Un merecido descanso [Libre][Noche][2/4]
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Un merecido descanso [Libre][Noche][2/4]
Los tenues rayos de luz se escurrían intrépidamente entre las hojas de los árboles que lentamente dejábamos atrás, el camino había sido tan largo como frío, se me antojaba descansar, y aunque había tanto que la dragona y yo necesitábamos contarnos, francamente me dominaba el agotamiento y no podía pensar en nada más que asomarnos a alguna posada y caer muerto sobre la primera cama que encontrara a la vista para no despertar en días; claramente era algo que no podía permitirme si queríamos alcanzar a tiempo al misterioso causante de la aparición de aquellos misteriosos necrocosos que había mencionado Seek hacía ya un largo rato.
Al menos la larga caminata me había servido para pensar en algunos modelos de ropa que pudieran servir a mi compañera con motivo de ser prácticos pero a la vez agradables a la vista, aunque era evidente que a pesar de ser tan solo una niña, no era la típica chica que deseaba todo su mundo en color rosado, sino que más bien prefería el negro tal como yo, y no me refiero a que yo fuera negro, sino que también me gustaba el color negro.
A lo lejos se podía ver por fin la entrada a la ciudad de los vampiros, un sórdido lugar de pocas luces y olor a -Oh por los dioses, huele a piricuecos- Advertí cubriendo mi nariz al notar un extraño y repugnante olor a animalitos muertos, tal vez un roedor o algo de similar tamaño habría quedado desecho en el peor lugar posible, por eso la zona tenía tan pocos turistas, y es que a fin de cuentas, nadie venía a Sacrestic por un viaje de placer, el turismo no era algo que les preocupara mucho aunque con los recientes tratados con otras razas procuraban que su ciudad pareciera un poco más atrayente de lo normal.
De prisa- Le dije tomando su mano para asegurarla a mi brazo y acelerar el paso hacia una posada a la que parecía querer entrar otra pareja y decía el letrero que solo quedaba una habitación disponible; no es que me gustara o que sintiera un aprecio especial por ese lugar, era simplemente la emoción y el deseo de saber que la pareja sí parecía desearlo y nosotros le arrebataríamos eso por simple placer; reí con malicia al ver que llegábamos primero gracias a que la mujer había preferido detenerse antes por un raro objeto de recuerdo en la tienda del frente; una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro al ver que efectivamente solo quedaba la llave de una habitación -Buenas noches, deseamos esa habitación que queda- Pedí de inmediato -¿Pareja?- Preguntó la encargada mirándonos extrañada por lo joven que parecía mi compañera aunque tampoco era que le importara mucho -No, ella es mi guardiana- Di la mejor respuesta que se me ocurrió al momento y que de hecho no era falsa, aunque por su apariencia grácil y delicada difícilmente se podría llegar a pensar que fuera un guardián particularmente eficiente.
Tras llenar un par de páginas la mujer nos dio las llaves y le entregué el dinero, mi sensación de logro y superación personal fue tal con la llegada de la pareja que no pude contener una enorme sonrisa casi de oreja a oreja; al parecer era la última habitación en las posadas decentes, y vaya que debía serlo con lo cara que había salido, pero ahora aquella pareja tendría que irse a uno de esos lugares de baja calaña, no parecían ser de ningún lugar cercano, aunque eso no me dio ni una pizca de remordimiento, eran ellos o nosotros.
Al menos la larga caminata me había servido para pensar en algunos modelos de ropa que pudieran servir a mi compañera con motivo de ser prácticos pero a la vez agradables a la vista, aunque era evidente que a pesar de ser tan solo una niña, no era la típica chica que deseaba todo su mundo en color rosado, sino que más bien prefería el negro tal como yo, y no me refiero a que yo fuera negro, sino que también me gustaba el color negro.
A lo lejos se podía ver por fin la entrada a la ciudad de los vampiros, un sórdido lugar de pocas luces y olor a -Oh por los dioses, huele a piricuecos- Advertí cubriendo mi nariz al notar un extraño y repugnante olor a animalitos muertos, tal vez un roedor o algo de similar tamaño habría quedado desecho en el peor lugar posible, por eso la zona tenía tan pocos turistas, y es que a fin de cuentas, nadie venía a Sacrestic por un viaje de placer, el turismo no era algo que les preocupara mucho aunque con los recientes tratados con otras razas procuraban que su ciudad pareciera un poco más atrayente de lo normal.
De prisa- Le dije tomando su mano para asegurarla a mi brazo y acelerar el paso hacia una posada a la que parecía querer entrar otra pareja y decía el letrero que solo quedaba una habitación disponible; no es que me gustara o que sintiera un aprecio especial por ese lugar, era simplemente la emoción y el deseo de saber que la pareja sí parecía desearlo y nosotros le arrebataríamos eso por simple placer; reí con malicia al ver que llegábamos primero gracias a que la mujer había preferido detenerse antes por un raro objeto de recuerdo en la tienda del frente; una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro al ver que efectivamente solo quedaba la llave de una habitación -Buenas noches, deseamos esa habitación que queda- Pedí de inmediato -¿Pareja?- Preguntó la encargada mirándonos extrañada por lo joven que parecía mi compañera aunque tampoco era que le importara mucho -No, ella es mi guardiana- Di la mejor respuesta que se me ocurrió al momento y que de hecho no era falsa, aunque por su apariencia grácil y delicada difícilmente se podría llegar a pensar que fuera un guardián particularmente eficiente.
Tras llenar un par de páginas la mujer nos dio las llaves y le entregué el dinero, mi sensación de logro y superación personal fue tal con la llegada de la pareja que no pude contener una enorme sonrisa casi de oreja a oreja; al parecer era la última habitación en las posadas decentes, y vaya que debía serlo con lo cara que había salido, pero ahora aquella pareja tendría que irse a uno de esos lugares de baja calaña, no parecían ser de ningún lugar cercano, aunque eso no me dio ni una pizca de remordimiento, eran ellos o nosotros.
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Re: Un merecido descanso [Libre][Noche][2/4]
Después de una larga caminata cruzamos el umbral a Sacrestic ville. Siempre se veía diferente para mí, aunque por ahora era la tercera vez que lo veía, y la única en la que no había llegado completamente aterrada y por algún accidente, lo que estaba segura, hacía diferente mi percepción del lugar.
Ante la advertencia de Bio solo se me ocurrió olfatear bien el aire para saber que eran los “piricuecos”, y terminé asumiendo que era alguna forma de llamar al olor a podredumbre, quizás de algún animal pequeño, porque no era tan intenso como si una criatura de nuestro tamaño se estuviera descomponiendo en algún lado.
