Dios los cría y el diablo los junta [Privado]
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Dios los cría y el diablo los junta [Privado]
La noche acababa de caer sobre aquella plaza de Lunargenta, y aunque las tiendas habían cerrado sus puertas, las terrazas de bares y restaurantes apenas comenzaban a llenarse. Había sido una tarde cálida, y parecía que la noche no iba a ser menos. El ambiente anunciaba una apacible velada de primavera.
Mientras la plaza se llenaba, Taliesin permanecía inmóvil en una de sus esquinas. Su postura denotaba cierta incomodidad, y cada pocos segundos miraba a su alrededor, como si esperara a alguien pero no supiera desde dónde iba a llegar. En la mano sujetaba un libro cuya cubierta era de un color amarillo canario muy evidente, y a cada gesto que hacía siempre procuraba mantenerlo a la vista. Después de todo, aquella era la seña que había acordado con un intermediario para ser reconocido por... bueno, no sabía exactamente por quién. Sólo sabía que era una mujer, y que sería ella la que le hablaría, si le parecía conveniente, en aquella plaza una hora después de caer la noche. Taliesin no llevaba más de veinte minutos esperando, pero ya comenzaba a temer que nadie aparecería y que estaría allí durante horas para nada.
Y en tal caso, ¿qué haría con la información que tenía? ¡Absolutamente nada! Necesitaba a un verdadero profesional, y había tardado dos semanas en localizar a alguien que le había puesto en contacto con otro experto de los bajos fondos, quien le había hablado de una mujer capaz de colarse en cualquier lugar... si es que le interesaba lo que Taliesin tenía que ofrecer.
Y el vampiro estaba seguro de que su información le interesaría. Lo único que le preocupaba era que la forma en la que había conseguido la información parecía poco fiable... Era complicado explicar que, al beber la sangre de un hombre, había recibido una potente serie de imágenes, junto con las cuales supo de la exacta localización de un cuaderno que explicaba dónde se guardaba un alijo de Miel de Argaiv. El corazón se le aceleraba sólo con pensar en aquello. No sólo se trataba de una de las drogas de moda entre los altos círculos, sino también una de las más raras, lo cuál la había también una de las más caras. Un alijo, por pequeño que fuera, representaría una fortuna.
Quizás había sido poco precavido por su parte revelar tanto, pero todo eso le había indicado al intermediario: la naturaleza del objetivo, que un cuaderno revelaría su localización exacta. Lo único que no había explicado era cómo había conseguido la información, y esperaba no tener que hacerlo. Expectante, nervioso por treinta razones, abrazó el libro amarillo al cruzar los brazos sobre su pecho. Pocas veces la fortuna había puesto una oportunidad como aquella ante él; y el que su vida cambiara para siempre dependía casi totalmente de la persona a la que, esperaba, pronto conocería.
Mientras la plaza se llenaba, Taliesin permanecía inmóvil en una de sus esquinas. Su postura denotaba cierta incomodidad, y cada pocos segundos miraba a su alrededor, como si esperara a alguien pero no supiera desde dónde iba a llegar. En la mano sujetaba un libro cuya cubierta era de un color amarillo canario muy evidente, y a cada gesto que hacía siempre procuraba mantenerlo a la vista. Después de todo, aquella era la seña que había acordado con un intermediario para ser reconocido por... bueno, no sabía exactamente por quién. Sólo sabía que era una mujer, y que sería ella la que le hablaría, si le parecía conveniente, en aquella plaza una hora después de caer la noche. Taliesin no llevaba más de veinte minutos esperando, pero ya comenzaba a temer que nadie aparecería y que estaría allí durante horas para nada.
Y en tal caso, ¿qué haría con la información que tenía? ¡Absolutamente nada! Necesitaba a un verdadero profesional, y había tardado dos semanas en localizar a alguien que le había puesto en contacto con otro experto de los bajos fondos, quien le había hablado de una mujer capaz de colarse en cualquier lugar... si es que le interesaba lo que Taliesin tenía que ofrecer.
