La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
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La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Cuando conseguí limpiar mi nombre del estúpido asesinato del que me habían culpado en lo que fue mi primera toma de contacto con la capital del mundo, dispuse del tiempo suficiente como para seguir las indicaciones que me había dado el anciano de la plaza del mercado y dirigirme a los barrios más bajos del distrito portuario, donde supuestamente había ido a retirarse Malcolm Forvey. El antiguo vampirólogo de los Cazadores al que intentaba reclutar.
Sin embargo, durante nuestra conversación, nunca vi al hombre muy animado a unirse de nuevo. Aquello entraba dentro de lo previsto. No podía ser fácil convencer a alguien de volver a luchar por una causa que resultó perdida y fatídica hacía ya 30 años. Cuando yo ni siquiera había nacido. En aquel momento los Cazadores fueron avasallados por vampiros.
-Tendrás que traerme algo que demuestre que eres una auténtica cazadora – me insinuó. Y qué “fácil” sonaba. – Hay un objeto que llevo tiempo buscando… - continuó – Un libro. Un necronomicón. Sobre rituales vampíricos ancestrales. – me enseñó un boceto del libro. La portada era de color rojo con unas letras en un idioma que no comprendía – El único ejemplar conocido estaba en la biblioteca nacional. Pero alguien lo robó hace una semana. Los guardias no han dado con el villano que lo hizo. Pero sospecho que la Hermandad podría estar detrás de esto. – se acercó a mí y me lanzó un tono desafiante. – Si eres una auténtica rastreadora, deberías ser capaz de dar con él y recuperarlo.
No musité ni una palabra, como solía ser propio en mí. Tan solo asentí con un gesto serio con la cabeza y abandoné la casa. Si era un libro robado por vampiros, estaba claro que, a menos que el ladrón fuera torpe, la guardia no iba a dar con ellos. Pero yo estaba aburrida de rastrear de vampiros, aquello sería otro día en la oficina.
Tras salir de la casa, en el distrito portuario, lo primero que debería de hacer era dirigirme al puesto de guardia. A preguntar las conclusiones a las que se habían llegado en su infructuosa invesi. Me costó llegar. Pues Lunargenta era una ciudad enorme y no la conocía prácticamente. Así que tras varios intentos y preguntas logré llegar al puesto de la guardia local. Un edificio de un par de pisos en el que un guardia parecía poco dispuesto a dejarme entrar.
-¿Así que quiere investigar un robo, señorita? – me preguntó el portero. Interponiéndose entre la puerta y yo – Si la guardia no ha dado con el libro, dudo que usted lo consiga.
-Soy profesional. – le repliqué con mi habitual voz baja y tono seco.
-¿Y cree que la voy a dejar pasar con esos ropajes oscuros y semejante armamento? – era lógico que mi aspecto no animara a dejarme pasar. Una mujer con cara seria, de metro ochenta, vestida con cuero negro ceñido, indumentaria típica de los cazadores de vampiros, que además servía para camuflarnos durante la noche, las dos ballestas de manos que colgaban de mi cinturón, la daga de plata atada al muslo, las bombas atadas al cinturón y, sobretodo, la ballesta de más de medio metro que llevaba a la espalda hacían de mí parecer una auténtica carnicera. -¿A dónde cree que va así? Podría detenerla ahora mismo por peligrosidad
Pero ese era el equipo mínimo que todo cazavampiros debería llevar. Lo cierto es que no era la ropa ideal para intentar entrar a un puesto de guardia. Tendría que intentar convencer al guardia de alguna manera pues necesitaba hablar con el responsable de la investigación, tal vez pudiera darme alguna pista clave.
Sin embargo, durante nuestra conversación, nunca vi al hombre muy animado a unirse de nuevo. Aquello entraba dentro de lo previsto. No podía ser fácil convencer a alguien de volver a luchar por una causa que resultó perdida y fatídica hacía ya 30 años. Cuando yo ni siquiera había nacido. En aquel momento los Cazadores fueron avasallados por vampiros.
-Tendrás que traerme algo que demuestre que eres una auténtica cazadora – me insinuó. Y qué “fácil” sonaba. – Hay un objeto que llevo tiempo buscando… - continuó – Un libro. Un necronomicón. Sobre rituales vampíricos ancestrales. – me enseñó un boceto del libro. La portada era de color rojo con unas letras en un idioma que no comprendía – El único ejemplar conocido estaba en la biblioteca nacional. Pero alguien lo robó hace una semana. Los guardias no han dado con el villano que lo hizo. Pero sospecho que la Hermandad podría estar detrás de esto. – se acercó a mí y me lanzó un tono desafiante. – Si eres una auténtica rastreadora, deberías ser capaz de dar con él y recuperarlo.
No musité ni una palabra, como solía ser propio en mí. Tan solo asentí con un gesto serio con la cabeza y abandoné la casa. Si era un libro robado por vampiros, estaba claro que, a menos que el ladrón fuera torpe, la guardia no iba a dar con ellos. Pero yo estaba aburrida de rastrear de vampiros, aquello sería otro día en la oficina.
Tras salir de la casa, en el distrito portuario, lo primero que debería de hacer era dirigirme al puesto de guardia. A preguntar las conclusiones a las que se habían llegado en su infructuosa invesi. Me costó llegar. Pues Lunargenta era una ciudad enorme y no la conocía prácticamente. Así que tras varios intentos y preguntas logré llegar al puesto de la guardia local. Un edificio de un par de pisos en el que un guardia parecía poco dispuesto a dejarme entrar.
-¿Así que quiere investigar un robo, señorita? – me preguntó el portero. Interponiéndose entre la puerta y yo – Si la guardia no ha dado con el libro, dudo que usted lo consiga.
-Soy profesional. – le repliqué con mi habitual voz baja y tono seco.
-¿Y cree que la voy a dejar pasar con esos ropajes oscuros y semejante armamento? – era lógico que mi aspecto no animara a dejarme pasar. Una mujer con cara seria, de metro ochenta, vestida con cuero negro ceñido, indumentaria típica de los cazadores de vampiros, que además servía para camuflarnos durante la noche, las dos ballestas de manos que colgaban de mi cinturón, la daga de plata atada al muslo, las bombas atadas al cinturón y, sobretodo, la ballesta de más de medio metro que llevaba a la espalda hacían de mí parecer una auténtica carnicera. -¿A dónde cree que va así? Podría detenerla ahora mismo por peligrosidad
Pero ese era el equipo mínimo que todo cazavampiros debería llevar. Lo cierto es que no era la ropa ideal para intentar entrar a un puesto de guardia. Tendría que intentar convencer al guardia de alguna manera pues necesitaba hablar con el responsable de la investigación, tal vez pudiera darme alguna pista clave.
Última edición por Huracán el Dom Ene 24 2016, 21:59, editado 1 vez
Anastasia Boisson
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Desde uno de los tejadillos, se observaba como una mujer vestida de negro trataba de entrar buscando pistas, que por lo que escuchó Runa trataba de un robo importante.
¿Un robo?, estoy segura de quién se trata...
Runa memorizó que existía un joven llamada Melphil, era profesional, ella no robaba unas simples monedas o pequeños objetos,siempre daba a cosas grandes, cosas que lograran darle un poder absoluto.Era terca y muy egoísta y estaba claro que no darían con ella así como así. Necesitarían un buen rastreador para ello...
En fin yo me marcho de aquí antes e que me meta en problemas...
Con una pisada fuerte una de las tejas crujió y se partió por la mitad llamando la atención de la guardia y aquella mujer tan misteriosa.
¿Que haces ahí?, Robus detenle
Indicó uno de los guardias que se aproximó al tejado con intenciones de atraparla,Runa enseguida reacciono y comenzó a correr por la fila superior hacía el pueblo.El guardia aun estaba subiendo a el , eran muchos minutos de ventaja , era imposible que la atrapara, además esta vez, no había hecho nada,había tan solo limitado a ojear por simple coincidencia y se veía vuelta en problemas.
Ahí esta
Saltó por uno de los canalones y deprisa comenzó a mezclarse con la gente, por suerte para ella, ese día había mucha,se apoyó en una de las esquinas de un callejón y suspiró
¿Quién era esa mujer?
¿Un robo?, estoy segura de quién se trata...
Runa memorizó que existía un joven llamada Melphil, era profesional, ella no robaba unas simples monedas o pequeños objetos,siempre daba a cosas grandes, cosas que lograran darle un poder absoluto.Era terca y muy egoísta y estaba claro que no darían con ella así como así. Necesitarían un buen rastreador para ello...
En fin yo me marcho de aquí antes e que me meta en problemas...
Con una pisada fuerte una de las tejas crujió y se partió por la mitad llamando la atención de la guardia y aquella mujer tan misteriosa.
¿Que haces ahí?, Robus detenle
Indicó uno de los guardias que se aproximó al tejado con intenciones de atraparla,Runa enseguida reacciono y comenzó a correr por la fila superior hacía el pueblo.El guardia aun estaba subiendo a el , eran muchos minutos de ventaja , era imposible que la atrapara, además esta vez, no había hecho nada,había tan solo limitado a ojear por simple coincidencia y se veía vuelta en problemas.
Ahí esta
Saltó por uno de los canalones y deprisa comenzó a mezclarse con la gente, por suerte para ella, ese día había mucha,se apoyó en una de las esquinas de un callejón y suspiró
¿Quién era esa mujer?
Runa Thorgil
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Lancé otra vez la piedrecita que golpeó y rebotó en la pared de la celda, la recogí y la volví a lanzar de nuevo, ese había sido mi entretenimiento las últimas horas, encerrado en esta asquerosa celda en el puesto de guardia.
Me habían atrapado anoche, yo solo estaba yendo a por un encargo cuando el callejón se llenó de guardias y delincuentes que estaban huyendo de ni se dónde, maldita sea mi suerte, siempre en el lugar equivocado en el momento inoportuno, el resto lo de siempre, paliza gratuita y a la celda sin un futuro claro.
-¿Oigan no me tendrían que haber traído la comida hace varias horas?- comenté a un par de guardias sentados en la mesa jugando a las cartas que se echaron a reír.
-Jajajajá, si si claro necio, tu espera sentado, en breves llegará un sabroso bistec para ti-
-Si jajaja- rio el otro –Justo en su punto-
-Les he dicho mil veces que soy inocente, yo solo pasaba por allí y me vi envuelto en todo el fregado yo..- Maldije aferrado a los barrotes.
-¿Pero tú te crees que somos idiotas?- Me increpó uno de los dos guardias.
-Si… digo no no no, esto es un desafortunado error, si hablan con el tabernero de la rosa encantada les dirá que…-
-Calla imbécil no nos hagas enfadar- gritó y siguieron la partida, yo me senté en la sucia banqueta manchada de los desperdicios del anterior gandul que estuvo aquí, y en ese momento escuché algo de tumulto fuera.
Me subí a la banqueta y me asomé al pequeño ventanuco enrejado que daba a la calle junto a la puerta del puesto, no podía ver demasiado, solo los habituales transeúntes y a una mujer de imponente aspecto que estaba dialogando con el guardia de la entrada, me fije en ella, desde luego era lo más interesante que había visto en toda la mañana, antes incluso, un curioso traje de cuero que la sentaba realmente bien y al menos un par de ballestas de impecable fractura, fuera lo que fuera no era panadera.
Saqué un poco la cara por los barrotes e intenté llamar su atención -Ey oye, sácame de aquí, diles que me conoces, te ayudaré, puedo ayudarte- dije con la mejor de mis sonrisas sin las más remota idea de que había venido a hacer aquí la mujer, aunque por sus pintas, seguro que era algo importante.
-¡Tu calla desgraciado!, no has cerrado el pico en todo el día- me gritó el guardia arrojándome una piedra que esquivé de milagro.
-Nonono, diles que soy inocente, paga la fianza, te lo devolveré lo juro, puedo…-
-Que te calles- gritó el guardia tirándome otra piedra que me dio y me hizo caer de espaldas de nuevo en el sucio suelo de la celda.
Desde luego estaba bien jodido, esa mujer iba a lo suyo y no me iba a ayudar ni de coña, y algo me decía que ese bistec en su punto no iba a llegar.
Me habían atrapado anoche, yo solo estaba yendo a por un encargo cuando el callejón se llenó de guardias y delincuentes que estaban huyendo de ni se dónde, maldita sea mi suerte, siempre en el lugar equivocado en el momento inoportuno, el resto lo de siempre, paliza gratuita y a la celda sin un futuro claro.
-¿Oigan no me tendrían que haber traído la comida hace varias horas?- comenté a un par de guardias sentados en la mesa jugando a las cartas que se echaron a reír.
-Jajajajá, si si claro necio, tu espera sentado, en breves llegará un sabroso bistec para ti-
-Si jajaja- rio el otro –Justo en su punto-
-Les he dicho mil veces que soy inocente, yo solo pasaba por allí y me vi envuelto en todo el fregado yo..- Maldije aferrado a los barrotes.
-¿Pero tú te crees que somos idiotas?- Me increpó uno de los dos guardias.
-Si… digo no no no, esto es un desafortunado error, si hablan con el tabernero de la rosa encantada les dirá que…-
-Calla imbécil no nos hagas enfadar- gritó y siguieron la partida, yo me senté en la sucia banqueta manchada de los desperdicios del anterior gandul que estuvo aquí, y en ese momento escuché algo de tumulto fuera.
Me subí a la banqueta y me asomé al pequeño ventanuco enrejado que daba a la calle junto a la puerta del puesto, no podía ver demasiado, solo los habituales transeúntes y a una mujer de imponente aspecto que estaba dialogando con el guardia de la entrada, me fije en ella, desde luego era lo más interesante que había visto en toda la mañana, antes incluso, un curioso traje de cuero que la sentaba realmente bien y al menos un par de ballestas de impecable fractura, fuera lo que fuera no era panadera.
Saqué un poco la cara por los barrotes e intenté llamar su atención -Ey oye, sácame de aquí, diles que me conoces, te ayudaré, puedo ayudarte- dije con la mejor de mis sonrisas sin las más remota idea de que había venido a hacer aquí la mujer, aunque por sus pintas, seguro que era algo importante.
-¡Tu calla desgraciado!, no has cerrado el pico en todo el día- me gritó el guardia arrojándome una piedra que esquivé de milagro.
-Nonono, diles que soy inocente, paga la fianza, te lo devolveré lo juro, puedo…-
-Que te calles- gritó el guardia tirándome otra piedra que me dio y me hizo caer de espaldas de nuevo en el sucio suelo de la celda.
Desde luego estaba bien jodido, esa mujer iba a lo suyo y no me iba a ayudar ni de coña, y algo me decía que ese bistec en su punto no iba a llegar.
Schott
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
-Quiero hablar con su capitán – repliqué roncamente, de brazos cruzados, y manteniendo el gesto de seriedad.
-Y yo quería que las furcias estuvieran más baratas – contestó descortésmente, a lo que su compañero de puerta comenzó a reír.
La insolencia de aquel hombre, en otras circunstancias, le costarían un flechazo entre ceja y ceja. Simplemente mantuve mi rostro seriedad. Después de que me culparan de un asesinato ya había tenido bastantes problemas con la autoridad local. Tenía que ganarme el respeto de aquellos tipos si quería que me dejasen hablar con el capitán.
Mientras todavía charlaba con ellos, noté como un tipo, desde un ventanuco en una pared del edificio, un pelirrojo me pedía que lo sacara de allí a cambio de ayuda. ¿Se cree que soy imbécil? ¿Cómo pensaba que lo iba a hacer? ¿Matando a todos los guardias? Sería una posibilidad. Pero no tenía ganas de acabar mal en la ciudad. Lo mejor era ponerle una mueca de desprecio y seguir a lo mío. Uno de los dos guardias se percató de que estaba mirando hacia él, y rápidamente se dirigió hacia él.
-¡Qué cojones andas tramando, bribón! – gritó - ¡Que le den una paliza!
Poco me importaba lo que le hicieran a aquel muchacho, aunque no parecía tener cara de mal tipo. De todos modos. No era mi guerra. Los cazadores éramos profesionales y no solíamos ayudar altruistamente a nadie, y menos a un preso, que si estaba en la cárcel era por algo.
Cuando el guardia se giró, se percató de que alguien correteaba en los tejados. A nuestras espaldas, una mujer vestida con unos paños viejos estaba escuchando nuestra conversación. Ordenó al otro compañero detenerla, que torpemente intentó escalar por un canalón para detenerla. Evidentemente ella ya había huido. Seguramente fuera una ladronzuela a la que la guardia llevaría tiempo buscando.
