Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Lilja y Frith estuvieron peleando durante un rato largo contra todos los bandidos que se les acercaban. En más de una ocasión trataron de defender a algunos de los clientes, que, desarmados, no podían combatir contra los asaltantes. Pudieron ayudar en la medida de lo posible, pero no pudieron evitar que un anciano que había permanecido en silencio en un rincón de la taberna, fuera atacado por uno de aquellos bandidos. El anciano se había dejado caer al suelo, y se había quedado allí abajo. No había gritado ni emitid una sola queja. Frith lo descubrió en cuanto ocelote dio nuevas órdenes y se dispuso a descender a la parte del subsuelo que formaba parte de la taberna, donde se encontraba la gran nevera.
- ¡Vamos! -llamo a Lilja, quien todavía permanecía en la sala central de la taberna, atenta a quien pudiera lanzarse contra ella para atacarla-. Tenemos que irnos, esto se está yendo de la mano.
Un pequeño niño danzaba en el centro de la taberna. Estaba haciendo un baile excelente, al ritmo de los golpes de la lucha.
- ¡Pero que rayos! -dijo chimar, mientras hacia el pasito de chimar.
De repente desapareció. Frith pensó que aquello habría sido poco más que una alucinación provocada por el humo que comenzaba a cobrar cada vez más presencia. Juntos los hermanos, descendieron hasta la gran nevera. El humo estaba comenzando a entrar en la zona del subsuelo, pero no demasiado. En cuanto cerraran, dejaría de haber acceso para el humo a la nevera del sótano. Lilja respiro profundamente, agotada. Había estado aguantando la respiración mientras descendía las escaleras hasta llegar a allí abajo, y ahora sentía la necesidad de recuperar todo ese aire que no había podido tomar con anterioridad.
- Me parece una mala idea permanecer aquí mientras todo se quema arriba -comento Frith, mientras sus jadeos se hacían poco a poco menos frecuentes-. Pero supongo que no había otra opción mejor.
Lilja rápidamente se acercó a ocelote en cuanto comprobó que la joven estaba tirada en el suelo, apenas consciente. Estaba algo herida. Le habría gustado saber cómo sanarla, pero no tenía nada útil en sus manos. Y en aquella sala, donde sentía además un frio terrible, no encontraba más que alimentos y barriles, no la clase de cosas que podría curar una herida. Lilja pensó si tal vez algo de alcohol podría ser de utilidad.
- ¡Vamos! -llamo a Lilja, quien todavía permanecía en la sala central de la taberna, atenta a quien pudiera lanzarse contra ella para atacarla-. Tenemos que irnos, esto se está yendo de la mano.
Un pequeño niño danzaba en el centro de la taberna. Estaba haciendo un baile excelente, al ritmo de los golpes de la lucha.
- ¡Pero que rayos! -dijo chimar, mientras hacia el pasito de chimar.
De repente desapareció. Frith pensó que aquello habría sido poco más que una alucinación provocada por el humo que comenzaba a cobrar cada vez más presencia. Juntos los hermanos, descendieron hasta la gran nevera. El humo estaba comenzando a entrar en la zona del subsuelo, pero no demasiado. En cuanto cerraran, dejaría de haber acceso para el humo a la nevera del sótano. Lilja respiro profundamente, agotada. Había estado aguantando la respiración mientras descendía las escaleras hasta llegar a allí abajo, y ahora sentía la necesidad de recuperar todo ese aire que no había podido tomar con anterioridad.
- Me parece una mala idea permanecer aquí mientras todo se quema arriba -comento Frith, mientras sus jadeos se hacían poco a poco menos frecuentes-. Pero supongo que no había otra opción mejor.
Lilja rápidamente se acercó a ocelote en cuanto comprobó que la joven estaba tirada en el suelo, apenas consciente. Estaba algo herida. Le habría gustado saber cómo sanarla, pero no tenía nada útil en sus manos. Y en aquella sala, donde sentía además un frio terrible, no encontraba más que alimentos y barriles, no la clase de cosas que podría curar una herida. Lilja pensó si tal vez algo de alcohol podría ser de utilidad.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Al ir a bajar, se cruzó con la chica que hace un rato había estado junto a la pareja de pelirrojos. En silencio, le asintió mientras intuía lo que quería hacer: lanzar aceite hirviendo desde la ventana. No estaba mal. Sin embargo, le comentó a la muchacha al pasar:
-Están casi todos dentro. Ten cuidado por aquí.
Soltó un silbido y su gato moteado se volvió a subir a sus hombros. Arco en mano, se situó en un punto alto de las escaleras y comenzó a disparar flechas desde allí.¿En qué momento esto se había descontrolado tanto? Abajo, las tripas y la muerte eran el plato del día. No hacían más que entrar y los bandidos no parecían rendirse. Querían llevar el infierno a esa taberna. Frunció el ceño, sopesando la posibilidad de salir viva de allí. No lo vio muy probable.
La tabernera entonces subió y pasó a su lado, con esa apariencia tranquila que, la verdad, le llegaba a dar escalofríos. Ella le dirigió una mirada intensa e Iredia le correspondió con una media sonrisa. Tenía que recordarse a sí misma que, a ojos de todos, ahora era un hombre. Pero bueno, que ella supiese, los hombres podían sonreír. Había oído sus órdenes en el piso inferior, pero no estaba segura de avanzar hasta que no viese que los demás habían llegado. Tras meterle a uno una flecha entre los ojos y dejar a dos o tres con nuevas heridas como tatuajes, oyó entonces una explosión terrible. Los alrededores de la taberna estaban en llamas, la propia taberna estaba ardiendo también. Con el ceño aún fruncido, se guardó el arco y se dio prisa por avanzar hacia la puerta que les había señalado.
