[Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
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[Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
Recortada contra la orilla del mar, y a poca distancia de la ciudad de Roilkat se erguía desde hacia ya unos meses la granja de cangrejos del joven Lumbert Graham. Aquel muchacho que había construido aquello con una modesta cantidad, con su esposa, había encontrado con aparente suerte del destino una ubicación perfecta para la cría de cangrejos, y los pocos que había comprado en un inicio se habían multiplicado con tanta rapidez que había despertado por iguala admiración y envidia.
La modesta granja era, a la vez, negocio y morada. Una construcción de un solo piso con buhardilla a un par de millas por camino de tierra que salia de la ruta principal. Su techo, bajo y de tejas cerámicas no poseía ventana alguna, las paredes exteriores, gruesas y sin pintar, eran de piedra hasta la altura de la cintura y luego los tablones hacían el resto.
Un cartel grande con un tallado de un cangrejo caricaturesco, con una exagerada sonrisa, coronaba la puerta que daba al camino. A parte de eso, lo único que destacaba de aquella sencilla casa eran los vitrales de las ventanas, que recordaban a cualquiera que los viera que se hallaban cerca de Roilkat, y que personas humildes de otras latitudes no habrían podido pagar.
Tras la casa se veían unos muelles bajos, con unos pequeños postes de los que colgaban luces de aceite.
Todo el terreno estaba rodeado de postes y cordeles para que ningún animal vecino se colara por accidente ni al jardín ni a la zona del muelle.
Ese crepúsculo las luces eran más, y mas brillantes. Incluso los postes que marcaban los lindes habían sido decorados con velas. El primer gran cargamento de cangrejos había sido vendido en al ciudad, y el carro había vuelto con una cantidad considerable de Aeros y escortado por varios mercenarios a quienes habían invitado a pasar para celebrar las buenas nuevas, y el nuevo servicio que habían podido contratar con los beneficios los propietarios de "Cangrejos Graham".
Esta había sido la primera jornada comercial del negocio. Por primera vez Lumbert y su esposa Bathilda habían llevado el fruto de sus esfuerzos a la ciudad. Unos cangrejos de intenso color y considerable tamaño que se habían vendido tan bien que otros comerciantes del mismo producto habían vuelto a sus casas con su mercancía casi completa sin vender.
La joven pareja de mercaderes había quedado tan encantada, y había sacado tanto dinero que habían contratado servicio para su nueva casa, mercenarios para escoltar el arcón lleno de Aeros y hasta habían invitado a algún que otro cliente con el que habían hecho buenas migas, y se habían quedado hablando hasta el cierre a cenar para celebrar el apabullante éxito que se habían granjeado. Incluso el cochero que habían contratado había sido invitado, y se había comprometido en llevar a los invitados a su vuelta a la ciudad sin coste alguno.
Iltharion se había cruzado la caravana de camino, y al ver el laúd en su espalda, el lozano señor Lumbert lo había invitado para que amenizara la velada de celebración que esperaba al primer contingente que volvía de la ciudad.
Con un trabajo que había tocado a su puerta prácticamente, y la promesa no solo de pago si no de una buena fiesta con una suculenta cena, no lo pensó dos veces y se subió al carruaje dándose por vendido sin regatear siquiera.
Por ello, la granja Graham se presentaba ahora ante el crepúsculo. Los invitados paseaban por el jardin delantero, donde el cochero se encargaba de su caballo, o por el trasero donde se extendían los muelles como pasarelas bordeadas por jaulas bajo el agua donde rojizos cangrejos se movían de un lado a otro. La pareja había pedido unos momentos para adecentar la casa, y el servició había entrado a trabajar tan rápido como habían llegado.
Iltharion se colgó el laúd por delante del pecho en vez de a su espalda, y empezó a afinar las cuerdas de forma distraída mientras se acercaba a aquellos que serían como el, comensales e invitados de esa dulce pareja que tan poco llevaba en la región.
-Buenas.-Se presentó ante aquel a quien había llegado con su paso errático.-Soy Iltharion, un placer conocerlo.-Sonrió con cortesía.
La modesta granja era, a la vez, negocio y morada. Una construcción de un solo piso con buhardilla a un par de millas por camino de tierra que salia de la ruta principal. Su techo, bajo y de tejas cerámicas no poseía ventana alguna, las paredes exteriores, gruesas y sin pintar, eran de piedra hasta la altura de la cintura y luego los tablones hacían el resto.
Un cartel grande con un tallado de un cangrejo caricaturesco, con una exagerada sonrisa, coronaba la puerta que daba al camino. A parte de eso, lo único que destacaba de aquella sencilla casa eran los vitrales de las ventanas, que recordaban a cualquiera que los viera que se hallaban cerca de Roilkat, y que personas humildes de otras latitudes no habrían podido pagar.
Tras la casa se veían unos muelles bajos, con unos pequeños postes de los que colgaban luces de aceite.
Todo el terreno estaba rodeado de postes y cordeles para que ningún animal vecino se colara por accidente ni al jardín ni a la zona del muelle.
Ese crepúsculo las luces eran más, y mas brillantes. Incluso los postes que marcaban los lindes habían sido decorados con velas. El primer gran cargamento de cangrejos había sido vendido en al ciudad, y el carro había vuelto con una cantidad considerable de Aeros y escortado por varios mercenarios a quienes habían invitado a pasar para celebrar las buenas nuevas, y el nuevo servicio que habían podido contratar con los beneficios los propietarios de "Cangrejos Graham".
Esta había sido la primera jornada comercial del negocio. Por primera vez Lumbert y su esposa Bathilda habían llevado el fruto de sus esfuerzos a la ciudad. Unos cangrejos de intenso color y considerable tamaño que se habían vendido tan bien que otros comerciantes del mismo producto habían vuelto a sus casas con su mercancía casi completa sin vender.
La joven pareja de mercaderes había quedado tan encantada, y había sacado tanto dinero que habían contratado servicio para su nueva casa, mercenarios para escoltar el arcón lleno de Aeros y hasta habían invitado a algún que otro cliente con el que habían hecho buenas migas, y se habían quedado hablando hasta el cierre a cenar para celebrar el apabullante éxito que se habían granjeado. Incluso el cochero que habían contratado había sido invitado, y se había comprometido en llevar a los invitados a su vuelta a la ciudad sin coste alguno.
