Lecciones de magia [Trabajo]
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Lecciones de magia [Trabajo]
La ciudad de los brujos despertaba lentamente, con los primeros rayos de la mañana y las voces de los mercaderes, que ya se ocupaban de transportar sus mercancías y colocar sus puestos o abrir sus tiendas, para comenzar una nueva jornada en el comercio de los hechiceros. La guardia rondaba la zona, vigilando que todo se desenvolviese de forma ordenada y atenta a cualquier posible ladronzuelo que quisiera aprovechar algún despiste de los vendedores para arrebatarles algo sin que se diesen cuenta, delito que se daba de vez en cuando.
Beltrexus era un lugar bastante seguro, en el que aparte de esos pequeños hurtos y alguna que otra pelea no solía pasar nada de importancia, con lo que los guardias se mostraban tranquilos en su trabajo. Y por su parte, los mercaderes agradecían la presencia de las fuerzas del orden, que les garantizaban en cierto modo la seguridad, ante posibles clientes problemáticos. El alquimista Crowley ya había tenido problemas una vez con algo semejante, cuando un par de hombres comenzaron un duelo en su local, destrozando parte del mismo. Desde entonces la guardia tenía más cuidado y visitaba las tiendas para cerciorarse de que todo estuviese bien, con lo que no se había vuelto a dar un episodio como aquel.
La bruja descansaba en la casa familiar situada a las afueras, que se mantenía en un estado un tanto descuidado tras todos los años que había estado deshabitada, cosa que ella intentaría arreglar antes de abandonar las islas. Ya se había deshecho de los mohosos y desvencijados muebles cambiándolos por otros nuevos, que aunque eran más sencillos que los originales, daban a la vivienda un aspecto acogedor. Faltaba arreglar el techo antes de que las lluvias llegasen y reparar el exterior, tareas que requerirían tiempo y dinero, ya que ella no podía ocuparse de hacerlo.
Por ello se levantó temprano aquella mañana, para prepararse e ir a la ciudad en busca de alguien que supiera realizar los arreglos que la casa necesitaba con tanta urgencia. Al llegar para asistir a la fiesta de año nuevo, la de ojos verdes no había contado con que su estancia en las tierras de los suyos fuese a alargarse tanto, pero no podía irse sin cerrar los dos temas que tenía pendientes, la reforma del lugar que había sido su hogar de infancia, y, siguiendo lo que le había dicho la dama negra Rine, la búsqueda de Tarivius, aquel hombre que supuestamente podría hacer algo respecto a su maldición.
Pero después de tanto tiempo a la maga no le corría prisa librarse de aquella carga que le había tocado llevar, en cierto modo se había acostumbrado a tenerla y había logrado controlarla un poco. Todo se reducía a mantener la calma, pues al no permitir que sus emociones se disparasen los síntomas no aparecían, cosa en la que había reparado cuando ya se acercaba a cumplir el primer año bajo aquella oscuridad.
Así pues tomó su montura y se dirigió a Beltrexus en busca de algún carpintero, al que pudiese permitirse contratar para que reformase la antigua casa de su familia. No tardó demasiado en dar con uno, que aceptaba el trabajo por un precio bastante justo, con lo que acordaron los detalles y fijaron los días en que el caballero acudiría a la vivienda, ya que ella tendría que ir a la ciudad y guiarlo desde allí. Se despidieron cordialmente y ella siguió su camino hacia el mercado, para echar un ojo a los productos que pudiesen resultar interesantes.
Pronto su atención se vio captada por uno de los puestos, cuyos artículos tenían diversas propiedades mágicas, que podían resultar de lo más útiles según qué situaciones. Paseó la mirada por el mostrador y tomó uno de aquellos objetos, bastante parecido al brazalete de unión que había visto años atrás, aunque mucho más elaborado, para que el acabado quedase elegante y delicado. La finamente tallada e incrustada piedra rojiza brillaba con intensidad, aprovechando los rayos del sol para crear reflejos en las superficies cercanas.
- ¡Elen! ¡Elen! - exclamó una voz a su espalda, sobresaltando a la joven, que depositó de inmediato el artículo en su lugar y se giró para encarar a quien la llamaba. - Menos mal que te encuentro, llevo rato buscándote. - La de ojos verdes se relajó al reconocer a la amable dueña de una de las tiendas cercana, Elanoor. La bruja solía ayudarla con el negocio cuando pasaba por las islas, ya que la anciana había quedado viuda hacía varios años y no tenía ningún familiar que pudiese echarle una mano, con lo que supuso que necesitaba algo de ayuda.
- Se puede saber dónde te metes muchacha, deberías vivir aquí en la ciudad y no en esa destartalada casa, estás demasiado apartada de todo. - volvió a hablar, mientras avanzaba hacia ella con paso rápido, lo que luego pasó factura a su respiración. - Ya me conoces, prefiero estar allí, es más tranquilo ¿Qué ocurre? - respondió, esbozando una leve sonrisa. Desde que había vuelto a su tierra solo había ido a verla en una ocasión, ya que luego se había visto bastante ocupada, pero intentaría pasarse de vez en cuando por su negocio por si le surgía cualquier cosa.
Elanoor recobró el aliento y se recolocó los desordenados cabellos blancos, antes de rebuscar en sus bolsillos. - Ayer vinieron unos amigos a visitarme a la tienda, preguntando si conocía a alguien que pudiese dar clases de magia a su hijo, que aún no controla sus elementos. - empezó a decir mientras seguía buscando, la de ojos verdes la escuchaba con atención pero no sabía qué podía tener que ver ella con lo que le estaba contando. - El chico es bastante joven aún y le cuesta prestar atención a lo que hace, por ello no quieren mandarlo a la escuela de alquimistas todavía, necesita aprender algunas nociones básicas primero. - prosiguió sin levantar la vista.
- Y… ¿qué tengo que ver yo con todo esto? - preguntó la maga con tono amable pero curioso a la vez. La anciana pareció encontrar lo que buscaba, sacó un pequeño trozo de papel y sonrió ampliamente. - Aquí está…- musitó, antes de buscar la mirada de la de cabellos cenicientos. - Por supuesto les hablé de ti Elen, y enseguida aceptaron que tomaras el puesto, así que date prisa y ve a esta dirección. - contestó, al tiempo que le entregaba la nota. - Pero… yo nunca he dado clases a nadie, no creo que se me dé bien. - dijo la bruja, torciendo levemente el gesto.
- Tonterías, estoy segura de que lo harás bien, además los padres del muchacho son de lo más amables, no tendrás problemas con ellos. - Elen quiso replicar, pero con simple gesto la anciana evitó que lo hiciera. - Vamos vamos, les dije que te presentarías antes del mediodía así que ponte en marcha. - la mujer empujó levemente a la joven en la dirección que debía tomar, instándola a que se diese prisa. - Está bien, iré. - dijo la maga tras soltar un largo suspiro, cediendo finalmente a acudir a aquel nuevo trabajo.
Elanoor sonrió y se despidió de ella, antes de darse la vuelta y regresar a su tienda para abrirla. La de cabellos cenicientos le dio las gracias y acto seguido echó un vistazo al papel, para saber a dónde debía dirigirse. Por suerte se conocía Beltrexus como la palma de su mano, así que no tardo en ubicar la dirección y ponerse en camino, apurando el paso para no llegar tarde.
Beltrexus era un lugar bastante seguro, en el que aparte de esos pequeños hurtos y alguna que otra pelea no solía pasar nada de importancia, con lo que los guardias se mostraban tranquilos en su trabajo. Y por su parte, los mercaderes agradecían la presencia de las fuerzas del orden, que les garantizaban en cierto modo la seguridad, ante posibles clientes problemáticos. El alquimista Crowley ya había tenido problemas una vez con algo semejante, cuando un par de hombres comenzaron un duelo en su local, destrozando parte del mismo. Desde entonces la guardia tenía más cuidado y visitaba las tiendas para cerciorarse de que todo estuviese bien, con lo que no se había vuelto a dar un episodio como aquel.
La bruja descansaba en la casa familiar situada a las afueras, que se mantenía en un estado un tanto descuidado tras todos los años que había estado deshabitada, cosa que ella intentaría arreglar antes de abandonar las islas. Ya se había deshecho de los mohosos y desvencijados muebles cambiándolos por otros nuevos, que aunque eran más sencillos que los originales, daban a la vivienda un aspecto acogedor. Faltaba arreglar el techo antes de que las lluvias llegasen y reparar el exterior, tareas que requerirían tiempo y dinero, ya que ella no podía ocuparse de hacerlo.
Por ello se levantó temprano aquella mañana, para prepararse e ir a la ciudad en busca de alguien que supiera realizar los arreglos que la casa necesitaba con tanta urgencia. Al llegar para asistir a la fiesta de año nuevo, la de ojos verdes no había contado con que su estancia en las tierras de los suyos fuese a alargarse tanto, pero no podía irse sin cerrar los dos temas que tenía pendientes, la reforma del lugar que había sido su hogar de infancia, y, siguiendo lo que le había dicho la dama negra Rine, la búsqueda de Tarivius, aquel hombre que supuestamente podría hacer algo respecto a su maldición.
Pero después de tanto tiempo a la maga no le corría prisa librarse de aquella carga que le había tocado llevar, en cierto modo se había acostumbrado a tenerla y había logrado controlarla un poco. Todo se reducía a mantener la calma, pues al no permitir que sus emociones se disparasen los síntomas no aparecían, cosa en la que había reparado cuando ya se acercaba a cumplir el primer año bajo aquella oscuridad.
Así pues tomó su montura y se dirigió a Beltrexus en busca de algún carpintero, al que pudiese permitirse contratar para que reformase la antigua casa de su familia. No tardó demasiado en dar con uno, que aceptaba el trabajo por un precio bastante justo, con lo que acordaron los detalles y fijaron los días en que el caballero acudiría a la vivienda, ya que ella tendría que ir a la ciudad y guiarlo desde allí. Se despidieron cordialmente y ella siguió su camino hacia el mercado, para echar un ojo a los productos que pudiesen resultar interesantes.
Pronto su atención se vio captada por uno de los puestos, cuyos artículos tenían diversas propiedades mágicas, que podían resultar de lo más útiles según qué situaciones. Paseó la mirada por el mostrador y tomó uno de aquellos objetos, bastante parecido al brazalete de unión que había visto años atrás, aunque mucho más elaborado, para que el acabado quedase elegante y delicado. La finamente tallada e incrustada piedra rojiza brillaba con intensidad, aprovechando los rayos del sol para crear reflejos en las superficies cercanas.
- ¡Elen! ¡Elen! - exclamó una voz a su espalda, sobresaltando a la joven, que depositó de inmediato el artículo en su lugar y se giró para encarar a quien la llamaba. - Menos mal que te encuentro, llevo rato buscándote. - La de ojos verdes se relajó al reconocer a la amable dueña de una de las tiendas cercana, Elanoor. La bruja solía ayudarla con el negocio cuando pasaba por las islas, ya que la anciana había quedado viuda hacía varios años y no tenía ningún familiar que pudiese echarle una mano, con lo que supuso que necesitaba algo de ayuda.
- Se puede saber dónde te metes muchacha, deberías vivir aquí en la ciudad y no en esa destartalada casa, estás demasiado apartada de todo. - volvió a hablar, mientras avanzaba hacia ella con paso rápido, lo que luego pasó factura a su respiración. - Ya me conoces, prefiero estar allí, es más tranquilo ¿Qué ocurre? - respondió, esbozando una leve sonrisa. Desde que había vuelto a su tierra solo había ido a verla en una ocasión, ya que luego se había visto bastante ocupada, pero intentaría pasarse de vez en cuando por su negocio por si le surgía cualquier cosa.
Elanoor recobró el aliento y se recolocó los desordenados cabellos blancos, antes de rebuscar en sus bolsillos. - Ayer vinieron unos amigos a visitarme a la tienda, preguntando si conocía a alguien que pudiese dar clases de magia a su hijo, que aún no controla sus elementos. - empezó a decir mientras seguía buscando, la de ojos verdes la escuchaba con atención pero no sabía qué podía tener que ver ella con lo que le estaba contando. - El chico es bastante joven aún y le cuesta prestar atención a lo que hace, por ello no quieren mandarlo a la escuela de alquimistas todavía, necesita aprender algunas nociones básicas primero. - prosiguió sin levantar la vista.
- Y… ¿qué tengo que ver yo con todo esto? - preguntó la maga con tono amable pero curioso a la vez. La anciana pareció encontrar lo que buscaba, sacó un pequeño trozo de papel y sonrió ampliamente. - Aquí está…- musitó, antes de buscar la mirada de la de cabellos cenicientos. - Por supuesto les hablé de ti Elen, y enseguida aceptaron que tomaras el puesto, así que date prisa y ve a esta dirección. - contestó, al tiempo que le entregaba la nota. - Pero… yo nunca he dado clases a nadie, no creo que se me dé bien. - dijo la bruja, torciendo levemente el gesto.
- Tonterías, estoy segura de que lo harás bien, además los padres del muchacho son de lo más amables, no tendrás problemas con ellos. - Elen quiso replicar, pero con simple gesto la anciana evitó que lo hiciera. - Vamos vamos, les dije que te presentarías antes del mediodía así que ponte en marcha. - la mujer empujó levemente a la joven en la dirección que debía tomar, instándola a que se diese prisa. - Está bien, iré. - dijo la maga tras soltar un largo suspiro, cediendo finalmente a acudir a aquel nuevo trabajo.
Elanoor sonrió y se despidió de ella, antes de darse la vuelta y regresar a su tienda para abrirla. La de cabellos cenicientos le dio las gracias y acto seguido echó un vistazo al papel, para saber a dónde debía dirigirse. Por suerte se conocía Beltrexus como la palma de su mano, así que no tardo en ubicar la dirección y ponerse en camino, apurando el paso para no llegar tarde.
Elen Calhoun
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
La joven avanzó por las calles de la ciudad llevando de las riendas a su caballo, que se mostraba bastante cómodo ya que aún no había demasiada gente por la zona. Sabía de sobra que la anciana hacía aquellas cosas para ayudarla, de hecho no era la primera vez que le llegaba con algo semejante, pero prefería que no se preocupase por ella, podía buscarse la vida por su cuenta.
Conocía a Elanoor desde que era una niña, ya que su marido era amigo de su padre, con lo que había estado en varias ocasiones de visita en su casa, cuando ambas parejas quedaban para pasar la tarde o algo por el estilo. De ahí que la bruja se hubiese ofrecido a ayudarla cuando se quedó sola, cosa que hizo de forma totalmente desinteresada, pero la anciana no se sentía del todo a gusto, por no poder permitirse pagarle un sueldo. En varias ocasiones Elen le había dejado claro que no aceptaría su dinero, así que la mujer se las apañaba para buscar otro modo de retribuirla, obsequiándole de vez en cuando algún objeto de su tienda o, como en aquel caso, ayudándola a encontrar otros trabajos.
Suspiró levemente y continuó su camino, abandonando las calles principales para alejarse del centro de Beltrexus, ya que la vivienda que buscaba se encontraba en la zona más cercana al límite con el bosque, donde se situaban las casas más grandes y ornamentadas. No tardó demasiado en encontrar la dirección escrita en el papel, guardó la nota y sacó un par de cenicientos mechones de su recogido, para cubrirse un poco la cicatriz y que ésta no llamase tanto la atención.
