nos rindieron demasiados honores para nuestras humildes intenciones —mintió como un bellaco. De humildes nada, bien que se habían agenciado la recompensa que esas ratas cabronas se habían negado a darles.
El aire de un suspiro de alivio revolvió la superficie de su cerveza. Había elegido la historia de la mina de los kobolds, vale esa estaba bien. Al menos no empezaba con el vampiro liándola parda con unas vacas. O pero, escapando de algún esposo celoso y enfadado por sus líos de faldas. Asintió suavemente mostrándose de acuerdo con la historia seleccionada. y por fin dio el primer trago de cerveza mientras escuchaba el inicio del relato. Aunque a Corly ni le hiciera falta su permiso, el maldito. Cerró los ojos y a medida que avanzaba el relato en su cabeza aparecían las imágenes de aquellos recuerdos algo añejos. La cueva, los bandidos en la mina siendo presas a su vez robadas, la idas y vueltas de la mina para cobrar la recompensa, los cabrones de los mercaderes, su pelea contra los kobolds. Lo que le había faltado a esa historia eran unas vacas.
Mishu soltó la cerveza en la mesa y se agachó para echar mano de su amado laúd. Se lo colocó en el regazo y movió los dedos sobre las cuerdas sin llegar a tocarlas, como si calentase los dedos. Punteo con suavidad una cuando mencionó como habían vencido al golem gracias a su magia. Una sonrisa orgullosa se dibujó en su rostro, más cuando la verdad era que se había pasado casi todo el tiempo utilizando al vampiro como escudo humano e intervenido poco, como solía hacer. Pero cuando se vieron perdidos en el laberinto de las minas y sin escapatoria, hubo que sacarse un hechizo musical bajo la manga. — En las situaciones desesperadas es cuando más brillamos los bardos — y cuando ya no podía usar su cara de escudo, claro; casi añade. — Ya sabes lo que dice el dicho: no salgas de aventuras sin tu arma afilada y un bardo que cante tus hazañas a tus enemigos — canturreó cuando Corlys terminó la historia de pocos pormenores, en los que tampoco hacía falta indagar más.
— No lo has contado tan mal, has mejorado un poco durante este tiempo. Seguro que las ovejas eran un público excelente —respondió probando un par de acordes. — Sólo te falta un instrumento y me pienso si tomarte como aprendiz de bardo — aseguró con ironía.
Empezó a tocar una melodía que había estado improvisando en las últimas semanas, una a la que todavía no había dado una letra con la que acompañarla. Si es que llegaba hacerlo alguna vez o se quedaba en el olvido como tantas otras. — Pero te ha hecho falta dar alguna descripción emocionante más, la historia lo merece. ¿No crees lo mismo? —Preguntó dirigiéndose a Alina esta vez. — Como los kobolds habían dejado a los bandidos no sólo sin botín, sino también sin apenas ropa. Seguramente te pareció que hicimos gala de una gran valentía inusitada, pero eso para nosotros es lo que nos gusta saborear en cada uno de nuestros viajes —a medida que comenzaba a soltar sus exageraciones su voz adquiría un tono más cercano a un recital. — El golem era de piedra, de piedra dura y brillante, tan pulcra su superficie pues nada la había rasgado desde que le habían tallado el cuerpo del monstruo. Pero cuando los sonidos de mi canción alcanzaron a Corlys, la fuerza de su brazo le permitió romper la piedra con su veterana lanza y destrozar el corazón impenetrable del golem —. Por el rabillo del ojo pudo ver como su conversación había llamado algo la atención del resto de clientes de la posada que les miraban. — Como les prometimos a las víctimas de los bandidos, siempre terminamos nuestro trabajo y nunca dejamos a nadie que necesite ayuda. Los mercaderes agradecidos nos rindieron demasiados honores para nuestras humildes intenciones —mintió como un bellaco. De humildes nada, bien que se habían agenciado la recompensa que esas ratas cabronas se habían negado a darles.
