Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
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Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
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Siempre le habían dado mucho asco. No importaba cuánto años llevase trabajando con esos inmundos seres. Seguía teniéndoles asco. Y es que eran verdaderamente repugnantes. Conforme se arrastraban de sus tumbas, sus maltrechas pieles se iban deshaciendo como si un fuerte fuego les estuviera consumiendo. El Maestro Arantir dijo que era por el Fuego de la Muerte; ella, sin embargo, creía que era por el Fuego de la Vida. Dalyra, con sus conjuros, estaba volviendo la vida a los muertos; esa nueva vida era la razón por la que se estaban consumiendo y la razón por la que ellos gritaban desconsolados. El Maestro Arantir podría ser muy sabio en sus hechizos y sus pócimas, pero de fuegos no tenía la menor idea. La mejor forma de conocer un fuego es habiéndose quemado y saben los Putos Dioses que Dalyra se quemó con el Fuego de su vida.
Todavía faltaba unos minutos para que los muertos caminasen erguidos. Solo se arrastraban hacia los pies de la nigromante como si fueran unos vulgares perros. Uno de ellos, más espabilado, hizo el intento de ponerse de rodillas pero de calló de espaldas. Otro, éste más idiota, quiso apoyarse en las piernas de la joven chica para sostenerse. Dalyra le ofreció una patada en la cabeza tan fuerte que se quedó sin quijada. No se toca a la invocadora.
-Hijos míos, llegó el momento.-
Los muertos comenzaron a ponerse en pie. Lentamente. Les costaba. Poco a poco, se tenían que habituar a tener el Fuego de su nueva vida encendido en su pecho.
La nigromante señaló hacia Beltrexus. Los muertos comenzaron a caminar hacia allí. Pronto, la ciudad entera se convertiría en un mar de lágrimas, llantos y cadáveres. Dalyra sería la encargada de hacer que esos nuevos cadáveres volvieran a erguirse a luchar. El Maestro Arantir esperaba mucho de ella. No podía defraudarle.
* Bienvenido caza-zombies: ¿Qué es un especia de Halloween sin zombies? No me atrevo ni a imaginármelo. Debería estar prohibido por ley no poner algún zombie en un especial de Halloween. Por si acaso llega a instaurarse esa ley, me puedo librar por esta misión. Es una idea muy simple. Beltrexus está asediada por un grupo de malos muertos vivientes. Tú eres el héroe que tienes que darles caza y detener a los nigromantes que han causado este caos. En este primer turno, debes relatar cómo has llegado a la ciudad y tu primer encuentro con uno de estos engendros. Por ahora, no podrás utilizar bajo ningún pretexto a Dalyra.
Todavía faltaba unos minutos para que los muertos caminasen erguidos. Solo se arrastraban hacia los pies de la nigromante como si fueran unos vulgares perros. Uno de ellos, más espabilado, hizo el intento de ponerse de rodillas pero de calló de espaldas. Otro, éste más idiota, quiso apoyarse en las piernas de la joven chica para sostenerse. Dalyra le ofreció una patada en la cabeza tan fuerte que se quedó sin quijada. No se toca a la invocadora.
-Hijos míos, llegó el momento.-
Los muertos comenzaron a ponerse en pie. Lentamente. Les costaba. Poco a poco, se tenían que habituar a tener el Fuego de su nueva vida encendido en su pecho.
La nigromante señaló hacia Beltrexus. Los muertos comenzaron a caminar hacia allí. Pronto, la ciudad entera se convertiría en un mar de lágrimas, llantos y cadáveres. Dalyra sería la encargada de hacer que esos nuevos cadáveres volvieran a erguirse a luchar. El Maestro Arantir esperaba mucho de ella. No podía defraudarle.
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* Bienvenido caza-zombies: ¿Qué es un especia de Halloween sin zombies? No me atrevo ni a imaginármelo. Debería estar prohibido por ley no poner algún zombie en un especial de Halloween. Por si acaso llega a instaurarse esa ley, me puedo librar por esta misión. Es una idea muy simple. Beltrexus está asediada por un grupo de malos muertos vivientes. Tú eres el héroe que tienes que darles caza y detener a los nigromantes que han causado este caos. En este primer turno, debes relatar cómo has llegado a la ciudad y tu primer encuentro con uno de estos engendros. Por ahora, no podrás utilizar bajo ningún pretexto a Dalyra.
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
La travesía a Beltrexus no había sido un viaje de placer precisamente. La pantera se había enrolado como peón en una de las naves que iban a hacia las islas Illidenses. El contrato incluía la travesía de ida y vuelta, carga y descarga de mercancías en ambos puertos. No lo habría aceptado de no ser por la paga, era buena y necesitaba el dinero para sus futuras empresas.
Sin embargo, Kali maldijo esta decisión en muchas ocasiones durante el viaje. Estuvo la mayor parte del mismo postrada, enferma por el bamboleo incesante del navío. El mar no había sido particularmente benévolo con la primera travesía de la pantera. Por suerte, el trabajo no incluía grandes labores en altamar.
Al amanecer arribaron finalmente a puerto y la mujer bestia respiró aliviada. Temiendo únicamente el momento de regresar a Lunargenta. Pero por lo pronto tendría unos días libres. En teoría podría dormir en el barco, y quedarse ahí, pero Kali prefería no volver a pisar la nave si podía evitarlo hasta el mismo día en el que regresasen. Quizás sería también buena idea tratar de comprar algún remedio contra el mareo.
No le hacía gracia tener que mezclarse con tantos brujos en cualquier caso. Pero suponía que era mejor que regresar a la apestosa bodega del barco. Además, aquel brujo que había conocido en Lunargenta, Garrett, no estaba tan mal a pesar de su raza. Puede que aquella ciudad y sus gentes le sorprendieran después de todo.
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Paseaba por la ciudad sin rumbo fijo, cerca de las afueras, buscando una boticaria que le habían recomendado para pedirle algún remedio para el mareo, cuando el grito de una mujer rasgó el aire. Estaba cerca. Kali se apresuró en la dirección en la que procedía lo que era ahora un ligero llanto.
El sonido la guió hasta la parte posterior de una casa. Una mujer joven y de voluminosa figura, se encontraba encaramada sobre unas cajas. Encogida sobre sí misma. A sus pies, un hombre… no… Puede que hubiera sido un hombre en algún momento, pero ahora su cuerpo parecía en descomposición, la piel de la mejilla estaba hundida y mostraba los dientes en zonas que no debería. Las cuencas vacías miraban a la mujer. Tenía un brazo chamuscado, la pantera imaginaba que la bruja se había defendido. No obstante, ahora parecía incapaz de moverse, presa del terror.
-¡Por todos los dioses! -Blasfemó la pantera, atinando apenas a desenvainar su espada con cierto temblor en la zarpa. Nunca había visto nada igual. Maldijo una vez más el destino que la había traído hasta aquella maldita ciudad. Brujos tenían que ser. ¿En qué otro lugar podía encontrarse con criaturas que parecían sacadas de una pesadilla? ¿Por qué no dejaban los malditos magos de jugar con cosas que era mejor dejar tranquilas?
A pesar de estar a cierta altura, la mujer no estaba a salvo, ni mucho menos. El engendro tironeaba de sus ropas y parecía querer tirarla, o escalar aquel pequeño obstáculo. Por fortuna, la criatura no era muy hábil, o Kali no habría llegado a tiempo para intervenir.
Si la pantera tuviese que ser sincera... estaba muerta de miedo. Sin embargo, había alguien que necesitaba ayuda y no podía quedarse de brazos cruzados. Aunque fuera una bruja. La mujer bestia lanzó una piedra en dirección a la criatura, golpeándola sin hacerle gran cosa, pero logrando llamar su atención.
El cadáver decidió que su nueva presa, a su altura, era mejor que la anterior. Así que cambió de objetivo.
“Bien hecho, Kali, ¿y ahora qué?” Se dijo con sarcasmo y cierta amargura, retrocediendo un paso pero manteniendo la guardia. Tensa por la situación. ¿Cómo luchar contra algo que le aterraba y a lo que no quería acercarse por nada del mundo? ¿Contra algo que desconocía en por completo? De momento no podía contar con ayuda de la mujer, que seguía paralizada por el miedo. Ni parecía haber nadie en la zona para echarle una mano. Al moverse, para evitar que el cadáver se acercara demasiado, tropezó con algo. No cayó, pero al mirar de qué se trataba se encontró con otro cadáver. Este era reciente. Otro hombre. Con la yugular destrozada.
La pantera apartó la mirada rápidamente, visiblemente afectada por la situación, pero no podía perder de vista a su enemigo.
Sin embargo, Kali maldijo esta decisión en muchas ocasiones durante el viaje. Estuvo la mayor parte del mismo postrada, enferma por el bamboleo incesante del navío. El mar no había sido particularmente benévolo con la primera travesía de la pantera. Por suerte, el trabajo no incluía grandes labores en altamar.
Al amanecer arribaron finalmente a puerto y la mujer bestia respiró aliviada. Temiendo únicamente el momento de regresar a Lunargenta. Pero por lo pronto tendría unos días libres. En teoría podría dormir en el barco, y quedarse ahí, pero Kali prefería no volver a pisar la nave si podía evitarlo hasta el mismo día en el que regresasen. Quizás sería también buena idea tratar de comprar algún remedio contra el mareo.
No le hacía gracia tener que mezclarse con tantos brujos en cualquier caso. Pero suponía que era mejor que regresar a la apestosa bodega del barco. Además, aquel brujo que había conocido en Lunargenta, Garrett, no estaba tan mal a pesar de su raza. Puede que aquella ciudad y sus gentes le sorprendieran después de todo.
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Paseaba por la ciudad sin rumbo fijo, cerca de las afueras, buscando una boticaria que le habían recomendado para pedirle algún remedio para el mareo, cuando el grito de una mujer rasgó el aire. Estaba cerca. Kali se apresuró en la dirección en la que procedía lo que era ahora un ligero llanto.
El sonido la guió hasta la parte posterior de una casa. Una mujer joven y de voluminosa figura, se encontraba encaramada sobre unas cajas. Encogida sobre sí misma. A sus pies, un hombre… no… Puede que hubiera sido un hombre en algún momento, pero ahora su cuerpo parecía en descomposición, la piel de la mejilla estaba hundida y mostraba los dientes en zonas que no debería. Las cuencas vacías miraban a la mujer. Tenía un brazo chamuscado, la pantera imaginaba que la bruja se había defendido. No obstante, ahora parecía incapaz de moverse, presa del terror.
-¡Por todos los dioses! -Blasfemó la pantera, atinando apenas a desenvainar su espada con cierto temblor en la zarpa. Nunca había visto nada igual. Maldijo una vez más el destino que la había traído hasta aquella maldita ciudad. Brujos tenían que ser. ¿En qué otro lugar podía encontrarse con criaturas que parecían sacadas de una pesadilla? ¿Por qué no dejaban los malditos magos de jugar con cosas que era mejor dejar tranquilas?
A pesar de estar a cierta altura, la mujer no estaba a salvo, ni mucho menos. El engendro tironeaba de sus ropas y parecía querer tirarla, o escalar aquel pequeño obstáculo. Por fortuna, la criatura no era muy hábil, o Kali no habría llegado a tiempo para intervenir.
Si la pantera tuviese que ser sincera... estaba muerta de miedo. Sin embargo, había alguien que necesitaba ayuda y no podía quedarse de brazos cruzados. Aunque fuera una bruja. La mujer bestia lanzó una piedra en dirección a la criatura, golpeándola sin hacerle gran cosa, pero logrando llamar su atención.
