Empezar desde abajo [Libre] [CERRADO]

Aquel olor era inconfundible y estaba seguro que no había otro lugar en el mundo en que tal mezcla ocurriese de manera tan intensa. Humedad, desperdicios humanos, moho… y muchas cosas más que era mejor ni imaginar. Todo tal lejos del sol, del aire limpio, que era increíble que tantas personas vivieran allí. Pero lo hacían, no una, ni dos, sino muchas, pero era tan difícil siquiera saber cuántas, pues los habitantes de las catacumbas eran expertos en esconderse en las sombras.

Aquel lugar era la prueba de que los humanos, aún con su gran cantidad de habitantes y poderosa ciudad, no estaban a la altura de la sociedad de los brujos, al final todo descendía a escoria y podredumbre. Si los brujos administraran esa ciudad las cosas serían distintas, la enfermedad no crecería como una bomba a punto de estallar ni habría personas incapaces de recordar cómo lucía el sol. Instalaría luminarias mágicas, salidas de aire y amplias ventanas para que el sol penetrase. Restringiría el acceso a ese lugar, para eso la superficie era amplia y pondría guardias en cada esquina. Despejó estos pensamientos con un cerrar y abrir de ojos, tenía cosas más importantes en las que ocuparse.

No tardó en llegar a su destino, a pesar de los años y el flujo constante de gente ese lugar permanecía reconocible y, en cierta manera, ordenado. Los mismos que antes tenían allí sus negocios, usualmente al borde de lo clandestino, si siquiera intentaban aparentar decencia, seguían allí, con la misma piel pálida y aspecto enfermizo de siempre. Entre ellos, sólo uno destacaba a los ojos de Artabán, Edmund, el vendedor de pasteles de carne.

Resultaba un tanto extraño su negocio en ese lugar, pues el ambiente no invitaba precisamente al apetito, menos aún de aquella carne de dudosa procedencia y pobre aspecto, rodeada de una cebolla usualmente al borde de ser considerada rancia y una masa grasienta y algo quemada, pero la gente necesitaba comer y muchos rara vez subían a la superficie, así que el viejo Edmund tenía su clientela. Artabán sabía, sin embargo, que no era a punta de vender pasteles que aquel hombre tenía el dinero para mantener a sus al menos 3 parejas, al menos de las que alcanzó a conocer el brujo.

-Un pastel con extra tocino, por favor -pidió Artabán.

-No tengo de tocino -contestó gruñendo el vendedor, aunque abriendo sus ojos un poco más de lo usual.

-Entonces me conformo con salchicha.

Si las cosas no habían cambiado en esos 4 años, acababa de decir la contraseña para pedir un servicio especial a aquel vendedor, nada relacionado con carne.

-Por las barbas de mi abuela, si es… -comenzó a decir el hombre, reconociendo a su viejo aliado. El brujo no le dejó terminar la frase, poniendo un dedo sobre su boca.

No se necesitaron más palabras, ambos sabían por qué estaban allí y qué se esperaba de cada uno. Edmund sabía que sus clientes lo preferían por su discreción, no por su amistad, así que, aunque hubiera deseado entablar una conversación con aquel fantasma que aparecía luego de tanto tiempo, como si el pasado volviera a penarle, se limitó a sacar un pastel de una gaveta especial de su carro. Era más liviano y lucía más seco que los otros, pero Artabán lo recibió complacido y depositó unas monedas en las manos del vendedor, para luego retirarse con una sonrisa.

No se molestó en alejarse, era consciente de que prácticamente todos conocían el modus operandi y el verdadero negocio de ese sujeto, al fin y al cabo estaban en las catacumbas, lejos de toda ley y decencia, pero aquel ritual le daba un dejo de magia y misterio a lo que allí ocurría, algo que seguramente ayudaba a que los clientes acudieran allí con sus encargos. Abrió el pastel y no se sorprendió cuando se encontró con que no había ni carne ni cebolla, en cambio un trozo de papel algo tostado esperaba a ser leído. No intentó disimular, sacó el papel, se deshizo de la masa reseca y lo leyó, acomodándose para recibir algo de luz de una débil antorcha puesta a modo de farol.

“Un ladrón me ha robado una vieja joya familiar. Estoy seguro que es Rajitz, el hombre-bestia que parece un topo y habita en las catacumbas. La misión es recuperar el colgante, que parece una mano sosteniendo un dado, y darle una lección al ladrón. La recompensa será generosa. Entregar el colgante en la vieja taberna ‘La mano de la suerte’, con su dueño”

La misión era clara y no parecía nada difícil, justo lo que necesitaba para hacer algo de dinero y entrenarse en los movimientos de ese oscuro lugar.

- ¡¡ Awwww que fastidioo !!- exclamaba mientras golpeaba levemente a Zach en la pierna.

    El viaje en dragón prometía ser divertido, pero era lo más molesto del mundo tener que pasar 4 días volando. No me permitía hacer nada divertido, no podía bailar sobre el dragón, ni leer por la velocidad, tampoco podía jugar con mi arco; en resumen una tortura.

