[Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
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Pese a lo que muchos pudieran decir, la vista de Lunargenta era muy bella, sus viejos edificios llenaban cada uno de los rincones, apenas dejando espacios libres para alguna que otra plaza. En su momento había sido una ciudad sobrepoblada, hoy en día, luego de la peste y el problema con los vampiros, ya no eran tan numerosos, sin embargo las miles de casas que cubrían la superficie eran testigos silenciosos de la gran masa de gente que habían habitado ese sitio alguna vez.
Matthew balanceaba las piernas a muchos metros de altura, sentado en un hermoso campanario, siempre le había gustado ese lugar, hacía que la gente se viera pequeña e insignificante allí abajo, a ojos del estafador desde esa posición podía reflejarse lo que en verdad eran, un montón de hormigas. A su lado había una estatua en representación de algún dios, Owens le sonrió y le dio unas palmadas en la mejilla de forma burlona.
-Espero que estes mirando con atención, vamos a hacer que esta ciudad sea mucho más divertida, jaja - El humano no estaba simplemente perdiendo el tiempo en su campanario favorito, en realidad había citado a dos personas para que lo vieran allí.
Podría decirse que sus invitados eran gente en la que confiaba, bueno, en realidad no, eran personas con las que medianamente podía contar... Tampoco, en verdad el estafador suponía que dadas las circunstancias los tres estarían de acuerdo en que era una mejor idea unirse que estar cada uno por su cuenta. Sí, eso era en realidad, en el pequeño mundillo en el que se movían nadie era enteramente de fiar, pero podían entender cuando era más seguro estar unidos.
Se podían sentir los primeros indicios de la guerra en el aire, durante el día los pocos representantes de la guardia que quedaban intentaban juntarse y reforzar sus bases, el Rey les había prometido que esperaran por su regreso, y aferrándose a esa esperanza es que juntaban fuerzas para seguir luchando. Por las noches, los vampiros se movían con total libertad por las calles de la ciudad, intentando encontrar los últimos recovecos donde se escondían los soldados.
Bien, a Matthew no le interesaban los vampiros, tampoco la gente de la guardia, ganara quien ganara su su negocio no se vería afectado, así que era momento para hacer cosas más interesantes: Sacar alguna ganancia.
Escuchó que la trampilla detrás de él se abría, sin girarse sacó de su bolsillo una bolsa y le ofreció a su invitado.
-¿Almendras? Son deliciosas, toma una - Agarró una él mismo para demostrarle que no había trampa alguna en el gesto - En cuanto estemos los tres podemos comenzar a planear qué haremos, no quiero tener que repetir las cosas - Tiró una almendra al aire y la agarró con la boca directamente, hacer semejante acto al borde del vacío no parecía buena idea, pero hacía mucho que Matthew caminaba justo en el margen que dividía la razón de la locura.
Matthew balanceaba las piernas a muchos metros de altura, sentado en un hermoso campanario, siempre le había gustado ese lugar, hacía que la gente se viera pequeña e insignificante allí abajo, a ojos del estafador desde esa posición podía reflejarse lo que en verdad eran, un montón de hormigas. A su lado había una estatua en representación de algún dios, Owens le sonrió y le dio unas palmadas en la mejilla de forma burlona.
-Espero que estes mirando con atención, vamos a hacer que esta ciudad sea mucho más divertida, jaja - El humano no estaba simplemente perdiendo el tiempo en su campanario favorito, en realidad había citado a dos personas para que lo vieran allí.
Podría decirse que sus invitados eran gente en la que confiaba, bueno, en realidad no, eran personas con las que medianamente podía contar... Tampoco, en verdad el estafador suponía que dadas las circunstancias los tres estarían de acuerdo en que era una mejor idea unirse que estar cada uno por su cuenta. Sí, eso era en realidad, en el pequeño mundillo en el que se movían nadie era enteramente de fiar, pero podían entender cuando era más seguro estar unidos.
Se podían sentir los primeros indicios de la guerra en el aire, durante el día los pocos representantes de la guardia que quedaban intentaban juntarse y reforzar sus bases, el Rey les había prometido que esperaran por su regreso, y aferrándose a esa esperanza es que juntaban fuerzas para seguir luchando. Por las noches, los vampiros se movían con total libertad por las calles de la ciudad, intentando encontrar los últimos recovecos donde se escondían los soldados.
Bien, a Matthew no le interesaban los vampiros, tampoco la gente de la guardia, ganara quien ganara su su negocio no se vería afectado, así que era momento para hacer cosas más interesantes: Sacar alguna ganancia.
Escuchó que la trampilla detrás de él se abría, sin girarse sacó de su bolsillo una bolsa y le ofreció a su invitado.
-¿Almendras? Son deliciosas, toma una - Agarró una él mismo para demostrarle que no había trampa alguna en el gesto - En cuanto estemos los tres podemos comenzar a planear qué haremos, no quiero tener que repetir las cosas - Tiró una almendra al aire y la agarró con la boca directamente, hacer semejante acto al borde del vacío no parecía buena idea, pero hacía mucho que Matthew caminaba justo en el margen que dividía la razón de la locura.
Última edición por Matthew Owens el Sáb Mayo 19 2018, 01:59, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Los rumores de un posible combate masivo llegan rápido, Chimar sabe presionar a sus fuentes para que le den información confiable. Al fin su benevolente soberano se digna a recuperar la capital, los siguientes días estarán llenos de acción para cualquiera de los bandos involucrados… y la gente del medio.
Los gorriones tienen la alerta roja, estarán en casa hasta que terminen las hostilidades. Pueden sobrevivir en su esfera durante meses sin siquiera notar el hacinamiento, es suficiente con decir que los hermanos del chico genio estarán a salvo durante el asedio y las refriegas callejeras que sin duda estallarán por la ciudad.
Maquiavelo por su parte es harina de otro costal, ve oportunidades donde todo el mundo solo divisa peligro suicida. No es su primera guerra y tiene intenciones de que no sea la última, es imposible encontrar un mejor campo de juego que la gran capital durante la batalla más grande del siglo.
El enano tiene varios planes para desempeñar, uno de ellos carece de cierta moral pero dadas las condiciones es un acto aceptable. Con la ciudad más grande del mundo sumida en una locura colectiva cualquier ladrón habilidoso puede hacerse con una buena fortuna, dinero y diversión están a la orden del día para los libres de pensamiento.
Cuando recibió la carta de Owens tuvo que revisar dos veces su remitente, ambos ladrones son como el agua y el aceite pero aunque odien admitirlo siempre terminan el trabajo. Lo cierto es que dicha invitación despertó buenas ideas en el chico desde un primer momento, mejor ir a la demencia con un grupo que encontrarse rodeado de facciones poco amistosas.
Luego de prepararse bien y meterle en la cabeza a sus parientes que no salgan del refugio se encamina al punto de reunión. La escalada del campanario resulta pan comido y una vez arriba el chico entiende porque fue seleccionado como lugar objetivo, tiene una vista privilegiada de la gran metrópolis.
Que amable, ¿tienen veneno?
Ríe por lo bajo, su intromisión no pasa desapercibida para el frijol. Dicho personaje toma uno de los aperitivos para si mismo en un intento por demostrar que no poseen nada raro, el niño genio acepta pues tiene presente que nadie sabe suficiente de higiene como para no comprometer toda una bolsa de alimentos con sustancias extrañas.
Ciertamente están muy buenas.
Mientras devora almendras como si fueran palomitas el chico asiente ante la idea de esperar al tercero para soltar todos los detalles, repetir es aburrido. Es difícil saber cuantos encuentros clandestinos se estarán efectuando ahora mismo a vísperas de la batalla, algunos con objetivos mucho más nobles o lo contrario.
Veo que ya tienes tu propia lista de contactos Owens, nada mal para un turista.
Los gorriones tienen la alerta roja, estarán en casa hasta que terminen las hostilidades. Pueden sobrevivir en su esfera durante meses sin siquiera notar el hacinamiento, es suficiente con decir que los hermanos del chico genio estarán a salvo durante el asedio y las refriegas callejeras que sin duda estallarán por la ciudad.
Maquiavelo por su parte es harina de otro costal, ve oportunidades donde todo el mundo solo divisa peligro suicida. No es su primera guerra y tiene intenciones de que no sea la última, es imposible encontrar un mejor campo de juego que la gran capital durante la batalla más grande del siglo.
El enano tiene varios planes para desempeñar, uno de ellos carece de cierta moral pero dadas las condiciones es un acto aceptable. Con la ciudad más grande del mundo sumida en una locura colectiva cualquier ladrón habilidoso puede hacerse con una buena fortuna, dinero y diversión están a la orden del día para los libres de pensamiento.
Cuando recibió la carta de Owens tuvo que revisar dos veces su remitente, ambos ladrones son como el agua y el aceite pero aunque odien admitirlo siempre terminan el trabajo. Lo cierto es que dicha invitación despertó buenas ideas en el chico desde un primer momento, mejor ir a la demencia con un grupo que encontrarse rodeado de facciones poco amistosas.
Luego de prepararse bien y meterle en la cabeza a sus parientes que no salgan del refugio se encamina al punto de reunión. La escalada del campanario resulta pan comido y una vez arriba el chico entiende porque fue seleccionado como lugar objetivo, tiene una vista privilegiada de la gran metrópolis.
Que amable, ¿tienen veneno?
Ríe por lo bajo, su intromisión no pasa desapercibida para el frijol. Dicho personaje toma uno de los aperitivos para si mismo en un intento por demostrar que no poseen nada raro, el niño genio acepta pues tiene presente que nadie sabe suficiente de higiene como para no comprometer toda una bolsa de alimentos con sustancias extrañas.
Ciertamente están muy buenas.
Mientras devora almendras como si fueran palomitas el chico asiente ante la idea de esperar al tercero para soltar todos los detalles, repetir es aburrido. Es difícil saber cuantos encuentros clandestinos se estarán efectuando ahora mismo a vísperas de la batalla, algunos con objetivos mucho más nobles o lo contrario.
Veo que ya tienes tu propia lista de contactos Owens, nada mal para un turista.
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Quizás en otros tiempos hubiera resultado extraño que alguien como Zatch, un criminal especialmente solitario, aceptara una propuesta como la que aquel humano a quien apenas conocía había escrito escuetamente en la misiva. Ahora, sin embargo, el zorro había visto aquella carta como una llamada del cielo. No es que no quisiera a Ingela o la pasara demasiado mal en el norte, pero... ¿a quién quería engañar? Sentía que allí se estaba muriendo en vida. No podía robar a la familia de su novia y Dundarak era un pueblo pequeño, si lo encontraban con las manos en la masa, la joven dragona se enteraría al instante. Llevar tanto tiempo sin delinquir estaba volviéndolo loco y, por increíble que sonara, extrañaba Lunargenta... aunque su última estadía allí, y la única vez que había aceptado trabajar en grupo, hubieran terminado muy mal para él.
El viaje había sido largo pero, por suerte, libre de contratiempos. Al llegar atravesó la ciudad boquiabierto, realmente había cambiado mucho desde su última visita. Había menos gente en la calle y las casas, incluso las de alcurnia, se encontraban un tanto descuidadas. La peste, el levantamiento de los vampiros y finalmente las sucesivas revueltas habían hecho desastres en la que no mucho tiempo atrás había sido la ciudad más importante de toda Aerandir. A Zatch las familias afectadas le importaban un comino, pero sentía tristeza al pensar que mientras menor fuera el flujo de gente, más difícil se tornaba hacer bien su trabajo. Sentía una gran curiosidad por averiguar cuál era el plan de Owens para aprovechar semejantes circunstancias.
Subió al campanario y atravesó la trampilla no solo para descubrir que era el último, sino también que no colaboraría sólo con el humano adulto, sino también con el crío. Zatch sentía un desagrado por los infantes difícil de explicar; los creía débiles, inútiles y estorbosos. No obstante, tiempo atrás en la prisión, aquel mocoso había demostrado ser una excepción a la regla. Tras demostrar su utilidad e inteligencia, había llegado a caerle casi bien.
-Lamento la tardanza. -Dijo con seriedad, alzando una pata delantera y agitándola brevemente en el aire a modo de saludo- Estaba un tanto... lejos. -Observó de reojo las almendras y se rehusó en silencio a tomar alguna. Sería estúpido decirles que era alérgico a los frutos secos; un maleante inteligente no le revelaba a nadie ni la más mínima debilidad, así que pronto cambió el tema- ¿Somos todos? ¿Cuál es el plan? -Inquirió, cruzándose de brazos y observándolos de hito en hito.
Zatch
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Al estafador le dio gracia el comentario de Chimar “Mira que traerte hasta aquí solo para envenenarte”, le caía bien el pequeño, era sumamente independiente para su edad y muy centrado al momento de cumplir con su trabajo. Pero además de eso tenía una gran cantidad de recursos tecnológicos de los que Matthew apenas entendía, lo había visto en acción, era capaz de enfrentarse a enemigos muy variados sin apenas despeinarse.
-Oh, ya sabes, no se sobrevive en las calles si no se tiene uno o dos contactos por aquí y por allá - Y en verdad se podría decir que una de las especialidades de Owens era el conseguir gente que le proporcionara recursos, información, o cualquier otra cosa que necesitara en el momento - Aunque al tercer invitado lo conoces, no sé si podremos reconocerlo estando seco y bien comido - Bromeo el estafador.
A los pocos minutos llegó el último invitado, y tal como Matt predijo estaba irreconocible. Bueno, a excepción de que seguía siendo un zorro caminando en dos patas, su pelaje tenía un color mucho más vivo, había ganado peso, y ya no llevaba esa posición lastimera que le habían visto cuando se encontraron en la Base de los Bios.
