La capital de los Lobos [Libre 5/5]
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La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Tras los acontecimientos vividos en el Bosque del Este y una vez decidí mis próximos pasos seguí el río que dijeron que llevaría a Ulmar, una ciudad donde los licántropos vivían de la forma mas civilizada que podían, ya que no eran humanos normales y tenían otros modelos de vida. De hecho, cuando llegue a Ulmar vi sorprendido cual era la forma de la ciudad.
Ulmar no se parecía en nada al modelo de una ciudad humana. Mientras que las ciudades humana eran un gran conglomerado de casas, de tejas o paja las más pobres, y un entramado laberíntico de calles y callejones rodeadas de una solida y férrea muralla de piedra. Ulmar en cambio contaba con una gran empalizada, pero no era algo tan llamativo como una muralla de piedra maciza, y casas que contaban contaban con espacios amplios y que para nada estabas concentradas y pegadas una al lado de la otra, por lo menos las más lujosas si contaban con grandes espacios como de jardín al rededor de una casa grande de forma rectangular y con un techo floral de hierba. En el caso de las menos lujosas si que se podían distinguir viviendas mas pequeñas en los ámbitos mas pobres, pero siempre contaban con un espacio verde alrededor de la vivienda, parecía que a los licántropos les gustaba mucho tener un espacio personal propio donde poder relajarse del trabajo diario. Otra diferencia era que las calles eran simples y para nada caóticas, era muy difícil perderse y que eso lo dijera yo, que era bastante propenso a eso, ya tenia merito.
Sin embargo, pese a la grandeza de la ciudad yo seguía teniendo el mismo problema, no tenia in misero aero ni para llevarme un trozo de pan a la boca y ya ni hablar para alquilar alguna habitación en una posada para pasar la noche. Decidí pues acercarme al centro de la ciudad para ver si habría algún tablón de empleo para trabajar de aprendiz en algún oficio, como chico de los recados o para hacer de mula de carga para alguna partida de caza, aunque por su complexión no creía que pudiera cargar con mucho.
Así pues camino por las calles de tierra batida esperando que el destino le diera un golpe de suerte.
Ulmar no se parecía en nada al modelo de una ciudad humana. Mientras que las ciudades humana eran un gran conglomerado de casas, de tejas o paja las más pobres, y un entramado laberíntico de calles y callejones rodeadas de una solida y férrea muralla de piedra. Ulmar en cambio contaba con una gran empalizada, pero no era algo tan llamativo como una muralla de piedra maciza, y casas que contaban contaban con espacios amplios y que para nada estabas concentradas y pegadas una al lado de la otra, por lo menos las más lujosas si contaban con grandes espacios como de jardín al rededor de una casa grande de forma rectangular y con un techo floral de hierba. En el caso de las menos lujosas si que se podían distinguir viviendas mas pequeñas en los ámbitos mas pobres, pero siempre contaban con un espacio verde alrededor de la vivienda, parecía que a los licántropos les gustaba mucho tener un espacio personal propio donde poder relajarse del trabajo diario. Otra diferencia era que las calles eran simples y para nada caóticas, era muy difícil perderse y que eso lo dijera yo, que era bastante propenso a eso, ya tenia merito.
Sin embargo, pese a la grandeza de la ciudad yo seguía teniendo el mismo problema, no tenia in misero aero ni para llevarme un trozo de pan a la boca y ya ni hablar para alquilar alguna habitación en una posada para pasar la noche. Decidí pues acercarme al centro de la ciudad para ver si habría algún tablón de empleo para trabajar de aprendiz en algún oficio, como chico de los recados o para hacer de mula de carga para alguna partida de caza, aunque por su complexión no creía que pudiera cargar con mucho.
Así pues camino por las calles de tierra batida esperando que el destino le diera un golpe de suerte.
Última edición por Ircan el Lun Ene 08 2018, 00:53, editado 4 veces
Ircan
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Recordaba cuando mi madre me pidió ir a buscar algo de carne para la cena, aunque sabia lo poco que me agradaba ese trabajo, pero si pretendía comer no tenía otra. Ser vegana no era una opción.
Era algo inevitable, los fuertes genes heredados por el lado paterno me dotaron con un gran apetito y los genes maternos con una grande y sensible alma. Así que arrasaba con la comida pero sufría horrores a la hora de cazarla. Irónico ¿no?
Todo comenzó cuando descubrí que era una licántropa y para ser más específicos, cuando me tocó alimentarme por cuenta propia. Realmente estaba hambrienta, como de costumbre, pero claro, no dominaba muy bien el asunto de la caza y tal.
A lo lejos sentí el aroma de mi posible futuro almuerzo, la barriga dolía y de un momento al otro estaba en mi forma de loba sobre aquel pobre e indefenso pajarito que estaba buscando alimento en la tierra. Lo miré con mi hocico lleno de plumas y sangre y pensé –Pobre amiguito, estaba en el lugar incorrecto a la hora incorrecta con una licántropa hambrienta-.
Al regresar a mi forma humana me sentía agotada pero junté cada pluma del pobre (si, sus plumas, porque ni los huesos dejé) y haciendo un pequeño pozo las coloqué en el interior de este y las cubrí. Desde ese día las pesadillas comenzaron y cada año que pasaba el número de víctimas aumentaba, aumentando también estas.
Así es como cada mañana al despertar y antes de salir a cazar recorro los interminables montículos de tierra que fui dejando por el bosque para regarlos, dejar flores o muñequitos a mis pobres e indefensas victimas.
Pero vamos, no es algo que yo pueda controlar, me nace, soy licántropa y debo alimentarme, aunque algunas veces, no sea tan lindo ver la forma en la que lo hago.
Así que de esa forma emprendí un viaje, mi madre esperaba la carne, yo debía hacer mi recorrido pero no me esperaba que algo tan malo ocurriera.
El día uno, acechando desde las sombras vi a un delicioso y apetitoso animal, me imaginé las mil y un formas de poder comerlo, al llegar a casa le pediría a mi madre que lo preparara. Esperé paciente a que se distrajera y cuando creí oportuno salté sobre esté pero se escapó. Aun continuaba como humana y eso no era una buena señal.
-Vamos Julieta… relájate, debes transformarte- Me dije a mi misma y respirando unas veces más me aleje unos buenos kilómetros para intentar encontrar otra presa.
Volvió a ocurrir lo mismo, pero esta vez con éxito.
Otro día pasó y sin darme cuenta me fui alejando cada vez más, solía distraerme mucho en la paz que la soledad me ofrecía. Así continué hasta que me di cuenta que no recordaba como regresar.
Intenté encontrar mi olor, pero me encontraba en un territorio totalmente nuevo. Di vueltas totalmente perdida sin saber a dónde ir, hasta que vi un pequeño camino que decidí seguir aunque no tenía idea de a donde me llevaría, ya que mi sentido de la orientación no siempre me funcionaba… bueno, nunca funcionaba.
Me sentía agotada y con un hambre voraz. Era como si llevara ya tres siglos perdida y solo habían pasado tres días. Todo se debía a la tentación de aquellos manjares, que con el tiempo fueron devorados. A este paso regresaría con las manos vacías, debía encontrar más animales de manera urgente.
Dos víctimas más se unían a la lista, madre se pondría contenta, claro, si podía regresar a casa.
En alerta constante, con un pesado y nuevo valioso tesoro que defender, caminé como pude.
Armada con mi antorcha y los gigantes, enormes, magníficos, suculentos e increíbles tres pequeños conejos, que tanto me costaban cargar pude divisar a lo lejos una ciudad… y haciendo un enorme esfuerzo apuré mi paso para llegar y ver si algún alma bondadosa me ofrecía su ayuda…
Era algo inevitable, los fuertes genes heredados por el lado paterno me dotaron con un gran apetito y los genes maternos con una grande y sensible alma. Así que arrasaba con la comida pero sufría horrores a la hora de cazarla. Irónico ¿no?
Todo comenzó cuando descubrí que era una licántropa y para ser más específicos, cuando me tocó alimentarme por cuenta propia. Realmente estaba hambrienta, como de costumbre, pero claro, no dominaba muy bien el asunto de la caza y tal.
A lo lejos sentí el aroma de mi posible futuro almuerzo, la barriga dolía y de un momento al otro estaba en mi forma de loba sobre aquel pobre e indefenso pajarito que estaba buscando alimento en la tierra. Lo miré con mi hocico lleno de plumas y sangre y pensé –Pobre amiguito, estaba en el lugar incorrecto a la hora incorrecta con una licántropa hambrienta-.
Al regresar a mi forma humana me sentía agotada pero junté cada pluma del pobre (si, sus plumas, porque ni los huesos dejé) y haciendo un pequeño pozo las coloqué en el interior de este y las cubrí. Desde ese día las pesadillas comenzaron y cada año que pasaba el número de víctimas aumentaba, aumentando también estas.
Así es como cada mañana al despertar y antes de salir a cazar recorro los interminables montículos de tierra que fui dejando por el bosque para regarlos, dejar flores o muñequitos a mis pobres e indefensas victimas.
Pero vamos, no es algo que yo pueda controlar, me nace, soy licántropa y debo alimentarme, aunque algunas veces, no sea tan lindo ver la forma en la que lo hago.
Así que de esa forma emprendí un viaje, mi madre esperaba la carne, yo debía hacer mi recorrido pero no me esperaba que algo tan malo ocurriera.
El día uno, acechando desde las sombras vi a un delicioso y apetitoso animal, me imaginé las mil y un formas de poder comerlo, al llegar a casa le pediría a mi madre que lo preparara. Esperé paciente a que se distrajera y cuando creí oportuno salté sobre esté pero se escapó. Aun continuaba como humana y eso no era una buena señal.
-Vamos Julieta… relájate, debes transformarte- Me dije a mi misma y respirando unas veces más me aleje unos buenos kilómetros para intentar encontrar otra presa.
Volvió a ocurrir lo mismo, pero esta vez con éxito.
Otro día pasó y sin darme cuenta me fui alejando cada vez más, solía distraerme mucho en la paz que la soledad me ofrecía. Así continué hasta que me di cuenta que no recordaba como regresar.
Intenté encontrar mi olor, pero me encontraba en un territorio totalmente nuevo. Di vueltas totalmente perdida sin saber a dónde ir, hasta que vi un pequeño camino que decidí seguir aunque no tenía idea de a donde me llevaría, ya que mi sentido de la orientación no siempre me funcionaba… bueno, nunca funcionaba.
Me sentía agotada y con un hambre voraz. Era como si llevara ya tres siglos perdida y solo habían pasado tres días. Todo se debía a la tentación de aquellos manjares, que con el tiempo fueron devorados. A este paso regresaría con las manos vacías, debía encontrar más animales de manera urgente.
Dos víctimas más se unían a la lista, madre se pondría contenta, claro, si podía regresar a casa.
En alerta constante, con un pesado y nuevo valioso tesoro que defender, caminé como pude.
Armada con mi antorcha y los gigantes, enormes, magníficos, suculentos e increíbles tres pequeños conejos, que tanto me costaban cargar pude divisar a lo lejos una ciudad… y haciendo un enorme esfuerzo apuré mi paso para llegar y ver si algún alma bondadosa me ofrecía su ayuda…
Julieta
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Desde mi llegada a Ulmar, ya había conseguido sobrevivir algunos días en aquella ciudad. Por suerte en el tablón de anuncios había algunas pequeñas tareas que podía hacer y que me permitieron los recursos suficientes como para poder mantenerme, es decir, comer de vez en cuando a diario.
Pasada la semana tuve la suerte de ver un anuncio en el que se solicitaba a un ayudante para la Herrería del gran Tom. A mi siempre me había gustado crear cosas, y me gustaban sobretodo las cosas de metal, así que vi aquella oportunidad como un regalo de los dioses. Tome el cartel con el anuncio y me dirigí rápidamente al susodicho lugar.
Al llegar toque la puerta con educación y espere a que me dieran paso.
--Adelante-- sonó una voz en el interior como si fuera un gruñido.
Al entrar me encontré con un hombre de avanzada edad calvo con una frondosa barba pelirroja y bastante ancho de cuerpo, sin duda se cuidaba bien.
--¿Que te trae aquí chico?-- dijo de forma ruda y poco amigable mientras me estudiaba con la mirada determinando que no cumplía con el perfil de cliente.
-H-he-he venido por el anuncio-o-o -- tartamudee algo nervioso.
--¿Tu? -- volvio a estudiar ahora escondiendo una carcajada en su frondosa barba pelirroja --No te ofendas, pero eres demasiado enclenque para ser el ayudante de un herrero.
-- ¡S-s-soy mucho mas de lo que aparento! -- me defendí algo indignado --Podre con ello, se lo prometo. -- dije con una mirada llena de determinación.
El herrero me miro acariciándose la barba como evaluando un balance de perdidas y ganancias.
--Esta bien.-- accedió al final --Te pagare poco y sera un placer ver como te partes como una ramita. Así que te espero aquí, todo buen artesano vive donde tiene su taller y prefiero no tener que esperara que venga de donde quiera que vivas.
--Vivo con lo puesto, señor.-- respondí algo avergonzado pero enormemente feliz, ya se había acabado eso de dormir en las calles, ahora por lo menos tenia techo.
-- Mejor, menos me incomodaras. Me llamo Tom.-- se presento el hombre sin abandonar su tono rudo.
--Yo soy Ircan.-- me presente.
Las semanas siguientes fueron terriblemente agotadoras, pero por suerte no me partí como una ramita, no le ofrecí ese placer a Tom aunque creo que incluso lo recibió con alegría. En verdad, aquel anciano herrero me apreciaba a su manera. En primer lugar, creo que sabia perfectamente que vivía en la calle, no había nada mas que verme, así que el ofrecerme dormir aunque fuera sobre un montón de paja en el suelo al lado de la chimenea podía tomarlo como un gesto de bondad. Luego Tom no siempre podia pagarme mi misero jornal, aunque el tampoco vivía en la abundancia, parecía que los licantropos no necesitaban muy amenudo de los servicios de un herrero, salvo en cosas muy comunes: cuchillos de cocina, ollas, herraduras, etc... cosas de pequeño coste y que tampoco eran muy frecuentes. A Tom le gustaba crear espadas y pesadas armaduras, pero en el tiempo que estuve con el, a pocas les dio salida. Puede que algún viajero o mercenario que pasaba por allí fueran los clientes que mas aeros le aportaron, pero pocos licantropos solicitaban esos productos.
--Esta mala racha es temporal, soy un visionario Ircan. Pronto Ulmer se convertirá en un gran emporio comercial, su lugar es envidiablemente estratégico, ya lo veras ya.
Tom se lo tomaba con humor y confiaba en sus sueños. El era humano y había aprendido herrería en Lunargenta. El motivo por el cual se había mudado a Ulmar era una apuesta empresarial. Parece ser que el arte y los negocios del gran maestre del gremio de herreros, Einar Smidur, no le había permitido escalar profesionalmente y se había encontrado atascado en sus ambiciones. De hecho el sueño de Tom era superar en fama a Einar. Sin embargo es una rivalidad cargada de un gran respeto, ya que Einar había sido el maestro de Tom.
Pero hasta entonces Tom estaba pasando bastantes calamidades económicas y yo me había unido a tal destino. Sin embargo, en algunas ocasiones en vez de pagarme con dinero me dio algunos regalos. Uno de ellos fue una espada bastante oxidada y algo mellada que la usaba para mover las brasas de la chimenea. Puede que fuera una espada bastante pobre y que para cualquier otra persona no pudiera ser catalogada ni como espada, pero para mi fue un honor portar la que seria mi primer arma. De repente ya no me sentía tan indefenso como me había sentido hasta ese momento, ya podía comenzar a defenderme. A parte de eso también me dio alguna de las ropas que ya no le venían, y aunque me quedaban bastante anchas ya vestía mas decentemente.
Pasadas esas semana Tom le había dado por fin un día libre, otra muestra de aprecio escondida tras un rostro adusto.
En todo ese tiempo aun no había podido dedicarse a trabajar sobre su forma de licantropo y sobre las habilidades que debería tener. Por ahora solo sufría por las noches dolores de cabeza que podían ser leves o insufribles jaquecas si había luna llena*. Pero aun ni siquiera sabia como transformarme y ni mucho menos cazar. Así que ese día cogí algunos cuchillos desechados por Tom y fui al bosque, ya que no podía usar un arco utilizaría aquellos cuchillos, que mas que cortar matarían al animal del golpe.
La mañana no fue muy fructífera, bueno, no fue nada fructífera. No había podido cazar nada, lo cual me deprimió de nuevo. Así pues llegado el medio día, me tumbo en la hierba y descanse analizando un poco mi vida hasta ese momento. Sin duda haberme encontrado con Tom seguía siendo un regalo, en aquellas semanas había dejado de ser tan flacucho y por lo menos comía cada día, lo que me había llevado a conseguir cierta constitución y fuerza, a la par que pude alejarme del estado de desnutrición en el que me comenzaba a encontrar.
Me reincorpore para sacar media hogaza de pan que me había dado Tom esa mañana para comer y que había guardado en un morral improvisado. Pero en ese momento vi a una joven pelirroja, que tendría mi misma edad, que avanzaba cansada pero decida por el camino llevando con ella tres conejos recién cazados.
Ni que decir cuanto daño eso a mi escuálido orgullo masculino y licantropo, si es que pudiera tener alguno. Mire embobado y salivando a los conejos. Tom me daba de comer si, pero hacia mucho tiempo que no comíamos carne y aquellos conejos parecían tan apetitosos...
Sin pensarlo dos veces, mas que nada porque el hambre me abrumo, sali al paso de la chica y le di el alto.
--¡Disculpe, señorita! -- exclame ofreciendo mi mejor sonrisa --Veo que anda un poco cansada y perdida. --resalte al poder comprobar mas de cerca que aquella chica tampoco estaba pasando su mejor momento. --Si gusta, puedo preparar una hoguera para que pueda descansar y poder asar esos conejos.-- dije mirándolos reteniendo la saliva-- Puedo darle agua mientras se cocinan y luego puedo compartir mi pan.-- ofrecí sacando mi escueta media hogaza de pan --Le aseguro que soy un gran cocinero --intente ganarme su confianza, definitivamente debía de pegarle un mordisco a esos conejos y puede que eso no me estuviera haciendo ser muy prudente en mis palabras.
_____________________________________________________________________________________________________
*Hago referencia a mi habilidad pasiva "Un solo ser" donde por la noche tengo conflictos con el espíritu de lobo del interior lo que me da problemas con dolores de cabeza que me hacen ser menos diestro, inteligente o me dificulta comprender las cosas.
Pasada la semana tuve la suerte de ver un anuncio en el que se solicitaba a un ayudante para la Herrería del gran Tom. A mi siempre me había gustado crear cosas, y me gustaban sobretodo las cosas de metal, así que vi aquella oportunidad como un regalo de los dioses. Tome el cartel con el anuncio y me dirigí rápidamente al susodicho lugar.
Al llegar toque la puerta con educación y espere a que me dieran paso.
--Adelante-- sonó una voz en el interior como si fuera un gruñido.
Al entrar me encontré con un hombre de avanzada edad calvo con una frondosa barba pelirroja y bastante ancho de cuerpo, sin duda se cuidaba bien.
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--¿Que te trae aquí chico?-- dijo de forma ruda y poco amigable mientras me estudiaba con la mirada determinando que no cumplía con el perfil de cliente.
-H-he-he venido por el anuncio-o-o -- tartamudee algo nervioso.
--¿Tu? -- volvio a estudiar ahora escondiendo una carcajada en su frondosa barba pelirroja --No te ofendas, pero eres demasiado enclenque para ser el ayudante de un herrero.
-- ¡S-s-soy mucho mas de lo que aparento! -- me defendí algo indignado --Podre con ello, se lo prometo. -- dije con una mirada llena de determinación.
El herrero me miro acariciándose la barba como evaluando un balance de perdidas y ganancias.
--Esta bien.-- accedió al final --Te pagare poco y sera un placer ver como te partes como una ramita. Así que te espero aquí, todo buen artesano vive donde tiene su taller y prefiero no tener que esperara que venga de donde quiera que vivas.
--Vivo con lo puesto, señor.-- respondí algo avergonzado pero enormemente feliz, ya se había acabado eso de dormir en las calles, ahora por lo menos tenia techo.
-- Mejor, menos me incomodaras. Me llamo Tom.-- se presento el hombre sin abandonar su tono rudo.
--Yo soy Ircan.-- me presente.
Las semanas siguientes fueron terriblemente agotadoras, pero por suerte no me partí como una ramita, no le ofrecí ese placer a Tom aunque creo que incluso lo recibió con alegría. En verdad, aquel anciano herrero me apreciaba a su manera. En primer lugar, creo que sabia perfectamente que vivía en la calle, no había nada mas que verme, así que el ofrecerme dormir aunque fuera sobre un montón de paja en el suelo al lado de la chimenea podía tomarlo como un gesto de bondad. Luego Tom no siempre podia pagarme mi misero jornal, aunque el tampoco vivía en la abundancia, parecía que los licantropos no necesitaban muy amenudo de los servicios de un herrero, salvo en cosas muy comunes: cuchillos de cocina, ollas, herraduras, etc... cosas de pequeño coste y que tampoco eran muy frecuentes. A Tom le gustaba crear espadas y pesadas armaduras, pero en el tiempo que estuve con el, a pocas les dio salida. Puede que algún viajero o mercenario que pasaba por allí fueran los clientes que mas aeros le aportaron, pero pocos licantropos solicitaban esos productos.
--Esta mala racha es temporal, soy un visionario Ircan. Pronto Ulmer se convertirá en un gran emporio comercial, su lugar es envidiablemente estratégico, ya lo veras ya.
Tom se lo tomaba con humor y confiaba en sus sueños. El era humano y había aprendido herrería en Lunargenta. El motivo por el cual se había mudado a Ulmar era una apuesta empresarial. Parece ser que el arte y los negocios del gran maestre del gremio de herreros, Einar Smidur, no le había permitido escalar profesionalmente y se había encontrado atascado en sus ambiciones. De hecho el sueño de Tom era superar en fama a Einar. Sin embargo es una rivalidad cargada de un gran respeto, ya que Einar había sido el maestro de Tom.
Pero hasta entonces Tom estaba pasando bastantes calamidades económicas y yo me había unido a tal destino. Sin embargo, en algunas ocasiones en vez de pagarme con dinero me dio algunos regalos. Uno de ellos fue una espada bastante oxidada y algo mellada que la usaba para mover las brasas de la chimenea. Puede que fuera una espada bastante pobre y que para cualquier otra persona no pudiera ser catalogada ni como espada, pero para mi fue un honor portar la que seria mi primer arma. De repente ya no me sentía tan indefenso como me había sentido hasta ese momento, ya podía comenzar a defenderme. A parte de eso también me dio alguna de las ropas que ya no le venían, y aunque me quedaban bastante anchas ya vestía mas decentemente.
Pasadas esas semana Tom le había dado por fin un día libre, otra muestra de aprecio escondida tras un rostro adusto.
