A pretty place to be [2/2] Morweena - Claudena
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A pretty place to be [2/2] Morweena - Claudena
—¡Auch! ¡Maldita sea!—. El mediodía se acercaba a la ciudad de Baslodia y el elfo continuaba andando en silencio, tal cual le había pedido su ahora “socia”, argumentando que le molestaba que estuviese hablando todo el tiempo ¡Que ni siquiera hablaba! Solamente se quejaba. Se quejaba de las lluvias, se quejaba de querer más alcohol, se quejaba de que no le dejaba hacer algún “trabajo” para ganar algo de dinero y así poder pagarse la comida, se quejaba de ir descalzo y clavándose piedrecitas en la planta de los pies. Exactamente como era que había pasado en ese momento. —¡Se acabó! ¡Me voy a una taberna a emborracharme!—. Exclamo finalmente, cansado y exasperado. —¡Y a comprar un buen par de botas!—.
Pero lo único que había hecho el elfo de aquella enfurecida palabrería había sido comprarse un buen par de botas que, a vistas simples, parecían hechas por las manos de un elfo que bien sabia manejar el cuero; Eran cómodas, aun siendo un par de botas nuevas, pero se ajustaban a su pies perfectamente y ya no le molestaban las piedras ni otras imperfecciones del terreno.
No entendía por que la humana pretendía ir hacia la ciudad de Baslodia, pero allí estaban, caminando por la plaza central a plena luz del día. El elfo se había cubierto el rostro con un capuchón oscuro, intentando disimular sus facciones y llevaba la cabeza medio gacha para que no se le viera la cara. Podrían descubrirlo, aunque fuesen años los pasados desde su último crimen. Aunque, lo dudaba mucho, pero el “aunque” de que podría haber algún caza recompensas buscándolo por sus fechorías siempre estaba en el aire. Por eso se cubría, y andaba mirando hacia el suelo, con sus brazos en el pecho y rezongando y gruñendo por lo bajo.
—Al menos no es Lunargenta, ahí si que no podría poner un pie en la plaza como estoy haciendo ahora—. Y maldita la suerte que llevaba que, al pararse contra un tablón de anuncios y tareas, uno de los carteles de búsqueda y captura llevaba su rostro. Lo arranco, por supuesto, y se lo guardo en el interior de su chaqueta de cuero oscura, con movimientos rápidos de las manos para que la humana no se diera cuenta aunque dudaba de que esa mujer no fuese a darse cuenta de algo que el hiciera o dejara de hacer. Parecía que ella, Morweena, debajo de esa larga y preciosa cabellera rebelde tenía un millar de ojos que le seguían a todas partes. —De verdad, necesito un trago—. O en realidad, lo que pretendía decir sin decirlo, era que quería irse de la plaza y olvidarse por un momento de lo que sea que fuese a necesitar ella para comprar. Estaba bien, todavía tenía el monedero con algunas cuantas monedas de oro en su interior y podría vender alguna que otra de sus joyas a un perista. Un perista, eso necesitaba, no se lo había ocurrido antes. —Vamos a la elferia. Tengo una idea—. Buena, o mala, ya lo averiguarían más tarde.
No la espero, aunque fuesen “socios” o “compañeros de viaje” no la espero. Quería irse de la plaza y eso fue lo que hizo. Camino con prisa, esquivando personas y miradas, implorando a los dioses elficos que no hubiera mas carteles con su cara grabada en ellos.
Y al llegar a la elferia de Baslodia…se llevó una buena decepción. Esperaba muchos más elfos, que los había, pero al ser aquella una ciudad casi metalúrgica por sus minas, esperaba el pobre Khariz encontrarse con una forja elfica y así fanfarronearle a la humana de que del interior de ese tipo de forjas salían las preciosas y mágicas armas que los de su especie portaban. Como las dos espadas cortas que el tenía en su cintura colgando alegremente, que habían sido propiedad de su madre antes que suya y aun conservaban el filo de antaño.
