Contratiempos [Privado] [Cerrado]
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Alward salía satisfecho de aquella tienda de arcana; le habían encantado la armadura y su nueva espada por un buen precio, y ahora la primera le permitía más movilidad y la segunda iba impregnada de fuego en cuanto se le activase aquel extraño encantamiento que le habían puesto. No tenía ni idea de cómo funcionaba, solo sabía que así era y eso le bastaba para el combate.
No esperó ni un minuto al salir de la tienda y ya desenfundó su espada para ver el resultado. Con un pequeño movimiento, y con esta alzada a poca altura y con la punta hacia arriba, se imbuyó de fuego, como en las leyendas. En este caso, la realidad superaba a la ficción.
-¡Woah!-Soltó, inesperado, al ver cuánto calor desprendía aquella llama
Sin querer, llamó la atención de los transeúntes. Algunos se le quedaron mirando. Con vergüenza, el humano volvió a envainar el arma, con el encantamiento desactivado y tosió forzadamente para mantener la compostura, mientras sus mejillas se ruborizaban levemente.
Debía volver a la posada en la que se había alojado con Mars. Oromë y sus hermanas ya le dieron la información que necesitaba, y en efecto; gente sospechosa y con símbolos de serpientes habían aparecido por la ciudad y sus alrededores, sobretodo por la noche. Se hablaba de que hacían negocios sucios y se aliaban con otros grupos criminales del norte. Quizás por eso fueron hasta allí en un principio, para hacer aquellos "negocios". Quizás querían ampliar su influencia.
Para recortar camino, Alward se tiró por un callejón al que poco le daba la luz y siempre se mantenía en penumbras. Muchos barriles, tablones y demás objetos estaban tirados por este, sin que nadie les echara un ojo, y por lo que parecía, estaban allí olvidados.
De pronto, notó unos pasos a su espalda. Lo seguían. Se puso en alerta y se detuvo.
-Eh, enséñanos la espada encantada-Dijo una voz
El Sevna se volteó, pudo ver a dos tipos abrigados y armados con muy mala pinta, ¿Bandidos? ¿Ladrones? Seguramente eran de una calaña bastante baja.
-No me apetece-Se cruzó de brazos, adoptando un tono de superioridad y amenazante. No se iba a dejar amedrentar por dos inútiles cualquiera-Y será mejor que os larguéis y dejéis de molestarme-Advirtió
-Oh, tiene agallas el saco de mierda-Sonrió con un semblante siniestro el otro integrante del dúo con mala pinta
-Me he enfrentado a cosas peores que dos malolientes adefesios, eso tenlo por seguro-Contestó, con sarcasmo y sin bajar su moral-Así que largaos antes de que...--De pronto, notó un fuerte golpe en la cabeza que provenía desde atrás. El Sevna cayó ipsofacto en el suelo, inconsciente. Había sido una mujer, la cual ahora estaba rebuscando entre sus cosas.
-Vamos, ayudadme a desplumarlo, antes de que despierte
En un abrir y cerrar de ojos, aquel trío dejó a Alward sin sus espadas, zurrón, ni bolsa de aeros. Había sido completamente robado, salvo por su armadura, que costaba más de quitar. Se fueron con rapidez, dejando allí al humano inconsciente y tirado bocabajo.
No esperó ni un minuto al salir de la tienda y ya desenfundó su espada para ver el resultado. Con un pequeño movimiento, y con esta alzada a poca altura y con la punta hacia arriba, se imbuyó de fuego, como en las leyendas. En este caso, la realidad superaba a la ficción.
-¡Woah!-Soltó, inesperado, al ver cuánto calor desprendía aquella llama
Sin querer, llamó la atención de los transeúntes. Algunos se le quedaron mirando. Con vergüenza, el humano volvió a envainar el arma, con el encantamiento desactivado y tosió forzadamente para mantener la compostura, mientras sus mejillas se ruborizaban levemente.
Debía volver a la posada en la que se había alojado con Mars. Oromë y sus hermanas ya le dieron la información que necesitaba, y en efecto; gente sospechosa y con símbolos de serpientes habían aparecido por la ciudad y sus alrededores, sobretodo por la noche. Se hablaba de que hacían negocios sucios y se aliaban con otros grupos criminales del norte. Quizás por eso fueron hasta allí en un principio, para hacer aquellos "negocios". Quizás querían ampliar su influencia.
Para recortar camino, Alward se tiró por un callejón al que poco le daba la luz y siempre se mantenía en penumbras. Muchos barriles, tablones y demás objetos estaban tirados por este, sin que nadie les echara un ojo, y por lo que parecía, estaban allí olvidados.
De pronto, notó unos pasos a su espalda. Lo seguían. Se puso en alerta y se detuvo.
-Eh, enséñanos la espada encantada-Dijo una voz
El Sevna se volteó, pudo ver a dos tipos abrigados y armados con muy mala pinta, ¿Bandidos? ¿Ladrones? Seguramente eran de una calaña bastante baja.
-No me apetece-Se cruzó de brazos, adoptando un tono de superioridad y amenazante. No se iba a dejar amedrentar por dos inútiles cualquiera-Y será mejor que os larguéis y dejéis de molestarme-Advirtió
-Oh, tiene agallas el saco de mierda-Sonrió con un semblante siniestro el otro integrante del dúo con mala pinta
-Me he enfrentado a cosas peores que dos malolientes adefesios, eso tenlo por seguro-Contestó, con sarcasmo y sin bajar su moral-Así que largaos antes de que...--De pronto, notó un fuerte golpe en la cabeza que provenía desde atrás. El Sevna cayó ipsofacto en el suelo, inconsciente. Había sido una mujer, la cual ahora estaba rebuscando entre sus cosas.
-Vamos, ayudadme a desplumarlo, antes de que despierte
En un abrir y cerrar de ojos, aquel trío dejó a Alward sin sus espadas, zurrón, ni bolsa de aeros. Había sido completamente robado, salvo por su armadura, que costaba más de quitar. Se fueron con rapidez, dejando allí al humano inconsciente y tirado bocabajo.
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Última edición por Alward Sevna el Sáb Abr 11 2020, 21:48, editado 1 vez
Alward Sevna
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No es nada fuera de lo común encontrarse cosas en el suelo. La mayoría del tiempo, no se trata de nada digno de recoger, o de ver conscientemente; pero hay ocasiones que sí son dignas de mención. Cuando hay suerte, uno puede encontrar una moneda de oro, la llave de la casa a la que casualmente uno planeaba colarse o, en casos de buen fario extremo, una piedra preciosa, un plano parcial de los túneles secretos debajo de Lunargenta, o un vale por dulces gratis durante un año*. En este caso, lo que Thaiss encontró en el suelo de un callejón especialmente sucio (además de varias cajas rotas y unos pocos dientes cuyo dueño jamás volvería a reclamar) fue a un hombre vestido con armadura.
Un caballero, claro.
Un caballero bastante gracioso: acorazado pero sin espada, ni bolsa de monedas. Lo observó de cerca. O tenía una capacidad sorprendente para quedarse dormido en todas partes y posturas, superando incluso la de Thaiss, o estaba inconsciente debido a eventos externos. La primera opción era más divertida, pero debía rendirse a la evidencia y admitir que aquel pobre hombre necesitaba ayuda.
Le dio la vuelta, constatando así lo pesada que era la armadura y decidiendo que no intentaría moverlo más. El chico parecía estar ileso, o al menos no estaba sangrando externamente. Lo cierto es que Thaiss no tenía ni idea de medicina, pero como ladrona que era debía reconocer que habían hecho un buen trabajo dejándolo sin nada de valor.
- Más de una persona - concluyó.
Había varios grupos que usaban aquella zona para robar a extranjeros. Thaiss lo había observado en las últimas semanas, porque siempre es útil conocer a la competencia, en su caso para esquivarla. Dundarak, visto su estado semiderruido y empobrecido, era en aquellos tiempos un lugar especialmente peligroso para ir solo con algo valioso. La buena noticia es que el aventurero desmayado en el suelo ya no tendría ese problema.
- Ey, despierta - probó a moverlo un poco, sin mucho éxito.
Finalmente sacó su cantimplora, mojó una esquina de su capa y probó a darle suaves toques en la cara para que volviera en sí. Pareció reaccionar un poco. Quizás Thaiss sabía más de medicina de lo que pensaba.
- Estás en el suelo de un callejón mugriento - le recordó, por si tenía algo de amnesia -. Parece que un grupo te ha robado. Probablemente dos o tres personas. No te han dejado nada de valor. Ni espada, ni bolsa, ni mochila, ni zurrón...
Se le ocurrían más sinónimos, pero se detuvo porque quizás aquellas eran demasiadas palabras para alguien semi inconsciente y con posible amnesia.
- ¿Te acuerdas de cómo te llamas?
Le pareció buena idea empezar con una pregunta fácil.
---
* En los años que llevaba de vida, Thaiss sólo había tenido la suerte de encontrar una de estas tres.
Un caballero, claro.
Un caballero bastante gracioso: acorazado pero sin espada, ni bolsa de monedas. Lo observó de cerca. O tenía una capacidad sorprendente para quedarse dormido en todas partes y posturas, superando incluso la de Thaiss, o estaba inconsciente debido a eventos externos. La primera opción era más divertida, pero debía rendirse a la evidencia y admitir que aquel pobre hombre necesitaba ayuda.
Le dio la vuelta, constatando así lo pesada que era la armadura y decidiendo que no intentaría moverlo más. El chico parecía estar ileso, o al menos no estaba sangrando externamente. Lo cierto es que Thaiss no tenía ni idea de medicina, pero como ladrona que era debía reconocer que habían hecho un buen trabajo dejándolo sin nada de valor.
- Más de una persona - concluyó.
Había varios grupos que usaban aquella zona para robar a extranjeros. Thaiss lo había observado en las últimas semanas, porque siempre es útil conocer a la competencia, en su caso para esquivarla. Dundarak, visto su estado semiderruido y empobrecido, era en aquellos tiempos un lugar especialmente peligroso para ir solo con algo valioso. La buena noticia es que el aventurero desmayado en el suelo ya no tendría ese problema.
- Ey, despierta - probó a moverlo un poco, sin mucho éxito.
Finalmente sacó su cantimplora, mojó una esquina de su capa y probó a darle suaves toques en la cara para que volviera en sí. Pareció reaccionar un poco. Quizás Thaiss sabía más de medicina de lo que pensaba.
- Estás en el suelo de un callejón mugriento - le recordó, por si tenía algo de amnesia -. Parece que un grupo te ha robado. Probablemente dos o tres personas. No te han dejado nada de valor. Ni espada, ni bolsa, ni mochila, ni zurrón...
Se le ocurrían más sinónimos, pero se detuvo porque quizás aquellas eran demasiadas palabras para alguien semi inconsciente y con posible amnesia.
- ¿Te acuerdas de cómo te llamas?
Le pareció buena idea empezar con una pregunta fácil.
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* En los años que llevaba de vida, Thaiss sólo había tenido la suerte de encontrar una de estas tres.
Thaiss
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
Había sido un buen golpe, quizás con una cachiporra o con la empuñadura de algún arma. Había ido directo a donde duele, y sin esperarlo.
Poco a poco, volvió a recobrar conciencia de sí mismo, no sabía cuánto tiempo había pasado, para él, habían sido tan solo unos segundos. Se encontraba ahora bocarriba, y una voz femenina era lo único que podía escuchar, un poco a lo lejos, pero cada vez acercándose más.
Quería moverse o reaccionar, pero sus músculos no respondían a los estímulos. Sus ojos medio abiertos distinguían un rostro estándar femenino, no podía distinguir aún ningún rasgo, ni siquiera le había dado tiempo a ello. La presencia de aquella mujer confirmaba que la voz que escuchaba era real y venía de esa figura.
Tras notar cómo unos toquecitos fríos de agua en su rostro, abrió los ojos por completo y pudo volver en sí al fin.
El Sevna se reincorporó sentado, mientras se llevaba la mano atrás de la cabeza, donde había recibido el golpe. Un claro gesto de dolor se hizo presente en su semblante. La chica, por su parte, le recordó dónde estaba.
-...Ya lo veo...-Contestó, dolorido. Ante las siguientes palabras de la chica, al castaño le entró el pánico; rápidamente se llevó las manos a su torso, su cintura, su espalda... Y descubrió que no tenía nada.-...Oh... ¡Mierda!-Se tensó-¡MIS COSAS!-Se puso de rodillas y echó un vistazo a su alrededor, centrándose en ambas salidas del callejón. Acto seguido, apretó la mandíbula-¡JODER!-Maldijo
La chica le preguntó su nombre. Por un momento, la rabia de Alward se detuvo para mirar a aquella mujer con duda.
-...S-sí...-Asintió-Mi nombre es Alward. Alward Sevna-Se presentó-¿Quién eres tú?
