El pozo de los deseos [Desafío]
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El pozo de los deseos [Desafío]
-Estos son mis últimos cinco aeros, -dijo Vega antes de lanzarlos al pozo. –espero que sirva de algo. Deseo volver a ver mis padres-.
Los padres de Vega murieron en el invierno de hacía ochos años. Fue durante un viaje a visitar unos familiares de Vulwulfar. Un Vega de diecisiete años, joven e insensato, les insistió que el frío no sería un problema, cuando llegasen a la ciudad se tomarían una sopa caliente enfrente de la chimenea y estarían recuperados. Sus padres fallecieron de hipotermia a mitad del trayecto. Vega vivió con la culpa durante los siguientes años. En nuestros días, Vega había dejado embarazada a una hermosa mujer de alegres atributos; se iban a casar. A Vega nada le haría más ilusión que sus padres pudieran asistir a la boda. Así lo pidió al pozo de los deseos.
Tres días después del enlace entre Vega y Mar, decenas de humanos peregrinaron al pozo de los deseos. ¡Los padres de Vega habían regresado a la vida y acudido a la boda! Algo que era imposible se hizo realidad. Todos los invitados pudieron ver a los ancianos renacidos, estrecharles la mano y darle un abrazo.
Más deseos se hicieron realidad. Una mujer pidió que se finalizase el asedio en Lunargenta. Si bien era cierto que el pozo de los deseos no tenía tanto poder para detener una guerra, evitó que el hogar de la mujer sufriera ningún daño. Ninguno de los proyectiles de catapultas y flechas que sobrevolaban las murallas de la capital impactó contra la casa de la familia Plat. Hubo un hombre que deseó con todas sus fuerzas tener el don de crear aeros de la nada y, por un día, estuvo vomitando montones y montones de monedas de oro y plata. ¡Deseo concedido!
El rumor, más bien el milagro, del pozo de los deseos se extendió como la espuma. Ya no solo eran humanos los que acudían a soltar sus monedas y pedir deseos, sino que también se podían ver a dragones y elfos haciendo cola.
Cuantas más personas llegasen, más caprichoso se volvía el pozo. Diez aeros, lo que había pagado Vega por su deseo, era una miseria; el pozo los escupía a la cara de quien los echó. No concedió el deseo de nadie que le ofreciera al menos cien aeros. Luego, elevó el precio, doscientos aeros. A las horas, ya era una bolsa de quinientos aeros lo que exigía que le entregasen.
-Cualquier cosa porque mi hijo no muera en la guerra-.
-Cualquier cosa por poder enamorar a la doncella-.
-Cualquier cosa para llegar a convertirme en Guarida real-.
Cualquier cosa, por inmoral que fuera. Cualquier cosa.
Un hombre bestia dejó caer una bolsa de cuero que contenía su órgano sexual cercenado. Una bruja se subió al pozo con un cuchillo y se cortó la yugular dejando caer su cuerpo al interior. Un padre entregó a dos de sus seis hijos, uno solo no era un precio lo suficientemente alto para el caprichoso pozo. Una doncella entregó su hermosa melena dorada y a sus futuros hijos. “No me importa dar a luz a engendros sin pelo y con dientes de sierra si son hijos míos y del caballero de quien estoy enamorada”. Deseo concedido. El caballero le correspondió. Tuvieron gemelos. Dos horribles criaturas con dientes de sierra que devoraron a la madre nada más nacer.
Y el pozo de los deseos, al comprobar que las personas eran capaces de ofrecer horribles castigos se torno cruel y jocoso. Aceptaba los pagos y los castigos que le entregaban, pero no siempre cumplía los deseos. A veces sí, y a veces no. Le gustaba burlarse de la miseria. Si un hombre suplicaba salir de la pobreza, el pozo de los deseos cumplía el deseo, pero se lo concedía al vecino de dicho hombre en lugar de a él. No siempre era cruel, solo en las ocasiones que merecía serlo.
Vega llegó a pedir hasta doce deseos al pozo. Después de haberse casado con Mar, tener a sus padres vivos otra vez, riquezas y vivir en una mansión que competía en lujo y habitación con el castillo del rey; pidió que sus hijos nacieran sanos y hermosos. Fue más precisos: con la fuerza de su padre y los ojos de su madre. Como prenda entregó la cabeza de un carnero, tres mil aeros y su mano izquierda. El pozo de los deseos tomó el pagó, pero no le concedió el deseo. En su lugar, hizo que su mujer fuera estéril. Podía hacerlo, podía hacer cualquier cosa. Para ello, el pixie tendría que salir del pozo, sin que nadie le vea, y tocar aquello que quería bendecir o maldecir; en este caso, el útero de Mar.
* Bienvenido/a y pide tu deseo: Los piskie serán una nueva criatura para el bestiario. Al poco que investigues descubrirás que me realmente existen en el folclore irlandés. Son criaturas egoístas, caprichosas y muy inteligentes. Nos va a ser difícil hacer que asome su cabeza y salga del pozo mientras estés cerca. En este primer vamos a tenderle una trampa. Deberás hacerte pasar por un peregrino más, entregar tu ofrenda y pedir un deseo (a lo mejor tienes suerte y te concede el deseo). No debe sospechar que tu intención es darle cazar, por ello, tu ofrenda se debe equiparar a la de los otros peregrinos. Prepara tu trampa y espera. El segundo turno se hará de noche y, con suerte, veremos al piskie salir del pozo.
La idea de este desafío la aportó Eretria Noorgard. Dadle la enhorabuena a ella.
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Los padres de Vega murieron en el invierno de hacía ochos años. Fue durante un viaje a visitar unos familiares de Vulwulfar. Un Vega de diecisiete años, joven e insensato, les insistió que el frío no sería un problema, cuando llegasen a la ciudad se tomarían una sopa caliente enfrente de la chimenea y estarían recuperados. Sus padres fallecieron de hipotermia a mitad del trayecto. Vega vivió con la culpa durante los siguientes años. En nuestros días, Vega había dejado embarazada a una hermosa mujer de alegres atributos; se iban a casar. A Vega nada le haría más ilusión que sus padres pudieran asistir a la boda. Así lo pidió al pozo de los deseos.
Tres días después del enlace entre Vega y Mar, decenas de humanos peregrinaron al pozo de los deseos. ¡Los padres de Vega habían regresado a la vida y acudido a la boda! Algo que era imposible se hizo realidad. Todos los invitados pudieron ver a los ancianos renacidos, estrecharles la mano y darle un abrazo.
Más deseos se hicieron realidad. Una mujer pidió que se finalizase el asedio en Lunargenta. Si bien era cierto que el pozo de los deseos no tenía tanto poder para detener una guerra, evitó que el hogar de la mujer sufriera ningún daño. Ninguno de los proyectiles de catapultas y flechas que sobrevolaban las murallas de la capital impactó contra la casa de la familia Plat. Hubo un hombre que deseó con todas sus fuerzas tener el don de crear aeros de la nada y, por un día, estuvo vomitando montones y montones de monedas de oro y plata. ¡Deseo concedido!
El rumor, más bien el milagro, del pozo de los deseos se extendió como la espuma. Ya no solo eran humanos los que acudían a soltar sus monedas y pedir deseos, sino que también se podían ver a dragones y elfos haciendo cola.
Cuantas más personas llegasen, más caprichoso se volvía el pozo. Diez aeros, lo que había pagado Vega por su deseo, era una miseria; el pozo los escupía a la cara de quien los echó. No concedió el deseo de nadie que le ofreciera al menos cien aeros. Luego, elevó el precio, doscientos aeros. A las horas, ya era una bolsa de quinientos aeros lo que exigía que le entregasen.
