[MEGAEVENTO] Unidad de toxinas [La posible salvación] [Lexie]

La Unidad de Toxinas es la fábrica personal del Doctor Peste, uno de los mejores toxicólogos de Aerandir. Se trata de un sintetizador capaz de generar sustancias tóxicas, venenos y drogas, que luego se distribuyen en Verisar por medio de carros.

¿Pero cómo conseguían producir material tan rápidamente? Muy fácil. Toda la maquinaria pesada de la base de los biocibernéticos necesita refrigeración. La base cuenta con una imponente red de captación de agua del mar que distribuye agua salada por todas las fábricas de la base, entre ellas la unidad de toxinas. Una vez sintetizada la cura, “sólo” habría que redirigir la cinta de transporte para que vierta el agua al mar y… toda la base utilizará “agua medicinal” para refrigerar sus máquinas que, en forma de vapor de agua, se distribuirá por el aire. Y la que sobra, irá vertida al río más próximo (ver foto superior). ¿Una forma fácil de curar a la población, verdad?

Sí. Pero infiltrarse en las instalaciones del doctor Peste y cambiar el sistema de fabricación y distribución, es otra historia.
La base de los biocibernéticos era un lugar diferente. Un mundo aparte alejado de la realidad aerandiana. Al otro lado del enorme complejo amurallado había un devastador evento de peste, una grave enfermedad propagada por la malvada bruja Koran. Pero en el interior, aquello daba un poco igual. Las tabernas, las calles, las gentes. Todo el mundo parecía vivir alejado de aquella realidad.

Originalmente, Lexie Ivannovich llegó a la base de los bios sin ningún propósito de cambiar el destino del mundo. Tan sólo mantenerse alejada de la peste. Otros muchos refugiados llevaban semanas intentando asaltar los muros. Pero para una vampiresa con grandes artes de seducción y dos grandes armas (me refiero a esa colección de puñales que lleva escondidos) estaba claro que no iba a ser demasiado complicado. ¿O tal vez sí? Si quieren saber cómo una atractiva vampiresa con varias armas de seducción logró infiltrarse en la base, tendrán que leer el siguiente post.

En cualquier caso, ella estaba en el interior de la base. Y el capricho del destino quiso que se encontrara colindante con la Unidad de Toxinas, la fábrica por excelencia del Doctor Peste, donde fabricaba todo tipo de sustancias venenosas o drogas y las envasaba en recipientes, que luego distribuía por todo Aerandir. Allí trabajaban multitud de biocibernéticos

Aquel edificio no llamaría demasiado la atención de la vampiresa de no ser por las tres personas, dos hombres y una mujer, que se arrinconaban a la puerta, escondidos claramente y como si fueran a hacerles algo malo.

-Kim. Saca la barra ¡Moo! Saca la barra ¡Moo!. – decía un encapuchado con dos cuernos de toro. Que berreaba y pegaba patadas en el suelo mientras sujetaba una barra de acero. Se golpeaba como un imbécil contra la pared de metal lateral como si estuviera corneando la pared. – Soy el toro ¡Moo!
-No Kyle, mi pequeño amor. Primero un chico debe entrar. Kurt, dulce caramelito, ¿a que entras tú delante? Sólo hay dos guardias a la puerta. – preguntó ella, con los ojos abiertos como platos y apoyando su cabeza en el hombro del tercero.
-Yo entro. Yo entro. Yo entro. Yo entro. – repitió una y otra y otra vez. Ninguno de los tres estaba equilibrado mentalmente.
-¡UH JA JA JA JA JA! – gritaron los tres a la vez. Cada uno con una barra de acero, salieron a por los guardias de la puerta, un hombre y una mujer de apariencia claramente biocibernética, y que eran como robots inanimados. Quietos como velas. En cualquier caso ellos también portaban tásers, con los que electrocutaban a sus adversarios. De modo que una minoría de uno no les sería una distancia insalvable.