- Y va a ser más largo chiquita – me decía Zach para molestarme más.

- ¿ Cómo que más largo ? - pregunté preocupada.

- Haremos una pequeña escala en tierra de humanos, esperaré que te secuestre una loca adicta a comer niños mágicos mientras yo vendo un poco de armamento y después nos devolvemos a casa – dijo con seriedad.

- Oh si... Seguro soy más crujiente que cualquier niñita – le lancé una mirada amenazadora con intenciones de que se diera cuenta que no me gustaba para nada su mal chiste.

    Me acosté en el lomo del dragón esperando que nos llevara al nuevo destino – Odio todo esto... - refunfuñé.

    Pasaron largas horas en las cuales golpeaba mucho a Zach, rascaba o fastidiaba a 003 (el dragón) o me derretía de aburrimiento acostada mirando el cielo moverse ante mis ojos. Saber que nos teníamos que detener por otra “entrega” me sacaba de quicio, me hacía ser aún más fastidiosa, a tal punto de que me querían lanzar del dragón a ver si podía volar, otro mal chiste del idiota de Zach.

    Al llegar al lugar de destino le entregue mis pertenencias a 003 para que las cuidara mientras el barbudo hacía todas sus transacciones, sin embargo ambos me obligaron a tener encima mi arco y flechas, no entendía porque hasta que ambos desaparecieron y me dieron un punto de referencia en el cual nos encontraríamos mañana o pasado para irnos.

- Eres la peor niñera que conozco – le dije en tono ofensivo.

- Disculpa pichurrita, tus padres no me pagan lo suficiente – dijo él.

- ¡¡¡Te odio!!!- grité.

    Estaba molesta con el mundo, quería cortarlo completo a pedasitos y estaba dispuesta a volver nada todo lo que se me acercara. Caminé sin rumbo mirando la putrefacción de ese sitio, era tan degradante estar en un lugar tan sucio y sola, corrí hacia donde se veía que podrían haber “lugares más aseados” , pero lo que conseguí fue el mismo ambiente desagradable.

- Que desgracia este lugar, creo que aquí nació Zach- me dije a mí misma burlándome de la procedencia de aquel individuo tan idiota.

    La caminata sin rumbo y la burla hacia el alcohólico me hicieron calmar un poco, volví a estar de humor para la acción, tenía que aprovechar cada minuto en tierra para poder hacer algo ya que en el aire lo único que haría sería morirme de aburrimiento.

    Desde lejos prefería analizar a la gente de aquel lugar, pero hubo una personita que llamó mi atención, era un hombre con un pastel - Tiene pinta de ser un hombre “maduro” y “serio” ¿ Eso es un pastel ? Pero … ¿ Qué está haciendo ? - pensé mientras lo veía a lo lejos - ¡ Uh ! Una nota … Ese señor no parece meterse mucho en juegos - analizaba muy bien la vestimenta y la actitud de aquel señor – Que aburrido!! ... ¿ Sé de alguien que le puede dar un poquito de diversión a su vida ? Oh... claro que sé- pensé unos segundos antes de salir corriendo a gran velocidad hacia él y robarle su nota para luego huir.

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OffRol

Al principio Maga va a estar un tantico insoportable, pero después se va a ir enseriando xD Paciencia
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]  [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]  [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Es que Magita viene de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], sin embargo no pretendo meterlos a ellos en el tema, es sólo para que sepas.

   Aproveché la pequeña distracción de aquel hombre de fuerte compostura para acercarme y arrebatarle de las manos el papel que parecía que iba a deshacerse si lo forzaba mucho, corrí a toda velocidad sin percatarme de que aquel hombre me seguía, sólo deseaba molestarlo un poco y sacarlo de sus casillas, pero fue mejor que eso, el señor quedo perplejo e impresionado, pero enseguida reaccionó y corrió tras su preciado papel. Habían dos opciones: El papel era muy importante y no podía ser leído por cualquiera o no lo terminó de leer, fuese o no importante el mensaje. De cualquier manera ya era mío tanto el papel como la compostura y la seriedad de aquel señor, la escena me parecía muy divertida – Me encantaría que mi papi estuviese aquí para ver como juego con la mesura de este hombre, seguro se reiría mucho y me contaría un cuento gracioso con esta historia-.

    Está vez pensar en Bio no me había modificado el estado de animo para mal. Normalmente su recuerdo me hacía entristecer y enojar, pero esta vez no fue así, me contentó bastante recordar sus malos chistes y sus tonterías, incluso me dieron ganas de hacer una tontería en su honor.

- Deja de correr, pequeña, si me das ese papel no te haré nada, lo prometo- dijo el hombre.

- Uyyy si...mira como tiemblo – le dije mientras me ponía a hacer payasadas en el camino, saltando sobre las aceras y sacando mi lengua para hacer morisquetas.

