¿Un lugar inapropiado? [Interpretativo] [Libre] [Cerrado]

Más de una vez nos tuvimos que esconder o desviar del camino debido a que varios guardias caminaban demasiado agitadamente por las calles, seguramente buscándonos por el asesinato de aquel otro a manos de Demian, aunque yo había sido cómplice ya que lo había dejado indefenso y cada vez que escuchábamos los pasos metálicos el recuerdo volvía. Afontunadamente no ocurrió a menudo ya que cuando entramos en los barrios bajos los guardias dejaron de aparecer, casi nunca venían por aqui ya que no se les tenía mucha estima por la zona.

Por el camino les fui contando porque había decidido llevarlos a que conocieran a la mujer que conocía como Mamá-K. - Es una mujer bastante seria, pero muy apreciada entre los huerfanos de las bandas ya que siempre parece tener caldo con restos de carne y verduras. Su local es muy prestigioso y en invierno nos dejaba dormir en una de las salas privadas para que no nos murieramos de frío en las calles. Eso si, las peleas estaban prohibidas ahí dentro, si alguien iniciaba una pelea toda su banda se iba a la calle esa noche, con lo cual nadie lo hacía porque nadie quería ser responsable de que toda su banda durmiera en la calle en invierno, ya os imaginais porque. - entonces me pasé el pulgar por la garganta, una vez había visto a un niño hacer eso y no se le había vuelto a ver desde entonces, su propia banda le hizo pagar caro su error, sin duda.

Eso si, no les expliqué de que clase de local se trataba porque, bueno, quería ver su reacción cuando lo descubrieran, la verdad había creado el suspenso a propósito por la gracia. Nos paramos frente al edifcio, el cual parecía una gran mansión espectacularmente decorada para la zona que era llamada El Farol Rojo. - Vamos. - crucé las puertas con confianza ya que había venido aqui montones de veces, no solo con la banda, si no despues cuando empecé a servir a Kylar como aprendiz puesto que era muy amigo de Mama-K.

Y ahí dentro, bueno, desde luego parecía el último sitio donde un niño debiera estar, puesto que el Farol Rojo era en realidad el burdel más prestigioso de toda la zona. Mujeres despamanantes se paseaban por el lugar con vestidos sugerentes o incluso sin nada en la mitad superior del cuerpo puesto, las paredes y cortinas eran de color rojo lo cual dejaba el lugar en una agradable media luz de tono escarlata  En frente a nosotros había una barra con varias meseras donde servían copas y cócteles, a la izquierda se veía un acceso sin puerta a una sala de cómodos sillones y pipas de fumar y a la derecha un escenario donde varias chicas bailaban sugerentemente.

Me giré hacia ellos sonriendo de medio lado. - No os distraigais mucho. - les dije a mis tres acompañantes mientras zigzagueaba entre los clientes y las honradas trabajadoras hasta unas escaleras que parecían conectar con el piso superior.

- Claro que gana algo. - contesté a Demian como si fuera lo más obvio del mundo. - Al hacer eso el Farol Rojo se convierte en territorio de todos para las bandas de niños, lo cual lo vuelve inmune a los robos no solo por parte de estas, si no tambien los criminales adultos se mantienen al margen puesto que pocos querrían arriesgarse a llevar sobre sus hombros la ira de todas las bandas de huerfanos de la ciudad. - era una forma muy inteligente de protegerse la verdad. Obviamente una sola banda de huerfanos no era un gran peligro para un grupo de ladrones adultos, pero varias cuadrillas de huerganos si lo eran.

No pude evitar reir entre dientes al ver lo nerviosos que se habían puesto por entrar en el burdel, sobre todo Chimar el cual soltó una exclamación que arrancó una carcajada de una chica que había pasado cerca, siempre se divertían mucho con los nervios de los chicos que entraban por primera vez en el local. Tenía que reconocer que yo tambien. - ¿Nunca habíais estado antes en un prostíbulo? - pregunté con fingida inocencia.

