La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
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La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Chimar tuvo que revisar bien la invitación cuando le llego vía ave mensajera, es un concepto extraño andar realizando una cacería en medio de conflictos mundiales y con la capital humana en el punto de mira.
Otro elemento extraño que también merece mención es que hayan invitado al propio niño genio a una cota de caza, sabe que es un personaje destacado de la sociedad aerandiana pero sus aventuras suelen ir en otro sentido.
Ya sea por curiosidad o ego personal el chico intelectual se encamina a la dirección descrita, como siempre lleva a su fiel compañero de aventuras. Sonara extraño pero comienza a tomarle cariño… Maquiavelo es puro corazón.
No se puede decir que el sitio objetivo sea muy concurrido, esta algo alejado de los caminos regulares aunque sigue siendo bosque humano pese a encontrarse bastante cerca del territorio elfo.
Pronto un contraste de lo más extraño resalta, en medio del territorio salvaje hay una tienda con todas las comodidades necesarias para que cualquier individuo pudiente se convenza de dar un paseo rural.
Bienvenido señor Maquiavelo, le esperábamos.
Un sujeto metido en traje formal aparece por la retaguardia, sin duda le da un susto de muerte al pequeño intelectual quien hace un esfuerzo por no saltar. Este último asiente antes de seguir al pingüino hasta la reunión pertinente.
Ser sirviente apesta, más que todo por esos trajes ridículos que les obligan a usar. Aunque Chimar aprecia la buena costura tiene un gusto más práctico en cuanto a conjuntos de vestir… eso sin mencionar que sabe combinarse.
Llegan a la reunión y vaya que no escatimaron en palomas mensajeras, debe haber unas veinte personas. En este punto es bastante claro que será más una competición por encontrar la criatura deseada.
Excelente, solo nos falta el último integrante para comenzar la caza, Adrian si eres tan amable.
No tiene mucho sentido hablar sin los demás presentes padre, esperemos a que llegue la elfa.
No hace falta ser alguien dotado como para entender qué tipo de personajes supervisan todo, son nobles de aquí a Dundarak. Eso trae consigo dos realidades, pagaran bien pero serán insufribles toda la aventura.
Se parecen a ti cuand… “para su argumento al ver como Chimar lo fulmina con la mirada”
En condiciones normales tal comparación merecería una colleja pero con tanta gente es mejor guardar las apariencias, es claro que las habilidades de asociación ostentadas por el niño ilusorio no son muy fiables.
Otro elemento extraño que también merece mención es que hayan invitado al propio niño genio a una cota de caza, sabe que es un personaje destacado de la sociedad aerandiana pero sus aventuras suelen ir en otro sentido.
Ya sea por curiosidad o ego personal el chico intelectual se encamina a la dirección descrita, como siempre lleva a su fiel compañero de aventuras. Sonara extraño pero comienza a tomarle cariño… Maquiavelo es puro corazón.
No se puede decir que el sitio objetivo sea muy concurrido, esta algo alejado de los caminos regulares aunque sigue siendo bosque humano pese a encontrarse bastante cerca del territorio elfo.
Pronto un contraste de lo más extraño resalta, en medio del territorio salvaje hay una tienda con todas las comodidades necesarias para que cualquier individuo pudiente se convenza de dar un paseo rural.
Bienvenido señor Maquiavelo, le esperábamos.
Un sujeto metido en traje formal aparece por la retaguardia, sin duda le da un susto de muerte al pequeño intelectual quien hace un esfuerzo por no saltar. Este último asiente antes de seguir al pingüino hasta la reunión pertinente.
Ser sirviente apesta, más que todo por esos trajes ridículos que les obligan a usar. Aunque Chimar aprecia la buena costura tiene un gusto más práctico en cuanto a conjuntos de vestir… eso sin mencionar que sabe combinarse.
Llegan a la reunión y vaya que no escatimaron en palomas mensajeras, debe haber unas veinte personas. En este punto es bastante claro que será más una competición por encontrar la criatura deseada.
Excelente, solo nos falta el último integrante para comenzar la caza, Adrian si eres tan amable.
No tiene mucho sentido hablar sin los demás presentes padre, esperemos a que llegue la elfa.
No hace falta ser alguien dotado como para entender qué tipo de personajes supervisan todo, son nobles de aquí a Dundarak. Eso trae consigo dos realidades, pagaran bien pero serán insufribles toda la aventura.
Se parecen a ti cuand… “para su argumento al ver como Chimar lo fulmina con la mirada”
En condiciones normales tal comparación merecería una colleja pero con tanta gente es mejor guardar las apariencias, es claro que las habilidades de asociación ostentadas por el niño ilusorio no son muy fiables.
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Última edición por Chimar el Dom Ago 19 2018, 03:06, editado 2 veces
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Para Níniel recorrer el bosque de los humanos siempre resultaba una experiencia que le causaba sentimientos encontrados. Y es que, dependiendo de la dirección de sus pasos, se alejaba de una parte importante de su vida y se acercaba a otra, o viceversa, por lo que siempre que recorría aquel lugar no podía evitar guardar silencio y avanzar meditabunda, reflexionando sobre todo tipo de cosas que iban desde las diferencias culturales entre elfos y humanos hasta sus propias acciones y decisiones desde la última vez que estuvo allí.
Ni siquiera el hecho de que en aquella ocasión sus pasos no la llevarían a Veyond parecía poder cambiar aquello. Algo que la hizo esbozar una leve sonrisa autocompasiva.
-¿Acabas de pillar el chiste que te conté antes, Nín?- Interrumpió sus pensamientos Catherine, su felina compañera. Por supuesto que no iba a perder la oportunidad de lanzar un chascarrillo cuando tan fácil se lo estaba poniendo la elfa, tan abstraída como estaba del mundo desde hacía ya un buen rato. Algo que causaba que la gata se aburriera como una ostra.
-Tu chiste lo pillé incluso antes de que terminaras de contarlo, Cath. Y no tenía gracia. Ese comportamiento de los elfos es solo una más de las invenciones de los humanos. No hacemos eso.- Respondió la peliblanca. -Simplemente recordaba las muchas veces que me he adentrado en este bosque cada vez que volvía a casa. Un poco más y lo conoceré tan bien como el propio Sandorai.- Explicó a sabiendas de que aunque solo fuera por puro tedio su hermana no iba a dejarla tranquila hasta saber por qué había sonreído entonces.
-Ya veo. Eso explica cómo puedes moverte por aquí sin perderte, aunque parezcas estar en otro mundo y pasando de mi totalmente...-Comprendió la felina, aprovechando la oportunidad para reclamar un poco más de atención.
-Lo siento, Cath. Este lugar siempre me hace pensar.- Se disculpó sinceramente.
-Meh, da igual. Pero ahora que has salido de tu mundo de pensamientos profundos pienso aprovecharlo. Por ejemplo, estaría bien saber por qué aceptaste realmente esta invitación. ¿Realmente te interesa participar en una cacería?. La invitación ni siquiera decía qué se supone que vamos a cazar, y eres una elfa. Deberías adorar a todos los animales, especialmente a mi.- Se interesó la pelirroja esbozando una amplia y encantadora sonrisa al añadir aquello último, posando con felina elegancia a lomos de su montura y demostrando un equilibrio que muchos envidiarían. Realmente poco le importaba que Níniel cazara o no, mucho menos que los elfos lo hicieran o en qué circunstancias, simplemente sentía curiosidad. Normalmente era ella quién aceptaba trabajos bien remunerados en el nombre de ambas y sin hacer muchas preguntas. De hecho solo unos días atrás acabaron enfrentándose a unos peligrosos vampiros precisamente por ello.
-En verdad no me interesa la caza. Es el lugar donde tendrá lugar lo que me ha hecho venir hasta aquí. Estamos muy cerca de Sandorai, y los humanos, especialmente los nobles como el que nos ha invitado, a menudo creen que pueden hacer lo que quieran y que no habrá consecuencias. Quiero asegurarme de que no ocurre ningún "malentendido". Podría traer problemas para los humanos y para mi gente.- Explicó la sacerdotisa, y para hacerlo señaló a una serie de árboles mucho más altos y gruesos que el resto de los de aquella zona, lo que señalaba para los ojos expertos la cercanía de la frontera con el sagrado hogar de los elfos. Unos kilómetros más hacia el oeste y las posibilidades encontrarse con un forestal aumentaría exponencialmente.
-Bueno...Si fuesen a pagarnos solo para hacer de guías y evitar que unos elfos practiquen el tiro al arco con ellos no sería un mal trato.- Convino la pelirroja. -Tú asegúrate de que los elfos saben que estoy contigo.- Se rió.
-O tal vez solo quieran a una sanadora. En estos bosques hay mucho más que ciervos o venados. Puede resultar un lugar muy peligroso.- Añadió la peliblanca sin poder evitar recordar una de sus primeras aventuras cuando apenas había llegado a Lunargenta. En aquella ocasión tuvo que vérselas con un numeroso grupo de goblins que le pusieron las cosas difíciles a ella y a su grupo.
-Eso también suena a dinero fácil...Pero ya estamos cerca así que a partir de ahora diremos que todo es muy complicado para que nos paguen una buena suma.- Instó la felina agudizando su fino oído. -Parece que es un grupo grande...una veintena. Hay un par de guardias patrullando y...hay un tipo con zapatos de vestir. ¿Que clase de persona viene al bosque con zapatos de vestir?- Inquirió sorprendida la gata al distinguir el distintivo sonido de ese tipo de calzado contra la tierra a pesar de la distancia que aún les separaba del campamento de cazadores, al cual llegarían instantes después.
-Lady Thenidiel.- Saludó con una reverencia un humano vestido de mayordomo y el cual resultó ser el dueño de tan inapropiado calzado. -Con su llegada el grupo está completo. Sin duda el señor estará complacido de que todas sus invitaciones hayan sido atendidas. No acepta un "no" por respuesta.- Indicó el sirviente. Catherine a duras penas podía aguantarse la risa por las pintas de aquel tipo. El pobre debía de estar sudando la gota gorda y estar de lo más incómodo con tales prendas en un sitio como aquel.
-Por aquí.- Indicó a las jóvenes, conduciéndolas con diligencia hasta la tienda principal. O más bien al pequeño palacete de telas y lonas que se encontraba en el centro de aquel pequeño claro. Una vez allí, con la misma diligencia, apartó la tela que cerraba la entrada a tan magnífica tienda y les indicó que pasaran, anunciando su llegada al resto de los allí presentes, los cuales ya habían centrado su atención en ellas antes de las vociferaciones pertinentes.
-Perfecto. Ahora sí que podemos comenzar.- Dijo un chico joven, de la edad de Catherine más o menos aunque con un aspecto y vestimentas claramente de la más alta calidad y noble confección. Era un humano mono, y estaba claro que él también se veía atractivo y se sentía orgulloso de ello. ¿Era él quién había enviado las invitaciones o el anciano a su lado?. -Aunque antes...creo que la dama conoce al invitado que la precede...- Indicó señalando a Chimar. Y allí también estaba Canel.
-Son los enanos...Vaya, empiezo a creer que estáis enamorados de nosotras...-Bromeó Catherine.
Ni siquiera el hecho de que en aquella ocasión sus pasos no la llevarían a Veyond parecía poder cambiar aquello. Algo que la hizo esbozar una leve sonrisa autocompasiva.
-¿Acabas de pillar el chiste que te conté antes, Nín?- Interrumpió sus pensamientos Catherine, su felina compañera. Por supuesto que no iba a perder la oportunidad de lanzar un chascarrillo cuando tan fácil se lo estaba poniendo la elfa, tan abstraída como estaba del mundo desde hacía ya un buen rato. Algo que causaba que la gata se aburriera como una ostra.
-Tu chiste lo pillé incluso antes de que terminaras de contarlo, Cath. Y no tenía gracia. Ese comportamiento de los elfos es solo una más de las invenciones de los humanos. No hacemos eso.- Respondió la peliblanca. -Simplemente recordaba las muchas veces que me he adentrado en este bosque cada vez que volvía a casa. Un poco más y lo conoceré tan bien como el propio Sandorai.- Explicó a sabiendas de que aunque solo fuera por puro tedio su hermana no iba a dejarla tranquila hasta saber por qué había sonreído entonces.
-Ya veo. Eso explica cómo puedes moverte por aquí sin perderte, aunque parezcas estar en otro mundo y pasando de mi totalmente...-Comprendió la felina, aprovechando la oportunidad para reclamar un poco más de atención.
-Lo siento, Cath. Este lugar siempre me hace pensar.- Se disculpó sinceramente.
-Meh, da igual. Pero ahora que has salido de tu mundo de pensamientos profundos pienso aprovecharlo. Por ejemplo, estaría bien saber por qué aceptaste realmente esta invitación. ¿Realmente te interesa participar en una cacería?. La invitación ni siquiera decía qué se supone que vamos a cazar, y eres una elfa. Deberías adorar a todos los animales, especialmente a mi.- Se interesó la pelirroja esbozando una amplia y encantadora sonrisa al añadir aquello último, posando con felina elegancia a lomos de su montura y demostrando un equilibrio que muchos envidiarían. Realmente poco le importaba que Níniel cazara o no, mucho menos que los elfos lo hicieran o en qué circunstancias, simplemente sentía curiosidad. Normalmente era ella quién aceptaba trabajos bien remunerados en el nombre de ambas y sin hacer muchas preguntas. De hecho solo unos días atrás acabaron enfrentándose a unos peligrosos vampiros precisamente por ello.
-En verdad no me interesa la caza. Es el lugar donde tendrá lugar lo que me ha hecho venir hasta aquí. Estamos muy cerca de Sandorai, y los humanos, especialmente los nobles como el que nos ha invitado, a menudo creen que pueden hacer lo que quieran y que no habrá consecuencias. Quiero asegurarme de que no ocurre ningún "malentendido". Podría traer problemas para los humanos y para mi gente.- Explicó la sacerdotisa, y para hacerlo señaló a una serie de árboles mucho más altos y gruesos que el resto de los de aquella zona, lo que señalaba para los ojos expertos la cercanía de la frontera con el sagrado hogar de los elfos. Unos kilómetros más hacia el oeste y las posibilidades encontrarse con un forestal aumentaría exponencialmente.
-Bueno...Si fuesen a pagarnos solo para hacer de guías y evitar que unos elfos practiquen el tiro al arco con ellos no sería un mal trato.- Convino la pelirroja. -Tú asegúrate de que los elfos saben que estoy contigo.- Se rió.
-O tal vez solo quieran a una sanadora. En estos bosques hay mucho más que ciervos o venados. Puede resultar un lugar muy peligroso.- Añadió la peliblanca sin poder evitar recordar una de sus primeras aventuras cuando apenas había llegado a Lunargenta. En aquella ocasión tuvo que vérselas con un numeroso grupo de goblins que le pusieron las cosas difíciles a ella y a su grupo.
-Eso también suena a dinero fácil...Pero ya estamos cerca así que a partir de ahora diremos que todo es muy complicado para que nos paguen una buena suma.- Instó la felina agudizando su fino oído. -Parece que es un grupo grande...una veintena. Hay un par de guardias patrullando y...hay un tipo con zapatos de vestir. ¿Que clase de persona viene al bosque con zapatos de vestir?- Inquirió sorprendida la gata al distinguir el distintivo sonido de ese tipo de calzado contra la tierra a pesar de la distancia que aún les separaba del campamento de cazadores, al cual llegarían instantes después.
-Lady Thenidiel.- Saludó con una reverencia un humano vestido de mayordomo y el cual resultó ser el dueño de tan inapropiado calzado. -Con su llegada el grupo está completo. Sin duda el señor estará complacido de que todas sus invitaciones hayan sido atendidas. No acepta un "no" por respuesta.- Indicó el sirviente. Catherine a duras penas podía aguantarse la risa por las pintas de aquel tipo. El pobre debía de estar sudando la gota gorda y estar de lo más incómodo con tales prendas en un sitio como aquel.
-Por aquí.- Indicó a las jóvenes, conduciéndolas con diligencia hasta la tienda principal. O más bien al pequeño palacete de telas y lonas que se encontraba en el centro de aquel pequeño claro. Una vez allí, con la misma diligencia, apartó la tela que cerraba la entrada a tan magnífica tienda y les indicó que pasaran, anunciando su llegada al resto de los allí presentes, los cuales ya habían centrado su atención en ellas antes de las vociferaciones pertinentes.
-Perfecto. Ahora sí que podemos comenzar.- Dijo un chico joven, de la edad de Catherine más o menos aunque con un aspecto y vestimentas claramente de la más alta calidad y noble confección. Era un humano mono, y estaba claro que él también se veía atractivo y se sentía orgulloso de ello. ¿Era él quién había enviado las invitaciones o el anciano a su lado?. -Aunque antes...creo que la dama conoce al invitado que la precede...- Indicó señalando a Chimar. Y allí también estaba Canel.
-Son los enanos...Vaya, empiezo a creer que estáis enamorados de nosotras...-Bromeó Catherine.
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Sin duda a Chimar se le vino a la mente una elfa en específico cuando escucho el comentario de su empleador, descarto la idea por lógica y ese fue un graso error pues tras la puerta número uno pasa su pensamiento previo.
¡Nin!
Saluda eufórico poco después de que uno de los anfitriones matara la sorpresa, es claro que tienen buena información de los participantes pero no es para menos con todas las aventuras locas que llevan encima los involucrados.
Canel sonríe a modo de saludo aunque sin mayor interacción, debe andar en su etapa dramática del día. Las recién llegadas se convierten en una comidilla interesante para todos los presentes quienes luego de un tiempo empiezan a parecer viejas chismosas.
Damas y caballeros si son tan amables de guardar silencio.
Dice el pingüino con total educación quien naturalmente es ignorado por todos, eventualmente el sonido de cierto cofre abriéndose logra la imposible tarea de crear un ambiente sepulcral en la opulenta tienda.
Ahora que tenemos su atención es el momento de dar los detalles, mi hijo y yo los hemos reunido aquí para cazar una criatura en particular bastante demandante, un wendigo alfa.
Nuevamente los murmullos toman el recinto, está claro que ese nombre despierta cierta aversión entre los presentes. Maquiavelo en la otra mano mira con extrañeza pues a pesar de ser un genio no se decantó por la filosofía natural… no sabe qué demonios es un wendigo.
“Psst” Canel, ¿sabes que rayos es eso?
Es una parodia del ser humano… su peor cara.
Ante tal respuesta el niño genio niega con la cabeza, cuando necesita que su amiguito hable claro se pone con misterio. Quizás con entrenamiento pueda llegar a ser como Dem, aterrador pero lógico en situaciones pertinentes.
Es un espécimen que lleva bastante tiempo rondando este bosque, los lugareños le llaman Big Mama y…
Será el mejor trofeo para nuestra mansión, pagaremos bien a quien nos traiga su cabeza pero solo a sus asesinos directos “sonríe maliciosamente” como ya deben imaginarse es una competencia.
Algunas miradas desconfiadas se apoderan de los presentes, dichos personajes no tardan en formar alianzas visuales con sus amigos predilectos. El niño genio le clava ambos ojos a su amiga sanadora con una mueca trabajada, un típico “¿mismo equipo Nin?”.
