[MEGAEVENTO: GUERRA] Suministros de Guerra
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[MEGAEVENTO: GUERRA] Suministros de Guerra
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Unos días antes del inicio de la Guerra.
La empalizada que constituía el campamento móvil de la compañía de los leónicos se encontraba en una pequeña arboleda en las afueras de Lunargenta. La habían montado hace unas semanas en la espesura para que los vampiros no sospechasen el ataque. Algunos de los hombres bestia ultimaban los preparativos para la gran batalla. Sabían que no tardaría mucho en despertar tal y como había informado Bashira a su líder, Melena Blanca.
Junto a los nórgedos, un grupo de los leónicos asaltaría la capital desde el occidente, pero una pequeña parte del destacamento permanecía en el campamento. Había que tener en cuenta que los nórgedos perdieron gran parte de sus efectivos tras un brutal combate contra la jinete oscuro, Verzhela Tarmúnil, en el templo en honor a Nis, diosa del agua. Por tanto, su papel, a diferencia del de los nórgedos, iba a ser más secundario. Melena Blanca no pensaba perder a la mayoría de sus hombres ante la inminente llegada de los jinetes oscuros.
El líder de la manada, serio, permanecía con la Corona Astada en sus manos. Sus dos metros y su gran cráneo hacían imposible que vistiera la reliquia como lo hiciera la nigromante Amaterasu años atrás. Su segundo, Imargo, se acercó a él. El leónico permanecía reflexivo. Llevaba semanas así. Aguardaba la llegada de los jinetes para cumplir su venganza. Y también esperaba a que la rata de Vladimir, como él lo llamaba, saliera de su escondrijo. Allí estaría él.
Sin embargo, un sentimiento de culpa reconcomía la conciencia de su lugarteniente, Imargo Ja’zad, quien había asumido el rol de jefe de guerra hasta la vuelta de Melena Blanca en su campaña con los jinetes. Se acercó hasta la roca, junto a una pequeña hoguera, desde donde hacía días reposaba éste, reflexivo.
-Jefe, los chicos han traído más suministros de los pueblos cercanos y también de algún clan “amable” de Sandorái. Están en la parte trasera del campamento. – explicó Imargo. - ¿Seguro que no podemos proporcionárselos a los distintos ejércitos? – preguntó el noble hombre bestia.
Melena Blanca lo miró serio. Imperturbable.
-¿Hay algo decente en esas provisiones? No necesitamos más patatas y lechugas. Eso no nos ayudará contra los vampiros, y mucho menos contra los jinetes. – replicó.
-Pues… No lo sé jefe. No las hemos abierto aún. Nos la han mandado elfos, así que tal vez haya cosas mágicas… - Imargo no sabía muy bien qué decir o contestar. – ¿Y si los repartimos entre los necesitados de la guerra?
-Está bien, pero no quiero que más leónicos abandonen el campamento. Hemos cedido algunos a Bashira, y ya me parece demasiado. Los ejércitos de Dundarak, los de Beltrexus y los nórgedos son suficientes. Ellos ni se imaginan la llegada de los jinetes. – miró a la cielo, al enorme remolino, oscuro, que se ceñía sobre sus cabezas como si se tratara de un huracán. – Manda a alguno de los nuevos. Ya que han venido dispuestos a ayudar… - ordenó el leónico.
Imargo suspiró. Y enfocó a donde se encontraban los nuevos reclutas del grupo. Llevaban varios días en el campamento, pero no había rastros ni signos de acción o emoción. Melena Blanca quería a todos los leónicos, aunque estaba dispuesto a sacrificar a unos pocos.
Dicho esto, se encaminó hacia ellos.
* * * * * * * * * * * * *
Melena Blanca, uno de los cuatro centinelas de Aerandir, está reservándose para la llegada de los jinetes y no parece querer perder a sus miembros ni participar activamente en lo que es la guerra al considerar suficientes a los ejércitos del Norte, Lunargenta y los nórgedos.Primera ronda de la misión:
Duración: Un turno
Objetivo: Junto a Imargo Ja’zad (podéis manejarlo) tenéis que abrir los contenedores del campamento. ¿Qué difícil, verdad?
