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Mensaje  Asher Daregan Miér Ene 02 2019, 17:28


Dundarak, días atrás.

Mi rostro se ensombreció al leer el papel.

-La carta.- dije. -La envía Hibou.-

-¿Hibou el búho muerto? ¿El de la Caza?- preguntó Oshu. Asentí, respirando hondo. -¿Crees que viene de Bosne?-

-No. Sería más directo. O al menos lo haría menos evidente.- Pero, ¿cuanta gente sabía de mi encuentro con Hibou? Bo Cheng estaba muerto. Nate Halliman no tendría que usar un nombre falso. Ohm y Toriel eran de fiar. El resto... no tenía motivos. -Voy a enviarle una carta a Irirgo. Tengo que ir.-

-¿Qué? ¡Es una trampa!- protestó.

-Lo sé. Tenemos que aprovecharlo. Voy a ir preparado. Sea lo que sea, no podrá conmigo.- respondí, buscando papel y tinta. -Pero necesito que te quedes aquí.-

No respondió. Sin embargo, su mirada lo dejaba claro. No le estaba haciendo ninguna gracia.

-No sabemos lo que quieren. Si es sacarme de Dundarak para hacer algo... necesito a alguien de fiar por aquí. Quedas al mando mientras esté fuera.- declaré, empezando a escribir el mensaje. -Syl viene conmigo. Vamos a mostrarles por qué no se desafía a un Centinela.-


__________________________


-Aquí se está mejor.- dije, acomodándome sobre la cama. -El clima de Dundarak me aburre. Y el barco era insoportable.-

-Estás bastante tranquilo.- dijo Syl, alzando la mirada. Había estado sentado en la única silla de la habitación, manteniendo su atención en una figura de madera que llevaba tallando desde unos días atrás. Uno de sus pasatiempos, pero siempre me daba la sensación de que lo hacía para evitar pensar en algo. -Para haber recibido cartas de la ultratumba, quiero decir.-

-Debe ser por tu presencia. Me hace sentir seguro.- dije, esbozando media sonrisa. Media sonrisa por media broma. Me miró, arqueando una ceja. -¿Qué?-

-Tienes unos... veinte centímetros y 40 kilos más que yo. Al menos un artefacto ancestral, dos si cuentas a esa cosa que llamas "espada" que puedes invocar en el aire.- Hizo un gesto con la mano, señalando a nada en concreto. -Y eres uno de las cuatro personas que puede matar Jinetes. ¿Como soy yo el que te hace sentir seguro?-

-Mmmh... es por tu pelaje. Es tan suave que nada se atrevería a dañarlo.- reí, consciente de que no tenía ningún sentido. El gato chasqueó la lengua y dejó sus cosas en el escritorio para luego acercarse a la cama. Me encogí, fingiendo temor mientras venía hacia mi con expresión cruel.

-Mi pelo no es lo que deberías temer.- dijo, poniendo sus garras en gesto amenazador aún sin sacar las uñas. A continuación, colocó sus manos sobre ambos lados de mi abdomen y comenzó a hacerme cosquillas, manteniéndose firme pese a mis protestas.

Intenté protegerme, pero era inútil. Conocía la forma perfecta para conseguir torturarme. Giré sobre mi mismo entre risas, haciéndole acostarse sobre la cama, y aproveché para contraatacar. O intentarlo, al menos. Se detuvo, poniendo un rostro totalmente inexpresivo y permitiéndome probar todo lo que quería.

Le miré atentamente mientras buscaba algún punto que le hiciese cambiar la cara. No tuve éxito. No importaba donde frotase, no registraba ni la más mínima sonrisa. Era inmune.

-Esto no es justo.- dije, casi con lágrimas en los ojos de la risa. Seguí probando. Negó lentamente con la cabeza, manteniendo aquella mirada de desapruebo que forzaba. Moví los dedos hasta su cara, estirando las comisuras para forzarle sonreír.

-A esto ha llegado mi vida.- comentó.

-Podrías haberte quedado en Dalmasca.- repliqué. Acerqué mi cara a la suya y dejé que relajase su rostro. -Pero te habrías perdido esto.- Me besó, y sonrió de verdad.



[. . .]


Me desperté... en algún momento. Odiaba aquella sensación. Era como si siempre fuese a mitad de la noche, ya que las ventanas no dejaban entrar ni un atisbo de luz. Cualquiera pensaría que estaba regentado por simpatizantes de vampiros. Me levanté con cuidado, aún sabiendo que despertaría a Syl sin importar el poco ruido que hiciese, y abrí las ventanas.

-Oh, espíritus. La luz. Me quema. Agh.- me quejé. Confirmado: era de día. Muy, muy de día. ¿Cuantas horas habían pasado? Estaba descansado, sin duda.

El gato bostezó detrás de mi, estirándose plácidamente. Era raro que se despertase temprano.

-Buenos días.- dijo, rascándose la cabeza.

-Hola.- sonreí, acercándome y dándole otro beso en los labios. -Aún tenemos hasta mañana, ¿no?- No nos encontraríamos con Irirgo hasta entonces. No podíamos arriesgarnos solo nosotros dos, después de todo. -Vamos a cazar.-

-Oh. Vale. Echaba de menos los bosques.- admitió. -¿Que hay del desayuno?-

-A eso vamos. Se caza mejor con hambre.- sonreí.

[. . .]


-Puertas cerradas.- advirtió Syl. Un grupo de soldados estaba protegiendo la entrada de la ciudad. Había un grupo de gente cerca, al parecer hablando con uno de ellos. Un muro nunca nos había detenido, pero valía la pena investigar.

-Vamos.- dije, adelantándome.


Última edición por Asher Daregan el Jue Mar 21 2019, 12:12, editado 1 vez
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Mensaje  Karen Engeld Miér Ene 02 2019, 18:13

"Tras un tiempo en la ciudad de Lunargenta, estudiando el curso a seguir, he emprendido viaje hacia Vulwulfar. No es un mal destino tras dejar atrás la casa de mis padres por fin. No ha sido una estancia agradable, quitando el mercado y haber vuelto a ver a Ava. Espero que nos reencontremos de nuevo en algún momento. Por ahora debo centrarme en mi misión principal de encontrar a Eltrant.

He decidido cambiar la forma de buscarle. Está muy claro que siguiendo sus pasos siempre estaré por detrás. Aún si consigo llegar a la última ciudad en la que ha estado, siempre es tarde, no parece demorarse demasiado en ningún lugar específico. Y menos aún ahora, que parece que todo el mundo le busca. En estos momentos es más difícil que nunca dar con el humano. Por esto, he decidido recorrer Aerandir, recopilar tantos datos como pueda de sus lugares. Al final, la forma más sencilla de alcanzar tu objetivo, es poseyendo la mayor cantidad de información posible.

Esta nueva vía de pensamientos me ha traído a las puertas de la ciudad. Aún estando tan cerca de Lunargenta, nunca había tenido la oportunidad de explorarla hasta ahora. Ciudad de pescadores, con el puerto más grande de la zona y los barcos más rápidos. Allá donde los comerciantes de varios lugares se reúnen, elfos y licántropos sobretodo. Parece el mejor lugar cercano donde reunir la mayor cantidad de información posible.

Aquí, sentada en un árbol a la luz del sol, puedo observar cómo se aglomeran frente a las puertas de la ciudad varias caravanas élficas de comerciantes. Me pregunto qué ocurrirá ahí abajo, parecen estar impidiéndoles el paso a la ciudad. No será porque las calles no sean lo suficientemente anchas, en pocos lugares he visto unas tan amplias."


La bruja suspira y se levanta mientras sus utensilios de escritura vuelan de vuelta hacia el bolso. En cuanto descubriera a qué se debe tanto alboroto seguiría escribiendo, pero era el momento de pasar a la acción. No todo era quedarse contemplando desde lejos. La única forma de conseguir buena información es cuando la obtienes de primera mano.

Tarda varios minutos en alcanzar las puertas, donde una pequeña multitud parece discutir con uno de los guardias. "¿Acaso habrán puesto la ciudad en cuarentena? Es posible que haya algún tipo de plaga dentro de la ciudad... Pero basta de elucubraciones, es mejor averiguar de qué se trata antes de formarme ideas preconcebidas" Se plantea apuntar esos pensamientos en el cuaderno para tenerlos en cuenta más adelante, o volver a ellos para corregir esa conducta. Pero algo la detiene. Por el rabillo del ojo ve una silueta vagamente familiar. Se gira hacia el otro lado de la calle, donde dos hombres-bestia se encuentran mirando hacia los guardias. Seguramente pensando en lo mismo que ella.

Karen no duda en acercarse, aquel hombre se parece al arcanista que conoció en el mercado en Lunargenta. Tras llegar a su lado hace una pequeña reverencia.

-Disculpen les moleste. -Levanta de nuevo la mirada. -¿Por casualidad es usted Asher Daregan, maestro arcanista? -Mira hacia su acompañante. -Lo lamento, a usted no le recuerdo... Mi nombre es Karen Engeld, mucho gusto en verle. -Hace una nueva reverencia, esta vez al hombre-gato. -No sé si se acordará de mi, estuve en su puesto en el mercado de Lunargenta hace un tiempo...

