Aprendiendo un oficio [Trabajo]
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Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Una mañana más, como venía haciendo desde hacía un par de semanas, la morena inició su día temprano, dejando atrás la posada tras tomar un buen desayuno. El plan no cambiaba a pesar del paso de los días, si quería ganar algo de dinero debía regresar al bosque y cazar una pieza lo suficientemente grande como para vender parte de su carne y su piel, quedándose con lo justo para cubrir su propio consumo y de esa forma, no gastar tanto.
- ¿Qué pondrán hoy en mi camino los espíritus? - preguntó en voz alta mientras a avanzaba por una de las calles principales, rezando para que los ases fuesen benévolos y cambiasen su mala racha de las últimas jornadas, en las que solo había conseguido atrapar conejos y mamíferos pequeños. - Un ciervo, eso estaría bien. - se respondió a sí misma, imaginándose la situación y lo tranquila que podría estar durante el resto de la semana con un trofeo de tal envergadura.
Pero no era eso lo que los dioses tenían preparado para ella, al menos no aquella mañana. El destino quiso que sus brillantes ojos del color del ámbar se posasen sobre uno de los tablones de anuncios que había alrededor de la plaza central de Lunargenta, interesándose por una oferta en particular, cuyo papel y diseño de escritura la hacía destacar por encima de las demás.
- Se buscan ayudantes para desarrollar tareas básicas en una armería. - leyó casi en un susurro, olvidando al instante sus pretensiones de caza. - No puedo desaprovechar esta oportunidad. - pensó, recordando que solo un par de días antes había tenido que dejar su querida hacha en manos de un aprendiz para poder mejorarla, si adquiría la habilidad suficiente con aquel trabajo eso no volvería a pasar, y de paso obtendría algunos ingresos.
Completamente convencida, la cuerva terminó el contenido del mensaje y trató de orientarse para llegar al lugar indicado, que por suerte no estaba lejos de donde se encontraba.
El negocio en cuestión no era demasiado grande, ni tampoco su mostrador de armas y armaduras ya que los expositores estaban compartidos entre productos alquímicos o de arcanos y las creaciones del artesano. - Buenos días, ¿hay alguien? - preguntó nada más entrar, pero no obtuvo respuesta. - He visto el anuncio… - continuó, adentrándose en el local. - Me gustaría tomar el puesto de ayudante. - explicó, ligeramente encogida y replegándolas alas por miedo a tirar algo.
- ¡¿Ayudante!? - exclamó una voz desde el interior, sobresaltando a la morena y haciendo que se detuviese en seco, llevándose una mano al pecho. Un hombre de mediana edad se asomó entonces a la sala y la observó enarcando una ceja, como si no entendiese por qué una chica de su aspecto estaba allí. - S…sí, qui… quiero aprender el oficio. - logró responder la mujer bestia, aunque con un hilo de voz.
Un incómodo silencio roto únicamente por el crepitar de las llamas se adueñó de la habitación, y durante unos segundos que a la muchacha le parecieron eternos, el extraño se mesó la barba pensativo, sin quitarle ojo de encima. - Bueno, supongo que servirás, sígueme, te enseñaré la forja. - indicó, acompañando sus palabras con un gesto de la mano.
Pasado el mostrador en que se atendía a los clientes, un estrecho pasillo los condujo a la parte trasera del edificio, donde se encontraba la fragua y todos los útiles necesarios para hacerla funcionar, junto con un montón de materiales y algunas piezas a medio terminar. - Gracias a los espíritus. - susurró Ava para sí, contenta porque aquella parte estuviese al aire libre, con lo que no tendría que preocuparse de proteger sus delicadas alas.
- De momento aviva el fuego, en cuanto acabe este par de espadas te daré otra tarea. - ordenó, volviendo junto al yunque para recuperar su martillo y seguir trabajando. El propietario de aquellas armas vendría pronto a recogerlas así que no tenía tiempo que perder, si la morena de verdad quería adquirir ciertos conocimientos sobre herrería tendría que esperar un poco.
