Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
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Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
‘’Cuando andass por los caminos que te dan la vida, andas solo por un camino, que se bifurca cada tiempo, y eliges el camino que más te conviene o el que más acorde está contigo. Pero, cuando son más de una persona, la que domina el cuerpo, se abren más caminos y se está en diferentes caminos a la vez. Deberías saberlo’’ Ocel abrió los ojos de golpe -Lo sé, estoy al tanto de ello, al igual, que esa frase que dijo Gordon... Todos los caminos llevan a la muerte,
por mucho que la esquives, ella es mas rapida- Se levantó lentamente, echando a un lado el cubo lleno de vómito, para acercarse a la ventana ‘’Entonces… ¿Piensas que puedes escoger un único camino tu sola?’’ Ocel se rió levemente -No lo creo, pero si sé, que yo no puedo seguir andando, sé, que mi camino se ha detenido ante un árbol, he visto como Elena desaparecía, como Voluntad descansaba en la eternidad, ví como…- La voz sabía lo que iba a decir, y se comenzó a reír ‘’Dormiste sobre su cadáver’’ -Era un niño, era…- ‘’Era un juguete’’ Ocel cogió algo de aire, antes de derrumbarse -Voy a dejar que Luna, que Sol, que Luci, que ellas, te maten, no mereces estar aquí, y solo… sobro… Puede que mi perdida, les duela, pero… es por un bien mayor- La voz se volvió a reir ‘’No tienes el valor’’ Ocel se rió, miró al sol que amanecía con lentitud -Adios... - Pocos segundos después, de cerrar los ojos. Cayó de rodillas.
De pronto, abrió los ojos, como platos -¡¡¡AAAAAAAAAH!!!- Gritó de puro dolor, se agarraba la cabeza mientras se hacía una bola -¡¡¡DUELE, DUELE, DUELE!!!- Gritaba llorando, no aguantaba ese dolor que estaba teniendo, algo le iba faltando, no sólo eso, sino que su corazón estaba a punto en entrar en colapso -No… no…- De pronto, todo se detuvo, ahora solo tenía un pitido en sus oidos, miraba el alrededor, aturdida, no escuchaba nada. Empezó a parpadear mientras se levantaba -Ocelote… te has ido… Voluntad… Elena… no… el… el pequeño…- Cerró los ojos llorando y se abrazó a si misma, estaba destrozada ‘’Se ha rendido, sabe que no podréis conmigo’’ De pronto Sol abrió los ojos, molesta, enfadada por primera vez en toda su vida -Ella no se a rendido, me a dejado paso a mi, a Luna, a Luci, nos ha dejado camino, un gran camino en donde cabría hasta dos carros llenos de soldados- Se empezó a reir, cualquiera que la viera, vería a una chica hablar sola -Vas a desaparecer, porque ella nos a dado fuerzas- Se fue a cambiarse de ropa, se lavó la cara y limpió un poco con un trapo húmedo. La voz no quiso decir nada mas, quizás, ya estaba acabada.
Se acercó a la puerta e intentó abrirla, pero no lo lograba, tras un rato, pensó que pudo haber sido Luna, evitando que así saliese otra personalidad, lo más que se le ocurrió, fue golpear la puerta -¡¿Alguien me puede abrir la puerta?!- Golpeaba más fuerte y al final, alguien le abrió la puerta, era el bandido que el día anterior entró.
Ella le miró a los ojos, se sorprendió de que ese hombre estuviese allí -Esto… gracias- Le sonrió feliz, a lo cual, el le devolvió la sonrisa -Me pareció raro que no salieses, luego vi la silla- La señaló y ella la examinó, sabía que no era malo -Ayer bebí mucho, y quizas alguien me ayudó, cuuando bebo, me pongo andar por la noche y hago cosas sin saberlo- La sonrisa que ella puso entonces, era algo forzada, pero el no le dio importancia -¿Podrías ponerme un desayuno?- Ella asintió -Sí, espere que tire una cosa, baja y esperame- Se fue corriendo al cubo de vomito y lanzó el contenido de dentro a fuera.
Ya estaba en la barra, sirviendo la comida a los pocos que iban llegando, no sabía con quien debía de estar agradecida, estaba atenta a cada persona, aunque solo habían 5 hombres y el bandido, el cual estaba en la barra -¿Como es que bebistes tanto ayer?- Ella lo miróo sin saber que decir -Te escuché, sé lo que te pasa- Le dijo mirandola mientras bebia -Supongo que no es tu culpa- Dijo suspirando y ella no sabía que contestar, esperaba que llegase alguien a quien atender.
Luna ahora se encontraba en una habitación frente a Luci, ambas sentadas, espalda contra la pared -Bueno, Sol ahora controla el cuerpo- Luna fue la primera en hablar, Luci la odiaba a muerte, siempre había hecho daño a Sol aunque la quisiera -Ya... Nos vamos a alternar, ella y yo- Luna negó -Ocel lo ha dejado claro- Momentos antes de que despertase, Ocelote habló con ambas de lo que iban hacer, de lo que iba a pasar. Voluntad, Elena y el niño, estaban muertos, a los lados de Ocelote. Ella no los miraba, no por desprecio, sino porque sabía que no lo soportaría -Sol va a cargar el cuerpo ahora, alternaros, luchar, matar a quien tengaís que matar… La guerra ha dado comienzo- Tras ello desapareció y todos los cuerpos.
Luna se acercó a Luci, acurrucandose a su lado -Debemos estar juntas- Esas palabras, las dijo en ese mismo momento Ocelote, al frente de la ventana.
por mucho que la esquives, ella es mas rapida- Se levantó lentamente, echando a un lado el cubo lleno de vómito, para acercarse a la ventana ‘’Entonces… ¿Piensas que puedes escoger un único camino tu sola?’’ Ocel se rió levemente -No lo creo, pero si sé, que yo no puedo seguir andando, sé, que mi camino se ha detenido ante un árbol, he visto como Elena desaparecía, como Voluntad descansaba en la eternidad, ví como…- La voz sabía lo que iba a decir, y se comenzó a reír ‘’Dormiste sobre su cadáver’’ -Era un niño, era…- ‘’Era un juguete’’ Ocel cogió algo de aire, antes de derrumbarse -Voy a dejar que Luna, que Sol, que Luci, que ellas, te maten, no mereces estar aquí, y solo… sobro… Puede que mi perdida, les duela, pero… es por un bien mayor- La voz se volvió a reir ‘’No tienes el valor’’ Ocel se rió, miró al sol que amanecía con lentitud -Adios... - Pocos segundos después, de cerrar los ojos. Cayó de rodillas.
De pronto, abrió los ojos, como platos -¡¡¡AAAAAAAAAH!!!- Gritó de puro dolor, se agarraba la cabeza mientras se hacía una bola -¡¡¡DUELE, DUELE, DUELE!!!- Gritaba llorando, no aguantaba ese dolor que estaba teniendo, algo le iba faltando, no sólo eso, sino que su corazón estaba a punto en entrar en colapso -No… no…- De pronto, todo se detuvo, ahora solo tenía un pitido en sus oidos, miraba el alrededor, aturdida, no escuchaba nada. Empezó a parpadear mientras se levantaba -Ocelote… te has ido… Voluntad… Elena… no… el… el pequeño…- Cerró los ojos llorando y se abrazó a si misma, estaba destrozada ‘’Se ha rendido, sabe que no podréis conmigo’’ De pronto Sol abrió los ojos, molesta, enfadada por primera vez en toda su vida -Ella no se a rendido, me a dejado paso a mi, a Luna, a Luci, nos ha dejado camino, un gran camino en donde cabría hasta dos carros llenos de soldados- Se empezó a reir, cualquiera que la viera, vería a una chica hablar sola -Vas a desaparecer, porque ella nos a dado fuerzas- Se fue a cambiarse de ropa, se lavó la cara y limpió un poco con un trapo húmedo. La voz no quiso decir nada mas, quizás, ya estaba acabada.
Se acercó a la puerta e intentó abrirla, pero no lo lograba, tras un rato, pensó que pudo haber sido Luna, evitando que así saliese otra personalidad, lo más que se le ocurrió, fue golpear la puerta -¡¿Alguien me puede abrir la puerta?!- Golpeaba más fuerte y al final, alguien le abrió la puerta, era el bandido que el día anterior entró.
- Bandido:
- De pronto, entró otro hombre en la taberna, parecía cansado, Luci lo miró bien, una hombrera de cuero en el hombro derecho, atada con una correa de cuero, tenía un pañuelo negro en la cabeza, no llevaba camiseta, iba al pecho descubierto, mostrando varios tatuajes por todo el torso y el pecho, algunas cicatrices, tenía la boca tapada por otro pañuelos, pero al entrar se lo dejó colgando del cuello, miraba la taberna, tenía un sable en su cinto, el cual mantenía bien sujeto sus pantalones de tela negra, eran algo anchos, y tenía remangado hasta la rodilla la parte de la pierna izquierda, donde dejaba ver otra cicatriz, tenía dos botas de cuero con refuerzos de metal, tendrían que pesar mucho, medía cerca de 1’75, aunque era muy delgado, se notaba que tenía fuerza. Tiene a la espada un tatuaje de una calavera con dos lanzas cruzadas.
Ella le miró a los ojos, se sorprendió de que ese hombre estuviese allí -Esto… gracias- Le sonrió feliz, a lo cual, el le devolvió la sonrisa -Me pareció raro que no salieses, luego vi la silla- La señaló y ella la examinó, sabía que no era malo -Ayer bebí mucho, y quizas alguien me ayudó, cuuando bebo, me pongo andar por la noche y hago cosas sin saberlo- La sonrisa que ella puso entonces, era algo forzada, pero el no le dio importancia -¿Podrías ponerme un desayuno?- Ella asintió -Sí, espere que tire una cosa, baja y esperame- Se fue corriendo al cubo de vomito y lanzó el contenido de dentro a fuera.
Ya estaba en la barra, sirviendo la comida a los pocos que iban llegando, no sabía con quien debía de estar agradecida, estaba atenta a cada persona, aunque solo habían 5 hombres y el bandido, el cual estaba en la barra -¿Como es que bebistes tanto ayer?- Ella lo miróo sin saber que decir -Te escuché, sé lo que te pasa- Le dijo mirandola mientras bebia -Supongo que no es tu culpa- Dijo suspirando y ella no sabía que contestar, esperaba que llegase alguien a quien atender.
Luna ahora se encontraba en una habitación frente a Luci, ambas sentadas, espalda contra la pared -Bueno, Sol ahora controla el cuerpo- Luna fue la primera en hablar, Luci la odiaba a muerte, siempre había hecho daño a Sol aunque la quisiera -Ya... Nos vamos a alternar, ella y yo- Luna negó -Ocel lo ha dejado claro- Momentos antes de que despertase, Ocelote habló con ambas de lo que iban hacer, de lo que iba a pasar. Voluntad, Elena y el niño, estaban muertos, a los lados de Ocelote. Ella no los miraba, no por desprecio, sino porque sabía que no lo soportaría -Sol va a cargar el cuerpo ahora, alternaros, luchar, matar a quien tengaís que matar… La guerra ha dado comienzo- Tras ello desapareció y todos los cuerpos.
Luna se acercó a Luci, acurrucandose a su lado -Debemos estar juntas- Esas palabras, las dijo en ese mismo momento Ocelote, al frente de la ventana.
Última edición por Ocelote el Vie Nov 24 2017, 17:24, editado 1 vez
Ocelote
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Las primeras luces del amanecer estaban comenzando a penetrar por la ventana. Mi hermana me había despertado media hora atrás, debido a que había estado dejando escapar unos ronquidos espantosos. De repente, se escuchó un intenso grito desde alguna parte de la casa. Era la voz de la tabernera, estaba seguro de ello. Mi hermana se despertó al instante tras escuchar esos gritos. Se sentó sobre la cama. El cabello rojizo cayo por su espalda desordenadamente, mientras dirigía la mirada hacia la puerta.
- ¿Era ella? -me pregunto con la voz algo ronca.
- Eso creo -le dije. Deje escapar un bostezo-. Creo que debería ir a ver qué pasa.
- No. No vayas tu -me dijo ella-. Creo que es mejor si voy yo.
Mi hermana se puso en pie y se colocó en el centro de su habitación. Busco con la mirada sus prendas y se vistió tan rápido como pudo. Yo volví a recostarme sobre la cama, con la mirada en el techo. Se giro hacia mí, acercándose, y tras darme un beso en la frente fue hacia la puerta para ir a buscar a ocelote.
Lilja camino hasta la habitación de ocelote. Toco repetidas veces. No recibió ninguna respuesta. Trato de abrir, y la puerta estaba abierta, así que continúo abriéndola hasta dejar la habitación abierta. La tabernera no estaba ya allí. de hecho, tampoco lo estaba la silla que había colocado la noche anterior para evitar que saliera. Lilja frunció el ceño, sin comprender, y se dirigió al final del pasillo hasta las escaleras. Yo llegué a escuchar sus pasos yendo por el pasillo, así que preferí levantarme para acompañarla. Me vestí rápidamente y la seguí, bajando las escaleras. Una vez abajo, vi que Lilja se estaba acercando a la barra, donde la tabernera parecía comenzar a atender a los clientes con absoluta normalidad.
Me acerque a Lilja y le coloque una mano en el hombro. Ella se giró hacia mí. Continuaba estando seria. ¿Quién la había dejado salir? Tampoco es que tuvieran que dejarla allí durante demasiado tiempo, pero Lilja se había sentido responsable de lo que pudiera pasarle. Al fin y al cabo, había sido ella quien había tratado de ayudar a la joven. Lilja se dirigió hacia ocelote.
- ¿Estás bien? Te hemos oído gritar esta mañana -pregunto directamente, todavía algo seria, aunque con una voz dulce-. ¿Quién te ha abierto?
- ¿Era ella? -me pregunto con la voz algo ronca.
- Eso creo -le dije. Deje escapar un bostezo-. Creo que debería ir a ver qué pasa.
- No. No vayas tu -me dijo ella-. Creo que es mejor si voy yo.
Mi hermana se puso en pie y se colocó en el centro de su habitación. Busco con la mirada sus prendas y se vistió tan rápido como pudo. Yo volví a recostarme sobre la cama, con la mirada en el techo. Se giro hacia mí, acercándose, y tras darme un beso en la frente fue hacia la puerta para ir a buscar a ocelote.
Lilja camino hasta la habitación de ocelote. Toco repetidas veces. No recibió ninguna respuesta. Trato de abrir, y la puerta estaba abierta, así que continúo abriéndola hasta dejar la habitación abierta. La tabernera no estaba ya allí. de hecho, tampoco lo estaba la silla que había colocado la noche anterior para evitar que saliera. Lilja frunció el ceño, sin comprender, y se dirigió al final del pasillo hasta las escaleras. Yo llegué a escuchar sus pasos yendo por el pasillo, así que preferí levantarme para acompañarla. Me vestí rápidamente y la seguí, bajando las escaleras. Una vez abajo, vi que Lilja se estaba acercando a la barra, donde la tabernera parecía comenzar a atender a los clientes con absoluta normalidad.
Me acerque a Lilja y le coloque una mano en el hombro. Ella se giró hacia mí. Continuaba estando seria. ¿Quién la había dejado salir? Tampoco es que tuvieran que dejarla allí durante demasiado tiempo, pero Lilja se había sentido responsable de lo que pudiera pasarle. Al fin y al cabo, había sido ella quien había tratado de ayudar a la joven. Lilja se dirigió hacia ocelote.
- ¿Estás bien? Te hemos oído gritar esta mañana -pregunto directamente, todavía algo seria, aunque con una voz dulce-. ¿Quién te ha abierto?
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
A la taberna entraría en ese momento un elfo espectacularmente guapo con paso cansino, seguido de dos muchachas que lo acosaban sin parar incluso habiendo entrado en el nuevo local.
-Chicas, no lo estáis entendiendo, que no soy lo que pensáis, que no soy así realmente... -espetaba el joven con el típico tono de voz que alguien pone cuando ha repetido algo demasiadas veces.
-Eso dicen todos, pero luego son un encanto. ¿Por qué no pides una habitación y subimos los tres? -decía una, rubia y voluptuosa con una sonrisa pícara.
-Lo que pasa es que eres tímido, pero no te preocupes, no se lo contaremos a nadie. -replicó la otra joven, de cabello azulado, más delgada y pequeña.
Ciertamente, el elfo era bello: una melena suelta y pelirroja caía por su espalda en pequeñas hondas y unos profundos y bellos ojos violetas observaban todo con hastío y cansancio. Sin saberlo, su belleza era el peso de una horrible maldición que, por supuesto, el portador desconocía, pero que le volvía irresistible para todas las féminas que se cruzasen con él. Lo que sí sabía es que, desde aquella noche tan turbia en Baslodia (donde adoptó a Rushi), había ratos en los que conseguía ser mujer... y había ratos que no. Eso, desgraciadamente, era algo que notaba sobre todo en sus partes bajas. La sensación mañanera de tener un tronco pesado no era algo ni agradable ni cómodo para una elfa acostumbrada toda su vida a tener más volumen en zonas más altas de su cuerpo.
-Oye, Cali, ¿pides unas bebidas mientras subo con él? -pidió la rubia mientras se acercaba con Iredio a la barra.
-¡Vaya cara! ¿Y por qué no subes tú las bebidas y soy yo la que sube con él? -le espetó la otra, soltándose del elfo y encarándose con la rubia.
-Porque soy mayor que tú y yo lo vi primero.- respondió la rubia, encarándose con la azulada.
-Si no llega a ser por mí, ni siquiera se hubiera fijado en ti, zorra.
-Chiiicas... -llamó al orden la elfa/elfo.
Ellas, por supuesto, no le hicieron ni caso.
-¿A quién llamas tú zorra? Si ni siquiera tienes tetas, mírate -insultó la rubia, poniéndose una mano en la cadera en actitud chulesca.
-En realidad... -volvió a intentarlo Iredia, levantando un dedo para llamar la atención.
-Prefiero eso a parecer una vaca malfollada. -respondió la azulada, cruzándose de brazos.
La rubia abrió los ojos como platos y le metió un tortazo a la de azul.
-Chicas, si a mí realmente me gustan los hombres y yo solo soy hombre a ratos. -probó suerte de nuevo Iredia con una frase más contundente.
