Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
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Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Bosques del Este
El estómago le sonó como si un pájaro carpintero le taladrara desde dentro. Como siempre, Áquila se había vuelto a acabar las provisiones en cuestión de días. Eliot, su fiel compañero, se lo había reprochado durante todo el viaje hasta la costa. El pequeño barco visualizó un puerto pesquero, bastante reducido, pues era apenas el hogar de un campesino. Según iban llegando, el dueño salió de su casa y mandó entrar a su hijo, el cuál había salido con él.
Cuando atracaron, Áquila se acercó al desconocido.
-¡Buenas buen señor! Veo que tiene familia, a menos que haya raptado a ese niño... -hubo un largo silencio y Áquila se rió sólo- ¡Lo siento! Era una broma. -Eliot puso su mano en la cara con gesto de desaprobación- En fin, mi nombre es Áquila y soy el capitán de este barco. Respondiendo a tu pregunta, no, no soy un pirata. Ni mi amigo Eliot con su loro, y sí, sé que lo parecemos, pero le aseguro que no hemos matado a nadie... -Áquila lo pensó de nuevo, recordando los hechos del viaje en busca del pez misterioso- Bueno, hace un par de semanas creo que sí, pero no se tiene que preocupar por ello, se lo aseguro...
Eliot se puso delante de Áquila para impedir que siguiese hablando él.
-La cuestión, es que nos gustaría dejar el barco en su puerto si no le importa, mientras buscamos provisiones, tal vez nos lleve un par de días, pero le pagaremos todo por adelantado.
El pescador se les quedó mirando, primero a uno y luego a otro, finalmente sonrió.
-Os iba a mandar a la mierda, pero me he fijado en que tenéis las manos de pescadores, los compañeros de trabajo son siempre bienvenidos.
Los dos viajeros suspiraron, el loro de Eliot les imitó. Ambos habían dejado hacía más de un mes los puertos de Lunargenta huyendo de ese oficio. Tan sólo unos días después se había empezado a hablar de una misteriosa plaga, los dos habían estado ya demasiado lejos de la península, buscando un misterioso pez.
Amarraron el barco y entraron en la casa del pescador, apenas era un pequeño cuchitril de dos pisos, un bajo con una puerta que daba a la letrina y otra a la cocina con el salón en medio y un piso superior con dos cuartos, al menos que pudiese ver Áquila de pasada. La mujer estaba leyendo con uno de los niños mientras el otro, un poco más mayor, blandía una espada de madera lanzando estocadas al aire. El ambiente olía a pescado y a Áquila le volvió a rugir el estómago.
-Esta es mi mujer Arandana, el pequeño es Cabeza Lobo y el otro es Corvus, le da por blandir la espada, dice que quiere ser soldado de mayor, como su tío.
-Esto... ¿Qué es eso que huele tan bien?
Eliot negó ante la temeridad y la desvergüenza de su amigo. El pescador rió.
-No te preocupes, hay para todos. Estoy haciendo un estofado de rechupete. Por cierto, mi nombre en Tiburón,
y los vuestros eran Áquila y Eliot ¿Me equivoco? -lo último lo dijo señalando a cada uno, los dos afirmaron con la cabeza.
Tiburón entró en la cocina y comenzó a servir los platos.
***
Cenaron rápido y el más pequeño se acostó. Áquila se puso a enseñarle a usar un poco la espada a Corvus, pero como no tenía ni idea, Eliot tuvo que sustituirle. Arandana miraba por la ventana al bosque. El padre de familia estaba barriendo mientras disfrutaba de las risas de su hijo Corvus... Hasta que oyeron el grito. Todos miraron desconcertados al origen de aquellos berridos. Venían de fuera, el eco había hecho que sonaran como una legión, pero pertenecía a una sola mujer.
No se veía nada por la ventana.
-Corvus, sube a tu cuarto de inmediato.
Su futuro como soldado requería aprender a seguir órdenes sin cuestionarlas, y el padre le había enseñado al hijo a obedecer... Con una condición que el padre aceptó.
-Si oyes golpes abajo, saca la espada del armario y pégate a tu hermano.
Corvus obedeció y, cuando ya estaba lejos, Arandana fue a un tablón de la pared y lo retiró sin hacer mucho ruido. Cogió un Caraj con flechas y un arco y le pasó la espada a su marido.
-Cariño, yo iré a ver el origen del grito, tú apunta al bosque, y si ves algo moverse sin que yo te haya hecho la señal del búho, dispara, ni siquiera lo dudes.
-¿Qué pasa? -preguntó por fin Áquila.
Tiburón los miró pensativo.
-Eso nos gustaría saber a nosotros -contestó Arandana.
-Al menos deja que te acompañemos -dijo Áquila, Eliot pareció dudar de la propuesta de su amigo, pero negarse a ir sería separarse de él, y lo menos que quería era quedarse sólo, con desconocidos y sin saber que les acechaba.
-Está bien, vamos. -Tiburón no lo dudó, al fin y al cabo los había visto manejar la alabarda y la espada para enseñar a Corvus, y sabían hacerlo bastante bien.
Salieron de la casa y se adentraron en el bosque mientras el hombre hablaba.
-Vivimos relativamente cerca de Ulmer, nunca hemos tenido problemas, pero hace poco, mientras cazaba con mi hijo, encontramos los cadáveres de dos licántropos en su forma humana, despedazados.
Eliot tragó saliva, matar a un hombre lobo era complicado, al menos eso le dijeron en la escuela. Anduvieron con sigilo por entre los árboles, hasta que un segundo grito, bastante más cerca, los dejó helados. Fueron en su dirección a un paso más rápido. Llegaron a un pequeño claro de hierba donde sólo había un conejo alejándose del lugar.
Entonces la vieron. Una mujer vestida como una salvaje corría con algo en brazos, Tiburón dedujo al instante que era su hijo. Ellos fueron hacia ella corriendo y no tardaron en rodearla, la mujer les miró y gritó de manera desgarrante y desoladora.
-¡¡¡A mi hijo no!!! ¡¡¡A mi hijo no, por favor!!! -no dejaba de llorar y escondía al bebé de los tres desconocidos.
-Tranquila, señora, respire y tranquilícese. Estamos aquí para ayudarla.
La salvaje los miró desconcertada, de repente se oyó un aullido de lobo y un gruñido. Los cuatro miraron hacia el bosque y ella volvió a ponerse blanca.
-¡Está ahí otra vez! ¡Por favor, alejarlo de mi niño!
Tiburón miró a los ojos de la desconocida y se percató de algo.
-Es una mujer lobo.
A Áquila y Eliot no pareció importarles en nada el hecho, tan sólo avanzaron hacia el interior del bosque... Allí no había nadie, el sonido de unas patas alejándose les anunciaba que el peligro se había ido. Volvieron a donde estaba la desconocida con el bebé.
-Se ha ido... Dinos cuál es tu nombre y qué ha ocurrido.
La mujer dudó, pero contestó.
-Me llamo Gala, vivo en Ulmer con mi marido y mi bebé. Mi marido fue a cazar y un par de lobos se colaron en nuestra choza para intentar llevarse a mi hijo.
-¿Para qué querrían a un bebé?
Entonces la mujer cambió su expresión de miedo a rabia y pronunció una palabra que no entendieron. Luego les miró y habló de nuevo en su idioma.
-Cristianos... -dijo la mujer con total desprecio.
-¿Cristianos? ¿Quiénes son?
-Son unos asesinos. Llegaron con otro dios maldito, lo trajeron los humanos, ahora hay algunos lobos que los nuestros que le rinden culto. Hace poco descubrieron en su libro putrefacto a un hombre que decía que si bebían su sangre se salvarían en el otro mundo. Ahora van por ahí matando gente y bebiéndose su sangre, prefieren la sangre de bebé. Son animales.
-¿Y por qué no los echáis? O simplemente los matáis ¿Viven en otro lado?
-No podemos, no se ha conseguido demostrar que sean ellos, así que no los podemos expulsar. Cuando atacan llevan una armadura puesta con un casco que les cubre la cara.
-¿Qué pruebas tenéis contra ellos?
-Beben sangre.
-¿Les habéis visto beber sangre?
-No, pero sus predicadores dicen que tienen que hacerlo.
-Ya, pero las palabras no son actos... Y me imagino que tampoco habéis encontrado pruebas de que ellos sean los que os atacan.
La mujer permaneció en silencio. Áquila se levantó.
-Me lo imaginaba -dijo el joven capitán- Eliot, ve a por tu loro. Nos vamos a Ulmer, tenemos un misterio que resolver y pruebas que encontrar.
Áquila sacó la alabarda que estaba clavada en el cuello y la puso en vertical mientras su amigo llamaba a su loro de un silbido.
- OffRol:
- Por si hay dudas en cuanto a lo de meter el cristianismo: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Última edición por Áquila el Mar Sep 12 2017, 11:05, editado 3 veces
Áquila
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
La gente dice que cuando se tiene compañía el tiempo pasa más rápido, eso es una total mentira ¿Cómo podía asegurarlo? Por una razón muy sencilla, cuando estaba solo las noches siempre eran normales, eran tranquilas, podía descansar y el tiempo pasaba volando ¿Ahora sucede eso? No, claro que no, ahora debía estar alerta, no podía dejar que Genevive aprovechara mis momentos de debilidad o seguramente abusaría de mi, era así de sencillo, mis noches eran eternas mientras vigilaba.
- ¿Por qué estar callado? – Dijo Genevie luego de morder la fruta que tenía en manos. – Ya casi tú no hablar.
- Yo estoy bien… solo estoy pensando… creo. – Realmente no pensaba en nada, mi cabeza estaba en blanco, por primera vez en mucho tiempo no me reprendía a mi mismo o no me reprendía alguna voz del pasado “Eso es porque estás agotado.” Al menos esa voz era un pensamiento cuerdo y no un regaño.
- ¿Y en que pensar? – La joven dejó la fruta en el suelo y comenzó a acercarse a gatas, allí iba de nuevo, era como un animal salvaje tratando de capturar a su presa.
-No recuerdo, seguro no tenía importancia. – Justo antes de que Genevive tuviese la oportunidad de abalanzarse hacía mi me levanté, si hubiese seguido otro segundo quieto lo más posible es que me profanase. – Ya descansamos lo suficiente, debemos seguir caminando.
- ¿Por qué siempre caminar? Nunca estar quietos. – “Porque si caminamos tendrás otra cosa en la cual entretenerte que no sea quitarme el alma, por eso.”
Me encogí de hombros y terminé la manzana que quedaba en mi mano, además desde que la peste se había extendido estar en algún pueblo o ciudad podía resultar riesgoso, así que la diversión de buscar algún trabajo o de regatear había aminorado.
- ¿A dónde ir ahora?
- Por allí, hay mucho que caminar. – Sacudí la mano señalando la maleza y luego agaché la cabeza, la verdad es que preferiría descansar.
La luna daba la suficiente iluminación para caminar sin necesidad de fuego, aquello era bueno; el viento soplaba con cierta debilidad pero aun había viento, aun estaba allí señalando los posibles caminos para tomar. Me estiré un poco y limpié la suciedad de mi pantalón, la verdad es que me estaba quedando sin ideas de que hacer, lo más seguro es que me dedicara ahora solo a dar vueltas en círculos por el bosque ¿Genevive lo notaría? Lo dudaba.
Fui a dar la orden de andar cuando un terrible grito se presentó en el bosque, justamente lo que faltaba, más problemas. “Solo debes ignorarlo Fred, no te metas en problemas, no de nuevo.” Di el primer paso y cuando lo noté Genevive ya se aferraba a mi brazo, otra vez pegada como sanguijuela.
- ¿Qué ser…eso? Sonar mal.
- Fue un grito, no deberíamos preocuparnos.
- ¿No deber ver que suceder?
“No, no deberíamos, NO.” – Si… creo que lo mejor es echar un vistazo. – “Maldito seas Fred, maldito seas.”
Y sin poder controlar mis intenciones allí iba, caminando a ver qué rayos sucedía mientras una joven que no se despegaba de mi apretaba mi brazo; no sabía que había hecho para que los Dioses se molestaran conmigo de aquella manera pero no debió ser nada bueno “¿Fue por la vez que intenté roba?” No, Gillidan me había dado una merecida lección aquella vez “Estoy enseñándote a ser un joven decente, no a una rata.” Que irónica era la vida, ahora también cuidaba a una niña que robaba, el asunto es que yo no creía que la pequeña elfa fuese una rata, solo una superviviente.
Algunos metros cerca había una cabaña, posiblemente de allí procedió aquel grito tan extraño, aunque no parecía haber nadie allí “Entonces no hay problema si voy a revisar ¿Cierto?” No, claro que no lo había, además si estaba abandonada existía posibilidad de conseguir uno que otro suministro, todos ganábamos en ese caso.
Apenas acercarse pude ver un tenue brillo, parecía algo metálico, el problema fue cuando escuché el ruido que solía hacer un arco al disparar, el brillo se acercaba e identifique que aquello si era metal, era el metal de una. Antes de siquiera poder pensar lo que hacía tome a Genevive de los hombros y la tiré al suelo, meros reflejos “Maldición, pudo haber sido tu oportunidad para liberarte y aun así la salvaste.”
- C…candau, tu salvarme. – Los ojos de la chica brillaban de nuevo, quizá con esperanza. Me llevé el dedo a la boca indicándole que se calla, no debía que estar hablando en aquel momento.
Levanté ambas manos en señal de rendición, o quizá para demostrar que estaba desarmado, tal vez la persona que había disparado dejaría de ser tan agresiva si veía que no tenía intención de atacar o algo por el estilo.
- ¡Larguense, no tienen nada que hacer aquí! – Aquella era una voz de mujer ¿Acaso había sido quien gritaba?
- Escuchamos un grito… solo veníamos a ver si todo estaba bien, en serio ¿Cierto Genevive? – Miré a ver a la chica que seguía en el suelo, pero había algo extraño, algo en su mirada indicaba que estaba molesta, además su postura estaba más tensa “Oh mierda, no.” Genevive parecía enojarse siempre que había otra mujer cerca, por lo visto con tan solo escuchar a alguna ya comenzaba a molestarse. – C…como decía, en serio solo queríamos ver que sucedía.
- ¡Patrañas, váyanse o vuelvo a disparar, no estoy bromeando!
- ¿Por qué estar callado? – Dijo Genevie luego de morder la fruta que tenía en manos. – Ya casi tú no hablar.
- Yo estoy bien… solo estoy pensando… creo. – Realmente no pensaba en nada, mi cabeza estaba en blanco, por primera vez en mucho tiempo no me reprendía a mi mismo o no me reprendía alguna voz del pasado “Eso es porque estás agotado.” Al menos esa voz era un pensamiento cuerdo y no un regaño.
- ¿Y en que pensar? – La joven dejó la fruta en el suelo y comenzó a acercarse a gatas, allí iba de nuevo, era como un animal salvaje tratando de capturar a su presa.
-No recuerdo, seguro no tenía importancia. – Justo antes de que Genevive tuviese la oportunidad de abalanzarse hacía mi me levanté, si hubiese seguido otro segundo quieto lo más posible es que me profanase. – Ya descansamos lo suficiente, debemos seguir caminando.
- ¿Por qué siempre caminar? Nunca estar quietos. – “Porque si caminamos tendrás otra cosa en la cual entretenerte que no sea quitarme el alma, por eso.”
Me encogí de hombros y terminé la manzana que quedaba en mi mano, además desde que la peste se había extendido estar en algún pueblo o ciudad podía resultar riesgoso, así que la diversión de buscar algún trabajo o de regatear había aminorado.
- ¿A dónde ir ahora?
- Por allí, hay mucho que caminar. – Sacudí la mano señalando la maleza y luego agaché la cabeza, la verdad es que preferiría descansar.
La luna daba la suficiente iluminación para caminar sin necesidad de fuego, aquello era bueno; el viento soplaba con cierta debilidad pero aun había viento, aun estaba allí señalando los posibles caminos para tomar. Me estiré un poco y limpié la suciedad de mi pantalón, la verdad es que me estaba quedando sin ideas de que hacer, lo más seguro es que me dedicara ahora solo a dar vueltas en círculos por el bosque ¿Genevive lo notaría? Lo dudaba.
Fui a dar la orden de andar cuando un terrible grito se presentó en el bosque, justamente lo que faltaba, más problemas. “Solo debes ignorarlo Fred, no te metas en problemas, no de nuevo.” Di el primer paso y cuando lo noté Genevive ya se aferraba a mi brazo, otra vez pegada como sanguijuela.
- ¿Qué ser…eso? Sonar mal.
- Fue un grito, no deberíamos preocuparnos.
- ¿No deber ver que suceder?
“No, no deberíamos, NO.” – Si… creo que lo mejor es echar un vistazo. – “Maldito seas Fred, maldito seas.”
Y sin poder controlar mis intenciones allí iba, caminando a ver qué rayos sucedía mientras una joven que no se despegaba de mi apretaba mi brazo; no sabía que había hecho para que los Dioses se molestaran conmigo de aquella manera pero no debió ser nada bueno “¿Fue por la vez que intenté roba?” No, Gillidan me había dado una merecida lección aquella vez “Estoy enseñándote a ser un joven decente, no a una rata.” Que irónica era la vida, ahora también cuidaba a una niña que robaba, el asunto es que yo no creía que la pequeña elfa fuese una rata, solo una superviviente.
