Danza en el crepúsculo
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Danza en el crepúsculo
Continuaba estando en Lunargenta. Todavía estaba bastante cansada del trayecto que había erizado en dirección al nido, la fortaleza de Wallace, y el regreso. Tanto ida como vuelta me resultaron tediosos y tuve mas de un encuentro con bandidos o inconvenientes que hicieron que mi viaje se ralentizara mucho mas. Pero ya estaba por fin en Lunargenta, el lugar donde comencé después de marcharme de lo que un día fue mi hogar, y conocía aquel lugar muy bien, por el tiempo que había pasado allí. No mas que algunos meses. Había sentido una presencia durante el camino, desde que entre en el territorio que formaba parte de la península de Verisar. Lo había sentido antes, en alguna otra ocasión, pero esta vez se hacia mucho mas notable y no me dejaba tranquila. Por las noches, apenas dormía una o dos horas como mucho, y pasaba el resto de la noche en vela mirando a todas partes, preguntándome si aquella presencia estaría escondida entre los arbustos, esperando a que cerrase mis ojos para poder atacarme y robar lo poco que tenia, junto con la vida. Después de haber las casas que vi, tras conocer a Wallace, era consciente de que el mundo era mucho mas peligroso de lo que habría imaginado mucho antes, y era por ello por lo que durante bastante tiempo mantuve una posición muy defensiva respecto al mundo.
Aquella tarde había llegado por fin a las afueras de Lunargenta, entre los arboles, desde donde ya era capaz de vislumbrar la ciudad en la lejanía. Sus altos y gruesos muros protectores, estaban mas allá de las copas de los arboles. Y la escasa luz que entraba entre las hojas de los arboles, era de un tono rojizo, pues no quedaba mucho para que la noche me cubriera con su manto de penumbra.
– hace frio. Noto el frio ahora mismo con mucha mas intensidad –pensé en alto.
En el norte había pasado por mucho mas frio, sin embargo en aquel momento sentía por primera vez que el frio húmedo de la península de Verisar me estaba consumiendo mucho mas que el frio del norte. El tono del cielo era completamente rojo, y mas allá en dirección al horizonte, se veía la marcha del sol. Escuche algunas risas en la cercanía. Eran risas y cantos, muy dulces y agudos como si provinieran de un grupo de niñas. Me pregunte de que se trataría, y volví la vista a todas partes. Tenia colchado sobre mi espalda el arco, listo por si llegaba a necesitarlo. Aunque se tratara de la risa de unas niñas, y lo mas probable fuera que encontrase unas niñas jugando a cualquier cosa, por lo que había llegado a ver, no habría resultado demasiado disparatado encontrar alguna clase de seres que imitase sus risas para engañar a los desafortunados e ingenuos que pasasen en a cercanía. Al fin y al cabo, todavía no conocía ni una acuarta parte de las criaturas que habitaban este mundo: los elfos todavía eran una novedad para mi.
Me acerque un poco mas para buscar el lugar del origen de aquellas risas y cantos, y pude observar unas pequeñas criaturas alrededor de lo que parecía una hoguera. Aunque aquello que en un principio había pensado que se trataba de una hoguera, no lo era, y sino era una amplia luminiscencia compuesta por multitud de libélulas que danzaban a su alrededor. Y aquellas criaturas, que eran como pequeñas mujeres, diminutas como si de hadas se trataran, desprendían una inmensa felicidad. Cantaban algo en un idioma que ni me resulto familiar, no comprendí nada en absoluto y creí mas prudente quedarme en la proximidad, detrás de un árbol para observar con mayor detenimiento de que se trataría todo aquello. ¿Que eran aquellos seres? ¿Hadas como las historias que había leído?
Aquella tarde había llegado por fin a las afueras de Lunargenta, entre los arboles, desde donde ya era capaz de vislumbrar la ciudad en la lejanía. Sus altos y gruesos muros protectores, estaban mas allá de las copas de los arboles. Y la escasa luz que entraba entre las hojas de los arboles, era de un tono rojizo, pues no quedaba mucho para que la noche me cubriera con su manto de penumbra.
– hace frio. Noto el frio ahora mismo con mucha mas intensidad –pensé en alto.
En el norte había pasado por mucho mas frio, sin embargo en aquel momento sentía por primera vez que el frio húmedo de la península de Verisar me estaba consumiendo mucho mas que el frio del norte. El tono del cielo era completamente rojo, y mas allá en dirección al horizonte, se veía la marcha del sol. Escuche algunas risas en la cercanía. Eran risas y cantos, muy dulces y agudos como si provinieran de un grupo de niñas. Me pregunte de que se trataría, y volví la vista a todas partes. Tenia colchado sobre mi espalda el arco, listo por si llegaba a necesitarlo. Aunque se tratara de la risa de unas niñas, y lo mas probable fuera que encontrase unas niñas jugando a cualquier cosa, por lo que había llegado a ver, no habría resultado demasiado disparatado encontrar alguna clase de seres que imitase sus risas para engañar a los desafortunados e ingenuos que pasasen en a cercanía. Al fin y al cabo, todavía no conocía ni una acuarta parte de las criaturas que habitaban este mundo: los elfos todavía eran una novedad para mi.
Me acerque un poco mas para buscar el lugar del origen de aquellas risas y cantos, y pude observar unas pequeñas criaturas alrededor de lo que parecía una hoguera. Aunque aquello que en un principio había pensado que se trataba de una hoguera, no lo era, y sino era una amplia luminiscencia compuesta por multitud de libélulas que danzaban a su alrededor. Y aquellas criaturas, que eran como pequeñas mujeres, diminutas como si de hadas se trataran, desprendían una inmensa felicidad. Cantaban algo en un idioma que ni me resulto familiar, no comprendí nada en absoluto y creí mas prudente quedarme en la proximidad, detrás de un árbol para observar con mayor detenimiento de que se trataría todo aquello. ¿Que eran aquellos seres? ¿Hadas como las historias que había leído?
Karalynn Fjelstad
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Re: Danza en el crepúsculo
Desde el suceso de hacía ya dos días, acontecido con el vampiro besucón, que había resultado ser un buscado asesino, su padrastro había estado actuando de una forma sobreprotectora, como si Alanna fuera una niña pequeña que acababa de empezar a andar, ni siquiera cuando había estado entrenando para la guardia o cuando la habían mandado a misiones peligrosas el hombre había estado tan... atento, suponía la chica que era la palabra.
Con ayuda de su Madrastra, Meredith, Alanna había logrado escaparse, pero no podía volver a su casa, el teniente era capaz de ir a buscarla en cuanto dejase de estar distraído. Con calma, andando rápido entre callejones, con su padrastro toda precaución era poca. Llegó a las afueras, donde pensaba que podría estar calmada, cuando el sol ya despuntaba por el horizonte.
Las nubes, teñidas de rojo, el cielo, de rosa, y el horizonte de naranja daban un aire de magia al ambiente, lógico, era el inicio del verano en Aerandir, y eso significaba una sola cosa, tiempo de leyendas. Era el momento para que las fantasías cobrasen vida, para que las sirenas cantasen a los marineros, los fantasmas salieran de sus escondites, los dioses bendijeran uniones, los duendes salieran a hacer travesuras. Era tiempo de fiestas, de gozo, de música y baile.
Unas suaves risas se escucharon desde algún lado, y unas luces aparecieron con suavidad, mirando por todos lados, una joven de pelo rubio se asomaba entre los matorrales a ver lo que sucedía, Alanna, curiosa, se unió a la chica y contemplo unas diminutas mujeres, con vestidos vaporosos, bailando en circulos y riendo.
- Oh, dios mio... son faes...- susurró Alanna en voz baja.
Las hadas giraron a buscar la voz, pero, juguetonas y traviesas como eran, no encontraron a nadie, porque no prestaron la bastante atención, con una risa, siguieron jugando y dando vueltas a medida que el día caía, cuando por fin, tras unos minutos llegó la noche, unas luces comenzaron a iluminar el claro donde esas damitas, que parecían libélulas en la lejanía, jugaban. De repente, el sonido de música entró en el lugar, y más faes comenzaron a reunirse allí, dejando un pasillo para una en especial, una figura más grande, hasta el punto que podría parecer una muñeca, una muñeca de una mujer adulta, de rasgos finos y gesto adusto, que, sin embargo, no dejaba de ser hermosa.
- Vaya...- susurró Alanna más bajo que antes, no fuese que la escucharan.
Con ayuda de su Madrastra, Meredith, Alanna había logrado escaparse, pero no podía volver a su casa, el teniente era capaz de ir a buscarla en cuanto dejase de estar distraído. Con calma, andando rápido entre callejones, con su padrastro toda precaución era poca. Llegó a las afueras, donde pensaba que podría estar calmada, cuando el sol ya despuntaba por el horizonte.
Las nubes, teñidas de rojo, el cielo, de rosa, y el horizonte de naranja daban un aire de magia al ambiente, lógico, era el inicio del verano en Aerandir, y eso significaba una sola cosa, tiempo de leyendas. Era el momento para que las fantasías cobrasen vida, para que las sirenas cantasen a los marineros, los fantasmas salieran de sus escondites, los dioses bendijeran uniones, los duendes salieran a hacer travesuras. Era tiempo de fiestas, de gozo, de música y baile.
Unas suaves risas se escucharon desde algún lado, y unas luces aparecieron con suavidad, mirando por todos lados, una joven de pelo rubio se asomaba entre los matorrales a ver lo que sucedía, Alanna, curiosa, se unió a la chica y contemplo unas diminutas mujeres, con vestidos vaporosos, bailando en circulos y riendo.