Tras esa breve parada, el resentimiento volvió al espadachín y finalmente se puso en pie, echando nuevamente la mirada hacia las dos salidas de aquel lugar, una opuesta a la otra.
-¿Has visto algo?-Preguntó a la joven.Se llevó ambas manos al rostro, lamentándose y maldiciendo entre dientes-Eran dos tipos; uno más alto que otro. El bajito tenía unos sencillos ropajes verdes y una especie de bufanda roja en sus hombros...-Arrugó el ceño, intentando acordarse-¡Llevaba bigote!-Fue lo más destacado que se le vino a la mente-El otro tipo era más alto, y llevaba una cofia alrededor de su cabeza. Tenía cara de cerdo, y sus ropajes eran como... ¿Rojos?-Era lo más destacado de ese tipejo, sin duda
Suspiró, frustrado.
-Necesito recuperar mis cosas...
Y, por supuesto, no podía ir a ver a Raven con aquel repentino problema entre sus manos, ya que le juzgaría de una manera atroz y seguramente le caería un sermón gordo. "El Jefe" era duro, y aparte de eso, tampoco quería meterle más problemas en la cabeza. También necesitaría algún arma, o al menos algo de ayuda, ya que los tipos estaban armados, y seguramente el tercer individuo que lo golpeó también. Otra pregunta se le vino a la mente; ¿Serían simples ladrones? Esperaba que sí.
Poco a poco, volvió a recobrar conciencia de sí mismo, no sabía cuánto tiempo había pasado, para él, habían sido tan solo unos segundos. Se encontraba ahora bocarriba, y una voz femenina era lo único que podía escuchar, un poco a lo lejos, pero cada vez acercándose más.
Quería moverse o reaccionar, pero sus músculos no respondían a los estímulos. Sus ojos medio abiertos distinguían un rostro estándar femenino, no podía distinguir aún ningún rasgo, ni siquiera le había dado tiempo a ello. La presencia de aquella mujer confirmaba que la voz que escuchaba era real y venía de esa figura.
Tras notar cómo unos toquecitos fríos de agua en su rostro, abrió los ojos por completo y pudo volver en sí al fin.
El Sevna se reincorporó sentado, mientras se llevaba la mano atrás de la cabeza, donde había recibido el golpe. Un claro gesto de dolor se hizo presente en su semblante. La chica, por su parte, le recordó dónde estaba.
-...Ya lo veo...-Contestó, dolorido. Ante las siguientes palabras de la chica, al castaño le entró el pánico; rápidamente se llevó las manos a su torso, su cintura, su espalda... Y descubrió que no tenía nada.-...Oh... ¡Mierda!-Se tensó-¡MIS COSAS!-Se puso de rodillas y echó un vistazo a su alrededor, centrándose en ambas salidas del callejón. Acto seguido, apretó la mandíbula-¡JODER!-Maldijo
La chica le preguntó su nombre. Por un momento, la rabia de Alward se detuvo para mirar a aquella mujer con duda.
-...S-sí...-Asintió-Mi nombre es Alward. Alward Sevna-Se presentó-¿Quién eres tú?
Tras esa breve parada, el resentimiento volvió al espadachín y finalmente se puso en pie, echando nuevamente la mirada hacia las dos salidas de aquel lugar, una opuesta a la otra.
-¿Has visto algo?-Preguntó a la joven.Se llevó ambas manos al rostro, lamentándose y maldiciendo entre dientes-Eran dos tipos; uno más alto que otro. El bajito tenía unos sencillos ropajes verdes y una especie de bufanda roja en sus hombros...-Arrugó el ceño, intentando acordarse-¡Llevaba bigote!-Fue lo más destacado que se le vino a la mente-El otro tipo era más alto, y llevaba una cofia alrededor de su cabeza. Tenía cara de cerdo, y sus ropajes eran como... ¿Rojos?-Era lo más destacado de ese tipejo, sin duda
Suspiró, frustrado.
-Necesito recuperar mis cosas...
Y, por supuesto, no podía ir a ver a Raven con aquel repentino problema entre sus manos, ya que le juzgaría de una manera atroz y seguramente le caería un sermón gordo. "El Jefe" era duro, y aparte de eso, tampoco quería meterle más problemas en la cabeza. También necesitaría algún arma, o al menos algo de ayuda, ya que los tipos estaban armados, y seguramente el tercer individuo que lo golpeó también. Otra pregunta se le vino a la mente; ¿Serían simples ladrones? Esperaba que sí.
Alward Sevna
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
Se lo quedó mirando fijamente cuando Alward le preguntó su nombre, como si no hubiera oído bien lo que decía o, simplemente, la pregunta le hubiera pasado por encima. El pobre caballero tenía además otras preocupaciones en su mente, así que, movido por románticos y potentes sentimientos, se puso en pie y miró a ambos lados, quizás buscando rastro de los que le habían robado todo.
- Cuando llegué ya estabas en el suelo - informó, poniéndose de pie ella también y retrocediendo sutilmente un paso -. No ví a nadie.
Se llevó la mano al mentón, pensativa, mientras escuchaba las descripciones que el chico daba. Retrocedió otro paso más cuando él no miraba. No eran muy útiles, sobre todo porque cuando describió la cara del segundo, Thaiss literalmente imaginó a un hombre bestia con cara de cerdo. No había visto a nadie así por allí.
- Conozco a demasiada gente con esas características - concluyó, alzándose de hombros y negando suavamente con la cabeza. Otro paso más.
Alward suspiró, frustrado, y expresó su necesidad de recuperar sus cosas. Thaiss continuó asiéndose el mentón de manera pensativa, hasta que finalmente soltó un "mmm" inseguro y asintió. Relajo los brazos, que dejó caer a sus costados. Paso hacia Alward.
- Hoy tenía un día sumamente ocupado, pero parece que estás en una situación especialmente infeliz. Cancelaré todas mis reuniones. Veamos.
Mientras pensaba, se acercó del todo hasta el caballero y lo observó de arriba abajo en busca de alguna pista que pudiera habérsele pasado por alto. Ella era nueva en Dundarak y aún no conocía todos los lugares y personas que podrían ser útiles en una situación como aquella. Tampoco sabía quiénes eran esos a los que describía, basado únicamente en una descripción tan vaga. Pero sin duda algo podría sacar de su cabeza.
- ¿Qué te han robado exactamente? Todo aquello que te han quitado, tendrán que ir a venderlo a algún lugar; si no, no ganarían nada. Vamos a necesitar una lista de lo que llevabas encima. Tu espada, para empezar, ¿verdad? No eres de Dundarak - no le hizo falta que el chico se lo confirmara. - E ibas solo, así que no tienen motivo para ir con demasiado cuidado. Para vender la espada, si era normalita, pueden ir a cincuenta sitios. Si tenía alguna cosa especial, o alguno de tus objetos era mágico o único... Tengo un amigo que tiene un amigo que dice que conoce a la persona ideal para deshacerse de cosas vistosas sin demasiadas preguntas. Si se trataba de algo pesado (como una espada) imagino que lo primero que harán hoy será ir a dársela a esa persona. Es una opción, al menos.
Pensó un poco más. Pero se dio cuenta de que podía seguir pensando mientras caminaban.
- Venga, en cuanto antes nos activemos, mejor. A cada segundo que pasa será más fácil que nos den esquinazo, y no volverás a ver tus cosas. Si te sirve de consuelo - añadió con una media sonrisa que tanto podía ser alentadora como burlona -, dormir en la calle no es tan duro como algunos dicen. Y me llamo Thaiss. Thaiss Etesia. Es un verdadero placer.
- Cuando llegué ya estabas en el suelo - informó, poniéndose de pie ella también y retrocediendo sutilmente un paso -. No ví a nadie.
Se llevó la mano al mentón, pensativa, mientras escuchaba las descripciones que el chico daba. Retrocedió otro paso más cuando él no miraba. No eran muy útiles, sobre todo porque cuando describió la cara del segundo, Thaiss literalmente imaginó a un hombre bestia con cara de cerdo. No había visto a nadie así por allí.
- Conozco a demasiada gente con esas características - concluyó, alzándose de hombros y negando suavamente con la cabeza. Otro paso más.
Alward suspiró, frustrado, y expresó su necesidad de recuperar sus cosas. Thaiss continuó asiéndose el mentón de manera pensativa, hasta que finalmente soltó un "mmm" inseguro y asintió. Relajo los brazos, que dejó caer a sus costados. Paso hacia Alward.
- Hoy tenía un día sumamente ocupado, pero parece que estás en una situación especialmente infeliz. Cancelaré todas mis reuniones. Veamos.
Mientras pensaba, se acercó del todo hasta el caballero y lo observó de arriba abajo en busca de alguna pista que pudiera habérsele pasado por alto. Ella era nueva en Dundarak y aún no conocía todos los lugares y personas que podrían ser útiles en una situación como aquella. Tampoco sabía quiénes eran esos a los que describía, basado únicamente en una descripción tan vaga. Pero sin duda algo podría sacar de su cabeza.
- ¿Qué te han robado exactamente? Todo aquello que te han quitado, tendrán que ir a venderlo a algún lugar; si no, no ganarían nada. Vamos a necesitar una lista de lo que llevabas encima. Tu espada, para empezar, ¿verdad? No eres de Dundarak - no le hizo falta que el chico se lo confirmara. - E ibas solo, así que no tienen motivo para ir con demasiado cuidado. Para vender la espada, si era normalita, pueden ir a cincuenta sitios. Si tenía alguna cosa especial, o alguno de tus objetos era mágico o único... Tengo un amigo que tiene un amigo que dice que conoce a la persona ideal para deshacerse de cosas vistosas sin demasiadas preguntas. Si se trataba de algo pesado (como una espada) imagino que lo primero que harán hoy será ir a dársela a esa persona. Es una opción, al menos.
Pensó un poco más. Pero se dio cuenta de que podía seguir pensando mientras caminaban.
- Venga, en cuanto antes nos activemos, mejor. A cada segundo que pasa será más fácil que nos den esquinazo, y no volverás a ver tus cosas. Si te sirve de consuelo - añadió con una media sonrisa que tanto podía ser alentadora como burlona -, dormir en la calle no es tan duro como algunos dicen. Y me llamo Thaiss. Thaiss Etesia. Es un verdadero placer.
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
La chica dijo que no había visto nada, simplemente le encontró una vez inconsciente. Eso complicaba las cosas. No conocía la ciudad ni a nadie que pudiera ayudarle, estaba en una situación complicada, pero las palabras de la mujer diciendo que le ayudaría cambió un poco su ánimo, al menos ya no estaba solo, un alivio.
-Me han robado mis dos espadas. Ambas estaban encantadas.-Dijo, mientras miraba con más detalle a la chica, la cual antes no pudo analizar debido a su repentino despertar. Era peculiar, sin duda-N-no, no soy de Dundarak...-Contestó, sorprendido por las averiguaciones que la morena estaba haciendo-Soy de un pequeño pueblo, cerca de Lunargenta; Alosa, es su nombre-Tras eso, hizo reflexión, intentando acordarse de qué más le faltaba-Me faltan mi bolsa de aeros y mi zurrón... Este último es más importante, tengo cosas de valor sentimental-Dijo
Acto seguido, respiró hondo y se ajustó la armadura y los pantalones, quitándose de paso el polvo que pudiesen haber cogido al estar en contacto con el suelo. Tras eso, asintió.
-Vayamos a ver a esa persona que conoce el amigo de tu amigo, pues
Empezaron a caminar para salir del callejón y ponerse rumbo a donde quiera que estuviese aquella persona que la mujer mencionó. Era una opción, tal y como esta había dicho, y su única por el momento.
-Dormir en la calle no es lo que me preocupa-Sonrió con cierta vergüenza, admitiendo que más de una vez lo había hecho. Su vida como mercenario le había llevado por todos los rincones de Verisar, y más de una vez eso acarreaba dormir en lugares inhóspitos. Pero una cosa tenía clara, comparada con el resto del mundo, la península era un paraíso. Quizás su condición como humano lo aventajaba para ello, o quizás su vida como mercenario le ofrecía un seguro de comodidad y tranquilidad que hasta la fecha no había tenido en cuenta. Cuando la mujer dio su nombre, el Sevna asintió y le dedicó una sonrisa-Encantado, Thaiss. Muchas gracias por ayudarme
La ciudad de los orgullosos dragones se alzaba imponente y magistral. Costaba creer que entre toda esa arquitectura impoluta y con el recto y famoso ejército del que gozaba dicha raza hubiesen sitios donde se hiciera contrabando o alguna que otra ilegalidad. Alward suponía que los mortales eran fácilmente corruptibles, y pocas cosas de Aerandir se escapaban de dicha corrupción. Una lacra que sin duda sería beneficiosa erradicar para el bien común. Lástima que pocos pensaran así.