Algunos metros cerca había una cabaña, posiblemente de allí procedió aquel grito tan extraño, aunque no parecía haber nadie allí “Entonces no hay problema si voy a revisar ¿Cierto?” No, claro que no lo había, además si estaba abandonada existía posibilidad de conseguir uno que otro suministro, todos ganábamos en ese caso.
Apenas acercarse pude ver un tenue brillo, parecía algo metálico, el problema fue cuando escuché el ruido que solía hacer un arco al disparar, el brillo se acercaba e identifique que aquello si era metal, era el metal de una. Antes de siquiera poder pensar lo que hacía tome a Genevive de los hombros y la tiré al suelo, meros reflejos “Maldición, pudo haber sido tu oportunidad para liberarte y aun así la salvaste.”
- C…candau, tu salvarme. – Los ojos de la chica brillaban de nuevo, quizá con esperanza. Me llevé el dedo a la boca indicándole que se calla, no debía que estar hablando en aquel momento.
Levanté ambas manos en señal de rendición, o quizá para demostrar que estaba desarmado, tal vez la persona que había disparado dejaría de ser tan agresiva si veía que no tenía intención de atacar o algo por el estilo.
- ¡Larguense, no tienen nada que hacer aquí! – Aquella era una voz de mujer ¿Acaso había sido quien gritaba?
- Escuchamos un grito… solo veníamos a ver si todo estaba bien, en serio ¿Cierto Genevive? – Miré a ver a la chica que seguía en el suelo, pero había algo extraño, algo en su mirada indicaba que estaba molesta, además su postura estaba más tensa “Oh mierda, no.” Genevive parecía enojarse siempre que había otra mujer cerca, por lo visto con tan solo escuchar a alguna ya comenzaba a molestarse. – C…como decía, en serio solo queríamos ver que sucedía.
- ¡Patrañas, váyanse o vuelvo a disparar, no estoy bromeando!
Fredericksen
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Tiburón se alejó del claro donde habían sucedido los gritos, ahora vacío, puesto que la mujer había ido con los dos nuevos visitantes. Mientras se acercaba a su casa, emitió los sonidos de búho para avisar a su esposa, pero unos gritos le hicieron cambiar el paso. Cuando llegó, se encontró de cara con un hombre encapuchado con lo que era, probablemente, una elfa.
-¿Quiénes son ustedes dos y qué hacen aquí?
-Es lo que les llevo preguntando desde hace rato, Tiburón.
-Miren, ya van dos sucesos raros por este día. Voy a suponer que son viajeros que se han equivocado de camino a Ulmer. Si les interesa, a unas millas más allá del claro que hay al internarse en el bosque hay dos viajeros con una licántropo yendo hacia allí. Les recomiendo que abandonen mi propiedad y vayan de inmediato con ellos si no quieren volver a perderse.
La mujer los guió sin problemas por entre el frondoso bosque hasta el poblado-ciudad compuesto por casas hechas en piedra antigua o en paja. Los lugareños de vez en cuando les miraban raros al pasar, pero luego volvían la vista a lo que estuviesen haciendo. No parecía que les molestase la presencia de humanos, a lo mejor estaban acostumbrados a ellos.
La mujer se despidió de ellos y volvió a sus quehaceres. Áquila observó los alrededores y se centró en el gran edificio que parecía ser la entrada al palacio principal de Ulmer. Cuando ya estaban dentro, fueron directos al primer guardia que vieron. Un hombre-lobo con una larga capa roja y una armadura hecha a medida.
-¡Buenas Señor! Disculpe que lo interrumpa, mi nombre es Áquila y éste de aquí es Eliot. Verá, es la primera vez que venimos por aquí, y me preguntaba si podría explicarnos algo de lo que parece hablarse mucho por aquí. Es que oímos a todos quejarse de lo mismo. Unos tipos que se hacen llamar "cristianos".
El guardia suspiró nada mas oír aquel nombre.
-Sí, se oye mucho ese nombre últimamente por aquí. Estamos teniendo muchos problemas con ellos. Desde que han llegado se han creado conflictos dentro de las propias familias. Hijos que se dejan la fe que tenían sus padres. Padres que piden a sus hijos que se conviertan. A eso hay que añadirle el secretismo de sus cultos. No sabemos donde se reúnen ni cómo.
Para completar la guinda del pastel tenemos los asesinatos de bebés, de los cuales parece ser que todos les acusan a ellos. Verá, yo no creo en dioses, así que no entiendo muy bien el problema.
-¿Hay alguna prueba contra los cristianos?
-Eso es confidencial. Me temo que no se lo puedo decir.
-Bueno, en ese caso sólo hay una cosa más que me gustaría saber ¿Hay algún proceso que se esté llevando a cabo contra ellos? Me refiero, un juicio.
-¿No se ha enterado de eso? Todos aquí hablan de ello. Dentro de cinco noches se les someterá a todos al juicio y,
si se les encuentra culpable, los condenarán a la hoguera.
-Es todo cuanto necesitaba saber, Sir...
-Sir Garland. Mariscal de la milicia de los licántropos.
-Ups, entonces es usted el encargado de impartir justicia aquí. No le interrumpo más.
Áquila y Eliot salieron del templo mientras hablaban de los sucesos de aquel lugar. Al cruzar un par de calles cerradas. Eliot paró a si amigo con el brazo. Delante de ellos, un joven de clase media, le daba un pan entero a un desamparado de la calle y lo ayudaba a ponerse en pie. Parecía llevarlo al hospital para que curasen una herida que el anciano tenía en la pierna. El chico llevaba un tatuaje de una cruz al cuello. Los lugareños empezaron a insultarle y escupirle.
-Algo en todo esto me resulta extraño -concluyó Áquila.
-¿Quiénes son ustedes dos y qué hacen aquí?
-Es lo que les llevo preguntando desde hace rato, Tiburón.
-Miren, ya van dos sucesos raros por este día. Voy a suponer que son viajeros que se han equivocado de camino a Ulmer. Si les interesa, a unas millas más allá del claro que hay al internarse en el bosque hay dos viajeros con una licántropo yendo hacia allí. Les recomiendo que abandonen mi propiedad y vayan de inmediato con ellos si no quieren volver a perderse.
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ULMER
La mujer los guió sin problemas por entre el frondoso bosque hasta el poblado-ciudad compuesto por casas hechas en piedra antigua o en paja. Los lugareños de vez en cuando les miraban raros al pasar, pero luego volvían la vista a lo que estuviesen haciendo. No parecía que les molestase la presencia de humanos, a lo mejor estaban acostumbrados a ellos.
La mujer se despidió de ellos y volvió a sus quehaceres. Áquila observó los alrededores y se centró en el gran edificio que parecía ser la entrada al palacio principal de Ulmer. Cuando ya estaban dentro, fueron directos al primer guardia que vieron. Un hombre-lobo con una larga capa roja y una armadura hecha a medida.
-¡Buenas Señor! Disculpe que lo interrumpa, mi nombre es Áquila y éste de aquí es Eliot. Verá, es la primera vez que venimos por aquí, y me preguntaba si podría explicarnos algo de lo que parece hablarse mucho por aquí. Es que oímos a todos quejarse de lo mismo. Unos tipos que se hacen llamar "cristianos".
El guardia suspiró nada mas oír aquel nombre.
-Sí, se oye mucho ese nombre últimamente por aquí. Estamos teniendo muchos problemas con ellos. Desde que han llegado se han creado conflictos dentro de las propias familias. Hijos que se dejan la fe que tenían sus padres. Padres que piden a sus hijos que se conviertan. A eso hay que añadirle el secretismo de sus cultos. No sabemos donde se reúnen ni cómo.
Para completar la guinda del pastel tenemos los asesinatos de bebés, de los cuales parece ser que todos les acusan a ellos. Verá, yo no creo en dioses, así que no entiendo muy bien el problema.
-¿Hay alguna prueba contra los cristianos?
-Eso es confidencial. Me temo que no se lo puedo decir.
-Bueno, en ese caso sólo hay una cosa más que me gustaría saber ¿Hay algún proceso que se esté llevando a cabo contra ellos? Me refiero, un juicio.
-¿No se ha enterado de eso? Todos aquí hablan de ello. Dentro de cinco noches se les someterá a todos al juicio y,
si se les encuentra culpable, los condenarán a la hoguera.
-Es todo cuanto necesitaba saber, Sir...
-Sir Garland. Mariscal de la milicia de los licántropos.
-Ups, entonces es usted el encargado de impartir justicia aquí. No le interrumpo más.
Áquila y Eliot salieron del templo mientras hablaban de los sucesos de aquel lugar. Al cruzar un par de calles cerradas. Eliot paró a si amigo con el brazo. Delante de ellos, un joven de clase media, le daba un pan entero a un desamparado de la calle y lo ayudaba a ponerse en pie. Parecía llevarlo al hospital para que curasen una herida que el anciano tenía en la pierna. El chico llevaba un tatuaje de una cruz al cuello. Los lugareños empezaron a insultarle y escupirle.
-Algo en todo esto me resulta extraño -concluyó Áquila.
Áquila
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
- Llevo un buen rato tratando de explicar que somos unos simples viajeros, escuchamos algo raro y queríamos ver que sucedía…no somos personas malas. – Con los pueblerinos siempre era mala idea mentir, lo mejor era decir la verdad “Y más aún cuando te apuntan una flecha.” Por suerte el sujeto recién llegado parecía sensato, nos planeaba dejar ir así como así. – Realmente se lo agradecemos ¿Cierto Genevive?
- Si. – Era la primera vez que la chica respondía alguna frase corta, aunque generalmente ante presencia de otra mujer su modo de habla se veía mucho más reducido.
- Un momento ¿Qué otro suceso raro? – Tal vez aquello serviría para identificar el grito del bosque, podría estar relacionado.
- Una mujer de Ulmer corría en el bosque protegiendo a su hijo, supuestamente escapaba de unos sectarios que bebían sangre y se hacen llamar Cristianos. – El sujeto se encogió de hombros y luego señaló el bosque extendiendo su brazo. – Hablado todo, les pido que por favor se retiren.
- Si… realmente muchas gracias, lamentamos los problemas. – Me despedí con un movimiento de cabeza y me alejé de la propiedad ajena jalando el brazo de Genevive, por lo visto nuestro viaje ahora iba en dirección a Ulmer.
No me agradaba la idea de dirigirme a Ulmer pero la verdad es que podía estar sucediendo algo raro, sabía poco de los cristianos pero los rumores nunca habían apuntado que bebiesen sangre, podía ser una confusión y que en verdad hubiese un problema de vampiros en el territorio de los licántropos “No, eso es una estupidez, los lobos no dejarían que unos vampiros estuvieran allí solo porque si.” Entonces había algo más, algo extraño.
El camino a Ulmer fue más tranquilo que de costumbre, Genevive por lo visto aun se calmaba y no decía nada, después de tanto tiempo por fin unos minutos de calma. Según la información del sujeto antes encontrado había dos viajeros y una mujer también rumbo a Ulmer pero era difícil calcular si podríamos toparlos en el camino, no sabía que distancia podían haber tenido en el momento en el cual recibí la información y tampoco la velocidad con la que viajaban, quizá ya estaban en el poblado después de todo.
Llegamos al pueblo justo a tiempo para escuchar como varias personas comenzaban a insultar a alguien, a simple vista parecía que no hacía nada malo pero debía de haber un motivo para tal desprecio, no todos los días los pueblerinos le escupían a la misma persona porque si.
- ¿Nosotros ayudar a ellos? – Preguntó Genevive adelantándose un poco en el pueblo. Antes de que alguien la pudiese notar le tomé del brazo y jalé de nuevo a la maleza, aparecer en un momento tan tenso nunca resultaba bien.
– Si ayudaremos, pero no ahora. –Me llevé un dedo a la boca indicándole a la chica que se callase. – Por ahora solo les veremos y seguiremos.
– Pero gente insultar y escupir, eso no estar bien.
– Lo sé… pero no hay nada que hacer. – Lo bueno es que habíamos llegado a tiempo para notar lo extraño, ahora solo bastaba saber porque insultaban y escupían a aquellas personas. La única opción aceptable para el momento era seguirlos, si algo malo pasaba o la situación iba a peor era cuando podría tomar cartas en el asunto.
- Si. – Era la primera vez que la chica respondía alguna frase corta, aunque generalmente ante presencia de otra mujer su modo de habla se veía mucho más reducido.
- Un momento ¿Qué otro suceso raro? – Tal vez aquello serviría para identificar el grito del bosque, podría estar relacionado.
- Una mujer de Ulmer corría en el bosque protegiendo a su hijo, supuestamente escapaba de unos sectarios que bebían sangre y se hacen llamar Cristianos. – El sujeto se encogió de hombros y luego señaló el bosque extendiendo su brazo. – Hablado todo, les pido que por favor se retiren.
- Si… realmente muchas gracias, lamentamos los problemas. – Me despedí con un movimiento de cabeza y me alejé de la propiedad ajena jalando el brazo de Genevive, por lo visto nuestro viaje ahora iba en dirección a Ulmer.
No me agradaba la idea de dirigirme a Ulmer pero la verdad es que podía estar sucediendo algo raro, sabía poco de los cristianos pero los rumores nunca habían apuntado que bebiesen sangre, podía ser una confusión y que en verdad hubiese un problema de vampiros en el territorio de los licántropos “No, eso es una estupidez, los lobos no dejarían que unos vampiros estuvieran allí solo porque si.” Entonces había algo más, algo extraño.
El camino a Ulmer fue más tranquilo que de costumbre, Genevive por lo visto aun se calmaba y no decía nada, después de tanto tiempo por fin unos minutos de calma. Según la información del sujeto antes encontrado había dos viajeros y una mujer también rumbo a Ulmer pero era difícil calcular si podríamos toparlos en el camino, no sabía que distancia podían haber tenido en el momento en el cual recibí la información y tampoco la velocidad con la que viajaban, quizá ya estaban en el poblado después de todo.
Llegamos al pueblo justo a tiempo para escuchar como varias personas comenzaban a insultar a alguien, a simple vista parecía que no hacía nada malo pero debía de haber un motivo para tal desprecio, no todos los días los pueblerinos le escupían a la misma persona porque si.
- ¿Nosotros ayudar a ellos? – Preguntó Genevive adelantándose un poco en el pueblo. Antes de que alguien la pudiese notar le tomé del brazo y jalé de nuevo a la maleza, aparecer en un momento tan tenso nunca resultaba bien.
– Si ayudaremos, pero no ahora. –Me llevé un dedo a la boca indicándole a la chica que se callase. – Por ahora solo les veremos y seguiremos.
– Pero gente insultar y escupir, eso no estar bien.
– Lo sé… pero no hay nada que hacer. – Lo bueno es que habíamos llegado a tiempo para notar lo extraño, ahora solo bastaba saber porque insultaban y escupían a aquellas personas. La única opción aceptable para el momento era seguirlos, si algo malo pasaba o la situación iba a peor era cuando podría tomar cartas en el asunto.
Fredericksen
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Elliot buscó un lugar donde pudiesen dormir, mientras Áquila había seguido al desconocido que parecía pertenecer a aquel misterioso culto. El joven dejó al anciano en manos de la mujer del hospital, que lo miró con desprecio, y luego siguió su camino recorriendo las calles. Llevaba una bolsa colgada al hombro donde parecía llevar comida y botes para curar heridas leves.
El desconocido pareció cambiar de dirección al ver que el sol se escondía. Se internó en el bosque y fue moviéndose como si conociese el camino a la perfección. No tardó en llegar a una especie de hueco en lo que parecía un monte de piedra, había que agacharse un poco para entrar por la abertura. Áquila se fijó en un símbolo extraño que había pintado en la entrada del lugar, era un dibujo simple de un pez.
El cristiano se internó, el marinero esperó un rato y luego le siguió al interior. Allí había una especie de escalera tallada seguramente hacía pocos días, en la propia roca. Es más, mientras bajaba, se fijó en que había varios martillos y punzones a los lados.
Por seguridad, Áquila se tapó el rostro hasta los ojos, tenía una tela preparada que le venía con el disfraz de pirata. Lo que no sabía era si ponerse también la máscara del traje. Cuando llegó al final de las escaleras se encontró algo que lo dejó atónito. Lejos de la estrecha entrada al recinto, el interior era un salón de tamaño inmenso, donde podías perfectamente echarte unas carreras con un amigo o albergar un pueblo entero durmiendo uno al lado del otro... y estaba lleno. Hasta arriba. La gente se agolpaba sentados en el suelo, y en una especie escenario que habían hecho en madera, un hombre anciano y vestido con una larga túnica blanca, hablaba leyendo un libro inhumanamente gordo:
-De la Epístola a los Corintios: Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
Los presentes repitieron lo último como robots. Áquila enarcó una ceja. Eran palabras raras para él, pero por un momento, consideró que le hablaban. Le mostraban la vida que él había tenido y le ofrecían otra. Sacudió su cabeza negando. Según lo que acababa de escuchar, no parecían ser instigadores del odio.