El cadáver decidió que su nueva presa, a su altura, era mejor que la anterior. Así que cambió de objetivo.
“Bien hecho, Kali, ¿y ahora qué?” Se dijo con sarcasmo y cierta amargura, retrocediendo un paso pero manteniendo la guardia. Tensa por la situación. ¿Cómo luchar contra algo que le aterraba y a lo que no quería acercarse por nada del mundo? ¿Contra algo que desconocía en por completo? De momento no podía contar con ayuda de la mujer, que seguía paralizada por el miedo. Ni parecía haber nadie en la zona para echarle una mano. Al moverse, para evitar que el cadáver se acercara demasiado, tropezó con algo. No cayó, pero al mirar de qué se trataba se encontró con otro cadáver. Este era reciente. Otro hombre. Con la yugular destrozada.
La pantera apartó la mirada rápidamente, visiblemente afectada por la situación, pero no podía perder de vista a su enemigo.
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
Antes de disparar la flecha que tensaba en el arco de su padre se preguntó si los otros supervivientes, si es que había alguno más, recordarían tan bien como ella lo que estaban haciendo la primera vez que vieron a uno de ellos. Deseaba que no. Un recuerdo como aquel era capaz de marcar de por vida. Ainsley tan solo tenía catorce años y ya estaba marcada, hasta el día de su muerte, por el recuerdo de ver a su padre morir por tres de ellos. Si hubiera ido ella sola al mercado no hubiera pasado tenido nada que recordar, hubiera podido escapar y volver a su casa junto a su padre. Lo abrazaría con todas sus fuerzas. Lo abrazaría como nunca lo hubiera abrazado antes….
Calma. Antes de disparar con el arco tenía que tranquilizarse. Respiró muy lentamente. Cogió aire por la nariz y lo expulsó por la boca. Despacio. Así, lo estaba haciendo muy bien. Sin darse cuenta inclinó su cabeza hacia el lado izquierdo esperando a que el espíritu de su padre se pusiera a su derecha para guiarla como lo solía hacer en los días de entrenamiento.
Una vez se tranquilizó, disparó. La flecha dio justo en la cabeza de uno de los ellos que amenazaba a una superviviente de la ciudad, una chica animal que, por la gran distancia que los separaba no podía verla.
-¡Corre, ven aquí!- gritó Ainsley tan fuerte como sus cuerdas vocales aun por madurar le permitieron. Dicho esto, dejó caer una cuerda de lo alto del tejado de la casa que se había convertido en su refugio para que la mujer bestia trepase. -¡Sube!-
Había otra mujer detrás de la chica bestia. ¿Cómo no había podido verla antes? Padre siempre decía que un buen arquero era el que podía ver todo lo que hay en su alrededor. Ainslyen tuvo ganas de llorar. Jamás sería una buena arquera. ¿Y qué esperaba? Todavía era una niña. Era normal no haberse fijado en ese detalle, pero no fue normal no haberse fijado en el segundo ellos del suelo.
La nueva mujer, totalmente atemorizada, se levantó de un salto y comenzó a correr hasta la cuerda que Ainsley había lanzado. Y ahí estaba, el segundo de los ellos esperando en suelo. Cuando ella pasó encima, el ellos la cogió de la pierna haciéndola caer. Lo que siguió fue horrible. El ellos se arrastró hasta el pecho de la mujer. Le mordió en el cuello tan fuerte que se llevó la mitad de la carne. Ainsley bajó la vista. Fue por su culpa, como también fue por su culpa que muriese su padre.
La joven arquera negó con la cabeza repetidas veces y gritó a la chica animal casi llorando.
-¡Corre por tu vida, corre!-
* Kali: Me alegro de verte. Creo que hasta el momento no habíamos coincidido en ningún mastereado. Me gusta que todo el mundo pueda participar en todos los temas por igual. Pero, dejemos los cordiales saludos de lado para pasar a la acción. En un apocalipsis zombi no hay lugar para cordiales saludos.
Una pequeña casa de la ciudad sirve de refugio de una joven de catorce años. Ella, desde el tejado consigue ayudarte del primer muerto viviente. El segundo, el muerto por la yugular que has viste, consigue atrapar a la mujer que rescataste. No es momento para quedarse parada. Corre hacia la cuerda que te ofrece Ainsley, pero ten cuidado. Ya no hay un solo muerto. La mujer, también ha muerto.
Esta clase de misiones da mucho juego. Hay que causar terror y no solo escribiendo, también con imágenes de referencia. Por mi parte solo usaré imágenes de referencia para los npcs importantes o alguna escena esencial de la misión. Lo demás, es todo cosa tuya.
Personajes prohibidos para el próximo turno: Dalyra.
Calma. Antes de disparar con el arco tenía que tranquilizarse. Respiró muy lentamente. Cogió aire por la nariz y lo expulsó por la boca. Despacio. Así, lo estaba haciendo muy bien. Sin darse cuenta inclinó su cabeza hacia el lado izquierdo esperando a que el espíritu de su padre se pusiera a su derecha para guiarla como lo solía hacer en los días de entrenamiento.
Una vez se tranquilizó, disparó. La flecha dio justo en la cabeza de uno de los ellos que amenazaba a una superviviente de la ciudad, una chica animal que, por la gran distancia que los separaba no podía verla.
-¡Corre, ven aquí!- gritó Ainsley tan fuerte como sus cuerdas vocales aun por madurar le permitieron. Dicho esto, dejó caer una cuerda de lo alto del tejado de la casa que se había convertido en su refugio para que la mujer bestia trepase. -¡Sube!-
Había otra mujer detrás de la chica bestia. ¿Cómo no había podido verla antes? Padre siempre decía que un buen arquero era el que podía ver todo lo que hay en su alrededor. Ainslyen tuvo ganas de llorar. Jamás sería una buena arquera. ¿Y qué esperaba? Todavía era una niña. Era normal no haberse fijado en ese detalle, pero no fue normal no haberse fijado en el segundo ellos del suelo.
La nueva mujer, totalmente atemorizada, se levantó de un salto y comenzó a correr hasta la cuerda que Ainsley había lanzado. Y ahí estaba, el segundo de los ellos esperando en suelo. Cuando ella pasó encima, el ellos la cogió de la pierna haciéndola caer. Lo que siguió fue horrible. El ellos se arrastró hasta el pecho de la mujer. Le mordió en el cuello tan fuerte que se llevó la mitad de la carne. Ainsley bajó la vista. Fue por su culpa, como también fue por su culpa que muriese su padre.
La joven arquera negó con la cabeza repetidas veces y gritó a la chica animal casi llorando.
-¡Corre por tu vida, corre!-
- Ainsley:
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* Kali: Me alegro de verte. Creo que hasta el momento no habíamos coincidido en ningún mastereado. Me gusta que todo el mundo pueda participar en todos los temas por igual. Pero, dejemos los cordiales saludos de lado para pasar a la acción. En un apocalipsis zombi no hay lugar para cordiales saludos.
Una pequeña casa de la ciudad sirve de refugio de una joven de catorce años. Ella, desde el tejado consigue ayudarte del primer muerto viviente. El segundo, el muerto por la yugular que has viste, consigue atrapar a la mujer que rescataste. No es momento para quedarse parada. Corre hacia la cuerda que te ofrece Ainsley, pero ten cuidado. Ya no hay un solo muerto. La mujer, también ha muerto.
Esta clase de misiones da mucho juego. Hay que causar terror y no solo escribiendo, también con imágenes de referencia. Por mi parte solo usaré imágenes de referencia para los npcs importantes o alguna escena esencial de la misión. Lo demás, es todo cosa tuya.
Personajes prohibidos para el próximo turno: Dalyra.
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
La flecha silbó en el aire a gran velocidad, clavándose con ímpetu en la cabeza del cadáver andante, atravesando su cráneo hasta asomar la punta de flecha por otro lado. Las orejas de la pantera se movieron de forma instintiva en busca del origen de la flecha, pero no pudo apartar la mirada de aquel despojo de criatura. ¿Estaría muerta? ¿Se podía matar a aquella cosa? No lo sabía pero al menos la flecha la había ralentizado, desde luego mejor no quedarse quieta para averiguarlo.
Una voz femenina la animó a huir. La mujer bestia buscó con la mirada hasta encontrar el origen de aquella voz. A cierta distancia, una muchacha había tendido una cuerda para ella desde lo alto de una casa. Desde luego parecía una buena alternativa, aunque no podía dejar atrás a la otra mujer.
-¡Vamos! -Increpó, haciéndole un gesto con la mano a la bruja. -¡Vamos, mujer!- Insistió, apremiante. Sabía que hasta hacía un momento la mujer había estado paralizada por el miedo e intentaba que no volviera a pasar. La propia pantera aún no había superado la impresión, intentaba no pensar en ello. No sabía aún el peligro que corrían ni qué pasaba realmente, pero la urgencia en la voz de la chica era lo único que necesitaba para saber que no estaban a salvo.
La pobre mujer. La bruja a la que había intentado salvar hacía unos instantes corrió en dirección de la cuerda tendida. Pero algo la detuvo. El cadáver con el que había tropezado la pantera hacía poco… resultó no estar tan muerto como parecía. El hombre de la yugular destrozada agarró a la mujer y la hizo caer. Kali trató de ayudar, pero estaba demasiado lejos, no pudo sino ver. Ver como la criatura mordía con saña el cuello de la mujer, destrozándolo. Como no se detenía ahí. Aunque sí lo hicieron sus gritos. Gritos que, por otra parte, la acompañarían mucho tiempo en sus noches de pesadilla.
“No habrías podido hacer nada.” Tuvo que repetirse mientras retrocedía sin apartar la mirada de la escena. “No habrías podido hacer nada.” El cadáver la miró entonces, con sus cuencas vacías. No fue el único. Tras unos instantes, la mujer. Aquella joven que no había podido rescatar. La miró.
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El instinto la salvó. No pensar. Si se paraba a pensar estaba perdida. Si se dejaba llevar por el pánico estaba muerta. Se movió por inercia y echó a correr hacia la cuerda, envainando la espada. No la iba a utilizar y estorbaba. Algo la agarró de la pata durante la carrera, pero le pegó una patada y no miró hacia atrás. Era mejor no mirar. La voz de la joven la espoleó.
Llegó con ventaja a la cuerda, aunque sabía que la perseguían. Por fortuna, trepó con facilidad gracias a su naturaleza atlética. Enseguida recogió la cuerda, por temor a que las criaturas, pese a su aparente torpeza inicial, pudieran escalar.
Se dejó caer en el suelo, recuperando el aliento. Sentía las piernas temblorosas y malestar general, como náuseas. Algo parecido a lo que había sentido en su trayecto en barco. No era tanto por la carrera... como por la impresión que habían causado aquellas criaturas en ella. Aún sentía el temor, en forma de escalofríos, recorrerle la piel erizada.
-Malditos magos…- Casi gimió con un hilo de voz, en voz baja, de forma lastimera. Debía ser culpa de ellos, sin duda. Maldijo su decisión de viajar a aquella ciudad de brujos y hechiceros. Tras unos instantes de lamentos internos y arrepentimientos se dirigió a la chica.
Se trataba de una joven, una niña apenas, de cabello rubio, ojos claros y aspecto cansado. Portaba un arco, el arco con el que había disparado aquella flecha oportuna.