Aquella era una situación extraña, y aunque le gustaría saber qué llevaba al maestro arcanista a aquel lugar, se abstuvo de preguntar. No era de su incumbencia y no tenía la confianza suficiente con aquellos hombres como para indagar acerca de su vida. En su lugar se queda callada, observando la situación a las puertas de la ciudad.


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Mensaje  Asher Daregan Jue Ene 03 2019, 01:13


Una chica se acercó a nosotros. Tardé unos instantes en reconocerla, pero me acordaba. Aquel fue un día largo.

-Debe ser la primera vez que alguien te reconoce por las runas en concreto.- musitó Syl. -Por algún motivo...-

-Tengo demasiadas cualidades memorables.- respondí, ignorando su resoplido. Me volví hacia la joven. -Sí, antes de... esto.- dije, señalando a la corona. -Es quien tomó nota y me regaló la figura.-

-Syl.- se presentó, devolviendo el saludo con un gesto de cabeza.

-¿Llevas aquí mucho tiempo?- pregunté. Parecía estar mirando hacia las puertas. -Ven. Estábamos por salir.- dije, dirigiéndome hacia el grupo de guardias. Antes de que preguntase, el portón comenzó a elevarse, dejando pasar una carreta dirigida por un elfo.

-Eh, quieto.- Uno de los guardias alzó una mano, deteniéndome. -Estamos inspeccionando todo lo que entra o sale de la ciudad. Tendreis que esperar vuestro turno.- dijo, señalando al gentío.

-¿Qué? ¿Hay otra plaga, o algo?- pregunté, cruzándome de brazos. Explicaría por qué tardamos tanto en salir del barco después de atracar. Esbocé una mueca.

-No, es sólo... creemos que alguien está haciendo contrabando. Así que las caravanas...-

-Si, ya. Dime. ¿Te parezco un mercader?- interrumpí, irguiendome.

-¿...No?- carraspeó. -Supongo que no. Pero son órdenes. Se aplican a todo el que pueda llevar cualquier clase de producto. La última vez encontramos viales de veneno en un saco de...-

-Tampoco parezco un granjero. ¿Te parece que esté llevando cosas así encima?- argumenté, arqueando una ceja. Si supiera la de cosas que realmente llevaba en ese momento, me detendrían al momento. Pero con tan solo la corona, la armadura, la capa, y lo que llevase en los bolsillos de cinturón, no parecía que escondiese mucho.

-...Supongo que los soldados y mercenarios están exentos del registro.- admitió. -Dejadlos pasar.- dijo. Un coro de protestas vino de la multitud detrás de nosotros.

-¿Qué? ¿Vais a dejar pasar a un par de jodidos animales?- se escuchó. Me di la vuelta, fulminando con la mirada al culpable. Cualquier indignación desapareció de su rostro. Syl me dio un toque en el hombro, instandome a moverme. Atravesamos las puertas, mirando por encima las carretas de elfos. No había tantas como esperaba.

Continuamos hacia el bosque. La zona cercana a Vulwulfar siempre me resultaba algo incómoda. Al menos nos alejábamos del olor a pescado.

Los bosques permanecían frescos y húmedos debido a las lluvias recientes. Siempre daban una sensación curiosa. Fría, pero no del todo desagradable. Era un alivio: la verdad es que todo lo que llevaba encima resultaba demasiado pesado por aquellas partes.

Aun así, faltaba un poco para llegar. Me estiré, disfrutando del sol matutino.

-¿Eres una estudiante, Karen?- pregunté. -¿No deberías estar en el Hekshold o algo así?-

No le di demasiada importancia. A decir verdad, no sabía hasta que edad permanecían los brujos en la academia. Ni la edad que tenía, de todas formas.

-...Ah, olvida eso. Tampoco es que sea necesario. Casi todo lo que sé de Arcanos lo aprendí viviendo.- sonreí, algo orgulloso. No estaba seguro de si me merecía el título que me concedía la bruja, pero la verdad es que estaba cerca. -¿Que tal la espada, por cierto? Puedo enseñarte un par de cosas al respecto, si quieres.- ofrecí. Alcé la mano, invocando a Brillo. La espada apareció en mi puño, e hice una pequeña floritura.

-No le hagas caso.- intervino Syl. -Es un presumido. Además, se supone que íbamos a cazar... y aún no he desayunado.-

Chasqueé la lengua. Era cierto, supuse. Entrenar con el estómago vacío tampoco era buena idea de todas formas.
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Mensaje  Karen Engeld Jue Ene 03 2019, 14:40

Karen no puede evitar soltar una pequeña risita y pone la mano delante de la boca tras el comentario del acompañante del arcanista. Parecían estar muy unidos, la chica espera encontrar a alguien con quien estar tan a gusto algún día, los grupos de mercenarios no eran precisamente la compañía más agradable con la que echarse a los caminos.

- Encantada, señor Syl.
-Contesta la chica a su presentación. -Espero no haberles interrumpido. -Acto seguido se gira para contestar a Asher. -Llevo varios días aquí documentándome un poco sobre la ciudad y sus gentes. -Hace una pausa. -No muy bien por lo que veo.

No se había enterado de qué ocurría en la puerta, aún siendo algo que seguramente se comentara en todas las esquinas de la ciudad. Quizá se hubiera centrado demasiado en los pequeños detalles y se había olvidado de observar los acontecimientos actuales.

Asher la invita a salir de la ciudad con ellos, lo que hace que la joven se tranquilice con respecto a haberles molestado. Uno de los guardias de la puerta levanta la mano, dando el alto al pequeño grupo dirigido por el arcanista. Asher hace gala de su elocuencia, lo que hace que Karen lo mire gratamente sorprendida. Sonríe para sus adentros observando la cara del guardia frente a los argumentos del hombre-bestia. Irremediablemente y para descontento de la gente que está haciendo cola, el guardia les deja pasar sin más problema.

El comentario de uno de los lugareños hace enfadar enormemente a Karen. "¿Cómo puede faltar así al respeto de alguien que no conoce? Los estúpidos no tienen perdón" Sin darse cuenta de sus actosalgunas de las piedras más grandes del suelo comienzan a levitar, dispuestas a volar hacia los dientes de aquel engreído. Pero de nuevo Asher sale en defensa del pequeño grupo. Una sola mirada y aquel hombre se hizo mucho más pequeño de lo que le gustaría ser.

Tras cruzar las puertas de la ciudad se encaminan hacia el bosque. Asher parece interesarse un poco por la historia de Karen, la chica se emociona y sonríe. Pocas veces le preguntan algo sinceramente.

-Oh, señor, no estudio en el Hekshold.
-Hace una pequeña pausa. -¿Acaso las experiencias de otras personas me ayudarán a controlar mejor algo que es solamente mío? ¿O puede que retrase mi desarrollo? -Mira hacia Asher. -Como no he conseguido responder esas preguntas, he decidido que lo mejor es hacerlo por mi misma... Todavía tengo solo quince años, así que tengo tiempo para experimentar.

El siguiente comentario de Asher le da un poco la razón a sus intenciones de explorar sus poderes por sí misma, en lugar de emplear la guía de brujos experimentados. Además, el maestro arcano hacía un trabajo exquisito, lo que dio más alas a sus ganas de aprender de su propia experiencia. Así, tras unos instantes, el hombre pregunta por sus habilidades de esgrima, haciendo aparecer una espada en su mano. No había visto que llevara ninguna cerca. Sorprendida se le ilumina la mirada y comienza a desenfundar su propia arma telekinética cuando es interrumpida por Syl.

-Oh, lo lamento, deberíamos ir a encontrarle algo de desayuno. -Hace un movimiento con la cabeza en señal de disculpa. -Tal vez más tarde tengamos oportunidad de probar nuestras habilidades, señor Daregan...

Apresura el paso, pues las zancadas de los dos hombres-bestia son mucho más largas que las suyas. No le gustaría quedarse atrás y no poder ver de cerca la caza de aquellos dos hombres. Seguramente tras aquella experiencia tuviese muchos nuevos datos que recopilar en su diario.
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Mensaje  Asher Daregan Sáb Ene 05 2019, 01:52

¿Solo quince años? Era más joven de lo que aparentaba. Y aun así, parecía bastante valiente. No había dudado ni un instante en desenfundar su espada. En cierta forma, me recordaba a Tahira. Pero tenía un aire distinto. Algo que daba más confianza: Karen sopesaba sus acciones y observaba su entorno.

Aun así, parecía algo... insegura. Al menos, al tratar con la gente. Tendría que ponerla a prueba más tarde.

-¿No vas a usar la capucha, Syl?- pregunté. Aún la tenía bajada, El felino ladeó la cabeza.

-Lo haría demasiado fácil. Dejadme escuchar. Solo necesitaré un momento.- aseguró, adelantándose. Detuve a Karen con un gesto y me mantuve agachado, evitando hacer ruido. Olisqueé el aire. Había muchos aromas en ese sitio, algunos más frescos que otros. Uno destacaba. Era reciente.

Miré a mi compañero. Pero ya se estaba dirigiendo al lugar de donde provenía el rastro. Era casi imperceptible, a pesar de que se estaba moviendo. Esperé pacientemente, observando junto a la bruja como alzaba lentamente su ballesta. Desde donde estaba, no podía ver la presa que había encontrado.

Escuché el chasquido de la ballesta. A juzgar por el sonido amortiguado, había dado en algo blando. Me levanté y me acerqué, examinando el resultado. Una liebre.