-Somos todos los que estamos, querido amigo - Dijo el estafador muy animado, abriendo los brazos para darle la bienvenida - Vamos, vamos, ponte cómodo, aquí al lado de mi amigo el Dios... - Miro la estatua nuevamente pero no tenía la menor idea de cuál podía ser esa deidad - A saber como se llama este. En fin, solo siéntate, sí ni siquiera podemos sentirnos cómodos en estas circunstancias mucho menos podremos llevar adelante un plan juntos - Sonrió de modo encantador, tenía en frente un público difícil, un ladrón y un asesino que sospechaban hasta de sus sombras, pero eso no desanimaba a Matthew, era necesario demostrar buena predisposición sí quería que las cosas salieran bien.
Tiro nuevamente una almendra al aire y la agarró con la boca, haciendo como si estuviera pensando por dónde seguir.
-Bien, seguramente están al día en cuanto a las novedades en Lunargenta ¿Cierto? ¿Vieron los carteles o escucharon a los bardos cantar que el Rey está regresando? Y con él, claro está, llegaran todas sus tropas - Matt sonrió divertido, en esa parte del relato siempre solían agregar algo sobre que los soldados del rey vendrían a liberarlos, y que matarían a todos los malvados vampiros, y un montón de tonterías por el estilo - La cuestión es que no veo un mejor momento para poder robar a lo grande. No sé qué piensan ustedes, pero en lo personal sí en el castillo está el rey, los vampiros o un Mucoton no me hace gran diferencia - Levantó el dedo índice y les sonrió - El caos es nuestro más grande aliado, y sí sabemos utilizarlo sabiamente podremos sacar una jugosa tajada ¿Estamos de acuerdo?
En ese momento el estafador se detuvo, evaluando sus reacciones, solo sí los notaba verdaderamente interesados continuaría con la explicación, sí su reacción era de duda o desmotivada los daría por perdido y buscaría a alguien más.
-Sí necesitan un incentivo mayor, diré que hay mucho dinero involucrado, y una importante baja para la guardia de la ciudad ¿Mmm? No pueden decirme que no han soñado alguna vez con golpear a esos imbéciles - No se podía considerar eso como una venganza, no al menos por parte del estafador, pero sí esa idea le servía para motivar a sus compañeros entonces bienvenida sea.
-Oh, ya sabes, no se sobrevive en las calles si no se tiene uno o dos contactos por aquí y por allá - Y en verdad se podría decir que una de las especialidades de Owens era el conseguir gente que le proporcionara recursos, información, o cualquier otra cosa que necesitara en el momento - Aunque al tercer invitado lo conoces, no sé si podremos reconocerlo estando seco y bien comido - Bromeo el estafador.
A los pocos minutos llegó el último invitado, y tal como Matt predijo estaba irreconocible. Bueno, a excepción de que seguía siendo un zorro caminando en dos patas, su pelaje tenía un color mucho más vivo, había ganado peso, y ya no llevaba esa posición lastimera que le habían visto cuando se encontraron en la Base de los Bios.
-Somos todos los que estamos, querido amigo - Dijo el estafador muy animado, abriendo los brazos para darle la bienvenida - Vamos, vamos, ponte cómodo, aquí al lado de mi amigo el Dios... - Miro la estatua nuevamente pero no tenía la menor idea de cuál podía ser esa deidad - A saber como se llama este. En fin, solo siéntate, sí ni siquiera podemos sentirnos cómodos en estas circunstancias mucho menos podremos llevar adelante un plan juntos - Sonrió de modo encantador, tenía en frente un público difícil, un ladrón y un asesino que sospechaban hasta de sus sombras, pero eso no desanimaba a Matthew, era necesario demostrar buena predisposición sí quería que las cosas salieran bien.
Tiro nuevamente una almendra al aire y la agarró con la boca, haciendo como si estuviera pensando por dónde seguir.
-Bien, seguramente están al día en cuanto a las novedades en Lunargenta ¿Cierto? ¿Vieron los carteles o escucharon a los bardos cantar que el Rey está regresando? Y con él, claro está, llegaran todas sus tropas - Matt sonrió divertido, en esa parte del relato siempre solían agregar algo sobre que los soldados del rey vendrían a liberarlos, y que matarían a todos los malvados vampiros, y un montón de tonterías por el estilo - La cuestión es que no veo un mejor momento para poder robar a lo grande. No sé qué piensan ustedes, pero en lo personal sí en el castillo está el rey, los vampiros o un Mucoton no me hace gran diferencia - Levantó el dedo índice y les sonrió - El caos es nuestro más grande aliado, y sí sabemos utilizarlo sabiamente podremos sacar una jugosa tajada ¿Estamos de acuerdo?
En ese momento el estafador se detuvo, evaluando sus reacciones, solo sí los notaba verdaderamente interesados continuaría con la explicación, sí su reacción era de duda o desmotivada los daría por perdido y buscaría a alguien más.
-Sí necesitan un incentivo mayor, diré que hay mucho dinero involucrado, y una importante baja para la guardia de la ciudad ¿Mmm? No pueden decirme que no han soñado alguna vez con golpear a esos imbéciles - No se podía considerar eso como una venganza, no al menos por parte del estafador, pero sí esa idea le servía para motivar a sus compañeros entonces bienvenida sea.
Matthew Owens
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Owens suelta algunos atisbos sobre quien será su compañero, el niño puede imaginarse de quien habla. Ambos humanos han compartido pocas aventuras, no es necesario descartar muchos nombres. Como si el destino escuchara por la trampilla entra el ultimo integrante, su conocido animal peludo de dos metros favorito “más que todo porque odia a los demás”.
Ya llegó la zarigüeya, tiempo de los detalles.
Como si estuviera intentando vender algo el ladrón adulto recurre al ambiente para preparar su presentación, no se puede negar que tiene cierta experiencia. Maquiavelo decide dejarlo con su teatro a modo de espectáculo personal, no se debe desperdiciar el entretenimiento sano cuando aparece.
Es un santo “genio”, los dioses van más arriba.
Es ateo a más no poder aunque no ignorante, posee una cultura general que engloba muchas cosas incluyendo datos inútiles. Con el punto fijado inicia la estrategia de convencimiento, el chico mira con tranquilidad recostado en una columna sin acercarse mucho al borde, lleva todo el día sentado en su taller y quiere volver a sentir el trasero con propiedad.
Las ideas del moreno poseen sentido y esa parte desconcierta un poco al joven genio… juraba que no tenia mucho seso. Sus motivaciones se alinean perfectamente con el chico intelectual en la mayoría de puntos, buscar una gran riqueza personal poco habida mientras la ciudad entra en el caos vale la pena.
Por desgracia uno de los objetivos no le convence demasiado, eso de causar daños a la guardia suena excesivo ante sus ojos. No siente aprecio por las pomposas sardinas en lata pero tiene bien claro que debilitar su integridad podría tener repercusiones en la toma de Lunargenta por fuerzas aliadas.
Estoy de acuerdo con todo menos en lo de comprometer a la guardia directamente, no me caen bien pero prefiero que colaboren en la toma de la ciudad… son más fáciles de robar que los vampiros o el ejército regular.
Claramente dejarlos sin una moneda no entra entre las precauciones de cortesía, después de todo nadie necesita dinero en medio de la refriega. Al final son ladrones, no anarquistas. Si la situación fuera diferente Maquiavelo sería el primero en molestar sin reservas aunque las variables actuales deben tenerse en cuenta.
Digo que nos limitemos a robar, sin cosas raras… claro que si alguien se atraviesa lo mandamos a volar pero nada más.
Ya llegó la zarigüeya, tiempo de los detalles.
Como si estuviera intentando vender algo el ladrón adulto recurre al ambiente para preparar su presentación, no se puede negar que tiene cierta experiencia. Maquiavelo decide dejarlo con su teatro a modo de espectáculo personal, no se debe desperdiciar el entretenimiento sano cuando aparece.
Es un santo “genio”, los dioses van más arriba.
Es ateo a más no poder aunque no ignorante, posee una cultura general que engloba muchas cosas incluyendo datos inútiles. Con el punto fijado inicia la estrategia de convencimiento, el chico mira con tranquilidad recostado en una columna sin acercarse mucho al borde, lleva todo el día sentado en su taller y quiere volver a sentir el trasero con propiedad.
Las ideas del moreno poseen sentido y esa parte desconcierta un poco al joven genio… juraba que no tenia mucho seso. Sus motivaciones se alinean perfectamente con el chico intelectual en la mayoría de puntos, buscar una gran riqueza personal poco habida mientras la ciudad entra en el caos vale la pena.
Por desgracia uno de los objetivos no le convence demasiado, eso de causar daños a la guardia suena excesivo ante sus ojos. No siente aprecio por las pomposas sardinas en lata pero tiene bien claro que debilitar su integridad podría tener repercusiones en la toma de Lunargenta por fuerzas aliadas.
Estoy de acuerdo con todo menos en lo de comprometer a la guardia directamente, no me caen bien pero prefiero que colaboren en la toma de la ciudad… son más fáciles de robar que los vampiros o el ejército regular.
Claramente dejarlos sin una moneda no entra entre las precauciones de cortesía, después de todo nadie necesita dinero en medio de la refriega. Al final son ladrones, no anarquistas. Si la situación fuera diferente Maquiavelo sería el primero en molestar sin reservas aunque las variables actuales deben tenerse en cuenta.
Digo que nos limitemos a robar, sin cosas raras… claro que si alguien se atraviesa lo mandamos a volar pero nada más.
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
El zorro esbozó una leve sonrisa y negó con la cabeza ante el ofrecimiento de tomar asiento. Era muy ingenuo pensar que alguien como él, siempre alerta y desconfiado, accedería a sentarse junto a otro criminal con las piernas colgando hacia el abismo; siendo quienes eran, lo sorprendente sería que nadie aprovechara esa oportunidad para empujarlo y reírse al ver cómo se precipitaba hacia el vacío. Luego de la última traición que tan cara le había costado, esta vez prefería tomar todas las precauciones.
Escuchó imperturbable la cháchara sin quitar los ojos del hombre. Allá en prisión no había tenido la oportunidad de verlo actuar apropiadamente, ahora, por otro lado, pudo reconocer fácilmente cuál era la máscara que se ponía este humano en particular: la del carismático y locuaz embaucador. Para Zatch, quien muchas veces también había asumido ese mismo papel, no tenía sentido que el otro se esforzase tanto por guardar las apariencias. Por esa misma razón él no se esforzaba en mostrarse abierto y amigable, ¿para qué querría aparentar si los otros dos ya conocían su calaña?
Una vez terminada la exposición, le sonrió con cordialidad al moreno y comentó con sorna:
-Reserva tu carisma, compañero. No hace falta que nos vendas nada. -Estuvo a punto de darle una palmada en el hombro pero se contuvo, últimamente había notado que era mejor mantener sus garras alejadas de las pocas personas a quienes no deseaba matar- El niño tiene un buen punto. -Continuó, señalando al mocoso con un cabeceo antes de cruzarse de brazos- Los de la guardia son unos imbéciles, pero siguen siendo más que nosotros. Aunque... algunas armas no nos vendrían mal, la verdad. Especialmente a ustedes. -Sonrió con fingida inocencia aunque, para quien supiera leer entre líneas, la ofensa estaba implícita en sus palabras- Quizás podríamos ir a uno de los cuarteles más débiles...
Desvió la mirada hacia la ciudad, barriendo el paisaje con gesto pensativo. Lo malo de haber pasado tanto tiempo fuera era que ya no estaba tan al tanto de las últimas novedades; odiaba admitirlo, pero probablemente los dos humanos tenían más idea de hacia dónde ir que él. Carraspeó y volvió a mirar al mayor antes de tomar una vez más la palabra.
-De todas formas, aún no nos has dado los detalles. Vamos al grano. ¿Cómo, exactamente, se supone que lo haremos?
Zatch
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Ciertamente era un público difícil, ambos miraban a Matthew con una mezcla de desconfianza, impaciencia y sorna. El estafador dejó escapar sin disimulo un largo suspiro, bajando los hombros en señal de rendición, siempre era más complicado el intentar convencer a las personas que estaban con la guardia en alto, pero tanto Chimar como Zatch no estaban solo alertas, tenían un inmenso y grueso muro rodeandolos directamente.
-¿Como pueden ser tan jóvenes y tan aguafiestas? - Owens pasaba por muchos años a los dos, y sin embargo parecía ser el más inmaduro, o al menos eso aparentaba - Bien, bien, quitaré toda la decoración y la parte divertida, tendré que ir directo al grano. Que aburrido - Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó algunos papeles, los puso en el medio de los tres sin abrirlos por el momento - Esos son algunos planos con información anotada que pude ir recopilando de aquí y de allá.
El humano hablaba con tono aburrido y monótono, como a un chico al que le quitaron su juguete favorito y solo cumple con lo que los adultos le dicen porque no le queda más remedio. Habían tres mapas, el primero era la ciudad de Lunargenta completa, y en ella habían puntos marcados con dos colores diferentes, el segundo mostraba únicamente los sitios donde Matthew había descubierto que se guardaba lo que se había podido rescatar del tesoro de la ciudad. Y en el tercero habían distintos refugios que la guardia usaba desde que los vampiros los habían atacado.
-Como pueden suponer el dinero no está más en La casa de la Moneda, he descubierto que no todos los vampiros son codiciosos, pero muchos sí, así que era de esperarse que atacaran ese sitio tarde o temprano. Lo mismo pasa con los distintos lugares donde estaba la guardia, además de su castillo principal, ahora están muy dispersos y son muy desconfiados, pero sí sabes donde preguntar terminas por enterarte de muchas cosas interesantes.
Matt dejó que sus compañeros en el crimen miraran los mapas tanto como se les antojara, no había nada que ocultar, era información que había conseguido casi dignamente. Siguió comiendo almendras mientras meditaba sobre el asunto, de cualquier manera ambos parecían no querer ir contra la Guardia, eso desilusionaba un poco a Matthew, ya que a su entender la parte más divertida del plan era precisamente esa.
-Sí solo les interesa conseguir dinero bien podemos ir a por los distintos sitios donde lo tiene guardado y robarnos todo el que podamos - Se encogió de hombros - Pero me parece un desperdicio, hasta el momento los Vampiros no han sido ni más ni menos malos de lo que han sido los de la Guardia, y aunque quememos algunos de sus cuarteles no va a cambiar la gran cosa - Los frutos secos se habían terminado, hizo un bollo con la bolsa y la tiró al vacío - Verdaderamente no sé porque la ciudad insiste en seguir tan ciegamente a un sujeto que los abandonó cuando más lo necesitaban.
