[CERRADO][Libre] Flechas en el claro
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En aquel tiempo todavía vivía en la ciudad de lunargenta. Residía en la posada estrella, viviendo ya por fin sola en mi propia habitación. Pues al poco de estar en aquella ciudad, había tenido que compartir la habitación con otra mujer. No había sido tan desagradable debido a que prácticamente tenía la habitación para mi sola, debido a que aquella mujer pasaba la mayor parte del día trabajando y únicamente iba allí para poder descansar. De ese modo, pude sentir como que tenía aquella habitación para mi sola, y tuve mi propio espacio sin problemas. Pero la mujer había sido despedida de su trabajo, y desde entonces había empezado a pasar mucho más tiempo en la habitación, y de ahí habían surgido varios conflictos. Desacuerdos con que yo estaba demasiado a mis anchas y no sabía compartir el espacio con ella. Por fortuna, conseguí algunas monedas talando árboles para un leñador de las afueras de aquel lugar, y de ese modo, pude empezar a pagarme una habitación para mi sola.
Fue algunos días después de trabajar para aquel leñador, cuando este me ofreció cobijo en una de las pequeñas cabañas de madera que tenía alrededor de la gran casa de leñadores que había en las afueras de lunargenta, justo en el claro de un bosque cercano. Yo sin duda acepte, pues me ofrecía aquella cabaña y además alimentos, solo por trabajar para él. De todos modos, en la ciudad no conocía tanta gente, únicamente había conocido a Magazubi y Leinil, y ambas se habían marchado a la tierra de los brujos (como me gustaba a mi llamarla). Y a Wallace no volvería a verlo hasta que este me hiciera saber que marcharíamos al nido de su clan, y una vez allí me establecería en aquel lugar. Pero por el momento, trabajaría para el leñador, pudiendo vivir tranquilamente entré el bosque y pudiendo mejorar mis habilidades con el arco, unas habilidades que creía necesario precisar después de que Wallace me hubiera entregado aquel arco.
Después de una larga mañana talando árboles para aquel leñador, junto con la compañía de Goliath, otro de los leñadores que trabajaba para el jefe de la casa de leñadores, me dirigí a la pequeña cabaña que me había cedido el jefe, y entré. El interior era acogedor, y aunque no era muy grande, era lo suficientemente amplia como para que pudiera sentirme cómoda. Además, estaba allí sola y eso me agradaba mucho. De hecho podía estar en cualquier sitio por pequeño que fuera, y solo por el hecho de estar sola, podía sentirme bien y a gusto. Mucho más que estando en una estancia tremendamente amplia pero con una única persona acompañándome. Tome el arco que reposaba sobre mi humilde cama, y algunas flechas. Estaba dispuesta a perderme entre el bosque para poder practicar un poco con el arco, y así mejorar. Pronto marcharía al nido, así que convenía que fuera mejorando.
-No me gustaría ir hasta el nido y que los miembros de ese clan piensen que soy una inútil –pensé en voz alta. A veces hablaba conmigo misma, sabiendo que nadie más me respondería.
Salí de la cabaña y me perdí entre los árboles, para buscar un buen sitio donde empezar a disparar a la corteza de algún árbol viejo. Una vez halle un claro, estrecho pero que era bañado por la luz solar, deje el carcaj con las flechas de las que disponía; muchas de ellas las había hecho yo misma, habiendo aprendido. Al fin y al cabo, cuando era tan solo una niña, mi madre me había enseñado a tallar la madera, así que tan solo había utilizado esos conocimientos aplicados a la creación de algunas flechas. Aunque tardaba bastante en hacerlas, por lo menos no tenía que gastar las pocas monedas que tenía en comprar unas cuantas. Tome un par de flechas, y coloque una de ellas e narco tenso, apunte hacia la corteza del árbol que había frente a mí, respire hondo y espere al momento en el que me sintiera preparada para disparar.
Fue algunos días después de trabajar para aquel leñador, cuando este me ofreció cobijo en una de las pequeñas cabañas de madera que tenía alrededor de la gran casa de leñadores que había en las afueras de lunargenta, justo en el claro de un bosque cercano. Yo sin duda acepte, pues me ofrecía aquella cabaña y además alimentos, solo por trabajar para él. De todos modos, en la ciudad no conocía tanta gente, únicamente había conocido a Magazubi y Leinil, y ambas se habían marchado a la tierra de los brujos (como me gustaba a mi llamarla). Y a Wallace no volvería a verlo hasta que este me hiciera saber que marcharíamos al nido de su clan, y una vez allí me establecería en aquel lugar. Pero por el momento, trabajaría para el leñador, pudiendo vivir tranquilamente entré el bosque y pudiendo mejorar mis habilidades con el arco, unas habilidades que creía necesario precisar después de que Wallace me hubiera entregado aquel arco.
Después de una larga mañana talando árboles para aquel leñador, junto con la compañía de Goliath, otro de los leñadores que trabajaba para el jefe de la casa de leñadores, me dirigí a la pequeña cabaña que me había cedido el jefe, y entré. El interior era acogedor, y aunque no era muy grande, era lo suficientemente amplia como para que pudiera sentirme cómoda. Además, estaba allí sola y eso me agradaba mucho. De hecho podía estar en cualquier sitio por pequeño que fuera, y solo por el hecho de estar sola, podía sentirme bien y a gusto. Mucho más que estando en una estancia tremendamente amplia pero con una única persona acompañándome. Tome el arco que reposaba sobre mi humilde cama, y algunas flechas. Estaba dispuesta a perderme entre el bosque para poder practicar un poco con el arco, y así mejorar. Pronto marcharía al nido, así que convenía que fuera mejorando.
-No me gustaría ir hasta el nido y que los miembros de ese clan piensen que soy una inútil –pensé en voz alta. A veces hablaba conmigo misma, sabiendo que nadie más me respondería.
Salí de la cabaña y me perdí entre los árboles, para buscar un buen sitio donde empezar a disparar a la corteza de algún árbol viejo. Una vez halle un claro, estrecho pero que era bañado por la luz solar, deje el carcaj con las flechas de las que disponía; muchas de ellas las había hecho yo misma, habiendo aprendido. Al fin y al cabo, cuando era tan solo una niña, mi madre me había enseñado a tallar la madera, así que tan solo había utilizado esos conocimientos aplicados a la creación de algunas flechas. Aunque tardaba bastante en hacerlas, por lo menos no tenía que gastar las pocas monedas que tenía en comprar unas cuantas. Tome un par de flechas, y coloque una de ellas e narco tenso, apunte hacia la corteza del árbol que había frente a mí, respire hondo y espere al momento en el que me sintiera preparada para disparar.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Los últimos días del brujo habían sido como de costumbre salvo por una noche que había conocido a una vampiresa de lo más extraña. Aun no estaba seguro del todo si esa chica solo lo había vacilando un poco o era realmente así. Fuera lo que fuera no era algo que se olvidara.
Su vida en la ciudad se estaba desarrollando plácidamente y si ahora recordaba aquella noche solo era porque había ocurrido de vuelta del lugar al que ahora se dirigía. Había ido a visitar a unos amigos de un campo maderero cercano a la ciudad y cuando volvía de allí había conocido a esta persona especial, por definirlo de algún modo.
Como aquella vez había decidido ir andando para disfrutar del paseo matutino. Y como aquella vez el viaje estaba resultando gratificante. El aire del campo siempre le sentaba bien al joven Vinc. Pese a ser un brujo, que por normal general suelen gustarle los sitios cerrados donde poder instruirse en magia, el rubio disfrutaba de aire libre. Desde niño jugaba con su hermana en el bosque cercano a la casa de sus padres. Luego de adolescente estuvo de mozo de cuadras y con ello continuo su idilio con la naturaleza sumado al amor por los caballos. Y cuando fue un poco mayor se embarcó en una aventura con su hermana por la búsqueda de sus padres. Parezco un viejo pensó Vinc. Tanto recordar en el pasado como un abuelete me va a hacer un cascarrabias con bastón.
Llegado a un punto de su viaje decidió acortar camino por el bosque. Seguir por el camino era más cómodo, pero por el bosque era más corto y él estaba acostumbrado. Los pájaros piaban en los árboles haciendo una melodía de lo más agradable cuando, de repente, una flecha se clavó justo en el árbol que tenía delante. Varios animalitos se echaron a volar y Vinc solo pudo pensar que hubiera pasado si hubiera estado un poco más adelantado. Pensando que se trataba de un ataque a su persona, su mente rápidamente recordó un hechizo de fuego abriéndose paso sobre otro de carne a las brasas empalada que era lo que sería él si hubiera estado más adelantado.
Al girarse, con la mano en la espada envainada, para enfrentarse al agresor casi pierde la concentración. Posiblemente una de las mujeres más bellas que había visto nunca sostenía el arco. Era joven, de su estatura y su piel parecía mármol cincelado por un maestro escultor. La expresión de sus hipnóticos ojos azules mostraba estupefacción. Seguramente no esperaba que nadie apareciera por allí - ¿Pero que tienes contra mí? Creo que no te conozco lo suficiente como para dejarme ensartado contra un árbol.- dijo en broma para aliviar tensión.
Su vida en la ciudad se estaba desarrollando plácidamente y si ahora recordaba aquella noche solo era porque había ocurrido de vuelta del lugar al que ahora se dirigía. Había ido a visitar a unos amigos de un campo maderero cercano a la ciudad y cuando volvía de allí había conocido a esta persona especial, por definirlo de algún modo.
Como aquella vez había decidido ir andando para disfrutar del paseo matutino. Y como aquella vez el viaje estaba resultando gratificante. El aire del campo siempre le sentaba bien al joven Vinc. Pese a ser un brujo, que por normal general suelen gustarle los sitios cerrados donde poder instruirse en magia, el rubio disfrutaba de aire libre. Desde niño jugaba con su hermana en el bosque cercano a la casa de sus padres. Luego de adolescente estuvo de mozo de cuadras y con ello continuo su idilio con la naturaleza sumado al amor por los caballos. Y cuando fue un poco mayor se embarcó en una aventura con su hermana por la búsqueda de sus padres. Parezco un viejo pensó Vinc. Tanto recordar en el pasado como un abuelete me va a hacer un cascarrabias con bastón.
Llegado a un punto de su viaje decidió acortar camino por el bosque. Seguir por el camino era más cómodo, pero por el bosque era más corto y él estaba acostumbrado. Los pájaros piaban en los árboles haciendo una melodía de lo más agradable cuando, de repente, una flecha se clavó justo en el árbol que tenía delante. Varios animalitos se echaron a volar y Vinc solo pudo pensar que hubiera pasado si hubiera estado un poco más adelantado. Pensando que se trataba de un ataque a su persona, su mente rápidamente recordó un hechizo de fuego abriéndose paso sobre otro de carne a las brasas empalada que era lo que sería él si hubiera estado más adelantado.
Al girarse, con la mano en la espada envainada, para enfrentarse al agresor casi pierde la concentración. Posiblemente una de las mujeres más bellas que había visto nunca sostenía el arco. Era joven, de su estatura y su piel parecía mármol cincelado por un maestro escultor. La expresión de sus hipnóticos ojos azules mostraba estupefacción. Seguramente no esperaba que nadie apareciera por allí - ¿Pero que tienes contra mí? Creo que no te conozco lo suficiente como para dejarme ensartado contra un árbol.- dijo en broma para aliviar tensión.
Última edición por Vincent Calhoun el Mar Mar 24 2015, 01:45, editado 1 vez
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Aunque no había sido mi intención atacarle, y mi flecha habéis salido valsando hacia donde había apuntado, sin pensar que hubiera nadie mas allá, le respondí con cierta amabilidad, continuando la conversación.
-Por perturbar mi soledad -le respondí-. Estaba muy bien aquí entre los arboles, hasta que llegaste. A menos que seas mi nueva diana -sonreí.
Luego volví a colocar en el arco una flecha, y apunte al muchacho que acababa de presentarse ante mi. Por lo menos en aquel momento ya tenia la seguridad de que la flecha no se mes escaparía, tal y como me había sucedido estando con Wallace en aquella mina. La flecha seria disparada, solo en el momento en el que yo lo dispusiera. Empecé a acercarme al muchacho, sin dejar de bajar mi arco, y con la flecha justo apuntando a su garganta.
-¿Quién eres? -le pregunte, con curiosidad. Entonces me tome la libertad de analizarlo, tomando una primera impresión.
Era un muchacho delgado, de una estatura aproximada a la mía, y aun en su delgadez, se notaba atlético. Dejaba caer sobre su nuca un cabello rubio.
Espere que no tomara aquello como una ofensa y se dispusiera a mantener una pelea. Aunque mi expresión se mostraba dura, no mostraba hostilidad hacia el, por lo que no tendría por que sentirse incomodo, ni tampoco le generaría la necesidad de predisponerse para la pelea. De repente, una brisa fresca atravesó el bosque, y me causo un leve escalofrío. De repente, note unas diminutas patitas tocando mi pierna derecha. Aquello me sobresaltó, y no pude evitar dejar escapar aquella flecha, que en el caso de que el chico tuviera fortuna, golpearía el árbol que había sido momentos antes, mi diana.
-Por perturbar mi soledad -le respondí-. Estaba muy bien aquí entre los arboles, hasta que llegaste. A menos que seas mi nueva diana -sonreí.
Luego volví a colocar en el arco una flecha, y apunte al muchacho que acababa de presentarse ante mi. Por lo menos en aquel momento ya tenia la seguridad de que la flecha no se mes escaparía, tal y como me había sucedido estando con Wallace en aquella mina. La flecha seria disparada, solo en el momento en el que yo lo dispusiera. Empecé a acercarme al muchacho, sin dejar de bajar mi arco, y con la flecha justo apuntando a su garganta.
-¿Quién eres? -le pregunte, con curiosidad. Entonces me tome la libertad de analizarlo, tomando una primera impresión.
Era un muchacho delgado, de una estatura aproximada a la mía, y aun en su delgadez, se notaba atlético. Dejaba caer sobre su nuca un cabello rubio.
Espere que no tomara aquello como una ofensa y se dispusiera a mantener una pelea. Aunque mi expresión se mostraba dura, no mostraba hostilidad hacia el, por lo que no tendría por que sentirse incomodo, ni tampoco le generaría la necesidad de predisponerse para la pelea. De repente, una brisa fresca atravesó el bosque, y me causo un leve escalofrío. De repente, note unas diminutas patitas tocando mi pierna derecha. Aquello me sobresaltó, y no pude evitar dejar escapar aquella flecha, que en el caso de que el chico tuviera fortuna, golpearía el árbol que había sido momentos antes, mi diana.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
La flecha pasó silbando esta vez cerca de su cabeza para impactar en el árbol justo detrás suyo. Por un momento le dieron ganas de convertir a esa, extremadamente bella, mujer en algo asado a fuego. Pero viendo que la joven no tenía mucha experiencia con el arco se aguantó y solo miró de soslayo la flecha clavada por el impacto.
- Nada como un grato recibimiento campestre. El sonido de los pájaros, el aire meciendo las ramas de los árboles y claro, como no, las flechas amistosas de los lugareños.- dijo con sarcasmo antes de reír. - Jajaja bueno, dejemos las bromas para cuando no tengas un arco en las manos,- le quiño un ojo para luego presentarse - Mi nombre es Vincent, Vincent Calhoun y no tengo el gusto de conocerte.
Vinc se apoyó en un árbol y estudió a la chica un poco. Tenía pinta de humana pero era difícil saberlo con seguridad. Vampira imposible con este sol radiante o estaría sufriendo mucho. Con esto pocos datos y teniendo en cuenta la zona lo más probable era que su primer pensamiento fuera acertado. - ¿Eres de por aquí o solo estas de visita? Conozco la zona y nunca te había visto,- comentó observando la reacción de la joven. La chica pareció sopesar si le decía o no. Supuso que como era un completo desconocido no confiaba en decirle nada concreto.