- Ahora hablaremos con Mamá-K. - contesté a Demian mientras comenzaba a subir las escaleras, aunque solo subí un escalón antes de subirme hacia Chimar puesto que acababa de escuchar que tenía calor. - Bienvenido a la pubertad, intenta no levantar la tienda de campaña o te lo recordarán el resto de tu vida. - le había pasado una vez a uno de los mayores de la banda, y las prostitutas se lo habían recordado entre risas cada día en el que dormía allí dentro. Yo no me sentía incómodo ante este panorama porque había crecido viendolo, aunque no negaba que cada vez me gustaba más.

Así que encabecé la marcha hacia la habitación de la señora del lugar. Mama-K nos recibió bastante bien, como siempre hacía. Era una mujer que entraba ya en la cuarentena, demasiado mayor para exponerse como hacían las chicas del piso inferior, pero aun así era obvio que había sido una auténtica belleza. Aun con los años la conservaba, solo que no se trataba de una hermosura lujuriosa, si no algo más sofisticado, se podría decir que tenía buena presencia. Y como siempre fue breve con sus palabras ya que era una mujer ocupada, nos dijo que en las cocinas quedaban algunos restos, pero que hoy se habían pasado pocas bandas así que seguramente vendrían más a lo largo del día, con lo cual sería mejor darse prisa antes de que apareciera un grupo más grande de niños hambrientos y acabasen con los restos cual plaga de langostas.

Eso eran malas noticias. - Mejor que agarremos lo que podamos y desaparezcamos, hay algunas personas con las que no me quiero topar... - concretamente con los Dragones Negros, mi antigua banda, aunque era poco probable que nos encontráramos exactamente con ellos. Las cocinas estaban antendidas por mujeres que habían sido prostitutas tambien pero que no habían envejecido bien, lo que en general les daba un aire malhumorado. - No les hagais mucho caso, son unas brujas amargadas... - entonces recordé que estaba hablando con dos brujos. - Ehhhmmm, unas viejas amargadas. - corregí. Pero traté de desviar la atención de ese desliz buscando con la mirada la comida.

Pronto todos se abalanzan sobre la comida y yo hago lo mismo, ahora mismo había bastante variedad lo cual demostraba que, efectivamente, las bandas aun no habían pasado por aqui. Sería mejor llenar los bolsillos ahora que había abundancia porque otro día podríamos no encontrarnos tanta comida, ni tener la oportunidad siquiera de llegar a tiempo para encontrar restos.

La alarma se dispara en mi interior cuando veo a los tres matones acercarse con aires de superioridad a ratita pero rápidamente los gorriones hacemos piña. Ellos son más grandes, pero nosotros somos más, lo que hace que se detengan a analizar sus posibilidades, de hecho, notaba la mirada de uno de ellos clavada en la empuñadura de mi espada, la cual estaba sujetando con una mano por si acaso a alguno de ellos se les ocurría hacer algo estúpido.

- ¿No habreis olvidado las normas de Mamá-K verdad? - a estos chicos no los conocía, y eso no me gustaba. De dormir aqui apiñados conocía al menos de vista a la mayoría de los chicos de las bandas (aunque había algunas bandas que no dormían aqui por lo que no las había visto nunca). De todos modos si estaban aqui ahora confiaba en que sería porque ya habían estado antes y sabían como funcionaba este sitio. - Si tocais un solo pelo a Ratita no podreis volver a entrar en este lugar. - los problemas segun la prostituta debíamos de resolverlos fuera, preferiblemente lejos del local. Era una norma que pocos se habían atrevido a cuestionar, y los que lo habían hecho lo habían pagado caro al final.

Busqué a las cocineras con la mirada pero estaban en otra sección ahora mismo, el hecho de que hubieran esperado a que las mujeres se fueran para aparecer me gustaba aun menos. - Sed inteligentes y largaros de aqui.- amenacé dando a entender que no solo perderían la entrada al lugar si no que además habría consecuencias... físicas si se atrevían a levantar un dedo contra el menor de los gorriones.

