Preludio: La reunión
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Preludio: La reunión
Off: Una vez que se hayan establecido los grupos correctamente, pasaremos a la actividad en la parte este del lago, en un nuevo tema. Mientras tanto, la misión se desarrollará aquí.
Pese al calor característico del verano, esa madrugada había resultado un tanto fría. El viejo Von Valdembrung estaba achuchado bajo una frazada esperando aún a las dos personas que faltaban para completar su carromato. Estaba bien seguro de haber distribuido buena cantidad de panfletos además de haber movido a todos sus contactos. Certero era que la competencia habría movido sus hilos también ya que solamente habían llegado dos misteriosas figuras para establecerse con él sin siquiera hablar mucho.
-Sólo faltan dos, pero ¡qué diantres!- diría escupiendo su tabaco para echarse una buena taza de café bien negro. Una vez que llegaran los dos tripulantes faltantes, iniciaría su viaje aporreando un poco a las mulas haraganas que tenía.
Miranda Lodzswitch, una diestra mujer en las artes de la oscuridad, lo oculto y la mentira, esperaba en la otra esquina, a cualquier incauto para atraerle a su carromato tirado por mulas tan o mas negras que su alma.
Ya dos personas también habían ocupado el puesto, pero no hablaban porque ella estaba de mal humor y se contentaba con ignorarles, aunque tampoco les dejaba moverse de allí. Tenía una mirada fría y calculadora. No dudaría ni un segundo en matar a nadie, mentirle o extorsionarle para lograr sus fines, que esta vez, eran de suma importancia para lo que ella y otros superiores se traían entre manos.
-A lo que se demoren en llenar esta carreta vieja, comienzo a raptar gente y esclavizarla… ¿Qué tan difícil podria ser alquilar personas para limpiar un sucio lugar?- se diría como repitiendo alguna conversación pasada con algún fantasma.
Instrucciones: Relaten como llegaron al lugar, s tuvieron alguna peripecia... o algo que quieran agregar, por ejemplo que alguien se les iba a adelantar, recuerden que tienen 15 puntos por desarrollo que se tienen que ganar. Como ya imaginarán, no hay turnos entre ustedes para facilitar la fluidez, sin embargo en este primer turno se armarán los equipos. Los primeros dos que lleguen irán con el viejo.
Pese al calor característico del verano, esa madrugada había resultado un tanto fría. El viejo Von Valdembrung estaba achuchado bajo una frazada esperando aún a las dos personas que faltaban para completar su carromato. Estaba bien seguro de haber distribuido buena cantidad de panfletos además de haber movido a todos sus contactos. Certero era que la competencia habría movido sus hilos también ya que solamente habían llegado dos misteriosas figuras para establecerse con él sin siquiera hablar mucho.
-Sólo faltan dos, pero ¡qué diantres!- diría escupiendo su tabaco para echarse una buena taza de café bien negro. Una vez que llegaran los dos tripulantes faltantes, iniciaría su viaje aporreando un poco a las mulas haraganas que tenía.
* * *
Miranda Lodzswitch, una diestra mujer en las artes de la oscuridad, lo oculto y la mentira, esperaba en la otra esquina, a cualquier incauto para atraerle a su carromato tirado por mulas tan o mas negras que su alma.
Ya dos personas también habían ocupado el puesto, pero no hablaban porque ella estaba de mal humor y se contentaba con ignorarles, aunque tampoco les dejaba moverse de allí. Tenía una mirada fría y calculadora. No dudaría ni un segundo en matar a nadie, mentirle o extorsionarle para lograr sus fines, que esta vez, eran de suma importancia para lo que ella y otros superiores se traían entre manos.
-A lo que se demoren en llenar esta carreta vieja, comienzo a raptar gente y esclavizarla… ¿Qué tan difícil podria ser alquilar personas para limpiar un sucio lugar?- se diría como repitiendo alguna conversación pasada con algún fantasma.
Instrucciones: Relaten como llegaron al lugar, s tuvieron alguna peripecia... o algo que quieran agregar, por ejemplo que alguien se les iba a adelantar, recuerden que tienen 15 puntos por desarrollo que se tienen que ganar. Como ya imaginarán, no hay turnos entre ustedes para facilitar la fluidez, sin embargo en este primer turno se armarán los equipos. Los primeros dos que lleguen irán con el viejo.
Thorn
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Re: Preludio: La reunión
El brujo estaba en Lunargenta, para variar, cuando recibió la información, Von Valdembrung reclutaba gente para un trabajo bastante bien pagado, de manera que, aunque por esa paga "limpieza" sonaba a "homicidio" Geralt no dudo en aceptar, pero no era tan fácil, no servia con decirle que si al tipo que le había informado, tenia que ir allí y presentarse antes de que escogieran a otro.
Esa noche era luna llena, de manera que se fue a dormir temprano, tranquilamente, despertándose mucho mas temprano que de costumbre, a las cinco. Gracias a sus constantes exploraciones se conocía la ciudad bastante bien, incluida esa posada estrella, por lo que se dirigió hacia allí sin dudar. En poco tiempo se dio cuenta de que no era el único que andaba por la calle a esas horas, un chico moreno algo más bajo que el, con una espada a la cintura, también se encontraba allí, a unos pocos metros.
Buenos días le saludo
Buenos días señor le respondió el. Aunque la palabra "señor" le sentó como una puñalada, Geralt siguió hablando.
¿Y se puede saber que haces a estas horas con una espada? ¿Piensas robar a alguien? esta vez parecía que era el muchacho el que había recibido una puñalada.
¿Por quien me tomas? dijo para a continuación desenvainar la espada y alzarla al aire. Soy Pack, vengo de una humilde aldea al borde de la miseria, me haré fuerte, me alistare en el ejercito y llegare a general, así podre rescatar mi aldea de la ruina bajo un poco la espada, como si su convicción hubiera bajado ligeramente Pero primero necesito dinero para mejores armas y armaduras, y ese tal "Von Valdembrung" parece ideal para empezar. Los ojos del brujo brillaron con astucia por la revelación, no se le iban a adelantar.
Pues... Puck, como decirlo... estas yendo exactamente en dirección contraria... ¿Que? Sisisi, deberias ir por esa calle y girar en la quinta a la derecha, la posada para ese trabajo esta en las afueras, casi no se ve si no vienes del camino, es una posada destinada a los cazadores del exterior, no a los ciudadanos.
Oh, muchas gracias buen hombre, no olvidare esa buena voluntad, algún día cuando sea general, te devolveré el favor dijo el muchacho, haciendo un par de reverencias y saliendo corriendo en la dirección indicada, una dirección errónea, que seguramente le impediría llegar a tiempo al trabajo. Mientras tanto, el peliblanco se limito a despedirlo con la mano y una sonrisa de oreja a oreja.
Llego al lugar sin más contratiempos, justo a la hora acordada y, aunque la mujer también parecía estar buscando gente, no se arriesgaría a cobrar menos por equivocarse de cliente, de manera que se dirigió hacia el hombre y lo saludo.
Buenas tardes señor, me llamo Geralt y vengo por el trabajo Ataviado con ropa negra, puede que el brujo diera un aspecto más siniestro del que queria aparentar, pero ahora ya era muy tarde y, en realidad, le daba un poco igual.
Esa noche era luna llena, de manera que se fue a dormir temprano, tranquilamente, despertándose mucho mas temprano que de costumbre, a las cinco. Gracias a sus constantes exploraciones se conocía la ciudad bastante bien, incluida esa posada estrella, por lo que se dirigió hacia allí sin dudar. En poco tiempo se dio cuenta de que no era el único que andaba por la calle a esas horas, un chico moreno algo más bajo que el, con una espada a la cintura, también se encontraba allí, a unos pocos metros.
Buenos días le saludo
Buenos días señor le respondió el. Aunque la palabra "señor" le sentó como una puñalada, Geralt siguió hablando.
¿Y se puede saber que haces a estas horas con una espada? ¿Piensas robar a alguien? esta vez parecía que era el muchacho el que había recibido una puñalada.
