Un cuento un regalo [EVENTO NAVIDEÑO]
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Un cuento un regalo [EVENTO NAVIDEÑO]
En la pequeña plaza del mercado, en la mañana del 24, un señor grandote vestido de rojo parecía estar haciendo una travesura. Así es como comenzó esta historia.
El viejo Santa se acercó al centro de la plaza arrastrando tras de si una especie de trineo con ruedas. En él habían enormes sacos, pero también un bonito y elegante árbol navideño; ni muy grande, ni muy pequeño. Este fue el objeto que primero agarró y lo colocó debidamente, ordenando las ramas de tal forma para que fuesen agradables a la vista. Entonces se peinó su larga y blanca barba y se dirigió a por uno de los sacos más pequeños, del cual empezó a sacar hermosos adornos rojos para decorar el árbol, sin hacer caso al bullicio que empezaba a formarse a su alrededor.
Una vez todo listo, acercó a si una silla, la cual también había traído en el trineo, y sentándose delante del pino encendió su pipa, haciendo mágicas figuras con el humo de esta para alegrar a los niños y mayores por igual.
- Hou hou hou~~. ¿Por qué no le cuentas a este pobre viejo una bonita historia? Sería un hermoso regalo navideño. - Tenía pensado repetir estas palabras a cada uno de los visitantes que se acercasen con curiosidad, sin importar sexo o raza, siempre con una amplia sonrisa.
- Santa y arbol:
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Reglas: 1 post por personaje sin necesidad de espera por la respuesta del master. No es necesaria una historia navideña, siempre que represente los sentimientos que la Navidad trae consigo. El regalo será el resultado del cuento y en el mismo post de respuesta se sabrá qué contiene y su función, así que currároslo, pues la originalidad será vuestra mejor arma. Evento hasta año nuevo, pero sin importar el día de posteo siempre será el 24 por la mañana. Suerte y disfrutad. ¡Felices fiestas!Othel
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Re: Un cuento un regalo [EVENTO NAVIDEÑO]
Era un día de invierno, cada vez que Nana salía a la calle por la mañana podía sentir el vaho salir de sus labios. Se frotaba las manos, blancas y frías, y salía a Lunargenta a comprar el pan para la taberna. Ese día era uno de esos días, pero por alguna razón Lunargenta estaba mucho más feliz, la gente compraba cosas, a su vista inútiles, y las envolvía, ¿Por qué? Jamás entendería a los humanos, todos los años hacían lo mismo y no importaba el qué fuese, todo estaba envuelto. Tampoco entendía por qué adornaban las calles con banderas, bolas, ángeles y otros objetos que para ella eran realmente cutres y feos. Navidad, así lo llamaban los humanos.
Nana pasaba por la calle principal con el cesto apoyado en la cadera y mirando a todos lados. Se levantaba el vestido con una mano para caminar mejor por la nieve derretida de Lunargenta. La bufanda bien atada a la garganta, bufanda que había tejido Rose para ella en esas fechas, el abrigo negro que le quedaba grande y las botas negras, altas para no mojarse los pies. El pelo recogido en una trenza a un lado de la cabeza, como siempre para trabajar. Se paró a comprar el pan, y no muy lejos de allí escuchó a un hombre junto a uno de esos árboles feos, sentado en un trineo.
-Buenos días Nana, ¿Lo de siempre? -Le preguntó el hijo del panadero que se quedaba embobado con los ojos de la loba, esta le dedicó una sonrisa asintiendo con la cabeza y él se la devolvió. Pero la vista de Nana estaba ocupada viendo al hombre allí sentado. ¿Qué haría allí?
-¿Quién es ese hombre de allí, Pedro? -Nana se apoyó en la barra del pequeño puesto del mercado que los padres de Pedro le habían montado mientras ellos se quedaban en la tienda, Nana los conocía ya muy bien, compraba siempre el pan allí.