- Oh, dios mio... son faes...- susurró Alanna en voz baja.
Las hadas giraron a buscar la voz, pero, juguetonas y traviesas como eran, no encontraron a nadie, porque no prestaron la bastante atención, con una risa, siguieron jugando y dando vueltas a medida que el día caía, cuando por fin, tras unos minutos llegó la noche, unas luces comenzaron a iluminar el claro donde esas damitas, que parecían libélulas en la lejanía, jugaban. De repente, el sonido de música entró en el lugar, y más faes comenzaron a reunirse allí, dejando un pasillo para una en especial, una figura más grande, hasta el punto que podría parecer una muñeca, una muñeca de una mujer adulta, de rasgos finos y gesto adusto, que, sin embargo, no dejaba de ser hermosa.
- Vaya...- susurró Alanna más bajo que antes, no fuese que la escucharan.
Alanna Delteria
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Re: Danza en el crepúsculo
La luz solar ya había prácticamente desaparecido cuando la presencia que acababa del llegar se situó justo a mi lado. Aunque no me di cuenta desde un principio, pues estaba demasiado atenta a lo que hacían aquellas diminutas mujeres. Parecían felices, danzando todavía alrededor de las luciérnagas. De pronto, hicieron un pasillo en el medio, dejando pasar por este a una mujer algo mas grande que, si hubiera habido alguna especie de jerarquía dentro de la vida de aquellos seres, aquella seguramente habría tenido una posición importante. Tal vez era la gobernadora de aquel pueblo… ¿feérico?
– shh –chité a la recién llegada, aun sin mirarla. Y de hecho chité sin saber que ella estaba ahí–. No quiero que sepan que estoy aquí. He leído historias de que las hadas extraían corazones y se los comían, después de mirarte con la ternura de sus ojos inocentes. No quiero pasar por eso.
Y era cierto. Cuando era pequeña había leído multitud de historias sobre las hadas. Muchas de ellas hablaban maravillas, e historias fantasiosas en las cuales eran seres divertidos que cuidaban la naturaleza. En otras tantas, las marcaban como seres terribles, crueles que ocultaban su maldad tras la ternura de sus rostros, y la pequeñez de sus cuerpos. Entonces me gire lentamente hacia la chica que acababa de llegar. Me había acabado dando cuenta de su presencia en el momento en el cual al estirar un poco el brazo izquierdo, me había hallado a misma tocando algo parecido a un brazo: el suyo. Cuando la vi, le dedique una mirada de horror por un instante, que pronto se convirtió en una sonrisa amable. El horro fue debido al susto que me produjo en un primer momento, pues estaba demasiado centrada en lo que estaban haciendo aquellas pequeñas criaturas.
– lo siento –me disculpe–. No quería reaccionar de esta forma. ¿Sabes qué son? –le pregunte, dirigiendo mi vista nuevamente hacia las pequeñas criaturas.
Entonces vi que la mujer, bueno, aquella “hada” de mayor tamaño, empezó a hablar en un idioma que yo no comprendía lo mas mínimo, y ni siquiera me resultaba familiar. Pero parecía alegre, parecía estar contando algo que llenaba los corazones de aquellas que la rodeaban, de una plena gratitud. Tuve una mala sensación poco después, y escuche como algunas de ellas repetían la misma palabra una y otra vez. “Urendorialén". Lo repetían una y otra vez, constantemente, y a ese canto se unían otras mas, y cada vez mas. Al final todas al mismo tiempo, salvo la mas grande de todas, estaban canturreando aquella palabra, significara lo que significara.
– que… ¿qué es eso? –pensé en alto.
Entonces la mujer del centro, que no estaba canturreando aquella palabra, dirigió la vista hacia nosotras. Una mirada furiosa; y pude ver como sus ojos se encendieron en un rojo intenso, como rubíes atravesados por la luz del sol. Aunque estaban algo lejos, lo suficiente como para no vernos, sentí que su mirada nos veía de cerca, muy de cerca.
– shh –chité a la recién llegada, aun sin mirarla. Y de hecho chité sin saber que ella estaba ahí–. No quiero que sepan que estoy aquí. He leído historias de que las hadas extraían corazones y se los comían, después de mirarte con la ternura de sus ojos inocentes. No quiero pasar por eso.
Y era cierto. Cuando era pequeña había leído multitud de historias sobre las hadas. Muchas de ellas hablaban maravillas, e historias fantasiosas en las cuales eran seres divertidos que cuidaban la naturaleza. En otras tantas, las marcaban como seres terribles, crueles que ocultaban su maldad tras la ternura de sus rostros, y la pequeñez de sus cuerpos. Entonces me gire lentamente hacia la chica que acababa de llegar. Me había acabado dando cuenta de su presencia en el momento en el cual al estirar un poco el brazo izquierdo, me había hallado a misma tocando algo parecido a un brazo: el suyo. Cuando la vi, le dedique una mirada de horror por un instante, que pronto se convirtió en una sonrisa amable. El horro fue debido al susto que me produjo en un primer momento, pues estaba demasiado centrada en lo que estaban haciendo aquellas pequeñas criaturas.
– lo siento –me disculpe–. No quería reaccionar de esta forma. ¿Sabes qué son? –le pregunte, dirigiendo mi vista nuevamente hacia las pequeñas criaturas.
Entonces vi que la mujer, bueno, aquella “hada” de mayor tamaño, empezó a hablar en un idioma que yo no comprendía lo mas mínimo, y ni siquiera me resultaba familiar. Pero parecía alegre, parecía estar contando algo que llenaba los corazones de aquellas que la rodeaban, de una plena gratitud. Tuve una mala sensación poco después, y escuche como algunas de ellas repetían la misma palabra una y otra vez. “Urendorialén". Lo repetían una y otra vez, constantemente, y a ese canto se unían otras mas, y cada vez mas. Al final todas al mismo tiempo, salvo la mas grande de todas, estaban canturreando aquella palabra, significara lo que significara.
– que… ¿qué es eso? –pensé en alto.
Entonces la mujer del centro, que no estaba canturreando aquella palabra, dirigió la vista hacia nosotras. Una mirada furiosa; y pude ver como sus ojos se encendieron en un rojo intenso, como rubíes atravesados por la luz del sol. Aunque estaban algo lejos, lo suficiente como para no vernos, sentí que su mirada nos veía de cerca, muy de cerca.
Karalynn Fjelstad
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Re: Danza en el crepúsculo
La joven rubia chistó a Alanna que entendió que no quisiera que la vieran, como la propia chica había dicho, las hadas son preciosas, juguetonas y amables, pero quien irrumpe en una de sus celebraciones no acaba precisamente ileso. Asintiendo, disculpándose, volvió a fijarse en la hermosa figura rubia que acababa de aparecer. Tenia un aire majestuoso, real, estaba claro que era ella quien tenía el poder.
Un roce en su brazo la hizo girarse, la estaría llamando la otra chica, al parecer, no, casi ni se había dado cuenta de que Alanna estaba en el lugar, lo que sacó una sonrisa a la chica, Alanna no era, lo que se dice, silencioso, cuando estaba fuera de servicio, pero la joven había estado tan ensimismada que no había percibido su presencia. Bien le podría haber pasado a la guardia también.
- Tranquila, es normal, estos pequeños causan esa sensación. Son Faes, hadas, eso creo.- cuando Alanna giró a mirar
Un salmo comenzó a oírse en el lugar, no era buena señal, parecía que era una de sus celebraciones, y, además, importantes si alguien de apariencia de tan alto rango había hecho acto de presencia. La palabra que repetían las hadas le sonaba, seguro que la había leido en algún lado, pero... dónde... Conteniendo el aliento, Alanna giró la cabeza y volvió a observar el claro, la figura majestuosa miraba hacia ellas con ojos iluminados en rojo. Ahora entendía el salmo, lo había leido en un viejo libro de leyendas donde explicaba que esa palabra significaba "sacrificio" pero nunca se había sabido de que tipo.
- Es... bueno, te lo explico luego, por ahora, ¡corre!- dijo Alanna tomando el brazo de la chica e iniciando una carrera.
Arrastrando a la joven por el camino pensó que debían encontrar un lugar empedrado, las hadas, al igual que los elfos, se movían mejor por la naturaleza, las ciudades, las construcciones, los lugares yermos les quitaban poder y protegían a quienes pretendían escapar de ellas. No debían detenerse hasta encontrar algún lugar lleno de piedras, las faes las seguían algo alejadas, así que, en su carrera, Alanna se permitió explicarle a la joven lo que sucedía.
- Parece que hemos interrumpido uno de sus rituales, es mala señal, estaban hablando de un sacrificio, y al parecer nos han elegido a nosotras, debemos encontrar un sitio sin plantas ni agua, cuanto más seco mejor, y rápido, son pequeñas, pero rápidas y pueden con cualquiera por muy fuerte que sea. Esas deben ser hadas de verano, por los colores que usan, es mejor que nos alejemos antes de que nos quemen.- Dijo la chica sin cesar su carrera, tal vez la otra joven conociera una cueva donde esconderse, con tanta piedra y humedad, las hadas del verano no osarían acercarse a un lugar así.
Un roce en su brazo la hizo girarse, la estaría llamando la otra chica, al parecer, no, casi ni se había dado cuenta de que Alanna estaba en el lugar, lo que sacó una sonrisa a la chica, Alanna no era, lo que se dice, silencioso, cuando estaba fuera de servicio, pero la joven había estado tan ensimismada que no había percibido su presencia. Bien le podría haber pasado a la guardia también.
