Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
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Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
- ¡Atención! Leer antes de comenzar.:
- Esta la continuación de la historia de Ingela y Fëanor tras [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] cuando [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] a Ingela y Fëanor en el camino desde la Cala de la Luna hacia Beltrexus.
Cuando abrió los ojos se encontró recostada en una cómoda cama, en una limpia habitación. Se incorporó lentamente, le costaba por las heridas que aún dolían. A través de la ventana vio una calle transitada. Claramente estaban en una posada. A los pies de su cama, estaba Fëanor jugando con Thunderbolt, animado, con sus mejillas rosadas.
-Fëanor...- murmuró la joven dragona mirando al niño con dulzura -¡Estás bien!- dijo con la voz aún trémula, pero su sonrisa resplandecía de lo feliz que la hacía verlo sano. -Sí, gracias a la linda Ashryn. Ella nos curó y nos dejó aquí- le dijo. Thunderbolt dio un salto y cayó en el pecho de Ingela, subiendo a su cuello, haciendo ruiditos alegres. -Claro, no sé cómo pagaremos esta posada... ¡estamos en el centro de Beltrexus!- exclamó emocionado el chico. -A Eowyn le hubiese encantado llegar aquí...- dijo con nostalgia.
Ingela estiró su brazo y acarició el cabello del niño -No te preocupes, buscaremos a Ashryn para agradecerle, podremos pagar la posada también... y nos encargaremos de que Eowyn descanse como lo merece. Te lo prometo.- le dijo en un tono tranquilizador. A pesar del cansancio, se sentía con energías, así que pronto podría ponerse en marcha.
Eowyn había quedado junto con muchas de las pertenencias de los elfos, en la playa del lago. Ingela sentía la necesidad de ir pronto a encargarse del cuerpo. Pensaba en la ceremonia funeraria de su raza. ¿Los elfos harían algo así? Quizás incineraban el cuerpo. Bueno, ya lo hablaría con Fëanor. Pero primero tendrían que encontrar a la elfa de nombre Ashryn -Bajemos a comer algo, ¿te parece bien, Fëanor? Thunderbolt y yo tenemos hambre- dijo rascando debajo de la barbilla del pequeño dragón.
Última edición por Ingela el Vie 21 Sep - 21:02, editado 6 veces
Ingela
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
El sabor a sangre y tierra le inundaba el paladar, su respiración agitada y jadeos de inmensa excitación física se perdían entre el sonido de las ramas con las que chocaba mientras corría, había perdido su caballo tras una emboscada en un pequeño valle a pie de las montañas en el sur, era un hombre fuerte y con habilidades extra normales para asesinar, pero no era un golem que pudiera terminar con un grupo de 14 hombres bien armados. Solo dejo 6 cuerpos en el suelo, bien muertos… pero al ser herido al costado de su torso optó por huir. Su cuerpo tenía una excelente condición, su destreza y agilidad le permitieron adelantar lo suficiente antes de que los hombres que restaban pudieran subirse al caballo con su pesada armadura, y tratar de cabalgar entre una zona accidentada con troncos y desniveles.
Taine pasó el resto de la noche en las ramas de un árbol inmenso y rico en maleza, extrayendo la sabia del tronco para disfrazar el aroma de su sangre, por si acaso sus enemigos fueran tan listos para conseguir un animal que olfateara su presencia. Había llegado a esa isla tras un encargo, un hombre asesinado y un tesoro familiar perdido que ahora estaba en sus manos y que se deseaba recuperar. Para él no era más que un complicado objeto lleno de engranajes y que cambiaba de forma, que podía servir como juguete para un niño, pero también como una llave de infinitas puertas en locación desconocida. Pocas veces le interesaba investigar sobre aquello que sus manos ganaban en las misiones, objetos muy valiosos para hombres que estaban dispuestos a dar sus extremidades por ellas, ¿estúpido de su parte? No… simplemente se conformaba con lo necesario, una sola vida y un solo deber… matar y cobrar.
Antes del amanecer, se encontró camino hacia una posada… débil como estaba, sucio de sangre y sudor, los que se encontraban a esas horas de la madrugada engullendo un bocado para ir a algún muelle se le miraron como si fuera un fantasma.
Poco le importó su apariencia, entró con la naturalidad de un noble y le hizo un gesto a una muchacha para se acercara a él ahí donde había elegido tomar asiento, con la espalda a la pared, como siempre…
-“Esta usted bien, ¿señor?”
Taine le hizo un gesto con la mano, restándole importancia a su estado.
-“Un brandy me hará sentir mejor… también quiero una habitación, una aguja e hilo de caña, si no tienen disponible en la posada consíguelo con tus clientes, por favor.”- puso tres monedas de plata sobre la mesa de madera. La muchacha titubeó como si deseara decir algo, pero apretó los labios, tomo las monedas y se fue.
Taine tenía que coser la herida en su costado, se había amarrado un trozo de lino, pero la sangre estaba tardando en coagular.
Taine pasó el resto de la noche en las ramas de un árbol inmenso y rico en maleza, extrayendo la sabia del tronco para disfrazar el aroma de su sangre, por si acaso sus enemigos fueran tan listos para conseguir un animal que olfateara su presencia. Había llegado a esa isla tras un encargo, un hombre asesinado y un tesoro familiar perdido que ahora estaba en sus manos y que se deseaba recuperar. Para él no era más que un complicado objeto lleno de engranajes y que cambiaba de forma, que podía servir como juguete para un niño, pero también como una llave de infinitas puertas en locación desconocida. Pocas veces le interesaba investigar sobre aquello que sus manos ganaban en las misiones, objetos muy valiosos para hombres que estaban dispuestos a dar sus extremidades por ellas, ¿estúpido de su parte? No… simplemente se conformaba con lo necesario, una sola vida y un solo deber… matar y cobrar.
Antes del amanecer, se encontró camino hacia una posada… débil como estaba, sucio de sangre y sudor, los que se encontraban a esas horas de la madrugada engullendo un bocado para ir a algún muelle se le miraron como si fuera un fantasma.
Poco le importó su apariencia, entró con la naturalidad de un noble y le hizo un gesto a una muchacha para se acercara a él ahí donde había elegido tomar asiento, con la espalda a la pared, como siempre…
-“Esta usted bien, ¿señor?”
Taine le hizo un gesto con la mano, restándole importancia a su estado.
-“Un brandy me hará sentir mejor… también quiero una habitación, una aguja e hilo de caña, si no tienen disponible en la posada consíguelo con tus clientes, por favor.”- puso tres monedas de plata sobre la mesa de madera. La muchacha titubeó como si deseara decir algo, pero apretó los labios, tomo las monedas y se fue.
Taine tenía que coser la herida en su costado, se había amarrado un trozo de lino, pero la sangre estaba tardando en coagular.
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Definitivamente no podría reunirse con su jefa como había prometido, al menos no lo haría tan pronto como lo esperó. Y es que aquel pequeño contratiempo requería más atención de la que cualquiera pudiese imaginar. La hermosa joven y el pequeño niño que había salvado en algún remoto lugar de Beltrexus se encontraban descansando en una cómoda habitación, mientras la ojiazul terminaba de escribir la carta con las mil disculpas, que seguramente Manuela estaría esperando. Afortunadamente el cochero que la llevaría hasta la mansión de la bruja no dudó en acatar la petición de la ojiazul, dirigiéndose inmediatamente a cumplir con la tarea encargada. Ashy dejó escapar un pequeño suspiro de cansancio, apoyando su frente en la barra de la taberna, aguardando a que le sirviesen su anhelada cerveza de mantequilla.
—Espero que ambos se encuentren mejor…
Susurró con cansancio, dando un sorbo al tarro que acababan de dejar frente a ella. No era común que la rubia bebiese y menos tan temprano, pero esta vez necesitaba de un buen trago, antes de decidir lo que haría con ese par. No sabía si debería seguirlos hasta asegurarse de que se encontraban en óptimas condiciones, o simplemente dejarlos marchar sin meterse más de lo necesario. Definitivamente su cabeza estaba hecha añicos de tanto pensar. Afortunadamente sus pensamientos se vieron interrumpidos por la llegada de los forasteros a quienes había salvado, y una sonrisa se esbozó en su rostro al verlos más recuperados; al menos le quedaba de consuelo saber que sus heridas estaban tratadas y que la afección del pequeño había sanado en un 80%.
— ¿Descansaron bien? —Les preguntó una vez que estuvieron cerca—. ¿Se sienten mejor?
Hizo espacio para que ambos se sentaran junto a ella, fijando su mirada en la hermosa joven rubia. Todavía tenía muchas interrogantes en su mente; quería saber todo sobre el ataque que habían sufrido, más no sabía cómo obtener respuestas sin sonar demasiado impertinente, y es que no todos los días se encontraba con sobrevivientes de un ataque tan feroz. Por ello es por lo que su curiosidad se disparaba a niveles insospechables. Afortunadamente un nuevo acontecimiento llegaría, para acaparar la atención de todos los presentes, aunque la ojiazul tardaría un poco en enfocar su mirada en el caballero que necesitaba atención médica, pues por el momento, toda su mente estaría absorta en lo acontecido en el incidente con las dichosas sirenas.
—Espero que ambos se encuentren mejor…
Susurró con cansancio, dando un sorbo al tarro que acababan de dejar frente a ella. No era común que la rubia bebiese y menos tan temprano, pero esta vez necesitaba de un buen trago, antes de decidir lo que haría con ese par. No sabía si debería seguirlos hasta asegurarse de que se encontraban en óptimas condiciones, o simplemente dejarlos marchar sin meterse más de lo necesario. Definitivamente su cabeza estaba hecha añicos de tanto pensar. Afortunadamente sus pensamientos se vieron interrumpidos por la llegada de los forasteros a quienes había salvado, y una sonrisa se esbozó en su rostro al verlos más recuperados; al menos le quedaba de consuelo saber que sus heridas estaban tratadas y que la afección del pequeño había sanado en un 80%.
— ¿Descansaron bien? —Les preguntó una vez que estuvieron cerca—. ¿Se sienten mejor?
Hizo espacio para que ambos se sentaran junto a ella, fijando su mirada en la hermosa joven rubia. Todavía tenía muchas interrogantes en su mente; quería saber todo sobre el ataque que habían sufrido, más no sabía cómo obtener respuestas sin sonar demasiado impertinente, y es que no todos los días se encontraba con sobrevivientes de un ataque tan feroz. Por ello es por lo que su curiosidad se disparaba a niveles insospechables. Afortunadamente un nuevo acontecimiento llegaría, para acaparar la atención de todos los presentes, aunque la ojiazul tardaría un poco en enfocar su mirada en el caballero que necesitaba atención médica, pues por el momento, toda su mente estaría absorta en lo acontecido en el incidente con las dichosas sirenas.
Ashryn Elaynor
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Ingela se levantó de la cama con dificultad. Despacio y siempre ayudada por Fëanor, logró vestirse para bajar al comedor de la posada. Thunderbolt revoloteaba al rededor de su cabeza, haciendo graciosos sonidos, chasqueando y persiguiendo su cola. La joven dragona y el pequeño elfo reían, haciendo feliz al dragoncito quien finalmente se posó en la cabeza de Ingela. La chica y el niño caminaban lento, tomados de la mano, ya que el niño hacía las veces de bastón para la joven.
llegaron al comedor y con alegría encontraron a Ashryn. Se acercaron sonrientes, apresurando el paso lo más que pudieron. -¡Buenos días Ashryn!- dijo Ingela. Fëanor saludó en su idioma élfico, pero Ingela no entendió nada. -Muchas gracias, el descanso fue reponedor. En verdad quiero agradecerte por toda tu ayuda- dijo la joven dragona. -Has hecho mucho por nosotros sin conocernos... estas cosas no las hace cualquiera- continuó.
Quiso seguir hablando cuando un hombre entró al salón. Caminaba con dificultad pues estaba herido, se veía la sangre que manchaba su rostro, su ropa, y la que dejaba en grandes gotas tras de si. Intentaba hacer como si nada, ignorando el hecho de que todos en el local se le quedaron viendo, algunos con sorpresa y otros con temor. Ingela se preguntaba qué hacía allí y no buscando ayuda médica.