Mishu
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Re: Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
El bardo se iluminó con la mención a su momento heroico, casi parecía que de verdad se creía que las cosas habían sucedido así y no era el resultado de una huida por el camino equivocado. De todas formas, había que admitirle que cuando se ponía a ello podía resultar extremadamente útil, y si decidiera hacerlo más a menudo incluso podría ser un acompañante que solucionase más problemas de los que causaba. Lamentablemente no era así.
- Mejor si no. Ya tenemos de sobra con un bardo. Además, ya sabes que no soy tan amigo de la atención como otros- después de todo, aunque estuviera dejando la humana, seguía alimentándome de sangre, y para eso era mejor ser lo más desconocido posible.- Aunque que me preguntes si quiero ser tu aprendiz hace que me preocupe del nivel en esa escuela de bardos tuya. ¿Tan bajo está el nivel?
Cuando Mishu preguntó a Alina si no faltaban más descripciones y emoción, la muchacha asintió, y yo me limité a encogerme de hombros. No era un experto contador de historias, y tampoco esperaba serlo. En cualquier caso, poco le importaban al dragón nuestras respuestas, puesto que lo que buscaba era una oportunidad para poder lucirse. Y se veía que lo estaba logrando, porque la atención de los escasos sujetos que quedaban en la taberna estaba desviándose hacia nosotros. No me hacía demasiada gracia, pero viendo que ninguno había gritado "es él" y se había lanzado a lincharnos, tampoco le di demasiada importancia.
- Bueno, antes de que nos empieces a dar un concierto. ¿A dónde piensas ir aho- me callé sin llegar a terminar la pregunta cuando vi que uno de los clientes de la taberna se nos acercaba.
«Por favor, que venga a pedirle a Mishu que le de un concierto. Que esta vez ni siquiera hicimos nada para merecernos el berenjenal.» Pero por mucho que implorase, el universo no estaba de mi parte y ese buen señor estaba a punto de liarnos en una nueva aventura por culpa de no haber sabido estarnos callados.
- Buenas noches. No he podido evitar oír vuestra conversación y es posible que sean justo lo que necesitamos.- «Mierda. Ya empezamos.»- Verán, hay algo escondido en estos bosques y cada cierto tiempo hacen desaparecer jóvenes de estos pueblos.- «Al menos no ha dicho vampiros, eso es bueno. Cada noche más sin encontrarme con los "míos" es una noche de alegría.»- No es algo suficientemente importante para que el rey se encargue de esto, y no había pasado nadie capacitado... hasta ahora.
Era perfectamente consciente de que no podíamos escapar de esto, toda la taberna había acabado mirándonos y Alina nos ponía una cara de emoción que casi me apenaría decepcionarla. Yo me limité a encogerme de hombros y dejé la parte de hacerse el héroe al bardo. Solo había dos salidas posibles, decir que si y cumplir, o decir que si y luego huir como las ratas que éramos.
- Mejor si no. Ya tenemos de sobra con un bardo. Además, ya sabes que no soy tan amigo de la atención como otros- después de todo, aunque estuviera dejando la humana, seguía alimentándome de sangre, y para eso era mejor ser lo más desconocido posible.- Aunque que me preguntes si quiero ser tu aprendiz hace que me preocupe del nivel en esa escuela de bardos tuya. ¿Tan bajo está el nivel?
Cuando Mishu preguntó a Alina si no faltaban más descripciones y emoción, la muchacha asintió, y yo me limité a encogerme de hombros. No era un experto contador de historias, y tampoco esperaba serlo. En cualquier caso, poco le importaban al dragón nuestras respuestas, puesto que lo que buscaba era una oportunidad para poder lucirse. Y se veía que lo estaba logrando, porque la atención de los escasos sujetos que quedaban en la taberna estaba desviándose hacia nosotros. No me hacía demasiada gracia, pero viendo que ninguno había gritado "es él" y se había lanzado a lincharnos, tampoco le di demasiada importancia.
- Bueno, antes de que nos empieces a dar un concierto. ¿A dónde piensas ir aho- me callé sin llegar a terminar la pregunta cuando vi que uno de los clientes de la taberna se nos acercaba.