- Tranquila, es normal, estos pequeños causan esa sensación. Son Faes, hadas, eso creo.- cuando Alanna giró a mirar
Un salmo comenzó a oírse en el lugar, no era buena señal, parecía que era una de sus celebraciones, y, además, importantes si alguien de apariencia de tan alto rango había hecho acto de presencia. La palabra que repetían las hadas le sonaba, seguro que la había leido en algún lado, pero... dónde... Conteniendo el aliento, Alanna giró la cabeza y volvió a observar el claro, la figura majestuosa miraba hacia ellas con ojos iluminados en rojo. Ahora entendía el salmo, lo había leido en un viejo libro de leyendas donde explicaba que esa palabra significaba "sacrificio" pero nunca se había sabido de que tipo.
- Es... bueno, te lo explico luego, por ahora, ¡corre!- dijo Alanna tomando el brazo de la chica e iniciando una carrera.
Arrastrando a la joven por el camino pensó que debían encontrar un lugar empedrado, las hadas, al igual que los elfos, se movían mejor por la naturaleza, las ciudades, las construcciones, los lugares yermos les quitaban poder y protegían a quienes pretendían escapar de ellas. No debían detenerse hasta encontrar algún lugar lleno de piedras, las faes las seguían algo alejadas, así que, en su carrera, Alanna se permitió explicarle a la joven lo que sucedía.
- Parece que hemos interrumpido uno de sus rituales, es mala señal, estaban hablando de un sacrificio, y al parecer nos han elegido a nosotras, debemos encontrar un sitio sin plantas ni agua, cuanto más seco mejor, y rápido, son pequeñas, pero rápidas y pueden con cualquiera por muy fuerte que sea. Esas deben ser hadas de verano, por los colores que usan, es mejor que nos alejemos antes de que nos quemen.- Dijo la chica sin cesar su carrera, tal vez la otra joven conociera una cueva donde esconderse, con tanta piedra y humedad, las hadas del verano no osarían acercarse a un lugar así.
Alanna Delteria
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Re: Danza en el crepúsculo
Tras aquella letal mirada por parte de la pequeña mujer que se encontraba en el centro, rodeada por las otras, la muchacha que se había acercado a mi no hacia mucho tiempo, me advirtió que lo mejor que podíamos hacer, era marcharnos corriendo de inmediato. Corriendo aun, la muchacha intento explicarme la situación. Según las palabras de ella, aquellas “hadas”, o faes , como ella llego a llamarlas, nos habían elegido a nosotras como sus víctimas, sus sacrificios para el ritual que estaban llevando a cabo. Esboce una mueca de indignación.
– pero… y den o haber estado nosotras aquí? A quien habrían elegido? Ha sido solo una mala coincidencia! De verdad crees que seriamos como su sacrificio? –pregunte, todavía algo incrédula.
Seguíamos corriendo, mientras hablábamos. Recordé las palabras que ella me dijo: debíamos buscar un lugar “sin planta as ni agua, cuan mas seco mejor”. Teniendo presente que estábamos en mitad del bosque, era algo un poco difícil, a menos que avanzásemos hasta la ciudad de Lunargenta, cosa que era un poco difícil en aquel momento porque todavía quedaba un largo trecho hasta llegar a sus puertas. Mire a todas partes, después de asentirle, haciéndole saber que comprendía lo que me había hecho saber. Y entre los arboles, vislumbre un claro. No era muy amplio pero parecía que en el centro se había llevado a cabo una quema de rastrojos, y además había una especie de obertura que sobresalía de la tierra, cubierta por lo que parecía una especie de pequeña montaña de piedras. Mas allá en la obertura, se observaba una puerta de madera levemente destrozada. Parecía ser un refugio abandonado ya mucho tiempo atrás.
– ahí, creo que es un buen lugar! –exclame, mientras le señalaba la dirección en donde estaba aquel claro. Aunque ella misma podía verlo desde aquella situación.
Corrimos hasta allí y la invite a entrar en el interior de la obertura. Cuando estuvimos ambas dentro, tratamos de guardar todo el silencio que fuimos capaces de guardar. No escuche pasos en la cercanía, pero si el movimiento que causaba el choque de los brazos de aquellas criaturas, con la maleza y la hierba que ascendía desde la superficie. Cuando las observe, desde detrás de la puerta destrozada, pude comprobar que aquel silencio de sus pasos se debía a que sus pies nunca llegaban a tocar el suelo.
– oh, muy bien –dijo una voz etérea. Resonó en mi cabeza y pareció extenderse incluso por el interior de la obertura en la cual habíamos entrado. Por el eco que causo, pensé que mas abajo era un enorme subterráneo, una cueva muy amplia tal vez–. Tal vez no pueda encontraros a vosotras. Puedo encontrar vuestros recuerdos, de todos modos. Y ellos mismos os acabaran trayendo ante mi…
De pronto sentí una terrible amargura. Sentí que los recuerdos mas oscuros de mi vida se acercaban a mi. Era como si estuvieran tomándolos con las manos, apretándolos con fuerza y removiéndolos por toda mi mente, de una punta a otra. Empecé a marearme. La chica en un primer momento no pareció sentir nada, y de hecho ni pareció darse cuenta de mi malestar.
– pero… y den o haber estado nosotras aquí? A quien habrían elegido? Ha sido solo una mala coincidencia! De verdad crees que seriamos como su sacrificio? –pregunte, todavía algo incrédula.
Seguíamos corriendo, mientras hablábamos. Recordé las palabras que ella me dijo: debíamos buscar un lugar “sin planta as ni agua, cuan mas seco mejor”. Teniendo presente que estábamos en mitad del bosque, era algo un poco difícil, a menos que avanzásemos hasta la ciudad de Lunargenta, cosa que era un poco difícil en aquel momento porque todavía quedaba un largo trecho hasta llegar a sus puertas. Mire a todas partes, después de asentirle, haciéndole saber que comprendía lo que me había hecho saber. Y entre los arboles, vislumbre un claro. No era muy amplio pero parecía que en el centro se había llevado a cabo una quema de rastrojos, y además había una especie de obertura que sobresalía de la tierra, cubierta por lo que parecía una especie de pequeña montaña de piedras. Mas allá en la obertura, se observaba una puerta de madera levemente destrozada. Parecía ser un refugio abandonado ya mucho tiempo atrás.
– ahí, creo que es un buen lugar! –exclame, mientras le señalaba la dirección en donde estaba aquel claro. Aunque ella misma podía verlo desde aquella situación.
Corrimos hasta allí y la invite a entrar en el interior de la obertura. Cuando estuvimos ambas dentro, tratamos de guardar todo el silencio que fuimos capaces de guardar. No escuche pasos en la cercanía, pero si el movimiento que causaba el choque de los brazos de aquellas criaturas, con la maleza y la hierba que ascendía desde la superficie. Cuando las observe, desde detrás de la puerta destrozada, pude comprobar que aquel silencio de sus pasos se debía a que sus pies nunca llegaban a tocar el suelo.
– oh, muy bien –dijo una voz etérea. Resonó en mi cabeza y pareció extenderse incluso por el interior de la obertura en la cual habíamos entrado. Por el eco que causo, pensé que mas abajo era un enorme subterráneo, una cueva muy amplia tal vez–. Tal vez no pueda encontraros a vosotras. Puedo encontrar vuestros recuerdos, de todos modos. Y ellos mismos os acabaran trayendo ante mi…
De pronto sentí una terrible amargura. Sentí que los recuerdos mas oscuros de mi vida se acercaban a mi. Era como si estuvieran tomándolos con las manos, apretándolos con fuerza y removiéndolos por toda mi mente, de una punta a otra. Empecé a marearme. La chica en un primer momento no pareció sentir nada, y de hecho ni pareció darse cuenta de mi malestar.
Karalynn Fjelstad
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Re: Danza en el crepúsculo
- De no haber estado nosotras habrían atraído a algún niño de alguna aldea...- susurró Alanna, ya a salvo en el refujio que la joven rubia había encontrado, no era lo mejor del mundo pero hacía la parte.
La puerta se comenzó a tambalear, mientras algunos trozos de esta caían al suelo, y las risas cristalinas de las hadas llenaban sus oídos, la dama de ojos rojos entonces pronunció una amenaza, y la chica rubia pareció empezar a sufrir fuertes dolores de cabeza. A Alanna no le dio a penas tiempo de preguntar, cuando los mismos la asaltaron a ella.
Recuerdos de su infancia comenzaron a llenar su mente, la larga enfermedad de su madre... que Alanna pasó sola, intentado hacer creer a su hermana que todo iría bien cuando ella misma, de a penas 8 años de edad, sabía que no era cierto, la sensación de haber sido abandonada en el orfanato, cuando su hermana había sido adoptada, el saber que su padre era un asesino, los maltratos en el orfanato, haciéndola sentir inútil, débil, la sensación de la muerte, el peso de todas y cada una de las vidas que había sesgado. ¿Con eso pretendía que fueran hacia ella? Debía estar más loca de lo que parecía con esos ojos rojos...
