La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Aerandir :: Reinos del este. :: Ulmer
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Llegando al río, observé que algo abultaba sobre la superficie lisa del agua cristalina. Mis ojos ya no tenían la buena condición que tenían hace años. Aligeré el paso, tropezándome con alguna piedra por el camino y con el desnivel del pavimento. Reí. Esos pobres seres no eran tan patosos al fin y al cabo.
Al acercarme, un olor nauseabundo me golpeó como una ligera bofetada.
Cadáveres, y no uno solo.
Varios cuerpos sin alma (animal o humana, ya que con los hombres lobos nunca se sabe) hacían bocabajo sin ropajes que cubran la parte superior del cuerpo y uno de ellos estaba posado en la orilla del río, como si hubiese muerto antes de llegar al agua.
El corazón se me aceleraba. Sentía un nerviosismo tremendo siempre que veía algún cadáver. Era algo incontrolable, y nunca supe la razón de semejante conducta tan..atípica en un ser humano. Las piernas me temblaban con cada paso que me acercaba allí, el corazón se me salía del pecho, la manos me temblaban, hasta...
Los cadáveres llevaban allí varias horas, por fin mis manos empezaron a dejar de temblar cuando los arrastraba del agua. Estaba de un frío atroz, tanto que los dedos se me ponían de un color morado y me dolían al trabajar con esos cuerpos. Tomé un descanso, fatigado.
Un rato después, que a mi juicio fueron 15 minutos, un poco de pan duro embutido que traía de mi tierra y unas vistas preciosas más allá del río que se posaba delante de mis pies, dejé los guantes de cuero a fin de poder empezar lo que mejor se me daba: trabajar.
De mi boca salió una palabra.
-Extraño.
Las rozaduras se encontraban en la manos y los pies, y no sólo de uno, si no de todos los cuerpos. Signo de enfermedad: ninguno, plaga: negativo, aliento: putrefacto, normal. Sin embargo, lo mas extraño era que llevaban marcas de golpes, hematomas. Uno en la cara, otro en los costados, uno de ellos tenía el hígado más hinchado de lo normal y otro tenía perforaciones en articulaciones sensibles.
Articulé otra.
-Tortura.
Tortura, estos pobres diablos sabían algo que otros necesitaban a toda costa. El pueblo era consciente de ello, los torpes de antes, también. Todo el mundo menos yo.
Intentando darle un sentido a aquellos sucesos, pensé en los de la herrería.
Como un rayo, me levanté y eché una última mirada a los cuerpos, indeciso si partir o seguir sacando conclusiones.
"Vámonos, esto se pone interesante. Ellos sabrán algo."
Ya en la herrería entré como una furia. Durante el camino los pueblerinos me observaban con cierto aire amenazador, alguno de ellos se metían en callejones y otros sacaban espadas oxidadas de sus casas. Me giraba para mirarlos pero hacían gestos de indiferencia, fingían conversaciones banales o riñas sin sentido. La cabeza miraba hacia delante, pero los oídos y ojos miraban hacia atrás. Disimulo, otra vez, y otra, y otra, y otra. La sangre me hervía de nervios, miedo y paranoia. El estoque me susurraba palabras innombrables.
Aceleré el paso hasta tropezarme con la puerta.
-Viejo! dije, desenfundando el arma. El lobo joven y la chica, ¿donde? no sabía ni hablar, la espuma salía de mi boca Ràpido, ¡rápido! El pueblo sabe algo y quiere esconderlo, ¿que esta pasando? apuntaba con la punta del arma al corazón, él estaba desarmado y, a mi juicio, blanco de miedo.
Antes de que pueda decirle algo más gritó la palabra "morgue". Guardé el arma y salí a paso ligero de allí en busca de la morgue de ese pueblo tan maldito.
Al acercarme, un olor nauseabundo me golpeó como una ligera bofetada.
Cadáveres, y no uno solo.
Varios cuerpos sin alma (animal o humana, ya que con los hombres lobos nunca se sabe) hacían bocabajo sin ropajes que cubran la parte superior del cuerpo y uno de ellos estaba posado en la orilla del río, como si hubiese muerto antes de llegar al agua.
El corazón se me aceleraba. Sentía un nerviosismo tremendo siempre que veía algún cadáver. Era algo incontrolable, y nunca supe la razón de semejante conducta tan..atípica en un ser humano. Las piernas me temblaban con cada paso que me acercaba allí, el corazón se me salía del pecho, la manos me temblaban, hasta...
Los cadáveres llevaban allí varias horas, por fin mis manos empezaron a dejar de temblar cuando los arrastraba del agua. Estaba de un frío atroz, tanto que los dedos se me ponían de un color morado y me dolían al trabajar con esos cuerpos. Tomé un descanso, fatigado.
Un rato después, que a mi juicio fueron 15 minutos, un poco de pan duro embutido que traía de mi tierra y unas vistas preciosas más allá del río que se posaba delante de mis pies, dejé los guantes de cuero a fin de poder empezar lo que mejor se me daba: trabajar.
De mi boca salió una palabra.
-Extraño.
Las rozaduras se encontraban en la manos y los pies, y no sólo de uno, si no de todos los cuerpos. Signo de enfermedad: ninguno, plaga: negativo, aliento: putrefacto, normal. Sin embargo, lo mas extraño era que llevaban marcas de golpes, hematomas. Uno en la cara, otro en los costados, uno de ellos tenía el hígado más hinchado de lo normal y otro tenía perforaciones en articulaciones sensibles.
Articulé otra.
-Tortura.
Tortura, estos pobres diablos sabían algo que otros necesitaban a toda costa. El pueblo era consciente de ello, los torpes de antes, también. Todo el mundo menos yo.
Intentando darle un sentido a aquellos sucesos, pensé en los de la herrería.
Como un rayo, me levanté y eché una última mirada a los cuerpos, indeciso si partir o seguir sacando conclusiones.
"Vámonos, esto se pone interesante. Ellos sabrán algo."
Ya en la herrería entré como una furia. Durante el camino los pueblerinos me observaban con cierto aire amenazador, alguno de ellos se metían en callejones y otros sacaban espadas oxidadas de sus casas. Me giraba para mirarlos pero hacían gestos de indiferencia, fingían conversaciones banales o riñas sin sentido. La cabeza miraba hacia delante, pero los oídos y ojos miraban hacia atrás. Disimulo, otra vez, y otra, y otra, y otra. La sangre me hervía de nervios, miedo y paranoia. El estoque me susurraba palabras innombrables.
Aceleré el paso hasta tropezarme con la puerta.
-Viejo! dije, desenfundando el arma. El lobo joven y la chica, ¿donde? no sabía ni hablar, la espuma salía de mi boca Ràpido, ¡rápido! El pueblo sabe algo y quiere esconderlo, ¿que esta pasando? apuntaba con la punta del arma al corazón, él estaba desarmado y, a mi juicio, blanco de miedo.
Antes de que pueda decirle algo más gritó la palabra "morgue". Guardé el arma y salí a paso ligero de allí en busca de la morgue de ese pueblo tan maldito.
Aradu
Aprendiz
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
La dragona se había puesto emotiva, y me lo estaba contagiando. Si no hacía algo nos tiraríamos ahí toda la tarde llorando como magdalenas.
-No te preocupes Astrid, he salido de situaciones peores. - le acaricie la cabeza con una sonrisa. -Además, tengo a un dragón de mi parte, ¿que podría salir mal? - amplié mi sonrisa para mostrar toda mi dentadura. -¡Vamos! Que si no se nos hará de noche y será peor.- tomé de la mano a la dragona y la arrastré conmigo, por una vez intercambié los roles con ella.
La guié por las calles de Ulmer mientras notaba como una tenue oscuridad se manifestaba, ¿sería aquella en verdad la verdadera Ulmer? La gente miraba asustada desde sus casas, algo contrario a el animado ambiente de horas más tempranas, ¿una máscara tras la que ocultarse tal vez? Cualquier chispa podría prender una gran hoguera en aquel momento, la tensión era critica. Hecho el cual me hizo apresurar el paso, tirando de Astrid para que hiciera lo mismo, no quería que si estallaba una tempestad nos cogiera en medio.
Tuvimos que cruzar algunas calles para llegar a la morgue, menos mal que estás eran más amplias y estaban menos congestionadas de edificios que las ciudades humanas pues subiésemos tardado el doble. La morgue era un edificio bastante precario y pequeño, los licántropos no estaban acostumbrados a ese tipo de cosas, pero tras la apertura al resto de Aerandir se habían ido cogiendo algunas costumbres, está en especial se intensificó con la pandemia.
Al entrar vimos dos cuerpos encima de dos camillas de madera, y a un hombre que se estaba limpiando unas manos llenas de sangre en un cuenco llena de un liquido del mismo tono.
-¿Que hacéis aquí? - preguntó el hombre con una voz muy grave y carrasposa sorprendido por vernos.
El hombre era bastante alto y ancho de hombros, tenía un pelo poblado oscuro y grasoso que se le pegaba a la sudorosa frente. Su rostro estaba poblado de una espesa barba que sobresalía de los limites de su cara, que contaba con dos ojos de color verde oscuro.
-Querríamos saber lo ocurrido, están pasando cosas muy raras en la ciudad y alguien tiene que hacer algo.- señalé los cuerpos.
-¿Os manda la guardia? Por que de no ser así ya puedes marcharte niño.- hizo una ademán con la mano para que nos largáramos
-No, no nos manda la guardia. - confesé, pero no podía rendirme tan pronto. -Pero la ciudad nos ha contratado a través del sistema de recompensas. Parece que la guardia de la ciudad no puede cubrir tantos frentes.-mentí usando para ello toda la información que contenía.
El hombre nos miró rascándose la barbilla bastante inseguro y posó la vista sobre mis espadas, sobretodo sobre Marlowe la espada más enigmática de las dos.
-Está bien...- dio un suspiro cerrando los ojos mientras se encogía de hombros. -No hay nada fuera de lo común, todo es normal en aspectos generales. -se acercó a los cuerpos. -Lo más general que se puede encontrar estos meses... -se mordió el labio con cierto fastidio. -Traumatismos múltiples en torso, espalda, piernas, brazos y cabeza. Algunos de los sujetos muestran heridas pequeñas de arma blanca, seguramente dagas o algún cuchillo. Todos estos elementos nos indican que pueden ser pequeñas peleas callejeras que acaban mal, algo muy común últimamente. Pero...
-¿Pero? - la curiosidad me estaba mantando.
-Al principio no me di cuenta porque las interpreté como simples peleas callejeras. Pero cuando el numero de victimas se incrementó hice un examen más detallado... En las muñecas presentan rozaduras, que pueden haber sido producidas por cadenas o cuerdas, así que...
-No son peleas callejeras... ¡Estaban encerrados!
-Exacto y además... Me puse a investigar y - el hombre señaló una incisión en el vientre de uno de los hombres. -A los últimos cadáveres les faltan la mayoría de sus órganos vitales.
-¿Por qué iba a querer órganos?- hice una mueca de asco.
-Supongo que la nigromancia tiene una gran amplitud de posibilidades, que pueden ser muy bien saciadas por el mercado negro.- el hombre me imitó en lo de la mueca. -Y hay otra curiosidad... He revisado los pocos archivos que tenemos y hablado con las familias de los fallecidos y... todos son mestizos...- esto ultimo lo dijo con cierto temor y odio a la vez.
-¿Mestizos?
-Sí, sólo uno de sus progenitores es un licántropo.
Miré detenidamente los cuerpos. Yo también era un mestizo, podría estar perfectamente tumbado sobre aquella camilla. Aquello hizo que un repentino escalofrió recorriera mi espalda. Alguien estaba matando a los "no puros" y hacía cosas muy raras con ellos, esclavitud y venta de órganos... ¿Quién podría ser el desalmado que hiciera todo aquello?
-¿Dónde se han encontrado los cuerpos? - mi rostro y mi voz sonaba muy sería, algo poco característico en mi.
-Todos han sido traídos por el rió. Pero aún así hay más desapariciones que cuerpos, de hecho las de los ríos se corresponden con las desapariciones más recientes. - el hombre tapó el cuerpo con una manta.- Eso es todo lo que puedo deciros, no creo que os pueda decir nada más.
-Gracias. - achiné los ojos y me rasqué el mentón mirando el cuerpo recién tapado.
Las información que acaba de recibir era mucha, sin embargo el numero de pistas a seguir era muy reducida. Sólo había un hilo del que tirar, el rió.
-Deberíamos a ir al rió. ¿O se te ocurre alguna otra posibilidad?- me giré hacía la dragona, para ver que plan íbamos a seguir.
