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Ficha de Mánasvin

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Mensaje  Mánasvin Ayer a las 22:29

Apariencia de Mánasvin:

Nombre
Mánasvin.

Apellido
Las tribus urvionas no tienen apellido como tal; únicamente portan un nombre y su filiación, que, en estos casos, la más común es la fórmula hijo de: Mánasvin, hijo de Tondaro.

Apodo
Goretán, por su origen tribal.
Urvión, por su origen étnico.
Atri, por su aldea natal.

Raza
Humano.

Edad
Alrededor de los treinta.

Sexo
Varón.

Historia pasada

Mánasvin nace hará unos treinta años al norte de la tierra de la casa de Baslod, siendo natural de Atri, un pueblo al pie de las montañas septentrionales baslodianas, cerca de la costa nororiental; una región montañosa situada al sur de la cordillera que separa la península de Verisar de los dominios de la Ciudad Lagarto, y que forma frontera natural de escarpados acantilados costeros e interior abrupto, fuertemente marcado por las corrientes oceánicas; las precipitaciones son elevadas la mayor parte del año y su verano presenta temperaturas suaves que, en la parte de la ribera, se extienden también al invierno, siendo raras las heladas, por lo general, pese a ser bastante típica la nieve durante el mismo.

Pertenece a la tribu de los goretán, relativos a la etnia de los urviones—etnónimo con el que se nombra tradicionalmente a los pueblos asentados en la región montañosa arriba mencionada.

La conquista de los territorios del noreste de Verisar se produjo varios siglos atrás, saldándose con la imposición de la familia Baslod sobre los urviones tras una dura campaña militar e integrándolos en el régimen moderno de Baslodia; ese momento se acepta tácitamente como el final de la cultura indígena urviona—camino que ya no tendría marcha atrás—y el comienzo de su periplo en el mundo contemporáneo, su modernización y la implantación en el territorio de nuevas formas de ocupación y producción.

El proceso de aculturación, sin embargo, no fue inmediato, en buena parte debido a lo escabroso del terreno, que favorecía las revueltas de urviones—y que están bien documentadas durante los dos primeros siglos tras la conquista—y mucho menos, completo; sería, a partir de ahí, pacífico y relativo. Esto es algo que determinó la vida de los decendientes de los urviones en Baslodia, y más concretamente, en el ejército, donde existen, a grandes rasgos, dos tipos de unidades: una formada por soldados nobles y hombres de armas; otra, por regulares de infantería que, por lo general no ostentan rango ni nobleza y luchaban tras un periodo de instrucción y entrenamiento a las órdenes del señor cuando eran requeridos. También existe una tercera categoría que no responde a ninguna de las dos y que debe su origen a la casta guerrera proveniente de los territorios en los que el proceso civilizatorio aún estaba en transcurso y que luchaban con armamento y técnicas militares propias; eso sí, siempre bajo el mando de un oficial a las órdenes de la familia Baslod que, generalmente, era uno de ellos promocionado a ese rango, conocedor y participante de sus costumbres; pero, al contrario que el resto de cargos castrenses, este se cubría de manera temporal, por lo que una vez terminados los años del conflicto para el que se les reclutó, eran licenciados.

Todo ello se debe a que, tras el cambio social que supuso tal acontecimiento en la forma de vida de las tribus urvionas, la casta guerrera se vio sin función aparente debido a las imposiciones sociales de las leyes del territorio de Baslod, así que las dos únicas opciones que se les presentaron, en principio, fueron o bien convertirse en ganaderos o agricultores o bien bajar a las minas; todo ello debido a que esta nueva situación implicaba la desmilitarización paulatina de estas regiones. Así, posteriormente, previendo la Corona futuros problemas y con afán de anticiparse a situaciones como las que llevaron a una serie de insurrecciones tribales, Baslodia promulgó varias disposiciones jurídicas para regular las actividades de los urviones en el ejército de la Corona que implicaron diversos reales decretos, órdenes militares y disposiciones administrativas para integrarlos como unidades auxiliares con carácter propio. Esta decisión que tuvo efectos positivos en varios aspectos, como, por ejemplo: aliviar la presión demográfica tribal y reducir considerablemente las insurrecciones alistando a los miles de hombres en edad de empuñar un arma en el ejército y desplazándolos al exterior con sus contingentes; además de familiarizarlos con la disciplina castrense, cosa que daba a las élites guerreras urvionas opción de prosperar.