¿Por quien me tomas? dijo para a continuación desenvainar la espada y alzarla al aire. Soy Pack, vengo de una humilde aldea al borde de la miseria, me haré fuerte, me alistare en el ejercito y llegare a general, así podre rescatar mi aldea de la ruina bajo un poco la espada, como si su convicción hubiera bajado ligeramente Pero primero necesito dinero para mejores armas y armaduras, y ese tal "Von Valdembrung" parece ideal para empezar. Los ojos del brujo brillaron con astucia por la revelación, no se le iban a adelantar.
Pues... Puck, como decirlo... estas yendo exactamente en dirección contraria... ¿Que? Sisisi, deberias ir por esa calle y girar en la quinta a la derecha, la posada para ese trabajo esta en las afueras, casi no se ve si no vienes del camino, es una posada destinada a los cazadores del exterior, no a los ciudadanos.
Oh, muchas gracias buen hombre, no olvidare esa buena voluntad, algún día cuando sea general, te devolveré el favor dijo el muchacho, haciendo un par de reverencias y saliendo corriendo en la dirección indicada, una dirección errónea, que seguramente le impediría llegar a tiempo al trabajo. Mientras tanto, el peliblanco se limito a despedirlo con la mano y una sonrisa de oreja a oreja.
Llego al lugar sin más contratiempos, justo a la hora acordada y, aunque la mujer también parecía estar buscando gente, no se arriesgaría a cobrar menos por equivocarse de cliente, de manera que se dirigió hacia el hombre y lo saludo.
Buenas tardes señor, me llamo Geralt y vengo por el trabajo Ataviado con ropa negra, puede que el brujo diera un aspecto más siniestro del que queria aparentar, pero ahora ya era muy tarde y, en realidad, le daba un poco igual.
Geralt
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Re: Preludio: La reunión
- No, señor Borion. ¡No lo aceptaré esta vez! - La señora Thorrie era la esposa del dueño de una posada en la que me había hospedado durante semanas hasta encontrar un nuevo hogar. No hacía mucho residía en el castillo de Arathon, pero cuando necesitaba ayuda sabía a quien contactar. - La vez anterior dije que sería la última vez, ¡y sostengo mi palabra! - Estaba alterada sin sentido, hacía gestos con sus manos para acompañar sus quejas y cada vez que levantaba la voz yo la callaba con señas pues ninguno de los dos quería que Vlad, que dormía en la habitación adyacente, se despertase.
- Sólo necesito que lo cuide en esta oportunidad. Serán unos días como máximo, y usted sabe perfectamente que es por trabajo. - Ya se lo había pedido antes en variadas ocasiones: la reconquista del castillo, mis "escapadas" al Gremio de Asesinos, las ocasiones en las que había hecho algún que otro trabajo, más en estos episodios la sra. Thorrie había sido capaz de descubrir las peculiares capacidades de Vlad. No sólo su magia innata, sino también los tortuosos efectos secundarios que acarreaba la simple presencia del niño. - No, no y no. - Exclamó la mujer. Refunfuñé por lo bajo. - Le pagaré 70 aeros si acepta. Vamos, que eso no es algo barato para una tarea tan simple. - Repliqué.
La mujer negó con la cabeza mientras me miraba con expresión seria. - Usted sabe perfectamente por qué ese... - Vaciló. ¿Qué era Vlad? ¿Un niño realmente? Los niños normales no torturaban a las personas con terribles pesadillas ni podían producir esa densa niebla al dormir. Ni siquiera los brujos. - ...por qué Vlad es un problema para mí. Además aleja a los clientes. - Esta vez subió más el tono de voz.
- Vlad es sólo un brujo. No hay nada de qué preocuparse. - Insistí con voz firme y el enojo asomándose en mi mirada. Abrí la puerta procurando ser silencioso y me acerqué a la cuna de madera. Lo contemplé con una sonrisa durante segundos y después recibí al querido hijo adoptivo en mis brazos. El movimiento no lo afectaba en lo más mínimo, por alguna clase de vínculo incomprensible él sabía que quien lo levantaba era yo, por lo que se mantuvo calmo. Me giré hacia la sra. Thorrie, que me miraba con impaciencia. - Comprendo. - Dije con una leve sonrisa al tiempo que me retiraba de la habitación y me dirigía a un lento paso hacia la salida. - Sería una lástima que se supiera que usted roba a las personas hospedadas, muchas de ellas en situaciones precarias. ¿Se le ocurrió a usted o a sus empleados decir que son trasgos los culpables de estos crímenes? - La señora arqueó las cejas y se llevó un puño a los labios. - N-no tienes pruebas. - Dijo con voz temblorosa. Continué caminando hasta estar a escasos metros de la puerta. - ¿Qué me dice del baúl con fondo falso que hay en la oficina de su esposo? Sé que ahí guarda lo que roba para luego venderlo en la Feria de la ciudad. Seguramente a la guardia de Lunargenta le interesaría enterarse de esto. - Lancé una mirada fría y estiré una mano para abrir la puerta.
Debido a que faltaban varias horas para el amanecer no había ninguna persona en el vestíbulo además de la sra. Thorrie, Vlad y yo. - ¡Espere! - Exclamó ella. Nuevamente negó con la cabeza y puso una mano en su frente. - Deme al niño. - Satisfecho, le entregué al pequeño durmiente - no sin antes darle un beso en la mejilla al infante. No me preocupaba la seguridad de Vlad, debido a que la cuidadora del bebé ya conocía mis condiciones, y las tenía muy claras: si algo le sucedía al niño, a ella le sucedería el doble.
Volvería algunos días más tarde... o eso esperaba.
Encontré el panfleto pegado en la pared de la entrada de una taberna, lugar que solía frecuentar con el afán de hallar trabajo. Había tenido ciertas dificultades para encontrar el camino hacia el punto de encuentro, viéndome obligado a pedir instrucciones repetidas veces. Salí al alba, llevando variado equipaje; estar en el Gremio me había enseñado que era necesario estar preparado para posibles conflictos. Por ello cargaba con mi armadura de cuero y mi espada, y en la capa con multibolsillos llevaba escondida una pócima paralizante, dardos y una daga. De todas formas prefería no dejar de lado las necesidades básicas, la mochila a mi espalda llevaba alimentos y otras herramientas que podían llegar a ser útiles.
Cuando arribé al lugar había cuatro hombres presentes. Tres debían ser personas que atendieron al pedido, mientras uno de esos tipos era el que había solicitado la ayuda. - Disculpen, ¿cuál de ustedes es el señor... - Saqué el panfleto de mi bolsillo y lo releí. - ...Von Valdembrung? -
- Sólo necesito que lo cuide en esta oportunidad. Serán unos días como máximo, y usted sabe perfectamente que es por trabajo. - Ya se lo había pedido antes en variadas ocasiones: la reconquista del castillo, mis "escapadas" al Gremio de Asesinos, las ocasiones en las que había hecho algún que otro trabajo, más en estos episodios la sra. Thorrie había sido capaz de descubrir las peculiares capacidades de Vlad. No sólo su magia innata, sino también los tortuosos efectos secundarios que acarreaba la simple presencia del niño. - No, no y no. - Exclamó la mujer. Refunfuñé por lo bajo. - Le pagaré 70 aeros si acepta. Vamos, que eso no es algo barato para una tarea tan simple. - Repliqué.
La mujer negó con la cabeza mientras me miraba con expresión seria. - Usted sabe perfectamente por qué ese... - Vaciló. ¿Qué era Vlad? ¿Un niño realmente? Los niños normales no torturaban a las personas con terribles pesadillas ni podían producir esa densa niebla al dormir. Ni siquiera los brujos. - ...por qué Vlad es un problema para mí. Además aleja a los clientes. - Esta vez subió más el tono de voz.