Pronto, todos estuvieron allí. Pasó un rato angustioso hasta que vio a la pareja meterse y, acto seguido, vio a la tabernera prácticamente arrastrarse hasta el interior. Tenía la pierna destrozada y estaba seminconsciente. Le sorprendió que hubiese llegado viva. Sin mediar palabra, corrió hasta ella y juntó sus manos, murmurando unas palabras élficas. Pronto, una luz verde suave manó de ellas y, sin dudar, puso sus manos ahora iluminadas a escasos milímetros de su pierna. Ella notaría un curioso calor reconfortante, además de que notaría un poco de alivio en cuanto al dolor.
-Tranquila, soy sanado...dor. -casi la lió con la mezcla de sexos que tenía en la cabeza- Esto ayudará a que tu pierna se cure antes, pero deberíamos salir de aquí. Y rápido. ¿Vosotros estáis heridos? -les preguntó a los pelirrojos.
*Uso de habilidad racial: Imposición de manos.
-Están casi todos dentro. Ten cuidado por aquí.
Soltó un silbido y su gato moteado se volvió a subir a sus hombros. Arco en mano, se situó en un punto alto de las escaleras y comenzó a disparar flechas desde allí.¿En qué momento esto se había descontrolado tanto? Abajo, las tripas y la muerte eran el plato del día. No hacían más que entrar y los bandidos no parecían rendirse. Querían llevar el infierno a esa taberna. Frunció el ceño, sopesando la posibilidad de salir viva de allí. No lo vio muy probable.
La tabernera entonces subió y pasó a su lado, con esa apariencia tranquila que, la verdad, le llegaba a dar escalofríos. Ella le dirigió una mirada intensa e Iredia le correspondió con una media sonrisa. Tenía que recordarse a sí misma que, a ojos de todos, ahora era un hombre. Pero bueno, que ella supiese, los hombres podían sonreír. Había oído sus órdenes en el piso inferior, pero no estaba segura de avanzar hasta que no viese que los demás habían llegado. Tras meterle a uno una flecha entre los ojos y dejar a dos o tres con nuevas heridas como tatuajes, oyó entonces una explosión terrible. Los alrededores de la taberna estaban en llamas, la propia taberna estaba ardiendo también. Con el ceño aún fruncido, se guardó el arco y se dio prisa por avanzar hacia la puerta que les había señalado.
Pronto, todos estuvieron allí. Pasó un rato angustioso hasta que vio a la pareja meterse y, acto seguido, vio a la tabernera prácticamente arrastrarse hasta el interior. Tenía la pierna destrozada y estaba seminconsciente. Le sorprendió que hubiese llegado viva. Sin mediar palabra, corrió hasta ella y juntó sus manos, murmurando unas palabras élficas. Pronto, una luz verde suave manó de ellas y, sin dudar, puso sus manos ahora iluminadas a escasos milímetros de su pierna. Ella notaría un curioso calor reconfortante, además de que notaría un poco de alivio en cuanto al dolor.
-Tranquila, soy sanado...dor. -casi la lió con la mezcla de sexos que tenía en la cabeza- Esto ayudará a que tu pierna se cure antes, pero deberíamos salir de aquí. Y rápido. ¿Vosotros estáis heridos? -les preguntó a los pelirrojos.
*Uso de habilidad racial: Imposición de manos.
Iredia
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Tal y como la tabernera me habia recomendado, descendí junto con los demás al almacén de la taberna. Allí abajo parecía que estaríamos seguros. Una vez abajo y ya con la puerta cerrada, me fijé en que entraba levemente un poco de humo todavía en el sótano. No podíamos estar durante demasiado tiempo, o podríamos morir ahogados.
- ¿Y ahora qué? -pregunté. Sin ironía en mi voz, solamente una sincera curiosidad.
Curioseé un poco a mi alrededor, contemplando cuanto podía del almacén. Había de todo un poco. Podríamos haber aguantado allí en el caso de que hubiera una catástrofe sucediendo en la superficie… de no ser por el humo. Era lo único que nos obligaba a darnos prisa en tomar alguna solución. Observé cómo el elfo se ocupaba de curar a la tabernera, y luego dirigí la mirada hacia los hermanos pelirrojos. Buscaba en la mirada de alguno de los presentes, la más mínima señal de que todo iba a salir bien. De nuevo volví a repetirme en mi cabeza la poca fortuna que había tenido de salir al mundo tan recientemente y que lo más probable fuera que todo aquel viaje fuera a terminar allí.
Tosí, repetidas veces. Comenzaba a sentirme ahogada y a notar cómo me costaba cada vez más respirar. Me dirigí hacia la taberna, que aunque no estaba en las mejores condiciones para responder a nada, era la única que debía saber algo así.
- ¿Hay alguna clase de trampilla, tunel, puerta trasera o forma de escapar? -le pregunté, en voz baja y con toda la calma que pude.
Si nos había hecho bajar hasta allí, pensé que habría sido porque debía tener un plan B. Y el único plan B que me venía a la mente era que pudiera haber una ruta de escape alternativa desde el almacén. De no ser así, estaríamos atrapados. Y si no era el humo el que acababa con nosotros, serían los escombros de la edificación que estaba ya ardiendo.
- ¿Y ahora qué? -pregunté. Sin ironía en mi voz, solamente una sincera curiosidad.
