Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
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Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
Lyath no estaba muy segura de dónde se encontraba. Había escapado de Lunargenta, con la ayuda de dos individuos, una mujer bestia y un muchacho que fortuitamente habían aparecido en el momento oportuno, pero una vez los había perdido de vista y había salido de la ciudad, había empezado a caminar sin un rumbo específico. Se había ayudado de algunos letreros, al menos al principio. Gracias a ello, había sabido durante los siguientes dos días que estaba yendo en dirección al Norte. Los bosques se levantaban como laberintos aguardándola a medida que se alejaba de la ciudad, y cada vez le costaba más estar segura de si estaba avanzando en la dirección correcta. Para volver a su torreón, debía continuar hacia el Norte; con suerte, sus padres todavía estarían allí.
Aquella mañana, Lyath había descansado en lo que parecía un pequeño campamento abandonado. Algunas tiendas de campaña todavía permanecían en el pequeño claro del bosque. También había algunas bolsas con manzanas maduras, y otras frutas. Algunas podridas, otras rescatables. Cuando había llegado al claro, las brasas todavía estaban caliente. Había tenido la precaución de investigar lo suficiente como para estar segura de que aquel campamento estaba completamente abandonado, o que por lo menos quienes fuera que lo hubieran construído, no eran mercenarios o gente peligrosa que pudiera volver y causarle problemas. En una de las tiendas de campaña, llegó a ver una placa bastante grande. En esta había una inscripción, «Crylt Mercaderes, hombres de la región».
— Así que tan solo mercaderes. No creo que siquiera regresen —se dijo a sí misma, mientras había continuado paseándose por el pequeño campamento. Era poco lo que habían dejado, más que aquellas bolsas con fruta. Supuso que simplemente habrían continuado su camino, dejando un poco de peso por el camino.
En la mañana de aquel día, despertó cuando escuchó en la lejanía el trote de varios caballos. Fue cercano, pero pronto desapareció, y aunque no tuvo ninguna mala sensación y llegó a escuchar cómo aquel trote se hacía cada vez más lejano, se dijo que ya era un buen momento para ponerse en pie y continuar con el camino. Tomó algunas de las manzanas y otras frutas de las bolsas, y escogiendo la bolsa más pequeña que pudo encontrar, se la ató alrededor de la cintura. No sabía si tendría la misma suerte de encontrar comida desperdigada de aquel modo en su camino, por lo que trató de aprovechar la ocasión.
Se alejó del campamento, caminando hacia lo que recordaba que era la dirección norte. Volvió a adentrarse entre los bosques, y todo pareció mucho más oscuro, sintiéndose mucho más diminuta entre la inmensidad de los árboles.
Aquella mañana, Lyath había descansado en lo que parecía un pequeño campamento abandonado. Algunas tiendas de campaña todavía permanecían en el pequeño claro del bosque. También había algunas bolsas con manzanas maduras, y otras frutas. Algunas podridas, otras rescatables. Cuando había llegado al claro, las brasas todavía estaban caliente. Había tenido la precaución de investigar lo suficiente como para estar segura de que aquel campamento estaba completamente abandonado, o que por lo menos quienes fuera que lo hubieran construído, no eran mercenarios o gente peligrosa que pudiera volver y causarle problemas. En una de las tiendas de campaña, llegó a ver una placa bastante grande. En esta había una inscripción, «Crylt Mercaderes, hombres de la región».
— Así que tan solo mercaderes. No creo que siquiera regresen —se dijo a sí misma, mientras había continuado paseándose por el pequeño campamento. Era poco lo que habían dejado, más que aquellas bolsas con fruta. Supuso que simplemente habrían continuado su camino, dejando un poco de peso por el camino.
En la mañana de aquel día, despertó cuando escuchó en la lejanía el trote de varios caballos. Fue cercano, pero pronto desapareció, y aunque no tuvo ninguna mala sensación y llegó a escuchar cómo aquel trote se hacía cada vez más lejano, se dijo que ya era un buen momento para ponerse en pie y continuar con el camino. Tomó algunas de las manzanas y otras frutas de las bolsas, y escogiendo la bolsa más pequeña que pudo encontrar, se la ató alrededor de la cintura. No sabía si tendría la misma suerte de encontrar comida desperdigada de aquel modo en su camino, por lo que trató de aprovechar la ocasión.
Se alejó del campamento, caminando hacia lo que recordaba que era la dirección norte. Volvió a adentrarse entre los bosques, y todo pareció mucho más oscuro, sintiéndose mucho más diminuta entre la inmensidad de los árboles.
Última edición por Lyath el Mar Oct 16 2018, 18:08, editado 1 vez
Lyath
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
-¿Y dices que no eres una rata? – Pregunto el humano con un tono que denotaba a todas luces su desconfianza.
-No, no lo soy, soy un Mausu – Explicó con paciencia Amit.
-¿Un qué? –
-Un Hombre-ratón – Intentó simplificar la idea ya que la mayoría de los humanos no conocían esa tribu.
-Entonces yo estaba en lo cierto, eres una rata –
Amit no contestó, la poca similitud de sus rasgos con los de los humanos impedía que estos pudieran darse cuenta de lo irritado que estaba. Movía los bigotes con velocidad, y chasqueaba los dientes mientras dejaba escapar algunos chillidos por lo bajo. O al menos para el resto sonaban a chillidos, en verdad eran insultos en su idioma original.
Viajar con las caravanas de humanos nunca era agradable para Amit, tenía que soportar sus preguntas y sus miradas inquisitivas. No le molestaba contestar, pero cuando reiteraban consultas que ya habían hecho hace algunos minutos podía llegar a ser exasperante.
Los Mausu en general tenían poca memoria, era por eso que Amit llevaba siempre bajo el brazo un pequeño libro en el que iba anotando cosas relevantes. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de páginas que había malgastado anotando “Los humanos preguntan por mi origen”, seguido de toda una lista de posibles explicaciones, la mayoría no habían funcionado.
Amit saltó del carro, unos amables granjeros se habían ofrecido a llevarlo durante parte del trayecto, al menos en ese sentido el Hombre-ratón no podía quejarse. Pero habían llegado a la parte del camino en que ellos tenían que girar en otra dirección, por lo que el Mausu saludó y se dio la vuelta para continuar por su cuenta.
Contemplo la espesura del bosque durante algunos segundos, mientras movía la nariz en busca de olores sospechosos. Tierra, pasto, hojas, flores, ciervos, caballos, y muchas otras cosas, todas fragancias esperables en un entorno como ese. Se internó en el bosque caminando en dos patas, a diferencia de otras veces no estaba apurado, aún no tenía un destino, por lo que no necesitaba usar sus cuatro patas.
Se cubrió con la capucha para que el revote de la luz no le molestara a la vista, la visión de los ratones no era muy buena, pero si a eso le añadían el brillo de la mañana Amit apenas podía diferenciar por donde caminaba. Utilizaba más sus otros sentidos, sus oídos le avisaban si algo se movía, su olfato si había peligro cerca, el tacto que se extendía por sus bigotes lo guiaban para que no se perdiera.
Gracias a todo esto pudo ver una trampa para osos que se escondía bajo las hojas, probablemente algún grupo de cazadores la dejo allí y la olvidó. El objeto estaba todo oxidado, el Mausu se lamentó al ver esto, de estar en mejores condiciones podría haberlo guardado para poder intercambiarlo.
Meditaba sobre esto cuando escuchó el sonido de unos pasos que se acercaban. Por instinto el ratón se escondió bajo las raíces de un árbol, y se quedó a buen resguardo mientras esperaba a que la persona pasara.
Era una mujer humana, de piel bronceada y ojos claros, su gesto parecía estar ido, a ojos del Mausu la señorita estaba caminando sin mirar por donde andaba. Cuando vio que se acercaba a la trampa, Amit salió dando un salto de su escondite.
-¡Ten cuidado! ¡No pises allí! – Le advirtió el hombre-ratón a la mujer antes de que pusiera el pie en la trampa - ¡Tchik! Es peligroso, tu pie podría quedar atrapado y eso sería algo muy malo -
-No, no lo soy, soy un Mausu – Explicó con paciencia Amit.
-¿Un qué? –
-Un Hombre-ratón – Intentó simplificar la idea ya que la mayoría de los humanos no conocían esa tribu.
-Entonces yo estaba en lo cierto, eres una rata –
Amit no contestó, la poca similitud de sus rasgos con los de los humanos impedía que estos pudieran darse cuenta de lo irritado que estaba. Movía los bigotes con velocidad, y chasqueaba los dientes mientras dejaba escapar algunos chillidos por lo bajo. O al menos para el resto sonaban a chillidos, en verdad eran insultos en su idioma original.
Viajar con las caravanas de humanos nunca era agradable para Amit, tenía que soportar sus preguntas y sus miradas inquisitivas. No le molestaba contestar, pero cuando reiteraban consultas que ya habían hecho hace algunos minutos podía llegar a ser exasperante.
Los Mausu en general tenían poca memoria, era por eso que Amit llevaba siempre bajo el brazo un pequeño libro en el que iba anotando cosas relevantes. Ya había perdido la cuenta de la cantidad de páginas que había malgastado anotando “Los humanos preguntan por mi origen”, seguido de toda una lista de posibles explicaciones, la mayoría no habían funcionado.
Amit saltó del carro, unos amables granjeros se habían ofrecido a llevarlo durante parte del trayecto, al menos en ese sentido el Hombre-ratón no podía quejarse. Pero habían llegado a la parte del camino en que ellos tenían que girar en otra dirección, por lo que el Mausu saludó y se dio la vuelta para continuar por su cuenta.
Contemplo la espesura del bosque durante algunos segundos, mientras movía la nariz en busca de olores sospechosos. Tierra, pasto, hojas, flores, ciervos, caballos, y muchas otras cosas, todas fragancias esperables en un entorno como ese. Se internó en el bosque caminando en dos patas, a diferencia de otras veces no estaba apurado, aún no tenía un destino, por lo que no necesitaba usar sus cuatro patas.
Se cubrió con la capucha para que el revote de la luz no le molestara a la vista, la visión de los ratones no era muy buena, pero si a eso le añadían el brillo de la mañana Amit apenas podía diferenciar por donde caminaba. Utilizaba más sus otros sentidos, sus oídos le avisaban si algo se movía, su olfato si había peligro cerca, el tacto que se extendía por sus bigotes lo guiaban para que no se perdiera.
Gracias a todo esto pudo ver una trampa para osos que se escondía bajo las hojas, probablemente algún grupo de cazadores la dejo allí y la olvidó. El objeto estaba todo oxidado, el Mausu se lamentó al ver esto, de estar en mejores condiciones podría haberlo guardado para poder intercambiarlo.
Meditaba sobre esto cuando escuchó el sonido de unos pasos que se acercaban. Por instinto el ratón se escondió bajo las raíces de un árbol, y se quedó a buen resguardo mientras esperaba a que la persona pasara.
Era una mujer humana, de piel bronceada y ojos claros, su gesto parecía estar ido, a ojos del Mausu la señorita estaba caminando sin mirar por donde andaba. Cuando vio que se acercaba a la trampa, Amit salió dando un salto de su escondite.
-¡Ten cuidado! ¡No pises allí! – Le advirtió el hombre-ratón a la mujer antes de que pusiera el pie en la trampa - ¡Tchik! Es peligroso, tu pie podría quedar atrapado y eso sería algo muy malo -
Amit'tek
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
-Entonces, vuelvemelo a explicar. ¿Como haces eso sin cambiar?
Lavey y yo hablábamos tranquilamente, caminando por el bosque. La cada vez menos pequeña Lavey, insistió en practicar sus artes de cazadora ¿Y que mejor lugar que un frondoso bosque para hacerlo?
-Es como si me ardieran los ojos, miro a un punto y cuando me concentro se enciende. -La chiquilla hablaba tranquila, pero gesticulaba todo el tiempo.