Por eso Ingela se disculpó con Ashryn y se acercó al hombre. -¿Se encuentra usted bien?- le preguntó la joven dragona, apoyándose en la silla junto a él. Fëanor, quien la había seguido, se escondió detrás de ella, agarrado a la tela de la blusa de la joven. -Soy Ingela y puedo ayudarlo si me lo permite- dijo, haciendo un gesto con la cabeza para señalar el costado del hombre, donde estaba la enorme mancha de sangre. -Estoy hospedada aquí, si gusta subimos a mi habitación, así puedo revisarlo con más calma- dijo y esperó la respuesta del hombre.
llegaron al comedor y con alegría encontraron a Ashryn. Se acercaron sonrientes, apresurando el paso lo más que pudieron. -¡Buenos días Ashryn!- dijo Ingela. Fëanor saludó en su idioma élfico, pero Ingela no entendió nada. -Muchas gracias, el descanso fue reponedor. En verdad quiero agradecerte por toda tu ayuda- dijo la joven dragona. -Has hecho mucho por nosotros sin conocernos... estas cosas no las hace cualquiera- continuó.
Quiso seguir hablando cuando un hombre entró al salón. Caminaba con dificultad pues estaba herido, se veía la sangre que manchaba su rostro, su ropa, y la que dejaba en grandes gotas tras de si. Intentaba hacer como si nada, ignorando el hecho de que todos en el local se le quedaron viendo, algunos con sorpresa y otros con temor. Ingela se preguntaba qué hacía allí y no buscando ayuda médica.
Por eso Ingela se disculpó con Ashryn y se acercó al hombre. -¿Se encuentra usted bien?- le preguntó la joven dragona, apoyándose en la silla junto a él. Fëanor, quien la había seguido, se escondió detrás de ella, agarrado a la tela de la blusa de la joven. -Soy Ingela y puedo ayudarlo si me lo permite- dijo, haciendo un gesto con la cabeza para señalar el costado del hombre, donde estaba la enorme mancha de sangre. -Estoy hospedada aquí, si gusta subimos a mi habitación, así puedo revisarlo con más calma- dijo y esperó la respuesta del hombre.
Ingela
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
El dolor que las heridas le provocaban no era para él cosa del otro mundo, el corte del costado de su torso por el que sangraba era el de mayor gravedad, por rehusarse aun después de varias horas a sellarse por completo. Si bien su aspecto era terrible, no estaba moribundo… estaba acostumbrado a tratar el mismo sus padecimientos, sobre todo en aquellos lugares en los que no conocía a nadie y que cualquiera podía vender su cabeza por una moneda incluso de bronce.
En su forma rudimentaria de resolver su estado, solo era necesario agua con sal, un trozo de tela… y cauterizar o coser la herida, y como no tenía tiempo ni energía para encender una fogata y poner una vara de metal al rojo vivo, se pasaría la aguja por la piel el mismo. Eran objetos comunes en las aldeas, sobre todo en las que estaban cerca de los mares.
¿Se encuentra usted bien?-
Taine levanto la mirada, había cerrado sus ojos por un instante…y aquella amable voz pertenecía a una niña, o al menos su cuerpo era el de una, más la profundidad de sus ojos reflejaba una vida más larga, seguramente no era humana.
-Soy Ingela y puedo ayudarlo si me lo permite. Estoy hospedada aquí, si gusta subimos a mi habitación, así puedo revisarlo con más calma-
-“Un placer Ingela... ”- hizo una reverencia con la cabeza, manteniendo una de sus manos sobre la zona herida -“¿No es un riesgo mostrar tanta amabilidad a un extraño en estas condiciones?”- su voz aun no sonaba tan débil, seguía grave y firme, pero pronunciaba las palabras con suave respeto. La joven Ingela poseía un rostro tan angelical y pulcro, que poco deseaba involucrarla con esas heridas ganadas en tan lamentables circunstancias.
La muchacha que servia en la posada llego a la mesa sin importar interponerse entre aquella conversación, dejo sobre la mesa hilo, aguja y brandy… además de 2 de las 3 monedas de plata que había recibido.
-No hay habitaciones disponibles- no podría decir si aquella negativa se debía a su aspecto, a la desconfianza del posadero… o a la realidad.
Taine se llevó el brandy a la boca y sintió algo de alivio al pasarlo por la garganta. – “Al parecer tendré que aceptar tu ayuda, si me permites pagar el costo de tu pieza. Mi nombre es Taine.”
Se puso de pie con firmeza, e hizo un ademan con la mano, invitando a Ingela a guiarle luego de tomar sus pertenencias. Su ofrecimiento era conveniente, no podía hacer el procedimiento ahí mismo, solo necesitaba unos minutos para luego marcharse. Lo más seguro era que Ingela no estuviera sola en aquella posada, asi que miró a su al rededor reparando en otra joven rubia, que del mismo modo que la pequeña, resaltaba como las estrellas en el manto nocturno dentro de la posada, un niño y una criatura pequeña tambien se encoontraban a su lado, era el grupo mas probable al que podria pertenecer la amable jovencita.
En su forma rudimentaria de resolver su estado, solo era necesario agua con sal, un trozo de tela… y cauterizar o coser la herida, y como no tenía tiempo ni energía para encender una fogata y poner una vara de metal al rojo vivo, se pasaría la aguja por la piel el mismo. Eran objetos comunes en las aldeas, sobre todo en las que estaban cerca de los mares.
¿Se encuentra usted bien?-
Taine levanto la mirada, había cerrado sus ojos por un instante…y aquella amable voz pertenecía a una niña, o al menos su cuerpo era el de una, más la profundidad de sus ojos reflejaba una vida más larga, seguramente no era humana.
-Soy Ingela y puedo ayudarlo si me lo permite. Estoy hospedada aquí, si gusta subimos a mi habitación, así puedo revisarlo con más calma-
-“Un placer Ingela... ”- hizo una reverencia con la cabeza, manteniendo una de sus manos sobre la zona herida -“¿No es un riesgo mostrar tanta amabilidad a un extraño en estas condiciones?”- su voz aun no sonaba tan débil, seguía grave y firme, pero pronunciaba las palabras con suave respeto. La joven Ingela poseía un rostro tan angelical y pulcro, que poco deseaba involucrarla con esas heridas ganadas en tan lamentables circunstancias.
La muchacha que servia en la posada llego a la mesa sin importar interponerse entre aquella conversación, dejo sobre la mesa hilo, aguja y brandy… además de 2 de las 3 monedas de plata que había recibido.
-No hay habitaciones disponibles- no podría decir si aquella negativa se debía a su aspecto, a la desconfianza del posadero… o a la realidad.
Taine se llevó el brandy a la boca y sintió algo de alivio al pasarlo por la garganta. – “Al parecer tendré que aceptar tu ayuda, si me permites pagar el costo de tu pieza. Mi nombre es Taine.”
Se puso de pie con firmeza, e hizo un ademan con la mano, invitando a Ingela a guiarle luego de tomar sus pertenencias. Su ofrecimiento era conveniente, no podía hacer el procedimiento ahí mismo, solo necesitaba unos minutos para luego marcharse. Lo más seguro era que Ingela no estuviera sola en aquella posada, asi que miró a su al rededor reparando en otra joven rubia, que del mismo modo que la pequeña, resaltaba como las estrellas en el manto nocturno dentro de la posada, un niño y una criatura pequeña tambien se encoontraban a su lado, era el grupo mas probable al que podria pertenecer la amable jovencita.
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
La ojiazul se llevó una enorme sorpresa al ver que tanto la joven como el niño se encontraban fabulosamente bien, al menos podría sentirse tranquila de saber que ya no se hallaban en peligro. Hizo un mohín con la mano, restándole importancia a lo que la muchacha decía, pues para ella no suponía ningún tipo de problema cuidar de ambos, considerando que tenía el dinero suficiente como para hacerse cargo de los gastos. Además, su orgullo de sanadora le hubiese impedido dejarlos a su suerte. Sería inmadura, torpe e infantil, pero cuando entraba en su papel de medico no había poder en el mundo que la hiciese cambiar de opinión, y en esos momentos tanto la chica como el niño eran su responsabilidad. Ya después lidiaría con el regaño de Manuela, no sería la primera vez que la desobedecía y al parecer no sería la última.
—Ha sido un placer —sonrió, acariciándole el cabello al pequeño—. Por favor…pidan lo que deseen.
Apenas terminó de decir aquello cuando la joven se disculpó con ella, acercándose a un extraño hombre que parecía hallarse herido. Observó la escena con atención, manteniendo un gesto tranquilo, pero serio. Había pasado mucho tiempo desde que abandonó Sandorai, su personalidad había ido cambiando con el tiempo, y, aunque le costase trabajo admitirlo, su inocencia decrecía con cada día que pasaba. Mentalmente le dio la razón al caballero, cuando este mencionó que era muy poco ortodoxo que alguien mostrase tanta amabilidad por un extraño; aunque esto era justo lo que la heredera de los Elaynor había hecho. La mirada cristalina pasó del sujeto a la chica que atendía aquella posada, quien no dudó en negarle una habitación al hombre herido. Ashy soltó un pequeño suspiro, poniéndose de pie segundos después de que su compañera y el niño hubiesen escoltado al hombre hasta los aposentos.
—Tal vez deberían mejorar su política de hospitalidad —dio un último sorbo a su cerveza de mantequilla y dejó el tarro sobre con una mirada seria—. Negarle asilo a un hombre herido raya en el límite de la crueldad —lanzó una pequeña bolsa con una cuantiosa suma de aeros—. Espero sea suficiente para contar con sus servicios en caso de ser necesario.
Tomó su mochila y siguió al pequeño grupo hasta la habitación que había alquilado para el descanso de Ingela y Fëanor. Realmente no esperaba aquel extraño giro de los acontecimientos, especialmente cuando nunca sopesó la posibilidad de tener a alguien más bajo su cuidado. Bueno, la joven había dicho que ella lo curaría, aunque Ashy no podía asegurar que se encontrase en condiciones de tratar las heridas del hombre. Entró en la habitación en silencio, dejando al lado de Ingela su mochila con todas sus medicinas y utensilios, para finalmente tomar asiento en una esquina donde no pudiese intervenir en el proceso de sanación. Le daba cierta curiosidad conocer qué tan grandes serían los conocimientos de la muchacha y confiaba en que no se decepcionaría de ella, aunque también se mantendría alerta en caso de que la joven necesitase ayuda. Ya habría tiempo de presentarse con el caballero, por el momento era imperativo que le cerrasen esa herida que no dejaba de sangrar.
—Ha sido un placer —sonrió, acariciándole el cabello al pequeño—. Por favor…pidan lo que deseen.
Apenas terminó de decir aquello cuando la joven se disculpó con ella, acercándose a un extraño hombre que parecía hallarse herido. Observó la escena con atención, manteniendo un gesto tranquilo, pero serio. Había pasado mucho tiempo desde que abandonó Sandorai, su personalidad había ido cambiando con el tiempo, y, aunque le costase trabajo admitirlo, su inocencia decrecía con cada día que pasaba. Mentalmente le dio la razón al caballero, cuando este mencionó que era muy poco ortodoxo que alguien mostrase tanta amabilidad por un extraño; aunque esto era justo lo que la heredera de los Elaynor había hecho. La mirada cristalina pasó del sujeto a la chica que atendía aquella posada, quien no dudó en negarle una habitación al hombre herido. Ashy soltó un pequeño suspiro, poniéndose de pie segundos después de que su compañera y el niño hubiesen escoltado al hombre hasta los aposentos.
—Tal vez deberían mejorar su política de hospitalidad —dio un último sorbo a su cerveza de mantequilla y dejó el tarro sobre con una mirada seria—. Negarle asilo a un hombre herido raya en el límite de la crueldad —lanzó una pequeña bolsa con una cuantiosa suma de aeros—. Espero sea suficiente para contar con sus servicios en caso de ser necesario.