-M-me has salvado la vida…- Jadeó, aún sin recuperar el aliento del todo. -Y-yo… no pude salvarla…- Se excusó, apartando la mirada, avergonzada, hilando pensamientos vagamente en su cabeza.- No pude salvarla… -Volvió a murmurar en voz baja, casi para sí misma. No era la primera vez que fallaba a alguien a quien podría haber protegido. Se llevó la mano al collar que siempre colgaba de su cuello. No era momento para derrumbarse, ahí no, aún no.
-Por todos los dioses... ¿Qué demonios son esas cosas?- Preguntó con franqueza, tras recuperarse. Trataba de mantener la compostura. No quería verse vulnerable. Aunque no podía evitar ciertos gestos que delataban su miedo, como las orejas retraídas y los ojos muy abiertos… y el leve temblor en la mano con la que solía empuñar la espada. No quería que verse vulnerable... Y menos, menos ante una muchacha tan joven que seguramente estaría tan asustada como ella o más... una niña cuyos ojos parecían delatar dolor, vidriosos de llorar o de cansancio. Y que sin embargo, había salvado su vida con un pulso envidiable.
Una voz femenina la animó a huir. La mujer bestia buscó con la mirada hasta encontrar el origen de aquella voz. A cierta distancia, una muchacha había tendido una cuerda para ella desde lo alto de una casa. Desde luego parecía una buena alternativa, aunque no podía dejar atrás a la otra mujer.
-¡Vamos! -Increpó, haciéndole un gesto con la mano a la bruja. -¡Vamos, mujer!- Insistió, apremiante. Sabía que hasta hacía un momento la mujer había estado paralizada por el miedo e intentaba que no volviera a pasar. La propia pantera aún no había superado la impresión, intentaba no pensar en ello. No sabía aún el peligro que corrían ni qué pasaba realmente, pero la urgencia en la voz de la chica era lo único que necesitaba para saber que no estaban a salvo.
La pobre mujer. La bruja a la que había intentado salvar hacía unos instantes corrió en dirección de la cuerda tendida. Pero algo la detuvo. El cadáver con el que había tropezado la pantera hacía poco… resultó no estar tan muerto como parecía. El hombre de la yugular destrozada agarró a la mujer y la hizo caer. Kali trató de ayudar, pero estaba demasiado lejos, no pudo sino ver. Ver como la criatura mordía con saña el cuello de la mujer, destrozándolo. Como no se detenía ahí. Aunque sí lo hicieron sus gritos. Gritos que, por otra parte, la acompañarían mucho tiempo en sus noches de pesadilla.
“No habrías podido hacer nada.” Tuvo que repetirse mientras retrocedía sin apartar la mirada de la escena. “No habrías podido hacer nada.” El cadáver la miró entonces, con sus cuencas vacías. No fue el único. Tras unos instantes, la mujer. Aquella joven que no había podido rescatar. La miró.
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El instinto la salvó. No pensar. Si se paraba a pensar estaba perdida. Si se dejaba llevar por el pánico estaba muerta. Se movió por inercia y echó a correr hacia la cuerda, envainando la espada. No la iba a utilizar y estorbaba. Algo la agarró de la pata durante la carrera, pero le pegó una patada y no miró hacia atrás. Era mejor no mirar. La voz de la joven la espoleó.
Llegó con ventaja a la cuerda, aunque sabía que la perseguían. Por fortuna, trepó con facilidad gracias a su naturaleza atlética. Enseguida recogió la cuerda, por temor a que las criaturas, pese a su aparente torpeza inicial, pudieran escalar.
Se dejó caer en el suelo, recuperando el aliento. Sentía las piernas temblorosas y malestar general, como náuseas. Algo parecido a lo que había sentido en su trayecto en barco. No era tanto por la carrera... como por la impresión que habían causado aquellas criaturas en ella. Aún sentía el temor, en forma de escalofríos, recorrerle la piel erizada.
-Malditos magos…- Casi gimió con un hilo de voz, en voz baja, de forma lastimera. Debía ser culpa de ellos, sin duda. Maldijo su decisión de viajar a aquella ciudad de brujos y hechiceros. Tras unos instantes de lamentos internos y arrepentimientos se dirigió a la chica.
Se trataba de una joven, una niña apenas, de cabello rubio, ojos claros y aspecto cansado. Portaba un arco, el arco con el que había disparado aquella flecha oportuna.
-M-me has salvado la vida…- Jadeó, aún sin recuperar el aliento del todo. -Y-yo… no pude salvarla…- Se excusó, apartando la mirada, avergonzada, hilando pensamientos vagamente en su cabeza.- No pude salvarla… -Volvió a murmurar en voz baja, casi para sí misma. No era la primera vez que fallaba a alguien a quien podría haber protegido. Se llevó la mano al collar que siempre colgaba de su cuello. No era momento para derrumbarse, ahí no, aún no.
-Por todos los dioses... ¿Qué demonios son esas cosas?- Preguntó con franqueza, tras recuperarse. Trataba de mantener la compostura. No quería verse vulnerable. Aunque no podía evitar ciertos gestos que delataban su miedo, como las orejas retraídas y los ojos muy abiertos… y el leve temblor en la mano con la que solía empuñar la espada. No quería que verse vulnerable... Y menos, menos ante una muchacha tan joven que seguramente estaría tan asustada como ella o más... una niña cuyos ojos parecían delatar dolor, vidriosos de llorar o de cansancio. Y que sin embargo, había salvado su vida con un pulso envidiable.
Kali
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
Lo primero que hizo la chica animal al trepar por la cuerda fue maldecir a los magos cosa que hizo que Ainsley se sintiera particularmente avergonzada por ello. Agachó la cabeza manteniendo su expresión triste a la vez que severa y no dijo nada. Era mejor así. Si a la pantera no le gustaban los brujos, era mejor que no supiera que ella era bruja. Si lo pensaba fríamente, ocultar su raza podría ser bueno pues, fueron unos brujos quienes resucitaron a los muertos. Ainsley no quería tener nada que se pudiera relacionar con esa escoria. Sin embargo, ella no era una chica fría. No podía pensar así.
Al cabo de unos segundos, mientras la mujer bestia se lamentaba de no haber podido salvar a la otra mujer, Ainsley se dio cuenta que se estaba mordiendo el labio inferior. Una costumbre que había cogido desde bien pequeña cuando tenía que esforzarse por no contestar a las obligaciones que le mandaba su padre. Ardía en deseos de contestar, de decir que no fue culpa de la pantera, que fue culpa suya por no haber visto al otro muerto viviente. “Un buen arquero es el que ve todo lo que ocurre en su alrededor”. Así lo decía padre. ¿Por qué no podía ser tan buen arquero como lo era él?
Continuó con la misma expresión. Por mucho que hablase la pantera, sentía que no podía decir nada sin echar a llorar. El silencio fue su elección. Y, abrazando al silencio, abrió la puerta anclada al tejado que llevaba al segundo piso de la casa. Tragó saliva, cogió toda la fuerza de voluntad que le quedaba en su corazón y dijo con una voz dulce a la vez que rota.
-Entra, - hizo una pausa muy lenta para coger aire- no quiero ver más muertos. Entra por favor- no pudo evitar que se le saliera unas lágrimas con las últimas palabras.
Doce segundos. El tiempo era de doce segundos. ¿Qué significaba? No lo sabía. Alguien se lo dijo. Una voz. ¿Qué voz? No lo supo. Ni siquiera sabía si había oído esa voz. Pero ahí estaba, hablaba. Decía cosas que no podía ni entender ni oír. Y, aun así, aunque no entendiese ni escuchase, su cabeza repetía cada palabra junto con cada coma de lo que decía esa chica. ¿Era una chica? Sí, era una chica. Su cabeza se lo dijo.
Después de los doce segundos. Doce segundos en los que el Fuego de la Muerte la quemase por dentro secando los pulmones, cerebro y demás órganos vitales. El Fuego de la Vida se encendió de nuevo. Este era peor. La mujer que había estado muerta volvió a la vida dando un salto y un alarido más propio de un animal herido que de una persona. Dolía. La voz se lo dijo. Le había prometido que le haría daño y que también que ese daño le iba a gustar. Dijo la verdad. Le encantaba quemarse con ese fuego. Volvió a rugir, esta vez, el grito era una mezcla de dolor y orgasmo al mismo tiempo.
* Kali: No he podido resistirme a narrar la ´”nueva venida a la vida” de la bruja que has visto morir. La temática zombie me apasiona, como irás descubriendo a lo largo de la misión. En este turno tendrás un objetivo tranquilo, en comparación a todo lo que te espera en los turnos posteriores. Deberás entrar en la casa de Aisnley y describirla por dentro con tantos detalles como puedas. Como siempre, utilizar imágenes de referencia puede ser de mucha utilidad.
Personajes prohibidos para el próximo turno: Dalyra.
Al cabo de unos segundos, mientras la mujer bestia se lamentaba de no haber podido salvar a la otra mujer, Ainsley se dio cuenta que se estaba mordiendo el labio inferior. Una costumbre que había cogido desde bien pequeña cuando tenía que esforzarse por no contestar a las obligaciones que le mandaba su padre. Ardía en deseos de contestar, de decir que no fue culpa de la pantera, que fue culpa suya por no haber visto al otro muerto viviente. “Un buen arquero es el que ve todo lo que ocurre en su alrededor”. Así lo decía padre. ¿Por qué no podía ser tan buen arquero como lo era él?
Continuó con la misma expresión. Por mucho que hablase la pantera, sentía que no podía decir nada sin echar a llorar. El silencio fue su elección. Y, abrazando al silencio, abrió la puerta anclada al tejado que llevaba al segundo piso de la casa. Tragó saliva, cogió toda la fuerza de voluntad que le quedaba en su corazón y dijo con una voz dulce a la vez que rota.
-Entra, - hizo una pausa muy lenta para coger aire- no quiero ver más muertos. Entra por favor- no pudo evitar que se le saliera unas lágrimas con las últimas palabras.
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Doce segundos. El tiempo era de doce segundos. ¿Qué significaba? No lo sabía. Alguien se lo dijo. Una voz. ¿Qué voz? No lo supo. Ni siquiera sabía si había oído esa voz. Pero ahí estaba, hablaba. Decía cosas que no podía ni entender ni oír. Y, aun así, aunque no entendiese ni escuchase, su cabeza repetía cada palabra junto con cada coma de lo que decía esa chica. ¿Era una chica? Sí, era una chica. Su cabeza se lo dijo.
Después de los doce segundos. Doce segundos en los que el Fuego de la Muerte la quemase por dentro secando los pulmones, cerebro y demás órganos vitales. El Fuego de la Vida se encendió de nuevo. Este era peor. La mujer que había estado muerta volvió a la vida dando un salto y un alarido más propio de un animal herido que de una persona. Dolía. La voz se lo dijo. Le había prometido que le haría daño y que también que ese daño le iba a gustar. Dijo la verdad. Le encantaba quemarse con ese fuego. Volvió a rugir, esta vez, el grito era una mezcla de dolor y orgasmo al mismo tiempo.
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* Kali: No he podido resistirme a narrar la ´”nueva venida a la vida” de la bruja que has visto morir. La temática zombie me apasiona, como irás descubriendo a lo largo de la misión. En este turno tendrás un objetivo tranquilo, en comparación a todo lo que te espera en los turnos posteriores. Deberás entrar en la casa de Aisnley y describirla por dentro con tantos detalles como puedas. Como siempre, utilizar imágenes de referencia puede ser de mucha utilidad.
Personajes prohibidos para el próximo turno: Dalyra.