-¡Bien sabéis! -dijo el hombre de blanco- ¡Que para amar realmente! ¡Fuera del amor egoísta que sólo se busca a sí mismo! ¡Necesitamos la fuente del amor! ¡Y esa es nuestro Dios! ¡Aquel a quien decimos "Dios es amor"! ¡Por tanto, debemos hacernos uno con él! ¡Beber su sangre y comer su carne como dice la palabra!
Ahí fue donde Áquila quedó horrorizado ¿Era verdad entonces? ¿Un culto que proclamaba el amor podía hacer algo tan sangriento y sádico con inocentes? Comenzó a andar dando pasos hacia detrás, sentía que estaba en peligro y había empezado a sudar, pero ya era tarde...
-... pero antes, me gustaría que el visitante se presentara.
Las casi 130 personas se dieron la vuelta y le observaron. Áquila tragó saliva. Necesitaba que lo sacaran de allí, o pronto acabarían con su vida.
Mientras tanto, Elliot terminó de hablar con un posadero que tampoco lo quiso acoger, al parecer los humanos no tenían buena fama por allí. Mientras salía, anduvo por la calle observando a la multitud.
-¿Tú que dices, amigo? -dijo mientras le daba una galletita a su loro.
-Grrr Áquila -contestó mientras se la comía de un bocado.
-Yo también creo que deberíamos ir a buscal...
En ese momento, se dio cuenta que había dos personas que parecían desentonar con el lugar. Eran un hombre vestido con ropajes que le hacían recordar a una lechuga, y otra era una elfa, con total seguridad. El joven se acercó a los desconocidos, que parecían estar siguiendo a alguien.
-Estoooo, hola. Me llamo Elliot, soy humano. Me parece que vosotros tampoco sois de por aquí ¿Puedo preguntar que os trae por aquí?
El desconocido pareció cambiar de dirección al ver que el sol se escondía. Se internó en el bosque y fue moviéndose como si conociese el camino a la perfección. No tardó en llegar a una especie de hueco en lo que parecía un monte de piedra, había que agacharse un poco para entrar por la abertura. Áquila se fijó en un símbolo extraño que había pintado en la entrada del lugar, era un dibujo simple de un pez.
- Dibujo Pez:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El cristiano se internó, el marinero esperó un rato y luego le siguió al interior. Allí había una especie de escalera tallada seguramente hacía pocos días, en la propia roca. Es más, mientras bajaba, se fijó en que había varios martillos y punzones a los lados.
Por seguridad, Áquila se tapó el rostro hasta los ojos, tenía una tela preparada que le venía con el disfraz de pirata. Lo que no sabía era si ponerse también la máscara del traje. Cuando llegó al final de las escaleras se encontró algo que lo dejó atónito. Lejos de la estrecha entrada al recinto, el interior era un salón de tamaño inmenso, donde podías perfectamente echarte unas carreras con un amigo o albergar un pueblo entero durmiendo uno al lado del otro... y estaba lleno. Hasta arriba. La gente se agolpaba sentados en el suelo, y en una especie escenario que habían hecho en madera, un hombre anciano y vestido con una larga túnica blanca, hablaba leyendo un libro inhumanamente gordo:
-De la Epístola a los Corintios: Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá. Palabra de Dios
no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá. Palabra de Dios
Los presentes repitieron lo último como robots. Áquila enarcó una ceja. Eran palabras raras para él, pero por un momento, consideró que le hablaban. Le mostraban la vida que él había tenido y le ofrecían otra. Sacudió su cabeza negando. Según lo que acababa de escuchar, no parecían ser instigadores del odio.
-¡Bien sabéis! -dijo el hombre de blanco- ¡Que para amar realmente! ¡Fuera del amor egoísta que sólo se busca a sí mismo! ¡Necesitamos la fuente del amor! ¡Y esa es nuestro Dios! ¡Aquel a quien decimos "Dios es amor"! ¡Por tanto, debemos hacernos uno con él! ¡Beber su sangre y comer su carne como dice la palabra!
Ahí fue donde Áquila quedó horrorizado ¿Era verdad entonces? ¿Un culto que proclamaba el amor podía hacer algo tan sangriento y sádico con inocentes? Comenzó a andar dando pasos hacia detrás, sentía que estaba en peligro y había empezado a sudar, pero ya era tarde...
-... pero antes, me gustaría que el visitante se presentara.
Las casi 130 personas se dieron la vuelta y le observaron. Áquila tragó saliva. Necesitaba que lo sacaran de allí, o pronto acabarían con su vida.
***
Mientras tanto, Elliot terminó de hablar con un posadero que tampoco lo quiso acoger, al parecer los humanos no tenían buena fama por allí. Mientras salía, anduvo por la calle observando a la multitud.
-¿Tú que dices, amigo? -dijo mientras le daba una galletita a su loro.
-Grrr Áquila -contestó mientras se la comía de un bocado.
-Yo también creo que deberíamos ir a buscal...
En ese momento, se dio cuenta que había dos personas que parecían desentonar con el lugar. Eran un hombre vestido con ropajes que le hacían recordar a una lechuga, y otra era una elfa, con total seguridad. El joven se acercó a los desconocidos, que parecían estar siguiendo a alguien.
-Estoooo, hola. Me llamo Elliot, soy humano. Me parece que vosotros tampoco sois de por aquí ¿Puedo preguntar que os trae por aquí?
Última edición por Áquila el Lun Sep 11 2017, 13:19, editado 1 vez
Áquila
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Seguir la pista de aquellos extraños no resultaba tan complicado, ya había tenido que perseguir bandidos por otro tipo de senderos o sectores, aquello era como un pequeño paseo calmado, ni siquiera se comparaba a la vez que tuve que seguir a aquellos jinetes que habían raptado a las elfas, esa vez si pude sentir como mis pulmones ardían a causa del esfuerzo.
Lo mejor del asunto es que el chico al que seguíamos parecía aun no notar nuestra presencia, una sabía táctica a realizar para esta labor era tomar considerable distancia y no hacer ruido, cosa que Genevive iba aprendiendo poco a poco, por mi parte era algo casi totalmente dominado. Fue cuestión de tiempo en notar algo extraño, Genevive y yo no éramos los únicos en seguir a aquel extraño, había otro sujeto siguiéndole.
- Alto. – Susurré a Genevive colocando un brazo frente a ella, esta me miró con cierta confusión ante aquello.
- ¿Qué pasar, persona desconocida notar nosotros? – La joven me observó algo extrañada para luego volver a dirigir la mirada al incauto del bosque.
- No, él aun no nota nada… pero hay alguien más. – En aquel punto no sabía si era mejor idea continuar con aquella idiota misión de espionaje, era verdad que los sucesos en el pueblo habían sido extraños pero no creía que fuesen suficientes como para arriesgar tanto mi pellejo. – Esperemos un rato, luego seguimos sus rastros.
Salí de la maleza sacudiendo mis ropajes, Genevive que ya había retomado su compostura volvía a estár más cerca de lo recomendado y atentaba con violar mi espacio personal, no era extraño que estuviese ella intentando aquello “Tratas de ayudar a una joven en el bosque y terminas consiguiéndote una acosadora.” Lo peor del asunto es que desde que aquella chica me seguía no había tenido la oportunidad de visitar a Delilah, la joven estaba en los bosques y me preocupaba si se preocupara por mi larga ausencia, debía conseguir una manera de visitarle.
- ¿Por qué deber seguir a esa gente? – Preguntó Genevive abrazando mi brazo y posando su mejilla en mi hombro. – Ya pueblo no molestar a viajero.
- Si, sé que no lo molestan pero por algo lo molestaron… quizá solo es alguien que odian, cosa que creo muy probable. – Aparté un poco a la joven y observé al suelo tratando de encajar bien los sucesos, posiblemente si eran solo ideas mías.
Mientras analizaba las opciones no fue extraño que un desconocido se acercara, de cierto modo aquello estaba mal, si era un pueblerino había posibilidad de que también comenzara a escupir o insultar “Oh, eso suena razonable también, un odio a los extranjeros” ¿Cómo no se me había ocurrido antes? A veces los extranjeros resultaban mal recibidos, podía ser eso.
- Oh, así que humano. – Aquello entonces permitía ser un poco más libre al momento de comunicación, aunque resultaba raro ese acercamiento. – No, claramente no somos de estos lugares. – Le informé mientras me erguía y juntaba los talones, tal como había visto que hacían los maestros de ceremonia para presentarse antes de su acto. – Somos artistas, recorremos el mundo presentando nuestros talentos. – Hice una leve reverencia a medida de que iba ideando la mentira. – Tal vez digas “¿Qué talentos pueden presentar tan solo dos personas?” Y pues las respuesta a eso es muy sencilla. – Aunque no era fácil para nada, resultaba más complicado de lo que imaginaba, observé un momento a la chica y recordé lo que me había dicho cuando la conseguí “Ser una marioneta.” Aquello ayudaría. – Somos ventrílocuos, hacemos que la gente cree que los animales hablan. – Saqué una ardilla muerta de mi bolsa de provisiones y cuando me dispuse a imitar una voz ridícula la joven por fin habló.
- Nosotros no ser eso Candau, parece que tú imaginar cosas. – Esta rió un poco y volvió a demostrar afecto apretándose contra mi brazo. – Creí que nosotros realmente seguir personas en el bosque.
- Yo… nosotros. – Observé con algo de temor al humano desconocido, había olvidado que Genevive aun no conocía el noble arte de la mentira para salvar su vida. – Muy bien, aquí va la verdad Elliot el humano. – Me volví a apartar de la joven y rodeé al joven con un brazo, señalando con mi mano libre el horizonte. – Somos viajeros, viajeros torturados y en busca de aventura, pero vimos algo… ¿Raro? Si, efectivamente algo raro, así que nos entró curiosidad y dijimos “Oh genial, que buena travesía vamos a conseguir” así que nos dispusimos a espiar eso raro que vimos. – De cierto modo aquello era verdad, solo que algo exagerada y para nada apegada a la realidad.
- ¿No solo espiar al ser que escup… - Tuve que alejarme de Elliot y colocar una mano sobre la boca de Genevive para callarla, nuevamente comenzaba a maldecir su compañía.
Lo mejor del asunto es que el chico al que seguíamos parecía aun no notar nuestra presencia, una sabía táctica a realizar para esta labor era tomar considerable distancia y no hacer ruido, cosa que Genevive iba aprendiendo poco a poco, por mi parte era algo casi totalmente dominado. Fue cuestión de tiempo en notar algo extraño, Genevive y yo no éramos los únicos en seguir a aquel extraño, había otro sujeto siguiéndole.
- Alto. – Susurré a Genevive colocando un brazo frente a ella, esta me miró con cierta confusión ante aquello.
- ¿Qué pasar, persona desconocida notar nosotros? – La joven me observó algo extrañada para luego volver a dirigir la mirada al incauto del bosque.
- No, él aun no nota nada… pero hay alguien más. – En aquel punto no sabía si era mejor idea continuar con aquella idiota misión de espionaje, era verdad que los sucesos en el pueblo habían sido extraños pero no creía que fuesen suficientes como para arriesgar tanto mi pellejo. – Esperemos un rato, luego seguimos sus rastros.
Salí de la maleza sacudiendo mis ropajes, Genevive que ya había retomado su compostura volvía a estár más cerca de lo recomendado y atentaba con violar mi espacio personal, no era extraño que estuviese ella intentando aquello “Tratas de ayudar a una joven en el bosque y terminas consiguiéndote una acosadora.” Lo peor del asunto es que desde que aquella chica me seguía no había tenido la oportunidad de visitar a Delilah, la joven estaba en los bosques y me preocupaba si se preocupara por mi larga ausencia, debía conseguir una manera de visitarle.
- ¿Por qué deber seguir a esa gente? – Preguntó Genevive abrazando mi brazo y posando su mejilla en mi hombro. – Ya pueblo no molestar a viajero.
- Si, sé que no lo molestan pero por algo lo molestaron… quizá solo es alguien que odian, cosa que creo muy probable. – Aparté un poco a la joven y observé al suelo tratando de encajar bien los sucesos, posiblemente si eran solo ideas mías.
Mientras analizaba las opciones no fue extraño que un desconocido se acercara, de cierto modo aquello estaba mal, si era un pueblerino había posibilidad de que también comenzara a escupir o insultar “Oh, eso suena razonable también, un odio a los extranjeros” ¿Cómo no se me había ocurrido antes? A veces los extranjeros resultaban mal recibidos, podía ser eso.
- Oh, así que humano. – Aquello entonces permitía ser un poco más libre al momento de comunicación, aunque resultaba raro ese acercamiento. – No, claramente no somos de estos lugares. – Le informé mientras me erguía y juntaba los talones, tal como había visto que hacían los maestros de ceremonia para presentarse antes de su acto. – Somos artistas, recorremos el mundo presentando nuestros talentos. – Hice una leve reverencia a medida de que iba ideando la mentira. – Tal vez digas “¿Qué talentos pueden presentar tan solo dos personas?” Y pues las respuesta a eso es muy sencilla. – Aunque no era fácil para nada, resultaba más complicado de lo que imaginaba, observé un momento a la chica y recordé lo que me había dicho cuando la conseguí “Ser una marioneta.” Aquello ayudaría. – Somos ventrílocuos, hacemos que la gente cree que los animales hablan. – Saqué una ardilla muerta de mi bolsa de provisiones y cuando me dispuse a imitar una voz ridícula la joven por fin habló.
- Nosotros no ser eso Candau, parece que tú imaginar cosas. – Esta rió un poco y volvió a demostrar afecto apretándose contra mi brazo. – Creí que nosotros realmente seguir personas en el bosque.
- Yo… nosotros. – Observé con algo de temor al humano desconocido, había olvidado que Genevive aun no conocía el noble arte de la mentira para salvar su vida. – Muy bien, aquí va la verdad Elliot el humano. – Me volví a apartar de la joven y rodeé al joven con un brazo, señalando con mi mano libre el horizonte. – Somos viajeros, viajeros torturados y en busca de aventura, pero vimos algo… ¿Raro? Si, efectivamente algo raro, así que nos entró curiosidad y dijimos “Oh genial, que buena travesía vamos a conseguir” así que nos dispusimos a espiar eso raro que vimos. – De cierto modo aquello era verdad, solo que algo exagerada y para nada apegada a la realidad.
- ¿No solo espiar al ser que escup… - Tuve que alejarme de Elliot y colocar una mano sobre la boca de Genevive para callarla, nuevamente comenzaba a maldecir su compañía.
Fredericksen
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Áquila se veía rodeado por la multitud, pero el hombre volvió a preguntar:
-¿Le importaría decirnos su nombre? Es porque no nos gusta que seamos todos desconocidos.
El joven marinero pensó en qué hacer, y viendo la situación, sólo le quedaba contestar y esperar no convertirse en la cena de aquella gente.
-M... Mi nombre es Áquila... Sólo vine porque me equivoqué de camino, ya me iba.
-No se preocupe, puede quedarse si quiere. Ahora tenemos que repartir la eucaristía, pero usted no puede recibirla aún,
no sin el bautismo.
La multitud veía a Áquila con distintas caras, algunos sonreían y otros miraban de manera despreocupada. El joven se percató de que había un número bastante grande de niños, eran familias muy numerosas. El hombre de blanco sacó una copa y un pan y se dedicó a hacer una especie de oración, por la cual pedía a su Dios convertir aquello en sangre y cuerpo suyo. Luego repartió el pan y dio un sorbo del vino a cada uno de los que allí estaban, con la ayuda de dos o tres jóvenes que también cogieron copas de vino y platos de pan. Aquello era "la sangre y la carne" de la que hablaban. Pan y vino.
Cuando terminaron, el hombre de blanco pronunció una bendición final y se alejó, la multitud empezó a hablar entre ellos, como grandes amigos que se reencuentran, y unos pocos bailaban. En poco tiempo habían montado una pequeña fiesta al finalizar aquello. Áquila quedo petrificado, realmente eran gente feliz. El hombre de blanco se acercó al marinero.
-Buenas, mi nombre es Pietro. Soy el sacerdote de esta comunidad cristiana ¿Qué te trae por aquí?
Dos jóvenes y una chica se acercaron también.
-Hola, soy Paulina.
-Yo Will.
-Yo Juan, como el apóstol.
¿Apostol? Aquella palabra confundió a Áquila.
-Esperad un segundo, estoy hablando con él.
Si le soy sincero, vine por error. Pero ahora estoy extrañado ¿Qué es todo este ambiente? Ni en las tabernas lo he visto.
-Somos la Comunidad de Ulmer, si quieres puedes volver a pasarte, pero más tempranito la próxima vez.
-Padre Pietro ¿Le importa si nos lo llevamos con nosotros? Te llamabas Áquila ¿No? ¿Te apetece venir a tomarte algo a la taberna que hay en Ulmer? Tendríamos que salir ahora.
-Estooo ¿Vale?
Los tres jóvenes sonrieron.
-Síguenos -dijo Will.
