Restaurando la esencia [Conclusión Senda de la Manía][Noche][Solitario]
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Restaurando la esencia [Conclusión Senda de la Manía][Noche][Solitario]
Casi dos meses habían transcurrido desde el final de la guerra contra los jinetes oscuros, y por primera vez desde su despertar en mitad de la nada, la benjamina de los Calhoun se mostraba realmente esperanzada. Su reciente visita a Árbol Madre, lugar en que habían tenido ocasión de tratar con una renombrada herborista y confirmar las notas del diario de su padre, sumado al breve encuentro con la dríada del pantano, habían conseguido que su optimismo regresase, sobretodo cuando terminaron de reunir todos los ingredientes que buscaban.
- Silva lucem, Verumlin y hierbas de Lithe… - fue nombrando la joven, mientras colocaba cada una de ellas cuidadosamente sobre una pequeña tela de color rojizo. - Según las notas de mi padre el ritual debe realizarse en una noche de luna llena, justo como la de hoy… estamos listos. - añadió, levantando la vista hacia la brillante esfera blanquecina para luego buscar los ojos del cazador.
- Primero debemos purificarnos… necesitaremos agua, bastante. - indicó, consiguiendo que su compañero se levantase. - La laguna no está lejos, aprovechémonos de ella. - propuso Alister, queriendo ayudar en cuanto le fuese posible ya que la mayor parte del proceso quedaría en manos de la de cabellos cenicientos. Elen era la alquimista, sabía mucho de plantas y de cómo utilizarlas para extraer de ellas sus propiedades, pero no por eso iba a dejarle todo el trabajo.
- Es lo más práctico, pero antes debo preparar las hierbas, luego nos trasladaremos allí...¿podrías traerme un poco en lo que las voy cortando? - pidió, desenfundando la daga del cinturón y depositándola también sobre la tela. - Claro. - contestó él, tomando el modesto caldero que solían usar para cocinar antes de encaminarse hacia el lugar en que se habían topado con la guardiana del bosque.
En lo que el norteño cumplía con su cometido, la señora de sombras dispuso un par de cuencos junto a las excepcionales flores que habían recolectado y empezó a separar los pétalos y las raíces de las mismas, desechando el tallo y las hojas, pues esas partes en concreto no les servirían. - El problema será calcular la cantidad necesaria para que haga efecto. - musitó para sí, observando con detenimiento las curiosas formas y colores de la Verumlin y la Silva lucem.
Según sus conocimientos, la unión de aquellas dos favorecería que su verdadera esencia saliese a relucir, pero no era más que un preparativo para que la bendición de las estrellas, a través del Lithe, los liberase de la maldición que padecían.
- Ya he vuelto. - anunció el alado, depositando el metálico recipiente, ahora lleno, junto a su compañera, sobre el cálido fuego de la hoguera. - Muy bien, solo me falta machacar un poco los ingredientes y podremos comenzar. - informó, poniéndose a ello de inmediato con ayuda de su mortero. - Espero que sea suficiente. - pensó la vampira, mientras los llamativos pétalos se deshacían y entremezclaban con pequeños trozos de la raíz.
Ya que eran dos, había decidido usar una flor de Silva lucem por cada uno y media docena de Verumlin, pero si esto resultaba no ser suficiente volvería a por más para intentarlo aumentando la dosis de ambas.
Una vez tuvo los dos cuencos listos, ya que prefería trabajar cada planta por separado, tomó el primero y dejó caer su contenido dentro del caldero, repitiendo la misma acción con el segundo instantes después. El agua se encargaría del resto, consumiéndolo todo y adquiriendo las valiosas propiedades de purificación y sanación que la pareja necesitaba para contrarrestar su mal.
- Prepararé la infusión de Lithe en otro recipiente, deberíamos tomarla justo después de la limpieza. - habló la criatura de la noche, ansiosa por terminar con aquel mal capítulo de sus vidas para que pudiesen avanzar y quizá, solo quizá, pasar página, relegando a los Tarmúnil y todo lo relacionado con ellos a un apartado rincón de su memoria.
Pero no sería fácil, no después de que la hubiesen atormentado durante años, poniéndola al borde de la muerte en más de una ocasión.
