Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
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Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Llevaba una semana viviendo en la casa de la viuda del cervecero. Tenía dinero, casa propia y siempre estaba dispuesta a calentarme la cama. Fue una oportunidad que ningún loco se atrevería a rechazar. Los familiares más cercanos de la mujer creyeron que me estaba aprovechando de ella. No había otro tema de conversación que no fuera “ese joven y misterioso galán que había aparecido por arte de magia”. Sí, la mujer era mayor, pasaba de los cuarenta, y yo todavía me mantenía bastante bien. ¿Tan inverosímil sería que estuviera enamorado? Aunque, bien pensado, si estaba enamorado de algo era de la bolsa de aeros que guardaba bajo el colchón de su cama.
Por si fuera poco había otro problema a sumar. No era bastante con la insoportable familia de aquella mujer, además tenía que tener una hija de… ¿Cuántos años tendría , veinte tal vez? No lo supe determinar con exactitud. Lo que sí sabía es que la pequeña mujercita estaba deseando sentirse como una mujer mayor. Más de una vez le había visto como me espía tras el umbral de la puerta mientras me acostaba con su madre. Menuda pervertida estaba hecha la niñita. Aquella misma mañana aprovechó que su madre se había ido a comprar al mercado para meterse entre las sabanas de la cama mientras yo todavía dormía. Era joven, dulce, encantadora y tenía un gran deseo de poner en práctica todo lo que vio en estos días. ¿Quién era yo para negarme? Hice lo que todo hombre haría en mi lugar.
Al terminar la había dejado totalmente agotada en la cama de sus padres. Las sabanas solo la cubrían media pierna dejando casi su cuerpo a la vista. Me entraron deseos de repetir una vez más, pero su madre estaba a punto de venir. Con la mentira de regresar algún día y sacarla de las garras de su madre, cogí la bolsa llena de monedas que escondía bajo el colchón y me escabullí por la ventana antes de que ella llegara. Faltó poco. Hubiera sido más fácil si las hubiera matado y me hubiera quedado con la casa un par de días más, por lo menos hasta que me descubriesen y me ahorcasen por múltiple asesinato que, según calculado, serían unas cuatro horas.
Era una refrescante noche de verano por lo que decidí echar un tranquilo paseo por las afueras de la ciudad. Si conseguía no pensar en que no tenía un lugar donde volver podía disfrutar de una agradable noche. Tampoco me preocupaba demasiado. Hay decenas de posadas en Lunargenta y, tras mucho tiempo, volvía a tener una bolsa de dinero en mis manos. Podría permitirme el lujo de comprarse una habitación. Solo por esta vez; ya pensaría algo para el día siguiente.
–De vuelta a empezar. -Pensaba en voz alta mientras me lanzaba a mi mismo la bolsa para luego cogerla. No me daba miedo que nadie me escuchase. Tenía a mi querida Suuri cargada a mi espalda. Si algún pobre insensato creyera que sería fácil robar a alguien como yo en uno noche como aquella, se llevaría un fuerte martillazo en la cabeza.
Por si fuera poco había otro problema a sumar. No era bastante con la insoportable familia de aquella mujer, además tenía que tener una hija de… ¿Cuántos años tendría , veinte tal vez? No lo supe determinar con exactitud. Lo que sí sabía es que la pequeña mujercita estaba deseando sentirse como una mujer mayor. Más de una vez le había visto como me espía tras el umbral de la puerta mientras me acostaba con su madre. Menuda pervertida estaba hecha la niñita. Aquella misma mañana aprovechó que su madre se había ido a comprar al mercado para meterse entre las sabanas de la cama mientras yo todavía dormía. Era joven, dulce, encantadora y tenía un gran deseo de poner en práctica todo lo que vio en estos días. ¿Quién era yo para negarme? Hice lo que todo hombre haría en mi lugar.
Al terminar la había dejado totalmente agotada en la cama de sus padres. Las sabanas solo la cubrían media pierna dejando casi su cuerpo a la vista. Me entraron deseos de repetir una vez más, pero su madre estaba a punto de venir. Con la mentira de regresar algún día y sacarla de las garras de su madre, cogí la bolsa llena de monedas que escondía bajo el colchón y me escabullí por la ventana antes de que ella llegara. Faltó poco. Hubiera sido más fácil si las hubiera matado y me hubiera quedado con la casa un par de días más, por lo menos hasta que me descubriesen y me ahorcasen por múltiple asesinato que, según calculado, serían unas cuatro horas.
Era una refrescante noche de verano por lo que decidí echar un tranquilo paseo por las afueras de la ciudad. Si conseguía no pensar en que no tenía un lugar donde volver podía disfrutar de una agradable noche. Tampoco me preocupaba demasiado. Hay decenas de posadas en Lunargenta y, tras mucho tiempo, volvía a tener una bolsa de dinero en mis manos. Podría permitirme el lujo de comprarse una habitación. Solo por esta vez; ya pensaría algo para el día siguiente.
–De vuelta a empezar. -Pensaba en voz alta mientras me lanzaba a mi mismo la bolsa para luego cogerla. No me daba miedo que nadie me escuchase. Tenía a mi querida Suuri cargada a mi espalda. Si algún pobre insensato creyera que sería fácil robar a alguien como yo en uno noche como aquella, se llevaría un fuerte martillazo en la cabeza.
Gerrit Nephgerd
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
- Desterrada, desterrada, ¡Para siempre desterrada! No te acerques a nuestras tierras, o a la tumba te llevarán ellas. Camina lejos de aquí, jovencita, si no quieres que te de una sorpresita. -La elfa canta su canción, poniendo las voces adecuadas cuando cambia de personajes, como si fuese una obra de teatro musical.- ¡Bah! Qué feo es Beltrexus, Shade. Todo lleno de brujos, cochinos y asquerosos brujos. Tantos días por allí para qué, ¿Eh? ¡Para nada! Encima tengo que dar enormes rodeos para ir donde quiera porque claro "no puedo pisar el sucio césped de los elfos" -Dice, en esta ocasion, poniendo una voz grave con un deje de burla y desprecio.- Malditos elfos y malditos brujos. ¡Malditos todos, Shade! Menos mal que te tengo a ti. -Todo el enfado de la mujer desaparece al mirar a su "viejoven" amigo. Porque Shade es aparentemente un muchacho, mas su alma tiene muchos muchos años. O eso piensa ella. Al fin y al cabo, no es un fantasma real, sino producto de su imaginación. Mas eso ella no lo sabe. Sin decir nada, sonríe a su amigo y le agarra del brazo translúcido y delgadito, apretujándose contra él y restregando su mejilla en el hombro del chico. Es un poco más alto que ella pero, como levita, no le alcanza más allá del hombro. Es un gesto pequeño, diminuto, pero cargado de sentimientos. Como un gatito cuando se frota contra sus seres queridos. Un gesto de un animal pequeño y frágil, pero desconfiado y receloso de compartir sus sentimientos con alguien más.
Shade y Mirmana caminan por las afueras de Lunargenta, atravesando los bosques con soltura y tranquilidad. Al fin y al cabo, es de noche, y ellos son como sombras: Ella, cubierta por una capa negra con capucha, ocultando plenamente su figura y su ballesta; él, invisible a ojos de los demás. Es una combinación perfecta para pasar desapercibidos, así que no tienen preocupación alguna acerca del hecho de poder ser detectados. Además, en ese lugar, ¿Quién podría aparecer para atacarles? Esa zona de los bosques es tranquila, no hay muchas criaturas. Y los humanos y derivados que habitan por ahí son o bien vagabundos o bien gente que no supone un peligro real. Los únicos que serían una amenaza más real serían los viajeros, mas ellos irían por el camino, y no internándose de pleno en los bosques que rodean la ciudad. No. Allí no hay nadie que pueda hacerles daño.
Mirmana abre la boca para decirle algo a Shade, pero el chico le silencia posando un dedo sobre los labios de la muchacha. Ella parpadea y detiene sus pasos, atenta a lo que pueda ocurrir a su alrededor. Esta es una situación común en la pareja: Ella cree estar distraída y a sus cosas, mas en su interior sabe que debe permanecer alerta y tener ojos y oídos por todas partes, por lo que realiza esta tarea de forma inconsciente a través de Shade. Y, en ese momento, él -en definitiva, ella- ha oído a alguien más. Se esconden tras un árbol cercano, con sigilo y precaución, y observan al hombre que va hablando en voz alta. Qué idiota, hablando solo. se burla interiormente Mirmana, dejando salir una sonrisa maliciosa a sus rosados labios. El hombre se acerca, y entonces puede ver mejor sus rasgos. Al parecer es rubio. Es alto y musculoso. Y, cuando pasa por delante de ellos, Mirmana ve claramente un enorme martillo descansando sobre su espalda.
En ese instante, a la mujer se le nubla la vista y un sentimiento de ira, rabia y sed de venganza le recorre la espina dorsal. ¿Qué posibilidades hay de que el hombre que camina frente a ella no sea el hombre que está buscando? Por todos los dioses. Dejar entrar en su cabeza el pensamiento de que hay una ínfima posibilidad de que ese tipo no sea ese tal "G" es un disparate. Una locura. Y ella hace mucho que no está loca, desde que Shade la salvó. La respiración se le acelera y la elfa se tapa la boca con las manos para que no se le oiga coger aire. Intenta tranquilizarse, recordándose que ya tiene un plan para su venganza, que todo lo que tiene que pasar ya está escrito y organizado. Que es el momento de ponerlo en marcha.
- Comienza la Operación Berberecho, Shade. -Dice ella en un susurro ínfimo que solo su amigo logra escuchar. Tras eso, se ajusta bien la capucha, manteniendo su cabello dentro de la capa y reposando sobre sus hombros y espalda. Las orejas son imperceptibles, y la cinta de la capa está suficientemente bien atada como para que ésta no se mueva apenas, por lo que los vientos o las caídas tienen una baja posibilidad de delatar su condición élfica. Todo está preparado, y todo está bajo control. Respira hondo y saca un frasquito de su bolsa, echándose su contenido cuidadosamente por la zona de los labios y las manos y cuello. De pronto, comienza a reír a carcajadas.- ¡Jajajajajajajaja! -Hace sonoras sus pisadas y descoordina los movimientos de su cuerpo, haciendo parecer que no está en plenas facultades, que hay algo que inhibe su capacidad de andar correctamente. Continúa con las risas mientras anda hacia delante, haciendo eses y tropezándose frecuentemente. Cuando está suficientemente cerca del hombre, un accidental y desafortunado tropezón hace que caiga sobre él, chcocándose contra su pecho y agarrándose a sus brazos.- ¡Ay! Dioses... ¡Jajajaja! ¡Jijijiji! -Sus propias risas falsas se mezclan con la risa real que le provoca tal espectáculo. Hace como que trata de incorporarse, mas se resbala y cae al suelo de un culazo. Sigue con las risas, ahora mezcladas con quejidos. Está segura de que el olor a whisky barato ha impregnado la nariz del hombre lo suficiente. Ahora... ¿Quién sería el insensato que abandonase a una mujer borracha y sola en un bosque? Una sonrisa maliciosa se oculta bajo la capa de Mirmana.
Shade y Mirmana caminan por las afueras de Lunargenta, atravesando los bosques con soltura y tranquilidad. Al fin y al cabo, es de noche, y ellos son como sombras: Ella, cubierta por una capa negra con capucha, ocultando plenamente su figura y su ballesta; él, invisible a ojos de los demás. Es una combinación perfecta para pasar desapercibidos, así que no tienen preocupación alguna acerca del hecho de poder ser detectados. Además, en ese lugar, ¿Quién podría aparecer para atacarles? Esa zona de los bosques es tranquila, no hay muchas criaturas. Y los humanos y derivados que habitan por ahí son o bien vagabundos o bien gente que no supone un peligro real. Los únicos que serían una amenaza más real serían los viajeros, mas ellos irían por el camino, y no internándose de pleno en los bosques que rodean la ciudad. No. Allí no hay nadie que pueda hacerles daño.
Mirmana abre la boca para decirle algo a Shade, pero el chico le silencia posando un dedo sobre los labios de la muchacha. Ella parpadea y detiene sus pasos, atenta a lo que pueda ocurrir a su alrededor. Esta es una situación común en la pareja: Ella cree estar distraída y a sus cosas, mas en su interior sabe que debe permanecer alerta y tener ojos y oídos por todas partes, por lo que realiza esta tarea de forma inconsciente a través de Shade. Y, en ese momento, él -en definitiva, ella- ha oído a alguien más. Se esconden tras un árbol cercano, con sigilo y precaución, y observan al hombre que va hablando en voz alta. Qué idiota, hablando solo. se burla interiormente Mirmana, dejando salir una sonrisa maliciosa a sus rosados labios. El hombre se acerca, y entonces puede ver mejor sus rasgos. Al parecer es rubio. Es alto y musculoso. Y, cuando pasa por delante de ellos, Mirmana ve claramente un enorme martillo descansando sobre su espalda.
En ese instante, a la mujer se le nubla la vista y un sentimiento de ira, rabia y sed de venganza le recorre la espina dorsal. ¿Qué posibilidades hay de que el hombre que camina frente a ella no sea el hombre que está buscando? Por todos los dioses. Dejar entrar en su cabeza el pensamiento de que hay una ínfima posibilidad de que ese tipo no sea ese tal "G" es un disparate. Una locura. Y ella hace mucho que no está loca, desde que Shade la salvó. La respiración se le acelera y la elfa se tapa la boca con las manos para que no se le oiga coger aire. Intenta tranquilizarse, recordándose que ya tiene un plan para su venganza, que todo lo que tiene que pasar ya está escrito y organizado. Que es el momento de ponerlo en marcha.
- Comienza la Operación Berberecho, Shade. -Dice ella en un susurro ínfimo que solo su amigo logra escuchar. Tras eso, se ajusta bien la capucha, manteniendo su cabello dentro de la capa y reposando sobre sus hombros y espalda. Las orejas son imperceptibles, y la cinta de la capa está suficientemente bien atada como para que ésta no se mueva apenas, por lo que los vientos o las caídas tienen una baja posibilidad de delatar su condición élfica. Todo está preparado, y todo está bajo control. Respira hondo y saca un frasquito de su bolsa, echándose su contenido cuidadosamente por la zona de los labios y las manos y cuello. De pronto, comienza a reír a carcajadas.- ¡Jajajajajajajaja! -Hace sonoras sus pisadas y descoordina los movimientos de su cuerpo, haciendo parecer que no está en plenas facultades, que hay algo que inhibe su capacidad de andar correctamente. Continúa con las risas mientras anda hacia delante, haciendo eses y tropezándose frecuentemente. Cuando está suficientemente cerca del hombre, un accidental y desafortunado tropezón hace que caiga sobre él, chcocándose contra su pecho y agarrándose a sus brazos.- ¡Ay! Dioses... ¡Jajajaja! ¡Jijijiji! -Sus propias risas falsas se mezclan con la risa real que le provoca tal espectáculo. Hace como que trata de incorporarse, mas se resbala y cae al suelo de un culazo. Sigue con las risas, ahora mezcladas con quejidos. Está segura de que el olor a whisky barato ha impregnado la nariz del hombre lo suficiente. Ahora... ¿Quién sería el insensato que abandonase a una mujer borracha y sola en un bosque? Una sonrisa maliciosa se oculta bajo la capa de Mirmana.
Última edición por Mirmana N. Eärthea el Sáb 18 Jul - 16:59, editado 1 vez
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Llevaba unas horas paseando entre los árboles. No quería llegar a la posada y que estuviera todo lleno de asquerosos borrachos. A esas horas era normal que estuvieran todas las posadas y todas las tabernas llenas de ebrios patanes que no saben diferenciar un contenedor de basura de una chica. Preferí seguir mi camino solitario hacia ninguna parte. Por lo menos hasta que las mujeres de estos borrachos recogiesen a sus maridos por la oreja y me dejaran la posada para mí solo.