Pero la elferia de Baslodia parecía sucia, con un árbol muerto hacía tiempo y de adoquines sucios. Si había tiendas dedicadas a la joyería elfica, y también había una que otra forja, pero no eran ni la mitad de magnificas de lo que el joven elfo esperaba encontrar así que al final y dejando caer sus hombro con derrota comenzó a caminar en dirección a lo que parecía ser una taberna o un bar. Ahora si que necesitaba un trago.
Pero lo único que había hecho el elfo de aquella enfurecida palabrería había sido comprarse un buen par de botas que, a vistas simples, parecían hechas por las manos de un elfo que bien sabia manejar el cuero; Eran cómodas, aun siendo un par de botas nuevas, pero se ajustaban a su pies perfectamente y ya no le molestaban las piedras ni otras imperfecciones del terreno.
No entendía por que la humana pretendía ir hacia la ciudad de Baslodia, pero allí estaban, caminando por la plaza central a plena luz del día. El elfo se había cubierto el rostro con un capuchón oscuro, intentando disimular sus facciones y llevaba la cabeza medio gacha para que no se le viera la cara. Podrían descubrirlo, aunque fuesen años los pasados desde su último crimen. Aunque, lo dudaba mucho, pero el “aunque” de que podría haber algún caza recompensas buscándolo por sus fechorías siempre estaba en el aire. Por eso se cubría, y andaba mirando hacia el suelo, con sus brazos en el pecho y rezongando y gruñendo por lo bajo.
—Al menos no es Lunargenta, ahí si que no podría poner un pie en la plaza como estoy haciendo ahora—. Y maldita la suerte que llevaba que, al pararse contra un tablón de anuncios y tareas, uno de los carteles de búsqueda y captura llevaba su rostro. Lo arranco, por supuesto, y se lo guardo en el interior de su chaqueta de cuero oscura, con movimientos rápidos de las manos para que la humana no se diera cuenta aunque dudaba de que esa mujer no fuese a darse cuenta de algo que el hiciera o dejara de hacer. Parecía que ella, Morweena, debajo de esa larga y preciosa cabellera rebelde tenía un millar de ojos que le seguían a todas partes. —De verdad, necesito un trago—. O en realidad, lo que pretendía decir sin decirlo, era que quería irse de la plaza y olvidarse por un momento de lo que sea que fuese a necesitar ella para comprar. Estaba bien, todavía tenía el monedero con algunas cuantas monedas de oro en su interior y podría vender alguna que otra de sus joyas a un perista. Un perista, eso necesitaba, no se lo había ocurrido antes. —Vamos a la elferia. Tengo una idea—. Buena, o mala, ya lo averiguarían más tarde.
No la espero, aunque fuesen “socios” o “compañeros de viaje” no la espero. Quería irse de la plaza y eso fue lo que hizo. Camino con prisa, esquivando personas y miradas, implorando a los dioses elficos que no hubiera mas carteles con su cara grabada en ellos.
Y al llegar a la elferia de Baslodia…se llevó una buena decepción. Esperaba muchos más elfos, que los había, pero al ser aquella una ciudad casi metalúrgica por sus minas, esperaba el pobre Khariz encontrarse con una forja elfica y así fanfarronearle a la humana de que del interior de ese tipo de forjas salían las preciosas y mágicas armas que los de su especie portaban. Como las dos espadas cortas que el tenía en su cintura colgando alegremente, que habían sido propiedad de su madre antes que suya y aun conservaban el filo de antaño.
Pero la elferia de Baslodia parecía sucia, con un árbol muerto hacía tiempo y de adoquines sucios. Si había tiendas dedicadas a la joyería elfica, y también había una que otra forja, pero no eran ni la mitad de magnificas de lo que el joven elfo esperaba encontrar así que al final y dejando caer sus hombro con derrota comenzó a caminar en dirección a lo que parecía ser una taberna o un bar. Ahora si que necesitaba un trago.
Asbjörn Moonstar
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De acuerdo, esto es nuevo para mi, nunca había ido a una ciudad y eso es..bueno..¡Desde luego me emociona!, creo que se mas u menos que me encontrare allí, mis “cuidadores” me han contado un poco de como son normalmente la ciudades, puede que este sea diferente..¡tal vez mejor!. Vinimos aquí por que Ellos tienen un importante trabajo que hacer ¿de que se trata?, no me quisieron decirme mucho la verdad...solo que tiene que ver con sus “Habilidades con la espada” y “asuntos de familia” tenia curiosidad de saber mas, pero no quiero molestarlos insistiendo mucho.