-Buen tiro.- dije. Había sido limpio, en plena cabeza. -Debería bastar. ¿Volvemos?- pregunté. No teníamos las herramientas para cocinarlo allí mismo, y no tendría tan buen sabor de todas formas.

-¿Estás satisfecho con tan poco?- preguntó, arqueando una ceja.

-No podemos llevar un venado entero sin que los de la puerta nos molesten más.- dije, encogiéndome de hombros. -Además, tengo hambre.- Me volví hacia la chica. -¿Quieres venir, Karen? Vale la pena. Sabe mejor cuando está recién cazado.- ofrecí.

No había mucho más que decir. Volvimos a la ciudad, interrumpidos tan solo brevemente por la guardia. Sabía de una cocina bastante decente y tranquila, alejada de los puertos. Prácticamente se trataba del único lugar que me gustaba de esa ciudad.

Una vez llegamos, le ofrecí el animal a la dueña. Era un trato simple. Si la piel estaba en buenas condiciones, se la quedaba como pago y preparaba un buen plato de comida caliente con lo que pudiese. Si sobraba, se lo quedaba ella. Las pieles le daban más dinero que la comida, después de todo.

Por supuesto, también era posible pagar de forma normal, pero aquello no era tan interesante.

No tardamos en encontrarnos frente a un buen desayuno, compartiendo algunas historias. Nada demasiado emocionante, por supuesto. Tan solo aquellas relacionadas con Arcanos. Sospechaba que las otras no le resultarían tan interesantes.

Fue a mitad de la comida cuando alguien irrumpió en la cocina. Un niño. Por su aspecto, uno de los que se dedicaban a pedir.

-¿Asher Daregan?- preguntó con un hilo de voz. Parecía nervioso. -Hay un hombre afuera que dice que quiere verle. Un... señor Raimond.-

Intercambié una mirada con Syl. Negó con la cabeza. Suspiré profundamente. Ahora entendía por qué el local estaba tan vacío. Hasta la dueña había desaparecido.

-Karen, quédate aquí. Es una trampa. Syl, atento.- ordené, levantándome. -Tranquilos. Voy a ser diplomático.- aseguré, esbozando una sonrisa amable antes de encaminarme a la puerta. Abrí mis otros ojos, tornándolos azules. Si usaban magia, lo vería venir.

Tal y como suponía, era un grupo el que esperaba fuera. Un grupo armado. Cuatro personas y un lobo de tamaño considerable. Nadie más. Ni un guardia o transeunte a la vista.

-Debes ser Asher Daregan.- dijo una mujer. Bruja de agua, según observaba. Parecía que los cuatro eran usuarios de magia. La que hablaba tenía un mayal en una mano, sujetando la cadena con la otra. No había duda alguna sobre sus intenciones.

-No, debeis haberos equivocado. ¿No será algún otro Centinela del Norte?- pregunté, sarcástico.

-No te hagas el listo. No eres más que un criminal y un desertor.- dijo, negando con la cabeza. -No un personaje de historias para niños.-

No estaba prestando demasiada atención a sus palabras. Me centré en examinar al resto del grupo. El que parecía ser dueño del lobo era un elfo. Dos espadas cortas. Los otros dos eran brujos: tierra y fuego, según parecía.

-Así que... ¿Cazarrecompensas?- pregunté, arqueando una ceja. -¿No tenéis otra gente que molestar?-

-¡No actúes como si no nos conociésemos, chucho!- saltó un desconocido. El brujo de tierra, un hombre barbudo de mediana edad. No me sonaba. Ladeé la cabeza, indiferente. -¡Me costaste la mano!- dijo, mostrando una fea cicatriz en su muñeca. El resto de su brazo tenía un color algo diferente... pero no, aquello no me daba ninguna pista.

-Cálmate.- dijo la mujer, fulminándole con la mirada. -Venimos a llevarte a Lunargenta. Si no te resistes, nadie saldrá herido.- aseguró. -Te hemos seguido la pista desde Dundarak. La guardia no va a venir, y sabemos que estás sólo con el gato. Las puertas están cerradas. No hay escapatoria, así que hazlo más fácil para todos.-

-Os habeis tomado muchas molestias.- observé. -Dejaros sin una pelea sería insultante.-

-Nadie tiene por qué morir, perro. Pero si lo tenemos que hacer por las malas, lo haremos.- aseveró. -Por tu propio bien, ríndete.- Suspiré, alcé la mano, y chasqueé los dedos con un gesto teatral.

El cristal detrás de mi se rompió, revelando el enorme proyectil que había disparado Syl. [1] El virote atravesó la ventana y la calle, haciéndose del tamaño de una pesada lanza. Por suerte, la atención de los presentes estaba centrada en mi. Desaparecí en un parpadeo, [2] impulsándome hacia la mujer y golpeando su cara con mi puño envuelto en metal, derribándola antes de que reaccionase.

No tardé más de un instante en volver a invocar a Brillo. Tenía que aprovechar. El disparo de Syl había acertado en el brujo de tierra, ahora colapsado en el suelo.

Iba a mostrarles con quien estaban jugando.


____________________________________


[1] Habilidad de Syl: Impacto Crítico
[2] Habilidad de Asher: Impulso


Última edición por Asher Daregan el Mar Ene 08 2019, 19:16, editado 1 vez
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Mensaje  Karen Engeld Sáb Ene 05 2019, 23:52

Los hombres-bestia estaban haciendo los preparativos para la caza. Asher menciona la capucha de su compañero. "¿Acaso será una capucha mágica? Tal vez tenga alguna runa inscrita" Fuera como fuese, estaría encantada, pero a saber cuál era su efecto. A juzgar por la situación, algún tipo de percepción aumentada. Sonaba muy interesante pero no parecía que la bruja fuera a ver sus efectos en persona en esta situación. Según Syl, aquello le hacía perder la gracia y lo convertiría en una tarea demasiado sencilla.

Tras un gesto de Asher, se agacha y queda lo más quieta y silenciosa posible. No le gustaría espantarles la caza. Aunque desde aquella posición poco podía entrever de los movimientos del hombre gato. Una lástima, sin duda podría haber aprendido algo de sus habilidades de cacería.

Unos instantes después se escucha un sutil chasquido de ballesta. Asher se levanta y va en la dirección en la que Syl ha desaparecido. Karen lo sigue de cerca. El hombre gato había conseguido matar una liebre de un disparo limpio en la cabeza. La joven los mira con renovado interés. Estaba claro que aquella pareja no eran simples comerciantes. No llevaban armas ordinarias, y por supuesto, sabían utilizarlas. No como aquellos nobles que compran espadas carísimas tan solo para mostrarlas en público y creerse superiores a los demás. Desde ese momento su interés en realizar una pequeña práctica con Asher se había renovado.

No tardaron en hablar de volver. No sin un ofrecimiento de acompañarlos por parte del maestro arcanista. Como respuesta Karen asiente con la cabeza en señal de agradecimiento. Juntos se encaminan de nuevo al centro de la ciudad. Esta vez los guardias opusieron mucha menos resitencia para alivio de la chica. Lo que menos le apetecía era tener un nuevo enfrentamiento a las puertas de la ciudad.

Terminan en una pequeña taberna alejada del puerto, todavía no había tenido ocasión de explorar aquella zona de la ciudad, por lo que agradeció el cambio de aires con espectación e interés. Le parecía poco apropiado ponerse a escribir en su diario en un momento como aquel, pero había un par de apuntes sobre la capucha de Syl y la caza que no quería olvidarse de preguntar. Aunque la relación con aquellos dos no era lo suficientemente estrecha como para entrar en esos temas que pueden ser más delicados. Tendría que pensarlo detenidamente antes de nada. Sin duda aquella excursión era interesante casi en su totalidad por la peculiaridad de sus acompañantes.

La tabernera parecía tener algún tipo de trato con Asher, había intercambiado la liebre por los platos de comida. Le parecía cuanto menos curioso, nunca había visto a su padre intercambiar pan. Aquel hombre no era conocido precisamente por sus habilidades comerciales... "La piel del conejo debe ser más cara que los ingredientes y los platos de comida, por lo que la mujer saldrá ganando." Una forma de obtener un plato de comida caliente que no se le había ocurrido con anterioridad.

Karen quedó sorprendida con la calidad del desayuno, pocas veces había cazado, sin duda la carne quedaba mucho más sabrosa. Aparte de la buena comida, Asher le contó más cosas sobre arcanos. Para que no se notara mucho, había sacado su cuaderno y la pluma por debajo de la mesa. Estaban levitando y escribiendo algunas palabras clave de la conversación. Indagaría sobre ellas más tarde. Su única esperanza es que al no ver qué estaba apuntando, no se convirtiese todo en un enorme e ininteligible garabato sin sentido.

Estaba tan absorta en la conversación que no se percató de la intromisión de un niño hasta que éste habló directamente con Asher. El ambiente se había vuelto más turbio en tan solo un instante.

- Si es una trampa deberíamos acompa... -Había reaccionado demasiado tarde, tras decirle a Karen que se quedase en el sitio había salido por la puerta sin esperar contestación.