Aquella tribu de licantropos donde la joven se refugio de la guerra, proporciono diversas enseñanzas a la rubia, algunas físicas pero la gran mayoría mentales. En los meses que estuvo lejos de mi, había aprendido a serenar su mente. Su carácter curioso seguía allí, pero era mucho menos inquieta, aprendió a comprender y entender muchas de las preguntas que su mente formulaba basándose en las circunstancias y gestos de las personas.
Sin perder el hilo de su conversación repase fugazmente su cuerpo, que rápido que estaba creciendo. Parece mentira que aun no haga un año desde que la encontré en aquella torre. La rubia cabellera colgaba ordenada y bien cepillada por la espalda de la dragona, su rostro era mas filoso que en los primeros días y su mirada era menos aniñada. Se estaba desarrollando todo su cuerpo, pequeñas curvas se escondía tímidas bajo la camisa y los pantalones dejaban ver los tobillos de Lavey, estaba claro que estaba creciendo y prueba de ello era que ya no tenia que bajar tanto la cabeza para hablar con ella.
-Te estoy diciendo que esa trampa roñosa no atrapa ni un conejo. ¿Has visto lo oxidada que esta? seguro que ni se cierra.
El paseo estaba dando a su fin, cada vez nos encontrábamos mas cerca de la trampa para osos que Lavey había colocado hacia unos días.
-Y yo te digo que no es roñosa, la limpie y la engrase. Que no le haya podido quitar el oxido no quiere decir que no funciones. -La muchacha, seguía hablando con un volumen tranquilo, aunque sus notas se escuchaban alteradas y sus movimientos de manos aumentaban. -Ya lo vas a ver, voy a atrapar un ciervo.
Era cierto, la lagartija se esmero en sacarle todo el provecho a una vieja trampa que había encontrado, pero las presas que pudiera obtener de ella serian escasas, ya que no había puesto ningún cebo al rededor.
Al llegar a las inmediaciones podíamos escuchar una voz alarmada y aguda y el viento me traía diversos aromas, como mínimo habían dos entidades. Al final va a tener razón y si que cazo algo. Lavey al escuchar la vocecilla salio corriendo con el arco en mano, no fuera a ser que le robaran la presa.
-Eso es m... -Lavey, al ver a la mujer apunto de pisar la trampa freno en seco y cambio su frase. -¡Mno, cuidado!
Y entonces vio al ratón blanco. Lavey tenia el brazo del arco extendido hacia la mujer, con la mano abierta y el arma colgándole del pulgar, al mismo tiempo su cabeza estaba girada hacia el animalito con la boca abierta y las pupilas dilatadas. Para ese momento yo acababa de llegar al lado de la rubia y me quede sin palabras ante la escena.
-Es... es... -Lavey parpadeaba y giraba la cabeza para verme a mi y luego la devolvía a su sitio para ver al ratón. -Y tiene... y sus... -La niña cerro la boca y se mordió el labio, yo por mi parte cruce los brazos y levante una ceja. -Quiero abrazarlo.
Dijo en un susurro la pequeña cazadora. Y... tiempo, ya vuelve a ser la misma de siempre. Suspire agotada y di un paso al frente junto a la mujer.
-Buenas a los dos, os pido disculpas por los evidentes problemas que la trampa de mi hija a estado a punto de causar.
Mire a la morena, la cual era atractiva dentro de sus facciones duras, su rostro era un perfecto marco para sus ojos azules y su estatura.. eramos de la misma altura y eso era raro de ver, o... no, no podía ser mas alta seguro que era por las botas. Extendí el brazo y le ofrecí la mano a la desconocida, por si necesitara un punto de apoyo para no perder pie y acabar dentro de la trampa.
-Tendríamos que haberla señalizado con algún indicador que las razas pensantes pudiera distinguir, pero no pensamos en ello. Es una lección que corregiremos en el futuro. -Le dedique a los dos desconocidos una sonrisa amigable. -Yo soy Reivy y ese pegote de ahí es Lavey. Y ahora mismo desarmara la trampa
-Abrazooo~. -Volvió a susurrar la niña antes de que le cayera una colleja sobre la nuca y una mirada seria que le advertía que tenia que terminar con la tontería. -¡Aya! ... Lo siento, ella tiene razón. La quitare de inmediato. -La joven dragón recupero una posición natural en su cuerpo y guardo el arco a la espalda, mientras se frotaba el cuello. -A de mas, no puse cebo, así que no hubiera atrapado nada con esta.
Parece que hoy aprendió varias cosas. Pensé mientras la miraba con ojos maternales.
Lavey y yo hablábamos tranquilamente, caminando por el bosque. La cada vez menos pequeña Lavey, insistió en practicar sus artes de cazadora ¿Y que mejor lugar que un frondoso bosque para hacerlo?
-Es como si me ardieran los ojos, miro a un punto y cuando me concentro se enciende. -La chiquilla hablaba tranquila, pero gesticulaba todo el tiempo.
Aquella tribu de licantropos donde la joven se refugio de la guerra, proporciono diversas enseñanzas a la rubia, algunas físicas pero la gran mayoría mentales. En los meses que estuvo lejos de mi, había aprendido a serenar su mente. Su carácter curioso seguía allí, pero era mucho menos inquieta, aprendió a comprender y entender muchas de las preguntas que su mente formulaba basándose en las circunstancias y gestos de las personas.
Sin perder el hilo de su conversación repase fugazmente su cuerpo, que rápido que estaba creciendo. Parece mentira que aun no haga un año desde que la encontré en aquella torre. La rubia cabellera colgaba ordenada y bien cepillada por la espalda de la dragona, su rostro era mas filoso que en los primeros días y su mirada era menos aniñada. Se estaba desarrollando todo su cuerpo, pequeñas curvas se escondía tímidas bajo la camisa y los pantalones dejaban ver los tobillos de Lavey, estaba claro que estaba creciendo y prueba de ello era que ya no tenia que bajar tanto la cabeza para hablar con ella.
-Te estoy diciendo que esa trampa roñosa no atrapa ni un conejo. ¿Has visto lo oxidada que esta? seguro que ni se cierra.
El paseo estaba dando a su fin, cada vez nos encontrábamos mas cerca de la trampa para osos que Lavey había colocado hacia unos días.
-Y yo te digo que no es roñosa, la limpie y la engrase. Que no le haya podido quitar el oxido no quiere decir que no funciones. -La muchacha, seguía hablando con un volumen tranquilo, aunque sus notas se escuchaban alteradas y sus movimientos de manos aumentaban. -Ya lo vas a ver, voy a atrapar un ciervo.
Era cierto, la lagartija se esmero en sacarle todo el provecho a una vieja trampa que había encontrado, pero las presas que pudiera obtener de ella serian escasas, ya que no había puesto ningún cebo al rededor.
Al llegar a las inmediaciones podíamos escuchar una voz alarmada y aguda y el viento me traía diversos aromas, como mínimo habían dos entidades. Al final va a tener razón y si que cazo algo. Lavey al escuchar la vocecilla salio corriendo con el arco en mano, no fuera a ser que le robaran la presa.
-Eso es m... -Lavey, al ver a la mujer apunto de pisar la trampa freno en seco y cambio su frase. -¡Mno, cuidado!
Y entonces vio al ratón blanco. Lavey tenia el brazo del arco extendido hacia la mujer, con la mano abierta y el arma colgándole del pulgar, al mismo tiempo su cabeza estaba girada hacia el animalito con la boca abierta y las pupilas dilatadas. Para ese momento yo acababa de llegar al lado de la rubia y me quede sin palabras ante la escena.
-Es... es... -Lavey parpadeaba y giraba la cabeza para verme a mi y luego la devolvía a su sitio para ver al ratón. -Y tiene... y sus... -La niña cerro la boca y se mordió el labio, yo por mi parte cruce los brazos y levante una ceja. -Quiero abrazarlo.
Dijo en un susurro la pequeña cazadora. Y... tiempo, ya vuelve a ser la misma de siempre. Suspire agotada y di un paso al frente junto a la mujer.
-Buenas a los dos, os pido disculpas por los evidentes problemas que la trampa de mi hija a estado a punto de causar.
Mire a la morena, la cual era atractiva dentro de sus facciones duras, su rostro era un perfecto marco para sus ojos azules y su estatura.. eramos de la misma altura y eso era raro de ver, o... no, no podía ser mas alta seguro que era por las botas. Extendí el brazo y le ofrecí la mano a la desconocida, por si necesitara un punto de apoyo para no perder pie y acabar dentro de la trampa.
-Tendríamos que haberla señalizado con algún indicador que las razas pensantes pudiera distinguir, pero no pensamos en ello. Es una lección que corregiremos en el futuro. -Le dedique a los dos desconocidos una sonrisa amigable. -Yo soy Reivy y ese pegote de ahí es Lavey. Y ahora mismo desarmara la trampa
-Abrazooo~. -Volvió a susurrar la niña antes de que le cayera una colleja sobre la nuca y una mirada seria que le advertía que tenia que terminar con la tontería. -¡Aya! ... Lo siento, ella tiene razón. La quitare de inmediato. -La joven dragón recupero una posición natural en su cuerpo y guardo el arco a la espalda, mientras se frotaba el cuello. -A de mas, no puse cebo, así que no hubiera atrapado nada con esta.
Parece que hoy aprendió varias cosas. Pensé mientras la miraba con ojos maternales.
Reivy Abadder
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
La mirada de Lyath buscó el orígen de una suave y aguda voz que la advertía de la trampa que había en su proximidad. Sin saber de dónde procedía la voz, dio un paso atrás en cuanto vio la trampa. Entonces volvió a mirar a su alrededor, y fue entonces cuando vio por primera vez a la pequeña criatura. Un pequeño animalito. Un ratón, pensó, aunque con aspecto humanoide. Habría sonreído si lo hubiera visto bajo otras circunstancias. Pero el caso era distinto, la había salvado de poner el pie en la trampa que algún cazador había dejado en la zona. Rodeó la trampa y caminó pausadamente hacia la pequeña criatura.
— Te lo agradezco, ratoncito —le dijo, no sabiendo todavía que se trataba de un Mausu, mientras lo observaba con una mirada bañada en curiosidad—. Has sido lo suficientemente rápido como para evitar que sucediera nada —volvió la vista hacia la trampa—. ¿Quién la habrá colocado…? En fin. Ha sido un pequeño gran gesto, en realidad, debería darte algo, aunque no tengo mucho. ¿Te interesan las manzanas? Tengo algunos melocotones también, hmm —Lyath palpó la pequeña bolsa que tenía atada a la cintura, donde tenía toda la fruta guardada. Era una miseria, pero era lo único que podía ofrecerle, además de unas palabras de agradecimiento.
Sin embargo, la voz del ratón no había sido la única que había escuchado poco antes de que el incidente estuviera a punto de suceder. Una segunda voz se hacía sonar en alguna parte entre los árboles. Una niña rubia, de cabello largo y ligeramente ondulado, ahora observaba al hombre ratón con la ilusión grabada en sus ojos. No iba sola, estaba acompañada por otra mujer, más adulta pero igualmente joven. Lyath se tensó por un momento, pero pensó que no serían personas peligrosas, mucho menos al haber visto a la niña rubia.
— ¿Así que tú eres la cazadora que, de no ser por el ratoncito, casi consigue cazar mi pierna? —preguntó con una media sonrisa—. No esperaba encontrar a nadie por aquí. Estaba tratando de ir dirección norte, evitando el camino.
Alguien más se asomó entre los árboles. Llevaba una guitarra a la espalda, y un sombrero amarillento muy peculiar. El joven era hermoso, tenía unos ojos del color de la miel, y una sonrisa que gritaba amistad. Tenía el cabello largo y castaño, con algunas mechas trenzadas.
— ¡Me congratula avistar una reunión tan prometedora! —empezó a canturear, mientras se acercaba a ellos bailoteando alrededor—. ¡No tengo la menor idea de dónde estoy, nunca miro por dónde voy! ¡Eulalio el bardo yo soy! ¿Me echaríais una mano en el día de hoy?
