Incierto futuro [Desafío]

Las visiones nocturnas en sueños y el mercenario eran viejos conocidos, desde que este dejo de ser un peleador de arenas de apuestas en su ciudad natal a convertirse en espada de alquiler nómada, el espadachín se vio atormentado por unas constantes pesadillas de su muerte en batalla.

Esto nunca lo molesto demasiado, pero recientemente, sus sueños cambiaron sin motivo aparente, y esta águila se empezó a aparecer en sus sueños, gallarda y distante, la figura de este animal aparecía constantemente en la mente del guerrero cuando este dormía, incluso mezclándose con sus sueños originales, cuando se encontraba rodeado de cadáveres ensangrentados de enemigos y aliados caídos, cubiertos de mugre y lodo, empezó a escuchar el chillido de aquel animal que lo distraía del campo de muerte en el que se encontraba y lo forzaba a volcar su mirada a los tormentosos cielos.

En esas ocasiones, el águila se volvía cada vez más real, sus chillidos se volvían cada vez más intensos y la sensación de sus penetrantes ojos se volvía cada vez más presente, tanto que incluso persistía en el mundo real, en los breves instantes en el que el guerrero se despertaba sobresaltado por la noche debido a sus sueños.

Incapaz de interpretar el significado de sus nuevas visiones, el espadachín decidió recurrir a la ayuda de los místicos, recientemente, caminando por las aldeas cercanas a la ciudad de Roilkat, escucho rumores de una bruja que era capaz de ver el futuro e interpretar las visiones mandadas por los dioses, el guerrero nunca se molesto de ir con alguien así en el pasado, porque estaba convencido de conocer la respuesta a sus sueños, pero estos habían mutado en algo distinto, y la incertidumbre le carcomía la mente.

Sin ver más alternativas, el mercenario se encamino asía la gran ciudad y no tardo mucho en ser encaminado en la dirección correcta por boca de los locales. La bruja en cuestión era ya bastante famosa, una sacerdotisa llamada Helga, cuyo rasgo físico más característico es el tono oscuro de su piel.

La bruja vivía en una humilde casa en uno de los rincones de la ciudad, para cuando el mercenario llego al lugar unos cinco viajeros distintos lo presidian, todos con sus propias dudas e inquietudes, algunas más validas que sus propias dudas a ojos del guerrero, pero no por eso dejaría pasar la oportunidad.

De pronto se escucha la voz de la mística desde dentro de la casa -¿Quién es el siguiente que quiere conocer el destino marcado por los dioses?- a lo que el guerrero suelta un suspiro de resignación y cruza el umbral de la puerta entrando a lo que parecía un mundo totalmente distinto a lo que se encontraba afuera de la casa, los diferentes artefactos y relicarios le causaban mucha curiosidad al mercenario, quien no se mostraba para nada intimidado por lo extraño, e incluso, tétrico de las cosas que se encontraban en ese lugar rodeándolo en ese momento, el guerrero avanzo lentamente por esa casa oscura.

Después de un rato llego con la sacerdotisa, la cual estaba sentada detrás de una mesa de madera redonda, esta le señala un banco que estaba justo en frente del mercenario y le pide que le pregunte lo que quiere que le sea respuesto a cambio de un pago, este le ofreció hacerle un favor que solo se le puede pedir a una espada de alquiler o con unas piezas de oro, cualquiera de las dos era decisión de Helga.

El espadachín empezó a comentarle sus sueños a la mística, empezando por los sueños que tuvo sin falta, todas las noches desde que eligió la vida del soldado de fortuna, como sueña estar rodeado de cadáveres de enemigos y amigos en un campo desolado por la guerra, viéndose triunfante en batalla aunque herido y cansado, y como es abatido por un misterioso guerrero empleando un muy singular estilo de espada a una mano, y como nunca es capaz de revelar la identidad de dicho guerrero.

Pero el tono del mercenario cambio a uno mas sombrío cuando empezó a describir sus nuevas visiones: hablo de un águila, distante y majestuosa que lo observa durante sus sueños, siempre desde lejos, nunca acercándose a él, como aconchándolo, cada noche el águila volvía a aparecer, y cada noche su presencia se hacía más real, incluso más que la fría sensación del acero enemigo atravesando su corazón.

El guerrero entonces le pide a la sacerdotisa que interprete para el estas visiones extrañas, que el ya no podía comprender por su cuenta.

Klinge medito un rato sobre las palabras que le había dado la adivina: “tú eres el águila”. De buenas a primera no le tenían mucho sentido, pero luego recordó lo que simbolizaba el águila, fuerza, destreza y el favor de Odín, por lo cual solo podrían significar tres cosas en su mente.

La primera es que cargaba con el favor de Odín en el momento de su muerte y moriría como vencedor, la otra es que sus victorias vendrían por mano propia, sin la intervención de los dioses, y la tercera es que el portaba el favor de Odín allá donde fuera en batalla.

Considero las respuestas que su mente le brindaron un rato mas y finalmente decidió decirle a la adivina lo más plausible que tenía en mente –conseguiré mi victoria definitiva al momento de mi muerte, o yo seré el arquitecto de mis propias victorias, no estoy seguro de cuál de las dos es correcta…

El espadachín se recostó sobre su asiento y levanto la mirada al techo de la casucha de brazos cruzados mientras intentaba forzar más su cerebro para poder entender que pasaba en sus visiones, pero los dioses eran seres esquivos y misteriosos, obviamente estaba fuera de las facultades de un simple mortal comprender del todo sus mensajes.

El joven volcó su mirada de vuelta a la bruja, se sentía agradecido con ella por darle un poco de luz en sus visiones –las interrogantes que me dejaban estos endemoniados sueños me han estado atormentando por meses, estoy realmente agradecido contigo adivina- dijo bajando la cabeza en señal de reverencia a la bruja.