En todo ese tiempo aun no había podido dedicarse a trabajar sobre su forma de licantropo y sobre las habilidades que debería tener. Por ahora solo sufría por las noches dolores de cabeza que podían ser leves o insufribles jaquecas si había luna llena*. Pero aun ni siquiera sabia como transformarme y ni mucho menos cazar. Así que ese día cogí algunos cuchillos desechados por Tom y fui al bosque, ya que no podía usar un arco utilizaría aquellos cuchillos, que mas que cortar matarían al animal del golpe.
La mañana no fue muy fructífera, bueno, no fue nada fructífera. No había podido cazar nada, lo cual me deprimió de nuevo. Así pues llegado el medio día, me tumbo en la hierba y descanse analizando un poco mi vida hasta ese momento. Sin duda haberme encontrado con Tom seguía siendo un regalo, en aquellas semanas había dejado de ser tan flacucho y por lo menos comía cada día, lo que me había llevado a conseguir cierta constitución y fuerza, a la par que pude alejarme del estado de desnutrición en el que me comenzaba a encontrar.
Me reincorpore para sacar media hogaza de pan que me había dado Tom esa mañana para comer y que había guardado en un morral improvisado. Pero en ese momento vi a una joven pelirroja, que tendría mi misma edad, que avanzaba cansada pero decida por el camino llevando con ella tres conejos recién cazados.
Ni que decir cuanto daño eso a mi escuálido orgullo masculino y licantropo, si es que pudiera tener alguno. Mire embobado y salivando a los conejos. Tom me daba de comer si, pero hacia mucho tiempo que no comíamos carne y aquellos conejos parecían tan apetitosos...
Sin pensarlo dos veces, mas que nada porque el hambre me abrumo, sali al paso de la chica y le di el alto.
--¡Disculpe, señorita! -- exclame ofreciendo mi mejor sonrisa --Veo que anda un poco cansada y perdida. --resalte al poder comprobar mas de cerca que aquella chica tampoco estaba pasando su mejor momento. --Si gusta, puedo preparar una hoguera para que pueda descansar y poder asar esos conejos.-- dije mirándolos reteniendo la saliva-- Puedo darle agua mientras se cocinan y luego puedo compartir mi pan.-- ofrecí sacando mi escueta media hogaza de pan --Le aseguro que soy un gran cocinero --intente ganarme su confianza, definitivamente debía de pegarle un mordisco a esos conejos y puede que eso no me estuviera haciendo ser muy prudente en mis palabras.
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*Hago referencia a mi habilidad pasiva "Un solo ser" donde por la noche tengo conflictos con el espíritu de lobo del interior lo que me da problemas con dolores de cabeza que me hacen ser menos diestro, inteligente o me dificulta comprender las cosas.
Ircan
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
–Disculpe, señorita– Dijo un muchacho deteniendo mi paso de forma abrupta.
– Veo que anda un poco cansada y perdida–. Agregó este, hablando a gran velocidad. – Si gusta, puedo preparar una hoguera para que pueda descansar y poder asar esos conejos. – Sentía que tanta charla veloz me estaba mareando.
Noté que babeaba mientras pronunciaba sus palabras y siguiendo su deseosa mirada comprendí sus intenciones.
Cubrí los conejos con mis manos rápidamente y opté por tomar una posición defensiva, pero no olvidando mis modales le saludé. No quería comenzar con el pie izquierdo si este muchacho podía ser mi boleto de regreso.
–Buenos días, joven– y coloqué una de mis mejores sonrisas para que este no sospechara.
–Le agradezco su preocupación. Tiene razón, me encuentro perdida y quisiera poder regresar a mi hogar ¿Podría ayudarme?–
La oferta de agua fue tentadora y al observar el pobre trozo de pan que el chico poseía y su buena voluntad de compartirlo pensé en lo afortunada que era.
Ahora podía entender porque aquel muchacho estaba tan delgado y me dio mucha pena. Claro que no tanta como para ir regalando la comida y fue ahí cuando una gran idea me iluminó.
–Podría hacer un esfuerzo y ofrecer alguno de estos enormes ejemplares que poseo a cambio de una pequeña ayuda. ¿Qué opina?–
Aunque pensar en entregar mi tesoro no me ponía del todo contenta, sabía que cuando regresara, ya descansada y con mas ánimos, podría cazar un poco más.
No podía darme el gusto de quedarme aquí para siempre..
Me afirmé frente al muchacho y le extendí mi mano.
–Yo soy Julieta ¿y tú, cómo te llamas extraño?–
No pensaba dejar que ese desconocido tomara algo mío de forma gratuita, antes prefería comerme los animales y tener que comenzar otra vez con mi trabajo. Así que negociar me parecía una excelente opción.
– Veo que anda un poco cansada y perdida–. Agregó este, hablando a gran velocidad. – Si gusta, puedo preparar una hoguera para que pueda descansar y poder asar esos conejos. – Sentía que tanta charla veloz me estaba mareando.
Noté que babeaba mientras pronunciaba sus palabras y siguiendo su deseosa mirada comprendí sus intenciones.
Cubrí los conejos con mis manos rápidamente y opté por tomar una posición defensiva, pero no olvidando mis modales le saludé. No quería comenzar con el pie izquierdo si este muchacho podía ser mi boleto de regreso.
–Buenos días, joven– y coloqué una de mis mejores sonrisas para que este no sospechara.
–Le agradezco su preocupación. Tiene razón, me encuentro perdida y quisiera poder regresar a mi hogar ¿Podría ayudarme?–
La oferta de agua fue tentadora y al observar el pobre trozo de pan que el chico poseía y su buena voluntad de compartirlo pensé en lo afortunada que era.
Ahora podía entender porque aquel muchacho estaba tan delgado y me dio mucha pena. Claro que no tanta como para ir regalando la comida y fue ahí cuando una gran idea me iluminó.
–Podría hacer un esfuerzo y ofrecer alguno de estos enormes ejemplares que poseo a cambio de una pequeña ayuda. ¿Qué opina?–
Aunque pensar en entregar mi tesoro no me ponía del todo contenta, sabía que cuando regresara, ya descansada y con mas ánimos, podría cazar un poco más.
No podía darme el gusto de quedarme aquí para siempre..
Me afirmé frente al muchacho y le extendí mi mano.
–Yo soy Julieta ¿y tú, cómo te llamas extraño?–
No pensaba dejar que ese desconocido tomara algo mío de forma gratuita, antes prefería comerme los animales y tener que comenzar otra vez con mi trabajo. Así que negociar me parecía una excelente opción.
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Noté como la chica me miraba con desconfianza, algo que quedo demostrado cuando se llevó los conejos al pecho con gesto protector y se ponía en guardia. Me quedé un poco extrañado, debido a mi situación actual y mi apariencia no me consideraba que fuera una amenaza para nadie.
–Buenos días, joven– y de repente su semblante dio paso a una sonrisa.
"Menudo cambio de actitud" pensé extrañado sin saber muy bien como entender aquella chica.
–Le agradezco su preocupación. Tiene razón, me encuentro perdida y quisiera poder regresar a mi hogar ¿Podría ayudarme?– solicitó de repente.
¿Ayudar? Que extraña sensación, por fin después de semanas, y por no contar el año que tenia de amnesia, iba a ser yo quien iba a ayudar a alguien y no al revés. ¡Que extraña sensación!
Mientras pensaba en como podría ayudar a aquella chica noté como esta me estudiaba con la mirada, analizándome meticulosamente.
–Podría hacer un esfuerzo y ofrecer alguno de estos enormes ejemplares que poseo a cambio de una pequeña ayuda. ¿Qué opina?– volvió a intervenir, parecía que el hecho de que aun no hubiera dado ninguna respuesta la estaba impacientando o haciéndole dudar –Yo soy Julieta ¿y tú, cómo te llamas extraño?–
–Ircan, me llamo Ircan – respondí con rapidez, no podía hacerla esperar más –Un placer conocerte Julieta, y doble placer sera intentar ayudarte, pero....– de repente noté como mis tripas comenzaron a gruñir pidiendo alimento –...pero, puede que sea mejor hablarlo con la tripa llena, seguro que tu también tienes hambre ¿no? – pregunté casi esperanzado para que dijera que si y poder satisfacer mi incipiente hambre.
La chica me miró pensativa no muy convencida sobre si compartir conmigo uno de sus conejos.
–Ademas, es mejor que me cuentes tu historia y lo que te ha pasado con una buena comida en un ambiente más relajado que en medio de un camino.– argumenté mi idea para tentarla a aceptar –Conozco un buen sitio donde poder hacer una hoguera para cocinar como los dioses mandan esos conejos.– añadí con una esperanzadora sonrisa – ¿Que me dices?
–Buenos días, joven– y de repente su semblante dio paso a una sonrisa.
"Menudo cambio de actitud" pensé extrañado sin saber muy bien como entender aquella chica.
–Le agradezco su preocupación. Tiene razón, me encuentro perdida y quisiera poder regresar a mi hogar ¿Podría ayudarme?– solicitó de repente.
¿Ayudar? Que extraña sensación, por fin después de semanas, y por no contar el año que tenia de amnesia, iba a ser yo quien iba a ayudar a alguien y no al revés. ¡Que extraña sensación!
Mientras pensaba en como podría ayudar a aquella chica noté como esta me estudiaba con la mirada, analizándome meticulosamente.
–Podría hacer un esfuerzo y ofrecer alguno de estos enormes ejemplares que poseo a cambio de una pequeña ayuda. ¿Qué opina?– volvió a intervenir, parecía que el hecho de que aun no hubiera dado ninguna respuesta la estaba impacientando o haciéndole dudar –Yo soy Julieta ¿y tú, cómo te llamas extraño?–
–Ircan, me llamo Ircan – respondí con rapidez, no podía hacerla esperar más –Un placer conocerte Julieta, y doble placer sera intentar ayudarte, pero....– de repente noté como mis tripas comenzaron a gruñir pidiendo alimento –...pero, puede que sea mejor hablarlo con la tripa llena, seguro que tu también tienes hambre ¿no? – pregunté casi esperanzado para que dijera que si y poder satisfacer mi incipiente hambre.
La chica me miró pensativa no muy convencida sobre si compartir conmigo uno de sus conejos.
–Ademas, es mejor que me cuentes tu historia y lo que te ha pasado con una buena comida en un ambiente más relajado que en medio de un camino.– argumenté mi idea para tentarla a aceptar –Conozco un buen sitio donde poder hacer una hoguera para cocinar como los dioses mandan esos conejos.– añadí con una esperanzadora sonrisa – ¿Que me dices?
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Ahora por lo menos sabía el nombre del muchacho. Si algo ocurría y lograba escapar, sabría a quien buscar.
–Un placer conocerte Julieta, y doble placer será intentar ayudarte, pero.... pero, puede que sea mejor hablarlo con la tripa llena, seguro que tu también tienes hambre ¿no? –
Me dio risa su comentario ya que, básicamente, vivía para comer. Al parecer compartíamos ese mismo gusto con el muchacho.
Aun sabiendo que él intentaba ser amable, no tenia duda alguna que estaba más interesado en saborear mis conejos que en saber sobre mí. Así que me limité a sonreír y asentir dejándome guiar.
No sabía a dónde nos dirigíamos, solo verde nos rodeaba. Observé que tranquilamente se podía enterrar a alguien en este lugar y pasarían días hasta que alguien lo notara. De a poco la naturaleza nos cubría cada vez más, eso me agradaba, aunque no tanto la idea de ser enterrada.
El sonido del agua llegaba a mis oídos y pude imaginarme saciando mi sed en ella. Avancé veloz guiada más que nada por la necesidad y di con un bello claro. Este era atravesado por un arroyo de aguas claras y sin dudarlo corrí hasta el golpeando mis rodillas con fuerza contra la dura tierra. Bebí sin detenerme, hasta sentir que me quedaba sin aire.
Ya con un problema menos en mi lista, fui hasta donde se encontraba Ircan preparando todo para comenzar a cocinar.
-¿Necesitas ayuda con algo?- Le pregunté.
Lo veía muy concentrado en su trabajo, apilando pequeñas ramas y comenzando a prender el fuego.
Me senté a un lado para poder observarlo y comencé a preparar los conejos.
Por mi parte tenía prisa, ya que luego de un buen almuerzo pensaba terminar dándome un chapuzón para quitar todos los males. Sabía que mi cuerpo me lo agradecería.
–Un placer conocerte Julieta, y doble placer será intentar ayudarte, pero.... pero, puede que sea mejor hablarlo con la tripa llena, seguro que tu también tienes hambre ¿no? –
Me dio risa su comentario ya que, básicamente, vivía para comer. Al parecer compartíamos ese mismo gusto con el muchacho.
Aun sabiendo que él intentaba ser amable, no tenia duda alguna que estaba más interesado en saborear mis conejos que en saber sobre mí. Así que me limité a sonreír y asentir dejándome guiar.
No sabía a dónde nos dirigíamos, solo verde nos rodeaba. Observé que tranquilamente se podía enterrar a alguien en este lugar y pasarían días hasta que alguien lo notara. De a poco la naturaleza nos cubría cada vez más, eso me agradaba, aunque no tanto la idea de ser enterrada.
El sonido del agua llegaba a mis oídos y pude imaginarme saciando mi sed en ella. Avancé veloz guiada más que nada por la necesidad y di con un bello claro. Este era atravesado por un arroyo de aguas claras y sin dudarlo corrí hasta el golpeando mis rodillas con fuerza contra la dura tierra. Bebí sin detenerme, hasta sentir que me quedaba sin aire.
Ya con un problema menos en mi lista, fui hasta donde se encontraba Ircan preparando todo para comenzar a cocinar.
-¿Necesitas ayuda con algo?- Le pregunté.
Lo veía muy concentrado en su trabajo, apilando pequeñas ramas y comenzando a prender el fuego.
Me senté a un lado para poder observarlo y comencé a preparar los conejos.
Por mi parte tenía prisa, ya que luego de un buen almuerzo pensaba terminar dándome un chapuzón para quitar todos los males. Sabía que mi cuerpo me lo agradecería.
Julieta
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
La respuesta de la chica la recibí en lenguaje no verbal. La chica asintió con la cabeza y sonrió. Así pues me dispuse a guiarla.
En los tiempos libres que me daba Tom había salido a las afueras de la ciudad para entrenar por mi mismo mis habilidades de licántropo intentando afinar mis instintos para la caza. Siempre con escaso resultado. Mis sentidos de licántropo o bien eran inexistentes o bien eran demasiado para que mi cerebro pudiera asimilarlo ordenadamente, a parte del hecho que aún no había aprendido a como transformarme.
Sin embargo si que había aprendido a recolectar algunos frutos del bosque como moras, fresas, ajos silvestres y otros frutos o hortalizas que crecían en estado natural. En uno de mis paseos había encontrado un lugar bastante relajante. Un pequeño claro atravesado por uno de los afluentes del río que daba agua a la ciudad, río del cual aún no sabia nombre. Era un sitio apacible y relajante por el sonido del agua que corría tranquila.
En el camino fui tomando ramas y hojas secas para la hoguera, así que cuando llegamos al lugar ya tenia todo preparado. Mientras él lo colocaba todo y comenzaba a prepararlo la chica fue corriendo al arrollo para calmar su sed. La observé sonriente.
"Cuanta energía" pensé.
Comencé a chascar las piedras contras las hojas secas para prenderlas con las chispas que soltaban las piedra al chocar cuando la joven volvió a donde yo estaba.
-¿Necesitas ayuda con algo?- preguntó la chica ya algo más relajada y con más confianza.
-Si quieres ves despellejando los conejos.- le respondí ofreciéndole un rudimentario cuchillo.
Al momento vi la cara de Julieta descomponerse en un semblante de pena y tristeza. No comprendí muy bien el motivo, ¿puede que aquello fuera un poco duro para ella? Después de verla con tres conejos recién cazados había pensaba que la chica se dedicaba a eso.
-Emmm....- intenté rectificar- No te preocupes si quieres lo hago yo.-dije tomando los conejos -Si quieres busca unos palos y ves al lago para lavarlos, los usaremos para colocar los conejos encima del fuego.
En los tiempos libres que me daba Tom había salido a las afueras de la ciudad para entrenar por mi mismo mis habilidades de licántropo intentando afinar mis instintos para la caza. Siempre con escaso resultado. Mis sentidos de licántropo o bien eran inexistentes o bien eran demasiado para que mi cerebro pudiera asimilarlo ordenadamente, a parte del hecho que aún no había aprendido a como transformarme.
Sin embargo si que había aprendido a recolectar algunos frutos del bosque como moras, fresas, ajos silvestres y otros frutos o hortalizas que crecían en estado natural. En uno de mis paseos había encontrado un lugar bastante relajante. Un pequeño claro atravesado por uno de los afluentes del río que daba agua a la ciudad, río del cual aún no sabia nombre. Era un sitio apacible y relajante por el sonido del agua que corría tranquila.
En el camino fui tomando ramas y hojas secas para la hoguera, así que cuando llegamos al lugar ya tenia todo preparado. Mientras él lo colocaba todo y comenzaba a prepararlo la chica fue corriendo al arrollo para calmar su sed. La observé sonriente.
"Cuanta energía" pensé.
Comencé a chascar las piedras contras las hojas secas para prenderlas con las chispas que soltaban las piedra al chocar cuando la joven volvió a donde yo estaba.
-¿Necesitas ayuda con algo?- preguntó la chica ya algo más relajada y con más confianza.
-Si quieres ves despellejando los conejos.- le respondí ofreciéndole un rudimentario cuchillo.
Al momento vi la cara de Julieta descomponerse en un semblante de pena y tristeza. No comprendí muy bien el motivo, ¿puede que aquello fuera un poco duro para ella? Después de verla con tres conejos recién cazados había pensaba que la chica se dedicaba a eso.
-Emmm....- intenté rectificar- No te preocupes si quieres lo hago yo.-dije tomando los conejos -Si quieres busca unos palos y ves al lago para lavarlos, los usaremos para colocar los conejos encima del fuego.
Ircan
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Ircan me tendió un cuchillo, creo que se dio cuenta de cuánto me afectó aquel pedido que automáticamente lo retiro de mi vista y se ofreció a hacerlo él.
A saber las cosas que pensaría y lo peor ¿porque me importaba a mí lo que el pensara?
-Si quieres busca unos palos y ves al lago para lavarlos, los usaremos para colocar los conejos encima del fuego-
Asentí y me levante rápidamente, cubriendo mi rostro apenado por aquel incomodo momento.
No tardé mucho en cumplir la orden y regresé a mi lugar. Ircan ya tenía todo más que listo, solo faltaba poner esas bellezas a cocinar y estaba segura de que la tensión del momento quedaría en el olvido.
Mientras esperaba me acomodé en un pequeño rincón donde comencé a pasar lista mental de todos los acontecimientos ocurridos hasta llegar a este lugar.
¿Sería que mi madre estaba preocupada por mi larga ausencia? No creo, no era la primera vez que me ausentaba durante tanto tiempo, sin contar cuando me fui de casa.
Sin darme cuenta deje escapar un suspiro y la voz de mi compañero me trajo de regreso a la realidad -¿Ocurre algo Julieta?-
Al darme cuenta que mi descuido fue notado por él me sonrojé y negué al instante.
-No, Ircan. La verdad es que solo buscaba donde poder pasar la noche. Pero este lugar está muy expuesto, aunque debe ser muy bello cuando la luna lo ilumina.-
Dije esto último con una sonrisa cargada de nostalgia. Extrañaba a mi madre, extrañaba cada rincón de mi hogar… lo extrañaba todo.
Con suerte, pronto regresaría y mi vida volvería a la normalidad. O eso esperaba.
A saber las cosas que pensaría y lo peor ¿porque me importaba a mí lo que el pensara?
-Si quieres busca unos palos y ves al lago para lavarlos, los usaremos para colocar los conejos encima del fuego-
Asentí y me levante rápidamente, cubriendo mi rostro apenado por aquel incomodo momento.
No tardé mucho en cumplir la orden y regresé a mi lugar. Ircan ya tenía todo más que listo, solo faltaba poner esas bellezas a cocinar y estaba segura de que la tensión del momento quedaría en el olvido.
Mientras esperaba me acomodé en un pequeño rincón donde comencé a pasar lista mental de todos los acontecimientos ocurridos hasta llegar a este lugar.
¿Sería que mi madre estaba preocupada por mi larga ausencia? No creo, no era la primera vez que me ausentaba durante tanto tiempo, sin contar cuando me fui de casa.
Sin darme cuenta deje escapar un suspiro y la voz de mi compañero me trajo de regreso a la realidad -¿Ocurre algo Julieta?-
Al darme cuenta que mi descuido fue notado por él me sonrojé y negué al instante.
-No, Ircan. La verdad es que solo buscaba donde poder pasar la noche. Pero este lugar está muy expuesto, aunque debe ser muy bello cuando la luna lo ilumina.-
Dije esto último con una sonrisa cargada de nostalgia. Extrañaba a mi madre, extrañaba cada rincón de mi hogar… lo extrañaba todo.
Con suerte, pronto regresaría y mi vida volvería a la normalidad. O eso esperaba.
Última edición por Julieta el Lun Jul 10 2017, 12:30, editado 1 vez
Julieta
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Comencé a despellejar los conejos con rapidez, tenia bastante practica en eso pues siempre los había despellejado en casa de mi madre. Algo que me trajo unos recuerdos que inmediatamente descarte de mi mente para que no me invadiera la pena ni el desanimo.
Cuando Julieta volvió ya los tenía prácticamente listos para colocarlos en el fuego. Clave cuatro palos en el suelo con forma de "V" al final, coloque los conejos en los palos lavados por Julieta y los ate con una fino cordel que llevaba conmigo. Los coloqué en y comencé a asarlos dándoles la vuelta cada cierto tiempo.
Mientras esperaba saque algo de romero y hierbas aromáticas de mi zurrón que había estado recolectando aquella mañana al igual que un puñado de moras. Saque un paño limpio y coloque en él las hojas de las hierbas que hice bastante pequeñas. Luego coloqué las moras y las estruje usando el paño como un improvisado mortero.
En ese momento escuche un suspiro proveniente del rincón al que se habia apartado Julie, parecía que no le agradaba mucho el hecho de ver a los conejos en aquel estado. Eso era bastante raro. Aún así me preocupe por si a la chica le pasaba algo.
-¿Ocurre algo, Julieta?- le pregunté volviéndome para mirarla.
-No, Ircan. La verdad es que solo buscaba donde poder pasar la noche. Pero este lugar está muy expuesto, aunque debe ser muy bello cuando la luna lo ilumina.-- dijo la chica algo sonrojada.
Yo palidecí un poco al escuchar lo de la Luna, aún recordaba mi incidente con Zarina y Balnn en los Bosques del Este, antes de llegar a Ulmer, algo de lo que no me sentía especialmente orgulloso.