El doctor había sido un alma demasiado temeraria en territorio desconocido. El hecho de haber amenazado a Tom con una espada no había pasado desapercibido para las gentes de Ulmer, gentes que estaban bastante hartas de la represión que el jefe de los gemelos estaba ejerciendo sobre ellos. Por ello cuando un extranjero venía a armar bronca les venía de perlas, con alguien debían desahogarse. A parte aún seguían siendo gente orgullosa que no iba a permitir que los extranjeros vinieran a atentar contra la frágil paz que tenían. Por ello comenzaron a salir de sus casas al ver pasar a Aradu, tendiéndole una emboscada en plena calle. Algunos alzaban palos, otros cuchillos, algunas mujeres temibles artefactos de cocina, otros se transformaron en lobos en su totalidad o de forma parcial. El humano se había metido en graves problemas.
La joven elfa había sido descuidada y demasiado impulsiva. En vez de esperar de forma tranquila y sin llamar la atención a que los gemelos terminasen su trabajito, se había abalanzado sobre el tabernero, mostrando sus delatadoras orejas de elfa.
-No.. No... ¿Qué haces? ¡Vete de aquí! ¡Vendrán a por ti! - el tabernero intentó advertirla entre susurros.
Pero la voz de la joven, que había osado romper el silencio que se había creado en la taberna con la entrada de los gemelos, advirtió a uno de estos. Este se acercó de un salto a la chica y la tomó de la muñeca antes de que está pudiera escapar.
-¡Pero si tenemos otro regalo! ¡Que generoso eres Richard!
Sandor zarandeó a Claudena, en lo que esta pudo resistirse antes de que la dejará inconsciente con un poderoso golpe en la nunca.
Los gemelos se largaron de la taberna dejando grandes destrozos y un pequeño incendio, cargando en sus hombros a una elfa y a una licántropa.
Bardo había conseguido descubrir la entrada secreta a un oscuro lugar bajo la ciudad de Ulmer. ¿Pero de verdad era una entrada? La iluminación era prácticamente nula, pero lo poco que podía alumbrar pudo dar respuesta al porqué del hedor. Pequeñas montañas de cadáveres roídos estaban esparcidos por todo el túnel. ¿Sería más un vertedero que una entrada? ¿Por qué si era así se habían tomado tantas molestias como ilusiones y pasajes acuáticos?. Puede que en otra hora hubiese sido una entrada, pero ahora se había convertido en una trampa para curiosos. Muy pronto el hedor fue acompañado de pequeños rugidos poco halagüeños. Bardo no tardaría en descubrir por que los cadáveres estaban roídos o comidos en algunos casos, pues la pobre luz del lugar pronto iluminaría la figura de un wendingo, ansioso de comer carne fresca tras meses de una alimentación basada en cadáveres putrefactos.
________________________________________________________________________________________________________
Off rol: Y comienzan los conflictos para algunos...
Astrid: Junto con Ircan eres la mejor parada por ahora en el tema, pero no te confíes... Ahora mismo has podido conocer muchos detalles de los motivos de las muertes y de una posible conspiración. Ircan y tu seguramente seáis los que mejor informados estáis. Ahora bien puedes elegir ir al río acompañando a Ircan, convéncerle para ir a otro lugar como la taberna. Aunque la ciudad está apunto de estallas, Aradu seguramente ha sido su primera pero no su ultima victima. Para calmar los ánimos es posible que convenga seguir las pistas más directas.
Bardo: ¡Felicidades Bardo! Has tenido muy buena intuición para descubrir la entrada secreta ( y una gran forma de describirla :D), aún así las cosas no son tan fáciles. Los malos no son tan tontos como podríamos querer y se aseguraron de cerrar esa entrada mediante la magia que has superado y un Wendingo alimentado con los cadáveres de sus primeras victimas, si esas de las que ha hablado el hombre de la morgue. Tus opciones no son muy variadas esta vez. No puedes volver por dónde has venido por razones obvias, así que o te enfrentas al Wendingo como un caballero de brillante armadura o te zafas de él. Ahora bien... ¿Se te da bien forzar cerraduras? ¿Tienes alguna ganzúa? Puede que eso te sea un impedimento en tu escapada.
Aradu: Bueno Aradu, tu también has obtenido bastante información de los cadáveres, salvo que no los has abierto par ver si les faltaba algo en el interior. Puede que puedas conseguir la misma información que Ircan y Astrid si vas a la morgue, aunque ellos ya no van a estar allí. Piensa en la escusa que vas a poner, la de ser un cazarecompensas ha sido usada. Pero antes de todo eso, tus actos violentos contra la seguridad publica te han hecho ganarte el odio de los lugareños, estas rodeado de unas 10-13 personas, te aconsejo huir. Recuerda que tus acciones con estos lugareños seguramente no sean bien vistas en el futuro. Tus opciones son, cambiar de ruta y no ir a la morgue, para lo que tendrás que zafarte de los lugareños, o seguir de camino a la morgue, para lo que también tendrás que zafarte de los lugareños. Las posibilidades para ello son múltiples pese a que estés rodeado.
Claudena: Puede que te hayas llevado la peor parte. Tu ansia te ha llevado a que te descubran y que te rapten junto a la mujer que pasó la noche con Bardo. Por una parte has sido atrapada, pero por otra vas a ser la primera en llegar a la guarida de los malos. Tus opciones son liberarte de las ataduras que te van a poner, intentar interactuar con la licántropa junto a la que te han atrapado y trazar un plan de fuga. ¿No decias que no te gustaban los licántropos? Ahora vas a compartir habitación con una :). Puede que os hagáis amigas.
Todas las decisiones tomadas contra los otros pj han sido acordadas con los usarios y se les ha pedido permiso. En este momento sólo me falta la respuesta afirmativa de Aradu. En caso de cualquier problema no tendré inconveniente de modificar las situaciones de forma inmediata. Muchas gracias y espero que disfruteis.
-No te preocupes Astrid, he salido de situaciones peores. - le acaricie la cabeza con una sonrisa. -Además, tengo a un dragón de mi parte, ¿que podría salir mal? - amplié mi sonrisa para mostrar toda mi dentadura. -¡Vamos! Que si no se nos hará de noche y será peor.- tomé de la mano a la dragona y la arrastré conmigo, por una vez intercambié los roles con ella.
La guié por las calles de Ulmer mientras notaba como una tenue oscuridad se manifestaba, ¿sería aquella en verdad la verdadera Ulmer? La gente miraba asustada desde sus casas, algo contrario a el animado ambiente de horas más tempranas, ¿una máscara tras la que ocultarse tal vez? Cualquier chispa podría prender una gran hoguera en aquel momento, la tensión era critica. Hecho el cual me hizo apresurar el paso, tirando de Astrid para que hiciera lo mismo, no quería que si estallaba una tempestad nos cogiera en medio.
Tuvimos que cruzar algunas calles para llegar a la morgue, menos mal que estás eran más amplias y estaban menos congestionadas de edificios que las ciudades humanas pues subiésemos tardado el doble. La morgue era un edificio bastante precario y pequeño, los licántropos no estaban acostumbrados a ese tipo de cosas, pero tras la apertura al resto de Aerandir se habían ido cogiendo algunas costumbres, está en especial se intensificó con la pandemia.
Al entrar vimos dos cuerpos encima de dos camillas de madera, y a un hombre que se estaba limpiando unas manos llenas de sangre en un cuenco llena de un liquido del mismo tono.
-¿Que hacéis aquí? - preguntó el hombre con una voz muy grave y carrasposa sorprendido por vernos.
El hombre era bastante alto y ancho de hombros, tenía un pelo poblado oscuro y grasoso que se le pegaba a la sudorosa frente. Su rostro estaba poblado de una espesa barba que sobresalía de los limites de su cara, que contaba con dos ojos de color verde oscuro.
-Querríamos saber lo ocurrido, están pasando cosas muy raras en la ciudad y alguien tiene que hacer algo.- señalé los cuerpos.
-¿Os manda la guardia? Por que de no ser así ya puedes marcharte niño.- hizo una ademán con la mano para que nos largáramos
-No, no nos manda la guardia. - confesé, pero no podía rendirme tan pronto. -Pero la ciudad nos ha contratado a través del sistema de recompensas. Parece que la guardia de la ciudad no puede cubrir tantos frentes.-mentí usando para ello toda la información que contenía.
El hombre nos miró rascándose la barbilla bastante inseguro y posó la vista sobre mis espadas, sobretodo sobre Marlowe la espada más enigmática de las dos.
-Está bien...- dio un suspiro cerrando los ojos mientras se encogía de hombros. -No hay nada fuera de lo común, todo es normal en aspectos generales. -se acercó a los cuerpos. -Lo más general que se puede encontrar estos meses... -se mordió el labio con cierto fastidio. -Traumatismos múltiples en torso, espalda, piernas, brazos y cabeza. Algunos de los sujetos muestran heridas pequeñas de arma blanca, seguramente dagas o algún cuchillo. Todos estos elementos nos indican que pueden ser pequeñas peleas callejeras que acaban mal, algo muy común últimamente. Pero...
-¿Pero? - la curiosidad me estaba mantando.
-Al principio no me di cuenta porque las interpreté como simples peleas callejeras. Pero cuando el numero de victimas se incrementó hice un examen más detallado... En las muñecas presentan rozaduras, que pueden haber sido producidas por cadenas o cuerdas, así que...
-No son peleas callejeras... ¡Estaban encerrados!
-Exacto y además... Me puse a investigar y - el hombre señaló una incisión en el vientre de uno de los hombres. -A los últimos cadáveres les faltan la mayoría de sus órganos vitales.
-¿Por qué iba a querer órganos?- hice una mueca de asco.
-Supongo que la nigromancia tiene una gran amplitud de posibilidades, que pueden ser muy bien saciadas por el mercado negro.- el hombre me imitó en lo de la mueca. -Y hay otra curiosidad... He revisado los pocos archivos que tenemos y hablado con las familias de los fallecidos y... todos son mestizos...- esto ultimo lo dijo con cierto temor y odio a la vez.
-¿Mestizos?
-Sí, sólo uno de sus progenitores es un licántropo.
Miré detenidamente los cuerpos. Yo también era un mestizo, podría estar perfectamente tumbado sobre aquella camilla. Aquello hizo que un repentino escalofrió recorriera mi espalda. Alguien estaba matando a los "no puros" y hacía cosas muy raras con ellos, esclavitud y venta de órganos... ¿Quién podría ser el desalmado que hiciera todo aquello?
-¿Dónde se han encontrado los cuerpos? - mi rostro y mi voz sonaba muy sería, algo poco característico en mi.
-Todos han sido traídos por el rió. Pero aún así hay más desapariciones que cuerpos, de hecho las de los ríos se corresponden con las desapariciones más recientes. - el hombre tapó el cuerpo con una manta.- Eso es todo lo que puedo deciros, no creo que os pueda decir nada más.
-Gracias. - achiné los ojos y me rasqué el mentón mirando el cuerpo recién tapado.
Las información que acaba de recibir era mucha, sin embargo el numero de pistas a seguir era muy reducida. Sólo había un hilo del que tirar, el rió.
-Deberíamos a ir al rió. ¿O se te ocurre alguna otra posibilidad?- me giré hacía la dragona, para ver que plan íbamos a seguir.
En ese momento en las calles de Ulmer cercanas a la herrería...
El doctor había sido un alma demasiado temeraria en territorio desconocido. El hecho de haber amenazado a Tom con una espada no había pasado desapercibido para las gentes de Ulmer, gentes que estaban bastante hartas de la represión que el jefe de los gemelos estaba ejerciendo sobre ellos. Por ello cuando un extranjero venía a armar bronca les venía de perlas, con alguien debían desahogarse. A parte aún seguían siendo gente orgullosa que no iba a permitir que los extranjeros vinieran a atentar contra la frágil paz que tenían. Por ello comenzaron a salir de sus casas al ver pasar a Aradu, tendiéndole una emboscada en plena calle. Algunos alzaban palos, otros cuchillos, algunas mujeres temibles artefactos de cocina, otros se transformaron en lobos en su totalidad o de forma parcial. El humano se había metido en graves problemas.
Un poco antes en la taberna...
La joven elfa había sido descuidada y demasiado impulsiva. En vez de esperar de forma tranquila y sin llamar la atención a que los gemelos terminasen su trabajito, se había abalanzado sobre el tabernero, mostrando sus delatadoras orejas de elfa.
-No.. No... ¿Qué haces? ¡Vete de aquí! ¡Vendrán a por ti! - el tabernero intentó advertirla entre susurros.
Pero la voz de la joven, que había osado romper el silencio que se había creado en la taberna con la entrada de los gemelos, advirtió a uno de estos. Este se acercó de un salto a la chica y la tomó de la muñeca antes de que está pudiera escapar.
-¡Pero si tenemos otro regalo! ¡Que generoso eres Richard!
Sandor zarandeó a Claudena, en lo que esta pudo resistirse antes de que la dejará inconsciente con un poderoso golpe en la nunca.