— Qué rimas tan espantosas —comentó Lyath, mientras lo miraba. No disfrutaba especialmente de la poesía, pero sabía reconocer cuando algo sonaba bien… o no.
— Te lo agradezco, ratoncito —le dijo, no sabiendo todavía que se trataba de un Mausu, mientras lo observaba con una mirada bañada en curiosidad—. Has sido lo suficientemente rápido como para evitar que sucediera nada —volvió la vista hacia la trampa—. ¿Quién la habrá colocado…? En fin. Ha sido un pequeño gran gesto, en realidad, debería darte algo, aunque no tengo mucho. ¿Te interesan las manzanas? Tengo algunos melocotones también, hmm —Lyath palpó la pequeña bolsa que tenía atada a la cintura, donde tenía toda la fruta guardada. Era una miseria, pero era lo único que podía ofrecerle, además de unas palabras de agradecimiento.
Sin embargo, la voz del ratón no había sido la única que había escuchado poco antes de que el incidente estuviera a punto de suceder. Una segunda voz se hacía sonar en alguna parte entre los árboles. Una niña rubia, de cabello largo y ligeramente ondulado, ahora observaba al hombre ratón con la ilusión grabada en sus ojos. No iba sola, estaba acompañada por otra mujer, más adulta pero igualmente joven. Lyath se tensó por un momento, pero pensó que no serían personas peligrosas, mucho menos al haber visto a la niña rubia.
— ¿Así que tú eres la cazadora que, de no ser por el ratoncito, casi consigue cazar mi pierna? —preguntó con una media sonrisa—. No esperaba encontrar a nadie por aquí. Estaba tratando de ir dirección norte, evitando el camino.
Alguien más se asomó entre los árboles. Llevaba una guitarra a la espalda, y un sombrero amarillento muy peculiar. El joven era hermoso, tenía unos ojos del color de la miel, y una sonrisa que gritaba amistad. Tenía el cabello largo y castaño, con algunas mechas trenzadas.
— ¡Me congratula avistar una reunión tan prometedora! —empezó a canturear, mientras se acercaba a ellos bailoteando alrededor—. ¡No tengo la menor idea de dónde estoy, nunca miro por dónde voy! ¡Eulalio el bardo yo soy! ¿Me echaríais una mano en el día de hoy?
— Qué rimas tan espantosas —comentó Lyath, mientras lo miraba. No disfrutaba especialmente de la poesía, pero sabía reconocer cuando algo sonaba bien… o no.
Lyath
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
No podía notarse porque Amit no tenía cejas, o al menos no como la de los humanos, pero quien lo conociera podría haber notado que el movimiento de su nariz no era el mismo que el de hace unos segundos. Le acababan de decir “ratoncito” a él, un ratón adulto con esposa e hijos, chasqueó los dientes un par de veces, pero finalmente decidió que la humana lo había dicho sin darse cuenta, así que se relajó.
-Debe haberla dejado un cazador, los humanos suelen poner muchas de estas en una zona determinada durante muchas horas y luego regresan a comprobar si lograron atrapar algo – Se agachó junto a la trampa y le dio un par de toquecitos con la uña – Pero con lo oxidada que está ¡Tchik! No sería tan seria la herida en sí, sino la infección que podría provocar –
Más personas llegaron al lugar, incluso la dueña del cepo, los ojitos de Amit iban a una velocidad impresionante de una persona a otra, mientras movía la nariz oliendo todas las nuevas fragancias. La niña lo miraba de forma extraña, el Mausu no sabía qué le pasaba ni cómo responderle, juntaba las manos y jugueteaba con sus pequeños dedos, intentando ignorar que lo estaban observando con la boca abierta.
-Es cierto, podría ser peligroso, pero además debe limpiarla mejor – Los niños eran lo más importante en la tribu de los Mausu, así que Amit demostró tener mucha paciencia con la joven, incluso aunque no le quitaba los ojos de encima y susurraba cosas como “abrazo” – Lo importante es que nadie salió lastimado –
Ya eran muchas personas en el lugar, al ratón no le molestaban las multitudes, pero era como mínimo curioso que hubiesen coincidido. Más extraño fue aún el quinto sujeto que se sumo al montón, no solo por su apariencia, sino porque además hablaba en rimas y parecía ser más un personaje que uno esperaría ver en una taberna, no en medio de un bosque.
-¿Por qué habla así? – Pregunto Amit con sincera curiosidad – Si no sabes dónde estás, y nunca miras por dónde vas ¿Sabes al menos a donde quieres ir? – El Mausu lo miro de arriba abajo evaluando si era de fiar – Mi nombre es Amit´tek, puedo darte indicaciones si es lo que necesitas –
Tal vez no fuera el mejor explorador de Aerandir, pero el ratón había recorrido bastantes veces esos parajes, por lo que podía en líneas generales guiarse para llegar a los pueblos más importantes del camino.
-Aunque si Reivy y Lavey están cazando por aquí tal vez es porque conocen el poblado que está aquí cerca – Paso las patitas por sus bigotes mientras pensaba - ¿Pudiste atrapar algo con tus trampas, Niña Lavey? – El Mausu no sabía si la chica había puesto solo esa o si había repartido muchas por el bosque – Si ninguna está señalizada quizás deberíamos ir a removerlas antes de que alguien salga lastimado -
-Debe haberla dejado un cazador, los humanos suelen poner muchas de estas en una zona determinada durante muchas horas y luego regresan a comprobar si lograron atrapar algo – Se agachó junto a la trampa y le dio un par de toquecitos con la uña – Pero con lo oxidada que está ¡Tchik! No sería tan seria la herida en sí, sino la infección que podría provocar –
Más personas llegaron al lugar, incluso la dueña del cepo, los ojitos de Amit iban a una velocidad impresionante de una persona a otra, mientras movía la nariz oliendo todas las nuevas fragancias. La niña lo miraba de forma extraña, el Mausu no sabía qué le pasaba ni cómo responderle, juntaba las manos y jugueteaba con sus pequeños dedos, intentando ignorar que lo estaban observando con la boca abierta.
-Es cierto, podría ser peligroso, pero además debe limpiarla mejor – Los niños eran lo más importante en la tribu de los Mausu, así que Amit demostró tener mucha paciencia con la joven, incluso aunque no le quitaba los ojos de encima y susurraba cosas como “abrazo” – Lo importante es que nadie salió lastimado –
Ya eran muchas personas en el lugar, al ratón no le molestaban las multitudes, pero era como mínimo curioso que hubiesen coincidido. Más extraño fue aún el quinto sujeto que se sumo al montón, no solo por su apariencia, sino porque además hablaba en rimas y parecía ser más un personaje que uno esperaría ver en una taberna, no en medio de un bosque.
-¿Por qué habla así? – Pregunto Amit con sincera curiosidad – Si no sabes dónde estás, y nunca miras por dónde vas ¿Sabes al menos a donde quieres ir? – El Mausu lo miro de arriba abajo evaluando si era de fiar – Mi nombre es Amit´tek, puedo darte indicaciones si es lo que necesitas –
Tal vez no fuera el mejor explorador de Aerandir, pero el ratón había recorrido bastantes veces esos parajes, por lo que podía en líneas generales guiarse para llegar a los pueblos más importantes del camino.
-Aunque si Reivy y Lavey están cazando por aquí tal vez es porque conocen el poblado que está aquí cerca – Paso las patitas por sus bigotes mientras pensaba - ¿Pudiste atrapar algo con tus trampas, Niña Lavey? – El Mausu no sabía si la chica había puesto solo esa o si había repartido muchas por el bosque – Si ninguna está señalizada quizás deberíamos ir a removerlas antes de que alguien salga lastimado -
Amit'tek
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
-Lo hice lo mejor que pude. -Contestaba Lavey al ratón. -Pero no tengo buenas herramientas, a de mas. -La pequeña dragona se agacho junto al cepo y busco el seguro de la trampa. -Es muy vieja, el oxido a corroído tanto el metal que esta debilitado.
Hablaba con Amit´tek sin mirarlo, la joven estaba concentrada en no dejarse los dedos en el cepo, al poner el seguro el anaranjado hierro se partió.
-¿Viste? ahora si que no se puede recuperar.
Lavey busco con rapidez un palo grueso y golpeo el centro de la trampa para hacerla saltar, el metal se cerro con menos rapidez de la que debiera, las bisagras chirriaron y el palo se partió, el metal desprendió trozos de oxido a su alrededor y uno de los dientes del cepo se partió.
-Hasta aquí llego la vida de este cacharro.
En el tiempo en el que la pequeña se ocupada de sus asuntos un bardo extraviado hizo aparición. Vaya, si que esta concurrido este bosque, en menos de 2 minutos 3 personas podrían haber pisado la trampa. Miraba la escena en silencio, con los brazos cruzados asintiendo con la cabeza apoyando a la desconocida sobre su criterio de las malas rimas.
-Si, hacia el este hay un pequeño pueblo. -descruce uno de los brazos y con la palma de la mano hacia arriba apunte hacia el poblado, apoyando el codo en la mano que había quedado debajo. -Esta a unas dos horas a pie, no tiene perdida. Nosotras no llegamos a entrar en el pueblo, acampamos en sus lindes, pero cuando oscurece se ven las luces de una casa y no se apagan hasta bien entrada la noche, así que seguro sera la taberna del lugar. Ahí tus rimas tendrán mas alabanzas que entre nosotros.
-No, esta es la única que puse. -Contesto la rubia al Mausu algo avergonzada. -Todavía estoy aprendiendo a cazar y como me la encontré la use para practicar. -La chiquilla volvió a mirar al ratón inquisitivamente y luego a la trampa. -Amit´tek...
Se acerco unos pasos a el levantando la mano con intención de tocarlo, pero en el ultimo momento cambio de dirección y señalo sus patitas.
-¿Me ayudas a cavar un hoyo? quiero enterrar la trampa para que nadie mas la pueda usar, incluso rota puede ser peligrosa.
-Nosotras conocemos bien el norte. -Sonreí a la mujer de ojos azules y mire a mi hija con aprobación al oír la idea de ocultar bajo tierra la trampa. -Si quieres podemos acompañarte hasta salir del bosque. Después la dirección a seguir es sencilla.
Hablaba con Amit´tek sin mirarlo, la joven estaba concentrada en no dejarse los dedos en el cepo, al poner el seguro el anaranjado hierro se partió.
-¿Viste? ahora si que no se puede recuperar.
Lavey busco con rapidez un palo grueso y golpeo el centro de la trampa para hacerla saltar, el metal se cerro con menos rapidez de la que debiera, las bisagras chirriaron y el palo se partió, el metal desprendió trozos de oxido a su alrededor y uno de los dientes del cepo se partió.
-Hasta aquí llego la vida de este cacharro.
En el tiempo en el que la pequeña se ocupada de sus asuntos un bardo extraviado hizo aparición. Vaya, si que esta concurrido este bosque, en menos de 2 minutos 3 personas podrían haber pisado la trampa. Miraba la escena en silencio, con los brazos cruzados asintiendo con la cabeza apoyando a la desconocida sobre su criterio de las malas rimas.
-Si, hacia el este hay un pequeño pueblo. -descruce uno de los brazos y con la palma de la mano hacia arriba apunte hacia el poblado, apoyando el codo en la mano que había quedado debajo. -Esta a unas dos horas a pie, no tiene perdida. Nosotras no llegamos a entrar en el pueblo, acampamos en sus lindes, pero cuando oscurece se ven las luces de una casa y no se apagan hasta bien entrada la noche, así que seguro sera la taberna del lugar. Ahí tus rimas tendrán mas alabanzas que entre nosotros.
-No, esta es la única que puse. -Contesto la rubia al Mausu algo avergonzada. -Todavía estoy aprendiendo a cazar y como me la encontré la use para practicar. -La chiquilla volvió a mirar al ratón inquisitivamente y luego a la trampa. -Amit´tek...
Se acerco unos pasos a el levantando la mano con intención de tocarlo, pero en el ultimo momento cambio de dirección y señalo sus patitas.
