¿Cena romantica? [Quest]

Taberna a las afueras de Lunargenta, noche.

Un hombre de cabellos negros estaba en la taberna de las afueras de la cuidad, bebiendo. Sus ojos era del color de la noche, frio, alto… parecía un buen partido. Espalda ancha, buen porte.. Seguro que a su padre le encantaría…

Selenia suspiró, cansada de aquello, incluso antes de que empezara. Todo aquello era tan uff…
¡Ui que se me escapa!

El hombre se había levantado mientras la humana se perdía en sus pensamientos. Había salido de la taberna, así que la chica tubo que apresurarse para no perderle en la oscuridad.

Salió por la puerta de madera, mirando a un lado y después al otro. ¿Cómo podía ir tan rápido? ¡Ahí está! Anduvo a paso ligero, detrás el hombre. Intentaba no hacer mucho ruido, y eso le pareció a ella.
El hombre se detuvo, Selenia se escondió tras un árbol, con el corazón en un puño. ¿Le habría pillado? No… no puede ser… ¿Si?
Su respiración se aceleró, cerrando los ojos, era el momento, ahora o nunca…

-Bu-buenas noches…- dijo con voz un poco temblorosa, saliendo de su escondite. Si, el hombre la había escuchado, porque estaba de cara a ella.


Selenia era una mujer alta, de cabellos largos y negros. Su piel no estaba muy bronceada, cosa que quedaba bien con sus claros ojos verdes. Largas pestañas enmarcaban su mirada. Vestía un vestido de color blanco, con una capa negra, con gravados dorados. Un bonito anillo en el dedo índice era el único adorno que portaba.

¿Compañía? ¿Acaso había parecido una mujer desvergonzada que lo único que quería era la compañía de una hombre en la noche? …aunque fuese la compañía de un hombre alto, esbelto, hermoso… sacudió la cabeza, espantando aquellos pensamientos. Selenia, no te pierdas entre los árboles, a lo que ibas.

Sus labios se separaron, pero antes de hablar prefirió repasar al elegido… una risilla infantil sonó dentro de ella, elegido, que macabro suena  eso.
Si, definitivamente no se había equivocado con su elección, era perfecto, salvo… ¡era un vampiro! No se había dado cuenta… un vampiro…


-No… esto no está bien…- susurro para ella misma, aunque en voz alta. –Aunque nunca tiene porque saberlo. Sí, no tiene por qué saberlo, solo tenemos que obtenernos a que sonrías, ¿sí?- mientras hablaba miraba a un lado y otro, pero al final estaba mirando a Thorek, de manera penetrante, como esperando una respuesta a la pregunta que aún no había formulado. Selenia tonta…


-Buenas noches…- susurro de nuevo, poniendo voz como de… ¿interesante? –Me dirijo a usted para hacerle una petición.- Oh vamos Selenia, estas muy tensa, parece que te hayan metido un palo por el cul…- Quiero decir…- carraspeó. – Te he estado mirando… y eres fuerte y guapo… había pensado que podrías ayudarme… necesito ayuda, y de lo que he podido ver tu eres el mejor… - dijo poniendo un gesto raro, de desaprobación hacia los desperdicios de hombres que había en la taberna.
Lo miró de nuevo, era un desconocido, debía ir con cuidado. –No es nada complicado, y solo te ocuparía esta noche… y te puedo pagar por ello…- Si, parecía una proposición indecente. –Necesito que me acompañes a casa….- no mejoras nada Selenia. -… y que asistas junto a mí, como mi pareja, en una cena familiar…- No sabía porque, pero estaba empezando a sentir que lo perdía, que no aceptaría.

-Por favor…- susurro acercándose un poco más a él, aunque aún con cautela. -

Selenia le iba mirando con una ceja alzada. Pero que se había pensado este… bueno ella también había sido muy desconsiderada con todo aquello, así que pasó la miradita aquella de cazador y presa, en la que ella era el corderito.
Já, no con dinero… como si lo estuviese viendo. Ya hablarían de eso más tarde… cuando acabase la cena.
Le cogió del brazo un copo desconfiada, andando de manera rápida hacia la casa, ya que era… muy tarde.

Uno de los sirvientes, vestido en su totalidad de negro, les abrió la puerta nada más verles desde lejos.