Los gemelos se largaron de la taberna dejando grandes destrozos y un pequeño incendio, cargando en sus hombros a una elfa y a una licántropa.
Al mismo tiempo en el túnel secreto...
Bardo había conseguido descubrir la entrada secreta a un oscuro lugar bajo la ciudad de Ulmer. ¿Pero de verdad era una entrada? La iluminación era prácticamente nula, pero lo poco que podía alumbrar pudo dar respuesta al porqué del hedor. Pequeñas montañas de cadáveres roídos estaban esparcidos por todo el túnel. ¿Sería más un vertedero que una entrada? ¿Por qué si era así se habían tomado tantas molestias como ilusiones y pasajes acuáticos?. Puede que en otra hora hubiese sido una entrada, pero ahora se había convertido en una trampa para curiosos. Muy pronto el hedor fue acompañado de pequeños rugidos poco halagüeños. Bardo no tardaría en descubrir por que los cadáveres estaban roídos o comidos en algunos casos, pues la pobre luz del lugar pronto iluminaría la figura de un wendingo, ansioso de comer carne fresca tras meses de una alimentación basada en cadáveres putrefactos.
________________________________________________________________________________________________________
Off rol: Y comienzan los conflictos para algunos...
Astrid: Junto con Ircan eres la mejor parada por ahora en el tema, pero no te confíes... Ahora mismo has podido conocer muchos detalles de los motivos de las muertes y de una posible conspiración. Ircan y tu seguramente seáis los que mejor informados estáis. Ahora bien puedes elegir ir al río acompañando a Ircan, convéncerle para ir a otro lugar como la taberna. Aunque la ciudad está apunto de estallas, Aradu seguramente ha sido su primera pero no su ultima victima. Para calmar los ánimos es posible que convenga seguir las pistas más directas.
Bardo: ¡Felicidades Bardo! Has tenido muy buena intuición para descubrir la entrada secreta ( y una gran forma de describirla :D), aún así las cosas no son tan fáciles. Los malos no son tan tontos como podríamos querer y se aseguraron de cerrar esa entrada mediante la magia que has superado y un Wendingo alimentado con los cadáveres de sus primeras victimas, si esas de las que ha hablado el hombre de la morgue. Tus opciones no son muy variadas esta vez. No puedes volver por dónde has venido por razones obvias, así que o te enfrentas al Wendingo como un caballero de brillante armadura o te zafas de él. Ahora bien... ¿Se te da bien forzar cerraduras? ¿Tienes alguna ganzúa? Puede que eso te sea un impedimento en tu escapada.
Aradu: Bueno Aradu, tu también has obtenido bastante información de los cadáveres, salvo que no los has abierto par ver si les faltaba algo en el interior. Puede que puedas conseguir la misma información que Ircan y Astrid si vas a la morgue, aunque ellos ya no van a estar allí. Piensa en la escusa que vas a poner, la de ser un cazarecompensas ha sido usada. Pero antes de todo eso, tus actos violentos contra la seguridad publica te han hecho ganarte el odio de los lugareños, estas rodeado de unas 10-13 personas, te aconsejo huir. Recuerda que tus acciones con estos lugareños seguramente no sean bien vistas en el futuro. Tus opciones son, cambiar de ruta y no ir a la morgue, para lo que tendrás que zafarte de los lugareños, o seguir de camino a la morgue, para lo que también tendrás que zafarte de los lugareños. Las posibilidades para ello son múltiples pese a que estés rodeado.
Claudena: Puede que te hayas llevado la peor parte. Tu ansia te ha llevado a que te descubran y que te rapten junto a la mujer que pasó la noche con Bardo. Por una parte has sido atrapada, pero por otra vas a ser la primera en llegar a la guarida de los malos. Tus opciones son liberarte de las ataduras que te van a poner, intentar interactuar con la licántropa junto a la que te han atrapado y trazar un plan de fuga. ¿No decias que no te gustaban los licántropos? Ahora vas a compartir habitación con una :). Puede que os hagáis amigas.
Todas las decisiones tomadas contra los otros pj han sido acordadas con los usarios y se les ha pedido permiso. En este momento sólo me falta la respuesta afirmativa de Aradu. En caso de cualquier problema no tendré inconveniente de modificar las situaciones de forma inmediata. Muchas gracias y espero que disfruteis.
Ircan
Honorable
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Consigo ponerme de pie, una vez me sentí preparado para resistir la leve pero fría punzada de dolor que surgía desde mis oblicuos y terminaba en mis costillas, en medio de una absoluta oscuridad y una dolorosa respiración; producto del agua restante en mis fosas nasales y la insuficiencia de oxigeno tras aquella caída. Comencé a toser, pero cada estimulo lastimaba mi garganta y dolía como el látigo del demonio. La vaga iluminación de aquella fosa pestilente era deplorable, pero, para mi desgracia, pronto mis ojos comenzaron a adaptarse a la misma. Intenté ahogar un gesto de horror, cuando me percaté de la verdadera naturaleza de aquel escondrijo en el que tuve la mala fortuna de parar, pero el sensible estado de mi garganta y mi falta de aliento lograron adelantarse. Era un cuadro horripilante, compuesto por un sendero de cadáveres apilados en pequeños montículos, con partes de su cuerpo faltantes dispersas por todo el túnel, paredes pintadas con sangre y vísceras, y un putrefacto hedor a descomposición y carne muerta. Bajé la mirada y cerré los ojos con fuerza, haciendo lo posible por mantener la compostura y contener las náuseas ante aquel genocidio. Grave error. Al recuperarme, me encontré con la cruda imagen de mi bota aplastando lo que quedaba de la cabeza de un hombre, gusanos y una desagradable sustancia surgiendo de la misma. Respiré profundo mientras un escalofrió recorría desde la parte trasera de mi cráneo hasta la coronilla, tenía que calmarme o terminaría añadiendo un nuevo desperdicio a la colección de aquel vertedero.
¿Cómo, como era posible...? ¿Cómo podía alguien cometer un acto de inhumanidad como este? Iba totalmente en contra de las enseñanzas que los monjes habían sembrado en mí desde mi niñez. Sin importar los errores que haya cometido, cada vida era sagrada y debía ser respetada. ¿Pero esto? Era la mayor blasfemia en la que podía pensar, sus cuerpos habían sido profanados y desechados como desperdicios. ¿Podría acaso alguien decirme el nombre del hombre cuyo cráneo fue aplastado por la suela de mi bota? ¿O el dueño de aquel brazo que yacía inerte a uno de mis costados? Apreté los puños y los dientes con frustración. Estaba furioso, no con el asesino de estos individuos, estaba furioso conmigo mismo. ¿Cómo pude ser tan iluso para pensar que podría arreglar todo con una canción y luego desaparecer igual que ellos?
Yo no era como él. Yo no podía ser como Adanedhel.
El silencioso ambiente que le daba campo abierto a mis pensamientos para apoderarse de mi consciencia, de un momento a otro se desvaneció. Mis oídos comenzaron a percibir señales de movimiento entre las sombras, pasos cautelosos que tensaron cada fibra de mi cuerpo. Me mantuve completamente en silencio, atento a aquella pesada respiración que era acompañada por leves rugidos. Levanté mi vista, intentando ver al ser que se ocultaba entre la oscuridad.
En un primer momento, llegue a pensar que se trataba de un moribundo anciano que se arrastraba a pedir mi ayuda; su rostro fue lo primero que pude vislumbrar entre las tinieblas, pero, tan pronto me percate de aquellas ensangrentadas encías cubiertas por podridos colmillos, me convencí de que me hallaba muy lejos de la realidad. Su figura amorfa no tardó en alzarse entre las sombras, sus facciones eran humanas, pero su delgado torso era opacado por la longitud de sus brazos y el peligroso filo de sus garras. ¿Quién era él? O mejor dicho: ¿Qué era él? Nunca antes había visto una criatura como esa, tenía mis dudas sobre si realmente se trataba de una bestia. ¿Sería un humano víctima de una terrible maldición? ¿Era él el responsable de este genocidio?
Retrocedí un paso instintivamente, una vez su aliento se halló demasiado cerca para mi gusto; impactando contra mi rostro como una cálida pero fétida brisa. Fue entonces cuando, como un feroz lobo saltando sobre su presa, aquel monstruo se abalanzó sobre mí. Dudaba. Dudaba de la verdadera naturaleza del enemigo al que me enfrentaba. Más, dudar era el verdadero enemigo de un monje, eso decían los sabios. Fueron las dudas aquellas que me distrajeron del inminente peligro. Fueron las dudas aquellas que no me dieron el tiempo suficiente para aprovechar el brutal ataque de mi enemigo en su contra. En cambio, me vi atrapado entre el suelo y los feroces colmillos de la bestia; mis manos sosteniendo sus muñecas para evitar que desgarrara mi piel con el filo de sus garras, mientras observaba como está furiosa se zarandeaba de mi agarre, dispuesta a devorar mi carne con sus fauces. En ese momento, mi cuerpo y mi mente entendieron lo que estaba aconteciendo. No había espacio para dudar o para flaquear por el dolor de mis heridas. Debía luchar por mi vida, o aquel monstruo me la arrebataría.
Con la calma de un sabio y la fuerza de guerrero, reforcé mi agarre a sus brazos y usé aquel impulso para colocar ambas piernas en el pecho de la bestia. Liberé sus brazos para apoyar mis manos en el suelo inmediatamente, teniendo una base sólida para ejercer la fuerza necesaria y lograr quitarme al monstruo de encima con una patada. Me levanté con un rápido movimiento y adopté una firme postura de combate, viendo a la bestia levantarse a escasos metros de mi posición, gruñendo y preparándose para realizar otra carga brutal contra mí. Respiré profundo, el secreto de la calma se hallaba en la correcta respiración. Esperé detectar entre la oscuridad la más mínima señal de que mi enemigo estaba a punto de ejecutar su movimiento, y entonces preparé mi contraataque. La bestia saltó para volver a tenerme a su merced, pero yo le esquivé con una maniobra llamada: "el dragón danzante", una rápida rotación y un paso hacia delante en descenso; pude ver a mi enemigo cruzando sobre mi cabeza y le escuché caer abruptamente en el suelo. Respiré nuevamente y relajé mi postura, silencioso, engañando a mi enemigo y dejando que me guiaran mis sentidos. Roté nuevamente ejecutando una patada alta, una vez pude escuchar el rugido de la bestia dispuesta a atacarme con la guardia baja, mi pierna impactó directamente con su rostro y logré desequilibrarle. Mis brazos fueron infundidos con un fulgor sagrado y ejecuté otros dos golpes en sus costillas, debilitando su caja torácica antes de ejecutar el golpe final.
La bestia fue despedida con un golpe de palma directo al centro de su pecho, cayendo con un golpe seco a una buena distancia. Permanecí preparado para continuar con el combate, pero, inesperadamente, el monstruo emitió un quejido de dolor y a continuación pude escucharle escapar atemorizado. No lo entendía entonces, pero aquel monstruo semi-humano era un Wendigo, una criatura de aspecto temible y poseedor de un veneno letal, más su cobardía le impedía ser del todo una amenaza. Suspiré y relajé mi cuerpo, una vez estuve seguro de que el mayor peligro acababa de marcharse.
La adrenalina no tardó en esfumarse tras perderse el clímax del combate, y un ligero dolor de cabeza se dio a conocer junto a una pequeña presión en mi pecho. Mi mente evocó aquellas dudas sobre el monstruo al que acababa de enfrentarme, ideando también nuevas preguntas a las cuales no tenía forma de responder. Llegué a la conclusión de que no iba a conseguir nada permaneciendo ahí de pie, decidí seguir el camino por el cual había huido aquella bestia. Si había escapado de esa manera, es porque conocía una forma de salir de aquí.
¿Cómo, como era posible...? ¿Cómo podía alguien cometer un acto de inhumanidad como este? Iba totalmente en contra de las enseñanzas que los monjes habían sembrado en mí desde mi niñez. Sin importar los errores que haya cometido, cada vida era sagrada y debía ser respetada. ¿Pero esto? Era la mayor blasfemia en la que podía pensar, sus cuerpos habían sido profanados y desechados como desperdicios. ¿Podría acaso alguien decirme el nombre del hombre cuyo cráneo fue aplastado por la suela de mi bota? ¿O el dueño de aquel brazo que yacía inerte a uno de mis costados? Apreté los puños y los dientes con frustración. Estaba furioso, no con el asesino de estos individuos, estaba furioso conmigo mismo. ¿Cómo pude ser tan iluso para pensar que podría arreglar todo con una canción y luego desaparecer igual que ellos?
Yo no era como él. Yo no podía ser como Adanedhel.