Una nueva sacudida de dolor acudió a Alanna, que notó la culpa por las misiones no realizadas, las vidas que no había podido salvar, necesitaba que se detuviera, al fin y al cabo, los primeros sucesos no podía evitarlos, había sido una niña, ¿tenía que sentirse culpable por la soledad?Había sesgado muchas vidas, pero, a cambio, había salvado otras tantas, no podía culpabilizarse por sus errores, solo intentar superarlos para mejorar, la mentalidad de Alanna era lo que la hacía seguir viva, no podían vivir anclada en un pasado que no podía retomar, debía enfrentarse a os fallos, y a las dificultades presentes afrontarlas y remediar lo que había hecho mal, pero jamás detenerse, la vida avanzaba, y ella debía hacerlo también.
Con sus reflexiones, el dolor cesó de pronto, y Alanna, arrodillada en el suelo, respirando con dificultad, entendió el punto flaco de ese ataque, juntándose a la chica rubia a su lado, la tomó por los hombros y la hizo alzar la cabeza, mientras un grito de rabia escapaba de la dama etérea.
- No dejes que te traguen los pensamientos oscuros, piensa en algo bueno, en tus logros, no dejes que te estanquen en un pozo de oscuridad... - pensó que eso, tal vez, podría empeorar el ataque de la dama sobre la chica.- escúchame, ¿vale? No hay que tener miedo, si caes, alguien te ayudará a levantarte, si te quedas a oscuras, alguien encenderá una luz, si cuelgas de un precipicio, alguien te tenderá una mano y te devolverá a tierra, así que cálmate, aunque no me conozcas, ahora mismo estoy aquí y si pasara algo, yo sería ese alguien.- dijo esperando que funcionase mientras gritos y quejidos agudos sonaban fuera, ¿estaría siendo útil?
La puerta se comenzó a tambalear, mientras algunos trozos de esta caían al suelo, y las risas cristalinas de las hadas llenaban sus oídos, la dama de ojos rojos entonces pronunció una amenaza, y la chica rubia pareció empezar a sufrir fuertes dolores de cabeza. A Alanna no le dio a penas tiempo de preguntar, cuando los mismos la asaltaron a ella.
Recuerdos de su infancia comenzaron a llenar su mente, la larga enfermedad de su madre... que Alanna pasó sola, intentado hacer creer a su hermana que todo iría bien cuando ella misma, de a penas 8 años de edad, sabía que no era cierto, la sensación de haber sido abandonada en el orfanato, cuando su hermana había sido adoptada, el saber que su padre era un asesino, los maltratos en el orfanato, haciéndola sentir inútil, débil, la sensación de la muerte, el peso de todas y cada una de las vidas que había sesgado. ¿Con eso pretendía que fueran hacia ella? Debía estar más loca de lo que parecía con esos ojos rojos...
Una nueva sacudida de dolor acudió a Alanna, que notó la culpa por las misiones no realizadas, las vidas que no había podido salvar, necesitaba que se detuviera, al fin y al cabo, los primeros sucesos no podía evitarlos, había sido una niña, ¿tenía que sentirse culpable por la soledad?Había sesgado muchas vidas, pero, a cambio, había salvado otras tantas, no podía culpabilizarse por sus errores, solo intentar superarlos para mejorar, la mentalidad de Alanna era lo que la hacía seguir viva, no podían vivir anclada en un pasado que no podía retomar, debía enfrentarse a os fallos, y a las dificultades presentes afrontarlas y remediar lo que había hecho mal, pero jamás detenerse, la vida avanzaba, y ella debía hacerlo también.
Con sus reflexiones, el dolor cesó de pronto, y Alanna, arrodillada en el suelo, respirando con dificultad, entendió el punto flaco de ese ataque, juntándose a la chica rubia a su lado, la tomó por los hombros y la hizo alzar la cabeza, mientras un grito de rabia escapaba de la dama etérea.
- No dejes que te traguen los pensamientos oscuros, piensa en algo bueno, en tus logros, no dejes que te estanquen en un pozo de oscuridad... - pensó que eso, tal vez, podría empeorar el ataque de la dama sobre la chica.- escúchame, ¿vale? No hay que tener miedo, si caes, alguien te ayudará a levantarte, si te quedas a oscuras, alguien encenderá una luz, si cuelgas de un precipicio, alguien te tenderá una mano y te devolverá a tierra, así que cálmate, aunque no me conozcas, ahora mismo estoy aquí y si pasara algo, yo sería ese alguien.- dijo esperando que funcionase mientras gritos y quejidos agudos sonaban fuera, ¿estaría siendo útil?
Alanna Delteria
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Re: Danza en el crepúsculo
Mi mente estaba ya muy nublada. No era capaz de diferenciar entre aquellos que eran mis propios pensamientos, y aquellos que no eran mas que pensamientos inducidos. Y esto era porque muchos de aquellos pensamientos que la “reina” de las hadas trataba de inducirme, ya los había pensado yo en alguna otra ocasión, tratando de evitarlos a toda costa. Ella, en cierto modo, no hacia mas que recordarme lo que llevaba tanto tiempo tratando de olvidar. Cuando volví la vista hacia la chica, no fue a ella a quien vi, sino a mi padre. El me gritaba, repetidas veces. Me decía que yo era incapaz de todo, que estaba decepcionado. Que como mujer, lo que había hecho era patético, penoso… por un momento sentí el profundo deseo de golpearlo, de empujarlo y hacerlo caer mas allá. De descubrirlo ante las hadas para que estas obraran del modo que quisieran contra el. Pero el brillo de unos ojos sinceros me devolvió a la realidad. Y la voz tranquilizadora de aquella mujer, termino de traerme de regreso.
– discúlpame –dije instintivamente, aunque no hubiera hecho nada de lo que había pensado hacer. Fruncí el ceño de repente y mire al exterior de la obertura. Mas allá, la que parecía dirigir al resto de los seres feéricos, fruncía el ceño también y sobre volaba por los alrededores a una velocidad impresionante. Por un momento me recordó a una abeja–. Tu eres ese alguien ahora mismo –repetí, recordando lo que me acababa de decir ella. Cuando me lo había dicho, no había estado especialmente atenta, sin embargo ahora volvía a ser plenamente consciente de lo que sucedía.
Pero mas allá, donde antes había estado aquella pequeña y poderosa criatura, observe un rostro familiar. Y aunque ya había vuelto en mi misma, aquel rostro me desconcertó por completo, y no supe muy bien como reaccionar. Pese a que habíamos estado escapando, inconscientes de que eran capaces de hacer aquellas criaturas, la figura familiar me llamo demasiado la atención. Era ella, y tenia que alcanzarla. Me sonreía, y en sus ojos vi que me extrañaba.
– esa es mi madre –le dije a la mujer, sin mirarla–. Que hace aquí? Es mi madre. La ves, verdad?
Y aunque no la hubiera visto, me puse en pie, dejando atrás la destrozada puerta que nos cubría de la mirada del ser feérico. Y cuanto mas me acercaba a ella, mas notaba como si un rayo de electricidad me estuviera recorriendo brazos y piernas. Cada vez lo sentía con mayor intensidad, y mis pasos se volvían mas lentos, pero no iba a dejar de acercarme.
– discúlpame –dije instintivamente, aunque no hubiera hecho nada de lo que había pensado hacer. Fruncí el ceño de repente y mire al exterior de la obertura. Mas allá, la que parecía dirigir al resto de los seres feéricos, fruncía el ceño también y sobre volaba por los alrededores a una velocidad impresionante. Por un momento me recordó a una abeja–. Tu eres ese alguien ahora mismo –repetí, recordando lo que me acababa de decir ella. Cuando me lo había dicho, no había estado especialmente atenta, sin embargo ahora volvía a ser plenamente consciente de lo que sucedía.
Pero mas allá, donde antes había estado aquella pequeña y poderosa criatura, observe un rostro familiar. Y aunque ya había vuelto en mi misma, aquel rostro me desconcertó por completo, y no supe muy bien como reaccionar. Pese a que habíamos estado escapando, inconscientes de que eran capaces de hacer aquellas criaturas, la figura familiar me llamo demasiado la atención. Era ella, y tenia que alcanzarla. Me sonreía, y en sus ojos vi que me extrañaba.
– esa es mi madre –le dije a la mujer, sin mirarla–. Que hace aquí? Es mi madre. La ves, verdad?
Y aunque no la hubiera visto, me puse en pie, dejando atrás la destrozada puerta que nos cubría de la mirada del ser feérico. Y cuanto mas me acercaba a ella, mas notaba como si un rayo de electricidad me estuviera recorriendo brazos y piernas. Cada vez lo sentía con mayor intensidad, y mis pasos se volvían mas lentos, pero no iba a dejar de acercarme.
Karalynn Fjelstad
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Re: Danza en el crepúsculo
Al parecer sus palabras habían funcionado, pues la chica pareció despertar pidiendo disculpas. Alanna, contenta porque la joven hubiera vuelto a si misma, solo sonrío negando con la cabeza. Había sido difícil, para ambas y si Alanna no hubiera sido una persona estúpidamente optimista, posiblemente, en ese momento, estaría fuera siendo completamente devorada por esos seres terroríficos a pesar de su apariencia etérea. Asintó una vez más, con aspecto decidido, cuando la rubia repitió sus palabras, en ese momento solo estaban ellas, tenían que defenderse la una a la otra, o no saldrían de allí con vida.
Alanna se asomó por la ventana para mirar a la más grande de todas, sin darse cuenta de que la chica rubia había empezado a moverse hacia la puerta, cuando lo vio e intentó detenerla, solo consiguió unas palabras, estaba viendo a su madre. Pero allí delante la guardia no veía nada. La joven estaba fuera, y Alanna no iba a dejarla allí para que se la comieran. Desenvainando la espada, corrió tras ella y se situó a su frente, cortandole el paso, mientras miraba a la más grande:
- Déjenos marchar.