Y el vampiro estaba seguro de que su información le interesaría. Lo único que le preocupaba era que la forma en la que había conseguido la información parecía poco fiable... Era complicado explicar que, al beber la sangre de un hombre, había recibido una potente serie de imágenes, junto con las cuales supo de la exacta localización de un cuaderno que explicaba dónde se guardaba un alijo de Miel de Argaiv. El corazón se le aceleraba sólo con pensar en aquello. No sólo se trataba de una de las drogas de moda entre los altos círculos, sino también una de las más raras, lo cuál la había también una de las más caras. Un alijo, por pequeño que fuera, representaría una fortuna.
Quizás había sido poco precavido por su parte revelar tanto, pero todo eso le había indicado al intermediario: la naturaleza del objetivo, que un cuaderno revelaría su localización exacta. Lo único que no había explicado era cómo había conseguido la información, y esperaba no tener que hacerlo. Expectante, nervioso por treinta razones, abrazó el libro amarillo al cruzar los brazos sobre su pecho. Pocas veces la fortuna había puesto una oportunidad como aquella ante él; y el que su vida cambiara para siempre dependía casi totalmente de la persona a la que, esperaba, pronto conocería.
Taliesin Skatha
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Re: Dios los cría y el diablo los junta [Privado]
Era una linda noche de primavera, una verdadera maravilla después de un invierno inusualmente largo. Una noche para disfrutarla, olvidando la pasada epidemia y la presente invasión de vampiros. Una noche para la conquista y el amor o, simplemente, para dar un paseo.
Pero ni la conquista ni el amor ni, mucho menos, dar un simple paseo me tenían transitando por las calles de Lunargenta. Mi salida tenía un objetivo muy concreto, aunque en lo exterior no me diferenciaba en nada – ni siquiera en el atuendo, de aquellas personas que comenzaban a llenar plazas, bares y restaurantes.
Uno de mis contactos me había hecho llegar cierta información que un conocido suyo le había proporcionado acerca de un hombre que necesitaba a alguien para hacer un trabajo muy especial. Se trataba de robar un cuaderno que daba las indicaciones de como encontrar un alijo de Miel de Argaiv, ni más ni menos, un verdadero tesoro.
El desconocido no había dado su nombre, pero, para mi gusto, había dado demasiada información; ahora, los dos contactos previos querrían una tajada del botín, a modo de comisión por haber hecho el contacto. Sin tener claro si el desconocido aquél era un novato en estas lides o sólo se trataba de un imbécil, estuve a punto de dar una respuesta negativa, pero… se trataba de un alijo de Mel de Argaiv….
No perdía nada con concertar una cita y hablar directamente con el hombre sin nombre. Si lo que contaba era cierto y no una mera fantasía – porque, ¿dónde y cómo había obtenido una información así? - ya me las arreglaría para desembarazarme de los intermediarios si se ponían demasiado molestos. Si el tipo era un novato, podía enseñarle algunas cosas; si era un imbécil… bueno, no podría desimbecilizarlo, pero seguro que encontraba alguna solución.
Una vez llegada a la plaza que había escogido para nuestro encuentro, di un lento paseo buscando al hombre en cuestión y, a decir verdad, no me costó mucho encontrarlo. Un hombre fornido, de barba y cabellos castaños y vestido con elegancia, sosteniendo un libro amarillo canario y bastante nervioso, aferrado al libro como si este estuviera sosteniéndolo para no caerse.
Sin prisa me acerqué a él y me detuve justo frente a él.
- Buenas noches- saludé- Creo que me espera.
Pero ni la conquista ni el amor ni, mucho menos, dar un simple paseo me tenían transitando por las calles de Lunargenta. Mi salida tenía un objetivo muy concreto, aunque en lo exterior no me diferenciaba en nada – ni siquiera en el atuendo, de aquellas personas que comenzaban a llenar plazas, bares y restaurantes.