Veo por primera vez la ciudad, bueno...creo que no es exactamente lo que yo esperaba, ¿Así son normalmente la ciudades?, no tiene muy buen aspecto a decir verdad, tal vez son cosas mías todo se aclarara cuando lo vea todo aquí, al menos me mantengo optimista...¡puede que esto enrealidad esta fachada esta disfrazando lo que sera una buena experiencia!.
Mis “Padres” me dieron la libertad de ir hacia donde yo quisiera, con la condición de no quedarme demasiado tarde explorando...no tengo mucho problema con eso, con ellos me gusta ser obediente a pesar de que me encante caminar en la noche. Voy a paso lento y sin apuros viendo la gente y los lugares como las tiendas, casa y otro tipo de establecimiento. Sobre la gente, creo que al igual que la ciudad no tienen muy buen aspecto, no inspiran mucha confianza, pero me da curiosidad ver que hace cada uno en su dia a dia les preguntaría, eso si no fuese algo mala socializando...
Sigo recorriendo la ciudad por unos minutos, viéndolo todo. Resulto ser interesante, aun siendo que la ciudad no era tanto lo que esperaba. Es normal,”¡Ver cosas nuevas para mi siempre es bueno, sean “bonitas” o no!” Eso siempre me lo digo.
Avance un poco mas y veo a un hombre, a simple vista algo desesperado a dirigiendo se hacia un establecimiento, no era algo del otro mundo lo que despertó mi interés eran sus orejas en punta, ¡Podría ser un Elfo!.. y se que eso tampoco es muy especial..pero cuando se trata de otros Elfos me da una especial curiosidad el ver que es lo que están haciendo.
Esto probablemente es fisgonear...Si, es fisgonear pero esta vez dejo que la curiosidad me dominé y lo sigo sin llamar mucho su atención hasta donde sea que este yendo.
Veo por primera vez la ciudad, bueno...creo que no es exactamente lo que yo esperaba, ¿Así son normalmente la ciudades?, no tiene muy buen aspecto a decir verdad, tal vez son cosas mías todo se aclarara cuando lo vea todo aquí, al menos me mantengo optimista...¡puede que esto enrealidad esta fachada esta disfrazando lo que sera una buena experiencia!.
Mis “Padres” me dieron la libertad de ir hacia donde yo quisiera, con la condición de no quedarme demasiado tarde explorando...no tengo mucho problema con eso, con ellos me gusta ser obediente a pesar de que me encante caminar en la noche. Voy a paso lento y sin apuros viendo la gente y los lugares como las tiendas, casa y otro tipo de establecimiento. Sobre la gente, creo que al igual que la ciudad no tienen muy buen aspecto, no inspiran mucha confianza, pero me da curiosidad ver que hace cada uno en su dia a dia les preguntaría, eso si no fuese algo mala socializando...
Sigo recorriendo la ciudad por unos minutos, viéndolo todo. Resulto ser interesante, aun siendo que la ciudad no era tanto lo que esperaba. Es normal,”¡Ver cosas nuevas para mi siempre es bueno, sean “bonitas” o no!” Eso siempre me lo digo.
Avance un poco mas y veo a un hombre, a simple vista algo desesperado a dirigiendo se hacia un establecimiento, no era algo del otro mundo lo que despertó mi interés eran sus orejas en punta, ¡Podría ser un Elfo!.. y se que eso tampoco es muy especial..pero cuando se trata de otros Elfos me da una especial curiosidad el ver que es lo que están haciendo.
Esto probablemente es fisgonear...Si, es fisgonear pero esta vez dejo que la curiosidad me dominé y lo sigo sin llamar mucho su atención hasta donde sea que este yendo.
