Volviendo a casa (Capítulo 2) [CERRADO]

El viaje a Beltrexus no había sido difícil. Al final la isla principal de los brujos es pequeña, en especial las zonas habitadas y su clima oceánico hace las cosas más sencillas, nunca hace demasiado frío ni demasiado calor.

Y allí estaba Demian, mirando de lejos, agazapado tras una roca, la casa donde debían llevar a cabo la misión de asesinato con su amigo. No sería la primera vez que su compañero mataba a alguien, sin embargo ahora había algo distinto, pues era la primera que sería premeditada. ¿Sentiría su hermano la misma emoción en los momentos previos? ¿esa tensión que hace un nudo en el estómago, pero que se libera de modo satisfactorio cuando logras tu objetivo? ¿era normal sentir aquello?. Siempre se lo había preguntado.

—El maestro dijo que había una entrada a través del sótano, ¿no?, debe haber alguna especie de puerta.

La noche había caído, por lo que no era fácil ver los alrededores y ciertamente un uso evidente de la magia como alumbrar la zona crearía suspicacias, de modo que había que hacer uso de la información que tenían. Una residencia púrpura acaparaba su mirada, aunque a esas horas más bien lucía negra. Tenía dos pisos de alto y una forma que privilegiaba los círculos por sobre los cuadrados. No la rodeaba cerco alguno, sino que sólo algunos árboles de variable tamaño. Las ventanas, de madera, estaban cerradas, por supuesto, dado que al estar en una isla el viento era considerablemente fuerte por las noches. Demian sabía que, por experiencia, a medida que la noche se hiciera más profunda el viento podría amainar, pero por ahora les podía servir para ocultar sus propios sonidos, si lo aprovechaban bien.

—Para ser alguien supuestamente poderoso, su casa no es demasiado grande ni se ven guardias custodiando, al menos no parece que esto vaya a ser demasiado difícil, ¿no? —comentó a su compañero.

De todas maneras sabía que el peor error de un asesino era confiarse. Tan sólo un error podía costar no sólo la misión, sino que la propia vida... o cosas peores. Esa presión era conocida para alguien como Demian, a quien desde pequeño le habían introducido a ese estilo de vida, pero su compañero...

—¿Estás bien?... digo, creo que todo esto debe ser raro para ti, pero no te preocupes, no es tan difícil como parece, en especial si el objetivo no sabe que estamos acá.

En lo que fallaba Demian era en comprender que las posibles dificultades de su amigo podían ir más allá que el sólo temor de hacerlo mal.

—Y descuida por Ratita, no hay lugar donde esté más seguro que allí.

Demian no podía dejar de lucir cierto entusiasmo con todo lo que estaba pasando. No es que fuera por el hecho de tener que asesinar a alguien, pues a pesar de todo, sus experiencias en los últimos meses le habían enseñado que la vida humana era, de hecho, valiosa y, aunque no acababa de comprenderlo por completo, entendía que era un horror para la mayoría de las personas una muerte. Su entusiasmo era por cumplir con lo que su maestro le pedía, por ser parte nuevamente de ese lugar al que había conocido como hogar.

Pero el entusiasmo es roto de pronto por la manera en que Chimar le habla. No es la primera vez que se enojan, claro, más de alguna vez han tenido diferencias en la Ratonera por diversos temas. Hay algo especial cuando se juntan dos personas inteligentes y es que tienden a tener opiniones muy claras y a menudo disidentes de cómo hacer las cosas. Pero esto va más allá, Demian lo siente, pero, aunque parezca inverosímil, no logra comprender del todo por qué su hermano actúa así.

'No es la primera vez que mata, ¿no?', se dice a sí mismo.

Buscaba contestarle algo, pero al tener la información de que ya ha encontrado la entrada obtiene una distracción y se acerca al lugar. La observa de cerca, la escasa luz es suficiente para notar que aunque las puertas están cerradas, no parece haber una cerradura o candado sujetando.

—Un sujeto confiado... o descuidado, para ser quien es —menciona mientras abre con cuidado una puerta.

En efecto, todo parece muy fácil. Hay una escalera que da a un sótano y Demian no pierde tiempo, bajando de inmediato. Está oscuro, por lo que recurre a su pequeño truco de la luz, aunque a una intensidad muy baja. Lo último que quiere es que los descubran por algo tan sencillo. La luz es tenue, muy tenue, pero permite notar que en este sótano hay muchos objetos acumulados. Al acercarse un poco más a ellos nota algo familiar.