-Dundarak ha apostado a su ejército en el este del continente, por lo que puede que por eso la actividad criminal haya aumentado-Dedujo-Aunque puede que los rumores exageraran el número de activos con los que contaba el Rey Rigobert-Comentó-De todas formas, Dundarak se suponía que tenía que ser una ciudad segura, ¿Crees que estos tipos se quedarán en la ciudad o se irán para comerciar con mis cosas?-Preguntó a la mujer, con cierta preocupación. Abandonar Dundarak sin duda supondría un paso atrás en su viaje
De pronto, llegaron a otra calle oscura. Demasiado grande para ser considerada un callejón, pero lo suficiente cerrada y solitaria como para poner los vellos de punta y hacer que los sentidos quedaran alerta. Dicho trayecto no tenía una salida alternativa, por lo cual, al fondo se hayaba una vieja casetilla de madera.
No había literalmente nadie, en claro contraste con las otras calles por las cuales habían pasado. ¿Quizás era la hora de almorzar y hacía demasiado frío como para estar fuera? El estómago de Alward y su nariz congelada confirmaban ambas cosas.
Se quedó mirando varios segundos la casetilla, en silencio, la cual transmitía cierta aura de misterio. Se veía que la madera era antiquísima, haciendo un claro contraste con las modernas edificaciones del alrededor
-...¿Y bien?-Giró el cuello para mirar a la morena-¿Es aquí?-Preugntó-¿Quién se supone que está aquí? ¿Tu amigo? ¿Su amigo? ¿O el amigo de su amigo?-Era un trabalenguas. Hasta el propio Alward se detuvo un segundo para analizar si se había comunicado bien.
-Me han robado mis dos espadas. Ambas estaban encantadas.-Dijo, mientras miraba con más detalle a la chica, la cual antes no pudo analizar debido a su repentino despertar. Era peculiar, sin duda-N-no, no soy de Dundarak...-Contestó, sorprendido por las averiguaciones que la morena estaba haciendo-Soy de un pequeño pueblo, cerca de Lunargenta; Alosa, es su nombre-Tras eso, hizo reflexión, intentando acordarse de qué más le faltaba-Me faltan mi bolsa de aeros y mi zurrón... Este último es más importante, tengo cosas de valor sentimental-Dijo
Acto seguido, respiró hondo y se ajustó la armadura y los pantalones, quitándose de paso el polvo que pudiesen haber cogido al estar en contacto con el suelo. Tras eso, asintió.
-Vayamos a ver a esa persona que conoce el amigo de tu amigo, pues
Empezaron a caminar para salir del callejón y ponerse rumbo a donde quiera que estuviese aquella persona que la mujer mencionó. Era una opción, tal y como esta había dicho, y su única por el momento.
-Dormir en la calle no es lo que me preocupa-Sonrió con cierta vergüenza, admitiendo que más de una vez lo había hecho. Su vida como mercenario le había llevado por todos los rincones de Verisar, y más de una vez eso acarreaba dormir en lugares inhóspitos. Pero una cosa tenía clara, comparada con el resto del mundo, la península era un paraíso. Quizás su condición como humano lo aventajaba para ello, o quizás su vida como mercenario le ofrecía un seguro de comodidad y tranquilidad que hasta la fecha no había tenido en cuenta. Cuando la mujer dio su nombre, el Sevna asintió y le dedicó una sonrisa-Encantado, Thaiss. Muchas gracias por ayudarme
La ciudad de los orgullosos dragones se alzaba imponente y magistral. Costaba creer que entre toda esa arquitectura impoluta y con el recto y famoso ejército del que gozaba dicha raza hubiesen sitios donde se hiciera contrabando o alguna que otra ilegalidad. Alward suponía que los mortales eran fácilmente corruptibles, y pocas cosas de Aerandir se escapaban de dicha corrupción. Una lacra que sin duda sería beneficiosa erradicar para el bien común. Lástima que pocos pensaran así.
-Dundarak ha apostado a su ejército en el este del continente, por lo que puede que por eso la actividad criminal haya aumentado-Dedujo-Aunque puede que los rumores exageraran el número de activos con los que contaba el Rey Rigobert-Comentó-De todas formas, Dundarak se suponía que tenía que ser una ciudad segura, ¿Crees que estos tipos se quedarán en la ciudad o se irán para comerciar con mis cosas?-Preguntó a la mujer, con cierta preocupación. Abandonar Dundarak sin duda supondría un paso atrás en su viaje
De pronto, llegaron a otra calle oscura. Demasiado grande para ser considerada un callejón, pero lo suficiente cerrada y solitaria como para poner los vellos de punta y hacer que los sentidos quedaran alerta. Dicho trayecto no tenía una salida alternativa, por lo cual, al fondo se hayaba una vieja casetilla de madera.
No había literalmente nadie, en claro contraste con las otras calles por las cuales habían pasado. ¿Quizás era la hora de almorzar y hacía demasiado frío como para estar fuera? El estómago de Alward y su nariz congelada confirmaban ambas cosas.
Se quedó mirando varios segundos la casetilla, en silencio, la cual transmitía cierta aura de misterio. Se veía que la madera era antiquísima, haciendo un claro contraste con las modernas edificaciones del alrededor
-...¿Y bien?-Giró el cuello para mirar a la morena-¿Es aquí?-Preugntó-¿Quién se supone que está aquí? ¿Tu amigo? ¿Su amigo? ¿O el amigo de su amigo?-Era un trabalenguas. Hasta el propio Alward se detuvo un segundo para analizar si se había comunicado bien.
Alward Sevna
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
- Alosa es un lugar precioso - asintió -. Y tienen el típico Pan Dulce de Alosa, ¡está tan bueno!
Comenzaron a caminar por la ciudad, con Thaiss guiando despreocupadamente. Su forma de andar era la de una persona que pasea sin rumbo fijo, con lo que Alward debía confiar en que realmente estaba haciendo lo que había prometido, y lo estaba llevando ante el conocido del amigo de sus amigos.
- Todas las ciudades grandes tienen suficiente vida para que exista un buen mercado de segunda mano. Unas espadas encantadas se podrán vender bien aquí. No creo que los que te atracaron se vayan a ningún sitio. Me preocuparía más por tu zurrón, en realidad - añadió sin un atisbo de preocupación en su voz -. Si sólo tiene cosas de valor sentimental, probablemente lo hayan tirado por ahí. Ganarán suficiente con las espadas.
Pronto llegaron a un pequeño callejón, al final del cual se alojaba una pequeña caseta de madera, escondida y recogida del viento. La calle estaba helada y desierta, pero a pesar de todo Thaiss miró a su alrededor disimuladamente antes de dirigirse hacia el callejón.
- No quieres conocer al amigo de mis amigos. Nunca deja de hablar, un verdadero pesado. Se llama Giorgio. Siempre, siempre, aléjate de todos los Giorgios que encuentres; es una recomendación personal aprendida con la edad. No traen nada bueno. Vamos a ver directamente al amigo del amigo del amigo de mi amigo.
Llegaron frente a la caseta, y Thaiss dio unos toquecitos rítmicos. En unos segundos se escuchó correr una cerradura y se abrió la puerta, apenas un resquicio, por el que los observó un hombre enorme, fornido e intimidante. Se adivinaba una cicatriz en la parte derecha de su rostro, como una quemadura mal curada.
- Es hora de comer. ¿Qué buscáis?
- Hace frío. Queríamos comprar madera.
El hombre abrió la puerta y les hizo un gesto para que pasaran.
- Quince minutos - dijo una vez hubo cerrado tras ellos, y fue a sentarse a un taburete contra la pared.
No les dijo nada más; todo aquello daba por sentado que estaban allí sabiendo a qué venían, y qué hacer exactamente, y qué quería decir el hombre cuando decía "quince minutos". En todo caso, el aspecto del desconocido era demasiado intimidante para admitirle que no sabían qué hacer a continuación. No parecía el tipo de persona al que le gusta que le hagan preguntas.
Por suerte, Thaiss sí sabía cómo proceder en aquel lugar.
Caminó hacia el fondo de la sala. Allí había troncos apilados ordenadamente contra la pared, pero la ladrona se detuvo antes de llegar hasta ellos y abrió una trampilla que se encontraba en el suelo de madera, tan bien disimulada que era fácil pasarla por alto entre todo el serrín. Con un gesto, le indicó a Alward que pasara primero.
Comenzaron a caminar por la ciudad, con Thaiss guiando despreocupadamente. Su forma de andar era la de una persona que pasea sin rumbo fijo, con lo que Alward debía confiar en que realmente estaba haciendo lo que había prometido, y lo estaba llevando ante el conocido del amigo de sus amigos.
- Todas las ciudades grandes tienen suficiente vida para que exista un buen mercado de segunda mano. Unas espadas encantadas se podrán vender bien aquí. No creo que los que te atracaron se vayan a ningún sitio. Me preocuparía más por tu zurrón, en realidad - añadió sin un atisbo de preocupación en su voz -. Si sólo tiene cosas de valor sentimental, probablemente lo hayan tirado por ahí. Ganarán suficiente con las espadas.
Pronto llegaron a un pequeño callejón, al final del cual se alojaba una pequeña caseta de madera, escondida y recogida del viento. La calle estaba helada y desierta, pero a pesar de todo Thaiss miró a su alrededor disimuladamente antes de dirigirse hacia el callejón.
- No quieres conocer al amigo de mis amigos. Nunca deja de hablar, un verdadero pesado. Se llama Giorgio. Siempre, siempre, aléjate de todos los Giorgios que encuentres; es una recomendación personal aprendida con la edad. No traen nada bueno. Vamos a ver directamente al amigo del amigo del amigo de mi amigo.
Llegaron frente a la caseta, y Thaiss dio unos toquecitos rítmicos. En unos segundos se escuchó correr una cerradura y se abrió la puerta, apenas un resquicio, por el que los observó un hombre enorme, fornido e intimidante. Se adivinaba una cicatriz en la parte derecha de su rostro, como una quemadura mal curada.
- Es hora de comer. ¿Qué buscáis?
- Hace frío. Queríamos comprar madera.
El hombre abrió la puerta y les hizo un gesto para que pasaran.
- Quince minutos - dijo una vez hubo cerrado tras ellos, y fue a sentarse a un taburete contra la pared.
No les dijo nada más; todo aquello daba por sentado que estaban allí sabiendo a qué venían, y qué hacer exactamente, y qué quería decir el hombre cuando decía "quince minutos". En todo caso, el aspecto del desconocido era demasiado intimidante para admitirle que no sabían qué hacer a continuación. No parecía el tipo de persona al que le gusta que le hagan preguntas.
Por suerte, Thaiss sí sabía cómo proceder en aquel lugar.
Caminó hacia el fondo de la sala. Allí había troncos apilados ordenadamente contra la pared, pero la ladrona se detuvo antes de llegar hasta ellos y abrió una trampilla que se encontraba en el suelo de madera, tan bien disimulada que era fácil pasarla por alto entre todo el serrín. Con un gesto, le indicó a Alward que pasara primero.
Thaiss
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Era extraña, una mujer verdaderamente extraña. Su exceso de amabilidad harían desconfiar a muchos, y quizás en una situación menos comprometida, incluso al propio Alward lo haría dudar, pero allí estaba; junto a ella escuchando una historia de "Giorgios", con la moraleja final de que nunca hay que fiarse de uno. Por compromiso, el Sevna rió.
-Jajaja... Genial, te haré caso...-Le siguió la corriente-Pues vamos a ver a quien tengamos que ver-Se cruzó de brazos y se encogió de hombros
Sin más, la mujer empezó a caminar en dirección a la caseta, cosa que el Sevna no se esperaba que hiciera, ya que suponía que era él que tendría que arrastrar el andar de Thaiss todo el tiempo. Pegó un respingo, y antes de que la morena se alejara más, la siguió a paso rápido para no quedar atrás.
La mujer dio unos toques rítmicos en la puerta, como si estuviera acostumbrada a ir allí, el castaño la observó con detenimiento, lanzándole una mirada de juicio. Ese acto duró poco, ya que la puerta se entreabrió y dejó ver a un tipo realmente grande e intimidante, mirándolos con cara de pocos amigos. Alward actuó tensando la espina dorsal y poniéndose tan recto que parecía el mástil de un castillo. Miró de arriba a abajo a aquel grandullón, con un semblante serio mezclado con intimidación.
"...¿Hora de comer?", se preguntó en sus adentros. Iba a responder lo primero que se le vino a la cabeza, pero por suerte, Thaiss sabía bien qué decir. Se supone que era una especie de contraseña, y se había alegrado de no pifiarla.
-Quince minutos-Respondió aquel tipo con su ronca voz
Tras eso, les dejó pasar. Aquella cabaña olía a humedad y cerrado, y estaba oscuro. Sin duda no era un sitio agradable. Y la mirada fija del grandullón sobre ellos dos era penetrante. Alward en todo momento siguió los pasos de Thaiss, sin saber muy bien qué hacer o qué decir.