«Por favor, que venga a pedirle a Mishu que le de un concierto. Que esta vez ni siquiera hicimos nada para merecernos el berenjenal.» Pero por mucho que implorase, el universo no estaba de mi parte y ese buen señor estaba a punto de liarnos en una nueva aventura por culpa de no haber sabido estarnos callados.
- Buenas noches. No he podido evitar oír vuestra conversación y es posible que sean justo lo que necesitamos.- «Mierda. Ya empezamos.»- Verán, hay algo escondido en estos bosques y cada cierto tiempo hacen desaparecer jóvenes de estos pueblos.- «Al menos no ha dicho vampiros, eso es bueno. Cada noche más sin encontrarme con los "míos" es una noche de alegría.»- No es algo suficientemente importante para que el rey se encargue de esto, y no había pasado nadie capacitado... hasta ahora.
Era perfectamente consciente de que no podíamos escapar de esto, toda la taberna había acabado mirándonos y Alina nos ponía una cara de emoción que casi me apenaría decepcionarla. Yo me limité a encogerme de hombros y dejé la parte de hacerse el héroe al bardo. Solo había dos salidas posibles, decir que si y cumplir, o decir que si y luego huir como las ratas que éramos.
Corlys Glokta
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Re: Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
Sus dedos comenzaron a alcanzar un movimiento rítmico, fluido e incesante mientras punteaba las cuerdas del laúd, acompañando sus palabras exageradas. Tanto había practicado durante todos esos años que era capaz de seguir tocando aunque la actuación hubiese terminado y estuviese más pendiente de una conversación. Por tanto, ni la pregunta de Corlys ni los clientes interrumpiendole fueron suficientes para que parase la música. «Ya era hora de que me viniesen a pedirme unas canciones, espero que tengan los bolsillos sueltos» fue el primer pensamiento cuando se percató de que se acercaban. Sin embargo, Mishu les concedió bajar el volumen del tono de la melodía, quedando de fondo para poder escucharlos mejor.
Lamentablemente no venían a pagarle por cantarles. Toda una decepción las gente de ese lugar, no podían ser más sosos. Había estado en aldeas de ancianos más animadas. De todas formas escuchó lo que tenían que decir. Les planteaba una nueva aventura convencerse tras oír su historia retocada de que eran gente capacitada para resolver problemas. Bueno, ninguno de los dos se definirían de esa forma de puertas para dentro. Más bien estaban capacitados para sobrevivir a embrollos, y era más que suficiente.
Cuando el hombre terminó de hablar Mishu miró directamente a Corlys, y sólo obtuvo por respuesta un encogimiento de hombros. Siempre le dejaba ser el relaciones públicas, pero por un lado mejor, igual por él no hubiesen cobrado un tercio de las recompensas evitando el uso de la violencia. Luego se fijó en Alina que le miraba a su vez emocionada por su respuesta. Estaban en un callejón sin salida, no les quedaba más remedio que aceptar el ruego. Lo que no iba a hacer era contradecirse en ese momento, delante de la muchacha con la que pretendía haber pasado la noche. Y el cabrón del vampiro, sólo se había encogido de hombros.
Dos acordes cerraron la melodía que se había tocado de fondo y se levantó de un salto de la silla. — No podías haberte dirigido a nadie mejor para investigar tan escabroso asunto —. Rodeó al hombre y dirigió su mano libre a su hombro. — Nosotros nos encargamos de las tareas para la gente humilde a las que el rey en su ocupada vida no puede atender, claro. Los hados del destino os y nos han bendecido para encontrarnos en esta taberna y ayudaros —. Apoyó la mano y cuando sintió la tela pegajosa, reprimió una cara de asco con esfuerzo para no borrar su sonrisa. Pero cómo lavaban la ropa en esos pueblos. Retiró la mano rápidamente. — Por supuesto y siento decirlo, tendremos que requerir un pago. El rey aún no nos paga por dar servicio me temo y, ni a un pobre bardo, los posaderos le dan cama gratis por amenizarles la velada a su clientela —asintió buscando la empatía de los clientes, un poco infructuosamente.