- Vlad es sólo un brujo. No hay nada de qué preocuparse. - Insistí con voz firme y el enojo asomándose en mi mirada. Abrí la puerta procurando ser silencioso y me acerqué a la cuna de madera. Lo contemplé con una sonrisa durante segundos y después recibí al querido hijo adoptivo en mis brazos. El movimiento no lo afectaba en lo más mínimo, por alguna clase de vínculo incomprensible él sabía que quien lo levantaba era yo, por lo que se mantuvo calmo. Me giré hacia la sra. Thorrie, que me miraba con impaciencia. - Comprendo. - Dije con una leve sonrisa al tiempo que me retiraba de la habitación y me dirigía a un lento paso hacia la salida. - Sería una lástima que se supiera que usted roba a las personas hospedadas, muchas de ellas en situaciones precarias. ¿Se le ocurrió a usted o a sus empleados decir que son trasgos los culpables de estos crímenes? - La señora arqueó las cejas y se llevó un puño a los labios. - N-no tienes pruebas. - Dijo con voz temblorosa. Continué caminando hasta estar a escasos metros de la puerta. - ¿Qué me dice del baúl con fondo falso que hay en la oficina de su esposo? Sé que ahí guarda lo que roba para luego venderlo en la Feria de la ciudad. Seguramente a la guardia de Lunargenta le interesaría enterarse de esto. - Lancé una mirada fría y estiré una mano para abrir la puerta.
Debido a que faltaban varias horas para el amanecer no había ninguna persona en el vestíbulo además de la sra. Thorrie, Vlad y yo. - ¡Espere! - Exclamó ella. Nuevamente negó con la cabeza y puso una mano en su frente. - Deme al niño. - Satisfecho, le entregué al pequeño durmiente - no sin antes darle un beso en la mejilla al infante. No me preocupaba la seguridad de Vlad, debido a que la cuidadora del bebé ya conocía mis condiciones, y las tenía muy claras: si algo le sucedía al niño, a ella le sucedería el doble.
Volvería algunos días más tarde... o eso esperaba.
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Encontré el panfleto pegado en la pared de la entrada de una taberna, lugar que solía frecuentar con el afán de hallar trabajo. Había tenido ciertas dificultades para encontrar el camino hacia el punto de encuentro, viéndome obligado a pedir instrucciones repetidas veces. Salí al alba, llevando variado equipaje; estar en el Gremio me había enseñado que era necesario estar preparado para posibles conflictos. Por ello cargaba con mi armadura de cuero y mi espada, y en la capa con multibolsillos llevaba escondida una pócima paralizante, dardos y una daga. De todas formas prefería no dejar de lado las necesidades básicas, la mochila a mi espalda llevaba alimentos y otras herramientas que podían llegar a ser útiles.
Cuando arribé al lugar había cuatro hombres presentes. Tres debían ser personas que atendieron al pedido, mientras uno de esos tipos era el que había solicitado la ayuda. - Disculpen, ¿cuál de ustedes es el señor... - Saqué el panfleto de mi bolsillo y lo releí. - ...Von Valdembrung? -
Nafen
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Re: Preludio: La reunión
¿Sabes lo peor de pasar una larga temporada en el mar? Ese maldito regusto salado en la boca, por muchos dulces que tomases, nunca se iba. Era peor que un maldito grano en el culo. Te pasas el día relamiéndote, hasta que tu lengua, en carne viva, no puede saborear más que el salado. Es entonces cuando, incluso el más aguerrido lobo de mar, que ha sufrido escorbuto y tiene una pata de palo, clava sus rodillas en el suelo y pide porfavor a algún Dios, escondido entre las nubes del firmamento, que el navío llegue por fin a tierra para poder degustar comida de verdad.
Aunque Kevan no había clavado ambas rodillas en la madera de la Serenity, moralmente lo había hecho en cierto modo. Estaba asqueado de la cecina, del pescado salado y del maldito ron. Pero por fin llegaron a Lunargenta, la ciudad de las... Bah, ni siquiera era una ciudad bonita, pero tenía un buen puerto y el comercio era lo más destacable para unos contrabandistas como ellos.
Como era costumbre en la tripulación de la Serenity, todos se reunían para darse la mano antes de tocar tierra, donde eran Gareth, Urdan y Kevan los encargados de los negocios, por norma general eran ellos quien vendían la mercancía y repartían las ganancias cuanto antes, pues la tripulación quería el tiempo libre y hasta que no recibían su trozo de pastel, no podían volar, todos excepto Gareth, ese cabrón sí podía volar cuando quisiese, era un jodido dragón.
En aquella ocasión vendieron las pocas cosas que habían encontrado de casualidad, es decir, no las habían robado ni nada por el estilo, simplemente las habían tomado prestadas. Aunque por fortuna, encontraron un naufragio, del cual pudieron aprovechar más de lo que les gustaría admitir.
No era una buena tajada, pero aquel dinero les vendría bien para despejarse una semana, que era el tiempo libre con el que contaban. Si en siete días exactamente no estaban en la Serenity, zarparían sin ellos, muy seguramente otro grumetillo del puerto suplantaría la baja en la tripulación.
Todos eran reemplazables, todos excepto Kevan, que era el dueño de la maldita nave. Y Gareth, que venía a ser su mejor amigo. A él si lo esperaría.
El caso es que, lo primero que hizo Kevan con el dinerohonradamente obtenido, fue aterrizar en la primera taberna que sirvieran comida decente. En aquella ocasión, "La Damisela Ahogada" le serviría para ahogar su sed y saciar su hambre. Se sentó en la primera mesa que tenía un asiento libre, alzó la mano sintiéndose como un pequeño criajo a punto de hacer una pregunta, y cuando la tabernera estuvo lo suficientemente cerca, le pidió la carne más sabrosa que tuvieran. Dejó lo suficientemente claro que no quería comer carne humana, ni de perro, tampoco de gato a ser posible. Realmente descartó todos los animales domésticos, solo por si acaso.
No tardó más de media hora en volver con, literalmente, una pata de algún animal en una bandeja de madera. Aunque le dieron cubiertos, no los usó. No le hacían falta, además le retrasarían en su ardua tarea de comerse su comida cual animal hambriento.
Posiblemente fue el centro de atención de algún marinero hambriento que desearía que aquella pata estuviese a su alcance, quizás fuese el hazmereír para algún aburrido que no tenía nada mejor que ver como otras personas se comían salvajamente su comida. El caso es que, no tardó más de medio instante en dejar únicamente el hueso en la bandeja. Con una sonrisa de oreja a oreja y posiblemente un poco más gordo en comparación a como había entrado, pagó felizmente a la tabernera por la comida y se preparó para irse, cuando, por fortuna un panfleto se posó en su frente.
Cabreado lo agarró y lo hizo una bola para tirarlo, pero quien sabe por qué, decidió alisarlo y leerlo antes de proceder con su lanzamiento.
No hace falta ser muy espabilado para darse cuenta de que Kevan siempre está dispuesto a hacer algún trabajillo extra para ganar dinero, claro está, mientras no coincidiese con su improvisado trabajo de contrabandista a tiempo completo, lo cual, era bastante improbable. Aquel panfleto prometía dinero y alcohol, ambas cosas eran bastante atractivas para el lobo de mar, el cual no se lo dudó ni un instante en presentarse a aquel curro. Todo dinero que sirviese para mejorar la Serenity y hacer feliz a la tripulación, era un dinero bien aprovechado. Y el alcohol, bueno, ese sería su pequeño secretito. Se lo guardaría para él, ¿Acaso no se merecía un pequeño capricho de vez en cuando? ¡Por el amor del Ron, era un capitán de un barco contrabandista y tenía sus derechos primordiales! Todo el mundo quiere pillarla gorda de vez en cuando.
Según el cartel, debían encontrarse ese mismo día en una taberna, que justamente había frecuentado algunas noches en un tiempo pasado.
La fortuna de ser un contrabandista guión pirata, era que siempre llevabas todo lo que usabas en el día a día encima, es decir, un poco de alcohol para los momentos críticos, cuerda (TODO PIRATA NECESITA CUERDA), un puñado de tierra (Para recordarte de donde vienes y a donde perteneces), sus armas y la poca dignidad que le quedase. Eso le recordaba que necesitaba un sombrero, joder, todos los capitanes tenían un sombrero. Kevan parecía el único capitán que no asistió a las clases de estilismo para piratas.
Acudió andando a la Posada Estrella, donde no le fue difícil ver dos carromatos con algo de gente rodeando cada uno de ellos. Como había sido estúpido y después de leer el cartel, lo había tirado, no recordaba a quien tenía que buscar. Le sonaba que se llamaba Van Grufuldo, o algo así. Aunque ahora que lo pensaba bien, quizás fuese una mujer. ¿Realmente decían algo de encontrarse con alguien? Arqueó una ceja y decidió improvisar, buscarse la vida. Como había hecho durante toda su existencia, lo cual lo había llevado por el buen camino. Más o menos.