Cada uno tiraréis una runa abriendo cuyo resultado será:
-Runa mala: 0 suministros. No habrá nada de útil en el contenedor.
-Runa media: 1 suministro. Habrá algo interesante (lo que consideréis que pueda ayudar a los usuarios).
-Runa buena: 2 suministros. Habrá dos objetos interesantes.
Asher: Por ser un personaje de nivel alto que siempre ayuda a los necesitados (ejem). Tu contarás con un suministro extra a sumar a lo obtenido en la runa.
Segunda ronda: Sólo podréis postear en los eventos de los usuarios cuando estos hayan pasado el primer turno. Y la intervención será muy breve.
Individualmente, tendréis que ir distribuyendo los “suministros” entre los demás hilos de la guerra. Cada suministro que deis equivale a una runa buena en la misión o evento que lo requiera. Si tenéis por ejemplo, sólo 1 suministro. Uno de vosotros dos tendrá que ir al evento en cuestión que consideréis, ayudar de alguna manera sin interrumpir a los usuarios del tema en su objetivo y salir por patas.
Tercera ronda de la misión:
Duración: Un turno.
Objetivo: Volver al campamento de los leónicos (volver a este tema) e informar a Imargo Ja’zad de a quienes habéis ayudado para que os de la recompensa. Una vez hayáis entregado los suministros.
Ger
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Suministros de Guerra
-¿Por qué estamos aquí?- volvió a preguntar Oshu. Abrí los ojos, mirándole desde mi asiento. Yo mismo me lo había estado preguntando. -Los demás deben estar atacando. Los Nórgedos...-
-Nos quieren aquí.- interrumpí. Suspiré pesadamente. -Yo también preferiría estar haciendo algo. Pero confío en Irirgo.- Había más que aquello, por supuesto. Tanto el dragón como yo queríamos lo mismo, y el quedarnos allí evitaba que los Nómadas estuviesen en peligro. Al menos, por el momento. La guerra no era solo contra los vampiros, después de todo.
-Quizás sea mejor así, de todas formas. Pero sigue habiendo algo que me da mala espina.- admitió, bajando la mirada
-Yo también lo he notado.- suspiré. Me levanté y salí de la tienda junto al otro hombre perro. -Mantente alerta. Pero no empieces nada con los leónicos.- Ya había visto como se sentían respecto a la magia. Y como miraban a los brujos y elfos del grupo.
Con los hombres bestia no parecían tener tanto problema. Si supieran lo que hacían los "tatuajes" de mi cuerpo, quizás se mostrasen algo más cautos, pero no necesitaba darles más motivos para mostrarse recelosos.
-Mira, hablando de...- Alcé la mirada ante la advertencia de Oshu. Uno de los felinos se acercaba directamente hacia mi. Imargo Ja'zad. Lugarteniente de los leónicos... y el único que parecía realmente estar moviendo los hilos por allí.
-Necesitamos ayuda. ¿Puedes venir?- preguntó. Asentí y caminé junto a él mientras explicaba la situación, dejando a Oshu atrás. -Tenemos más suministros de los que necesitamos. Aquí no nos sirven de mucho. Pero hay otros a los que le vendrían muy bien.- dijo, mientras nos encaminábamos a unos contenedores recién traídos del exterior.
-¿...Y? ¿No tienen caravanas para eso?- pregunté, frunciendo el ceño. Si era algo tan simple como transportar comida, había muchas otras opciones para ayudar de verdad.
-No esa clase de provisiones.- replicó. -Vienen de Sandorai. Podría ser algo menos discreto. La clase de cosa que podría ayudar de verdad.-
Me llevé la mano al mentón. Dependiendo del objeto, podía ser necesario el llevar un grupo pequeño para transportarlo. Miré al hombre gato de reojo. Estaba seguro de que los propios leónicos podían encargarse, también.
-El jefe no quiere ceder a más de los nuestros.- dijo en voz más baja, como si pudiese leerme la mente.
-¿Y cree que nosotros somos prescindibles?- pregunté, algo molesto. Esa gente no nos conocía. No sabían de lo que éramos capaz. Pero con una organización tan militar y jerárquica, no me sorprendía que nos subestimasen.
