El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
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El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
El sapo se detuvo durante un breve instante. Tal como lo había hecho durante todo el camino, volteo hacia atrás para notar nuevamente con nostalgia el sendero y cada muestra de vegetación y fauna que quedaba a sus espaldas. El aroma de la humedad mezclándose entre el viciado aire de las putrefactas aguas, el regocijante canto de las ranas sobre los verdes y húmedos helechos, el incesante zumbido de los mosquitos acercándose a su oído... A pesar de que le habían acompañado durante toda la vida, jamás pudo notar la belleza que envolvía a su hogar y su familia, incluso comenzaba a extrañar el sonido del vientre de las serpientes arrastrándose por las hojas secas.
Hatzkhaminei levanto con pereza la mirada. La luz del sol se entremezclaba con el movimiento de los árboles del bosque al que había ingresado hace solo algunos minutos. Sin siquiera notarlo, probablemente por la pesadez que se había posado sobre sus cansados parpados, un nuevo día había comenzado. Llego acompañado por el canto de los pajarillos revoloteando por las ramas, el silbido del viento meciendo las hojas en las copas de los árboles y la tenue pero elegante luz del astro atravesando la espesura.
El anfibio bajo la mirada, cualquiera podría notar la pena que embargaba su mirar. - Es aquí. Susurro luego de inflamar su pecho y liberar el profundo suspiro que había estado oprimiendo sus pulmones. - Ahora realmente estoy lejos de casa. Declaró mientras se llevaba la mano al pecho con dolor. Los recuerdos por su familia no tardaron en llegar, invadiendo sus pensamientos, clavándose en su corazón. - Deben estar preocupados. Continuo. - ¡No! Exclamo mientras se sobresaltaba. - Mamá no sabe preparar el desayuno de la pequeña Papperotine y las lecciones de lectura y escritura de Abenoguril se verán interrumpidas. Será toda mi culpa. Ahora se llevaba ambas manos hacia el rostro, intentando cubrir la vergüenza que sentía. - Sus corazones estarán acongojados. Deben estar clamando por la compañía de su querido hermano. Sus labios se movían torpemente a un ritmo trémulo.
Si realmente era preciso continuar, el sapo debía traer a su mente la razón por la cual había robado las pertenencias de su difunto abuelo. A pesar de su dolor, Hatzkhaminei alcanzo el mango de su espada y poco a poco, comenzó a recuperar la compostura. - basta. Dijo sorbiendo con fuerza la mucosidad en su nariz. - Sois un noble caballero, debéis comportaros como tal. Con determinación y orgullo, empuño el sable para elevarlo hacia el cielo. - Prestad atención a lo que tengo que decir. Hatzkhaminei, hijo de Hutshominade, Leal y valiente caballero. La noble ciudad de Lunargenta espera por vuestra llegada. Cabal y en buena lid, he de prestar el servicio de mi acero a la más afable de las honras, a la más justa de las causas. Aquí y ahora declamo el primero de mis votos, la palabra de un bravo caballero. Luego de su declamación, enfundo el brillante sable y aunque la incertidumbre no terminaba por disolverse, continuo con su camino.
Hatzkhaminei levanto con pereza la mirada. La luz del sol se entremezclaba con el movimiento de los árboles del bosque al que había ingresado hace solo algunos minutos. Sin siquiera notarlo, probablemente por la pesadez que se había posado sobre sus cansados parpados, un nuevo día había comenzado. Llego acompañado por el canto de los pajarillos revoloteando por las ramas, el silbido del viento meciendo las hojas en las copas de los árboles y la tenue pero elegante luz del astro atravesando la espesura.
El anfibio bajo la mirada, cualquiera podría notar la pena que embargaba su mirar. - Es aquí. Susurro luego de inflamar su pecho y liberar el profundo suspiro que había estado oprimiendo sus pulmones. - Ahora realmente estoy lejos de casa. Declaró mientras se llevaba la mano al pecho con dolor. Los recuerdos por su familia no tardaron en llegar, invadiendo sus pensamientos, clavándose en su corazón. - Deben estar preocupados. Continuo. - ¡No! Exclamo mientras se sobresaltaba. - Mamá no sabe preparar el desayuno de la pequeña Papperotine y las lecciones de lectura y escritura de Abenoguril se verán interrumpidas. Será toda mi culpa. Ahora se llevaba ambas manos hacia el rostro, intentando cubrir la vergüenza que sentía. - Sus corazones estarán acongojados. Deben estar clamando por la compañía de su querido hermano. Sus labios se movían torpemente a un ritmo trémulo.
Si realmente era preciso continuar, el sapo debía traer a su mente la razón por la cual había robado las pertenencias de su difunto abuelo. A pesar de su dolor, Hatzkhaminei alcanzo el mango de su espada y poco a poco, comenzó a recuperar la compostura. - basta. Dijo sorbiendo con fuerza la mucosidad en su nariz. - Sois un noble caballero, debéis comportaros como tal. Con determinación y orgullo, empuño el sable para elevarlo hacia el cielo. - Prestad atención a lo que tengo que decir. Hatzkhaminei, hijo de Hutshominade, Leal y valiente caballero. La noble ciudad de Lunargenta espera por vuestra llegada. Cabal y en buena lid, he de prestar el servicio de mi acero a la más afable de las honras, a la más justa de las causas. Aquí y ahora declamo el primero de mis votos, la palabra de un bravo caballero. Luego de su declamación, enfundo el brillante sable y aunque la incertidumbre no terminaba por disolverse, continuo con su camino.
Hatzk
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Dos semanas atrás, en Lunargenta…
La ciudad despertaba con el mismo ajetreo de todas las mañanas, levantados desde bien temprano, los comerciantes se apresuraban para llegar a la zona en que tenían sus puestos, con el fin de colocar las mercancías antes que los demás y de ese modo atraer la atención de los primeros potenciales clientes de la jornada. Uno en particular esperaba junto a su modesta tienda con cara de pocos amigos, mirando cada poco el reloj y a los alrededores, como si estuviera esperando algo.
Su mostrador estaba casi vacío, y el anciano no podía ocultar lo nervioso que ese detalle lo ponía, sobre todo sabiendo que la competencia no dudaría en arrebatarle los clientes a la mínima oportunidad. Mesó su barba y comenzó a refunfuñar por lo bajo, al tiempo que descargaba parte de su frustración dando una patada a una piedrecilla cercana, que salió despedida hacia uno de los callejones, por el que se acercaba un nutrido grupo de hombres.
- ¡Por fin aparecéis! ¿Dónde están mis hierbas? - preguntó el mercader, nada más verlos. Los recién llegados se miraron en silencio durante unos instantes, antes de que el cabecilla se adelantase para responder al anciano sin tener que elevar la voz. - Las teníamos, pero fuimos asaltados en los bosques del este…- comenzó a explicar, con la vista clavada en el semblante del comerciante, que frunció el ceño nada más oírlo. - ¡Pero ¿para qué os pago?! Se supone que sois de los mejores realizando estas expediciones, ¿y ahora me venís con esto? - respondió visiblemente alterado, aquel día no podría abrir su tienda al público.
- Somos buenos recolectando ingredientes pero no luchando, nos doblaban en número Owen. - intervino un tercero, dando un paso al frente para situarse cerca de su compañero. Para el anciano aquello no servía ni los justificaba, se había quedado sin mercancías y le llevaría más de dos semanas reabastecer su puesto, lo que se traducía en pérdidas para el negocio. - Largaos de aquí, id a las oficinas de la guardia y denunciad lo que ha pasado. - indicó, para acto seguido darse la vuelta y comenzar a recoger lo poco que aún quedaba en su mostrador.
La hechicera observó la escena con cierto interés, desde su cómoda posición en las escaleras de la posada donde se hospedaba. Se levantó y caminó hacia el viejo, deteniéndose a un par de metros de distancia para no sobresaltarlo con su llegada, ya estaba de mal humor y no sería bueno empeorar la situación. Carraspeó para que se percatase de su presencia, al tiempo que cruzaba los brazos sobre el pecho.
- ¿Tú qué quieres? - preguntó el hombre al girarse hacia ella, con expresión molesta. - He oído lo de tu mercancía, ¿te interesaría recuperarla? - respondió la bruja con calma, y sus palabras hicieron que el anciano enarcase una ceja, algo incrédulo. - ¿Acaso no has visto a mis exploradores? Son varios y los superaban en número, si ellos no tuvieron oportunidad ¿qué vas a tener tú? - espetó, considerando aquella charla como una pérdida de tiempo. - Sé pelear. - contestó la joven, dejando que su eléctrico elemento le envolviese ambos brazos de forma visible.
El caballero la miró entonces de otro modo, ligeramente sorprendido por encontrarse ante una maga. - Conozco la zona y sus caminos, puedo seguir a esos bandidos y recuperar lo que quede de tu cargamento. - prosiguió la de ojos verdes, mientras su poder se disipaba. - Aunque decidiese contratarte… ya no me quedan fondos con los que pagar, invertí casi todo en esa expedición. - el enfado volvió a adueñarse de su tono, por la peliaguda situación en que se encontraba.
- No me interesa el dinero, si consigo traerte de vuelta las hierbas me dejarás escoger una entre ellas para quedármela, ¿hecho? - propuso, y el anciano no tardó mucho en aceptar, era la mejor opción que tenía en aquel momento.
Ahora…
La de cabellos cenicientos seguía uno de los senderos que atravesaban el bosque, acompañada únicamente por Fenrir, cuya capacidad olfativa les estaba siendo de gran ayuda para seguir el rastro a los ladrones. Avanzaban con cuidado por entre los árboles, tratando de moverse de forma sigilosa para no alertar a quienes perseguían, que no debían andar muy lejos. La mañana anterior habían encontrado un campamento y huellas recientes, junto con algunos restos de Aïnen podridas, lo que confirmaba que iban tras la pista correcta, ya que aquella seta no era propia de las tierras del este sino del norte.
El problema sería recuperar los ingredientes antes de que aquellos inútiles se los cargasen, ya habían cometido el error de sacar el Aïnen del hielo en que debía mantenerse para su conservación, así que no debían tener mucha idea sobre plantas. Respiró profundamente y siguió caminando, hasta que su amigo peludo se detuvo de forma repentina para olisquear el aire. Entonces ambos pudieron escuchar una voz, pero parecía que el dueño hablaba solo, así que no podía tratarse de lo que estaban buscando.
Aun así se acercaron al lugar de que provenía el sonido, para comprobar que el individuo no tuviese nada que ver con los bandidos y alertarlo de los peligros que había por la zona. La bruja se asomó con cautela desde detrás de un tronco, y lo que estaba a punto de ver la sorprendería. Ya había tratado con hombres bestia antes, de rasgos felinos y equinos, a los que tenía que sumar aquellos que se veían por la ciudad, con alas e incluso aspecto de reptil, pero nunca se había topado con un hombre sapo, eso era nuevo.
Fenrir, movido por la curiosidad, abandonó el cobijo de los árboles y corrió hacia el extraño, obligando a la hechicera a salir tras él. - ¡Fenrir no! ¡Para! - exclamó, pero el perro no tenía intención de hacer daño, solo quería situarse frente al desconocido para olfatearlo. - Discúlpelo, es la primera vez que ve a alguien así. - dijo la bruja, esperando que sus palabras no fueran tomadas de mal modo. Sujetó a su compañero y lo apartó un poco del sapo, para darle algo de espacio y que no se sintiese amenazado por su presencia, aunque aprovechó también el momento para echar un vistazo al hombre bestia, que iba armado.
Off: Me he tomado la libertad de unirme, si estabas esperando por alguien en concreto avisa y lo borro.
La ciudad despertaba con el mismo ajetreo de todas las mañanas, levantados desde bien temprano, los comerciantes se apresuraban para llegar a la zona en que tenían sus puestos, con el fin de colocar las mercancías antes que los demás y de ese modo atraer la atención de los primeros potenciales clientes de la jornada. Uno en particular esperaba junto a su modesta tienda con cara de pocos amigos, mirando cada poco el reloj y a los alrededores, como si estuviera esperando algo.
Su mostrador estaba casi vacío, y el anciano no podía ocultar lo nervioso que ese detalle lo ponía, sobre todo sabiendo que la competencia no dudaría en arrebatarle los clientes a la mínima oportunidad. Mesó su barba y comenzó a refunfuñar por lo bajo, al tiempo que descargaba parte de su frustración dando una patada a una piedrecilla cercana, que salió despedida hacia uno de los callejones, por el que se acercaba un nutrido grupo de hombres.
- ¡Por fin aparecéis! ¿Dónde están mis hierbas? - preguntó el mercader, nada más verlos. Los recién llegados se miraron en silencio durante unos instantes, antes de que el cabecilla se adelantase para responder al anciano sin tener que elevar la voz. - Las teníamos, pero fuimos asaltados en los bosques del este…- comenzó a explicar, con la vista clavada en el semblante del comerciante, que frunció el ceño nada más oírlo. - ¡Pero ¿para qué os pago?! Se supone que sois de los mejores realizando estas expediciones, ¿y ahora me venís con esto? - respondió visiblemente alterado, aquel día no podría abrir su tienda al público.
- Somos buenos recolectando ingredientes pero no luchando, nos doblaban en número Owen. - intervino un tercero, dando un paso al frente para situarse cerca de su compañero. Para el anciano aquello no servía ni los justificaba, se había quedado sin mercancías y le llevaría más de dos semanas reabastecer su puesto, lo que se traducía en pérdidas para el negocio. - Largaos de aquí, id a las oficinas de la guardia y denunciad lo que ha pasado. - indicó, para acto seguido darse la vuelta y comenzar a recoger lo poco que aún quedaba en su mostrador.
La hechicera observó la escena con cierto interés, desde su cómoda posición en las escaleras de la posada donde se hospedaba. Se levantó y caminó hacia el viejo, deteniéndose a un par de metros de distancia para no sobresaltarlo con su llegada, ya estaba de mal humor y no sería bueno empeorar la situación. Carraspeó para que se percatase de su presencia, al tiempo que cruzaba los brazos sobre el pecho.
- ¿Tú qué quieres? - preguntó el hombre al girarse hacia ella, con expresión molesta. - He oído lo de tu mercancía, ¿te interesaría recuperarla? - respondió la bruja con calma, y sus palabras hicieron que el anciano enarcase una ceja, algo incrédulo. - ¿Acaso no has visto a mis exploradores? Son varios y los superaban en número, si ellos no tuvieron oportunidad ¿qué vas a tener tú? - espetó, considerando aquella charla como una pérdida de tiempo. - Sé pelear. - contestó la joven, dejando que su eléctrico elemento le envolviese ambos brazos de forma visible.
El caballero la miró entonces de otro modo, ligeramente sorprendido por encontrarse ante una maga. - Conozco la zona y sus caminos, puedo seguir a esos bandidos y recuperar lo que quede de tu cargamento. - prosiguió la de ojos verdes, mientras su poder se disipaba. - Aunque decidiese contratarte… ya no me quedan fondos con los que pagar, invertí casi todo en esa expedición. - el enfado volvió a adueñarse de su tono, por la peliaguda situación en que se encontraba.
- No me interesa el dinero, si consigo traerte de vuelta las hierbas me dejarás escoger una entre ellas para quedármela, ¿hecho? - propuso, y el anciano no tardó mucho en aceptar, era la mejor opción que tenía en aquel momento.
Ahora…
La de cabellos cenicientos seguía uno de los senderos que atravesaban el bosque, acompañada únicamente por Fenrir, cuya capacidad olfativa les estaba siendo de gran ayuda para seguir el rastro a los ladrones. Avanzaban con cuidado por entre los árboles, tratando de moverse de forma sigilosa para no alertar a quienes perseguían, que no debían andar muy lejos. La mañana anterior habían encontrado un campamento y huellas recientes, junto con algunos restos de Aïnen podridas, lo que confirmaba que iban tras la pista correcta, ya que aquella seta no era propia de las tierras del este sino del norte.
El problema sería recuperar los ingredientes antes de que aquellos inútiles se los cargasen, ya habían cometido el error de sacar el Aïnen del hielo en que debía mantenerse para su conservación, así que no debían tener mucha idea sobre plantas. Respiró profundamente y siguió caminando, hasta que su amigo peludo se detuvo de forma repentina para olisquear el aire. Entonces ambos pudieron escuchar una voz, pero parecía que el dueño hablaba solo, así que no podía tratarse de lo que estaban buscando.
Aun así se acercaron al lugar de que provenía el sonido, para comprobar que el individuo no tuviese nada que ver con los bandidos y alertarlo de los peligros que había por la zona. La bruja se asomó con cautela desde detrás de un tronco, y lo que estaba a punto de ver la sorprendería. Ya había tratado con hombres bestia antes, de rasgos felinos y equinos, a los que tenía que sumar aquellos que se veían por la ciudad, con alas e incluso aspecto de reptil, pero nunca se había topado con un hombre sapo, eso era nuevo.
Fenrir, movido por la curiosidad, abandonó el cobijo de los árboles y corrió hacia el extraño, obligando a la hechicera a salir tras él. - ¡Fenrir no! ¡Para! - exclamó, pero el perro no tenía intención de hacer daño, solo quería situarse frente al desconocido para olfatearlo. - Discúlpelo, es la primera vez que ve a alguien así. - dijo la bruja, esperando que sus palabras no fueran tomadas de mal modo. Sujetó a su compañero y lo apartó un poco del sapo, para darle algo de espacio y que no se sintiese amenazado por su presencia, aunque aprovechó también el momento para echar un vistazo al hombre bestia, que iba armado.
Off: Me he tomado la libertad de unirme, si estabas esperando por alguien en concreto avisa y lo borro.
Elen Calhoun
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Había pasado mucho tiempo desde que el bio-cibernético cruzo las frías tierras blancas del norte hasta llegar al este, sus días en la ciudad de Lunargenta fueron pocos tras los tormentosos sucesos en que descanso desde una taberna en el puerto de la ciudad. Aún así, no se había dignado ni siquiera a beber algo, el alcohol no era la principal sustancia la cual el bio-cibernético pudiese regocijarse en él, de hecho, ello era por su falta de resistencia al alcohol, más no por una obligación implantada en su sistema. Tuvo que transcurrir su viaje desde Lunargenta hasta quedar en uno de los bosques del este de Aerandir con tan solo una búsqueda de agua fresca para poder saborearla, así podría estar en contacto con la naturaleza aunque sea sólo una vez. Su viaje era de un motivo aparentemente simple, pero ello le costaba tanto como vagar y vagar por cada lado de Aerandir, todo con tal de entender las palabras que le había dado el anciano en el pueblo abandonado.
Mucho antes de eso, había disfrutado la amistosa ofrenda de un tarro de ron en la cantina, pero su educación fue un acto de estupidez al no aceptarla para luego intentar ir a tan largo viaje sin una muestra de agua. Su espada envainada que le había dado el anciano estaba recostada sobre su hombro izquierdo cuyo brazo agarraba la espada con tal de que no cayese mientras yacía sobre su hombro. Era básicamente lo único importante que tenía hasta hora proteger junto con su vida; el anciano había sido tan amable de darle una espada digna de un espadachín que pertenecía a su antiguo linaje, más no podría seguir con ella si no lograba consumir aunque sea una gota de agua. Cada paso quedaba en el frondoso pasto manchaba sus férreos pies de la humedad aún persistente en el verde del césped, tal vez de alguna que otra lluvia que había transcurrido en el lugar. El bio-cibernético Sajin estaba algo encorvado por su cansancio, a pesar de que él había sido tan resistente como para perdurar hasta aquí, no era bueno continuar de esa forma y sobretodo formulando dudas por lo que el anciano le había dicho.
''Si solo ves la hoja, no verás el árbol. Si solo ves el árbol, no verás el bosque''.
Con su mirada al suelo, el hambre devorándolo por dentro de su coraza y su espalda encorvada, en lo único que se preocupaba era sobre el significado de las palabras del anciano dragón. Todo lo lógico siempre pudo saberlo, pero nunca un acertijo como ese que intentaba acercarse más al ''alma'' que a la lógica misma impuesta por su sistema. Pasaba entre la verde maleza del bosque cuyo pasto era cada vez más largo, o era más bien alguna posible ilusión por la falta de comida. Aún conservaba su físico, más estaba por perder quizá la cordura por el cansancio. Pronto, la desorientación entre la maleza y sus pies acompañado de su cansancio lo hicieron lanzarse contra el suelo del sendero; pudo parar con suerte su caída con la punta de la vaina que recubría el filo de su sable, pero su cuerpo se sentía tan tieso que yacía en cuclillas contra el camino, entre el medio de dos personas y un animal.
Seguro de que lo que veía era un hombre bestia, aquello lo hizo sentir bien de que no se tratasen de los típicos que él había visto todo el camino; no tenía el mismo aspecto amenazante y brutal de los demás, a pesar de que estaba armado, ello tal vez se debía a la gran diferencia entre la altura del sapo y el bio-cibernético. Miro desde el rabillo del ojo el otro lado junto a él, un perro movía su cola intensamente mientras se regocijaba en olfatear al hombre bestia de un aspecto digno de un anfibio. Entre ello estaba lo que parecía ser una mujer, definitivamente su aspecto era más humano que la vampiresa, pero no se sentía tan seguro como antes. Sus fuerzas apenas fueron capaces de prevenir su caída entre esas personas, pero aún así fueron persistentes en ayudar a levantar al bio-cibernético del pasto en el que había estado en cuclillas.
— Lo siento. —Contestó el bio-cibernético, interrumpiendo el encuentro entre los dos. — Quiero decir, disculpas. Parece que mi programación ya no es tan educada luego de que mis fuerzas se hayan reducido... necesito conseguir agua.
Mucho antes de eso, había disfrutado la amistosa ofrenda de un tarro de ron en la cantina, pero su educación fue un acto de estupidez al no aceptarla para luego intentar ir a tan largo viaje sin una muestra de agua. Su espada envainada que le había dado el anciano estaba recostada sobre su hombro izquierdo cuyo brazo agarraba la espada con tal de que no cayese mientras yacía sobre su hombro. Era básicamente lo único importante que tenía hasta hora proteger junto con su vida; el anciano había sido tan amable de darle una espada digna de un espadachín que pertenecía a su antiguo linaje, más no podría seguir con ella si no lograba consumir aunque sea una gota de agua. Cada paso quedaba en el frondoso pasto manchaba sus férreos pies de la humedad aún persistente en el verde del césped, tal vez de alguna que otra lluvia que había transcurrido en el lugar. El bio-cibernético Sajin estaba algo encorvado por su cansancio, a pesar de que él había sido tan resistente como para perdurar hasta aquí, no era bueno continuar de esa forma y sobretodo formulando dudas por lo que el anciano le había dicho.
''Si solo ves la hoja, no verás el árbol. Si solo ves el árbol, no verás el bosque''.
Con su mirada al suelo, el hambre devorándolo por dentro de su coraza y su espalda encorvada, en lo único que se preocupaba era sobre el significado de las palabras del anciano dragón. Todo lo lógico siempre pudo saberlo, pero nunca un acertijo como ese que intentaba acercarse más al ''alma'' que a la lógica misma impuesta por su sistema. Pasaba entre la verde maleza del bosque cuyo pasto era cada vez más largo, o era más bien alguna posible ilusión por la falta de comida. Aún conservaba su físico, más estaba por perder quizá la cordura por el cansancio. Pronto, la desorientación entre la maleza y sus pies acompañado de su cansancio lo hicieron lanzarse contra el suelo del sendero; pudo parar con suerte su caída con la punta de la vaina que recubría el filo de su sable, pero su cuerpo se sentía tan tieso que yacía en cuclillas contra el camino, entre el medio de dos personas y un animal.