Me dediqué a perseguirla desde el suelo, a un ritmo acelerado, aunque sin llegar a correr. Atraparla era mi opción para que me permitiesen hablar con el capitán. Traté de no perderla de vista. Huir por los tejados. ¿Acaso no se da cuenta de que se le ve mejor? Traté de observar por donde iba saltando y la perseguí desde la parte inferior del suelo. Esquivando las multitudes.
-No vas a escapar – me dije a mi misma. Y es que para alguien acostumbrado a rastraer vampiros, perseguir a una joven ladronzuela era bastante sencillo. Tenía que entrar a ese puesto de guardia o conseguir alguna pista sobre el ladrón del libro. Y eso es exactamente lo que haría.
Al poco, observé como desaparecía en el borde de uno de los edificios, estaría bajando por un canalón al otro lado de este. Giré la esquina ahora casi corriendo, y, efectivamente, la observé tratando de mezclarse entre la multitud. Había bastante gente en aquella calle. Pero Anastasia no falla en sus cacerías. Atravesó una plaza y se escondió exhausta tras un callejón. Presa fácil. No creo que hiciera falta ni dispararle a la pierna. Simplemente desenfundé una de mis ballestas pequeñas.
-Huracán. – le dije saliendo por sorpresa del callejón y rozando su hombro con la punta de la flecha. – Puedes huir de la autoridad. – dije con semblante serio – Pero no puedes huir de mí. – y lo rematé con una sonrisa, para dejarle claro que yo no era una estúpida guardia de la ciudad. - Ahora me vas a acompañar al puesto de guardia. ¿Vale? – le pregunté con una voz ronca y mirada desafiante, con el mismo gesto con el que suelo mirar a los vampiros. Típico recurso para tratar de intimidar. Aunque mi aspecto ya solía asustar a los bandidos comunes.
-Y yo quería que las furcias estuvieran más baratas – contestó descortésmente, a lo que su compañero de puerta comenzó a reír.
La insolencia de aquel hombre, en otras circunstancias, le costarían un flechazo entre ceja y ceja. Simplemente mantuve mi rostro seriedad. Después de que me culparan de un asesinato ya había tenido bastantes problemas con la autoridad local. Tenía que ganarme el respeto de aquellos tipos si quería que me dejasen hablar con el capitán.
Mientras todavía charlaba con ellos, noté como un tipo, desde un ventanuco en una pared del edificio, un pelirrojo me pedía que lo sacara de allí a cambio de ayuda. ¿Se cree que soy imbécil? ¿Cómo pensaba que lo iba a hacer? ¿Matando a todos los guardias? Sería una posibilidad. Pero no tenía ganas de acabar mal en la ciudad. Lo mejor era ponerle una mueca de desprecio y seguir a lo mío. Uno de los dos guardias se percató de que estaba mirando hacia él, y rápidamente se dirigió hacia él.
-¡Qué cojones andas tramando, bribón! – gritó - ¡Que le den una paliza!
Poco me importaba lo que le hicieran a aquel muchacho, aunque no parecía tener cara de mal tipo. De todos modos. No era mi guerra. Los cazadores éramos profesionales y no solíamos ayudar altruistamente a nadie, y menos a un preso, que si estaba en la cárcel era por algo.
Cuando el guardia se giró, se percató de que alguien correteaba en los tejados. A nuestras espaldas, una mujer vestida con unos paños viejos estaba escuchando nuestra conversación. Ordenó al otro compañero detenerla, que torpemente intentó escalar por un canalón para detenerla. Evidentemente ella ya había huido. Seguramente fuera una ladronzuela a la que la guardia llevaría tiempo buscando.
Me dediqué a perseguirla desde el suelo, a un ritmo acelerado, aunque sin llegar a correr. Atraparla era mi opción para que me permitiesen hablar con el capitán. Traté de no perderla de vista. Huir por los tejados. ¿Acaso no se da cuenta de que se le ve mejor? Traté de observar por donde iba saltando y la perseguí desde la parte inferior del suelo. Esquivando las multitudes.
-No vas a escapar – me dije a mi misma. Y es que para alguien acostumbrado a rastraer vampiros, perseguir a una joven ladronzuela era bastante sencillo. Tenía que entrar a ese puesto de guardia o conseguir alguna pista sobre el ladrón del libro. Y eso es exactamente lo que haría.
Al poco, observé como desaparecía en el borde de uno de los edificios, estaría bajando por un canalón al otro lado de este. Giré la esquina ahora casi corriendo, y, efectivamente, la observé tratando de mezclarse entre la multitud. Había bastante gente en aquella calle. Pero Anastasia no falla en sus cacerías. Atravesó una plaza y se escondió exhausta tras un callejón. Presa fácil. No creo que hiciera falta ni dispararle a la pierna. Simplemente desenfundé una de mis ballestas pequeñas.
-Huracán. – le dije saliendo por sorpresa del callejón y rozando su hombro con la punta de la flecha. – Puedes huir de la autoridad. – dije con semblante serio – Pero no puedes huir de mí. – y lo rematé con una sonrisa, para dejarle claro que yo no era una estúpida guardia de la ciudad. - Ahora me vas a acompañar al puesto de guardia. ¿Vale? – le pregunté con una voz ronca y mirada desafiante, con el mismo gesto con el que suelo mirar a los vampiros. Típico recurso para tratar de intimidar. Aunque mi aspecto ya solía asustar a los bandidos comunes.
Anastasia Boisson
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Se encontraba con la misteriosa mujer apuntando a su hombro a espaldas de ella,uno de los motivos que más le hacían rabiar,como alguien se atrevía a atacar o amenazar a la retaguardia.Con una voz ronca y seria,esa mujer quería obligarla a presentarse ante la guardia, ¿Por estar en los tejados?, era demasiado cínico para ella.Ella notaba que era mujer de tomarse las cosas demasiado a pecho,una mujer fuerte pero con una debilidad... El ego.
¿No sabía que apuntar con un arma por la espalda era la justicia?
Sonrió mostrandose tranquila.
Y mucho menos tener que ser presa por cotillear una conversación
Cogió la punta de la flecha y la retiró lentamente sin producir ninguna sospecha de ataque o huida, mostrando cara a cara a aquella mujer la paz que mantenía. Observó en sus ojos la frialdad, sabía que iba en serio y en un intento torpe podría perder un miembro o la vida.
La gente normal te temería, es normal, eres una mujer fuerte y fría. Está claro que empiezas lo que acabas.
El rostro de Runa comenzó a cambiar, las facciones empezaron a ponerse duras,comenzaba a mostrar su lado más frío ante ella.
Pero si fueras tan profesional, sabrías que estás dando con la persona equivocada. ¿Entregarme? No te confundas,no soy una criminal,y nunca cederé ante ningún chantaje.
Apretó su puño fuertemente,preparada ante cualquier situación.
¿Crees realmente la guardia va ayudarte? ¿su capitán?, ni en un millón de años obtendrás ayuda de ellos. Las únicas personas que pueden dar con esa ladrona es gente como yo, que conoce las calles o los atajos de la ciudad.Pero te dará igual porque estáis acostumbrados a llevar gente inocente allí.
Tan solo lentamente dio pasos hacia atrás con sumo cuidado.
Además, ¿Porqué ayudas a esa gente , cuando te ha menospreciado como mujer hace un momento?
Agachándose ligeramente cogió un poco de tierra y se lo tiró al rostro impidiendo visión.
Lo siento
Aprovechó y salió de nuevo entre la gente hasta meterse en un suburbio de gente como ella, donde sabría que tendría defensa. No tenía nada en contra de esa mujer, pero tampoco iba a permitir que la trataran de lo que no era.
¿No sabía que apuntar con un arma por la espalda era la justicia?
Sonrió mostrandose tranquila.
Y mucho menos tener que ser presa por cotillear una conversación
Cogió la punta de la flecha y la retiró lentamente sin producir ninguna sospecha de ataque o huida, mostrando cara a cara a aquella mujer la paz que mantenía. Observó en sus ojos la frialdad, sabía que iba en serio y en un intento torpe podría perder un miembro o la vida.
La gente normal te temería, es normal, eres una mujer fuerte y fría. Está claro que empiezas lo que acabas.
El rostro de Runa comenzó a cambiar, las facciones empezaron a ponerse duras,comenzaba a mostrar su lado más frío ante ella.
Pero si fueras tan profesional, sabrías que estás dando con la persona equivocada. ¿Entregarme? No te confundas,no soy una criminal,y nunca cederé ante ningún chantaje.
Apretó su puño fuertemente,preparada ante cualquier situación.
¿Crees realmente la guardia va ayudarte? ¿su capitán?, ni en un millón de años obtendrás ayuda de ellos. Las únicas personas que pueden dar con esa ladrona es gente como yo, que conoce las calles o los atajos de la ciudad.Pero te dará igual porque estáis acostumbrados a llevar gente inocente allí.
Tan solo lentamente dio pasos hacia atrás con sumo cuidado.
Además, ¿Porqué ayudas a esa gente , cuando te ha menospreciado como mujer hace un momento?
Agachándose ligeramente cogió un poco de tierra y se lo tiró al rostro impidiendo visión.
Lo siento
Aprovechó y salió de nuevo entre la gente hasta meterse en un suburbio de gente como ella, donde sabría que tendría defensa. No tenía nada en contra de esa mujer, pero tampoco iba a permitir que la trataran de lo que no era.
Runa Thorgil
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Me recosté de nuevo en la pared de la celda, no, no había colado, era de prever, sin embargo era posible que me saliera caro, al poco el guardia de la entrada se asomó por la puerta y dijo.
-Ey, no me habéis oído, darle una paliza a ese truhan- se giró y volvió a salir.
Los dos guardias en la mesa sonrieron y se levantaron.
-Vaya vaya, ¿con que te gusta molestar a los transeúntes eh?-
-Nonono, verán, esto es todo un error, un malentendido si-
Los guardias se pusieron frente a las rejas de la puerta mientras uno buscaba la llave.
-Nonono, mirad, puedo ayudaros se hacer cosas, si soy, soy herrero, esto.., esto lo tenéis fatal, esa espada que llevas, me apuesto lo que quieras a que ha perdido su filo, si me permites echarla un vistazo yo..-
-¿Pero me tomas por necio?-
-Nononono- logré articular antes de que su bota me diera en la cara.
-Dejadme, conozco a gente, gente importante, avisad..avisad a Alanna, es guardia, si, ella intercederá por mi sí..si veis..- Otro golpe.
-No digas bobadas, solo eres un jovenzuelo cabeza hueca que cree que los nobles ideales aun mueven este mundo-
-Nonono, nada más lejos, yo..- otro golpe más.
Pensé que iban a seguir cuando un tipo entró por la puerta, parecía un simple comerciante, por suerte los guardias debieron pensar que apalear a un preso daba mala imagen, así que pararon y fueron a atenderle, lo típico, alguien le había robado la bolsa de monedas, me reiría si no fuera porque a mí me la habían hurtado también hace dos noches.
Me asomé de nuevo por el ventanuco a observar la calle y esperé que de algún modo los barrotes se derritieran con mi pensamiento, de momento el asunto parecía ir para largo.
-Ey, no me habéis oído, darle una paliza a ese truhan- se giró y volvió a salir.
Los dos guardias en la mesa sonrieron y se levantaron.
-Vaya vaya, ¿con que te gusta molestar a los transeúntes eh?-
-Nonono, verán, esto es todo un error, un malentendido si-
Los guardias se pusieron frente a las rejas de la puerta mientras uno buscaba la llave.
-Nonono, mirad, puedo ayudaros se hacer cosas, si soy, soy herrero, esto.., esto lo tenéis fatal, esa espada que llevas, me apuesto lo que quieras a que ha perdido su filo, si me permites echarla un vistazo yo..-
-¿Pero me tomas por necio?-
-Nononono- logré articular antes de que su bota me diera en la cara.
-Dejadme, conozco a gente, gente importante, avisad..avisad a Alanna, es guardia, si, ella intercederá por mi sí..si veis..- Otro golpe.
-No digas bobadas, solo eres un jovenzuelo cabeza hueca que cree que los nobles ideales aun mueven este mundo-
-Nonono, nada más lejos, yo..- otro golpe más.
Pensé que iban a seguir cuando un tipo entró por la puerta, parecía un simple comerciante, por suerte los guardias debieron pensar que apalear a un preso daba mala imagen, así que pararon y fueron a atenderle, lo típico, alguien le había robado la bolsa de monedas, me reiría si no fuera porque a mí me la habían hurtado también hace dos noches.
Me asomé de nuevo por el ventanuco a observar la calle y esperé que de algún modo los barrotes se derritieran con mi pensamiento, de momento el asunto parecía ir para largo.
Última edición por Schott el Lun Ene 11 2016, 11:27, editado 1 vez
Schott
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Mis palabras no parecieron amedentrar a la joven, que mostraba un cierto descaro, al contrario que otra gente que solía sentirse intimidada. Que no fuera una cobarde ya me gustaba. Era de las mías. Aunque para mí siempre primaba más el orden que la rebeldía. Me daba algo de pena e incluso aflojé la mano para que quitara mi ballesta del hombro. Incluso intentó poner cara de enfado. Pobre. ¿Querrá intimidarme a mí? ¿A una bruja cazadora de vampiros? ¿Va a atizarme con su palo?
Confesaba ser inocente. Así como aseguraba que ella podría encontrar al ladrón del libro. Eso me gustaba más. Puse una mueca de sonrisa irónica. En lo que sí tenía razón era en lo de ayudar a la guardia, unos tipos que merecían una flecha en los testículos. Poco me importaba la guardia si ella me ayudaba a encontrar al libro.
-Está bien, hagamos un tra… - pero no pude decir nada. Me había lanzado tierra a la cara. Haciéndome toser. – Joder… - me dije a mi misma cuando retomé la compostura, observando como corría, antes de que se mezclara entre la gente y le perdiese la vista. Parecía que se me había ido. Podría buscarla, pero no quería perder el tiempo atrapando gratuitamente a una ladronzuela. Decidí volver al puesto de guardia. A fin de cuentas, por sus pintas probablemente solo robaría para sobrevivir.
Caminando de vuelta, me acordé del joven pelirrojo que aseguraba que podía ayudarme. No sé muy bien como lo haría. Pero podría hacer un pacto con él. Cuando llegué al puesto de guardia, percibí que no había nadie, pero ahí seguía el muchacho, asomando la cabeza con una cara de empanada que no podía con él. ¿Ese inútil podría llevarme al ladrón? Tampoco tenía otra opción. Me acerqué junto a su ventanuco y apoyé una rodilla en el suelo. Si no tenía ni idea, sería mejor para su salud que se quedase encerrado.
-¿Antes dijiste que podrías ayudarme a encontrar al ladrón? – le pregunté. Esperando respuesta. – Puedo intentar sacarte de ahí. Pero como me engañes o trates de escapar… - sonreí y con el pulgar le señalé varias veces la ballesta que llevaba a mi espalda y que medía tanto ésta – Eso que llevo a la espalda tiene un calibre de entrada de 5 cm – junté el índice y el pulgar formando un círculo – y de quince de salida – ahora tuve que juntar las dos manos para formar el círculo, levantando las cejas y poniendo morritos - ¿Me he explicado correctamente? – le dije con rostro serio..
Acto seguido me levanté y fui a hablar con el guardia que aparecía ahora por la puerta. No parecía dispuesto a dejarme ver al capitán.
-¿Cuánto por el joven de esa celda? – le pregunté de brazos cruzados.
-¡Já! ¿Quieres a ese gilipollas? – preguntó a carcajada - No vale una mierda.
-Eso seré yo quien lo decida. – le dije manteniendo el rostro serio – Te daré cien aeros ahora – le dije para tratar de persuadirle.
-Hmm… Soy el cabo. Y el capitán todavía no sabe ni que ese imbécil está ahí enjaulado. Así que a efectos administrativos, aún no está en la cárcel – dijo adoptando una postura pensativa - Y nunca vienen mal cien aeros – dijo. Y sonreí, saqué una bolsita con el dinero y se la entregué. No formaba parte de mi dinero particular, sino que era parte del que el gremio me había prestado. Qué fácil era convencer a un guardia. Eran corruptos como ellos solos. - ¡Soltad al gilipollas pelirrojo! Esta mujer ha pagado su fianza – lo cual era mentira, simplemente había sobornado al tipo. Pero parecía ser el jefecillo de ellos y nadie parecía pedirle explicaciones.
-¡Sí, cabo! – gritó uno desde el otro lado.
Volví a acercarme al ventanuco antes de que lo liberaran. Y le miré con gesto serio.