Claudena Orsteni
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Re: A pretty place to be [2/2] Morweena - Claudena
Con suficiente vuelo, su codo fue de un lado al otro para dar directamente en las costillas de Khariz. Normalmente le daba tres oportunidades para que atendiera a lo que le decía, casi siempre exigencias suyas para que dejara de hacer algo que era inconmensurablemente molesto, como mascar con la boca abierta, ponerse a cantar canciones obscenas o, en ese particular caso, no parar de quejarse hasta de la cuestión más mínima. Para ese punto a Morweena le dolía ya la cabeza de estar escuchando al elfo andar de quejica y tras haberle dado dos oportunidades para que detuviera su tarea sin sentido más que el de molestar, a la tercera no le había quedado más remedio que pegarle con el codo en la zona de su costillar. Sólo así logró que el rubio detuviera su cháchara por un tiempo considerable, algo que agradeció enormemente.
Las enormes puertas de madera y hierro que daban la entrada a la poderosa ciudad de Baslodia estaban abiertas de par en par. Tan pronto como Morweena pasó el poderoso umbral, sintió un alivio que la embargó de forma inmediata. Esa ciudad le traía muchos recuerdos y de alguna forma tenía la sospecha de que ahí encontraría el primer punto de la ayuda que le sería necesaria para regresar a Lunargenta y reclamar su hogar. Algo de lo que, hasta la fecha, había privado de informar a su acompañante. Mientras menos supiera de su vida, menos trataría de meterse en ella y, por ende, involucrarse. Así era mejor. Sus ojos marrones observaron toda la gente que iba y venía. Por un momento, creyó ver a la persona que justamente estaba buscando, sin embargo, la voz de Khariz se volvió a hacer presente y le quitó toda la concentración.
— Ni siquiera se te ocurra mover un pie lejos de mí, Elderien, menos aún para ir a parar a una taberna. Me vas a meter en problemas y es lo que no necesito justo ahora — pronunció mirando hacia el frente, tratando de encontrar con la mirada el rostro familiar que había visto segundos atrás; no muy lejos de donde se encontraban, un mercader ofrecía calzado al transeúnte — Anda, cómprate las jodidas botas, si con eso te vas a callar —terminó por decir completamente hastiada de las quejas del elfo.
Caminaron sin un rumbo fijo, adentrándose en la urbe. Baslodia estaba efervescente de actividad y con trabajos iba a encontrar al conocido de su padre a esa hora. Tendría que esperar a que la mayoría de las personas se encontraran en sus hogares para emprender la búsqueda con más calma. Y no obstante, continuaba barriendo el terreno con la esperanza en los ojos.
— Ya somos dos — pronunció por lo bajo a su comentario mientras se ocupaba en mirar hacia la herrería, tentada a ir a comprar algo o quizá pedirle al dueño que le dejara trabajar en su forja por el tiempo que estuviera ahí — No necesitas un trago, te has bebido la bota completa de vino de camino para acá, suficiente debes de tener en las ve… ¡Hey! ¡MALDITO SEAS A DÓNDE VAS!— exclamó al ver que su compañero se le estaba adelantando parta irse a meter a la “elfería”.
Por dentro, maldecía el día en que había aceptado que la acompañara. Aquellas reglas que le había impuesto, se las pasaba por encima de las orejas y hacía lo que su regalada gana se le daba y, gracias a eso, lo perseguía por toda la condenada plaza hasta la zona élfica que simplemente le daba mala espina. Al entrar, no pudo evitar que en su rostro se mostrara una sonrisa triunfante por la decepción que el elfo llevaba pintada en toda la faz. Morweena no se contuvo y rio sonora y exageradamente.
— Vaya que esto es triste. Bueno, ya viste, ya nos va… ¡Ahora a dónde vas! ¡ARRRRG! — refunfuñó completamente furiosa porque ahora iba a seguirlo al punto que había amenazado ir: la taberna más cercana.
A pasos agigantados se acercó al elfo y, en cuanto lo tuvo demasiado cerca, alzó una de sus manos para tomarlo justo de la punta de la oreja y tirar de ella para obligarlo a torcerse lo suficiente para que quedara a su altura.
— Escúchame bien, estúpido elfo, no venimos a Baslodia a hacer lo que tu santa voluntad, no pienso andar cargándote porque no vine a eso, vine a arreglar unos asuntos y si me metes en un problema por tu poco control sobre la bebida, juro por mi madre que voy a sacarte cada diente de su cavidad con las pinzas de mi herramienta, hasta que caigas inconsciente del dolor ¡¿ENTENDISTE?!— comentó firmemente con la mandíbula totalmente encajada del coraje que le estaba haciendo pasar.