Seguro de que lo que veía era un hombre bestia, aquello lo hizo sentir bien de que no se tratasen de los típicos que él había visto todo el camino; no tenía el mismo aspecto amenazante y brutal de los demás, a pesar de que estaba armado, ello tal vez se debía a la gran diferencia entre la altura del sapo y el bio-cibernético. Miro desde el rabillo del ojo el otro lado junto a él, un perro movía su cola intensamente mientras se regocijaba en olfatear al hombre bestia de un aspecto digno de un anfibio. Entre ello estaba lo que parecía ser una mujer, definitivamente su aspecto era más humano que la vampiresa, pero no se sentía tan seguro como antes. Sus fuerzas apenas fueron capaces de prevenir su caída entre esas personas, pero aún así fueron persistentes en ayudar a levantar al bio-cibernético del pasto en el que había estado en cuclillas.
— Lo siento. —Contestó el bio-cibernético, interrumpiendo el encuentro entre los dos. — Quiero decir, disculpas. Parece que mi programación ya no es tan educada luego de que mis fuerzas se hayan reducido... necesito conseguir agua.
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
El Sapo había recuperado su voluntad por continuar, pero no pasaría mucho antes de encontrar un nuevo obstáculo en el camino. - ¿A donde debo dirigirme? Se preguntaba mientras alternaba la mirada entre ambas direcciones del camino. Había leído un poco acerca de las vastas tierras fuera de su hogar, grandes fabulas, descripciones y todo tipo de historias referentes a la ciudad a la que se dirigía, pero la carencia por experiencia en el mundo real le dejaba perplejo, disminuido ante cada una de sus decisiones. Inseguro por sus pasos, levanto la mirada para intentar orientar su posición. Hatzkhaminei sabia que el camino del astro mayor podría guiarle, solo debía confiar en las enseñanzas del abuelo.
Mientras seleccionaba su siguiente paso, un sospechoso y alarmante ruido provino de los arbustos a unos metros cerca de su posición. Los nervios del sapo se tensaron y si al menos un cabello guardará posición en su calva, seguramente se habría erizado ante la incertidumbre. - Salid de una vez. Espiar en el anonimato de la maleza es de muy mal gusto. De haberse enterado, el joven sapo habría pensado una vez más en sus palabras. El anfibio trastabillo un par de veces, pero no pudo contener el equilibrio, llevándolo a caer de golpe sobre su retaguardia. Con temor desenfundo la espada y dirigió su aguijón hacia el atacante. - Re-Retroceded feroz bestia. Si tenéis al menos un poco de conciencia, guardad distancia o probaras el filo de mi espada. Ambos brazos del anuro, con los cuales sostenía la espada, temblaban sutilmente mientras apartaba el rostro de la figura canida que se había acercado.
Listo para dar el primer tajo, Hatzkhaminei recupero la calma luego de escuchar la femenina voz de una mujer que se aproximaba con velocidad hacia el perro para frenar sus intenciones. El anfibio se encogió de hombros y relajo aquella tensa posición de defensa que había adoptado casi por instinto. El perro olisqueaba la piel y ropas del sapo mientras este liberaba un profundo suspiro lleno de alivio. Se levanto lo más rápido que sus extremidades permitieron y sacudió el polvo de sus ropas. Aparto su arma y la regreso a la funda en su espalda para volver a mirar al par de recién llegados. Cuando levanto su rostro, agradeció que su sangre fría no se agolpara contra sus mejillas luego de ver el rostro de la hermosa dama que había hecho tan estrepitosa llegada con su compañero.
- Disculpad mi violenta reacción. He sido tomado en total distracción. Menciono un poco apenado por sus torpes acciones, no obstante, la curiosidad embargaba el brillo en los grandes ojos del sapo. Emocionado, se apresuro a presentarse. - Mi dama de blancos cabellos y su valeroso compañero, os saludo. Si el destino fuese el encargado en reunirnos, entonces confirmaré mi agradecimiento con todo uso de la elegancia de un caballero. Hatzkhaminei Lowtoyosna Eripulschi es el nombre que gentilmente mis padres han otorgado. El anfibio ofreció una marcada reverencia en postre a los pies de la dama mientras, internamente, se preguntaba si habría llevado bien su introducción.
Nunca antes había tenido la oportunidad de utilizar aquel arcaico lenguaje dirigido hacia una persona de tal porte. Los únicos humanos con los que había compartido eran aquellos que con carretas y cuadrúpedos acudían hasta la granja de su padre para comprar sus hongos y, al contrario de los deseos del sapo inexperto, los modales de aquellos mercaderes no eran del todo educados.
Tan solo un momento había transcurrido en el que el príncipe había tenido la fortuna de saborear este afortunado encuentro, cuando otra figura apareció en las cercanías. – Increíble. Murmuro el sapo cuando vio a la enorme y tan distintiva figura que caía sobre sus aparentes rodillas. Las sorpresas no dejaban de llegar en este día y tan solo habían pasado algunas horas luego de abandonar la calidez de su hogar. Sin saber como proceder ante ese nuevo hallazgo, Hatskhaminei se adelanto para intentar ofrecer ayuda el hombre. - ¿Agua es que dices? Y naturalmente. Deber ser sumamente difícil moverse a través de los bosques portando esa reluciente y gran armadura. Menciono. Cualquiera podría deducir el gran asombro en los gestos del sapo, quien ofrecía su hombro para llevar al hombre hasta un lugar más fresco. – Por favor, os ruego preste mano de ayuda a este desafortunado hombre. Pidió con un gentil clamor a la dama - Creo que podríamos encontrar un poco de agua un poco más adelante, ahí donde un pequeño riachuelo riega gentilmente el prado. Dijo señalando hacia el norte, por el camino por el que había llegado.
Mientras seleccionaba su siguiente paso, un sospechoso y alarmante ruido provino de los arbustos a unos metros cerca de su posición. Los nervios del sapo se tensaron y si al menos un cabello guardará posición en su calva, seguramente se habría erizado ante la incertidumbre. - Salid de una vez. Espiar en el anonimato de la maleza es de muy mal gusto. De haberse enterado, el joven sapo habría pensado una vez más en sus palabras. El anfibio trastabillo un par de veces, pero no pudo contener el equilibrio, llevándolo a caer de golpe sobre su retaguardia. Con temor desenfundo la espada y dirigió su aguijón hacia el atacante. - Re-Retroceded feroz bestia. Si tenéis al menos un poco de conciencia, guardad distancia o probaras el filo de mi espada. Ambos brazos del anuro, con los cuales sostenía la espada, temblaban sutilmente mientras apartaba el rostro de la figura canida que se había acercado.
Listo para dar el primer tajo, Hatzkhaminei recupero la calma luego de escuchar la femenina voz de una mujer que se aproximaba con velocidad hacia el perro para frenar sus intenciones. El anfibio se encogió de hombros y relajo aquella tensa posición de defensa que había adoptado casi por instinto. El perro olisqueaba la piel y ropas del sapo mientras este liberaba un profundo suspiro lleno de alivio. Se levanto lo más rápido que sus extremidades permitieron y sacudió el polvo de sus ropas. Aparto su arma y la regreso a la funda en su espalda para volver a mirar al par de recién llegados. Cuando levanto su rostro, agradeció que su sangre fría no se agolpara contra sus mejillas luego de ver el rostro de la hermosa dama que había hecho tan estrepitosa llegada con su compañero.
- Disculpad mi violenta reacción. He sido tomado en total distracción. Menciono un poco apenado por sus torpes acciones, no obstante, la curiosidad embargaba el brillo en los grandes ojos del sapo. Emocionado, se apresuro a presentarse. - Mi dama de blancos cabellos y su valeroso compañero, os saludo. Si el destino fuese el encargado en reunirnos, entonces confirmaré mi agradecimiento con todo uso de la elegancia de un caballero. Hatzkhaminei Lowtoyosna Eripulschi es el nombre que gentilmente mis padres han otorgado. El anfibio ofreció una marcada reverencia en postre a los pies de la dama mientras, internamente, se preguntaba si habría llevado bien su introducción.
Nunca antes había tenido la oportunidad de utilizar aquel arcaico lenguaje dirigido hacia una persona de tal porte. Los únicos humanos con los que había compartido eran aquellos que con carretas y cuadrúpedos acudían hasta la granja de su padre para comprar sus hongos y, al contrario de los deseos del sapo inexperto, los modales de aquellos mercaderes no eran del todo educados.
Tan solo un momento había transcurrido en el que el príncipe había tenido la fortuna de saborear este afortunado encuentro, cuando otra figura apareció en las cercanías. – Increíble. Murmuro el sapo cuando vio a la enorme y tan distintiva figura que caía sobre sus aparentes rodillas. Las sorpresas no dejaban de llegar en este día y tan solo habían pasado algunas horas luego de abandonar la calidez de su hogar. Sin saber como proceder ante ese nuevo hallazgo, Hatskhaminei se adelanto para intentar ofrecer ayuda el hombre. - ¿Agua es que dices? Y naturalmente. Deber ser sumamente difícil moverse a través de los bosques portando esa reluciente y gran armadura. Menciono. Cualquiera podría deducir el gran asombro en los gestos del sapo, quien ofrecía su hombro para llevar al hombre hasta un lugar más fresco. – Por favor, os ruego preste mano de ayuda a este desafortunado hombre. Pidió con un gentil clamor a la dama - Creo que podríamos encontrar un poco de agua un poco más adelante, ahí donde un pequeño riachuelo riega gentilmente el prado. Dijo señalando hacia el norte, por el camino por el que había llegado.
Última edición por Hatzk el Lun Ago 03, 2015 9:07 pm, editado 1 vez
Hatzk
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
La repentina aparición de Fenrir puso en guardia al hombre bestia, que no dudó en sacar su espada para defenderse del animal, pero las palabras de la bruja parecieron tranquilizarlo un poco, lo suficiente para que guardase el arma con que había apuntado al perro. Aliviada por haber llegado a tiempo de evitar una posible desgracia, bajó la vista hacia su compañero peludo y torció levemente el gesto, no podían permitirse ese tipo de acciones si querían atrapar a los ladrones que había por la zona.
Sabiendo que había hecho algo mal, el can agachó las orejas y dirigió la mirada al suelo, puede que hubiese crecido bastante desde que la hechicera lo adquirió en el barco varado, pero interiormente seguía siendo tan inquieto como un cachorro. A Elen no le gustaba ver así a su compañero, relajó la expresión y le acarició el cuello, antes de desviar la vista hacia el sapo, que se disculpaba por su reacción.
Resultaba extraño ver a un anfibio de aquel tamaño, vestido y armado para entrar en combate si fuera necesario, pero probablemente habría muchas otras clases de hombres bestia que aún ni se imaginaba. Por un momento, rememoró los encuentros que había tenido con miembros de aquella raza, contando únicamente a aquellos con los que había tratado en persona en el pasado. No eran muchos a decir verdad, apenas unos cuantos de rasgos felinos, un cánido y un equino, pero la mayoría se habían mostrado bastante amables al trato, esperaba que ese también fuera el caso del sapo.
Sin perder tiempo, el desconocido volvió a tomar la palabra para presentarse, mostrando mucha más educación y elegancia que la gente con la que solía tratar la joven en la ciudad. Era curioso encontrar a alguien con tales modales en medio del bosque, quizá porque siempre abundaban más los maleantes. El mayor problema para la de cabellos cenicientos sería recordar el largo nombre del anfibio, así que en caso de tener que usarlo se dirigiría a él solo por el primero, Hatzkhaminei.
- Un gusto conoceros, me llamo Elen Calhoun, y este de aquí es Fenrir. - respondió tratando de sonar lo más amable posible, tras realizar también una leve reverencia que seguramente no estaría bien del todo, aquellos temas de protocolo no eran lo suyo. Su compañero volvía a olisquear con curiosidad al extraño, pero esta vez se mantenía un poco más alejado, para no invadir el espacio del hombre bestia.
Antes de que la conversación pudiese continuar, y de que la bruja alcanzase a advertir a Hatzkhaminei de los peligros de aquel lugar, otra figura entró en escena de forma igual de repentina, quedando entre el anfibio y la joven. Al parecer aquellos bosques estaban mucho más transitados de lo que ella esperaba, pero lo que llamó su atención fue otro detalle, el recién llegado era un bio - cibernético. Sin duda tenía que serlo, pues ningún humano hubiese podido llevar un yelmo semejante sin asfixiarse dentro.
La maga escuchó su disculpa, mientras Fenrir se acercaba ligeramente para observarlo mejor, aunque no tardó en regresar junto a su dueña. Atendiendo a las palabras de Hatzkhaminei, la de ojos verdes se colocó junto al bio para ofrecerse como apoyo y ayudarlo a llegar a la zona del riachuelo, al tiempo que rebuscaba en el interior de su bolsa hasta dar con la cantimplora de cuero, cuyo contenido no superaba un cuarto de la misma. - Tomad esto, no queda mucha pero os ayudará hasta que podamos reabastecernos en el arroyo. - indicó, antes de ponerse en marcha en la dirección que el sapo había señalado.
Con un gesto de cabeza, ordenó a su peludo compañero que se adelantase a comprobar que los bandidos que perseguían no estuviesen en las cercanías, a pesar de que las últimas huellas que habían encontrado sugerían que les llevaban un día de ventaja. Quedaba claro que aquellos ladrones no se habían marchado tras hacerse con las mercancías del comerciante, sino que solían moverse por la misma zona, así que no sería extraño que hubiesen acampado en algún rincón, debía tener cuidado.
Sabiendo que había hecho algo mal, el can agachó las orejas y dirigió la mirada al suelo, puede que hubiese crecido bastante desde que la hechicera lo adquirió en el barco varado, pero interiormente seguía siendo tan inquieto como un cachorro. A Elen no le gustaba ver así a su compañero, relajó la expresión y le acarició el cuello, antes de desviar la vista hacia el sapo, que se disculpaba por su reacción.
Resultaba extraño ver a un anfibio de aquel tamaño, vestido y armado para entrar en combate si fuera necesario, pero probablemente habría muchas otras clases de hombres bestia que aún ni se imaginaba. Por un momento, rememoró los encuentros que había tenido con miembros de aquella raza, contando únicamente a aquellos con los que había tratado en persona en el pasado. No eran muchos a decir verdad, apenas unos cuantos de rasgos felinos, un cánido y un equino, pero la mayoría se habían mostrado bastante amables al trato, esperaba que ese también fuera el caso del sapo.
Sin perder tiempo, el desconocido volvió a tomar la palabra para presentarse, mostrando mucha más educación y elegancia que la gente con la que solía tratar la joven en la ciudad. Era curioso encontrar a alguien con tales modales en medio del bosque, quizá porque siempre abundaban más los maleantes. El mayor problema para la de cabellos cenicientos sería recordar el largo nombre del anfibio, así que en caso de tener que usarlo se dirigiría a él solo por el primero, Hatzkhaminei.
- Un gusto conoceros, me llamo Elen Calhoun, y este de aquí es Fenrir. - respondió tratando de sonar lo más amable posible, tras realizar también una leve reverencia que seguramente no estaría bien del todo, aquellos temas de protocolo no eran lo suyo. Su compañero volvía a olisquear con curiosidad al extraño, pero esta vez se mantenía un poco más alejado, para no invadir el espacio del hombre bestia.
Antes de que la conversación pudiese continuar, y de que la bruja alcanzase a advertir a Hatzkhaminei de los peligros de aquel lugar, otra figura entró en escena de forma igual de repentina, quedando entre el anfibio y la joven. Al parecer aquellos bosques estaban mucho más transitados de lo que ella esperaba, pero lo que llamó su atención fue otro detalle, el recién llegado era un bio - cibernético. Sin duda tenía que serlo, pues ningún humano hubiese podido llevar un yelmo semejante sin asfixiarse dentro.
La maga escuchó su disculpa, mientras Fenrir se acercaba ligeramente para observarlo mejor, aunque no tardó en regresar junto a su dueña. Atendiendo a las palabras de Hatzkhaminei, la de ojos verdes se colocó junto al bio para ofrecerse como apoyo y ayudarlo a llegar a la zona del riachuelo, al tiempo que rebuscaba en el interior de su bolsa hasta dar con la cantimplora de cuero, cuyo contenido no superaba un cuarto de la misma. - Tomad esto, no queda mucha pero os ayudará hasta que podamos reabastecernos en el arroyo. - indicó, antes de ponerse en marcha en la dirección que el sapo había señalado.
Con un gesto de cabeza, ordenó a su peludo compañero que se adelantase a comprobar que los bandidos que perseguían no estuviesen en las cercanías, a pesar de que las últimas huellas que habían encontrado sugerían que les llevaban un día de ventaja. Quedaba claro que aquellos ladrones no se habían marchado tras hacerse con las mercancías del comerciante, sino que solían moverse por la misma zona, así que no sería extraño que hubiesen acampado en algún rincón, debía tener cuidado.
Última edición por Elen Calhoun el Mar Ago 04, 2015 10:58 pm, editado 1 vez
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Sus rodillas apenas resistían levantar un cuerpo como el suyo; grande y férreo, aún así era atlético, pero ello no le serviría para no terminar en el suelo muerto de hambre. La naturaleza era fuerte y desafiaba su cuerpo, que era una aberración de la naturaleza como muchos decían. El bio-cibernético había alcanzado a escuchar sus nombres en el difícil camino en el que transitaba entre hiedra y grama, pero no le serviría de mucho luego de que siguiese su camino de nómada, o al menos llegaría a ganar aliados y como vagamente dicen las personas, amigos. Lo segundo no era algo aceptable para el bio-cibernético, después de todo, su lucha se basaba en su intento por alcanzar la cima del camino de la espada. A pesar de ello, requeriría aliados para su cruzada por los bosques en su estado; estaba débil, el bio-cibernético no quería admitir su nivel leve de inferioridad y reprimía sus suplicas, pero el deseo lo manipulaba por pedir a muerte un poco de agua para su sistema. Desde que había transitado por el verde bosque frondoso en el que encontró a tales personas supo que desde entonces se había perdido en las garras de la naturaleza en su estado más puro. Se sentía confiado, nunca se dio cuenta de ello hasta que pereció por la falta de comida en su haber, sobrevivir a las nieves y tormentas no era nada comparado con sobrevivir a la cálida naturaleza, su verdadero rostro.
Desde que había estado de pie en el medio de los caminos de dos distintas personas, su cuerpo hacía el reto de seguir con fuerzas a pesar de la falta de sustento y seguir con su código de honor, típico del arquetipo de espadachín que fue programado. El can se sintió con curiosidad ante el férreo cuerpo de Sajin, sin embargo, había reflejado cierta inseguridad en acercarse a él y decidió regresar junto con su dueña por extraña razón. Vio ir hacia él al anfibio, antropomorfo, que relucía con su lengua una clara forma de hablar cordial y disciplinada. Sajin se mostró con educación ante el anfibio como su programación lo requería, a pesar de que hubiese llegado a sentir ciertas emociones que lo habían marcado en su viaje del norte al este.
— No, no es difícil para mi, estimado sapo. —Contesté de manera cordial, sin embargo, mi tono metálico y frívolo acompañado de mi susurrante forma de hablar no era del todo cortés y afable a la hora de iniciar conversaciones. — Creo que puedo seguir, no se preocupe mucho por mi, tranquilo.
La confianza de la máquina por hacer persistente su sistema contra las fuerzas de la naturaleza para seguir su camino lo hizo caer arrodillado contra el suelo, no tenía fuerzas y seguía aún así, tan obstinado como cualquiera de los hombres. Podía tratarse de la adopción de ciertas cualidades humanas, pero no, y si lo fuese, el bio-cibernético trataría de negarlo a partir de la lógica. Atendió su mirada a la cantimplora que tenía en el medio de su panorama; tomó con una de sus manos la cantimplora y la abrió, tenía el deseo de beber pero el hecho de la preocupación de seres orgánicos le hacía sentir inferior a lo que su programación de protector figuraba en él. Pero si se negaba, sería tan obstinado como en la taberna y acabaría deshidratado, su viaje hubiese terminado tan rápido como los que protegió en antaño.
— Gracias, estimada dama. —Dijo Sajin en cuclillas, acostó su lomo a un tronco a sus espaldas y recostó su espada envainada en su brazo. — Me presento ante ustedes como Sajin, estimado sapo y mujer. Mi espada esta en deuda con ustedes por permitirme seguir mi camino de espadachín, sin embargo, debo afirmarle que el ''otro'' no esta del todo de acuerdo a la deuda de vida que debo a vosotros.
Sajin abrió su metálica y reluciente mandíbula férrea de aspecto plateado, se abrió a un límite inhumano, después de todo, su mandíbula había sido desfigurada en sus días como un ser humano común y si no fuera por la prótesis, no podría hablar como hacía con el sapo y la dama. El dolor era reprimido por su lado cibernético, pero en algún momento tendría que llegar a sentirlo por su lado humano, después de todo, él estaba vivo. Tragó con la sangre que se coagulaba en su boca por la apertura exagerada de su mandíbula; su sed inconscientemente dejo a la mitad la cantimplora de la dama.
— Lamento si bebí demasiado. —Su mandíbula ahora estaba cerrada, sin embargo, hablaba tan cómodamente con ella cerrada que como anteriormente estaba en su situación de consumir el líquido con esta abierta. — Pero si están por afrontar ir hacia el arroyo, os seguiré para sellar esta sed. Espero cumplir mi deuda con vosotros.
Desde que había estado de pie en el medio de los caminos de dos distintas personas, su cuerpo hacía el reto de seguir con fuerzas a pesar de la falta de sustento y seguir con su código de honor, típico del arquetipo de espadachín que fue programado. El can se sintió con curiosidad ante el férreo cuerpo de Sajin, sin embargo, había reflejado cierta inseguridad en acercarse a él y decidió regresar junto con su dueña por extraña razón. Vio ir hacia él al anfibio, antropomorfo, que relucía con su lengua una clara forma de hablar cordial y disciplinada. Sajin se mostró con educación ante el anfibio como su programación lo requería, a pesar de que hubiese llegado a sentir ciertas emociones que lo habían marcado en su viaje del norte al este.
— No, no es difícil para mi, estimado sapo. —Contesté de manera cordial, sin embargo, mi tono metálico y frívolo acompañado de mi susurrante forma de hablar no era del todo cortés y afable a la hora de iniciar conversaciones. — Creo que puedo seguir, no se preocupe mucho por mi, tranquilo.
La confianza de la máquina por hacer persistente su sistema contra las fuerzas de la naturaleza para seguir su camino lo hizo caer arrodillado contra el suelo, no tenía fuerzas y seguía aún así, tan obstinado como cualquiera de los hombres. Podía tratarse de la adopción de ciertas cualidades humanas, pero no, y si lo fuese, el bio-cibernético trataría de negarlo a partir de la lógica. Atendió su mirada a la cantimplora que tenía en el medio de su panorama; tomó con una de sus manos la cantimplora y la abrió, tenía el deseo de beber pero el hecho de la preocupación de seres orgánicos le hacía sentir inferior a lo que su programación de protector figuraba en él. Pero si se negaba, sería tan obstinado como en la taberna y acabaría deshidratado, su viaje hubiese terminado tan rápido como los que protegió en antaño.