-Espero que no trates de engañar a una cazadora de vampiros. – le comenté en voz baja a modo de sutil amenaza. Sé que podía sonar muy ruda. Pero no era una mala persona. A fin de cuentas le había hecho un favor y esperaba que me lo devolviera. Esperé pacientemente a que saliera por la puerta, manteniendo los brazos cruzados y apoyada en una pared en el edificio de enfrente.
Off: Lo siento Runa. Tenía que volver a por el pobre Schott que si me enrollo a ir a por ti no no sale de ahí en todo el rol xD.
Confesaba ser inocente. Así como aseguraba que ella podría encontrar al ladrón del libro. Eso me gustaba más. Puse una mueca de sonrisa irónica. En lo que sí tenía razón era en lo de ayudar a la guardia, unos tipos que merecían una flecha en los testículos. Poco me importaba la guardia si ella me ayudaba a encontrar al libro.
-Está bien, hagamos un tra… - pero no pude decir nada. Me había lanzado tierra a la cara. Haciéndome toser. – Joder… - me dije a mi misma cuando retomé la compostura, observando como corría, antes de que se mezclara entre la gente y le perdiese la vista. Parecía que se me había ido. Podría buscarla, pero no quería perder el tiempo atrapando gratuitamente a una ladronzuela. Decidí volver al puesto de guardia. A fin de cuentas, por sus pintas probablemente solo robaría para sobrevivir.
Caminando de vuelta, me acordé del joven pelirrojo que aseguraba que podía ayudarme. No sé muy bien como lo haría. Pero podría hacer un pacto con él. Cuando llegué al puesto de guardia, percibí que no había nadie, pero ahí seguía el muchacho, asomando la cabeza con una cara de empanada que no podía con él. ¿Ese inútil podría llevarme al ladrón? Tampoco tenía otra opción. Me acerqué junto a su ventanuco y apoyé una rodilla en el suelo. Si no tenía ni idea, sería mejor para su salud que se quedase encerrado.
-¿Antes dijiste que podrías ayudarme a encontrar al ladrón? – le pregunté. Esperando respuesta. – Puedo intentar sacarte de ahí. Pero como me engañes o trates de escapar… - sonreí y con el pulgar le señalé varias veces la ballesta que llevaba a mi espalda y que medía tanto ésta – Eso que llevo a la espalda tiene un calibre de entrada de 5 cm – junté el índice y el pulgar formando un círculo – y de quince de salida – ahora tuve que juntar las dos manos para formar el círculo, levantando las cejas y poniendo morritos - ¿Me he explicado correctamente? – le dije con rostro serio..
Acto seguido me levanté y fui a hablar con el guardia que aparecía ahora por la puerta. No parecía dispuesto a dejarme ver al capitán.
-¿Cuánto por el joven de esa celda? – le pregunté de brazos cruzados.
-¡Já! ¿Quieres a ese gilipollas? – preguntó a carcajada - No vale una mierda.
-Eso seré yo quien lo decida. – le dije manteniendo el rostro serio – Te daré cien aeros ahora – le dije para tratar de persuadirle.
-Hmm… Soy el cabo. Y el capitán todavía no sabe ni que ese imbécil está ahí enjaulado. Así que a efectos administrativos, aún no está en la cárcel – dijo adoptando una postura pensativa - Y nunca vienen mal cien aeros – dijo. Y sonreí, saqué una bolsita con el dinero y se la entregué. No formaba parte de mi dinero particular, sino que era parte del que el gremio me había prestado. Qué fácil era convencer a un guardia. Eran corruptos como ellos solos. - ¡Soltad al gilipollas pelirrojo! Esta mujer ha pagado su fianza – lo cual era mentira, simplemente había sobornado al tipo. Pero parecía ser el jefecillo de ellos y nadie parecía pedirle explicaciones.
-¡Sí, cabo! – gritó uno desde el otro lado.
Volví a acercarme al ventanuco antes de que lo liberaran. Y le miré con gesto serio.
-Espero que no trates de engañar a una cazadora de vampiros. – le comenté en voz baja a modo de sutil amenaza. Sé que podía sonar muy ruda. Pero no era una mala persona. A fin de cuentas le había hecho un favor y esperaba que me lo devolviera. Esperé pacientemente a que saliera por la puerta, manteniendo los brazos cruzados y apoyada en una pared en el edificio de enfrente.
Off: Lo siento Runa. Tenía que volver a por el pobre Schott que si me enrollo a ir a por ti no no sale de ahí en todo el rol xD.
Anastasia Boisson
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Se encontraba mejor, esa semana que había estado sin acudir al trabajo le había sentado bien, había decidido acudir al hospital regularmente, e incluso había pasado allí unos días, haciéndose una cura de sueño, dormir, sin duda, había significado el punto de inflexión.
Las enfermeras eran duras, y si no dormías, pronto te daban trabajo, agotandote hasta que no soportabas más y necesitabas, con urgencia, volver a la cama. Nunca imaginó que tratar con los pacientes fuera tan sumamente agotador, por las mañanas, intentaba colaborar preparando somníferos en el laboratorio, para los enfermos graves, que, al menos, no sufrieran los dolores, pero estar acompañando a los que se encontraban en recuperación, era agotador.
De las tres noches que había pasado en el hospital, las tres habían sido tras un duro día entre el laboratorio y acompañando a los niños enfermos o las personas mayores, pensaron que ella, paciente como le precedía su fama, sería buena para esas situaciones, el primer día acudió asustada, últimamente no era la misma persona, su paciencia se había esfumado y un mal humor constante le sacudía los nervios, sin embargo, el cariño incondicional de los pequeños a quienes pasaban el tiempo con ellos, y el amor y agradecimiento que transmitían los ojos de los ancianos por la compañía, habían hecho aflorar lo mejor de ella, haciendo que se olvidase del mal humor, y se preocupara únicamente por intentar mejorar la estancia de esas personas.
Jugaba con los niños, les leía cuentos y se inventaba historias, intentaba que su imaginación volase, escuchaba a los ancianos con interés, intentando aprender de sus experiencias y que regresaran, por unos instantes a sus épocas más felices, acababa agotada, y dormía de un tirón. Tal vez por eso, esa mañana, al volver a la guardia tras su baja, se encontraba de tan buen humor. Hacía meses, literalmente, meses, que no era capaz de descansar tan bien.
Al mirarse en el espejo, había podido comprobar que su más que excesiva perdida de peso había mejorado un poco, las costillas ya no se le marcaban de la forma exagerada que lo hacían a penas una semana atrás, aunque aun le faltaba mucho peso por recuperar, sentía que, a pesar de lo fuerte que se sentía en ese momento, un soplo de viento la haría salir volando, al fin y al cabo, tampoco podía decir que antes de su descenso a su infierno personal hubiera pesado mucho.
Se desperezó disfrutando del día, estaba tan contenta, que ni una tormenta torrencial de las que tanto le asustaban le podría estropear el humor, estaba claro que aun tenía muchos asuntos que reparar, como la perdida de memoria de su amigo, o los pequeños que ahora dormían en el cuartel esperando a su regreso, sin duda, había dejado cabos sueltos en esos meses, pero esperaba poder resolverlo todo pronto.
Mientras andaba un grito la alertó, alguien gritó, "al ladrón" y en cuanto sus ojos localizaron a un tipo enjuto, con barba de varios días, que se escabullía con una bolsa de manzanas por entre la gente, hacia las calles, salió tras él. El tumulto de gente le hacía perderlo de vista entre que el tipo era bajo, y ella no podía decirse que destacase por su altura, acabaría perdiéndolo. Por ello, acabo por subir a los tejados, desde allí, volvió a encontrar al ladronzuelo, y saltando entre las vertientes de los techos, comprobó que el tipo se detenía tras una esquina.
La chica, con ceño fruncido, concentrada, miró que podía usar para detenerlo sin que volviera a echar a correr, y notó la presencia de un cartel que rezaba "Bar Strada" colgando y moviéndose por el viento. Acercándose allí, saltó sin pensarlo dos veces, y, cogiéndose del mástil metálico que sostenía el cartel, se dejó caer dándole una patada al ladrón, noqueandolo en el acto.
Se quedó sentada sobre él, y tomó la bolsa de frutas, a sus espaldas, notó la presencia de una mujer aliviada, que le agradeció que recuperase su compra. La guarda sonrió en respuesta y le hizo una ligera reverencia, para, al acto, girarse y dejar tomar al pobre diablo para llevarlo a rastras a la cárcel, esperaba que una noche en el calabozo le bastase, no quería ser muy dura por unas simples manzanas.
Al llegar, no pudo sino dejar tirado al pícaro, pues una curiosa escena se abría ante sus ojos, Schott, Huracán y una joven a la que no había visto jamás, parecían encontrarse en problemas con sus compañeros, tal vez debiera intervenir, al fin y al cabo, conocía a dos de ellos, y lo que sabía de ambos era que no eran malas personas, no tenía idea alguna de como había acabado Schott metido en una celda, si el chico era un trozo de pan, aunque su don para meterse en líos....
Sin embargo, comprobó como, tras un soborno, los guardias soltaban a Schott de la celda, y sus ojos se abrieron sorprendidos, sin poder evitarlo, salió al centro para empezar a hablar.
- Ustedes, le devolverán ahora mismo el dinero a la joven.- señaló a los centinelas.- Yo misma doy fe de que el chico no ha hecho nada malo, por lo que no había razón de que estuviera encerrado.- dijo mostrandoles la placa, logrando que, con rabia contenida, notando el rango mayor que precedía a la Gata, devolvieran las monedas y se alejaran con el rabo entre las piernas.- Schott, Huracán, me alegro de veros, no sabía que os conocieseis- se giró a los otros dos cuando los guardas se hubieron ido.- ¿Cómo habéis acabado aquí, puedo ayudar en algo?- preguntó, al fin y al cabo, ya no tenía nada que hacer y sentía curiosidad por saber que habría sucedido para que Schott acabase metido en una celda y Huracán llena de polvo y pagando una fianza por el herrero.
Guardó su placa en su cinto y se ajustó las dagas a las piernas cubiertas por su pantalón negro mientras esperaba, la carrera de minutos antes se las había desatado.
**********************
Off. espero que no os importe que entré, me invitaron y bueno, espero no molestar >-<
Las enfermeras eran duras, y si no dormías, pronto te daban trabajo, agotandote hasta que no soportabas más y necesitabas, con urgencia, volver a la cama. Nunca imaginó que tratar con los pacientes fuera tan sumamente agotador, por las mañanas, intentaba colaborar preparando somníferos en el laboratorio, para los enfermos graves, que, al menos, no sufrieran los dolores, pero estar acompañando a los que se encontraban en recuperación, era agotador.
De las tres noches que había pasado en el hospital, las tres habían sido tras un duro día entre el laboratorio y acompañando a los niños enfermos o las personas mayores, pensaron que ella, paciente como le precedía su fama, sería buena para esas situaciones, el primer día acudió asustada, últimamente no era la misma persona, su paciencia se había esfumado y un mal humor constante le sacudía los nervios, sin embargo, el cariño incondicional de los pequeños a quienes pasaban el tiempo con ellos, y el amor y agradecimiento que transmitían los ojos de los ancianos por la compañía, habían hecho aflorar lo mejor de ella, haciendo que se olvidase del mal humor, y se preocupara únicamente por intentar mejorar la estancia de esas personas.
Jugaba con los niños, les leía cuentos y se inventaba historias, intentaba que su imaginación volase, escuchaba a los ancianos con interés, intentando aprender de sus experiencias y que regresaran, por unos instantes a sus épocas más felices, acababa agotada, y dormía de un tirón. Tal vez por eso, esa mañana, al volver a la guardia tras su baja, se encontraba de tan buen humor. Hacía meses, literalmente, meses, que no era capaz de descansar tan bien.
Al mirarse en el espejo, había podido comprobar que su más que excesiva perdida de peso había mejorado un poco, las costillas ya no se le marcaban de la forma exagerada que lo hacían a penas una semana atrás, aunque aun le faltaba mucho peso por recuperar, sentía que, a pesar de lo fuerte que se sentía en ese momento, un soplo de viento la haría salir volando, al fin y al cabo, tampoco podía decir que antes de su descenso a su infierno personal hubiera pesado mucho.
Se desperezó disfrutando del día, estaba tan contenta, que ni una tormenta torrencial de las que tanto le asustaban le podría estropear el humor, estaba claro que aun tenía muchos asuntos que reparar, como la perdida de memoria de su amigo, o los pequeños que ahora dormían en el cuartel esperando a su regreso, sin duda, había dejado cabos sueltos en esos meses, pero esperaba poder resolverlo todo pronto.
Mientras andaba un grito la alertó, alguien gritó, "al ladrón" y en cuanto sus ojos localizaron a un tipo enjuto, con barba de varios días, que se escabullía con una bolsa de manzanas por entre la gente, hacia las calles, salió tras él. El tumulto de gente le hacía perderlo de vista entre que el tipo era bajo, y ella no podía decirse que destacase por su altura, acabaría perdiéndolo. Por ello, acabo por subir a los tejados, desde allí, volvió a encontrar al ladronzuelo, y saltando entre las vertientes de los techos, comprobó que el tipo se detenía tras una esquina.
La chica, con ceño fruncido, concentrada, miró que podía usar para detenerlo sin que volviera a echar a correr, y notó la presencia de un cartel que rezaba "Bar Strada" colgando y moviéndose por el viento. Acercándose allí, saltó sin pensarlo dos veces, y, cogiéndose del mástil metálico que sostenía el cartel, se dejó caer dándole una patada al ladrón, noqueandolo en el acto.
Se quedó sentada sobre él, y tomó la bolsa de frutas, a sus espaldas, notó la presencia de una mujer aliviada, que le agradeció que recuperase su compra. La guarda sonrió en respuesta y le hizo una ligera reverencia, para, al acto, girarse y dejar tomar al pobre diablo para llevarlo a rastras a la cárcel, esperaba que una noche en el calabozo le bastase, no quería ser muy dura por unas simples manzanas.
Al llegar, no pudo sino dejar tirado al pícaro, pues una curiosa escena se abría ante sus ojos, Schott, Huracán y una joven a la que no había visto jamás, parecían encontrarse en problemas con sus compañeros, tal vez debiera intervenir, al fin y al cabo, conocía a dos de ellos, y lo que sabía de ambos era que no eran malas personas, no tenía idea alguna de como había acabado Schott metido en una celda, si el chico era un trozo de pan, aunque su don para meterse en líos....
Sin embargo, comprobó como, tras un soborno, los guardias soltaban a Schott de la celda, y sus ojos se abrieron sorprendidos, sin poder evitarlo, salió al centro para empezar a hablar.
- Ustedes, le devolverán ahora mismo el dinero a la joven.- señaló a los centinelas.- Yo misma doy fe de que el chico no ha hecho nada malo, por lo que no había razón de que estuviera encerrado.- dijo mostrandoles la placa, logrando que, con rabia contenida, notando el rango mayor que precedía a la Gata, devolvieran las monedas y se alejaran con el rabo entre las piernas.- Schott, Huracán, me alegro de veros, no sabía que os conocieseis- se giró a los otros dos cuando los guardas se hubieron ido.- ¿Cómo habéis acabado aquí, puedo ayudar en algo?- preguntó, al fin y al cabo, ya no tenía nada que hacer y sentía curiosidad por saber que habría sucedido para que Schott acabase metido en una celda y Huracán llena de polvo y pagando una fianza por el herrero.
Guardó su placa en su cinto y se ajustó las dagas a las piernas cubiertas por su pantalón negro mientras esperaba, la carrera de minutos antes se las había desatado.
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Off. espero que no os importe que entré, me invitaron y bueno, espero no molestar >-<
Alanna Delteria
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Se sentó en un trozo de madera algo roído el cual utilizaban de banco, suspiró y pensó que tan solo por un instante su vida pudo haber finalizado.No dejaba de pensar en lo injusto que aquella mujer la hubiera juzgado tan solo por estar en el tejado.¿Ladrona?, no. O al menos para las necesidades fundamentales de la vida.
¡Maldita sea!
¿Qué ocurre perra vieja? Dijo uno de lo más ancianos
Que Huracán casi la mata...
Derrepente el cuchitril comenzó a estallar entre risas.
La están buscando... a la ladrona de libros
Dará el próximo ataque pronto...
Runa por ese momento reflexionó por un momento en vengarse de esa señora, ¿Y si ayudaba a esa tal Huracán?, muchas de las peleas,de las detenciones cesarían...
Si no fuera a meterme una flecha entre ceja y ceja, cedería a colaborar tan solo para que desapareciera del mapa
Por ello cogió las cosas y de nuevo emprendió rumbo hacía la guardia.
Tan solo tardó media hora, pero desde un ángulo distinto volvió a ver a esa mujer,los mismos guardias y otra mujer que desconocía.