Lexie Ivannovich vio aquella… ¿lamentable, podía decirse así? Escena. Unos saqueadores iban a apalear a los malévolos robots del Doctor Peste. Quién sabe qué podría haber ahí dentro. Sabía que las instalaciones del Doctor eran, a día de hoy, uno de los lugares más codiciados de la ciudad.

Guardias cibernéticos:

Kyle, Kim y Kurt:

¡Bienvenida Lexie! ¡Por fin tengo a la vampiresa bajo mis órdenes! Espero que disfrutes de mi misión mas cyberpunk hasta el momento, todos sabemos que los cibernéticos son tipos especialmente… curiosos.

Tu objetivo por el momento es bien sencillo. Entrar en la Unidad de Toxinas. Como soy un master bueno, te dejaré entrar por la puerta principal, como los grandes invitados, en el próximo turno. Eso será después de que ayudes y por lo tanto te posiciones del lado de los “raiders” o de los biocibernéticos al servicio del doctor Peste. ¿Todo un dilema, verdad? ¿Cuál es el mal menor? Con tu ayuda, ganará la pequeña refriega el bando que decidas. ¿Difícil decisión verdad? ¿Cuál será mejor? O mejor dicho, ¿menos malo?. Si tienes muchas dudas y no sabes por dónde elegir siempre te puedo hacer una nueva pregunta: ¿Qué te gusta más, Mad Max o Blade Runner? Quizás así sea más difícil. Yo no podría quedarme con una.

Da igual por donde vayas, en esta misión los eventos serán los mismos: Una banda de raiders asalta una fábrica. Sólo cambiará que decidas ir por un bando o por otro, y entonces te encontrarás con unos u otros enemigos. Y recuerda...

Tú puedes ser la posible salvación de esta gente.

Nota: Esta misión va en relación con las misiones "El Arboreto" y “Favela distópica”, así que recomiendo seguirla si queréis descubrir la historia al completo.

Pronto comenzó una batalla campal entre raiders y guardias biocibernéticos. Una batalla tan siniestra como surrealista. Los cibernéticos tenían mejor armamento: una especie de bastones o porras que transmitían electricidad al contacto con la piel humana. También disponían de una especie de ballestas que emitían haces de luces que al tocar con la piel humana producían quemaduras. Lo que muy a la postre, dentro de más de 40.000 años, los aerandianos conocerían como armas láser. Por ahora, aquello no era más que una mera demostración de lo que podría ser un futuro… ¿postapocalíptico?

En cualquier caso, los raiders eran más y estaban más locos. Por lo que, no sin bajas consiguieron deshacerse de los guardias de la entrada. A los que golpearon en la cabeza incluso cuando ya estaban muertos. Lo admito, un arma futurística es muy divertida y vistosa, pero un bate con una alambre de espino enrollada alrededor es igual de efectivo. Los raiders habían ganado la lucha y lo celebraban como locos aullando.

¿Y qué postura había tomado Lexie Ivannovich en aquella refriega? Ninguna, por supuesto. ¿Para qué voy a llevarme mal con nadie si no quiero problemas? Ahora tenía mucha comida, mucha sangre, que era lo que quería. ¿Pero hasta qué punto está bien no ayudar a la gente? ¡Aquel no era su problema! Eso creía ella…

… Lamentablemente sí que lo era.

Uno de los bandidos armados con un bate la sorprendió por la espalda, la agarró del pelo y la empujó hacia delante, haciéndola salir de su escondrijo y exponiéndola delante de todos los demás. Tenía pinta de ser un tipo duro que eran muchos y estaban locos.