- Silva lucem, Verumlin y hierbas de Lithe… - fue nombrando la joven, mientras colocaba cada una de ellas cuidadosamente sobre una pequeña tela de color rojizo. - Según las notas de mi padre el ritual debe realizarse en una noche de luna llena, justo como la de hoy… estamos listos. - añadió, levantando la vista hacia la brillante esfera blanquecina para luego buscar los ojos del cazador.
- Primero debemos purificarnos… necesitaremos agua, bastante. - indicó, consiguiendo que su compañero se levantase. - La laguna no está lejos, aprovechémonos de ella. - propuso Alister, queriendo ayudar en cuanto le fuese posible ya que la mayor parte del proceso quedaría en manos de la de cabellos cenicientos. Elen era la alquimista, sabía mucho de plantas y de cómo utilizarlas para extraer de ellas sus propiedades, pero no por eso iba a dejarle todo el trabajo.
- Es lo más práctico, pero antes debo preparar las hierbas, luego nos trasladaremos allí...¿podrías traerme un poco en lo que las voy cortando? - pidió, desenfundando la daga del cinturón y depositándola también sobre la tela. - Claro. - contestó él, tomando el modesto caldero que solían usar para cocinar antes de encaminarse hacia el lugar en que se habían topado con la guardiana del bosque.
En lo que el norteño cumplía con su cometido, la señora de sombras dispuso un par de cuencos junto a las excepcionales flores que habían recolectado y empezó a separar los pétalos y las raíces de las mismas, desechando el tallo y las hojas, pues esas partes en concreto no les servirían. - El problema será calcular la cantidad necesaria para que haga efecto. - musitó para sí, observando con detenimiento las curiosas formas y colores de la Verumlin y la Silva lucem.
Según sus conocimientos, la unión de aquellas dos favorecería que su verdadera esencia saliese a relucir, pero no era más que un preparativo para que la bendición de las estrellas, a través del Lithe, los liberase de la maldición que padecían.
- Ya he vuelto. - anunció el alado, depositando el metálico recipiente, ahora lleno, junto a su compañera, sobre el cálido fuego de la hoguera. - Muy bien, solo me falta machacar un poco los ingredientes y podremos comenzar. - informó, poniéndose a ello de inmediato con ayuda de su mortero. - Espero que sea suficiente. - pensó la vampira, mientras los llamativos pétalos se deshacían y entremezclaban con pequeños trozos de la raíz.
Ya que eran dos, había decidido usar una flor de Silva lucem por cada uno y media docena de Verumlin, pero si esto resultaba no ser suficiente volvería a por más para intentarlo aumentando la dosis de ambas.
Una vez tuvo los dos cuencos listos, ya que prefería trabajar cada planta por separado, tomó el primero y dejó caer su contenido dentro del caldero, repitiendo la misma acción con el segundo instantes después. El agua se encargaría del resto, consumiéndolo todo y adquiriendo las valiosas propiedades de purificación y sanación que la pareja necesitaba para contrarrestar su mal.
- Prepararé la infusión de Lithe en otro recipiente, deberíamos tomarla justo después de la limpieza. - habló la criatura de la noche, ansiosa por terminar con aquel mal capítulo de sus vidas para que pudiesen avanzar y quizá, solo quizá, pasar página, relegando a los Tarmúnil y todo lo relacionado con ellos a un apartado rincón de su memoria.
Pero no sería fácil, no después de que la hubiesen atormentado durante años, poniéndola al borde de la muerte en más de una ocasión.
Elen Calhoun
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Re: Restaurando la esencia [Conclusión Senda de la Manía][Noche][Solitario]
Mientras el contenido del caldero se templaba, la alquimista comenzó a preparar la infusión de Lithe, echando mano a un recipiente más pequeño y vertiendo el agua de su cantimplora en él para luego ponerlo al fuego. Cuidadosamente, abrió el pequeño saquito que le habían entregado y dejó caer las hojas sobre el pañuelo, apartando las más grandes para añadirlas en cuanto la hoguera hiciese hervir el translúcido líquido.