- No me apuntes con armas mundanas, niña.- dijo la mujer, su voz parecía duplicada o triplicada, era todo muy extraño, resonaba por todo el lugar.
- ¡Despiertela!- ordenó refiriendose a la chica rubia.
- No me apuntes con esa cosa- repitió la dama, más enfadada que antes, y, con un movimiento de mano, lanzando lejos la espada que la joven tenía en las manos.- ¿Es que no sabes con quien hablas? Soy quien reina en el mundo de los espíritus, soy la dama etérea, quien provoca las mayor locura en los mayores hombre, soy quien controla a las hadas, quien hacer crecer las cosechas y seca los ríos, ¿crees que tu, una simple mortal, puede hablar así conmigo, la soberana del verano?
- Si usted fuera todo eso, las leyendas la nombrarían, pero he leído todo sobre la historia de Aerandir, y no aparece usted por lado alguno, reina.- dijo Alanna con retintín en la última palabra.
- ¡Osada!- gritó la mujer.- ¿Cómo te atreves?
- ¡No la temo!
Mientras esta charla se llevaba a cabo, la "reina" había empezado a alterarse, perdiendo el dominio sobre sus poderes, haciendo que la figura en la imaginación de Karalynn empezara a difuminarse, para vencerla, para omitir el poder que ejercía sobre la mente, era necesario enfadarla, ridiculizarla, su fuerza provenía de la credibilidad que ejercía sobre sus subditos, esas diminutas faes que la seguían a todos lados como un cortejo nupcial seguía a la novia.
Cuanto más dudasen ellas de la fuerza de su señora, de su capacidad para atemorizar, más fácil sería huir, aunque era complicado, debían aprovechar un momento exacto, el momento de confusión que precede a la ira, si la "soberana" llegaba a irritarse completamente, no quedaría criatura viva en esa parte del bosque, las dos muchachas, incluidas.
Alanna se asomó por la ventana para mirar a la más grande de todas, sin darse cuenta de que la chica rubia había empezado a moverse hacia la puerta, cuando lo vio e intentó detenerla, solo consiguió unas palabras, estaba viendo a su madre. Pero allí delante la guardia no veía nada. La joven estaba fuera, y Alanna no iba a dejarla allí para que se la comieran. Desenvainando la espada, corrió tras ella y se situó a su frente, cortandole el paso, mientras miraba a la más grande:
- Déjenos marchar.
- No me apuntes con armas mundanas, niña.- dijo la mujer, su voz parecía duplicada o triplicada, era todo muy extraño, resonaba por todo el lugar.
- ¡Despiertela!- ordenó refiriendose a la chica rubia.
- No me apuntes con esa cosa- repitió la dama, más enfadada que antes, y, con un movimiento de mano, lanzando lejos la espada que la joven tenía en las manos.- ¿Es que no sabes con quien hablas? Soy quien reina en el mundo de los espíritus, soy la dama etérea, quien provoca las mayor locura en los mayores hombre, soy quien controla a las hadas, quien hacer crecer las cosechas y seca los ríos, ¿crees que tu, una simple mortal, puede hablar así conmigo, la soberana del verano?
- Si usted fuera todo eso, las leyendas la nombrarían, pero he leído todo sobre la historia de Aerandir, y no aparece usted por lado alguno, reina.- dijo Alanna con retintín en la última palabra.
- ¡Osada!- gritó la mujer.- ¿Cómo te atreves?
- ¡No la temo!
Mientras esta charla se llevaba a cabo, la "reina" había empezado a alterarse, perdiendo el dominio sobre sus poderes, haciendo que la figura en la imaginación de Karalynn empezara a difuminarse, para vencerla, para omitir el poder que ejercía sobre la mente, era necesario enfadarla, ridiculizarla, su fuerza provenía de la credibilidad que ejercía sobre sus subditos, esas diminutas faes que la seguían a todos lados como un cortejo nupcial seguía a la novia.
Cuanto más dudasen ellas de la fuerza de su señora, de su capacidad para atemorizar, más fácil sería huir, aunque era complicado, debían aprovechar un momento exacto, el momento de confusión que precede a la ira, si la "soberana" llegaba a irritarse completamente, no quedaría criatura viva en esa parte del bosque, las dos muchachas, incluidas.
Alanna Delteria
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Re: Danza en el crepúsculo
La “reina” pareció perder la fuerza que había estado demostrando tener. Me había llegado a confundir de un modo bastante rastrero. Hallando aquello que mas me habría podido confundir en aquel momento. En cuanto mi madre se esfumó de mi mente, y pude comprobar que ella no estaba allí realmente, dirigí mi mirada hacia Alanna –de la cual no conocía su nombre todavía–, y comprendí la situación. Escuché esa especie de conversación que llegó a tener con la “reina” feérica.
– Tampoco yo he oído sobre ti –mencioné. Traté de hablar sin miedo, sin mostrar cuanto me preocupaba de lo que fuera capaz aquella mujer. Porque sobre todas las cosas, me sentía enfadada, molesta por lo que había hecho con mi mente–. Ni lo mas mínimo. De hecho si nos hemos acercado, ha sido por curiosidad. Curiosidad de ver un ser tan diminuto, inofensivo, indefenso y ridículo como tu.
A lo mejor me había pasado un poco. No estaba seguro, pero intentaba hacer que su estatus , si es que tenia alguno, disminuyera a los ojos de aquellas que la seguían, y de Alanna. Aunque Alanna ya le había respondido con esa misma intención.
– Tu también? Te arrepentirás de tus palabras –dijo con furia durante un instante. Luego algunas de esas criaturas que la seguían, la miraron y comenzaron a decirle algo en un idioma extraño, muy suave y etéreo.
Ella respondió, con furia a estas criaturas. Furia y confusión. Tal vez estas criaturas habían dudado de su poder? En aquel momento parecía estar mas preocupada por lo que estaba hablando con aquellas otras pequeñas criaturas, que de nosotras dos, así que me gire hacia la chica que había estado conmigo en todo momento, y le hice una mueca. Debíamos irnos, cuanto antes. Salir corriendo, huir lejos del bosque. Aunque resonó en mi cabeza lo que Alanna me había mencionado antes: si no hubiera ido a por nosotras, habría ido en busca de algún niño de los alrededores. Tampoco quería que eso sucediera. En cuanto emprendimos la marcha rápida para alejarnos de allí, mientras la reina feérica estaba centrada en una aparente discusión con las criaturas que la seguían, me dirigí a la chica.
– No podemos dejar que siga rondando por aquí en libertad, verdad? –le pregunte, entre jadeos–. No podemos dejar que vaya a por otras personas. Puede perdernos de vista a nosotras e ir a por alguien mas perfectamente, no me sentiría bien sabiendo eso.
De pronto escuche un grito intenso, un chillido muy agudo e irritante que hizo eco por todo el bosque.
– Tampoco yo he oído sobre ti –mencioné. Traté de hablar sin miedo, sin mostrar cuanto me preocupaba de lo que fuera capaz aquella mujer. Porque sobre todas las cosas, me sentía enfadada, molesta por lo que había hecho con mi mente–. Ni lo mas mínimo. De hecho si nos hemos acercado, ha sido por curiosidad. Curiosidad de ver un ser tan diminuto, inofensivo, indefenso y ridículo como tu.
A lo mejor me había pasado un poco. No estaba seguro, pero intentaba hacer que su estatus , si es que tenia alguno, disminuyera a los ojos de aquellas que la seguían, y de Alanna. Aunque Alanna ya le había respondido con esa misma intención.
– Tu también? Te arrepentirás de tus palabras –dijo con furia durante un instante. Luego algunas de esas criaturas que la seguían, la miraron y comenzaron a decirle algo en un idioma extraño, muy suave y etéreo.
Ella respondió, con furia a estas criaturas. Furia y confusión. Tal vez estas criaturas habían dudado de su poder? En aquel momento parecía estar mas preocupada por lo que estaba hablando con aquellas otras pequeñas criaturas, que de nosotras dos, así que me gire hacia la chica que había estado conmigo en todo momento, y le hice una mueca. Debíamos irnos, cuanto antes. Salir corriendo, huir lejos del bosque. Aunque resonó en mi cabeza lo que Alanna me había mencionado antes: si no hubiera ido a por nosotras, habría ido en busca de algún niño de los alrededores. Tampoco quería que eso sucediera. En cuanto emprendimos la marcha rápida para alejarnos de allí, mientras la reina feérica estaba centrada en una aparente discusión con las criaturas que la seguían, me dirigí a la chica.
– No podemos dejar que siga rondando por aquí en libertad, verdad? –le pregunte, entre jadeos–. No podemos dejar que vaya a por otras personas. Puede perdernos de vista a nosotras e ir a por alguien mas perfectamente, no me sentiría bien sabiendo eso.
De pronto escuche un grito intenso, un chillido muy agudo e irritante que hizo eco por todo el bosque.
Karalynn Fjelstad
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Re: Danza en el crepúsculo
La joven rubia pareció despertar del embrujo y se unió a su plan, logrando que el poder de ese ser etéreo disminuyese más todavía, mientras las faes se encontraban en ese estado de confusión, aprovecharon para salir corriendo, pero la joven rubia tenía razón, no podían dejar así las cosas, sin embargo, ella no sabía que hacer.