— Gracias, estimada dama. —Dijo Sajin en cuclillas, acostó su lomo a un tronco a sus espaldas y recostó su espada envainada en su brazo. — Me presento ante ustedes como Sajin, estimado sapo y mujer. Mi espada esta en deuda con ustedes por permitirme seguir mi camino de espadachín, sin embargo, debo afirmarle que el ''otro'' no esta del todo de acuerdo a la deuda de vida que debo a vosotros.
Sajin abrió su metálica y reluciente mandíbula férrea de aspecto plateado, se abrió a un límite inhumano, después de todo, su mandíbula había sido desfigurada en sus días como un ser humano común y si no fuera por la prótesis, no podría hablar como hacía con el sapo y la dama. El dolor era reprimido por su lado cibernético, pero en algún momento tendría que llegar a sentirlo por su lado humano, después de todo, él estaba vivo. Tragó con la sangre que se coagulaba en su boca por la apertura exagerada de su mandíbula; su sed inconscientemente dejo a la mitad la cantimplora de la dama.
— Lamento si bebí demasiado. —Su mandíbula ahora estaba cerrada, sin embargo, hablaba tan cómodamente con ella cerrada que como anteriormente estaba en su situación de consumir el líquido con esta abierta. — Pero si están por afrontar ir hacia el arroyo, os seguiré para sellar esta sed. Espero cumplir mi deuda con vosotros.
Sajin
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Aunque todo era tan nuevo y diferente, el sapo estaba contento de haberse encontrado a un par tan agradable como el que había llegado hasta él. Cuando salio de casa, su perspectiva por encontrar a nobles personas en medio de este bosque habían sido muy remotas, casi inexistentes. El anuro sabia que aquella arboleda era territorio de los humanos que son capaces de convertir sus extremidades en patas, sus dientes en filosos colmillos, y cambiar su lampiña piel por una extensa y totalmente cubierta de pelo, otra razón por la que sus padres le habían prohibido abandonar las cercanías del pantano y mantener a sus hermanos y hermanas alejados de las proximidades. Los relatos de su abuelo sobre los licántropos le helaba la sangre, pero como él lo había dicho, "A los lobos no les gusta nuestra carne", perturbadora idea la de ser devorado, pero también un alentador consuelo.
- Noble caballero, quizás sería mejor considerar el apartar de su testa la protección de vuestro magnifico yelmo. Comento el sapo mientras veía como Sajin tomaba la cantimplora y la acercaba a su boca para beber. Cualquier otro comentario que pudo haber articulado, quedaron de lado al presenciar la forma en el que el hombre bebía. - No quiero ofenderos con mi comentario pero ese yelmo resulta ser muy práctico. Decía sorprendido mientras se adelantaba un paso para mirar. - Os ruego siga mis pasos, solo a algunos pies de aquí, podrá saciar vuestra sed y podremos volver a llenar la cantimplora de lady Calhoun. imploro mientras se ponía en marcha.
Mientras la calma retornaba a su mente, Hatskhaminei recordaba sus propios problemas. A pesar de sus intentos, aun no sabia exactamente en que dirección debía dirigirse, pero quizás... probablemente aquellos viajeros podrían dar alguna pista o dos a cerca de los caminos y la dirección que debía tomar para llegar hasta Lunargenta y ¿por qué no? algunos consejos acerca de los peligros que acechan más allá de los pantanos. El anuro les miraba disimuladamente a ambos intentando no ser descubierto pues su intención nuca sería ofenderlos, pero su curiosidad le estaba matando y tarde o temprano, estaba seguro que le llevaría a cometer un error. Carraspeo y luego trago saliva, pensó en la oportunidad por algunos instantes antes de hablar, tomo un poco de aire y se preparo a hablar.
Elen no parecía portar el aspecto de una doncella común, estaba muy alejada de ese aspecto convincente de largo y ataviado vestido en el que se envuelven las féminas en la ciudad de Lunargenta, a diferencia de ello, el rostro y semblante de la amable mujer parecía mucho más preparado que el de cualquier simple mozo. Por otro lado, la armadura que portaba el noble Sajin era muy distinta a las que había podido apreciar en las ilustraciones de sus libros. Conocía la armadura de la guardia y todos los menesteres, entre armas, armaduras y escudos, que utilizaban para cumplir con su bienaventurada misión, pero el acero del hombre no le parecía familiar a ninguno de ellos.- Lady Calhoun, Noble Sajin, las intenciones de este humilde servidor no es la de causar incomodidad o molestia alguna ante vosotros, pero la curiosidad no abandonará mi pecho hasta que haya saciado su inquieta naturaleza. Comenzó, haciendo uso del mejor y más solemne tono en su voz. - mi Lady, ¿que le trae hasta estas tierras de árboles, césped y fango? Espero no ser demasiado atrevido al hacer mi declaración, pero debo confesaros que jamás había visto a una dama de su grácil porte. Pregunto apenado, intentando alejar un poco la vista sin llegar a ofender por mostrarse desviado ante sus propias ideas. - Noble Sajin, Debo confesar también que estoy fascinado por vuestra asombrosa armadura. Os ruego que pueda decirme ¿A que orden pertenece la causa de vuestra espada? Sus colores y complexión... En mi vida había visto algo similar. El sapo se encogió de hombros al darse cuenta de que parecía un total ignorante, pero al menos ese par le había demostrado su gratitud y amabilidad, por lo que esperaba que también su paciencia pudiera mostrarse gentil ante él.
Off: Por si las dudas, Hatzkhaminei aún no cae en la cuenta de que Sajin es un Bio.- Noble caballero, quizás sería mejor considerar el apartar de su testa la protección de vuestro magnifico yelmo. Comento el sapo mientras veía como Sajin tomaba la cantimplora y la acercaba a su boca para beber. Cualquier otro comentario que pudo haber articulado, quedaron de lado al presenciar la forma en el que el hombre bebía. - No quiero ofenderos con mi comentario pero ese yelmo resulta ser muy práctico. Decía sorprendido mientras se adelantaba un paso para mirar. - Os ruego siga mis pasos, solo a algunos pies de aquí, podrá saciar vuestra sed y podremos volver a llenar la cantimplora de lady Calhoun. imploro mientras se ponía en marcha.
Mientras la calma retornaba a su mente, Hatskhaminei recordaba sus propios problemas. A pesar de sus intentos, aun no sabia exactamente en que dirección debía dirigirse, pero quizás... probablemente aquellos viajeros podrían dar alguna pista o dos a cerca de los caminos y la dirección que debía tomar para llegar hasta Lunargenta y ¿por qué no? algunos consejos acerca de los peligros que acechan más allá de los pantanos. El anuro les miraba disimuladamente a ambos intentando no ser descubierto pues su intención nuca sería ofenderlos, pero su curiosidad le estaba matando y tarde o temprano, estaba seguro que le llevaría a cometer un error. Carraspeo y luego trago saliva, pensó en la oportunidad por algunos instantes antes de hablar, tomo un poco de aire y se preparo a hablar.
Elen no parecía portar el aspecto de una doncella común, estaba muy alejada de ese aspecto convincente de largo y ataviado vestido en el que se envuelven las féminas en la ciudad de Lunargenta, a diferencia de ello, el rostro y semblante de la amable mujer parecía mucho más preparado que el de cualquier simple mozo. Por otro lado, la armadura que portaba el noble Sajin era muy distinta a las que había podido apreciar en las ilustraciones de sus libros. Conocía la armadura de la guardia y todos los menesteres, entre armas, armaduras y escudos, que utilizaban para cumplir con su bienaventurada misión, pero el acero del hombre no le parecía familiar a ninguno de ellos.- Lady Calhoun, Noble Sajin, las intenciones de este humilde servidor no es la de causar incomodidad o molestia alguna ante vosotros, pero la curiosidad no abandonará mi pecho hasta que haya saciado su inquieta naturaleza. Comenzó, haciendo uso del mejor y más solemne tono en su voz. - mi Lady, ¿que le trae hasta estas tierras de árboles, césped y fango? Espero no ser demasiado atrevido al hacer mi declaración, pero debo confesaros que jamás había visto a una dama de su grácil porte. Pregunto apenado, intentando alejar un poco la vista sin llegar a ofender por mostrarse desviado ante sus propias ideas. - Noble Sajin, Debo confesar también que estoy fascinado por vuestra asombrosa armadura. Os ruego que pueda decirme ¿A que orden pertenece la causa de vuestra espada? Sus colores y complexión... En mi vida había visto algo similar. El sapo se encogió de hombros al darse cuenta de que parecía un total ignorante, pero al menos ese par le había demostrado su gratitud y amabilidad, por lo que esperaba que también su paciencia pudiera mostrarse gentil ante él.
Hatzk
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
El bio - cibernético agradeció su gesto, tras lo cual no dudó en presentarse con el nombre de Sajin y hacerles saber que su espada estaba en deuda con ellos, aunque su posterior mención de un “otro” confundió a la maga, que no tenía idea de a quién se refería. Observó cómo bebía, abriendo desmesuradamente la metálica boca para dejar pasar el agua al interior, ella no había tratado apenas con individuos de aquella raza, y por tanto no terminaba de comprender muchos aspectos sobre ellos.
Hatzkhaminei parecía aún menos familiarizado que ella con los bios, tanto que ni siquiera se había dado cuenta de que lo era, o al menos eso era lo que se podía deducir de sus palabras. Pero considerando que probablemente el anfibio se hubiese criado en los bosques, apartado de ciudades y multitudes, no era de extrañar que confundiese a Sajin con un humano de armadura peculiar. Sin querer sacar a colación el tema de momento, la de ojos verdes se limitó a caminar junto al hombre bestia y mantenerse alerta, el arroyo al que se dirigían podía ser un punto frecuentado tanto por animales salvajes como por los bandidos de la zona.
Escrutó los alrededores con la mirada conforme avanzaban, atenta a cualquier posible señal de Fenrir, cuyo desarrollado olfato podría detectar los peligros a cierta distancia. El perro se movía con agilidad por entre los arbustos, deteniéndose cada pocos metros para escuchar atentamente antes de proseguir. La hechicera confiaba plenamente en las capacidades de su compañero, así que se permitió relajar los hombros y desviar la vista hacia Hatzkhaminei, que tomaba la palabra.
La joven no estaba acostumbrada a que se dirigiesen a ella de forma tan respetuosa y galante, pero el anfibio afirmaba no haber visto a ninguna dama de su estilo, lo que era del todo normal teniendo en cuenta el lugar en que se encontraban. Estaban en territorio de licántropos, y aunque las hembras tuviesen la capacidad de cambiar de forma probablemente no lo harían a menudo, sintiéndose más cercanas a la naturaleza que las rodeaba en su versión animal.
Quizá pasase alguna caravana de comerciantes de vez en cuando, pero aparte de eso y de los viajeros, pocas mujeres se adentrarían en el bosque. Por un instante la bruja imaginó a las remilgadas nobles de Lunargenta arrastrando las colas de sus finos vestidos por el fango, quejándose por todo cuanto las rodeaba y deseando que alguien las sacará de allí de inmediato, imagen que le dibujó una leve sonrisa en los labios. Era una idea divertida de ver, pero definitivamente improbable, las damas no pintaban nada en aquel tipo de lugares.
Esperó a que Hatzkhaminei terminase de exponer sus preguntas, antes de dirigir una mirada a Sajin y tomar la palabra para responder primero. - No me extraña que pasen pocas mujeres por aquí, no es una zona demasiado segura a decir verdad. - contestó con tranquilidad, tratando de sonar amable. - De hecho ese es el motivo de mi presencia, sigo el rastro de unos bandidos que hace unas semanas robaron en estos caminos las mercancías de un comerciante de Lunargenta. - explicó, al tiempo que empezaba a escuchar el sonido del río.
- Se mueven por aquí con regularidad así que no me ha costado dar con algunas huellas e indicios, pero me llevan un día de ventaja, aunque no me extrañaría que se encontrasen acampados en algún punto cercano al arroyo. - prosiguió, aprovechando para que ambos conociesen el peligro que podía estarles rondando. - ¿Me equivoco al decir que no ha salido antes de estas tierras? - preguntó al sapo, antes de guardar silencio para que el bio tuviese ocasión de explicar al hombre bestia lo que era.
Hatzkhaminei parecía aún menos familiarizado que ella con los bios, tanto que ni siquiera se había dado cuenta de que lo era, o al menos eso era lo que se podía deducir de sus palabras. Pero considerando que probablemente el anfibio se hubiese criado en los bosques, apartado de ciudades y multitudes, no era de extrañar que confundiese a Sajin con un humano de armadura peculiar. Sin querer sacar a colación el tema de momento, la de ojos verdes se limitó a caminar junto al hombre bestia y mantenerse alerta, el arroyo al que se dirigían podía ser un punto frecuentado tanto por animales salvajes como por los bandidos de la zona.
Escrutó los alrededores con la mirada conforme avanzaban, atenta a cualquier posible señal de Fenrir, cuyo desarrollado olfato podría detectar los peligros a cierta distancia. El perro se movía con agilidad por entre los arbustos, deteniéndose cada pocos metros para escuchar atentamente antes de proseguir. La hechicera confiaba plenamente en las capacidades de su compañero, así que se permitió relajar los hombros y desviar la vista hacia Hatzkhaminei, que tomaba la palabra.
La joven no estaba acostumbrada a que se dirigiesen a ella de forma tan respetuosa y galante, pero el anfibio afirmaba no haber visto a ninguna dama de su estilo, lo que era del todo normal teniendo en cuenta el lugar en que se encontraban. Estaban en territorio de licántropos, y aunque las hembras tuviesen la capacidad de cambiar de forma probablemente no lo harían a menudo, sintiéndose más cercanas a la naturaleza que las rodeaba en su versión animal.
Quizá pasase alguna caravana de comerciantes de vez en cuando, pero aparte de eso y de los viajeros, pocas mujeres se adentrarían en el bosque. Por un instante la bruja imaginó a las remilgadas nobles de Lunargenta arrastrando las colas de sus finos vestidos por el fango, quejándose por todo cuanto las rodeaba y deseando que alguien las sacará de allí de inmediato, imagen que le dibujó una leve sonrisa en los labios. Era una idea divertida de ver, pero definitivamente improbable, las damas no pintaban nada en aquel tipo de lugares.
Esperó a que Hatzkhaminei terminase de exponer sus preguntas, antes de dirigir una mirada a Sajin y tomar la palabra para responder primero. - No me extraña que pasen pocas mujeres por aquí, no es una zona demasiado segura a decir verdad. - contestó con tranquilidad, tratando de sonar amable. - De hecho ese es el motivo de mi presencia, sigo el rastro de unos bandidos que hace unas semanas robaron en estos caminos las mercancías de un comerciante de Lunargenta. - explicó, al tiempo que empezaba a escuchar el sonido del río.
- Se mueven por aquí con regularidad así que no me ha costado dar con algunas huellas e indicios, pero me llevan un día de ventaja, aunque no me extrañaría que se encontrasen acampados en algún punto cercano al arroyo. - prosiguió, aprovechando para que ambos conociesen el peligro que podía estarles rondando. - ¿Me equivoco al decir que no ha salido antes de estas tierras? - preguntó al sapo, antes de guardar silencio para que el bio tuviese ocasión de explicar al hombre bestia lo que era.
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
De fríos caminos y tormentosos parajes, lo único que había logrado parar su cruzada había sido el cálido y frondosa naturaleza del este. De una máquina protectora a una máquina siendo protegida y que suplicaba por agua se había convertido, le hacía crecer una sensación de infravaloración por sí mismo que no era capaz de entender. Era el hecho de haber sido incapaz de proteger a los que sirvió y ser protegido a pesar de esos fallos, le resultaba algo deshonroso. Sus señores eran los que debieron tener la vida y él no, debieron ser protegidos por él y no Sajin como un protegido en ese estado en que estaba. Desde sus viajes más largos del norte hasta el este había llegado a reprimir ese sentimiento de rechazo a la ayuda de los demás, pero al mismo tiempo pensaba que todo esto había sido hecho por algo que no entendía; con bondad, con lo que nunca pudo servir. Quizás, solo tal vez, era una lección de la que tanto aclamaba como su enemiga, la Madre Naturaleza, le había dado como recompensa por su fortaleza aprender de la bondad que tenían algunos seres vivos, no sólo la crueldad de la que tanto había estimado al hombre.
— Lo haría, pero para eso tengo que romperme la cabeza con una maza. Esa opción es difícil cuando la analizas bien, ¿o no? —Vio al anfibio de aspecto antropomorfo comentar tras sellar su sed. El sarcasmo involuntario vino en un mal momento para él, pero no era del todo malo responder a la bondad educada de otros con un sarcasmo sano de vez en cuando. — Los seguiré al arroyo con lealtad, estimado anfibio.
Apretó un poco la cantimplora con sus manos, notándose como el cuero se estrujaba lentamente con el movimiento de sus dedos oprimiéndolo un poco. Veía al suelo fijamente a pesar de la oscuridad ciega en sus cuencas que no reflejaba ni la más pequeña entrada al alma, la calma que le producía estar tan tranquilo bajo los cuidados que le daban le hizo ser bastante blando y por un momento olvidarse del porque estaba. Con un impulso de su mano se reintegro de pie una vez más en tierra, no era del todo inútil como para dejar su trasero de metal ahí clavado. Suavizo su trato a la cantimplora para justo así dejar de estrujar su cuero; era mucho más alto y esbelto que el sapo, un gigante frente a él. Pero eso no hizo que el bio-cibernético no mostrase respeto a el anfibio, al que consideraba uno de los pocos hombres bestia de tal lengua fina y conservada de modales como la disciplina a la que seguía este. Quizás, no estaba solo en su camino.
Fue de camino con el sapo y la damisela que iban de camino al arroyo, tratando de llegar hacia la señorita de peculiares ojos verdes, Sajin nunca había conocido gente con esa clase de iris; pero se dignó aún así a responder con educación a la ofrenda de la señorita, entregándole su cantimplora una vez más a medida que avanzaban los tres hacia el arroyo del que tanto aclamaba el sapo estar cerca de estos en solo unos pasos. No había pasado mucho tiempo hasta que el diminuto hombre bestia sacase de su corazón la gran duda que prosperaba en él por la damisela y Sajin, al que según sus palabras, parecían considerarlo un caballero. Sajin no le dio la más mínima gracia, si no más bien una leve sorpresa por esto, de lo que nunca pensó en considerarse o ser.
Tenía todo para ser un caballero como el sapo afirmaba, sin embargo, ¿para qué? haber fallado en proteger a los que sirvió y de los que aprendió a lo largo de sus días, para servir ahora al mismo rey. No, él no estaba listo para un cargo así como lo era ser un caballero, sus servicios no siempre salían de la forma que él lo planeaba, solo a veces la suerte se dignaba a estar de su lado cuando su lado cibernético se imponía al humano. A pesar de las inocentes dudas del anfibio, demostró tener parcialmente las dudas del mismo sapo sobre lo que hacía una dama en los bosques con un sabueso. Pero aún así no era del todo extraño, Sajin se había topado con mujeres de ese porte, como la vampiresa en el poblado del que había escapado. Aunque, era extraño encontrar mujeres dedicadas al arte de la espada o combate.
Pero a pesar de ello la dama dio su razón de su porque en lares como estos, parecía ser como indicaba su misión ser una mercenaria. No era muy confiable cuando se trataba de personas como esas, aunque, no parecía ser tan cruel como la palabra mercenario trataba de inducir. Parecía que lo que cazaba estaba cerca desde todo el tiempo que habíamos estado conversado, quizás ayudando a la mercenaria Sajin podría cumplir su deuda, pero dudo sobre su condición física para momentos como estos.
Se había recordado de las dudas del sapo. Si la dama había respondido, sería deshonroso para él no hacerlo como su disciplina lo implicaba. Explicó todo lo que implicaban las dudas del sapo ante él, que hacían a Sajin arrancar partes de su pasado del que lamentaba por mucho y trataba de limpiar.
— No soy humano para empezar, mi estimado sapo. —Contestó a la exagerado halago a la composición de la coraza de Sajin que daba el anfibio, no le pareció correcto que diese halagos sin saber lo que era. — Existe una raza que es poco conocida por muchos y que mayormente cumplen sus labores custodiando a los prisioneros o protegen a los hombres, pero nunca los he conocido a pesar de formar parte de su raza. Fuimos creados por los seres humanos, lo que anteriormente fuimos. Así que, somos en una parte humanos... pero también artificiales, básicamente somos la línea entre lo inorgánico y lo orgánico, estimado sapo.
— Prosiguiendo... —Había continuado luego de un pequeño tiempo en silencio para recordar con recelo su pasado y el motivo de su camino, del que dudaba si hacia lo correcto en él o solo era un asesino más. — Mi espada no pertenece a la servidumbre de un grupo u hombre. Pero alguna vez fue lo segundo, hasta que murió. Pero no por eso acabé mis días como protector, cuidé de la hija de mi señor, nunca pudo caminar y pereció enferma luego de que las tierras de su padre fuesen tomadas por un extranjero rico. No pude cumplir mi segunda oportunidad como mi programación y deber implicaba, mi camino por la espada esta corrupto por esta razón. Sigo a partir de los principios y la moral humana en busca de lo que es bueno, de lo que no he visto caballero que lo cumpla salvo por el oro. —Sus palabras, a pesar de su tono susurrante y frívolo con un aspecto metálico, en el fondo parecían algo humanas en el fondo, aunque levemente. — Esa es mi vida: una paradoja. Como la de cada ser de mi especie, estimado sapo.
— Parece que sí, señorita. —Contestó el bio-cibernético a la de cabellos blancos tras escucharla, para justo después decir con sus propias palabras con una recomendación luego de lo anterior dicho, a su tan parecido compañero. — Todavía no haz visto todo lo que implica tener una espada en tu mano, estimado sapo.
— Lo haría, pero para eso tengo que romperme la cabeza con una maza. Esa opción es difícil cuando la analizas bien, ¿o no? —Vio al anfibio de aspecto antropomorfo comentar tras sellar su sed. El sarcasmo involuntario vino en un mal momento para él, pero no era del todo malo responder a la bondad educada de otros con un sarcasmo sano de vez en cuando. — Los seguiré al arroyo con lealtad, estimado anfibio.
Apretó un poco la cantimplora con sus manos, notándose como el cuero se estrujaba lentamente con el movimiento de sus dedos oprimiéndolo un poco. Veía al suelo fijamente a pesar de la oscuridad ciega en sus cuencas que no reflejaba ni la más pequeña entrada al alma, la calma que le producía estar tan tranquilo bajo los cuidados que le daban le hizo ser bastante blando y por un momento olvidarse del porque estaba. Con un impulso de su mano se reintegro de pie una vez más en tierra, no era del todo inútil como para dejar su trasero de metal ahí clavado. Suavizo su trato a la cantimplora para justo así dejar de estrujar su cuero; era mucho más alto y esbelto que el sapo, un gigante frente a él. Pero eso no hizo que el bio-cibernético no mostrase respeto a el anfibio, al que consideraba uno de los pocos hombres bestia de tal lengua fina y conservada de modales como la disciplina a la que seguía este. Quizás, no estaba solo en su camino.