Tal era su deseo de que aquello funcionase que estuvo tentada de echarlo todo sin hacer distinciones, pero sus conocimientos sobre el tratamiento de ingredientes la frenaron, consiguiendo que llevase a cabo el proceso de forma minuciosa. - Estará lista en unos minutos, ¿podrías ir trasladando el resto de cosas a la orilla de la laguna? - pidió al dragón, que al momento se puso en pie. - Claro, déjamelo a mí. - contestó, usando la tela de su abrigo para levantar el caldero por los extremos sin que el calor residual le quemase las manos.
Elen lo siguió con la mirada mientras se alejaba, volviendo a centrarse en su tarea en cuanto lo perdió de vista. - Por favor, que esto funcione… aunque solo sea con él. - pensó, perdiéndose momentáneamente en la visión del agua consumiendo la hierba.
Cuando el norteño regresó a su lado aún estaba ensimismada, pidiendo a los dioses que por una vez escuchasen su plegaria, pero se recompuso antes de que Alister se diese cuenta de ello, no quería transmitirse sus dudas ni preocuparlo de más. - Creo que ya está. - indicó, apartando el recipiente del fuego para dejarlo reposar unos minutos antes de embotellar su contenido en dos frascos.
Una vez terminado el proceso alquímico, recogieron lo que quedaba y se encaminaron hacia el pequeño lago, donde tendría lugar el primer paso hacia la curación del mal que los asolaba.
- Pongámonos allí. - señaló la señora de sombras, eligiendo una parte con desnivel suficiente entre la orilla y el fondo. - Bien, ahora quítate la camisa y entra en el agua. - pidió, nada más depositar sus pertenencias junto al perol que albergaba su primera elaboración a base de Verumlin y Silva lucem.
Alister no hizo pregunta alguna, se limitó a descalzarse y deshacerse de la prenda tal como le decía su compañera, observando con cierta tristeza la arrugada piel que le cubría los brazos y el torso, aunque si todo salía como esperaban, eso pronto desaparecería. Sin perder tiempo, el cazador saltó a la fría laguna, comprobando que en aquel punto el nivel de profundidad no era demasiado, solo le cubría hasta la cadera.
- Cierra los ojos. - susurró la joven, y en cuanto lo hizo, ella empezó a verter sobre su cabeza parte del contenido del caldero. El purificador líquido empapó sus cabellos y descendió por su rostro, para luego hacer lo mismo por sus hombros, brazos, pecho y espalda, antes de pasar a formar parte del lago. Sentir aquella calidez sobre su cuerpo le resultó agradable en comparación con la fresca brisa nocturna, pero solo duró unos instantes, y al abrir de nuevo los ojos encontró a la de cabellos cenicientos sentada en la orilla, desatándose las botas para entrar también.
Aquello no le llevó mucho, pero cuando llegó la hora de que se desprendiese de su camisa la vio dudar, no por vergüenza, sino porque se sentía terriblemente incómoda con su avejentado aspecto. Dejando escapar un suspiro de resignación, Elen se liberó de la ligera prenda, dejando a la vista parte de su ropa interior, y se metió en el agua, evitando el rostro del norteño deliberadamente.
No quería ver la expresión que pondría, sabía bien que su apariencia había cambiado para mal, pero si llegaba a ver la lástima reflejada en sus ojos o en su cara, de fracasar, todo resultaría más duro para ella.
Tal era su deseo de que aquello funcionase que estuvo tentada de echarlo todo sin hacer distinciones, pero sus conocimientos sobre el tratamiento de ingredientes la frenaron, consiguiendo que llevase a cabo el proceso de forma minuciosa. - Estará lista en unos minutos, ¿podrías ir trasladando el resto de cosas a la orilla de la laguna? - pidió al dragón, que al momento se puso en pie. - Claro, déjamelo a mí. - contestó, usando la tela de su abrigo para levantar el caldero por los extremos sin que el calor residual le quemase las manos.
Elen lo siguió con la mirada mientras se alejaba, volviendo a centrarse en su tarea en cuanto lo perdió de vista. - Por favor, que esto funcione… aunque solo sea con él. - pensó, perdiéndose momentáneamente en la visión del agua consumiendo la hierba.
Cuando el norteño regresó a su lado aún estaba ensimismada, pidiendo a los dioses que por una vez escuchasen su plegaria, pero se recompuso antes de que Alister se diese cuenta de ello, no quería transmitirse sus dudas ni preocuparlo de más. - Creo que ya está. - indicó, apartando el recipiente del fuego para dejarlo reposar unos minutos antes de embotellar su contenido en dos frascos.