No hizo efecto tampoco, pues enseguida empezaron a pelearse a base de arañazos y tirones de pelo. Con un suspiro, el atractivo elfo se sentó en la barra al lado de unos sujetos a los que ni miró. Solo le apetecía una cosa.
-Ponme la cerveza más fuerte que tengas. -le pidió a la tabernera.
Y se quedó mirando al infinito mientras esperaba. Las chicas seguían atrás, peleándose. Con un poco de suerte, igual se mataban entre ellas y no tenía que aguantarlas más. Qué cansada estaba de tener pene. Su cría de asski, Rushi, descansaba plácidamente a sus pies. Tampoco le hubiera importado convertirse en gato.
-Chicas, no lo estáis entendiendo, que no soy lo que pensáis, que no soy así realmente... -espetaba el joven con el típico tono de voz que alguien pone cuando ha repetido algo demasiadas veces.
-Eso dicen todos, pero luego son un encanto. ¿Por qué no pides una habitación y subimos los tres? -decía una, rubia y voluptuosa con una sonrisa pícara.
-Lo que pasa es que eres tímido, pero no te preocupes, no se lo contaremos a nadie. -replicó la otra joven, de cabello azulado, más delgada y pequeña.
Ciertamente, el elfo era bello: una melena suelta y pelirroja caía por su espalda en pequeñas hondas y unos profundos y bellos ojos violetas observaban todo con hastío y cansancio. Sin saberlo, su belleza era el peso de una horrible maldición que, por supuesto, el portador desconocía, pero que le volvía irresistible para todas las féminas que se cruzasen con él. Lo que sí sabía es que, desde aquella noche tan turbia en Baslodia (donde adoptó a Rushi), había ratos en los que conseguía ser mujer... y había ratos que no. Eso, desgraciadamente, era algo que notaba sobre todo en sus partes bajas. La sensación mañanera de tener un tronco pesado no era algo ni agradable ni cómodo para una elfa acostumbrada toda su vida a tener más volumen en zonas más altas de su cuerpo.
-Oye, Cali, ¿pides unas bebidas mientras subo con él? -pidió la rubia mientras se acercaba con Iredio a la barra.
-¡Vaya cara! ¿Y por qué no subes tú las bebidas y soy yo la que sube con él? -le espetó la otra, soltándose del elfo y encarándose con la rubia.
-Porque soy mayor que tú y yo lo vi primero.- respondió la rubia, encarándose con la azulada.
-Si no llega a ser por mí, ni siquiera se hubiera fijado en ti, zorra.
-Chiiicas... -llamó al orden la elfa/elfo.
Ellas, por supuesto, no le hicieron ni caso.
-¿A quién llamas tú zorra? Si ni siquiera tienes tetas, mírate -insultó la rubia, poniéndose una mano en la cadera en actitud chulesca.
-En realidad... -volvió a intentarlo Iredia, levantando un dedo para llamar la atención.
-Prefiero eso a parecer una vaca malfollada. -respondió la azulada, cruzándose de brazos.
La rubia abrió los ojos como platos y le metió un tortazo a la de azul.
-Chicas, si a mí realmente me gustan los hombres y yo solo soy hombre a ratos. -probó suerte de nuevo Iredia con una frase más contundente.
No hizo efecto tampoco, pues enseguida empezaron a pelearse a base de arañazos y tirones de pelo. Con un suspiro, el atractivo elfo se sentó en la barra al lado de unos sujetos a los que ni miró. Solo le apetecía una cosa.
-Ponme la cerveza más fuerte que tengas. -le pidió a la tabernera.
Y se quedó mirando al infinito mientras esperaba. Las chicas seguían atrás, peleándose. Con un poco de suerte, igual se mataban entre ellas y no tenía que aguantarlas más. Qué cansada estaba de tener pene. Su cría de asski, Rushi, descansaba plácidamente a sus pies. Tampoco le hubiera importado convertirse en gato.
- Rushi:
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Iredia
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Kaytlyn se había quedado en Ulmer durante algunos días. Sin embargo, tenía que regresar a Lunargenta para poder terminar de buscar algunas cosas que había dejado en casa de su familia. El viaje había sido mucho más largo de lo que había sido ir hasta Ulmer la primera vez. Pensó que probablemente era debido a que no le hacía mucha ilusión volver a la ciudad de la que tanto tiempo había esperado para abandonar. Incluso aunque tan solo fuera allí por unos días. Cuando gran parte del trayecto ya se había realizado, faltando pocas horas para el amanecer, Kay pidió a unos mercaderes que la ayudarna a continuar el trayaecto hasta Lunargenta a cambio de algunas monedas.
- Sube, vamos -le dijeron únicamente. No le pidieron un solo aero.
En cambio le ofrecieron una manta caliente y algo caliente. Además de varias historias que uno de los ancianos mercaderes se había puesto a contar en el carromato trasero. En total eran seis mercaderes, dos hombres jovenes, una niña, y una pareja de ancianos que parecían ser los abuelos. Durante el camino le habían contado a Kaytlyn que los pequeños habían perdido a sus padres durante un asalto. Era una historia triste que contó en voz baja el anciano, únicamente cuando estuvo seguro de que los pequeños estaban durmiendo. El viaje pasó mucho más rápido de aquel modo, y antes de que Kay se diera cuenta, el sól comenzaba a resplandecer con una luz rojiza que bañaba todo el entorno desde el horizonte.
En cuanto llegaron a la ciudad, Kaytlyn agradeció a los mercaderes y bajó del carromato. Durante el comienzo de la mañana, se dedicó a buscar un transportista con el que hacer un acuerdo para poder llevar sus útiles hasta Ulmer. Encontró a uno, un hombre de tez oscura y barba espesa que sonría afablemente desde uno de los tantos puestos del mercado. El letrero que tenía en el pequeño en el que es encontraba, prometia un viaje seguro para las pertenencias de los viajeros. El hombre daba de comer zanahorias a los dos caballos que lo acompañaban a un lado.
Kay trató de llegar a un acuerdo con él. Le llevó veinte minutos convencerlo de que lo que él pedía era demasiado caro para lo que ella podía permitirse, pero también pidiendo que valorara la necesidad de la joven. Finalmente el hombre accedió a su insistencia y le ofreció un buen trato. La noche de aquel mismo día, el hombre iría a buscar las pertenencias de Kay para poder partir al día siguiente hacia Ulmer para dejarlas allí. En cuanto terminó aquel trato, Kay se dispuso a recorrer la ciudad antes de ir a la casa de su familia, para poder recordar lo que había sido vivir allí. Llevaba toda la vida viviendo en Lunargenta, y el cambio que había decidido tomar había cambiado completamente su vida. Se preguntaba qué tan diferente sería todo ahora. Pero prefirió arreglar algo antes de continuar recorriendo la ciudad. El lugar donde se hospedaría durante los días que permanecería en Lunargenta. Había pensado en ir a la casa de su familia, pero se había negado a hacer aquello. Sabía que si se quedaba con su familia durante aquellos días, decidiría echarse atrás por una u otra razón. Por experiencia sabía que en el centro las posadas eran mucho más caras, así que prefirió salir hasta la parte exterior de la ciudad. Preguntando y preguntando a los transeuntes, consiguió hallar una posada en las afueras, cuyo coste le habían dicho que no era excesivo, bastante razonable para una persona que quería una habitación para sí sóla. Así llegó hasta la taberna de Ocelote.
Abrió lentamente la puerta de la taberna. Había más gente de la que habría esperado. Gente que había ido llegando desde bien temprano. Kay se acercó despacio a la barra, esperando a que la que atendía pudiera prestarle un poco de atención para poder reservar una habitación. Además, también se moría por beber algo dulce y frío.
- Sube, vamos -le dijeron únicamente. No le pidieron un solo aero.
En cambio le ofrecieron una manta caliente y algo caliente. Además de varias historias que uno de los ancianos mercaderes se había puesto a contar en el carromato trasero. En total eran seis mercaderes, dos hombres jovenes, una niña, y una pareja de ancianos que parecían ser los abuelos. Durante el camino le habían contado a Kaytlyn que los pequeños habían perdido a sus padres durante un asalto. Era una historia triste que contó en voz baja el anciano, únicamente cuando estuvo seguro de que los pequeños estaban durmiendo. El viaje pasó mucho más rápido de aquel modo, y antes de que Kay se diera cuenta, el sól comenzaba a resplandecer con una luz rojiza que bañaba todo el entorno desde el horizonte.
En cuanto llegaron a la ciudad, Kaytlyn agradeció a los mercaderes y bajó del carromato. Durante el comienzo de la mañana, se dedicó a buscar un transportista con el que hacer un acuerdo para poder llevar sus útiles hasta Ulmer. Encontró a uno, un hombre de tez oscura y barba espesa que sonría afablemente desde uno de los tantos puestos del mercado. El letrero que tenía en el pequeño en el que es encontraba, prometia un viaje seguro para las pertenencias de los viajeros. El hombre daba de comer zanahorias a los dos caballos que lo acompañaban a un lado.
Kay trató de llegar a un acuerdo con él. Le llevó veinte minutos convencerlo de que lo que él pedía era demasiado caro para lo que ella podía permitirse, pero también pidiendo que valorara la necesidad de la joven. Finalmente el hombre accedió a su insistencia y le ofreció un buen trato. La noche de aquel mismo día, el hombre iría a buscar las pertenencias de Kay para poder partir al día siguiente hacia Ulmer para dejarlas allí. En cuanto terminó aquel trato, Kay se dispuso a recorrer la ciudad antes de ir a la casa de su familia, para poder recordar lo que había sido vivir allí. Llevaba toda la vida viviendo en Lunargenta, y el cambio que había decidido tomar había cambiado completamente su vida. Se preguntaba qué tan diferente sería todo ahora. Pero prefirió arreglar algo antes de continuar recorriendo la ciudad. El lugar donde se hospedaría durante los días que permanecería en Lunargenta. Había pensado en ir a la casa de su familia, pero se había negado a hacer aquello. Sabía que si se quedaba con su familia durante aquellos días, decidiría echarse atrás por una u otra razón. Por experiencia sabía que en el centro las posadas eran mucho más caras, así que prefirió salir hasta la parte exterior de la ciudad. Preguntando y preguntando a los transeuntes, consiguió hallar una posada en las afueras, cuyo coste le habían dicho que no era excesivo, bastante razonable para una persona que quería una habitación para sí sóla. Así llegó hasta la taberna de Ocelote.
Abrió lentamente la puerta de la taberna. Había más gente de la que habría esperado. Gente que había ido llegando desde bien temprano. Kay se acercó despacio a la barra, esperando a que la que atendía pudiera prestarle un poco de atención para poder reservar una habitación. Además, también se moría por beber algo dulce y frío.
Kaytlyn
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Sol estaba sumida en sus pensamientos, cuando Lilja se acercó preguntando como estaba, no supo ni que contestar, solo podía pensar en el bandido y lo que había dicho -Esto…- Miró a Lilja, pocos segundos después, cuando preguntó quién le había abierto la puerta, ya comenzó a analizar mejor las cosas, señaló con sus ojos al hombre de la barra, el cual bebía -Estoy bien- Dijo sonriendo, aunque se había llevado limpiando el mismo vaso un buen rato -Ahora os sirvo un par de jarras de mi bebida especial y un poco de queso- Se marchó a por todo, pero el bandido la miró a los ojos.
El bandido se levantó dejando una bolsa de dinero en la barra -Devuelveme mi arma, quizás vuelva- Sol miró la zona de las armas y se fue a ella, para coger la única arma que había, se la entregó y este se acercó a la puerta, pasando por al lado de las dos mujeres, las cuales se apartaron, inspiraba temor. El bandido le entregó una última mirada a Ocelote la cual lo miró a los ojos, tenía miedo.
Suspiró aliviada y cogió dos jarras para Frio y Lilja, las llenó, pensando en el bandido, no sabía si sería alguien malo, neutro, o en el fondo, alguien honrado, no podía ser lo ultimo ‘’Sabes que no puede ser’’ Escuchó en su mente -Calla- Susurró molesta y se fue a entregarle las jarras -Ahora te atiendo- Le dijo sonriendo al hombre que había llegado con las dos chicas que se habían peleado. Puso las jarras frente a ellos -Me da mala espina el bandido, ¿sabeis si hizo algo ayer? es que no recuerdo nada… bueno, voy atender a esos dos- Había llegado una chica a la taberna -Cuando les atienda vuelvo, hasta con el queso- Les dijo sonriendo algo nerviosa y se marchó.
Se acercó al hombre que había llegado con las dos mozas, las cuales ya no parecían pelearse entre ellas, parecía que criticaban al bandido -Tengo una cerveza que podría reventar un riñón con solo olerla- Bromeó intentando calmarse a sí misma -Bromeo, pero si es fuerte, muy fuerte, pocos la piden- Sonrió y se empezó alejar -¿Quieres algo mas a parte de la cerveza? tengo queso de la mejor calidad- Cogió una buena jarra y la llenó de cerveza, el barril estaba más escondido que los demás -Es de la mejor calidad, espero que la disfrutes- Había movimiento ese dia en la taberna, le ayudaría a olvidar lo sucedido el día anterior.
Se acercó a la chica sonriendo -Hola ¿Deseas algo de comer, algo de beber, o solo pasar una noche de paz y tranquilidad?- Estaba algo más animada miraba de reojo la taberna, esperaba ver que todo fuese a pedir de boca, aunque siempre podría pasar algo, un borracho enfadado con alguien, algún juego que acabe en pelea. Vió que las chicas que se peleaban se acercaban a la espalda del joven, parecía que querían saber algo -¿A cual eliges de las dos?- Gritaron las dos a la vez.
El bandido se levantó dejando una bolsa de dinero en la barra -Devuelveme mi arma, quizás vuelva- Sol miró la zona de las armas y se fue a ella, para coger la única arma que había, se la entregó y este se acercó a la puerta, pasando por al lado de las dos mujeres, las cuales se apartaron, inspiraba temor. El bandido le entregó una última mirada a Ocelote la cual lo miró a los ojos, tenía miedo.
Suspiró aliviada y cogió dos jarras para Frio y Lilja, las llenó, pensando en el bandido, no sabía si sería alguien malo, neutro, o en el fondo, alguien honrado, no podía ser lo ultimo ‘’Sabes que no puede ser’’ Escuchó en su mente -Calla- Susurró molesta y se fue a entregarle las jarras -Ahora te atiendo- Le dijo sonriendo al hombre que había llegado con las dos chicas que se habían peleado. Puso las jarras frente a ellos -Me da mala espina el bandido, ¿sabeis si hizo algo ayer? es que no recuerdo nada… bueno, voy atender a esos dos- Había llegado una chica a la taberna -Cuando les atienda vuelvo, hasta con el queso- Les dijo sonriendo algo nerviosa y se marchó.
Se acercó al hombre que había llegado con las dos mozas, las cuales ya no parecían pelearse entre ellas, parecía que criticaban al bandido -Tengo una cerveza que podría reventar un riñón con solo olerla- Bromeó intentando calmarse a sí misma -Bromeo, pero si es fuerte, muy fuerte, pocos la piden- Sonrió y se empezó alejar -¿Quieres algo mas a parte de la cerveza? tengo queso de la mejor calidad- Cogió una buena jarra y la llenó de cerveza, el barril estaba más escondido que los demás -Es de la mejor calidad, espero que la disfrutes- Había movimiento ese dia en la taberna, le ayudaría a olvidar lo sucedido el día anterior.
Se acercó a la chica sonriendo -Hola ¿Deseas algo de comer, algo de beber, o solo pasar una noche de paz y tranquilidad?- Estaba algo más animada miraba de reojo la taberna, esperaba ver que todo fuese a pedir de boca, aunque siempre podría pasar algo, un borracho enfadado con alguien, algún juego que acabe en pelea. Vió que las chicas que se peleaban se acercaban a la espalda del joven, parecía que querían saber algo -¿A cual eliges de las dos?- Gritaron las dos a la vez.
Ocelote
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Ocelote nos confirmó que se encontraba bien, y nos ofreció algo de beber y queso. Yo dejé escapar una exclamación de alegría. Me encantaba esa bebida, y los quesos que tenía en aquella taberna. Poco después, giramos la vista Lilja y yo, en cuanto vimos cómo entraba en la taberna un individuo bastante pintoresco. Era de buen ver, de hecho por un momento me encontré a mí mismo mirándolo durante unos sospechosos segundos de más. Luego aparté la vista de él, fijándome en las dos mujeres que lo acompañaban, en apariencia insistentes y en busca de su atención.
- Qué fácil lo tienen algunos -comenté. Mi hermana me golpeó con sus nudillos en el brazo, y dejé escapar una pequeña carcajada-. ¿A ti no te parece guapo?
Lilja resopló.
- Demasiado bajito. Y poco varonil. -Se engoció de hombros. En realidad, era la respuesta que quería oír.
Poco después, el bandido que había estado pasando la noche en esa taberna, y que había llegado a las últimas horas del día anterior, se dirigió hacia Ocelote reclamando su arma. Me quedé mirándolo fijamente. Me daba igual que se diera cuenta de que lo estaba mirando, continué haciéndolo. Parecía demasiado centrado en Ocelote. Desde que había llegado a la taberna, había mostrado una especial fijación por ella, que al mismo tiempo parecía no perturbar su comportamiento lo más mínimo. Ocelote se dirigió hacia nosotros, preguntándonos sobre el bandido. ¿Si nos daba mala espina? Desde luego que sí, por lo menos a mí.
- Si esta fuera mi taberna, creo que no habrái dejado marchar a tipos como ese -dije con una media sonrisa, desviando la mirada hacia la puerta. De repente presté atención a los diálogos de las dos mujeres que acompañaban al recién llegado. Se peleaban por él de un modo que me recordó a lo que oía de las meretrices de los suburbios de Lunargenta.
- Creo que tu taberna tendría muy mala reputación -mencionó mi hermana.
- Ya lo creo que sí -volví a centrarme en la pregunta de Ocelote-. Creo que no hizo nada anoche. Yo no lo vi ni escuché en toda la noche, por lo menos. No te preocupes, seguro que no volverá por aquí.
