[Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
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[Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
-¿Cual es la situación?- pregunté. No era la primera vez que me avisaban para un trabajo con poco tiempo de antelación. Normalmente cobraba, por supuesto. Pero en este caso... ayudar a los pueblos de las arenas me interesaba. Además, siendo Irirgo, me era casi imposible negarme.
Así que ahí estaba. A las afueras de Roilkat, en mitad de la noche, hablando con una figura encapuchada con capa negra. No es que pasara demasiado desapercibido, pero era difícil de ver. Me crucé de brazos. El veterano tomó aire y comenzó a hablar.
-El ejercito de Lunargenta ha estado enviando gente para reconocer la zona. Hacerse una idea de como está todo con los vampiros. Puntos fuertes, cantidad, posibles ventajas que aprovechar... esto ha estado ocurriendo durante meses.- explicó. -Pero recientemente, esa información ha quedado comprometida. Alguien ha estado vendiendo información sobre la ruta que suelen tomar.-
El dragón empezó a caminar. Le seguí. Parecía inquieto.
-El hacernos con esa información nos daría una gran ventaja para saber donde atacar. Pero... no somos los únicos que sabemos eso. Es muy probable que otros...- El hombre carraspeó. -...grupos, también vayan a ir a por él.- Irirgo sacó un mapa de las afueras y lo iluminó con su farolillo. Una linea cruzaba el mapa de la peninsula. Si eso era la ruta... su destino era Vulwulfar.
-Vale, entonces... le intercepto y le "convenzo" de que me de la información. Fácil.- sonreí. Nada que no pudiese resolver rápidamente.
-El ejercito de Siegfried no es nuestro enemigo en esta guerra.- me detuvo. -Estamos en el mismo bando, más o menos. Pero... haz lo que haga falta.-
Chasqueé la lengua. Por atractiva que me pareciese la idea de perjudicar al "rey", el rostro de Irirgo dejaba claro que no estaba bromeando.
-Haré lo que pueda. ¿Cuanto tiempo tengo?- pregunté.
-Ha salido de Lunargenta hace unas horas. Dependiendo de donde lo interceptes... alrededor de un día. Lo más probable es que vaya a caballo. Y... una cosa más. He ofrecido una recompensa, para tener más gente de nuestro lado. En cualquier caso, es probable que nos traigan lo que queremos, pero... si quien lo intercepta es un vampiro, o...- alcé la mano, interrumpiendo al dragón. Sabía lo que quería decir.
Emprendí el camino hacia Lunargenta. Debido a que el explorador iba en mi dirección antes de dirigirse a Vulwulfar, no necesitaba ir con demasiada prisa... pero tenía que mantenerme alerta. La ruta no decía donde iba a detenerse o si lo iba a hacer en absoluto.
Si algo salía mal, tendría que actuar deprisa.
Así que ahí estaba. A las afueras de Roilkat, en mitad de la noche, hablando con una figura encapuchada con capa negra. No es que pasara demasiado desapercibido, pero era difícil de ver. Me crucé de brazos. El veterano tomó aire y comenzó a hablar.
-El ejercito de Lunargenta ha estado enviando gente para reconocer la zona. Hacerse una idea de como está todo con los vampiros. Puntos fuertes, cantidad, posibles ventajas que aprovechar... esto ha estado ocurriendo durante meses.- explicó. -Pero recientemente, esa información ha quedado comprometida. Alguien ha estado vendiendo información sobre la ruta que suelen tomar.-
El dragón empezó a caminar. Le seguí. Parecía inquieto.
-El hacernos con esa información nos daría una gran ventaja para saber donde atacar. Pero... no somos los únicos que sabemos eso. Es muy probable que otros...- El hombre carraspeó. -...grupos, también vayan a ir a por él.- Irirgo sacó un mapa de las afueras y lo iluminó con su farolillo. Una linea cruzaba el mapa de la peninsula. Si eso era la ruta... su destino era Vulwulfar.
-Vale, entonces... le intercepto y le "convenzo" de que me de la información. Fácil.- sonreí. Nada que no pudiese resolver rápidamente.
-El ejercito de Siegfried no es nuestro enemigo en esta guerra.- me detuvo. -Estamos en el mismo bando, más o menos. Pero... haz lo que haga falta.-
Chasqueé la lengua. Por atractiva que me pareciese la idea de perjudicar al "rey", el rostro de Irirgo dejaba claro que no estaba bromeando.
-Haré lo que pueda. ¿Cuanto tiempo tengo?- pregunté.
-Ha salido de Lunargenta hace unas horas. Dependiendo de donde lo interceptes... alrededor de un día. Lo más probable es que vaya a caballo. Y... una cosa más. He ofrecido una recompensa, para tener más gente de nuestro lado. En cualquier caso, es probable que nos traigan lo que queremos, pero... si quien lo intercepta es un vampiro, o...- alcé la mano, interrumpiendo al dragón. Sabía lo que quería decir.
Emprendí el camino hacia Lunargenta. Debido a que el explorador iba en mi dirección antes de dirigirse a Vulwulfar, no necesitaba ir con demasiada prisa... pero tenía que mantenerme alerta. La ruta no decía donde iba a detenerse o si lo iba a hacer en absoluto.
Si algo salía mal, tendría que actuar deprisa.
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Yay, exposición. Un turno algo soso, pero necesario. Como puedes ver, hay muchas posibilidades para integrarse: ladrones privados, interesados individuales, gremio de ladrones... o tan solo casualidad. Absoluta libertad para usar al mensajero, moldear el ambiente, alterarlo todo... y tal. Podemos encontrarnos por el camino o no vernos hasta la siguiente ronda, a tu gusto.
Última edición por Asher el Dom 10 Jun - 4:00, editado 2 veces
Asher Daregan
Aerandiano de honor
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
Según la política personal de Matthew, siempre debían ser más las personas que te debieran favores, que los sujetos a los que les debes favores. Sin embargo, no se podía vivir en el mundo del crimen sin adeudar algo de alguna forma, y lamentablemente Owens tenía que cumplir con su palabra, al menos en esta ocasión en particular.
-En verdad no sé si fui lo suficientemente claro, necesito que consigas esa información. Y en lo posible, que no hagas ninguna de las tonterías que sueles hacer, como la de ocultar datos y traicionar a tus camaradas – Tener dos sujetos altos y anchos como un placar siempre era un buen incentivo para prestar atención.
-Claro que entendí, jaja, estamos de acuerdo entonces, sin trucos, solo encuentro al sujeto, consigo la información y me retiro ¿Correcto? Es sencillo, todo irá bien, déjalo en mis manos – El estafador fue callado de un golpe en la mandíbula por uno de los mastodontes que hacían de guardias. No podía hacer nada para defenderse, lo habían atado a una viga en un granero a las afueras de la ciudad, aunque gritara y se quejara no había nadie que pudiera escucharlo, dependía de que sus captores confiaran en él y lo dejaran salir.
-No juegues conmigo, Owens, ya pasamos un par de veces por esto, y esta vez no quiero sorpresas de ningún tipo – Quien increpaba al estafador era un contrabandista elfo que se había ganado cierto prestigio y respeto por ser de los pocos que lograba pasar mercancía de los de su raza incluso luego de la pandemia y del ataque de los vampiros – Desatenlo.
Los guardias cortaron las sogas que sostenían los brazos de Matt, el humano agradeció con un gesto burlón mientras movía los hombros para que se fuera el adormecimiento. “Podría asegurar que estos dos grandulones tienen sangre de hombre-bestia, diría que son mitad gorilas” pensó Matthew.
-No era necesaria toda la parte del secuestro y de los golpes, soy un hombre que cumple con su palabra… - El elfo levanto una ceja, sin creer una sola de las palabras que salía de la boca del humano – En la mayoría de los casos cumplo con lo que prometí, y están de suerte porque esta es una de esas veces.
-Largate de aquí, antes de que entre en razón y tire tu cadáver en alguna zanja – No era necesario que lo repitiera, Matthew no tenía interés en averiguar si los elfos eran personas de palabra.
Un día después, Matt se encontraba de camino al sitio que le habían señalada, no se sentía muy de acuerdo con los términos y condiciones del contrato. Pero le gustaba estar libre y alejado de los hombres- gorilas, por lo que realizar un pequeño trabajo a cambio de que no le rompan las piernas parecía, al fin y al cabo, un buen negocio.
Tenía que aguardar en el cruce entre tres caminos a que alguien llegara y le diera más información, el estafador no sabía si luego de eso continuarían juntos o si tendría que hacerlo solo. Se ajustó las muñequeras y el cinturón, siempre era tan molesto ir con ropa de trabajo, pero en esta oportunidad Matt suponía que de nada le serviría el andar con trajes de buena calidad, sin importar lo bien que le quedaban y lo apuesto que se veía en ellos.
Encontrarse con figuras encapuchadas en mitad de la noche era un clásico, pero aún así Owens consideraba que tenía cierto encanto, uno nunca podía saber con qué tipo de compañero podría toparse. “Y hablando de eso, parece que allí se acerca”, no pudo ver con claridad sus rasgos hasta que estuvo a pocos metros de distancia. Matthew se acercó al hombre- bestia con la seguridad de que solo alguien que tuviera asuntos muy importantes, y poco legales, andaría en medio de la noche por ese tipo de senderos.
-Saludos compañero – Hizo un sencillo gesto con la mano a modo de saludo – Vengo en respuesta a la misiva.
-En verdad no sé si fui lo suficientemente claro, necesito que consigas esa información. Y en lo posible, que no hagas ninguna de las tonterías que sueles hacer, como la de ocultar datos y traicionar a tus camaradas – Tener dos sujetos altos y anchos como un placar siempre era un buen incentivo para prestar atención.
-Claro que entendí, jaja, estamos de acuerdo entonces, sin trucos, solo encuentro al sujeto, consigo la información y me retiro ¿Correcto? Es sencillo, todo irá bien, déjalo en mis manos – El estafador fue callado de un golpe en la mandíbula por uno de los mastodontes que hacían de guardias. No podía hacer nada para defenderse, lo habían atado a una viga en un granero a las afueras de la ciudad, aunque gritara y se quejara no había nadie que pudiera escucharlo, dependía de que sus captores confiaran en él y lo dejaran salir.
-No juegues conmigo, Owens, ya pasamos un par de veces por esto, y esta vez no quiero sorpresas de ningún tipo – Quien increpaba al estafador era un contrabandista elfo que se había ganado cierto prestigio y respeto por ser de los pocos que lograba pasar mercancía de los de su raza incluso luego de la pandemia y del ataque de los vampiros – Desatenlo.
Los guardias cortaron las sogas que sostenían los brazos de Matt, el humano agradeció con un gesto burlón mientras movía los hombros para que se fuera el adormecimiento. “Podría asegurar que estos dos grandulones tienen sangre de hombre-bestia, diría que son mitad gorilas” pensó Matthew.
-No era necesaria toda la parte del secuestro y de los golpes, soy un hombre que cumple con su palabra… - El elfo levanto una ceja, sin creer una sola de las palabras que salía de la boca del humano – En la mayoría de los casos cumplo con lo que prometí, y están de suerte porque esta es una de esas veces.
-Largate de aquí, antes de que entre en razón y tire tu cadáver en alguna zanja – No era necesario que lo repitiera, Matthew no tenía interés en averiguar si los elfos eran personas de palabra.
Un día después, Matt se encontraba de camino al sitio que le habían señalada, no se sentía muy de acuerdo con los términos y condiciones del contrato. Pero le gustaba estar libre y alejado de los hombres- gorilas, por lo que realizar un pequeño trabajo a cambio de que no le rompan las piernas parecía, al fin y al cabo, un buen negocio.
Tenía que aguardar en el cruce entre tres caminos a que alguien llegara y le diera más información, el estafador no sabía si luego de eso continuarían juntos o si tendría que hacerlo solo. Se ajustó las muñequeras y el cinturón, siempre era tan molesto ir con ropa de trabajo, pero en esta oportunidad Matt suponía que de nada le serviría el andar con trajes de buena calidad, sin importar lo bien que le quedaban y lo apuesto que se veía en ellos.