Avanzó hacia la entrada, donde un amable mozo que trabajaba en el jardín se ofreció a llevar a Sombra al establo contiguo, lugar en que el caballo podría descansar mientras ella hablaba con los padres del muchacho y se ponían de acuerdo en cuanto a los detalles. Se detuvo ante la puerta y tocó con los nudillos, de forma que pudiesen oírla pero no resultase demasiado ruidoso. Tomó aire y se dijo a sí misma que podía hacerlo, no sabía muy bien cómo abordaría las lecciones todavía, pero algo se le ocurriría.
Un hombre de mediana edad, con los cabellos marrones y un cuidado bigote abrió la puerta, midió con la mirada a la maga y sonrió levemente, antes de hacerse a un lado para dejarla pasar. - Querida, la instructora ya ha llegado. - anunció con voz grave, antes de conducir a la recién llegada hasta un bonito salón, donde esperaban su esposa e hijo, junto con una dama del servicio, que había dejado de lado por un momento sus quehaceres para ver a la nueva profesora.
- Buenos días. - la de ojos verdes tomó la palabra e hizo una sutil reverencia tras el saludo, antes de observar con detenimiento a los presentes. Centró su atención más que nada en el muchacho, que era bastante mayor de lo que esperaba, debía rondar los quince o dieciséis años. ¿Cómo podía alguien de esa edad no controlar sus elementos? Seguramente no había recibido las lecciones adecuadas en su momento, cosa que tendría que arreglar ella.
- Bienvenida Elen, pasa por favor y ponte cómoda. - esta vez fue la madre quien intervino, mientras se atusaba la rubia melena, que enmarcaba sus finos rasgos faciales. - Nuestra amiga nos habló muy bien de ti y de tus habilidades, esperamos que puedas ayudar con ellas a nuestro hijo, Bastean acércate. - prosiguió, acompañando sus palabras con un gesto de la mano. El joven, que hasta el momento se había mantenido con los brazos cruzados a la altura del pecho y una expresión un tanto rara, avanzó y se colocó junto a su madre, de la que era el vivo reflejo.
- Verás, ya tuvo un profesor anteriormente, pero por algún motivo no consiguió que se centrase lo suficiente como para controlar sus poderes, y debido a eso no podemos enviarlo a la academia. - añadió con tranquilidad, mientras colocaba la mano sobre el hombro de su hijo. - Espero que te comportes como es debido con la señorita, presta atención a lo que te enseñe y no nos dejes en evidencia. - musitó hacia él, intentando que la bruja no llegase a escuchar las últimas palabras, cosa que no logró.
Bastean clavó la vista en la de ojos verdes y relajó su postura un poco, mientras su expresión pasaba de la seriedad a una sonrisa ladeada. - Queremos que vengas a impartir las clases durante los próximos cuatro días, en los que estaremos fuera de la ciudad por temas de trabajo, ¿te parece bien? - preguntó el caballero, que hasta el momento había dejado a su esposa manejar la situación. - Por supuesto, volveré mañana a primera hora para comenzar las lecciones. - respondió con tono amable la hechicera.
- Entonces está todo arreglado, dejaremos el dinero de tus honorarios a Mavis, ella se ocupará de pagarte cuando hayas terminado. - la joven asintió con la cabeza y se despidió cordialmente de los presentes, antes de que la dama del servicio, Mavis, la acompañase a la puerta. - Espero que tengas suerte con el hijo de los señores, no suele atender a lo que se le dice. Aunque quizá si viene de una bruja como tú, tan cercana a él en edad y capaz de comprenderlo mejor, puede que aprenda algo. - la mujer habló con un hilo de voz, para que no pudiesen escucharla en el interior, cosa que podría traerle problemas.
Elen atendió a sus palabras y tras esto quedó pensativa durante unos instantes, antes de despedirse de ella también y recuperar su montura, con la que emprendería de inmediato el camino de regreso a su casa en las afueras, para descansar el resto del día y no tener problemas a la mañana siguiente, ya que tendría que madrugar bastante para presentarse allí a primera hora.
Conocía a Elanoor desde que era una niña, ya que su marido era amigo de su padre, con lo que había estado en varias ocasiones de visita en su casa, cuando ambas parejas quedaban para pasar la tarde o algo por el estilo. De ahí que la bruja se hubiese ofrecido a ayudarla cuando se quedó sola, cosa que hizo de forma totalmente desinteresada, pero la anciana no se sentía del todo a gusto, por no poder permitirse pagarle un sueldo. En varias ocasiones Elen le había dejado claro que no aceptaría su dinero, así que la mujer se las apañaba para buscar otro modo de retribuirla, obsequiándole de vez en cuando algún objeto de su tienda o, como en aquel caso, ayudándola a encontrar otros trabajos.
Suspiró levemente y continuó su camino, abandonando las calles principales para alejarse del centro de Beltrexus, ya que la vivienda que buscaba se encontraba en la zona más cercana al límite con el bosque, donde se situaban las casas más grandes y ornamentadas. No tardó demasiado en encontrar la dirección escrita en el papel, guardó la nota y sacó un par de cenicientos mechones de su recogido, para cubrirse un poco la cicatriz y que ésta no llamase tanto la atención.
Avanzó hacia la entrada, donde un amable mozo que trabajaba en el jardín se ofreció a llevar a Sombra al establo contiguo, lugar en que el caballo podría descansar mientras ella hablaba con los padres del muchacho y se ponían de acuerdo en cuanto a los detalles. Se detuvo ante la puerta y tocó con los nudillos, de forma que pudiesen oírla pero no resultase demasiado ruidoso. Tomó aire y se dijo a sí misma que podía hacerlo, no sabía muy bien cómo abordaría las lecciones todavía, pero algo se le ocurriría.
Un hombre de mediana edad, con los cabellos marrones y un cuidado bigote abrió la puerta, midió con la mirada a la maga y sonrió levemente, antes de hacerse a un lado para dejarla pasar. - Querida, la instructora ya ha llegado. - anunció con voz grave, antes de conducir a la recién llegada hasta un bonito salón, donde esperaban su esposa e hijo, junto con una dama del servicio, que había dejado de lado por un momento sus quehaceres para ver a la nueva profesora.
- Buenos días. - la de ojos verdes tomó la palabra e hizo una sutil reverencia tras el saludo, antes de observar con detenimiento a los presentes. Centró su atención más que nada en el muchacho, que era bastante mayor de lo que esperaba, debía rondar los quince o dieciséis años. ¿Cómo podía alguien de esa edad no controlar sus elementos? Seguramente no había recibido las lecciones adecuadas en su momento, cosa que tendría que arreglar ella.
- Bienvenida Elen, pasa por favor y ponte cómoda. - esta vez fue la madre quien intervino, mientras se atusaba la rubia melena, que enmarcaba sus finos rasgos faciales. - Nuestra amiga nos habló muy bien de ti y de tus habilidades, esperamos que puedas ayudar con ellas a nuestro hijo, Bastean acércate. - prosiguió, acompañando sus palabras con un gesto de la mano. El joven, que hasta el momento se había mantenido con los brazos cruzados a la altura del pecho y una expresión un tanto rara, avanzó y se colocó junto a su madre, de la que era el vivo reflejo.
- Verás, ya tuvo un profesor anteriormente, pero por algún motivo no consiguió que se centrase lo suficiente como para controlar sus poderes, y debido a eso no podemos enviarlo a la academia. - añadió con tranquilidad, mientras colocaba la mano sobre el hombro de su hijo. - Espero que te comportes como es debido con la señorita, presta atención a lo que te enseñe y no nos dejes en evidencia. - musitó hacia él, intentando que la bruja no llegase a escuchar las últimas palabras, cosa que no logró.
Bastean clavó la vista en la de ojos verdes y relajó su postura un poco, mientras su expresión pasaba de la seriedad a una sonrisa ladeada. - Queremos que vengas a impartir las clases durante los próximos cuatro días, en los que estaremos fuera de la ciudad por temas de trabajo, ¿te parece bien? - preguntó el caballero, que hasta el momento había dejado a su esposa manejar la situación. - Por supuesto, volveré mañana a primera hora para comenzar las lecciones. - respondió con tono amable la hechicera.
- Entonces está todo arreglado, dejaremos el dinero de tus honorarios a Mavis, ella se ocupará de pagarte cuando hayas terminado. - la joven asintió con la cabeza y se despidió cordialmente de los presentes, antes de que la dama del servicio, Mavis, la acompañase a la puerta. - Espero que tengas suerte con el hijo de los señores, no suele atender a lo que se le dice. Aunque quizá si viene de una bruja como tú, tan cercana a él en edad y capaz de comprenderlo mejor, puede que aprenda algo. - la mujer habló con un hilo de voz, para que no pudiesen escucharla en el interior, cosa que podría traerle problemas.
Elen atendió a sus palabras y tras esto quedó pensativa durante unos instantes, antes de despedirse de ella también y recuperar su montura, con la que emprendería de inmediato el camino de regreso a su casa en las afueras, para descansar el resto del día y no tener problemas a la mañana siguiente, ya que tendría que madrugar bastante para presentarse allí a primera hora.
Elen Calhoun
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
Elen regresó a casa justo para la hora de comer, tomó un almuerzo ligero y se dirigió al cuarto que pronto serviría de estudio, donde por el momento solo había un par de estanterías, una larga mesa de madera oscura y una silla. Se sentó y depositó unos papeles en blanco sobre la superficie del mueble, junto con un tintero y una pluma algo desgastada. Clavó la vista en las hojas y se cruzó de brazos, mientras buscaba mentalmente algún método o guión para las clases que tendría que dar durante los días siguientes.
No sabía demasiado acerca de Bastean, pero el dato de que sus padres quisieran llevarlo a la academia de alquimia ya le daba algo de información, que podría tener en cuenta. El joven tenía dos elementos que trabajar, con lo que podría centrarse un día en cada uno de ellos, dejando el tercero para la telequinesis, habilidad racial que también podía ser muy útil y que por ello merecía la pena ser trabajada. El último día podría dedicarlo a hacer un repaso de todo, para asegurarse de que el alumno hubiese asimilado bien las lecciones.
Tomó la pluma y apuntó en una de las hojas aquel básico guión, poniendo un par de interrogantes junto a los elementos, ya que aún no sabía cuáles eran. Aquello le dificultaba el idear ejercicios, pero ya que el muchacho no dominaba sus poderes, se centraría en cosas básicas, para que empezase a controlarlos y no se convirtiese en un peligro para lo que le rodeaba. Un mago descontrolado podía traer muchos problemas, no de forma intencionada, pero en ocasiones la magia reaccionaba según el estado de ánimo, con lo que de enfadarse podría terminar destrozando algo o hiriendo a quien estuviese a su alrededor.
Aunque todo dependía de los elementos que tuviese, ya que la mayoría no se podían crear de la nada hasta tener cierta experiencia, tal como le pasaba a ella con el aire, solo podía manipular las corrientes ya existentes en el ambiente. Solo el fuego y la electricidad tenían esa otra característica, que permitía al individuo crearlos desde su infancia, lo que facilitaba el desarrollo de los mismos con los años.
Sin duda era más sencillo trabajar con estos últimos, ya que no dependían de nada externo para poder utilizarlos, pero tendría que estar preparada por si no era el caso. El agua y la tierra eran fáciles de conseguir, sobre todo con la cercanía de la casa al bosque, pero en cuanto al aire dependerían más de las condiciones climáticas del día, lo que podría traerles algunos problemas si no había brisas suficientes para trabajar el elemento.
Terminó de apuntar lo más relevante y dejó que la tinta secara, antes de doblar el papel y guardarlo en la bolsa de cuero de su cinturón, por si en algún momento necesitaba consultarlo. El resto de la tarde pasó sin nada digno de mención, la maga se fue pronto a la cama y se sumió en un profundo sueño, del que solo los cantos de los pájaros más madrugadores la sacaron. Se levantó de la cama y caminó hacia una ventana, para comprobar que el sol comenzaba a salir lentamente, indicando el inicio de un nuevo día.
Tomó un baño y se cambió de ropa, recogió sus cabellos para estar más cómoda y se colocó el cinturón en que portaba la daga, ya que no creía necesario llevar consigo el otro con las espadas. Desayunó algo de fruta y salió de la casa, se acercó a Sombra y le dio algo de agua, tras lo cual se subió a la silla de montar, para iniciar el trayecto hacia la ciudad, que le llevaría por lo menos hora y media.
No tuvo problemas durante el camino, ya se conocía perfectamente las rutas y atajos, así que se presentó en la vivienda justo a tiempo para despedir a los señores de la casa, que salían temprano a su viaje de trabajo. Dejó el caballo en el establo y entró en la casa, donde Mavis la esperaba en el salón, para guiarla a la habitación en que daría sus clases. Bastean ya se encontraba en la amplia estancia, repleta de libros cuidadosamente ordenados por temas en las estanterías.
El joven bostezaba y estiraba los brazos exageradamente, para dejar claro que no estaba conforme con madrugar tanto. Elen ignoró sus gestos y paseó la mirada por los diferentes objetos de la habitación, antes de reparar en las enormes ventanas, por las que entraba luz suficiente como para iluminar por completo la sala. - Buenos días Bastean, espero que hayas descansado y estés fresco para comenzar las lecciones. - dijo la bruja, mientras avanzaba hasta la larga mesa y le hacía un gesto para que se levantase de la silla donde se había acomodado.
- Si necesitan cualquier cosa estaré en la cocina. - musitó la dama del servicio antes de retirarse, dejando la puerta de la habitación casi completamente cerrada. La de ojos verdes clavó la vista en su nuevo alumno y esperó a que se pronunciara, cosa que no tardó en suceder. - ¿A qué tanta prisa? En realidad solo te han contratado para que alguien esté conmigo y me vigile, como siempre. - respondió con tono molesto, sin moverse aún del asiento.
- No he venido aquí para hacer de niñera, así que levanta y empecemos con la clase, ¿cuáles son tus elementos? - dijo la de cabellos cenicientos con firmeza, lo que dejó algo confuso al joven. Bastean creía que la habían traído para tenerlo controlado, tal y como habían hecho con el anterior profesor, un hombre mayor y bastante estricto, que no le permitió usar sus poderes durante las lecciones, ya que según decía, prefería enseñarle solo de forma teórica, cosa que como era de esperar, no funcionó.
Se levantó de la silla y la midió con la mirada, antes de bordear la mesa para situarse frente a ella. - Tengo capacidad para manejar fuego y agua. - contestó, esta vez con voz tranquila. - Uhmm bien, hoy nos centraremos en el primero, aprovechando que puedes crearlo sin necesidad de que esté en el ambiente. - intervino ella, antes de tomar un par de hojas en blanco de la mesa y colocarlas dentro de un cuenco de vidrio, tras arrugarlas hasta hacer con ellas unas bolas. - ¿Qué eres capaz de hacer con ese elemento? - preguntó, al tiempo que acercaba el recipiente al aprendiz.
- En realidad solo puedo calentar algunas cosas con la temperatura que desprenden mis manos, no he conseguido crear llamas aún. - dijo con algo de vergüenza, ya que sabía que otros chicos de su edad eran capaces de muchas cosas y que él había perdido el tiempo con su antiguo profesor durante años. - No pasa nada, empezaremos poco a poco. Coloca la mano sobre el cuenco y céntrate en el papel, tienes que sentir tu elemento, guiarlo a través del brazo y conducirlo a la palma para que se materialice fuera de tu cuerpo, inténtalo. - Bastean la miró algo indeciso, así que la hechicera optó por mostrarle como lo hacía ella, permitiendo que la electricidad surgiese en su hombro y le envolviese la extremidad, hasta llegar a la mano y tomar forma de esfera de energía.