-Cualquier cosa porque mi hijo no muera en la guerra-.
-Cualquier cosa por poder enamorar a la doncella-.
-Cualquier cosa para llegar a convertirme en Guarida real-.
Cualquier cosa, por inmoral que fuera. Cualquier cosa.
Un hombre bestia dejó caer una bolsa de cuero que contenía su órgano sexual cercenado. Una bruja se subió al pozo con un cuchillo y se cortó la yugular dejando caer su cuerpo al interior. Un padre entregó a dos de sus seis hijos, uno solo no era un precio lo suficientemente alto para el caprichoso pozo. Una doncella entregó su hermosa melena dorada y a sus futuros hijos. “No me importa dar a luz a engendros sin pelo y con dientes de sierra si son hijos míos y del caballero de quien estoy enamorada”. Deseo concedido. El caballero le correspondió. Tuvieron gemelos. Dos horribles criaturas con dientes de sierra que devoraron a la madre nada más nacer.
Y el pozo de los deseos, al comprobar que las personas eran capaces de ofrecer horribles castigos se torno cruel y jocoso. Aceptaba los pagos y los castigos que le entregaban, pero no siempre cumplía los deseos. A veces sí, y a veces no. Le gustaba burlarse de la miseria. Si un hombre suplicaba salir de la pobreza, el pozo de los deseos cumplía el deseo, pero se lo concedía al vecino de dicho hombre en lugar de a él. No siempre era cruel, solo en las ocasiones que merecía serlo.
Vega llegó a pedir hasta doce deseos al pozo. Después de haberse casado con Mar, tener a sus padres vivos otra vez, riquezas y vivir en una mansión que competía en lujo y habitación con el castillo del rey; pidió que sus hijos nacieran sanos y hermosos. Fue más precisos: con la fuerza de su padre y los ojos de su madre. Como prenda entregó la cabeza de un carnero, tres mil aeros y su mano izquierda. El pozo de los deseos tomó el pagó, pero no le concedió el deseo. En su lugar, hizo que su mujer fuera estéril. Podía hacerlo, podía hacer cualquier cosa. Para ello, el pixie tendría que salir del pozo, sin que nadie le vea, y tocar aquello que quería bendecir o maldecir; en este caso, el útero de Mar.
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* Bienvenido/a y pide tu deseo: Los piskie serán una nueva criatura para el bestiario. Al poco que investigues descubrirás que me realmente existen en el folclore irlandés. Son criaturas egoístas, caprichosas y muy inteligentes. Nos va a ser difícil hacer que asome su cabeza y salga del pozo mientras estés cerca. En este primer vamos a tenderle una trampa. Deberás hacerte pasar por un peregrino más, entregar tu ofrenda y pedir un deseo (a lo mejor tienes suerte y te concede el deseo). No debe sospechar que tu intención es darle cazar, por ello, tu ofrenda se debe equiparar a la de los otros peregrinos. Prepara tu trampa y espera. El segundo turno se hará de noche y, con suerte, veremos al piskie salir del pozo.
La idea de este desafío la aportó Eretria Noorgard. Dadle la enhorabuena a ella.
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Re: El pozo de los deseos [Desafío]
El elfo Rischer había mandado llamar a Alward, Emmanuel e Ivens a su oficina en la taberna del Filósofo Ebrio. Los tres se presentaron lo más rápido que pudieron a primera hora de la mañana.
El elfo les recibió sentado en su escritorio, revisando algunas cartas que le habían llegado sobre diversos temas que tenían que ver con su taberna y con varios contratos que manejaba. Después de todo, era el líder de los Stelliazos, y alguien se tenía que hacer cargo de las cuentas, los trabajos y todo lo relacionado para que el grupo subsistiese, además de ocuparse que la propia taberna, que servía como tapadera, pudiese salir adelante como un negocio floreciente.
-Tenéis un nuevo contrato entre manos-Levanto la mirada de la mesa y se centró en los tres mercenarios
-Oh, y has reunido a la pandilla adecuada-Dijo mirando con complicidad a sus dos compañeros
-Hacía tiempo que no salíamos los tres juntos-Asintió complacido
-Espero que esta vez no haya que hacer muchos "planes sin fisuras"-Miró de reojo y con un tono sarcástico hacia el arquero Emmanuel-Ni que nos tengamos que enfrentar a ningún grupo de bandidos-Estiró sus brazos, los cuales estaban doloridos, al igual que el resto de su cuerpo debido a la batalla que tuvo lugar hace unos días en Lunargenta-La última salida fue bastante buena, pero escoltar a un Rey es demasiado trabajo
-¿Tu sueño no era servir al Rey y al reino?
-Además, más que escoltarlo, hicimos el trabajo sucio-Se puso en jarras con un tono de desagrado
-Como sea-Cortó el desviamiento de la conversación-Sé que el último trabajo fue difícil. Pero en este no estará en riesgo vuestra vida...Calló unos segundos-...Creo
-¿"Creo"?
-Eh, si vamos a jugarnos de nuevo la vida, ¡Yo quiero un aumento!
-¿Para qué quieres tanto dinero?-Le preguntó al brujo-¿En qué te lo vas a gastar? ¿En cerveza?
-Oh, sí-Asintió-Nada me haría más feliz-Dijo mientras le brillaban los ojos de la emoción
-Alward suspiró y volvió a mirar al elfo-¿Y de qué se trata esta vez?
-El elfo, haciendo caso omiso de la propuesta de Ivens, respondió al joven Sevna-Supngo que conoceréis la historia del Pozo de los Deseos de Vulwufar, ¿No?
-Sí-Asintió-Aunque... Creo que no está exactamente en Vulwufar, sino en un pueblo de al lado
-¡Yo también la conozco! Se cuentan maravillas de él
-¿Maravillas? Yo he oído cosas horribles. En ese pozo habita una criatura, un "piskie", que es quien supuestamente concede los deseos. A veces concede los deseos, pero otras te juega malas pasadas e incluso te concede justo lo contrario. Es algo que me da muy mala espina-Se cruzó de brazos, como preocupado
-¡Pues yo he oído que resucita muertos, da bendiciones de fertilidad, oro, mujeres, cerveza...-Dijo con la boca casi haciéndosele agua
-Todo falacias-Refutó ante la historia, ya que Rischer era bastante escéptico con esas cosas-Pero alguien nos ha contratado para sacar a una criatura que de verdad han visto dentro del pozo. No sé si será ese "piskie", pero con sacar al bicho de allí y entregárselo a un tal "Vega", hemos cumplido el contrato.
-Es la primera vez que oigo esa historia...-Se calló un segundos, pensativo-Pero si es un bichejo... ¿Por qué no directamente echar algo al pozo para que salga?
-Lo quieren vivo. Supuestamente puede bendecir o maldecir cosas solo con tocarlas. Es escurridizo, así que los lugareños no han tenido más remedio que pedir ayuda, aparte de que son supersticiosos con eso de que "si te toca, te bendice o te maldice"
-Entiendo...-Contestó, no muy convencido. Aún así, no había otro remedio que acudir a dicho lugar y ver por sus propios ojos si todas esas historias que se contaban eran ciertas o simplemente un cuento para críos.
Tras un placentero viaje que les llevó desde Lunargenta hasta los alrededores de Vulwufar; el espadachín, el arquero y el brujo al fin encontraron el lugar donde se ubicaba el pozo, y el sitio al que, en casos normales, tendría que abastecer de agua de no ser por sus supuestos poderes mágicos y casi divinos. Los tres llegaron en sus monturas, las cuales las dejaron apostadas en un poste para caballos que había frente a una taberna.