Pensó en la situación y llegó a la conclusión que debía de parecer un simple acosador de jovencitas. Suponía que su tono bromista y el no haberse enfadado por ser ensartado casi dos veces por ella le daría puntos de confianza. Pero siempre había tipos ruines y perseverantes que no dejaban en paz a las chicas. Y menos si eran tan bellas como la que tenía antes sus ojos. Se mesó la barba con parsimonia mientras pensaba y luego se adelantó un poco con las manos en alto. - Tranquila, a la tercera va la vencida y entonces ya no te molestaría más,- dijo con una media sonrisa. - No vengo a hacerte daño. Solo pasaba por aquí de paso al campamento para ver a unos amigos y conozco a la mayoría de las personas de allí,- siguió en tono serio pero amable. - Y por eso me resulta extraño que no te conozca. Por cierto, ¿Cómo te llamas? - finalizó en el mismo tono.
- Nada como un grato recibimiento campestre. El sonido de los pájaros, el aire meciendo las ramas de los árboles y claro, como no, las flechas amistosas de los lugareños.- dijo con sarcasmo antes de reír. - Jajaja bueno, dejemos las bromas para cuando no tengas un arco en las manos,- le quiño un ojo para luego presentarse - Mi nombre es Vincent, Vincent Calhoun y no tengo el gusto de conocerte.
Vinc se apoyó en un árbol y estudió a la chica un poco. Tenía pinta de humana pero era difícil saberlo con seguridad. Vampira imposible con este sol radiante o estaría sufriendo mucho. Con esto pocos datos y teniendo en cuenta la zona lo más probable era que su primer pensamiento fuera acertado. - ¿Eres de por aquí o solo estas de visita? Conozco la zona y nunca te había visto,- comentó observando la reacción de la joven. La chica pareció sopesar si le decía o no. Supuso que como era un completo desconocido no confiaba en decirle nada concreto.
Pensó en la situación y llegó a la conclusión que debía de parecer un simple acosador de jovencitas. Suponía que su tono bromista y el no haberse enfadado por ser ensartado casi dos veces por ella le daría puntos de confianza. Pero siempre había tipos ruines y perseverantes que no dejaban en paz a las chicas. Y menos si eran tan bellas como la que tenía antes sus ojos. Se mesó la barba con parsimonia mientras pensaba y luego se adelantó un poco con las manos en alto. - Tranquila, a la tercera va la vencida y entonces ya no te molestaría más,- dijo con una media sonrisa. - No vengo a hacerte daño. Solo pasaba por aquí de paso al campamento para ver a unos amigos y conozco a la mayoría de las personas de allí,- siguió en tono serio pero amable. - Y por eso me resulta extraño que no te conozca. Por cierto, ¿Cómo te llamas? - finalizó en el mismo tono.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
- ¿Y es que acaso conoces a todas y cada una de las personas que habitan en este lugar? -le respondí. Lo pregunte en parte con un tono grave y serio, pero al mismo tiempo lo preguntaba por pura curiosidad. Yo tampoco había visto a aquel muchacho nunca antes, aunque en mi caso era bastante normal, debido a que no llevaba tanto tiempo en aquellas tierras-. No llevo mucho tiempo aquí. Vine hace algunas semanas a Lunargenta, para probar suerte, después de haber trabajado largos años en una taberna mas al sur. Bastante al sur -rectifique-. Aun así, debo decir, que lo extraño seria que si me conocieras o si me hubieras visto antes.
Coloque mi arco en la espalda, y cerré el carcaj donde guardaba mis flechas, pues no volvería a utilizarlas. No por el momento. Tal vez si aquel tipo se volvía peligroso, podría asestarle una buena flecha entre las cejas. Le sonreí, estaba siendo amable y lo cierto es que también gracioso, y no me estaba dando motivos por los cuales tuviera que sospechar de el o sentirme insegura.
- ¿Hay un campamento por aquí cerca? -pregunte entonces-. Lo cierto es que si estoy por esta zona, es debido a que estoy trabajando piara un jefe leñador de las afueras de Lunargenta. Tengo una casa no muy cerca, bueno, una que el jefe me presta de forma temporal, mientras trabaje para el -respire y continué-. Solo hasta que me marche con un guerrero que conocí hace relativamente poco, a una fortaleza, un bastión del que me llego a hablar, al cual perteneceré pronto. -A lo mejor era excesiva información, pero teniendo presente que se trataba de un clan oficial, que muy pronto seria conocido en toda Aerandir, tampoco era malo hacer saber a la gente respecto a ello.
Coloque mi arco en la espalda, y cerré el carcaj donde guardaba mis flechas, pues no volvería a utilizarlas. No por el momento. Tal vez si aquel tipo se volvía peligroso, podría asestarle una buena flecha entre las cejas. Le sonreí, estaba siendo amable y lo cierto es que también gracioso, y no me estaba dando motivos por los cuales tuviera que sospechar de el o sentirme insegura.
- ¿Hay un campamento por aquí cerca? -pregunte entonces-. Lo cierto es que si estoy por esta zona, es debido a que estoy trabajando piara un jefe leñador de las afueras de Lunargenta. Tengo una casa no muy cerca, bueno, una que el jefe me presta de forma temporal, mientras trabaje para el -respire y continué-. Solo hasta que me marche con un guerrero que conocí hace relativamente poco, a una fortaleza, un bastión del que me llego a hablar, al cual perteneceré pronto. -A lo mejor era excesiva información, pero teniendo presente que se trataba de un clan oficial, que muy pronto seria conocido en toda Aerandir, tampoco era malo hacer saber a la gente respecto a ello.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
La joven colocó su arco en la espalda y Vinc aprovechó para bajar las manos. Parecía que su actitud había conseguido convencer a la dama en parte. Ahora podrían tener una conversación más normal. Todo lo normal que puede ser una conversación con el brujo claro.
- A todos no pero no es un campamento muy grande y conozco a la mayoría.- dijo acercándose otro poco a la chica mientras escuchaba lo que le comentaba. - Entiendo, eres nueva por aquí y estas en alguna casa arrendada. Eso explica todo jaja.- comentó a la vez que se colocaba mejor el peso del morral sobre el hombro. La joven siguió comentándole cosas y la verdad le sorprendió que una chica tan joven fuese a meterse en un ejército.
- ¿Hace cuanto practicas con el arco? Aunque yo también he usado el arco lo cierto es que no soy ningún experto con él,- le comentó ya estando a un metro de ella. - ¿Tu manejo en el arco es el motivo por el que te enrolas en un ejército?,- preguntó intrigado por el motivo que podría tener una joven para alistarse. Una chica como ella seguro que tenía múltiples habilidades para ganarse la vida y que optara por un oficio tan peligroso era raro. Supuso que era una joven con ganas de aventura y esperaba que le fuera bien en sus andanzas. Era una vida dura la del soldado errante y aunque la acababa de conocer tenía buenas vibraciones respecto a ella.
- Si quieres puedes acompañarme al campamento y charlamos por el camino,- le dijo. - No está muy lejos aunque a lo mejor tienes cosas mejores que hacer. Acompañar a un capullo no es el mejor de los planes jaja.- comentó entre risas. - Que me dices. Me gusta conocer gente nueva y parece que no conoces a muchos por aquí. Además, así me puedes informar más sobre ese grupo al que te vas a meter. Parece algo importante.- dijo esperando que la joven accediera a acompañarlo.
- A todos no pero no es un campamento muy grande y conozco a la mayoría.- dijo acercándose otro poco a la chica mientras escuchaba lo que le comentaba. - Entiendo, eres nueva por aquí y estas en alguna casa arrendada. Eso explica todo jaja.- comentó a la vez que se colocaba mejor el peso del morral sobre el hombro. La joven siguió comentándole cosas y la verdad le sorprendió que una chica tan joven fuese a meterse en un ejército.
- ¿Hace cuanto practicas con el arco? Aunque yo también he usado el arco lo cierto es que no soy ningún experto con él,- le comentó ya estando a un metro de ella. - ¿Tu manejo en el arco es el motivo por el que te enrolas en un ejército?,- preguntó intrigado por el motivo que podría tener una joven para alistarse. Una chica como ella seguro que tenía múltiples habilidades para ganarse la vida y que optara por un oficio tan peligroso era raro. Supuso que era una joven con ganas de aventura y esperaba que le fuera bien en sus andanzas. Era una vida dura la del soldado errante y aunque la acababa de conocer tenía buenas vibraciones respecto a ella.
- Si quieres puedes acompañarme al campamento y charlamos por el camino,- le dijo. - No está muy lejos aunque a lo mejor tienes cosas mejores que hacer. Acompañar a un capullo no es el mejor de los planes jaja.- comentó entre risas. - Que me dices. Me gusta conocer gente nueva y parece que no conoces a muchos por aquí. Además, así me puedes informar más sobre ese grupo al que te vas a meter. Parece algo importante.- dijo esperando que la joven accediera a acompañarlo.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Todavía no le había dicho mi nombre, me percate. Pues me había hecho la pregunta con anterioridad, pero la había ignorado por completo.
- Karalynn me llamo -le dije entonces, finalmente-. No voy a alistarme en un ejercito -le rectifique-. Es un clan. No se exactamente que es, salvo lo que el propio líder de este me ha querido contar. Pero resulta mi convincente, de acuerdo a lo que quería hacer en la vida. Y si, estoy practicando con el arco para mi acceso a ese… clan..
Me acerque un poco a el, y le tendí entonces la mano. Si quería, podríamos ser buenos conocidos, no iba a hacer ascos a una nueva amistad. Al fin y al cabe n aquella ciudad yo estaba completamente sola y tan solo conocía a Wallace, aquel guerrero que me había hecho saber que había estado trabajando como mercenario largos. Además, había sido el primer brujo que había conocido, y gracias a ello, había aprendido que la magia existía, era real, palpable como nunca lo habría imaginado.
- De acuerdo, conduce me hasta ese campamento al que te refieres. Durante mi estancia aquí, me convendría mas tener buenos conocidos, que seguir estando completamente sola.
- Karalynn me llamo -le dije entonces, finalmente-. No voy a alistarme en un ejercito -le rectifique-. Es un clan. No se exactamente que es, salvo lo que el propio líder de este me ha querido contar. Pero resulta mi convincente, de acuerdo a lo que quería hacer en la vida. Y si, estoy practicando con el arco para mi acceso a ese… clan..
Me acerque un poco a el, y le tendí entonces la mano. Si quería, podríamos ser buenos conocidos, no iba a hacer ascos a una nueva amistad. Al fin y al cabe n aquella ciudad yo estaba completamente sola y tan solo conocía a Wallace, aquel guerrero que me había hecho saber que había estado trabajando como mercenario largos. Además, había sido el primer brujo que había conocido, y gracias a ello, había aprendido que la magia existía, era real, palpable como nunca lo habría imaginado.
- De acuerdo, conduce me hasta ese campamento al que te refieres. Durante mi estancia aquí, me convendría mas tener buenos conocidos, que seguir estando completamente sola.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Vinc apretó la mano que le tendía la joven que dijo llamarse Karalynn. Por algo se empieza y la joven ya había confiado en él lo suficiente para presentarse. El ejército al que iba a alistarse no era tal. Había pensado que se unía a uno cuando le dijo lo de aquel guerrero pero era un clan a lo que se unía. En términos prácticos no variaba demasiado en lo que había pensado. Viviría una vida llena de aventuras pero también de peligros. Solo esperaba que la joven disfrutara el tiempo que estuviera entre los mortales.
- ¡Qué bien! Te has animado a venir conmigo,- dijo alegremente. - Espero que no te aburra con mi conversación por el camino. Sígueme es por aquí cerca,- comentó esperando que le siguiera. La joven al poco se puso a su lado y fueron conversando camino al campamento. La marcha era agradable pues la temperatura era ideal para un paseo por el bosque y los pájaros volvieron a canturrear su melodía al paso de los jóvenes.
- ¿De dónde eres originaria? Me dijiste que eras del sur. No serás de las Illidenses. Sería mucha casualidad porque yo soy de allí,- dijo pasados unos minutos caminando - Soy de la capital para ser exactos. De Beltrexus. El joven iba a seguir con la conversación pero el olor a quemado llamó su atención. Podría ser de una hoguera cualquiera pero algo dentro de él le dijo que no era así.
- ¡Quédate aquí! - comentó bastante alarmado - Si te escondes por el bosque estarás más segura. No te acerques al campamento,- le dijo serio mientras la agarraba por un brazo. - Volveré lo más rápidamente posible,- mintió, pues puede que no volviera nunca.
Con su carrera pronto dejó atrás a Kara y el olor a quemado se hacía más intenso mientras avanzaba. Al cabo de unos minutos alcanzó los límites del bosque. Sus peores temores se hicieron realidad. El origen del fuego y su destino original eran el mismo sitio. Un grupo de mercenarios o bandidos atacaba el campamento y ya algunas casas eran pasto de las llamas. Los lugareños eran fuertes leñadores que hacían lo que podían contra los guerreros, pero no tenían nada que hacer contra hombres entrenados en el arte de la guerra. Y además estaban en desventaja teniendo que proteger a sus familias.
La cara de sorpresa del soldado al ver su espada rechazada cuando intentaba asestar un golpe final a un joven indefenso en el suelo, fue superada por su propia cara de sorpresa al sentirse atravesado por una espada. Podría haber optado por una entrada más discreta pero Vinc no podía permitir que ese joven muriera allí. Mejor él que el chico.
- Vamos Thomas, métete en el bosque. Corre cuanto puedas y ve a pedir ayuda a la guardia en la ciudad,- dijo al joven ayudándolo a incorporarse para luego verlo perderse en el bosque. No pudo distraerse mucho porque otro soldado estuvo a punto de rajarlo en canal sino llega a moverse con agilidad. Y aquí otra batalla para el brujo de la que no sabría si saldría con vida.
- ¡Qué bien! Te has animado a venir conmigo,- dijo alegremente. - Espero que no te aburra con mi conversación por el camino. Sígueme es por aquí cerca,- comentó esperando que le siguiera. La joven al poco se puso a su lado y fueron conversando camino al campamento. La marcha era agradable pues la temperatura era ideal para un paseo por el bosque y los pájaros volvieron a canturrear su melodía al paso de los jóvenes.
- ¿De dónde eres originaria? Me dijiste que eras del sur. No serás de las Illidenses. Sería mucha casualidad porque yo soy de allí,- dijo pasados unos minutos caminando - Soy de la capital para ser exactos. De Beltrexus. El joven iba a seguir con la conversación pero el olor a quemado llamó su atención. Podría ser de una hoguera cualquiera pero algo dentro de él le dijo que no era así.
- ¡Quédate aquí! - comentó bastante alarmado - Si te escondes por el bosque estarás más segura. No te acerques al campamento,- le dijo serio mientras la agarraba por un brazo. - Volveré lo más rápidamente posible,- mintió, pues puede que no volviera nunca.
Con su carrera pronto dejó atrás a Kara y el olor a quemado se hacía más intenso mientras avanzaba. Al cabo de unos minutos alcanzó los límites del bosque. Sus peores temores se hicieron realidad. El origen del fuego y su destino original eran el mismo sitio. Un grupo de mercenarios o bandidos atacaba el campamento y ya algunas casas eran pasto de las llamas. Los lugareños eran fuertes leñadores que hacían lo que podían contra los guerreros, pero no tenían nada que hacer contra hombres entrenados en el arte de la guerra. Y además estaban en desventaja teniendo que proteger a sus familias.
La cara de sorpresa del soldado al ver su espada rechazada cuando intentaba asestar un golpe final a un joven indefenso en el suelo, fue superada por su propia cara de sorpresa al sentirse atravesado por una espada. Podría haber optado por una entrada más discreta pero Vinc no podía permitir que ese joven muriera allí. Mejor él que el chico.
- Vamos Thomas, métete en el bosque. Corre cuanto puedas y ve a pedir ayuda a la guardia en la ciudad,- dijo al joven ayudándolo a incorporarse para luego verlo perderse en el bosque. No pudo distraerse mucho porque otro soldado estuvo a punto de rajarlo en canal sino llega a moverse con agilidad. Y aquí otra batalla para el brujo de la que no sabría si saldría con vida.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Me había preguntado mi procedencia. Por pura curiosidad, supuse, para manteen rala conversación hasta que llegásemos a aquel campamento del que me había hablado con anterioridad.