El joven parpadeó varias veces algo sorprendido, antes de desviar la vista al recipiente y centrar su atención en él, tal como le había dicho.
No sabía demasiado acerca de Bastean, pero el dato de que sus padres quisieran llevarlo a la academia de alquimia ya le daba algo de información, que podría tener en cuenta. El joven tenía dos elementos que trabajar, con lo que podría centrarse un día en cada uno de ellos, dejando el tercero para la telequinesis, habilidad racial que también podía ser muy útil y que por ello merecía la pena ser trabajada. El último día podría dedicarlo a hacer un repaso de todo, para asegurarse de que el alumno hubiese asimilado bien las lecciones.
Tomó la pluma y apuntó en una de las hojas aquel básico guión, poniendo un par de interrogantes junto a los elementos, ya que aún no sabía cuáles eran. Aquello le dificultaba el idear ejercicios, pero ya que el muchacho no dominaba sus poderes, se centraría en cosas básicas, para que empezase a controlarlos y no se convirtiese en un peligro para lo que le rodeaba. Un mago descontrolado podía traer muchos problemas, no de forma intencionada, pero en ocasiones la magia reaccionaba según el estado de ánimo, con lo que de enfadarse podría terminar destrozando algo o hiriendo a quien estuviese a su alrededor.
Aunque todo dependía de los elementos que tuviese, ya que la mayoría no se podían crear de la nada hasta tener cierta experiencia, tal como le pasaba a ella con el aire, solo podía manipular las corrientes ya existentes en el ambiente. Solo el fuego y la electricidad tenían esa otra característica, que permitía al individuo crearlos desde su infancia, lo que facilitaba el desarrollo de los mismos con los años.
Sin duda era más sencillo trabajar con estos últimos, ya que no dependían de nada externo para poder utilizarlos, pero tendría que estar preparada por si no era el caso. El agua y la tierra eran fáciles de conseguir, sobre todo con la cercanía de la casa al bosque, pero en cuanto al aire dependerían más de las condiciones climáticas del día, lo que podría traerles algunos problemas si no había brisas suficientes para trabajar el elemento.
Terminó de apuntar lo más relevante y dejó que la tinta secara, antes de doblar el papel y guardarlo en la bolsa de cuero de su cinturón, por si en algún momento necesitaba consultarlo. El resto de la tarde pasó sin nada digno de mención, la maga se fue pronto a la cama y se sumió en un profundo sueño, del que solo los cantos de los pájaros más madrugadores la sacaron. Se levantó de la cama y caminó hacia una ventana, para comprobar que el sol comenzaba a salir lentamente, indicando el inicio de un nuevo día.
Tomó un baño y se cambió de ropa, recogió sus cabellos para estar más cómoda y se colocó el cinturón en que portaba la daga, ya que no creía necesario llevar consigo el otro con las espadas. Desayunó algo de fruta y salió de la casa, se acercó a Sombra y le dio algo de agua, tras lo cual se subió a la silla de montar, para iniciar el trayecto hacia la ciudad, que le llevaría por lo menos hora y media.
No tuvo problemas durante el camino, ya se conocía perfectamente las rutas y atajos, así que se presentó en la vivienda justo a tiempo para despedir a los señores de la casa, que salían temprano a su viaje de trabajo. Dejó el caballo en el establo y entró en la casa, donde Mavis la esperaba en el salón, para guiarla a la habitación en que daría sus clases. Bastean ya se encontraba en la amplia estancia, repleta de libros cuidadosamente ordenados por temas en las estanterías.
El joven bostezaba y estiraba los brazos exageradamente, para dejar claro que no estaba conforme con madrugar tanto. Elen ignoró sus gestos y paseó la mirada por los diferentes objetos de la habitación, antes de reparar en las enormes ventanas, por las que entraba luz suficiente como para iluminar por completo la sala. - Buenos días Bastean, espero que hayas descansado y estés fresco para comenzar las lecciones. - dijo la bruja, mientras avanzaba hasta la larga mesa y le hacía un gesto para que se levantase de la silla donde se había acomodado.
- Si necesitan cualquier cosa estaré en la cocina. - musitó la dama del servicio antes de retirarse, dejando la puerta de la habitación casi completamente cerrada. La de ojos verdes clavó la vista en su nuevo alumno y esperó a que se pronunciara, cosa que no tardó en suceder. - ¿A qué tanta prisa? En realidad solo te han contratado para que alguien esté conmigo y me vigile, como siempre. - respondió con tono molesto, sin moverse aún del asiento.
- No he venido aquí para hacer de niñera, así que levanta y empecemos con la clase, ¿cuáles son tus elementos? - dijo la de cabellos cenicientos con firmeza, lo que dejó algo confuso al joven. Bastean creía que la habían traído para tenerlo controlado, tal y como habían hecho con el anterior profesor, un hombre mayor y bastante estricto, que no le permitió usar sus poderes durante las lecciones, ya que según decía, prefería enseñarle solo de forma teórica, cosa que como era de esperar, no funcionó.
Se levantó de la silla y la midió con la mirada, antes de bordear la mesa para situarse frente a ella. - Tengo capacidad para manejar fuego y agua. - contestó, esta vez con voz tranquila. - Uhmm bien, hoy nos centraremos en el primero, aprovechando que puedes crearlo sin necesidad de que esté en el ambiente. - intervino ella, antes de tomar un par de hojas en blanco de la mesa y colocarlas dentro de un cuenco de vidrio, tras arrugarlas hasta hacer con ellas unas bolas. - ¿Qué eres capaz de hacer con ese elemento? - preguntó, al tiempo que acercaba el recipiente al aprendiz.
- En realidad solo puedo calentar algunas cosas con la temperatura que desprenden mis manos, no he conseguido crear llamas aún. - dijo con algo de vergüenza, ya que sabía que otros chicos de su edad eran capaces de muchas cosas y que él había perdido el tiempo con su antiguo profesor durante años. - No pasa nada, empezaremos poco a poco. Coloca la mano sobre el cuenco y céntrate en el papel, tienes que sentir tu elemento, guiarlo a través del brazo y conducirlo a la palma para que se materialice fuera de tu cuerpo, inténtalo. - Bastean la miró algo indeciso, así que la hechicera optó por mostrarle como lo hacía ella, permitiendo que la electricidad surgiese en su hombro y le envolviese la extremidad, hasta llegar a la mano y tomar forma de esfera de energía.
El joven parpadeó varias veces algo sorprendido, antes de desviar la vista al recipiente y centrar su atención en él, tal como le había dicho.
Elen Calhoun
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
Pasaron un par de minutos, en los que Bastean hizo lo posible por concentrar su elemento del modo que la bruja le había indicado, pero se encontraba nervioso y sentía la presión como si de una pesada losa sobre su espalda se tratase, con lo que en vez de crear llamas solo consiguió que la temperatura de su brazo subiese hasta que unos hilos de humo comenzaron a surgir de la manga de su camisa, momento en que Elen lo detuvo.
- Tienes que controlar el calor que produces, o terminarás quemando tu ropa. - le dijo, intentando sonar lo más amable posible, ya que la inquietud del joven era notable. - A ver probemos otra cosa, intenta que se concentre solo en la mano, pero primero tómate unos segundos para relajarte. - prosiguió, antes de colocar la palma del aprendiz en torno a su muñeca, de forma que la maga pudiese notar el creciente cambio y valorar así la rapidez con que manejaba aquel poder.
- Es arriesgado, podría quemarte… a quien quiero engañar, en realidad dudo mucho que pudiese. - dijo, ligeramente cabizbajo. La de ojos verdes chistó para que dejase de decir aquellas cosas tan negativas, que resultaban contraproducentes a la hora de enfrentarse a nuevos retos. - ¿Acaso crees que la magia se domina de un día para otro? Hace falta mucha práctica y dedicación, años de entrenamiento para no solo controlar los elementos, sino también desarrollarlos. - esta vez su voz sonó algo más seria, pero pronto volvió a adoptar el tono que había usado antes.
- Entiendo que puedas sentir la presión por no controlar a tu edad los poderes que tienes, pero no puedes rendirte, tienes que poner más voluntad aún y esforzarte para conseguirlo, así que cierra los ojos y respira hondo, luego haz lo que te he dicho. - añadió, y sus palabras parecieron tener algún efecto en el muchacho. Bastean siguió sus instrucciones y relajó su postura, antes de comenzar a manipular el calor conduciéndolo por su brazo.
Elen se mantuvo atenta por si volvía a darse el problema del humo, pero en aquella ocasión no ocurrió, detalle que resultaba alentador. Pronto empezó a notar como la temperatura de su mano aumentaba y se transmitía a ella, al principio como una agradable calidez y luego volviéndose cada vez más intensa, hasta que llegó el punto en que sintió un escozor, indicio claro de que si no retiraba la muñeca en breve terminaría llevándose una quemadura consigo.
- Voy a retirar el brazo pero no te detengas, sigue concentrado e intenta sacar el fuego de ti. - musitó, se liberó del agarre y llevó la mano del mago nuevamente hacia el recipiente donde había dejado las hojas arrugadas. Al final el esfuerzo dio su fruto, unas chispas comenzaron a surgir de la palma, para concentrarse en una pequeña llama que cayó sobre el papel, consumiéndolo lentamente y volviéndose más grande gracias al material. - Lo he conseguido… ¡lo he conseguido! - exclamó el alumno, bastante animado al ver lo que había sido capaz de hacer.
La de cabellos cenicientos sonrió levemente mientras se frotaba la muñeca, sabiendo que lo más difícil ya había pasado al crear el fuego, Bastean ahora conocía el método y cómo debía mantenerse para que el elemento no se desviase, cosa que sus ropas agradecerían. - El antiguo profesor no me dejaba utilizar mis poderes, si hubiese tenido a alguien como tú en vez de a ese carcamal todo habría sido más fácil, a estas alturas ya sería un gran hechicero. - volvió a hablar, sin apartar la vista de la llama que ya había terminado de quemar las hojas, transformándolas en simples cenizas.
- Nunca es tarde, repitámoslo unas cuantas veces más para que vayas tomando soltura. - respondió la bruja, mientras tomaba otro par de páginas en blanco y las colocaba en el cuenco. El aprendiz se puso de inmediato a ello, dirigiendo su mano hacia el recipiente de vidrio y volviendo a concentrarse como lo había hecho antes, aunque ahora se mostraba emocionado, cosa que tendría que controlar para no crear algo que no pudiese dominar.
Con cada intento que hacía empezaba a costarle menos, así que durante la siguiente hora se centraron en aquel simple ejercicio, hasta que el mago logró crear la llama apenas sin esfuerzo, lo que tuvo un efecto muy positivo en su estado de ánimo. - Ahora quiero que la mantengas sobre tu mano como hice antes con mi esfera de energía, para que trabajes la resistencia y no se esfume tan pronto, vamos. - indicó, apartando ligeramente el cuenco con las cenizas y cruzando los brazos sobre el pecho, expectante.
Aquello le costó un poco, pero al igual que lo anterior terminó logrando lo que su profesora le pedía, empezaba a sentirse mucho más seguro de sí mismo, pero justamente eso lo llevaría a cometer un error.
- Tienes que controlar el calor que produces, o terminarás quemando tu ropa. - le dijo, intentando sonar lo más amable posible, ya que la inquietud del joven era notable. - A ver probemos otra cosa, intenta que se concentre solo en la mano, pero primero tómate unos segundos para relajarte. - prosiguió, antes de colocar la palma del aprendiz en torno a su muñeca, de forma que la maga pudiese notar el creciente cambio y valorar así la rapidez con que manejaba aquel poder.
- Es arriesgado, podría quemarte… a quien quiero engañar, en realidad dudo mucho que pudiese. - dijo, ligeramente cabizbajo. La de ojos verdes chistó para que dejase de decir aquellas cosas tan negativas, que resultaban contraproducentes a la hora de enfrentarse a nuevos retos. - ¿Acaso crees que la magia se domina de un día para otro? Hace falta mucha práctica y dedicación, años de entrenamiento para no solo controlar los elementos, sino también desarrollarlos. - esta vez su voz sonó algo más seria, pero pronto volvió a adoptar el tono que había usado antes.
- Entiendo que puedas sentir la presión por no controlar a tu edad los poderes que tienes, pero no puedes rendirte, tienes que poner más voluntad aún y esforzarte para conseguirlo, así que cierra los ojos y respira hondo, luego haz lo que te he dicho. - añadió, y sus palabras parecieron tener algún efecto en el muchacho. Bastean siguió sus instrucciones y relajó su postura, antes de comenzar a manipular el calor conduciéndolo por su brazo.
Elen se mantuvo atenta por si volvía a darse el problema del humo, pero en aquella ocasión no ocurrió, detalle que resultaba alentador. Pronto empezó a notar como la temperatura de su mano aumentaba y se transmitía a ella, al principio como una agradable calidez y luego volviéndose cada vez más intensa, hasta que llegó el punto en que sintió un escozor, indicio claro de que si no retiraba la muñeca en breve terminaría llevándose una quemadura consigo.
- Voy a retirar el brazo pero no te detengas, sigue concentrado e intenta sacar el fuego de ti. - musitó, se liberó del agarre y llevó la mano del mago nuevamente hacia el recipiente donde había dejado las hojas arrugadas. Al final el esfuerzo dio su fruto, unas chispas comenzaron a surgir de la palma, para concentrarse en una pequeña llama que cayó sobre el papel, consumiéndolo lentamente y volviéndose más grande gracias al material. - Lo he conseguido… ¡lo he conseguido! - exclamó el alumno, bastante animado al ver lo que había sido capaz de hacer.
La de cabellos cenicientos sonrió levemente mientras se frotaba la muñeca, sabiendo que lo más difícil ya había pasado al crear el fuego, Bastean ahora conocía el método y cómo debía mantenerse para que el elemento no se desviase, cosa que sus ropas agradecerían. - El antiguo profesor no me dejaba utilizar mis poderes, si hubiese tenido a alguien como tú en vez de a ese carcamal todo habría sido más fácil, a estas alturas ya sería un gran hechicero. - volvió a hablar, sin apartar la vista de la llama que ya había terminado de quemar las hojas, transformándolas en simples cenizas.
- Nunca es tarde, repitámoslo unas cuantas veces más para que vayas tomando soltura. - respondió la bruja, mientras tomaba otro par de páginas en blanco y las colocaba en el cuenco. El aprendiz se puso de inmediato a ello, dirigiendo su mano hacia el recipiente de vidrio y volviendo a concentrarse como lo había hecho antes, aunque ahora se mostraba emocionado, cosa que tendría que controlar para no crear algo que no pudiese dominar.
Con cada intento que hacía empezaba a costarle menos, así que durante la siguiente hora se centraron en aquel simple ejercicio, hasta que el mago logró crear la llama apenas sin esfuerzo, lo que tuvo un efecto muy positivo en su estado de ánimo. - Ahora quiero que la mantengas sobre tu mano como hice antes con mi esfera de energía, para que trabajes la resistencia y no se esfume tan pronto, vamos. - indicó, apartando ligeramente el cuenco con las cenizas y cruzando los brazos sobre el pecho, expectante.