-Vivimos de taberna en taberna-Comentó mientras le daba un par de palmaditas en el cuello a su montura, Epons. Miradas extrañas y curiosas se hicieron notar por los alrededores, al fin y al cabo eran extranjeros, aunque no era nada fuera de lo común, ya que muchos hacían peregrinaje en esa zona para presentar sus plegarias y deseos al famoso pozo.
-¿Y qué cosa hay mejor?-Se reafirmó asintiendo convencido mientras observaba la taberna desde la entrada
-Todo este sitio y sus historias me siguen dando bastante mala espina. No quiero acabar maldito...-Decía mientras miraba con inseguridad a su alrededor.
-Primero hay que ver si esa criatura de verdad es tan "mágica", como la pintan-Se alejó de Epons para reunirse con sus compañeros, los cuales se disponían a entrar a la taberna-Y si existe... Pues... Mmm...-Se quedó sin palabras
-Ni siquiera sabemos como vamos a sacarlo de ahí-Dijo con desdén
Entraron en la taberna. Vieron un ambiente bastante concurrido. El lugar parecía estar más lleno de viajeros y peregrinos que de los propios lugareños. No estaba a rebosar, pero tampoco se podía decir que era un sitio muerto ni mucho menos.
Alward, acompañado por el arquero y el brujo, se acercó a la barra. Allí estaba el dueño del lugar; el tabernero local, el cual se quedó mirando fijamente al grupo de tres hasta que estos se pararon justo en sus narices y al otro lado de la extensa barra.
-¿Qué desean?-Preguntó aquel hombre de mediana edad, con tono monótono. Quizás esperaba una respuesta más común y normal en unos peregrinos, pero para nada la intención de los tres jóvenes era la de pedir algo, ya fuese para comer o beber, ni siquiera preguntaron por el pozo.
-Buscamos a un tal Vega...-Calló unos segundos para ver la reacción del hombre, que no se hizo esperar. Les miró de arriba a abajo con desconfianza, quizás sabría dónde estaba pero no lo quería decir. El joven Sevna tendría que ser más específico para que hablase
-¿"Stelliazos" te suena de algo?-Preguntó el arquero
-Venimos a resolver un tema con un pozo de por medio-Añadió el brujo
El tabernero no contestó de primeras. Dejó unos segundos en el aire para volver a examinar al grupo de mercenarios. Finalmente, ladeó la cabeza, señalando así unas escaleras.
-Está arriba. Última habitación a la derecha.
Era un pasillo pequeño, aunque lo más amplio que podía ser conforme a su estructura con respecto al resto del edificio. Llegaron al lugar mencionado y los tres se miraron entre ellos. Ninguno tenía una labia especialmente desarrollada, por lo que les daba cosa entrometerse en la habitación de un completo desconocido, aunque este les "estuviese esperando", que en realidad tampoco podría ser así.
Emmanuel tiró de valentía y se adelantó a sus compañeros, se posicionó para llamar, pero antes de llegar a golpear la puerta, miró a Alward.
-Yo llamo y tú hablas
El joven Sevna suspiró, ¿De qué servía eso? Para eso, él mismo podría incluso llamar. Nadie iba a saber quién había llamado al fin y al cabo, estaban solos. Desde luego, eran cosas propias de Emmanuel. Antes de poder refutar la propuesta del arquero, este llamó. Ya no quedaba otro remedio, si no hablaba él, estaba seguro de que ninguno de sus dos amigos lo haría y le mirarían de forma extraña, y como consecuencia, se crearía un ambiente incómodo.
-¡Adelante!-Se escuchó desde dentro de la habitación, invitando a pasar a los mercenarios.
Emmanuel, el autoproclamado "Llamador y abridor de puertas", cumplió su labor a la perfección, ya que abrió el paso a la habitación contigua. El grupo de tres al fin entró.
Era una habitación bastante normal. Su cama, su lavatorio, su mesa, su silla... Nada del otro mundo, excepto que la silla estaba pegada a la ventana de forma lateral, y el hombre que les había invitado a entrar, se encontraba sentada en esta, mirando por la única ventana del lugar, la cual se encontraba a los pies de la cama.
-¿Quiénes sois?-Pregunto aquel hombre, el cual llevaba consigo una mirada de profunda tristeza y pesar, lo cual contrastaba totalmente con sus apariencias; ropajes lujosos y varias joyas que le decoraban su pecho. Tenía una mano cercenada... ¿Sería algún tipo de antiguo soldado? Desde luego tenía toda la pinta de un noble.
-Somos los Stelliazos...-Examinó un poco más al hombre-...¿Eres Vega?
-Ah, al fin llegáis-Se puso en pie para saludar uno a uno a los mercenarios-Sí, soy Vega
-Y... ¿Qué quieres que hagamos?
-Veréis...-Se alejó de los mercenarios y se puso enfrente de ellos a una distancia apta para la conversación-Existe un pozo en este lugar...-
De pronto, Ivens cortó a Vega
-¿¡Todo lo que cuentan del pozo es real!?-Preguntó con un entusiasmo curioso a la vez que, de cierta forma, lo daba por hecho
-Veo que estáis enterados de la situación...-Suspiró-No sé lo que habréis oído ni qué "Milagros" os habrán descrito, pero más que nunca necesito... Pues eso, un milagro
-¿Un milagro concedido por... el pozo?
-El pozo no concede los deseos, sino la criatura que vive en él-Mira por la ventana-Pide ofrendas a cambio de deseos, pero últimamente se ha vuelto algo más... "Caprichosa"
-¿Qué ha ocurrido exactamente?
Poco a poco, con pelos y señales, Vega les iba contando uno a uno los deseos que la gente pidió, al menos los que el propio muchacho conocía. También enumeró los suyos propios, ahora los mercenarios sabían el por qué Vega vestía con tan lujosos ropajes, el por qué de su mano y... Lo más importante, por qué necesitaba a toda costa que su último deseo se cumpliese.
-Os excedisteis-Afirmó Alward con total seguridad-Los deseos cada vez eran más caprichosos y la avaricia os rompió el saco a todos
-Los humanos nunca sabéis cuando parar-Dijo a modo de recriminación
-Bueno, pues ahora nos toca arreglar tu estropicio, señor Vega-Dijo cruzándose de brazos
-Es nuestro trabajo-Se encogió de hombros
-El bicho debe de tocar a tu mujer para que la bendiga, ¿Cierto?
-...Sí, eso tengo entendido
-¿Alguna idea de cómo podemos capturarlo?
-A estas criaturas del bosque les suele gustar bastante la música... También podemos poner unos dulces para captar su atención. Yo tengo una flauta de madera, ¿Alguno de ustedes sabe tocarla?-Señaló a la mesa, lugar en el que reposaba dicho instrumento-Intenté tocarla, pero no me salía bien ninguna de las notas
-Emm, a ti te gustaba la música, ¿Verdad?-Desvió la mirada hacia el arquero
-S-sí, pero no era de viento. Yo tocaba el laúd-Se señaló a sí mismo-Puedo intentarlo, pero no aseguro...- -Alward no dejó que acabase la frase
-Bien, pues eres lo más cerca que tenemos de un músico. Contamos contigo-Le dio varias palmadas en el hombro mientras sonreía
-¿¡Y si el bicho me maldice!?
-¡Eso no va a pasar!-Dijo sonriendo, optimista. Todo lo contrario al arquero, al cual no le agradaba la idea para nada y agachó la cabeza.
Todo estaba dispuesto para la captura. Consiguieron una red de caza para animales pequeños y varios tipos de bollos dulces.