El territorio de la bestia es amplio pero suele quedarse en fronteras humanas, de todas formas logre convencer a los guardabosques elfos de dejarnos cazar por su territorio limítrofe con la garantía de que acabaremos con la criatura.
Ese detalle suena en la mente del chico como monedas cayendo en una gran bolsa, sin duda los nobles que tiene en frente poseen tanto dinero que no saben qué hacer con él. Ahora solo hace falta quitárselo de las manos… legalmente hablando esta vez.
Que comience la cacería y “forma una mueca macabra” suerte.
¡Nin!
Saluda eufórico poco después de que uno de los anfitriones matara la sorpresa, es claro que tienen buena información de los participantes pero no es para menos con todas las aventuras locas que llevan encima los involucrados.
Canel sonríe a modo de saludo aunque sin mayor interacción, debe andar en su etapa dramática del día. Las recién llegadas se convierten en una comidilla interesante para todos los presentes quienes luego de un tiempo empiezan a parecer viejas chismosas.
Damas y caballeros si son tan amables de guardar silencio.
Dice el pingüino con total educación quien naturalmente es ignorado por todos, eventualmente el sonido de cierto cofre abriéndose logra la imposible tarea de crear un ambiente sepulcral en la opulenta tienda.
Ahora que tenemos su atención es el momento de dar los detalles, mi hijo y yo los hemos reunido aquí para cazar una criatura en particular bastante demandante, un wendigo alfa.
Nuevamente los murmullos toman el recinto, está claro que ese nombre despierta cierta aversión entre los presentes. Maquiavelo en la otra mano mira con extrañeza pues a pesar de ser un genio no se decantó por la filosofía natural… no sabe qué demonios es un wendigo.
“Psst” Canel, ¿sabes que rayos es eso?
Es una parodia del ser humano… su peor cara.
Ante tal respuesta el niño genio niega con la cabeza, cuando necesita que su amiguito hable claro se pone con misterio. Quizás con entrenamiento pueda llegar a ser como Dem, aterrador pero lógico en situaciones pertinentes.
Es un espécimen que lleva bastante tiempo rondando este bosque, los lugareños le llaman Big Mama y…
Será el mejor trofeo para nuestra mansión, pagaremos bien a quien nos traiga su cabeza pero solo a sus asesinos directos “sonríe maliciosamente” como ya deben imaginarse es una competencia.
Algunas miradas desconfiadas se apoderan de los presentes, dichos personajes no tardan en formar alianzas visuales con sus amigos predilectos. El niño genio le clava ambos ojos a su amiga sanadora con una mueca trabajada, un típico “¿mismo equipo Nin?”.
El territorio de la bestia es amplio pero suele quedarse en fronteras humanas, de todas formas logre convencer a los guardabosques elfos de dejarnos cazar por su territorio limítrofe con la garantía de que acabaremos con la criatura.
Ese detalle suena en la mente del chico como monedas cayendo en una gran bolsa, sin duda los nobles que tiene en frente poseen tanto dinero que no saben qué hacer con él. Ahora solo hace falta quitárselo de las manos… legalmente hablando esta vez.
Que comience la cacería y “forma una mueca macabra” suerte.
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Igual que Catherine, Níniel no pudo evitar sorprenderse por la presencia allí de los dos chicos, de los que apenas hacía unos días que se habían separado. De hecho, haciendo cuentas, debían de haber recibido su invitación para aquella cacería no mucho después de haberse despedido de ellos. Si se hubiesen demorado un día más en resolver toda aquella situación del cementerio muy posiblemente podrían haber emprendido aquel viaje juntos.
-Si seguimos coincidiendo tan a menudo muy pronto podrán ahorrarse una invitación y enviarnos solo una para los dos.- Comentó con tono de broma la peliblanca al saludo del genio inventor, así como con una sonrisa cariñosa al pequeño Canel. Por desgracia no parecía que hubiera tiempo para más, pues los anfitriones estaban deseosos de comenzar a explicar los pormenores de aquella cacería, y, por el gesto de molestia de varias de las demás personas allí congregadas, incluso aquellos breves saludos estaban llevando al límite la paciencia de muchos de ellos. Parecían ansiosos por saber más, y a saber cuánto tiempo llevaban allí esperando a que todos los nombres de la lista hicieran acto de presencia.
Por suerte la curiosidad de todos sería rápidamente satisfecha, y las recién llegadas dejarían pronto de ser el centro de todas las miradas y comentarios, pues entre ambos nobles, padre e hijo, no tardaron en explicar cuál sería el objetivo de los cazadores; un wendigo alfa. Un tipo de criatura peligrosa y maligna de la clase que nadie quiere rondando cerca. No obstante, y aunque eliminar a una criatura así pudiese ser considerado como una hazaña heróica, aquella cacería no era precisamente una empresa altruista. Como bien señaló aquel noble adolescente, aquello era una competición, no una misión colaborativa en pos de devolver la paz y la tranquilidad a aquella parte del bosque. El premio, una buena suma de aeros para quien abatiera a la bestia. El trofeo por otro lado acabaría sí o sí adornando alguno de los salones del hogar de aquellos nobles...Si es que alguién lo lograba.
Sin duda aquella situación era un claro ejemplo de cómo hacer el bien, por las razones equivocadas.
-Nín, no parece que te necesiten como sanadora o como guía...¿Qué hacemos?- Preguntó en quedos susurros la felina al oído de la peliblanca. -¿Esa cosa...podemos participar?.-
Nín echó un rápido vistazo a su alrededor. Algunos de los cazadores se apresuraban ya a tomar sus armas y equipos para tomar la delantera en aquella competición, creyendo erróneamente que era el tipo de situaciones en las que el primero en llegar se quedaba la recompensa. Menudos idiotas orejas redondas. Lo único a lo que llegarían primero con tantas prisas sería al estómago del wendigo.
-Parece que nos equivocamos y que realmente quieren que participemos de la caza...No obstante, esa criatura, si es lo que dicen que es, es un ser maligno y cruel. No me extraña que los elfos de las aldeas cercanas se hayan mostrado tan comprensivos. Realmente si matamos a esa cosa les estaremos haciendo un favor.- Confirmó la sacerdotisa, logrando que una amplia y feroz sonrisa se dibujara en el los labios de la pelirroja y que golpeara sus dos puños entre sí claramente emocionada. En ese momento la mirada de la elfa se cruzó con la de Chimar y asintió con firmeza, haciendo un leve gesto para que salieran de la tienda y pudieran hablar lejos de los indiscretos oídos de la competencia.
-Chimar, espero que la promesa de una gran recompensa no nuble tu juicio como parece pasarle al resto- Comenzó a explicar tan pronto como estuvieron en el exterior. Algunos de los cazadores ya habían partido, y parecía que lo harían en parejas o grupos pequeños. Mala idea. -Un wendigo normal no suele ser una amenaza, son carroñeros y asustadizos...Pero los alfa son otra cosa. Pueden ser tan grandes y fuertes como un caballo, son rápidos e inteligentes...además de liderar manadas de wendigos normales. Junto a su alfa no se asustan, trabajan en equipo y aunque siguen alimentándose solo de carroña no dudan en atacar a los vivos para llenar su despensa y esperar que los cuerpos se pudran para comérselos.- Justo en ese momento uno de los cazadores pasó a su lado sonriendo de manera condescendiente. Seguramente debía de pensar que aquel grupo no tenía ninguna posibilidad y que él tenía a los dioses de su lado.
-A parte de eso...sus dientes, las garras en la que acaban sus largas extremidades y las púas a su espalda son muy infecciosas. Letales si no se tratan...- Casi parecía estar describiendo a una criatura salida de un relato de terror o de una pesadilla, a la joven no le extrañaría que los chicos decidieran que no merecía la pena participar. Cuando ni siquiera los propios elfos habían podido dar caza a algo así y dejaban que los humanos se ocuparan, moviéndose para ello tan cerca de la sagrada tierra de su bosque, por algo era.
-Ni siquiera merece la pena que intente detenerlos. No me harán caso y pensarán que quiero el oro para mi.- Dijo señalando con la mirada a otro grupo de cazadores dispuesto a partir. -La avaricia será la perdición de muchos de ellos. Salvo que seamos nosotros los que ganemos este "juego".-
-Si seguimos coincidiendo tan a menudo muy pronto podrán ahorrarse una invitación y enviarnos solo una para los dos.- Comentó con tono de broma la peliblanca al saludo del genio inventor, así como con una sonrisa cariñosa al pequeño Canel. Por desgracia no parecía que hubiera tiempo para más, pues los anfitriones estaban deseosos de comenzar a explicar los pormenores de aquella cacería, y, por el gesto de molestia de varias de las demás personas allí congregadas, incluso aquellos breves saludos estaban llevando al límite la paciencia de muchos de ellos. Parecían ansiosos por saber más, y a saber cuánto tiempo llevaban allí esperando a que todos los nombres de la lista hicieran acto de presencia.
Por suerte la curiosidad de todos sería rápidamente satisfecha, y las recién llegadas dejarían pronto de ser el centro de todas las miradas y comentarios, pues entre ambos nobles, padre e hijo, no tardaron en explicar cuál sería el objetivo de los cazadores; un wendigo alfa. Un tipo de criatura peligrosa y maligna de la clase que nadie quiere rondando cerca. No obstante, y aunque eliminar a una criatura así pudiese ser considerado como una hazaña heróica, aquella cacería no era precisamente una empresa altruista. Como bien señaló aquel noble adolescente, aquello era una competición, no una misión colaborativa en pos de devolver la paz y la tranquilidad a aquella parte del bosque. El premio, una buena suma de aeros para quien abatiera a la bestia. El trofeo por otro lado acabaría sí o sí adornando alguno de los salones del hogar de aquellos nobles...Si es que alguién lo lograba.
Sin duda aquella situación era un claro ejemplo de cómo hacer el bien, por las razones equivocadas.
-Nín, no parece que te necesiten como sanadora o como guía...¿Qué hacemos?- Preguntó en quedos susurros la felina al oído de la peliblanca. -¿Esa cosa...podemos participar?.-
Nín echó un rápido vistazo a su alrededor. Algunos de los cazadores se apresuraban ya a tomar sus armas y equipos para tomar la delantera en aquella competición, creyendo erróneamente que era el tipo de situaciones en las que el primero en llegar se quedaba la recompensa. Menudos idiotas orejas redondas. Lo único a lo que llegarían primero con tantas prisas sería al estómago del wendigo.
-Parece que nos equivocamos y que realmente quieren que participemos de la caza...No obstante, esa criatura, si es lo que dicen que es, es un ser maligno y cruel. No me extraña que los elfos de las aldeas cercanas se hayan mostrado tan comprensivos. Realmente si matamos a esa cosa les estaremos haciendo un favor.- Confirmó la sacerdotisa, logrando que una amplia y feroz sonrisa se dibujara en el los labios de la pelirroja y que golpeara sus dos puños entre sí claramente emocionada. En ese momento la mirada de la elfa se cruzó con la de Chimar y asintió con firmeza, haciendo un leve gesto para que salieran de la tienda y pudieran hablar lejos de los indiscretos oídos de la competencia.
-Chimar, espero que la promesa de una gran recompensa no nuble tu juicio como parece pasarle al resto- Comenzó a explicar tan pronto como estuvieron en el exterior. Algunos de los cazadores ya habían partido, y parecía que lo harían en parejas o grupos pequeños. Mala idea. -Un wendigo normal no suele ser una amenaza, son carroñeros y asustadizos...Pero los alfa son otra cosa. Pueden ser tan grandes y fuertes como un caballo, son rápidos e inteligentes...además de liderar manadas de wendigos normales. Junto a su alfa no se asustan, trabajan en equipo y aunque siguen alimentándose solo de carroña no dudan en atacar a los vivos para llenar su despensa y esperar que los cuerpos se pudran para comérselos.- Justo en ese momento uno de los cazadores pasó a su lado sonriendo de manera condescendiente. Seguramente debía de pensar que aquel grupo no tenía ninguna posibilidad y que él tenía a los dioses de su lado.
-A parte de eso...sus dientes, las garras en la que acaban sus largas extremidades y las púas a su espalda son muy infecciosas. Letales si no se tratan...- Casi parecía estar describiendo a una criatura salida de un relato de terror o de una pesadilla, a la joven no le extrañaría que los chicos decidieran que no merecía la pena participar. Cuando ni siquiera los propios elfos habían podido dar caza a algo así y dejaban que los humanos se ocuparan, moviéndose para ello tan cerca de la sagrada tierra de su bosque, por algo era.
-Ni siquiera merece la pena que intente detenerlos. No me harán caso y pensarán que quiero el oro para mi.- Dijo señalando con la mirada a otro grupo de cazadores dispuesto a partir. -La avaricia será la perdición de muchos de ellos. Salvo que seamos nosotros los que ganemos este "juego".-
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Maquiavelo sale junto a su amigo al encuentro con la elfa, aunque debe esperar varios minutos para no terminar arrollado por la horda de cazadores dispuestos a salir primero… típico en los adultos.
Frijoles…
Cuando llega hasta una posición cercana a su amiga ya media carpa se montó sus cosas encima y partió rumbo al territorio salvaje. Jamás lo admitirá pero el niño genio experimenta cierto temor por algo muy racional, si se le adelantan toda la caminata habrá sido en vano.
Lo que no dice Canel lo suelta la sanadora con lujo de detalles… los wendigos no son criaturas muy agradables que digamos pero dinero es dinero, no se discute con algo que llenara tus bolsillos por una temporada.
Me conoces Nin, el dinero es secundario para mí.
Terminando la oración su hermano le pega una mirada tan poco discreta que hasta un ciego hubiera podido adivinar sus sentimientos, el niño genio se limita a suspirar ya completamente resignado de la personalidad extraña de su amiguito.
Una cosa esta clara, el wendigo parece ser una bestia corrompida y deformada con cierto misterio. Sin los empleadores solo necesitan la cabeza… ¿eso significa que Chimar puede quedarse con lo demás?
Claramente debemos salvarlos de su estupidez… inquisidor al rescate y todo eso jeje.
Suelta esa anécdota de un libro que le gusta, aunque suene extraño no solo lee ciencia. Se sacan muchas cosas de la ficción literaria, si la población no fuera mayormente analfabeta su realidad sería muy diferente.
El pequeño genio pasa a estirarse para luego instar una salida rápida con gestos, a este paso ya son los últimos. No se puede decir que Maquiavelo sea un experto cazador y por ende es necesario avanzar con ventaja.
¿Alguien sabe cómo encontrar una criatura horriblemente fea y maligna?
Solo sigue los gritos.
Tal sugerencia primero despierta la extrañeza del inventor, luego este mismo acaba afirmando con la cabeza. Puede ver mucho novato junto avanzando a lo desconocido, alguien terminara gritando de una manera u otra.
Nin, tu eres la chica del bosque, estas acostumbrada a caminar por el follaje y yo soy de ciudad… digamos que me gusta llegar al momento preciso en el que mis habilidades son útiles jeje.
La primera vez que Chim salió a la naturaleza se sentía como en otro planeta, afuera todo es tan… vivo. Luego de casi un año pateando el mundo ya tiene buena experiencia pero sabe que no debe desestimar a un nativo experto.
Frijoles…
Cuando llega hasta una posición cercana a su amiga ya media carpa se montó sus cosas encima y partió rumbo al territorio salvaje. Jamás lo admitirá pero el niño genio experimenta cierto temor por algo muy racional, si se le adelantan toda la caminata habrá sido en vano.
Lo que no dice Canel lo suelta la sanadora con lujo de detalles… los wendigos no son criaturas muy agradables que digamos pero dinero es dinero, no se discute con algo que llenara tus bolsillos por una temporada.
Me conoces Nin, el dinero es secundario para mí.
Terminando la oración su hermano le pega una mirada tan poco discreta que hasta un ciego hubiera podido adivinar sus sentimientos, el niño genio se limita a suspirar ya completamente resignado de la personalidad extraña de su amiguito.
Una cosa esta clara, el wendigo parece ser una bestia corrompida y deformada con cierto misterio. Sin los empleadores solo necesitan la cabeza… ¿eso significa que Chimar puede quedarse con lo demás?
Claramente debemos salvarlos de su estupidez… inquisidor al rescate y todo eso jeje.
Suelta esa anécdota de un libro que le gusta, aunque suene extraño no solo lee ciencia. Se sacan muchas cosas de la ficción literaria, si la población no fuera mayormente analfabeta su realidad sería muy diferente.
El pequeño genio pasa a estirarse para luego instar una salida rápida con gestos, a este paso ya son los últimos. No se puede decir que Maquiavelo sea un experto cazador y por ende es necesario avanzar con ventaja.
¿Alguien sabe cómo encontrar una criatura horriblemente fea y maligna?
Solo sigue los gritos.
Tal sugerencia primero despierta la extrañeza del inventor, luego este mismo acaba afirmando con la cabeza. Puede ver mucho novato junto avanzando a lo desconocido, alguien terminara gritando de una manera u otra.
Nin, tu eres la chica del bosque, estas acostumbrada a caminar por el follaje y yo soy de ciudad… digamos que me gusta llegar al momento preciso en el que mis habilidades son útiles jeje.
La primera vez que Chim salió a la naturaleza se sentía como en otro planeta, afuera todo es tan… vivo. Luego de casi un año pateando el mundo ya tiene buena experiencia pero sabe que no debe desestimar a un nativo experto.
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
-No sé si es justo el verme reducida a ser "la chica del bosque".- Meditó la peliblanca. Sabía que Chimar no lo había dicho a malas, sino como algo positivo y que bien podría darles una ventaja crucial durante aquella batida de caza, pero aún así aquel era el título que los orejas redondas solían darle de manera despectiva a los suyos, acompañándolo con falsas creencias sobre su falta de cultura, salvajismo y, según en qué ambientes, su promiscuidad y poco aprecio por la ropa. -En cualquier caso lo que dices es cierto. Entre las dos seguro que podremos cobrar ventaja y evitar que muera gente innecesariamente.- Matizó mirando a Catherine, que asintió profusamente. Sus sentidos de mujer bestia combinados con el conocimiento de la zona y la facilidad de la sacerdotisa para moverse por zonas naturales formaban una combinación difícil de superar.
¿Estáis listos chicos?.- Preguntó comprobando que llevaran encima todo lo que creían que iban a necesitar. Aunque no esperó a escuchar la respuesta de los jóvenes y antes de que pudieran hablar la peliblanca ya se estaba deshaciendo de su capa y dejándola bien doblada sobre la silla de Trickster, su fiel upelero blanco. Aquella era una clara señal de que no iba a tomarse aquello como un simple paseo. La siguiente señal fue empuñar su bastón y ver como los ojos del dragón que lo coronaba comenzaban a brillar.-¿Lista Cath?-
-Cuando tú lo estés.-Respondió sonriente la felina, relajando su cuerpo y preparada pues sabía lo que venía a continuación. Para ella sentir la magia de su hermana recorriendo cada fibra de su ser era ya tan natural como llenar sus pulmones de aire, por lo que, cuando la elfa se bendijo a sí misma y al resto con un gran incremento de sus capacidades físicas, simplemente amplió su sonrisa y disfrutó sintiendo toda aquella rebosante energía.