Curioseé un poco a mi alrededor, contemplando cuanto podía del almacén. Había de todo un poco. Podríamos haber aguantado allí en el caso de que hubiera una catástrofe sucediendo en la superficie… de no ser por el humo. Era lo único que nos obligaba a darnos prisa en tomar alguna solución. Observé cómo el elfo se ocupaba de curar a la tabernera, y luego dirigí la mirada hacia los hermanos pelirrojos. Buscaba en la mirada de alguno de los presentes, la más mínima señal de que todo iba a salir bien. De nuevo volví a repetirme en mi cabeza la poca fortuna que había tenido de salir al mundo tan recientemente y que lo más probable fuera que todo aquel viaje fuera a terminar allí.
Tosí, repetidas veces. Comenzaba a sentirme ahogada y a notar cómo me costaba cada vez más respirar. Me dirigí hacia la taberna, que aunque no estaba en las mejores condiciones para responder a nada, era la única que debía saber algo así.
- ¿Hay alguna clase de trampilla, tunel, puerta trasera o forma de escapar? -le pregunté, en voz baja y con toda la calma que pude.
Si nos había hecho bajar hasta allí, pensé que habría sido porque debía tener un plan B. Y el único plan B que me venía a la mente era que pudiera haber una ruta de escape alternativa desde el almacén. De no ser así, estaríamos atrapados. Y si no era el humo el que acababa con nosotros, serían los escombros de la edificación que estaba ya ardiendo.
Kaytlyn
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Miró a su alrededor; veia poco, le lloraba los ojos, tanto por el dolor, como por el humo que iba entrando, sabía que tendrían que huir. Escuchó a la chica toser, era Kay, se estaba preocupando por toodos, sabía que estar allí no era una solución, y tendría que usar los caminos. Su pierna le estaba doliendo demasiado, tanto, que se mordía el labio para evitar gritar; aunque el elfo estaba curando su herida, lo cual agradecía -Esto… te lo pagaré… sea como- Empezó a toser mucho, tenía la garganta seca, había tragado mucho humo arríbba, intentando recuperar una vieja joya, que ahora, segurmante estaría oculta bajo los escombros del techo de su habitación.
¿Quien diría que le cogería aprecio a una piedra? pocos los dirian, pero así era -Sea como sea…- Logró decir y lo miró a los ojos -Ayudame a levantarme, os voy a sacar…- Iredio, le ayudó a levantarse, le dolia las piernas demasiado, pero aguantaba bien el dolor, y mas, cuando estaba al lado de ese chico tan guapo. Quizas Luna nunca lo admitiese, pero tambien sabía que chicos eran guapos y dignos de una buena noche -Esos barriles- Con ayuda de él, se dirigió a los barriles -Hay una salida, esto le perteneció a un grupo de traficantes hace años- Le costaba respirar mientras explicaba todo -Son muchos pasillos, cogiendo los correctos, llegaremos a una bodega…- El simple hecho de pensar en la bodega, en lo que se encontrarían allí una vez llegasen, le hacía que le diliese el pecho.
Tiró un barríl al suelo, el cual estaba bacio, lo hecho a un lado con el pie dejando ver una trampilla -Muchos de los pasillos llevan a caminos sin salida, a habitaciones llena de instrumentos de torturas- ‘’Usados recientemente’’ Le hubiera gustado decir, aunque no era el momento, su mente estaba siendo un caos en esos instantes -Cogerse de las manos, los pasillos son oscuros, y no se puede encender ninguna antorcha, digamos… que no es lo mas seguro, las paredes tienen una sustancia inflamable- Avisó y abrió una puerta, era de su altura y el pasillo lo suficiente ancho para ir dos -Iremos nosotros delante, agarrense bien a quien tengais delante y cuiado con el suelo- De la puerta emanó un olor a humedad, aire rancio, y a carne podrida.
Ella emprendió el camino, esperando que estuviesen cogidos unos a otros, aunque a la bodega que iban estuviese cerca, el camino que iban a coger iba en espiral, un truco para defenderlo con mas facilidad. Una rata del tamño de un perro pequeño pasó por los pies de Ocelote, ella ni se inmutó, digamos que le había cogido cariño con el tiempo. Se comía lo que ella no llegaba a comerse. Se puso a pensar en como irian Frio y Lilja, eran demasiado altos para este pasillo, aunque no miró para atras, de poco le valdría, apenas veía lo que tenía a un palmo de sí. Iba todo el rato con la mano al frente para intentar tocar cualquier cosa. Al cabo de unos pasos tocó una pared -Ahora os pido- Tosió un poco escupiendo al suelo.
Cogió algo de aire nuevamente -Ahora os pido que no me hableis, tengo que contar los pasos…- Empezó andar, el camino era como una serpiente que se enrosacba en una caja, habían mas pasillos, pero pasaban de largo, de algunos entraba algo de brisa fresca gracías a unos pequeós respiraderos, en otros, un olor a lo que una vez fue vino, es decir, un olor a vinegre, olía en otros a cosas pudriendose, animales muertos, restos de comida que dejaba aqui, y humanos, aunque esperaba que nadie reconociera eso.
Tras un buen rato andando, llegarón a una puerta, agarró el pomo, no quería abrir la puerta, pero debía -No me juzgueis- Abrió la puerta, y se separó de Iredio -Quedaós aquí, el suelo no es estable- Y así era, era como estar en un pantano, el suelo estaba completamente mojado, olía horrible, una mezcla de oleres… excrementos, sangre, vinegre, moho, putrefaccion, humedad, tierra mojada… tantos olores, que en su mezcla, era un golpe para sus pulomones.