- Ah, otro muchacho que es de berberechus -dije, en cuanto me dijo que su procedencia era de Beltrexus , y que habría sido una casualidad que ambos perteneciéramos al mismo lugar-. No, no soy de esas islas. Además, solamente estuve una ocasión allí, y ni siquiera pise esa ciudad que mencionas. Solo soy de un pueblo costero, ni siquiera quiero recordar el nombre -espete sin demasiada convicción.
De repente se acentuó un repentino olor a quemado. El muchacho pareció percatarse de aquello y me pidió que me quedara allí donde estaba, para, supuse, investigar mejor de que se trataba o de donde provenía aquel olor. Suspire largamente. Cuando había estado en las afueras de Lunargenta con Wallace, también había habido calor y fuego de por medio, siempre tenia que suceder algo. Pensé en aquel momento: no puede haber una ventisca, una ráfaga de viento helado o alguna cosa menos caliente.
- ¡Esta bien! -le dije, levantando un poco la voz para que pudiera escucharme, pues ya se había alejado bastante.
Me quede quieta allí, esperando a que el muchacho regresara. No sabia exactamente en que parte del bosque me encontraba. Respire hondo y espere un rato mas, aguardando el regreso de Vincent. Aunque este no regresaba, y aquello empezaba a preocuparme. Bueno, mas que preocuparme… hizo que entrase curiosidad en mi. Así que continué caminando, haciendo caso omiso a su “que date aquí” inicial. Camine durante un buen rato, siguiendo el olor a quemado, buscando su origen. Y a medida que me acercaba, iba escuchando diversos gritos de horror, no solo de hombres, sino también de mujeres, y entre ellos algunos gritos de guerra. Además, pude distinguir el ruido de la madera quemándose. Acelere mi paso, empezando a correr en lugar de continuar caminando como lo había estado haciendo antes, hasta que aparecí en los limites del bosque. Y allí se alzaba un campamento, cuyos edificios estaban completamente en llamas, estas consumiéndolos sin ninguna piedad.
Abrí los ojos muy alarmada, y pude vislumbrara Vincent por allí moviéndose y mezclándose entre los -aparentemente- bandidos que estaban asaltando el campamento. Lo vi luchar, con gran agilidad; se notaba que sabia lo que hacia y que estaba acostumbrado a pelear. Yo en cambio, tenia mi arco sobre mi espalda y un carcaj con treinta flechas que si deseaba utilizar, tendría que ser con milagrosa precisión, si de verdad quería ayudar a aquella gente. Así que mea cerque un poco mas al campamento. Pude comprobar como muchos guerreros luchaban con furia, manejando tremendas hachas y enormes espadas. Debían ser soldadas bien instruidos del campamento, pero que al mismo tiempo se veían obligados a defender a los civiles que habitaban en aquel lugar, a los inocentes que eran incapaces de blandir una espada. Desde mi distancia, pensé que ya era apropiado ayudar un poco con mi arco. No supe muy bien como distinguir quienes eran bandidos y quienes formaban parte del campamento, hasta que observe quienes eran aquellos que luchaban con mas furia y trataban de matar a los inocentes de paso. Coloque una flecha en mi arco y dispare a uno de ellos, dándole justo en su nuca. Sonreí complacida y cargue otra flecha. Entonces me percate de que un individuo bien armado se dirigía había mi. Había estado peleando anteriormente contra uno de los soldados del campamento, pero ya se había percatado de que yo acababa de matar a uno de sus compañeros bandidos, y se dirigía entonces hacia mi. Corría, con el escudo por delante, y entonces me puse nerviosa de repente. Tenia que matarlo rápido, pues una vez llegase ante mi, no podría hacer nada contra el. No sabia pelear cuerpo a cuerpo, no había tenido la oportunidad de aprender. Dispare la flecha que ya tenia colocada en el arco, pero esta se clavo en su escudo. Cargue rápidamente otra, y dispare, y se clavo justo en el borde superior de su escudo… maldije por lo bajo, pues de haber ido un poco mas hacia arriba, podría haberle dado justo en la frente. El ya estaba prácticamente a mi lado, y justo estaba por cargar una flecha cuando el trato de golpearme con su espada. Me hice a un lado y tomando con fuerza la flecha en mi mano, se la clave en el hombro. Luego me aleje un metro de el, y el quejándose s e dirigió a mi, y me dijo algo realmente desagradable, y volvió a correr hacia mi. Tome otra flecha y esquivando su espada, la cargue rápidamente en mi arco y tensándolo todo cuanto pude, dispare. La flecha se clavo en su pierna y el cayó de rodillas, y continuaba moviendo su espada tratando de golpearme o defenderse. Cargue otra flecha de la misma forma, y alejándome un poco mas, dispare una mas en su pecho. El hombre soltó un grito de dolor y se dejo caer sobre el suelo.
Jadeando, me adentre en el campamento, buscando la cara conocida de aquel muchacho, Vincent.
- Ah, otro muchacho que es de berberechus -dije, en cuanto me dijo que su procedencia era de Beltrexus , y que habría sido una casualidad que ambos perteneciéramos al mismo lugar-. No, no soy de esas islas. Además, solamente estuve una ocasión allí, y ni siquiera pise esa ciudad que mencionas. Solo soy de un pueblo costero, ni siquiera quiero recordar el nombre -espete sin demasiada convicción.
De repente se acentuó un repentino olor a quemado. El muchacho pareció percatarse de aquello y me pidió que me quedara allí donde estaba, para, supuse, investigar mejor de que se trataba o de donde provenía aquel olor. Suspire largamente. Cuando había estado en las afueras de Lunargenta con Wallace, también había habido calor y fuego de por medio, siempre tenia que suceder algo. Pensé en aquel momento: no puede haber una ventisca, una ráfaga de viento helado o alguna cosa menos caliente.
- ¡Esta bien! -le dije, levantando un poco la voz para que pudiera escucharme, pues ya se había alejado bastante.
Me quede quieta allí, esperando a que el muchacho regresara. No sabia exactamente en que parte del bosque me encontraba. Respire hondo y espere un rato mas, aguardando el regreso de Vincent. Aunque este no regresaba, y aquello empezaba a preocuparme. Bueno, mas que preocuparme… hizo que entrase curiosidad en mi. Así que continué caminando, haciendo caso omiso a su “que date aquí” inicial. Camine durante un buen rato, siguiendo el olor a quemado, buscando su origen. Y a medida que me acercaba, iba escuchando diversos gritos de horror, no solo de hombres, sino también de mujeres, y entre ellos algunos gritos de guerra. Además, pude distinguir el ruido de la madera quemándose. Acelere mi paso, empezando a correr en lugar de continuar caminando como lo había estado haciendo antes, hasta que aparecí en los limites del bosque. Y allí se alzaba un campamento, cuyos edificios estaban completamente en llamas, estas consumiéndolos sin ninguna piedad.
Abrí los ojos muy alarmada, y pude vislumbrara Vincent por allí moviéndose y mezclándose entre los -aparentemente- bandidos que estaban asaltando el campamento. Lo vi luchar, con gran agilidad; se notaba que sabia lo que hacia y que estaba acostumbrado a pelear. Yo en cambio, tenia mi arco sobre mi espalda y un carcaj con treinta flechas que si deseaba utilizar, tendría que ser con milagrosa precisión, si de verdad quería ayudar a aquella gente. Así que mea cerque un poco mas al campamento. Pude comprobar como muchos guerreros luchaban con furia, manejando tremendas hachas y enormes espadas. Debían ser soldadas bien instruidos del campamento, pero que al mismo tiempo se veían obligados a defender a los civiles que habitaban en aquel lugar, a los inocentes que eran incapaces de blandir una espada. Desde mi distancia, pensé que ya era apropiado ayudar un poco con mi arco. No supe muy bien como distinguir quienes eran bandidos y quienes formaban parte del campamento, hasta que observe quienes eran aquellos que luchaban con mas furia y trataban de matar a los inocentes de paso. Coloque una flecha en mi arco y dispare a uno de ellos, dándole justo en su nuca. Sonreí complacida y cargue otra flecha. Entonces me percate de que un individuo bien armado se dirigía había mi. Había estado peleando anteriormente contra uno de los soldados del campamento, pero ya se había percatado de que yo acababa de matar a uno de sus compañeros bandidos, y se dirigía entonces hacia mi. Corría, con el escudo por delante, y entonces me puse nerviosa de repente. Tenia que matarlo rápido, pues una vez llegase ante mi, no podría hacer nada contra el. No sabia pelear cuerpo a cuerpo, no había tenido la oportunidad de aprender. Dispare la flecha que ya tenia colocada en el arco, pero esta se clavo en su escudo. Cargue rápidamente otra, y dispare, y se clavo justo en el borde superior de su escudo… maldije por lo bajo, pues de haber ido un poco mas hacia arriba, podría haberle dado justo en la frente. El ya estaba prácticamente a mi lado, y justo estaba por cargar una flecha cuando el trato de golpearme con su espada. Me hice a un lado y tomando con fuerza la flecha en mi mano, se la clave en el hombro. Luego me aleje un metro de el, y el quejándose s e dirigió a mi, y me dijo algo realmente desagradable, y volvió a correr hacia mi. Tome otra flecha y esquivando su espada, la cargue rápidamente en mi arco y tensándolo todo cuanto pude, dispare. La flecha se clavo en su pierna y el cayó de rodillas, y continuaba moviendo su espada tratando de golpearme o defenderse. Cargue otra flecha de la misma forma, y alejándome un poco mas, dispare una mas en su pecho. El hombre soltó un grito de dolor y se dejo caer sobre el suelo.
Jadeando, me adentre en el campamento, buscando la cara conocida de aquel muchacho, Vincent.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
El joven no sabía cuánto llevaba ya luchando. Mas que una banda parecía un ejército al completo. - ¡Diablos! Donde están las tropas de Lunargenta,- dijo para si después de despachar al último. Como se podrían haberse aproximado tantos hombres armados a las afueras de la ciudad. Se aproximó a uno de los defensores que conocía. Juntos podría mantener un mejor resistencia.
- La cosa se ha puesto interesante esta mañana eh,- ironizó a la vez que rechazaba un ataque. El joven inició un combate contra dos adversarios mientras su compañero justo a su espalda hacía lo propio con otro. Tras varias fintas uno de los soldados picó y se adelantó impaciente, desoyendo a su compañero. Su ataque solo fue el principio de su muerte y ahora solo quedaba el otro. Era un gigante enfundado en una armadura grisácea sin marcas ni escudo. El golpe del mandoble de la bestia, contra su espada, le empujó hacia atrás chocando con la espalda de su amigo Robert. Apartó a su amigo y se lanzó a un lado esquivando otro tajo. Esta vez era mejor apartarse un poco. No podía aguantar los golpes de esa mole y de ese modo no podría proteger la espalda del chico. Por el momento era mejor separarse y que el guerrero se centrara en él. Como así hizo.
El simple hecho de que se hubiera dado cuenta del engaño a su compañero era motivo para saber que era alguien veterano. Era alguien que sabía que debía atacar conjuntamente para asegurarse la victoria y la vida de paso. El choque de metales casi le descoyunta los codos pero aguantó la presión el tiempo justo para rodar por el suelo y contraatacar. Por suerte era mucho más rápido que su adversario que se vio sorprendido por su ataque lateral. Incapaz de repeler el ataque del brujo hincó la rodilla en el suelo cuando la espada de este le atravesó el lateral de la coraza. Intentó en vano contraatacar pero ya era tarde. La espada del rubio se enterró verticalmente entre el espacio de la coraza y el yelmo atravesando su trapecio hasta el pecho.
En cuanto extrajo la espada se aproximó a Robert que aún seguía en pie. - Tenemos que agruparnos o estamos perdidos. Reúnelos junto al aserradero mayor. Coméntaselo a todo el que puedas.- dijo a la vez que partía a otra zona. - Por cierto, suerte muchacho,- comentó girándose para luego reanudar su marcha.
En más zonas del, ahora, campo de batalla encontró más de lo mismo. Los lugareños luchando por su vida y más escaramuzas. Con el tiempo pudo contactar con la mayoría y hacer que se unieran en el lugar indicado. Su situación no era mucho mejor aunque algo es algo. Aquí podían hacer una resistencia mayor, si conseguían hacer barricadas con las que hacer un pasillo angosto donde el enemigo no podría aprovechar su superioridad numérica. - Vamos traer todos los maderos que podáis tenemos que aguantar todo lo que podamos. No vamos a ponérselo fácil a estos tipos,- comentaba a la vez que rechazaba otro ataque. Pero este soldado fue bastante ágil y le dio un golpe con su otra mano partiéndole el labio con su guantelete. Vinc trastabilló un poco aunque pronto se recompuso. Su vida, y por ende la de los demás, dependía de ello. Aguantó otro embiste del enemigo y luego segó su vida en cuanto tuvo la oportunidad.
Miró a su alrededor y pudo comprobar que el resto también estaba sin combate. Este tiempo sería crucial para preparar la defensa improvisada. Unos minutos más tarde y alguna escaramuza más la defensa estaba construida y eso les ayudaría en los sucesivos contraataques si se producían. Vinc estaba recuperando un poco de resuello, después de los combates y el traslado de maderos, cuando vio algo que no esperaba. - ¡Maldita sea! ¿Qué haces aquí? Te dije que te quedaras en el bosque. Allí estabas a salvo,- comentó con cierta alarma. El brujo suspiró mientras se frotaba la frente algo cansado. - Bueno, ya no se puede hacer nada. Tu arco nos vendrá bien,- dijo ya calmado - Colócate en algún parapeto y siempre detrás de mí,- puntualizó esperando que esta vez le hiciera más caso.
- La cosa se ha puesto interesante esta mañana eh,- ironizó a la vez que rechazaba un ataque. El joven inició un combate contra dos adversarios mientras su compañero justo a su espalda hacía lo propio con otro. Tras varias fintas uno de los soldados picó y se adelantó impaciente, desoyendo a su compañero. Su ataque solo fue el principio de su muerte y ahora solo quedaba el otro. Era un gigante enfundado en una armadura grisácea sin marcas ni escudo. El golpe del mandoble de la bestia, contra su espada, le empujó hacia atrás chocando con la espalda de su amigo Robert. Apartó a su amigo y se lanzó a un lado esquivando otro tajo. Esta vez era mejor apartarse un poco. No podía aguantar los golpes de esa mole y de ese modo no podría proteger la espalda del chico. Por el momento era mejor separarse y que el guerrero se centrara en él. Como así hizo.
El simple hecho de que se hubiera dado cuenta del engaño a su compañero era motivo para saber que era alguien veterano. Era alguien que sabía que debía atacar conjuntamente para asegurarse la victoria y la vida de paso. El choque de metales casi le descoyunta los codos pero aguantó la presión el tiempo justo para rodar por el suelo y contraatacar. Por suerte era mucho más rápido que su adversario que se vio sorprendido por su ataque lateral. Incapaz de repeler el ataque del brujo hincó la rodilla en el suelo cuando la espada de este le atravesó el lateral de la coraza. Intentó en vano contraatacar pero ya era tarde. La espada del rubio se enterró verticalmente entre el espacio de la coraza y el yelmo atravesando su trapecio hasta el pecho.
En cuanto extrajo la espada se aproximó a Robert que aún seguía en pie. - Tenemos que agruparnos o estamos perdidos. Reúnelos junto al aserradero mayor. Coméntaselo a todo el que puedas.- dijo a la vez que partía a otra zona. - Por cierto, suerte muchacho,- comentó girándose para luego reanudar su marcha.
En más zonas del, ahora, campo de batalla encontró más de lo mismo. Los lugareños luchando por su vida y más escaramuzas. Con el tiempo pudo contactar con la mayoría y hacer que se unieran en el lugar indicado. Su situación no era mucho mejor aunque algo es algo. Aquí podían hacer una resistencia mayor, si conseguían hacer barricadas con las que hacer un pasillo angosto donde el enemigo no podría aprovechar su superioridad numérica. - Vamos traer todos los maderos que podáis tenemos que aguantar todo lo que podamos. No vamos a ponérselo fácil a estos tipos,- comentaba a la vez que rechazaba otro ataque. Pero este soldado fue bastante ágil y le dio un golpe con su otra mano partiéndole el labio con su guantelete. Vinc trastabilló un poco aunque pronto se recompuso. Su vida, y por ende la de los demás, dependía de ello. Aguantó otro embiste del enemigo y luego segó su vida en cuanto tuvo la oportunidad.