Dio dos pasos a un lado para agarrar del brazo a Corlys. — Así que mientras vosotros discutís un poco el tema monetario, nosotros haremos lo mismo con la estrategia a seguir —. Y tiró del vampiro apresuradamente hacia una esquina de la taberna alejada de donde se había concentrado el tumulto de clientes.
— Bueno, ¿y ahora qué plan seguimos? Investigamos este problema o igual mejor huimos, ¿no? —preguntó susurrando muy bajito mientras se limpiaba la mano que había tocado al cliente local en el pecho de Corlys, ahora sin reprimir una pequeña mueca asqueada. — No pensaba viajar de noche, ni dormir en un bosque hoy pero cómo tenemos la suerte de que el sol te abrasa no podremos dormir calentitos aquí y salir mañana por la mañana. Por los puñeteros dragones, vaya lío.
Lamentablemente no venían a pagarle por cantarles. Toda una decepción las gente de ese lugar, no podían ser más sosos. Había estado en aldeas de ancianos más animadas. De todas formas escuchó lo que tenían que decir. Les planteaba una nueva aventura convencerse tras oír su historia retocada de que eran gente capacitada para resolver problemas. Bueno, ninguno de los dos se definirían de esa forma de puertas para dentro. Más bien estaban capacitados para sobrevivir a embrollos, y era más que suficiente.
Cuando el hombre terminó de hablar Mishu miró directamente a Corlys, y sólo obtuvo por respuesta un encogimiento de hombros. Siempre le dejaba ser el relaciones públicas, pero por un lado mejor, igual por él no hubiesen cobrado un tercio de las recompensas evitando el uso de la violencia. Luego se fijó en Alina que le miraba a su vez emocionada por su respuesta. Estaban en un callejón sin salida, no les quedaba más remedio que aceptar el ruego. Lo que no iba a hacer era contradecirse en ese momento, delante de la muchacha con la que pretendía haber pasado la noche. Y el cabrón del vampiro, sólo se había encogido de hombros.
Dos acordes cerraron la melodía que se había tocado de fondo y se levantó de un salto de la silla. — No podías haberte dirigido a nadie mejor para investigar tan escabroso asunto —. Rodeó al hombre y dirigió su mano libre a su hombro. — Nosotros nos encargamos de las tareas para la gente humilde a las que el rey en su ocupada vida no puede atender, claro. Los hados del destino os y nos han bendecido para encontrarnos en esta taberna y ayudaros —. Apoyó la mano y cuando sintió la tela pegajosa, reprimió una cara de asco con esfuerzo para no borrar su sonrisa. Pero cómo lavaban la ropa en esos pueblos. Retiró la mano rápidamente. — Por supuesto y siento decirlo, tendremos que requerir un pago. El rey aún no nos paga por dar servicio me temo y, ni a un pobre bardo, los posaderos le dan cama gratis por amenizarles la velada a su clientela —asintió buscando la empatía de los clientes, un poco infructuosamente.
Dio dos pasos a un lado para agarrar del brazo a Corlys. — Así que mientras vosotros discutís un poco el tema monetario, nosotros haremos lo mismo con la estrategia a seguir —. Y tiró del vampiro apresuradamente hacia una esquina de la taberna alejada de donde se había concentrado el tumulto de clientes.
— Bueno, ¿y ahora qué plan seguimos? Investigamos este problema o igual mejor huimos, ¿no? —preguntó susurrando muy bajito mientras se limpiaba la mano que había tocado al cliente local en el pecho de Corlys, ahora sin reprimir una pequeña mueca asqueada. — No pensaba viajar de noche, ni dormir en un bosque hoy pero cómo tenemos la suerte de que el sol te abrasa no podremos dormir calentitos aquí y salir mañana por la mañana. Por los puñeteros dragones, vaya lío.