    Aquel show me había salido un poco caro ya que le daba ventaja y lograba acercarse más a mí, sin embargo es un viejo - seguro se queda sin respiración a medio camino – pensé, pero fue una afirmación un poco torpe de mi parte, él no tenía signos de estar muy cansado y yo ya me estaba aburriendo – ok cambio de planes...- me detuve bajo un farol, sosteniendo con una mano el susodicho papel y con el otro brazo estirado como haciéndole señas al señor de que se detuviera para que no interrumpiese mi lectura. Estaba segura de que mi mano estirada no iba a hacer que se detuviera a quitarme lo que al principio era de él así que le eché un vistazo rápido buscando palabras claves.

“Un ladrón me ha robado una vieja joya familiar. Estoy seguro que es Rajitz, el hombre-bestia que parece un topo y habita en las catacumbas. La misión es recuperar el colgante, que parece una mano sosteniendo un dado, y darle una lección al ladrón. La recompensa será generosa. Entregar el colgante en la vieja taberna ‘La mano de la suerte’, con su dueño”

    Volteé a mirar al hombre a los ojos y tratar de descifrar alguna otra información por sus gestos o su mirada, pero tenía signos normales y su cara me recordaba a una hoja en blanco así que me limité a sonreirle como si fuésemos parte de una travesura y decirle con algo de picardía – Esta bien... - le pique el ojo a mi nuevo compañero de búsqueda – te dejo que me acompañes, pero nada de niñerías – comento un tanto irónica – ¿Por donde empezamos? - dije muy segura de mí misma.

-¡¡¡¡Noooooo...!!!!- exclamé - ¿ Por qué lo hiciste ?- dije perpleja.

    Le pregunté exaltada al señor después de que hizo desaparecer el papel de mis manos, volviéndolo nada sin necesidad de tocarlo. - ¿ Quién es este tipo ? ¿ Cómo puede hacer eso ? ¿ Por qué habría de romper su nota ? ¿ Por qué me perseguía si ya no le interesaba la nota ? ¿ Comerá niños ?- muchas preguntas rondaban por mi cabeza y yo con la mirada trataba de sacárselas del cerebro pretendiendo poder hacerlo.

-¿Qué te hace pensar que quiero hacerte de niñera?- dijo él.

- ¿Qué te hace pensar que te lo estoy pidiendo? – dije cortante ante la situación y manteniendo una postura de autoridad.

    Escuché todo lo que tenía que decir y vi como se agachaba y se acercaba a mí haciéndome unas cuantas preguntas como sí no le hubiese dicho que iría con él a recuperar el objeto robado. Lo agarre de sus ropas y le dije mirando amenazadoramente sus ojos – ¿ratita? Disculpa pero lo dice el hombre que va como una “ratita” a buscar los objetos perdidos de los demás por unas cuantas moneditas?- le dije un tanto alterada haciendo incapie en la palabra “ratita”. No conocía a las personas de esos bajos lugares de Lunargenta pero me molestaba que alguien tratase de denigrarlos, por alguna razón buscan dinero, de hecho creo que todos lo buscamos de diferente manera y eso no debería menos valorar a nadie.

– Te comento “señor abracadabra” agrandado, ya está super decidido que te acompañaré y para ser buena contigo te daré el 30% de mis ganancias- agrego – ah, y a mis padres no los encontraras, créeme... ya lo he intentado, pero ese no es el asunto. ¿Por donde se te ocurre comenzar a buscar? - le solté la ropa y le regale una sonrisa amistosa.

    Aquel hombre me caía bastante bien, se notaba que no tenía malas intenciones, incluso tenía intensiones de ayudarme, sin embargo le hacía falta un poco más de humanidad y creo que soy la persona perfecta para dársela – uyy si... "la persona perfecta para dársela" jaja ya me estoy volviendo egocéntrica.- pienso – creo que se me está pegando lo agrandado de él...- no puedo evitar reírme un poco en voz baja pero lo suficientemente alto como para que pudiese escucharlo.

    Su risa me retumbaba en los oídos, odiaba que no me tomaran en serio y en realidad este hombre parecía no tomarme para nada en serio.

- ¿De verdad no tienes ni idea de lo que haces?- le hice una pregunta retorica mientras lo miraba como si fuese una aberración del mundo cuando me despeinaba en su intento de ser amable.

    Luego ignoré su comentario “gracioso” para seguir con nuestra gran misión – que divertido-.

    Dio unas indicaciones y estaba lista para seguirlas, caminé tras él pero había algo que no encajaba con el ambiente al que nos dirigíamos – ¿Mercado de los Muertos? Si, seguro hay encontraré mi nueva muñeca- hago una pequeña pausa -¿Qué es lo que estamos buscando exactamente o a quién? Y por cierto...- agregué - ¿Cuál se supone que es nuestro plan de ataque? No esperaras que vayamos así como así... ni mi vestimenta ni mi edad me ayudan a pasar desapercibida por ese lugar ¿Estas consciente de ello verdad? ¿De casualidad no tienes una carroza mágica con ropa de criminal o asesina? Quiero un hada madrina, todo sería más fácil...- pensaba en voz alta mientras lo seguía y esquivaba los agujeros en el suelo – ¡¡¡Wooo!!! – dije repentinamente agarrando el brazo del hombre y deteniéndolo – ¡Tengo una súper idea!- hago una pausa para pensar si debería confiar en él –necesito un seguro... - pensé.