Una vez terminado el proceso alquímico, recogieron lo que quedaba y se encaminaron hacia el pequeño lago, donde tendría lugar el primer paso hacia la curación del mal que los asolaba.
- Pongámonos allí. - señaló la señora de sombras, eligiendo una parte con desnivel suficiente entre la orilla y el fondo. - Bien, ahora quítate la camisa y entra en el agua. - pidió, nada más depositar sus pertenencias junto al perol que albergaba su primera elaboración a base de Verumlin y Silva lucem.
Alister no hizo pregunta alguna, se limitó a descalzarse y deshacerse de la prenda tal como le decía su compañera, observando con cierta tristeza la arrugada piel que le cubría los brazos y el torso, aunque si todo salía como esperaban, eso pronto desaparecería. Sin perder tiempo, el cazador saltó a la fría laguna, comprobando que en aquel punto el nivel de profundidad no era demasiado, solo le cubría hasta la cadera.
- Cierra los ojos. - susurró la joven, y en cuanto lo hizo, ella empezó a verter sobre su cabeza parte del contenido del caldero. El purificador líquido empapó sus cabellos y descendió por su rostro, para luego hacer lo mismo por sus hombros, brazos, pecho y espalda, antes de pasar a formar parte del lago. Sentir aquella calidez sobre su cuerpo le resultó agradable en comparación con la fresca brisa nocturna, pero solo duró unos instantes, y al abrir de nuevo los ojos encontró a la de cabellos cenicientos sentada en la orilla, desatándose las botas para entrar también.
Aquello no le llevó mucho, pero cuando llegó la hora de que se desprendiese de su camisa la vio dudar, no por vergüenza, sino porque se sentía terriblemente incómoda con su avejentado aspecto. Dejando escapar un suspiro de resignación, Elen se liberó de la ligera prenda, dejando a la vista parte de su ropa interior, y se metió en el agua, evitando el rostro del norteño deliberadamente.
No quería ver la expresión que pondría, sabía bien que su apariencia había cambiado para mal, pero si llegaba a ver la lástima reflejada en sus ojos o en su cara, de fracasar, todo resultaría más duro para ella.
Elen Calhoun
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Re: Restaurando la esencia [Conclusión Senda de la Manía][Noche][Solitario]
Intuyendo el motivo por el cual la señora de sombras evitaba mirarlo a los ojos, Alister llevó la diestra a su mejilla y la acarició suavemente, consiguiendo que la joven se atreviese a alzar la vista, momento en que le dedicó una cálida sonrisa. Aquel gesto fue todo un alivio para ella, pues no había ningún rastro de lástima o decepción en su semblante, ni siquiera aquella maldición podría hacer mella en su relación.
- Me estaba preocupando por nada. - pensó, cubriendo la mano del cazador con la suya y devolviéndole la sonrisa. Él la había visto en sus peores momentos, debatiéndose contra el mal de los Tarmúnil, dominada por las almas del medallón e incluso convertida en una criatura de la noche que se dejaba llevar por el instinto asesino de sus sombras… y a pesar de todo eso seguía a su lado, dudar de la profundidad de sus sentimientos a aquellas alturas era prácticamente un insulto.
- Todo saldrá bien, ya lo verás. - la animó en un susurro, inclinándose hacia ella para besarla. En cuanto el norteño se separó de la vampira, avanzó hacia la orilla para tomar el caldero y verter lo que quedaba en su interior sobre el cuerpo de la benjamina de los Calhoun, completando la primera parte de aquel ritual, ya estaban purificados. Antes de que el cambio de temperatura por el agua y la fresca brisa les pasase factura, salieron de la laguna y se resguardaron bajo un par de mantas, y una vez abrigados, la de ojos verdes procedió a servir la infusión de Lithe.
- Ten, bébela mientras siga caliente. - dijo, tendiéndole uno de los recipientes para luego hacer lo mismo. El sabor de aquella hierba no era el mejor, pero acostumbrados como estaban a los remedios de la alquimista, aquello ni les sorprendió ni tampoco les desagradó demasiado. - ¿Y ahora? - preguntó Alister, dejando de nuevo el vaso en el suelo. - Los efectos no son inmediatos, tendremos que esperar unas horas antes de ver si ha funcionado. - respondió la joven, que se guiaba por los apuntes del libro de su padre.