-No tienes por qué saberlo, cariño…- susurro ella apretando los dientes, fingiendo una sonrisa, puesto que su padre estaba asomado por la ventana, mirando el panorama. –...mientras no digas nada, yo me encargo de todo, en menos de dos horas tendrás tu DINERO y podrás irte. – remarco aquella palabra, que no se pensase que habría otra forma de pago…


-Selenia, llegas tarde…- susurro el sirviente, poniendo un gesto raro. –… el señor está enf…- miró al vampiro de arriba abajo. -¿De dónde lo has sacado? ¿Crees que tu…?- calló, puesto que el señor de la casa estaba saliendo por la puerta, cerrándoles el paso a la pareja.


-Buenas noches hija, haces tarde, para variar. ¿Es este el hombre del que no paras de parlotear?- examinó al hombre que se suponía que había robado el corazón de su hija, por el que se suponía que su hija no podía estar con otro, con el que se suponía que se iba a casar… eso será si yo le doy mi benediccion…bendiccion… Ben lo que sea.


Selenia apretó el brazo del vampiro, ara que no hablase. –Si padre, es él.- dijo sonriendo con una sonrisa que hubiese engazado incluso al más avispado.


-¿Y cómo se llama tu… acompañante?

Las mejillas y orejas de Selenia se pusieron coloradas de la rabia. Su nombre, como podía haber sido tan tonta, ni siquiera le había preguntado su nombre.
Me van a pillar. Seguro que me casan con un hombre… no puede ser, estoy perdida… Rolof… no, no tiene cara de un nombre tan nórdico… ¿Eneldor? Oh vamos Selenia ese parece nombre de elfo, vamos nos están mirando con cara rara, di algo.


-¿No podríamos hablarlo dentro, padre? Esta noche hace un poco de frio, además, que me tienes en la entrada como si no fuese también mi casa…- muy bien, muy bien, ahora hay más tiempo de pensar.



Entraron en la casa. Grande, bonita… rara. Todos los sirvientes, en su mayoría eran de otras razas menos humanos. Todos parecían serios y tristes, pero sonreían a la señorita Selenia con una preciosa y sincera sonrisa.
Se sentaron en unas sillas de roble, junto al hogar, en una mesa un tanto grande para los pocos comensales que iban a asistir.

Las conversaciones con su padre siempre era igual, dinero, trabajo, prestigio, el pueblo, la cuidad, el matrimonio… hijos.


Todo aquello la aburría, ero debía de poner buena cara, y más cuando miraba a… ¿Thorek? ¿Se lo habría inventado, o realmente era su nombre? Bueno… es bonito… y no suena ni a elfo, ni hombre bestia… nada de lo que mi padre odia… bien, está bien.


Mi madre, como siempre, permanecía callada, escuchándolo todo. Siempre tan bien opuesta y elegante… No, no me quería convertir en aquello.


Entonces salió la elfa. Selenia no pudo evitar soltar una sonrisilla que intentó ocultar limpiándose los labios con una servilleta. La elfa, por su parte, agachó la cabeza, el señor de la casa no podía ver que estaba sonriendo, podría castigarla por ello. ¿Pero cómo aguantarse? La noche anterior la elfa, Selenia, y otra trabajadora se habían escapado de la casa, yendo entre las sombras a beber a un taberna de la cuidad. Por la mañana, se encontraron las tres en el pajar no muy cerca de la casa. Tuvieron que correr mucho para que el señor n les pillase. Selenia aún tenía un poco de paja en el pelo cuando su padre entró en la habitación

Los postres, siempre tan abundantes y deliciosos. Selenia pudo ver como la elfa se sonrojaba un poco al ver a Thorek, realmente ella se había sorprendido tanto como le sirviente de la entrada. Eso… ¿era bueno, no?


El padre asentía con la cabeza, parecía que no le acababa de desagradar la idea de que su prometido fuese mercader, estaba bien, era un negocio acertado, tendría excusa para irse de aquella ciudad.
La humana sonrió mientras bebía un delicioso zumo de naranjas de Dundarak, acto que a su padre no le pasó por alto.


-¿Qué te hace tanta gracia, querida?- pregunto alzando una ceja. La madre dejó a un lado las frutas que estaba comiendo, aquella conversación parecía interesante.


-Oh nada padre…- miró al vampiro a los ojos. Espero que me siga el rollo y se calle…- es solo… que Thorek y yo ya tenemos fecha para la boda. Nos casaremos en tres días.- muy precoz, perfecto. Una risilla infantil resonó en su cabeza.