- Por cierto, me llamo Warren, ¿y tú eres? - dijo, alzando la voz para que se le escuchase por encima de los metálicos chasquidos que emitía la herramienta al chocar con el candente acero. - Ava. - contestó la cuerva, poniéndose manos a la obra para añadir algo de carbón a la fragua y que no se apagase.
- ¿Qué pondrán hoy en mi camino los espíritus? - preguntó en voz alta mientras a avanzaba por una de las calles principales, rezando para que los ases fuesen benévolos y cambiasen su mala racha de las últimas jornadas, en las que solo había conseguido atrapar conejos y mamíferos pequeños. - Un ciervo, eso estaría bien. - se respondió a sí misma, imaginándose la situación y lo tranquila que podría estar durante el resto de la semana con un trofeo de tal envergadura.
Pero no era eso lo que los dioses tenían preparado para ella, al menos no aquella mañana. El destino quiso que sus brillantes ojos del color del ámbar se posasen sobre uno de los tablones de anuncios que había alrededor de la plaza central de Lunargenta, interesándose por una oferta en particular, cuyo papel y diseño de escritura la hacía destacar por encima de las demás.
- Se buscan ayudantes para desarrollar tareas básicas en una armería. - leyó casi en un susurro, olvidando al instante sus pretensiones de caza. - No puedo desaprovechar esta oportunidad. - pensó, recordando que solo un par de días antes había tenido que dejar su querida hacha en manos de un aprendiz para poder mejorarla, si adquiría la habilidad suficiente con aquel trabajo eso no volvería a pasar, y de paso obtendría algunos ingresos.
Completamente convencida, la cuerva terminó el contenido del mensaje y trató de orientarse para llegar al lugar indicado, que por suerte no estaba lejos de donde se encontraba.
El negocio en cuestión no era demasiado grande, ni tampoco su mostrador de armas y armaduras ya que los expositores estaban compartidos entre productos alquímicos o de arcanos y las creaciones del artesano. - Buenos días, ¿hay alguien? - preguntó nada más entrar, pero no obtuvo respuesta. - He visto el anuncio… - continuó, adentrándose en el local. - Me gustaría tomar el puesto de ayudante. - explicó, ligeramente encogida y replegándolas alas por miedo a tirar algo.
- ¡¿Ayudante!? - exclamó una voz desde el interior, sobresaltando a la morena y haciendo que se detuviese en seco, llevándose una mano al pecho. Un hombre de mediana edad se asomó entonces a la sala y la observó enarcando una ceja, como si no entendiese por qué una chica de su aspecto estaba allí. - S…sí, qui… quiero aprender el oficio. - logró responder la mujer bestia, aunque con un hilo de voz.
Un incómodo silencio roto únicamente por el crepitar de las llamas se adueñó de la habitación, y durante unos segundos que a la muchacha le parecieron eternos, el extraño se mesó la barba pensativo, sin quitarle ojo de encima. - Bueno, supongo que servirás, sígueme, te enseñaré la forja. - indicó, acompañando sus palabras con un gesto de la mano.
Pasado el mostrador en que se atendía a los clientes, un estrecho pasillo los condujo a la parte trasera del edificio, donde se encontraba la fragua y todos los útiles necesarios para hacerla funcionar, junto con un montón de materiales y algunas piezas a medio terminar. - Gracias a los espíritus. - susurró Ava para sí, contenta porque aquella parte estuviese al aire libre, con lo que no tendría que preocuparse de proteger sus delicadas alas.
- De momento aviva el fuego, en cuanto acabe este par de espadas te daré otra tarea. - ordenó, volviendo junto al yunque para recuperar su martillo y seguir trabajando. El propietario de aquellas armas vendría pronto a recogerlas así que no tenía tiempo que perder, si la morena de verdad quería adquirir ciertos conocimientos sobre herrería tendría que esperar un poco.
