Descanso interrumpido. [Trabajo Chimar-Níniel][Cerrado]

El salón de aquella pequeña posada de aldea estaba abarrotado aquella tarde. Puede que incluso más de lo habitual, si había que hacer caso a los comentarios de los lugareños, algunos aparentemente molestos por el hecho y culpando abiertamente a la gente que no era de la zona de arruinarles el único lugar en el que podían beber y divertirse de todo el pueblo. Aquellas palabras, u otras similares, habían estado a punto en varias ocasiones de empezar una pelea. Aunque al final el rudo tabernero y sus amenazas, mucho más vehementes que la de sus parroquianos, y más soeces, habían abortado el enfrentamiento justo antes de que se llegara a las manos, para alivio de Níniel y decepción de Cuerno Torcido, que parecía permanentemente dispuesto y deseoso de que alguien se atreviera a decirles algo a él o a sus compañeras para tener una excusa y saltarle a alguien los dientes.

-Si tantas ganas tienes de sacudirle a alguien, solo levántate y hazlo. En serio no soporto ni un minuto más esa expresión tuya. Pareces un niño parado ante un puesto de venta de bollos dulces pero sin un solo aero para gastar...Ni la habilidad necesaria para robarlo y salir por patas.- Dijo Catherine alentando al colosal dragón de más de dos metros de altura a actuar. Lo que fuera con tal de poder seguir comiendo tranquilamente el filete que tenía delante, o lo que quedaba de él a esas alturas. Al guerrero se le iluminó la cara y miró hacia Níniel, momento en el que su expresión volvió a ser la de antes ante la negativa de la peliblanca a empezar trifulca alguna. Como si no hubiesen tenido bastante ya con lo ocurrido en el viñedo de Eltrant y necesitaran más emociones en sus vidas...

-De eso nada...Y Catherine, no seas una mala influencia. No necesita que lo animes en ese sentido. ¿Podemos tener una cena y una noche tranquilas por una vez?- Pidió mientras terminaba la comida de su plato con sus siempre exquisitos modales en la mesa, incluso aunque a nadie de los allí presentes le importara en lo más mínimo la etiqueta y la mayoría de comensales ni siquiera usara cubiertos para comer.

-Siiii...- Aceptó la pelirroja la reprimenda como si fuese una niña pequeña. Comiendo en silencio aunque con sus orejas moviéndose  casi imperceptiblemente de inmediato. Parecía que alguna de las conversaciones de posada habituales había llamado su atención. Con ella era inútil hablar en voz baja, ni siquiera las paredes podían evitar que escuchara lo que quería escuchar gracias a su finísimo oído.

-No os estoy tomando el pelo. Primero fue la tumba del antiguo alcalde Mayers, y esta mañana apareció desenterrada la de aquella familia de granjeros que llegó para trabajar las tierras de los Miller cuando huyeron hacia el oeste. ¿Cómo se llamaba el hombre? Era un tipo corpulento, con barba poblada...- Decía uno de los aldeanos en confidencia para sus compañeros de mesa.

-Sí, sé quién dices...Era un currante. Fue una pena lo que les pasó. ¿Y dices que alguien ha profanado sus tumbas? La gente no tiene decencia...-Respondió otro.

-Sí. Para mí que es culpa de todos los recién llegados...Entre los que tratan de escapar de Lunargenta y los que llegan del norte...Seguro que el culpable es alguno de ellos. Se piensan que su necesidad es excusa para cometer tropelías. A mi ya me han robado dos barriles de fruta.- Continuó diciendo el primero. Hacía bien en hablar bajo pues por menos había tenido que intervenir el propietario del lugar.

-Yo pille a una de esas refugiadas tratando de robarme una gallina...Por poco lo logra pero la pillé con las manos en la masa. Se me ofreció a cambio de que no la denunciara al alguacil...- Ante aquella revelación sus interlocutores parecieron mucho más interesados en sus palabras.

-¿Y qué hiciste?.- Se atrevió a preguntar uno de ellos.

-¿Tu qué crees? ¿Acaso has visto a alguna joven en el cepo últimamente?- Proclamó asquerosamente orgulloso de aquello el aludido. El resto comenzaron a reír sin que nadie del resto de los clientes supiera por qué. Una broma privada que no habían podido escuchar ni les interesaba. -La cosa es, que una gallina pase, pero, ¿y si la próxima tumba es la de uno de nuestro difuntos? Si tocan el lugar de descanso de mi difunta esposa yo...- El hombre dejó aquella frase amenazante en el aire intencionadamente y Catherine no pudo evitar una mueca divertida. Sí, mucho le importaba su difunta esposa visto lo visto. La puerta de la posada se abrió en esos momentos.

-El alcalde me dijo que iba a tomar cartas en el asunto. Aunque no me dijo exactamente qué pensaba hacer. Tampoco ha hecho nada con los robos...Ese gordo bueno para nada...- Añadió el otro. -Mirad, hablando de él...- Terminó de decir señalando con la mirada al recién llegado al lugar, un hombre que acababa de entrar y miraba a todos los allí congregados desde la entrada. Se trataba de un hombre bajito, casi más ancho que alto y que no hacía nada por ocultar su prominente barriga. Su redondez era tan extrema que para él resultaría peligroso tropezar y caer en lo alto de una colina o camino empinado, pues corría el riesgo de no detenerse hasta llegar abajo.

-Ese es el alcalde.- Indicó Catherine a sus compañeros compartiendo la información que solo ella en aquella mesa había sido capaz de escuchar de la conversación de aquella otra mesa. -Por lo visto se le acumulan los problemas...- Añadió críptica.

-Ejem. ejem. Si son tan amables de prestarme atención...Atención por favor. Tengo un anuncio de interés general. Guardad silencio. Sí muy bien. Ejem.- Comenzó a llamar la atención el hombrecillo mientras intentaba hacerse oír por encima de las diversas conversaciones existentes, algunas de las cuales tardaron en apagarse. -En nombre del alcalde, osease yo, y a sabiendas de que en este lugar se congrega gran número de personas, tanto de aquí como de fuera, quiero anunciar una oferta de empleo público. Se necesitan personas valientes para guardar el cementerio local ante una serie de..."actos de terrible falta de respeto" ocurridos las últimas noches. La paga es buena y... Para más información dirigiros al alcalde, osea a mí. Responderé encantado vuestras preguntas. Abstenerse gente que ya haya empinado el codo más de la cuenta...que os conozco...Jeje- Explicó el humano con su aguda voz y esbozando una sonrisa claramente forzada. Quedando cerca de la entrada a la espera de algún posible interesado.

Pronto comenzarían los murmullos, aunque no tardaría en quedar claro que aquello no interesaba a la mayoría de los parroquianos y demás gente allí reunida. Era entendible. Muchos humanos eran demasiado supersticiosos como para ofrecerse para un trabajo así. Para otros aquello no era problema suyo ni querían verse envueltos en nada relacionado con ladrones de tumbas. El resto...directamente no cumplían con el requisito de no haberse excedido ya con el alcohol ingerido.

Conforme el tiempo pasaba y nadie se acercaba al alcalde la sonrisa de este era cada vez más nerviosa y tensa. Tal vez había considerado que aquello supondría el final de su problema y que aquella era una gran idea. Si no daba resultado, ¿cómo iba a aplacar las críticas de los aldeanos que no paraban de incrementarse? ¿Es que no había nadie allí interesado? Con un pañuelo se limpió el sudor que perlaba su frente.

Níniel escuchó con atención y curiosidad las palabras del alcalde del pueblo. Ella, a diferencia de Catherine, no era capaz de escuchar incluso los más leves rumores del viento a tan prodigiosa distancia, por lo que desconocía totalmente la información que la felina manejaba y tan crípticamente ponía a disposición del resto. Aquel orondo hombrecillo era en esos momentos sú única fuente de información, y tampoco es que estuviera hablando de forma totalmente clara precisamente. Era como si le diera reparo o incluso miedo ser claro sobre el asunto.

-"Actos de terrible falta de respeto". Algo me dice que no se refiere a algunas lápidas tumbadas...¿Habéis visto cómo suda?- Comentó en voz baja la peliblanca con sus compañeros de mesa. Catherine asintió con firmeza varias veces mientras que Cuerno Torcido no ocultaba su desprecio por el hombrecillo.

-En mi aldea sabemos cómo ocuparnos de los cerditos asustadizos como él...¿Cómo puede alguien llegar a hacerle eso a su cuerpo y...con su vida? Es repugnante verlo ahí lloriqueando en busca de ayuda. Mirad como le tiemblan las lorzas...- Catherine no pudo evitar reírse mientras volvía a asentir. Encontraba el modo de referirse al alcalde del dragón de lo más cómica.

-Jajaja. Cerdito, esa es buena. No sabía que tuvieras sentido del humor, grandullón.- Contestó la pelirroja a sus palabras.

-Y no lo tengo...Estoy hablando totalmente en serio.- Replicaría el dragón, y ciertamente en su rostro no había ni la más mínima arruga que denotara que hubiese algún atisbo de sonrisa oculta. Sus ojos tampoco habían cambiado. Su mirada era tan firme y acerada como de costumbre.

-Jejeje, yo es que me parto contigo. Bueno como sea os cuento lo que he escuchado, que es más de lo que el cerdito ha dicho.- Comenzó a decir la felina mientras le hacía a los demás un gesto para que se acercasen y darle a la conversación un aire de mayor secretismo. Níniel se inclinó un poco hacia delante, Cuerno Torcido no se dio por aludido y Catherine tuvo que repetirle el gesto más de una vez. Más antes de que la gata pudiera decirles lo que sabía, una pareja de niños interrumpiría su concilio.