-¿En tres días?- pregunto el padre alzando la voz. Aquella idea le parecía loca y descabellada, no podía ser, no iba a ser. – No lo permito, el muchacho que yo te había…

-No padre, ya está decidido, me caso con Thorek. Tú me dijiste que si encontraba marido, podría casarme con él si yo le amaba… pues amo a Thorek, así que nos casamos.- le interrumpió, haciendo que a su madre se le cayese de las manos una uva.

La sonrisa de Selenia parecía aumentar por momentos, todo parecía ir sobre ruedas. El hombre se había inventado una buena historia, respaldado por hechos verídicos, cosa que haría que su padre no preguntase, ya que no sabía mucho del tema y no se arriesgaría a quedar como un necio. ¿Porque se lo había inventado, no?

La cara de su padre podría haber sido la inspiración para un poema o una pintura, parecía que se le iban a salir los ojos de su propia orbita, los labios estaban apretados entre sí, seguramente faltaba poco para escuchar sus dientes rechinar.  Tiene la misma cara que cuando me escape de casa y me encontró horas después en los establos de la ciudad… menos mal que me pillo solo, sino creo que ahora mismo no lo estaría recordando… Tuvo que hacer un pequeño esfuerzo por no reírse.
Aunque parece que el bombazo también le ha sorprendido a mi… carraspeo, comiéndose un trozo de pan. A mi guapo prometido, de cabellos blanquecinos, ojos verdes, de cuerpo no está nada mal, aunque quizás es un poco bajito… No se puede tener todo, supongo.

Su madre permanecía callada, mirando a su marido y después a su hija… no, realmente no me quiero parecer a ella, aporta e interviene menos que los muebles de la sala, si se piensa mi padre que me pienso casar con aquel cabeza-corcho lo lleva claro…


El mismo sirviente que les había abierto la puerta apareció en la sala,  portando una bandeja, parecía de plata. Mmh… seguro que traen el postre ¡me encanta! Seguro que hoy han hecho tarta de frutos silvestres… Oh, o quizás han preferido hacer un surtido de frutas con miel…
La boca se le estaba haciendo agua, haciendo que dejase por un momento de pensar en aquella situación tan… extraña. El hombre delgado y vestido de negro dejo la bandeja sobre la gran mesa. ¡Si! La tarta, lo sabía, me voy a poner la bo…


-¿Cuánto hace que conoces a este… brujo comerciante? Porque nunca lo había visto por la ciudad… ¿cómo se supone que os habéis conocido?
Selenia ya tenía la boca abierta y el dedo índice alzado para ponerse a hablar, pero su padre le interrumpió de nuevo.

-No… ya he escuchado muchos de tus cuentos, quiero que hable él… si ya ha acabado con la capa, claro.- su mirada estaba exclusivamente para el brujo de cabellos blancos, no dejaba que le pasase ningún gesto por alto. Sabía perfectamente que el hombre que había elegido para su hija era mucho mejor que este comerciante en rutas de las islas… ¿Qué quería decir eso? ¿Qué se llevaría a mi hija a aquella isla de descerebrados? No señor, no lo iba a permitir…


El sirviente le puso a la morena un trozo enorme de tarta, intentando evitar una sonrisa, le encantaba ver como disfrutaba de la comida, ya que los padres de ella ni siquiera decían palabra, ni siquiera de desagrado.


Bueno… ya que no quiere que hable… ¡me comeré la tarta!

Mmmh… Sel, me gusta, quiero ver como  sigue esto… sus ojos pasaron a observar a su padre tan solo un momento, antes de prestar de nuevo su total atención en Geralt, si estaba enfadado… Que se fastidie… ups…


Sel…¡Sel! Lo mato, quien se ha pensado que es ella para llamarle de esa manera, estúpido brujo mercader de las narices… venir a mi casa para… continuo estuchando mientras blasfemaba en sus adentros.


Sel… que bonito diminutivo… aunque quizás un poco excesivo… iu padre está enfadado, mejor que no diga nada…- cogió de nuevo una manzana, permaneciendo callada, como una buena esposa, como había estado siendo toda la noche.


¿Situación peligroso? Los tres lo miraron de manera sorprendida.


Ahora se pondrá a hacerse el chulito… parece que no pega con migo, o sí... puedo actuar como que soy una doncella en apuros y él es mi príncipe de brillante armadura, que me salva de todos los males… que bien suena, a mas no poder… si hubiese podido, Selenia se hubiese echado a reír como una loca.


Salvar a mi hija… bueno… es esta bien, supongo. Mi niña nunca ha sido de pedir ayuda, eso sí… pero si la salva… ¡no sigue sin gustarme! Se cruzó de brazos, arrugando el entrecejo.