Iltharion se había cruzado la caravana de camino, y al ver el laúd en su espalda, el lozano señor Lumbert lo había invitado para que amenizara la velada de celebración que esperaba al primer contingente que volvía de la ciudad.
Con un trabajo que había tocado a su puerta prácticamente, y la promesa no solo de pago si no de una buena fiesta con una suculenta cena, no lo pensó dos veces y se subió al carruaje dándose por vendido sin regatear siquiera.
Por ello, la granja Graham se presentaba ahora ante el crepúsculo. Los invitados paseaban por el jardin delantero, donde el cochero se encargaba de su caballo, o por el trasero donde se extendían los muelles como pasarelas bordeadas por jaulas bajo el agua donde rojizos cangrejos se movían de un lado a otro. La pareja había pedido unos momentos para adecentar la casa, y el servició había entrado a trabajar tan rápido como habían llegado.
Iltharion se colgó el laúd por delante del pecho en vez de a su espalda, y empezó a afinar las cuerdas de forma distraída mientras se acercaba a aquellos que serían como el, comensales e invitados de esa dulce pareja que tan poco llevaba en la región.
-Buenas.-Se presentó ante aquel a quien había llegado con su paso errático.-Soy Iltharion, un placer conocerlo.-Sonrió con cortesía.
Última edición por Iltharion Dur'Falas el Jue 23 Feb - 17:11, editado 1 vez
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
Caminando lentamente por el lado derecho del carro intentaba mantener el paso un joven con una armadura roída por el paso de los años y ligeramente mellada, se encontraba totalmente atento a los alrededores, éste era su primera vez ejerciendo de guardaespaldas y a pesar de que sus pintas parecían demostrar lo contrario, tenía miedo de que su primer trabajo en regla fracasase. Sobre todo teniendo como clientes a una pareja tan amistosa como lo era aquella ante la que se había presentado el día que salió el cargamento de cangrejos, tan amistosos le parecieron que decidió ofrecerse como escolta adicional por una paga mínima, sólo porque le agradaron.
Lo que sucedió una vez llegados a la ciudad fue mágico, el cangrejo vendió como pan caliente aunque fuese cangrejo y estuviese frío, aunque eso no fue lo importante, lo importante fue el dinero que se llevaron los propietarios de la, por aquel entonces, humilde granja desde dónde había partido anteriormente, y no pudo evitar sonreír por ellos al conocer que, con el poco dinero que poseían, lograron hacer que su negocio empezase a prosperar. Al final, después de todo, no todo lo que había en el mundo era cruel, y las circunstancias no siempre se engullían las esperanzas de la persona, creía que lo que estaba sucediendo era una victoria simbólica, no solo para la pareja, a la que decidió apodar Cangrejefes por alguna razón, sino también para lo que el creía el lado humano y virtuoso del mundo.
Y allí estaba, pensando que no había nada como una buena caminata por los bosques, la buena compañía que suponía la alegre pareja de cangrejeros le distraía un poco, pero ahora sentía que era su deber protegerles, ya no hacía ésto por el dinero, lo hacía por ellos, así que cuando un nuevo ser apareció, desconfió de él, a había encontrado sorpresas desagradables rondando por los las tierras, pero no pudo hacer nada para mantenerlo alejado, pues los cangrejefes insistieron en hacer que viniese con ellos, para "animar la fiesta" decían.
Y cuando llegó, todo se sentía mas hermoso, a pesar de ser un área rural, la iluminación y los colores que había antes cambiaron a unos que le parecían más agradables a la vista, y cuando lanzó su mirada al mar, pudo ver que todo lo que había allí era hermoso, el viento, los colores... Era espléndido. Suspiró y cuando los dueños entraron a su casa para acomodarla, decidió quedarse en la puerta vigilando, pero la voz de Lumbert, quién salió a recoger algunos adornos que habían comprado con anterioridad, le reprochó -¿¡Qué haces!? No te quedes aquí, mirando, anda, disfruta de la compañía y de la fiesta- y no dejó de mirar mal a Básil hasta que este se retirara.
Cuando lo hizo, empezó a pensar, la verdad, nunca había estado en una fiesta, ¿que se hacía en una de éstas?, la respuesta nunca vino y, conociendo su propio aparatoso sentido de las relaciones sociales decidió irse y admirar las vistas, clavó su espada en el suelo, y se apoyó sobre la rendija que limitaba el acceso al mar, observó lleno de calma. -Por estas cosas salir a viajar fue la mejor decisión que he tomado se limitó a decir, en voz baja.
Lo que sucedió una vez llegados a la ciudad fue mágico, el cangrejo vendió como pan caliente aunque fuese cangrejo y estuviese frío, aunque eso no fue lo importante, lo importante fue el dinero que se llevaron los propietarios de la, por aquel entonces, humilde granja desde dónde había partido anteriormente, y no pudo evitar sonreír por ellos al conocer que, con el poco dinero que poseían, lograron hacer que su negocio empezase a prosperar. Al final, después de todo, no todo lo que había en el mundo era cruel, y las circunstancias no siempre se engullían las esperanzas de la persona, creía que lo que estaba sucediendo era una victoria simbólica, no solo para la pareja, a la que decidió apodar Cangrejefes por alguna razón, sino también para lo que el creía el lado humano y virtuoso del mundo.
Y allí estaba, pensando que no había nada como una buena caminata por los bosques, la buena compañía que suponía la alegre pareja de cangrejeros le distraía un poco, pero ahora sentía que era su deber protegerles, ya no hacía ésto por el dinero, lo hacía por ellos, así que cuando un nuevo ser apareció, desconfió de él, a había encontrado sorpresas desagradables rondando por los las tierras, pero no pudo hacer nada para mantenerlo alejado, pues los cangrejefes insistieron en hacer que viniese con ellos, para "animar la fiesta" decían.
Y cuando llegó, todo se sentía mas hermoso, a pesar de ser un área rural, la iluminación y los colores que había antes cambiaron a unos que le parecían más agradables a la vista, y cuando lanzó su mirada al mar, pudo ver que todo lo que había allí era hermoso, el viento, los colores... Era espléndido. Suspiró y cuando los dueños entraron a su casa para acomodarla, decidió quedarse en la puerta vigilando, pero la voz de Lumbert, quién salió a recoger algunos adornos que habían comprado con anterioridad, le reprochó -¿¡Qué haces!? No te quedes aquí, mirando, anda, disfruta de la compañía y de la fiesta- y no dejó de mirar mal a Básil hasta que este se retirara.