De cualquier modo, no era peor para mí que el olor a humanidad que se respiraba en las calles de Lunargenta, y que, en los días de calor, parecía que se aparecía como un vaho que levantaba el sol del suelo y las paredes, haciendo difícil y repugnante respirar entre sus muros.
Mi análisis sobre los aromas, y mente embelesada en pensamientos que habían discurrido más lejos del lugar en el que estaba fue interrumpido por la llamada de atención del vampiro. Me agarré con más fuerza a él, emulando su gesto, y apuré el paso mientras buscaba en nuestro entorno algo que justificara nuestro apuro. ¿Nos estaban siguiendo? ¿Había algún peligro? Miré a Víctor pero no parecía asustado, ni alarmado de ese modo…
Entramos a la posada y nos detuvimos en el mostrador. Aun sin soltarle me puse a fijarme en todo lo que había sobre y tas el mismo. El tintero, la pluma azabache, aquel panel lleno de ganchitos detrás de la persona que atendía, cuya funcionalidad no habría entendido de no ser porque de uno de ellos colgaba un manojo de llaves.
Sin siquiera mirar a la encargada, ni prestar verdadera atención a la conversación respondí automáticamente a la misma.
-Se me da bien cuidar cosas. - Sobre todo lugares, aunque fuera algo un poco típico incluso en las historias. En eso, los mitos no mentían por lo menos.
Una pareja se detuvo a nuestro lado, y pidió una habitación para dos, me sonaba de haberlos visto en la calle, y entonces até cabos. Víctor debía de haberlos visto, y apuro el paso para no quedarse sin refugio cuando llegara el alba. Froté la frente en su hombro ligeramente, premiando aquella conducta de auto conservación por su parte, pues, después de contemplarle algunas conductas demasiado desprendidas, incluso para con su propia salud, tenía un miedo arraigado a que por proteger a otros se descuidara demasiado.
No nos detuvimos demasiado en la planta baja, cosa que agradecí el silencio, desde que llevaba las ropas esparrancadas que sentía que me miraban con hambre, y eso era sumamente incomodo, había terminado, más veces de las que estaba orgullosa de admitir, con alguien sin una mano. Y ese alguien no era yo.
Una vez en la habitación y con la puerta cerrada, me quedé en el centro de la estancia mirando hacia todos lados. Sin entender muy bien que era lo que tocaba ahora o que hacer. Había creído que iríamos hacia alguna tienda cercana antes de descansar, para así partir al crepúsculo, pero quizás pensaba pasar un día de más en el pueblo, lo cual no estaba mal si conseguía alguna montura para ir más rápido por el camino, aquel sujeto, hasta donde sabíamos, iba por su propio pie, y con un animal al lado, pero pequeño, lo tendría difícil para montarse en caballo.
Por otro lado, la habitación no era un buen lugar al que volver a mi forma de lagarto, los cuartos humanos no eran tan grandes, y tenían muebles que prefería no cargarme en algún incidente, así que simplemente mire el mobiliario y luego al vampiro, esperando alguna indicación por su parte. Pensando en si debía meterme otra vez a dormir bajo la cama. No sonaba tan mal…
-Víctor… no estoy muy acostumbrada a estar dentro de psadas…-Le advertí con un tono que dejaba traslucir mi inseguridad y las dudas con más claridad de lo que se mostraban en mi mente. La última vez que había llegado a sacrestic debía de haber sido la segunda vez que entraba en el dormitorio de una en esos dos años, y no más de la quinta que ponía un pie dentro del salón del hospicio.
Ante la advertencia de Bio solo se me ocurrió olfatear bien el aire para saber que eran los “piricuecos”, y terminé asumiendo que era alguna forma de llamar al olor a podredumbre, quizás de algún animal pequeño, porque no era tan intenso como si una criatura de nuestro tamaño se estuviera descomponiendo en algún lado.
De cualquier modo, no era peor para mí que el olor a humanidad que se respiraba en las calles de Lunargenta, y que, en los días de calor, parecía que se aparecía como un vaho que levantaba el sol del suelo y las paredes, haciendo difícil y repugnante respirar entre sus muros.
Mi análisis sobre los aromas, y mente embelesada en pensamientos que habían discurrido más lejos del lugar en el que estaba fue interrumpido por la llamada de atención del vampiro. Me agarré con más fuerza a él, emulando su gesto, y apuré el paso mientras buscaba en nuestro entorno algo que justificara nuestro apuro. ¿Nos estaban siguiendo? ¿Había algún peligro? Miré a Víctor pero no parecía asustado, ni alarmado de ese modo…
Entramos a la posada y nos detuvimos en el mostrador. Aun sin soltarle me puse a fijarme en todo lo que había sobre y tas el mismo. El tintero, la pluma azabache, aquel panel lleno de ganchitos detrás de la persona que atendía, cuya funcionalidad no habría entendido de no ser porque de uno de ellos colgaba un manojo de llaves.
Sin siquiera mirar a la encargada, ni prestar verdadera atención a la conversación respondí automáticamente a la misma.
-Se me da bien cuidar cosas. - Sobre todo lugares, aunque fuera algo un poco típico incluso en las historias. En eso, los mitos no mentían por lo menos.
Una pareja se detuvo a nuestro lado, y pidió una habitación para dos, me sonaba de haberlos visto en la calle, y entonces até cabos. Víctor debía de haberlos visto, y apuro el paso para no quedarse sin refugio cuando llegara el alba. Froté la frente en su hombro ligeramente, premiando aquella conducta de auto conservación por su parte, pues, después de contemplarle algunas conductas demasiado desprendidas, incluso para con su propia salud, tenía un miedo arraigado a que por proteger a otros se descuidara demasiado.
No nos detuvimos demasiado en la planta baja, cosa que agradecí el silencio, desde que llevaba las ropas esparrancadas que sentía que me miraban con hambre, y eso era sumamente incomodo, había terminado, más veces de las que estaba orgullosa de admitir, con alguien sin una mano. Y ese alguien no era yo.
Una vez en la habitación y con la puerta cerrada, me quedé en el centro de la estancia mirando hacia todos lados. Sin entender muy bien que era lo que tocaba ahora o que hacer. Había creído que iríamos hacia alguna tienda cercana antes de descansar, para así partir al crepúsculo, pero quizás pensaba pasar un día de más en el pueblo, lo cual no estaba mal si conseguía alguna montura para ir más rápido por el camino, aquel sujeto, hasta donde sabíamos, iba por su propio pie, y con un animal al lado, pero pequeño, lo tendría difícil para montarse en caballo.