Se acercó al carromato que le pillaba más cerca, en el cual había una mujer. Se acercó lo suficiente como para no resultar alguien que se toma demasiadas confianzas, pero tampoco como para parecer alguien tímido, ya sabéis cual es esa distancia, esbozó media sonrisa y hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo, así es como se saludaba con sus amigos de la infancia, aunque ahora que lo pensaba podía resultar de mala educación para algunas personas de modales más refinados.
-¿Es aquí donde dan birra y dinero por trabajar?- Preguntó con aire sonriente a la par que miraba de reojo a las personas que tenía cerca. No era muy bueno deduciendo cosas, pero creía que esos no venían por la birra.
Aunque Kevan no había clavado ambas rodillas en la madera de la Serenity, moralmente lo había hecho en cierto modo. Estaba asqueado de la cecina, del pescado salado y del maldito ron. Pero por fin llegaron a Lunargenta, la ciudad de las... Bah, ni siquiera era una ciudad bonita, pero tenía un buen puerto y el comercio era lo más destacable para unos contrabandistas como ellos.
Como era costumbre en la tripulación de la Serenity, todos se reunían para darse la mano antes de tocar tierra, donde eran Gareth, Urdan y Kevan los encargados de los negocios, por norma general eran ellos quien vendían la mercancía y repartían las ganancias cuanto antes, pues la tripulación quería el tiempo libre y hasta que no recibían su trozo de pastel, no podían volar, todos excepto Gareth, ese cabrón sí podía volar cuando quisiese, era un jodido dragón.
En aquella ocasión vendieron las pocas cosas que habían encontrado de casualidad, es decir, no las habían robado ni nada por el estilo, simplemente las habían tomado prestadas. Aunque por fortuna, encontraron un naufragio, del cual pudieron aprovechar más de lo que les gustaría admitir.
No era una buena tajada, pero aquel dinero les vendría bien para despejarse una semana, que era el tiempo libre con el que contaban. Si en siete días exactamente no estaban en la Serenity, zarparían sin ellos, muy seguramente otro grumetillo del puerto suplantaría la baja en la tripulación.
Todos eran reemplazables, todos excepto Kevan, que era el dueño de la maldita nave. Y Gareth, que venía a ser su mejor amigo. A él si lo esperaría.
El caso es que, lo primero que hizo Kevan con el dinero
No tardó más de media hora en volver con, literalmente, una pata de algún animal en una bandeja de madera. Aunque le dieron cubiertos, no los usó. No le hacían falta, además le retrasarían en su ardua tarea de comerse su comida cual animal hambriento.
Posiblemente fue el centro de atención de algún marinero hambriento que desearía que aquella pata estuviese a su alcance, quizás fuese el hazmereír para algún aburrido que no tenía nada mejor que ver como otras personas se comían salvajamente su comida. El caso es que, no tardó más de medio instante en dejar únicamente el hueso en la bandeja. Con una sonrisa de oreja a oreja y posiblemente un poco más gordo en comparación a como había entrado, pagó felizmente a la tabernera por la comida y se preparó para irse, cuando, por fortuna un panfleto se posó en su frente.
Cabreado lo agarró y lo hizo una bola para tirarlo, pero quien sabe por qué, decidió alisarlo y leerlo antes de proceder con su lanzamiento.
No hace falta ser muy espabilado para darse cuenta de que Kevan siempre está dispuesto a hacer algún trabajillo extra para ganar dinero, claro está, mientras no coincidiese con su improvisado trabajo de contrabandista a tiempo completo, lo cual, era bastante improbable. Aquel panfleto prometía dinero y alcohol, ambas cosas eran bastante atractivas para el lobo de mar, el cual no se lo dudó ni un instante en presentarse a aquel curro. Todo dinero que sirviese para mejorar la Serenity y hacer feliz a la tripulación, era un dinero bien aprovechado. Y el alcohol, bueno, ese sería su pequeño secretito. Se lo guardaría para él, ¿Acaso no se merecía un pequeño capricho de vez en cuando? ¡Por el amor del Ron, era un capitán de un barco contrabandista y tenía sus derechos primordiales! Todo el mundo quiere pillarla gorda de vez en cuando.
Según el cartel, debían encontrarse ese mismo día en una taberna, que justamente había frecuentado algunas noches en un tiempo pasado.
La fortuna de ser un contrabandista guión pirata, era que siempre llevabas todo lo que usabas en el día a día encima, es decir, un poco de alcohol para los momentos críticos, cuerda (TODO PIRATA NECESITA CUERDA), un puñado de tierra (Para recordarte de donde vienes y a donde perteneces), sus armas y la poca dignidad que le quedase. Eso le recordaba que necesitaba un sombrero, joder, todos los capitanes tenían un sombrero. Kevan parecía el único capitán que no asistió a las clases de estilismo para piratas.
Acudió andando a la Posada Estrella, donde no le fue difícil ver dos carromatos con algo de gente rodeando cada uno de ellos. Como había sido estúpido y después de leer el cartel, lo había tirado, no recordaba a quien tenía que buscar. Le sonaba que se llamaba Van Grufuldo, o algo así. Aunque ahora que lo pensaba bien, quizás fuese una mujer. ¿Realmente decían algo de encontrarse con alguien? Arqueó una ceja y decidió improvisar, buscarse la vida. Como había hecho durante toda su existencia, lo cual lo había llevado por el buen camino. Más o menos.
Se acercó al carromato que le pillaba más cerca, en el cual había una mujer. Se acercó lo suficiente como para no resultar alguien que se toma demasiadas confianzas, pero tampoco como para parecer alguien tímido, ya sabéis cual es esa distancia, esbozó media sonrisa y hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo, así es como se saludaba con sus amigos de la infancia, aunque ahora que lo pensaba podía resultar de mala educación para algunas personas de modales más refinados.
-¿Es aquí donde dan birra y dinero por trabajar?- Preguntó con aire sonriente a la par que miraba de reojo a las personas que tenía cerca. No era muy bueno deduciendo cosas, pero creía que esos no venían por la birra.
Kevan Rhodes
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Re: Preludio: La reunión
Apenas regresé a la península, tras solucionar el problema de los nafir en las islas, cuando me encontré un anuncio en el tablón frente a la posada aquel día. Decía que buscaba manos hábiles con la ingeniería, y en ese momento me acordé de esa "ingeniería chapucera" que llevé a cabo en el este del lago central, el cual es, curiosamente, el sitio al que hay que volver. "Esa orilla del lago va a ser como mi segunda casa a ese paso. Voy para allá, y ya de paso a lo mejor también les hago una visita a los McCoy y los que curran para ellos, que son muy buena gente", pensé. Me leí el anuncio detenidamente y fui a la botica a por provisiones durante el día. Necesitaría analgésicos y vendas por lo que pudiese pasar, pues esto parecía bastante arriesgado. No eran ni las ocho cuando me fui a la posada y dormí. Quería estar bien descansado para el día siguiente, tocaba madrugar.
Desperté y apenas desayuné: solo un par de nueces de viaje que llevo encima y un trago del odre de agua. Conforme salía de la posada vi cómo un carromato salía de la ciudad, en dirección al norte. Vi cómo iban subidos en él dos hombres con el pelo extrañamente claro, casi blanco, pero no lo pude distinguir demasiado bien, apenas estaba amaneciendo. Miré alrededor y vi otro carromato, junto al que había un hombre rubio y velludo y una mujer de cabello negro y de aspecto un poco siniestro y provocativo. También había dos personas ya subidas. Me acerqué a la mujer y dije:
-Vengo a por el trabajo. ¿Hay sitio?
Desperté y apenas desayuné: solo un par de nueces de viaje que llevo encima y un trago del odre de agua. Conforme salía de la posada vi cómo un carromato salía de la ciudad, en dirección al norte. Vi cómo iban subidos en él dos hombres con el pelo extrañamente claro, casi blanco, pero no lo pude distinguir demasiado bien, apenas estaba amaneciendo. Miré alrededor y vi otro carromato, junto al que había un hombre rubio y velludo y una mujer de cabello negro y de aspecto un poco siniestro y provocativo. También había dos personas ya subidas. Me acerqué a la mujer y dije:
-Vengo a por el trabajo. ¿Hay sitio?