-¿Como pueden ser tan jóvenes y tan aguafiestas? - Owens pasaba por muchos años a los dos, y sin embargo parecía ser el más inmaduro, o al menos eso aparentaba - Bien, bien, quitaré toda la decoración y la parte divertida, tendré que ir directo al grano. Que aburrido - Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó algunos papeles, los puso en el medio de los tres sin abrirlos por el momento - Esos son algunos planos con información anotada que pude ir recopilando de aquí y de allá.
El humano hablaba con tono aburrido y monótono, como a un chico al que le quitaron su juguete favorito y solo cumple con lo que los adultos le dicen porque no le queda más remedio. Habían tres mapas, el primero era la ciudad de Lunargenta completa, y en ella habían puntos marcados con dos colores diferentes, el segundo mostraba únicamente los sitios donde Matthew había descubierto que se guardaba lo que se había podido rescatar del tesoro de la ciudad. Y en el tercero habían distintos refugios que la guardia usaba desde que los vampiros los habían atacado.
-Como pueden suponer el dinero no está más en La casa de la Moneda, he descubierto que no todos los vampiros son codiciosos, pero muchos sí, así que era de esperarse que atacaran ese sitio tarde o temprano. Lo mismo pasa con los distintos lugares donde estaba la guardia, además de su castillo principal, ahora están muy dispersos y son muy desconfiados, pero sí sabes donde preguntar terminas por enterarte de muchas cosas interesantes.
Matt dejó que sus compañeros en el crimen miraran los mapas tanto como se les antojara, no había nada que ocultar, era información que había conseguido casi dignamente. Siguió comiendo almendras mientras meditaba sobre el asunto, de cualquier manera ambos parecían no querer ir contra la Guardia, eso desilusionaba un poco a Matthew, ya que a su entender la parte más divertida del plan era precisamente esa.
-Sí solo les interesa conseguir dinero bien podemos ir a por los distintos sitios donde lo tiene guardado y robarnos todo el que podamos - Se encogió de hombros - Pero me parece un desperdicio, hasta el momento los Vampiros no han sido ni más ni menos malos de lo que han sido los de la Guardia, y aunque quememos algunos de sus cuarteles no va a cambiar la gran cosa - Los frutos secos se habían terminado, hizo un bollo con la bolsa y la tiró al vacío - Verdaderamente no sé porque la ciudad insiste en seguir tan ciegamente a un sujeto que los abandonó cuando más lo necesitaban.
Matthew Owens
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Owens desiste de su numerito mercantil cuando se da cuenta de la realidad, los invitados son demasiado despabilados para verse envueltos en tonterías. Solo al frijol se le ocurre tratar de venderle algo a un niño genio, tiene suerte de no haber terminado mareado por alguna estratagema.
El zorro comparte la opinión de Chimar… eso no lo veía venir. Siempre es agradable conocer a alguien con lógica en el medio, con tal mentalidad puede durar más años que el común denominador. Dos contra uno revela una estrategia ganadora, irán por el dinero sin hacer cosas demasiado raras.
Su organizador detiene los métodos de convencimiento y pasa directo a la gema, saca mapas que revelan ubicaciones interesantes. Como hizo el personaje para endosarse material tan sensible puede ser un buen motivo de debate futuro, al final es un pez bastante bajo en la cadena del gremio.
Nada mal.
Con cierto interés aquel niño pasa a ojear lo que tiene delante, nuevamente se muestran dos caminos a seguir. Atacar reductos de la guardia o robar dinero del tesoro real… la decisión se toma prácticamente solo, nadie notara una gran cantidad de oro perdido cuando acaben los incendios.
Me pregunto sin tendrán una replica de la corona en el tesoro “sonríe maliciosamente”
Con ese comentario fija su punto, falta ver que dicen lo demás. Robar al reino nunca puede tomarse como algo moralmente malo, es más que todo un impuesto a la inversa. Después de todo el niño genio a defendido la sociedad humana más que cualquier servidor público, merece una nutrida compensación.
Relájate Owens… seguramente terminaremos quemando algo de todas formas.
Dice para intentar disminuir el berrinche que muestra su colega, algunos adultos son mas inmaduros que un cachorrito. Entre robar y causar daños Chimar siempre escogerá lo primero a menos que tenga una trama oculta con la facción objetivo, el trabajo gratuito necesita mucha justificación.
Ya tendrán suficientes problemas en unos días y… no lo hago por ellos, quiero mi corona.
Sonríe con sinceridad, es un chico de gustos refinados a veces. No puede evitar rebuscar en su memoria los sitios mostrados en el mapa, recuerda un par. Sin duda fueron seleccionados para guardar las apariencias, nadie podría imaginarse que entre sus escuálidas paredes se ocultan lingotes del reino , oro para tirar al cielo.
El zorro comparte la opinión de Chimar… eso no lo veía venir. Siempre es agradable conocer a alguien con lógica en el medio, con tal mentalidad puede durar más años que el común denominador. Dos contra uno revela una estrategia ganadora, irán por el dinero sin hacer cosas demasiado raras.
Su organizador detiene los métodos de convencimiento y pasa directo a la gema, saca mapas que revelan ubicaciones interesantes. Como hizo el personaje para endosarse material tan sensible puede ser un buen motivo de debate futuro, al final es un pez bastante bajo en la cadena del gremio.
Nada mal.
Con cierto interés aquel niño pasa a ojear lo que tiene delante, nuevamente se muestran dos caminos a seguir. Atacar reductos de la guardia o robar dinero del tesoro real… la decisión se toma prácticamente solo, nadie notara una gran cantidad de oro perdido cuando acaben los incendios.
Me pregunto sin tendrán una replica de la corona en el tesoro “sonríe maliciosamente”
Con ese comentario fija su punto, falta ver que dicen lo demás. Robar al reino nunca puede tomarse como algo moralmente malo, es más que todo un impuesto a la inversa. Después de todo el niño genio a defendido la sociedad humana más que cualquier servidor público, merece una nutrida compensación.
Relájate Owens… seguramente terminaremos quemando algo de todas formas.
Dice para intentar disminuir el berrinche que muestra su colega, algunos adultos son mas inmaduros que un cachorrito. Entre robar y causar daños Chimar siempre escogerá lo primero a menos que tenga una trama oculta con la facción objetivo, el trabajo gratuito necesita mucha justificación.
Ya tendrán suficientes problemas en unos días y… no lo hago por ellos, quiero mi corona.
Sonríe con sinceridad, es un chico de gustos refinados a veces. No puede evitar rebuscar en su memoria los sitios mostrados en el mapa, recuerda un par. Sin duda fueron seleccionados para guardar las apariencias, nadie podría imaginarse que entre sus escuálidas paredes se ocultan lingotes del reino , oro para tirar al cielo.
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Una risa murió en la garganta del zorro al ver el abrupto cambio de actitud del humano más viejo. Lo prefería así, más directo y menos dicharachero; la gente aburrida solía parecerle más confiable que la que abusaba de su carisma, pues estos últimos siempre lo hacían porque tenían algo que ocultar.
Luego de otear los alrededores para asegurarse de que nadie los estaba espiando, una vieja costumbre adquirida con los años, clavó su atenta mirada sobre los mapas que el otro acababa de extender sobre la mesa. Si prestaba suficiente atención y nadie lo molestaba, era capaz de memorizar los caminos y las ubicaciones importantes con tan solo unos breves minutos de observación. Abstraído, no dijo nada hasta que se vio en la necesidad de alzar los ojos hacia ellos e interrumpir:
-Eh, eh, no me malentiendan. Nunca he dicho que no quiero atacar a la guardia. Sólo digo que hay que ser prudentes al respecto. -Se encogió de hombros y añadió- Como dije, las armas nos vendrían bien y a mí, personalmente, no me molesta llevarme a unas cuantas de esas lacras por delante. -Tras decir eso observó con insinuación sus garras, mas pronto volvió a clavar la mirada esta vez sobre el humano más joven y, socarrón, masculló con una ancha sonrisa- Aún no me he vengado de ellos. Un poco de fuego y descontrol no harán daño a nadie, ¿no? Relájate, niño.
Al parecer no había un plan muy definido, o el moreno no tenía intenciones de escupirlo todo de una sola vez. Zatch, que odiaba perder su tiempo, movió una pata en el aire en un ademán de desinterés y se dio la media vuelta para dirigirse a la trampilla por donde había entrado.
-La prioridad es el dinero, obviamente. Veamos con qué nos topamos primero; al final del día nos habremos dado ambos gustos. -Comenzó a descender y, antes de que sus orejas desaparecieran de la vista, les increpó: -¡Vamos, vamos! ¿Qué demonios están esperando?
Zatch
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Las palabras de sus compañeros hacen sonreír a Matt, ahora parece un niño al que le han cumplido su capricho, por dentro también sonríe, ya que hasta el momento todo sale más o menos como lo había imaginado. Guarda los mapas cuando nota que Zatch los mira con demasiado detalle, el estafador no teme que lo traicionen, sino que se lleven la diversión y no lo inviten.
-¡¡Perfecto!! Estamos todos de acuerdo entonces, le daremos a esta bella ciudad algo para recordar – El humano fijo su mirada unos segundos más en el bello paisaje, suspiro como si de un amante enamorado se tratara y continuó – Será mejor que empecemos con los preparativos entonces, tenemos una noche larga por delante.
El zorro ya ha desaparecido por la trampilla y Matthew deja pasar a Chimar antes de bajar también, haciendo el chiste de “Las damas primero”. Owens fue el primero en llegar y es el último en irse, se siente satisfecho, considera que eligió buenos compañeros que sabrán hacer su trabajo y huir cuando la situación lo a merite.
Como el estafador supo venderles el producto correctamente le relegaron un grupo numeroso de miembros para que pudiera desenvolverse con tranquilidad. Inmediatamente que los recibió Matthew le delego la tarea de coordinarlos a Chimar, mucho más experimentado en esas cosas de “hacer de líder”, no es como si Owens nunca se hubiese visto en la necesidad de hacerlo, pero el puesto de Jefe no le gustaba.
En cuanto a Zatch, el estafador le recomendó que pidiera algo de ayuda a su Gremio también, los ladrones robaban, los asesinos asesinaban, y en este caso necesitarían de ambas habilidades. Para cuando todos los integrantes se habían ubicado en las posiciones que les correspondía la noche se había hecho presente en la ciudad.
-Es una hermosa noche para caminar por las alcantarillas de la ciudad ¿O no? – Dijo con sarcasmo Matt, iban en fila el estafador primero, seguido de Chimar y Zatch, detrás de ellos habían varios ladrones que cargaban con el equipo que necesitarían para poder robar las monedas – De alguna manera siempre que vengo con el niño termino metido en sitios asquerosos – La primera vez había sido en unas catacumbas, la segunda en el caño de los desechos de la base Bio, y ahora esto…
Tenían los hombres, tenían los recursos, ahora solo era cuestión de coordinarse para que el efecto sorpresa fuera su aliado.
Luego de caminar durante algunos minutos Matthew se detuvo y señalo un lugar justo arriba de su cabeza, en la piedra del techo había una cruz hecha torpemente con pintura.
-Lo admito, no es mi mejor trabajo, pero en mi defensa diré que no es sencillo subir hasta allí sosteniendo pintura y pincel – Luego se río y agregó – Oh, cierto que estoy con la gente que quiere mantener la seriedad que a merita el asunto. Bien, encontraremos varias de estas señales, coinciden en ubicación y color con las que hay en el mapa que les di – El estafador miro a Chimar – Eres el experto en cosas que explotan, así que te dejo a varios ayudantes y me voy con Zatch a la superficie para crear distracciones – Le dio algunas palmaditas en el hombro al niño y se dio la vuelta para marcharse.
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-¡¡Perfecto!! Estamos todos de acuerdo entonces, le daremos a esta bella ciudad algo para recordar – El humano fijo su mirada unos segundos más en el bello paisaje, suspiro como si de un amante enamorado se tratara y continuó – Será mejor que empecemos con los preparativos entonces, tenemos una noche larga por delante.
El zorro ya ha desaparecido por la trampilla y Matthew deja pasar a Chimar antes de bajar también, haciendo el chiste de “Las damas primero”. Owens fue el primero en llegar y es el último en irse, se siente satisfecho, considera que eligió buenos compañeros que sabrán hacer su trabajo y huir cuando la situación lo a merite.
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Una vez más, Matt había tenido que recurrir a sus contactos en el Gremio de Ladrones para poder llevar adelante su plan. Claro que aunque no necesitara su ayuda de todos modos siempre era buena idea informarle a la mayor banda de mafiosos de la ciudad que estabas planeando hacer algo en su territorio. Como el estafador supo venderles el producto correctamente le relegaron un grupo numeroso de miembros para que pudiera desenvolverse con tranquilidad. Inmediatamente que los recibió Matthew le delego la tarea de coordinarlos a Chimar, mucho más experimentado en esas cosas de “hacer de líder”, no es como si Owens nunca se hubiese visto en la necesidad de hacerlo, pero el puesto de Jefe no le gustaba.
En cuanto a Zatch, el estafador le recomendó que pidiera algo de ayuda a su Gremio también, los ladrones robaban, los asesinos asesinaban, y en este caso necesitarían de ambas habilidades. Para cuando todos los integrantes se habían ubicado en las posiciones que les correspondía la noche se había hecho presente en la ciudad.
-Es una hermosa noche para caminar por las alcantarillas de la ciudad ¿O no? – Dijo con sarcasmo Matt, iban en fila el estafador primero, seguido de Chimar y Zatch, detrás de ellos habían varios ladrones que cargaban con el equipo que necesitarían para poder robar las monedas – De alguna manera siempre que vengo con el niño termino metido en sitios asquerosos – La primera vez había sido en unas catacumbas, la segunda en el caño de los desechos de la base Bio, y ahora esto…
Tenían los hombres, tenían los recursos, ahora solo era cuestión de coordinarse para que el efecto sorpresa fuera su aliado.