-No lo sé, lleva todo el día hoy sentado en el trineo, solo, nadie se quiere acercar. -Le dijo Pedro, Nana mientras miraba al hombre, Pedro le puso en la cesta la barra de pan junto a una bolsita de frutas deshidratadas con azúcar, sin que ella se diese cuenta. -Feliz navidad Nana. -Finalizó mirando a la loba, que se giró al escucharle y le dedicó otra sonrisa dejando dos aero encima del mostrador. Pedro miró a los dos Aeros, pues el pan solo era uno.
-Cobrate también la bolsa de frutas. -Le dijo mientras se ponía la cesta de nuevo en la cadera y se marchaba hacia la plaza. Naturaleza curiosa Nana tenía que saber quién era ese hombre y qué hacía allí. Se acercó al hombre, que le dijo que le contase una historia bonita, Nana, con aquella personalidad tan solidaria se sentó al lado del hombre en aquel trineo, se sacudió el vestido y dejó en el suelo la cesta.
-Buenos días buen hombre. -Le dijo con una sonrisa y se encorvó apoyando los codos en las rodillas. Miró a la gente, todo el mundo andaba cogido de la mano de alguien, se daba regalos, se quería. Nana los miraba, ¿Por qué en esas fechas la gente estaba más empalagosa?. -No sé por qué, en estas fechas todo el mundo camina de la mano de alguien, se da regalos, y se dicen unos a otros "Feliz navidad". -Le confesó al viejo pero sin mirarle. -Sabe, yo en mi vida me he enamorado tantas veces... -Suspiró y se echó hacia atrás, apoyando las manos en el trineo mientras movía los pies. -Y me he enamorado sin saberlo, porque cada vez que quieres a alguien le quieres de diferente manera. Mi historia no tiene final feliz, porque no tiene final. -Advirtió al hombre con una media sonrisa, por alguna razón sintió la necesidad de confesarse.-Conocí a un hombre, a un terrestre, y me enamoré, pero desapareció un día, aquel día conocí lo que era ser abandonada por segunda vez. Después otro hombre prometió cuidarme toda mi vida, también desapareció, perdí la esperanza... -Sonrió al acordarse de Allen y de Marth, habían sido buenos compañeros y habían vivido buenos momentos juntos.
-Caminé sola por muchos años, pero por muy sola que estuviese, nunca me sentí así, ¿Sabe usted? Por mi familia, no es mi familia pero para mi, es más que eso. -Se acordó de Fleur, Bakuryu, Kurono, Nordica, Grazille, Kaala... Y de las travesuras que habían hecho juntos, así como las fiestas en la posada. -Ellos son la razón por la que hago todo, por la que me levanto y por la que me acuesto. -Ellos eran la verdadera razón de por qué Nana le plantaba cara a la Manada, cansada de que ellos despreciaran y a veces hasta asesinaran a la gente como ella, sin casa, sin familia, ella los acogía. -Hace unos meses conocí a alguien, alguien como yo. Sí, como yo, suena extraño pero jamás había conocido a nadie que fuese como yo. Al principio no nos llevábamos bien, nos pasábamos el día discutiendo, pero a medida que pasaba el tiempo nos reíamos, no sé si le quise, tampoco sé si él me quiso. -Miró al cielo acordándose de Brendarid. -Nos separamos, teníamos que hacerlo, no podíamos estar juntos. -Nana miró al hombre, la escuchaba atentamente, después volvió a mirar a todo el mundo, tan bonito todo, todo el mundo dormiría acompañado esa noche, menos ella. -¿Sabe? Ya no quedan casualidades buenas. La culpa es mía, que las gasté demasiado pronto. -Negó con la cabeza y sacó la bolsita de frutas que Pedro le había dado, y la abrió ofreciéndole al hombre.