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
La muchacha tardó en responder. Era normal que estuviera afectada, eso pensaba la pantera y ni siquiera llegaba a sospechar lo que había tenido que sufrir la chiquilla. La propia Kali tardaría mucho tiempo en olvidar aquello, si es que llegaba algún día en el que pudiera hacerlo. Había visto cadáveres, había visto cadáveres de gente querida. Pero nunca había visto algo como lo que acababa de suceder.
La joven la invitó a pasar y la pantera no dudó en aceptar su oferta.
-Créeme que yo tampoco. -Respondió, después de haber recuperado algo el aplomo. -Y si los veo, que se mantengan bien muertos, de los que no se mueven.- Bromeó la pantera para tratar de aligerar la tensión, de forma un tanto insensible a decir verdad. Era su forma de sobrellevar las circunstancias, el humor la ayudaba. No obstante, enmudeció al ver que la chica no podía contener sus lágrimas y las derramaba silenciosamente. Decidió no insistir al respecto y entró en la casa pensando que quizás había metido la pata.
El interior estaba oscuro, pero una luz tenue se colaba por rendijas y ventanas, ayudada por alguna vela, permitía no obstante ver lo suficiente. La estancia en la que se encontraba era un dormitorio, sin lugar a dudas. Algunas telas de colores adornaban la habitación, eran de colores diversos, alegres y variados. Cojines y mantas cubrían una cama. Un gato de peluche, con numerosos vestigios del paso del tiempo marcando su tela, tenía un lugar privilegiado en la repisa sobre la cama.
La pantera supuso que se trataba de la habitación de la chica.
Había un pequeño escritorio con pergaminos revueltos y algunas plumas, todas coloridas también. Le llamó la atención la presencia de libros. Consideraba que no era una posesión habitual entre la gente común, aunque en estas tierras igual la gente era más culta. La mayoría eran brujos después de todo ¿cierto? En cualquier caso, la pantera no tenía ni idea de qué trataban aquellos libros, pues no podía leer. Algunas plantitas colgaban del techo cerca de la ventana. Un pequeño arco de juguete estaba medio olvidado en un rincón, recuerdo de una infancia que quedaba atrás.
-Bonita habitación.- Comentó con un hilo de voz. La quietud reinaba en la casa y casi le pareció mal romper el silencio. Tampoco quería alarmar a otros posibles residentes.
La estancia daba a un pequeño pasillo con una balaustrada que continuaba escaleras hacia abajo. Aunque parecía que la habitación en la que se encontraba no era la única en aquel piso. Fuera como fuese, Kali no se atrevió a aventurarse más allá de la estancia sin el permiso de su anfitriona.
-Siento lo de antes por cierto… Me pudieron los nervios. Mi nombre es Kali… -Se presentó.- ¿Puedo saber cómo te llamas, muchacha? -Preguntó la mujer bestia con suavidad. Lo cierto es que se sentía algo más tranquila ahora, más segura, en aquella casa. Ahí no parecía haber ningún muerto. Esperaba un buen momento para preguntarle si sabía qué sucedía. Por qué los muertos se dedicaban a andar y a matar. Es decir, durante el ataque la chica estaba asustada, de eso no había dudas. Pero no le había parecido “sorprendida”, Kali sospechaba que ella sabía algo.
Entonces la mujer bestia tropezó con algo. Algo blando. Y peludo. La criatura soltó un quejido y le encaramó a la pierna, clavándole las garras y bufando antes de alejarse de un salto. Era un gato.
-Maldita bola peluda…- Masculló la mujer bestia por lo bajo, frotándose la pierna atacada. Le había dado un susto de muerte, al parecer aún tenía los nervios a flor de piel. -Espero que no sea tu gato y se te haya colado, porque creo que me lo voy a cenar.- Masculló a regañadientes, aunque claramente sin intención de cumplir sus palabras. El animal la miró una vez más, de forma penetrante y se alejó de ella, dignamente.
La joven la invitó a pasar y la pantera no dudó en aceptar su oferta.
-Créeme que yo tampoco. -Respondió, después de haber recuperado algo el aplomo. -Y si los veo, que se mantengan bien muertos, de los que no se mueven.- Bromeó la pantera para tratar de aligerar la tensión, de forma un tanto insensible a decir verdad. Era su forma de sobrellevar las circunstancias, el humor la ayudaba. No obstante, enmudeció al ver que la chica no podía contener sus lágrimas y las derramaba silenciosamente. Decidió no insistir al respecto y entró en la casa pensando que quizás había metido la pata.
El interior estaba oscuro, pero una luz tenue se colaba por rendijas y ventanas, ayudada por alguna vela, permitía no obstante ver lo suficiente. La estancia en la que se encontraba era un dormitorio, sin lugar a dudas. Algunas telas de colores adornaban la habitación, eran de colores diversos, alegres y variados. Cojines y mantas cubrían una cama. Un gato de peluche, con numerosos vestigios del paso del tiempo marcando su tela, tenía un lugar privilegiado en la repisa sobre la cama.
La pantera supuso que se trataba de la habitación de la chica.
- Inspiración de la habitación:
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Había un pequeño escritorio con pergaminos revueltos y algunas plumas, todas coloridas también. Le llamó la atención la presencia de libros. Consideraba que no era una posesión habitual entre la gente común, aunque en estas tierras igual la gente era más culta. La mayoría eran brujos después de todo ¿cierto? En cualquier caso, la pantera no tenía ni idea de qué trataban aquellos libros, pues no podía leer. Algunas plantitas colgaban del techo cerca de la ventana. Un pequeño arco de juguete estaba medio olvidado en un rincón, recuerdo de una infancia que quedaba atrás.
-Bonita habitación.- Comentó con un hilo de voz. La quietud reinaba en la casa y casi le pareció mal romper el silencio. Tampoco quería alarmar a otros posibles residentes.
La estancia daba a un pequeño pasillo con una balaustrada que continuaba escaleras hacia abajo. Aunque parecía que la habitación en la que se encontraba no era la única en aquel piso. Fuera como fuese, Kali no se atrevió a aventurarse más allá de la estancia sin el permiso de su anfitriona.
-Siento lo de antes por cierto… Me pudieron los nervios. Mi nombre es Kali… -Se presentó.- ¿Puedo saber cómo te llamas, muchacha? -Preguntó la mujer bestia con suavidad. Lo cierto es que se sentía algo más tranquila ahora, más segura, en aquella casa. Ahí no parecía haber ningún muerto. Esperaba un buen momento para preguntarle si sabía qué sucedía. Por qué los muertos se dedicaban a andar y a matar. Es decir, durante el ataque la chica estaba asustada, de eso no había dudas. Pero no le había parecido “sorprendida”, Kali sospechaba que ella sabía algo.
Entonces la mujer bestia tropezó con algo. Algo blando. Y peludo. La criatura soltó un quejido y le encaramó a la pierna, clavándole las garras y bufando antes de alejarse de un salto. Era un gato.
-Maldita bola peluda…- Masculló la mujer bestia por lo bajo, frotándose la pierna atacada. Le había dado un susto de muerte, al parecer aún tenía los nervios a flor de piel. -Espero que no sea tu gato y se te haya colado, porque creo que me lo voy a cenar.- Masculló a regañadientes, aunque claramente sin intención de cumplir sus palabras. El animal la miró una vez más, de forma penetrante y se alejó de ella, dignamente.
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
-Me llamo Ainsley.- papá insistía en que siempre, aunque no tuviera fuerzas para hablar, debía de ser educada. La mujer pantera lo había sido, se había presentado y le había dicho que tenía una casa muy bonita. Incluso se había disculpado sin estar obligada a hacerlo. Como mínimo, y más por cumplir con el legado de su padre que por ella misma, debía ser educada y decirle cómo se llamaba-Ainsley Vale,- añadió tras un segundo de pura formalidad- encantada de conocerte- con las punta de los dedos, se levantó mínimamente la falta e hizo una perfecta reverencia.
Más no supo decir. Había cumplido con las presentaciones educadas. Papá estaría orgulloso. Por lo demás, Aisnley se dedicó a quedarse de pie y observar lo que hacía Kali. Ella actuaba con normalidad, hacía bromas y se movía por la habitación como si nunca hubiera visto a un muerto cobrar vida para atacar a los vivos. Parecía que nada de eso le hubiera afectado, al menos, no como a la pequeña Vale.
-¡Déjalo!- rápidamente, la niña cogió en brazos a Bigotes, su gato, del suelo- Es mi amigo,- miró a la mujer bestia ofendida a la vez que asustada. Acarició el lomo del gato un poco más tranquila al darse cuenta que la chica estaba bromeando. –se llama Bigotes-.
Con el gato en los brazos, Ainsley se sentó al borde de la cama. Dejó al gato a un lado, lo más lejos que pudo de Kali, se quitó el arco y el carcaj de la espalda y se dejó caer de espaldas en el colchón de plumas. Por un lado tenía ganas de llorar; por el otro, estaba demasiada cansada para hacerlo.
-¿Por qué ha tenido que pasar?- se lo decía así misma pero iba dirigido hacia Kali, tal vez ella, que no estaba asustada por los muertos vivientes, tuviera alguna explicación-¿Por qué?- sus ojos se quedaron fijos en la claraboya de su habitación. -antes veía las estrellas por ahí, ahora la usó para salir a matar lo que debería estar muerto. Los llamo los ellos-.
Fuera se oían los lamentos de los ellos. Era un sonido extraño, mezcla de escuchar el gorgoteo del agua al hervir y una persona llorar. Estaban cerca, siempre lo estaban. A estas alturas, el ellos que había disparado en la cabeza se habría vuelto a levantar con la flecha clavada en la sien y la mujer que no había podido salvar… pobre mujer… Por su culpa se habría convertido en otro de ellos. Aunque no los viese, podía escucharlos y se podían imaginar que estaban ahí. Esperándola para cuando volviera a salir por la claraboya.
Unos golpes a la puerta de abajo la despertaron de sus pensamientos y sus penas. Rápidamente, se levantó de la cama y sacó de debajo de ella unos tablones que antes habían sido muebles y estanterías.
-Sola no puedo, tendrás que ayudarme- pensó que Kali se imaginaría que le estaba pidiendo-ellos son fuertes, entrarán si no nos damos prisa-.
Al sacar uno de los tablones se rasgó un trozo de la larga falda que llevaba puesta. Al darse cuenta se quedó paralizada al darse cuenta que había dejado atrás la antigua niña recatada que era para convertirse en una aquera. Papá siempre llevaba los pantalones y camisas rasgas cuando volvía de cazar.
* Kali: ¡Rápido! Ayuda a Ainsley a reforzar las puertas y ventanas de la casa para que no entren ninguno de ellos. Date prisa, el tiempo apremia. De paso, describe la casa donde te encuentras. Imágenes como la antes son de mucha ayuda. Ah, y por cierto, no asustes más a la pequeña. Bastante ha sufrido ya.
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Más no supo decir. Había cumplido con las presentaciones educadas. Papá estaría orgulloso. Por lo demás, Aisnley se dedicó a quedarse de pie y observar lo que hacía Kali. Ella actuaba con normalidad, hacía bromas y se movía por la habitación como si nunca hubiera visto a un muerto cobrar vida para atacar a los vivos. Parecía que nada de eso le hubiera afectado, al menos, no como a la pequeña Vale.
-¡Déjalo!- rápidamente, la niña cogió en brazos a Bigotes, su gato, del suelo- Es mi amigo,- miró a la mujer bestia ofendida a la vez que asustada. Acarició el lomo del gato un poco más tranquila al darse cuenta que la chica estaba bromeando. –se llama Bigotes-.