Oh este brujo ha salvado a mi niña… que cosa tan heroi… bueno aunque para ser un príncipe guerrero de cuento le falta un poco de musculo… mejor será no decir eso en voz alta.


Una cuchillo voló por el aire, como si fuese… magia, era magia.


Oh… esto cada vez va mejor… me gusta, quizás me lo quede unos días y todo… una risilla infantil resonó en su cabeza.


Los ojos del padre de abrieron de par en par, como las puestas de la taberna de la ciudad. Aquel hombre podría ser peligroso, además, no era humano, ¿en que estaba pensando su pequeña Sel? No Sel no, él la llama así. Su nombre es Selenia.


La madre no podía apartar los ojos de aquel chuchillo, era una cosa… realmente impresionante. ¿Cuantas cosas más podrá mover? Sus mejillas se sonrojaron un poco por la trayectoria que prosiguieron sus pensamientos. Mejor que se tapase un poco, si padre ve esto se enfadara…


Una sonrisa.


Selenia le devolvió la sonrisa, intentando aliñarla con un poco de amor fingido. Quizás si suspiraba un poco. Suspiro. Si, parecía realmente enamorada de él… que bien lo estamos haciendo… le guiñó un ojo.


Al menos no tendrá que ir andando por las calles como un perro… o como una cualquiera… los comerciantes en estos tiempos tiene dinero, es un trabajo prospero… pero no estaría en casa con ella, que se ha pensado ¿Qué vivirá sola? Para eso que se quede aquí… descarado.


Oh… la quiere… que bonito. Ojalá padre me hubiese amado de esa manera cuando nosotros nos casamos… envidio a Selenia…


¿¡Puede negarse?! Selenia le propino una patada en toda la espinilla al brujo. No se supone que no… oh… parece que no ha acabado… Revuelta en la familia… oh eso seguro que le duelo, mi padre dice que la apariencia influye  una gran parte, o que lo es todo, seguro que eso le duele y acepta… aix.. Que buena idea he tenido…


¿Re…vuelta familiar? Mi Selenia no sería capar de… si, si lo seria… lo es. No es la primera vez que me cuestiona… esta niña no tiene remedio… la tendría que haber llevado al santuario a que fuese una mujer de religión, rezaría a todas horas, no pensaría en hombre, no me daría disgustos… ¿porque no la llevaría? Quizás un estúpido comerciante de poca monta no esta tan mal si ella se calla de una vez…


Revuelta familiar… ¿y si llega a oído de otros? Seguro que a padre eso no le gusta… ui se ha levantado…que espalda… mejor dejo de mirar…


-¡De eso ni hablar! ¡Mi hija no te va a enseñas la casa!- se levantó también el padre, haciendo que la silla hiciese un ruido molesto. –Seguro que quieres mancillar esta casa… ¡ni pensarlo! Si tanto quieres ver la casa, te acompañará un sir…- ¿un sirviente? No, poca clase-… mi esposa.- la madre abrió mucho los ojos, apartando la vista del invitado.


-¿Yo? – preguntó en voz baja, señalándose a ella misma con el dedo índice. Una voz sumisa y dulce. Selenia tenía ambas cejas alzadas, se lo estaba pasando genial, pero empezaba a perderse.


-Claro mujer, tú le acompañaras, así tengo tiempo de hablar con la niña….- la esposa se levantó de manera pausada.


-Claro…- susurro acercándose al brujo, intentando no mirarle. –Sígueme, por favor…- ui… pero si también tiene un buen trase… no, no pienses esas cosas, enséñale la casa, como padre me vea…

La esposa y el joven se alejaron por el largo pasillo recubierto de madera oscura. Algunos de los sirvientes que habían permanecido escondido en la cocina durante el monologo del brujo salieron de su escondrijo a seguir trabajando. Era una casa bonita y elegante. Paredes de madera, adornos blancos y de calidad. Cuadros de bodegones o bosques… todo parecía tan artificial.
La mujer no hablaba mucho, se limitaba a “esta es la habitación principal. La sala de estar. El baño. La cocina. El dormitorio de Selenia”
En la cocina, el sirviente que les había abierto la puerta no separo los ojos del brujo. Es guapo… Selenia sabe escoger hasta a los de mentira… vaya, vaya… quizás tenga otras preferencias él también… pensó acariciándose el mentón, mientras o repasaba. La esposa siguió andando, guiándole hasta la habitación de la niña.
La habitación de Selenia no encajaba mucho con el ambiente que absorbía el resto de la casa. Las paredes de madrea, sí. De color oscuro, sí… poco más había igual al resto. Una cama en el suelo, elevada tan solo unos centímetros por unos troncos. La cama estaba perfectamente hecha, con las telas de colores muy chillones. Un árbol de tamaño considerable crecía en una de las esquinas de la habitación, llenando la estancia de un bonito color verde y marrón. De algunas ramas colgaban amuletos o dibujos. De diferentes creencias y razas.
No pasaron mucho rato viendo aquella habitación, ya que al padre la detestaba, le parecía un bochorno y deshonra.