—Chim, no vas a creer esto... parecen cosas como las que te gustan mira —susurra.

En efecto, en ese sótano hay guardados objetos de artesanía mecánica. La mayoría piezas, partes rotas, quizás defectuosas, pero se ven engranajes, piezas metálicas, tornillos. Probablemente hay también algunos artefactos, aunque a Demian le cuesta reconocer algo con claridad por la poca luz.

—¿Qué hace todo esto en el hogar de un brujo? —se pregunta.

Aunque no es su área, Demian es capaz de reconocer lo fascinante que puede ser eso para su compañero y, de hecho, lo es para él. Desde que conoció a Arty sabe que las máquinas pueden hacer cosas increíbles, de modo que todo lo que está allí seguro debe ser valiosísimo.

Lo observa, su hermano no está del todo bien, pero Demian es incapaz de comprender todo lo que pasa por su cabeza. Se nota enojado, pero no entiende bien el por qué. Se supone que hacen esto por ayudarle, para deshacerse de una amenaza a su seguridad, esta persona ha estado tras la cabeza de Chimar, ¿no?.

Asiente ante la pregunta y toma la iniciativa, abriendo la puerta que les da acceso a la casa con sumo cuidado. Sabe que cualquier error les puede costar caro.

—No se ve nada especial —susurra.

En efecto, frente a sí sólo está la cocina, que en este momento se encuentra desierta. Hay señales de que ha sido usada y el fuego aún emite algo de calor, pero en este instante no hay nadie, seguro ya ha ido la gente a dormir.

Sale por completo de la puerta y, por precaución, camina agachado. Huele a que alguien ha comida un pescado a la plancha, lo que le hace salivar un poco. No hay mejor lugar en el mundo para comer pescado que en Beltrexus.

—Rayos, podría haber al menos dejado un poco, cuando salgamos de todo esto comeremos pescado —le asegura a su hermano, con la esperanza de animarlo un poco.

Toma del mesón un afilado y puntiagudo cuchillo, perfecto para matar a alguien, piensa. Avanza hasta Chimar y se lo ofrece.

—No es tu estilo, pero puede serte útil para, ya sabes.

Pero en ese momento escucha un ruido, por lo que deja el cuchillo justo en la mesa al lado de su amigo, por si él quiere tomarlo, mientras se pone en alerta. Es un ruido metálico, como si algo rodara. En efecto, por la puerta que da a la sala principal se asoma una esfera metálica, perfectamente lisa, la que libera un poco de vapor al detenerse. Lo que parecen alguna especie de puertas se abren.

Algo extraño le pasa a su amigo y Demian no sabe qué hacer. Curiosamente, le han enseñado desde pequeño a observar cada detalle de las personas, para poder usarlo en su contra o poder imitarles en una ilusión, es capaz de notar los pequeños detalles en el comportamiento de su amigo, pero no sabe qué hacer al respecto, nadie le ha enseñado a ayudar a otro.

Lamentablemente no hay tiempo para esas cosas, pues el ser... u objeto... o lo que sea, adquiere una forma ya no esférica, sino que despliega extremidades. No cabe duda que es una de esas cosas que a Chimar le encantan, quizás similar en algunos sentidos a Artyhom, sólo que enfocado al combate. En ese momento su hermano lo empuja, justo a tiempo para esquivar unos virotes.

—Gracias —le dice, pero no hay mucho tiempo.

Busca refugio inmediatamente detrás de un mueble, mientras trata de ordenar las ideas para buscar una solución al problema que tienen por delante. Chimar menciona que hay que ocasionar una fuga, pero Demian no tiene muy claro cómo realizar eso. Deberá confiar en su hermano esta vez, pero necesita darle la oportunidad de llevar a cabo lo que necesita, sea lo que sea.

—Vale, ya le he visto disparar y se cuánto le toma, creo que puedo hacer algo... mira, confía en mi, ve detrás de mi cuando me asome y luego haz lo que tengas que hacer. Toma.

Le pasa una de sus dagas, seguro será más útil que un cuchillo de cocina para lograr dañar al artefacto en el lugar necesario. Demian tiene más experiencia con esa arma, pero no sabe exactamente dónde debe golpear y no hay tiempo para una clase.

Entonces se asoma desde el mueble y observa al autómata, quien repite los mismos movimientos del comienzo con su brazo, apuntando, preparando sus sistemas y...