-¿Chimar?- Reconocería de inmediato la peliblanca al joven genio con el que tantas aventuras e historias había compartido. Realmente era toda una coincidencia y una sorpresa encontrarse con él allí, especialmente porque las posadas como aquella no eran precisamente el lugar más indicado para unos niños, ni siquiera para uno como él. Alcohol, peleas, borrachos, hombres y mujeres que se ganaban la vida vendiendo su "compañía" al mejor postor...-¿Qué haces aquí?- Preguntaría de inmediato, mirando entonces al niño que le acompañaba. Era aún más pequeño que él, mucho más de hecho, y portaba un tambor a cuestas. ¿Llevaban a cabo alguna especie de espectáculo musical? Tal vez hubiesen huido de Lunargenta como muchos otros y hubiesen acabado allí en busca de refugio.

-¿Chimar? ¿Quién es este retaco? ¿Lo conoces? A ver, atención, si alguien ha perdido a un par de críos que venga a recogerlo aquí. ¿Nadie?- Comenzó a decir Catherine levantándose de la silla y mirando alrededor antes de que Níniel pudiera explicar la situación.

-Es un amigo de Lunargenta. Un inventor, ayudante de laboratorio y compañero de aventuras. No te dejes engañar por su apariencia, puede cuidarse solo y ocuparse de unos cuantos bribones perfectamente.- Explicó la peliblanca dejando a la felina con un claro gesto de sorpresa e incredulidad. Seguramente seguiría pensando que la estaban tomando el pelo hasta que no lo viese por ella misma. -Un momento. ¿No me dirás que ibas a aceptar el trabajo del que ha hablado ese hombre?- Cayó en la cuenta la sacerdotisa al comprender que iban en aquella dirección ante de encontrarse.

-¿Te ha sentado mal la comida, Nín? ¿Cómo van dos niños a hacer algo así? Los ladrones de tumbas se ocuparían de llenar con sus cuerpos los nichos que profanen...- Comentó evidenciando que a pesar de las palabras de Níniel aquellos niños le seguían pareciendo, eso, niños. -Eso era lo que he oído. Todo el secretismo se ha ido a la porra...Bueno da igual. Tienes razón al pensar que esas "faltas de respeto" no son meras gamberradas. Por lo visto ya han saqueado varias tumbas, incluida la de una familia entera.- Explicó, tratando de darle un tono siniestro a su revelación, incluso gesticulando con las manos.

-Me lo imaginaba. Desde luego eso explica porque el alcalde parece tan nervioso y tan buena paga está dispuesto a dar...- Añadió la peliblanca girando levemente su rostro para mirar hacia la cercana entrada. Pero el hombre ya no estaba allí. ¿Se habría dado por vencido al ver que nadie se dirigía hacia él para interesarse?

-Perdonen que les moleste forasteros...-La sobresaltó de repente la voz del susodicho, hablando justo desde detrás de ella.- Me ha parecido que quizá os interesa el trabajo...El alcalde, osea yo, puede daros los detalles. ¿Una bolsa llena de monedas os parece algo bastante detallado?- Dijo mostrándoles una bolsa de buen tamaño y aspecto pesado. -Desde que les vi supe que serían las personas adecuadas para solventar este, "problemilla".- De nuevo allí estaba, aquella falsa sonrisa de oreja a oreja. Catherine ya seguía aquella bolsa de monedas con la mirada sin perderla de vista.

-Ummm, es justo mi clase de detalles favorito...-

Nin reconoce de inmediato al inventor, claramente ella también lleva tiempo sin pegarle un ojo. Chimar sonríe animado ahora con un color más pálido que instantes atrás, por desgracia antes de explicar las cosas alguien más interviene.

La mujer felina muestra el tipo de conducta que caracteriza a cualquier adulto cuando pilla un mocoso con cierta potestad, incredulidad. El pequeño genio suspira, debe ser comodo ostentar edad y no generar tales respuestas en la gente.

Por suerte Niniel aclara la situación explicando las habilidades de su joven amigo, Maquiavelo deja una impresión fuerte en cualquier conocido… ¿cuántos niños pueden prender fuego a la gente o hacerles explotar?

Me conoces Nin jeje.

Sonríe mostrando cierta inocencia, nunca se resiste a una aventura y si es remunerada mejor. Las palabras del obeso alcalde no cayeron en oídos sordos, despertaron el interés del niño aventurero más destacable de Aerandir.

Por cierto, este es Canel “dice mientras le agarra los hombros y lo zarandea un poco”

El niño brujo es un elemento novedoso en su vida, nuevo gorrión y… una ventana a cierto estilo de pensamiento bastante único. También vale destacar que como Chimar y todos sus conocidos contemporáneos sabe cuidarse solito.

Encantado “expresa mirando el vacío”

La gata suelta otra ronda de argumentos equivocados pero esta vez desiste por voluntad propia, eso siempre es bueno. Además comunica información pertinente a la situación hecha pública por el alcalde.

No es bueno molestar a los muertos, están muy solos y siempre quieren conservar a sus invitados...

Ante ese comentario Chimar hace un par de gestos fáciles de adivinar a espaldas del chiquillo brujo, básicamente dice “perdónenlo, le faltan algunos tornillos”. Un día de estos terminara diciendo algo que los meterá realmente en problemas.

De repente y sin previo aviso la figura del momento los aborda, es sorprendente que esa albóndiga parlante pueda moverse tan rápido. Un cambio en su aproximación también indica más conocimiento del expresado momentos atrás… quizás el numerito de líder miedoso fue puro teatro.

Partes iguales, detalles completos y sin sorpresas o costara más.

Hecho.

-Un momento...Yo no...Nosotros solo...- Trató de hacerse escuchar la peliblanca e imponer su criterio sobre todo aquel asunto, pero parecía que, de algún modo, la mayoría de los miembros de un grupo que ella no creía haber formado habían votado ya a favor de aceptar aquel trabajo. O al menos así lo interpretó el obeso alcalde del lugar, comenzando a dar los detalles requeridos sin perder ni un instante, opacando los intentos de la peliblanca por explicarse. Seguramente con toda la intención de no darles las opción de arrepentirse y echarse atrás. Hasta ese punto llegaba su desesperación. La elfa no pudo más que soltar un largo suspiro y fulminar con la mirada a Catherine mientras su rechoncho empleador hablaba. La felina por su parte había echado mano de la bolsa de oro y mordía una de las monedas comprobando que fuese buena. Por el brillo de sus ojos estaba más que conforme.

-Con su permiso me sentaré.- Comenzó a decir el hombre. Ocupando debido a su anchura incluso más espacio en la mesa que el enorme dragón que quedó a su derecha, y que lo miraba con un creciente asco. ¿Tendrían los dragones un sentido del olfato especialmente desarrollado? Si era así se compadecía de él, porque incluso a Níniel le llegaba su olor a sudor, comida y otras cosas en las que era mejor no pensar.

-Verán...No quería decirlo en voz alta pero...El problema es que debe de haber unos gamberros molestando en el cementerio. Seguramente no sean más que unos jóvenes mal educados o algún ladronzuelo de entre los refugiados, pero por mucho que somos un pueblo acogedor y caritativo entenderán que hay cosas que no podemos permitir.- Expresó el líder local sin dejar de sudar ni perder aquella sonrisa suya, cada vez más inquietante. -El alcalde, osea yo, está seguro de que si ponemos allí un par de noches a algunos aventureros capaces y con aspecto de tipos duros el problema quedará resuelto y podremos volver a convivir en paz.- Afirmó pasando de nuevo su pañuelo por su frente.

Níniel no pudo evitar mirar en aquel momento al resto de los allí congregados, incluida ella. Dos niños pequeños, una mujer felina  que no era mucho más alta que Chimar y que allí sentada parecía una joven adorable mordiendo monedas, una elfa sacerdotisa de aspecto refinado y...Sí, definitivamente el alcalde debería estar refiriéndose a Cuerno Torcido con aquellas palabras. Con sus enorme estatura, su armadura pesada y la gran lanza que descansaba a su lado con la que el coloso parecía capaz de atravesar a un caballo de lado a lado. Aún así la peliblanca tenía la sensación de que el hombrecillo esférico estaría dispuesto a contratar a cualquiera y decir cualquier chorrada que se le ocurriera con tal de desentenderse del asunto.

-Podéis considerar esa bolsa el primer pago. Recibiréis el resto una vez hayáis cumplido el trabajo. Y esto...Empezáis ya mismo. El cementerio está a las afueras, en la colina del árbol muerto. No tiene pérdida. Gracias por su duro trabajo.- Terminó de decir apresuradamente el humano sin darles tiempo a replicar ni comentar nada, levantándose de la mesa y dirigiéndose rápidamente a la puerta como si acabara de recordar que había dejado su cena al fuego o algo así. Por supuesto Níniel entendía que el motivo era que, a partir de ese momento y con el primer pago en sus manos, si incumplían el contrato podrían ser tachados de ladrones e incluso de estafadores.

-Será posible...- Fue cuanto pudo decir la elfa en un primer momento, quitándole la bolsa de monedas a la felina y entregándosela a Cuerno Torcido a pesar de las protestas airadas de la pelirroja. -Cuerno Torcido la guardará, se quedará aquí en la posada, alguien tiene que vigilar el orbe, el resto vamos a tener que ir al cementerio... Y supongo que cuando lleguemos al campamento, cierta mujer bestia se ocupará de explicarle a Lanius el por qué del retraso.- Dijo la peliblanca mirando a su amiga.