La bruja suspira y se pone en pie, no se quedaría quieta viendo como aquellas dos personas que habían sido tan amables con ella desde el principio se metían en problemas. Lo mínimo que podía hacer era ayudar... Bueno, lo mínimo que podía hacer era no estorbar. Pero en ese momento no se le pasó siquiera por la cabeza que aquellos dos hombres tuviesen un poder tan grande. Si lo hubiese sabido, probablemente se habría quedado donde estaba.

A través de las ventanas se veía al pequeño grupo que pretendía emboscarles. Asher en ese momento estaba utilizando su ya habitual elocuencia. Karen ya no sabía discernir si era por humor propio o por enfadar a los que intentaban tenderle la trampa. No podía saber la eficacia de lo primero, pero lo segundo sin duda estaba causando un gran revuelo entre los asaltantes.

Karen se disponía a desenfundar la espada de su cadera cuando un movimiento a su izquierda le llamó poderosamente la atención. Syl había disparado un proyectil enorme que había destrozado una de las ventanas y, en su trayectoria, ahora tan solo quedaba un brujo y un gran charco de sangre. Por si el disparo de Syl no fuera poco, Asher desaparece de un segundo a otro, propinándole un puñetazo en la cara a la mujer con la que había estado hablando. La bruja estaba atónita, no daba crédito a lo que acababa de ver. "¿Cuán poderosos son estos dos?" La mano de la espada comenzaba a temblarle, la diferencia de poder era abrumadora. Nunca podría llegar a ser como ellos... ¿o si?

Tras unos instantes de vacilación, sus dudas se disiparon y dieron paso a la motivación. Si alguien podía poseer un poder como aquel, sin duda ella podría llegar a dominar uno de igual potencia. Si ya se había alcanzado esa cima, significaba que podría volver a hacerse. Con paso firme se dirige al exterior, con ánimos fuertes mira a los ojos al que será su oponente. A juzgar por el color de su túnica, probablemente fuese un brujo de fuego. "Qué original."

Nada más verla salir le llega la advertencia del brujo.

- Niña, no te metas... Si quieres vivir.

- Viejo, no te esfuerces... O te romperás la cadera. -Karen le lanza una mirada desafiante desde la puerta de la posada.

La respuesta no tardó en llegar en forma de bola de fuego, mientras el brujo la formaba, la joven desenfundó la otra espada con telequinesis, haciéndola revolotear a su alrededor. No tenía mucho tiempo para decidir qué hacer para esquivar aquel ataque. Lo más rápido y sencillo, dio un gran salto atrás, de vuelta al salón y utilizando su poder cierra la puerta de un golpe. Las llamas impactan en la madera y la hacen añicos. Karen se levanta y se sacude las virutas. Sale corriendo de la taberna antes de que al brujo le de tiempo a preparar un nuevo ataque. Espada en mano envía la otra volando a través de la ventana, rompiéndola en pedacitos en el proceso.

Tal como la chica suponía, el brujo se distrae mirando hacia la espada que vuela en su dirección. Salta, aprovechando la distracción y ensarta al hombre en el pecho, cayendo sobre él y llenándose de sangre. Karen lanza un hondo suspiro, un poco de dolor le sube desde la pierna derecha. No había sido lo suficientemente rápida y ahora tenía ligeras quemaduras y una bota menos. -Oh, venga... Eran nuevas... Vaya forma de comenzar el día...


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Mensaje  Asher Daregan Miér Ene 09 2019, 21:18

El animal no había desaprovechado un segundo. Tan pronto como mi puño alcanzó a la mujer, empezó a moverse, corriendo hacia mí en un instante. Centré mi atención en él, adoptando una postura defensiva con Brillo. El can me rodeó, intentando buscar un punto débil antes de atacar.

De repente, se detuvo, cambiando de dirección... y de forma. En mitad del salto, todo su cuerpo fue reemplazado por otro. De la nada, se había convertido en un chico... con una daga en cada mano. No tuve tiempo para defenderme.

Noté una puntada de dolor. Mi mano se movió por si sola: no hacia la zona de la herida, sino al cuello de mi atacante. Se había quedado expuesto. Alcé al chico, mirándolo con desprecio. Intentó resistirse, pataleando e intentando liberarse.

-Licántropo.- gruñí. Le golpeé contra la pared más cercana, aún sin soltarlo. Solté a Brillo y llevé mi mano libre a la daga que me había clavado. Parecía superficial: la coraza había detenido la mayor parte del impacto. Extraje la daga y la giré. El chico aún se quejaba ahogadamente. Debía tener la edad de Karen. Quizás un año más o dos. - Deberías haber elegido mejor.-

Hundí el arma en su costado, en la misma zona en la que había acertado, pero de forma mucho más profunda. Una exclamación de dolor se reflejó en su cara.

-¡NO!- gritó una voz femenina. La mujer a la que había golpeado estaba ahora en pie, contemplando atónita lo que acababa de hacer. Lancé al chico al suelo. -¡Elio!-

La sorpresa y el dolor fueron reemplazadas por la ira. El suelo a su alrededor empezó a cubrirse de escarcha. No importaba. Caería igual.

-¡Aléjate de él!- gritó. Una gran cantidad de hielo comenzó a rodear sus brazos. Los alzó, enviando una ráfaga helada hacia mi. Moví mi mano, y una explosión resonó por las calles de la ciudad. [1]

La nube de fuego fundió cualquier proyectil que la bruja hubiese lanzado. Y después, vino hacia mi, siendo absorbida por mi cuerpo. [2] Las llamas me envolvieron, dándome aquel calor tan familiar. Por una vez, mi oponente no parecía sorprendida. Sonreí. ¿Iba a hacer las cosas interesantes por una vez? Debía haberme seguido la pista un tiempo si había preparado todo aquello.




_____________________________________




Necesitaba una posición mejor.

Syl se elevó la capucha, y pasó la mano por la runa de su capa. La tela negra envolvió su cuerpo, oscureciéndose aún más hasta casi desaparecer. [3] Solo quedaba una sombra, una vaga silueta de lo que era el felino que empezó a elevarse hasta perderse a través del techo.

No se molestó en comprobar el resto de habitaciones. Salió al exterior, aún flotando entre las ventanas, antes de ascender y posarse sobre uno de los tejados. Tras superar la leve desorientación que volverse etéreo traía, apuntó su ballesta, buscando un objetivo.

El elfo estaba junto aquel que había herido. Podía ver el brillo de sus manos. ¿Intentaba curarlo? Casi tenía gracia. Era un objetivo demasiado fácil. Pero no tuvo tiempo para disparar. Antes de que el virote saliese de su ballesta, una luz cegadora le impidió seguir mirando.

Reprimió un bufido. El maldito elfo había hecho algo con su mano libre. Lo único que sabía es que en ese momento brillaba demasiado para mirarlo. Tener un tiro limpio sería imposible.

El gato recurrió a otra táctica. Tras llevar la mano a una de las esferas de su cinturón, el arbalista la arrojó casi a ciegas [4], tomando como referencia la fuente de esa luz. Si él no podía ver, ellos tampoco.

Una flecha pasó junto a su cabeza, proviniendo de la calle a su espalda. El hombre gato miró atrás, sorprendido. Había sido una ballesta, como la suya. Vio movimiento, y al tirador que había fallado. ¿Más? ¿Del mismo grupo? Maldijo entre dientes. No les iban a dar un descanso.

Syl corrió hasta el final del tejado, saltando y lanzándose contra el suelo sin llegar a caer. Recorrió la calle, dándole la espalda al elfo y el brujo. Tenía que avisar a Asher.

______________________________________________

[1] Habilidad: Estallido
[2] Habilidad: Absorber
[3] Objeto: Eco
[4] Habilidad: Polvo Cegador

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Mensaje  Karen Engeld Sáb Ene 12 2019, 21:24

Karen seguía sobre el brujo muerto. Lentamente retira su espada del pecho del mago mientras el arma telekinética se enfunda sola en la vaina a su espalda. Lentamente suelta el aire y se levanta mientras mira con tristeza los restos de su bota calcinada. "¿Por qué siempre le prenden fuego a mis cosas?" Si no quería tener movimientos torpes debía quitarse también la otra. Finalmente se pone en pie, descalza, observando la situación a su alrededor.

Asher Daregan se encontraba a su izquierda, en una de sus manos sostenía a un chico por el cuello, no parecía más que un adolescente. ¿De dónde había salido? "Oh, ya, el maldito lobo." El arcanista sin duda tenía una fuerza brutal, lleva sin esfuerzo el cuerpo del licántropo contra la pared más cercana. Suelta su espada y... "Un segundo... ¿Acaba de desaparecer?" La bruja se queda sorprendida por la magia que acaba de ver ante sus ojos y pierde la concentración sobre los sucesos que siguieron a aquel prodigio.

¿Como era posible que un hombre-bestia tuviera tal poder? La chica ya tenía curiosidad con respecto a los arcanos con anterioridad, pero cada cosa que veía hacer a quel hombre la sorprendía cada vez más. "Pensaba que los arcanos tan solo servían para potenciar armas... Pero eso... Debo investigar mucho más al respecto."

La joven bruja conecta de nuevo con la realidad cuando una fina escarcha comienza a cubrir el suelo. El hielo comenzaba a formarse alrededor de los brazos de la hechicera enemiga. Karen se mueve en dirección al arcanista para ayudarle cuando una explosión la deja seca en el sitio. Las llamas salen despedidas para volver de nuevo y envolver al hombre-bestia. "Esto... Es demasiado..." Una oleada de emoción inunda el cuerpo de la chica, tenía tantas preguntas, tantas ganas de acercarse a aquel hombre e interrogarle acerca de aquellas maravillas que estaba presenciando que tan solo se pudo contenerse al percatarse del brillo cada vez mayor procediente desde su espalda.