Ocelote se marchó para atender al joven de las dos muchachas. Mientras, nosotros comenzamos a probar el queso, y a beber esa deliciosa bebida. Mientras daba un nuevo trago, dirigí mi mirada hacia la puerta. Entraba una joven de cabello cobrizo y ojos azules. Era Kaytlyn; la habíamos conocido en Ulmer y había estado viviendo con nosotros durante unos días, pero había regresado a Lunargenta para buscar algunas cosas que quería llevar hacia su nuevo hogar en Ulmer. Alcé la mano sonriente al verla; mi hermana también sonreía.
- ¡Kay! ¡Somos nosotros! -la llamé yo-. Ven aquí.
Aunque Ocelote ahora se dirigía hacia ella para atenderla.
- Qué fácil lo tienen algunos -comenté. Mi hermana me golpeó con sus nudillos en el brazo, y dejé escapar una pequeña carcajada-. ¿A ti no te parece guapo?
Lilja resopló.
- Demasiado bajito. Y poco varonil. -Se engoció de hombros. En realidad, era la respuesta que quería oír.
Poco después, el bandido que había estado pasando la noche en esa taberna, y que había llegado a las últimas horas del día anterior, se dirigió hacia Ocelote reclamando su arma. Me quedé mirándolo fijamente. Me daba igual que se diera cuenta de que lo estaba mirando, continué haciéndolo. Parecía demasiado centrado en Ocelote. Desde que había llegado a la taberna, había mostrado una especial fijación por ella, que al mismo tiempo parecía no perturbar su comportamiento lo más mínimo. Ocelote se dirigió hacia nosotros, preguntándonos sobre el bandido. ¿Si nos daba mala espina? Desde luego que sí, por lo menos a mí.
- Si esta fuera mi taberna, creo que no habrái dejado marchar a tipos como ese -dije con una media sonrisa, desviando la mirada hacia la puerta. De repente presté atención a los diálogos de las dos mujeres que acompañaban al recién llegado. Se peleaban por él de un modo que me recordó a lo que oía de las meretrices de los suburbios de Lunargenta.
- Creo que tu taberna tendría muy mala reputación -mencionó mi hermana.
- Ya lo creo que sí -volví a centrarme en la pregunta de Ocelote-. Creo que no hizo nada anoche. Yo no lo vi ni escuché en toda la noche, por lo menos. No te preocupes, seguro que no volverá por aquí.
Ocelote se marchó para atender al joven de las dos muchachas. Mientras, nosotros comenzamos a probar el queso, y a beber esa deliciosa bebida. Mientras daba un nuevo trago, dirigí mi mirada hacia la puerta. Entraba una joven de cabello cobrizo y ojos azules. Era Kaytlyn; la habíamos conocido en Ulmer y había estado viviendo con nosotros durante unos días, pero había regresado a Lunargenta para buscar algunas cosas que quería llevar hacia su nuevo hogar en Ulmer. Alcé la mano sonriente al verla; mi hermana también sonreía.
- ¡Kay! ¡Somos nosotros! -la llamé yo-. Ven aquí.
Aunque Ocelote ahora se dirigía hacia ella para atenderla.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Respondió con un asentimiento y mirada ausente a la tabernera para darle a entender que no le importaba esperar. Las chicas de atrás seguían peleándose, aunque por un momento pareció que centraban su mirada en el bandido y no en él. Osea, en ella.
<<Largaos con él, largaos con él, largaos con él....>>, suplicaba a los dioses.
Entró alguien más a la taberna, pero Iredia apenas prestó atención. Cuando menos se lo esperó, la tabernera volvió contándole cosas sobre la cerveza fuerte que tenía. Sonrió a medias, la verdad es que le daba igual si sabía bien o mal. Se había topado con esas mujeres en Baslodia y no se habían despegado de ella en todo el camino. Iredia, por supuesto, no tenía percepción de sí misma como un hombre super sensual, más bien se sentía muy cuadrada, muy dura y muy rara. Y, sobre todo, muy malhumorada.
-Tranquila, si realmente me da igual... -suspiró con tono pesado a la tabernera mientras contemplaba de reojo con hastío a las mujeres y su discusión. -Y lo del queso pues... vale. Venga, tráemelo.
Recibió con gusto la cerveza y dio un par de sorbos largos. Cuando estaba a punto de considerarse en paz, de nuevo vinieron las pesadas y esta vez le hicieron una pregunta de difícil respuesta.
-¿A cuál eliges de las dos?
Y llegó la gota que colmó el vaso. Dejó muy despacio la jarra de nuevo encima de la barra y se giró hacia las muchachas con una mirada muy dura.
-¿Sabéis? Tenéis mucha suerte. Si yo fuera una mala chica. Osea, un mal chico, tendría a dos mujeres para mí ahora mismo y os podría haber hecho lo que quisiera durante el trayecto. Luego los hombres se piensan que todas son como vosotras. ¡No tenéis cabeza! Sois completamente idiotas. Iros con quien más os plazca. Con ese, por ejemplo. -y señaló al chico que estaba con la que parecía su pareja hablando con la tabernera también en la barra- A ver si a ese le conseguís sacar más dinero del que intentáis sacarme a mí.
Las muchachas, estupefactas, se miraron entre sí y una a una le metieron un tortazo. Primero la rubia, en la mejilla derecha, y luego la morena, en la mejilla izquierda.
<<Ahora sé lo que sienten los hombres cuando les tratan así>>, meditó.
Trató de mantener en todo momento una pose lo más tranquila posible. Una pena no ser mujer, porque se habría enzarzado con aquellas dos idiotas a mordiscos hasta dejarlas sin ojos. Sin responder a las bofetadas, se volvió a dar la vuelta y siguió con su jarra. Mientras, las muchachas, haciendo caso al elfo transexual, se fueron hasta el amigo de la barra.
-Oye, verás... Ese idiota elfo nos acaba de dejar tiradas aquí. No tenemos nada de dinero... -la peliazul empezó a jugar con sus cabellos- ¿Ayudarías a un par de damas en apuros?
Iredia se llevó una mano a la cabeza.
<<Largaos con él, largaos con él, largaos con él....>>, suplicaba a los dioses.
Entró alguien más a la taberna, pero Iredia apenas prestó atención. Cuando menos se lo esperó, la tabernera volvió contándole cosas sobre la cerveza fuerte que tenía. Sonrió a medias, la verdad es que le daba igual si sabía bien o mal. Se había topado con esas mujeres en Baslodia y no se habían despegado de ella en todo el camino. Iredia, por supuesto, no tenía percepción de sí misma como un hombre super sensual, más bien se sentía muy cuadrada, muy dura y muy rara. Y, sobre todo, muy malhumorada.
-Tranquila, si realmente me da igual... -suspiró con tono pesado a la tabernera mientras contemplaba de reojo con hastío a las mujeres y su discusión. -Y lo del queso pues... vale. Venga, tráemelo.
Recibió con gusto la cerveza y dio un par de sorbos largos. Cuando estaba a punto de considerarse en paz, de nuevo vinieron las pesadas y esta vez le hicieron una pregunta de difícil respuesta.
-¿A cuál eliges de las dos?
Y llegó la gota que colmó el vaso. Dejó muy despacio la jarra de nuevo encima de la barra y se giró hacia las muchachas con una mirada muy dura.
-¿Sabéis? Tenéis mucha suerte. Si yo fuera una mala chica. Osea, un mal chico, tendría a dos mujeres para mí ahora mismo y os podría haber hecho lo que quisiera durante el trayecto. Luego los hombres se piensan que todas son como vosotras. ¡No tenéis cabeza! Sois completamente idiotas. Iros con quien más os plazca. Con ese, por ejemplo. -y señaló al chico que estaba con la que parecía su pareja hablando con la tabernera también en la barra- A ver si a ese le conseguís sacar más dinero del que intentáis sacarme a mí.
Las muchachas, estupefactas, se miraron entre sí y una a una le metieron un tortazo. Primero la rubia, en la mejilla derecha, y luego la morena, en la mejilla izquierda.
<<Ahora sé lo que sienten los hombres cuando les tratan así>>, meditó.
Trató de mantener en todo momento una pose lo más tranquila posible. Una pena no ser mujer, porque se habría enzarzado con aquellas dos idiotas a mordiscos hasta dejarlas sin ojos. Sin responder a las bofetadas, se volvió a dar la vuelta y siguió con su jarra. Mientras, las muchachas, haciendo caso al elfo transexual, se fueron hasta el amigo de la barra.
-Oye, verás... Ese idiota elfo nos acaba de dejar tiradas aquí. No tenemos nada de dinero... -la peliazul empezó a jugar con sus cabellos- ¿Ayudarías a un par de damas en apuros?
Iredia se llevó una mano a la cabeza.
Iredia
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Nada más entrar a la taberna, no tuve que esperar más que algunos segundos hasta que se acercó a mí amablemente la dueña del establecimiento. Una chica con un cabello tan rubio que parecía blanco como la nieve. Me preguntó qué deseaba. Lo que yo quería era reservar una pequeña habitación, no muy cara, para poder quedarme durante algunos días en Lunargenta hasta que hubiera enviado todas mis pertenencias a Ulmer mediante el mercader con el que había tratado. Y estaba a punto de decirle esto, pero dos caras conocidas se sorprendían desde el interior de la taberna al verme, y me llamaban.
- ¡Kay! ¡Somos nosotros! Ven aquí -escuché la voz del pelirrojo.
No iba a marcharme sin responder a la tabernera, así que hice un gesto con la mano a los hermanos pelirrojos, para que me esperaran, y me giré hacia la tabernera.
- Me gustaría reservar una habitación. Pasaría algunos días aquí -le expliqué brevemente-. Voy a ir con unos amigos que acabo de ver.
Sonreí y caminé pausadamente hacia los dos hermanos. Había estado viviendo con ellos en Ulmer los últimos días. Me habían abierto las puertas de su hogar, entregándome una habitación, una cama mullida y comida a diario sin pedirme absolutamente nada a cambio. Los dos pelirrojos, habían sido el empujón que me había faltado para terminar de decidir que quería quedarme en Ulmer. Tal vez de no haberme encontrado con ellos en la ciudad de los licántropos, todo habría sido distinto. Tal vez habría regresado con mi familia a Lunargenta. Me entró un escalofrío sólo de pensar en aquello.
- ¿Qué tal estáis? No esperaba encontraros. ¿Cómo lo hacéis? ¡Estáis en todas partes! -bromeé mientras me sentaba frente a la barra, en un alto banco. Todavía me impresionaba lo alta que era la hermana de Frith.
Luego eché una ojeada curiosa a la taberna. Había bastante gente, para lo lejos que estaba de la ciudad. Y no pude evitar fijar la mirada en un joven realmente hermoso. Estaba rodeado por dos chicas gritonas, que parecían pelear por él. No pude evitar sonreír, pues la escena me pareció de lo más graciosa. Luego volví a ver al joven. Era guapo, muy guapo. Pero era la clase de chico que prefería ver desde lejos y ni dirigir la palabra. Esa clase de chicos solían ser unos idiotas pretenciosos. De hecho esa era su cara, mientras ignoraba a las chicas, de idiota pretencioso. Parpadeé rápido varias veces y volví la mirada hacia los hermanos nuevamente.
De repente escuché unos gritos. Era el mismo chico en quien había fijado la vista momentos atrás. Lo que dijo, era realmente cierto. De hecho, me arrepentí de haberlo juzgado tan pronto. Y tan pronto como dijo aquellas palabras, las chicas terminaron con él y pasaron a su nueva víctima. El joven pelirrojo.
- ¡Kay! ¡Somos nosotros! Ven aquí -escuché la voz del pelirrojo.
No iba a marcharme sin responder a la tabernera, así que hice un gesto con la mano a los hermanos pelirrojos, para que me esperaran, y me giré hacia la tabernera.
- Me gustaría reservar una habitación. Pasaría algunos días aquí -le expliqué brevemente-. Voy a ir con unos amigos que acabo de ver.
Sonreí y caminé pausadamente hacia los dos hermanos. Había estado viviendo con ellos en Ulmer los últimos días. Me habían abierto las puertas de su hogar, entregándome una habitación, una cama mullida y comida a diario sin pedirme absolutamente nada a cambio. Los dos pelirrojos, habían sido el empujón que me había faltado para terminar de decidir que quería quedarme en Ulmer. Tal vez de no haberme encontrado con ellos en la ciudad de los licántropos, todo habría sido distinto. Tal vez habría regresado con mi familia a Lunargenta. Me entró un escalofrío sólo de pensar en aquello.
- ¿Qué tal estáis? No esperaba encontraros. ¿Cómo lo hacéis? ¡Estáis en todas partes! -bromeé mientras me sentaba frente a la barra, en un alto banco. Todavía me impresionaba lo alta que era la hermana de Frith.
Luego eché una ojeada curiosa a la taberna. Había bastante gente, para lo lejos que estaba de la ciudad. Y no pude evitar fijar la mirada en un joven realmente hermoso. Estaba rodeado por dos chicas gritonas, que parecían pelear por él. No pude evitar sonreír, pues la escena me pareció de lo más graciosa. Luego volví a ver al joven. Era guapo, muy guapo. Pero era la clase de chico que prefería ver desde lejos y ni dirigir la palabra. Esa clase de chicos solían ser unos idiotas pretenciosos. De hecho esa era su cara, mientras ignoraba a las chicas, de idiota pretencioso. Parpadeé rápido varias veces y volví la mirada hacia los hermanos nuevamente.
De repente escuché unos gritos. Era el mismo chico en quien había fijado la vista momentos atrás. Lo que dijo, era realmente cierto. De hecho, me arrepentí de haberlo juzgado tan pronto. Y tan pronto como dijo aquellas palabras, las chicas terminaron con él y pasaron a su nueva víctima. El joven pelirrojo.
Kaytlyn
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Escucho a Frio decirle a ella que se fuera con ellos, tendrían que ser amigos -bueno,veo que eres amiga de ellos, te voy a dejar la primera noche gratis, y ahora te llevo una buena jarra y un poco de queso- Le sonrió y se fue al elfo, el cual estaba ahora solo -Tienes razón en lo que dices, hay mujeres que ensucian nuestro honor- Dijo sonriendo -Te has ganado el plato de queso- se acercó a su oído -pero el bueno, no el barato que le doy a los borrachos que ya ni distinguen la cerveza del agua- dijo riendo y se marchó a por el queso, llevaba dos platos bien cargados y se los sirvió a el y a los otros tres, en donde se paró para hablarles.
-Veo que es amiga vuestra, la e invitado a una noche, dice que se va a quedar unos días - Estaba bien animada, había olvidado ya al bandido - ahora te traigo la bebida- Se alejó con prisa y llenó una jarra con su bebida expecial, aún le quedaba “Deberías ir a por más cerveza a l nevero” le susurró Luci en su mente, ella asintió como si la viese y tras darle la jarra a la chica, bajó a por él barril, había una gran cantidad de hielo y se estaba bien fresca allí abajo.
Empezó arrastrar el barril por el suelo, pesaba cerca de cincuenta kilos, pero en el fondo, no era tanto para ella, cuando lo pudo colocar bien, empezó a rodarlo por el suelo hasta las escaleras. Nada más miró arriba, vio a alguien envuelto en mantos negros con la cara tapada -¿Puedo ayudarte en algo?- le preguntó sin entender que hacía allí “No… porque sé que si te pido que te suicides no lo harás” tras reírse de una forma macabra, desapareció como el humo. El corazón de Sol estaba acelerado, asustada, no sabía qué hacer, se le había aparecido la voz, quizás faltase poco para que la controlase, ahora que se podían comunicar entre ellas, ahora que Luci y Luna veían que hacían, ahora era más fácil para ella.
Empezó a subir el barril con todas sus fuerzas, al llegar arriba lo coloco en su sitio, dejando el otro barril a un lado. Se fue al elfo, el cual le había parecido alguien interesante y que podría darle conversación -Por cierto ¿Que hace un elfo por estos lares? No he visto muchos, por no decir que he visto en mi vida uno y no en la taberna - sonreía mirándolo a los ojos, estaba más calmada ahora, ese susto le había hecho daño al pecho, pero ahora estaba algo embobada mirandolo, quias para ella también le parecía demasiado guapo.
Era la segunda vez que le parecía un hombre tan guapo, tanto como para interesarse por él, normalmente era Luna la que se lanzaba a por los hombres, pero en este caso, Sol no podía dejarlo escapar, ya dejó escapar uno, ahora este no se escaparía -Espero que la bebida y la comida sean de tu gusto- además, lo que les dijo a las mujeres, era para ella algo que hacía falta en los hombres. Las había ignorado una vez se alejaron del elfo, ni se dio cuenta que se fueron a por Frio, lo llega a saber y las hubiera echado de su taberna, pero sabía que la novia del chico, sería capaz de hacer que ellas se arrepintieron de lo que estaban haciendo.
-Veo que es amiga vuestra, la e invitado a una noche, dice que se va a quedar unos días - Estaba bien animada, había olvidado ya al bandido - ahora te traigo la bebida- Se alejó con prisa y llenó una jarra con su bebida expecial, aún le quedaba “Deberías ir a por más cerveza a l nevero” le susurró Luci en su mente, ella asintió como si la viese y tras darle la jarra a la chica, bajó a por él barril, había una gran cantidad de hielo y se estaba bien fresca allí abajo.
Empezó arrastrar el barril por el suelo, pesaba cerca de cincuenta kilos, pero en el fondo, no era tanto para ella, cuando lo pudo colocar bien, empezó a rodarlo por el suelo hasta las escaleras. Nada más miró arriba, vio a alguien envuelto en mantos negros con la cara tapada -¿Puedo ayudarte en algo?- le preguntó sin entender que hacía allí “No… porque sé que si te pido que te suicides no lo harás” tras reírse de una forma macabra, desapareció como el humo. El corazón de Sol estaba acelerado, asustada, no sabía qué hacer, se le había aparecido la voz, quizás faltase poco para que la controlase, ahora que se podían comunicar entre ellas, ahora que Luci y Luna veían que hacían, ahora era más fácil para ella.