Cuando lo hizo, empezó a pensar, la verdad, nunca había estado en una fiesta, ¿que se hacía en una de éstas?, la respuesta nunca vino y, conociendo su propio aparatoso sentido de las relaciones sociales decidió irse y admirar las vistas, clavó su espada en el suelo, y se apoyó sobre la rendija que limitaba el acceso al mar, observó lleno de calma. -Por estas cosas salir a viajar fue la mejor decisión que he tomado se limitó a decir, en voz baja.
Básil Ysgramor
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Re: [Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
Mientras el sol comenzaba a tocar la línea del horizonte y a sumergirse en el océano, Belisario llegaba a la ciudad de Roilkat caminando, solo, por la costa a pocos metros del mar. Hacia unos días, su padre había comentado que un amigo suyo estaba por comenzar un negocio y había construido una granja para criar cangrejos. Habían acordado, con toda la familia, realizar un pequeño viaje la tarde de la inauguración para saludar pero, como era normal, a su padre le surgió un viaje importante un día antes y su madre se lleno de trabajo. Por lo tanto Bel decidió venir solo. Esto no le molestaba en absoluto: siempre lograba una forma de disfrutar la soledad de la mejor manera posible. Y caminar junto al mar ayuda mucho.
Cuando llego a la granja de cangrejos se encontró con una humilde construcción costera. En el jardín delantero, Bel noto que varias personas paseaban por allí. Un poco confundido llego hasta la puerta y cuando intento entrar un guardia lo detuvo. Sin embargo, Lumbert y su esposa lo vieron y dejaron pasar. Antes de poder dirigirse a saludar a la pareja y aun un poco confundido, Bel escucho algunas notas de laúd. Cerca de él reconoció a un elfo de gran estatura afinando el instrumento. Al escuchar el saludo de aquel elfo se acerco unos pasos y le respondió:
—Buenas. Mi nombre es Belisario, mucho gusto —Respondió a Iltharion sonriendo—. Tenía entendido que hoy Lumbert y su esposa comenzarían con el negocio. Al parecer les fue muy bien, ¿no es asi?
Mientras hablaba Bel se coloco contra una pared, cerca de donde estaba Iltharion, para no estorbar el paso a la gente.
Cuando llego a la granja de cangrejos se encontró con una humilde construcción costera. En el jardín delantero, Bel noto que varias personas paseaban por allí. Un poco confundido llego hasta la puerta y cuando intento entrar un guardia lo detuvo. Sin embargo, Lumbert y su esposa lo vieron y dejaron pasar. Antes de poder dirigirse a saludar a la pareja y aun un poco confundido, Bel escucho algunas notas de laúd. Cerca de él reconoció a un elfo de gran estatura afinando el instrumento. Al escuchar el saludo de aquel elfo se acerco unos pasos y le respondió:
—Buenas. Mi nombre es Belisario, mucho gusto —Respondió a Iltharion sonriendo—. Tenía entendido que hoy Lumbert y su esposa comenzarían con el negocio. Al parecer les fue muy bien, ¿no es asi?
Mientras hablaba Bel se coloco contra una pared, cerca de donde estaba Iltharion, para no estorbar el paso a la gente.
Rascal
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Re: [Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
Al principio la mayoría de mercenarios habían tenido cierta dificultad por aflojar su postura erguida y amenazante, vigilante, pero con algo de insistencia del amable sr. Lumbert se habían ido relajando. Uno de ellos estaba charlando animadamente con el cochero sobre caballos, mientras la mayoría paseaban por el patio o simplemente se sentaban en el césped a descansar. El bardo no le sorprendió ver aquello de reojo, pues si bien el había ido encima del carro casi todo el camino, los escoltas habían estado caminando todo el camino desde la ciudad hacia la apartada granja.
El bardo volvió a mover sus orbes turquesas hacia al hombre al que se había dirigido cuando escucho la voz de este y asintió con una sonrisa, haciendo tintinear todos los pendientes de su oreja.
Las palabras y el hecho de que el elfo no recordase haberle visto en el carruaje le indicaron que aquel muchacho no había llegado con ellos, sin embargo parecía que conocía al menos al señor de la casa, y los mercenarios no hacían nada contra su presencia, asumió el bardo que sería otro invitado, aunque también estaría dispuesto a apostar que Lumbert estaba de tan buen humor como para invitar a cada persona que se lo cruzara a celebrar su cosecha.
-Algo así me dijeron durante el camino sr.-Asintió nuevamente el hijo de Sandorai con una gracia natural hasta para alguien de su especie.- Tanta como contratar servidumbre, para invitar a todos sus escoltas, al cochero y a un humilde músico a celebrar sus ganancias.- Rió suavemente entre dientes. Probablemente con el dinero que habían ganado ese par podrían vivir bastante tranquilos durante un tiempo mientras seguían trabajando con los cangrejos.
La percusión constante de los crustáceos llegaba atenuada por el palmo de agua que había por encima de las jaulas, pero aun así, ese repiqueteo rítmico acompañaba el romper de las olas bajas sobre las pasarelas del muelle como una suave y perenne melodía.
-No le vi durante el viaje. Amigo de la familia presumo.-Preguntó el trovador a su interlocutor mientras lo escrutaba con la mirada con pura curiosidad, intentando adivinar algo sobre ese sujeto. Los dedos del hijo de SSandorai apenas si acariciaban las cuerdas de forma esporádica, cuidando de no interrumpirse ni a si mismo ni al joven, terminando de afinar las clavijas con la delicadeza y el cariño de un consumado amante.
Mientras en el interior los criados habían puesto la mesa y limpiado el salón, el señor controlaba y enseñaba a la servidumbre donde estaba cada cosa y su mujer hacia las cuentas para poder dedicarse a los invitados tras aquello.
Un par de criados salieron a por una de las jaulas del muelle y la entraron en las cocinas, aunque seguramente todos ya se imaginaban que la cena no iba a ser otra cosa que cangrejos. Aun tardaría un rato la comida en inundar el patio con su olor, o los señores en aparecer.
El bardo volvió a mover sus orbes turquesas hacia al hombre al que se había dirigido cuando escucho la voz de este y asintió con una sonrisa, haciendo tintinear todos los pendientes de su oreja.