- Yo no se como detenerlas...- murmuró apagada- pero puede que conozca a alguien que si, vamos.- se le ocurrió acelerando el paso para tomar la delantera.
Atravesando la espesura esquivando ramas y raíces, mientras se escondía del sonido tintineante que se acercaba, vislumbró finalmente, entre unos matorrales, una casa de madera, semiescondida, aparentemente estaba en un claro tranquilo y pacifico, sin embargo, debía llevarse cuidado para acercarse:
- Sigue mis pasos, hay muchas trampas aquí.- advirtió a la joven rubia mientras atravesaba los últimos arbustos que las separaban del claro.- a este hombre lo conocí mientras entrenaba, me enseñó varios trucos con el arco, aunque el usa ballesta. Sabe más que nadie de este bosque, seguro que nos puede ayudar.
Observando el suelo con sumo cuidado dando incluso algún salto, finalmente logró llegar a la puerta, y llamó con prisas. Un hombre con un parche en el ojo abrió la puerta y las observó, tardó un momento, pero finalmente la reconoció, y, tirando de un brazo de la joven, las hizo entrar mientras miraba a ambos lados del lugar:
- Señor Ob.- saludó- ¿se acuerda de mi? Soy Alanna y ella es...- se giró a mirar a la chica- ahora que lo pienso, aun no te he preguntado el nombre.- cuando la chica hubo respondido- Nos persiguen unas faes del verano.
- Ya estás metiéndote en líos, tres veces que te he visto, tres veces que estabas metida en un buen embrollo. Te ayudaré, pero no vuelvas a venir aquí si es para que te salve el culo jovencita, me caes bien, pero eres problemática.
- Si señor Ob, muchas gracias.- sonrió ella en respuesta a la respuesta del hombre, que, a pesar de ser un cascarrabias, siempre había aceptado ayudarla.
- Bien, niñas, describidme lo que habéis visto.- ordenó sentándose, dejando su bastón a un lado.
- Yo no se como detenerlas...- murmuró apagada- pero puede que conozca a alguien que si, vamos.- se le ocurrió acelerando el paso para tomar la delantera.
Atravesando la espesura esquivando ramas y raíces, mientras se escondía del sonido tintineante que se acercaba, vislumbró finalmente, entre unos matorrales, una casa de madera, semiescondida, aparentemente estaba en un claro tranquilo y pacifico, sin embargo, debía llevarse cuidado para acercarse:
- Sigue mis pasos, hay muchas trampas aquí.- advirtió a la joven rubia mientras atravesaba los últimos arbustos que las separaban del claro.- a este hombre lo conocí mientras entrenaba, me enseñó varios trucos con el arco, aunque el usa ballesta. Sabe más que nadie de este bosque, seguro que nos puede ayudar.
Observando el suelo con sumo cuidado dando incluso algún salto, finalmente logró llegar a la puerta, y llamó con prisas. Un hombre con un parche en el ojo abrió la puerta y las observó, tardó un momento, pero finalmente la reconoció, y, tirando de un brazo de la joven, las hizo entrar mientras miraba a ambos lados del lugar:
- Señor Ob.- saludó- ¿se acuerda de mi? Soy Alanna y ella es...- se giró a mirar a la chica- ahora que lo pienso, aun no te he preguntado el nombre.- cuando la chica hubo respondido- Nos persiguen unas faes del verano.
- Ya estás metiéndote en líos, tres veces que te he visto, tres veces que estabas metida en un buen embrollo. Te ayudaré, pero no vuelvas a venir aquí si es para que te salve el culo jovencita, me caes bien, pero eres problemática.
- Si señor Ob, muchas gracias.- sonrió ella en respuesta a la respuesta del hombre, que, a pesar de ser un cascarrabias, siempre había aceptado ayudarla.
- Bien, niñas, describidme lo que habéis visto.- ordenó sentándose, dejando su bastón a un lado.
Alanna Delteria
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Re: Danza en el crepúsculo
Marchamos en dirección al hogar de un individuo que, según la chica, podría ayudarnos tal vez. Aquel individuo le había ayudado a aprender a utilizar el arco en el pasado, y a lo mejor podía sacaron de aquel embrollo. Una vez llegamos hasta su casa, tras tocar repetidas veces a la puerta, se presento ante nosotras un hombre ciego de un ojo, que nos atendió con una relativa amabilidad. Claramente, como ella había dicho, este hombre ya la conocía por el pasado, y nada mas entrar el menciono el nombre de ella: Alanna. Y aquella fue la primera vez que sentí pronunciar su nombre. En cuanto ella quiso presentarme a mi, recordé que en ningún momento nos habíamos presentado. Tampoco es que hubiéramos tenido oportunidad alguna.
– Karalynn –respondí.
Al parecer aquel hombre ,el señor “ob", había ayudado a Alanna en mas de una ocasión antes… la había sacado de mas de un “embrollo”, y esta vez, volvería a hacerlo. Pidió que le explicásemos, que le contásemos lo que había sucedido, en que nos habíamos metido esta vez.
– Realmente, es mi culpa. Vislumbre que un grupo de pequeños seres, mujeres diminutas, estaba en una especie de ritual. Y lo vi muy bonito… –dije bajando algo la voz con cierta timidez–, me acerque para mirar y resulto que me acabaron viendo, y que aquella danza que me había parecido tan bonita, no era mas que el preludio de un sacrificio. Y esta chica, Alanna –dirigí mi mirada hacia ella–, no hizo mas que acercarse a mi. Tal vez si no me hubiera encontrado y no nos hubiera traído a aquí con usted, usted no podría ayudarnos, y yo me habría quedado sola a merced de esos seres feéricos.
El hombre me observo con detenimiento, y guiñó su único ojo un par de veces. Parecía estar analizando cada una de las palabras que habían salido de mis labios. Luego echo un vistazo a Alanna, y por un segundo observe en sus ojos un lejano sentimiento de aprobación.
– Está bien, está bien.
Cerca de la casa, se escuchaban diversos llantos. Eran los llantos de algunos animales, mamíferos y aves, con los gritos que eran capaces de emitir. Aquel conjunto se hizo mas notable con el paso de los segundos, y se volvía irritante.
– ¿Qué es eso? –pregunté, aunque no fue mas que un pensamiento que se me escapo.
– Karalynn –respondí.
Al parecer aquel hombre ,el señor “ob", había ayudado a Alanna en mas de una ocasión antes… la había sacado de mas de un “embrollo”, y esta vez, volvería a hacerlo. Pidió que le explicásemos, que le contásemos lo que había sucedido, en que nos habíamos metido esta vez.
– Realmente, es mi culpa. Vislumbre que un grupo de pequeños seres, mujeres diminutas, estaba en una especie de ritual. Y lo vi muy bonito… –dije bajando algo la voz con cierta timidez–, me acerque para mirar y resulto que me acabaron viendo, y que aquella danza que me había parecido tan bonita, no era mas que el preludio de un sacrificio. Y esta chica, Alanna –dirigí mi mirada hacia ella–, no hizo mas que acercarse a mi. Tal vez si no me hubiera encontrado y no nos hubiera traído a aquí con usted, usted no podría ayudarnos, y yo me habría quedado sola a merced de esos seres feéricos.
El hombre me observo con detenimiento, y guiñó su único ojo un par de veces. Parecía estar analizando cada una de las palabras que habían salido de mis labios. Luego echo un vistazo a Alanna, y por un segundo observe en sus ojos un lejano sentimiento de aprobación.
– Está bien, está bien.
Cerca de la casa, se escuchaban diversos llantos. Eran los llantos de algunos animales, mamíferos y aves, con los gritos que eran capaces de emitir. Aquel conjunto se hizo mas notable con el paso de los segundos, y se volvía irritante.
– ¿Qué es eso? –pregunté, aunque no fue mas que un pensamiento que se me escapo.
Karalynn Fjelstad
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Re: Danza en el crepúsculo
Karalyn, como ahora sabía que se llamaba la joven rubia que había estado a su lado lo que llevaban de noche, explicó al señor Ob los sucesos, Alanna, sabiendo que el hombre analizaría la situación en un calmado silencio, no añadió nada más. Poco después, un llanto animal comenzó a escucharse en el interior de la casa. Las hadas se acercaban, y estaban furiosas.
- Son ellas.- respondió Alanna en un susurro, intentando tocar su espada, sin embargo, esta había caído al lado de la otra casa.
Asomandose a la ventana, apartando un poco la cortina, vio como la dama, la Reina, portaba la espada entre paños. Le extrañó el hecho de que no la llevara tal cual y tratase con tal delicadez el arma de un enemigo, pero claro, recordó la chica, el señor Ob, con aspecto serio, se acercó a mirar también, y una sonrisa cruzó la cara del hombre, parecía... ¿satisfecho?
El hombre, sin arma alguna, se acercó cojeando y abrió la puerta saliendo al exterior. Sorprendida, Alanna miró a Karalyn y después decidió seguir al hombre, debía recuperar su espada.
- Mi reina...- dijo el hombre haciendo una reverencia.
- ¿Vos otra vez?- preguntó la dama frunciendo el ceño, dejando caer la espada.
- Así es, ¿que os trae por este reino de humanos, que sin poder o magia alguna intentan desafiar su naturaleza salvaje?- ¿por qué el señor Ob hablaba como recitando una obra?
- ¿y vos? ¿Que hacéis rodeado de mortales? ¿es que acaso no sois ya mi rey?- respondió la mujer haciendo descender el tono rojo ira que la rodeaba.