Empezó a subir el barril con todas sus fuerzas, al llegar arriba lo coloco en su sitio, dejando el otro barril a un lado. Se fue al elfo, el cual le había parecido alguien interesante y que podría darle conversación -Por cierto ¿Que hace un elfo por estos lares? No he visto muchos, por no decir que he visto en mi vida uno y no en la taberna - sonreía mirándolo a los ojos, estaba más calmada ahora, ese susto le había hecho daño al pecho, pero ahora estaba algo embobada mirandolo, quias para ella también le parecía demasiado guapo.
Era la segunda vez que le parecía un hombre tan guapo, tanto como para interesarse por él, normalmente era Luna la que se lanzaba a por los hombres, pero en este caso, Sol no podía dejarlo escapar, ya dejó escapar uno, ahora este no se escaparía -Espero que la bebida y la comida sean de tu gusto- además, lo que les dijo a las mujeres, era para ella algo que hacía falta en los hombres. Las había ignorado una vez se alejaron del elfo, ni se dio cuenta que se fueron a por Frio, lo llega a saber y las hubiera echado de su taberna, pero sabía que la novia del chico, sería capaz de hacer que ellas se arrepintieron de lo que estaban haciendo.
Ocelote
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Las dos chicas que habían estado momentos atrás con el galán que acababa de entrar en la taberna, se acercaron a mí. Trataron de convencerme para que entrara en sus juegos, y estuvieron prácticamente a punto de convencerme. En realidad estoy siendo demasiado humilde. Ya las estaba mirando con un destello en mis ojos, hasta que mi hermana se puso delante.
- No, no, no -dijo con firmeza. Era mucho más alta que las dos chicas, y que mucha de la gente del establecimiento-. De eso nada.
- ¿Pero no has visto lo grosero que ha sido con ellas el tipo ese? -traté de justificarme.
- He dicho que de eso nada.
Mi hermana me golpeó con su codo en las costillas, haciendo que involuntariamente me echara hacia atrás. Me encogí de hombros mientras miraba a las chicas, y volví a mirar a Kaytlyn, para responder a sus preguntas.
- Sí, estamos en todas partes -dije con convicción-. Aunque tampoco nosotros esperábamos verte por aquí. ¿Qué haces por aquí? Pensaba que estarías curioseando Ulmer.
Aunque recordé que nos había mencionado días atrás, que tenía que ir hasta Lunargenta para llevar algunas cosas hasta Ulmer. En cuanto lo recordé, asentí con los ojos entrecerrados, como si tratara de vislumbrar la conversación que habíamos tenido.
- Toma, prueba -dijo Lilja mientras le tendía un poco de queso a Kay-. Y bebe un poco de esto. Todo aquí está muy rico -Lilja se percató de que las dos mujeres todavía seguían rondando alrededor de Frith. Frunció el ceño y pareció incluso más alta por un momento-. ¡Largo de aquí! ¡Ya es suficiente! ¡Hay mil cosas que una mujer puede hacer además de esto! ¡Cuando era poco más que una cachorra cortaba leña todas las mañanas y ordeñaba las cabras para ganar algo de dinero!
Suspiré largamente. Las chicas parecieron disgustadas con la reacción de mi hermana. Yo ya sabía que tarde o temprano reaccionaría de aquel modo. Lilja no solía ser grosera, ni trataba injustamente a nadie. Pero siempre se alteraba si alguien se acercaba y perturbaba lo que ella solía llamar ‘su pequeño círculo’. En su pequeño círculo estábamos las personas a quienes más quería. Y recientemente, también me había confesado que Kay había entrado en aquel pequeño círculo. Si alguien se acercaba a alguno de los componentes de este, Lilja estallaba.
- No, no, no -dijo con firmeza. Era mucho más alta que las dos chicas, y que mucha de la gente del establecimiento-. De eso nada.
- ¿Pero no has visto lo grosero que ha sido con ellas el tipo ese? -traté de justificarme.
- He dicho que de eso nada.
Mi hermana me golpeó con su codo en las costillas, haciendo que involuntariamente me echara hacia atrás. Me encogí de hombros mientras miraba a las chicas, y volví a mirar a Kaytlyn, para responder a sus preguntas.
- Sí, estamos en todas partes -dije con convicción-. Aunque tampoco nosotros esperábamos verte por aquí. ¿Qué haces por aquí? Pensaba que estarías curioseando Ulmer.
Aunque recordé que nos había mencionado días atrás, que tenía que ir hasta Lunargenta para llevar algunas cosas hasta Ulmer. En cuanto lo recordé, asentí con los ojos entrecerrados, como si tratara de vislumbrar la conversación que habíamos tenido.
- Toma, prueba -dijo Lilja mientras le tendía un poco de queso a Kay-. Y bebe un poco de esto. Todo aquí está muy rico -Lilja se percató de que las dos mujeres todavía seguían rondando alrededor de Frith. Frunció el ceño y pareció incluso más alta por un momento-. ¡Largo de aquí! ¡Ya es suficiente! ¡Hay mil cosas que una mujer puede hacer además de esto! ¡Cuando era poco más que una cachorra cortaba leña todas las mañanas y ordeñaba las cabras para ganar algo de dinero!
Suspiré largamente. Las chicas parecieron disgustadas con la reacción de mi hermana. Yo ya sabía que tarde o temprano reaccionaría de aquel modo. Lilja no solía ser grosera, ni trataba injustamente a nadie. Pero siempre se alteraba si alguien se acercaba y perturbaba lo que ella solía llamar ‘su pequeño círculo’. En su pequeño círculo estábamos las personas a quienes más quería. Y recientemente, también me había confesado que Kay había entrado en aquel pequeño círculo. Si alguien se acercaba a alguno de los componentes de este, Lilja estallaba.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Sonrió un poco de medio lado ante el elogio de la tabernera. Queso bueno. Al menos, algo positivo tenía ser una mujer dentro del cuerpo de un hombre. Si le contase la verdad a esa chiquilla, no estaba segura de si mantendría esa proposición del plato de queso. Seguramente, iría derecha al manicomio.
Entonces la camarera se marchó. Ella buscó entonces con la mirada a las mozas. Volvió a llevarse la mano a la cabeza, pues había visto cómo se acercaba otra chica a ellas y, para más inri, la que parecía la novia del pelirrojo se había enfadado considerablemente. Pero a Iredia le alarmó mucho más lo que dijeron las muchachas. Éstas, tras el rapapolvo de esa mujer altísima, enarcaron una ceja y la rubia voluptuosa la miró de arriba abajo.
-Tiene pelotas, primero un elfo marica y ahora me habla una jirafa. O cabra, no me ha quedado claro. -le susurró a su amiga peliazul un poco más alto de lo que hubiera sido prudente.
De hecho, Iredia lo oyó estando algo más alejada, quizás por su oído elfo, quizás porque la muchacha rubia no tenía miedo a la mujer alta. Estaba claro que ella era quién solía llevar la voz cantante, a quien deseaban los hombres y que conseguía todo lo que se proponía. O casi todo. Definitivamente, eso no iba a acabar bien y quizás le tocase tomar partido.
Apareció de nuevo entonces la tabernera. La verdad es que le sorprendió que hubiera sido capaz de llevar ese barril ella sola, ella no hubiese podido. Aunque en su versión hombre, se había dado cuenta de que tenía un poquito más de fuerza de lo habitual en ella. La elfa/elfo agradeció mucho la amabilidad de la muchacha. Por fin una mujer humana que no parecía estúpida. Se dio cuenta de que, con la escena de las pesadas, ni siquiera había probado el queso. Sin embargo, una criaturita pequeña y gatuna ya se había puesto en su hombro a olisquear.
-Si te lo cuento, no te lo crees... -suspiró pesadamente, respondiendo a la chica mientras acariciaba la panza de Rushi y le daba un cachín de queso y luego se comía otro. Estaba francamente rico.
El animalito, conforme, seguía taladrando con sus ojos grandes el plato apetitoso. Iredia soltó una breve carcajada.
-Es un bicho muy glotón -le comentó a la muchacha. Luego, respondió a su comentario- La verdad es que está todo buenísimo, gracias.
Se giró entonces, preocupada, hacia donde estaban las chicas dando la lata.
-Lo lamento -le confesó a la tabernera- Vengo de Baslodia y me las encontré por el camino.
Sinceramente, no sé por qué demonios se han vendo conmigo. Simplemente, me han visto y llevan dándome el haflon todo el camino. ¿Todas las mujeres humanas hacen eso con los hombres por los caminos? -no se dio cuenta de que había hablado en élfico para decir "tabarra".-Al final me va a tocar decirles algo... -volvió a suspirar con cansancio.
Entonces la camarera se marchó. Ella buscó entonces con la mirada a las mozas. Volvió a llevarse la mano a la cabeza, pues había visto cómo se acercaba otra chica a ellas y, para más inri, la que parecía la novia del pelirrojo se había enfadado considerablemente. Pero a Iredia le alarmó mucho más lo que dijeron las muchachas. Éstas, tras el rapapolvo de esa mujer altísima, enarcaron una ceja y la rubia voluptuosa la miró de arriba abajo.
-Tiene pelotas, primero un elfo marica y ahora me habla una jirafa. O cabra, no me ha quedado claro. -le susurró a su amiga peliazul un poco más alto de lo que hubiera sido prudente.
De hecho, Iredia lo oyó estando algo más alejada, quizás por su oído elfo, quizás porque la muchacha rubia no tenía miedo a la mujer alta. Estaba claro que ella era quién solía llevar la voz cantante, a quien deseaban los hombres y que conseguía todo lo que se proponía. O casi todo. Definitivamente, eso no iba a acabar bien y quizás le tocase tomar partido.
Apareció de nuevo entonces la tabernera. La verdad es que le sorprendió que hubiera sido capaz de llevar ese barril ella sola, ella no hubiese podido. Aunque en su versión hombre, se había dado cuenta de que tenía un poquito más de fuerza de lo habitual en ella. La elfa/elfo agradeció mucho la amabilidad de la muchacha. Por fin una mujer humana que no parecía estúpida. Se dio cuenta de que, con la escena de las pesadas, ni siquiera había probado el queso. Sin embargo, una criaturita pequeña y gatuna ya se había puesto en su hombro a olisquear.
-Si te lo cuento, no te lo crees... -suspiró pesadamente, respondiendo a la chica mientras acariciaba la panza de Rushi y le daba un cachín de queso y luego se comía otro. Estaba francamente rico.
El animalito, conforme, seguía taladrando con sus ojos grandes el plato apetitoso. Iredia soltó una breve carcajada.
-Es un bicho muy glotón -le comentó a la muchacha. Luego, respondió a su comentario- La verdad es que está todo buenísimo, gracias.
Se giró entonces, preocupada, hacia donde estaban las chicas dando la lata.
-Lo lamento -le confesó a la tabernera- Vengo de Baslodia y me las encontré por el camino.
Sinceramente, no sé por qué demonios se han vendo conmigo. Simplemente, me han visto y llevan dándome el haflon todo el camino. ¿Todas las mujeres humanas hacen eso con los hombres por los caminos? -no se dio cuenta de que había hablado en élfico para decir "tabarra".-Al final me va a tocar decirles algo... -volvió a suspirar con cansancio.
Iredia
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Me acerque a los hermanos pelirrojos, con una amplia sonrisa. Esperaba muchas cosas, pero no encontrarlos allí. Casi parecían aparecer para salvarme en cada ocasión que lo necesitaba. Nada más había llegado a Ulmer, no tenía ni por donde empezar y allí estaban ellos, atendiéndome con toda la amabilidad del mundo y ofreciéndome un pequeño rincón en su hogar. Ahora llegaba a una taberna para encontrar una habitación barata y allí estaban ellos, bebiendo aquella cosa tan dulce que momentos después me habían dado a probar.
- ¡Es riquísimo! -exclame sorprendida-. Pero… no tiene alcohol. ¿No?
Incluso aunque me sintiera segura cuando estaba cerca de los hermanos pelirrojos, prefería no tentar a la suerte y que el alcohol me pudiera jugar una mala pasada. Pocas habían sido las veces en las que había llegado a beber el ardiente liquido de los ebrios.
Aunque aquella bebida que me habían ofrecido, no tenía ningún sabor ardiente. Solo era dulce, extremadamente dulce. Fui testigo de la incómoda provocación por parte de dos jóvenes hacia el hombre pelirrojo. Ambos parecieron mantenerse de forma tolerante, pero Lilja reacciono de una forma inesperada. Siempre dulce hacia mí, atendiéndome con un cariño que había visto en pocas personas, no la habría imaginado imponiéndose ante la mala actitud de aquellas dos jóvenes. Me sentí un poco mal por ella, porque debía haberle molestado mucho como para que sacara esa parte agresiva de sí misma.
Las mujeres se sintieron ofendidas y una de ellas agredió a Lilja, llamándola jirafa y cabra. Supuse que lo primero sería alguna clase de insulto propio de alguna región que yo todavía no había visitado. Todavía tenía mucho que aprender. Pero viendo que no parecían tener pensado dejar en paz a Lilja, me coloque a su lado. No sabía muy bien que decir para ahuyentarlas. Yo no era tan alta e imponente como ella. Pero no podía dejar que ofendieran a quien me había atendido con tanto cariño y dulzura sin apenas haberme conocido. Lilja no se merecía eso.
- ¿No podéis ir a molestar a cualquier otra persona? -fruncí el ceño-. Creo que ya os debería haber quedado claro que no sois bienvenidas.
- ¡Es riquísimo! -exclame sorprendida-. Pero… no tiene alcohol. ¿No?
Incluso aunque me sintiera segura cuando estaba cerca de los hermanos pelirrojos, prefería no tentar a la suerte y que el alcohol me pudiera jugar una mala pasada. Pocas habían sido las veces en las que había llegado a beber el ardiente liquido de los ebrios.
Aunque aquella bebida que me habían ofrecido, no tenía ningún sabor ardiente. Solo era dulce, extremadamente dulce. Fui testigo de la incómoda provocación por parte de dos jóvenes hacia el hombre pelirrojo. Ambos parecieron mantenerse de forma tolerante, pero Lilja reacciono de una forma inesperada. Siempre dulce hacia mí, atendiéndome con un cariño que había visto en pocas personas, no la habría imaginado imponiéndose ante la mala actitud de aquellas dos jóvenes. Me sentí un poco mal por ella, porque debía haberle molestado mucho como para que sacara esa parte agresiva de sí misma.
Las mujeres se sintieron ofendidas y una de ellas agredió a Lilja, llamándola jirafa y cabra. Supuse que lo primero sería alguna clase de insulto propio de alguna región que yo todavía no había visitado. Todavía tenía mucho que aprender. Pero viendo que no parecían tener pensado dejar en paz a Lilja, me coloque a su lado. No sabía muy bien que decir para ahuyentarlas. Yo no era tan alta e imponente como ella. Pero no podía dejar que ofendieran a quien me había atendido con tanto cariño y dulzura sin apenas haberme conocido. Lilja no se merecía eso.
- ¿No podéis ir a molestar a cualquier otra persona? -fruncí el ceño-. Creo que ya os debería haber quedado claro que no sois bienvenidas.
Kaytlyn
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Ella estaba apoyada con los codos en la barra y las manos en sus mejillas, mirando los ojos del elfo sonriendo como una colegiala -Si, seguro que me lo creo, he vivido muchas cosas, desde un hombre que de ser un canijo se volvió un ser enorme y maligno capaz de romper muros de piedras con un puño- No cambiaba la cara mientras lo miraba, estaba embobada se podría decir -Y es una ricura ese animalillo, nunca he visto alguno, ¿lo puedo acariciar?- Fue ha acariciarlo, le parecía tan lindo -Las mascotas se parecen a los dueños- Bromeó con una leve risita.
Ella sonrió estirando un poco, para seguido de ello, coger una banqueta que tenía para cuando no había nada que hacer y sentarse en ella -Me alegra saber que te agrada el queso, si quieres te puedo dar más cuando lo acabes, invita la casa- Estaba feliz.
Mientras tanto en su cabeza -Vaya, esto me ‘’Solprende’’- Bromeó Luna mirando a Luci, estaban una frente a la otra, veían en el suelo un charco en donde veían lo que hacía Sol -Está muy ‘’Radiante esta Sol’’- Dijo Luci siguiéndole el juego, ambas acabaron riendo -Es su primera vez- Luna estaba orgullosa de ella -Si… va creciendo- Asintió Luci -Es suyo, no se lo voy a quitar, no le voy hacer nada- Le dijo Luna a Luci -No he dicho nada- Respondió Luci -Lo pensaste- Por un segundo no dijeron nada, pero acabaron riendo por el hecho, de que ambas estaban en la misma mente.
Escucho aquella palabra, que sonó tan bien, tan dulce -¿Eso es élfico?- Se le había acelerado el pulso -He leído mil libros, en algunos he leído pronunciaciones de palabras élficas, como…- Intentó recordar, pero Elena estaba muerta, son ella acceder a esos recuerdos era mucho más difícil - ‘’Aiya’’, que era.. hola creo, luego había otra, ‘’meldo’’, aunque no se que significaba- Su mirada era la de una chica joven, frente a un chico por el cual se estaba volviendo loca, mas de lo que estaba se podría decir -Y no te preocupes, zorras como estas acaban bien solas y mal, creeme, he visto muchas- Ni las miro solo miraba al hermoso Elfo -Podrías enseñarme algo de elfo, señor… ‘’Vaneses’’, no se si lo he dicho bien- Se puso algo roja mirando al plato, tenía las manos ahora bajo la barra, estaba nerviosa, según leyó una vez, eso era un piropo. Aunque lo dijo mal.
Aunque antes de que él pudiera responder, miró la taberna, se habían ido las chicas, se habían ido todos los de la taberna, ni habían pagado, pero es que en ningún momento se les vieron ir -Esto es raro- Se levantó -Espera- Se alejó rápido acercándose a la puerta de la taberna, no sabía qué pasaba, era muy temprano aún para que estuviera tan vacía, se molestó un poco -No han pagado…- Dijo suspirando y cerró la puerta, de pronto, una flecha, se clavó en esta, lo cual la asustó, notó el impacto en la misma.
Al abrir la puerta, pudo ver que en la flecha había una nota, la cogió arrancando la flecha de la puerta, cerró esta yendo a una mesa para ponerla sobre esta, era un pequeño pergamino -no…- Había un símbolo. Una calavera con dos lanzas saliendo de sus ojos, y algo escrito.