Encontrarse con figuras encapuchadas en mitad de la noche era un clásico, pero aún así Owens consideraba que tenía cierto encanto, uno nunca podía saber con qué tipo de compañero podría toparse. “Y hablando de eso, parece que allí se acerca”, no pudo ver con claridad sus rasgos hasta que estuvo a pocos metros de distancia. Matthew se acercó al hombre- bestia con la seguridad de que solo alguien que tuviera asuntos muy importantes, y poco legales, andaría en medio de la noche por ese tipo de senderos.
-Saludos compañero – Hizo un sencillo gesto con la mano a modo de saludo – Vengo en respuesta a la misiva.
Matthew Owens
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
La mayor parte del camino fue terriblemente aburrida. Como era de esperar, no hubo ninguna clase de encuentro inesperado. No importaba lo muy atento que estuviese: un camino vacío era un camino vacío.
Para cuando me encontré con alguien, me había permitido relajarme un tanto. Sin embargo, seguía siendo un trabajo. Tomé aire y me erguí, examinándole cuidadosamente. Un humano. Era difícil de estar seguro en mitad de la noche, pero debía ser de piel más bien morena. Eso, o estaba increíblemente sucio. No tardó un instante en abrirse de forma cordial.
-Supongo que no hay mucha más gente con la que cruzarse, ¿hmm?- murmuré. -No esperaba tener un compañero para esto, pero... hola. Soy Asher Daregan.- dije, mirandole fijamente a los ojos. A continuación, señalé el sendero que debiamos seguir con un gesto y continué, sin detenerme.
-El tipo tiene varias copias con la misma información, por seguridad. Seguramente los esconda en partes distintas. Lo más "limpio" sería robar uno de los papeles y desaparecer... pero dudo que sea tan fácil.- suspiré. -También es posible que lo haya memorizado todo, pero salvo que le secuestremos y demos una paliza, no creo que vaya a soltar nada.- Continué, pensando en voz alta. Era un poco burdo, pero siempre era una posibilidad. Siempre que estuviese vivo, claro.
Repasé mentalmente lo que tenía. Sospechaba que mi espada iba a resultar inútil en todo aquello, y las runas de las que disponía tampoco me iban a ayudar fuera de situaciones de fuerza.
Honestamente, Syl habría resultado mucho más útil que yo en esa situación. Pero era tarde para quejarse. Al menos, disponía de aquel humano. Con suerte, sabría manejarse.
-En fin. ¿Alguna idea? ¿Que sabes hacer?- pregunté, arqueando una ceja. Escuché atentamente sin dejar de caminar. No tardamos mucho en encontrarnos con algunos edificios. Uno de los caminos llevaba incluso a lo que parecía ser un poblado, alejado en una colina. Difícil de pasar por alto, con tanta luz en mitad de la noche. Olfateé el aire. Había algo que parecía inusual, pero no estaba seguro de que.
Me agaché, poniendo una rodilla en el suelo para examinar la tierra de cerca. Entre todas las huellas, las más recientes parecían ser de herraduras. Y seguían el camino.
-Es posible que haya cambiado de dirección... pero esto no está en su ruta.- musité. -¿Como de probable es que otro jinete al galope haya pasado por aquí en mitad de la noche?- dije, levantándome. Era extraño. Salvo que tuviese motivos para acelerar, solía ser mejor ir a un ritmo más tranquilo.
-Pero tal vez me equivoque. ¿Que opinas? ¿Nos aseguramos?- pregunté. Si íbamos y resultaba ser algo distinto, era muy posible que perdiésemos al mensajero por completo. La idea de dejar una trampa rúnica pasó por mi cabeza. Pero aquello sería aún más irresponsable y peligroso.
Para cuando me encontré con alguien, me había permitido relajarme un tanto. Sin embargo, seguía siendo un trabajo. Tomé aire y me erguí, examinándole cuidadosamente. Un humano. Era difícil de estar seguro en mitad de la noche, pero debía ser de piel más bien morena. Eso, o estaba increíblemente sucio. No tardó un instante en abrirse de forma cordial.
-Supongo que no hay mucha más gente con la que cruzarse, ¿hmm?- murmuré. -No esperaba tener un compañero para esto, pero... hola. Soy Asher Daregan.- dije, mirandole fijamente a los ojos. A continuación, señalé el sendero que debiamos seguir con un gesto y continué, sin detenerme.
-El tipo tiene varias copias con la misma información, por seguridad. Seguramente los esconda en partes distintas. Lo más "limpio" sería robar uno de los papeles y desaparecer... pero dudo que sea tan fácil.- suspiré. -También es posible que lo haya memorizado todo, pero salvo que le secuestremos y demos una paliza, no creo que vaya a soltar nada.- Continué, pensando en voz alta. Era un poco burdo, pero siempre era una posibilidad. Siempre que estuviese vivo, claro.
Repasé mentalmente lo que tenía. Sospechaba que mi espada iba a resultar inútil en todo aquello, y las runas de las que disponía tampoco me iban a ayudar fuera de situaciones de fuerza.
Honestamente, Syl habría resultado mucho más útil que yo en esa situación. Pero era tarde para quejarse. Al menos, disponía de aquel humano. Con suerte, sabría manejarse.
-En fin. ¿Alguna idea? ¿Que sabes hacer?- pregunté, arqueando una ceja. Escuché atentamente sin dejar de caminar. No tardamos mucho en encontrarnos con algunos edificios. Uno de los caminos llevaba incluso a lo que parecía ser un poblado, alejado en una colina. Difícil de pasar por alto, con tanta luz en mitad de la noche. Olfateé el aire. Había algo que parecía inusual, pero no estaba seguro de que.
Me agaché, poniendo una rodilla en el suelo para examinar la tierra de cerca. Entre todas las huellas, las más recientes parecían ser de herraduras. Y seguían el camino.
-Es posible que haya cambiado de dirección... pero esto no está en su ruta.- musité. -¿Como de probable es que otro jinete al galope haya pasado por aquí en mitad de la noche?- dije, levantándome. Era extraño. Salvo que tuviese motivos para acelerar, solía ser mejor ir a un ritmo más tranquilo.
-Pero tal vez me equivoque. ¿Que opinas? ¿Nos aseguramos?- pregunté. Si íbamos y resultaba ser algo distinto, era muy posible que perdiésemos al mensajero por completo. La idea de dejar una trampa rúnica pasó por mi cabeza. Pero aquello sería aún más irresponsable y peligroso.
Asher Daregan
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
El hombre-bestia se mostraba conversador, era un buen cambio, sus últimos compañeros de trabajo habían sido bastante desagradables y se habían negado a interactuar por fuera de lo necesario. Matt agradeció internamente el no tener que pasar toda la noche en silencio caminando por una carretera en medio de la nada.
-Solo te cruzas con maleantes y mercenarios, un horror – Dijo Owens con una sonrisa de medio lado – Son épocas difíciles, hay que aceptar tantos trabajos como sea posible – No parecía necesario aclarar que había recibido una buena golpiza y una amenaza de muerte para participar - Un placer conocerte, Asher Daregan, soy Matthew Owens.
El estafador escucho con atención las ideas que Asher planteaba, parecía razonable, era el tipo de cosas que un mensajero con poca imaginación haría ¿Cierto? Pensar en posibles complicaciones sin duda era más interesante que simplemente mirar el camino.
-¿Varias copias? Creo que si estuviera en su lugar optaría por tener una diez copias, todas con información diferente y a medida que los diferentes interesados me vinieran a asaltar les daría alguna copia distinta, jaja – Termino la frase con una risa por lo bajo – Pero si es un sujeto normal y que no busca problemas, entonces probablemente solo lo tenga bien escondido y ya. No creo que sea necesario ponerse agresivo, se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre.
Matthew esperaba algo de desconfianza en relación a sus capacidades, al fin y al cabo, no era ni grande, ni fuerte, ni tampoco tenía muchas más armas además de un par de dagas en la cintura. Aunque no detecto recelo en el tono del hombre- bestia, parecía buena idea dejar en claro cuáles eran sus facultades.
-Se me da muy bien robar, en la medida de lo posible sin violencia. Si he de ser sincero, creo que mi mayor cualidad es lograr convencer a la gente que en verdad lo que más desea es darme su dinero, y que luego de eso se vaya feliz a su casa – Hizo un gesto con la mano como para decir “etc” – En resumen, soy un estafador.
Se detuvieron mientras Asher olfateaba el suelo “Esa sí que es una habilidad envidiable”, pensó Owens, parecía ser bastante práctico. Miro las pocas chozas que tenían alrededor, y el camino que llevaba hacia algún tipo de poblado, incluso aunque habían dejado atrás el bosque no había una sola persona a la vista.
-Casi nadie estaría dando vueltas a caballo en mitad de la noche, con tan poca luz lo más leve que podría pasarte es que el animal se rompa una pata y te mates en la caída – Matthew negó con la cabeza y agregó – Pienso que vale la pena averiguarlo, y que si resulta ser otra persona, bien podemos sacarle el caballo y recuperar el tiempo perdido.
Aunque dos en una sola montura podría ser algo incómodo “Oh, bueno, veremos cómo lo resolvemos sobre la marcha ¿Asher correrá en dos o en cuatro patas?” Matt miraba con atención al hombre- bestia, tenía varias dudas en relación a su anatomía, pero no parecía prudente el preguntarle. El estafador había conocido a varios de los de su raza, y la única conclusión a la que había podido llegar es que no había forma alguna de generalizar, eran todos diametralmente distintos.
El poblado estaba lejos, pero tampoco tanto, probablemente no tardarían demasiado en llegar.
-¿Haces este tipo de trabajos a menudo? – Tenía la apariencia de alguien curtido y con mucha experiencia, pero el estafador quería sacar algo de charla mientras caminaban y hablar sobre el clima ya estaba muy gastado.
-Solo te cruzas con maleantes y mercenarios, un horror – Dijo Owens con una sonrisa de medio lado – Son épocas difíciles, hay que aceptar tantos trabajos como sea posible – No parecía necesario aclarar que había recibido una buena golpiza y una amenaza de muerte para participar - Un placer conocerte, Asher Daregan, soy Matthew Owens.
El estafador escucho con atención las ideas que Asher planteaba, parecía razonable, era el tipo de cosas que un mensajero con poca imaginación haría ¿Cierto? Pensar en posibles complicaciones sin duda era más interesante que simplemente mirar el camino.
-¿Varias copias? Creo que si estuviera en su lugar optaría por tener una diez copias, todas con información diferente y a medida que los diferentes interesados me vinieran a asaltar les daría alguna copia distinta, jaja – Termino la frase con una risa por lo bajo – Pero si es un sujeto normal y que no busca problemas, entonces probablemente solo lo tenga bien escondido y ya. No creo que sea necesario ponerse agresivo, se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre.
Matthew esperaba algo de desconfianza en relación a sus capacidades, al fin y al cabo, no era ni grande, ni fuerte, ni tampoco tenía muchas más armas además de un par de dagas en la cintura. Aunque no detecto recelo en el tono del hombre- bestia, parecía buena idea dejar en claro cuáles eran sus facultades.
-Se me da muy bien robar, en la medida de lo posible sin violencia. Si he de ser sincero, creo que mi mayor cualidad es lograr convencer a la gente que en verdad lo que más desea es darme su dinero, y que luego de eso se vaya feliz a su casa – Hizo un gesto con la mano como para decir “etc” – En resumen, soy un estafador.
Se detuvieron mientras Asher olfateaba el suelo “Esa sí que es una habilidad envidiable”, pensó Owens, parecía ser bastante práctico. Miro las pocas chozas que tenían alrededor, y el camino que llevaba hacia algún tipo de poblado, incluso aunque habían dejado atrás el bosque no había una sola persona a la vista.