-Eso no es lo que he dicho.- respondió. -¿Podeis hacerlo? Tenía entendido que habéis venido a ayudar.-
Resoplé, algo divertido con su respuesta. Me acerqué a una de las cajas y la olisqueé. Hierbas y frutas. Salvo que fuesen ingredientes alquímicos, no sería útil. Sin embargo, la abrí, solo para asegurarme. Algo brillante me llamó la atención. Cuidadosamente colocada en una de las esquinas, yacía una segunda caja, más pequeña y ornamental. En su interior, una esfera de cristal.
La cogí, examinándola de cerca. En cuanto la toqué, una serie de runas se iluminaron por todo el objeto, alterando el color del interior a medida que lo tocaba.
-Esto... parece que puede servirnos de algo.- sonreí. Los leónicos cercanos se tensaron ligeramente. Imargo se excusó, yendo a buscar más voluntarios para transportar los suministros. Deposité la esfera en su caja y me acerqué al siguiente contenedor.
Tal vez podría alegrarle el día a alguien.
-Nos quieren aquí.- interrumpí. Suspiré pesadamente. -Yo también preferiría estar haciendo algo. Pero confío en Irirgo.- Había más que aquello, por supuesto. Tanto el dragón como yo queríamos lo mismo, y el quedarnos allí evitaba que los Nómadas estuviesen en peligro. Al menos, por el momento. La guerra no era solo contra los vampiros, después de todo.
-Quizás sea mejor así, de todas formas. Pero sigue habiendo algo que me da mala espina.- admitió, bajando la mirada
-Yo también lo he notado.- suspiré. Me levanté y salí de la tienda junto al otro hombre perro. -Mantente alerta. Pero no empieces nada con los leónicos.- Ya había visto como se sentían respecto a la magia. Y como miraban a los brujos y elfos del grupo.
Con los hombres bestia no parecían tener tanto problema. Si supieran lo que hacían los "tatuajes" de mi cuerpo, quizás se mostrasen algo más cautos, pero no necesitaba darles más motivos para mostrarse recelosos.
-Mira, hablando de...- Alcé la mirada ante la advertencia de Oshu. Uno de los felinos se acercaba directamente hacia mi. Imargo Ja'zad. Lugarteniente de los leónicos... y el único que parecía realmente estar moviendo los hilos por allí.
-Necesitamos ayuda. ¿Puedes venir?- preguntó. Asentí y caminé junto a él mientras explicaba la situación, dejando a Oshu atrás. -Tenemos más suministros de los que necesitamos. Aquí no nos sirven de mucho. Pero hay otros a los que le vendrían muy bien.- dijo, mientras nos encaminábamos a unos contenedores recién traídos del exterior.
-¿...Y? ¿No tienen caravanas para eso?- pregunté, frunciendo el ceño. Si era algo tan simple como transportar comida, había muchas otras opciones para ayudar de verdad.
-No esa clase de provisiones.- replicó. -Vienen de Sandorai. Podría ser algo menos discreto. La clase de cosa que podría ayudar de verdad.-
Me llevé la mano al mentón. Dependiendo del objeto, podía ser necesario el llevar un grupo pequeño para transportarlo. Miré al hombre gato de reojo. Estaba seguro de que los propios leónicos podían encargarse, también.
-El jefe no quiere ceder a más de los nuestros.- dijo en voz más baja, como si pudiese leerme la mente.
-¿Y cree que nosotros somos prescindibles?- pregunté, algo molesto. Esa gente no nos conocía. No sabían de lo que éramos capaz. Pero con una organización tan militar y jerárquica, no me sorprendía que nos subestimasen.
-Eso no es lo que he dicho.- respondió. -¿Podeis hacerlo? Tenía entendido que habéis venido a ayudar.-
Resoplé, algo divertido con su respuesta. Me acerqué a una de las cajas y la olisqueé. Hierbas y frutas. Salvo que fuesen ingredientes alquímicos, no sería útil. Sin embargo, la abrí, solo para asegurarme. Algo brillante me llamó la atención. Cuidadosamente colocada en una de las esquinas, yacía una segunda caja, más pequeña y ornamental. En su interior, una esfera de cristal.