Ella estaba temblando, con la nota en la mano, sin darse cuenta estaba llorando en silencio, sus lágrimas, como gotas que avecina una tormenta, caían sobre el papel, dejando la marca de estas, una tras otra. No se movía, estaba con los ojos abiertos mirando ese pergamino, cualquiera podría quitarse sin que ella hiciera nada, estaba como una hermosa estatua, que brillaba levemente por la luz que entraba por la venta de la media tarde.
Luci y Luna, estaban en su mente, silenciosas, mirándose una a la otra -A sido..- Luci se fue a ella, veía como Luna estaba también temblando, una coneccion entre hermanas que se había aumentado por un enemigo en común -No digas mas- La abrazó y Luna lloró en su hombre -No nos vamos a separar, aunque pase esto, vamos a seguir juntas, lo juro, lo juro por lo más sagrado, ¡por Ocelote, por todas las fallecidas!- Luna seguía llorando en su hombro.
Ella sonrió estirando un poco, para seguido de ello, coger una banqueta que tenía para cuando no había nada que hacer y sentarse en ella -Me alegra saber que te agrada el queso, si quieres te puedo dar más cuando lo acabes, invita la casa- Estaba feliz.
Mientras tanto en su cabeza -Vaya, esto me ‘’Solprende’’- Bromeó Luna mirando a Luci, estaban una frente a la otra, veían en el suelo un charco en donde veían lo que hacía Sol -Está muy ‘’Radiante esta Sol’’- Dijo Luci siguiéndole el juego, ambas acabaron riendo -Es su primera vez- Luna estaba orgullosa de ella -Si… va creciendo- Asintió Luci -Es suyo, no se lo voy a quitar, no le voy hacer nada- Le dijo Luna a Luci -No he dicho nada- Respondió Luci -Lo pensaste- Por un segundo no dijeron nada, pero acabaron riendo por el hecho, de que ambas estaban en la misma mente.
Escucho aquella palabra, que sonó tan bien, tan dulce -¿Eso es élfico?- Se le había acelerado el pulso -He leído mil libros, en algunos he leído pronunciaciones de palabras élficas, como…- Intentó recordar, pero Elena estaba muerta, son ella acceder a esos recuerdos era mucho más difícil - ‘’Aiya’’, que era.. hola creo, luego había otra, ‘’meldo’’, aunque no se que significaba- Su mirada era la de una chica joven, frente a un chico por el cual se estaba volviendo loca, mas de lo que estaba se podría decir -Y no te preocupes, zorras como estas acaban bien solas y mal, creeme, he visto muchas- Ni las miro solo miraba al hermoso Elfo -Podrías enseñarme algo de elfo, señor… ‘’Vaneses’’, no se si lo he dicho bien- Se puso algo roja mirando al plato, tenía las manos ahora bajo la barra, estaba nerviosa, según leyó una vez, eso era un piropo. Aunque lo dijo mal.
Aunque antes de que él pudiera responder, miró la taberna, se habían ido las chicas, se habían ido todos los de la taberna, ni habían pagado, pero es que en ningún momento se les vieron ir -Esto es raro- Se levantó -Espera- Se alejó rápido acercándose a la puerta de la taberna, no sabía qué pasaba, era muy temprano aún para que estuviera tan vacía, se molestó un poco -No han pagado…- Dijo suspirando y cerró la puerta, de pronto, una flecha, se clavó en esta, lo cual la asustó, notó el impacto en la misma.
Al abrir la puerta, pudo ver que en la flecha había una nota, la cogió arrancando la flecha de la puerta, cerró esta yendo a una mesa para ponerla sobre esta, era un pequeño pergamino -no…- Había un símbolo. Una calavera con dos lanzas saliendo de sus ojos, y algo escrito.
‘’No sabemos cuando, no sabemos cómo, pero sí sabemos que tu taberna acabará destruida, acabará volviéndose cenizas, contigo dentro, con todos lo que en ese momento estén dentro, será tu fin, puede que hoy, puede que mañana, puede que dentro de una semana, tenerte en ascuas es para nosotros más sabroso.
PD: Conocemos tu lugar secreto, vi a mi hermano en él, no vas a salir ilesa de esto, te lo aseguro’’
PD: Conocemos tu lugar secreto, vi a mi hermano en él, no vas a salir ilesa de esto, te lo aseguro’’
Ella estaba temblando, con la nota en la mano, sin darse cuenta estaba llorando en silencio, sus lágrimas, como gotas que avecina una tormenta, caían sobre el papel, dejando la marca de estas, una tras otra. No se movía, estaba con los ojos abiertos mirando ese pergamino, cualquiera podría quitarse sin que ella hiciera nada, estaba como una hermosa estatua, que brillaba levemente por la luz que entraba por la venta de la media tarde.
Luci y Luna, estaban en su mente, silenciosas, mirándose una a la otra -A sido..- Luci se fue a ella, veía como Luna estaba también temblando, una coneccion entre hermanas que se había aumentado por un enemigo en común -No digas mas- La abrazó y Luna lloró en su hombre -No nos vamos a separar, aunque pase esto, vamos a seguir juntas, lo juro, lo juro por lo más sagrado, ¡por Ocelote, por todas las fallecidas!- Luna seguía llorando en su hombro.
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Solté una carcajada ante la pregunta de Kaytlyn. A veces me olvidaba de lo dulce que podía llegar a ser.
- No, no tiene alcohol. Sino créeme que te darías cuenta -le respondí.
También mi hermana sonreía mientras miraba a la joven. Me lleve un nuevo trago de aquella deliciosa bebida y observe un poco el panorama de la taberna. Después de la escena que habíamos tenido con las dos chicas, todo parecía haberse calmado un poco. Ellas habían decidido alejarse de nosotros y tal vez buscar una nueva persona a quien atosigar. No pude evitar sonreír pensando algo como “me siento protegido”. Rara vez llegaba a pensar eso, pero había cambiado desde el momento en el que Lilja había vuelto a formar parte de mi vida. Y, además, también Kaytlyn parecía haber reaccionado como Lilja solía reaccionar a veces para defenderme.
Me mantuve conversando un poco con mi hermana, hasta que tanto ella como yo vimos como una flecha se clavaba con fuerza contra la puerta. La tabernera se sobresaltó. En la flecha había una nota que la tabernera tomo y leyó con cautela. Pude ver que momentos después, sus manos temblaban mientras trataban todavía de sostener la nota. Me acerque rápidamente a ella con preocupación. Mi hermana me siguió unos pasos por detrás.
- ¿Estás bien? -le pregunte a la joven, mientras intentaba ver lo que ponía en la nota que todavía sujetaba.
Mi hermana se acercó a ocelote y trato de rodearla con sus brazos. Lilja no podía ni imaginar la cantidad de acosos que habría recibido regentando aquella taberna desde el momento en el que había comenzado a trabajar en aquello. Todavía recordaba las palabras de la joven de pelo níveo: “estoy acostumbrada a que esto pase”. Mi hermana se había negado a que aquello fuera normal. Y ahora recibía una nota con lo que parecía una amenaza.
- No, no tiene alcohol. Sino créeme que te darías cuenta -le respondí.
También mi hermana sonreía mientras miraba a la joven. Me lleve un nuevo trago de aquella deliciosa bebida y observe un poco el panorama de la taberna. Después de la escena que habíamos tenido con las dos chicas, todo parecía haberse calmado un poco. Ellas habían decidido alejarse de nosotros y tal vez buscar una nueva persona a quien atosigar. No pude evitar sonreír pensando algo como “me siento protegido”. Rara vez llegaba a pensar eso, pero había cambiado desde el momento en el que Lilja había vuelto a formar parte de mi vida. Y, además, también Kaytlyn parecía haber reaccionado como Lilja solía reaccionar a veces para defenderme.
Me mantuve conversando un poco con mi hermana, hasta que tanto ella como yo vimos como una flecha se clavaba con fuerza contra la puerta. La tabernera se sobresaltó. En la flecha había una nota que la tabernera tomo y leyó con cautela. Pude ver que momentos después, sus manos temblaban mientras trataban todavía de sostener la nota. Me acerque rápidamente a ella con preocupación. Mi hermana me siguió unos pasos por detrás.
- ¿Estás bien? -le pregunte a la joven, mientras intentaba ver lo que ponía en la nota que todavía sujetaba.
Mi hermana se acercó a ocelote y trato de rodearla con sus brazos. Lilja no podía ni imaginar la cantidad de acosos que habría recibido regentando aquella taberna desde el momento en el que había comenzado a trabajar en aquello. Todavía recordaba las palabras de la joven de pelo níveo: “estoy acostumbrada a que esto pase”. Mi hermana se había negado a que aquello fuera normal. Y ahora recibía una nota con lo que parecía una amenaza.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
-¡Claro! Es un asski muy mimoso, se llama Rushi. -cogió entonces al animalillo con delicadeza y lo dejó encima de la barra, sujetándolo para que no se escapase para beberse/comerse toda la barra. Rushi, entretanto, correspondió a las caricias de la tabernera con un ronroneo bajito.
No se percató del halago de la chica, pues realmente, pese a tener cuerpo de hombre, seguía teniendo percepción de mujer y no tenía conciencia de cuándo alguna estaba ligando con ella o no. Para ella, la muchacha era simplemente encantadora. A lo de la invitación del queso, correspondió con una sonrisa.
Entonces, fue cuando hizo alusión a la palabra élfica que se le había escapado. Le pasaba a menudo, muchas veces, bien por euforia o bien por hablar rápido o por desconocimiento, usaba su lengua materna en lugar de la común. Era algo de lo que no se percataba hasta que era tarde, como en esta ocasión. Sin embargo, tanto con su protector como con el resto de personas que se había cruzado, no era algo malo. Al contrario, les resultaba curioso o anecdótico. El hecho de que esa muchacha se interesase tanto por su idioma le hinchó el pecho de orgullo. Rió unos instantes mientras pegaba un trago.
-¡Aiya! Sí, es "hola". Se suele decir mucho entre amigos. -ella también se entusiasmó con la conversación, aunque por motivos muy diferentes- Y creo que quieres decir "mellon". Eso significa "amigo". Es una palabra especial entre elfos, la amistad suele ser algo especial y muy importante en nuestra raza..
Se volvió a reír cuando insultó a las chicas, que gracias a los dioses ya se habían largado del bar. Trató de recordar la palabra "zorra" para su repertorio de insultos.
-Me alegra ver que tú no eres así. -entonces, dijo aquel intento de elogio y volvió a sonreír. Qué adorable era aquella chica.- La has dicho casi bien. Es "vanesel". No tiene una palabra exacta en el común, pero viene a significar "galante caballero". -explicó, contenta.
De pronto, se calló.
<<Iredia, ahora tú eres un caballero. Oh, mierda>>, maldijo para sus adentros. Inocentemente, pensó que esa chica no conocía el significado de aquella palabra. Aún así, se obligó a sí misma a pensar como un hombre.
No le dio tiempo, sin embargo, a concentrarse en su virilidad. Una flecha se clavó en la puerta y enseguida el tono rojo de la tabernera se tornó blanco como la leche. Ella, sin dudarlo, se levantó y asomó la cabeza al exterior mientras aquellos chicos, al parecer conocidos de la tabernera, intentaban auxiliarla.
-No pareces herida, menos mal. ¿Necesitas ayuda? -preguntó con franqueza.
La elfa/elfo se mantuvo a una distancia prudente, ya había suficientes brazos encima de ella y estaba más que demostrado que eran muchos los que querían ayudarla. La había tratado bien, ella no iba a ser menos. Miró de reojo a los demás, pero centró su atención en la muchacha.
No se percató del halago de la chica, pues realmente, pese a tener cuerpo de hombre, seguía teniendo percepción de mujer y no tenía conciencia de cuándo alguna estaba ligando con ella o no. Para ella, la muchacha era simplemente encantadora. A lo de la invitación del queso, correspondió con una sonrisa.
Entonces, fue cuando hizo alusión a la palabra élfica que se le había escapado. Le pasaba a menudo, muchas veces, bien por euforia o bien por hablar rápido o por desconocimiento, usaba su lengua materna en lugar de la común. Era algo de lo que no se percataba hasta que era tarde, como en esta ocasión. Sin embargo, tanto con su protector como con el resto de personas que se había cruzado, no era algo malo. Al contrario, les resultaba curioso o anecdótico. El hecho de que esa muchacha se interesase tanto por su idioma le hinchó el pecho de orgullo. Rió unos instantes mientras pegaba un trago.
-¡Aiya! Sí, es "hola". Se suele decir mucho entre amigos. -ella también se entusiasmó con la conversación, aunque por motivos muy diferentes- Y creo que quieres decir "mellon". Eso significa "amigo". Es una palabra especial entre elfos, la amistad suele ser algo especial y muy importante en nuestra raza..
Se volvió a reír cuando insultó a las chicas, que gracias a los dioses ya se habían largado del bar. Trató de recordar la palabra "zorra" para su repertorio de insultos.
-Me alegra ver que tú no eres así. -entonces, dijo aquel intento de elogio y volvió a sonreír. Qué adorable era aquella chica.- La has dicho casi bien. Es "vanesel". No tiene una palabra exacta en el común, pero viene a significar "galante caballero". -explicó, contenta.
De pronto, se calló.
<<Iredia, ahora tú eres un caballero. Oh, mierda>>, maldijo para sus adentros. Inocentemente, pensó que esa chica no conocía el significado de aquella palabra. Aún así, se obligó a sí misma a pensar como un hombre.
No le dio tiempo, sin embargo, a concentrarse en su virilidad. Una flecha se clavó en la puerta y enseguida el tono rojo de la tabernera se tornó blanco como la leche. Ella, sin dudarlo, se levantó y asomó la cabeza al exterior mientras aquellos chicos, al parecer conocidos de la tabernera, intentaban auxiliarla.
-No pareces herida, menos mal. ¿Necesitas ayuda? -preguntó con franqueza.
La elfa/elfo se mantuvo a una distancia prudente, ya había suficientes brazos encima de ella y estaba más que demostrado que eran muchos los que querían ayudarla. La había tratado bien, ella no iba a ser menos. Miró de reojo a los demás, pero centró su atención en la muchacha.
Iredia
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Me gire sobresaltada al escuchar, como muchos de los presentes, el fuerte impacto de una flecha contra la madera de la puerta. En la entrada de la taberna, la regente parecía sentir ansiedad ante la situación. Tal vez había esperado que eso tarde o temprano sucediera. Tal vez había pasado en más ocasiones. Yo no lo sabía, y tampoco sabia siquiera de la existencia de aquel lugar hasta aquel mismo día en el que había decidido marchar hasta allí. Me tense, algo nerviosa. No era la clase de persona que llevaba consigo un arma, como la mayoría de las personas, así que en cuanto veía que había peligro, solía sentirme vulnerable y amenazada, incluso aunque el peligro fuera más dirigido a otras personas que hacia mí misma.
- ¿Qué ha pasado? -pregunte a Lilja, mientras no desviaba la mirada de la tabernera y la puerta-. ¿Que ha sido eso?
Como ellos habían sido las dos personas que me habían acogido después de que me hubiera marchado de Lunargenta, sentía seguridad en ellos. Frith y Lilja eran como una especie de hermanos mayores que me habían protegido y guiado desde que había llegado a la ciudad de los licántropos. E incluso cuando salía de allí y me aventuraba a ir a Lunargenta de nuevo, incluso así sentía que ellos podrían protegerme de casi cualquier cosa.
Sentí dentro de mi como el lobo se ponía alerta. Al contrario que el resto de las personas, yo no usaba espadas, arcos, dagas… mi lobo lo era todo. cuando me sentía amenazada, esa parte de mi estaba atenta y preparada para salir a protegerme. Y en aquellos momentos me sentía amenazada. Solo esperaba que no por mucho tiempo, como para poder calmarme y disfrutar de lo que en un principio parecía que iba a ser un agradable momento.
Me acerque a Frith, esperando a que alguien me dijera algo, que me informaran de lo que estaba pasando. ¿Teníamos que irnos? ¿Era realmente seguro permanecer en aquel lugar? No es que yo hubiera preferido que abandonáramos a la rubia a su suerte, pero…
- ¿Qué ha pasado? -pregunte a Lilja, mientras no desviaba la mirada de la tabernera y la puerta-. ¿Que ha sido eso?
Como ellos habían sido las dos personas que me habían acogido después de que me hubiera marchado de Lunargenta, sentía seguridad en ellos. Frith y Lilja eran como una especie de hermanos mayores que me habían protegido y guiado desde que había llegado a la ciudad de los licántropos. E incluso cuando salía de allí y me aventuraba a ir a Lunargenta de nuevo, incluso así sentía que ellos podrían protegerme de casi cualquier cosa.
Sentí dentro de mi como el lobo se ponía alerta. Al contrario que el resto de las personas, yo no usaba espadas, arcos, dagas… mi lobo lo era todo. cuando me sentía amenazada, esa parte de mi estaba atenta y preparada para salir a protegerme. Y en aquellos momentos me sentía amenazada. Solo esperaba que no por mucho tiempo, como para poder calmarme y disfrutar de lo que en un principio parecía que iba a ser un agradable momento.
Me acerque a Frith, esperando a que alguien me dijera algo, que me informaran de lo que estaba pasando. ¿Teníamos que irnos? ¿Era realmente seguro permanecer en aquel lugar? No es que yo hubiera preferido que abandonáramos a la rubia a su suerte, pero…
Kaytlyn
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Cuando sintió a Lilja la apartó de golpe -N-n-no me toques no- Su corazón estaba a cien, sus ojos estaban perdidos, le temblaban las manos, soltó la nota alejándose corriendo a la barra -Esto no tiene que estar pasando…- Miraba a todos lados, ignoraba a todos, solo prestaba atención a algunos detalles -Mierda…- Su respiración agitada empeoraba por momentos ‘’Dejame entrar’’ Oyó decir a Luna en su cabeza, sin más, se apoyó en la barra con los brazos tensos, el pelo cubría parte de su cara.
Pocos segundos después abrió los ojos -Me importa poco lo que digáis- Se fue a la parte de los barriles y sacó una espada bastarda de acero -Pero os vaís a ir- Se puso en medio de la taberna, movió la espada como si fuese parte de su brazo, jugó un poco con ella mostrando su habilidad -No voy a dejar que mis clientes sufran ni un daño, así que marchaos, la puerta trasera es esa- La señaló con la espada, su mirada era fría, penetrante, era una mirada seria.