Se la escuchó agarrarse a cosas, tropezarse mas de una vez, aunque no se la veía. Al cabo de un rato, se vió unas chispas a lo lejos, y al poco una antorcha -Os sacaré de aqui, despues, haced conmigo, lo que querais- Empezó agarrandose a una mesa que tenia a la derecha, alumbrando el suelo, en donde había unos tablones, a los lados de estos, habían craneos, sangre, ropa roñosa, algunas ratas, cucarachas, insectos, era una escena horrible. Cuando llegó a ellos, los miró -Seguidme, con cuidado- No tardaron en llegar a las escaleras, que a los pies de estas, había un cuerpo, repleto de gusanos que se alimentaban de este. Sacó de el una daga y subió por las escaleras, abriendo una trampilla.
Una vez fuera, se notaba el calor que emanaba el fuego, estaban cerca de la taberna, despues de lo que habían recorrido, no se hubiera dicho eso, ya que se hizo eterno el camino. Clavó la antorcha en el suelo y se sentó mirando el fuego. Ya si que había perdido todo, despues de ese camino, no iba a ser una persona de confianza nunca.
¿Quien diría que le cogería aprecio a una piedra? pocos los dirian, pero así era -Sea como sea…- Logró decir y lo miró a los ojos -Ayudame a levantarme, os voy a sacar…- Iredio, le ayudó a levantarse, le dolia las piernas demasiado, pero aguantaba bien el dolor, y mas, cuando estaba al lado de ese chico tan guapo. Quizas Luna nunca lo admitiese, pero tambien sabía que chicos eran guapos y dignos de una buena noche -Esos barriles- Con ayuda de él, se dirigió a los barriles -Hay una salida, esto le perteneció a un grupo de traficantes hace años- Le costaba respirar mientras explicaba todo -Son muchos pasillos, cogiendo los correctos, llegaremos a una bodega…- El simple hecho de pensar en la bodega, en lo que se encontrarían allí una vez llegasen, le hacía que le diliese el pecho.
Tiró un barríl al suelo, el cual estaba bacio, lo hecho a un lado con el pie dejando ver una trampilla -Muchos de los pasillos llevan a caminos sin salida, a habitaciones llena de instrumentos de torturas- ‘’Usados recientemente’’ Le hubiera gustado decir, aunque no era el momento, su mente estaba siendo un caos en esos instantes -Cogerse de las manos, los pasillos son oscuros, y no se puede encender ninguna antorcha, digamos… que no es lo mas seguro, las paredes tienen una sustancia inflamable- Avisó y abrió una puerta, era de su altura y el pasillo lo suficiente ancho para ir dos -Iremos nosotros delante, agarrense bien a quien tengais delante y cuiado con el suelo- De la puerta emanó un olor a humedad, aire rancio, y a carne podrida.
Ella emprendió el camino, esperando que estuviesen cogidos unos a otros, aunque a la bodega que iban estuviese cerca, el camino que iban a coger iba en espiral, un truco para defenderlo con mas facilidad. Una rata del tamño de un perro pequeño pasó por los pies de Ocelote, ella ni se inmutó, digamos que le había cogido cariño con el tiempo. Se comía lo que ella no llegaba a comerse. Se puso a pensar en como irian Frio y Lilja, eran demasiado altos para este pasillo, aunque no miró para atras, de poco le valdría, apenas veía lo que tenía a un palmo de sí. Iba todo el rato con la mano al frente para intentar tocar cualquier cosa. Al cabo de unos pasos tocó una pared -Ahora os pido- Tosió un poco escupiendo al suelo.
Cogió algo de aire nuevamente -Ahora os pido que no me hableis, tengo que contar los pasos…- Empezó andar, el camino era como una serpiente que se enrosacba en una caja, habían mas pasillos, pero pasaban de largo, de algunos entraba algo de brisa fresca gracías a unos pequeós respiraderos, en otros, un olor a lo que una vez fue vino, es decir, un olor a vinegre, olía en otros a cosas pudriendose, animales muertos, restos de comida que dejaba aqui, y humanos, aunque esperaba que nadie reconociera eso.
Tras un buen rato andando, llegarón a una puerta, agarró el pomo, no quería abrir la puerta, pero debía -No me juzgueis- Abrió la puerta, y se separó de Iredio -Quedaós aquí, el suelo no es estable- Y así era, era como estar en un pantano, el suelo estaba completamente mojado, olía horrible, una mezcla de oleres… excrementos, sangre, vinegre, moho, putrefaccion, humedad, tierra mojada… tantos olores, que en su mezcla, era un golpe para sus pulomones.
Se la escuchó agarrarse a cosas, tropezarse mas de una vez, aunque no se la veía. Al cabo de un rato, se vió unas chispas a lo lejos, y al poco una antorcha -Os sacaré de aqui, despues, haced conmigo, lo que querais- Empezó agarrandose a una mesa que tenia a la derecha, alumbrando el suelo, en donde había unos tablones, a los lados de estos, habían craneos, sangre, ropa roñosa, algunas ratas, cucarachas, insectos, era una escena horrible. Cuando llegó a ellos, los miró -Seguidme, con cuidado- No tardaron en llegar a las escaleras, que a los pies de estas, había un cuerpo, repleto de gusanos que se alimentaban de este. Sacó de el una daga y subió por las escaleras, abriendo una trampilla.