Mishu
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Re: Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
Mishu se encargó de decir que aceptábamos de una forma tan recargada y dándonos tanta importancia que costaba mantener la seriedad. Pero aun así fue capaz de pedir una recompensa por nuestro trabajo sin dejar ese discurso heroico que tanto le gustaba. Entonces les dijo que trataríamos la estrategia a seguir mientras ellos pensaban en el pago, y me arrastró hasta una esquina alejada para preguntarme cual iba a ser el plan, es decir, para ver como podíamos salir menos mal del berenjenal en el que habíamos entrado.
- Podemos hacer un poco de las dos. No queda suficiente noche para poder huir bien antes de que sufra una combustión espontánea, y como que preferiría evitarlo. Así que podemos salir ahora a buscar su monstruo y de paso miramos los mejores caminos por los que huir.
Además, me perseguían unos pirados con muchas ganas de linchar a alguien, y si conseguía que en este pueblo me tuviesen en estima igual podía evitar que me entregasen al pastor incansable si llegaba a alcanzarme aquí.
- Vale, no es un plan perfecto. Pero piénsalo, si sale bien nos ganamos unos dineros que no nos irán mal y te llevas a la chica. Y si no encontramos nada, o lo que encontremos es... demasiado esfuerzo para la recompensa, mañana en cuanto anochezca desaparecemos sin decir nada, que con la noche entera podemos poner la buena distancia de por medio.
Me giré cuando escuché unos pasos que se nos acercaban y uno de los señores locales nos vino a resumir lo que habían hablado sobre pagarnos.
- Creemos que tiene sentidos lo que dicen. Si nos traen a lo que está causando problemas, os pagaremos lo que vean necesario y podamos permitirnos, y podrán quedarse en la posada para descansar.
«¿Nos iban a dejar poner el precio? No sabía si es que eran tontos, estaban muy desesperados o nunca habían tratado con mercenarios, apostaba porque eran todas ellas. Aunque en su defensa había que decir que al menos no se habían ofrecido a pagarnos por adelantado.» Yo asentía con la cabeza al oírlo, aunque si no hubiera tanta audiencia lo que estaría haciendo sería agitar al bardo para que aceptase. No sabía cuanto podríamos rapiñarles a esta gente, pero estaba convencido de que no podía ser peor que muchos de los trabajos en los que me había metido.
- Podemos hacer un poco de las dos. No queda suficiente noche para poder huir bien antes de que sufra una combustión espontánea, y como que preferiría evitarlo. Así que podemos salir ahora a buscar su monstruo y de paso miramos los mejores caminos por los que huir.
Además, me perseguían unos pirados con muchas ganas de linchar a alguien, y si conseguía que en este pueblo me tuviesen en estima igual podía evitar que me entregasen al pastor incansable si llegaba a alcanzarme aquí.
- Vale, no es un plan perfecto. Pero piénsalo, si sale bien nos ganamos unos dineros que no nos irán mal y te llevas a la chica. Y si no encontramos nada, o lo que encontremos es... demasiado esfuerzo para la recompensa, mañana en cuanto anochezca desaparecemos sin decir nada, que con la noche entera podemos poner la buena distancia de por medio.
Me giré cuando escuché unos pasos que se nos acercaban y uno de los señores locales nos vino a resumir lo que habían hablado sobre pagarnos.
- Creemos que tiene sentidos lo que dicen. Si nos traen a lo que está causando problemas, os pagaremos lo que vean necesario y podamos permitirnos, y podrán quedarse en la posada para descansar.
«¿Nos iban a dejar poner el precio? No sabía si es que eran tontos, estaban muy desesperados o nunca habían tratado con mercenarios, apostaba porque eran todas ellas. Aunque en su defensa había que decir que al menos no se habían ofrecido a pagarnos por adelantado.» Yo asentía con la cabeza al oírlo, aunque si no hubiera tanta audiencia lo que estaría haciendo sería agitar al bardo para que aceptase. No sabía cuanto podríamos rapiñarles a esta gente, pero estaba convencido de que no podía ser peor que muchos de los trabajos en los que me había metido.
Corlys Glokta
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Re: Huyendo una vez más [Privado] [Mishu] [Noche]
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