Aunque eso solo fueron los primeros momentos, empezó a sonreír, su corazón latía ansioso, como cuando una jovencita veía a un chico que le gustaba, empezaba a salivar más de lo debido, haciendo que tragarse cada poco -Iros, antes de que olvide que fuisteis clientes míos en el fragor de la batalla- Se acercó a la puerta, sentía como se iban acercando, cuando menos se lo esperaron, una enorme espada rompió la puerta en dos, con ello el dintel, una enorme mano rompió parte de la pared, era un gigante intentando entrar para buscar a su presa.
Se quedaron mirándose uno al otro, esa bestia, era peor que cualquier criatura, medía casi como dos hombres -Hola preciosa- Ella ni se había inmutado, hasta algunas astillas habían golpeado su cuerpo -Hola, TwinBlade, veo que has puesto peso- Se rió de ello, no temía a la muerte, no temía nada -Veo que no cambias, ¿Luna? así te bautizó Gordon, ¿No? yo te hubiera llamado ‘’Zorra’’ es lo mejor para una mujer calientapollas como tú- Ella se rió a carcajadas, una risa sin control, chirriante, molesta -Todo esto por no haberte dejado violarme, con tu… minúsculo pene- Le dijo con una media sonrisa -Seguro que si te follas a una ardilla se…- De pronto, se vio volando contra una pared, le había dado un guantazo, solo un golpe.
Ahora estaba apoyada en la pared, veía la cabeza de esa bestia asomarse -Dejaré que sean los míos los que gocen. Y vosotros... - Los miró bien -Tú- Señaló a Frio -te puedes unir a mi, los demas…- Los miró con desprecio -Las mujeres que sean violadas, el mierdaElfo, que lo empalen- Tras decir eso se alejó.
Ocel se levantó apoyada en su propia espada -¿Donde vas cobarde?- Sangraba por la comisura de la boca, tenía la parte de la derecha de la cara roja, el brazo, la pierna y el costado también, podría decir que si mano era tan grande como ella. Se recolocó la ropa y se crugió el cuello, para luego andar a la puerta, estaban unos doce bandidos fuera, había uno en el arbol, era el que había llegado el dia anterior. Ni lo miró.
Él se quedó allí para observar lo que sucedía, disfrutaría con el espectáculo. Se acercó uno con una espada roma -Venga, suel…- De pronto, lla cabeza de este empezó a rodar por el suelo -Dios… si… si... - Dijo excitada Luna -Si… quiero mas sangre, quiero tripas, quiero comerme uno de vuestros corazones, soy una romántica, ya sabéis, me como el corazón para teneros conmigo por siempre- Los señaló sonriendo, la sangre que le salía por su comisura, más la sangre que tenía en los dientes por el golpe, dejaba ver una macabra imagen - Vamos, haced que llegue al clímax, haced que sea mi mejor orgasmo- Su mirada cambió absolutamente, se asustaron por un segundo, pero después se empezaron a lanzar a por ella. Muriese o no, gozaría de ese dia.
Pocos segundos después abrió los ojos -Me importa poco lo que digáis- Se fue a la parte de los barriles y sacó una espada bastarda de acero -Pero os vaís a ir- Se puso en medio de la taberna, movió la espada como si fuese parte de su brazo, jugó un poco con ella mostrando su habilidad -No voy a dejar que mis clientes sufran ni un daño, así que marchaos, la puerta trasera es esa- La señaló con la espada, su mirada era fría, penetrante, era una mirada seria.
Aunque eso solo fueron los primeros momentos, empezó a sonreír, su corazón latía ansioso, como cuando una jovencita veía a un chico que le gustaba, empezaba a salivar más de lo debido, haciendo que tragarse cada poco -Iros, antes de que olvide que fuisteis clientes míos en el fragor de la batalla- Se acercó a la puerta, sentía como se iban acercando, cuando menos se lo esperaron, una enorme espada rompió la puerta en dos, con ello el dintel, una enorme mano rompió parte de la pared, era un gigante intentando entrar para buscar a su presa.
Se quedaron mirándose uno al otro, esa bestia, era peor que cualquier criatura, medía casi como dos hombres -Hola preciosa- Ella ni se había inmutado, hasta algunas astillas habían golpeado su cuerpo -Hola, TwinBlade, veo que has puesto peso- Se rió de ello, no temía a la muerte, no temía nada -Veo que no cambias, ¿Luna? así te bautizó Gordon, ¿No? yo te hubiera llamado ‘’Zorra’’ es lo mejor para una mujer calientapollas como tú- Ella se rió a carcajadas, una risa sin control, chirriante, molesta -Todo esto por no haberte dejado violarme, con tu… minúsculo pene- Le dijo con una media sonrisa -Seguro que si te follas a una ardilla se…- De pronto, se vio volando contra una pared, le había dado un guantazo, solo un golpe.
Ahora estaba apoyada en la pared, veía la cabeza de esa bestia asomarse -Dejaré que sean los míos los que gocen. Y vosotros... - Los miró bien -Tú- Señaló a Frio -te puedes unir a mi, los demas…- Los miró con desprecio -Las mujeres que sean violadas, el mierdaElfo, que lo empalen- Tras decir eso se alejó.
Ocel se levantó apoyada en su propia espada -¿Donde vas cobarde?- Sangraba por la comisura de la boca, tenía la parte de la derecha de la cara roja, el brazo, la pierna y el costado también, podría decir que si mano era tan grande como ella. Se recolocó la ropa y se crugió el cuello, para luego andar a la puerta, estaban unos doce bandidos fuera, había uno en el arbol, era el que había llegado el dia anterior. Ni lo miró.
Él se quedó allí para observar lo que sucedía, disfrutaría con el espectáculo. Se acercó uno con una espada roma -Venga, suel…- De pronto, lla cabeza de este empezó a rodar por el suelo -Dios… si… si... - Dijo excitada Luna -Si… quiero mas sangre, quiero tripas, quiero comerme uno de vuestros corazones, soy una romántica, ya sabéis, me como el corazón para teneros conmigo por siempre- Los señaló sonriendo, la sangre que le salía por su comisura, más la sangre que tenía en los dientes por el golpe, dejaba ver una macabra imagen - Vamos, haced que llegue al clímax, haced que sea mi mejor orgasmo- Su mirada cambió absolutamente, se asustaron por un segundo, pero después se empezaron a lanzar a por ella. Muriese o no, gozaría de ese dia.
Ocelote
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Lilja se vio empujada por la joven de repente, sin esperar aquella reacción. Ocelote de repente parecio una persona completamente distinta. Tomando una espada bastarda, que de no haberlo visto jamás habría imaginado que ella sería capaz de blandir, se colocó frente a aquellos individuos que se habían aproximado hostilmente a la taberna. La conocían, y mantuvieron un juego de palabras como si no fuera la primera vez en la que se encontraban. Después de aquel breve intercambio de palabras, pareció dirigirse a sus hombres y por un momento me miró a mí, invitándome a unirme a él en loquefuera que pensaba hacer.
Llevé mi mano a la empuñadura y fruncí el ceño. Lilja estaba tensa también, no sabía en qué momento tendríamos que pelear. Y aunque Ocelote nos había avisado de que debíamos alejarnos de ella antes de que nos confundiera, jamás la habríamos dejado sola a su suerte. Todavía recordábamos sus palabras «Estaba acostumbrada a todo aquello». ¿Cómo iba a estar acostumbrada a eso? De ser así, ya estaría muerta, dado que no parecía que solo una o dos personas quisieran ir a por ella. Estrellé mi jarra contra el suelo.
- Es que ya no se puede beber una cerveza tranquilo sin que venga algún imbécil a incordiar -protesté. Desenvainé finalmente ambas espadas. Lilja también tomó sus dagas, dispuesta a formar parte en cuanto aquellos se lanzaran. Por lo general preferíamos estar a la defensiva.
Cuando miré por la ventana, me fijé en que no eran tres ni cuatro los bandidos que asaltaban la taberna. Eran alrededor de diez, tal vez un par más. Se habían lanzado ya algunos hacia Ocelote, y para mi sorpresa, aunque en un principio me sentí alarmado, pude ver cómo la testa de aquel que se había atrevido a atacar a la joven, ahora rodaba por el suelo dejando un camino de sangre. La sangre llegó a salpicar una de mis botas. Moví el pie indignado.
- Eran nuevas.
En cuanto a Ocelote, parecía completamente fuera de sí. Ahora parecía sentirse extasiada con lo que había hecho, y con lo que podría suceder momentos después. La sangre, la destrucción y la muerte, parecían ser una mezcla que le causaba un hervor en la sangre indescribptible. Mi hermana parecía un poco alarmada con la situación, y con la inesperada reacción de la joven. Volví a mirar hacia la ventana, viendo a todos aquellos bandidos preparados para atacarnos en cualquier momento. Para acabar con la joven. Me acerqué a varias de las mesas redondas que habia en la taberna. Lilja entendió mi intención y me ayudó. Colocamos varias frente a la puerta y la pared, tapando las entradas como pudimos. Entonces busqué en mi mochila de viajes algunas de las dagas arrojadizas que tenía conmigo. Lilja tomó algunas de las suyas. No teníamos arcos ni nada semejante, pero al menos con eso los contendríamos lo suficiente como para evitar vernos obligados a pelear cuerpo a cuerpo directamente. No sabía si todos allí dentro serían capaz de defenderse en esas condiciones.
Llevé mi mano a la empuñadura y fruncí el ceño. Lilja estaba tensa también, no sabía en qué momento tendríamos que pelear. Y aunque Ocelote nos había avisado de que debíamos alejarnos de ella antes de que nos confundiera, jamás la habríamos dejado sola a su suerte. Todavía recordábamos sus palabras «Estaba acostumbrada a todo aquello». ¿Cómo iba a estar acostumbrada a eso? De ser así, ya estaría muerta, dado que no parecía que solo una o dos personas quisieran ir a por ella. Estrellé mi jarra contra el suelo.
- Es que ya no se puede beber una cerveza tranquilo sin que venga algún imbécil a incordiar -protesté. Desenvainé finalmente ambas espadas. Lilja también tomó sus dagas, dispuesta a formar parte en cuanto aquellos se lanzaran. Por lo general preferíamos estar a la defensiva.
Cuando miré por la ventana, me fijé en que no eran tres ni cuatro los bandidos que asaltaban la taberna. Eran alrededor de diez, tal vez un par más. Se habían lanzado ya algunos hacia Ocelote, y para mi sorpresa, aunque en un principio me sentí alarmado, pude ver cómo la testa de aquel que se había atrevido a atacar a la joven, ahora rodaba por el suelo dejando un camino de sangre. La sangre llegó a salpicar una de mis botas. Moví el pie indignado.
- Eran nuevas.
En cuanto a Ocelote, parecía completamente fuera de sí. Ahora parecía sentirse extasiada con lo que había hecho, y con lo que podría suceder momentos después. La sangre, la destrucción y la muerte, parecían ser una mezcla que le causaba un hervor en la sangre indescribptible. Mi hermana parecía un poco alarmada con la situación, y con la inesperada reacción de la joven. Volví a mirar hacia la ventana, viendo a todos aquellos bandidos preparados para atacarnos en cualquier momento. Para acabar con la joven. Me acerqué a varias de las mesas redondas que habia en la taberna. Lilja entendió mi intención y me ayudó. Colocamos varias frente a la puerta y la pared, tapando las entradas como pudimos. Entonces busqué en mi mochila de viajes algunas de las dagas arrojadizas que tenía conmigo. Lilja tomó algunas de las suyas. No teníamos arcos ni nada semejante, pero al menos con eso los contendríamos lo suficiente como para evitar vernos obligados a pelear cuerpo a cuerpo directamente. No sabía si todos allí dentro serían capaz de defenderse en esas condiciones.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
La elfa/elfo estaba alucinando en colores con todo lo que acababa de suceder. Primero, la tabernera parecía que le había cambiado el chip, incluso su mirada se volvió algo más cruel. No le sorprendió, ya había visto esa mirada antes en personas que de primeras parecían normales y hasta adorables. Cuando les dijo que se marcharan y les señaló la puerta trasera, ella (él) también se quedó en el sitio y le alivió saber que los otros muchachos no tenían intención alguna tampoco de marcharse. Menos mal, la elfa solo sabía manejar el arco y hubiera sido una pelea muy corta.
Le llamó más la atención la frase de "antes de que olvide que fuisteis clientes míos en el fragor de la batalla". Le dio escalofríos. Tragó saliva. Se iba a quedar en el sitio de todas formas. Volvió a tragar saliva. La última vez que había tenido problemas en una taberna, ésta acabó en llamas.
De pronto, el hombre más feo y grande que había visto en su vida apareció cortando la puerta en dos, amenazando a la tabernera y dándole tal guantazo que salió volando hasta la barra. Y encima, la insultó de gratis. Por supuesto, tuvo que responder.
-A ti te voy a empalar yo, pandalah -le espetó con desprecio mientras sacaba el arco y una flecha.
Lo mejor de todo fue ver las agallas de la chica, levantándose de nuevo y dispuesta a enfrentarse a esos... ¿doce? bandidos que estaban a punto de convertirlos en carne picada. Doce. Sí, había contado bien, doce. Estaban muertos si no seguían una estrategia. Vio entonces que los dos chicos que parecían pareja empezaron a mover objetos y los ayudó a tapar las salidas. Miró entonces a su alrededor. Vio unas escaleras que subían a las habitaciones.
-Quizás desde el piso de arriba pueda eliminar a alguno más con el arco. -les comentó a los demás.
Se situó justo en las escaleras en el momento en el momento en el que el ataque se empezó a hacer más contundente. Aprovechando que había subido unos pocos escalones, disparó una flecha que fue a dar justo en la pierna de uno de los bandidos, que no llegó a cruzar la puerta principal. Este, con un improperio muy grosero, se arrodilló en el suelo.
Dio un silbido y llamó a su asski, que el pobre se había escondido tras unas cajas asustado. Saltó corriendo y se puso en el hombro de la elfa mutada casi en un suspiro. Ambos subieron las escaleras.
-Rushi, corre, busca una vela.
El gatito volvió a saltar y la joven se posicionó en una ventana que justo daba a la entrada de la taberna. Tenía una vista perfecta de los bandidos entrando. Se dio cuenta de que tres de ellos ya estaban cogiendo piedras enormes para lanzarlas contra las ventanas y colarse por ellas. Disparó. A ese lo acertó en plena cabeza. Uno menos.
Le llamó más la atención la frase de "antes de que olvide que fuisteis clientes míos en el fragor de la batalla". Le dio escalofríos. Tragó saliva. Se iba a quedar en el sitio de todas formas. Volvió a tragar saliva. La última vez que había tenido problemas en una taberna, ésta acabó en llamas.
De pronto, el hombre más feo y grande que había visto en su vida apareció cortando la puerta en dos, amenazando a la tabernera y dándole tal guantazo que salió volando hasta la barra. Y encima, la insultó de gratis. Por supuesto, tuvo que responder.
-A ti te voy a empalar yo, pandalah -le espetó con desprecio mientras sacaba el arco y una flecha.
Lo mejor de todo fue ver las agallas de la chica, levantándose de nuevo y dispuesta a enfrentarse a esos... ¿doce? bandidos que estaban a punto de convertirlos en carne picada. Doce. Sí, había contado bien, doce. Estaban muertos si no seguían una estrategia. Vio entonces que los dos chicos que parecían pareja empezaron a mover objetos y los ayudó a tapar las salidas. Miró entonces a su alrededor. Vio unas escaleras que subían a las habitaciones.
-Quizás desde el piso de arriba pueda eliminar a alguno más con el arco. -les comentó a los demás.
Se situó justo en las escaleras en el momento en el momento en el que el ataque se empezó a hacer más contundente. Aprovechando que había subido unos pocos escalones, disparó una flecha que fue a dar justo en la pierna de uno de los bandidos, que no llegó a cruzar la puerta principal. Este, con un improperio muy grosero, se arrodilló en el suelo.
Dio un silbido y llamó a su asski, que el pobre se había escondido tras unas cajas asustado. Saltó corriendo y se puso en el hombro de la elfa mutada casi en un suspiro. Ambos subieron las escaleras.
-Rushi, corre, busca una vela.
El gatito volvió a saltar y la joven se posicionó en una ventana que justo daba a la entrada de la taberna. Tenía una vista perfecta de los bandidos entrando. Se dio cuenta de que tres de ellos ya estaban cogiendo piedras enormes para lanzarlas contra las ventanas y colarse por ellas. Disparó. A ese lo acertó en plena cabeza. Uno menos.
Iredia
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Antes de que me hubiera dado cuenta, lo que en principio parecía un encuentro entre varias personas conocidas, se había convertido en una especie de batalla contra una agrupación de bandidos. Me acerque a la ventana, mientras los hermanos pelirrojos trataban de tapar la entrada como podían, arrastrando juntos mesas, sillas y otras cosas. El elfo se dirigió hacia el piso superior, en apariencia con la convicción de que podría usar su arco contra algunos de ellos desde allí.
Yo me quede mirando desde aquella ventana, y suspire. No sabía pelear, y si lo había hecho en alguna ocasión había sido en mi forma de lobo, una forma que cabía recalcar que no sabía controlar demasiado bien hasta el momento. me mire las manos, estaba temblando no hacia ni un mes que había tomado la decisión de dejar atrás mi familia y marchar hacia Ulmer para valerme por mí misma y comenzar una nueva vida, y en aquellos momentos me encontraba en una situación seria. Podría salir herida de allí, o muerta. Nunca había estado en una pelea de esa magnitud, en la que parecía que había bandidos para los que un asalto como aquel debía ser el pan de cada día.
Dirigí la mirada hacia la barra, buscando alguna herramienta o alguna cosa que urdiera serme de utilidad. Si iba a quedarme allí atrapada junto con todos ellos, lo mínimo que podía hacer era ser de utilidad. No tenía ni idea e como terminaría todo aquello, pero no terminaría sin que yo moviera un poco el culo. Fui al otro lado de la barra y busqué con la mirada la cocina. Tenía algo de leña ya prendida, y justo encima una olla enorme con agua que estaba hirviendo. Deje que el agua cayera sobre el suelo y busque nuevamente entre los útiles que había a la vista, aceite. En cuanto lo encontré, lo vertí hasta llenar completamente la olla. No sabía si tendría suficiente tiempo como para calentarlo, pero en cuanto estuviera hirviendo me dispondría a acompañar al elfo al piso superior, y prepararme para lanzarlo sobre aquellos bandidos en cuanto llegaran al bloqueo que habían formado los hermanos pelirrojos.