Una vez fuera, se notaba el calor que emanaba el fuego, estaban cerca de la taberna, despues de lo que habían recorrido, no se hubiera dicho eso, ya que se hizo eterno el camino. Clavó la antorcha en el suelo y se sentó mirando el fuego. Ya si que había perdido todo, despues de ese camino, no iba a ser una persona de confianza nunca.
- Off Rol:
- (No puedo poner color, el pc me va como la mierda de wasa)
Ocelote
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Una vez estuvimos todos allí abajo, ocelote se dispuso a informarnos sobre lo que tenia planeado hacer. Señalando a un conjunto de barriles, nos explico sobre la función de estos y el pasadizo que ocultaban, que había sido utilizado tiempo atrás por unos traficantes.
—Menuda joya de lugar —comente al respecto.
Escuche entonces con atención a lo que decía. Una vez entrásemos por aquel pasadizo, tendríamos que… escoger los caminos correctos para poder llegar hasta una bodega. Puse los ojos en blanco por un momento. Habría esperado que el plan fuera mejor, que en lugar de ir de un almacén hasta una bodega, pudiéramos salir directamente desde alguna trampilla que nos condujera hasta el exterior. Por lo menos había una solución, una forma de que saliéramos de allí con vida, trate de decirme. Lilja estaba bastante mareada, me miraba recelosa sin comprender demasiado bien hasta donde nos llevaría todo aquello. Hasta el momento no habíamos hecho mas que atrincherarnos mas, y quien sabia si el hecho de ir hasta aquella bodega no implicaría encerrarnos todavía mas. Lilja y yo teníamos en mente algo muy parecido. Apreciábamos a ocelote, al fin y al cabo nos despertaba la ternura que podía despertarnos una joven que trabajaba solitariamente en una taberna, sufriendo el desagradable trato de los hombres —y tal vez hasta mujeres— que por allí pasaban. Pero había una verdad innegable que teníamos muy clara, y es que estaba completamente loca. Debíamos continuar siguiendo los consejos de una de las personas mas desvariadas que habíamos conocido en toda nuestra vida? Creo que esa misma pregunta me la llego a hacer Lilja con una sola mirada.
Tome la mano del Lilja, siguiendo las instrucciones de la taberna, y también tome la mano de Kaytlyn. En cuanto abrió la puerta que nos conduciría hasta aquellos pasillos, caminamos pausadamente detrás de ella. Todo parecía mucha moas estrecho y pequeño, y no podría explicaros el hedor que emanaba de aquel lugar. Una mezcla de putrefacción, humedad y diversos hedores que no habría sabido clasificar. Trate de bromear conmigo mismo pensando que en largos viajes el olor de mi cuerpo había sido mucho peor que aquel.
La penumbra era tal que ya prácticamente no podíamos ver a ocelote. Tan solo podíamos seguir el sonido de sus silenciosos pasos, y bueno, no nos habíamos tomado todos de las manos en vano. Pidió que no le habláramos, y pareció estar muy centrada en poder continuar el camino tal y como ella sabia que debía hacerlo. O por lo menos eso quería pensar. Continuamos siguiendo sus pasos. En ocasiones parecía alejarse de nosotros, toquetear cosas entre las sombras y levo volver hacia nosotros. Como fuera, nos condujo hasta una luz que poco a poco fue haciéndose mas presente. Unas escaleras, en cuya parte inferior yacía el cuerpo muerto de algún pobre desgraciado.
—Bueno, he visto cosas peores —dije en un susurro casi inaudible—. Pobre tipo —dije mirando con tristeza el cadáver.
Ocelote saco una daga del cuerpo en descomposición y subiendo la escaleras, abrió una trampilla. Ya estábamos fuera, o bueno, por lo menos ya a punto de estarlo. Apresuradamente me dirigí hacia arriba y salí al exterior. También Lilja y los demás. Por fin el aire libre, por fin lejos del humo, los bandidos y todas esas cosas horribles que no habían hecho mas que interrumpir un buen trago. Respire profundamente. Mi hermana también parecía casi tan liberada como yo. Un sonido le llamo la atención. Lilja se giro hacia ocelote, quien acababa de clavar la antorcha en el suelo. El calor del fuego de la taberna era evidente, llegaba a nosotros en forma de una brisa ardiente. De hecho la segunda vez que respire profundamente, sentí como si el mismo fuego estuviera recorriendo mis pulmones. Me deje caer al suelo, agotado y jadeante. Mi hermana también estaba agotada, pero estaba ahora mucho mas preocupada por ocelote, quien acababa de perder probablemente lo único que tenia. Su hogar, su fuente de ingresos, tal vez todo lo que tenia. Se acerco lentamente a ella y paso sus suaves manos por encima de los hombros de la joven.
—Lo siento mucho… —dijo Lilja—. Gracias por ayudarnos a salir.
De repente Lilja se sintió estúpida. Se llevo una mano a la frente y dejo escapar un largo suspiro.
—Si no tiene a donde ir puede quedarse con nosotros —hable entonces yo a Lilja. Ella me miro con una mirada enigmática, pero finalmente asintió.
—Es lo menos que podríamos hacer —dijo ella.
—Menuda joya de lugar —comente al respecto.