-Casi nadie estaría dando vueltas a caballo en mitad de la noche, con tan poca luz lo más leve que podría pasarte es que el animal se rompa una pata y te mates en la caída – Matthew negó con la cabeza y agregó – Pienso que vale la pena averiguarlo, y que si resulta ser otra persona, bien podemos sacarle el caballo y recuperar el tiempo perdido.
Aunque dos en una sola montura podría ser algo incómodo “Oh, bueno, veremos cómo lo resolvemos sobre la marcha ¿Asher correrá en dos o en cuatro patas?” Matt miraba con atención al hombre- bestia, tenía varias dudas en relación a su anatomía, pero no parecía prudente el preguntarle. El estafador había conocido a varios de los de su raza, y la única conclusión a la que había podido llegar es que no había forma alguna de generalizar, eran todos diametralmente distintos.
El poblado estaba lejos, pero tampoco tanto, probablemente no tardarían demasiado en llegar.
-¿Haces este tipo de trabajos a menudo? – Tenía la apariencia de alguien curtido y con mucha experiencia, pero el estafador quería sacar algo de charla mientras caminaban y hablar sobre el clima ya estaba muy gastado.
Matthew Owens
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
-A veces todo lo que tienes es vinagre.- repliqué, encogiéndome de hombros. El problema sería si de alguna forma, el mensajero destruía la información como último recurso. Si las cosas llegaban a aquello, tendría que recurrir a los métodos simples.
El hombre moreno, Matthew, no tuvo ningún problema en revelar que su trabajo consistía en, básicamente, engañar y robar a la gente. Aquello me sorprendió un poco: o aquello era un secreto a voces, o confiaba mucho en alguien a quien acababa de conocer. Dudaba que fuese mentira, por supuesto. Difícilmente le mentirías a nadie diciendo que te ganas la vida rompiendo la ley, salvo que la verdad fuese mucho más terrible.
Y no tenía pinta de nigromante, demonio o similar.
La idea de apropiarse del caballo si el tipo no resultaba ser el mensajero era interesante. Tenía que concederselo: era una buena idea, y nos podría incluso ahorrar tiempo. Con algo más de seguridad, empecé a caminar hacia el poblado junto al humano.
-Solía hacerlos. Ahora... no tanto. Era mercenario. Luego guardia. Nórgedo. Bandido, una temporada... lo más reciente es "revolucionario", supongo.- enumeré, sin pensar demasiado en todos aquellos títulos. -Uno de mis mejores amigos es más o menos como tú. "Hablador."- sonreí, haciendo un gesto con la mano para enfatizar la última palabra. -Una vez le vendimos un supuesto huevo de drakar volador a un noble.-
El camino era algo estrecho y estaba bastante gastado. Se notaba la diferencia de calidad. Suspiré, mirando distraidamente alrededor. Incluso a mi me costaba ver más allá de unos metros.
-De todas formas... sobre el plan. Si crees que puedes conseguir lo que queremos a tu manera, te ayudaré como pueda. Tu eres el experto.- dije. -Pero si no sale bien, tal vez tenga que tomar las riendas... como último recurso.- advertí.
El pueblo se acercaba más y más. A medida que nos aproximabamos, había algo que se hacía cada vez más evidente. Lo que había tomado como una serie de luces eran las llamas que rodeaban un edificio. Debido a la baja visibilidad, el humo era casi imposible de ver, pero con ese olor era dificil equivocarse.
Un pungente olor a sangre amarga. Esbocé una mueca, colocando un brazo delante del humano.
-Vampiros. Muchos.- avisé. -Tan lejos de Lunargenta... o están desesperados, o se han expandido deprisa.- En cualquier caso, aquello representaba problemas. Si el mensajero había acudido al pueblo, era probable que no fuese a salir fácilmente. Íbamos a necesitar un plan. Difícilmente podía ir allí y masacrar a todos los que hubiese.
Guié al humano por a través del bosque, asegurándome de ir por una zona en la que no nos verían aproximarnos. Nos quedamos a una distancia prudente. Teníamos que andar con cuidado.
-Vale. ¿Alguna idea?- pregunté. -Si vas sólo... es posible que consigas abrirte camino hablando. Pero dudo que confíen fácilmente en el hombre bestia de metro noventa armado.- musité.
Me quedé pensativo unos instantes. El poblado no era demasiado grande, pero registrar todas las casas nos llevaría tiempo. Esperaba que el mensajero no estuviese en aquella que aún intentaban apagar.
-Tengo algo que me podría servir para pasar desapercibido. Pero me quedaría indefenso.- murmuré. -Algo así como una poción. La vendían más bien como una... "cerveza". Pero puede transformarme en animal.- expliqué. Algo pequeño, como un ave o un ratón, serviría para moverse sin problemas. Aunque, sin armas... tendría que actuar deprisa.
El hombre moreno, Matthew, no tuvo ningún problema en revelar que su trabajo consistía en, básicamente, engañar y robar a la gente. Aquello me sorprendió un poco: o aquello era un secreto a voces, o confiaba mucho en alguien a quien acababa de conocer. Dudaba que fuese mentira, por supuesto. Difícilmente le mentirías a nadie diciendo que te ganas la vida rompiendo la ley, salvo que la verdad fuese mucho más terrible.
Y no tenía pinta de nigromante, demonio o similar.
La idea de apropiarse del caballo si el tipo no resultaba ser el mensajero era interesante. Tenía que concederselo: era una buena idea, y nos podría incluso ahorrar tiempo. Con algo más de seguridad, empecé a caminar hacia el poblado junto al humano.
-Solía hacerlos. Ahora... no tanto. Era mercenario. Luego guardia. Nórgedo. Bandido, una temporada... lo más reciente es "revolucionario", supongo.- enumeré, sin pensar demasiado en todos aquellos títulos. -Uno de mis mejores amigos es más o menos como tú. "Hablador."- sonreí, haciendo un gesto con la mano para enfatizar la última palabra. -Una vez le vendimos un supuesto huevo de drakar volador a un noble.-
El camino era algo estrecho y estaba bastante gastado. Se notaba la diferencia de calidad. Suspiré, mirando distraidamente alrededor. Incluso a mi me costaba ver más allá de unos metros.
-De todas formas... sobre el plan. Si crees que puedes conseguir lo que queremos a tu manera, te ayudaré como pueda. Tu eres el experto.- dije. -Pero si no sale bien, tal vez tenga que tomar las riendas... como último recurso.- advertí.
El pueblo se acercaba más y más. A medida que nos aproximabamos, había algo que se hacía cada vez más evidente. Lo que había tomado como una serie de luces eran las llamas que rodeaban un edificio. Debido a la baja visibilidad, el humo era casi imposible de ver, pero con ese olor era dificil equivocarse.
Un pungente olor a sangre amarga. Esbocé una mueca, colocando un brazo delante del humano.
-Vampiros. Muchos.- avisé. -Tan lejos de Lunargenta... o están desesperados, o se han expandido deprisa.- En cualquier caso, aquello representaba problemas. Si el mensajero había acudido al pueblo, era probable que no fuese a salir fácilmente. Íbamos a necesitar un plan. Difícilmente podía ir allí y masacrar a todos los que hubiese.
Guié al humano por a través del bosque, asegurándome de ir por una zona en la que no nos verían aproximarnos. Nos quedamos a una distancia prudente. Teníamos que andar con cuidado.
-Vale. ¿Alguna idea?- pregunté. -Si vas sólo... es posible que consigas abrirte camino hablando. Pero dudo que confíen fácilmente en el hombre bestia de metro noventa armado.- musité.
Me quedé pensativo unos instantes. El poblado no era demasiado grande, pero registrar todas las casas nos llevaría tiempo. Esperaba que el mensajero no estuviese en aquella que aún intentaban apagar.
-Tengo algo que me podría servir para pasar desapercibido. Pero me quedaría indefenso.- murmuré. -Algo así como una poción. La vendían más bien como una... "cerveza". Pero puede transformarme en animal.- expliqué. Algo pequeño, como un ave o un ratón, serviría para moverse sin problemas. Aunque, sin armas... tendría que actuar deprisa.
Asher Daregan
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
Era un currículo interesante el que contaba Asher, Matthew asintió, tal como había supuesto, el Hombre – bestia tenía mucha experiencia “Perfecto, las chances de que este trabajo se complique se reducen mucho con un compañero así”, pensó el estafador.
Que lo llamara “hablador” era casi un halago, la mayoría de las personas utilizaban adjetivos mucho más ofensivos.
-Me parece correcto, yo seré el charlatán y tú el que ponga el toque de la fuerza – Era mejor que cada uno actuara en el terreno que se sintiera cómodo – Y cuando todo termine tomaremos una cerveza mientras me cuentas qué es exactamente eso de ser un “revolucionario” – Claramente el humano sabía cuál era el significado del término, pero le parecía curioso que alguien hablara de una rebelión de forma tan directa, no era algo que se escuchara seguido.
Matthew se detuvo cuando el hombre- bestia puso un brazo por delante de él, lo miró sin entender por un segundo, pero en cuanto dijo “vampiros” todo quedó claro. El estafador se quedó petrificado, no era exactamente miedo, sino más bien prudencia, los vampiros podían ser seres de lo más civilizados, Owens incluso había estado en sus tierras algunas veces, pero cuando estaban en modo frenesí no había forma de razonar con ellos.
-No son tantos como para expandirse así… Deben estar buscando bocadillos nocturnos. Bendito sea tu olfato – Bromeo el estafador y siguió a Asher hasta el bosque cercano, sus años de ladrón le resultaban bastante útiles para ir con absoluto sigilo por entre medio de la espesura- Que casualidad, tengo el mismo brebaje. Creo que lo mejor es que ambos nos transformemos y registremos el poblado lo más rápido posible. Si alguno encuentra al mensajero lo trae aquí... de alguna manera, si no encontramos nada volvemos a este sitio y nos vamos antes de que los vampiros nos detecten.
El estafador sacó un frasco de un saco en su cinturón, en las dos oportunidades que lo había utilizado había sido bastante útil. Aunque cuando tomo la forma de un gato para escapar de Angélique las cosas resultaron algo… Complicadas…
-No sé si lo has probado antes, pero mi recomendación es que elijas un animal que no sea muy difícil de manejar – Ir por ahí dando tumbos mientras un grupo de vampiros hambrientos buscan nuevas víctimas no parecía un modo divertido de pasar la noche.
Owens se apuró en tomar un sorbo y casi al instante pudo sentir los ya conocidos efectos, se concentró para poder tomar la forma de aquel animal que suponía le sería más útil en una situación así: Una rata. Los roedores eran muy comunes en cualquier sitio donde hubiese humanos, por lo que no llamaría la atención ver a una dando vueltas. Además, podían meterse por casi cualquier sitio, eran rápidas y podían incluso trepar con bastante agilidad.
Todas las veces que Matt había utilizado esa poción no necesito estar mucho tiempo transformado, por lo que no sabía cuánto tiempo duraba el efecto. Salió corriendo de entre los arbustos a una velocidad impresionante “Imagina si vuelvo a mi forma humana estando en medio de un grupo de Vampiros ¡Eso sería digno de verse!” pensó Owens y se empezó a reír, lo que en una rata se escuchaba como una especie de chillido muy agudo.
Habían varios edificios prendidos fuego, probablemente lo habían hecho para que las personas de adentro salieran corriendo y atraparlos más fácilmente “O tal vez solo querían destruir el lugar”. Paso de largo por un callejón donde algunos vampiros estaban inclinados sobre sus víctimas, Matthew–rata escuchó los gritos, pero sonaban a mujeres y niños, no era el mensajero.
Pensando que sería más sencillo encontrar al caballo primero, empezó a buscar los rastros de algún equino, pero no sabía utilizar sus habilidades de rastreo como lo podía hacer alguien acostumbrado a tenerlos de toda la vida. Un vampiro pasó corriendo y el estafador tuvo que esquivar sus pies a toda velocidad para evitar ser aplastado.