Las enormes puertas de madera y hierro que daban la entrada a la poderosa ciudad de Baslodia estaban abiertas de par en par. Tan pronto como Morweena pasó el poderoso umbral, sintió un alivio que la embargó de forma inmediata. Esa ciudad le traía muchos recuerdos y de alguna forma tenía la sospecha de que ahí encontraría el primer punto de la ayuda que le sería necesaria para regresar a Lunargenta y reclamar su hogar. Algo de lo que, hasta la fecha, había privado de informar a su acompañante. Mientras menos supiera de su vida, menos trataría de meterse en ella y, por ende, involucrarse. Así era mejor. Sus ojos marrones observaron toda la gente que iba y venía. Por un momento, creyó ver a la persona que justamente estaba buscando, sin embargo, la voz de Khariz se volvió a hacer presente y le quitó toda la concentración.
— Ni siquiera se te ocurra mover un pie lejos de mí, Elderien, menos aún para ir a parar a una taberna. Me vas a meter en problemas y es lo que no necesito justo ahora — pronunció mirando hacia el frente, tratando de encontrar con la mirada el rostro familiar que había visto segundos atrás; no muy lejos de donde se encontraban, un mercader ofrecía calzado al transeúnte — Anda, cómprate las jodidas botas, si con eso te vas a callar —terminó por decir completamente hastiada de las quejas del elfo.
Caminaron sin un rumbo fijo, adentrándose en la urbe. Baslodia estaba efervescente de actividad y con trabajos iba a encontrar al conocido de su padre a esa hora. Tendría que esperar a que la mayoría de las personas se encontraran en sus hogares para emprender la búsqueda con más calma. Y no obstante, continuaba barriendo el terreno con la esperanza en los ojos.
— Ya somos dos — pronunció por lo bajo a su comentario mientras se ocupaba en mirar hacia la herrería, tentada a ir a comprar algo o quizá pedirle al dueño que le dejara trabajar en su forja por el tiempo que estuviera ahí — No necesitas un trago, te has bebido la bota completa de vino de camino para acá, suficiente debes de tener en las ve… ¡Hey! ¡MALDITO SEAS A DÓNDE VAS!— exclamó al ver que su compañero se le estaba adelantando parta irse a meter a la “elfería”.
Por dentro, maldecía el día en que había aceptado que la acompañara. Aquellas reglas que le había impuesto, se las pasaba por encima de las orejas y hacía lo que su regalada gana se le daba y, gracias a eso, lo perseguía por toda la condenada plaza hasta la zona élfica que simplemente le daba mala espina. Al entrar, no pudo evitar que en su rostro se mostrara una sonrisa triunfante por la decepción que el elfo llevaba pintada en toda la faz. Morweena no se contuvo y rio sonora y exageradamente.
— Vaya que esto es triste. Bueno, ya viste, ya nos va… ¡Ahora a dónde vas! ¡ARRRRG! — refunfuñó completamente furiosa porque ahora iba a seguirlo al punto que había amenazado ir: la taberna más cercana.
A pasos agigantados se acercó al elfo y, en cuanto lo tuvo demasiado cerca, alzó una de sus manos para tomarlo justo de la punta de la oreja y tirar de ella para obligarlo a torcerse lo suficiente para que quedara a su altura.
— Escúchame bien, estúpido elfo, no venimos a Baslodia a hacer lo que tu santa voluntad, no pienso andar cargándote porque no vine a eso, vine a arreglar unos asuntos y si me metes en un problema por tu poco control sobre la bebida, juro por mi madre que voy a sacarte cada diente de su cavidad con las pinzas de mi herramienta, hasta que caigas inconsciente del dolor ¡¿ENTENDISTE?!— comentó firmemente con la mandíbula totalmente encajada del coraje que le estaba haciendo pasar.