Veamos como se resuelve... o tengo que intervenir.
¡Maldita sea!
¿Qué ocurre perra vieja? Dijo uno de lo más ancianos
Que Huracán casi la mata...
Derrepente el cuchitril comenzó a estallar entre risas.
La están buscando... a la ladrona de libros
Dará el próximo ataque pronto...
Runa por ese momento reflexionó por un momento en vengarse de esa señora, ¿Y si ayudaba a esa tal Huracán?, muchas de las peleas,de las detenciones cesarían...
Si no fuera a meterme una flecha entre ceja y ceja, cedería a colaborar tan solo para que desapareciera del mapa
Por ello cogió las cosas y de nuevo emprendió rumbo hacía la guardia.
Tan solo tardó media hora, pero desde un ángulo distinto volvió a ver a esa mujer,los mismos guardias y otra mujer que desconocía.
Veamos como se resuelve... o tengo que intervenir.
Runa Thorgil
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
suerte, la nave no explotaría en pedazos, cosa que podía suceder perfectamente.
-Catorce….quince….dieci..ah.no..oh, sisi.oh si, menudo si,dieciséis- contaba con voz alta, estaba jugando a un juego poco o nada entretenido consistente en ir contando los animales macho que pasaban por delante, era aún más aburrido de lo que parecía, pero al menos los guardias se habían olvidado de darme aquella paliza.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi aparecer a la mujer dura de antes, la del traje de cuero, que se acercó al ventanuco.
-E….sisi..claro claro..si..yo puedo ayudarte...lo que tu necesites sí..yo..se mucho si…- dije siguiéndola la corriente ¿A que ladrón se referiría?, uf, esto no tenia buena pinta.
Abrí los ojos como platos cuando me mostro las maravillas de su ballesta.
-S…sii..sí..co..comprendo p..perfectamente- dije visiblemente nervioso, nota mental, no tocar las narices a esta buena mujer, trague saliva –T…tienes mi palabra- dije, cierto era que de ningún modo iba a faltar a mi palabra y ayudaría a esta mujer en ese asunto del robo, pero lo malo es que no creo que se pusiese muy contenta al saber que no tenía ni idea del asunto.
Alcé las cejas cuando la mujer ofreció cien aeros por mí, no era mucho, pero era más de lo que habían ofrecido otras veces, si, no es la primera vez que me sucede algo similar.
Un escalofrío me recorrió cuando me recomendó no engañarla, así que era cazadora de vampiros, wow, igualito que en las historias, seguro que era espectacular, haciendo pium pium con la ballesta y clavando estacas a diestro y siniestro, luego la pediría que me contase batallitas si, bueno, quizá no.
Sonreí de oreja a oreja cuando el guardia abrió la puerta de mi celda de la que salí con una expresión de felicidad absoluta, el guardia apretó los dientes conteniéndose de no darme otra paliza.
-Ah y esto es mío- sonreí ufano recogiendo mis pertenecías requisadas de un armario antes de marcharme, mi escudo mi martillo y mis bandoleras. –Ah y esto también- recogí mi pala que habían apoyado junto a la lumbre.
-¿Eso es un arma?- comento burlón un guardia.
-Puedes apostar tu culo a que si- sonreí, me marché rápido, ya había tentado bastante la paciencia de aquellos caballeros y otra paliza no sonaba tan descabellado, en la puerta me crucé con otros guardias que entraban arrastrando a un tipo.
-Ahí tienes, te la he dejado calientita- sonreí señalando mi celda ahora vacía –Con vuestro permiso- sonreí marchándome del lugar.
Al salir a la calle tuve que cubrirme los ojos del sol, y cuando los abrí no podía creer lo que veía, era Alanna, en carne y hueso, tal vez algo más delgada pero era ella, que caprichoso era el destino.
-Ve, se lo dije, y no me hizo caso..ayy que vergüenza- le dije al guardia conforme pasaba a mi lado dándole una palmadita en el hombro, me devolvió una mirada de odio, que se fastidiase, me había llevado varias palizas gratuitamente y lo del bistec al final resulto que era mentira.
-Oh, por todos los cielos, Alanna, cuanto tiempo, q..que grato verte- sonreí saludando con la cabeza -Muchas gracias, si, en serio, parece que los dioses escuchan mis plegarias-
-Yo..yo..no, no nos conocemos..bueno ahora sí, ¿Huracán?¿sí?, bueno como mi buena amiga Alanna ha dicho yo soy Schott, encantado y muy agradecido de que me haya sacado de ahí- dije haciendo una reverencia –Para lo que usted necesite, ahí me tendrá-
El hecho de tener a Alanna cerca me tranquilizaba, no me apetecía probar esos virotes de ballesta que había mencionado, además así a lo mejor podría echarnos una mano en el asunto se del robo en el que yo era tan experto, la cosa no pintaba muy prometedora, pero estaba fuera de la cárcel, y eso era lo importante, ahora a vivir la vida, o rozar la muerte, lo que tocase según el día.
-Catorce….quince….dieci..ah.no..oh, sisi.oh si, menudo si,dieciséis- contaba con voz alta, estaba jugando a un juego poco o nada entretenido consistente en ir contando los animales macho que pasaban por delante, era aún más aburrido de lo que parecía, pero al menos los guardias se habían olvidado de darme aquella paliza.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi aparecer a la mujer dura de antes, la del traje de cuero, que se acercó al ventanuco.
-E….sisi..claro claro..si..yo puedo ayudarte...lo que tu necesites sí..yo..se mucho si…- dije siguiéndola la corriente ¿A que ladrón se referiría?, uf, esto no tenia buena pinta.
Abrí los ojos como platos cuando me mostro las maravillas de su ballesta.
-S…sii..sí..co..comprendo p..perfectamente- dije visiblemente nervioso, nota mental, no tocar las narices a esta buena mujer, trague saliva –T…tienes mi palabra- dije, cierto era que de ningún modo iba a faltar a mi palabra y ayudaría a esta mujer en ese asunto del robo, pero lo malo es que no creo que se pusiese muy contenta al saber que no tenía ni idea del asunto.
Alcé las cejas cuando la mujer ofreció cien aeros por mí, no era mucho, pero era más de lo que habían ofrecido otras veces, si, no es la primera vez que me sucede algo similar.
Un escalofrío me recorrió cuando me recomendó no engañarla, así que era cazadora de vampiros, wow, igualito que en las historias, seguro que era espectacular, haciendo pium pium con la ballesta y clavando estacas a diestro y siniestro, luego la pediría que me contase batallitas si, bueno, quizá no.
Sonreí de oreja a oreja cuando el guardia abrió la puerta de mi celda de la que salí con una expresión de felicidad absoluta, el guardia apretó los dientes conteniéndose de no darme otra paliza.
-Ah y esto es mío- sonreí ufano recogiendo mis pertenecías requisadas de un armario antes de marcharme, mi escudo mi martillo y mis bandoleras. –Ah y esto también- recogí mi pala que habían apoyado junto a la lumbre.
-¿Eso es un arma?- comento burlón un guardia.
-Puedes apostar tu culo a que si- sonreí, me marché rápido, ya había tentado bastante la paciencia de aquellos caballeros y otra paliza no sonaba tan descabellado, en la puerta me crucé con otros guardias que entraban arrastrando a un tipo.
-Ahí tienes, te la he dejado calientita- sonreí señalando mi celda ahora vacía –Con vuestro permiso- sonreí marchándome del lugar.
Al salir a la calle tuve que cubrirme los ojos del sol, y cuando los abrí no podía creer lo que veía, era Alanna, en carne y hueso, tal vez algo más delgada pero era ella, que caprichoso era el destino.
-Ve, se lo dije, y no me hizo caso..ayy que vergüenza- le dije al guardia conforme pasaba a mi lado dándole una palmadita en el hombro, me devolvió una mirada de odio, que se fastidiase, me había llevado varias palizas gratuitamente y lo del bistec al final resulto que era mentira.
-Oh, por todos los cielos, Alanna, cuanto tiempo, q..que grato verte- sonreí saludando con la cabeza -Muchas gracias, si, en serio, parece que los dioses escuchan mis plegarias-
-Yo..yo..no, no nos conocemos..bueno ahora sí, ¿Huracán?¿sí?, bueno como mi buena amiga Alanna ha dicho yo soy Schott, encantado y muy agradecido de que me haya sacado de ahí- dije haciendo una reverencia –Para lo que usted necesite, ahí me tendrá-
El hecho de tener a Alanna cerca me tranquilizaba, no me apetecía probar esos virotes de ballesta que había mencionado, además así a lo mejor podría echarnos una mano en el asunto se del robo en el que yo era tan experto, la cosa no pintaba muy prometedora, pero estaba fuera de la cárcel, y eso era lo importante, ahora a vivir la vida, o rozar la muerte, lo que tocase según el día.
Schott
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
No pude evitar sacar una sonrisilla ante como el joven vacilaba a los guardias ahora que estaba fuera de la cárcel. Seguramente lo hubiesen tratado bastante mal. No tenía pinta de ser alguien que supiera encontrar a una ladrona y todo parecía indicar que me la había colado. Más le valía que no.
Al poco escuché la voz de una mujer indicar al cabo que me devolviera el dinero con el que había sobornado al tipo para sacar a aquel joven de la prisión. Giré mi cabeza para ver quién era la generosa. ¡Vaya! Era la guardia que conocí un tiempo atrás, y que colaboró a eliminar la enfermedad de aquella dichosa aldea a las afueras de la ciudad. Una grata sorpresa verla… ¿Alanna se llamaba? Parece que se alegró al vernos al otro joven y a mí, que parecía llamarse Schott.
-Un placer, guardia. – dije con mi habitual cara seria, asintiendo con la cabeza.
También Schott se animaba al verla, y agradeció mi gesto por sacarlo de la cárcel. Fuese quien fuera, parecía que conocía a Alanna, así que tenía que ser buen tipo. Estaría bien que quitara esa cara de miedica y respeto que había puesto al verme. Si era amigo de Alanna, no le pasaría nada.
-No me mires así, Schott. – dije, de nuevo, en tono rancio e inclinando la cabeza hacia delante. – Tranquilo. Aún no me he comido a nadie. Sólo trato de evitar que la gente me time. – le dije casi sin entonación, tratando de que supiera que mis anteriores advertencias no irían a ningún sitio.
A continuación miré el paisaje de la calle transitada. Observando la multitud. Normalmente solía investigar en soledad, pero tal vez la guardia tuviese alguna idea de alguna ladrona. Pensé en la joven que había escapado… Aseguraba saber quién era. ¿No sería ella la ladrona? Debería hacerle unas preguntas si la volvía a ver… Tras unos instantes de reflexión y ensimismamiento en mi mundo volví a dirigirme a la humana.
-Están robando libros. – le comenté brevemente. No era una mujer de muchas palabras. – Y han robado uno que necesito encontrar.
Mi intención era recuperarlo. El ladrón me daba un poco igual. Aunque era evidente que tendríamos que arrebatárselo a quien quiera que fuera que lo haya robado. Esperaba que Alanna tuviera idea de por dónde empezar a buscar.
Volví a mirar a los tejados, pensando si la joven seguiría por allí. Pero seguramente ya no estuviera… Sin embargo, me percaté de que su cara asomaba tras una chimenea en n empinado tejado. Tenía que hablar con ella como fuera.
-¡Es ella! – dije mirando al tejado, y alejándome un poco de mis compañeros, rumbo a la posición en la que se encontraba. Sin explicarles a Alanna y Schott de quién se trataba. Era la joven que los guardias estaban buscando. Y no tardaron en percatarse de que estaba allí.
-¡Subid a por ella! ¡Esta vez no quiero fallos!– gritó de nuevo el guardia al que había sobornado, que antes ya había mandado a otro guardia por ella. Parecía que a aquella joven estaban buscándola. Pero mandar a alguien tras ella no harían sino volver a asustarla. Me dieron ganas de atravesar al tipo con un virote para que se callara. Pero no era la opción más civilizada. Tal vez Alanna, que tenía autoridad, pudiera hacer algo.
Al poco escuché la voz de una mujer indicar al cabo que me devolviera el dinero con el que había sobornado al tipo para sacar a aquel joven de la prisión. Giré mi cabeza para ver quién era la generosa. ¡Vaya! Era la guardia que conocí un tiempo atrás, y que colaboró a eliminar la enfermedad de aquella dichosa aldea a las afueras de la ciudad. Una grata sorpresa verla… ¿Alanna se llamaba? Parece que se alegró al vernos al otro joven y a mí, que parecía llamarse Schott.
-Un placer, guardia. – dije con mi habitual cara seria, asintiendo con la cabeza.
También Schott se animaba al verla, y agradeció mi gesto por sacarlo de la cárcel. Fuese quien fuera, parecía que conocía a Alanna, así que tenía que ser buen tipo. Estaría bien que quitara esa cara de miedica y respeto que había puesto al verme. Si era amigo de Alanna, no le pasaría nada.
-No me mires así, Schott. – dije, de nuevo, en tono rancio e inclinando la cabeza hacia delante. – Tranquilo. Aún no me he comido a nadie. Sólo trato de evitar que la gente me time. – le dije casi sin entonación, tratando de que supiera que mis anteriores advertencias no irían a ningún sitio.
A continuación miré el paisaje de la calle transitada. Observando la multitud. Normalmente solía investigar en soledad, pero tal vez la guardia tuviese alguna idea de alguna ladrona. Pensé en la joven que había escapado… Aseguraba saber quién era. ¿No sería ella la ladrona? Debería hacerle unas preguntas si la volvía a ver… Tras unos instantes de reflexión y ensimismamiento en mi mundo volví a dirigirme a la humana.
-Están robando libros. – le comenté brevemente. No era una mujer de muchas palabras. – Y han robado uno que necesito encontrar.
Mi intención era recuperarlo. El ladrón me daba un poco igual. Aunque era evidente que tendríamos que arrebatárselo a quien quiera que fuera que lo haya robado. Esperaba que Alanna tuviera idea de por dónde empezar a buscar.
Volví a mirar a los tejados, pensando si la joven seguiría por allí. Pero seguramente ya no estuviera… Sin embargo, me percaté de que su cara asomaba tras una chimenea en n empinado tejado. Tenía que hablar con ella como fuera.
-¡Es ella! – dije mirando al tejado, y alejándome un poco de mis compañeros, rumbo a la posición en la que se encontraba. Sin explicarles a Alanna y Schott de quién se trataba. Era la joven que los guardias estaban buscando. Y no tardaron en percatarse de que estaba allí.
-¡Subid a por ella! ¡Esta vez no quiero fallos!– gritó de nuevo el guardia al que había sobornado, que antes ya había mandado a otro guardia por ella. Parecía que a aquella joven estaban buscándola. Pero mandar a alguien tras ella no harían sino volver a asustarla. Me dieron ganas de atravesar al tipo con un virote para que se callara. Pero no era la opción más civilizada. Tal vez Alanna, que tenía autoridad, pudiera hacer algo.
Anastasia Boisson
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Alanna no imaginaba que, tras lo sucedido la noche de la taberna, Schott le fuera a dar un tan buen recibimiento, lo cierto es que se sentía bastante avergonzada del comportamiento que había estado teniendo los últimos meses, incluso Níniel se había enfadado con ella, i no le extrañaba, por eso, ese recibimiento tan alegre, era un auténtico alivio para la chica, tal vez, con quienes consideraba amigos, no había sido tan mala después de todo.
Sonrió al chico, intentando no reír, esa chulería después de salir de un lío tremendo era, cuanto menos divertido. Negó con la cabeza sonriente, el chico no cambiaría nunca. Iba a hablar para preguntarle como había acabado metido en tal jaleo cuando la voz de la joven bruja se entrometió entre sus pensamientos y la hizo girar. La chica seguía tan seria como la última vez que la vio, sin embargo, algo le decía que se alegraba de verla.
- Alanna, por favor.- le contestó a la chica con una sonrisa amable.
Al parecer Huracán había asustado un poco a Schott, la chica se mordió los labios ocultando una sonrisa y tragándose una ligera risa que luchaba por salir de sus labios, y respiró recobrando la compostura. La situación era graciosa, sobretodo teniendo en cuenta la cara con la que los miraban los guardias a quienes acababa de dejar rojos como tomates por su falta de profesionalidad, pero estaban allí por algo, y le gustaría saber cual era.
Se fijo en Huracán, que miraba la calle buscando algo y Alanna, imitándola, paseo su mirada por el tumulto sin saber que buscaba exactamente, hasta que la joven se lo indicó fijando su mirada en un punto concreto de un tejado no muy alejado, explicándole lo que sucedía. Robo de libros. Tal vez para cualquier otro guarda eso sería una nimiedad. Libros, qué más daba, eran solo cuentos, historias, pero ella no.