El aire rápidamente se pone tenso, preludio de un posible desenlace físico. Chimar arquea su ceja derecha por la analogía que le endosan, eso se gana por tratar de ser educado. Los niños rara vez son tan formales así que algunas veces el inventor queda fuera de lugar en conversaciones aleatorias, con esta gente lo único efectivo es mostrar las armas y vaciar el repertorio de insultos mundanos.

Azoth muestra una postura más acorde, sin duda sabe desenvolverse en situaciones similares. Lo cierto es que las reglas del lugar deberían ser suficiente para evitar tales espectáculos pero algunas veces la gente con poco cerebro termina cometiendo errores, típico en personas con un intelecto limitado. La amenaza general es lanzada aunque los matones parecen hacer caso omiso, “que sorpresa”.

¿¿¡¡Que!!??

Esa suma es astronómica, casi una semana de robos menores. Pagar esta fuera de la ecuación mientras la cantidad continúe igual, demasiado dinero para arrojarlo al pozo. Eso de los préstamos resulta peligroso gracias al interés acumulado, siempre ha sido una forma discreta de robar al más cabezota. La razón por la que ratita recurrió a ese sistema será debatida a profundidad una vez salgan del problema.

Puedo hablar como noble pero no soy uno, eso es demasiado dinero.

De repente alguien interrumpe aquella conversación, una voz extrañamente conocida. Chimar le asocia rápidamente con Mamá-K, recuerda el estilo. Suena algo diferente aunque en teoría el tono cambia cuando gritas, cosas de fonética. Una aparición oportuna que roza lo conveniente, la suerte parece estar de su lado momentáneamente, quien diría que los terminaría “salvando” la dueña.

Alguien olvido la regla numero uno…

Existen algunas variables a tener en cuenta, si salen tendrán que pelear “con resultados posiblemente fatales para alguna facción”, si se quedan tarde o temprano deberán Salir. Chimar aborrece la violencia pero esa cantidad de monedas es muy considerable como para cederla sin luchar, por un momento considera seriamente defenderse usando la fuerza. No significa que alguien deba morir aunque la integridad corporal si puede ser comprometida.

¿Y ahora qué?

Abrí los ojos como platos, ¡¿450 aeros?! Esa cantidad era una locura, yo nunca había tenido tal cantidad de dinero en la mano ni conocía a ningun chaval de la calle que la tuviera. Y aunque alguno fuera capaz de reunirla ya no estaría en la calle mucho más tiempo puesto que podría pagar la cuota para entrar como aprendiz en algun gremio... o sería brutalmente robado por los demás ladronzuelos y su dinero diseminado.

- Sabeis que nadie puede reunir esa cantidad, canallas... - dije con los dientes apretados. Aun así tambien miré a ratita con el ceño fruncido, ¿en que estaba pensando al pedirle dinero prestado a estos tipos? Bueno, daba igual, ahora era mi hermano y debía ayudarle, luego habría tiempo de regañar.

Pero antes de que la situación se tensara aun más la voz de Mamá-K sonó con toda su fuerza en el lugar, lo cual me hizo saltar en el sitio sobresaltado. Nunca antes había oido a la dueña del Farol Rojo gritar, ni siquiera cuando había habido peleas otras veces, con lo cual no pude evitar poner cara de susto  y tragar saliba, si estaba furiosa de verdad las cosas se podían poner feas para todos.