- Por cierto, me llamo Warren, ¿y tú eres? - dijo, alzando la voz para que se le escuchase por encima de los metálicos chasquidos que emitía la herramienta al chocar con el candente acero. - Ava. - contestó la cuerva, poniéndose manos a la obra para añadir algo de carbón a la fragua y que no se apagase.
Última edición por Ava Kenrith el Lun 7 Ene - 4:16, editado 1 vez
Ava Kenrith
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Siguiendo la línea actual, el pequeño Zero avanza libre de objetivos con respecto a su misión principal. Los mirmidones están ahora mismo en una guerra fría sin mucha acción y aunque es claramente la intención de Exos poco se puede hacer.
Viéndolo desde el lado positivo, la joven maquina tiene tiempo para distraerse con sus lugartenientes ocupándose de todas las operaciones. Se puede decir con propiedad que Giroud gano su caso.
Dicho personaje siempre a intentando que Z9-42 se comporte mas como lo que muestra su avatar, un niño… por más que el propio sintético trate de dejar en claro que ya no es un infante propiamente dicho.
“Si parece, piensa y actúa como niño, lo es para mí”, tal frase revela que incluso Gerald es cerrado de mente a veces. Algunos puntos en su lógica tienen sentido pero como máximo Zero es un chiquillo “diferente”.
Dejando en segundo plano los pequeños debates casi paternales que la maquina sostiene con su buen amigo y segundo al mando, el jovencito artificial centra su atención en un anuncio de búsqueda que solicita personal laboral.
El presupuesto personal aunque no es tan pertinente para un ser que puede prescindir del alimento continua teniendo un papel fundamental, especialmente luego de que Zero se negara a sacar dinero de los fondos acumulados en su facción.
El trabajo herrero es bien remunerado, suele ser de las mejores fuentes de ingreso para un individuo no aventurero. Todos necesitan de tales servicios muchas veces en su vida biológica… puede compararse al uso que tienen los terrestres del internet en su mundo de origen.
Buenos días, mi nombre es Zero y me gustaría postularme para el puesto.
Ve a jugar a otro lado niño, la forja es muy peligrosa.
Por favor señ… “cambia de estrategia al ver que las señales faciales del individuo demuestran fortaleza ante la persuasión leve” si no está satisfecho con mi trabajo al final del día, puede dejarme sin paga.
Inmediatamente el rostro del hombre cambia a un tono pensativo, no le toma mucho formar cierta sonrisa y aceptar los términos con un apretón de manos. La mejor forma de influir en un ser inteligente es dejarle creer que está en control.
Acto seguido el chico robot posa sus ojos en otra ayudante recién empleada, una criatura bestial que denota apéndices aviarios, específicamente de cuervos. Z9-42 le mira extrañado hasta que nota que tal iniciativa puede ser tomada de mala manera, la simple idea le hace mover su vista a otro lado.
Mi nombre es Zero, es un placer “dice extendiendo su mano derecha a modo de saludo”.
Viéndolo desde el lado positivo, la joven maquina tiene tiempo para distraerse con sus lugartenientes ocupándose de todas las operaciones. Se puede decir con propiedad que Giroud gano su caso.
Dicho personaje siempre a intentando que Z9-42 se comporte mas como lo que muestra su avatar, un niño… por más que el propio sintético trate de dejar en claro que ya no es un infante propiamente dicho.
“Si parece, piensa y actúa como niño, lo es para mí”, tal frase revela que incluso Gerald es cerrado de mente a veces. Algunos puntos en su lógica tienen sentido pero como máximo Zero es un chiquillo “diferente”.
Dejando en segundo plano los pequeños debates casi paternales que la maquina sostiene con su buen amigo y segundo al mando, el jovencito artificial centra su atención en un anuncio de búsqueda que solicita personal laboral.