-Bah. Total ya fuimos a recuperar esa cosa y acabamos en una batalla campal. Comparado con tener que explicarle eso esto será fácil.- Aseveró la felina esbozando una amplia sonrisa con la que mostró sus afilados colmillos. No le faltaba razón, eso había que reconocérselo. -Además esto será coser y cantar. Al fin y al cabo estos niños son tipos duros, ¿no?- Se rió mientras se levantaba y al pasar cerca de Chimar le revolvía el pelo. -Cuidad de nosotras por favor. Por cierto mi nombre es Catherine, pero vosotros podéis llamarme, Señorita Catherine, o lady Catherine.- Bromeó mientras se dirigía despreocupada hasta la puerta. -Verás que cara se le pone al alcalde cerdito cuando sepa que el grandullón no viene con nosotros...Debemos salir más con él. Seguro que nos llueven los trabajos de tipas duras.- Se rió.

Níniel volvió a suspirar pero se levantó tras la felina. Aunque en su caso volvió a colocarle bien el pelo al joven inventor al pasar a su lado. -Nos nos queda otra. Aunque no creo que debamos bajar la guardia.- Le confesó. -Todo esto no me da buenas vibraciones. Y no me refiero solo a tener que pasar la noche vigilando un cementerio.- Dijo esbozando una sonrisa cómplice y luego realizando otro gesto cariñoso a Canel. -Supongo que como Chimar tú también eres una caja de sorpresas.- Convino amable. De lo contrario el inventor no lo llevaría consigo. Siempre había cuidado del resto de los pequeños con los que se juntaba en Lunargenta. -Tal vez podáis contarme las novedades mientras caminamos.- Pidió mientras salían de la posada dejando atrás solo a Cuerno Torcido. El gigantón no parecía nada apesadumbrado por quedarse allí. Conociéndolo seguramente pensaba que no merecía la pena mover ni un dedo para ayudar a aquel alcalde llorón que aquel pueblo tenía al mando.

Mientras abandonaban el lugar. Quedó claro que el grupo se había convertido en la comidilla de los parroquianos.

Sin duda las palabras de Chimar aumentan la confianza mostrada por el alcalde, pasa a sentarse en la “mesa aventurera” dispuesto a contar los detalles. Ciertamente no despierta mucha confianza pero el enano suele tener a los frijoles en mala estima, sabe que puede ser simple paranoia.

Según las palabras de su nuevo empleador puede que solo se trate de gente fiestera molestando a los muertos, el típico problema con matones inútiles y buenos para nada… de ser así será el dinero más fácil jamás ganado por Maquiavelo.

Claramente faltan muchos detalles y existe una buena posibilidad de que el obeso líder solo este restando importancia al problema para conseguir voluntarios aunque son gajes del oficio, otro día en el mercado laboral aventurero.

La gata corrobora que las monedas son reales y una vez los detalles están dispensados el contacto decide retirarse... obviamente para que nadie pueda echarse para atrás. Pese a las réplicas discretas de Niniel se puede decir que tienen trabajo.

Suspira cuando es despeinado por la autodenominada Catherine, otra cosa que los adultos hacen bastante cuando tienen a un enano cerca. Por suerte Nin arregla el cabello del niño con bastante rapidez, no es que sea ególatra pero le gusta lucir bien.

Gracias, es difícil mantener este peinado jajaja.

En contra de toda lógica táctica la líder elfa deja atrás a su elemento más fuerte, el personaje que tiene toda la pinta de ser un bárbaro. Los tanques piensan menos que un conejo pero soportan bastante castigo.

El jovencito no manifiesta sus preocupaciones, es casi seguro de que su amiga sabe lo que hace. Los elfos nacen con cierta lógica envidiable, carecen de ingenio pero lo compensan bastante con una mente profunda y refinada.

Te diré lo que odio de los cementerios, tienen muchos bichos, eso pasa cuando dejas juntos tantos cuerpos en descom…

Se da cuenta de lo que está diciendo y para enseguida, no es el tipo de cosas que se sueltan en una conversación agradable. Juntarse con Canel parece estar generando efectos secundarios, debe darle seguimiento a la situación.

Ante el gesto cariñoso de Niniel, Canel enfoca su mirada en dicha fuente. Muestra agradecimiento en el rostro y su sonrisa corrobora que efectivamente aprecia la iniciativa. No suele tener mucho contacto físico con las personas gracias a su capacidad para pasar desapercibido, por ende atesora tales instantes si son agradables. Vale destacar que asiente para contestar la pregunta realizada tomándose algunos instantes antes de volver a su estado normal de extrañeza.

Pues veamos “se pone pensativo” tengo varios hermanos nuevos, he vivido más aventuras y la esfera extraña que se posó en Lunargenta es mía… lo normal en estos tiempos turbulentos jeje.

Un resumen menor de las actividades realizadas por el niño genio desde su último encuentro con la sanadora, es claro que si se pone a detallar cada acontecimiento terminara mañana. A medida que avanzan bajo el liderato de Niniel, los elementos enanos no pueden evitar rememorar sus vivencias mentalmente.

-¿Una esfera?- Preguntó la joven elfa extrañada. Dado lo escueto del resumen del joven, más que responder había abierto la puerta a muchas más preguntas; sobre el tipo de aventuras que había mencionado, sobre esos hermanos nuevos que debían de haberse unido a su grupo de la ciudad...Y sobre todo sobre esa esfera que decía que se había posado en Lunargenta. Níniel llevaba un tiempo sin pasarse por la ciudad, ocupada con varios asuntos de vital importancia principalmente en el norte, y hasta donde sabía, el único objeto extraño que había cambiado su posición para acabar sobre la mayor de las ciudades de los hombres era una pirámide. Lo más extraño de todo era la naturalidad con la que el chico hablaba de algo tan portentoso.

-Lo de caja de sorpresas empieza a quedarse corto contigo...-No pudo evitar comentar mientras el grupo avanzaba por una de las calles de tierra de aquel pueblo, dirigiendo sus pasos hacia las afueras del lugar, tal y como les había indicado el extraño y orondo alcalde. -Y yo que pensaba que mi vida había sido una locura los últimos meses.- Medio bromeó. Poco a poco la tarde estaba dando paso a la noche mientras caminaban. La elfa aceleró un poco paso a pesar de la supuesta cercanía del camposanto local. Quería echar un vistazo al lugar antes de que estuviera demasiado oscuro y así idear algún plan para afrontar la noche.

-Pues yo le corté la garganta a un bicho enorme mitad hombre desnudo mitad fea araña. Además gané una batalla contra cientos de mercenarios, dirigiendo solo a unos pocos campesinos.- Quiso competir la felina, poco o nada dispuesta a dejar entrever su sorpresa por aquellos relatos, y mucho menos a admitir que un niño podría haber vivido más alucinantes aventuras que ella. -Además Níniel me compró equipo nuevo de primera calidad. Mira...- Dijo retirando un poco hacia atrás su capa y mostrándoles su nueva armadura con orgullo. -Mirad como me realza los pechos.- Indicó como si aquello fuese una característica importante de la armadura. -Claro que unos críos no pueden apreciar algo así.- Lo cierto es que ella era apenas unos años mayor que Chimar, no mucho más alta, y que su cuerpo, aunque fuerte y atlético, no se había desarrollado especialmente en aquel sentido. -Sí, hecha a medida...como estas preciosidades.- Añadió mostrándoles sus guanteletes mientras se los ponía.-Si algún bandido aparece esta noche se va a enterar. Le enviaré al otro barrio, y se irá con una sonrisa en los labios. Aunque no literal claro. Su cara literal será algo así...- Dijo poniendo una mueca de dolor desencajado y comenzando a reírse.

-Cuento contigo, Cath.- Respondió quedamente la peliblanca cuando su hermana la miró en busca de su aprobación, sonriendo orgullosa al recibirla y comenzando a moverse casi dando pequeños saltitos de alegría en vez de andar. Desde luego si sentía el menos atisbo de miedo o dudas sobre el trabajo que tenían por delante, lo ocultaba muy bien.

Unos minutos más tarde los cuatro llegarían a la citada colina. Se trataba de un promontorio no demasiado elevado y en cuyo punto más alto podía verse un enorme árbol de ramas secas y corteza gris. Los cuervos que descansaban sobre su madera muerta no tardaron en salir volando de allí al verles, graznando de una manera casi burlona conforme se alejaban. Por lo que podía verse, en la colina misma se encontraban las tumbas de mayor estatus, algunas con poco que envidiarle a un panteón familiar de una gran ciudad. Conforme se bajaba la vista por la pendiente las tumbas eran cada vez más humildes, llegando a no ser más que unas pocas piedras apiladas o algunos tablones de madera en algunos de los casos más cercanos a las puertas del cementerio, e incluso fuera de sus límites, delimitados por un muro bajo de piedra en mal estado y una puerta de metal oxidado. Desde la dirección en la que el grupo llegó no podía verse lo que había al otro lado de la colina, pero era fácil suponer que no sería muy distinto a lo que tenían a la vista.

-No puedo decir que me sorprenda, un cementerio como cualquier otro...Aunque desde luego es bastante grande para un pueblo tan pequeño.- Diría la peliblanca tras echar un vistazo al lugar antes de abrir la puerta, la cual chirrió fuertemente con cada centímetro que la elfa la obligaba a moverse. Catherine arrugó la nariz antes de poder acostumbrarse a aquel sonido y acordarse de la familia del encargado de mantener el cementerio. Parecía creer que echarle un poco de aceite no es que le fuera a hacer mal a nadie.

-Estúpida puerta, desde luego no creo que esos asalta tumbas usen la puerta para entrar. Creo que se han enterado de que estamos aquí hasta en Lunargenta...- Profirió saltando el muro y comenzando a curiosear por allí cerca. Níniel hizo lo mismo, comenzando a subir la colina en dirección a los panteones. Realmente debía de haber gente con dinero en las cercanías, eran de piedra de calidad, y uno de ellos incluso de mármol, aunque el bloque que debería mantener cerrada la tumba estaba roto en el suelo.