-¿Pero en que estás pensando, Selenia?... ¿Un mercader? ¿Acaso ahora te va eso? ¡Y ya porque no te rompes el vestido y te compras un carro y vas deambulando por los pueblos como una cualquiera!- alzó un poco la voz, sin importarle quien pudiera escuchar.


-Padre, le amo, y no hay más que hablar. Me casaré con él, con o sin tu bendición, aunque pensaba hacerlo con, por eso te lo presento… sabes que me podría haber ido sin decirte nada…


Eso era verdad, sabía que ella podía hacerlo. –Hija… pero me preocupo por ti y…


-Pues no lo hagas, sabes que nunca lo he necesitado…- recuerda que ahora eres una doncella en apuros-… además ya tengo quien lo haga ahora por ti o por mí.

Los sirvientes estaban sirviendo ahora unos vasos vacíos, dejando en la mesa unas botellas de un buen licor. Geralt y la madre no tardarían mucho en llegar…

Selenia lo miro con cara rara… se levantó y fue hacia él, sin previo aviso. El padre se sobresaltó un copo, ya que le molestaba no saber qué es lo que iba a hacer la niña en todo momento.


-Padre, lo amo…- se enganchó a su brazo, apretando los músculos… vaya brujo, no estás tan mal… pensó ella intentando no sonreír. –No te pido que te guste, porque ya me gusta a mí por los dos, solo te lo presento para que sepas con quien voy a pasar el resto de mi vida. Solo eso…- vamos Selenia… remata. –Y esta noche misma me voy con él.- toma ya Selenia, ahí marcando, que se acostumbre.
La cara del padre de la humana cambio por completo. Parecía que se había quedado congelado, como si hubiese incluso dejado de respirar. La madre no sabía dónde meterse, cualquier lugar parecía inapropiado para cuando el marido estallase en cólera.


-Te vas… y me dejas por un…brujo… que puedo decir…- hizo una pequeña pausa, pasando la mano por el mentón. Para sorpresa de todos no había estallado… al menos no aun. –Quizás debería estar contento de que hayas encontrado a alguien…- hablaba mirando a la nada, como si hablase solo, pero en voz alta.-…al menos no estas con un asqueroso elfo… o un cerdo hombre bestia… solo un brujo…- le molestaba pero al menos, dentro de lo raro, era lo menos raro.
Los dedos de Selenia se apretaron en torno al brazo de Geralt, sus ojos parecía arder, sus labios estaban apretados… pero no dijo nada.
-Quizás debería estar feliz de que tú lo seas… ¿eso es lo que hace los padres, no? Estar contentos con sus hijos aunque sepas que están destrozando sus vidas… como cuando te hiciste amiga de esa puta cierva…


Puta, cierva… Realmente había utilizado esas palabras para describir a Aryan… sus dientes estaban apretados entre sí, como si intentara aguantar las palabras, sus uñas apretaban las ropas del brujo, sus cejas prácticamente estaban rozándose. Y no aguanto más, no lo soportó.


Alguien estallo, pero no fue el padre.


Selenia se separó un par de pasos del brujo, más cerca de su padre. – ¿Pero quién coño te has pensado que eres, padre? Crees que eres mejor que las otras personas, pero eso no es así. No eres más que una asquerosa alimaña que se alimenta del sufrimiento de los demás, que sonríe cuando alguien que no es como él está por debajo. Tu ríes cuando un elfo o un vampiro muere en le bosque, tu les das el palo para que los coloquen en medio del camino. Todos para ti son basura, todos los que no son como tú…- sus puños estaban apretados. La cara del padre se deformaba por momento, no se creía lo que estaba pasando. -…incluso los que son como tú, como mi madre, tú te sientes feliz anulándola. Ella no habla ni piensa, ella es tu marioneta ¡pues que sepas que yo no voy a ser así! Sabes, me das vergüenza, odio que vayas con tus amiguetes y te vayas riendo de los demás, que los contrates como sirvientes para limpiar tus mierdas…-