-Eh...- intenté recomponerme -Yo podría preguntarle a Tom si tiene algún hueco para ti en su casa, aunque no prometo nada... No es que estemos pasando por el mejor momento.- ofrecí aunque comencé a imaginarme a Tom dándome un buen mamporro por ofrecer su casa a desconocidos. Pero es que la chica e dio lastima.
Ésta me miró desconcertada con una mirada que venia a significar "¿Quien es Tom?".
-Ah... si perdona... Tom es un herrero humano que me ha dado cobijo a cambio de ayudarle con la herrería. Es una persona amable, - recordé en aquel momento el rostro adusto y habitual de Tom - a su manera...- añadí -No se si te dejará, pero podemos intentarlo. Además puede que no sea por mucho tiempo ¿No? Quiero decir, no creo que hayas venia a quedarte a vivir a Ulmer ¿O me equivoco?
En ese momento capté el olor a carne que comenzaba a chamuscarse y de repente me acordé de que debía de seguir moviendo los conejos. Me giré con rapidez y les di la vuelta.
"Esto ya casi está" pensé con una sonrisa.
Mientras esperaba la respuesta de Julieta comencé a aplicar a los conejos la salsa de moras algo rudimentaria que había preparado extendiéndola con el paño para no quemarme. En casa lo habían comido muchas veces con una salsa como esa. Y aunque seguramente no pudiera igualar a la salsa de moras que hacia mi madre, esperaba no quedarme muy atrás.
Cuando Julieta volvió ya los tenía prácticamente listos para colocarlos en el fuego. Clave cuatro palos en el suelo con forma de "V" al final, coloque los conejos en los palos lavados por Julieta y los ate con una fino cordel que llevaba conmigo. Los coloqué en y comencé a asarlos dándoles la vuelta cada cierto tiempo.
Mientras esperaba saque algo de romero y hierbas aromáticas de mi zurrón que había estado recolectando aquella mañana al igual que un puñado de moras. Saque un paño limpio y coloque en él las hojas de las hierbas que hice bastante pequeñas. Luego coloqué las moras y las estruje usando el paño como un improvisado mortero.
En ese momento escuche un suspiro proveniente del rincón al que se habia apartado Julie, parecía que no le agradaba mucho el hecho de ver a los conejos en aquel estado. Eso era bastante raro. Aún así me preocupe por si a la chica le pasaba algo.
-¿Ocurre algo, Julieta?- le pregunté volviéndome para mirarla.
-No, Ircan. La verdad es que solo buscaba donde poder pasar la noche. Pero este lugar está muy expuesto, aunque debe ser muy bello cuando la luna lo ilumina.-- dijo la chica algo sonrojada.
Yo palidecí un poco al escuchar lo de la Luna, aún recordaba mi incidente con Zarina y Balnn en los Bosques del Este, antes de llegar a Ulmer, algo de lo que no me sentía especialmente orgulloso.
-Eh...- intenté recomponerme -Yo podría preguntarle a Tom si tiene algún hueco para ti en su casa, aunque no prometo nada... No es que estemos pasando por el mejor momento.- ofrecí aunque comencé a imaginarme a Tom dándome un buen mamporro por ofrecer su casa a desconocidos. Pero es que la chica e dio lastima.
Ésta me miró desconcertada con una mirada que venia a significar "¿Quien es Tom?".
-Ah... si perdona... Tom es un herrero humano que me ha dado cobijo a cambio de ayudarle con la herrería. Es una persona amable, - recordé en aquel momento el rostro adusto y habitual de Tom - a su manera...- añadí -No se si te dejará, pero podemos intentarlo. Además puede que no sea por mucho tiempo ¿No? Quiero decir, no creo que hayas venia a quedarte a vivir a Ulmer ¿O me equivoco?
En ese momento capté el olor a carne que comenzaba a chamuscarse y de repente me acordé de que debía de seguir moviendo los conejos. Me giré con rapidez y les di la vuelta.
"Esto ya casi está" pensé con una sonrisa.
Mientras esperaba la respuesta de Julieta comencé a aplicar a los conejos la salsa de moras algo rudimentaria que había preparado extendiéndola con el paño para no quemarme. En casa lo habían comido muchas veces con una salsa como esa. Y aunque seguramente no pudiera igualar a la salsa de moras que hacia mi madre, esperaba no quedarme muy atrás.
Ircan
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Una cosa era pasar la noche sola, otra pasar la noche cerca de un extraño y otra muy diferente pasar la noche cerca de dos.
Al escucharlo idear ese plan recordé en la situación que me encontraba, era una muchacha sola, joven y estaba perdida.
La vida misma me demostró que todo favor tiene un valor y que nada en esta vida es gratuito.
Así que me limité a observar a mi compañero para que me comentara más sobre aquel hombre. Se notaba que le tenía un gran cariño y simplemente la curiosidad me superó.
La idea de dormir bajo un techo era tentadora, pero no buena. ¿Y si en medio de la noche se levantaban y me tendían una trampa?
Mi madre siempre decía que no debía confiar en nadie, aunque esta persona sea una Diosa adorada. También decía que el mundo estaba lleno de peligros, pero ahora ella no estaba y yo me encontraba en una situación delicada.
Miraba a la nada cuando sentí sus ojos curiosos puestos sobre mí.
-No se si te dejará, pero podemos intentarlo. Además puede que no sea por mucho tiempo ¿No? Quiero decir, no creo que hayas venido a quedarte a vivir a Ulmer ¿O me equivoco?-
Dijo finalmente, a lo que yo negué con mi cabeza.
-Te agradezco la ayuda, pero para mí no es molestia pasar la noche bajo las estrellas y aparte no quiero causarles ningún problema ni a ti ni a aquel buen hombre, parecen ser muy amables y no quisiera abusar de eso-
Le sonreí para que se quedara tranquilo, la verdad él no parecía tan malo después de todo.
-¿Quedarme a vivir en… Ulmer? No, esa no es la idea Ircan, la verdad es que no se cómo pude alejarme tanto de casa-
Suspiré molesta conmigo misma.
-Supongo que estaré el tiempo necesario para descansar y prepararme para el regreso y espero que eso no sea mucho. - Continué hablando mientras levantaba un poco la vista. A lo lejos una pequeña ave se refrescaba en el agua y yo deseaba con todas mis fuerzas hacer lo mismo.
Mi panza comenzó a gruñir con desesperación, los conejos olían como la gloria misma y eso que se veían un poco oscuros a causa del descuido por parte de aquel curioso muchacho.
Sonreí al verlo correr para darlos vuelta y le gruñí muy bajo.
-Como los quemes saldrás a cazarlos tu! Mira que muero de hambre y no quiero comer carbón! -
No sé si soné muy ruda o si se sorprendió por la confianza con la que le hablé pero reí con ganas al ver como sus ojos se agrandaban, no supe bien distinguir aquella expresión pero la verdad se veía gracioso.
En ese instante estaba segura de algo. Como Ircan se distrajera una vez más, me comería su conejo también y luego de eso, el merecido baño.
Ahora ya tenía un plan y sentía que la vida le sonreía nuevamente. Al menos por el momento y eso era suficiente.
Al escucharlo idear ese plan recordé en la situación que me encontraba, era una muchacha sola, joven y estaba perdida.
La vida misma me demostró que todo favor tiene un valor y que nada en esta vida es gratuito.
Así que me limité a observar a mi compañero para que me comentara más sobre aquel hombre. Se notaba que le tenía un gran cariño y simplemente la curiosidad me superó.
La idea de dormir bajo un techo era tentadora, pero no buena. ¿Y si en medio de la noche se levantaban y me tendían una trampa?
Mi madre siempre decía que no debía confiar en nadie, aunque esta persona sea una Diosa adorada. También decía que el mundo estaba lleno de peligros, pero ahora ella no estaba y yo me encontraba en una situación delicada.
Miraba a la nada cuando sentí sus ojos curiosos puestos sobre mí.
-No se si te dejará, pero podemos intentarlo. Además puede que no sea por mucho tiempo ¿No? Quiero decir, no creo que hayas venido a quedarte a vivir a Ulmer ¿O me equivoco?-
Dijo finalmente, a lo que yo negué con mi cabeza.
-Te agradezco la ayuda, pero para mí no es molestia pasar la noche bajo las estrellas y aparte no quiero causarles ningún problema ni a ti ni a aquel buen hombre, parecen ser muy amables y no quisiera abusar de eso-
Le sonreí para que se quedara tranquilo, la verdad él no parecía tan malo después de todo.
-¿Quedarme a vivir en… Ulmer? No, esa no es la idea Ircan, la verdad es que no se cómo pude alejarme tanto de casa-
Suspiré molesta conmigo misma.
-Supongo que estaré el tiempo necesario para descansar y prepararme para el regreso y espero que eso no sea mucho. - Continué hablando mientras levantaba un poco la vista. A lo lejos una pequeña ave se refrescaba en el agua y yo deseaba con todas mis fuerzas hacer lo mismo.
Mi panza comenzó a gruñir con desesperación, los conejos olían como la gloria misma y eso que se veían un poco oscuros a causa del descuido por parte de aquel curioso muchacho.
Sonreí al verlo correr para darlos vuelta y le gruñí muy bajo.
-Como los quemes saldrás a cazarlos tu! Mira que muero de hambre y no quiero comer carbón! -
No sé si soné muy ruda o si se sorprendió por la confianza con la que le hablé pero reí con ganas al ver como sus ojos se agrandaban, no supe bien distinguir aquella expresión pero la verdad se veía gracioso.
En ese instante estaba segura de algo. Como Ircan se distrajera una vez más, me comería su conejo también y luego de eso, el merecido baño.
Ahora ya tenía un plan y sentía que la vida le sonreía nuevamente. Al menos por el momento y eso era suficiente.
Julieta
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
La chica había declinado mi oferta con una fingida amabilidad. Pues detrás de aquella sonrisa se denotaba una gran desconfianza en las intenciones que yo hubiera podido tener para invitarla. Había declinado mi oferta argumentando que le gustaba más dormir al raso.
-Bueno, entonces espero que las bestias salvajes del bosque te dejen dormir y no te hagan daño.- deje caer tomándome una pequeña venganza por la desconfianza -Si tu crees que es lo mejor. No insistiré más.
La chica me hablo de sus planes al mismo tiempo que yo terminaba de preparar los conejos.
-Como los quemes ¡saldrás a cazarlos tu! ¡Mira que muero de hambre y no quiero comer carbón! - soltó la chica para luego soltar una carcajada.
Me quedé algo extrañado por el comentario. No entendí muy bien a Julieta. Desconfiaba para unas cosas pero para otras tenía toda la confianza del mundo.
-Bueno, a la próxima los cocinas tu. A ver como te salen.- refunfuñe algo molesto.
Los conejos no se había quemado tanto y no comprendía muy bien su juego de ahora confió y ahora no confió.
Hice a un lado aquellos pensamientos y saque los conejos del juego y le acerque uno de ellos para que lo cogiera.
-Que aproveche- dije esbozando una sonrisa algo forzada debido al lio que tenía en mi cabeza.
Por un rato comí en silencio sin saber muy bien que decirle a aquella chica que se había comportando de aquella forma tan extraña cuando él solo había intentado ser amable. Al final se formó un silencio algo incomodo que intenté romper.
-Y bueno... ¿de dónde eres entonces?- pregunte algo torpe -¿Como es que has llegado hasta Ulmer?
-Bueno, entonces espero que las bestias salvajes del bosque te dejen dormir y no te hagan daño.- deje caer tomándome una pequeña venganza por la desconfianza -Si tu crees que es lo mejor. No insistiré más.
La chica me hablo de sus planes al mismo tiempo que yo terminaba de preparar los conejos.
-Como los quemes ¡saldrás a cazarlos tu! ¡Mira que muero de hambre y no quiero comer carbón! - soltó la chica para luego soltar una carcajada.
Me quedé algo extrañado por el comentario. No entendí muy bien a Julieta. Desconfiaba para unas cosas pero para otras tenía toda la confianza del mundo.
-Bueno, a la próxima los cocinas tu. A ver como te salen.- refunfuñe algo molesto.
Los conejos no se había quemado tanto y no comprendía muy bien su juego de ahora confió y ahora no confió.
Hice a un lado aquellos pensamientos y saque los conejos del juego y le acerque uno de ellos para que lo cogiera.
-Que aproveche- dije esbozando una sonrisa algo forzada debido al lio que tenía en mi cabeza.
Por un rato comí en silencio sin saber muy bien que decirle a aquella chica que se había comportando de aquella forma tan extraña cuando él solo había intentado ser amable. Al final se formó un silencio algo incomodo que intenté romper.
-Y bueno... ¿de dónde eres entonces?- pregunte algo torpe -¿Como es que has llegado hasta Ulmer?
Ircan
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Unos cuantos meses después...
Habían pasado muchos meses en Ulmer, meses bastante activos. El momento en el que se encontró con aquella extraña chica que desapareció de repente parecía que sucedió hace años*. Ahora había pasado una gran pandemia que había arrasado con la mayoría de la población. Los supervivientes se dedicaban precisamente a eso, ha sobrevivir. La obtención de los recursos más básicos era muy escasa, el agua que bajaba por el pequeño rió baja emponzoñada por la descomposición de los cadáveres en algún punto de su curso. El paso de unos pocos meses de cierta tranquilidad no habían bastado para devolver la normalidad a la capital de los lobos. El antiguo enclave que se presentaba como un potencial puerto comercial, ahora corría el riesgo de convertirse en una sede del mercado negro y los bajos fondos. Sin embargo, yo no fui consciente de ello hasta que por fin, tras unos largos meses sufriendo y luego curándome de la enfermedad, pude volver a casa.
-¡Por fin en casa! - inspiré hondo. No era el olor que recordaba, pero era mucho mejor de lo que esperaba tras haber estado en Dundarak. Incluso una parte de mi se alegraba de aquella diferencia, aunque fuera algo macabro alegrarse por eso. -¡Vamos! - apremié a mi compañera. -¡Me muero de ganas por ver si Tom está bien!
Comencé a correr hacía la ciudad impulsado por aquella duda que me había atormentado durante meses. Me paré en seco, había olvidado por completo contar a Astrid quién era Tom.
-Esto...- tosí intentado encontrar la forma de explicarlo. -Tom es... un herrero humano que me acogió cuando llegué a Ulmer. - sonreí al recordar aquel momento. -Y desde entonces ha sido como el padre que nunca tuve. -miré a Astrid. -No te preocupes. ¡Seguro que le caes bien! El nunca lo admitirá pero... siente debilidad paternal por todo aquel más joven que él, sobretodo si es una chica.- volví a reprender la marcha. -¡Vamos!
Nada más traspasar las puertas pude sentir los estragos que había sufrido la ciudad. Las pequeñas murallas de madera mostraban lugares dónde se habían derrumbado. La hierba crecía algo marchita y muchas casas estaban destartaladas. Había un pequeño murmullo de vida que aún no se libraba del todo del pesado silencio de la muerte. El corazón se me encogió, por primera vez el miedo supero a la esperanza, y el positivismo que me había esforzado en mantener se convirtió en desesperación. Mis pasos fueron cada vez más rápidos, acordes al ritmo de los latidos de mi corazón.
Por fin vislumbré la casa, no estaba pasando sus mejores tiempos pero... pero aún parecía cobijar vida en ella. Pronto escuché el sonido del martillo y el yunque. La alegría inundó mi corazón, sacando a la fuerza a la desesperación que en el había anidado. Mis ojos se llenaron de lagrimas y comencé a correr.
La puerta del taller estaba abierta, como siempre lo había estado, la traspasé y allí estaba el grandullón hombre calvo de barba pelirroja, esgrimiendo su martillo como siempre, como si aquella pesadilla no hubiera ocurrido nunca. Cuando alzó la mirada para ver quién había entrado en su establecimiento el hombre se quedo parado durante un tiempo, y el martillo cayó libre al suelo.
-C...chi...chico... has... ¡has vuelto! - su rostro fue pasando de la incredulidad a la alegría. -¡HAS VUELTO!- grito tan fuerte que parecía que quería que todo Ulmer se enterara de aquella noticia.
Yo no dije nada, simplemente me lancé hacia el para intentar rodearlo con mis brazos, por primera vez en meses quería volver a sentirme un niño. Un niño que se reencuentra con su padre después de un largo viaje.
-Oh... ¡Venga muchacho!- Tom se limpiaba las lagrimas como podía. -Nos estamos dejando en evidencia.- señaló a la puerta, al parecer no estábamos solos.
_________________________________________________________________________________________________________
*: Hago referencia a la anterior parte del tema, la user se puso en ausencia, pero ha pasado un periodo muy largo y he decidido "reempezar".
* * *
-¡Por fin en casa! - inspiré hondo. No era el olor que recordaba, pero era mucho mejor de lo que esperaba tras haber estado en Dundarak. Incluso una parte de mi se alegraba de aquella diferencia, aunque fuera algo macabro alegrarse por eso. -¡Vamos! - apremié a mi compañera. -¡Me muero de ganas por ver si Tom está bien!
Comencé a correr hacía la ciudad impulsado por aquella duda que me había atormentado durante meses. Me paré en seco, había olvidado por completo contar a Astrid quién era Tom.
-Esto...- tosí intentado encontrar la forma de explicarlo. -Tom es... un herrero humano que me acogió cuando llegué a Ulmer. - sonreí al recordar aquel momento. -Y desde entonces ha sido como el padre que nunca tuve. -miré a Astrid. -No te preocupes. ¡Seguro que le caes bien! El nunca lo admitirá pero... siente debilidad paternal por todo aquel más joven que él, sobretodo si es una chica.- volví a reprender la marcha. -¡Vamos!
* * *
Nada más traspasar las puertas pude sentir los estragos que había sufrido la ciudad. Las pequeñas murallas de madera mostraban lugares dónde se habían derrumbado. La hierba crecía algo marchita y muchas casas estaban destartaladas. Había un pequeño murmullo de vida que aún no se libraba del todo del pesado silencio de la muerte. El corazón se me encogió, por primera vez el miedo supero a la esperanza, y el positivismo que me había esforzado en mantener se convirtió en desesperación. Mis pasos fueron cada vez más rápidos, acordes al ritmo de los latidos de mi corazón.
Por fin vislumbré la casa, no estaba pasando sus mejores tiempos pero... pero aún parecía cobijar vida en ella. Pronto escuché el sonido del martillo y el yunque. La alegría inundó mi corazón, sacando a la fuerza a la desesperación que en el había anidado. Mis ojos se llenaron de lagrimas y comencé a correr.
La puerta del taller estaba abierta, como siempre lo había estado, la traspasé y allí estaba el grandullón hombre calvo de barba pelirroja, esgrimiendo su martillo como siempre, como si aquella pesadilla no hubiera ocurrido nunca. Cuando alzó la mirada para ver quién había entrado en su establecimiento el hombre se quedo parado durante un tiempo, y el martillo cayó libre al suelo.
-C...chi...chico... has... ¡has vuelto! - su rostro fue pasando de la incredulidad a la alegría. -¡HAS VUELTO!- grito tan fuerte que parecía que quería que todo Ulmer se enterara de aquella noticia.
Yo no dije nada, simplemente me lancé hacia el para intentar rodearlo con mis brazos, por primera vez en meses quería volver a sentirme un niño. Un niño que se reencuentra con su padre después de un largo viaje.
-Oh... ¡Venga muchacho!- Tom se limpiaba las lagrimas como podía. -Nos estamos dejando en evidencia.- señaló a la puerta, al parecer no estábamos solos.
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*: Hago referencia a la anterior parte del tema, la user se puso en ausencia, pero ha pasado un periodo muy largo y he decidido "reempezar".
Ircan
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Normalmente, me emocionaría por viajar, ¡descubrir un lugar nuevo!, ¡para explorarlo!. Pero, ahora vamos a una aldea, su gente me trae malos recuerdos, muy malos recuerdos. No solo porque, gracias a uno de ellos me haya separado de mi hogar, si no, es que por ellos perdí a mis padres y mi familia, se quebró.
¡Llevo horas sentada aquí!, ¡siento un hormigueo, mis piernas se han dormido!. Tras de mi hay una ventanilla, siento la brisa y mi pelo ondea, me apoyo en el descuidado y podrido marco de madera de la ventana y saco un momento la cabeza. La vista no es mucho, solo arboles, pero el aire fresco me hace sentir bien. Pero, al recordar hacia donde nos dirigimos doy un suspiro cansado. Escucho el trotar de los caballos que mueven esta carreta y la voz del hombre que los mueve exigiéndoles que continúen y sigan rápidos.
-Claudena.- Escucho una voz que me llama, meto mi cabeza dentro de la carreta con cuidado, ¡no quiero tirar nada de lo que tengo alrededor, y enojar al conductor!. Mira hacia mi papa, mas bien mi adoptivo padre. Ringo Sherida. Me mira preocupado, yo me pongo cabizbaja y volteo los ojos a otro lado.
-¿Como estas, Claud?.-Su tono es algo bajo, igual de preocupado que su mirada, yo solo vuelvo a mirar por la ventana y respondo:
-No muy bien.-No le respondo muy animada. Sigo mirando por la ventana mirando otra vez los arboles.
-Claud, no todo los licantropos son como los conociste, te aseguro que a quien vamos a ver sera una buena persona,lo conozco desde que era joven.-No se si confiar en su palabra, espero que sea así.
Yo me negué a ir a Ulmer al escuchar la propuesta. Pero mi adoptiva mama insistió, ella se quedo en casa. Al menos, llevo conmigo a una amiga. Miro una Jaula que esta a mi lado encima de una caja que según el conductor, lleva vegetales. Miro debajo de la manta marrón que cubre la jaula. Allí esta mi Lechuza que duerme tranquila en la jaula. ¡Se ve muy pacifica! Y ¡es tierna!, me hace sentir bien verla, como duerme.
-Estamos por llegar,prepárense.- La voz ronca de ese hombre, desde que nos subimos, ¡no me da mucha confianza!.
Es un alivio, podre levantarme después de horas de viaje, tomo mis cosas, la jaula y una pequeña caja con mis objetos. Me preparo poniéndome las cosas mas cerca. Miro por ultima vez a Ringo, el parecía algo distraído ¿Sigue preocupado por mí?. Después de unos pocos minutos, hemos llegado. El hombre para algo bruscamente a poco mas de la entrada de Ulmer ¡Casi se cae todo, aquí dentro!.
-Bajen con cuidado y no se olviden de nada, no tumben mis cosas..-¡Usted casi tumba sus cosas y las nuestras!. Papa tomo nuestras cajas y bajó. ahora tomo la Jaula de mi mascota y con cuidado de no tropezarme bajo de la carreta. ¡Me di unos cuantos golpes, con las cosas que el tenia allí!, por suerte no tire nada.. Al bajar miro a mi alrededor, observo a la aldea, ¿De qué estarán hechas esas casas?.
-Claud, mientras yo hablo con mi amigo, ¿Podrías buscar un lugar en donde quedarnos por favor?.-¡¿Que?!, Pensé que nos quedaríamos en casa de su “amigo”.