-Balduin Mayers...Héroe de la batalla de Vado bajo (1239) Fallecido en 1269. Hijo de Bilverin Mayers, capitán del gran ejército aliado durante la gran guerra.- Leyó la peliblanca con curiosidad antes de echar un vistazo al interior. -Parece que en esta familia había una tradición de grandes soldados. Y que esta es una de las tumbas profanadas.- Anunció la elfa. Desde luego quien rompiese aquel bloque de mármol no lo había tenido fácil. Tendría que haber usado un enorme martillo con gran fuerza, como poco.

-Mayers...Sí, escuché ese nombre en la posada. Era el anterior alcalde. La otra tumba saqueada era la de una familia de granjeros...Supongo que no estarán enterrados tan arriba...-Explicó la felina.

-Creo que vigilar desde lo alto de la colina podría ser buena idea. Podremos ver fácilmente a cualquiera que se acerque, claro que también nos podrán ver fácilmente a nosotros...- Dio como opción la joven. Mientras hablaban la oscuridad poco a poco continuaba creciendo, pronto los últimos instantes del día acabarían, y la noche y su oscuridad pasarían a ser sus compañeras de guardia.

La fugaz interrogante de Niniel hace que su pequeño amigo sonría, aunque es un enano no le desagrada impresionar a una dama… especialmente si es bonita. Es claro que una buena cueva sigue sorprendiendo pese a los años de evolución.

Puedes visitarla cuando quieras, sé que te gustara jeje.

No es habitual dar un permiso de paso adulto a la base de los gorriones pero desde que el grupito se mudó han dispensado algunos, Maquiavelo tiene muchos aliados grandes y como es el líder logra influir bastante en un consenso.

Un poco de acción por aquí y por allá, es imposible aburrirse en Aerandir.

Dice con cierta modestia, no suele restarle importancia a sus logros pero Niniel le cae bien. Se porta de buena manera con gente que le agrada pues como todo mocoso con pulso sabe de qué rama colgarse.

La mujer felina pronto comienza a soltar sus propias aventuras, claramente no fue dotada con humildad. El niño genio sonríe al verse reflejado en un género opuesto,  casi podría jurar que tienen una edad semejante pese a no poder corroborarlo.

¿Las armaduras se diferencian por géneros?

Claramente nunca has visitado tierras elfa enanin aunque es comprensible “le alborota el cabello a Canel”

Una cosa puede deducirse enseguida, Nin ha forjado un buen lazo de amistad con Catherine. El joven inventor comprende el sentimiento muy bien, puede decirse que ya es todo un experto en relaciones interpersonales… irónico si tenemos en cuenta su pasado solitario.

“Aquí yace Matías, cuando todos gritaron que el lobo venia creyó que era una broma, no lo era” … obviamente la gente de campo ve el lado divertido en todo jajaja.

Es un cementerio bastante decente, debe ser el único funcionando en toda la región para tener tantas tumbas. Ciertamente un espectáculo desalentador que los cuervos y el cielo anaranjado se empeñan en fortalecer.

Luego de superar cierta reja ruidosa el grupito asciende por la colina, como siempre la gente pudiente consigue los mejores lugares… incluso en la tumba. Eventualmente las señoritas vociferan algunos datos pertinentes cuando Nin encuentra una lápida decente.

Apoyo la idea de quedarnos en la colina para detectar hostiles, dudo que sean una amenaza real si me lo preguntan.

Peca de confiado sin duda aunque no ve la necesidad de mantener una discreción alta, al mal pasó darle prisa. Eso sin mencionar que tiene bien presente el elemento climático, la noche pronto los cubrirá con su manto y serán difíciles de localizar incluso al descubierto.

Es un sitio muy solitario… no me gusta.

Dado que nadie se opuso ni propuso un plan mejor, el grupo acabaría montando su puesto de vigilancia en lo alto de aquella colina, bajo la ominosa presencia de aquel árbol muerto mucho tiempo atrás y cuyas ramas se alargaban en todas direcciones como delgados y fantasmales brazos, terminados en espeluznantes dedos alargados y puntiagudos como garras. Tal vez los aldeanos tuvieran sus motivos para no haber talado ya algo así, aunque desde luego Níniel les recomendaría un cambio a algo más verde y menos...funesto. Por mucho que aquello fuera un cementerio.

Tan pronto como cayó la noche, una especialmente cerrada y sin luna, y para protegerse al menos parcialmente del viento y el frío nocturnos, los cuatro buscarían además la cobertura que otorgaban algunos de los panteones de mayor tamaño, por supuesto siempre mostrando el mayor de los respetos por los difuntos y su lugar de descanso. Desde allí lo controlarían todo y patrullarían por turnos los alrededores, permitiéndose Níniel conjurar un pequeño orbe que emitía una cantidad escasa de luz, aunque suficiente como para estar o moverse en la oscuridad. Generar más luz podría ser contraproducente, pero de igual modo lo sería no saber dónde se pisaba.

-Y entonces la puerta de una de las casas se abrió y una telaraña pegajosa y resistente salió disparada desde ella, atrapando al dragón. Por mucho que pataleaba y se resistía no podía zafarse...y poco a poco era arrastrado hasta una enorme boca babosa que ansiaba su carne...- Relataba Catherine en voz baja y misteriosa sin que pareciera que la oscuridad afectara a su ánimo. Relataba al resto y a su manera una de sus aventuras, con toda la intención de aprovechar aquel ambiente y sus palabras para asustarles y reírse a su costa. Su rostro felino estaba solo parcialmente iluminado por la esfera de luz de Níniel, que flotaba a escasos centímetros del suelo y justo entre los cuatro, dándole un aspecto pálido y con sus ojos brillando espectralmente. -Entonces pude oír el chillido de aquella bestia...- Continuó relatando y gesticulando. Era normal que a ella la oscuridad le diese igual, podía ver de noche con la misma claridad que de día. -Me acerqué para ayudar y vi que tenía ocho patas largas, finas y peludas, un cuerpo deforme y una boca enorme llena de dientes negros y afilados...Aún así logré cortar la telaraña con mis garras pero...-

-Pero entonces apareció su reina, que era como diez veces más grande que las demás, y daba bastante más asco porque no paraba de vomitar una sustancia pegajosa...- La interrumpió Níniel, capaz de recordar aquello perfectamente porque ella también estuvo en la guarida de la reina araña. Catherine la miró y arrugó la nariz. La peliblanca acababa de arruinar la historia, y además justo en el momento en el que pensaba usar su velocidad de movimiento para darles un gran susto a los niños.

-Ahora venía lo mejor y más asqueroso...- Protestó. -Aquel lugar era realmente terrorífico.- Añadió echándose hacia atrás y estirándose felinamente, un poco entumecida por haber estado sentada en aquella posición durante un largo rato.

-Lo realmente aterrador es que esas arañas capturaron a todo el pueblo, así como a todo aquel que se acercó hasta allí al no tener noticias de sus vecinos y familiares. Se los comieron vivos y no dejaron más que su piel reseca...Y el lugar no estaba lejos de aquí...- Explicó la joven con tono serio. -Pero aunque no pudimos acabar con todas no creo que haya ninguna cerca. ¿no?- Catherine estiró las piernas y se levantó, echando un vistazo alrededor y encogiéndose de hombros mientras esbozaba una sonrisa divertida.

-En cualquier caso nos toca ir a echar un vistazo, Chimar. No nos pagan por sentarnos toda la noche a contarnos batallitas.- Instó la joven a su amigo con tono amable y melodioso, generando un segundo orbe de luz igual primero y señalando con la cabeza en la dirección en la que pretendía moverse, iniciando la patrulla. Comenzando a caminar por entre las lápidas del lugar y dejando a los demás en la colina.

-La verdad es que este no es mi primer trabajo en un cementerio. Hace un tiempo me encargaron algo muy parecido a esto junto con otra persona. Aquel tipo era enorme, y menos mal porque fue una noche de lo más agitada. Llegó a atacarnos un oso, y ese sujeto peleó con él cuerpo a cuerpo...Tuve que remendarlo a base de bien cuando todo acabó...Aún me sigo preguntando cómo hizo algo así.- Le relató la peliblanca al inventor conforme patrullaban para amenizar un poco el paseo. -Recordando aquello no me extraña que nadie del lugar quisiera el trabajo...-Convino justo para cuando ambos llegaron a la altura de los enterramientos más humildes, muy cerca ya del medio muro de piedra. Desde allí y usándolo como guía darían una vuelta por el camposanto antes de regresar.

-¿Has oído eso?- Preguntaría entonces de repente la sacerdotisa levantando la mano y deteniéndose de forma abrupta. Agudizó su oído y observó alrededor con cuidado, sin ver nada más allá de lo poco que llegaba a iluminar su orbe de luz. Parecía que había sido una falsa alarma, o quizás algún sonido causado por algún animal, cuando una vez más pudo escucharse algo que rompía con el absoluto silencio que reinaba en aquel lugar salvo cuando alguno de ellos hablaba. Había sonado como una piedra golpeando a otra, aunque muy tenuemente. Níniel se llevó la mano derecha a la oreja como gesto hacia su compañero, esperando que él también lo hubiese oído y se lo confirmara.

-Viene de por allí.- Susurró al chico casi rozando la oreja de este por lo bajo que quería susurrarle y señalando hacia una sección más adelante del muro que estaban siguiendo. Entonces la joven disminuyó aún más la intensidad de la luz que portaban y comenzó a moverse en silencio y medio agachada en aquella dirección. Conforme lo hacía, los ruidos eran cada vez más claros, denotando que estaban cada vez más cerca de su origen. Aún así en ningún momento vieron luz alguna. Ni siquiera cuando tanto ella como Chimar debían de ser conscientes de estar justo delante de la causa de aquellos sonidos.