Alanna sabía la importancia del conocimiento, y la inspiración que podía llegar a dar una historia bien narrada, Conocía la importancia de los libros y volúmenes y la apreciaba como poca gente lo hacía y como nadie podía imaginar que una simple guardia lo vería. Suspiró y siguió, nuevamente la mirada de la chica que, con dos simples palabras lanzó a los vigilantes contra la joven del tejado.
A la Gata casi le da un síncope al comprobar como querían lanzarse contra la joven, ¿iban a capturar, nuevamente, a alguien sin pruebas? Haciendo gala de su velocidad, se paró frente a quienes se habían lanzado hacia la chica sin dejarlos avanzar un paso a penas, iban a espantarla, y si era culpable, huiría, si no lo era, perderían una posible información importante.
- ¿Dónde creéis que vais? La asustaréis. No sabemos si es culpable, no podéis ir a detenerla sin pruebas. Quedaos en el puesto de guardia y yo iré a preguntar, no quiero que os entrometáis, ya he visto vuestros métodos.- Ordenó haciendo referencia a lo sucedido con Schott.
Suspiró y con una señal del brazo, les pidió a los presentes que se quedasen atrás, y comenzó a andar hacia el tejado, con calma, si la chica intentaba huir, tampoco es que fuera a tener posibilidad contra ella, no por nada era el miembro más rápido de la guardia ni por nada la apodaban la Gata, los tejados eran su hogar. Subió con facilidad pasmosa al borde del tejado y se quedó parada en la esquina.
- Ey,- saludó con calma.- Te prometo que no te dentendré ni pelearé contigo, no ahora, no sin pruebas.- Dijo a la chica.- Mi nombre es Alanna Delteria.- empezó a decir mientras tiraba sus armas y las dejaba resvalar por sus piernas hasta tocar la superficie del tejado.- y me gustaría saber tu versión de esta historia, no soy el tipo de persona que se fía de las apariencias, o actúa sin pruebas.- dijo ya desarmada, acercándose un poco al centro del tejado para sentarse a esperar con calma.- ¿Y bien, me contarás tu historia?- Preguntó con una sonrisa calmada y paciente.
Sonrió al chico, intentando no reír, esa chulería después de salir de un lío tremendo era, cuanto menos divertido. Negó con la cabeza sonriente, el chico no cambiaría nunca. Iba a hablar para preguntarle como había acabado metido en tal jaleo cuando la voz de la joven bruja se entrometió entre sus pensamientos y la hizo girar. La chica seguía tan seria como la última vez que la vio, sin embargo, algo le decía que se alegraba de verla.
- Alanna, por favor.- le contestó a la chica con una sonrisa amable.
Al parecer Huracán había asustado un poco a Schott, la chica se mordió los labios ocultando una sonrisa y tragándose una ligera risa que luchaba por salir de sus labios, y respiró recobrando la compostura. La situación era graciosa, sobretodo teniendo en cuenta la cara con la que los miraban los guardias a quienes acababa de dejar rojos como tomates por su falta de profesionalidad, pero estaban allí por algo, y le gustaría saber cual era.
Se fijo en Huracán, que miraba la calle buscando algo y Alanna, imitándola, paseo su mirada por el tumulto sin saber que buscaba exactamente, hasta que la joven se lo indicó fijando su mirada en un punto concreto de un tejado no muy alejado, explicándole lo que sucedía. Robo de libros. Tal vez para cualquier otro guarda eso sería una nimiedad. Libros, qué más daba, eran solo cuentos, historias, pero ella no.
Alanna sabía la importancia del conocimiento, y la inspiración que podía llegar a dar una historia bien narrada, Conocía la importancia de los libros y volúmenes y la apreciaba como poca gente lo hacía y como nadie podía imaginar que una simple guardia lo vería. Suspiró y siguió, nuevamente la mirada de la chica que, con dos simples palabras lanzó a los vigilantes contra la joven del tejado.
A la Gata casi le da un síncope al comprobar como querían lanzarse contra la joven, ¿iban a capturar, nuevamente, a alguien sin pruebas? Haciendo gala de su velocidad, se paró frente a quienes se habían lanzado hacia la chica sin dejarlos avanzar un paso a penas, iban a espantarla, y si era culpable, huiría, si no lo era, perderían una posible información importante.
- ¿Dónde creéis que vais? La asustaréis. No sabemos si es culpable, no podéis ir a detenerla sin pruebas. Quedaos en el puesto de guardia y yo iré a preguntar, no quiero que os entrometáis, ya he visto vuestros métodos.- Ordenó haciendo referencia a lo sucedido con Schott.
Suspiró y con una señal del brazo, les pidió a los presentes que se quedasen atrás, y comenzó a andar hacia el tejado, con calma, si la chica intentaba huir, tampoco es que fuera a tener posibilidad contra ella, no por nada era el miembro más rápido de la guardia ni por nada la apodaban la Gata, los tejados eran su hogar. Subió con facilidad pasmosa al borde del tejado y se quedó parada en la esquina.
- Ey,- saludó con calma.- Te prometo que no te dentendré ni pelearé contigo, no ahora, no sin pruebas.- Dijo a la chica.- Mi nombre es Alanna Delteria.- empezó a decir mientras tiraba sus armas y las dejaba resvalar por sus piernas hasta tocar la superficie del tejado.- y me gustaría saber tu versión de esta historia, no soy el tipo de persona que se fía de las apariencias, o actúa sin pruebas.- dijo ya desarmada, acercándose un poco al centro del tejado para sentarse a esperar con calma.- ¿Y bien, me contarás tu historia?- Preguntó con una sonrisa calmada y paciente.
Alanna Delteria
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Una mujer se acercaba lentamente por el tejadillo desarmada, en el suelo se podía escuchar el sonido metálico de sus herramientas caer mientras sonreía paciente.
Aquella mujer se había presentado y al parecer tenía curiosidad por los hechos, porque motivo querían apresarla.
¿Usted Alanna, detendría a una persona que roba para sobrevivir? dijo la de los matices castaños como comienzo.
Yo, solamente estaba escuchando la conversación de esos guardias con esa mujer. Huracán... Y como me tienen vista por robar comida, se creen con el lujo de poder meter a cualquier persona en el calabozo.
Runa retrocedió dos pasos, y la miró seria sin intenciones de buscar más problemas innecesarios.
Sé la persona que ella está buscando, por eso estoy aquí.
Mientras meditaba que no era una condición, sino hecho. Ambas ganarían en un trato, acaricio sus brazos para tomar algo de temperatura y ojeó a las personas que aun estaban en el suelo.
¿Y bien, vas a tratar de detenerme? Preguntó con un tono relajado, no, con intenciones de desafío...Al fin y al cabo Runa no se fiaba a simple vista.
Mientras esperaba su respuesta, detecto un pequeño ruido de los tejados centrales,era un simple raspageo, Runa se giró y observo la figura de una mujer. ¿Se darían los demás cuenta de que estaban siendo escuchados por ella?.
Off: Perdonar la tardanza, hasta que ha ido el wifi lo he pasado un poco jodido ^^
Aquella mujer se había presentado y al parecer tenía curiosidad por los hechos, porque motivo querían apresarla.
¿Usted Alanna, detendría a una persona que roba para sobrevivir? dijo la de los matices castaños como comienzo.
Yo, solamente estaba escuchando la conversación de esos guardias con esa mujer. Huracán... Y como me tienen vista por robar comida, se creen con el lujo de poder meter a cualquier persona en el calabozo.
Runa retrocedió dos pasos, y la miró seria sin intenciones de buscar más problemas innecesarios.
Sé la persona que ella está buscando, por eso estoy aquí.
Mientras meditaba que no era una condición, sino hecho. Ambas ganarían en un trato, acaricio sus brazos para tomar algo de temperatura y ojeó a las personas que aun estaban en el suelo.
¿Y bien, vas a tratar de detenerme? Preguntó con un tono relajado, no, con intenciones de desafío...Al fin y al cabo Runa no se fiaba a simple vista.
Mientras esperaba su respuesta, detecto un pequeño ruido de los tejados centrales,era un simple raspageo, Runa se giró y observo la figura de una mujer. ¿Se darían los demás cuenta de que estaban siendo escuchados por ella?.
Off: Perdonar la tardanza, hasta que ha ido el wifi lo he pasado un poco jodido ^^
Runa Thorgil
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Sonreí nervioso a Huracán, no sé hasta qué punto bromeaba y hasta donde no, así que lo mejor era no tentar a la suerte y así me ahorraba problemas.
Por lo visto el asunto que nos atañía en esta ocasión era el robo de un libro, se robaban decenas de libros a diario solo en Lunargenta, así que supongo que este era especial para Huracán, aunque no me atrevía a preguntar qué libro en concreto era.
Miré con atención donde nos había señalado Huracán, efectivamente había alguien en los tejados, una mujer tal vez, pero yo por lo menos no podía distinguir bien.
Los guardias de la puerta se apresuraron a ir a por ella, pero Alanna les detuvo e insistió en ir ella misma.
Admiré sorprendido como subía con increíble facilidad el tejado, los guardias junto a nosotros también parecían asombrados de la habilidad de Alanna.
-Menuda mujer eh- le sonreí admirado a Huracán denotando las habilidades de Alanna, no se ella, pero yo me habría dado por vencido encaramado al primer balconcillo.
Agucé la vista tratando de distinguir a la supuesta ladrona, una joven, vestida con una especie de túnica, desde aquí y a contraluz no podía saber más, ella y Alanna estaban dialogando, y de momento parecía que la cosa iba bien.
-Bueno, respecto a lo del libro…- comenté a Huracán, pensé un poco –Hay una tienda, no lejos de aquí, una librería, digamos que no todos los libros que venden son de primera mano, ¿me explico?, tal vez allí encuentres alguna pista- Era cierto, yo mismo había comprado varias veces libros allí, alguno con el sello de la biblioteca privada de Lord Baldwick aún en el lomo, y puedo asegurar que yo disfruté más de su lectura que ese noble gordinflón que solo lo adquirió sin intención de leerlo para que hiciese juego con las cortinas de su biblioteca.
Por lo visto el asunto que nos atañía en esta ocasión era el robo de un libro, se robaban decenas de libros a diario solo en Lunargenta, así que supongo que este era especial para Huracán, aunque no me atrevía a preguntar qué libro en concreto era.
Miré con atención donde nos había señalado Huracán, efectivamente había alguien en los tejados, una mujer tal vez, pero yo por lo menos no podía distinguir bien.
Los guardias de la puerta se apresuraron a ir a por ella, pero Alanna les detuvo e insistió en ir ella misma.
Admiré sorprendido como subía con increíble facilidad el tejado, los guardias junto a nosotros también parecían asombrados de la habilidad de Alanna.
-Menuda mujer eh- le sonreí admirado a Huracán denotando las habilidades de Alanna, no se ella, pero yo me habría dado por vencido encaramado al primer balconcillo.
Agucé la vista tratando de distinguir a la supuesta ladrona, una joven, vestida con una especie de túnica, desde aquí y a contraluz no podía saber más, ella y Alanna estaban dialogando, y de momento parecía que la cosa iba bien.
-Bueno, respecto a lo del libro…- comenté a Huracán, pensé un poco –Hay una tienda, no lejos de aquí, una librería, digamos que no todos los libros que venden son de primera mano, ¿me explico?, tal vez allí encuentres alguna pista- Era cierto, yo mismo había comprado varias veces libros allí, alguno con el sello de la biblioteca privada de Lord Baldwick aún en el lomo, y puedo asegurar que yo disfruté más de su lectura que ese noble gordinflón que solo lo adquirió sin intención de leerlo para que hiciese juego con las cortinas de su biblioteca.
Schott
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Alanna detuvo a los guardias en su nuevo intento por detener a la joven callejera, y se dispuso a subir ella misma para charlar con la joven que se encontraba en los tejados. Cuestión que sorprendió a Schott, que miraba embobado como la guardia trepaba por la escalera y los balcones. Ni siquiera respondí a su comentario. Permanecía en calma y de brazos cruzados. Yo no quería ir tras la joven para no asustarla, ya lo había conseguido una vez. Alanna parecía bastante más políticamente correcta y acostumbrada a tratar con gente que yo.
Hablaban en voz baja, pero la joven parecía saber quién era la persona que había robado los libros. Si era un vampiro, tendría las horas contadas. Escuché atentamente la conversación. Encontrar era el libro era de vital importancia para mí. Confiaba en que Alanna sacase información a la joven.
Entre tanto, Schott me informó de que había una tienda cercana, indicando que no todos los libros que vendían era de primera mano, dejando caer que tal vez aquella tienda se dedicase a la compraventa de libros. Por lo tanto, si alguien había robado el libro, puede que lo hubiese vendido allí.
-¿Dónde está? – le pregunté con pocas palabras, mostrando una mirada penetrante, de nuevo de brazos cruzados, tono serio y cara de enfado. Aunque ni mucho menos lo estaba. Era mi expresión así. Esperaba no asustarlo.
Entre que me contestaba, observé como la joven con la que hablaba Alanna, centraba su vista en alguien a la espalda de Alanna, en otro tejado justo enfrente del que se encontraban. Una mujer misteriosa permanecía estante a la expectativa, observando la escena y escuchando la conversación. No quería cometer el error de perseguirla de nuevo corriendo y que escapara. Esta vez no se podían cometer fallos. Tal vez no tuviera nada que ver con el robo, pero ¿y si tenía que ver? ¿Por qué escuchaba la conversación con tanta insistencia? Iba a comprobarlo.
Sin ni siquiera decir nada a Schott y manteniendo la vista en la mujer del tejado de la guardia, me acerqué a la pared del edificio. Se encontraba justo encima del edificio de la guardia, que estaba a nuestras espaldas. Había una escalera para subir. ¿Pero quién necesita una escalera? Corrí hacia el edificio y justo cuando me encontraba a unos metros de la pared generé una corriente de viento en mis pies que me impulsó hacia arriba, permitiéndome dar un salto vertical enorme que me elevó hasta un balcón. Situado a unos 3 metros del suelo. En cuanto apoyé un pie volví a repetir la corriente de aire sobre éste para llegar al tejado de un nuevo salto. Literalmente, de un par de saltos me plantifiqué en el tejado del edificio de la guardia. Pensé en Schott. Si se había sorprendido por la manera de subir de Alanna no sé qué pensaría de la mía.
Aparecí justo al lado de la mujer que se mostró sorprendida al verme aparecer. Una joven rubia, de pelo largo y rizosa. Vestida con ropajes no muy diferentes a los que llevaba la joven que se encontraba en el tejado de Alanna.
-¿Qué tal? – le pregunté con una sonrisa y los brazos estirados. La mujer comenzó a retroceder.
-No… no sé nada del libro que buscas. – me dijo muy nerviosa y de una manera muy poco disimulada, comenzando a aumentar el ritmo apresurada hacia atrás. Creo que mi aspecto negro y mi armamento pesado la atemorizaba bastante.
Justo cuando se iba a girar para salir corriendo. Se trastabilló y tropezó con un ladrillo suelto que tenía tras sus pies, cayendo por el tejado y sujetándose al canalón. Quedando suspendida de éste.
-¡Aahh! – comenzó a gritar escandalizada. Yo traté de correr a ayudarla. Procurando no tropezar también. La gente en el suelo comenzó a revolucionarse. Las manos comenzaron a escurrírsele de este cuando llegué allí, y se terminó por soltar, pero justo en ese momento fui capaz de agarrarla del brazo. Quedando suspendida de éste. - ¡No me sueltes! ¡No me sueltes! – gritó histérica y agarrándose a mí como si no hubiera un mañana. Sin darse cuenta de que al impulsarme me iba a conseguir tirar.
-¡Quieta! – Le ordené. La fuerza no era una de mis cualidades. Era bastante flacucha, de manera que me hizo resbalar a mí también y quedar suspendida del canalón - ¡Mierda! – mis pies deslizaron y quedé sujetándome con ambas manos al tejado. Con la mujer agarrada a mi cintura y gritando histérica.
-¡Socorro! – gritó. Ahora teníamos un corrillo debajo de gente husmeando. Lo gracioso es que yo podría soltarme y con una corriente de aire evitar hacerme daño, pero ella no creo que fuese capaz de hacerlo, si no estaría tan tranquila como yo. Así que, fuera como fuera, no podía soltarme de aquel canalón.