Luego de caminar durante algunos minutos Matthew se detuvo y señalo un lugar justo arriba de su cabeza, en la piedra del techo había una cruz hecha torpemente con pintura.
-Lo admito, no es mi mejor trabajo, pero en mi defensa diré que no es sencillo subir hasta allí sosteniendo pintura y pincel – Luego se río y agregó – Oh, cierto que estoy con la gente que quiere mantener la seriedad que a merita el asunto. Bien, encontraremos varias de estas señales, coinciden en ubicación y color con las que hay en el mapa que les di – El estafador miro a Chimar – Eres el experto en cosas que explotan, así que te dejo a varios ayudantes y me voy con Zatch a la superficie para crear distracciones – Le dio algunas palmaditas en el hombro al niño y se dio la vuelta para marcharse.
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Matthew Owens
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Un grupo variopinto sin duda pero movido por intereses similares, ya sea porque estén en el ajo para destruir cosas o robarlas… ahora son el uno para el otro. Maquiavelo asiente sonriente ante la iniciativa del zorro, muchas palabras y poca acción casi siempre significa que es tiempo de moverse.
Si bien Owens es el único que conoce el plan parece haber tomado en cuenta las acotaciones de sus especialistas, claro que si se va de la olla siempre puede terminar con un virote. ante el comentario molesto de “las damas primero” Chimar arquea una ceja y espeta.
¿Acaso tienes cinco años?
Tiempo después al grupo se les une una masa destacada de efectivos, parece que el gremio de ladrones y el de asesinos están involucrados. Ciertamente al enano genio le parece un hito importante pero jamás lo dirá, el ego es la perdición de cualquier adulto.
Lo que hace la falta de empleo…
Nuevamente ambos ladrones se encuentran recorriendo un sitio maloliente, parece que la rama criminal tiene intrínseca una fijación por tales lugares. El genio ya se acostumbro luego de recorrer tantos destinos fétidos, si no es un lugar discreto y poco aseado es la una ruina horrenda llena de muertos vivientes.
No te llevaría nunca a la mansión Owens, seguro eres de los que se roban cualquier cubierto bonito.
Dice en modo irónico, Matthew sabe como desatar la lengua soez del enano como nadie antes que él. Una vez en un sitio poco mantenido y bajo el amparo de cierta cruz pintada empiezan las explicaciones importantes, es suficiente con decir que el chiquillo se encargara de los “fuegos artificiales”.
Sabes como hacer que un niño genio se sienta apreciado “sonríe maliciosamente”
Puede ser muy moderado en los planeamientos pero no es recomendable poner a Chimar frente grandes cantidades de explosivos y la oportunidad real de usarlos… el ala destinada a reactivos en la universidad de los susurros tuvo que ser remodelada cinco veces gracias a él.
Bien zapadores, a trabajar.
Cuando el pensador de la estrategia se retira Maquiavelo pasa a colocar todos los barriles de sustancias poco amistosas en su sitio objetivo, eran muchas cruces aunque media hora después todas están cubiertas. Los ladrones tienen mezcladores de sustancias extrañas en la base principal, quizás el jovencito fue muy apresurado al decir que no tenían talento.
Por otro lado, los ayudantes ahora tienen suficiente confianza como para bromear entre sí, mantuvieron instantes tensos mientras llevaban los barriles de un lado a otro. Los gritos de Chimar tampoco daban demasiada confianza, puede ser bastante exigente a veces.
Tú el del gorro raro, informa a Owens de que todo está listo por aquí.
Si bien Owens es el único que conoce el plan parece haber tomado en cuenta las acotaciones de sus especialistas, claro que si se va de la olla siempre puede terminar con un virote. ante el comentario molesto de “las damas primero” Chimar arquea una ceja y espeta.
¿Acaso tienes cinco años?
Tiempo después al grupo se les une una masa destacada de efectivos, parece que el gremio de ladrones y el de asesinos están involucrados. Ciertamente al enano genio le parece un hito importante pero jamás lo dirá, el ego es la perdición de cualquier adulto.
Lo que hace la falta de empleo…
Nuevamente ambos ladrones se encuentran recorriendo un sitio maloliente, parece que la rama criminal tiene intrínseca una fijación por tales lugares. El genio ya se acostumbro luego de recorrer tantos destinos fétidos, si no es un lugar discreto y poco aseado es la una ruina horrenda llena de muertos vivientes.
No te llevaría nunca a la mansión Owens, seguro eres de los que se roban cualquier cubierto bonito.
Dice en modo irónico, Matthew sabe como desatar la lengua soez del enano como nadie antes que él. Una vez en un sitio poco mantenido y bajo el amparo de cierta cruz pintada empiezan las explicaciones importantes, es suficiente con decir que el chiquillo se encargara de los “fuegos artificiales”.
Sabes como hacer que un niño genio se sienta apreciado “sonríe maliciosamente”
Puede ser muy moderado en los planeamientos pero no es recomendable poner a Chimar frente grandes cantidades de explosivos y la oportunidad real de usarlos… el ala destinada a reactivos en la universidad de los susurros tuvo que ser remodelada cinco veces gracias a él.
Bien zapadores, a trabajar.
Cuando el pensador de la estrategia se retira Maquiavelo pasa a colocar todos los barriles de sustancias poco amistosas en su sitio objetivo, eran muchas cruces aunque media hora después todas están cubiertas. Los ladrones tienen mezcladores de sustancias extrañas en la base principal, quizás el jovencito fue muy apresurado al decir que no tenían talento.
Por otro lado, los ayudantes ahora tienen suficiente confianza como para bromear entre sí, mantuvieron instantes tensos mientras llevaban los barriles de un lado a otro. Los gritos de Chimar tampoco daban demasiada confianza, puede ser bastante exigente a veces.
Tú el del gorro raro, informa a Owens de que todo está listo por aquí.
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Cuando Matthew Owens le dijo a Zatch que reclutase a unas cuantas personas de su gremio, el zorro -además de preguntarse cómo demonios se había enterado de que formaba parte de los asesinos- tan solo se molestó en contactar a un par de ellos. Su lógica era simple: además de confiar en sus propias habilidades, cuanto menos gente se uniese a la misión, en menos partes tendrían que dividir el botín. Por esto último, Zatch no pudo disimular su enfado al enterarse de que, por su parte, el moreno se había encargado de traer consigo a su caterva personal de ladrones. ¿Acaso era imbécil? Ahora no sólo tendrían menos ganancias, sino que las probabilidades de ser descubiertos aumentaban bastante. Y, si todo salía bien, aún a futuro correrían peligro de que alguno de esos hombres cantaran y los delatasen con La Guardia.
El zorro ya estaba de por sí molesto, pero ahora que caminaban por unas malditas alcantarillas con mierda hasta las rodillas su gesto se había transformado en un poema que trataba sobre el odio más puro y visceral que una criatura era capaz de sentir. Afortunadamente, el trecho no era muy largo y pronto se toparon con la primer señal del mapa. Tras la explicación del moreno y antes de retirarse, Zatch se inclinó disimuladamente hacia el mocoso para susurrarle al oído:
-Asegúrate de que unos cuantos de estos tipos “desaparezcan” con la explosión, ¿bien? Ya sabes: menos gente, más botín. -Le sugirió antes de erguirse como si nada hubiera pasado.
Llegó entonces el momento de emerger a la superficie, cosa que el refinado olfato de la bestia agradeció infinitamente. Allí arriba sólo estaban zorro y humano; el par de compañeros reclutados por Zatch no daba señales de estar por allí. No obstante, el peludo asesino tenía la certeza de que andaban muy cerca. No por nada tenían fama de ser lo criminales más sigilosos.
-Y bien, ¿qué tipo de distracción causaremos, exactamente? -Inquirió en voz baja y con los brazos tras la espalda, mirando hacia adelante como quien está teniendo una conversación no demasiado interesante- ¿Paro cardíaco? ¿Disturbios? ¿...Asesinato en plena calle? -Al decir esto último miró a su compañero de reojo y esbozó una sonrisa mordaz. Allí, entre los pliegues de su capa, el filo de su daga desenvainada fulguró por un instante.
Zatch
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Matthew respiro el aire casi-puro de la ciudad con bastante satisfacción, se quitó un trozo de barro del brazo mientras escuchaba las propuestas de su compañero zorruno. Sin duda no era una sorpresa que Zatch hablara con tanta ligereza, y hasta regocijo, sobre la idea de causar varios “accidentes”, no por nada estaba en el gremio de asesinos y no en el de ladrones.
Pero Owens no era del tipo de persona que disfrutara haciendo daño, en realidad solo lo hacía cuando era algo sumamente necesario “La pregunta es ¿Estamos ante una necesidad?” pensó el estafador. No parecía haber una gran diferencia entre que fallecieran ahora o dentro de algunas semanas en plena batalla, o asesinados por un vampiro a la noche.
-Eres libre de crear distracciones mortales, siempre y cuando no sea yo la víctima – Bromeo el humano – Aunque me parece que es más útil el crear grandes focos de distracción y luego, si estás muy deseoso de probar el filo de tu daga – Bajo la vista hasta las manos de Zatch y agregó – O garras. Entonces bien puedes aprovechar el alboroto general ¿No crees?
El humano hablaba también con mucha tranquilidad, mientras caminaba hacía uno de los puntos marcados en el mapa. No llevaba armas a la vista, sin embargo, los múltiples bolsillos de su chaqueta guardaban varias sorpresas.
-Pero es solo una idea, seguro eres del tipo de persona que no soporta que le den ordenes ¿eh? – Matthew no tenía interés en cargar con el mote de “líder”, así que intentaba correrse de ese lugar tanto como era posible – En todo caso nos vamos a separar aquí, tener un solo foco de disturbio no parece ser la mejor opción – Matt se giro para ir por otra cuadra – Si ves humo significa que ya empecé. Nos vemos luego, amigo zorro.
De antemano habían arreglado el lugar donde volverían a encontrarse cuando todo terminara, también se cruzarían en algunos de los sitios que tenían señalados como puntos para generar caos, pero la idea era actuar de modo disperso para provocar más distracción.
Owens camino con tranquilidad hasta una casa que a simple vista parecía estar abandonada, el estafador sabía que no era así, que solo era una fachada y que adentro se refugiaban un grupo numeroso de soldados de la guardia, a la espera de tiempos mejores. Matt sonrió con algo de maldad “Ahora es cuando las cosas se pondrán divertidas” pensó.
Dio la vuelta al sitio, asegurándose de que no lo siguieran, cuando estuvo en la parte de atrás trepo hasta el techo y se acercó a la chimenea del lugar. Acercó la mano y sintió un aire cálido saliendo “Así que, tienen que hacer como que está abandonado pero el frío los puede ¿Eh?”, aparentemente las personas adentro no pudieron resistir a la tentación de crear un fuego, así fuera mínimo para que el humo no los delatara.
Matthew se aguantó las ganas de reír a carcajadas, sacó la última de sus piedras climáticas, esas pequeñas maravillas habían resultado ser muy útiles. La arrojó por el hueco de la chimenea, se quedó escuchando hasta que las primeras exclamaciones de sorpresa se hicieron presentes. Luego fueron directamente gritos, y finalmente las llamas comenzaron a consumir el lugar.
-Oh, vaya, al parecer la casa no estaba abandonada, jajaja – Se burlo el estafador mientras se deslizaba por el techo que ya comenzaba a tambalearse. Las llamas consumían las tablas que tapaban las ventanas, y los guardias salían desesperados por donde podían, pronto la gente del barrio comenzó a juntarse alrededor del sitio para averiguar qué era lo que pasaba. Y aprovechando el gentío Matthew se escabullo del lugar sin dejar rastro alguno, en dirección al siguiente objetivo.
Pero Owens no era del tipo de persona que disfrutara haciendo daño, en realidad solo lo hacía cuando era algo sumamente necesario “La pregunta es ¿Estamos ante una necesidad?” pensó el estafador. No parecía haber una gran diferencia entre que fallecieran ahora o dentro de algunas semanas en plena batalla, o asesinados por un vampiro a la noche.
-Eres libre de crear distracciones mortales, siempre y cuando no sea yo la víctima – Bromeo el humano – Aunque me parece que es más útil el crear grandes focos de distracción y luego, si estás muy deseoso de probar el filo de tu daga – Bajo la vista hasta las manos de Zatch y agregó – O garras. Entonces bien puedes aprovechar el alboroto general ¿No crees?
El humano hablaba también con mucha tranquilidad, mientras caminaba hacía uno de los puntos marcados en el mapa. No llevaba armas a la vista, sin embargo, los múltiples bolsillos de su chaqueta guardaban varias sorpresas.
-Pero es solo una idea, seguro eres del tipo de persona que no soporta que le den ordenes ¿eh? – Matthew no tenía interés en cargar con el mote de “líder”, así que intentaba correrse de ese lugar tanto como era posible – En todo caso nos vamos a separar aquí, tener un solo foco de disturbio no parece ser la mejor opción – Matt se giro para ir por otra cuadra – Si ves humo significa que ya empecé. Nos vemos luego, amigo zorro.
De antemano habían arreglado el lugar donde volverían a encontrarse cuando todo terminara, también se cruzarían en algunos de los sitios que tenían señalados como puntos para generar caos, pero la idea era actuar de modo disperso para provocar más distracción.
Owens camino con tranquilidad hasta una casa que a simple vista parecía estar abandonada, el estafador sabía que no era así, que solo era una fachada y que adentro se refugiaban un grupo numeroso de soldados de la guardia, a la espera de tiempos mejores. Matt sonrió con algo de maldad “Ahora es cuando las cosas se pondrán divertidas” pensó.
Dio la vuelta al sitio, asegurándose de que no lo siguieran, cuando estuvo en la parte de atrás trepo hasta el techo y se acercó a la chimenea del lugar. Acercó la mano y sintió un aire cálido saliendo “Así que, tienen que hacer como que está abandonado pero el frío los puede ¿Eh?”, aparentemente las personas adentro no pudieron resistir a la tentación de crear un fuego, así fuera mínimo para que el humo no los delatara.