Escuche entonces con atención a lo que decía. Una vez entrásemos por aquel pasadizo, tendríamos que… escoger los caminos correctos para poder llegar hasta una bodega. Puse los ojos en blanco por un momento. Habría esperado que el plan fuera mejor, que en lugar de ir de un almacén hasta una bodega, pudiéramos salir directamente desde alguna trampilla que nos condujera hasta el exterior. Por lo menos había una solución, una forma de que saliéramos de allí con vida, trate de decirme. Lilja estaba bastante mareada, me miraba recelosa sin comprender demasiado bien hasta donde nos llevaría todo aquello. Hasta el momento no habíamos hecho mas que atrincherarnos mas, y quien sabia si el hecho de ir hasta aquella bodega no implicaría encerrarnos todavía mas. Lilja y yo teníamos en mente algo muy parecido. Apreciábamos a ocelote, al fin y al cabo nos despertaba la ternura que podía despertarnos una joven que trabajaba solitariamente en una taberna, sufriendo el desagradable trato de los hombres —y tal vez hasta mujeres— que por allí pasaban. Pero había una verdad innegable que teníamos muy clara, y es que estaba completamente loca. Debíamos continuar siguiendo los consejos de una de las personas mas desvariadas que habíamos conocido en toda nuestra vida? Creo que esa misma pregunta me la llego a hacer Lilja con una sola mirada.
Tome la mano del Lilja, siguiendo las instrucciones de la taberna, y también tome la mano de Kaytlyn. En cuanto abrió la puerta que nos conduciría hasta aquellos pasillos, caminamos pausadamente detrás de ella. Todo parecía mucha moas estrecho y pequeño, y no podría explicaros el hedor que emanaba de aquel lugar. Una mezcla de putrefacción, humedad y diversos hedores que no habría sabido clasificar. Trate de bromear conmigo mismo pensando que en largos viajes el olor de mi cuerpo había sido mucho peor que aquel.
La penumbra era tal que ya prácticamente no podíamos ver a ocelote. Tan solo podíamos seguir el sonido de sus silenciosos pasos, y bueno, no nos habíamos tomado todos de las manos en vano. Pidió que no le habláramos, y pareció estar muy centrada en poder continuar el camino tal y como ella sabia que debía hacerlo. O por lo menos eso quería pensar. Continuamos siguiendo sus pasos. En ocasiones parecía alejarse de nosotros, toquetear cosas entre las sombras y levo volver hacia nosotros. Como fuera, nos condujo hasta una luz que poco a poco fue haciéndose mas presente. Unas escaleras, en cuya parte inferior yacía el cuerpo muerto de algún pobre desgraciado.
—Bueno, he visto cosas peores —dije en un susurro casi inaudible—. Pobre tipo —dije mirando con tristeza el cadáver.
Ocelote saco una daga del cuerpo en descomposición y subiendo la escaleras, abrió una trampilla. Ya estábamos fuera, o bueno, por lo menos ya a punto de estarlo. Apresuradamente me dirigí hacia arriba y salí al exterior. También Lilja y los demás. Por fin el aire libre, por fin lejos del humo, los bandidos y todas esas cosas horribles que no habían hecho mas que interrumpir un buen trago. Respire profundamente. Mi hermana también parecía casi tan liberada como yo. Un sonido le llamo la atención. Lilja se giro hacia ocelote, quien acababa de clavar la antorcha en el suelo. El calor del fuego de la taberna era evidente, llegaba a nosotros en forma de una brisa ardiente. De hecho la segunda vez que respire profundamente, sentí como si el mismo fuego estuviera recorriendo mis pulmones. Me deje caer al suelo, agotado y jadeante. Mi hermana también estaba agotada, pero estaba ahora mucho mas preocupada por ocelote, quien acababa de perder probablemente lo único que tenia. Su hogar, su fuente de ingresos, tal vez todo lo que tenia. Se acerco lentamente a ella y paso sus suaves manos por encima de los hombros de la joven.
—Lo siento mucho… —dijo Lilja—. Gracias por ayudarnos a salir.
De repente Lilja se sintió estúpida. Se llevo una mano a la frente y dejo escapar un largo suspiro.
—Si no tiene a donde ir puede quedarse con nosotros —hable entonces yo a Lilja. Ella me miro con una mirada enigmática, pero finalmente asintió.
—Es lo menos que podríamos hacer —dijo ella.
Friðþjófur Rögnvaldsson
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Como parecía que todos estaban ilesos, se limitó a ayudar a la tabernera a levantarse. No pudo negar que esto era de las cosas más raras que había vivido jamás. Agarrándola bien fuerte por la cintura, fue pasito a pasito con ella por el pasadizo. Era una ventaja esto de ser hombre, podía coger a gente sin temer que se le resbalasen a la mínima. Aunque no demasiada, tenía algo más de fuerza de lo que tenía de normal en su forma de mujer. Eso incluía que podía levantar una espada y tensar su arco sin apenas esfuerzo. Lo de partir nueces con una mano lo tendría que ensayar más.
A medida que iban avanzando y se iban encontrando con ratas y otros elementos de dudosa reputación, no pudo evitar cerrar los ojos un momento. Se sentía completamente encerrada y claustrofóbica en aquel lugar. Quizás la tabernera notase que su respiración era más agitada y su ansiedad era más evidente que antes. Odiaba los espacios cerrados. Los odiaba mucho.
Llegaron entonces a un lugar donde la joven les pidió silencio, pues tenía que contar pasos. ¿Qué? Esto sí que era curioso. En silencio, la asistía en caso de que necesitase algo. De golpe, entró en una sala en la cual estaba todo prácticamente a oscuras, inclusive para ella. Cada vez que escuchaba el ruido de algo romperse, se llevaba una mano a la mejilla y ponía cada vez más gesto de dolor hasta que, finalmente, la muchacha consiguió guiarlos hasta unas escaleras donde había un cuerpo en descomposición. La tabernera cogió de allí una daga. Ella, como elfo, puso cara de desagrado y arrugó la nariz. Los olores eran muy fuertes para ella/él.