El silencioso ambiente que le daba campo abierto a mis pensamientos para apoderarse de mi consciencia, de un momento a otro se desvaneció. Mis oídos comenzaron a percibir señales de movimiento entre las sombras, pasos cautelosos que tensaron cada fibra de mi cuerpo. Me mantuve completamente en silencio, atento a aquella pesada respiración que era acompañada por leves rugidos. Levanté mi vista, intentando ver al ser que se ocultaba entre la oscuridad.
En un primer momento, llegue a pensar que se trataba de un moribundo anciano que se arrastraba a pedir mi ayuda; su rostro fue lo primero que pude vislumbrar entre las tinieblas, pero, tan pronto me percate de aquellas ensangrentadas encías cubiertas por podridos colmillos, me convencí de que me hallaba muy lejos de la realidad. Su figura amorfa no tardó en alzarse entre las sombras, sus facciones eran humanas, pero su delgado torso era opacado por la longitud de sus brazos y el peligroso filo de sus garras. ¿Quién era él? O mejor dicho: ¿Qué era él? Nunca antes había visto una criatura como esa, tenía mis dudas sobre si realmente se trataba de una bestia. ¿Sería un humano víctima de una terrible maldición? ¿Era él el responsable de este genocidio?
Retrocedí un paso instintivamente, una vez su aliento se halló demasiado cerca para mi gusto; impactando contra mi rostro como una cálida pero fétida brisa. Fue entonces cuando, como un feroz lobo saltando sobre su presa, aquel monstruo se abalanzó sobre mí. Dudaba. Dudaba de la verdadera naturaleza del enemigo al que me enfrentaba. Más, dudar era el verdadero enemigo de un monje, eso decían los sabios. Fueron las dudas aquellas que me distrajeron del inminente peligro. Fueron las dudas aquellas que no me dieron el tiempo suficiente para aprovechar el brutal ataque de mi enemigo en su contra. En cambio, me vi atrapado entre el suelo y los feroces colmillos de la bestia; mis manos sosteniendo sus muñecas para evitar que desgarrara mi piel con el filo de sus garras, mientras observaba como está furiosa se zarandeaba de mi agarre, dispuesta a devorar mi carne con sus fauces. En ese momento, mi cuerpo y mi mente entendieron lo que estaba aconteciendo. No había espacio para dudar o para flaquear por el dolor de mis heridas. Debía luchar por mi vida, o aquel monstruo me la arrebataría.
Con la calma de un sabio y la fuerza de guerrero, reforcé mi agarre a sus brazos y usé aquel impulso para colocar ambas piernas en el pecho de la bestia. Liberé sus brazos para apoyar mis manos en el suelo inmediatamente, teniendo una base sólida para ejercer la fuerza necesaria y lograr quitarme al monstruo de encima con una patada. Me levanté con un rápido movimiento y adopté una firme postura de combate, viendo a la bestia levantarse a escasos metros de mi posición, gruñendo y preparándose para realizar otra carga brutal contra mí. Respiré profundo, el secreto de la calma se hallaba en la correcta respiración. Esperé detectar entre la oscuridad la más mínima señal de que mi enemigo estaba a punto de ejecutar su movimiento, y entonces preparé mi contraataque. La bestia saltó para volver a tenerme a su merced, pero yo le esquivé con una maniobra llamada: "el dragón danzante", una rápida rotación y un paso hacia delante en descenso; pude ver a mi enemigo cruzando sobre mi cabeza y le escuché caer abruptamente en el suelo. Respiré nuevamente y relajé mi postura, silencioso, engañando a mi enemigo y dejando que me guiaran mis sentidos. Roté nuevamente ejecutando una patada alta, una vez pude escuchar el rugido de la bestia dispuesta a atacarme con la guardia baja, mi pierna impactó directamente con su rostro y logré desequilibrarle. Mis brazos fueron infundidos con un fulgor sagrado y ejecuté otros dos golpes en sus costillas, debilitando su caja torácica antes de ejecutar el golpe final.
La bestia fue despedida con un golpe de palma directo al centro de su pecho, cayendo con un golpe seco a una buena distancia. Permanecí preparado para continuar con el combate, pero, inesperadamente, el monstruo emitió un quejido de dolor y a continuación pude escucharle escapar atemorizado. No lo entendía entonces, pero aquel monstruo semi-humano era un Wendigo, una criatura de aspecto temible y poseedor de un veneno letal, más su cobardía le impedía ser del todo una amenaza. Suspiré y relajé mi cuerpo, una vez estuve seguro de que el mayor peligro acababa de marcharse.
La adrenalina no tardó en esfumarse tras perderse el clímax del combate, y un ligero dolor de cabeza se dio a conocer junto a una pequeña presión en mi pecho. Mi mente evocó aquellas dudas sobre el monstruo al que acababa de enfrentarme, ideando también nuevas preguntas a las cuales no tenía forma de responder. Llegué a la conclusión de que no iba a conseguir nada permaneciendo ahí de pie, decidí seguir el camino por el cual había huido aquella bestia. Si había escapado de esa manera, es porque conocía una forma de salir de aquí.
Tenzin Fang Leiden
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
"¿Qué podría salir mal?" Esa pregunta rondó por la cabeza de Astrid durante la caminata. Miraba las ventanas de las casas que eran cerradas por los lugareños asustados o algunos se ocultaban para mirarlos con curiosidad. Suspiró pesadamente mirando al joven licántropo que caminaba delante de ella. El asunto de aquellos cadáveres hacía que la preocupase demasiado, no quería verse involucrada y muchos menos que Ircan lo estuviera ¿Y si era algo más gordo de lo que pensaban? ¿Y si acababan peor de lo que su mente podía imaginar? La dragona ahora entendía las palabras de su padre cuando le regañaba si le desobedecía. "Ya comprenderás este terror cuando seas mayor". Efectivamente, su padre se llenaba de ese terror cuando Astrid salía corriendo de los límites de su aldea no acatando la prohibición de los superiores. Ahora era ella la que debía ir con mil ojos puestos en cada suceso que pasaba alrededor de ambos.
Una vez llegaron a la entrada de la morgue, una sensación no agradable inundó su cuerpo haciéndola temblar. Algo malo iban a encontrar allí dentro, aparte de cadáveres claro. Una vez entró observó cada rincón, sin prestar atención a las primeras frases entre los dos varones que se encontraban con ella, aquel sitio le ponía la carne de gallina. En antaño había visto lugares para al misma finalidad en otras ciudades, pero extrañamente en aquella situación no se encontraba para nada segura. La intuición de la dragona no iba por mal camino. Cuando puso especial atención en las explicaciones del hombre sobre los cuerpos algo en ella se despertó, nuevamente la curiosidad mata a la dragona. "-Todo esto huele a gato encerrado-". Nada mas acabar la charla, Astrid hizo un pequeño gesto con la cabeza. -Gracias- Imitó las palabras de su compañero y tiró de él hacia fuera de la morgue, no aguantaba más en ese lugar.
-Se me ocurren millones de sitios en donde no deberíamos ir y uno de esos lugares es ese río... ¿Y si pasase algo?.... ¿Y si te pasara algo?... - Hizo una pausa para intentar calmarse - ... Tom nunca me lo perdonaría, ni yo misma lo haría...- El ambiente en ese momento de silencio por parte de la dragona se hizo un poco incómodo, volvió a suspirar pesadamente y agarró la mano del contrario. -Prométeme que si pasase algo, si llega a ser una banda de a saber qué... Saldrás corriendo para ponerte a salvo sin mirar atrás...- Miró a los ojos que la habían acompañado durante mucho tiempo. Se intuía ya lo que el menor le iba a decir. Negó sonriendo y le dio un par de suaves palmaditas en la mejilla. -Sé que aunque me digas que lo vas a hacer, en el momento de la verdad romperás esa promesa, pero quiero que esta vez lo hagas de verdad... En mi aldea no esperan que vuelva, ya que conocen mi espíritu aventurero más que nadie... Pero piensa en cómo se sentiría Tom si te perdiera para siempre. Recuerda estas palabras si sucede algo así... Que esperemos que no- Soltó su mano y tras esa charla tomaron rumbo hacia el río.
Al llegar al destino, la dragona miró con cuidado las aguas ¿Se encontrarían algún cuerpo más? Negó para intentar quitarse esa imagen de la cabeza y bajó hasta la orilla poco a poco. Giró su rostro hacia Irc en busca de alguna indicación por donde empezar a buscar o saber realmente qué buscar. -¿Alguna idea?- Preguntó cruzándose de brazos.
Una vez llegaron a la entrada de la morgue, una sensación no agradable inundó su cuerpo haciéndola temblar. Algo malo iban a encontrar allí dentro, aparte de cadáveres claro. Una vez entró observó cada rincón, sin prestar atención a las primeras frases entre los dos varones que se encontraban con ella, aquel sitio le ponía la carne de gallina. En antaño había visto lugares para al misma finalidad en otras ciudades, pero extrañamente en aquella situación no se encontraba para nada segura. La intuición de la dragona no iba por mal camino. Cuando puso especial atención en las explicaciones del hombre sobre los cuerpos algo en ella se despertó, nuevamente la curiosidad mata a la dragona. "-Todo esto huele a gato encerrado-". Nada mas acabar la charla, Astrid hizo un pequeño gesto con la cabeza. -Gracias- Imitó las palabras de su compañero y tiró de él hacia fuera de la morgue, no aguantaba más en ese lugar.
-Se me ocurren millones de sitios en donde no deberíamos ir y uno de esos lugares es ese río... ¿Y si pasase algo?.... ¿Y si te pasara algo?... - Hizo una pausa para intentar calmarse - ... Tom nunca me lo perdonaría, ni yo misma lo haría...- El ambiente en ese momento de silencio por parte de la dragona se hizo un poco incómodo, volvió a suspirar pesadamente y agarró la mano del contrario. -Prométeme que si pasase algo, si llega a ser una banda de a saber qué... Saldrás corriendo para ponerte a salvo sin mirar atrás...- Miró a los ojos que la habían acompañado durante mucho tiempo. Se intuía ya lo que el menor le iba a decir. Negó sonriendo y le dio un par de suaves palmaditas en la mejilla. -Sé que aunque me digas que lo vas a hacer, en el momento de la verdad romperás esa promesa, pero quiero que esta vez lo hagas de verdad... En mi aldea no esperan que vuelva, ya que conocen mi espíritu aventurero más que nadie... Pero piensa en cómo se sentiría Tom si te perdiera para siempre. Recuerda estas palabras si sucede algo así... Que esperemos que no- Soltó su mano y tras esa charla tomaron rumbo hacia el río.
Al llegar al destino, la dragona miró con cuidado las aguas ¿Se encontrarían algún cuerpo más? Negó para intentar quitarse esa imagen de la cabeza y bajó hasta la orilla poco a poco. Giró su rostro hacia Irc en busca de alguna indicación por donde empezar a buscar o saber realmente qué buscar. -¿Alguna idea?- Preguntó cruzándose de brazos.
Astrid Leggiend
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Ya fuera de aquella herreria, con pies ligeros me dirigí hacia la morgue. Las calles estaban cada vez más abarotadas de personas, cada una de ellas parecía que venía armada. Mi condición me ha vuelto a jugar malas pasadas en aquello parajes inhospidos.
De diferentes calles, todas ellas de calzadas irregulares y mugrientas, salían personas que se dirigían hacia mi. Al verlo, como por instinto, busqué alguna escapatoria de lo que venia a ser un encuentro poco placentero pero como era de esperar no había forma alguna de escabullirse sin llamar aún más la atención.
Seguí rumbo a la morgue, pero las personas se iban acercando a paso más ligero, y eso que yo aceleraba con cada segundo que pasaba. Echaba ojeadas por encima del hombro cada poco metros intentando a la vez no tropezarme con el desnivel.
Sudor, un sudor frio me recorría la frente por debajo de la máscara, preeminencia al encuentro indeseable. Mis ojos buscaban alguna salida pero, como aparecido delante de mi por arte de magia, un hombre más voluminoso que un armario empotrado me había cortado el paso.
- Ande crees que vas, forastero? el tono de su voz era demasiado agudo para su cuerpo, me resultaba cómico. Sin embargo, pensé que esbozar una risa equivalía a perder la cabeza.
Giré torpemente sobre lo talones, otro mas bajito me empujó contra el grande, que a su vez me empujo hacia adelante y así constantemente. Se formo un círculo de campesinos cabreados alrededor. Algunos reían.
- ¿Te crees que este es tu pueblo? dijo un segundo, más bajito pero con extrañas facciones de lobo , entre risas, parecía tener más colmillos que un hombre normal.
Todos llevaban armas, como un lobo entre la espada y la pared, me preparaba para cualquier cosa.
Cuando ya empezaba a marearme, recibí el primer puñetazo en la sien. El golpe fue amortiguado por la máscara, sin embargo noté como si mi cerebro se agitó dentro del cráneo. Luego otro, igual de duro, y otro en el estómago que se sintió como la patada de un caballo.