Estaba visto y comprobado que aquel día mi suerte debía me había abandonado. Me había alejado de la ciudad con la esperanza de no encontrarme con nadie. Aquella mañana, sin querer, había creado un rumor muy jugoso para las viejas de Lunargenta. No me interesaba mostrarme en público ante nadie, y menos ante un borracho.
Apestaba a wisky barato. Daba pena y asco a la vez. No puedo distinguir su cara. Lleva una capucha que le tapa la cara. Me aparté de su camino al ver que se estaba acercando más y más hacia mí. Sin embargo, ni eso impidió que el borrachín se chocara contra mi pecho. Mi primer instinto fue el de meter la bolsa de monedas dentro del bolsillo de mi pantalón.
Me equivoqué al pensar que sería un hombre; era una mujer, y bastante guapa al decir verdad. Tenía unos ojos de color naranja intenso que le iluminaban toda la cara como si fuera la luz de una hoguera en la noche. Quizá esta comparación no sea la más adecuada pues eso implicaría que su cara era la noche y sus ojos el fuego y no era así. Ella no se parecía en nada a la oscura y siniestra noche. Ella era el día. En su mirada tenía la luz de un amanecer.
-No pasa nada, muñeca. Un accidente lo puede tener cualquiera.- Dije con una sonrisa socarrona mientras ella no dejaba de reír. -¿Quieres que te lleve a algún sito?- Mi suerte había cambiado de la mejor forma posible. –Es peligroso estar por estos caminos a altas horas de la noche. Nunca se sabe con quién te puedes chocar. Déjame que te acompañe a casa.-
Estaba visto y comprobado que aquel día mi suerte debía me había abandonado. Me había alejado de la ciudad con la esperanza de no encontrarme con nadie. Aquella mañana, sin querer, había creado un rumor muy jugoso para las viejas de Lunargenta. No me interesaba mostrarme en público ante nadie, y menos ante un borracho.
Apestaba a wisky barato. Daba pena y asco a la vez. No puedo distinguir su cara. Lleva una capucha que le tapa la cara. Me aparté de su camino al ver que se estaba acercando más y más hacia mí. Sin embargo, ni eso impidió que el borrachín se chocara contra mi pecho. Mi primer instinto fue el de meter la bolsa de monedas dentro del bolsillo de mi pantalón.
Me equivoqué al pensar que sería un hombre; era una mujer, y bastante guapa al decir verdad. Tenía unos ojos de color naranja intenso que le iluminaban toda la cara como si fuera la luz de una hoguera en la noche. Quizá esta comparación no sea la más adecuada pues eso implicaría que su cara era la noche y sus ojos el fuego y no era así. Ella no se parecía en nada a la oscura y siniestra noche. Ella era el día. En su mirada tenía la luz de un amanecer.
-No pasa nada, muñeca. Un accidente lo puede tener cualquiera.- Dije con una sonrisa socarrona mientras ella no dejaba de reír. -¿Quieres que te lleve a algún sito?- Mi suerte había cambiado de la mejor forma posible. –Es peligroso estar por estos caminos a altas horas de la noche. Nunca se sabe con quién te puedes chocar. Déjame que te acompañe a casa.-
Gerrit Nephgerd
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Hombres... Siempre tan simples y fáciles de engañar. Solo se necesitan unos pechos y caerán como moscas, ¡Y ni siquiera hace falta que sean grandes.
Mira al hombre desde el suelo, y luego dirige una mirada rápida al lugar donde estaba antes, para comprobar que Shade no se ha marchado. Le necesita cerca para poder llevar a cabo su plan. Es su centro de energía y fuerza. Una vez visto que el muchacho sigue escondido tras los árboles y le dirige un gesto con el pulgar alzado, infundándole confianza, Mirmana sigue con su numerito colocándose una mano en la frente y procurando dejar ver un clarísimo mareo y desorientación. Parpadea, confusa, durante unos instantes, justo antes de la pregunta del hombre. ¿Llevarle a algún sitio? Al pasado, antes de conocer al dichoso brujo que le jodió la vida. Pero no puede responder eso, así como tampoco puede mostrar su ira, por lo que cierra los ojos un momento, tranquilizándose. Poniendo una expresión de estar algo ida, sonríe un poco al hombre, agarrándose con fuerza de su pantalón para ponerse en pie. Cuando lo consigue, le coloca un dedo sobre los labios, haciéndole callar, y luego hace un gesto con ese mismo dedo indicándole que se acerque.
- Te voy a contar un secreto. -Le dice, en un susurro, mientras le agarra por el cuello de la camisa y se pone de puntillas para alcanzar su oído.- Yo~ no~ tengo~... ¡casa! -Con la última palabra se separa de él y vuelve a su teatro de risitas, variando la forma de las mismas, mientras da un rodeo a su alrededor.- ¡Hablemos! Te contaré una historia. Ven, ven. -Le agarra del brazo, insistente, y sin darle tiempo a decir o hacer nada, le empuja para que se siente en el suelo frente a ella.- Soy una medio mujer gato. ¡Sí, así es! Ah, pero es medio no porque sea medio mujer medio gato, sino porque soy medio humana medio mujer gato. Uh, qué mareo. -Parpadea y traga saliva vistosamente, colocándose una mano en la boca y otra en el estómago, como si fuese a vomitar. Mientras le había tirado al suelo había mojado su mano de nuevo en la botellita de whisky por lo que, después de ponérsela en la boca y eructar, el olor a alcohol malo impregna los alrededores. Comienza a reír a carcajadas de nuevo.- ¡Vaya! Qué impropio de una dama. Discúlpeme, señor. Ah, la historia, la historia. Eh... ¡Mujer gato! Pero no del todo. Por eso no tengo casa. No me quieren los hombres bestia ni tampoco los humanos. Soy una muchachita deshauciada... -Con un gesto muy femenino, se tapa los labios con la otra mano, mirándole a través de las pestañas tras su seductora caída de ojos. Mantuvo la mirada así unos segundos.- ¡Por eso nunca jamás me puedo quitar mi capa! Bueno, eso y que quien me toca las orejas activa distintos sentimientos en mí que, en fin... No me gusta que ocurran a menudo. Así que no me puedes ver las orejas, ¿Vale? Ah, y por supuesto no me puedes llevar a casa, porque no tengo. Eso ya te lo he dicho...
Lo importante es dejarle claro lo de las orejas, mezclándolo con un poco de seducción y, al mismo tiempo, desconcertándole con tanta palabrería. Quiere lograr confusión en él, para que se despiste y no pueda pensar en las cosas independientemente de cada una, sino en todas en global, al mismo tiempo. Por otra parte, lo más esencial en el momento es hacerle querer cuidar de ella esa noche. Y, claro, con la cogorza que lleva encima, la muchacha se dormirá temprano, pero cuando él duerma será la ocasión ideal para curiosear todas sus pertenencias. Así que lo más importante es dejar ver que quiere dormir. Con este propósito, la elfa bosteza sonoramente, y se restriega los ojos como una niña pequeña. Entonces, hace como que se acuerda de algo.
- ¡Ah! No, no. No me puedes acompañar a casa, aunque no tenga, porque has dicho que es peligroso estar aquí y que no sé con quién me puedo chocar. ¿Cómo sé que eres de fiar, eh? -Lo siguiente es hacerle ver que no está interesada en él. Eso servirá como distracción para poder permanecer a su lado, ya que realmente será como si fuese él, y no ella, quien quisiera acompañarle. Todo está saliendo a la perfección.
Mira al hombre desde el suelo, y luego dirige una mirada rápida al lugar donde estaba antes, para comprobar que Shade no se ha marchado. Le necesita cerca para poder llevar a cabo su plan. Es su centro de energía y fuerza. Una vez visto que el muchacho sigue escondido tras los árboles y le dirige un gesto con el pulgar alzado, infundándole confianza, Mirmana sigue con su numerito colocándose una mano en la frente y procurando dejar ver un clarísimo mareo y desorientación. Parpadea, confusa, durante unos instantes, justo antes de la pregunta del hombre. ¿Llevarle a algún sitio? Al pasado, antes de conocer al dichoso brujo que le jodió la vida. Pero no puede responder eso, así como tampoco puede mostrar su ira, por lo que cierra los ojos un momento, tranquilizándose. Poniendo una expresión de estar algo ida, sonríe un poco al hombre, agarrándose con fuerza de su pantalón para ponerse en pie. Cuando lo consigue, le coloca un dedo sobre los labios, haciéndole callar, y luego hace un gesto con ese mismo dedo indicándole que se acerque.
- Te voy a contar un secreto. -Le dice, en un susurro, mientras le agarra por el cuello de la camisa y se pone de puntillas para alcanzar su oído.- Yo~ no~ tengo~... ¡casa! -Con la última palabra se separa de él y vuelve a su teatro de risitas, variando la forma de las mismas, mientras da un rodeo a su alrededor.- ¡Hablemos! Te contaré una historia. Ven, ven. -Le agarra del brazo, insistente, y sin darle tiempo a decir o hacer nada, le empuja para que se siente en el suelo frente a ella.- Soy una medio mujer gato. ¡Sí, así es! Ah, pero es medio no porque sea medio mujer medio gato, sino porque soy medio humana medio mujer gato. Uh, qué mareo. -Parpadea y traga saliva vistosamente, colocándose una mano en la boca y otra en el estómago, como si fuese a vomitar. Mientras le había tirado al suelo había mojado su mano de nuevo en la botellita de whisky por lo que, después de ponérsela en la boca y eructar, el olor a alcohol malo impregna los alrededores. Comienza a reír a carcajadas de nuevo.- ¡Vaya! Qué impropio de una dama. Discúlpeme, señor. Ah, la historia, la historia. Eh... ¡Mujer gato! Pero no del todo. Por eso no tengo casa. No me quieren los hombres bestia ni tampoco los humanos. Soy una muchachita deshauciada... -Con un gesto muy femenino, se tapa los labios con la otra mano, mirándole a través de las pestañas tras su seductora caída de ojos. Mantuvo la mirada así unos segundos.- ¡Por eso nunca jamás me puedo quitar mi capa! Bueno, eso y que quien me toca las orejas activa distintos sentimientos en mí que, en fin... No me gusta que ocurran a menudo. Así que no me puedes ver las orejas, ¿Vale? Ah, y por supuesto no me puedes llevar a casa, porque no tengo. Eso ya te lo he dicho...
Lo importante es dejarle claro lo de las orejas, mezclándolo con un poco de seducción y, al mismo tiempo, desconcertándole con tanta palabrería. Quiere lograr confusión en él, para que se despiste y no pueda pensar en las cosas independientemente de cada una, sino en todas en global, al mismo tiempo. Por otra parte, lo más esencial en el momento es hacerle querer cuidar de ella esa noche. Y, claro, con la cogorza que lleva encima, la muchacha se dormirá temprano, pero cuando él duerma será la ocasión ideal para curiosear todas sus pertenencias. Así que lo más importante es dejar ver que quiere dormir. Con este propósito, la elfa bosteza sonoramente, y se restriega los ojos como una niña pequeña. Entonces, hace como que se acuerda de algo.
- ¡Ah! No, no. No me puedes acompañar a casa, aunque no tenga, porque has dicho que es peligroso estar aquí y que no sé con quién me puedo chocar. ¿Cómo sé que eres de fiar, eh? -Lo siguiente es hacerle ver que no está interesada en él. Eso servirá como distracción para poder permanecer a su lado, ya que realmente será como si fuese él, y no ella, quien quisiera acompañarle. Todo está saliendo a la perfección.
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
La chica era todo un torbellino. Primero se me acercó para susurrarme al oído su secreto. Apreté los puños algo nervioso. Parecía que fuera a primera vez que una chica me susurraba al oído con una voz tan sugerente. En aquel momento mi imaginación tomó el control y comencé a pensar en todo tipo de “secretos” que me podría decir a una joven encantadora al oído. Me llevé una gran decepción al decirme que, la razón por la cual hizo tanto teatro, es porque no tiene casa. Luego, se separó de mí cuerpo dejando una distancia que, dadas las circunstancias, me pareció demasiado grande entre los dos.
No paraba de moverse. Arriba y abajo, derecha e izquierda. Me costaba tener estar girándome todo el tiempo para poder seguirla con la mirada. En un momento dado, me cogió del brazo y me arrastro para sentarme en frente suya. Me sentía como un muñeco de trapo.
Daba la impresión que la joven muchacha contaba todo acerca de su vida y a la vez no decía nada. Hablaba demasiado rápido, y, si ya era difícil tenerla vigilada cuando no dejaba de moverse, hablando era todavía peor. Primero decía que era una especie de mujer gato, que nadie la quería; continuaba contando la historia y dijo algo sobre que usaba la capa para cubrirse sus orejas de gato por alguna razón que no comprendí, y, al final acababa la conversación retomando con el tema inicial de su “secreto”; no tenía casa porque nadie la quería. Me pregunté quién sería el loco que no quisiera tener a su lado una mujer gata tan atractiva como ella.
Parecía que la joven empezaba a tener sueño, el alcohol es lo que tiene. Me preguntaba dónde dormiría aquella mujer al caer la noche. Siendo una gata no me extrañaría que fuera en lo alto de un tejado.
-¿Y cómo sé que tú eres de fiar?- Repetí su misma pregunta con una sonrisa pícara en mis labios. – Una joven gatita, borracha, por estos lugares… No es algo que se vea todos los días.- Mi sarcasmo se podría ver desde Beltrexus. – Ya que me has contado tu historia te contaré la mía así verás que soy de fiar. ¿Te parece?- Hice una pequeña pausa de cortesía como si esperase una respuesta y continué hablando. – Cuando era joven mataron a mi padre y perdí a mi familia. – En cierto modo le estaba diciendo la verdad solo que le estaba mezclando dos historias diferentes. En aquellos tiempos debía de guardar cuidado. Cualquier cosa que me relacionase con la familia de rebeldes de Samhaim podría significar despertar en una celda a la mañana siguiente. Aprendí a contar una versión resumida de mi historia, el asesinato de mi padre enlazado con el grupo de rebeldes me daba la mejor coartada posible y, lo mejor, no les estaba mintiendo. – Tuve que huir para poder seguir con vida. Me gano la vida haciendo algún trabajo que otro. Pero, por una razón u otra, siempre se acababa complicando todo. –Una pequeña pausa dramática. - Si estabas esperando que te llevase a mi dulce casita en uno de los mejores barrios de Lunargenta te equivocas. Yo tampoco tengo un hogar donde regresar.- La última frase la dije con un tono jovial, como si me divirtiera la situación de no tener una cama donde dormir.
No paraba de moverse. Arriba y abajo, derecha e izquierda. Me costaba tener estar girándome todo el tiempo para poder seguirla con la mirada. En un momento dado, me cogió del brazo y me arrastro para sentarme en frente suya. Me sentía como un muñeco de trapo.
Daba la impresión que la joven muchacha contaba todo acerca de su vida y a la vez no decía nada. Hablaba demasiado rápido, y, si ya era difícil tenerla vigilada cuando no dejaba de moverse, hablando era todavía peor. Primero decía que era una especie de mujer gato, que nadie la quería; continuaba contando la historia y dijo algo sobre que usaba la capa para cubrirse sus orejas de gato por alguna razón que no comprendí, y, al final acababa la conversación retomando con el tema inicial de su “secreto”; no tenía casa porque nadie la quería. Me pregunté quién sería el loco que no quisiera tener a su lado una mujer gata tan atractiva como ella.