-¿Me ayudas a cavar un hoyo? quiero enterrar la trampa para que nadie mas la pueda usar, incluso rota puede ser peligrosa.
-Nosotras conocemos bien el norte. -Sonreí a la mujer de ojos azules y mire a mi hija con aprobación al oír la idea de ocultar bajo tierra la trampa. -Si quieres podemos acompañarte hasta salir del bosque. Después la dirección a seguir es sencilla.
Reivy Abadder
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
Al este había un poblado. Aquello podía ser un punto clave para mí, donde podría planificarme para poder continuar mi trayecto hacia el norte por fin, esta vez sin perderme y sabiendo con mas cerveza que el camino que seguiría sería el indicado. Guiarme por unos cuantos letreros viejos y las señales que me habían dado la naturaleza no me habían desviado mucho del camino, pero no podía perder más tiempo así que el hecho de encontrar un lugar desde donde poder organizarme era una pequeña ventaja.
– Podríamos ir hacia ese poblado –sugerí. No estaba muy segura de donde quedaba, ni tampoco “que tan al este” se encontraría, por lo que me resultaría mucho mas conveniente ir acompañada de alguien que hubiera estado ahí antes–. El bardo a lo mejor hasta consigue ganar algunas monedas allí –esboce una media sonrisa–. Mi nombre es Lyath –me presente finalmente a todos.
– ¡Oh si, si! ¡Eso sería fantástico! –respondió el bardo con mucha alegría y un entusiasmo que se veía en pocas personas. Poco después, se acerco corriendo hacia la rubia y se ofreció–. ¡Yo también puedo ayudarte a cavar un hoyo! Normalmente se me da mucho mejor la música, la poesía y las cosas bonitas, pero cuando hay que cavar, cavo con esmero. ¡Créeme! ¡De verdad!
Me quede entonces un rato largo mirando a la mujer que acompañaba a la rubia. Había estado ligeramente más callada al principio. No la culpaba, parecía que todos los demás a nuestro alrededor parecían tener mas control de la situación que nosotras mismas. Sin embargo, algo en sus palabras me llamo especialmente la atención. Algo de suma importancia.
– ¿Conocéis bien el norte, has dicho? –pregunte mirándola a ella–. Es precisamente hacia donde intento ir. Pero hasta hace unos días no tenia la menor idea de que había acabado tan al sur. No he venido aquí por voluntad, por lo que poco es lo que se de estas tierras. Solo quiero alejarme de Lunargenta y llegar a la tundra, al norte, lo antes posible. Me esperan.
Busque entre mis pertenencias. De la pequeña bolsita donde había guardado las frutas que había encontrado, extraje una manzana y comencé a comerla despacio. Mientras, miraba a mi alrededor; nunca había estado allí, y aunque había leído respecto a aquellos bosques en el libro de cartografía que me había prestado mi madre en una ocasión, no habría imaginado que serian tan inmensos; ni que fuera tan fácil perderse en ellos. El bardo me distrajo de mis pensamientos, lanzando una repentina exclamación.
– ¡Reunión familiar! Esto ha sido un encuentro fortuito. ¡El destino, el destino! ¡Así será, así es! Y así fue.
– Podríamos ir hacia ese poblado –sugerí. No estaba muy segura de donde quedaba, ni tampoco “que tan al este” se encontraría, por lo que me resultaría mucho mas conveniente ir acompañada de alguien que hubiera estado ahí antes–. El bardo a lo mejor hasta consigue ganar algunas monedas allí –esboce una media sonrisa–. Mi nombre es Lyath –me presente finalmente a todos.
– ¡Oh si, si! ¡Eso sería fantástico! –respondió el bardo con mucha alegría y un entusiasmo que se veía en pocas personas. Poco después, se acerco corriendo hacia la rubia y se ofreció–. ¡Yo también puedo ayudarte a cavar un hoyo! Normalmente se me da mucho mejor la música, la poesía y las cosas bonitas, pero cuando hay que cavar, cavo con esmero. ¡Créeme! ¡De verdad!
Me quede entonces un rato largo mirando a la mujer que acompañaba a la rubia. Había estado ligeramente más callada al principio. No la culpaba, parecía que todos los demás a nuestro alrededor parecían tener mas control de la situación que nosotras mismas. Sin embargo, algo en sus palabras me llamo especialmente la atención. Algo de suma importancia.
– ¿Conocéis bien el norte, has dicho? –pregunte mirándola a ella–. Es precisamente hacia donde intento ir. Pero hasta hace unos días no tenia la menor idea de que había acabado tan al sur. No he venido aquí por voluntad, por lo que poco es lo que se de estas tierras. Solo quiero alejarme de Lunargenta y llegar a la tundra, al norte, lo antes posible. Me esperan.
Busque entre mis pertenencias. De la pequeña bolsita donde había guardado las frutas que había encontrado, extraje una manzana y comencé a comerla despacio. Mientras, miraba a mi alrededor; nunca había estado allí, y aunque había leído respecto a aquellos bosques en el libro de cartografía que me había prestado mi madre en una ocasión, no habría imaginado que serian tan inmensos; ni que fuera tan fácil perderse en ellos. El bardo me distrajo de mis pensamientos, lanzando una repentina exclamación.
– ¡Reunión familiar! Esto ha sido un encuentro fortuito. ¡El destino, el destino! ¡Así será, así es! Y así fue.
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
Una niña que quisiera aprender cosas de supervivencia y a cazar, a ojos del Mausu, era algo sumamente admirable, conocer todas esas cosas la haría una mejor sobreviviente, y si era bueno en eso llegaría a ser una adulta fuerte e independiente que podría tener muchos hijos igual de fuertes que ella. Amit veía con muy buenos ojos todo eso, y por consiguiente, consideraba que su madre había hecho un muy buen trabajo criándola.
-No debes preocuparte, joven Lavey – Le dijo el ratón mientras movía la nariz de un lado a otro, pensando con velocidad – Puedo enseñarte a hacer trampas con cosas que tenemos por el bosque ¿Quieres que te enseñe? Podríamos cazar algo y cocinarlo luego para tu madre –
El ratón entró rápidamente en confianza con la niña, cuidar a los más pequeños era el deber de todo buen Mausu. De todos modos parecía ser que todos iban a ir en dirección al pueblo, así que tendrían tiempo en el camino para practicar con trampas y demás cosas relacionadas.
Amit miro las manos de Lavey con curiosidad, parecía querer tocarlo de nuevo, así que estiro la pata y apoyó palma contra palma.
-¡Tchik! ¿Mejor así? ¿Nunca habías visto a un Mausu? – Separó la pata de la mano de la chica y comenzó a cavar. Sus dedos eran pequeños, pero rápidos, y como se pasaba gran tiempo corriendo en cuatro patas, no se lastimaba ni sentía dolor alguno – Si, si, si, así estará bien, no tan profundo pero tampoco debe sobresalir – Tomo la trampa y la puso en el agujero, tapándola en seguida.
Luego se paró, sacudió las manos y luego el cuerpo completo, quitándose el polvo de su bello pelaje blanco. Amit ignoraba por completo lo que el bardo decía, había llegado a la conclusión de que el sujeto estaba loco, como todos los de su tipo, el Mausu no lograba comprender la prosa de los humanos.
-Esto no es una reunión familiar, no pertenecemos a la misma especie, deliras Bardo – Contestó Amit en muy mal tono, aunque no frunciendo el ceño porque, básicamente, no tenía cejas – Deja las tonterías y camina por delante, no confío en ti –
Era interesante que el mismo ratón que se mostraba tan amable y considerado con la niña fuera de pronto tan brusco con el resto, probablemente si alguno hubiese conocido de las costumbres de los Mausu les habría parecido más normal. Amit se quedó de pie a la espera que el bardo pasara adelante y solo luego de eso emprendió el camino hacia el pueblo que Reivy había mencionado.
Mientras iban caminando Amit miraba los alrededores, en primer lugar porque sabía que siempre había que estar alerta, pero además porque estaba buscando ramas y restos de lianas que pudieran servirle para mostrarle a la niña como se podía hacer una trampa sin necesidad de usar metal.
-Los Mausu no sabemos manejar bien los metales, no como lo hacen los humanos al menos, por eso nos la arreglamos con otro tipos de materiales – Se agachó y agarró una rama que aún estaba verde y por lo tanto era muy flexible – Cuando necesitamos un arma utilizamos lo que la naturaleza nos da, o sino tenemos que ir algún pueblo cercano para que nos fabriquen las cosas – Le contaba a Lavey con paciencia.
-No debes preocuparte, joven Lavey – Le dijo el ratón mientras movía la nariz de un lado a otro, pensando con velocidad – Puedo enseñarte a hacer trampas con cosas que tenemos por el bosque ¿Quieres que te enseñe? Podríamos cazar algo y cocinarlo luego para tu madre –
El ratón entró rápidamente en confianza con la niña, cuidar a los más pequeños era el deber de todo buen Mausu. De todos modos parecía ser que todos iban a ir en dirección al pueblo, así que tendrían tiempo en el camino para practicar con trampas y demás cosas relacionadas.
Amit miro las manos de Lavey con curiosidad, parecía querer tocarlo de nuevo, así que estiro la pata y apoyó palma contra palma.
-¡Tchik! ¿Mejor así? ¿Nunca habías visto a un Mausu? – Separó la pata de la mano de la chica y comenzó a cavar. Sus dedos eran pequeños, pero rápidos, y como se pasaba gran tiempo corriendo en cuatro patas, no se lastimaba ni sentía dolor alguno – Si, si, si, así estará bien, no tan profundo pero tampoco debe sobresalir – Tomo la trampa y la puso en el agujero, tapándola en seguida.
Luego se paró, sacudió las manos y luego el cuerpo completo, quitándose el polvo de su bello pelaje blanco. Amit ignoraba por completo lo que el bardo decía, había llegado a la conclusión de que el sujeto estaba loco, como todos los de su tipo, el Mausu no lograba comprender la prosa de los humanos.
-Esto no es una reunión familiar, no pertenecemos a la misma especie, deliras Bardo – Contestó Amit en muy mal tono, aunque no frunciendo el ceño porque, básicamente, no tenía cejas – Deja las tonterías y camina por delante, no confío en ti –
Era interesante que el mismo ratón que se mostraba tan amable y considerado con la niña fuera de pronto tan brusco con el resto, probablemente si alguno hubiese conocido de las costumbres de los Mausu les habría parecido más normal. Amit se quedó de pie a la espera que el bardo pasara adelante y solo luego de eso emprendió el camino hacia el pueblo que Reivy había mencionado.
Mientras iban caminando Amit miraba los alrededores, en primer lugar porque sabía que siempre había que estar alerta, pero además porque estaba buscando ramas y restos de lianas que pudieran servirle para mostrarle a la niña como se podía hacer una trampa sin necesidad de usar metal.
-Los Mausu no sabemos manejar bien los metales, no como lo hacen los humanos al menos, por eso nos la arreglamos con otro tipos de materiales – Se agachó y agarró una rama que aún estaba verde y por lo tanto era muy flexible – Cuando necesitamos un arma utilizamos lo que la naturaleza nos da, o sino tenemos que ir algún pueblo cercano para que nos fabriquen las cosas – Le contaba a Lavey con paciencia.
Amit'tek
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
-Bien, entonces seguidme. No tardaremos en llegar. -Le dije a Layth con amabilidad emprendiendo el viaje hacia la villa. -Si, el norte nos es familiar, hemos vivido gran parte de nuestra vida allí, pero ahora ya nada nos ata a ese lugar. -O casi nada, porque la verdad era que mis abuelos seguían vivos y no habían cambiado de casa.
Lavey quedo rezagada y al lado del simpático ratón. Le puso muy contenta que le ayudara con su pedido y aunque al bardo no le dio tiempo de ayudar también le dio las gracias.