Aquello le costó un poco, pero al igual que lo anterior terminó logrando lo que su profesora le pedía, empezaba a sentirse mucho más seguro de sí mismo, pero justamente eso lo llevaría a cometer un error.
Elen Calhoun
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
El aprendiz, movido por la emoción del momento y las ganas de ir un paso más allá, se atrevió a crear una llama considerablemente más grande que las anteriores, aproximadamente del tamaño de su cabeza, y probó a dirigirla por la estancia a voluntad, cosa que la de ojos verdes no le había pedido aún, pero que debía haber visto hacer a otros. - ¡Bastean cuidado! - exclamó la bruja, al ver que el fuego se acercaba peligrosamente a las estanterías repletas de libros, lo que suponía un alto riesgo de terminar incendiando la sala.
En realidad la estancia no era la más adecuada para trabajar con un elemento como aquel, que ponía en riesgo las pertenencias familiares y el fino mobiliario de madera, pero por alguna razón habían decidido que allí tuviesen lugar sus clases. El joven detuvo la llama cuando ya estaba a muy poca distancia de la estantería, la apartó y siguió dirigiéndola por la habitación, algo nervioso porque se hubiese desviado del rumbo que le marcaba. - Lo siento, no volverá a pasar. - dijo en un susurro, mientras acercaba hacia ellos su creación, sin poder controlar la velocidad que tomaba, lo que obligo a la maga a agacharse y tirar de él para que esquivasen la trayectoria de la llama, que impacto contra el marco de la ventana.
La de cabellos cenicientos actuó con rapidez, envolviéndose el brazo con la capa que había dejado en el respaldo de una silla al llegar y usando la tela para apagar el fuego antes de que se extendiese por el marco o alcanzase otros muebles. Intentó serenarse antes de hablar para no ser demasiado brusca con el muchacho, más aun sabiendo que su falta de dominio sobre los poderes era culpa de un mal profesor, pero no pudo evitar lanzar una mirada severa hacia él.
- Tienes que controlar lo que haces, si no puedes con algo como esto no lo intentes, afianza las bases primero o todo será un desastre. - dijo al cabo de unos segundos intentando sonar tranquila, aunque la nota de reproche en su voz era apreciable. - Puedo hacerlo de verdad, dame otra oportunidad y lo lograré. - respondió en un ruego mientras se levantaba, no quería echar a perder aquella clase, en que por fin le habían permitido hacer uso de sus poderes después de todo el tiempo perdido durante años con el otro maestro.
Elen suspiró y asintió con la cabeza levemente, aquello de enseñar requería mucha paciencia y ella la tenía, pero la magia era sumamente peligrosa en manos inexpertas, cosa que la mantenía en tensión todo el rato. - Prueba de nuevo pero con una llama más pequeña, por si acaso. - le indicó, acompañando las palabras con un gesto de la mano, para que el aprendiz utilizara el centro de la sala y no las cercanías a los muebles. Bastean obedeció de inmediato, situándose en el medio de la estancia y creando una llama algo menor, para acto seguido hacerla flotar en círculos alrededor de sí mismo, manteniendo una distancia prudencial entre su cuerpo y el ardiente elemento.
La bruja pensó que las emociones traicionaban a su alumno, llevándolo a cometer errores, pero debía admitir que tenía talento, siempre y cuando se concentrase debidamente en lo que estaba haciendo. Al final era como un niño con juguete nuevo, se alteraba al principio por la sorpresa y la emoción, pero con el tiempo se acostumbraba y ya no tenía el mismo efecto sobre él. Elen sabía que durante los siguientes días el joven se comportaría de aquel modo, por todas las nuevas cosas que podría realizar, pero esperaba que se tomase las clases con la seriedad suficiente para que no diese demasiados problemas.
Observó el desarrollo del ejercicio con atención, mientras la llama pasaba de rodear simplemente al mago a acercarse y alejarse de él de forma controlada durante su circular movimiento, sin ir demasiado rápido ni aproximarse a los objetos de la sala. La concentración estaba grabada en el rostro del muchacho, que tenía el ceño fruncido y la vista clavada en el punto por el que debía pasar su creación. Así le resultaba mucho más fácil dominar lo que hacía, pero cualquier distracción podría romper ese estado, con lo que la de ojos verdes se limitó a mirar en silencio y dejarlo trabajar.
Por desgracia la dama del servicio no estaba al tanto de los riesgos que podía tener interrumpir la lección, había preparado algo de té y subía las escaleras hacia donde ellos se encontraban para ofrecerles amablemente unas tazas. - Disculpen les traigo unas bebidas. - dijo abriendo repentinamente la puerta, lo que rompió la concentración de Bastean, que no pudo controlar la llama que ahora salía disparada en dirección a ella.
Todo ocurrió en apenas un par de segundos, sin dar tiempo suficiente a la bruja para que pudiese actuar. Mavis interpuso la bandeja entre el fuego y su persona, haciendo caer ruidosamente las tazas y su contenido, pero la llama le acertó en una de las manos con que sostenía el improvisado escudo, arrancándole un agudo chillido de dolor. Elen corrió hacia ella y la sostuvo por los hombros antes de que se dejase caer sobre los afilados restos que ahora yacían sobre el suelo, mientras el aprendiz se quedaba inmóvil por el shock.
La llama le había alcanzado los dedos y parte del dorso de la mano, debía ser tratada de inmediato. - Mavis tranquila, te curaré. - dijo la hechicera, antes de desviar la vista hacia su aprendiz. - Bastean reacciona, ve por delante y guíame hasta la cocina, ¡rápido! - exclamó, sacando al muchacho de aquel estado en que se encontraba por ser la primera vez que causaba a daño a alguien con sus poderes. El mago obedeció y se ofreció a ayudarla sosteniendo a la herida, antes de encaminarse al piso de abajo.
La de cabellos cenicientos lo siguió y sentó a la dolorida mujer en cuanto llegaron a la cocina, abrió la bolsa de cuero que llevaba consigo y sacó algunas de las hierbas que solía usar para pociones básicas. - Yo…lo siento mucho…- musitó con tristeza el aprendiz, mientras se apartaba hacia la puerta. - ¿Dónde vas? Ya que has tenido que ver con esto me ayudarás a arreglarlo, enciende el fuego y pon un caldero con agua. - ordenó Elen, mientras examinaba la gravedad de la quemadura.
Buscó algunas flores de Inhibis y las pocas neien que había podido encontrar durante sus excursiones por el bosque y las afueras, tomó un mortero y se aseguró de que Bastean hiciese lo que le pedía. Lo instó a utilizar su poder, cosa a la que ahora se mostraba reacio tras el incidente, pero terminó convenciéndolo, alegando que debían darse prisa para que Mavis no sufriese más de lo necesario. Una vez encendido el fuego y puesta el agua a hervir, echó al caldero las flores de Inhibis y se puso a machacar las neien, ya que era de ese modo en que se usaban para tratar quemaduras.
La mujer intentaba mantenerse fuerte, pero su rostro delataba el dolor que estaba sintiendo y eso hacía que el muchacho se sintiese aún más culpable. - El Inhibis tarda algunas horas en liberar sus propiedades por completo, pero como tenemos prisa quiero que hagas crecer el fuego, intensifícalo para que consigamos la poción más rápido. - pidió la de ojos verdes, y esta vez el mago no se lo pensó dos veces, él había ocasionado el problema y tenía que arreglarlo como pudiese, así que dio fuerza a las llamas y se concentró en mantenerlas de ese modo durante un rato.
Mientras esperaban, la hechicera aplicó parte de las neien sobre la mano de la dama, de modo que empezaran a hacer efecto y tratar la quemadura. Luego llegó la hora de verter el Inhibis sobre la zona afectada, para que se fuese durmiendo y el dolor remitiera, cosa que no tardó mucho en suceder. Mavis se mostró visiblemente más tranquila y aliviada, lo que ayudó a relajar los ánimos y a que el rubio dejase de estar tan desanimado por lo ocurrido.
Una nueva capa con el resto de neien terminó el tratamiento, que con suerte haría desaparecer la quemadura en las próximas horas. Ambos subieron y se encargaron de recoger la bandeja y los restos de las tazas, antes de limpiar el contenido de las mismas. - Creo que será mejor proseguir las clases en un lugar más adecuado, el patio por ejemplo. - dijo la maga, pensando que allí sería más sencillo manejar los elementos sin dañar nada ni a nadie. Bastean se mostró de acuerdo con la idea, así que la guió al exterior y le mostró la zona que podrían usar.
En realidad la estancia no era la más adecuada para trabajar con un elemento como aquel, que ponía en riesgo las pertenencias familiares y el fino mobiliario de madera, pero por alguna razón habían decidido que allí tuviesen lugar sus clases. El joven detuvo la llama cuando ya estaba a muy poca distancia de la estantería, la apartó y siguió dirigiéndola por la habitación, algo nervioso porque se hubiese desviado del rumbo que le marcaba. - Lo siento, no volverá a pasar. - dijo en un susurro, mientras acercaba hacia ellos su creación, sin poder controlar la velocidad que tomaba, lo que obligo a la maga a agacharse y tirar de él para que esquivasen la trayectoria de la llama, que impacto contra el marco de la ventana.
La de cabellos cenicientos actuó con rapidez, envolviéndose el brazo con la capa que había dejado en el respaldo de una silla al llegar y usando la tela para apagar el fuego antes de que se extendiese por el marco o alcanzase otros muebles. Intentó serenarse antes de hablar para no ser demasiado brusca con el muchacho, más aun sabiendo que su falta de dominio sobre los poderes era culpa de un mal profesor, pero no pudo evitar lanzar una mirada severa hacia él.
- Tienes que controlar lo que haces, si no puedes con algo como esto no lo intentes, afianza las bases primero o todo será un desastre. - dijo al cabo de unos segundos intentando sonar tranquila, aunque la nota de reproche en su voz era apreciable. - Puedo hacerlo de verdad, dame otra oportunidad y lo lograré. - respondió en un ruego mientras se levantaba, no quería echar a perder aquella clase, en que por fin le habían permitido hacer uso de sus poderes después de todo el tiempo perdido durante años con el otro maestro.
Elen suspiró y asintió con la cabeza levemente, aquello de enseñar requería mucha paciencia y ella la tenía, pero la magia era sumamente peligrosa en manos inexpertas, cosa que la mantenía en tensión todo el rato. - Prueba de nuevo pero con una llama más pequeña, por si acaso. - le indicó, acompañando las palabras con un gesto de la mano, para que el aprendiz utilizara el centro de la sala y no las cercanías a los muebles. Bastean obedeció de inmediato, situándose en el medio de la estancia y creando una llama algo menor, para acto seguido hacerla flotar en círculos alrededor de sí mismo, manteniendo una distancia prudencial entre su cuerpo y el ardiente elemento.
La bruja pensó que las emociones traicionaban a su alumno, llevándolo a cometer errores, pero debía admitir que tenía talento, siempre y cuando se concentrase debidamente en lo que estaba haciendo. Al final era como un niño con juguete nuevo, se alteraba al principio por la sorpresa y la emoción, pero con el tiempo se acostumbraba y ya no tenía el mismo efecto sobre él. Elen sabía que durante los siguientes días el joven se comportaría de aquel modo, por todas las nuevas cosas que podría realizar, pero esperaba que se tomase las clases con la seriedad suficiente para que no diese demasiados problemas.
Observó el desarrollo del ejercicio con atención, mientras la llama pasaba de rodear simplemente al mago a acercarse y alejarse de él de forma controlada durante su circular movimiento, sin ir demasiado rápido ni aproximarse a los objetos de la sala. La concentración estaba grabada en el rostro del muchacho, que tenía el ceño fruncido y la vista clavada en el punto por el que debía pasar su creación. Así le resultaba mucho más fácil dominar lo que hacía, pero cualquier distracción podría romper ese estado, con lo que la de ojos verdes se limitó a mirar en silencio y dejarlo trabajar.
Por desgracia la dama del servicio no estaba al tanto de los riesgos que podía tener interrumpir la lección, había preparado algo de té y subía las escaleras hacia donde ellos se encontraban para ofrecerles amablemente unas tazas. - Disculpen les traigo unas bebidas. - dijo abriendo repentinamente la puerta, lo que rompió la concentración de Bastean, que no pudo controlar la llama que ahora salía disparada en dirección a ella.
Todo ocurrió en apenas un par de segundos, sin dar tiempo suficiente a la bruja para que pudiese actuar. Mavis interpuso la bandeja entre el fuego y su persona, haciendo caer ruidosamente las tazas y su contenido, pero la llama le acertó en una de las manos con que sostenía el improvisado escudo, arrancándole un agudo chillido de dolor. Elen corrió hacia ella y la sostuvo por los hombros antes de que se dejase caer sobre los afilados restos que ahora yacían sobre el suelo, mientras el aprendiz se quedaba inmóvil por el shock.
La llama le había alcanzado los dedos y parte del dorso de la mano, debía ser tratada de inmediato. - Mavis tranquila, te curaré. - dijo la hechicera, antes de desviar la vista hacia su aprendiz. - Bastean reacciona, ve por delante y guíame hasta la cocina, ¡rápido! - exclamó, sacando al muchacho de aquel estado en que se encontraba por ser la primera vez que causaba a daño a alguien con sus poderes. El mago obedeció y se ofreció a ayudarla sosteniendo a la herida, antes de encaminarse al piso de abajo.
La de cabellos cenicientos lo siguió y sentó a la dolorida mujer en cuanto llegaron a la cocina, abrió la bolsa de cuero que llevaba consigo y sacó algunas de las hierbas que solía usar para pociones básicas. - Yo…lo siento mucho…- musitó con tristeza el aprendiz, mientras se apartaba hacia la puerta. - ¿Dónde vas? Ya que has tenido que ver con esto me ayudarás a arreglarlo, enciende el fuego y pon un caldero con agua. - ordenó Elen, mientras examinaba la gravedad de la quemadura.
Buscó algunas flores de Inhibis y las pocas neien que había podido encontrar durante sus excursiones por el bosque y las afueras, tomó un mortero y se aseguró de que Bastean hiciese lo que le pedía. Lo instó a utilizar su poder, cosa a la que ahora se mostraba reacio tras el incidente, pero terminó convenciéndolo, alegando que debían darse prisa para que Mavis no sufriese más de lo necesario. Una vez encendido el fuego y puesta el agua a hervir, echó al caldero las flores de Inhibis y se puso a machacar las neien, ya que era de ese modo en que se usaban para tratar quemaduras.
La mujer intentaba mantenerse fuerte, pero su rostro delataba el dolor que estaba sintiendo y eso hacía que el muchacho se sintiese aún más culpable. - El Inhibis tarda algunas horas en liberar sus propiedades por completo, pero como tenemos prisa quiero que hagas crecer el fuego, intensifícalo para que consigamos la poción más rápido. - pidió la de ojos verdes, y esta vez el mago no se lo pensó dos veces, él había ocasionado el problema y tenía que arreglarlo como pudiese, así que dio fuerza a las llamas y se concentró en mantenerlas de ese modo durante un rato.
Mientras esperaban, la hechicera aplicó parte de las neien sobre la mano de la dama, de modo que empezaran a hacer efecto y tratar la quemadura. Luego llegó la hora de verter el Inhibis sobre la zona afectada, para que se fuese durmiendo y el dolor remitiera, cosa que no tardó mucho en suceder. Mavis se mostró visiblemente más tranquila y aliviada, lo que ayudó a relajar los ánimos y a que el rubio dejase de estar tan desanimado por lo ocurrido.