El presupuesto personal aunque no es tan pertinente para un ser que puede prescindir del alimento continua teniendo un papel fundamental, especialmente luego de que Zero se negara a sacar dinero de los fondos acumulados en su facción.
El trabajo herrero es bien remunerado, suele ser de las mejores fuentes de ingreso para un individuo no aventurero. Todos necesitan de tales servicios muchas veces en su vida biológica… puede compararse al uso que tienen los terrestres del internet en su mundo de origen.
Buenos días, mi nombre es Zero y me gustaría postularme para el puesto.
Ve a jugar a otro lado niño, la forja es muy peligrosa.
Por favor señ… “cambia de estrategia al ver que las señales faciales del individuo demuestran fortaleza ante la persuasión leve” si no está satisfecho con mi trabajo al final del día, puede dejarme sin paga.
Inmediatamente el rostro del hombre cambia a un tono pensativo, no le toma mucho formar cierta sonrisa y aceptar los términos con un apretón de manos. La mejor forma de influir en un ser inteligente es dejarle creer que está en control.
Acto seguido el chico robot posa sus ojos en otra ayudante recién empleada, una criatura bestial que denota apéndices aviarios, específicamente de cuervos. Z9-42 le mira extrañado hasta que nota que tal iniciativa puede ser tomada de mala manera, la simple idea le hace mover su vista a otro lado.
Mi nombre es Zero, es un placer “dice extendiendo su mano derecha a modo de saludo”.
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
El carbón hizo su trabajo a la perfección, consiguiendo que la fragua se mantuviese encendida y a la temperatura adecuada para ser utilizada por el artesano, una a la que la joven no estaba tan acostumbrada como habría querido. Su vestimenta tampoco la ayudaba, el cuero se le pegaba a la piel y las placas empezaban a calentarse por la cercanía de las llamas, pero aquella armadura era lo único con que se sentía cómoda, así que aguantaría las condiciones del taller como buenamente pudiese.
Las oscuras alas que emergían de la parte baja de su espalda eran su mayor preocupación, sabía lo delicadas que podían llegar a ser y por eso mismo, las plegaba en torno a su cuerpo todo el tiempo, alejándolas del fuego en la medida de lo posible y tratando de paso de no tirar nada al moverse.
- Ufff. - resopló en voz baja, secándose el sudor de la frente y apartándose del horno en cuanto acabó su tarea. Cuando observaba a su padre en la forja parecía más sencillo, seguramente porque siempre lo había hecho desde la distancia mientras jugaba.
Repentinamente los chasquidos del yunque cesaron para dar paso a una voz desconocida, con lo que Ava, curiosa, se dio la vuelta para ver de quién se trataba. - ¿Un niño? - pensó, extrañada porque el pequeño quisiese convertirse en ayudante. La herrería era un trabajo duro y bastante exigente en cuanto al esfuerzo físico, ¿qué podría hacer aquel muchacho aparte de cuidar las herramientas y dedicarse a labores de menor importancia?
El propietario del taller debió pensar igual que ella, su primera reacción fue mandar al chico a otra parte, pero en cuanto este le contestó que estaba dispuesto a renunciar a su paga si no conseguía cumplir con lo que le pidiese, se lo replanteó y aceptó al nuevo aprendiz ¿lo estaría viendo como mano de obra gratis?
Ladeando levemente la cabeza, la cuerva se dijo a sí misma que no, no quería pensar que en la capital se explotase a niños de aquella forma, pero todavía le quedaba tanto por aprender de la ciudad y sus gentes, para bien y para mal.
El gesto de Zero la puso en un compromiso, de verdad tendría que aprender a lidiar con esa mala costumbre social de tocar a otros a la hora de presentarse, pero qué remedio, no quería hacerle un feo, así que dejando de lado su aversión al contacto físico, extendió una mano para estrechar con cuidado la que le tendía. El apretón fue breve, de apenas unos segundos, pero ese escaso tiempo bastó a la morena para saber que aquel individuo que tenía delante no era como los demás niños que había visto corretear por las calles.