- Por supuesto, y vos mi reina.- Respondió el señor Ob, mientras desaparecía su pata de madera, junto a su pelo, y una luz azulada comenzaba a rodearlo.
Alanna no acababa de comprender la situación y miraba a uno y a otro como quien observa como se pasa una pelota. ¿Es que acaso se conocían? Ese trato tan respetuoso, familiar y frío a un tiempo era algo difícil de entender, daba a ver que entre esos dos había una comprensión que superaba lo mundano, ambos parecían ser de rango y poder igual, ¿a qué se debía todo eso?
- Son ellas.- respondió Alanna en un susurro, intentando tocar su espada, sin embargo, esta había caído al lado de la otra casa.
Asomandose a la ventana, apartando un poco la cortina, vio como la dama, la Reina, portaba la espada entre paños. Le extrañó el hecho de que no la llevara tal cual y tratase con tal delicadez el arma de un enemigo, pero claro, recordó la chica, el señor Ob, con aspecto serio, se acercó a mirar también, y una sonrisa cruzó la cara del hombre, parecía... ¿satisfecho?
El hombre, sin arma alguna, se acercó cojeando y abrió la puerta saliendo al exterior. Sorprendida, Alanna miró a Karalyn y después decidió seguir al hombre, debía recuperar su espada.
- Mi reina...- dijo el hombre haciendo una reverencia.
- ¿Vos otra vez?- preguntó la dama frunciendo el ceño, dejando caer la espada.
- Así es, ¿que os trae por este reino de humanos, que sin poder o magia alguna intentan desafiar su naturaleza salvaje?- ¿por qué el señor Ob hablaba como recitando una obra?
- ¿y vos? ¿Que hacéis rodeado de mortales? ¿es que acaso no sois ya mi rey?- respondió la mujer haciendo descender el tono rojo ira que la rodeaba.
- Por supuesto, y vos mi reina.- Respondió el señor Ob, mientras desaparecía su pata de madera, junto a su pelo, y una luz azulada comenzaba a rodearlo.
Alanna no acababa de comprender la situación y miraba a uno y a otro como quien observa como se pasa una pelota. ¿Es que acaso se conocían? Ese trato tan respetuoso, familiar y frío a un tiempo era algo difícil de entender, daba a ver que entre esos dos había una comprensión que superaba lo mundano, ambos parecían ser de rango y poder igual, ¿a qué se debía todo eso?
Alanna Delteria
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Re: Danza en el crepúsculo
“Vamos, Titania mía, despierta, mi dulce reina.” Dijo Ob, con un tono cariñoso en su voz. “No podéis continuar embriagada por el deseo de proseguir con dichas como esta.”
No comprendí exactamente a que se referiría, pero parecían entenderse entre ellos, lo cual agradecí. Pues el tal Ob parecía estar del lado de Alanna, y por lo tanto imagine que no tendríamos mas inconvenientes con la ‘reina’.
“Dicha dices?” pregunto ella. Parecía perpleja. “Sabes tan bien como yo que necesito de estos rituales para que nuestra estirpe de seres mágicos continúe segura en la eternidad.”
Ob dejo escapar una sonrisa de lo mas amable ante su reina.
“Estas segura. Estamos seguros, y no sera necesario que repitas tal cosa. Entonces, reina mía, sigamos en profundo silencio a las sombras de la noche. Nosotros podemos dar la vuelta al globo más aprisa que la luna errante.”
“Vamos, señor; y durante nuestro vuelo, dime cómo ha podido ser que me haya yo visto esta noche durmiendo sobre la tierra entre esos mortales.”
Luego se acerco a Alanna y le tendió la espada entre los paños, con suma amabilidad. Algo que no habría esperado lo mas mínimo por parte de esta. Tras ella, mas allá, se encontraban algunos de los seres feéricos que habían estado junto a ella persiguiéndonos. Me resultaba de lo mas extraño y llamativo que la situación hubiera cambiado de una forma tan contrastada. Entonces agradecí de verdea haberme encontrado con Alanna, pues de no haber sucedido aquello, no podía imaginar cual habría sido el desenlace.
“Esto te pertenece” dijo la reina de las hadas a la mujer. “Aun así…”
No termino de hablar. En cambio, se quedo observándonos con detenimiento tanto a Alanna como a mi, durante algunos segundos. Hasta que Ob volvió a decirle algo, en un idioma que no pude comprender. Palabras suaves, en casi un susurro que sonó etéreo y lejano, pero que pareció calmar a la reina, y hacerle cambiar de pronto de parecer. No volvió a dirigirnos la mirada después.
No comprendí exactamente a que se referiría, pero parecían entenderse entre ellos, lo cual agradecí. Pues el tal Ob parecía estar del lado de Alanna, y por lo tanto imagine que no tendríamos mas inconvenientes con la ‘reina’.
“Dicha dices?” pregunto ella. Parecía perpleja. “Sabes tan bien como yo que necesito de estos rituales para que nuestra estirpe de seres mágicos continúe segura en la eternidad.”
Ob dejo escapar una sonrisa de lo mas amable ante su reina.
“Estas segura. Estamos seguros, y no sera necesario que repitas tal cosa. Entonces, reina mía, sigamos en profundo silencio a las sombras de la noche. Nosotros podemos dar la vuelta al globo más aprisa que la luna errante.”
“Vamos, señor; y durante nuestro vuelo, dime cómo ha podido ser que me haya yo visto esta noche durmiendo sobre la tierra entre esos mortales.”
Luego se acerco a Alanna y le tendió la espada entre los paños, con suma amabilidad. Algo que no habría esperado lo mas mínimo por parte de esta. Tras ella, mas allá, se encontraban algunos de los seres feéricos que habían estado junto a ella persiguiéndonos. Me resultaba de lo mas extraño y llamativo que la situación hubiera cambiado de una forma tan contrastada. Entonces agradecí de verdea haberme encontrado con Alanna, pues de no haber sucedido aquello, no podía imaginar cual habría sido el desenlace.
“Esto te pertenece” dijo la reina de las hadas a la mujer. “Aun así…”
No termino de hablar. En cambio, se quedo observándonos con detenimiento tanto a Alanna como a mi, durante algunos segundos. Hasta que Ob volvió a decirle algo, en un idioma que no pude comprender. Palabras suaves, en casi un susurro que sonó etéreo y lejano, pero que pareció calmar a la reina, y hacerle cambiar de pronto de parecer. No volvió a dirigirnos la mirada después.
Karalynn Fjelstad
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Re: Danza en el crepúsculo
Unas palabras más hicieron que la reina "Titania" como el señor Ob la llamó calmase sus ánimos, Alanna no entendía nada de la situación, el señor Ob era... ¿era un fae? Esa era la impresión que daba. La reina se acercó a la guardia, dándole la espada con cuidado, y, tras una pequeña duda, mirándola a ella y a Karalyn, decidió seguir a, como ella lo había llamado, "su rey".
Un duendecillo, rezagado, saltó hacia ellas. Y con gesto alegre, habló sonriente, daba la impresión de ser un actor dando cierre a su obra:
- Si nosotros, vanas sombras, os hemos ofendido, pensad sólo esto y todo está arreglado: que os habéis quedado aquí dormidos mientras han aparecido esas visiones. Y esta débil y humilde ficción no tendrá sino la inconsistencia de un sueño; amables espectadores, no nos reprendáis; si nos perdonais, nos enmendaremos. Y, a fe de honrado Puck, que si hemos tenido la fortuna de escaparnos ahora del silbido de la serpiente, procuraremos corregirnos de inmediato. De lo contrario, llamad a Puck embustero. Así, pues, buenas noches a todos. Dadme vuestras manos, si es que somos amigos, y Robin os lo retribuirá con creces.
Cuando terminó su perorata, el sueño comenzó a cerrar los ojos de Alanna, ¿qué se suponía que quería decir eso? Luchando contra el sueño, finalmente, acabó cayendo dormida, el duende, Puck se había llamado a si mismo, les había lanado unos polvos extraños mientras hablaba, polvos del sueño.
******************
Lo que quedaba de noche pasó rápido, y los primeros rayos de sol bañaron el bosque. La Gata, al sentir la luz rozarle los ojos, los abrió con presteza, se encontraba tumbada sobre la hierba de un claro, tenía un ligero dolor de cabeza, ¿que había pasado? Recordaba vagamente una especie de baile de unos seres diminutos y mucha luz. Y El señor Ob... ¿era un hada? Se sentía mareada.
Sentada en el suelo buscó su espada y a Karalyn, la chica que se había encontrado la noche anterior. Cuando vio su arma, aun sobre una tela, la recogió, parecía tener partículas de polvo brillante, con ceño fruncido, guardó el florete, en su funda y se sentó a esperar, que se le pasara el mareo, en ese momento solo quería volver a casa y dormir, ¿qué demonios había sido todo eso?
Hadas... desde cuando existían, tal vez, todo había sido un sueño, recordaba vanamente, un duendecillo... recitando un poema, dándole las buenas noches... definitivamente, un sueño, era la única explicación racional, ¿no? Tapándose los ojos con un una mano, dio un suspiro. No entendía nada.