El plan era el siguiente; Emmanuel se sentaría a los pies del árbol más cercano al pozo, rodeado por cestas de los dulces. Alward, por su parte, estaría entre las ramas de dicho árbol con la red, esperando a que el misterioso inquilino de dicho pozo apareciese. Ivens, por su parte, esperaría entre los arbustos, muy bien escondido. Si por lo que fuese, la cosa saliese mal, haría rebosar el pozo de agua para que así el piskie no tuviese refugio en él, a no ser que supiera nadar. Para suerte de todos, Ivens era un tensai del agua, por lo que podía hacer que las corrientes subterráneas subiesen al borde del pozo.
Sin más, y un poco nervioso, el arquero empezó a tocar una melodía con la flauta. Se la habían enseñado tiempo atrás, hace como casi ocho años, cuando viajaba solo por Verisar. Solo esperaba que se acordase de las notas y todo le saliese bien.
-Dioses... Ayudadnos-Susurró Alward para sí. Tenía miedo en parte por las historias que se contaban por lo que era capaz de hacer aquella criatura.
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Off: Máster Sigel, como aclaraste que los Piskie estaban sacados del folclore irlandés, indagué un poco sobre ellos y encontré que les apasionaba la danza y la música, por ello decidí que esta era la mejor forma de poder sacarlo del pozo xD. (Lo de los dulces es un añadido, por si acaso gustan (?))
El elfo les recibió sentado en su escritorio, revisando algunas cartas que le habían llegado sobre diversos temas que tenían que ver con su taberna y con varios contratos que manejaba. Después de todo, era el líder de los Stelliazos, y alguien se tenía que hacer cargo de las cuentas, los trabajos y todo lo relacionado para que el grupo subsistiese, además de ocuparse que la propia taberna, que servía como tapadera, pudiese salir adelante como un negocio floreciente.
-Tenéis un nuevo contrato entre manos-Levanto la mirada de la mesa y se centró en los tres mercenarios
-Oh, y has reunido a la pandilla adecuada-Dijo mirando con complicidad a sus dos compañeros
-Hacía tiempo que no salíamos los tres juntos-Asintió complacido
-Espero que esta vez no haya que hacer muchos "planes sin fisuras"-Miró de reojo y con un tono sarcástico hacia el arquero Emmanuel-Ni que nos tengamos que enfrentar a ningún grupo de bandidos-Estiró sus brazos, los cuales estaban doloridos, al igual que el resto de su cuerpo debido a la batalla que tuvo lugar hace unos días en Lunargenta-La última salida fue bastante buena, pero escoltar a un Rey es demasiado trabajo
-¿Tu sueño no era servir al Rey y al reino?
-Además, más que escoltarlo, hicimos el trabajo sucio-Se puso en jarras con un tono de desagrado
-Como sea-Cortó el desviamiento de la conversación-Sé que el último trabajo fue difícil. Pero en este no estará en riesgo vuestra vida...Calló unos segundos-...Creo
-¿"Creo"?
-Eh, si vamos a jugarnos de nuevo la vida, ¡Yo quiero un aumento!
-¿Para qué quieres tanto dinero?-Le preguntó al brujo-¿En qué te lo vas a gastar? ¿En cerveza?
-Oh, sí-Asintió-Nada me haría más feliz-Dijo mientras le brillaban los ojos de la emoción
-Alward suspiró y volvió a mirar al elfo-¿Y de qué se trata esta vez?
-El elfo, haciendo caso omiso de la propuesta de Ivens, respondió al joven Sevna-Supngo que conoceréis la historia del Pozo de los Deseos de Vulwufar, ¿No?
-Sí-Asintió-Aunque... Creo que no está exactamente en Vulwufar, sino en un pueblo de al lado
-¡Yo también la conozco! Se cuentan maravillas de él
-¿Maravillas? Yo he oído cosas horribles. En ese pozo habita una criatura, un "piskie", que es quien supuestamente concede los deseos. A veces concede los deseos, pero otras te juega malas pasadas e incluso te concede justo lo contrario. Es algo que me da muy mala espina-Se cruzó de brazos, como preocupado
-¡Pues yo he oído que resucita muertos, da bendiciones de fertilidad, oro, mujeres, cerveza...-Dijo con la boca casi haciéndosele agua
-Todo falacias-Refutó ante la historia, ya que Rischer era bastante escéptico con esas cosas-Pero alguien nos ha contratado para sacar a una criatura que de verdad han visto dentro del pozo. No sé si será ese "piskie", pero con sacar al bicho de allí y entregárselo a un tal "Vega", hemos cumplido el contrato.
-Es la primera vez que oigo esa historia...-Se calló un segundos, pensativo-Pero si es un bichejo... ¿Por qué no directamente echar algo al pozo para que salga?
-Lo quieren vivo. Supuestamente puede bendecir o maldecir cosas solo con tocarlas. Es escurridizo, así que los lugareños no han tenido más remedio que pedir ayuda, aparte de que son supersticiosos con eso de que "si te toca, te bendice o te maldice"
-Entiendo...-Contestó, no muy convencido. Aún así, no había otro remedio que acudir a dicho lugar y ver por sus propios ojos si todas esas historias que se contaban eran ciertas o simplemente un cuento para críos.
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Tras un placentero viaje que les llevó desde Lunargenta hasta los alrededores de Vulwufar; el espadachín, el arquero y el brujo al fin encontraron el lugar donde se ubicaba el pozo, y el sitio al que, en casos normales, tendría que abastecer de agua de no ser por sus supuestos poderes mágicos y casi divinos. Los tres llegaron en sus monturas, las cuales las dejaron apostadas en un poste para caballos que había frente a una taberna.
-Vivimos de taberna en taberna-Comentó mientras le daba un par de palmaditas en el cuello a su montura, Epons. Miradas extrañas y curiosas se hicieron notar por los alrededores, al fin y al cabo eran extranjeros, aunque no era nada fuera de lo común, ya que muchos hacían peregrinaje en esa zona para presentar sus plegarias y deseos al famoso pozo.
-¿Y qué cosa hay mejor?-Se reafirmó asintiendo convencido mientras observaba la taberna desde la entrada
-Todo este sitio y sus historias me siguen dando bastante mala espina. No quiero acabar maldito...-Decía mientras miraba con inseguridad a su alrededor.
-Primero hay que ver si esa criatura de verdad es tan "mágica", como la pintan-Se alejó de Epons para reunirse con sus compañeros, los cuales se disponían a entrar a la taberna-Y si existe... Pues... Mmm...-Se quedó sin palabras
-Ni siquiera sabemos como vamos a sacarlo de ahí-Dijo con desdén
Entraron en la taberna. Vieron un ambiente bastante concurrido. El lugar parecía estar más lleno de viajeros y peregrinos que de los propios lugareños. No estaba a rebosar, pero tampoco se podía decir que era un sitio muerto ni mucho menos.
Alward, acompañado por el arquero y el brujo, se acercó a la barra. Allí estaba el dueño del lugar; el tabernero local, el cual se quedó mirando fijamente al grupo de tres hasta que estos se pararon justo en sus narices y al otro lado de la extensa barra.
-¿Qué desean?-Preguntó aquel hombre de mediana edad, con tono monótono. Quizás esperaba una respuesta más común y normal en unos peregrinos, pero para nada la intención de los tres jóvenes era la de pedir algo, ya fuese para comer o beber, ni siquiera preguntaron por el pozo.