La cogí, examinándola de cerca. En cuanto la toqué, una serie de runas se iluminaron por todo el objeto, alterando el color del interior a medida que lo tocaba.
-Esto... parece que puede servirnos de algo.- sonreí. Los leónicos cercanos se tensaron ligeramente. Imargo se excusó, yendo a buscar más voluntarios para transportar los suministros. Deposité la esfera en su caja y me acerqué al siguiente contenedor.
Tal vez podría alegrarle el día a alguien.
Última edición por Asher el Lun Jul 02 2018, 17:02, editado 2 veces (Razón : Tenia que añadir mi preciada fuente)
Asher Daregan
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Suministros de Guerra
El miembro 'Asher' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Suministros de Guerra
Leonicos, que nombre mas peculiar. Diferentes sentimientos chocaban al oírlo, por una parte estaban los reales, los que sabían del poderío y las andanzas, de las perdidas y desgracias, de su valentía.... y luego estaba el efecto contrario a todo eso.
El hecho de que la palabra terminara en "icos" me provocaba un sentimiento de ternura, como si estuviera viendo leones pequeñitos, crías juguetonas e inocentes, errado sentimiento, que aun a sabiendas del fallo había hecho que en mi cara se dibujara una sonrisa semi tierna, cada vez que escuchaba su nombre.
Ahí estaba yo, en medio de tiendas de campaña mal montadas, algunas con la tela raída, mas grandes o pequeñas, pero todas al rededor de unas hogueras que ahora solo eran brasas. Los soldados afilaban sus armas, cosían sus cotas de maya o martilleaban las abolladuras de sus placas endurecidas. No tarde demasiado encontrar el destacamento al que había sido asignada, aunque aquello duro poco.
El segundo al mando de este campamento se acerco a mi y con un movimiento de cabeza me indico que lo siguiera. Parecía tener prisa o a lo mejor solo tenia mil historias en la cabeza, hablaba rápido y con frases concisas, lo cual quedaba traducido como: Eres el ultimo mono de la fila, así que te toca pringar. Ve a la caja de suministros y haz de repartidora. Ni que llevara un cartel en la frente de "Correo aéreo"
Puse mi mejor sonrisa y como si aquello no importara me puse delante de los cajones de suministros dispuesta averiguar que había dentro. A escasos metros junto a otro grupo de cajones pude distinguir un hombre-bestia con rasgos lobunos. Mmmm seguro que esta suavecito... y mira que pectorales, ñam ñam.
El sol choco contra algo brillante dentro de la caja y un haz incidió directamente en mis ojos, lo que me hizo cerrarlos y mirar hacia el contenido con desgana. Parpadee varias veces asombrada al ver el contenido, no eran simples suministros. Y por falta de uno habían dos, uno metálico y brillante otro mate y robusto, parecía madera, pero seguía siendo metal.
El hecho de que la palabra terminara en "icos" me provocaba un sentimiento de ternura, como si estuviera viendo leones pequeñitos, crías juguetonas e inocentes, errado sentimiento, que aun a sabiendas del fallo había hecho que en mi cara se dibujara una sonrisa semi tierna, cada vez que escuchaba su nombre.
Ahí estaba yo, en medio de tiendas de campaña mal montadas, algunas con la tela raída, mas grandes o pequeñas, pero todas al rededor de unas hogueras que ahora solo eran brasas. Los soldados afilaban sus armas, cosían sus cotas de maya o martilleaban las abolladuras de sus placas endurecidas. No tarde demasiado encontrar el destacamento al que había sido asignada, aunque aquello duro poco.
El segundo al mando de este campamento se acerco a mi y con un movimiento de cabeza me indico que lo siguiera. Parecía tener prisa o a lo mejor solo tenia mil historias en la cabeza, hablaba rápido y con frases concisas, lo cual quedaba traducido como: Eres el ultimo mono de la fila, así que te toca pringar. Ve a la caja de suministros y haz de repartidora. Ni que llevara un cartel en la frente de "Correo aéreo"
Puse mi mejor sonrisa y como si aquello no importara me puse delante de los cajones de suministros dispuesta averiguar que había dentro. A escasos metros junto a otro grupo de cajones pude distinguir un hombre-bestia con rasgos lobunos. Mmmm seguro que esta suavecito... y mira que pectorales, ñam ñam.