Matthew se aguantó las ganas de reír a carcajadas, sacó la última de sus piedras climáticas, esas pequeñas maravillas habían resultado ser muy útiles. La arrojó por el hueco de la chimenea, se quedó escuchando hasta que las primeras exclamaciones de sorpresa se hicieron presentes. Luego fueron directamente gritos, y finalmente las llamas comenzaron a consumir el lugar.
-Oh, vaya, al parecer la casa no estaba abandonada, jajaja – Se burlo el estafador mientras se deslizaba por el techo que ya comenzaba a tambalearse. Las llamas consumían las tablas que tapaban las ventanas, y los guardias salían desesperados por donde podían, pronto la gente del barrio comenzó a juntarse alrededor del sitio para averiguar qué era lo que pasaba. Y aprovechando el gentío Matthew se escabullo del lugar sin dejar rastro alguno, en dirección al siguiente objetivo.
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Con los corredores enviados a dar las buenas nuevas Maquiavelo solo tiene que esperar, eso no suele ser problema pero en esta oportunidad el ambiente dista mucho de ser ameno. El olor de la porquería concentrada nunca cae bien aunque gracias al gran instinto de supervivencia humano la nariz suele acostumbrarse a los olores cuando pasa cierto tiempo con ellos alrededor.
Mientras espera el chico no puede evitar meditar las ultimas palabras del zorro, le gusta el dinero pero causar bajas al gremio sin justificación real lo ve muy “de mal gusto” … moral organizacional sobre todo. claramente los ladrones y los asesinos van en sentido contrario, estos últimos tienen problemas en la sesera.
Una cosa esta clara, da mas dinero ser ladrón que matón. Maquiavelo no suele tener reparos en lanzar un virote si la situación lo américa pero siempre lo ve como ultimo recurso, tienen que hacerlo molestar bastante para que se convierta en una maquina homicida sin escrúpulos.
A medida que pasa el tiempo la situación se hace claramente mas aburrida, sin duda Owens escogió la tarea más monótona. Mientras ellos se divierten causando problemas arriba dejan al mocoso cuidando barriles explosivos en la cloaca más atestada de Aerandir… típico.
Los efectivos auxiliares pasan el tiempo jugando cartas, específicamente esa variación donde se tiene que adivinar la que saldrá a continuación. Los tontos tienen placeres mundanos, ni siquiera se dan cuenta que están siendo manipulados o lo ignoran por tan primitivo juego.
“La supervivencia del más estúpido”
Niega con la cabeza y posa sus ojos en el barril, allí se da cuenta de algo pasado por alto. La mecha esta mojada, se empapo con el pasar de los minutos gracias la humedad del ambiente. Humedecida no cumplirá su propósito pues se requieren ciertas condiciones para la ignición del fosforo.
De acuerdo genios, tendremos que empapar las mechas con combustible pues así no explotaran. Yo me encargare de esta hilera mientras ustedes juegan con los laterales y más les vale no terminar en pedazos o me asegurare de atormentarles en la otra vida.
Aquellos ayudantes se miran extrañados ante la ultima parte del comentario, luego se retiran pero no sin antes dejarle una petaca de aceite al niño. Sin vacilar dicho mocoso pasa a mojar el cordón con líquido inflamable y vale destacar que termina rápido, no es una tare tardada pero muy repetitiva.
Pone cara irónica mientras avanza al siguiente barril, es muy extraño que se le haya pasado por alto tal detalle. La situación actual deja mucho que desear de la mente adulta, si la logística hubiera estado a cargo enteramente del material humano cedido por el gremio al final del día Lunargenta tendría más cadáveres para la fosa común.
Si quieres algo bien hecho debes hacerlo tú mismo.
Llega al segundo barril y se pone a repetir la tarea, quedan tres en su línea directa. Los frijoles tienen el doble pero pueden dividirse y cubrir más terreno. Por suerte no tiene que preocuparse por retrasar la operación, es improbable que los mensajeros logren llevar la noticia y traer respuesta tan rápido.
Mientras espera el chico no puede evitar meditar las ultimas palabras del zorro, le gusta el dinero pero causar bajas al gremio sin justificación real lo ve muy “de mal gusto” … moral organizacional sobre todo. claramente los ladrones y los asesinos van en sentido contrario, estos últimos tienen problemas en la sesera.
Una cosa esta clara, da mas dinero ser ladrón que matón. Maquiavelo no suele tener reparos en lanzar un virote si la situación lo américa pero siempre lo ve como ultimo recurso, tienen que hacerlo molestar bastante para que se convierta en una maquina homicida sin escrúpulos.
A medida que pasa el tiempo la situación se hace claramente mas aburrida, sin duda Owens escogió la tarea más monótona. Mientras ellos se divierten causando problemas arriba dejan al mocoso cuidando barriles explosivos en la cloaca más atestada de Aerandir… típico.
Los efectivos auxiliares pasan el tiempo jugando cartas, específicamente esa variación donde se tiene que adivinar la que saldrá a continuación. Los tontos tienen placeres mundanos, ni siquiera se dan cuenta que están siendo manipulados o lo ignoran por tan primitivo juego.
“La supervivencia del más estúpido”
Niega con la cabeza y posa sus ojos en el barril, allí se da cuenta de algo pasado por alto. La mecha esta mojada, se empapo con el pasar de los minutos gracias la humedad del ambiente. Humedecida no cumplirá su propósito pues se requieren ciertas condiciones para la ignición del fosforo.
De acuerdo genios, tendremos que empapar las mechas con combustible pues así no explotaran. Yo me encargare de esta hilera mientras ustedes juegan con los laterales y más les vale no terminar en pedazos o me asegurare de atormentarles en la otra vida.
Aquellos ayudantes se miran extrañados ante la ultima parte del comentario, luego se retiran pero no sin antes dejarle una petaca de aceite al niño. Sin vacilar dicho mocoso pasa a mojar el cordón con líquido inflamable y vale destacar que termina rápido, no es una tare tardada pero muy repetitiva.
Pone cara irónica mientras avanza al siguiente barril, es muy extraño que se le haya pasado por alto tal detalle. La situación actual deja mucho que desear de la mente adulta, si la logística hubiera estado a cargo enteramente del material humano cedido por el gremio al final del día Lunargenta tendría más cadáveres para la fosa común.
Si quieres algo bien hecho debes hacerlo tú mismo.
Llega al segundo barril y se pone a repetir la tarea, quedan tres en su línea directa. Los frijoles tienen el doble pero pueden dividirse y cubrir más terreno. Por suerte no tiene que preocuparse por retrasar la operación, es improbable que los mensajeros logren llevar la noticia y traer respuesta tan rápido.
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
-¿Crees que soy un asesino en serie? -Inquirió el zorro, haciéndose el ofendido con muecas sobreactuadas, cuando el otro insinuó que podía aprovechar el caos generalizado para echar sus zarpas sobre cualquier persona al azar. Luego sonrió y guardó silencio, sin dignarse a aclarar que no lo era. Zatch estaba muy lejos de ser un desquiciado que disfrutaba viendo correr la sangre; él, igual que el humano que caminaba a su lado, sólo lo hacía cuando la situación lo requería. Sin embargo, le gustaba dar esa imagen para que tuvieran cuidado con él; no hacía falta ser un villano empedernido malo malísimo para tener la reputación de uno- No creo que tú puedas tirar la primera piedra, amigo. -Masculló por lo bajo justo antes de separarse. El zorro conocía bien la finísima línea que separaba a los ladrones de los asesinos, al final la única diferencia era hasta dónde estaba uno dispuesto a llegar para lograr sus metas. Y, por lo general, esa línea terminaba borrándose con el pasar de las fechorías.
Una vez solo, el zorro deambuló durante algunos minutos mientras disfrutaba de los paisajes de la ciudad. Le agradó ver que ya casi no había ningún cartel con su retrato pegado en las paredes; demasiados problemas atravesaba Lunargenta como para preocuparse por los criminales más buscados y, además, había sido bueno pasar unos cuantos meses fuera para que se olvidaran de él. Las calles estaban sucias e inhóspitas, con los vampiros andando por ahí pocos se atrevían a salir a dar paseos nocturnos. Doblando en una esquina, Zatch emprendió el camino hacia una de las cruces marcadas en el mapa que correspondía a otra guarida de la Guardia, pero a medio camino se topó con un grupito de cuatro hombres que, agazapados a la sombra de un callejón, estaban inclinados sobre algo... o alguien. Entrecerró los ojos y se acercó unos cuantos pasos para ver mejor. ¡Vampiros! Y en plena cena, además. -Mierda... -Estuvo a punto de darse la media vuelta para ir por otro camino... cuando fue iluminado por una fantástica idea. Esbozando su mejor sonrisa, se acercó a los sujetos y exclamó:
-¡Buenas noches, camaradas!
Todos se voltearon a la vez, clavando en él miradas hostiles mientras se relamían los labios chorreantes de sangre. Zatch tragó saliva y levantó una pata en gesto de paz.
-¿Acaso quieres ser el postre, perro? -Inquirió uno de ellos, y el susodicho tuvo que morderse la lengua para no espetarle que la diferencia entre un zorro y un maldito perro era jodidamente clara. En vez de eso, prefirió decir con tono amistoso:
-No, no, ¡para nada! Además, no creo que les guste morder este cuello peludo. -Rió, pese a que los otros lo observaban con una seriedad que daba escalofríos- Sólo pensé, al verlos, que sé exactamente qué necesitan para hacer esta noche un poco más divertida.
Los chupasangres intercambiaron miradas antes de soltar a la mujer de la que estaban bebiendo, que cayó al suelo con un golpe seco. El zorro se acercó a ellos y señaló hacia la derecha con el dedo pulgar.
-¿Qué opinan de la Guardia de Lunarg-
-¿¡Eres un puto soldado!? -Uno de ellos, el más alto, se adelantó para acorralarlo contra la pared. Aunque le tembló la comisura de la boca, Zatch no deshizo su sonrisa ni dejó de mirarlo a los ojos. Estaba acostumbrado a ese tipo de intimidaciones.
-Todo lo contrario, amigo. Y ya has respondido a mi pregunta. -Se encogió de hombros- Dos manzanas hacia allá... -continuó, volviendo a señalar hacia la derecha- ...se encuentra uno de los tantos escondrijos de la Guardia. -al verlos fruncir el ceño, añadió con fingida tristeza- Sí, sí, lo siento, pero aún no los han exterminado a todos. ¡Aunque ahora tienen la oportunidad de hacerlo! Es la casa gris, por si les interesa.
-¿Por qué nos estás contando esto?
-Porque, al igual que ustedes... -masculló, ya sin sonreír ni un ápice- ...yo también detesto a esos hijos de puta.
Aunque al principio se mostraron reticentes, finalmente los chupasangres se vieron tentados con aquella pista. Pronto dejaron en paz al zorro y marcharon a paso lento hacia la dirección en que los había mandado. Probablemente la Guardia, confiada en que su guarida era desconocida por todos, no podría reaccionar ante el repentino ataque de un grupo de vampiros.
Zatch marchó sonriente y con la deliciosa sensación del trabajo hecho sin mucho esfuerzo hacia la siguiente parada, una de las plazas más concurridas de la ciudad. Aunque a esas horas pocas personas la transitaban, eran suficientes como para causar una distracción. Mientras iba pasando por allí, metió una mano en el bolsillo de su capa y lanzó hacia atrás, como quien no quiere la cosa, [1] una pequeña esfera que explotó estruendosamente apenas al tocar el suelo. Los pocos transeúntes chillaron espantados y se echaron al piso con las manos sobre la cabeza, y pronto los vecinos de las casas lindantes salieron para ver qué demonios había ocurrido. Para entonces, el zorro ya caminaba hacia el punto de encuentro donde se suponía que el moreno estaría esperándolo.
[1] Uso de objeto master: Esfera Krampus.
Zatch
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Matthew se sentía satisfecho consigo mismo, una tormenta de rayos y fuego se cernía sobre la casa que había dejado atrás, se escabullo por un callejón mientras pensaba que lo malo de todo eso era que la mayor parte de los guardias lograrían escapar. Aunque claro, sería interesante ver cuánto tiempo durarían en las calles estando en plena noche y con los vampiros dando vueltas.
Sacó de su bolsillo tres pequeñas bombas, se las había sacado a Chimar cuando habían bajado del campanario. En un principio pensó en pedírselas, pero supuso que el niño genio era muy egoísta con sus experimentos y no iba a querer regalárselos.
Había visto el potencial que tenían esas cosas en dos oportunidades, la primera en la prueba para volver a entrar al gremio de ladrones, cuando lo atacaron las ratas gigantes. Y la segunda en la base bio cuando lanzo una justo en frente suyo para alejar a una mujer vampiro sumamente peligrosa. Tenía una idea bastante precisa de donde quería utilizarlas.
Luego del ataque de los vampiros, muchas tabernas habían cerrado sus puertas, los chupa sangre no bebían otro tipo de cosas, la mayoría de los humanos habían muerto, o habían escapado, o simplemente tenían miedo de salir por cualquier motivo que no fuera de suma urgencia. Pero aún quedaban varias vivas, y Matthew sabía que una de ellas ayudaba en secreto a gente de la guardia.
El estafador entro al lugar con una amplia sonrisa en el rostro. Adentro de la posada habían unos pocos “clientes”, otros tantos debían estar arriba durmiendo, todos se quedaron mirando al humano con gesto de sospecha.
-Cuantas caras largas ¿Acaso no es una noche hermosa? – Ni una risa del público acompaño al comentario, apenas y si se escuchó alguna tos por el fondo – De acuerdo, más gente aburrida supongo – Se acercó a la barra y pidió algo de beber, aunque apenas y si toco la cerveza - ¿Escucharon que hubo un incendio en una casa abandonada a pocas cuadras de aquí? – Se escucharon algunos carraspeos nerviosos – Aunque supongo que eso no tiene nada que ver con ustedes ¿No?