Por otro lado, la habitación no era un buen lugar al que volver a mi forma de lagarto, los cuartos humanos no eran tan grandes, y tenían muebles que prefería no cargarme en algún incidente, así que simplemente mire el mobiliario y luego al vampiro, esperando alguna indicación por su parte. Pensando en si debía meterme otra vez a dormir bajo la cama. No sonaba tan mal…
-Víctor… no estoy muy acostumbrada a estar dentro de psadas…-Le advertí con un tono que dejaba traslucir mi inseguridad y las dudas con más claridad de lo que se mostraban en mi mente. La última vez que había llegado a sacrestic debía de haber sido la segunda vez que entraba en el dormitorio de una en esos dos años, y no más de la quinta que ponía un pie dentro del salón del hospicio.
Arygos Valnor
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Re: Un merecido descanso [Libre][Noche][2/4]
El viaje por las escaleras pasó tan rápido que apenas y me fijé en las pinturas que decoraban la circular travesía que era la especie de escaleras de caracol; una vez arriba abrí la puerta con una gran sonrisa de satisfacción, de momento no necesitábamos la habitación, pero igual había resultado emocionante la competencia, además en algún momento necesitaría descansar un poco, por lo que resultaba mejor estar preparados.
La habitación era pequeña y bastante acogedora, aunque de igual modo mi compañera no parecía estar a gusto, no le gustaba para nada la vida y las costumbres humanas, sin embargo era algo con lo que definitivamente debería aprender a lidiar ¿O no? Tal vez no esta noche -Tranquila, entiendo- Le dije -Ya verás lo que haremos- Rápidamente avancé hasta la cama y arrancando la sábana que la cubría desnudé el colchón, uno bastante cómodo por cierto, pero igual conseguí levantarlo para colocar la cama de medio lado abriendo más espacio en el centro de la habitación.
Acto seguido tomé la sábana y la desplegué por el piso señalando a Arygos que me ayudara a ordenar el otro extremo; de ese modo podríamos acostarnos en el piso como a ella le gustaba pero con un poco más de comodidad que lanzarnos sobre el piso rústico; no era la mejor de las ideas que se me podrían ocurrir para mejorar su estadía, pero estaba cansado y hasta un poco hambriento después de tanta lucha.
Señalé con orgullo mi hazaña proponiendo probarla -¿Qué te parece? Ahí podemos estar cómodos- Ahora quedaba en pie una tarea un poco más complicada; algo que me gustaba de las posadas de esta zona era la atención al cliente, bastaba con halar una cuerda conectada a quien sabe dónde, para que nos ofrecieran servicio a la habitación; una vez que llegó la encargada de atendernos me acerqué a la puerta y le susurre sutilmente para que mi compañera no escuchara mi petición, aunque no era más que hilos y agujas lo que estaba encargando, eso sin mencionar algunos metros de tela negra como mi compañera había dicho que le gustaba.
Luego solo había que esperar unos instantes a que me trajeran mis cosas para proceder a fabricar la mejor indumentaria que hubiera fabricado jamás, aunque tampoco es que hubiera fabricado mucho, de hecho, no recordaba haber fabricado nada antes, pero algo podríamos hacer -Nos espera un largo viaje, lo mejor será descansar al menos un poco- Dije con convicción -Además eso en tu hombro no se ve bien, deberíamos tratar de sanarlo de algún modo- Señalé la fea herida que llevaba en su hombro.
La habitación era pequeña y bastante acogedora, aunque de igual modo mi compañera no parecía estar a gusto, no le gustaba para nada la vida y las costumbres humanas, sin embargo era algo con lo que definitivamente debería aprender a lidiar ¿O no? Tal vez no esta noche -Tranquila, entiendo- Le dije -Ya verás lo que haremos- Rápidamente avancé hasta la cama y arrancando la sábana que la cubría desnudé el colchón, uno bastante cómodo por cierto, pero igual conseguí levantarlo para colocar la cama de medio lado abriendo más espacio en el centro de la habitación.
Acto seguido tomé la sábana y la desplegué por el piso señalando a Arygos que me ayudara a ordenar el otro extremo; de ese modo podríamos acostarnos en el piso como a ella le gustaba pero con un poco más de comodidad que lanzarnos sobre el piso rústico; no era la mejor de las ideas que se me podrían ocurrir para mejorar su estadía, pero estaba cansado y hasta un poco hambriento después de tanta lucha.
Señalé con orgullo mi hazaña proponiendo probarla -¿Qué te parece? Ahí podemos estar cómodos- Ahora quedaba en pie una tarea un poco más complicada; algo que me gustaba de las posadas de esta zona era la atención al cliente, bastaba con halar una cuerda conectada a quien sabe dónde, para que nos ofrecieran servicio a la habitación; una vez que llegó la encargada de atendernos me acerqué a la puerta y le susurre sutilmente para que mi compañera no escuchara mi petición, aunque no era más que hilos y agujas lo que estaba encargando, eso sin mencionar algunos metros de tela negra como mi compañera había dicho que le gustaba.
Luego solo había que esperar unos instantes a que me trajeran mis cosas para proceder a fabricar la mejor indumentaria que hubiera fabricado jamás, aunque tampoco es que hubiera fabricado mucho, de hecho, no recordaba haber fabricado nada antes, pero algo podríamos hacer -Nos espera un largo viaje, lo mejor será descansar al menos un poco- Dije con convicción -Además eso en tu hombro no se ve bien, deberíamos tratar de sanarlo de algún modo- Señalé la fea herida que llevaba en su hombro.
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Re: Un merecido descanso [Libre][Noche][2/4]
Observé con curiosidad lo que le hacía Víctor a la cama, aunque no lo entendí hasta que no empezó a colocar la sabana en el suelo. Seguí sus indicaciones con una obediencia ciega que ningún otro sureño despertaba con tal facilidad, y conformamos aquel extraño lecho que tenía un poco de las costumbres de ambos.
-Gracias. - Sonreí de forma genuina observando la sencillez de la tela cubriendo el suelo de la estancia.
- ¿Qué es eso? -subí la mirada al ver que tiraba de una cuerda, y miré a mi alrededor, esperando que pasara algo, pero nada, nada que me explicara porque estaba aquella cuerda allí, o para que servía.
Los golpes a la puerta llamaron mi atención, mas con el secretismo con el que Víctor atendió a alguien. Desde atrás en el centro de la estancia, donde me hallaban caminando erráticamente de un lado a otro, intenté pispear quien era, o que decían, pero susurraban demasiado bajo como para que pudiera oírlo. Aguardé a que la cerrase la puerta antes de acribillarlo a preguntas.