Miró a su alrededor y pudo comprobar que el resto también estaba sin combate. Este tiempo sería crucial para preparar la defensa improvisada. Unos minutos más tarde y alguna escaramuza más la defensa estaba construida y eso les ayudaría en los sucesivos contraataques si se producían. Vinc estaba recuperando un poco de resuello, después de los combates y el traslado de maderos, cuando vio algo que no esperaba. - ¡Maldita sea! ¿Qué haces aquí? Te dije que te quedaras en el bosque. Allí estabas a salvo,- comentó con cierta alarma. El brujo suspiró mientras se frotaba la frente algo cansado. - Bueno, ya no se puede hacer nada. Tu arco nos vendrá bien,- dijo ya calmado - Colócate en algún parapeto y siempre detrás de mí,- puntualizó esperando que esta vez le hiciera más caso.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Una vez me encontré finalmente con el individuo que había conocido tan sólo unos minutos atrás lo que me dijo me causó más que un inminente enfado. Parecía que no me creía capaz de cuidarme por mí misma. Como si no hubiera aprendido a pelear en los días pasados. Me había marchado en mi pueblo natal ya muchos años atrás y durante aquel tiempo había tenido tiempo de sobra para aprender los fundamentos básicos de la lucha y lo suficiente para defenderme cuando fuera necesario. Tal vez solo era una frase por su parte que se le escapaba debido al deseo natural dos hombres de proteger a las mozas indefensas.
- Cállate a lo mejor de no estar yo aquí de acabarían matando –le respondí yo-. Así que mantener la calma y sigue luchando. Iré a un parapeto y dispararé desde allí.
Mantuve el arco firme entre mis manos y corrí hacia el parapeto más cercano para situarme y disparar a todo aquel que yo viera que estaba centrado en pelear. Esa era en aquel momento la mayor ayuda que yo podía ofrecer. No podía soportar los gritos de los inocentes que no cesaban un solo instante. Gritos de dolor gritos de muerte. Había muchos que no eran capaces de defenderse a sí mismos y yo era consciente de eso. Era insoportable ver cómo familias enteras quedaban reducidas a un montón de carne muerta rodeada por el líquido rojo que era la sangre.
Me quedaban algunas flechas todavía, habían las suficientes como para poder matar algunos de aquellos bandidos. Aunque eran demasiados para ser bandidos, parecía más bien un grupo armado muy preparado para ir a atacar aquel campamento, algo que habría estado preparado con mucha antelación. Seguramente habrían estado analizando el movimiento en el campamento durante los pasados días para comprobar en qué momentos de cada día el campamento estaba más indefenso y esperaba menos ser atacado. Y claro, los bandidos o quiénes fueron aquellos individuos habían comprobado que por las mañanas la gente que habitaban el campamento se había esperado cualquier cosa salvo un ataque inminente. Coloque dos flechas en mi arco, nunca había disparado de aquella forma pero estaba desesperada por acabará con uno de los individuos que estaba actos y dando a una Madre y su hija, y el blandía su espada dispuesto a matar a ambas. Con dos flechas, pensé que sería más probable acertar sin problemas, no estaba segura de sí podría pero tenía la necesidad de probarlo. Cuando deje escapar ambas flechas salieron disparadas en dirección a aquel individuo. Una de ellas se clavó escasamente de en su pierna izquierda, y la otra atravesó su espalda saliendo la punta por su pecho. Soltó un grito de dolor se dejó caer al suelo y tanto la Madre como su hija gritaban del horror pero enseguida se marcharon corriendo.
Había funcionado, y yo seguiría luchando cuánto tiempo hiciera falta. Busque entonces a Vincent entre el fragor de la batalla. No lo veía por ninguna parte y la última vez que lo había visto había estado peleando y se había acercado a mi únicamente para pedirme jamás hubiera para grito de ayudar a desde allí. No me había dado ni siquiera tiempo para echarle la bronca por haberme dicho que yo a mi, una mujer que deseaba mostrar mi talento en combate siempre como fuera posible. De todos modos solamente quería encontrarlo porque era la única persona que conocía por aquellos lares y me convenía tenerlo cerca o al menos saber dónde estaba. Grité varias veces su nombre todavía en los parapetos, esperando que me escuchara desde donde fue la que el estaba. Luego aguardé unos segundos y volví a colocar sobre mi arco una flecha, aunque estuviera buscando Vincent entre la gente, no podía dejar de pelear pues si me descuidaba y dejaba que se acercaran demasiado a la zona sobre la que yo estaba, podría ser yo quien se acabará poniendo en peligro de la forma más estúpida que podía. Así que de tanto en tanto busqué con mi mirada al muchacho y continué disparando flechas sin cesar un solo instante. Y debido a que ya no me quedaban muchas flechas, aproveche aquellas que tenían los cuerpos que ya estaban muertos de algunos de los soldados del campamento o de algunos bandidos.
- Cállate a lo mejor de no estar yo aquí de acabarían matando –le respondí yo-. Así que mantener la calma y sigue luchando. Iré a un parapeto y dispararé desde allí.
Mantuve el arco firme entre mis manos y corrí hacia el parapeto más cercano para situarme y disparar a todo aquel que yo viera que estaba centrado en pelear. Esa era en aquel momento la mayor ayuda que yo podía ofrecer. No podía soportar los gritos de los inocentes que no cesaban un solo instante. Gritos de dolor gritos de muerte. Había muchos que no eran capaces de defenderse a sí mismos y yo era consciente de eso. Era insoportable ver cómo familias enteras quedaban reducidas a un montón de carne muerta rodeada por el líquido rojo que era la sangre.
Me quedaban algunas flechas todavía, habían las suficientes como para poder matar algunos de aquellos bandidos. Aunque eran demasiados para ser bandidos, parecía más bien un grupo armado muy preparado para ir a atacar aquel campamento, algo que habría estado preparado con mucha antelación. Seguramente habrían estado analizando el movimiento en el campamento durante los pasados días para comprobar en qué momentos de cada día el campamento estaba más indefenso y esperaba menos ser atacado. Y claro, los bandidos o quiénes fueron aquellos individuos habían comprobado que por las mañanas la gente que habitaban el campamento se había esperado cualquier cosa salvo un ataque inminente. Coloque dos flechas en mi arco, nunca había disparado de aquella forma pero estaba desesperada por acabará con uno de los individuos que estaba actos y dando a una Madre y su hija, y el blandía su espada dispuesto a matar a ambas. Con dos flechas, pensé que sería más probable acertar sin problemas, no estaba segura de sí podría pero tenía la necesidad de probarlo. Cuando deje escapar ambas flechas salieron disparadas en dirección a aquel individuo. Una de ellas se clavó escasamente de en su pierna izquierda, y la otra atravesó su espalda saliendo la punta por su pecho. Soltó un grito de dolor se dejó caer al suelo y tanto la Madre como su hija gritaban del horror pero enseguida se marcharon corriendo.
Había funcionado, y yo seguiría luchando cuánto tiempo hiciera falta. Busque entonces a Vincent entre el fragor de la batalla. No lo veía por ninguna parte y la última vez que lo había visto había estado peleando y se había acercado a mi únicamente para pedirme jamás hubiera para grito de ayudar a desde allí. No me había dado ni siquiera tiempo para echarle la bronca por haberme dicho que yo a mi, una mujer que deseaba mostrar mi talento en combate siempre como fuera posible. De todos modos solamente quería encontrarlo porque era la única persona que conocía por aquellos lares y me convenía tenerlo cerca o al menos saber dónde estaba. Grité varias veces su nombre todavía en los parapetos, esperando que me escuchara desde donde fue la que el estaba. Luego aguardé unos segundos y volví a colocar sobre mi arco una flecha, aunque estuviera buscando Vincent entre la gente, no podía dejar de pelear pues si me descuidaba y dejaba que se acercaran demasiado a la zona sobre la que yo estaba, podría ser yo quien se acabará poniendo en peligro de la forma más estúpida que podía. Así que de tanto en tanto busqué con mi mirada al muchacho y continué disparando flechas sin cesar un solo instante. Y debido a que ya no me quedaban muchas flechas, aproveche aquellas que tenían los cuerpos que ya estaban muertos de algunos de los soldados del campamento o de algunos bandidos.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
La chica se puso hecha una furia cuando le comentó que tenía que haberse quedado donde estaba. Menudo carácter tenía la sureña aunque al menos le hizo caso y se colocó en un parapeto. El tiempo para relajarse se terminó con el sonido de gritos de guerra provenientes de donde estaban los asaltantes. Se habían reagrupado y lo intentaban de nuevo. No estaba seguro de cuanto más podrían aguantar.
Los primeros atacantes llegaron como un vendaval pero con algo de desorden. El brujo esperaba que se cansaran pronto o que al menos siempre atacaran así. Mientras los defensores mantuvieran el orden podrían repelerlos si operaba de ese modo el enemigo. El primer enemigo que mató, cayó agarrando entre sus manos la jabalina que le atravesaba el abdomen. Los lugareños habían construido algunas lanzas rudimentarias y la primera que había lanzado el brujo había dado en la diana. La segunda no tuvo tanta suerte y la tercera atravesó la pierna del enemigo que pegó un alarido de dolor. No tuvo opción de lanzar una cuarta porque el enemigo ya estaba encima de ellos y era mejor que él, siendo un luchador experimentado, estuviera en primera línea.
El primer enemigo llegó con tanto ímpetu que Vinc solo tuvo que agacharse para que cayese por encima de él con el choque. El brujo no tuvo tiempo de preocuparse por él porque tuvo que repeler el ataque de un segundo atacante. No importaba. Al caer de esa manera los defensores que estaban detrás del brujo habrían acabado con él. Rechazó la espada de su enemigo contra el suelo y con un golpe del escudo, uno que había cogido a los enemigos derrotados, le partió la tráquea descubierta a su enemigo. Este murió asfixiado solo para ser sustituido por otro. Parecían que nunca se acababan estos tipos.
Después de unos minutos ya no llevaba la cuenta de cuantos había abatido. Los defensores aguantaban haciéndose fuertes en el lugar angosto pero ya no había dos fuerzas diferenciadas sino una gran mezcla de combates. Aún habían más lugareños asediados en otras partes y necesitarían toda la ayuda posible, así que era hora de salir con un grupo reducido por el flanco para traerlos. Era una misión para pocos hombres porque no se podían prescindir de muchos en la batalla principal.
Vinc y tres jóvenes más encontraron a un grupo de unos diez contra doce en otro lugar del poblado. Esos chicos habían aguantado ellos solos todo este tiempo. Sobra decir que era una gesta impresionante pero no era momento para halagos. Dos de los hombres que los acompañaban usaron sus arcos para acabar con varios enemigos desde la distancia. El brujo usó su magia. Tanto fuego alrededor era asfixiante pero al menos le servía para usarlo contra su enemigo. Cuando dos enemigos fueron envueltos por el fuego los restantes huyeron viendo que su superioridad ahora no era tal. De los diez lugareños solo quedaban siete. Era mejor siete que ninguno y además sacaron de la casa contigua algunos niños que era el preciado botín que defendían.
Alguna cosa de provecho se había podido hacer pensó el brujo viendo huir a los niños hacia el bosque. De los siete hombres seis fueron al grosor de la batalla y el otro les acompañó a ellos. Tenía información de donde había más lugareños y los cinco se pusieron en marcha hasta allí. El recibimiento en dicho lugar fue un golpe de escudo que le hizo crujir los oídos. Pensaba que se quedaría sordo de por vida pero al ver el hacha venir hacia él se agachó para esquivar el remate de su adversario. Por un pelo casi se queda no sordo sino sin toda la cabeza. Se impulsó hacia arriba con todo su ímpetu y atravesó el pecho de su adversario desde abajo. El cuerpo sin vida le hizo caer arrastrándolo junto a su arma. Cuando pudo sacarla y ponerse en pie de nuevo pudo notar que sangraba de la nariz por culpa del golpe recibido anteriormente. Labio roto. Nariz rota o alguna vena de ella. A guapo no estaba yendo aunque visto el panorama que siguiera vivo era suficiente.
Al levantar la vista de su mano ensangrentada pudo observar una cara familiar. - No te diré que te debías quedar en donde te dije porque entonces me echarás un rezado furibunda,- bromeó sonriente. - ¿Cómo estaba la cosa en la zona donde resisten la mayoría? - preguntó por preguntar, sabiendo que la respuesta sería que no iba muy bien. Simplemente hizo la pregunta para relajar tensión y porque era mejor saberlo de primera mano que estar haciéndose ideas. Quien sabe, quizás la chica le sorprendiera diciendo que unos leñadores estaban ganando la batalla a un ejército experimentado y de paso había llegado un dragón plateado a salvarlos. Por mal que estuviera la cosa el brujo siempre encontraba la forma de ironizar, bromear o ser sarcástico. Aunque fuera mentalmente. Era su forma de ser después de todo y un modo cojonudo de desestresarse. Recogió un carcaj de flechas del cadáver de un defensor y se lo pasó a la chica. - Él preferiría que lo tuvieras tú,- dijo algo alicaído por tanta muerte inútil.
Los primeros atacantes llegaron como un vendaval pero con algo de desorden. El brujo esperaba que se cansaran pronto o que al menos siempre atacaran así. Mientras los defensores mantuvieran el orden podrían repelerlos si operaba de ese modo el enemigo. El primer enemigo que mató, cayó agarrando entre sus manos la jabalina que le atravesaba el abdomen. Los lugareños habían construido algunas lanzas rudimentarias y la primera que había lanzado el brujo había dado en la diana. La segunda no tuvo tanta suerte y la tercera atravesó la pierna del enemigo que pegó un alarido de dolor. No tuvo opción de lanzar una cuarta porque el enemigo ya estaba encima de ellos y era mejor que él, siendo un luchador experimentado, estuviera en primera línea.
El primer enemigo llegó con tanto ímpetu que Vinc solo tuvo que agacharse para que cayese por encima de él con el choque. El brujo no tuvo tiempo de preocuparse por él porque tuvo que repeler el ataque de un segundo atacante. No importaba. Al caer de esa manera los defensores que estaban detrás del brujo habrían acabado con él. Rechazó la espada de su enemigo contra el suelo y con un golpe del escudo, uno que había cogido a los enemigos derrotados, le partió la tráquea descubierta a su enemigo. Este murió asfixiado solo para ser sustituido por otro. Parecían que nunca se acababan estos tipos.
Después de unos minutos ya no llevaba la cuenta de cuantos había abatido. Los defensores aguantaban haciéndose fuertes en el lugar angosto pero ya no había dos fuerzas diferenciadas sino una gran mezcla de combates. Aún habían más lugareños asediados en otras partes y necesitarían toda la ayuda posible, así que era hora de salir con un grupo reducido por el flanco para traerlos. Era una misión para pocos hombres porque no se podían prescindir de muchos en la batalla principal.
Vinc y tres jóvenes más encontraron a un grupo de unos diez contra doce en otro lugar del poblado. Esos chicos habían aguantado ellos solos todo este tiempo. Sobra decir que era una gesta impresionante pero no era momento para halagos. Dos de los hombres que los acompañaban usaron sus arcos para acabar con varios enemigos desde la distancia. El brujo usó su magia. Tanto fuego alrededor era asfixiante pero al menos le servía para usarlo contra su enemigo. Cuando dos enemigos fueron envueltos por el fuego los restantes huyeron viendo que su superioridad ahora no era tal. De los diez lugareños solo quedaban siete. Era mejor siete que ninguno y además sacaron de la casa contigua algunos niños que era el preciado botín que defendían.