Tras un complicado camino, consiguieron salir al exterior. La joven clavó la antorcha en el suelo. La taberna en llamas emitía un calor nada desdeñable, aunque ya no era peligroso para ellos. Con un poco de suerte, los bandidos se habían chamuscado y no tendrían que volver a pelear. todos cayeron rendidos en el suelo. Iredia/Iredio, en cambio, se quedó de pie y se acercó a la muchacha.
-¿Estás bien? -le preguntó con preocupación.
No fue la única. La chica pelirroja se acercó también a ella ofreciéndole cobijo, lo cual alivió a la joven elfa. Esa ex tabernera contaba con ayuda.
A medida que iban avanzando y se iban encontrando con ratas y otros elementos de dudosa reputación, no pudo evitar cerrar los ojos un momento. Se sentía completamente encerrada y claustrofóbica en aquel lugar. Quizás la tabernera notase que su respiración era más agitada y su ansiedad era más evidente que antes. Odiaba los espacios cerrados. Los odiaba mucho.
Llegaron entonces a un lugar donde la joven les pidió silencio, pues tenía que contar pasos. ¿Qué? Esto sí que era curioso. En silencio, la asistía en caso de que necesitase algo. De golpe, entró en una sala en la cual estaba todo prácticamente a oscuras, inclusive para ella. Cada vez que escuchaba el ruido de algo romperse, se llevaba una mano a la mejilla y ponía cada vez más gesto de dolor hasta que, finalmente, la muchacha consiguió guiarlos hasta unas escaleras donde había un cuerpo en descomposición. La tabernera cogió de allí una daga. Ella, como elfo, puso cara de desagrado y arrugó la nariz. Los olores eran muy fuertes para ella/él.
Tras un complicado camino, consiguieron salir al exterior. La joven clavó la antorcha en el suelo. La taberna en llamas emitía un calor nada desdeñable, aunque ya no era peligroso para ellos. Con un poco de suerte, los bandidos se habían chamuscado y no tendrían que volver a pelear. todos cayeron rendidos en el suelo. Iredia/Iredio, en cambio, se quedó de pie y se acercó a la muchacha.
-¿Estás bien? -le preguntó con preocupación.
No fue la única. La chica pelirroja se acercó también a ella ofreciéndole cobijo, lo cual alivió a la joven elfa. Esa ex tabernera contaba con ayuda.
Iredia
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
El aire quemaba mis pulmones al respirarlo. Suspiré largamente y dejé progresivamente de jadear. Habíamos podido escapar, y muchos de los bandidos se habían quemado en el interior de la taberna. Otros tantos posiblemente habrían escapado, pero mientras estuviéramos a cierta distancia de la taberna, no iban a ser un problema. Miré hacia Ocelote, la tabernera, que ahora se encontraba completamente destruída. Tanto físicamente, por el hecho de haber perdido aquel local. Esbocé una mueca de tristeza, no era la clase de final que habría esperado. De hecho ni siquiera había esperado que nada de aquello pudiera suceder.
Caminé unos pasos hacia Ocelote. Escuché entonces a Frí diciéndole a su hermana que podría quedarse en su casa, allí donde también yo vivía. La casa no era muy grande, y yo tenía la única habitación extra que había. No me habría importado cederle aquella habitación a Ocelote, al fin y al cabo la líder Nana ya me había propuesto encontrar un hogar para mí, y los hermanos pelirrojos ya me habían ayudado durante bastante tiempo.
- Alguien debería llevarla en brazos -dije entonces-. Me ofrecería, pero no creo que yo pudiera cargar con ella. Pero tenemos que irnos de esta zona rápidamente. Aprovechando el shock de los bandidos por el incendio. Si les damos tiempo a recuperarse y venir, vendrán mucho más furiosos.
Traté de echar un vistazo a mi alrededor, buscando alguna dirección que me resultara familiar. Pero la taberna estaba alejada de los caminos, y no había ningún letrero cerca que indicara la dirección hacia alguna aldea o ciudad. Lo único que podíamos hacer era alejarnos en cualquier dirección opuesta a la taberna. Como fuera, debíamos hacerlo, de eso no cabía duda, sino escapar habría servido de bien poco. Sentí un intenso ardor en el brazo izquierdo. Cuando dirigí mi mirada hacia este, pude percatarme de que había una pronunciada quemadura. Abrí los ojos alarmada. No me había dado cuenta hasta aquel momento, probablemente porque había estado demasiado centrada en salir, en huir. Rápidamente corrí hacia el elfo y con la voz temblorosa le hablé.
- ¿C…Crees que es grave? Me duele, me arde -dije, ahora fijando la vista en la herida con la boca entreabierta. Era la primera vez en la que me hacía una herida de relativa gravedad. De hecho, no había sufrido muchas heridas durante mi vida, y probablemente estaba exagerando más de cuanto lo habría hecho cualquier otro viajero común.
Pero para mí era grave, y junto con la herida comenzaba a venirme un ataque de ansiedad.
Caminé unos pasos hacia Ocelote. Escuché entonces a Frí diciéndole a su hermana que podría quedarse en su casa, allí donde también yo vivía. La casa no era muy grande, y yo tenía la única habitación extra que había. No me habría importado cederle aquella habitación a Ocelote, al fin y al cabo la líder Nana ya me había propuesto encontrar un hogar para mí, y los hermanos pelirrojos ya me habían ayudado durante bastante tiempo.