Las palabras y el hecho de que el elfo no recordase haberle visto en el carruaje le indicaron que aquel muchacho no había llegado con ellos, sin embargo parecía que conocía al menos al señor de la casa, y los mercenarios no hacían nada contra su presencia, asumió el bardo que sería otro invitado, aunque también estaría dispuesto a apostar que Lumbert estaba de tan buen humor como para invitar a cada persona que se lo cruzara a celebrar su cosecha.
-Algo así me dijeron durante el camino sr.-Asintió nuevamente el hijo de Sandorai con una gracia natural hasta para alguien de su especie.- Tanta como contratar servidumbre, para invitar a todos sus escoltas, al cochero y a un humilde músico a celebrar sus ganancias.- Rió suavemente entre dientes. Probablemente con el dinero que habían ganado ese par podrían vivir bastante tranquilos durante un tiempo mientras seguían trabajando con los cangrejos.
La percusión constante de los crustáceos llegaba atenuada por el palmo de agua que había por encima de las jaulas, pero aun así, ese repiqueteo rítmico acompañaba el romper de las olas bajas sobre las pasarelas del muelle como una suave y perenne melodía.
-No le vi durante el viaje. Amigo de la familia presumo.-Preguntó el trovador a su interlocutor mientras lo escrutaba con la mirada con pura curiosidad, intentando adivinar algo sobre ese sujeto. Los dedos del hijo de SSandorai apenas si acariciaban las cuerdas de forma esporádica, cuidando de no interrumpirse ni a si mismo ni al joven, terminando de afinar las clavijas con la delicadeza y el cariño de un consumado amante.
Mientras en el interior los criados habían puesto la mesa y limpiado el salón, el señor controlaba y enseñaba a la servidumbre donde estaba cada cosa y su mujer hacia las cuentas para poder dedicarse a los invitados tras aquello.
Un par de criados salieron a por una de las jaulas del muelle y la entraron en las cocinas, aunque seguramente todos ya se imaginaban que la cena no iba a ser otra cosa que cangrejos. Aun tardaría un rato la comida en inundar el patio con su olor, o los señores en aparecer.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
—Si, algo así. Mi padre es mercader y conoció a Graham hace unos años. Desde hace ya unos meses Lumbert le había contado a mi padre que tenía pensado abrir este negocio.
La temperatura fuera de la casa había indicado que aquella iba a ser una noche cálida. Aquello sumado al amontonamiento de gente comenzaba a crear un ambiente un poco pesado y caluroso. Además, Belisario estaba sediento del viaje.
Justo en aquel momento pasa un sirviente repartiendo cervezas. Bel se acerca y toma dos, ofreciéndole una a Iltharion y dejándola en una mesa cercana. La bebida estaba lo suficientemente fría como para refrescar a Bel y saciar su sed. Luego de un largo trago, continúo hablando.
— En un principio la idea era venir a saludar a Lumbert toda la familia. Sin embargo surgieron imprevistos y decidí venir solo. Siempre es agradable salir a caminar un día como hoy —le da otro trago a su cerveza—. ¿Y a usted que lo trae por aquí?
En aquel momento Belisario comenzaba a tener hambre y desde su lugar al lado de Iltharion buscaba algún sirviente que pase con comida. Al ver que no quedaba mucha cerveza en su vaso también agrego la bebida en su búsqueda.
La temperatura fuera de la casa había indicado que aquella iba a ser una noche cálida. Aquello sumado al amontonamiento de gente comenzaba a crear un ambiente un poco pesado y caluroso. Además, Belisario estaba sediento del viaje.
Justo en aquel momento pasa un sirviente repartiendo cervezas. Bel se acerca y toma dos, ofreciéndole una a Iltharion y dejándola en una mesa cercana. La bebida estaba lo suficientemente fría como para refrescar a Bel y saciar su sed. Luego de un largo trago, continúo hablando.
— En un principio la idea era venir a saludar a Lumbert toda la familia. Sin embargo surgieron imprevistos y decidí venir solo. Siempre es agradable salir a caminar un día como hoy —le da otro trago a su cerveza—. ¿Y a usted que lo trae por aquí?
En aquel momento Belisario comenzaba a tener hambre y desde su lugar al lado de Iltharion buscaba algún sirviente que pase con comida. Al ver que no quedaba mucha cerveza en su vaso también agrego la bebida en su búsqueda.
Rascal
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Re: [Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
Iltharion sintió ante las palabras del muchacho, un poco para si mismo, mercader era una profesión que le pegaba a aquel joven que tenía buena planta y presencia, y un tono jovial, además de que por ahora una conversación cálida. El trovador vio en el un gran potencial para esa profesión en la que rápidamente se destacaban aquellos que no iban a tener el talento de la diplomacia, como despojos.
-Gracias.-Volvió a asentir con gracia el trovador ante la oferta de la cerveza, y dejó que el laúd reposara por su propia correa sin sostenerlo para tomar la jarra que le ofrecía el muchacho.
-Soy un bardo errante, me los encontré de camino a la ciudad, y estaban tan alegres de su éxito que decidieron contratar mis servicios para la velada.-Dio un breve trago a la jarra, dejando que el frío liquido ambarino despejase el calor que se pegaba en el cuerpo gracias a la humedad del mar cercano.
-¿También se dedican a la cría y venta de cangrejos?.-Preguntó por la familia al muchacho, manteniendo esa agradable conversación mientras aguardaban la comida.
El aroma de cangrejo no se hizo esperar en el patio, de las ventanas semi abiertas del piso inferior, que buscaban dejar entrar el aire de la noche con tal de refrescar la casa, salían los aromas de varios platos, todos que contenían el inconfundible aroma a cangrejo, de las desafortunadas bestias que habían tomado de las jaulas los criados minutos antes.
La mujer salió entonces al umbral de la puerta invitando a los comensales a adentrarse en el salón.
Iltharion le hizo un cortés gesto a su contertulio, invitándolo a caminar hacia la casa juntos mientras todavía disfrutaban de la ligera conversación que compartían, y se dispuso a caminar al lado del mismo.
La casa era de techo mediano y materiales sencillos, la mesa larga estaba compuesta por dos diferentes que habían colocado simultáneamente, y que habían tenido que alzar con alguna que otra piedra del jardín para que tuvieran la misma altura. Las sillas eran diferentes, como si no todas pertenecieran a la misma habitación, probablemente hubieran tenido que reunir todas las de la casa para poder albergar tantos invitados.