Fue de camino con el sapo y la damisela que iban de camino al arroyo, tratando de llegar hacia la señorita de peculiares ojos verdes, Sajin nunca había conocido gente con esa clase de iris; pero se dignó aún así a responder con educación a la ofrenda de la señorita, entregándole su cantimplora una vez más a medida que avanzaban los tres hacia el arroyo del que tanto aclamaba el sapo estar cerca de estos en solo unos pasos. No había pasado mucho tiempo hasta que el diminuto hombre bestia sacase de su corazón la gran duda que prosperaba en él por la damisela y Sajin, al que según sus palabras, parecían considerarlo un caballero. Sajin no le dio la más mínima gracia, si no más bien una leve sorpresa por esto, de lo que nunca pensó en considerarse o ser.
Tenía todo para ser un caballero como el sapo afirmaba, sin embargo, ¿para qué? haber fallado en proteger a los que sirvió y de los que aprendió a lo largo de sus días, para servir ahora al mismo rey. No, él no estaba listo para un cargo así como lo era ser un caballero, sus servicios no siempre salían de la forma que él lo planeaba, solo a veces la suerte se dignaba a estar de su lado cuando su lado cibernético se imponía al humano. A pesar de las inocentes dudas del anfibio, demostró tener parcialmente las dudas del mismo sapo sobre lo que hacía una dama en los bosques con un sabueso. Pero aún así no era del todo extraño, Sajin se había topado con mujeres de ese porte, como la vampiresa en el poblado del que había escapado. Aunque, era extraño encontrar mujeres dedicadas al arte de la espada o combate.
Pero a pesar de ello la dama dio su razón de su porque en lares como estos, parecía ser como indicaba su misión ser una mercenaria. No era muy confiable cuando se trataba de personas como esas, aunque, no parecía ser tan cruel como la palabra mercenario trataba de inducir. Parecía que lo que cazaba estaba cerca desde todo el tiempo que habíamos estado conversado, quizás ayudando a la mercenaria Sajin podría cumplir su deuda, pero dudo sobre su condición física para momentos como estos.
Se había recordado de las dudas del sapo. Si la dama había respondido, sería deshonroso para él no hacerlo como su disciplina lo implicaba. Explicó todo lo que implicaban las dudas del sapo ante él, que hacían a Sajin arrancar partes de su pasado del que lamentaba por mucho y trataba de limpiar.
— No soy humano para empezar, mi estimado sapo. —Contestó a la exagerado halago a la composición de la coraza de Sajin que daba el anfibio, no le pareció correcto que diese halagos sin saber lo que era. — Existe una raza que es poco conocida por muchos y que mayormente cumplen sus labores custodiando a los prisioneros o protegen a los hombres, pero nunca los he conocido a pesar de formar parte de su raza. Fuimos creados por los seres humanos, lo que anteriormente fuimos. Así que, somos en una parte humanos... pero también artificiales, básicamente somos la línea entre lo inorgánico y lo orgánico, estimado sapo.
— Prosiguiendo... —Había continuado luego de un pequeño tiempo en silencio para recordar con recelo su pasado y el motivo de su camino, del que dudaba si hacia lo correcto en él o solo era un asesino más. — Mi espada no pertenece a la servidumbre de un grupo u hombre. Pero alguna vez fue lo segundo, hasta que murió. Pero no por eso acabé mis días como protector, cuidé de la hija de mi señor, nunca pudo caminar y pereció enferma luego de que las tierras de su padre fuesen tomadas por un extranjero rico. No pude cumplir mi segunda oportunidad como mi programación y deber implicaba, mi camino por la espada esta corrupto por esta razón. Sigo a partir de los principios y la moral humana en busca de lo que es bueno, de lo que no he visto caballero que lo cumpla salvo por el oro. —Sus palabras, a pesar de su tono susurrante y frívolo con un aspecto metálico, en el fondo parecían algo humanas en el fondo, aunque levemente. — Esa es mi vida: una paradoja. Como la de cada ser de mi especie, estimado sapo.
— Parece que sí, señorita. —Contestó el bio-cibernético a la de cabellos blancos tras escucharla, para justo después decir con sus propias palabras con una recomendación luego de lo anterior dicho, a su tan parecido compañero. — Todavía no haz visto todo lo que implica tener una espada en tu mano, estimado sapo.
Sajin
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
El anuro estaba complacido de que sus preguntas no fueran rechazadas, si no al contrario, las amables personas que inesperadamente había encontrado entre la arboleda se preparaban para contestar. El príncipe esboza una tenue sonrisa cuando Lady Elen tomo la palabra, sin embargo, no fue algo que lo tranquilizara. - ¿Bandidos, aquí en el bosque? Pregunto preocupado y con cierto enfado. - Eso es intolerable. Venir hasta aquí y violar el dulce santuario de la naturaleza con sus reprobables actos. Añadió. Hatzkhaminei nunca antes había tenido que lidiar con ladrones, bandidos ni ninguna otra persona de actos malintencionados. Para él, los ladrones eran los chotacabras que robaban la fresca fruta que recolectaban él y sus hermanos en las cercanías del bosque. Los asesinos eran las feroces serpientes que siempre estaban dispuestas a hacer cualquier cosa para devorar a la pequeña y dulce Papperotine, que para la tranquilidad de sus padres, su hermano mayor siempre se las apañaba para ahuyentarles y mantenerlas alejadas de su hogar. Quizás ningún malhechor estaba interesado en una pequeña choza de piedra repleta de musgo y una granja de champiñones cubierta de fango, pensaba aliviado.
No podría admitirlo, pero el hecho de que aquellos sujetos merodearan por el bosque le ponía un poco nervioso. Echo de un lado a otro sus amarillos ojos para cerciorarse de las cercanías y estar seguro de que esos hombres no estuvieran cerca, no obstante, el sapo se debatía internamente por una idea temeraria, pero antes de que pudiera decir algo, la doncella de blancos cabellos volvió a tomar la palabra. El inexperto sapo hundió la cara entre su pecho sin poder ocultar la pena que esto le causaba, jugando con evidente nerviosismo con las puntas de sus dedos. - Es verdad lo que supone, Milady. Pensó rápidamente en la forma de amortiguar su pena. - Soy el príncipe sapo. No podría dejar a la deriva mis obligaciones, no hasta este día en especial. Dijo, hinchando el pecho para croar.
Esperando pasar justificado, el anuro volvió la mirada hacia el camino con cierto disimulo, caminando con la elegancia y pulcritud de un príncipe. Se odio en ese momento por haber dicho esa mentira, pero era mejor que denotar total desconocimiento o debilidad, al menos para él. El caballero de fabulosa armadura tomo la palabra con sus declaraciones, lo cual desconcertaba al sapo. - No es posible. Pensaba mientras escudriñaba el aspecto del espadachín. Su complexión y algunos de sus hábitos denotaban todo lo contrario, pero debía reconocer que ciertas practicas y aun más el peculiar tono en su voz, expresaban total diferencia a cualquier fonación que pudiera haber escuchado antes. Hatzkhaminei presto especial atención a la amable explicación que ofrecía Sajin. - ¿Creados por los humanos? Replico sin poder comprender del todo estas palabras. Era por él sabido que las creaciones de los humanos eran sorprendentes pero podría confiar en esas palabras. Sí habían sido capaces de crear esa inverosímil ciudad, capaces de dar forma a las más increíbles armas y armaduras, entonces serian capaces de crear un artefacto que intentara emular sus costumbres.
- Sorprendente. Es lo único que podía añadir ante aquello que no podía comprender. Mientras el espadachín continuaba, no pudo evitar notar que su silencio se presentaba como incomodo, quizás molesto. Hatzkhaminei se culpo internamente por abrir una vieja herida en el interior de aquel ser. Gracias a ello, el príncipe comprendió que no era igual que un arma o una gran muralla, estas creaciones poseían sus ideas y sentimientos propios, tal como lo había percibido antes de saber que contenía una parte inorgánica. Volvió a encogerse de hombros cuando Sajin termino su historia. Le parecía algo triste que su espada hubiese perdido su objetivo, y al parecer, también sus deseos por continuar.
El sapo agito la cabeza, intentando ahuyentar los malos pensamientos que comenzaban a formarse en su interior. - Estimado caballero, os digo que nunca es tarde para redimirse por los errores. Aunque vuestros votos hayan fallado, siempre puede encontrar una nueva causa en la cual prestar su acero. Una espada sin objetivo terminará por abollarse, os ruego no pierda el filo de su voluntad y siga hacia adelante. Pidió, pero pronto sus ánimos volvieron a caer. - Todavía no haz visto todo lo que implica tener una espada en tu mano. Repitió internamente, frase que penetro no solo en su mente, si no también en su corazón. El noble Sajin tenía razón. A pesar de todo el conocimiento empírico que había absorbido de su abuelo y sus libros, Hatzkhaminei nunca antes había tenido que soportar su espada ante el peso de una causa, pero era por eso que precisamente que había comenzado con su viaje. El anuro detuvo sus pasos antes de continuar y se encogió de hombros. - Lady Calhoun, Os quiero hacer una petición. Tartamudeo un par de veces pero estaba convencido. - Permitid a este caballero acompañarla en su ardua búsqueda y dar caza a esos pillos. No tiene que otorgar nada a cambio, la satisfacción por una buena acción será toda la recompensa que necesito. El sapo levanto sus grandes y expresivos ojos hacia el rostro de Elen. Con el temor por recibir una respuesta negativa en su pecho, no retrocedería y clamaría por poder ayudar en esta cruzada.
No podría admitirlo, pero el hecho de que aquellos sujetos merodearan por el bosque le ponía un poco nervioso. Echo de un lado a otro sus amarillos ojos para cerciorarse de las cercanías y estar seguro de que esos hombres no estuvieran cerca, no obstante, el sapo se debatía internamente por una idea temeraria, pero antes de que pudiera decir algo, la doncella de blancos cabellos volvió a tomar la palabra. El inexperto sapo hundió la cara entre su pecho sin poder ocultar la pena que esto le causaba, jugando con evidente nerviosismo con las puntas de sus dedos. - Es verdad lo que supone, Milady. Pensó rápidamente en la forma de amortiguar su pena. - Soy el príncipe sapo. No podría dejar a la deriva mis obligaciones, no hasta este día en especial. Dijo, hinchando el pecho para croar.
Esperando pasar justificado, el anuro volvió la mirada hacia el camino con cierto disimulo, caminando con la elegancia y pulcritud de un príncipe. Se odio en ese momento por haber dicho esa mentira, pero era mejor que denotar total desconocimiento o debilidad, al menos para él. El caballero de fabulosa armadura tomo la palabra con sus declaraciones, lo cual desconcertaba al sapo. - No es posible. Pensaba mientras escudriñaba el aspecto del espadachín. Su complexión y algunos de sus hábitos denotaban todo lo contrario, pero debía reconocer que ciertas practicas y aun más el peculiar tono en su voz, expresaban total diferencia a cualquier fonación que pudiera haber escuchado antes. Hatzkhaminei presto especial atención a la amable explicación que ofrecía Sajin. - ¿Creados por los humanos? Replico sin poder comprender del todo estas palabras. Era por él sabido que las creaciones de los humanos eran sorprendentes pero podría confiar en esas palabras. Sí habían sido capaces de crear esa inverosímil ciudad, capaces de dar forma a las más increíbles armas y armaduras, entonces serian capaces de crear un artefacto que intentara emular sus costumbres.
- Sorprendente. Es lo único que podía añadir ante aquello que no podía comprender. Mientras el espadachín continuaba, no pudo evitar notar que su silencio se presentaba como incomodo, quizás molesto. Hatzkhaminei se culpo internamente por abrir una vieja herida en el interior de aquel ser. Gracias a ello, el príncipe comprendió que no era igual que un arma o una gran muralla, estas creaciones poseían sus ideas y sentimientos propios, tal como lo había percibido antes de saber que contenía una parte inorgánica. Volvió a encogerse de hombros cuando Sajin termino su historia. Le parecía algo triste que su espada hubiese perdido su objetivo, y al parecer, también sus deseos por continuar.
El sapo agito la cabeza, intentando ahuyentar los malos pensamientos que comenzaban a formarse en su interior. - Estimado caballero, os digo que nunca es tarde para redimirse por los errores. Aunque vuestros votos hayan fallado, siempre puede encontrar una nueva causa en la cual prestar su acero. Una espada sin objetivo terminará por abollarse, os ruego no pierda el filo de su voluntad y siga hacia adelante. Pidió, pero pronto sus ánimos volvieron a caer. - Todavía no haz visto todo lo que implica tener una espada en tu mano. Repitió internamente, frase que penetro no solo en su mente, si no también en su corazón. El noble Sajin tenía razón. A pesar de todo el conocimiento empírico que había absorbido de su abuelo y sus libros, Hatzkhaminei nunca antes había tenido que soportar su espada ante el peso de una causa, pero era por eso que precisamente que había comenzado con su viaje. El anuro detuvo sus pasos antes de continuar y se encogió de hombros. - Lady Calhoun, Os quiero hacer una petición. Tartamudeo un par de veces pero estaba convencido. - Permitid a este caballero acompañarla en su ardua búsqueda y dar caza a esos pillos. No tiene que otorgar nada a cambio, la satisfacción por una buena acción será toda la recompensa que necesito. El sapo levanto sus grandes y expresivos ojos hacia el rostro de Elen. Con el temor por recibir una respuesta negativa en su pecho, no retrocedería y clamaría por poder ayudar en esta cruzada.
Hatzk
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Elen escuchó con atención las palabas de Sajin, que procedió a explicar a grandes rasgos las características de su raza, para que el hombre bestia comprendiese que no era un humano normal y corriente. Él, al igual que el resto de bio - cibernéticos, era obra de los hombres y poseía una parte orgánica, a la que luego se añadía lo artificial. Resultaba interesante pensar que una persona hubiese desarrollado la tecnología hasta el punto de ser capaz de crear a aquellos seres, pero sin duda dicha tarea sería complicada y habría requerido bastante tiempo, lo que explicaría que no se viese a menudo a individuos de aquella raza, no debía haber muchos.
Sajin continuó hablando tras hacer una breve pausa, ésta vez para revelarles parte de su pasado. Se había encargado de la protección de una muchacha con dificultades, la hija del señor al que había servido hasta la muerte, pero con la marcha de la dama a causa de una enfermedad, el bio sentía que había fallado su misión. ¿Qué podría haber hecho él para evitar algo semejante? Nada. Por ello la de ojos verdes creyó que se estaba tratando a sí mismo con mucha dureza, aunque no descartaba la posibilidad de que ese comportamiento estuviese dentro de su programación.
El bio no había logrado su objetivo en aquel entonces, pero eso no quitaba que pudiese encontrar una nueva razón por la que luchar, o a alguien digno al que servir. La bruja quiso dedicarle unas palabras de apoyo, pero no interrumpiría a Hatzkhaminei, que intervenía justamente para dar ánimos a Sajin. El relajante sonido de las aguas cada vez se escuchaba más cerca, pronto darían con el arroyo y tendrían ocasión de reabastecerse, así que desvió la vista hacia el frente, apartándola de sus compañeros para centrarse en cualquier detalle que pudiese delatar la presencia de otros en la zona.
Fenrir avanzaba unos metros por delante de ella, lo suficiente para detectar cualquier peligro y tener tiempo de advertir a su dueña, antes de que quedasen expuestos. La densa vegetación del ambiente les ofrecería cobijo si llegaban a necesitarlo, pero del mismo modo podría ocultar a los bandidos que estaba buscando. Elen sabía bien lo que buscaba, una carreta grande de madera, tirada por dos caballos de pelaje marrón claro y crines blancas, detalle que los haría destacar entre el verdor reinante.
La de cabellos cenicientos confiaba en ver los animales desde cierta distancia, de modo que le permitiese buscar una posición elevada y vigilar a los ladrones, antes de iniciar el ataque sobre ellos. En principio la idea era tratar de atraparlos para que rindiesen cuentas ante la justicia en Lunargenta, pero la hechicera estaba segura de que opondrían resistencia y harían cuanto estuviese en su mano para acabar con ella, así que llegado el momento no dudaría en arrebatar algunas vidas si era necesario.
Detuvo su avance al percatarse de que el hombre bestia se había parado, y recordó entonces un pequeño dato que había mencionado antes, al darle la razón sobre que no había salido antes de aquellos bosques. Se había referido a sí mismo como príncipe sapo, algo que llamó su atención pero que pronto dejó a un lado, la única realeza que la joven conocía se encontraba en Verisar. Puede que Hatzkhaminei se autodenominase de aquel modo, o quizá los demás anfibios con los que vivía le habían otorgado el título, pero lo verdaderamente interesante era el hecho de que tuviese que dejar su hogar aquel día en particular, ¿qué podía tener de especial? Probablemente no llegaría a saberlo.
Escuchó con atención la petición que le hacía, ligeramente sorprendida porque se ofreciese a participar en una misión que de por sí conllevaba ciertos riesgos, pero era de esperar que quisiese proteger las tierras en que se había criado. Ella misma haría lo que fuese por mantener Beltrexus a salvo de gentuza como aquella. No le vendría nada mal un poco de ayuda, pero antes de aceptar o rechazar su propuesta, la de ojos verdes debía asegurarse de que llevar consigo al hombre bestia le facilitaría la tarea, no lo contrario.
Iba armado, eso era una buena señal, pero si tal como decía no había salido antes de la zona, y por consiguiente desconocía muchos de los peligros que había más allá de los árboles, cabía la posibilidad de que su espada solo estuviese de adorno, y que nunca la hubiese utilizado en combate. - ¿Sabéis manejar esa hoja? Si es el caso estaré encantada de aceptar vuestra ayuda, pero si no preferiría seguir como hasta ahora, no quisiera cargar en mi conciencia con la muerte de un inocente. - contestó, con tono suave para que no se lo tomase como una ofensa.
Elen solo quería cumplir su tarea con el menor número de bajas posible, y aunque le vendría muy bien tener algo de apoyo, no podía permitirse llevar a alguien a quien tuviese que estar vigilando para asegurarse de que no le pasaba nada, eso la distraería y terminaría provocando que cometiese un error, que podría costarle la vida.
Sajin continuó hablando tras hacer una breve pausa, ésta vez para revelarles parte de su pasado. Se había encargado de la protección de una muchacha con dificultades, la hija del señor al que había servido hasta la muerte, pero con la marcha de la dama a causa de una enfermedad, el bio sentía que había fallado su misión. ¿Qué podría haber hecho él para evitar algo semejante? Nada. Por ello la de ojos verdes creyó que se estaba tratando a sí mismo con mucha dureza, aunque no descartaba la posibilidad de que ese comportamiento estuviese dentro de su programación.
El bio no había logrado su objetivo en aquel entonces, pero eso no quitaba que pudiese encontrar una nueva razón por la que luchar, o a alguien digno al que servir. La bruja quiso dedicarle unas palabras de apoyo, pero no interrumpiría a Hatzkhaminei, que intervenía justamente para dar ánimos a Sajin. El relajante sonido de las aguas cada vez se escuchaba más cerca, pronto darían con el arroyo y tendrían ocasión de reabastecerse, así que desvió la vista hacia el frente, apartándola de sus compañeros para centrarse en cualquier detalle que pudiese delatar la presencia de otros en la zona.
Fenrir avanzaba unos metros por delante de ella, lo suficiente para detectar cualquier peligro y tener tiempo de advertir a su dueña, antes de que quedasen expuestos. La densa vegetación del ambiente les ofrecería cobijo si llegaban a necesitarlo, pero del mismo modo podría ocultar a los bandidos que estaba buscando. Elen sabía bien lo que buscaba, una carreta grande de madera, tirada por dos caballos de pelaje marrón claro y crines blancas, detalle que los haría destacar entre el verdor reinante.
La de cabellos cenicientos confiaba en ver los animales desde cierta distancia, de modo que le permitiese buscar una posición elevada y vigilar a los ladrones, antes de iniciar el ataque sobre ellos. En principio la idea era tratar de atraparlos para que rindiesen cuentas ante la justicia en Lunargenta, pero la hechicera estaba segura de que opondrían resistencia y harían cuanto estuviese en su mano para acabar con ella, así que llegado el momento no dudaría en arrebatar algunas vidas si era necesario.
Detuvo su avance al percatarse de que el hombre bestia se había parado, y recordó entonces un pequeño dato que había mencionado antes, al darle la razón sobre que no había salido antes de aquellos bosques. Se había referido a sí mismo como príncipe sapo, algo que llamó su atención pero que pronto dejó a un lado, la única realeza que la joven conocía se encontraba en Verisar. Puede que Hatzkhaminei se autodenominase de aquel modo, o quizá los demás anfibios con los que vivía le habían otorgado el título, pero lo verdaderamente interesante era el hecho de que tuviese que dejar su hogar aquel día en particular, ¿qué podía tener de especial? Probablemente no llegaría a saberlo.
Escuchó con atención la petición que le hacía, ligeramente sorprendida porque se ofreciese a participar en una misión que de por sí conllevaba ciertos riesgos, pero era de esperar que quisiese proteger las tierras en que se había criado. Ella misma haría lo que fuese por mantener Beltrexus a salvo de gentuza como aquella. No le vendría nada mal un poco de ayuda, pero antes de aceptar o rechazar su propuesta, la de ojos verdes debía asegurarse de que llevar consigo al hombre bestia le facilitaría la tarea, no lo contrario.
Iba armado, eso era una buena señal, pero si tal como decía no había salido antes de la zona, y por consiguiente desconocía muchos de los peligros que había más allá de los árboles, cabía la posibilidad de que su espada solo estuviese de adorno, y que nunca la hubiese utilizado en combate. - ¿Sabéis manejar esa hoja? Si es el caso estaré encantada de aceptar vuestra ayuda, pero si no preferiría seguir como hasta ahora, no quisiera cargar en mi conciencia con la muerte de un inocente. - contestó, con tono suave para que no se lo tomase como una ofensa.
Elen solo quería cumplir su tarea con el menor número de bajas posible, y aunque le vendría muy bien tener algo de apoyo, no podía permitirse llevar a alguien a quien tuviese que estar vigilando para asegurarse de que no le pasaba nada, eso la distraería y terminaría provocando que cometiese un error, que podría costarle la vida.
Elen Calhoun
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Las palabras del sapo no eran más que una motivación para el bio-cibernético poco útil, viniendo de la boca de un joven y pequeño hombre bestia no parecían sabias. Sajin había seguido durante mucho tiempo el camino de la espada como para que un inexperto diese consejos sobre lo que debía de hacer para terminar con su oscuro pasado. Aún así, Sajin no conocía mucho la moral humana como para saber del todo si lo que hacía estaba bien o no luego de lo que había experimentado en el norte, tal lapsus moral que tanto se recriminaba de si había sido justo o no. Sin embargo, el sapo aún se mantenía en una actitud positiva, era algo que hacía que Sajin tomase un poco las palabras del sapo como muestra de ayuda y consideración.
Agradecía el hecho de ser tratado como un caballero por parte del sapo, pero dudaba si un rango tan honorable era digno para alguien como él. Por un momento se inclino a pensar sobre la probable inexperiencia del sapo por lo pequeño que era, y joven, por lo que parecía indicar. A pesar de ello, mantenía una lengua refinada y educada de la que muchos campesinos, incluso guerreros, carecían. Eso hizo pensar a Sajin si se trataba o no de un bocazas que se las daba de culto con tal de ganar la carisma de los demás, pero no podría culpar al sapo de lo que fuese o dejase de ser, su causa era tan noble como la suya, aunque su forma de combate era la incógnita mas grande sobre todo el asunto; pero el bio-cibernético desde sus inicios había sido programado para manejar una espada, en cambio él no, no podría culpar al joven sapo por su inexperiencia, aún tenía mucho que aprender.