Con el gato en los brazos, Ainsley se sentó al borde de la cama. Dejó al gato a un lado, lo más lejos que pudo de Kali, se quitó el arco y el carcaj de la espalda y se dejó caer de espaldas en el colchón de plumas. Por un lado tenía ganas de llorar; por el otro, estaba demasiada cansada para hacerlo.
-¿Por qué ha tenido que pasar?- se lo decía así misma pero iba dirigido hacia Kali, tal vez ella, que no estaba asustada por los muertos vivientes, tuviera alguna explicación-¿Por qué?- sus ojos se quedaron fijos en la claraboya de su habitación. -antes veía las estrellas por ahí, ahora la usó para salir a matar lo que debería estar muerto. Los llamo los ellos-.
Fuera se oían los lamentos de los ellos. Era un sonido extraño, mezcla de escuchar el gorgoteo del agua al hervir y una persona llorar. Estaban cerca, siempre lo estaban. A estas alturas, el ellos que había disparado en la cabeza se habría vuelto a levantar con la flecha clavada en la sien y la mujer que no había podido salvar… pobre mujer… Por su culpa se habría convertido en otro de ellos. Aunque no los viese, podía escucharlos y se podían imaginar que estaban ahí. Esperándola para cuando volviera a salir por la claraboya.
Unos golpes a la puerta de abajo la despertaron de sus pensamientos y sus penas. Rápidamente, se levantó de la cama y sacó de debajo de ella unos tablones que antes habían sido muebles y estanterías.
-Sola no puedo, tendrás que ayudarme- pensó que Kali se imaginaría que le estaba pidiendo-ellos son fuertes, entrarán si no nos damos prisa-.
Al sacar uno de los tablones se rasgó un trozo de la larga falda que llevaba puesta. Al darse cuenta se quedó paralizada al darse cuenta que había dejado atrás la antigua niña recatada que era para convertirse en una aquera. Papá siempre llevaba los pantalones y camisas rasgas cuando volvía de cazar.
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* Kali: ¡Rápido! Ayuda a Ainsley a reforzar las puertas y ventanas de la casa para que no entren ninguno de ellos. Date prisa, el tiempo apremia. De paso, describe la casa donde te encuentras. Imágenes como la antes son de mucha ayuda. Ah, y por cierto, no asustes más a la pequeña. Bastante ha sufrido ya.
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
-Uhm.- La pantera se rascó la mejilla visiblemente incómoda ante la reverencia de la joven. No estaba acostumbrada al trato deferente y cortés. Y no tenía ni idea de los modales apropiados que correspondían a ese tipo de saludos. -El placer es mío.- Respondió finalmente. En lo que fue un torpe intento de corresponder la cortesía de la muchacha.
-Oh, perdona muchacha. -No había tenido la intención de sobresaltarla. Ainsley no solo le había salvado la vida sino que la había acogido en su casa. -Así que Bigotes ¿no? Bueno, si es tu amigo cambia las cosas. - Aseguró cruzándose de brazos.- Lo quitaré del menú.- Sonrió con suavidad.
La muchacha fue hasta la cama, seguía pareciendo tensa o al menos muy cansada. Pobre muchacha.
La pantera escuchó atentamente las palabras de Ainsley. Entendiendo que se estaba desahogando. Aquel "por qué" que repetía... Kali no tenía respuesta. Ni siquiera era del todo consciente la magnitud de la situación. No parecía justo que una muchacha tan joven tuviera que enfrentarse a ese tipo de cosas. ¿Dónde estarían sus padres? ¿Su familia? Intuía que no era buena idea preguntar al respecto.
-Los... ellos.- Repitió en voz queda y mirada ausente, pensativa.- ¿Cuántas de esas criaturas hay por ahí?- Preguntó, tampoco estaba segura de querer escuchar la respuesta, si es que alguien la sabía.
La situación cambió en un instante. Kali los oía también, no había prestado mucha atención hasta entonces. La muchacha fue la primera en reaccionar, parecía que era algo para lo que estaba preparada. A pesar del cansancio que mostraba, Kali opinaba que muchacha era muy fuerte, la entereza con la que manejaba la situación y tomaba la iniciativa… La mujer pantera había tenido que enfrentarse a situaciones duras toda su vida, pero nada parecido al horror que había visto aquel día.
Asintiendo con la cabeza la pantera tomó todos los tablones que pudo y las herramientas. Había aprendido una cosa o dos como aprendiz de herrero (de alguna forma había que ganarse la vida), al menos ahora sabía cómo utilizar un martillo de forma decente.
Bajó apresuradamente las escaleras, ya sin importarle demasiado la cortesía. El resto de la casa tenía un aspecto más sobrio en comparación con la habitación de Ainsley. Todo estaba cerrado en la medida de lo posible así que no estaba muy iluminado, pero no costaba imaginar la estancia principal bañada por la luz cálida del hogar, que en aquel momento estaba apagado. También contaba con libros y un pequeño estudio. Algunas pieles cubrían el suelo. Y unos pocos trofeos de caza. En general parecía acogedora, aunque la pantera no tuvo mucho tiempo para fijarse. Pues se apresuró hasta la puerta principal, reforzándola todo lo rápido que podía con la ayuda de Ainsley.
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A la puerta le siguieron las ventanas de la estancia, no padecieron grandes dificultades en el empeño. Cosa que la pantera agradecía.
Además de la sala principal, en la planta baja sólo quedaba la cocina. No era una casa muy grande por fortuna. La cocina era una estancia pequeña con una mesa para comer y varias sillas vacías. Había un rincón dedicado a la despensa, del techo colgaban algunos ramilletes de ajos y cebollas, entre otras verduras. Había un pequeño fuego moribundo que normalmente se utilizaría para cocinar. Se veían cacerolas y calderos dispuestos en un estante. La vajilla en otro.
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La pantera decidió bloquear primero las ventanas, parecían más endebles que la puerta. Y justo a tiempo. Uno de los ellos. Casi había colado una mano por uno de los ventanales. Ignorando los daños que causaban los cristales rotos y dejándose la piel, literalmente. No era muy agradable de ver.
-Lo siento, no damos limosnas.- Bromeó la pantera, aunque sin alegría. Y se apresuró a colocar el tablón antes de que fuera a más. Intentó asegurarse de que estuviera lo más firme posible. No miró al ellos a la cara. Ni a sus cuencas vacías. Se limitó a hacer el trabajo que tenía entre manos, concentrándose en la tarea en sí. Había confiado en que tardaría más en volver a ver una de esas criaturas… La aterrorizaban, pero no quería demostrar el miedo que le producían. Y aún menos delante de la muchacha. Sentía la responsabilidad de protegerla y estaba vez no pensaba fracasar. A pesar de que era consciente de que la situación la superaba.
-Cuando vuelva a Lunargenta, no me vuelvo a subir en un barco en la vida.- Comentó cuando consideró que la labor estaba terminada. Sabía que no había nada que asegurara que pudiera regresar... dadas las circunstancias.
En cualquier caso ahora tenía los sentidos alerta.* Como precaución.
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-Oh, perdona muchacha. -No había tenido la intención de sobresaltarla. Ainsley no solo le había salvado la vida sino que la había acogido en su casa. -Así que Bigotes ¿no? Bueno, si es tu amigo cambia las cosas. - Aseguró cruzándose de brazos.- Lo quitaré del menú.- Sonrió con suavidad.
La muchacha fue hasta la cama, seguía pareciendo tensa o al menos muy cansada. Pobre muchacha.
La pantera escuchó atentamente las palabras de Ainsley. Entendiendo que se estaba desahogando. Aquel "por qué" que repetía... Kali no tenía respuesta. Ni siquiera era del todo consciente la magnitud de la situación. No parecía justo que una muchacha tan joven tuviera que enfrentarse a ese tipo de cosas. ¿Dónde estarían sus padres? ¿Su familia? Intuía que no era buena idea preguntar al respecto.
-Los... ellos.- Repitió en voz queda y mirada ausente, pensativa.- ¿Cuántas de esas criaturas hay por ahí?- Preguntó, tampoco estaba segura de querer escuchar la respuesta, si es que alguien la sabía.
La situación cambió en un instante. Kali los oía también, no había prestado mucha atención hasta entonces. La muchacha fue la primera en reaccionar, parecía que era algo para lo que estaba preparada. A pesar del cansancio que mostraba, Kali opinaba que muchacha era muy fuerte, la entereza con la que manejaba la situación y tomaba la iniciativa… La mujer pantera había tenido que enfrentarse a situaciones duras toda su vida, pero nada parecido al horror que había visto aquel día.
Asintiendo con la cabeza la pantera tomó todos los tablones que pudo y las herramientas. Había aprendido una cosa o dos como aprendiz de herrero (de alguna forma había que ganarse la vida), al menos ahora sabía cómo utilizar un martillo de forma decente.
Bajó apresuradamente las escaleras, ya sin importarle demasiado la cortesía. El resto de la casa tenía un aspecto más sobrio en comparación con la habitación de Ainsley. Todo estaba cerrado en la medida de lo posible así que no estaba muy iluminado, pero no costaba imaginar la estancia principal bañada por la luz cálida del hogar, que en aquel momento estaba apagado. También contaba con libros y un pequeño estudio. Algunas pieles cubrían el suelo. Y unos pocos trofeos de caza. En general parecía acogedora, aunque la pantera no tuvo mucho tiempo para fijarse. Pues se apresuró hasta la puerta principal, reforzándola todo lo rápido que podía con la ayuda de Ainsley.
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A la puerta le siguieron las ventanas de la estancia, no padecieron grandes dificultades en el empeño. Cosa que la pantera agradecía.
Además de la sala principal, en la planta baja sólo quedaba la cocina. No era una casa muy grande por fortuna. La cocina era una estancia pequeña con una mesa para comer y varias sillas vacías. Había un rincón dedicado a la despensa, del techo colgaban algunos ramilletes de ajos y cebollas, entre otras verduras. Había un pequeño fuego moribundo que normalmente se utilizaría para cocinar. Se veían cacerolas y calderos dispuestos en un estante. La vajilla en otro.
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La pantera decidió bloquear primero las ventanas, parecían más endebles que la puerta. Y justo a tiempo. Uno de los ellos. Casi había colado una mano por uno de los ventanales. Ignorando los daños que causaban los cristales rotos y dejándose la piel, literalmente. No era muy agradable de ver.
-Lo siento, no damos limosnas.- Bromeó la pantera, aunque sin alegría. Y se apresuró a colocar el tablón antes de que fuera a más. Intentó asegurarse de que estuviera lo más firme posible. No miró al ellos a la cara. Ni a sus cuencas vacías. Se limitó a hacer el trabajo que tenía entre manos, concentrándose en la tarea en sí. Había confiado en que tardaría más en volver a ver una de esas criaturas… La aterrorizaban, pero no quería demostrar el miedo que le producían. Y aún menos delante de la muchacha. Sentía la responsabilidad de protegerla y estaba vez no pensaba fracasar. A pesar de que era consciente de que la situación la superaba.
-Cuando vuelva a Lunargenta, no me vuelvo a subir en un barco en la vida.- Comentó cuando consideró que la labor estaba terminada. Sabía que no había nada que asegurara que pudiera regresar... dadas las circunstancias.
En cualquier caso ahora tenía los sentidos alerta.* Como precaución.