El sol choco contra algo brillante dentro de la caja y un haz incidió directamente en mis ojos, lo que me hizo cerrarlos y mirar hacia el contenido con desgana. Parpadee varias veces asombrada al ver el contenido, no eran simples suministros. Y por falta de uno habían dos, uno metálico y brillante otro mate y robusto, parecía madera, pero seguía siendo metal.
Última edición por Reivy Abadder el Mar Jul 03 2018, 11:04, editado 1 vez (Razón : Edito para describir el interior de la caja de suministros.)
Reivy Abadder
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Suministros de Guerra
El miembro 'Reivy Abadder' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Suministros de Guerra
Había cierta tensión en el ambiente. Los nervios por la situación no habían mejorado, y la batalla solo se acercaba más y más. Sin un milagro, era dificil que aquello cambiase.
Yo no era ningún milagro. Pero quizás me acercase.
Me dirigí directamente a Imargo. Le gustaría saber que aquellas cosas habían sido útiles, después de todo.
-Querostraza ha dejado Lunargenta.- dije. -La lluvia ha ayudado contra las llamas y los que quedaban han empezado a evacuar.- Más les valía aprovechar. Luchar también sería mucho más sencillo sin un lagarto escupefuego sobrevolando la ciudad. El felino abrió los ojos, sorprendido.
-¿Como has...?-
-Magia.- dije simplemente, encogiendome de hombros. -¿Como está la moral?- pregunté.
-La verdad... podría ser mejor.- suspiró. -Pero creo que las buenas noticias pueden ayudar.- El lugarteniente parecía estar ocupandose de todo. ¿Por qué? No era el líder de aquella gente. Estaba claro que sabía como comportarse, pero le faltaba algo. Miré en dirección al que Imargo llamaba "jefe."
Melena Blanca. Un héroe entre hombres bestia. Había estado luchando durante más tiempo del que yo había vivido. Líder de un pueblo como aquel, un guerrero veterano, y además, un Centinela. Había oido grandes cosas sobre él. Sin embargo... allí estaba. Solemne, como si se lamentase por lo que estaba por ocurrir. Como si luchase una guerra imposible de ganar. Como si esperase morir.
Me sacaba de mis casillas.
Sin decir nada, empecé a caminar hacia él. Si era necesario que alguien le hablase de frente, no tendría problema en cumplir.
-Hola, Centinela...- dije, colocandome a su nivel.
- Esta gente te ha seguido durante mucho tiempo. Saben la clase de enemigo al que nos vamos a enfrentar, ¿hmm?- empecé, mirando brevemente a los hombres bestia. -Elen Calhoun me lo ha contado todo. Lo de los Jinetes. Lo de su artefacto. Le he prometido mi ayuda. Algunos de los Nómadas también quieren participar... a pesar de todo. Saben que va a ser un infierno, y aun así...- esbocé una sonrisa triste, negando con la cabeza. -Algunos van a morir. Quizás demasiados. Ni siquiera será rápido... he intentado disuadirles. Tienen mucho por lo que vivir, y aun así... me siguen. Me están confiando sus vidas.-
-No es muy distinto para ti, ¿hmm?- pregunté. -Si alguien tuviese dudas sobre arriesgar su vida, no te seguiría. Confian en tí. Y por eso...- Apreté los puños. Era fuerte, y tenía que mostrarlo. -Por eso tienes que mostrarte como lo que eres. Incluso si duele. Incluso si no quieres hacer más que despedazar a los Jinetes o morir en el intento. Se lo debes a tu gente, como yo se lo debo a la mía. No te he visto hacer más que mirar al cielo. Tienes que darles esperanza, no miedo.-
Me levanté y volví hacia nuestra parte del campamento. Los Nómadas me esperaban. Tenía que dar ejemplo. Miré a Melena Blanca por última vez.
-No hace falta ser un Centinela para querer salvar algo. Yo voy a luchar. Y voy a sobrevivir.-
Yo no era ningún milagro. Pero quizás me acercase.