Uno de mis contactos me había hecho llegar cierta información que un conocido suyo le había proporcionado acerca de un hombre que necesitaba a alguien para hacer un trabajo muy especial. Se trataba de robar un cuaderno que daba las indicaciones de como encontrar un alijo de Miel de Argaiv, ni más ni menos, un verdadero tesoro.
El desconocido no había dado su nombre, pero, para mi gusto, había dado demasiada información; ahora, los dos contactos previos querrían una tajada del botín, a modo de comisión por haber hecho el contacto. Sin tener claro si el desconocido aquél era un novato en estas lides o sólo se trataba de un imbécil, estuve a punto de dar una respuesta negativa, pero… se trataba de un alijo de Mel de Argaiv….
No perdía nada con concertar una cita y hablar directamente con el hombre sin nombre. Si lo que contaba era cierto y no una mera fantasía – porque, ¿dónde y cómo había obtenido una información así? - ya me las arreglaría para desembarazarme de los intermediarios si se ponían demasiado molestos. Si el tipo era un novato, podía enseñarle algunas cosas; si era un imbécil… bueno, no podría desimbecilizarlo, pero seguro que encontraba alguna solución.
Una vez llegada a la plaza que había escogido para nuestro encuentro, di un lento paseo buscando al hombre en cuestión y, a decir verdad, no me costó mucho encontrarlo. Un hombre fornido, de barba y cabellos castaños y vestido con elegancia, sosteniendo un libro amarillo canario y bastante nervioso, aferrado al libro como si este estuviera sosteniéndolo para no caerse.
Sin prisa me acerqué a él y me detuve justo frente a él.
- Buenas noches- saludé- Creo que me espera.
- Atuendo de la gata:
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Angélique Beauchat
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Re: Dios los cría y el diablo los junta [Privado]
Tras un rato de espera, una mujer se interpuso entre Taliesin y la vista de la plaza, y al vampiro se le paró el corazón por un largo segundo. La cara de susto se quedó allí, pegada a su rostro, durante un poco más de lo que el hombre habría deseado, y después se convirtió en una gran sonrisa.
- Ah, ¡qué gusto verla, señorita!
La mujer no aparentaba nada similar a lo que Taliesin podría haberse esperado: había imaginado una mujer pequeña, menuda, bien oculta dentro de unas ropas negras y simples; un tópico andante, en fin. Sin embargo lo que veía era, para empezar, una mujer-gato, vestida con elegancia, que aparentaba estar dando un paseo agradable por gusto en aquella velada, como si no tuviera la más mínima preocupación. Jamás habría sospechado que se trataba de una ladrona, pero no le quedaba duda de que era ella. Se humedeció los labios con algo de nerviosismo y finalmente se decidió por una leve reverencia.
- Es una noche agradable, ¿quiere dar un paseo conmigo? Creo que tenemos bastante de lo que hablar.
Se dio cuenta de que el libro amarillo ya no le hacía ninguna falta y lo pasó de una mano a otra sin saber muy bien dónde dejarlo. Finalmente lo colocó debajo de un brazo y le ofreció el otro a la mujer para comenzar el paseo.
- Nuestro amigo común le habrá hablado de mí, imagino, y de lo que tengo que ofrecer. Y si está aquí es porque le interesa o porque al menos tiene curiosidad, ¿cierto? Pero antes de nada, ¿cómo debería llamarla?
- Ah, ¡qué gusto verla, señorita!
La mujer no aparentaba nada similar a lo que Taliesin podría haberse esperado: había imaginado una mujer pequeña, menuda, bien oculta dentro de unas ropas negras y simples; un tópico andante, en fin. Sin embargo lo que veía era, para empezar, una mujer-gato, vestida con elegancia, que aparentaba estar dando un paseo agradable por gusto en aquella velada, como si no tuviera la más mínima preocupación. Jamás habría sospechado que se trataba de una ladrona, pero no le quedaba duda de que era ella. Se humedeció los labios con algo de nerviosismo y finalmente se decidió por una leve reverencia.