Narem Adalbert
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Re: Preludio: La reunión
- Geralt/Nafen:
El viejo miró al recién llegado -De pelo blanco pero rostro joven… Estas generaciones son cada vez más raras…- diría por lo bajo creyendo que nadie le escuchaba, al darse cuenta de que sus pensamientos habían sido exteriorizados, se rió por lo bajo Vaya, si tuviera treinta años menos, esta situación me hubiera puesto nervioso… ¡Adelante pues!, Gralt- dijo haciéndole un lugar en el carromato. Cuando el joven estuviera acomodado, Von Valdembrung levantaría la cabeza curioso para mirar alrededor en busca del último integrante.
El viejo sonrió alegre al ver una tercera cabeza blanca acercarse al lugar. Con las luces del alba era más sencillo detectar cabezas blancas. –Pues, Von Valdembrung mi joven amigo, soy yo- diría poniéndose en pie para estrecharle la mano desde arriba del transporte. También se la estrechó a los otros tres presentes y les ofreció una buena taza de café bien negro y caliente, claro está, sin nunca quitarse la frazada de encima, es que el viejo ya estaba padeciendo aquello que los jóvenes le llaman achaques de vetustez .
De esa forma, los viajeros comenzarían un viaje de un día para llegar al Tymer y otro tanto de otro para subir por él en una barcaza hasta el punto indicado. Von Valdembrung hablaría hasta por los codos, incluso explicando la historia de la piedra que estaba en medio del camino –-Si si, aquella piedra con forma extraña tras el túmulo que parece una joven desnuda- Al momento de despedirse de sus mulas se echó un lagrimón, entregándoselas a un joven recibidor. Se las encargó mucho y con eso subió a la barcaza, en la que –remarían todos por turnos para tonificar esos brazos-
Pero una vez en la intimidad del Río el viejo cambiaría su semblante, volviéndose más serio.
-Muchachos, ustedes por ser de mi equipo tienen una misión importante, asique quiero que presten mucha atención a lo que voy a decir.- Hizo una leve pausa, observando las márgenes del río para asegurarse de que nadie pudiera escucharle y bajando el tono prosiguió-Hace varios meses, un grupo de maleantes comenzó a raptar gente. Al principio creímos que se trataba de algo pasajero y aislado pero luego nos dimos cuenta que se trataba de algo más grande.- hizo una pausa, más no dejó intervenir a nadie. Parecía querer elegir las palabras.
-Ese grupo planea algo malo, algo oscuro y tenemos que averiguar qué es para poder detenerlos… Secuestran hijos, padres, abuelos. Los orfanatos se están llenando de esos pequeños a los que luego sacrifican si sus padres no cooperan en sus viles planes. Ellos intentarán hacerles entrar a su lado y no confían mucho en mí, por lo que quiero que ustedes se mezclen y encubiertos descubran lo que sucede… El lugar al que nos dirigimos está lleno de serpientes y alimañas que hay que limpiar, y no solo en el sentido literal, muchas veces estarán tentados pero recuerden siempre esto: cualquier cosa que les ofrezcan, mi grupo y yo se lo daremos por dos. Les pido su cooperación-
Dicho esto, volvió a sentarse en su lugar y esperó la respuesta de los jóvenes.
* * *
- Kevan/Narem:
- Miranda:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-Asique… ¿birra eh?- preguntó sonriendo de costado para pararse frente a él y tenderle su mano para que se la bese –No lo había pensado, pero si eso es lo que quiere mi musculoso, eso tendrá le dijo algo embelesada mientras miraba a los otros dos en el carromato y hacía una expresión de asco al tiempo que se encaramaba en él. - No hay tiempo mi bombón, sube y en el camino sabrás cuál será tu trabajo- le dijo guiñándole un ojo y relamiéndose los labios.
No habrían pasado ni dos minutos cuando recordó que necesitaba a otro integrante en la tripulación, por lo que algo enojada se volvió para mirar a los alrededores para agarrarse la primera alma desprevenida que apareciera. Por suerte para todos, llegó una figura envuelta en una capa y una gruesa capucha. –Claro, arriba chico del estilo misterioso- le respondió, cambiando drásticamente su humor. Parecía estar feliz, cosa que no le sentaba del todo bien a su figura.
Con un latigazo a cada mula y un rebuznido seguido de varias patadas, el viaje comenzó a todo galope. Los pocos transeúntes que transitaban las calles tuvieron que apartarse de la estridente marcha de la joven mujer que se llevaba todo por delante a su paso. Viajarían primero hasta el Tymer, y desde allí a lomos de caballo hasta el campamento. A medio camino, las mulas no resistirían el paso, teniendo que cambiar de transporte.
Miranda no se molestó mucho por los animales. Esperó pacientemente alrededor de una hora y cuando llegó el primer mercader por el camino le robó sus animales y prosiguió camino. No era una mujer de muchas palabras y siempre parecía estar tramando cosas malas. Su rostro serio difícilmente parecía humano, más bien tallado en piedra.
-Al llegar al campamento tendremos algunos esclavos a nuestra disposición. Si quieren escapar y no pueden traerles de regreso, les matan. Tú misterioso, -dijo haciendo referencia a Narem- No pareces muy diestro con tu cuerpo, asumirás el mando del escuadrón de limpieza. Si no sirves, te aporrearé ¿entendido?- ni siquiera se molestó a esperar su respuesta, mucho menos a mirarle.
-El trabajo tiene que estar bien hecho. Nos encargaremos de limpiar el terreno, eso incluye alimañas que estén demasiado preguntonas. Hay un viejo especialmente, Von Vandelbrung y su mujer. Cuidado con él y su grupo, él tiene cierta protección, asique irse con ojo. Si causa demasiados problemas me lo hacen saber y buscaremos la forma de hacerle tener algún accidente…-
Instrucciones:En cada equipo hay dos personajes que aún no han sido descubiertos. Elijan uno para que sea su pnj y lo describen a su gusto. Pueden enfocar su rol en lo que quieran e interactuar tanto con Miranda en el grupo II como con el viejo en el I. Claro está que yo dirijo a ambos personajes, por lo que los diálogos directos importantes son mios. Es momento de presentaciones y los clásicos conocidos. Suerte.
Thorn
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Re: Preludio: La reunión
Que lo aceptaran en el trabajo había sido fácil, sorprendentemente fácil, puede que hubiese exagerado al enviar a Pack hacia otra dirección. Acepto la taza de café y miro al resto de integrantes con calma, estudiándolos, tenían más de un dia de trabajo, así que decidió conocerlos un poco mejor, aunque uno de los contratados era robusto, por lo que le impedía ver claramente el resto, seria mejor que empezara la charla con el y luego ya conocería al resto.
Esto... grandullón, ¿como te llamas? le pregunto al tipo, que debía medir unos dos metros, con un cabello corto negro azabache y unos ojos marrones.
Soy Brutus le contesto seco
Yo Geralt. ¿Pareces fuerte, eres mercenario?
No, he venido a la ciudad para entrar en el ejercito y salvar mi aldea, pero necesito dinero para algo mejor que esto dijo señalando la armadura de cuero desgastada que llevaba. Su tono seguía siendo sorprendentemente seco, casi hostil.
¿Sabes? Eres el segundo que me dice eso hoy, había un chaval con una espada...
¿Pack? Lo interrumpió el, con súbito interés.
Oh, mierda, se conocen pensó para sus adentros Si, me lo encontré de camino aqui, pero se desvió, creo que se equivoco de camino
Es raro, Pack es de mi villa y siempre tuvo muy buena orientación...
Bueno, la ciudad, tan grande... seguro que se ha desorientado, nos pasa a todos... fue interrumpido de manera afortunada por Valdembrung, comentando algo de un pedrusco.
Subir el rió ya no fue tan divertido, los brazos le dolían horrores de remar y al poco tiempo acabo agotado y hambriento como un lobo, puede que hubiera conseguido remar con telequinesis de manera más sencilla, pero no queria descubrirse tan pronto, así que tuvo que aguantar el esfuerzo. Por suerte, Brutos se mostraba más amistoso desde que supo que conocía a Pack, por lo que compensaba la falta de musculo del brujo remando con el doble de fuerza.