    - ¡Lo tengo!- Esperé a que el señor se concentrara en escuchar mi súper idea para luego arrebatarle su arma que portaba en la cintura y sin pensarlo mucho me lancé a uno de los hoyos de los muertos lo más rápido que pude -¡Hechame un poquito de tierra!- le grité desde abajo mientras me revolcaba en el piso ensuciándome -¿Ya me veo como chica mala?... ¡Ah! Por cierto, tu arma te la devuelvo cuando me saques de aquí, después de mi transformación- dije echándome más tierra y explicándole que mis intenciones no eran robarle absolutamente nada, sino tener algo que me diera la certeza de que me sacará de ahí.

    Definitivamente aquel señor no me tomaba en serio en ningún sentido, incluso me preguntaba si sabía leer y si sabía que era un topo. Aquella explicación dirigida a un niño de 3 años me dejo un poco desconcertada y procedí a sobar mi frente e inhalar profundamente, esperaba conseguir paciencia y tolerancia de aquel oxigeno proveniente de un lugar carente de tranquilidad y paz, reinaban la oscuridad y los objetos tétricos, era complicado estar serena con ese ambiente, y para colmo este hombre lo resaltaba.

-El menor problema sobre tu discreción es tu apariencia, pequeña, pero tienes razón, hay personas muy siniestras por estos lados, personas que no dudarían en hacerle daño a una niña pequeña… o cosas peores.- dijo él tratando de asustarme.

-Sí sé leer, sólo que no es tan fácil cuando tienes a alguien persiguiéndote- suspiré con paciencia – también sé que son los topos y no le tengo miedo a aquellos que piensan poder hacerme daño...- le comenté serena mientras pensaba en lo débiles que deben ser los que tratan de lastimar a niños pequeños.

    Después de mi comportamiento sereno fue que me exalté por la presencia de mi nueva idea de arrebatarle su arma a mi compañero y lanzarme de buenas a primeras en un hoyo para obtener una apariencia más apropiada.

    Mi plan no había salido como lo esperaba, la poca luz que había se hacía menor en cuanto observe que el señor no poseía intenciones de sacarme sino mas bien de encerrarme en la tumba.

- ¡¡¡¡¡¡¿Qué?!!!!!!- grité impresionada por todo lo que estaba pasando - ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaaaaaaahhh!!!!!!!!!- grité pataleando dentro de aquel agujero sin salida y golpeando con fuerza la tapa -¡Dejame saliiiiir!- gritaba desde el fondo esperando ser escuchada – No veo nada- refunfuñaba y gruñía de enojo. Mi desesperación por salir se incrementaba exponencialmente, la impotencia que sentía al estar allí me estaba consumiendo por dentro, necesitaba salir con urgencia. Mis esfuerzos eran todos en vano, mis golpes no solucionaban nada, mis gritos tampoco y mi telequinesis no era lo suficientemente fuerte como para mover la tapa con un peso tan enorme encima -por lo menos estoy segura de que sigue aquí- pensé imposibilitada por muchas vías.

    Al principio traté de utilizar todas mis fuerzas para salir de ahí, así que después de un tiempo no me quedó más remedio que acostarme en la tumba a esperar que este se levantara en algún momento para poder salir. Cada cierto tiempo revisaba si podía escapar de ahí con telequinesis pero él seguía sobre mí, aunque ya mi desesperación estaba bajando progresivamente -no lograré nada con eso-.

- Aff lo odio- suspiré mientras intentaba relajarme sin bajar la guardia.

    Después de un tiempo ya estaba más calmada y vi como un poquito de luz entró en el hoyo. Traté de mantener ese huequito de luz abierto unos cuantos segundos haciendo fuerza con mi telequinesis y aunque me dio una esperanza no fue lo suficientemente fuerte como para poder liberarme de mi castigo.

    Cuando la luz se volvió a ir no pude evitar gritar con mucha fuerza y patalear otra vez pero esta vez ya estaba cansada de estar luchando contra todo esto -no lograré nada pataleando, tengo que actuar inteligentemente- pensé mientras me volvía a calmar y a relajarme un poco para poder concentrarme en la salida más astuta. Mi cuerpo quería destruir en pedasitos a ese hombre por haberme encerrado de esa forma, pero esa no era una solución ya que necesitaba su ayuda para salir de ahí.

    Pasó un gran tiempo de reflexión y por fin se abrió la puerta sin necesidad de forzarla, estaba yo acostada calmada pero la posibilidad de salir hizo explotar mi agresividad y mi enojo acumulado.

- Sacame de aquí- le dije en tono firme mientras hacía que su propia arma saliera volando de la tumba y lo apuntara con el filo -... por favor- agregué con tono de niña regañada he hice que su arma se girara para que el mango estuviese a disposición de su mano – lo siento- susurré para mí misma tratando de disculparme con el señor.