- Es una noche agradable, ¿quiere dar un paseo conmigo? Creo que tenemos bastante de lo que hablar.
Se dio cuenta de que el libro amarillo ya no le hacía ninguna falta y lo pasó de una mano a otra sin saber muy bien dónde dejarlo. Finalmente lo colocó debajo de un brazo y le ofreció el otro a la mujer para comenzar el paseo.
- Nuestro amigo común le habrá hablado de mí, imagino, y de lo que tengo que ofrecer. Y si está aquí es porque le interesa o porque al menos tiene curiosidad, ¿cierto? Pero antes de nada, ¿cómo debería llamarla?
Taliesin Skatha
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Re: Dios los cría y el diablo los junta [Privado]
Más que asustado, el tipo parecía aterrado. Resultaba bastante patético, a decir verdad, ver a un hombre fuerte y de buena estampa como él, quedarse paralizado ante mi visión como si yo fuera una gárgola o algo similar…. que esa parálisis no era un estado de arrobamiento ante mi elegancia y belleza, era algo que me quedaba bastante claro.
El tipo era un neófito y uno muy poco dueño de sus nervios al parecer. Estaba a punto de darme la vuelta y volver sobre mis pasos cuando el hombre salió de su marasmo y me obsequió una gran sonrisa.
Que le daba gusto verme era algo que daba por sentado, no en vano estaba parado allí esperándome, aunque creo que le hubiera gustado verme, aunque no estuviera concertada aquella cita a ciegas. No contesté a un comentario tan obvio, pero respondí con una elegante venia a la reverencia que me hizo; me gustan los hombres educados.
- Hablar dando un paseo me resultará muy agradable – contesté aceptando su invitación.
La torpeza con que se estaba manejando, me hacía dudar de entrada sobre la conveniencia de asociarme con él, ya que podía ocasionarme muchos problemas si no sabía comportarse adecuadamente; por otra parte, esa misma torpeza podía hacerlo más manipulable, lo que podía llegar a ser muy conveniente para mí. Una moneda siempre tiene dos caras, cuando la tiras nunca sabes lo que te va a salir, pero el posible botín valía la pena correr el riesgo. Además, un paseo del brazo de un hombre elegante siempre es grato y nada perdía con escuchar.
- Sin duda, siento mucha curiosidad – dije, caminando tomada de su brazo, un poquito más pegada a él de lo que era estrictamente necesario - Y si la información es fidedigna, estaré muy interesada – agregué- Puede llamarme Ángel ¿Cómo debo llamarlo a usted?
El tipo era un neófito y uno muy poco dueño de sus nervios al parecer. Estaba a punto de darme la vuelta y volver sobre mis pasos cuando el hombre salió de su marasmo y me obsequió una gran sonrisa.
Que le daba gusto verme era algo que daba por sentado, no en vano estaba parado allí esperándome, aunque creo que le hubiera gustado verme, aunque no estuviera concertada aquella cita a ciegas. No contesté a un comentario tan obvio, pero respondí con una elegante venia a la reverencia que me hizo; me gustan los hombres educados.
- Hablar dando un paseo me resultará muy agradable – contesté aceptando su invitación.
La torpeza con que se estaba manejando, me hacía dudar de entrada sobre la conveniencia de asociarme con él, ya que podía ocasionarme muchos problemas si no sabía comportarse adecuadamente; por otra parte, esa misma torpeza podía hacerlo más manipulable, lo que podía llegar a ser muy conveniente para mí. Una moneda siempre tiene dos caras, cuando la tiras nunca sabes lo que te va a salir, pero el posible botín valía la pena correr el riesgo. Además, un paseo del brazo de un hombre elegante siempre es grato y nada perdía con escuchar.