Tomó su mochila y siguió al pequeño grupo hasta la habitación que había alquilado para el descanso de Ingela y Fëanor. Realmente no esperaba aquel extraño giro de los acontecimientos, especialmente cuando nunca sopesó la posibilidad de tener a alguien más bajo su cuidado. Bueno, la joven había dicho que ella lo curaría, aunque Ashy no podía asegurar que se encontrase en condiciones de tratar las heridas del hombre. Entró en la habitación en silencio, dejando al lado de Ingela su mochila con todas sus medicinas y utensilios, para finalmente tomar asiento en una esquina donde no pudiese intervenir en el proceso de sanación. Le daba cierta curiosidad conocer qué tan grandes serían los conocimientos de la muchacha y confiaba en que no se decepcionaría de ella, aunque también se mantendría alerta en caso de que la joven necesitase ayuda. Ya habría tiempo de presentarse con el caballero, por el momento era imperativo que le cerrasen esa herida que no dejaba de sangrar.
Ashryn Elaynor
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
En un principio, Taine rechazó el ofrecimiento de Ingela. La joven dragona apretó los labios, torciendo la boca. El hombre necesitaba la ayuda pero su orgullo le impedía aceptarlo. -No tengo nada que temer- le dijo -Al contrario, usted debería sentir desconfianza de mi- continuó -Quiero decir, usted está herido y yo... soy una dragona- le dijo mirándolo risueña. Le parecía gracioso que por verla en su forma humana, tan linda y sonriente, subestimaran su fuerza y capacidad. Siempre le decían lo mismo "una chica como tú debería sentir miedo". Y no, al contrario, eran ellos quienes debían temer.
Pero el destino mismo se encargaría de obligarlo a dar su brazo a torcer y quedar en las manos de la chica. Al parecer no habían más habitaciones en la posada. Quizás era una mentira, el rostro de la mesera mostraba vergüenza cuando le dijo aquello a Taine, como si eso le diera pena. Le entregó una aguja junto con un vaso de licor, el cual bebió. En cuanto terminó el vaso, miró a Ingela con sus ojos cansados y aceptó el ofrecimiento. -Tranquilo, cuando estés bien, te cobraré el favor- le dijo guiñando un ojo y ofreciendo su mano para ayudarle a levantar.
Subieron a su habitación, Ashryn los seguía. Ingela giró su cabeza y la miró, dedicándole una sonrisa -Dudo que te des cuenta del problema en el que te metiste, ¿eh?- le dijo bromeando a la elfa. Y sí, Ingela tenía ya en mente cómo cobraría el favor al hombre y... un favor más que pedirle a la elfa.
Fëanor abrió la puerta para dejar pasar a Ingela, Taine y Ashryn. El ya había entendido lo que Ingela quería saber, era como si pudiese leerle la mente. Tras cerrar la puerta, corrió al pequeño bolso que llevaba consigo. Eran algunos frascos y hierbas de Eowyn que Ingela tomó al azar. Fëanor empezó a separar los frasquitos que servían de algo mientras Ingela ayudaba a Taine a tomar asiento. -Hay que limpiar la herida- le dijo mientras encendía la chimenea e iba por el cántaro con agua y unos paños. -Necesito que te quites la camisa- le dijo sin mirarlo.
A la vez que la joven dragona se ocupaba del agua y los paños, Fëanor ya tenía claro qué podía usar de entre lo poco que tenían: una pomada de Baldori, agua de Míriel y ungüento de Culúrien. Era lo mejor que podía ofrecerle y, bueno, su incipiente poder de manos sanadoras. Miró a Ingela para avisarle con un gesto que estaba listo. La rubia dragona se sentó junto a Taine y limpió primero al rededor de la herida y luego sobre ella, usando el agua de Míriel. Esa infusión logró que la herida dejara de sangrar. -Fëanor, esteriliza la aguja- le pidió al niño mientras aplicaba la pomada de Baldori -Tranquilo, no te dolerá mucho- le dijo dedicándole una dulce sonrisa al hombre.
Fëanor llegó con la aguja esterilizada al fuego. -Espero que el ungüento haya surtido efecto- le dijo mientras unía los extremos de la herida y comenzaba a coser. Ella no era diestra en tomar puntos, de hecho, aquella sería de las primeras veces que cosía una herida. Intentó ir despacio, con cuidado, sin saber a ciencia cierta si esa técnica era menos dolorosa. A medida que cerraba, pedía a su pequeño asistente que aplicara ungüento de Culúrien.
Después de un rato de coser meticulosamente la piel del hombre, terminó de unir los extremos de la herida con ese hilo desconocido que llevaba Eowyn entre sus elementos medicinales. Confió en el criterio de la elfa. Ingela miraba satisfecha su obra y le echaba más Culúrien -Ingela...- habló el niño -Yo también quiero ayudarlo- le dijo y posó sus pequeñas manos sobre la herida.
Cerró sus ojos y soltó el aire por la boca suavemente. Concentró sus energías, visualizando la herida y cómo se sanaba. Sintió un calor inusual en sus manos, irradiando energía sobre el cuerpo de Taine. El poder del niño era incipiente, era un novato, pero su poder ayudó a acelerar un poco la cicatrización interna de la herida. -Espero que ahora te sientas mejor- le dijo al hombre una vez terminó su pequeño tratamiento.
Ingela acarició el cabello del niño y sonrió. Era tan evidente por qué Eowyn estuvo dispuesta a dar su vida por él.
Pero el destino mismo se encargaría de obligarlo a dar su brazo a torcer y quedar en las manos de la chica. Al parecer no habían más habitaciones en la posada. Quizás era una mentira, el rostro de la mesera mostraba vergüenza cuando le dijo aquello a Taine, como si eso le diera pena. Le entregó una aguja junto con un vaso de licor, el cual bebió. En cuanto terminó el vaso, miró a Ingela con sus ojos cansados y aceptó el ofrecimiento. -Tranquilo, cuando estés bien, te cobraré el favor- le dijo guiñando un ojo y ofreciendo su mano para ayudarle a levantar.
Subieron a su habitación, Ashryn los seguía. Ingela giró su cabeza y la miró, dedicándole una sonrisa -Dudo que te des cuenta del problema en el que te metiste, ¿eh?- le dijo bromeando a la elfa. Y sí, Ingela tenía ya en mente cómo cobraría el favor al hombre y... un favor más que pedirle a la elfa.
Fëanor abrió la puerta para dejar pasar a Ingela, Taine y Ashryn. El ya había entendido lo que Ingela quería saber, era como si pudiese leerle la mente. Tras cerrar la puerta, corrió al pequeño bolso que llevaba consigo. Eran algunos frascos y hierbas de Eowyn que Ingela tomó al azar. Fëanor empezó a separar los frasquitos que servían de algo mientras Ingela ayudaba a Taine a tomar asiento. -Hay que limpiar la herida- le dijo mientras encendía la chimenea e iba por el cántaro con agua y unos paños. -Necesito que te quites la camisa- le dijo sin mirarlo.
A la vez que la joven dragona se ocupaba del agua y los paños, Fëanor ya tenía claro qué podía usar de entre lo poco que tenían: una pomada de Baldori, agua de Míriel y ungüento de Culúrien. Era lo mejor que podía ofrecerle y, bueno, su incipiente poder de manos sanadoras. Miró a Ingela para avisarle con un gesto que estaba listo. La rubia dragona se sentó junto a Taine y limpió primero al rededor de la herida y luego sobre ella, usando el agua de Míriel. Esa infusión logró que la herida dejara de sangrar. -Fëanor, esteriliza la aguja- le pidió al niño mientras aplicaba la pomada de Baldori -Tranquilo, no te dolerá mucho- le dijo dedicándole una dulce sonrisa al hombre.
Fëanor llegó con la aguja esterilizada al fuego. -Espero que el ungüento haya surtido efecto- le dijo mientras unía los extremos de la herida y comenzaba a coser. Ella no era diestra en tomar puntos, de hecho, aquella sería de las primeras veces que cosía una herida. Intentó ir despacio, con cuidado, sin saber a ciencia cierta si esa técnica era menos dolorosa. A medida que cerraba, pedía a su pequeño asistente que aplicara ungüento de Culúrien.
Después de un rato de coser meticulosamente la piel del hombre, terminó de unir los extremos de la herida con ese hilo desconocido que llevaba Eowyn entre sus elementos medicinales. Confió en el criterio de la elfa. Ingela miraba satisfecha su obra y le echaba más Culúrien -Ingela...- habló el niño -Yo también quiero ayudarlo- le dijo y posó sus pequeñas manos sobre la herida.
Cerró sus ojos y soltó el aire por la boca suavemente. Concentró sus energías, visualizando la herida y cómo se sanaba. Sintió un calor inusual en sus manos, irradiando energía sobre el cuerpo de Taine. El poder del niño era incipiente, era un novato, pero su poder ayudó a acelerar un poco la cicatrización interna de la herida. -Espero que ahora te sientas mejor- le dijo al hombre una vez terminó su pequeño tratamiento.
Ingela acarició el cabello del niño y sonrió. Era tan evidente por qué Eowyn estuvo dispuesta a dar su vida por él.
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Observó todo en silencio, siempre atenta a los movimientos de la otra rubia, quien no dudaba en atender al forastero, con habilidades bastante resaltables. La ojiazul no tuvo que intervenir ni una sola vez, algo que realmente era de admirar, pues ella era alguien que no dudaba en hacer las cosas si la situación lo ameritaba. Le guiñó el ojo a la joven, cuando ésta mencionó el rebuscado asunto en el que acababa de meterse, restándole importancia a ese hecho. La verdad es que meterse en problemas era un arte que dominaba a la perfección, por lo que, como siempre, buscaría soluciones en la marcha. Instintivamente sus ojos se posaron en el pequeño niño que acompañaba a la muchacha. Por alguna razón le recordaba a Allen, y esta idea la hizo sonreír con melancolía. Extrañaba a su hermano, había pasado tanto desde la última vez que lo vio, que incluso había olvidado que había alguien más por ahí con la otra mitad de su alma.
Apenas fue capaz de despertar de sus pensamientos, para notar que el pequeño elfito corría de un lado a otro, auxiliando a Ingela en todo momento, y, por si fuera poco, ya casi terminaban con el proceso de sanación del forastero. ¿Tanto tiempo había estado pensando? Esbozó una sonrisa amable al ver a Fëanor usar sus dotes de sanador para intentar cerrar la herida que ya había sido tratada. Era la primera vez que no subestimaba su potencial como sanadora. Siempre se había sentido bastante inútil, pero ver a ese chiquillo con su semblante emocionado por haber ayudado a curar a alguien, era algo digno de apreciar, pese a que sus habilidades eran endebles. De pronto una serie de interrogantes se arremolinaron en la cabeza de la ojiazul, entre ellas —y la más importante—, ¿qué lazo había entre el niño y la joven? Ingela le había dicho que él pertenecía a Sandorai, por lo que sería difícil que vagase por ahí solo.
—Hicieron un excelente trabajo —les sonrió desde su sitio—. Los esperaré abajo —les guiñó un ojo—. Hay que planear todo para lo que sigue, ¿no?
Con una pequeña reverencia salió de la habitación, dirigiéndose de nuevo a la taberna. ¿Qué estaba haciendo? ¿De verdad se quedaría con ellos más tiempo? Sí, bueno, ya había prometido que los ayudaría, pero del dicho al hecho…y la verdad es que no estaba segura de adentrarse más en terrenos desconocidos. Con un pequeño grito de frustración dio un sorbo a su segunda cerveza de mantequilla del día y comenzó a analizar la forma en la que tomaba decisiones. Claro que ya sabía el resultado final de aquella travesía. Ella terminaría acompañando a la joven y al niño hasta donde fuesen, les ayudaría en todo, se meterían en problemas, y, de alguna extraña manera, terminarían sanos y salvos. No sabía por qué, pero siempre resultaba de aquella forma.