La mujer descubrió una trampilla. Le indicó al Sevna que se metiera primero, y este, no sin antes echar un último vistazo al tipo que estaba sentado en el taburete, le hizo caso. Luego, la morena le siguió.
A continuación, se encontraron con un estrecho pasillo de piedra iluminado por antorchas a sus lados. Al final, una puerta cerrada con dos guardias. Eran tipos muy bien armados y protegidos, se podrían fácilmente confundir con los guardias de Dundarak, pero no llevaban ninguna enseña que les identificara como tal.
-¿Ese era al que teníamos que ver?-Le susurró a Thaiss mientras caminaban hacia la puerta, haciendo referencia al grandullón de antes-...Este sitio no me gusta...-Tragó saliva con fuerza al llegar hasta la puerta.
Ambos guardias miraron a los recién llegados, y con un tono rutinario y neutral les preguntó uno de ellos:
-¿A qué venís, a comprar o a vender?
-...A comprar-Soltó el Sevna por instinto y sin meditarlo
De nuevo, ambos guardias miraron de arriba a abajo a Thaiss y Alward. Acto seguido, se miraron y uno de ellos les abrió la puerta.
Detrás de esa puerta se abría una calle mucho más amplia y larga, pero no en exceso, iluminada con varios postes puestos cada ciertos metros con antorchas. Era un refugio modesto donde comprar y vender cosas al margen de la ley, un pequeño e improvisado mercado negro. Habían puestos a los lados con todo tipo de cosas exóticas: desde armas hasta pociones, pasando por encantamientos o incluso animales de lugares recónditos y lejanos que los vendían como meras mascotas. Algunos estaban encadenados, y cada vez que pasaba alguien por su lado, este estaba en peligro de ser mordido, pinchado o envenenado, sin duda todo un riesgo adquirir alguna de esas criaturas, a cada cual más extraña.
Como hasta ahora, el Sevna seguía a la mujer, que parecía saber a dónde iba, o al menos tenía un rumbo fijo; mucho más de lo que él disponía.
-...¿Y dónde tenemos que ir ahora?-Preguntó-No quiero sonar pesado, pero este sitio no me gust...-De pronto, se cruzaron con un grupo de tres hombres. Iban armados, como casi todo el mundo en aquel lugar, pero uno le llamó la atención; ¡El hombre de la cofia estaba entre ellos! (Aunque ahora sin cofia y sacando a relucir toda su calva).
Sus miradas se cruzaron. Alward se quedó paralizado por un instante, con los ojos abiertos como platos. El tipo frunció el ceño y dejó de hablar, centrando su atención en el castaño. Parece que le costó reconocerlo, pero finalmente lo hizo.
Acto seguido, apartó a uno de sus compañeros para encaminarse hasta el Sevna, el cual le miraba seriamente y con el ceño fruncido, demostrando resentimiento por lo ocurrido.
-¡Vaya, pero mira a quien tenemos aquí!-Su voz, tono y forma de vocalizar sonaban como a las de un paleto de pueblo y un retrasado-¡Es quien os he contado que desplumé junto a Parris y John-Señaló Alward de forma burlona mientras miraba a sus compañeros
En ese momento, el Sevna sintió gran vergüenza y apretó la mandíbula, miró con rabia al tipo y luego a Thaiss para ver cómo reaccionaba esta.
-Eh, novato.-Centró su atención en el castaño-¿Has venido aquí a recuperar tus cosas?-Dijo en tono de mofa, una vez más-¡Y parece que has venido acompañado!-Dijo, fijándose en Thaiss mientras se le quedaba mirando con una sonrisa bobalicona.
-Gordon, será mejor que lo dejes en paz. Ya sabes que aquí no se permiten las peleas-Dijo uno de sus amigos
-¡TÚ, CARA DE CERDO!-Alward no pudo más y explotó, señalándole y con la cara roja como un tomate, en señal de la rabia interna y el resentimiento que llevaba por dentro.
En ese momento, el tipo miró mal al Sevna, y un silencio invadió todo el lugar, llamando la atención de todo aquel que pasaba a su alrededor
-¡DEVUÉLVEME MIS COSAS!-Le exigió después de encararse con él. El tipo era bastante más grande que Alward, le sacaba unas tres o cuatro cabezas, pero aquello no era nada que le intimidara
-No puede ser-Dijo, ofendido-Tus cosas mañana serán llevadas a Ciudad Lagarto para ser vendidas allí, y quizás pagaremos con tu dinero el permiso que el virrey nos exige para comerciar en su zona
-¿¡CÓMO!?-Eso sin duda le sacó de sus casillas al completo. Nunca en su vida dejaría que nada suyo estuviera en posesión de Matthew Owens, y mucho menos sus aeros. Agarró al grandullón de la camisa y le hizo bajar el cuello hasta quedarse a escasos centímetros de él, nariz con nariz-¡ESCÚCHAME BIEN!-No bajó el tono ni recuperó la compostura ni por un segundo, y con la noticia de que todo lo suyo acabaría en Ciudad Lagarto no hacía más que enervarlo-VAS A IR A RECUPERAR MIS COSAS, LE VAS A DECIR A TUS JEFES QUE O LO HACEN, O TENDRÁN PROBLEMAS, ¿QUEDA CLARO?
-Jajaja... Genial, te haré caso...-Le siguió la corriente-Pues vamos a ver a quien tengamos que ver-Se cruzó de brazos y se encogió de hombros
Sin más, la mujer empezó a caminar en dirección a la caseta, cosa que el Sevna no se esperaba que hiciera, ya que suponía que era él que tendría que arrastrar el andar de Thaiss todo el tiempo. Pegó un respingo, y antes de que la morena se alejara más, la siguió a paso rápido para no quedar atrás.
La mujer dio unos toques rítmicos en la puerta, como si estuviera acostumbrada a ir allí, el castaño la observó con detenimiento, lanzándole una mirada de juicio. Ese acto duró poco, ya que la puerta se entreabrió y dejó ver a un tipo realmente grande e intimidante, mirándolos con cara de pocos amigos. Alward actuó tensando la espina dorsal y poniéndose tan recto que parecía el mástil de un castillo. Miró de arriba a abajo a aquel grandullón, con un semblante serio mezclado con intimidación.
"...¿Hora de comer?", se preguntó en sus adentros. Iba a responder lo primero que se le vino a la cabeza, pero por suerte, Thaiss sabía bien qué decir. Se supone que era una especie de contraseña, y se había alegrado de no pifiarla.
-Quince minutos-Respondió aquel tipo con su ronca voz
Tras eso, les dejó pasar. Aquella cabaña olía a humedad y cerrado, y estaba oscuro. Sin duda no era un sitio agradable. Y la mirada fija del grandullón sobre ellos dos era penetrante. Alward en todo momento siguió los pasos de Thaiss, sin saber muy bien qué hacer o qué decir.
La mujer descubrió una trampilla. Le indicó al Sevna que se metiera primero, y este, no sin antes echar un último vistazo al tipo que estaba sentado en el taburete, le hizo caso. Luego, la morena le siguió.
A continuación, se encontraron con un estrecho pasillo de piedra iluminado por antorchas a sus lados. Al final, una puerta cerrada con dos guardias. Eran tipos muy bien armados y protegidos, se podrían fácilmente confundir con los guardias de Dundarak, pero no llevaban ninguna enseña que les identificara como tal.
-¿Ese era al que teníamos que ver?-Le susurró a Thaiss mientras caminaban hacia la puerta, haciendo referencia al grandullón de antes-...Este sitio no me gusta...-Tragó saliva con fuerza al llegar hasta la puerta.
Ambos guardias miraron a los recién llegados, y con un tono rutinario y neutral les preguntó uno de ellos:
-¿A qué venís, a comprar o a vender?
-...A comprar-Soltó el Sevna por instinto y sin meditarlo
De nuevo, ambos guardias miraron de arriba a abajo a Thaiss y Alward. Acto seguido, se miraron y uno de ellos les abrió la puerta.
Detrás de esa puerta se abría una calle mucho más amplia y larga, pero no en exceso, iluminada con varios postes puestos cada ciertos metros con antorchas. Era un refugio modesto donde comprar y vender cosas al margen de la ley, un pequeño e improvisado mercado negro. Habían puestos a los lados con todo tipo de cosas exóticas: desde armas hasta pociones, pasando por encantamientos o incluso animales de lugares recónditos y lejanos que los vendían como meras mascotas. Algunos estaban encadenados, y cada vez que pasaba alguien por su lado, este estaba en peligro de ser mordido, pinchado o envenenado, sin duda todo un riesgo adquirir alguna de esas criaturas, a cada cual más extraña.
Como hasta ahora, el Sevna seguía a la mujer, que parecía saber a dónde iba, o al menos tenía un rumbo fijo; mucho más de lo que él disponía.
-...¿Y dónde tenemos que ir ahora?-Preguntó-No quiero sonar pesado, pero este sitio no me gust...-De pronto, se cruzaron con un grupo de tres hombres. Iban armados, como casi todo el mundo en aquel lugar, pero uno le llamó la atención; ¡El hombre de la cofia estaba entre ellos! (Aunque ahora sin cofia y sacando a relucir toda su calva).
Sus miradas se cruzaron. Alward se quedó paralizado por un instante, con los ojos abiertos como platos. El tipo frunció el ceño y dejó de hablar, centrando su atención en el castaño. Parece que le costó reconocerlo, pero finalmente lo hizo.
Acto seguido, apartó a uno de sus compañeros para encaminarse hasta el Sevna, el cual le miraba seriamente y con el ceño fruncido, demostrando resentimiento por lo ocurrido.
-¡Vaya, pero mira a quien tenemos aquí!-Su voz, tono y forma de vocalizar sonaban como a las de un paleto de pueblo y un retrasado-¡Es quien os he contado que desplumé junto a Parris y John-Señaló Alward de forma burlona mientras miraba a sus compañeros
En ese momento, el Sevna sintió gran vergüenza y apretó la mandíbula, miró con rabia al tipo y luego a Thaiss para ver cómo reaccionaba esta.
-Eh, novato.-Centró su atención en el castaño-¿Has venido aquí a recuperar tus cosas?-Dijo en tono de mofa, una vez más-¡Y parece que has venido acompañado!-Dijo, fijándose en Thaiss mientras se le quedaba mirando con una sonrisa bobalicona.
-Gordon, será mejor que lo dejes en paz. Ya sabes que aquí no se permiten las peleas-Dijo uno de sus amigos
-¡TÚ, CARA DE CERDO!-Alward no pudo más y explotó, señalándole y con la cara roja como un tomate, en señal de la rabia interna y el resentimiento que llevaba por dentro.
En ese momento, el tipo miró mal al Sevna, y un silencio invadió todo el lugar, llamando la atención de todo aquel que pasaba a su alrededor
-¡DEVUÉLVEME MIS COSAS!-Le exigió después de encararse con él. El tipo era bastante más grande que Alward, le sacaba unas tres o cuatro cabezas, pero aquello no era nada que le intimidara
-No puede ser-Dijo, ofendido-Tus cosas mañana serán llevadas a Ciudad Lagarto para ser vendidas allí, y quizás pagaremos con tu dinero el permiso que el virrey nos exige para comerciar en su zona
-¿¡CÓMO!?-Eso sin duda le sacó de sus casillas al completo. Nunca en su vida dejaría que nada suyo estuviera en posesión de Matthew Owens, y mucho menos sus aeros. Agarró al grandullón de la camisa y le hizo bajar el cuello hasta quedarse a escasos centímetros de él, nariz con nariz-¡ESCÚCHAME BIEN!-No bajó el tono ni recuperó la compostura ni por un segundo, y con la noticia de que todo lo suyo acabaría en Ciudad Lagarto no hacía más que enervarlo-VAS A IR A RECUPERAR MIS COSAS, LE VAS A DECIR A TUS JEFES QUE O LO HACEN, O TENDRÁN PROBLEMAS, ¿QUEDA CLARO?
Alward Sevna
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
- Oh, a mí tampoco me gusta este sitio - le respondió a Alward con lo que pretendía ser un tono reconfortante y solidario -. Tantas cosas pueden acabar mal una vez entras aquí. Por ejemplo, puedes salir con menos de lo que entraste. Incluidos algunos órganos vitales. Pero en general, sólo con unos aeros menos. Si los usas para comprar algo, quiero decir.
Llegaron a la zona en la que se hacían los intercambios en sí. Había varios puestos pequeños con una variedad de artilugios a disposición. Debido a lo limitado del espacio, o a que la entrada estaba fuertemente controlada, el lugar estaba relativamente vacío, con tan solo unos pequeños grupos de hombres charlando aquí y allá. "Y mujeres", pensó Thaiss, recordándose a sí misma que debía reivindicar la participación del genero femenino en los bajos fondos y actos vandálicos. Aunque a decir verdad, no tenían una representación ni mucho menos proporcional.