Alguna cosa de provecho se había podido hacer pensó el brujo viendo huir a los niños hacia el bosque. De los siete hombres seis fueron al grosor de la batalla y el otro les acompañó a ellos. Tenía información de donde había más lugareños y los cinco se pusieron en marcha hasta allí. El recibimiento en dicho lugar fue un golpe de escudo que le hizo crujir los oídos. Pensaba que se quedaría sordo de por vida pero al ver el hacha venir hacia él se agachó para esquivar el remate de su adversario. Por un pelo casi se queda no sordo sino sin toda la cabeza. Se impulsó hacia arriba con todo su ímpetu y atravesó el pecho de su adversario desde abajo. El cuerpo sin vida le hizo caer arrastrándolo junto a su arma. Cuando pudo sacarla y ponerse en pie de nuevo pudo notar que sangraba de la nariz por culpa del golpe recibido anteriormente. Labio roto. Nariz rota o alguna vena de ella. A guapo no estaba yendo aunque visto el panorama que siguiera vivo era suficiente.
Al levantar la vista de su mano ensangrentada pudo observar una cara familiar. - No te diré que te debías quedar en donde te dije porque entonces me echarás un rezado furibunda,- bromeó sonriente. - ¿Cómo estaba la cosa en la zona donde resisten la mayoría? - preguntó por preguntar, sabiendo que la respuesta sería que no iba muy bien. Simplemente hizo la pregunta para relajar tensión y porque era mejor saberlo de primera mano que estar haciéndose ideas. Quien sabe, quizás la chica le sorprendiera diciendo que unos leñadores estaban ganando la batalla a un ejército experimentado y de paso había llegado un dragón plateado a salvarlos. Por mal que estuviera la cosa el brujo siempre encontraba la forma de ironizar, bromear o ser sarcástico. Aunque fuera mentalmente. Era su forma de ser después de todo y un modo cojonudo de desestresarse. Recogió un carcaj de flechas del cadáver de un defensor y se lo pasó a la chica. - Él preferiría que lo tuvieras tú,- dijo algo alicaído por tanta muerte inútil.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
- Muertos, muchos muertos –respondí únicamente-. Familias de inocentes están muriendo por no saber defenderse, no sé cómo puede esta gente haber estado dictando este lugar sin saber blandir una espada. O al menos sin que haya una defensa competente –espeté diciendo eso último con cierto ápice de odio. Me fastidiaba que estuviera muriendo mucha gente quiere incapaz de pelear por culpa de que hubieran estado tranquilos sin esperar ningún ataque y aquello les hubiera tomado por sorpresa.
Tome el carcaj que me lanzo, después de haberse lo quitado a un cuerpo muerto. Había estado haciendo eso durante bastantes ocasiones antes de encontrarme nuevamente con Vincent. Ya que se me habían acabado las flechas y no podían escasear, pues en el peor de los casos de quedarme sin flechas no tendría ninguna otra forma mediante la que pudiera colaborar con aquellas personas inocentes. Y también con aquellas que sí que sabían pelear. Entonces coloque una flecha en el arco tensando lo mucho que no. En ninguna parte concreta, solamente lo decía sea para tenerlo preparado para cuando lo necesitara. Durante aquella batalla me estaba dando cuenta de que en más de una ocasión me habría valido más tener una flecha preparada antes que cargarla únicamente cuando de verdad iba a disparar.
- ¿Porque están atacando este sitio? –pregunté entonces a Vincent, antes de que éste se fuera-. ¿Son bandidos? ¿Porque hacen esto? Siento verdadero odio por ellos porque están atacando a gente que no puede defenderse a sí misma.
Sabía que en la tierra las cosas serán así, que nadie tenía piedad por los demás, pero no comprendía que mal habrían hecho los habitantes de que el campamento como para aquellos indeseables atacaran y mataran a familias enteras. Era un ataque indiscriminado que la única justificación que veía era que hubiera sido ordenado por alguien. Pero aquello solamente me lo podía responder Vincent, en el caso de que de verdad quisiera respondérmelo. Pero no era un momento apropiado para que el muchacho me diera las explicaciones que yo le pedía, así que no lo iba a juzgar en el caso de que no lo hiciera en aquel momento. Siempre y cuando una vez terminara todo aquello, me lo hiciera saber.
Fue entonces cuando pude observar que por la izquierda llegaban multitud de hombres bien fornidos, portando en sus manos grandes hachas. Los observe con detenimiento, y curiosidad. Pues me parecieron extremadamente familiares, y claro que me resultó un familiares. El despreciable jefe de la casa de leñadores en la que había estado trabajando los días anteriores, iba al frente de todos y cada uno de aquellos que trabajaban en la casa de leñadores. Estaba marchando la batalla para defender aquel campamento. Sonreí levemente, al fin y al cabo me había sorprendido. Pues esperaba que aquel despreciable jefe nunca hubiera contribuido en el caso de que le hubiéramos necesitado, en el caso de que cualquier persona le hubiera necesitado. Al contrario, estaba allí peleando y empezando a repartir hachazos entre los primeros atacantes que se situaban a su paso. Pareció por un momento darse cuenta de que yo estaba allí, y no fue un gesto amable aquel que me dedico con su mirada, de hecho me miró con un ápice de desprecio del cual no puede comprender. También estaba el muchacho que había conocido recientemente, que era fuerte pero ello no estaba segura de sí sabía pelear lo suficientemente bien como para sobrevivir aquello. Luego dirigió una mirada hacia Vincent, me preguntaba cuál sería su reacción respecto aquello.
- Son de la casa de leñadores, yo habría venido de todos modos entonces –le dije finalmente a Vincent. Luego volví la vista hacia el campo de batalla donde había numerosos guerreros corriendo persiguiendo otros, mujeres huyendo con sus niños en brazos, y otros detalles caóticos propios de cualquier batalla. Tenía suficientes flechas como para pelear en la distancia durante bastante tiempo, y cubrir las las espadas a mis compañeros los leñadores.
Tome el carcaj que me lanzo, después de haberse lo quitado a un cuerpo muerto. Había estado haciendo eso durante bastantes ocasiones antes de encontrarme nuevamente con Vincent. Ya que se me habían acabado las flechas y no podían escasear, pues en el peor de los casos de quedarme sin flechas no tendría ninguna otra forma mediante la que pudiera colaborar con aquellas personas inocentes. Y también con aquellas que sí que sabían pelear. Entonces coloque una flecha en el arco tensando lo mucho que no. En ninguna parte concreta, solamente lo decía sea para tenerlo preparado para cuando lo necesitara. Durante aquella batalla me estaba dando cuenta de que en más de una ocasión me habría valido más tener una flecha preparada antes que cargarla únicamente cuando de verdad iba a disparar.
- ¿Porque están atacando este sitio? –pregunté entonces a Vincent, antes de que éste se fuera-. ¿Son bandidos? ¿Porque hacen esto? Siento verdadero odio por ellos porque están atacando a gente que no puede defenderse a sí misma.
Sabía que en la tierra las cosas serán así, que nadie tenía piedad por los demás, pero no comprendía que mal habrían hecho los habitantes de que el campamento como para aquellos indeseables atacaran y mataran a familias enteras. Era un ataque indiscriminado que la única justificación que veía era que hubiera sido ordenado por alguien. Pero aquello solamente me lo podía responder Vincent, en el caso de que de verdad quisiera respondérmelo. Pero no era un momento apropiado para que el muchacho me diera las explicaciones que yo le pedía, así que no lo iba a juzgar en el caso de que no lo hiciera en aquel momento. Siempre y cuando una vez terminara todo aquello, me lo hiciera saber.
Fue entonces cuando pude observar que por la izquierda llegaban multitud de hombres bien fornidos, portando en sus manos grandes hachas. Los observe con detenimiento, y curiosidad. Pues me parecieron extremadamente familiares, y claro que me resultó un familiares. El despreciable jefe de la casa de leñadores en la que había estado trabajando los días anteriores, iba al frente de todos y cada uno de aquellos que trabajaban en la casa de leñadores. Estaba marchando la batalla para defender aquel campamento. Sonreí levemente, al fin y al cabo me había sorprendido. Pues esperaba que aquel despreciable jefe nunca hubiera contribuido en el caso de que le hubiéramos necesitado, en el caso de que cualquier persona le hubiera necesitado. Al contrario, estaba allí peleando y empezando a repartir hachazos entre los primeros atacantes que se situaban a su paso. Pareció por un momento darse cuenta de que yo estaba allí, y no fue un gesto amable aquel que me dedico con su mirada, de hecho me miró con un ápice de desprecio del cual no puede comprender. También estaba el muchacho que había conocido recientemente, que era fuerte pero ello no estaba segura de sí sabía pelear lo suficientemente bien como para sobrevivir aquello. Luego dirigió una mirada hacia Vincent, me preguntaba cuál sería su reacción respecto aquello.
- Son de la casa de leñadores, yo habría venido de todos modos entonces –le dije finalmente a Vincent. Luego volví la vista hacia el campo de batalla donde había numerosos guerreros corriendo persiguiendo otros, mujeres huyendo con sus niños en brazos, y otros detalles caóticos propios de cualquier batalla. Tenía suficientes flechas como para pelear en la distancia durante bastante tiempo, y cubrir las las espadas a mis compañeros los leñadores.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
- No todos en la vida pueden saber pelear.- contestó a la joven. - El mundo sería una ruina si solo hubiera guerreros sobre él. Se necesitan personas que sepan otros oficios y este sitio teóricamente está bien defendido al estar cerca de la capital. No tengo ni idea como han llegado tantas fuerzas hostiles hasta aquí,- dijo acariciándose la frente. Le dolía un poco la cabeza tanto por el golpe recibido anteriormente como por el cansancio acumulado.
Rasgó un trozo de tela y se la puso un rato sobre la nariz para cortar un poco la hemorragia mientras divisaba el panorama. Habían logrado una defensa milagrosa teniendo en cuenta la diferencia de nivel entre los dos bandos pero la cosa no pintaba bien. Si seguían así todo terminaría de la peor manera. Al menos varias personas habían podido huir hasta el bosque gracias a su heroica defensa. - No tengo la menor idea de quiénes son y porque atacan este campamento. Aquí no hay nada de valor.- dijo mientras observaba a un grupo de leñadores que se sumaban al combate. - Menuda mirada te ha echado ese. Es uno de los capataces de por aquí aunque creo que ya os conocéis jaja,- bromeó.
Cuando ya se hubo recuperado un poco se sumó al combate de nuevo junto al grupo del capataz. No sabían luchar mucho pero eran unos auténticos brutos. Seguramente que más de uno podría partir a un hombre por la mitad si se lo propusiera. Eso les valdría por ahora. Ese modo tan ortodoxo de pelea los cansaría pronto y entonces ya tendrían problemas contra hombres más expertos en combate.
Pasados unos minutos el combate se había vuelto más caótico. Ahora que tenía a la joven cerca no perdía cada instante que podía para echarle un ojo. En cierto modo se sentía responsable al venir junto a él hasta aquí. Cierto que ella había omitido su precaución de que se quedara en el bosque, pero se había acercado junto a él por su insistencia en conocerla. Astrid se defendía bien con el arco de todos modos. No era un arquera excelente aunque se notaba que ya tenía sus horas de práctica. El arco era un arma que necesitaba especial dedicación para dominarlo. Ese día estaba aprendiendo mucho con él aunque el brujo deseaba que hubiera aprendido de otro modo más seguro y menos triste.
Se sucedían los ataques, fintas y esquives durante la batalla mientras el sol ya había pasado por su máxima altitud. De pronto se oyó otro sonido de cuerno de batalla. Por un momento Vinc maldijo por lo bajo esperando ver llegar más enemigos pero pronto tuvo que rectificar. Su cansancio no le había hecho escuchar bien el sonido del cuerno. Era el sonido característico de los Carsten y pronto pasó a su lado la caballería con los estandartes del dragón. Los asaltantes no perdieron tiempo y huyeron en cuanto oyeron el sonido del cuerno.
El brujo seguía sin entender los motivos del ataque. No había nada de valor allí y no tenían ninguna forma de vencer al ejército de Lunargenta. Ya se informaría de los detalles pues ahora estaba muy cansado para pensar en esas cosas. Ahora solo le preocupaba el estado de la joven. Con un vistazo rápido pudo localizarla pues siempre se mantuvo a una distancia donde poder saber cómo se encontraba. - Me alegra ver que estas bien,- dijo muy contento. - Debes pensar que a menudos sitios te traigo en nuestra primera cita,- comentó bromista a la vez que se echaba en el suelo para descansar un poco sus piernas.
Rasgó un trozo de tela y se la puso un rato sobre la nariz para cortar un poco la hemorragia mientras divisaba el panorama. Habían logrado una defensa milagrosa teniendo en cuenta la diferencia de nivel entre los dos bandos pero la cosa no pintaba bien. Si seguían así todo terminaría de la peor manera. Al menos varias personas habían podido huir hasta el bosque gracias a su heroica defensa. - No tengo la menor idea de quiénes son y porque atacan este campamento. Aquí no hay nada de valor.- dijo mientras observaba a un grupo de leñadores que se sumaban al combate. - Menuda mirada te ha echado ese. Es uno de los capataces de por aquí aunque creo que ya os conocéis jaja,- bromeó.
Cuando ya se hubo recuperado un poco se sumó al combate de nuevo junto al grupo del capataz. No sabían luchar mucho pero eran unos auténticos brutos. Seguramente que más de uno podría partir a un hombre por la mitad si se lo propusiera. Eso les valdría por ahora. Ese modo tan ortodoxo de pelea los cansaría pronto y entonces ya tendrían problemas contra hombres más expertos en combate.
Pasados unos minutos el combate se había vuelto más caótico. Ahora que tenía a la joven cerca no perdía cada instante que podía para echarle un ojo. En cierto modo se sentía responsable al venir junto a él hasta aquí. Cierto que ella había omitido su precaución de que se quedara en el bosque, pero se había acercado junto a él por su insistencia en conocerla. Astrid se defendía bien con el arco de todos modos. No era un arquera excelente aunque se notaba que ya tenía sus horas de práctica. El arco era un arma que necesitaba especial dedicación para dominarlo. Ese día estaba aprendiendo mucho con él aunque el brujo deseaba que hubiera aprendido de otro modo más seguro y menos triste.
Se sucedían los ataques, fintas y esquives durante la batalla mientras el sol ya había pasado por su máxima altitud. De pronto se oyó otro sonido de cuerno de batalla. Por un momento Vinc maldijo por lo bajo esperando ver llegar más enemigos pero pronto tuvo que rectificar. Su cansancio no le había hecho escuchar bien el sonido del cuerno. Era el sonido característico de los Carsten y pronto pasó a su lado la caballería con los estandartes del dragón. Los asaltantes no perdieron tiempo y huyeron en cuanto oyeron el sonido del cuerno.
El brujo seguía sin entender los motivos del ataque. No había nada de valor allí y no tenían ninguna forma de vencer al ejército de Lunargenta. Ya se informaría de los detalles pues ahora estaba muy cansado para pensar en esas cosas. Ahora solo le preocupaba el estado de la joven. Con un vistazo rápido pudo localizarla pues siempre se mantuvo a una distancia donde poder saber cómo se encontraba. - Me alegra ver que estas bien,- dijo muy contento. - Debes pensar que a menudos sitios te traigo en nuestra primera cita,- comentó bromista a la vez que se echaba en el suelo para descansar un poco sus piernas.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
- No puedo negarte que habría esperado otra forma mejor de que nos conociéramos -le admití. Luego lo observé durante un rato con detenimiento. Se notaba que el muchacho estaba cansado… Había estado peleando bien, y durante un largo rato-. Menos mal que finalmente vino el ejército de Lunargenta, ¿eh? No sé cuántas vidas más habrían caído por culpa de esos…
Me sentía preocupada. Todavía me preguntaba por qué motivo habrían atacado el campamento, y una formación tan bien armada y preparada. Podían tratarse de mercenarios, tal vez, o algún enemigo que Lunargenta hubiera tenido desde tiempo atrás. Si era así, yo no tenía ni la más remota idea… Al fin y al cabo, no llevaba tanto tiempo por aquellos lares. Le sonreí, ahora me sentía mucho más cómoda. Entonces me di cuenta de algo en lo que no había caído hasta entonces… En las pocas ocasiones en las que había conocido alguien nuevo -sin tener presente a Magabuzi y Leinil, con quienes me sentí cómoda al instante-, por lo general hasta que no entablaba combate como espada aliada junto al nuevo conocido, no me sentía realmente cómoda con ese nuevo conocido. Y eso me estaba sucediendo con aquel Vincent. Había peleado con él, y el combate me había mostrado en cierto modo, una parte de él.