Apenas fue capaz de despertar de sus pensamientos, para notar que el pequeño elfito corría de un lado a otro, auxiliando a Ingela en todo momento, y, por si fuera poco, ya casi terminaban con el proceso de sanación del forastero. ¿Tanto tiempo había estado pensando? Esbozó una sonrisa amable al ver a Fëanor usar sus dotes de sanador para intentar cerrar la herida que ya había sido tratada. Era la primera vez que no subestimaba su potencial como sanadora. Siempre se había sentido bastante inútil, pero ver a ese chiquillo con su semblante emocionado por haber ayudado a curar a alguien, era algo digno de apreciar, pese a que sus habilidades eran endebles. De pronto una serie de interrogantes se arremolinaron en la cabeza de la ojiazul, entre ellas —y la más importante—, ¿qué lazo había entre el niño y la joven? Ingela le había dicho que él pertenecía a Sandorai, por lo que sería difícil que vagase por ahí solo.
—Hicieron un excelente trabajo —les sonrió desde su sitio—. Los esperaré abajo —les guiñó un ojo—. Hay que planear todo para lo que sigue, ¿no?
Con una pequeña reverencia salió de la habitación, dirigiéndose de nuevo a la taberna. ¿Qué estaba haciendo? ¿De verdad se quedaría con ellos más tiempo? Sí, bueno, ya había prometido que los ayudaría, pero del dicho al hecho…y la verdad es que no estaba segura de adentrarse más en terrenos desconocidos. Con un pequeño grito de frustración dio un sorbo a su segunda cerveza de mantequilla del día y comenzó a analizar la forma en la que tomaba decisiones. Claro que ya sabía el resultado final de aquella travesía. Ella terminaría acompañando a la joven y al niño hasta donde fuesen, les ayudaría en todo, se meterían en problemas, y, de alguna extraña manera, terminarían sanos y salvos. No sabía por qué, pero siempre resultaba de aquella forma.
Ashryn Elaynor
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Ingela miraba orgullosa a Fëanor mientras él guardaba todos los frasquitos, lavaba la aguja y organizaba todo de nuevo. Era ordenado, meticuloso, cuidadoso y detallista. Era un niño pequeño, sí, ella le calculaba unos 10 años, pero sentía que miraba a un hombre adulto, muy adulto, tan preocupado por todo, tan... sabio.
Estaban solos en la habitación, Ashryn y Taine había bajado, y ella descansaba un poco. Sus heridas le habían comenzado a doler un poco, así que el chico le hizo una infusión. Estaban en silencio, mirando ambos a lugares distintos. Ella tenía una pregunta que hacerle y él sabía que debía una explicación. Pero ninguno se atrevía a hablar. Hasta que Ingela se levantó y se fue a sentar junto al niño -Fëanor... sabes que debemos volver al lago por Eowyn- le dijo con suavidad.
El niño asintió lentamente con la cabeza, sin decir palabra. Pensar en ella le daba tristeza. Recordaba su risa, su alegría y el entusiasmo con que le enseñaba las maravillas del mundo, así como la sorpresa que le causaba el descubrir algo nuevo. ¡Cómo le brillaban los ojos! Eran dos estrellas que fulguraban al avistar un ave desconocida. Y su risa, era como escuchar un riachuelo correr, contagiosa y honesta. Pero luego estaba la imagen de la elfa muerta en la orilla de la playa. Su piel pálida, los labios morados y los ojos lejanos, perdidos, sin brillo ni atisbo de vida, que tuvieron que cerrar pues ella murió con los ojos abiertos, como buscando ver por última vez ese maravilloso mundo que tanto amaba.
Y la dejaron allí, sola, desprotegida y a merced de cualquier animal. Tanto Ingela como Fëanor imaginaban las peores profanaciones al cuerpo de la bella elfa y se les apretaba la boca del estómago. -Sí...- respondió el pequeño elfo mirando el suelo. Levantó la mirada hasta que esta llegó al rostro de Ingela, se veían aún los moretones, un labio partido, un ojo hinchado, pero aún así, notaba la belleza y cariño de la dragona. Era extraño el vínculo que ahora tenían, siendo que un par de días atrás desconocían la existencia del otro. Sin decir nada más, se dieron un abrazo fuerte. No eran necesarias más palabras.
Recogieron todas sus cosas, las pocas que alcanzaron a agarrar, y bajaron, buscando a Ashryn. La elfa estaba de nuevo en la barra, contemplando pensativa una jarra de cerveza de mantequilla. Ingela tomó aire, y fuerzas, para acercarse. Tenía una gran petición que hacerle. -¡Hey Ashryn!- saludó animada. Se notaba nerviosa, pero es que, vamos, le iba a seguir pidiendo favores.
Se sentó a su lado y pidió lo mismo que la elfa, una para ella y otra para el niño. -Ashryn... en la Cala de la Luna está Eowyn- comenzó a decirle, así, sin preámbulo -Y necesito que nos ayudes a... pues... es que es una larga historia, te la cuento en el camino si es que tú... aceptas ayudarnos- le dijo y bebió de un golpe toda la cerveza de mantequilla.
Estaban solos en la habitación, Ashryn y Taine había bajado, y ella descansaba un poco. Sus heridas le habían comenzado a doler un poco, así que el chico le hizo una infusión. Estaban en silencio, mirando ambos a lugares distintos. Ella tenía una pregunta que hacerle y él sabía que debía una explicación. Pero ninguno se atrevía a hablar. Hasta que Ingela se levantó y se fue a sentar junto al niño -Fëanor... sabes que debemos volver al lago por Eowyn- le dijo con suavidad.
El niño asintió lentamente con la cabeza, sin decir palabra. Pensar en ella le daba tristeza. Recordaba su risa, su alegría y el entusiasmo con que le enseñaba las maravillas del mundo, así como la sorpresa que le causaba el descubrir algo nuevo. ¡Cómo le brillaban los ojos! Eran dos estrellas que fulguraban al avistar un ave desconocida. Y su risa, era como escuchar un riachuelo correr, contagiosa y honesta. Pero luego estaba la imagen de la elfa muerta en la orilla de la playa. Su piel pálida, los labios morados y los ojos lejanos, perdidos, sin brillo ni atisbo de vida, que tuvieron que cerrar pues ella murió con los ojos abiertos, como buscando ver por última vez ese maravilloso mundo que tanto amaba.
Y la dejaron allí, sola, desprotegida y a merced de cualquier animal. Tanto Ingela como Fëanor imaginaban las peores profanaciones al cuerpo de la bella elfa y se les apretaba la boca del estómago. -Sí...- respondió el pequeño elfo mirando el suelo. Levantó la mirada hasta que esta llegó al rostro de Ingela, se veían aún los moretones, un labio partido, un ojo hinchado, pero aún así, notaba la belleza y cariño de la dragona. Era extraño el vínculo que ahora tenían, siendo que un par de días atrás desconocían la existencia del otro. Sin decir nada más, se dieron un abrazo fuerte. No eran necesarias más palabras.
Recogieron todas sus cosas, las pocas que alcanzaron a agarrar, y bajaron, buscando a Ashryn. La elfa estaba de nuevo en la barra, contemplando pensativa una jarra de cerveza de mantequilla. Ingela tomó aire, y fuerzas, para acercarse. Tenía una gran petición que hacerle. -¡Hey Ashryn!- saludó animada. Se notaba nerviosa, pero es que, vamos, le iba a seguir pidiendo favores.
Se sentó a su lado y pidió lo mismo que la elfa, una para ella y otra para el niño. -Ashryn... en la Cala de la Luna está Eowyn- comenzó a decirle, así, sin preámbulo -Y necesito que nos ayudes a... pues... es que es una larga historia, te la cuento en el camino si es que tú... aceptas ayudarnos- le dijo y bebió de un golpe toda la cerveza de mantequilla.
Ingela
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Dos cervezas de mantequilla eran suficientes al día, un poco más y la gente tendría que lidiar con su embriaguez, y quedaba claro que nadie en ese lugar sabría qué hacer con ella si eso llegaba a pasar. De pronto la figura de la bonita muchacha se posicionó junto a ella, pidiéndole que los acompañara a la Cala de la Luna, a buscar a una tal Eowyn. Ashy parpadeó varias veces, tratando de asimilar lo que estaba escuchando. ¿Volver a ese lugar? La última vez casi se convirtió en botana de sirenas, así que no fue de esperarse que su rostro palideciera un par de tonos al escuchar el nombre de aquel sitio. Perdió la cuenta de las veces que lo pensó antes de responderle a la dragona con un ligero asentimiento, regañándose a sí misma por su pésimo criterio en la toma de decisiones.
—Solo… —se mordió el labio con nerviosismo— deben prometerme que no harán nada de esfuerzos excesivos.
No era precisamente la primera de las ideas que había en su mente, pero fue lo primero que sus labios pudieron pronunciar. Al menos su profesionalismo seguía intacto, pese a lo revueltas que se encontraban sus neuronas en ese momento. Notó como la chica se bebía de un sorbo la cerveza de mantequilla, trayendo a la ojiazul de regreso del mar de sus pensamientos. Bueno, al menos ahora sabía que ella se encontraba lo suficientemente bien como para emprender un viaje, por más corto que este fuese. La ojiazul se levantó de su asiento, preparándose para continuar con el camino, después de todo, no los iba a abandonar a su suerte a esas alturas, eso era algo implícito en ella: ayudar a todo aquel que la necesitase sin importar el costo.
Tras una larga y tediosa charla con el tabernero, la ojiazul consiguió recuperar parte de los aeros que había dado en favor del hombre al que Ingela curó, quien ahora no parecía requerir dichos servicios. Ashy tomó sus cosas, esperando por la joven y el niño, siempre dándose ánimos para lo que estaba a punto de enfrentar. No le gustaban las sirenas, recordarlas bastaba para ponerle la piel de gallina, especialmente cuando Frederick estuvo a punto de morir en manos de esos seres. No sabía por qué Ingela y Fëanor tenían tanto apuro por ir a ese sitio, pero por la determinación que ambos mostraban, ella supo que realmente era algo importante para ellos.
—Solo… —se mordió el labio con nerviosismo— deben prometerme que no harán nada de esfuerzos excesivos.
No era precisamente la primera de las ideas que había en su mente, pero fue lo primero que sus labios pudieron pronunciar. Al menos su profesionalismo seguía intacto, pese a lo revueltas que se encontraban sus neuronas en ese momento. Notó como la chica se bebía de un sorbo la cerveza de mantequilla, trayendo a la ojiazul de regreso del mar de sus pensamientos. Bueno, al menos ahora sabía que ella se encontraba lo suficientemente bien como para emprender un viaje, por más corto que este fuese. La ojiazul se levantó de su asiento, preparándose para continuar con el camino, después de todo, no los iba a abandonar a su suerte a esas alturas, eso era algo implícito en ella: ayudar a todo aquel que la necesitase sin importar el costo.
Tras una larga y tediosa charla con el tabernero, la ojiazul consiguió recuperar parte de los aeros que había dado en favor del hombre al que Ingela curó, quien ahora no parecía requerir dichos servicios. Ashy tomó sus cosas, esperando por la joven y el niño, siempre dándose ánimos para lo que estaba a punto de enfrentar. No le gustaban las sirenas, recordarlas bastaba para ponerle la piel de gallina, especialmente cuando Frederick estuvo a punto de morir en manos de esos seres. No sabía por qué Ingela y Fëanor tenían tanto apuro por ir a ese sitio, pero por la determinación que ambos mostraban, ella supo que realmente era algo importante para ellos.
Ashryn Elaynor
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Fëanor caminaba delante, con la cabeza en alto y el pecho inflado. El miedo lo enfrentaba con una valentía de mentiras y una determinación hueca. En su cabeza, el niño se daba ánimo y fuerza para seguir caminando.
Ingela lo miraba desde atrás, sintiendo una enorme tristeza por el chico, pero veía tu actitud fachada y no podía evitar sonreír; había que ser muy fuerte para decidir ser valiente en una situación tan dolorosa como la que él estaba viviendo. Al su lado iba Ashryn, una elfa que había decidido ayudarlos sin siquiera conocerlos. Volvió a sonreír, esta vez de agradecimiento. Sin saber por completo su historia, ella les había prestado auxilio e incluso puso un techo sobre su cabeza para que se recuperaran. Además, se dirigían hacia el lugar donde habían dejado el cuerpo sin vida de una chica.