    Aquel hombre me tendió las manos para salir de aquel agujero, salí casi que con toda la fuerza de él y me sacudí un poco el exceso de disfraz de "niña mala", al fin y al cabo aquel señor me había demostrado ser más “chico malo” que yo. Traté de ser comprensiva con su acción de encerrarme y dejarlo pasar por alto,ya que yo no me había comportado muy respetuosa con él.

-¿De qué parte de las Islas Illidenses eres? ¿es tu familia de Beltrexus?- me preguntó amablemente, cosa que me impresionó después de todo aquello.

-Mnnhh...- dije como muletilla para darme tiempo de pensar, no sabía si decirle la verdad o inventarme una historia. -Me crió un vampiro, lejos de las islas Illidenses...- le comenté finalmente en tono inocentón y sonriente. Tenía la corazonada de que esa respuesta le iba a parecer extraña y tenía muchas ganas de ver su expresión al saber la verdad de mi pasado. -¿Cómo reaccionaría un hombre con tal porte y seriedad ante mi ilógica respuesta? Jajaa-

    Después el señor me ofreció un emparedado -¿Qué? ¿Por qué? ¿Pensará este señor que he comido toda mi vida sangre y ando desnutrida? Jajajaa- me divertía mucho la situación y me divertía aún más imaginar lo que pudiese estar pasando por la cabeza de mi acompañante. Luego mi cabeza recorrió las posibilidades malignas que pudiese tener aquel pequeño emperedado -¿Estará envenenado el pan? No, lo dudo... me hubiese dejado en la tumba...- pensé antes de aceptarle el sandwich.

-Gracias, muy amable- le dije devolviéndole una sonrisa mientras mi estomago cobraba vida propia al ver comida tan cerca y no dude en meterle un enorme mordisco apenas obtuve aquel aperitivo en mis manos.

    El recorrido se me hizo agradable, el cien por ciento de mi atención estaba depositada en aquel trozo de comida el cuál se acabó en unos cuantos minutos, escuché muy poco lo que el hombre me decía –Este pan está muy rico- pensé.

    El paso de mi acompañante se hacia cada vez más lento y con más precaución, seguí su ritmo mientras trataba de devorarme el pequeño pedazo que quedaba y escuché su recomendación con atención.

-Cuando lleguemos no hagas nada arriesgado, nunca se sabe quién puede estar acompañando a un ladrón, a veces en las sombras - dijo como advertencia.

-Seré tu dulce e inocente primita, sobrina o lo que desees inventarte...- le contesté -... te cubriré la espalda si y sólo si las cosas salen mal- supuse que era lo que él desearía escuchar, pero realmente deseaba que las cosas salieran mal para jugar a ser la súper heroína.

    La impresión y la sorpresa me la llevé yo cuando aquel hombre de tan seria apariencia no había reaccionado de forma escandalosa ante mi historia familiar tan ilógica. Su cuerpo permanecía tranquilo aunque un poco pensativo, caminaba con serenidad y sin ninguna prisa hasta llegar al mercado.

    Aquel lugar era bastante tétrico y tenebroso así que permanecí muy cerca de mi acompañante para no sucumbir en pánico. Llegué a rozar varias veces su mano, sin embargo no quería demostrar debilidad ante nadie y mucho menos ante este hombre que contaba conmigo para ser su protectora.

     Sentía escalofríos cada vez que mis pies se posaban sobre algún objeto que no fuese de costumbre pisar, como huesos de animales o de personas, algunas marañas de cabello y otras cosas que preferí no saber. Por el contrario a mi acompañante le parecía súper normal caminar por un lugar así, o eso aparentaba. No se percataba de las asquerosidades que estaban alrededor de nosotros, incluso se acercó a uno de los puestos que se encontraba con peor higiene de todos.

      Di unos pasos atrás al ver que el hombre se acercó a una señora exuberantemente grande que vendía animales disecados –¿Quién compraría todas estas porquerías?- pensé mientras me giraba para observar a los demás puestos y mirarlos todos con un poco de asco –Espero que la acción esté lejos de aquí-

     Volví a mirar con una distancia prudencial a la mujer de los animales disecados y escuché decir al señor – Mi bella señora…- he hizo algunas reverencias para ser amable y conseguir la ubicación de nuestro objetivo. Tras escuchar aquellas tres palabras mis miedos se vieron disueltos, me ahogaban unas ganas de reírme y rodar por el piso hasta más no poder.

     No aguantaba las ganas de soltar la carcajada así que por el bien de ambos me di la vuelta dándole la espalda a la señora con el hombre y me dediqué a mirar cualquier cosa desagradable que pudiese distraer mi atención del cumplido que acababa de escuchar.

     Al poco tiempo el hombre se acercó a mí con cara de haber obtenido lo que deseaba y no pude evitar comentarle con intenciones de broma –Jamás me hubiese imaginado que ese sería tu tipo de chica, jajaa-. No podía dejar de imaginarme un beso entre aquella gigantesca señora con este señor tan serio.

     Le seguí el paso, nos dirigíamos a una de las esquinas más oscuras del lugar y mi cara al llegar cambió radicalmente, coloqué una expresión seria y de dominio del ambiente para intimidar un poco pero sin exagerar.