Su camino junto con la llamada Lady Calhoun y el sapo habían dado frutos tras escuchar los espléndidos sonidos de la naturaleza que afirmaban que llegarían muy pronto al arrollo. La damisela de ojos verdes había continuado con su cruzada por detrás de su sabueso, que parecía divertirse correteando en el frondoso pasto. Si tenía suerte en abastecerse antes de que diesen con los bandidos, podría quizás ayudar a sus compañeros y dar así pagada su deuda. Pese a las conversaciones afables que la señorita había tenido con el sapo y el bio-cibernético, aún se mantenía con el deber y la responsabilidad en alto para atrapar a los bandidos cueste lo que cueste.
Denoto a su lado como el sapo se había parado en el medio del camino, para justo después decir unas palabras. Esta vez no se trataba de alguna palabra de motivación de su parte hacia él, si no que se había dignado a querer dar su espada a los motivos de la señorita Calhoun con tal de ayudar a dar caza a esos bandidos que merodeaban por aquel bosque. Su motivo era por una causa justa al igual que el camino que pretendía seguir por lo que sus acciones indicaban, pero lo que pedía era a gritos su muerte. O tal vez el bio-cibernético estaba infravalorando mucho la habilidad de combate del pequeño hombre bestia.
El sapo le recordaba bastante a él, no sólo en su educación tan original de la cual había superado aparentemente a la programación del bio-cibernético, si no que también parecía tener el deber de obrar por el bien sea cual sea la causa a la que deba de luchar. Los grandes ojos del anfibio veían constantemente a la señorita en espera de su aceptación para la jornada que la damisela tenía que cumplir, los cuales no parecían haber cumplido nada más que ser rechazado por la chica que había puesto en duda el manejo de su espada. Sajin no tuvo que otra más que salir a defender al pequeño sapo, aquello no era por lástima o afecto, solo era el altruismo de la máquina hacia el sapo.
— No hay que preocuparse, señorita Calhoun. —Respondió el bio-cibernético a las palabras de la señorita. Solo había llegado a descansar por un breve tiempo, pero Sajin parecía indiferente si ello era tener que seguir obrando por el bien con tal de redimirse y seguir hacia delante su camino. — Mi espada podrá estar a sus servicios justo como la del joven sapo y si lo desea, me haré encargado de vigilarlo de cerca.
Sajin puso una mirada inexpresiva y frívola de sus ojos azules ocultos en esa máscara de metal en contra de los grandes ojos del anfibio, pensó dos veces si en verdad funcionaría el hecho de vigilar al sapo en el campo de batalla sin que presentase una baja. Aunque con tal de ayudar al camino de su prójimo, no tuvo de otra que ceder a ayudarlo, a pesar de que su estado no sería muy prometedor si llegaba a agotarse por su corto descanso.
Agradecía el hecho de ser tratado como un caballero por parte del sapo, pero dudaba si un rango tan honorable era digno para alguien como él. Por un momento se inclino a pensar sobre la probable inexperiencia del sapo por lo pequeño que era, y joven, por lo que parecía indicar. A pesar de ello, mantenía una lengua refinada y educada de la que muchos campesinos, incluso guerreros, carecían. Eso hizo pensar a Sajin si se trataba o no de un bocazas que se las daba de culto con tal de ganar la carisma de los demás, pero no podría culpar al sapo de lo que fuese o dejase de ser, su causa era tan noble como la suya, aunque su forma de combate era la incógnita mas grande sobre todo el asunto; pero el bio-cibernético desde sus inicios había sido programado para manejar una espada, en cambio él no, no podría culpar al joven sapo por su inexperiencia, aún tenía mucho que aprender.
Su camino junto con la llamada Lady Calhoun y el sapo habían dado frutos tras escuchar los espléndidos sonidos de la naturaleza que afirmaban que llegarían muy pronto al arrollo. La damisela de ojos verdes había continuado con su cruzada por detrás de su sabueso, que parecía divertirse correteando en el frondoso pasto. Si tenía suerte en abastecerse antes de que diesen con los bandidos, podría quizás ayudar a sus compañeros y dar así pagada su deuda. Pese a las conversaciones afables que la señorita había tenido con el sapo y el bio-cibernético, aún se mantenía con el deber y la responsabilidad en alto para atrapar a los bandidos cueste lo que cueste.
Denoto a su lado como el sapo se había parado en el medio del camino, para justo después decir unas palabras. Esta vez no se trataba de alguna palabra de motivación de su parte hacia él, si no que se había dignado a querer dar su espada a los motivos de la señorita Calhoun con tal de ayudar a dar caza a esos bandidos que merodeaban por aquel bosque. Su motivo era por una causa justa al igual que el camino que pretendía seguir por lo que sus acciones indicaban, pero lo que pedía era a gritos su muerte. O tal vez el bio-cibernético estaba infravalorando mucho la habilidad de combate del pequeño hombre bestia.
El sapo le recordaba bastante a él, no sólo en su educación tan original de la cual había superado aparentemente a la programación del bio-cibernético, si no que también parecía tener el deber de obrar por el bien sea cual sea la causa a la que deba de luchar. Los grandes ojos del anfibio veían constantemente a la señorita en espera de su aceptación para la jornada que la damisela tenía que cumplir, los cuales no parecían haber cumplido nada más que ser rechazado por la chica que había puesto en duda el manejo de su espada. Sajin no tuvo que otra más que salir a defender al pequeño sapo, aquello no era por lástima o afecto, solo era el altruismo de la máquina hacia el sapo.
— No hay que preocuparse, señorita Calhoun. —Respondió el bio-cibernético a las palabras de la señorita. Solo había llegado a descansar por un breve tiempo, pero Sajin parecía indiferente si ello era tener que seguir obrando por el bien con tal de redimirse y seguir hacia delante su camino. — Mi espada podrá estar a sus servicios justo como la del joven sapo y si lo desea, me haré encargado de vigilarlo de cerca.
Sajin puso una mirada inexpresiva y frívola de sus ojos azules ocultos en esa máscara de metal en contra de los grandes ojos del anfibio, pensó dos veces si en verdad funcionaría el hecho de vigilar al sapo en el campo de batalla sin que presentase una baja. Aunque con tal de ayudar al camino de su prójimo, no tuvo de otra que ceder a ayudarlo, a pesar de que su estado no sería muy prometedor si llegaba a agotarse por su corto descanso.
Sajin
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
El sapo alterno la mirada entre su nuevo par de compañeros. A pesar de las dudas de Lady Calhoun y la inexpresiva mirada metálica de Sajin, Hatzkhaminei estaba contento por la respuesta de ambos. El anuro inflamo su pecho y dio un par de saltos como festejo, pero acto seguido, recupero la compostura y se tomo la nuca apenado. - Perdonad mi reacción. Dijo apologéticamente. Sería la primera vez blandiendo el sable de su querido abuelo. Esta sería la oportunidad de ver el acero en el que Hatzkhaminei estaba forjado. A pesar de que estaba un poco nervioso por un posible choque de espadas, el ofrecimiento de Sajin le tranquilizaba. No conocía las habilidades de esos seres, tampoco sus capacidades, pero la forma sublime en la que portaba su espada le inspiraba valor y confianza.
Finalmente, el grupo pudo escuchar el sonido del riachuelo corriendo sin pausa. - Llegamos. Afirmo con entusiasmo. El sapo se aproximo hacia el agua, pero antes de poder hundir las manos en el fresco liquido, se detuvo y guardo la compostura. - Lamento mis modales. Milady, después de usted. Sir Sajin necesita recuperar energías en el revigorizante liquido, después de eso, tomaré mi turno. El anuro reverencio a la dama con delicadeza y se aparto para permitir su paso. Levanto la mirada en busca de alguna seña, al parecer nada llamo su atención. El anfibio respiro profundamente, deseoso de ver en mejor estado al grandioso y resplandeciente espadachín.
Mientras aguardaba, Hatzkhaminei veía su reflejo en el agua, comparándose con el aspecto de sus compañeros. Era todo un grupo, pensaba él, no obstante, se dio cuenta del porqué de las dudas de Lady Elen y el amable ofrecimiento del espadachín. - Lo sé... Musito el joven sapo mientras se encogía de hombros. - Mi estatura deja mucho a desear y mis brazos son cortos, pero un caballero no se mide por el alcance de su hierro, si no, por el tamaño del corazón que encierra su armadura, por las decisiones y acciones que ha decidido tomar. Decía sin poder identificar si sus palabras se trataban de un monologo o un soliloquio. - Os aseguro que daré mi mejor esfuerzo para frustrar el acto delictivo de esos pillos. Menciono, esta vez dirigiéndose a ambos. El anuro apretó los puños con determinación y se irguió con orgullo.
Con una nueva sonrisa en sus fríos labios, se aproximo hacia el río y hundió el par de sus manos en el agua cristalina, tomo un poco de ella y la vertió generosamente sobre su rostro para refrescarse. El contacto con el agua le encantaba, después de todo era un sapo. - Ahora estoy listo Milady. Si el noble Sajin esta dispuesto a seguir, le seguiré a donde quiera que vaya y no descansaré hasta ver cumplido nuestro objetivo. Se mantuvo firme mientras hablaba, esperando por las indicaciones de la dama.
Finalmente, el grupo pudo escuchar el sonido del riachuelo corriendo sin pausa. - Llegamos. Afirmo con entusiasmo. El sapo se aproximo hacia el agua, pero antes de poder hundir las manos en el fresco liquido, se detuvo y guardo la compostura. - Lamento mis modales. Milady, después de usted. Sir Sajin necesita recuperar energías en el revigorizante liquido, después de eso, tomaré mi turno. El anuro reverencio a la dama con delicadeza y se aparto para permitir su paso. Levanto la mirada en busca de alguna seña, al parecer nada llamo su atención. El anfibio respiro profundamente, deseoso de ver en mejor estado al grandioso y resplandeciente espadachín.
Mientras aguardaba, Hatzkhaminei veía su reflejo en el agua, comparándose con el aspecto de sus compañeros. Era todo un grupo, pensaba él, no obstante, se dio cuenta del porqué de las dudas de Lady Elen y el amable ofrecimiento del espadachín. - Lo sé... Musito el joven sapo mientras se encogía de hombros. - Mi estatura deja mucho a desear y mis brazos son cortos, pero un caballero no se mide por el alcance de su hierro, si no, por el tamaño del corazón que encierra su armadura, por las decisiones y acciones que ha decidido tomar. Decía sin poder identificar si sus palabras se trataban de un monologo o un soliloquio. - Os aseguro que daré mi mejor esfuerzo para frustrar el acto delictivo de esos pillos. Menciono, esta vez dirigiéndose a ambos. El anuro apretó los puños con determinación y se irguió con orgullo.
Con una nueva sonrisa en sus fríos labios, se aproximo hacia el río y hundió el par de sus manos en el agua cristalina, tomo un poco de ella y la vertió generosamente sobre su rostro para refrescarse. El contacto con el agua le encantaba, después de todo era un sapo. - Ahora estoy listo Milady. Si el noble Sajin esta dispuesto a seguir, le seguiré a donde quiera que vaya y no descansaré hasta ver cumplido nuestro objetivo. Se mantuvo firme mientras hablaba, esperando por las indicaciones de la dama.
Hatzk
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Sajin salió de inmediato a respaldar la petición del anfibio, ofreciendo también su espada para la causa y añadiendo que si lo deseaba, se haría cargo de vigilar al hombre bestia para que no le ocurriese nada durante el posible enfrentamiento. La bruja no pretendía dudar de las capacidades de Hatzkhaminei, pero sabía de sobra que era mejor ser precavida que llevarse luego un disgusto en medio de la pelea. Observó como el sapo daba saltos de alegría, para luego recuperar la compostura tras el impulso de celebración y disculparse.
Era un ser curioso, probablemente lleno de emoción por la misión en que iba a participar, sobre todo teniendo en cuenta que nunca antes se había alejado tanto de su hogar. La de ojos verdes esbozó una leve sonrisa y desvió la vista de uno a otro, ahora no estaban solo Fenrir y ella, tenía nuevos compañeros. Confiaba en que la programación del bio, que había servido para defender a personas en el pasado, también contuviese todo lo necesario para hacer de él un buen espadachín, pero tendría que esperar a verlo en acción para comprobarlo.
Siguieron avanzando hasta encontrar el riachuelo que buscaban, lo que sería motivo de alegría pero también de preocupación para la hechicera, que no descartaba la posibilidad de que los ladrones acampasen cerca de la fuente de agua. Agradeciendo la cortesía del anfibio, que la instaba a servirse primero del arroyo, Elen rellenó su cantimplora y se refrescó el rostro con un poco de aquel líquido, antes de apartarse para dejar que ambos hicieran lo mismo.
Hatzkhaminei miraba su propio reflejo en el agua y hacía algunos comentarios acerca de su cuerpo, entendiendo que su imagen pudiese no parecer la de un guerrero, pero tenía más voluntad que muchos. La de cabellos cenicientos esperó a que terminase de hablar para tomar la palabra, ésta vez para infundirle algunos ánimos y hacerle ver que en cierto modo, compartía con él lo de ser más de lo que aparentaba.
- He visto luchar con valor a varios hombres bestia, muy distintos unos de otros, pero siempre dispuestos cuando la situación los requería. - comenzó a decir, al tiempo que recordaba el coraje con que había luchado Leon en la guarida trasgo, o lo habilidoso de Wernack para el combate en las catacumbas. Cada uno tenía sus puntos fuertes, y sabía sacar ventaja de ellos para imponerse al adversario, así que el sapo también tendría los suyos, solo debía buscar entre sus habilidades hasta dar con alguna que le ayudase de cara a un enfrentamiento.
- Yo tampoco encajo con la imagen de una guerrera, en realidad muy pocos de mi raza lo consiguen, nuestra naturaleza no está diseñada para que peleemos de forma física. - añadió al poco, y en ese momento cayó en la cuenta de que ninguno de los dos sabía aún que trataban con una hechicera. Era un dato que tendrían que conocer antes de encontrar a los bandidos, no solo por el mero hecho de saberlo, sino para que tuviesen cuidado de no meterse en medio cuando ella atacase.
- Pero con voluntad podemos conseguir que eso cambie, y desarrollar habilidades que nos permitan sobrevivir a los peligros que hay en este mundo. - prosiguió, mientras recordaba los entrenamientos que había necesitado para mejorar su manejo de las armas. - Tal como decís, no importa tanto lo que se ve, sino lo que hay dentro. - pronunció a modo de final, y para dar a conocer su naturaleza a los que la acompañaban, colocó la diestra con la palma hacia arriba. La electricidad se concentró sobre su mano y tomó forma de esfera, brillando con aquel tono azul que tan bonito le parecía.
Fenrir se mantenía a unos metros por delante de ellos, bebía tranquilamente del arroyo cuando algo llamó su atención, provocando que gruñese y se le erizara el pelo del lomo. Huellas, el peludo rastreador había vuelto a encontrar la pista de los ladrones, y ésta vez debían encontrarse cerca, las marcas eran recientes.
Era un ser curioso, probablemente lleno de emoción por la misión en que iba a participar, sobre todo teniendo en cuenta que nunca antes se había alejado tanto de su hogar. La de ojos verdes esbozó una leve sonrisa y desvió la vista de uno a otro, ahora no estaban solo Fenrir y ella, tenía nuevos compañeros. Confiaba en que la programación del bio, que había servido para defender a personas en el pasado, también contuviese todo lo necesario para hacer de él un buen espadachín, pero tendría que esperar a verlo en acción para comprobarlo.
Siguieron avanzando hasta encontrar el riachuelo que buscaban, lo que sería motivo de alegría pero también de preocupación para la hechicera, que no descartaba la posibilidad de que los ladrones acampasen cerca de la fuente de agua. Agradeciendo la cortesía del anfibio, que la instaba a servirse primero del arroyo, Elen rellenó su cantimplora y se refrescó el rostro con un poco de aquel líquido, antes de apartarse para dejar que ambos hicieran lo mismo.
Hatzkhaminei miraba su propio reflejo en el agua y hacía algunos comentarios acerca de su cuerpo, entendiendo que su imagen pudiese no parecer la de un guerrero, pero tenía más voluntad que muchos. La de cabellos cenicientos esperó a que terminase de hablar para tomar la palabra, ésta vez para infundirle algunos ánimos y hacerle ver que en cierto modo, compartía con él lo de ser más de lo que aparentaba.
- He visto luchar con valor a varios hombres bestia, muy distintos unos de otros, pero siempre dispuestos cuando la situación los requería. - comenzó a decir, al tiempo que recordaba el coraje con que había luchado Leon en la guarida trasgo, o lo habilidoso de Wernack para el combate en las catacumbas. Cada uno tenía sus puntos fuertes, y sabía sacar ventaja de ellos para imponerse al adversario, así que el sapo también tendría los suyos, solo debía buscar entre sus habilidades hasta dar con alguna que le ayudase de cara a un enfrentamiento.
- Yo tampoco encajo con la imagen de una guerrera, en realidad muy pocos de mi raza lo consiguen, nuestra naturaleza no está diseñada para que peleemos de forma física. - añadió al poco, y en ese momento cayó en la cuenta de que ninguno de los dos sabía aún que trataban con una hechicera. Era un dato que tendrían que conocer antes de encontrar a los bandidos, no solo por el mero hecho de saberlo, sino para que tuviesen cuidado de no meterse en medio cuando ella atacase.
- Pero con voluntad podemos conseguir que eso cambie, y desarrollar habilidades que nos permitan sobrevivir a los peligros que hay en este mundo. - prosiguió, mientras recordaba los entrenamientos que había necesitado para mejorar su manejo de las armas. - Tal como decís, no importa tanto lo que se ve, sino lo que hay dentro. - pronunció a modo de final, y para dar a conocer su naturaleza a los que la acompañaban, colocó la diestra con la palma hacia arriba. La electricidad se concentró sobre su mano y tomó forma de esfera, brillando con aquel tono azul que tan bonito le parecía.
Fenrir se mantenía a unos metros por delante de ellos, bebía tranquilamente del arroyo cuando algo llamó su atención, provocando que gruñese y se le erizara el pelo del lomo. Huellas, el peludo rastreador había vuelto a encontrar la pista de los ladrones, y ésta vez debían encontrarse cerca, las marcas eran recientes.
Elen Calhoun
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
A pesar de sus modales, el sapo parecía tener una actitud tan alegre como la de un niño al respecto de que sería encargado por el bio-cibernético de cuidar entre los bandidos, pero no veía el sentido a que el pequeño hombre bestia saltase arriba abajo de felicidad, después de todo Sajin no era totalmente perfecto, el pequeño sapo podría resultar herido o en el peor de los casos, muerto. El bio-cibernético quedo en aquel inquebrantable silencio viendo a su compañero, quizás sus últimas muestras de felicidad. Una parte de él le decía que debería advertir al sapo de que un bandido no jugaría con él, es más, lo matarían si tuviesen la oportunidad, pero la inocencia en el sapo le hizo recordar a su antigua dueña, no quería destruirla de aquella manera justo después de hacer recobrar su ánimo a la aventura. El bio-cibernético dio un suspiro tras las exageradas reacciones del pequeño caballero justo después de sus disculpas, tal vez la inocencia del sapo impedía a la dureza del bio-cibernético no poder decírselo, pero entre el acero de los bandidos muy probablemente se de cuenta.
Los minutos habían volado tan pronto como habían llegado a tal aclamado arroyo que le habían orientado sus compañeros. El agua cristalina que bajaba de una pequeña cascada entre las rocas cerca de ellos dejaba caer de una forma suave y bella la cristalina agua, en donde la máquina podía ver su propio reflejo en algo que no fuese el filo de su espada. Su espada envainada en su mango negro fue recostada en su hombro, mientras que hundió sus metálicos pies en el agua del arroyo. Parecía poco profunda, o tal vez era por la altura de aquel férreo espadachín. Chocaba sus pies entre las pequeñas rocas y peces que rondaban en el arroyo, para justo después de aquello recostarse en cuclillas en la pequeña cascada del arroyo. El agua le caía sobre la cabeza y bañaba su coraza de metal en aquel frío pero fresco líquido que relajaba sus músculos comprimidos en el acero.
A pesar de su baño en aquel arroyo, el anfibio al que tenía como compañero lucía pensativo ante las aguas del arroyo. Algo no parecía irle bien del todo, aquello fue comprendido justo después de las palabras del sapo por intentar dar lo mejor de sí. Sajin veía al sapo y a la señorita Calhoun mientras el agua recubría la máscara metálica que recubría el rostro de la máquina, a su vez había desenvainado su espada en medio del agua para bañar aquel líquido para purificar su hoja que alguna vez se baño en sangre en sus días en el Norte. Nunca había sentido la importancia a un objeto tanto como a aquella espada; el tiempo que pasó con ella fue lo que la había hecho especial así como el motivo por el que se le fue otorgada, pero otra vez más tendría que bañarse en sangre si debía de asegurarse de proteger al sapo de aquellos bandidos, una lástima. Pero aunque sea, podría dar una mano a los sueños de otra persona que no fuese él y su camino por la espada.
El sapo estaba más activo que nunca; apenas habían llegado al arroyo y unas simples gotas del agua bastaron para poner una sonrisa en su rostro. Sus dedos pasaban lentamente desde el contrafilo hasta la punta de la hoja de su espada, pudo ver su filo reflejado tal como el agua había hecho anteriormente tras su llegada. No respondió; el trance en el que estaba con su espada lo llevo a un estado de calma entre aquel agua que relajaba sus músculos, lo hacía sentir en otro mundo. Agarró con ambas de sus manos el mango de su sable, había lanzado unos dos tajos al aire con el filo de su hoja de forma diagonal, pero de lados opuestos.
— Es extraño... —Pensó Sajin, seguía dando suaves tajos al aire mientras el agua de la cascada caía en su rostro. — Cuando mantengo confianza, me siento ligero a pesar de mi constitución férrea. Pero, en aquel entonces, me sentía pesado por el deber de combatir.
Su trance perdió su equilibrio tras escuchar la conversación que mantenían el sapo y la dama no tan lejos del bio-cibernético. Parecía dar ánimos al pequeño sapo, por lo que no era de mucho interés para el bio-cibernético escuchar el sentimentalismo de los seres compartir entre sí. Pero hubo algo que no encajo en la hipótesis de mercenaria que Sajin había dado a la señorita, ¿no era en realidad una guerrera? o eso es lo que sus palabras trataban de decir. Recordó a los hechiceros del norte, su bajo rendimiento físico y conocimiento básico en el combate de armas blancas hizo que Sajin pudiese entender a que raza se refería la señorita Calhoun exactamente, tal vez la inexperiencia del sapo sobre el exterior le dificultaría entender. Pero aquello no fue lo que despertó el interés en la máquina, fue aquellas palabras que compartió al sapo, tal vez esas palabras alentadoras podrían infundir en algo a sus habilidades de espadachín.