- O imagino que también podrías salir con más de lo que entraste - siguió hablando, en modo automático, nada distraída por sus propios pensamientos que iban en otras direcciones -, si por ejemplo vendes algo por muchos aeros. O, si compras algo que ocupa más que los aeros que te gastaste comprándolo. Este es un lugar muy incierto. Y hay poco aire. Es comprensible que no te guste.
Thaiss se dio cuenta de golpe de que Alward se había parado hacía unos pasos. Muy rapidamente, su cerebro se planteó la posibilidad de seguir hacia delante como si no se hubiera dado cuenta y simplemente desaparecer; pero en lugar de eso retrocedió caminando hacia atrás sin darse la vuelta, hasta llegar de nuevo junto al joven humano. Como si siempre hubiera estado allí.
Mantuvo una sonrisita ausente y las manos a la espalda mientras el intercambio se iniciaba. Gordon la miró de una manera algo incómoda, pero Thaiss no cambió su expresión ni un ápice mientras esperaba que pasara lo que tuviera que pasar. Pensó que aquel hombre, a juzgar por su aspecto, tendría bastante poco autocontrol, que iniciaría una pelea, y que de esta manera lo echarían del lugar. Ella se aseguraría de provocarlo un poco más si hacía falta. "Cuando lo echen, probablemente lo golpeen, y nos lo dejará en bandeja para...".
El pensamiento fue interrumpido por un alarido de Alward. Thaiss se sobresaltó enormemente. ¡El joven caballero era el que se estaba enfrentando! Bueno, aquello no iba a terminar como ella había pensado, porque ahora todo el mundo le perdonaría a Gordon si decidía darle un puñetazo. Desde la puerta, vio cómo unos guardias se acercaban. Uno de ellos agarró a Alward del hombro y el otro se colocó frente a él, separándolo del ladrón.
- Los problemas que tengáis, resolvedlos fuera - advirtió con una seriedad que no dejaba lugar a negociación. El otro apretó más fuerte el hombro de Alward -. Si queréis, os acompañamos al exterior.
"Aquí no hay segundos avisos", pensó Thaiss. Ya estaban siendo inmensamente amables.
- Bueno, Gordon. Vamos a ser todos amables. Según el código del gremio de ladrones y asaltadores de Dundarak, revisión 2958, párrafo XXVIVX, todo hombre o mujer víctima de un atraco tiene derecho a reclamar sus bienes en un plazo de 24h si consiguiera dar con el ladrón que se los llevara. Alternativamente tendrá derecho, en caso de no poder recuperarlos, a llevarse una mano del perpetrador como compensación. Como posapapeles o así. Esta es exactamente la situación que nos concierne. Y ninguno aquí queremos violar el código, porque acarrearía una posible denuncia. Ante el gremio, claro - era peligroso hablar de denuncias a las fuerzas del orden estando allí abajo -. Quiero decir que es tu obligación moral ayudar a este joven a recuperar lo que es suyo. Y tenemos aquí muchos testigos; si te niegas, me pondrás muy fácil hacer esa denuncia. Ante el gremio, claro - volvió a insistir.
Llegaron a la zona en la que se hacían los intercambios en sí. Había varios puestos pequeños con una variedad de artilugios a disposición. Debido a lo limitado del espacio, o a que la entrada estaba fuertemente controlada, el lugar estaba relativamente vacío, con tan solo unos pequeños grupos de hombres charlando aquí y allá. "Y mujeres", pensó Thaiss, recordándose a sí misma que debía reivindicar la participación del genero femenino en los bajos fondos y actos vandálicos. Aunque a decir verdad, no tenían una representación ni mucho menos proporcional.
- O imagino que también podrías salir con más de lo que entraste - siguió hablando, en modo automático, nada distraída por sus propios pensamientos que iban en otras direcciones -, si por ejemplo vendes algo por muchos aeros. O, si compras algo que ocupa más que los aeros que te gastaste comprándolo. Este es un lugar muy incierto. Y hay poco aire. Es comprensible que no te guste.
Thaiss se dio cuenta de golpe de que Alward se había parado hacía unos pasos. Muy rapidamente, su cerebro se planteó la posibilidad de seguir hacia delante como si no se hubiera dado cuenta y simplemente desaparecer; pero en lugar de eso retrocedió caminando hacia atrás sin darse la vuelta, hasta llegar de nuevo junto al joven humano. Como si siempre hubiera estado allí.
Mantuvo una sonrisita ausente y las manos a la espalda mientras el intercambio se iniciaba. Gordon la miró de una manera algo incómoda, pero Thaiss no cambió su expresión ni un ápice mientras esperaba que pasara lo que tuviera que pasar. Pensó que aquel hombre, a juzgar por su aspecto, tendría bastante poco autocontrol, que iniciaría una pelea, y que de esta manera lo echarían del lugar. Ella se aseguraría de provocarlo un poco más si hacía falta. "Cuando lo echen, probablemente lo golpeen, y nos lo dejará en bandeja para...".
El pensamiento fue interrumpido por un alarido de Alward. Thaiss se sobresaltó enormemente. ¡El joven caballero era el que se estaba enfrentando! Bueno, aquello no iba a terminar como ella había pensado, porque ahora todo el mundo le perdonaría a Gordon si decidía darle un puñetazo. Desde la puerta, vio cómo unos guardias se acercaban. Uno de ellos agarró a Alward del hombro y el otro se colocó frente a él, separándolo del ladrón.
- Los problemas que tengáis, resolvedlos fuera - advirtió con una seriedad que no dejaba lugar a negociación. El otro apretó más fuerte el hombro de Alward -. Si queréis, os acompañamos al exterior.
"Aquí no hay segundos avisos", pensó Thaiss. Ya estaban siendo inmensamente amables.
- Bueno, Gordon. Vamos a ser todos amables. Según el código del gremio de ladrones y asaltadores de Dundarak, revisión 2958, párrafo XXVIVX, todo hombre o mujer víctima de un atraco tiene derecho a reclamar sus bienes en un plazo de 24h si consiguiera dar con el ladrón que se los llevara. Alternativamente tendrá derecho, en caso de no poder recuperarlos, a llevarse una mano del perpetrador como compensación. Como posapapeles o así. Esta es exactamente la situación que nos concierne. Y ninguno aquí queremos violar el código, porque acarrearía una posible denuncia. Ante el gremio, claro - era peligroso hablar de denuncias a las fuerzas del orden estando allí abajo -. Quiero decir que es tu obligación moral ayudar a este joven a recuperar lo que es suyo. Y tenemos aquí muchos testigos; si te niegas, me pondrás muy fácil hacer esa denuncia. Ante el gremio, claro - volvió a insistir.
Thaiss
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
Notó un "amable" apretón en su hombro, luego una advertencia, y acto seguido, otro apretón aún más fuerte, y por ende, más "amable". No le gustaba aquello. Quizás había pecado de novato en sitios como ese y su calentura momentánea le llevó a perder los estribos. Sin duda no sabía mezclarse en ambientes tan clandestinos, en sus trabajos siempre se había encargado de cosas básicas como proteger, atacar, defender o buscar, pero casi nunca de nada relacionado con el discrecionismo... aunque, una vez sí que tuvo que colarse en unas alcantarillas para robar unas medicinas que unos ladrones habían robado previamente a un mercader. Supo más tarde (y por las malas) que aquellos "ladrones" pertenecían a las Sierpes, y que el motivo del robo simplemente fue para hacer un negocio más grande que el que su anterior propietario tenía en mente, y además, aquella acción le llevó a condenar más vidas de las que trató de salvar... Decisiones que pueden cambiar el rumbo de las historias, decisiones como la que Alward tomó ahora de forma apresurada y de la que tal vez se arrepintiera.
Cerró los ojos por un momento y tomó aire. Sin armas y en un territorio alejado de la ley, no tendría posibilidades de hacer nada. Convenciéndose de que había metido la pata, Thaiss hizo una intervención salvadora.
Gordon ahora miró a la mujer extrañado, y mirándose la mano, un poco preocupado por aquella "compensación". ¿De verdad había colado?
-¿De dónde has sacado eso?-Preguntó uno de los amigos del susodicho.
-...del código-Contestó Alward sin mucho convencimiento, pero aparentando el dar por hecho de que lo que Thaiss decía era totalmente cierto-No me puedo creer que estéis aquí y ni os dignéis a saberos el código-Dijo por azar. Entonces, dejó de notar los apretones en sus hombros. Aquello había sembrado inesperadamente la duda en los presentes.
Gordon seguía preocupado por su mano. La semilla de la duda había sido plantada en su cabeza. Alward entonces resopló.
-¡Yo he tenido que aprenderme todos y cada uno de los artículos!-Dijo, indignado-¡Y ahora, aquí hay gente que ni siquiera se sabe algo tan básico!-Incrédulo, y totalmente metido en el papel, miró a todos los presentes, buscando una mirada cómplice con Thaiss-¿Y luego os sorprende que me enfade?-Dio un paso adelante, zafándose por completo del agarre de los dos guardias.
-Y-yo no sabía...
-Gordon, ¿Dónde están sus cosas?-Preguntó uno de los guardias.
-Parris las tiene.-Contestó-Ella está ahora mismo negociando por su valor.-Señaló al fondo del lugar, donde este terminaba en una pared maltrecha. Había una puerta de madera, y al otro lado se podía ver una luz titilante.
-Pues, o entras ahí a por mis cosas, o exijo llevarme tu mano como compensación.-Se cruzó de hombros, muy seguro de lo que había dicho.
Cerró los ojos por un momento y tomó aire. Sin armas y en un territorio alejado de la ley, no tendría posibilidades de hacer nada. Convenciéndose de que había metido la pata, Thaiss hizo una intervención salvadora.
Gordon ahora miró a la mujer extrañado, y mirándose la mano, un poco preocupado por aquella "compensación". ¿De verdad había colado?
-¿De dónde has sacado eso?-Preguntó uno de los amigos del susodicho.
-...del código-Contestó Alward sin mucho convencimiento, pero aparentando el dar por hecho de que lo que Thaiss decía era totalmente cierto-No me puedo creer que estéis aquí y ni os dignéis a saberos el código-Dijo por azar. Entonces, dejó de notar los apretones en sus hombros. Aquello había sembrado inesperadamente la duda en los presentes.
Gordon seguía preocupado por su mano. La semilla de la duda había sido plantada en su cabeza. Alward entonces resopló.
-¡Yo he tenido que aprenderme todos y cada uno de los artículos!-Dijo, indignado-¡Y ahora, aquí hay gente que ni siquiera se sabe algo tan básico!-Incrédulo, y totalmente metido en el papel, miró a todos los presentes, buscando una mirada cómplice con Thaiss-¿Y luego os sorprende que me enfade?-Dio un paso adelante, zafándose por completo del agarre de los dos guardias.
-Y-yo no sabía...
-Gordon, ¿Dónde están sus cosas?-Preguntó uno de los guardias.
-Parris las tiene.-Contestó-Ella está ahora mismo negociando por su valor.-Señaló al fondo del lugar, donde este terminaba en una pared maltrecha. Había una puerta de madera, y al otro lado se podía ver una luz titilante.
-Pues, o entras ahí a por mis cosas, o exijo llevarme tu mano como compensación.-Se cruzó de hombros, muy seguro de lo que había dicho.
Alward Sevna
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
Thaiss estaba completamente de acuerdo con Alward. Era una absoluta falta de respeto que la gente no se aprendiera las normas de su propio gremio. Se cruzó de brazos y movió la cabeza de lado a lado, muy decepcionada con lo que estaba escuchando.
- Yo me he aprendido todas las revisiones. Pasé semanas en una montaña, bajo una cascada, haciendo poses extrañas sobre las rocas, hasta al fin conseguir abarcar en mi mente todas las leyes de los ladrones. Y sólo entonces vine a Dundarak. Esta gente, sólo porque nacieron aquí, asumen que pueden no conocerse las normas. Pero "su desconocimiento no exime de su cumplimiento", como se añadió en la revisión 268.
Mantuvo el ceño fruncido y la expresión seria y disgustada. Los guardias entraron en razón rapidamente e insistieron en que las normas debían seguirse. ¡Bien hecho, guardias! Thaiss ajustó su gesto para demostrar su satisfacción con la buena actuación de las fuerzas del orden (el orden de los que no siguen el orden).
El ultimátum de Alward terminó de asustar al pobre Gordon. No estaba seguro de que aquello fuera verdad, pero nadie quiere arriesgarse a perder una mano.
- Si Parris tiene las cosas, ¿por qué mi mano y no la de ella? - Preguntó entonces, cayendo súbitamente en la posibilidad de escurrir completamente el bulto.