- Entonces deberíamos buscar refugio, pronto amanecerá. - sugirió el dragón, sin querer arriesgarse a que los primeros rayos de la mañana los pillasen al descubierto y dañasen a su compañera. - Sí, será lo mejor. - secundó Elen, empezando a recoger todos sus bártulos para ponerse en marcha.
Una vez listos, iniciaron el camino en busca de algún rincón del pantano en que pudiesen descansar y estar a salvo. - Alister espera, creo que he visto algo… - rompió el silencio la criatura de la noche, cuya aguda vista le permitió atisbar una especie de orificio en una pared de piedra cercana. - Parece una cueva, entraré a echar un vistazo para comprobar si está vacía. - indicó, adelantándose un poco para examinar el interior, que afortunadamente para la pareja, estaba desierto. - No hay nada, podemos dormir aquí. - le avisó, y de inmediato comenzaron a instalarse.
Junto a la calidez de una pequeña hoguera, extendieron las mantas que llevaban consigo y se recostaron, justo antes de que el cansancio y uno de los efectos de la infusión empezasen a afectarles. - De repente me cuesta mantener los ojos abiertos. - musitó el norteño, rodeándola con un brazo para atraerla hacia su cuerpo de modo que la de cabellos cenicientos quedase parcialmente acostada sobre su torso. - A mí también… - alcanzó a responder, antes de que el sopor la venciese.
Y mientras ambos caían en un profundo sueño, las hierbas comenzaron a hacer su trabajo, contrarrestando el mal del Oblivion y sacando a la superficie la verdadera esencia que yacía encerrada bajo aquella maldición.
El proceso de purificación los mantuvo dormidos mientras avanzaba lentamente, eliminando a su paso aquella avejentada piel que los cubría y devolviéndolos a la normalidad. Para cuando despertasen la noche siguiente, todo aquello no sería más que un mal recuerdo que olvidar.
- Me estaba preocupando por nada. - pensó, cubriendo la mano del cazador con la suya y devolviéndole la sonrisa. Él la había visto en sus peores momentos, debatiéndose contra el mal de los Tarmúnil, dominada por las almas del medallón e incluso convertida en una criatura de la noche que se dejaba llevar por el instinto asesino de sus sombras… y a pesar de todo eso seguía a su lado, dudar de la profundidad de sus sentimientos a aquellas alturas era prácticamente un insulto.
- Todo saldrá bien, ya lo verás. - la animó en un susurro, inclinándose hacia ella para besarla. En cuanto el norteño se separó de la vampira, avanzó hacia la orilla para tomar el caldero y verter lo que quedaba en su interior sobre el cuerpo de la benjamina de los Calhoun, completando la primera parte de aquel ritual, ya estaban purificados. Antes de que el cambio de temperatura por el agua y la fresca brisa les pasase factura, salieron de la laguna y se resguardaron bajo un par de mantas, y una vez abrigados, la de ojos verdes procedió a servir la infusión de Lithe.
- Ten, bébela mientras siga caliente. - dijo, tendiéndole uno de los recipientes para luego hacer lo mismo. El sabor de aquella hierba no era el mejor, pero acostumbrados como estaban a los remedios de la alquimista, aquello ni les sorprendió ni tampoco les desagradó demasiado. - ¿Y ahora? - preguntó Alister, dejando de nuevo el vaso en el suelo. - Los efectos no son inmediatos, tendremos que esperar unas horas antes de ver si ha funcionado. - respondió la joven, que se guiaba por los apuntes del libro de su padre.
- Entonces deberíamos buscar refugio, pronto amanecerá. - sugirió el dragón, sin querer arriesgarse a que los primeros rayos de la mañana los pillasen al descubierto y dañasen a su compañera. - Sí, será lo mejor. - secundó Elen, empezando a recoger todos sus bártulos para ponerse en marcha.