-¿Quién era?¿Que quería?¿Cómo sabía que estabas aquí?.- La última pregunta me la respondí sola, al igual que la primera, tenía que ser alguien de la posada.- ¿Ha habido algún problema con el arriendo? Tengo aeros si hacen falta. - Había aprendido que, en el sur, todo podía pasarse por alto si tenías suficientes aeros, algo practico, aunque no me gustara para nada.
Los comentarios sobre mi herida me hicieron girar el cuello. Con sumo cuidado aparte el pelo que cubría la herida. Con la piel escamosa se veía extraño, parecía que algunas de las escamas se habían fundido en una masa blanda y blanquecina, con trozos rosados que habían quedado pelados, como si fuera metal fundido sobre carne. Cerré los ojos y respiré hondo, dejando que la piel volviera a la palidez y fragilidad propias de la tez humana, dolía menos de ese modo, quizás porque era más elástica, y la apariencia de la herida cambiaba a algo menos bizarro. Aunque había más colores, el blanco el amarillento y tonos de rosado, incluso un rojo oscuro, era claramente una quemadura, una grave y relativamente reciente, pero había estado teniendo un buen cuidado de la misma, y al menos, las ampollas se habían desinflado bastante.
-Así no se ve tan horrible. ¿No? - Lo miré de soslayo, buscando en su expresión una respuesta. – Tuve que cauterizar una herida, pero no ha salido tan mal. -Olfateé. - No huele a podrido ni a infectado. - Solo un poco aun a carne quemada.
Junté el pelo con ambas manos, para que no quedara sobre la herida, haciéndolo pasar sobre el hombro opuesto. En esa forma la piel dolía menos por su elasticidad, pero también era mas blanda y hacía que el pelo la lastimara al rozarla demasiado. Agarré una hilacha de la pobre tela que me cubría y con ella me até el pelo a un costado. Algunos mechones seguían siendo muy muy largos, mientras que otros apenas llegaban un palmo por debajo de los hombros, con todas las puntas dobladas y ennegrecidas por el calor y el fuego.
-Pero salve a una muchacha, así que valió la pena. Cuando me cure solo quedará una cicatriz, y ella seguirá siendo libre. - Sonreí ligeramente al recordar a Dalilah, probablemente no la vería en mucho tiempo, pero se sentía bien saber que tenía una vida buena gracias a mí, no parecía una mala humana, igual que chucho, quizás si cuidaba a los humanos que valían la pena, con el tiempo se limpiaría su raza de impurezas.
-¿Crees que el barrimoth ayude?.-Dejé de mirarme mi lastimadura para volver a prestar atención a Víctor.- No quiero que nos retrasemos mucho por eso. No sangra, y el dolor puedo tolerarlo. - Le aseguré restándole importancia, para que no nos perdiéramos el misterio que teníamos entre manos para algo que curaría, tardara más o menos.
-Gracias. - Sonreí de forma genuina observando la sencillez de la tela cubriendo el suelo de la estancia.
- ¿Qué es eso? -subí la mirada al ver que tiraba de una cuerda, y miré a mi alrededor, esperando que pasara algo, pero nada, nada que me explicara porque estaba aquella cuerda allí, o para que servía.
Los golpes a la puerta llamaron mi atención, mas con el secretismo con el que Víctor atendió a alguien. Desde atrás en el centro de la estancia, donde me hallaban caminando erráticamente de un lado a otro, intenté pispear quien era, o que decían, pero susurraban demasiado bajo como para que pudiera oírlo. Aguardé a que la cerrase la puerta antes de acribillarlo a preguntas.
-¿Quién era?¿Que quería?¿Cómo sabía que estabas aquí?.- La última pregunta me la respondí sola, al igual que la primera, tenía que ser alguien de la posada.- ¿Ha habido algún problema con el arriendo? Tengo aeros si hacen falta. - Había aprendido que, en el sur, todo podía pasarse por alto si tenías suficientes aeros, algo practico, aunque no me gustara para nada.
Los comentarios sobre mi herida me hicieron girar el cuello. Con sumo cuidado aparte el pelo que cubría la herida. Con la piel escamosa se veía extraño, parecía que algunas de las escamas se habían fundido en una masa blanda y blanquecina, con trozos rosados que habían quedado pelados, como si fuera metal fundido sobre carne. Cerré los ojos y respiré hondo, dejando que la piel volviera a la palidez y fragilidad propias de la tez humana, dolía menos de ese modo, quizás porque era más elástica, y la apariencia de la herida cambiaba a algo menos bizarro. Aunque había más colores, el blanco el amarillento y tonos de rosado, incluso un rojo oscuro, era claramente una quemadura, una grave y relativamente reciente, pero había estado teniendo un buen cuidado de la misma, y al menos, las ampollas se habían desinflado bastante.
-Así no se ve tan horrible. ¿No? - Lo miré de soslayo, buscando en su expresión una respuesta. – Tuve que cauterizar una herida, pero no ha salido tan mal. -Olfateé. - No huele a podrido ni a infectado. - Solo un poco aun a carne quemada.
Junté el pelo con ambas manos, para que no quedara sobre la herida, haciéndolo pasar sobre el hombro opuesto. En esa forma la piel dolía menos por su elasticidad, pero también era mas blanda y hacía que el pelo la lastimara al rozarla demasiado. Agarré una hilacha de la pobre tela que me cubría y con ella me até el pelo a un costado. Algunos mechones seguían siendo muy muy largos, mientras que otros apenas llegaban un palmo por debajo de los hombros, con todas las puntas dobladas y ennegrecidas por el calor y el fuego.
-Pero salve a una muchacha, así que valió la pena. Cuando me cure solo quedará una cicatriz, y ella seguirá siendo libre. - Sonreí ligeramente al recordar a Dalilah, probablemente no la vería en mucho tiempo, pero se sentía bien saber que tenía una vida buena gracias a mí, no parecía una mala humana, igual que chucho, quizás si cuidaba a los humanos que valían la pena, con el tiempo se limpiaría su raza de impurezas.
-¿Crees que el barrimoth ayude?.-Dejé de mirarme mi lastimadura para volver a prestar atención a Víctor.- No quiero que nos retrasemos mucho por eso. No sangra, y el dolor puedo tolerarlo. - Le aseguré restándole importancia, para que no nos perdiéramos el misterio que teníamos entre manos para algo que curaría, tardara más o menos.