Morweena Laggard
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Re: A pretty place to be [2/2] Morweena - Claudena
A pocos pasos de entrar al establecimiento, se encontró con que su compañera de viaje le tomo de los hombros y lo hizo echarse hacia atrás, había ignorado la carcajada porque le había dolido profundamente en el alma escucharla…pero que se atreviera a frenarle cuando ahora más que nunca necesitaba beber algo, eso sí que era imperdonable. —¿Sabes algo, Morweena? Eres una arpía cruel y horrible ¡Mira a tu alrededor!—. Grito finalmente el elfo, haciendo que ella ahora se diera media vuelta y viese el sitio donde se encontraban parados en ese momento.
Era decadente, y el gran árbol que debía de estar rebosando de hojas y vida estaba muerto. No muerto, súper muerto, más muerto que los muertos de su propio clan incluso, ni una sola hoja quedaba entre las ramas que salían en todas direcciones del tronco. —¡Mira! Se supone que este sitio debería ser el más vivo, el más alegre ¡El más lleno de luces y donde más gente debería estar disfrutando un buen momento! ¡Esto parece un cementerio!—. Continúo gritando exasperado también.
Sentía mucha tristeza en lo profundo de su ser por ver aquel sitio en tan mal estado, y eso que no era el tipo de elfo que disfrutara de la compañía de los mismos miembros de su especie, pero la gente allí parecía tan deprimente y aletargada. Y solo quedaban ancianos, eso podía notarlo, no parecía que hubieran elfos jóvenes en esa elferia y seguramente que ni el perista continuaba allí viviendo con la decadencia del lugar. Suspiro, buscando calmarse, y luego palmeo el hombro de la humana que lo acompañaba.
Tuvo que cerrar los ojos y volvió a respirar profundamente. Cuadro los hombros durante un rato y luego los dejo caer completamente derrotado y entristecido. —Escucha, lo entiendo ¡Tienes una empresa entre las manos muy importante que cumplir! ¡Una tarea especial que nadie más que tú puedes lograr! ¡Vale! Pero por un momento, deja de querer ser solamente tú y tú y nada más que tú ¿Puedes hacerlo Morweena? ¿Sí?—. Saco de su bolsillo la bolsa con anillos y otras alhajas y la puso en la mano de la humana. —Ayúdame a buscar al perista de este lugar, y te prometo que puedes quedarte con todo el oro que nos dé por estas cosas ¡Con todo! Solo ayúdame a averiguar por qué la elferia se ve más como un vertedero para elfos viejos—.
Khariz trato de poner la mejor actitud a sus palabras, aunque le costaba demasiado tener que lidiar con que la humana quisiera hacer solamente todas sus cosas antes que las suyas. Si aquel viaje iba a partes iguales, esperaba que el tiempo de viaje también se dividiera en partes iguales. Si, el elfo estaba más que dispuesto a ayudar a la humana en esos momentos, pero era de vital necesidad saber que había pasado con aquel sitio le gustase a ella o no. Y fue en ese momento que vio a espaldas de la pesada carga que tenía que llevar a una jovencita, una niña, de orejas picudas también, que lo miraba fijamente y que en realidad parecía ser la primera elfa joven que veía desde que había llegado a Baslodia.
Palmeo varias veces el hombro de la humana, que era una pesada carga con la que lidiar, pero no le miro en absoluto. —Busca al perista, no lo busques, me da completamente igual. Pero no dejare la elferia sin saber que paso, primero eso y luego te ayudare a encontrar a quien sea que estés buscando esta ciudad ¿Estamos de acuerdo?—. Y sin poder contenerse ya, Khariz miro a la humana a los ojos con una gran sonrisa de oreja a oreja. Amigable, pero… —Porque de lo contrario, yo seré quien te arranque los dientes, y te los volveré a poner y los volveré a arrancar y puedo hacerlo durante mucho, mucho tiempo—. Si, aquello significaba esa gran sonrisa que tenía el elfo en su rostro. Había perdido la paciencia con la humana, y la dejo allí plantada digiriendo lo que le había soltado mientras echaba a andar en dirección a la niña elfa que lo había estado mirando de lejos, seguro que los padres de esa jovencita sabrían que había sucedido con aquel sitio.