Hablaban en voz baja, pero la joven parecía saber quién era la persona que había robado los libros. Si era un vampiro, tendría las horas contadas. Escuché atentamente la conversación. Encontrar era el libro era de vital importancia para mí. Confiaba en que Alanna sacase información a la joven.
Entre tanto, Schott me informó de que había una tienda cercana, indicando que no todos los libros que vendían era de primera mano, dejando caer que tal vez aquella tienda se dedicase a la compraventa de libros. Por lo tanto, si alguien había robado el libro, puede que lo hubiese vendido allí.
-¿Dónde está? – le pregunté con pocas palabras, mostrando una mirada penetrante, de nuevo de brazos cruzados, tono serio y cara de enfado. Aunque ni mucho menos lo estaba. Era mi expresión así. Esperaba no asustarlo.
Entre que me contestaba, observé como la joven con la que hablaba Alanna, centraba su vista en alguien a la espalda de Alanna, en otro tejado justo enfrente del que se encontraban. Una mujer misteriosa permanecía estante a la expectativa, observando la escena y escuchando la conversación. No quería cometer el error de perseguirla de nuevo corriendo y que escapara. Esta vez no se podían cometer fallos. Tal vez no tuviera nada que ver con el robo, pero ¿y si tenía que ver? ¿Por qué escuchaba la conversación con tanta insistencia? Iba a comprobarlo.
Sin ni siquiera decir nada a Schott y manteniendo la vista en la mujer del tejado de la guardia, me acerqué a la pared del edificio. Se encontraba justo encima del edificio de la guardia, que estaba a nuestras espaldas. Había una escalera para subir. ¿Pero quién necesita una escalera? Corrí hacia el edificio y justo cuando me encontraba a unos metros de la pared generé una corriente de viento en mis pies que me impulsó hacia arriba, permitiéndome dar un salto vertical enorme que me elevó hasta un balcón. Situado a unos 3 metros del suelo. En cuanto apoyé un pie volví a repetir la corriente de aire sobre éste para llegar al tejado de un nuevo salto. Literalmente, de un par de saltos me plantifiqué en el tejado del edificio de la guardia. Pensé en Schott. Si se había sorprendido por la manera de subir de Alanna no sé qué pensaría de la mía.
Aparecí justo al lado de la mujer que se mostró sorprendida al verme aparecer. Una joven rubia, de pelo largo y rizosa. Vestida con ropajes no muy diferentes a los que llevaba la joven que se encontraba en el tejado de Alanna.
-¿Qué tal? – le pregunté con una sonrisa y los brazos estirados. La mujer comenzó a retroceder.
-No… no sé nada del libro que buscas. – me dijo muy nerviosa y de una manera muy poco disimulada, comenzando a aumentar el ritmo apresurada hacia atrás. Creo que mi aspecto negro y mi armamento pesado la atemorizaba bastante.
Justo cuando se iba a girar para salir corriendo. Se trastabilló y tropezó con un ladrillo suelto que tenía tras sus pies, cayendo por el tejado y sujetándose al canalón. Quedando suspendida de éste.
-¡Aahh! – comenzó a gritar escandalizada. Yo traté de correr a ayudarla. Procurando no tropezar también. La gente en el suelo comenzó a revolucionarse. Las manos comenzaron a escurrírsele de este cuando llegué allí, y se terminó por soltar, pero justo en ese momento fui capaz de agarrarla del brazo. Quedando suspendida de éste. - ¡No me sueltes! ¡No me sueltes! – gritó histérica y agarrándose a mí como si no hubiera un mañana. Sin darse cuenta de que al impulsarme me iba a conseguir tirar.
-¡Quieta! – Le ordené. La fuerza no era una de mis cualidades. Era bastante flacucha, de manera que me hizo resbalar a mí también y quedar suspendida del canalón - ¡Mierda! – mis pies deslizaron y quedé sujetándome con ambas manos al tejado. Con la mujer agarrada a mi cintura y gritando histérica.
-¡Socorro! – gritó. Ahora teníamos un corrillo debajo de gente husmeando. Lo gracioso es que yo podría soltarme y con una corriente de aire evitar hacerme daño, pero ella no creo que fuese capaz de hacerlo, si no estaría tan tranquila como yo. Así que, fuera como fuera, no podía soltarme de aquel canalón.
Anastasia Boisson
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
- No, creo que no, aunque siempre hay mejores formas de sobrevivir que robar.- comentó la chica.- De todos modos, no tengo intención alguna de detenerte si no has robado el libro que se busca o has cometido algún crimen grave.- Afirmó con una sonrisa.- Y disculpa a esos dos, tenemos algunos soldados en la guardia con las manos largas.- suspiró cansada.
Sin duda, había demasiados de esos, ojala fueran todos como entre los rangos altos, no había uno solo en las clases altas de la guardia que no se hubiera ganado a pulso su puesto, no había uno solo que robase o se dejase comprar, en cambio, en los rangos bajos, se habían quedado aquellos nobles que solo estaban allí para complacer a sus familias, y ella, que había dado su sangre, sudor y lágrimas para llegar a donde estaba, tenía que aguantar a esos palurdos, por suerte, la diferencia era que ella se había ganado su fama, y era respetada por ella más que por su rango, y los demás, lo único de lo qe podían presumir era de no estar encerrados.
Miró a lo lejos, se encontraba tan relajada, no tenía ganas de perseguir a nadie ni de lios, solo quería arreglar el tema con calma, nada más. Sin embargo, como solía pasar usualmente, la suerte no estaba de su lado. La chica que se encontraba junto a ella miró a lo lejos, a unos dos tejados de distancia, sobre el de la guardia, se encontraba una joven harapienta que las observaba con atención.
Con calma se alzó, tomó sus dagas del borde del tejado y se las anudó a cintura y piernas. empezó a avanzar hasta la punta de la techumbre y observó a Huracán acercarse a la mujer desde el suelo, y subir de tres saltos. "Eso es trampa, yo con magia también hago eso" Pensó inflando los mofletes, falsamente molesta, más divertida e impresionada que otra cosa.
- Creo que tengo que hablar con más gente, ¿te vienes?- Le preguntó a la chica antes de escuchar un grito.
Al girarse, vio a la joven sospechosa suspendida del tejado, sosteniendose de Huracán, sin embargo, no paraba de patalear, a ese paso, ambas caerían al vacío, quedando de ellas nada más que los restos. Alanna murmuró una maldición y chasqueó la lengua, pensando con prisa.
Tras Schott, había una lona de tela mal doblada, eso podría servir. Salió corriendo tomando carrerilla para, aprovechando su rapidez, agilidad y ligereza, ser capaz de saltar al tejado continuo y seguir corriendo por él mientras gritaba al herrero y los guardias:
- ¡Schott, la lona de atrás, extendedla bajo ellas!- Pidió mientras seguía corriendo por el tejado roñoso.
La suerte quiso que estuvieran reparandolo y se hubieran dejado allí una cuerda, al llegar al borde, hizo una lazada en la cuerda y la lanzó enganchandola en la chimenea de la vigía de la guardia, estiró comprobando que estaba bien engachada y soportaría el peso que pensaba cargar.
Volvió a tomar carrerilla y, sin pensarlo más veces, se dejó ir del tejado hacia la pared de la guardia absorviendo el golpe de llegada a la pared con las piernas. Aguantó la presión y enrolló la cuerda en su cintura escalando hacia donde se encontraban huracán y la otra chica, al llegar a su altura, con la calma que la precedía en esas situaciones, comenzó a hablar:
- Huracán, aguanta un poco. Tu,- se giró a la otra chica.- ahora, con calma, te vas a coger de mi cintura con fuerza, y poco a poco bajaremos hasta tocar suelo, no te preocupes, ¿de acuerdo? Yo te sostendré y llegaremos al suelo sanas y salvas. - Dijo esperando a que la chica se cogiera de ella pronto, antes de que Huracán terminase por ceder ante el peso de ambas, al menos, si caía y ella las cogía, podrían bajar, a duras penas, pero podrían.
Sin duda, había demasiados de esos, ojala fueran todos como entre los rangos altos, no había uno solo en las clases altas de la guardia que no se hubiera ganado a pulso su puesto, no había uno solo que robase o se dejase comprar, en cambio, en los rangos bajos, se habían quedado aquellos nobles que solo estaban allí para complacer a sus familias, y ella, que había dado su sangre, sudor y lágrimas para llegar a donde estaba, tenía que aguantar a esos palurdos, por suerte, la diferencia era que ella se había ganado su fama, y era respetada por ella más que por su rango, y los demás, lo único de lo qe podían presumir era de no estar encerrados.
Miró a lo lejos, se encontraba tan relajada, no tenía ganas de perseguir a nadie ni de lios, solo quería arreglar el tema con calma, nada más. Sin embargo, como solía pasar usualmente, la suerte no estaba de su lado. La chica que se encontraba junto a ella miró a lo lejos, a unos dos tejados de distancia, sobre el de la guardia, se encontraba una joven harapienta que las observaba con atención.
Con calma se alzó, tomó sus dagas del borde del tejado y se las anudó a cintura y piernas. empezó a avanzar hasta la punta de la techumbre y observó a Huracán acercarse a la mujer desde el suelo, y subir de tres saltos. "Eso es trampa, yo con magia también hago eso" Pensó inflando los mofletes, falsamente molesta, más divertida e impresionada que otra cosa.
- Creo que tengo que hablar con más gente, ¿te vienes?- Le preguntó a la chica antes de escuchar un grito.
Al girarse, vio a la joven sospechosa suspendida del tejado, sosteniendose de Huracán, sin embargo, no paraba de patalear, a ese paso, ambas caerían al vacío, quedando de ellas nada más que los restos. Alanna murmuró una maldición y chasqueó la lengua, pensando con prisa.
Tras Schott, había una lona de tela mal doblada, eso podría servir. Salió corriendo tomando carrerilla para, aprovechando su rapidez, agilidad y ligereza, ser capaz de saltar al tejado continuo y seguir corriendo por él mientras gritaba al herrero y los guardias:
- ¡Schott, la lona de atrás, extendedla bajo ellas!- Pidió mientras seguía corriendo por el tejado roñoso.
La suerte quiso que estuvieran reparandolo y se hubieran dejado allí una cuerda, al llegar al borde, hizo una lazada en la cuerda y la lanzó enganchandola en la chimenea de la vigía de la guardia, estiró comprobando que estaba bien engachada y soportaría el peso que pensaba cargar.
Volvió a tomar carrerilla y, sin pensarlo más veces, se dejó ir del tejado hacia la pared de la guardia absorviendo el golpe de llegada a la pared con las piernas. Aguantó la presión y enrolló la cuerda en su cintura escalando hacia donde se encontraban huracán y la otra chica, al llegar a su altura, con la calma que la precedía en esas situaciones, comenzó a hablar:
- Huracán, aguanta un poco. Tu,- se giró a la otra chica.- ahora, con calma, te vas a coger de mi cintura con fuerza, y poco a poco bajaremos hasta tocar suelo, no te preocupes, ¿de acuerdo? Yo te sostendré y llegaremos al suelo sanas y salvas. - Dijo esperando a que la chica se cogiera de ella pronto, antes de que Huracán terminase por ceder ante el peso de ambas, al menos, si caía y ella las cogía, podrían bajar, a duras penas, pero podrían.
Alanna Delteria
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Huracán se encontraba suspendida al vacío junto con las persona que reconoció Runa, observando como Alanna recogía sus objetos y se mostró bastante en calma bajaba en ayuda de aquellas dos.
Aquellos rizos rubios los había visto en el mercado muchas veces, era una muchacha tímida que siempre evitaba el contacto. No se sabía de su procedencia, ni de donde provenían esos ojos azules que poseía.
Si claro...
Respondió a Alanna mientras bajaba junto a ella.
En el suelo podía notar que ellas estaban temblando y que no faltaría mucho para que las fuerzas fallaran,así que se adelantó al tal schot y atrapó la lona tendiéndosela debajo de aquellos cuerpos suspendidos en el aire.Alanna no soportaría mucho la situación tampoco,tendrían que actuar rápio
Rápido... están a punto de caer
Notó como la chica empezó a sollozar arrebatando su tranquilidad
Linsey... Cálmate... a la de tres saltáis ¿vale?
Tratando de poner todo en orden , continuó mirando hacia arriba y echo una mirada fría a los guardias.
¡van a caer! ¡moveros!
En ese momento ambos atraparon la lona con un rechiste constante del cual ella ignoraba para no acabar en más batallas inecesarias.
, Schot...
Nombró sus nombres para que se uniera en la ayuda.
Luego habrá presentaciones
Dijo para calmar la situación
Aquellos rizos rubios los había visto en el mercado muchas veces, era una muchacha tímida que siempre evitaba el contacto. No se sabía de su procedencia, ni de donde provenían esos ojos azules que poseía.
Si claro...
Respondió a Alanna mientras bajaba junto a ella.
En el suelo podía notar que ellas estaban temblando y que no faltaría mucho para que las fuerzas fallaran,así que se adelantó al tal schot y atrapó la lona tendiéndosela debajo de aquellos cuerpos suspendidos en el aire.Alanna no soportaría mucho la situación tampoco,tendrían que actuar rápio
Rápido... están a punto de caer
Notó como la chica empezó a sollozar arrebatando su tranquilidad
Linsey... Cálmate... a la de tres saltáis ¿vale?
Tratando de poner todo en orden , continuó mirando hacia arriba y echo una mirada fría a los guardias.
¡van a caer! ¡moveros!
En ese momento ambos atraparon la lona con un rechiste constante del cual ella ignoraba para no acabar en más batallas inecesarias.
, Schot...
Nombró sus nombres para que se uniera en la ayuda.
Luego habrá presentaciones
Dijo para calmar la situación
Runa Thorgil
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Mientras Alanna hablaba en los tejados le conté a Huracán lo de la tienda de libros.
-E..ee…en la plaza del mercado de poniente, dos calles paralelas, en un callejón, p..por ahí- dije señalándole la dirección nervioso bajo su seria mirada, menos mal que era cierto, cualquier idea de engañar a esta mujer sería una locura o un suicidio, seguro.
Sin decir ni media palabra Huracán se acercó al puesto de guardia, iba a preguntarla que estaba tramando cuando ante mis ojos pegó un salto increíble para llegar al primer piso, y luego otro para llegar al tejado.
-¿P..pero has visto eso?- le dije a un guardia junto a mí que estaba tan empanado como yo.
-Por todos los cielos…¿eso no es normal no?, es decir, yo no puedo hacerlo, ¿puedes hacerlo tú?, o sea, no estoy loco ¿no?-
-¿Pero como demonios voy a poder hacerlo?, ¡eso es brujería, seguro!- exclamó el soldado.
Alzando la vista vi que en ese tejado había otra figura espiándonos, así que la cosa iba de tejados eh, pues muy bien.
De alguna manera realmente incomprensible la joven debió de asustarse de Huracán y al tratar de girar quedó suspendida en el aire colgada del canalón.
Tanto yo como los guardias nos quedamos embobados sin saber qué hacer, un grupito de transeúntes se estaba formando y no hacia más que crear más bullicio.
Huracán trató de socorrerla pero ambas acabar quedando colgadas del borde del tejado, la caída era bastante seria como para partirse la cabeza con mala suerte.
Un grito de Alanna me sacó de la duda, mire para donde estaba y vi como con una agilidad pasmosa estaba saltando de tejado en tejado, como su fuese lo más fácil del mundo.
-Eh..sí..si…lo veo- asentí apartando a un par de mercaderes para coger una gruesa lona que estaba tras nosotros.
-Eh vosotros, echadme una mano- grité a los dos guardias que tras dudar un instante recogieron y estiraron conmigo la lona.
Una joven, creo que la que estaba con Alanna hace un momento en el tejado, cogió con nosotros la lona, creo que aguantaríamos el tirón.
Nos situamos deprisa bajo las tres mujeres, de alguna manera Alanna había logrado llegar hasta ellas sin caerse.
-Bien, todo listo, ya estamos, cuando querais- grité arriba, la gente que nos rodeaba lejos de ayudar solo molestaba, incluso me pareció oír alguna apuesta de mal gusto.
-E..ee…en la plaza del mercado de poniente, dos calles paralelas, en un callejón, p..por ahí- dije señalándole la dirección nervioso bajo su seria mirada, menos mal que era cierto, cualquier idea de engañar a esta mujer sería una locura o un suicidio, seguro.
Sin decir ni media palabra Huracán se acercó al puesto de guardia, iba a preguntarla que estaba tramando cuando ante mis ojos pegó un salto increíble para llegar al primer piso, y luego otro para llegar al tejado.
-¿P..pero has visto eso?- le dije a un guardia junto a mí que estaba tan empanado como yo.