Karen se gira, tan solo para tener que interponer una mano delante de los ojos para evitar ser cegada por el intenso resplandor. "Supongo que el maldito elfo del demonio estará intentando curar a su ensartado camarada..." La bruja hace levitar los restos de la puerta calcinada, aquellos pequeños pedazos punzantes de madera deberían ser suficientes para hacer que el elfo se detenga en sus labores de curación. Los envía a ciegas, suponiendo su posición relativa en altura y recordando el lugar donde cayó el cuerpo tan solo unos minutos antes. Una nube de humo sale de la nada, inundando toda la zona, la muchacha se refugia dentro de la taberna con las armas desenfundadas.

No tardó en llegar el elfo a través de la ventana rota. Al verse superado en visión por la nube de humo y su única defensa lumínica superada, decidió refugiarse en el lugar más cercano. Aunque seguramente no se esperaba que la chica tuviera la misma idea tan solo unos instantes antes.

- Veo que has decidido dejar a tu camarada tirado en pos de defender tu propia integridad física. -La chica hace una reverencia, intentando aparentar más seguridad y fuerzas de las que tiene en realidad. La arrogancia siempre era un buen disfraz. -Sin duda una de las mejores ideas que has tenido el día de hoy. -Le mira a los ojos, sin duda estaba enfadado, con las armas en alto y preparado para saltar en cualquier momento. -Ahora... Juguemos.

La bruja hace volar su espada sobre su hombro, realizando un tajo diagonal. El elfo retrocede un solo paso y deja pasar el arma mientras arremete. La chica agarra su espada con ambas manos en el momento justo que las cuchillas gemelas del elfo pretendían rebanarle el cuello. Los aceros chocan, la bruja retrocede, no tiene la fuerza suficiente para aguantar un embite como aquel. Lanza una estocada en respuesta. "Agarra el arma haciendo más fuerza con el índice y el pulgar cuando necesites ensartar" La espada hace una línea recta sin vacilar, directa al pecho de su oponente. El elfo rechaza el ataque con sus armas con facilidad.

"Cambio de táctica..." Karen rodea a su enemigo, jugando con los pasos mientras su contrario gira en el mismo sentido. Cara a cara ambos intentan leer el siguiente movimiento del otro. Encuentro vuelve volando y se mantiene girando alrededor de su dueña. Tras dar dos vueltas, realiza un tajo vertical desde la izquierda, desplazando al elfo hacia una estocada desde el otro lado que le perfora entre las costillas. La cara de sorpresa del hombre se funde con la sangre que emana entre sus labios.


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Mensaje  Asher Daregan Dom Ene 20 2019, 23:48

Una ráfaga de estacas de hielo empezó a salir del suelo en mi dirección, buscando empalarme. Un corte de Brillo fue todo lo que hizo falta para detener el ataque en seco: las llamaradas que salían de mi espada las fundieron a medida que se acercaban.

Aun así, la bruja no se rendiría. Empezó a hacer girar su mayal. A medida que este se tornaba de un azul claro, se hacía más y más evidente que venía otro ataque mágico.

No. Una distracción. Con la mirada fija en el arma, no había notado como el suelo a mi alrededor se congelaba. Demasiado tarde: la escarcha había alcanzado mis pies, y luchaba contra mi fuego para apresarme.

Muy bien, si no quería que me moviese...

Lancé un tajo al aire, invocando la primera runa de Brillo. [1] Una onda flamígera salió de mi acero, volando en dirección a la bruja. Un muro de hielo se alzó del suelo, protegiéndola. Chasqueé la lengua. Aquel duelo terminaría por volverse aburrido.

Así que tendría que acabarlo.

El poder de la corona me rodeó, provocando que el fuego que me rodeaba terminase de consumir toda la escarcha. [2] Con un temible impulso, me lancé hacia ella, atravesando su defensa sin problema. No tuvo tiempo a cambiar su expresión antes de que Brillo atravesase su brazo izquierdo, cercenandolo por completo.

Sonreí. Aquel grito de dolor... era lo que les esperaba a todos. La sangre empezó a cubrir el hielo del suelo, tiñéndolo de rojo. La mujer se arrodilló, completamente en shock. Fue entonces cuando una nube negra cruzó el cielo, colocándose frente a mi. Syl surgió de la oscuridad, ballesta en mano.

-Tenemos problemas. Hay más. No sé cuantos.- dijo. Parecía preocupado. No. ¿Frustrado? No le gustaban las situaciones inesperadas.

-¿Esvet?- inquirí.

-Es difícil de asegurarse. Puede ser gente intentando huir. Máximo 20.- Tensé la mandíbula, evaluando aquella cifra. Tendría que asustarlos... porque no iba a huir.

-¿Y Karen?- pregunté. El gato miró a través de la calle. Su vista se quedó fija en un edificio. -Dale esto. Dile que no se meta. Lo tengo bajo control.- dije, desabrochando la funda de mi cinturón. No me haría falta: mi guantelete podía sustituir aquella daga fácilmente.

-¿Qué?- preguntó, frunciendo el ceño. -No podemos masacrarlos a todos.-

-No hará falta.-


_____________________________________


Syl atravesó los distintos hogares mientras se acercaba a la posición de la chica. La escena con la que se encontró no era la que esperaba. Al parecer, Karen había derrotado al mismo elfo que había intentado cegarlo momentos atrás.

Podía desenvolverse. Pero, ¿por qué estaba descalza?

Le quitó importancia. Sacó el cuchillo de Asher, ofreciéndoselo aún en la funda a la joven. [3]

-De parte de Asher. Por si acaso.- dijo simplemente. Había tenido aquella daga desde que lo vio por primera vez. Le sorprendía que no le tuviese más apego, sobre todo sabiendo como era con su espada. Perfectamente podría haberle quitado las dagas al elfo caído. Le preguntaría más adelante. -Está encantada. Y... ten cuidado. No hace falta que te involucres.- recordó.

En cierta forma, sentía algo de lástima. A la edad de la bruja, Syl sólo se había dedicado a robar bolsillos y cazar cuando podía. Verse obligado a matar tan temprano... Negó con la cabeza. No tenía tiempo para pensar en aquello.

-Mantente fuera de las calles.- advirtió. Con aquello, volvió a desaparecer en una cortina de humo, atravesando la pared y alzándose en busca de Asher.

No vio a la mujer con la que se había enfrentado el hombre perro en su trayecto. Lo que si encontró fueron cadáveres. Al menos tres, todos con heridas. Dos de ellos aún ardían. Apenas habían pasado unos minutos. ¿Donde se había metido?

Solo lo encontró tras mirar arriba. En la cima de un tejado, sujetando a alguien al borde de este.

El felino gruñó, y comenzó a acercarse.


___________________________________


Idiotas. Todos ellos. Cazarrecompensas sin cerebro, cegados por el dinero. Les enseñaría a no subestimarme.

La mujer intentó zafarse de mi desesperadamente. Sus patadas no le ayudaron. Le estaba estrangulando. Tenía un público, al parecer. Algunos de los tipos que había mencionado Syl contemplaban la escena desde el suelo. ¿O serían civiles? Daba igual.

-¿Que habría ocurrido si lo hubieses conseguido, eh? ¿Te salvaría un puñado de aeros de los Jinetes? ¿Crees que alguien estaría a salvo?- vociferé, furioso.

Apreté más, clavando mis garras en su cuello. Un hilo de sangre comenzó a brotar de este, casi imperceptible entre las llamas. Dejó escapar un grito ahogado, llevando la mano que le quedaba desesperadamente a su garganta para deshacerse de mi agarre.

No se libraría tan fácilmente.

Las llamas de mis manos seguían en aumento. Estaba claro que había ganado. Pero aquella vez no acabaría con una muerte rápida. Tenía que dar un ejemplo. Iba a dejar claro que no era alguien que pudiese ser desafiado. Que cualquier persona que intentase atacarme acabaría así.

-He venido a traer paz, y esta ha sido tu respuesta.- gruñí. -¡Aprended!-

Solté a la mujer, dejando que cayese a la calle.



______________________________________

[1] Usada habilidad: Corte de Energía
[2] Usado objeto: La Corona Astada
[3] Regalo a Karen el objeto: Daga de Malhechor.

Calidad común. Una daga diseñada para gente con malas intenciones. Usada en todo tipo de actividades diarias a lo largo de los años. Tiene una pequeña runa inscrita en la hoja.

Encantamiento: +10 a Destreza,
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Mensaje  Karen Engeld Vie Feb 01 2019, 11:19

Todavía estaba sacudiéndose el polvo de las ropas cuando Syl aparece de repente. Parece un poco extrañado de que la joven haya derrotado al elfo. No le fue sencillo y el sobreesfuerzo le ha pasado factura. Agotada y apoyada contra una de las paredes de la taberna mira con curiosidad al hombre gato.

- ¿Estais los dos bien? -Pregunta con un deje de preocupación en la voz. -Lamento no ser de más ayuda...