Parecía que la joven empezaba a tener sueño, el alcohol es lo que tiene. Me preguntaba dónde dormiría aquella mujer al caer la noche. Siendo una gata no me extrañaría que fuera en lo alto de un tejado.
-¿Y cómo sé que tú eres de fiar?- Repetí su misma pregunta con una sonrisa pícara en mis labios. – Una joven gatita, borracha, por estos lugares… No es algo que se vea todos los días.- Mi sarcasmo se podría ver desde Beltrexus. – Ya que me has contado tu historia te contaré la mía así verás que soy de fiar. ¿Te parece?- Hice una pequeña pausa de cortesía como si esperase una respuesta y continué hablando. – Cuando era joven mataron a mi padre y perdí a mi familia. – En cierto modo le estaba diciendo la verdad solo que le estaba mezclando dos historias diferentes. En aquellos tiempos debía de guardar cuidado. Cualquier cosa que me relacionase con la familia de rebeldes de Samhaim podría significar despertar en una celda a la mañana siguiente. Aprendí a contar una versión resumida de mi historia, el asesinato de mi padre enlazado con el grupo de rebeldes me daba la mejor coartada posible y, lo mejor, no les estaba mintiendo. – Tuve que huir para poder seguir con vida. Me gano la vida haciendo algún trabajo que otro. Pero, por una razón u otra, siempre se acababa complicando todo. –Una pequeña pausa dramática. - Si estabas esperando que te llevase a mi dulce casita en uno de los mejores barrios de Lunargenta te equivocas. Yo tampoco tengo un hogar donde regresar.- La última frase la dije con un tono jovial, como si me divirtiera la situación de no tener una cama donde dormir.
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Que sea guapo complica los planes de Mirmana. Un chico poco agraciado siempre es más fácil de manipular por una chica bonita. Mas, ¿Este hombre? En lo más hondo de su ser, la elfa desea con todas sus fuerzas que sea un depravado sexual obseso del sexo y las mujeres. Eso le haría las cosas más sencillas. Por suerte, el hombre parece estar receptivo ante los sutiles coqueteos de la rubia. Además, los intentos de desorientarle y confundirle con mucha palabrería y movimientos están dando resultado. Eso es lo más importante ahora; debe hacerle creer firmemente lo que le está contando. Y para que lo crea y no se lo cuestione de ahora en adeñante, ha de convencerse de todo ello esta misma noche, por lo que tendrá que emborracharle lo suficiente como para que no sienta la necesidad de preguntar mañana pero lo suficientemente poco como para que no lo olvide todo. Además, la borrachera será el detonante de un sueño largo y profundo, que le dará la oportunidad a la elfa de rebuscar entre los objetos personales del hombre.
Disimuladamente, mete la mano en su bolsa y agita la botellita de whisky cuando él le hace esa primera pregunta. Sonríe de forma insinuante, respondiendo a la sonrisa del muchacho, mientras se da cuenta de que eso no le dará ni para empezar. Necesita más cantidad de alcohol y para ello solo le queda visitar una taberna. Cuando él sigue hablando, le da a la elfa la idea que necesita. Asiente enérgicamente con la cabeza tras su pregunta; tal vez no sean necesarios tantos preparativos. Que un borracho le cuente al primer desconocido que se le cruza por delante toda su vida es algo más o menos normal. Que un tipo sobrio le cuente su vida a un desconocido, es de ser un poco tonto. Tal vez no tonto, sino inocente, iluso, demasiado confiado. ¿Y ese hombre lideró a los guerrilleros de Samhaim? Así normal que acabasen todos muertos.
Tras la confesión de la familia rota, Mirmana susurra un "lo siento" y deja ver una expresión de tristeza en su rostro. Así que resulta que es un brujo solitario que sobrevive lo mejor que puede... En principio no parece suponer peligro alguno. La elfa chasquea la lengua cuando le confiesa que no puede llevarle a un hogar acogedor en Lunargenta y, chasqueando los dedos, murmura "vaya, hombre", lo suficientemente alto como para que le escuche. Con una sonrisa maliciosa apareciéndose por entre sus labios, la chica dirige una mirada intensa al hombre, con sus ojos naranjas brillando en la oscuridad del bosque. Colocándose sobre sus manos y rodillas, se acerca a gatas hasta el rubio, de forma que sus rostros queden a apenas un palmo de distancia. En esa cercanía, los ojos de la elfa parecen brillar aún más.
- ¿Sabes qué? -Murmura, bajito, de forma sugerente, mientras recorre el rostro del brujo con la mirada.- ¡Nada de eso importa! -Enérgica de nuevo de forma impredecible, Mirmana se echa hacia atrás sentándose sobre sus rodillas y agarra las manos del hombre. Vaya, qué manos tan grandes.- ¡Seremos compañeros nocturnos! ¿Y sabes lo que hacen los compañeros nocturnos? ¿Lo sabes? ¿Lo sabes? -Abre mucho los ojos, mirándole de forma intensa y emocionada.- ¡Beber! ¡Robemos en una taberna! -Dice, casi a gritos, para luego percatarse de que tal vez haya alzado demasiado la voz y algún que otro viandante nocturno les puede interrumpir los planes. Se tapa la boca con las manos y empieza a reír bajito, viéndose a traves de sus dedos que el rubor ha ocupado un lugar en sus mejillas. Cuando habla, lo hace en voz más baja.- Mira, conozco un lugar cerca de aquí, una taberna pequeñita, solo la visitan ancianos borrachos que se asustan fácilmente. Ven, sígueme. Conseguiremos la mejor botella de ron de Lunargenta. Tengo una idea. -Con los ojos brillando y una expresión traviesa en el rostro, Mirmana se incorpora y le tiende una mano al brujo, esperando que sea suficientemente valiente y temerario como para acompañarla en su aventura.
Disimuladamente, mete la mano en su bolsa y agita la botellita de whisky cuando él le hace esa primera pregunta. Sonríe de forma insinuante, respondiendo a la sonrisa del muchacho, mientras se da cuenta de que eso no le dará ni para empezar. Necesita más cantidad de alcohol y para ello solo le queda visitar una taberna. Cuando él sigue hablando, le da a la elfa la idea que necesita. Asiente enérgicamente con la cabeza tras su pregunta; tal vez no sean necesarios tantos preparativos. Que un borracho le cuente al primer desconocido que se le cruza por delante toda su vida es algo más o menos normal. Que un tipo sobrio le cuente su vida a un desconocido, es de ser un poco tonto. Tal vez no tonto, sino inocente, iluso, demasiado confiado. ¿Y ese hombre lideró a los guerrilleros de Samhaim? Así normal que acabasen todos muertos.
Tras la confesión de la familia rota, Mirmana susurra un "lo siento" y deja ver una expresión de tristeza en su rostro. Así que resulta que es un brujo solitario que sobrevive lo mejor que puede... En principio no parece suponer peligro alguno. La elfa chasquea la lengua cuando le confiesa que no puede llevarle a un hogar acogedor en Lunargenta y, chasqueando los dedos, murmura "vaya, hombre", lo suficientemente alto como para que le escuche. Con una sonrisa maliciosa apareciéndose por entre sus labios, la chica dirige una mirada intensa al hombre, con sus ojos naranjas brillando en la oscuridad del bosque. Colocándose sobre sus manos y rodillas, se acerca a gatas hasta el rubio, de forma que sus rostros queden a apenas un palmo de distancia. En esa cercanía, los ojos de la elfa parecen brillar aún más.
- ¿Sabes qué? -Murmura, bajito, de forma sugerente, mientras recorre el rostro del brujo con la mirada.- ¡Nada de eso importa! -Enérgica de nuevo de forma impredecible, Mirmana se echa hacia atrás sentándose sobre sus rodillas y agarra las manos del hombre. Vaya, qué manos tan grandes.- ¡Seremos compañeros nocturnos! ¿Y sabes lo que hacen los compañeros nocturnos? ¿Lo sabes? ¿Lo sabes? -Abre mucho los ojos, mirándole de forma intensa y emocionada.- ¡Beber! ¡Robemos en una taberna! -Dice, casi a gritos, para luego percatarse de que tal vez haya alzado demasiado la voz y algún que otro viandante nocturno les puede interrumpir los planes. Se tapa la boca con las manos y empieza a reír bajito, viéndose a traves de sus dedos que el rubor ha ocupado un lugar en sus mejillas. Cuando habla, lo hace en voz más baja.- Mira, conozco un lugar cerca de aquí, una taberna pequeñita, solo la visitan ancianos borrachos que se asustan fácilmente. Ven, sígueme. Conseguiremos la mejor botella de ron de Lunargenta. Tengo una idea. -Con los ojos brillando y una expresión traviesa en el rostro, Mirmana se incorpora y le tiende una mano al brujo, esperando que sea suficientemente valiente y temerario como para acompañarla en su aventura.
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
-Robar una taberna- Repetí sorprendido. No sabía si era la mayor locura que me habían contado nunca o una genialidad. La chica sonaba decidida, de eso no tenía duda. Es como si lo tuviera todo pensado. Aquello me sorprendió más que cualquier otra cosa. Jamás había visto una borracha tan lúcida como ella. Su plan no estaba tan mal como parecía. Lo único que me tiraba hacia atrás era la idea de amanecer al día siguiente en una celda esperando la horca.
De nuevo me veía arrastrado por la joven. Estaba vez no me cogió, simplemente se levantó y me tendió la mano como una invitación al delito. Aunque eso no evita que me sentía utilizado por aquella chica. Cogí su mano, sería una ofensa si se la hubiera rechazado, pero no hice intención de levantarme; es más, hice todo lo contrario de que ella hubiera esperado que hiciera. La arrastré hacia mí hasta que se cayese encima de pecho. Sujetándola por los dos brazos para que no escapara, di una vuelta sobre nosotros mismo para ponerme encima de ella. Desde que la conocí no hacía otra cosa que moverme de un lado a otro como si fuera un trapo. Lo justo era que me tocara a mí abusar un poco de ella.
-¿Y por qué no nos quedamos aquí tumbados en el césped?- Dije con una sonrisa socarrona. – Hace una noche preciosa. – Me reí al darme cuenta que de la frase tan típica que acaba de decir. Bajé su cabeza hasta el lugar donde debería estar su oreja, al tener la capucha puesta no supe donde estaba.- Yo también tengo un secreto.- Le dije intentando imitar su mismo tono de voz dulce y melodioso. –Soy más de perros.- Bromeé. No me gustaba que jugasen conmigo como un muñeco, esperaba que con mi burla se diera por entendida.
Me levanté de un salto dejándola tirada en el suelo boca arriba. Se lo tenía merecido. –Robemos la taberna. – Repetí más decido que la primera vez mientras le tendía la mano como ella había hecho conmigo. –Levanta. Ese ron de que tanto hablabas no se va a robar solo.-
De nuevo me veía arrastrado por la joven. Estaba vez no me cogió, simplemente se levantó y me tendió la mano como una invitación al delito. Aunque eso no evita que me sentía utilizado por aquella chica. Cogí su mano, sería una ofensa si se la hubiera rechazado, pero no hice intención de levantarme; es más, hice todo lo contrario de que ella hubiera esperado que hiciera. La arrastré hacia mí hasta que se cayese encima de pecho. Sujetándola por los dos brazos para que no escapara, di una vuelta sobre nosotros mismo para ponerme encima de ella. Desde que la conocí no hacía otra cosa que moverme de un lado a otro como si fuera un trapo. Lo justo era que me tocara a mí abusar un poco de ella.
-¿Y por qué no nos quedamos aquí tumbados en el césped?- Dije con una sonrisa socarrona. – Hace una noche preciosa. – Me reí al darme cuenta que de la frase tan típica que acaba de decir. Bajé su cabeza hasta el lugar donde debería estar su oreja, al tener la capucha puesta no supe donde estaba.- Yo también tengo un secreto.- Le dije intentando imitar su mismo tono de voz dulce y melodioso. –Soy más de perros.- Bromeé. No me gustaba que jugasen conmigo como un muñeco, esperaba que con mi burla se diera por entendida.
Me levanté de un salto dejándola tirada en el suelo boca arriba. Se lo tenía merecido. –Robemos la taberna. – Repetí más decido que la primera vez mientras le tendía la mano como ella había hecho conmigo. –Levanta. Ese ron de que tanto hablabas no se va a robar solo.-
Gerrit Nephgerd
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
El hombre parece incrédulo tras la loca idea de la elfa. Mas el rostro de sorpresa es pasajero y da lugar a algo bastante peor que una mísera expresión. De la nada, él tira de ella hacia su posición, haciéndola caer sobre su pecho. La velocidad de la caída es tal que el corazón de Mirmana da un vuelco, deseando con todas sus fuerzas que por nada del mundo se le caiga la capucha. Por suerte, eso no es lo que ocurre, mas el jueguecito de él no ha terminado: cogiéndola por los brazos, la arroja contra el suelo y se coloca sobre la chica, sin soltarle aún las manos. Ella parpadea y su respiración se acelera. Su instinto es darle un rodillazo en la entrepierna, gritar y huir a los brazos de Shade, que la observa con una expresión preocupada desde los árboles. Pero todo eso arruinaría sus planes. No puede permítirselo.Su rostro se empieza a contraer en una mueca entre horror y el mayor de los pánicos: él está siendo una celda para ella y, después de todo lo que ha pasado... Las celdas le aterrorizan. Intenta tragar saliva más no puede, tiene la garganta obstruída, ni siquiera el aire es capaz de llegar del todo a sus pulmones.
De pronto, él afloja un poco el agarre y pronuncia algunas palabras que ella no logra distinguir del todo bien: la vista está borrosa y el sentido del oído distorsionado. Y todo esto se incrementa cuando, sin más, desciende la cabeza lentamente, buscando sus orejas. Siente que el corazón se le va a salir del pecho y sus labios se entrecierran, haciendo casi chocar los dientes y dejando pasar el aire entre ellos para dejar salir un único y siseante sonido, el principio del nombre de aquel que nunca le ha fallado. Mas no puede delatar la presencia del espíritu, eso haría sospechar al hombre. Y, además, Shade es solo eso, un espíritu sin cuerpo. Por mucha ayuda mental que le proporcione, no puede hacer nada físicamente. Mirmana cierra los ojos con fuerza, procurando retener las lágrimas que amenazan con salir. Si le descubre las orejas, está acabada. Se ha dejado poner en una posición en la que poco puede hacer. Y, ¿Qué brujo desaprovecharía la oportunidad de asesinar a una elfa en la oscuridad de la noche?
Soy más de perros.
Alguien ahí arriba se apiada de la existencia de la elfa y le regala otra oportunidad. Cuando él hace esa broma, ella empieza a reír a carcajadas, riendo tanto que deja escapar esas lágrimas retenidas momentos atrás. Y, entonces, él se levanta, y le deja espacio. Y a ella se le viene el mundo encima y todos los nervios se acumulan en su garganta en forma de vómito. Alza un dedo para avisarle y, rápidamente, se da la vuelta y echa fuera todo lo que ha comido en el día, que tampoco ha sido mucho. El vómito será un buen recordatorio de la cogorza de la chica. Por una parte, le viene bien para hacer su teatro un poco más verosímil.
- Dioses, me has movido demasiado... ¡Piedad con los ebrios! -Comenta, en voz algo baja, mientras se limpia la boca con la manga de su capa. Se queda sentada en el suelo, de espaldas a él y cara al vómito, simulando que le cuesta reincorporarse. Abre su bolsa y coge una pequeña petaca llena de agua, con la que se limpia un poco y a la que da un trago.- Puaj, el agua deja peor sabor de boca. Probemos el whisky otra vez. -Agarra la botellita y le da un trago por primera vez en la noche, dejando que el tacto ardiente de la bebida le recorra la garganta, quemándole por dentro. Sabe asqueroso ya que, al fin y al cabo, no ha costado más de 15 aeros; no se puede esperar mucho más de algo así. Guardando de nuevo la botella, se da la vuelta y se pone en pie, tropezándose consigo misma pero logrando no caerse en el último momento. Deja escapar una suave risa de victoria y se azota los ropajes para quitarle las ramas y las hojas secas.- Bueno, ¿Vamos?