- ¿Qué tendrás que hacer ahora? -le pregunté-. Quiero decir, ¿tú estabas en este campamento viviendo? Supongo que ahora te pondrán las pilas y te explicaran todo lo que sepan sobre este ataque… Como sea, no puede quedar así… -recordé en mi mente entonces las mujeres y los niños que aquellos indeseables habían matado sin siquiera pensarlo un solo instante-. ¿Hay casas nobiliarias? Quiero decir… -pensé antes de tratar de explicarme-. ¿Tiene Lunargenta alguna clase de enemigo?
Me sentía preocupada. Todavía me preguntaba por qué motivo habrían atacado el campamento, y una formación tan bien armada y preparada. Podían tratarse de mercenarios, tal vez, o algún enemigo que Lunargenta hubiera tenido desde tiempo atrás. Si era así, yo no tenía ni la más remota idea… Al fin y al cabo, no llevaba tanto tiempo por aquellos lares. Le sonreí, ahora me sentía mucho más cómoda. Entonces me di cuenta de algo en lo que no había caído hasta entonces… En las pocas ocasiones en las que había conocido alguien nuevo -sin tener presente a Magabuzi y Leinil, con quienes me sentí cómoda al instante-, por lo general hasta que no entablaba combate como espada aliada junto al nuevo conocido, no me sentía realmente cómoda con ese nuevo conocido. Y eso me estaba sucediendo con aquel Vincent. Había peleado con él, y el combate me había mostrado en cierto modo, una parte de él.
- ¿Qué tendrás que hacer ahora? -le pregunté-. Quiero decir, ¿tú estabas en este campamento viviendo? Supongo que ahora te pondrán las pilas y te explicaran todo lo que sepan sobre este ataque… Como sea, no puede quedar así… -recordé en mi mente entonces las mujeres y los niños que aquellos indeseables habían matado sin siquiera pensarlo un solo instante-. ¿Hay casas nobiliarias? Quiero decir… -pensé antes de tratar de explicarme-. ¿Tiene Lunargenta alguna clase de enemigo?
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
El joven se quedó un rato echado sin contestar a Lynn. En parte porque estaba un poco cansado para pensar pero sobre todo porque no sabía muy bien que contestarle. Desde que viviera en Lunargenta no tenía conocimiento de un hecho similar.
- No,- contestó al fin - Yo vivo en la capital. Vengo aquí por unos amigos que son leñadores y que estaban luchando a mi lado,- se incorporó de su breve descanso. - Y siguen vivitos y coleando así que en lo personal esta tragedia no me ha afectado.
El brujo inspeccionó el lugar que actualmente ya no se podía decir que fuera un campamento maderero. Las gentes intentando salvar lo que quedaba de sus propiedades y los soldados organizando la persecución de los asaltantes, daban al lugar un aspecto más propio de un frente de guerra. No, él nunca había visto algo así tan cerca de la capital humana.
- No sé de qué va todo esto. Las cuatro casas más importantes de Lunargenta no tienen motivos para enfrentarse. Llevan en paz desde tiempo inmemoriales,- se giró hacia la joven para poder mirarle a los ojos mientras conversaba con ella. - Pero siempre existen personas que quieren más. Supongo que alguien deseoso de poder ha iniciado esto, aunque los motivos para atacar aquí se me escapan por ahora. Aquí solo hay aserraderos. Puede que alguien del campamento tuviera algo de valor escondido y esos tipos lo hubieran averiguado,- hizo una pausa pensativo. - No sé, con el tiempo supongo que encontraremos las respuestas. Ahora lo mejor es que ayudemos en lo que podamos por aquí.- dijo finalmente para luego dirigirse a un pozo.
Uno de sus elementos era el fuego. Le encantaba la sensación que recorría su cuerpo cuando lo manejaba. Pero ahora sobraba en este sitio. Aquí solo había ocasionado muerte y destrucción sobre personas inocentes, así que estaba gustoso de ayudar a apagarlo. Pasadas unas horas el campamento dejó de estar pasto de las llamas aunque seguían saliendo hileras de humos desde los maderos consumidos. El cobro de esta batalla sobre los habitantes del lugar había sido muy alto. Algunos perdieron todas sus posesiones y otros no tuvieron tanta suerte y perdieron la vida.
El brujo ya había hecho todo lo que podía por el lugar de la catástrofe y era hora de volver a casa. Sabía que por ahora las gentes de allí lo pasarían mal. Por ahora. Con el tiempo se repondrían a todo el dolor y conseguirían levantar otro campamento sobre las cenizas del anterior. Se despidió de sus amigos, prometiéndoles que volvería mañana para ayudarles con la reconstrucción, y se dirigió junto a la preciosa Lynn.
- Ya es hora de que parta a casa,- dijo con una media sonrisa - Las tropas han levantado algunos campamentos improvisados para los refugiados. También se quedará un ejército para darles tranquilidad.- hizo una breve pausa para pensar sus siguientes palabras. No quería asustar a la joven o que pensara mal sobre él usando términos inapropiados. - Ibas a vivir aquí pero teniendo en cuenta que no existirá aquí durante una temporada, creo que sería buena idea que vivieras conmigo. Al menos hasta que encuentres un sitio. Sé que solo nos conocemos desde esta mañana pero prefiero que duermas en mi casa que al raso,- dijo Vinc esperando no ofender a la dama.
- No,- contestó al fin - Yo vivo en la capital. Vengo aquí por unos amigos que son leñadores y que estaban luchando a mi lado,- se incorporó de su breve descanso. - Y siguen vivitos y coleando así que en lo personal esta tragedia no me ha afectado.
El brujo inspeccionó el lugar que actualmente ya no se podía decir que fuera un campamento maderero. Las gentes intentando salvar lo que quedaba de sus propiedades y los soldados organizando la persecución de los asaltantes, daban al lugar un aspecto más propio de un frente de guerra. No, él nunca había visto algo así tan cerca de la capital humana.
- No sé de qué va todo esto. Las cuatro casas más importantes de Lunargenta no tienen motivos para enfrentarse. Llevan en paz desde tiempo inmemoriales,- se giró hacia la joven para poder mirarle a los ojos mientras conversaba con ella. - Pero siempre existen personas que quieren más. Supongo que alguien deseoso de poder ha iniciado esto, aunque los motivos para atacar aquí se me escapan por ahora. Aquí solo hay aserraderos. Puede que alguien del campamento tuviera algo de valor escondido y esos tipos lo hubieran averiguado,- hizo una pausa pensativo. - No sé, con el tiempo supongo que encontraremos las respuestas. Ahora lo mejor es que ayudemos en lo que podamos por aquí.- dijo finalmente para luego dirigirse a un pozo.
Uno de sus elementos era el fuego. Le encantaba la sensación que recorría su cuerpo cuando lo manejaba. Pero ahora sobraba en este sitio. Aquí solo había ocasionado muerte y destrucción sobre personas inocentes, así que estaba gustoso de ayudar a apagarlo. Pasadas unas horas el campamento dejó de estar pasto de las llamas aunque seguían saliendo hileras de humos desde los maderos consumidos. El cobro de esta batalla sobre los habitantes del lugar había sido muy alto. Algunos perdieron todas sus posesiones y otros no tuvieron tanta suerte y perdieron la vida.
El brujo ya había hecho todo lo que podía por el lugar de la catástrofe y era hora de volver a casa. Sabía que por ahora las gentes de allí lo pasarían mal. Por ahora. Con el tiempo se repondrían a todo el dolor y conseguirían levantar otro campamento sobre las cenizas del anterior. Se despidió de sus amigos, prometiéndoles que volvería mañana para ayudarles con la reconstrucción, y se dirigió junto a la preciosa Lynn.
- Ya es hora de que parta a casa,- dijo con una media sonrisa - Las tropas han levantado algunos campamentos improvisados para los refugiados. También se quedará un ejército para darles tranquilidad.- hizo una breve pausa para pensar sus siguientes palabras. No quería asustar a la joven o que pensara mal sobre él usando términos inapropiados. - Ibas a vivir aquí pero teniendo en cuenta que no existirá aquí durante una temporada, creo que sería buena idea que vivieras conmigo. Al menos hasta que encuentres un sitio. Sé que solo nos conocemos desde esta mañana pero prefiero que duermas en mi casa que al raso,- dijo Vinc esperando no ofender a la dama.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
– Normalmente rechazaría toda ayuda. Pero me has demostrado hoy que eres alguien en quien se puede confiar –le dijo Karalynn, observando su rostro con detenimiento. Cada una de las expresiones del muchacho, y sus rasgos, que le hacían ver a Lynn que había pasado por más de una batalla. La vejez de la piel por la experiencia de los acontecimientos, más de una vez Lynn se perdía en esos detalles–. En otras condiciones preferiría dormir entre cualquier montón de paja, o en un mismo establo, pero aceptaré tu ofrecimiento. No puedo estar así siempre, víctima del libre albedrío de los acontecimientos.
Karalynn suspiró largamente. No estaba muy segura de si aquel encuentro en el bosque habría sido fortuito o por el contrario, de lo más nefasto. Lo cierto es que si los leñadores de la casa de leñadores para la que trabajaba, habían acabado yendo a combatir, incluso si ella no hubiera sido aceptada por el Jefe de la Casa de Leñadores, habría marchado junto con los demás. Y se habría envuelto de todos modos, en aquello.
– Lynn –la llamó un muchacho. Era un hombre corpulento; llevaba una camisa de tono crema, con un escote ligeramente abierto debido a que los pequeños cordones negruzcos que debían cerrarlo, estaban sueltos–. Las cabañas han sido totalmente destruidas.
Era Gideon. El muchacho talaba árboles con gran fuerza, como deseando lanzar a la inocente e inofensiva madera, todo el odio que llevaba en su interior, por su pasado, que aunque no lo había compartido con muchas personas, sí lo había llegado a hacer con Karalynn.
– Vaya… –se giró entonces hacia Vincent–. Entonces sí que me veré obligada a aceptar la oferta –sonrió.
– ¿Qué oferta? –preguntó Gideon. En parte un brillo de esperanza se escapó por sus ojos, pensando que tal vez el hombre que se hallaba justo al lado de Karalynn, le ofrecería un buen hospedaje, al igual que a ella. Aunque él todavía desconocía que Lynn hubiera recibido esa amable oferta, rápidamente lo supuso, y quiso saberlo al instante.
– No. Nada –replicó Karalynn. No quería causarle mayores incomodidades al recién conocido. Aunque le habría gustado que el bonachón de Gideon pudiera recibir la misma oferta que había recibido ella, de una cama cálida (aunque ella no sabía si recibiría un lecho en condiciones) y cuatro paredes seguras–. Me ofreció un poco de agua. Y yo tenía mucha agua en mi cabaña, por eso tendré que aceptar la de este muchacho –mintió. No se le daba especialmente bien, y Gideon se limitó a mirarla con una infinita perplejidad.
– Está bien. –Respondió, únicamente. Luego dio media vuelta, tras susurrar le un “buena suerte” a Lynn, y se marchó.
De repente Karalynn sintió que su corazón se encogía. Le habría gustado ser capaz de ayudarlo, de ofrecerle algo. Pero estaba tan lejos de su hogar, y se daba cuenta de que allí ella era la desconocida. Que aquel no era, al menos todavía, su lugar. Y que aun queriéndolo, no tenía absolutamente nada suyo que pudiera ofrecer a los demás, más que a sí mismo. Luego se percató de que aquel pensamiento podía sonar de lo más extraño.
– ¿Dónde está tu hogar? –preguntó finalmente, a Vincent.
Karalynn suspiró largamente. No estaba muy segura de si aquel encuentro en el bosque habría sido fortuito o por el contrario, de lo más nefasto. Lo cierto es que si los leñadores de la casa de leñadores para la que trabajaba, habían acabado yendo a combatir, incluso si ella no hubiera sido aceptada por el Jefe de la Casa de Leñadores, habría marchado junto con los demás. Y se habría envuelto de todos modos, en aquello.
– Lynn –la llamó un muchacho. Era un hombre corpulento; llevaba una camisa de tono crema, con un escote ligeramente abierto debido a que los pequeños cordones negruzcos que debían cerrarlo, estaban sueltos–. Las cabañas han sido totalmente destruidas.
Era Gideon. El muchacho talaba árboles con gran fuerza, como deseando lanzar a la inocente e inofensiva madera, todo el odio que llevaba en su interior, por su pasado, que aunque no lo había compartido con muchas personas, sí lo había llegado a hacer con Karalynn.
– Vaya… –se giró entonces hacia Vincent–. Entonces sí que me veré obligada a aceptar la oferta –sonrió.
– ¿Qué oferta? –preguntó Gideon. En parte un brillo de esperanza se escapó por sus ojos, pensando que tal vez el hombre que se hallaba justo al lado de Karalynn, le ofrecería un buen hospedaje, al igual que a ella. Aunque él todavía desconocía que Lynn hubiera recibido esa amable oferta, rápidamente lo supuso, y quiso saberlo al instante.
– No. Nada –replicó Karalynn. No quería causarle mayores incomodidades al recién conocido. Aunque le habría gustado que el bonachón de Gideon pudiera recibir la misma oferta que había recibido ella, de una cama cálida (aunque ella no sabía si recibiría un lecho en condiciones) y cuatro paredes seguras–. Me ofreció un poco de agua. Y yo tenía mucha agua en mi cabaña, por eso tendré que aceptar la de este muchacho –mintió. No se le daba especialmente bien, y Gideon se limitó a mirarla con una infinita perplejidad.
– Está bien. –Respondió, únicamente. Luego dio media vuelta, tras susurrar le un “buena suerte” a Lynn, y se marchó.
De repente Karalynn sintió que su corazón se encogía. Le habría gustado ser capaz de ayudarlo, de ofrecerle algo. Pero estaba tan lejos de su hogar, y se daba cuenta de que allí ella era la desconocida. Que aquel no era, al menos todavía, su lugar. Y que aun queriéndolo, no tenía absolutamente nada suyo que pudiera ofrecer a los demás, más que a sí mismo. Luego se percató de que aquel pensamiento podía sonar de lo más extraño.
– ¿Dónde está tu hogar? –preguntó finalmente, a Vincent.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
- Muy bien, partiremos en cuanto solucione algunas cosas por aquí. Te veo ahora,- comentó a la joven para luego alejarse de ella. Antes de partir a casa quería despedirse de sus amigos allí. Lo pasarían mal una temporada y eso le causaba algo de tristeza. No estaba muy triste porque sabía que pronto se repondrían y al menos estaban vivos para contarlo, pero era imposible no sentir algo de dolor.
- Hey Thomas, lo has hecho muy bien antes. Sin ti hubiéramos estado perdidos.- dijo a la vez que le alborotaba el pelo. - Gracias por ser tan raudo en buscar a la guardia.- le comentó con sinceridad. Si el ejército hubiera tardado más tiempo mucho más hubieran muerto en aquel sin sentido. - Me hubiese gustado haberme quedado para ayudar Vinc,- dijo con bastante pena el muchacho.
- No digas tonterías. Eres muy joven para la guerra y has realizado una labor muy importante. Sin ti ahora estaríamos todos muertos o al menos muchos más,- le contestó sonriente. - Te debemos la vida chico. Ahora volveré a la ciudad. Espero que estéis bien. Mañana volveré para ayudaros en la reconstrucción. Coméntaselo a tu padre ¿vale? - dijo amable.
Le alborotó el pelo de nuevo a lo que el chico sonrió. Luego se acercó de nuevo a Lynn para partir. Ya no podía hacer más por ellos hoy. Mañana sería otro día. Ya habría descansado del día tan horrible actual y podría ser más productivo. Lo único bueno de hoy era haber conocido a la señorita de larga melena dorada a la que se acercaba en estos momentos.