Escucho de paso las palabras del anciano, pero presto atención en cuando se dio cuenta de que no era la cháchara habitual. Secuestrar gente... susurro por lo bajo. El código moral del brujo estaba bastante, como decirlo, teñido de negro, pero secuestrar gente, seguramente para usarlas en experimentos o como esclavos, estaba más allá de la linea, y ademas ese hombre pagaba doble, seria difícil no rechazar la oferta. Ademas, con su ego ligeramente subido debido a haber acertado sobre la labor de "limpieza" no iba a decirle que no al pobre viejo. Ningún problema, soy un experto en ser malo malisimo ¿Pero hasta donde debemos llegar? ¿Nos infiltramos, cotilleamos y volvemos corriendo o "limpiamos" la zona en cuando sepamos donde se esconden? Tampoco queria meter la pata y que lo englobaran con esos criminales, solo faltaba eso.
Esto... grandullón, ¿como te llamas? le pregunto al tipo, que debía medir unos dos metros, con un cabello corto negro azabache y unos ojos marrones.
Soy Brutus le contesto seco
Yo Geralt. ¿Pareces fuerte, eres mercenario?
No, he venido a la ciudad para entrar en el ejercito y salvar mi aldea, pero necesito dinero para algo mejor que esto dijo señalando la armadura de cuero desgastada que llevaba. Su tono seguía siendo sorprendentemente seco, casi hostil.
¿Sabes? Eres el segundo que me dice eso hoy, había un chaval con una espada...
¿Pack? Lo interrumpió el, con súbito interés.
Oh, mierda, se conocen pensó para sus adentros Si, me lo encontré de camino aqui, pero se desvió, creo que se equivoco de camino
Es raro, Pack es de mi villa y siempre tuvo muy buena orientación...
Bueno, la ciudad, tan grande... seguro que se ha desorientado, nos pasa a todos... fue interrumpido de manera afortunada por Valdembrung, comentando algo de un pedrusco.
Subir el rió ya no fue tan divertido, los brazos le dolían horrores de remar y al poco tiempo acabo agotado y hambriento como un lobo, puede que hubiera conseguido remar con telequinesis de manera más sencilla, pero no queria descubrirse tan pronto, así que tuvo que aguantar el esfuerzo. Por suerte, Brutos se mostraba más amistoso desde que supo que conocía a Pack, por lo que compensaba la falta de musculo del brujo remando con el doble de fuerza.
Escucho de paso las palabras del anciano, pero presto atención en cuando se dio cuenta de que no era la cháchara habitual. Secuestrar gente... susurro por lo bajo. El código moral del brujo estaba bastante, como decirlo, teñido de negro, pero secuestrar gente, seguramente para usarlas en experimentos o como esclavos, estaba más allá de la linea, y ademas ese hombre pagaba doble, seria difícil no rechazar la oferta. Ademas, con su ego ligeramente subido debido a haber acertado sobre la labor de "limpieza" no iba a decirle que no al pobre viejo. Ningún problema, soy un experto en ser malo malisimo ¿Pero hasta donde debemos llegar? ¿Nos infiltramos, cotilleamos y volvemos corriendo o "limpiamos" la zona en cuando sepamos donde se esconden? Tampoco queria meter la pata y que lo englobaran con esos criminales, solo faltaba eso.
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Re: Preludio: La reunión
Cuando la mujer se giró a la voz del propio Kevan, no pudo evitar arquear una ceja y esbozar una media sonrisa.
No hacía falta ser un genio para deducir lo que la cabeza de Kevan pensaba en aquellos momentos. Piensa mal y acertarás, aunque para el lobo de mar aquella afirmación era cierta casi nueve de cada diez veces, siempre había alguna excepción.
¿Para qué engañarnos? Kevan las prefería pelirrojas, le gustaba el rollo exótico que se traían, pero aquella mujer, tenía algo que le atraía. Quizás aquel tinte gótico de vampira o de villana en los cuentos de hadas. No pudo evitar esbozar una sonrisa de oreja a oreja cuando lo llamo" su musculoso".
Aunque ella le tendió la mano para besarsela, Kevan negó. No besaba la mano de nadie, ni hincaría la rodilla por un solo alma de este mundo. Rebelde era un término apropiado para describirlo.
Cuando le ordenó subir no pudo evitar volver a esbozar una sonrisa y reírse, al menos por dentro. "Sube al carromato bombón, y ya sabrás cual es tu trabajo" Eso sonaba muy, pero que muy mal. En el cartel no ponía nada de trabajos sexuales. ¿Acaso ella era algún tipo de chulo y estaba reclutando cantera? Seguramente tendría que haber ido al otro carromato, pero quien sabe por qué, no quiso cambiar de opinión en aquel momento. Mentía. Había dos opciones por las que prefería aquel carromato y no el otro, dos opciones muy palpables. Subió de un salto al carromato, donde ya estaban otros dos hombres. Le tocó estar pegado, realmente pegado, a un hombre adulto, de melena larga de color acoba, ojos azules apagados y barba desaliñada. Si no hubiese sido por su armadura de cuero acolchada bajo una capa de lana azul, diría que aquel hombre era algún tipo de vagabundo, pero realmente parecía ser más un caballero errante. ¿La diferencia? Uno estaba bien visto y el otro pedía limosna por las calles de las ciudades.
Tardó poco en llegar el cuarto miembro de la "banda", nada más subió, el carromato comenzó su apresurada marcha a través de las calles de Lunargenta. Cada segundo que pasaba sentado allí, al lado de aquel supuesto vagabundo, se preguntaba si realmente merecería la pena todo aquello. Y eso que realmente aún ni había empezado. Ahora mismo podría estar comiendo algún animal en la taberna de antes, cuyo nombre ni siquiera se acordaba ya. Pero no, estaba en un carromato conducido por una loca de pelo negro que parecía querer conquistar el mundo, acompañado de otros tres hombres.
Si se lo montaban bien, podría ser una semana memorable. Unas vacaciones dignas para un marinero de la Serenity. Podría patentarlo y recomendarselo a sus amigos.
Echó una mirada al tipo que tenía a su izquierda, al que antes había descrito como caballero errante, aunque nadie negaba que fuese un vagabundo. -Dime que tu también estás aquí por la birra y el dinero- Comenzó diciendo, con un tono burlón. No habló demasiado alto porque tampoco quería que nadie se metiese en aquella conversación. Con nadie se refería a la mujer loca y erótica. Una de las desventajas de ser Kevan, es que estaba todo el rato pensando en mujeres, alcohol, dinero y acción. En ese orden. Por lo que aquella aventura podría tener todo lo que él necesitaba. -Qué va chaval, yo estoy aquí por las galletas gratis- Comentó con un semblante serio, luego miró a Kevan y unos instantes después soltó una pequeña carcajada. -Me llamo Jacob. Estoy aquí por el dinero, así que por mí puedes quedarte mi ración de alcohol.- Comentó, ahora más suelto y con una sonrisa dibujada en su rostro. Kevan asintió satisfecho, al menos ya le caía bien alguien del carromato. -Te tomo la palabra- Bromeó el lobo de mar. -Me llamo Kevan, encantado- Se presentó, estrechando la mano con su improvisado y nuevo amigo, al menos en aquella travesía.
Al ritmo que iban, no tardaríannada en llegar a Tymer. Le hubiese dicho que los animales no aguantarían mucho si estaba azotandoles cada diez segundos, pero dejó que el destino hiciese de maestro para la mujer. Como caido del firmamento, los animales echaron su último aliento y cayeron rendidos. Kevan echó una mirada a Jacob, Jacob hizo lo mismo. Ambos sabían que aquella mujer no estaba del todo en sus cábales.
Kevan aprovechó el momento y saltó del carromato para estirar las piernas. Aún tenían un buen rato hasta que alguien pasase para prestarles ayuda, o para pedirles prestada la ayuda, no sé si me entendéis.