De pronto, él afloja un poco el agarre y pronuncia algunas palabras que ella no logra distinguir del todo bien: la vista está borrosa y el sentido del oído distorsionado. Y todo esto se incrementa cuando, sin más, desciende la cabeza lentamente, buscando sus orejas. Siente que el corazón se le va a salir del pecho y sus labios se entrecierran, haciendo casi chocar los dientes y dejando pasar el aire entre ellos para dejar salir un único y siseante sonido, el principio del nombre de aquel que nunca le ha fallado. Mas no puede delatar la presencia del espíritu, eso haría sospechar al hombre. Y, además, Shade es solo eso, un espíritu sin cuerpo. Por mucha ayuda mental que le proporcione, no puede hacer nada físicamente. Mirmana cierra los ojos con fuerza, procurando retener las lágrimas que amenazan con salir. Si le descubre las orejas, está acabada. Se ha dejado poner en una posición en la que poco puede hacer. Y, ¿Qué brujo desaprovecharía la oportunidad de asesinar a una elfa en la oscuridad de la noche?
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Alguien ahí arriba se apiada de la existencia de la elfa y le regala otra oportunidad. Cuando él hace esa broma, ella empieza a reír a carcajadas, riendo tanto que deja escapar esas lágrimas retenidas momentos atrás. Y, entonces, él se levanta, y le deja espacio. Y a ella se le viene el mundo encima y todos los nervios se acumulan en su garganta en forma de vómito. Alza un dedo para avisarle y, rápidamente, se da la vuelta y echa fuera todo lo que ha comido en el día, que tampoco ha sido mucho. El vómito será un buen recordatorio de la cogorza de la chica. Por una parte, le viene bien para hacer su teatro un poco más verosímil.
- Dioses, me has movido demasiado... ¡Piedad con los ebrios! -Comenta, en voz algo baja, mientras se limpia la boca con la manga de su capa. Se queda sentada en el suelo, de espaldas a él y cara al vómito, simulando que le cuesta reincorporarse. Abre su bolsa y coge una pequeña petaca llena de agua, con la que se limpia un poco y a la que da un trago.- Puaj, el agua deja peor sabor de boca. Probemos el whisky otra vez. -Agarra la botellita y le da un trago por primera vez en la noche, dejando que el tacto ardiente de la bebida le recorra la garganta, quemándole por dentro. Sabe asqueroso ya que, al fin y al cabo, no ha costado más de 15 aeros; no se puede esperar mucho más de algo así. Guardando de nuevo la botella, se da la vuelta y se pone en pie, tropezándose consigo misma pero logrando no caerse en el último momento. Deja escapar una suave risa de victoria y se azota los ropajes para quitarle las ramas y las hojas secas.- Bueno, ¿Vamos?
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
La agudeza mental y la rapidez del habla de la joven me habían hecho olvidar su borrachera. La vi vomitar con cierto temor. Me quedé parado, casi inmóvil. No supe si debía ayudarla a levantarse o sujetar su cabeza mientras vomita.
La desagradable imagen duró poco, pronto la joven volvía tan alegre como me estaba acostumbrado y eso me hizo lanzar un sonante bufido de alivio. –Menos mal.- Susurré para mí mismo. Sus bromas me hicieron reír de nuevo. Pasé del miedo a las risas en menos de lo que canta un gallo. -¡Piedad!- Grité riendo después de la chica gata.
Esperé a que terminara de reincorporarse. Parecía todo un ritual bien estructurado. Primero sacó una petaca, pensé que se trataba de otra clase de bebida alcohólica; era solo agua para limpiarse la boca a conciencia. A continuación, cogió la botella de whisky y le dio un buen trago. ¡Ole ahí! El alcohol la había hecho vomitar y todavía seguía bebiendo. Le hice un favor y le quité la botella.
-Quieta ahí gatita.- Le señalé con la botella para que se quedase quieta. - ¿Estás segura que, en tu estado, podrás atracar una taberna?- Sabía perfectamente la respuesta: No.
La desagradable imagen duró poco, pronto la joven volvía tan alegre como me estaba acostumbrado y eso me hizo lanzar un sonante bufido de alivio. –Menos mal.- Susurré para mí mismo. Sus bromas me hicieron reír de nuevo. Pasé del miedo a las risas en menos de lo que canta un gallo. -¡Piedad!- Grité riendo después de la chica gata.
Esperé a que terminara de reincorporarse. Parecía todo un ritual bien estructurado. Primero sacó una petaca, pensé que se trataba de otra clase de bebida alcohólica; era solo agua para limpiarse la boca a conciencia. A continuación, cogió la botella de whisky y le dio un buen trago. ¡Ole ahí! El alcohol la había hecho vomitar y todavía seguía bebiendo. Le hice un favor y le quité la botella.
-Quieta ahí gatita.- Le señalé con la botella para que se quedase quieta. - ¿Estás segura que, en tu estado, podrás atracar una taberna?- Sabía perfectamente la respuesta: No.
Última edición por Gerrit Nephgerd el Dom 19 Jul - 23:01, editado 1 vez
Gerrit Nephgerd
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
- ¡Eh! -Dice ella, frunciendo el ceño cuando le quita su botellita. Tampoco es que fuese a seguir bebiendo. De hecho, su intención es no probar una sola gota más de alcohol en el resto de la noche. Hacer lo típico de simular que bebe para que beba el otro, como mucho algún trago, pero poco más. Por eso no podía ser alcohol comprado. ¿Para qué comprar algo para tirarlo? Además, tampoco es como si se pudiese permimir comprar botellas de ron. Apenas resuenan cuatro o cinco monedas de cobre en su bolsita. ¿Qué puede comprar con eso? ¿Un hilo? Seguro que, si comprase un hilo, estaría usado, sucio y deshilachado.
Se cruza de brazos cuando le manda quedarse en el sitio. Primero, ¿Qué clase de nombre es ese? ¿"Gatita"? ¿Primero muñeca y ahora gatita? Al parecer sus esperanzas de que fuese un obseso del sexo eran acertadas. ¿Quién si no en su sano juicio llamaría a una mujer de ese modo? Qué locura de apodos. Eso le hace recordar que hasta el momento no se han presentado. Cuando lo hagan, pondrá a prueba la memoria del chico. Ya que no sabe hasta qué punto Samhaim le traicionó y contó de ella, no puede estar segura de que ese tipo no sepa su nombre. Aunque, ¿Les diría su nombre completo? ¿Tal vez el apodo cariñoso? ¿Les contaría las posturas que usaban en la cama, también? Esos pensamientos le enfurecen por segundos, haciéndole responder de forma casi inconsciente y totalmente segura a la siguiente pregunta del hombre, guiada por la rabia e intensidad del momento.
- ¿Que si estoy segura? Tú no sabes de lo que soy capaz. -En ese instante, sus ojos relucen con la luz de la luna, brillando con fuerza. Pero debe seguir el plan. Así que aprovecha esa entrada para lograr su cometido.- ¡No podría atracar solo una, sino todas las que quieras! Ya verás. Iremos a esa taberna del bosque y te conseguiré no una ni dos, sino ¡tres! botellas de ron. Y si no lo hago... Mmmh... -Se lleva la mano a la barbilla, pensativa. O, más bien, haciendo como que se piensa algún castigo suficiente.- ¡Si no te consigo tres, seré tu esclava durante treinta días! Já. -Coloca, esta vez, las manos sobre las caderas, con los brazos en jarra en una posición que le hace tomar una actitud victoriosa, acompañada por una sonrisa equivalente reluciendo en su sonrosado rostro.- ¡Ya verás! Vamos, vamos.
Ahora mostrando una sonrisa traviesa recoge su ballesta del suelo, ya que se ha caído con el golpe al tumbarse, y agarra al hombre de la mano, dispuesta a empujarle en dirección a la taberna. Pero primero dirige la vista hacia los árboles, llamando a Shade con la mirada y preguntándose cuál es esa dirección en la que está la taberna. Con un ruidito de pensar, da una vuelta sobre sí misma, despacio, tratando de ubicarse. Es Shade quien al final le indica silenciosamente el lugar donde se encuentra dicho antro de mala muerte. Ahora ya convencida del camino que ha de seguir, Mirmana tira de su mano y comienza a andar deprisa, con muchas ganas de llegar al lugar y poner en marcha su teatro dentro del teatro. Podría llamarlo Teatrotro. O teateatro. Teteatro, como si fuese tartamuda. Ríe en voz baja, ella sola, viendo con el rabillo del ojo que Shade le acompaña entre las sombras.
Se cruza de brazos cuando le manda quedarse en el sitio. Primero, ¿Qué clase de nombre es ese? ¿"Gatita"? ¿Primero muñeca y ahora gatita? Al parecer sus esperanzas de que fuese un obseso del sexo eran acertadas. ¿Quién si no en su sano juicio llamaría a una mujer de ese modo? Qué locura de apodos. Eso le hace recordar que hasta el momento no se han presentado. Cuando lo hagan, pondrá a prueba la memoria del chico. Ya que no sabe hasta qué punto Samhaim le traicionó y contó de ella, no puede estar segura de que ese tipo no sepa su nombre. Aunque, ¿Les diría su nombre completo? ¿Tal vez el apodo cariñoso? ¿Les contaría las posturas que usaban en la cama, también? Esos pensamientos le enfurecen por segundos, haciéndole responder de forma casi inconsciente y totalmente segura a la siguiente pregunta del hombre, guiada por la rabia e intensidad del momento.
- ¿Que si estoy segura? Tú no sabes de lo que soy capaz. -En ese instante, sus ojos relucen con la luz de la luna, brillando con fuerza. Pero debe seguir el plan. Así que aprovecha esa entrada para lograr su cometido.- ¡No podría atracar solo una, sino todas las que quieras! Ya verás. Iremos a esa taberna del bosque y te conseguiré no una ni dos, sino ¡tres! botellas de ron. Y si no lo hago... Mmmh... -Se lleva la mano a la barbilla, pensativa. O, más bien, haciendo como que se piensa algún castigo suficiente.- ¡Si no te consigo tres, seré tu esclava durante treinta días! Já. -Coloca, esta vez, las manos sobre las caderas, con los brazos en jarra en una posición que le hace tomar una actitud victoriosa, acompañada por una sonrisa equivalente reluciendo en su sonrosado rostro.- ¡Ya verás! Vamos, vamos.
Ahora mostrando una sonrisa traviesa recoge su ballesta del suelo, ya que se ha caído con el golpe al tumbarse, y agarra al hombre de la mano, dispuesta a empujarle en dirección a la taberna. Pero primero dirige la vista hacia los árboles, llamando a Shade con la mirada y preguntándose cuál es esa dirección en la que está la taberna. Con un ruidito de pensar, da una vuelta sobre sí misma, despacio, tratando de ubicarse. Es Shade quien al final le indica silenciosamente el lugar donde se encuentra dicho antro de mala muerte. Ahora ya convencida del camino que ha de seguir, Mirmana tira de su mano y comienza a andar deprisa, con muchas ganas de llegar al lugar y poner en marcha su teatro dentro del teatro. Podría llamarlo Teatrotro. O teateatro. Teteatro, como si fuese tartamuda. Ríe en voz baja, ella sola, viendo con el rabillo del ojo que Shade le acompaña entre las sombras.
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Tanto oler a whisky me entraron ganas de dar un trago. La gatita no era la única que podía beber, ¿no? Así que, mientras ella se quejaba por haberle quitado la botella, le di un largo trago. Tenía un cierto carácter amargo, signo de que se habían pasado con el alcohol en la preparación de la bebida. No está bien destilado, se notaba por su sabor y, seguramente la joven también lo hubiera notado por su barato precio.
La chica volvía a hablar levantando la voz igual que al principio. Como si la vomitera hubiera sido una pausa a sus gritos. Su reto me hace arquea una ceja curioso. Aquella noche, la chica vino a mí haciendo eses en su camino hacia mi pecho. Su agilidad y su destreza estaban bien deterioradas.
-Nunca he tenido una esclava.- Bromeé por mi inminente victoria. - Será divertido ver cómo me abanicas con una hoja de palmera con una mano mientras con la otra me sirves unas uvas.- Me reí. - Pero sin hueso, eh. No querrás que me ahogue y me muera, ¿verdad? Las buenas esclavas no hacen eso.-
Ella, por mucho que quisiera, no podía engañarme tan fácilmente. Se veía lo borracha que estaba. No dejaba de dar vueltas por sí misma como si intentara ubicarse. ¿No le habían enseñado al mirar el cielo? La luna y las estrellas eran mejores para ubicarse que dar vueltas sobre uno mismo. Ni bufones, ni trovadores ni cualquier otro payaso; solo esa chica, con sus exagerados movimientos, me hizo reír mucho más que ninguna otra persona que recuerde.
Volvía a cogerme de la mano y estirarme hacia el camino había decido tomar. Pensé que le había mostrado que no me gustaba que me utilizasen conforme ella lo estaba haciendo. Sin embargo, esta vez me dejé llevar. Sentía curiosidad por ver donde me llevaba. Además, la idea de tener una esclava me resultaba apasionante. La de cosas que haría un ciclo entero con una esclava tan hermosa como ella.
La chica volvía a hablar levantando la voz igual que al principio. Como si la vomitera hubiera sido una pausa a sus gritos. Su reto me hace arquea una ceja curioso. Aquella noche, la chica vino a mí haciendo eses en su camino hacia mi pecho. Su agilidad y su destreza estaban bien deterioradas.
-Nunca he tenido una esclava.- Bromeé por mi inminente victoria. - Será divertido ver cómo me abanicas con una hoja de palmera con una mano mientras con la otra me sirves unas uvas.- Me reí. - Pero sin hueso, eh. No querrás que me ahogue y me muera, ¿verdad? Las buenas esclavas no hacen eso.-
Ella, por mucho que quisiera, no podía engañarme tan fácilmente. Se veía lo borracha que estaba. No dejaba de dar vueltas por sí misma como si intentara ubicarse. ¿No le habían enseñado al mirar el cielo? La luna y las estrellas eran mejores para ubicarse que dar vueltas sobre uno mismo. Ni bufones, ni trovadores ni cualquier otro payaso; solo esa chica, con sus exagerados movimientos, me hizo reír mucho más que ninguna otra persona que recuerde.
Volvía a cogerme de la mano y estirarme hacia el camino había decido tomar. Pensé que le había mostrado que no me gustaba que me utilizasen conforme ella lo estaba haciendo. Sin embargo, esta vez me dejé llevar. Sentía curiosidad por ver donde me llevaba. Además, la idea de tener una esclava me resultaba apasionante. La de cosas que haría un ciclo entero con una esclava tan hermosa como ella.
Gerrit Nephgerd
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Se mueve por entre los árboles con algo de inquietud y torpeza. Al fin y al cabo, si se dirigiese directamente y sin titubear a la taberna no sería tan creíble que estuviese tan borracha como quiere hacerle creer que está. De modo que, si bien conoce el camino para llegar pronto, da algunos rodeos e incluso se para en algunas ocasiones como si estuviese desorientada y hubiese olvidado por dónde ir. Aunque al principio lleva al brujo cogido de la mano, pronto se deshace del agarre, sintiéndose sucia por estar contra la piel de alguien de su calaña. Por un momento se le ocurre quitarse la capucha para que pueda verla bien en la oscuridad, identificándola como una mancha rubia brillante. Mas eso haría que se le descubriesen las orejas, por lo que no puede sino confiar en que no se aleje demasiado y no la pierda de vista. Responde a sus palabras de antes con la intención de que al menos pueda seguirla por la voz.