-Por todos los cielos…¿eso no es normal no?, es decir, yo no puedo hacerlo, ¿puedes hacerlo tú?, o sea, no estoy loco ¿no?-
-¿Pero como demonios voy a poder hacerlo?, ¡eso es brujería, seguro!- exclamó el soldado.
Alzando la vista vi que en ese tejado había otra figura espiándonos, así que la cosa iba de tejados eh, pues muy bien.
De alguna manera realmente incomprensible la joven debió de asustarse de Huracán y al tratar de girar quedó suspendida en el aire colgada del canalón.
Tanto yo como los guardias nos quedamos embobados sin saber qué hacer, un grupito de transeúntes se estaba formando y no hacia más que crear más bullicio.
Huracán trató de socorrerla pero ambas acabar quedando colgadas del borde del tejado, la caída era bastante seria como para partirse la cabeza con mala suerte.
Un grito de Alanna me sacó de la duda, mire para donde estaba y vi como con una agilidad pasmosa estaba saltando de tejado en tejado, como su fuese lo más fácil del mundo.
-Eh..sí..si…lo veo- asentí apartando a un par de mercaderes para coger una gruesa lona que estaba tras nosotros.
-Eh vosotros, echadme una mano- grité a los dos guardias que tras dudar un instante recogieron y estiraron conmigo la lona.
Una joven, creo que la que estaba con Alanna hace un momento en el tejado, cogió con nosotros la lona, creo que aguantaríamos el tirón.
Nos situamos deprisa bajo las tres mujeres, de alguna manera Alanna había logrado llegar hasta ellas sin caerse.
-Bien, todo listo, ya estamos, cuando querais- grité arriba, la gente que nos rodeaba lejos de ayudar solo molestaba, incluso me pareció oír alguna apuesta de mal gusto.
Schott
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
¿No podía estarse quieta? Estaba agarrada a mi cintura y me apretaba. Estaba cerca de mis ballestas pequeñas y como se agitara demasiado podía terminar metiéndose un flechazo en el ojo. Estaba con no demasiados buenos humos, había un corrillo de gente abajo y lo que menos me gustaba a mí era ser el centro de atención de la ciudad. Aunque bastante hacía por evitar que mis manos deslizaran y cediéramos y nos fuésemos al pozo.
No tardé en escuchar una voz en los tejados que me hizo llamar la atención, giré la cabeza para ver como Alanna había llegado hasta nuestra posición. Logró enganchar una cuerda en la chimenea de nuestro tejado y había llegado hasta aquí de un salto.
La miré a los ojos con mi habitual tranquilidad desde aquella postura incómoda, agarrándome con los brazos. Me pidió que aguantara un poco. No contesté para evitar soltar una grosería. Mi cara ya hablaba por mí. No por la guardia, sino porque tenía ganas de mandar al suelo de una patada a la mujer que no dejaba de lloriquear bajo mí.
Se dirigió a la joven para rescatarla a ella en vez de a mí. “Llegaremos al suelo sanas y salvas", le prometió Alanna. ¿A qué se debía ese agravio comparativo? Tenía que responder a eso.
-¿A mí no me rescatas? – le pregunté con ironía pero con el rostro totalmente serio y sin entonar. Miré abajo. Miré abajo mientras la joven que perseguía antes, Schott, y algunos guardias más, nos esperaban abajo con una lona. - ¿Y si caigo mal y me rompo una pierna? – estiré las cejas para poner una irónica cara triste, a la vez que comenzaba a concentrarme para que el viento comenzase a fluir. El suficiente como para poder canalizar cuando me encontrase a dos metros del suelo. Estaba claro que no iba a dejar mi vida en manos de desconocidos. – Parece que sopla el viento, ten cuidado al bajar. – le advertí a Alanna mirándola a los ojos, de nuevo, con seriedad y sarcasmo. Ya me había visto en acción en aquel pueblo de muertos vivientes, así que seguramente supiese que la causante de aquel viento repentino era yo.
Esperé su respuesta y, una vez liberada del cuerpo de la otra mujer, apoyé los pies sobre la pared, y di un salto hacia atrás para realizar una voltereta en el aire, ayudándome de mi elemento. Estiré los brazos. Había quedado un bonito salto acrobático, tal y como los que había ensayado alguna vez en Beltrexus en la academia.
Tras la voltereta me orienté mirando al suelo, iba de cabeza hacia la lona, lo cual podría asustar a los asistentes, para un humano normal tal vez no fuese una buena idea ir contra el suelo así. Pero en la academia me habían enseñado a mirar siempre al objetivo. Así evitaría caerme fuera de ésta. Cuando estaba a escasos metros del suelo provoqué una corriente de aire sobre mi cintura que me hizo girar y terminar cayendo de culo sobre la lona. Una última corriente de aire vertical amortiguaría mi caída sobre la lona, que sumada a la fuerza de Schott y compañía hicieron que llegara sana y salva al suelo. Me levanté rápidamente. Entre los asistentes había cara de susto, especialmente de los guardias que se encontraban sujetando la lona. Mujeres que se llevaban las manos a la boca en concepto de sorpresa, incrédulas de que no me hubiera pasado nada. Yo simplemente hice una mueca y esperé al lado de Schott de brazos cruzados a que bajaran Alanna y la otra mujer.
Ésta, por lo que había oído decir a la muchacha, parecía llamarse Linsey. En cuanto puso un pie en el suelo me acerqué hasta Alanna y la tal Linsey. Empezaba a estar harta de tanto preguntar y que nadie supiera decirme dónde se encontraba el libro. Mojé los labios frente a ella, mirándola fría y seriamente. La joven, se encontraba ahora más calmada, no tendría más de 18 años, permanecía cogida a Alanna, como si tuviese miedo.
-Muchas gracias… - me dijo observándome con cierto miedo – Si no es por ti hubiese caí…
-¿Dónde está? – Pregunté clara y directamente, como era yo, de brazos cruzados y con tono enfadado. No dejándola siquiera terminar. Arriba había intentado ser cordial y lo único que obtuve fue que tratara de huir de mí.
-¿El… el qué? – preguntó tímidamente. ¿Me estaba tomando el pelo? Se lo había dicho en el tejado y ya había evadido mi pregunta intentando huir de mí, esta vez no lo haría.
-El libro. Dímelo. Ahora. – di un paso al frente y me puse todavía más cerca de ambas mujeres, mirando a Linsey con mi fría mirada de ojos verdes. No sé como le sentaría a Alanna, que era tan correcta, mi actitud hacia la joven.
-Yo… yo… No puedo decírtelo… - casi llorando y suplicando. Iba lista si creía que las lágrimas me iban a detener en mi propósito de detener el libro – Lo siento de veras… - y se derrumbó y comenzó a llorar desconsoladamente.
La reacción que tuvo la joven fue sujetarse a Alanna y colocarse tras de ella, como con miedo a que le fuera a pegar. Una razón muy grande tenía que tener para derrumbarse ante mi actitud agresiva y aún así no decir nada.
Me dio hasta lástima. Pero no iba a abandonar mi postura férrea, no tan fácilmente. Me mordí los labios y me di la vuelta en un movimiento brusco, con resignación, para ponerme a espaldas a ellas, con los brazos en jarra y haciendo gestos de negación con la cabeza. Espero que la guardia tuviese más tacto que yo y consiguiera sacarle las palabras por las buenas si no quería verme enfadada de verdad.
No tardé en escuchar una voz en los tejados que me hizo llamar la atención, giré la cabeza para ver como Alanna había llegado hasta nuestra posición. Logró enganchar una cuerda en la chimenea de nuestro tejado y había llegado hasta aquí de un salto.
La miré a los ojos con mi habitual tranquilidad desde aquella postura incómoda, agarrándome con los brazos. Me pidió que aguantara un poco. No contesté para evitar soltar una grosería. Mi cara ya hablaba por mí. No por la guardia, sino porque tenía ganas de mandar al suelo de una patada a la mujer que no dejaba de lloriquear bajo mí.
Se dirigió a la joven para rescatarla a ella en vez de a mí. “Llegaremos al suelo sanas y salvas", le prometió Alanna. ¿A qué se debía ese agravio comparativo? Tenía que responder a eso.
-¿A mí no me rescatas? – le pregunté con ironía pero con el rostro totalmente serio y sin entonar. Miré abajo. Miré abajo mientras la joven que perseguía antes, Schott, y algunos guardias más, nos esperaban abajo con una lona. - ¿Y si caigo mal y me rompo una pierna? – estiré las cejas para poner una irónica cara triste, a la vez que comenzaba a concentrarme para que el viento comenzase a fluir. El suficiente como para poder canalizar cuando me encontrase a dos metros del suelo. Estaba claro que no iba a dejar mi vida en manos de desconocidos. – Parece que sopla el viento, ten cuidado al bajar. – le advertí a Alanna mirándola a los ojos, de nuevo, con seriedad y sarcasmo. Ya me había visto en acción en aquel pueblo de muertos vivientes, así que seguramente supiese que la causante de aquel viento repentino era yo.
Esperé su respuesta y, una vez liberada del cuerpo de la otra mujer, apoyé los pies sobre la pared, y di un salto hacia atrás para realizar una voltereta en el aire, ayudándome de mi elemento. Estiré los brazos. Había quedado un bonito salto acrobático, tal y como los que había ensayado alguna vez en Beltrexus en la academia.
Tras la voltereta me orienté mirando al suelo, iba de cabeza hacia la lona, lo cual podría asustar a los asistentes, para un humano normal tal vez no fuese una buena idea ir contra el suelo así. Pero en la academia me habían enseñado a mirar siempre al objetivo. Así evitaría caerme fuera de ésta. Cuando estaba a escasos metros del suelo provoqué una corriente de aire sobre mi cintura que me hizo girar y terminar cayendo de culo sobre la lona. Una última corriente de aire vertical amortiguaría mi caída sobre la lona, que sumada a la fuerza de Schott y compañía hicieron que llegara sana y salva al suelo. Me levanté rápidamente. Entre los asistentes había cara de susto, especialmente de los guardias que se encontraban sujetando la lona. Mujeres que se llevaban las manos a la boca en concepto de sorpresa, incrédulas de que no me hubiera pasado nada. Yo simplemente hice una mueca y esperé al lado de Schott de brazos cruzados a que bajaran Alanna y la otra mujer.
Ésta, por lo que había oído decir a la muchacha, parecía llamarse Linsey. En cuanto puso un pie en el suelo me acerqué hasta Alanna y la tal Linsey. Empezaba a estar harta de tanto preguntar y que nadie supiera decirme dónde se encontraba el libro. Mojé los labios frente a ella, mirándola fría y seriamente. La joven, se encontraba ahora más calmada, no tendría más de 18 años, permanecía cogida a Alanna, como si tuviese miedo.
-Muchas gracias… - me dijo observándome con cierto miedo – Si no es por ti hubiese caí…
-¿Dónde está? – Pregunté clara y directamente, como era yo, de brazos cruzados y con tono enfadado. No dejándola siquiera terminar. Arriba había intentado ser cordial y lo único que obtuve fue que tratara de huir de mí.
-¿El… el qué? – preguntó tímidamente. ¿Me estaba tomando el pelo? Se lo había dicho en el tejado y ya había evadido mi pregunta intentando huir de mí, esta vez no lo haría.
-El libro. Dímelo. Ahora. – di un paso al frente y me puse todavía más cerca de ambas mujeres, mirando a Linsey con mi fría mirada de ojos verdes. No sé como le sentaría a Alanna, que era tan correcta, mi actitud hacia la joven.
-Yo… yo… No puedo decírtelo… - casi llorando y suplicando. Iba lista si creía que las lágrimas me iban a detener en mi propósito de detener el libro – Lo siento de veras… - y se derrumbó y comenzó a llorar desconsoladamente.
La reacción que tuvo la joven fue sujetarse a Alanna y colocarse tras de ella, como con miedo a que le fuera a pegar. Una razón muy grande tenía que tener para derrumbarse ante mi actitud agresiva y aún así no decir nada.
Me dio hasta lástima. Pero no iba a abandonar mi postura férrea, no tan fácilmente. Me mordí los labios y me di la vuelta en un movimiento brusco, con resignación, para ponerme a espaldas a ellas, con los brazos en jarra y haciendo gestos de negación con la cabeza. Espero que la guardia tuviese más tacto que yo y consiguiera sacarle las palabras por las buenas si no quería verme enfadada de verdad.
Anastasia Boisson
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Alanna sonrió a Huracán cuando esta le preguntó por ella y le guiñó un ojo, segura de lo que iba a responder al fin y al cabo, ya había visto a la joven subir al tejado, por no hablar de lo que sabía que era capaz de hacer desde que se encontraron en la aldea acuciada por esa extraña enfermedad que los hacía parecer muertos vivientes.
- En ti confio, señora brujita.- le guiñó el ojo notando el peso de la joven asustadiza pasar de Huracán a ella misma.- Eres fuerte, seguro que no te caes.- le sonrió con confianza.- y si te caes, me suelto y te cojo.- le sacó la lengua.
El viento comenzó a soplar, haciendo que la guarda se viera obligada a sostenerse con más fuerza de la cuerda, y, con las piernas apoyadas en la pared, intentar mantener un equilibrio precario mientras sostenía su peso y el de la chica que, desde hacía un par de segundos, se sostenía a su cintura con la fuerza de un bebe mono sobre la espalda de su madre. La chica parecía realmente atemorizada, y aunque daba la impresión de ser ligera, lo era mucho menos de lo que Alanna podía soportar en esos momentos. Aunque semi recuperada, aun notaba los pinchazos de sus músculos protestando, pidiendo un entrenamiento para recuperarse de su debilidad pasada.
Con ceño fruncido, comenzó su descenso por la alta pared mientras Huracán, con la gracilidad de una mariposa, bajaba al suelo sin dificultad alguna, vaya, si que era útil la mágia en ocasiones. La joven a su cintura se removía impaciente mientras Alanna intentaba descender haciendola esforzarse más para poder mantenerse, en uno de sus movimientos, resvaló quedando colgada de la cuerda, sin más apoyo que sus brazos, y un sonido de susto se escuchó de entre el público. Sin embargo, a pesar del peligro de la caida, confiaba en que Schott, Huracán, y, posiblemente, la joven que había sido acusada falsamente, estarían allí para atraparla, por lo que, logrando controlar el miedo, volvió a subir, con dificultad, las piernas para apoyarlas en la pared, y finalizar el descenso sin más problemas.
La joven se soltó en cuanto estuvo en el suelo, haciendo que el peso que sostenía Alanna se redujese considerablemente, hasta el punto de sentirse debilitada por el esfuerzo. Se dejó resvalar al suelo los escasos centímetros que restaban de cuerda y se esforzó por que no le temblasen las piernas, aliviadas. Nunca había tenido miedo de las alturas, sin embargo, el colgar desde 3 pisos de altura con un peso muerto de más de cincuenta kilos, no era gracioso, y muerto, eso de muerto era, en realidad, relativo, porque la chica se había movido más que una anguila.
En cuanto se hubo soltado de la cuerda, notó la mano de la joven a la que había ayudado a bajar tomando su camisa blanca. La miró con sorpresa y la escuchó darle las gracias a Huracán, al menos era agradecida, sonrió con indulgencia, entendía lo que era tener miedo, no podía culparla por asustarse, y Huracán, a pesar de tener su corazoncito, era una mujer con caracter que no dejaba que nada la tirase para atrás, entendía que pudiera dar miedo, ella misma había asustado a más de una persona cuando había decidido sacar a la luz sus agallas.
Sin embargo, pronto la conversación derivo, nuevamente, el libro, si la chica lo buscaba, debía ser importante, y si la jovencita no podía decir su paradero... debía haber algo peligroso tras todo ese alboroto, mordiendose los labios, se giró a la chica y le puso las manos sobre los hombros, agachandose un poco a mirarla a los ojos.
- Ahora estás entre amigos, esta chica ha arriesgado su vida para salvarte de caer, ese joven pelirrojo, podría haberse roto los brazos si hubieras caido, y tanto él como la chica de ahí.- señalo a Runa y a Schott- han estado dispuestos a ello, y yo he subido a por ti sin conocerte de nada. Si no confias en nosotros, que nos hemos arriesgado por ti, siendo una desconocida, ¿en quien vas a confiar? Estamos dispuestos a escuchar lo que tengas que decirno.- le dijo intentando calmarla con una sonrisa.- Entremos al cuartel, aquí no es buen lugar para hablar, hay demasiada gente. Vamos.- Propuso antes de que la chica pudiera decir nada, guiandolos a todos al interior para alejarlos de miradas indiscretas.