Demian aprieta los dientes y concentra toda su energía en el brazo, usando su telekinesis para desviar el tiro. Apenas logra desviarlo unos grados, pero es suficiente para evitar ser dañado. Sabe que tiene pocos segundos, pero es todo lo que necesita.

—¡Ahora!

Corre a toda velocidad contra la máquina y da un salto, impactando con ambos pies sobre el autómata. Cae él también aparatosamente, las patadas voladoras no son su fuerte, pero logra su cometido de derribar a esa cosa y estrellarla contra el muro.

Espera que eso le de la suficiente oportunidad a su hermano de hacer lo que sea que tenga en mente, de lo contrario estará peligrosamente al alcance de la cuchilla del otro brazo.

Todo pasó muy rápido, entre que cayó al suelo, intentó proteger sus piernas de posibles cortes del artefacto y luego logró incorporarse ya Chimar estaba dando vueltas sobre esa cosa como un trompo. La escena era divertida y hubiera reído si no fuera por el hecho de que se encontraban en peligro vital.

Se dispone a ayudar en el combate, sea como sea, pateando, apuñalando, lo que sea para lograr darle más oportunidad a Chimar de terminar con sus 'reparaciones' particulares, pero no alcanzó a ser necesario, pronto esa cosa emitió un montón de vapor. Lo han logrado.

Se sienta un momento en el suelo tras el susto, pero pronto se da cuenta de la sangre en la mano de Chimar. Eso no es bueno, en especial un daño en la mano hábil no es para nada deseable en la situación en que se encuentran.

—Ah, rayos... ¿te encuentras bien? —le pregunta.

Chimar se venda, pero aún así eso no es una solución permanente al asunto. De todas maneras no hay tiempo que perder y con el ruido que han causado seguro ya han perdido el factor sorpresa, por lo que deberán ser sumamente cuidadosos. No saben qué tipo de trucos o habilidades pueda poseer su objetivo.

—Actuemos rápido, antes que ese sujeto tenga tiempo de prepararse para enfrentarnos.

Se dirige con premura a la habitación siguiente, la sala principal, sin que se pueda ver allí nada peligroso, al menos de momento.

—¿Quién demonios eres tú? —escucha una voz.

Levanta la mirada y sobre la escalera al segundo piso hay un hombre mirando que calza con la descripción de su objetivo. Viste ropa de dormir, excepto por un detalle, un enorme guante metálico en su brazo derecho.

—¿Y cómo rayos entraste?, tengo todas las entradas cerradas... te lo advierto, vete de aquí antes que tenga que usar mi juguete.

Demian mira desafiante al sujeto, sabiendo que desde este momento debe ser muy cuidadoso. No sabe qué funciones puede poseer ese guante, pero está seguro que no es sólo de adorno o de manopla.

El sujeto está tan concentrado en Demian que no presta atención a Chimar, quien logra, sorprendentemente, mantener la calma y sangre fría suficiente para atacar directamente a su objetivo. Por el ángulo el virote se clava en un brazo sin guante del brujo, quien emite un gruñido de dolor y comienza a sangrar.

Demian no pierde tiempo y se lanza a la carrera, escaleras arriba. Sabe que no tiene sentido intentar hacerse invisible en ese momento, pues siendo el camino tan angosto su enemigo sabrá hacia dónde atacar, por lo que prefiere guardar ese recurso, en cambio quiere aprovechar la sorpresa para dañarle antes de que pueda reaccionar luego de los virotes.

El brujo levanta su guante, pero Demian se decide a continuar, sea lo que sea que intente el enemigo será peor si sólo retrocede. Del guante salen disparadas cinco pequeños dardos, cada uno unido a un cable de metal. El camino es angosto por la escalera, pero aún así Demian logra esquivar tres de ellos, no así dos, uno que se entierra en su hombro derecho, el otro en el muslo izquierdo. El daño que provocan los dardos es mínimo, apenas como una aguja, aunque tienen una punta con forma de flecha para hacer más difícil su remoción. Demian decide no perder tiempo y continúa su marcha, está a apenas medio metro de su víctima, daga en alto, cuando...

No puede evitarlo, emite un chillido desesperado y cae al piso en extraños temblores, justo al lado del brujo. Los espasmos son dolorosos al extremo y no puede controlar su cuerpo, no sabe exactamente qué pasa.

—Electricidad, pequeño, hay metales que conducen la electricidad muy bien... y el cuerpo humano reacciona de maneras muy curiosas si se sabe aplicar.