En cuanto a Mánasvin, y como fue la situación de los muchos otros urviones con los que compartía origen y destino, siguió estos mismos pasos y fue reclutado para estas unidades desde que tuvo edad para combatir, cosa que solía suceder entre los 13 y los 17 años, según casos, momento en el que Mánasvin entra al servicio en la 7ª Compañía de la 13ª División Auxiliar, en la que pasa la mayor parte de su vida.

El entrenamiento de estos soldados recoge un periodo de adiestramiento en las actividades militares (siempre en suelo de Baslodia) en el marco del acuartelamiento correspondiente a la división establecida en la región del territorio que controlaba a los urviones, y que tras llegar a su culminación, conllevaría el desplazamiento a las diversas fronteras del Reino o en territorio extranjero. Este tipo de soldados formarían parte de las unidades auxiliares y unidades tácticas de étnico urvión.

Historia presente:

Tras dos décadas de servicio activo en el ejército de Baslodia, los soldados podían tomar la determinación de salir de este y licenciarse, acabando así con su vida castrense para retomarla como civil del Reino. No se iban, sin embargo, con las manos vacías: como recompensa a todos los años invertidos en beneficio de este, se les adjudicaba una gratificación que, por norma general, variaba entre la concesión de un lote tierras o pagos en metálico que les ayudaran a partir de cero: en cuanto a la primera, tuvo dos modalidades que consistieron principalmente en la fundación de colonias a partir de asentamientos o en la entrega de lotes de tierra individual; en la segunda, la cantidad variaba según los años de servicio, el grado alcanzado en el escalafón o la especialidad militar, siendo, por lo tanto, variable; no obstante, ambas incluían la exoneración de ciertas cargas municipales y oficios cívicos.

Hay que decir que ser licenciado del ejército no era una decisión que se tomara de manera forzada ni mucho menos a la ligera, ya que, de hecho, muchos soldados decidían reengancharse; buena parte de ello se debe a que todo el tiempo dedicado a las armas los especializaba de tal manera que, no conociendo otra cosa que esa vida, resolvían continuarla, subiendo por el escalafón siempre que fuera posible (no siempre lo era); no fue esta la determinación de Mánasvin que, llegado el momento, abandonó. Meditó sobre las causas que le conducían a tomar la decisión, y una de ellas fue la larga duración del servicio militar, sí, pero había algo más, tal vez más importante que nada: el desarraigo que sentía respecto a su lugar de origen que, en cierto momento, le empezó a afectar de manera notable, y la pérdida de sus relaciones familiares y sociales originarias; desde el principio —y en realidad siempre— fue este un aspecto que definió su rol entre los soldados del Reino de distinta etnia y origen, haciendo brotar en su interior la idea de conocer su tierra y llevar otra vida que no estuviera basada en la lucha y la guerra; la pérdida de gran parte de sus compañeros de milicia (cosa que se hizo harto común, por la naturaleza del servicio), sobretodo en su última etapa, también le animó a inclinarse por dicha opción, porque los vínculos entre antiguos compañeros de armas son, a menudo, tan fuertes y tan estrechos que condicionan las decisiones vitales del individuo por cuestiones sentimentales; lo había visto, y no dejaba de darle vueltas en la cabeza a casos de soldados, compañeros con su mismo origen tribal, urviones, que en vez de regresar al norte, a la tierra que los vio nacer y crecer, renunciaron decididamente a los lotes de terreno que allí se les concedió para continuar su vida en las provincias y en las comunidades donde más años de servicio habían cumplido, en las inmediaciones de sus bases.

En su caso, el volver a su hogar natal es una posibilidad que se plantea; sin embargo, no está exenta de un vehemente sentimiento de pavor por el que únicamente concibe dicho retorno si es por el camino largo; tras tanto tiempo, una de las cosas más temidas es el mismo regreso, el no encontrar el hogar que espera toparse ni tampoco a las personas como él, con sus mismos sentimientos y experiencias. Las veces que piensa en ello, llega a conclusiones nada satisfactorias: lo que le dicen sus divagaciones es que Atri, su Atri—si es que en algún momento se puede considerar suya—es un ideal y, como tal, una abstracción, y las abstracciones no existen. Quizá su hogar—ese que sí se puede afirmar suyo— esté en los recuerdos y no en la tierra física que dejó atrás en aquel tiempo de su vida, cuando la fama y la gloria pesaban más, cuando la aventura era el destino. Además, ya no hay un padre y una madre que le esperen; ambos murieron hace mucho tiempo, cuando él estaba lejos, sirviendo al reino.