Una nueva capa con el resto de neien terminó el tratamiento, que con suerte haría desaparecer la quemadura en las próximas horas. Ambos subieron y se encargaron de recoger la bandeja y los restos de las tazas, antes de limpiar el contenido de las mismas. - Creo que será mejor proseguir las clases en un lugar más adecuado, el patio por ejemplo. - dijo la maga, pensando que allí sería más sencillo manejar los elementos sin dañar nada ni a nadie. Bastean se mostró de acuerdo con la idea, así que la guió al exterior y le mostró la zona que podrían usar.
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
El patio de atrás de la casa era bastante amplio, ya que solía utilizarse en las tardes que hacía buen tiempo como sitio de reunión familiar. Una multitud de adoquines de piedra, de varios tonos diferentes de gris cubrían el suelo, en que descansaban una sencilla mesa y varias sillas de madera, que tuvieron que apartar ligeramente para ganar espacio y no poner los muebles en peligro. Los cuidados setos de algo más de un metro de altura delimitaban la zona, adornando el patio con el verde de sus hojas y el bonito tono blanco de sus flores, que tras las lluvias del invierno se mostraban en todo su esplendor.
Sin duda era un sitio más adecuado para el desarrollo de las clases, por lo que desde ese momento y durante los siguientes días, la bruja impartiría sus lecciones de magia allí. Hizo un gesto al aprendiz para que se situase en el centro, mientras ella se colocaba en una posición que le permitiese vigilarlo de frente. - Quiero que repitas el ejercicio que estabas haciendo antes de que Mavis apareciese. - dijo la de ojos verdes, sabiendo que el joven probablemente se mostraría reacio tras el incidente.
Tal como esperaba, Bastean la miró algo inseguro y comenzó a abrir la boca para replicar algo, pero la maga no le dio oportunidad de decir nada. - Ha sido un accidente y podría haberle pasado a cualquiera, solo tenemos que trabajar más tu concentración para que no vuelva a ocurrir algo parecido. - añadió con voz amable, antes de instarlo a repetir nuevamente el ejercicio.
El mago dudó unos segundos, antes de respirar hondo y empezar a concentrarse para hacer lo que le pedía. La llama se materializó y se alejó de su cuerpo lentamente, para de inmediato comenzar a rodearlo sin abandonar una línea fija. Cuando se sintió algo más cómodo, Bastean la hizo moverse del mismo modo que había hecho en el estudio, al tiempo que se esforzaba por ignorar todo cuanto le rodeaba, cosa que debería haber hecho antes.
Esta vez no tuvo problemas, así que la profesora le indicó que aumentase el tamaño de la llama, para que le exigiese algo más de esfuerzo. Durante la hora siguiente se centraron en trabajar la resistencia del muchacho y ver cuál era el límite de sus energías, agrandando paulatinamente el fuego hasta que el aprendiz ya no pudiese mantenerlo encendido. Para sorpresa de la hechicera, Bastean consiguió que alcanzase casi el medio metro antes de que se desvaneciese repentinamente por el agotamiento que le embargaba.
- No ha estado nada mal, sentémonos un momento, tienes que descansar un poco. - le dijo, antes de dirigirse a una de las sillas que acompañaba la mesa de madera. - Respira hondo y trata de relajar el cuerpo, iré a por algo de beber. - volvió a hablar tras unos instantes. Se levantó y acudió a la cocina, donde se detuvo a hablar con Mavis para saber si se sentía mejor, a lo que la dama respondió que sí y le dio las gracias por haberla atendido.
Tomó un par de vasos de agua y regresó al patio, donde su alumno ya parecía haber recobrado el aliento, le tendió uno y dejó el otro sobre la mesa. - ¿Cómo te sientes? - preguntó mientras tomaba asiento frente al él. - Cansado, pero bien. - comenzó a decir, antes de dar un trago a su bebida. - Si alguien me hubiese dicho ayer que lograría hacer estas cosas no lo habría creído, gracias. - prosiguió, para luego guardar silencio. - Bueno, para eso estoy aquí, mi deber es enseñarte de la mejor manera posible a dominar tus elementos, aunque con el tiempo del que disponemos solo podremos trabajarlos de forma básica. Espero que luego sigas practicando y desarrollando tus habilidades, pero siempre con precaución. - la de cabellos cenicientos hizo hincapié en las últimas palabras, para que al igual que ella, el muchacho no olvidase en ningún momento lo peligrosa que podía llegar a ser la magia.
- Creo que por hoy ha sido suficiente, mañana nos pondremos con el agua. - anunció, viendo que ya era mediodía y que su aprendiz necesitaba reponerse. - Sin embargo, quiero que dediques una hora de la tarde a trabajar con el fuego, para que te resulte cada vez más fácil manejar el elemento. - prosiguió, echando hacia atrás ligeramente el cuerpo para apoyarse en el respaldo de la silla.
- Así lo haré, ahora que he aprendido a conducirlo a través de mi cuerpo para materializarlo y a controlarlo medianamente bien todo resulta mucho más sencillo. - Bastean sonrió levemente, satisfecho por los progresos que había logrado en apenas unas horas. Ambos se despidieron y la bruja inició el regreso a su casa en las afueras, donde se puso a idear formas de trabajar el agua, que solo se podía manipular estando en el ambiente.
Se acostó temprano y volvió a despertar justo para ver como el sol empezaba a salir, se aseó aprisa y se cambió de ropa, antes de dar un par de bocados a un mendrugo de pan y abandonar la vivienda, para tomar su montura y llegar a la ciudad a primera hora. Esta vez el mago la esperaba apoyado en el quicio de la puerta, visiblemente más despejado que la mañana anterior y algo inquieto, deseoso de seguir con las clases cuanto antes.
- Buenos días, ¿qué tal las prácticas de ayer? - preguntó la de ojos verdes al llegar a la puerta, desde la que pudo ver a la dama del servicio, que trabajaba ya con normalidad y sin apenas rastro de la quemadura en su mano. - Buenos días, la verdad es que fue bastante bien, cada vez me cuesta menos esfuerzo. - respondió con una leve sonrisa en el rostro. - Estupendo, dirígete al patio y espera allí, me reuniré contigo en breve. - le indicó, antes de cruzar el umbral y saludar a Mavis, de camino a la cocina.
Ya que el agua solo podía ser manipulada, se haría con un par de recipientes de vidrio y los llenaría del líquido elemento, para que el mago pudiese practicar con el contenido de los mismos.
Sin duda era un sitio más adecuado para el desarrollo de las clases, por lo que desde ese momento y durante los siguientes días, la bruja impartiría sus lecciones de magia allí. Hizo un gesto al aprendiz para que se situase en el centro, mientras ella se colocaba en una posición que le permitiese vigilarlo de frente. - Quiero que repitas el ejercicio que estabas haciendo antes de que Mavis apareciese. - dijo la de ojos verdes, sabiendo que el joven probablemente se mostraría reacio tras el incidente.
Tal como esperaba, Bastean la miró algo inseguro y comenzó a abrir la boca para replicar algo, pero la maga no le dio oportunidad de decir nada. - Ha sido un accidente y podría haberle pasado a cualquiera, solo tenemos que trabajar más tu concentración para que no vuelva a ocurrir algo parecido. - añadió con voz amable, antes de instarlo a repetir nuevamente el ejercicio.
El mago dudó unos segundos, antes de respirar hondo y empezar a concentrarse para hacer lo que le pedía. La llama se materializó y se alejó de su cuerpo lentamente, para de inmediato comenzar a rodearlo sin abandonar una línea fija. Cuando se sintió algo más cómodo, Bastean la hizo moverse del mismo modo que había hecho en el estudio, al tiempo que se esforzaba por ignorar todo cuanto le rodeaba, cosa que debería haber hecho antes.
Esta vez no tuvo problemas, así que la profesora le indicó que aumentase el tamaño de la llama, para que le exigiese algo más de esfuerzo. Durante la hora siguiente se centraron en trabajar la resistencia del muchacho y ver cuál era el límite de sus energías, agrandando paulatinamente el fuego hasta que el aprendiz ya no pudiese mantenerlo encendido. Para sorpresa de la hechicera, Bastean consiguió que alcanzase casi el medio metro antes de que se desvaneciese repentinamente por el agotamiento que le embargaba.
- No ha estado nada mal, sentémonos un momento, tienes que descansar un poco. - le dijo, antes de dirigirse a una de las sillas que acompañaba la mesa de madera. - Respira hondo y trata de relajar el cuerpo, iré a por algo de beber. - volvió a hablar tras unos instantes. Se levantó y acudió a la cocina, donde se detuvo a hablar con Mavis para saber si se sentía mejor, a lo que la dama respondió que sí y le dio las gracias por haberla atendido.
Tomó un par de vasos de agua y regresó al patio, donde su alumno ya parecía haber recobrado el aliento, le tendió uno y dejó el otro sobre la mesa. - ¿Cómo te sientes? - preguntó mientras tomaba asiento frente al él. - Cansado, pero bien. - comenzó a decir, antes de dar un trago a su bebida. - Si alguien me hubiese dicho ayer que lograría hacer estas cosas no lo habría creído, gracias. - prosiguió, para luego guardar silencio. - Bueno, para eso estoy aquí, mi deber es enseñarte de la mejor manera posible a dominar tus elementos, aunque con el tiempo del que disponemos solo podremos trabajarlos de forma básica. Espero que luego sigas practicando y desarrollando tus habilidades, pero siempre con precaución. - la de cabellos cenicientos hizo hincapié en las últimas palabras, para que al igual que ella, el muchacho no olvidase en ningún momento lo peligrosa que podía llegar a ser la magia.
- Creo que por hoy ha sido suficiente, mañana nos pondremos con el agua. - anunció, viendo que ya era mediodía y que su aprendiz necesitaba reponerse. - Sin embargo, quiero que dediques una hora de la tarde a trabajar con el fuego, para que te resulte cada vez más fácil manejar el elemento. - prosiguió, echando hacia atrás ligeramente el cuerpo para apoyarse en el respaldo de la silla.
- Así lo haré, ahora que he aprendido a conducirlo a través de mi cuerpo para materializarlo y a controlarlo medianamente bien todo resulta mucho más sencillo. - Bastean sonrió levemente, satisfecho por los progresos que había logrado en apenas unas horas. Ambos se despidieron y la bruja inició el regreso a su casa en las afueras, donde se puso a idear formas de trabajar el agua, que solo se podía manipular estando en el ambiente.
Se acostó temprano y volvió a despertar justo para ver como el sol empezaba a salir, se aseó aprisa y se cambió de ropa, antes de dar un par de bocados a un mendrugo de pan y abandonar la vivienda, para tomar su montura y llegar a la ciudad a primera hora. Esta vez el mago la esperaba apoyado en el quicio de la puerta, visiblemente más despejado que la mañana anterior y algo inquieto, deseoso de seguir con las clases cuanto antes.
- Buenos días, ¿qué tal las prácticas de ayer? - preguntó la de ojos verdes al llegar a la puerta, desde la que pudo ver a la dama del servicio, que trabajaba ya con normalidad y sin apenas rastro de la quemadura en su mano. - Buenos días, la verdad es que fue bastante bien, cada vez me cuesta menos esfuerzo. - respondió con una leve sonrisa en el rostro. - Estupendo, dirígete al patio y espera allí, me reuniré contigo en breve. - le indicó, antes de cruzar el umbral y saludar a Mavis, de camino a la cocina.
Ya que el agua solo podía ser manipulada, se haría con un par de recipientes de vidrio y los llenaría del líquido elemento, para que el mago pudiese practicar con el contenido de los mismos.
Elen Calhoun
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
Elen no se dio prisa, aún era temprano y tenían varias horas por delante para trabajar antes de que llegase el mediodía, momento en que las clases terminarían al menos por aquella jornada y regresaría a su casa. Revisó los estantes de la cocina y pidió ayuda a la dama del servicio para encontrar lo que buscaba, dos cuencos de cristal lo suficientemente profundos para que tuviesen agua durante un buen rato. Claro que tendría que rellenarlos más adelante, ya que su alumno no dominaba el elemento y probablemente terminase derramándolo por fuera, pero al menos podrían practicar unos cuantos ejercicios con el contenido de ambos recipientes.
En cuanto la bruja terminó de llenarlos con aquel transparente líquido, un par de alteradas voces comenzaron a llegar desde el exterior, seguidas de un sonido que conocía perfectamente, el de una llama al impactar contra algo. Dejó los recipientes bruscamente sobre la mesa y echó a correr hacia el patio, preocupada por haber reconocido a uno de los que gritaba, Bastean.
La sorpresa se adueñó de su rostro al ver que su aprendiz estaba siendo atacado por otro mago algo más mayor que él, y aún más cuando vio al rubio utilizar su recién dominado elemento para hacerle frente, en una ardiente lucha que amenazaba con terminar de forma catastrófica. No solo el patio y la casa estaban en peligro, sino también cualquiera que pudiese encontrarse lo suficientemente cerca como para ser alcanzado, ya que ambos contendientes lanzaban sus hechizos de forma impulsiva y descontrolada.
Frunció el ceño y avanzó hacia ellos con rapidez, a tiempo para apartar de un empujón a Bastean y salvarlo así de ser alcanzado por el fuego del otro joven. La de ojos verdes esquivó la llama por los pelos y lanzó una mirada severa al extraño, antes de buscar con la vista a su alumno para comprobar que estuviese bien. - ¡Parad ahora mismo! ¡¿Se puede saber qué demonios está pasando aquí?! - exclamó con tono claramente molesto. - Elen no te metas, esto no es asunto tuyo. - le respondió el rubio cortante, mientras se levantaba y sacudía sus ropas, antes de volver a adoptar una posición agresiva hacia el recién llegado. - Te recuerdo que estás a mi cargo, ¿cómo no va a ser asunto mío? - espetó ella, y sus palabras atrajeron la atención del agresor.
- Así que esta es tu profesora, ¡ja! - intervino con arrogancia el desconocido, un muchacho alto y de cuerpo menudo, con los ojos oscuros a juego con su cabello y vestimenta. - Nunca serás un brujo de verdad, y no me quitarás a Anora ¡no lo permitiré! - exclamó visiblemente alterado, al tiempo que volvía a crear una nueva llama para continuar con la pelea personal que tenían. - Yo que tú no haría eso chico, me vas a obligar a hacerte daño. - la de cabellos cenicientos tomó la palabra, con firmeza y un deje amenazador en la voz, esperando disuadirlo de cualquier acción violenta.
- Nadie podrá protegerlo, ni siquiera tú. - contestó, haciendo caso omiso de su advertencia. El extraño lanzó la bola de fuego en contra de la hechicera, para obligarla a alejarse hacia un lado y tener así a su objetivo más vulnerable, creó una nueva llama y lo atacó sin perder tiempo. Bastean consiguió esquivarla y se agachó para que la mesa le sirviese de protección, esperó unos segundos y se asomó ligeramente para contraatacar, momento en que el otro mago volvió a disparar su elemento contra el rubio, que consiguió evitarlo por muy poco.