Aprovechó la ocasión y se acercó a la mujer que los había contratado, le esbozó media sonrisa. -Mi nombre es Kevan, no estaría de más saber el nombre de quien nos ha contratado para hacer un trabajo que desconocemos.- Aunque sus palabras sonasen frías y algo bordes, no quería resultar así. Simplemente era, que por muy bonito intentase dejarlas, la situación estaba resultando realmemente incómoda. -Mi nombre es Miranda, Kevan el musculoso.- Se presentó, tan pegajosa con sus palabras como había sido antes en Lunargenta. Kevan alzó una ceja, sin sentirse atraído como antes, esta vez sintiendo algo así como curiosidad por saber en qué cojones pensaba aquella que se hacía llamar Miranda.
No quería charlar con ella, así que aprovechó su don natural y se dejó llevar hasta donde estaba Jacob, la única persona con la que sentía que podía hablar realmente en aquel viaje hacia lo desconocido. -Esto no me da buena espina, Jacob.- Se sinceró, estaban algo apartados del resto y habló por lo bajo para asegurarse de que nadie los oía. Especialmente Miranda. -Sigue la corriente, piensa en el dinero.- Le aconsejó él, echandole una palmada al hombro.
¿No odiabaís esa sensación? Saber que algo no iba a salir bien, pero estar atrapados entre el fuego y la pared.
Kevan lo llamaba adrenalina y era un adicto a ella.
No tardó mucho más en llegar un mercader, al cual tuvieron que robarles sus animales. Kevan ayudó en todo lo posible, al fin y al cabo era todo un profesional a la hora de robar alos mercaderes, los piratas tenían experiencia en ello. Pensó en robarle mercancías, pero tuvo clemencia. De todos modos, tendría que compartir con Miranda y esa idea no le atraía. Con nuevos caballos enganchados al carromato, la travesía continuó. Sentados otra vez en los mismos sitios de antes, Kevan volvió a echar una mirada a Jack (Nombre por el cual, empezaría a llamarlo a partir de ahora Kevan). No les hizo falta abrir la boca para decir lo que pensaban.
Ella comenzó a explicar en lo que consistiría su trabajo. Kevan era un críminal, un asesino ocasional, ladrón de oficio, contrabandista, pirata y timador. Pero tener esclavos era parte de la lista de negra de cosas que nunca haría, es decir, había matado gente, gente que se lo merecía, y podía jurar por algún Dios del firmamento, que la gente a la que robaba, por norma general,se lo solía merecer, pero tener esclavos era otra cosa muy distinta. Como matar niños o mujeres. Todo hombre tenía que tener un código.
No iba a quejarse a Miranda por ello pero tampoco iba a seguirle el juego con ello.
El trabajo parecía simple, limpiar de alimañas una zona. ¿De alimañanas demasiado preguntonas? Suspiró. Iban a ser algo así como matones al servicio de Miranda. Realmente esperaba que la paga fuese acorde. Si no, Kevan estaría muy cabreado. El dinero le vendría bien, pero ¿Hasta qué punto estaba dispuesto a conseguirlo? No quería llegar a los límites, pero al parecer, lo iban a poner a prueba con todo aquello. Kevan tenía la mosca detrás de la oreja, su lengua afilada quería hablar y decirle cuatro cosas a Miranda. ¿Matar a gente por que sí? ¿Tener esclavos? Acababa de amenazar a alguien con darle un palo si no hacía bien su trabajo. ¿Quién se creía?
-¿Qué pasa si alguien decide mandar a la mierda esto y irse por donde ha venido?- Preguntó,esbozando media sonrisa. Quería sonar sarcástico, pero sin rozar el atrevimiento. No quería enfrentarse tan pronto a ella. No de ese modo. -Solo por curiosidad, ¿Qué debemos hacer el resto?- Continuó. Quería recalcar que él, por supuesto, no era una amenaza. ¿Donde quedaría el factor sorpresa entonces?
OFF ROL: Aunque lo habías dejado claro, he puesto que me presento a Miranda y ella también hace lo propio. Como no sé muy bien la personalidad de ella, no he querido continuar con la conversación. (Lo de Kevan el musculoso ha sido por lo que ella le dijo, pero aún así xDDD) No he descrito tampoco mucho al "compañero" de Kevan, pero adjunto la imagen de como me lo imagino yo. (Nicolas Cage powa)
No hacía falta ser un genio para deducir lo que la cabeza de Kevan pensaba en aquellos momentos. Piensa mal y acertarás, aunque para el lobo de mar aquella afirmación era cierta casi nueve de cada diez veces, siempre había alguna excepción.
¿Para qué engañarnos? Kevan las prefería pelirrojas, le gustaba el rollo exótico que se traían, pero aquella mujer, tenía algo que le atraía. Quizás aquel tinte gótico de vampira o de villana en los cuentos de hadas. No pudo evitar esbozar una sonrisa de oreja a oreja cuando lo llamo" su musculoso".
Aunque ella le tendió la mano para besarsela, Kevan negó. No besaba la mano de nadie, ni hincaría la rodilla por un solo alma de este mundo. Rebelde era un término apropiado para describirlo.
Cuando le ordenó subir no pudo evitar volver a esbozar una sonrisa y reírse, al menos por dentro. "Sube al carromato bombón, y ya sabrás cual es tu trabajo" Eso sonaba muy, pero que muy mal. En el cartel no ponía nada de trabajos sexuales. ¿Acaso ella era algún tipo de chulo y estaba reclutando cantera? Seguramente tendría que haber ido al otro carromato, pero quien sabe por qué, no quiso cambiar de opinión en aquel momento. Mentía. Había dos opciones por las que prefería aquel carromato y no el otro, dos opciones muy palpables. Subió de un salto al carromato, donde ya estaban otros dos hombres. Le tocó estar pegado, realmente pegado, a un hombre adulto, de melena larga de color acoba, ojos azules apagados y barba desaliñada. Si no hubiese sido por su armadura de cuero acolchada bajo una capa de lana azul, diría que aquel hombre era algún tipo de vagabundo, pero realmente parecía ser más un caballero errante. ¿La diferencia? Uno estaba bien visto y el otro pedía limosna por las calles de las ciudades.
Tardó poco en llegar el cuarto miembro de la "banda", nada más subió, el carromato comenzó su apresurada marcha a través de las calles de Lunargenta. Cada segundo que pasaba sentado allí, al lado de aquel supuesto vagabundo, se preguntaba si realmente merecería la pena todo aquello. Y eso que realmente aún ni había empezado. Ahora mismo podría estar comiendo algún animal en la taberna de antes, cuyo nombre ni siquiera se acordaba ya. Pero no, estaba en un carromato conducido por una loca de pelo negro que parecía querer conquistar el mundo, acompañado de otros tres hombres.
Si se lo montaban bien, podría ser una semana memorable. Unas vacaciones dignas para un marinero de la Serenity. Podría patentarlo y recomendarselo a sus amigos.
Echó una mirada al tipo que tenía a su izquierda, al que antes había descrito como caballero errante, aunque nadie negaba que fuese un vagabundo. -Dime que tu también estás aquí por la birra y el dinero- Comenzó diciendo, con un tono burlón. No habló demasiado alto porque tampoco quería que nadie se metiese en aquella conversación. Con nadie se refería a la mujer loca y erótica. Una de las desventajas de ser Kevan, es que estaba todo el rato pensando en mujeres, alcohol, dinero y acción. En ese orden. Por lo que aquella aventura podría tener todo lo que él necesitaba. -Qué va chaval, yo estoy aquí por las galletas gratis- Comentó con un semblante serio, luego miró a Kevan y unos instantes después soltó una pequeña carcajada. -Me llamo Jacob. Estoy aquí por el dinero, así que por mí puedes quedarte mi ración de alcohol.- Comentó, ahora más suelto y con una sonrisa dibujada en su rostro. Kevan asintió satisfecho, al menos ya le caía bien alguien del carromato. -Te tomo la palabra- Bromeó el lobo de mar. -Me llamo Kevan, encantado- Se presentó, estrechando la mano con su improvisado y nuevo amigo, al menos en aquella travesía.
Al ritmo que iban, no tardaríannada en llegar a Tymer. Le hubiese dicho que los animales no aguantarían mucho si estaba azotandoles cada diez segundos, pero dejó que el destino hiciese de maestro para la mujer. Como caido del firmamento, los animales echaron su último aliento y cayeron rendidos. Kevan echó una mirada a Jacob, Jacob hizo lo mismo. Ambos sabían que aquella mujer no estaba del todo en sus cábales.