La sala sin embargo era grande y podía albergar semejante puzle de muebles cómodamente.
Varias lamparas de aceite se hallaban en el extremo, y un par de candeleros iluminaban las fuentes que en una vajilla simple ocupaban casi toda la mesa.
Unos pasteles rosados y esponjosos, con vetas rojizas se encontraban en los extremos, seguidos de unas poncheras llenas de una sopa amarillenta en la que flotaban pedazos de carne blanquecina y algunas pinzas. Tiras de carne asada y sumamente especiada, probablemente también de cangrejo, ocupan el centro rodeadas de pequeños cuencos con salsas frutales. Unas jarras de arcilla cocida estaban dispuestas estratégicamente para ofrecer vino barato y cerveza a los comensales.
Se notaba que hasta hacia muy poco aquella familia había tenido unos recursos limitados.
El dueño de la casa se sumó a la pequeña conversación, colocando afectuosamente una mano sobre el hombre del humano con quien el elfo había estado hablando, y le ofreció la silla adyacente a el, como señal de afecto y aprecio hacia su familia, y luego se levantó con la jarra en mano, dispuesto a decir algunas palabras.
-Tanto yo como mi esposa nos hallamos llenos de gozo de poder compartir el júbilo de nuestro éxito. Espero que disfruten de la humilde velada que les hemos preparado. Comed, bebed.-Indicó con la mano.-Hoy es un día de celebración.-Alzo su copa y bebió para luego sentarse a la mesa y hacer lo propio.
-Gracias.-Volvió a asentir con gracia el trovador ante la oferta de la cerveza, y dejó que el laúd reposara por su propia correa sin sostenerlo para tomar la jarra que le ofrecía el muchacho.
-Soy un bardo errante, me los encontré de camino a la ciudad, y estaban tan alegres de su éxito que decidieron contratar mis servicios para la velada.-Dio un breve trago a la jarra, dejando que el frío liquido ambarino despejase el calor que se pegaba en el cuerpo gracias a la humedad del mar cercano.
-¿También se dedican a la cría y venta de cangrejos?.-Preguntó por la familia al muchacho, manteniendo esa agradable conversación mientras aguardaban la comida.
El aroma de cangrejo no se hizo esperar en el patio, de las ventanas semi abiertas del piso inferior, que buscaban dejar entrar el aire de la noche con tal de refrescar la casa, salían los aromas de varios platos, todos que contenían el inconfundible aroma a cangrejo, de las desafortunadas bestias que habían tomado de las jaulas los criados minutos antes.
La mujer salió entonces al umbral de la puerta invitando a los comensales a adentrarse en el salón.
Iltharion le hizo un cortés gesto a su contertulio, invitándolo a caminar hacia la casa juntos mientras todavía disfrutaban de la ligera conversación que compartían, y se dispuso a caminar al lado del mismo.
La casa era de techo mediano y materiales sencillos, la mesa larga estaba compuesta por dos diferentes que habían colocado simultáneamente, y que habían tenido que alzar con alguna que otra piedra del jardín para que tuvieran la misma altura. Las sillas eran diferentes, como si no todas pertenecieran a la misma habitación, probablemente hubieran tenido que reunir todas las de la casa para poder albergar tantos invitados.
La sala sin embargo era grande y podía albergar semejante puzle de muebles cómodamente.
Varias lamparas de aceite se hallaban en el extremo, y un par de candeleros iluminaban las fuentes que en una vajilla simple ocupaban casi toda la mesa.
Unos pasteles rosados y esponjosos, con vetas rojizas se encontraban en los extremos, seguidos de unas poncheras llenas de una sopa amarillenta en la que flotaban pedazos de carne blanquecina y algunas pinzas. Tiras de carne asada y sumamente especiada, probablemente también de cangrejo, ocupan el centro rodeadas de pequeños cuencos con salsas frutales. Unas jarras de arcilla cocida estaban dispuestas estratégicamente para ofrecer vino barato y cerveza a los comensales.
Se notaba que hasta hacia muy poco aquella familia había tenido unos recursos limitados.
El dueño de la casa se sumó a la pequeña conversación, colocando afectuosamente una mano sobre el hombre del humano con quien el elfo había estado hablando, y le ofreció la silla adyacente a el, como señal de afecto y aprecio hacia su familia, y luego se levantó con la jarra en mano, dispuesto a decir algunas palabras.
-Tanto yo como mi esposa nos hallamos llenos de gozo de poder compartir el júbilo de nuestro éxito. Espero que disfruten de la humilde velada que les hemos preparado. Comed, bebed.-Indicó con la mano.-Hoy es un día de celebración.-Alzo su copa y bebió para luego sentarse a la mesa y hacer lo propio.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
Cuando tomo la última gota de cerveza, ahora con su sed saciada, Belisario respondió
—No, comerciamos principalmente especias, telas y piedras preciosas y semipreciosas. Sin embargo, más de una vez comerciamos con diferentes mercancías. De todas formas, a este punto no lo llamaría comerciar ya que más bien lo que hacemos es transportar mercancías y venderlas. Últimamente no hay clientes nuevos, simplemente distribuimos a los clientes fijos repartidos por todos lados.
Luego de estar hablando un rato comenzó a sentir una leve sequedad en la garganta, junto a la cual apareció una necesidad de humedecerla con otra jarra de cerveza. Sin embargo, lo que logro hacer que Bel se enderece fue el olor de la comida que provenía de la casa. Cuando llegaron a salón donde iban a cenar, fue muy bien recibido por el dueño de la casa.
Belisario saludo alegremente a Lumbert y le agradeció mientras se sentaba en el lugar donde le ofreció. Luego miro a Iltharion y le ofreció el lugar al otro lado de él, con una sonrisa. Finalmente procedió a servirse el plato de comida que encontró más apetecible: las tiras de carne asada. Además se sirvió otra jarra de cerveza.
—Y dime Ilth… ¿te molesta que te llame así? —dijo dirigiéndose al elfo— ¿Hay algo en especial que te trae a Roilkat?
—No, comerciamos principalmente especias, telas y piedras preciosas y semipreciosas. Sin embargo, más de una vez comerciamos con diferentes mercancías. De todas formas, a este punto no lo llamaría comerciar ya que más bien lo que hacemos es transportar mercancías y venderlas. Últimamente no hay clientes nuevos, simplemente distribuimos a los clientes fijos repartidos por todos lados.