- En todo caso, alguien perderá una mano. Si no colaboraras, la perderías tú. Si es Parris la que no colabora, la perderá ella.
Esto pareció tranquilizar un poco a Gordon. Había muy pocos grupos de ladrones que realmente se tuvieran cariño, y estuvieran dispuestos a sacrificarse por uno de sus compañeros. Y este, al parecer, no era uno de ellos. El hombre volvió a mirar a Alward, como volviendo a calibrar la seriedad del asunto, y tras un breve suspiro que le sirvió para infundarse ánimos, echó a andar hacia aquella puerta.
Thaiss lo siguió de cerca. No quería que el hombre se alejara lo suficiente como para dejar de escuchar lo que le decía a su compañera. Gordon llamó a la puerta y, tras unos segundos, asomó la cabeza al interior.
- Parris - llamó -. Hay alguien aquí que quiere hablar contigo.
- Cinco minutos y salgo.
- No, tiene que ser ahora - insistió, muy firme. Thaiss miró a Alward y curvó los labios hacia abajo mientras asentía, como apreciando la mano dura de Gordon -. Deja lo que estás haciendo y ven ahora.
Hubo unos segundos de silencio incrédulo y después un chasquido de lengua. Unos pasos malhumorados, y entonces Parris abrió la puerta. Por su impaciencia abrió la puerta de más, y tras ella se vio una mesa y otro hombre. En la mesa, varios artículos, incluyendo un par de espadas y un zurrón abierto.
- Yo me he aprendido todas las revisiones. Pasé semanas en una montaña, bajo una cascada, haciendo poses extrañas sobre las rocas, hasta al fin conseguir abarcar en mi mente todas las leyes de los ladrones. Y sólo entonces vine a Dundarak. Esta gente, sólo porque nacieron aquí, asumen que pueden no conocerse las normas. Pero "su desconocimiento no exime de su cumplimiento", como se añadió en la revisión 268.
Mantuvo el ceño fruncido y la expresión seria y disgustada. Los guardias entraron en razón rapidamente e insistieron en que las normas debían seguirse. ¡Bien hecho, guardias! Thaiss ajustó su gesto para demostrar su satisfacción con la buena actuación de las fuerzas del orden (el orden de los que no siguen el orden).
El ultimátum de Alward terminó de asustar al pobre Gordon. No estaba seguro de que aquello fuera verdad, pero nadie quiere arriesgarse a perder una mano.
- Si Parris tiene las cosas, ¿por qué mi mano y no la de ella? - Preguntó entonces, cayendo súbitamente en la posibilidad de escurrir completamente el bulto.
- En todo caso, alguien perderá una mano. Si no colaboraras, la perderías tú. Si es Parris la que no colabora, la perderá ella.
Esto pareció tranquilizar un poco a Gordon. Había muy pocos grupos de ladrones que realmente se tuvieran cariño, y estuvieran dispuestos a sacrificarse por uno de sus compañeros. Y este, al parecer, no era uno de ellos. El hombre volvió a mirar a Alward, como volviendo a calibrar la seriedad del asunto, y tras un breve suspiro que le sirvió para infundarse ánimos, echó a andar hacia aquella puerta.
Thaiss lo siguió de cerca. No quería que el hombre se alejara lo suficiente como para dejar de escuchar lo que le decía a su compañera. Gordon llamó a la puerta y, tras unos segundos, asomó la cabeza al interior.
- Parris - llamó -. Hay alguien aquí que quiere hablar contigo.
- Cinco minutos y salgo.
- No, tiene que ser ahora - insistió, muy firme. Thaiss miró a Alward y curvó los labios hacia abajo mientras asentía, como apreciando la mano dura de Gordon -. Deja lo que estás haciendo y ven ahora.
Hubo unos segundos de silencio incrédulo y después un chasquido de lengua. Unos pasos malhumorados, y entonces Parris abrió la puerta. Por su impaciencia abrió la puerta de más, y tras ella se vio una mesa y otro hombre. En la mesa, varios artículos, incluyendo un par de espadas y un zurrón abierto.
Thaiss
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Se habían metido en el papel, tanto que incluso hicieron creer a aquellos tipejos que sus palabras eran tan ciertas como puños, y aquellos "registros" o el "código" existían de verdad y podían ir a consultarlo en cualquier momento... esperaba que a nadie se le ocurriese eso.
Alward estaba cruzado de brazos asintiendo, convencido, ante todas las palabras que Thaiss decía.
- Si Parris tiene las cosas, ¿por qué mi mano y no la de ella?
-A mí me da igual.-Dijo, con un tono de voz que notaba impaciencia-Quiero mis cosas, o una mano.-Y no había opción para nada más, al fin y al cabo eso "decía" el código.
La presión pudo con el llamado Gordon y su mirada hacia Alward fue respondido con un rotundo fruncimiento de ceño, esperando alguna respuesta por parte del ladrón. Este entonces procedió a ir hacia donde se suponía que estaba su compañera.
Tanto Thaiss, como Alward e incluso los guardias, siguieron a Gordon. Parecía que el asunto había atraído el interés de estos últimos. Esto solo hizo incrementar la presión que el ladrón llevaba consigo.
Mientras Gordon llamaba a la puerta y hablaba con su compañera, Alward se quedó unos pasos más atrás, firme y serio. Ahora venía un momento más crítico aún, en su interior estaba tan nervioso que su pulso se aceleró. La tal "Parris" podía no tragarse la farsa que habían montado, y entonces eso sería un verdadero problema, y estaba desarmado... Miró a Thaiss, buscando algún tipo de consuelo o confort. Aquello había llegado más lejos de lo que en un primer momento parecía que iba a durar, y seguir con ello sería tentar a la suerte.
Ante la insistencia de Gordon, Parris abrió la puerta de más, molesta. Tras ella se encontraba un hombre encapuchado apoyado en una mesa donde estaban todas las cosas de Alward, no podía no reconocerlas. Los ojos de este brillaron con alivio y esperanza al ver allí sus pertenencias, ahora quedaba saber cómo procedería para recuperarlas, habían dos caminos: por la fuerza o seguir usando el estilo de Thaiss.
-¿Qué es lo que quieres?-Dijo una Parris de brazos cruzados y moviendo el pie contra el suelo, impaciente.
-Tenemos que devolverle las cosas-Señaló a Alward, el cual se puso más firme y serio todavía.
Parris, incrédula, miró de arriba a abajo al Sevna, no entendiendo qué estaba pasando y qué se le había pasado por la cabeza a su compañero para decir algo semejante.
-¿Pero tú estás tonto?
El hombre de detrás, seguramente el comerciante al que vendería las cosas de Alward y se marcharía a Ciudad Lagarto para entregárselas al virrey, también estaba un poco desconcertado; observó la escena con interés.
-Oye, si no quieres devolverle las cosas, tienes que cortarte la mano.-Dijo alzando ambas manos a media altura, exculpándose-Yo no pienso darle la mía.
-...-Estaba desconcertada, incrédula y anonadada. Miró a Thaiss y a los dos guardias que les acompañaban, se preguntó entonces a qué venía tanta expectación de repente-P-pero...-Tomó aire y se llevó un par de dedos a la sien intentando tranquilizarse e intentar entender la situación-¿Sois gilipollas todos, o qué pasa?
-De eso nada, señorita.-Dio un paso para intervenir-Sabemos muy bien nuestros derechos y deberes, ¿Puede usted decir lo mismo?-De perdidos al río, iba a seguir con la estrategia de Thaiss.
-¿D-derechos...?-Su incredulidad crecía con el paso de los segundos-¿Me he perdido algo?
-Verá...-Enderezó su cruce de brazos y lanzó una mirada ofendida-Según el código del gremio de ladrones y asaltadores de Dundarak, revisión 2975, párrafo XXVIXI, todo hombre o mujer víctima de un atraco tiene derecho a reclamar sus bienes en un plazo de 24h si consiguiera dar con el ladrón que se los llevara. Alternativamente tendrá derecho, en caso de no poder recuperarlos, a llevarse una mano del perpetrador como compensación.-Soltó, convencido. Acto seguido, se señaló el pecho, de nuevo ofendido.-Y YO, me he tenido que aprender todas y cada una de las revisiones, artículos, modificaciones y derogaciones del, con perdón, MALDITO CÓDIGO, para poder poner un solo pie aquí.-Ahora, señaló a Thaiss-Y ella se ha pasado días, semanas, meses y AÑOS bajo una cascada haciendo toda clase de poses raras mientras recitaba todos y cada uno de los artículos del código.-Volvió a centrarse en la llamada Parris-¡¿Y ahora viene usted a insultarnos y a hacerse la inocente por no saberse algo tan básico?!-Se notaba exasperación en su tono-¡Esto es el colmo!-Ahora, se dirigió a los guardias-Caballeros, exijo una mano como compensación o mis cosas. Pero ni yo ni ella...-Hizo referencia a Thaiss-..nos iremos de aquí con las manos vacías. Vivimos en un mundo de adultos responsables, no en una guardería.
Alward estaba cruzado de brazos asintiendo, convencido, ante todas las palabras que Thaiss decía.
- Si Parris tiene las cosas, ¿por qué mi mano y no la de ella?
-A mí me da igual.-Dijo, con un tono de voz que notaba impaciencia-Quiero mis cosas, o una mano.-Y no había opción para nada más, al fin y al cabo eso "decía" el código.
La presión pudo con el llamado Gordon y su mirada hacia Alward fue respondido con un rotundo fruncimiento de ceño, esperando alguna respuesta por parte del ladrón. Este entonces procedió a ir hacia donde se suponía que estaba su compañera.
Tanto Thaiss, como Alward e incluso los guardias, siguieron a Gordon. Parecía que el asunto había atraído el interés de estos últimos. Esto solo hizo incrementar la presión que el ladrón llevaba consigo.
Mientras Gordon llamaba a la puerta y hablaba con su compañera, Alward se quedó unos pasos más atrás, firme y serio. Ahora venía un momento más crítico aún, en su interior estaba tan nervioso que su pulso se aceleró. La tal "Parris" podía no tragarse la farsa que habían montado, y entonces eso sería un verdadero problema, y estaba desarmado... Miró a Thaiss, buscando algún tipo de consuelo o confort. Aquello había llegado más lejos de lo que en un primer momento parecía que iba a durar, y seguir con ello sería tentar a la suerte.
Ante la insistencia de Gordon, Parris abrió la puerta de más, molesta. Tras ella se encontraba un hombre encapuchado apoyado en una mesa donde estaban todas las cosas de Alward, no podía no reconocerlas. Los ojos de este brillaron con alivio y esperanza al ver allí sus pertenencias, ahora quedaba saber cómo procedería para recuperarlas, habían dos caminos: por la fuerza o seguir usando el estilo de Thaiss.
-¿Qué es lo que quieres?-Dijo una Parris de brazos cruzados y moviendo el pie contra el suelo, impaciente.
-Tenemos que devolverle las cosas-Señaló a Alward, el cual se puso más firme y serio todavía.
Parris, incrédula, miró de arriba a abajo al Sevna, no entendiendo qué estaba pasando y qué se le había pasado por la cabeza a su compañero para decir algo semejante.
-¿Pero tú estás tonto?
El hombre de detrás, seguramente el comerciante al que vendería las cosas de Alward y se marcharía a Ciudad Lagarto para entregárselas al virrey, también estaba un poco desconcertado; observó la escena con interés.
-Oye, si no quieres devolverle las cosas, tienes que cortarte la mano.-Dijo alzando ambas manos a media altura, exculpándose-Yo no pienso darle la mía.
-...-Estaba desconcertada, incrédula y anonadada. Miró a Thaiss y a los dos guardias que les acompañaban, se preguntó entonces a qué venía tanta expectación de repente-P-pero...-Tomó aire y se llevó un par de dedos a la sien intentando tranquilizarse e intentar entender la situación-¿Sois gilipollas todos, o qué pasa?
-De eso nada, señorita.-Dio un paso para intervenir-Sabemos muy bien nuestros derechos y deberes, ¿Puede usted decir lo mismo?-De perdidos al río, iba a seguir con la estrategia de Thaiss.
-¿D-derechos...?-Su incredulidad crecía con el paso de los segundos-¿Me he perdido algo?