La consanguineidad más cercana que guarda es la que comparte con su pariente vivo más próximo: Ádelmar, su hermano; son, de hecho, gemelos—este nació minutos antes que Mánasvin, por lo que hablamos del primogénito—, así que el parecido físico es bastante grande y son fácilmente confundidos el uno con el otro; hay diferencias, leves, como que Ádelmar es ligeramente más alto y, aunque igual de atlético por ser militar, más delgado y menos robusto que Mánasvin. Las mayores diferencias entre ambos se dan en su carácter: Mánasvin, cuando habla de su hermano, se refiere a él como una versión refinada, más civilizada, de él (vamos, el listo), con más tendencia a solucionar los problemas con la cabeza que a base de golpes; también lo considera pretencioso y sabiondo, pero lo quiere igual.

La relación de los dos hermanos fue bastante estrecha durante su juventud, y fue a más en los primeros años tras el alistamiento en el ejército, viéndose, con frecuencia, implicados en discusiones con otros reclutas que rara vez no desembocaban en peleas en las que uno cubría las espaldas al otro. En este aspecto, Mánasvin siempre sintió la necesidad de proteger a su hermano, porque en ese ambiente, y pese a que este era más alto y el mayor, tenía otra naturaleza, una más bondadosa y más afable, con menos tendencia a la violencia y más al diálogo y al análisis frío de la situación, convirtiéndolo en carne del hostigamiento grupal; y cuando se veía arrastrado a la violencia, lo hacía con tal sentimiento de compasión, paciencia y resignación que lo convertían en una víctima frustrante. Para eso, Mánasvin era diferente y siempre que alguien daba una paliza a su hermano, buscaba al responsable (o responsables, que era más común) y les devolvía la jugada de manera desproporcionada hasta que captaban el mensaje y podía regresar a sus quehaceres sin darle más importancia, a modo de rutina. Así se convirtió, no sin indiferencia y grato conformismo, en el objetivo principal, pero facilitó a su hermano pasar a ser una víctima no prioritaria; y también resultó ser el momento en que los dos hermanos siguieron caminos que los mantendrían separados durante años: Ádelmar pudo centrarse en desarrollar su mente rápida y afilada para la táctica y la estrategia, llamando la atención de sus superiores, que lo destinaron a la División de Inteligencia del Ejército del Rey, cuyas funciones van desde coordinar y proporcionar inteligencia militar al ejército, recopilando, analizando y distribuyendo información estratégica y táctica de cara a las operaciones militares, toma de decisiones y seguridad de Baslodia; Mánasvin siguió el camino que le llevó a trabajar sobre el terreno.

A medida que crecieron, como sus caminos se habían separado, su relación se enfrió, cosa que no quiere decir que el amor que se profesaban el uno al otro hubiera desaparecido en absoluto. Él se dice a sí mismo que, como en todo, son cosas de la vida, cosas que pasan mientras cada uno se labra su propia historia. Los momentos en los que se vieron posteriormente se pueden contar con los dedos de una mano; entre ellos, por ejemplo, están el fallecimientos de sus padres, pero duró poco. Ahora que se licenció, Mánasvin recorre el reino sin dirección aparente esperando ver algún día a su hermano, aunque, en realidad, no sabe dónde está, porque perdieron el contacto.


Carácter:

En lo relativo a este apartado, hablamos de una persona que pasó la mayor parte de su vida, desde los inicios de su primera juventud, en un ambiente marcial, además de provenir de una cultura de origen tribal y eminentemente guerrera; desarrolló un férreo código de honor que le hace valorar, por encima de todo, la lealtad, la justicia, la honorabilidad y la camaradería, representadas por la palabra y el actuar de uno. Puede verse este código de honor como una manera que tiene de reafirmarse a sí mismo frente a una sociedad que, en buena medida, desconoce y le resulta, a veces, difícil de entender: su origen urvión—tribal guerrero en proceso de cambio—que, a ojos del resto de pueblos de Baslodia sigue siendo subdesarrollado y asalvajado, choca con su posterior educación; pese a ser marcial, lo es desde el prisma del mundo civilizado del que no se sabe parte completa.