.-No pongas esa cara, tranquila sera fácil. Es que lo que tengo que hablar con mi amigo es urgente y no nos podremos quedar en su casa.-Suspiro cansada. Bien, tendré que buscar un lugar para quedarnos pero ¿Donde?, lo que menos quiero hacer es hablar con la gente de este pueblo y menos quedarme en casa con un desconocido Licantropo.
-Yo tendré nuestras cosas, tu ve a buscar.-
Antes de irme, reviso la jaula de mi lechuza, Por suerte esta despierta. Abro la puerta de su jaula y ella rápidamente se sube a mi hombro. La acaricio y cierra sus grandes ojos, verla me relaja.. Suspiro y observo otra vez el pueblo. Ahora a buscar un lugar donde quedarse.
¡Llevo horas sentada aquí!, ¡siento un hormigueo, mis piernas se han dormido!. Tras de mi hay una ventanilla, siento la brisa y mi pelo ondea, me apoyo en el descuidado y podrido marco de madera de la ventana y saco un momento la cabeza. La vista no es mucho, solo arboles, pero el aire fresco me hace sentir bien. Pero, al recordar hacia donde nos dirigimos doy un suspiro cansado. Escucho el trotar de los caballos que mueven esta carreta y la voz del hombre que los mueve exigiéndoles que continúen y sigan rápidos.
-Claudena.- Escucho una voz que me llama, meto mi cabeza dentro de la carreta con cuidado, ¡no quiero tirar nada de lo que tengo alrededor, y enojar al conductor!. Mira hacia mi papa, mas bien mi adoptivo padre. Ringo Sherida. Me mira preocupado, yo me pongo cabizbaja y volteo los ojos a otro lado.
-¿Como estas, Claud?.-Su tono es algo bajo, igual de preocupado que su mirada, yo solo vuelvo a mirar por la ventana y respondo:
-No muy bien.-No le respondo muy animada. Sigo mirando por la ventana mirando otra vez los arboles.
-Claud, no todo los licantropos son como los conociste, te aseguro que a quien vamos a ver sera una buena persona,lo conozco desde que era joven.-No se si confiar en su palabra, espero que sea así.
Yo me negué a ir a Ulmer al escuchar la propuesta. Pero mi adoptiva mama insistió, ella se quedo en casa. Al menos, llevo conmigo a una amiga. Miro una Jaula que esta a mi lado encima de una caja que según el conductor, lleva vegetales. Miro debajo de la manta marrón que cubre la jaula. Allí esta mi Lechuza que duerme tranquila en la jaula. ¡Se ve muy pacifica! Y ¡es tierna!, me hace sentir bien verla, como duerme.
-Estamos por llegar,prepárense.- La voz ronca de ese hombre, desde que nos subimos, ¡no me da mucha confianza!.
Es un alivio, podre levantarme después de horas de viaje, tomo mis cosas, la jaula y una pequeña caja con mis objetos. Me preparo poniéndome las cosas mas cerca. Miro por ultima vez a Ringo, el parecía algo distraído ¿Sigue preocupado por mí?. Después de unos pocos minutos, hemos llegado. El hombre para algo bruscamente a poco mas de la entrada de Ulmer ¡Casi se cae todo, aquí dentro!.
-Bajen con cuidado y no se olviden de nada, no tumben mis cosas..-¡Usted casi tumba sus cosas y las nuestras!. Papa tomo nuestras cajas y bajó. ahora tomo la Jaula de mi mascota y con cuidado de no tropezarme bajo de la carreta. ¡Me di unos cuantos golpes, con las cosas que el tenia allí!, por suerte no tire nada.. Al bajar miro a mi alrededor, observo a la aldea, ¿De qué estarán hechas esas casas?.
-Claud, mientras yo hablo con mi amigo, ¿Podrías buscar un lugar en donde quedarnos por favor?.-¡¿Que?!, Pensé que nos quedaríamos en casa de su “amigo”.
.-No pongas esa cara, tranquila sera fácil. Es que lo que tengo que hablar con mi amigo es urgente y no nos podremos quedar en su casa.-Suspiro cansada. Bien, tendré que buscar un lugar para quedarnos pero ¿Donde?, lo que menos quiero hacer es hablar con la gente de este pueblo y menos quedarme en casa con un desconocido Licantropo.
-Yo tendré nuestras cosas, tu ve a buscar.-
Antes de irme, reviso la jaula de mi lechuza, Por suerte esta despierta. Abro la puerta de su jaula y ella rápidamente se sube a mi hombro. La acaricio y cierra sus grandes ojos, verla me relaja.. Suspiro y observo otra vez el pueblo. Ahora a buscar un lugar donde quedarse.
Última edición por Claudena Orsteni el Jue Ene 11 2018, 21:45, editado 2 veces (Razón : Doble Donde incomo)
Claudena Orsteni
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Ciertos segmentos incluyen contenido intenso
Me apoyé en las palmas de mis manos para incorporarme de mi descanso sobre aquellos colchones de lana, apartando las finas cobijas de lino que cubrían la desnudez de mi cuerpo. Inhalo el frió aire invernal que el inicio de la época de lluvias trae consigo, ese que te roba el aliento y llena tu alma de paz; como el cálido canto de una madre a su pequeño. El sol no estaba ahí para iluminar esta mañana, en cambio, mis ojos solo podían llenarse con la grácil imagen de aquel blanquecino cielo nublado a través de la corta visión que propiciaba la ventana de la habitación. Suspiré una leve ventisca de aliento mientras mi cuerpo luchaba por adaptarse a las descendientes temperaturas del invierno, recibiendo una pequeña ayuda del calor corporal emitido por la hermosa figura femenina que reposaba junto a mi costado izquierdo. Sus brazos rodeaban mis caderas con posesividad, como si el fruto de mi cuerpo solo le perteneciera a ella y a nadie más. Sus rizos avellana caían sobre la dulzura de su rostro, mientras las colchas le cubrían y dejaban a la imaginación la obra de arte que representaba su cuerpo. Mis labios no tardaron en dibujar una sonrisa ladina llena de picardía, pues yo ya había tenido la dicha de estudiar a profundidad cada curva y borde del espectáculo de su intimidad. Mi mente no tardó en evocar los fogosos recuerdos de la noche anterior, aquellos que avivaban el fuego de mi alma y culminaban con una egocéntrica sensación de triunfo masculino.
♬ ♬ ♬ ♬ ♬ ♬ ♬
Los sinuosos senderos del bosque al anochecer me habían traído hasta el refugio nocturno que me brindaba el joven pueblo de Ulmer, un lugar donde podía descansar a salvo de los muchos peligros que acechaban como predadores al caer la noche. Como el viajero solitario y experimentado que era, conocía perfectamente los caminos a las aldeas que podían protegerme de los peligros que se hallan al viajar entre tinieblas, este pueblo no era la excepción, no era la primera vez que venía aquí. El verdadero problema yace en la falta de concordancia con mis recuerdos y mi percepción actual del lugar. Lo que antaño era un animado pueblo con el ardiente deseo de crecer, ahora era un pueblo atemorizado y asolado por las desgracias que la terrible pandemia desató en todo el continente. Sin un alma a la vista en el oscuro firmamento, lo único que podías apreciar era la luz de las antorchas iluminando los ventanales forrados con pieles, para evitar total visión al interior de las construcciones del pueblo. Con el constante sonido de las corrientes del rió que descendía por un costado de la aldea, el lugar parecía abandonado y desolado, como un pueblo fantasma que hace mucho perdió la esperanza.
Opté finalmente por adentrarme en los interiores de la única taberna del lugar, después de todo, el motivo de mi estadía en el pueblo era buscar un lugar donde descansar antes de retomar mi camino mañana al salir los primeros rayos del sol. Mis prematuros planes de no llamar la atención con mi llegada se vieron abruptamente frustrados, pues hasta el más mínimo movimiento ejecutado por los músculos de mis piernas desataba un desagradable estruendo producido por la vejez y la humedad de las tablas de madera que componían el suelo del lugar. Las miradas de cada uno de los presentes se dirigió inevitablemente hacía mí, como una manada de lobos que se abalanzaba sobre un pobre conejillo que había osado entrar en su territorio. Algunos me miraban con un profundo odio y otros con un creciente temor, dudando de mí estado de salud y preocupados por la clase de desgracias que mi mera presencia podía traer a su poblado, todos transmitían la misma sensación en su semblante: cansancio, estaban agotados, cansados de cargar con el yugo del dolor que estos duros tiempos habían puesto sobre sus hombros.
La voluntad de mis antepasados aún vive en mí, la misma necesidad de cuidar y proteger, el mismo amor que antaño sintieron los anteriores guardianes errantes por cada individuo de este mundo. Mi corazón no tardó en llenarse de compasión por este pueblo, una irremediable necesidad de sanar cada herida que el látigo de la muerte había causado en los habitantes de Ulmer. ¿Pero, entonces, como podría yo, un simple elfo errante, sanar semejante catástrofe? ¿Bastaría con imponer mis manos y rezar una oración para alejar los males? La respuesta era muy clara para mí. Aunque tal vez no fuera suficiente... era mejor que quedarse sin hacer nada y limitarse a ver el mundo sufrir. Me puse rumbo a una de las esquinas del establecimiento, aun cuando sentía las miradas de los presentes clavarse en mi espalda como un millar de agujas inyectadas con veneno mortal. Tomando uno de los tocones que servían cual asiento en la taberna, me senté en silencio y enfrente sus miradas de dolor, yo cargaría con ese yugo por esta noche.
Llevé mis manos hacia mi espalda, mis dedos lucharon fervientes contra el seguro que mantenía el enorme cuerno de Thargos en su lugar hasta lograr desabrocharlo. Lo traje hasta el frente con un hábil movimiento ejecutado por mi mano derecha, y por primera vez noté el pesado ambiente que mis acciones habían generado en la taberna. Un terrorífico suspenso había invadido el aire del lugar, los presentes guardaban silencio, expectantes y aterrorizados por lo que fuera que iba a suceder una vez llevara el instrumento a mis labios. Con la presión que ellos me infundían comencé a sudar frió, había hecho esto por siglos y el pánico escénico siempre fue un mero chiste para mí, pero ahora sentía un inmenso peso sobre mis hombros, como si el mundo fuera a detenerse si llegaba a desafinar un solo acorde. Respiré profundo, todo iba a estar bien, hoy no sería el día en el que defraudaría a un público por problemas de nervios, un buen bardo jamás decepciona. Llenando mis pulmones de aliento y dedicando a los presentes una última mirada misteriosa, lleve la boquilla de mi instrumento a la comisura de mis labios.
Una dulce escala de Do, Re y Sol, componía la hermosa y reconfortante melodía que no tardó en hacerse oír por encima del pesado ambiente de la taberna. Pronto las miradas de rencor y sufrimiento... se habían transformado en miradas perdidas y nostálgicas, recordando aquellos tiempos donde aún despertaban con alegría y optimismo. Era triste, por supuesto, recordar aquello que te han arrebatado y no puedes recuperar, quizás era una acción demasiado cruel de mi parte... Pero, a fin de cuentas, resultaba mucho más sano para todos. ¿De que servía someterse al dolor y el sufrimiento? ¿Cómo lograría este pueblo seguir adelante si no decidía por su propia cuenta continuar? El dolor del vació que dejan aquellos que han partido, ni el más poderoso sacerdote élfico lo puede sanar, lo único que nos queda es seguir adelante y vivir cada día por aquellos que no tienen la oportunidad. La canción culminó con aquella enseñanza y este pueblo la había entendido a la perfección, aunque muchos no mostraban una sonrisa en sus rostros, su alma lo hacía desde el interior, se podía sentir y apreciar en cada individuo.
La noche continua de forma muy diferente a su comienzo, una nueva chispa de esperanza había nacido en los corazones de los presentes, ahora Ulmer tenía un futuro, uno muy brillante. Deleitaba mi paladar con la mezcla de sabores dulces, ácidos y picantes de un tarro de lágrimas de Wendigo, un viejo amigo solía tomar unos treinta tarros cada noche y yo quería romper su marcador, cuando aquella damisela se acercó hacía mi mesa. Ella mostraba una amplia sonrisa, llena de una reestructurada voluntad, en sus ojos había algo más que felicidad. — Muchas gracias. —pronunció con dulzura. ¿Sabes?, hay veces que un solo verso puede tocar un corazón con la misma eficacia de una extensa sinfonía, este era el ejemplo perfecto. Sus labios no dijeron nada más, pues realmente no resultaba necesario, yo entendía perfectamente a que se refería con solo mirarle a los ojos.
Opté finalmente por adentrarme en los interiores de la única taberna del lugar, después de todo, el motivo de mi estadía en el pueblo era buscar un lugar donde descansar antes de retomar mi camino mañana al salir los primeros rayos del sol. Mis prematuros planes de no llamar la atención con mi llegada se vieron abruptamente frustrados, pues hasta el más mínimo movimiento ejecutado por los músculos de mis piernas desataba un desagradable estruendo producido por la vejez y la humedad de las tablas de madera que componían el suelo del lugar. Las miradas de cada uno de los presentes se dirigió inevitablemente hacía mí, como una manada de lobos que se abalanzaba sobre un pobre conejillo que había osado entrar en su territorio. Algunos me miraban con un profundo odio y otros con un creciente temor, dudando de mí estado de salud y preocupados por la clase de desgracias que mi mera presencia podía traer a su poblado, todos transmitían la misma sensación en su semblante: cansancio, estaban agotados, cansados de cargar con el yugo del dolor que estos duros tiempos habían puesto sobre sus hombros.
La voluntad de mis antepasados aún vive en mí, la misma necesidad de cuidar y proteger, el mismo amor que antaño sintieron los anteriores guardianes errantes por cada individuo de este mundo. Mi corazón no tardó en llenarse de compasión por este pueblo, una irremediable necesidad de sanar cada herida que el látigo de la muerte había causado en los habitantes de Ulmer. ¿Pero, entonces, como podría yo, un simple elfo errante, sanar semejante catástrofe? ¿Bastaría con imponer mis manos y rezar una oración para alejar los males? La respuesta era muy clara para mí. Aunque tal vez no fuera suficiente... era mejor que quedarse sin hacer nada y limitarse a ver el mundo sufrir. Me puse rumbo a una de las esquinas del establecimiento, aun cuando sentía las miradas de los presentes clavarse en mi espalda como un millar de agujas inyectadas con veneno mortal. Tomando uno de los tocones que servían cual asiento en la taberna, me senté en silencio y enfrente sus miradas de dolor, yo cargaría con ese yugo por esta noche.
Llevé mis manos hacia mi espalda, mis dedos lucharon fervientes contra el seguro que mantenía el enorme cuerno de Thargos en su lugar hasta lograr desabrocharlo. Lo traje hasta el frente con un hábil movimiento ejecutado por mi mano derecha, y por primera vez noté el pesado ambiente que mis acciones habían generado en la taberna. Un terrorífico suspenso había invadido el aire del lugar, los presentes guardaban silencio, expectantes y aterrorizados por lo que fuera que iba a suceder una vez llevara el instrumento a mis labios. Con la presión que ellos me infundían comencé a sudar frió, había hecho esto por siglos y el pánico escénico siempre fue un mero chiste para mí, pero ahora sentía un inmenso peso sobre mis hombros, como si el mundo fuera a detenerse si llegaba a desafinar un solo acorde. Respiré profundo, todo iba a estar bien, hoy no sería el día en el que defraudaría a un público por problemas de nervios, un buen bardo jamás decepciona. Llenando mis pulmones de aliento y dedicando a los presentes una última mirada misteriosa, lleve la boquilla de mi instrumento a la comisura de mis labios.
Una dulce escala de Do, Re y Sol, componía la hermosa y reconfortante melodía que no tardó en hacerse oír por encima del pesado ambiente de la taberna. Pronto las miradas de rencor y sufrimiento... se habían transformado en miradas perdidas y nostálgicas, recordando aquellos tiempos donde aún despertaban con alegría y optimismo. Era triste, por supuesto, recordar aquello que te han arrebatado y no puedes recuperar, quizás era una acción demasiado cruel de mi parte... Pero, a fin de cuentas, resultaba mucho más sano para todos. ¿De que servía someterse al dolor y el sufrimiento? ¿Cómo lograría este pueblo seguir adelante si no decidía por su propia cuenta continuar? El dolor del vació que dejan aquellos que han partido, ni el más poderoso sacerdote élfico lo puede sanar, lo único que nos queda es seguir adelante y vivir cada día por aquellos que no tienen la oportunidad. La canción culminó con aquella enseñanza y este pueblo la había entendido a la perfección, aunque muchos no mostraban una sonrisa en sus rostros, su alma lo hacía desde el interior, se podía sentir y apreciar en cada individuo.
La noche continua de forma muy diferente a su comienzo, una nueva chispa de esperanza había nacido en los corazones de los presentes, ahora Ulmer tenía un futuro, uno muy brillante. Deleitaba mi paladar con la mezcla de sabores dulces, ácidos y picantes de un tarro de lágrimas de Wendigo, un viejo amigo solía tomar unos treinta tarros cada noche y yo quería romper su marcador, cuando aquella damisela se acercó hacía mi mesa. Ella mostraba una amplia sonrisa, llena de una reestructurada voluntad, en sus ojos había algo más que felicidad. — Muchas gracias. —pronunció con dulzura. ¿Sabes?, hay veces que un solo verso puede tocar un corazón con la misma eficacia de una extensa sinfonía, este era el ejemplo perfecto. Sus labios no dijeron nada más, pues realmente no resultaba necesario, yo entendía perfectamente a que se refería con solo mirarle a los ojos.
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Lo que ocurrió a continuación prefiero reservármelo, son ancestrales técnicas élficas de seducción y coqueteo, no cualquiera puede conocerlas así como así. Pero ahora, esa misma mujer reposaba a mi lado, después de haber compartido una noche donde los secretos no existían, ella conociéndome en mi plenitud como hombre y yo conociéndola en su plenitud como mujer. Desde una primera instancia le di a conocer mi estado como peregrino, ella era totalmente consciente de la efimeridad de esta relación y que, sin importar lo que hiciera, muy pronto me vería partir. No obstante, eso no le impidió convertir nuestro casual encuentro en una apasionada serenata interpretada por nuestros cuerpos, no me arrepiento en lo absoluto de permitirle hacerlo. — ¿Ya te vas? —su voz silenció todos mis pensamientos a la vez. Sentir la superficie de sus labios acariciando juguetonamente la piel de mi cuello extendía una oleada de energía por todo mí cuerpo, como un relámpago de placer que encendía el fuego entre mis piernas. Sus brazos no tardaron en cruzarse sobre mi torso, atándome con su cuerpo como cadenas de seducción que no iban a dejarme ir tan fácilmente, la sonrisa ladina que antes mostraba ahora le pertenecía. Ella conocía la falta de optimismo que mostraba a la hora de expresarme de forma verbal, así que no era algo que esperara de mí a fin de cuentas... Aunque, para esta ocasión tan especial, tenía pensado hacer una breve excepción.
Giré mi rostro hacía ella de modo que nuestras miradas pudieran conectarse, quería contemplar aquellos orbes color canela que lograban cautivar una parte de mi alma. Acaricié su rostro con dulzura, tallando con mi pulgar un suave camino en su mejilla derecha. — Volveré pronto. —anuncié una vez estuve a escasos centímetros de su rostro, reforzando el agarre de mi mano antes de posar mis labios sobre los suyos en un beso fugaz. Lo que inicio con suavidad, en pocos segundos había adquirido el ritmo de una salvaje danza. Nuevamente dejamos caer nuestros cuerpos en la intimidad que nos brindaban las sabanas, las mismas que habían sido testigos del derrame de nuestros apasionados sentimientos la noche anterior. Mis manos exploraban otra vez el camino que iba desde sus hombros hasta sus muslos, mientras mis labios se encargaban de marcar su cuello con una estela de longevos besos. Aquello no se detenía y parecía que pronto llegaría a más, pero al final decidí retirarme con un gesto pícaro y una sonrisa triunfal. Su queja no tardó en llegar con un gesto triste y en contra de mi prematura partida, me limité a dedicarle un simple pero seductor guiño con el ojo, un guiño que le decía que no se preocupara, que regresaría muy pronto; solo debía esperarme justo aquí.
Una vez cubrí mi desnudez con mis ropajes, me despedí de ella tras darle otro vistazo a la maravilla de su cuerpo desnudo ardiendo con deseo y lujuria. Por supuesto que planeaba regresar a la habitación una vez me hubiera encargado de supervisar el progreso del pueblo tras mi visita, pero si había algo que adoraba era mantener un aura de misterios a mí alrededor. No le había dicho cuándo, no le había dicho donde, sólo le había asegurado mi pronto retorno. Descendí por las escaleras que me habían llevado la noche anterior al cuarto para huéspedes, teniendo un corto camino desde mi posición hasta la salida más cercana. Le deseé un buen día al dueño del lugar antes de partir, aquel hombre que me había permitido pasar la noche en su taberna como agradecimiento por fortalecer la voluntad de su pueblo. Me deleité con el suave aire matinal al salir al exterior, sonriendo al hallar ante mis ojos un pueblo con un semblante totalmente diferente al de la noche anterior, más optimista y brillante. ¿Sabes? A veces, solo se necesita un pequeño empujón para desplazar una imponente montaña.
Giré mi rostro hacía ella de modo que nuestras miradas pudieran conectarse, quería contemplar aquellos orbes color canela que lograban cautivar una parte de mi alma. Acaricié su rostro con dulzura, tallando con mi pulgar un suave camino en su mejilla derecha. — Volveré pronto. —anuncié una vez estuve a escasos centímetros de su rostro, reforzando el agarre de mi mano antes de posar mis labios sobre los suyos en un beso fugaz. Lo que inicio con suavidad, en pocos segundos había adquirido el ritmo de una salvaje danza. Nuevamente dejamos caer nuestros cuerpos en la intimidad que nos brindaban las sabanas, las mismas que habían sido testigos del derrame de nuestros apasionados sentimientos la noche anterior. Mis manos exploraban otra vez el camino que iba desde sus hombros hasta sus muslos, mientras mis labios se encargaban de marcar su cuello con una estela de longevos besos. Aquello no se detenía y parecía que pronto llegaría a más, pero al final decidí retirarme con un gesto pícaro y una sonrisa triunfal. Su queja no tardó en llegar con un gesto triste y en contra de mi prematura partida, me limité a dedicarle un simple pero seductor guiño con el ojo, un guiño que le decía que no se preocupara, que regresaría muy pronto; solo debía esperarme justo aquí.