Me dirigí directamente a Imargo. Le gustaría saber que aquellas cosas habían sido útiles, después de todo.
-Querostraza ha dejado Lunargenta.- dije. -La lluvia ha ayudado contra las llamas y los que quedaban han empezado a evacuar.- Más les valía aprovechar. Luchar también sería mucho más sencillo sin un lagarto escupefuego sobrevolando la ciudad. El felino abrió los ojos, sorprendido.
-¿Como has...?-
-Magia.- dije simplemente, encogiendome de hombros. -¿Como está la moral?- pregunté.
-La verdad... podría ser mejor.- suspiró. -Pero creo que las buenas noticias pueden ayudar.- El lugarteniente parecía estar ocupandose de todo. ¿Por qué? No era el líder de aquella gente. Estaba claro que sabía como comportarse, pero le faltaba algo. Miré en dirección al que Imargo llamaba "jefe."
Melena Blanca. Un héroe entre hombres bestia. Había estado luchando durante más tiempo del que yo había vivido. Líder de un pueblo como aquel, un guerrero veterano, y además, un Centinela. Había oido grandes cosas sobre él. Sin embargo... allí estaba. Solemne, como si se lamentase por lo que estaba por ocurrir. Como si luchase una guerra imposible de ganar. Como si esperase morir.
Me sacaba de mis casillas.
Sin decir nada, empecé a caminar hacia él. Si era necesario que alguien le hablase de frente, no tendría problema en cumplir.
-Hola, Centinela...- dije, colocandome a su nivel.
- Esta gente te ha seguido durante mucho tiempo. Saben la clase de enemigo al que nos vamos a enfrentar, ¿hmm?- empecé, mirando brevemente a los hombres bestia. -Elen Calhoun me lo ha contado todo. Lo de los Jinetes. Lo de su artefacto. Le he prometido mi ayuda. Algunos de los Nómadas también quieren participar... a pesar de todo. Saben que va a ser un infierno, y aun así...- esbocé una sonrisa triste, negando con la cabeza. -Algunos van a morir. Quizás demasiados. Ni siquiera será rápido... he intentado disuadirles. Tienen mucho por lo que vivir, y aun así... me siguen. Me están confiando sus vidas.-
-No es muy distinto para ti, ¿hmm?- pregunté. -Si alguien tuviese dudas sobre arriesgar su vida, no te seguiría. Confian en tí. Y por eso...- Apreté los puños. Era fuerte, y tenía que mostrarlo. -Por eso tienes que mostrarte como lo que eres. Incluso si duele. Incluso si no quieres hacer más que despedazar a los Jinetes o morir en el intento. Se lo debes a tu gente, como yo se lo debo a la mía. No te he visto hacer más que mirar al cielo. Tienes que darles esperanza, no miedo.-
Me levanté y volví hacia nuestra parte del campamento. Los Nómadas me esperaban. Tenía que dar ejemplo. Miré a Melena Blanca por última vez.
-No hace falta ser un Centinela para querer salvar algo. Yo voy a luchar. Y voy a sobrevivir.-
Asher Daregan
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Re: [MEGAEVENTO: GUERRA] Suministros de Guerra
En el ultimo momento sentí que la bruja subió a mi lomo. Volé por el cielo negro lleno de humo, volé tan rápido como pude, la ciudad estaba ampliamente tomada por el bando aliado, pero eso no suponía una disminución del caos reinante.
Habían muchas preguntas a las que deseaba que Merida me respondiera, pero no tenia tiempo. Lo único que pude hacer por la mujer que salvo mi vida, fue devolverle el favor y dejarla en un bosque a las afuera de la ciudad.
Tenia que ir al campamento leonico y llevar allí a lo que, por lo pronto, parecía ser una bruja del aquelarre, solo podía terminar de una forma. Con la muerte o captura y tortura de la bruja.
Tome la decisión de posponer la captura y entrega de Merida. Primero averiguaría porque hizo todo lo que hizo y luego tomaría una decisión.
Aun estaba a varios kilómetros de distancia, cuando vi los inmensos nubarrones sobre la colina del campamento, nubarrones que no eran para nada naturales, mi elemento aire así me lo indicaba, en ese cielo se percibía de todo menos naturaleza.