Otra cosa que heredó de su vida anterior es, precisamente, su estilo de vida actual: sencillo, sobrio, parco, siempre con lo mínimo imprescindible para poder llevar un ritmo libre de ataduras (esto se ejemplifica en que puede llevarse todo lo que precisa para vivir de un sitio en cinco minutos); pero con un matiz bien diferente, porque se encontró con algo inesperado tras su salida de la milicia: una sensación; era nueva para él, desconocida e indescifrable hasta entonces: la de la libertad; no dejó de ser algo grato y, a la par, caótico, puesto que estaba acostumbrado a que le dijeran dónde debía estar, qué debía hacer y cómo; ahora nada de eso sucede y él es quién decide, y muchas veces es, si cabe, difícil, complejo en exceso, abrumador… pero fascinante. Y eso es algo en lo que quiere ahondar y con lo que quiere experimentar.

Armas

La relación que Mánasvin tiene con las armas no es sentimental en absoluto, y esto incluye a las espadas, aun con toda la mística que guardan en el imaginario popular como símbolo de caballería, honor y virilidad, y cierta tendencia—ridícula a su parecer—de adornarla con motivos, símbolos o mensajes, salvo si se trata de la firma del herrero; para él son únicamente herramientas de trabajo, así que la que porta actualmente no es ni la primera ni la última que tiene en posesión; no tiene tampoco predilección por un tipo de arma en concreto, ni cuchillos, ni arcos, ni lanzas o espadas, pero lo que sí tiene claro es que, cuando uno posee un arma, además de saber utilizarla adecuadamente, para lo que uno debe invertir sus horas de entrenamiento, esta debe cumplir su función correctamente: debe ser fiable, ya que, no en vano, no le confías otra cosa que tu vida.

Actualmente, tiene una espada recta de doble filo que, en total, mide alrededor de unos 100 cm: 80 aproximadamente pertenecen a la hoja, mientras que el resto se dividen entre la guardia, el pomo y el puño, que forman la empuñadura. En total, su peso oscilará entre los 900 o 1.000 gramos.

El pomo de su espada es circular, plano y va remachado a la parte inferior del puño, en el lado opuesto a la lámina de metal, material que comparte con aquel, y que muestra una serie de rasguños y marcas desiguales que, probablemente, se deben a golpes en dicha superficie; cosa que no debería ser de extrañar, ya que la función de esta parte del arma es golpear; también es probable que estas marcas se deban al mantenimiento del arma: los pomos pueden usarse para desmontar la espada para su mantenimiento en buenas condiciones. En cuanto al mango de la empuñadura, esta cubierto por cuero sin cutir, desgastado por el uso, que se une al gavilán doble de la espada, de hierro, simple también, para proteger la mano de los golpes; bien parece cumplir con su deber hasta ahora, ya que muestra dentelladas y abolladuras, en gran medida bien pulidas.

La hoja de la espada es una lámina de acero de unos 80 cm de largo y doble filo, afilada, rígida y cruel; se puede apreciar, con tan solo pasar la mirada por los acanalamientos que la recorren por todo el punto fuerte, naciendo en el recazo y culminando al llegar a la cresta, más estrecha y aguzada, que tiene una fuerte relación con la piedra de amolar.
La funda de la espada es de cuero moldeado con acabado en mate, piel y bandas decorativas de cuero, cordones decorativos y latón.

Apariencia

Mánasvin posee las características que representan el físico de los urviones de la tribu goretán, siendo bastante fidedigno al promedio masculino dominante de la región. En este caso, hablamos de un hombre de tez blanca curtida por el clima, ojos oscuros y pelo moreno liso pero ondulado; en sus tiempos de milicia solía llevarlo bien corto, así como la barba, pero su estilo errante de vida, al no permitirle (o exigirle) una estricta etiqueta, hace que tanto el pelo como la barba estén más descuidados; mide entre un metro setenta y metro ochenta, y pesa entre setenta y cinco y ochenta kilos.