Tomó aire para comenzar a explicarle a la ojiazul lo que había pasado, ya era hora -Ashryn, verás... quizás te vayas a sorprender cuando lleguemos a la cala de la luna- comenzó lentamente. -Allí encontré a Fëanor y Eowyn- continuó -Yo... no los conocía- dijo -acudí en ayuda de Eowyn porque la escuché gritando... había perdido a Fëanor, lo habían raptado las sirenas- siguió, contando el relato lo mejor que pudo.
Alzó la mirada, Fëanor se había adelantado mucho, ahora parecía que corría. Ella lo dejó adelantarse, pensó que necesitaba estar un momento a solas con Eowyn. Miró a Ashryn y siguió -No sé porqué, pero con ayuda de una poción de respirantia, me tiré al agua a buscar al chico, Eowyn me siguió después...- de repente dejo de hablar, se le había formado un nudo en la garganta. -Logramos salvar a Fëanor... pero Eowyn... no lo logró- dijo, luego de volver a encontrar el valor.
Mientras tanto, Fëanor corría con toda la fuerza que su cuerpo tenía, llorando enfurecido -¡Aléjate de ella! ¡Déjala en paz!- gritaba a todo pulmón. Un hombre estaba junto al cuerpo de Eowyn, mirándola. -¡Aléjate! ¡Apártate de ella!- gritaba llorando el pequeño elfo. Ingela lo escuchó gritar y salió corriendo detrás de él.
Ingela lo miraba desde atrás, sintiendo una enorme tristeza por el chico, pero veía tu actitud fachada y no podía evitar sonreír; había que ser muy fuerte para decidir ser valiente en una situación tan dolorosa como la que él estaba viviendo. Al su lado iba Ashryn, una elfa que había decidido ayudarlos sin siquiera conocerlos. Volvió a sonreír, esta vez de agradecimiento. Sin saber por completo su historia, ella les había prestado auxilio e incluso puso un techo sobre su cabeza para que se recuperaran. Además, se dirigían hacia el lugar donde habían dejado el cuerpo sin vida de una chica.
Tomó aire para comenzar a explicarle a la ojiazul lo que había pasado, ya era hora -Ashryn, verás... quizás te vayas a sorprender cuando lleguemos a la cala de la luna- comenzó lentamente. -Allí encontré a Fëanor y Eowyn- continuó -Yo... no los conocía- dijo -acudí en ayuda de Eowyn porque la escuché gritando... había perdido a Fëanor, lo habían raptado las sirenas- siguió, contando el relato lo mejor que pudo.
Alzó la mirada, Fëanor se había adelantado mucho, ahora parecía que corría. Ella lo dejó adelantarse, pensó que necesitaba estar un momento a solas con Eowyn. Miró a Ashryn y siguió -No sé porqué, pero con ayuda de una poción de respirantia, me tiré al agua a buscar al chico, Eowyn me siguió después...- de repente dejo de hablar, se le había formado un nudo en la garganta. -Logramos salvar a Fëanor... pero Eowyn... no lo logró- dijo, luego de volver a encontrar el valor.
Mientras tanto, Fëanor corría con toda la fuerza que su cuerpo tenía, llorando enfurecido -¡Aléjate de ella! ¡Déjala en paz!- gritaba a todo pulmón. Un hombre estaba junto al cuerpo de Eowyn, mirándola. -¡Aléjate! ¡Apártate de ella!- gritaba llorando el pequeño elfo. Ingela lo escuchó gritar y salió corriendo detrás de él.
Ingela
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
El día empezaba tan normal como siempre, me había despertado por los griteríos de niños que se encontraban por los alrededores de Hekshold. Aunque no estaba cerca que digamos, los niños solían ser ruidosos y muy molestos, pero al aceptar el trabajo de conserje en esta institución ya me lo debí suponer. Salí de aquella cabaña de madera que parecía venirse a bajo en cualquier momento y observe con el rostro fruncido, que mi huerto seguía sin dar sus frutos. Como cada mañana, daba un par de vueltas para ver que todo estaba en orden y luego iba hasta la cala donde solía recoger un poco de agua para mi cultivo. Tal vez esa fuera la razón por lo que no me crecía nada en mi huerto, pero aun no voy a apresurarme. Le daré un par de semanas más.
De camino hasta la cala con mi regadera de metal, observaba aquel paseo atentamente. Debía ser un lugar transcurrido, y no hace mucho, tal vez un día o ni eso. Cuando llegue hasta la cala, desde lo lejos podría ver a alguien tirado en la arena que parecía tomar el sol. Me acerque como si nada, sin mirar a aquella persona para no incomodarle. No solía gustar que alguien como yo se acercara a dar la lata. Me coloque a la orilla para tomar un poco de agua en mi regadera y como tal bocazas que soy, hice un estúpido comentario. - Bueno, la verdad es un buen día para venir. En ocasiones veo incluso a turistas que solo vienen a disfrutar este clima, pero para ser sincero yo prefiero el frió norteña. Mi cabaña parece un horno con un pollo asado dentro. - Bromee esperando una respuesta y quedandome por unos segundos. - Si tanto te molesto podrías haberlo dicho. - Gire mi cabeza para mirar el rostros de aquella persona cuando mi corazón se paro, mi alma salio de mi cuerpo y mi piel se quedo más pálida aun.
La regadera termino por llevársela el agua, me levante lentamente y me acerqué con sumo cuidado.
Era una niña y estaba muerta. El color de sus labios había desaparecido, su alma no se encontraba con nosotros. Volví mi mirada buscando a alguien que me pudiera ayudar, pero parecía solo, que desalmado dejaría el cuerpo de una pobre chica en mitad de ... cualquier sitio. La tome en brazos alejándola un poco más de la orilla, el agua iba a subir mucho en estos momentos. La coloco en una posición tranquila, donde cualquiera que pasara por ahí, no se acercara a fisgonear. No conocia de nada a aquella chica pero mis ojos, por serios y malhumorado que parecieran, se rayaron por un segundo. No iba a llorar en ese momento, conocia muy bien la muerte, pero nunca una tan joven e inocente.
- Ya vengo... Prométeme que no te vas a mover.- Dije bromeando intentando sacarle algo de peso al asunto. Camine hasta un sendero donde se encontraban un montón de flores raras pero bonitas. Tome todas las que pude, incluso algunas rosas terminaron clavándose en mis manos. Entre mis brazos cargaba una gran variedad de flores coloridas, volví hasta su lado y me senté mientras miraba hacia el mar como el cadaver de aquella pequeña niña hacia, sus ojos cerrados parecían que se encontraba en un sueño eterno. - Bueno, parece que no me has dado planton, eres la primera que no lo hace. - Sonreí mientras entrelazaba algunas flores, con la intención de formar una corona con ellas. De un momento a otro, escuche unos gritos que se acercaban a mi con toda velocidad. Me puse de pie sin soltar aquella corona, podía ver que era un niño, y un par de metros atrás de él a dos chicas. Me aleje un par de pasos mientras el niño corría hacia mi, tal vez estaba en problemas, aunque esa no era mi intención.
De camino hasta la cala con mi regadera de metal, observaba aquel paseo atentamente. Debía ser un lugar transcurrido, y no hace mucho, tal vez un día o ni eso. Cuando llegue hasta la cala, desde lo lejos podría ver a alguien tirado en la arena que parecía tomar el sol. Me acerque como si nada, sin mirar a aquella persona para no incomodarle. No solía gustar que alguien como yo se acercara a dar la lata. Me coloque a la orilla para tomar un poco de agua en mi regadera y como tal bocazas que soy, hice un estúpido comentario. - Bueno, la verdad es un buen día para venir. En ocasiones veo incluso a turistas que solo vienen a disfrutar este clima, pero para ser sincero yo prefiero el frió norteña. Mi cabaña parece un horno con un pollo asado dentro. - Bromee esperando una respuesta y quedandome por unos segundos. - Si tanto te molesto podrías haberlo dicho. - Gire mi cabeza para mirar el rostros de aquella persona cuando mi corazón se paro, mi alma salio de mi cuerpo y mi piel se quedo más pálida aun.
La regadera termino por llevársela el agua, me levante lentamente y me acerqué con sumo cuidado.
Era una niña y estaba muerta. El color de sus labios había desaparecido, su alma no se encontraba con nosotros. Volví mi mirada buscando a alguien que me pudiera ayudar, pero parecía solo, que desalmado dejaría el cuerpo de una pobre chica en mitad de ... cualquier sitio. La tome en brazos alejándola un poco más de la orilla, el agua iba a subir mucho en estos momentos. La coloco en una posición tranquila, donde cualquiera que pasara por ahí, no se acercara a fisgonear. No conocia de nada a aquella chica pero mis ojos, por serios y malhumorado que parecieran, se rayaron por un segundo. No iba a llorar en ese momento, conocia muy bien la muerte, pero nunca una tan joven e inocente.
- Ya vengo... Prométeme que no te vas a mover.- Dije bromeando intentando sacarle algo de peso al asunto. Camine hasta un sendero donde se encontraban un montón de flores raras pero bonitas. Tome todas las que pude, incluso algunas rosas terminaron clavándose en mis manos. Entre mis brazos cargaba una gran variedad de flores coloridas, volví hasta su lado y me senté mientras miraba hacia el mar como el cadaver de aquella pequeña niña hacia, sus ojos cerrados parecían que se encontraba en un sueño eterno. - Bueno, parece que no me has dado planton, eres la primera que no lo hace. - Sonreí mientras entrelazaba algunas flores, con la intención de formar una corona con ellas. De un momento a otro, escuche unos gritos que se acercaban a mi con toda velocidad. Me puse de pie sin soltar aquella corona, podía ver que era un niño, y un par de metros atrás de él a dos chicas. Me aleje un par de pasos mientras el niño corría hacia mi, tal vez estaba en problemas, aunque esa no era mi intención.
Jared
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Una vez que abandonaron la taberna, la ojiazul se dispuso a seguir a la joven y al pequeño, hasta donde debían ir. Ashy optó por no preguntar nada y caminar junto a Ingela en silencio, observando al elfito caminar frente a ellas. La muchacha no tardó en comenzar a relatarle la historia que había entrelazado sus vidas de manera tan extraña, aunque un nuevo nombre apareció en la ecuación, haciendo que la elfa arqueara una ceja, esperando a que la historia continuase. En algún punto deseó no haber terminado de escuchar aquello, pues el final era mucho más triste de lo que hubiese podido imaginar. Al menos ahora le quedaba claro cómo fue que ambos terminaron en tan deplorable situación y por qué su lazo se había afianzado de esa manera en tan poco tiempo.
Estuvo a punto de agregar un comentario, cuando el niño se apresuró en medio de gritos desaforados, siendo perseguido por la otra rubia, quien no dudó en salir corriendo tras él. La ojiazul no quiso quedarse atrás, tratando de enfocar su vista para averiguar lo que sucedía. Otro hombre había aparecido en escena, junto al cuerpo que —suponía— sería el de la famosa Eowyn. Ese día se volvía cada vez más extraño. Primero un sujeto con heridas al que la chica trató y desapareció, y ahora otro sujeto hacía su introducción en el cuadro, aunque de la manera más inesperada posible. Nuevamente optó por aguardar a que las cosas se calmasen un poco, aprovechando su tiempo en observar más detalladamente el cuerpo que yacía sobre la arena.
—Era bonita…
Susurró para sí misma, arrodillándose frente a la elfa, rezándole a los Dioses por el descanso de su alma. Alguien que hubiese dado su vida por un ser querido, en este caso, por un pequeño aprendiz, merecía una paz inmensa, y ella le prometía que ayudaría a Ingela y a Fëanor en todo lo que pudiese. Aunque todavía faltaba ver qué sucedería con el nuevo sujeto y con su presencia en ese lugar.
Estuvo a punto de agregar un comentario, cuando el niño se apresuró en medio de gritos desaforados, siendo perseguido por la otra rubia, quien no dudó en salir corriendo tras él. La ojiazul no quiso quedarse atrás, tratando de enfocar su vista para averiguar lo que sucedía. Otro hombre había aparecido en escena, junto al cuerpo que —suponía— sería el de la famosa Eowyn. Ese día se volvía cada vez más extraño. Primero un sujeto con heridas al que la chica trató y desapareció, y ahora otro sujeto hacía su introducción en el cuadro, aunque de la manera más inesperada posible. Nuevamente optó por aguardar a que las cosas se calmasen un poco, aprovechando su tiempo en observar más detalladamente el cuerpo que yacía sobre la arena.