-¡Pasadlo bien! -exclamó el sacerdote mientras se alejaban.
Salieron del lugar y fueron por el bosque hasta llegar de nuevo a Ulmer. En ese momento se encontró con Elliot, alrededor de los brazos de un desconocido.
-Elliot ¿Dónde has estado? ¿Y quién es ese tipo?
Elliot enarcó una ceja.
-¿No debería preguntarte lo mismo? -dijo mirando a los tres que le acompañaban.
La poca gente que había en la calle ya había empezado a mirarlos mal, a Áquila se le olvidó que los tres jóvenes tenían pequeñas cruces de madera puestas como colgantes.
-¿Le importaría decirnos su nombre? Es porque no nos gusta que seamos todos desconocidos.
El joven marinero pensó en qué hacer, y viendo la situación, sólo le quedaba contestar y esperar no convertirse en la cena de aquella gente.
-M... Mi nombre es Áquila... Sólo vine porque me equivoqué de camino, ya me iba.
-No se preocupe, puede quedarse si quiere. Ahora tenemos que repartir la eucaristía, pero usted no puede recibirla aún,
no sin el bautismo.
La multitud veía a Áquila con distintas caras, algunos sonreían y otros miraban de manera despreocupada. El joven se percató de que había un número bastante grande de niños, eran familias muy numerosas. El hombre de blanco sacó una copa y un pan y se dedicó a hacer una especie de oración, por la cual pedía a su Dios convertir aquello en sangre y cuerpo suyo. Luego repartió el pan y dio un sorbo del vino a cada uno de los que allí estaban, con la ayuda de dos o tres jóvenes que también cogieron copas de vino y platos de pan. Aquello era "la sangre y la carne" de la que hablaban. Pan y vino.
Cuando terminaron, el hombre de blanco pronunció una bendición final y se alejó, la multitud empezó a hablar entre ellos, como grandes amigos que se reencuentran, y unos pocos bailaban. En poco tiempo habían montado una pequeña fiesta al finalizar aquello. Áquila quedo petrificado, realmente eran gente feliz. El hombre de blanco se acercó al marinero.
-Buenas, mi nombre es Pietro. Soy el sacerdote de esta comunidad cristiana ¿Qué te trae por aquí?
Dos jóvenes y una chica se acercaron también.
-Hola, soy Paulina.
-Yo Will.
-Yo Juan, como el apóstol.
¿Apostol? Aquella palabra confundió a Áquila.
-Esperad un segundo, estoy hablando con él.
Si le soy sincero, vine por error. Pero ahora estoy extrañado ¿Qué es todo este ambiente? Ni en las tabernas lo he visto.
-Somos la Comunidad de Ulmer, si quieres puedes volver a pasarte, pero más tempranito la próxima vez.
-Padre Pietro ¿Le importa si nos lo llevamos con nosotros? Te llamabas Áquila ¿No? ¿Te apetece venir a tomarte algo a la taberna que hay en Ulmer? Tendríamos que salir ahora.
-Estooo ¿Vale?
Los tres jóvenes sonrieron.
-Síguenos -dijo Will.
-¡Pasadlo bien! -exclamó el sacerdote mientras se alejaban.
Salieron del lugar y fueron por el bosque hasta llegar de nuevo a Ulmer. En ese momento se encontró con Elliot, alrededor de los brazos de un desconocido.
-Elliot ¿Dónde has estado? ¿Y quién es ese tipo?
Elliot enarcó una ceja.
-¿No debería preguntarte lo mismo? -dijo mirando a los tres que le acompañaban.
La poca gente que había en la calle ya había empezado a mirarlos mal, a Áquila se le olvidó que los tres jóvenes tenían pequeñas cruces de madera puestas como colgantes.
Áquila
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Llevaba unas semanas divagando por territorio licántropo, las partidas de caza me habían confundido con una presa más de una vez pero por suerte una breve charla y unos buenos mimos detrás de la oreja habían logrado que me ahorrara tener que librar batallas que sin dudar habrían acabado con mi muerte y mi cuerpo en un caldero, cocinándose junto a Fluffy.
Viendo que no era tan peligroso como parecía, o como mínimo eso es lo creía yo en ese momento, me armé de valor y decidí dirigirme a Ulmer, el punto de reunión más importante de la zona, a la espera de poder encontrar algún objeto o elemento que pudiera demostrar en mi aldea que logré entrar y salir viva de éste lugar. Una vez en la entrada, vislumbré el ajetreo de una aldea tan grande, que comparada con la pequeña tribu a la que estaba acostumbrada, era abrumador.
Paseé por la zona admirando mis alrededores, me llevé, como es normal, algunas miradas extrañadas y supuse que no era muy normal en la zona ver a extranjeros, y menos una niña acompañada de un cabrito joven. Sin embargo, como había pasado en el bosque, un poco de amabilidad y una sonrisa sincera hacían milagros y, por suerte, no tuve ningún problema con nadie.
En un momento dado, sin darme cuenta y despistada como iba yo con tanta gente y cosas que admirar, me choque con un niño licántropo, más o menos de mi edad, que al verme se le iluminó el rostro- ¡Wow! ¿Eres medio bestia no? –Preguntó él con una ilusión indescriptible- S-si… soy… me llamo Alira, un placer –aún un poco abrumada le extendí la mano.
Sin comerlo ni beberlo me encontré, cinco minutos después, delante de una familia de licántropos, quienes me saludaron amablemente y me dieron algo de comida. Cuando llevaba un rato conversando con ellos me di cuenta de un detalle, unas cruces de madera adornaban su cuello, y, extrañada, les pregunté sobre ellas- Oh, ¿acaso nadie te ha hablado de la verdadera religión niña bestia? –Después de esa pregunta, y ante mi dudoso rostro, empezaron a contarme como la salvación, la paz y la prosperidad llegarían a todo aquel que se dedicara a ese supuesto, y aparentemente, único dios.
Nunca fui alguien que creyera demasiado en los dioses pero si algo me enseño mi madre es que éstos tienen una presencia en Aerandir y que de alguna forma u otra existían, sin embargo nunca mencionó que fuera uno solo, eso no tenía ningún sentido, “¿Cómo iba a encargarse una sola deidad de todo lo que pasa en los nueve mundos? A esta gente les están comiendo la cabeza; además de que hay algo raro en ellos, són… demasiado simpáticos”
Efectivamente, en el momento en el cual terminé de comer, lo primero que hicieron fue ofrecerme si quería acompañarles a “una reunión muy divertida que me ayudaría a aclarar mis dudas sobre Dios”. Mi respuesta inmediata fue una negativa rotunda y vi como sus rostros se tensaron al instante de recibir el no, aunque siguieron insistiendo sin atender a lo que yo les decía "son cosas de niños, deja que alguien con más experiencia te enseñe el camino correcto". Sin embargo, para mi, esas creencias no tenían lógica y algo en mi estómago me decía que si iba la cosa no iba a acabar bien, nadie tiene derecho a contradecir o menospreciar las enseñanzas de mi tribu y menos aún intentar convencerme de que esas son erróneas.
Con una sonrisa incómoda, me despedí de ellos forzada y rápidamente, yéndome a la taberna más lejana que encontré; mientras entraba solté un suspiro, esperando que en éste lugar no hubiera más gente extraña con cruces de madera. Pero al parecer la suerte no estaba de mi lado, solo hizo falta que echara un vistazo por encima a las personas que se encontraba allí para poder vislumbrar tres de ellas con esos abalorios. Una mueca de disgusto cruzo mi rostro y cogiendo a Fluffy entre mis brazos me dirigía una de las mesas vacías, una que se encontraba junto a la dos personajes de lo más curiosos, un humano, encapuchado, y otro con un pájaro que nunca había visto.
Entonces dirigí mi mirada hacia el grupo de gente con cruces de madera y vi que entre ellos había un humano, éste sin cruz, y sin dudarlo me levante, dejando a mi cabrito en el suelo, y me dirigí hacia él. Debía avisarle de la situación y el extraño comportamiento que tenía esa gente, parecía tan incómodo como lo había estado yo con esa familia y a juzgar por la cara de extrañez que tenía el otro hombre con quien estaba hablando la gente que le acompañaba no eran conocidos.
Ignorando completamente la conversación que tenía con chico del loro sentado en la otra mesa me dispuse a hablarle- Perdone que le moleste pero esa gente que le acompaña –señalé entonces a los tres jóvenes- muy posiblemente le dará comida para intentar que vaya con ellos a “una reunión muy divertida que te ayudaría a aclarar tus dudas sobre Dios” –dije con mucho recelo mientras citaba a aquellos que habían intentado arrastrarme con ellos unas horas antes- aunque la comida pueda estar muy buena piénselo bien antes de aceptar –
Me acerqué entonces lo más que pude a su oído tirando de él hacia abajo para intentar que no me oyeran las otras personas de la sala- parecen muy simpáticos pero dan un poco de miedo cuando les insinúas que no puede ser que un solo dios lleve solo los nueve mundos… -murmuré lo último.
Seguidamente me encogí de hombros y me volví a sentar, jugando con Fluffy y mirando con curiosidad ese pájaro multicolor tan extraño que acompañaba a uno de los humanos que se encontraban sentados en la mesa de al lado.
Viendo que no era tan peligroso como parecía, o como mínimo eso es lo creía yo en ese momento, me armé de valor y decidí dirigirme a Ulmer, el punto de reunión más importante de la zona, a la espera de poder encontrar algún objeto o elemento que pudiera demostrar en mi aldea que logré entrar y salir viva de éste lugar. Una vez en la entrada, vislumbré el ajetreo de una aldea tan grande, que comparada con la pequeña tribu a la que estaba acostumbrada, era abrumador.
Paseé por la zona admirando mis alrededores, me llevé, como es normal, algunas miradas extrañadas y supuse que no era muy normal en la zona ver a extranjeros, y menos una niña acompañada de un cabrito joven. Sin embargo, como había pasado en el bosque, un poco de amabilidad y una sonrisa sincera hacían milagros y, por suerte, no tuve ningún problema con nadie.
En un momento dado, sin darme cuenta y despistada como iba yo con tanta gente y cosas que admirar, me choque con un niño licántropo, más o menos de mi edad, que al verme se le iluminó el rostro- ¡Wow! ¿Eres medio bestia no? –Preguntó él con una ilusión indescriptible- S-si… soy… me llamo Alira, un placer –aún un poco abrumada le extendí la mano.
Sin comerlo ni beberlo me encontré, cinco minutos después, delante de una familia de licántropos, quienes me saludaron amablemente y me dieron algo de comida. Cuando llevaba un rato conversando con ellos me di cuenta de un detalle, unas cruces de madera adornaban su cuello, y, extrañada, les pregunté sobre ellas- Oh, ¿acaso nadie te ha hablado de la verdadera religión niña bestia? –Después de esa pregunta, y ante mi dudoso rostro, empezaron a contarme como la salvación, la paz y la prosperidad llegarían a todo aquel que se dedicara a ese supuesto, y aparentemente, único dios.
Nunca fui alguien que creyera demasiado en los dioses pero si algo me enseño mi madre es que éstos tienen una presencia en Aerandir y que de alguna forma u otra existían, sin embargo nunca mencionó que fuera uno solo, eso no tenía ningún sentido, “¿Cómo iba a encargarse una sola deidad de todo lo que pasa en los nueve mundos? A esta gente les están comiendo la cabeza; además de que hay algo raro en ellos, són… demasiado simpáticos”
Efectivamente, en el momento en el cual terminé de comer, lo primero que hicieron fue ofrecerme si quería acompañarles a “una reunión muy divertida que me ayudaría a aclarar mis dudas sobre Dios”. Mi respuesta inmediata fue una negativa rotunda y vi como sus rostros se tensaron al instante de recibir el no, aunque siguieron insistiendo sin atender a lo que yo les decía "son cosas de niños, deja que alguien con más experiencia te enseñe el camino correcto". Sin embargo, para mi, esas creencias no tenían lógica y algo en mi estómago me decía que si iba la cosa no iba a acabar bien, nadie tiene derecho a contradecir o menospreciar las enseñanzas de mi tribu y menos aún intentar convencerme de que esas son erróneas.
Con una sonrisa incómoda, me despedí de ellos forzada y rápidamente, yéndome a la taberna más lejana que encontré; mientras entraba solté un suspiro, esperando que en éste lugar no hubiera más gente extraña con cruces de madera. Pero al parecer la suerte no estaba de mi lado, solo hizo falta que echara un vistazo por encima a las personas que se encontraba allí para poder vislumbrar tres de ellas con esos abalorios. Una mueca de disgusto cruzo mi rostro y cogiendo a Fluffy entre mis brazos me dirigía una de las mesas vacías, una que se encontraba junto a la dos personajes de lo más curiosos, un humano, encapuchado, y otro con un pájaro que nunca había visto.
Entonces dirigí mi mirada hacia el grupo de gente con cruces de madera y vi que entre ellos había un humano, éste sin cruz, y sin dudarlo me levante, dejando a mi cabrito en el suelo, y me dirigí hacia él. Debía avisarle de la situación y el extraño comportamiento que tenía esa gente, parecía tan incómodo como lo había estado yo con esa familia y a juzgar por la cara de extrañez que tenía el otro hombre con quien estaba hablando la gente que le acompañaba no eran conocidos.
Ignorando completamente la conversación que tenía con chico del loro sentado en la otra mesa me dispuse a hablarle- Perdone que le moleste pero esa gente que le acompaña –señalé entonces a los tres jóvenes- muy posiblemente le dará comida para intentar que vaya con ellos a “una reunión muy divertida que te ayudaría a aclarar tus dudas sobre Dios” –dije con mucho recelo mientras citaba a aquellos que habían intentado arrastrarme con ellos unas horas antes- aunque la comida pueda estar muy buena piénselo bien antes de aceptar –
Me acerqué entonces lo más que pude a su oído tirando de él hacia abajo para intentar que no me oyeran las otras personas de la sala- parecen muy simpáticos pero dan un poco de miedo cuando les insinúas que no puede ser que un solo dios lleve solo los nueve mundos… -murmuré lo último.
Seguidamente me encogí de hombros y me volví a sentar, jugando con Fluffy y mirando con curiosidad ese pájaro multicolor tan extraño que acompañaba a uno de los humanos que se encontraban sentados en la mesa de al lado.
Alira Bellowood
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Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Estaba sentado en la barra con una copa jarra de jugos silvestres. El camarero siempre me había ofrecido esa bebida a la que llamaban cerveza, pero cuando la probé me resulto asquerosa, sin mencionar que después de bebérmela entera, por educación, mis sentido comenzaron a mermar Me sentía mareado y caminar era complicado, mi visión se volvió borrosa, y por si no fuera poco varias horas después de que ese efecto desapareciera me invadió un terrible dolor de cabeza. Sinceramente nunca mas volveré a probar ese liquido del demonio.
Prefería los jugos silvestres, eran dulces y sabrosos, me ayudaban a despejar un poco mis pensamientos. Sobretodo ahora que había aparecido esta religión rara. Yo me sentí atraído en depositar mi fe y confianza en un sen que es invisible a todos mis sentidos. Yo prefería creer en la madre naturaleza y en todo lo que su gracia nos proporcionaba, buenos hogares, un clima vigorizante, una flora estupenda y una fauna de la cual alimentarnos. Teniendo todo eso no necesitaba creer en nada mas que en mi mismo y mis compañeros de caza.
Sin embargo no podía simplemente no prestarle atencion a esta extraña religión, como se llamaba?... "cristianismo", pues varios comenzaron a adentrarse en sus creencias, y se les veía felices, así que no me importó, pero cuando comenzaron los conflictos entre creyentes y no creyentes tenia que tomar cartas en el asunto, sobretodo cuando comenzó a haber una matanza de crías. Los desgraciados se bebían su sangre y la verdad no quiero saber con que motivo, solo se que para mi no existe nada que justifique tal comportamiento, y menos con aquellos de tu propia especie.
- Sirveme otra Bob! - le dije al tipo detrás de la barra.
- Enseguida - volvió con otra jarra de jugo y me la dejo justo delante de mi. - Va todo bien chico? - pregunto un poco preocupado.
- si, es solo que hoy estuvimos persiguiendo a esos bastardos que daban caza a una medre y a su hijo. Al final conseguimos que la mujer se salvara, y logramos ahuyentar a los tipos, pero se escaparon. La simple idea de que esos malditos sigan por ahí sueltos me enerva.
- Es una barbaridad las desgracias que estamos sufriendo estos tiempo.
Hace unos pocos días me había metido en uno de estos puntos de encuentro en el que los adeptos a esta religión se juntaban para, al parecer, escuchar las predicaciones de un tipo vestido de blanco y para compartir un poco de vino y pan. Incluso pude hablar con varios de ellos y el tipo de blanco, no parecían malas personas, de hecho me invitaron a unirme. Formalmente rechazé su oferta alegando que no era devoto a nadie. Pero cuando aparecieron esos extremistas me di cuenta de que había algunas manzanas podridas en este "árbol de alegría".
- No tengo nada en contra de esto cristianos, pero si por mi fuera les arrancaría el pescuezo a mordiscos a todos aquellos bastardos que se dedican a saciar su sed con sangre de su propia raza.