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Kali
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
Las viejas historias, esas que conocía tan bien que podía recitar de memoria, decían que un héroe de verdad no buscaba aventuras que vivir; eran las aventuras las que encontraban al héroe. Con esa simple e inocente idea en la cabeza Hont se sentía realmente emocionado al ver todo lo que sucedía en la ciudad de los brujos. Desde su encuentro con el legendario Capitán Gareth, no había parado de encontrar aventuras. ¡Mentira! Eran las aventuras quienes le encontraban a él. Primero ayudó al Capitán Gareth y a Asher, un bueno y nuevo amigo, a combatir contra un calamar monstruoso. Luego, junto con la dragona Ingela, hizo que el Mago encontrase a su hada y se besasen a la luz de la luna. ¡Qué bonito era el amor! Y, ahora, un montón de muertos se levantaban del suelo y luchaban contra quienes estaban vivos. ¡Tres grandes aventuras en menos de tres semanas! Si tuviera tiempo para saltar y aplaudir por haberse convertido en ese héroe que las aventuras persiguen lo hubiera hecho.
En estos días de combate contra los muertos aprendió mucho de ellos. Sabía tanto que en su cabeza había tomado todo tipo de apuntes y reglas para sobrevivir en esa aventura. Y hasta el momento le habían salvado la vida. Todas y cada una de esas reglas le fueron realmente útiles para escapar de los muertos. Una y otra vez, Hont recitaba sus reglas de supervivencia a sus nuevos amigos. Sí él había podido sobrevivir, sus amigos también podrían hacerlo.
-Regla número 1: Los muertos son lentos y tienen la espalda rígida, no te cogerán si corres por debajo de ellos. Regla número 2: ¡Usa la cola! Los muertos son tontos, no esperan a que uses todas las extremidades de su cuerpo. Regla número 3…-
-¡Qué maravilla!- Dom alzó la voz por encima de la de Hont mientras esté recitaba sus reglas- Esas reglas son muy útiles, ¿por qué no sales fuera y buscas más supervivientes?- hubo algo en la voz de Dom que a Hont no le gustó, pero la idea de salir y buscar más amigos a los que salvar fue superior a todo instinto animal.
-¡Sí!- celebró dando un salto desde el suelo hasta encima de la mesa- ¡Vamos, coged las armas! Combatiremos contra los muertos y salvaremos la ciudad todos juntos. Seremos héroes, como el Capitán Gareth. ¿Ya os conté la historia de cómo conocí y salvé Capitán?-
-¡Sí!- contestaron al unísono el grupo de tres amigos con un tono de clara irritación. Nadie soportaba tener que escuchar las historias de Hont. Comenzaban a replantearse qué era mejor, si morir por esos muertos o tener que escuchar una vez más cómo Hont conoció a un héroe imaginario.
-Ahora coge tu arma y sal a luchar,- continuó hablando Dom- nosotros iremos más tarde- dedicó una mirada cómplice al resto de los tres amigos; mirada que Hont no pudo ser capaz de entender.
-¡De acuerdo!- Hont volvió a saltar de alegría, esta vez de la mesa al suelo- Rescataré a todos los hombres y mujeres que encuentre-.
Pero sus nuevos amigos jamás fueron con él. ¿No le habrían encontrado? No, no podía ser eso. Dom era muy buen explorador. Tal vez hubieran cogido camino, así podían recorrer toda la ciudad en menos tiempo. Seguro que fue idea de Dom. Él era mucho más listo que Hont.
El hombrecillo zarigüeya no tardó nada en encontrar a un grupo de supervivientes. ¡Nuevos amigos! Lo único que hizo fue seguir la regla 7 de su larga lista: “Los muertos encuentran mejor a los vivos que los vivos.” Un grupo de muertos estaba atacando a una casa. Levantaban sus brazos y los dejaban caer con fuerza contra las puertas y las ventanas reforzadas con maderas. ¡Dentro había gente!
Rápido, Hont desenvainó su fiel espada de madera y fue directo hacia los muertos mientras recitaba cada una de las reglas que hacía referencia a la hora del combate.
-Regla número 5:- dio un brincó a la cabeza de uno de los muertos- Salta tan alto como puedas, los muertos son lentos al estirar los brazos.- desde la cima de la cabeza dio golpes con su espada al muerto- Regla número 3: los muertos tienen la cabeza hueca. Y regla número 6: Llama la atención de los otros muertos haciendo ruido-.
Dicho y hecho. Los muertos dejaron de golpear las ventanas del edificio y rodearon al muerto al que Hont estaba subido. Sus reglas nunca fallaban. El hombrecillo zarigüeya dio una vuelta sobre sí mismo para ver a todos los enemigos que le rodeaban. Eran unos quince y por las calles se iban acercando más. Regla número 9: Siempre hay más muertos de los que puedes contar.
-Regla número dos:- el muerto al que estaba subido intentaba cogerle mientras el bailaba y saltaba en su cabeza- ¡Usa la cola!-
Con su larga colita cogió el brazo del muerto al que estaba subido cuando éste casi lo hubo cogido y tomó impulsó para saltar contra una de las ventanas reforzadas de la casa. Se hizo una bola y destrozó la madera sin casi hacerse daño. A la hora de saltar nadie le podía ganar.
-¡Soy Hont, el mayor de los aventureros!- celebró poniéndose erguido una vez entró a la casa e hizo una reverencia a las dos mujeres que allí estaban atrapadas. Una era una hache be, igual que él y su amigo Asher, y la otra era una chica bruja, Hont podía reconocer su olor- He venido a rescataros de los muertos. – señaló con la espada el hueco en los tablones de la ventana- ¡Por ahí vienen!-
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* Kali : Hont (puedes encontrar su ficha [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], es un pj que yo ya he utilizado en múltiples misiones) ha llegado al rescate. Sus intenciones son buenas, os ha visto atrapadas y quiere salvaros la vida. El resultado, lamentablemente, no ha sido el esperado. Los muertos aprovechan el agujero que Hont ha hecho al entrar para intentar pasar. Tienes suerte que Hont es pequeño y los muertos grandes. Tu objetivo es claro. Piensa en algo para que los muertos no entren. Como ya ha visto Hont, pronto vendrán más muertos. En un futuro deberás tenerlo en cuenta.
Última edición por Sigel el Sáb 26 Nov 2016 - 6:03, editado 1 vez
Sigel
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
Kali no esperaba que algo fuera a entrar por una de aquellas ventanas reforzadas. Particularmente teniendo en cuenta que acababan de hacerlo. Pero el objeto volador no identificado atravesó la ventana y la madera como un proyectil… y se presentó a sí mismo como Hont.
La cara de la pantera era un poema. Después del sobresalto que le hizo dar un gran respingo tenía la incredulidad marcada en el rostro. Había sacado la espada para enfrentarse al enemigo y se había colocado de forma protectora entre el recién llegado y la chica... Pero lo que vio no le pareció uno de aquellos cadáveres andantes.
Se trataba de una especie de roedor. No muy alto… no. De grandes orejas y una cola aún más grande. Kali no podía salir de su asombro.
-¿Pero qué dem…? ¡¿Qué acabas de hacer pedazo de alcornoque?!- Exclamó la pantera al ver el hueco en la ventana. Con cierto deje de desesperación en la voz ante lo sucedido.- Muchas gracias, roedor.- Gruñó la pantera arrastrando las palabras, con claro sarcasmo en su tono de voz. No obstante, no tardó en reaccionar, colocándose apresuradamente cerca del hueco.
Por fortuna el agujero en la pared no era muy grande, pero ya había un muerto intentando agrandar el agujero con su brazo. Kali clavó su espada en el hueco una y otra vez, y al ver que no surtía efecto alguno, se decidió por cortar directamente la mano de un tajo. La mano cayó sobre el suelo y aún se movió un poco.
-Quémala, quémala.- Le dijo, a cualquiera de los dos, niña o roedor.
Mientras tanto, arrancó un tablón del suelo con ayuda de su arma. Serviría. O eso esperaba. Hont había rechazado a otro muerto. No había tiempo. Kali colocó el trozo de tablón sobre el hueco, golpeando a un nuevo muerto hacia fuera. La muchacha no tardó en regresar para ayudarle. Entre ambas colocaron el trozo de tablón y aseguraron la ventana. La madera era estrecha y no cubría del todo el agujero, pues se colaba algo de luz, pero ningún muerto podría meter la mano ahora… mientras aguantase el refuerzo.
Con la tregua que le habían dado, Kali comenzó a arrastrar muebles.
-Si vienen más… quizás deberíamos tratar de dificultarles el paso...- Explicó, colocando una mesa contra la puerta. Por si llegaran a entrar...- Si llegaran a abrirse paso tendremos que retirarnos a arriba y a ser posible necesitaremos poner una barricada en la escalera. Es un punto estrecho fácil de defender y siempre podemos escapar por el tejado en un momento desesperado… -Que ojalá no llegase nunca.- Pero necesitaremos destrozar los muebles…- Miró a la chica, pidiendo permiso silenciosamente por simple cortesía. Sus vidas se le antojaban más importante que los objetos de aquella casa. - También deberíamos guardar arriba toda la comida que podamos.- Ojalá las cosas no llegaran a eso. Pero la pantera ya no sabía qué pensar de aquella situación.
No le gustaba tomar la iniciativa en una situación que la superaba y que desconocía. Sin embargo no era justo para la niña, y no estaba segura de confiar lo suficiente en el hombre bestia. Aunque quería oír lo que tenía que decir.
-Roedor, ¿qué sabes de lo que sucede? ¿hay algún lugar seguro al que podamos ir?- Preguntó la mujer bestia mientras trabajaba. Por todos los dioses que estar encerrada en aquella casa indefinidamente no le hacía ninguna gracia. Y si no había perdido del todo la paciencia con el hombre bestia es porque tenía la esperanza de que realmente pudiera ayudarles, tal y como había dicho. Es cierto que su apariencia no daba mucha confianza, pero la pantera realmente quería creer en lo que había dicho.
El número de personas, y gato, al que sentía que debía proteger iba aumentando.
La cara de la pantera era un poema. Después del sobresalto que le hizo dar un gran respingo tenía la incredulidad marcada en el rostro. Había sacado la espada para enfrentarse al enemigo y se había colocado de forma protectora entre el recién llegado y la chica... Pero lo que vio no le pareció uno de aquellos cadáveres andantes.
Se trataba de una especie de roedor. No muy alto… no. De grandes orejas y una cola aún más grande. Kali no podía salir de su asombro.
-¿Pero qué dem…? ¡¿Qué acabas de hacer pedazo de alcornoque?!- Exclamó la pantera al ver el hueco en la ventana. Con cierto deje de desesperación en la voz ante lo sucedido.- Muchas gracias, roedor.- Gruñó la pantera arrastrando las palabras, con claro sarcasmo en su tono de voz. No obstante, no tardó en reaccionar, colocándose apresuradamente cerca del hueco.
Por fortuna el agujero en la pared no era muy grande, pero ya había un muerto intentando agrandar el agujero con su brazo. Kali clavó su espada en el hueco una y otra vez, y al ver que no surtía efecto alguno, se decidió por cortar directamente la mano de un tajo. La mano cayó sobre el suelo y aún se movió un poco.
-Quémala, quémala.- Le dijo, a cualquiera de los dos, niña o roedor.