Las cocineras asomaron la cabeza atraidas por el grito y entonces vieron la situación. - ¡Ya habeis oido a la señora, fuera, TODOS! - mierda, mierda, si salíamos todos afuera nada evitaría que esos tipos se nos echaran encima. -Oiga, pero nosotros...- empecé a protestar suavemente, pero entonces una mano con la fuerza de unas tenazas de hierro se cerró en torno a mi oreja y empezó a arrastrarme hacia la salida, bueno, no era el único, un grupo de cocineras había entrado y nos estaban arrastrando a todos hacia fuera. - ¡Nada de quejas pequeño gorrón! Sois una panda de salvajes incapaces de mantener el civismo cuando corresponde, ¡salid afuera a mataros lejos de este lugar, nuestro negocio no tiene porque verse perjudicado por un grupo de mocosos! Si de mi dependiera no volveriais a entrar ninguno, pero la señora es más generosa de lo que os mereceis de modo que, si seguiis vivos, podeis volver mañana. - eso último me lo dijo acercándome la cara tanto que pude oler como su aliento apestaba a cerveza, con lo que no pude reprimir una mueca de asco.

Y finalmente acabamos expulsados del lugar (alguno salió volando y rodando por el suelo) por la puerta trasera. - Mierda. - murmuré, aunque bueno, al menos habíamos sacado bastante comida en los bolsillos y bolsas. El problema es que ahora tendríamos que lidiar con un grupo de cobradores furiosos en tierra de nadie.  

Casi me doy una palmada en la frente cuando Demian trata de amenazarlos con una daga y unos tartamudeos. Como es evidente los matones no parecen temer la capacidad del joven brujo para tropezarse con su propia lengua y empezaron a avanzar con malas intenciones. Demian tambien trató de pasar la antorcha de la diplomacia a Chimar pero a estas alturas esos tipejos no se detendrían ni aunque les enseñaramos una orden real que les obligara a hacerlo, aunque claro, tampoco sabían leer.

Desenvainé la espada lentamente para tratar de parecer más amenazador pero entonces una ballesta resonó y uno de ellos cayó al suelo aullando del dolor. Me giré sorprendido y vi que el disparo había venido de Paz-Ante-Todo-Chimar en persona. Todo el mundo se queda quieto y en silencio del golpe, los otros dos matones parecen haber caído en la cuenta de que nosotros teníamos una espada, una ballesta y varios cuchillos mientras que ellos iban con navajas con lo que una pelea podría ser suicida para ellos.

Me quedé totalmente mudo mientras Chimar hablaba ya que siempre lo había visto como la contraposición de Demian, totalmente calmado y procurando evitar herir de verdad como había hecho antes con los guardias. No obstante ese virote se había hundido hasta el fondo en el hombro del matón. No pude evitar esbozar una semisonrisa.

No hizo falta que yo interviniera más, los matones se dieron cuenta de que estaban jodidos así que tuvieron el buen sentido comun de no atacarnos aun cuando se recuperaron de la impresión de ver la flecha volar. Los dos que estaban bien se acercaron al que estaba tumbado y lo levantaron entre los dos. - Esto no quedará así. - dijo uno de ellos gracias al valor estúpido que tiene todo bravucón mientras se retiraba. - Estais muertos, ¡los cuatro! - exclamaron mientras se alejaban. - ¡El Puño sabrá de esto! - gritaron una vez más mientras se tambaleaban alejándose.

Ese nombre me quitó el color de la cara, no podía ser verdad, ¿de todas las bandas de niños tenía que ser precisamente esa? Me encaré hacia ratita con un rictus de furia. - ¡¿Le has pedido dinero a los Dragones Negros?! - dije con un tono más duro del que pretendía. Pero sabía quien era el Puño, lo conocía y, aunque esos chicos debían de ser nuevos integrantes y por eso no los había reconocido, sabía de lo que eran capaces los Dragones Negros.

Escuché la historia de ratita con paciencia y suspiré. No era el primero que se metía en un problema de ese calibre y la mayoría de las veces el final no era feliz, al menos, nunca antes había escuchado hablar de ningun moroso de los bajos fondos que lograra esquivar a los enfurecidos cobradores de forma indefinida.

Pero no podía culparle por lo que había hecho, por lo que me limité a removerle el pelo un poquito. - Hiciste lo que tenías que hacer. -  ¿como culparle por querer sobrevivir? No sabía quien era ese don Paulus pero si era alguien poderoso podría ser peor que cualquier banda de huerfanos. Claro que ahora estaba metido en un problema bastante gordo (y por extensión todos lo estábamos), pero con la cabeza fria podríamos encontrar una solución a esto.