-Más rápido.- Se escuchó de repente y tan cerca de ella que la joven por poco no deja escapar un grito de sorpresa. De inmediato la elfa apagó del todo el orbe de luz y se encogió contra el muro, buscando permanecer oculta, moviendo su mano hacia atrás para asegurarse de que Chimar estaba allí, con ella. -Quiero al menos tres más de los cuerpos de la lista esta noche.- Volvió a decir aquella voz sin percatarse de la presencia de los vigilantes, estaba literalmente a solo unos pocos metros de allí. El sonido de piedras moviéndose se acentuó, aunque seguía sin verse luz alguna. ¿Quién era ese que hablaba y cómo podía moverse a oscuras? Las posibles respuestas a eso no implicaban nada bueno. Aunque una cosa podían ya dar por cierta; aunque no los pudieran ver, acababan de encontrarse con los asalta tumbas. De hecho se habían acercado tanto a ellos que la peliblanca temía incluso respirar demasiado fuerte mientras se pegaba al muro pensando en qué hacer. Un poco más y casi tropieza con ellos.

El día da paso a la noche en un entorno  de por si lúgubre, sin duda hace que la imaginación juegue truquillos molestos. ¿Qué mejor forma de sobrellevar el momento?, escuchando historias de terror por iniciativa de la gata… frijoles.

Mientras Maquiavelo intenta no saltar, Canel se queda mirando a la narradora con cierta curiosidad. No es secreto para nadie que el niño inventor es muy listo y lleno de recursos pero cuando se trata de valentía ante situaciones específicas sale corriendo.

Spoiler…

Finalmente Nin detiene aquel culto al terror, con su característica lógica les cuenta el final adelantado. Un aliviado chico genio suspira con tranquilidad, ¿qué clase de ser infernal se pone a contar historias de terror en un cementerio?

No creo que sean arañas gigantes… “niega con la cabeza” ¡Claro que no lo son!

Intenta convencerse, encontrarse una criatura arácnida gigante en plena noche le daría un susto de muerte. En este punto se pregunta porque los cuerpos no se incineran y ya… eso ahorraría muchos problemas agregados.

Nin toma nuevamente la iniciativa organizando una patrulla, lleva consigo a los dos mocosos. Canel no suele separarse de su amigo contemporáneo, es claro que su juramento de lealtad funciona de manera casi obsesiva.

No suelo meterme en trabajos… “raritos”.

Dice ante la acotación de su amiga elfa, no es su primera misión en un cementerio. Chim es más de combate directo o robos programados... dos extremos en la cadena alimenticia pero es un chiquillo especial.

Siguen avanzando cuando de repente varios enemigos revelan su presencia, prácticamente los tienen encima. El chico se posiciona cerca de la elfa pero Canel desaparece como suele hacer en tales situaciones.

Los enemigos por alguna razón pueden ver en la absoluta oscuridad y eso no augura nada bueno, solo criaturas depredadoras poseen una óptica tan nítida cuando el sol deja paso a la noche. Tienen toda la pinta de ser vampiros.

La situación es mala, están demasiado cerca por lo que un ataque terminaría con bajas aliadas totales. Eso sin mencionar que ven en la penumbra por lo que corren con ventaja, a todas luces los chicos buenos deben esperar.

Qué diablos es… ¡Está lloviendo granizo! “gesticula acelerado” ¡¡Por los mil infiernos, a cubierto!!

Ante las alertas hostiles Maquiavelo se cubre pero no siente nada, cuando abre los ojos y enfoca sus sentidos es incapaz de percibir lo que hace correr a los profanadores con tanto ímpetu, parece obra de…

Sus mentes son fuertes pero influenciables, tardaran en darse cuenta del engaño.

Si al menos supieran cuántos de ellos tenían delante...Pero incluso aunque se atreviera a asomarse por encima del muro, con el riesgo que aquello implicaba de delatar su posición, Níniel estaba segura de que no podría ni siquiera distinguirlos en la oscuridad, mucho menos enumerarlos. Al menos no sin volver a conjurar algo de luz, algo que definitivamente les llevaría como poco a tener que encararse con ellos en circunstancias poco claras y potencialmente desastrosas debido a la falta de información. Aún así, ¿acaso tenían otra opción? No es que quedarse los tres allí, encogidos junto a aquella tapia de piedra fuese a solucionar nada. Tendrían que ponerse en lo peor y atacar. Quizá las circunstancias les fuesen favorables después de todo y estuviesen pecando de precavidos.

-A la de tres iluminaré totalmente lugar, entonces saldré y les haré frente. Tu espera un poco y aprovecha para analizar la situación, entonces...-Comenzaría a explicarle su plan la joven peliblanca al inventor en susurros apenas audibles. Le gustaría saber más acerca de su nuevo amigo para saber si podía contar con él y de qué modo, pero como no era el caso su estrategia solo atañía a Chimar por el momento. Bueno y a Catherine, que evidentemente vería toda aquella luz y sin duda acudiría rauda hasta allí.

Poco podía imaginar la elfa que alguién más ya había puesto en marcha un plan sin consultarla a ella ni a nadie, y mucho menos que ese alguien fuese Canel. Realmente Chimar parecía tener un don para rodearse de niños...tanto o más peculiares que él mismo.

-Eres un ilusionista...-Comentó aún en voz baja la peliblanca al entender rápidamente la situación una vez que los gritos de aquellos de los que se habían estado ocultando comenzaron al otro lado de la cobertura. El comentario del propio chiquillo no dejaba lugar a dudas para ello. Además a pesar de su edad no era ningún aprendiz, por el número de voces distintas su magia estaba afectando al menos a cuatro asalta tumbas, y con una ilusión muy convincente por lo visto. -Por qué será que esto me trae recuerdos...- Añadiría enseguida la peliblanca, superando la sorpresa y dispuesta a aprovechar la oportunidad que el brujo les había dado. -Bien. Entonces...tres.- Anunció. Y sin perder ni un instante más salió de detrás del muro, bastón en mano, y lanzó desde su extremo superior un orbe de luz hacia el cielo que de inmediato iluminó aquella zona, revelando la posición de sus enemigos y dando a los guardianes una visión completa de sus delictivas actividades.

Delante suya había tres sujetos que trataban de cubrirse las cabezas con palas, trozos de lona y hasta con un tablón de madera, intentando protegerse de una poderosa granizada que solo estaba en sus cabezas, aunque eran incapaz de darse cuenta. Ni siquiera parecían haberse percatado de que la oscuridad ya no les amparaba, ni de que en aquellos momentos al menos una elfa se hallaba de pie ante ellos. Cerca de donde aquellos tres tipos hacían el ridículo descansaba una carreta de mano tapada por una gruesa lona, y bajo ella un cuarto bandido había encontrado refugio, aunque a pesar de ello seguía protegiendo su cabeza con los brazos. A un par de metros de la carreta, un par de tumbas podían verse medio desenterradas, y con las piedras que no mucho antes las cubrían amontonadas a un lado. Una de ellas incluso tenía una pala de tierra clavada.

Ocuparse de ellos en esas circunstancias iba a ser de lo más sencillo. Canel se había ganado un buen achuchón, sin duda. A saber la de problemas que habrían podido causarles aquellos tipos de no haber sido por él. Rápidamente, pero sin perder la cautela, la joven se acercó a uno de ellos y le golpeó directamente en la nuca, dejándolo sin sentido. Justo en ese momento, y atraída por la luz, apareció Catherine con sus garras del tamaño de una daga cada una desplegadas. Su expresión agresiva rápidamente se tornó en una de sorpresa e incredulidad al ver el extraño modo de actuar de los que desde la distancia creía que eran enemigos tratando de herir a Níniel.

-Esto...¿Alquien me explica qué es lo que está pasando?-

Incluso con la mitad de sus miembros incapacitados, el resto de los profanadores seguía sin poder reaccionar. Sus débiles mentes demostraban ser incapaces de sobreponerse al contundente asalto de magia manipuladora de Canel, y su futuro parecía más que claro; ya fuese a golpe de ballesta, garra o bastón, su destino era acabar en el suelo derrotados y listos para ser entregados a las autoridades humanas pertinentes, si es que no ardían hasta la muerte antes de eso.

-Son saqueadores. Están atrapados en una ilusión que altera su percepción de la realidad.- Resumió rápidamente la peliblanca a su confusa compañera. -Aýudanos a ocuparnos de ellos antes de que el efecto acabe.-Instó a continuación, al percatarse de que su explicación no había bastado para que la felina se decidiera a atacar a alguno de los bandidos restantes. Y no se la podía culpar por su tardía reacción, realmente aquellos sujetos no parecían una amenaza en aquellos momentos.

-Entiendo...- Masculló la pelirroja mientras observaba a uno de los criminales, aquel que aún permanecía de pié y trataba de protegerse la cabeza con una pala. Se encogió de hombros y se acercó hasta él, quitándole la pala de las manos, causando que en ese momento se produjese la primera reacción visible hacia ellos por parte de uno de los enemigos, aunque no fue más que un intento infructuoso por recuperar la herramienta, denotando que ni con esas lograba ser consciente de la realidad, al menos en los segundos que tardó la felina en atizarle con ella y enviarlo al suelo tras un sonoro "gong". -Ummm, son tan tontos que casi me siento mal por golpearlos...casi.- Comentó entonces, golpeando al caído con la punta de sus bota para comprobar que estaba realmente fuera de combate. -Un momento...este tipo es un vampiro.- Se percató al acabar el cuerpo boca arriba y poder ver sus colmillos, o más bién el colmillo restante, pues el otro estaba partido por culpa del palazo que había recibido.

-Lo sospechaba, todos deben serlo. Por eso podían trabajar sin necesidad de luz alguna. Usaban su capacidad de ver en la oscuridad para operar sin ser descubiertos delante de nuestras propias narices.- Explicó la elfa tras comprobar que el bandido al que ella había noqueado también era un maldito.