Era decadente, y el gran árbol que debía de estar rebosando de hojas y vida estaba muerto. No muerto, súper muerto, más muerto que los muertos de su propio clan incluso, ni una sola hoja quedaba entre las ramas que salían en todas direcciones del tronco. —¡Mira! Se supone que este sitio debería ser el más vivo, el más alegre ¡El más lleno de luces y donde más gente debería estar disfrutando un buen momento! ¡Esto parece un cementerio!—. Continúo gritando exasperado también.
Sentía mucha tristeza en lo profundo de su ser por ver aquel sitio en tan mal estado, y eso que no era el tipo de elfo que disfrutara de la compañía de los mismos miembros de su especie, pero la gente allí parecía tan deprimente y aletargada. Y solo quedaban ancianos, eso podía notarlo, no parecía que hubieran elfos jóvenes en esa elferia y seguramente que ni el perista continuaba allí viviendo con la decadencia del lugar. Suspiro, buscando calmarse, y luego palmeo el hombro de la humana que lo acompañaba.
Tuvo que cerrar los ojos y volvió a respirar profundamente. Cuadro los hombros durante un rato y luego los dejo caer completamente derrotado y entristecido. —Escucha, lo entiendo ¡Tienes una empresa entre las manos muy importante que cumplir! ¡Una tarea especial que nadie más que tú puedes lograr! ¡Vale! Pero por un momento, deja de querer ser solamente tú y tú y nada más que tú ¿Puedes hacerlo Morweena? ¿Sí?—. Saco de su bolsillo la bolsa con anillos y otras alhajas y la puso en la mano de la humana. —Ayúdame a buscar al perista de este lugar, y te prometo que puedes quedarte con todo el oro que nos dé por estas cosas ¡Con todo! Solo ayúdame a averiguar por qué la elferia se ve más como un vertedero para elfos viejos—.
Khariz trato de poner la mejor actitud a sus palabras, aunque le costaba demasiado tener que lidiar con que la humana quisiera hacer solamente todas sus cosas antes que las suyas. Si aquel viaje iba a partes iguales, esperaba que el tiempo de viaje también se dividiera en partes iguales. Si, el elfo estaba más que dispuesto a ayudar a la humana en esos momentos, pero era de vital necesidad saber que había pasado con aquel sitio le gustase a ella o no. Y fue en ese momento que vio a espaldas de la pesada carga que tenía que llevar a una jovencita, una niña, de orejas picudas también, que lo miraba fijamente y que en realidad parecía ser la primera elfa joven que veía desde que había llegado a Baslodia.
Palmeo varias veces el hombro de la humana, que era una pesada carga con la que lidiar, pero no le miro en absoluto. —Busca al perista, no lo busques, me da completamente igual. Pero no dejare la elferia sin saber que paso, primero eso y luego te ayudare a encontrar a quien sea que estés buscando esta ciudad ¿Estamos de acuerdo?—. Y sin poder contenerse ya, Khariz miro a la humana a los ojos con una gran sonrisa de oreja a oreja. Amigable, pero… —Porque de lo contrario, yo seré quien te arranque los dientes, y te los volveré a poner y los volveré a arrancar y puedo hacerlo durante mucho, mucho tiempo—. Si, aquello significaba esa gran sonrisa que tenía el elfo en su rostro. Había perdido la paciencia con la humana, y la dejo allí plantada digiriendo lo que le había soltado mientras echaba a andar en dirección a la niña elfa que lo había estado mirando de lejos, seguro que los padres de esa jovencita sabrían que había sucedido con aquel sitio.
Asbjörn Moonstar
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Re: A pretty place to be [2/2] Morweena - Claudena
Una mujer de repente toma al elfo al que yo estaba siguiendo de los hombros.. ¿Ah? Que ocurre..¿Por qué esa mujer toma al elfo así, de repente?, le esta diciendo algo, pero no lo puedo escuchar bien, desde aquí no puedo...me imagino que podría ser para pedirle algo o llamar su atención para regañarlo o podría-.
-¡Ahg!.-Me quejo en voz baja, ¡Que grito mas intenso!, no soporto mucho los sonidos altos..¡Me dan ganas de taparme los oídos!, me hace recordar aquella vez que mi padrastro se quemo con agua hirviendo, ¡Sus gritos eran igual de molestos!.