No se había dado cuenta del desplazamiento de Syl, pero el caso es que ahora lo tenía justo delante, con una daga en la mano.

- ¿Para... mi? -Mira extrañada a la cara del que consideraba su nuevo compañero. -No puedo aceptar... -El hombre-bestia no hace amago de retirar el regalo y por su cara la chica pudo ver que tenía bastante prisa por volver a junto de Asher.

Junto con el presente, venía el mensaje de no involucrarse. Realmente mirándose de arriba a abajo estaba hecha un desastre. Lanza un hondo suspiro mientras ata la daga al cinto. Levanta la vista para dar las gracias por la daga, pero Syl ya había vuelto a desaparecer. Aquellos dos... Estaban a un nivel que ella ni siquiera podía imaginar.

- Bueno, será mejor esperar en algún sitio menos... Concurrido.- A su alrededor la taberna tenía más o menos las mismas pintas posapocalípticas que ella misma. Mobiliario roto y chamuscado y el cadáver de un elfo en medio de la sala.

Salió al exterior, no sin antes echar un vistazo a los alrededores. No estaba preparada para un nuevo enfrentamiento tan pronto. Se escurre entre los callejones lo más rápido que puede, deteniéndose a descansar cada pocas calles.

"Si no me equivoco, por aquí cerca debería haber una choza abandonada, servirá de cobijo hasta que pase todo este lío." Al sur queda la taberna, un poco más al norte el bosque. Dobla una esquina.

- Oh, pero... ¿qué tenemos aquí? -Dos hombres armados la miran con cara de pocos amigos. -¿Te has perdido, pequeña? - El hombre se relame mientras la mira.

- Pequeña lo será tu madre, cerdo. -Tenían más fuerza sus palabras que todo su cuerpo junto. Sin magia y físicamente cansada se preguntaba cómo saldría de aquella trifulca intacta.

- Mira, Geoff, la gatita tiene uñas.
-Se ríen y se acercan poco a poco.

Karen retrocede un paso inconscientemente. Posa una mano sobre la daga de Asher. Encuentro era demasiado pesada en su estado actual, si salía de aquella debía agradecerle al arcanista el regalo debidamente.

Uno de los hombres la flanquea por la izquierda mientras el tal Geoff se acerca de frente. Aprieta la daga, lista. Retrocede un paso largo justo cuando el bandido sin nombre se abalanza sobre ella. Aprovecha el desequilibro del hombretón para dejarle la daga clavada en el cuello. Cae sin vida mientras su compañero aprieta los puños.

Un grito de rabia y el sonido del acero deslizándose por la vaina. No es lo suficientemente rápida, el tajo le hace un buen corte desde el hombro hasta el codo. La chica se tambalea, a punto de caer al suelo. Geoff no pierde el tiempo, está enfadado, su mejor amigo muerto a manos de aquella niñata del demonio. Se divertiría con ella y después la convertiría en un cadáver más. La agarra por el cuello y la estampa contra la pared. Acerca su cara a la de la joven y le lame una de las mejillas.

- Te arrepentirás de haber hecho eso. -Señala el cuerpo de su amigo.

La joven se retuerce, con una mano inmovilizada por el corte. "Si tan solo..." Emplea la poca fuerza que le queda en usar su telekinesis para abrir su pequeño bolso y hacer levitar una pluma tambaleante. La toma con la mano sana y se la clava sin miramientos en el ojo al bandido. La suelta, cae al suelo sin respiración mientras Geoff grita y se tapa con la mano la herida.

Karen se levanta poco a poco, pasa corriendo al lado del cadáver y recupera la daga. Los regalos no se dejan atrás, pase lo que pase. Sigue corriendo con las fuerzas que le dan los gritos de odio y las amenazas de Geoff. Justo delante puede ver la cabaña abandonada, se lanza contra la puerta que cede bajo su peso. Tambaleante y jadeando se deja caer en una esquina. Debía vendarse el brazo para evitar seguir perdiendo sangre. "Espero que Asher y Syl estén bien..."
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Mensaje  Asher Daregan Sáb Feb 09 2019, 19:38

Un tirón de mi armadura me hizo retroceder. Me giré, sorprendido y molesto, solo para ver como Syl me miraba con una expresión escalofriante.

-Nos vamos. Ya.- dijo seriamente. Cualquier instante de ira que sintiese se vio reemplazado por preocupación. Era como si algo hubiese cambiado por completo en mi cabeza. No discutí.

El gato fue primero. Parecía que había vuelto a tener forma física, por lo que tendríamos que descender por otro camino. Seguí por los salientes que pisaba Syl, empezando a notar el cansancio. Quizás me había excedido, después de todo. Mi compañero no se detuvo a explicar nada.

Seguimos corriendo. No estaba seguro de si nos seguía, o si de verdad había conseguido intimidar al resto. Había gritos, pero podían ser por los cadáveres. De repente, Syl giró hacia el interior de una casa: aparentemente, una algo más maltrecha y polvorienta que las demás. Debía haber sido abandonada. Y dentro, estaba la misma chica de antes.

A pesar de la desorientación, podía ver que estaba sangrando. Saqué el rollo de vendas de mi bolsa, pero Syl me apartó y empezó a enrollar la venda en torno a su brazo.
[1] A decir verdad, no estaba del todo seguro de que había pasado. No entendía que había hecho para que el gato actuase así, o por qué estaba herida Karen.

-Dejalas, incluso si aprietan.- dijo el felino. -No tenemos tiempo para hacer más.- alzó la mirada, en la dirección en la que habíamos venido. -No nos siguen, pero la guardia llegará pronto.-

No entendí muy bien el por qué, pero el arquero nos instó a seguir corriendo. No fue hasta que nos alejamos varias calles de la pelea que nos detuvimos, en un callejón cerca de las murallas.

Jadeé, apoyándome contra una pared. Tras asegurarse de que estábamos a salvo, Syl me miró con indignación.

-¿Se puede saber que se te ha metido en la cabeza?- preguntó. Abrí la boca para responder, pero me cortó. -No. Ambos sabemos el qué.- musitó, mirando hacia mi cabeza.

¿La corona?

-No... entiendo que he hecho mal.- admití lentamente. Fruncí el ceño, y miré a Karen, confuso.

La mano de Syl fue directamente hacia mi armadura. Había... algo que sobresalía. ¿Una flecha? La coraza debía haberla parado. Pero entonces, el gato tiró, y sentí un dolor desgarrador. Dejé escapar un ladrido de sorpresa y dolor. Aquello me despertó de verdad. Un río de sangre empezó a escapar de la herida. Me resbalé ligeramente, cayendo sentado frente a la pared.

El felino no perdió un instante quitándome las piezas necesarias de la armadura. Acto seguido, empezó a aplicar aquella pasta sobre las heridas. No podía verlas, pero notaba aquella cosa fría y pegajosa. Después, comenzó a vendarme el costado.
[2]Notaba el calor ardiente de ambos lados.

Me quedé en el suelo, algo más despierto pero sin aliento. No entendía como podían haberme disparado sin que lo notase.

-Estará bien.- le dijo a Karen. Hizo una pausa, como si pensase decir algo más, pero sacudió la cabeza. -Pero sería mejor encontrar una clínica. Había una cercana, pero era arriesgado. Necesitamos otra.- explicó, limpiándose las manos ensangrentadas en la ropa.



______________________________________

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[2] Usados objetos Limitados: Vendaje Reforzado y Pasta Sanadora
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Mensaje  Karen Engeld Dom Feb 24 2019, 09:54

Karen seguía rebuscando entre su bolsa algo que pudiera emplear para cerrar la herida del brazo. No hacía más que gotear y si seguía con ella abierta en un lugar tan polvoriento podía llegar a infectarse. No tardó mucho en encontrarse de nuevo con el arcanista y su compañero. La entrada de aquellos dos la había tomado desprevenida y tardó todavía unos segundos en reconocerlos.

- Me alegra ver que estáis bien. -Sonríe y sigue rebuscando entre sus cosas mientras se limpia la sangre con la parte interior del abrigo.

Syl se había acercado a ella con unas vendas y había procedido con la cura. La joven lo mira a los ojos mientras se aparta el pelo de la cara. No parecía estar precisamente animado. Pero en realidad... Que te ataquen un puñado de bandidos puede agriar el humor a cualquiera. El hombre gato da instrucciones de no quitarse las vendas, al menos durante un tiempo prudencial. Nos insta a movernos de nuevo. La bruja había podido descansar un poco tras el ajetreo de la batalla y notaba cómo sus fuerzas volvían poco a poco... Y le rugía el estómago.

Juntos, atravesaron varias calles hasta terminar en un callejón cercano a los muros de la ciudad. Asher parecía estar cansado de la pelea y posterior huída. La joven se apoyó a su lado en la pared hasta que Syl se acercó y comienzó a hablar con el arcanista. A discutir, más bien. Los hombres bestia necesitaban un poco de espacio e intimidad, no era una conversación agradable de tener frente a desconocidos, se alejó unos pasos. Agazapada en la esquina del callejón se quedó observando el camino que llevaba hasta su posición, lo que menos quería en aquel momento era que aún por encima los pillaran desprevenidos.

Fue al observar de reojo si los dos hombres habían terminado la conversación cuando se dio cuenta del virote que sobresalía de la coraza del arcanista. Syl no tardó en arrancárselo de un tirón, con lo que ello conllevaba. Tras un último vistazo al callejón, la joven se acerca a sus compañeros. No tenía conocimientos de medicina, pero podía estar cerca para ayudar en lo que pudiese.