El estafador se había pasado de listo, los hombres se levantaron dispuestos a sacarle toda la información que tuviera de forma poco amable. Matthew dejó caer con disimulo dos de las bombas de Chimar detrás de la barra y luego tomo un trago de la cerveza que no era la misma que le había servido el tabernero.
Pronto donde hasta el momento había un humano sentado ahora había solo una rata, la cual se escabulló del lugar segundos antes de que las bombas explotaran haciendo que todo el alcohol volara por los aires.
Una vez afuera Matthew tuvo que apoyarse contra una pared, ya nuevamente en su forma humana, pues la risa no lo dejaba respirar. Nunca se hubiese imaginado que la cerveza podría generar tanta espuma cuando se la hacía explotar, seguro el niño genio tampoco sabía eso. Y hablando de Chimar, uno de sus lacayos se acercó para susurrarle que ya todo estaba listo.
-Dile al niño que haga volar todo y que nos veremos más tarde – Le dio algunas palmadas en la espalda antes de que se fuera. Era momento de emprender el regreso, o sino llegaría tarde a la reunión y sus compañeros se molestarían… Bueno, probablemente se enojarían de todos modos.
Sacó de su bolsillo tres pequeñas bombas, se las había sacado a Chimar cuando habían bajado del campanario. En un principio pensó en pedírselas, pero supuso que el niño genio era muy egoísta con sus experimentos y no iba a querer regalárselos.
Había visto el potencial que tenían esas cosas en dos oportunidades, la primera en la prueba para volver a entrar al gremio de ladrones, cuando lo atacaron las ratas gigantes. Y la segunda en la base bio cuando lanzo una justo en frente suyo para alejar a una mujer vampiro sumamente peligrosa. Tenía una idea bastante precisa de donde quería utilizarlas.
Luego del ataque de los vampiros, muchas tabernas habían cerrado sus puertas, los chupa sangre no bebían otro tipo de cosas, la mayoría de los humanos habían muerto, o habían escapado, o simplemente tenían miedo de salir por cualquier motivo que no fuera de suma urgencia. Pero aún quedaban varias vivas, y Matthew sabía que una de ellas ayudaba en secreto a gente de la guardia.
El estafador entro al lugar con una amplia sonrisa en el rostro. Adentro de la posada habían unos pocos “clientes”, otros tantos debían estar arriba durmiendo, todos se quedaron mirando al humano con gesto de sospecha.
-Cuantas caras largas ¿Acaso no es una noche hermosa? – Ni una risa del público acompaño al comentario, apenas y si se escuchó alguna tos por el fondo – De acuerdo, más gente aburrida supongo – Se acercó a la barra y pidió algo de beber, aunque apenas y si toco la cerveza - ¿Escucharon que hubo un incendio en una casa abandonada a pocas cuadras de aquí? – Se escucharon algunos carraspeos nerviosos – Aunque supongo que eso no tiene nada que ver con ustedes ¿No?
El estafador se había pasado de listo, los hombres se levantaron dispuestos a sacarle toda la información que tuviera de forma poco amable. Matthew dejó caer con disimulo dos de las bombas de Chimar detrás de la barra y luego tomo un trago de la cerveza que no era la misma que le había servido el tabernero.
Pronto donde hasta el momento había un humano sentado ahora había solo una rata, la cual se escabulló del lugar segundos antes de que las bombas explotaran haciendo que todo el alcohol volara por los aires.
Una vez afuera Matthew tuvo que apoyarse contra una pared, ya nuevamente en su forma humana, pues la risa no lo dejaba respirar. Nunca se hubiese imaginado que la cerveza podría generar tanta espuma cuando se la hacía explotar, seguro el niño genio tampoco sabía eso. Y hablando de Chimar, uno de sus lacayos se acercó para susurrarle que ya todo estaba listo.
-Dile al niño que haga volar todo y que nos veremos más tarde – Le dio algunas palmadas en la espalda antes de que se fuera. Era momento de emprender el regreso, o sino llegaría tarde a la reunión y sus compañeros se molestarían… Bueno, probablemente se enojarían de todos modos.
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Subrayado: Uso de objeto Master: Cerveza de MantequillaMatthew Owens
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Las cosas repetitivas suelen molestar a cualquier genio pero Chimar finaliza su tarea rápido y siente cierto alivio personal cuando sus lacayos vuelven con rostros sonrientes, como están completos es de suponer que terminaron sin sufrir bajas tontas.
Nada mal chicos, seguro son los más listos del gremio.
Dice a modo cumplido aunque no puede evitar soltar algo de ironía adjunta… es difícil para el ser agradable con los ayudantes. Una vez hizo llorar motas pero en esa oportunidad si se sintió bastante culpable, le enseño a preparar té helado como compensación.
El mensajero aparece dándole potestad al dicho de que las cosas buenas o malas vienen juntas, ya es tiempo de hacer volar la casa. Con un gesto “que debe repetir varias veces” ordena a todos iniciar los fuegos artificiales… una lástima que los participantes de la operación se mantendrán en anonimato pues seguro será la comidilla de la ciudad antes del avance real por Lunargenta.
Maquiavelo toma posición en su barril predilecto mientras silva, acto seguido enciende la mecha. Sale corriendo a una cobertura para no volar en pedazos y pronto las detonaciones coordinadas destrozan el silencio de la cloaca. Uno a uno los explosivos estallan logrando su trabajo con precisión milimétrica, aquellos cimientos se derrumban trayendo consigo todo lo que se levantó sobre ellos.
Nubes de polvo alimentadas por escombros nutridos inundan el compacto canal de residuos, toda visibilidad disminuye a cero. Chimar pronto se da cuenta de un detalle que no necesita mirar para entender, no hay ningún tintineo característico que indique la existencia de monedas.
Con intriga dicho genio sale de su protección y se encuentra con un montón de armas medio sepultadas por restos, en ese punto siente un odio visceral por la persona que lo invito al trabajo. Claramente no desistió de sus intentos anarquistas enfocándose en un objetivo táctico sin obedecer al consenso.
Mejor prepara la caja de pino Owens…
Mientras imagina cuantas cosas horrendas hacerle al adulto otro problema aparece, los escombros tienen sobrevivientes. Unos tres soldados magullados se levantan, más arriba otros efectivos armados aparecen e intentan entablar contacto con sus colegas caídos. El chico intelectual mete su mano derecha en la capa buscando una bomba hidráulica y…
Pero que… ¡¡Miserable Owens!!
Tal es su desagradable sorpresa que no modula el tono y atrae la atención del maltrecho grupito cercano, mala jugada. Obviamente le toman por un hostil por lo que desenfundan sus armas listas para atacar, luego de perder la estructura refugio parecen decididos a matar sin preguntar nada.
Sin vacilar el niño toma una botella de sustancia corrosiva y la revienta en el techo intermedio, rápidamente los ácidos ocasionan que la capa dura se disuelva permitiendo que sus sedimentos caigan. Es suficiente con decir que una nueva nube de polvo elimina cualquier atisbo de claridad recién formada, situación que el causante aprovecha para escapar.
“Si conozco a los ladrones como los conozco evacuaron antes de las explosiones… bien porque solo tengo una vida del gremio que tomar”
Nada mal chicos, seguro son los más listos del gremio.
Dice a modo cumplido aunque no puede evitar soltar algo de ironía adjunta… es difícil para el ser agradable con los ayudantes. Una vez hizo llorar motas pero en esa oportunidad si se sintió bastante culpable, le enseño a preparar té helado como compensación.
El mensajero aparece dándole potestad al dicho de que las cosas buenas o malas vienen juntas, ya es tiempo de hacer volar la casa. Con un gesto “que debe repetir varias veces” ordena a todos iniciar los fuegos artificiales… una lástima que los participantes de la operación se mantendrán en anonimato pues seguro será la comidilla de la ciudad antes del avance real por Lunargenta.
Maquiavelo toma posición en su barril predilecto mientras silva, acto seguido enciende la mecha. Sale corriendo a una cobertura para no volar en pedazos y pronto las detonaciones coordinadas destrozan el silencio de la cloaca. Uno a uno los explosivos estallan logrando su trabajo con precisión milimétrica, aquellos cimientos se derrumban trayendo consigo todo lo que se levantó sobre ellos.
Nubes de polvo alimentadas por escombros nutridos inundan el compacto canal de residuos, toda visibilidad disminuye a cero. Chimar pronto se da cuenta de un detalle que no necesita mirar para entender, no hay ningún tintineo característico que indique la existencia de monedas.
Con intriga dicho genio sale de su protección y se encuentra con un montón de armas medio sepultadas por restos, en ese punto siente un odio visceral por la persona que lo invito al trabajo. Claramente no desistió de sus intentos anarquistas enfocándose en un objetivo táctico sin obedecer al consenso.
Mejor prepara la caja de pino Owens…
Mientras imagina cuantas cosas horrendas hacerle al adulto otro problema aparece, los escombros tienen sobrevivientes. Unos tres soldados magullados se levantan, más arriba otros efectivos armados aparecen e intentan entablar contacto con sus colegas caídos. El chico intelectual mete su mano derecha en la capa buscando una bomba hidráulica y…
Pero que… ¡¡Miserable Owens!!
Tal es su desagradable sorpresa que no modula el tono y atrae la atención del maltrecho grupito cercano, mala jugada. Obviamente le toman por un hostil por lo que desenfundan sus armas listas para atacar, luego de perder la estructura refugio parecen decididos a matar sin preguntar nada.
Sin vacilar el niño toma una botella de sustancia corrosiva y la revienta en el techo intermedio, rápidamente los ácidos ocasionan que la capa dura se disuelva permitiendo que sus sedimentos caigan. Es suficiente con decir que una nueva nube de polvo elimina cualquier atisbo de claridad recién formada, situación que el causante aprovecha para escapar.
“Si conozco a los ladrones como los conozco evacuaron antes de las explosiones… bien porque solo tengo una vida del gremio que tomar”
Chimar usa su habilidad de Lvl 7 (Sustancia corrosiva)
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Cuando Zatch llegó al punto de encuentro no había nadie esperándolo. Gruñó, negó con la cabeza y se rascó la nuca, alzando la mirada al cielo mientras se preguntaba qué era más conveniente, si esperar allí o dar otra vuelta antes de regresar. Justo entonces una explosión a varias calles de distancia hizo que sus orejas se sacudieran y bastó olfatear el aire para intuir la columna de humo que se cernía a sus espaldas.
-¿Quién es el asesino aquí? -Pensó, esbozando una leve sonrisa. Él no había matado a nadie esa noche, al menos no con sus propias garras, mientras que el otro acababa de explotar un establecimiento entero. Rodó los ojos- La línea es más fina de lo que parece.
Si los otros seguían divirtiéndose, él no se quedaría ahí parado como un tonto. Extrajo el mapa facilitado por el humano adulto de su morral y lo desplegó para estudiarlo con interés. Estaba buscando el blanco más prometedor cuando notó cierta “equivocación”. Equivocación que de error no tenía nada. A juzgar por lo poco que conocía al moreno, no podía ser casualidad que hubiese confundido una armería con una habitación repleta de dinero. Se odió a sí mismo al saber que acababa de ser embaucado, él, un embaucador nato. ¡Sabía de un mocoso que debía estar cagándose en todos sus muertos en aquel instante!
Pronto se preguntó si la jugarreta había sido intencional y qué pasaba, entonces, con todo ese dinero. Intrigado, y temiendo que el moreno hubiese ideado todo aquello para fugarse él solo con el botín, apretó el paso para llegar cuanto antes a la cruz marcada en el mapa que verdaderamente se correspondía con el escondrijo del escaso tesoro que quedaba en Lunargenta.
Desde afuera, como todas las otras casuchas de la Guardia, no tentaría ni al más miserable ladrón; no parecía valer la pena meterse en ese lugar con ventanas tapiadas y el tejado medio cayéndose a pedazos. Pero, sabiendo lo que contenía, Zatch no dudó en agazaparse entre las sombras y saltar la cerca para acercarse a la entrada. Aunque el sitio parecía abandonado, sería iluso pensar que nadie estaba velando por él. Apoyó una de sus grandes orejas en la puerta y, por supuesto, no tardó en escuchar:
-¡Por Odín, mátame o me matará el aburrimiento!
-¡Shhh, baja la voz! ¡Se supone que aquí no hay nadie!
-No debería haberlo. Nadie viene aquí, Rudoph, nadie. Bien podríamos irnos y no pasaría nada.
-¿Y dejar lo poco que queda del tesoro de la ciudad solo? Sí, claro, Mikael, claro.
Zatch
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
El sonido de las explosiones fue como música para los oídos de Matthew, se quedó unos instantes en silencio, disfrutando del momento. El niño genio había cumplido con su tarea, lo cual quería decir que ya se había dado cuenta del engaño, y por lo mismo debía estar maldiciendo al estafador con todas sus fuerzas. Owens se sonrió y comenzó a caminar lentamente hacía el último de sus objetivos.
“En realidad no es como si los hubiese engañado, los puntos marcados en el mapa eran en su mayoría sitios con dinero, claro que depende de lo que uno considere dinero”, pensó el humano, encontrar una buena cantidad de armas y armaduras tampoco podía menospreciar con tanta soltura.
El lugar donde llego aún estaba cubierto por el polvo, medio destruido producto de las explosiones que había realizado Chimar en las alcantarillas. Matt observo durante algunos segundos como todos los guardias corrían desesperados de un lado a otro, no habían notado que el estafador los acechaba desde la oscuridad de un callejón, y cuando finalmente salió no se veía más como Matthew Owens, sino como teniente Charles Odem, de la guardia de Lunargenta.
-¿Qué está sucediendo aquí? – Dijo el teniente con toda la altanería y malhumor que el cargo ameritaba. Los hombres se quedaron paralizados, la confusión y el miedo era la mezcla perfecta para que nadie se preguntara qué hacía allí un oficial de alto rango, ni cómo podía ser que casualmente apareciera en ese preciso momento- Que alguien me explique qué sucede en este preciso momento o los mandare a picar piedras a las montañas del norte.