—Era bonita…
Susurró para sí misma, arrodillándose frente a la elfa, rezándole a los Dioses por el descanso de su alma. Alguien que hubiese dado su vida por un ser querido, en este caso, por un pequeño aprendiz, merecía una paz inmensa, y ella le prometía que ayudaría a Ingela y a Fëanor en todo lo que pudiese. Aunque todavía faltaba ver qué sucedería con el nuevo sujeto y con su presencia en ese lugar.
Ashryn Elaynor
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Ingela llegó junto a Fëanor, y miró al hombre con rabia -Será mejor que te vayas- le dijo con seriedad -Y más te vale no haberla tocado- dijo con tono amenazante. En ese momento sintió unas ganas enormes de golpearlo. ¿Por qué si él no tenía nada que ver con todo? Pero ver ahí a Eowyn, recordar lo que ocurrió el día anterior... revolvió la furia de la dragona. Ella no merecía su suerte.
Tomó a Fëanor por los hombros y lo atrajo hacia ella para abrazarlo, protegerlo y reconfortarlo mientras lloraba desconsolado. Ella misma sintió unas enormes ganas de llorar. Pero si lo hacía, si se quebraba, no podría ayudar al niño y a la elfa que yacía sin vida sobre la arena de la playa. Miró larga y amargamente el cuerpo, notando unas flores que adornaban su cabeza, otras a su costado. Al parecer, el hombre las había puesto allí. Ingela sintió un poco de vergüenza por haberlo tratado tan duramente, pero ya no lo vio para pedirle disculpas, así que se limitó a abrazar a Fëanor.
Se sentía impotente e inútil, no sabía qué decir para reconfortar al niño ni qué hacer con el cadáver. Desconocía por completo los rituales élficos. Si por ella fuese, envolvería el cuerpo con unas mortajas, lo ungiría con aceites y lo montaría en una balsa, sobre una pira para poder encenderla con el fuego de sus entrañas y enviaría junto al balsero, con una moneda en cada ojo. No había cuevas allí y no era una dragona, entonces su cuerpo no se cubriría de escamas, por eso pensó que lo más correcto sería la tradición humana.
¿Qué hacer? Volteó la mirada, buscando a Ashryn con angustia, casi desesperación. Soltó un poco a Fëanor, quien se arrodilló junto al cuerpo para terminar de adornarlo con las flores que el hombre había dejado allí. -¿Cuál es el ritual de los elfos para sepultar a sus muertos?- preguntó, dirigiéndose hacia la elfa de ojos azules.
Tomó a Fëanor por los hombros y lo atrajo hacia ella para abrazarlo, protegerlo y reconfortarlo mientras lloraba desconsolado. Ella misma sintió unas enormes ganas de llorar. Pero si lo hacía, si se quebraba, no podría ayudar al niño y a la elfa que yacía sin vida sobre la arena de la playa. Miró larga y amargamente el cuerpo, notando unas flores que adornaban su cabeza, otras a su costado. Al parecer, el hombre las había puesto allí. Ingela sintió un poco de vergüenza por haberlo tratado tan duramente, pero ya no lo vio para pedirle disculpas, así que se limitó a abrazar a Fëanor.
Se sentía impotente e inútil, no sabía qué decir para reconfortar al niño ni qué hacer con el cadáver. Desconocía por completo los rituales élficos. Si por ella fuese, envolvería el cuerpo con unas mortajas, lo ungiría con aceites y lo montaría en una balsa, sobre una pira para poder encenderla con el fuego de sus entrañas y enviaría junto al balsero, con una moneda en cada ojo. No había cuevas allí y no era una dragona, entonces su cuerpo no se cubriría de escamas, por eso pensó que lo más correcto sería la tradición humana.
¿Qué hacer? Volteó la mirada, buscando a Ashryn con angustia, casi desesperación. Soltó un poco a Fëanor, quien se arrodilló junto al cuerpo para terminar de adornarlo con las flores que el hombre había dejado allí. -¿Cuál es el ritual de los elfos para sepultar a sus muertos?- preguntó, dirigiéndose hacia la elfa de ojos azules.
Ingela
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
La ojiazul arqueó una ceja ante la forma hostil con la que aquel pequeño se expresaba. En un inicio le había dado la impresión de ser alguien bastan apacible, pero verlo con esa expresión furiosa le recordó que no debía subestimar las apariencias de los demás. Por un momento se preguntó si ella debía seguir ahí. Sin duda el niño y la muchacha estaban bastante unidos. La joven abrazaba al elfito con un cariño inconmensurable, similar al que ella había observado cientos de veces en las madres de Lunargenta. Se mantuvo en silencio durante uno momentos, dejando que el mundo se detuviese para aquellas almas que parecían necesitarse más que nada. Su mirada cristalina se mantuvo clavada en el piso, hasta que Ingela llamó su atención, preguntándole sobre los ritos funerarios de su raza.
Instintivamente miró al jovencito. No estaba muy segura de intervenir con algo que para él era sagrado. Ella respetaba demasiado los lazos de los demás como para ganarse el odio de un pequeño compatriota. Afortunadamente el niño no mostró los mismos signos hostiles, aunque, claro, ella no se había acercado peligrosamente al cuerpo como para ganarse dicha reacción. Con una sonrisa tranquila asintió y caminó un par de pasos, posicionándose justo frente a ellos. Buscó con la mirada un árbol cercano y, aunque no era lo que esperaba, se llevó una agradable sorpresa de encontrarse con un árbol de mangle a unos metros de ahí. Con cierta desconfianza tomó la mano del niño y le dedicó una mirada gentil. El pobre decoraba el cuerpo con las flores y ella deseaba decirle que las cosas estarían bien, pero todo lo que pudo hacer fue sonreír.
— ¿Puedo…? —Preguntó con calma y el chiquillo solo asintió—. De acuerdo —comenzó a trenzar el cabello de la hermosa elfa, dejando que Fëanor terminara con su labor de las flores—. Ese árbol de ahí —señaló el mangle, dirigiéndose a Ingela—. Será el árbol sagrado de ella —se puso de pie y le prestó su daga a la joven—. Cortarle el cabello al difunto y conservarlo durante tres meses en señal de luto…es algo importante —desvió la mirada—. Tal vez sea mejor que ustedes lo hagan…es algo muy intimo de las familias…no quisiera interrumpir.
Con una sonrisa volvió a dejar solos sus compañeros y se dispuso a hacer un hoyo en la arena con sus manos. La muerte no era un tema que a ella le gustase tratar, por mucho que tuviese que lidiar con eso en el día a día. Pronto sus pensamientos viajaron hacia el recuerdo de su padre biológico. Ese mestizo, cuya tumba yacía a las afueras de Lunargenta, tan separado de su madre. Tal vez debería luchar con su padre y su abuelo por dejarle entrar en el sagrado árbol familiar, aunque eso sin duda sería una batalla perdida. Sin duda su raza era extraña, pero al ver el lazo entre ese elfo y la dragona podía jurar que el mundo estaba cambiando y quizá la ideología también cambiaría con el tiempo.
Instintivamente miró al jovencito. No estaba muy segura de intervenir con algo que para él era sagrado. Ella respetaba demasiado los lazos de los demás como para ganarse el odio de un pequeño compatriota. Afortunadamente el niño no mostró los mismos signos hostiles, aunque, claro, ella no se había acercado peligrosamente al cuerpo como para ganarse dicha reacción. Con una sonrisa tranquila asintió y caminó un par de pasos, posicionándose justo frente a ellos. Buscó con la mirada un árbol cercano y, aunque no era lo que esperaba, se llevó una agradable sorpresa de encontrarse con un árbol de mangle a unos metros de ahí. Con cierta desconfianza tomó la mano del niño y le dedicó una mirada gentil. El pobre decoraba el cuerpo con las flores y ella deseaba decirle que las cosas estarían bien, pero todo lo que pudo hacer fue sonreír.
— ¿Puedo…? —Preguntó con calma y el chiquillo solo asintió—. De acuerdo —comenzó a trenzar el cabello de la hermosa elfa, dejando que Fëanor terminara con su labor de las flores—. Ese árbol de ahí —señaló el mangle, dirigiéndose a Ingela—. Será el árbol sagrado de ella —se puso de pie y le prestó su daga a la joven—. Cortarle el cabello al difunto y conservarlo durante tres meses en señal de luto…es algo importante —desvió la mirada—. Tal vez sea mejor que ustedes lo hagan…es algo muy intimo de las familias…no quisiera interrumpir.
Con una sonrisa volvió a dejar solos sus compañeros y se dispuso a hacer un hoyo en la arena con sus manos. La muerte no era un tema que a ella le gustase tratar, por mucho que tuviese que lidiar con eso en el día a día. Pronto sus pensamientos viajaron hacia el recuerdo de su padre biológico. Ese mestizo, cuya tumba yacía a las afueras de Lunargenta, tan separado de su madre. Tal vez debería luchar con su padre y su abuelo por dejarle entrar en el sagrado árbol familiar, aunque eso sin duda sería una batalla perdida. Sin duda su raza era extraña, pero al ver el lazo entre ese elfo y la dragona podía jurar que el mundo estaba cambiando y quizá la ideología también cambiaría con el tiempo.
Ashryn Elaynor
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Fëanor se dedicó a arreglar a Eowyn. Cortó un mechón de su cabello que guardó con mucho cuidado en su pañuelo. Ingela vio cómo Ashryn comenzaba a cavar con sus manos el agujero donde enterrarían a la elfa muerta. Se acercó a ella, dejando al pequeño elfo despedirse de su amiga. -Con las manos nos vamos a demorar mucho- comentó llegando junto a la rubia elfa -Déjame ayudarte, seguro en mi forma de dragón lo haremos más rápido- dijo, y cerró los ojos, concentrándose para lograr su trasformación. Pero tras un par de minutos intentando, nada ocurría, se mantenía en su forma humana.
-Vaya, qué extraño...- susurró extrañada, mirando sus manos y brazos humanos. -Lo intentaré una vez más- dijo en voz baja, tratando de controlar su angustia. De nuevo, nada ocurrió, su piel seguía blanca y lisa. -¡Por los siete! ¿Qué ocurre?- pensó, preocupada. Trató de mantener la compostura y no mostrar la desesperación que la embargaba. Aquello no era normal, ella siempre, siempre, lograba transformación a pesar del cansancio o la debilidad que pudiera sentir. El corazón le latía tan rápido que sentía que se le iba a salir del pecho.
Tragó saliva y se acomodó el cabello, respirando hondo, buscando calmarse. Miró a Ashryn, sentía que debía arreglar un poco la situación -No logro transformarme. Debo estar muy cansada... bueno, tendremos que hacerlo con las manos- dijo sonriendo -Bueno, eso le dará más tiempo a Fëanor de despedirse de Eowyn- dijo y se arrodilló a escavar -Ella era la única familia que él tenía, ¿sabes? Siento tanta tristeza por él, ha quedado solo- contó -Después de esto lo llevaré a Sandorai, no podría dejarlo por su cuenta ahora, todo solito- dijo, se veía en su rostro cuán afligida estaba con la situación. Además, se sentía responsable por no haber podido salvar a la elfa. ¡Si tan solo hubiese sido más rápida! Nada de esto estaría ocurriendo.
Las dos rubias se demoraron un buen rato en excavar un agujero lo suficientemente grande y hondo como para enterrar a Eowyn. Con cuidado, colocaron su cuerpo en él, en posición fetal. -Me entristece no cumplir el rito como debe ser- dijo Fëanor entre sollozos -Estará aquí, tan lejos de nuestra tierra- dijo, rompiendo a llorar. Ingela abrazó al niño con ternura.