Entonces lo comprendió, sintió unas ganas enormes de correr fuera, de quitarse el vestido y convertirse, buscarle, buscarles a todos. Sí, ella tenía que buscarles a todos, sentía la necesidad de pasar aquella noche con todos, así tuviese que recorrerse todo Aerandir buscándoles. Quería estar con su familia, no, no quería, lo necesitaba. Les necesitaba a todos aquella noche allí. Ahora entendía qué era la navidad y por qué todo el mundo estaba con su familia y amigos, fue en ese momento cuando entendió qué era la navidad. Lo recordó, recordó una noche junto a la chimenea, junto a Ruth, su amo, él le regaló un juguete de madera para que jugase con él, eso era navidad. Entonces, ¿Quién era aquel hombre? Nana lo miró con el ceño fruncido una sonrisa, esperando a que él dijese algo para salir corriendo a buscar su regalo, a buscarles a todos.
Nana pasaba por la calle principal con el cesto apoyado en la cadera y mirando a todos lados. Se levantaba el vestido con una mano para caminar mejor por la nieve derretida de Lunargenta. La bufanda bien atada a la garganta, bufanda que había tejido Rose para ella en esas fechas, el abrigo negro que le quedaba grande y las botas negras, altas para no mojarse los pies. El pelo recogido en una trenza a un lado de la cabeza, como siempre para trabajar. Se paró a comprar el pan, y no muy lejos de allí escuchó a un hombre junto a uno de esos árboles feos, sentado en un trineo.
-Buenos días Nana, ¿Lo de siempre? -Le preguntó el hijo del panadero que se quedaba embobado con los ojos de la loba, esta le dedicó una sonrisa asintiendo con la cabeza y él se la devolvió. Pero la vista de Nana estaba ocupada viendo al hombre allí sentado. ¿Qué haría allí?
-¿Quién es ese hombre de allí, Pedro? -Nana se apoyó en la barra del pequeño puesto del mercado que los padres de Pedro le habían montado mientras ellos se quedaban en la tienda, Nana los conocía ya muy bien, compraba siempre el pan allí.
-No lo sé, lleva todo el día hoy sentado en el trineo, solo, nadie se quiere acercar. -Le dijo Pedro, Nana mientras miraba al hombre, Pedro le puso en la cesta la barra de pan junto a una bolsita de frutas deshidratadas con azúcar, sin que ella se diese cuenta. -Feliz navidad Nana. -Finalizó mirando a la loba, que se giró al escucharle y le dedicó otra sonrisa dejando dos aero encima del mostrador. Pedro miró a los dos Aeros, pues el pan solo era uno.
-Cobrate también la bolsa de frutas. -Le dijo mientras se ponía la cesta de nuevo en la cadera y se marchaba hacia la plaza. Naturaleza curiosa Nana tenía que saber quién era ese hombre y qué hacía allí. Se acercó al hombre, que le dijo que le contase una historia bonita, Nana, con aquella personalidad tan solidaria se sentó al lado del hombre en aquel trineo, se sacudió el vestido y dejó en el suelo la cesta.
-Buenos días buen hombre. -Le dijo con una sonrisa y se encorvó apoyando los codos en las rodillas. Miró a la gente, todo el mundo andaba cogido de la mano de alguien, se daba regalos, se quería. Nana los miraba, ¿Por qué en esas fechas la gente estaba más empalagosa?. -No sé por qué, en estas fechas todo el mundo camina de la mano de alguien, se da regalos, y se dicen unos a otros "Feliz navidad". -Le confesó al viejo pero sin mirarle. -Sabe, yo en mi vida me he enamorado tantas veces... -Suspiró y se echó hacia atrás, apoyando las manos en el trineo mientras movía los pies. -Y me he enamorado sin saberlo, porque cada vez que quieres a alguien le quieres de diferente manera. Mi historia no tiene final feliz, porque no tiene final. -Advirtió al hombre con una media sonrisa, por alguna razón sintió la necesidad de confesarse.-Conocí a un hombre, a un terrestre, y me enamoré, pero desapareció un día, aquel día conocí lo que era ser abandonada por segunda vez. Después otro hombre prometió cuidarme toda mi vida, también desapareció, perdí la esperanza... -Sonrió al acordarse de Allen y de Marth, habían sido buenos compañeros y habían vivido buenos momentos juntos.