Entró en uno de los edificios con la idea de que podría estar escondido, tampoco tuvo éxito. Nuevamente salió a la calle, esto tomaría más tiempo del que había imaginado.
Que lo llamara “hablador” era casi un halago, la mayoría de las personas utilizaban adjetivos mucho más ofensivos.
-Me parece correcto, yo seré el charlatán y tú el que ponga el toque de la fuerza – Era mejor que cada uno actuara en el terreno que se sintiera cómodo – Y cuando todo termine tomaremos una cerveza mientras me cuentas qué es exactamente eso de ser un “revolucionario” – Claramente el humano sabía cuál era el significado del término, pero le parecía curioso que alguien hablara de una rebelión de forma tan directa, no era algo que se escuchara seguido.
Matthew se detuvo cuando el hombre- bestia puso un brazo por delante de él, lo miró sin entender por un segundo, pero en cuanto dijo “vampiros” todo quedó claro. El estafador se quedó petrificado, no era exactamente miedo, sino más bien prudencia, los vampiros podían ser seres de lo más civilizados, Owens incluso había estado en sus tierras algunas veces, pero cuando estaban en modo frenesí no había forma de razonar con ellos.
-No son tantos como para expandirse así… Deben estar buscando bocadillos nocturnos. Bendito sea tu olfato – Bromeo el estafador y siguió a Asher hasta el bosque cercano, sus años de ladrón le resultaban bastante útiles para ir con absoluto sigilo por entre medio de la espesura- Que casualidad, tengo el mismo brebaje. Creo que lo mejor es que ambos nos transformemos y registremos el poblado lo más rápido posible. Si alguno encuentra al mensajero lo trae aquí... de alguna manera, si no encontramos nada volvemos a este sitio y nos vamos antes de que los vampiros nos detecten.
El estafador sacó un frasco de un saco en su cinturón, en las dos oportunidades que lo había utilizado había sido bastante útil. Aunque cuando tomo la forma de un gato para escapar de Angélique las cosas resultaron algo… Complicadas…
-No sé si lo has probado antes, pero mi recomendación es que elijas un animal que no sea muy difícil de manejar – Ir por ahí dando tumbos mientras un grupo de vampiros hambrientos buscan nuevas víctimas no parecía un modo divertido de pasar la noche.
Owens se apuró en tomar un sorbo y casi al instante pudo sentir los ya conocidos efectos, se concentró para poder tomar la forma de aquel animal que suponía le sería más útil en una situación así: Una rata. Los roedores eran muy comunes en cualquier sitio donde hubiese humanos, por lo que no llamaría la atención ver a una dando vueltas. Además, podían meterse por casi cualquier sitio, eran rápidas y podían incluso trepar con bastante agilidad.
Todas las veces que Matt había utilizado esa poción no necesito estar mucho tiempo transformado, por lo que no sabía cuánto tiempo duraba el efecto. Salió corriendo de entre los arbustos a una velocidad impresionante “Imagina si vuelvo a mi forma humana estando en medio de un grupo de Vampiros ¡Eso sería digno de verse!” pensó Owens y se empezó a reír, lo que en una rata se escuchaba como una especie de chillido muy agudo.
Habían varios edificios prendidos fuego, probablemente lo habían hecho para que las personas de adentro salieran corriendo y atraparlos más fácilmente “O tal vez solo querían destruir el lugar”. Paso de largo por un callejón donde algunos vampiros estaban inclinados sobre sus víctimas, Matthew–rata escuchó los gritos, pero sonaban a mujeres y niños, no era el mensajero.
Pensando que sería más sencillo encontrar al caballo primero, empezó a buscar los rastros de algún equino, pero no sabía utilizar sus habilidades de rastreo como lo podía hacer alguien acostumbrado a tenerlos de toda la vida. Un vampiro pasó corriendo y el estafador tuvo que esquivar sus pies a toda velocidad para evitar ser aplastado.
Entró en uno de los edificios con la idea de que podría estar escondido, tampoco tuvo éxito. Nuevamente salió a la calle, esto tomaría más tiempo del que había imaginado.
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Subrayado: Uso de objeto Master "Cerveza de mantequilla" Matthew Owens
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
Un animal fácil de manejar... tenía sentido. Gruñí para mis adentros. Sabía que el transformarme en un cuervo no iba a salir bien. El volar parecía algo bastante instintivo, y lamentablemente, no tenía los instintos de un pájaro.
Me quedé pensativo mientras buscaba un lugar lo suficientemente remoto como para que no lo encontrase nadie. No tardé demasiado en encontrar un espacio bajo las raices de un árbol grueso. Empecé a colocar mis pertenencias debajo y me desabroché el cinturon, guardando a continuación toda la ropa que llevaba encima. Una vez listo, cogí uno de los frascos con el líquido blancuzco y lo miré de cerca.
¿Que animal usar?
Necesitaba algo pequeño y escurridizo... lo suficiente como para pasar desapercibido. Pero no demasiado frágil. ¿Podía elegir realmente? No tenía ni idea de como funcionaba aquella cosa. Pero estaba desnudo, en las afueras de un pueblo desconocido y escondiéndome de vampiros. No tenía muchas alternativas. Cogí uno de los frascos y dejé el resto bajo las raíces. Después, lo destapé y vacié el contenido de un solo trago, pensando en el animal por el que me había decidido.
Apenas un segundo después, empecé a notar un extraño mareo. Poco a poco, empecé a encoger, produciendome una ligera sensación de pánico. Aquello era confuso. Esperaba que no tuviese efectos no deseados. No hubo ningún crujir de huesos ni dolor desgarrador. Mantuve mi mente apartada, concentrandome en otras cosas mientras la poción hacía lo suyo.
Finalmente, acabé al nivel del suelo. Era extraño el no tener pelaje. Y más extraño el ser tan pequeño. Pero nadie se pensaría dos veces el ir a incordiar a una lagartija.
Probé a moverme, intentando acostumbrarme a las diminutas y delgadas garras que tenía. Me llevó unos minutos, pero conseguí acostumbrarme a caminar a una buena velocidad... para ese tamaño, al menos. Me dirigí hacia el lugar de las luces y el ruido. Y una vez me encontré con un edificio, llegó la hora de la prueba real. Presioné mis diminutas patas contra la pared de madera.
Y entonces, noté algo raro. Era como si me hubiese pegado a la pared, pero sin sentir nada... pegajoso. Más bien, era como si me hundiese muy ligeramente en la pared. Separé una pata y la alcé, pegándola de nuevo a la pared. Luego, probé con otra. Y otra. A pesar de la sensación de vértigo, empezaba a entender como funcionaba. Mientras no entrase en pánico y coordinase bien mis movimientos, no tendría demasiado problema.
Comencé a ascender, lentamente al principio. Pero no tardé en acelerar. Con eso... solo faltaba encontrar la casa correcta. Me dirigí hacia una de las ventanas, examinando el interior. Había muchas sillas, muchas mesas. ¿Una taberna? El ruido era atronador.
Pero si podía enterarme de algo en alguna parte, era allí.
Me quedé pensativo mientras buscaba un lugar lo suficientemente remoto como para que no lo encontrase nadie. No tardé demasiado en encontrar un espacio bajo las raices de un árbol grueso. Empecé a colocar mis pertenencias debajo y me desabroché el cinturon, guardando a continuación toda la ropa que llevaba encima. Una vez listo, cogí uno de los frascos con el líquido blancuzco y lo miré de cerca.
¿Que animal usar?
Necesitaba algo pequeño y escurridizo... lo suficiente como para pasar desapercibido. Pero no demasiado frágil. ¿Podía elegir realmente? No tenía ni idea de como funcionaba aquella cosa. Pero estaba desnudo, en las afueras de un pueblo desconocido y escondiéndome de vampiros. No tenía muchas alternativas. Cogí uno de los frascos y dejé el resto bajo las raíces. Después, lo destapé y vacié el contenido de un solo trago, pensando en el animal por el que me había decidido.
Apenas un segundo después, empecé a notar un extraño mareo. Poco a poco, empecé a encoger, produciendome una ligera sensación de pánico. Aquello era confuso. Esperaba que no tuviese efectos no deseados. No hubo ningún crujir de huesos ni dolor desgarrador. Mantuve mi mente apartada, concentrandome en otras cosas mientras la poción hacía lo suyo.
Finalmente, acabé al nivel del suelo. Era extraño el no tener pelaje. Y más extraño el ser tan pequeño. Pero nadie se pensaría dos veces el ir a incordiar a una lagartija.
Probé a moverme, intentando acostumbrarme a las diminutas y delgadas garras que tenía. Me llevó unos minutos, pero conseguí acostumbrarme a caminar a una buena velocidad... para ese tamaño, al menos. Me dirigí hacia el lugar de las luces y el ruido. Y una vez me encontré con un edificio, llegó la hora de la prueba real. Presioné mis diminutas patas contra la pared de madera.
Y entonces, noté algo raro. Era como si me hubiese pegado a la pared, pero sin sentir nada... pegajoso. Más bien, era como si me hundiese muy ligeramente en la pared. Separé una pata y la alcé, pegándola de nuevo a la pared. Luego, probé con otra. Y otra. A pesar de la sensación de vértigo, empezaba a entender como funcionaba. Mientras no entrase en pánico y coordinase bien mis movimientos, no tendría demasiado problema.
Comencé a ascender, lentamente al principio. Pero no tardé en acelerar. Con eso... solo faltaba encontrar la casa correcta. Me dirigí hacia una de las ventanas, examinando el interior. Había muchas sillas, muchas mesas. ¿Una taberna? El ruido era atronador.
Pero si podía enterarme de algo en alguna parte, era allí.
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
El estafador se metió en varios edificios más, en uno solo quedaban los restos de lo que parecía haber sido una familia, siquiera al perro habían dejado vivir. Matthew descubrió que estando en esa forma incluso las cosas más repugnantes a su estómago de roedor le parecían exquisitas, por lo que apuro el paso antes de que a su nuevo cuerpo se le ocurriera dar una probada.
En otro simplemente había destruido todo lo que habían encontrado, tal vez buscando a alguien, y habían dejado un principio de incendio. Owens paso corriendo por el frente de una casa que estaba tapiada, los vampiros intentaban abrirla a patadas mientras adentro se escuchaban los gritos de algunos aldeanos.
“¿Será alguno de ellos el mensajero?”
Pensando en eso dio la vuelta a la casa y subió a toda velocidad por un poste para luego dejarse caer hasta el marco de una claraboya “De verdad eres bueno moviéndote en esta forma, que ironía”, estaba cerrada, claro, pero Matthew solo necesitaba poder ver adentro. Habían varios humanos, uno de ellos armado con una espada, pero ninguno era el que buscaba.
Finalmente llego a un edificio algo más grande que los demás, debía ser donde vivía algún tipo de gobernador o representante del pueblo. En el pórtico habían un grupo de vampiros sentados en los escalones y en los pasamanos, parecían estar sumamente divertidos y relajados “Claro, no hay nadie aquí que pueda representar un peligro”. El humano estaba a punto de irse cuando vio por fin de qué se reían.
Era el mensajero, lo que no podía explicarse Matthew era porque se comportaba de forma tan extraña. Bailaba, hacía morisquetas, básicamente, realizaba todo tipo de tonterías como si fuera algún tipo de bufón, mientras tanto los vampiros reían a carcajadas, arrojándole cosas e insultándolo. El mensajero estaba especialmente pendiente de que una de las mujeres lo mirara, ella reía con algo más de disimulo y asentía satisfecha cada vez que el humano hacía alguna nueva tontería.
Matt había escuchado del control mental que podían ejercer los vampiros, pero también había oído rumores que decían que tenían alas, que escupían ácido y que podían robarte el alma. Así que nunca había dado demasiado crédito a lo que pudieran contar por ahí, pero al parecer se había equivocado con esto, no había otra forma de explicar el por qué un humano a punto de ser devorado podía bailar tan alegremente.