Terminaron de enterrar a Eowyn al anochecer. El sol iluminaba rojo en el horizonte, metiéndose en el mar, cuándo decidieron volver a la posada. Caminaban despacio, con pesadumbre. Ingela comenzó a sentir un extraño dolor en el cuerpo, la piel le ardía. Pero no era más que una incomodidad. Unos metros más adelante, sintió que le costaba respirar. Tenía que inhalar grandes bocanadas y se mareaba, pero tampoco le dio mayor importancia, lo achacó al cansancio y al no haber comido nada en todo el día. -Necesito descansar- fue lo que dijo cuando se sentó bajo un árbol junto al camino. Aún se escuchaban las olas romper en la orilla.
Pero el descanso no ayudó en nada, de hecho, el aire le faltaba más y más y el ardor en el cuello era insoportable. Cuando el sol se ocultó, Ingela dejó de respirar y comenzó a ahogarse a pesar de las grandes bocanadas de aire que inhalaba. Su piel se cubrió de pequeñas escamas tornasol y entre sus dedos crecieron membranas. Fëanor no sabía qué hacer -¡Ashryn! ¡Ayuda!- gritaba con angustia.
-Vaya, qué extraño...- susurró extrañada, mirando sus manos y brazos humanos. -Lo intentaré una vez más- dijo en voz baja, tratando de controlar su angustia. De nuevo, nada ocurrió, su piel seguía blanca y lisa. -¡Por los siete! ¿Qué ocurre?- pensó, preocupada. Trató de mantener la compostura y no mostrar la desesperación que la embargaba. Aquello no era normal, ella siempre, siempre, lograba transformación a pesar del cansancio o la debilidad que pudiera sentir. El corazón le latía tan rápido que sentía que se le iba a salir del pecho.
Tragó saliva y se acomodó el cabello, respirando hondo, buscando calmarse. Miró a Ashryn, sentía que debía arreglar un poco la situación -No logro transformarme. Debo estar muy cansada... bueno, tendremos que hacerlo con las manos- dijo sonriendo -Bueno, eso le dará más tiempo a Fëanor de despedirse de Eowyn- dijo y se arrodilló a escavar -Ella era la única familia que él tenía, ¿sabes? Siento tanta tristeza por él, ha quedado solo- contó -Después de esto lo llevaré a Sandorai, no podría dejarlo por su cuenta ahora, todo solito- dijo, se veía en su rostro cuán afligida estaba con la situación. Además, se sentía responsable por no haber podido salvar a la elfa. ¡Si tan solo hubiese sido más rápida! Nada de esto estaría ocurriendo.
Las dos rubias se demoraron un buen rato en excavar un agujero lo suficientemente grande y hondo como para enterrar a Eowyn. Con cuidado, colocaron su cuerpo en él, en posición fetal. -Me entristece no cumplir el rito como debe ser- dijo Fëanor entre sollozos -Estará aquí, tan lejos de nuestra tierra- dijo, rompiendo a llorar. Ingela abrazó al niño con ternura.
Terminaron de enterrar a Eowyn al anochecer. El sol iluminaba rojo en el horizonte, metiéndose en el mar, cuándo decidieron volver a la posada. Caminaban despacio, con pesadumbre. Ingela comenzó a sentir un extraño dolor en el cuerpo, la piel le ardía. Pero no era más que una incomodidad. Unos metros más adelante, sintió que le costaba respirar. Tenía que inhalar grandes bocanadas y se mareaba, pero tampoco le dio mayor importancia, lo achacó al cansancio y al no haber comido nada en todo el día. -Necesito descansar- fue lo que dijo cuando se sentó bajo un árbol junto al camino. Aún se escuchaban las olas romper en la orilla.
Pero el descanso no ayudó en nada, de hecho, el aire le faltaba más y más y el ardor en el cuello era insoportable. Cuando el sol se ocultó, Ingela dejó de respirar y comenzó a ahogarse a pesar de las grandes bocanadas de aire que inhalaba. Su piel se cubrió de pequeñas escamas tornasol y entre sus dedos crecieron membranas. Fëanor no sabía qué hacer -¡Ashryn! ¡Ayuda!- gritaba con angustia.
Ingela
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
La pequeña elfa esperó pacientemente a que la adorable Ingela hiciese su transformación draconiana, pero esto nunca ocurrió. Con un gesto dubitativo la mayor de los gemelos Elaynor se quedó observando en silencio los intentos de la joven, dándole vueltas a las posibles causas por las cuales no pudiese cumplir su cometido. ¿Una baja de magia? ¿Agotamiento? ¿Algún efecto secundario de estar bajo el agua tanto tiempo? Hasta no revisarla bien no podría dar un diagnostico más acertado. Aún así, asintió de forma amable cuando la dragona le aseguró que aquel percance debía tratarse a un exceso de cansancio. No iba a preocuparla en esos momentos, tenían demasiadas cosas que hacer y no era el lugar para hacer un examen médico convincente.
—Creo que lo que haces por él es sumamente admirable.
Admitió tras escuchar las palabras de la muchacha. No podía entender bien lo que era estar completamente sólo, pues ella había llegado al mundo acompañada de su adorado gemelo. Claro que, si Allen no existiese, seguramente su vida su vida no sería la misma, ya que, aunque el Clan Elaynor contaba con dos ramas familiares muy numerosas, un mundo sin Allen sencillamente no valdría la pena. Por un momento se compadeció del niño y de la tragedia que le suponía perder a la única persona capaz de cuidar de él, y, sin quererlo así, un nudo se le hizo en el estomago al pensar en lo difícil que le sería volver a Sandorai sin la compañía de la elfa. No había convivido mucho con los diversos clanes que habitaban el bosque; sin embargo, entendía que la dragona podía estar atravesando por demasiadas cosas en esos momentos y respetaba los motivos que la llevaron a tomar esa decisión.
Una vez que a tumba estuvo finalizada, depositaron el cuerpo de la elfa en ella con sumo cuidado, tratando de seguir lo mejor posible las tradiciones antiguas de su pueblo. Mordió su labio inferior al ver al niño desplomarse en llanto sobre los brazos de Ingela y nuevamente su mente viajó a casa con su hermano y su padre...y, sin saber el motivo, se vio a si misma pensando en el molesto cazador y en la adorable elfita que ambos habían adoptado. Podían ser una extraña familia, pero al final de cuentas eran una familia y ella los quería. Tal vez al volver pudiese hablar con el cazador y arreglar las cosas para así vivir en armonía. Una parte de ella también se había marchado junto con aquella compatriota a la que no conoció.
El ocaso llegó y la joven dragona anunció sus deseos de descansar, por lo que la elfita se encargó de hacerle compañía al niño, tratando de animarle contándole las travesuras que ella y Allen hacían de niños, las cuales siempre culminaban con un castigo para su dulce hermano, quien insistía en echarse la culpa. No obstante, el ambiente tranquilo fue interrumpido cuando el elfito insistió en echar un vistazo a la joven dragona, para después comenzar a gritar con terror. Ashy se apresuró a ellos y por poco se fue de espaldas al encontrar a Ingela en aquel estado. La respiración le fallaba y su cuerpo se había cubierto de pequeñas escamas; eso sin mencionar las membranas que habían crecido entre sus dedos. Lo más preocupante era verla inhalar cantidades preocupantes de aire sin obtener resultado alguno.
—Tranquila —le pidió, buscando esconder su preocupación—. Todo va a estar bien.
Lastimosamente las cosas no estaban mejorando. La veía ahogarse con el propio aire que inhalaba. Nunca había visto algo así antes y no tenía idea de cómo o qué hacer para ayudarla. Con rapidez la examinó con tanta precisión como podía. Estaban en una batalla contra el tiempo y las soluciones eran prácticamente nulas. Finalmente, al analizar las escamas y las membranas más de cerca, se dio cuenta que eran muy parecidas a las de los habitantes acuáticos, y así fue como una idea atravesó su cerebro, rogándole a los dioses que funcionase, pues, de lo contrario, la joven moriría ahí mismo y no podría perdonarse por no haber podido salvar su vida. Le pidió al niño que le ayudase a llevarla hasta la orilla del mar y juntos consiguieron arrastrarla con prontitud, dejando que el agua comenzase a bañarle las extremidades poco a poco hasta llegar al cubrirle el pecho.
—Eso es —indicó mientras sostenía a la joven con ayuda del niño—. A partir de aquí puedo hacerlo yo sola —habló con seguridad, adentrándose más en el agua—. No quiero que te arriesgues, así que por favor vuelve a la orilla —observó la duda en el rostro infantil y trató de asegurarle que tenía todo bajo control—. Sé lo que hago.
Sin dar tiempo a más protestas tomó una bocanada de aire y se adentró en el agua junto al cuerpo de la joven. Creó una pequeña estela de luz en su mano, iluminando un poco las profundidades, donde la vista era prácticamente nula. No lo sabía, pero esperaba que sus sospechas fueran ciertas y que eso fuera lo que ayudase a Ingela a despertar.
—Creo que lo que haces por él es sumamente admirable.
Admitió tras escuchar las palabras de la muchacha. No podía entender bien lo que era estar completamente sólo, pues ella había llegado al mundo acompañada de su adorado gemelo. Claro que, si Allen no existiese, seguramente su vida su vida no sería la misma, ya que, aunque el Clan Elaynor contaba con dos ramas familiares muy numerosas, un mundo sin Allen sencillamente no valdría la pena. Por un momento se compadeció del niño y de la tragedia que le suponía perder a la única persona capaz de cuidar de él, y, sin quererlo así, un nudo se le hizo en el estomago al pensar en lo difícil que le sería volver a Sandorai sin la compañía de la elfa. No había convivido mucho con los diversos clanes que habitaban el bosque; sin embargo, entendía que la dragona podía estar atravesando por demasiadas cosas en esos momentos y respetaba los motivos que la llevaron a tomar esa decisión.
Una vez que a tumba estuvo finalizada, depositaron el cuerpo de la elfa en ella con sumo cuidado, tratando de seguir lo mejor posible las tradiciones antiguas de su pueblo. Mordió su labio inferior al ver al niño desplomarse en llanto sobre los brazos de Ingela y nuevamente su mente viajó a casa con su hermano y su padre...y, sin saber el motivo, se vio a si misma pensando en el molesto cazador y en la adorable elfita que ambos habían adoptado. Podían ser una extraña familia, pero al final de cuentas eran una familia y ella los quería. Tal vez al volver pudiese hablar con el cazador y arreglar las cosas para así vivir en armonía. Una parte de ella también se había marchado junto con aquella compatriota a la que no conoció.
El ocaso llegó y la joven dragona anunció sus deseos de descansar, por lo que la elfita se encargó de hacerle compañía al niño, tratando de animarle contándole las travesuras que ella y Allen hacían de niños, las cuales siempre culminaban con un castigo para su dulce hermano, quien insistía en echarse la culpa. No obstante, el ambiente tranquilo fue interrumpido cuando el elfito insistió en echar un vistazo a la joven dragona, para después comenzar a gritar con terror. Ashy se apresuró a ellos y por poco se fue de espaldas al encontrar a Ingela en aquel estado. La respiración le fallaba y su cuerpo se había cubierto de pequeñas escamas; eso sin mencionar las membranas que habían crecido entre sus dedos. Lo más preocupante era verla inhalar cantidades preocupantes de aire sin obtener resultado alguno.
—Tranquila —le pidió, buscando esconder su preocupación—. Todo va a estar bien.
Lastimosamente las cosas no estaban mejorando. La veía ahogarse con el propio aire que inhalaba. Nunca había visto algo así antes y no tenía idea de cómo o qué hacer para ayudarla. Con rapidez la examinó con tanta precisión como podía. Estaban en una batalla contra el tiempo y las soluciones eran prácticamente nulas. Finalmente, al analizar las escamas y las membranas más de cerca, se dio cuenta que eran muy parecidas a las de los habitantes acuáticos, y así fue como una idea atravesó su cerebro, rogándole a los dioses que funcionase, pues, de lo contrario, la joven moriría ahí mismo y no podría perdonarse por no haber podido salvar su vida. Le pidió al niño que le ayudase a llevarla hasta la orilla del mar y juntos consiguieron arrastrarla con prontitud, dejando que el agua comenzase a bañarle las extremidades poco a poco hasta llegar al cubrirle el pecho.