Su amigo, el mismo de la perta y del pastel susurro para que solo ella lo escuchase. –Selenia, déjalo, no te preocupes… no lo hagas…-


-¿Quién te crees para poder hablar sin permiso?- dijo el padre levantándose entonces de la mesa, poniendo los puños sobre la misma. -¿Quién coño te crees…


-¡Lo ves! ¡Lo estás haciendo de nuevo!- se colocó delante de su amigo, encarándose a su padre, aún más. La madre se había hecho a un lado, no quería causar más problemas. – Él puede hablar cuando le salga de las narices, porque sabes… no es un esclavo. Él te sirve la comida… podría envenenarte si quisiera, se merece un respeto, padre. Estoy harta de ti y de tus formas de pensar, y no me extraña que hace unos años me perdieras por eso. Me voy, y seré feliz con ella. No te preocupes por lo que dirán tus colegas, ¡puedes decir que me he muerto! Quizás eso es menos deshonra para ti…- las mejillas se Selenia estaban rojas. – Sabes que…
No puedo acabar, el padre empezó a reírse, de manera… ¿sádica? Parecía que había enloquecido.


-Así que era eso… pequeña Selenia… solo era eso…- se sentó de nuevo en la silla, colocando las palmas de las manos sobre la mesa, parecía más tranquilo, aunque su rostro podía llagar a dar verdadero miedo. – Así que solo eso…


¿Qué había dicho? ¿Qué había pasado?


-Así que la cierva es lo que te importa realmente, así que te enfadas con tu padre por eso… que feo. Por lo que… el brujo este mercader no es más que una tapadera, ¿verdad? Que idiota que he sido…- Selenia abrió la boca para hablar, pero él no la dejo.- ¡No! Ahora hablo yo, hija. ¿Realmente tanto te importa esa guarra? Pues quizás bebería contarte algunas cosas de tu… amiguita- una sonrisa que dejaba ver unos dientes afilados enmarcó su cara.


-¡Callate! – los ojos de la morena estaban a punto de desbordarse. Como lo había sabido… todo iba tan bien…- ¡No hables de ella, no eres digno!


-¿Digno?- soltó una carcajada algo pedante. –Si supieras todo lo que ha hecho esa guarra no la querrías tanto…Sel


Selenia no aguantó más, salió corriendo de la casa, al patio. –Y que lo sepas… nunca te permitiré estar con ella…- pudo estuchar que le decía su padre mientras se iba.

-Nunca cambiara… aunque le amenaces y eso…- suspiro. Si había estado llorando, ahora ya no había lágrimas. Solo odio y rencor. –Geralt… se lo que puedo hacer para que todo esto termine… pero me tienes que ayudar, ¿sí?- de nuevo ayudarla. Aquel hombre podría levantarse e irse en cualquier momento, pero se había quedado a su lado desde el principio, y esperaba que aquella vez fuese igual.


El padre estaba de pie, dando vueltas por el comedor. L madre estaba sentada en la misma silla que había ocupado durante la noche. Los sirvientes estaban “escondidos” en la cocina. Desde fuera se podía escuchar los gritos del hombre. ¿Cómo aquel estúpido brujo insensato se había atrevido a hablarle así? Debía pagar por sus actos. Le había dejado ser un brujo en su casa, pero ya se había pasado, y se lo pagaría bien caro.


-Mira…- se acercó a él, mirándole a los ojos, portando un frasquito en las manos. –Solo debo beber esto, y parecerá que he… bueno mi corazón latera muy flojo, mi respiración será prácticamente nula… no me pasara nada, pero permaneceré inconsciente unos minutos… bueno si me lo bebo todo quizás una hora o dos. Sé que es mucho lo que te estoy pidiendo…- susurro bajando la cabeza, y frunciendo el ceño. – debes decirles que es un veneno, que he muerto, y me llevaras a la casa que te he indicado antes… No debes decirles la verdad, nunca. Allí te daré la recompensa…- esperaba que no la dejase ahora sola, ya que ella misma no podía llegar hasta la casa de las afueras.
Tenía miedo de que se negase, así que se bebió el contenido del frasco de un golpe. Su cuerpo empezó a sentir los síntomas al momento: sus ojos empezaban a pesarle, la cabeza parecia que le daba vueltas, sus brazos parecían dejar de responderle por momentos. En cuestión de segundos, Selenia tuvo que poner la mano en el banco, ya que apenas podía con su cuerpo.
Finalmente se deslizo hacia el suelo, sin consciencia.

