[EVENTO P.] Rata de biblioteca.

Nunca has sentido esa emoción cuando compras un libro nuevo. Aun huele a tinta, a limpio. Su cubierta aun esta suave, sin rayadas. Sus páginas aun están lisas, sin marcas ni cortes del uso.
Y sobre todo cuando es un libro que te gusta tanto, que llevas tanto tiempo esperando… ¡que te ha salido a tan buen precio!


La joven estudiantes caminaba contenta por las calles de la ciudad, con una sonrisa de oreja a oreja, con su nuevo libro en las manos. Parecía que volaba por las calles.
Se sentó en un banco. Apartada de la muchedumbre. Quería estar tranquila en su lectura. Abrió el libro… su sonrisa desapareció: el libro estaba en otro idioma.

Caminaba por la ciudad un tanto deslumbrado por tantas luces y tanta gente, me era realmente extraño, por no decir incómodo volver a pisar una ciudad tan saturada de personas, intentando alejarme de la tosca y asfixiante muchedumbre me caminé hasta un banco lejano, había una chica sentada pero ni siquiera me notó al acercarme, me senté junto a ella intentando ignorarla pero algo llamaba mi atención, sostenía entre sus manos un pequeño libro, por su apariencia parecía estar muy nuevo, la chica mantenía un intento de sonrisa que lentamente se iba desdibujando de su rostro hasta que finalmente, comenzó a llorar, sus lágrimas recorrían sus mejillas y finalmente iban a parar a las páginas del libro que tenía abierto y sostenido entre sus piernas.

Ignoraba completamente lo que sucedía así que me acerqué un poco más y pude observar que el libro estaba escrito en un idioma extranjero, y supuse entonces que la causa de su llanto era la imposibilidad de entender lo que decía en aquellas páginas con olor a nuevo, estiré mi mano hacia ella y tomé el libro, al principio se resistió a soltarlo, pero finalmente, su llanto y su tristeza habían mermado su voluntad y su fuerza, intentó mirarme a la cara pero sus ojos completamente empañado de lágrimas no le permitía verme con claridad, su cara estaba llena de incertidumbre al no saber con qué propósito un extraño le arrebataría su libro.

Me dirigí de prisa a la primera página antes que la chica pensara que la estaba robando, y tras tomar aire, comencé a leer, para ella, para ambos, y decía: - Leyenda de la luna y el lobo - lo leí con voz pausada pero intrigante, sus ojos brillaron de alegría al ver que yo era capaz de entender lo que decía su preciado libro, y yo, más calmado, me dediqué a leerle el resto de la historia:

Cuentan las leyendas en algún lugar, Entre las tinieblas y la tempestad, Aguardan amores que aún no han de llegar, Pero que se esperan con pasión voraz. La historia es antigua, tanto que no hay ya, Nadie que la pueda al menos recordar, Pero hay en el cielo un suspiro inmortal, Que canta en silencio a quien quiera escuchar...

Hace muchos años, incontables ya, Un amor eterno quiso despertar, Entre una doncella bella sin igual, Y un joven artista sin nada que dar; En una mirada lograron entrar, En sus corazones y dejar atrás, Sus vidas vacías, y pronto olvidar, Los viejos temores y la oscuridad. Ella era la musa que él solía pintar, Nada era más bello o se podía igualar, Era un amor puro y limpio de verdad, Pero sin futuro ante la sociedad, Por eso la madre quiso separar, A su joven hija de aquel necio afán, La encerró en un cuarto donde nunca más, Podría ver los ojos de su amor letal.

Sus días eran negros y sus noches más, Pero en otra parte con un loco plan, Acudió el artista pidiendo piedad, A las hechiceras de la oscuridad; Hicieron un trato que debió evitar, Pero no pensaba en nada más que estar, Junto con su amada y poderla abrazar, Sólo le importaba ella y nada más; El pacto narraban ellas sin piedad, Y él decidiría si quería aceptar, El mórbido trato sin punto final, Que le dejaría con su amada escapar; Escuchaba atento sin dejar pasar, Ella sería libre de su triste hogar, Brillaría en el cielo para iluminar, A su amado joven a quien debía guiar; El joven incauto tenía que llegar, Al centro del bosque para así escapar, Habiendo llegado tenía que gritar, Tres veces el nombre de su musa y ya, Bajaría del cielo y le iba a abrazar, Pero no dijeron la parte final, Y él firmó el contrato ya sin razonar, Entonces gritaron riendo sin piedad: "Cuando ante tus ojos ella brille más, Has de transformarte en un animal, Ya no tendrás voz y no podrás hablar, Y su nombre nunca vas a pronunciar".

Escapó corriendo sin mirar atrás, Mientras que su amada empezaba a brillar, Y ascendía de prisa hacia la inmensidad, Para guiar los pasos de su amado en paz; Pero aconteció que antes de llegar, Al verla en el cielo él comenzó a cambiar, Se convirtió en lobo mas sin olvidar, Que ella era en su vida, todo y mucho más. Ella era la luna de hermoso mirar, Brillaba en la noche repartiendo paz, Y su voz tan dulce dibujaba al ras, Un camino al cielo entre la oscuridad; Llegó al fin su amado y comenzó a gritar, Pero ningún nombre pudo pronunciar, Sólo un triste aullido en la noche fugaz, Que se volvió un eco por la eternidad.

La luna asustada se quiso alejar, Pues su joven ya no tardaba en llegar, Y temía que fuera su seguridad, Pronto amenazada por ese animal; Caminó la luna y el lobo detrás, Aullando en un eco de dolor voraz, La luna aguardaba y no veía llegar, A quien esperaba sin querer dudar; Pero pasó el tiempo y sin verlo llegar, La luna muy triste se escondió a llorar, Y en la noche oscura cedió su lugar, Al manto sombrío de negro ancestral; Pero a la otra noche decidió brillar, A su amado artista siempre iba a esperar, Sin saber que bajo sus ojos está, Esperando un día poderla alcanzar. Convenció a los lobos de aullar sin cesar, Juntos cada noche anunciando que está, Y que cada aullido es un eco inmortal, La firma indeleble de un amor total.

Todavía la luna en el mismo lugar, Pasa cada noche queriendo encontrar, A su amado joven pero nunca está, Sólo un expectante lobo que sin paz, La sigue en las noches como su guardián, Recorre la tierra sin mirar atrás, Mientras en el cielo la luna se va, Para al otro día... volverlo a intentar.

Tras una pequeña pausa cerré el libro y se lo entregué, su sonrisa había vuelto a adueñarse de su rostro y sus ojos brillaban de alegría, continuaba llorando, pero ahora su rostro estaba lleno de alegría, ahora eran lágrimas de felicidad, tomó su libro y lo abrazó contra su pecho mientras yo me levanté para continuar mi camino...

La chica pudo observar como el extraño que le había regalado unos minutos para contarle su preciada historia se iba entre la muchedumbre.
Una historia realmente preciosa.
Seguía enfadada consigo misma por no poder leerla, pero ahora sabía su contenido. Deseaba con todas sus fuerzas conocer algún día a alguien al que amar como el hombre que se convierte en lobo por la luna… una historia que no olvidare nunca, pensó la joven secándose las lágrimas, si poder borrar aquella sonrisa que se apoderaría de ella todo el día entero.