Aunque... Aquellos momentos le habían dado muchas cosas en las que pensar. ¿Por qué buscaban aquellos hombres a Asher? Sin pensarlo un segundo se había volcado a defenderle. Pero no podía estar completamente segura de que aquellos dos hombres que la acompañaban no hubieran hecho nada para merecer la persecución. Al final no los conocía de nada y se había visto involucrada en aquella trifulca. ¿Y si estaba defendiendo a los verdaderos criminales?¿Acaso Syl no había dicho que la guardia vendría pronto? Si estaban escondiéndose de ellos significaba que...

La joven bruja menea la cabeza para deshacerse de aquel hilo de pensamientos. Más tarde habría un momento para esclarecer todas sus dudas. Ni siquiera tenía poder suficiente para enfrentarse a sus compañeros, ni siquiera estando heridos como estaban sería rival para ellos. Se acerca de nuevo a Syl, sacando un mapa del bolso que llevaba siempre consigo. Lo despliega en el suelo.

-Creo que nosotros estamos aquí. -Mira pensativa al hombre-gato y señala un punto en el mapa. -Esta de aquí es la clínica más cercana. Pero tal como has dicho sería muy arriesgado. Creo... Que lo mejor será seguir este camino. -Traza una ruta con el dedo. -Hasta aquí. La clínica de Cliff. -Enrolla de nuevo el mapa. -He hecho un par de trabajos para él, es un buen hombre y no hará muchas preguntas. En el estado en que estamos creo que será nuestra mejor opción.

La joven se levanta y guarda el papel doblado de nuevo entre las páginas de su diario.

-Iré delante y os haré una señal si nos encontramos con vuestros amigos o... -Mira hacia otro lado, incómoda. -O con la guardia.

Karen se adentra en las callejuelas, deteniéndose en cada esquina para evaluar el entorno antes de seguir adelante. Un par de veces hace un gesto a sus acompañantes para que se detengan mientras pasa una pequeña patrulla de la guardia de la ciudad. Ni rastro de los bandidos.

Al llegar a la puerta de la clínica da tres toques en la madera, con una cadencia específica.

- Cliff, soy Karen, necesito que me devuelvas el favor.

El médico era un hombre sencillo, de descuidada barba marrón pero con ojos atentos. Tras echar un breve vistazo por la ventana no tardó mucho en abrir la puerta.

- Entrad, y tumbadlo en la cama de la parte de atrás. Es una herida aparatosa, pero no corre peligro real. -Toma a Karen del brazo. -Espero que sepas lo que estás haciendo, jovencita. Los guardias han estado por aquí preguntando por alguien con esa descripción.

La joven se suelta del agarre del humano. -Entonces tardarán en volver.
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Mensaje  Asher Daregan Mar Mar 05 2019, 18:52

-Tengo una cara muy común.-  dije, manteniendo un gruñido en mi voz por el dolor.

-Flecha en el pecho. Puñalada en el costado.- dijo Syl, señalando cada lado respectivamente. -La puñalada está bajo control. Tiene una pasta curativa. La flecha fue poco profunda, pero no limpia.- explicó.

El curandero asintió brevemente y empezó a buscar entre algunos frascos de olor fuerte. No era como un alquimista. Recordaba más bien al hospital de Lunargenta. Syl miró alrededor, aún con la capucha puesta y la cola meciéndose ligeramente. Debía estar asegurándose de que nadie se acercaba.

-Va a escocer.- comenté. No era una pregunta.

-No dejes que te disparen, para la próxima.- replicó Syl.

Apreté los dientes, aguantando el dolor mientras el sanador aplicaba algo sobre la herida. Ardía. Y aquella cosa se me quedaría en el pelaje durante días. No estaba siendo un gran día.

Aquella camilla se me hacía demasiado pequeña. Las piernas me colgaban del borde. Aun así, agradecía el tumbarme un poco, pese a la incomodidad. Si cerraba los ojos, era posible que durmiera, incluso. Si ignoraba el dolor.

-¿Crees que la carta era suya?- preguntó Syl, de forma casi retórica.

-Lo dudo. Nadie de la Caza tiene motivos para intentar algo así.- dije. Estaba seguro de que ninguna de las otras dos personas de la sala entendian de que hablaba. Mejor así. -Ni siquiera Halliman.-

-¿Entonces? ¿Seguimos con el plan?-

-No podemos pararnos por cualquier pequeña molestia.- reí. -Podría ser importante.-

El felino suspiró. No estaba muy contento con aquella situación. Lo entendía. Era arriesgado, como siempre. Al menos estábamos fuera de peligro. Mientras saliésemos de la ciudad pronto, el asunto estaba zanjado... salvo por aquella chica. Karen se había involucrado, pese a todo.

Como mínimo, le debía alguna explicación.

-Esos tipos eran cazarrecompensas. Tengo alguna sobre mi cabeza, pero es bastante antigua. No esperaba que llegase a esto.- admití. -Deben haber convencido o sobornado a la guardia.- supuse, encogiéndome de hombros. No habría sido muy dificil, teniendo en cuenta la situación. Aun así, me habían subestimado. -Quédate la daga, por las molestias. No me hace falta.-

Ya que Cliff había terminado de tratar la herida y reaplicar el vendaje, me levanté y dejé unas cuantas monedas sobre su mano. Más que suficiente para cualquier coste, y una propina para que fuese discreto.

Pensé en mencionar lo de la Corona. Pero quizás fuese demasiado. No necesitaban saber tanto.

-Deberíamos salir de aquí. No podemos usar la puerta, por el control, pero tenemos recursos.- expliqué. Había varias formas de atravesar las murallas de forma que nadie nos viese. Incluso sin caravanas. La más simple era saltarla, por supuesto.

-Espera.- dijo mi compañero. -¿No notas algo raro? Dijeron que te seguían desde... donde vinimos.- Hice memoria. No lo recordaba del todo, pero era posible. -¿Por qué ir a por ti, y no a por Eltrant?- preguntó.

Era cierto. El humano no pasaba precisamente desapercibido, al fin y al cabo, y le buscaba mucha más gente de la que me buscaba a mi, gracias a Blacknell. Cualquiera con sentido común habría ido a por él en su lugar. Y de hecho, era posible que eso estuviesen haciendo.

Me daba la sensación de que podía necesitar ayuda. Y aun así...

-Tale puede cuidarse sólo.- repliqué. -Pero está bien. Terminamos lo de Hibou y volvemos.-
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Mensaje  Karen Engeld Jue Mar 14 2019, 05:23

A pesar de la herida y el lugar donde se encontraba, el hombre bestia no parecía haber perdido su sentido del humor. Su forma de responder a Cliff cuando comento que buscaban a alguien con la descripción de Asher hizo que la joven bruja esbozase una sonrisa. El médico conseguiría curar aquella herida y podrían irse, seguramente salir de la ciudad. Aquellos hombres, al menos el rebautizado cíclope conocían su descripción. Le gustase o no se había involucrado en una lucha que no era la suya. Ni siquiera tenía la menor idea de qué iba todo aquello. Tras soltar un suspiro de resignación se volvió a mirar por la ventana. Era obvio que Syl estaba bastante más al tanto que ella de lo que ocurría alrededor, no tenía ni idea de cómo, pero sabía por sus movimientos que no había bajado la guardia todavía. Tampoco se había quitado aquella capucha pese a estar en el interior y con no mucha luz.

El cansacio se hizo patente en su rostro, había demasiadas preguntas sin responder y el día estaba siendo especialmente pesado. Pese a su corto tiempo como mercenaria, pocas veces una lucha se había demorado hasta aquellos extremos. Decidió dar una vuelta por la pequeña clínica mientras el curandero se ocupaba de las heridas de Asher. Seguramnete hubiera algún libro interesante por allí, con suerte sobre primeros auxilios. Conocimientos que no le vendrían mal y que debería haber aprendido antes siquiera de plantearse salir de casa. Había pospuesto muchas cosas básicas, tal vez demasiadas. Tomó el libro y volvió con los demás.

- Oye Cliff, tomaré este libro prestado, así estaremos en paz.
- La joven guarda el tomo en su bolso.

- Creí que estaríamos en paz cuando terminase esto. -Acto seguido continuó tratando la herida de Asher.

- No.

No dio pie a continuar con la conversación, cualquier palabra a mayores que ella dijese llevaría a una discusión y no tenía fuerzas ni ganas. Volvió a apoyarse en el alféizar de la ventana cuando Asher decidió hablar sobre qué había desencadenado aquella situación. Sobornos a la guardia, cazarrecompensas... Si no le hubiera visto en acción se habría preguntado qué quería tanta gente de un Maestro Arcanista, pero tras ver sus habilidades... Era obvio que podría estar metido en asuntos de mayor envergadura que una falta de pago o una disputa cualquiera de taberna..

- Oh, lo lamento, había olvidado la daga...
-Hace una reverencia ante el hombre-bestia cuando Cliff termina de aplicar el vendaje. -Te lo agradezco mucho, me ha sido de gran utilidad. - No hizo comentario alguno sobre su siguiente encontronazo con los cazarrecompensas. No quería que supieran que estaba más involucrada de lo que les gustaría en aquel asunto.