- Sin duda, siento mucha curiosidad – dije, caminando tomada de su brazo, un poquito más pegada a él de lo que era estrictamente necesario - Y si la información es fidedigna, estaré muy interesada – agregué- Puede llamarme Ángel ¿Cómo debo llamarlo a usted?
Angélique Beauchat
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Re: Dios los cría y el diablo los junta [Privado]
Taliesin estaba tan feliz de que aquella ladrona profesional hubiera acudido a la cita (y, realmente, orgulloso de si mismo por haber conseguido contactar con ella, sin ser en absoluto consciente de los errores que había cometido en el camino), que no pudo darse cuenta de que estaba causando una primera impresión muy lejana de la que le hubiera gustado. Por supuesto que debería haberse mostrado fuerte, seguro y tan paranoico como lo era con su condición de vampiro, pero en su lugar estaba alegre, emocionado e ignorante.
- ¡Ángel! Un nombre muy apropiado - dijo de corazón, de nuevo demostrando su dependencia hacia la ladrona en lugar de ocultarla -. Puede llamarme Elphin.
Se dio cuenta de que Ángel caminaba un poquito más pegada a él de lo que era necesario. Se preguntó si aquello era una forma de pasar inadvertido al pretender ser una pareja en una cita real, pero de una forma u otra le complació aquel detalle. Se trataba de una mujer bonita, exótica e interesante a todas luces, con lo que pasear con ella siempre sería un gusto fueran cuales fueran las circunstancias. Tras darse cuenta de aquello acomodó su brazo con mayor seguridad y se infló un poco como un pavo real, como si realmente estuviera pretendiendo a aquella joven y disuadiendo a posibles competidores, indicando con su gesto que aquella mujer ya estaba tomada.
- Bien, me alegro de escuchar de su interés. Y sepa que no es infundado. He visto ese cuaderno con mis propios ojos. El proprietario no tiene idea de lo que sé y no tiene ningún motivo para cambiarlo de lugar. Sin embargo... admito que hay varias incógnitas en el proceso. No sé cuántos botes de miel habrá en la despensa - dijo, hablando de la droga como si se tratara de un ingrediente normal -, y por supuesto el lugar en el que se encuentra la misma y cuántos cocineros la guardan es algo que tampoco sé aún... A pesar de todo, confío en que se ve a la altura de algo así. Viene usted con buenas referencias.
- ¡Ángel! Un nombre muy apropiado - dijo de corazón, de nuevo demostrando su dependencia hacia la ladrona en lugar de ocultarla -. Puede llamarme Elphin.
Se dio cuenta de que Ángel caminaba un poquito más pegada a él de lo que era necesario. Se preguntó si aquello era una forma de pasar inadvertido al pretender ser una pareja en una cita real, pero de una forma u otra le complació aquel detalle. Se trataba de una mujer bonita, exótica e interesante a todas luces, con lo que pasear con ella siempre sería un gusto fueran cuales fueran las circunstancias. Tras darse cuenta de aquello acomodó su brazo con mayor seguridad y se infló un poco como un pavo real, como si realmente estuviera pretendiendo a aquella joven y disuadiendo a posibles competidores, indicando con su gesto que aquella mujer ya estaba tomada.
- Bien, me alegro de escuchar de su interés. Y sepa que no es infundado. He visto ese cuaderno con mis propios ojos. El proprietario no tiene idea de lo que sé y no tiene ningún motivo para cambiarlo de lugar. Sin embargo... admito que hay varias incógnitas en el proceso. No sé cuántos botes de miel habrá en la despensa - dijo, hablando de la droga como si se tratara de un ingrediente normal -, y por supuesto el lugar en el que se encuentra la misma y cuántos cocineros la guardan es algo que tampoco sé aún... A pesar de todo, confío en que se ve a la altura de algo así. Viene usted con buenas referencias.