Caudillo raider que coge a Lexie:

-¡Mirad lo que encontré por ahí! – bramó al resto de sus compañeros.
-¡UH! HA HA HA- gritaban todos al unísono. – Mujer bella. ¡Una chupasangres! – algunos de esos locos estiraban sus brazos para cogerle el brazo, otros la cabeza. Uno de los locos trató incluso de apresarla con una cadena. Otros amasaban sus armas para poder destruirla como habían hecho con los cibernéticos, a los que algunos aún arrancaban los brazos.
-¿Po… podemos divertirnos con ella, je… jefe? - preguntó Kim con los ojos abiertos, con la ilusión de una niña esperando por un juguete nuevo. El resto de locos, zarandeaba.
-¡Será toda para vosotros! – confirmó. – Pero cuando tomemos esta puta fábrica. ¡Nos vamos a poner ciegos a droga!

Uno de los raiders como un mastodonte perdió la paciencia, tomó a Lexie, la hizo salir volando y terminó partiendo la puerta de entrada a la fábrica con su propio cuerpo. La instalación era enorme, y por todas las puertas laterales comenzaron a entrar asaltadores dispuestos a terminar con todos los biocibernéticos. Tanto trabajadores como al cuerpo de seguridad, que por el alto número y la falta de ayuda no tardarían en sucumbir.


Pero a Lexie aquello le daba igual. ¡No era su problema! ¿No? La fábrica era enorme y volver por donde había entrado no era una opción. Los asaltadores se divertirían viéndola huir como una corderita y los biocibernéticos no sabían si era amiga o enemiga. Sólo sabían que no estaba en su número identificador, por lo que también tratarían de atizarle lo suyo. Pero estaba en la unidad de fabricación, donde se creaba el producto.

Había una especie de cinta transportadora de avance que transportaba muchos frascos que iban llenándose con un líquido que se sintetizaba en unos contenedores en la parte superior. Este líquido era de color rojo, como la sangre. Era el mismo que estaba sintetizan la fábrica.

Cuando Lexie alzó la vista hacia una cabina de control, a parte de ver cómo un raider reventaba la cabeza de uno de los empleados dejando una bonita mancha de sangre y cables en el cristal, también vio como un segundo jugueteaba con los botones, y el líquido ahora era verde y en forma de polvo, que caía en los frasquitos. Los asaltadores comenzaron a esnifar aquello y rápidamente se olvidaron de Lexie, entrando en un estado de trance que les daba vitalidad: Se estaban drogando, que era, además de destruir la fábrica, lo que venían venido a buscar. Y lo celebraban entre gritos. - ¡Sacad más! – gritó uno de ellos, como un loco.

Qué afortunada era Lexie, que justo delante de donde había ido a parar tenía unas claras instrucciones de lo que hacía cada color, qué mala suerte tenía que muchas de las letras estaban corroídas por la toxicidad del ambiente.

Intrucciones de la Unidad de Toxinas:

Color azul: Sangre de escorpión
Color rojo: P_ _te Ne_ _ a
Color gris: M_ _ _ur _o fase líquida
Color naranja: Vac_ _ _ fase líquida
Color amarillo: Cic_ _a en polvo
Color verde: Espinaca estamínica en polvo

Lexie: Me encanta que me desobedezcáis principalmente porque soléis darme razones de peso para haceros terminar peor de lo que empezáis (pregúntaselo al usuario Helyare). ¿No son tus problemas? Esto es una misión, querida, siempre son tus problemas. ¿O acaso creías que te dejaría huir sin consecuencia? Como no has ayudado a nadie, los asaltadores han vencido y están tomando la fábrica. Ahora estás dentro de ésta y eres su bufón particular (y el mío personal). Estás sola y sin ayuda de nadie por tu neutralidad. ¿Ahora sí es tu problema, o todavía no?