“Y esta es la parte en la que piensas un plan” transformarse y correr a ayudarlo quedaba totalmente descartado, no solo porque Matt no era de meterse en peleas, sino porque además no tenía posibilidad alguna de ganarle a nueve vampiros estando solo y con dos dagas como armas.
Darle señales de advertencia no funcionaría, era solo una rata y el mensajero estaba bajo el influjo de algún tipo de hechizo de los vampiros. “Ahora es el momento donde me vendría bien que apareciera mi amigo lagartija”, a Matthew no le quedaba mucha más alternativa que confiar en su suerte.
Cruzó la calle y trepo por el costado del edificio donde estaban los vampiros, paso de un marco de ventana a otro hasta posicionarse por arriba del pórtico. Ahora veía la escena directamente desde arriba, era en verdad patético, estaban haciendo que el mensajero se comportara como un perrito faldero y besara las botas de la vampiresa. “Siquiera es lo suficientemente hermosa como para que valga la pena hacer algo así” contó hasta tres e hizo lo único que se le había ocurrido, saltar al cuello de la mujer y darle una feroz mordida con la esperanza de que eso rompiera el hechizo.
En otro simplemente había destruido todo lo que habían encontrado, tal vez buscando a alguien, y habían dejado un principio de incendio. Owens paso corriendo por el frente de una casa que estaba tapiada, los vampiros intentaban abrirla a patadas mientras adentro se escuchaban los gritos de algunos aldeanos.
“¿Será alguno de ellos el mensajero?”
Pensando en eso dio la vuelta a la casa y subió a toda velocidad por un poste para luego dejarse caer hasta el marco de una claraboya “De verdad eres bueno moviéndote en esta forma, que ironía”, estaba cerrada, claro, pero Matthew solo necesitaba poder ver adentro. Habían varios humanos, uno de ellos armado con una espada, pero ninguno era el que buscaba.
Finalmente llego a un edificio algo más grande que los demás, debía ser donde vivía algún tipo de gobernador o representante del pueblo. En el pórtico habían un grupo de vampiros sentados en los escalones y en los pasamanos, parecían estar sumamente divertidos y relajados “Claro, no hay nadie aquí que pueda representar un peligro”. El humano estaba a punto de irse cuando vio por fin de qué se reían.
Era el mensajero, lo que no podía explicarse Matthew era porque se comportaba de forma tan extraña. Bailaba, hacía morisquetas, básicamente, realizaba todo tipo de tonterías como si fuera algún tipo de bufón, mientras tanto los vampiros reían a carcajadas, arrojándole cosas e insultándolo. El mensajero estaba especialmente pendiente de que una de las mujeres lo mirara, ella reía con algo más de disimulo y asentía satisfecha cada vez que el humano hacía alguna nueva tontería.
Matt había escuchado del control mental que podían ejercer los vampiros, pero también había oído rumores que decían que tenían alas, que escupían ácido y que podían robarte el alma. Así que nunca había dado demasiado crédito a lo que pudieran contar por ahí, pero al parecer se había equivocado con esto, no había otra forma de explicar el por qué un humano a punto de ser devorado podía bailar tan alegremente.
“Y esta es la parte en la que piensas un plan” transformarse y correr a ayudarlo quedaba totalmente descartado, no solo porque Matt no era de meterse en peleas, sino porque además no tenía posibilidad alguna de ganarle a nueve vampiros estando solo y con dos dagas como armas.
Darle señales de advertencia no funcionaría, era solo una rata y el mensajero estaba bajo el influjo de algún tipo de hechizo de los vampiros. “Ahora es el momento donde me vendría bien que apareciera mi amigo lagartija”, a Matthew no le quedaba mucha más alternativa que confiar en su suerte.
Cruzó la calle y trepo por el costado del edificio donde estaban los vampiros, paso de un marco de ventana a otro hasta posicionarse por arriba del pórtico. Ahora veía la escena directamente desde arriba, era en verdad patético, estaban haciendo que el mensajero se comportara como un perrito faldero y besara las botas de la vampiresa. “Siquiera es lo suficientemente hermosa como para que valga la pena hacer algo así” contó hasta tres e hizo lo único que se le había ocurrido, saltar al cuello de la mujer y darle una feroz mordida con la esperanza de que eso rompiera el hechizo.
Matthew Owens
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
No estaba seguro de que esperaba. ¿Que convenientemente escuchase una conversación que me diese pistas? Incluso si fuesen a hablar de algo que probablemente ya sabían, era dificil poder diferenciar ninguna conversación con esa forma. Todas las voces sonaban como gritos de ultratumba, entremezclados y confusos. Me deslicé hacia una mesa, quedandome fuera de la vista, y alcé la cabeza lo que pude.
La ventana por la que había entrado estaba ahora cerrada. Tenía que pensar mi próximo movimiento si no quería acabar aplastado. ¿Por qué no me había transformado en una manticora? Si no me movía rápido... era probable que acabase rodeado de vampiros, desnudo y sin armas. Una imagen digna de un líder.
Contemplé mis opciones. ¿Se daría cuenta alguien si me subía por su pierna? Alguien muy borracho, quizás no. Pero prefería no arriesgarme a trepar sobre alguien entorpecido y con poca coordinación. Respiré hondo y corrí hacia la puerta tan deprisa como pude, tratando de no entrar en pánico por las vibraciones y el estruendo que provocaba la gente a cada paso.
Por algún tipo de milagro, conseguí salir con vida. Lo que vi a continuación fue interesante. Un humano haciendo el idiota en mitad del pueblo. El uniforme que llevaba... debía de ser la persona a la que buscaban.
Me acerqué con cierta precaución. Demasiados ojos clavados en él. No podía sacarlo de allí fácilmente. ¿Que otras opciones tenía...? Debía tener sus pertenencias en alguna parte. Me acerqué al edificio frente al que estaban. Tirado en la hierba, con sus contenidos desperdigados, yacía una bolsa de cuero con el emblema de Siegfried. Debían haber destruido todo lo que se pareciese a la información que llevaba.
Pero tal vez se hubiesen dejado algo. Una especie de cilindro metálico destacaba entre el resto de cosas. Corrí hacia él, ignorando los gritos y risas de los vampiros. A primera vista, el cilindro parecía tener varios arañazos y hendiduras. Alguien había intentado forzarlo, probablemente. Si era un recipiente, estaba sellado a cal y canto... a pesar de no tener cerradura evidente.
Aquello parecía muy prometedor. Pero no tenía forma de llevarlo con la fuerza de una lagartija. Los ensordecedores gritos de una mujer me alertaron. Una de las vampiresas estaba agitándose enloquecida, como si algo se le hubiese metido dentro. Una distracción muy oportuna... pero no podía cambiar de forma. Intenté empujar el cilindro, sin éxito. Aquella cosa pesaba mucho más que yo.
Espíritus.
Contuve la respiración, escondiéndome y esperando que el efecto de aquella bebida se pasase pronto. Y que Matthew aguantase sin ser aplastado. No era un destino que le desease a mucha gente.
La ventana por la que había entrado estaba ahora cerrada. Tenía que pensar mi próximo movimiento si no quería acabar aplastado. ¿Por qué no me había transformado en una manticora? Si no me movía rápido... era probable que acabase rodeado de vampiros, desnudo y sin armas. Una imagen digna de un líder.
Contemplé mis opciones. ¿Se daría cuenta alguien si me subía por su pierna? Alguien muy borracho, quizás no. Pero prefería no arriesgarme a trepar sobre alguien entorpecido y con poca coordinación. Respiré hondo y corrí hacia la puerta tan deprisa como pude, tratando de no entrar en pánico por las vibraciones y el estruendo que provocaba la gente a cada paso.
Por algún tipo de milagro, conseguí salir con vida. Lo que vi a continuación fue interesante. Un humano haciendo el idiota en mitad del pueblo. El uniforme que llevaba... debía de ser la persona a la que buscaban.
Me acerqué con cierta precaución. Demasiados ojos clavados en él. No podía sacarlo de allí fácilmente. ¿Que otras opciones tenía...? Debía tener sus pertenencias en alguna parte. Me acerqué al edificio frente al que estaban. Tirado en la hierba, con sus contenidos desperdigados, yacía una bolsa de cuero con el emblema de Siegfried. Debían haber destruido todo lo que se pareciese a la información que llevaba.
Pero tal vez se hubiesen dejado algo. Una especie de cilindro metálico destacaba entre el resto de cosas. Corrí hacia él, ignorando los gritos y risas de los vampiros. A primera vista, el cilindro parecía tener varios arañazos y hendiduras. Alguien había intentado forzarlo, probablemente. Si era un recipiente, estaba sellado a cal y canto... a pesar de no tener cerradura evidente.
Aquello parecía muy prometedor. Pero no tenía forma de llevarlo con la fuerza de una lagartija. Los ensordecedores gritos de una mujer me alertaron. Una de las vampiresas estaba agitándose enloquecida, como si algo se le hubiese metido dentro. Una distracción muy oportuna... pero no podía cambiar de forma. Intenté empujar el cilindro, sin éxito. Aquella cosa pesaba mucho más que yo.
Espíritus.
Contuve la respiración, escondiéndome y esperando que el efecto de aquella bebida se pasase pronto. Y que Matthew aguantase sin ser aplastado. No era un destino que le desease a mucha gente.
Asher Daregan
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
El estafador hundió sus puntiagudos colmillos en el cuello de la mujer vampiro, quien paso de las risas a los gritos en un instante, la mitad de sus compañeros no entendieron que pasaba pero el resto vio claramente la rata que se aferraba con todas sus fuerzas. El mensajero miraba algo atontado la escena, pero pronto sacudió la cabeza y pareció volver a la realidad.
La Vampiro intentaba agarrar a la rata, pero Matthew se movió más rápido, metiéndose entre sus ropas que aunque estaban ajustadas dejaban un espacio suficiente “Es impresionante lo mucho que puede aplastarse mi cuerpo” pensó el estafador mientras se dedicaba a correr por el torso de la mujer, mordiendo de vez en vez cuando veía la oportunidad.
Sus compañeros no podían hacer mucho por ayudarla, uno intentó meter la mano bajo su camisa pero fue empujado lejos por la vampiro, quien optó por comenzar a quitarse la ropa. El mensajero, al darse cuenta de la situación en la que se encontraba, se había puesto pálido como el papel, retrocedió unos pocos pasos, temblando, pero cuando todos los pronósticos señalaban que iba a dar un grito y a salir corriendo su determinación afloro.
“Oh, qué bien, un mensajero valiente, que oportuno. Creo que lo prefería cuando hacía de payaso”, pensó el estafador irritado. El humano sacó una daga que llevaba oculta en la bota y se paro con decisión frente a sus enemigos, los vampiros se preocuparon durante menos de un segundo, el tiempo en que tardaron en recordar que eran mayoría y además más fuertes.
Owens había estirado la situación tanto como le era posible, las manos de la vampiro casi lo agarraron en varias oportunidades, no podía seguir jugando. Bajó por la cintura, la pierna y salto a la tierra, tuvo que zigzaguear para esquivar los pies de los distintos enemigos mientras comenzaban a pelearse con el mensajero.
“Hay un límite lógico para lo que puedo hacer” se justifico la rata-Matthew mientras corría para alejarse de la trifulca. Cruzó la calle, paso por arriba del cuerpo de un caballo muerto “Y ahí queda nuestra posibilidad de huida rápida” detrás de Owens aún podían escucharse las risas de los vampiros, pero ahora era porque se divertían hiriendo al mensajero sin terminar de rematarlo.
Cuando ya había recorrido unas cuadras le pareció escuchar el grito final, estaba hecho, ahí quedaba la posibilidad para Asher y Matt de sacarle información de modo directo al mensajero. El estafador llegó hasta los arbustos donde habían dicho de juntarse una vez que tuvieran novedades.