-Buscamos a un tal Vega...-Calló unos segundos para ver la reacción del hombre, que no se hizo esperar. Les miró de arriba a abajo con desconfianza, quizás sabría dónde estaba pero no lo quería decir. El joven Sevna tendría que ser más específico para que hablase
-¿"Stelliazos" te suena de algo?-Preguntó el arquero
-Venimos a resolver un tema con un pozo de por medio-Añadió el brujo
El tabernero no contestó de primeras. Dejó unos segundos en el aire para volver a examinar al grupo de mercenarios. Finalmente, ladeó la cabeza, señalando así unas escaleras.
-Está arriba. Última habitación a la derecha.
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Era un pasillo pequeño, aunque lo más amplio que podía ser conforme a su estructura con respecto al resto del edificio. Llegaron al lugar mencionado y los tres se miraron entre ellos. Ninguno tenía una labia especialmente desarrollada, por lo que les daba cosa entrometerse en la habitación de un completo desconocido, aunque este les "estuviese esperando", que en realidad tampoco podría ser así.
Emmanuel tiró de valentía y se adelantó a sus compañeros, se posicionó para llamar, pero antes de llegar a golpear la puerta, miró a Alward.
-Yo llamo y tú hablas
El joven Sevna suspiró, ¿De qué servía eso? Para eso, él mismo podría incluso llamar. Nadie iba a saber quién había llamado al fin y al cabo, estaban solos. Desde luego, eran cosas propias de Emmanuel. Antes de poder refutar la propuesta del arquero, este llamó. Ya no quedaba otro remedio, si no hablaba él, estaba seguro de que ninguno de sus dos amigos lo haría y le mirarían de forma extraña, y como consecuencia, se crearía un ambiente incómodo.
-¡Adelante!-Se escuchó desde dentro de la habitación, invitando a pasar a los mercenarios.
Emmanuel, el autoproclamado "Llamador y abridor de puertas", cumplió su labor a la perfección, ya que abrió el paso a la habitación contigua. El grupo de tres al fin entró.
Era una habitación bastante normal. Su cama, su lavatorio, su mesa, su silla... Nada del otro mundo, excepto que la silla estaba pegada a la ventana de forma lateral, y el hombre que les había invitado a entrar, se encontraba sentada en esta, mirando por la única ventana del lugar, la cual se encontraba a los pies de la cama.
-¿Quiénes sois?-Pregunto aquel hombre, el cual llevaba consigo una mirada de profunda tristeza y pesar, lo cual contrastaba totalmente con sus apariencias; ropajes lujosos y varias joyas que le decoraban su pecho. Tenía una mano cercenada... ¿Sería algún tipo de antiguo soldado? Desde luego tenía toda la pinta de un noble.
-Somos los Stelliazos...-Examinó un poco más al hombre-...¿Eres Vega?
-Ah, al fin llegáis-Se puso en pie para saludar uno a uno a los mercenarios-Sí, soy Vega
-Y... ¿Qué quieres que hagamos?
-Veréis...-Se alejó de los mercenarios y se puso enfrente de ellos a una distancia apta para la conversación-Existe un pozo en este lugar...-
De pronto, Ivens cortó a Vega
-¿¡Todo lo que cuentan del pozo es real!?-Preguntó con un entusiasmo curioso a la vez que, de cierta forma, lo daba por hecho
-Veo que estáis enterados de la situación...-Suspiró-No sé lo que habréis oído ni qué "Milagros" os habrán descrito, pero más que nunca necesito... Pues eso, un milagro
-¿Un milagro concedido por... el pozo?
-El pozo no concede los deseos, sino la criatura que vive en él-Mira por la ventana-Pide ofrendas a cambio de deseos, pero últimamente se ha vuelto algo más... "Caprichosa"
-¿Qué ha ocurrido exactamente?
Poco a poco, con pelos y señales, Vega les iba contando uno a uno los deseos que la gente pidió, al menos los que el propio muchacho conocía. También enumeró los suyos propios, ahora los mercenarios sabían el por qué Vega vestía con tan lujosos ropajes, el por qué de su mano y... Lo más importante, por qué necesitaba a toda costa que su último deseo se cumpliese.
-Os excedisteis-Afirmó Alward con total seguridad-Los deseos cada vez eran más caprichosos y la avaricia os rompió el saco a todos
-Los humanos nunca sabéis cuando parar-Dijo a modo de recriminación
-Bueno, pues ahora nos toca arreglar tu estropicio, señor Vega-Dijo cruzándose de brazos
-Es nuestro trabajo-Se encogió de hombros
-El bicho debe de tocar a tu mujer para que la bendiga, ¿Cierto?
-...Sí, eso tengo entendido
-¿Alguna idea de cómo podemos capturarlo?
-A estas criaturas del bosque les suele gustar bastante la música... También podemos poner unos dulces para captar su atención. Yo tengo una flauta de madera, ¿Alguno de ustedes sabe tocarla?-Señaló a la mesa, lugar en el que reposaba dicho instrumento-Intenté tocarla, pero no me salía bien ninguna de las notas
-Emm, a ti te gustaba la música, ¿Verdad?-Desvió la mirada hacia el arquero
-S-sí, pero no era de viento. Yo tocaba el laúd-Se señaló a sí mismo-Puedo intentarlo, pero no aseguro...- -Alward no dejó que acabase la frase
-Bien, pues eres lo más cerca que tenemos de un músico. Contamos contigo-Le dio varias palmadas en el hombro mientras sonreía
-¿¡Y si el bicho me maldice!?
-¡Eso no va a pasar!-Dijo sonriendo, optimista. Todo lo contrario al arquero, al cual no le agradaba la idea para nada y agachó la cabeza.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Todo estaba dispuesto para la captura. Consiguieron una red de caza para animales pequeños y varios tipos de bollos dulces.
El plan era el siguiente; Emmanuel se sentaría a los pies del árbol más cercano al pozo, rodeado por cestas de los dulces. Alward, por su parte, estaría entre las ramas de dicho árbol con la red, esperando a que el misterioso inquilino de dicho pozo apareciese. Ivens, por su parte, esperaría entre los arbustos, muy bien escondido. Si por lo que fuese, la cosa saliese mal, haría rebosar el pozo de agua para que así el piskie no tuviese refugio en él, a no ser que supiera nadar. Para suerte de todos, Ivens era un tensai del agua, por lo que podía hacer que las corrientes subterráneas subiesen al borde del pozo.
Sin más, y un poco nervioso, el arquero empezó a tocar una melodía con la flauta. Se la habían enseñado tiempo atrás, hace como casi ocho años, cuando viajaba solo por Verisar. Solo esperaba que se acordase de las notas y todo le saliese bien.
Canción que toca Emmanuel
-Dioses... Ayudadnos-Susurró Alward para sí. Tenía miedo en parte por las historias que se contaban por lo que era capaz de hacer aquella criatura.
_______________________________________________________________________
Off: Máster Sigel, como aclaraste que los Piskie estaban sacados del folclore irlandés, indagué un poco sobre ellos y encontré que les apasionaba la danza y la música, por ello decidí que esta era la mejor forma de poder sacarlo del pozo xD. (Lo de los dulces es un añadido, por si acaso gustan (?))
Alward Sevna
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Re: El pozo de los deseos [Desafío]
A un lado de la escena, mientras los Stelliazos hacían preparaban el cebo musical para atraer a los piskies, Vega se mordía las uñas de las manos meditando en la remota posibilidad de que la estrategia tuviera éxito. El pozo de los deseos tenía un poder tremebundo capaz, según le viniera en gana, de enriquecer a los hombres o de condenarles de por vida. Si los piskies supieran de las intenciones de los Stelliazos, cosa que era completamente lógica puesto que utilizaban la magia para saber todo y ver todo, no caerían en la trampa musical; al contrario, harían un contraataque para defenderse. Los dientes de Vega alcanzaron la carne de los dedos, pero a él no pareció importarle, siguió mordiendo estirando de los padrastros y arrancando tiras de carne de seca.