-Caminé sola por muchos años, pero por muy sola que estuviese, nunca me sentí así, ¿Sabe usted? Por mi familia, no es mi familia pero para mi, es más que eso. -Se acordó de Fleur, Bakuryu, Kurono, Nordica, Grazille, Kaala... Y de las travesuras que habían hecho juntos, así como las fiestas en la posada. -Ellos son la razón por la que hago todo, por la que me levanto y por la que me acuesto. -Ellos eran la verdadera razón de por qué Nana le plantaba cara a la Manada, cansada de que ellos despreciaran y a veces hasta asesinaran a la gente como ella, sin casa, sin familia, ella los acogía. -Hace unos meses conocí a alguien, alguien como yo. Sí, como yo, suena extraño pero jamás había conocido a nadie que fuese como yo. Al principio no nos llevábamos bien, nos pasábamos el día discutiendo, pero a medida que pasaba el tiempo nos reíamos, no sé si le quise, tampoco sé si él me quiso. -Miró al cielo acordándose de Brendarid. -Nos separamos, teníamos que hacerlo, no podíamos estar juntos. -Nana miró al hombre, la escuchaba atentamente, después volvió a mirar a todo el mundo, tan bonito todo, todo el mundo dormiría acompañado esa noche, menos ella. -¿Sabe? Ya no quedan casualidades buenas. La culpa es mía, que las gasté demasiado pronto. -Negó con la cabeza y sacó la bolsita de frutas que Pedro le había dado, y la abrió ofreciéndole al hombre.
Entonces lo comprendió, sintió unas ganas enormes de correr fuera, de quitarse el vestido y convertirse, buscarle, buscarles a todos. Sí, ella tenía que buscarles a todos, sentía la necesidad de pasar aquella noche con todos, así tuviese que recorrerse todo Aerandir buscándoles. Quería estar con su familia, no, no quería, lo necesitaba. Les necesitaba a todos aquella noche allí. Ahora entendía qué era la navidad y por qué todo el mundo estaba con su familia y amigos, fue en ese momento cuando entendió qué era la navidad. Lo recordó, recordó una noche junto a la chimenea, junto a Ruth, su amo, él le regaló un juguete de madera para que jugase con él, eso era navidad. Entonces, ¿Quién era aquel hombre? Nana lo miró con el ceño fruncido una sonrisa, esperando a que él dijese algo para salir corriendo a buscar su regalo, a buscarles a todos.
Nana
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Re: Un cuento un regalo [EVENTO NAVIDEÑO]
Cuando la joven terminó de hablar y su rostro se iluminó, el del viejo hombre vestido de rojo también lo hizo. - No hace falta que te diga nada, pues tu misma encontraste la respuesta, ¿cierto? - Le dedicó una cálida sonrisa y cogió una pasa aún con los guantes puestos, levantándola en un brindis para disfrutar después de su sabor.
- El amor se muestra de muchas formas diferentes, y a veces no es fácil de ver, pero basta con abrir los ojos. Y si no ha llegado aún, hay que estar seguro de que llegará. - Dijo el hombre mientras se puso a rebuscar algo entre los sacos del trineo. - A eso se le llama tener fe. - Al fin encontró lo que buscaba y regresó con la joven que lo esperaba. Le dedicó otra sonrisa. - Pero ahora has abierto los ojos, ¿verdad? Estás rodeada de amor. -
- No era lo que esperaba por una historia, pero ya que tu corazón se iluminó, deja que yo ilumine tu camino. Llévalo siempre. - Le entregó una pequeña cajita marrón, decorada con una flor. - Te has portado muy bien, Nana. - Entonces la dejó marchar.