Una vez listos, iniciaron el camino en busca de algún rincón del pantano en que pudiesen descansar y estar a salvo. - Alister espera, creo que he visto algo… - rompió el silencio la criatura de la noche, cuya aguda vista le permitió atisbar una especie de orificio en una pared de piedra cercana. - Parece una cueva, entraré a echar un vistazo para comprobar si está vacía. - indicó, adelantándose un poco para examinar el interior, que afortunadamente para la pareja, estaba desierto. - No hay nada, podemos dormir aquí. - le avisó, y de inmediato comenzaron a instalarse.
Junto a la calidez de una pequeña hoguera, extendieron las mantas que llevaban consigo y se recostaron, justo antes de que el cansancio y uno de los efectos de la infusión empezasen a afectarles. - De repente me cuesta mantener los ojos abiertos. - musitó el norteño, rodeándola con un brazo para atraerla hacia su cuerpo de modo que la de cabellos cenicientos quedase parcialmente acostada sobre su torso. - A mí también… - alcanzó a responder, antes de que el sopor la venciese.
Y mientras ambos caían en un profundo sueño, las hierbas comenzaron a hacer su trabajo, contrarrestando el mal del Oblivion y sacando a la superficie la verdadera esencia que yacía encerrada bajo aquella maldición.
El proceso de purificación los mantuvo dormidos mientras avanzaba lentamente, eliminando a su paso aquella avejentada piel que los cubría y devolviéndolos a la normalidad. Para cuando despertasen la noche siguiente, todo aquello no sería más que un mal recuerdo que olvidar.
Elen Calhoun
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Re: Restaurando la esencia [Conclusión Senda de la Manía][Noche][Solitario]
Elen fue la primera de los dos en despertar, cuando los últimos rayos del atardecer se arrastraban por el pantano, dando paso a una nueva noche. Parpadeó lentamente hasta que sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad reinante, ya que a causa de su descuido, la hoguera se había consumido hacía ya varias horas. Aún algo adormecida, y sintiendo el cuerpo más pesado que de costumbre, la de cabellos cenicientos se incorporó hasta quedar sentada y procedió a frotarse la cara en un intento por espabilarse, y fue entonces cuando se percató del cambio.
Más allá de la cicatriz que le recorría la mejilla, su piel volvía a ser tersa y suave como antes de abandonar el Oblivion, el ritual había funcionado. Con la sorpresa grabada en el rostro, aunque nadie pudiese verla en aquel instante, se miró las manos y también echó un vistazo al interior de su camisa para comprobar que el efecto de las hierbas se había extendido por todo el cuerpo, momento en que sus labios se curvaron en una amplia sonrisa.
- ¡Alister! ¡Alister, despierta! - llamó al cazador, apoyando una mano en su pecho mientras deslizaba la otra hasta uno de sus pómulos. - Todo ha salido bien… tal como dijo. - pensó, enormemente aliviada tras cerciorarse de que él también estaba como siempre. - Uhmm… ¿qué pasa? - preguntó confuso y desorientado, ya que a diferencia de la vampira, el norteño no podía ver en la oscuridad, al menos no en su forma humana.
- Se acabó. - susurró la señora de sombras, inclinándose sobre él hasta quedar a escasos centímetros de su boca. Consciente de que su compañero apenas alcanzaría a distinguir su silueta de forma difuminada o quizá ni siquiera eso, Elen descendió un poco más para apoyar su frente contra la del dragón. - La maldición… se ha esfumado, el ritual ha sido un éxito. - le informó, deslizando el pulgar por su mejilla con suavidad conforme pronunciaba aquellas palabras.
- Gracias a los dioses. - murmuró en respuesta, cerrando los ojos al tiempo que cubría con su mano la de la vampira. Por fin podían dar por cerrado aquel capítulo post Oblivion y empezar a plantearse su siguiente paso, que sin duda estaba bastante claro. - Ya solo nos queda revertir tu transformación… y cuando lo consigamos, seremos libres para elegir nuestro futuro. - añadió al poco, en voz baja.
Despojado de su sentido de la vista por la ausencia de luz, Alister se valió del tacto para situar a la de cabellos cenicientos y envolverla con el brazo que le quedaba libre, alzando el rostro lo justo para alcanzar sus labios y besarla. - Solo un paso más, solo uno más y podremos dejar atrás toda esta pesadilla y el mal recuerdo de los Tarmúnil… - se dijo interiormente, animado por la idea de ir a visitar la tumba de Habakhuk y entregar el tributo que habían conseguido de la guarida de los Ancestrales.
