Excursión de lobos. (Privado - Nana, Brendarid y Eona)

Mis dagas tintineaban en mi cinturón, mientras caminaba dando saltitos. Habíamos salido de la ciudad sin problemas, y ahora la leve brisa hacía hondear nuestros cabellos, evidenciando el olor de la loba negra, permitiéndome memorizarlo a la perfección. Así es. Nana Black, la importantísima líder del Colmillo, me seguía el paso. Y no estaba sola, sino que traía consigo a un joven lobito para jugar. Siempre que por jugar quisiésemos decir descubrir quién mató a su pobre familia. Sonreí para mis adentros.

Iba tarareando mi canción. La canción. La misma la cual la loba debía popularizar por todo el reino, tanto humano, como licántropo, como por el resto de Aerandir. Miré hacia el cielo oscurecido, el cual gracias a las nubes no parecía tan brillante como a veces solía ser. - Bueno. ¿Y qué me contáis? ¿Todo bien por el Colmillo? ¿O el sitio del que vengáis? - Iba balanceando los brazos, mientras guiaba a mis nuevos amigos por el bosque. Seguramente pronto optaríamos por sacar nuestro pelaje, pues así sería más rápido, o no?

Habían salido de Lunargenta aquella misma noche, llevaban quizá una hora andando, no hablaban, no decían nada, Nana estaba demasiado absorta pensando en su posible encuentro con Markus, pues sabía que el licántropo hacía demasiado tiempo que intentaba propiciar un encuentro fortuito con la loba y quién sabe qué clase de torturas y depravaciones se le ocurrirían a aquel hombre, tantos años en la manada no podían hacerle bien a nadie, sino, solo habría que ver a Eona. Nana miró a la loba de la manada y frunció el ceño, había todo un código de honor en lo que acababan de pactar, ojo por ojo, nunca mejor dicho. 

-Nada. -Respondió seca a Eona, después la miró con aquellos ojos amarillos que brillaban bajo la luz de las estrellas, pues no había luna aquella noche. -Nada que quiera contarte, claro. -Después se giró hacia Bren, entendía por qué le disgustaba aquella mujer, pero era la única forma de conseguir lo que quería. Nana, ¿Qué sacaba ella con eso? Información, quizá una razón y pruebas de peso para acusar a la manada delante de toda su raza, un hueco no solo en la historia de los humanos, sino también en la de su propia raza. 

-A este paso torpe y con tanta ropa no llegaremos nunca. -Suspiró y se frotó la frente, el alcohol había hecho mella en su cuerpo, pero bueno, pasaría mucho tiempo hasta la próxima vez que su paladar catara el amargor de una buena cerveza recién servida. -No me malinterpretéis, cuatro patas corren más que dos. -Bromeó enseñando uno de sus colmillos. Era quizá más de media noche, si viajaban en su forma de lobo a la madrugada ya habrían llegado a la arboleda. Nana se sentó y se quitó las botas, luego ojeó los alrededores, siempre encontraba algún sitio donde guardar su ropa para después recogerla.

Veía como aquella mujer parecía rebosar felicidad, no podía quitarle el ojo de encima. Es probable que estuviese loca, pero la necesitaba. No contestó a su pregunta, para varias, pues seguía considerando que Nana era la portavoz de aquel encuentro tan incómodo para el.

En cuanto vio que su compañera se desvestía, no perdió un segundo y casi se arrancó las vestiduras, lanzándolas de forma despectiva: no quería pasar un solo segundo más oprimido por aquellas telas. Volvía a ser libre de nuevo; estiró los brazos y cogió una enorme bocanada de aire, nunca había apreciado tanto la libertad como en ese momento.
-Ya iba siendo hora...- no añadió nada más antes de convertirse rápidamente en lobo.

Sin esperar a que ellas se pusieran en marcha, se lanzó a correr como si persiguiera algo, como si tratase de alcanzar al viento. Al cabo de pocos segundos volvió y se situó frente a Nana, jadeando y con la lengua fuera, visiblemente más feliz de lo que había estado las últimas horas.

Ahora que ningún humano podía verle, se acercó a la pierna de la extraña mujer rubia y la olfateó, pegando su hocico a ella como si nada. No quería olvidar aquel olor, tal vez en un futuro necesitase recordarlo.

Observé como ambos compañeros empezaban a desvestirse, algunos más entusiasmados que otros, así que hice lo mismo. La ropa la dejé tirada detrás de un arbusto, pero las dagas y el fardo que solía llevar en el cinturón los envolví en mi chaleco de piel de lobo. Después metí todo en una desgastada bolsa de viaje, la cual siempre llevaba por si tenía que llevar algo en mi forma animal.

Observé como el cachorro de Nana se alejaba corriendo como lo que claramente aún era, un cachorro. Se me escapó una sonrisa y desperecé mi cuerpo, mientras echaba mi cabeza hacia atrás. "Crack..." Un par de crujidos y algún que otro pelo de mi espeso pelaje gris-rojizo salió volando por la brisa nocturna. Mis pálidos ojos amarillos se centraron en los intensamente amarillos de Nana y mostré mis colmillos en una sonrisa canina.

En cuanto regreso el cachorro, estuve a punto de emprender la carrera, pero este se acercó a olisquearme por detrás. Me pareció más un habito de perros que de lobos, pero lo dejé hacer. Si eso le hacía feliz, adelante. Pero eso sí, antes de que él mismo se apartara, lancé una patada juguetona con mi pata de atrás hacia su hocico. No le di, pero me pareció algo realmente gracioso. Así que apunto estuve de lanzarme contra él para morderle una oreja, pero me contuve. Aunque mi sangre ardía en ansias de comportarme como una cachorra, hacia tiempo ya que había dejado de serlo.

Así empezó la carrera hacia las respuestas que estos dos tanto buscaban.

(Siguiente rol en construcción, aquí termina este)

Continúa aquí: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]