- El amor se muestra de muchas formas diferentes, y a veces no es fácil de ver, pero basta con abrir los ojos. Y si no ha llegado aún, hay que estar seguro de que llegará. - Dijo el hombre mientras se puso a rebuscar algo entre los sacos del trineo. - A eso se le llama tener fe. - Al fin encontró lo que buscaba y regresó con la joven que lo esperaba. Le dedicó otra sonrisa. - Pero ahora has abierto los ojos, ¿verdad? Estás rodeada de amor. -
- No era lo que esperaba por una historia, pero ya que tu corazón se iluminó, deja que yo ilumine tu camino. Llévalo siempre. - Le entregó una pequeña cajita marrón, decorada con una flor. - Te has portado muy bien, Nana. - Entonces la dejó marchar.
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En la cajita había un anillo mágico, el cual no solo se iluminaría en la total oscuridad, sino que también cuando el corazón empiece a teñirse de sombras negras. La luz protectora hará que la fe vuelva a su portador. (Transferible) - anillo:
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Othel
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Re: Un cuento un regalo [EVENTO NAVIDEÑO]
Paseaba por las calles de la ciudad, tratando de esquivar a las personas que caminaban en grupos rebosando alegría y felicidad. Era un ambiente muy acogedor, pero no conseguía unirme a él. Tenía tantas cosas en mi cabeza... Tantas cosas había vivido de repente, que los problemas sin resolver empezaron a amontonarse en mi corazón, haciéndolo cada vez más pesado...
Un grupo de niños gritando llamó mi atención, a pesar de caminar distraída. Al parecer estaban rodeando un árbol decorado en la plaza del mercado, pero con toda aquella gente no podía ver bien. Me acerqué y me sorprendió ver a aquel hombre haciendo anillos de humo con su pipa, mientras los pequeños reían despreocupadamente. Ojalá pudiese volver a aquellos tiempos yo también... Pero no me correspondía...
- Hou hou hou~~. ¿Por qué no le cuentas a este pobre viejo una bonita historia? Sería un hermoso regalo navideño. - dijo el anciano cuando me acerqué. Al principio no sabía cómo reaccionar, pero algo en sus ojos me hizo querer responder a su petición. Si podía, le contaría un cuento como regalo, si eso le alegraba. Parecía una buena persona.
- Esto... Está bien... - dije algo insegura, pero le sonreí. Los niños que antes habían estado montando alboroto se sentaron en círculo y parecían estar listos para escuchar. Me coloqué de pie frente al señor con sombrero rojo, pues me daba verguenza hablar ante todas aquellas personas detrás de mí. Pero hablarle a él parecía algo extrañamente tranquilizador. Recordé como mi madre solía hacerlo:
- Había... Había una vez, un pequeño bebé lobo abandonado en el bosque. Estaba rodeado de nieve y no parecía haber nadie que cuidase de él. Estaba completamente solo en la oscuridad... Pero entonces, una mujer se le hacercó, atraída por el resplandor de la luna. Lo levantó en brazos y, a pesar de ser tan diferentes, decidió acoger al pequeño animal, que resultó ser una cachorra de colores tierra y gris. La mujer decidió llamarla como la hija de la luna, como agradecimiento por traerla hacia ella...
Tanto la loba como la humana vivieron muchos años de paz y amor, en una pequeña cabaña en medio del bosque. La mujer cuidó y trató muy bien a la criatura, a pesar de la mala fama que su raza tenía. Pasaron varios años... Años de mucha, mucha alegría para ambas.
Doce años después de que el destino entrelazara sus caminos, decidió cortarlos y separarlos para siempre... Un ser malvado adormeció a la bella mujer, para que no pudiese volver a abrir sus ojos verdes nunca más. La vida de la loba se tiñó de rojo, y la tristeza y desesperación la hicieron huir hacia el bosque. Aislarse en él cuanto más fuese posible...
Hice una pequeña pausa. No solo yo estaba entristecida y con la mirada perdida. Al parecer mi historia había hecho callar hasta a los más pequeños. Incluso el hombre vestido de rojo parecía mirarme con tristeza. Centré mi mirada en el cielo azul, antes de continuar, un poco más alegre.