- Esas no son las cosas que hacen las esclavas. Una esclava sirve para hacer el trabajo sucio y para hacer lo que uno no quiere hacer. Pero las uvas y las palmeras te las consigues tú. -Con una sonrisa ladeada, se gira por un momento guiñándole un ojo, divertida. Pronto vuelve a dirigir su vista hacia delante.- ¡Y eso será en caso de que tenga que ser tu esclava! Ya verás. Tres botellas de ron, ni una menos. Tengo un plan perfecto. Tú solo tienes que seguirme el rollo. Ya verás. -Repite, riendo interiormente.
Mira hacia su izquierda. Shade les sigue el paso, escondiéndose tras los árboles aunque no le haga falta, ocultándose como una sombra más. Mira inquieto a la elfa, con la preocupación marcada en sus ojos verdosos. Mirmana le sonríe débilmente, intentando hacerle creer que todo saldrá bien. Pero Shade conoce sus planes, y sabe que es arriesgado. Que aún no sabe cuán poderoso puede ser ese hombre. Que no sabe cuánto odia a los elfos, o cuánto puede odiarla a ella en concreto. Acaba de encontrarle en el camino, y ya tiene en mente todo lo que va a ocurrir de ese momento en adelante. Pero la vida real es algo más que una perfecta idea de venganza. Las cosas se tuercen y pueden salir mal. Y, aunque Shade se opone totalmente a ello, Mirmana es consciente de que, cuando todo acabe, también acabará para ella. Que, si se embarca en una aventura como esa, probablemente salga igual de mal parada que ese hombre. Que cuando acabe se sentirá vacía. No habrá nada más que le llene o le mantenga con vida. Que habrá dos tumbas que cavar.
Todos esos pensamientos mientras comparte la mirada con el fantasma desembocan en un fuerte golpe contra el tronco de un árbol. Su hombro está, al parecer, ansioso de comer madera y ha decidido por sí mismo que quería darse de lleno contra el primer árbol que encontrase. Riendo por su propia torpeza y despiste, y en parte también por el nerviosismo de los pensamentos que anteceden al golpe, hace saber al brujo que está bien y que se encuentra perfectamente. Le dice que se prepare y esté atento, que están cerca, y le repite que le siga el rollo. Apenas cinco minutos más tarde se ven luces en el frente y, andando un poco más, se distingue la forma de una pequeña taberna escondida en el bosque, y las voces y canciones de los borrachos que la frecuentan. Se detiene a unos cuantos pasos de la puerta y, de la nada, comienza a gritar y a pedir auxilio, mientras le hace un gesto al hombre diciéndole que le acompañe.
- ¡Trolls! ¡Nos atacan! -El silencio reina en el lugar cuando abre la puerta de la taberna de un golpe seco, apareciendo ante los hombres con el rostro pálido y el horror pintado en sus ojos naranjas.- ¡Vienen hacia aquí! Salieron trolls de una cueva cercana, famélicos y buscando presas a las que cazar. ¡Han visto las luces de la taberna y se dirigen hacia aquí a toda prisa! ¡Hay que huir!
Con esas pocas palabras, algunos -los más jóvenes, que no tendrán mucho menos de 50 años- se levantan de sus sillas y empiezan a murmurar. Murmuros que pronto empiezan a ser voces elevadas, mas no todos están alarmados. Y es crucial para su plan que todos y cada uno de los presentes hagan revuelo en la taberna. Necesita distraer al tabernero. Así que, girándose rápidamente, pide ayuda al brujo, tanto con la mirada como con una súplica en voz baja. Ellos necesitan unas pruebas que ella no les puede dar. Pero... tal vez él sí.
- Esas no son las cosas que hacen las esclavas. Una esclava sirve para hacer el trabajo sucio y para hacer lo que uno no quiere hacer. Pero las uvas y las palmeras te las consigues tú. -Con una sonrisa ladeada, se gira por un momento guiñándole un ojo, divertida. Pronto vuelve a dirigir su vista hacia delante.- ¡Y eso será en caso de que tenga que ser tu esclava! Ya verás. Tres botellas de ron, ni una menos. Tengo un plan perfecto. Tú solo tienes que seguirme el rollo. Ya verás. -Repite, riendo interiormente.
Mira hacia su izquierda. Shade les sigue el paso, escondiéndose tras los árboles aunque no le haga falta, ocultándose como una sombra más. Mira inquieto a la elfa, con la preocupación marcada en sus ojos verdosos. Mirmana le sonríe débilmente, intentando hacerle creer que todo saldrá bien. Pero Shade conoce sus planes, y sabe que es arriesgado. Que aún no sabe cuán poderoso puede ser ese hombre. Que no sabe cuánto odia a los elfos, o cuánto puede odiarla a ella en concreto. Acaba de encontrarle en el camino, y ya tiene en mente todo lo que va a ocurrir de ese momento en adelante. Pero la vida real es algo más que una perfecta idea de venganza. Las cosas se tuercen y pueden salir mal. Y, aunque Shade se opone totalmente a ello, Mirmana es consciente de que, cuando todo acabe, también acabará para ella. Que, si se embarca en una aventura como esa, probablemente salga igual de mal parada que ese hombre. Que cuando acabe se sentirá vacía. No habrá nada más que le llene o le mantenga con vida. Que habrá dos tumbas que cavar.
Todos esos pensamientos mientras comparte la mirada con el fantasma desembocan en un fuerte golpe contra el tronco de un árbol. Su hombro está, al parecer, ansioso de comer madera y ha decidido por sí mismo que quería darse de lleno contra el primer árbol que encontrase. Riendo por su propia torpeza y despiste, y en parte también por el nerviosismo de los pensamentos que anteceden al golpe, hace saber al brujo que está bien y que se encuentra perfectamente. Le dice que se prepare y esté atento, que están cerca, y le repite que le siga el rollo. Apenas cinco minutos más tarde se ven luces en el frente y, andando un poco más, se distingue la forma de una pequeña taberna escondida en el bosque, y las voces y canciones de los borrachos que la frecuentan. Se detiene a unos cuantos pasos de la puerta y, de la nada, comienza a gritar y a pedir auxilio, mientras le hace un gesto al hombre diciéndole que le acompañe.
- ¡Trolls! ¡Nos atacan! -El silencio reina en el lugar cuando abre la puerta de la taberna de un golpe seco, apareciendo ante los hombres con el rostro pálido y el horror pintado en sus ojos naranjas.- ¡Vienen hacia aquí! Salieron trolls de una cueva cercana, famélicos y buscando presas a las que cazar. ¡Han visto las luces de la taberna y se dirigen hacia aquí a toda prisa! ¡Hay que huir!
Con esas pocas palabras, algunos -los más jóvenes, que no tendrán mucho menos de 50 años- se levantan de sus sillas y empiezan a murmurar. Murmuros que pronto empiezan a ser voces elevadas, mas no todos están alarmados. Y es crucial para su plan que todos y cada uno de los presentes hagan revuelo en la taberna. Necesita distraer al tabernero. Así que, girándose rápidamente, pide ayuda al brujo, tanto con la mirada como con una súplica en voz baja. Ellos necesitan unas pruebas que ella no les puede dar. Pero... tal vez él sí.
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
La mujer me movía entre los árboles del bosque. Podría haberme resistido pero, al verla tan emocionada, me dejé llevar. Además, yo también me sentía más animado que hacía unas horas. Pasé de dar un paseo para huir de mis propios pensamientos a ir a robar una taberna, todo por culpa de aquella gatita. El corazón me latía por la emoción. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan vivo.
Después de dar varias vueltas la gata me soltó la mano. Cualquiera que nos hubiera visto habría pensado que éramos dos amantes correteando por el bosque que dos ladrones a punto de robar una taberna. Me pregunté si era por ese motivo por el que me soltó la mano.
-De eso nada monada. - Me burlé con cierto ritmo, casi cantando. - El amo manda y la esclava obedece. Harás todo lo que te ordené, te guste o no. – Dije con una seriedad fingida. ¿Dónde se había visto que una esclava se pusiera digna y eligiera el trabajo que hace? Estaba deseando ganar para ponerle un disfraz de doncella y un collar de cascabel. – Ya veré, ya veré…. Veré como te convertirás en mi esclava.- Dije con una sonrisa socarrona.
Como siempre, era difícil seguir a la gata. No hacía más que correr en círculos. Si ese era su famoso plan lo estaba haciendo realmente bien, una verdadera profesional en el arte de dar vueltas. Al igual que los maestros más grandes cometían una falta de escritura, la gata, experta en caminar en círculos, se golpeo contra el tronco de un árbol. Tuve que taparme la boca para que no pensara que me estuviera riendo de ella. No hice ademán de ayudarla, con su energía incansable ya me demostró que estaba perfectamente y no necesitaba mi ayuda. A veces me preguntaba por qué la seguía cuando era ella quien lo estaba haciendo prácticamente todo.
Tras largos minutos corriendo, consigo divisar unas luces. Era la famosa taberna y era el momento en que la gatita pusiera en marcha su plan perfecto que no era otra que entrar a la taberna y decir que unos trolls estaban a punto de atacarnos. Un plan perfecto, sin duda. Qué maravilla de plan. Solo faltaba una pequeña cosa, nada un detallito sin importancia: NO HABÍA TROLLS. Cualquiera podría ir hacia los bosques ir ver que no había nada.
-¡Yo iré a detener a esos Trolls!- Dije haciendo creer a los borrachos de la taberna que era uno de esos héroes idiotas que aparecen en los cuentos. Blandí a Suuri con fuerza. –Los valientes podéis seguid, los cobardes podéis seguir bebiendo.- Me siguieron más personas de lo que pensé. Por lo visto, llamar a un hombre cobarde era muy útil.
Imitando el estilo de la gata, comencé a dar vueltas por los bosques. Los hombres estaban demasiado borrachos para seguirme y pronto me perdieron de vista. Me quedé solo, rodeado de árboles. Era la oportunidad que esperaba para poner en marcha MI plan perfecto. Alcé mi martillo y, utilizando como conductor eléctrico, lancé un rayo contra uno de los árboles para hacerlo arder. Salté hacia el suelo, di un par de vueltas sobre el barro para poder asegurándome que quedaba todo recubierto de barro y mi ropa destrozada. Daba la impresión que había librado una gran batalla.
-¡Vamos a morir!- Grité de nuevo hacia los borrachos.- Los Trolls han atrapado a Bob. – Todo el mundo conocía a un Bob, era un hecho. – Lo están asando. He intentado salvarle pero no he podido.- Señalé el humo producido por el árbol que había hecho arder. Hablaba entrecortado y nervioso; sumado a mi aspecto conseguí dar la imagen que quería. –El fuego se está extendiendo… ¡Huid!-
Después de dar varias vueltas la gata me soltó la mano. Cualquiera que nos hubiera visto habría pensado que éramos dos amantes correteando por el bosque que dos ladrones a punto de robar una taberna. Me pregunté si era por ese motivo por el que me soltó la mano.
-De eso nada monada. - Me burlé con cierto ritmo, casi cantando. - El amo manda y la esclava obedece. Harás todo lo que te ordené, te guste o no. – Dije con una seriedad fingida. ¿Dónde se había visto que una esclava se pusiera digna y eligiera el trabajo que hace? Estaba deseando ganar para ponerle un disfraz de doncella y un collar de cascabel. – Ya veré, ya veré…. Veré como te convertirás en mi esclava.- Dije con una sonrisa socarrona.
Como siempre, era difícil seguir a la gata. No hacía más que correr en círculos. Si ese era su famoso plan lo estaba haciendo realmente bien, una verdadera profesional en el arte de dar vueltas. Al igual que los maestros más grandes cometían una falta de escritura, la gata, experta en caminar en círculos, se golpeo contra el tronco de un árbol. Tuve que taparme la boca para que no pensara que me estuviera riendo de ella. No hice ademán de ayudarla, con su energía incansable ya me demostró que estaba perfectamente y no necesitaba mi ayuda. A veces me preguntaba por qué la seguía cuando era ella quien lo estaba haciendo prácticamente todo.
Tras largos minutos corriendo, consigo divisar unas luces. Era la famosa taberna y era el momento en que la gatita pusiera en marcha su plan perfecto que no era otra que entrar a la taberna y decir que unos trolls estaban a punto de atacarnos. Un plan perfecto, sin duda. Qué maravilla de plan. Solo faltaba una pequeña cosa, nada un detallito sin importancia: NO HABÍA TROLLS. Cualquiera podría ir hacia los bosques ir ver que no había nada.
-¡Yo iré a detener a esos Trolls!- Dije haciendo creer a los borrachos de la taberna que era uno de esos héroes idiotas que aparecen en los cuentos. Blandí a Suuri con fuerza. –Los valientes podéis seguid, los cobardes podéis seguir bebiendo.- Me siguieron más personas de lo que pensé. Por lo visto, llamar a un hombre cobarde era muy útil.
Imitando el estilo de la gata, comencé a dar vueltas por los bosques. Los hombres estaban demasiado borrachos para seguirme y pronto me perdieron de vista. Me quedé solo, rodeado de árboles. Era la oportunidad que esperaba para poner en marcha MI plan perfecto. Alcé mi martillo y, utilizando como conductor eléctrico, lancé un rayo contra uno de los árboles para hacerlo arder. Salté hacia el suelo, di un par de vueltas sobre el barro para poder asegurándome que quedaba todo recubierto de barro y mi ropa destrozada. Daba la impresión que había librado una gran batalla.
-¡Vamos a morir!- Grité de nuevo hacia los borrachos.- Los Trolls han atrapado a Bob. – Todo el mundo conocía a un Bob, era un hecho. – Lo están asando. He intentado salvarle pero no he podido.- Señalé el humo producido por el árbol que había hecho arder. Hablaba entrecortado y nervioso; sumado a mi aspecto conseguí dar la imagen que quería. –El fuego se está extendiendo… ¡Huid!-
Última edición por Gerrit Nephgerd el Jue 23 Jul - 12:07, editado 2 veces
Gerrit Nephgerd
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Cuando se gira para pedirle ayuda, puede observar que su cara es un poema. El chico parece estar alucinando y sus cejas curvas le hablan, preguntándose qué tiene de perfecto ese plan. Ante eso, Mirmana es incapaz de evitar que una pequeña sonrisa traviesa asome a sus comisuras. La situación resulta divertida, desde luego. Si ella no supiera que es un brujo, habría pensado que no es más que un humano, y un humano en esta situación tendría más bien poco que hacer, por lo que le habría puesto en un buen aprieto y sus posibilidades de ayudarla estarían reducidas. Debería exprimir su cerebro al máximo. Pero eso no iba a ocurrir. Él va a resolverlo con magia, y eso le proporcionará a la elfa información acerca de qué tipo de afinidad posee y cuán poderoso puede llegar a ser. La expectación brilla en sus ojos anaranjados.
Cuando grita que irá a detenerlos y, además, pide hombres que le acompañen mientras se saca de la espalda su enorme martillo, Mirmana ha de mostrarse asustada e incluso sorprendida. La Mirmana que quiere dejar ver no se esperaría que él marchase a combatir a los trolls, aunque sean imaginarios. Pero eso le deja un problema en la taberna: la cantidad de gente se reduce notablemente, impidiéndole eso que la abundancia de personas distraiga al tabernero. Deberá actuar mientras el brujo no esté y crear el pánico entre los pocos incrédulos que quedan. Así que, poniendo su mejor cara de susto, va acercándose mesa por mesa a los ancianos, advirtiéndoles del peligro que conlleva quedarse sin hacer nada.