Mientras tanto, arrancó un tablón del suelo con ayuda de su arma. Serviría. O eso esperaba. Hont había rechazado a otro muerto. No había tiempo. Kali colocó el trozo de tablón sobre el hueco, golpeando a un nuevo muerto hacia fuera. La muchacha no tardó en regresar para ayudarle. Entre ambas colocaron el trozo de tablón y aseguraron la ventana. La madera era estrecha y no cubría del todo el agujero, pues se colaba algo de luz, pero ningún muerto podría meter la mano ahora… mientras aguantase el refuerzo.
Con la tregua que le habían dado, Kali comenzó a arrastrar muebles.
-Si vienen más… quizás deberíamos tratar de dificultarles el paso...- Explicó, colocando una mesa contra la puerta. Por si llegaran a entrar...- Si llegaran a abrirse paso tendremos que retirarnos a arriba y a ser posible necesitaremos poner una barricada en la escalera. Es un punto estrecho fácil de defender y siempre podemos escapar por el tejado en un momento desesperado… -Que ojalá no llegase nunca.- Pero necesitaremos destrozar los muebles…- Miró a la chica, pidiendo permiso silenciosamente por simple cortesía. Sus vidas se le antojaban más importante que los objetos de aquella casa. - También deberíamos guardar arriba toda la comida que podamos.- Ojalá las cosas no llegaran a eso. Pero la pantera ya no sabía qué pensar de aquella situación.
No le gustaba tomar la iniciativa en una situación que la superaba y que desconocía. Sin embargo no era justo para la niña, y no estaba segura de confiar lo suficiente en el hombre bestia. Aunque quería oír lo que tenía que decir.
-Roedor, ¿qué sabes de lo que sucede? ¿hay algún lugar seguro al que podamos ir?- Preguntó la mujer bestia mientras trabajaba. Por todos los dioses que estar encerrada en aquella casa indefinidamente no le hacía ninguna gracia. Y si no había perdido del todo la paciencia con el hombre bestia es porque tenía la esperanza de que realmente pudiera ayudarles, tal y como había dicho. Es cierto que su apariencia no daba mucha confianza, pero la pantera realmente quería creer en lo que había dicho.
El número de personas, y gato, al que sentía que debía proteger iba aumentando.
Kali
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
-Regla número 9: ¡Los muertos se queman mejor que la leña!- dio unos saltos enérgicos sobre su posición con el fin de contagiar parte de su nerviosismo a la mujer pantera y que se diera prisa. -¡Quémalo, quémalo!-
Pero fue inútil, por mucho que gritase y saltase, la hache be (¿o sería eme be?) no le prestó atención. Ella estaba ocupada cogiendo la madera y clavándola en el agujero que Hont había hecho para salvarles, tal vez pensaría que los muertos tenían miedo de los muebles y que eso les detendría. Si así era, la pantera no sabía nada sobre los muertos. Regla número 4: “Los muertos no tienen miedo a nada.” Y regla número 11: “Los muertos son unos testarudos, no descansan hasta que consiguen lo que quieren”. Dom tenía razón cuando le dijo que tenía que compartir sus valiosas reglas a los supervivientes que encontrase. Si todos eran como la chica pantera, estarían tan muertos como los muertos de fuera.
Mientras la chica pantera hablaba y hablaba sobre qué deberían hacer para seguir vivos, Hont se cruzó de brazos y le dio la espalda. Estaba enfadado con la chica, era una desagradecida y una mandona. No le había dado las gracias por pelear contra los muertos de fuera y entrar en la casa donde estaba en peligro ni tampoco le había preguntado nada acerca de sus reglas de supervivencia. Solo mandaba y mandaba y volvía a mandar. Hont estaba realmente enfadado con ella; tanto que, para llamar su atención, emitió un gruñido que fue mezcla de grito de su parte animal y del típico “jum” que dicen los niños pequeños cuando se enfadan.
-Mi nombre es Hont no roedor- giro lentamente la cabeza para ver de refilón a la pantera y, rápidamente, volvió a darle la espalda- y sé muchas cosas. Tengo mi cabeza llena de reglas de supervivencia y he vivido muchas aventuras como aquella vez que encontré a un flautista muy malo que secuestro a los niños de un pueblo cerca de Baslodia. Es una muy buena historia, pero solo se la cuento a mis amigos- volvió a emitir el mismo gruñido de resignación.
-Creo que le has hecho enfadar- Ainsley se tapó la boca con las dos manos. El pequeñín le hacía mucha gracia, pero pensó que si le viera a reírse se enfadaría todavía más.
Hont contestó a la niña con un par de fuertes pisotones en el suelo. Sí, estaba enfado con la chica pantera. ¿Es que no entendían que él era el héroe que había dado su vida por y a salvarles? Por tercera, y no última vez, emitió su infantil gruñido (Ainsley pensó que gruñía igual que Bigotes cuando quería algo).
* Kali: Veo que a tu personaje no se le da para nada bien tratar con niños como tampoco se le da bien tomar el liderazgo del grupo. En este turno deberás solucionar los errores que has causado. Hont es un valioso aliado, más vale que lo tengas contento. Por otra parte, recuerda que fuera del edificio tienes un grupo de muertos arañando y golpeando el refuerzo de las ventanas. Un consejo, la habitación de Ainsley puede ser un buen lugar donde poder refugiarse pues la trampilla de su guardilla puede ser muy útil a la hora de escapar por arriba. Como diría Hont: “Regla número 5: Salta tan alto como puedas, los muertos son lentos al estirar los brazos.”
Personajes prohibidos para el próximo turno: Dalyra.
Pero fue inútil, por mucho que gritase y saltase, la hache be (¿o sería eme be?) no le prestó atención. Ella estaba ocupada cogiendo la madera y clavándola en el agujero que Hont había hecho para salvarles, tal vez pensaría que los muertos tenían miedo de los muebles y que eso les detendría. Si así era, la pantera no sabía nada sobre los muertos. Regla número 4: “Los muertos no tienen miedo a nada.” Y regla número 11: “Los muertos son unos testarudos, no descansan hasta que consiguen lo que quieren”. Dom tenía razón cuando le dijo que tenía que compartir sus valiosas reglas a los supervivientes que encontrase. Si todos eran como la chica pantera, estarían tan muertos como los muertos de fuera.
Mientras la chica pantera hablaba y hablaba sobre qué deberían hacer para seguir vivos, Hont se cruzó de brazos y le dio la espalda. Estaba enfadado con la chica, era una desagradecida y una mandona. No le había dado las gracias por pelear contra los muertos de fuera y entrar en la casa donde estaba en peligro ni tampoco le había preguntado nada acerca de sus reglas de supervivencia. Solo mandaba y mandaba y volvía a mandar. Hont estaba realmente enfadado con ella; tanto que, para llamar su atención, emitió un gruñido que fue mezcla de grito de su parte animal y del típico “jum” que dicen los niños pequeños cuando se enfadan.
-Mi nombre es Hont no roedor- giro lentamente la cabeza para ver de refilón a la pantera y, rápidamente, volvió a darle la espalda- y sé muchas cosas. Tengo mi cabeza llena de reglas de supervivencia y he vivido muchas aventuras como aquella vez que encontré a un flautista muy malo que secuestro a los niños de un pueblo cerca de Baslodia. Es una muy buena historia, pero solo se la cuento a mis amigos- volvió a emitir el mismo gruñido de resignación.
-Creo que le has hecho enfadar- Ainsley se tapó la boca con las dos manos. El pequeñín le hacía mucha gracia, pero pensó que si le viera a reírse se enfadaría todavía más.
Hont contestó a la niña con un par de fuertes pisotones en el suelo. Sí, estaba enfado con la chica pantera. ¿Es que no entendían que él era el héroe que había dado su vida por y a salvarles? Por tercera, y no última vez, emitió su infantil gruñido (Ainsley pensó que gruñía igual que Bigotes cuando quería algo).
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* Kali: Veo que a tu personaje no se le da para nada bien tratar con niños como tampoco se le da bien tomar el liderazgo del grupo. En este turno deberás solucionar los errores que has causado. Hont es un valioso aliado, más vale que lo tengas contento. Por otra parte, recuerda que fuera del edificio tienes un grupo de muertos arañando y golpeando el refuerzo de las ventanas. Un consejo, la habitación de Ainsley puede ser un buen lugar donde poder refugiarse pues la trampilla de su guardilla puede ser muy útil a la hora de escapar por arriba. Como diría Hont: “Regla número 5: Salta tan alto como puedas, los muertos son lentos al estirar los brazos.”
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
La mujer bestia suspiró y puso los ojos en blanco.
-Eso parece…- Murmuró ante el comentario de la chica. -Por todos los dioses…- Volvió a refunfuñar en voz baja frotándose el ceño fruncido con los dedos con exasperación. Al menos la joven parecía encontrar la situación entretenida. -Me alegro de que alguien se esté divirtiendo.- Bufó con cierto resentimiento, de forma cómica para ojos externos. Especialmente por su reacción similar a la de Hont.
Sí, era evidente que el roedor estaba molesto, dando aquellos pisotones en el suelo y tratando de llamar la atención con su quejido. No hacía falta ser muy avispado para darse cuenta. Kali se planteó ignorarlo, incluso se le pasó brevemente por la cabeza dejarlo inconsciente para conseguir un poco de tranquilidad, pero sería contraproducente... Era más difícil tratar de proteger a alguien inconsciente, ¿no? Había otra opción, intentar hacer que colaborase.
La última parecía la mejor solución...
Kali no poseía un gran carisma, ni un carácter especialmente agradable. Pero intentaría hacer un esfuerzo por ganarse el favor del roedor.
Lo cierto era que toda aquella... situación, no se le estaba dando nada bien. Decidió detenerse un segundo, mantener la calma un momento. Miró a Hont. La pantera sabía que había herido sus sentimientos pero aún era posible que el hombre bestia pudiera ayudarles a ambos. Fuera como fuese, un par de manos más no venían mal dada las circunstancias, necesitaban toda la ayuda posible… suponía. Tendría que seguirle la corriente.
-Bien, roe… digo, Hont ¿no?, perdona lo de antes ¿de acuerdo? -Se excusó sin muchas ganas la verdad. Pero intentando convencer al hombre bestia de su sinceridad. - Escucha, estoy un poco de los nervios con todo esto de los cadáveres andantes y demás, ya sabes, una que no suele ver estas cosas todos los días… -Soltó con cierta jocosidad aunque sin alegría. Que estaba de los nervios era cierto, de eso no había dudas.
Se arrodilló para ponerse a su altura por respeto. No le gustaba tener que "rebajarse" pero lo consideró oportuno.
-Estoy dispuesta a escuchar lo que tengas que decir, orejo… Hont. Hont.- Repitió su nombre para grabárselo en la cabeza, arrugando el rostro por el desliz. Tenía costumbre de llamar a la gente por motes o nombretes. Pero mejor contener la lengua de momento.- Pero no parece que tengamos mucho tiempo.- El ruido fuera continuaba. ¿Cuántos no muertos habría rodeando la casa?
-Bien, tú eres el experto, amigo ¿qué hacemos?- Añadió finalmente, volviendo a ponerse en pie. Esperando poder ganar un aliado.-¿Cuáles son las reglas?-
Fuera el ruido no cesaba. La pantera parecía más calmada pero todavía tenía los nervios a flor de piel. Antes de que el roedor pudiera responder un ruido particularmente fuerte en un lateral la sobresaltó, pero los refuerzos aún aguantaban.
Kali alternó su mirada entre el roedor y la chica.