La cara del padre cambio muchas veces en tan solo unos segundos. Odio, miedo, rencor, tristeza, desconfianza… y mucho más. Se había quedado sin poder moverse, sin poder hablar.
Si aquello realmente aprecia veneno… su hija…


-Que Selenia se ha… mur…- sus ojos se llenaron de lágrimas, lagrimas que jamás llegaron a ser derramadas. - ¡Estúpido brujo de mierda, esto es por tu puta culpa! Por la tuya y la de esta estúpida zorra. Si no fuese por…- no acabo, un golpe le acallo. Pero el golpe no provenía de Geralt, sino de atrás… de su esposa.


-¡Te quieres callar de una vez patán!- chillo aquella voz tan dulce. Sus ojos, estos si repletos de lágrimas que acababan recorriendo sus blancas mejillas, se posaron en el brujo. -¿do-dónde está?- pregunto con la voz entrecortado por el sollozo.
La madre siguió al brujo hasta fuera, donde el cuerpo de su única hija yacía en el suelo. La mujer se abalanzo sobre el cuerpo “sin vida” de su niña, llorando como si una parte de su corazón se hubiese marchitado.
El padre fue obstinado tras ellos, a una distancia prudencial, se sentía humillado y algo molesto… su hija había muerto. No lo creyó hasta ver su cuerpo. ¿Eso lo había causado él?


Se fue a acercar, agachándose. –Selenia…


-No te acerques a ella. Geralt tiene razón, todo esto es culpa tuya. ¡Solo tuya!- gritaba la mujer con los ojos rojos, y las mejillas encharcadas, sin dejar que su marido se acercase. Nunca había visto a su esposa de aquella manera, por lo que no sabía cómo reaccionar, así que se fue. Entro en la casa.
- No te la lleves, por favor… no…- besaba sus mejillas cada vez más frías, acariciando su cabello, siempre suave. -… no me la arrebates...- pero sabía que su hija no hubiese quería eso, querría ser libre incluso en aquel momento, así que no opuso resistencia.

La madre miró al joven brujo a los ojos con una extraña expresión. Al fin y al cabo, él no era nadie para Sel… aunque quizás un amigo, aun así se estaba portando bien con ella después de que perdiera la vida, le estaría en deuda. Selenia era una buena niña, por eso la gente se preocupa por ella…

-Gracias Geralt… muchas gra…- las lágrimas impidieron que siguiese hablando. Vio como el peliblanco se llevaba a su hija. Ahora tocaba hablar con el padre…


La noche empezaba a no dejar ver nada en el bosque ni siquiera los propios pies, la única luz que había era la blanca claridad de la luna, y costaría un poco ver la casa, ya que estaba un pelín escondida.
La casa parecía muy pequeña, escondida entre las raíces de un árbol. De la única ventana que se veía podía vislumbrarse luz, por las rendijas, aunque de manera muy leve e imperceptible.

Los efectos del veneno aun surgían efecto en la humana, ya que no se había despertado, ni abierto un ojo, no se había ni movido.

Cuando le brujo picase a la puerta, la abriría un joven rubís, una mujer bestia. Al ver a Selenia a las espaldas del brujo lo dejaría pasar sin preguntar.

La casa, a simple vista desde fuera, no parecía ser más grande que una caja, pero una vez en el interior, era considerablemente grande. La casa contaba con un comedor, en el que había un pequeño sitio reservado para la zona de cocina, se podían ver dos puertas más, cerradas, una conducía al baño y la otra a la habitación principal.
El fuego iluminaba a la par que calentaba la estancia, dotando a los muebles y paredes un contraste rojizo con el negro de las sombras. La decoración recordaba un poco a la habitación de Sel: muchos colores, aunque no tan llamativos, muebles sencillos pero de apariencia cómoda y confortable, raíces del mismo árbol que se introducían a través de los maderos…

Aryan frunció el ceño… aun hace efecto. No puede ser.