—Eso es —indicó mientras sostenía a la joven con ayuda del niño—. A partir de aquí puedo hacerlo yo sola —habló con seguridad, adentrándose más en el agua—. No quiero que te arriesgues, así que por favor vuelve a la orilla —observó la duda en el rostro infantil y trató de asegurarle que tenía todo bajo control—. Sé lo que hago.
Sin dar tiempo a más protestas tomó una bocanada de aire y se adentró en el agua junto al cuerpo de la joven. Creó una pequeña estela de luz en su mano, iluminando un poco las profundidades, donde la vista era prácticamente nula. No lo sabía, pero esperaba que sus sospechas fueran ciertas y que eso fuera lo que ayudase a Ingela a despertar.
Ashryn Elaynor
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Fëanor se sentía abatido, más de lo que jamás se había sentido antes. Aquello que notaba en su cuerpo iba más allá de una emoción o sentimiento, llegaba a ser un dolor físico, un agotamiento que le abotagaba la mente. No podía creer que acababan de enterrar a Eowyn, que estaba muerta, que ya no la vería más. ¿Estaba en una horrible pesadilla y no lograba despertar? A veces deseaba que fuese eso, estar dormido y soñar todo aquello, estar en la peor de todas las posibles pesadillas y que fuese justamente su amiga quien lo despertara de ella, lo consolara y lo reconfortara con una tacita de infusión.
Su vida se había convertido en un verdadero desastre de un momento a otro. Ahora estaba solo y con la única persona que contaba era una chica completamente desconocida que había conocido apenas un día atrás. Alguien apenas mayor que él, en quien no confiaba para nada. Y aunque parecía una buena persona, y se había comprometido inmediatamente con él, sentía un inmenso vacío, una terrible incertidumbre y un miedo que por momentos le paralizaba. Estaba a merced del destino en ese momento, y le habían puesto a una rubia dragona, adolescente, inexperta y al parecer, enferma.
Por como lucía la joven dragona, podía correr el mismo destino de Eowyn, aunque ella se empeñaba en hacer como si nada pasara, en demostrar que era fuerte. Ingela no se recuperaba para nada del ataque de las sirenas a pesar de la ayuda de Ashryn. Fëanor aún no conocía bien la magia sanadora y no sabía practicarla, sus lecciones habían sido teóricas con su mentora y ella no manejaba esa magia, la de ella era otro tipo de magia élfica. Genial, ahora además se sentía inútil.
Cuando Ingela se sentó, luciendo pálida, Fëanor inmediatamente fue a su lado, angustiado al punto de que las manos le temblaban. Cuando la dragona comenzó a ahogarse, el niño daba gritos, histérico. A pesar de los intentos de Ashryn, él no lograba controlarse. Llevaron a la dragona de vuelta a la playa. ¿Cuánto más aguantaría? ¿Qué se le había ocurrido a la elfa? Rápidamente se sumergió en el agua y las suaves olas se las tragaron. Fëanor se sentó en la playa y abrazó sus rodillas, llorando sin parar.
Apenas el agua tocó su cuerpo, Ingela sintió alivio. Fue extraño, pues cuando estuvo completamente sumergida, supo que podría respirar. Y lo hizo, tomó una enorme bocanada de agua que calmó su ahogo. La sensación de esta pasando por las agallas de su cuello fue extraña, de un suave cosquilleo, pero agradable, y sobre todo, calmó la angustia de no poder respirar. Pero poco tiempo duró su calma. ¡Estaba respirando bajo el agua!
¿Cómo era eso posible? No, No había manera. Miró a Ashryn y la tomó de las manos, mientras la elfa lucía completamente normal y aguantando la respiración, ella tenía escamas en el cuerpo, y agallas en el cuello. ¡Podía sentirlas! Si las tapaba se ahogaba. ¡Era como apretarse la nariz! La miró confundida, aterrada, ¿qué le estaba pasando? ¿Ella sabía lo que ocurría? ¿Cómo se lo podía quitar?
Ingela jamás había estado más asustada que en ese momento. Ni muertos vivos, ni enormes kraken -o kraken bebés-, nada, absolutamente nada que recordara haber vivido la había hecho sentir tanto miedo como en ese momento. Abrazó a la pobre elfa, que sin conocerla la estaba ayudando tanto, y aunque quería que se quedara con ella, le hizo un gesto para que se fuera, prefería que estuviera con Fëanor, el pobre niño estaba solito allá afuera y ella ahora estaba... ¿bien?
La volvió a abrazar, muy apretado, y le dio un suave empujoncito hacia la superficie,
Su vida se había convertido en un verdadero desastre de un momento a otro. Ahora estaba solo y con la única persona que contaba era una chica completamente desconocida que había conocido apenas un día atrás. Alguien apenas mayor que él, en quien no confiaba para nada. Y aunque parecía una buena persona, y se había comprometido inmediatamente con él, sentía un inmenso vacío, una terrible incertidumbre y un miedo que por momentos le paralizaba. Estaba a merced del destino en ese momento, y le habían puesto a una rubia dragona, adolescente, inexperta y al parecer, enferma.
Por como lucía la joven dragona, podía correr el mismo destino de Eowyn, aunque ella se empeñaba en hacer como si nada pasara, en demostrar que era fuerte. Ingela no se recuperaba para nada del ataque de las sirenas a pesar de la ayuda de Ashryn. Fëanor aún no conocía bien la magia sanadora y no sabía practicarla, sus lecciones habían sido teóricas con su mentora y ella no manejaba esa magia, la de ella era otro tipo de magia élfica. Genial, ahora además se sentía inútil.
Cuando Ingela se sentó, luciendo pálida, Fëanor inmediatamente fue a su lado, angustiado al punto de que las manos le temblaban. Cuando la dragona comenzó a ahogarse, el niño daba gritos, histérico. A pesar de los intentos de Ashryn, él no lograba controlarse. Llevaron a la dragona de vuelta a la playa. ¿Cuánto más aguantaría? ¿Qué se le había ocurrido a la elfa? Rápidamente se sumergió en el agua y las suaves olas se las tragaron. Fëanor se sentó en la playa y abrazó sus rodillas, llorando sin parar.
Apenas el agua tocó su cuerpo, Ingela sintió alivio. Fue extraño, pues cuando estuvo completamente sumergida, supo que podría respirar. Y lo hizo, tomó una enorme bocanada de agua que calmó su ahogo. La sensación de esta pasando por las agallas de su cuello fue extraña, de un suave cosquilleo, pero agradable, y sobre todo, calmó la angustia de no poder respirar. Pero poco tiempo duró su calma. ¡Estaba respirando bajo el agua!
¿Cómo era eso posible? No, No había manera. Miró a Ashryn y la tomó de las manos, mientras la elfa lucía completamente normal y aguantando la respiración, ella tenía escamas en el cuerpo, y agallas en el cuello. ¡Podía sentirlas! Si las tapaba se ahogaba. ¡Era como apretarse la nariz! La miró confundida, aterrada, ¿qué le estaba pasando? ¿Ella sabía lo que ocurría? ¿Cómo se lo podía quitar?
Ingela jamás había estado más asustada que en ese momento. Ni muertos vivos, ni enormes kraken -o kraken bebés-, nada, absolutamente nada que recordara haber vivido la había hecho sentir tanto miedo como en ese momento. Abrazó a la pobre elfa, que sin conocerla la estaba ayudando tanto, y aunque quería que se quedara con ella, le hizo un gesto para que se fuera, prefería que estuviera con Fëanor, el pobre niño estaba solito allá afuera y ella ahora estaba... ¿bien?
La volvió a abrazar, muy apretado, y le dio un suave empujoncito hacia la superficie,
Ingela
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
La elfita había visto muchas cosas en su corta vida, pero jamás algo como aquello. Tenía muchas dudas rondándole la mente; lamentablemente estando bajo el agua no podría hacer mucho por resolverlas. Miró la estupefacción en los ojos de la joven y cómo parecía encontrarse en el mismo debate existencial, aunque, a juzgar por la situación, ella debería estar pasándola peor. Con extrema rapidez estudió los cambios en el cuerpo de la dragona, guardando en su memoria la mayor cantidad de información posible, a fin de brindarle una ayuda más apropiada. Eran demasiadas emociones en un corto tiempo y sospechaba que en algún momento terminaría perdiendo la cordura si seguía con ese ‘‘exótico’’ ritmo de vida.
Trató de brindarle tranquilidad, correspondiendo al gesto cuando Ingela le oprimió las manos, más tenía la sospecha de que no habría muchas cosas que pudiesen mejorar la situación que su compañera estaba atravesando. En ese punto la heredera de los Elaynor no reparó en el pequeño que aguardaba en la había, seguramente con tantas preguntas como las que ella se hacía en ese momento. Su atención estaba centrada en la dragona o…lo que quedaba de ella. Con los ojos abiertos de sorpresa sintió los brazos de Ingela rodearla con ternura. ¿Quién de las dos necesitaba ese abrazo más? Sinceramente no podría decirlo, pero lo más seguro es que la nueva sirena que acababa de descubrir esa extraña condición.
El aire comenzó a faltarle y fue cuando sintió que la chica le daba un pequeño empujón para que subiera a la superficie. No era una experta nadadora; sin embargo, con esa ligera ayuda fue capaz de emerger y tomar el aire que sus pulmones le solicitaban. Miró en todas direcciones, percatándose de que la luna iluminaba el cielo nocturno. Aquello le dio un ligero indicio de lo qué podría significar la transformación de su nueva amiga, pero, primero, tendría que averiguar cómo consiguió convertirse en sirena. Nadó de regreso a la orilla, encontrando al niño con su rostro angustiado, quien no tardó en preguntar por Ingela. Ashy dudó varios minutos antes de contestar, pues la realidad era que no sabía por dónde comenzar. Escurrió su ropa y su cabello, tomando asiento junto al pequeño, tratando de hallar las palabras adecuadas para referirse a una mente tan tierna. Esa noche…sería bastante larga.
Trató de brindarle tranquilidad, correspondiendo al gesto cuando Ingela le oprimió las manos, más tenía la sospecha de que no habría muchas cosas que pudiesen mejorar la situación que su compañera estaba atravesando. En ese punto la heredera de los Elaynor no reparó en el pequeño que aguardaba en la había, seguramente con tantas preguntas como las que ella se hacía en ese momento. Su atención estaba centrada en la dragona o…lo que quedaba de ella. Con los ojos abiertos de sorpresa sintió los brazos de Ingela rodearla con ternura. ¿Quién de las dos necesitaba ese abrazo más? Sinceramente no podría decirlo, pero lo más seguro es que la nueva sirena que acababa de descubrir esa extraña condición.
El aire comenzó a faltarle y fue cuando sintió que la chica le daba un pequeño empujón para que subiera a la superficie. No era una experta nadadora; sin embargo, con esa ligera ayuda fue capaz de emerger y tomar el aire que sus pulmones le solicitaban. Miró en todas direcciones, percatándose de que la luna iluminaba el cielo nocturno. Aquello le dio un ligero indicio de lo qué podría significar la transformación de su nueva amiga, pero, primero, tendría que averiguar cómo consiguió convertirse en sirena. Nadó de regreso a la orilla, encontrando al niño con su rostro angustiado, quien no tardó en preguntar por Ingela. Ashy dudó varios minutos antes de contestar, pues la realidad era que no sabía por dónde comenzar. Escurrió su ropa y su cabello, tomando asiento junto al pequeño, tratando de hallar las palabras adecuadas para referirse a una mente tan tierna. Esa noche…sería bastante larga.
Ashryn Elaynor
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Re: Por el amor de Eowyn [LIBRE] [CERRADO]
Posts informativo
Debido a la cantidad de tiempo y al abandono suscitado por diferentes usuarios en este tema. Permitiré que Ingela se deshaga de la maldición tras este post, a fin de no interferir más tiempo en tu cronología. Si ella accede a continuar con la maldición más temas o si ya lo ha hecho lo dejaré a elección personal. Por parte mía le levanto el castigo.
Podéis continuar o cerrar el tema si lo deseáis.
Podéis continuar o cerrar el tema si lo deseáis.
Wyn
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