Preferí bajar la voz un poco, pues parece que acababan de entrar al bar alguno de los adeptos a la religión. Pero echando un mejor vistazo vi que estos venían acompañados. Había unos 3 humanos y una elfa con ellos. Que grupo mas pintoresco, son la segunda cosa mas extraña que ha entrado en este local después de esa niña cabra con su mascota. Lo curioso es que a pesar de venir con ellos estos no parecían adeptos, pues no llevaban la cruz de madera que normalmente llevaban sus integrantes. De momento seguiré disfrutando de mi jarra y me mantendré aquí sentado.
Prefería los jugos silvestres, eran dulces y sabrosos, me ayudaban a despejar un poco mis pensamientos. Sobretodo ahora que había aparecido esta religión rara. Yo me sentí atraído en depositar mi fe y confianza en un sen que es invisible a todos mis sentidos. Yo prefería creer en la madre naturaleza y en todo lo que su gracia nos proporcionaba, buenos hogares, un clima vigorizante, una flora estupenda y una fauna de la cual alimentarnos. Teniendo todo eso no necesitaba creer en nada mas que en mi mismo y mis compañeros de caza.
Sin embargo no podía simplemente no prestarle atencion a esta extraña religión, como se llamaba?... "cristianismo", pues varios comenzaron a adentrarse en sus creencias, y se les veía felices, así que no me importó, pero cuando comenzaron los conflictos entre creyentes y no creyentes tenia que tomar cartas en el asunto, sobretodo cuando comenzó a haber una matanza de crías. Los desgraciados se bebían su sangre y la verdad no quiero saber con que motivo, solo se que para mi no existe nada que justifique tal comportamiento, y menos con aquellos de tu propia especie.
- Sirveme otra Bob! - le dije al tipo detrás de la barra.
- Enseguida - volvió con otra jarra de jugo y me la dejo justo delante de mi. - Va todo bien chico? - pregunto un poco preocupado.
- si, es solo que hoy estuvimos persiguiendo a esos bastardos que daban caza a una medre y a su hijo. Al final conseguimos que la mujer se salvara, y logramos ahuyentar a los tipos, pero se escaparon. La simple idea de que esos malditos sigan por ahí sueltos me enerva.
- Es una barbaridad las desgracias que estamos sufriendo estos tiempo.
Hace unos pocos días me había metido en uno de estos puntos de encuentro en el que los adeptos a esta religión se juntaban para, al parecer, escuchar las predicaciones de un tipo vestido de blanco y para compartir un poco de vino y pan. Incluso pude hablar con varios de ellos y el tipo de blanco, no parecían malas personas, de hecho me invitaron a unirme. Formalmente rechazé su oferta alegando que no era devoto a nadie. Pero cuando aparecieron esos extremistas me di cuenta de que había algunas manzanas podridas en este "árbol de alegría".
- No tengo nada en contra de esto cristianos, pero si por mi fuera les arrancaría el pescuezo a mordiscos a todos aquellos bastardos que se dedican a saciar su sed con sangre de su propia raza.
Preferí bajar la voz un poco, pues parece que acababan de entrar al bar alguno de los adeptos a la religión. Pero echando un mejor vistazo vi que estos venían acompañados. Había unos 3 humanos y una elfa con ellos. Que grupo mas pintoresco, son la segunda cosa mas extraña que ha entrado en este local después de esa niña cabra con su mascota. Lo curioso es que a pesar de venir con ellos estos no parecían adeptos, pues no llevaban la cruz de madera que normalmente llevaban sus integrantes. De momento seguiré disfrutando de mi jarra y me mantendré aquí sentado.
Crey
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Por suerte Elliot el humano no tuvo muchas oportunidades de analizar mis palabras, se había acercado el que parecía ser su amigo y le preguntó quién era yo aunque “¿Quién es este tipo?” No parecía ser una pregunta muy amable después de todo, quizá aquellos dos hombres intimaban en algo y mi extraña y cordial cercanía había molestado al recién llegado.
- Permítame presentarme, es más sencillo cuando lo digo yo. - Destapé la boca de Genevive y sacudí la mano en el aire limpiando la saliva que esta había comenzado a dejar en mi palma.- Candau, viajero y portador de la mala suerte, todo un placer. – Tendí la mano ensalivada al compañero de Elliot y luego con mi mano libre señalé a la joven. – Y ella es Genevive, un ejemplo de que los dioses no me quieren.
En aquel momento me detuve a analizar las palabras del que se llamaba Elliot, por lo visto los otros tres sujetos que acompañaban a su posible amigo eran totales desconocidos “Y hay una mujer… genial.” Aquella única femenina iba a ser un problema, por experiencia sabía que el asunto podía escalar gravemente así que debería mantenerme alejado. Aunque aquella gente tenía algo en común, portaban un estilo de amuleto en sus cuellos, que los tres tuviesen el mismo logo colgando no podía ser coincidencia, tal vez era una marca familiar como la que Ashryn me había regalado ya tiempo atrás o tal vez era la insignia de un clan “Ciertamente sospechoso.”
- El punto era… un gusto. – Retrocedí un par de pasos por mí propio bien y no fue extraño sentir que Genevive me rodeaba con los brazos pro el cuello, mientras fulminaba con la mirada a la mujer del otro grupo “Es como un animal marcando territorio…”
- Si, totalmente es un gusto. – Comentó uno de los sujetos que portaba aquella extraña insignia. – Si nos permiten presentarnos, somos de… la comunidad cristiana de Ulmer. – Aquella última frase la dijo algo bajo observando alrededor. – Pero a algunas personas no les agrada saber eso. – Aclaró su garganta y luego volvió a hablar con normalidad.– Mi nombre es Will, ella Paulina y él es Juan. – Señaló respectivamente a cada acompañante cuando indicaba sus nombres.- Acompañábamos al joven Áquila a la taberna, si no les molesta también podrían venir.
Mi lado cuerdo decía “No, no lo hagas.” No por miedo… bueno, en parte si era por miedo, Genevive estaba técnicamente ahorcándome con sus brazos mientras me apegaba a ella, y eso que la cercanía de la otra mujer era escasa. Aun así algo me decía que debía ir, aquellos cristianos eran los que habían sido mencionados por el hombre de aquella propiedad, tal vez pudiese conseguir alguna respuesta con aquello.
- No, no ir. – Dijo Genevive con tono seco y brusco. – Nosotros quedarnos.
- ¿Qué? No. – Me aparté forzosamente del estrangulamiento y limpié mis ropas verdes con algo de velocidad. – Lo que quiere decir mi… ¿querida? Acompañante, es que claramente nos apetece ir.
- Yo no querer decir eso. – Dijo ella levantando algo más la voz, tuve que taparle la boca con un dedo.
- Tú si querer decir eso. – Repetí por lo bajo para que esta escuchase, que no se quisiera despegar de mi no significaba que ella eligiera que hacer o no.
Los cristianos nos llevaron hasta una de las tabernas de la población, en todo el recorrido Genevive estuvo pegada a mi brazo dirigiendo miradas agresivas a la otra mujer, por aquella clase de comportamiento es que había considerado varias veces encerrarla en una caja de madera y que la tirasen en la parte más remota del mar “No, aquello era muy extremista.”
La taberna era un sitio agradable, sus paredes y pisos de madera le otorgaban un clima fresco, ciertamente había un notable número de personas comiendo allí o hablando mientras tomaban algo de licor. Paseé la mirada por el local y en ese leve recorrido noté algo fascinante, una chica de una raza que tenía tiempo sin apreciar “Sin contar a aquel gato que pensaba a los golpes en Lunargenta.”
La mesa que tomaron estaba casi en el centro de la taberna, un sitio que siempre resultaba incomodo cuando sucedía algún altercado, aquel puesto quedaba en el medio del caos “Pero seamos positivos Fred, nada sucederá esta vez ¿Cierto?”
Aprovechando que los cristianos efectuaban una charla sin sentido entre ellos me acerqué a los humanos con ganas de indagar, al ser extranjeros tal vez llevasen allí algún tiempo, en ese tiempo posiblemente hubiesen conocido algo que sería útil.
- Entonces son extranjeros. – Dije más como afirmación que en tono de pregunta. - ¿Qué saben acerca de estos…cristianos? – Dije en un susurro señalando con un leve movimiento de cabeza a los portadores de los símbolos. – Un hombre algo lejos de Ulmer me dijo que bebían sangre y que estaban persiguiendo a una mujer… ¿Es eso cierto? – Era ciertamente peligroso estar soltando todo aquello tan cerca de los extraños que posiblemente pertenecieran a esa secta, pero no tenía más remedio que arriesgarme.
En medio de la charla llegó la chica bestia, no pude evitar asustarme creyendo que era uno de aquellos cristianos, por un segundo consideré que estaba perdido. Ella parecía dirigirse al compañero de Elliot pero aun así no dude en intentar escuchar sus palabras, entre más información tuviese mejor “Y quién lo diría, ahora si soy un informante.” Aunque lo que dijo la chica había dicho no tenía mucho sentido ¿Una reunión que aclararía las dudas con Dios? Yo había tenido reuniones para aprender de los Dioses, reuniones nada gratas con mi maestro “Debes creer por tu cuenta o yo haré que le pidas clemencia a alguno de ellos.” Métodos bruscos pero útiles a fin de cuentas.
No logré escuchar lo último que dijo la joven al extranjero, pero quizá tenía algo de conocimiento realmente útil. Cuando ella se retiró esperé un momento a ver que respuestas ofrecían los humanos, luego me dispuse a conseguir algo más, todo lo que se supiese resultaba útil.
- Si me lo permiten, debo ir a… hacer algo. – Comenté a los presentes levantándome de mi asiento, debía ir a hablar con la chica bestia, debía pedirle amablemente que sabía.
- ¿Qué deber hacer? – Comentó repentinamente Genevive con su tono de voz que denotaba inconformidad.
- Yo debo… yo. – “Maldita seas” No podía ir a hablar con la joven si aquella loca me seguía, sería como dejar a un lobo cerca de un corderito “Piensa algo rápido Fred.” – ¿Voy a pedir comida? Sí, eso, pediré comida en la barra.
- Yo ir contigo. – Genevive se levantó casi inmediatamente y volví a invadir descaradamente mi espacio personal.
Suspiré y observé a los extranjeros esperando que estos no se retiraran aún, el amigo de Elliot había llegado junto a los cristianos y aquello era bueno de cierto modo, era una posible conexión directa a aquel grupo desconocido. Caminé hasta la taberna con la cabeza agachada dejando que mi paranoia se encargase de ir buscando conclusiones, algunas eran disparatadas pero podían funcionar, nunca debía desconfiar en mi paranoia.
- ¿Qué se le ofrece? – Comentó el hombre detrás de la barra.
- Yo realmente no se… Tarta supongo. – Suspiré y tomé asiento, Genevive arrastró una silla hasta quedar junto a mí sin separarse del brazo.
- Primero muestra el dinero, chico.
- Ah cierto, dinero. – Comenté soltando mi bolsa de pertenencias del cinturón y colocándolo sobre la barra. – ¿Acepta truque de animales o frutas? – Comenté despreocupadamente comenzando a depositar algunos cadáver de ardillas sobre la barra de madera, también algunas manzanas que había recolectado aquel día en la mañana.
- ¿Es una broma cierto? – El hombre tras la barra enarcó una ceja y luego soltó una carcajada. – Animales o frutas dice, que buena broma.
- ¿Qué? No estoy bromeando, no traigo dinero encima actualmente… solo esto. – Desde hacía años que no pagaba con dinero real ¿Tenía Aeros? Efectivamente, una cantidad algo considerable pero nunca la llevaba encima, aquel dinero estaba escondido en un sitio que pocos conocían.
- Muy bien chico, comprendo… agradece que me hiciste el día, la tarta va en nombre de la casa. – Dijo el hombre tras llevar su mano al pecho y volver a reír. – Pagar con animales o fruta, vaya raro.
Aquel comentario me hubiese ofendido en otra situación pero actualmente no resultaba muy importante, había otra clase de cosas en las que debía ocupar mi mente. Guardé nuevamente todo dejando fuera una manzana, la llevé a la boca y la mordí detallando a las otras personas que estaban allí en la barra.
- Vaya risa ¿No cree? – Comenté al hombre que estaba más cerca, parecía disfrutar de un buen trago de su jarra. – Parece que tuve suerte esta vez. – Volví a morder la manzana y luego la guardé en la bolsa, si realmente me darían tarta sería mejor guardar aquella fruta para después.
- Permítame presentarme, es más sencillo cuando lo digo yo. - Destapé la boca de Genevive y sacudí la mano en el aire limpiando la saliva que esta había comenzado a dejar en mi palma.- Candau, viajero y portador de la mala suerte, todo un placer. – Tendí la mano ensalivada al compañero de Elliot y luego con mi mano libre señalé a la joven. – Y ella es Genevive, un ejemplo de que los dioses no me quieren.
En aquel momento me detuve a analizar las palabras del que se llamaba Elliot, por lo visto los otros tres sujetos que acompañaban a su posible amigo eran totales desconocidos “Y hay una mujer… genial.” Aquella única femenina iba a ser un problema, por experiencia sabía que el asunto podía escalar gravemente así que debería mantenerme alejado. Aunque aquella gente tenía algo en común, portaban un estilo de amuleto en sus cuellos, que los tres tuviesen el mismo logo colgando no podía ser coincidencia, tal vez era una marca familiar como la que Ashryn me había regalado ya tiempo atrás o tal vez era la insignia de un clan “Ciertamente sospechoso.”
- El punto era… un gusto. – Retrocedí un par de pasos por mí propio bien y no fue extraño sentir que Genevive me rodeaba con los brazos pro el cuello, mientras fulminaba con la mirada a la mujer del otro grupo “Es como un animal marcando territorio…”
- Si, totalmente es un gusto. – Comentó uno de los sujetos que portaba aquella extraña insignia. – Si nos permiten presentarnos, somos de… la comunidad cristiana de Ulmer. – Aquella última frase la dijo algo bajo observando alrededor. – Pero a algunas personas no les agrada saber eso. – Aclaró su garganta y luego volvió a hablar con normalidad.– Mi nombre es Will, ella Paulina y él es Juan. – Señaló respectivamente a cada acompañante cuando indicaba sus nombres.- Acompañábamos al joven Áquila a la taberna, si no les molesta también podrían venir.
Mi lado cuerdo decía “No, no lo hagas.” No por miedo… bueno, en parte si era por miedo, Genevive estaba técnicamente ahorcándome con sus brazos mientras me apegaba a ella, y eso que la cercanía de la otra mujer era escasa. Aun así algo me decía que debía ir, aquellos cristianos eran los que habían sido mencionados por el hombre de aquella propiedad, tal vez pudiese conseguir alguna respuesta con aquello.
- No, no ir. – Dijo Genevive con tono seco y brusco. – Nosotros quedarnos.
- ¿Qué? No. – Me aparté forzosamente del estrangulamiento y limpié mis ropas verdes con algo de velocidad. – Lo que quiere decir mi… ¿querida? Acompañante, es que claramente nos apetece ir.
- Yo no querer decir eso. – Dijo ella levantando algo más la voz, tuve que taparle la boca con un dedo.
- Tú si querer decir eso. – Repetí por lo bajo para que esta escuchase, que no se quisiera despegar de mi no significaba que ella eligiera que hacer o no.
Los cristianos nos llevaron hasta una de las tabernas de la población, en todo el recorrido Genevive estuvo pegada a mi brazo dirigiendo miradas agresivas a la otra mujer, por aquella clase de comportamiento es que había considerado varias veces encerrarla en una caja de madera y que la tirasen en la parte más remota del mar “No, aquello era muy extremista.”
La taberna era un sitio agradable, sus paredes y pisos de madera le otorgaban un clima fresco, ciertamente había un notable número de personas comiendo allí o hablando mientras tomaban algo de licor. Paseé la mirada por el local y en ese leve recorrido noté algo fascinante, una chica de una raza que tenía tiempo sin apreciar “Sin contar a aquel gato que pensaba a los golpes en Lunargenta.”
La mesa que tomaron estaba casi en el centro de la taberna, un sitio que siempre resultaba incomodo cuando sucedía algún altercado, aquel puesto quedaba en el medio del caos “Pero seamos positivos Fred, nada sucederá esta vez ¿Cierto?”
Aprovechando que los cristianos efectuaban una charla sin sentido entre ellos me acerqué a los humanos con ganas de indagar, al ser extranjeros tal vez llevasen allí algún tiempo, en ese tiempo posiblemente hubiesen conocido algo que sería útil.
- Entonces son extranjeros. – Dije más como afirmación que en tono de pregunta. - ¿Qué saben acerca de estos…cristianos? – Dije en un susurro señalando con un leve movimiento de cabeza a los portadores de los símbolos. – Un hombre algo lejos de Ulmer me dijo que bebían sangre y que estaban persiguiendo a una mujer… ¿Es eso cierto? – Era ciertamente peligroso estar soltando todo aquello tan cerca de los extraños que posiblemente pertenecieran a esa secta, pero no tenía más remedio que arriesgarme.