- Fueron muchos los años que la loba permaneció sola, escondida no solo de los demás, sino de si misma también. Había tenido mucho tiempo para pensar y lamentarse... Tanto tiempo, que empezó a tener la esperanza de que algo sucediese. Un cambio al cual no podía esperar, pues debía hacerlo por ella misma. Ya no veía correcto seguir escondida del mundo, pues nada conseguía con ello. Por eso un día, sin más, se armó de todo el valor que pudo encontrar y emprendió una aventura que no deseaba que terminase nunca. Se dirigió hacia algo que había perdido... Su vida. -
Noté cómo las sonrisas empezaron a rodearme y me dejé contagiar por esa maravillosa sensación. Escuché que un niño preguntó por cómo continuaba el cuento y le respondí sonriente. - La loba, en muy poco tiempo, vivió cosas que nunca se habría imaginado que podrían ocurrirle. Sufrió muchas veces... Cosas dolorosas empezaron a pasarle una y otra vez. Pero... Ella era feliz. A pesar de las cosas tristes, había hecho amigos muy importantes. Había visitado lugares maravillosos. Y había encontrado una nueva familia... Seguía sufriendo de desgracias, y seguramente seguirá sufriendo. Pero... No tenía de qué arrepentirse. Al fin había recuperado el amor y felicidad que tanto anhelaba recuperar. Y eso... Valía la pena. -
Un grupo de niños gritando llamó mi atención, a pesar de caminar distraída. Al parecer estaban rodeando un árbol decorado en la plaza del mercado, pero con toda aquella gente no podía ver bien. Me acerqué y me sorprendió ver a aquel hombre haciendo anillos de humo con su pipa, mientras los pequeños reían despreocupadamente. Ojalá pudiese volver a aquellos tiempos yo también... Pero no me correspondía...
- Hou hou hou~~. ¿Por qué no le cuentas a este pobre viejo una bonita historia? Sería un hermoso regalo navideño. - dijo el anciano cuando me acerqué. Al principio no sabía cómo reaccionar, pero algo en sus ojos me hizo querer responder a su petición. Si podía, le contaría un cuento como regalo, si eso le alegraba. Parecía una buena persona.
- Esto... Está bien... - dije algo insegura, pero le sonreí. Los niños que antes habían estado montando alboroto se sentaron en círculo y parecían estar listos para escuchar. Me coloqué de pie frente al señor con sombrero rojo, pues me daba verguenza hablar ante todas aquellas personas detrás de mí. Pero hablarle a él parecía algo extrañamente tranquilizador. Recordé como mi madre solía hacerlo:
- Había... Había una vez, un pequeño bebé lobo abandonado en el bosque. Estaba rodeado de nieve y no parecía haber nadie que cuidase de él. Estaba completamente solo en la oscuridad... Pero entonces, una mujer se le hacercó, atraída por el resplandor de la luna. Lo levantó en brazos y, a pesar de ser tan diferentes, decidió acoger al pequeño animal, que resultó ser una cachorra de colores tierra y gris. La mujer decidió llamarla como la hija de la luna, como agradecimiento por traerla hacia ella...
Tanto la loba como la humana vivieron muchos años de paz y amor, en una pequeña cabaña en medio del bosque. La mujer cuidó y trató muy bien a la criatura, a pesar de la mala fama que su raza tenía. Pasaron varios años... Años de mucha, mucha alegría para ambas.
Doce años después de que el destino entrelazara sus caminos, decidió cortarlos y separarlos para siempre... Un ser malvado adormeció a la bella mujer, para que no pudiese volver a abrir sus ojos verdes nunca más. La vida de la loba se tiñó de rojo, y la tristeza y desesperación la hicieron huir hacia el bosque. Aislarse en él cuanto más fuese posible...
Hice una pequeña pausa. No solo yo estaba entristecida y con la mirada perdida. Al parecer mi historia había hecho callar hasta a los más pequeños. Incluso el hombre vestido de rojo parecía mirarme con tristeza. Centré mi mirada en el cielo azul, antes de continuar, un poco más alegre.