En principio eso debería bastar para que el dios de las criaturas de la noche atendiese la petición de su compañera y la devolviese a su estado anterior, así que no veía la hora de emprender el camino hacia los bosques del oeste.
Cuando aquel beso llegó a su fin, ambos se levantaron y el cazador esperó a que la benjamina de los Calhoun encendiese un fuego para iluminar el interior de la cueva. Elen estaba radiante, o al menos eso le pareció a él al verla a la luz de las llamas, ni siquiera la característica palidez de su raza podía hacer sombra a la alegría que la embargaba.
Sonriendo, recogió sus pertenencias para luego reunirse con ella en la entrada de la caverna, desde donde, aprovechando la cobertura del estrellado manto nocturno, iniciaron de nuevo su viaje, con Sacrestic Ville como primera parada en su camino hacia el altar de Habakhuk.
Más allá de la cicatriz que le recorría la mejilla, su piel volvía a ser tersa y suave como antes de abandonar el Oblivion, el ritual había funcionado. Con la sorpresa grabada en el rostro, aunque nadie pudiese verla en aquel instante, se miró las manos y también echó un vistazo al interior de su camisa para comprobar que el efecto de las hierbas se había extendido por todo el cuerpo, momento en que sus labios se curvaron en una amplia sonrisa.
- ¡Alister! ¡Alister, despierta! - llamó al cazador, apoyando una mano en su pecho mientras deslizaba la otra hasta uno de sus pómulos. - Todo ha salido bien… tal como dijo. - pensó, enormemente aliviada tras cerciorarse de que él también estaba como siempre. - Uhmm… ¿qué pasa? - preguntó confuso y desorientado, ya que a diferencia de la vampira, el norteño no podía ver en la oscuridad, al menos no en su forma humana.
- Se acabó. - susurró la señora de sombras, inclinándose sobre él hasta quedar a escasos centímetros de su boca. Consciente de que su compañero apenas alcanzaría a distinguir su silueta de forma difuminada o quizá ni siquiera eso, Elen descendió un poco más para apoyar su frente contra la del dragón. - La maldición… se ha esfumado, el ritual ha sido un éxito. - le informó, deslizando el pulgar por su mejilla con suavidad conforme pronunciaba aquellas palabras.
- Gracias a los dioses. - murmuró en respuesta, cerrando los ojos al tiempo que cubría con su mano la de la vampira. Por fin podían dar por cerrado aquel capítulo post Oblivion y empezar a plantearse su siguiente paso, que sin duda estaba bastante claro. - Ya solo nos queda revertir tu transformación… y cuando lo consigamos, seremos libres para elegir nuestro futuro. - añadió al poco, en voz baja.
Despojado de su sentido de la vista por la ausencia de luz, Alister se valió del tacto para situar a la de cabellos cenicientos y envolverla con el brazo que le quedaba libre, alzando el rostro lo justo para alcanzar sus labios y besarla. - Solo un paso más, solo uno más y podremos dejar atrás toda esta pesadilla y el mal recuerdo de los Tarmúnil… - se dijo interiormente, animado por la idea de ir a visitar la tumba de Habakhuk y entregar el tributo que habían conseguido de la guarida de los Ancestrales.
En principio eso debería bastar para que el dios de las criaturas de la noche atendiese la petición de su compañera y la devolviese a su estado anterior, así que no veía la hora de emprender el camino hacia los bosques del oeste.
Cuando aquel beso llegó a su fin, ambos se levantaron y el cazador esperó a que la benjamina de los Calhoun encendiese un fuego para iluminar el interior de la cueva. Elen estaba radiante, o al menos eso le pareció a él al verla a la luz de las llamas, ni siquiera la característica palidez de su raza podía hacer sombra a la alegría que la embargaba.
Sonriendo, recogió sus pertenencias para luego reunirse con ella en la entrada de la caverna, desde donde, aprovechando la cobertura del estrellado manto nocturno, iniciaron de nuevo su viaje, con Sacrestic Ville como primera parada en su camino hacia el altar de Habakhuk.
Elen Calhoun
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