- Alguien debería llevarla en brazos -dije entonces-. Me ofrecería, pero no creo que yo pudiera cargar con ella. Pero tenemos que irnos de esta zona rápidamente. Aprovechando el shock de los bandidos por el incendio. Si les damos tiempo a recuperarse y venir, vendrán mucho más furiosos.
Traté de echar un vistazo a mi alrededor, buscando alguna dirección que me resultara familiar. Pero la taberna estaba alejada de los caminos, y no había ningún letrero cerca que indicara la dirección hacia alguna aldea o ciudad. Lo único que podíamos hacer era alejarnos en cualquier dirección opuesta a la taberna. Como fuera, debíamos hacerlo, de eso no cabía duda, sino escapar habría servido de bien poco. Sentí un intenso ardor en el brazo izquierdo. Cuando dirigí mi mirada hacia este, pude percatarme de que había una pronunciada quemadura. Abrí los ojos alarmada. No me había dado cuenta hasta aquel momento, probablemente porque había estado demasiado centrada en salir, en huir. Rápidamente corrí hacia el elfo y con la voz temblorosa le hablé.
- ¿C…Crees que es grave? Me duele, me arde -dije, ahora fijando la vista en la herida con la boca entreabierta. Era la primera vez en la que me hacía una herida de relativa gravedad. De hecho, no había sufrido muchas heridas durante mi vida, y probablemente estaba exagerando más de cuanto lo habría hecho cualquier otro viajero común.
Pero para mí era grave, y junto con la herida comenzaba a venirme un ataque de ansiedad.
Kaytlyn
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Re: Todos los caminos llevan a la muerte [Libre] [+18][Cerrado]
Suspiró fuertemente, y se limpió un poco las lágrimas que le había salido de sus llorosos ojos. Tras ello se levantó -¿Cómo quieres que esté bien?- Su enfado no era con el elfo, en verdad era consigo misma -Y Fri… Lilja, no puedo aceptar eso- Cogió aire, aunque empezó a toser de nuevo, entre el nudo que tenía en la garganta y el humo que había tragado, se le era un reto respirar bien -Nunca he dañado a ningún inocente- Apretó el puño con fuerza -A nadie que no se lo mereciera- Miraba la taberna; en sus ojos se reflejaba el fuego haciendo cenizas su taberna -No era ni mía…- Cogió la daga acariciándola con suavidad -Le pertenecía al hombre más bondadoso del mundo…- Le picaba la garganta, haciendo que le costase hacer frases muy largas, carraspeó cerrando los ojos -La edad le hizo abandonar el mundo, acabó con su vida. Le había…- Se giró para mirar a todos -Le había prometido que nunca dejaría la taberna, que haría que fuese la más famosa, que todos decidieran venir aquí- Sin querer seguir más con ello, dejó la daga caer al suelo.
Vio a Kay herida, se acercó a ella, le costó un poco, la rodilla le fallaba, estaba destrozada, pero no podía permitir que ella estuviese mal. Le miró la herida -Si pudiste ayudarme con mi herida, podrás con esa- Le dijo al elfo -Y perdona por lo de antes- Bajo su mirada avergonzada -Estaba enfadada, enfadada conmigo.. miraos… esto es mi culpa- Cogió aire, no se dió cuenta que se estaba agarrando al brazo del elfo -Lo siento- Se separó y miró a Kay -Gracias, quizas aun necesite algo de ayuda… os guiaré al pueblo, allí conozco a gente - Dijo sonriendo, una sonrisa algo forzada.
Se acercó a Frio -Voy aceptar lo que me has propuesto, pero solo el tiempo suficiente para recuperarme…- Miró de nuevo la taberna -Hay que detener a esa bestia, cada dia mas gente le sigue, cada día se hace mas fuerte- Suspiró y le falló de nuevo la rodilla, cayendo al suelo rendida -Crucemos el bosque, no creo que tardemos mucho, está cerca y conozco a quienes no pueden dar asilo para la noche- Se intentó levantar, pero no pudo. Al menos Frio la ayudó a levantarse. Se agarró con fuerza al brazo -gracias…¡Vamos!- Dijo algo animada andando a la espesura del bosque.
Vio a Kay herida, se acercó a ella, le costó un poco, la rodilla le fallaba, estaba destrozada, pero no podía permitir que ella estuviese mal. Le miró la herida -Si pudiste ayudarme con mi herida, podrás con esa- Le dijo al elfo -Y perdona por lo de antes- Bajo su mirada avergonzada -Estaba enfadada, enfadada conmigo.. miraos… esto es mi culpa- Cogió aire, no se dió cuenta que se estaba agarrando al brazo del elfo -Lo siento- Se separó y miró a Kay -Gracias, quizas aun necesite algo de ayuda… os guiaré al pueblo, allí conozco a gente - Dijo sonriendo, una sonrisa algo forzada.
Se acercó a Frio -Voy aceptar lo que me has propuesto, pero solo el tiempo suficiente para recuperarme…- Miró de nuevo la taberna -Hay que detener a esa bestia, cada dia mas gente le sigue, cada día se hace mas fuerte- Suspiró y le falló de nuevo la rodilla, cayendo al suelo rendida -Crucemos el bosque, no creo que tardemos mucho, está cerca y conozco a quienes no pueden dar asilo para la noche- Se intentó levantar, pero no pudo. Al menos Frio la ayudó a levantarse. Se agarró con fuerza al brazo -gracias…¡Vamos!- Dijo algo animada andando a la espesura del bosque.
Ocelote
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