El brujo ha combinado su magia de electricidad con un artefacto para conducirla. Los alambres sin utilizar son recogidos cuando aprieta un botón, escondiéndose en el guante. Al apretar otro una parte del guante se desprende. Parece un insecto de cuatro patas metálicas, el cual se mantiene unido al guante por un cable metálico.

—Ahora, ¿dónde estaba el otro? —comenta, mientras con sus dedos parece controlar el movimiento del insecto como si se tratase de una marioneta, el que comienza a bajar la escalera.

La cabeza le daba vueltas al chico en el suelo, pero sobre todo le dolía cada posible músculo en existente entre su muslo izquierdo y su hombro derecho. Al verle podía llamar la atención un particular estilo de cabello, todo de puntas. Tardó unos momentos en volver a tener claro dónde estaba y por qué y para esas alturas pudo contemplar cómo el sujeto recibía un nuevo virote, esta vez en el torso.

Se tambaleó, pronunció unas maldiciones y rodó escaleras abajo. Al parecer la pelea llegaba a su fin y podía considerarse que habían ganado, o al menos eso parecía.

Se puso de pie, aunque fue un proceso lento y doloroso. Su cuerpo no respondía bien aún, le dolía todo y los músculos parecían no obedecer.

—Eso dolió de verdad, hermano —comentó mientras comenzaba a bajar las escaleras.

Estuvo un par de veces a punto de caer, pero poco a poco recuperaba sus fuerzas y su control. No había hecho mucho, aunque al menos había servido para recibir los ataques y darle la oportunidad a su compañero de demostrar su potencial. Entonces escuchó un gemido.

—El hijo... de... Giaco —comentó, tosiendo luego, el brujo derrotado— maldita sea... podíamos haber... juntos... hecho... maravillas.

Contempló la escena y supo que aquello podía traer complicaciones a toda la situación. Las palabras del sujeto podían confundir a su compañero. Debían terminar la misión, no podían permitirse dejar al sujeto con vida y que por algún milagro se salvara o recibiera ayuda.

—Hermano, debemos... terminar esto. No lo escuches.

—La ciencia... y la magia... juntas.

—Si quieres yo le doy... el golpe de gracia.

Demian tomó una de sus dagas en las manos, aunque aún su cuerpo temblaba por los efectos de la electricidad en su cuerpo. No sabía bien si iba a poder ser muy certero, pero aunque fuera a puñaladas diversas no sería difícil acabar con su vida.

—Tú dices, hermano, tú decisión.

El brujo tosió en el suelo otra vez.

Demian siente un nudo en el estómago cuando ve a su hermano terminar con la vida del sujeto. No sabe muy bien por qué, quizás es un efecto residual de la electricidad en su cuerpo, o quizás es algo más, quizás comparte o al menos se da cuenta de lo difícil que es todo ello para Chimar. Es en esos instantes cuando Demian sabe que es diferente, que nunca será como los otros niños, hay algo distinto en él que lo hace ser un bicho raro.

—Tienes razón... vamos —contesta.

La salida no es difícil, sólo deben volver sobre sus pasos y ya no está ese mecánico guardián que bien pudo haberles costado la vida. Si lo piensa, todo fue muy fácil, extremadamente fácil, considerando que supuestamente se trataba de una persona poderosa. ¿Es que se estaban volviendo muy buenos o había algo más?

Al momento de salir se fija nuevamente en la puerta por donde entraron. Descubre que la cerradura está rota. Supone que puede haber distintas explicaciones para ese hecho, quizás simplemente la rompió el dueño por algún motivo... o quizás un agente de su maestro les preparó la entrada. No tiene de momento manera de saber eso.

—Nos cubriré con una ilusión, nunca se sabe si hay ojos mirando —menciona.

Crea entonces un efecto ilusorio como de niebla alrededor del lugar donde pasan. No ha debido usar casi nada de su energía mágica en todo el asunto, así que está fresco para ello. Mantiene la ilusión hasta estar nuevamente ocultos en la vegetación fuera de la casa.

—Los Gorriones son imparables, ¿no? —le dice a su hermano para tratar de hacerlo sentir mejor.

No sabe si aquello tendrá mucho resultado, pero ¿qué más puede hacer?.

—Vamos ya, seguro te animas a ver algunos libros de la biblioteca, el maestro seguro te autoriza, hay muchos allí, todo un tesoro. A veces cuando me aburría o... o sólo quería estar solo —recuerda por momentos cuando otros aprendices lo trataban mal, pero prefiere no hablar de ello— entonces iba a la biblioteca y tomaba algún libro.