-Procurad no separaros, informad de cualquier cosa relevante de la que os percatéis y...mirad dónde ponéis los pies.- Fueron las últimas instrucciones de la joven antes de adentrase en el bosque en la misma dirección que la mayoría del resto de los cazadores habían tomado antes que ellos. Les llevaban unos minutos de ventaja, pero aquella situación no debería mantenerse durante mucho más.
Níniel pronto demostraría que incluso una sacerdotisa elfa como ella, de aspecto delicado y más dada a los esfuerzos intelectuales que a los físicos, se manejaba con envidiable soltura por la espesura. Allí donde las personas menos duchas tropezaban con rocas, ramas o las fuertes raíces de los árboles, ella avanzaba con seguridad y firmeza. Donde otros podrían dudar de estar siquiera caminando en línea recta, ella avanzaba con total certeza de su posición y un claro rumbo en mente, deteniéndose solo a comprobar algún rastro o para que Catherine usara su portentoso oído cuando creía haber escuchado algo interesante. La magia hacía el resto.
-Uno de los cazadores...parece que ha tropezado con una raíz...Está maldiciendo a...bueno a todo el mundo en general. Menuda boca tan sucia...- Confirmó la pelirroja tras una de aquellas pausas, moviendo sus orejas de forma adorable para captar los sonidos en todas direcciones. Níniel no pudo evitar mirar a su compañera con cara de circunstancias, aunque no por la información compartida precisamente. Pues anda que no tenía que reñirla a ella un montón de veces por no hablar como debería hacerlo una señorita y ahora se hacía la ofendida...
-Era de esperar. Sus prisas les harán cometer errores que no cometerían normalmente...O tal vez sí, la verdad es que no conozco a ninguno de ellos. Ni siquiera a los anfitriones. Aunque ellos sí parecen conocernos bien.- Aprovechó para decir la elfa antes de volver a ponerse en marcha, saltando por encima de un tronco caído. A aquel ritmo fácilmente superarían incluso al primer cazador en salir del campamento.
Pasarían unos minutos más avanzando por el bosque, pendientes de cualquier movimiento, sonido o rastro sospechoso antes de captar algo que no fueran más que pistas falsas o que les conducirían a una presa equivocada. Se trataba de un rastro de sangre fresca, aunque teñido por el olor de la muerte y la putrefacción, y aunque dicho olor no era muy fuerte ni concentrado al principio, desde luego que bastó para hacer que tanto la felina como la elfa arrugaran la nariz conforme trataban de seguirlo y este iba ganando en intensidad. Y es que, dado que los wendigos se alimentaban de carroña, aquel era un "buen" indicador que no podían ignorar. Lo que no resultaba tan halagüeño, al menos para uno de los participantes de aquella competición, era el reguero de sangre humana fresca.
-Sí, vamos por el buen camino...Y el buen camino va a hacer que que vomite el almuerzo...- Se quejó Catherine, atenta también a cualquier sonido y con sus armas preparadas, al igual que la elfa. -Un momento...Quejidos...de uno de los cazadores.- Informó de repente, señalando a continuación en la dirección en la que captaba el sonido. -Suenan amortiguados, como si gritara desde dentro de una casa. Estámos cerca-Añadió.
-Amortiguados...Hay una serie de grutas naturales hacia el norte...Justo en aquella dirección.- Se situó la elfa sencillamente echando un nuevo vistazo alrededor. Para ella era como si los troncos de los árboles fueran señales de ruta. -Conociendo la zona, son un buen lugar para los wendigos. Podría ser su cubil.- Informó la sacerdotisa, que había estado moviéndose en dirección a lugares como aquel, donde más probablemente darían con la criatura. Aunque parecía que a pesar de sus esfuerzos, alguien había tenido la mala suerte de dar con ella antes.
¿Estáis listos chicos?.- Preguntó comprobando que llevaran encima todo lo que creían que iban a necesitar. Aunque no esperó a escuchar la respuesta de los jóvenes y antes de que pudieran hablar la peliblanca ya se estaba deshaciendo de su capa y dejándola bien doblada sobre la silla de Trickster, su fiel upelero blanco. Aquella era una clara señal de que no iba a tomarse aquello como un simple paseo. La siguiente señal fue empuñar su bastón y ver como los ojos del dragón que lo coronaba comenzaban a brillar.-¿Lista Cath?-
-Cuando tú lo estés.-Respondió sonriente la felina, relajando su cuerpo y preparada pues sabía lo que venía a continuación. Para ella sentir la magia de su hermana recorriendo cada fibra de su ser era ya tan natural como llenar sus pulmones de aire, por lo que, cuando la elfa se bendijo a sí misma y al resto con un gran incremento de sus capacidades físicas, simplemente amplió su sonrisa y disfrutó sintiendo toda aquella rebosante energía.
-Procurad no separaros, informad de cualquier cosa relevante de la que os percatéis y...mirad dónde ponéis los pies.- Fueron las últimas instrucciones de la joven antes de adentrase en el bosque en la misma dirección que la mayoría del resto de los cazadores habían tomado antes que ellos. Les llevaban unos minutos de ventaja, pero aquella situación no debería mantenerse durante mucho más.
Níniel pronto demostraría que incluso una sacerdotisa elfa como ella, de aspecto delicado y más dada a los esfuerzos intelectuales que a los físicos, se manejaba con envidiable soltura por la espesura. Allí donde las personas menos duchas tropezaban con rocas, ramas o las fuertes raíces de los árboles, ella avanzaba con seguridad y firmeza. Donde otros podrían dudar de estar siquiera caminando en línea recta, ella avanzaba con total certeza de su posición y un claro rumbo en mente, deteniéndose solo a comprobar algún rastro o para que Catherine usara su portentoso oído cuando creía haber escuchado algo interesante. La magia hacía el resto.
-Uno de los cazadores...parece que ha tropezado con una raíz...Está maldiciendo a...bueno a todo el mundo en general. Menuda boca tan sucia...- Confirmó la pelirroja tras una de aquellas pausas, moviendo sus orejas de forma adorable para captar los sonidos en todas direcciones. Níniel no pudo evitar mirar a su compañera con cara de circunstancias, aunque no por la información compartida precisamente. Pues anda que no tenía que reñirla a ella un montón de veces por no hablar como debería hacerlo una señorita y ahora se hacía la ofendida...
-Era de esperar. Sus prisas les harán cometer errores que no cometerían normalmente...O tal vez sí, la verdad es que no conozco a ninguno de ellos. Ni siquiera a los anfitriones. Aunque ellos sí parecen conocernos bien.- Aprovechó para decir la elfa antes de volver a ponerse en marcha, saltando por encima de un tronco caído. A aquel ritmo fácilmente superarían incluso al primer cazador en salir del campamento.
Pasarían unos minutos más avanzando por el bosque, pendientes de cualquier movimiento, sonido o rastro sospechoso antes de captar algo que no fueran más que pistas falsas o que les conducirían a una presa equivocada. Se trataba de un rastro de sangre fresca, aunque teñido por el olor de la muerte y la putrefacción, y aunque dicho olor no era muy fuerte ni concentrado al principio, desde luego que bastó para hacer que tanto la felina como la elfa arrugaran la nariz conforme trataban de seguirlo y este iba ganando en intensidad. Y es que, dado que los wendigos se alimentaban de carroña, aquel era un "buen" indicador que no podían ignorar. Lo que no resultaba tan halagüeño, al menos para uno de los participantes de aquella competición, era el reguero de sangre humana fresca.
-Sí, vamos por el buen camino...Y el buen camino va a hacer que que vomite el almuerzo...- Se quejó Catherine, atenta también a cualquier sonido y con sus armas preparadas, al igual que la elfa. -Un momento...Quejidos...de uno de los cazadores.- Informó de repente, señalando a continuación en la dirección en la que captaba el sonido. -Suenan amortiguados, como si gritara desde dentro de una casa. Estámos cerca-Añadió.
-Amortiguados...Hay una serie de grutas naturales hacia el norte...Justo en aquella dirección.- Se situó la elfa sencillamente echando un nuevo vistazo alrededor. Para ella era como si los troncos de los árboles fueran señales de ruta. -Conociendo la zona, son un buen lugar para los wendigos. Podría ser su cubil.- Informó la sacerdotisa, que había estado moviéndose en dirección a lugares como aquel, donde más probablemente darían con la criatura. Aunque parecía que a pesar de sus esfuerzos, alguien había tenido la mala suerte de dar con ella antes.
Níniel usa este turno su habilidad estrella fugaz.
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Chimar se pone nervioso ante su terrible error inocente, típico choque de culturas. Comienza a sudar bastante y amaga varios intentos para remendar el fallo… por andar de gracioso termino molestando de alguna forma a su amiga elfa.
Lo lamento mucho Nin… no quería “baja la mirada arrepentido” tendré más cuidado la próxima vez.
No es natural ver a Maquiavelo nervioso por algo que dijo... o pidiendo perdón, las dos situaciones son casi surreales. Es suficiente con decir que ve en Niniel una buena amiga, contacto genial que desea mantener.
¡Sí, Capitán, estamos listos!
Una cosa no se le puede negar a Canel, sabe cómo solventar una situación incómoda. Casi siempre termina dándole paso a otra aunque la iniciativa se agradece, es el inconfundible hermano pequeño que te mete y saca de problemas.
Ese es un pollo bastante grande…
Dice al notar la montura de su amiga, nunca había visto una así de primera mano. Existen muchas clases de animales usados para desplazarse por los reinos, el pequeño genio no puede desestimar su efectividad pero tiene problemas en aceptar una criatura que defeque tanto.
Sin más retrasos la partida marcha bajo el liderato de ambas mujeres, una posee los sentidos aumentados y su compañera el conocimiento geográfico… el tipo de equipo que deseas tener a tu lado y no contra.
Mientras avanza el niño intelectual no puede dejar de imaginarse lo útil que resultaría en su poder varias capacidades mejoradas, podría robar el mismo castillo de Lunargenta sin importar sus defensores de turno.
“Sin duda Zero desperdicia su suerte”.
Eventualmente pillan un rastro bastante asqueroso que los lleva a otro más fresco, alguien ha estado divirtiéndose con sangre ajena. Por desgracia es muy posible que uno de los cazadores ya haya encontrado un destino fatal.
Cubil… van a pagar por una cabeza, no la familia entera.
No le tiene miedo a combatir pero un solo bicho de pesadilla a la vez sería lo lógico, meterse en el reducto principal lleno a reventar con abominaciones es cosa para luchadores como aquellos templarios que casi desaparecen hace un año.
Quizás deb… ¡Que rayos!
De repente el suelo bajo Chimar colapsa y este se precipita una altura indeterminada, se escucha su golpe contra el suelo con mucho silencio posterior. Es difícil saber si es un accidente del terreno, la entrada subterránea menos cómoda o una trampa profunda de alguna parte involucrada.
Esta inconsciente pero vivo, debo ayudar “se para cerca del borde dispuesto a saltar”
Lo lamento mucho Nin… no quería “baja la mirada arrepentido” tendré más cuidado la próxima vez.
No es natural ver a Maquiavelo nervioso por algo que dijo... o pidiendo perdón, las dos situaciones son casi surreales. Es suficiente con decir que ve en Niniel una buena amiga, contacto genial que desea mantener.
¡Sí, Capitán, estamos listos!
Una cosa no se le puede negar a Canel, sabe cómo solventar una situación incómoda. Casi siempre termina dándole paso a otra aunque la iniciativa se agradece, es el inconfundible hermano pequeño que te mete y saca de problemas.
Ese es un pollo bastante grande…
Dice al notar la montura de su amiga, nunca había visto una así de primera mano. Existen muchas clases de animales usados para desplazarse por los reinos, el pequeño genio no puede desestimar su efectividad pero tiene problemas en aceptar una criatura que defeque tanto.
Sin más retrasos la partida marcha bajo el liderato de ambas mujeres, una posee los sentidos aumentados y su compañera el conocimiento geográfico… el tipo de equipo que deseas tener a tu lado y no contra.
Mientras avanza el niño intelectual no puede dejar de imaginarse lo útil que resultaría en su poder varias capacidades mejoradas, podría robar el mismo castillo de Lunargenta sin importar sus defensores de turno.
“Sin duda Zero desperdicia su suerte”.
Eventualmente pillan un rastro bastante asqueroso que los lleva a otro más fresco, alguien ha estado divirtiéndose con sangre ajena. Por desgracia es muy posible que uno de los cazadores ya haya encontrado un destino fatal.
Cubil… van a pagar por una cabeza, no la familia entera.
No le tiene miedo a combatir pero un solo bicho de pesadilla a la vez sería lo lógico, meterse en el reducto principal lleno a reventar con abominaciones es cosa para luchadores como aquellos templarios que casi desaparecen hace un año.
Quizás deb… ¡Que rayos!
De repente el suelo bajo Chimar colapsa y este se precipita una altura indeterminada, se escucha su golpe contra el suelo con mucho silencio posterior. Es difícil saber si es un accidente del terreno, la entrada subterránea menos cómoda o una trampa profunda de alguna parte involucrada.
Esta inconsciente pero vivo, debo ayudar “se para cerca del borde dispuesto a saltar”
- Off:
- Subrayada la complicación “Caes en una trampa"
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
-Nos pagan por una cabeza, y cortarla solventaría buena parte del problema de los wendigos, pero como dije antes, los alfa crean manadas con otros wendigos bajo su mando. Preparaos para tener que enfrentar a un grupo, no a una bestia solitaria. No creo que tengamos esa suerte.- Recordó la peliblanca a su amigo para que no bajara la guardia y tuviera bien presente cuál sería la situación más probable. Cualquier plan o curso de acción debía realizarse teniendo eso en mente.
-Sería la primera vez que los problemas viniesen de uno en uno...-Bromeó la felina, y no le faltaba razón. -En cualquier caso solo tenemos que matar al alfa el primero y lidiar con el resto debería ser mucho más fácil, ¿no?. Dijiste que era el jefe el que mantenía unido a sus grupos.-
-Es una idea, pero el alfa por sí mismo es una criatura formidable, no te confíes.- Consideró la peliblanca. Un ataque directo podría funcionar, pero también podría suponer asumir un enorme riesgo. Sería como jugárselo todo a una sola carta. Si la maniobra fallaba, con toda seguridad se verían en una situación de lo más comprometida. -Lo ideal sería pensar en algo mejor, pero mantener eso en mente por si no quedase otra.- Añadió. Aún así, tendrían que reconocer el terreno y tratar de averiguar más sobre su presa antes de decidir nada.
Parecía que Chimar iba a añadir o aportar algo a aquella conversación, quizá alguna idea relacionada con su inventiva o los gadgets que solía llevar encima y que deberían tener en cuenta, cuando el suelo que pisaba cedió de manera sorpresiva, causando que el joven inventor desapareciera de la vista de todos en un visto y no visto. Fue, literalmente, como si se lo hubiese tragado la tierra, siendo especialmente alarmante el hecho de no haber escuchado ningún grito de dolor, o de cualquier otro tipo, proveniente del agujero en el que había caído.
-¡CHIMAR!- Llamó la elfa asomándose al hueco recién abierto en la tierra, con cuidado de que sus bordes no cedieran también y acabara compartiendo el incierto destino del humano. -¿Me oyes?- No hubo respuesta, solo silencio y su voz reverberando de vuelta hacia la superficie. Debía de haber una caverna allí abajo, pero, ¿cómo de grande sería y cuál era su profundidad?
-Espera.- Instó a Canel evitando que saltara en pos de su amigo. -Incluso aunque sepas que está vivo no sabes si tendrás mejor o peor suerte en tu caída. Podrías acabar peor que él, o caer sobre él y agravar su estado.- Razonó la joven creando una esfera de luz y enviándola hacia abajo, observando los detalles de aquel foso y calculando la distancia hasta el fondo. -Lo veo...Son unos cuatro metros.- Comentó moviendo el orbe por allí abajo para saber si había algún saliente que evitar o si podrían volver salir de allí si bajaban. Rápidamente pudo darse cuenta de aquel lugar estaba conectado a al menos un par de túneles. -¿Cath?- Pidió la opinión de la felina.
-Está chupado. Bajaré primera a ver.- Aseveró apartando un poco a Canel y desplegando sus garras, descolgándose por el agujero y usando sus garras para descender por el con cuidado y finalmente soltarse, cayendo los últimos metros, aterrizando en el fondo con la facilidad de quien baja un simple escalón y evitando caer sobre Chimar en el proceso. -El chico raro tiene razón. Solo ha perdido el conocimiento. Caería mal pero está bien.- Comentó tras comprobar su estado.
-Eh, enano.- Trató de despertarlo. -Despierta. Tenemos dinero que ganar, no es momento de echarse la siesta.-No hubo reacción.- Ummm, Níniel, será mejor que bajes, no quiero despertarlo a guantazos...Aunque ahora que lo pienso sería gracioso.- Sonrió.
-Bien, hazme sitio.- Pidió la elfa, bajando hasta allí abajo sin mucho problema gracias a la bendición activa que aún afectaba a su cuerpo. Catherine ya había apartado al inventor a un lado, recostándolo contra una de las paredes de roca de aquel oscuro lugar.
-Pobre, cayó de bruces contra el suelo...- No tardó en averiguar la sacerdotisa tras observar las contusiones y raspones que el chico tenía por en la cara y en los brazos. Ante la sorpresa de la caída apenas habría tenido tiempo de colocar los brazos delante para minimizar el impacto. Por suerte tal y como había dicho Catherine, estaba bien.
-Los humanos tienen el punto de equilibrio muy mal situado...- Comentó la pelirroja echando un vistazo alrededor mientras que Níniel aplicaba su magia sanadora en el chico para que eliminar los golpes y magulladuras. Una vez que estuvo curado, sacó de su bolsa un pequeño frasco de sales olorosas y lo puso bajo su nariz. Su fuerte olor irritaría sus mucosas, su garganta y sus pulmones, haciéndolo respirar más rápidamente y despertándolo en el proceso.
-¿Me pregunto a dónde conducirán estos túneles...No veo su final.-Comentó la felina de manera casual. -Un momento, los quejidos se oyen más fuerte aquí...No, no me digas que...-
-Sería la primera vez que los problemas viniesen de uno en uno...-Bromeó la felina, y no le faltaba razón. -En cualquier caso solo tenemos que matar al alfa el primero y lidiar con el resto debería ser mucho más fácil, ¿no?. Dijiste que era el jefe el que mantenía unido a sus grupos.-
-Es una idea, pero el alfa por sí mismo es una criatura formidable, no te confíes.- Consideró la peliblanca. Un ataque directo podría funcionar, pero también podría suponer asumir un enorme riesgo. Sería como jugárselo todo a una sola carta. Si la maniobra fallaba, con toda seguridad se verían en una situación de lo más comprometida. -Lo ideal sería pensar en algo mejor, pero mantener eso en mente por si no quedase otra.- Añadió. Aún así, tendrían que reconocer el terreno y tratar de averiguar más sobre su presa antes de decidir nada.
Parecía que Chimar iba a añadir o aportar algo a aquella conversación, quizá alguna idea relacionada con su inventiva o los gadgets que solía llevar encima y que deberían tener en cuenta, cuando el suelo que pisaba cedió de manera sorpresiva, causando que el joven inventor desapareciera de la vista de todos en un visto y no visto. Fue, literalmente, como si se lo hubiese tragado la tierra, siendo especialmente alarmante el hecho de no haber escuchado ningún grito de dolor, o de cualquier otro tipo, proveniente del agujero en el que había caído.