- En ti confio, señora brujita.- le guiñó el ojo notando el peso de la joven asustadiza pasar de Huracán a ella misma.- Eres fuerte, seguro que no te caes.- le sonrió con confianza.- y si te caes, me suelto y te cojo.- le sacó la lengua.
El viento comenzó a soplar, haciendo que la guarda se viera obligada a sostenerse con más fuerza de la cuerda, y, con las piernas apoyadas en la pared, intentar mantener un equilibrio precario mientras sostenía su peso y el de la chica que, desde hacía un par de segundos, se sostenía a su cintura con la fuerza de un bebe mono sobre la espalda de su madre. La chica parecía realmente atemorizada, y aunque daba la impresión de ser ligera, lo era mucho menos de lo que Alanna podía soportar en esos momentos. Aunque semi recuperada, aun notaba los pinchazos de sus músculos protestando, pidiendo un entrenamiento para recuperarse de su debilidad pasada.
Con ceño fruncido, comenzó su descenso por la alta pared mientras Huracán, con la gracilidad de una mariposa, bajaba al suelo sin dificultad alguna, vaya, si que era útil la mágia en ocasiones. La joven a su cintura se removía impaciente mientras Alanna intentaba descender haciendola esforzarse más para poder mantenerse, en uno de sus movimientos, resvaló quedando colgada de la cuerda, sin más apoyo que sus brazos, y un sonido de susto se escuchó de entre el público. Sin embargo, a pesar del peligro de la caida, confiaba en que Schott, Huracán, y, posiblemente, la joven que había sido acusada falsamente, estarían allí para atraparla, por lo que, logrando controlar el miedo, volvió a subir, con dificultad, las piernas para apoyarlas en la pared, y finalizar el descenso sin más problemas.
La joven se soltó en cuanto estuvo en el suelo, haciendo que el peso que sostenía Alanna se redujese considerablemente, hasta el punto de sentirse debilitada por el esfuerzo. Se dejó resvalar al suelo los escasos centímetros que restaban de cuerda y se esforzó por que no le temblasen las piernas, aliviadas. Nunca había tenido miedo de las alturas, sin embargo, el colgar desde 3 pisos de altura con un peso muerto de más de cincuenta kilos, no era gracioso, y muerto, eso de muerto era, en realidad, relativo, porque la chica se había movido más que una anguila.
En cuanto se hubo soltado de la cuerda, notó la mano de la joven a la que había ayudado a bajar tomando su camisa blanca. La miró con sorpresa y la escuchó darle las gracias a Huracán, al menos era agradecida, sonrió con indulgencia, entendía lo que era tener miedo, no podía culparla por asustarse, y Huracán, a pesar de tener su corazoncito, era una mujer con caracter que no dejaba que nada la tirase para atrás, entendía que pudiera dar miedo, ella misma había asustado a más de una persona cuando había decidido sacar a la luz sus agallas.
Sin embargo, pronto la conversación derivo, nuevamente, el libro, si la chica lo buscaba, debía ser importante, y si la jovencita no podía decir su paradero... debía haber algo peligroso tras todo ese alboroto, mordiendose los labios, se giró a la chica y le puso las manos sobre los hombros, agachandose un poco a mirarla a los ojos.
- Ahora estás entre amigos, esta chica ha arriesgado su vida para salvarte de caer, ese joven pelirrojo, podría haberse roto los brazos si hubieras caido, y tanto él como la chica de ahí.- señalo a Runa y a Schott- han estado dispuestos a ello, y yo he subido a por ti sin conocerte de nada. Si no confias en nosotros, que nos hemos arriesgado por ti, siendo una desconocida, ¿en quien vas a confiar? Estamos dispuestos a escuchar lo que tengas que decirno.- le dijo intentando calmarla con una sonrisa.- Entremos al cuartel, aquí no es buen lugar para hablar, hay demasiada gente. Vamos.- Propuso antes de que la chica pudiera decir nada, guiandolos a todos al interior para alejarlos de miradas indiscretas.
Alanna Delteria
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Ella notaba como el viento soplaba una vez que la mujer de fuerte carácter comenzó a descender dirigiendo su cuerpo como un proyectil hacia la lona, por lo cual todos los miembros se veían obligados a sujetarla con el doble de fuerza. A la velocidad que descendía Runa se pregunto si sería capaz de soportar el impacto, si esa mujer tendría la suerte de no romperse la cara contra el suelo,pero como por arte de magia controló su cuerpo haciéndolo girar suavemente y finalmente cayendo en la lona de culo.
¿Una bruja? Parecía darse cuenta de la habilidad que había podido apreciar con sus marrones ojos.
Una menos,quedando de brazos cruzados al lado del pelirrojo y sin musitar palabra alguna.Mientras volvió a alzar la mirada para observar como Alanna descendía con la ricitos de oro engarrotada a su cuerpo, impaciente la dificultaba la bajada pero con sumamente paciencia y la fuerza de sus brazos lo lograron.
En ese mismo momento Runa sintió una pequeña admiración por aquella mujer que se arriesgo para salvar a ambas, y sobre todo la templanza que utilizaba aunque las cosas se torcieran... Linsey Apenas dando las gracias a la tal Huracán comenzó a romper a llorar cuando repitió de nuevo la pregunta. Lo sabia, una dulce chica como ella agarrada a la camisa blanca de la otra mujer no iba a arriesgar su vida por una persona tan nefasta como la que buscaba.Runa era consciente que no todo el mundo soltaría la lengua ante tal peligro.
En unos segundos totalmente ausente observo a ambas mujeres que se encontraban enfrente de Linsey y pensó - Que distintas son y que bien se entienden-
Finalmente Alanna los condució hacia el cuartel para dejar el tema en intimidad.
Mientras avanzaban por el patio de armas, el cual se apreciaba como una banda interesante de caballeros entrenaban entre ellos con pequeñas espadas a punto de oxidación.Ella no podía evitar mirar de reojo a los dos guardias que aun seguían dedicando su mejor mirada llena de malas intenciones. Alzando sus ojos miró el torreón de vigilancia el cual que se encontraba reformado con la madera de los mejores árboles que habitaban fuera de la ciudad de Lunargenta.
Veo que en eso si gastan tiempo... Concluyó para si misma de una forma irónica.
Al no tener la vista enfrente, casi tropezó con un pedrusco de un tamaño bastante considerable para hacerse un poco de daño.
Auch... Mientras se quejó levemente, la chica del rizado cabello se giró hacía ella y trató de decirle algo pero sin triunfo, comenzó en un tartamudeo que la hacia temblar de lado a lado como si el viento la tumbase.
Cálmate, y repite Tratando de calmarla.
M...Mee...me... me ma... mata...ra dijo aun temblorosa.
No te preocupes, de matar solo me matará a mi... todo el mundo de la calle sabe que eres una buena chica comentaba sin todavía dar información o ningún dato relevante por el momento.La dedicó una leve sonrisa dándole entender que ella en realidad no estaba en peligro, y aun mucho menos la sucedería nada.
Agarró una pequeña piedra enterrada en el patio y comenzó a jugar con ella mientras llegaban a la puerta sin tratar de decir nada.
¿Una bruja? Parecía darse cuenta de la habilidad que había podido apreciar con sus marrones ojos.
Una menos,quedando de brazos cruzados al lado del pelirrojo y sin musitar palabra alguna.Mientras volvió a alzar la mirada para observar como Alanna descendía con la ricitos de oro engarrotada a su cuerpo, impaciente la dificultaba la bajada pero con sumamente paciencia y la fuerza de sus brazos lo lograron.
En ese mismo momento Runa sintió una pequeña admiración por aquella mujer que se arriesgo para salvar a ambas, y sobre todo la templanza que utilizaba aunque las cosas se torcieran... Linsey Apenas dando las gracias a la tal Huracán comenzó a romper a llorar cuando repitió de nuevo la pregunta. Lo sabia, una dulce chica como ella agarrada a la camisa blanca de la otra mujer no iba a arriesgar su vida por una persona tan nefasta como la que buscaba.Runa era consciente que no todo el mundo soltaría la lengua ante tal peligro.
En unos segundos totalmente ausente observo a ambas mujeres que se encontraban enfrente de Linsey y pensó - Que distintas son y que bien se entienden-
Finalmente Alanna los condució hacia el cuartel para dejar el tema en intimidad.
Mientras avanzaban por el patio de armas, el cual se apreciaba como una banda interesante de caballeros entrenaban entre ellos con pequeñas espadas a punto de oxidación.Ella no podía evitar mirar de reojo a los dos guardias que aun seguían dedicando su mejor mirada llena de malas intenciones. Alzando sus ojos miró el torreón de vigilancia el cual que se encontraba reformado con la madera de los mejores árboles que habitaban fuera de la ciudad de Lunargenta.
Veo que en eso si gastan tiempo... Concluyó para si misma de una forma irónica.
Al no tener la vista enfrente, casi tropezó con un pedrusco de un tamaño bastante considerable para hacerse un poco de daño.
Auch... Mientras se quejó levemente, la chica del rizado cabello se giró hacía ella y trató de decirle algo pero sin triunfo, comenzó en un tartamudeo que la hacia temblar de lado a lado como si el viento la tumbase.
Cálmate, y repite Tratando de calmarla.
M...Mee...me... me ma... mata...ra dijo aun temblorosa.
No te preocupes, de matar solo me matará a mi... todo el mundo de la calle sabe que eres una buena chica comentaba sin todavía dar información o ningún dato relevante por el momento.La dedicó una leve sonrisa dándole entender que ella en realidad no estaba en peligro, y aun mucho menos la sucedería nada.
Agarró una pequeña piedra enterrada en el patio y comenzó a jugar con ella mientras llegaban a la puerta sin tratar de decir nada.
Runa Thorgil
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Re: La ladrona de libros [Libre] [Interpretativo] [3/3] [Cerrado]
Apreté la tela firmemente con las manos, de caerse de aquella altura, cualquier error, resultaría fatal, incluso dudaba de la eficacia de la tela que sosteníamos, no se los guardias, pero iba a estar difícil sostener a las tres o incluso a dos si caían a la vez.
De alguna extraña forma comenzó a soplar de repente el viento, un par de sombreros volaron, mire a mi alrededor extrañado, juraría que no había soplado en todo el día.
Y en ese momento Huracán se decidió a saltar, pero no de culo como cualquiera hubiésemos hecho, sino de cara tras dar una voltereta en el aire.
-Aaaaahh- exclamé conforme la veía caer para luego callar anonadado cuando la recogimos suavemente sobre la tela, mucho más suave de lo que hubiese imaginado, mmmm, aquí olía a magia desde luego, luego le haría un par de preguntas si sacaba valor, bueno o quizá no.
Huaracan se situó junto a nosotros como si no hubiese pasado nada, obviando las caras de asombro del gentío y de mí mismo, pero esto aún no había acabado, Alanna y la joven rubia aun colgaban del tejado.
Me mantuve firme cuando Alanna bajaba por la cuerda, sé que la chica era fuerte y sabía lo que hacía, pero no sé si aguantaría igual con ese nuevo fardo que llevaba.
Apreté los dientes cuando vi a Alanna resbalar, pero por suerte logro volver a la posiciona adecuada rápidamente, me miré de reojo los nudillos, estaban blancos de la fuerza, al final me iban a acabar doliendo los brazos y eso que yo ni siquiera estaba bajando.
Nos hicimos a un lado aliviados cuando ambas llegaron al suelo, lo habían logrado, le golpeé amistoso el hombro a un guardia que suspiró aliviado.
-Buena escalada Alanna- sonreí dándole una amistosa palmada en la espalda –Ni yo mismo lo hubiese hecho mejor jajaja- reí animándola.
La joven del tejado se acercó a dar las gracias a Huracán y esta empezó a interrogar directamente por el libro, no iba a darla ni un respiro.
-Bueno bueno, váyanse ya, aquí no hay nada que ver, venga, venga, que no van a repetirlo- exclamé tratando de dispersar al gentío que comenzó a dispersarse de mala gana, si el asunto del libro era delicado, cuantos menos oídos mejor.
Cuando me volví la joven estaba escondida detrás de Alanna, no tendría más de 17 o 18 años, un bonito pelo rubio y una cara de estar a punto de echarse a llorar, deduzco que Huracán no había sido precisamente delicada con ella,
Asentí cuando Alanna se refirió a la presunta ladrona y a mí como los salvadores que éramos, Alanna sugirió que entrásemos en el cuartel, seguro que tirando de rango podía conseguir alguna habitación mejor de la que me habían dado a mí.
Acompañé a las chicas el ultimo dentro del cuartel, por donde atravesamos el patio de guardia, los dos guardias de dentro se sorprendieron de volver a verme, y tan bien acompañado.
Sonreí de oreja a oreja bajo su iracunda mirada mientras les guiñaba un ojo y señalaba las 4 mujeres que me precedían, alzándome de hombros, uno apretó fuertemente los dientes que creí que se fueran a partir, el otro escupió en el suelo enfadado, jejejeje.
Lo cierto era que la situación era de lo más extraña, no solía tener la fortuna de verme junto a mujeres, y menos 4, y menos guapas, parecía que hoy era mi día, y eso que hacia media hora estaba en la cárcel, caprichos del destino supongo.
Deje pasar a todas a la estancia que parecía nuestro destino y cerré educadamente la puerta, ahora ya estábamos a salvo y podría averiguar quién era toda esta pandilla que acababa de formarse.
De alguna extraña forma comenzó a soplar de repente el viento, un par de sombreros volaron, mire a mi alrededor extrañado, juraría que no había soplado en todo el día.
Y en ese momento Huracán se decidió a saltar, pero no de culo como cualquiera hubiésemos hecho, sino de cara tras dar una voltereta en el aire.
-Aaaaahh- exclamé conforme la veía caer para luego callar anonadado cuando la recogimos suavemente sobre la tela, mucho más suave de lo que hubiese imaginado, mmmm, aquí olía a magia desde luego, luego le haría un par de preguntas si sacaba valor, bueno o quizá no.
Huaracan se situó junto a nosotros como si no hubiese pasado nada, obviando las caras de asombro del gentío y de mí mismo, pero esto aún no había acabado, Alanna y la joven rubia aun colgaban del tejado.
Me mantuve firme cuando Alanna bajaba por la cuerda, sé que la chica era fuerte y sabía lo que hacía, pero no sé si aguantaría igual con ese nuevo fardo que llevaba.
Apreté los dientes cuando vi a Alanna resbalar, pero por suerte logro volver a la posiciona adecuada rápidamente, me miré de reojo los nudillos, estaban blancos de la fuerza, al final me iban a acabar doliendo los brazos y eso que yo ni siquiera estaba bajando.
Nos hicimos a un lado aliviados cuando ambas llegaron al suelo, lo habían logrado, le golpeé amistoso el hombro a un guardia que suspiró aliviado.
-Buena escalada Alanna- sonreí dándole una amistosa palmada en la espalda –Ni yo mismo lo hubiese hecho mejor jajaja- reí animándola.
La joven del tejado se acercó a dar las gracias a Huracán y esta empezó a interrogar directamente por el libro, no iba a darla ni un respiro.
-Bueno bueno, váyanse ya, aquí no hay nada que ver, venga, venga, que no van a repetirlo- exclamé tratando de dispersar al gentío que comenzó a dispersarse de mala gana, si el asunto del libro era delicado, cuantos menos oídos mejor.
Cuando me volví la joven estaba escondida detrás de Alanna, no tendría más de 17 o 18 años, un bonito pelo rubio y una cara de estar a punto de echarse a llorar, deduzco que Huracán no había sido precisamente delicada con ella,
Asentí cuando Alanna se refirió a la presunta ladrona y a mí como los salvadores que éramos, Alanna sugirió que entrásemos en el cuartel, seguro que tirando de rango podía conseguir alguna habitación mejor de la que me habían dado a mí.
Acompañé a las chicas el ultimo dentro del cuartel, por donde atravesamos el patio de guardia, los dos guardias de dentro se sorprendieron de volver a verme, y tan bien acompañado.
Sonreí de oreja a oreja bajo su iracunda mirada mientras les guiñaba un ojo y señalaba las 4 mujeres que me precedían, alzándome de hombros, uno apretó fuertemente los dientes que creí que se fueran a partir, el otro escupió en el suelo enfadado, jejejeje.
Lo cierto era que la situación era de lo más extraña, no solía tener la fortuna de verme junto a mujeres, y menos 4, y menos guapas, parecía que hoy era mi día, y eso que hacia media hora estaba en la cárcel, caprichos del destino supongo.
Deje pasar a todas a la estancia que parecía nuestro destino y cerré educadamente la puerta, ahora ya estábamos a salvo y podría averiguar quién era toda esta pandilla que acababa de formarse.
Schott
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