-Si por favor. -Contesto entusiasmada ante la idea de Amit´tek. -Me encantaría que me enseñaras y... -Susurro cerca del Mausu. -Seria una sorpresa para mi madre si le traigo la cena.
Aquel tacto... las uñas rozando las yemas de la niña le hacían cosquilla, pero lo mas prodigio para la pequeña fue aguantarse las ganas de abrir la boca hasta formar una "O" -No, nunca. -Decía la rubia medio ida mientras el hombre-bestia de blanco pelaje cerraba el agujero.
-Y dime bardo. ¿Como terminaste perdido en medio del bosque?
Caminaba amenamente al lado de la mujer y del hombre, sin dejar de prestar atención a mi hija, lo que llegaban a mis oídos indicaba que estaba siendo cuidada con atención, pero nunca se sabe cuando Lavey puede hacer algo que desencadene una catástrofe.
-¿Quieres llegar a la tundra? -La pregunta iba dirigida a la mujer de piel morena. -Es un largo viaje... aunque claro, volando no se tarda tanto y las posibilidades de perderse son menores. ¿Porque al norte? Si se puede saber.
-Enséñame mas Amit. -Decía eufórica la joven, que ansiaba aprender cosas nuevas. -¿Como haces las trampas con ramas? ¿Y como sabes cuales son buenas? Hay muchos tipos de ramas verdes. -Lavey imito al ratón y busco una rama, pero la que encontró estaba llena de hojas y de pequeños frutos verdes. -¿Esta servirá? Si mi madre me deja... -Pronunciaba dubitativa la aprendiz de cazadora. -¿Querrías quedarte con nosotras y enseñarme mas cosas? Ella sabe construir cosas con madera, pero no sabes improvisar cosas con el bosque.
-¿Quien te a dicho que no sepa? -Pregunte levantando la voz y girando la cabeza. La joven al no esperarse esa pregunta se llevo las manos a la boca y comenzó a mirar a todos lados. -Si que se, pero te emocionaste tanto con ese trasto oxidado que no dije nada.
Lavey quedo rezagada y al lado del simpático ratón. Le puso muy contenta que le ayudara con su pedido y aunque al bardo no le dio tiempo de ayudar también le dio las gracias.
-Si por favor. -Contesto entusiasmada ante la idea de Amit´tek. -Me encantaría que me enseñaras y... -Susurro cerca del Mausu. -Seria una sorpresa para mi madre si le traigo la cena.
Aquel tacto... las uñas rozando las yemas de la niña le hacían cosquilla, pero lo mas prodigio para la pequeña fue aguantarse las ganas de abrir la boca hasta formar una "O" -No, nunca. -Decía la rubia medio ida mientras el hombre-bestia de blanco pelaje cerraba el agujero.
-Y dime bardo. ¿Como terminaste perdido en medio del bosque?
Caminaba amenamente al lado de la mujer y del hombre, sin dejar de prestar atención a mi hija, lo que llegaban a mis oídos indicaba que estaba siendo cuidada con atención, pero nunca se sabe cuando Lavey puede hacer algo que desencadene una catástrofe.
-¿Quieres llegar a la tundra? -La pregunta iba dirigida a la mujer de piel morena. -Es un largo viaje... aunque claro, volando no se tarda tanto y las posibilidades de perderse son menores. ¿Porque al norte? Si se puede saber.
-Enséñame mas Amit. -Decía eufórica la joven, que ansiaba aprender cosas nuevas. -¿Como haces las trampas con ramas? ¿Y como sabes cuales son buenas? Hay muchos tipos de ramas verdes. -Lavey imito al ratón y busco una rama, pero la que encontró estaba llena de hojas y de pequeños frutos verdes. -¿Esta servirá? Si mi madre me deja... -Pronunciaba dubitativa la aprendiz de cazadora. -¿Querrías quedarte con nosotras y enseñarme mas cosas? Ella sabe construir cosas con madera, pero no sabes improvisar cosas con el bosque.
-¿Quien te a dicho que no sepa? -Pregunte levantando la voz y girando la cabeza. La joven al no esperarse esa pregunta se llevo las manos a la boca y comenzó a mirar a todos lados. -Si que se, pero te emocionaste tanto con ese trasto oxidado que no dije nada.
Reivy Abadder
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
El bardo se quedó mirando de reojo a la mujer que había mostrado más interés que el pequeño ratón. Esbozo una amplísima sonrisa y se movió como si danzara sobre sí mismo.
– ¡Pues! Lo cierto es que estaba marchando junto con un grupo de mercaderes. Me dirigía hacia un pueblo costero, con la intención de deleitar a las gentes con mis más hermosos cantares y así ganar algo de dinero. Pero parece que se fueron sin mí, mientras descansaba plácidamente durante la noche.
– ¿Te abandonaron? –pregunte entonces.
– ¡No, no! Seguro que no se dieron cuenta. Hay personas realmente distraídas. Jamás me abandonarían. ¿Como puedes pensar algo así?
La misma mujer que había preguntado al bardo, se dirigió entonces a mí. Me menciono lo largo que podía llegar a ser ese viaje. También menciono la posibilidad de ir volando; claro, aquello habría sido mucho más sencillo. Sin embargo, no había llegado a aprender o a tener practica suficiente con ello como para poder hacer uso de esa habilidad. Había aprendido a pelear, mis padres se habían ocupado de que siguiera ese camino, sin embargo, el dragón que guardaba en mis adentros no podía salir, salvo si era extremadamente necesario. En aquella situación, podía pensar que era extremadamente necesario; habría sido lo más sencillo, simplemente transformarme y marchar hacia el norte sin más dilación. Sin embargo, no sabía cómo hacerlo, no tenía control de ello y no sabía si sería capaz de aguantar un viaje tan largo en esa forma. Por el momento, mi única alternativa era avanzar a pie, tal vez encontrando los caminos más rápidos o quizás haciendo como aquel bardo y haciendo uso de algunos mercaderes o viajeros. Ya estaba lo suficientemente lejos de aquella espantosa ciudad como para poder sentirme más tranquila, y darme la posibilidad de plantear que dirección tomar.
– Volar no es una opción –fue lo primero que dije–. Pero sí, quiero llegar a la tundra. Allí está mi casa, y mi familia. Alguien me trajo aquí, nunca había estado tan lejos, y este no es mi lugar.
Una brisa de aire frio se filtró entre los árboles, pasando a nuestro alrededor. Elevé la vista al cielo y luego volví a mirar a los presentes, en especial al hombre ratón. Mentiría si dijera que no me encontraba sorprendida por haber conocido a aquella criatura. Era un ser de apariencia tan tierna, tan semejante a un ratón, pero con un razonamiento impresionante. Y cuanto más hablaba, más sorprendente me resultaba su inteligencia.
– ¿Eres un “mausu”? ¿Los seres como tú se llaman así?
– ¡Quiero cantar! –dijo de repente el bardo, mientras se movía grácilmente y bailoteaba a nuestro alrededor.
– ¡Pues! Lo cierto es que estaba marchando junto con un grupo de mercaderes. Me dirigía hacia un pueblo costero, con la intención de deleitar a las gentes con mis más hermosos cantares y así ganar algo de dinero. Pero parece que se fueron sin mí, mientras descansaba plácidamente durante la noche.
– ¿Te abandonaron? –pregunte entonces.
– ¡No, no! Seguro que no se dieron cuenta. Hay personas realmente distraídas. Jamás me abandonarían. ¿Como puedes pensar algo así?
La misma mujer que había preguntado al bardo, se dirigió entonces a mí. Me menciono lo largo que podía llegar a ser ese viaje. También menciono la posibilidad de ir volando; claro, aquello habría sido mucho más sencillo. Sin embargo, no había llegado a aprender o a tener practica suficiente con ello como para poder hacer uso de esa habilidad. Había aprendido a pelear, mis padres se habían ocupado de que siguiera ese camino, sin embargo, el dragón que guardaba en mis adentros no podía salir, salvo si era extremadamente necesario. En aquella situación, podía pensar que era extremadamente necesario; habría sido lo más sencillo, simplemente transformarme y marchar hacia el norte sin más dilación. Sin embargo, no sabía cómo hacerlo, no tenía control de ello y no sabía si sería capaz de aguantar un viaje tan largo en esa forma. Por el momento, mi única alternativa era avanzar a pie, tal vez encontrando los caminos más rápidos o quizás haciendo como aquel bardo y haciendo uso de algunos mercaderes o viajeros. Ya estaba lo suficientemente lejos de aquella espantosa ciudad como para poder sentirme más tranquila, y darme la posibilidad de plantear que dirección tomar.
– Volar no es una opción –fue lo primero que dije–. Pero sí, quiero llegar a la tundra. Allí está mi casa, y mi familia. Alguien me trajo aquí, nunca había estado tan lejos, y este no es mi lugar.
Una brisa de aire frio se filtró entre los árboles, pasando a nuestro alrededor. Elevé la vista al cielo y luego volví a mirar a los presentes, en especial al hombre ratón. Mentiría si dijera que no me encontraba sorprendida por haber conocido a aquella criatura. Era un ser de apariencia tan tierna, tan semejante a un ratón, pero con un razonamiento impresionante. Y cuanto más hablaba, más sorprendente me resultaba su inteligencia.
– ¿Eres un “mausu”? ¿Los seres como tú se llaman así?
– ¡Quiero cantar! –dijo de repente el bardo, mientras se movía grácilmente y bailoteaba a nuestro alrededor.
Lyath
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
Era normal que el resto del grupo no supiera nada sobre los Mausu, no eran un pueblo tan numeroso, y en líneas generales se mantenían dentro de lo que era la zona oeste del mapa, partes poco concurridas por las demás razas. Amit era explorador, una profesión poco común entre los suyos, pero considerada de enorme valor para la tribu, ya que eran los que proveían al poblado de objetos de valor que pudieran intercambiar o utilizar.
-Pues seré el primero entonces - Amit hizo una especie de sonido que podría interpretarse como una risa - Tengo muchos hijos de tu misma edad, les he enseñado a cazar también, es importante que las crías sepan valerse por sí mismas - Un cachorro que sabía conseguirse su propia comida y construirse un buen refugio nunca tendría que preocuparse por quedar desvalida.
Mientras caminaban el Mausu agarró varias ramas más, siempre comprobaba que no se partieran al doblarlas y que volvieran a su forma una vez que las soltaba. Le fue pasando varias a Lavey porque estaba seguro que rompería algunas antes de lograr hacerlo bien.
-Reconoces a las que son buenas por su olor - Respondió el ratón señalando su enorme nariz - Tchik, aunque en tu caso eso no será posible, así que deberás agarrarlas, doblarlas tanto como puedas para asegurarte que no se rompen y luego hacerlas un nudo de esta manera - Le mostró cómo le hacía un nudo corredizo, pero conservando la forma de un lazo - Luego necesitas.... -
El roedor miro por los alrededores, la otra pieza que necesitaba era algo más difícil de conseguir, pero luego de mirar los árboles durante unos minutos encontró una que le servía, aunque estaba un poco alto. Amit se detuvo y luego de calcular un poco dio un salto y se colgó de una rama, sacudió las patitas de atrás para sacudirla y lograr así romperla. La parte que quedó en sus manos, luego de sacarle los brotes que sobraban, tenía forma de Y.
-Esa podría servir - Respondió Amit, señalando la rama que había agarrado la niña - Pero debes quitarle todas las cosas que tiene de más - Le dijo en referencia a los frutos - Bien, bien, ya casi tenemos todo, solo nos falta algo que pudiera servirnos de hilo - Eso sería más complicado de buscar, así que por cuestiones puramente didácticas el Mausu sacó un hilo de su mochila - Ya tenemos todo -
Las dos mujeres que estaban más adelante parecían estar interesadas en el ratón, Amit intentaba esquivar sus miradas, mientras movía los bigotes incómodo.
