De los caminos [mastereado Wyn] [libre]

El día no fue suficiente para dos amantes no, fue necesario algo más, el día y la noche. Momentos en los que entre actos de amor, demostraciones de afecto y pequeñas siestas nos poníamos al tanto de lo ocurrido en nuestro tiempo separados. El nuevo día llegó anunciado por el canto de un gallo vagabundo. Adoraba estar entre los brazos de aquel tierno amante y frío asesino pero el deber era algo ineludible al igual que el rugido de mi estómago. Me giré en la cama y busqué sus labios, los acaricié un par de veces con los míos para luego comenzar a besarle cada vez con más pasión. Bue-nos-dí-as- saludé acurrucándome entre sus brazos para lentamente buscar su hombría. Amanecí con hambre le dije con un evidente doble sentido.


Hmmm… creo que es la primera vez que viajamos juntos, ¿no? pregunté tomando del brazo a Johannes mientras veía a Panda y a la lemurilla caminar juntos por el camino frente a nosotros. La escena era bastante pacífica, los típicos pajarillos alegres cantando en la mañana, el sol cálido, una brisa suave y fresca… ¿No crees que hay demasiada paz? volví a inquirir, apartando mi cabeza que por alguna razón mágica se había recargado por su cuenta contra el hombro de él. Claro que la paz no era pura, ya que el Yltrio que esas mujeres me habían encargado estaba allí, todo rabioso y haciendo ruidos de odio y desesperación. Creo que alguien me odia, temo que se quiera vengar cuando le suelte confesé con el ceño fruncido y alcanzando la mejilla de mi novio para plantarle un beso allí.

Te quiero le dije y acaricié su pelo con la punta de mis dedos. Llevábamos alrededor de una hora caminando y quería pararme a descansar. Usualmente rendía un poco más, pero la mañana había estado un poco agitada y la verdad era que quería disfrutar ese tiempo de calidad porque no sabía cuándo podría volver a repetirse. ¿Crees que podamos descansar en alguna sombra? pregunté ladeando mi cabeza con una oreja en alto y la otra caída. Agité mi cola un par de veces y la tomé entre mis manos. No quiero parecer muy lenta o demasiado conversadora. Si te molesto puedes decírmelo con confianza agregué bajando la cabeza para mirar mis pies que repentinamente se veían muy interesantes. Quiero que disfrutes este viaje para que podamos volver a repetirlo…

Breve, poco, escaso. Esas eran algunas de las palabras con las que podría ser descrito el tiempo que había permanecido al lado de alguien desde siempre, pero en esta ocasión era distinto. Era claro para mi que no quería permanecer un segundo más sin su presencia, sin su compañía. mi estadía a su lado estaba envuelta por sentimientos inmarcesibles e inefables. Con ella, la única arma que quería sostener era su cuerpo y sus torneados labios de los cuales debía beber en cada ocasión que mi conciencia se preguntaba: ¿Es esto real?, pregunta que era despejada de inmediato luego de cada beso y caricia. Los muros que envolvían nuestro refugio eran los testigos silenciosos de nuestra unión. Las sabanas de seda y los cojines mullidos eran los pilares que sostenían nuestros actos de amor cada vez que nuestros cuerpos sedientos buscaban ser saciados ante el uno por el otro. Vaya que todo era real, aun cuando jamás hubiese imaginado que una ladrona pudiese robar mi corazón. Ella lo tenía y estaba seguro de que jamás me lo regresaría.

Los colores del mundo subían algunos tonos en su escala en ese día dejando ver una mayor belleza y valor por cada cosa en nuestro camino. - Lo es. Nuestro primer viaje. Respondí y repetí a sus palabras esbozando una calida sonrisa mientras me acercaba más a ella para asegurarme de que su agarre fuese firme. En efecto. Agradable paz. Replique mientras suspiraba para olfatear el aroma fresco del césped fuera del camino. Luego de los distintos trabajos que había realizado en la ciudad y el hallazgo de mi hermana, necesitaba salir y alejarme de aquellos claustrofóbicos muros de Lunargenta e intentar olvidar todo lo que había sido ya contado. Ahora solo debía enfocarme en mi amada y preocuparme solo por entregarme en mente, cuerpo y alma para ella, eso sin contar al peculiar integrante en nuestro grupo.

Reb caminaba delante de nosotros cerca de mi amigo Panda y la lemurilla que había llegado hasta Eco, pero el sexto miembro de nuestro grupo parecía no del todo contento en acompañarnos, más bien todo lo contrario. Su rabia e ira parecía no tener fin mientras intentaba, de algún modo, destruir aquella jaula en la que estaba confinado. La historia del como había llegado hasta mi amada había sido tan inesperada como aquel extraño huevo que había aparecido en mi bolsillo luego de chocar con un extraño hombre fuera del comercio en las catacumbas. Me había esforzado por identificar ese extraño huevo pero nadie había podido dar ninguna respuesta certera. También estaba seguro de que no podría abrirlo pues jamás cedió ante mis intentos, más no por eso me desharía de él. Estaba seguro de que tarde o temprano encontraría más información al respecto.