-Sí, la verdad es que es una habilidad muy útil...No quiero decir que yo la use para colarme en las casas de la gente sin que nadie me vea...Yo nunca haría algo así...Lo que quiero decir es que te ahorras un dineral en velas y aceite por las noches.- Dijo la felina intentando disimular sus primeras palabras al darse cuenta de que Chimar debía de haberla oído. Ella a diferencia de Níniel no podía saber que el joven también había hecho sus pinitos como amigo de lo ajeno, y que muy posiblemente en lugar de juzgarla tal vez estuviera de acuerdo con ella sobre su don. -Mejor me ocupo del tipo este escondido bajo el carro...- Terminó de decir sacando a rastras al último de los vampiros de su protección, lo cual no fue fácil, pues al tipo parecía realmente que le iba la vida en permanecer a cubierto.

-No, no...el pedrisco nos matará. Son bolas de hielo del tamaño de naranjas..- Balbuceaba tratando de protegerse con los brazos y de volver bajo el carro. Si aquello era lo que creía que estaba pasando, no era de extrañar el comportamiento de los afectados. Canel no se andaba con chiquitas.

-El pedrisco no es lo que debe de asustarte ahora mismo.- Trató de calmarlo la peliblanca. Quería aprovechar que la situación estaba controlada para sonsacarle información al chupasangres. Saber si había más saqueadores, si trabajaban para alguien y para qué querían los cuerpos. Sus palabras no fueron capaces de sacar al hombre de su trance, por lo que la elfa miró a Canel, haciéndole una señal para que dejara de manipular su mente. -¿Me oyes? Quiero hacerte unas preguntas, vampiro.- Insistió la joven.

De golpe aquel sujeto dejó de moverse y quedó inerte, como si acabara de perder la conciencia en aquella posición, de rodillas ante la elfa y con Catherine amenazando su cuello con sus afiladas garras, preparada para acabar con él en caso de intentar algo contra su hermana. Níniel miró de nuevo a Canel, pero su expresión dejó claro que aquello no había sido cosa suya. La felina también negó levemente con la cabeza, pues no sabía qué había pasado.

-Jajaja.- Comenzó a murmurar el vampiro sin moverse. -Eso ha sido muy divertido.-Hablaba en voz baja y ahogada, aunque perfectamente entendible. -Me preguntaba cómo serían las personas que la bola de sebo había enviado. Mis felicitaciones, habéis superado mis expectativas. Esperaba a un grupo de mercenarios de medio pelo, pero para nada.- Volvió a reírse, había un matiz de alegría en aquella risa, aunque estaba profundamente enterrado en el tono casi asfixiado con el que se expresaba. -Sois mucho mejores que cualquier cosa que podría haber encontrado en este sitio. Me ha tocado el primer premio.- Añadió. Y justo en ese momento su brazo se movió rápidamente, alargando la mano hacia el cuello de la peliblanca y alzando de repente su mirada.

Una mirada vacía e inexpresiva que puso los pelos de punta a la sacerdotisa. Quién no sería lo bastante rápida como para evitar el ataque.

Catherine reaccionó rápido, y con un tajo de sus garras cercenó aquel brazo, el cual cayó al suelo sangrando profusamente, para a continuación casi arrancarle la cabeza de cuajo con un segundo golpe con su otra zarpa. La cabeza de aquel tipo apenas si quedó colgando de su cuerpo, unida aún por una fina capa de piel chorreante de sangre, la misma que brotaba a borbotones por la garganta seccionada. La expresión del vampiro no cambió en ningún momento, y cayó muerto sobre la hierba del camposanto.

-Jajaja. Nada mal.- Se rió entonces el cuerpo inerte de otro de los vampiros noqueados con la misma voz que el primero, levantándose del suelo con el mismo rostro vacío e inexpresivo. Y tras él lo hizo el otro. El primero desplegó unas uñas afiladas como garras dispuesto a abalanzarse sobre Chimar como un rayo. El objetivo del segundo no fue otro más que Canel, el cual sería atacado por una nube de sombras con la forma de una bandada de hambrientos murciélagos de un metro de envergadura cada uno.

Nin suelta los datos pertinentes a su amiga felina, una fortuna porque a Maquiavelo se le dan horribles las explicaciones técnicas… en tales situaciones se extiende por las ramas y en el escenario actual no es recomendable por motivos obvios.

A partir de allí las chicas se ponen a trabajar, noqueando hostiles cada que pueden. Antes de darse cuenta Chimar se queda sin objetivos para incendiar y eso genera cierta mueca de desagrado en su rostro.

Aguafiestas “suspira”

Dice por lo bajo, deben aprender a compartir. Por otro lado se revela la naturaleza vampiresa de los hostiles, un giro para nada inesperado. Es suficiente con decir que cuando alguien ve en la oscuridad se pueden descartar muchas variables dejando pocas para escoger.

Debería darte vergüenza…

A medida que suelta la frase intenta bajo toda circunstancia no reír… tarea difícil sin duda. El burro hablando de orejas, si hay alguien que merece el título de ladrón más joven, experimentado y según a quien le pregunten guapo es Chimar.

Nunca está de más jugar con los frijoles, sigue siendo un mocoso a pesar de todo. Visto desde una tercera persona debe ser una visión extraña, nunca saber si el niño que tienes delante esta bromeando o preparando la ballesta discretamente.

Catherine saca de su refugio a un vampiro consciente y todos se acercan, Niniel parece tener planes especiales para él. Intenta extraerle información aunque sin mucho éxito debido a que está plenamente inmerso en la ilusión, vale destacar que Canel se percata del dilema y la disipa mientras asiente como respuesta a su aliada.

La cosa se comienza a poner extraña a partir de allí, el vampiro habla como en un estado alterado soltando argumentos sin sentido. Suena como si estuviera siendo controlado por alguien y permanece así hasta el momento en que la gata acaba con su vida.

Pero qué demonios en el nombre de la cienc “se sobresalta”

Dos de los enemigos noqueados se levantan claramente en una especie de trance, su voluntad se encuentra intervenida por alguna fuerza desconocida. Cada uno selecciona a un niño como objetivo y se abalanzan en carga.

Un asustado Maquiavelo abre los ojos de par en par, menuda situación más desventajosa. No solo lo están atacando a él si no que su amiguito también experimenta peligro inmediato… nunca se hubiera imaginado tal contexto.

Canel con su característico rostro disperso enfoca ambos ojos en una parcela de tierra cercana y usa una potente magia personal para teletransportarse, evita el ataque con cierta gracia. Su amigo contemporáneo decide recibir el golpe propio aunque un campo de fuerza extraño repele cualquier daño… claramente son chicos de cuidado que no caerán a la primera.

Un poco de ayuda por aquí seria bien recibida.

Níniel y Catherine no podían ocultar su sorpresa ante aquel giro de los acontecimientos. En apenas unos segundos habían pasado de tener la situación totalmente controlada a verse envueltas en una lucha de incierto resultado y en la que claramente el antagonista principal no había sido aún revelado, aunque sí sus habilidades. Era como si hubiesen caído en una trampa en la que alguien usaba incluso a personas como cebo, sin importarle lo más mínimo lo que les ocurriera e incluso considerando interesante y divertida la muerte de algunos de sus peones. Como si todo formara parte de su macabro juego.

-Venga ya...Te aticé con todas mis fuerzas, no deberías poder ni moverte en horas...- Se quejó la felina pelirroja al ver como la víctima de su palazo se incorporaba como si tal cosa y se aprestaba a lucha como si no tuviera media cara rota. Al contrario, parecía no sentir ni un ápice de dolor o molestia alguna. -Níniel eres médica, diles que no pueden hacer eso. Es trampa.- Pidió de manera infantil, lanzando una rápida mirada al cuerpo sin vida que había tras ella, como queriendo comprobar que ese sí que no se levantaba.

-Y no deberían poder. Alguien les está controlando de algún modo.- Convino la peliblanca tras levantarse del suelo, donde había acabado al perder el equilibrio tratando de evitar el agarre del vampiro al que Catherine acababa de arrancar la cabeza. -Parece que bajamos la guardia demasiado pronto.-

-¿Controlando? ¿Cómo?-Preguntó la gata ya en posición defensiva tras ver cómo los vampiros iniciaban su ataque, colocándose ante Níniel, priorizando su defensa. La elfa se limitó a negar lentamente con la cabeza, aún no tenía respuesta para aquello, como mucho conjeturas y tipos de magia que podrían encajar, pero nada concreto.

Los vampiros tomaron como objetivo de su ataque a los infantes del grupo. Como cualquier depredador parecía que el enemigo escogía como primer objetivo a los miembros en apariencia más vulnerables del grupo, aunque pronto entendería que aquellos dos niños tenían de vulnerables lo mismo que un Ogrark a la carga. Aunque su falta de éxito no pareció desalentarlos en lo más mínimo, al contrario, por como reían aquello les parecía de lo más divertido.

-Sois de lo que no hay.- Dijeron ambos con la misma extraña voz. -Hacía tanto que no estaba tan emocionado... creo que mataros para entregaros a "él" sería un gran desperdicio. ¿Nunca habéis pensado en convertiros en serviciales esclavos de un vampiro? Lo pasaríamos muy bien juntos.- Añadieron antes de volver a atacar. Golpeando uno de ellos con saña la defensa tecnológica de Chimar y mientras el otro ubicaba rápidamente la posición de Canel, levantando de nuevo las manos hacia él para lanzar un nuevo ataque de sombras.

-¿Esclava? ¿Y tú no te has planteado nunca convertirte el muñeco de prácticas de una mujer bestia?- Increpó la pelirroja lanzándose a la carga contra el enemigo que atosigaba a Chimar, el más cercano a ella. El cual se retiró de un salto hacia atrás esquivando el golpe de las garras de la felina. -No puedes escapar de mí.- Sentenció atacando de nuevo, siendo bloqueada por las propias garras del maldito y quedando ambos forcejeando.