-Ahora si parezco familia tuya- dije con volumen bajito y en tono serio buscando que entendiera mi pequeña broma.

    Después de comentarle al hombre sobre sus gustos en cuanto a las mujeres este sonrió y meneó la cabeza, para luego revelar que era un brujo.

-Mira mi mano- me dijo él mientras con magia lograba que una piedra levitara y se moviera jocosamente, el truco no me había impresionado mucho ya que yo también era capaz de hacerlo pero no esperaba que alguien tan… “como él” fuese un brujo. -Al parecer todos los brujos tienen ese estereotipo misterioso y serio como era el estilo de el parca- pensé en Neros inmediatamente. Los únicos brujos que conocía era a Leinil, la bruja que jamás vi usar sus poderes; Neros, un parca con piel extraña que incendia las cosas y a este otro que ni sabía su nombre pero sabía que podía usar su telequinesis, tenía un gusto por las mujeres grandes y le roba a ladrones por dinero.

    El conocimiento que poseía este señor con respecto a la magia fue altamente impresionante, mi conocimiento acerca del funcionamiento de la magia era muy simple: “yo quiero que suceda algo y con magia sucede”, no todo funciona obviamente, pero fui aprendiendo a saber que puedo y que no hacer por ensayo y error, simple. Ahora se integra en mi mundo una expresión que debí haberla visto en algún lado, sin embargo no tenía ni idea de que hablaba –¿Mana? ¿Cómo se come eso?- pensé.

- Consideraba que mi capacidad de engaño se llamaba astucia, o por lo menos eso es lo que conozco ¿Qué es esa cosa de mana?, me suena familiar…- sigo hablando – Ah! Y por cierto… ¿Qué tiene que ver el mana con la señora?- pregunté intrigada, ya que estaba súper concentrada escuchando la explicación científica y entonces ¡¡Boow!! viene este brujo y saca el tema de su amor por la señora…

    Me detuve frente a él  y parpadee varias veces para humedecer mis ojitos y comentarle –Disculpa, para ti debe ser una ofensa que una pequeña brujita no sepa mucho de su raza… pero ¿esperarías que un vampiro le enseñara a una niña a ser una bruja?- dije en un tono algo dramático –Sinceramente todo esto de lo que me estas hablando para ti debe ser la base de todo nuestro potencial pero no tiene una existencia en mi vida-completé -…hasta ahora-.

    Mientras hablábamos nos acercábamos muy rápido a nuestro destino, lo que no nos permitió extender mucho nuestra charla. Al llegar, el brujo le preguntó a nuestro amigo topo si su identidad era la que esperábamos y luego empezó a decir las mentiras más mentirosas de las mentiras.

-¡Aguanta la risa!- me ordenaba a mí misma mentalmente.

    No estaba acostumbrada a escuchar las mentiras de nadie, normalmente soy yo quien las dice y me permito moldearme a mis capacidades y necesidades; pero esta vez tenía que seguir la mentira de otra persona, este podría decir que soy mitad rana y tendría que buscar la forma de adaptarme a lo que él estaba diciendo. No fue nada fácil asimilar que no era la única que sabía manejar a su beneficio la lengua. - ¡Uhmm! ¡Ya sé!... Fingiré que esa mentira la dije yo- pensé mientras proponía repetirme las mentiras mentalmente e imaginarme que provienen de mí. – Soy una princesita que… me voy a casar… ¡¡¡¿qué?!!!- traté de no desconcentrarme – Esta bien, me casaré sin tener bubis aún… y necesito aeros y joyas baratas…-. Cerré mis ojos para meterme en el personaje y sentí que algo se aproximaba a mí, abrí los ojos bruscamente y tenía casi pegado a mi nariz al señor topo; de momento me impresione pero con algunos cuantos apagones de luz en mis ojitos hice que mi mirada de impresión se convirtieran en una mirada tierna y necesitada.

-Por favor señor Rajitz- le dije en un tono de plegaria y ternura.

    El señor topo parecía no lograr mirarme bien, lo cuál era una desventaja enorme ya que mi ternura ayuda bastante en cosas de convencimiento, sin embargo este le bastó olerme un poco y forzar la vista para luego afirmar que sí estaba dispuesto a hacer algún negocio, pero este seguía con la guardia en alto –por lo menos no es tan tonto y aún desconfía de nosotros- pensé.

    El hombre nos dio la oportunidad de hablar en un lugar más tranquilo y solo, nos guió hasta un conjunto de tumbas vacías que se encontraba en la zona. Antes de llegar a aquel lugar, el brujo me logró resolver la duda que tenía con respecto a esa energía con nombre “mana”, al parecer es una especie de fuerza que fluye en los objetos y es lo que me permite moverlos. Su explicación fue bastante clara y sonaba lógica así que asentí con la cabeza para luego sonreirle.

- Yo soy lista y poderosa...- le digo muy alegre –y si no lo soy... lo seré- le comenté muy convencida.