Elen, que había esquivado sin demasiado esfuerzo el fuego que le había lanzado, se irguió enfadada y dejó que la electricidad le envolviese el brazo, si no se detenía por las buenas lo haría por las malas. El desconocido parecía dispuesto a cualquier cosa con tal de acabar con su oponente, y si ella se interponía en su camino compartiría su mismo destino, la muerte. Pero el mago no tenía idea de lo que era capaz de hacer, y al subestimarla centrando su atención en el muchacho, que no era rival para él y se veía arrinconado por sus hechizos, cometió un grave error.
La de ojos verdes le soltó una descarga directa al pecho, buscó a su aprendiz con la mirada y Bastean entendió de inmediato lo que le decía con la seria expresión de su rostro, “ni se te ocurra atacarlo ahora”. Una vez hecho eso avanzó hacia el aturdido con rapidez y le propinó una sonora bofetada con el dorso de la mano, con tanto impulso como para que se desequilibrase y quedase a punto de caer sobre los adoquines del patio. - Si se te ocurre volver por aquí…- comenzó a decir la bruja, sujetándolo por el cuello de la camisa. - …la próxima vez te dejaré inconsciente, ¿qué diría la gente si te encontrasen en paños menores en medio de la plaza de Beltrexus, eh? - añadió, y sus palabras parecieron tener un efecto inmediato en el muchacho.
La vergüenza, aquel era el punto débil de cualquier arrogante, así que el extraño tragó saliva y no intentó nada. Elen lo soltó y lo siguió con la mirada hasta que abandonó el patio y los alrededores, a toda prisa, luego se giró e hizo un gesto a su aprendiz para que se acercase, antes de cruzar los brazos sobre el pecho. - ¿Y bien? Creo que merezco al menos una explicación sobre todo esto. - el rubio la escuchó, pero se mostró reacio a hablar sobre el tema, al menos durante unos instantes.
- Charles y yo somos enemigos desde hace algún tiempo…- respondió en voz baja, evitando los ojos de su profesora. - ¿Pero qué? ¿cómo puedes tener un enemigo a tu edad? - prosiguió la bruja con incredulidad. - Por una chica, Anora. - musitó, ligeramente ruborizado al mencionarla. - Los dos estamos interesados en ella, pero como a él lo ignora y pasa más tiempo conmigo, no puede soportarlo. - La de cabellos cenicientos no podía creer lo que estaba escuchando, cierto era que ella de temas amorosos sabía bien poco, pero no podía entender que se llegase a esos extremos.
Elevó la vista al cielo en una mueca exagerada y negó con la cabeza, relajó la postura y echó un vistazo a la casa en busca de los posibles desperfectos que la pelea hubiese ocasionado. Por suerte las llamas habían impactado contra los muros de piedra mayormente, así que solo había que lamentar el estado de la mesa, cuya superficie mostraba las ennegrecidas marcas que el fuego había dejado. - Será mejor que reemplacen eso antes de que tus padres vuelvan, vayamos a la cocina a por lo que tenía preparado para la clase. - dijo, antes de encaminarse al interior de la casa, donde una nerviosa Mavis los acribilló a preguntas para saber qué había pasado.
En cuanto la bruja terminó de llenarlos con aquel transparente líquido, un par de alteradas voces comenzaron a llegar desde el exterior, seguidas de un sonido que conocía perfectamente, el de una llama al impactar contra algo. Dejó los recipientes bruscamente sobre la mesa y echó a correr hacia el patio, preocupada por haber reconocido a uno de los que gritaba, Bastean.
La sorpresa se adueñó de su rostro al ver que su aprendiz estaba siendo atacado por otro mago algo más mayor que él, y aún más cuando vio al rubio utilizar su recién dominado elemento para hacerle frente, en una ardiente lucha que amenazaba con terminar de forma catastrófica. No solo el patio y la casa estaban en peligro, sino también cualquiera que pudiese encontrarse lo suficientemente cerca como para ser alcanzado, ya que ambos contendientes lanzaban sus hechizos de forma impulsiva y descontrolada.
Frunció el ceño y avanzó hacia ellos con rapidez, a tiempo para apartar de un empujón a Bastean y salvarlo así de ser alcanzado por el fuego del otro joven. La de ojos verdes esquivó la llama por los pelos y lanzó una mirada severa al extraño, antes de buscar con la vista a su alumno para comprobar que estuviese bien. - ¡Parad ahora mismo! ¡¿Se puede saber qué demonios está pasando aquí?! - exclamó con tono claramente molesto. - Elen no te metas, esto no es asunto tuyo. - le respondió el rubio cortante, mientras se levantaba y sacudía sus ropas, antes de volver a adoptar una posición agresiva hacia el recién llegado. - Te recuerdo que estás a mi cargo, ¿cómo no va a ser asunto mío? - espetó ella, y sus palabras atrajeron la atención del agresor.
- Así que esta es tu profesora, ¡ja! - intervino con arrogancia el desconocido, un muchacho alto y de cuerpo menudo, con los ojos oscuros a juego con su cabello y vestimenta. - Nunca serás un brujo de verdad, y no me quitarás a Anora ¡no lo permitiré! - exclamó visiblemente alterado, al tiempo que volvía a crear una nueva llama para continuar con la pelea personal que tenían. - Yo que tú no haría eso chico, me vas a obligar a hacerte daño. - la de cabellos cenicientos tomó la palabra, con firmeza y un deje amenazador en la voz, esperando disuadirlo de cualquier acción violenta.
- Nadie podrá protegerlo, ni siquiera tú. - contestó, haciendo caso omiso de su advertencia. El extraño lanzó la bola de fuego en contra de la hechicera, para obligarla a alejarse hacia un lado y tener así a su objetivo más vulnerable, creó una nueva llama y lo atacó sin perder tiempo. Bastean consiguió esquivarla y se agachó para que la mesa le sirviese de protección, esperó unos segundos y se asomó ligeramente para contraatacar, momento en que el otro mago volvió a disparar su elemento contra el rubio, que consiguió evitarlo por muy poco.
Elen, que había esquivado sin demasiado esfuerzo el fuego que le había lanzado, se irguió enfadada y dejó que la electricidad le envolviese el brazo, si no se detenía por las buenas lo haría por las malas. El desconocido parecía dispuesto a cualquier cosa con tal de acabar con su oponente, y si ella se interponía en su camino compartiría su mismo destino, la muerte. Pero el mago no tenía idea de lo que era capaz de hacer, y al subestimarla centrando su atención en el muchacho, que no era rival para él y se veía arrinconado por sus hechizos, cometió un grave error.
La de ojos verdes le soltó una descarga directa al pecho, buscó a su aprendiz con la mirada y Bastean entendió de inmediato lo que le decía con la seria expresión de su rostro, “ni se te ocurra atacarlo ahora”. Una vez hecho eso avanzó hacia el aturdido con rapidez y le propinó una sonora bofetada con el dorso de la mano, con tanto impulso como para que se desequilibrase y quedase a punto de caer sobre los adoquines del patio. - Si se te ocurre volver por aquí…- comenzó a decir la bruja, sujetándolo por el cuello de la camisa. - …la próxima vez te dejaré inconsciente, ¿qué diría la gente si te encontrasen en paños menores en medio de la plaza de Beltrexus, eh? - añadió, y sus palabras parecieron tener un efecto inmediato en el muchacho.
La vergüenza, aquel era el punto débil de cualquier arrogante, así que el extraño tragó saliva y no intentó nada. Elen lo soltó y lo siguió con la mirada hasta que abandonó el patio y los alrededores, a toda prisa, luego se giró e hizo un gesto a su aprendiz para que se acercase, antes de cruzar los brazos sobre el pecho. - ¿Y bien? Creo que merezco al menos una explicación sobre todo esto. - el rubio la escuchó, pero se mostró reacio a hablar sobre el tema, al menos durante unos instantes.
- Charles y yo somos enemigos desde hace algún tiempo…- respondió en voz baja, evitando los ojos de su profesora. - ¿Pero qué? ¿cómo puedes tener un enemigo a tu edad? - prosiguió la bruja con incredulidad. - Por una chica, Anora. - musitó, ligeramente ruborizado al mencionarla. - Los dos estamos interesados en ella, pero como a él lo ignora y pasa más tiempo conmigo, no puede soportarlo. - La de cabellos cenicientos no podía creer lo que estaba escuchando, cierto era que ella de temas amorosos sabía bien poco, pero no podía entender que se llegase a esos extremos.
Elevó la vista al cielo en una mueca exagerada y negó con la cabeza, relajó la postura y echó un vistazo a la casa en busca de los posibles desperfectos que la pelea hubiese ocasionado. Por suerte las llamas habían impactado contra los muros de piedra mayormente, así que solo había que lamentar el estado de la mesa, cuya superficie mostraba las ennegrecidas marcas que el fuego había dejado. - Será mejor que reemplacen eso antes de que tus padres vuelvan, vayamos a la cocina a por lo que tenía preparado para la clase. - dijo, antes de encaminarse al interior de la casa, donde una nerviosa Mavis los acribilló a preguntas para saber qué había pasado.
Elen Calhoun
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
Tras el interrogatorio de la dama de servicio, ambos tomaron los recipientes con agua y regresaron al patio, donde el mozo del establo y otro que la bruja aún no había visto retiraban la ennegrecida mesa, para de inmediato reemplazarla por otra algo más pequeña y sencilla, pero que serviría. Por suerte ella no estaría cuando los padres del muchacho regresaran, así que sería tarea de Mavis contar lo ocurrido y explicar el cambio de mobiliario.
Elen había hecho lo que debía para proteger a su alumno, ya que durante aquellos días era responsabilidad suya mantenerlo a salvo de sí mismo y de los demás, así que estaba tranquila. Charles había recibido una advertencia y se lo pensaría dos veces antes de volver a atacar o acercarse por la zona, suficiente para que pudiesen tener unas clases tranquilas a partir de aquel momento.
- Cuando por fin domine mis poderes esto no volverá a pasar, le daré su merecido. - dijo Bastean, mientras depositaba el cuenco sobre la nueva mesa. La de ojos verdes enarcó una ceja y dejó el que llevaba consigo, antes de poner los brazos en jarras y mirar al mago con severidad. - ¿Qué has dicho? ¿Acaso tu interés por aprender magia solo tiene el fin de pelearte con ese chico? - preguntó visiblemente molesta, aquella no podía ser una razón adecuada para trabajar con algo tan peligroso como eran sus elementos.
- Ya has visto de lo que es capaz, se ha atrevido a venir a mi casa para quitarme de en medio. No puedo depender de los demás para que me salven siempre, tengo que aprender a manejar mis poderes y darle un escarmiento, así me dejará en paz. - respondió un poco alterado. La bruja tomó aire para no responderle una burrada, cruzó los brazos sobre el pecho y comenzó a entender el posible motivo por el que su anterior profesor no le permitía utilizar la magia durante el tiempo que le había estado instruyendo.
- Pues si ese es el caso tendrás que buscar a otra persona para que te enseñe, yo no pienso hacerlo, renuncio. - dijo con tono firme, antes de girar sobre sus talones para volver a la cocina y anunciar a Mavis que se iba. - ¿Por qué te sorprende? Nuestra raza ha sido así desde siempre, está en nuestra naturaleza el ser competitivos y violentos, incluso nuestros elementos son destructivos, acéptalo. - contestó él, y ante sus palabras la joven no pudo quedarse callada, se dio la vuelta con una rapidez pasmosa para encararse con el aprendiz.
- ¡¿Cómo puedes pensar de ese modo?! Tirando a la basura todos los esfuerzos que han hecho los brujos durante siglos para cambiar y mejorar, para que dejen de encasillarlos en el papel de malos. - la de cabellos cenicientos hizo lo posible por mantenerse tranquila, pero aquel era un tema serio y debía ser tratado como tal. - Nuestros antepasados cometieron un gran error al no aceptar a la gente que era diferente a ellos, y aunque digan que vencieron, en una guerra no gana nadie, no cuando se derrama la sangre de tantas personas por una causa estúpida. ¿Ese es el ejemplo que quieres seguir eh? Pues te diré lo que conseguirás con ello, que te maten. - prosiguió, sin darle ocasión a replicar ni intervenir.
- Sal de las islas y verás cómo algunos te mirarán con recelo por el simple hecho de ser mago, como habrá personas que ni siquiera te quieran tener cerca, que te ignorarán y no estarán dispuestos a prestarte ayuda ni aunque te fuera la vida en ello ¿te gustaría que te tratasen así? A mí no. - continuó bajo la atenta mirada del rubio, que comenzaba a ver las cosas de otro modo al escuchar la situación que se podía encontrar fuera de su hogar. - Está en nuestras manos cambiar la mala imagen que tienen de nosotros, pero si los jóvenes de ahora piensan como tú nunca lo lograremos. - hizo una leve pausa para soltar un suspiro de resignación. - ¿Qué diría la tal Anora si te convirtieses en otro bruto como ese chico que vino a por ti? Estoy segura de que ella también te daría de lado como hizo con él para buscar algo mejor, ¿no te has parado a pensarlo? - dijo a modo de final, volvió a girarse y emprendió el camino a la cocina.
Bastean se sintió como un tonto, aunque en realidad lo que más le afectó fueron las últimas palabras de la hechicera, por la verdad que contenían. Anora no hacía caso a su adversario por su mal carácter y lo arrogante que podía llegar a ser, y si él seguía por el mismo camino también la perdería, cosa que no podría soportar. La sola idea hizo que una triste expresión se adueñase de su rostro, se levantó de inmediato y corrió hacia la de cabellos cenicientos para detenerla.
- Elen por favor no te vayas. - rogó, colocando una mano de forma tímida en su hombro para llamar su atención. La de ojos verdes se dio la vuelta y se cruzó de brazos, expectante. - Lamento lo que he dicho, no quiero acabar siendo como él, prefiero aprender para que Anora se sienta orgullosa de mí. - añadió, pero la bruja se mantuvo en silencio. - Te prometo que no usaré lo que me enseñes para buscar un enfrentamiento con Charles, no volveré a entrar en sus juegos, tienes mi palabra. - esta vez su voz sonó solemne, decía la verdad.
La joven esperó unos segundos antes de responder, relajó la postura y resopló levemente, al final el amor era capaz de cambiar a la gente de un modo drástico. - Está bien, espero que cumplas tu palabra Bastean, no me gustaría tenerte por un mentiroso. - dijo antes de acercarse nuevamente a la mesa y poner a trabajar a su aprendiz, con un ejercicio simple. Bastean tenía que manipular el agua para elevarla en el aire y mantenerla fuera de su recipiente tanto como le fuese posible, luego comenzaría a darle formas diferentes y aprendería a dirigirla hacia objetivos.
Tal como esperaba, al principio le costó bastante por ser un elemento que aún no estaba en él, necesitaría mucha práctica para dominarlo, pero estaba claro que voluntad le sobraba, con lo que terminaría consiguiendo lo que se propusiese. Tuvieron que rellenar los cuencos un par de veces antes de que el alumno consiguiese completar el ejercicio, manteniendo el líquido en el aire durante cerca de un minuto.
Una vez hecho esto, pasaron a las formas sencillas que el mago podía dar al elemento, empezando por una esfera como la que solía crear ella a partir de su electricidad, para luego irlas complicando hasta conseguir unas olas del tamaño de una cabeza, que se movían de forma muy parecida a las reales. El muchacho se mostraba contento con cada avance que lograban, mientras que la de ojos verdes se mantenía atenta por si acaso surgiese algún problema, cosa que con el agua resultaba más difícil que con el fuego.