-Hubo una explosión, Señor, algunos de los nuestros ya están bajando para… -
-¿Y no se les ocurrió, montón de tontos, que podía ser una trampa de los vampiros? – Charles dijo cada palabra con la mandíbula muy apretada y con gesto de estar a un segundo de perder la paciencia.
-Pues… No señor, la cuestión es que…-
-Hubo otros tres disturbios a pocas cuadras de aquí, es evidente que se trata de un engaño, montón de tontos ¡Ahora corran!
-Pe-pero ¿A dónde? –
-Ay por todos los dioses… ¡Tu! - Señalo a uno al azar – Ve para la taberna, lleva a dos de tus compañeros, ustedes dos el otro escondite de la guardia. Tú, tú y tú revisen los demás sitios y tráiganme un informe completo a primera hora del día ¿Esta claro? Bien, muévanse, muévanse, muévanse, o los vampiros nos encontraran y nos harán parte de su desayuno.
-Sí señor, emmm, señor… ¿Es pinta labio lo que lleva en la mejilla?-
-¿Acaso un hombre no puede disfrutar de su tiempo libre? ¿Mmm? –
-Oh… ¡Oh! No señor, entiendo, no dije nada, me retiro –
Una vez que los guardias se hubiesen retirado Matthew hiso una seña y varios grupos de ladrones aparecieron en el lugar.
-Llévense todo lo que aún sirva de algo, y díganle a Gabret que es un regalo de parte mía y de Chimar para celebrar su libertad – Dicho eso regreso a su imagen original y desapareció para llegar lo más pronto posible al sitio de reunión.
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“En realidad no es como si los hubiese engañado, los puntos marcados en el mapa eran en su mayoría sitios con dinero, claro que depende de lo que uno considere dinero”, pensó el humano, encontrar una buena cantidad de armas y armaduras tampoco podía menospreciar con tanta soltura.
El lugar donde llego aún estaba cubierto por el polvo, medio destruido producto de las explosiones que había realizado Chimar en las alcantarillas. Matt observo durante algunos segundos como todos los guardias corrían desesperados de un lado a otro, no habían notado que el estafador los acechaba desde la oscuridad de un callejón, y cuando finalmente salió no se veía más como Matthew Owens, sino como teniente Charles Odem, de la guardia de Lunargenta.
-¿Qué está sucediendo aquí? – Dijo el teniente con toda la altanería y malhumor que el cargo ameritaba. Los hombres se quedaron paralizados, la confusión y el miedo era la mezcla perfecta para que nadie se preguntara qué hacía allí un oficial de alto rango, ni cómo podía ser que casualmente apareciera en ese preciso momento- Que alguien me explique qué sucede en este preciso momento o los mandare a picar piedras a las montañas del norte.
-Hubo una explosión, Señor, algunos de los nuestros ya están bajando para… -
-¿Y no se les ocurrió, montón de tontos, que podía ser una trampa de los vampiros? – Charles dijo cada palabra con la mandíbula muy apretada y con gesto de estar a un segundo de perder la paciencia.
-Pues… No señor, la cuestión es que…-
-Hubo otros tres disturbios a pocas cuadras de aquí, es evidente que se trata de un engaño, montón de tontos ¡Ahora corran!
-Pe-pero ¿A dónde? –
-Ay por todos los dioses… ¡Tu! - Señalo a uno al azar – Ve para la taberna, lleva a dos de tus compañeros, ustedes dos el otro escondite de la guardia. Tú, tú y tú revisen los demás sitios y tráiganme un informe completo a primera hora del día ¿Esta claro? Bien, muévanse, muévanse, muévanse, o los vampiros nos encontraran y nos harán parte de su desayuno.
-Sí señor, emmm, señor… ¿Es pinta labio lo que lleva en la mejilla?-
-¿Acaso un hombre no puede disfrutar de su tiempo libre? ¿Mmm? –
-Oh… ¡Oh! No señor, entiendo, no dije nada, me retiro –
Una vez que los guardias se hubiesen retirado Matthew hiso una seña y varios grupos de ladrones aparecieron en el lugar.
-Llévense todo lo que aún sirva de algo, y díganle a Gabret que es un regalo de parte mía y de Chimar para celebrar su libertad – Dicho eso regreso a su imagen original y desapareció para llegar lo más pronto posible al sitio de reunión.
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Matthew Owens
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Como un rayo Chimar avanza por las calles ahora bastante vivas gracias a las circunstancias, no se pueden demoler varios edificios en el centro sin causar conmoción. Se puede decir certeramente que el jodido vecindario ha vuelto a la vida.
Multitud de curiosos se reúnen afuera de los colapsos o corren de aquí para allá en un intento por propagar la noticia, también se pueden ver efectivos de la guardia haciendo gala de su incompetencia. Los vampiros siguen sin aparecer pero sin duda terminaran interviniendo tarde o temprano pues les conviene.
Consciente de todo esto el chico sigue corriendo al punto de reunión, por suerte nadie le busca y el camino transcurre sin contratiempos. Una cosa se le debe endosar al ladrón adulto, sabe como llevar a cabo sus planes… una lástima que tenga los minutos contados.
Extrañamente Maquiavelo llega de primero al sitio, no puede ver a sus dos “aliados” criminales. Sin vacilar toma posición en el rincón más oscuro pues planea darle una lección al estafador de cobre llamado Owens.
Mientras espera se imagina algún castigo equivalente al crimen, engaño de una persona superior en todo aspecto posible. Naturalmente la sanción a tal ofensa es la muerte aunque quizás sea necesaria una aproximación más discreta y terrible.
“Puede vivir sin una pierna o un brazo… quizás las dos cosas”
Maquiavelo es muy bueno pero no resulta prudente hacerlo molestar, como todo genio inventor sus pensamientos pueden ser usados para el mal también. Según dicen no existe peor acción que ganarse a un enano de enemigo y aquel concepto le cae como anillo al pequeño intelectual.
Por desgracia el daño está hecho, la guardia sufrirá un revés ahora y su reconquista resultará más difícil. Todo eso se traduce en un cumulo de trabajo agregado para Chimar quien tiene interés en que la batalla se decante por sus semejantes raciales.
“Tal vez perder un ojo sea mejor tormento, suelen ser muy útiles”
Es raro que Lazid haya aprobado una acción conjunta sin remuneración monetaria directa, suele valorar más el dinero que otra cosa. Una guardia débil le conviene pero nunca ha sido muy buen pensador, pedirle algo siempre esta limitado al dinero que puede generar… seguramente existe otra cosa que el niño desconoce.
“Mejor los dos ojos, se lo merece”
Odia que lo dejen fuera o peor aún, que lo involucren en algo con verdades a medias. Matthew es un estafador por lo que no debería resultar sorpresa aunque entre colegas debe existir cierta cortesía profesional, en resumidas cuentas nunca se las gastes a un ladrón si tu perteneces a ese fino estrato social.
Multitud de curiosos se reúnen afuera de los colapsos o corren de aquí para allá en un intento por propagar la noticia, también se pueden ver efectivos de la guardia haciendo gala de su incompetencia. Los vampiros siguen sin aparecer pero sin duda terminaran interviniendo tarde o temprano pues les conviene.
Consciente de todo esto el chico sigue corriendo al punto de reunión, por suerte nadie le busca y el camino transcurre sin contratiempos. Una cosa se le debe endosar al ladrón adulto, sabe como llevar a cabo sus planes… una lástima que tenga los minutos contados.
Extrañamente Maquiavelo llega de primero al sitio, no puede ver a sus dos “aliados” criminales. Sin vacilar toma posición en el rincón más oscuro pues planea darle una lección al estafador de cobre llamado Owens.
Mientras espera se imagina algún castigo equivalente al crimen, engaño de una persona superior en todo aspecto posible. Naturalmente la sanción a tal ofensa es la muerte aunque quizás sea necesaria una aproximación más discreta y terrible.
“Puede vivir sin una pierna o un brazo… quizás las dos cosas”
Maquiavelo es muy bueno pero no resulta prudente hacerlo molestar, como todo genio inventor sus pensamientos pueden ser usados para el mal también. Según dicen no existe peor acción que ganarse a un enano de enemigo y aquel concepto le cae como anillo al pequeño intelectual.
Por desgracia el daño está hecho, la guardia sufrirá un revés ahora y su reconquista resultará más difícil. Todo eso se traduce en un cumulo de trabajo agregado para Chimar quien tiene interés en que la batalla se decante por sus semejantes raciales.
“Tal vez perder un ojo sea mejor tormento, suelen ser muy útiles”
Es raro que Lazid haya aprobado una acción conjunta sin remuneración monetaria directa, suele valorar más el dinero que otra cosa. Una guardia débil le conviene pero nunca ha sido muy buen pensador, pedirle algo siempre esta limitado al dinero que puede generar… seguramente existe otra cosa que el niño desconoce.
“Mejor los dos ojos, se lo merece”
Odia que lo dejen fuera o peor aún, que lo involucren en algo con verdades a medias. Matthew es un estafador por lo que no debería resultar sorpresa aunque entre colegas debe existir cierta cortesía profesional, en resumidas cuentas nunca se las gastes a un ladrón si tu perteneces a ese fino estrato social.
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Allí, arropado por las sombras, Zatch cavilaba respecto a qué estrategia sería la más efectiva para dejar fuera de juego a aquellos dos guardias sin gastar más energía de la necesaria. No le gustaba enfrascarse en peleas complicadas porque sí; cuando se ensuciaba las manos lo hacía sólo por las recompensas, no porque tuviera un gusto especial por ver la sangre correr.
Eran dos contra uno. Podía intentar engañarlos, aunque uno de los guardias sonaba mayor y más prudente que el otro y probablemente sospechase de un hombre zorro que oh, qué casualidad, acababa de aparecer en una casucha donde supuestamente no había nada interesante que hacer. Por otro lado estaba la opción de tomar un rehén, o quizás lanzar una de sus granadas o, lo más fácil de todo, simplemente matarlos y así librarse de todo testigo. Estaba intentando decidirse cuando fue alertado por el sonido de varios pares de pasos a sus espaldas. ¿Quién demonios osaba interrumpir su asalto? Con las orejas echadas hacia atrás, se agazapó tanto como pudo para pasar desapercibido a un costado de la casucha, justo bajo una de sus ventanas.
Tres uniformados aporrearon la puerta con golpes que obviamente estaban en clave. “Toc – toc toc toc – toc”. Zatch rodó los ojos, ¿acaso podían ser más obvios? Presurosos, los que estaban adentro abrieron y, aunque no los vio, el zorro pudo imaginarse a la perfección cómo se llevaban las manos a la frente para saludar a sus superiores.
-¡Señor, sí señor!
-¿Cómo van las cosas por aquí? -Preguntó uno de los recién llegados. Sonaba impaciente.
-Todo despejado y en orden, señor. -Respondió Mikael con sonoro desgano.
-Perfecto. Debemos partir, necesitamos a todos los efectivos. Ha habido ataques dispersos en la ciudad.
-¿Y dejar esto sin vigilancia? -Cuestionó el otro entre susurros.
-Son órdenes del Teniente, los civiles nos necesitan. ¡Andando!
Así como llegaron se fueron, alejándose con pasos veloces y contundentes. Zatch pudo oír la lejana voz del que se llamaba Mikael diciéndole a su compañero en tono jocoso:
-Oooh, qué pena, pero bueno... ¿Qué se le va a hacer? ¡Órdenes son órdenes!
-Vaya... eso fue fácil. -Pensó. ¡Se había quedado solo! La incompetencia de la guardia no le sorprendía; eran tan imbéciles que, de no haber estado él allí, igualmente habrían llamado la atención de media ciudad con sus pisotones, sus portazos y esas voces militares que parecían incapaces de bajar el volumen al hablar.
Sonriente, el zorro se puso de pie y forzó fácilmente la cerradura para entrar campante a la casucha. Tardó poco en descubrir un par de cajas muy mal disimuladas, cubiertas por una manta y metidas bajo una mesa sobre la cual descansaba la baraja de cartas que los guardias estaban usando antes de partir. Bastó sacarlas de ahí y destaparlas para descubrir el tesoro en su interior: dos pequeños montones de aeros, probablemente las únicas reservas que habían rescatado del banco antes del golpe de los vampiros.
Se quitó la capa y la extendió en el suelo para poner sobre ella todas las monedas que cupiesen. Luego, cuidándose de no dejar ningún hueco, ató las mangas y la parte posterior para improvisar un abultado bolso que se echó al hombro. Con una sonrisa de oreja a oreja, salió del lugar tarareando una pegadiza cancioncilla y se dirigió, esta vez sí, al punto de encuentro.
Zatch
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
El estafador caminaba de muy buen humor por las calles, imaginaba que sus compañeros ya habían llegado, o que al menos deberían estar a punto de llegar “¿Qué tan molestos estarán? En escala del uno al diez probablemente sería un ocho o un nueve” pensaba Matt divertido mientras iba al sitio de reunión, lo cierto es que no se sentía culpable por lo que había hecho “Si me hubiese hecho caso, si no hubiesen insistido en ir solo por el dinero…” El humano no se veía a sí mismo como una mala persona, había hecho un intento por incluirlos en el plan y ellos lo habían rechazado.
La conclusión a la que llegaba Matt es que eran jóvenes y les faltaba visión, el dinero iba y venía, pero el conseguir renombre y armas, sumado a darle algún tipo de problema a las fuerzas del rey, era algo de un valor mucho mayor.
Subió lentamente los escalones que llevaban al campanario “¿Cómo van a hacerlo?”, pensaba el estafador mientras escuchaba como rechinaban las maderas de los peldaños “¿Una puñalada por la espalda?” ya solo quedaban unos pocos metros para llegar a la parte más alta “¿Intentaran empujarme para que caiga al vacío?” Sería un horrible final para una moderadamente buena historia, Matt esperaba que se esforzaran un poco más.