- ¡Levantaos! ¿Es que queréis que os maten? La envergadura de esos trolls del bosque no tiene parangón, caballeros. Estábamos... En fin, estábamos en el bosque y... -Se deja caer en una silla libre, acompañada por tres hombres. Se tapa la cara con las manos, y aprovecha el instante para forzar sus ojos con tal de crear lágrimas falsas.- ¡Ha sido espantoso! No sé de dónde salieron, mas de pronto estaban ahí y apenas nos dio tiempo a salir corriendo. Ellos... Ellos raptaron a mi sobrino. ¡Qué desastre! El pobre Belfair... Se lo habrán comido crudo, sin cocinarlo ni nada. ¡A mi sobrinito! ¿Y vos os quedáis aquí esperando a que os ase como a un pollo? -Esto último lo dice dirigiéndose en concreto a uno de los hombres de la mesa, dando una fuerte palmada contra la misma mientras se levanta, poniéndole entusiasmo y emoción a sus palabras.- ¡Os quedáis aquí esperando la muerte, como si fuese a ser apacible! ¡No, señores, no lo será!
- Somos ya viejos, jovencita, no merece la pena luchar... -Le interrumpe uno de otra mesa. Ella se dirige hacia él con paso firme y se inclina sobre la mesa con tal fuerza que algunas hebras de su cabello rubio asoman bajo su capa.
- ¿¡Y eso significa que no vale la pena luchar por vuestros recuerdos!? -Alza la voz, tal vez más de lo necesario.- ¿¡Que no merece la pena conservar vuestra vida, todo lo que habéis hecho a lo largo de ella!? ¿¡Pensáis morir en una sucia taberna perdida en el bosque, entre botellas de alcohol pasado y mesas raídas!? -Se gira rápidamente hacia la barra.- Sin ánimo de ofender, señor tabernero. -Le sonríe por un momento y vuelve a mirar al hombre de la mesa.- ¿Ese es el fin que merece alguien como vos? -Esta vez lo pregunta más calmada y, sin dejar de mirarle, se coloca en el centro de la sala y mira a todos y cada uno de los que están allí presentes.- ¿Es el fin que queréis? ¿Ser comidos por unos sucios trolls con olor a vaca en descomposición?
Se da cuenta de que, tras su discurso, algunos de los hombres empiezan a estar inquietos. Que se remueven en sus sillas y sus manos se muestran más temblorosas que antes. Incluso el tabernero, que parecía el más escéptico de todos, dirige rápidas miradas hacia fuera, como esperando que de verdad entrasen trolls en el lugar. En ese momento de silencio, se oye un fuerte golpe que proviene del bosque y, poco después, entra el brujo por la puerta, cubierto de barro y con la ropa desgarrada, alertando a los hombres de todas esas cosas horribles. Ese resulta ser el punto clave para que todos empiecen a levantarse de sus sillas y a corretear de aquí para allá. Ella se fija en el tabernero, que desaparece hacia la parte trasera del antro por unos segundos. Es su oportunidad. Una botella de ron, dos botellas de ron... Solo tiene dos manos, y ha de cubrirlas con su capa, así que no consigue una tercera botella. Que lástima. Tendrá que servir al brujo por un mes.
Sus labios se curvan en una sonrisa maliciosa mientras sale corriendo del lugar, gritándole al hombre que le siga. Se detiene, apenas un instante, cuando ve la llamarada de fuego que aparece por el este. Deben alejarse lo máximo posible de ese lugar; hacia el oeste no pueden ir, pues entran en territorio élfico, prohibido para ella. Hacia el sur se encuentra la ciudad y, desde luego, si no pueden acercarse a los elfos, mucho menos a Lunargenta con todos los guardias. Así que solo les queda el norte, alcanzar la enorme arboleda que delimita con tierras de licántropos. Podrán lidiar con unos cuantos chuchos enfadados mejor que con los guardias y los elfos, así que empieza a correr en esa dirección, esperando que él le siga como había hecho antes, sin detenerse ni un momento y esquivando todo posible rastro de alguno de los borrachos de la taberna. Desde luego, les conviene perderles de vista por un tiempo.
Cuando grita que irá a detenerlos y, además, pide hombres que le acompañen mientras se saca de la espalda su enorme martillo, Mirmana ha de mostrarse asustada e incluso sorprendida. La Mirmana que quiere dejar ver no se esperaría que él marchase a combatir a los trolls, aunque sean imaginarios. Pero eso le deja un problema en la taberna: la cantidad de gente se reduce notablemente, impidiéndole eso que la abundancia de personas distraiga al tabernero. Deberá actuar mientras el brujo no esté y crear el pánico entre los pocos incrédulos que quedan. Así que, poniendo su mejor cara de susto, va acercándose mesa por mesa a los ancianos, advirtiéndoles del peligro que conlleva quedarse sin hacer nada.
- ¡Levantaos! ¿Es que queréis que os maten? La envergadura de esos trolls del bosque no tiene parangón, caballeros. Estábamos... En fin, estábamos en el bosque y... -Se deja caer en una silla libre, acompañada por tres hombres. Se tapa la cara con las manos, y aprovecha el instante para forzar sus ojos con tal de crear lágrimas falsas.- ¡Ha sido espantoso! No sé de dónde salieron, mas de pronto estaban ahí y apenas nos dio tiempo a salir corriendo. Ellos... Ellos raptaron a mi sobrino. ¡Qué desastre! El pobre Belfair... Se lo habrán comido crudo, sin cocinarlo ni nada. ¡A mi sobrinito! ¿Y vos os quedáis aquí esperando a que os ase como a un pollo? -Esto último lo dice dirigiéndose en concreto a uno de los hombres de la mesa, dando una fuerte palmada contra la misma mientras se levanta, poniéndole entusiasmo y emoción a sus palabras.- ¡Os quedáis aquí esperando la muerte, como si fuese a ser apacible! ¡No, señores, no lo será!
- Somos ya viejos, jovencita, no merece la pena luchar... -Le interrumpe uno de otra mesa. Ella se dirige hacia él con paso firme y se inclina sobre la mesa con tal fuerza que algunas hebras de su cabello rubio asoman bajo su capa.
- ¿¡Y eso significa que no vale la pena luchar por vuestros recuerdos!? -Alza la voz, tal vez más de lo necesario.- ¿¡Que no merece la pena conservar vuestra vida, todo lo que habéis hecho a lo largo de ella!? ¿¡Pensáis morir en una sucia taberna perdida en el bosque, entre botellas de alcohol pasado y mesas raídas!? -Se gira rápidamente hacia la barra.- Sin ánimo de ofender, señor tabernero. -Le sonríe por un momento y vuelve a mirar al hombre de la mesa.- ¿Ese es el fin que merece alguien como vos? -Esta vez lo pregunta más calmada y, sin dejar de mirarle, se coloca en el centro de la sala y mira a todos y cada uno de los que están allí presentes.- ¿Es el fin que queréis? ¿Ser comidos por unos sucios trolls con olor a vaca en descomposición?
Se da cuenta de que, tras su discurso, algunos de los hombres empiezan a estar inquietos. Que se remueven en sus sillas y sus manos se muestran más temblorosas que antes. Incluso el tabernero, que parecía el más escéptico de todos, dirige rápidas miradas hacia fuera, como esperando que de verdad entrasen trolls en el lugar. En ese momento de silencio, se oye un fuerte golpe que proviene del bosque y, poco después, entra el brujo por la puerta, cubierto de barro y con la ropa desgarrada, alertando a los hombres de todas esas cosas horribles. Ese resulta ser el punto clave para que todos empiecen a levantarse de sus sillas y a corretear de aquí para allá. Ella se fija en el tabernero, que desaparece hacia la parte trasera del antro por unos segundos. Es su oportunidad. Una botella de ron, dos botellas de ron... Solo tiene dos manos, y ha de cubrirlas con su capa, así que no consigue una tercera botella. Que lástima. Tendrá que servir al brujo por un mes.
Sus labios se curvan en una sonrisa maliciosa mientras sale corriendo del lugar, gritándole al hombre que le siga. Se detiene, apenas un instante, cuando ve la llamarada de fuego que aparece por el este. Deben alejarse lo máximo posible de ese lugar; hacia el oeste no pueden ir, pues entran en territorio élfico, prohibido para ella. Hacia el sur se encuentra la ciudad y, desde luego, si no pueden acercarse a los elfos, mucho menos a Lunargenta con todos los guardias. Así que solo les queda el norte, alcanzar la enorme arboleda que delimita con tierras de licántropos. Podrán lidiar con unos cuantos chuchos enfadados mejor que con los guardias y los elfos, así que empieza a correr en esa dirección, esperando que él le siga como había hecho antes, sin detenerse ni un momento y esquivando todo posible rastro de alguno de los borrachos de la taberna. Desde luego, les conviene perderles de vista por un tiempo.
Última edición por Mirmana N. Eärthea el Jue 23 Jul - 11:59, editado 1 vez
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Si no hubiera llegado cubierto de tierra y con la ropa destrozada, ella todavía estaría gritando. Los viejos borrachos no se lo pensaron dos veces y salieron corriendo del lugar. –¡Cuidado con el fuego!- Alcancé a decir antes de que se marchasen. Con la cantidad de alcohol que habían ingerido eran un buen combustible para alimentar el incendio.
Vi como la gata cogió rápidamente dos botellas de ron; ni se paró a mirar si eran de las más caras. Así que “la mejor botella de ron de Lunargenta” era la que más cerca tenía…. Interesante. Lástima, inconscientemente estaba a punto de coger dos botellas más de la estantería de la taberna cuando, con una sonrisa en sus labios acompañada de decenas de gritos, la mujer felina me ordena salir del lugar antes de que volvieran los hombres. Salí de con las manos vacías de la taberna. Tal vez haya sido lo mejor, conociendo a la gata seguro que era capaz de contar las botellas que yo había cogido para que sumasen más de tres; el número maldito. De esta forma, solo con dos botellas, la victoria era mía y ella se convertiría en mi esclava. Me pregunté qué hubiera pasado si hubiera perdido. ¿Tendría que servir a la gata? No sería justo pues yo jamás dije tal cosa. El trato era que ella me trajera tres botellas, si no lo hacía ella sería mi esclava durante un mes, si lo conseguía nos quedábamos como estábamos; por lo menos eso fue lo que entendí. Decidí no darle más vueltas a la cabeza, de todas formas, había ganado y la gata tendría que servirme.
Corrimos durante un largo camino. No sabía por dónde íbamos, jamás se me dio bien orientarme. Sabía lo que cualquier brujo podría saber: El Sol salía por el este para ponerse por el oeste. Nada más; en la noche era un completo inútil.
-¿Dónde me llevas, es-cla-va?- Marqué la última palabra para dar a entender que ella había perdido la apuesta. No iba a dejar que olvidase nuestra apuesta tan fácilmente. –No me digas que por estos bosques guardas un hermoso castillo con decenas de sirvientas felinas solo para mí. – Dije con marcado sarcasmo. – Pensé que no tenías hogar. – Continuaba hablando para que no se diera cuenta de que en realidad estaba cansado. Había disminuido mi ritmo, me costaba tener que seguirla.
Vi como la gata cogió rápidamente dos botellas de ron; ni se paró a mirar si eran de las más caras. Así que “la mejor botella de ron de Lunargenta” era la que más cerca tenía…. Interesante. Lástima, inconscientemente estaba a punto de coger dos botellas más de la estantería de la taberna cuando, con una sonrisa en sus labios acompañada de decenas de gritos, la mujer felina me ordena salir del lugar antes de que volvieran los hombres. Salí de con las manos vacías de la taberna. Tal vez haya sido lo mejor, conociendo a la gata seguro que era capaz de contar las botellas que yo había cogido para que sumasen más de tres; el número maldito. De esta forma, solo con dos botellas, la victoria era mía y ella se convertiría en mi esclava. Me pregunté qué hubiera pasado si hubiera perdido. ¿Tendría que servir a la gata? No sería justo pues yo jamás dije tal cosa. El trato era que ella me trajera tres botellas, si no lo hacía ella sería mi esclava durante un mes, si lo conseguía nos quedábamos como estábamos; por lo menos eso fue lo que entendí. Decidí no darle más vueltas a la cabeza, de todas formas, había ganado y la gata tendría que servirme.
Corrimos durante un largo camino. No sabía por dónde íbamos, jamás se me dio bien orientarme. Sabía lo que cualquier brujo podría saber: El Sol salía por el este para ponerse por el oeste. Nada más; en la noche era un completo inútil.
-¿Dónde me llevas, es-cla-va?- Marqué la última palabra para dar a entender que ella había perdido la apuesta. No iba a dejar que olvidase nuestra apuesta tan fácilmente. –No me digas que por estos bosques guardas un hermoso castillo con decenas de sirvientas felinas solo para mí. – Dije con marcado sarcasmo. – Pensé que no tenías hogar. – Continuaba hablando para que no se diera cuenta de que en realidad estaba cansado. Había disminuido mi ritmo, me costaba tener que seguirla.
Gerrit Nephgerd
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Por un instante la elfa ha obviado la presencia del brujo y solo se centra en correr. Su cabeza es un mapa del bosque, corre como si conociese el lugar exacto de cada árbol, de cada roca, de cada hueco en el terreno. En parte, su naturaleza élfica, aunque vieja y desgastada, sigue existiendo en todo su ser, lo que le proporciona una afinidad adicional con el bosque, y es capaz de moverse por él con la agilidad y precisión de un animalillo salvaje. Corre con la mente en blanco, sin pensar en las dos botellas de ron que acaba de robar, ni en los borrachos a los que ha mentido, los hombres que habrán acabado perdidos por el bosque; corre sin pensar en el brujo que tiene detrás, sin pensar en su venganza. En ese momento, solo existen ella, sus pasos, el bosque, los latidos de su agitado corazón. Todo eso y por supuesto... Shade.
El fantasma la observa desde su izquierda, correteando unos metros más allá, pero siguiéndole el ritmo. Ella desvía la mirada hacia él por un momento, y una sonrisa cándida se pinta en sus labios rosados; una hermosa sonrisa que se va curvando hasta formar una bien distinta, una sonrisa divertida, traviesa y juguetona. Shade sabe perfectamente lo que eso significa, de modo que acelera sus pasos elevados del suelo apenas un poquito. La sonrisa de la elfa se amplía y acelera también un poco más. Poco a poco, eso se va convirtiendo en una carrera, hasta que ambos alcanzan su máximo y, poco después, tras Shade alzar las manos y disminuir el ritmo en señal de derrota, Mirmana empieza a frenar a su vez, con la respiración entrecortada por el esfuerzo, pero también por la risa. Ignorando totalmente la presencia del brujo, se desvía del camino para encontrarse con Shade entre los árboles, compartiendo los dos risas y jadeos de cansancio. Sin embargo, no tarda mucho en aparecer el hombre, por lo que Mirmana sale de su escondite para que no sospeche nada. Al fin y al cabo, no quiere que nadie sepa que Shade existe. Es alguien solo para ella. Cuando el hombre se acerca, se da cuenta de que probablemente le haya hablado durante la carrera. Y de que seguramente esté algo alucinado por su acelerón sin sentido. Así que, antes de que logre decir nada, la elfa intenta excusarse lo mejor que puede.
- ¡Perdón! Me pareció ver algo entre los árboles. Debíamos huir en la mejor dirección posible, así que nos he llevado hacia terrenos de licántropos. No sé exactamente a qué distancia estaremos de los lobos pero... ¡Dioses! Qué cansada estoy, deberíamos parar a descansar, buscar un buen lugar para sentarnos y tomar nuestra deliciosa recompensa... -Sacándose las manos de debajo de la capa, enseña al brujo las dos botellas de ron que pudo robar de la taberna, con una sonrisa amplia en su agotado rostro.- ¡Mira, por allí hay un claro!