Bajo una lluvia de porrazos, sentía que se me nublaba la vista, pero no podía caer, ya que tocar el suelo implicaría mi perdición.
Tras los que me pareció una eternidad entre risas y agonía los golpes cada vez iba a menos, me convencía a mi mismo "Uno mas, uno mas y acaba" para no desmayarme.
Pero por desgracia uno de ellos sacó la espada. Mi ojos, manos, piernas y cualquier parte de mi ser tiritaban de miedo. No quería usar armas. No quería.
Por debajo de la máscara corría la sangre del rostro, parecía que cada gota coincidía con cada paso de aquella espada atada a un cuerpo. Entre escupitajos susurraba
-No..no debemos de llegar a esto.
No por mi, sino por ellos.
-Te condenaste al pisar Ulmer!
Levantó la espada y golpeó. Un sonido estridente sonó en el ambiente y la espada se resbaló al lado mía sin siquiera rozarme. Había conseguido sacar el estoque a tiempo y desviar el ataque con la guarda. Todos dieron un paso hacia atrás, y yo, de rodillas, apunté al corazón de campesino con la punta del arma. Escuchaba susurros y, extrañamente, las manos me dejaron de temblar.
Mátalo, mátalo , mátalo, te sentirás mejor, hazlo.
Jadeante, me puse de pie sin dejar de apuntar al corazón.
-Suelta el arma, suel...ta. Veía doble, no sabía si lo seguía apuntando o no. Desde el fondo de mi alma grité.
- Si alguno se acerca lo mato!!
Como una especie de hechizo, aquellas palabras abrieron hueco entre los lugareños, hueco hacia u callejon que parecía más estrecho y oscuro que los otros pero desde luego no el camino hacia la morgue o hacia el río. Sin pensármelo dos veces, eché a correr hacia allí. Cada centímetro dolía como si estuviese envenenado por 100 arañas diferentes en todas las partes del cuerpo, pero sonreía.
Sonreía, sonreía y lloraba porque la muerte no se ha cobrado otra alma en aquella ocasión.
De diferentes calles, todas ellas de calzadas irregulares y mugrientas, salían personas que se dirigían hacia mi. Al verlo, como por instinto, busqué alguna escapatoria de lo que venia a ser un encuentro poco placentero pero como era de esperar no había forma alguna de escabullirse sin llamar aún más la atención.
Seguí rumbo a la morgue, pero las personas se iban acercando a paso más ligero, y eso que yo aceleraba con cada segundo que pasaba. Echaba ojeadas por encima del hombro cada poco metros intentando a la vez no tropezarme con el desnivel.
Sudor, un sudor frio me recorría la frente por debajo de la máscara, preeminencia al encuentro indeseable. Mis ojos buscaban alguna salida pero, como aparecido delante de mi por arte de magia, un hombre más voluminoso que un armario empotrado me había cortado el paso.
- Ande crees que vas, forastero? el tono de su voz era demasiado agudo para su cuerpo, me resultaba cómico. Sin embargo, pensé que esbozar una risa equivalía a perder la cabeza.
Giré torpemente sobre lo talones, otro mas bajito me empujó contra el grande, que a su vez me empujo hacia adelante y así constantemente. Se formo un círculo de campesinos cabreados alrededor. Algunos reían.
- ¿Te crees que este es tu pueblo? dijo un segundo, más bajito pero con extrañas facciones de lobo , entre risas, parecía tener más colmillos que un hombre normal.
Todos llevaban armas, como un lobo entre la espada y la pared, me preparaba para cualquier cosa.
Cuando ya empezaba a marearme, recibí el primer puñetazo en la sien. El golpe fue amortiguado por la máscara, sin embargo noté como si mi cerebro se agitó dentro del cráneo. Luego otro, igual de duro, y otro en el estómago que se sintió como la patada de un caballo.
Bajo una lluvia de porrazos, sentía que se me nublaba la vista, pero no podía caer, ya que tocar el suelo implicaría mi perdición.
Tras los que me pareció una eternidad entre risas y agonía los golpes cada vez iba a menos, me convencía a mi mismo "Uno mas, uno mas y acaba" para no desmayarme.
Pero por desgracia uno de ellos sacó la espada. Mi ojos, manos, piernas y cualquier parte de mi ser tiritaban de miedo. No quería usar armas. No quería.
Por debajo de la máscara corría la sangre del rostro, parecía que cada gota coincidía con cada paso de aquella espada atada a un cuerpo. Entre escupitajos susurraba
-No..no debemos de llegar a esto.
No por mi, sino por ellos.
-Te condenaste al pisar Ulmer!
Levantó la espada y golpeó. Un sonido estridente sonó en el ambiente y la espada se resbaló al lado mía sin siquiera rozarme. Había conseguido sacar el estoque a tiempo y desviar el ataque con la guarda. Todos dieron un paso hacia atrás, y yo, de rodillas, apunté al corazón de campesino con la punta del arma. Escuchaba susurros y, extrañamente, las manos me dejaron de temblar.
Mátalo, mátalo , mátalo, te sentirás mejor, hazlo.
Jadeante, me puse de pie sin dejar de apuntar al corazón.
-Suelta el arma, suel...ta. Veía doble, no sabía si lo seguía apuntando o no. Desde el fondo de mi alma grité.
- Si alguno se acerca lo mato!!
Como una especie de hechizo, aquellas palabras abrieron hueco entre los lugareños, hueco hacia u callejon que parecía más estrecho y oscuro que los otros pero desde luego no el camino hacia la morgue o hacia el río. Sin pensármelo dos veces, eché a correr hacia allí. Cada centímetro dolía como si estuviese envenenado por 100 arañas diferentes en todas las partes del cuerpo, pero sonreía.
Sonreía, sonreía y lloraba porque la muerte no se ha cobrado otra alma en aquella ocasión.
Aradu
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
La dragona se preocupaba demasiado por mi y muy poco por ella misma. Su preocupación me halagaba y me hacia sentir querido de una forma diferente a la que me inspiraba Tom. No pude evitar sonreírle y le tomé de la mano para tranquilizarla.
-Si aparece algo malo lo combatiremos juntos, como en aquel bosque. No pudieron entonces con nosotros y eran prácticamente un ejercito. -coloqué mi mano encima de la suya y la miré a los ojos. -En caso de que las cosas salgan mal sabremos salir del apuro. Pero mirar a otro lado sólo empeorará las cosas, pues entonces el peligro no nos vendrá de frente.- mi sonrisa se borró por un momento de mi rostro. -Ahora vayamos a ese río, debemos de averiguar que está ocurriendo.
La marcha hacia el río fue silenciosa entre la dragona y yo, pero no fue así en el ambiente. Una especie de murmullo violento se escuchaba de fondo, al parecer se había comenzado a armar una revuelta. ¿La tensión que tan presente estaba había decidido liberarse? No pudimos averiguar mucho más; conforme avanzábamos hacia el rió el sonido se iba alejando.
Al llegar al río fue la dragona la primera en adelantarse para inspeccionar el terreno, pero en la parte en la que nosotros estábamos no había ninguna pista aparente.
-Parece que deberemos remontar la corriente, puede que así encontremos algo o el propio origen de todo esto. - señale la orilla occidental, que era lo suficientemente suave como para permitir el transito. -Iremos por aquí, estemos atentos por si vemos algo.
Caminamos juntos por la rivera, escuchando como ajeno a todos los males del mundo el fluir de las aguas seguía avanzando imparable en su descenso hacía el mar. Era interesante ver como pese a los grandes problemas de los mortales la naturaleza siempre seguía su curso de forma impasible, sin importarle si trasportaba troncos o cadáveres. Al final todo pertenecía al ciclo continuo e invariable de la vida.
En nuestro andar llegamos a un punto en el que en la parte por la que caminábamos se abría una pequeña apertura, una pequeña cueva que se alimentaba y había sido formada por un pequeño caudal que ahora entraba por ella. Seguramente era la culpable de las reservas acuíferas que daban de beber a la población de Ulmer. Ésta estaba coronada por un alto risco del que no se podía ver con claridad la cima debido al intenso follaje.
El sonido de unos apresurados pasos chafando el agua fue lo único que nos alertó del improvisto asalto que sufrimos. Sin esperarlo, de la oscuridad de la cueva salió un pequeño wendingo esgrimiendo sus fauces y garras putrefactas y cargadas de un oscuro veneno.
Reaccionando por impulso, empujé a Astrid, escuchando a los pocos segundos un chapuzón. Mientras tanto mi cuerpo se flexionó evitando las garras, rodé por el suelo evitando ser aplastado por el bicho al tiempo que desenvainaba la espada de Marlowe y la utilizaba para desgarrarle el costado con un profundo tajo.1. Pese a ser una herida bastante grave, aquella bestia dio un salto lateral para guardar la distancia con mi espada mirándome con un infinito e irracional odio.
-¡Ten cuidado con sus garras y sus dientes! ¡Llevan veneno! - había aprendido aquella lección en mis aventuras por la parte sur del lago.
Los gemelos habían cargado con la elfa y la impura licántropa y se habían asegurado que sus cuerpos dieran contra el duro suelo de las celdas que tenían reservadas para los "sujetos de experimentos". Aquellos preciosos cuerpos pronto serían desprovistos de algo más que su joven belleza. Los licántropos no se tomaron ni la molestia de atarles las manos, estaban demasiado confiados de que aquellas dos mujeres no podrían escapar de la celda, y mucho menos de su base.
-Los gemelos ya han vuelto de la taberna y han traído a una elfa y a la mujer licántropa que se acostó con el elfo. -
En la sala envuelta en penumbras retumbó el sonido de una garganta carraspear y el producto de un escupitajo al suelo con un gran sentimiento de asco cargado en él.
-¿Desde cuando nuestras tierras se han vuelto un punto de atracción élfica?- otro sonido, el de un fuerte puñetazo contra la madera retumba en las paredes. -¡Y encima nuestras mujeres se abren de piernas a los extranjeros! ¿Hasta dónde ha llegado la impureza de los Colmillo de Hierro? ¡Malditos sean! ¡Pero eso se va a acabar! Pagaran todas las humillaciones a nuestra raza. -el odio era palpable en su voz, al igual que era palpable el crujir de la madera al ser oprimida por algo muy poderoso. -¡Seguid el procedimiento habitual! Al menos servirán para financiar la causa...
-Lo dispondré todo para esta noche.
-Todo sigue según lo planeado... No podrán pararnos... -sólo una parte de un peludo hocico a una altura de dos metros es alumbrado por la escasa luz de la única vela que ilumina la sala.
________________________________________________________________________________________________________
1: Uso de mi habilidad de nivel 1 "Contraataque licántropo (gatillable): Fruto de la adaptación a su yo lobo, el personaje se mueve con la agilidad de un animal esquivando el próximo ataque dirigido a él y contraatacando de forma bestial. (tres turnos de enfriamiento)
Proximo turno:
Viendo la gran demora de Claudena a la hora de responder y para que el tema no quede mucho tiempo inactivo he tenido que saltarla. Esperamos que pueda recuperar ese post pronto, a lo cual me ofreceré para ayudarla, aunque espero que en el próximo turno vuelva con todas sus fuerzas.
Tenzin: Has seguido al wendingo por los túneles subterráneos durante un largo camino. ¿Has caído en una trampa del enemigo o simplemente en un elemento casual y aislado? Tu avance te hace llegar a una bifurcación. A tu derecha encuentras un pequeño corredor natural provocado por la erosión de una corriente de agua que alimenta el pequeño acuífero en el que te encuentras, sin embargo la estructura de ese túnel es débil y poco fiable, podría derrumbarse en cualquier momento. A tu izquierda te encuentras con un túnel artificial de mayor consistencia. Para agilizar un poco la situación dime por CB o por MP que camino escogerás y te explico que te encontrarás al final del mismo.
Aradu: ¡Felicidades! ¡Has sembrado el caos en Ulmer! jajajaja La creciente tensión a la que se han visto sometidos los habitantes ha estallado por fin debido a tus actos. Has conseguido deshacerte de ellos por un momento pero... ¿Serán suficiente tus amenazas para detener a una muchedumbre enfurecida? Supongo que es completamente lógico que te persigan, tanto en forma humana como en forma lobo para poder usarte de balón antiestres. Aún así les llevas ventajas, por lo cual puedes escapar, ¡pero no te demores mucho!. Tus opciones son las mismas que en la vez anterior. Dirigirte a la morgue o ir al río donde más o menos comienza la acción. Es posible que en el próximo turno te encuentres con algún secuaz de los malos, según la decisión que tomes.