Luego de estar hablando un rato comenzó a sentir una leve sequedad en la garganta, junto a la cual apareció una necesidad de humedecerla con otra jarra de cerveza. Sin embargo, lo que logro hacer que Bel se enderece fue el olor de la comida que provenía de la casa. Cuando llegaron a salón donde iban a cenar, fue muy bien recibido por el dueño de la casa.
Belisario saludo alegremente a Lumbert y le agradeció mientras se sentaba en el lugar donde le ofreció. Luego miro a Iltharion y le ofreció el lugar al otro lado de él, con una sonrisa. Finalmente procedió a servirse el plato de comida que encontró más apetecible: las tiras de carne asada. Además se sirvió otra jarra de cerveza.
—Y dime Ilth… ¿te molesta que te llame así? —dijo dirigiéndose al elfo— ¿Hay algo en especial que te trae a Roilkat?
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Re: [Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
El elfo espero a que el señor de la casa terminara su discurso antes de hacerse con algunas de las tiras de carne de cangrejo adobadas de las que su contertulio se había apropiado también, y pronto, un poco de lo que reposaba en cada fuente decoraba el plato del hijo de Sandorai, que empezó a dar buena cuenta de ello a pequeños bocados. No había imaginado que toda la comida fuera a provenir del mismo animal, aunque había que reconocer la imaginación y versatilidad de los cocineros en crear diversos platos y que no resultara cansino comer puro cangrejo.
El bardo miro con cierta diversión como el muchacho parecía mas enamorado de la cerveza que de la comida, y volvía a agenciarse de una jarra de ese liquido ambarino. Si seguía así, el trovador estaba seguro que el joven estaría embriagado para el final de la cena.
-Claro, no se preocupe.-Respondió con cordialidad el hijo de los bosques al lozano mercader.-Viajo por todo el continente, así que es inevitable que tarde o temprano pise todas las poblaciones que salpican la tierra.-Rió ligeramente entre dientes.-Aunque siempre me ha parecido que se come mas que bien, por lo que disfruto especialmente de las visitas que me traen a estas tierras.-Dió otro bocado a las tiras blanquecinas de cangrejo asado, que prácticamente se deshacían en la boca.
-¿Va a aprovechar el viaje para transportar mercancías o se va a limitar a disfrutar de esta travesía como algo social?.-Prosiguió dirigiendo una mirada de soslayo a la pareja que coronaba la mesa.
El señor Lumber se sirvió en su propia jarra algo de cerveza, y durante un instante un olor dulzón se extendió sutilmente , mezclándose presto con los aromas de la comida, aun caliente, que decoraba la mesa de un extremo a otro.
Iltharion olfateo de forma sutil, pero el aroma se había disuelto tanto entre los propios del lugar que le resultaba imposible distinguirlo, pese a que le resultaba sumamente familiar.
-Sera cerveza especiada.-Murmuró para si mismo, restandle importancia a esos segundos ya pasados que le habían alarmado por intuición, pero que no encontraba sustento racional para mantener.
-¿Comercian ustedes con Dundarak?.-Retomó su charla con el joven, recuperando su atención.-Ahora hay un puerto intermedio, una población de hombres lobo bastante tranquila que permite que el viaje en barco sea mas sencillo y facilita el transporte de mercancías.
En el fondo de la jarra del señor, el polvo de flor blanca de Kortinque se había hidratado con la bebida al verterla, por suerte, su olor parecía haber pasado suficientemente desapercibido. Aquella persona que la había colocado allí había sentido como se le paraba el corazón cuando había olido el delator aroma, pero cuando este se disipó , exhaló con alivio y siguió comiendo animadamente, celebrando el buen transcurrir de su treta.
El bardo miro con cierta diversión como el muchacho parecía mas enamorado de la cerveza que de la comida, y volvía a agenciarse de una jarra de ese liquido ambarino. Si seguía así, el trovador estaba seguro que el joven estaría embriagado para el final de la cena.
-Claro, no se preocupe.-Respondió con cordialidad el hijo de los bosques al lozano mercader.-Viajo por todo el continente, así que es inevitable que tarde o temprano pise todas las poblaciones que salpican la tierra.-Rió ligeramente entre dientes.-Aunque siempre me ha parecido que se come mas que bien, por lo que disfruto especialmente de las visitas que me traen a estas tierras.-Dió otro bocado a las tiras blanquecinas de cangrejo asado, que prácticamente se deshacían en la boca.
-¿Va a aprovechar el viaje para transportar mercancías o se va a limitar a disfrutar de esta travesía como algo social?.-Prosiguió dirigiendo una mirada de soslayo a la pareja que coronaba la mesa.
El señor Lumber se sirvió en su propia jarra algo de cerveza, y durante un instante un olor dulzón se extendió sutilmente , mezclándose presto con los aromas de la comida, aun caliente, que decoraba la mesa de un extremo a otro.
Iltharion olfateo de forma sutil, pero el aroma se había disuelto tanto entre los propios del lugar que le resultaba imposible distinguirlo, pese a que le resultaba sumamente familiar.
-Sera cerveza especiada.-Murmuró para si mismo, restandle importancia a esos segundos ya pasados que le habían alarmado por intuición, pero que no encontraba sustento racional para mantener.
-¿Comercian ustedes con Dundarak?.-Retomó su charla con el joven, recuperando su atención.-Ahora hay un puerto intermedio, una población de hombres lobo bastante tranquila que permite que el viaje en barco sea mas sencillo y facilita el transporte de mercancías.
En el fondo de la jarra del señor, el polvo de flor blanca de Kortinque se había hidratado con la bebida al verterla, por suerte, su olor parecía haber pasado suficientemente desapercibido. Aquella persona que la había colocado allí había sentido como se le paraba el corazón cuando había olido el delator aroma, pero cuando este se disipó , exhaló con alivio y siguió comiendo animadamente, celebrando el buen transcurrir de su treta.
Iltharion Dur'Falas
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Re: [Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
Aunque Belisario probó un poco de cada plato, definitivamente se quedo con el primero que comió: las tiras de carne. Luego de comer unas cuantas y lograr llenarse, sorprendentemente con aun un poco de cerveza en su jarra, termino de beber y comenzó a contestarle a Ilth.