- Vamos, rápido, rápido -dije, como si de aquel modo hiciera que el fuego calentara el aceite mucho más deprisa.
Yo me quede mirando desde aquella ventana, y suspire. No sabía pelear, y si lo había hecho en alguna ocasión había sido en mi forma de lobo, una forma que cabía recalcar que no sabía controlar demasiado bien hasta el momento. me mire las manos, estaba temblando no hacia ni un mes que había tomado la decisión de dejar atrás mi familia y marchar hacia Ulmer para valerme por mí misma y comenzar una nueva vida, y en aquellos momentos me encontraba en una situación seria. Podría salir herida de allí, o muerta. Nunca había estado en una pelea de esa magnitud, en la que parecía que había bandidos para los que un asalto como aquel debía ser el pan de cada día.
Dirigí la mirada hacia la barra, buscando alguna herramienta o alguna cosa que urdiera serme de utilidad. Si iba a quedarme allí atrapada junto con todos ellos, lo mínimo que podía hacer era ser de utilidad. No tenía ni idea e como terminaría todo aquello, pero no terminaría sin que yo moviera un poco el culo. Fui al otro lado de la barra y busqué con la mirada la cocina. Tenía algo de leña ya prendida, y justo encima una olla enorme con agua que estaba hirviendo. Deje que el agua cayera sobre el suelo y busque nuevamente entre los útiles que había a la vista, aceite. En cuanto lo encontré, lo vertí hasta llenar completamente la olla. No sabía si tendría suficiente tiempo como para calentarlo, pero en cuanto estuviera hirviendo me dispondría a acompañar al elfo al piso superior, y prepararme para lanzarlo sobre aquellos bandidos en cuanto llegaran al bloqueo que habían formado los hermanos pelirrojos.
- Vamos, rápido, rápido -dije, como si de aquel modo hiciera que el fuego calentara el aceite mucho más deprisa.
Kaytlyn
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Vio cómo se disponían a tapar la entrada, y negó con suavidad andando a la barra para coger un trapo, calmada como un lago en un día soleado, se dedicó a limpiar la espada con ese trapo. Su desequilibrio mental, hacia que esos cambios llegasen a ser comunes-Nunca se puede tomar una cerveza tranquilo en mi taberna, no os mentí cuando os dije que lo que me pasaba era algo normal- Se rió un poco y miró a los ojos al elfo -Si saltas por la ventana de mi cuarto, es a la derecha al fondo, caerás sobre paja, te aviso, porque esto se puede calentar demasiado- De pronto, se empezó a darse cuenta, de que todos ellos se estaban quedando para ayudarla, que no estaba sola, que podría acabar con todos junto a un grupo de nuevos amigos, eso la llenó de determinación.
Tras limpiar la espada, se acercó a una ventana, veía que tenían un ariete improvisado, era un tronco que había talado un amigo suyo, días atrás, para hacerle un banco nuevo a la taberna. ¿Dónde estaría? Empezaron a embestir contra la entrada -No creáis que son difíciles, la mayoría aprendió a empuñar una espada, hace poco, se ve en sus ojos, en su forma de empuñar la espada- otra embestida, retumbaba la taberna. Se miró el brazo que se le iba poniendo morado, un enorme moretón en todo el cuerpo, un moretón como los que le había hecho en el pasado.
Se acercó a las defensas que habían puesto, los que ahora podría considerar amigos, estaban moviéndose demasiado las mesas y sillas -He de deciros una cosa a todos, después de este día, cuando bebamos sobre sus cuerpos, os consideraré compañeros de alma… siempre que necesitéis de mi, estaré para vosotros sin dudarlo, sin pensarlo, sin importar si muero o no, quiera o no, Sol se pondría demasiado triste si murieraís y no puedo permitír eso- Cedieron las defensas que pusieron, y ella, como no, empezó a reírse, una risa molesta y trillante, sus ojos como platos inyectados en sangre, conjunto a su postura casi deforme que había tomado. Era una imagen digna de pesadillas, las que tendrían los bandidos si sobrevivían.
Comenzaba el juego, entró uno de los bandidos, se veía ágil, no gritó como sus compañeros y pasó de largo de ella -Cabrón- Ella lo siguió con prisas, iba a por el elfo, no podía permitir eso, de pronto, vio que entraban dos bandidos mas por la puerta trasera -¡Elfo! te viene uno, cuidado- No pudo seguirlo por las escaleras -Yo me encargo de los de atrás- Entraron entonces otros tres por las defensas.
Los dos que entraron, parecían no ser muy amables, uno de ellos iba con una espada bastarda como ella, algo vieja pero parecía afilada, el otro, iba con un hacha de combate -¿Les apetece un baile?- Mostró una sonrisa picara mientras les hizo una breve reverencia. Tras ello, sonrió y se lanzó por el de la espada, intentaba tenerlos en fila, evitar que se pusieran uno detrás y otro en frente, frenaba los golpe de la espada bastarda, rodaba por el suelo, esquivaba el hacha. Cuando vió el momento, zas, le cortó la mano al del hacha, la diestra, tras un breve grito de dolor, el cual excitó a Luna, haciendo que se volviera mas impredecible, mas directa, riendo, con su mirada llena de sed de sangre. lanzó varios tajos, sin freno al de la espada bastarda, mientras el intentaba frenarlos, desviarlos, retrocediendo, hasta que lo puso con la espalda en la pared.
Un tajo fue directo a ese hombre, directo al cuello; se sentía como un perro que se estaba muriendo tras una paliza dada por un grupo de personas, su expresión era la misma, la de alguien que no entendía por que moría, era como un animal, se sangre gorgoteaba por su garganta, mientras intentaba respirar, aunque era inútil, solo lograba encharcar sus pulmones con su sangre. La hermosa joven lo cogió por su camisa de lino y mordió el cuello de él, ya ni tenía fuerzas de mantenerse en pie, de levantar las manos a su cuello, pero ella lo sostenía, mientras tragaba la sangre de él. Se alejó dejando caer el cuerpo sin vida, tenía ahora la ropa entera manchada de sangre, la boca, sus mejillas, le costaba respirar, pero se lanzó al hombre al que había dejado manco, el cual se intentó defender como pudo con su hacha, pero ella lanzaba golpes verticales sin detenerse, tanto que acabó el hombre en el suelo intentando frenar sus golpes sin lograrlo -Me... me ¡Vengo!- Gimió tras lanzar el ultimo golpe contra la cabeza de ese hombre, le había machacado la cabeza entera, estaba destrozado. Ella ahora se apoyaba sobre la espada, sus piernas le temblaban, se había corrido, nunca había matado a mas de dos hombres en un día y mas de aquella forma tan sangrienta,
Mientras tanto, en la mente de Luna; “Veis lo que pasa, cuando acabe, quizás se lance a por los de la taberna” Sol lloraba en los brazos de Luci -No puedo dejar de verlo… aún con los ojos cerrados…- decía entre lágrimas -Ojala tomes una forma etérea y pueda hacerte lo mismo que le ha hecho Luna a ese hombre- Le dijo Luci a la voz, a la mente maestra.
Tras limpiar la espada, se acercó a una ventana, veía que tenían un ariete improvisado, era un tronco que había talado un amigo suyo, días atrás, para hacerle un banco nuevo a la taberna. ¿Dónde estaría? Empezaron a embestir contra la entrada -No creáis que son difíciles, la mayoría aprendió a empuñar una espada, hace poco, se ve en sus ojos, en su forma de empuñar la espada- otra embestida, retumbaba la taberna. Se miró el brazo que se le iba poniendo morado, un enorme moretón en todo el cuerpo, un moretón como los que le había hecho en el pasado.
Se acercó a las defensas que habían puesto, los que ahora podría considerar amigos, estaban moviéndose demasiado las mesas y sillas -He de deciros una cosa a todos, después de este día, cuando bebamos sobre sus cuerpos, os consideraré compañeros de alma… siempre que necesitéis de mi, estaré para vosotros sin dudarlo, sin pensarlo, sin importar si muero o no, quiera o no, Sol se pondría demasiado triste si murieraís y no puedo permitír eso- Cedieron las defensas que pusieron, y ella, como no, empezó a reírse, una risa molesta y trillante, sus ojos como platos inyectados en sangre, conjunto a su postura casi deforme que había tomado. Era una imagen digna de pesadillas, las que tendrían los bandidos si sobrevivían.
Comenzaba el juego, entró uno de los bandidos, se veía ágil, no gritó como sus compañeros y pasó de largo de ella -Cabrón- Ella lo siguió con prisas, iba a por el elfo, no podía permitir eso, de pronto, vio que entraban dos bandidos mas por la puerta trasera -¡Elfo! te viene uno, cuidado- No pudo seguirlo por las escaleras -Yo me encargo de los de atrás- Entraron entonces otros tres por las defensas.
Los dos que entraron, parecían no ser muy amables, uno de ellos iba con una espada bastarda como ella, algo vieja pero parecía afilada, el otro, iba con un hacha de combate -¿Les apetece un baile?- Mostró una sonrisa picara mientras les hizo una breve reverencia. Tras ello, sonrió y se lanzó por el de la espada, intentaba tenerlos en fila, evitar que se pusieran uno detrás y otro en frente, frenaba los golpe de la espada bastarda, rodaba por el suelo, esquivaba el hacha. Cuando vió el momento, zas, le cortó la mano al del hacha, la diestra, tras un breve grito de dolor, el cual excitó a Luna, haciendo que se volviera mas impredecible, mas directa, riendo, con su mirada llena de sed de sangre. lanzó varios tajos, sin freno al de la espada bastarda, mientras el intentaba frenarlos, desviarlos, retrocediendo, hasta que lo puso con la espalda en la pared.
Un tajo fue directo a ese hombre, directo al cuello; se sentía como un perro que se estaba muriendo tras una paliza dada por un grupo de personas, su expresión era la misma, la de alguien que no entendía por que moría, era como un animal, se sangre gorgoteaba por su garganta, mientras intentaba respirar, aunque era inútil, solo lograba encharcar sus pulmones con su sangre. La hermosa joven lo cogió por su camisa de lino y mordió el cuello de él, ya ni tenía fuerzas de mantenerse en pie, de levantar las manos a su cuello, pero ella lo sostenía, mientras tragaba la sangre de él. Se alejó dejando caer el cuerpo sin vida, tenía ahora la ropa entera manchada de sangre, la boca, sus mejillas, le costaba respirar, pero se lanzó al hombre al que había dejado manco, el cual se intentó defender como pudo con su hacha, pero ella lanzaba golpes verticales sin detenerse, tanto que acabó el hombre en el suelo intentando frenar sus golpes sin lograrlo -Me... me ¡Vengo!- Gimió tras lanzar el ultimo golpe contra la cabeza de ese hombre, le había machacado la cabeza entera, estaba destrozado. Ella ahora se apoyaba sobre la espada, sus piernas le temblaban, se había corrido, nunca había matado a mas de dos hombres en un día y mas de aquella forma tan sangrienta,
Mientras tanto, en la mente de Luna; “Veis lo que pasa, cuando acabe, quizás se lance a por los de la taberna” Sol lloraba en los brazos de Luci -No puedo dejar de verlo… aún con los ojos cerrados…- decía entre lágrimas -Ojala tomes una forma etérea y pueda hacerte lo mismo que le ha hecho Luna a ese hombre- Le dijo Luci a la voz, a la mente maestra.
Ocelote
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Todo se volvió muy caótico y repentino. En menos de lo que imaginaba, el recurrente ruido del fuerte empujón que propinaba aquel ariete improvisado contra nuestra barrera -también improvisaba- se hacía retumbar por toda la taberna. Mire fugazmente a mi hermana, viendo si ella tenía alguna idea, pero estaba tan pasmada como yo. Dirigí la mirada hacia la taberna, que en lugar de moverse agitada y preocupada como se había mostrado en otras ocasiones, esta vez se acercaba a la barra, tomaba un paño y comenzaba a limpiarla como si fuera un día cualquiera. Comencé a perder la paciencia hacia ella.
Pese a que Lilja me había dicho varias veces que debía tener paciencia con ella, que debía entender que era una pobre joven enferma, con un extraño trastorno, cada vez se volvía mucho más complicado. Finalmente, la barrera que habíamos formado en la brecha, cedió, y comenzaron a entrar los bandidos. Algunos entrar incluso por la puerta de atrás, tomándonos por sorpresa. Ya armados, comenzamos a pelear. Kaytlyn y el elfo se habían ido al piso superior, al menos sabía que la joven estaba a salvo.
Antes de que lo hubiera imaginado, ya me encontraba peleando contra dos de aquellos bandidos. Uno más grande que el otro. El más alto y grande, que llegaba a ser incluso una cabeza más alta que yo, utilizaba un sable gigantesco, que tan solo alguien con una musculatura como la que tenía aquel individuo, podía empuñar. Aun así, se movía con más lentitud, lo que me permitía poder esquivar sus ataques. No había ni pensado en tratar de pararlos con mis espadas, porque de haberlo hecho probablemente mis pobres espadas habrían salido mal paradas. Pero compensaba su lentitud el segundo bandido, que era más delgado y rápido, y trataba de tomarme por sorpresa cuando me defendería y escapaba del primero. No era demasiado bueno defendiéndome de varios al mismo tiempo, por lo que necesitaba ayuda con urgencia. Busque rápidamente con desesperación la mirada de Lilja, busque su atención, necesitaba que me ayudara. Cuando la vi, ella estaba clavándole un cuchillo en el cuello a otro de los bandidos, que incluso con el cuchillo clavado continuaba moviéndose agitadamente, tratando de atacar a Lilja.
Volví nuevamente la mirada hacia los bandidos y continúe defendiéndome de ambos, no sabía cuánto tiempo más podría estar en aquellas condiciones. Pero en cuanto volví a escapar del más grande, y giré la vista hacia el más delgado, vi que tenía en su frente una daga clavada, y se dejaba ahora caer al suelo con lentitud. En su rostro se veía una clara mueca de sorpresa, como si no hubiera esperado aquel repentino ataque.
- Gracias -dije en voz alta, sin apartar la vista del grandullón.
Me moví por la taberna, en ocasiones poniéndome detrás del as mesas y lanzándoselas encima al grandote para ralentizarlo. Pero el trataba de arrasar con todo. Golpeaba las mesas, golpeaba incluso el suelo, golpeaba todo lo que se ponía ante su paso con el enorme sable. Lilja, que ahora estaba desocupada, se acercó a mí para poder ayudarme con aquel individuo. Ella trato de tomarlo por sorpresa, clavándole dos dagas en la espalda. Pero el hombre no pareció inmutarse, y parecía estar mucho más centrado en acabar conmigo. Yo empecé a desviar sus golpes, utilizando mis dos espadas. Fue útil porque en cuanto desvié dos veces su sable, todo su cuerpo pareció moverse con la espada y aquello le dejo su vientre vulnerable. Fue entonces cuando utilice mi espada más corta para asestarle varias puñaladas en aquel intervalo de tiempo. El individuo gruño furioso y volvió a moverse hacia mi propinando estocadas al aire con su gigantesco sable. Yo me limite a caminar hacia atrás, escapando a sus estocadas. En cuanto dio cerca de cinco pasos hacia delante, se desplomo boca abajo, muerto.
Pese a que Lilja me había dicho varias veces que debía tener paciencia con ella, que debía entender que era una pobre joven enferma, con un extraño trastorno, cada vez se volvía mucho más complicado. Finalmente, la barrera que habíamos formado en la brecha, cedió, y comenzaron a entrar los bandidos. Algunos entrar incluso por la puerta de atrás, tomándonos por sorpresa. Ya armados, comenzamos a pelear. Kaytlyn y el elfo se habían ido al piso superior, al menos sabía que la joven estaba a salvo.
Antes de que lo hubiera imaginado, ya me encontraba peleando contra dos de aquellos bandidos. Uno más grande que el otro. El más alto y grande, que llegaba a ser incluso una cabeza más alta que yo, utilizaba un sable gigantesco, que tan solo alguien con una musculatura como la que tenía aquel individuo, podía empuñar. Aun así, se movía con más lentitud, lo que me permitía poder esquivar sus ataques. No había ni pensado en tratar de pararlos con mis espadas, porque de haberlo hecho probablemente mis pobres espadas habrían salido mal paradas. Pero compensaba su lentitud el segundo bandido, que era más delgado y rápido, y trataba de tomarme por sorpresa cuando me defendería y escapaba del primero. No era demasiado bueno defendiéndome de varios al mismo tiempo, por lo que necesitaba ayuda con urgencia. Busque rápidamente con desesperación la mirada de Lilja, busque su atención, necesitaba que me ayudara. Cuando la vi, ella estaba clavándole un cuchillo en el cuello a otro de los bandidos, que incluso con el cuchillo clavado continuaba moviéndose agitadamente, tratando de atacar a Lilja.
Volví nuevamente la mirada hacia los bandidos y continúe defendiéndome de ambos, no sabía cuánto tiempo más podría estar en aquellas condiciones. Pero en cuanto volví a escapar del más grande, y giré la vista hacia el más delgado, vi que tenía en su frente una daga clavada, y se dejaba ahora caer al suelo con lentitud. En su rostro se veía una clara mueca de sorpresa, como si no hubiera esperado aquel repentino ataque.
- Gracias -dije en voz alta, sin apartar la vista del grandullón.