Antes de que él pueda acercársele o decir algo más, corretea de nuevo serpenteando entre los árboles. Desde fuera, podría dar la sensación de que ella trata de huir de él, pero tampoco sabe hasta qué punto quiere hacerle creer eso al brujo. Debe mostrar desinterés para no levantar sospechas. Y, ahora que no ha conseguido su parte del trato, también debe hacerle creer que no quiere ser su esclava. Pero no sabe cuán caprichoso puede ser el tipo, así que no puede saber cuánto tiene que insistir en lo de la esclava, o cuánto tiene que huir de él. Además de que casi ha delatado la presencia de Shade por un pequeño despiste. Debe ser más cuidadosa y, a partir de ese momento, acostumbrarse a que va a pasar algún tiempo acompañada. No puede ni debe permitirse ese tipo de descuidos. Aunque algunos de ellos sean inconscientes.
Porque sí, Mirmana tiene ese pequeño defecto. Tanto tiempo en soledad en esa sucia celda le hicieron alcanzar un nuevo nivel de abstracción, hasta el punto de encerrarse en sí misma y sus acciones de tal forma que no oye, ve ni, en ocasiones, siente lo que ocurre a su alrededor. Tras situaciones donde está sometida a altas presiones, Mirmana es muy propensa a ello; es una forma de evitar el nerviosismo no permitiéndose pensar en nada. Resulta efectivo pero si, como en este caso, no depende únicamente de ella misma, puede llegar a ser peligroso. Al menos, para la otra persona.
Alcanza el claro en un periquete. Frente a ellos se extiende también un pequeño lago, aunque es tan pequeño que más que eso parece una charca. Aun así, es igual de hermoso, y refleja perfectamente la luna en sus oscuras aguas. Mirmana se deja caer en el césped, dejando las botellas delante de ella y tumbándose bocabajo sobre el mismo. Desde esa postura, alza la cabeza tanto como puede y, aunque no le ve bien, intenta fijar la mirada en la figura del brujo.
- ¡Sé que solo he conseguido dos! Soy consciente de ello, pero es que... ¡Solo tengo dos brazos! -Rodando sobre sí misma, se queda tumbada bocarriba, y ahora sí que puede verle con claridad.- Es injusto. Tenemos que anular el pacto. -Anuncia, alzando una mano y señalándole con uno de sus finos y largos dedos pálidos.- Ahora mismo. Sellaremos el acuerdo con ron.
El fantasma la observa desde su izquierda, correteando unos metros más allá, pero siguiéndole el ritmo. Ella desvía la mirada hacia él por un momento, y una sonrisa cándida se pinta en sus labios rosados; una hermosa sonrisa que se va curvando hasta formar una bien distinta, una sonrisa divertida, traviesa y juguetona. Shade sabe perfectamente lo que eso significa, de modo que acelera sus pasos elevados del suelo apenas un poquito. La sonrisa de la elfa se amplía y acelera también un poco más. Poco a poco, eso se va convirtiendo en una carrera, hasta que ambos alcanzan su máximo y, poco después, tras Shade alzar las manos y disminuir el ritmo en señal de derrota, Mirmana empieza a frenar a su vez, con la respiración entrecortada por el esfuerzo, pero también por la risa. Ignorando totalmente la presencia del brujo, se desvía del camino para encontrarse con Shade entre los árboles, compartiendo los dos risas y jadeos de cansancio. Sin embargo, no tarda mucho en aparecer el hombre, por lo que Mirmana sale de su escondite para que no sospeche nada. Al fin y al cabo, no quiere que nadie sepa que Shade existe. Es alguien solo para ella. Cuando el hombre se acerca, se da cuenta de que probablemente le haya hablado durante la carrera. Y de que seguramente esté algo alucinado por su acelerón sin sentido. Así que, antes de que logre decir nada, la elfa intenta excusarse lo mejor que puede.
- ¡Perdón! Me pareció ver algo entre los árboles. Debíamos huir en la mejor dirección posible, así que nos he llevado hacia terrenos de licántropos. No sé exactamente a qué distancia estaremos de los lobos pero... ¡Dioses! Qué cansada estoy, deberíamos parar a descansar, buscar un buen lugar para sentarnos y tomar nuestra deliciosa recompensa... -Sacándose las manos de debajo de la capa, enseña al brujo las dos botellas de ron que pudo robar de la taberna, con una sonrisa amplia en su agotado rostro.- ¡Mira, por allí hay un claro!
Antes de que él pueda acercársele o decir algo más, corretea de nuevo serpenteando entre los árboles. Desde fuera, podría dar la sensación de que ella trata de huir de él, pero tampoco sabe hasta qué punto quiere hacerle creer eso al brujo. Debe mostrar desinterés para no levantar sospechas. Y, ahora que no ha conseguido su parte del trato, también debe hacerle creer que no quiere ser su esclava. Pero no sabe cuán caprichoso puede ser el tipo, así que no puede saber cuánto tiene que insistir en lo de la esclava, o cuánto tiene que huir de él. Además de que casi ha delatado la presencia de Shade por un pequeño despiste. Debe ser más cuidadosa y, a partir de ese momento, acostumbrarse a que va a pasar algún tiempo acompañada. No puede ni debe permitirse ese tipo de descuidos. Aunque algunos de ellos sean inconscientes.
Porque sí, Mirmana tiene ese pequeño defecto. Tanto tiempo en soledad en esa sucia celda le hicieron alcanzar un nuevo nivel de abstracción, hasta el punto de encerrarse en sí misma y sus acciones de tal forma que no oye, ve ni, en ocasiones, siente lo que ocurre a su alrededor. Tras situaciones donde está sometida a altas presiones, Mirmana es muy propensa a ello; es una forma de evitar el nerviosismo no permitiéndose pensar en nada. Resulta efectivo pero si, como en este caso, no depende únicamente de ella misma, puede llegar a ser peligroso. Al menos, para la otra persona.
Alcanza el claro en un periquete. Frente a ellos se extiende también un pequeño lago, aunque es tan pequeño que más que eso parece una charca. Aun así, es igual de hermoso, y refleja perfectamente la luna en sus oscuras aguas. Mirmana se deja caer en el césped, dejando las botellas delante de ella y tumbándose bocabajo sobre el mismo. Desde esa postura, alza la cabeza tanto como puede y, aunque no le ve bien, intenta fijar la mirada en la figura del brujo.
- ¡Sé que solo he conseguido dos! Soy consciente de ello, pero es que... ¡Solo tengo dos brazos! -Rodando sobre sí misma, se queda tumbada bocarriba, y ahora sí que puede verle con claridad.- Es injusto. Tenemos que anular el pacto. -Anuncia, alzando una mano y señalándole con uno de sus finos y largos dedos pálidos.- Ahora mismo. Sellaremos el acuerdo con ron.
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
La gata no me contestó; eso hizo que me enfureciera. Se había convertido en mi esclava, debía de hacerme caso. No solo me ignoró de la misma manera que se ignoraba a una mosca; además, comenzó a correr entre los árboles con una agilidad y una velocidad impropias de una borracha. Comencé a pensar que su embriaguez era fingida. No estaba seguro de ello, era solo una idea que entró en mi mente tan fluida como un soplo de aire fresco en una calurosa tarde de verano. La idea de que la gata estuviera fingiendo su borrachera despareció tan pronto como vino. No tuve tiempo para seguir pensando. Tuve que correr para perseguirla antes de perderla de vista entre la oscuridad de la noche. La chica sonreía y reía ella sola mirando hacia atrás. ¿Hacia mí? Se había alejado demasiado para que me estuviera mirando a mí. Sin embargo, no había nadie más a quien pudiera estar mirando. La única solución posible es que la chica estuviera huyendo de su nuevo amo. Apreté mis puños para sosegar toda la rabia que se estaba acumulando en mi interior. De nuevo el mismo pensamiento. “Me ha engañado. Se ha hecho la borracha y se ha ido solo para burlase de mí.” No paré de correr. Estaba cansado, pero no quise parar a descansar hasta haberla alcanzado.
Tras unos pocos y eternos minutos, la chica frenó su carrera de la misma facilidad que la había comenzado. A medida que se iba disculpando me entraron más y más ganas de estrangularla con mis propias manos. Estaba cargado de ira. Me fue muy difícil controlarme en mi estado de enfado. Tan solo pensaba en el sonido ahogado que haría su garganta a medida que mis dedos la apretaban. Me sentía utilizado y engañado. Hice lo que ella quiso, fui a donde ella quiso e, incluso, tuve la sensación de haber dicho todo lo que ella quiso que dijera en cada momento.
Mis pensamientos, de nuevo absortos en vagas ideas que comenzaban a tomar forma, se vieron cerrados por el último grito de la gata. Había visto un claro en el bosque donde podríamos descansar, tal vez dormir unas pocas horas hasta que amanezca. No tengo tiempo a contestar pues la felina comenzó a correr de nuevo hacía el claro antes que dijera nada. La seguí con gran pesar. En mi cabeza se habían formado varias ideas que, cada vez más, hacían menguar mi confianza hacia la chica.
Me quedé de pie junto a la gata. Quería mantenerla vigilada para que no volviera a escaparse de mí. –¡Que te lo has creído gatita! Tú has querido que fueran tres botellas. Ni una ni dos, sino tres. Ahora eres mi esclava lo quieras o no.- No soné tan jovialmente como había sonado hacía unos minutos. – Un trato es un trato.- Necesitaba un tragó. Cogí una de las botellas de ron que había robado la felina y pegué un largo trago. No dejé la botella, la sujeté con mi mano izquierda mientras con la derecha cogí la otra y bebí de ella. Mantuve ambas botellas alzadas delante de la mujer gata balanceándolas encima de su cabeza como si fuera un jugoso caramelo . -¿Quieres?- Pregunté alargando la última sílaba haciendo hincapié que, si no aceptaba que fuera mi esclava no le iba a dejarla beber. – Ya sabes lo que has de hacer.- Me acosté en la hierba junto a ella. – Hemos estado corriendo durante mucho tiempo. Estoy cansado. Hazme un masaje a los pies esclava mía.-
Tras unos pocos y eternos minutos, la chica frenó su carrera de la misma facilidad que la había comenzado. A medida que se iba disculpando me entraron más y más ganas de estrangularla con mis propias manos. Estaba cargado de ira. Me fue muy difícil controlarme en mi estado de enfado. Tan solo pensaba en el sonido ahogado que haría su garganta a medida que mis dedos la apretaban. Me sentía utilizado y engañado. Hice lo que ella quiso, fui a donde ella quiso e, incluso, tuve la sensación de haber dicho todo lo que ella quiso que dijera en cada momento.
Mis pensamientos, de nuevo absortos en vagas ideas que comenzaban a tomar forma, se vieron cerrados por el último grito de la gata. Había visto un claro en el bosque donde podríamos descansar, tal vez dormir unas pocas horas hasta que amanezca. No tengo tiempo a contestar pues la felina comenzó a correr de nuevo hacía el claro antes que dijera nada. La seguí con gran pesar. En mi cabeza se habían formado varias ideas que, cada vez más, hacían menguar mi confianza hacia la chica.
Me quedé de pie junto a la gata. Quería mantenerla vigilada para que no volviera a escaparse de mí. –¡Que te lo has creído gatita! Tú has querido que fueran tres botellas. Ni una ni dos, sino tres. Ahora eres mi esclava lo quieras o no.- No soné tan jovialmente como había sonado hacía unos minutos. – Un trato es un trato.- Necesitaba un tragó. Cogí una de las botellas de ron que había robado la felina y pegué un largo trago. No dejé la botella, la sujeté con mi mano izquierda mientras con la derecha cogí la otra y bebí de ella. Mantuve ambas botellas alzadas delante de la mujer gata balanceándolas encima de su cabeza como si fuera un jugoso caramelo . -¿Quieres?- Pregunté alargando la última sílaba haciendo hincapié que, si no aceptaba que fuera mi esclava no le iba a dejarla beber. – Ya sabes lo que has de hacer.- Me acosté en la hierba junto a ella. – Hemos estado corriendo durante mucho tiempo. Estoy cansado. Hazme un masaje a los pies esclava mía.-
Gerrit Nephgerd
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Nota una ligera hostilidad provinente del hombre, tal vez algo más que eso. ¿Es furia? ¿Represión? En serio parece que se esté conteniendo para no darle una paliza allí mismo. Su rostro está contraído en una mueca bastante fea y desagradable, lo que le quita todo el atractivo que pueda tener. Más le vale no enseñarle esa cara a sus amantes, de lo contrario más de una huiría y no precisamente por miedo. Lo cierto es que, fijándose bien, se percata de que ese hombre no impone nada en absoluto. A pesar de toda la rabia que parece estar tragándose a cucharadas, no provoca en ella ni el más mínimo sentimiento de terror, ni la sensación de tener que estar alerta, ni nada por el estilo. Tal vez es que ella ya no teme las mismas cosas que le harían temblar antaño; tal vez el que le descubran las orejas es más aterrador para la elfa que el hecho de tener a un hombretón con cara de malas pulgas y armado con un martillo.
Pronto deja a un lado esa expresión y para mostrarse altivo y chulesco, lo cual le hace alzar una de sus rubias y finas cejas perfectamente perfiladas. Y no solo eso, también parece muy seguro de sí mismo y serio respecto a su sentencia. Ella será su esclava quiera o no. Una diminuta sonrisa maliciosa se pinta en su rostro; no solo ella quiere serlo, sino que ha caído en su trampa tan fácilmente que empieza a dudar del poderío del brujo. Aunque tampoco es que quiera servirle por el placer de servir a alguien, a ella no le van esas cosas, lo que servirá a la hora de parecer que le desagradan las tareas que él le mande. Desde el suelo observa cómo bebe de una botella, y luego de la otra, y curva sus labios en una mueca de desagrado.
- ¿Tenías que poner tus babas en las dos botellas? ¿Era necesario? -Sigue con la mirada el zarandeo de las mismas por encima de su cabeza, hasta que él se recuesta en el césped, peligrosamente cerca y a su lado. Si el desagrado estaba presente en su rostro por los fluídos de él en las botellas, no es nada comparado con la forma en que se tuercen sus labios y cejas cuando le pide un masaje en los pies.- ¡Já! Más quisieras. Primero de todo, no puedes tener una esclava sin decirle tu nombre. Es de mala educación. Además, ni siquiera conoces el mío. ¿Qué clase de esclava es aquella que no tiene un nombre? Dioses. -Suspira, exasperada. Se incorpora hasta quedar sentada y agarra una de las botellas, limpiándole la boca con su capa, para luego dar un largo trago. No es ron del mejor que se puede encontrar pero, en comparación al whisky barato de su frasquito, es un elixir divino.- Segundo, tenemos que hablar acerca de ese fuego. Porque me da a mi que con unas manos y un martillo el bosque no arde solo. -Da otro trago, esta vez más corto, pues no quiere emborracharse de verdad sino emborracharle a él.- Y tercero y último... No tocaré esos sucios pies ni con un palo. Seré una esclava, pero no tonta.
Le guiña un ojo y le devuelve la botella, tumbándose de nuevo bocarriba en el fresco césped veraniego. Gira la cabeza hacia el pequeño lago, y una parte de ella se muere de ganas de deshacerse de esa capa y lanzarse al agua a refrescarse. Saltar y jugar con Shade en lagos y ríos es una afición que comparten desde que ambos salieron de ese horrible y sucio cubículo, pero en esa ocasión debe dejar los juegos para más tarde. No solo no puede disfrutar de la presencia de Shade, sino que desprenderse de su capa le llevaría a delatar su verdadera identidad, cosa que no puede permitirse de momento. Debe conseguir alguna forma de ocultar sus orejas élficas y hacer ver unas suaves y peluditas orejas felinas. Algún tipo de hechizo de algún brujo poderoso, alguna poción... Algo debe haber para ella. Mas ahora que se han alejado de Lunargenta le será difícil separarse de él suficiente tiempo como para encontrar algo que le sirva pero no demasiado como para que sospeche de ella. Tendrá que elaborar un plan, y pronto.