- ¿Quién es? ¿Tu noviete del pueblo? - bromeó para sacarle una sonrisa a la chica. - Si quieres puede venir con nosotros. Mi casa es un cuchitril en la capital pero al menos dos cabéis,- comentó contestando a su pregunta. - Está en la zona portuaria. Es pequeña pero acogedora y cuando estés lista para partir ven a verme. Te esperaré aquí mismo. En dos horas estaremos en casa.- comentó. No sabía si a la chica le quedaban cosas por hacer o si querría que el chico viniera con ellos. Por tanto le parecía buena idea darle un poco de tiempo para que decidiera. Cogió sus pertenencias y se echó bajo la sombra de un árbol, cerca de donde había hablado con Karalynn, a esperarla.
- Hey Thomas, lo has hecho muy bien antes. Sin ti hubiéramos estado perdidos.- dijo a la vez que le alborotaba el pelo. - Gracias por ser tan raudo en buscar a la guardia.- le comentó con sinceridad. Si el ejército hubiera tardado más tiempo mucho más hubieran muerto en aquel sin sentido. - Me hubiese gustado haberme quedado para ayudar Vinc,- dijo con bastante pena el muchacho.
- No digas tonterías. Eres muy joven para la guerra y has realizado una labor muy importante. Sin ti ahora estaríamos todos muertos o al menos muchos más,- le contestó sonriente. - Te debemos la vida chico. Ahora volveré a la ciudad. Espero que estéis bien. Mañana volveré para ayudaros en la reconstrucción. Coméntaselo a tu padre ¿vale? - dijo amable.
Le alborotó el pelo de nuevo a lo que el chico sonrió. Luego se acercó de nuevo a Lynn para partir. Ya no podía hacer más por ellos hoy. Mañana sería otro día. Ya habría descansado del día tan horrible actual y podría ser más productivo. Lo único bueno de hoy era haber conocido a la señorita de larga melena dorada a la que se acercaba en estos momentos.
- ¿Quién es? ¿Tu noviete del pueblo? - bromeó para sacarle una sonrisa a la chica. - Si quieres puede venir con nosotros. Mi casa es un cuchitril en la capital pero al menos dos cabéis,- comentó contestando a su pregunta. - Está en la zona portuaria. Es pequeña pero acogedora y cuando estés lista para partir ven a verme. Te esperaré aquí mismo. En dos horas estaremos en casa.- comentó. No sabía si a la chica le quedaban cosas por hacer o si querría que el chico viniera con ellos. Por tanto le parecía buena idea darle un poco de tiempo para que decidiera. Cogió sus pertenencias y se echó bajo la sombra de un árbol, cerca de donde había hablado con Karalynn, a esperarla.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Al árbol se acercó con prudencia un caballo, un caballo negro de crin rubia. Era un ejemplar no muy grande, pero tampoco era una cría, aunque su rostro era joven.
Se acercó mucho, casi se deja tocar por el brujo, pero sin previo aviso, el animal salió corriendo, como si lo hubiesen espantado.
Se acercó mucho, casi se deja tocar por el brujo, pero sin previo aviso, el animal salió corriendo, como si lo hubiesen espantado.
- caballo:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
wyn se a del tema tal y como entra...
Wyn
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Karalynn agradeció en sus adentros la amabilidad que mostró Vincent por Gideon, ofreciéndole el mismo hospedaje que le había ofrecido a ella. Gideon era un buen muchacho, y sin duda necesitaría un buen lugar donde quedarse, pero aun cuando Vincent le hubiera ofrecido quedarse en su hogar, él no se habría permitido a sí mismo quedarse. Era demasiado orgulloso al fin y al cabo.
– Te lo agradezco… –le dijo Karalynn, una vez ya se había marchado hacía un buen rato, Gideon–. Lo cierto es que sí, todavía tengo algunas cosas que hacer –le sonrió–. Nos veremos más tarde. Creo que sabré encontrar la casa donde vives.
De pronto apareció un precioso caballo de negro cabello. Lynn lo miró con cierto asombro, y algo estupefacta por su repentina aparición. Se acercó un leve instante a Vincent, y poco después, se marchó. Lynn intentó justificar su aparición, pero no tomó mucho más tiempo pensando en ello. Luego, se marchó, dejando atrás a Vincent, quien seguramente tendría bastantes cosas que hacer, y a quien ella no quería molestar tomándole más tiempo del que ya le había tomado. Estaba agotada, y Lynn se dio cuenta de ello porque en dos ocasiones estuvo a punto de caerse, mientras caminaba a paso ligero en dirección al poblado más cercano. No quería ir a Lunargenta, todavía, porque era consciente de que había poblaciones mucho más pequeñas en la cercanía, donde seguramente le permitirían adquirir aquello que quería a un buen precio, y no tan caro como en la capital. Por el camino, encontró por casualidad a Gideon, quien estaba con el rostro húmedo por su propio sudor. Tenía los brazos y el rostro rojizos, y observaba al suelo, mientas sostenía con su mano derecha una enorme hacha.
– ¿Qué haces aquí? –le preguntó Karalynn. Gideon estaba justo al lado de un árbol. Ella intuyó que habría estado cortando leña, aunque no comprendía por qué se había puesto a hacer aquello de repente, justo momentos después de hablar con ella y con Vincent.
– Voy a hacerme una casa yo mismo. Sino, no tendré a dónde ir –dijo él, muy decidido. Con una voz profunda pero al mismo tiempo dejaba escapar un ápice de diversión, como si no creyera sus propias palabras.
– Entiendo. Tardarás unos cuantos meses –respondió ella. No sabía muy bien que decir, y lo único que pensaba al respecto era “Estás tremendamente loco. Debiste aceptar la oferta de Vincent”. Pero ni se molestó en hacerle saber de sus pensamientos, ya que era consciente de que no harían más que maltratar su orgullo.
– No importa. Será mía, mi casa. Mi hogar –dijo finalmente, y le esbozó una sonrisa amable.
No continuaron la conversación. Gideon volvió a tomar el hacha entre sus manos, y continuó golpeando el tronco del árbol, una y otra vez. Se lo veía agotado, debía llevar un buen rato con ello. Lynn continuó su paso en dirección a un poblado cercano, donde había poco más que ocho casas. Una al centro tenía una gran estatua, de uno de los dioses en los que los humanos creían. Se alzaba con cuatro metros de piedra bien tallada. Lynn entró en aquel lugar, que se hacía llamar a sí mismo mediante dos grandes carteles, la taberna del poblado. Un poblado del cual ella ni siquiera supo su nombre al entrar. Había algunas personas en el exterior, muchas de ellas trabajando, otras comprando algunas cosas. Una vez dentro, se encontró con que había menos gente de la que podía haber imaginado, tratándose de una taberna. Se acercó al tabernero, y le pidió tres jarras de hidromiel, con las monedas que tenía en mano. Luego, buscó una buena mesa limpia donde situarse. La mesa todavía tenía las marcas de las innumerables jarras que se habrían posado los días o incluso años anteriores sobre la madera. Llegaron las jarras, y tomó unos cuantos tragos, uno tras otro. El mundo comenzó a dar vueltas a su alrededor, y las palabras de la escasa gente que allí había, se empezaron a volver mucho más profundas y lejanas. Había tres músicos, y uno de ellos le resultó de buen ver a Lynn; un muchacho de cabellos largos, hasta la cintura, y una barba en apariencia bien cuidada. Tocaba un laúd, mientras su acompañante, una mujer de cabello largo y liso, con ojos como diamantes, cantaba hermosas canciones de hazañas pasadas, o leyendas que Lynn desconocía. Luego, una canción que narraba algo más conocido: hablaba de dioses y brujos.
Cuando sació su sed y su mente descansó gracias al alcohol, se marchó de aquella taberna. Sin darse cuenta, andaba ladeando se inevitablemente. La gente se daba cuenta, y la miraba con una extraña media sonrisa. Era gracioso de ver, una joven borrachuzca por aquellas horas danzando de aquella manera. Pues además, Lynn danzaba sin darse cuenta, bailando mejor de lo que hubiera imaginado en otros momentos. Sin saber cómo, llegó a la casa donde habitaba Vincent. Se guió por el instinto, y por las indicaciones que el muchacho le había dado. Tocó una, dos y hasta tres veces con su mano derecha, en tres toques tremendamente irregulares, pero sonoros.
– ¿Quién soy? –preguntó, con una vocecilla melódica.
– Te lo agradezco… –le dijo Karalynn, una vez ya se había marchado hacía un buen rato, Gideon–. Lo cierto es que sí, todavía tengo algunas cosas que hacer –le sonrió–. Nos veremos más tarde. Creo que sabré encontrar la casa donde vives.
De pronto apareció un precioso caballo de negro cabello. Lynn lo miró con cierto asombro, y algo estupefacta por su repentina aparición. Se acercó un leve instante a Vincent, y poco después, se marchó. Lynn intentó justificar su aparición, pero no tomó mucho más tiempo pensando en ello. Luego, se marchó, dejando atrás a Vincent, quien seguramente tendría bastantes cosas que hacer, y a quien ella no quería molestar tomándole más tiempo del que ya le había tomado. Estaba agotada, y Lynn se dio cuenta de ello porque en dos ocasiones estuvo a punto de caerse, mientras caminaba a paso ligero en dirección al poblado más cercano. No quería ir a Lunargenta, todavía, porque era consciente de que había poblaciones mucho más pequeñas en la cercanía, donde seguramente le permitirían adquirir aquello que quería a un buen precio, y no tan caro como en la capital. Por el camino, encontró por casualidad a Gideon, quien estaba con el rostro húmedo por su propio sudor. Tenía los brazos y el rostro rojizos, y observaba al suelo, mientas sostenía con su mano derecha una enorme hacha.
– ¿Qué haces aquí? –le preguntó Karalynn. Gideon estaba justo al lado de un árbol. Ella intuyó que habría estado cortando leña, aunque no comprendía por qué se había puesto a hacer aquello de repente, justo momentos después de hablar con ella y con Vincent.
– Voy a hacerme una casa yo mismo. Sino, no tendré a dónde ir –dijo él, muy decidido. Con una voz profunda pero al mismo tiempo dejaba escapar un ápice de diversión, como si no creyera sus propias palabras.
– Entiendo. Tardarás unos cuantos meses –respondió ella. No sabía muy bien que decir, y lo único que pensaba al respecto era “Estás tremendamente loco. Debiste aceptar la oferta de Vincent”. Pero ni se molestó en hacerle saber de sus pensamientos, ya que era consciente de que no harían más que maltratar su orgullo.
– No importa. Será mía, mi casa. Mi hogar –dijo finalmente, y le esbozó una sonrisa amable.
No continuaron la conversación. Gideon volvió a tomar el hacha entre sus manos, y continuó golpeando el tronco del árbol, una y otra vez. Se lo veía agotado, debía llevar un buen rato con ello. Lynn continuó su paso en dirección a un poblado cercano, donde había poco más que ocho casas. Una al centro tenía una gran estatua, de uno de los dioses en los que los humanos creían. Se alzaba con cuatro metros de piedra bien tallada. Lynn entró en aquel lugar, que se hacía llamar a sí mismo mediante dos grandes carteles, la taberna del poblado. Un poblado del cual ella ni siquiera supo su nombre al entrar. Había algunas personas en el exterior, muchas de ellas trabajando, otras comprando algunas cosas. Una vez dentro, se encontró con que había menos gente de la que podía haber imaginado, tratándose de una taberna. Se acercó al tabernero, y le pidió tres jarras de hidromiel, con las monedas que tenía en mano. Luego, buscó una buena mesa limpia donde situarse. La mesa todavía tenía las marcas de las innumerables jarras que se habrían posado los días o incluso años anteriores sobre la madera. Llegaron las jarras, y tomó unos cuantos tragos, uno tras otro. El mundo comenzó a dar vueltas a su alrededor, y las palabras de la escasa gente que allí había, se empezaron a volver mucho más profundas y lejanas. Había tres músicos, y uno de ellos le resultó de buen ver a Lynn; un muchacho de cabellos largos, hasta la cintura, y una barba en apariencia bien cuidada. Tocaba un laúd, mientras su acompañante, una mujer de cabello largo y liso, con ojos como diamantes, cantaba hermosas canciones de hazañas pasadas, o leyendas que Lynn desconocía. Luego, una canción que narraba algo más conocido: hablaba de dioses y brujos.
Cuando sació su sed y su mente descansó gracias al alcohol, se marchó de aquella taberna. Sin darse cuenta, andaba ladeando se inevitablemente. La gente se daba cuenta, y la miraba con una extraña media sonrisa. Era gracioso de ver, una joven borrachuzca por aquellas horas danzando de aquella manera. Pues además, Lynn danzaba sin darse cuenta, bailando mejor de lo que hubiera imaginado en otros momentos. Sin saber cómo, llegó a la casa donde habitaba Vincent. Se guió por el instinto, y por las indicaciones que el muchacho le había dado. Tocó una, dos y hasta tres veces con su mano derecha, en tres toques tremendamente irregulares, pero sonoros.
– ¿Quién soy? –preguntó, con una vocecilla melódica.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Después de indicarle a Lynn la localización de su casa el brujo se había recostado en un árbol. Creía que volvería con él y por eso se había echado allí. Pero ella tenía otros planes así que su espera solo había servido para descansar un rato a la sombra. Para eso y para encontrarse un suceso extraño. Mientras estaba echado junto al árbol se acercó un joven caballo negro de crines rubias. Se acercó casi al alcance de la mano de Vinc pero antes de que pudiera hacer nada huyó raudo como el viento.
No dejaba de ser una anécdota sin importancia sin embargo dio de pensar al brujo. ¿De dónde había salido? ¿Por qué se había acercado tanto a él? Suponía que se le había escapado a alguien y que su dueño debía ser parecido a él. Quién sabe. Puede que fuera alguna especie de señal mística bromeó para sus adentros el brujo. En fin. Nunca lo sabría con certeza.
Poco tiempo después ya divisaba las puertas de la ciudad. La bella Lunargenta estaba resplandeciente en este día tan desafortunado. Seguramente ya habría corrido la noticia del ataque como la pólvora o, al menos, su rumor. Quizás a la noche alguna joven moza de esplendorosa voz cantaría sus hazañas en una taberna. Contarían como luchó él solo contra ingentes tropas de bestias que solo podrían ser abatidas por un campeón. Y como su líder, un dragón de cinco cabezas, moriría bajo la hoja de su espada. Cualquiera sabía que cosas se podrían inventar cuando su imaginación se desbordara. El brujo solo deseaba comer algo y volver a casa. Ya había tenido aventuras suficientes por hoy y como siempre no eran como en los cánticos y en los libros.
Como supuso al llegar a la ciudad ya había gente preguntando a la guardia de la puerta sobre lo sucedido en el bosque. Tal revuelo había que la dotación de la guardia era muy superior a la normal. En parte para tranquilizar a la población como demostración de seguridad, y en parte para que el número habituales de guardias no se viera desbordado por la masificación de personas buscando información. Vinc no tuvo problemas para entrar. Sus salidas al bosque eran comunes y era conocido por la guardia por ello. En cuanto cruzó el arco de la muralla se sintió mucho más liviano. Daba gusto estar en casa.
Decidió comer algo antes de ir a casa. Un día como ese se merecía una comida caliente en un buena taberna o restaurante. Optó por una posada cercana a su hogar. Estaba cerca del puerto y se había hospedado allí la primera vez que había arribado a la ciudad. La comida era buena y una de las camareras era buena amiga suya. Así tendría con quien hablar un poco mientras comía ya que su hermana últimamente siempre andaba ocupada con sus cosas.
- Vaya vaya. Una mujer tan hermosa como vos debería estar cortejando príncipes de un lugar lejano,- bromeó acercándose por detrás a la joven. La bella Caroline no tuvo que darse la vuelta para saber quién era el pillo que tenía detrás.
- Vaya digo yo zalamero. Dichosos los ojos que te ven,- dijo nada más darse la vuelta sonriente. - Hace tanto tiempo que no te veo que pensaba que ya no querías ver a tus amistades de antaño,- comentó con fingido reproche.
- Ohh ¿no lo sabes? Ahora soy un campeón del primus. No puedo dejar que me vean codearme con gente de baja alcurnia,- le siguió la broma a la chica.