Una vez cubrí mi desnudez con mis ropajes, me despedí de ella tras darle otro vistazo a la maravilla de su cuerpo desnudo ardiendo con deseo y lujuria. Por supuesto que planeaba regresar a la habitación una vez me hubiera encargado de supervisar el progreso del pueblo tras mi visita, pero si había algo que adoraba era mantener un aura de misterios a mí alrededor. No le había dicho cuándo, no le había dicho donde, sólo le había asegurado mi pronto retorno. Descendí por las escaleras que me habían llevado la noche anterior al cuarto para huéspedes, teniendo un corto camino desde mi posición hasta la salida más cercana. Le deseé un buen día al dueño del lugar antes de partir, aquel hombre que me había permitido pasar la noche en su taberna como agradecimiento por fortalecer la voluntad de su pueblo. Me deleité con el suave aire matinal al salir al exterior, sonriendo al hallar ante mis ojos un pueblo con un semblante totalmente diferente al de la noche anterior, más optimista y brillante. ¿Sabes? A veces, solo se necesita un pequeño empujón para desplazar una imponente montaña.
Tenzin Fang Leiden
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Aquel viaje desde donde conoció a Ircan había sido bastante enriquecedor para la joven dragona. Cada vez que tenía una duda sobre algo el contrario se la respondía y no dudaba en apuntar la nueva información en su libreta. Nunca había pensado que eso le llegara a pasar. Desde que inició su viaje desde la aldea de su familia, el transcurso del tiempo había conllevado a una serie de catastróficas desdichas. Llevaba meses fuera ¿Habría pasado algo extraño en su aldea? ¿Estaría bien su padre? ¿Algún día volvería para quedarse permanente? Las cuestiones que se planteaba Astrid durante su viaje hicieron que estuviera un poco distraida hasta que entraron en la ciudad. Ulmer. Miró a su alrededor cuando la voz de Ircan la llamaba para que avanzara más rápido. En cuestión de segundos ya había empezado a correr. "Este chico nunca se cansa..." Pensó negando con la cabeza y aceleró el paso para alcanzarlo.
La explicación que le dio sobre ese tal "Tom" hizo que una sonrisa tierna se dibujara en su rostro. Era una escena bastante tierna y la hacía recordar cuando ella hablaba de su familia. -Ve delante, te sigo- Dijo sin borrar aun aquella mueca y reanudó la marcha junto a su compañero. Los ojos castaños de la joven se iban fijando en a ciudad. Fue algo impactante ver el estado en el que se encontraba. En el viaje el pequeño lobo le había contado sobre aquella horrorosa enfermedad. Astrid siempre había estado ajena a lo que sucedía a su alrededor y se lamentaba de no haber podido ayudar antes. Su vista se posó en la casa que se alzaba delante de ellos. -¿Es aquí...?- Su pregunta se vio en el aire cuando notó que estaba sola ¿Dónde estaba Irc? Alzó la mirada hacia la casa y su pregunta encontró respuesta. -Creo que eso es un sí- Al contrario que él, Astrid entró a un ritmo normal a aquel lugar y siempre agradecería por ver aquella escena tan cariñosa.
No pudo evitar que sus ojos también dejaran que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Pensó en ese momento en si sería así cuando ella volviera a su aldea. Si su padre la abrazaría de aquella manera. Pero el miedo de pensar que ya era demasiado tarde para eso provocó un pequeño "pinchazo" en su pecho. Se limpió las lágrimas al notar que se habían percatado de su presencia después de aquel reencuentro. Avanzó hasta casi colocarse a la altura de ambos y tendió la mano hacia el hombre. -Encantada de conocerlo Señor. Me llamo Astrid- Se presentó con una amplia sonrisa. Ladeó un poco el rostro hacia Irc y llevó su mano hacia su rostro. -Por fin estás en casa, pequeño- Aunque en altura era el lobo quien era el mayor, la dragona lo había considerado en este tiempo como un hermano pequeño más. No solo tenía a sus hermanos de sangre, ahora también consideraba a su nuevo compañero como uno, aunque no corriera la misma sangre entre ellos.
-Le debo mucho a este muchacho, si no fuera por él quién sabe dónde estaría ahora...- La voz de Astrid sonaba un poco quebrada. -... Es todo un hombre a pesar de ser muy joven y seguro que compartimos la misma opinión- Aquello último lo dijo mirando a Tom y casi seguido volvió a Ircan. Sus ojos volvieron a romper en lágrimas. -Ay lo siento... Es que me pareció una escena tan tierna que no puedo evitar esto- Se secó las lágrimas con una sonrisa. -Estoy quedando como una llorona en la primera impresión- Sacó un pañuelo del bolsillo de la falda y se ayudó mejor a secarlas. Cuando se calmó un poco guardó el pañuelo sin querer borrar aquella cariñosa y sincera sonrisa que dibujaban sus labios en ese momento. El humano que estaba frente a ella le parecía bastante agradable y por la forma en la que los vio abrazarse puso intuir el amor que sentían el uno por el otro. Los lazos familiares, aunque no se tuviera sangre en común, podían ser más fuerte que cualquier otro vínculo y tal como pensaba entre Tom e Ircan ese lazo estaba más reforzado que ningún otro.
La explicación que le dio sobre ese tal "Tom" hizo que una sonrisa tierna se dibujara en su rostro. Era una escena bastante tierna y la hacía recordar cuando ella hablaba de su familia. -Ve delante, te sigo- Dijo sin borrar aun aquella mueca y reanudó la marcha junto a su compañero. Los ojos castaños de la joven se iban fijando en a ciudad. Fue algo impactante ver el estado en el que se encontraba. En el viaje el pequeño lobo le había contado sobre aquella horrorosa enfermedad. Astrid siempre había estado ajena a lo que sucedía a su alrededor y se lamentaba de no haber podido ayudar antes. Su vista se posó en la casa que se alzaba delante de ellos. -¿Es aquí...?- Su pregunta se vio en el aire cuando notó que estaba sola ¿Dónde estaba Irc? Alzó la mirada hacia la casa y su pregunta encontró respuesta. -Creo que eso es un sí- Al contrario que él, Astrid entró a un ritmo normal a aquel lugar y siempre agradecería por ver aquella escena tan cariñosa.
No pudo evitar que sus ojos también dejaran que las lágrimas cayeran por sus mejillas. Pensó en ese momento en si sería así cuando ella volviera a su aldea. Si su padre la abrazaría de aquella manera. Pero el miedo de pensar que ya era demasiado tarde para eso provocó un pequeño "pinchazo" en su pecho. Se limpió las lágrimas al notar que se habían percatado de su presencia después de aquel reencuentro. Avanzó hasta casi colocarse a la altura de ambos y tendió la mano hacia el hombre. -Encantada de conocerlo Señor. Me llamo Astrid- Se presentó con una amplia sonrisa. Ladeó un poco el rostro hacia Irc y llevó su mano hacia su rostro. -Por fin estás en casa, pequeño- Aunque en altura era el lobo quien era el mayor, la dragona lo había considerado en este tiempo como un hermano pequeño más. No solo tenía a sus hermanos de sangre, ahora también consideraba a su nuevo compañero como uno, aunque no corriera la misma sangre entre ellos.
-Le debo mucho a este muchacho, si no fuera por él quién sabe dónde estaría ahora...- La voz de Astrid sonaba un poco quebrada. -... Es todo un hombre a pesar de ser muy joven y seguro que compartimos la misma opinión- Aquello último lo dijo mirando a Tom y casi seguido volvió a Ircan. Sus ojos volvieron a romper en lágrimas. -Ay lo siento... Es que me pareció una escena tan tierna que no puedo evitar esto- Se secó las lágrimas con una sonrisa. -Estoy quedando como una llorona en la primera impresión- Sacó un pañuelo del bolsillo de la falda y se ayudó mejor a secarlas. Cuando se calmó un poco guardó el pañuelo sin querer borrar aquella cariñosa y sincera sonrisa que dibujaban sus labios en ese momento. El humano que estaba frente a ella le parecía bastante agradable y por la forma en la que los vio abrazarse puso intuir el amor que sentían el uno por el otro. Los lazos familiares, aunque no se tuviera sangre en común, podían ser más fuerte que cualquier otro vínculo y tal como pensaba entre Tom e Ircan ese lazo estaba más reforzado que ningún otro.
Astrid Leggiend
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Como toda historia digna de contar, esta también empieza con un viaje, un viaje de lo más curioso hacia el famoso pueblo de Ulmer. Ciudad de los hombres lobo, antaño digna de una reputación feroz al igual que sus habitantes. Hombres fuertes y mujeres hermosas, trabajadores y con un fuego en el corazón que ni el mismo sol podía equiparar.
Luego llegó la plaga
Por suerte para mí, me encontraba en mi pueblo natal y (como todo hombre culto sabe) las plagas humanas son menos dañinas en sitio menos congestionados, perdonándome la vida y la de mis queridos familiares y amigos. Pero el pueblo de Ulmer no tuvo el mismo destino alentador, perdiendo gran parte de su población de una manera horrorosa.
Este era el motivo de mi aparición en Ulmer. Como médico de profesión, partí de Lunargenta en barco para estudiar la calamidad en este pobre pueblo. Cualquier indicio o patrón que pueda observar en estos pobres cuerpos sin vida me ayudarían a averiguar curas para futuros acontecimientos parecidos.
Bajé del pequeño barco de madera y me dirigí a través del puerto hacia el centro del pueblo apenado. De una estructura bastante común, el pueblo se dividía en casas tanto de madera como de piedra por igual. Las calles, algo estrechas pero no muy pobladas (como era de esperar), tenían un pavimento de piedras irregulares, lo que me impedía andar con rectitud. Coloqué mis manos en la espalda con el fin de poder andar algo más recto y observar a los ciudadanos.
Rostros apenados y hostigados por el trabajo de campo, y la fuerza de voluntad de aquella gente de seguir adelante, es lo que divisaba en sus ojos afligidos. Sin embargo no todos parecían sentirme de la misma manera, algo que me sorprendió gratamente! Escuchaba los típicos sonidos de martillos golpear, voces insultar, elogiar, llorar o reir. Todo ello en un ambiente tétrico que, cuando ocurría cerca de cadáveres, rozaba lo macabro y pavoroso.
Anduve lo que anduve por el pueblo observando los alrededores con detenimiento, frenando dónde más me intrigaba y pasando de largo donde no había nada de interés, así hasta que llegó la noche triste y la luna espeluznante.
Posteriormente, me dirigí hacia la única taberna de la villa, ya era muy entrada la noche. Al entrar, primero el tabernero me miró con cierta vacilación, pero al ver que dejaba la espada en la puerta, me hizo una seña para que me acerque y me preguntó por mi máscara y de donde venía.
Oh, querido lector! Tal fue mi asombro que me senté con él y le conté el origen de esta máscara, mi historia ( o lo que recuerdo de ella) y mi motivo en Ulmer, hechos que no vienen a cuento para esta historia. Él me observaba con interés y admiración y, después de varias copas, accedió a dejarme una pequeña habitación para que mis piernas cansadas y cuerpo descansen.
-Aquí tienes la llave, pero *blurp* procura n no liarla, vale? Me decía tartamudeando aprisionado por el alcohol.
Recién descansado por la mañana y aseado con un poco de agua fresca que traje de Lunargenta, me puse la máscara sobre el rostro y bajé las escaleras de la taberna que me llevaban a la entrada, saludé al tabernero y él, haciendo un movimiento desdeñoso, se despidió de mi.
Tras horas deambulando por las calles (repitiendo la rutina del día pasado) llegué a la puerta de una herrería. Dentro, vi a un joven y a una dama saludando al herrero de forma cariñosa. Pero, querido lector, imagina mi asombro al ver (o mejor dicho al oler) algo extraño en aquella dama, su perfume ( o quizás su propia esencia) no la había notado hasta ese momento, por lo que deduje que no era de los alrededores; su cuerpo no parecía hecho para la batalla y mucho menos tocado por la peste. Por lo que, como cualquier hombre dedicado al saber, decidí resolver este misterio que me carcomía acercándome a los dos jóvenes y saludando lo más amable posible.
Aradu
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Astrid no tardó en entrar en la herrería para encontrarnos a Tom y a mi abrazos, en otras circunstancias aquello me habría dado vergüenza, pero en aquel era más bien un niño pequeño que se abrazaba al padre que no veía desde hacía mucho tiempo. Lo que si hice fue limpiarme las lagrimas disimuladamente. Pero aquello no me valió de mucho, la dragona comenzó a hablar con Tom, y se sincero con algunas cosas que yo ni siquiera sabia. No me hubiera imaginado que hubiese sido tan importante en la vida de alguien. De hecho, fue ella la que nos volvió a contagiar las lágrimas.
-Astrid...- intenté armar las palabras entre sollozos.
Sin embargo, el emotivo momento tuvo que llegar a su fin con un final abrupto. La vida en Ulmer continuaba, y la herrería era otro lugar como cualquier otro dónde la gente podía aparecer a realizar encargos. Y así sucedió, un misterioso hombre enmascarado se acercó al establecimiento con un amable saludo. Imitando a Astrid me sequé las lágrimas y estudie al recién llegado. Parecía que le movía algo muy diferente a un posible interés por la metalurgia.
-Sera mejor que dejemos a Tom atender a este hombre. - reaccioné desviando la mirada hacia Astrid. -¿Pasemos dentro Astrid? Tom debe de trabajar.
-Si, pasad, pasad. - nos incitó mientras el hacía lo propio con sus lagrimas usando la manga de su camisa. - ¿Qué se le ofrece? Puedo ofrecerle cualquier articulo de metal que desee. Desde cerraduras hasta armaduras de placas.
Mientras tanto, me interné en la casa. Una vez dentro inspiré hondo aquel aroma que tanto había añorado, el de leña quemada, metal y hollín. Es verdad que se notaba algo más en el ambiente y que la casa no pasaba por sus mejores momentos, pero la sensación del hogar no había desaparecido. Deje mi petate a un lado de la puerta, me estiré alargando los brazos y sonreí complacido.
-Por fin he vuelto a casa. - cerré los ojos y me permití unos momentos sin hacer nada. -¡Ey Astrid! ¿Quieres comer algo?
No sabía si la dragona me había seguido, pero sin ni siquiera asegurarme de ello me dirigí a la pequeña chimenea para intentar hacer algún caldo, con el frió que comenzaba a bajar de las montañas nos vendría muy bien.
-Así que muchos viajeros, ¿no? - una voz rasgada sonaba desde una figura sentada entre las sombras.
-¡Si! ¡Si, jefe! Y el primero que llegó, un elfo, - añadió imbuyendo a aquellas palabras desprecio y asco. -se puso a tocar en la taberna. Parece que aquello animo un poco el ambiente, e incluso una mujer se fue con él a su habitación. - escupió al suelo.
La estancia se quedó en silencio durante unos segundos. La poca luz de la habitación sólo mostraba con claridad al hombre que acaba de hablar. Un ser algo enclenque y endeble que pasaría desapercibido para la mayoría de las personas. A sus espaldas dos figuras fornidas envueltas en las sombras vigilaban la única puerta de entrada. En la dirección opuesta, y cubierto por un manto oscuro, el supuesto líder escuchaba las nuevas de su lacayo.
-Mmmm....- un soplido de humo fue iluminado por una vela cercana. - Así que nuestro viejo amigo Richard se ha olvidado de a quien debe obediencia.- soltó una risa seca. - Dile a los gemelos que se pasen... a tomar un trago. - masticó con alegría aquellas palabras con maldad. -Y si por casualidad ven al elfo, que le den nuestra más preciada bienvenida.
-¡Como ordene jefe! - y como buena rata, salió corriendo.
-Joel...
-¿Si, jefe? - uno de las moles que custodiaba la puerta dio un paso adelante, pero no lo suficiente como para reconocerle.
-¿Cómo van...- un breve parpadeo rojo y después la aparición de una pequeña cortina de humo.- ...nuestros negocios?
-Todo marcha según lo planeado. - había cierto orgullo en su voz.
-Perfecto...- la poca luz de la estancia permitió ver como una gigantesca figura se ponía en pie. -A ver cuanto resistes, Colmillo de Hierro.
-¡Oye! ¿Te has enterado? - la voz de uno de los transeúntes podía ser escuchada desde la puerta de la herrería.
-¿Qué ha pasado ahora? - respondió la voz de otro de los transeúntes.
-Parece ser que el rió ha traído otro cadáver.
-¿Otro más? Nos hemos esforzado mucho en quitarlos todos de las calles, ¿por qué el río sigue trayendolos?
-No es por la enfermedad, es por otra cosa...- hizo una pausa y tragó saliva. -La guardia ha intentado ocultarlo, pero parece que tiene... ya sabes... esas marcas...
-¡Cállate! ¡Nos meterás en un lió!
-Parece ser que ha pasado de nuevo. - la voz de un tendedero que comienza a armar su puesto suena débilmente en la plaza.
-Ya van dos personas que mandan al curandero por el agua de ese pozo...- le responde uno de los agricultores que busca vender la escasa cosecha.
-¿Crees que habrá algo en el fondo?
-Ni lo se, ni me importa. Simplemente no beberé agua de ahí nunca más.
El sol había empezado a dirigirse a su cenit cuando en la ciudad de Ulmer las sombras comenzaron a moverse.
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Off rol: ¡Muy bien! Después de vuestra llegada comienza la trama. Cada uno de nosotros estamos en un lado viviendo nuestra normal y pacifica vida. Pues bien, Ulmer hace varios meses que no es una villa tranquila, hay cosas que están pasando entre las sombras y que tienen atemorizados a sus gentes, muy débiles psicológicamente tras la llegada de la plaga. Por ello, van a ir sucediendo cosas conforme vaya avanzando el tema. Obviamente, tenéis libertad para interactuar con ellas o con los personajes que han comenzado a aparecer, con esto me refiero a los dos transeúntes o a los mercaderes. Podéis percibir si queréis al hombre endeble, pero no es del todo recomendable que lo uséis como tal aún, puede aparecer de fondo. Lo mismo va con los personajes en las sombras, al no haber salido aún a la luz no pueden ser utilizados, sino acabaremos la trama en un momento. Os comento un poco las opciones.
En el caso de Ircan, no ha podido escuchar ni a los transeúntes ni a los mercaderes, ya que ha entrado en su casa y pues se lo ha perdido todo.
Astrid tiene la opción de acompañar a Ircan dentro de la casa, lo que hará que tampoco se entere de nada de lo ocurrido, quedarse fuera escuchando lo de los transeúntes y luego entrar o escuchar lo de los transeúntes e indagar por su cuenta, o animar a Ircan o a Aradu a acompañarla. No puede ser consciente de lo dicho por los mercaderes. También puede irse a explorar por su cuenta o irse a la taberna, siempre y cuando sea coherente.
Aradu ha podido escuchar lo de los transeuntes, así que sus opciones son: ir a investigar (puede incluso animar a Astrid dependiendo de la opción que tome ella), seguir explorando la ciudad como si nada, o ir a la taberna, que próximamente recibirá la visita de los misteriosos gemelos.
Bardo y Claudena han podido escuchar a los mercaderes así que pueden investigar lo sucedido, explorar la ciudad como si nada o quedarse en la taberna para esperar la visita de los gemelos.
Esto son un poco unos caminos orientativos para seguir con la trama. En la opción de explorar existe la posibilidad de encontraros con otro de los pj, me explico. Si Aradu, pone que sigue explorando la ciudad, se puede encontrar con Bardo o Claudena examinando el pozo y unirse a esa parte de la trama. O a la inversa sin la necesidad de chocarse con otro pj, Bardo puede decir que se va a explorar y en el rió se encuentra un cadáver y decide investigar. Son más o menos unas pautas que os dejo, pero sois libres de desarrollar el tema a vuestro gusto, obviamente siempre siendo coherentes.
-Astrid...- intenté armar las palabras entre sollozos.
Sin embargo, el emotivo momento tuvo que llegar a su fin con un final abrupto. La vida en Ulmer continuaba, y la herrería era otro lugar como cualquier otro dónde la gente podía aparecer a realizar encargos. Y así sucedió, un misterioso hombre enmascarado se acercó al establecimiento con un amable saludo. Imitando a Astrid me sequé las lágrimas y estudie al recién llegado. Parecía que le movía algo muy diferente a un posible interés por la metalurgia.
-Sera mejor que dejemos a Tom atender a este hombre. - reaccioné desviando la mirada hacia Astrid. -¿Pasemos dentro Astrid? Tom debe de trabajar.
-Si, pasad, pasad. - nos incitó mientras el hacía lo propio con sus lagrimas usando la manga de su camisa. - ¿Qué se le ofrece? Puedo ofrecerle cualquier articulo de metal que desee. Desde cerraduras hasta armaduras de placas.
Mientras tanto, me interné en la casa. Una vez dentro inspiré hondo aquel aroma que tanto había añorado, el de leña quemada, metal y hollín. Es verdad que se notaba algo más en el ambiente y que la casa no pasaba por sus mejores momentos, pero la sensación del hogar no había desaparecido. Deje mi petate a un lado de la puerta, me estiré alargando los brazos y sonreí complacido.
-Por fin he vuelto a casa. - cerré los ojos y me permití unos momentos sin hacer nada. -¡Ey Astrid! ¿Quieres comer algo?
No sabía si la dragona me había seguido, pero sin ni siquiera asegurarme de ello me dirigí a la pequeña chimenea para intentar hacer algún caldo, con el frió que comenzaba a bajar de las montañas nos vendría muy bien.
* * *
(Unos minutos antes en otro lugar...)-Así que muchos viajeros, ¿no? - una voz rasgada sonaba desde una figura sentada entre las sombras.
-¡Si! ¡Si, jefe! Y el primero que llegó, un elfo, - añadió imbuyendo a aquellas palabras desprecio y asco. -se puso a tocar en la taberna. Parece que aquello animo un poco el ambiente, e incluso una mujer se fue con él a su habitación. - escupió al suelo.
La estancia se quedó en silencio durante unos segundos. La poca luz de la habitación sólo mostraba con claridad al hombre que acaba de hablar. Un ser algo enclenque y endeble que pasaría desapercibido para la mayoría de las personas. A sus espaldas dos figuras fornidas envueltas en las sombras vigilaban la única puerta de entrada. En la dirección opuesta, y cubierto por un manto oscuro, el supuesto líder escuchaba las nuevas de su lacayo.
-Mmmm....- un soplido de humo fue iluminado por una vela cercana. - Así que nuestro viejo amigo Richard se ha olvidado de a quien debe obediencia.- soltó una risa seca. - Dile a los gemelos que se pasen... a tomar un trago. - masticó con alegría aquellas palabras con maldad. -Y si por casualidad ven al elfo, que le den nuestra más preciada bienvenida.
-¡Como ordene jefe! - y como buena rata, salió corriendo.
-Joel...
-¿Si, jefe? - uno de las moles que custodiaba la puerta dio un paso adelante, pero no lo suficiente como para reconocerle.
-¿Cómo van...- un breve parpadeo rojo y después la aparición de una pequeña cortina de humo.- ...nuestros negocios?
-Todo marcha según lo planeado. - había cierto orgullo en su voz.
-Perfecto...- la poca luz de la estancia permitió ver como una gigantesca figura se ponía en pie. -A ver cuanto resistes, Colmillo de Hierro.
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(Mientras tanto cerca de la herrería de Tom...)-¡Oye! ¿Te has enterado? - la voz de uno de los transeúntes podía ser escuchada desde la puerta de la herrería.