Me moví por la taberna, en ocasiones poniéndome detrás del as mesas y lanzándoselas encima al grandote para ralentizarlo. Pero el trataba de arrasar con todo. Golpeaba las mesas, golpeaba incluso el suelo, golpeaba todo lo que se ponía ante su paso con el enorme sable. Lilja, que ahora estaba desocupada, se acercó a mí para poder ayudarme con aquel individuo. Ella trato de tomarlo por sorpresa, clavándole dos dagas en la espalda. Pero el hombre no pareció inmutarse, y parecía estar mucho más centrado en acabar conmigo. Yo empecé a desviar sus golpes, utilizando mis dos espadas. Fue útil porque en cuanto desvié dos veces su sable, todo su cuerpo pareció moverse con la espada y aquello le dejo su vientre vulnerable. Fue entonces cuando utilice mi espada más corta para asestarle varias puñaladas en aquel intervalo de tiempo. El individuo gruño furioso y volvió a moverse hacia mi propinando estocadas al aire con su gigantesco sable. Yo me limite a caminar hacia atrás, escapando a sus estocadas. En cuanto dio cerca de cinco pasos hacia delante, se desplomo boca abajo, muerto.
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Iredia, o mejor dicho Iredio, calculaba desde la ventana la dirección del viento y el ángulo de tiro para clavarles a todos las flechas en el gaznate. Disparó una vez, aunque esa falló. Disparó otra, acertó a uno en la pierna. Observó con horror que pretendían coger un ariete completamente improvisado para destrozar las defensas que habían puesto los del piso de abajo.
<<Maldición>>, pensó.
Afectada por la presión, inició una serie de disparos a discreción. Pese a que consiguió acertar a unos cuantos, ninguno de ellos acabó lo suficientemente herido como para evitar que usaran el ariete y derrotasen las defensas. Aunque sabía manejarlo, su fuerte no era el arco y estaba claro que necesitaba ayuda.
No oyó el grito de la tabernera. Sin embargo, un susurro a su espalda le hizo darse la vuelta a tiempo de esquivar un sablazo que iba directo a rebanarle el cuello. Rodó a un lado, tiró su arco al suelo y sacó su daga. Tragó saliva. Qué poco sabía de los combates cuerpo a cuerpo. El atacante, feo como el solo y con los dientes partidos, esbozó una mueca malévola y volvió a intentar acertarla, esta vez en el vientre. Se obligó a recordarse a sí misma que ahora era un hombre. No era tan fuerte como un gigante, pero era algo más fuerte que su versión femenina. Al final le sacaría provecho y todo a esa forma actual de su cuerpo. Daga en mano, se dedicó a esquivar los tajos de su agresor.
-Vamos, puto elfo, ¡lucha! -gritaba rabioso el hombre mientras repartía tajos a diestro y siniestro que Iredia esquivaba como podía.
En un momento dado, el atacante intentó darle de nuevo un tajo vertical en la cabeza. Esta vez, sin embargo, el elfo pudo agarrarlo de la muñeca que tenía la espada y forcejear con él. Acertó al final a darle una patada en los testículos que hizo que el agresor soltase la espada y cayese al suelo entre maldiciones. Iredia ya se disponía a agujerearle el estómago cuando, de repente, el hombre le puso la zancadilla y el elfo cayó al suelo de culo, soltando esta vez él la espada. El enemigo cogió la espada rápidamente y, cuando ya parecía que estaba muerta, un maullido alocado resonó en los oídos de ambos. Su asski, Rushi, se había abalanzado sobre la cabeza del contrincante y estaba arañándole el rostro y los ojos. Esa era su oportunidad. Cogió de nuevo su daga y se la clavó al maldito bandido en el corazón. El gato saltó, el enemigo cayó con la boca entreabierta y las manos en la daga con gesto de sorpresa. No tardó en morir entre estertores.
-Bien hecho, pequeño. -le dijo a su asski, quien se subió a su hombro y recibió con placer las caricias de felicitación de su ama- ¿Y el fuego?
Mientras su gato volvía a bajar de su hombro, se asomó de nuevo a la ventana. Los bandidos habían entrado, desde ahí ya no podía hacer gran cosa. Rushi lo miraba expectante.
-Vamos, pues.
Cogió de nuevo su arco, dispuesta a bajar. Su gato entonces se paró. Alguien subía.
<<Maldición>>, pensó.
Afectada por la presión, inició una serie de disparos a discreción. Pese a que consiguió acertar a unos cuantos, ninguno de ellos acabó lo suficientemente herido como para evitar que usaran el ariete y derrotasen las defensas. Aunque sabía manejarlo, su fuerte no era el arco y estaba claro que necesitaba ayuda.
No oyó el grito de la tabernera. Sin embargo, un susurro a su espalda le hizo darse la vuelta a tiempo de esquivar un sablazo que iba directo a rebanarle el cuello. Rodó a un lado, tiró su arco al suelo y sacó su daga. Tragó saliva. Qué poco sabía de los combates cuerpo a cuerpo. El atacante, feo como el solo y con los dientes partidos, esbozó una mueca malévola y volvió a intentar acertarla, esta vez en el vientre. Se obligó a recordarse a sí misma que ahora era un hombre. No era tan fuerte como un gigante, pero era algo más fuerte que su versión femenina. Al final le sacaría provecho y todo a esa forma actual de su cuerpo. Daga en mano, se dedicó a esquivar los tajos de su agresor.
-Vamos, puto elfo, ¡lucha! -gritaba rabioso el hombre mientras repartía tajos a diestro y siniestro que Iredia esquivaba como podía.
En un momento dado, el atacante intentó darle de nuevo un tajo vertical en la cabeza. Esta vez, sin embargo, el elfo pudo agarrarlo de la muñeca que tenía la espada y forcejear con él. Acertó al final a darle una patada en los testículos que hizo que el agresor soltase la espada y cayese al suelo entre maldiciones. Iredia ya se disponía a agujerearle el estómago cuando, de repente, el hombre le puso la zancadilla y el elfo cayó al suelo de culo, soltando esta vez él la espada. El enemigo cogió la espada rápidamente y, cuando ya parecía que estaba muerta, un maullido alocado resonó en los oídos de ambos. Su asski, Rushi, se había abalanzado sobre la cabeza del contrincante y estaba arañándole el rostro y los ojos. Esa era su oportunidad. Cogió de nuevo su daga y se la clavó al maldito bandido en el corazón. El gato saltó, el enemigo cayó con la boca entreabierta y las manos en la daga con gesto de sorpresa. No tardó en morir entre estertores.
-Bien hecho, pequeño. -le dijo a su asski, quien se subió a su hombro y recibió con placer las caricias de felicitación de su ama- ¿Y el fuego?
Mientras su gato volvía a bajar de su hombro, se asomó de nuevo a la ventana. Los bandidos habían entrado, desde ahí ya no podía hacer gran cosa. Rushi lo miraba expectante.
-Vamos, pues.
Cogió de nuevo su arco, dispuesta a bajar. Su gato entonces se paró. Alguien subía.
Iredia
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
En cuanto comprobé que iban comenzando a brotar pequeñas burbujas en la superficie del aceite, supe que estaba hirviendo lo suficiente. Tome aquella olla por sus extremos de madera y camine con muchísimo cuidado hacia las escaleras, para subir hasta donde se encontraba el elfo. Desde allí lo lanzaría. En el camino varias veces cayeron algunas gotas al suelo. Agradecí en silencio que no hubieran caído encima de mí.
Una vez arriba, vi que estaba el elfo allí, decidido a volver hacia la primera planta. Por los gritos que llegué a escuchar, entendí que los bandidos ya estaban entrando. Tenía que darme prisa, pero con cuidado si quería que aquel aceite hubiera servido para algo. Me acerqué a la ventana y vi que todavía estaban entrando varios de los bandidos al interior de la taberna. Acerque la olla a la ventana, que estaba completamente abierta, y deje que el brebaje comenzara a caer. Me di cuenta de que había sido de utilidad en cuanto comencé a escuchar los gritos desesperados de dos voces distintas. Espere que se tratara de los bandidos y no de alguno de los que había estado pacíficamente en la taberna hasta que aquellos habían llegado.
Cuando eché un vistazo, pude ver que en efecto habían sido bandidos. Deje escapar un suspiro complacida y continúe dejando caer el aceite. El peso de la olla inclinada fue demasiado para mí y cayo junto con el aceite. Escuche un golpe seco y un “crac” muy pronunciado, como si la olla hubiera roto algo al caer. En cuanto me asomé, pude ver un hombre tendido en el suelo, con la olla a pocos centímetros de su cabeza. Sonreí levemente. Luego me lleve la mano a la boca.
- No, no debes sonreír esto. Es algo terrible -me dije a mi misma, en un susurro.
Luego volví la mirada hacia las escaleras, por donde había bajado el elfo. Me plantee bajar con ellos para ayudar de algún modo. Pero no sabía pelear, salvo si me transformaba, así que pensé que sería de poca utilidad. Miré a mi alrededor y pude ver que había una gran cantidad de candelabros, espadas de decoración, estatuas y cosas que estaban ahí solo para formar parte de la ornamentación de la posada. Luego volví a mirar a las escaleras. No iba a bajar. Me quedaría allí y tiraría desde arriba cosas a los bandidos que todavía hubiera lejos. ¿Me sentía cobarde por tomar esa decisión? Para nada. Me sentía como alguien que tan solo no quería morir.
Una vez arriba, vi que estaba el elfo allí, decidido a volver hacia la primera planta. Por los gritos que llegué a escuchar, entendí que los bandidos ya estaban entrando. Tenía que darme prisa, pero con cuidado si quería que aquel aceite hubiera servido para algo. Me acerqué a la ventana y vi que todavía estaban entrando varios de los bandidos al interior de la taberna. Acerque la olla a la ventana, que estaba completamente abierta, y deje que el brebaje comenzara a caer. Me di cuenta de que había sido de utilidad en cuanto comencé a escuchar los gritos desesperados de dos voces distintas. Espere que se tratara de los bandidos y no de alguno de los que había estado pacíficamente en la taberna hasta que aquellos habían llegado.
Cuando eché un vistazo, pude ver que en efecto habían sido bandidos. Deje escapar un suspiro complacida y continúe dejando caer el aceite. El peso de la olla inclinada fue demasiado para mí y cayo junto con el aceite. Escuche un golpe seco y un “crac” muy pronunciado, como si la olla hubiera roto algo al caer. En cuanto me asomé, pude ver un hombre tendido en el suelo, con la olla a pocos centímetros de su cabeza. Sonreí levemente. Luego me lleve la mano a la boca.
- No, no debes sonreír esto. Es algo terrible -me dije a mi misma, en un susurro.
Luego volví la mirada hacia las escaleras, por donde había bajado el elfo. Me plantee bajar con ellos para ayudar de algún modo. Pero no sabía pelear, salvo si me transformaba, así que pensé que sería de poca utilidad. Miré a mi alrededor y pude ver que había una gran cantidad de candelabros, espadas de decoración, estatuas y cosas que estaban ahí solo para formar parte de la ornamentación de la posada. Luego volví a mirar a las escaleras. No iba a bajar. Me quedaría allí y tiraría desde arriba cosas a los bandidos que todavía hubiera lejos. ¿Me sentía cobarde por tomar esa decisión? Para nada. Me sentía como alguien que tan solo no quería morir.
Kaytlyn
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Sintió un líquido espeso recorrer sus piernas mientras sonreía feliz. De pronto, olisqueó un poco el ambiente, aunque sus piernas estaban entumecidas después de haberse corrido, sus movimientos seguían siendo rápidos y ágiles. Una vez en la ventana, vió como un hombre cojo, quemaba el pasto alrededor de la taberna con una antorcha, sonreía mientras lo hacía y las llamas ascendían al cielo, era algo hermoso, una imagen de lo más agradable, no pudo evitar sonreír mientras lo miraba -Las llamas son las que encienden el amor- Andó con tranquilidad hacia la ‘’puerta’’ ya no se podía llamar puerta a ese agujero, veía que el fuego rodeaba la taberna. Y vió, en la copa de un árbol, los ojos brillantes de alguien, de uno de los bandidos, no había odio en ellos, no había temor, no había nada.
También vió a uno hombre arder por el aceite hirviendo y no contento con ello, muerto en el suelo gracias a una hoya -El arte se puede describir de mil formas, pero siempre será relativo- Se alejó de ese agujero enorme en la puerta, mientras ardía -Teneis que iros, si queda alguien lo entretengo, ir a la nevera, está bajando por unas escaleras tras esa puerta- Señaló la puerta que estaba tras la barra.
Cogió aire por la nariz con fuerza -Amo el olor de la madera quemándose, de la piel derritiéndose…- Se acercó a las escaleras subiendo hacía arriba, pasando por al lado del elfo, al cual había mirado de reojo, algo avergonzada por todo lo que estaba sucediendo. ¿Hubiera logrado Sol ligar con ese apuesto hombre?. Ya eso no importaba. Al llegar arriba miró a Kay -Baja con los demás, te lo recomiendo, esto está que arde- Se rió de su propio chiste negando, andando de camino a su cuarto, iba en búsqueda de un viejo recuerdo.
Empezaba haber demasiado humo, así que empezó a correr por el pasillo hasta su cuarto, no sabía lo que le venía encima, no lo vió venir, abrió la puerta.
Segundos después, se vió en el suelo, su cuarto ardía sin control, todo lo que había dentro, intentó levantarse pero su pierna le dolía, se le había quemado parte de la pierna derecha, una quemadura del 3º -¡¡Dios!!- Gritó desahogandose mientras lloraba por el dolor en silencio, empezó a toser, el humo llegaba a ella. El abrir esa puerta había causado una explosión; el cuarto cerrado, con lámparas de aceite, sin entrada alguna de oxígeno, hizo que al abrir la puerta, el fuego que estaba sin fuerzas, se avivara de pronto saliendo por la única entrada de oxígeno, causando una explosión de fuego, que por suerte, le había pillado la pierna.
Se levantó como pudo, dejó todo atrás, su espada, sus recuerdos, su vida, al bajar por las escaleras, cayó por ellas, una viga del techo cedió a pocos metros de ella, y con ello gran parte del techo -Mi… Taberna- De un estado de tranquilidad, se había pasado a un estado de completo caos, corrió al nevero, nuevamente cayó por las escaleras por las prisas y el dolor en la pierna. Esperaba que estuvieran todos dentro, que nadie se hubiera quedado arriba.
Ahora estaba medio inconsciente en el suelo mojado y frío, había grandes bloques de hielo por todo el llugar, barriles de cerveza, vino, zumo, y trozos de carne por todos lados. Su pierna sangraba y se llenaba de pompas, se había cogido toda la pantorrilla y la rodilla, gran parte de su ropa se había quemado, dejando a ver casi todo su cuerpo -A...yuda- Dijo llorando en silencio, tirada en el suelo.
Mientras tanto en su cabeza; -Luna, luna ¡LUNA!- gritaba Sol mientras lloraba y Luci la tenía en sus brazos -Se pondrá bien, no te preocupes, ya está- Decía acariciando su cabello. Mientras, la voz se reía, se reía de ellas, de lo que sucedía y de lo que vendría después de todo ello.
La voz empezó hablar, sus palabras salían por los labios de Luna, que al estar medio inconsciente, la voz, podía tomar el control del cuerpo -Recuerden, ‘’Todos los caminos llevan a la muerte’’- Tras ello, Luna empezó a toser con fuerza, le dolía la garganta.
También vió a uno hombre arder por el aceite hirviendo y no contento con ello, muerto en el suelo gracias a una hoya -El arte se puede describir de mil formas, pero siempre será relativo- Se alejó de ese agujero enorme en la puerta, mientras ardía -Teneis que iros, si queda alguien lo entretengo, ir a la nevera, está bajando por unas escaleras tras esa puerta- Señaló la puerta que estaba tras la barra.
Cogió aire por la nariz con fuerza -Amo el olor de la madera quemándose, de la piel derritiéndose…- Se acercó a las escaleras subiendo hacía arriba, pasando por al lado del elfo, al cual había mirado de reojo, algo avergonzada por todo lo que estaba sucediendo. ¿Hubiera logrado Sol ligar con ese apuesto hombre?. Ya eso no importaba. Al llegar arriba miró a Kay -Baja con los demás, te lo recomiendo, esto está que arde- Se rió de su propio chiste negando, andando de camino a su cuarto, iba en búsqueda de un viejo recuerdo.
Empezaba haber demasiado humo, así que empezó a correr por el pasillo hasta su cuarto, no sabía lo que le venía encima, no lo vió venir, abrió la puerta.
Segundos después, se vió en el suelo, su cuarto ardía sin control, todo lo que había dentro, intentó levantarse pero su pierna le dolía, se le había quemado parte de la pierna derecha, una quemadura del 3º -¡¡Dios!!- Gritó desahogandose mientras lloraba por el dolor en silencio, empezó a toser, el humo llegaba a ella. El abrir esa puerta había causado una explosión; el cuarto cerrado, con lámparas de aceite, sin entrada alguna de oxígeno, hizo que al abrir la puerta, el fuego que estaba sin fuerzas, se avivara de pronto saliendo por la única entrada de oxígeno, causando una explosión de fuego, que por suerte, le había pillado la pierna.
Se levantó como pudo, dejó todo atrás, su espada, sus recuerdos, su vida, al bajar por las escaleras, cayó por ellas, una viga del techo cedió a pocos metros de ella, y con ello gran parte del techo -Mi… Taberna- De un estado de tranquilidad, se había pasado a un estado de completo caos, corrió al nevero, nuevamente cayó por las escaleras por las prisas y el dolor en la pierna. Esperaba que estuvieran todos dentro, que nadie se hubiera quedado arriba.
Ahora estaba medio inconsciente en el suelo mojado y frío, había grandes bloques de hielo por todo el llugar, barriles de cerveza, vino, zumo, y trozos de carne por todos lados. Su pierna sangraba y se llenaba de pompas, se había cogido toda la pantorrilla y la rodilla, gran parte de su ropa se había quemado, dejando a ver casi todo su cuerpo -A...yuda- Dijo llorando en silencio, tirada en el suelo.
Mientras tanto en su cabeza; -Luna, luna ¡LUNA!- gritaba Sol mientras lloraba y Luci la tenía en sus brazos -Se pondrá bien, no te preocupes, ya está- Decía acariciando su cabello. Mientras, la voz se reía, se reía de ellas, de lo que sucedía y de lo que vendría después de todo ello.
La voz empezó hablar, sus palabras salían por los labios de Luna, que al estar medio inconsciente, la voz, podía tomar el control del cuerpo -Recuerden, ‘’Todos los caminos llevan a la muerte’’- Tras ello, Luna empezó a toser con fuerza, le dolía la garganta.
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