El humano regresó a su verdadera forma lentamente, era una sensación desagradable, la mente parecía confundirse al tener que manejar primero un tipo de cuerpo y al instante otro muy diferente. Owens se quedó sentado mientras recuperaba el equilibrio.
La Vampiro intentaba agarrar a la rata, pero Matthew se movió más rápido, metiéndose entre sus ropas que aunque estaban ajustadas dejaban un espacio suficiente “Es impresionante lo mucho que puede aplastarse mi cuerpo” pensó el estafador mientras se dedicaba a correr por el torso de la mujer, mordiendo de vez en vez cuando veía la oportunidad.
Sus compañeros no podían hacer mucho por ayudarla, uno intentó meter la mano bajo su camisa pero fue empujado lejos por la vampiro, quien optó por comenzar a quitarse la ropa. El mensajero, al darse cuenta de la situación en la que se encontraba, se había puesto pálido como el papel, retrocedió unos pocos pasos, temblando, pero cuando todos los pronósticos señalaban que iba a dar un grito y a salir corriendo su determinación afloro.
“Oh, qué bien, un mensajero valiente, que oportuno. Creo que lo prefería cuando hacía de payaso”, pensó el estafador irritado. El humano sacó una daga que llevaba oculta en la bota y se paro con decisión frente a sus enemigos, los vampiros se preocuparon durante menos de un segundo, el tiempo en que tardaron en recordar que eran mayoría y además más fuertes.
Owens había estirado la situación tanto como le era posible, las manos de la vampiro casi lo agarraron en varias oportunidades, no podía seguir jugando. Bajó por la cintura, la pierna y salto a la tierra, tuvo que zigzaguear para esquivar los pies de los distintos enemigos mientras comenzaban a pelearse con el mensajero.
“Hay un límite lógico para lo que puedo hacer” se justifico la rata-Matthew mientras corría para alejarse de la trifulca. Cruzó la calle, paso por arriba del cuerpo de un caballo muerto “Y ahí queda nuestra posibilidad de huida rápida” detrás de Owens aún podían escucharse las risas de los vampiros, pero ahora era porque se divertían hiriendo al mensajero sin terminar de rematarlo.
Cuando ya había recorrido unas cuadras le pareció escuchar el grito final, estaba hecho, ahí quedaba la posibilidad para Asher y Matt de sacarle información de modo directo al mensajero. El estafador llegó hasta los arbustos donde habían dicho de juntarse una vez que tuvieran novedades.
El humano regresó a su verdadera forma lentamente, era una sensación desagradable, la mente parecía confundirse al tener que manejar primero un tipo de cuerpo y al instante otro muy diferente. Owens se quedó sentado mientras recuperaba el equilibrio.
Matthew Owens
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
Lentamente, mi deseo se hizo realidad... más o menos.
Los cambios fueron graduales, y tan confusos como cuando me transformé. Pero en mi mente solo había un objetivo. El cilindro. Tanteé el objeto mientras mi cuerpo aumentaba de tamaño y recuperaba su pelaje plateado. Una garra malformada se ciñó a su alrededor. Me costaba reconocerla como la mía. Empecé a arrastrarme hacia la parte trasera del edificio mientras mis piernas recuperaban su aspecto normal. Tenía que esconderme.
Por suerte o por desgracia, los vampiros estaban muy entretenidos con el mensajero. No había conseguido huir. Había perdido el cuchillo que tenía, y estaba recibiendo varias puñaladas y heridas. No iba a salir vivo. Pero si estaba en lo cierto, no importaba.
Jadeé, intentando recuperarme de esa grotesca sensación que recorría mi cuerpo, y me senté, procurando no hacer ruido. Tanteé mi cuerpo con mi mano libre. Ningún bulto extraño, nada fuera de lugar. Por mal que me sintiese, tenía que seguir moviéndome. No estaba a salvo. Pero siendo un hombre bestia de casi dos metros era mucho más complicado el esconderme.
Me dirigí hacia los árboles. Mientras evitase la luz... ¿los vampiros podían ver en la oscuridad? Cerré los ojos, maldiciendo mi suerte. Aquello había sido una mala idea.
Solo me quedaba una opción. Ser lo suficientemente rápido como para que no me viesen. Respiré hondo y miré mi objetivo. La parte de atrás de la posada. Si me agachaba, podía evitar las ventanas. Me apoyé en la pared y empecé a correr.
Me lancé al suelo, acabando a cuatro patas de una forma algo incómoda. No había visto a nadie. Debía de ir bien. O eso pensaba... hasta que alguien decidió abrir las ventanas desde dentro y asomarse al exterior.
En cuanto vi el movimiento de las cubiertas de madera, hice lo único que pude. Utilicé las runas de mi cuerpo para impulsarme. Salir de allí, tan rápido y tan lejos como pudiese. Lo cual, en ese momento, significaba lanzarme de bruces hacia el bosque sin pensar en los obstáculos de por medio. Cuando mi cuerpo frenó, no lo hizo por completo. Rodé por el suelo, golpeándome contra multitud de pequeñas ramas y hojas secas, hasta finalmente detenerme.
Me levanté, algo magullado y con el corazón bombeando con fuerza. Seguía teniendo el cilindro. Tenía que salir de allí. Tras recuperarme del desequilibrio que acababa de producirme a mi mismo, me dirigí hacia donde creía que debía estar el punto de encuentro. Tan solo unos minutos después, vi al humano. Le tendí el cilindro metálico mientras recuperaba mis cosas y me vestía.
-No lo he mirado muy bien. Pero será mejor alejarnos. Creo que alguien me ha visto.- expliqué. Si conseguíamos abrirlo, tal vez aquello no hubiese resultado un enorme fracaso.
Los cambios fueron graduales, y tan confusos como cuando me transformé. Pero en mi mente solo había un objetivo. El cilindro. Tanteé el objeto mientras mi cuerpo aumentaba de tamaño y recuperaba su pelaje plateado. Una garra malformada se ciñó a su alrededor. Me costaba reconocerla como la mía. Empecé a arrastrarme hacia la parte trasera del edificio mientras mis piernas recuperaban su aspecto normal. Tenía que esconderme.
Por suerte o por desgracia, los vampiros estaban muy entretenidos con el mensajero. No había conseguido huir. Había perdido el cuchillo que tenía, y estaba recibiendo varias puñaladas y heridas. No iba a salir vivo. Pero si estaba en lo cierto, no importaba.
Jadeé, intentando recuperarme de esa grotesca sensación que recorría mi cuerpo, y me senté, procurando no hacer ruido. Tanteé mi cuerpo con mi mano libre. Ningún bulto extraño, nada fuera de lugar. Por mal que me sintiese, tenía que seguir moviéndome. No estaba a salvo. Pero siendo un hombre bestia de casi dos metros era mucho más complicado el esconderme.
Me dirigí hacia los árboles. Mientras evitase la luz... ¿los vampiros podían ver en la oscuridad? Cerré los ojos, maldiciendo mi suerte. Aquello había sido una mala idea.
Solo me quedaba una opción. Ser lo suficientemente rápido como para que no me viesen. Respiré hondo y miré mi objetivo. La parte de atrás de la posada. Si me agachaba, podía evitar las ventanas. Me apoyé en la pared y empecé a correr.
Me lancé al suelo, acabando a cuatro patas de una forma algo incómoda. No había visto a nadie. Debía de ir bien. O eso pensaba... hasta que alguien decidió abrir las ventanas desde dentro y asomarse al exterior.
En cuanto vi el movimiento de las cubiertas de madera, hice lo único que pude. Utilicé las runas de mi cuerpo para impulsarme. Salir de allí, tan rápido y tan lejos como pudiese. Lo cual, en ese momento, significaba lanzarme de bruces hacia el bosque sin pensar en los obstáculos de por medio. Cuando mi cuerpo frenó, no lo hizo por completo. Rodé por el suelo, golpeándome contra multitud de pequeñas ramas y hojas secas, hasta finalmente detenerme.
Me levanté, algo magullado y con el corazón bombeando con fuerza. Seguía teniendo el cilindro. Tenía que salir de allí. Tras recuperarme del desequilibrio que acababa de producirme a mi mismo, me dirigí hacia donde creía que debía estar el punto de encuentro. Tan solo unos minutos después, vi al humano. Le tendí el cilindro metálico mientras recuperaba mis cosas y me vestía.
-No lo he mirado muy bien. Pero será mejor alejarnos. Creo que alguien me ha visto.- expliqué. Si conseguíamos abrirlo, tal vez aquello no hubiese resultado un enorme fracaso.
_______________________________
Usada habilidad: ImpulsoAsher Daregan
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
El ruido de las hojas y las ramas rompiéndose fue bastante llamativo incluso para alguien con sentidos disminuidos como era Matt en su forma humana. Al no estar seguro de quien era, en un primero momento el estafador se quedó completamente quieto, intentando no llamar la atención de posibles Vampiros. Cuando vio que se trataba de Asher se relajó un poco, levantó la mano a modo de bienvenida a su compañero de aventura.
-Será mejor que este cilindro tenga algo de valor, nuestro plan B acaba de ser asesinado por los vampiros- Dijo Owens y luego dejó escapar una risita burlona - ¿Puedes creer que nos haya tocado el único mensajero honorable de todo Aerandir? Vaya suerte la nuestra.
El humano se guardó el cilindro en la ropa y se preparó para salir lo más rápido posible de allí, no sentía el menor interés por quedarse a averiguar si lo habían visto o no. Se metieron aún más profundo entre la maleza, era mejor alejarse del camino principal durante algunos kilómetros, dieron un largo rodeo antes de regresar el sendero.
Por el momento no parecía que los siguieran. Owens saco el cilindro y se lo quedó viendo, tenía algunas marcas por fuera, pero por lo demás no parecía que hubiese sido abierto.
-Si lo dejaron a un lado debe ser que no estaban enterados de lo que contenía ¿No crees? Entonces fue una coincidencia que lo encontraran – Aunque también podría ser que el mensajero, tan valiente y honrado, al ver las luces hubiese sospechado lo peor y decidiera ir en ayuda de los aldeanos “Un terrible, terrible error, mi amigo” pensó el estafador mientras balanceaba el cilindro.
Se sentía pesado, bastante más de lo necesario, el estafador tuvo que hacer fuerza durante unos minutos hasta que finalmente se abrió. Pegado a la tapa había una madera, y cuidadosamente enrollado alrededor de ella había un manuscrito hecho de piel de algún animal.
-¿Qué demon….? – No tenían mucha luz, pero por lo poco que iluminaba la luna dejaban a la vista un manuscrito que no tenía el menor sentido, eran un montón de letras sueltas y dibujos dispersos, línea que comenzaban y se cortaban de modo absolutamente arbitrario - Creo que quien escribió esto estaba ebrio – Matthew lo giro varias veces del derecho y del revés en busca de algún sentido – MUY ebrio.
Guardo el cilindro y lo agarro de las puntas, lo levanto para ver si con la luz de la luna se podía ver algún mensaje oculto, pero no había nada. Un viento fuerte sacudió el mensaje y de pronto se partió en una larga cinta, de la cual Matthew sostenía ambos extremos.
-Mmmm… No sé si esto nos acerca más a descifrarlo, o… Si lo rompí - Ahora tenía una larga tira de pergamino con letras, números y dibujos dispersos a lo largo – Esta gente sí que se toma en serio su trabajo.
-Será mejor que este cilindro tenga algo de valor, nuestro plan B acaba de ser asesinado por los vampiros- Dijo Owens y luego dejó escapar una risita burlona - ¿Puedes creer que nos haya tocado el único mensajero honorable de todo Aerandir? Vaya suerte la nuestra.
El humano se guardó el cilindro en la ropa y se preparó para salir lo más rápido posible de allí, no sentía el menor interés por quedarse a averiguar si lo habían visto o no. Se metieron aún más profundo entre la maleza, era mejor alejarse del camino principal durante algunos kilómetros, dieron un largo rodeo antes de regresar el sendero.