-¿Quedarme con ustedes? ¿Cuánto tiempo sería eso? Tengo que regresar con mi familia, mi esposa y mis hijos me esperan - Pero el roedor no quería decepcionar a la niña así que agregó - Estaremos juntos durante varias horas más ¡Tchik! Y durante ese tiempo te enseñaré todo lo que quieras ¿De acuerdo?-
Ahora era la otra mujer la que hacía preguntas, Amit pasó totalmente por alto el comentario incoherente del bardo y se concentró en Lyath.
-Sí, así es como se llama mi tribu, Los Mausu. Sé que el nombre genérico sería... - Parecía buscar una palabra, pero sin demasiado éxito, así que sacó su cuaderno y pasó rápido las hojas hasta que encontró lo que buscaba - “Hombre-Bestia”, pero somos todos demasiado diferentes como para poder denominarnos así -
-Pues seré el primero entonces - Amit hizo una especie de sonido que podría interpretarse como una risa - Tengo muchos hijos de tu misma edad, les he enseñado a cazar también, es importante que las crías sepan valerse por sí mismas - Un cachorro que sabía conseguirse su propia comida y construirse un buen refugio nunca tendría que preocuparse por quedar desvalida.
Mientras caminaban el Mausu agarró varias ramas más, siempre comprobaba que no se partieran al doblarlas y que volvieran a su forma una vez que las soltaba. Le fue pasando varias a Lavey porque estaba seguro que rompería algunas antes de lograr hacerlo bien.
-Reconoces a las que son buenas por su olor - Respondió el ratón señalando su enorme nariz - Tchik, aunque en tu caso eso no será posible, así que deberás agarrarlas, doblarlas tanto como puedas para asegurarte que no se rompen y luego hacerlas un nudo de esta manera - Le mostró cómo le hacía un nudo corredizo, pero conservando la forma de un lazo - Luego necesitas.... -
El roedor miro por los alrededores, la otra pieza que necesitaba era algo más difícil de conseguir, pero luego de mirar los árboles durante unos minutos encontró una que le servía, aunque estaba un poco alto. Amit se detuvo y luego de calcular un poco dio un salto y se colgó de una rama, sacudió las patitas de atrás para sacudirla y lograr así romperla. La parte que quedó en sus manos, luego de sacarle los brotes que sobraban, tenía forma de Y.
-Esa podría servir - Respondió Amit, señalando la rama que había agarrado la niña - Pero debes quitarle todas las cosas que tiene de más - Le dijo en referencia a los frutos - Bien, bien, ya casi tenemos todo, solo nos falta algo que pudiera servirnos de hilo - Eso sería más complicado de buscar, así que por cuestiones puramente didácticas el Mausu sacó un hilo de su mochila - Ya tenemos todo -
Las dos mujeres que estaban más adelante parecían estar interesadas en el ratón, Amit intentaba esquivar sus miradas, mientras movía los bigotes incómodo.
-¿Quedarme con ustedes? ¿Cuánto tiempo sería eso? Tengo que regresar con mi familia, mi esposa y mis hijos me esperan - Pero el roedor no quería decepcionar a la niña así que agregó - Estaremos juntos durante varias horas más ¡Tchik! Y durante ese tiempo te enseñaré todo lo que quieras ¿De acuerdo?-
Ahora era la otra mujer la que hacía preguntas, Amit pasó totalmente por alto el comentario incoherente del bardo y se concentró en Lyath.
-Sí, así es como se llama mi tribu, Los Mausu. Sé que el nombre genérico sería... - Parecía buscar una palabra, pero sin demasiado éxito, así que sacó su cuaderno y pasó rápido las hojas hasta que encontró lo que buscaba - “Hombre-Bestia”, pero somos todos demasiado diferentes como para poder denominarnos así -
Amit'tek
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
La cada día menos niña, Lavey, prestaba toda su atención en las enseñanzas del ratón. Con la rama en la mano la cazadora rebusco en su mochila hasta dar con una punta de flecha, clavo el filo en la corteza de la flexible madera y comenzó a sacar hojas y frutos. -Yo se hacer cuerdas. -Decía entusiasmada y con los ojos brillantes. -Pero tendría que conseguir una rama muy larga. Mmmm... -La pequeña se quedo pensativa, golpeándose la barbilla con la punta de la flecha. -Me lo apuntare para hacer algunos en mi tiempo libre, así luego las puedo reutilizar.
Unos metros por delante me encontraba yo, sonriendo con cara de circunstancia ante los estrafalarios movimientos del bardo. Desde luego no se podía negar que era un hombrecillo que irradiaba pura felicidad y que se desentendía de todo lo malo de su alrededor. Un poco esta bien, pero mucho cansa. Pensaba mientras veía al bardo afinar su laúd, cada vez comprendía mejor porque los mercaderes se habían "olvidado" al trovador.
Al lado del camino había un arbusto con ramas rotas y medio apartado de su lugar de crecimiento original, el que hubiera mirado por los resquicios de sus hojas se habría percatado de la existencia de una hoguera apagada y algunos utensilios de cocina, que hacían compañía a una tienda de campaña rudimentaria. -En poco tiempo estaremos en el pueblo. -Informe a los compañeros con una sonrisa y un movimiento de mano que señalaba la dirección.
Lavey también lo sabia, pero aquello no la hacia muy feliz. Ella quería seguir en el bosque, quería aprender cosas de su nuevo amigo y quería cazar para su madre. Todos aquellos pensamientos quedaron plasmados en nerviosos movimientos, que iban desde el simple movimiento de ojos hasta el recurrido enredo de pelo en los dedos. La pequeña termino quedándose en el que mas la confortaba, sujetar la punta de flecha entre el pulgar y el indice y darle vueltas sobre el eje improvisado con la otra mano. -Amit... yo no quiero ir, me gusta mas el bosque. -Para cuando la pequeña se decidió a hablar la entrada del pueblo se dejaba ver entre los arboles del sendero. -Los pueblos son aburridos.
La pequeña comunidad se hacia hueco entre la montaña. Era un pequeño pueblo con 10 o 15 casas que poco a poco se iba comiendo el bosque, con poco que se mirara enseguida se veía que era un pueblo de leñadores. Los troncos se apilaban cerca de las casas y el serrín se olía en el ambiente.
-Bueno, pues ya hemos llegado. La taberna esta en el lado norte de la villa.
_________
OffRol: Perdon el retraso, tuve una semana complicada.
Unos metros por delante me encontraba yo, sonriendo con cara de circunstancia ante los estrafalarios movimientos del bardo. Desde luego no se podía negar que era un hombrecillo que irradiaba pura felicidad y que se desentendía de todo lo malo de su alrededor. Un poco esta bien, pero mucho cansa. Pensaba mientras veía al bardo afinar su laúd, cada vez comprendía mejor porque los mercaderes se habían "olvidado" al trovador.
Al lado del camino había un arbusto con ramas rotas y medio apartado de su lugar de crecimiento original, el que hubiera mirado por los resquicios de sus hojas se habría percatado de la existencia de una hoguera apagada y algunos utensilios de cocina, que hacían compañía a una tienda de campaña rudimentaria. -En poco tiempo estaremos en el pueblo. -Informe a los compañeros con una sonrisa y un movimiento de mano que señalaba la dirección.
Lavey también lo sabia, pero aquello no la hacia muy feliz. Ella quería seguir en el bosque, quería aprender cosas de su nuevo amigo y quería cazar para su madre. Todos aquellos pensamientos quedaron plasmados en nerviosos movimientos, que iban desde el simple movimiento de ojos hasta el recurrido enredo de pelo en los dedos. La pequeña termino quedándose en el que mas la confortaba, sujetar la punta de flecha entre el pulgar y el indice y darle vueltas sobre el eje improvisado con la otra mano. -Amit... yo no quiero ir, me gusta mas el bosque. -Para cuando la pequeña se decidió a hablar la entrada del pueblo se dejaba ver entre los arboles del sendero. -Los pueblos son aburridos.
La pequeña comunidad se hacia hueco entre la montaña. Era un pequeño pueblo con 10 o 15 casas que poco a poco se iba comiendo el bosque, con poco que se mirara enseguida se veía que era un pueblo de leñadores. Los troncos se apilaban cerca de las casas y el serrín se olía en el ambiente.
-Bueno, pues ya hemos llegado. La taberna esta en el lado norte de la villa.
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Reivy Abadder
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
Me mantuve callada mientras caminábamos heno dirección al poblado. Lo único que necesitaba era comprar algunos útiles para el resto de mi trayecto, también orientarme un poco. Especialmente eso, orientarme un poco. Estaba extremadamente perdida, y aunque había tratado de continuar mi camino hacia el norte, comenzaba a no estar muy segura de estar siguiendo la dirección correcta.
– Genial –dije en cuanto me informaron de que no quedaba mucho para llegar al poblado–. Si, ya veo algunas de las casas –sonreí.
Era más una villa que un poblado. No había muchas casas, y estas no se distinguían unas de otras. Quiero decir, no habría sabido decir cuál era la taberna, cuál era la herrería, cuáles eran los establos… bueno, eso en realidad estaba bastante claro, solo hacía falta ver el enorme hocico de aquellos hermosos caballos. Parecían estar saludando, mirándonos con curiosidad a medida que nos adentrábamos en el poblado. Había alguna que otra persona caminando alrededor. Un hombre de enorme panza paseaba mientras se limpiaba con una mano el sudor de la frente, y con la otra sujetaba un rastrillo enorme. Se acerco a los establos y dejando a un lado el rastrillo, acaricio uno de los caballos. El bardo camino en dirección a aquel hombre, con una sonrisa gigantesca. Se le lanzo a los brazos desde atrás, rodeándolo por la cintura y soltando u un agudo grito de alegría.
– Pero qué demonios? –Protesto el campesino.
– Alegría! ¡Alegría! ¡He llegado! ¡He llegado! No te imaginas lo tanto que me han esperado. ¡Tu espera hasta que haya cantado! –Dijo el bardo.
– Que rima tan espantosa –proteste yo, mientras miraba la extraña escena.
El campesino empujo al bardo, alejándolo de él y haciendo que este cayera al suelo. El bardo se puso en pie, se sacudió la ropa y tras estar unos segundos con el ceño fruncido, volvió a mostrar aquella gigantesca sonrisa de alegría. El campesino entonces dirigió la mirada hacia nosotros.
– Que ha bebido este individuo? Es temporada de setas, pero creía que eran más difíciles de encontrar… –dijo.
Me acerque pasaderamente hasta el campesino.
– Para el poco tiempo que lo conozco, creo que esa es su forma natural de ser –esboce una media sonrisa. Entonces me volví seria, aprovecharía aquel primer contacto para agilizar todo–. ¿Podría decirme donde se encuentra una taberna? O algún lugar donde pueda comprar algunos alimentos y algunas cosas para viajar.
– Ah, si –dijo él. Me coloco una mano en el hombro y con su otra mano señalo una de las casas. Bueno, en realidad, señalo en dirección a dos casas, no estaba muy segura de cuál de las dos seria aquella que quería enseñarme–. En la parte superior de la puerta, hay un pequeño letrero que dice «cosas bonitas, muchas cosas bonitas». Ahí puedes encontrar todo lo que necesites. O casi todo.
– Cosas bonitas, por lo menos –murmure jocosamente–. De acuerdo, muchas gracias, voy a ir allí -Dirigí la mirada hacia Reyvi y compañía–. ¿Me disculpáis un momento? Solo tardare unos minutos. Por favor, no os vayáis todavía.
Lo cierto es que tenía especial interés en Reyvi, dado que había mencionado que conocía el norte, sabia como llegar y posiblemente pudiera ayudarme al menos a avanzar una pequeña parte del camino, suficiente como para que pudiera emprender mi camino con seguridad. Al mismo tiempo, el Mausu su me había despertado un especial interés, aunque todavía no estaba segura de por qué.