-No va a funcionar. No va a funcionar- repetía Vega en voz baja por tal de no interrumpir a la canción de Los Stelliazos.
Pasaron largos minutos que a Vega le parecieron horas. Nada salió del pozo. Los Stelliazos dejaron de tocar y se tomaron un descanso para beber y reponer fuerzas. No eran un grupo de músicos, sino mercenarios contratados para acabar con los piskies. Era completamente apropiado que quisieran tomarse un pequeño descanso, nadie les acusó por ello.
-Esto no funciona. No funciona nada- insistía Vega.
Tendieron un mantel a pocos metros del pozo. Abrieron las cestas y repartieron los bocadillos y la bebida. Por lo visto, estarían todo el día, quizás toda la noche, tocando hasta que hubiera señal de algún piskie.
Vega no probó bocado ni bebió una sola gota de vino. Se presentó voluntario para quedarse vigilando al pozo por si aparecía algo extraño. Nadie le llevó la contraria. Mientras unos comían, Vega no echaba el ojo de encima del pozo. A veces se acercaba tímidamente al agujero, se asomaba a la oscuridad por probar suerte si es que veía algo y se alejaba con un paso rápido a la posición original como si hubiera visto un fantasma.
Fue en una de estas idas y venidas en las que se cumplió el tributo. Vega asomaba medio cuerpo en el interior del cuerpo. No veía ni escuchaba nada y, sin embargo, sabía que allí abajo había algo que le estaba llamando.
Unas manos invisibles tiraron de Vega. Desapareció en el interior del pozo. No se escuchó ningún sonido que indicase que el humano había tocado fondo. Fue como si se hubiera quedado flotando en la oscuridad. Los piskies lo tomaron como tributo. Deseo cumplido: aparecerían como Los Stelliazos.
Los piskies confirmaron su existencia (cumplieron el deseo) imitando el sonido de la música de Los Stelliazos. La canción venía desde el interior del pozo. Mientras sonaba, los piskies emergían violentamente como lo haría un puñado de avispas protegiendo su colmena.
* Alward Sevna Espero que estés disfrutando de tu primer desafío. Como ves, no es un tema complicado. Como eres relativamente “nuevo”, permíteme que me pare un poco más a hablar sobre lo que ha pasado. En el turno anterior te pedí que entregases una ofrenda y que pidieses un deseo para llamar la atención de los piskies. Un buen detalle sería entregar algo de tu inventario (que perderías). Decidiste hacer una canción, una idea muy buena que da mucho juego a estas nuevas criaturas. Sin embargo, no se considerará un tributo lo suficientemente alto (no es un objeto palpable que puedes entregar). La idea inicial que tenía era que si el usuario no entregaba un tributo, lo pagaría con una maldición. No me parece justo maldecirte cuando tu idea de la música fue realmente buena. Ni para ti ni para mí, término medio, matamos a Vega.
En este segundo turno deberás capturar a los piskies, a base de un curioso combate, o alejarlos de las ciudades para que dejen de molestar a los humanos utilizando tu ingenio. Ideas hay muchas, quiero dejarte a ti que pienses algo divertido. Será más divertido.
De manera opcional, no será algo obligado, deberás describir a los piskies de una manera más precisa de la que yo he hecho. Esto será para añadir más curiosidades a su futura ficha en el Bestiario. Si gustas, puedes hacer el aporte del Bestiario siguiendo el orden y la estructura que te presento en los siguientes links. Si no quieres hacer el aporte, no pasa nada. Esto es opcional para darte a conocer más apartados del foro que quizás no has visto todavía todo su potencial.
Esquema de aportes de criaturas del bestiario y código:
Ejemplo criatura (buen aporte) del bestiario:
-No va a funcionar. No va a funcionar- repetía Vega en voz baja por tal de no interrumpir a la canción de Los Stelliazos.
Pasaron largos minutos que a Vega le parecieron horas. Nada salió del pozo. Los Stelliazos dejaron de tocar y se tomaron un descanso para beber y reponer fuerzas. No eran un grupo de músicos, sino mercenarios contratados para acabar con los piskies. Era completamente apropiado que quisieran tomarse un pequeño descanso, nadie les acusó por ello.
-Esto no funciona. No funciona nada- insistía Vega.
Tendieron un mantel a pocos metros del pozo. Abrieron las cestas y repartieron los bocadillos y la bebida. Por lo visto, estarían todo el día, quizás toda la noche, tocando hasta que hubiera señal de algún piskie.
Vega no probó bocado ni bebió una sola gota de vino. Se presentó voluntario para quedarse vigilando al pozo por si aparecía algo extraño. Nadie le llevó la contraria. Mientras unos comían, Vega no echaba el ojo de encima del pozo. A veces se acercaba tímidamente al agujero, se asomaba a la oscuridad por probar suerte si es que veía algo y se alejaba con un paso rápido a la posición original como si hubiera visto un fantasma.
Fue en una de estas idas y venidas en las que se cumplió el tributo. Vega asomaba medio cuerpo en el interior del cuerpo. No veía ni escuchaba nada y, sin embargo, sabía que allí abajo había algo que le estaba llamando.
Unas manos invisibles tiraron de Vega. Desapareció en el interior del pozo. No se escuchó ningún sonido que indicase que el humano había tocado fondo. Fue como si se hubiera quedado flotando en la oscuridad. Los piskies lo tomaron como tributo. Deseo cumplido: aparecerían como Los Stelliazos.
Los piskies confirmaron su existencia (cumplieron el deseo) imitando el sonido de la música de Los Stelliazos. La canción venía desde el interior del pozo. Mientras sonaba, los piskies emergían violentamente como lo haría un puñado de avispas protegiendo su colmena.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] | -¡Deseo cumplido! Aquí estamos, como habéis deseado. Nos presentamos. Somos los piskies. Cumpliremos vuestros deseos a cambio de un precio justo. ¿Qué deseáis? No tengáis miedo y contadnos vuestros deseos más íntimos, los haremos realidad. A cambio de un precio justo. ¿Mujeres, aeros, reconocimiento…? Nosotros podemos conceder cualquier cosa. También sabemos maldecir con cualquier cosa. Todo del tributo que ofrezcáis. Solo pedimos un precio justo-. Los piskies eran criaturas del tamaño de pájaros comunes, el más grande de ellos podría alcanzar los veinte centímetros. Tenían las facciones de un niño de cinco años. Sus cuerpos estaban decorados con diferentes atributos pertenecientes a los insectos: alas, antenas, patas…. Algunos de ellos emitían un ruidoso zumbido con la boca imitando el sonido que haría una abeja al volar. Su aspecto era representativo de lo que eran: seres traviesos y juguetones que disfrutaban con las bromas. |
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* Alward Sevna Espero que estés disfrutando de tu primer desafío. Como ves, no es un tema complicado. Como eres relativamente “nuevo”, permíteme que me pare un poco más a hablar sobre lo que ha pasado. En el turno anterior te pedí que entregases una ofrenda y que pidieses un deseo para llamar la atención de los piskies. Un buen detalle sería entregar algo de tu inventario (que perderías). Decidiste hacer una canción, una idea muy buena que da mucho juego a estas nuevas criaturas. Sin embargo, no se considerará un tributo lo suficientemente alto (no es un objeto palpable que puedes entregar). La idea inicial que tenía era que si el usuario no entregaba un tributo, lo pagaría con una maldición. No me parece justo maldecirte cuando tu idea de la música fue realmente buena. Ni para ti ni para mí, término medio, matamos a Vega.