-¡CHIMAR!- Llamó la elfa asomándose al hueco recién abierto en la tierra, con cuidado de que sus bordes no cedieran también y acabara compartiendo el incierto destino del humano. -¿Me oyes?- No hubo respuesta, solo silencio y su voz reverberando de vuelta hacia la superficie. Debía de haber una caverna allí abajo, pero, ¿cómo de grande sería y cuál era su profundidad?
-Espera.- Instó a Canel evitando que saltara en pos de su amigo. -Incluso aunque sepas que está vivo no sabes si tendrás mejor o peor suerte en tu caída. Podrías acabar peor que él, o caer sobre él y agravar su estado.- Razonó la joven creando una esfera de luz y enviándola hacia abajo, observando los detalles de aquel foso y calculando la distancia hasta el fondo. -Lo veo...Son unos cuatro metros.- Comentó moviendo el orbe por allí abajo para saber si había algún saliente que evitar o si podrían volver salir de allí si bajaban. Rápidamente pudo darse cuenta de aquel lugar estaba conectado a al menos un par de túneles. -¿Cath?- Pidió la opinión de la felina.
-Está chupado. Bajaré primera a ver.- Aseveró apartando un poco a Canel y desplegando sus garras, descolgándose por el agujero y usando sus garras para descender por el con cuidado y finalmente soltarse, cayendo los últimos metros, aterrizando en el fondo con la facilidad de quien baja un simple escalón y evitando caer sobre Chimar en el proceso. -El chico raro tiene razón. Solo ha perdido el conocimiento. Caería mal pero está bien.- Comentó tras comprobar su estado.
-Eh, enano.- Trató de despertarlo. -Despierta. Tenemos dinero que ganar, no es momento de echarse la siesta.-No hubo reacción.- Ummm, Níniel, será mejor que bajes, no quiero despertarlo a guantazos...Aunque ahora que lo pienso sería gracioso.- Sonrió.
-Bien, hazme sitio.- Pidió la elfa, bajando hasta allí abajo sin mucho problema gracias a la bendición activa que aún afectaba a su cuerpo. Catherine ya había apartado al inventor a un lado, recostándolo contra una de las paredes de roca de aquel oscuro lugar.
-Pobre, cayó de bruces contra el suelo...- No tardó en averiguar la sacerdotisa tras observar las contusiones y raspones que el chico tenía por en la cara y en los brazos. Ante la sorpresa de la caída apenas habría tenido tiempo de colocar los brazos delante para minimizar el impacto. Por suerte tal y como había dicho Catherine, estaba bien.
-Los humanos tienen el punto de equilibrio muy mal situado...- Comentó la pelirroja echando un vistazo alrededor mientras que Níniel aplicaba su magia sanadora en el chico para que eliminar los golpes y magulladuras. Una vez que estuvo curado, sacó de su bolsa un pequeño frasco de sales olorosas y lo puso bajo su nariz. Su fuerte olor irritaría sus mucosas, su garganta y sus pulmones, haciéndolo respirar más rápidamente y despertándolo en el proceso.
-¿Me pregunto a dónde conducirán estos túneles...No veo su final.-Comentó la felina de manera casual. -Un momento, los quejidos se oyen más fuerte aquí...No, no me digas que...-
Uso de medicina subrayado. Níniel usa su imposición de manos este turno.
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
En un nivel diferente a sus compañeros el pequeño genio entra en la realidad alterada que conforman los sueños, claramente de una forma violenta e involuntaria… menuda manera de adelantar la siesta.
Allí tiene extrañas visiones sobre una cultura de elfos negros dominados por las féminas de su especie y con gustos muy arácnidos… pesadilla terrible que termina con un olor igual de repulsivo en su nariz.
¡¡Atrás!! “grita sobresaltado pero consigue calmarse al ver una elfa de color correcto”… jamás crearan el sueño horrible que tuve “niega con la cabeza emulando terror”
Chimar se queda recostado de la pared algunos instantes mientras comprueba que todo su cuerpo sigue funcionando, no padece dolores y luego de ver la altura recorrida solo puede atribuir su bienestar a habilidades curativas.
Gracias Nin.
Sonríe como forma de agradecimiento, su colega le ha remendado más veces de las que puede recordar. Tener una amiga elfa es útil si estas en el negocio de las aventuras o en cualquier industria maderera.
Algo viene… no está de muy buen humor.
La aparición próxima de Canel hace que el niño genio se sobresalte, ese mocoso tiene la habilidad innata de ocultar su presencia a voluntad y además puede teletransportarse con magia... básicamente sabe cómo hacer el numerito del fantasma muy bien.
Catherine suelta algunas sospechas propias, es claro que han terminado dentro de la guarida objetivo. Si bien no es la forma más profesional de enfrentar un problema mucho en el negocio explorador es improvisación sobre la marcha.
Un enérgico inventor compacto se pone de pie pero no logra evitar tambalearse, puede estar sano gracias a la magia curativa aunque eso no elimina el típico mareo desagradable que tiene lugar cuando un noqueado vuelve a su estado vertical.
Cierto olor pútrido inunda la cámara, apesta peor que el frasquito de Nin. No es buena señal si tenemos en cuenta la naturaleza del bicho que persiguen… cuando hueles a un carroñero sin duda lo tienes encima.
Extrañamente se sienten varias presencias alrededor pero no se manifiestan en el rango de la voluta mágica luminosa, es un comportamiento inusual que despierta alertas en la lógica hecha niño.
Noto cierta inteligencia aquí y eso no me gusta nada...
Como dije, una parodia del ser humano.
Allí tiene extrañas visiones sobre una cultura de elfos negros dominados por las féminas de su especie y con gustos muy arácnidos… pesadilla terrible que termina con un olor igual de repulsivo en su nariz.
¡¡Atrás!! “grita sobresaltado pero consigue calmarse al ver una elfa de color correcto”… jamás crearan el sueño horrible que tuve “niega con la cabeza emulando terror”
Chimar se queda recostado de la pared algunos instantes mientras comprueba que todo su cuerpo sigue funcionando, no padece dolores y luego de ver la altura recorrida solo puede atribuir su bienestar a habilidades curativas.
Gracias Nin.
Sonríe como forma de agradecimiento, su colega le ha remendado más veces de las que puede recordar. Tener una amiga elfa es útil si estas en el negocio de las aventuras o en cualquier industria maderera.
Algo viene… no está de muy buen humor.
La aparición próxima de Canel hace que el niño genio se sobresalte, ese mocoso tiene la habilidad innata de ocultar su presencia a voluntad y además puede teletransportarse con magia... básicamente sabe cómo hacer el numerito del fantasma muy bien.
Catherine suelta algunas sospechas propias, es claro que han terminado dentro de la guarida objetivo. Si bien no es la forma más profesional de enfrentar un problema mucho en el negocio explorador es improvisación sobre la marcha.
Un enérgico inventor compacto se pone de pie pero no logra evitar tambalearse, puede estar sano gracias a la magia curativa aunque eso no elimina el típico mareo desagradable que tiene lugar cuando un noqueado vuelve a su estado vertical.
Cierto olor pútrido inunda la cámara, apesta peor que el frasquito de Nin. No es buena señal si tenemos en cuenta la naturaleza del bicho que persiguen… cuando hueles a un carroñero sin duda lo tienes encima.
Extrañamente se sienten varias presencias alrededor pero no se manifiestan en el rango de la voluta mágica luminosa, es un comportamiento inusual que despierta alertas en la lógica hecha niño.
Noto cierta inteligencia aquí y eso no me gusta nada...
Como dije, una parodia del ser humano.
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Pronto quedó patente que el grupo no estaba solo allí abajo. Ya no era únicamente que Catherine pudiera escuchar con mayor claridad los sonidos que en la superficie le llegaban amortiguados, los mismos que habían decidido seguir hasta caer en aquel agujero, sino que hasta Canel pareció convencido de sentir algo acercándose. Algo que por su manera de hablar no se aproximaba precisamente con intención de darles los buenos días. El niño solía ser bastante siniestro al interactuar, pero con un poco de trato sabías cuando estaba siendo tan siniestro como de costumbre o intentaba enfatizar que algo era bastante malo o peligroso.
-Hay más de una de esas cosas...¿No se suponía que esas cavernas estaban hacia el norte, Níniel?- Dijo la pelirroja con su cola totalmente erizada, algo que denotaba que consideraba aquella situación como altamente peligrosa. Y no era para menos. Si ya la caza de su objetivo se planteaba complicada de base, en aquellas circunstancias imprevistas, sin preparación, sin un plan y en un terreno desconocido y desfavorable, podía olerse el desastre. Y olía a muerte y descomposición.
-La entrada a las cavernas está al norte, deben de conectar con esta red de túneles desde allí.- Se defendió la peliblanca de lo que parecía un intento de echarle la culpa. ¿Cómo iba a saber ella eso? Había recorrido aquel bosque a menudo, pero nunca había sentido unas ganas irrefrenables de adentrarse en sus más oscuros rincones para ver qué había. Normalmente sitios así eran el hogar de criaturas peligrosas.
-Será mejor que salgamos de aquí mientras podemos. Volvamos a la superficie.- Sugirió la felina, moviendo sus orejas de un lado a otro tratando de localizar a sus potenciales enemigos y acto seguido mirando hacia arriba, calculando la fuerza del salto que debía ejecutar para salir de allí, algo que para ella sería pan comido.
-No podemos. Tú misma lo dijiste, uno de los cazadores debe de estar un poco más adelante. Tenemos que ayudarle.- Instó la peliblanca, logrando que la felina pusiera su cara de circunstancias.
-¿En serio? No les conocemos de nada y de hecho son nuestra competencia. Que le den. Él participó voluntariamente y voluntariamente salió corriendo para ser el primero y robarnos nuestro oro. Que medite sobre sus decisiones mientras esas cosas se lo comen.- Sentenció la gata volviendo a mirar hacia arriba. -¿Alguno de vosotros, enanos, tiene una cuerda o algo? Puedo atarla a algún árbol arriba y así podréis subir sin problema si el salto es demasiado para vosotros.- Preguntó. Era evidente que solo quería sumar sus votos al suyo y ser tres contra una en su plan de salir de allí tan rápido como les fuera posible, antes de que las criaturas que habitaban aquellos túneles se decidieran a atacarles. Aquella situación era demasiado peligrosa para Níniel y para ella. Ya darían caza al wendigo alfa cuando las circunstancias les fueran más favorables.
-Ya has oído a Chimar. ¿Por qué crees que no nos han atacado aún? En cuanto un par de nosotros haya subido, atacarán a los restantes...Debemos seguir juntos.- Dijo la sacerdotisa. Lo cierto es que no estaba segura de que ese fuera el motivo, igual simplemente estaban esperando a reunir una cantidad mayor de engendros para asegurarse el almuerzo, pero como posibilidad sonaba factible. Y lo más importante; le daría a la pelirroja motivos para descartar su plan y, aunque fuera a regañadientes, colaborar en el rescate del cazador herido.
Catherine echó un vistazo alrededor. Podía oirlos perfectamente y era cierto que seguían manteniéndose a cierta distancia, aunque no había pensado que pudiese ser por algo así, que era una oportunidad que aprovechar y nada más. Entonces miró a los niños, seguramente pensando en que si subía primero a Níniel todo iría bien, que no sería ella quién corriera el riesgo...Pero finalmente y con largo suspiro de resignación cedió.
-Si me comen por tu culpa pienso volver para vengarme. Echaré pica pica en esa ropa interior tan delicada que usas. En las blanca y también en la negra del segundo cajón.- Amenazó frustrada, logrando que la peliblanca se pusiera un poco roja. Aquel no era lugar para mencionar su estilo de ropa interior. Catherine era una descocada.
-En fin, los gemidos del cazador venían de esa dirección. Espero no arrepentirme de esto.- Señaló finalmente la felina. -¿Pero qué digo? Si ya me arrepiento...-
-Hay más de una de esas cosas...¿No se suponía que esas cavernas estaban hacia el norte, Níniel?- Dijo la pelirroja con su cola totalmente erizada, algo que denotaba que consideraba aquella situación como altamente peligrosa. Y no era para menos. Si ya la caza de su objetivo se planteaba complicada de base, en aquellas circunstancias imprevistas, sin preparación, sin un plan y en un terreno desconocido y desfavorable, podía olerse el desastre. Y olía a muerte y descomposición.
-La entrada a las cavernas está al norte, deben de conectar con esta red de túneles desde allí.- Se defendió la peliblanca de lo que parecía un intento de echarle la culpa. ¿Cómo iba a saber ella eso? Había recorrido aquel bosque a menudo, pero nunca había sentido unas ganas irrefrenables de adentrarse en sus más oscuros rincones para ver qué había. Normalmente sitios así eran el hogar de criaturas peligrosas.
-Será mejor que salgamos de aquí mientras podemos. Volvamos a la superficie.- Sugirió la felina, moviendo sus orejas de un lado a otro tratando de localizar a sus potenciales enemigos y acto seguido mirando hacia arriba, calculando la fuerza del salto que debía ejecutar para salir de allí, algo que para ella sería pan comido.
-No podemos. Tú misma lo dijiste, uno de los cazadores debe de estar un poco más adelante. Tenemos que ayudarle.- Instó la peliblanca, logrando que la felina pusiera su cara de circunstancias.
-¿En serio? No les conocemos de nada y de hecho son nuestra competencia. Que le den. Él participó voluntariamente y voluntariamente salió corriendo para ser el primero y robarnos nuestro oro. Que medite sobre sus decisiones mientras esas cosas se lo comen.- Sentenció la gata volviendo a mirar hacia arriba. -¿Alguno de vosotros, enanos, tiene una cuerda o algo? Puedo atarla a algún árbol arriba y así podréis subir sin problema si el salto es demasiado para vosotros.- Preguntó. Era evidente que solo quería sumar sus votos al suyo y ser tres contra una en su plan de salir de allí tan rápido como les fuera posible, antes de que las criaturas que habitaban aquellos túneles se decidieran a atacarles. Aquella situación era demasiado peligrosa para Níniel y para ella. Ya darían caza al wendigo alfa cuando las circunstancias les fueran más favorables.
-Ya has oído a Chimar. ¿Por qué crees que no nos han atacado aún? En cuanto un par de nosotros haya subido, atacarán a los restantes...Debemos seguir juntos.- Dijo la sacerdotisa. Lo cierto es que no estaba segura de que ese fuera el motivo, igual simplemente estaban esperando a reunir una cantidad mayor de engendros para asegurarse el almuerzo, pero como posibilidad sonaba factible. Y lo más importante; le daría a la pelirroja motivos para descartar su plan y, aunque fuera a regañadientes, colaborar en el rescate del cazador herido.
Catherine echó un vistazo alrededor. Podía oirlos perfectamente y era cierto que seguían manteniéndose a cierta distancia, aunque no había pensado que pudiese ser por algo así, que era una oportunidad que aprovechar y nada más. Entonces miró a los niños, seguramente pensando en que si subía primero a Níniel todo iría bien, que no sería ella quién corriera el riesgo...Pero finalmente y con largo suspiro de resignación cedió.
-Si me comen por tu culpa pienso volver para vengarme. Echaré pica pica en esa ropa interior tan delicada que usas. En las blanca y también en la negra del segundo cajón.- Amenazó frustrada, logrando que la peliblanca se pusiera un poco roja. Aquel no era lugar para mencionar su estilo de ropa interior. Catherine era una descocada.
-En fin, los gemidos del cazador venían de esa dirección. Espero no arrepentirme de esto.- Señaló finalmente la felina. -¿Pero qué digo? Si ya me arrepiento...-
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Los nervios afloran lo peor de las personas, mucho más cuando están en grupo. Chimar pronto nota por donde van las acusaciones y subidas de tono… cuando dos chicas pelean es mejor hacerse bolita a un lado.
Finalmente la punta de lanza es lanzada por Catherine, quiere abandonar el lugar sin mirar atrás. Niniel refuta la idea argumentando que los bichos infernales tienen a un desafortunado cazador en la cocina.
De inmediato el joven genio tiene cierto debate mental, por un lado lo que dice la gata posee bastante lógica… por el otro Nin es su amiga. Si de él dependiera ya estaría escalando o usando a Canel como nube mágica pero la situación es complicada.
Una cosa esta clara, el niño brujo no puede dejar de mirar fijamente a la mujer felina. Es tan obvio que dan ganas de meterle una colleja correctiva, al parecer nunca ha visto a ninguna chica erizar su frondoso vello corporal o mover las orejas en círculos perfectos.
Ante la pelea de gatas “algo literal a medias” el par de chiquillos se queda alejado intentando disimular demencia, sería una situación incluso entretenida de no estar rodeados por horrores come carne.
Dan miedo…
Primera cosa de la semana que dices con sentido amiguito “dice afirmando con la cabeza”
Al final la lógica se impone, Niniel pone un punto sobre la mesa con suficiente argumento como para perdurar. No es bonito eso de estar atrapados sin poder salir aunque el cese de gritos se agradece bastante.
La siguiente acotación gatuna logra que el niño inventor se sonroje mucho… no va dirigido a él pero imaginarse los detalles le hace sentir avergonzado. La ropa interior femenina elfa sin duda es muy estilizada a diferencia de…
“¡Suficiente Chimar, se caballero!”
Complementa su pensamiento con una rotunda negación de cabeza, menudos momentos previos a un combate. Sea como sea deben avanzar, salvarle el trasero al cazador novato y de paso conseguir su trofeo encargado.
Saca de su bolsillo una esfera metálica y la arroja a la oscuridad más espesa, luego espera sonriente el característico estallido del invento. La onda sonora resuena por todos lados y es seguida por un coro de gemidos deformes que se alejan en muchas direcciones.
¿Alguien pidió un camino?
Volverán… ya saben que estamos aquí y desean todo de nosotros... no me gustan.
Maquiavelo le jala levemente una oreja a su hermano pequeño para que no sea tan dramático y avanza un poco, segundos después enciende una de sus personalizadas lámparas de aceite para iluminar la ruta.
La ciencia es el futuro “sonríe” cuando gustes Catherine.
Finalmente la punta de lanza es lanzada por Catherine, quiere abandonar el lugar sin mirar atrás. Niniel refuta la idea argumentando que los bichos infernales tienen a un desafortunado cazador en la cocina.
De inmediato el joven genio tiene cierto debate mental, por un lado lo que dice la gata posee bastante lógica… por el otro Nin es su amiga. Si de él dependiera ya estaría escalando o usando a Canel como nube mágica pero la situación es complicada.
Una cosa esta clara, el niño brujo no puede dejar de mirar fijamente a la mujer felina. Es tan obvio que dan ganas de meterle una colleja correctiva, al parecer nunca ha visto a ninguna chica erizar su frondoso vello corporal o mover las orejas en círculos perfectos.
Ante la pelea de gatas “algo literal a medias” el par de chiquillos se queda alejado intentando disimular demencia, sería una situación incluso entretenida de no estar rodeados por horrores come carne.