Pese a que pensaba atentamente sobre la tan aclamada voluntad que había dicho la señorita Calhoun, mostró una mirada ante las chispas azules que danzaban a la palma de la mano de la chica. Recordó tras aquel momento los relámpagos que eran disparados de las manos de aquel sujeto del norte, se preguntaba donde estaría aquel hechicero luego de desmayarse al tomar aquel grimorio.
Tras escuchar las palabras de ánimo que sus compañeros habían demostrado, se paró mientras el agua bañaba todavía su coraza de metal. Envaino su sable en su vaina negra mojada y mantuvo su mano agarrando el sable mientras yacía en uno de sus costados, pero a su vez notó el inesperado y brusco cambio del sabueso que alguna vez bebía del arroyo tan relajadamente a terminar gruñendo a lo que veía por delante. Sajin tras ver aquella reacción, no dudo en avisar a la señorita Calhoun y al pequeño sapo al respecto.
— Parece que vuestro perro encontró algo, señorita. —Dijo Sajin, señalando a las huellas recientemente halladas por el can. — Parece que su cruzada ya esta empezando a dar frutos.
Los minutos habían volado tan pronto como habían llegado a tal aclamado arroyo que le habían orientado sus compañeros. El agua cristalina que bajaba de una pequeña cascada entre las rocas cerca de ellos dejaba caer de una forma suave y bella la cristalina agua, en donde la máquina podía ver su propio reflejo en algo que no fuese el filo de su espada. Su espada envainada en su mango negro fue recostada en su hombro, mientras que hundió sus metálicos pies en el agua del arroyo. Parecía poco profunda, o tal vez era por la altura de aquel férreo espadachín. Chocaba sus pies entre las pequeñas rocas y peces que rondaban en el arroyo, para justo después de aquello recostarse en cuclillas en la pequeña cascada del arroyo. El agua le caía sobre la cabeza y bañaba su coraza de metal en aquel frío pero fresco líquido que relajaba sus músculos comprimidos en el acero.
A pesar de su baño en aquel arroyo, el anfibio al que tenía como compañero lucía pensativo ante las aguas del arroyo. Algo no parecía irle bien del todo, aquello fue comprendido justo después de las palabras del sapo por intentar dar lo mejor de sí. Sajin veía al sapo y a la señorita Calhoun mientras el agua recubría la máscara metálica que recubría el rostro de la máquina, a su vez había desenvainado su espada en medio del agua para bañar aquel líquido para purificar su hoja que alguna vez se baño en sangre en sus días en el Norte. Nunca había sentido la importancia a un objeto tanto como a aquella espada; el tiempo que pasó con ella fue lo que la había hecho especial así como el motivo por el que se le fue otorgada, pero otra vez más tendría que bañarse en sangre si debía de asegurarse de proteger al sapo de aquellos bandidos, una lástima. Pero aunque sea, podría dar una mano a los sueños de otra persona que no fuese él y su camino por la espada.
El sapo estaba más activo que nunca; apenas habían llegado al arroyo y unas simples gotas del agua bastaron para poner una sonrisa en su rostro. Sus dedos pasaban lentamente desde el contrafilo hasta la punta de la hoja de su espada, pudo ver su filo reflejado tal como el agua había hecho anteriormente tras su llegada. No respondió; el trance en el que estaba con su espada lo llevo a un estado de calma entre aquel agua que relajaba sus músculos, lo hacía sentir en otro mundo. Agarró con ambas de sus manos el mango de su sable, había lanzado unos dos tajos al aire con el filo de su hoja de forma diagonal, pero de lados opuestos.
— Es extraño... —Pensó Sajin, seguía dando suaves tajos al aire mientras el agua de la cascada caía en su rostro. — Cuando mantengo confianza, me siento ligero a pesar de mi constitución férrea. Pero, en aquel entonces, me sentía pesado por el deber de combatir.
Su trance perdió su equilibrio tras escuchar la conversación que mantenían el sapo y la dama no tan lejos del bio-cibernético. Parecía dar ánimos al pequeño sapo, por lo que no era de mucho interés para el bio-cibernético escuchar el sentimentalismo de los seres compartir entre sí. Pero hubo algo que no encajo en la hipótesis de mercenaria que Sajin había dado a la señorita, ¿no era en realidad una guerrera? o eso es lo que sus palabras trataban de decir. Recordó a los hechiceros del norte, su bajo rendimiento físico y conocimiento básico en el combate de armas blancas hizo que Sajin pudiese entender a que raza se refería la señorita Calhoun exactamente, tal vez la inexperiencia del sapo sobre el exterior le dificultaría entender. Pero aquello no fue lo que despertó el interés en la máquina, fue aquellas palabras que compartió al sapo, tal vez esas palabras alentadoras podrían infundir en algo a sus habilidades de espadachín.
Pese a que pensaba atentamente sobre la tan aclamada voluntad que había dicho la señorita Calhoun, mostró una mirada ante las chispas azules que danzaban a la palma de la mano de la chica. Recordó tras aquel momento los relámpagos que eran disparados de las manos de aquel sujeto del norte, se preguntaba donde estaría aquel hechicero luego de desmayarse al tomar aquel grimorio.
Tras escuchar las palabras de ánimo que sus compañeros habían demostrado, se paró mientras el agua bañaba todavía su coraza de metal. Envaino su sable en su vaina negra mojada y mantuvo su mano agarrando el sable mientras yacía en uno de sus costados, pero a su vez notó el inesperado y brusco cambio del sabueso que alguna vez bebía del arroyo tan relajadamente a terminar gruñendo a lo que veía por delante. Sajin tras ver aquella reacción, no dudo en avisar a la señorita Calhoun y al pequeño sapo al respecto.
— Parece que vuestro perro encontró algo, señorita. —Dijo Sajin, señalando a las huellas recientemente halladas por el can. — Parece que su cruzada ya esta empezando a dar frutos.
Sajin
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Sin saber lo que le esperaba, estaba ansioso por comenzar con la nueva tarea que tenia en manos. Luego de refrescarse, estiró los brazos para ahuyentar la pereza y aspiró con profundidad para llenar sus pulmones. Se mantuvo quieto y en calma, a la disposición de atención y reflexión mientras escuchaba lo que la señorita Elen tuviera que decir. – ¿Nuestra naturaleza? Repitió a modo de pregunta, sin poder explicar el motivo de esas palabras. Había sido observador al aspecto de la dama, por lo que ponía en duda sus propias declaraciones, pero también recordaba una vieja lección, aquella en donde había aprendido a no crear un juicio solo a partir de lo que los ojos muestran.
Hatskhaminei coloco sus manos frente a él, sobre su pecho, entrelazando sus delgados dedos. Bajó la mirada y sonrió afable ante las alentadoras palabras de Lady Elen. Estaba contento de escuchar esa frase, era lo suficiente para darle ánimos. Asintió con una breve seña y regresó la mirada a los ojos de la dama. – Le aseguro, Milady, que encontraré la forma de desarrollar esas habilidades. Mi camino lejos de casa apenas comienza. Aclaro golpeando su pecho.
Antes de que pudiera agregar más a la charla, La dama adelanto su palma, colocándola con intención a la vista. El sapo balbuceo algunas silabas confundido mientras abría bien los ojos. Pronto pudo apreciar algunos hilos luminosos dibujándose sobre la piel de la mujer, recorriendo su mano como un ser independiente, danzando en una forma incomprensible. Aquellos hilos pronto se condensaron sobre el aire, formando una esfera luminosa que radiaba una majestuosa luz. Hatskhaminei no pudo soportar el peso de su maxilar inferior, demostrando sorpresa y fascinación. En sus pupilas se poso calidamente aquel brillo azul que emitía la esfera suspendida sobre la palma de Elen. – Es hermoso. Asevero mientras se acercaba cada vez más. El anuro levantó su mano y adelantó la punta de su índice, intentando tocar la esfera, pero pronto se dio cuenta de sus carentes modales.
El anfibio se aclaró la garganta e intento mantener su estoicismo, apartándose para guardar su espacio personal. – Lo lamento. Se disculpo por aquel precipitado comportamiento.– Es maravilloso Milady, es un placer conocer por fin a alguien como usted.Añadió con respeto y amabilidad. Ya antes había leído sobre los hombres capaces de manipular la energía mágica a voluntad propia, aunque jamás había visto a uno en persona, hecho que le resultaba emocionante. Por un breve instante, deseó ir a casa y contar a sus hermanos lo que había visto hasta ahora, pero aun había muchas historias que acumular para contarlas en el cómodo abrigo de la chimenea, con sus pequeños hermanos rodeándolo con inocentes sonrisas y atentas y curiosas miradas. El sapo volvió a sonreír confiado mientras buscaba con la mirada a Sajin, quien resolvía sus propios asuntos.
El hombre en brillante armadura se acerco, asegurando que el compañero canino de Elen había encontrado finalmente una pista. Hatskhaminei dejo atrás sus emociones y volvió a prestar atención al caso de los bandidos. Se acerco rápidamente con un par de grandes saltos hacia las huellas y analizo los restos. – El fango fue removido hace poco. Si este rastro pertenece a esos pillos, entonces no deben estar lejos. Si de algo sabia era de fango, todo gracias al trabajo con su padre. – Se han dirigido en la mismo curso que el agua. Menciono con seguridad mientras se acomodaba la capa. – ¿Lady Elen? Llamó, buscando nuevas indicaciones.
Hatskhaminei coloco sus manos frente a él, sobre su pecho, entrelazando sus delgados dedos. Bajó la mirada y sonrió afable ante las alentadoras palabras de Lady Elen. Estaba contento de escuchar esa frase, era lo suficiente para darle ánimos. Asintió con una breve seña y regresó la mirada a los ojos de la dama. – Le aseguro, Milady, que encontraré la forma de desarrollar esas habilidades. Mi camino lejos de casa apenas comienza. Aclaro golpeando su pecho.
Antes de que pudiera agregar más a la charla, La dama adelanto su palma, colocándola con intención a la vista. El sapo balbuceo algunas silabas confundido mientras abría bien los ojos. Pronto pudo apreciar algunos hilos luminosos dibujándose sobre la piel de la mujer, recorriendo su mano como un ser independiente, danzando en una forma incomprensible. Aquellos hilos pronto se condensaron sobre el aire, formando una esfera luminosa que radiaba una majestuosa luz. Hatskhaminei no pudo soportar el peso de su maxilar inferior, demostrando sorpresa y fascinación. En sus pupilas se poso calidamente aquel brillo azul que emitía la esfera suspendida sobre la palma de Elen. – Es hermoso. Asevero mientras se acercaba cada vez más. El anuro levantó su mano y adelantó la punta de su índice, intentando tocar la esfera, pero pronto se dio cuenta de sus carentes modales.
El anfibio se aclaró la garganta e intento mantener su estoicismo, apartándose para guardar su espacio personal. – Lo lamento. Se disculpo por aquel precipitado comportamiento.– Es maravilloso Milady, es un placer conocer por fin a alguien como usted.Añadió con respeto y amabilidad. Ya antes había leído sobre los hombres capaces de manipular la energía mágica a voluntad propia, aunque jamás había visto a uno en persona, hecho que le resultaba emocionante. Por un breve instante, deseó ir a casa y contar a sus hermanos lo que había visto hasta ahora, pero aun había muchas historias que acumular para contarlas en el cómodo abrigo de la chimenea, con sus pequeños hermanos rodeándolo con inocentes sonrisas y atentas y curiosas miradas. El sapo volvió a sonreír confiado mientras buscaba con la mirada a Sajin, quien resolvía sus propios asuntos.
El hombre en brillante armadura se acerco, asegurando que el compañero canino de Elen había encontrado finalmente una pista. Hatskhaminei dejo atrás sus emociones y volvió a prestar atención al caso de los bandidos. Se acerco rápidamente con un par de grandes saltos hacia las huellas y analizo los restos. – El fango fue removido hace poco. Si este rastro pertenece a esos pillos, entonces no deben estar lejos. Si de algo sabia era de fango, todo gracias al trabajo con su padre. – Se han dirigido en la mismo curso que el agua. Menciono con seguridad mientras se acomodaba la capa. – ¿Lady Elen? Llamó, buscando nuevas indicaciones.
Hatzk
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Estaba hecho, ahora tanto el bio cibernético como el hombre bestia conocerían sus habilidades mágicas, y con esto la joven esperaba que no se produjesen accidentes a la hora de enfrentar a los bandidos, aunque también quería darles una muestra de confianza. Cerró la palma instintivamente cuando Hatzkhaminei trató de tocar la esfera, pero el sapo supo contenerse a tiempo y retroceder, ahorrándose de ese modo la dolorosa descarga. Lo último que quería la hechicera era herir por error a uno de sus compañeros, así que utilizaría sus poderes con sumo cuidado.
Levantó la vista al escuchar la voz de Sajin, que se había percatado del súbito cambio en el comportamiento de Fenrir junto al arroyo, sin duda había encontrado algo. El anfibio se adelantó y no tardó en determinar que el rastro era bastante reciente, los delincuentes habían pasado junto al curso del agua no hacía mucho, para luego seguirlo hacia una zona más baja y frondosa, donde probablemente habrían montado algún campamento.
- Hora de ponerse en marcha, Fenrir irá por delante para avisarnos cuando nos acerquemos a ellos, tendremos que avanzar con cuidado para no ser vistos ni oídos. - indicó en respuesta a la pregunta de Hatzkhaminei, antes de ponerse en movimiento. Por una vez su constitución delgada y ligereza le vendrían bien, ayudándola a pisar sin hacer mucho ruido, lo que le permitiría aproximarse bastante al grupo y analizarlo antes de idear un plan para capturarlos.
Aún no tenía claro cuántos podían ser, pero con la ayuda de sus nuevos compañeros esperaba que la tarea no resultase tan complicada, entre los cuatro podrían rodearlos y dirigirlos hacia donde quisiesen. Sajin imponía bastante, y al anfibio probablemente no lo verían venir si sabía jugar bien sus cartas, así que ella crearía el foco de atención en torno a su peludo amigo, para guiar a los bandidos hasta la posición en que se situase y aplicarles las descargas que fueran necesarias hasta reducirlos.
Aligeró el paso, adoptando una postura ligeramente encorvada para no sobresalir demasiado por encima de los arbustos, mientras la idea iba tomando forma en su cabeza. Parecía sencillo, pero si algo le habían enseñado sus múltiples viajes por las diferentes tierras de Aerandir, era que cualquier situación podía complicarse hasta el extremo, así que no se confiaría hasta tener a los ladrones bien atados y subidos al carro de mercancías.
Pasaron algunos minutos sin cambios importantes, las huellas seguían siendo frescas y no se apartaban del cauce del arroyo, así que podía estar segura de que los encontrarían, en breve. Y tal como esperaba, de repente empezaron a escucharse voces, que llegaban desde detrás de una pequeña formación rocosa situada a unos metros por delante del grupo. Por el momento tenían la cobertura de los arbustos y la piedra, pero Elen necesitaba encontrar un punto elevado para observar mejor.
Con un gesto de la mano indicó a los demás que la siguieran, para luego dirigirse a una zona de mayor altura y agazaparse entre los matorrales. Aguzó el oído y tranquilizó a Fenrir para que no gruñese, cualquier pequeño fallo podría delatarlos y arruinar la ventaja del factor sorpresa.
- ¡Aquí no hay dinero! Solo hierbajos y potingues que huelen mal, no sé qué hacemos perdiendo el tiempo con estas porquerías. - protestó uno de los bandidos, al tiempo que rebuscaba en el interior del carro y sacaba uno de los recipientes, cuyo contenido para la de ojos verdes era bien conocido, Ayite. - Ganaríamos más vendiendo los caballos que esta cosa. - añadió, colmando la paciencia del cabecilla de grupo.
- ¡Te tengo dicho que no toques nada! - exclamó molesto el individuo, mientras se acercaba al primero para arrebatarle con cierta brusquedad el tarro. - ¿Acaso no te entra en esa cabeza hueca tuya? Si alguien se tomó la molestia de enviar una expedición a por esto significa que tendrá valor para el comprador adecuado, solo tenemos que esperar unos días más y volver a Lunargenta para visitar el mercado negro. - prosiguió, acompañando las palabras con exagerados gestos.
La de cabellos cenicientos fue contando a todos y cada uno de los presentes hasta llegar a la decena, número que podría dar problemas. Eran más de lo que se esperaba, y aunque en solitario hubiese podido dejar inconscientes a unos cuantos, quedaba claro que ocuparse de todos ellos sin ocasionar bajas hubiese sido imposible, se habría visto obligada a matar a varios. Pero ahora contaba con apoyo, lo que incrementaba las posibilidades de completar la misión sin tener que cargarse a ninguno de los bandidos, aunque probablemente alguno terminaría malherido o muerto, según la intensidad con que se resistiesen.
- Son muchos pero creo que podremos hacerlo, la idea es atraparlos con vida pero si os veis en peligro no dudéis en atacar a matar, ellos no lo harán. - musitó en voz baja, para que solo la escuchasen Sajin y Hatzkhaminei. - Enviaré a Fenrir a un flanco del campamento para crear un punto de atención sobre él, vosotros ocultaos y esperad a que se desate el caos para intervenir. - añadió antes de hacer un gesto al perro, que la observaba con atención y mantenía las orejas levantadas.
En cuanto Fenrir ocupó su puesto, la bruja cerró los ojos y se concentró para manipular nuevamente la electricidad, pero no en forma de descarga sino de ilusión. Había mejorado tras su actuación en la fiesta de carnaval, pero aún debía seguir practicando para que cada vez las imágenes durasen más tiempo, y no solo unos instantes. Dos siluetas empezaron a tomar forma a ambos lados de su fiel mascota, y fueron cambiando hasta completarse, mostrando lo que a ojos de cualquiera parecerían un par de enormes lobos hechos de energía.
Las ilusiones avanzarían hasta atravesar los arbustos, mientras Fenrir gruñía con fuerza desde detrás para darles un toque de realismo con el sonido, lo que sin duda pondría nerviosos a los ladrones. La maga había necesitado algo de tiempo para enseñar a su compañero que acercarse a las cosas que brillaban no era bueno, pero ahora el animal lo tenía muy presente, y no se movía ni un ápice mientras las tenía cerca.
- ¿Pero qué es eso? - se oyó preguntar a uno de los delincuentes, antes de que tropezara con una rama por retroceder sin mirar donde pisaba. Los demás se pusieron alerta, y miraron con incredulidad lo que tenían delante, mientras los lobos avanzaban con mayor rapidez para lanzarse sobre ellos. Lo malo de las ilusiones es que se desvanecían al entrar en contacto con un cuerpo, pero aun así, cuando una de ellas impacto en el caído, provocándole leves convulsiones por la energía que contenía, se desató el caos.
No comprendían lo que estaba pasando, y ninguno quería que el otro lobo se le acercase, así que tomaron las armas para tratar de defenderse. - Ahora. - dijo la maga, al tiempo que dirigía su ilusión hacia el individuo más próximo para aturdirlo también, luego pasaría a la acción con ataques más directos.
Levantó la vista al escuchar la voz de Sajin, que se había percatado del súbito cambio en el comportamiento de Fenrir junto al arroyo, sin duda había encontrado algo. El anfibio se adelantó y no tardó en determinar que el rastro era bastante reciente, los delincuentes habían pasado junto al curso del agua no hacía mucho, para luego seguirlo hacia una zona más baja y frondosa, donde probablemente habrían montado algún campamento.
- Hora de ponerse en marcha, Fenrir irá por delante para avisarnos cuando nos acerquemos a ellos, tendremos que avanzar con cuidado para no ser vistos ni oídos. - indicó en respuesta a la pregunta de Hatzkhaminei, antes de ponerse en movimiento. Por una vez su constitución delgada y ligereza le vendrían bien, ayudándola a pisar sin hacer mucho ruido, lo que le permitiría aproximarse bastante al grupo y analizarlo antes de idear un plan para capturarlos.
Aún no tenía claro cuántos podían ser, pero con la ayuda de sus nuevos compañeros esperaba que la tarea no resultase tan complicada, entre los cuatro podrían rodearlos y dirigirlos hacia donde quisiesen. Sajin imponía bastante, y al anfibio probablemente no lo verían venir si sabía jugar bien sus cartas, así que ella crearía el foco de atención en torno a su peludo amigo, para guiar a los bandidos hasta la posición en que se situase y aplicarles las descargas que fueran necesarias hasta reducirlos.
Aligeró el paso, adoptando una postura ligeramente encorvada para no sobresalir demasiado por encima de los arbustos, mientras la idea iba tomando forma en su cabeza. Parecía sencillo, pero si algo le habían enseñado sus múltiples viajes por las diferentes tierras de Aerandir, era que cualquier situación podía complicarse hasta el extremo, así que no se confiaría hasta tener a los ladrones bien atados y subidos al carro de mercancías.
Pasaron algunos minutos sin cambios importantes, las huellas seguían siendo frescas y no se apartaban del cauce del arroyo, así que podía estar segura de que los encontrarían, en breve. Y tal como esperaba, de repente empezaron a escucharse voces, que llegaban desde detrás de una pequeña formación rocosa situada a unos metros por delante del grupo. Por el momento tenían la cobertura de los arbustos y la piedra, pero Elen necesitaba encontrar un punto elevado para observar mejor.
Con un gesto de la mano indicó a los demás que la siguieran, para luego dirigirse a una zona de mayor altura y agazaparse entre los matorrales. Aguzó el oído y tranquilizó a Fenrir para que no gruñese, cualquier pequeño fallo podría delatarlos y arruinar la ventaja del factor sorpresa.
- ¡Aquí no hay dinero! Solo hierbajos y potingues que huelen mal, no sé qué hacemos perdiendo el tiempo con estas porquerías. - protestó uno de los bandidos, al tiempo que rebuscaba en el interior del carro y sacaba uno de los recipientes, cuyo contenido para la de ojos verdes era bien conocido, Ayite. - Ganaríamos más vendiendo los caballos que esta cosa. - añadió, colmando la paciencia del cabecilla de grupo.
- ¡Te tengo dicho que no toques nada! - exclamó molesto el individuo, mientras se acercaba al primero para arrebatarle con cierta brusquedad el tarro. - ¿Acaso no te entra en esa cabeza hueca tuya? Si alguien se tomó la molestia de enviar una expedición a por esto significa que tendrá valor para el comprador adecuado, solo tenemos que esperar unos días más y volver a Lunargenta para visitar el mercado negro. - prosiguió, acompañando las palabras con exagerados gestos.
La de cabellos cenicientos fue contando a todos y cada uno de los presentes hasta llegar a la decena, número que podría dar problemas. Eran más de lo que se esperaba, y aunque en solitario hubiese podido dejar inconscientes a unos cuantos, quedaba claro que ocuparse de todos ellos sin ocasionar bajas hubiese sido imposible, se habría visto obligada a matar a varios. Pero ahora contaba con apoyo, lo que incrementaba las posibilidades de completar la misión sin tener que cargarse a ninguno de los bandidos, aunque probablemente alguno terminaría malherido o muerto, según la intensidad con que se resistiesen.
- Son muchos pero creo que podremos hacerlo, la idea es atraparlos con vida pero si os veis en peligro no dudéis en atacar a matar, ellos no lo harán. - musitó en voz baja, para que solo la escuchasen Sajin y Hatzkhaminei. - Enviaré a Fenrir a un flanco del campamento para crear un punto de atención sobre él, vosotros ocultaos y esperad a que se desate el caos para intervenir. - añadió antes de hacer un gesto al perro, que la observaba con atención y mantenía las orejas levantadas.