En este segundo turno deberás capturar a los piskies, a base de un curioso combate, o alejarlos de las ciudades para que dejen de molestar a los humanos utilizando tu ingenio. Ideas hay muchas, quiero dejarte a ti que pienses algo divertido. Será más divertido.
De manera opcional, no será algo obligado, deberás describir a los piskies de una manera más precisa de la que yo he hecho. Esto será para añadir más curiosidades a su futura ficha en el Bestiario. Si gustas, puedes hacer el aporte del Bestiario siguiendo el orden y la estructura que te presento en los siguientes links. Si no quieres hacer el aporte, no pasa nada. Esto es opcional para darte a conocer más apartados del foro que quizás no has visto todavía todo su potencial.
Esquema de aportes de criaturas del bestiario y código:
Ejemplo criatura (buen aporte) del bestiario:
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Re: El pozo de los deseos [Desafío]
Los Stelliazos no se daban por vencidos. Aunque al primer, segundo o tercer intento no les hubiese salido bien, no dejaban de intentarlo. En uno de estos intentos, Vega se acercó al pozo, como ya había hecho otras tantas veces en el tiempo que llevaban allí, que rondaría la hora o incluso un poco más. De pronto, Alward desde su rama, pudo divisar como el cuerpo completo de su empleador era empujado hacia adentro del pozo como si una fuerza superior a él tirase con fuerza.
A los pocos segundos, tanto Ivens como Emmanuel se percataron también de ello. El joven Sevna saltó desde su rama, no era muy alta, por lo que si caía bien no se haría nada de daño. El arquero dejó de tocar y el brujo salió de su escondite. Alward por su parte fue corriendo al pozo, pero de pronto empezó a sonar la música con la que el arquero estaba intentando atraer a quien quiera que estuviese dentro.
-Emm, no es momento de tocar
El arquero se encogió de hombros enseñando claramente la flauta
-Y no lo hago-Se reafirmó
Alward retrocedió unos pasos con cautela. No tenían miedo ni estaban realmente preocupados por Vega, simplemente les sorprendió la desembocadura de todos los hechos que habían tenido lugar hasta el momento. Cuando de la abertura del pozo salieron los llamados "piskies", si que fue una sorpresa que les dejó más en shock de lo que estaban.
-¿D-deseo cumplido...?-Preguntó extrañado ante la repentina presentación de estos seres. Eran tres, y parecían niños en miniatura con alas... Alas que les permitían volar, lo cual añadía más esperpento al asunto.
Parecía que al fin empezaban a aceptar la existencia de estas criaturas. Después de todo, Aerandir es un mundo totalmente lleno de misterios y enigmas sin resolver, de numerosas especies de vegetales y animales sin identificar, de miles de habilidades y, por llamarlo de alguna forma, "magia" con la que experimentar. Casi todo era posible al fin y al cabo.
Las criaturas dieron su predisposición para que los mercenarios confesasen sus deseos. Podían conceder cualquier cosa, según ellos.
-¿Cualquier cosa?-Se llevó una mano al mentón, pensativo.
-...Pues la verdad que sí que se me ocurren bastantes cosas para pedir...-Dijo dejando caer su aceptación por la propuesta
-¡No!-Se volteó haciendo gestos en clara negación con sus brazos y cabeza-¡No debemos caer en eso!
-Vamos, humano. No seas tan aburrido. Seguro que tienes algo que ansías, algo que incluso por lo que llegarías a derramar sangre, sudor y lágrimas. Nosotros podemos concederlo en un solo segundo, en un instante. Todo aquello que anhelas te será concedido. -Decían mientras revoloteaban alrededor de Alward entre risas, con ambiente de juego. Los piskies entonces cambiaron de lugar y se fueron revoloteando entre risas y más juegos alrededor de Emmanuel-¿Cual es tu mayor deseo, humano? ¿Estás de acuerdo con tu amigo? ¿De verdad no quieres ser... un poquito feliz?
Antes de que el arquero respondiese, Alward le cortó.
-¿Por qué sois así? ¿Por qué hacéis sufrir tanto a los mortales que vienen aquí en busca de consuelo y esperanza para luego reíros de ellos? ¿De verdad eso os hace felices a vosotros?-Dijo intentando calar con su mensaje en aquellas criaturas, o que al menos dejasen de lado su lado "malvado", persuadiéndolas de un modo lógico.
-¡Eso!-Se entrometió-¡Todo sería genial si para cumplir deseos aceptarais tributos normales, que no lleven a locuras que le cueste la vida a alguien!
-Oh, vaya par de mortales más aburridos -Dijeron decepcionados. Tenían el aspecto de niños y actuaban como tales, era extraordinariamente curioso. Acto seguido, centraron de nuevo su atención en el arquero-En cambio, tú pensarás con coherencia, ¿Cierto? No te dejes engañar, la verdadera felicidad la podemos conceder, cuando quieras y las veces que hagan falta. Solo pediremos más tributos a cambio -Decían mientras reían con jovialidad
Emmanuel no respondió al instante, sino que miró a sus compañeros, que a la vez eran sus mayores amigos. Estos le miraban, con cara de preocupación. Estaban también atemorizados por si a la más mínima oportunidad, los piskies les jugaban una mala pasada maldiciéndolos. No querían eso, pero tampoco iban a entrar en su juego, por muy utópico, paradisíaco y hermoso que sonase. Los sacrificios eran demasiado altos y las recompensas, fuesen cuales fuesen, carecían de honor. Este último pensamiento era más que nada del propio Alward, ya que a Ivens le preocupaba especial y únicamente que no les maldijeran, al igual que a Emmanuel.
-Deseo...-Echó un último vistazo a Alward, antes de pronunciarse-Deseo que dejéis este lugar en paz y nunca molestéis a nadie con vuestros juegos. Sí, eso deseo.-Se reafirmó-Si de verdad podéis concederlo todo, espero que esto me lo concedáis. Tenéis vuestro tributo; una vida humana. Es un tributo bastante grande, espero que sea suficiente-Dijo señalando al pozo y refiriéndose a Vega, el cual se había arrojado estrepitosamente por él, o mejor dicho, había sido arrojado a la fuerza.
A los pocos segundos, tanto Ivens como Emmanuel se percataron también de ello. El joven Sevna saltó desde su rama, no era muy alta, por lo que si caía bien no se haría nada de daño. El arquero dejó de tocar y el brujo salió de su escondite. Alward por su parte fue corriendo al pozo, pero de pronto empezó a sonar la música con la que el arquero estaba intentando atraer a quien quiera que estuviese dentro.
-Emm, no es momento de tocar
El arquero se encogió de hombros enseñando claramente la flauta
-Y no lo hago-Se reafirmó
Alward retrocedió unos pasos con cautela. No tenían miedo ni estaban realmente preocupados por Vega, simplemente les sorprendió la desembocadura de todos los hechos que habían tenido lugar hasta el momento. Cuando de la abertura del pozo salieron los llamados "piskies", si que fue una sorpresa que les dejó más en shock de lo que estaban.
-¿D-deseo cumplido...?-Preguntó extrañado ante la repentina presentación de estos seres. Eran tres, y parecían niños en miniatura con alas... Alas que les permitían volar, lo cual añadía más esperpento al asunto.
Parecía que al fin empezaban a aceptar la existencia de estas criaturas. Después de todo, Aerandir es un mundo totalmente lleno de misterios y enigmas sin resolver, de numerosas especies de vegetales y animales sin identificar, de miles de habilidades y, por llamarlo de alguna forma, "magia" con la que experimentar. Casi todo era posible al fin y al cabo.