Dan miedo…
Primera cosa de la semana que dices con sentido amiguito “dice afirmando con la cabeza”
Al final la lógica se impone, Niniel pone un punto sobre la mesa con suficiente argumento como para perdurar. No es bonito eso de estar atrapados sin poder salir aunque el cese de gritos se agradece bastante.
La siguiente acotación gatuna logra que el niño inventor se sonroje mucho… no va dirigido a él pero imaginarse los detalles le hace sentir avergonzado. La ropa interior femenina elfa sin duda es muy estilizada a diferencia de…
“¡Suficiente Chimar, se caballero!”
Complementa su pensamiento con una rotunda negación de cabeza, menudos momentos previos a un combate. Sea como sea deben avanzar, salvarle el trasero al cazador novato y de paso conseguir su trofeo encargado.
Saca de su bolsillo una esfera metálica y la arroja a la oscuridad más espesa, luego espera sonriente el característico estallido del invento. La onda sonora resuena por todos lados y es seguida por un coro de gemidos deformes que se alejan en muchas direcciones.
¿Alguien pidió un camino?
Volverán… ya saben que estamos aquí y desean todo de nosotros... no me gustan.
Maquiavelo le jala levemente una oreja a su hermano pequeño para que no sea tan dramático y avanza un poco, segundos después enciende una de sus personalizadas lámparas de aceite para iluminar la ruta.
La ciencia es el futuro “sonríe” cuando gustes Catherine.
- Off:
- Chimar usa su habilidad de Lvl 1 (Bomba Hidráulica)
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Con Catherine finalmente convencida, o al menos persuadida para cambiar de opinión, llegó el momento de dejar de perder el tiempo discutiendo y ponerse en marcha, siendo la ruta elegida aquella que la felina había señalado como la adecuada para llegar hasta el cazador herido. Resultaba difícil orientarse allí abajo, pero todo parecía indicar que aquel túnel, si no terminaba haciendo algún giro extraño, avanzaba hacia el norte, por lo que bien podría ser el que les acercara hasta la entrada de las cuevas. Tal vez podrían matar dos pájaros de una flecha; rescatar a una persona en apuros y a la vez salir de allí. Luego podrían trazar un plan para acabar con la bestia en el que tuvieran la ventaja, no como allí abajo.
-Veo que te gustan las cosas que hacen boom, enano.- Comentó la pelirroja tras ver cómo el inventor usaba uno de sus artefactos para, aparentemente, despejar el camino. -Será mejor que mantengas esa bolsa tuya lejos del fuego y los golpes o acabaremos todos saltando por los aires, y teniendo que vengarnos de Níniel y de su ropa interior.- Convino sacándole la lengua a su hermana, que ante la reiteración de aquella broma no sabía ya dónde meterse. Si le había dado por ahí seguiría haciendo bromas y comentarios al respecto hasta aburrirse.
-Centrate, Cath. Esto no es ningún juego.- La amonestó la elfa recordando la situación en la que se encontraban.
-¿Y de quién es la culpa? Tuya y del enano que no mira dónde pisa.- Respondió la gata, aunque haciendo caso y volviendo a centrar toda su atención en la tarea que tenían entre manos. -Parece que la explosión ha funcionado, se alejan de aquí.- Confirmó antes de avanzar por aquella galería y volviendo a usar su fino oído.
-Aprovechemos la oportunidad.- Sentenció la sacerdotisa intentando que el comentario de Canel no la afectara. De hecho, ya que tenía razón, más motivos aún para acelerar el paso y salir de allí cuanto antes.
-Muy amable por cederme el privilegio de ser la primera a la que se coman...- Se burló Catherine de la falsa caballerosidad de Chimar. Recordando en ese momento que durante el transcurso de su guardia en el cementerio pareció asustarse fácilmente con las historias sobre sitios como aquel y criaturas como aquellos wendigos. -Pero la verdad es que puedo ver en la oscuridad. Tú harías bien en no perder esa lucecita. Tal vez sea la luz lo único que los ha mantenido a raya hasta ahora.- Intentó asustarle sonriendo con cierta malicia y revolviendo su pelo antes de avanzar la primera.
-Si fuese tan sencillo lo tendríamos fácil...- Convino la peliblanca al pasar la siguiente por delante del inventor, siguiendo a la felina que se movía a buen paso por aquel corredor, evitando con agilidad rocas salientes tanto del techo como del suelo, algunas aparentemente tan afiladas como puñales.
Unas decenas de metros más adelante el túnel pasaría a estrecharse bastante, obligandoloss a tener que avanzar de costado para poder pasar. Aquello no supondría un gran problema para Catherine ni para los niños, pero Níniel había sido agraciada con un busto generoso, aunque no excesivo, que le complicó el paso. Fue toda una suerte no tenerle miedo a los espacios cerrados dadas las circunstancias, aunque su compañera no perdió la oportunidad de volver a picarla, jactándose de que por primera vez no envidiaba el tamaño de los pechos de la elfa.
-Menudo espectáculo le das a los niños...Eres una atrevida, Nín.- Se burló. Una burla con alevosía, pues allí medio atorada la peliblanca lo tenía difícil incluso para alargar la mano y darle un capón. -Pregunta para los enanos: si en vez de estrecharse este túnel se hiciera más bajo...¿A cuál de las dos preferiríais tener delante?. ¿Qué? Es una pregunta importante Nín. No me mires así-
De algún modo, el grupo se las apañó para seguir avanzando. Llegando tras aquella estrecha zona a otra caverna natural de gran tamaño. Aquel podría haber sido un cambio bien recibido para ellos tras los anteriores obstáculos, pero por desgracia no era la clase de lugar para pararse a disfrutar, pues el olor a putrefacción allí alcanzaba ya cuotas difícilmente tolerables y los restos de carne putrefacta y huesos mordisqueados estaban por todas partes. No hacía falta ser un genio para saber que aquel lugar debía ser dónde comían aquellos seres, y por los restos a la vista no eran especialmente escrupulosos con sus presas.
-Es aquí...¿Lo oís? Pero no lo veo...Oh no...No, no, no...-Se percató la pelirroja de lo que suponía poder estar escuchando claramente los gemidos de una persona allí pero no verla. Incluso para los demás, carentes del fino oído de la la mujer bestia, los gemidos y lamentos ahogados eran a esas alturas perfectamente claros.
-Está...No es momento de ser escrupulosa, Cath. No nos hemos arriesgado tanto para llegar hasta aquí para dejarlo ahora por no ensuciarnos.- Instó la peliblanca acercándose hasta una de las pilas de carne en descomposición. El olor tan cerca de ellas era asfixiante. -Vamos ayudadme...- Pidió a los demás. Logrando retirar finalmente una capa de carne podrida de encima del cazador cazado, parcialmente enterrado entre carne y vísceras.
El hombre, aterrorizado e incapaz de comprender la situación o que estaban allí para ayudarlo, profirió un fuerte grito con todas las fuerzas que le quedaban tan pronto como se vio parcialmente liberado y capaz de hacerlo. Instantes después y como si de una respuesta se tratara, el eco de un fuerte gruñido distante llegaría hasta ellos, reverberando en la roca y rompiendo el temeroso silencio que se había adueñado del lugar tras hacer callar a aquel hombre.
Parecía que alguién, o mejor dicho algo grande, les había oído a pesar de sus esfuerzos por detener el grito del humano. Y no le había gustado nada sentir la presencia de intrusos en su despensa.
-Veo que te gustan las cosas que hacen boom, enano.- Comentó la pelirroja tras ver cómo el inventor usaba uno de sus artefactos para, aparentemente, despejar el camino. -Será mejor que mantengas esa bolsa tuya lejos del fuego y los golpes o acabaremos todos saltando por los aires, y teniendo que vengarnos de Níniel y de su ropa interior.- Convino sacándole la lengua a su hermana, que ante la reiteración de aquella broma no sabía ya dónde meterse. Si le había dado por ahí seguiría haciendo bromas y comentarios al respecto hasta aburrirse.
-Centrate, Cath. Esto no es ningún juego.- La amonestó la elfa recordando la situación en la que se encontraban.
-¿Y de quién es la culpa? Tuya y del enano que no mira dónde pisa.- Respondió la gata, aunque haciendo caso y volviendo a centrar toda su atención en la tarea que tenían entre manos. -Parece que la explosión ha funcionado, se alejan de aquí.- Confirmó antes de avanzar por aquella galería y volviendo a usar su fino oído.
-Aprovechemos la oportunidad.- Sentenció la sacerdotisa intentando que el comentario de Canel no la afectara. De hecho, ya que tenía razón, más motivos aún para acelerar el paso y salir de allí cuanto antes.
-Muy amable por cederme el privilegio de ser la primera a la que se coman...- Se burló Catherine de la falsa caballerosidad de Chimar. Recordando en ese momento que durante el transcurso de su guardia en el cementerio pareció asustarse fácilmente con las historias sobre sitios como aquel y criaturas como aquellos wendigos. -Pero la verdad es que puedo ver en la oscuridad. Tú harías bien en no perder esa lucecita. Tal vez sea la luz lo único que los ha mantenido a raya hasta ahora.- Intentó asustarle sonriendo con cierta malicia y revolviendo su pelo antes de avanzar la primera.
-Si fuese tan sencillo lo tendríamos fácil...- Convino la peliblanca al pasar la siguiente por delante del inventor, siguiendo a la felina que se movía a buen paso por aquel corredor, evitando con agilidad rocas salientes tanto del techo como del suelo, algunas aparentemente tan afiladas como puñales.
Unas decenas de metros más adelante el túnel pasaría a estrecharse bastante, obligandoloss a tener que avanzar de costado para poder pasar. Aquello no supondría un gran problema para Catherine ni para los niños, pero Níniel había sido agraciada con un busto generoso, aunque no excesivo, que le complicó el paso. Fue toda una suerte no tenerle miedo a los espacios cerrados dadas las circunstancias, aunque su compañera no perdió la oportunidad de volver a picarla, jactándose de que por primera vez no envidiaba el tamaño de los pechos de la elfa.
-Menudo espectáculo le das a los niños...Eres una atrevida, Nín.- Se burló. Una burla con alevosía, pues allí medio atorada la peliblanca lo tenía difícil incluso para alargar la mano y darle un capón. -Pregunta para los enanos: si en vez de estrecharse este túnel se hiciera más bajo...¿A cuál de las dos preferiríais tener delante?. ¿Qué? Es una pregunta importante Nín. No me mires así-
De algún modo, el grupo se las apañó para seguir avanzando. Llegando tras aquella estrecha zona a otra caverna natural de gran tamaño. Aquel podría haber sido un cambio bien recibido para ellos tras los anteriores obstáculos, pero por desgracia no era la clase de lugar para pararse a disfrutar, pues el olor a putrefacción allí alcanzaba ya cuotas difícilmente tolerables y los restos de carne putrefacta y huesos mordisqueados estaban por todas partes. No hacía falta ser un genio para saber que aquel lugar debía ser dónde comían aquellos seres, y por los restos a la vista no eran especialmente escrupulosos con sus presas.
-Es aquí...¿Lo oís? Pero no lo veo...Oh no...No, no, no...-Se percató la pelirroja de lo que suponía poder estar escuchando claramente los gemidos de una persona allí pero no verla. Incluso para los demás, carentes del fino oído de la la mujer bestia, los gemidos y lamentos ahogados eran a esas alturas perfectamente claros.
-Está...No es momento de ser escrupulosa, Cath. No nos hemos arriesgado tanto para llegar hasta aquí para dejarlo ahora por no ensuciarnos.- Instó la peliblanca acercándose hasta una de las pilas de carne en descomposición. El olor tan cerca de ellas era asfixiante. -Vamos ayudadme...- Pidió a los demás. Logrando retirar finalmente una capa de carne podrida de encima del cazador cazado, parcialmente enterrado entre carne y vísceras.
El hombre, aterrorizado e incapaz de comprender la situación o que estaban allí para ayudarlo, profirió un fuerte grito con todas las fuerzas que le quedaban tan pronto como se vio parcialmente liberado y capaz de hacerlo. Instantes después y como si de una respuesta se tratara, el eco de un fuerte gruñido distante llegaría hasta ellos, reverberando en la roca y rompiendo el temeroso silencio que se había adueñado del lugar tras hacer callar a aquel hombre.
Parecía que alguién, o mejor dicho algo grande, les había oído a pesar de sus esfuerzos por detener el grito del humano. Y no le había gustado nada sentir la presencia de intrusos en su despensa.
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Cath tiene razón en algo, las cosas que hacen boom son especialidad de Maquiavelo… visto en retrospectiva utiliza la ciencia como arma así que se le puede considerar un niño hechicero sin magia.
El comentario de la gata acerca de su caída hace que el niño arquee una ceja, eventualmente suspira porque aunque le duela tiene razón. No siempre se pueden evitar los problemas pero lo importante es saber solventarlos.
Queda confirmado que los bichos salen disparados en todas direcciones, de momento tienen un camino libre que más les vale aprovechar antes de que el escenario aterrador de Canel se vuelva una realidad.
Vivo para servir “sonríe con cierta malicia”.
No era su intención poner en peligro inmediato a la felina pero… alguien debe ser el escudo del grupo. Aquella mujer peluda avanza seguida de cerca por Niniel, los dos niños cuidan la retaguardia siendo el pequeño hechicero guardián predilecto del final.
Llegan hasta un camino angosto en donde deben usar algo de flexibilidad para pasar, afortunadamente los mocosos poseen esa habilidad innata. Dicha ruta tiene una semejanza bastante grande con la entrada del primer refugio gorrión.
La acotación del elemento gatuno hace que Chimar se ponga como un tomate por segunda vez, agradece mentalmente estar en una situación donde su color puede permanecer oculto a miradas ajenas.
Estas rojo, ¿tienes calor?
Canel debe agradecer el escenario en esta oportunidad, de estar adelante se llevaría un buen capón. Al menos sirve para distraer la activa imaginación de un niño de doce años ante la específica situación que tiene enfrente.
Los momentos de diversión “y vergüenza” terminan cuando llegan al otro lado, son recibidos por un olor tan desagradable que el joven genio debe poner todo su esfuerzo mental para no vomitar las personas que tiene delante.
Aquí se alimentan… de cuerpos y almas.
Literalmente llegan a la cocina, menuda visión más horrible. Por desgracia todo se pone peor al descubrir la fuente de los lamentos… nada más y nada menos que en la montaña de carne putrefacta.
Debe ser un chiste “dice con los ojos abiertos como platos”.
Niniel se adelanta e intenta sacar al desafortunado hombre quien claramente se volverá vegetariano si sale de esta, cuando pide ayuda un temeroso inventor le presta su apoyo aunque no sin maldecir mentalmente su suerte.
O rayos…
Nada más al quedar libre el adulto suelta un desgarrador grito que si bien es reprimido casi de inmediato consigue resonar en toda la caverna, se dan cuenta de que el daño está hecho cuando recibe una respuesta para nada amistosa.
Esto está mal, ¡mal en muchos sentidos!
Se escucha como el dueño de aquel rugido gutural avanza, es bastante grande si tenemos en cuenta que sus pasos hacen temblar toda la formación natural. El inventor busca en donde ocultarse pero no está en el callejón más poblado de Lunargenta precisamente.
Ante ellos se revela una visión deforme, un pobre intento por emular vida inteligente. Es enorme y cierta sonrisa distorsionada deja entrever malas intenciones. El genio se queda paralizado algunos instantes pero un leve jalón de su amigo le hace disparar el primer virote por inercia.
El comentario de la gata acerca de su caída hace que el niño arquee una ceja, eventualmente suspira porque aunque le duela tiene razón. No siempre se pueden evitar los problemas pero lo importante es saber solventarlos.
Queda confirmado que los bichos salen disparados en todas direcciones, de momento tienen un camino libre que más les vale aprovechar antes de que el escenario aterrador de Canel se vuelva una realidad.
Vivo para servir “sonríe con cierta malicia”.
No era su intención poner en peligro inmediato a la felina pero… alguien debe ser el escudo del grupo. Aquella mujer peluda avanza seguida de cerca por Niniel, los dos niños cuidan la retaguardia siendo el pequeño hechicero guardián predilecto del final.
Llegan hasta un camino angosto en donde deben usar algo de flexibilidad para pasar, afortunadamente los mocosos poseen esa habilidad innata. Dicha ruta tiene una semejanza bastante grande con la entrada del primer refugio gorrión.
La acotación del elemento gatuno hace que Chimar se ponga como un tomate por segunda vez, agradece mentalmente estar en una situación donde su color puede permanecer oculto a miradas ajenas.
Estas rojo, ¿tienes calor?
Canel debe agradecer el escenario en esta oportunidad, de estar adelante se llevaría un buen capón. Al menos sirve para distraer la activa imaginación de un niño de doce años ante la específica situación que tiene enfrente.
Los momentos de diversión “y vergüenza” terminan cuando llegan al otro lado, son recibidos por un olor tan desagradable que el joven genio debe poner todo su esfuerzo mental para no vomitar las personas que tiene delante.
Aquí se alimentan… de cuerpos y almas.
Literalmente llegan a la cocina, menuda visión más horrible. Por desgracia todo se pone peor al descubrir la fuente de los lamentos… nada más y nada menos que en la montaña de carne putrefacta.
Debe ser un chiste “dice con los ojos abiertos como platos”.
Niniel se adelanta e intenta sacar al desafortunado hombre quien claramente se volverá vegetariano si sale de esta, cuando pide ayuda un temeroso inventor le presta su apoyo aunque no sin maldecir mentalmente su suerte.
O rayos…
Nada más al quedar libre el adulto suelta un desgarrador grito que si bien es reprimido casi de inmediato consigue resonar en toda la caverna, se dan cuenta de que el daño está hecho cuando recibe una respuesta para nada amistosa.
Esto está mal, ¡mal en muchos sentidos!
Se escucha como el dueño de aquel rugido gutural avanza, es bastante grande si tenemos en cuenta que sus pasos hacen temblar toda la formación natural. El inventor busca en donde ocultarse pero no está en el callejón más poblado de Lunargenta precisamente.
Ante ellos se revela una visión deforme, un pobre intento por emular vida inteligente. Es enorme y cierta sonrisa distorsionada deja entrever malas intenciones. El genio se queda paralizado algunos instantes pero un leve jalón de su amigo le hace disparar el primer virote por inercia.
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Aquella cosa era mucho más grande de lo que los libros decían. ¿El tamaño de un caballo? Níniel nunca había visto un caballo ni la mitad de grande que aquella criatura, cuyos retumbantes pasos pudieron sentirse incluso antes de que asomara su horrenda cabeza por uno de los túneles y aprovechara el tamaño de aquella gruta para erguirse sobre sus cuartos traseros en una burla casi blasfema para con el resto de los allí presentes. Incluso la sonrisa en su rostro resultaba antinatural, un híbrido horripilante entre la mueca feroz de una bestia y el fruncir de labios con superioridad de un noble de alta ciudad.
-No...nooo, ayudadme...dioses por favor...- Rogó lastimeramente, y al borde de la inconsciencia, el cazador herido con un hilo de voz al ver aparecer a semejante ser, llorando de puro miedo y aferrándose a los pliegues de la ropa de la peliblanca por pura desesperación. Puede que al salir del campamento fuese un osado cazador, o simplemente un necio demasiado confiado, pero en aquellos momentos ya no quedaba nada de eso. Estaba completamente roto, mental y físicamente. Debía curar sus heridas rápidamente o moriría por ellas, o por la infección causada por su contacto con todos aquellos cadáveres putrefactos.