-Oh vamos, si ni siquiera estoy "aquí"...Aún- Se burló el vampiro.

En ese momento, Níniel, tras realizar una corta plegaria a sus dioses y alzando su bastón, usó su poder y bendijo sus armas, haciendo que las garras de la pelirroja comenzaran a brillar intensamente, casi como convertidas en peligrosas armas de pura luz de un tamaño incluso mayor al que habían demostrado tener con anterioridad. A continuación se bendeciría a sí misma y a los niños con una armadura protectora también de luz para tratar de garantizar su seguridad, quedando entonces algo rezagada para asegurarse de poder seguir ayudando allí donde fuera necesario. -Podemos lograrlo, no desfallezcáis.-

Catherine, sonriendo con ferocidad al sentir la magia de su hermana y sus efectos, aprovecharía el momento para apretar aún más su agarre y clavarle las garras a su rival, lenta pero profundamente en los brazos. Aquel vampiro pareció ignorar el dolor, lo cual borró la sonrisa de los labios de la pelirroja, pero aún así siguió perforando su carne, más y más hasta que estuvo totalmente segura de que a su enemigo le sería imposible zafarse, comenzando entonces a golpearle con las rodillas sin oposición, una y otra vez sin detenerse ni tan siquiera cuando el maldito comenzó a escupir sangre. Más ni aún así parecía lograr imponerse.

-Maldita basura. Muérete de una vez.- Gritó liberándolo de su presa y comenzando a apuñalar sin piedad su cuerpo, atravesándolo una y otra vez con una auténtica racha de golpes directos, lanzando el último de sus golpes dirigido a su cabeza, destrozándosela por el impacto de sus garras imbuidas. Solo entonces el cuerpo cayó inerte al suelo y dejó de reír.

-Hay que joderse...- Espetó la felina respirando agitadamente, comprobando que su hermana estuviese bien y volviendo a mirar a la masa sanguinolenta en la que había convertido a aquella sanguijuela, escupiendo sobre ella con desprecio. -Esta vez, no te levantes...-Terminó de decir, dando un par de profundas respiraciones y dispuesta a centrarse entonces en el segundo de los enemigos.

Apenas sí habían tenido tiempo ambas para comprobar la situación con aquel otro enemigo, cuando un grupo de sombras provenientes de la oscura noche más allá de la zona iluminada se hizo presente. Giraban muy despacio, como si de una niebla negra y perniciosa se tratara, y terminaron por posarse en el suelo, donde comenzarían a detenerse poco a poco hasta quedar del todo inmóviles, saliendo de ellas una figura humanoide alta y delgada. Su cabello era rojo y estaba peinado de manera extravagante. En su rostro, maquillado como si fuera el de un artista circense y a juego con su ropa, se dibujaba una amplía e inquietante sonrisa. Sus ojos rojos brillaban divertidos y arrogantes.

-Ummmm. Realmente sois increíbles. No se si debería decir esto habiendo niños presentes pero...Estoy muy excitado. Realmente os deseo.- Dijo antes de comenzar a reírse estridentemente.

Hasta ese momento se habían enfrentado a las marionetas, ahora por fin tenían delante a aquel que movía los hilos.

Con sus sentidos afectados, el segundo de los enemigos controlados, o el tercero si se tenía en cuenta al primero en mostrar tales efectos, ya no le era útil a su maestro. Al contrario, solo era un lastre del que no le importaba en lo más mínimo librarse, un objeto desechable que no tardó en volver a caer al suelo como un muñeco roto en cuanto fue liberado del control al que su cuerpo había estado sometido. Había sido una buena marioneta, todos lo habían sido, aunque ni de lejos la mejor que había tenido en sus más de dos siglos de vida. Realmente ya no se hacían siervos como los de antes...Aunque su suerte a ese respecto parecía haber cambiado. O al menos eso creía él mientras observaba con deleite a los mortales que le hacían frente a la vez que se imaginaba el sin fin de usos que pensaba darles una vez que fuesen suyos.

-¿Se puede saber de qué circo has salido tú?- Le increpó la felina pelirroja volviendo a colocarse delante de Níniel de manera protectora, aunque sin dejar de amenazar con sus garras de luz al nuevo enemigo.  La peliblanca notó enseguida que su hermana se resentía de su pierna mal curada y que buscaba apoyar más su peso en la sana, aunque trataba de evitar que se notara y mostrar la más mínima debilidad. Casi de manera imperceptible la elfa comenzó a aplicar su sanación en ella para aliviar sus molestias, recibiendo como respuesta por parte de la pelirroja unos suaves movimientos de su cola.

-Pues... de uno bien grande que han montado en Lunargenta. ¿No os habéis enterado? Será el mayor espectáculo de muerte y destrucción en Aerandir desde la gran guerra...Ah, aquellos fueron buenos tiempos...- Respondió sin perder la sonrisa el maestro vampiro, con tanta naturalidad que parecía formar parte de una conversación cualquiera para él. -Tengo invitaciones de sobra, si queréis ve...-Añadió. Pero su frase fue interrumpida por Chimar y su lanzamiento de algún tipo de vial directamente sobre el maldito, que se vio obligado a hacer algo si no quería que aquello le golpeara.

Demostrando uno nada desdeñables reflejos, alargó su brazo derecho, dispuesto a intentar atrapar el frasco con su mano desnuda. Más antes de hacerlo una mano formada de sombras surgió sobre su propia extremidad, siendo esta la que finalmente atrapara el volador objeto sin que se rompiera, acercándolo a su rostro para observarlo mejor y con auténtico interés. -¿Qué se supone que es esto? ¿Algún tipo de veneno? Interesante.- Comentó lanzándolo de vuelta con fuerza, haciendo que el vial golpeara sobre una lápida cercana al grupo y se rompiera, comenzando la sustancia viscosa de su interior a comerse lentamente la piedra. El vampiro pareció encantado ante aquello. -Un ácido corrosivo...Vaya, cuánta crueldad para alguien tan pequeño, ummmmmh.- Gimió. -Ahora no sé cuál de vosotros me gusta más. El brujo capaz de torturar mentes o tú, dispuesto a matar tan dolorosamente a alguien. Los dos sois geniales.- Realmente parecía excitarse por aquella clase de cosas y no algún tipo de actuación destinada a incomodarlos.

-Este tipo me pone los pelos de punta...- No pudo evitar decir la pelirroja, logrando el asentimiento de Níniel. Aquel tipo no era ningún cualquiera, puede que en términos de poder no estuviera muy lejos de los líderes vampiros a los que la elfa ya había tenido que enfrentarse con anterioridad. Y eso incluía a Mortaglia Boisson.

-Si no vamos con todo podría ser nuestro fin.- Convino la peliblanca lo suficientemente alto como para que todos la oyeran. Si hasta ese momento cualquiera de ellos se había reservado algo al subestimar a su enemigo aquel el momento de usarlo, y ella no iba a ser la excepción. -¿Estás lista, Cath?- Preguntó la peliblanca mientras acumulaba más y más éter, dispuesta a mostrarle a aquel maldito de qué eran capaces. La felina asintió, a la vez que el vampiro observaba al grupo con una expectación creciente.

-Sí, ese es el espíritu...Dádmelo todo, y yo os corresponderé.- Gimió y gritó su enemigo mientras él mismo también parecía prepararse para atacar con todo. Las sombras se arremolinaban a su alrededor y poco a poco parecían incluso entrar dentro de él, haciendo que unas marcas similares a tatuajes negros comenzaran a ser visibles allí donde la ropa no llegaba a cubrir su piel, así como en su cuello y rostro.

Níniel susurró una corta plegaría y conjuró sobre ella misma y sus amigos la bendición del dios Anar, haciendo que una serie de pequeñas esferas de luz comenzaran a girar alrededor de ellos, siendo dos esferas en el caso de los niños y ella misma, y cuatro en el de Catherine, la cual a su vez comenzó a encogerse como un resorte a punto de saltar, con su mirada asesina clavada en el cuello de aquel chupasangres. Entonces la elfa señaló con su bastón a tan peligroso adversario y, dispuesta a darles a los demás la mejor opción posible comenzó a absorber las energías del maldito, no una, sino hasta tres veces, tras lo cual las esferas alrededor de ella desaparecieron gradualmente.

Enseguida la energía robada al vampiro inundaría a los guardianes del cementerio, aunque aquello era algo que no pareció molestar al ser oscuro, al contrario, por sus gemidos de placer aquella habilidad de Níniel parecía haberle gustado y causado un gran placer que seguramente la había hecho subir puestos en su lista de favoritos. De hecho, aunque las sombras a su alrededor disminuyeron visiblemente mientras la peliblanca aplicaba su magia sobre él, enseguida volvieron a su intensidad habitual. Y no solo eso, a esas alturas sus músculos palpitaban y sus venas se marcaban profusamente. Sus ojos eran dos puntos rojos brillantes como rubíes y una ominosa sombra que parecía imitar su forma, aunque de mucho mayor tamaño, apareció tras él, proyectando unos hilos de oscuridad hacia su cuerpo, como si el propio vampiro fuese una marioneta de la sombra.

-Ahora mismo no podré controlarme.- Anunció mostrando sus colmillos al sonreír más ampliamente que nunca, como un auténtico demente. -Espero que cuando acabe aún sigáis de una pieza. Si no, al menos morid con la certeza de haberme hecho disfrutar como no lo había hecho en más de un siglo.- Profirió antes de que el brillo de sus ojos se apagara y pasara a mostrar la misma mirada ausente que habían mostrado sus siervos minutos antes.

En ese momento se lanzó al ataque contra ellos con una velocidad y furia fuera de lo común.