Las criaturas dieron su predisposición para que los mercenarios confesasen sus deseos. Podían conceder cualquier cosa, según ellos.
-¿Cualquier cosa?-Se llevó una mano al mentón, pensativo.
-...Pues la verdad que sí que se me ocurren bastantes cosas para pedir...-Dijo dejando caer su aceptación por la propuesta
-¡No!-Se volteó haciendo gestos en clara negación con sus brazos y cabeza-¡No debemos caer en eso!
-Vamos, humano. No seas tan aburrido. Seguro que tienes algo que ansías, algo que incluso por lo que llegarías a derramar sangre, sudor y lágrimas. Nosotros podemos concederlo en un solo segundo, en un instante. Todo aquello que anhelas te será concedido. -Decían mientras revoloteaban alrededor de Alward entre risas, con ambiente de juego. Los piskies entonces cambiaron de lugar y se fueron revoloteando entre risas y más juegos alrededor de Emmanuel-¿Cual es tu mayor deseo, humano? ¿Estás de acuerdo con tu amigo? ¿De verdad no quieres ser... un poquito feliz?
Antes de que el arquero respondiese, Alward le cortó.
-¿Por qué sois así? ¿Por qué hacéis sufrir tanto a los mortales que vienen aquí en busca de consuelo y esperanza para luego reíros de ellos? ¿De verdad eso os hace felices a vosotros?-Dijo intentando calar con su mensaje en aquellas criaturas, o que al menos dejasen de lado su lado "malvado", persuadiéndolas de un modo lógico.
-¡Eso!-Se entrometió-¡Todo sería genial si para cumplir deseos aceptarais tributos normales, que no lleven a locuras que le cueste la vida a alguien!
-Oh, vaya par de mortales más aburridos -Dijeron decepcionados. Tenían el aspecto de niños y actuaban como tales, era extraordinariamente curioso. Acto seguido, centraron de nuevo su atención en el arquero-En cambio, tú pensarás con coherencia, ¿Cierto? No te dejes engañar, la verdadera felicidad la podemos conceder, cuando quieras y las veces que hagan falta. Solo pediremos más tributos a cambio -Decían mientras reían con jovialidad
Emmanuel no respondió al instante, sino que miró a sus compañeros, que a la vez eran sus mayores amigos. Estos le miraban, con cara de preocupación. Estaban también atemorizados por si a la más mínima oportunidad, los piskies les jugaban una mala pasada maldiciéndolos. No querían eso, pero tampoco iban a entrar en su juego, por muy utópico, paradisíaco y hermoso que sonase. Los sacrificios eran demasiado altos y las recompensas, fuesen cuales fuesen, carecían de honor. Este último pensamiento era más que nada del propio Alward, ya que a Ivens le preocupaba especial y únicamente que no les maldijeran, al igual que a Emmanuel.
-Deseo...-Echó un último vistazo a Alward, antes de pronunciarse-Deseo que dejéis este lugar en paz y nunca molestéis a nadie con vuestros juegos. Sí, eso deseo.-Se reafirmó-Si de verdad podéis concederlo todo, espero que esto me lo concedáis. Tenéis vuestro tributo; una vida humana. Es un tributo bastante grande, espero que sea suficiente-Dijo señalando al pozo y refiriéndose a Vega, el cual se había arrojado estrepitosamente por él, o mejor dicho, había sido arrojado a la fuerza.
Alward Sevna
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Re: El pozo de los deseos [Desafío]
Levantaron los dedos índices de las manos y negaron con ellos en una especie de baile que bien podría pertenecer a un extraño ritual. No, claro que no. Una vida humana no era un tributo lo suficientemente alto para que los piskies se marchasen de Baslodias. Además, ¿dónde estaba ese humano que supuestamente habían ofrecido como tributo? Los piskies, sin dejar de bailar con los dedos, miraron hacia un lado y hacia el otro buscando a ese humano. No estaba en ninguna parte. ¿Era uno de los músicos? ¡Qué de un paso hacia delante el humano que quiera entregarse! Ninguno parecía querer entregar su vida para la causa. Entonces, ¿dónde estaban? Ay, tontos humanos. Ellos creían que la vida del infeliz Vega era el precio justo para que los piskies se marchasen. Tontos, tontos y tres veces tontos. Vega era el pago para que los piskies salieran del pozo de los deseos y de las maldiciones, no para que salieran de Baslodia.
Los duendes se cogieron de las manos y bailaron y rieron a coro rodeando a los tontos humanos. Uno de ellos iba a morir. Era el precio justo. La cuestión era saber cuál de ellos. Uno de ellos tenía un gran valor, otro era muy pobre. Los piskies no se decantaban ni por uno ni por otro. Buscaban, como habían repetido decenas de veces, aquel que fuera el precio justo para demanda.
Se alzaron al ataque hacia los humanos. En forma de cosquillas y gorgoritos en los brazos y la barriga, tales como se les haría a un bebé. Hicieron aparecer mágicamente cintas de medir y reglas para tomar las medidas de los humanos, todo era importante para marcar un buen precio: el tamaño de la lengua, el crecimiento por segundo de los pelos del brazo, el tamaño del tercer dedo del pie…. Había que añadir al examen datos importantes como lo era la resistencia de las pestañas al calor de un día de verano en Roilkat (los piskies podían provocar esa sensación solo en las pestañas) o la cantidad de colores que eran capaces de diferenciar los ojos de los humanos.
Terminada las mediciones de los tontos humanos, los piskies se reunieron en un privado círculo. Llegaron a la conclusión que no les interesaba sus vidas; eran o muy caras o muy baratas. El precio justo a pagar por el producto de salir de Baslodia para no volver era un objeto que estaba en el inventario de uno de los tontos humanos: una cabeza de drakar. Los piskies tomaron su pago y cumplieron la promesa de irse para no volver.
* Alward Sevna: Es el precio justo.
Recompensas:
* +1 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +2 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 3 ptos totales de experiencia
Pago de los piskies: Pierdes la cabeza de drakar de tu inventario.
Los duendes se cogieron de las manos y bailaron y rieron a coro rodeando a los tontos humanos. Uno de ellos iba a morir. Era el precio justo. La cuestión era saber cuál de ellos. Uno de ellos tenía un gran valor, otro era muy pobre. Los piskies no se decantaban ni por uno ni por otro. Buscaban, como habían repetido decenas de veces, aquel que fuera el precio justo para demanda.
Se alzaron al ataque hacia los humanos. En forma de cosquillas y gorgoritos en los brazos y la barriga, tales como se les haría a un bebé. Hicieron aparecer mágicamente cintas de medir y reglas para tomar las medidas de los humanos, todo era importante para marcar un buen precio: el tamaño de la lengua, el crecimiento por segundo de los pelos del brazo, el tamaño del tercer dedo del pie…. Había que añadir al examen datos importantes como lo era la resistencia de las pestañas al calor de un día de verano en Roilkat (los piskies podían provocar esa sensación solo en las pestañas) o la cantidad de colores que eran capaces de diferenciar los ojos de los humanos.
Terminada las mediciones de los tontos humanos, los piskies se reunieron en un privado círculo. Llegaron a la conclusión que no les interesaba sus vidas; eran o muy caras o muy baratas. El precio justo a pagar por el producto de salir de Baslodia para no volver era un objeto que estaba en el inventario de uno de los tontos humanos: una cabeza de drakar. Los piskies tomaron su pago y cumplieron la promesa de irse para no volver.
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Pago de los piskies: Pierdes la cabeza de drakar de tu inventario.
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