-¿Qué ha pasado ahora? - respondió la voz de otro de los transeúntes.
-Parece ser que el rió ha traído otro cadáver.
-¿Otro más? Nos hemos esforzado mucho en quitarlos todos de las calles, ¿por qué el río sigue trayendolos?
-No es por la enfermedad, es por otra cosa...- hizo una pausa y tragó saliva. -La guardia ha intentado ocultarlo, pero parece que tiene... ya sabes... esas marcas...
-¡Cállate! ¡Nos meterás en un lió!
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(Mientras tanto cerca de la taberna...)-Parece ser que ha pasado de nuevo. - la voz de un tendedero que comienza a armar su puesto suena débilmente en la plaza.
-Ya van dos personas que mandan al curandero por el agua de ese pozo...- le responde uno de los agricultores que busca vender la escasa cosecha.
-¿Crees que habrá algo en el fondo?
-Ni lo se, ni me importa. Simplemente no beberé agua de ahí nunca más.
El sol había empezado a dirigirse a su cenit cuando en la ciudad de Ulmer las sombras comenzaron a moverse.
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Off rol: ¡Muy bien! Después de vuestra llegada comienza la trama. Cada uno de nosotros estamos en un lado viviendo nuestra normal y pacifica vida. Pues bien, Ulmer hace varios meses que no es una villa tranquila, hay cosas que están pasando entre las sombras y que tienen atemorizados a sus gentes, muy débiles psicológicamente tras la llegada de la plaga. Por ello, van a ir sucediendo cosas conforme vaya avanzando el tema. Obviamente, tenéis libertad para interactuar con ellas o con los personajes que han comenzado a aparecer, con esto me refiero a los dos transeúntes o a los mercaderes. Podéis percibir si queréis al hombre endeble, pero no es del todo recomendable que lo uséis como tal aún, puede aparecer de fondo. Lo mismo va con los personajes en las sombras, al no haber salido aún a la luz no pueden ser utilizados, sino acabaremos la trama en un momento. Os comento un poco las opciones.
En el caso de Ircan, no ha podido escuchar ni a los transeúntes ni a los mercaderes, ya que ha entrado en su casa y pues se lo ha perdido todo.
Astrid tiene la opción de acompañar a Ircan dentro de la casa, lo que hará que tampoco se entere de nada de lo ocurrido, quedarse fuera escuchando lo de los transeúntes y luego entrar o escuchar lo de los transeúntes e indagar por su cuenta, o animar a Ircan o a Aradu a acompañarla. No puede ser consciente de lo dicho por los mercaderes. También puede irse a explorar por su cuenta o irse a la taberna, siempre y cuando sea coherente.
Aradu ha podido escuchar lo de los transeuntes, así que sus opciones son: ir a investigar (puede incluso animar a Astrid dependiendo de la opción que tome ella), seguir explorando la ciudad como si nada, o ir a la taberna, que próximamente recibirá la visita de los misteriosos gemelos.
Bardo y Claudena han podido escuchar a los mercaderes así que pueden investigar lo sucedido, explorar la ciudad como si nada o quedarse en la taberna para esperar la visita de los gemelos.
Esto son un poco unos caminos orientativos para seguir con la trama. En la opción de explorar existe la posibilidad de encontraros con otro de los pj, me explico. Si Aradu, pone que sigue explorando la ciudad, se puede encontrar con Bardo o Claudena examinando el pozo y unirse a esa parte de la trama. O a la inversa sin la necesidad de chocarse con otro pj, Bardo puede decir que se va a explorar y en el rió se encuentra un cadáver y decide investigar. Son más o menos unas pautas que os dejo, pero sois libres de desarrollar el tema a vuestro gusto, obviamente siempre siendo coherentes.
Ircan
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
La gente de aquí se ve muy lúgubre, estas persona no tienen buen animo y lo muestran sus caras. No puedo evitar sentir pena por ellos, pero sigo manteniendo esta opinión sobre los licantropos, ¡no me gustan!. ¿Que le habrá pasado a este lugar?, ahora que lo recuerdo papá mencionó algo sobre: “Una horrible plaga que azotó Aerandir”. Ulmer, no creo que este lugar haya sido una excepción, la gente de este lugar debe de haber sufrido y mucho.
Según papá, el mejor lugar para quedarse seria una Taberna. Debería preguntarle a la gente de la ciudad donde estará, pero no tengo ánimos, no quiero hablar con nadie de aquí y la actitud de algunas personas, se que no esta en un buen momento, no lo niego, comprendo la desconfianza de la gente, sus miradas, pero no tengo el humor para soportar ahh, su humor.. No tiene importancia igual, ¡seguro y la encontraré por mi misma!.
Ah, siento que me están observando, ¿Sera uno de esos lugareños?. No, es Luna quien me mira fijamente ¿tendrá hambre?. Se acerca y se apoya en mi cabeza, la acaricio un poco, sigo pensado: ¡es muy linda!. Me pregunto si... ¿llamara la atención de la gente?, debería ser extraño ver persona que lleva una lechuza a todas partes, seria algo interesante para mí, ¡yo me haria a mi misma varias preguntas!.
¿Que sera aquello importante que papá quería hablar con su “amigo”?. Tengo muchas mas preguntas: ¿Por que me decía que iba a agradarme, pero al final no parecía querer presentármelo?,¿Que es toda esta intriga por este señor?,¿Por que su apuro?,¿Tendrá que ver conmigo?. No se nada, solo me queda especular que estará conversando con aquel señor y sobre qué. Realmente todavía hay muchas cosas que el todavía no me ha contado. Como que, me acuerdo, encontré un pequeño dibujo de un hombre cuando le pregunte me lo quito de las manos, se lo llevó y no me dijo mas nada ¿Acaso ese será..?.
Llevo ya un tiempo caminando por todo Ulmer, ¿donde estara esa taberna? espero y la encuentre pronto, me estoy cansando..¿Hmm?, ¿que es eso?. Escucho algo, volteo a mirar y veo a dos hombres conversando sobre algo, no quiero andar fisgoneando pero, algo de su convesaciòn llamò mi atenciòn.
¿paso algo de nuevo? ¿que sera?, parece que últimamente han pasado cosas muy extrañas en esta aldea. Personas que enferman por agua de tal vez un pozo local, ¿por què?, me pregunto si tendra que ver con aquella plaga,¿sera eso?.
Tal vez, puede que investigue eso después. Ahora, debo seguir buscando esa taberna. Cuando giro veo un barril con algo escrito. ¡La taberna! ahh, no pudo evitar suspirar aliviada, ¡al fin!. Entrare a buscar el dueño y despues busco a papa ah, ¿donde estarà?...
Según papá, el mejor lugar para quedarse seria una Taberna. Debería preguntarle a la gente de la ciudad donde estará, pero no tengo ánimos, no quiero hablar con nadie de aquí y la actitud de algunas personas, se que no esta en un buen momento, no lo niego, comprendo la desconfianza de la gente, sus miradas, pero no tengo el humor para soportar ahh, su humor.. No tiene importancia igual, ¡seguro y la encontraré por mi misma!.
Ah, siento que me están observando, ¿Sera uno de esos lugareños?. No, es Luna quien me mira fijamente ¿tendrá hambre?. Se acerca y se apoya en mi cabeza, la acaricio un poco, sigo pensado: ¡es muy linda!. Me pregunto si... ¿llamara la atención de la gente?, debería ser extraño ver persona que lleva una lechuza a todas partes, seria algo interesante para mí, ¡yo me haria a mi misma varias preguntas!.
¿Que sera aquello importante que papá quería hablar con su “amigo”?. Tengo muchas mas preguntas: ¿Por que me decía que iba a agradarme, pero al final no parecía querer presentármelo?,¿Que es toda esta intriga por este señor?,¿Por que su apuro?,¿Tendrá que ver conmigo?. No se nada, solo me queda especular que estará conversando con aquel señor y sobre qué. Realmente todavía hay muchas cosas que el todavía no me ha contado. Como que, me acuerdo, encontré un pequeño dibujo de un hombre cuando le pregunte me lo quito de las manos, se lo llevó y no me dijo mas nada ¿Acaso ese será..?.
Llevo ya un tiempo caminando por todo Ulmer, ¿donde estara esa taberna? espero y la encuentre pronto, me estoy cansando..¿Hmm?, ¿que es eso?. Escucho algo, volteo a mirar y veo a dos hombres conversando sobre algo, no quiero andar fisgoneando pero, algo de su convesaciòn llamò mi atenciòn.
¿paso algo de nuevo? ¿que sera?, parece que últimamente han pasado cosas muy extrañas en esta aldea. Personas que enferman por agua de tal vez un pozo local, ¿por què?, me pregunto si tendra que ver con aquella plaga,¿sera eso?.
Tal vez, puede que investigue eso después. Ahora, debo seguir buscando esa taberna. Cuando giro veo un barril con algo escrito. ¡La taberna! ahh, no pudo evitar suspirar aliviada, ¡al fin!. Entrare a buscar el dueño y despues busco a papa ah, ¿donde estarà?...
Claudena Orsteni
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Mis pies no tardaron en emprender marcha para conocer al nuevo amanecer de este pueblo, o al menos, eso era lo que yo podría decir desde mi amplia visión de la bondad que sé que aún existe en los corazones de los seres de este mundo. Una vez aprendí una lección muy importante y valiosa: Nadie puede esperar que la flor más bella nazca de una semilla que no ha sido cuidada debidamente, con un poco de dedicación, todos podemos ser grandes y robustos robles preparados para soportar cualquier tempestad. Imaginá un nublado campo de siembra, lleno de cosechas esperando que las frías gotas de lluvia provenientes de las nubes de tormenta, les brinden la hidratación necesaria para que, una vez el cielo se haya despejado, el fulgor del sol les ayude a crecer. Ulmer no era diferente a ese pensamiento, el campo representaba la enmendadura del pueblo, las cosechas eran cada uno de los habitantes, las nubes eran la terrible crisis de la pandemia, y el sol era la determinación de esta comunidad de salir adelante.
¿Podía apreciar un cambio tras mi pequeña intervención durante la noche pasada? Por supuesto, lo veía en el brillo de las miradas de unas cuantas personas, lo veía en los numerosos extranjeros que empezaban a llegar a estas tierras, podía sentir la fuerza de voluntad de cada individuo. Dicen que, aquellos que unidos se juntan para lograr un mutuo cometido, siempre encuentran el triunfo en su perseverancia, yo creo fervientemente en esas palabras y este pueblo también... ¿cierto?
Fue entonces cuando pude percatarme, por primera vez esa mañana, que las cosas en Ulmer no iban tan bien como yo imaginaba, el leve murmullo entre dos hombres apagó aquella bella aura de paz que yo percibía en aquel pueblo, simplemente no pude ignorarlo. Aquella amena conversación entre el par de individuos me dio a conocer el verdadero problema del pueblo, no se trataba de una simple falta de moral tras sufrir las incontables perdidas que dejo atrás la pandemia... Había algo más, cosas raras estaban sucediendo en el poblado y nadie encontraba una buena explicación para ello, preferían adaptarse a las consecuencias que ese mal dejaba, quizás... ¿por miedo a algo peor? No sabría decirlo con certeza, pero algo estaba claro: tenía que descubrirlo.
Aquel pozo era bastante particular, no solo por el hecho de que su construcción basada en rocas parecía un eslabón perdido en medio de tantas casas construidas con tejas y paja, si no por su ubicación. Los pozos suelen hallarse en el medio del poblado, de modo que cualquiera pueda tener fácil acceso al agua que almacena, pero este no era el caso, se hallaba a un costado de la ciudad, como si esconderle de los habitantes fuera su propósito. Tenía mis dudas al respecto, los licántropos no acostumbran a usar este tipo de materiales en la mayoría de los casos, incluso, la misma existencia de un pozo en primer lugar era algo fuera de lo común. ¿Por qué necesitaban algo como esto cuando gozaban de la compañía de un bello riachuelo descendiendo a un costado de su pueblo? ¿Que clase de manada de licántropos prefería imitar costumbres humanas antes de apegarse a su lado salvaje? Definitivamente, no el poblado de Ulmer que yo conocí.
Fuera de eso, el pozo en si no parecía esconder ningún secreto en su exterior, estaba bien construido y parecía encontrarse en buen estado, sus mecanismos funcionaban a la perfección. Aquellos hombres mencionaron una extraña anomalía en el pozo que ya se había encargado de poner a un par de personas en graves condiciones, suposición que llevaría a cualquiera a la conclusión de que el agua se hallaba envenenada o contaminada por alguna sustancia. No era algo fuera de lo normal, quizás alguna criatura venenosa se había colado en el interior y estaba emponzoñando el agua, solo había que comprobar el interior, ayudar a salir al animal y yo me encargaría de purificar el agua con mi magia. No era difícil, pero mientras el contaminador siguiera ahí no había nada yo que pudiera hacer para ayudar. Me asomé al interior del pozo, solo para echar un rápido vistazo... Esta oscuro, quizas demasiado, ¿que tan profundo es...?
¿Podía apreciar un cambio tras mi pequeña intervención durante la noche pasada? Por supuesto, lo veía en el brillo de las miradas de unas cuantas personas, lo veía en los numerosos extranjeros que empezaban a llegar a estas tierras, podía sentir la fuerza de voluntad de cada individuo. Dicen que, aquellos que unidos se juntan para lograr un mutuo cometido, siempre encuentran el triunfo en su perseverancia, yo creo fervientemente en esas palabras y este pueblo también... ¿cierto?
Fue entonces cuando pude percatarme, por primera vez esa mañana, que las cosas en Ulmer no iban tan bien como yo imaginaba, el leve murmullo entre dos hombres apagó aquella bella aura de paz que yo percibía en aquel pueblo, simplemente no pude ignorarlo. Aquella amena conversación entre el par de individuos me dio a conocer el verdadero problema del pueblo, no se trataba de una simple falta de moral tras sufrir las incontables perdidas que dejo atrás la pandemia... Había algo más, cosas raras estaban sucediendo en el poblado y nadie encontraba una buena explicación para ello, preferían adaptarse a las consecuencias que ese mal dejaba, quizás... ¿por miedo a algo peor? No sabría decirlo con certeza, pero algo estaba claro: tenía que descubrirlo.
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Aquel pozo era bastante particular, no solo por el hecho de que su construcción basada en rocas parecía un eslabón perdido en medio de tantas casas construidas con tejas y paja, si no por su ubicación. Los pozos suelen hallarse en el medio del poblado, de modo que cualquiera pueda tener fácil acceso al agua que almacena, pero este no era el caso, se hallaba a un costado de la ciudad, como si esconderle de los habitantes fuera su propósito. Tenía mis dudas al respecto, los licántropos no acostumbran a usar este tipo de materiales en la mayoría de los casos, incluso, la misma existencia de un pozo en primer lugar era algo fuera de lo común. ¿Por qué necesitaban algo como esto cuando gozaban de la compañía de un bello riachuelo descendiendo a un costado de su pueblo? ¿Que clase de manada de licántropos prefería imitar costumbres humanas antes de apegarse a su lado salvaje? Definitivamente, no el poblado de Ulmer que yo conocí.
Fuera de eso, el pozo en si no parecía esconder ningún secreto en su exterior, estaba bien construido y parecía encontrarse en buen estado, sus mecanismos funcionaban a la perfección. Aquellos hombres mencionaron una extraña anomalía en el pozo que ya se había encargado de poner a un par de personas en graves condiciones, suposición que llevaría a cualquiera a la conclusión de que el agua se hallaba envenenada o contaminada por alguna sustancia. No era algo fuera de lo normal, quizás alguna criatura venenosa se había colado en el interior y estaba emponzoñando el agua, solo había que comprobar el interior, ayudar a salir al animal y yo me encargaría de purificar el agua con mi magia. No era difícil, pero mientras el contaminador siguiera ahí no había nada yo que pudiera hacer para ayudar. Me asomé al interior del pozo, solo para echar un rápido vistazo... Esta oscuro, quizas demasiado, ¿que tan profundo es...?
Tenzin Fang Leiden
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Esbozó una sonrisa mientras veía la reacción de Ircan y Tom ante sus palabras, la cual fue igual que la suya propia. Pero aquel momento tan tierno se vio disipado al oír a alguien entrar en la herrería. Para la joven fue bastante extraño ver a aquella persona. Su máscara la hacía tener una rara sensación ¿Tal vez sería inquietud? Podría ser, para Astrid lo nuevo la hacía tener los impulsos por conocer aquello a fondo pero tras los sucesos acontecidos en los últimos meses, cada vez que tenía esa sensación la inquietud y el desconcierto se apoderaban de ella y la hacían echarse un poco para atrás. -Voy en un segundo Ircan, espérame dentro- Dijo sin voltear el rostro hacia el licántropo y solo se fijaba en la persona que había entrado en la herrería. -Dejo ahí mis cosas Tom, así luego podemos echar un vistazo a mi espada cuando tengas hueco- Se movió a un lado para dejar sus pertenencias a un lado, no era más que una excusa para quedarse un poco más a escuchar la conversación de ambos.
Para su sorpresa fue otra conversación la que llamó su atención. ¿Un cadáver? ¿Marcas? Todo aquello la desconcertó. Ircan le había contado lo que había ocurrido en la ciudad con aquella espantosa enfermedad, pero sabía que las meras enfermedades no crean esa clase de conversaciones “secretas”. Sus ojos chocolate se posaron en la figura de aquel extraño y en Tom. -Voy junto a Ircan, le dejo trabajar- Una tierna sonrisa se dibujó en sus labios y pasó junto a ambos casi en un spring hasta la puerta por donde había entrado Ircan un par de minutos atrás. Lo vio entonces preparando algo muy centrado en ello. Astrid se sentó en una silla cruzando las piernas mientras observaba todo el lugar. -Si quieres puedo echar una mano a ti y a Tom para pasar los estragos de esa enfermedad... Aunque no se me da muy bien arreglar este tipo de casas- Hizo una mueca de que no tenía ni idea y luego se encogió de hombros. -Pero algo podría hacer, después de que me salvaste-.
Tras un par de minutos en los que la conversación de aquellos transeúntes pasaba por su cabeza una y otra vez, refunfuñó negando con la cabeza. Tenía que decírselo a Ircan ¿o no? ¿Y si al decirle aquello el joven quería ir a investigar? ¿Y si le pasaba algo por ir a ello? No, no podría perdonárselo nunca... Pero... ¿y si no estaba advertido y por un descuido de ella tenía el mismo futuro que el cadáver que habían encontrado en el río? Sacudió la cabeza nuevamente y se llevó las manos a su cabellera revolviéndola. “-¿¡Qué es este dilema!?-” Pensó frustrada y cerró los ojos. Si Ircan le hubiera dicho algo durante el tiempo que había estado pensando en eso ni le había prestado atención. Pero tenía que advertir al pequeño lobo, no podía permitirse que lo pillaran por sorpresa. -Ircan he oído algo muy perturbador mientras me quedaba con Tom y el sujeto que entró en la herrería...- Se levantó de la silla sin importar si había cortado al hablar a Irc.
-Han dicho que ha aparecido un cadáver con unas marcas que, como han actuado, parece que es un tabú en Ulmer. No sé nada de eso, pero donde hay un cadáver hay un peligro- Se mordió el labio moviéndose en círculos por la sala. Nerviosa, desorientada y preocupada. -Me he debatido muy internamente en si contarte esto o no, porque puede que te entre la curiosidad para resolver ese misterio. Seguramente no me equivoque, estás tan loco para eso. Solo a ti se te ocurriría subir un peñasco con una herida infectada en el vientre ¿Acaso no es eso estar loco?- Rodó los ojos y se volvió a sentar en el mismo sitio. -Aish... A lo mejor es una tontería y es por causa de esa enfermedad que me hablaste y eso de las marcas sean rumores de la gente para crear pánico. Pero no quiero que vayas solo a ningún lado o te metas en líos por eso. Y no me vayas a rechistar jovencito- Aquello último lo dijo señalándole con el dedo ¿Desde cuándo se había convertido en una madre? Se sorprendió a si misma y bajó el dedo colocándose un mechón detrás de la oreja. -Me has hecho hablar como lo solía hacer mi madre- Dijo casi en un murmuro con un tono de tristeza al recordar a su difunta madre.
Para su sorpresa fue otra conversación la que llamó su atención. ¿Un cadáver? ¿Marcas? Todo aquello la desconcertó. Ircan le había contado lo que había ocurrido en la ciudad con aquella espantosa enfermedad, pero sabía que las meras enfermedades no crean esa clase de conversaciones “secretas”. Sus ojos chocolate se posaron en la figura de aquel extraño y en Tom. -Voy junto a Ircan, le dejo trabajar- Una tierna sonrisa se dibujó en sus labios y pasó junto a ambos casi en un spring hasta la puerta por donde había entrado Ircan un par de minutos atrás. Lo vio entonces preparando algo muy centrado en ello. Astrid se sentó en una silla cruzando las piernas mientras observaba todo el lugar. -Si quieres puedo echar una mano a ti y a Tom para pasar los estragos de esa enfermedad... Aunque no se me da muy bien arreglar este tipo de casas- Hizo una mueca de que no tenía ni idea y luego se encogió de hombros. -Pero algo podría hacer, después de que me salvaste-.
Tras un par de minutos en los que la conversación de aquellos transeúntes pasaba por su cabeza una y otra vez, refunfuñó negando con la cabeza. Tenía que decírselo a Ircan ¿o no? ¿Y si al decirle aquello el joven quería ir a investigar? ¿Y si le pasaba algo por ir a ello? No, no podría perdonárselo nunca... Pero... ¿y si no estaba advertido y por un descuido de ella tenía el mismo futuro que el cadáver que habían encontrado en el río? Sacudió la cabeza nuevamente y se llevó las manos a su cabellera revolviéndola. “-¿¡Qué es este dilema!?-” Pensó frustrada y cerró los ojos. Si Ircan le hubiera dicho algo durante el tiempo que había estado pensando en eso ni le había prestado atención. Pero tenía que advertir al pequeño lobo, no podía permitirse que lo pillaran por sorpresa. -Ircan he oído algo muy perturbador mientras me quedaba con Tom y el sujeto que entró en la herrería...- Se levantó de la silla sin importar si había cortado al hablar a Irc.
-Han dicho que ha aparecido un cadáver con unas marcas que, como han actuado, parece que es un tabú en Ulmer. No sé nada de eso, pero donde hay un cadáver hay un peligro- Se mordió el labio moviéndose en círculos por la sala. Nerviosa, desorientada y preocupada. -Me he debatido muy internamente en si contarte esto o no, porque puede que te entre la curiosidad para resolver ese misterio. Seguramente no me equivoque, estás tan loco para eso. Solo a ti se te ocurriría subir un peñasco con una herida infectada en el vientre ¿Acaso no es eso estar loco?- Rodó los ojos y se volvió a sentar en el mismo sitio. -Aish... A lo mejor es una tontería y es por causa de esa enfermedad que me hablaste y eso de las marcas sean rumores de la gente para crear pánico. Pero no quiero que vayas solo a ningún lado o te metas en líos por eso. Y no me vayas a rechistar jovencito- Aquello último lo dijo señalándole con el dedo ¿Desde cuándo se había convertido en una madre? Se sorprendió a si misma y bajó el dedo colocándose un mechón detrás de la oreja. -Me has hecho hablar como lo solía hacer mi madre- Dijo casi en un murmuro con un tono de tristeza al recordar a su difunta madre.