¿Que le habrá dicho aquella mujer?,¿Por qué la insultó? Debe ser muy molesta y mala persona para el si la insulto de esa forma...¡Le ha dicho de todo!, hasta la gente de por aquí volteo a ver enseguida...¡Al igual que yo se llevaron un susto, que no te imaginas!. Veo como le dio media vuelta a la mujer y le mostro algo..también lo hago y puedo ver un gran árbol detrás de mi..Eh, no es nada especial, lo único particular es que no tenia hojas..¿Tanta conmoción por un árbol que esta muerto?..
Me volteo de nuevo a ver a los dos y empiezan a “conversar” bajando el tono de voz, el elfo se notaba desesperado..como lo estaba en hace unos momentos, ¿Qué le estará haciendo aquella mujer?, no puedo escucharlos pero...me parece que ese Elfo le da una bolsa, ¿Que habrá allí?..
Estas serán cosa mías...No, me esta mirando, ¿Habrá notado que lo seguía?..Mi curiosidad me mete en problemas, otra vez... Como la vez que quede atrapada en una cueva..Podía ver algo brillante desde la estrecha entrada llena de picos, al entrar no era nada y me quede encerrada allí por horas y ¡también me corte con las piedras!. Su mirada, es extraña..Me da temor..Creo que va a hacerme algo...Fue mala idea,creo que debería alejarme,ahora mismo.
-No puede ser..-Doy unos pocos pasos hacia atrás, y al voltearme me di cuenta ¡ya se dirige hacia mí!, viene y se le nota..¡Esta molesto!..Podría irme de aquí lentamente..o Correr, pero huir ahora mismo no es buena idea, me quedaré a ver que quiere..
-Disculpa, ¿Necesita algo señor?.-Pregunto tratando de escúchame cortes, Seguramente esta molesto y es conmigo...
-¡Ahg!.-Me quejo en voz baja, ¡Que grito mas intenso!, no soporto mucho los sonidos altos..¡Me dan ganas de taparme los oídos!, me hace recordar aquella vez que mi padrastro se quemo con agua hirviendo, ¡Sus gritos eran igual de molestos!.
¿Que le habrá dicho aquella mujer?,¿Por qué la insultó? Debe ser muy molesta y mala persona para el si la insulto de esa forma...¡Le ha dicho de todo!, hasta la gente de por aquí volteo a ver enseguida...¡Al igual que yo se llevaron un susto, que no te imaginas!. Veo como le dio media vuelta a la mujer y le mostro algo..también lo hago y puedo ver un gran árbol detrás de mi..Eh, no es nada especial, lo único particular es que no tenia hojas..¿Tanta conmoción por un árbol que esta muerto?..
Me volteo de nuevo a ver a los dos y empiezan a “conversar” bajando el tono de voz, el elfo se notaba desesperado..como lo estaba en hace unos momentos, ¿Qué le estará haciendo aquella mujer?, no puedo escucharlos pero...me parece que ese Elfo le da una bolsa, ¿Que habrá allí?..
Estas serán cosa mías...No, me esta mirando, ¿Habrá notado que lo seguía?..Mi curiosidad me mete en problemas, otra vez... Como la vez que quede atrapada en una cueva..Podía ver algo brillante desde la estrecha entrada llena de picos, al entrar no era nada y me quede encerrada allí por horas y ¡también me corte con las piedras!. Su mirada, es extraña..Me da temor..Creo que va a hacerme algo...Fue mala idea,creo que debería alejarme,ahora mismo.
-No puede ser..-Doy unos pocos pasos hacia atrás, y al voltearme me di cuenta ¡ya se dirige hacia mí!, viene y se le nota..¡Esta molesto!..Podría irme de aquí lentamente..o Correr, pero huir ahora mismo no es buena idea, me quedaré a ver que quiere..
-Disculpa, ¿Necesita algo señor?.-Pregunto tratando de escúchame cortes, Seguramente esta molesto y es conmigo...
Última edición por Claudena Orsteni el Vie 29 Dic 2017 - 17:13, editado 2 veces (Razón : Doble "Estará haciendo")
Claudena Orsteni
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