En cuanto Fenrir ocupó su puesto, la bruja cerró los ojos y se concentró para manipular nuevamente la electricidad, pero no en forma de descarga sino de ilusión. Había mejorado tras su actuación en la fiesta de carnaval, pero aún debía seguir practicando para que cada vez las imágenes durasen más tiempo, y no solo unos instantes. Dos siluetas empezaron a tomar forma a ambos lados de su fiel mascota, y fueron cambiando hasta completarse, mostrando lo que a ojos de cualquiera parecerían un par de enormes lobos hechos de energía.
Las ilusiones avanzarían hasta atravesar los arbustos, mientras Fenrir gruñía con fuerza desde detrás para darles un toque de realismo con el sonido, lo que sin duda pondría nerviosos a los ladrones. La maga había necesitado algo de tiempo para enseñar a su compañero que acercarse a las cosas que brillaban no era bueno, pero ahora el animal lo tenía muy presente, y no se movía ni un ápice mientras las tenía cerca.
- ¿Pero qué es eso? - se oyó preguntar a uno de los delincuentes, antes de que tropezara con una rama por retroceder sin mirar donde pisaba. Los demás se pusieron alerta, y miraron con incredulidad lo que tenían delante, mientras los lobos avanzaban con mayor rapidez para lanzarse sobre ellos. Lo malo de las ilusiones es que se desvanecían al entrar en contacto con un cuerpo, pero aun así, cuando una de ellas impacto en el caído, provocándole leves convulsiones por la energía que contenía, se desató el caos.
No comprendían lo que estaba pasando, y ninguno quería que el otro lobo se le acercase, así que tomaron las armas para tratar de defenderse. - Ahora. - dijo la maga, al tiempo que dirigía su ilusión hacia el individuo más próximo para aturdirlo también, luego pasaría a la acción con ataques más directos.
Elen Calhoun
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
El bio-cibernético tenía dudas si era el más serio entre los dos, quizás más de lo que era la hechicera con su trabajo de dar caza a los aclamados bandidos que tanto decía tener que buscar. Tal vez solo se trataba de los momentos de estoicismo más profundos en la máquina que le provocaban su desinterés en las relaciones sociales, aunque podría solo tratarse de su antipatía luego de ser interrumpido en aquella paz mental que la máquina acababa de experimentar entre las aguas del arroyo. Podría serlo, aquello había sido el contacto más profundo que había tenido una máquina como él con la madre naturaleza.
El anfibio había llegado justo a tiempo a la pista que el fango había dejado de las huellas de los criminales, tal vez era la emoción de una aventura o la pura curiosidad que le provocaban, el bio-cibernético no se preocupaba de tales cosas. Sajin se percató tras analizar las huellas gracias a su mente artificial que aún seguían frescas. Asintió con la cabeza a su compañero, que había deducido con facilidad el tiempo del fango enmarcado con el rastro de los bandidos. No tardó mucho que la hechicera tomase el mando, después de todo, aquello era el trabajo que se le había dado y no era más que los bandidos, por pura educación de la dama Calhoun es que ambos pudieron contribuir a su cacería.
— Entendido. —Respondió a las órdenes de la señorita y dio una mirada al pequeño hombre bestia. — Estimado sapo, recuerda quien es el que cuidará tu vida contra las espadas de aquellos hombres. Pero no me deberás nada, eso esta claro, por que tu me cubrirás la espalda como yo cubriré la tuya.
Tal vez las palabras de Sajin no eran tan reconfortantes, quizás por el gran deber que quería transmitir inconscientemente al pequeño sapo, tal vez no sabría como manejar el hecho de que la vida de Sajin estaría en sus manos proteger al igual que él con la suya. Un pequeño tic nervioso hizo que su cabeza se moviese levemente hacia su costado derecho, mientras que uno de sus ojos empezaba a mostrar su esclerótica de color carmesí. Se preguntó por si mismo si aquella paz mental de la que había estado significaba el hecho de que su parte más oscura empezase a querer tomar el control, o quizás su interés en cazar a los bandidos había llamado su atención, el bio-cibernético lo desconocía, pero poco a poco estaba yendo en control a su naturaleza más humana, pero con la consecuencia de ser la más cruel.
Cada análisis que daba acerca la situación, parecía inquietarlo más por el hecho de sentir mucho más el control de Jinsa en él. Sus formulaciones sobre el número de enemigos que podría encontrar, o de las consecuencias que podrían suceder a alguno de sus compañeros o al mismo, incitaban más a esa naturaleza sádica de su Doppelganger. Por un momento estuvo por perder a la hechicera de vista, su intento de concentrarse y eliminar la corrupción que trataba de hacer su otro yo en él dificultaba su capacidad para supervisar lo que pasaba a su alrededor. Se encorvó al igual que la hechicera, pero su gran altura no iba a ser de mucha ayuda como para poder ayudarle a escabullirse entre el frondoso pasto como la dama y el sapo, que era mucho más pequeño que la gran masa de músculos acorazada como lo era el bio-cibernético.
Sus manos comenzaban a temblar a la par con el tic que producían los intentos de su gemelo por tomar control de él, la hoja de la espada temblaba de arriba abajo por la lucha continua entre ambos sistemas por ver quien de ambos era capaz de optar por el dominio del cuerpo. Trataba de decir sus dificultades hacia la hechicera Calhoun y el pequeño anfibio, pero el hecho de que reaccionase de una forma tan bruta y salvaje como lo había hecho en el norte con esas personas, pero no, definitivamente no era eso lo que su disciplina le había enseñado.
Trataba de calmarse viendo la frescura de los rastros que habían dejado los bandidos en el fango, quizás como alguna forma de que entendiese que todo terminaría rápido y no tendría que luchar más con su propio yo. Pero no, cada paso era más fuerza para ese lado oculto que poco a poco se hacía presente en la mayor parte de su cuerpo, el ojo que alguna vez había permanecido como el único de color azul hasta el momento, su esclerótica se había hecho a la par con la de su semejante de color carmesí. La debilidad se había hecho presente en él y tras ello, había permitido que su Jinsa tomase el control en aquel entonces.
Sincronizado totalmente con el cuerpo de Sajin, Jinsa había relajado las extremidades que habían sufrido de los temblores provocados en su lucha interna. La capacidad analítica de Jinsa a diferencia de Sajin, quedo sincronizada en su totalidad con la situación presente en la que escuchaba los murmullos de los desconocidos en su lejanía, debían de ser los que la hechicera había buscado todo este tiempo con el sapo y el bio-cibernético. Respondió con una mirada diferente a la de los azules ojos de Sajin a el gesto de la mano de la hechicera, Jinsa improvisó en acompañarla entre los matorrales; se agachó oculto entre estos y espero a la respuesta de la bruja a los bandidos o alguna estratagema más para escabullirse en el campamento de aquellos criminales.
La bruja los representó como los ojos de todo el grupo, tratando de buscar con estos alguna información importante en aquel grupo de bandidos y no era más que buscar el número de hombres que lo integraban. El número atrajo más el interés de la máquina, era todo lo contrario a querer ayudar a solo regocijar la crueldad humana impuesta por la antítesis de Sajin. El bio-cibernético había escuchado totalmente callado a la hechicera, quizás quería mantener la cordura hasta dar con el combate. Escuchó el movimiento de las chispas fluir y a su vez notar el moldeamiento de bestias lupinas hechas por la magia de la hechicera, de lo que se hizo preguntar el potencial mágico que implicaba la gran cantidad de energía en tales fieras.
Notó algunas de las caras de intriga de los bandidos tras la llegada de las fieras compuestas de la energía eléctrica de la hechicera y pudo percatarse que su perro únicamente había sido el audio para aquellas criaturas tras el análisis a la situación, en un intento de simular un verdadero ataque de un dúo de perros elementales vivos. A diferencia de su antítesis justa, Jinsa le pareció una estrategia única e interesante, tanto así que hubiese aplaudido de no ser por la discreción que requerían. Pero para el bio-cibernético fue como un intento de incitarle a ir a por los bandidos como tales bestias, pero la breve desaparición de estos por el choque contra el cuerpo de uno de ellos terminó por hacerlo. Vio como si fuese un insecto a lo lejos al cuerpo convulsionando levemente tras los choques eléctricos de la energía que contenía uno de los lobos.
Las palabras de la bruja muy poco después del miedo y caos que se había desatado en las mentes de los bandidos habían sido una canción para la máquina, que pronto había seguido a la invocación de la bruja, directo hacia uno de los bandidos más cercanos al rango de la hechicera. La máquina cruzo por la espalda del bandido su hoja, que a su vez había dañado severamente la columna del bandido para facilitar el golpe del ente eléctrico. El hecho de que la sangre esparciese en el rostro acorazado de la máquina al igual que en su hoja, no parecía ser que fuese hecho por aquel hombre que se había mostrado afable.
— Sajin ya no lo protegerá ahora, sapo. —Contestó Jinsa, a su vez que colocaba su pie en el rostro del bandido que recientemente había herido, que había surtido tras el choque contra el lobo eléctrico. — Él esta muerto. Así que trate de demostrar que su espada tiene un filo de la manera en la que acabo de mostrarle.
El anfibio había llegado justo a tiempo a la pista que el fango había dejado de las huellas de los criminales, tal vez era la emoción de una aventura o la pura curiosidad que le provocaban, el bio-cibernético no se preocupaba de tales cosas. Sajin se percató tras analizar las huellas gracias a su mente artificial que aún seguían frescas. Asintió con la cabeza a su compañero, que había deducido con facilidad el tiempo del fango enmarcado con el rastro de los bandidos. No tardó mucho que la hechicera tomase el mando, después de todo, aquello era el trabajo que se le había dado y no era más que los bandidos, por pura educación de la dama Calhoun es que ambos pudieron contribuir a su cacería.
— Entendido. —Respondió a las órdenes de la señorita y dio una mirada al pequeño hombre bestia. — Estimado sapo, recuerda quien es el que cuidará tu vida contra las espadas de aquellos hombres. Pero no me deberás nada, eso esta claro, por que tu me cubrirás la espalda como yo cubriré la tuya.
Tal vez las palabras de Sajin no eran tan reconfortantes, quizás por el gran deber que quería transmitir inconscientemente al pequeño sapo, tal vez no sabría como manejar el hecho de que la vida de Sajin estaría en sus manos proteger al igual que él con la suya. Un pequeño tic nervioso hizo que su cabeza se moviese levemente hacia su costado derecho, mientras que uno de sus ojos empezaba a mostrar su esclerótica de color carmesí. Se preguntó por si mismo si aquella paz mental de la que había estado significaba el hecho de que su parte más oscura empezase a querer tomar el control, o quizás su interés en cazar a los bandidos había llamado su atención, el bio-cibernético lo desconocía, pero poco a poco estaba yendo en control a su naturaleza más humana, pero con la consecuencia de ser la más cruel.
Cada análisis que daba acerca la situación, parecía inquietarlo más por el hecho de sentir mucho más el control de Jinsa en él. Sus formulaciones sobre el número de enemigos que podría encontrar, o de las consecuencias que podrían suceder a alguno de sus compañeros o al mismo, incitaban más a esa naturaleza sádica de su Doppelganger. Por un momento estuvo por perder a la hechicera de vista, su intento de concentrarse y eliminar la corrupción que trataba de hacer su otro yo en él dificultaba su capacidad para supervisar lo que pasaba a su alrededor. Se encorvó al igual que la hechicera, pero su gran altura no iba a ser de mucha ayuda como para poder ayudarle a escabullirse entre el frondoso pasto como la dama y el sapo, que era mucho más pequeño que la gran masa de músculos acorazada como lo era el bio-cibernético.
Sus manos comenzaban a temblar a la par con el tic que producían los intentos de su gemelo por tomar control de él, la hoja de la espada temblaba de arriba abajo por la lucha continua entre ambos sistemas por ver quien de ambos era capaz de optar por el dominio del cuerpo. Trataba de decir sus dificultades hacia la hechicera Calhoun y el pequeño anfibio, pero el hecho de que reaccionase de una forma tan bruta y salvaje como lo había hecho en el norte con esas personas, pero no, definitivamente no era eso lo que su disciplina le había enseñado.
Trataba de calmarse viendo la frescura de los rastros que habían dejado los bandidos en el fango, quizás como alguna forma de que entendiese que todo terminaría rápido y no tendría que luchar más con su propio yo. Pero no, cada paso era más fuerza para ese lado oculto que poco a poco se hacía presente en la mayor parte de su cuerpo, el ojo que alguna vez había permanecido como el único de color azul hasta el momento, su esclerótica se había hecho a la par con la de su semejante de color carmesí. La debilidad se había hecho presente en él y tras ello, había permitido que su Jinsa tomase el control en aquel entonces.
Sincronizado totalmente con el cuerpo de Sajin, Jinsa había relajado las extremidades que habían sufrido de los temblores provocados en su lucha interna. La capacidad analítica de Jinsa a diferencia de Sajin, quedo sincronizada en su totalidad con la situación presente en la que escuchaba los murmullos de los desconocidos en su lejanía, debían de ser los que la hechicera había buscado todo este tiempo con el sapo y el bio-cibernético. Respondió con una mirada diferente a la de los azules ojos de Sajin a el gesto de la mano de la hechicera, Jinsa improvisó en acompañarla entre los matorrales; se agachó oculto entre estos y espero a la respuesta de la bruja a los bandidos o alguna estratagema más para escabullirse en el campamento de aquellos criminales.
La bruja los representó como los ojos de todo el grupo, tratando de buscar con estos alguna información importante en aquel grupo de bandidos y no era más que buscar el número de hombres que lo integraban. El número atrajo más el interés de la máquina, era todo lo contrario a querer ayudar a solo regocijar la crueldad humana impuesta por la antítesis de Sajin. El bio-cibernético había escuchado totalmente callado a la hechicera, quizás quería mantener la cordura hasta dar con el combate. Escuchó el movimiento de las chispas fluir y a su vez notar el moldeamiento de bestias lupinas hechas por la magia de la hechicera, de lo que se hizo preguntar el potencial mágico que implicaba la gran cantidad de energía en tales fieras.
Notó algunas de las caras de intriga de los bandidos tras la llegada de las fieras compuestas de la energía eléctrica de la hechicera y pudo percatarse que su perro únicamente había sido el audio para aquellas criaturas tras el análisis a la situación, en un intento de simular un verdadero ataque de un dúo de perros elementales vivos. A diferencia de su antítesis justa, Jinsa le pareció una estrategia única e interesante, tanto así que hubiese aplaudido de no ser por la discreción que requerían. Pero para el bio-cibernético fue como un intento de incitarle a ir a por los bandidos como tales bestias, pero la breve desaparición de estos por el choque contra el cuerpo de uno de ellos terminó por hacerlo. Vio como si fuese un insecto a lo lejos al cuerpo convulsionando levemente tras los choques eléctricos de la energía que contenía uno de los lobos.
Las palabras de la bruja muy poco después del miedo y caos que se había desatado en las mentes de los bandidos habían sido una canción para la máquina, que pronto había seguido a la invocación de la bruja, directo hacia uno de los bandidos más cercanos al rango de la hechicera. La máquina cruzo por la espalda del bandido su hoja, que a su vez había dañado severamente la columna del bandido para facilitar el golpe del ente eléctrico. El hecho de que la sangre esparciese en el rostro acorazado de la máquina al igual que en su hoja, no parecía ser que fuese hecho por aquel hombre que se había mostrado afable.
— Sajin ya no lo protegerá ahora, sapo. —Contestó Jinsa, a su vez que colocaba su pie en el rostro del bandido que recientemente había herido, que había surtido tras el choque contra el lobo eléctrico. — Él esta muerto. Así que trate de demostrar que su espada tiene un filo de la manera en la que acabo de mostrarle.
Sajin
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Como respuesta al aviso de la hechicera, Sajin abandonó los matorrales y avanzó con rapidez hacia el bandido más cercano, que resultó ser el objetivo de la ilusión que aún controlaba. Sin miramientos, atravesó la espalda del hombre con su arma, justo a tiempo de abrir un nuevo camino para la corriente que se dirigía contra el extraño en forma de lobo. La energía invadió el cuerpo del criminal, destrozando todo a su paso y ocasionándole una dolorosa muerte, algo que la de ojos verdes no pretendía conseguir.
Su plan desde un principio había sido el de capturar a cuantos pudiese con vida, para que diese cuenta de sus delitos ante la guardia de Lunargenta, pero el bio - cibernético parecía tener otra cosa en mente. De hecho habría jurado que Sajin ya no estaba como antes, el azul de su mirada se había tornado rojo, y la forma en que se dirigió a Hatzk también resultaba de lo más rara.
Sin poder detenerse a averiguar qué estaba pasando con el metálico guerrero, por lo caótica de la situación en que se encontraban, desvió la vista hacia el anfibio y luego hacia Fenrir, que mantenía su posición al costado del campamento. - ¡Fenrir aquí, protégelo! - exclamó, para luego meterse de lleno en el combate que estaba por empezar. Una certera descarga bastó para que el primer bandido caído perdiese el conocimiento, pero aún quedaban bastantes enemigos, y su propósito de evitar matarlos se complicaría por momentos.
Alertados, los delincuentes ya se habían hecho con sus armas, y a pesar de que los hubiesen tomado por sorpresa con aquellas extrañas formas de energía no se echarían atrás, defenderían lo que habían robado hasta que no pudiesen seguir luchando. El líder daba órdenes a gritos, pero se mantenía en una posición segura detrás de sus hombres, a pesar de tener de su parte la superioridad numérica, de momento.
Dos de los bandidos corrieron hacia la bruja, blandiendo sus espadas y creyendo que les resultaría fácil reducirla, por tratarse de una mujer, pero sus semblantes palidecieron al ver el eléctrico elemento recorriéndole los brazos. Frenaron en seco, reconsiderando por un segundo si hacían lo correcto, y esa duda fue suficiente para hacerles perder cualquier oportunidad de llegar hasta la de cabellos cenicientos.
Levantando ambos brazos a la vez, la alquimista liberó las descargas contra el par de individuos, acertándoles de lleno en el pecho, lo que le daría el tiempo necesario para dejarlos fuera de juego. A toda prisa, salvó la distancia que los separaba y aferró con fuerza sus cuellos, aprovechando la cercanía que había entre ellos para no tener que ir uno por uno, sino poder aplicarles la descarga directa a la vez.
La energía brotó de las manos de la hechicera, y recorrió los cuerpos de sus enemigos con rapidez, provocándoles convulsiones hasta que finalmente perdieron el conocimiento, cayendo pesadamente sobre el suelo. Cuatro, con ese par y el tipo que yacía unos metros más allá había quitado de en medio a tres de los ladrones, mientras que Sajin se había ocupado de otro al atravesarlo con su hoja, debían quedar al menos seis más.
Su plan desde un principio había sido el de capturar a cuantos pudiese con vida, para que diese cuenta de sus delitos ante la guardia de Lunargenta, pero el bio - cibernético parecía tener otra cosa en mente. De hecho habría jurado que Sajin ya no estaba como antes, el azul de su mirada se había tornado rojo, y la forma en que se dirigió a Hatzk también resultaba de lo más rara.
Sin poder detenerse a averiguar qué estaba pasando con el metálico guerrero, por lo caótica de la situación en que se encontraban, desvió la vista hacia el anfibio y luego hacia Fenrir, que mantenía su posición al costado del campamento. - ¡Fenrir aquí, protégelo! - exclamó, para luego meterse de lleno en el combate que estaba por empezar. Una certera descarga bastó para que el primer bandido caído perdiese el conocimiento, pero aún quedaban bastantes enemigos, y su propósito de evitar matarlos se complicaría por momentos.
Alertados, los delincuentes ya se habían hecho con sus armas, y a pesar de que los hubiesen tomado por sorpresa con aquellas extrañas formas de energía no se echarían atrás, defenderían lo que habían robado hasta que no pudiesen seguir luchando. El líder daba órdenes a gritos, pero se mantenía en una posición segura detrás de sus hombres, a pesar de tener de su parte la superioridad numérica, de momento.
Dos de los bandidos corrieron hacia la bruja, blandiendo sus espadas y creyendo que les resultaría fácil reducirla, por tratarse de una mujer, pero sus semblantes palidecieron al ver el eléctrico elemento recorriéndole los brazos. Frenaron en seco, reconsiderando por un segundo si hacían lo correcto, y esa duda fue suficiente para hacerles perder cualquier oportunidad de llegar hasta la de cabellos cenicientos.
Levantando ambos brazos a la vez, la alquimista liberó las descargas contra el par de individuos, acertándoles de lleno en el pecho, lo que le daría el tiempo necesario para dejarlos fuera de juego. A toda prisa, salvó la distancia que los separaba y aferró con fuerza sus cuellos, aprovechando la cercanía que había entre ellos para no tener que ir uno por uno, sino poder aplicarles la descarga directa a la vez.
La energía brotó de las manos de la hechicera, y recorrió los cuerpos de sus enemigos con rapidez, provocándoles convulsiones hasta que finalmente perdieron el conocimiento, cayendo pesadamente sobre el suelo. Cuatro, con ese par y el tipo que yacía unos metros más allá había quitado de en medio a tres de los ladrones, mientras que Sajin se había ocupado de otro al atravesarlo con su hoja, debían quedar al menos seis más.
Elen Calhoun
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
La sangre regocijaba totalmente a la diosa de metal que el cibernético cargaba en su mano, aún insatisfecha tras el acontecimiento sucedido gracias al cibernético. ¿Acaso un robot debía de matar humanos? no, definitivamente si eran tan solo como última preocupación, pero algo empezaba a verse en ese héroe que a primera vista lució como el melancólico y leal espadachín en busca de recobrar su honor, se había convertido en un asesino más de los que Aerandir sobraba. Mientras que el sujeto, herido de gravedad por el corte profundo infligido por el sable del robot, la sangre que caía de su espalda comenzaba a sumergirlo en su propio charco de sangre. El sapo no hacía nada, la hechicera había obligado a su perro bajo la preocupación de que fuese herido, pero el cibernético estaba siendo un tanto amistoso bajo su perspectiva, en darle el golpe de gracia al enemigo. Tomar una vida, tal vez siendo su primera vez, lo haría percatarse de que estaba listo para usar su espada y alzarle al combate.
Desde el retorcido mundo de honor y coraje de la máquina estaba oculto ese sentimiento más humano y primitivo, que estaba alzándose a la luz en medio del combate en aquel frondoso bosque. Esa paz en los arroyos, esa sed en los prados, se olvida completamente ante la saciedad de su espada a manos de la sangre de los enemigos y su paz en el fin de prevalecer en la cadena como un depredador más por encima de otros. De un aspecto macabro, la sangre que había chorreado tras el reciente cadáver se había esparcido desde el pecho hasta el rostro del robot, sus ojos hacían juego con la tonalidad de la sangre de su enemigo. La bruja había actuado mucho más rápido, luego de que sus lobos hubiesen sido tan ágiles como un relámpago, fue entonces cuando desató tales corrientes eléctricas de su cuerpo a diferentes direcciones. Como si nunca escapasen de su haz de visión, tres hombres cayeron a la vez contra el pasto.