Astrid Leggiend
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
El aroma de la chica me estaba fascinando sobremanera. Me sentía como un animal hambriento oliendo carne recién asada. Esa dama gozaba de un perfume tan diferente de los locales de Ulmer que desprendían aromas de sudor combinado con tipos de sangre diferente, madera y metal.
Mi deseo por saber qué hacía allí era embriagante. Ella se quedó mirándome, quizás algo asustada por mis ropajes y mi actuar, y subió las escaleras detrás del chico.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- ¿Qué se le ofrece? Puedo ofrecerle cualquier articulo de metal que desee. Desde cerraduras hasta armaduras
Mi corazón dio un brinco, sinceramente debí de estar tan embobado que ni lo ví. Me hubiese encantando decirle que no deseo nada de su querido local pero, claramente, le miré más cordial posible y pedí que me enseñe con que podría afilar mi arma. El herrero empezó a comentarme todo tipo de métodos, utensilios y formas.
Es sorprendente el mucho empeño que ponen las personas enamoradas de su oficio, tanto que no ven que la otra persona no comparten su entusiasmo.
Posteriormente, abandoné la morada y sin quererlo, escuché una conversación que no me parecía muy normal (incluso en parajes como Ulmer) que me hizo pensar en qué hacer a continuación.
- Perdone, mi nombre es Aradu. ¿Es usted tan amable para decirme que tipo de marcas lleva el cadáver? Mire..soy médico cirujano de profesión, quizás pueda ayudar a encontrar la fuente que las causó si les interesa, claro está.
Es cierto que mi pregunta fue algo brusca, pero su reacción fue aún mas extraña. Se dieron la vuelta, recogieron sus mochilas de cuero mal curtido y con una expresión extraña, como intimidados, se fueron a paso ligero calle abajo. Uno de ellos se tropezó con el desnivel del pavimento, lo que me hizo esbozar una sonrisa. ¿Hombres-lobo, capaces de cazar en medio de tempestades? Parecían más bien cachorritos que aun no sabían correr.
¡La situación era de lo más interesante! Podéis adivinar que rumbo tomé.
De camino, los que estaban en las puertas de su casa, al verme, giraban el rostro. Los cachorros eran llevados por los padres dentro de las casas, como si no fuese bienvenido allí. Todo me resultaba muy atípico, así que aligeré el paso por precaución más que por miedo. Parecía que ellos olían algo en mí que no lo veían normal, como yo olía algo diferente en esa dama...
-*¿ Dama?? algo raro..olor extraño.. dragones? Estoque Estoque... shhh!!!*
Mi deseo por saber qué hacía allí era embriagante. Ella se quedó mirándome, quizás algo asustada por mis ropajes y mi actuar, y subió las escaleras detrás del chico.
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- ¿Qué se le ofrece? Puedo ofrecerle cualquier articulo de metal que desee. Desde cerraduras hasta armaduras
Mi corazón dio un brinco, sinceramente debí de estar tan embobado que ni lo ví. Me hubiese encantando decirle que no deseo nada de su querido local pero, claramente, le miré más cordial posible y pedí que me enseñe con que podría afilar mi arma. El herrero empezó a comentarme todo tipo de métodos, utensilios y formas.
Es sorprendente el mucho empeño que ponen las personas enamoradas de su oficio, tanto que no ven que la otra persona no comparten su entusiasmo.
Posteriormente, abandoné la morada y sin quererlo, escuché una conversación que no me parecía muy normal (incluso en parajes como Ulmer) que me hizo pensar en qué hacer a continuación.
- Perdone, mi nombre es Aradu. ¿Es usted tan amable para decirme que tipo de marcas lleva el cadáver? Mire..soy médico cirujano de profesión, quizás pueda ayudar a encontrar la fuente que las causó si les interesa, claro está.
Es cierto que mi pregunta fue algo brusca, pero su reacción fue aún mas extraña. Se dieron la vuelta, recogieron sus mochilas de cuero mal curtido y con una expresión extraña, como intimidados, se fueron a paso ligero calle abajo. Uno de ellos se tropezó con el desnivel del pavimento, lo que me hizo esbozar una sonrisa. ¿Hombres-lobo, capaces de cazar en medio de tempestades? Parecían más bien cachorritos que aun no sabían correr.
¡La situación era de lo más interesante! Podéis adivinar que rumbo tomé.
De camino, los que estaban en las puertas de su casa, al verme, giraban el rostro. Los cachorros eran llevados por los padres dentro de las casas, como si no fuese bienvenido allí. Todo me resultaba muy atípico, así que aligeré el paso por precaución más que por miedo. Parecía que ellos olían algo en mí que no lo veían normal, como yo olía algo diferente en esa dama...
-*¿ Dama?? algo raro..olor extraño.. dragones? Estoque Estoque... shhh!!!*
Aradu
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
Astrid parecía nerviosa, no tardé en averiguar por qué. Tras un breve momento en el que se ofreció a echar una mano con las labores domesticas, parece que con la intención de pagar una deuda que nunca le había exigido, me contó algo perturbador.
Baje la mirada para examinar las puntas de mis pies algo abatido. Había tardado mucho en volver a mi casa para encontrarme con tales noticias. La pandemia ya casi había pasado, pero la gente seguía muriendo y no conseguían recuperar su antigua felicidad. Más que curiosidad, como supuso mi compañera, me daba rabia y me incitaba a actuar.
Alce la vista y la miré a los ojos, a ella tampoco le gustaba aquella situación, pero tampoco estaba muy segura de si meterse en aquel problema. No podía cúlparla, los problemas de Ulmer no le incumbían, no estaba obligada a nada, era sólo una visitante. Pero mi caso era diferente. Ulmer era el lugar dónde vivíamos Tom y yo, si algo malo estaba pasando en Ulmer acabaría afectándonos, los dioses saben de que manera.
-Se que no quieres que me meta en problemas Astrid, pero...- di un suspiro intentando escoger bien las palabras. - Este es el lugar en el que vivo junto a Tom, si algo malo estaba pasando y no actuó lo más probable es que luego será peor. - miré a la dragona a los ojos. -Ulmer necesita que sus ciudadanos den un paso adelante. En estos tiempos tan convulsos no podemos esperar otra cosa.
En ese momento entró Tom y nos miró estupefacto.
-¿A qué vienen esas caras tan largas? ¿Ha ocurrido algo?
Le conté a Tom lo que Astrid me acababa de anunciar. Y, como una parte de mi sospechó, no se sorprendió. Tom estaba muy al tanto de todas aquellas noticias.
-No son sólo los cuerpos... - Tom se sentó en una silla junto al fuego, su favorita. -Desde hace unas semanas hay desapariciones y muchos enferman por beber agua del pozo de la plaza. Menos mal que el rió no queda tan lejos, sino los estragos hubiesen sido mayores.
-¿Y por qué no ha hecho nadie nada? - me puse en pie furioso, ¿dónde estaban las autoridades de Ulmer?
-La pandemia a hecho mucho daño. Gran parte de la guarnición de Ulmer salió para socorrer a las pequeñas poblaciones de los alrededores, y la que hay actualmente en la ciudad no da a basto y no está preparada para este nivel de sucesos. - Tom miro el fuego de la chimenea ensombrecido. -Estas pensando en investigarlo por tu cuenta, ¿no?
-Mentiría si dijera que no...- sabía lo que iba a venir y comencé a prepararme.
-¡Te lo prohíbo! ¡Eres demasiado joven para meterte en estas cosas! Es peligroso...
-¡Tom! - le corté cerrando los ojos para hacer acopio de valor. -Desde que salí de Ulmer me he enfrentado a muchas cosas. El peligro siempre me ha acompañado. No puedo permitir que ahora el peligro se asiente también al lado de mi propio hogar, si lo hago, ¿dónde podré estar seguro en el futuro? - le miré a los ojos. -¡Quedarnos de brazos cruzados no es una opción!
Hubo un profundo momento de silencio, solamente interrumpido por el crepitar de las llamas de la chimenea que bailaban ajenas a la tensión que podía percibirse en la sala.
-Eres un cabezota...- Tom se levantó con el ceño fruncido y abandonó el lugar sin decir ni una palabra más.
Yo por mi parte observé en silencio como desaparecía por la puerta que llevaba a la forja. Una vez se fue, me giré para mirar a Astrid.
-Deberíamos ir a la morgue. - me acerqué a coger mis cosas. -Antes de ponernos a buscar como locos tenemos que obtener algo de información, creo que es lo más sensato.
Me colgué mis espadas y me metí en los bolsillos unas ganzúas, una poción de curación que había conseguido en mis viajes y una calavera de azúcar, que en realidad era una bomba de humo.
-Por cierto.... gracias.- miré a la dragona a los ojos. -Gracias por preocuparte por mi. En cierto modo es divertido verte actuar como tu madre, seguro que fue una mujer maravillosa. ¿Vamos?
Sólo esperaba que Astrid no discutiera también mi decisión, ya había tenido suficientes discusiones en aquel día.
Una pareja de fornidos hombres avanzan por en medio de la calle, mientras el resto de personas se preocupan por no ponerse en su camino. Bien es conocida en Ulmer, la fama de los Gemelos. Con medio pecho al descubierto se atavían con pieles de animales y cuero basto. No portan armas pues no las necesitan. El mayor de ellos, Sandor, es capaz de transformarse en lobo de forma híbrida, por lo que combate haciendo uso de su increíble fuerza y de sus afiladas garras. El pequeño, por unos pocos segundos, llamado Gregor, es capaz de convertirse en un lobo más grande de lo normal, de un metros y medio de altura hasta su lomo.
Sin embargo, no todos los transeúntes son tan cautos. Una chica ataviada con una capucha no es capaz de apartarse a tiempo. Pero no pasa nada, Gregor, enseguida solucionó ese problema lanzando a la chica a un lado de un empujón (Claudena), una muestra poco amable de dar la bienvenida a una extranjera, pero nadie tiene el valor de recriminárselo.
Fieles a su objetivo y a sus ordenes, no tardan en entrar en la taberna, abriendo las puertas de esta con una patada que hizo que uno de sus lados se saliera de sus bisagras. A medida que el tablón de madera cae al suelo, los parroquianos quedan en silencio, y el tabernero no duda en esconderse tras la barra.
- ¡No te escondas Richard! ¡Queremos nuestra cerveza! -grita Sandor.
Ambos gemelos explotan en carcajadas.
-¡Y llevarnos parte de tu taberna por delante! Vamos... Como siempre que venimos. - termina Gregor.
-Pe-pe-pero.... e-e-esta ve-ve-vez... no he he-he-hecho nada ma-malo! - tartamudea Richard consciente de que no sirve de nada esconderse.
-¡Oh! Bien sabes que si. - Sandor le pega una patada a la mesa más cercana, lanzando todas las jarras y platos por los aires, al mismo tiempo que dispersaba a sus ocupantes.
-Y cuanto más tardes... -Gregor sonrió de oreja a oreja, cogió un taburete cercan y lo lanzó contra una ventana, haciéndola añicos. -Más nos divertiremos nosotros.
-¡Y-yo no se nada! ¡L-l-lo ju-ju-juro!- el tabernero estaba apunto de llorar presa del miedo. -Po-po-por favor, de-de-deteneos...
Entonces Sandor se acercó a la barra y tomó al tabernero de la camisa del cuello. Tiró de él y le aplastó la cabeza contra la madera.
-Dino dónde está ese maldito elfo.
-¡N-n-no lo...!
Sandor dio un fuerte golpe con el puño muy cerca de la cabeza de Richard, produciendo un estallido y levantando algunas astillas. Su mano se había cubierto de un pelaje negro.
-Que me digas dónde está. No quiero escusas.
En ese momento, una mujer bajó las escaleras de la posada.
-¡E-e-ella! ¡E-e-ella pasó la noche con él! ¡Debe saberlo!
Ambos gemelos se giraron hacia la mujer, que sabía perfectamente quienes eran. Al instante pudo sentir como el miedo le atenazaba la garganta.
-Hoy vamos a divertirnos. - sentenció Gregor con una repulsiva sonrisa.
____________________________________________________________________________________________________
Off rol: Bueno, pues las cosas comienzan a moverse.
Claudena: En tu post te has quedado en la puerta de la taberna, puede que eso te haya traído algo de buena suerte. Has podido presenciar gran parte de la escena (incluso puedes presenciar toda si decides entrar dentro de la taberna a ver que ocurre), de haber estado dentro puede que tu situación se hubiese vuelto más difícil. Has visto a los gemelos y sus actos, puedes optar por entrar y enfrentarte a ellos, huir del lugar o buscar ayuda (Bardo está cerca tuya).
Bardo: En tu post te quedas cerca del pozo, que no está muy alejado de la taberna, así que puedes ser consciente de lo sucedido al exterior y del interior si decides apresurarte a entrar para ver que ocurre. A parte, al estar cerca del pozo tus aptitudes de elfo te han permitido percibir una sensación de podredumbre saliendo del pozo. Puede que los cadáveres del rió y el manantial subterráneo que recorre Ulmer tengan alguna relación. Puedes optar por entrar en el pozo para investigar, ir a ver que a ocurrido cerca de la taberna o explorar e investigar por el resto de la ciudad. También dependes en parte de la respuesta de Claudena, a la cual puedes unirte o intentar convencer para que te siga.
Aradu: Supongo que te has interesado por ir a investigar al rió, como buen cirujano. En el rió encontraras algunos cadáveres que aún no han sido retirados, puedes examinar sus marcas. Las causas de la muerte no son por la enfermedad de la pandemia. En general puedes encontrar rozaduras en las manos y pies, así como hematomas (y si quieres a decisión propia tuya puede haber alguna sustancia misteriosa en su sangre, boca, etc... como si hubiesen sido envenenados, tu decidirás esa parte del rol). Así que tienes bastante libertad para describir como buen medico. Tus siguientes opciones pueden ser la de subir el rió para seguir investigando o volver a la ciudad para recabar más información y demás.
Astrid: En tu caso puedes seguir a Ircan, quedarte en la casa con Tom o irte por tu cuenta. Gracias a Tom sabes de los múltiples sucesos que han ocurrido en Ulmer.
Y ya está, si tenéis alguna idea interesante o alguna duda, estoy totalmente abierto a escucharos. Aquí dejo los colores de los pnj por si queréis utilizarlos.
Colores de los pnj:
=#009966 = Sandor.
=#009999 = Gregor
=#ff9966 = Richard
Baje la mirada para examinar las puntas de mis pies algo abatido. Había tardado mucho en volver a mi casa para encontrarme con tales noticias. La pandemia ya casi había pasado, pero la gente seguía muriendo y no conseguían recuperar su antigua felicidad. Más que curiosidad, como supuso mi compañera, me daba rabia y me incitaba a actuar.
Alce la vista y la miré a los ojos, a ella tampoco le gustaba aquella situación, pero tampoco estaba muy segura de si meterse en aquel problema. No podía cúlparla, los problemas de Ulmer no le incumbían, no estaba obligada a nada, era sólo una visitante. Pero mi caso era diferente. Ulmer era el lugar dónde vivíamos Tom y yo, si algo malo estaba pasando en Ulmer acabaría afectándonos, los dioses saben de que manera.
-Se que no quieres que me meta en problemas Astrid, pero...- di un suspiro intentando escoger bien las palabras. - Este es el lugar en el que vivo junto a Tom, si algo malo estaba pasando y no actuó lo más probable es que luego será peor. - miré a la dragona a los ojos. -Ulmer necesita que sus ciudadanos den un paso adelante. En estos tiempos tan convulsos no podemos esperar otra cosa.
En ese momento entró Tom y nos miró estupefacto.
-¿A qué vienen esas caras tan largas? ¿Ha ocurrido algo?
Le conté a Tom lo que Astrid me acababa de anunciar. Y, como una parte de mi sospechó, no se sorprendió. Tom estaba muy al tanto de todas aquellas noticias.
-No son sólo los cuerpos... - Tom se sentó en una silla junto al fuego, su favorita. -Desde hace unas semanas hay desapariciones y muchos enferman por beber agua del pozo de la plaza. Menos mal que el rió no queda tan lejos, sino los estragos hubiesen sido mayores.
-¿Y por qué no ha hecho nadie nada? - me puse en pie furioso, ¿dónde estaban las autoridades de Ulmer?
-La pandemia a hecho mucho daño. Gran parte de la guarnición de Ulmer salió para socorrer a las pequeñas poblaciones de los alrededores, y la que hay actualmente en la ciudad no da a basto y no está preparada para este nivel de sucesos. - Tom miro el fuego de la chimenea ensombrecido. -Estas pensando en investigarlo por tu cuenta, ¿no?
-Mentiría si dijera que no...- sabía lo que iba a venir y comencé a prepararme.
-¡Te lo prohíbo! ¡Eres demasiado joven para meterte en estas cosas! Es peligroso...
-¡Tom! - le corté cerrando los ojos para hacer acopio de valor. -Desde que salí de Ulmer me he enfrentado a muchas cosas. El peligro siempre me ha acompañado. No puedo permitir que ahora el peligro se asiente también al lado de mi propio hogar, si lo hago, ¿dónde podré estar seguro en el futuro? - le miré a los ojos. -¡Quedarnos de brazos cruzados no es una opción!
Hubo un profundo momento de silencio, solamente interrumpido por el crepitar de las llamas de la chimenea que bailaban ajenas a la tensión que podía percibirse en la sala.
-Eres un cabezota...- Tom se levantó con el ceño fruncido y abandonó el lugar sin decir ni una palabra más.
Yo por mi parte observé en silencio como desaparecía por la puerta que llevaba a la forja. Una vez se fue, me giré para mirar a Astrid.
-Deberíamos ir a la morgue. - me acerqué a coger mis cosas. -Antes de ponernos a buscar como locos tenemos que obtener algo de información, creo que es lo más sensato.
Me colgué mis espadas y me metí en los bolsillos unas ganzúas, una poción de curación que había conseguido en mis viajes y una calavera de azúcar, que en realidad era una bomba de humo.
-Por cierto.... gracias.- miré a la dragona a los ojos. -Gracias por preocuparte por mi. En cierto modo es divertido verte actuar como tu madre, seguro que fue una mujer maravillosa. ¿Vamos?
Sólo esperaba que Astrid no discutiera también mi decisión, ya había tenido suficientes discusiones en aquel día.
En aquel mismo momento cerca de la taberna y la plaza...
Una pareja de fornidos hombres avanzan por en medio de la calle, mientras el resto de personas se preocupan por no ponerse en su camino. Bien es conocida en Ulmer, la fama de los Gemelos. Con medio pecho al descubierto se atavían con pieles de animales y cuero basto. No portan armas pues no las necesitan. El mayor de ellos, Sandor, es capaz de transformarse en lobo de forma híbrida, por lo que combate haciendo uso de su increíble fuerza y de sus afiladas garras. El pequeño, por unos pocos segundos, llamado Gregor, es capaz de convertirse en un lobo más grande de lo normal, de un metros y medio de altura hasta su lomo.
Sin embargo, no todos los transeúntes son tan cautos. Una chica ataviada con una capucha no es capaz de apartarse a tiempo. Pero no pasa nada, Gregor, enseguida solucionó ese problema lanzando a la chica a un lado de un empujón (Claudena), una muestra poco amable de dar la bienvenida a una extranjera, pero nadie tiene el valor de recriminárselo.
Fieles a su objetivo y a sus ordenes, no tardan en entrar en la taberna, abriendo las puertas de esta con una patada que hizo que uno de sus lados se saliera de sus bisagras. A medida que el tablón de madera cae al suelo, los parroquianos quedan en silencio, y el tabernero no duda en esconderse tras la barra.
- ¡No te escondas Richard! ¡Queremos nuestra cerveza! -grita Sandor.
Ambos gemelos explotan en carcajadas.
-¡Y llevarnos parte de tu taberna por delante! Vamos... Como siempre que venimos. - termina Gregor.
-Pe-pe-pero.... e-e-esta ve-ve-vez... no he he-he-hecho nada ma-malo! - tartamudea Richard consciente de que no sirve de nada esconderse.
-¡Oh! Bien sabes que si. - Sandor le pega una patada a la mesa más cercana, lanzando todas las jarras y platos por los aires, al mismo tiempo que dispersaba a sus ocupantes.
-Y cuanto más tardes... -Gregor sonrió de oreja a oreja, cogió un taburete cercan y lo lanzó contra una ventana, haciéndola añicos. -Más nos divertiremos nosotros.
-¡Y-yo no se nada! ¡L-l-lo ju-ju-juro!- el tabernero estaba apunto de llorar presa del miedo. -Po-po-por favor, de-de-deteneos...
Entonces Sandor se acercó a la barra y tomó al tabernero de la camisa del cuello. Tiró de él y le aplastó la cabeza contra la madera.
-Dino dónde está ese maldito elfo.
-¡N-n-no lo...!
Sandor dio un fuerte golpe con el puño muy cerca de la cabeza de Richard, produciendo un estallido y levantando algunas astillas. Su mano se había cubierto de un pelaje negro.
-Que me digas dónde está. No quiero escusas.
En ese momento, una mujer bajó las escaleras de la posada.
-¡E-e-ella! ¡E-e-ella pasó la noche con él! ¡Debe saberlo!
Ambos gemelos se giraron hacia la mujer, que sabía perfectamente quienes eran. Al instante pudo sentir como el miedo le atenazaba la garganta.
-Hoy vamos a divertirnos. - sentenció Gregor con una repulsiva sonrisa.
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Off rol: Bueno, pues las cosas comienzan a moverse.
Claudena: En tu post te has quedado en la puerta de la taberna, puede que eso te haya traído algo de buena suerte. Has podido presenciar gran parte de la escena (incluso puedes presenciar toda si decides entrar dentro de la taberna a ver que ocurre), de haber estado dentro puede que tu situación se hubiese vuelto más difícil. Has visto a los gemelos y sus actos, puedes optar por entrar y enfrentarte a ellos, huir del lugar o buscar ayuda (Bardo está cerca tuya).
Bardo: En tu post te quedas cerca del pozo, que no está muy alejado de la taberna, así que puedes ser consciente de lo sucedido al exterior y del interior si decides apresurarte a entrar para ver que ocurre. A parte, al estar cerca del pozo tus aptitudes de elfo te han permitido percibir una sensación de podredumbre saliendo del pozo. Puede que los cadáveres del rió y el manantial subterráneo que recorre Ulmer tengan alguna relación. Puedes optar por entrar en el pozo para investigar, ir a ver que a ocurrido cerca de la taberna o explorar e investigar por el resto de la ciudad. También dependes en parte de la respuesta de Claudena, a la cual puedes unirte o intentar convencer para que te siga.