- Fueron muchos los años que la loba permaneció sola, escondida no solo de los demás, sino de si misma también. Había tenido mucho tiempo para pensar y lamentarse... Tanto tiempo, que empezó a tener la esperanza de que algo sucediese. Un cambio al cual no podía esperar, pues debía hacerlo por ella misma. Ya no veía correcto seguir escondida del mundo, pues nada conseguía con ello. Por eso un día, sin más, se armó de todo el valor que pudo encontrar y emprendió una aventura que no deseaba que terminase nunca. Se dirigió hacia algo que había perdido... Su vida. -
Noté cómo las sonrisas empezaron a rodearme y me dejé contagiar por esa maravillosa sensación. Escuché que un niño preguntó por cómo continuaba el cuento y le respondí sonriente. - La loba, en muy poco tiempo, vivió cosas que nunca se habría imaginado que podrían ocurrirle. Sufrió muchas veces... Cosas dolorosas empezaron a pasarle una y otra vez. Pero... Ella era feliz. A pesar de las cosas tristes, había hecho amigos muy importantes. Había visitado lugares maravillosos. Y había encontrado una nueva familia... Seguía sufriendo de desgracias, y seguramente seguirá sufriendo. Pero... No tenía de qué arrepentirse. Al fin había recuperado el amor y felicidad que tanto anhelaba recuperar. Y eso... Valía la pena. -
Kaala
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Re: Un cuento un regalo [EVENTO NAVIDEÑO]
El hombre sonrió por el final del cuento. La joven no lo había mencionado, pero él intuía que aquella historia era más real y cercana de lo que nadie pudiese imaginarse. Se levantó cuidadosamente y se acercó a su trineo, para rebuscar en uno de los sacos un regalo. Al encontrarlo, regresó al lado de la muchacha y se lo tendió. - Ha sido una historia triste, pero con un hermoso final feliz. De eso tratan estas fechas, de felicidad. Así es como debe ser. - Sonrió con amabilidad y dejó que la joven cogiese el presente. - La loba sufrió mucho y no parece que termine ahí su sufrimiento, pero todo ese dolor se convierte en fuerza si se sabe cómo hacerlo. Espero que este pendiente pueda dar un empujón a esa joven valiente. -
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En la caja hay un solo pendiente con forma de avellana. Cada vez que el corazón sienta dolor, el cristal azul resplandecerá con una dulce luz que calmará el corazón y te llenará de fuerza de espíritu, la cual la joya absorberá.Othel
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Re: Un cuento un regalo [EVENTO NAVIDEÑO]
Antes de que la noche llegase, el hombre recogió todo dejando el árbol en la plaza, para iluminar con su belleza y espíritu a los habitantes de la ciudad. Informó a los niños que debía irse, pues tenia trabajo que hacer aquella noche y se alejó hasta desaparecer entre los edificios.
Tiempo después, los rumores se extendieron por Lunargenta. Se decía que aquel hombre era un rico noble el cual había enloquecido y por ello empezó a regalar objetos mágicos sin razón alguna. Pero si fuese así, ¿cómo es que supo los nombres de los que vinieron a él sin que nadie se los dijese? Cada uno podía creer en lo que quisiese. Pero en la opinión de muchos, es mucho mejor tener fe.
Gracias a Nana y a Kaala por participar. Disfrutad de los regalos y el equipo de Aerandir espera que hayáis tenido felices fiestas.
Tiempo después, los rumores se extendieron por Lunargenta. Se decía que aquel hombre era un rico noble el cual había enloquecido y por ello empezó a regalar objetos mágicos sin razón alguna. Pero si fuese así, ¿cómo es que supo los nombres de los que vinieron a él sin que nadie se los dijese? Cada uno podía creer en lo que quisiese. Pero en la opinión de muchos, es mucho mejor tener fe.
FIN DEL EVENTO
Gracias a Nana y a Kaala por participar. Disfrutad de los regalos y el equipo de Aerandir espera que hayáis tenido felices fiestas.
Othel
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