-Verá...-Enderezó su cruce de brazos y lanzó una mirada ofendida-Según el código del gremio de ladrones y asaltadores de Dundarak, revisión 2975, párrafo XXVIXI, todo hombre o mujer víctima de un atraco tiene derecho a reclamar sus bienes en un plazo de 24h si consiguiera dar con el ladrón que se los llevara. Alternativamente tendrá derecho, en caso de no poder recuperarlos, a llevarse una mano del perpetrador como compensación.-Soltó, convencido. Acto seguido, se señaló el pecho, de nuevo ofendido.-Y YO, me he tenido que aprender todas y cada una de las revisiones, artículos, modificaciones y derogaciones del, con perdón, MALDITO CÓDIGO, para poder poner un solo pie aquí.-Ahora, señaló a Thaiss-Y ella se ha pasado días, semanas, meses y AÑOS bajo una cascada haciendo toda clase de poses raras mientras recitaba todos y cada uno de los artículos del código.-Volvió a centrarse en la llamada Parris-¡¿Y ahora viene usted a insultarnos y a hacerse la inocente por no saberse algo tan básico?!-Se notaba exasperación en su tono-¡Esto es el colmo!-Ahora, se dirigió a los guardias-Caballeros, exijo una mano como compensación o mis cosas. Pero ni yo ni ella...-Hizo referencia a Thaiss-..nos iremos de aquí con las manos vacías. Vivimos en un mundo de adultos responsables, no en una guardería.
Alward Sevna
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
Parris tenía la boca semi abierta y al menos una vena pulsándole en la frente. Estaba tan anonadada que dejó caer los brazos a los lados y mantuvo unos breves segundos de silencio. El chico lo decía todo con una seguridad pasmosa, y eso contribuía a hacerle creer que todo aquello era cierto. Pero una pequeña parte de su cabeza se estaba rebelando contra todas esas ideas. Sí, había un código de ladrones, pero hasta donde ella sabía era un código no escrito, no una lista de párrafos y revisiones. Y al menos los guardias deberían haber sabido eso, ¿no? Pero parecía que no eran más que dos postes con la cabeza llena de serrín, porque vio sus manos acercarse a sus armas mientras la miraban a ella, como si fueran a actuar para hacerle cumplir el código. A ella.
Así que inspiró muy fuerte, se mesó las sienes, e intentó no explotar. Era consciente de la cantidad de gente que había mirando.
- ¿Tenéis una copia de este código para que lo vea? Porque de momento sólo me habéis soltado una sarta de sandeces sin prueba, ni sentido , ni fundamento, ni nada - a cada palabra que decía demostraba más y más su malhumor-. Si esto es así, entonces habrá un juez o algo que nos pueda ayudar a resolverlo, ¿no? - Y elevó el tono para dirigirse al resto de la gente del local - ¿A alguno os suena haber escuchado algo así antes? Porque es la puta primera vez que escucho esta mierda.
Thaiss no perdió de vista la puerta que guardaba Parris. La mujer estaba demasiado en medio para colarse y recoger las cosas de Alward sin que ella lo viera... Aquella no parecía una solución viable. Pero sí se quedó con la cara del mercader. Por si acaso.
- Hay un juez - dijo, distraídamente, con el tono de quien informa de algo muy bien sabido -, para este tipo de cosas. Creo que es hora de que vayamos y lo consultemos con él. Porque estamos perdiendo ya mucho tiempo. También es cierto que a los jueces no les gusta mucho que vengan a hacerles hacer su trabajo. Aquellos que vienen a quejarse en vano suelen caer... en desgracia, como quien diría. Pero a nosotros eso no nos preocupa.
Miró a Alward para confirmar que, en efecto, él no estaba preocupado. Después de todo, tenían razón.
- Si fuera yo, devolvería las cosas y ya. Quiero decir, aparte de que es la ley, es lo razonable. No habéis hecho un gran trabajo si mi amigo ha sido capaz de encontraros pocas horas después de que lo asaltarais. No es como si ahora sus cosas tengan el nombre de "Parris" escrito encima y eso os libre de que otra persona lo reclame. No, esto no tiene legitimidad y sólo os va a dar problemas, a vosotros y a quien os lo compre - miró al hombre en el interior de la sala, quien bajó la mirada y pareció volver a considerar los objetos que estaban sobre la mesa -. Lo más sencillo sería olvidaros de este pequeño golpe, y hacerlo mejor la próxima vez. Se aprende mucho de los errores - aportó, alentadora, y siguió con un tono mucho más frío -. Pero hasta que no aprendáis a ser profesionales, vuestro trabajo chapucero pone en peligro todo el sistema del mercado negro de Dundarak. A mí me daría vergüenza que alguien me siguiera aquí, exponiendo secretos y vulnerabilidades de todo un ecosistema del que sólo sóis un engranaje muy pequeñito y deshechable. En nuestra línea de trabajo, la comunidad toma en mano defendernos a todos, y ya sabéis que no se perdona un error.
Quizás todo lo de los códigos era mentira. Pero aquella parte era cierta. Hablar de leyes había sido una distracción y una forma de avanzar hasta allí, pero aquello tenía el peso de la verdad y debía, en opinión de Thaiss, terminar de convencer a Parris y, sobre todo, al hombre que se encontraba detrás de ella. Este, si bien con discreción, se había cruzado de brazos y alejado un poco de la mesa, dando a entender por su posición corporal que se retiraba del intercambio.
Así que inspiró muy fuerte, se mesó las sienes, e intentó no explotar. Era consciente de la cantidad de gente que había mirando.
- ¿Tenéis una copia de este código para que lo vea? Porque de momento sólo me habéis soltado una sarta de sandeces sin prueba, ni sentido , ni fundamento, ni nada - a cada palabra que decía demostraba más y más su malhumor-. Si esto es así, entonces habrá un juez o algo que nos pueda ayudar a resolverlo, ¿no? - Y elevó el tono para dirigirse al resto de la gente del local - ¿A alguno os suena haber escuchado algo así antes? Porque es la puta primera vez que escucho esta mierda.
Thaiss no perdió de vista la puerta que guardaba Parris. La mujer estaba demasiado en medio para colarse y recoger las cosas de Alward sin que ella lo viera... Aquella no parecía una solución viable. Pero sí se quedó con la cara del mercader. Por si acaso.
- Hay un juez - dijo, distraídamente, con el tono de quien informa de algo muy bien sabido -, para este tipo de cosas. Creo que es hora de que vayamos y lo consultemos con él. Porque estamos perdiendo ya mucho tiempo. También es cierto que a los jueces no les gusta mucho que vengan a hacerles hacer su trabajo. Aquellos que vienen a quejarse en vano suelen caer... en desgracia, como quien diría. Pero a nosotros eso no nos preocupa.
Miró a Alward para confirmar que, en efecto, él no estaba preocupado. Después de todo, tenían razón.
- Si fuera yo, devolvería las cosas y ya. Quiero decir, aparte de que es la ley, es lo razonable. No habéis hecho un gran trabajo si mi amigo ha sido capaz de encontraros pocas horas después de que lo asaltarais. No es como si ahora sus cosas tengan el nombre de "Parris" escrito encima y eso os libre de que otra persona lo reclame. No, esto no tiene legitimidad y sólo os va a dar problemas, a vosotros y a quien os lo compre - miró al hombre en el interior de la sala, quien bajó la mirada y pareció volver a considerar los objetos que estaban sobre la mesa -. Lo más sencillo sería olvidaros de este pequeño golpe, y hacerlo mejor la próxima vez. Se aprende mucho de los errores - aportó, alentadora, y siguió con un tono mucho más frío -. Pero hasta que no aprendáis a ser profesionales, vuestro trabajo chapucero pone en peligro todo el sistema del mercado negro de Dundarak. A mí me daría vergüenza que alguien me siguiera aquí, exponiendo secretos y vulnerabilidades de todo un ecosistema del que sólo sóis un engranaje muy pequeñito y deshechable. En nuestra línea de trabajo, la comunidad toma en mano defendernos a todos, y ya sabéis que no se perdona un error.
Quizás todo lo de los códigos era mentira. Pero aquella parte era cierta. Hablar de leyes había sido una distracción y una forma de avanzar hasta allí, pero aquello tenía el peso de la verdad y debía, en opinión de Thaiss, terminar de convencer a Parris y, sobre todo, al hombre que se encontraba detrás de ella. Este, si bien con discreción, se había cruzado de brazos y alejado un poco de la mesa, dando a entender por su posición corporal que se retiraba del intercambio.
Thaiss
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
Escéptica y con lógica, la única que parecía tener esta última cualidad por allí, Parris empezó a poner en entredicho lo que el Sevna le dijo, llegando a mencionar incluso una defensa para ella misma a nombre de un supuesto "juez". Ahí le había pillado, iba a decir algo para sacar la pelota de su tejado, pero rápidamente comprendió que cuanto más dijeses, más le costaría demostrar. Por suerte, Thaiss fue al rescate, una vez más.
Lo que la morena dijo fue tan creíble y sonaba tan a "realidad" que Alward asintió, dando por supuesto todo aquello que había mencionado. Sus miradas se cruzaron para confirmar que, en efecto, seguían dentro del plan, si es que así se podría llamar...
Parris se quedó mirando a Thaiss con los brazos cruzados y una mirada escéptica, aunque con cada palabra que esta última soltaba de su boca, el rostro de la primera iba cambiando a uno más relajado; uno podría deducir incluso que se lo estaba tragando. Parris Intentaba sacar algún argumento con el que rebatir a aquella mujer, pero su verborrea, además de imparable, era eficaz. Finalmente, se descruzó de brazos, siendo este un indicativo claro de que había caído totalmente en la credulidad.
Se quedó callada, mirando de reojo a todos los presentes, debatiendo en su interior qué hacer.
-Devuélvele sus cosas y asunto zanjado-Dijo uno de los guardias.
Parris miró hacia atrás, concretamente al mercader con el que minutos atrás negociaba, este claramente se retiró del asunto, quedando al margen y deseando salir de allí cuanto antes. Poco podía hacer realmente, así que, con un mohín que declaraba su disconformidad, se hizo a un lado, resignada.
-Está bien.-Miró a Alward-Recoge tus cosas, novato.-Sorprendido e incrédulo, al Sevna se le iluminó el rostro, no sabiendo muy bien cómo proceder. Tras unos segundos, decidió entrar allí y recuperar lo que era suyo, aunque nada más pasar por delante de la ladrona que lo había asaltado, esta interpuso un brazo en su pecho y lo miró a los ojos-La próxima vez más te vale que estés atento, porque no será tan fácil encontrarnos.
¿"Próxima vez"? ¿Acaso iba a haber una? El castaño deseaba no pasar por lo mismo. En esa ocasión le debía una muy buena a Thaiss, pero puede que en un futuro ella no estuviese siempre para sacarle de los apuros sin tener que recurrir a la fuerza, y es que, aunque el Sevna no se considerarse beligerante, no era alguien a quien se le diese bien sacar buenos argumentos, ya fuesen falsos o verdaderos.
Asintió por inercia, Parris frunció el ceño y bajó su brazo, entonces el castaño pudo proceder a hacer a lo que allí había venido.
Una vez que sus espadas colgaban en su espalda, su zurrón estaba ajustado y su bolsa de monedas bien sujeta y escondida, Alward pudo proceder, junto a Thaiss, a salir de ese lúgubre lugar. Jamás se habría podido imaginar lo que en un sitio recóndito de la gran Dundarak se escondía. Supuso entonces que, tanta luz siempre tiene que esconder algo de oscuridad.
Cuando la puerta que daba al exterior se cerró tras de sí y aquel mundillo quedó tan solo en su recuerdo más próximo, le dio una sensación de que todo lo vivido lo había imaginado. El edificio que se erguía a su espalda era pequeño, no más de un piso de altura, con un aspecto destartalado y olvidado... ¿Lo habría en verdad soñado? Miró de reojo hacia un lado y allí vio a Thaiss, la única prueba fehaciente de que todo lo que había ocurrido fue real.
Llenó sus pulmones de aire fresco y se colocó por unos cortos segundos las manos en su cintura.
-Creo que te debo más que un agradecimiento, Thaiss Etesia...-La observó de arriba a abajo, curioso.-¿Algo de lo que has dicho allí abajo es cierto?-Dijo con un poco de sarcasmo. Bajó los brazos y sonrió-Tienes el don de la palabra, eso nos ha salvado a ambos de pasar por alguna que otra situación desagradable.
Aquella mujer, bajo su rostro de inocencia y despreocupación escondía un espíritu altruista y noble, podía sentirlo. Quizás fuese una ladrona y se supiese todos los códigos y maneras de proceder de sus iguales, o quizás simplemente era la chica con más suerte del mundo... Sea como fuere, sentía que tenía una nueva aliada.
-Siempre que necesites algún favor, estaré más que dispuesto a ayudarte.-Asintió, convencido de sus palabras-Por cierto, ¿Eres de por aquí?
Lo que la morena dijo fue tan creíble y sonaba tan a "realidad" que Alward asintió, dando por supuesto todo aquello que había mencionado. Sus miradas se cruzaron para confirmar que, en efecto, seguían dentro del plan, si es que así se podría llamar...
Parris se quedó mirando a Thaiss con los brazos cruzados y una mirada escéptica, aunque con cada palabra que esta última soltaba de su boca, el rostro de la primera iba cambiando a uno más relajado; uno podría deducir incluso que se lo estaba tragando. Parris Intentaba sacar algún argumento con el que rebatir a aquella mujer, pero su verborrea, además de imparable, era eficaz. Finalmente, se descruzó de brazos, siendo este un indicativo claro de que había caído totalmente en la credulidad.