Aradu: Supongo que te has interesado por ir a investigar al rió, como buen cirujano. En el rió encontraras algunos cadáveres que aún no han sido retirados, puedes examinar sus marcas. Las causas de la muerte no son por la enfermedad de la pandemia. En general puedes encontrar rozaduras en las manos y pies, así como hematomas (y si quieres a decisión propia tuya puede haber alguna sustancia misteriosa en su sangre, boca, etc... como si hubiesen sido envenenados, tu decidirás esa parte del rol). Así que tienes bastante libertad para describir como buen medico. Tus siguientes opciones pueden ser la de subir el rió para seguir investigando o volver a la ciudad para recabar más información y demás.
Astrid: En tu caso puedes seguir a Ircan, quedarte en la casa con Tom o irte por tu cuenta. Gracias a Tom sabes de los múltiples sucesos que han ocurrido en Ulmer.
Y ya está, si tenéis alguna idea interesante o alguna duda, estoy totalmente abierto a escucharos. Aquí dejo los colores de los pnj por si queréis utilizarlos.
Colores de los pnj:
=#009966 = Sandor.
=#009999 = Gregor
=#ff9966 = Richard
Ircan
Honorable
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
No podía ver nada en su interior, el pozo parecía estar cubierto exclusivamente por una capa de sombras que daban la sensación de estar observando un precipicio sin fondo. ¿Por qué era necesaria tanta profundidad para una construcción como esta? Los pobres aldeanos invertirán medio día llenando una simple cubeta de agua... Con mucha razón pararon en manos del curandero, debieron quedar exhaustos después de tanto esfuerzo. En fin, mi investigación no fue del todo inútil en realidad, ¿mencioné ya la podredumbre que emanaba desde los cimientos del pozo?, pues lo reafirmo, aquello que se ocultaba entre las tinieblas expandía un terrible hedor que demostraba llevar ya un buen tiempo descomponiéndose y contaminando aquellas aguas. Suspiré con frustración mientras me rascaba la nuca. ¿Qué podía hacer si no tenía forma de ver más allá de la oscuridad? ¿Lanzarme al interior del pozo para averiguarlo...? Me encogí de hombros restándole importancia, no parecía que tuviera alguna otra alternativa, después de todo, ¿que era lo peor que podía pasar si me lanzaba al vació? ¿Morir? He tenido que enfrentar cosas peores.
Encontrando balance al posicionar ambos pies en la gruesa estructura de roca en la cual se hallaba hecha el pozo, me sostuve del pequeño tejado en el cual se encontraba el mecanismo que permitía bajar una simple cubeta de madera y subirla una vez se llenara con el agua del fondo, antes de tomar asiento y suspirar con preocupación. Cualquiera que me viera en ese mismo instante podría fácilmente pensar que estaba loco, ¡piénsenlo!, un joven cualquiera podría pasar y decir: "¡Mirad! ¡Es el viejo loco del pueblo! ¿Va a intentar tomar un baño en el pozo de nuevo? Seguro es su culpa que el agua del pozo este contaminada", y luego todo el poblado me apalearía y usarían mis huesos para purificar el agua con alguna clase de ritual lobuno... Ja, viéndolo así, no es un destino tan terrible después de todo. En fin, agradecí en silencio que en ese momento no hubiera nadie ahí para verme cometer semejante locura, ¿cierto? Mi mano izquierda mantenía su firme agarre a aquel tejado, mientras la derecha se aferraba ferozmente a la cuerda que suspendía la cubeta en el aire, al mismo tiempo que mi pie derecho encontraba su firmeza al apoyarse en el fondo de esta última. Tragué saliva, mientras veía una gota de sudor de mi frente perderse entre aquella caída de quien sabe cuantos pies de altitud... Tuve una buena vida, un tanto agitada, pero era una buena vida. Dediqué una corta plegaria a mis dioses, antes de decidir lanzarme a aquel pozo sin fondo. Tomé un último respiro... y mi mano dejo de aferrarse...
Soltándome en aquel abismo de afanes.
...
¿Una palabra para definir mi "grácil" descenso hacía el interior del pozo? Estrepitoso, definitivamente, estrepitoso. Apenas solté aquella madera que me mantenía colgado, comencé a caer bruscamente, no me dio ni tiempo de dar un último vistazo al cielo azul o al verde de los arboles, como si aquella cuerda estuviera esperando la más mínima señal para sumergirme en aquella estresante experiencia. Mis manos buscaban desesperadamente reafirmarse en la soga que se zarandeaba por la velocidad, una vez lo consiguieron, sólo pude limitarme a cerrar los ojos y gritar, hasta que el inminente impacto con el agua del fondo se encargara de silenciarme. Esto último jamás pasó, ni mucho menos, me mantuve cayendo por lo que pareció ser una eternidad.
No lo comprendía, pues realmente podía sentir como caía, el viento azotando mis ropas y mi rostro, mientras la cuerda que sostenía con todo mi ser seguía siendo indomable. No fue hasta que decidí inspeccionar mi alrededor, dirigiendo mi vista hacía arriba, que pude encontrarme con una inesperada realidad: podía ver perfectamente la bella luz del sol, aquella que debí haber dejado atrás hace un buen tiempo, saludándome desde la distancia. ¿Pero... como era posible? Estaba atrapado en una especie de bucle infinito, cayendo en una interminable nada. Volví a examinar mi alrededor, encontrándome una vez más con un elemento que no había notado en una primera instancia: Un pergamino infundido con magia pegado a una de las paredes, a juzgar por el efecto, escrito por un poderoso arcanista. Coloqué con esfuerzo mi mano en la escritura, a pesar de ser solo una ilusión, todavía me hallaba bajo sus efectos. —Akyrósete. —anuncié. Mi mano destello y un brillo envolvió aquellas letras antiguas, anulando el efecto que su poder tenía en el ambiente y dando finalmente mi caída en las aguas del pozo.
Salí del agua tomando una fuerte bocanada de aire, aunque realmente hubiera deseado no hacerlo, la putrefacción era sencillamente insoportable, seguro tendría que darle un lavado a mi túnica con polvo concentrado de hada y lagrimas de diosa para conseguir espantar de la tela semejante hedor... No obstante, estaba ignorando el verdadero problema: tras dejar de concentrarme en mis ropajes, me percate que, a pesar del olor, las aguas parecían estar en perfecto estado. ¿Quizás el contaminador se hallaba en el fondo? La cristalina superficie del agua no parecía demostrarlo, ¿pero que otra opción tenía? Tomé otra bocanada de aire y me sumergí, descendiendo a las profundidades de aquel manantial. Nuevamente me encontré con un dilema conocido: no parecía haber un final después de haber descendido un buen trecho, el aliento de mis pulmones se agotaba, necesitaba volver a la superficie, pero cuando intenté hacerlo algo me detuvo. De pronto mi cuerpo comenzó a ser tragado por las aguas del manantial, ¿¡que estaba ocurriendo!?, di mi mayor esfuerzo por luchar contra la fuerza de las aguas, pero mi falta de aliento me venció y cedí ante su voluntad. Me dí por perdido... hasta que impacté contra un suelo de concreto y pude escuchar el sonido del agua liberarme. Abrí los ojos al pasar el dolor de la caída, me encontré con una imagen inesperada: el agua se encontraba justo sobre mi, como un charco de agua en medio del cielo. No era posible... ¿esto era... un túnel subterráneo?
Encontrando balance al posicionar ambos pies en la gruesa estructura de roca en la cual se hallaba hecha el pozo, me sostuve del pequeño tejado en el cual se encontraba el mecanismo que permitía bajar una simple cubeta de madera y subirla una vez se llenara con el agua del fondo, antes de tomar asiento y suspirar con preocupación. Cualquiera que me viera en ese mismo instante podría fácilmente pensar que estaba loco, ¡piénsenlo!, un joven cualquiera podría pasar y decir: "¡Mirad! ¡Es el viejo loco del pueblo! ¿Va a intentar tomar un baño en el pozo de nuevo? Seguro es su culpa que el agua del pozo este contaminada", y luego todo el poblado me apalearía y usarían mis huesos para purificar el agua con alguna clase de ritual lobuno... Ja, viéndolo así, no es un destino tan terrible después de todo. En fin, agradecí en silencio que en ese momento no hubiera nadie ahí para verme cometer semejante locura, ¿cierto? Mi mano izquierda mantenía su firme agarre a aquel tejado, mientras la derecha se aferraba ferozmente a la cuerda que suspendía la cubeta en el aire, al mismo tiempo que mi pie derecho encontraba su firmeza al apoyarse en el fondo de esta última. Tragué saliva, mientras veía una gota de sudor de mi frente perderse entre aquella caída de quien sabe cuantos pies de altitud... Tuve una buena vida, un tanto agitada, pero era una buena vida. Dediqué una corta plegaria a mis dioses, antes de decidir lanzarme a aquel pozo sin fondo. Tomé un último respiro... y mi mano dejo de aferrarse...
Soltándome en aquel abismo de afanes.
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¿Una palabra para definir mi "grácil" descenso hacía el interior del pozo? Estrepitoso, definitivamente, estrepitoso. Apenas solté aquella madera que me mantenía colgado, comencé a caer bruscamente, no me dio ni tiempo de dar un último vistazo al cielo azul o al verde de los arboles, como si aquella cuerda estuviera esperando la más mínima señal para sumergirme en aquella estresante experiencia. Mis manos buscaban desesperadamente reafirmarse en la soga que se zarandeaba por la velocidad, una vez lo consiguieron, sólo pude limitarme a cerrar los ojos y gritar, hasta que el inminente impacto con el agua del fondo se encargara de silenciarme. Esto último jamás pasó, ni mucho menos, me mantuve cayendo por lo que pareció ser una eternidad.
No lo comprendía, pues realmente podía sentir como caía, el viento azotando mis ropas y mi rostro, mientras la cuerda que sostenía con todo mi ser seguía siendo indomable. No fue hasta que decidí inspeccionar mi alrededor, dirigiendo mi vista hacía arriba, que pude encontrarme con una inesperada realidad: podía ver perfectamente la bella luz del sol, aquella que debí haber dejado atrás hace un buen tiempo, saludándome desde la distancia. ¿Pero... como era posible? Estaba atrapado en una especie de bucle infinito, cayendo en una interminable nada. Volví a examinar mi alrededor, encontrándome una vez más con un elemento que no había notado en una primera instancia: Un pergamino infundido con magia pegado a una de las paredes, a juzgar por el efecto, escrito por un poderoso arcanista. Coloqué con esfuerzo mi mano en la escritura, a pesar de ser solo una ilusión, todavía me hallaba bajo sus efectos. —Akyrósete. —anuncié. Mi mano destello y un brillo envolvió aquellas letras antiguas, anulando el efecto que su poder tenía en el ambiente y dando finalmente mi caída en las aguas del pozo.
Salí del agua tomando una fuerte bocanada de aire, aunque realmente hubiera deseado no hacerlo, la putrefacción era sencillamente insoportable, seguro tendría que darle un lavado a mi túnica con polvo concentrado de hada y lagrimas de diosa para conseguir espantar de la tela semejante hedor... No obstante, estaba ignorando el verdadero problema: tras dejar de concentrarme en mis ropajes, me percate que, a pesar del olor, las aguas parecían estar en perfecto estado. ¿Quizás el contaminador se hallaba en el fondo? La cristalina superficie del agua no parecía demostrarlo, ¿pero que otra opción tenía? Tomé otra bocanada de aire y me sumergí, descendiendo a las profundidades de aquel manantial. Nuevamente me encontré con un dilema conocido: no parecía haber un final después de haber descendido un buen trecho, el aliento de mis pulmones se agotaba, necesitaba volver a la superficie, pero cuando intenté hacerlo algo me detuvo. De pronto mi cuerpo comenzó a ser tragado por las aguas del manantial, ¿¡que estaba ocurriendo!?, di mi mayor esfuerzo por luchar contra la fuerza de las aguas, pero mi falta de aliento me venció y cedí ante su voluntad. Me dí por perdido... hasta que impacté contra un suelo de concreto y pude escuchar el sonido del agua liberarme. Abrí los ojos al pasar el dolor de la caída, me encontré con una imagen inesperada: el agua se encontraba justo sobre mi, como un charco de agua en medio del cielo. No era posible... ¿esto era... un túnel subterráneo?
Tenzin Fang Leiden
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
-¡Ay!.- Mi cabeza...ahg, ¿qué les pasa?
¿No podrían al menos haber pedido permiso?, papá al menos antes de arrollarte gritaba "¡cuidado!". Caí encima de unos duros barriles y cajas, pero por suerte había un cojín, espera, ¿Luna, donde está?.
-¡Luna!.- Me levanto lo más rápido que puedo. Pobrecita, ahg, me encantaría que aquellos dos, te pagaran un medico con su dinero, hmm...¿habrá médicos especiales para lechuzas?.
Oh, Luna. La levanto con cuidado y la llevo en brazos, ¡mejórate pronto, no quiero que mueras! no por favor.
Uah, no quiero entrar a esa taberna si esos hombres están allí, ¡nadie lastima a mi lechuza!, la pobre quedo atontada, creo que debería buscar ayuda, espero que si curen para lechuzas, tal vez adentro de la taberna pueda encontrar alguien que me ayude..
Entró a la taberna y miro a mi alrededor. ¿eh?, ¿será que esos dos me causaran más problemas?, mis ganas de volver a casa aumentan cada vez más, pensaba que ya me estaba acostumbrando a estar en este lugar, ¿no podrías haberme hecho otro encargo papà?.
¿Què querrán de ese pobre señor?, esta a punto de desmayarse y estos dos, son muy insistentes. ¿Son hombres bestia?, son los más peludos que he visto
-Esos estúpidos...-Me parece que escuche la voz de una mujer atrás de mí, ¿sabrá algo sobre ellos?, preguntare..
-Disculpe, señora, por favor podría decirme ¿quiénes son ellos?.-le señalo a la mujer a aquellos hombres
-El que está siendo acosado, es el tabernero y esos, son Sandor y Gregor, para mí, mucho musculo, poco cerebro. No te acerques mucho, acabarías como su muñeco de entrenamiento.-No parece muy sorprendida...
¡¿Qué?!, ¡¿el tabernero?!. .No podre hablar con él si esos dos están en medio y tampoco tengo planes de enfrentarme a ellos.
-¡Dinos, donde esta ese estúpido elfo!.- ¡¿Eh?!, ¿acaso todo ira de mal a peor?
¡¿Me están buscando?! Pero si recién llegue hoy, creo que no he hecho nada malo, ¿o sí?.
Escucho unos pasos y aquellos dos voltean rápido, como un rayo. Hmm… ¿Quién es ella?, ¿será famosa?. Dejan al tabernero y el casi de desploma en el suelo y caminan hacia ella. ¡Es mi oportunidad!.
-Eh, señor, creo que no es un buen momento pero...¿tendrá alguna habitación?, la necesito urgentemente, mi lechuza esta herida..- Me agacho para ayudarlo a levantarse, en eso se cae mi capucha, espero que esos dos se mantengan ocupados.
¿No podrían al menos haber pedido permiso?, papá al menos antes de arrollarte gritaba "¡cuidado!". Caí encima de unos duros barriles y cajas, pero por suerte había un cojín, espera, ¿Luna, donde está?.
-¡Luna!.- Me levanto lo más rápido que puedo. Pobrecita, ahg, me encantaría que aquellos dos, te pagaran un medico con su dinero, hmm...¿habrá médicos especiales para lechuzas?.
Oh, Luna. La levanto con cuidado y la llevo en brazos, ¡mejórate pronto, no quiero que mueras! no por favor.
Uah, no quiero entrar a esa taberna si esos hombres están allí, ¡nadie lastima a mi lechuza!, la pobre quedo atontada, creo que debería buscar ayuda, espero que si curen para lechuzas, tal vez adentro de la taberna pueda encontrar alguien que me ayude..
Entró a la taberna y miro a mi alrededor. ¿eh?, ¿será que esos dos me causaran más problemas?, mis ganas de volver a casa aumentan cada vez más, pensaba que ya me estaba acostumbrando a estar en este lugar, ¿no podrías haberme hecho otro encargo papà?.
¿Què querrán de ese pobre señor?, esta a punto de desmayarse y estos dos, son muy insistentes. ¿Son hombres bestia?, son los más peludos que he visto
-Esos estúpidos...-Me parece que escuche la voz de una mujer atrás de mí, ¿sabrá algo sobre ellos?, preguntare..
-Disculpe, señora, por favor podría decirme ¿quiénes son ellos?.-le señalo a la mujer a aquellos hombres
-El que está siendo acosado, es el tabernero y esos, son Sandor y Gregor, para mí, mucho musculo, poco cerebro. No te acerques mucho, acabarías como su muñeco de entrenamiento.-No parece muy sorprendida...
¡¿Qué?!, ¡¿el tabernero?!. .No podre hablar con él si esos dos están en medio y tampoco tengo planes de enfrentarme a ellos.
-¡Dinos, donde esta ese estúpido elfo!.- ¡¿Eh?!, ¿acaso todo ira de mal a peor?
¡¿Me están buscando?! Pero si recién llegue hoy, creo que no he hecho nada malo, ¿o sí?.
Escucho unos pasos y aquellos dos voltean rápido, como un rayo. Hmm… ¿Quién es ella?, ¿será famosa?. Dejan al tabernero y el casi de desploma en el suelo y caminan hacia ella. ¡Es mi oportunidad!.
-Eh, señor, creo que no es un buen momento pero...¿tendrá alguna habitación?, la necesito urgentemente, mi lechuza esta herida..- Me agacho para ayudarlo a levantarse, en eso se cae mi capucha, espero que esos dos se mantengan ocupados.
Claudena Orsteni
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Re: La capital de los Lobos [Libre 5/5]
En el momento que iba a abrir la boca para enfadarse con Ircan apareció Tom por la puerta, el cual no tardó en saber que algo estaba pasando entre ambos. Mientras ambos conversaban de lo sucedido, la dragona se paró a pensar en cada palabra que soltaban ambos. Desapariciones... Pozos contaminados... Aquello la hizo sentirse agobiada en segundos ¿Qué podía hacer ella? Ircan tenía razón, ella haría lo mismo si se encontrase en una situación similar con su ciudad natal. Sabía a ciencia cierta que aunque ella o Tom le prohibiera ir a investigar, haría cualquier cosa para hacerlo. Mejor estar con él, vigilarlo y protegerlo antes que dejarlo solo o que le pasara algo. Ante el solo pensamiento de esa última opción su cuerpo sintió un escalofrío que la hizo poner un gesto de desagrado. Ya sufrió aquel mal presentimiento cuando se dividieron en el bosque tra ssalir “victoriosos” del ataque de los bandidos.
Observó como Tom se levantaba y en segundos desapareció por una puerta, en silencio. La dragona suspiró negando lentamente con la cabeza. -Ircan yo...- No se vio con fuerzas de terminar la frase al ver como el contrario comenzaba a recoger sus cosas. Se veía en el rostro de la joven que todo aquello parecía provocarle una lucha interna bastante dolorosa y abrumadora. Alzó sus ojos chocolate hacia los del licántropo y negó. -Sé que es importante para ti Ircan... Pero es algo que me sobrepasa con creces y a ti también... Este asunto nos viene grande a todos- Pero no se movió del sitio. Sabía que aunque intentase persuadirlo no podría. Sus labios comenzaron a temblar y sus ojos se aguaron. -No quiero que te pase nada malo... Y seguramente Tom piense lo mismo que yo. Pero seguro que también ambos sabemos que por mucho que te intentemos decir que no vas a hacerlo... Y en el fondo le llenará de orgullo- Se acercó a Irc y agarró su mano con fuerza. -Orgullo de que tengas esa fuerza para proteger tu hogar...- Murmuró.
-Voy contigo, quiera o no este es tu hogar... Yo haría lo mismo si fuera el mio... Pero si veo algo que se excede o vea que estás en peligro no dudes que daré la vuelta inmediatamente y te llevaré conmigo sea cual sea la información que podamos conseguir... Y no me vas a rechistar esto- Al pestañear las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos cayeron lentamente por sus mejillas. -Vayamos a la morgue... Y espero que esto se solucione sin que tenga que recurrir a llevarte a la fuerza para que estés a salvo- Dijo casi como un ruego y sin soltar su mano tiró suavemente de él para salir de la herrería de Tom y observar las calles de Ulmer desde donde se encontraba. -Bueno... Tú eres el que conoce este lugar... Tú me guías hasta ese lugar- El corazón le iba a mil por hora por la explosión de emociones que se habían sucedido en pocos minutos dentro del lugar. Al bajar la mirada vio que aún tenía agarrada la mano del lobo. Rápidamente la soltó mirando hacia delante. -¿Vamos?- Apresuró mordiéndose el labio nerviosa.
Observó como Tom se levantaba y en segundos desapareció por una puerta, en silencio. La dragona suspiró negando lentamente con la cabeza. -Ircan yo...- No se vio con fuerzas de terminar la frase al ver como el contrario comenzaba a recoger sus cosas. Se veía en el rostro de la joven que todo aquello parecía provocarle una lucha interna bastante dolorosa y abrumadora. Alzó sus ojos chocolate hacia los del licántropo y negó. -Sé que es importante para ti Ircan... Pero es algo que me sobrepasa con creces y a ti también... Este asunto nos viene grande a todos- Pero no se movió del sitio. Sabía que aunque intentase persuadirlo no podría. Sus labios comenzaron a temblar y sus ojos se aguaron. -No quiero que te pase nada malo... Y seguramente Tom piense lo mismo que yo. Pero seguro que también ambos sabemos que por mucho que te intentemos decir que no vas a hacerlo... Y en el fondo le llenará de orgullo- Se acercó a Irc y agarró su mano con fuerza. -Orgullo de que tengas esa fuerza para proteger tu hogar...- Murmuró.
-Voy contigo, quiera o no este es tu hogar... Yo haría lo mismo si fuera el mio... Pero si veo algo que se excede o vea que estás en peligro no dudes que daré la vuelta inmediatamente y te llevaré conmigo sea cual sea la información que podamos conseguir... Y no me vas a rechistar esto- Al pestañear las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos cayeron lentamente por sus mejillas. -Vayamos a la morgue... Y espero que esto se solucione sin que tenga que recurrir a llevarte a la fuerza para que estés a salvo- Dijo casi como un ruego y sin soltar su mano tiró suavemente de él para salir de la herrería de Tom y observar las calles de Ulmer desde donde se encontraba. -Bueno... Tú eres el que conoce este lugar... Tú me guías hasta ese lugar- El corazón le iba a mil por hora por la explosión de emociones que se habían sucedido en pocos minutos dentro del lugar. Al bajar la mirada vio que aún tenía agarrada la mano del lobo. Rápidamente la soltó mirando hacia delante. -¿Vamos?- Apresuró mordiéndose el labio nerviosa.
Astrid Leggiend
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