Sonreí de medio lado cuando Demian dijo que podían besar sus dagas, admiraba su decisión pero me preocupaba que no fuera consciente del problema. De hecho Chimar tampoco parecía estar especialmente preocupado, lo cual me hizo suspirar. Yo había crecido en los bajos fondos, en el mundo de las bandas, sabía lo que se cocía y de lo que eran capaces. - Esto no es ninguna broma. - dije tratando de parecer serio de nuevo.   

- Mañana. - contesté a Demian acerca de la comida mientras sacaba una pera en un ligero mal estado y le daba un mordisco. Por hoy era mejor no poner a prueba a Mamá-K.

- Si. - contesto a Chimar. - Pero no aqui, volvamos a la Ratonera. - añadí dirigiendo mi mirada hacia la colina donde se veía la torre presuntamente embrujada. Prefería que salieramos del lugar lo antes posible antes de que apareciera toda la banda pidiendo sangre. Me temía que Chimar había podido empeorar la situación, pero por otro lado no habíamos tenido más elección, la pelea habría estallado de cualquier modo y de ese modo el joven brujo con ballesta se había asegurado de que no nos hirieran a nosotros... esta vez.

No entendía de lo que hablaban, no sabía que era eso de extinguirse ni tampoco sé que relación tenía con lo que dijo Chimar acerca de que solo sobrevive la especie más adaptable. ¿Como que sobrevive una especie? Las especies no morían nunca, todas sobrevivían. Quizás se refería solo a los individuos de la misma, aunque me parecía un poco complicado de explicar. De todos modos para no hacer patente mi ignorancia me mantuve en silencio.

- ¿Que...? - lo siguiente que dijo Demian me dejó desconcertado y sin saber muy bien que decir. ¿Era capaz de suplantar voces? ¿Y lo había hecho con Mamá-K? Esperaba que nunca se enterara porque seguro que se pondría hecha una furia. Una vez más me sentí fuera de lugar porque los otros dos gorriones no parecían impresionados, lo cual era comprensible, con dos brujos en esa torre seguro que había magia por todas partes. Imaginaba que acabaría acostumbrándome a ello, Ratita al menos parecía haberse adaptado a ellos.

Entonces, mientras caminábamos el chico tartamudo contó una historia acerca de un dragón negro que me hizo esbozar una semironrisa. - No creo en cuentos para dormir, no creo que existan los dragones, ni negros ni de otra clase. - nunca había visto uno. Si, evidentemente había oido como todos que en un lugar lejano había varios dragones, pero teniendo en cuenta que apenas había salido de Lunargenta mi visión del mundo era un poco limitada y era excéptico por naturaleza, estaba bastante seguro de que todas esas historias eran leyendas que se transmitían de generación en generación, pero la mayor parte de la gente nunca había salido de la peninsula para comprobarlo y los que hacían y volvían con historias de esa clase me parecían unos meros fanfarrones.

No pude evitar una carcajada ante la ironia de Chimar ante la revelación de Demian acerca de que su elemento afín era la oscuridad. - ¿Que tiene de malo la oscuridad? - pregunté al joven brujo.

Salté en el sitio cuando Chimar preguntó acerca de echar una carrera hasta el lugar. - Venga va. - dije parandome e inclinándome ligeramente hacia delante. - Preparados, listos, ¡ya! - me tomé la libertad de dar la señal y salí corriendo a toda velocidad en cuanto terminé.

Los perdí de vista en seguida ya que decidí ir por una calle diferente, zizagueé entre la multitud, salté por encima de carros y pasé por debajo de caballos todo lo rápido que podía, aunque no sabía como de rápidos o ágiles eran los otros muchachos, así que en cuanto llegué resoplando a la torre no sabía si me los encontraría ya allí o si sería el primero en llegar.