Arygos Valnor
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Re: Un merecido descanso [Libre][Noche][2/4]
Una vez que la mujer de servicio a la habitación desapareció de nuestra vista, mi joven compañera me atiborró de preguntas -A ver, cálmate, pequeña- Le dije con las manos al frente y una sonrisa -¿Notaste la pequeña cuerda?- Señalé el objeto para asegurarme de que lo recordara -Es un complejo mecanismo de comunicación- Expliqué de modo pausado -Cuando lo halamos acá, hace sonar una campanilla en la parte de abajo indicando que en una de las habitaciones necesitan algo- Dije de la forma más detallada que pude -Y yo, como habrás notado, necesitaba algo- Sonreí con picardía por lo que estaba planeando.
Mientras esperábamos aproveché de revisar la herida de la dragona -¿Cómo te hiciste algo tan feo?- Pregunté de forma paternal -¿En qué has estado metida?- Al menos en su forma humana se veía menos raro pero también resultaba más frágil; tal vez sería buena idea pasar por algún lugar donde pudieran sanarla, pues como iban las cosas, resolver aquel asunto del robalibros no iba a ser nada fácil -Haremos que te revisen eso antes de irnos, será doloroso viajar así- Trataba de mantener mi tono paternal y protector esperando con eso convencerla de cuidarse.
Escuché su fragmento de historia en la que salvaba a alguien y me inflé de orgullo aunque no llegué a decir mucho para no animarla a inmolarse por salvar personas luego -Pues, supongo que está bien, ayudar personas es bueno mientras no te pongas en peligro- Aclaré con muy poca moral para hacerlo pues yo tenía esa mala costumbre muy arraigada y no dudaba en lanzarme de cabeza al peligro, algo que esperaba no contagiarle a la pequeña -Ayudará, estoy seguro que ayudará- Decía justo cuando nos interrumpieron tocando la puerta; me asomé de prisa y se trataba de la mujer de servicio quien ya me traía todo lo que le había solicitado, una suave y gruesa tela de terciopelo para que le abrigara en las noches más frías, pero también debía lograr que tuviera mucha libertad de movimiento.
[1] Lo primero que hice fue ponerme tras ella y medir si espalda usando mis manos -No te muevas- Le dije para asegurarme de no tomar una mala medida, luego medí la distancia de hombro a hombro con especial cuidado de no lastimarle su herida; cosa que de hecho sería otro desafío -Bueno, no puede ser tan difícil, los vestidos no son complicados- Murmuré dándome ánimos -Ah, ya puedes moverte- Aclaré para evitar que se quedara pegada toda la noche y me lancé sobre la sábana que ahora reposaba adornando el suelo.
Comencé entonces a recortar pedazos de aquella suave tela -¿Conoces este material?- Pregunté ofreciéndole un retazo, seguramente ya lo habría visto en algún lado con todo lo que había viajado; la miré apuntándole con mi dedo pulgar para calcular medidas y me desprendí del mundo cosiendo como abuelita; unos retazos sobre otros, una costura sobre otra; tijera en mano para evitar trozos huérfanos hasta que finalmente rato más tarde estaba listo -Mira- Extendí el vestido con ambas manos -Es abrigado arriba para cubrirte, pero con espacio debajo para que puedas moverte y sacar tu cola- Sacudí el vestido negro hacia los lados. [1]
[2] Aunque aún faltaba hacer algo muy importante -Espera, eso no es todo- Coloqué el vestido sobre el piso y buscando entre mis cosas saqué un pequeño tarro de tinta mágica, no le quedaba ya mucho pero serviría para la función actual, dibujé algunas runas sobre el vestido “προσαρμοστούν” y poniendo mi mano sobre el mismo pronuncié la palabra que estaba escrita -Prosarmósei- [2] Un ligero destello rojizo se hizo visible y las letras desaparecieron uniéndose al vestido -Ya está- Dije orgulloso levantándolo de nuevo -Ahora ya tienes algo con qué cubrirte- Dije emocionado -Pero además, desaparecerá cuando tomes tu forma de dragón y aparecerá de nuevo cuando vuelvas a ser humana- Aún faltaba un pequeño detalle pero no presentaría problema alguno para ella -Ahora solo deberás mantener la herida en forma dracónica y el vestido desaparecerá de esa parte para que no se pegue a la herida o te cause molestias- Estaba orgulloso de mi estrategia para vestirla sin dañarla; seguro no era la mejor prenda que hubiera usado, pero al menos había mucho cariño en su creación y le resultaría bastante útil no preocuparse de romperla -¿Te gusta?- Pregunté un poco nervioso.
Mientras esperábamos aproveché de revisar la herida de la dragona -¿Cómo te hiciste algo tan feo?- Pregunté de forma paternal -¿En qué has estado metida?- Al menos en su forma humana se veía menos raro pero también resultaba más frágil; tal vez sería buena idea pasar por algún lugar donde pudieran sanarla, pues como iban las cosas, resolver aquel asunto del robalibros no iba a ser nada fácil -Haremos que te revisen eso antes de irnos, será doloroso viajar así- Trataba de mantener mi tono paternal y protector esperando con eso convencerla de cuidarse.
Escuché su fragmento de historia en la que salvaba a alguien y me inflé de orgullo aunque no llegué a decir mucho para no animarla a inmolarse por salvar personas luego -Pues, supongo que está bien, ayudar personas es bueno mientras no te pongas en peligro- Aclaré con muy poca moral para hacerlo pues yo tenía esa mala costumbre muy arraigada y no dudaba en lanzarme de cabeza al peligro, algo que esperaba no contagiarle a la pequeña -Ayudará, estoy seguro que ayudará- Decía justo cuando nos interrumpieron tocando la puerta; me asomé de prisa y se trataba de la mujer de servicio quien ya me traía todo lo que le había solicitado, una suave y gruesa tela de terciopelo para que le abrigara en las noches más frías, pero también debía lograr que tuviera mucha libertad de movimiento.
[1] Lo primero que hice fue ponerme tras ella y medir si espalda usando mis manos -No te muevas- Le dije para asegurarme de no tomar una mala medida, luego medí la distancia de hombro a hombro con especial cuidado de no lastimarle su herida; cosa que de hecho sería otro desafío -Bueno, no puede ser tan difícil, los vestidos no son complicados- Murmuré dándome ánimos -Ah, ya puedes moverte- Aclaré para evitar que se quedara pegada toda la noche y me lancé sobre la sábana que ahora reposaba adornando el suelo.