- Idiota. No cambiarás,- contestó antes de reír y darle un golpe amistoso en la brazo al brujo. - ¿Qué te pongo? - preguntó alegre la pelirroja.
- Ponme lo que tengáis de menú hoy y una buena taza de hidromiel por supuesto,- dijo finalmente antes de guiñarle el ojo.
La joven puso los ojos en blanco. Hacía mucho que se conocían pero el brujo era igual de idiota que el primer día que se conocieron. Idiota en el sentido que siempre intentaría alegra el día a un amigo. El pescadito asado estaba delicioso y la compañía era aún mejor pero Lynn dijo que iría a su casa y el brujo no quiso alargar la comida mucho tiempo. Prefería estar en su hogar para cuando la joven llegara y esperaba que no hubiera sido más rápida que él en sus quehaceres.
Minutos más tarde ya estaba relajado en su cama esperando a la chica de cabellos dorados. Sus preciosos ojos, del color del cielo en un soleado día invernal, dominaban su esbelto rostro penetrando el alma de cualquiera que osara mirarlos. - Karalynn, menos mal que no has muerto por mi culpa,- musitó para sí recostado antes de sentir como tocaban a la puerta. Debía ser ella.
Y tanto que lo era. - Sois la mejor arquera del sur,- dijo amable el joven. Su estado de embriaguez era palpable y el joven la ayudó a entrar en su casa. La recostó en su cama y sopesó que hacer. Podía dejar que se le pasaran los efectos o ayudarla a que se le pasaran antes refrescándola con agua del pozo. No tenía una borrachera demasiado fuerte así que lo segundo no era prioritario. Dejaría que la joven decidiera por sí misma. - Aquí estarás cómoda. Si quieres descansa y hablamos a la noche cuando despiertes,- dijo con su media sonrisa característica.
No dejaba de ser una anécdota sin importancia sin embargo dio de pensar al brujo. ¿De dónde había salido? ¿Por qué se había acercado tanto a él? Suponía que se le había escapado a alguien y que su dueño debía ser parecido a él. Quién sabe. Puede que fuera alguna especie de señal mística bromeó para sus adentros el brujo. En fin. Nunca lo sabría con certeza.
Poco tiempo después ya divisaba las puertas de la ciudad. La bella Lunargenta estaba resplandeciente en este día tan desafortunado. Seguramente ya habría corrido la noticia del ataque como la pólvora o, al menos, su rumor. Quizás a la noche alguna joven moza de esplendorosa voz cantaría sus hazañas en una taberna. Contarían como luchó él solo contra ingentes tropas de bestias que solo podrían ser abatidas por un campeón. Y como su líder, un dragón de cinco cabezas, moriría bajo la hoja de su espada. Cualquiera sabía que cosas se podrían inventar cuando su imaginación se desbordara. El brujo solo deseaba comer algo y volver a casa. Ya había tenido aventuras suficientes por hoy y como siempre no eran como en los cánticos y en los libros.
Como supuso al llegar a la ciudad ya había gente preguntando a la guardia de la puerta sobre lo sucedido en el bosque. Tal revuelo había que la dotación de la guardia era muy superior a la normal. En parte para tranquilizar a la población como demostración de seguridad, y en parte para que el número habituales de guardias no se viera desbordado por la masificación de personas buscando información. Vinc no tuvo problemas para entrar. Sus salidas al bosque eran comunes y era conocido por la guardia por ello. En cuanto cruzó el arco de la muralla se sintió mucho más liviano. Daba gusto estar en casa.
Decidió comer algo antes de ir a casa. Un día como ese se merecía una comida caliente en un buena taberna o restaurante. Optó por una posada cercana a su hogar. Estaba cerca del puerto y se había hospedado allí la primera vez que había arribado a la ciudad. La comida era buena y una de las camareras era buena amiga suya. Así tendría con quien hablar un poco mientras comía ya que su hermana últimamente siempre andaba ocupada con sus cosas.
- Vaya vaya. Una mujer tan hermosa como vos debería estar cortejando príncipes de un lugar lejano,- bromeó acercándose por detrás a la joven. La bella Caroline no tuvo que darse la vuelta para saber quién era el pillo que tenía detrás.
- Vaya digo yo zalamero. Dichosos los ojos que te ven,- dijo nada más darse la vuelta sonriente. - Hace tanto tiempo que no te veo que pensaba que ya no querías ver a tus amistades de antaño,- comentó con fingido reproche.
- Ohh ¿no lo sabes? Ahora soy un campeón del primus. No puedo dejar que me vean codearme con gente de baja alcurnia,- le siguió la broma a la chica.
- Idiota. No cambiarás,- contestó antes de reír y darle un golpe amistoso en la brazo al brujo. - ¿Qué te pongo? - preguntó alegre la pelirroja.
- Ponme lo que tengáis de menú hoy y una buena taza de hidromiel por supuesto,- dijo finalmente antes de guiñarle el ojo.
La joven puso los ojos en blanco. Hacía mucho que se conocían pero el brujo era igual de idiota que el primer día que se conocieron. Idiota en el sentido que siempre intentaría alegra el día a un amigo. El pescadito asado estaba delicioso y la compañía era aún mejor pero Lynn dijo que iría a su casa y el brujo no quiso alargar la comida mucho tiempo. Prefería estar en su hogar para cuando la joven llegara y esperaba que no hubiera sido más rápida que él en sus quehaceres.
Minutos más tarde ya estaba relajado en su cama esperando a la chica de cabellos dorados. Sus preciosos ojos, del color del cielo en un soleado día invernal, dominaban su esbelto rostro penetrando el alma de cualquiera que osara mirarlos. - Karalynn, menos mal que no has muerto por mi culpa,- musitó para sí recostado antes de sentir como tocaban a la puerta. Debía ser ella.
Y tanto que lo era. - Sois la mejor arquera del sur,- dijo amable el joven. Su estado de embriaguez era palpable y el joven la ayudó a entrar en su casa. La recostó en su cama y sopesó que hacer. Podía dejar que se le pasaran los efectos o ayudarla a que se le pasaran antes refrescándola con agua del pozo. No tenía una borrachera demasiado fuerte así que lo segundo no era prioritario. Dejaría que la joven decidiera por sí misma. - Aquí estarás cómoda. Si quieres descansa y hablamos a la noche cuando despiertes,- dijo con su media sonrisa característica.
Vincent Calhoun
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
– Demasiada hipocresía –contestó ella, entrando en la casa–. Amarga hipocresía. ¿Crees que aún ebria podría creer tus palabras? La mejor arquera del Sur, dice… –rió desenfrenadamente.
Con la ayuda de Vincent, fue acompañada hasta una cama, donde se recostó. Su vista se perdió en el techo de la casa. Vio que estaba un poco sucio, y había dos arañas que, según su imaginación, “la miraban mal”. Sonrió brevemente, una sonrisa producida por el alcohol, porque estaba en el momento de sus efectos en el cual todo le causaba una gracia fácil. Cerró los ojos y quedó completamente dormida. Aunque aquel descanso no duró más que diez minutos. Despertó y lo primero que vio fue a Vincent haciendo sus cosas.
– Aun me duele la cabeza –dijo Karalynn, con un tono cansado–. Y siento aun la hidromiel por las venas. ¿Me has traído aquí por oscuras intenciones? Tengo una daga, y sé usarla.
No esperaba sonar amenazante, pero sí que habría sido lo que le hubiera dicho a cualquier otra persona, que no fuera Vincent, en cuya casa se hubiera encontrado. Lynn solía ser desconfiada con todo el mundo, y a Vincent en aquel momento lo vio como un completo desconocido, sin recordar de qué lo conocía. Tardarían en regresar los recuerdos a su mente. Y mientras, Vincent solo era para ella un hombre que la había llevado a su casa estando borracha. Luego Lynn, que no era consciente de que solo había dormido cerca de diez minutos, miró la cama en la que se encontraba.
– No hemos hecho nada, ¿verdad? ¡¿No has hecho nada verdad?! –apretó los dientes.
Con la ayuda de Vincent, fue acompañada hasta una cama, donde se recostó. Su vista se perdió en el techo de la casa. Vio que estaba un poco sucio, y había dos arañas que, según su imaginación, “la miraban mal”. Sonrió brevemente, una sonrisa producida por el alcohol, porque estaba en el momento de sus efectos en el cual todo le causaba una gracia fácil. Cerró los ojos y quedó completamente dormida. Aunque aquel descanso no duró más que diez minutos. Despertó y lo primero que vio fue a Vincent haciendo sus cosas.
– Aun me duele la cabeza –dijo Karalynn, con un tono cansado–. Y siento aun la hidromiel por las venas. ¿Me has traído aquí por oscuras intenciones? Tengo una daga, y sé usarla.
No esperaba sonar amenazante, pero sí que habría sido lo que le hubiera dicho a cualquier otra persona, que no fuera Vincent, en cuya casa se hubiera encontrado. Lynn solía ser desconfiada con todo el mundo, y a Vincent en aquel momento lo vio como un completo desconocido, sin recordar de qué lo conocía. Tardarían en regresar los recuerdos a su mente. Y mientras, Vincent solo era para ella un hombre que la había llevado a su casa estando borracha. Luego Lynn, que no era consciente de que solo había dormido cerca de diez minutos, miró la cama en la que se encontraba.
– No hemos hecho nada, ¿verdad? ¡¿No has hecho nada verdad?! –apretó los dientes.
Karalynn Fjelstad
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Re: [CERRADO][Libre] Flechas en el claro
Al poco de dejar a la joven tendida en la cama esta se durmió profundamente. Durmiendo no parecía todo lo peligrosa que podía llegar a ser. Seguro que si me lee el pensamiento me daría con un hacha bromeó mentalmente el brujo. Pensaba conversar con la joven un rato cuando llegara pero ahora, en su estado, no podía hacerlo, así que se dirigió a la cuadra.
La casa era pequeña y modesta pero tenía su propio establo para un caballo. Este dato, aparte de su localización cerca del puerto, fue el que le hizo decidirse por ella. Vinc no era un joven que sintiera predilección por la ostentación así que su humilde morada era un lugar genial para él. Era justo lo necesario y no necesitaba que fuera nada más que eso.
Nada más entrar en la caballeriza, por la puerta que daba al interior de la casa, Alphonse le recibió con un relincho de alegría. Todo animal tiene su inteligencia y el caballo del brujo estaba encantado de tener visita. Eso sin contar que también sabía que le pondrían en breve agua y heno limpio y fresco. Vinc se dio prisa en el trabajo en el establo por si la joven despertaba y se encontraba desorientada. Sacó a Alphonse por la puerta que daba a la calle y lo amarró al poste de fuera. Luego, limpió con una pala el heno que hacía de cama y absorbía los desechos del animal para que luego pudiera descansar seco. Puso otro poco en el comedero junto a hierba fresca y finalmente llenó su bebedero con agua del pozo.
En cuanto Alphonse estuvo de nuevo en su habitáculo el brujo le acarició el cuello. El caballo relinchó agradecido y se puso a comer feliz mientras el joven volvía dentro. Se sentó un momento en una silla de la cocina y desde allí podía ver a la chica. Parecía increíblemente tierna desde esa perspectiva. Al menos hasta que se despertó sobresaltada amenazándolo con clavarle una daga. ¿Qué diablos le pasaba a esta chica? fue lo primero que pensó el brujo al oír sus comentarios, hasta que al fin intuyó que no debía reconocerlo. Como pensaba anteriormente se había despertado desorientada por tener la mente embotada por el alcohol.
- Pues si que te he hecho cosas,- empezó a bromear el brujo. - Te he abierto la puerta y te he dejado descansando en la cama. Ohhhhh que ser tan siniestro soy,- comentó con tono malvado fingido antes de reír. - Soy yo. Vincent. ¿Recuerdas? Viniste a mi casa para quedarte una temporada por la destrucción del poblado maderero,- dijo amable con una sonrisa a lo que la joven pareció comprender. - Voy a prepararte algo para cenar. Estaré en la cocina si me necesitas.
El rubio se acercó a un hornillo de leña y puso maderos a arder con una chispa de sus dedos. Pronto el fuego, además de calentar la cena, dio a la cocina una temperatura agradable. Seguramente le candor del fuego estaría llegando a la habitación acariciando la piel de la joven acostada. Este fuego si le gustaba. Este si era el fuego que le encantaba manejar.
- Señorita Karalynn,- dijo asomándose a la habitación minutos más tarde. - La cena está lista.
Pero no obtuvo respuesta. La joven se había quedado dormida en su cama, y el brujo supuso que no despertaría hasta la mañana al menos. Seguramente con un buen dolor de cabeza pensó. Volvió a la cocina para tomar su cena y luego preparó la cama de invitados. No era gran cosa. Una cama pequeña en el desván, aunque sería su cama mientras viviera con él la bella Lynn. Se acostó y arropó en la cama pensando que día más ajetreado. Esperando que les fuera bien a las gentes del campamento maderero a partir de ahora.
La casa era pequeña y modesta pero tenía su propio establo para un caballo. Este dato, aparte de su localización cerca del puerto, fue el que le hizo decidirse por ella. Vinc no era un joven que sintiera predilección por la ostentación así que su humilde morada era un lugar genial para él. Era justo lo necesario y no necesitaba que fuera nada más que eso.
Nada más entrar en la caballeriza, por la puerta que daba al interior de la casa, Alphonse le recibió con un relincho de alegría. Todo animal tiene su inteligencia y el caballo del brujo estaba encantado de tener visita. Eso sin contar que también sabía que le pondrían en breve agua y heno limpio y fresco. Vinc se dio prisa en el trabajo en el establo por si la joven despertaba y se encontraba desorientada. Sacó a Alphonse por la puerta que daba a la calle y lo amarró al poste de fuera. Luego, limpió con una pala el heno que hacía de cama y absorbía los desechos del animal para que luego pudiera descansar seco. Puso otro poco en el comedero junto a hierba fresca y finalmente llenó su bebedero con agua del pozo.
En cuanto Alphonse estuvo de nuevo en su habitáculo el brujo le acarició el cuello. El caballo relinchó agradecido y se puso a comer feliz mientras el joven volvía dentro. Se sentó un momento en una silla de la cocina y desde allí podía ver a la chica. Parecía increíblemente tierna desde esa perspectiva. Al menos hasta que se despertó sobresaltada amenazándolo con clavarle una daga. ¿Qué diablos le pasaba a esta chica? fue lo primero que pensó el brujo al oír sus comentarios, hasta que al fin intuyó que no debía reconocerlo. Como pensaba anteriormente se había despertado desorientada por tener la mente embotada por el alcohol.
- Pues si que te he hecho cosas,- empezó a bromear el brujo. - Te he abierto la puerta y te he dejado descansando en la cama. Ohhhhh que ser tan siniestro soy,- comentó con tono malvado fingido antes de reír. - Soy yo. Vincent. ¿Recuerdas? Viniste a mi casa para quedarte una temporada por la destrucción del poblado maderero,- dijo amable con una sonrisa a lo que la joven pareció comprender. - Voy a prepararte algo para cenar. Estaré en la cocina si me necesitas.
El rubio se acercó a un hornillo de leña y puso maderos a arder con una chispa de sus dedos. Pronto el fuego, además de calentar la cena, dio a la cocina una temperatura agradable. Seguramente le candor del fuego estaría llegando a la habitación acariciando la piel de la joven acostada. Este fuego si le gustaba. Este si era el fuego que le encantaba manejar.
- Señorita Karalynn,- dijo asomándose a la habitación minutos más tarde. - La cena está lista.
Pero no obtuvo respuesta. La joven se había quedado dormida en su cama, y el brujo supuso que no despertaría hasta la mañana al menos. Seguramente con un buen dolor de cabeza pensó. Volvió a la cocina para tomar su cena y luego preparó la cama de invitados. No era gran cosa. Una cama pequeña en el desván, aunque sería su cama mientras viviera con él la bella Lynn. Se acostó y arropó en la cama pensando que día más ajetreado. Esperando que les fuera bien a las gentes del campamento maderero a partir de ahora.
Vincent Calhoun
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