-Sabía que deberíamos haber salido por donde entramos cuando aún podíamos.- Se lamentó la felina, mirando al humano por un instante, furibunda. Era evidente que del mismo modo que culpaba a Chimar por haberles hecho bajar hasta allí, y a Níniel por insistir en salvar a un desconocido, culpaba a aquel humano por su grito delator. Todos allí habían aportado su parte para convertir aquella expedición de caza en un despropósito, salvo Canel, pero él era un bicho raro así que estaba en el mismo saco desde el principio.
El wendigo alfa, a falta de un mejor nombre para llamarlo debido su gran tamaño, bajó su cabeza, volviéndose a apoyar sobre sus largas extremidades delanteras, y comenzó a olfatear el aire en la dirección del grupo, emitiendo acto seguido un potente rugido amenazador. Volvió a alzarse y alargó uno de sus brazos con intención de agarrar a Chimar con el, recibiendo como respuesta a su intento un virotazo un tanto impreciso por parte del genio inventor. Claro que con ese tamaño, lo difícil era no acertarle, por lo que a pesar de todo el virote acabó clavado en uno de sus delgados pero fuertes muslos sin que pareciera hacerle mucho daño. Incluso se quedó por un instante mirando el pequeño proyectil, gruñendo molesto más que herido.
-Dispárale algo más grande.- Pidió la pelirroja tras ver con amargura el escaso o nulo efecto del proyectil dle chico. - Oh, mierda.- No pudo evitar añadir al ver como por haber abierto la boca el siguiente ataque fue hacia ella, teniendo que esquivarlo con una acrobática pirueta hacia atrás acompañada con una patada ascendente. -No soy una buena comida, tengo mucho pelo...- Espetó como si aquella cosa pudiera entenderla. Las palabras no funcionaron y volvió a intentar alcanzarla, evitando la gata esta vez su captura rodando hacia delante, descargando un fuerte tajo con sus garras en su huesudo brazo al terminar la evasión. Logró perforar su piel, pero aquella herida estaba lejos de ser letal. -Por el gran gato, que puto asco. Hasta su sangre es nauseabunda. Níniel, deja ya a ese tipo y ayúdame.-
-Necesito un poco más de tiempo para curar sus heridas. Mantenerlo ocupado.- Pidió la elfa agobiada y tratando de mantenerse serena mientras seguía aplicando su sanación sobre el cazador, cerrando sus heridas más graves y combatiendo contra la septicemia. No necesitaba sanarlo completamente, con conseguir que pudiera moverse y sacarlo del peligro de muerte inmediata tendría que bastar dada la situación. Terminaría de sanarlo cuando una criatura apestosa y gigante no estuviera intentando matarlos. Por ello, con esa idea en mente, la joven sacó su kit de primeros auxilios y comenzó también a aplicar el ungüento curativo y los vendajes sobre las heridas. Aquello era como una tirita en comparación con su magia, pero al menos haría el apaño hasta que salieran de allí.
-Nín...Siento ser tan pesada pero esta cosa quiere comerme...Y no es para nada mi tipo...- Reiteró la pelirroja agobiada aún por los insistentes ataques de la criatura, de los que solo su gran agilidad y destreza la habían salvado hasta el momento. Estaba siendo un duelo muy desigual, en el que la felina apenas si había sido capaz de hacerle unos arañazos al wendigo y esquivar sus ataques. Algo que de prolongarse no acabaría bien para su hermana.
Con el humano por fin estabilizado la sacerdotisa acumuló más éter y bendijo las armas de su hermana con la luz de los dioses de los elfos, haciendo que sus garras crecieran en tamaño y se tornaran en una suerte de armas de luz. Algo con lo que incluso una bestia, especialmente una inteligente como aquella, sabía que debía guardar las distancias, saltando hacia atrás y profiriendo un nuevo rugido que resonó con fuerza por todo el lugar. Catherine, sin achantarse y decidida a no perder la oportunidad de pasar a la ofensiva, se lanzó hacia el ser dispuesta a hacerle una herida que le doliera de verdad, momento que Níniel aprovechó para bendecirse a ella y a los niños con una armadura mágica de luz que cubría sus cuerpos.
Pronto iban a necesitarlas, porque a diferencia de sus agresivos gritos anteriores aquel no había sido simplemente una furiosa amenaza. Había sido una llamada. Una capaz de hacer que sus asustadizos hijos dejaran atrás el miedo que les había hecho huír antes, y volvieran a reunirse...junto a él.
-No...nooo, ayudadme...dioses por favor...- Rogó lastimeramente, y al borde de la inconsciencia, el cazador herido con un hilo de voz al ver aparecer a semejante ser, llorando de puro miedo y aferrándose a los pliegues de la ropa de la peliblanca por pura desesperación. Puede que al salir del campamento fuese un osado cazador, o simplemente un necio demasiado confiado, pero en aquellos momentos ya no quedaba nada de eso. Estaba completamente roto, mental y físicamente. Debía curar sus heridas rápidamente o moriría por ellas, o por la infección causada por su contacto con todos aquellos cadáveres putrefactos.
-Sabía que deberíamos haber salido por donde entramos cuando aún podíamos.- Se lamentó la felina, mirando al humano por un instante, furibunda. Era evidente que del mismo modo que culpaba a Chimar por haberles hecho bajar hasta allí, y a Níniel por insistir en salvar a un desconocido, culpaba a aquel humano por su grito delator. Todos allí habían aportado su parte para convertir aquella expedición de caza en un despropósito, salvo Canel, pero él era un bicho raro así que estaba en el mismo saco desde el principio.
El wendigo alfa, a falta de un mejor nombre para llamarlo debido su gran tamaño, bajó su cabeza, volviéndose a apoyar sobre sus largas extremidades delanteras, y comenzó a olfatear el aire en la dirección del grupo, emitiendo acto seguido un potente rugido amenazador. Volvió a alzarse y alargó uno de sus brazos con intención de agarrar a Chimar con el, recibiendo como respuesta a su intento un virotazo un tanto impreciso por parte del genio inventor. Claro que con ese tamaño, lo difícil era no acertarle, por lo que a pesar de todo el virote acabó clavado en uno de sus delgados pero fuertes muslos sin que pareciera hacerle mucho daño. Incluso se quedó por un instante mirando el pequeño proyectil, gruñendo molesto más que herido.
-Dispárale algo más grande.- Pidió la pelirroja tras ver con amargura el escaso o nulo efecto del proyectil dle chico. - Oh, mierda.- No pudo evitar añadir al ver como por haber abierto la boca el siguiente ataque fue hacia ella, teniendo que esquivarlo con una acrobática pirueta hacia atrás acompañada con una patada ascendente. -No soy una buena comida, tengo mucho pelo...- Espetó como si aquella cosa pudiera entenderla. Las palabras no funcionaron y volvió a intentar alcanzarla, evitando la gata esta vez su captura rodando hacia delante, descargando un fuerte tajo con sus garras en su huesudo brazo al terminar la evasión. Logró perforar su piel, pero aquella herida estaba lejos de ser letal. -Por el gran gato, que puto asco. Hasta su sangre es nauseabunda. Níniel, deja ya a ese tipo y ayúdame.-
-Necesito un poco más de tiempo para curar sus heridas. Mantenerlo ocupado.- Pidió la elfa agobiada y tratando de mantenerse serena mientras seguía aplicando su sanación sobre el cazador, cerrando sus heridas más graves y combatiendo contra la septicemia. No necesitaba sanarlo completamente, con conseguir que pudiera moverse y sacarlo del peligro de muerte inmediata tendría que bastar dada la situación. Terminaría de sanarlo cuando una criatura apestosa y gigante no estuviera intentando matarlos. Por ello, con esa idea en mente, la joven sacó su kit de primeros auxilios y comenzó también a aplicar el ungüento curativo y los vendajes sobre las heridas. Aquello era como una tirita en comparación con su magia, pero al menos haría el apaño hasta que salieran de allí.
-Nín...Siento ser tan pesada pero esta cosa quiere comerme...Y no es para nada mi tipo...- Reiteró la pelirroja agobiada aún por los insistentes ataques de la criatura, de los que solo su gran agilidad y destreza la habían salvado hasta el momento. Estaba siendo un duelo muy desigual, en el que la felina apenas si había sido capaz de hacerle unos arañazos al wendigo y esquivar sus ataques. Algo que de prolongarse no acabaría bien para su hermana.
Con el humano por fin estabilizado la sacerdotisa acumuló más éter y bendijo las armas de su hermana con la luz de los dioses de los elfos, haciendo que sus garras crecieran en tamaño y se tornaran en una suerte de armas de luz. Algo con lo que incluso una bestia, especialmente una inteligente como aquella, sabía que debía guardar las distancias, saltando hacia atrás y profiriendo un nuevo rugido que resonó con fuerza por todo el lugar. Catherine, sin achantarse y decidida a no perder la oportunidad de pasar a la ofensiva, se lanzó hacia el ser dispuesta a hacerle una herida que le doliera de verdad, momento que Níniel aprovechó para bendecirse a ella y a los niños con una armadura mágica de luz que cubría sus cuerpos.
Pronto iban a necesitarlas, porque a diferencia de sus agresivos gritos anteriores aquel no había sido simplemente una furiosa amenaza. Había sido una llamada. Una capaz de hacer que sus asustadizos hijos dejaran atrás el miedo que les había hecho huír antes, y volvieran a reunirse...junto a él.
Níniel usa este turno las habilidades Imbuir y Abrazo de Isil. Así como el kit de primeros auxilios de su bolsa. Subrayado uso de medicina 2.
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
El virote hace menos que nada revelando una poderosa resistencia por parte de la aberración, afortunadamente su atención se centra más en la felina habladora que en el niño inventor con ballesta incluida.
Maquiavelo suspira aliviado por no tener que enfrascarse en un combate danzante con el bicho, también experimenta un poco de arrepentimiento pero luego recuerda que es Catherine la involucrada y se le pasa.
Niniel pasa a utilizar sus habilidades sanadoras en el sujeto lastimado, ciertamente necesita algo más que un buen baño. Tiene suerte, de no contar con una curadora elfa sufriría una muerte agónica por infección.
La aliada felina pasa un mal momento tratando de esquivar ataques y responder, es sorprendente como saca tiempo para lanzar comentarios en plena acción en un intento por mitiga su sufrimiento.
La única persona con un título académico mira todo intentando encontrar cualquier punto débil en su enemigo, sin duda tiene mucha resistencia y agilidad lo que le hace un enemigo de cuidado en todo sentido posible.
Para tranquilidad del elemento peludo su amiga predilecta termina la sanación e interviene, pasan escasos segundos desde el inicio de las hostilidades aunque no lo parezca. Ya con las manos libres Niniel se dedica a potenciar aliados en… bueno, el tipo de cosas por las que es apreciada.
Chim nota como es envuelto por una armadura extraña al igual que su hermano, por lógica deduce que ya puede resistir algunos golpes. Cath recibe un aumento más ofensivo, algo que se puede evidenciar en sus nuevas garras brillantes.
La presa se vuelve cazador con velocidad, los papeles se invierten en primera línea. Por desgracia nada puede ser fácil y un particular chillido del objetivo actúa como imán para sus congéneres de menor tamaño.
Quítamelos de encima Canel, es tiempo de hacer brochetas.
Complementa las palabras con una sonrisa macabra, algo que su hermano conoce bien. Sin vacilar el pequeño brujo comienza a tocar su tambor en una melodía de carga, como si se tratara de la caballería real.
De inmediato el más joven del grupo crea un doble bastante detallado de su persona, dicha manifestación saca una daga para luego lanzarse sobre el primer esbirro menor entrante. Sus puñaladas se muestran bastante reales y es que posee suficiente experiencia como para influir directamente en el todo con ilusiones.
Con ese frente cubierto Chimar apunta al centro absoluto de Big Mama, acto seguido dispara su característico virote incendiario. Funciona de manera prevista impregnando al enemigo de aceite que luego se enciende como si fuera una hoguera… lo que no tenía pronosticado es que continuara moviéndose.
Eso… no era lo que tenía planeado.
El mal encuentra su verdadera forma “dice mientras sigue tocando su tambor”.
Maquiavelo suspira aliviado por no tener que enfrascarse en un combate danzante con el bicho, también experimenta un poco de arrepentimiento pero luego recuerda que es Catherine la involucrada y se le pasa.
Niniel pasa a utilizar sus habilidades sanadoras en el sujeto lastimado, ciertamente necesita algo más que un buen baño. Tiene suerte, de no contar con una curadora elfa sufriría una muerte agónica por infección.
La aliada felina pasa un mal momento tratando de esquivar ataques y responder, es sorprendente como saca tiempo para lanzar comentarios en plena acción en un intento por mitiga su sufrimiento.
La única persona con un título académico mira todo intentando encontrar cualquier punto débil en su enemigo, sin duda tiene mucha resistencia y agilidad lo que le hace un enemigo de cuidado en todo sentido posible.
Para tranquilidad del elemento peludo su amiga predilecta termina la sanación e interviene, pasan escasos segundos desde el inicio de las hostilidades aunque no lo parezca. Ya con las manos libres Niniel se dedica a potenciar aliados en… bueno, el tipo de cosas por las que es apreciada.
Chim nota como es envuelto por una armadura extraña al igual que su hermano, por lógica deduce que ya puede resistir algunos golpes. Cath recibe un aumento más ofensivo, algo que se puede evidenciar en sus nuevas garras brillantes.
La presa se vuelve cazador con velocidad, los papeles se invierten en primera línea. Por desgracia nada puede ser fácil y un particular chillido del objetivo actúa como imán para sus congéneres de menor tamaño.
Quítamelos de encima Canel, es tiempo de hacer brochetas.
Complementa las palabras con una sonrisa macabra, algo que su hermano conoce bien. Sin vacilar el pequeño brujo comienza a tocar su tambor en una melodía de carga, como si se tratara de la caballería real.
De inmediato el más joven del grupo crea un doble bastante detallado de su persona, dicha manifestación saca una daga para luego lanzarse sobre el primer esbirro menor entrante. Sus puñaladas se muestran bastante reales y es que posee suficiente experiencia como para influir directamente en el todo con ilusiones.
Con ese frente cubierto Chimar apunta al centro absoluto de Big Mama, acto seguido dispara su característico virote incendiario. Funciona de manera prevista impregnando al enemigo de aceite que luego se enciende como si fuera una hoguera… lo que no tenía pronosticado es que continuara moviéndose.
Eso… no era lo que tenía planeado.
El mal encuentra su verdadera forma “dice mientras sigue tocando su tambor”.
- Off:
- Chimar usa su habilidad de Lvl 2 (Virotes inferno) / Canel usa su habilidad de Lvl 3 (Espejo)
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
-Procura no mancharme el pelo mientras te mato.- Amenazó Catherine lanzando una serie de potentes y rápidos tajos contra su adversario, que en aquellos momentos parecía haber cesado en la ofensiva para pasar a unos movimientos más defensivos, aparentemente contra las cuerdas y con la situación girada a favor del grupo de cazadores más extraño que aquella familia de nobles seguramente hubiese contratado nunca. Incluso el cazador herido, ya algo recuperado, no parecía creerse lo que estaba viendo. ¿Trampas? ¿Arco y flechas? No. Aquellos cuatro lo más parecido a herramientas de caza convencionales que usaban era la ballesta de Chimar. Y no es que fuese un arma muy tradicional tampoco.
-Es...está llamando a...su grupo.- Logró articular el hombre, alarmando a la peliblanca por aquellas palabras. -Ma..matadlo... antes de que...- La advertencia de aquel humano no podía ser más grave, justificando que se esforzara por hablar incluso en su estado. Si solo con aquella cosa ya lo estaban pasando mal, la llegada de más de aquellas cosas, de todos aquellos que moraban los túneles y que el inventor había espantado con uno de sus artefactos, sería simplemente demasiado.
-Cath, su cabeza. Acaba con él ya.- Apremió con evidente tono de urgencia la peliblanca, denotando que no era una petición normal, que era algo que imperaba hacer y que debía hacerse sin dilación. Tan seria era la orden, que la felina, siempre dispuesta a hacer chanzas, no hizo comentario alguno y se limitó a clavar sus ojos rojos en el cuello de su enemigo, abandonado cualquier tipo de movimiento superfluo de su pensamiento y atacando nuevamente de una manera tan eficaz y despiadada que incluso los niños entenderían hasta qué punto era peligrosa aquella chica.
Un tajo y, aunque la criatura alcanzó a protegerse con uno de sus largos brazos, de la profunda herida comenzó a brotar una cantidad anormal de sangre que denotó que eran unos cortes de una gravedad mayor incluso a la que parecía. Un segundo zarpazo, y la abominación ahulló tras perder un ojo, junto con media cara. Un tercer tajo, y su cuello se convirtió en una fuente de sangre negra. No hubo chistes, no hubo congratulación, no pidió felicitaciones de su hermana. Sencillamente la felina siguió clavando su mirada asesina en su enemigo, con la muerte grabada en ella. Solo la llegada de los wendigos comunes la obligó a retroceder, con un par de precisas volteretas para ganar distancia, retomando su agresiva posición de combate tras ejecutarlas.
No lo había conseguido a tiempo, pero a punto estuvo. De tratarse de una criatura normal aquellas heridas serían mortales de necesidad, pero aquella cosa se negaba a morir, gritando de dolor y rabia, instando a sus hermanos de menor tamaño a cobrarse venganza por el daño sufrido mientras que su extraña y espesa sangre negruzca parecía detener el sangrado. ¿Acaso además de su tamaño y agilidad podía regenerarse? No parecía ser el caso, pero desde luego que era al menos capaz de evitar desangrarse aceleradamente.
Pronto también tendría que demostrar si también era resistente al fuego.
Con varios de los wendigos de tamaño normal entretenidos con lo que parecía ser una copia ilusoria creada por la magia de Canel, y con el resto tratando de acabar con Catherine o dirigiéndose hacia los que parecían los eslabones más débiles del grupo de cazadores, el humano herido y la propia Níniel, Chimar tuvo el tiempo y la oportunidad ideal para alcanzar al alfa con su virote incendiario. Sus efectos no se hicieron esperar y los chillidos fueron tales que el resto de aquellos seres carroñeros comenzaron a actuar asustado e inquietos, incapaces de saber muy bien qué hacer a continuación y dándoles al menos una posibilidad de salir de aquella. Momento que Catherine aprovechó para atravesarle el cráneo a uno, y Níniel para lanzar unos golpes con su bastón, que si bien poco contundentes, al menos mantuvieron alejados a un par de ellos hasta que la felina pelirroja llegó hasta allí, lanzando una fuerte patada al costado de uno de ellos que por el crujido debió de romperle varios huesos.
-Habrá que reconocer su persistencia...- Comentó la gata comprobando que la elfa estuviera bien, evitando que el segundo wendigo siguiera intentando hacerle nada. Nuevamente tenía razón. Estaba herido de gravedad, había perdido mucha sangre y el fuego consumía buena parte de su cuerpo, carbonizándolo, pero allí seguía, rugiendo y chillando pero sin darse por vencido. Comenzando a golpear a causa de su dolor las paredes de aquella gruta e incluso atacando al resto de los suyos.