Comencé entonces a recortar pedazos de aquella suave tela -¿Conoces este material?- Pregunté ofreciéndole un retazo, seguramente ya lo habría visto en algún lado con todo lo que había viajado; la miré apuntándole con mi dedo pulgar para calcular medidas y me desprendí del mundo cosiendo como abuelita; unos retazos sobre otros, una costura sobre otra; tijera en mano para evitar trozos huérfanos hasta que finalmente rato más tarde estaba listo -Mira- Extendí el vestido con ambas manos -Es abrigado arriba para cubrirte, pero con espacio debajo para que puedas moverte y sacar tu cola- Sacudí el vestido negro hacia los lados. [1]
[2] Aunque aún faltaba hacer algo muy importante -Espera, eso no es todo- Coloqué el vestido sobre el piso y buscando entre mis cosas saqué un pequeño tarro de tinta mágica, no le quedaba ya mucho pero serviría para la función actual, dibujé algunas runas sobre el vestido “προσαρμοστούν” y poniendo mi mano sobre el mismo pronuncié la palabra que estaba escrita -Prosarmósei- [2] Un ligero destello rojizo se hizo visible y las letras desaparecieron uniéndose al vestido -Ya está- Dije orgulloso levantándolo de nuevo -Ahora ya tienes algo con qué cubrirte- Dije emocionado -Pero además, desaparecerá cuando tomes tu forma de dragón y aparecerá de nuevo cuando vuelvas a ser humana- Aún faltaba un pequeño detalle pero no presentaría problema alguno para ella -Ahora solo deberás mantener la herida en forma dracónica y el vestido desaparecerá de esa parte para que no se pegue a la herida o te cause molestias- Estaba orgulloso de mi estrategia para vestirla sin dañarla; seguro no era la mejor prenda que hubiera usado, pero al menos había mucho cariño en su creación y le resultaría bastante útil no preocuparse de romperla -¿Te gusta?- Pregunté un poco nervioso.
- Vestido:
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[2] Señala el inicio y fin del uso de la profesión: Arcanos
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Re: Un merecido descanso [Libre][Noche][2/4]
Siguiendo la explicación de Víctor, fui por la estancia contemplando el mecanismo del que me hablaba, y lo observé como si junto con sus palabras, pudiera revelarse a mis ojos aquel ingenio desconocido hasta aquel momento. Parecía, cuanto menos, útil, más que asomarse por las escaleras gritando como si nos halláramos en el mercado.
- ¿Qué necesitabas? -Lo observé a él para dejar de mirar a la cuerda. La sonrisa pícara de su faz me dejó en claro que si hubiera querido que yo lo supiera me lo habría dicho, y que parecía disfrutar, como lo hacía a veces, de tener sus pequeños secretos, y, sobre todo, de saber que yo quería conocerlos, pero hacerme esperar o preguntar por ellos. Sonreí, porque para mí, aquello constituía otro de nuestros jugos.
Me quedé muy quieta cuando se acercó a ver la herida, no porque no confiara en el, si no porque refería evitar tironearme la misma por accidente y mostrarle algún gesto de dolor tan de cera. Parecía ya lo suficientemente preocupado por ello sin la necesidad de que yo alimentara esa emoción.
-Unos señores nos atacaron en el bosque a chucho y a mí, me lanzó un hacha pequeña y se clavó mucho. Como no paraba de sangrar por mucho que lo presionaba, recordé que el metal caliente puede sellar cortes. - Intenté no entrar en demasiados detalles, aunque mi estómago se revolvió solo de rememorar ese momento con palabras, como si las náuseas y el vómito fueran un acto reflejo de aquel dolor atroz que me había conllevado mi ocurrencia.
-Está bien, aunque ya no duele tanto. - No mentí, porque no dije que no doliera, simplemente, ya no era algo tan terrible como cuando me lo había hecho, y además, en su momento, aquel sufrimiento cegador, me había venido de perlas para sobrellevar la angustia de no hallarlo por ningún lado, claro que eso no lo iba a poner en alto, si no, estaba segura de que se sentiría culpable una vez mas de algo de lo que no era responsable.
-Tu siempre te pones en peligro. -Alcé ambas cejas, porque no podía virar la cabeza con libertad. - Incluso por personas que no lo merecen. - Me acordé de un par de situaciones concretas y no especialmente lejanas.
El toque de la puerta interrumpió nuestra charla, y Víctor no tardó en ir a la puerta a encargarse de aquella cosa misteriosa que había pedido al servicio el lugar. - ¿Puedes pedir barrimoth?.- Si no tenían, podría ir yo a la mañana a buscarlo, pero ya que estábamos con ello, sería más fácil que no nos pasara por alto si solventábamos aquel asunto en ese momento.
La tela negra resolvió todos los interrogantes e incluso me hizo sentir algo tonta de no haber pensado en ello antes, siendo que era una de las cosas que habíamos decidido hacer en aquel lugar.
Iba a ponerme a revolotear a su alrededor para ver que hacía, y como, y como siempre, si lograba aprender algo de ello, cuando el se me adelantó colocando las manos a mi espalda. La tibieza sobre la tez era agradable en comparación al aire fresco de la estancia, y lograba que mi cuerpo recuperara el calor con una presteza que me dejó anonadada. Lo pispeé de soslayo, por el rabillo del ojo, quieta y obediente, y nuevamente asombrada de las peculiares capacidades que poseía mi compañero.
No fue hasta que me advirtió que podía moverme, que me percaté de que había permanecido asida al sitio como por arte de algún encanto. Me volteé y contemplé como se enfrascaba en la tarea de recortar la tela con ánimo y seguridad, por unos caminos invisibles a mis ojos, pero que debían de lograr conformar unas vestiduras.
Tomé uno de los retazos que me ofreció, y lo constreñí y acaricié entre mis manos. - Si, pero no me acuerdo como se llama. - Admití. - En mi casa tenemos alguna que otra prenda de este material. Aunque nosotros casi nunca usamos ropas. - Me acerqué la tela al rostro y la olí. No olía a nadie, solo a tinte, quizás porque era nueva. Tampoco olía similar a ninguno de esos pergaminos que se hacían con ropas viejas, quizás no servía para ello.
Cuando terminé de examinar aquel retazo, mi mirada volvió al artesano, enfrascado en su labor. Podría permanecer horas observando como trabajaba animadamente, y no me habría dado cuenta, pero como todas las cosas, aquel momento también pasó, sin que hubiera dejado de disfrutar un instante, y Víctor se alzó con su prenda entre las manos.
-Parece practico. -Observé contenta la falta, con la que no podría tropezarme como me había pasado con el resto de prendas que había portado conmigo.