-Quizás deberíamos discutir nuestro siguiente paso arriba, si estás de acuerdo, amigo. Por si las defensas ceden. Vamos.- Les apremió con aparente calma, esperando a que Aisling y el roedor pasaran delante. Dispuesta a subir tras ellos.- Te propongo algo, Hont, cuando estemos a salvo estaré encantada de escuchar esa historia del flautista mientras os invito a una cerveza.- Miró a la niña.- O lo que sea que bebáis.- Si es que salían de aquella.
Cada vez se oían más crujidos. ¿Cuánto podrían resistir los refuerzos que habían hecho? Tanto la chica como el roedor parecía que habían sobrevivido por su cuenta algún tiempo en aquellas circunstancias. Sin embargo, la pantera no dejaba de preguntarse cómo era posible. ¿Cómo lo habían conseguido?
-Eso parece…- Murmuró ante el comentario de la chica. -Por todos los dioses…- Volvió a refunfuñar en voz baja frotándose el ceño fruncido con los dedos con exasperación. Al menos la joven parecía encontrar la situación entretenida. -Me alegro de que alguien se esté divirtiendo.- Bufó con cierto resentimiento, de forma cómica para ojos externos. Especialmente por su reacción similar a la de Hont.
Sí, era evidente que el roedor estaba molesto, dando aquellos pisotones en el suelo y tratando de llamar la atención con su quejido. No hacía falta ser muy avispado para darse cuenta. Kali se planteó ignorarlo, incluso se le pasó brevemente por la cabeza dejarlo inconsciente para conseguir un poco de tranquilidad, pero sería contraproducente... Era más difícil tratar de proteger a alguien inconsciente, ¿no? Había otra opción, intentar hacer que colaborase.
La última parecía la mejor solución...
Kali no poseía un gran carisma, ni un carácter especialmente agradable. Pero intentaría hacer un esfuerzo por ganarse el favor del roedor.
Lo cierto era que toda aquella... situación, no se le estaba dando nada bien. Decidió detenerse un segundo, mantener la calma un momento. Miró a Hont. La pantera sabía que había herido sus sentimientos pero aún era posible que el hombre bestia pudiera ayudarles a ambos. Fuera como fuese, un par de manos más no venían mal dada las circunstancias, necesitaban toda la ayuda posible… suponía. Tendría que seguirle la corriente.
-Bien, roe… digo, Hont ¿no?, perdona lo de antes ¿de acuerdo? -Se excusó sin muchas ganas la verdad. Pero intentando convencer al hombre bestia de su sinceridad. - Escucha, estoy un poco de los nervios con todo esto de los cadáveres andantes y demás, ya sabes, una que no suele ver estas cosas todos los días… -Soltó con cierta jocosidad aunque sin alegría. Que estaba de los nervios era cierto, de eso no había dudas.
Se arrodilló para ponerse a su altura por respeto. No le gustaba tener que "rebajarse" pero lo consideró oportuno.
-Estoy dispuesta a escuchar lo que tengas que decir, orejo… Hont. Hont.- Repitió su nombre para grabárselo en la cabeza, arrugando el rostro por el desliz. Tenía costumbre de llamar a la gente por motes o nombretes. Pero mejor contener la lengua de momento.- Pero no parece que tengamos mucho tiempo.- El ruido fuera continuaba. ¿Cuántos no muertos habría rodeando la casa?
-Bien, tú eres el experto, amigo ¿qué hacemos?- Añadió finalmente, volviendo a ponerse en pie. Esperando poder ganar un aliado.-¿Cuáles son las reglas?-
Fuera el ruido no cesaba. La pantera parecía más calmada pero todavía tenía los nervios a flor de piel. Antes de que el roedor pudiera responder un ruido particularmente fuerte en un lateral la sobresaltó, pero los refuerzos aún aguantaban.
Kali alternó su mirada entre el roedor y la chica.
-Quizás deberíamos discutir nuestro siguiente paso arriba, si estás de acuerdo, amigo. Por si las defensas ceden. Vamos.- Les apremió con aparente calma, esperando a que Aisling y el roedor pasaran delante. Dispuesta a subir tras ellos.- Te propongo algo, Hont, cuando estemos a salvo estaré encantada de escuchar esa historia del flautista mientras os invito a una cerveza.- Miró a la niña.- O lo que sea que bebáis.- Si es que salían de aquella.
Cada vez se oían más crujidos. ¿Cuánto podrían resistir los refuerzos que habían hecho? Tanto la chica como el roedor parecía que habían sobrevivido por su cuenta algún tiempo en aquellas circunstancias. Sin embargo, la pantera no dejaba de preguntarse cómo era posible. ¿Cómo lo habían conseguido?
Kali
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
Mientras Kali hablaba con cierto detenimiento como si estuviera midiendo cada palabra que decía, Hont camina en pequeños círculos sobre sí mismo con la empuñadura de su espada de madera apoyada en el hombro. Si por un segundo se olvidaba de los ellos que daban golpes a las ventanas, la escena de los dos hombres bestias le podría resultar graciosa. A Ainsley le recordaba a una escena de Tan y Tem, una pareja de bardos que hacían sus funciones en las calles de Beltrexus para que todo el mundo los vieran. En ésta escena en cuestión, Tan era una despistada y torpe doncella y Tem un orgulloso caballero que esperaba que le sirvieran la sopa. Cuando Tan, olla en mano, llegó a la mesa de Tem, derramó todo la olla en la cabeza del supuesto caballero. Las caras y gestos que ponían Kali y Hont eran iguales a los de Tan y Tem, la pantera, que parecía gigante al lado de Hont, era la torpe doncella y Hont era el orgulloso caballero de honor mancillado por una vulgar sopa.
Al final, cuando Kali terminó de disculparse, Hont sonrió con el mismo fanfarroneó que lo hizo Tem cuando hacía de caballero.
-Es fácil saber lo que hay que hacer ahora. Fácil para mí que conozco todas las reglas de supervivencia contra los muertos que caminan, para una mujer mandona que no sabe escuchar no lo es. – Hont sacó la lengua a Kali en señal de burla y siguió hablando– tenemos que utilizar la regla número 5: Salta tan alto como puedas, los muertos son lentos al estirar los brazos.- con la punta de la espada señaló las escaleras que iban hacía el segundo piso- Contra más alto lleguemos mejor para nosotros y peor para ellos que son lentos-.
Fue casualidad, una odiosa causalidad que hizo que a Aisnley se le escapase un pequeño grito de terror. En cuanto Hont terminó de decir una palabra, uno de los ellos puso su mano en el agujero que le hombre zarigüeya había hecho al entrar y arrancó uno el tablón. Ainsley conocía a ese ellos cuando todavía estaba vivo, tenía una panadería en Beltrexus. Era un buen hombre, a veces, en los meses de hambruna, regalaba a la niña una hogaza de pan. “No me des las gracias, tu padre haría lo mismo por mis hijos” decía con una sonrisa de oreja a oreja a la vez que se ajustaba su boina blanca. Esa misma boina la llevaba cuando era un ellos, fue por ello que Ainsley le pudo reconocer aunque deseo no haberlo hecho.
-No te quedes parada, recuerda la regla número 1: Los muertos son lentos y tienen la espalda rígida, no te cogerán si corres por debajo de ellos. – Hont cogió de la mano a la niña y la arrastró hacía las escaleras- Amiga pantera, también tienes que correr. La regla número 1 es para las dos. Tienes que estar viva par que luego te cuente mi pelea contra el flautista malo y si hay tiempo te contaré también como luché contra un calamar gigante.- soltó a la niña en el mismo momento en el que llegó a la escalera y comenzó a correr mirando todas las habitaciones- ¡Comida! ¿Arriba hay comida? No huelo que arriba haya comida, pero ahí sí- señaló a la cocina- Amiga grande y pantera, tú eres la más fuerte, coge todo lo que nos sea de ayuda y recuerda la regla número 8: las galletas de chocolate no te ayudarán-.
* Kali: Ve a la cocina, Hont te puede acompañar, y coge lo más indispensable para la supervivencia. Te vas a reforzar, esta vez, en la habitación de Ainsley. Ten en mente todo lo que vas a coger y hazlo. Los muertos ya han entrando y no te dejarán que cojas la comida sin antes luchar.
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Al final, cuando Kali terminó de disculparse, Hont sonrió con el mismo fanfarroneó que lo hizo Tem cuando hacía de caballero.
-Es fácil saber lo que hay que hacer ahora. Fácil para mí que conozco todas las reglas de supervivencia contra los muertos que caminan, para una mujer mandona que no sabe escuchar no lo es. – Hont sacó la lengua a Kali en señal de burla y siguió hablando– tenemos que utilizar la regla número 5: Salta tan alto como puedas, los muertos son lentos al estirar los brazos.- con la punta de la espada señaló las escaleras que iban hacía el segundo piso- Contra más alto lleguemos mejor para nosotros y peor para ellos que son lentos-.
Fue casualidad, una odiosa causalidad que hizo que a Aisnley se le escapase un pequeño grito de terror. En cuanto Hont terminó de decir una palabra, uno de los ellos puso su mano en el agujero que le hombre zarigüeya había hecho al entrar y arrancó uno el tablón. Ainsley conocía a ese ellos cuando todavía estaba vivo, tenía una panadería en Beltrexus. Era un buen hombre, a veces, en los meses de hambruna, regalaba a la niña una hogaza de pan. “No me des las gracias, tu padre haría lo mismo por mis hijos” decía con una sonrisa de oreja a oreja a la vez que se ajustaba su boina blanca. Esa misma boina la llevaba cuando era un ellos, fue por ello que Ainsley le pudo reconocer aunque deseo no haberlo hecho.
-No te quedes parada, recuerda la regla número 1: Los muertos son lentos y tienen la espalda rígida, no te cogerán si corres por debajo de ellos. – Hont cogió de la mano a la niña y la arrastró hacía las escaleras- Amiga pantera, también tienes que correr. La regla número 1 es para las dos. Tienes que estar viva par que luego te cuente mi pelea contra el flautista malo y si hay tiempo te contaré también como luché contra un calamar gigante.- soltó a la niña en el mismo momento en el que llegó a la escalera y comenzó a correr mirando todas las habitaciones- ¡Comida! ¿Arriba hay comida? No huelo que arriba haya comida, pero ahí sí- señaló a la cocina- Amiga grande y pantera, tú eres la más fuerte, coge todo lo que nos sea de ayuda y recuerda la regla número 8: las galletas de chocolate no te ayudarán-.
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* Kali: Ve a la cocina, Hont te puede acompañar, y coge lo más indispensable para la supervivencia. Te vas a reforzar, esta vez, en la habitación de Ainsley. Ten en mente todo lo que vas a coger y hazlo. Los muertos ya han entrando y no te dejarán que cojas la comida sin antes luchar.
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
PAUSADO
Espero que regreses pronto. Mientras tanto, te estaremos esperando.
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
Aviso
Son muchos los meses que he estado esperando una respuesta en este tema o una explicación sobre tu ausencia. Lo siento, mi paciencia tiene un límite. Tienes tres días para enviarme un mp y decirme si vas a poder continuar el tema en un futuro; no me importa pausarlo si es que vas a regresar. Si no recibo ningún mp, ofreceré el tema a otro usuario para que lo termine. Hay muchos que tienen muchas ganas de participar en temas como este.
Además, recuerda que el abandono se sanciona con 3puntos de experiencia.
Además, recuerda que el abandono se sanciona con 3puntos de experiencia.
Sigel
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Re: Nigromancia [Misión] [Especial Halloween]
Tema abandonado
Como se suele decir: Quien avisa no es traidor.
Se ha sancionado con la perdida de 3puntos de experiencia.
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