En medio de la charla llegó la chica bestia, no pude evitar asustarme creyendo que era uno de aquellos cristianos, por un segundo consideré que estaba perdido. Ella parecía dirigirse al compañero de Elliot pero aun así no dude en intentar escuchar sus palabras, entre más información tuviese mejor “Y quién lo diría, ahora si soy un informante.” Aunque lo que dijo la chica había dicho no tenía mucho sentido ¿Una reunión que aclararía las dudas con Dios? Yo había tenido reuniones para aprender de los Dioses, reuniones nada gratas con mi maestro “Debes creer por tu cuenta o yo haré que le pidas clemencia a alguno de ellos.” Métodos bruscos pero útiles a fin de cuentas.
No logré escuchar lo último que dijo la joven al extranjero, pero quizá tenía algo de conocimiento realmente útil. Cuando ella se retiró esperé un momento a ver que respuestas ofrecían los humanos, luego me dispuse a conseguir algo más, todo lo que se supiese resultaba útil.
- Si me lo permiten, debo ir a… hacer algo. – Comenté a los presentes levantándome de mi asiento, debía ir a hablar con la chica bestia, debía pedirle amablemente que sabía.
- ¿Qué deber hacer? – Comentó repentinamente Genevive con su tono de voz que denotaba inconformidad.
- Yo debo… yo. – “Maldita seas” No podía ir a hablar con la joven si aquella loca me seguía, sería como dejar a un lobo cerca de un corderito “Piensa algo rápido Fred.” – ¿Voy a pedir comida? Sí, eso, pediré comida en la barra.
- Yo ir contigo. – Genevive se levantó casi inmediatamente y volví a invadir descaradamente mi espacio personal.
Suspiré y observé a los extranjeros esperando que estos no se retiraran aún, el amigo de Elliot había llegado junto a los cristianos y aquello era bueno de cierto modo, era una posible conexión directa a aquel grupo desconocido. Caminé hasta la taberna con la cabeza agachada dejando que mi paranoia se encargase de ir buscando conclusiones, algunas eran disparatadas pero podían funcionar, nunca debía desconfiar en mi paranoia.
- ¿Qué se le ofrece? – Comentó el hombre detrás de la barra.
- Yo realmente no se… Tarta supongo. – Suspiré y tomé asiento, Genevive arrastró una silla hasta quedar junto a mí sin separarse del brazo.
- Primero muestra el dinero, chico.
- Ah cierto, dinero. – Comenté soltando mi bolsa de pertenencias del cinturón y colocándolo sobre la barra. – ¿Acepta truque de animales o frutas? – Comenté despreocupadamente comenzando a depositar algunos cadáver de ardillas sobre la barra de madera, también algunas manzanas que había recolectado aquel día en la mañana.
- ¿Es una broma cierto? – El hombre tras la barra enarcó una ceja y luego soltó una carcajada. – Animales o frutas dice, que buena broma.
- ¿Qué? No estoy bromeando, no traigo dinero encima actualmente… solo esto. – Desde hacía años que no pagaba con dinero real ¿Tenía Aeros? Efectivamente, una cantidad algo considerable pero nunca la llevaba encima, aquel dinero estaba escondido en un sitio que pocos conocían.
- Muy bien chico, comprendo… agradece que me hiciste el día, la tarta va en nombre de la casa. – Dijo el hombre tras llevar su mano al pecho y volver a reír. – Pagar con animales o fruta, vaya raro.
Aquel comentario me hubiese ofendido en otra situación pero actualmente no resultaba muy importante, había otra clase de cosas en las que debía ocupar mi mente. Guardé nuevamente todo dejando fuera una manzana, la llevé a la boca y la mordí detallando a las otras personas que estaban allí en la barra.
- Vaya risa ¿No cree? – Comenté al hombre que estaba más cerca, parecía disfrutar de un buen trago de su jarra. – Parece que tuve suerte esta vez. – Volví a morder la manzana y luego la guardé en la bolsa, si realmente me darían tarta sería mejor guardar aquella fruta para después.
Fredericksen
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Elliot tenía la ceja enarcada, pues desconocía por completo quiénes eran los que acompañaban a su amigo. Sin embargo, Fredericksen se adelantó para presentarse a Áquila:
-Permítame presentarme, es más sencillo cuando lo digo yo. -quitó su mano de la boca de la elfa a la que estaba callando y se la dio a Elliot con toda la saliva. Él se la dio y no se percató hasta ese momento de la humendad. *Puag*, dijo- Candau, viajero y portador de la mala suerte, todo un placer. Y ella es Genevive, un ejemplo de que los dioses no me quieren. El punto era… un gusto.
Áquila cambió su expresión, puesto que por un momento pensó que aquel hombre sólo buscaba robar o asaltar a su amigo, así que le saludo:
-¡Un placer conoceros a los dos!
Will se adelantó para continuar con los saludos también:
- Si, totalmente es un gusto. Si nos permiten presentarnos, somos de… la comunidad cristiana de Ulmer. – Aquella última frase la dijo algo bajo observando alrededor. – Pero a algunas personas no les agrada saber eso. – Aclaró su garganta y luego volvió a hablar con normalidad.– Mi nombre es Will, ella Paulina y él es Juan. – Señaló respectivamente a cada acompañante cuando indicaba sus nombres.- Acompañábamos al joven Áquila a la taberna, si no les molesta también podrían venir.
Tras discutir con la elfa, Fredericksen y su compañera se decidieron a ir con ellos. Elliot sin lugar a dudas, pues se acercó lo suficiente para susurrarle a Áquila:
-¿Me puedes explicar a que viene todo esto? ¿Qué pasado? ¿No son esos los que se beben la sangre y se comen la carne de sus enemigos o algo así?
Áquila no creía que fuese el momento de explicárselo a su amigo, así que tan sólo le miró y negó con la cabeza.
-Luego te lo explico, pero todo lo que ocurre aquí con ellos es un malentendido.
Los tres cristianos saludaron a una familia que se encontraba en otra zona, al parecer una chica-bestia se alejaba de ellos con cara de no haber disfrutado de su compañía. Entraron en el bar y comenzaron a tomar tranquilamente mientras charlaban todos allí:
-¿Qué tal llevas los dolores? -preguntó Juan a Will- -Me comentaron que te caíste mientras ayudabas a tu padre a pintar el tejado.
-Bien, ya no cojeo.
-¿Sabéis si Flynn vendrá la semana que viene? Tengo que devolverle la bufanda que se dejó allí.
-No creo, se ha ido a Baslodia a estudiar durante el mes y está yendo a la comunidad cristiana de Verisar. Al parecer hasta dentro de un mes no lo veremos más.
-¿Qué tal está Amanda? Me dijeron que la habían llevado corriendo al médico cuando empezó a experimentar contracciones, pero no me dijeron si parió al final.
-No lo sé, cuando vuelva a ver a Herold le preguntaré por ella.
Áquila estaba extrañado, aquellas personas parecían algo distinto a la descripción que le habían dado, parecían... normales. En ese momento, la chica-bestia que vieron de lejos, se le acercó a él y dijo en voz alta y sin miedo:
- Perdone que le moleste pero esa gente que le acompaña –señaló entonces a los tres jóvenes- muy posiblemente le dará comida para intentar que vaya con ellos a “una reunión muy divertida que te ayudaría a aclarar tus dudas sobre Dios” –dijo con mucho recelo- aunque la comida pueda estar muy buena piénselo bien antes de aceptar – Se acercó entonces lo más que pudo a su oído tirando de él hacia abajo para intentar que no le oyeran las otras personas de la sala- parecen muy simpáticos pero dan un poco de miedo cuando les insinúas que no puede ser que un solo dios lleve solo los nueve mundos…
Los tres jóvenes quedaron perplejos mientras la chica se marchaba, aquello incluía a Áquila, Elliot y también a Fredericksen, allí presente. Ninguno pareció entender el origen de aquella queja al aire, pero Juan sonrió y negó con la cabeza mientras decía:
-"Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre", Mateo 10,22.
-Y que lo digas, Juan.
-¿Por qué esa chica ha venido así? -preguntó Áquila.
-Por una razón obvia, porque han intentado evangelizarla algunos mentecatos a base de pesadez. Antes saludamos a la familia Orson, ellos acaban de entrar y creen que son santos ya por ser cristianos y que el resto debe escucharles y creer porque sí. Deben aprender algo de humildad, pero no les juzgo por ello, el Señor llama a cada uno, no por sus cualidades y beneficios, sino porque los ama así, tal y como son.
Elliot enarcó una ceja como antes y acercó su silla más a donde estaban ellos, al parecer había estado hablando con Fredericksen, y cuando éste se fue, se quedó algo sólo.
-Verás Áquila. La gente cree que somos algún tipo de alienígenas venidos de otro planeta. Todos se han olvidado que somos de aquí, nacimos aquí. Conozco a la mitad de los que hay en este bar, me han visto crecer. Yo mismo creía en las múltiples deidades de Aerandir. Yo mismo criticaba a los cristianos, una vez incluso, me lié a puñetazos con uno, porque de verdad que pensaba que eran los causantes de tanta muerte aquí. Pero luego me enteré que varios amigos míos se había hecho cristianos. Entonces me abarcó la duda ¿Quiénes eran...?
En ese momento, una mujer de cabellos cortos entró con unos nueve licántropos más. Todos llevaban huevos y tomates. La mujer e puso en pie en la mesa y exclamó:
-¡Miren a estos asquerosos cristianos! ¡Tres jóvenes de nuestra gente! ¡Están aquí comiéndole la cabeza a unos pobres extranjeros! ¡No queremos su religión aquí! ¡DEBEN CERRAR LA BOCA! ¡DEBEN CALLAR! ¡MATAN A NUESTROS NIÑOS! ¡SE COMEN A INOCENTES! ¡SON UNOS CARNÍVOROS! ¡CREEN EN UNA SOLA DEIDAD! ¡NO PODEMOS DEJAR QUE NOS MIENTAN! ¡QUE NOS COMAN LA CABEZA! ¡GRITEN CONMIGO! ¡FUERA! ¡FUERA! ¡FUERA! ¡FUERA!
La gente del bar llevaba rato viéndolos con desprecio, pero con la llegada de la mujer y de aquella mujer, se "llenaron de valor" y se dedicaron a gritar con ella. Lanzaron los huevos y tomates a los tres jóvenes mientras permanecían quietos. No decían una sola palabra. Áquila no lo comprendió ¿Por qué no contraatacaban? Como no los veía moverse, él mismo fue a coger su alabarda de al lado de la mesa, pero Will le cogió de la mano, y negó con la cabeza. Tan sólo se levantaron los tres y salieron de allí. Sólos, y entre los empujones y gritos de la gente, humillados. Mientras los presentes aplaudían.
-Permítame presentarme, es más sencillo cuando lo digo yo. -quitó su mano de la boca de la elfa a la que estaba callando y se la dio a Elliot con toda la saliva. Él se la dio y no se percató hasta ese momento de la humendad. *Puag*, dijo- Candau, viajero y portador de la mala suerte, todo un placer. Y ella es Genevive, un ejemplo de que los dioses no me quieren. El punto era… un gusto.
Áquila cambió su expresión, puesto que por un momento pensó que aquel hombre sólo buscaba robar o asaltar a su amigo, así que le saludo:
-¡Un placer conoceros a los dos!
Will se adelantó para continuar con los saludos también:
- Si, totalmente es un gusto. Si nos permiten presentarnos, somos de… la comunidad cristiana de Ulmer. – Aquella última frase la dijo algo bajo observando alrededor. – Pero a algunas personas no les agrada saber eso. – Aclaró su garganta y luego volvió a hablar con normalidad.– Mi nombre es Will, ella Paulina y él es Juan. – Señaló respectivamente a cada acompañante cuando indicaba sus nombres.- Acompañábamos al joven Áquila a la taberna, si no les molesta también podrían venir.
Tras discutir con la elfa, Fredericksen y su compañera se decidieron a ir con ellos. Elliot sin lugar a dudas, pues se acercó lo suficiente para susurrarle a Áquila:
-¿Me puedes explicar a que viene todo esto? ¿Qué pasado? ¿No son esos los que se beben la sangre y se comen la carne de sus enemigos o algo así?
Áquila no creía que fuese el momento de explicárselo a su amigo, así que tan sólo le miró y negó con la cabeza.
-Luego te lo explico, pero todo lo que ocurre aquí con ellos es un malentendido.
Los tres cristianos saludaron a una familia que se encontraba en otra zona, al parecer una chica-bestia se alejaba de ellos con cara de no haber disfrutado de su compañía. Entraron en el bar y comenzaron a tomar tranquilamente mientras charlaban todos allí:
-¿Qué tal llevas los dolores? -preguntó Juan a Will- -Me comentaron que te caíste mientras ayudabas a tu padre a pintar el tejado.
-Bien, ya no cojeo.
-¿Sabéis si Flynn vendrá la semana que viene? Tengo que devolverle la bufanda que se dejó allí.
-No creo, se ha ido a Baslodia a estudiar durante el mes y está yendo a la comunidad cristiana de Verisar. Al parecer hasta dentro de un mes no lo veremos más.
-¿Qué tal está Amanda? Me dijeron que la habían llevado corriendo al médico cuando empezó a experimentar contracciones, pero no me dijeron si parió al final.
-No lo sé, cuando vuelva a ver a Herold le preguntaré por ella.
Áquila estaba extrañado, aquellas personas parecían algo distinto a la descripción que le habían dado, parecían... normales. En ese momento, la chica-bestia que vieron de lejos, se le acercó a él y dijo en voz alta y sin miedo:
- Perdone que le moleste pero esa gente que le acompaña –señaló entonces a los tres jóvenes- muy posiblemente le dará comida para intentar que vaya con ellos a “una reunión muy divertida que te ayudaría a aclarar tus dudas sobre Dios” –dijo con mucho recelo- aunque la comida pueda estar muy buena piénselo bien antes de aceptar – Se acercó entonces lo más que pudo a su oído tirando de él hacia abajo para intentar que no le oyeran las otras personas de la sala- parecen muy simpáticos pero dan un poco de miedo cuando les insinúas que no puede ser que un solo dios lleve solo los nueve mundos…
Los tres jóvenes quedaron perplejos mientras la chica se marchaba, aquello incluía a Áquila, Elliot y también a Fredericksen, allí presente. Ninguno pareció entender el origen de aquella queja al aire, pero Juan sonrió y negó con la cabeza mientras decía:
-"Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre", Mateo 10,22.
-Y que lo digas, Juan.
-¿Por qué esa chica ha venido así? -preguntó Áquila.
-Por una razón obvia, porque han intentado evangelizarla algunos mentecatos a base de pesadez. Antes saludamos a la familia Orson, ellos acaban de entrar y creen que son santos ya por ser cristianos y que el resto debe escucharles y creer porque sí. Deben aprender algo de humildad, pero no les juzgo por ello, el Señor llama a cada uno, no por sus cualidades y beneficios, sino porque los ama así, tal y como son.
Elliot enarcó una ceja como antes y acercó su silla más a donde estaban ellos, al parecer había estado hablando con Fredericksen, y cuando éste se fue, se quedó algo sólo.
-Verás Áquila. La gente cree que somos algún tipo de alienígenas venidos de otro planeta. Todos se han olvidado que somos de aquí, nacimos aquí. Conozco a la mitad de los que hay en este bar, me han visto crecer. Yo mismo creía en las múltiples deidades de Aerandir. Yo mismo criticaba a los cristianos, una vez incluso, me lié a puñetazos con uno, porque de verdad que pensaba que eran los causantes de tanta muerte aquí. Pero luego me enteré que varios amigos míos se había hecho cristianos. Entonces me abarcó la duda ¿Quiénes eran...?
En ese momento, una mujer de cabellos cortos entró con unos nueve licántropos más. Todos llevaban huevos y tomates. La mujer e puso en pie en la mesa y exclamó:
-¡Miren a estos asquerosos cristianos! ¡Tres jóvenes de nuestra gente! ¡Están aquí comiéndole la cabeza a unos pobres extranjeros! ¡No queremos su religión aquí! ¡DEBEN CERRAR LA BOCA! ¡DEBEN CALLAR! ¡MATAN A NUESTROS NIÑOS! ¡SE COMEN A INOCENTES! ¡SON UNOS CARNÍVOROS! ¡CREEN EN UNA SOLA DEIDAD! ¡NO PODEMOS DEJAR QUE NOS MIENTAN! ¡QUE NOS COMAN LA CABEZA! ¡GRITEN CONMIGO! ¡FUERA! ¡FUERA! ¡FUERA! ¡FUERA!
La gente del bar llevaba rato viéndolos con desprecio, pero con la llegada de la mujer y de aquella mujer, se "llenaron de valor" y se dedicaron a gritar con ella. Lanzaron los huevos y tomates a los tres jóvenes mientras permanecían quietos. No decían una sola palabra. Áquila no lo comprendió ¿Por qué no contraatacaban? Como no los veía moverse, él mismo fue a coger su alabarda de al lado de la mesa, pero Will le cogió de la mano, y negó con la cabeza. Tan sólo se levantaron los tres y salieron de allí. Sólos, y entre los empujones y gritos de la gente, humillados. Mientras los presentes aplaudían.