—Principalmente vine a saludar a los señores Graham. Sin embargo debo admitir que la idea de salir a caminar cerca de la costa y ver el atardecer en el camino no me desagrada para nada. Y bueno… ahora que estoy aquí en esta fiesta, no me arrepiento de haber venido.
Antes de que Bel pudiese responder la otra preguntar de su compañero, Lumbert interrumpió la conversación dirigiéndose a Belisario.
— ¡Belisario! Cuéntame, ¿Cómo estás? ¿Cómo está la familia? ¿Qué cuenta Robert?
—La familia bien, muy atareados últimamente —contesto con un sonrisa—. Mi madre estaba muy ocupada y por eso no pudo venir y a mi padre le surgió un negocio hace un par de días y aun sigue de viaje. Ambos envían saludos y los tres les deseamos prosperidad en su nuevo negocio… ¡Y veo que ya la tienen! Tuvieron un muy buen comienzo, ¿no es así?
Intercambio unas palabras más con el Sr. Graham y luego volvió con Iltharion
—Perdón —le dijo mientras intentaba retomar la conversación—. He hecho algunos viajes a Dundarak con mi padre pero han pasado años de la última vez. Supongo que estos viajes eran poco frecuentes por el peligro que suponían, pero ahora mencionas este puerto intermedio quizá hagamos algún viaje allí algún día. Se lo comentare a mi padre —finalizo mientras sonreía.
De tanto hablar, Bel comenzó a sentir sed otra vez. Decidió cambiar de bebida: ya que no le gustaba el vino y muchas opciones no habían, decidió servirse agua. Cuando los últimos invitados estaban terminando de comer los últimos platos, Belisario se pregunto si servirían postre. Al ver que varios invitados se paraban y salían a un patio trasero de la casa supuso que si servirían postre sería más tarde. Por lo tanto, Belisario decidió seguir a los demás invitados e invito a Iltharion a seguirlo.
Una brisa proveniente del mar lleno las fosas nasales de Bel apenas salió fuera de la casa, inundándole con aquel olor que tanto le gustaba.
—Principalmente vine a saludar a los señores Graham. Sin embargo debo admitir que la idea de salir a caminar cerca de la costa y ver el atardecer en el camino no me desagrada para nada. Y bueno… ahora que estoy aquí en esta fiesta, no me arrepiento de haber venido.
Antes de que Bel pudiese responder la otra preguntar de su compañero, Lumbert interrumpió la conversación dirigiéndose a Belisario.
— ¡Belisario! Cuéntame, ¿Cómo estás? ¿Cómo está la familia? ¿Qué cuenta Robert?
—La familia bien, muy atareados últimamente —contesto con un sonrisa—. Mi madre estaba muy ocupada y por eso no pudo venir y a mi padre le surgió un negocio hace un par de días y aun sigue de viaje. Ambos envían saludos y los tres les deseamos prosperidad en su nuevo negocio… ¡Y veo que ya la tienen! Tuvieron un muy buen comienzo, ¿no es así?
Intercambio unas palabras más con el Sr. Graham y luego volvió con Iltharion
—Perdón —le dijo mientras intentaba retomar la conversación—. He hecho algunos viajes a Dundarak con mi padre pero han pasado años de la última vez. Supongo que estos viajes eran poco frecuentes por el peligro que suponían, pero ahora mencionas este puerto intermedio quizá hagamos algún viaje allí algún día. Se lo comentare a mi padre —finalizo mientras sonreía.
De tanto hablar, Bel comenzó a sentir sed otra vez. Decidió cambiar de bebida: ya que no le gustaba el vino y muchas opciones no habían, decidió servirse agua. Cuando los últimos invitados estaban terminando de comer los últimos platos, Belisario se pregunto si servirían postre. Al ver que varios invitados se paraban y salían a un patio trasero de la casa supuso que si servirían postre sería más tarde. Por lo tanto, Belisario decidió seguir a los demás invitados e invito a Iltharion a seguirlo.
Una brisa proveniente del mar lleno las fosas nasales de Bel apenas salió fuera de la casa, inundándole con aquel olor que tanto le gustaba.
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Re: [Cerrado] El réquiem que tocaban los cangrejos
La cena era distendida, los comensales hablaban entre ellos y no había nadie que quedara fuera de las conversaciones, pese a que era probable que la mitad de ellos, si no mas, no se conocieran entre si, pero la comida gratis, la calidez del ambiente, y como no, las bebidas alcoholicas que se servían en abundancia contribuían en gran medida a ese buen ambiente. El hecho de que no se conocieran evitaba también las rencillas del pasado saliendo a flote, y era raro ver cambiar los posado de jolgorio aunque fuera por un instante.
La verdad es que para algunos de los presentes aquello era un baile de mascaras, tan planificado y meticuloso que resultaba casi imposible percatarse de la minuciosa actuación de aquellos que tenían sombrías intenciones para con el final de la velada.
Iltharion disculpó a su contertulio con un grácil gesto con la mano. Había aprovechado el descanso de su conversación para llenarse el estomago y el plato de forma copiosa, y se hallaba satisfecho.
Una ligera modorra por la comilona y el alcohol se adhirió al elfo, como un liviano manto que ralentizaba el tiempo de forma casi imperceptible.
Sin embargo aquello no era suficiente como para embotar sus sentidos, ni mucho menos como para dar por terminada la noche.
Sin dudar el bardo aceptó la invitación de su contertulio, y junto con el resto de invitados se dispuso a bajar algo la cena en el jardín trasero.
Iltharion avanzó en silencio hacia la ondulante y oscura superficie del mar, que reflejaba en su superficie las miles de estrellas del firmamento, que parecían bailar sobre las aguas inquietas. Se tomó un instante de calma, apenas unos segundos, mientras se acomodaba el laúd sobre el vientre, aguardando a que el resto de invitados llegaran al patio.A fin de cuentas, le habían invitado para tocar, y tocaría.
El elfo se giró hacia la muchedumbre, dejando el mar a sus espaldas, para que no se perdieran esa vista al escucharlo, y para que el sonido no fuera opacado por las olas romper contra los muelles.
Deslizó los dedos distendidamente sobre las cuerdas, acoplándose al rítmico sonido delas pinzas de los cangrejos chocar, percusión constante sobre la que empezó a tocar.