Sería cosa de acostumbrarme hasta llegar a una ciudad a vestirme y desvestirme antes de transformarme, o eso empezaba a meditar cuando Víctor aclaró que aún poseía otro as en la manga, y vertió su magia sobre la prenda.
-wow… realmente puedes hacer de todo. - Reí un poco, sintiéndome bastante pequeña e inútil en comparación con mi amigo, sabia de plantas, de curas, de historias, de artesanías y de magia, y probablemente de muchas cosas más de las cuales aún no habíamos tenido la oportunidad de hablar.
Antes de tomar el vestido, procuré que la quemadura volviera a sacarlas escamas, alguna que otra se me escapó en otro lado del cuerpo, así que, con paciencia y dedicación, logré volverla tez clara de nuevo, hasta que solo la herida delimitase mi cuero draconiano. Solo entonces me desprendí de los pocos retazos de harapo que me quedaban y tomé el vestido que me obsequiaba mi amigo.
-Gracias.- Sonreí con genuina gratitud y afecto, antes de escurrirme dentro de las telas. Era suave, y cómodo, no como los abrigos de arpillera que llevaban los más pobres, o esa tela rígida de hilo que portaban los comunes en su curtida piel. La tela no estaba fría por todos lados, probablemente por el trabajo sobre la misma, y por una vez, no me sentía encerrada en un atavío.
Me acerqué a Víctor y le tomé la cara con las manos, tirándole hacia abajo, porque como siempre, era demasiado alto cuando yo me hallaba en esa forma-Me gusta mucho. - Rocé mi frente con la suya, para darle las gracias y expresarle mi afecto. Para mí era realmente importante el hecho de poseer algo que me obsequiara un ser querido, y más algo que hubiera fabricado especialmente para mí.- A veces realmente lamento que no seas un dragón.- Reí un poco mientras le soltaba, y caminaba un poco por la estancia. Esperaba que en cualquier momento empezara a volverse incomodo, o me entorpeciera de algún modo, pero no daba señales de hacerlo, y aquello era, extrañamente reconfortante.
- ¿Qué necesitabas? -Lo observé a él para dejar de mirar a la cuerda. La sonrisa pícara de su faz me dejó en claro que si hubiera querido que yo lo supiera me lo habría dicho, y que parecía disfrutar, como lo hacía a veces, de tener sus pequeños secretos, y, sobre todo, de saber que yo quería conocerlos, pero hacerme esperar o preguntar por ellos. Sonreí, porque para mí, aquello constituía otro de nuestros jugos.
Me quedé muy quieta cuando se acercó a ver la herida, no porque no confiara en el, si no porque refería evitar tironearme la misma por accidente y mostrarle algún gesto de dolor tan de cera. Parecía ya lo suficientemente preocupado por ello sin la necesidad de que yo alimentara esa emoción.
-Unos señores nos atacaron en el bosque a chucho y a mí, me lanzó un hacha pequeña y se clavó mucho. Como no paraba de sangrar por mucho que lo presionaba, recordé que el metal caliente puede sellar cortes. - Intenté no entrar en demasiados detalles, aunque mi estómago se revolvió solo de rememorar ese momento con palabras, como si las náuseas y el vómito fueran un acto reflejo de aquel dolor atroz que me había conllevado mi ocurrencia.
-Está bien, aunque ya no duele tanto. - No mentí, porque no dije que no doliera, simplemente, ya no era algo tan terrible como cuando me lo había hecho, y además, en su momento, aquel sufrimiento cegador, me había venido de perlas para sobrellevar la angustia de no hallarlo por ningún lado, claro que eso no lo iba a poner en alto, si no, estaba segura de que se sentiría culpable una vez mas de algo de lo que no era responsable.
-Tu siempre te pones en peligro. -Alcé ambas cejas, porque no podía virar la cabeza con libertad. - Incluso por personas que no lo merecen. - Me acordé de un par de situaciones concretas y no especialmente lejanas.
El toque de la puerta interrumpió nuestra charla, y Víctor no tardó en ir a la puerta a encargarse de aquella cosa misteriosa que había pedido al servicio el lugar. - ¿Puedes pedir barrimoth?.- Si no tenían, podría ir yo a la mañana a buscarlo, pero ya que estábamos con ello, sería más fácil que no nos pasara por alto si solventábamos aquel asunto en ese momento.
La tela negra resolvió todos los interrogantes e incluso me hizo sentir algo tonta de no haber pensado en ello antes, siendo que era una de las cosas que habíamos decidido hacer en aquel lugar.
Iba a ponerme a revolotear a su alrededor para ver que hacía, y como, y como siempre, si lograba aprender algo de ello, cuando el se me adelantó colocando las manos a mi espalda. La tibieza sobre la tez era agradable en comparación al aire fresco de la estancia, y lograba que mi cuerpo recuperara el calor con una presteza que me dejó anonadada. Lo pispeé de soslayo, por el rabillo del ojo, quieta y obediente, y nuevamente asombrada de las peculiares capacidades que poseía mi compañero.
No fue hasta que me advirtió que podía moverme, que me percaté de que había permanecido asida al sitio como por arte de algún encanto. Me volteé y contemplé como se enfrascaba en la tarea de recortar la tela con ánimo y seguridad, por unos caminos invisibles a mis ojos, pero que debían de lograr conformar unas vestiduras.
Tomé uno de los retazos que me ofreció, y lo constreñí y acaricié entre mis manos. - Si, pero no me acuerdo como se llama. - Admití. - En mi casa tenemos alguna que otra prenda de este material. Aunque nosotros casi nunca usamos ropas. - Me acerqué la tela al rostro y la olí. No olía a nadie, solo a tinte, quizás porque era nueva. Tampoco olía similar a ninguno de esos pergaminos que se hacían con ropas viejas, quizás no servía para ello.
Cuando terminé de examinar aquel retazo, mi mirada volvió al artesano, enfrascado en su labor. Podría permanecer horas observando como trabajaba animadamente, y no me habría dado cuenta, pero como todas las cosas, aquel momento también pasó, sin que hubiera dejado de disfrutar un instante, y Víctor se alzó con su prenda entre las manos.
-Parece practico. -Observé contenta la falta, con la que no podría tropezarme como me había pasado con el resto de prendas que había portado conmigo.
Sería cosa de acostumbrarme hasta llegar a una ciudad a vestirme y desvestirme antes de transformarme, o eso empezaba a meditar cuando Víctor aclaró que aún poseía otro as en la manga, y vertió su magia sobre la prenda.