Pronto deja a un lado esa expresión y para mostrarse altivo y chulesco, lo cual le hace alzar una de sus rubias y finas cejas perfectamente perfiladas. Y no solo eso, también parece muy seguro de sí mismo y serio respecto a su sentencia. Ella será su esclava quiera o no. Una diminuta sonrisa maliciosa se pinta en su rostro; no solo ella quiere serlo, sino que ha caído en su trampa tan fácilmente que empieza a dudar del poderío del brujo. Aunque tampoco es que quiera servirle por el placer de servir a alguien, a ella no le van esas cosas, lo que servirá a la hora de parecer que le desagradan las tareas que él le mande. Desde el suelo observa cómo bebe de una botella, y luego de la otra, y curva sus labios en una mueca de desagrado.
- ¿Tenías que poner tus babas en las dos botellas? ¿Era necesario? -Sigue con la mirada el zarandeo de las mismas por encima de su cabeza, hasta que él se recuesta en el césped, peligrosamente cerca y a su lado. Si el desagrado estaba presente en su rostro por los fluídos de él en las botellas, no es nada comparado con la forma en que se tuercen sus labios y cejas cuando le pide un masaje en los pies.- ¡Já! Más quisieras. Primero de todo, no puedes tener una esclava sin decirle tu nombre. Es de mala educación. Además, ni siquiera conoces el mío. ¿Qué clase de esclava es aquella que no tiene un nombre? Dioses. -Suspira, exasperada. Se incorpora hasta quedar sentada y agarra una de las botellas, limpiándole la boca con su capa, para luego dar un largo trago. No es ron del mejor que se puede encontrar pero, en comparación al whisky barato de su frasquito, es un elixir divino.- Segundo, tenemos que hablar acerca de ese fuego. Porque me da a mi que con unas manos y un martillo el bosque no arde solo. -Da otro trago, esta vez más corto, pues no quiere emborracharse de verdad sino emborracharle a él.- Y tercero y último... No tocaré esos sucios pies ni con un palo. Seré una esclava, pero no tonta.
Le guiña un ojo y le devuelve la botella, tumbándose de nuevo bocarriba en el fresco césped veraniego. Gira la cabeza hacia el pequeño lago, y una parte de ella se muere de ganas de deshacerse de esa capa y lanzarse al agua a refrescarse. Saltar y jugar con Shade en lagos y ríos es una afición que comparten desde que ambos salieron de ese horrible y sucio cubículo, pero en esa ocasión debe dejar los juegos para más tarde. No solo no puede disfrutar de la presencia de Shade, sino que desprenderse de su capa le llevaría a delatar su verdadera identidad, cosa que no puede permitirse de momento. Debe conseguir alguna forma de ocultar sus orejas élficas y hacer ver unas suaves y peluditas orejas felinas. Algún tipo de hechizo de algún brujo poderoso, alguna poción... Algo debe haber para ella. Mas ahora que se han alejado de Lunargenta le será difícil separarse de él suficiente tiempo como para encontrar algo que le sirva pero no demasiado como para que sospeche de ella. Tendrá que elaborar un plan, y pronto.
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Debía reconocerlo, la gata no podía haber elegido un sitio mejor para descansar de nuestro atraco. Enfrente de nosotros había un pequeño lago. No me impresionaba demasiado, me gusta nadar, como a cualquier otro hombre; además, lagos había en todas partes, no era algo nuevo. Lo que me gustaba era el entorno. El reflejo de una luna llena brillaba en el agua bañada con la luz del incendio que yo mismo había generado al oeste de allí, ya lejos de donde estábamos. Sin duda, cualquier elfo envidiaría nuestro paisaje si no fuera por el fuego que devoraba poco a poco uno de sus amados bosques. Me alegré por ello.
Me desperecé. Junté ambas manos sobre mi cabeza como si fueran una almohada y me quedé contemplando el cielo. Después de todo lo que me había hecho correr la gata me merecía unos minutos de descanso. Sin embargo, ella no quiso otorgármelos. Parecía que más relajado estaba para bombardearme de nuevo con sus preguntas. Cambiaba el tema de la conversación tan rápido que ni yo mismo podía encontrar un tema fijo el cual contestar. Aunque, más por la velocidad al hablar se debía a mis dos largos tragos de ron.
-Primero. – Levanté un dedo índice. – ¿No disfrutas con el morbo de no sepamos quienes somos, gatita?. Además, el nombre de un amo es más importante al de una esclava. ¿Qué clase de amo es aquel que no tiene un nombre? – Me burlé imitando sus gestos y su tono de voz para finalizar con el mismo suspiro que ella hizo. –Segundo- Levanté el dedo corazón. - Suuri no es un simple martillo y yo no soy un simple humano.- Preferí dejarlo ahí, el alcohol me estaba haciendo hablar más de lo que debía. - Tercero. – Levanté el dedo anular. - Mis pies te siguen esperando. – Me quité los zapatos ayudándome únicamente con los pies y moví los dedos de forma juguetona. – Obedece a tu dueño, gatita.-
Me desperecé. Junté ambas manos sobre mi cabeza como si fueran una almohada y me quedé contemplando el cielo. Después de todo lo que me había hecho correr la gata me merecía unos minutos de descanso. Sin embargo, ella no quiso otorgármelos. Parecía que más relajado estaba para bombardearme de nuevo con sus preguntas. Cambiaba el tema de la conversación tan rápido que ni yo mismo podía encontrar un tema fijo el cual contestar. Aunque, más por la velocidad al hablar se debía a mis dos largos tragos de ron.
-Primero. – Levanté un dedo índice. – ¿No disfrutas con el morbo de no sepamos quienes somos, gatita?. Además, el nombre de un amo es más importante al de una esclava. ¿Qué clase de amo es aquel que no tiene un nombre? – Me burlé imitando sus gestos y su tono de voz para finalizar con el mismo suspiro que ella hizo. –Segundo- Levanté el dedo corazón. - Suuri no es un simple martillo y yo no soy un simple humano.- Preferí dejarlo ahí, el alcohol me estaba haciendo hablar más de lo que debía. - Tercero. – Levanté el dedo anular. - Mis pies te siguen esperando. – Me quité los zapatos ayudándome únicamente con los pies y moví los dedos de forma juguetona. – Obedece a tu dueño, gatita.-
Gerrit Nephgerd
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
Cuando él responde a sus palabras, Mirmana gira la cabeza para dejar de ver el lago y centrarse en su rostro mientras le habla. Lo cierto es que sí parece algo cansado. Incluso puede ver algunas perlas de sudor brillando en su frente. Diría tersa frente, más tiene algunas arrugas en su rostro. Si fue súbdito de Samhaim, probablemente tenga una edad similar a la de él, con lo que tendrá algunos años más que ella, o tal vez los mismos. Quién sabe, si no quiere ni decirle su nombre, ¿Por qué iba a decirle su edad? Alza una ceja de forma sarcástica cuando le ve quitarse los zapatos, y ríe ante el movimiento de sus dedos y su último mandato. Ya le ha dicho que no va a masajearle los pies, y no lo hará. Se incorpora un poco, quedando con la cabeza apoyada en la mano y con el codo apoyado en la hierba, de cara a él.
- En ese caso, usemos nombres falsos. Así, como mi nombre no es importante podré tener el que tú quieras y, como el tuyo lo es tanto, podrás ocultarlo y tener uno nuevo que tú eliges. ¿Que te parece? -Sonríe con levedad, ladeando un poco la cabeza, a pesar de que ya está ladeada por la forma en que se encuentra tumbada.- Y tampoco hay que ser muy listo para saber qué eres. Si no me equivoco, la magia pírica solo corresponde a los dragones y a los brujos y... Seamos sinceros, no tienes mucha pinta de echar fuego por la boca ni de que te salgan alas de murciélago de la espalda, ¿No te parece, señor probablemente brujo? -Amplía su sonrisa, riendo con suavidad.- Aunque siempre hay una pequeña posibilidad. -Susurra, como quitándole importancia, mientras se vuelve a tumbar sobre el césped.
Mientras espera una respuesta, la elfa dirige su mirada hacia los bosques, tratando de ubicar a Shade, preocupada por si estará bien. Mientras le busca, su mirada se pierde al otro lado del lago, observando el reflejo del fuego en sus oscuras aguas. Si bien la escena es atroz y desgarraría el alma de una verdadera elfa, a ella apenas le duele ínfimamente la pérdida de esos bosques, siendo su visión del incendio algo hermoso, y no triste. El reflejo del fuego en el agua crea formas hermosas, mostrando las lenguas rojas como bailarinas tímidas que danzan sobre el elemento acuático, actuando de puntillas para no romper esa tensión superficial. Como sirenas aladas, como ninfas de agua de cabellos rojizos. Y, alzando la vista de las aguas, ve a su amigo al otro lado. Al principio se asusta, pensando que el fuego pueda afectarle, pero él le sonríe de forma tranquilizadora. Al fin y al cabo no tiene cuerpo, y nada puede herirle. Al menos, no físicamente.
- En ese caso, usemos nombres falsos. Así, como mi nombre no es importante podré tener el que tú quieras y, como el tuyo lo es tanto, podrás ocultarlo y tener uno nuevo que tú eliges. ¿Que te parece? -Sonríe con levedad, ladeando un poco la cabeza, a pesar de que ya está ladeada por la forma en que se encuentra tumbada.- Y tampoco hay que ser muy listo para saber qué eres. Si no me equivoco, la magia pírica solo corresponde a los dragones y a los brujos y... Seamos sinceros, no tienes mucha pinta de echar fuego por la boca ni de que te salgan alas de murciélago de la espalda, ¿No te parece, señor probablemente brujo? -Amplía su sonrisa, riendo con suavidad.- Aunque siempre hay una pequeña posibilidad. -Susurra, como quitándole importancia, mientras se vuelve a tumbar sobre el césped.
Mientras espera una respuesta, la elfa dirige su mirada hacia los bosques, tratando de ubicar a Shade, preocupada por si estará bien. Mientras le busca, su mirada se pierde al otro lado del lago, observando el reflejo del fuego en sus oscuras aguas. Si bien la escena es atroz y desgarraría el alma de una verdadera elfa, a ella apenas le duele ínfimamente la pérdida de esos bosques, siendo su visión del incendio algo hermoso, y no triste. El reflejo del fuego en el agua crea formas hermosas, mostrando las lenguas rojas como bailarinas tímidas que danzan sobre el elemento acuático, actuando de puntillas para no romper esa tensión superficial. Como sirenas aladas, como ninfas de agua de cabellos rojizos. Y, alzando la vista de las aguas, ve a su amigo al otro lado. Al principio se asusta, pensando que el fuego pueda afectarle, pero él le sonríe de forma tranquilizadora. Al fin y al cabo no tiene cuerpo, y nada puede herirle. Al menos, no físicamente.
Mirmana N. Eärthea
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Re: Noche de Verano [interpretativo][libre 1/1]
¿De qué me servía tener una esclava si no podía obedecer una sencilla orden? “Dame un masaje en los pies”. No era tan difícil. Solo tenía que arrodillarse enfrente de mía y darme un pequeño masaje. Que si frotar entre los dedos, que si acariciar un poco las plantas de los pies. Eso sí, sin hacer cosquillas. No soportaba las cosquillas, se podría decir que eran mi punto débil. Pero no, no habría nada de eso. La gatita se había puesto orgullosa y seguía acostada en el suelo. Únicamente se había movido para ponerse de cara hacia mí.
¡Sorpresa! La gata no dijo nada acerca de mi masaje. Ella insistió con ponerme un nombre. Sugirió que nos inventamos nuestros propios nombres. No era mala idea, en realidad no sonaba nada mal, era incluso buena. Tenía una esclava vaga pero lista. ¿Cómo me llamaría? Siempre poniendo motes a las mujeres que me acostaba y, a la hora de ponerme un nombre para mí estaba dudando. Pensé en algo que sonase grande y poderoso. ¿Dragón? Tal vez me pasé de grande y poderoso. Bebí otro trago de ron con la esperanza de que le alcohol abriera mi mente.
Mientras pensaba en nombres para poner, la gata, cómo no, ella continuaba hablando. Esta vez, el tema de la conversación era el incendio que había provocado. Nada de mi masaje. Estaba empezando a pensar que me estaba dando largas para no masajearme los pies. Me hice gracia su comentario. “Señor probablemente brujo”. Sonreí ligeramente. En ese momento, tal vez a raíz por aquel comentario, me di cuenta que, salvo las orejas que me ocultaba, no tenía ningún parecido con una gata.
-Señorita probablemente gata. – Emulé su comentario sin si quiera venir a cuento. No sabía lo que hacía ni lo que decía. Casi había vaciado una botella entera de ron, quedaba solo un trago. – Eres mi esclava, lo lógico es que me llames “Mi Amo”.- Di el último trago a la botella de ron. Iba a decir algo más, pero no me acordé que era. Sabía que la gata mencionó algo más a parte de los nombres, algo que debía contestar. Me quedé en blanco mirando sus ojos color naranja. – ¿Y tú, cómo te vas a llamar gatita? – Dije con un tono socarrón tras largo rato de silencio. Debía decir algo y aquello fue lo único que se me ocurrió. - Déjame adivinarlo. Si yo soy “Mi Amo”, tú serás “Mi Esclava”- A causa del alcohol, estaba diciendo lo primero que se me venía a la mente sin pensar en qué estaba hablando.
¡Sorpresa! La gata no dijo nada acerca de mi masaje. Ella insistió con ponerme un nombre. Sugirió que nos inventamos nuestros propios nombres. No era mala idea, en realidad no sonaba nada mal, era incluso buena. Tenía una esclava vaga pero lista. ¿Cómo me llamaría? Siempre poniendo motes a las mujeres que me acostaba y, a la hora de ponerme un nombre para mí estaba dudando. Pensé en algo que sonase grande y poderoso. ¿Dragón? Tal vez me pasé de grande y poderoso. Bebí otro trago de ron con la esperanza de que le alcohol abriera mi mente.
Mientras pensaba en nombres para poner, la gata, cómo no, ella continuaba hablando. Esta vez, el tema de la conversación era el incendio que había provocado. Nada de mi masaje. Estaba empezando a pensar que me estaba dando largas para no masajearme los pies. Me hice gracia su comentario. “Señor probablemente brujo”. Sonreí ligeramente. En ese momento, tal vez a raíz por aquel comentario, me di cuenta que, salvo las orejas que me ocultaba, no tenía ningún parecido con una gata.
-Señorita probablemente gata. – Emulé su comentario sin si quiera venir a cuento. No sabía lo que hacía ni lo que decía. Casi había vaciado una botella entera de ron, quedaba solo un trago. – Eres mi esclava, lo lógico es que me llames “Mi Amo”.- Di el último trago a la botella de ron. Iba a decir algo más, pero no me acordé que era. Sabía que la gata mencionó algo más a parte de los nombres, algo que debía contestar. Me quedé en blanco mirando sus ojos color naranja. – ¿Y tú, cómo te vas a llamar gatita? – Dije con un tono socarrón tras largo rato de silencio. Debía decir algo y aquello fue lo único que se me ocurrió. - Déjame adivinarlo. Si yo soy “Mi Amo”, tú serás “Mi Esclava”- A causa del alcohol, estaba diciendo lo primero que se me venía a la mente sin pensar en qué estaba hablando.
Gerrit Nephgerd
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