Mi estado ensimismado fue finalizado por algunas palabras de Eco seguidas de un tierno beso en mi mejilla. - Quizás cuando le liberes se de cuenta de tus buenas intenciones, es decir ¿Quien podría odiarte? Pregunte mirando sus ojos sin esperar una respuesta. Me bastaba con escuchar la que dictaba mi corazón. Fui apaciguado por las cariñosas palabras de mi compañera y una estremecedora caricia sobre mi cabeza. Luego de un tiempo bajo el sol, la armadura se tornaba un poco más pesada y calurosa, por lo que encontré reconfortante la propuesta de mi amada. Levante la mirada buscando un sitio. En la distancia, fuera del camino, se erguía un gran árbol frondoso cuya sombra invitaba a los viajeros a descansar bajo sus hojas. - Podemos descansar ahí. Mencione, apuntando con la mirada.

Mi expresión cambio por una mirada de confusión ante sus palabras. Detuve mi caminar y le mire en silencio durante algunos segundos mientras contemplaba aquella tierna y culposa postura que había adoptado, pasando su linda cola entre sus manos y apartando su mirada hacia el suelo. Me acerque medio paso mientras tomaba su mentón para devolver su mirar. Mis dedos se deslizaron a través de sus mejillas para apartar los largos cabellos de su rostro. - Por favor no digas eso. Jamás catalogaría uno de tus maravillosos aspectos como algo molesto, de hecho... Perdona si yo no soy más comunicativo. Me acerque para besar sus labios de manera pasional para después volver a cruzar miradas con ella. - Claro que estoy disfrutando del viaje y estoy seguro de que será cada vez mejor. Sonreí para ella y tome su mano para que me acompañara hacia el que sería nuestro lugar de descanso.

El camino quedo vació luego de que Eco y yo y todo nuestro singular grupo abandonara el sendero principal para buscar un merecido descanso bajo la gentil sombra de ese gran árbol. Al hierba alta acariciaba nuestros pies mientras un ligero sendero quedaba marcado ante nuestro tranquilo paso. El viento meneaba nuestros cabellos a su antojo mientras disfrutaba de la suave caricia de los rayos del sol. Desenrede la roja bufanda de mi cuello y la puse sobre mi hombro, deseaba descubrir enteramente mi rostro pues al lado de Eco no debía guardar ninguna apariencia si no, todo lo contrario.

Nos detuvimos por algunos instantes para disfrutar nuevamente el uno del otro. Las muestras de cariño por parte de mi amada parecían no tener fin y no lo hubiera querido. Por un segundo recordé cada paso que di en solitario a través de misteriosas y desconocidas tierras en los cuales jamás me habría imaginado lo mucho que me hacia falta este tipo de compañías, un hueco que desconocía poseer hasta que fue descubierto. Correspondí el abrazo de Eco disfrutando el como me hacia sentir totalmente suyo. Si teníamos suerte, este viaje no tendría que terminar nunca, solo necesitaba de su compañía a mi lado.

El viento soplo durante algunos segundos luego de que nos separamos. Mi atención fue desviada y obtenido por algunos extraños sonidos los cuales no estaba seguro de donde provenían. Fruncí el seño y mire en todas direcciones, algo no andaba bien. A la distancia el camino que habíamos dejado, al rededor solo árboles mudos meneando sus hojas, en el horizonte solo el cielo claro y algunas colinas, nada fuera de lo común. Más sin embargo, mi instinto dictaba que había algo más por ahí, algo que escapaba a mi vista. Por algún motivo recordé el encuentro con mi hermana y cada uno de los fantasmas que solían perseguirme, pero me había asegurado de que cada uno de ellos estarían fuera durante esta travesía, no había razón alguna para continuar con ese maldito sentimiento de paranoia. Mis oídos parecían captar extraños susurros, conversaciones misteriosas se desarrollaban o quizás... Solo era el efecto del viento atravesando las ramas de los árboles, Sí, eso debía ser.

Antes de que pudiera reaccionar ante mis sospechas, Eco se adelante rápidamente, sosteniendo en su mano uno de mis guantes. ¿Qué...? Mencione mientras notaba mi mano desnuda. Mi corazón le veía con ternura y amor, pero no debía olvidar que en mi mente era una excelente guerrera y talentosa ladrona que aun a estas alturas no dejaba de darme una sorpresa, o dos. Sonreí cariñosa pero orgullosamente cuando ella lanzo su reto, el cual aceptaría sin pensarlo dos veces. No me atrevería a subestimarla, después de todo parecía que siempre era ella quien me sacaba de apuros, pero tampoco le daría ventajas. Emprendí la marcha tras ella y procure ir a su paso, por más difícil que me resultara.


Tal como lo había imaginado, el descansar bajo esa sombra dotaba de un nuevo impulso, una perfecta escena que no habría querido compartir con otra persona. Mi compañera parecía algo molesta, pero sus lindos caprichos solo me incitaban a estar más cerca de ella. - ¿Crees que yo tendría un lugar en tu gremio? Averigüémoslo. Le pregunte para después intentar robarle un beso, pero antes de que pudiera atacar fui sorprendido por un ataque de besos que no podría frenar. Probé sus labios con ímpetu y mucho entusiasmo. Mis manos buscaban sin reparos su piel mientras le ponía en cautiverio con la prisión de mis brazos.

A diferencia de lo que podría pensar y mis sospechas de que nada podría detenernos, mi amada ofrecia una breve tregua o al menos eso creí, pero sus palabras me expresaban algo distinto. La aparte un poco para dejarla tomar aire y la sostuve con afán en mis brazos. - ¿Que sucede? Cuestione preocupado. - ¿ha sido la manzana? ¿Acaso los rayos del sol? Continué buscando respuestas mientras indagaba por otra señal en sus ojos.