Estás en la unidad de fabricación. La primera de las dos grandes alas de la fábrica. En este punto tienes muchas opciones: Puedes abrirte camino hasta la parte superior, donde está la cabina de control, deshacerte de algunos asaltadores drogados que salgan al paso y comenzar a fabricar alguno de esos maravillosos productos (elige un color).Si tienes un corazón más noble, que ya veo que no, puedes intentar ayudar a los biocibernéticos trabajadores que a falta de guardias están siendo masacrados por los asaltadores, y que tal vez puedan ayudarte de algún modo. O también puedes ignorar todo y tratar de avanzar entre la maquinaria abriéndote paso entre muchas máquinas para tratar de llegar a la segunda área en busca de una salida. O si te apetece, quizás directamente prefieras sumarte a su fiesta y tomarte algo de eso verde, es droga de la buena, seguro que te sienta muy bien.

Es increíble como la labor de una única persona puede cambiar el destino de la humanidad… para siempre. Cuando uno es negligente se puede llegar a entender que se realicen cosas estúpidas, mas cuando uno lo hace a propósito o por pura ignorancia, entonces es cuando alguien verdaderamente merece ser castigado. Lex tenía nombre de villana, aunque no era calva precisamente. Calvo es como dejarían a los dioses a los que tanto odio profesaba.

Lo que hizo Lexie entra dentro del segundo grupo. Aporrear los botones como una loca para después comenzar a cortar los cables de la única máquina que podía salvar a los inocentes. Toda aquella tecnología futura comenzó a echar humo. Los líquidos ya no se mezclaban, las tuberías estaban engrosándose y exprimiendo humo, a punto de reventar. Los frascos comenzaron a producirse en masa, de todos los colores, y fueron enviados a la Unidad de Distribución. Pero la Unidad de Fabricación había sido destruida y pronto comenzaría a incendiarse junto con toda la fábrica.

Uno de los guardias biocibernéticos atrapó a la muchacha por el brazo. La había visto destruyendo la máquina del Doctor Peste y la iba a hacer pagar por aquello. A sus ojos, la vampiresa era tan enemiga como los asaltadores, por lo que la chica trató de defenderse por medio de sus artes vampíricas de engaño y alteración. ¿Magia? ¿Con un robot? Los cibernéticos eran inmunes a la magia mental, igual que Lexie lo era a contagiarse de aquella enfermedad. Son habilidades raciales y constitutivas de la fisionomía de cada especie.

-Destruir a la vampiresa. - El guardia de pelo erizado hizo caso omiso a la joven y con mucha fuerza la hizo salir por los aires hasta empotrarse contra el duro y frío metal agujereado de la pasarela. Cuando la tuvo de espaldas, el cibernético apretó con mucha fuerza su brazo, tratando de retorcérselo y partírselo. Suerte tuvo la joven que entonces una explosión en una de las tuberías principales emitió un gas muy caliente que impactó en el rostro del cibernético, quemándolo por completo y quedando totalmente la cara robotizada, sin ningún tipo de piel superficial.

-¡Eh, chicos! ¡Ahí está la zorra que nos ha robado la diversión! – gritó el caudillo de los asaltadores desde la parte de abajo. Aunque parte de sus efectivos estaban ya inconscientes por el efecto de los estupefacientes, había aún un gran número que permanecían

Lexie no había hecho más que enemigos allí y destruir la unidad de fabricación había convertido aquello en una caldera poco apetecible para su fina y blanca cutis vampiril.
Lexie: Te has cargado la Unidad de Fabricación. Que ahora es una auténtica caldera a punto de reventar. Y con ello has destruido todas las esperanzas de la pobre gente de salvar sus vidas. ¿Qué importa que Chimar abra las esclusas para que la "cura" sea liberada? ¿Qué importa que Sarez y Johannes encuentren la cura? ¡Si tú has destruido la única fábrica existente en la que se podía elaborar la cura cuando tu misión era dejarla en funcionamiento!. ¡Te parecerá bonito! Has condenado a todos los habitantes de Aerandir y a multitud de usuarios a vivir con la enfermedad. Tu decisión está al nivel de las pésimas decisiones de Catherine Blair y Schott, principales responsables de la plaga, o de Eltrant Tale y Níniel Thenidiel de llevar la pirámide a Dundarak. ¡Enhorabuena, Lexie! Al igual que ellos, has entrado en la historia negra de Aerandir. . ¿Sabes cuál es la diferencia? Que ellos no lo hicieron a propósito: Prepárate para vivir una odisea si quieres escapar sana y salva de aquí. Estás enemistada tanto con guardias biocibernéticos como con asaltadores.