Finalmente Bastean aprendió a dirigir una corriente poco caudalosa hacia los setos que rodeaban el patio, con lo que el elemento estaba dominado y la clase terminó, al menos por ese día. Elen le pidió lo mismo que la mañana anterior, que dedicase una hora de la tarde a practicar por su cuenta, se despidió y abandonó la casa para volver a la suya, cruzándose por el camino con una jovencita de cabellos castaños y ojos claros, que venía a visitar al mago. Supuso de inmediato que era Anora, y no tardó en comprobarlo, al ver lo nervioso que se ponía el muchacho con su llegada y como trataba de adecentarse rápidamente los cabellos y la ropa.
Esbozó una sonrisa y siguió su camino, esperando que aquella chica siguiera ejerciendo una buena influencia sobre él.
Elen había hecho lo que debía para proteger a su alumno, ya que durante aquellos días era responsabilidad suya mantenerlo a salvo de sí mismo y de los demás, así que estaba tranquila. Charles había recibido una advertencia y se lo pensaría dos veces antes de volver a atacar o acercarse por la zona, suficiente para que pudiesen tener unas clases tranquilas a partir de aquel momento.
- Cuando por fin domine mis poderes esto no volverá a pasar, le daré su merecido. - dijo Bastean, mientras depositaba el cuenco sobre la nueva mesa. La de ojos verdes enarcó una ceja y dejó el que llevaba consigo, antes de poner los brazos en jarras y mirar al mago con severidad. - ¿Qué has dicho? ¿Acaso tu interés por aprender magia solo tiene el fin de pelearte con ese chico? - preguntó visiblemente molesta, aquella no podía ser una razón adecuada para trabajar con algo tan peligroso como eran sus elementos.
- Ya has visto de lo que es capaz, se ha atrevido a venir a mi casa para quitarme de en medio. No puedo depender de los demás para que me salven siempre, tengo que aprender a manejar mis poderes y darle un escarmiento, así me dejará en paz. - respondió un poco alterado. La bruja tomó aire para no responderle una burrada, cruzó los brazos sobre el pecho y comenzó a entender el posible motivo por el que su anterior profesor no le permitía utilizar la magia durante el tiempo que le había estado instruyendo.
- Pues si ese es el caso tendrás que buscar a otra persona para que te enseñe, yo no pienso hacerlo, renuncio. - dijo con tono firme, antes de girar sobre sus talones para volver a la cocina y anunciar a Mavis que se iba. - ¿Por qué te sorprende? Nuestra raza ha sido así desde siempre, está en nuestra naturaleza el ser competitivos y violentos, incluso nuestros elementos son destructivos, acéptalo. - contestó él, y ante sus palabras la joven no pudo quedarse callada, se dio la vuelta con una rapidez pasmosa para encararse con el aprendiz.
- ¡¿Cómo puedes pensar de ese modo?! Tirando a la basura todos los esfuerzos que han hecho los brujos durante siglos para cambiar y mejorar, para que dejen de encasillarlos en el papel de malos. - la de cabellos cenicientos hizo lo posible por mantenerse tranquila, pero aquel era un tema serio y debía ser tratado como tal. - Nuestros antepasados cometieron un gran error al no aceptar a la gente que era diferente a ellos, y aunque digan que vencieron, en una guerra no gana nadie, no cuando se derrama la sangre de tantas personas por una causa estúpida. ¿Ese es el ejemplo que quieres seguir eh? Pues te diré lo que conseguirás con ello, que te maten. - prosiguió, sin darle ocasión a replicar ni intervenir.
- Sal de las islas y verás cómo algunos te mirarán con recelo por el simple hecho de ser mago, como habrá personas que ni siquiera te quieran tener cerca, que te ignorarán y no estarán dispuestos a prestarte ayuda ni aunque te fuera la vida en ello ¿te gustaría que te tratasen así? A mí no. - continuó bajo la atenta mirada del rubio, que comenzaba a ver las cosas de otro modo al escuchar la situación que se podía encontrar fuera de su hogar. - Está en nuestras manos cambiar la mala imagen que tienen de nosotros, pero si los jóvenes de ahora piensan como tú nunca lo lograremos. - hizo una leve pausa para soltar un suspiro de resignación. - ¿Qué diría la tal Anora si te convirtieses en otro bruto como ese chico que vino a por ti? Estoy segura de que ella también te daría de lado como hizo con él para buscar algo mejor, ¿no te has parado a pensarlo? - dijo a modo de final, volvió a girarse y emprendió el camino a la cocina.
Bastean se sintió como un tonto, aunque en realidad lo que más le afectó fueron las últimas palabras de la hechicera, por la verdad que contenían. Anora no hacía caso a su adversario por su mal carácter y lo arrogante que podía llegar a ser, y si él seguía por el mismo camino también la perdería, cosa que no podría soportar. La sola idea hizo que una triste expresión se adueñase de su rostro, se levantó de inmediato y corrió hacia la de cabellos cenicientos para detenerla.
- Elen por favor no te vayas. - rogó, colocando una mano de forma tímida en su hombro para llamar su atención. La de ojos verdes se dio la vuelta y se cruzó de brazos, expectante. - Lamento lo que he dicho, no quiero acabar siendo como él, prefiero aprender para que Anora se sienta orgullosa de mí. - añadió, pero la bruja se mantuvo en silencio. - Te prometo que no usaré lo que me enseñes para buscar un enfrentamiento con Charles, no volveré a entrar en sus juegos, tienes mi palabra. - esta vez su voz sonó solemne, decía la verdad.
La joven esperó unos segundos antes de responder, relajó la postura y resopló levemente, al final el amor era capaz de cambiar a la gente de un modo drástico. - Está bien, espero que cumplas tu palabra Bastean, no me gustaría tenerte por un mentiroso. - dijo antes de acercarse nuevamente a la mesa y poner a trabajar a su aprendiz, con un ejercicio simple. Bastean tenía que manipular el agua para elevarla en el aire y mantenerla fuera de su recipiente tanto como le fuese posible, luego comenzaría a darle formas diferentes y aprendería a dirigirla hacia objetivos.
Tal como esperaba, al principio le costó bastante por ser un elemento que aún no estaba en él, necesitaría mucha práctica para dominarlo, pero estaba claro que voluntad le sobraba, con lo que terminaría consiguiendo lo que se propusiese. Tuvieron que rellenar los cuencos un par de veces antes de que el alumno consiguiese completar el ejercicio, manteniendo el líquido en el aire durante cerca de un minuto.
Una vez hecho esto, pasaron a las formas sencillas que el mago podía dar al elemento, empezando por una esfera como la que solía crear ella a partir de su electricidad, para luego irlas complicando hasta conseguir unas olas del tamaño de una cabeza, que se movían de forma muy parecida a las reales. El muchacho se mostraba contento con cada avance que lograban, mientras que la de ojos verdes se mantenía atenta por si acaso surgiese algún problema, cosa que con el agua resultaba más difícil que con el fuego.
Finalmente Bastean aprendió a dirigir una corriente poco caudalosa hacia los setos que rodeaban el patio, con lo que el elemento estaba dominado y la clase terminó, al menos por ese día. Elen le pidió lo mismo que la mañana anterior, que dedicase una hora de la tarde a practicar por su cuenta, se despidió y abandonó la casa para volver a la suya, cruzándose por el camino con una jovencita de cabellos castaños y ojos claros, que venía a visitar al mago. Supuso de inmediato que era Anora, y no tardó en comprobarlo, al ver lo nervioso que se ponía el muchacho con su llegada y como trataba de adecentarse rápidamente los cabellos y la ropa.
Esbozó una sonrisa y siguió su camino, esperando que aquella chica siguiera ejerciendo una buena influencia sobre él.
Elen Calhoun
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
No tardó mucho en llegar a su casa, Sombra cada vez parecía conocer mejor los caminos y atajos, con lo que ganaban algo de tiempo por las mañanas, a pesar de la poca claridad. Dejó sus cosas en la mesa del estudio y se puso a practicar su telequinesis, ya que sería esa habilidad la que trabajarían al día siguiente. Ella no solía utilizarla a menudo, pero era capaz de hacer levitar su ligera daga y lanzarla contra un objetivo a corta distancia, cosa que no enseñaría al muchacho, pero que le servía para saber qué tipo de objetos podía manejar.
Bastean probablemente tendría menos práctica que ella, así que se centraría en objetos pequeños y livianos, para que le resultase más fácil y no se desanimase nada más empezar. Dedicó una hora a idear los diferentes ejercicios que podrían hacer, antes de abandonar la estancia y dirigirse a la cocina para comer algo, luego dedicaría la tarde a seguir con las reformas de la casa familiar, antes de que el carpintero acudiese a arreglar el tejado y los desperfectos del exterior de la vivienda, que no eran pocos.
El dinero de aquel trabajo que había estado a punto de abandonar horas antes le sería de ayuda, para comprar una puerta nueva y pagar los honorarios al buen hombre que había accedido a moverse a las afueras para arreglar la casa. Con suerte quedaría en perfecto estado antes de que tuviese que marcharse de nuevo a Lunargenta, así que lo único que tendría que hacer luego sería visitarla de forma regular para que no volviese a caer en el abandono, o quizá dejar a algún conocido al cargo, para que le echase un vistazo de vez en cuando.
Dudaba mucho que su madre quisiera volver a aquel lugar, pero de todos modos se lo ofrecería en cuanto volviese a verla, por si entre sus planes estaba el de regresar a las islas. La noche cubrió con su manto la zona y con ello llegó la hora de dormir, para madrugar nuevamente en cuanto el sol empezara a salir y emprender el camino a la ciudad.
Dejó su montura en el establo contiguo y enfiló el camino hacia la puerta, donde ya le esperaba su aprendiz con una amplia sonrisa en el rostro. - ¡Buenos días! - exclamó a modo de saludo en cuanto la tuvo algo más cerca. - Buenos días Bastean, ¿cómo te encuentras hoy? - dijo la bruja en respuesta, antes de saludar con una inclinación de cabeza a Mavis, que iba de un lado a otro poniendo orden en la casa.
- Estupendamente, ¿qué trabajaremos hoy? - preguntó con curiosidad el joven, mientras comenzaba a caminar hacia la parte trasera de la vivienda. Elen lo detuvo antes de que se alejase, ya que el patio no les ofrecería muchas opciones para lo que tenían que practicar ese día. - Telequinesis. Creo que será mejor subir al estudio, allí habrá más cosas con las que puedas probar esa habilidad. - contestó, antes de dirigirse a las escaleras para subir a la planta de arriba.
Una vez en la estancia, la de ojos verdes buscó con la mirada algunos objetos que pudieran servir y los fue llevando hacia la mesa, colocándolos en una especie de escala de peso, de más ligero a menos. Tomó asiento y el muchacho hizo lo mismo, ocupando la que quedaba frente a ella, de modo que la superficie de madera quedase entre ambos. - ¿Has movido objetos con la mente alguna vez? - preguntó la hechicera, mientras se acomodaba en la silla. - Sí, pero solo cosas pequeñas, como un lápiz por ejemplo, lo demás costaba demasiado. - respondió él, paseando la vista por lo que había sobre la mesa.
- Empezaremos por algo bastante ligero, este pergamino. Sólo es papel con algo de cera en el lacre, no debería ser difícil. - la joven tomó el objeto y lo depositó delante de su aprendiz, apartando el resto hacia un lado para que no le estorbasen mientras practicaba. - Concéntrate solo en el papel e intenta hacerlo levitar. - añadió, antes de guardar silencio para no distraerlo. Bastean clavó la mirada en el pergamino y obedeció, frunció levemente el ceño e instantes después el rollo se alzó en el aire, para detenerse a la altura de sus ojos.
Aquello había sido sencillo, así que el mago fue un paso más allá e hizo que empezase a dar vueltas lentamente sobre sí mismo, para luego ir tomando poco a poco algo más de velocidad. Lo dejó caer sobre la mesa y elevó la vista hacia Elen, sonriendo levemente. - Muy bien, ahora quiero que lo intentes con esto. - dijo la bruja, al tiempo que retiraba el pergamino y ponía ante su alumno el pequeño objeto que se utilizaba para dejar impresa en la cera un sello.
El mago no tuvo demasiados problemas para manipularlo, así que pasaron a un tintero medio lleno y luego a un delgado libro de encuadernación simple, que ya resultaron algo más costosos de manejar, pero tras unos cuantos intentos el joven lo fue consiguiendo, aunque con evidente esfuerzo. Sin embargo, Bastean parecía emocionarse cada vez que lograba algún progreso, por pequeño que fuese. - Tomémonos un descanso, lo estás haciendo muy bien. - la de cabellos cenicientos recogió los objetos que ya habían utilizado y buscó un par más, con los que proseguirían en cuando el chico se hubiese repuesto un poco.
Mavis se acercó tímidamente a la puerta y tocó antes de abrir, después del incidente prefería avisar antes de exponerse a otra quemadura. - Les traigo algo de beber, si necesitan cualquier cosa solo tienen que llamarme. - dijo con amabilidad, mientras dejaba la bandeja con un par de bebidas sobre la mesa. Luego se retiró a seguir con sus quehaceres, para que la casa estuviese en perfecto estado cuando los señores volviesen de su viaje de trabajo.
Bastean se secó el sudor de la frente y dio un largo trago a su vaso, antes de estudiar con la mirada las nuevas cosas que su profesora traía para seguir practicando.
Bastean probablemente tendría menos práctica que ella, así que se centraría en objetos pequeños y livianos, para que le resultase más fácil y no se desanimase nada más empezar. Dedicó una hora a idear los diferentes ejercicios que podrían hacer, antes de abandonar la estancia y dirigirse a la cocina para comer algo, luego dedicaría la tarde a seguir con las reformas de la casa familiar, antes de que el carpintero acudiese a arreglar el tejado y los desperfectos del exterior de la vivienda, que no eran pocos.
El dinero de aquel trabajo que había estado a punto de abandonar horas antes le sería de ayuda, para comprar una puerta nueva y pagar los honorarios al buen hombre que había accedido a moverse a las afueras para arreglar la casa. Con suerte quedaría en perfecto estado antes de que tuviese que marcharse de nuevo a Lunargenta, así que lo único que tendría que hacer luego sería visitarla de forma regular para que no volviese a caer en el abandono, o quizá dejar a algún conocido al cargo, para que le echase un vistazo de vez en cuando.
Dudaba mucho que su madre quisiera volver a aquel lugar, pero de todos modos se lo ofrecería en cuanto volviese a verla, por si entre sus planes estaba el de regresar a las islas. La noche cubrió con su manto la zona y con ello llegó la hora de dormir, para madrugar nuevamente en cuanto el sol empezara a salir y emprender el camino a la ciudad.
Dejó su montura en el establo contiguo y enfiló el camino hacia la puerta, donde ya le esperaba su aprendiz con una amplia sonrisa en el rostro. - ¡Buenos días! - exclamó a modo de saludo en cuanto la tuvo algo más cerca. - Buenos días Bastean, ¿cómo te encuentras hoy? - dijo la bruja en respuesta, antes de saludar con una inclinación de cabeza a Mavis, que iba de un lado a otro poniendo orden en la casa.