Me dirigí hacia las dos casas que el campesino había señalado. Me volví un momento y me di cuenta de que él todavía me estaba observando. Hizo un gesto con las manos, como haciéndome saber que debía continuar, acercarme más a la casa. Entonces continué caminando. Continúo haciendo aquellos gestos, y continué caminando. Siguió haciéndolo hasta que me encontré en la segunda edificación, la que había as lejos. Mire la puerta, y en efecto, allí estaba aquel cartelito que rezaba «cosas, muchas cosas bonitas». Alguien había escrito, posiblemente rajando el cartel con un cuchillo «y baratas…».
Entre en el edificio y eche un vistazo rápido. Había algunas mesas, aunque no había nadie en ellas. Y más allá, un amplio mostrador con una mujer que reposaba su rostro sobre sus hombros, con los ojos completamente cerrados y dejando escapar leves ronquidos. Me acerqué sin hacer mucho ruido, y una vez me encontré justo frente a ella, di unos leves golpecitos al mostrador. La mujer se levantó precipitadamente, abriendo los ojos grandes campo platos. Se quedo mirándome durante unos segundos, todavía en shock y en apariencia perpleja, y finalmente decidió hablar.
– Oh, si, disculpa, ¡sí! Muy buenos días, señorita.
– Saludos. Necesitaría comprar algunas cosas. Comida, tal vez algunas herramientas, pedernal… ¿podría enseñarme lo que tiene? –Pedí amablemente.
– Por supuesto! Mira, querida, dame un instante.
Se alejo del mostrador y camino hacia atrás. Detrás del mostrador había una amplia sala con varias mesas. Acerco una de las mesas, que tenía pequeñas ruedas en sus patas. Sobre la mesa, había jamón, queso, pan de centeno, ¿varias botellas con… sidra tal vez? Y otras comidas. También había una jarra enorme cerrada que en el frente tenía la inscripción «sopa fría». Se alejo nuevamente y acerco otra de las mesas. Ene seta había de todo un poco, era un desorden total. Había herramientas por doquier. Tijeras, sobre todo muchísimas hitaras. Pero también cuchillos, cucharas, mascaras cuya función no supe adivinar. También había algo de ropa de lana, trozos de tela, trozos de cuero. En general, un montón de cosas desordenadas.
Escogí de entre la comida jamón, sería más fácil de mantener que el queso. También algo de pan de centeno, que con suerte duraría algunos días sin endurecerse. De entre el otro montón, pedir que buscara pedernal, un cuchillo, y algo de ropa. En aquella región hacía calor, pero no sucedía lo mismo con el norte; sabía que a la larga acabaría agradeciéndolo. Pague con el dinero que había robado a los secuestradores de los que Ircan y Bruna me habían liberado. Entonces pedí algunas señas a la mujer, que me supo explicarme lo suficientemente bien como para hacerme una idea de hacia donde debía dirigirme, pero no tanto como para confinar en continuar mi camino sola. Salí fuera a buscar al pequeño grupo de nuevos conocidos.
Di varias zancadas hasta llegar a Reyvi.
– Todo listo. Podemos regresar al bosque si queréis. –Lo dije especialmente por la pequeña, que parecía que no gustaba de los poblados y prefería mantenerse en el bosque cazando, aprendiendo sobre lo que el Mausu su estaba dispuesto a enseñarle. No quería interrumpir aquello, por lo que estaba lista para regresar al bosque. Entonces, intentaría acercarme un poco a Reyvi y preguntarle respecto al norte, posiblemente ella podría ayudarme mucho más que aquella mujer.
(había pensado que ahora la nena y el Mausu se peón a cazar y Lyath entabla conversación con Reivy para saber del norte, y de los dragones y demás. Reivy, eres el primer dragón que Lyath conoce, aparte de sus padres.)
– Genial –dije en cuanto me informaron de que no quedaba mucho para llegar al poblado–. Si, ya veo algunas de las casas –sonreí.
Era más una villa que un poblado. No había muchas casas, y estas no se distinguían unas de otras. Quiero decir, no habría sabido decir cuál era la taberna, cuál era la herrería, cuáles eran los establos… bueno, eso en realidad estaba bastante claro, solo hacía falta ver el enorme hocico de aquellos hermosos caballos. Parecían estar saludando, mirándonos con curiosidad a medida que nos adentrábamos en el poblado. Había alguna que otra persona caminando alrededor. Un hombre de enorme panza paseaba mientras se limpiaba con una mano el sudor de la frente, y con la otra sujetaba un rastrillo enorme. Se acerco a los establos y dejando a un lado el rastrillo, acaricio uno de los caballos. El bardo camino en dirección a aquel hombre, con una sonrisa gigantesca. Se le lanzo a los brazos desde atrás, rodeándolo por la cintura y soltando u un agudo grito de alegría.
– Pero qué demonios? –Protesto el campesino.
– Alegría! ¡Alegría! ¡He llegado! ¡He llegado! No te imaginas lo tanto que me han esperado. ¡Tu espera hasta que haya cantado! –Dijo el bardo.
– Que rima tan espantosa –proteste yo, mientras miraba la extraña escena.
El campesino empujo al bardo, alejándolo de él y haciendo que este cayera al suelo. El bardo se puso en pie, se sacudió la ropa y tras estar unos segundos con el ceño fruncido, volvió a mostrar aquella gigantesca sonrisa de alegría. El campesino entonces dirigió la mirada hacia nosotros.
– Que ha bebido este individuo? Es temporada de setas, pero creía que eran más difíciles de encontrar… –dijo.
Me acerque pasaderamente hasta el campesino.
– Para el poco tiempo que lo conozco, creo que esa es su forma natural de ser –esboce una media sonrisa. Entonces me volví seria, aprovecharía aquel primer contacto para agilizar todo–. ¿Podría decirme donde se encuentra una taberna? O algún lugar donde pueda comprar algunos alimentos y algunas cosas para viajar.
– Ah, si –dijo él. Me coloco una mano en el hombro y con su otra mano señalo una de las casas. Bueno, en realidad, señalo en dirección a dos casas, no estaba muy segura de cuál de las dos seria aquella que quería enseñarme–. En la parte superior de la puerta, hay un pequeño letrero que dice «cosas bonitas, muchas cosas bonitas». Ahí puedes encontrar todo lo que necesites. O casi todo.
– Cosas bonitas, por lo menos –murmure jocosamente–. De acuerdo, muchas gracias, voy a ir allí -Dirigí la mirada hacia Reyvi y compañía–. ¿Me disculpáis un momento? Solo tardare unos minutos. Por favor, no os vayáis todavía.
Lo cierto es que tenía especial interés en Reyvi, dado que había mencionado que conocía el norte, sabia como llegar y posiblemente pudiera ayudarme al menos a avanzar una pequeña parte del camino, suficiente como para que pudiera emprender mi camino con seguridad. Al mismo tiempo, el Mausu su me había despertado un especial interés, aunque todavía no estaba segura de por qué.
Me dirigí hacia las dos casas que el campesino había señalado. Me volví un momento y me di cuenta de que él todavía me estaba observando. Hizo un gesto con las manos, como haciéndome saber que debía continuar, acercarme más a la casa. Entonces continué caminando. Continúo haciendo aquellos gestos, y continué caminando. Siguió haciéndolo hasta que me encontré en la segunda edificación, la que había as lejos. Mire la puerta, y en efecto, allí estaba aquel cartelito que rezaba «cosas, muchas cosas bonitas». Alguien había escrito, posiblemente rajando el cartel con un cuchillo «y baratas…».
Entre en el edificio y eche un vistazo rápido. Había algunas mesas, aunque no había nadie en ellas. Y más allá, un amplio mostrador con una mujer que reposaba su rostro sobre sus hombros, con los ojos completamente cerrados y dejando escapar leves ronquidos. Me acerqué sin hacer mucho ruido, y una vez me encontré justo frente a ella, di unos leves golpecitos al mostrador. La mujer se levantó precipitadamente, abriendo los ojos grandes campo platos. Se quedo mirándome durante unos segundos, todavía en shock y en apariencia perpleja, y finalmente decidió hablar.
– Oh, si, disculpa, ¡sí! Muy buenos días, señorita.
– Saludos. Necesitaría comprar algunas cosas. Comida, tal vez algunas herramientas, pedernal… ¿podría enseñarme lo que tiene? –Pedí amablemente.
– Por supuesto! Mira, querida, dame un instante.
Se alejo del mostrador y camino hacia atrás. Detrás del mostrador había una amplia sala con varias mesas. Acerco una de las mesas, que tenía pequeñas ruedas en sus patas. Sobre la mesa, había jamón, queso, pan de centeno, ¿varias botellas con… sidra tal vez? Y otras comidas. También había una jarra enorme cerrada que en el frente tenía la inscripción «sopa fría». Se alejo nuevamente y acerco otra de las mesas. Ene seta había de todo un poco, era un desorden total. Había herramientas por doquier. Tijeras, sobre todo muchísimas hitaras. Pero también cuchillos, cucharas, mascaras cuya función no supe adivinar. También había algo de ropa de lana, trozos de tela, trozos de cuero. En general, un montón de cosas desordenadas.
Escogí de entre la comida jamón, sería más fácil de mantener que el queso. También algo de pan de centeno, que con suerte duraría algunos días sin endurecerse. De entre el otro montón, pedir que buscara pedernal, un cuchillo, y algo de ropa. En aquella región hacía calor, pero no sucedía lo mismo con el norte; sabía que a la larga acabaría agradeciéndolo. Pague con el dinero que había robado a los secuestradores de los que Ircan y Bruna me habían liberado. Entonces pedí algunas señas a la mujer, que me supo explicarme lo suficientemente bien como para hacerme una idea de hacia donde debía dirigirme, pero no tanto como para confinar en continuar mi camino sola. Salí fuera a buscar al pequeño grupo de nuevos conocidos.
Di varias zancadas hasta llegar a Reyvi.
– Todo listo. Podemos regresar al bosque si queréis. –Lo dije especialmente por la pequeña, que parecía que no gustaba de los poblados y prefería mantenerse en el bosque cazando, aprendiendo sobre lo que el Mausu su estaba dispuesto a enseñarle. No quería interrumpir aquello, por lo que estaba lista para regresar al bosque. Entonces, intentaría acercarme un poco a Reyvi y preguntarle respecto al norte, posiblemente ella podría ayudarme mucho más que aquella mujer.
(había pensado que ahora la nena y el Mausu se peón a cazar y Lyath entabla conversación con Reivy para saber del norte, y de los dragones y demás. Reivy, eres el primer dragón que Lyath conoce, aparte de sus padres.)
Lyath
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
El Mausu podía entender el que la niña prefiriera quedarse en el bosque, para Amit también había sido muy difícil el adaptarse al estilo de vida de las ciudades humanas, tenían muchas costumbres, muchas reglas, y la memoria de los roedores era muy limitada. Por eso siempre llevaba un cuaderno donde anotar los detalles que se escapaban a su comprensión.
-¡Tchik! Es cierto, no son muy divertidos, pero también es necesario que aprendas a moverte en ellos – Amit iba haciendo nudos con una rama mientras hablaba – Cuando vayas a cazar algo, las partes que queden tendrás que venderlas, y para eso debes ir a las ciudades, y negociar un buen precio para que los comerciantes no se aprovechen de ti – Cuando estuvo satisfecho con lo redonda que había quedado la rama se la paso a Lavey – Así que, aunque sea aburrido, debes seguir a tu madre al pueblo y aprender como interactúa ella con los comerciantes –
Pronto llegaron al poblado, era en verdad pequeño, si Amit tenía que elegir entre eso y las grandes ciudades prefería lo primero, el tener poco movimiento alrededor le hacía acordar a cuando estaba en su tribu. El Mausu miro con desaprobación el accionar del bardo, negando con la cabeza en silencio.
Mientras la mujer se encargaba de sus asuntos, Amit le señalo a Lavey unos barriles que estaban a la sombra. El ratón dio vuelta un balde para si mismo y se sentó, invitando a la niña a que se acomode junto a él.