Áquila
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Observé las caras de incredulidad de la gente que estaba en la zona, al parecer mis palabras, o más bien el hecho de que una niña extranjera las dijera en voz alta y sin tapujos, habían sorprendido a la mayoría, menos a los tres cristianos, quienes empezaron a explicarle al hombre sin cruz el supuesto “porque” de mi enfado.
Me quedé escuchando las palabras de los licántropos mientras jugaba con Fluffy disimuladamente; aunque hubieran captado mi interés el recelo que me habían provocado anteriormente no se iría así como así, esa familia había sido muy agresiva y pedante, habían menospreciado mis costumbres, imponiéndome las suyas como las únicas verdaderas, y eso, bajo ninguna circunstancia, podía ser aceptable.
Cuando el nombrado anteriormente, Juan, empezó con su explicación, no pude evitar observarle y escucharle muy detenidamente, era interesante cuanto menos. Empecé a divagar en mis pensamientos, intentando entender el hecho de que alguien pudiera encontrar la paz en otras explicaciones, otras razones para la creación del mundo que pisábamos, al igual que yo podía creer en la naturaleza como diosa suprema, por poner un ejemplo, ellos podían creer en su Dios y no tenían por qué estar errados “Nunca he sido una persona de creencias, nunca pensé que estas fueran importantes, solo marcaban un estilo de vida diferente según aquello que pensaras y, mientras no hicieran daño a nadie, cualquier visión del mundo puede ser correcta pues nadie ha conseguido demostrar nunca que su visión fuese la verdadera…”
Justo cuando me disponía a levantarme y disculparme por mis actos hacia esos tres jóvenes, quienes no tenían la culpa de que una familia estúpida hubiera intentado convertirme sin ningún tipo de respeto; un gran número de licántropos, armados con huevos y tomates y liderados por una mujer de cabellos cortos empezaron a despotricar incoherencias y maldiciones varias.
Notaba como mi control de la ira iba disminuyendo con cada tomate, cada huevo que impactaba en los pobres jóvenes, quienes se mantenían estáticos, recibiendo los golpes estoicamente. Al cabo de unos minutos no lo aguantaron más y salieron corriendo, alejándose de la zona llenos de comida y moratones. Pensaba que habían acabado pero entonces los muy… indeseables empezaron a aplaudir, y no solo ellos, todo la gente que se encontraba cerca.
“Oh… se van a enterar…” Sin dudarlo me subí a la primera superficie que encontré, poniéndome cara a cara con la mujer de pelo corto-¡Tu! –Grité absteniéndome de formalidades- ¡Y todos vosotros! –Añadí mientras daba golpes con el pie en la mesa donde estaba subida- ¿Quién os creéis que sois? ¿Seres superiores? Atacando a tres jóvenes indefensos en manada… no tenéis derecho a sentiros orgullosos, deberíais estar muriéndoos de vergüenza –En ese momento tenía al atención de toda la taberna, todos los ojos atendían a mi persona, algunos con asco, otros interrogantes y algunos más con un ápice de esperanza
- ¿Acaso sois mejores por atacar a alguien que no puede defenderse, que está en minoría? Pues no señores, no lo sois, más bien todo lo contrario. Esa religión a la que odiáis es solo un versión más de todo aquello que no conocemos, yo creo en los dioses que me enseñó mi tribu, aquellos que aprendí de mi madre, en los mismos que crees tú –añadí señalando de nuevo a la líder- Pero eso no hace reales las leyendas que llevo escuchando des de que tengo uso de razón, eso no hace que me duerma tranquila por las noches; con el tiempo he aprendido que cada uno necesita cosas diferentes para poder seguir adelante y ser feliz, y esas personas han encontrado esa tranquilidad en una nueva religión –Ante la mención de ese culto empezaron a haber algunos abucheos pero oh, no, no y no; no iba a dejarlo ahí, esto aún no había terminado.
- Creedme cuando os digo que mi primer contacto con ellos no ha sido grato, he tenido que aguantar a una familia estúpida y pedante, agresiva e intransigente con otras creencias; puede que os suene esa forma de actuar –Añadí lo más punzante e hiriente que pude- Pero eso no hace que todos ellos sean malos, sean agresivos ni que intenten comer niños, por los dioses, ¡¿de dónde ha salido ese rumor?! ¿Acaso estáis todos locos? –Estaba empezando a perder la paciencia y la voz de tanto gritar, así que respiré hondo un par de veces
- Deberíais pensar en lo que estáis haciendo, esa gente no son extraños, son vuestros familiares, vuestros amigos y el hecho de que ellos en su casa recen a otro dios en vez de a los que vosotros conocéis y adoráis no les hace diferentes, cada uno tiene que tener el derecho a creer en aquello que le ayude a dormir por las noches, porque al final, ni tu –finalicé señalándola a ella- ni ninguno de vosotros –añadí- va estar con ellos cuando pasen al otro lado –
Carraspeando un poco por haber gritado tanto bajé de la mesa y me senté junto a Fluffy otra vez, sin dar importancia a las miradas que se dirigían hacia mi persona- Que esto os lo tenga que explicar una niña... -murmuré abrazando a mi cabrito, ¿porque tenía que existir tanto odio a lo desconocido?
Me quedé escuchando las palabras de los licántropos mientras jugaba con Fluffy disimuladamente; aunque hubieran captado mi interés el recelo que me habían provocado anteriormente no se iría así como así, esa familia había sido muy agresiva y pedante, habían menospreciado mis costumbres, imponiéndome las suyas como las únicas verdaderas, y eso, bajo ninguna circunstancia, podía ser aceptable.
Cuando el nombrado anteriormente, Juan, empezó con su explicación, no pude evitar observarle y escucharle muy detenidamente, era interesante cuanto menos. Empecé a divagar en mis pensamientos, intentando entender el hecho de que alguien pudiera encontrar la paz en otras explicaciones, otras razones para la creación del mundo que pisábamos, al igual que yo podía creer en la naturaleza como diosa suprema, por poner un ejemplo, ellos podían creer en su Dios y no tenían por qué estar errados “Nunca he sido una persona de creencias, nunca pensé que estas fueran importantes, solo marcaban un estilo de vida diferente según aquello que pensaras y, mientras no hicieran daño a nadie, cualquier visión del mundo puede ser correcta pues nadie ha conseguido demostrar nunca que su visión fuese la verdadera…”
Justo cuando me disponía a levantarme y disculparme por mis actos hacia esos tres jóvenes, quienes no tenían la culpa de que una familia estúpida hubiera intentado convertirme sin ningún tipo de respeto; un gran número de licántropos, armados con huevos y tomates y liderados por una mujer de cabellos cortos empezaron a despotricar incoherencias y maldiciones varias.
Notaba como mi control de la ira iba disminuyendo con cada tomate, cada huevo que impactaba en los pobres jóvenes, quienes se mantenían estáticos, recibiendo los golpes estoicamente. Al cabo de unos minutos no lo aguantaron más y salieron corriendo, alejándose de la zona llenos de comida y moratones. Pensaba que habían acabado pero entonces los muy… indeseables empezaron a aplaudir, y no solo ellos, todo la gente que se encontraba cerca.
“Oh… se van a enterar…” Sin dudarlo me subí a la primera superficie que encontré, poniéndome cara a cara con la mujer de pelo corto-¡Tu! –Grité absteniéndome de formalidades- ¡Y todos vosotros! –Añadí mientras daba golpes con el pie en la mesa donde estaba subida- ¿Quién os creéis que sois? ¿Seres superiores? Atacando a tres jóvenes indefensos en manada… no tenéis derecho a sentiros orgullosos, deberíais estar muriéndoos de vergüenza –En ese momento tenía al atención de toda la taberna, todos los ojos atendían a mi persona, algunos con asco, otros interrogantes y algunos más con un ápice de esperanza
- ¿Acaso sois mejores por atacar a alguien que no puede defenderse, que está en minoría? Pues no señores, no lo sois, más bien todo lo contrario. Esa religión a la que odiáis es solo un versión más de todo aquello que no conocemos, yo creo en los dioses que me enseñó mi tribu, aquellos que aprendí de mi madre, en los mismos que crees tú –añadí señalando de nuevo a la líder- Pero eso no hace reales las leyendas que llevo escuchando des de que tengo uso de razón, eso no hace que me duerma tranquila por las noches; con el tiempo he aprendido que cada uno necesita cosas diferentes para poder seguir adelante y ser feliz, y esas personas han encontrado esa tranquilidad en una nueva religión –Ante la mención de ese culto empezaron a haber algunos abucheos pero oh, no, no y no; no iba a dejarlo ahí, esto aún no había terminado.
- Creedme cuando os digo que mi primer contacto con ellos no ha sido grato, he tenido que aguantar a una familia estúpida y pedante, agresiva e intransigente con otras creencias; puede que os suene esa forma de actuar –Añadí lo más punzante e hiriente que pude- Pero eso no hace que todos ellos sean malos, sean agresivos ni que intenten comer niños, por los dioses, ¡¿de dónde ha salido ese rumor?! ¿Acaso estáis todos locos? –Estaba empezando a perder la paciencia y la voz de tanto gritar, así que respiré hondo un par de veces
- Deberíais pensar en lo que estáis haciendo, esa gente no son extraños, son vuestros familiares, vuestros amigos y el hecho de que ellos en su casa recen a otro dios en vez de a los que vosotros conocéis y adoráis no les hace diferentes, cada uno tiene que tener el derecho a creer en aquello que le ayude a dormir por las noches, porque al final, ni tu –finalicé señalándola a ella- ni ninguno de vosotros –añadí- va estar con ellos cuando pasen al otro lado –
Carraspeando un poco por haber gritado tanto bajé de la mesa y me senté junto a Fluffy otra vez, sin dar importancia a las miradas que se dirigían hacia mi persona- Que esto os lo tenga que explicar una niña... -murmuré abrazando a mi cabrito, ¿porque tenía que existir tanto odio a lo desconocido?
Alira Bellowood
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
Parece que los recién llegado se sentaron en el medio. Si lo que buscaban era ser el "centro" de atencion, pues lo habían conseguido.
La niña-cabra había tomado a uno por sorpresa para hablarles sobre algo de los cristianos. Parece que algunos adeptos no hacen mas que intentar "seducir" a quien sea para que se una a su religión. Realmente me repugnan, es respetable la idea de traer una nueva religión, pero el medio por como lo llevan a cabo alguno de sus seguidores no me gusta en lo mas mínimo. Para que querían tantos adeptos? si se volvían una mayoría de seguidores no cabrían en ese edificio en el que se reúnen de vez en cuando.
Al parecer uno de los forasteros estaba interesado en el tema de los cristiano, pues este no paraba de preguntarle a quien sea sobre los sucesos recientes en los cuales estaban envueltos los seguidores de esta religión. Acaso el, al parecer humano vestido de verde, sabia que los adeptos estaban literalmente a su lado, y si yo desde aquí conseguía escucharlo seguro que ellos ya lo habrían hecho. De verdad, mantener un perfil bajo no es difícil a veces.
- Oye Crey, me ayudas con este frasco de pepinillos? - me pregunto Bob el barman.
- No hay problema.
Cuando intente abrir la tapa utilice tanta fuerza que rompí el frasco por arriba. Bueno, al menos no se cayeron los pepinillos.
- Válgame dios Crey, acaso intentas ser un poco menos bruto a veces?
- Perdón, ya sabes que me sale solo a veces.
Bob puso los ojos en blanco y tomo el frasco roto. Bueno, en que estaba yo... a si. Mantener un perfil bajo no es algo difícil.
Al parecer al nuestro amigo robin hood estaba un poco liado con su "interrogatorio". Ahora el pobre tenia a una elfa pegada a el. Joder, parecía una garrapata, no lo soltaba no para moverse. El tipo decidió sentarse a mi lado y pedir algo. Realmente creo que tenia un problema, pues intento pagar con ardillas muertas, aunque no mentiré, no me negaría a comerme aunque sea una de ellas. Aun así Bob decidio concederle su pedido por lo que parecía ser lastima.
- Vaya risa ¿No cree? – me comento el desconocido. – Parece que tuve suerte esta vez.
- No tanta como crees, de todos los licántropos con los que podrías toparte aquí, le ofreciste comida al único de ellos que es vegetariano.
- ejem - dijo Bob mientras me miraba de forma inquisitiva y limpiando una jarra.
Me acerque un poco al extraño para hablarle al oído.
- Aunque a el no le gusta que hablen sobre su "condición especial" - dije echando una carcajada.
No me caía mal este tipo, aunque de verdad sentía lastima por el, esa elfa parecía estar pegada a el por algún hechizo o algo, porque realmente no se despegaba de el.
Tristemente el buen rato no duró mucho. Unos extremistas que odiaban el cristianismo habían entrado a la taberna con animo de hacer pleito.
- No - dije por lo bajo.
Ellos comenzaron a tirarle huevos y tomates a los pobres mientras el resto los estaba animando. Comprendo su frustración y enojo por todo lo que estaba sucediendo últimamente, pero esta no era la solución, esto solo nos pondría los unos contra los otros y no haría mas que crear discordia y desconfianza entre los de nuestra raza, tenia miedo de que esto pudiese ir a mas y desembocase en una guerra civil.
- No lo aguanto mas.
Me levante de mi taburete para hacer algo al respecto pero algo me retenía. Me gire y vi que Bob me estaba tomando del bazo.
- No lo hagas Crey, te meterás en problemas.
- Pero no ves lo que están haciendo? esto es inaceptable.
- Lo se hijo, lo se, pero puede que si te metes en esto no saldrás bien parado.
Apreté mi puno y mis diente lleno de frustración. Sabia que Bob no tenia razón, pero qué? debíamos dejarlos ser abucheados por la multitud y ya? es acaso esta la comunidad en la que queremos vivir?.
Los pobres acabaron por irse del bar sin medir palabra. Los comprendo, hay un limite de cuanto uno puede soportar los abucheos de los demás. Resignado volví a mi asiento y di un trago de mi jarra con jugo.
Pero parece que la cosa no había acabado aun, La niña-cabra se paro encima de su mesa y comenzó a darle el sermón a la líder y a todos los de la taberna. Es que acaso esa niña quiere convertirse en cena de licántropos o que?
Después de soltarles una chapa enorme se volvió a sentar en su sitio. Los clientes no la veían con buenos ojo. Mejor hago algo o sino se convertirá en la cena de estos tipos.
Antes de que Bob me dijese algo me acerque rápidamente a la niña y la tome en brazos. Esta comenzó a darme puñetazos y a patalear.
- Ajaja, pero que niña mas extraña no creen - la gente me miraba como si estuviesen a punto de lincharme - la pobre no sabe lo que dice, sera mejor que la lleve con sus padres jeje.
La niña seguía golpeándome y diciéndome que la suelte. Forzando una sonrisa lo mas que pude y apretando los diente me acerque a ella y le dije por lo bajo. Cállate que te estoy salvando el pellejo. Salí de allí tan rápido como pude con la niña en brazos y con lo que parecía ser un cabrito mordiéndome la pierna. Cuando estuve a una distancia prudente de la taberna deje a la niña en el suelo y le dije.
- Estas loca o que te pasa??? te das cuenta de que esos tipos podrían haberte despellejado viva. No son el tipo de personas que se peleen con infantes, pero con todo lo que esta sucediendo últimamente son capaces de hacer cosas que no quiero ni pensar. Y ya te vale con tu sermón. Estoy de acuerdo con todo lo que has dicho, y si, seras la persona con mas pelotas en ese bar. pero de nada sirve si no sobrevives al día de hoy.
Ella parecía no querer escucharme, se había cruzado de brazos y había hinchado sus mejillas. Pare tener el coraje que tuvo ahí dentro aun seguía siendo una niña. Resignado, di un pequeño suspiro.
- Mira, me llamo Crey, no creo que sea buena idea quedarnos aquí, esos tipos podrían salir en cualquier momento y tomar represalias. Quieres venir conmigo? - le dije ofreciéndole la mano - se que soy un extraño pero debes elegir entre este extraño o un grupo de licántropos enfurecido... y por cierto. Podrías decirle a tu mascota que deje de morderme?
Nota*: He hablado con Alira Bellowood y me ha dado permiso para actuar sobre su personaje. Todo lo realizado anteriormente ya ha sido hablado con ella.
La niña-cabra había tomado a uno por sorpresa para hablarles sobre algo de los cristianos. Parece que algunos adeptos no hacen mas que intentar "seducir" a quien sea para que se una a su religión. Realmente me repugnan, es respetable la idea de traer una nueva religión, pero el medio por como lo llevan a cabo alguno de sus seguidores no me gusta en lo mas mínimo. Para que querían tantos adeptos? si se volvían una mayoría de seguidores no cabrían en ese edificio en el que se reúnen de vez en cuando.