Tu objetivo de la misión ha cambiado, y ahora tendrás que huir como puedas de la fábrica. Estás en la Unidad de Fabricación y la única salida factible y alcanzable son las diferentes pasarelas que llevan a la Unidad de Distribución. Puedes ir por las pasarelas o por la parte inferior del edificio. Sólo cambiarán los juguetes que te encontrarás pues el resultado es irrelevante: El karma te dará tu merecido. De momento estás ilesa, a ver cuántos asaltos me duras. Tendrás que tirar una runa que delimitará:

Suerte mala/muy mala: La Unidad de Fabricación explotará antes de que puedas huir. Tendrás heridas muy severas y maldiciones varias, fruto de los frasquitos que has cogido. El rol terminará en el siguiente turno en una escena hollywoodiense sacada de una película de Michael Bay.
Suerte media: Te atraparán los asaltadores, y serás su bufón particular (y el mío personal) una vez te lleven a la Unidad de Distribución
Suerte buena: Te atrapará el guardia biocibernético y te llevará a la Unidad de Distribución. Si esta es la opción buena, imagínate como serán las demás.
Suerte muy buena: Huirás de la Unidad de fabricación ilesa y llegarás a la Unidad de distribución sin ningún tipo de herida.

Lexie consiguió librarse con gran esfuerzo del guardia biocibernético manteniendo ileso su brazo. Parecía que había salvado el día. La unidad de toxinas ardía y allí se esfumaban la esperanza de millones de aerandianos de salvar su pellejo.

Todos los asaltadores, que ya habían reducido por completo a los guardias biocibernéticos, señalaban en lo alto de la pasarela a la principal responsable de haber destruido la unidad de toxinas, aguándoles así su fiesta particular en forma de polvos mágicos y estimulantes.

El caudillo acusó a la responsable. - ¡Coged a esa zorra! – bramó el animal con la cara deforme y quemada. Lexie Ivannovich era ahora el punto de mira de todos y cada uno de los asaltadores, que no eran pocos.

En su huida, dado que las paredes estaban cubiertas por el fuego, tuvo que saltar la valla que llevaba de la unidad de fabricación a la de distribución. Aquel lugar era un amasijo de cintas transportadoras y frascos inservibles que eran introducidos en envases o en packs, los packs que tanto le gustaban eran diferentes a los que ella acostumbraba a pedir, ya que en esta ocasión eran una especie de palets repletos de frasquitos vacíos. ¿Por qué estaban vacíos? Porque la unidad de fabricación había sido destruida. Ahí podía haber estado la cura, o bien la droga de los asaltadores.

Lexie se vería rodeada en su huida. No tenía mucho más que hacer. – Nos has jodido la fiesta, y vas a pagar por esto. – La vampiresa podría forcejear lo que quisiera, arañar o morder, que nada conseguiría librarla de los cinco fuertes hombres y mujeres que la arrastraron hacia el caudillo, tomándola por cada brazo, forzándola a arrodillarse delante del jefe mientras el corrillo de asaltadores se reían a carcajadas. Habían tomado la fábrica.

-¿Qué hacemos con ella? – Preguntó el caudillo. - ¿La matamos? – el hombre hizo un llamamiento a sus hombres. Que rápidamente comenzaron a aplaudir la decisión del hombre.

El final de Lexie tendría lugar allí, de no ser porque contaba con la “piedad” de Kyle, Kim y Kurt, los tres asaltadores locos que sí que sabían valorar su buen hacer.