Tiene algunas marcas distintivas, especialmente cicatrices que son recuerdos de incidentes con armas cortantes, por todo su cuerpo: un corte en la parte izquierda inferior del ojo derecho; un corte en la parte superior izquierda de la frente, que se adentra y se pierde en el cuero cabelludo; la marca de un apuñalamiento en el pectoral mayor izquierdo, a mitad de camino del plexo solar (prácticamente encima del corazón); la marca de una tajadura que le recorre el pescuezo de manera horizontal de oreja a oreja; un leve sajadura en la hélix de la oreja izquierda que le hace ver que le falta un leve pedazo de oreja; la marca de una dentellada en el antebrazo izquierdo, entre el músculo flexor radial del carpo y el palmar largo, quizá de una flecha que atravesó su escudo en algún momento.

Defectos:

De sus experiencias de vida se puede concluir que, como veterano recién licenciado, no tiene demasiados lazos que le unan a la sociedad civil (ni a los que la conforman) y, por ello, desarrolló un carácter solitario, antisocial en cierto grado que quizá en algunos momentos se pueda describir más adecuadamente como huraño o difícil, cosa entendible cuando se descubre la cantidad de camaradas caídos que perdió por el camino, ya desde el mismísimo comienzo de su carrera.

Además, siente bastante hastío con cierto perfil de persona, en especial con los impostores y los cobardes, a los que desprecia con todo su ser, y con ese tipo de personas tiene tendencia a ser despiadado y cruel: las mataría sin ningún tipo de remordimiento ni duda. En el mundo civilizado, en la ciudad, desde su punto de vista, son los corruptos los que representan el mal absoluto, lo que, unido a su fuerte código de honor y su sentido de la justicia, puede hacer que le dé igual hacerse cargo de una persona que debería haber sido entregada a los tribunales correspondientes, en caso de haberse probado culpable a sus ojos, incluso si le comprometiera a él mismo ante la Ley si considera que lo que hace es lo correcto, tenga o no costo personal.


Última edición por Mánasvin el Dom Abr 28 2024, 17:02, editado 5 veces
Mánasvin
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Ficha de Mánasvin Empty Re: Ficha de Mánasvin

Mensaje  Reike Hoy a las 13:24

Ficha (casi) aceptada
Bienvenido, Mánasvin. Tu ficha está prácticamente aprobada, salvo por un par de detalles:

1) La raza sería Humano, no hombre, ya que los miembros de otras razas también se consideran  hombres y mujeres.

2) Falta añadir una imagen del personaje a la ficha. Puede ser la misma imagen que estás utilizando como avatar.

3) En cuanto a la historia del personaje, entiendo que es un soldado recién licenciado que ha servido en el ejército desde muy jovencito y ahora ha decidido volver a su tierra natal. Eso en sí mismo está bien como historia del personaje, pero también estaría bien saber un poquito más de su origen personal (más allá de los elementos relativos a su cultura). Por ejemplo: ¿tiene familia en Atri que pueda (o no) estar esperando su llegada?

Una vez hayas hecho los añadidos o correcciones pertinentes en el post de la ficha, responde en este mismo hilo o envíame un MP (o un privado por discord) para indicarme que ya está lista.
Reike
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Ficha de Mánasvin Empty Re: Ficha de Mánasvin

Mensaje  Mánasvin Hoy a las 17:05

Reike escribió:
Ficha (casi) aceptada
Bienvenido, Mánasvin. Tu ficha está prácticamente aprobada, salvo por un par de detalles:

1) La raza sería Humano, no hombre, ya que los miembros de otras razas también se consideran  hombres y mujeres.

2) Falta añadir una imagen del personaje a la ficha. Puede ser la misma imagen que estás utilizando como avatar.

3) En cuanto a la historia del personaje, entiendo que es un soldado recién licenciado que ha servido en el ejército desde muy jovencito y ahora ha decidido volver a su tierra natal. Eso en sí mismo está bien como historia del personaje, pero también estaría bien saber un poquito más de su origen personal (más allá de los elementos relativos a su cultura). Por ejemplo: ¿tiene familia en Atri que pueda (o no) estar esperando su llegada?

Una vez hayas hecho los añadidos o correcciones pertinentes en el post de la ficha, responde en este mismo hilo o envíame un MP (o un privado por discord) para indicarme que ya está lista.

Ya rellené la ficha con las correcciones que me dices arriba. En cuanto al tercer punto, añadí más contexto personal (vamos, sobre su familia) al final del apartado de historia presente. Dime a ver qué te parece, porque no sé que más meter ahí :O

Saludos!
Mánasvin
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