No podía siquiera dar un comentario al respecto, el cibernético se programó tan solamente para seguir de pie en el combate sin dar al menos una pizca de emoción como la había dado, aunque un tanto estoica, con los demás. Jinsa había tomado control ahora y como era de esperarse, se percató de que el perro protegiendo al sapo no iba a bastar para alejar al grupo de tres de seis bandidos más que quedaban en pie y con la suficiente fuerza para combatir. Percatándose de que llegarían muy pronto al canino y fácilmente lo quitarían del camino, hizo una táctica un tanto macabra que su naturaleza artificial no pudo dejar que lo viese en el aspecto de que era algo aborrecible y reprochable. Decapitó el cadáver del bandido recientemente asesinado a base de su espada y la lanzó a aquel trío de bandidos contra el canino, el espanto fue notorio tras el análisis a sus rostros.
— Brunwulf. —Uno de ellos, cayó al suelo para recoger, atónito, la cabeza de su compañero fallecido.— Hermano... peleaste bien, no tienes por que preocuparte más. Irás al Valhalla, pero no te seguiré ahora. No irás en vano, vamos a vengarte. —Su rostro de tristeza comenzaba a hacerse un contraído rostro de rabia y furia.— ¡Lo prometo, hermano! ¡Vamos por ese maldito monstruo! ¡No te dejaré vivo por lo que le hiciste a mi pequeño hermano!
— Un nombre no significa nada después de la batalla. —Asintió de una forma cruda gracias a su naturaleza robótica.
El inesperado movimiento repleto del ira de aquel bandido que cargaba con ambas manos su mandoble dos veces mayor que el sable del robot se abalanzó para aniquilar una vez por todas al hablador combatiente que tenía cara a cara mucho antes que sus dos compañeros. No podría bloquear aquel gran pedazo de metal con tanta facilidad como resultaban hachas y espadas, pero era pesado, lo suficiente como para que su rabia le condenase a hacer un golpe contundente sin siquiera abstenerse de lo que podría pasar si fallaba. Un golpe de suerte tenía el cibernético gracias a ello, un movimiento de lado tuvo la certeza como para que la espada tan solo llegase a surcar parcialmente contra su pecho blindado. El mandoble dibujo sobre su pecho un leve tajo blanco, que no sorprendió en lo más mínimo al robot. A base de un giro que terminaría en sus espaldas, el cibernético marco su cadera de un tajo veloz y que no dio ningún resultado tras su aparición a sus espaldas...
Hasta que, en un santiamén de sorpresa, el cadáver cayó destajado en dos. Se abalanzó como si tuviese una furia interior en él, algún odio o represalia contra los enemigos. Pero no había nada de eso en él, solo calma, nada de cortesía como la de su antítesis. Rebanó de un tajo largo y profundo la yugular de un bandido con un aspecto mucho más enclenque que el robusto que había partido en dos, ahora tan solo golpes fallidos por detener el bloqueo de la espada del robot giraban entorno a él, desesperados en derrocarlo. Su desorientación en simplemente buscar escapar de los bloqueos de espada que el cibernético provocaba empezaban a ser inútiles, terminando por caer tras tropezar en una roca a sus espaldas.
— ¡Ey, espera, amigo! —Alzó su mano, trataba de frenar al robot.— ¡Soy un hombre con familia, tranquilo! Me metí en esta mierda por ellos. Ya sabes como son las mujeres, ¿no? —Trató de ser chistoso en un momento inadecuado.— Mira, tengo tan solo una pequeña, pero pronto voy a tener un niño... por algo necesito el dinero, ¿entiendes? así que vamos a ver, puedo darte un poco de oro y...
Sin poder continuar con su pobre intento de persuasión, un movimiento sorpresa del brazo del robot provocó pronto que la espada que cargaba entre sus dedos rebanase el cuello de su enemigo totalmente. La cabeza rodó hacia atrás, que fue parada tras ser pisada por uno de los dos bandidos restantes y su líder, ya estaba por perder el control por tal de proteger lo que era suyo.
— Bajo los estándares sociales, lo que hizo es considerado patético. —Comentó, viendo el cadáver decapitado.— Los niños, los hombres y las mujeres no importan en el campo de batalla. El sentido de combatir se ha distanciado de su significado a pelear a base de un buen trato, recompensa u oro. La palabra 'guerrero' ha sido mal usada en esa clase de personas, dan su espada por oro, por alcohol o por mujeres. Pero yo simplemente doy mi espada porque bajo lo que mi programación dogmática ha forjado en mi, soy un guerrero. Y sin ella, lo seguiré siendo, porque tan solo estoy regido por sobrevivir. —Puso su mirada carmesí cara a cara contra los ladrones.— Por lo tanto, si ustedes tratan de matarme, yo los mataré antes...
Continuó, apuntando a la lejanía a su compañera con su espada. Era la segunda vez que era solidario con sus compañeros tras el combate, primero con el sapo para terminar con la hechicera de cabellos emblanquecidos.
— Es vuestro turno. —Asintió.— Y es vuestro golpe de gracia.
Desde el retorcido mundo de honor y coraje de la máquina estaba oculto ese sentimiento más humano y primitivo, que estaba alzándose a la luz en medio del combate en aquel frondoso bosque. Esa paz en los arroyos, esa sed en los prados, se olvida completamente ante la saciedad de su espada a manos de la sangre de los enemigos y su paz en el fin de prevalecer en la cadena como un depredador más por encima de otros. De un aspecto macabro, la sangre que había chorreado tras el reciente cadáver se había esparcido desde el pecho hasta el rostro del robot, sus ojos hacían juego con la tonalidad de la sangre de su enemigo. La bruja había actuado mucho más rápido, luego de que sus lobos hubiesen sido tan ágiles como un relámpago, fue entonces cuando desató tales corrientes eléctricas de su cuerpo a diferentes direcciones. Como si nunca escapasen de su haz de visión, tres hombres cayeron a la vez contra el pasto.
No podía siquiera dar un comentario al respecto, el cibernético se programó tan solamente para seguir de pie en el combate sin dar al menos una pizca de emoción como la había dado, aunque un tanto estoica, con los demás. Jinsa había tomado control ahora y como era de esperarse, se percató de que el perro protegiendo al sapo no iba a bastar para alejar al grupo de tres de seis bandidos más que quedaban en pie y con la suficiente fuerza para combatir. Percatándose de que llegarían muy pronto al canino y fácilmente lo quitarían del camino, hizo una táctica un tanto macabra que su naturaleza artificial no pudo dejar que lo viese en el aspecto de que era algo aborrecible y reprochable. Decapitó el cadáver del bandido recientemente asesinado a base de su espada y la lanzó a aquel trío de bandidos contra el canino, el espanto fue notorio tras el análisis a sus rostros.
— Brunwulf. —Uno de ellos, cayó al suelo para recoger, atónito, la cabeza de su compañero fallecido.— Hermano... peleaste bien, no tienes por que preocuparte más. Irás al Valhalla, pero no te seguiré ahora. No irás en vano, vamos a vengarte. —Su rostro de tristeza comenzaba a hacerse un contraído rostro de rabia y furia.— ¡Lo prometo, hermano! ¡Vamos por ese maldito monstruo! ¡No te dejaré vivo por lo que le hiciste a mi pequeño hermano!
— Un nombre no significa nada después de la batalla. —Asintió de una forma cruda gracias a su naturaleza robótica.
El inesperado movimiento repleto del ira de aquel bandido que cargaba con ambas manos su mandoble dos veces mayor que el sable del robot se abalanzó para aniquilar una vez por todas al hablador combatiente que tenía cara a cara mucho antes que sus dos compañeros. No podría bloquear aquel gran pedazo de metal con tanta facilidad como resultaban hachas y espadas, pero era pesado, lo suficiente como para que su rabia le condenase a hacer un golpe contundente sin siquiera abstenerse de lo que podría pasar si fallaba. Un golpe de suerte tenía el cibernético gracias a ello, un movimiento de lado tuvo la certeza como para que la espada tan solo llegase a surcar parcialmente contra su pecho blindado. El mandoble dibujo sobre su pecho un leve tajo blanco, que no sorprendió en lo más mínimo al robot. A base de un giro que terminaría en sus espaldas, el cibernético marco su cadera de un tajo veloz y que no dio ningún resultado tras su aparición a sus espaldas...
Hasta que, en un santiamén de sorpresa, el cadáver cayó destajado en dos. Se abalanzó como si tuviese una furia interior en él, algún odio o represalia contra los enemigos. Pero no había nada de eso en él, solo calma, nada de cortesía como la de su antítesis. Rebanó de un tajo largo y profundo la yugular de un bandido con un aspecto mucho más enclenque que el robusto que había partido en dos, ahora tan solo golpes fallidos por detener el bloqueo de la espada del robot giraban entorno a él, desesperados en derrocarlo. Su desorientación en simplemente buscar escapar de los bloqueos de espada que el cibernético provocaba empezaban a ser inútiles, terminando por caer tras tropezar en una roca a sus espaldas.
— ¡Ey, espera, amigo! —Alzó su mano, trataba de frenar al robot.— ¡Soy un hombre con familia, tranquilo! Me metí en esta mierda por ellos. Ya sabes como son las mujeres, ¿no? —Trató de ser chistoso en un momento inadecuado.— Mira, tengo tan solo una pequeña, pero pronto voy a tener un niño... por algo necesito el dinero, ¿entiendes? así que vamos a ver, puedo darte un poco de oro y...
Sin poder continuar con su pobre intento de persuasión, un movimiento sorpresa del brazo del robot provocó pronto que la espada que cargaba entre sus dedos rebanase el cuello de su enemigo totalmente. La cabeza rodó hacia atrás, que fue parada tras ser pisada por uno de los dos bandidos restantes y su líder, ya estaba por perder el control por tal de proteger lo que era suyo.
— Bajo los estándares sociales, lo que hizo es considerado patético. —Comentó, viendo el cadáver decapitado.— Los niños, los hombres y las mujeres no importan en el campo de batalla. El sentido de combatir se ha distanciado de su significado a pelear a base de un buen trato, recompensa u oro. La palabra 'guerrero' ha sido mal usada en esa clase de personas, dan su espada por oro, por alcohol o por mujeres. Pero yo simplemente doy mi espada porque bajo lo que mi programación dogmática ha forjado en mi, soy un guerrero. Y sin ella, lo seguiré siendo, porque tan solo estoy regido por sobrevivir. —Puso su mirada carmesí cara a cara contra los ladrones.— Por lo tanto, si ustedes tratan de matarme, yo los mataré antes...
Continuó, apuntando a la lejanía a su compañera con su espada. Era la segunda vez que era solidario con sus compañeros tras el combate, primero con el sapo para terminar con la hechicera de cabellos emblanquecidos.
— Es vuestro turno. —Asintió.— Y es vuestro golpe de gracia.
Sajin
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Nada más levantar la vista, la bruja pudo observar como su metálico compañero decapitaba al bandido que yacía a su lado, para acto seguido lanzar la recién cercenada cabeza hacia los enemigos que iban en dirección a Hatzk y Fenrir. Parecía una clara provocación, pero Sajin podía estar haciendo aquello para infundirles el miedo en el cuerpo, al demostrarles de lo que era capaz.
¿Quién querría acabar sus días en uno de aquellos apartados caminos y de ese modo? Nadie, así que el gesto del bio - cibernético podría valer para que se replanteasen su situación y decidieran huir, cosa que no sucedió. En vez de eso, los compañeros del caído enfurecieron, y cometieron el error de atacar al guerrero, que no tuvo problemas para deshacerse de ellos, enviándolos al eterno descanso.
Elen frunció levemente el ceño, aún mantenía su objetivo de llevarse con vida a cuantos pudiese, pero los delincuentes no estaban dispuestos a colaborar. Cada ladrón tenía un motivo para encontrarse allí, unos lo harían para comer y otros por pura avaricia, pero la de ojos verdes no quería plagar los caminos de cadáveres, sino que fuesen juzgados en la ciudad, donde cada cual pagaría por sus acciones.
Haciendo caso a las palabras de Sajin, que optaba por dejarle a los tres últimos, entre los que se encontraba el líder de la banda, la maga comenzó a avanzar con paso firme, permitiendo que la electricidad le envolviese los brazos. - ¡No retrocedáis inútiles! ¡Acabad con ella! - gritó con desesperación el cabecilla de grupo, que seguía manteniéndose lo más lejos posible de los extraños que habían llegado al campamento. Tras él se encontraba el carro de mercancías que la hechicera buscaba, pero por desgracia para el bandido los caballos no estaban atados al mismo, ya que los habían acercado al arroyo para que pudiesen beber agua.
- Entregaos voluntariamente y no os haré daño. - dijo la joven con tono serio. - ¡¿Estás loca?! ¡No vamos a rendirnos! - espetó el líder, mientras extraía de la vaina su hacha. - Como queráis, peor para vosotros. - respondió, al tiempo que concentraba su elemento en una esfera, de la que surgió repentinamente una nueva descarga, más potente que las anteriores. En cuestión de segundos alcanzó al objetivo más próximo, que quedó aturdido, pero ahí no acababa la cosa, la energía se dividió en dos e impactó contra el cabecilla y su otro secuaz, de forma algo más débil.
Los tres perdieron el control sobre sus cuerpos momentáneamente, sin poder reaccionar a lo que les venía. Sin perder ni un instante, la bruja corrió hacia ellos y pasó de los más cercanos, para centrarse en desarmar al líder con un contundente golpe en la muñeca. Una vez hecho esto, aplicó la descarga directa al delincuente, cuyos ojos se abrieron desmesuradamente en respuesta. El jefe estaba fuera de combate, pero no sus seguidores, que volvieron en sí y se dispusieron a atacarla.
Demasiado cerca, Elen no podía permitir que la hiriesen, o el camino de regreso a Lunargenta se tornaría de lo más complicado, así que optó por lo más rápido, aunque no le gustase. La daga salió de su funda y cruzó el aire hasta alcanzar la garganta del enemigo más cercano, para luego salir de la misma y dirigirse hacia la del otro. Telequinesis, ¿qué haría la maga sin ella?
Los cuerpos de ambos hombres cayeron sobre la hierba, marcando el final de la vertiginosa pelea, que apenas había durado unos minutos. - Cuatro… tendrá que valer con eso. - musitó, al hacer recuento visual de los inconscientes que podría llevarse. Recuperó su daga y se acercó al carro de mercancías, para echar un vistazo al interior y comprobar que aquellos ignorantes no se hubiesen cargado todos los ingredientes.
- Gracias. - añadió, ésta vez girándose hacia Sajin. - ¿Podrías ayudarme a subir estos al carro? La fuerza no es lo mío. - continuó, señalando a los caídos que aún respiraban. - No sé qué harás después de esto pero me dirijo a Lunargenta, si es ese tu destino puedes venirte con nosotros. - agregó, antes de llamar a Fenrir y buscar unas cuerdas, tomaría bastantes precauciones con aquellos bandidos.
¿Quién querría acabar sus días en uno de aquellos apartados caminos y de ese modo? Nadie, así que el gesto del bio - cibernético podría valer para que se replanteasen su situación y decidieran huir, cosa que no sucedió. En vez de eso, los compañeros del caído enfurecieron, y cometieron el error de atacar al guerrero, que no tuvo problemas para deshacerse de ellos, enviándolos al eterno descanso.
Elen frunció levemente el ceño, aún mantenía su objetivo de llevarse con vida a cuantos pudiese, pero los delincuentes no estaban dispuestos a colaborar. Cada ladrón tenía un motivo para encontrarse allí, unos lo harían para comer y otros por pura avaricia, pero la de ojos verdes no quería plagar los caminos de cadáveres, sino que fuesen juzgados en la ciudad, donde cada cual pagaría por sus acciones.
Haciendo caso a las palabras de Sajin, que optaba por dejarle a los tres últimos, entre los que se encontraba el líder de la banda, la maga comenzó a avanzar con paso firme, permitiendo que la electricidad le envolviese los brazos. - ¡No retrocedáis inútiles! ¡Acabad con ella! - gritó con desesperación el cabecilla de grupo, que seguía manteniéndose lo más lejos posible de los extraños que habían llegado al campamento. Tras él se encontraba el carro de mercancías que la hechicera buscaba, pero por desgracia para el bandido los caballos no estaban atados al mismo, ya que los habían acercado al arroyo para que pudiesen beber agua.
- Entregaos voluntariamente y no os haré daño. - dijo la joven con tono serio. - ¡¿Estás loca?! ¡No vamos a rendirnos! - espetó el líder, mientras extraía de la vaina su hacha. - Como queráis, peor para vosotros. - respondió, al tiempo que concentraba su elemento en una esfera, de la que surgió repentinamente una nueva descarga, más potente que las anteriores. En cuestión de segundos alcanzó al objetivo más próximo, que quedó aturdido, pero ahí no acababa la cosa, la energía se dividió en dos e impactó contra el cabecilla y su otro secuaz, de forma algo más débil.
Los tres perdieron el control sobre sus cuerpos momentáneamente, sin poder reaccionar a lo que les venía. Sin perder ni un instante, la bruja corrió hacia ellos y pasó de los más cercanos, para centrarse en desarmar al líder con un contundente golpe en la muñeca. Una vez hecho esto, aplicó la descarga directa al delincuente, cuyos ojos se abrieron desmesuradamente en respuesta. El jefe estaba fuera de combate, pero no sus seguidores, que volvieron en sí y se dispusieron a atacarla.
Demasiado cerca, Elen no podía permitir que la hiriesen, o el camino de regreso a Lunargenta se tornaría de lo más complicado, así que optó por lo más rápido, aunque no le gustase. La daga salió de su funda y cruzó el aire hasta alcanzar la garganta del enemigo más cercano, para luego salir de la misma y dirigirse hacia la del otro. Telequinesis, ¿qué haría la maga sin ella?
Los cuerpos de ambos hombres cayeron sobre la hierba, marcando el final de la vertiginosa pelea, que apenas había durado unos minutos. - Cuatro… tendrá que valer con eso. - musitó, al hacer recuento visual de los inconscientes que podría llevarse. Recuperó su daga y se acercó al carro de mercancías, para echar un vistazo al interior y comprobar que aquellos ignorantes no se hubiesen cargado todos los ingredientes.
- Gracias. - añadió, ésta vez girándose hacia Sajin. - ¿Podrías ayudarme a subir estos al carro? La fuerza no es lo mío. - continuó, señalando a los caídos que aún respiraban. - No sé qué harás después de esto pero me dirijo a Lunargenta, si es ese tu destino puedes venirte con nosotros. - agregó, antes de llamar a Fenrir y buscar unas cuerdas, tomaría bastantes precauciones con aquellos bandidos.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: El paso más lejano. [Interpretativo][Libre][CERRADO]
Los ataques eléctricos de la bruja habían dado un resultado extremadamente eficaz frente los bandidos, que, incapaces de seguir en pie tanto en combate como a distancia de la bruja y manteniendo su postura un tanto testaruda por no querer dar lo que la hechicera había estado buscando como requería la tarea de la que se le encomendó, cayeron como moscas. Jinsa se había recostado en una de las rocas en el frondoso pasto mucho más grande que las del sendero de piedras que habían cruzado durante el sendero con Sajin, que en ese momento no estaba acompañándolos. Guardo su espada en su vaina, sin siquiera limpiar el férreo filo ensangrentado y tan solo se dedicó a dar una mirada a la planicie repleta de los cuerpos inconscientes y asesinados, siendo los últimos hechos en su mayoría a base de su espada.
Era claro que Sajin no hubiese permitido un acto tan despiadado de matar de una crueldad tan morbosa y depravada como la que había hecho Jinsa a continuación, cubierto de sangre en su rostro y pecho, tan solo su respiración podía escucharse como forma de reposo tras sus fuerzas usadas para derrocar de una manera rápida a sus enemigos. Con todo lo que estaba acostumbrado a portar metal en su cuerpo, le había adquirido cierta costumbre poder andar sin dificultades a velocidades como aquellas, pero su flexibilidad no era del todo tan excelente como podía llegar a esperarse. La bruja, sin embargo, había demostrado ser una rival que, si bien se contenía para tener un poco de moralidad a la hora de combatir, no reducía su mortífero poder eléctrico y aunque leve, también telequinético.
Crujió su cuello tras un movimiento de lado a lado, el perro y la bruja lucían indiferentes frente a los bandidos muertos e inconscientes, tan solo parecía centrarse en su objetivo como cualquier mercenario en su trabajo. Levantó su mirada a la bruja tras su reflexiva perspectiva de los cadáveres entre los charcos de sangre en el pasto, lo que había hecho... pero todavía faltaba más, la hechicera tras la inspección del carruaje de mercancías robado por los bandidos, pidió con amabilidad tras las gracias su colaboración una vez más, tan solo como cortesía. Como una tarea simple, se encargó de llevar a dos bandidos entre los pies y lanzar de una forma un tanto brusca para terminar la tarea en la carrocería, siguiendo esto con los otros dos.
Reconoció la información adicional de la hechicera tras aquel combate como una sugerencia para acompañarla para llevar el material que había recuperado de las manos de los bandidos con su ayuda como una aventura más, no esperaba seguir rondando sin rumbo o sin mapa por los bosques frondosos de los que desconocía parcialmente. Subió a la carrocería, dando una respuesta como el desenlace final tras ayudar a cumplir los objetivos de la hechicera y que pronto estaría por averiguarlo.
— Si prometéis ello. —Comentó a los cadáveres en el prado, haciendo alusión a combates y aventuras.— Estoy conforme en ir con usted.
Era claro que Sajin no hubiese permitido un acto tan despiadado de matar de una crueldad tan morbosa y depravada como la que había hecho Jinsa a continuación, cubierto de sangre en su rostro y pecho, tan solo su respiración podía escucharse como forma de reposo tras sus fuerzas usadas para derrocar de una manera rápida a sus enemigos. Con todo lo que estaba acostumbrado a portar metal en su cuerpo, le había adquirido cierta costumbre poder andar sin dificultades a velocidades como aquellas, pero su flexibilidad no era del todo tan excelente como podía llegar a esperarse. La bruja, sin embargo, había demostrado ser una rival que, si bien se contenía para tener un poco de moralidad a la hora de combatir, no reducía su mortífero poder eléctrico y aunque leve, también telequinético.
Crujió su cuello tras un movimiento de lado a lado, el perro y la bruja lucían indiferentes frente a los bandidos muertos e inconscientes, tan solo parecía centrarse en su objetivo como cualquier mercenario en su trabajo. Levantó su mirada a la bruja tras su reflexiva perspectiva de los cadáveres entre los charcos de sangre en el pasto, lo que había hecho... pero todavía faltaba más, la hechicera tras la inspección del carruaje de mercancías robado por los bandidos, pidió con amabilidad tras las gracias su colaboración una vez más, tan solo como cortesía. Como una tarea simple, se encargó de llevar a dos bandidos entre los pies y lanzar de una forma un tanto brusca para terminar la tarea en la carrocería, siguiendo esto con los otros dos.
Reconoció la información adicional de la hechicera tras aquel combate como una sugerencia para acompañarla para llevar el material que había recuperado de las manos de los bandidos con su ayuda como una aventura más, no esperaba seguir rondando sin rumbo o sin mapa por los bosques frondosos de los que desconocía parcialmente. Subió a la carrocería, dando una respuesta como el desenlace final tras ayudar a cumplir los objetivos de la hechicera y que pronto estaría por averiguarlo.
— Si prometéis ello. —Comentó a los cadáveres en el prado, haciendo alusión a combates y aventuras.— Estoy conforme en ir con usted.
Sajin
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