Por el momento no parecía que los siguieran. Owens saco el cilindro y se lo quedó viendo, tenía algunas marcas por fuera, pero por lo demás no parecía que hubiese sido abierto.
-Si lo dejaron a un lado debe ser que no estaban enterados de lo que contenía ¿No crees? Entonces fue una coincidencia que lo encontraran – Aunque también podría ser que el mensajero, tan valiente y honrado, al ver las luces hubiese sospechado lo peor y decidiera ir en ayuda de los aldeanos “Un terrible, terrible error, mi amigo” pensó el estafador mientras balanceaba el cilindro.
Se sentía pesado, bastante más de lo necesario, el estafador tuvo que hacer fuerza durante unos minutos hasta que finalmente se abrió. Pegado a la tapa había una madera, y cuidadosamente enrollado alrededor de ella había un manuscrito hecho de piel de algún animal.
-¿Qué demon….? – No tenían mucha luz, pero por lo poco que iluminaba la luna dejaban a la vista un manuscrito que no tenía el menor sentido, eran un montón de letras sueltas y dibujos dispersos, línea que comenzaban y se cortaban de modo absolutamente arbitrario - Creo que quien escribió esto estaba ebrio – Matthew lo giro varias veces del derecho y del revés en busca de algún sentido – MUY ebrio.
Guardo el cilindro y lo agarro de las puntas, lo levanto para ver si con la luz de la luna se podía ver algún mensaje oculto, pero no había nada. Un viento fuerte sacudió el mensaje y de pronto se partió en una larga cinta, de la cual Matthew sostenía ambos extremos.
-Mmmm… No sé si esto nos acerca más a descifrarlo, o… Si lo rompí - Ahora tenía una larga tira de pergamino con letras, números y dibujos dispersos a lo largo – Esta gente sí que se toma en serio su trabajo.
Matthew Owens
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
Contemplé como mi compañero forcejeaba con el cilindro. No estaba seguro de como decir que probablemente me costaría menos abrirlo sin sonar insultante. La verdad, ni siquiera creía que fuese a abrirse tan fácilmente. Pero lentamente, el metal del interior parecía estar moviendose. Tal vez lo único que hacía falta era paciencia.
Miré el contenido por encima del hombro de Matthew. Un... ¿mensaje codificado? Ni siquiera tenía pinta de ser letras.
-Oh, ese símbolo se parece a... una runa.- señalé. Pero solo ese. Y estaba bastante mal dibujada. No, seguramente era coincidencia. El horripilante sonido del papel rasgándose inundó mis oídos y me hizo contraer el rostro en una mueca. ¿Acababa de pasar lo que creía? El humano se había quedado con tan solo una larga tira de papel en las manos.
-Espera, esto me suena...- musité. -Se ha roto muy fácilmente... pero de forma uniforme.- examiné el cilindro con cuidado. Si estaba en lo cierto, tendría que haber algo en él. Tras un rato de toquetear y examinar la carcasa, noté como algo giraba en su interior. Continué accionando lo que quiera que fuese, y el cilindro metálico se... expandió, volviendose más grueso y fino al mismo tiempo.
-Creo que ya sé de que va esto.- dije. Cogí uno de los extremos del pergamino y lo coloqué en el cilindro. A continuación, empecé a girarlo, enrollando la ristra de papel en torno al metal hasta el final. Ajusté un poco las lineas y... -Lo tengo. Las lineas se conectan. Es un mapa.- sonreí, examinandolo cuidadosamente.
Era un mapa de Lunargenta, con distintos puntos marcados cuidadosamente y un código a la izquierda. Me preguntaba si también tendría algo por la parte de atrás.
-Según esto, la mayoría de fuerzas están cerca del castillo. Esperan que el ejercito desembarque en el puerto, en lugar de atacar desde fuera...- musité, repasando la información en general.
Bien, aquello era suficiente. Podía mirar las cosas más de cerca una vez volviese a Roilkat. Me había ganado una buena cena. Por supuesto, no iba a olvidarme del humano.
-Buen trabajo, Matthew. Ven conmigo a Roilkat. Me aseguraré de que te paguen bien por esto.- dije, dándole una palmada amistosa en el hombro. Estaba seguro de que era él quien se había asegurado de que los vampiros se distrajesen. Aunque incluyese la horrible muerte del mensajero.
-¿Sueles trabajar en Lunargenta?- inquirí. -Me vendría bien alguien como tu de vez en cuando.- Me quedé pensativo. Tal vez, si volvíamos a coincidir, podía ofrecerle un sitio en los Nómadas.
Miré el contenido por encima del hombro de Matthew. Un... ¿mensaje codificado? Ni siquiera tenía pinta de ser letras.
-Oh, ese símbolo se parece a... una runa.- señalé. Pero solo ese. Y estaba bastante mal dibujada. No, seguramente era coincidencia. El horripilante sonido del papel rasgándose inundó mis oídos y me hizo contraer el rostro en una mueca. ¿Acababa de pasar lo que creía? El humano se había quedado con tan solo una larga tira de papel en las manos.
-Espera, esto me suena...- musité. -Se ha roto muy fácilmente... pero de forma uniforme.- examiné el cilindro con cuidado. Si estaba en lo cierto, tendría que haber algo en él. Tras un rato de toquetear y examinar la carcasa, noté como algo giraba en su interior. Continué accionando lo que quiera que fuese, y el cilindro metálico se... expandió, volviendose más grueso y fino al mismo tiempo.
-Creo que ya sé de que va esto.- dije. Cogí uno de los extremos del pergamino y lo coloqué en el cilindro. A continuación, empecé a girarlo, enrollando la ristra de papel en torno al metal hasta el final. Ajusté un poco las lineas y... -Lo tengo. Las lineas se conectan. Es un mapa.- sonreí, examinandolo cuidadosamente.
Era un mapa de Lunargenta, con distintos puntos marcados cuidadosamente y un código a la izquierda. Me preguntaba si también tendría algo por la parte de atrás.
-Según esto, la mayoría de fuerzas están cerca del castillo. Esperan que el ejercito desembarque en el puerto, en lugar de atacar desde fuera...- musité, repasando la información en general.
Bien, aquello era suficiente. Podía mirar las cosas más de cerca una vez volviese a Roilkat. Me había ganado una buena cena. Por supuesto, no iba a olvidarme del humano.
-Buen trabajo, Matthew. Ven conmigo a Roilkat. Me aseguraré de que te paguen bien por esto.- dije, dándole una palmada amistosa en el hombro. Estaba seguro de que era él quien se había asegurado de que los vampiros se distrajesen. Aunque incluyese la horrible muerte del mensajero.
-¿Sueles trabajar en Lunargenta?- inquirí. -Me vendría bien alguien como tu de vez en cuando.- Me quedé pensativo. Tal vez, si volvíamos a coincidir, podía ofrecerle un sitio en los Nómadas.
Asher Daregan
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
Matthew contemplo con interés como Asher revisaba el cilindro, parecía tener bastante claro qué era lo que buscaba, en cambio el estafador estaba totalmente perdido, no tenía idea como una larga tira de papel se podía volver un mapa. Sostuvo el pergamino mientras el hombre- bestia terminaba de desentrañar el acertijo de la carcasa.
-No podía ser solo una carta ¿Cierto?- Bromeo Owens mientras veía como su compañero enrollaba la tira alrededor del cilindro con mucho cuidado para que las líneas coincidieran- Ya veo, que ingenioso – Dio un vistazo rápido por el mapa, uno nunca sabía cuando podía ser útil ese tipo de información.
Lo cierto era que la lealtad de Matthew no estaba definida por ningún bando en particular, su única guía era el deseo, el ansía por el caos, en la mente del estafador solo surgían ideas sobre cómo podría utilizar algo así para generar más anarquía. El humano no conocía a Asher, no lo haría participe de sus ideas por el momento, solo se sonrió y no hizo gesto alguno por impedir que su compañero se guarde la información.
-Mis felicitaciones para ti también, la misión hubiese resultado mucho más difícil, sino imposible, de no haber encontrado este cilindro. Sobre todo teniendo al mensajero muerto – Con todo el asunto del mensaje oculto resuelto, era mejor apurar el paso, que no hubiesen percibido ningún rastro de persecución no significaba que estuvieran completamente a salvo – Me encantaría ir a Roilkat, y más aún el recibir la recompensa con mis propias manos. Pero creo que tendré que negarme, quien me… “instó” a tomar este trabajo quiere recibir el dinero primero, así que ya le darás mis saludos cuando lo encuentres allí – Recibió el gesto de Asher con buen ánimo y agregó – Sin embargo, caminaremos en la misma dirección por varios kilómetros más.
Esa era parcialmente una mentira, si era cierto que el elfo quería ir personalmente, aunque Matt podría haber ido también. Pero el estafador era muy desconfiado “Veamos, soy un completo desconocido, que ya cumplió con su tarea, que tiene información importante... Y me invitan a un sitio con gente que en verdad está involucrado en todo esto. No, no, Matthew, mejor deja que el estúpido elfo vaya por ti”
-Por mi profesión no puedo estar demasiado tiempo en ningún lugar, hay que renovar el público para que las estafas funcionen, tu entiendes – El humano hizo un gesto con la mano como para quitarle importancia al asunto – Sin embargo, suelo pasar la mayor parte de mi tiempo entre Lunargenta, Vulwulfar, Roilkat y los alrededores de estas. Pregunta a la peor calaña que puedas encontrar en la ciudad de turno y seguro te dirán donde encontrarme jajaja – El humano no tenía ninguna vergüenza en admitir el tipo de cosas que hacía ni la gente con la que se juntaba.
La noche estaba extraordinariamente tranquila, estando de esa manera era difícil de creer que bajo esa misma luna un pueblo entero acababa de ser masacrado por un grupo de vampiros. “Admiro el sentido del humor de los dioses” pensó el estafador mientras sonreía de medio lado.
-No podía ser solo una carta ¿Cierto?- Bromeo Owens mientras veía como su compañero enrollaba la tira alrededor del cilindro con mucho cuidado para que las líneas coincidieran- Ya veo, que ingenioso – Dio un vistazo rápido por el mapa, uno nunca sabía cuando podía ser útil ese tipo de información.
Lo cierto era que la lealtad de Matthew no estaba definida por ningún bando en particular, su única guía era el deseo, el ansía por el caos, en la mente del estafador solo surgían ideas sobre cómo podría utilizar algo así para generar más anarquía. El humano no conocía a Asher, no lo haría participe de sus ideas por el momento, solo se sonrió y no hizo gesto alguno por impedir que su compañero se guarde la información.
-Mis felicitaciones para ti también, la misión hubiese resultado mucho más difícil, sino imposible, de no haber encontrado este cilindro. Sobre todo teniendo al mensajero muerto – Con todo el asunto del mensaje oculto resuelto, era mejor apurar el paso, que no hubiesen percibido ningún rastro de persecución no significaba que estuvieran completamente a salvo – Me encantaría ir a Roilkat, y más aún el recibir la recompensa con mis propias manos. Pero creo que tendré que negarme, quien me… “instó” a tomar este trabajo quiere recibir el dinero primero, así que ya le darás mis saludos cuando lo encuentres allí – Recibió el gesto de Asher con buen ánimo y agregó – Sin embargo, caminaremos en la misma dirección por varios kilómetros más.
Esa era parcialmente una mentira, si era cierto que el elfo quería ir personalmente, aunque Matt podría haber ido también. Pero el estafador era muy desconfiado “Veamos, soy un completo desconocido, que ya cumplió con su tarea, que tiene información importante... Y me invitan a un sitio con gente que en verdad está involucrado en todo esto. No, no, Matthew, mejor deja que el estúpido elfo vaya por ti”
-Por mi profesión no puedo estar demasiado tiempo en ningún lugar, hay que renovar el público para que las estafas funcionen, tu entiendes – El humano hizo un gesto con la mano como para quitarle importancia al asunto – Sin embargo, suelo pasar la mayor parte de mi tiempo entre Lunargenta, Vulwulfar, Roilkat y los alrededores de estas. Pregunta a la peor calaña que puedas encontrar en la ciudad de turno y seguro te dirán donde encontrarme jajaja – El humano no tenía ninguna vergüenza en admitir el tipo de cosas que hacía ni la gente con la que se juntaba.