    Al llegar al lugar de la “acción” -eso espero...- observe como el hombre iba abriendo su bolso para ofertarnos algún producto. Del interior del morral sacó varios objetos brillantes y muy lindos que se veían súper caros.

-Busca una que te haga lucir bien- dijo mi compañero.

-Todo me hace lucir bien- le comente en un tono algo egocéntrico pero con un mensaje  subliminal debajo de esa frase.

    Tenía que ayudar a que el trabajo fuese más fácil para ambos, debíamos buscar exclusivamente aquello que nos podría confirmar si es o no el ladrón que buscamos, pero ¿Qué estamos buscando?, no tenía ni la más mínima idea de que objeto fue el robado, ya que leer en una persecución no era la mejor forma de retener la información importante contenida en una nota...

    Me probé varias tiaras modelándoselas a mi acompañante y unos anillos con piedras preciosas de varios colores llamativos, sin embargo sentí en la mirada del brujo una expresión severa que decía “next”, supuse que no sería nada de lo que estábamos buscando -¿Perdí todo ese tiempo modelando cosas que no son? Bueno al menos seguro se me veían estupendas-

-Probaré con algún collar- le comenté al topo y volteé a ver al hombre para observar si ponía alguna expresión afirmativa o negativa ante mi propuesta.

    El hombre topo guardo rápidamente las prendas que me probé que no le fueran útiles para su venta, me miró un poco molesto por no especificarle lo que quería desde un principio y con un poco de obstinación saco algunos dijes y collares. Cada vez que me pasaba alguna prenda se la mostraba bien al brujo para ver si era lo que estábamos buscando. Algunas piezas eran enormes llenas de diamantes, muy extravagantes para mi gusto, sin embargo habían unas que eran espectaculares y sencillas, con pequeños diamantes o con toquesitos brillantes. Al ver estas lindas prendas me emocioné y me probé todas las que habían, me dejé llevar por el alma de compradora de toda mujer o niño, y yo soy ambas.

-¡¡¡Este me encanta!!!- dije agarrando una prenda y poniéndomela emocionada – Aww pero es muy brillante como para usarlo por ahí al aire libre- pensé mientras me lo quitaba y se lo devolvía al topo -mejor no...-.

    De la bolsa de prendas salió un montón grande de prendas y entre ese montón habían dos tiaras, con unos 6 collares brillantes enredados entre ellos y uno de esos collares parecía una mano con un dado. Agarré ese grupo de prendas y las junte con las cosas que no me gustaban y me concentré en una de las prendas que tenía el topo guindadas en su brazo  que al parecer no pensaba vender en esta jornada.

-¡¡¡Me gusta esaaa!!!- dije muy emocionada pidiéndole la prenda al topo y probándomela.

    Luego de haber conseguido la prenda perfecta recordé que realmente no vinimos de compras para mí, sino que vinimos por una súper misión secreta -uhmm bueno... ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón- pensé mientras me volvía a concentrar en la misión, en una forma de recuperar lo robado y en robarle al topo la prenda que me había gustado.

-Disculpa, me emocioné...- le dije a mi acompañante que lo había dejado ignorado por completo mientras me probaba las prendas. -¿Has visto algo que te guste?-

    No estaba muy segura de que mi acompañante hubiese localizado el objeto robado, sin embargo estaba feliz porque en mi cuello colgaba un lindo collar que pretendía quedarme pasara lo que pasara.

    A los pocos minutos el hombre detuvo mi interminable búsqueda de prendas y me comentó que la prenda que me había gustado me quedaba bien, eso ya lo sabía pero me dio a entender que ya había conseguido lo que buscaba. Luego me ordenó con ternura alejarme un poco de la situación para pagarle al topo –Si este brujo le paga algo lo encerraré yo en una tumba- pensé mientras estaba intrigada observando la situación. El hombre sacó el dinero pero -¿Me dijo que me tapara los oídos? Dudo que le pague...- sonreí complacida porque no sonaba nada bien para el pobre topo.

    Mi sonrisa se borró de inmediato; ver la cara de maldad y la crueldad que emanaba de la piel de aquel hombre me había puesto tensa, mi corazón se aceleraba y mis ojos se abrían cada vez más para dejar mi cuerpo en un estado de shock incontrolable. Las monedas para el “pago” empezaron a atacar al topo de forma violenta, hasta que este no pudiese sostenerse ni defenderse. Me agaché detrás de las cajas y con mucho temor saqué una de mis piedras grises talladas y concentré toda mi energía en mis dos manitos para transferirle un poco de energía serena y apacible; deseaba que esa escena violenta terminara y aquel hombre se calmara lo más rápido posible, no podía caminar así tranquila con alguien tan cruel a mi lado.

    Espere que el sonido de los golpes cesaran y luego me levanté a ver lo ocurrido, el pobre topo estaba tirado en el suelo inconsciente, lo vi con un poco de tristeza y salí corriendo para acercarme a mi acompañante y fingir que se me había resbalado la piedra que tenía en la mano para que esta callera suavemente sobre los zapatos del hombre.