-Vamos a atar estas partes mientras esperamos ¡Tchik! Así cuando regresemos al bosque podremos ponerlo – Dicho eso se puso a mover los dedos con velocidad mientras anudaba las distintas partes de la trampa – Intenta que quede de esta manera –
Le pasó la cuerda y las ramas a la niña para que lo intentara sola, mientras miraba con atención y la corregía si daba algún giro que no correspondía. Amit levantó la vista y miro a Reivy.
-Has hecho un excelente trabajo con ella, es una jovencita muy bien educada – Hizo lo más parecido a lo que sería una sonrisa y agregó – Cuando llegue el momento de que consiga marido seguro tendrá muchos pretendientes, una madre que sepa cazar es muy bien valorada entre los Mausu ¿Es así entre los dragones también? – Si bien el roedor había viajado mucho, el norte era un territorio bastante desconocido para él, y su gente mucho más – Si no se dirigían hacia el norte ¿A dónde iban? ¿Son comerciantes? –
No tenían ni mochilas, ni carros, pero quizás era porque ya habían vendido todo, o tal vez habían tenido una mala racha y les habían robado. Amit vio como la mujer que había ido a buscar provisiones regresaba.
-Bien, regresemos entonces, será mejor que nos apuremos antes de que el bardo nos vea y quiera seguirnos nuevamente ¡Tchik! - El ratón se puso de pie y empezó a caminar hacia la salida del pueblo – Los acompañare durante parte del trayecto, pero antes del anochecer tendré que regresar a mi camino – Amit solo quería ser considerado con Lavey, no tenía nada que hacer en esa dirección, pero la jovencita parecía estar muy ilusionada con la idea de cazar.
-¡Tchik! Es cierto, no son muy divertidos, pero también es necesario que aprendas a moverte en ellos – Amit iba haciendo nudos con una rama mientras hablaba – Cuando vayas a cazar algo, las partes que queden tendrás que venderlas, y para eso debes ir a las ciudades, y negociar un buen precio para que los comerciantes no se aprovechen de ti – Cuando estuvo satisfecho con lo redonda que había quedado la rama se la paso a Lavey – Así que, aunque sea aburrido, debes seguir a tu madre al pueblo y aprender como interactúa ella con los comerciantes –
Pronto llegaron al poblado, era en verdad pequeño, si Amit tenía que elegir entre eso y las grandes ciudades prefería lo primero, el tener poco movimiento alrededor le hacía acordar a cuando estaba en su tribu. El Mausu miro con desaprobación el accionar del bardo, negando con la cabeza en silencio.
Mientras la mujer se encargaba de sus asuntos, Amit le señalo a Lavey unos barriles que estaban a la sombra. El ratón dio vuelta un balde para si mismo y se sentó, invitando a la niña a que se acomode junto a él.
-Vamos a atar estas partes mientras esperamos ¡Tchik! Así cuando regresemos al bosque podremos ponerlo – Dicho eso se puso a mover los dedos con velocidad mientras anudaba las distintas partes de la trampa – Intenta que quede de esta manera –
Le pasó la cuerda y las ramas a la niña para que lo intentara sola, mientras miraba con atención y la corregía si daba algún giro que no correspondía. Amit levantó la vista y miro a Reivy.
-Has hecho un excelente trabajo con ella, es una jovencita muy bien educada – Hizo lo más parecido a lo que sería una sonrisa y agregó – Cuando llegue el momento de que consiga marido seguro tendrá muchos pretendientes, una madre que sepa cazar es muy bien valorada entre los Mausu ¿Es así entre los dragones también? – Si bien el roedor había viajado mucho, el norte era un territorio bastante desconocido para él, y su gente mucho más – Si no se dirigían hacia el norte ¿A dónde iban? ¿Son comerciantes? –
No tenían ni mochilas, ni carros, pero quizás era porque ya habían vendido todo, o tal vez habían tenido una mala racha y les habían robado. Amit vio como la mujer que había ido a buscar provisiones regresaba.
-Bien, regresemos entonces, será mejor que nos apuremos antes de que el bardo nos vea y quiera seguirnos nuevamente ¡Tchik! - El ratón se puso de pie y empezó a caminar hacia la salida del pueblo – Los acompañare durante parte del trayecto, pero antes del anochecer tendré que regresar a mi camino – Amit solo quería ser considerado con Lavey, no tenía nada que hacer en esa dirección, pero la jovencita parecía estar muy ilusionada con la idea de cazar.
Amit'tek
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
Lavey escuchaba al ratoncito aunque solo miraba las manos de su improvisado maestro, copiaba sus movimientos en la trampa que tenia entre los dedos y la miraba de vez en cuando. El sentido de la vista era importante, pero muchas veces jugaba malas pasadas, es por eso que la pequeña lagartija usaba el tacto para comprobar la solidez y la forma del artilugio.
-Tienes razón Amit. Reivy sabe muchas cosas, cuando estamos en casa me enseña a llevar las cuentas de la tienda.
La pequeña estaba orgullosa de su tutora, pero no era la única orgullosa en el grupo, su madre también estaba orgullosa de ver como la joven avanzaba por el hilo de la vida.
Al llegar a poblado, no se... no pondría la mano en el fuego, pero estaba segura de que todos respiramos aliviados cuando vimos al juglar irse hacia la taberna. Le hice unas señas a Lyath dejandole entender que la esperaríamos fuera y camine con parsimonia hacia los barriles donde estaban los dos cazadores. El mas pequeño encaramado al bidón y la mas grande sentada en el suelo, con la espalda apoyada sobre la madera y la cabeza levantada, para poder mirar a su nuevo amigo a la cara. Imitando al macho repose el cuerpo sobre el filo del contenedor y quede semi inclinada.
-Gracias. -Baje la mirada hacia el peludo bípedo y mire por unos instantes a Lavey, que estaba entretenida atando y asegurando que la trampa no se desmontara. -Nunca es fácil criar un retoño. Y mas cuando no estaba dentro de tus planes. -Sonreí sin darme cuenta, al pensar como conocí a la rubia. -Me encontré a esta pequeña en un torreón abandonado...
Me quede a media frase al oír los pretendientes. Mi hija ¿Casarse? le arrancaría la cabeza al sucio bastardo que le tocara un solo pelo. Pero... claro, algún día tenia que suceder. Carraspee al pensar en todo aquello, enfrié la mente y me comporte como una adulta que debe dar ejemplo.
-Alguien que sepa cazar siempre es bien valorado, ya que vaticina una buena comida todos los días. Pero entre los nuestros la gente es muy religiosa... quizás demasiado. Los mas importantes entre los dragones o son aristócratas o son sumos sacerdotes de los celestiales. Y hay una gran dinastía de guerreros consagrados a no cambiar nunca de forma, porque así lo dictan sus creencias. -Paro por un segundo, tanto para recuperar aire como para meditar sobre la sociedad de los dragones. -Creo que mi sociedad tiene la mente muy cuadrada. Nosotras dos estamos mas cómodas fuera de las murallas de la capital dragoniana.
-Yo, yo. -Irrumpió Lavey con su alegría característica. -Esa me la se. No somos comerciantes, pero tenemos una carpintería en Ulmer. Estamos regresando de un pueblecito donde estuve protegida durante la guerra. Tengo muchas ganas de llegar a casa.
La pequeña miraba desde abajo a los dos adultos, con la cabeza apoyada sobre el barril y una sonrisa enorme que no le cabia en la cara, Lavey todavía no había perdido la ilusión y la inocencia que toda criatura tiene durante la infancia.
-¿Conseguiste todo lo que querías? -Le pregunte amena a mi compatriota. Luego volví la vista hacia el hombre-bestia. -Si. Volvamos antes de que ese gallo vuelva por aquí. Si queréis algo de beber puedo llevaros a un arrollo que no queda lejos, si tenéis hambre, nos queda algo de estofado de anoche. Y...
-¡Yo quiero cazar! -Interrumpió Lavey. -Por faaaaa, quiero probar las trampas de Amit. -La pequeña miro al Mausu con una suplica silenciosa. Quería que el ratón fuera con ella de caza. -Y también se puede cazar.
En pocos minutos estuvimos fuera del pueblo y la linde del bosque nos recibía con sus conocidos aromas y sonidos. -Vey, no te alejes demasiado del campamento.
-Siiii. -Decía la pequeña sacándose el arco de la espalda y sujetando las trampas a su cinturón.
-Tienes razón Amit. Reivy sabe muchas cosas, cuando estamos en casa me enseña a llevar las cuentas de la tienda.
La pequeña estaba orgullosa de su tutora, pero no era la única orgullosa en el grupo, su madre también estaba orgullosa de ver como la joven avanzaba por el hilo de la vida.
Al llegar a poblado, no se... no pondría la mano en el fuego, pero estaba segura de que todos respiramos aliviados cuando vimos al juglar irse hacia la taberna. Le hice unas señas a Lyath dejandole entender que la esperaríamos fuera y camine con parsimonia hacia los barriles donde estaban los dos cazadores. El mas pequeño encaramado al bidón y la mas grande sentada en el suelo, con la espalda apoyada sobre la madera y la cabeza levantada, para poder mirar a su nuevo amigo a la cara. Imitando al macho repose el cuerpo sobre el filo del contenedor y quede semi inclinada.
-Gracias. -Baje la mirada hacia el peludo bípedo y mire por unos instantes a Lavey, que estaba entretenida atando y asegurando que la trampa no se desmontara. -Nunca es fácil criar un retoño. Y mas cuando no estaba dentro de tus planes. -Sonreí sin darme cuenta, al pensar como conocí a la rubia. -Me encontré a esta pequeña en un torreón abandonado...
Me quede a media frase al oír los pretendientes. Mi hija ¿Casarse? le arrancaría la cabeza al sucio bastardo que le tocara un solo pelo. Pero... claro, algún día tenia que suceder. Carraspee al pensar en todo aquello, enfrié la mente y me comporte como una adulta que debe dar ejemplo.
-Alguien que sepa cazar siempre es bien valorado, ya que vaticina una buena comida todos los días. Pero entre los nuestros la gente es muy religiosa... quizás demasiado. Los mas importantes entre los dragones o son aristócratas o son sumos sacerdotes de los celestiales. Y hay una gran dinastía de guerreros consagrados a no cambiar nunca de forma, porque así lo dictan sus creencias. -Paro por un segundo, tanto para recuperar aire como para meditar sobre la sociedad de los dragones. -Creo que mi sociedad tiene la mente muy cuadrada. Nosotras dos estamos mas cómodas fuera de las murallas de la capital dragoniana.
-Yo, yo. -Irrumpió Lavey con su alegría característica. -Esa me la se. No somos comerciantes, pero tenemos una carpintería en Ulmer. Estamos regresando de un pueblecito donde estuve protegida durante la guerra. Tengo muchas ganas de llegar a casa.
La pequeña miraba desde abajo a los dos adultos, con la cabeza apoyada sobre el barril y una sonrisa enorme que no le cabia en la cara, Lavey todavía no había perdido la ilusión y la inocencia que toda criatura tiene durante la infancia.
-¿Conseguiste todo lo que querías? -Le pregunte amena a mi compatriota. Luego volví la vista hacia el hombre-bestia. -Si. Volvamos antes de que ese gallo vuelva por aquí. Si queréis algo de beber puedo llevaros a un arrollo que no queda lejos, si tenéis hambre, nos queda algo de estofado de anoche. Y...
-¡Yo quiero cazar! -Interrumpió Lavey. -Por faaaaa, quiero probar las trampas de Amit. -La pequeña miro al Mausu con una suplica silenciosa. Quería que el ratón fuera con ella de caza. -Y también se puede cazar.
En pocos minutos estuvimos fuera del pueblo y la linde del bosque nos recibía con sus conocidos aromas y sonidos. -Vey, no te alejes demasiado del campamento.
-Siiii. -Decía la pequeña sacándose el arco de la espalda y sujetando las trampas a su cinturón.
Reivy Abadder
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Re: Encontrando un horizonte [3/3][Libre]
CERRADO POR ABANDONO
*Se restan 5 puntos a Lyath y se suman 2 puntos a Amit'tek y Reivy Abadder.
Zatch
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