Taliesin Skatha
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Re: Dios los cría y el diablo los junta [Privado]
La sinceridad con que respondió cuando le dije mi nombre me arrancó una sonrisa. El tipo parecía encantado conmigo y ¿por qué no iba a estarlo? Seguramente no acostumbraba a tratar mujeres como yo. Si continuaba encantándolo iba a resultar muy fácil manejarlo.
- Es usted muy galante, señor Elphin- dije, sonriéndole y notando como mostraba mayor seguridad a medida que avanzábamos en nuestro paseo.
Para todos los que nos vieran éramos una pareja de enamorados disfrutando de la velada y resultaba muy conveniente que así fuera. Que alguien llegara a sospechar que éramos un par de ladrones tramando un robo no iba a ayudar en nada al logro del objetivo; pensándolo bien que Elphin se hubiera mostrado tan nervioso al encontrarnos ayudaba a crear la ilusión de una cita romántica, aunque dudaba que él hubiera planeado dicho efecto.
- Por supuesto que estoy a la altura del trabajo- declaré con orgullo, algo molesta por la duda que implicaban sus últimas palabras - Posiblemente el mismo cuaderno nos proporcione toda la información, al menos nos dirá el lugar donde está la despensa. Si no dice nada sobre el número de cocineros, será cuestión de vigilar el lugar durante un tiempo. Y en cuanto al número de botes, siquiera uno valdría la pena el esfuerzo.
Obviamente, el robo del cuaderno era sólo el primer paso y, quizás, fuera el más fácil. Si el propietario ignoraba que alguien más sabía de su existencia, no tendría más medidas de seguridad que ocultarlo en algún lugar. El segundo paso, robar la miel, requeriría de un plan más elaborado si había guardias cuidándola. ¿Habría pensado mi acompañante en como realizar el tercer paso: vender el botín? Esperaba que no o que, si lo había hecho, no tuviera los contactos suficientes como para llevarlo a cabo; prefería ser yo quien se encargara de la venta.
- Me gustaría continuar la charla tomado algo – manifesté – Hay dos preguntas básicas que debo hacerle: ¿cómo piensa recompensar mis servicios? Y ¿dónde está el cuaderno?
- Es usted muy galante, señor Elphin- dije, sonriéndole y notando como mostraba mayor seguridad a medida que avanzábamos en nuestro paseo.
Para todos los que nos vieran éramos una pareja de enamorados disfrutando de la velada y resultaba muy conveniente que así fuera. Que alguien llegara a sospechar que éramos un par de ladrones tramando un robo no iba a ayudar en nada al logro del objetivo; pensándolo bien que Elphin se hubiera mostrado tan nervioso al encontrarnos ayudaba a crear la ilusión de una cita romántica, aunque dudaba que él hubiera planeado dicho efecto.
- Por supuesto que estoy a la altura del trabajo- declaré con orgullo, algo molesta por la duda que implicaban sus últimas palabras - Posiblemente el mismo cuaderno nos proporcione toda la información, al menos nos dirá el lugar donde está la despensa. Si no dice nada sobre el número de cocineros, será cuestión de vigilar el lugar durante un tiempo. Y en cuanto al número de botes, siquiera uno valdría la pena el esfuerzo.
Obviamente, el robo del cuaderno era sólo el primer paso y, quizás, fuera el más fácil. Si el propietario ignoraba que alguien más sabía de su existencia, no tendría más medidas de seguridad que ocultarlo en algún lugar. El segundo paso, robar la miel, requeriría de un plan más elaborado si había guardias cuidándola. ¿Habría pensado mi acompañante en como realizar el tercer paso: vender el botín? Esperaba que no o que, si lo había hecho, no tuviera los contactos suficientes como para llevarlo a cabo; prefería ser yo quien se encargara de la venta.
- Me gustaría continuar la charla tomado algo – manifesté – Hay dos preguntas básicas que debo hacerle: ¿cómo piensa recompensar mis servicios? Y ¿dónde está el cuaderno?
Angélique Beauchat
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Re: Dios los cría y el diablo los junta [Privado]
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