Claudena: Tu objetivo sigue siendo el mismo que en el turno anterior. Para facilitarte un poco las cosas y viendo que no has "opuesto resistencia" no te han atado así que tendrás mayor libertad para escaparte. Deberás decidir si escapas junto a la licántropa ayudándoos una a la otra o vais cada una por vuestra parte. Deberás de relatar como escapas si es que dispones de las necesidades de hacerlo o simplemente puedes escoger esperar a que algún otro pj te encuentre y te rescate.
Astrid e Ircan: Ahora nosotros nos llevamos la peor parte. Un pequeño pero no por ello poco peligroso wendingo nos a asaltado en nuestro paseo por el río. Por suerte la tunda que le ha dado Tenzin en los túneles y la herida de Ircan lo han hecho más fácil de manejar. Astrid deberá de derrotar al wendingo o bien huir y dejar a Ircan con el marrón o puede incluso escoger ser arrastrada por la corriente.
Como siempre las posibilidades siguen siendo amplias siempre que haya coherencia y si hay cualquier problema o algo que no os guste pues poneos en contacto conmigo y se cambian las situaciones :).
-Si aparece algo malo lo combatiremos juntos, como en aquel bosque. No pudieron entonces con nosotros y eran prácticamente un ejercito. -coloqué mi mano encima de la suya y la miré a los ojos. -En caso de que las cosas salgan mal sabremos salir del apuro. Pero mirar a otro lado sólo empeorará las cosas, pues entonces el peligro no nos vendrá de frente.- mi sonrisa se borró por un momento de mi rostro. -Ahora vayamos a ese río, debemos de averiguar que está ocurriendo.
La marcha hacia el río fue silenciosa entre la dragona y yo, pero no fue así en el ambiente. Una especie de murmullo violento se escuchaba de fondo, al parecer se había comenzado a armar una revuelta. ¿La tensión que tan presente estaba había decidido liberarse? No pudimos averiguar mucho más; conforme avanzábamos hacia el rió el sonido se iba alejando.
Al llegar al río fue la dragona la primera en adelantarse para inspeccionar el terreno, pero en la parte en la que nosotros estábamos no había ninguna pista aparente.
-Parece que deberemos remontar la corriente, puede que así encontremos algo o el propio origen de todo esto. - señale la orilla occidental, que era lo suficientemente suave como para permitir el transito. -Iremos por aquí, estemos atentos por si vemos algo.
Caminamos juntos por la rivera, escuchando como ajeno a todos los males del mundo el fluir de las aguas seguía avanzando imparable en su descenso hacía el mar. Era interesante ver como pese a los grandes problemas de los mortales la naturaleza siempre seguía su curso de forma impasible, sin importarle si trasportaba troncos o cadáveres. Al final todo pertenecía al ciclo continuo e invariable de la vida.
En nuestro andar llegamos a un punto en el que en la parte por la que caminábamos se abría una pequeña apertura, una pequeña cueva que se alimentaba y había sido formada por un pequeño caudal que ahora entraba por ella. Seguramente era la culpable de las reservas acuíferas que daban de beber a la población de Ulmer. Ésta estaba coronada por un alto risco del que no se podía ver con claridad la cima debido al intenso follaje.
El sonido de unos apresurados pasos chafando el agua fue lo único que nos alertó del improvisto asalto que sufrimos. Sin esperarlo, de la oscuridad de la cueva salió un pequeño wendingo esgrimiendo sus fauces y garras putrefactas y cargadas de un oscuro veneno.
Reaccionando por impulso, empujé a Astrid, escuchando a los pocos segundos un chapuzón. Mientras tanto mi cuerpo se flexionó evitando las garras, rodé por el suelo evitando ser aplastado por el bicho al tiempo que desenvainaba la espada de Marlowe y la utilizaba para desgarrarle el costado con un profundo tajo.1. Pese a ser una herida bastante grave, aquella bestia dio un salto lateral para guardar la distancia con mi espada mirándome con un infinito e irracional odio.
-¡Ten cuidado con sus garras y sus dientes! ¡Llevan veneno! - había aprendido aquella lección en mis aventuras por la parte sur del lago.
Mientras tanto en las celdas de la guarida...
Los gemelos habían cargado con la elfa y la impura licántropa y se habían asegurado que sus cuerpos dieran contra el duro suelo de las celdas que tenían reservadas para los "sujetos de experimentos". Aquellos preciosos cuerpos pronto serían desprovistos de algo más que su joven belleza. Los licántropos no se tomaron ni la molestia de atarles las manos, estaban demasiado confiados de que aquellas dos mujeres no podrían escapar de la celda, y mucho menos de su base.
En la sala del jefe de los licántropos..
-Los gemelos ya han vuelto de la taberna y han traído a una elfa y a la mujer licántropa que se acostó con el elfo. -
En la sala envuelta en penumbras retumbó el sonido de una garganta carraspear y el producto de un escupitajo al suelo con un gran sentimiento de asco cargado en él.
-¿Desde cuando nuestras tierras se han vuelto un punto de atracción élfica?- otro sonido, el de un fuerte puñetazo contra la madera retumba en las paredes. -¡Y encima nuestras mujeres se abren de piernas a los extranjeros! ¿Hasta dónde ha llegado la impureza de los Colmillo de Hierro? ¡Malditos sean! ¡Pero eso se va a acabar! Pagaran todas las humillaciones a nuestra raza. -el odio era palpable en su voz, al igual que era palpable el crujir de la madera al ser oprimida por algo muy poderoso. -¡Seguid el procedimiento habitual! Al menos servirán para financiar la causa...
-Lo dispondré todo para esta noche.
-Todo sigue según lo planeado... No podrán pararnos... -sólo una parte de un peludo hocico a una altura de dos metros es alumbrado por la escasa luz de la única vela que ilumina la sala.
________________________________________________________________________________________________________
1: Uso de mi habilidad de nivel 1 "Contraataque licántropo (gatillable): Fruto de la adaptación a su yo lobo, el personaje se mueve con la agilidad de un animal esquivando el próximo ataque dirigido a él y contraatacando de forma bestial. (tres turnos de enfriamiento)
Proximo turno:
Viendo la gran demora de Claudena a la hora de responder y para que el tema no quede mucho tiempo inactivo he tenido que saltarla. Esperamos que pueda recuperar ese post pronto, a lo cual me ofreceré para ayudarla, aunque espero que en el próximo turno vuelva con todas sus fuerzas.
Tenzin: Has seguido al wendingo por los túneles subterráneos durante un largo camino. ¿Has caído en una trampa del enemigo o simplemente en un elemento casual y aislado? Tu avance te hace llegar a una bifurcación. A tu derecha encuentras un pequeño corredor natural provocado por la erosión de una corriente de agua que alimenta el pequeño acuífero en el que te encuentras, sin embargo la estructura de ese túnel es débil y poco fiable, podría derrumbarse en cualquier momento. A tu izquierda te encuentras con un túnel artificial de mayor consistencia. Para agilizar un poco la situación dime por CB o por MP que camino escogerás y te explico que te encontrarás al final del mismo.
Aradu: ¡Felicidades! ¡Has sembrado el caos en Ulmer! jajajaja La creciente tensión a la que se han visto sometidos los habitantes ha estallado por fin debido a tus actos. Has conseguido deshacerte de ellos por un momento pero... ¿Serán suficiente tus amenazas para detener a una muchedumbre enfurecida? Supongo que es completamente lógico que te persigan, tanto en forma humana como en forma lobo para poder usarte de balón antiestres. Aún así les llevas ventajas, por lo cual puedes escapar, ¡pero no te demores mucho!. Tus opciones son las mismas que en la vez anterior. Dirigirte a la morgue o ir al río donde más o menos comienza la acción. Es posible que en el próximo turno te encuentres con algún secuaz de los malos, según la decisión que tomes.
Claudena: Tu objetivo sigue siendo el mismo que en el turno anterior. Para facilitarte un poco las cosas y viendo que no has "opuesto resistencia" no te han atado así que tendrás mayor libertad para escaparte. Deberás decidir si escapas junto a la licántropa ayudándoos una a la otra o vais cada una por vuestra parte. Deberás de relatar como escapas si es que dispones de las necesidades de hacerlo o simplemente puedes escoger esperar a que algún otro pj te encuentre y te rescate.
Astrid e Ircan: Ahora nosotros nos llevamos la peor parte. Un pequeño pero no por ello poco peligroso wendingo nos a asaltado en nuestro paseo por el río. Por suerte la tunda que le ha dado Tenzin en los túneles y la herida de Ircan lo han hecho más fácil de manejar. Astrid deberá de derrotar al wendingo o bien huir y dejar a Ircan con el marrón o puede incluso escoger ser arrastrada por la corriente.
Como siempre las posibilidades siguen siendo amplias siempre que haya coherencia y si hay cualquier problema o algo que no os guste pues poneos en contacto conmigo y se cambian las situaciones :).
Ircan
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Seguía aquel eco efímero que se expandía por el lugar, resonaba entre las corrientes de agua infectada con las entrañas y la sangre de los cadáveres de aquel vertedero. ¿Que se suponía que era aquel lugar específicamente? ¿Una cueva, un túnel subterráneo, un portal arcánico? No podía hallar una explicación. Tampoco iba a conseguirla si permanecía por más tiempo en ese lugar, avanzando a pasos lentos y torpes, rumbo a lo desconocido. Quizás, tan sólo quizás, una parte de mi alma realmente deseaba permanecer en aquel lugar para siempre; donde nadie volvería a depender de mi o intentaría juzgarme... Sin embargo, no existía esa posibilidad.
Había perdido la noción de cuanto tiempo había estado caminando, perdido en medio de una inexpugnable oscuridad. Sin embargo, de un momento a otro, el resonar del eco se debilitó y las agua perdieron su turbulencia, aquel intenso chapoteo que perseguía dejó de ser perceptible ante mis oídos. No, aquello era el único rastro que tenía de aquella abominable criatura que me atacó, sólo ella podría guiarme hasta la salida. Debía perseguirla, podía ver una luz filtrarse a lo lejos, comencé a correr hacía ella.
—¿Q-qué...? —balbuceé, una vez alcancé aquel espacio iluminado. La luz permitía ver la división que se efectuaba en aquel punto del subterráneo, dos opciones, dos caminos que podrían guiarme por un sendero de salvación o uno de perdición. ¿Cual sería entonces el correcto?
El camino de la izquierda ascendía hacía lo que parecía un nivel superior del túnel, las corrientes de agua se detenían justo al principio de un pasillo construido con un material metálico que llevaban a una puerta de metal. El de la derecha era totalmente opuesto, parecía una especie de grieta en el túnel, posiblemente abierta por la combinación de líquidos nocivos entre el agua emponzoñada. Las aguas descendían con rapidez, algo las llamaba, ¿quizás...?
Un estruendo se hizo oír desde las profundidades del vertedero. Pronto todo el lugar comenzó a zarandearse, peligrosos escombros descendían a mi alrededor. ¿Q-qué estaba aconteciendo? ¿Un sismo? El estruendo no se detenía y parecía estar cada vez más cerca de mi posición, el lugar parecía a punto de colapsar... ¡El túnel se estaba derrumbando! Mi pulso se aceleró, debía pensar rápido. La opción más segura era saltar hacía aquel pasillo metálico, su construcción parecía a prueba de aquel derrumbe que azotaba el resto del túnel. Sin embargo, la seguridad podría hacerme perder la única oportunidad que tenía entonces de escapar, aunque no estuviera seguro de la precisión de aquel factor. Debía correr el riesgo, no tenía tiempo para cuestionarlo más. En esta ocasión, debía dejarme guiar por la intuición de mis instintos.
Junté mis manos y envolví mis brazos con una luz sagrada, quebrando los muros de aquella abertura con potentes golpes de palma¹, logrando así aumentar la cavidad de la gruta y conseguir adentrarme en su profundidad. La situación no parecía mejorar mientras avanzaba, aquella abertura también parecía propensa a derrumbarse si vacilaba tan solo un segundo, no podía mirar atrás. En algún momento, aquella luz apareció ante mi, como una sonrisa de esperanza que repelía la opresión de la oscuridad del sendero. Era la salida, aumenté la velocidad.
Como una presa que a duras penas lograba escapar de su predador, caí al suelo al instante en que crucé la salida de aquella cueva. Me giré para observar como el derrumbe obstruía mi vía de escape, aunque el agua continuaba haciéndose pequeños caminos entre las rocas. Mi pecho subía y bajaba de forma violenta, intentando recuperar el aliento perdido. Cerré los ojos y dejé caer mi cabeza sobre las aguas del riachuelo, como aquellos cadáveres que observé en el vertedero, tomándome un minuto para reposar. Quería escuchar el cálido sonido de las corrientes del rió... Pero lo único que podía escuchar eran movimientos agitados y señales de un enfrentamiento. Todavía faltaba mucho para tomarme un respiro y regresar a la posada.