Tan pronto como el vampiro se lanzó al ataque, dispuesto a destripar a cualquiera que se interpusiera en su camino sin orden ni concierto alguno, Catherine hizo lo propio y salió disparada a su encuentro sin perder de vista el que creía el punto vital enemigo que más posibilidades tenía de golpear de manera determinante, apuntando allí con sus garras aumentadas, buscando acabar con aquello de un solo golpe, tal y como desde niña había sido entrenada para hacer. Los combates que se alargaban demasiado rara vez eran un buen negocio para una asesina y ladrona.

A medio camino ambos se encontrarían, y por un instante la felina miraría a los ojos del maldito solo para recibir de vuelta una mirada perdida, apagada y vacía que parecía incluso ignorarla. Ignorarla a ella y a todo cuanto tenía a su alrededor. En ese momento la pelirroja lanzaría su fulminante ataque directamente sobre el cuello de aquel extraño individuo, sin dudar en absoluto. Era un golpe mortal...O lo habría sido de haber dado en el blanco.

Repentinamente, y justo cuando la gata estaba a punto de hundir sus armas naturales en la carne del vampiro, este bloqueó su ataque, tomándola por la muñeca y haciéndola girar en el aire para sorpresa de la atacante que a duras penas pudo reaccionar, acompasando sus propios movimientos a los de aquel giro para aterrizar de pie y responder a su presa volviendo a girar con agilidad hasta su posición inicial y devolverle el movimiento al chupasangres. Aunque este obligó a Catherine a soltarle antes de poder ejecutar la llave rodeando su brazo con aquellas sombras con las que ya atrapara al vuelo el vial de ácido de Chimar. Acción que no evitó que tras su alejamiento la pícara volviera a lanzarse contra él de igual manera que la primera vez, siendo esquivada por muy poco. Tan poco que el cuello del vampiro comenzó a sangrar levemente mientras la pelirroja revaluaba sus posibilidades y tomaba de nuevo algo de distancia antes de volver a atacar. Dos de las esferas de luz que giraban entorno a ella habían desaparecido para entonces.

No hubo risas ni gemidos estridentes tras aquel fugaz pero intenso lance. Tampoco lamentos o preocupaciones por la herida sangrante en su cuello por parte del vampiro. Simplemente todo continuó. Tomando los niños la iniciativa en aquel momento.

Por la expresión de concentración en el rostro de Canel, estaba claro que estaba intentando alguno de sus trucos ilusorios, aunque saber qué tramaba en concreto podía resultar difícil, teniendo en cuenta que a aquellas alturas el benjamín del grupo había demostrado sobradamente tener más de un as bajo la manga. Chimar, demostrando que formaba un buen equipo con el pequeño, no quiso perder la oportunidad de rematar al enemigo con un proyectil de su ballesta. Más aunque logró acertar al objetivo no logró un impacto decisivo, acavando su virote en el brazo del oscuro ser, logrando con ello convertirse en su objetivo sin que pareciera que aquella nueva herida le afectara en lo más mínimo.

-¡Cuidado!- Advirtió Níniel preocupada por su joven amigo y corriendo hasta allí, buscando llegar hasta los chicos antes de que el vampiro les alcanzara. Si pudiera protegerlos dentro de su barrera...Pero aquel ser era mucho más rápido que ella, incluso a pesar de sus bendiciones. ¿Podría Chimar salvarse sin su ayuda? Aunque le conocía y sabía que era un joven con recursos, su preocupación la llevó a pensar que podría ser que no, que realmente aquel trabajo que el grupo había aceptado con toda la tranquilidad del mundo fuese a acabar en desgracia a pesar de todos sus esfuerzos.

En ese momento, y como si reaccionara a los sentimientos de la elfa, los ojos del dragón que adornaban su bastón se iluminaron sin que Níniel fuese consciente de estar usando magia, y una pequeña figura femenina alada se lanzó desde allí contra el vampiro.

Era diminuta, del tamaño de la mano de la propia Níniel e incluso menos. Tenía dos pares de alas de libélula saliendo de su pequeña espalda, aunque no parecía necesitar batirlas para volar como un rayo. Su cabello, de pura luz de luna como toda ella, era largo. Como armas parecía portar una lanza del tamaño de una aguja de ganchillo en su mano derecha, y un escudo del tamaño de un botón en la izquierda.

Se podría decir que era tan adorable como pequeña, pero a pesar de su tamaño, cuando llegó a la altura de Chimar le bastó con alzar su diminuto escudo para detener el ataque del maldito aparentemente sin esfuerzo. Comenzando a luchar contra él revoloteando a su alrededor durante un tiempo antes de desaparecer. Tiempo suficiente para que Catherine se lanzara de nuevo sobre el oscuro y tomara su relevo, enzarzándose en un nuevo y frenético intercambio de ataques.

-¿Estás bien?- Se preocupó la elfa por el inventor al llegar junto a él. -Menos mal...-Añadió abrazándolo con fuerza solo un par de segundos y pegándolo contra su pecho. Su alivio era totalmente sincero, aunque si le preguntaban por aquella pequeña criatura que había aparecido no sabría responderles.

-Escuchad, tengo un plan. Creo que es tan fuerte porque de alguna manera se ha aplicado la misma magia con la que controlaba a los otros a sí mismo.- Les explicó a toda prisa mientras la gata se las veía con el vampiro. Les señaló a la gran sombra que parecía moverlo como si fuese un simple muñeco. -A la de tres, crearé tanta luz como me sea posible y trataré de debilitar la sombra con ella. Entonces dadle con todo, atacad a matar, ya habéis visto que cualquier cosa menor a eso no los detiene.- Acordó mirándolos esperando su asentimiento.-Bien, vamos allá.- Terminó de decir comenzando a conjurar varios orbes de luz que desplegó por todo el lugar, rodeando al vampiro. Entonces la peliblanca se concentró y comenzó a aumentar la intensidad de la luz que cada uno de ellos generaba, sin dejar ni un solo lugar allí en el que la sombra podría ocultarse.

-Una...- La luz siguió aumentando y el enemigo pareció empezar a moverse más despacio, Catherine le ganaba terreno. -Dos...- Estaba funcionando. -¡Tres!-

A pesar de los efectos de la luz sobre la magia de sombras de su enemigo este no desfallecía y, aún con sus capacidades visiblemente mermadas, prosiguió la lucha siguiendo sin ser aparentemente afectado por cualquier daño o herida que Catherine pueda causarle, lo cual tornó la situación en el summun de la frustración para la pelirroja, poco o nada acostumbrada a que cualquiera de sus objetivos pudiera seguir sus movimientos y resistir sus envites tanto tiempo. Al menos el vampiro anterior había tenido la consideración de no poder esquivarla.

Enseguida, y sin duda con un plan concreto en mente, Chimar se lanzó a por el peligroso maldito hasta alcanzar la distancia de cuerpo a cuerpo con él, sumándose a los ataques de la pelirroja. Para Níniel aquella faceta del pequeño genio fue toda una novedad, pues a pesar de ser íntimos no podía recordar haberle visto nunca usar sus puños en situaciones de combate. La joven no pudo evitar preocuparse, porque sin duda a esa distancia es a la que su adversario había demostrado ser más peligroso, pero solo quedaba confiar en la inventiva del chico y en que no había perdido la cabeza. Posibilidad esta última que cobró fuerza cuando a pesar de sus esfuerzos acabó siendo golpeado y enviado al suelo. Más tarde debería agradecerle a Níniel la armadua de luz que había evitado que aquel golpe le rompiera varias costillas.

En cualquier caso, y a pesar de la patada, Chimar parecía satisfecho, sin lugar a dudas algo había hecho. Y por el modo de Catherine de saltar hacia atrás, como escapando de algo de lo que Níniel no acababa de ser consciente, iba a ser algo grande.

-Barrera, Nín. Rápido.- Urgió la felina abalanzándose sobre la peliblanca. Y aunque la elfa no entendía qué estaba pasando, no dudó en hacerle caso a su hermana y conjurar una barrera esférica alrededor de su posición con la que buscó proteger a todos los miembros del grupo. Lo que ocurrió apenas la hubo desplegado fue sin duda una de las cosas más asquerosas que la peliblanca hubiese visto desde Terpoli.

-Puaaaaaj.- Expresó la gata al ver como trozos del vampiro resbalaban por la superficie de la barrera hasta llegar al suelo. Era un visión dantesca ver en lo que había quedado convertido su enemigo. -¿Eso es un trozo de sus intestinos?- Señaló con el dedo.

-No, de hecho ese es su estómago...- Corrigió la peliblanca con desgana, a pesar de que sin duda debía de ser la más acostumbrada de los cuatro a ver ese tipo de cosas, al fin y al cabo era sanadora.

-Ugggg...Y luego dicen que aprender es divertido...Menos mal que eso no ha acabado sobre mi pelo, enano. Habrías sido el siguiente en acabar así de disperso.- Comentó medio en broma la pícara. Realmente se tomaba muy en serio el estado de su pelo, incluso más que la sacerdotisa.

Con el final de la lluvia de innombrables, Níniel hizo desaparecer la barrera y todos pudieron salir a salvo si querían. Aunque Catherine se limitó a sentarse en el suelo y descansar. De nuevo la zona volvía a estar iluminada solo por una de las esferas de la sacerdotisa. aunque era más que suficiente como para poder ver de cerca el estropicio que habían armado.

-Desde luego nos lo hemos ganado. Y esta vez dejarme hablar a mí.- Estuvo de acuerdo la elfa con su amigo. -Ese alcalde pasado de peso va a saber lo que opino sobre "el grupo de gamberros" del que nos habló. Más le vale que el resto del pago merezca la pena o...-

Catherine sonrió. Era raro verla así de "dura" en lo que a los pagos y el dinero se refería. La elfa no había dejado de intentar en ningún momento convertirla a ella en una señorita. Tal vez ella podría convertir a la peliblanca en una dura negociadora.