-Está herido de muerte, hasta el resto de estas viles criaturas lo sabe. Quizá con eso baste.- Convino la peliblanca. Más en ese momento, y por culpa de los fuertes golpes del alfa, un par de las estalactitas del techo de aquella caverna se desprendieron, cayendo contra el suelo con todo su peso y rompiéndose contra el mismo. Cada una de esas formaciones era como una lanza del tamaño de una persona adulta, y con su caída y los golpes que no cesaban pronto quedaría claro que no serían las últimas en desprenderse, quedando patente cuando tras un poderoso cabezazo de la bestia, el techo entero comenzó a resquebrajarse.
-No...el techo se derrumba...¡Chimar!. Tenemos que salir de aquí.- Urgió, viendo como una más de aquellas armas naturales caía y ensartaba a uno de los wendigos cercanos. -Cath carga con el humano.- Pidió, recibiendo una mueca de disgusto como respuesta, aunque así lo hizo. -Vamos rápido.-
Por los pelos un bloque de piedra no los aplasta, pudiendo esquivarlo de milagro. Aquello iba a convertirse en una carrera de obstáculos mortales contra el tiempo y entre wendigos sumidos en el miedo. Y por si fuera poco, movido por una rabia ciega que le hacía seguir golpeando las paredes, el alfa no dudo en intentar seguirlos, lanzando imprecisos pero peligrosos golpes con sus largos brazos acabados en cuchillas, sin dudar incluso en arrastrarse por aquel túnel en pos de darles muerte, incansable en su último estertor.
Uno de aquellos golpes alcanzó a la peliblanca en la pierna, apenas de refilón, pero enviándola al piso dolorida. De no haber sido por la armadura de luz que la protegía sin duda que hubiese resultado herida, pero poco importaba eso. En el suelo era vulnerable. Sin ayuda no podría levantarse a tiempo y esa cosa finalmente la alcanzaría, y su siguiente golpe no podría ser detenido por la coraza mágica.
-Es...está llamando a...su grupo.- Logró articular el hombre, alarmando a la peliblanca por aquellas palabras. -Ma..matadlo... antes de que...- La advertencia de aquel humano no podía ser más grave, justificando que se esforzara por hablar incluso en su estado. Si solo con aquella cosa ya lo estaban pasando mal, la llegada de más de aquellas cosas, de todos aquellos que moraban los túneles y que el inventor había espantado con uno de sus artefactos, sería simplemente demasiado.
-Cath, su cabeza. Acaba con él ya.- Apremió con evidente tono de urgencia la peliblanca, denotando que no era una petición normal, que era algo que imperaba hacer y que debía hacerse sin dilación. Tan seria era la orden, que la felina, siempre dispuesta a hacer chanzas, no hizo comentario alguno y se limitó a clavar sus ojos rojos en el cuello de su enemigo, abandonado cualquier tipo de movimiento superfluo de su pensamiento y atacando nuevamente de una manera tan eficaz y despiadada que incluso los niños entenderían hasta qué punto era peligrosa aquella chica.
Un tajo y, aunque la criatura alcanzó a protegerse con uno de sus largos brazos, de la profunda herida comenzó a brotar una cantidad anormal de sangre que denotó que eran unos cortes de una gravedad mayor incluso a la que parecía. Un segundo zarpazo, y la abominación ahulló tras perder un ojo, junto con media cara. Un tercer tajo, y su cuello se convirtió en una fuente de sangre negra. No hubo chistes, no hubo congratulación, no pidió felicitaciones de su hermana. Sencillamente la felina siguió clavando su mirada asesina en su enemigo, con la muerte grabada en ella. Solo la llegada de los wendigos comunes la obligó a retroceder, con un par de precisas volteretas para ganar distancia, retomando su agresiva posición de combate tras ejecutarlas.
No lo había conseguido a tiempo, pero a punto estuvo. De tratarse de una criatura normal aquellas heridas serían mortales de necesidad, pero aquella cosa se negaba a morir, gritando de dolor y rabia, instando a sus hermanos de menor tamaño a cobrarse venganza por el daño sufrido mientras que su extraña y espesa sangre negruzca parecía detener el sangrado. ¿Acaso además de su tamaño y agilidad podía regenerarse? No parecía ser el caso, pero desde luego que era al menos capaz de evitar desangrarse aceleradamente.
Pronto también tendría que demostrar si también era resistente al fuego.
Con varios de los wendigos de tamaño normal entretenidos con lo que parecía ser una copia ilusoria creada por la magia de Canel, y con el resto tratando de acabar con Catherine o dirigiéndose hacia los que parecían los eslabones más débiles del grupo de cazadores, el humano herido y la propia Níniel, Chimar tuvo el tiempo y la oportunidad ideal para alcanzar al alfa con su virote incendiario. Sus efectos no se hicieron esperar y los chillidos fueron tales que el resto de aquellos seres carroñeros comenzaron a actuar asustado e inquietos, incapaces de saber muy bien qué hacer a continuación y dándoles al menos una posibilidad de salir de aquella. Momento que Catherine aprovechó para atravesarle el cráneo a uno, y Níniel para lanzar unos golpes con su bastón, que si bien poco contundentes, al menos mantuvieron alejados a un par de ellos hasta que la felina pelirroja llegó hasta allí, lanzando una fuerte patada al costado de uno de ellos que por el crujido debió de romperle varios huesos.
-Habrá que reconocer su persistencia...- Comentó la gata comprobando que la elfa estuviera bien, evitando que el segundo wendigo siguiera intentando hacerle nada. Nuevamente tenía razón. Estaba herido de gravedad, había perdido mucha sangre y el fuego consumía buena parte de su cuerpo, carbonizándolo, pero allí seguía, rugiendo y chillando pero sin darse por vencido. Comenzando a golpear a causa de su dolor las paredes de aquella gruta e incluso atacando al resto de los suyos.
-Está herido de muerte, hasta el resto de estas viles criaturas lo sabe. Quizá con eso baste.- Convino la peliblanca. Más en ese momento, y por culpa de los fuertes golpes del alfa, un par de las estalactitas del techo de aquella caverna se desprendieron, cayendo contra el suelo con todo su peso y rompiéndose contra el mismo. Cada una de esas formaciones era como una lanza del tamaño de una persona adulta, y con su caída y los golpes que no cesaban pronto quedaría claro que no serían las últimas en desprenderse, quedando patente cuando tras un poderoso cabezazo de la bestia, el techo entero comenzó a resquebrajarse.
-No...el techo se derrumba...¡Chimar!. Tenemos que salir de aquí.- Urgió, viendo como una más de aquellas armas naturales caía y ensartaba a uno de los wendigos cercanos. -Cath carga con el humano.- Pidió, recibiendo una mueca de disgusto como respuesta, aunque así lo hizo. -Vamos rápido.-
Por los pelos un bloque de piedra no los aplasta, pudiendo esquivarlo de milagro. Aquello iba a convertirse en una carrera de obstáculos mortales contra el tiempo y entre wendigos sumidos en el miedo. Y por si fuera poco, movido por una rabia ciega que le hacía seguir golpeando las paredes, el alfa no dudo en intentar seguirlos, lanzando imprecisos pero peligrosos golpes con sus largos brazos acabados en cuchillas, sin dudar incluso en arrastrarse por aquel túnel en pos de darles muerte, incansable en su último estertor.
Uno de aquellos golpes alcanzó a la peliblanca en la pierna, apenas de refilón, pero enviándola al piso dolorida. De no haber sido por la armadura de luz que la protegía sin duda que hubiese resultado herida, pero poco importaba eso. En el suelo era vulnerable. Sin ayuda no podría levantarse a tiempo y esa cosa finalmente la alcanzaría, y su siguiente golpe no podría ser detenido por la coraza mágica.
Catherine usa este turno su habilidad Desangrar.
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Ahora queda bastante claro para Chimar porque no se debe hacer molestar a las chicas… cuando descubre bien la obra que realizo Catherine con el bicho enorme ya no puede atribuirles el dicho “sexo débil”.
No se puede negar la asombrosa resistencia del monstruo que además de tener cortes intermitentes por todo su cuerpo está en llamas y sigue moviéndose, sin duda se ganó su calificativo de Alpha.
Pronto el flujo de esbirros se vuelve complicado de mantener a raya, Canel “o su clon” hace su mejor esfuerzo por llamar la atención pero llegan cada vez más y más. En ese momento desesperado es el propio bicho líder quien ahorra problemas en cantidades industriales… o los agrega al saco.
Los chillidos que emite la enorme bestia parecen confundir a sus seguidores menores, distraídos son fáciles de despachar por todo el equipo aventurero. Por desgracia la situación no queda allí y es que la mole tiene un instinto de supervivencia abisal.
Repetidos golpes contra las paredes hacen que las formaciones geológicas del techo se precipiten con violencia, cualquier granjero sin educación puede deducir al instante que si una de ellas te atina no lo cuentas.
Todos entienden lo peligroso del juego que desencadena la cosa fea y emprenden su retirada. El camino está libre para exploradores, wendigos y cualquier otro ser que no desee terminar con más ombligos.
¡Necesitamos la jodida cabeza del bicho!
Dice al verse prácticamente solo y al final no puede hacer otra cosa que seguir la estampida, a su lado va Canel quien espero fielmente la reacción de su hermano gorrión… se ganó una manzana cuando vuelvan a la esfera.
Ya sea por miedo o ira su terrible objetivo les sigue de cerca, nada más y nada menos que un “toro” por el camino más angosto y lineal de Aerandir. No cabe duda de que algún dios perverso debe está riéndose mucho ahora mismo.
Como es habitual los niños superan a todo frijol en la carrera, pocos pueden igualar la velocidad de un mocoso. Por desgracia ya cerca de la entrada Maquiavelo ve como su amiga es derribada quedando cara a cara con el wendigo mayor.
¡¡Ni lo sueñes!!
Justo cuando el desagradable ser intenta aplastar a la elfa como un gorila recibe una interferencia sacada de libro infantil, Chimar se interpone mostrando valor y torpeza a partes iguales ganándose la respuesta más previsible.
De un manotazo arrojan al niño genio contra la pared lateral en un golpe seco que resuena, posteriormente cae como cualquier costal de papas. Ante tal acción Canel forma un rostro de ira que rara vez se le puede atribuir mientras concentra gran cantidad de éter.
Sin mediar palabra toca su tambor y el horripilante animal queda inmóvil, cuando los temblores colapsan una parte cercana del techo cierta lanza de piedra natural acaba con su existencia en absoluto silencio.
Será un feo despertar.
Chicos… “dice con una mezcla de dolor y miedo”.
Un lastimado Maquiavelo se levanta rápido pero su optimismo cambia cuando se revisa el torso, tiene un fragmento mediano de piedra incrustado de lado a lado que si bien no sangra deja entrever un poco las costillas inferiores.
Esta vez sí que… “resuella”.
Canel avanza con rapidez y le sirve de muleta, una acción certera pues el chico inventor estaba por desmoronarse. Tristemente la caverna sigue su derrumbe sin pausa y deben salir rápido, esto hace que los ojos de ambos enanos se posen en Niniel.
No se puede negar la asombrosa resistencia del monstruo que además de tener cortes intermitentes por todo su cuerpo está en llamas y sigue moviéndose, sin duda se ganó su calificativo de Alpha.
Pronto el flujo de esbirros se vuelve complicado de mantener a raya, Canel “o su clon” hace su mejor esfuerzo por llamar la atención pero llegan cada vez más y más. En ese momento desesperado es el propio bicho líder quien ahorra problemas en cantidades industriales… o los agrega al saco.
Los chillidos que emite la enorme bestia parecen confundir a sus seguidores menores, distraídos son fáciles de despachar por todo el equipo aventurero. Por desgracia la situación no queda allí y es que la mole tiene un instinto de supervivencia abisal.
Repetidos golpes contra las paredes hacen que las formaciones geológicas del techo se precipiten con violencia, cualquier granjero sin educación puede deducir al instante que si una de ellas te atina no lo cuentas.
Todos entienden lo peligroso del juego que desencadena la cosa fea y emprenden su retirada. El camino está libre para exploradores, wendigos y cualquier otro ser que no desee terminar con más ombligos.
¡Necesitamos la jodida cabeza del bicho!
Dice al verse prácticamente solo y al final no puede hacer otra cosa que seguir la estampida, a su lado va Canel quien espero fielmente la reacción de su hermano gorrión… se ganó una manzana cuando vuelvan a la esfera.
Ya sea por miedo o ira su terrible objetivo les sigue de cerca, nada más y nada menos que un “toro” por el camino más angosto y lineal de Aerandir. No cabe duda de que algún dios perverso debe está riéndose mucho ahora mismo.
Como es habitual los niños superan a todo frijol en la carrera, pocos pueden igualar la velocidad de un mocoso. Por desgracia ya cerca de la entrada Maquiavelo ve como su amiga es derribada quedando cara a cara con el wendigo mayor.
¡¡Ni lo sueñes!!
Justo cuando el desagradable ser intenta aplastar a la elfa como un gorila recibe una interferencia sacada de libro infantil, Chimar se interpone mostrando valor y torpeza a partes iguales ganándose la respuesta más previsible.
De un manotazo arrojan al niño genio contra la pared lateral en un golpe seco que resuena, posteriormente cae como cualquier costal de papas. Ante tal acción Canel forma un rostro de ira que rara vez se le puede atribuir mientras concentra gran cantidad de éter.
Sin mediar palabra toca su tambor y el horripilante animal queda inmóvil, cuando los temblores colapsan una parte cercana del techo cierta lanza de piedra natural acaba con su existencia en absoluto silencio.
Será un feo despertar.
Chicos… “dice con una mezcla de dolor y miedo”.
Un lastimado Maquiavelo se levanta rápido pero su optimismo cambia cuando se revisa el torso, tiene un fragmento mediano de piedra incrustado de lado a lado que si bien no sangra deja entrever un poco las costillas inferiores.
Esta vez sí que… “resuella”.
Canel avanza con rapidez y le sirve de muleta, una acción certera pues el chico inventor estaba por desmoronarse. Tristemente la caverna sigue su derrumbe sin pausa y deben salir rápido, esto hace que los ojos de ambos enanos se posen en Niniel.
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- Canel usa su habilidad de Lvl 6 (Ilusión Laberíntica) / Subrayada la complicación (El animal te hiere de gravedad)
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Fue un golpe seco, y se sintió como tropezar con la nudosa raíz de un árbol mientras se corría a toda velocidad por el bosque, e incluso tuvo el mismo resultado. Un destello de luz en su pierna, la zona golpeada, una sensación de impacto y molestia que no llegó a ser dolorosa, y de pronto el suelo se precipitó hacia ella más rápido de lo que pudo reaccionar, cayendo de bruces sin apenas tiempo de amortiguar el golpe. Y sin tiempo para quejarse si es que no quería que su aventura terminara allí.
Consciente del peligro y de su urgencia Níniel trató de incorporarse de inmediato, levantando su peso con sus brazos y buscando apoyar sus piernas en el suelo para ponerse en pie, como si de la pose de salida de una competición de velocidad se tratase. Más su pierna derecha resbaló a causa de la capa de tierra y suciedad del suelo y no lo logró, pudiendo únicamente quedar boca arriba, observando con terror como aquella cosa preparaba el golpe de gracia con ambas extremidades. ¿Tendría tiempo a conjurar su barrera protectora siquiera?
Su salvación se presentaría ante ella antes de que la respuesta a aquella pregunta fuese necesaria, y lo haría en envase pequeño.
Como todo un caballero de cuento de hadas, aunque desprovisto de brillante armadura, blanco corcel, melena de oro y en general de cualquier atribución caballeresca salvo la única realmente importante, Chimar se interpuso entre ella y la furiosa bestia, abortando su ataque inicial y salvándola de un funesto final. El precio a pagar por tan heroico esfuerzo fue alto, recibiendo él el golpe, pero logró distraer lo suficiente la atención de la criatura como para que la sacerdotisa pudiera incorporarse; la furia de Canel y la propia cueva se ocuparían del resto, sellando finalmente el destino de la criatura.
-¡Chimar!-Se preocupó de inmediato la peliblanca por su amigo, permitiéndose ignorar por un instante que aún no estaban a salvo y que la integridad de aquella sección de las cuevas también estaba en entredicho.
-Oh, no...- Aquella herida era grave. Un fragmento de piedra lo había atravesado y, aunque la propia roca contenía el sangrado, necesitaba atención urgente o moriría. Una atención que no podía recibir allí. Tenían que salir ya y sanarlo tan pronto como volvieran a ver el azul del cielo. -Cath...-
-Sí, sí. Tomad. Vosotros dos coged a este, yo me ocupo de Chimar.- Dijo rápidamente la felina antes de que nadie realizara una petición completa. Dejándole al humano a Níniel y tomando al inventor en brazos, con cierta genuina preocupación. El cazador, consciente de la situación, puso todo lo que pudo de su parte, intentando ser la menor carga posible para la elfa y el pequeño brujo, mientras que la felina avanzó la primera directamente hacia la cercana salida, dejando al genio en el suelo con cuidado tan pronto como dejaron atrás el riesgo de morir sepultados.
-Estoy...bien...Puedo...Atiende al chico...- Convino el cazador soltándose y dejándose caer sobre el verde suelo con evidentes gestos de dolor, aunque insistiendo en encontrarse bien, o al menos mejor que el niño, permitiendo a la sanadora poder centrarse en él.
-Tiene mala pinta...- Comentó Catherine haciéndose a un lado. E inmediatamente sus orejas volvieron a moverse en todas direcciones como una clara señal de alarma, quedando fijas en algunas y frunciendo el ceño. -Más de esas cosas, muchas...Están saliendo del suelo por todas partes.- Alertó volviéndose a poner en guardia y cargando visiblemente su peso en la pierna buena. Se había esforzado mucho contra el alfa, y luego cargando con el humano y con Chimar, su pierna mal curada comenzaba ya a resentirse.
-No podemos moverlo más...Vais a tener que mantenerlos a raya.- Pidió la peliblanca, activando uno de los poderes de su bastón para aumentar sus capacidades y bendiciéndose luego a sí misma con una gran incremento de sus aptitudes mágicas. Como resultado sus ojos comenzaron a fulgurar en señal de la gran cantidad de éter que manejaba en aquellos momentos y de que iba a darlo todo en aquella sanación, comenzando a aplicar su magia directamente sobre la herida, haciendo que esta expulsara aquella piedra con forma de cuchilla del cuerpo del inventor a la vez que reparaba el daño.
-Que remedio...- Asintió la pelirroja, dispuesta a atacar al primeros de los wendigos que llegó hasta allí tras salir de alguno de los otros accesos que aquellas cuevas debían tener. Sin su alfa no deberían seguir juntos y menos atacar a un grupo como el suyo, pero sin duda, enfadados y envalentonados al percibir la debilidad en ellos, iban a hacer una excepción.