Había perdido la noción de cuanto tiempo había estado caminando, perdido en medio de una inexpugnable oscuridad. Sin embargo, de un momento a otro, el resonar del eco se debilitó y las agua perdieron su turbulencia, aquel intenso chapoteo que perseguía dejó de ser perceptible ante mis oídos. No, aquello era el único rastro que tenía de aquella abominable criatura que me atacó, sólo ella podría guiarme hasta la salida. Debía perseguirla, podía ver una luz filtrarse a lo lejos, comencé a correr hacía ella.
—¿Q-qué...? —balbuceé, una vez alcancé aquel espacio iluminado. La luz permitía ver la división que se efectuaba en aquel punto del subterráneo, dos opciones, dos caminos que podrían guiarme por un sendero de salvación o uno de perdición. ¿Cual sería entonces el correcto?
El camino de la izquierda ascendía hacía lo que parecía un nivel superior del túnel, las corrientes de agua se detenían justo al principio de un pasillo construido con un material metálico que llevaban a una puerta de metal. El de la derecha era totalmente opuesto, parecía una especie de grieta en el túnel, posiblemente abierta por la combinación de líquidos nocivos entre el agua emponzoñada. Las aguas descendían con rapidez, algo las llamaba, ¿quizás...?
Un estruendo se hizo oír desde las profundidades del vertedero. Pronto todo el lugar comenzó a zarandearse, peligrosos escombros descendían a mi alrededor. ¿Q-qué estaba aconteciendo? ¿Un sismo? El estruendo no se detenía y parecía estar cada vez más cerca de mi posición, el lugar parecía a punto de colapsar... ¡El túnel se estaba derrumbando! Mi pulso se aceleró, debía pensar rápido. La opción más segura era saltar hacía aquel pasillo metálico, su construcción parecía a prueba de aquel derrumbe que azotaba el resto del túnel. Sin embargo, la seguridad podría hacerme perder la única oportunidad que tenía entonces de escapar, aunque no estuviera seguro de la precisión de aquel factor. Debía correr el riesgo, no tenía tiempo para cuestionarlo más. En esta ocasión, debía dejarme guiar por la intuición de mis instintos.
Junté mis manos y envolví mis brazos con una luz sagrada, quebrando los muros de aquella abertura con potentes golpes de palma¹, logrando así aumentar la cavidad de la gruta y conseguir adentrarme en su profundidad. La situación no parecía mejorar mientras avanzaba, aquella abertura también parecía propensa a derrumbarse si vacilaba tan solo un segundo, no podía mirar atrás. En algún momento, aquella luz apareció ante mi, como una sonrisa de esperanza que repelía la opresión de la oscuridad del sendero. Era la salida, aumenté la velocidad.
Como una presa que a duras penas lograba escapar de su predador, caí al suelo al instante en que crucé la salida de aquella cueva. Me giré para observar como el derrumbe obstruía mi vía de escape, aunque el agua continuaba haciéndose pequeños caminos entre las rocas. Mi pecho subía y bajaba de forma violenta, intentando recuperar el aliento perdido. Cerré los ojos y dejé caer mi cabeza sobre las aguas del riachuelo, como aquellos cadáveres que observé en el vertedero, tomándome un minuto para reposar. Quería escuchar el cálido sonido de las corrientes del rió... Pero lo único que podía escuchar eran movimientos agitados y señales de un enfrentamiento. Todavía faltaba mucho para tomarme un respiro y regresar a la posada.
- OFF-ROL:
- Presencia de mi habilidad Palma Suave.
Tenzin Fang Leiden
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Cuando en su cabeza se repetía varias veces la frase "Esa cueva no me gusta ni un pelo" era porque el sexto sentido de Astrid se había encendido. Iba a desenvainar su espada al ver aparecer aquel monstruo que se acercaba veloz hacia ellos pero el empujón que le propició Ircan la hizo caer al río. -¿¡Pero qué co- Las palabras se vieron cortadas por meter la cabeza en el agua y golpearse con las piedras del fondo. El poco cauce que había la arrastró un par de metros hacia atrás. Sacó la cabeza del agua con una gran bocanada de aire. Se había quedado sin respiración por el mismo golpe. Ya se las vería con el licántropo cuando estuvieran fuera de peligro. La mirada de odio de aquella criatura hacia Ircan fue lo que la alertó de tener que hacer algo casi de inmediato. Miró a su alrededor pero su espada se había quedado a la orilla del rió varios metros lejos de ella. Su cinturón se había roto por haber sido arrastrada entre las rocas. Solo había una manera de ayudar sin tardar.
Astrid gritó mientras su piel se comenzaba a escamar y modear rápidamente para visualizar su forma dragón. Sus ojos se posaron en aquella criatura, no iba a permitir que volviera a atacar a Ircan. Un fuerte rugido proveniente de la garganta de Astrid inundó el lugar en un vago intento de intimidar a su enemigo. En vano. Sus alas se alzaron y de un solo impulso logró llegar hasta tierra e interponerse entre ambos. Sirviendo por segunda vez como escudo para el joven. Había prometido que no dejaría que nada le pasara a Ircan y así sería. Otro rugido acompañado de varios pisotones daba a entender que intentaba "asustar" a aquella criatura. Nunca había visto nada parecido y daba bastante asco a simple vista, tenía que tener cuidado con las garras y mordisco de aquello por las advertencias de su compañero ¿Saldría todo bien o acabarían peor de lo que acabaron la primera vez que se encontraron?
"Dragón desgraciado", "Los dragones son los culpables de todo" "¡Eres un monstruo!" "No te acerques!" Aquello resonaba en su cabeza una y otra vez ¿Por qué en esos momentos estaban pasando por su mente cuando se transformaba en dragón y todo el mundo le temía? Ya le pasó una vez y acabó golpeando a una joven con la cola. La mezcla entre rabia y miedo nubló por unos segundos la concentración en el combate de Astrid, por lo que tuvo que sacudir la cabeza y volver a centrarse en su objetivo. Inclinó un poco su cuerpo y de una zancada logró llegar hasta la criatura, que gracias a su tamaño esquivó el ataque que le iba a propinar con la cola. Bufó para sus adentros por haber fallado el golpe no estaba completamente centrada en la batalla y esperaba que aquello no le pasara factura después. Como si con ayuda de la inercia del primer ataque volvió a girar sobre si misma esta vez logrando alejar más al bicho de Ircan.
No iba a gastar el aliento en ese único ser. Si al final resultaba que había más en el interior de la cueva o que en un futuro se encontraran algo peor, mejor sería guardar su mejor arma para ese momento. Se lanzó hacia su oponente para intentar derribarlo y así que Ircan pudiera aprovechar para cortarle la cabeza o algo así. Se estaba moviendo bien incluso con aquella herida. Logró llegar hasta él interceptándolo cuando se disponía a saltar sobre Irc. Para la mala suerte de Astrid aquella criatura se enganchó a su cuello con un mordisco. "- ¡Joder mierda! ¡Quita!-" Pensó para sus adentros y con una sacudida lo lanzó a la orilla del rió, esperando que se hubiera golpeado la cabeza y muriera. Pero el momento no era el indicado para suponer cosas en su cabeza ¡Le había mordido! Volvió a su forma humana, con el vestido hecho girones completamente, seguramente tendría que coger el último recambio de ropa que tenía en la maleta, pero estaba a varios metros junto a su espada.
- ¡Me ha mordido Ircan! ¡Por Dios me ha mordido!- Gritaba desesperada mientras se llevaba las manos al cuello, una marca de mordedura se veía claramente cerca de la clavícula de la pálida piel de la dragona. La herida sangraba y Astrid estaba bastante nerviosa en esos momentos, un par de minutos antes le había dicho que sus dientes llevaban veneno ¿¡Qué le pasaría entonces!? Su respiración comenzó a verse agitada por el estrés que le estaba causando la situación y no se podía mover bien por el gasto de energía que conllevaba transformarse en dragón. Los gritos de Astrid por el dolor de la mordedura se vieron opacados por un gran estruendo proveniente del interior de la cueva ¿Serían más monstruos de esos? La dragona miró con dolor y miedo a su compañero -¿Qué ha sido eso Irc?-.
Astrid gritó mientras su piel se comenzaba a escamar y modear rápidamente para visualizar su forma dragón. Sus ojos se posaron en aquella criatura, no iba a permitir que volviera a atacar a Ircan. Un fuerte rugido proveniente de la garganta de Astrid inundó el lugar en un vago intento de intimidar a su enemigo. En vano. Sus alas se alzaron y de un solo impulso logró llegar hasta tierra e interponerse entre ambos. Sirviendo por segunda vez como escudo para el joven. Había prometido que no dejaría que nada le pasara a Ircan y así sería. Otro rugido acompañado de varios pisotones daba a entender que intentaba "asustar" a aquella criatura. Nunca había visto nada parecido y daba bastante asco a simple vista, tenía que tener cuidado con las garras y mordisco de aquello por las advertencias de su compañero ¿Saldría todo bien o acabarían peor de lo que acabaron la primera vez que se encontraron?
"Dragón desgraciado", "Los dragones son los culpables de todo" "¡Eres un monstruo!" "No te acerques!" Aquello resonaba en su cabeza una y otra vez ¿Por qué en esos momentos estaban pasando por su mente cuando se transformaba en dragón y todo el mundo le temía? Ya le pasó una vez y acabó golpeando a una joven con la cola. La mezcla entre rabia y miedo nubló por unos segundos la concentración en el combate de Astrid, por lo que tuvo que sacudir la cabeza y volver a centrarse en su objetivo. Inclinó un poco su cuerpo y de una zancada logró llegar hasta la criatura, que gracias a su tamaño esquivó el ataque que le iba a propinar con la cola. Bufó para sus adentros por haber fallado el golpe no estaba completamente centrada en la batalla y esperaba que aquello no le pasara factura después. Como si con ayuda de la inercia del primer ataque volvió a girar sobre si misma esta vez logrando alejar más al bicho de Ircan.
No iba a gastar el aliento en ese único ser. Si al final resultaba que había más en el interior de la cueva o que en un futuro se encontraran algo peor, mejor sería guardar su mejor arma para ese momento. Se lanzó hacia su oponente para intentar derribarlo y así que Ircan pudiera aprovechar para cortarle la cabeza o algo así. Se estaba moviendo bien incluso con aquella herida. Logró llegar hasta él interceptándolo cuando se disponía a saltar sobre Irc. Para la mala suerte de Astrid aquella criatura se enganchó a su cuello con un mordisco. "- ¡Joder mierda! ¡Quita!-" Pensó para sus adentros y con una sacudida lo lanzó a la orilla del rió, esperando que se hubiera golpeado la cabeza y muriera. Pero el momento no era el indicado para suponer cosas en su cabeza ¡Le había mordido! Volvió a su forma humana, con el vestido hecho girones completamente, seguramente tendría que coger el último recambio de ropa que tenía en la maleta, pero estaba a varios metros junto a su espada.
- ¡Me ha mordido Ircan! ¡Por Dios me ha mordido!- Gritaba desesperada mientras se llevaba las manos al cuello, una marca de mordedura se veía claramente cerca de la clavícula de la pálida piel de la dragona. La herida sangraba y Astrid estaba bastante nerviosa en esos momentos, un par de minutos antes le había dicho que sus dientes llevaban veneno ¿¡Qué le pasaría entonces!? Su respiración comenzó a verse agitada por el estrés que le estaba causando la situación y no se podía mover bien por el gasto de energía que conllevaba transformarse en dragón. Los gritos de Astrid por el dolor de la mordedura se vieron opacados por un gran estruendo proveniente del interior de la cueva ¿Serían más monstruos de esos? La dragona miró con dolor y miedo a su compañero -¿Qué ha sido eso Irc?-.
Astrid Leggiend
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
En el callejón conseguí tumbarme sobre un fardo de heno. El cuerpo me dolía tanto que pensaba en descansar allí el tiempo necesario para reponer mis fuerzas. Sentía el cuerpo magullado y el estómago dando vueltas. Miré al cielo, la frente sudorosa y con los ojos a punto de volver a echarse a llorar. Llorar como un bebé, no por el dolor (soy médico, estoy acostumbrado a verlo y a sentirlo) sino porque sabía que aún tenía que hacer algo allí.
Tras un breve instante conseguí ponerme otra vez de pie. La paliza fue dura, pero, gracias a Dios bendito, no supieron donde golpear para causar traumas graves. ¿Y ahora que? Entre muecas de dolor y bufidos de esfuerzo decidí volver al río. No podía ir a la morgue en esa situación. Correría demasiado riesgo. Además, morir en una morgue era de lo más irónico y antinatural.