Una melodía suave y alegre empezó a inundar el patio, portada con la brisa con la misma perseverancia que el salnitre. Poco después la grave y melodiosa voz del bardo empezó a acompañar los acordes.
Difícilmente alquilen pudiera entender los vocablos propios de Sandorai, pero si alguien hubiera podido hacerlo, habría entendido aquella oda alegre al mar, a todo lo que este representaba, a la dicha y la libertad, a la infinidad de belleza que entrañaba.
Quizás si todos los presentes hubieran podido entender, el hechizo de la voz del bardo habría sido mas fuerte, y aquel hombre del servido no habría tenido la atención ni la habilidad como para colocar con discreción aquel pequeño frasco de cristal, con un polvo blanquecino y semi vació, en el bolsillo de uno de los invitados.
Poco después, el anfitrión del local los llamó al interior para el postre, o lo intentó, con el gran defecto que, para cuando se disponía a tomar asiento el, después de guiar a cada invitado a su asiento con una cordialidad como anfitrión envidiable. Empezó a toser con profusión, a intentar tomar aire con desespero.
Se inclinó sobre la mesa, aferrandose al mantel con las manos como si fueran garras, mientras su esposa se apuraba a intentar ayudarlo dándole golpes en al espalda, y llamando su nombre con alarma. Pero ante unos invitados impactados y sorprendidos, el dueño y hasta hace unos segundos, prolifico comerciante, pasó a mejor vida.
Iltharion se lamentó para sus adentros de no haber cobrado por adelantado, aunque la cena había sido un aceptable adelanto, y el aun no había tocado todo lo que debía, y, sospechaba, que dadas las circunstancias, no lo haría mas tarde tampoco. Ni cobrar, ni tocar.
Con gran sutileza abandonó el salón mientras todos estaban distraídos examinando al señor Lumbert, sin ser consciente de lo que reposaba entre sus cosas.
Por ello, cuando uno de los criados mencionó que había visto al elfo, convenientemente ausente, darle un tarrito al cochero, aquello resultó mas creíble, y para cuando el cochero, intentando demostrar su credibilidad, mostró sus bolsillos y sacó, anonadado, un frasco lleno de un polvo blanco, quedó tan marcado como el de la culpa, solo que en su caso, evitó el cadalso.
Aquella velada solo había terminado bien para una persona, para la afortunada viuda, que ahora poseía para si todo el negocio que ella misma había ideado.
La verdad es que para algunos de los presentes aquello era un baile de mascaras, tan planificado y meticuloso que resultaba casi imposible percatarse de la minuciosa actuación de aquellos que tenían sombrías intenciones para con el final de la velada.
Iltharion disculpó a su contertulio con un grácil gesto con la mano. Había aprovechado el descanso de su conversación para llenarse el estomago y el plato de forma copiosa, y se hallaba satisfecho.
Una ligera modorra por la comilona y el alcohol se adhirió al elfo, como un liviano manto que ralentizaba el tiempo de forma casi imperceptible.
Sin embargo aquello no era suficiente como para embotar sus sentidos, ni mucho menos como para dar por terminada la noche.
Sin dudar el bardo aceptó la invitación de su contertulio, y junto con el resto de invitados se dispuso a bajar algo la cena en el jardín trasero.
Iltharion avanzó en silencio hacia la ondulante y oscura superficie del mar, que reflejaba en su superficie las miles de estrellas del firmamento, que parecían bailar sobre las aguas inquietas. Se tomó un instante de calma, apenas unos segundos, mientras se acomodaba el laúd sobre el vientre, aguardando a que el resto de invitados llegaran al patio.A fin de cuentas, le habían invitado para tocar, y tocaría.
El elfo se giró hacia la muchedumbre, dejando el mar a sus espaldas, para que no se perdieran esa vista al escucharlo, y para que el sonido no fuera opacado por las olas romper contra los muelles.
Deslizó los dedos distendidamente sobre las cuerdas, acoplándose al rítmico sonido delas pinzas de los cangrejos chocar, percusión constante sobre la que empezó a tocar.
Una melodía suave y alegre empezó a inundar el patio, portada con la brisa con la misma perseverancia que el salnitre. Poco después la grave y melodiosa voz del bardo empezó a acompañar los acordes.
Difícilmente alquilen pudiera entender los vocablos propios de Sandorai, pero si alguien hubiera podido hacerlo, habría entendido aquella oda alegre al mar, a todo lo que este representaba, a la dicha y la libertad, a la infinidad de belleza que entrañaba.
Quizás si todos los presentes hubieran podido entender, el hechizo de la voz del bardo habría sido mas fuerte, y aquel hombre del servido no habría tenido la atención ni la habilidad como para colocar con discreción aquel pequeño frasco de cristal, con un polvo blanquecino y semi vació, en el bolsillo de uno de los invitados.
Poco después, el anfitrión del local los llamó al interior para el postre, o lo intentó, con el gran defecto que, para cuando se disponía a tomar asiento el, después de guiar a cada invitado a su asiento con una cordialidad como anfitrión envidiable. Empezó a toser con profusión, a intentar tomar aire con desespero.
Se inclinó sobre la mesa, aferrandose al mantel con las manos como si fueran garras, mientras su esposa se apuraba a intentar ayudarlo dándole golpes en al espalda, y llamando su nombre con alarma. Pero ante unos invitados impactados y sorprendidos, el dueño y hasta hace unos segundos, prolifico comerciante, pasó a mejor vida.
Iltharion se lamentó para sus adentros de no haber cobrado por adelantado, aunque la cena había sido un aceptable adelanto, y el aun no había tocado todo lo que debía, y, sospechaba, que dadas las circunstancias, no lo haría mas tarde tampoco. Ni cobrar, ni tocar.
Con gran sutileza abandonó el salón mientras todos estaban distraídos examinando al señor Lumbert, sin ser consciente de lo que reposaba entre sus cosas.
Por ello, cuando uno de los criados mencionó que había visto al elfo, convenientemente ausente, darle un tarrito al cochero, aquello resultó mas creíble, y para cuando el cochero, intentando demostrar su credibilidad, mostró sus bolsillos y sacó, anonadado, un frasco lleno de un polvo blanco, quedó tan marcado como el de la culpa, solo que en su caso, evitó el cadalso.
Aquella velada solo había terminado bien para una persona, para la afortunada viuda, que ahora poseía para si todo el negocio que ella misma había ideado.
Iltharion Dur'Falas
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