Consciente del peligro y de su urgencia Níniel trató de incorporarse de inmediato, levantando su peso con sus brazos y buscando apoyar sus piernas en el suelo para ponerse en pie, como si de la pose de salida de una competición de velocidad se tratase. Más su pierna derecha resbaló a causa de la capa de tierra y suciedad del suelo y no lo logró, pudiendo únicamente quedar boca arriba, observando con terror como aquella cosa preparaba el golpe de gracia con ambas extremidades. ¿Tendría tiempo a conjurar su barrera protectora siquiera?
Su salvación se presentaría ante ella antes de que la respuesta a aquella pregunta fuese necesaria, y lo haría en envase pequeño.
Como todo un caballero de cuento de hadas, aunque desprovisto de brillante armadura, blanco corcel, melena de oro y en general de cualquier atribución caballeresca salvo la única realmente importante, Chimar se interpuso entre ella y la furiosa bestia, abortando su ataque inicial y salvándola de un funesto final. El precio a pagar por tan heroico esfuerzo fue alto, recibiendo él el golpe, pero logró distraer lo suficiente la atención de la criatura como para que la sacerdotisa pudiera incorporarse; la furia de Canel y la propia cueva se ocuparían del resto, sellando finalmente el destino de la criatura.
-¡Chimar!-Se preocupó de inmediato la peliblanca por su amigo, permitiéndose ignorar por un instante que aún no estaban a salvo y que la integridad de aquella sección de las cuevas también estaba en entredicho.
-Oh, no...- Aquella herida era grave. Un fragmento de piedra lo había atravesado y, aunque la propia roca contenía el sangrado, necesitaba atención urgente o moriría. Una atención que no podía recibir allí. Tenían que salir ya y sanarlo tan pronto como volvieran a ver el azul del cielo. -Cath...-
-Sí, sí. Tomad. Vosotros dos coged a este, yo me ocupo de Chimar.- Dijo rápidamente la felina antes de que nadie realizara una petición completa. Dejándole al humano a Níniel y tomando al inventor en brazos, con cierta genuina preocupación. El cazador, consciente de la situación, puso todo lo que pudo de su parte, intentando ser la menor carga posible para la elfa y el pequeño brujo, mientras que la felina avanzó la primera directamente hacia la cercana salida, dejando al genio en el suelo con cuidado tan pronto como dejaron atrás el riesgo de morir sepultados.
-Estoy...bien...Puedo...Atiende al chico...- Convino el cazador soltándose y dejándose caer sobre el verde suelo con evidentes gestos de dolor, aunque insistiendo en encontrarse bien, o al menos mejor que el niño, permitiendo a la sanadora poder centrarse en él.
-Tiene mala pinta...- Comentó Catherine haciéndose a un lado. E inmediatamente sus orejas volvieron a moverse en todas direcciones como una clara señal de alarma, quedando fijas en algunas y frunciendo el ceño. -Más de esas cosas, muchas...Están saliendo del suelo por todas partes.- Alertó volviéndose a poner en guardia y cargando visiblemente su peso en la pierna buena. Se había esforzado mucho contra el alfa, y luego cargando con el humano y con Chimar, su pierna mal curada comenzaba ya a resentirse.
-No podemos moverlo más...Vais a tener que mantenerlos a raya.- Pidió la peliblanca, activando uno de los poderes de su bastón para aumentar sus capacidades y bendiciéndose luego a sí misma con una gran incremento de sus aptitudes mágicas. Como resultado sus ojos comenzaron a fulgurar en señal de la gran cantidad de éter que manejaba en aquellos momentos y de que iba a darlo todo en aquella sanación, comenzando a aplicar su magia directamente sobre la herida, haciendo que esta expulsara aquella piedra con forma de cuchilla del cuerpo del inventor a la vez que reparaba el daño.
-Que remedio...- Asintió la pelirroja, dispuesta a atacar al primeros de los wendigos que llegó hasta allí tras salir de alguno de los otros accesos que aquellas cuevas debían tener. Sin su alfa no deberían seguir juntos y menos atacar a un grupo como el suyo, pero sin duda, enfadados y envalentonados al percibir la debilidad en ellos, iban a hacer una excepción.
Níniel usa este turno Su habilidades intelecto arcano e Imposición de manos, así como el primero de los efectos de su bastón, el cual aumenta un 50% sus habilidades sanadoras y reduce el cd en 1 turno.
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Gracia a un cambio rápido de heridos Chimar termina en brazos de la gata, resulta extraño verla con un semblante más noble que en todos los demás encuentros y es ese detalle lo que asusta de muerte al inventor… ¿tan mal esta?
Duele bastante pero lo que más siente es un cansancio extremo, quiere cerrar los ojos a como dé lugar. No es buen momento para dormir por obvias razones, no solo están huyendo sino que además existe la posibilidad de acelerar el deterioro con la inconsciencia.
“No te duermas Chimar, la tumba tiene almohada y sabana”.
Allí siendo cargado detalla todo como en cámara lenta, le agrada que alguien lo lleve para variar. Es uno de los mayores en los gorriones y eso se traduce en muchos caballitos para los demás pero pocos para él.
Al salir de la cueva el genio siente cierto alivio, terminar como decoración de pared no está entre sus deseos navideños. Allí es depositado en el suelo con cierta delicadeza, preludio de una curación exhaustiva.
Cuando la magia comienza a surtir efecto el niño no puede evitar soltar varias lágrimas y un par de gritos ahogados al principio, un cuerpo no expulsa ningún objeto extraño de manera agradable ni con el dragón de la luz supervisando la sanación.
Una vez la piedra ya está separada de su torso el dolor disminuye a trazas tolerables, descendiendo paulatinamente el nivel. La regeneración empieza en cierto punto a crear sensaciones agradables facilitando todo para el paciente.
Por otro lado en el mundo combativo real los cazadores bajan a una posición de desventaja crítica, incluso sin su líder una masiva horda de wendigos avanza con intenciones previsibles y nada amistosas.
El sol está saliendo…
Es de día “tose con dolor” enano.
Incluso en tierra y siendo curado Maquiavelo no puede dejar de corregir a su hermano… es lo que tiene ser el mayor. Extrañamente la acotación de un casi sin éter Canel concuerda con la llegada de otros elementos.
¡¡Entre más cabezas mejor!!
Para sorpresa de los presentes un nutrido grupo interviene, son los mismos sujetos que estaban embutidos en la tienda cuando inicio la cacería. Cierto vistazo rápido revela que no han probado el combate durante toda la “temporada de caza”.
Cinco horas dando vueltas y ustedes los tenían a todos ¡Jaja!, esos nobles van a tener que traer un cofre más grande.
Lo siguiente es algo que no suele pasar mucho en el mundo aventurero, la llegada de una caballería salvadora con intereses compartidos. Los rivales se suman al combate para ayudar elevando las posibilidades de supervivencia de Chim y sus amigos.
Yo también quiero “se reciente por un dolor punzante cuando trata de levantarse” ... mejor esta vez no.
Duele bastante pero lo que más siente es un cansancio extremo, quiere cerrar los ojos a como dé lugar. No es buen momento para dormir por obvias razones, no solo están huyendo sino que además existe la posibilidad de acelerar el deterioro con la inconsciencia.
“No te duermas Chimar, la tumba tiene almohada y sabana”.
Allí siendo cargado detalla todo como en cámara lenta, le agrada que alguien lo lleve para variar. Es uno de los mayores en los gorriones y eso se traduce en muchos caballitos para los demás pero pocos para él.
Al salir de la cueva el genio siente cierto alivio, terminar como decoración de pared no está entre sus deseos navideños. Allí es depositado en el suelo con cierta delicadeza, preludio de una curación exhaustiva.
Cuando la magia comienza a surtir efecto el niño no puede evitar soltar varias lágrimas y un par de gritos ahogados al principio, un cuerpo no expulsa ningún objeto extraño de manera agradable ni con el dragón de la luz supervisando la sanación.
Una vez la piedra ya está separada de su torso el dolor disminuye a trazas tolerables, descendiendo paulatinamente el nivel. La regeneración empieza en cierto punto a crear sensaciones agradables facilitando todo para el paciente.
Por otro lado en el mundo combativo real los cazadores bajan a una posición de desventaja crítica, incluso sin su líder una masiva horda de wendigos avanza con intenciones previsibles y nada amistosas.
El sol está saliendo…
Es de día “tose con dolor” enano.
Incluso en tierra y siendo curado Maquiavelo no puede dejar de corregir a su hermano… es lo que tiene ser el mayor. Extrañamente la acotación de un casi sin éter Canel concuerda con la llegada de otros elementos.
¡¡Entre más cabezas mejor!!
Para sorpresa de los presentes un nutrido grupo interviene, son los mismos sujetos que estaban embutidos en la tienda cuando inicio la cacería. Cierto vistazo rápido revela que no han probado el combate durante toda la “temporada de caza”.
Cinco horas dando vueltas y ustedes los tenían a todos ¡Jaja!, esos nobles van a tener que traer un cofre más grande.
Lo siguiente es algo que no suele pasar mucho en el mundo aventurero, la llegada de una caballería salvadora con intereses compartidos. Los rivales se suman al combate para ayudar elevando las posibilidades de supervivencia de Chim y sus amigos.
Yo también quiero “se reciente por un dolor punzante cuando trata de levantarse” ... mejor esta vez no.
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
Poco a poco la grave herida de Chimar se cerró, dejando atrás el dolor y dando paso al alivio en el rostro del inventor, y también en el de la sanadora, para que negarlo. Al fin y al cabo había sufrido esa herida por su culpa, o para protegerla más bien, pues no es que ella hubiese acabado en el suelo y a merced de una criatura de espanto voluntariamente o por un tropezón fortuito. Había sido muy valiente, pocas personas estarían dispuestas a ponerse en peligro de esa manera por otros, y menos aún sin otro plan en mente más allá de encajar el daño.
-Gracias a los dioses que estás bien.- Expresó la elfa separando las manos de la herida y dedicándole unas cariñosas carantoñas en las mejillas y la frente, aún usando su magia, para ayudarle a mantener a raya las molestias que aún pudiera sentir. Y es que con magia o sin ella no había sido una astilla precisamente lo que hasta hacía unos instantes había tenido clavada en el cuerpo. Tal vez quisiera conservar aquella afilada roca como recuerdo, ya que no le quedaría marca alguna. A los hombres parecían gustarles esas cosas.
-Procura no moverte.- Añadiría la peliblanca dejando una última caricia sobre el chico y levantándose, dispuesta a sumarse a la defensa de su precaria posición, mantenida a duras penas por Canel y Catherine. Parecía que habían llegado ya al límite de sus opciones. Que a pesar de que aquellas cosas se mostraban más dispuestas a buscar agotarlos que a atacar directamente no lograrían salir de allí... Pero la sacerdotisa aún guardaba algunos ases bajo la manga. Incluso en aquella situación demostraría que no eran el almuerzo fácil de nada ni nadie.
-Podemos hacerlo. No desfallezcáis.- Arengó señalando con el extremo de su bastón a uno de los wendigos e invocando al guardián que en él habitaba. La pequeña criatura alada de pura luz apareció, armada con su lanza de aguja y su escudo del tamaño de un botón, y se lanzó directamente contra la criatura como un proyectil, derribándola por el impacto y logrando que otras bestias cercanas retrocedieran un poco, confundidas.
-Pues claro. Soy demasiado guapa como para morir aquí...Aunque el resto lo tenéis fatal.- Se jactó la pelirroja con una amplia sonrisa. La misma que ponía siempre cuando sabía algo que su hermana no. Níniel pronto sabría el motivo de su repentino buen humor, así como de las crípticas palabras de Canel a Chimar.
Con la llegada de los inesperados refuerzos, tal vez atraídos por los ruidos y temblores de los derrumbes, la balanza definitivamente se decantó del lado de los cazadores. Sin su alfa los wendigos les habían atacado aprovechando la situación, pero ante un grupo cada vez más numeroso de personas armadas en su contra lo poco que aún les hacía actuar como grupo desapareció, comenzando una huída total y desorganizada que la "caballería" no dudó en aprovechar. Fue una escabechina de la que solo los wendigos más rápidos, o los primeros en huir, lograrían escapar.
Tal vez en un tiempo un nuevo alfa se alzara en aquellas tierras, pero tras aquella cacería pasarían años antes de eso. Aquella zona volvería a disfrutar de tiempos de paz y tranquilidad y las aldeas cercanas podrían dormir tranquilas de nuevo. Aquello era lo importante, por mucho que a los humanos parecieran importarles solo las cabezas y que tras terminar la batida no hacían otra cosa más que presumir del número o calidad de las presas abatidas, cuando no discutían por eso mismo.
-Gracias, elfa. Me habéis salvado la vida. Juro que os pagaré esta deuda.- Agradeció el humano al que rescataran del cubil mientras Níniel, ajena a las celebraciones, terminaba de sanarlo. Después tendría que hacer lo mismo con cualquier otro cazador que hubiese resultado herido durante la persecución, pues una herida de wendigo, incluso las más leves, podían infectarse.
-Los dioses nos han sonreído hoy, tu deuda es con ellos. Yo estoy feliz de haber podido ayudar, y que nadie haya muerto.- Respondió la sacerdotisa, mirando en dirección a Chimar, con mejor cara a cada momento.
-Lamento que no hayáis podido tomar la cabeza del alfa...Pero estoy dispuesto a jurar que le distéis muerte. Quizá aún podáis optar al premio.- Convino. Era una posibilidad, aunque conociendo el talante de mayoría de nobles seguramente no se mostrarían muy contentos al saber que habían perdido tan formidable trofeo, por mucho que la gracia de los mismos fuese conseguirlos y no "comprarlos" de todas maneras.
-¿Y quién dice que no podamos tomarla?- Interrumpió Catherine. -Puede que le hayan caído algunas rocas encima pero no es como si el túnel entero se hubiese venido abajo. Ya estáis ayudándome a mover piedras...Total, esa cosa ya era fea con ganas de base, estar un poco machacada no es que le vaya a restar mucho encanto.- Instó la felina. -Seguro que puedo convencer a alguno de estos idiotas para que nos ayude también.- Añadió sin cortarse ni un pelo y dirigiéndose a la entrada de las cuevas. -Ese premio es mío. No me he manchado las garras para nada.-
-Gracias a los dioses que estás bien.- Expresó la elfa separando las manos de la herida y dedicándole unas cariñosas carantoñas en las mejillas y la frente, aún usando su magia, para ayudarle a mantener a raya las molestias que aún pudiera sentir. Y es que con magia o sin ella no había sido una astilla precisamente lo que hasta hacía unos instantes había tenido clavada en el cuerpo. Tal vez quisiera conservar aquella afilada roca como recuerdo, ya que no le quedaría marca alguna. A los hombres parecían gustarles esas cosas.
-Procura no moverte.- Añadiría la peliblanca dejando una última caricia sobre el chico y levantándose, dispuesta a sumarse a la defensa de su precaria posición, mantenida a duras penas por Canel y Catherine. Parecía que habían llegado ya al límite de sus opciones. Que a pesar de que aquellas cosas se mostraban más dispuestas a buscar agotarlos que a atacar directamente no lograrían salir de allí... Pero la sacerdotisa aún guardaba algunos ases bajo la manga. Incluso en aquella situación demostraría que no eran el almuerzo fácil de nada ni nadie.
-Podemos hacerlo. No desfallezcáis.- Arengó señalando con el extremo de su bastón a uno de los wendigos e invocando al guardián que en él habitaba. La pequeña criatura alada de pura luz apareció, armada con su lanza de aguja y su escudo del tamaño de un botón, y se lanzó directamente contra la criatura como un proyectil, derribándola por el impacto y logrando que otras bestias cercanas retrocedieran un poco, confundidas.
-Pues claro. Soy demasiado guapa como para morir aquí...Aunque el resto lo tenéis fatal.- Se jactó la pelirroja con una amplia sonrisa. La misma que ponía siempre cuando sabía algo que su hermana no. Níniel pronto sabría el motivo de su repentino buen humor, así como de las crípticas palabras de Canel a Chimar.
Con la llegada de los inesperados refuerzos, tal vez atraídos por los ruidos y temblores de los derrumbes, la balanza definitivamente se decantó del lado de los cazadores. Sin su alfa los wendigos les habían atacado aprovechando la situación, pero ante un grupo cada vez más numeroso de personas armadas en su contra lo poco que aún les hacía actuar como grupo desapareció, comenzando una huída total y desorganizada que la "caballería" no dudó en aprovechar. Fue una escabechina de la que solo los wendigos más rápidos, o los primeros en huir, lograrían escapar.
Tal vez en un tiempo un nuevo alfa se alzara en aquellas tierras, pero tras aquella cacería pasarían años antes de eso. Aquella zona volvería a disfrutar de tiempos de paz y tranquilidad y las aldeas cercanas podrían dormir tranquilas de nuevo. Aquello era lo importante, por mucho que a los humanos parecieran importarles solo las cabezas y que tras terminar la batida no hacían otra cosa más que presumir del número o calidad de las presas abatidas, cuando no discutían por eso mismo.
-Gracias, elfa. Me habéis salvado la vida. Juro que os pagaré esta deuda.- Agradeció el humano al que rescataran del cubil mientras Níniel, ajena a las celebraciones, terminaba de sanarlo. Después tendría que hacer lo mismo con cualquier otro cazador que hubiese resultado herido durante la persecución, pues una herida de wendigo, incluso las más leves, podían infectarse.
-Los dioses nos han sonreído hoy, tu deuda es con ellos. Yo estoy feliz de haber podido ayudar, y que nadie haya muerto.- Respondió la sacerdotisa, mirando en dirección a Chimar, con mejor cara a cada momento.
-Lamento que no hayáis podido tomar la cabeza del alfa...Pero estoy dispuesto a jurar que le distéis muerte. Quizá aún podáis optar al premio.- Convino. Era una posibilidad, aunque conociendo el talante de mayoría de nobles seguramente no se mostrarían muy contentos al saber que habían perdido tan formidable trofeo, por mucho que la gracia de los mismos fuese conseguirlos y no "comprarlos" de todas maneras.
-¿Y quién dice que no podamos tomarla?- Interrumpió Catherine. -Puede que le hayan caído algunas rocas encima pero no es como si el túnel entero se hubiese venido abajo. Ya estáis ayudándome a mover piedras...Total, esa cosa ya era fea con ganas de base, estar un poco machacada no es que le vaya a restar mucho encanto.- Instó la felina. -Seguro que puedo convencer a alguno de estos idiotas para que nos ayude también.- Añadió sin cortarse ni un pelo y dirigiéndose a la entrada de las cuevas. -Ese premio es mío. No me he manchado las garras para nada.-
Níniel invoca al guardián de luz de su bastón este turno.
Níniel Thenidiel
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Re: La naturaleza de la bestia [Trabajo] [Cerrado]
RECOMPENSAS
En los trabajos suele ser difícil crear una historia impredecible, pues las complicaciones sirven de spoilers que presagian lo que sucederá, no obstante han conseguido mantener el suspenso y han logrado que la historia pueda renovarse con cada giro, Chimar suele lastimarse con mucha frecuencia al estar cerca de Niniel, tal vez deba tener cuidado... llegará el momento en que ella no pueda salvarlo.
Por su desempeño reciben ambos esta vez 20 puntos de experiencia y 400 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
Por su desempeño reciben ambos esta vez 20 puntos de experiencia y 400 aeros que ya han sido sumados a sus respectivos perfiles.
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