Un duendecillo, rezagado, saltó hacia ellas. Y con gesto alegre, habló sonriente, daba la impresión de ser un actor dando cierre a su obra:
- Si nosotros, vanas sombras, os hemos ofendido, pensad sólo esto y todo está arreglado: que os habéis quedado aquí dormidos mientras han aparecido esas visiones. Y esta débil y humilde ficción no tendrá sino la inconsistencia de un sueño; amables espectadores, no nos reprendáis; si nos perdonais, nos enmendaremos. Y, a fe de honrado Puck, que si hemos tenido la fortuna de escaparnos ahora del silbido de la serpiente, procuraremos corregirnos de inmediato. De lo contrario, llamad a Puck embustero. Así, pues, buenas noches a todos. Dadme vuestras manos, si es que somos amigos, y Robin os lo retribuirá con creces.
Cuando terminó su perorata, el sueño comenzó a cerrar los ojos de Alanna, ¿qué se suponía que quería decir eso? Luchando contra el sueño, finalmente, acabó cayendo dormida, el duende, Puck se había llamado a si mismo, les había lanado unos polvos extraños mientras hablaba, polvos del sueño.
******************
Lo que quedaba de noche pasó rápido, y los primeros rayos de sol bañaron el bosque. La Gata, al sentir la luz rozarle los ojos, los abrió con presteza, se encontraba tumbada sobre la hierba de un claro, tenía un ligero dolor de cabeza, ¿que había pasado? Recordaba vagamente una especie de baile de unos seres diminutos y mucha luz. Y El señor Ob... ¿era un hada? Se sentía mareada.
Sentada en el suelo buscó su espada y a Karalyn, la chica que se había encontrado la noche anterior. Cuando vio su arma, aun sobre una tela, la recogió, parecía tener partículas de polvo brillante, con ceño fruncido, guardó el florete, en su funda y se sentó a esperar, que se le pasara el mareo, en ese momento solo quería volver a casa y dormir, ¿qué demonios había sido todo eso?
Hadas... desde cuando existían, tal vez, todo había sido un sueño, recordaba vanamente, un duendecillo... recitando un poema, dándole las buenas noches... definitivamente, un sueño, era la única explicación racional, ¿no? Tapándose los ojos con un una mano, dio un suspiro. No entendía nada.
Alanna Delteria
Aerandiano de honor
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Re: Danza en el crepúsculo
Una criatura mas apareció de entre medio de la escena. Una especie de duende, que se hizo llamar así mismo Puck , y después de unas gratas palabras con las cuales dio explicación a lo que estaba pasando, a lo que había pasado, lanzo una especie de polvo mágico, que Paco después me causo una somnolencia inmensa. Trate de no dormirme, no quería dormirme por si sucedía algo de lo que pudiera arrepentirme, por sentirme indefensa ante las criaturas mágicas que tanto poder parecían tener al fin y al cabo. Pero el sueño me derroto, y los pensamientos dejaron paso a la oscuridad y la penumbra. Entre lo mas profundo de mi mente, los recuerdos se disolvieran como si no hubieran sido mas que un conjunto de sueños de la noche, sueños que hubiera tenido días anteriores y ahora no hacia mas que recordarlo.
Cuando desperté, todo lo que había visto antes de caer rendida, ya no estaba. Parecía que todo lo sucedido, si que hubiera sido no mas que un sueño. Y cuando vi a mi lado a Alanna, que llevaba algunos segundos despierta, me pregunte si lo que había pasado había tenido su pequeña parte de realidad.
“Hemos ingerido alguna clase de seta, o algo por el estilo?” le pregunte a la muchacha, con suma curiosidad. Pues no conseguía explicarme que era lo que había pasado, por que tenia aquellos sueños, o por que habíamos despertado juntas después de un largo sueño cuyo motivo de ser no llegaba a encontrar. “Que ha pasado…?”
Luego deje escapar un largo bostezo, llevándome rápidamente la mano a la boca. Comprobé que tenia todavía mi arco tras mi espalda, y la pequeña daga que llevaba por lo general conmigo, justo a la izquierda de mi cintura. Eche un vistazo a mi alrededor, y luego mire a Alanna durante algunos segundos. Se escuchaba la melodía de los pájaros, proviniendo de todas partes. Melodías que encajaban las unas con las otras, era precioso.
“Como sea, deberíamos marcharnos. Por lo menos yo… al fin y al cabo debo retomar mis labores mañana, y sera mejor que me prepare” dije, únicamente. Seguramente me habría parado a pensar mas tiempo sobre lo que había pasado, y era algo que permanecería en mi mente durante bastante tiempo, pero no podía dejar que aquello entorpeciera mis planes. “Ha sido un gusto conocerte, Alanna. Y aunque… no sepa que es lo que ha pasado realmente, el poco tiempo que recuerdo haber estado contigo, ha sido grato, a menos que me lo haya imaginado”. Reí y me puse en pie. Le ofrecí mis manos para que se pusiera ella en pie también. Marcharía hasta la casa de leñadores, para disculparme por mi ausencia, y retomaría la rutina habitual. Si aquello había sido un sueño, lo guardaría como un recuerdo, como si hubiera sucedido de verdad. Y aun así, la incertidumbre todavía me perseguiría.
Cuando desperté, todo lo que había visto antes de caer rendida, ya no estaba. Parecía que todo lo sucedido, si que hubiera sido no mas que un sueño. Y cuando vi a mi lado a Alanna, que llevaba algunos segundos despierta, me pregunte si lo que había pasado había tenido su pequeña parte de realidad.
“Hemos ingerido alguna clase de seta, o algo por el estilo?” le pregunte a la muchacha, con suma curiosidad. Pues no conseguía explicarme que era lo que había pasado, por que tenia aquellos sueños, o por que habíamos despertado juntas después de un largo sueño cuyo motivo de ser no llegaba a encontrar. “Que ha pasado…?”
Luego deje escapar un largo bostezo, llevándome rápidamente la mano a la boca. Comprobé que tenia todavía mi arco tras mi espalda, y la pequeña daga que llevaba por lo general conmigo, justo a la izquierda de mi cintura. Eche un vistazo a mi alrededor, y luego mire a Alanna durante algunos segundos. Se escuchaba la melodía de los pájaros, proviniendo de todas partes. Melodías que encajaban las unas con las otras, era precioso.
“Como sea, deberíamos marcharnos. Por lo menos yo… al fin y al cabo debo retomar mis labores mañana, y sera mejor que me prepare” dije, únicamente. Seguramente me habría parado a pensar mas tiempo sobre lo que había pasado, y era algo que permanecería en mi mente durante bastante tiempo, pero no podía dejar que aquello entorpeciera mis planes. “Ha sido un gusto conocerte, Alanna. Y aunque… no sepa que es lo que ha pasado realmente, el poco tiempo que recuerdo haber estado contigo, ha sido grato, a menos que me lo haya imaginado”. Reí y me puse en pie. Le ofrecí mis manos para que se pusiera ella en pie también. Marcharía hasta la casa de leñadores, para disculparme por mi ausencia, y retomaría la rutina habitual. Si aquello había sido un sueño, lo guardaría como un recuerdo, como si hubiera sucedido de verdad. Y aun así, la incertidumbre todavía me perseguiría.
Karalynn Fjelstad
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Re: Danza en el crepúsculo
Kara se despertó a su lado, preguntando por los sucesos pasados, la chica parecía tan confundida como la misma Alanna, "¿setas?" Pensó ella, divertid. Más bien parecía que algún brujo gracioso había querido hacerles de las suyas con alucinaciones o potingues de esos de los magos.
- Creo que... bueno, no ha sido más que un sueño.- sonrió de forma misteriosa
Todo era demasiado extraño como para entenderlo, pero no podía decir que no hubiera sido interesante, de verdad había sido como soñar toda la noche, un sueño extraño, mágico y confuso que hacía que le diera vueltas la cabeza. Alanna miró el ultimo lugar por donde recordaba haber visto uno de esos extraños seres, y sonrió preguntándose si volverían algún día o si sencillamente, se quedarían en su memoria como un recuerdo lejano.
- El gusto ha sido mío Karalynn, espero que volvamos a encontrarnos muy pronto, estoy segura de que serías una estupenda compañera de aventuras.- sonrió ella en respuesta.- Espero que volvamos a cruzarnos pronto, si necesitas algo en Lunargenta, suelo estar por ahí, búscame- sugirió.
Se quitó el polvo que tenía en la ropa y recogió su espada, que se encontraba muy cerca suyo, aun con la tela, vaya, eso demostraba que no había sido un sueño. Se empezó a alejar hacia la ciudad nuevamente, había sido, cuanto menos, una noche muy interesante.
- Creo que... bueno, no ha sido más que un sueño.- sonrió de forma misteriosa
Todo era demasiado extraño como para entenderlo, pero no podía decir que no hubiera sido interesante, de verdad había sido como soñar toda la noche, un sueño extraño, mágico y confuso que hacía que le diera vueltas la cabeza. Alanna miró el ultimo lugar por donde recordaba haber visto uno de esos extraños seres, y sonrió preguntándose si volverían algún día o si sencillamente, se quedarían en su memoria como un recuerdo lejano.
- El gusto ha sido mío Karalynn, espero que volvamos a encontrarnos muy pronto, estoy segura de que serías una estupenda compañera de aventuras.- sonrió ella en respuesta.- Espero que volvamos a cruzarnos pronto, si necesitas algo en Lunargenta, suelo estar por ahí, búscame- sugirió.
Se quitó el polvo que tenía en la ropa y recogió su espada, que se encontraba muy cerca suyo, aun con la tela, vaya, eso demostraba que no había sido un sueño. Se empezó a alejar hacia la ciudad nuevamente, había sido, cuanto menos, una noche muy interesante.
Alanna Delteria
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