-wow… realmente puedes hacer de todo. - Reí un poco, sintiéndome bastante pequeña e inútil en comparación con mi amigo, sabia de plantas, de curas, de historias, de artesanías y de magia, y probablemente de muchas cosas más de las cuales aún no habíamos tenido la oportunidad de hablar.
Antes de tomar el vestido, procuré que la quemadura volviera a sacarlas escamas, alguna que otra se me escapó en otro lado del cuerpo, así que, con paciencia y dedicación, logré volverla tez clara de nuevo, hasta que solo la herida delimitase mi cuero draconiano. Solo entonces me desprendí de los pocos retazos de harapo que me quedaban y tomé el vestido que me obsequiaba mi amigo.
-Gracias.- Sonreí con genuina gratitud y afecto, antes de escurrirme dentro de las telas. Era suave, y cómodo, no como los abrigos de arpillera que llevaban los más pobres, o esa tela rígida de hilo que portaban los comunes en su curtida piel. La tela no estaba fría por todos lados, probablemente por el trabajo sobre la misma, y por una vez, no me sentía encerrada en un atavío.
Me acerqué a Víctor y le tomé la cara con las manos, tirándole hacia abajo, porque como siempre, era demasiado alto cuando yo me hallaba en esa forma-Me gusta mucho. - Rocé mi frente con la suya, para darle las gracias y expresarle mi afecto. Para mí era realmente importante el hecho de poseer algo que me obsequiara un ser querido, y más algo que hubiera fabricado especialmente para mí.- A veces realmente lamento que no seas un dragón.- Reí un poco mientras le soltaba, y caminaba un poco por la estancia. Esperaba que en cualquier momento empezara a volverse incomodo, o me entorpeciera de algún modo, pero no daba señales de hacerlo, y aquello era, extrañamente reconfortante.
Arygos Valnor
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Re: Un merecido descanso [Libre][Noche][2/4]
Sonreí de medio lado sin querer revelar mayores detalles -Ya lo verás- Respondí a medias con picardía y una sonrisa ladina, no esperaba revelarle nada más allá de lo necesario; me acerqué a la herida para desviar el tema aprovechando que ella misma me relataba el motivo de la marca, cosa que resultaba un poco alarmante, ya trataría de obtener la información que me estaba ocultando de parte de Chucho en cuanto diera con él -¿Qué recordaste qué?- Dije un poco alarmado imaginando la escena y a la chica incinerándose la piel -¿Pero cómo pudiste...?- Su posterior aclaración me dejó sin argumentos.
No sabía cómo enfrentar su planteamiento y justificar mis acciones porque ciertamente me lanzaba de cabeza a proteger a cualquiera -Pues, pero yo... emmm... ¿Barrimorth?- Cambié de tema al no tener cómo refutarle su argumento, aunque afortunadamente la puerta me había salvado de continuar la discusión y me dirigí a ella para recibir el encargo; pedí discretamente un poco de Barrimorth que me ofrecieron traerme más tarde pues no tenían existencia en el momento.
Todo el rato que me tomó hacer su prenda lo pasé pensando en una manera adecuada de convencerla y hacerle entender que lanzarse de cabeza al peligro no era lo correcto, sin embargo yo mismo no era la mejor opción para explicarle nada acerca de los sacrificios y los mártires; ante tal imposibilidad preferí guardar silencio y esperar a que se desviara el tema antes que ella usara sus experiencias conmigo para convencerme de no arriesgarme en vez de convencerla yo.
Escuchaba sus anécdotas acerca de su familia nudista cuando por fin terminé de hacer la prenda -Pues conmigo no vas a andar desnuda eh- Le advertí en tono juguetón; al ver que llegaba el día me dirigí a cerrar las ventanas; me pesaban los párpados y me sentía extremadamente cansado, además aún tenía restos de telarañas dispersos en el cabello, los pocos que no se habían caído durante el baño -Ahora debemos descansar- Dije señalándole la cama improvisada en el rústico suelo -¿Por qué debería ser un dragón?- Pregunté curioso mientras me acostaba en el piso ligeramente calentado por las sábanas; luego de eso el sueño acabó por vencerme mientras la escuchaba responder.
No sabía cuánto tiempo había pasado pero algunos ruidos en la habitación vecina a donde nos encontrábamos me hicieron despertar asustado; se escuchaban gritos de una mujer aterrada quien anunciaba una terrible muerte, escuché sus pasos a la carrera por todo el pasillo buscando la escalera para bajar a la taberna en el piso inferior y poco después, la puerta de la habitación se cerró ¿Sola? Al parecer algo estaba sucediendo ahí.
No sabía cómo enfrentar su planteamiento y justificar mis acciones porque ciertamente me lanzaba de cabeza a proteger a cualquiera -Pues, pero yo... emmm... ¿Barrimorth?- Cambié de tema al no tener cómo refutarle su argumento, aunque afortunadamente la puerta me había salvado de continuar la discusión y me dirigí a ella para recibir el encargo; pedí discretamente un poco de Barrimorth que me ofrecieron traerme más tarde pues no tenían existencia en el momento.
Todo el rato que me tomó hacer su prenda lo pasé pensando en una manera adecuada de convencerla y hacerle entender que lanzarse de cabeza al peligro no era lo correcto, sin embargo yo mismo no era la mejor opción para explicarle nada acerca de los sacrificios y los mártires; ante tal imposibilidad preferí guardar silencio y esperar a que se desviara el tema antes que ella usara sus experiencias conmigo para convencerme de no arriesgarme en vez de convencerla yo.
Escuchaba sus anécdotas acerca de su familia nudista cuando por fin terminé de hacer la prenda -Pues conmigo no vas a andar desnuda eh- Le advertí en tono juguetón; al ver que llegaba el día me dirigí a cerrar las ventanas; me pesaban los párpados y me sentía extremadamente cansado, además aún tenía restos de telarañas dispersos en el cabello, los pocos que no se habían caído durante el baño -Ahora debemos descansar- Dije señalándole la cama improvisada en el rústico suelo -¿Por qué debería ser un dragón?- Pregunté curioso mientras me acostaba en el piso ligeramente calentado por las sábanas; luego de eso el sueño acabó por vencerme mientras la escuchaba responder.
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No sabía cuánto tiempo había pasado pero algunos ruidos en la habitación vecina a donde nos encontrábamos me hicieron despertar asustado; se escuchaban gritos de una mujer aterrada quien anunciaba una terrible muerte, escuché sus pasos a la carrera por todo el pasillo buscando la escalera para bajar a la taberna en el piso inferior y poco después, la puerta de la habitación se cerró ¿Sola? Al parecer algo estaba sucediendo ahí.
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