Se quedó callada, mirando de reojo a todos los presentes, debatiendo en su interior qué hacer.
-Devuélvele sus cosas y asunto zanjado-Dijo uno de los guardias.
Parris miró hacia atrás, concretamente al mercader con el que minutos atrás negociaba, este claramente se retiró del asunto, quedando al margen y deseando salir de allí cuanto antes. Poco podía hacer realmente, así que, con un mohín que declaraba su disconformidad, se hizo a un lado, resignada.
-Está bien.-Miró a Alward-Recoge tus cosas, novato.-Sorprendido e incrédulo, al Sevna se le iluminó el rostro, no sabiendo muy bien cómo proceder. Tras unos segundos, decidió entrar allí y recuperar lo que era suyo, aunque nada más pasar por delante de la ladrona que lo había asaltado, esta interpuso un brazo en su pecho y lo miró a los ojos-La próxima vez más te vale que estés atento, porque no será tan fácil encontrarnos.
¿"Próxima vez"? ¿Acaso iba a haber una? El castaño deseaba no pasar por lo mismo. En esa ocasión le debía una muy buena a Thaiss, pero puede que en un futuro ella no estuviese siempre para sacarle de los apuros sin tener que recurrir a la fuerza, y es que, aunque el Sevna no se considerarse beligerante, no era alguien a quien se le diese bien sacar buenos argumentos, ya fuesen falsos o verdaderos.
Asintió por inercia, Parris frunció el ceño y bajó su brazo, entonces el castaño pudo proceder a hacer a lo que allí había venido.
Una vez que sus espadas colgaban en su espalda, su zurrón estaba ajustado y su bolsa de monedas bien sujeta y escondida, Alward pudo proceder, junto a Thaiss, a salir de ese lúgubre lugar. Jamás se habría podido imaginar lo que en un sitio recóndito de la gran Dundarak se escondía. Supuso entonces que, tanta luz siempre tiene que esconder algo de oscuridad.
Cuando la puerta que daba al exterior se cerró tras de sí y aquel mundillo quedó tan solo en su recuerdo más próximo, le dio una sensación de que todo lo vivido lo había imaginado. El edificio que se erguía a su espalda era pequeño, no más de un piso de altura, con un aspecto destartalado y olvidado... ¿Lo habría en verdad soñado? Miró de reojo hacia un lado y allí vio a Thaiss, la única prueba fehaciente de que todo lo que había ocurrido fue real.
Llenó sus pulmones de aire fresco y se colocó por unos cortos segundos las manos en su cintura.
-Creo que te debo más que un agradecimiento, Thaiss Etesia...-La observó de arriba a abajo, curioso.-¿Algo de lo que has dicho allí abajo es cierto?-Dijo con un poco de sarcasmo. Bajó los brazos y sonrió-Tienes el don de la palabra, eso nos ha salvado a ambos de pasar por alguna que otra situación desagradable.
Aquella mujer, bajo su rostro de inocencia y despreocupación escondía un espíritu altruista y noble, podía sentirlo. Quizás fuese una ladrona y se supiese todos los códigos y maneras de proceder de sus iguales, o quizás simplemente era la chica con más suerte del mundo... Sea como fuere, sentía que tenía una nueva aliada.
-Siempre que necesites algún favor, estaré más que dispuesto a ayudarte.-Asintió, convencido de sus palabras-Por cierto, ¿Eres de por aquí?
Alward Sevna
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
- Oi, gracias. Lo de la palabra me lo dicen mucho. Específicamente, algo así como "demasiadas palabras". Acusaciones sin fundamento, en mi opinión.
Se alejaban del mercado negro y habían recuperado todas las cosas de Alward. El final de aquella aventura era positivo y feliz. Cabía a considerar las posibles consecuencias de sus actos en el futuro, pero eso eran cosas que Thaiss no parecía tener tan en cuenta. A las malas, se cambiaría de ciudad, como siempre hacía cuando algo se descontrolaba demasiado, y se perdería en el anonimato de una vida pequeña en un lugar donde nadie te conoce.
- Y otro día más. Un final feliz. Otra aventura concluída. Un plan malvado derrocado - se quedó pensando. ¿Los planes se derrocan? - Bueno. Si sientes que me debes algo (pero sólo si sientes que, sin mí, jamás habrías recuperado tus pertenencias) igual podrías invitarme a comer. Las victorias se celebran bien con el estómago lleno. Hay un sitio al que le tengo el ojo echado. Hacen empanadas y huelen muy bien.
Por si acaso, comenzó a caminar hacia allá. La victoria del día bien valía una empanada. Ante la pregunta de Alward, ladeó la cabeza, e invirtió unos segundos en pensar; pensar de verdad, no hacer como si pensara. Su mirada se perdió un momento, dejando su rostro sin expresión, hasta que una sonrisa de lado se coló en sus labios, y se levantó una de sus cejas.
- La parte final es cierta. Los ladrones, estafadores y asesinos son los guardianes de su propia comunidad, y los que no tienen cuidado no llegan lejos.
¿Y si se hubieran negado a darla a Alward sus cosas? Entonces habría sido una pequeña victoria para ellos, y a futuro una posible gran derrota. Thaiss se acordaría de la cara de Parris tanto como Parris de la cara de ella. A la hora de buscar justicia, la ladrona tenía sus métodos, que no tenían el defecto de esperar un efecto inmediato.
Ignoró completamente la otra pregunta del caballero, sobre si ella era de allí. No tenía ganas de contestar a eso, y tampoco le pareció importante hacerlo.
- Empanada - dijo de golpe; se percibía el olor, que salía de un local cercano -. Empanada, y un vasito de leche, quizás.
Se alejaban del mercado negro y habían recuperado todas las cosas de Alward. El final de aquella aventura era positivo y feliz. Cabía a considerar las posibles consecuencias de sus actos en el futuro, pero eso eran cosas que Thaiss no parecía tener tan en cuenta. A las malas, se cambiaría de ciudad, como siempre hacía cuando algo se descontrolaba demasiado, y se perdería en el anonimato de una vida pequeña en un lugar donde nadie te conoce.
- Y otro día más. Un final feliz. Otra aventura concluída. Un plan malvado derrocado - se quedó pensando. ¿Los planes se derrocan? - Bueno. Si sientes que me debes algo (pero sólo si sientes que, sin mí, jamás habrías recuperado tus pertenencias) igual podrías invitarme a comer. Las victorias se celebran bien con el estómago lleno. Hay un sitio al que le tengo el ojo echado. Hacen empanadas y huelen muy bien.
Por si acaso, comenzó a caminar hacia allá. La victoria del día bien valía una empanada. Ante la pregunta de Alward, ladeó la cabeza, e invirtió unos segundos en pensar; pensar de verdad, no hacer como si pensara. Su mirada se perdió un momento, dejando su rostro sin expresión, hasta que una sonrisa de lado se coló en sus labios, y se levantó una de sus cejas.
- La parte final es cierta. Los ladrones, estafadores y asesinos son los guardianes de su propia comunidad, y los que no tienen cuidado no llegan lejos.
¿Y si se hubieran negado a darla a Alward sus cosas? Entonces habría sido una pequeña victoria para ellos, y a futuro una posible gran derrota. Thaiss se acordaría de la cara de Parris tanto como Parris de la cara de ella. A la hora de buscar justicia, la ladrona tenía sus métodos, que no tenían el defecto de esperar un efecto inmediato.
Ignoró completamente la otra pregunta del caballero, sobre si ella era de allí. No tenía ganas de contestar a eso, y tampoco le pareció importante hacerlo.
- Empanada - dijo de golpe; se percibía el olor, que salía de un local cercano -. Empanada, y un vasito de leche, quizás.
Thaiss
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
El Sevna aceptó de buen gusto el invitar a su nueva amiga a una buena empanada en el sitio que esta decía conocer, sin duda se lo merecía. Él también se pidió una, estaba hambriento por toda la tensión por la que había pasado. Sería un buen modo de relajarse y desconectar después de todo. Más tarde, cuando se despidiese de Thaiss iría a descansar en la posada en la que se había instalado con Raven, que no era aquella en la que se encontraba en ese momento. Pensó tarde el hecho de comer en el mismo establecimiento, tan tarde como que Thaiss ya se estaba zampando gustosamente su comida.
-Vivo en Lunargenta-Dijo de repente-Cuando te apetezca una buena comida o un descanso reparador visita la taberna del Filósofo Ebrio-En realidad esto último lo ofertaban a muy pocas personas dado el poco espacio que tenían, pero con Thaiss se podría llegar a una excepción-Si yo no estoy allí para cuando tú llegues, simplemente di que vas en mi nombre.
La comida transcurrió sin mucha más trascendencia, con temas de conversación banales y mundanos. Aunque no lo pareciese, aquel día había resultado ser un punto de descanso y respiro para tomar con fuerzas lo que al Sevna le estaba por venir.
-Vivo en Lunargenta-Dijo de repente-Cuando te apetezca una buena comida o un descanso reparador visita la taberna del Filósofo Ebrio-En realidad esto último lo ofertaban a muy pocas personas dado el poco espacio que tenían, pero con Thaiss se podría llegar a una excepción-Si yo no estoy allí para cuando tú llegues, simplemente di que vas en mi nombre.
La comida transcurrió sin mucha más trascendencia, con temas de conversación banales y mundanos. Aunque no lo pareciese, aquel día había resultado ser un punto de descanso y respiro para tomar con fuerzas lo que al Sevna le estaba por venir.
Alward Sevna
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Re: Contratiempos [Privado] [Cerrado]
Un chico majo, ese Alward. Después de todo, la había invitado a una empanada, y le había dado su dirección por si en el futuro quería volver a encontrarlo. Quizás con la idea de que algún día, Thaiss pudiera reclamarle el favor que Alward "le debía". Ella sentía la deuda pagada con poder ponerse morada de empanada, pero estaba bien tenerlo en cuenta a futuro, por si acaso. Siempre viene bien tener algún aliado circunstancial, aquí y allá.
Porque si lo pensaba, su balanza en aquel momento se inclinaba hacia la gente que le quería mal. Por algún motivo incomprensible.
- Nunca he estado en el Filósofo Ebrio. No termino de compartir la filosofía de los grandes bebedores. Los argumentos pierden lógica y sentido común con cada trago de cerveza - comentó mientras le daba un mordisco a su empanada -. Pero quizás lo visite algún día. O si alguna vez necesitas ayuda recuperando algo perdido, o algo que no has perdido y tampoco es tuyo, podrías pensar en mí. Suelo pasar el invierno en Lunargenta. Aquí hace mucho frío. No me encontrarás por mi nombre, pero si me describes (me dicen que la palabra clave es "locuaz") - la palabra en realidad era "verborrea" -, probablemente encuentres a alguien que me ha visto por ahí.
Fue una comida agradable, y deliciosa, y Thaiss llegó a disfrutarla. Pero todo lo bueno acaba, y pronto en el plato no quedaban más que miguitas de empanada. Aunque Alward le cayó majo, ella tenía que volver a sus asuntos: pasear, charlar con gente, e intentar apañárselas para sobrevivir un día más. Así que en cuanto hubieron terminado, se despidió brevemente, como quien le dice adiós a su vecino al que verá sin duda a la mañana siguiente, y volvió a perderse por las calles de Dundarak.
Porque si lo pensaba, su balanza en aquel momento se inclinaba hacia la gente que le quería mal. Por algún motivo incomprensible.
- Nunca he estado en el Filósofo Ebrio. No termino de compartir la filosofía de los grandes bebedores. Los argumentos pierden lógica y sentido común con cada trago de cerveza - comentó mientras le daba un mordisco a su empanada -. Pero quizás lo visite algún día. O si alguna vez necesitas ayuda recuperando algo perdido, o algo que no has perdido y tampoco es tuyo, podrías pensar en mí. Suelo pasar el invierno en Lunargenta. Aquí hace mucho frío. No me encontrarás por mi nombre, pero si me describes (me dicen que la palabra clave es "locuaz") - la palabra en realidad era "verborrea" -, probablemente encuentres a alguien que me ha visto por ahí.
Fue una comida agradable, y deliciosa, y Thaiss llegó a disfrutarla. Pero todo lo bueno acaba, y pronto en el plato no quedaban más que miguitas de empanada. Aunque Alward le cayó majo, ella tenía que volver a sus asuntos: pasear, charlar con gente, e intentar apañárselas para sobrevivir un día más. Así que en cuanto hubieron terminado, se despidió brevemente, como quien le dice adiós a su vecino al que verá sin duda a la mañana siguiente, y volvió a perderse por las calles de Dundarak.
Thaiss
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