La noche estaba extraordinariamente tranquila, estando de esa manera era difícil de creer que bajo esa misma luna un pueblo entero acababa de ser masacrado por un grupo de vampiros. “Admiro el sentido del humor de los dioses” pensó el estafador mientras sonreía de medio lado.
Matthew Owens
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
Arqueé una ceja ante la negativa del humano. A decir verdad, no tenía ni idea de quien le había contratado. Pero quizás fuese mejor no preguntar. Según sospechaba, debía ser la clase de persona que se metía en problemas a menudo.
-Si estás seguro...- respondí, encogiendome de hombros. No le dí más importancia al asunto. Me quedé pensativo, con la mirada perdida. Me preguntaba que había visto la persona que me encontró al abrir la ventana. Con suerte, habría estado bebiendo. Me había desvanecido lo suficientemente rápido como para que creyese que hubiese sido una alucinación... o eso esperaba.
El humano parecía de buen humor. O más bien, no dejaba de hacer bromas y comentarios sarcásticos. En cierta forma, tranquilizaba un poco. Mi propia actitud no habría sido muy distinta unos meses atrás. Me relajé. Había hecho un buen trabajo, resuelto todo el asunto, y no había nadie que me necesitase alrededor. En esos momentos, podía dejar de ser un líder.
-Uuh, Lunargenta. Yo me andaría con cuidado, no te vayan a pagar con dos agujeros de diente un día de estos.- sonreí. -Imagínate convertirte en vampiro sólo para tener que admitir que le diste información al enemigo. Sería muy incómodo... aunque seguro que los has tenido peores.- añadí, bromeando.
Continuamos parte del trayecto hablando tranquilamente. El camino siempre se hacía más corto de esa manera. Cuando llegó el momento de separarnos, le guiñé un ojo al ladrón.
-Que no te desangren. Preguntaré por allí si alguna vez necesito un truhan.- dije con un gesto de la mano.
Para cuando volví a Roilkat, ya estaba casi amaneciendo. Empecé a notar el cansancio. Había sido una noche larga. Me dirigí hacia la habitación que Flint le había cedido a Irirgo y abrí la puerta sin siquiera llamar.
-Tengo lo que querías.- dije, acercándome a la mesa sobre la que estaba trabajando y pasandole el cilindro metálico. -¿No duermes nunca?- pregunté tras un largo bostezo.
-Buen trabajo. ¿Que hay del mensajero?- preguntó, examinando el objeto.
-Se hizo el valiente con unos vampiros.- Aquello debía ser suficiente explicación. La verdad, no me importaba en lo más mínimo. Probablemente se lo merecía. -El mensaje de dentro es una tira. La enrollas en torno a... la cosa.- dije, haciendo un círculo con un dedo. No estaba seguro de que estaba haciendo. Solo quería irme a dormir. -Ah, y uno de los ladrones me echó un cable... un Matthew Owens. Dijo que alguien le había contratado.-
Salí de la habitación. Iba a dirigirme directamente a mi cama. Había caminado más que suficiente para ese día.
-Si estás seguro...- respondí, encogiendome de hombros. No le dí más importancia al asunto. Me quedé pensativo, con la mirada perdida. Me preguntaba que había visto la persona que me encontró al abrir la ventana. Con suerte, habría estado bebiendo. Me había desvanecido lo suficientemente rápido como para que creyese que hubiese sido una alucinación... o eso esperaba.
El humano parecía de buen humor. O más bien, no dejaba de hacer bromas y comentarios sarcásticos. En cierta forma, tranquilizaba un poco. Mi propia actitud no habría sido muy distinta unos meses atrás. Me relajé. Había hecho un buen trabajo, resuelto todo el asunto, y no había nadie que me necesitase alrededor. En esos momentos, podía dejar de ser un líder.
-Uuh, Lunargenta. Yo me andaría con cuidado, no te vayan a pagar con dos agujeros de diente un día de estos.- sonreí. -Imagínate convertirte en vampiro sólo para tener que admitir que le diste información al enemigo. Sería muy incómodo... aunque seguro que los has tenido peores.- añadí, bromeando.
Continuamos parte del trayecto hablando tranquilamente. El camino siempre se hacía más corto de esa manera. Cuando llegó el momento de separarnos, le guiñé un ojo al ladrón.
-Que no te desangren. Preguntaré por allí si alguna vez necesito un truhan.- dije con un gesto de la mano.
Para cuando volví a Roilkat, ya estaba casi amaneciendo. Empecé a notar el cansancio. Había sido una noche larga. Me dirigí hacia la habitación que Flint le había cedido a Irirgo y abrí la puerta sin siquiera llamar.
-Tengo lo que querías.- dije, acercándome a la mesa sobre la que estaba trabajando y pasandole el cilindro metálico. -¿No duermes nunca?- pregunté tras un largo bostezo.
-Buen trabajo. ¿Que hay del mensajero?- preguntó, examinando el objeto.
-Se hizo el valiente con unos vampiros.- Aquello debía ser suficiente explicación. La verdad, no me importaba en lo más mínimo. Probablemente se lo merecía. -El mensaje de dentro es una tira. La enrollas en torno a... la cosa.- dije, haciendo un círculo con un dedo. No estaba seguro de que estaba haciendo. Solo quería irme a dormir. -Ah, y uno de los ladrones me echó un cable... un Matthew Owens. Dijo que alguien le había contratado.-
Salí de la habitación. Iba a dirigirme directamente a mi cama. Había caminado más que suficiente para ese día.
Asher Daregan
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Re: [Guerra de Lunargenta] El mensajero nunca... [Cerrado]
El estafador se rió con el comentario de Asher, “Imagina si ambos bandos supieran lo que estuve haciendo todo este tiempo” le hubiese contestado Matt de haber tenido algo más de confianza. Si de él dependiera le cortaría la cabeza al Rey ni bien pusiera sus honorables posaderas sobre el trono, mismo con los vampiros ¿Y entonces quien debería gobernar? “Cualquier pobre imbécil que pase en ese momento por la calle estaría bien, estar en el castillo no es tan complicado como lo quieren hacer ver”
-Creo que podría ser un vampiro muy atractivo – Bromeo Matt – Aunque no sé si el tono de piel me lo permite ¿Notaste que casi todos los vampiros son caucásicos? Me hacen sentir discriminado – Era difícil que Owens hablara en serio durante demasiado tiempo, pero en esta oportunidad había logrado mantenerse “profesional” durante casi toda la noche.
-Ciertamente no es un buen momento para estar en los reinos del sur ¡Pero eh! Tampoco diría que hace seis meses estábamos en la gloria – Se encogió de hombros para quitarle importancia – Las personas se acostumbran a todo, incluso a tener vampiros de regentes, jajaja.
Habían llegado a un cruce de caminos, el hombre- bestia se dirigiría hacia Roilkat, en cambio Matthew tendría que ir en dirección a Lunargenta, al granero abandonado donde el elfo y sus secuaces lo estarían esperando.
-Será un placer el volver a trabajar contigo, intenta que no te maten durante la guerra – Levantó la mano en señal de saludo y comenzó a caminar en la dirección que le correspondía.
Tardó algunas horas en llegar al lugar, lo cierto es que tampoco tenía mucho apuro por entregar la información. Así como ir a Roilkat no parecía ser lo más seguro, Matthew tampoco tenía la certeza de que podría salir vivo de estas negociaciones. Empujó la puerta apoyando con fuerza el hombro y no tardó en ver a sus patrocinadores.
-¡Amigos míos! traigo buenas noticias, cumplí con mi tarea tal como me lo pidieron, sin muertes innecesarias ni grandes contratiempos – Los tres hombres estaban sentados usando una caja como mesa, jugaban a los dados mientras esperaban.
-Te quedarás aquí hasta que compruebe que lo que dices es verdad – Dijo el elfo mientras se levantaba – No pienso creerte sin tener prueba alguna.
-Me parece justo ¿Continuo con tu partida entonces? – Dijo el estafador señalando los dados.
-Dudo mucho que acepten apostar contigo, nadie en su sano juicio lo haría – La puerta del granero se cerró y el humano pudo escuchar claramente como cerraba el candado del otro lado.
Los guardias se sonrieron dejando a la vista unos blancos colmillos, Matthew se sonrió al comprobar que había tenido la razón todo el tiempo, nadie podía mover mercancía por Lunargenta sin tener algún tipo de trato con los vampiros. Antes de que pudieran acercarse pateó la lámpara que iluminaba la sala en dirección al heno que aún se acumulaba en el lugar, comenzando así un enorme incendio.
Trepar hasta la ventana no fue sencillo, mucho menos con dos vampiros prendidos fuego intentando atraparlo, pero de alguna manera Owens se las arregló para llegar hasta ella y salir del granero. Respirando con dificultad corrió para alejarse del lugar, la noche aún no había terminado, tenía que ir a buscar a ese maldito elfo traidor.
-Creo que podría ser un vampiro muy atractivo – Bromeo Matt – Aunque no sé si el tono de piel me lo permite ¿Notaste que casi todos los vampiros son caucásicos? Me hacen sentir discriminado – Era difícil que Owens hablara en serio durante demasiado tiempo, pero en esta oportunidad había logrado mantenerse “profesional” durante casi toda la noche.
-Ciertamente no es un buen momento para estar en los reinos del sur ¡Pero eh! Tampoco diría que hace seis meses estábamos en la gloria – Se encogió de hombros para quitarle importancia – Las personas se acostumbran a todo, incluso a tener vampiros de regentes, jajaja.
Habían llegado a un cruce de caminos, el hombre- bestia se dirigiría hacia Roilkat, en cambio Matthew tendría que ir en dirección a Lunargenta, al granero abandonado donde el elfo y sus secuaces lo estarían esperando.
-Será un placer el volver a trabajar contigo, intenta que no te maten durante la guerra – Levantó la mano en señal de saludo y comenzó a caminar en la dirección que le correspondía.
Tardó algunas horas en llegar al lugar, lo cierto es que tampoco tenía mucho apuro por entregar la información. Así como ir a Roilkat no parecía ser lo más seguro, Matthew tampoco tenía la certeza de que podría salir vivo de estas negociaciones. Empujó la puerta apoyando con fuerza el hombro y no tardó en ver a sus patrocinadores.
-¡Amigos míos! traigo buenas noticias, cumplí con mi tarea tal como me lo pidieron, sin muertes innecesarias ni grandes contratiempos – Los tres hombres estaban sentados usando una caja como mesa, jugaban a los dados mientras esperaban.
-Te quedarás aquí hasta que compruebe que lo que dices es verdad – Dijo el elfo mientras se levantaba – No pienso creerte sin tener prueba alguna.
-Me parece justo ¿Continuo con tu partida entonces? – Dijo el estafador señalando los dados.
-Dudo mucho que acepten apostar contigo, nadie en su sano juicio lo haría – La puerta del granero se cerró y el humano pudo escuchar claramente como cerraba el candado del otro lado.
Los guardias se sonrieron dejando a la vista unos blancos colmillos, Matthew se sonrió al comprobar que había tenido la razón todo el tiempo, nadie podía mover mercancía por Lunargenta sin tener algún tipo de trato con los vampiros. Antes de que pudieran acercarse pateó la lámpara que iluminaba la sala en dirección al heno que aún se acumulaba en el lugar, comenzando así un enorme incendio.
Trepar hasta la ventana no fue sencillo, mucho menos con dos vampiros prendidos fuego intentando atraparlo, pero de alguna manera Owens se las arregló para llegar hasta ella y salir del granero. Respirando con dificultad corrió para alejarse del lugar, la noche aún no había terminado, tenía que ir a buscar a ese maldito elfo traidor.
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