Asher se levanta una vez finalizadas las curas y paga los servicios al doctor.

- ¿Ves? Al final sales ganando, aunque te quedes sin libro.

El humano tan solo hace un gesto con la cabeza, feliz con el trueque al fin y al cabo, no esperaba que le fueran a pagar de todas formas. La joven se disponía a ojear su nueva adquisición, no podía esperar para sacarle todo el jugo a los conocimientos que aquel libro guardaba en su interior. Sus compañeros estaban pensando una forma de salir, así que se abstrajo unos instantes en sus páginas. Una sola de las palabras de Syl la trajo de vuelta al presente. ¿Había dicho Eltrant? Sin duda sería tan solo una coincidencia, no podía ser Eltrant Tale... Seguro que habría varias personas con ese nombre a lo largo del mundo. Ya habían sido muchas las decepciones que se había llevado a lo largo de su aventura como para hacerse ilusiones a aquellas alturas.

Pero fue un segundo, tan solo un pequeño y mísero segundo el que pasó hasta que escuchó la respuesta de Asher.

- ¿¡Has dicho Eltrant Tale!?
-La chica sale corriendo hacia la puerta para interponerse en el paso de los dos hombres bestia. -¿Sabeis dónde se encuentra? Llevo buscándolo durante meses. Él es el hombre que... -Mira hacia un lado y susurra de forma apenas audible. -Cuando lo necesité... Estaba allí... Yo... -Sacude la cabeza. -Lamento hacer tantas preguntas y ser tan insistente, pero es muy importante para mi encontrarme con él. Si vais a verle... ¿Puedo ir con vosotros? -Se acerca a Asher y lo toma de la mano. -Por favor, haré cualquier cosa, prometo no ser una carga ni una molestia. Ya has visto que sé defenderme. Por favor...

Por fin había encontrado una pista que seguir y no iba a dejarla escapar tan fácilmente.
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Mensaje  Asher Daregan Sáb Mar 16 2019, 19:57

La exclamación de Karen nos tomó a ambos por sorpresa. Parecía... algo muy personal. No tardó en dar explicaciones, y en pedir que le ayudásemos. Miré a la chica, y luego hacia el curandero. Había confiado en él, pero seguía siendo mejor si no sabía demasiado. Aparté a Karen con la delicadeza de la que era capaz, y le hice un gesto con la cabeza para que nos siguiese.

-Hay mucha gente que está buscando a Eltrant.- comencé mientras nos movíamos a un sitio más discreto. -Quieren colgarlo por algo que no ha hecho.- Aquello no era ningún secreto, a decir verdad. Su nombre cargaba con mucho peso. Más del que había llegado a tener el mío, incluso.

Respiré hondo. Era bastante probable que la chica dijese la verdad. El humano había salvado a mucha gente, después de todo. Si bien no podía ir revelando su ubicación por cualquier lado, podía hacer una excepción.

-No voy a ir a verlo. Tengo otros asuntos ahora mismo, y no puedo llevarte a ellos.- sentencié. -Lo que puedo hacer es decirte donde está.- Syl me miró con seriedad. Casi como si quisiese decir algo. -...Pero tienes que ir con mucho cuidado. Nadie puede saber que estás allí por él. ¿Entendido? Y es un viaje largo. Te recomiendo ir en barco, es lo menos peligroso.-

Miré al felino. Dudó unos instantes, pero asintió levemente.

-Si quieres verlo, ve a Dundarak. Mansión Raymond. Llama a la puerta, y pregunta por el Centinela del Norte, en voz baja. - expliqué. Debía ser suficiente para que Oshu o Koth le hiciesen caso. -Cuando te abran, muestra la daga... en su funda, claro. Diles que te envio yo, y que quieres hablar con Tale.-

Dependiendo de cuanto tiempo le llevase, era posible que fuese yo mismo quien me la encontrase allí. O que Eltrant se hubiese ido ya. Pero era mejor que nada.

-Es un gran amigo. Como si fuese de mi familia.- expliqué, bajando ligeramente la cabeza. -Pero está en una situación delicada. No quieres ponerle en peligro, así que se consciente.-

-Deberíamos movernos.- sugirió. Asentí. Aún quedaba mucho por hacer. Se despidió de Karen con un gesto de cabeza y empezó a trepar por una ventana, encaramándose a un edificio hasta subir al tejado.

-Buena suerte.- le dije a la muchacha, dándole una pequeña palmada amistosa en el hombro. Me alejé unos pasos y, tras activar de nuevo las runas de mis piernas, ascendí hacia el edificio, aterrizando casi al momento a varios metros de la chica. Quizás demasiado, pero era mejor que no pudiese seguirnos ni aunque quisiese.

Aunque, a decir verdad, quizás la chica encajase como Nómada. Quizás le preguntase cuando la volviese a ver. No parecía tener muchos lazos, después de todo, y sabía desenvolverse.

Mi compañero encabezó la carrera. Desde los tejados, solo tendríamos que volver a la posada. Y una vez recuperamos nuestras cosas, trepar la muralla. No podíamos detenernos en la puerta, después de todo. Lo más seguro sería acampar hasta encontrarnos con Irirgo.

La actitud del gato aún me preocupaba. Sabía que había algo en su mente. Habría una conversación al respecto, una vez estuviésemos a salvo.

Tendría que ir con cuidado para no caer.
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Mensaje  Karen Engeld Jue Mar 21 2019, 05:07

Parecían sorprendidos de la repentina pregunta. No podía ser de otro modo, la joven estaba arriesgando su amistado con aquellos dos hombres por una pregunta indiscreta. Ni siquiera debería haber escuchado la conversación que estaban manteniendo, pero no cedería. Aquello era más importante para ella que cualquier amistad o lazo que pudiera encontrar en el camino. Afortunadamente tras la sorpresa incial el ambiente pareció volverse más calmado. Asher la aparta de forma firme pero delicada a un lado, lejos de los oídos del doctor... Al que la bruja había perdido de vista. Seguramente esté en la trastienda, pensó, dándole la menor importancia del mundo.

La joven había escuchado las historias, que Eltrant Tale se había pasado al lado oscuro, tal vez comía bebés. O eso había leído en algún panfleto rancio en Lunargenta. Palabrerías y difamaciones, eso seguro. Aquel hombre se había labrado demasiados enemigos como para pensar que no era todo una trampa tegida con habilidad. Permaneció callada, atenta a cada una de las palabras que el hombre bestia decía.

Karen baja la cabeza cuando Asher le dice que no va a ir a ver a Eltrant... Y que no puede ir con ellos, pensaba acompañarles antes incluso de saber que tenían información sobre Tale. Al menos guardaba esa esperanza, dejar de vagabundear de forma solitaria, tal vez aprender más cosas sobre la creación de las runas... Levanta de nuevo la mirada al escuchar que le dirá la ubicación actual del humano. Sus ávidos ojos se iluminan con esperanzas renovadas.

- Seré discreta, lo prometo. -Asiente con convicción y se percata de la mirada entre los dos hombres-bestia. Parecía que Syl dudaba sobre dar aquella información. Ella estaba segura de que no revelaría nada aún bajo la más estricta de las torturas, pero el hombre-gato no podía saber eso. Repitió mentalmente las palabras de Asher varias veces para evitar olvidarlas. "Dundarak. Mansión Raymond. Centinela del Norte".

Se había despistado, no daba crédito a la suerte que había tenido en encontrarse con un amigo de Eltrant, pero los dos hombres estaban saliendo ya por la puerta. Da dos pasos rápidos. -Yo, eh... -Suspira profundamente mientras los demás se alejan. -Gracias... -Cabizbaja vuelve a entrar en la consulta, decidida a descansar un poco y ordenar la lista de cosas que necesitará para llegar a Dundarak. Tenía dinero para un pasaje en barco, eso no sería problema. Pero necesitaría víveres y ropa de abrigo, las temperaturas del Norte no eran algo a tomarse a la ligera.

Entonces cayó en la cuenta, no había visto a Cliff en un buen rato. Decidió ir a la trastienda, al menos para despedirse y darle las gracias por los cuidados de Asher y por el libro. Allí lo encontró, se acercó sin hacer ruido, si estaba en medio de algún experimento no quería molestarle. En cambio... Sentía curiosidad por los experimentos, así que en lugar de dar media vuelta e irse siguió aproximándose y miró sobre el hombro del doctor.

Escribía una nota "Eltrant Tale se encuentra en Dundarak, posiblemente en la Mansión Raymo..." El humano no tardó en girarse, sobretodo al escuchar el sonido del acero deslizándose a lo largo de la vaina. La hoja le atravesó el cuello mucho antes de que tuviese tiempo a articular ni una sola palabra. La bruja hizo levitar un trozo de tela cercano para limpiar el filo y envainar de nuevo el arma mientras el cuerpo sin vida de Cliff se desplomaba en el suelo. Karen toma la nota del doctor con una mano y la acerca a una de las velas de la mesa, la posa entonces sobre un montón de papeles y cuando terminan de prender todos, se aleja.

Desde su alcoba podían verse las llamas, extendiéndose por la ciudad mientras los vecinos intentaban extinguirlas. Parecería un experimento fallido de aquel doctor loco. Tras soltar un largo suspiro, terminó de recoger sus cosas y salió de la posada.
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