Kevan aprovechó el momento y saltó del carromato para estirar las piernas. Aún tenían un buen rato hasta que alguien pasase para prestarles ayuda, o para pedirles prestada la ayuda, no sé si me entendéis.
Aprovechó la ocasión y se acercó a la mujer que los había contratado, le esbozó media sonrisa. -Mi nombre es Kevan, no estaría de más saber el nombre de quien nos ha contratado para hacer un trabajo que desconocemos.- Aunque sus palabras sonasen frías y algo bordes, no quería resultar así. Simplemente era, que por muy bonito intentase dejarlas, la situación estaba resultando realmemente incómoda. -Mi nombre es Miranda, Kevan el musculoso.- Se presentó, tan pegajosa con sus palabras como había sido antes en Lunargenta. Kevan alzó una ceja, sin sentirse atraído como antes, esta vez sintiendo algo así como curiosidad por saber en qué cojones pensaba aquella que se hacía llamar Miranda.
No quería charlar con ella, así que aprovechó su don natural y se dejó llevar hasta donde estaba Jacob, la única persona con la que sentía que podía hablar realmente en aquel viaje hacia lo desconocido. -Esto no me da buena espina, Jacob.- Se sinceró, estaban algo apartados del resto y habló por lo bajo para asegurarse de que nadie los oía. Especialmente Miranda. -Sigue la corriente, piensa en el dinero.- Le aconsejó él, echandole una palmada al hombro.
¿No odiabaís esa sensación? Saber que algo no iba a salir bien, pero estar atrapados entre el fuego y la pared.
Kevan lo llamaba adrenalina y era un adicto a ella.
No tardó mucho más en llegar un mercader, al cual tuvieron que robarles sus animales. Kevan ayudó en todo lo posible, al fin y al cabo era todo un profesional a la hora de robar alos mercaderes, los piratas tenían experiencia en ello. Pensó en robarle mercancías, pero tuvo clemencia. De todos modos, tendría que compartir con Miranda y esa idea no le atraía. Con nuevos caballos enganchados al carromato, la travesía continuó. Sentados otra vez en los mismos sitios de antes, Kevan volvió a echar una mirada a Jack (Nombre por el cual, empezaría a llamarlo a partir de ahora Kevan). No les hizo falta abrir la boca para decir lo que pensaban.
Ella comenzó a explicar en lo que consistiría su trabajo. Kevan era un críminal, un asesino ocasional, ladrón de oficio, contrabandista, pirata y timador. Pero tener esclavos era parte de la lista de negra de cosas que nunca haría, es decir, había matado gente, gente que se lo merecía, y podía jurar por algún Dios del firmamento, que la gente a la que robaba, por norma general,se lo solía merecer, pero tener esclavos era otra cosa muy distinta. Como matar niños o mujeres. Todo hombre tenía que tener un código.
No iba a quejarse a Miranda por ello pero tampoco iba a seguirle el juego con ello.
El trabajo parecía simple, limpiar de alimañas una zona. ¿De alimañanas demasiado preguntonas? Suspiró. Iban a ser algo así como matones al servicio de Miranda. Realmente esperaba que la paga fuese acorde. Si no, Kevan estaría muy cabreado. El dinero le vendría bien, pero ¿Hasta qué punto estaba dispuesto a conseguirlo? No quería llegar a los límites, pero al parecer, lo iban a poner a prueba con todo aquello. Kevan tenía la mosca detrás de la oreja, su lengua afilada quería hablar y decirle cuatro cosas a Miranda. ¿Matar a gente por que sí? ¿Tener esclavos? Acababa de amenazar a alguien con darle un palo si no hacía bien su trabajo. ¿Quién se creía?
-¿Qué pasa si alguien decide mandar a la mierda esto y irse por donde ha venido?- Preguntó,esbozando media sonrisa. Quería sonar sarcástico, pero sin rozar el atrevimiento. No quería enfrentarse tan pronto a ella. No de ese modo. -Solo por curiosidad, ¿Qué debemos hacer el resto?- Continuó. Quería recalcar que él, por supuesto, no era una amenaza. ¿Donde quedaría el factor sorpresa entonces?
OFF ROL: Aunque lo habías dejado claro, he puesto que me presento a Miranda y ella también hace lo propio. Como no sé muy bien la personalidad de ella, no he querido continuar con la conversación. (Lo de Kevan el musculoso ha sido por lo que ella le dijo, pero aún así xDDD) No he descrito tampoco mucho al "compañero" de Kevan, pero adjunto la imagen de como me lo imagino yo. (Nicolas Cage powa)
- Jacob Crane:
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Kevan Rhodes
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Re: Preludio: La reunión
- Geralt/Nafen:
- Después de algún tiempo el viejo juzgó satisfactorias las miradas y dichos, por lo que se relajó sonriente mientras veía pasar lentamente el paisaje. -Muchacho, tú, jovenzuelo… ¿Có…cómo se llamaba? Ah si, “Brutus” si remas por dos, te cansarás por dos y daremos vueltas en círculos ¡ja!- rechistó Von Vandelbrung sacando su pipa e irguiéndose para luego tirar la frazada a sus pies y desperezarse bajo los cálidos rayos del sol.
-Pues sí, malo malísimo Geralt. Deberás llegar hasta la línea de la vida. Mis hombres no matan, pero vaya que pueden torturar de vez en cuando. ¡Sís!- tosió un poco mientras su vista se perdía en los humos de la juventud -Cuando yo era joven- diría complacido y negando con la cabeza. Hizo sonar su lengua y miró al joven con quien hablaba. Por ahora dejémoslo con cotillear. Luego veremos… noche a noche me harán llegar un informe con todo lo que encuentren sospechoso y… bueno, si encontráis una mujer…- sonrió con picardía y le dio una palmada en el hombro a Nafen.
-Pareces serio jovencito. Tranquilo, si se meten con ustedes, se meten conmigo y eso será problemas, lo entenderás al llegar-Después de alrededor de una hora más, el hombre sonreiría complacido y señalaría una entrada escondida en el río. Los viajeros estaban llegando a su destino.
- Kevan/Narem:
- Miranda no alejaba sus ojos del camino. Los caballos resollaban debido a la fatiga y el calor, el sudor de los animales se convertía en espuma lechosa y blanca por lo que decidió aminorar el paso. No le contestó directamente al hombre lobo, prefirió mirarle con desdén y mandarle una sonrisa mortífera.
-Si alguien decide salirse de esto sin haber completado el trabajo tiene dos opciones. Bajar río abajo como un pedazo de mierda flotante o… ser mi esclavo y no alejarse de mi por el resto de su patética vida.- esta vez se relamió los dientes y lo miró directamente a los ojos. –¿A quién podría ocurrírsele algo así? ¿Es que no soy un amor?- le diría fingiendo una dulce voz de corderita joven.
Pero las palabras del muchacho se hicieron escuchar nuevamente, esta vez se le estaba acabando la paciencia –El resto, ustedes, estarán a prueba. Si se ganan mi confianza podrían hacer muchas cosas, pero por ahora sólo serán brazos y piernas fuertes en medio de un campamento.- terminó lo último con tono enojado y cortante.
-Se terminó el momento de preguntas caramelito. Y tú Jacól, espolea a ese animal o haré que corras en una pata hasta el campamento-
A poco más de un kilómetro, se verían las columnas de humo del campamento. La mujer sonrió con malicia y apresuró a su montura. –Apuraos, estamos cerca-
Instrucciones:Tienen 24 horas entre cada uno de mis posteos y no recibí notificación alguna de la ausencia de Nafen y Narem, por lo que si no se ponen las pilas habrá consecuencia. Puedo aceptarles un par de horas, pero vamos, se supone que sabían las normas cuando decidieron entrar. No permitiré más esto a no ser con una previa notificación.
Tienen hasta mañana hasta esta hora para postear en el otro hilo. Si quieren subir su respuesta pendiente de este (Nafen/Narem), me mandan un mp y reabro.
Para todos: Deben relatar su llegada. No duden en tomar un tema y describirlo hasta donde queráis. Cuanto más digan ustedes, menos tendré que decir yo.
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Thorn
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