-Ups, disculpa- le dije con ternura mientras recogía del piso aquel poderoso objeto que había tenido el contacto suficiente con el hombre como para que sintiera cambios en su estado de animo.

-Te la regalo como agradecimiento por el collar... pero...- le dije mientras le entregaba la piedra tallada ya sin ninguna energía –no tienes porque ser tan cruel- bajé la mirada y le comenté en tono serio -ve a buscar el objeto que robaron para completar tu misión...-

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OffRol
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La piedra está impregnada de esencia apacible, con el contacto se libera, está en las habilidades de Magita

Una a una las monedas retornaron al bolsillo del brujo, terminando su labor. El topo apenas gemía en el suelo, muy maltratado, pero era para lo que le habían contratado. No era más que el trabajo de un matón, pero tendría una buena paga y, sobre todo, le había permitido poner a prueba su magia recuperada. Había visto el collar entre las cosas  y con un simple gesto de su mano éste evitó hasta ponerse en su bolsillo.

En ese momento una piedra caía sobre su zapato, la que la niña recogió y se la pasó, indicando que era un regalo. El aumento de su magia al sentir la esencia del Mana formándose en su interiorh le indicaba que algún suceso mágico había ocurrido, pero no estaba seguro qué. Quizás la niña había hecho levitar algo, pensó, no le dio mayor importancia al asunto.

Se sintió más tranquilo, relajado, como si saliera de un baño caliente. Aquello era extraño, el brujo podía ser muy cruel cuando se necesitaba, pero no solía disfrutar de golpear a otros, no lo hacía como deporte, mucho menos sentirse así de relajado tras semejante acto. Lo atribuyó a que por fin terminaba esa misión, aunque había sido una bastante sencilla.

-Entiendo que no te guste, pero en el papel estaba que esto era parte del trabajo -explicó a la niña- era un ladrón y necesitaba de una lección, si la ley de Lunargenta lo cogiera seguro el castigo sería mucho más duro, lo azotarían, lo meterían a la cárcel horrible de los bios o le cortarían la mano… yo sólo hacía mi trabajo -apuntó entonces el collar-

Se irguió para buscar la taberna indicada en el papel. Si su memoria no fallaba, debía estar a pocos minutos caminando desde ese lugar. Sonrió a la niña invitándola a tomar su mano, sorprendiéndose hasta él mismo de ese aire amable que parecía invadirle. Quizás ya estaba un poco viejo y le pasaba la cuenta el no haber tenido hijos propios. No al menos que supiera, pero no se sorprendería si alguna de las mujeres con las que había compartido lecho había quedado encinta. Ese ya no era su problema.

-Quizás en esa posada podemos comprar un plato de comida casera con el pago, algo me dice que hoy no has tenido una comida como la gente.

¿Era el mismo Artabán que había liderado tropas genocidas en las campañas anti-elfos?, ¿el mismo que había sacrificado su barco y toda la tripulación en él para recuperar su magia? no lo parecía. Definitivamente se estaba poniendo viejo.

Se puso en marcha hacia la taberna para ir a cobrar la recompensa.
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    ¿Hay que castigar a alguien por lo que hace o por dinero? ¿El dolor de una persona vale los aeros de una recompensa?. Son preguntas muy interesantes que no tenían respuesta fija en mi cabeza en ese momento, pero al parecer mi acompañante le bastaba saber que el hombre había hecho algo malo y le iban a pagar para juzgar su delito pero ¿quién le dio el titulo de juez a él?. No consideraba justo maltratar a alguien así y más si se aprovechan de las desventajas claras de los demás.

    El brujo se esforzó un poco para explicarme las razones de sus actos, sin embargo esas respuestas no llenaban las condiciones necesarias para que lo que hiciera estuviese bien así que simplemente fue un mal acto.

-Entiendo que sea parte de tu “trabajo” y considero justo que le robes al ladrón pero...- hice una pequeña pausa -...eso no justifica que lo maltrates. ¡No quiero ser parte de esto así!. Puedes quedarte con la recompensa completa...- dije un poco desilusionada -Te acompañaré al lugar de encuentro pero sólo para asegurarme de que no lastimes a más nadie- dije finalmente con firmeza.

    Luego de expresarle mi opinión al hombre le tomé la mano con cariño y le pregunté su nombre cuando ya me encontraba más tranquila.

- No, no tengo hambre...- dije un poco malcriada ya que no quería consumir ese feo dinero que se había ganado el brujo en su acto de violencia. - Y... ¿Cómo te llamas? ¿Matón sangrifero?- dije en tono de burla.

    Ya estaba más tranquila porque sabía que él también lo iba a estar.

    La energía que emanó de esa piedra era como un leve recuerdo que despertaría emociones dentro de él, no era una obligación de algo estático o estable. Consideraba que no era posible el hecho de adoptar emociones controladas, pero sí podía crear una esencia que pudiese despertar algunas sensaciones ocultas que alguna vez se hayan manifestado en las personas. Este brujo era el segundo en probar este tipo de esencias y no estaba muy segura de que tan efectivas serían. -Será mi pequeño experimento-