-¡Espera, caudillo! – gritó Kyle detrás del casco con cuernos, imitando a un toro, que le tapaba la cara. – Esta chica ha tenido las narices de aguarnos la fiesta sabiendo que estaba bien jodida. Pocos tendrían tantos huevos. – propuso el hombre. Esto descolocó a todos los raiders, que se miraron los unos a los otros sin comprender. No eran demasiado inteligentes. - ¡Tiene carne de asaltadora! ¡Será una de los nuestros! – dijo esto con tanta motivación, alentando al público, que comenzó a vibrar con esta afirmación. Iban a tener una nueva compañera muy pronto.
-¡Qué gran idea, Kyle! ¡Una de los nuestros! ¡Hagámosle el bautizo ahora mismo! – propuso el caudillo. - ¡Traed espinaca en polvo!

Como probablemente a Lexie no le gustaría la idea de unirse a aquellos asaltadores, Kim, la mujer con el pelo pincho, no tardó en aparecer con uno de los frasquitos que había tomado cuando la unidad de dioxinas aún funcionaba. Uno que contenía el color verde y la principal motivación de los asaltadores ahí.

-¡Espinaca en polvo! – y se la introdujo en la nariz, tapándole la boca y obligando a Lexie a tomar aire por la nariz.

La joven, que probablemente nunca había tomado dicha… “sustancia”, rápidamente sintió un mareo, que la dejaría atolondrada por su falta de costumbre. Sin embargo, con el tiempo desarrollaría una gran vitalidad y fuerza a base de tomar esta sustancia… así como una gran dependencia.

De momento estaba exhausar, por lo que los raiders aprovecharían para colocarle una chaqueta de cuero. Que la identificaba como una asaltadora de pleno derecho.

-Ahora eres una de los nuestros. – dijo el caudillo mientras la fábrica terminaba de quemarse, y con ella, todas las esperanzas de los aerandianos de salvarse.

Lexie: En esta misión has marcado gran parte del destino de Aerandir, condenando a decenas de usuarios a convivir con la peste. El karma no ha sido del todo justo contigo, podrías haber terminado en la cárcel de haberte pillado los cibernéticos, o incluso haber perdido el cabello de haber explotado la unidad de Toxinas contigo dentro. Pero no, has terminado uniéndote a unos asaltadores.

Consecuencia: Has destruido la unidad de Toxinas. Y con ello, no hay cura posible para los males de Aerandir.

Maldición: Adicta a la espinaca en polvo.

Espinaca en polvo:

Los asaltadores te han forzado a tomar espinaca en polvo. ¡Es muy fuerte y es muy buena! Cada vez que tomes espinaca en polvo, Lexie sentirá una sensación de euforia y fortaleza, duplicando sus atributos de fuerza y constitución durante los dos siguientes turnos. Lo que es especialmente útil en combate.

Adicción: Lexie desarrollará adicción a la planta, por lo que tendrá que buscar y conseguir estas espinacas frecuentemente, ya que si no la toma al menos una por rol, entonces su cuerpo notará su ausencia. Tras el primero en el que no la uses, la piel comenzará a mostrar arrugas, tras el segundo, el pelo comenzará a caer, y tras el tercero, comenzarán a taladrársete los dientes.

Los raiders te dirán que la espinaca en polvo podrá encontrarse en las siguientes zonas:

Lugares posibles:

Para superar tu drogodependencia y deshacerte de tu influencia con los raiders, tendrás que hacer un mastereado.

Recompensas:

-20 puntos de experiencia. (15 por la calidad del texto + 5 por originalidad del usuario). Ya se han sumado a tu perfil.

Chupa de cuero endurecido de asaltador - Armadura de calidad superior.

Chupa de cuero endurecido de asaltador:

Bonus: Frascos de sustancias de la Unidad de Toxinas:

1x Espinaca en polvo
1x Medicina contra la Peste: Cura la peste negra al personaje que la ingiera.