Poco a poco, paso a paso como un anciano con bastón, me apoyaba en las paredes y en un bastón de madera a punto de romperse por la humedad que sostenía. De repente, oí un rugido. Venía de donde yo me dirigía. Mi corazón se encogió y las piernas me temblaban, en parte por el esfuerzo y en parte por el devenir. ¿De verdad había alguien allí? No iba a parar.
El camino al río fue extrañamente tranquilo. Mis predicciones fueron más que acertadas, la turba fue en mi busca hacía la morgue, quizás con la idea de cortarme el paso. Los campesinos nunca demostraron mucha inteligencia. Se movían como un grupo de pájaros por miedo a perderse en su propio pueblo, pero fáciles de controlar y extrañamente peligrosos si se les altera demasiado.
…
En el río había una espada. Lo que vi también en la orilla hizo que mi corazón diese un brinco. No podía acercarme. Era una criatura, un Wendigo. Respiraba con dificultad y esparcía un aura de hedor a muerto o algo en putrefacción. Era inigualable. Algo lejos de mí, pero suficientemente cerca para, si se despertara, matarme con un movimiento de garra. Como aquel que yace dormido y una mosca se le posa sobre la frente. Estaba en un aprieto. En el furor de mis pensamientos, los ojos corrían a todas partes buscando el mejor desenlace que no acabara con mi cuello en sus fauces.
Moviéndome poco a poco, como un gato intentando pasar la calle sin ser visto pero torpe como un marinero borracho, me percaté que había voces. Un sonido conocido y muy femenino, justo con ese olor dulce a jazmín. Era el lobo y la dama que le acompañaba. Ellos podían darme algunas explicaciones, pero sólo quedaba un problema por resolver: llegar a ellos, cojo, fatigado, apaleado y con aquella cosa entre nosotros.
Tras un breve instante conseguí ponerme otra vez de pie. La paliza fue dura, pero, gracias a Dios bendito, no supieron donde golpear para causar traumas graves. ¿Y ahora que? Entre muecas de dolor y bufidos de esfuerzo decidí volver al río. No podía ir a la morgue en esa situación. Correría demasiado riesgo. Además, morir en una morgue era de lo más irónico y antinatural.
Poco a poco, paso a paso como un anciano con bastón, me apoyaba en las paredes y en un bastón de madera a punto de romperse por la humedad que sostenía. De repente, oí un rugido. Venía de donde yo me dirigía. Mi corazón se encogió y las piernas me temblaban, en parte por el esfuerzo y en parte por el devenir. ¿De verdad había alguien allí? No iba a parar.
El camino al río fue extrañamente tranquilo. Mis predicciones fueron más que acertadas, la turba fue en mi busca hacía la morgue, quizás con la idea de cortarme el paso. Los campesinos nunca demostraron mucha inteligencia. Se movían como un grupo de pájaros por miedo a perderse en su propio pueblo, pero fáciles de controlar y extrañamente peligrosos si se les altera demasiado.
…
En el río había una espada. Lo que vi también en la orilla hizo que mi corazón diese un brinco. No podía acercarme. Era una criatura, un Wendigo. Respiraba con dificultad y esparcía un aura de hedor a muerto o algo en putrefacción. Era inigualable. Algo lejos de mí, pero suficientemente cerca para, si se despertara, matarme con un movimiento de garra. Como aquel que yace dormido y una mosca se le posa sobre la frente. Estaba en un aprieto. En el furor de mis pensamientos, los ojos corrían a todas partes buscando el mejor desenlace que no acabara con mi cuello en sus fauces.
Moviéndome poco a poco, como un gato intentando pasar la calle sin ser visto pero torpe como un marinero borracho, me percaté que había voces. Un sonido conocido y muy femenino, justo con ese olor dulce a jazmín. Era el lobo y la dama que le acompañaba. Ellos podían darme algunas explicaciones, pero sólo quedaba un problema por resolver: llegar a ellos, cojo, fatigado, apaleado y con aquella cosa entre nosotros.
Aradu
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Astrid no tardó en transformarse en dragón y ponerse en medio.
"¿Por qué hace esto?" le dirigí una mirada furibunda a mi compañera. "¡Es más fácil luchar juntos!"
El espíritu sobreprotector de la dragona era un enemigo dentro de una batalla contra una bestia tan ágil, aunque esta estuviera herida. Fue por ello por lo que al final la dragona fue alcanzada por la criatura. En el intento del wendingo de abalanzarse sobre el enemigo a simple vista más débil, es decir yo, Astrid se puso en medio de su trayectoria recibiendo un mordisco en el cuello. Mi compañera se zarandeó nerviosa, sabía que había escuchado mi advertencia.
Mientras ella se volvía a transformar en humana, la bestia salió disparada hacía el río. Avancé desenvainando mi otra espada mientras empezaron a sonar los gritos de Astrid. Cuando acabara con nuestro enemigo tendría tiempo para socorrerla, ahora no era el momento; debía de terminar con eso enseguida, antes de que se recuperara y volviera a atacar. También escuché el sonido de un derrumbamiento, pero no podía descentrarme, debía de resolver mis problemas uno a uno.
La criatura estaba algo noqueada por el golpe recibido, contra alguna de las piedras del río. Así que no pudo reaccionar a mi avance, hasta que me tuvo a escasos metros. Intentó hacerme retroceder con un débil zarpazo, pero este no me supuso ningún problema, y con una finta me coloque en su costado herido.
"La herida lo está haciendo más lento..."
El wendingo se revolvió de nuevo usando sus zarpas, pero enarbole ambas espadas al momento justo como para cercenarle la mano que se dirigía hacía mi. La bestia aulló de dolor y comenzó a retirarse todo lo rápido que podía. Me di cuenta entonces que aquel ser no era tan grande como el que me encontré en la parte este del lago Heimdal. Avancé hasta la agonizante criatura y acabe con su vida atravesándole la espalda con ambas espadas clavandola al suelo.
Una vez ejecutado mi enemigo, volví corriendo hasta donde estaba Astrid.
-¿Estas bien? - comencé a examinar su cuello que comenzaba supurar un espumoso liquido rosado, igual que aquella vez, pero en menor grado. - Te vas a poner... ¿¡Quien eres tú!?- mi vista se posó sobre un hombre que comenzaba a salir de la derruida cueva.
El atardecer ya había caído, el sol no tardaría en dar paso a la noche.
Mientras en el pequeño poblado los aldeanos buscaban a un hombre enmascarado, no fueron conscientes de la llegada de dos encapuchados con túnicas negras.
-¿Usted cree que los perros tendrán listo el pedido? - preguntó el situado a la izquierda.
-Si quieren cobrar lo acordado, lo tendrán. - respondió el de la derecha.
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Bueno pues parece que llega algo de paz... o no...
Próximo turno:
Este va a ser un turno más "light" aprovechando que nos hemos encontrado todos, así un poco una breve presentación y estado de la cuestión, antes de que se desate la tormenta.
Aradu: Casi has llegado hasta nosotros, como eres el ultimo en postear puedes aprovechar esto para llegar hasta nosotros y enterarte de lo sucedido, ayudar a Astrid con su herida, o proponer alguna sugerencia que se te ocurra.
Claudena: Sigue encerrada a espera de que vuelva a aparecer y se integre en el tema.
Tenzin: Has salido de la cueva por los pelos, esa cueva iba a derrumbarse si os si. ¿Ha sido una buena elección? Puede que inconscientemente les hayas salvado de un accidente a Astrid e Ircan. Tus acciones para este turno pueden ser las siguientes, o una mezcla de todas ellas: Hacer una puesta en común con lo que has averiguado en tu periplo por el subsuelo, ayudar a Astrid con tu magia élfica, irte por tu cuenta o proponer alguna sugerencia que se te ocurra.
Astrid: Tu sobre protección "maternal" te ha llevado a ser mordida. No es una herida mortal ni del todo peligrosa, nada que con dos días de reposo y ciertas curas básicas no se cure. ¿Pero tienes tanto tiempo? Deberás de agilizar los plazos. Ircan no es curandero así que poco podrá ayudarte, deberás de interactuar con Tenzin o Aradu, o ambos, para que te curen la infección. Eso o seguir, pero roleando cierto malestar, quemazón en el lugar de la herida y la presencia de ese pus rosado.
Ircan: Ayudar a Astrid, proponer un plan o sumarse a los propuestos.
"¿Por qué hace esto?" le dirigí una mirada furibunda a mi compañera. "¡Es más fácil luchar juntos!"
El espíritu sobreprotector de la dragona era un enemigo dentro de una batalla contra una bestia tan ágil, aunque esta estuviera herida. Fue por ello por lo que al final la dragona fue alcanzada por la criatura. En el intento del wendingo de abalanzarse sobre el enemigo a simple vista más débil, es decir yo, Astrid se puso en medio de su trayectoria recibiendo un mordisco en el cuello. Mi compañera se zarandeó nerviosa, sabía que había escuchado mi advertencia.
Mientras ella se volvía a transformar en humana, la bestia salió disparada hacía el río. Avancé desenvainando mi otra espada mientras empezaron a sonar los gritos de Astrid. Cuando acabara con nuestro enemigo tendría tiempo para socorrerla, ahora no era el momento; debía de terminar con eso enseguida, antes de que se recuperara y volviera a atacar. También escuché el sonido de un derrumbamiento, pero no podía descentrarme, debía de resolver mis problemas uno a uno.
La criatura estaba algo noqueada por el golpe recibido, contra alguna de las piedras del río. Así que no pudo reaccionar a mi avance, hasta que me tuvo a escasos metros. Intentó hacerme retroceder con un débil zarpazo, pero este no me supuso ningún problema, y con una finta me coloque en su costado herido.
"La herida lo está haciendo más lento..."
El wendingo se revolvió de nuevo usando sus zarpas, pero enarbole ambas espadas al momento justo como para cercenarle la mano que se dirigía hacía mi. La bestia aulló de dolor y comenzó a retirarse todo lo rápido que podía. Me di cuenta entonces que aquel ser no era tan grande como el que me encontré en la parte este del lago Heimdal. Avancé hasta la agonizante criatura y acabe con su vida atravesándole la espalda con ambas espadas clavandola al suelo.
Una vez ejecutado mi enemigo, volví corriendo hasta donde estaba Astrid.
-¿Estas bien? - comencé a examinar su cuello que comenzaba supurar un espumoso liquido rosado, igual que aquella vez, pero en menor grado. - Te vas a poner... ¿¡Quien eres tú!?- mi vista se posó sobre un hombre que comenzaba a salir de la derruida cueva.
En alguna parte de Lunargenta
El atardecer ya había caído, el sol no tardaría en dar paso a la noche.
Mientras en el pequeño poblado los aldeanos buscaban a un hombre enmascarado, no fueron conscientes de la llegada de dos encapuchados con túnicas negras.
-¿Usted cree que los perros tendrán listo el pedido? - preguntó el situado a la izquierda.
-Si quieren cobrar lo acordado, lo tendrán. - respondió el de la derecha.
________________________________________________________________________________________________________
Bueno pues parece que llega algo de paz... o no...
Próximo turno:
Este va a ser un turno más "light" aprovechando que nos hemos encontrado todos, así un poco una breve presentación y estado de la cuestión, antes de que se desate la tormenta.
Aradu: Casi has llegado hasta nosotros, como eres el ultimo en postear puedes aprovechar esto para llegar hasta nosotros y enterarte de lo sucedido, ayudar a Astrid con su herida, o proponer alguna sugerencia que se te ocurra.
Claudena: Sigue encerrada a espera de que vuelva a aparecer y se integre en el tema.
Tenzin: Has salido de la cueva por los pelos, esa cueva iba a derrumbarse si os si. ¿Ha sido una buena elección? Puede que inconscientemente les hayas salvado de un accidente a Astrid e Ircan. Tus acciones para este turno pueden ser las siguientes, o una mezcla de todas ellas: Hacer una puesta en común con lo que has averiguado en tu periplo por el subsuelo, ayudar a Astrid con tu magia élfica, irte por tu cuenta o proponer alguna sugerencia que se te ocurra.
Astrid: Tu sobre protección "maternal" te ha llevado a ser mordida. No es una herida mortal ni del todo peligrosa, nada que con dos días de reposo y ciertas curas básicas no se cure. ¿Pero tienes tanto tiempo? Deberás de agilizar los plazos. Ircan no es curandero así que poco podrá ayudarte, deberás de interactuar con Tenzin o Aradu, o ambos, para que te curen la infección. Eso o seguir, pero roleando cierto malestar, quemazón en el lugar de la herida y la presencia de ese pus rosado.
Ircan: Ayudar a Astrid, proponer un plan o sumarse a los propuestos.
Ircan
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TEMA CERRADO POR ABANDONO
*Tenzin pierde 5 puntos por abandono.
*Aradu, Claudena y Astrid ganan 2 puntos cada uno por no haber completado el límite de respuestas.
*Ircan gana 5 puntos al haber cumplido con el límite.
Zatch
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