- Estupendamente, ¿qué trabajaremos hoy? - preguntó con curiosidad el joven, mientras comenzaba a caminar hacia la parte trasera de la vivienda. Elen lo detuvo antes de que se alejase, ya que el patio no les ofrecería muchas opciones para lo que tenían que practicar ese día. - Telequinesis. Creo que será mejor subir al estudio, allí habrá más cosas con las que puedas probar esa habilidad. - contestó, antes de dirigirse a las escaleras para subir a la planta de arriba.
Una vez en la estancia, la de ojos verdes buscó con la mirada algunos objetos que pudieran servir y los fue llevando hacia la mesa, colocándolos en una especie de escala de peso, de más ligero a menos. Tomó asiento y el muchacho hizo lo mismo, ocupando la que quedaba frente a ella, de modo que la superficie de madera quedase entre ambos. - ¿Has movido objetos con la mente alguna vez? - preguntó la hechicera, mientras se acomodaba en la silla. - Sí, pero solo cosas pequeñas, como un lápiz por ejemplo, lo demás costaba demasiado. - respondió él, paseando la vista por lo que había sobre la mesa.
- Empezaremos por algo bastante ligero, este pergamino. Sólo es papel con algo de cera en el lacre, no debería ser difícil. - la joven tomó el objeto y lo depositó delante de su aprendiz, apartando el resto hacia un lado para que no le estorbasen mientras practicaba. - Concéntrate solo en el papel e intenta hacerlo levitar. - añadió, antes de guardar silencio para no distraerlo. Bastean clavó la mirada en el pergamino y obedeció, frunció levemente el ceño e instantes después el rollo se alzó en el aire, para detenerse a la altura de sus ojos.
Aquello había sido sencillo, así que el mago fue un paso más allá e hizo que empezase a dar vueltas lentamente sobre sí mismo, para luego ir tomando poco a poco algo más de velocidad. Lo dejó caer sobre la mesa y elevó la vista hacia Elen, sonriendo levemente. - Muy bien, ahora quiero que lo intentes con esto. - dijo la bruja, al tiempo que retiraba el pergamino y ponía ante su alumno el pequeño objeto que se utilizaba para dejar impresa en la cera un sello.
El mago no tuvo demasiados problemas para manipularlo, así que pasaron a un tintero medio lleno y luego a un delgado libro de encuadernación simple, que ya resultaron algo más costosos de manejar, pero tras unos cuantos intentos el joven lo fue consiguiendo, aunque con evidente esfuerzo. Sin embargo, Bastean parecía emocionarse cada vez que lograba algún progreso, por pequeño que fuese. - Tomémonos un descanso, lo estás haciendo muy bien. - la de cabellos cenicientos recogió los objetos que ya habían utilizado y buscó un par más, con los que proseguirían en cuando el chico se hubiese repuesto un poco.
Mavis se acercó tímidamente a la puerta y tocó antes de abrir, después del incidente prefería avisar antes de exponerse a otra quemadura. - Les traigo algo de beber, si necesitan cualquier cosa solo tienen que llamarme. - dijo con amabilidad, mientras dejaba la bandeja con un par de bebidas sobre la mesa. Luego se retiró a seguir con sus quehaceres, para que la casa estuviese en perfecto estado cuando los señores volviesen de su viaje de trabajo.
Bastean se secó el sudor de la frente y dio un largo trago a su vaso, antes de estudiar con la mirada las nuevas cosas que su profesora traía para seguir practicando.
Elen Calhoun
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
Elen depositó sobre la mesa su bolsa de aeros, cuyo peso era considerable por todo el dinero que había ahorrado durante el viaje al norte, y junto a ella otro libro algo más ancho que el anterior. Echó un vistazo a la bandeja de las bebidas y quedó pensativa durante unos segundos, antes de decidir que también la utilizarían a modo de reto, ya que su alumno no solo tendría que concentrarse para hacerla levitar, sino también en que nada de lo que contenía se cayese durante el ejercicio.
Así pues continuaron las prácticas tras la breve pausa, empezando por su bolsa de cuero, que no supuso demasiado problema para el muchacho, para luego continuar con el tomo. Este si presento dificultades, por lo que tuvieron que intentarlo varias veces, pero finalmente consiguió levantarlo de la mesa sin que cayese de inmediato. - Probemos algo un poco más complejo, quiero que te centres en la bandeja y la levantes, pero ten cuidado de que no se derramen las bebidas ni se caigan los vasos, tómate tu tiempo. - indicó la bruja, mientras guardaba su dinero y apartaba el libro para dar espacio al alumno.
Bastean torció el gesto y dudó por unos instantes, antes de tomar aire profundamente y centrarse en lo que tenía delante. Tuvo que esforzarse considerablemente para lograr que la bandeja comenzara a despegarse de la superficie de madera, ya que debía mantenerla nivelada para que su contenido no se volcase, cosa que requería más concentración. Volvió a dejarla sobre la mesa y se tomó unos minutos para relajarse, luego lo intentó de nuevo, en cuanto sintió que su energía se reponía.
El segundo intento fue algo mejor, pero tampoco logró despegarla de la mesa más de un par de centímetros, así que repitió la pausa, algo más larga esta vez, y volvió a intentarlo. Aquello les llevó bastante tiempo, pero el mago fue progresando poco a poco, hasta conseguir lo que la de ojos verdes le había pedido que hiciera. El rubio sonrió ampliamente en cuanto la bandeja tocó la mesa de nuevo, lo había conseguido con esfuerzo y constancia, así que se sentía muy bien consigo mismo en aquel momento.
Elen decidió que era el momento perfecto para hacer un descanso y que se terminasen las bebidas, antes de que Mavis subiese de nuevo a recoger la bandeja. Profesora y aprendiz tuvieron una agradable charla mientras tanto, centrada en lo que habían trabajado durante los últimos días y en algunos trucos que podría seguir usando cuando ella se fuese, para no perder la práctica que había adquirido y seguir desarrollando sus poderes de forma segura.
Con suerte el muchacho sería enviado a la academia, donde otros maestros podrían ayudarlo a seguir trabajando sus elementos para que se convirtiese en un gran mago, tal como le habían enseñado a ella años atrás. Allí tendría también acceso a un sinfín de libros, con los que cultivar sus conocimientos y quizá incluso descubrir alguna otra habilidad que le gustase, como le pasaba a ella con la alquimia.
Tras la pausa volvieron a practicar la telequinesis con los diferentes objetos que habían estado usando, hasta que el alumno demostró tener una soltura aceptable y que ya no le costaba realizar los ejercicios. Una vez conseguido eso la de cabellos cenicientos dio por terminada la lección del día y ambos abandonaron el estudio, casi era mediodía y la joven debía volver a su casa. Se detuvo en la puerta para despedirse de Bastean y de la amable Mavis, antes de marcar como tarea a su aprendiz lo mismo que venía pidiéndole todas las mañanas, que practicase una hora solo para afianzar lo aprendido.
Tras esto se acercó al establo y tomó su montura para regresar a casa, cosa que no le llevó demasiado tiempo. Dedicó la tarde a descansar y estudiar algunas de las recetas que aún no había podido fabricar por falta de experiencia o de información acerca de los ingredientes, para luego retirarse a dormir en cuanto el sol terminó de ocultarse. En apenas cuestión de minutos se sumió en un profundo y tranquilo sueño, hacía un par de semanas que no tenía pesadillas y aquello se debía al control que mantenía sobre sus emociones, cosa que la ayudaba notablemente.
Despertó temprano y volvió a la ciudad para su último día como profesora de magia, un trabajo para el que en un principio no se había visto capacitada pero que se le había dado mejor de lo que esperaba. El repaso fue bastante fácil, y eso demostraba que Bastean se había tomado en serio su aprendizaje y había estado practicando, tal como le había dicho.
Terminaron algo más pronto de lo previsto, pero el muchacho insistió en que se quedase un poco más y tomase algo con él y Mavis en la cocina, aún tenía muchas preguntas y no quería desperdiciar la oportunidad de formularlas. Compartieron un largo rato, en que la bruja intentó despejar las posibles dudas del mago y le indicó algunas cosas que podría intentar para combinar sus dos elementos, cosa que casi todos los hechiceros solían hacer en cuanto los dominaban.
La dama del servicio se retiró y regresó con su pago poco después, así que llegó el momento de la despedida. - Ha estado bien, espero que sigas trabajando para convertirte en un buen mago. - dijo ella con una leve sonrisa, antes de cruzar el umbral de la puerta y dirigirse al mozo de cuadras, que la esperaba con Sombra junto a la entrada. Tomó las riendas y avanzó hacia las calles principales de la ciudad, después de echar un último vistazo a la casa y decir adiós con un gesto de la mano.
Ya que Elanoor se había tomado la molestia de encontrarle aquel trabajo, la bruja iría a visitarla y echarle una mano en la tienda lo que quedaba de día, a modo de agradecimiento y también para que la anciana tuviese algo de compañía, cosa que seguro la animaría.
Así pues continuaron las prácticas tras la breve pausa, empezando por su bolsa de cuero, que no supuso demasiado problema para el muchacho, para luego continuar con el tomo. Este si presento dificultades, por lo que tuvieron que intentarlo varias veces, pero finalmente consiguió levantarlo de la mesa sin que cayese de inmediato. - Probemos algo un poco más complejo, quiero que te centres en la bandeja y la levantes, pero ten cuidado de que no se derramen las bebidas ni se caigan los vasos, tómate tu tiempo. - indicó la bruja, mientras guardaba su dinero y apartaba el libro para dar espacio al alumno.
Bastean torció el gesto y dudó por unos instantes, antes de tomar aire profundamente y centrarse en lo que tenía delante. Tuvo que esforzarse considerablemente para lograr que la bandeja comenzara a despegarse de la superficie de madera, ya que debía mantenerla nivelada para que su contenido no se volcase, cosa que requería más concentración. Volvió a dejarla sobre la mesa y se tomó unos minutos para relajarse, luego lo intentó de nuevo, en cuanto sintió que su energía se reponía.
El segundo intento fue algo mejor, pero tampoco logró despegarla de la mesa más de un par de centímetros, así que repitió la pausa, algo más larga esta vez, y volvió a intentarlo. Aquello les llevó bastante tiempo, pero el mago fue progresando poco a poco, hasta conseguir lo que la de ojos verdes le había pedido que hiciera. El rubio sonrió ampliamente en cuanto la bandeja tocó la mesa de nuevo, lo había conseguido con esfuerzo y constancia, así que se sentía muy bien consigo mismo en aquel momento.
Elen decidió que era el momento perfecto para hacer un descanso y que se terminasen las bebidas, antes de que Mavis subiese de nuevo a recoger la bandeja. Profesora y aprendiz tuvieron una agradable charla mientras tanto, centrada en lo que habían trabajado durante los últimos días y en algunos trucos que podría seguir usando cuando ella se fuese, para no perder la práctica que había adquirido y seguir desarrollando sus poderes de forma segura.
Con suerte el muchacho sería enviado a la academia, donde otros maestros podrían ayudarlo a seguir trabajando sus elementos para que se convirtiese en un gran mago, tal como le habían enseñado a ella años atrás. Allí tendría también acceso a un sinfín de libros, con los que cultivar sus conocimientos y quizá incluso descubrir alguna otra habilidad que le gustase, como le pasaba a ella con la alquimia.
Tras la pausa volvieron a practicar la telequinesis con los diferentes objetos que habían estado usando, hasta que el alumno demostró tener una soltura aceptable y que ya no le costaba realizar los ejercicios. Una vez conseguido eso la de cabellos cenicientos dio por terminada la lección del día y ambos abandonaron el estudio, casi era mediodía y la joven debía volver a su casa. Se detuvo en la puerta para despedirse de Bastean y de la amable Mavis, antes de marcar como tarea a su aprendiz lo mismo que venía pidiéndole todas las mañanas, que practicase una hora solo para afianzar lo aprendido.
Tras esto se acercó al establo y tomó su montura para regresar a casa, cosa que no le llevó demasiado tiempo. Dedicó la tarde a descansar y estudiar algunas de las recetas que aún no había podido fabricar por falta de experiencia o de información acerca de los ingredientes, para luego retirarse a dormir en cuanto el sol terminó de ocultarse. En apenas cuestión de minutos se sumió en un profundo y tranquilo sueño, hacía un par de semanas que no tenía pesadillas y aquello se debía al control que mantenía sobre sus emociones, cosa que la ayudaba notablemente.
Despertó temprano y volvió a la ciudad para su último día como profesora de magia, un trabajo para el que en un principio no se había visto capacitada pero que se le había dado mejor de lo que esperaba. El repaso fue bastante fácil, y eso demostraba que Bastean se había tomado en serio su aprendizaje y había estado practicando, tal como le había dicho.
Terminaron algo más pronto de lo previsto, pero el muchacho insistió en que se quedase un poco más y tomase algo con él y Mavis en la cocina, aún tenía muchas preguntas y no quería desperdiciar la oportunidad de formularlas. Compartieron un largo rato, en que la bruja intentó despejar las posibles dudas del mago y le indicó algunas cosas que podría intentar para combinar sus dos elementos, cosa que casi todos los hechiceros solían hacer en cuanto los dominaban.
La dama del servicio se retiró y regresó con su pago poco después, así que llegó el momento de la despedida. - Ha estado bien, espero que sigas trabajando para convertirte en un buen mago. - dijo ella con una leve sonrisa, antes de cruzar el umbral de la puerta y dirigirse al mozo de cuadras, que la esperaba con Sombra junto a la entrada. Tomó las riendas y avanzó hacia las calles principales de la ciudad, después de echar un último vistazo a la casa y decir adiós con un gesto de la mano.
Ya que Elanoor se había tomado la molestia de encontrarle aquel trabajo, la bruja iría a visitarla y echarle una mano en la tienda lo que quedaba de día, a modo de agradecimiento y también para que la anciana tuviese algo de compañía, cosa que seguro la animaría.
Elen Calhoun
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Re: Lecciones de magia [Trabajo]
Como lo expliqué por privado, siento la tardanza pero no me gusta soltar un puntaje sin haber prestado la antención mínima a lo que debo leer. Definitivamente no he perdido el tiempo en la correción de este trabajo. Fue una redacción excelente y de hecho creo ser testigo en la evolución de tu personaje, es una de las pocas veces en las que veo a Elen tan emocional y a su vez adoptando una postura tan decidida y firme.
Una historia muy original, bien planteada y con un formato agradable. Si hay una segunda oportunidad, no dejes que el tiempo -on rol- te limite. No hay un límite de tiempo para cada trabajo y solo en los primeros posts sentí que quisiste sacar más de Bastean sin de lo que tenia, pobre chico... pero luego te remediaste en los subsiguientes posts dejándole descansar más y no exigiéndole tanto. Sin dudas muy bueno y creo no recordar más comentarios ni impresiones que tuve mientras lo leía.
Recibes:
+ 20 puntos de experiencia
+ 3 puntos de habilidad pasiva en alquimia
+ 450 aeros
No olvides pedir los puntos en los apartados correspondientes.
Una historia muy original, bien planteada y con un formato agradable. Si hay una segunda oportunidad, no dejes que el tiempo -on rol- te limite. No hay un límite de tiempo para cada trabajo y solo en los primeros posts sentí que quisiste sacar más de Bastean sin de lo que tenia, pobre chico... pero luego te remediaste en los subsiguientes posts dejándole descansar más y no exigiéndole tanto. Sin dudas muy bueno y creo no recordar más comentarios ni impresiones que tuve mientras lo leía.
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Thorn
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