Al parecer uno de los forasteros estaba interesado en el tema de los cristiano, pues este no paraba de preguntarle a quien sea sobre los sucesos recientes en los cuales estaban envueltos los seguidores de esta religión. Acaso el, al parecer humano vestido de verde, sabia que los adeptos estaban literalmente a su lado, y si yo desde aquí conseguía escucharlo seguro que ellos ya lo habrían hecho. De verdad, mantener un perfil bajo no es difícil a veces.
- Oye Crey, me ayudas con este frasco de pepinillos? - me pregunto Bob el barman.
- No hay problema.
Cuando intente abrir la tapa utilice tanta fuerza que rompí el frasco por arriba. Bueno, al menos no se cayeron los pepinillos.
- Válgame dios Crey, acaso intentas ser un poco menos bruto a veces?
- Perdón, ya sabes que me sale solo a veces.
Bob puso los ojos en blanco y tomo el frasco roto. Bueno, en que estaba yo... a si. Mantener un perfil bajo no es algo difícil.
Al parecer al nuestro amigo robin hood estaba un poco liado con su "interrogatorio". Ahora el pobre tenia a una elfa pegada a el. Joder, parecía una garrapata, no lo soltaba no para moverse. El tipo decidió sentarse a mi lado y pedir algo. Realmente creo que tenia un problema, pues intento pagar con ardillas muertas, aunque no mentiré, no me negaría a comerme aunque sea una de ellas. Aun así Bob decidio concederle su pedido por lo que parecía ser lastima.
- Vaya risa ¿No cree? – me comento el desconocido. – Parece que tuve suerte esta vez.
- No tanta como crees, de todos los licántropos con los que podrías toparte aquí, le ofreciste comida al único de ellos que es vegetariano.
- ejem - dijo Bob mientras me miraba de forma inquisitiva y limpiando una jarra.
Me acerque un poco al extraño para hablarle al oído.
- Aunque a el no le gusta que hablen sobre su "condición especial" - dije echando una carcajada.
No me caía mal este tipo, aunque de verdad sentía lastima por el, esa elfa parecía estar pegada a el por algún hechizo o algo, porque realmente no se despegaba de el.
Tristemente el buen rato no duró mucho. Unos extremistas que odiaban el cristianismo habían entrado a la taberna con animo de hacer pleito.
- No - dije por lo bajo.
Ellos comenzaron a tirarle huevos y tomates a los pobres mientras el resto los estaba animando. Comprendo su frustración y enojo por todo lo que estaba sucediendo últimamente, pero esta no era la solución, esto solo nos pondría los unos contra los otros y no haría mas que crear discordia y desconfianza entre los de nuestra raza, tenia miedo de que esto pudiese ir a mas y desembocase en una guerra civil.
- No lo aguanto mas.
Me levante de mi taburete para hacer algo al respecto pero algo me retenía. Me gire y vi que Bob me estaba tomando del bazo.
- No lo hagas Crey, te meterás en problemas.
- Pero no ves lo que están haciendo? esto es inaceptable.
- Lo se hijo, lo se, pero puede que si te metes en esto no saldrás bien parado.
Apreté mi puno y mis diente lleno de frustración. Sabia que Bob no tenia razón, pero qué? debíamos dejarlos ser abucheados por la multitud y ya? es acaso esta la comunidad en la que queremos vivir?.
Los pobres acabaron por irse del bar sin medir palabra. Los comprendo, hay un limite de cuanto uno puede soportar los abucheos de los demás. Resignado volví a mi asiento y di un trago de mi jarra con jugo.
Pero parece que la cosa no había acabado aun, La niña-cabra se paro encima de su mesa y comenzó a darle el sermón a la líder y a todos los de la taberna. Es que acaso esa niña quiere convertirse en cena de licántropos o que?
Después de soltarles una chapa enorme se volvió a sentar en su sitio. Los clientes no la veían con buenos ojo. Mejor hago algo o sino se convertirá en la cena de estos tipos.
Antes de que Bob me dijese algo me acerque rápidamente a la niña y la tome en brazos. Esta comenzó a darme puñetazos y a patalear.
- Ajaja, pero que niña mas extraña no creen - la gente me miraba como si estuviesen a punto de lincharme - la pobre no sabe lo que dice, sera mejor que la lleve con sus padres jeje.
La niña seguía golpeándome y diciéndome que la suelte. Forzando una sonrisa lo mas que pude y apretando los diente me acerque a ella y le dije por lo bajo. Cállate que te estoy salvando el pellejo. Salí de allí tan rápido como pude con la niña en brazos y con lo que parecía ser un cabrito mordiéndome la pierna. Cuando estuve a una distancia prudente de la taberna deje a la niña en el suelo y le dije.
- Estas loca o que te pasa??? te das cuenta de que esos tipos podrían haberte despellejado viva. No son el tipo de personas que se peleen con infantes, pero con todo lo que esta sucediendo últimamente son capaces de hacer cosas que no quiero ni pensar. Y ya te vale con tu sermón. Estoy de acuerdo con todo lo que has dicho, y si, seras la persona con mas pelotas en ese bar. pero de nada sirve si no sobrevives al día de hoy.
Ella parecía no querer escucharme, se había cruzado de brazos y había hinchado sus mejillas. Pare tener el coraje que tuvo ahí dentro aun seguía siendo una niña. Resignado, di un pequeño suspiro.
- Mira, me llamo Crey, no creo que sea buena idea quedarnos aquí, esos tipos podrían salir en cualquier momento y tomar represalias. Quieres venir conmigo? - le dije ofreciéndole la mano - se que soy un extraño pero debes elegir entre este extraño o un grupo de licántropos enfurecido... y por cierto. Podrías decirle a tu mascota que deje de morderme?
Nota*: He hablado con Alira Bellowood y me ha dado permiso para actuar sobre su personaje. Todo lo realizado anteriormente ya ha sido hablado con ella.
Crey
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Re: Una cuestión de fe [Libre] [4/4]
- Ninguna palabra de su condición entonces. – Asentí la cabeza resguardando aquello también en mi memoria. – Gracias por la información, nunca está mal saber estas cosas. – Comenté al pueblerino que de cierto modo se había comportado amable.
El sujeto vegetariano tras la barra me había servido un considerable trozo de tarta, por lo visto mi forma típica de actuar había bastado para comer algo decente luego de tanto tiempo “Pues mira a quien le sonríen los Dioses esta vez.” Estaba masticando un trozo de la tarta cuando escuché que habían llegado los problemas “A ti no te sonríen Fred, claro que no.” Resoplé agachando la cabeza pero no me giré en ningún momento, entre menos viese mejor… o eso creía.
Todo lo que escuchaba era información que contradecía lo poco que conseguía, parte de esta apuntaba a que realmente aquellos cristianos eran unos sádicos temidos pero otra señalaba que era gente bondadosa ¿En cuál debía creer? “No creas palabras hasta ver hechos.” Otro buen consejo que ignoraba siempre, nunca fui el mejor alumno por lo visto. Por lo que escuchaba supuse que los recién llegados habían comenzado a tirar cosas, ahora era una multitud la que apoyaba que los tres cristianos se largasen.
Observé de reojo al pueblerino que había sido amable y fue una sorpresa ver que el tabernero lo había detenido, tal vez si aquel sujeto hubiese ido de cabeza a buscar problemas la cosa ahora estuviese más que fea.
- Efectivamente eso es…- Tosí un par de veces a causa de un pedazo de tarta que había quedado a medio camino en su recorrido a mi estomago. – Es mala idea. – Recuperé el aliento y moví el tenedor un poco en el aire. – No lo digo por ser mala persona… aprendí a los golpes.
Los aplausos y vítores fueron la señal de que todo aquello había acabado, volví a enderezarme en el asiento comiendo plácidamente, degusté un poco más aquella tarta de manzana y estaba por girarme para ver por primera vez lo sucedido, solo que la voz de la niña que había hablado antes ahora era nuevamente presente y hablaba al público en general “No, aún no es tiempo Fred.”
- Genevive, se que sonará algo brusco pero… ¿Puedes ser útil y decirme que sucede? Porfavor– Que no pudiese ver no significaba que no me lo pudiesen contar.
- Gente arrojar comida a personas con colgantes, ellos tres marcharse… ahora niña cabra habla subida en mesa. – Solté una pequeña risa al imaginar aquel desastre, había sido una fortuna haberme levantado de aquella mesa “Por primera vez te libraste, veamos cuanto tiempo dura la suerte.”
El discurso que daba la joven no estaba nada mal, parecía ser la más cuerda del lugar “Un rayo de luz en medio de la tormenta.” Pero aun así se necesitaba más que una charla profunda para cambiar un pensamiento colectivo, nada era tan color de rosas, a veces las ideas se quedaban plantadas con golpes, maltratos o demostraciones insanas “Lo que realmente suena interesante… otra cosa que deberemos averiguar de esos cristianos, Fred”
- Ella terminar de hablar, gente del pueblo no parece estar feliz.
- Si… supuse que tendría ese efecto. – Aparté un poco la tarta y volví a levantar la cabeza. – Ahora solo nos queda esperar.
Había dos posibilidades, que los pueblerinos se enojaran mucho más y colgaran a la chica en mitad de una plaza “Lo cual es la más probable conociendo a esta gente.” O que se marchasen con el rabo entre las patas “Como si aquello fuese a ocurrir”. Pero todo eso lo definiría el tiempo.
El sujeto de la barra se había levantado rápidamente, quizá había llegado a su límite, cosa que no sería buena. Solamente fue extraño escuchar uno que otro quejido de la joven, y la voz de aquel sujeto diciendo que la llevaría con sus padres “Muy bien, una tercera posibilidad que no esperaba… ya es momento de observar.” Giré un poco mi cabeza para apreciar el desastre de los tomates y los huevos, las caras de descontento de los presentes y al hombre sacando a la niña de la taberna.
- Algo me dice que todo esto no llevará a nada bueno. – Saqué un par de hierbas de mi bolsa junto a una fruta fresca.- Le agradezco la comida, pero es tiempo de seguir en lo que andaba. – Comenté al tabernero. – Dejo esta en señal de agradecimiento, posiblemente ayude a su… tipo de dieta.
Tomé el plato con la poca tarta que quedaba y caminé hasta le mesa donde estaba Elliot y su amigo, en el camino evité todo lo posible la suciedad que ahora había en el piso, un paso en falso y posiblemente me resbalaría. Coloqué la comida sobre la mesa y limpié un poco una de las sillas para tomar asiento.
- Deberían probar esto, está deliciosa. – Comí otra porción de tarta y no fue raro notar como algunos de los presentes en la taberna susurraban algo entre sí, no parecían de muy buen humor, lo más raro es que miraban a la salida repetidas veces. – Pero la disfrutaría mejor al aire fresco, ya saben… donde las cosas estuviesen más tranquilas… algo así como afuera. – Hice énfasis en la palabra “Afuera” para tratar de transmitir el significado de lo que decía, quería salir de aquel sitio junto a los humanos, ya nos habían visto junto a aquellos raros sectarios y podía ser mala idea seguir allí.
Por otro lado también tenía curiosidad por saber que había sucedido con la chica-bestia, aquel pueblerino se había apresurado a sacarla de aquel lugar, el extraño había sido amable y otras cosas… pero cualquiera puede comportarse como alguien amable y ser un desgraciado en el fondo “¡Muy bien Fred!, otra cosa que debes recordar.” Y efectivamente no podía juzgar un libro por su portada.
- Y que opinan ¿Quisieran comer AFUERA?
- Yo no querer comer afuera. – Contestó Genevive acercando el plato con la tarta, tuve que darle una leve palmada en la mano y alejar la comida.
- Tú no sabes lo que quieres, no tienes ni la más remota idea.
El sujeto vegetariano tras la barra me había servido un considerable trozo de tarta, por lo visto mi forma típica de actuar había bastado para comer algo decente luego de tanto tiempo “Pues mira a quien le sonríen los Dioses esta vez.” Estaba masticando un trozo de la tarta cuando escuché que habían llegado los problemas “A ti no te sonríen Fred, claro que no.” Resoplé agachando la cabeza pero no me giré en ningún momento, entre menos viese mejor… o eso creía.
Todo lo que escuchaba era información que contradecía lo poco que conseguía, parte de esta apuntaba a que realmente aquellos cristianos eran unos sádicos temidos pero otra señalaba que era gente bondadosa ¿En cuál debía creer? “No creas palabras hasta ver hechos.” Otro buen consejo que ignoraba siempre, nunca fui el mejor alumno por lo visto. Por lo que escuchaba supuse que los recién llegados habían comenzado a tirar cosas, ahora era una multitud la que apoyaba que los tres cristianos se largasen.
Observé de reojo al pueblerino que había sido amable y fue una sorpresa ver que el tabernero lo había detenido, tal vez si aquel sujeto hubiese ido de cabeza a buscar problemas la cosa ahora estuviese más que fea.
- Efectivamente eso es…- Tosí un par de veces a causa de un pedazo de tarta que había quedado a medio camino en su recorrido a mi estomago. – Es mala idea. – Recuperé el aliento y moví el tenedor un poco en el aire. – No lo digo por ser mala persona… aprendí a los golpes.
Los aplausos y vítores fueron la señal de que todo aquello había acabado, volví a enderezarme en el asiento comiendo plácidamente, degusté un poco más aquella tarta de manzana y estaba por girarme para ver por primera vez lo sucedido, solo que la voz de la niña que había hablado antes ahora era nuevamente presente y hablaba al público en general “No, aún no es tiempo Fred.”
- Genevive, se que sonará algo brusco pero… ¿Puedes ser útil y decirme que sucede? Porfavor– Que no pudiese ver no significaba que no me lo pudiesen contar.
- Gente arrojar comida a personas con colgantes, ellos tres marcharse… ahora niña cabra habla subida en mesa. – Solté una pequeña risa al imaginar aquel desastre, había sido una fortuna haberme levantado de aquella mesa “Por primera vez te libraste, veamos cuanto tiempo dura la suerte.”
El discurso que daba la joven no estaba nada mal, parecía ser la más cuerda del lugar “Un rayo de luz en medio de la tormenta.” Pero aun así se necesitaba más que una charla profunda para cambiar un pensamiento colectivo, nada era tan color de rosas, a veces las ideas se quedaban plantadas con golpes, maltratos o demostraciones insanas “Lo que realmente suena interesante… otra cosa que deberemos averiguar de esos cristianos, Fred”
- Ella terminar de hablar, gente del pueblo no parece estar feliz.
- Si… supuse que tendría ese efecto. – Aparté un poco la tarta y volví a levantar la cabeza. – Ahora solo nos queda esperar.
Había dos posibilidades, que los pueblerinos se enojaran mucho más y colgaran a la chica en mitad de una plaza “Lo cual es la más probable conociendo a esta gente.” O que se marchasen con el rabo entre las patas “Como si aquello fuese a ocurrir”. Pero todo eso lo definiría el tiempo.
El sujeto de la barra se había levantado rápidamente, quizá había llegado a su límite, cosa que no sería buena. Solamente fue extraño escuchar uno que otro quejido de la joven, y la voz de aquel sujeto diciendo que la llevaría con sus padres “Muy bien, una tercera posibilidad que no esperaba… ya es momento de observar.” Giré un poco mi cabeza para apreciar el desastre de los tomates y los huevos, las caras de descontento de los presentes y al hombre sacando a la niña de la taberna.
- Algo me dice que todo esto no llevará a nada bueno. – Saqué un par de hierbas de mi bolsa junto a una fruta fresca.- Le agradezco la comida, pero es tiempo de seguir en lo que andaba. – Comenté al tabernero. – Dejo esta en señal de agradecimiento, posiblemente ayude a su… tipo de dieta.
Tomé el plato con la poca tarta que quedaba y caminé hasta le mesa donde estaba Elliot y su amigo, en el camino evité todo lo posible la suciedad que ahora había en el piso, un paso en falso y posiblemente me resbalaría. Coloqué la comida sobre la mesa y limpié un poco una de las sillas para tomar asiento.
- Deberían probar esto, está deliciosa. – Comí otra porción de tarta y no fue raro notar como algunos de los presentes en la taberna susurraban algo entre sí, no parecían de muy buen humor, lo más raro es que miraban a la salida repetidas veces. – Pero la disfrutaría mejor al aire fresco, ya saben… donde las cosas estuviesen más tranquilas… algo así como afuera. – Hice énfasis en la palabra “Afuera” para tratar de transmitir el significado de lo que decía, quería salir de aquel sitio junto a los humanos, ya nos habían visto junto a aquellos raros sectarios y podía ser mala idea seguir allí.
Por otro lado también tenía curiosidad por saber que había sucedido con la chica-bestia, aquel pueblerino se había apresurado a sacarla de aquel lugar, el extraño había sido amable y otras cosas… pero cualquiera puede comportarse como alguien amable y ser un desgraciado en el fondo “¡Muy bien Fred!, otra cosa que debes recordar.” Y efectivamente no podía juzgar un libro por su portada.
- Y que opinan ¿Quisieran comer AFUERA?
- Yo no querer comer afuera. – Contestó Genevive acercando el plato con la tarta, tuve que darle una leve palmada en la mano y alejar la comida.
- Tú no sabes lo que quieres, no tienes ni la más remota idea.
Fredericksen
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Zatch
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