Finalmente llegó hasta lo alto del campanario, en el fondo Owens era un romántico, en su opinión el mejor modo de terminar la velada era estando en el mismo sitio donde lo habían planeado. Desde allí arriba podía verse toda la ciudad, no le costó mucho identificar el sitio en que habían explotado las bombas de Chimar, ni tampoco donde había detonado los barriles de cerveza, también parecían haber varios enfrentamientos en la calle, eso debía ser obra de Zatch.
Matthew respiro profundo, encantado de ver el hermoso caos que habían generado los tres juntos, ya solo con eso había valido la pena todo el esfuerzo, e incluso el que intentaran matarlo sus propios compañeros. El estafador esperaba que supieran valorar el que estuviera ahora allí dispuesto a plantar cara al asunto.
-Bien ¿Quién será? ¿Chimar o Zatch? – Dijo en voz alta, aún con la mirada perdida en el bello paisaje – Sé que seguramente ya han oído esto antes, y créanme que yo lo he dicho unos cientos de veces, pero esta vez es cierto – Carraspeo para aclararse la garganta y dijo – No te enfades, puedo explicarlo, de veras.
En un intento de generar confianza Matt dejó las manos donde pudieran verlas, para que no creyeran que esperaba con algún arma oculta o algo similar.
La conclusión a la que llegaba Matt es que eran jóvenes y les faltaba visión, el dinero iba y venía, pero el conseguir renombre y armas, sumado a darle algún tipo de problema a las fuerzas del rey, era algo de un valor mucho mayor.
Subió lentamente los escalones que llevaban al campanario “¿Cómo van a hacerlo?”, pensaba el estafador mientras escuchaba como rechinaban las maderas de los peldaños “¿Una puñalada por la espalda?” ya solo quedaban unos pocos metros para llegar a la parte más alta “¿Intentaran empujarme para que caiga al vacío?” Sería un horrible final para una moderadamente buena historia, Matt esperaba que se esforzaran un poco más.
Finalmente llegó hasta lo alto del campanario, en el fondo Owens era un romántico, en su opinión el mejor modo de terminar la velada era estando en el mismo sitio donde lo habían planeado. Desde allí arriba podía verse toda la ciudad, no le costó mucho identificar el sitio en que habían explotado las bombas de Chimar, ni tampoco donde había detonado los barriles de cerveza, también parecían haber varios enfrentamientos en la calle, eso debía ser obra de Zatch.
Matthew respiro profundo, encantado de ver el hermoso caos que habían generado los tres juntos, ya solo con eso había valido la pena todo el esfuerzo, e incluso el que intentaran matarlo sus propios compañeros. El estafador esperaba que supieran valorar el que estuviera ahora allí dispuesto a plantar cara al asunto.
-Bien ¿Quién será? ¿Chimar o Zatch? – Dijo en voz alta, aún con la mirada perdida en el bello paisaje – Sé que seguramente ya han oído esto antes, y créanme que yo lo he dicho unos cientos de veces, pero esta vez es cierto – Carraspeo para aclararse la garganta y dijo – No te enfades, puedo explicarlo, de veras.
En un intento de generar confianza Matt dejó las manos donde pudieran verlas, para que no creyeran que esperaba con algún arma oculta o algo similar.
Matthew Owens
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Una mueca perversa se forma en el rostro del enano cuando nota como su “colega” aparece, tiempo de divertirse. Luego de mucho meditarlo ya tiene el castigo perfecto para tan molesto hombre, uno que será recordado por bardos hasta el final de los tiempos.
Aprovechando la falta de prudencia que muestra el personaje al dar la espalda mientras admira el paisaje y suelta su monologo, Chimar selecciona sus virotes más pequeños. No le causará daño mortal pero si le dolerá bastante, cierto recordatorio de quien merece respeto.
Apunta saboreando cada instante y en el momento preciso dispara, vale destacar que alcanza al blanco. Atina el centro absoluto de la nalga derecha, un lugar que no le permitirá sentarse ni moverse bien por semanas.
En la oscuridad la sonrisa del enano se ensancha, siente una realización personal indescriptible. Es la primera vez que se desquita con potestad de una persona ya sea aliada o desconocida sin recurrir al combate letal.
Para finalizar toma una botellita de salsa picante que suele llevar para comidas afines y la hace rodar en dirección al desdichado hombre, es bien sabido que se le considera un remedio popular para daños similares aunque no tiene mucha efectividad real.
Creo que fue un virote perdido “finge sorpresa sin disipar su sonrisa” que lastima “mira con mucha malicia”
No puede negarlo, en este momento es un niñito muy feliz. Dormirá como un laurel esta noche y anotará la experiencia vivida en su diario con lujo de detalles… algunas personas se sienten bien al comerse un pan dulce, Chimar experimenta lo mismo cuando dispensa daño justamente merecido.
Ya solo falta Zatch, cuando llegue podrán dar por terminada su misión. Sin duda se sorprenderá bastante al ver como su empleador frijol salta de un lado a otro como cualquier pollo a punto de ser degollado, castigo merecido vale destacar.
El enano suspira al recordar su obra… la más trascendental. Solo puede esperar que la facción oficial se fortalezca y de ese modo logre conseguir una victoria, en caso contrario tendrá que intentar manipular los controles de la esfera para moverla de sitio otra vez.
“Una ciudad nueva no es una segunda opción tan terrible…”
Niega con la cabeza, debe ser optimista. Es casi seguro que Lunargenta sufrirá terribles daños pero su liberación tiene que ser efectiva, no queda de otra. Lo único claro es que muchas fuerzas pugnan en las distintas facciones, la batalla real promete ser digna de registro.
Aprovechando la falta de prudencia que muestra el personaje al dar la espalda mientras admira el paisaje y suelta su monologo, Chimar selecciona sus virotes más pequeños. No le causará daño mortal pero si le dolerá bastante, cierto recordatorio de quien merece respeto.
Apunta saboreando cada instante y en el momento preciso dispara, vale destacar que alcanza al blanco. Atina el centro absoluto de la nalga derecha, un lugar que no le permitirá sentarse ni moverse bien por semanas.
En la oscuridad la sonrisa del enano se ensancha, siente una realización personal indescriptible. Es la primera vez que se desquita con potestad de una persona ya sea aliada o desconocida sin recurrir al combate letal.
Para finalizar toma una botellita de salsa picante que suele llevar para comidas afines y la hace rodar en dirección al desdichado hombre, es bien sabido que se le considera un remedio popular para daños similares aunque no tiene mucha efectividad real.
Creo que fue un virote perdido “finge sorpresa sin disipar su sonrisa” que lastima “mira con mucha malicia”
No puede negarlo, en este momento es un niñito muy feliz. Dormirá como un laurel esta noche y anotará la experiencia vivida en su diario con lujo de detalles… algunas personas se sienten bien al comerse un pan dulce, Chimar experimenta lo mismo cuando dispensa daño justamente merecido.
Ya solo falta Zatch, cuando llegue podrán dar por terminada su misión. Sin duda se sorprenderá bastante al ver como su empleador frijol salta de un lado a otro como cualquier pollo a punto de ser degollado, castigo merecido vale destacar.
El enano suspira al recordar su obra… la más trascendental. Solo puede esperar que la facción oficial se fortalezca y de ese modo logre conseguir una victoria, en caso contrario tendrá que intentar manipular los controles de la esfera para moverla de sitio otra vez.
“Una ciudad nueva no es una segunda opción tan terrible…”
Niega con la cabeza, debe ser optimista. Es casi seguro que Lunargenta sufrirá terribles daños pero su liberación tiene que ser efectiva, no queda de otra. Lo único claro es que muchas fuerzas pugnan en las distintas facciones, la batalla real promete ser digna de registro.
- Off:
- Owens acepto recibir el daño, todo fue acordado por canales regulares.
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Para cuando Zatch llegó a lo alto del campanario, supo al oír las voces de sus compañeros que era el último en acudir. Había tenido que detenerse en cierto escondrijo secreto para esconder sus ganancias, pues no pensaba darle a los otros dos la oportunidad de que le pidieran repartir el botín. Si no se enteraban de que lo tenía, no habría ningún problema ¿no? Se encogió de hombros y se rascó la nuca mientras levantaba la trampilla con su mano libre... para encontrarse con una escena tan pintoresca que no pudo evitar romper en carcajadas apenas verla.
-¿¡Qué demonios te pasó!? ¡JA JA JA JA! -Terminó de subir sólo para caer sentado junto a la trampilla, llevándose una mano al estómago y golpeando con la otra el suelo, incapaz de dejar de reír. Era raro sacarle a Zatch carcajadas tan sinceras, ¡pero es que ver al humano con un virote ensartado en el trasero era una imagen invaluable!- ¡Oh, oh! ¡No me digan! -Respiró profundo y apretó la mandíbula para contener las risotadas por un segundo, mientras posaba la vista sobre el mocoso- ¿¡Has sido tú!? ¡JA! -Tosió y se limpió las lágrimas con el peludo antebrazo- ¡Me caes bien, niño!
Tardó unos cuantos segundos en calmarse, pero finalmente se tragó las risas para ponerse de pie, echarse el cabello hacia atrás y cruzarse de brazos. Aún sonriente, pero más tranquilo, observó al humano adulto y masculló con sorna:
-Te lo mereces. Debería unirme al chico y cortarte el pescuezo... -por un instante, dejó de sonreír y en sus ojos fulguró cierto brillo depredador- ...pero no lo haré. -agregó, recuperando el buen talante- Ha sido una noche divertida, al fin y al cabo. Y, mocoso, te ves inteligente, ¡deberías haberte dado cuenta del engaño!
Dicho esto, se dio la media vuelta y decidió regresar por donde había llegado. El trabajo estaba hecho y él ya tenía su premio; no esperaba nada más de esa velada. -Bueno, no hay nada más que hacer, ¿verdad? -sonrió- ¡Nos vemos! Si no mueren en la guerra, claro. -Sus grandes orejas fueron lo último en desaparecer tras la trampilla. Así, satisfecho con los sucesos y totalmente desinteresado respecto al futuro de aquellos dos y de la ciudad, se dirigió a recoger su botín antes de regresar a los bosques.
Zatch
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Re: [Guerra en Lunargenta]La guerra es el estado normal del hombre [Cerrado]
Pronto recibió la respuesta, y eso fue un virote directo en su nalga derecha, el estafador abrió mucho los ojos e inmediatamente llevo ambas manos a la herida para intentar sacar el proyectil. No tuvo vergüenza alguna en dejar escapar no uno sino muchos gritos y quejidos, y estuvo a muy poco de caerse por el borde del campanario, pero llego a agarrarse a tiempo de una de las estatuas.
Pronto las quejas y maldiciones se volvieron una risa.
-Jajajajaja, ay maldita sea, jajaja, lo admito jaja me lo merezco – Pudo escuchar las carcajadas de Zatch también ¡Por fin se reían! Ahora la noche de Matthew estaba completa – Jajaja, ay que mierda de herida, no podré sentarme normalmente en semanas.
El estafador apoyo la frente contra uno de los pilares, apretó los dientes y con mucho esfuerzo se quitó el virote, lo miro con atención por si hubiesen usado veneno, pero parecía ser un proyectil común. Satisfecho, lo tiro al vacío y continuó hablando.
-Pero todos conseguimos algo esta noche, algunos más, algunos menos…. Maldita, maldita, maldita sea esto duele como el demonio – El discurso se vio interrumpido por una nueva oleada de dolor – En todo caso, me alegra haberlos elegido, cumplieron con mis expectativas.
Con una mano sobre el trasero saludo a Zatch mientras se iba.
-Gracias por venir, intenta no morir también – No podía articular nada más elaborado, Owens se daba cuenta que la pérdida de sangre era bastante seria, tendría que buscar a algún médico que atendiera por la noche – Creo que será mejor que yo también me vaya… Wooo, bajar esas largas escaleras con este dolor en la nalga será toda una nueva experiencia…
Lentamente, maldiciendo en cada escalón, Matthew fue bajando del campanario, podía sentir la cálida sangre bajando por su pierna. Pero así y todo no se arrepentía de las elecciones que había hecho esa noche y seguía considerando a Chimar y a Zatch como posibles compañeros en un futuro. “Eso siempre y cuando sobrevivíamos, claro”
Ahora era cuestión de esperar.
Pronto las quejas y maldiciones se volvieron una risa.
-Jajajajaja, ay maldita sea, jajaja, lo admito jaja me lo merezco – Pudo escuchar las carcajadas de Zatch también ¡Por fin se reían! Ahora la noche de Matthew estaba completa – Jajaja, ay que mierda de herida, no podré sentarme normalmente en semanas.
El estafador apoyo la frente contra uno de los pilares, apretó los dientes y con mucho esfuerzo se quitó el virote, lo miro con atención por si hubiesen usado veneno, pero parecía ser un proyectil común. Satisfecho, lo tiro al vacío y continuó hablando.
-Pero todos conseguimos algo esta noche, algunos más, algunos menos…. Maldita, maldita, maldita sea esto duele como el demonio – El discurso se vio interrumpido por una nueva oleada de dolor – En todo caso, me alegra haberlos elegido, cumplieron con mis expectativas.
Con una mano sobre el trasero saludo a Zatch mientras se iba.
-Gracias por venir, intenta no morir también – No podía articular nada más elaborado, Owens se daba cuenta que la pérdida de sangre era bastante seria, tendría que buscar a algún médico que atendiera por la noche – Creo que será mejor que yo también me vaya… Wooo, bajar esas largas escaleras con este dolor en la nalga será toda una nueva experiencia…
Lentamente, maldiciendo en cada escalón, Matthew fue bajando del campanario, podía sentir la cálida sangre bajando por su pierna. Pero así y todo no se arrepentía de las elecciones que había hecho esa noche y seguía considerando a Chimar y a Zatch como posibles compañeros en un futuro. “Eso siempre y cuando sobrevivíamos, claro”
Ahora era cuestión de esperar.
- FDI:
- Agradezco a Zatch y Chimar por haberse anotado para este tema. Me divertí muchísimo! ^^
Matthew Owens
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