-¿No me digas que al final se tomó aquella poción? –dijo una voz dulce e inocentona. La rubia se llevó las manos al pecho, acercándose a la humana, tendida en el sofá. -¿Cuánto hace que lo ingirió, Geralt?- preguntó apenas sin mirarle, sonaba muy preocupada.
Lo último que dijo el brujo hizo que la mujer bestia lo mirase de reojo. Mantener el calor corporal de Selenia, aquello sonaba bien, pero tampoco estaba muy fría.
-Me siento tan inútil…- susurro suspirando, acariciando la mejilla de Sel.–Realmente parece…- no pudo decir aquella palabra. Si, parecía muerta, aquel pensamiento le llenó los ojos de lágrimas.
– ¿Como…- parecía incomoda preguntado lo ultimo-… se lo han tomado sus padre?- Oh Selenia ya te dije que no hacía falta… si te llagase a pasar algo… no me lo permitiría jamás… aquellas palabras se las reservo para ella misma, quizás se las diría a la humana cuando despertase y estuviesen solas.
Esperando la respuesta del brujo, la mujer de cuernos empezó a zarandear el cuerpo de la humana, primero de manera leve, intentando que esta reaccionara, cada vez los movimientos los iba haciendo con un poco más de energía, viendo que no surgía efecto.

Los ojos de Selenia se apretaron. Su boca parecía intentar articular alguna palabra, pero  las fueras para ello aun no surgían, sus dedos se apretaron contra la tela del sofá. Terciopelo. Estaba en casa de Aryan. Su boca se abrió de nuevo, pero esta vez para sonreír.

-Oh Selenia, estas bien…- susurro Aryan al advertirlo, lanzándose sobre la humana, besando sus labios.

-Hola rubita….- consiguió decir la morena. -¿Esta Geralt?- preguntó acariciando al brazo de su amada, con cariño y ternura.
Aryan asintió, haciéndose a un lado para que lo pudiese ver.

Selenia se iba despertando cada vez más, recuperando por completo la voluntad de su cuerpo.

-Ya… lo pensare…- se había quedado un poco alucinada. Su madre, la recatada y callada, le había pegado una bofetada a mi padre. Seguro que le había gritado… maliciosamente hablando, le hubiese gustado haberlo visto.  -…tengo que pensar. Pero no hablemos de eso ahora. – dijo después de una leve pausa, mirado a la mujer bestia.
Apenas hacia dos días que no la veía… esta tan hermosa…

La rubia sonreía aliviada, aun con lágrimas en los ojos. –Selenia, eres idiota…- dijo con voz tierna, antes de empezar a reírse. Selenia le acompaño.
Se abrazaron. Selenia miró de reojo a Geralt, con una sonrisa ligeramente ladeada.



-Gracias Geralt. – dijo cuando ya habían roto el abrazo. –Siento si te he causado molestias… ha sido una noche… diferente, ¿no?- dijo con una sonrisa que dejaba ver sus blancos dientes.
Aryan se había ido a preparar un té, dejándoles solos.
-¿A que es preciosa?... ¿ahora entiendes porque lo hice? No podía dejarla sola… yo quiero estar a su lado, y si mi padre no lo entiende, no es digno de formar parte de mi futuro. Gracias por contarme lo de mi madre, de verdad que lo estoy pensando, ya se me pasara algo por la cabeza.
Aryan llego con una bandejita con las bebidas y una bolsa.

-Ten, esto es para ti…- tenía las mejillas algo sonrojadas. Le tendió un saco de color marrón oscuro, dentro, había una flauta de madera, algo… diferente, un instrumento que no hubiese visto por Lunargenta.

Ambas se miraron mientras Geralt miraba el interior de la bolsa, esperando su respuesta o reacción.
La cara del brujo parecía responder con agrado. Aquella no era una flauta cualquiera, que se puede comprar en un mercadillo cualquiera, a cualquier vendedor, y parecía que él lo había comprendido.

Las mejillas a Aryan se sonrojaron al escuchar el final del monologo del peliblanco, Selenia sonrió de lado.

-Puedes quedarte aquí a dormir, si quieres- dijo Sel, de manera seductora, sin alzar la vista de su té. Aryan asintió con la cabeza, escondiéndose tras el brazo de su amante por timidez.
Selenia le coloco la mano en le trasero a la mujer bestia, haciendo que se levantase. La rubia obedeció, con la cabeza baja, pero con una leve sonrisa.

-Ven… te montaré la habitación…- susurro cogiendo al brujo de la mano, con cuidado y delicadeza, tirando de él hasta una habitación de cama doble, Selenia se levantó y camino pausadamente tras ellos.




Por la mañana, Aryan aun dormía en la cama mientras Selenia y el brujo se despedían en la puerta.
-Muchas gracias de nuevo, brujo.- le dio un beso en la mejilla. –Si precisas de nuestra ayuda, sea cual sea el motivo, no duden en venir, las puertas de esta casa estarán siempre abiertas para ti, prometdo…