Aterrice en el primer espacio libre que vi dentro del campamento, y tras una transformación rápida y unas indicaciones de los soldados llegue ante Imargo.
-Saludos Imargo. -Cuadre hombros y cuerpo y alzando mi mano hasta la frente salude al Lugarteniente. -Me presento con el informe de la repartición de su ministros. -Imargo parpadeo y al escuchar la noticia pareció volver a la tierra y comenzó a prestarme atención. -El primero fue entregado a una elfa junto al rastrillo de la muralla principal, momentos después de la entrega el rastrillo callo permitiendo entrar a los aliados. -Me tome un segundo para recuperar el aire y proseguí. -El ultimo fue entregado en las catacumbas de la ciudad y seguidamente Amaterasus la Revividora pereció... esperemos que esta vez de manera definitiva.
En cuanto Imargo escucho esas palabras giro la cabeza en dirección a Melena Blanca, el cual estaba reunido con el hombre-bestia que se había encargado de repartir los suministros del otro cajón.
-Muchas gracias, por su gran aportación. Señorita... lo siento nunca dijo su nombre.
-Reivy, Reivy Abadder.
-Muchas gracias Señorita Abadder. -Retomo el Lugarteniente. -Su ayuda a sido sin duda de gran valor, ahora, si me disculpa. Tengo otros asuntos que atender, pero no se vaya muy lejos, puede que pronto necesitemos de nuevo de sus servicios.
-A sus ordenes, Lugarteniente Imargo. -Me despedí de él de misma manera que lo salude y lo vi partí raudo hacia el puesto donde se encontraba Melena Blanca.
Habían muchas preguntas a las que deseaba que Merida me respondiera, pero no tenia tiempo. Lo único que pude hacer por la mujer que salvo mi vida, fue devolverle el favor y dejarla en un bosque a las afuera de la ciudad.
Tenia que ir al campamento leonico y llevar allí a lo que, por lo pronto, parecía ser una bruja del aquelarre, solo podía terminar de una forma. Con la muerte o captura y tortura de la bruja.
Tome la decisión de posponer la captura y entrega de Merida. Primero averiguaría porque hizo todo lo que hizo y luego tomaría una decisión.
Aun estaba a varios kilómetros de distancia, cuando vi los inmensos nubarrones sobre la colina del campamento, nubarrones que no eran para nada naturales, mi elemento aire así me lo indicaba, en ese cielo se percibía de todo menos naturaleza.
Aterrice en el primer espacio libre que vi dentro del campamento, y tras una transformación rápida y unas indicaciones de los soldados llegue ante Imargo.
-Saludos Imargo. -Cuadre hombros y cuerpo y alzando mi mano hasta la frente salude al Lugarteniente. -Me presento con el informe de la repartición de su ministros. -Imargo parpadeo y al escuchar la noticia pareció volver a la tierra y comenzó a prestarme atención. -El primero fue entregado a una elfa junto al rastrillo de la muralla principal, momentos después de la entrega el rastrillo callo permitiendo entrar a los aliados. -Me tome un segundo para recuperar el aire y proseguí. -El ultimo fue entregado en las catacumbas de la ciudad y seguidamente Amaterasus la Revividora pereció... esperemos que esta vez de manera definitiva.
En cuanto Imargo escucho esas palabras giro la cabeza en dirección a Melena Blanca, el cual estaba reunido con el hombre-bestia que se había encargado de repartir los suministros del otro cajón.
-Muchas gracias, por su gran aportación. Señorita... lo siento nunca dijo su nombre.
-Reivy, Reivy Abadder.
-Muchas gracias Señorita Abadder. -Retomo el Lugarteniente. -Su ayuda a sido sin duda de gran valor, ahora, si me disculpa. Tengo otros asuntos que atender, pero no se vaya muy lejos, puede que pronto necesitemos de nuevo de sus servicios.
-A sus ordenes, Lugarteniente Imargo. -Me despedí de él de misma manera que lo salude y lo vi partí raudo hacia el puesto donde se encontraba Melena Blanca.
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