Entonces no supo explicarlo pero algo no le encajaba, quizá fuese la forma en que hablaba, la madurez que mostraba o su mirada carente de la chispa que solían tener los infantes. - Ava, lo mismo digo. - respondió, sin hacer caso a la forma con que el recién llegado la había observado poco antes, probablemente no hubiese visto a nadie semejante antes.
- La fragua está lista. - anunció, captando la atención del herrero, que examinaba con detenimiento el filo del arma para asegurarse de que no estuviese torcido. - Bien, entonces os encargareis de elaborar un par de cotas de malla que necesito para esta tarde. - dijo, levantándose y dejando momentáneamente su obra para buscar las piezas en cuestión. - Acercaos. - indicó, situándose junto a uno de los aparatos que utilizaba, y que se reducía a una pieza de madera con un orificio por el cual pasaba una vara de metal, acabada en una manivela.
- Tenéis que enrollar el alambre e ir dando vueltas para que se forme un tubo, así. - explicó, con una demostración de lo que quería que hiciesen. - Una vez acabado cortaréis los extremos con cuidado y quitaréis la vara para sacarlo, necesitaréis bastantes antes de empezar a tejer las cotas. - continuó, esperando que ambos estuviesen atentos.
- Cuando estén listos los tubos tendréis que cortar las anillas una por una hasta que queden como estas que tengo aquí, y entonces las uniréis manteniendo una formación de cuatro por una, es decir, una en el centro y dos en cada extremo de la misma. - señaló, tomando una tira ya terminada para enseñárselas y que lo viesen de forma más clara.
- Dejad algunas cerradas y otras abiertas, así os será más fácil y rápido. - sugirió, antes de ir a por un trozo de pergamino para darles las dimensiones de las prendas. - Son cincuenta anillas de largo por cien de ancho, y las mangas de cincuenta por veinte, yo me ocuparé de darle el acabado al cuello. - terminó de indicar, esperando unos segundos para aclarar cualquier duda antes de regresar a su trabajo.
Las oscuras alas que emergían de la parte baja de su espalda eran su mayor preocupación, sabía lo delicadas que podían llegar a ser y por eso mismo, las plegaba en torno a su cuerpo todo el tiempo, alejándolas del fuego en la medida de lo posible y tratando de paso de no tirar nada al moverse.
- Ufff. - resopló en voz baja, secándose el sudor de la frente y apartándose del horno en cuanto acabó su tarea. Cuando observaba a su padre en la forja parecía más sencillo, seguramente porque siempre lo había hecho desde la distancia mientras jugaba.
Repentinamente los chasquidos del yunque cesaron para dar paso a una voz desconocida, con lo que Ava, curiosa, se dio la vuelta para ver de quién se trataba. - ¿Un niño? - pensó, extrañada porque el pequeño quisiese convertirse en ayudante. La herrería era un trabajo duro y bastante exigente en cuanto al esfuerzo físico, ¿qué podría hacer aquel muchacho aparte de cuidar las herramientas y dedicarse a labores de menor importancia?
El propietario del taller debió pensar igual que ella, su primera reacción fue mandar al chico a otra parte, pero en cuanto este le contestó que estaba dispuesto a renunciar a su paga si no conseguía cumplir con lo que le pidiese, se lo replanteó y aceptó al nuevo aprendiz ¿lo estaría viendo como mano de obra gratis?
Ladeando levemente la cabeza, la cuerva se dijo a sí misma que no, no quería pensar que en la capital se explotase a niños de aquella forma, pero todavía le quedaba tanto por aprender de la ciudad y sus gentes, para bien y para mal.
El gesto de Zero la puso en un compromiso, de verdad tendría que aprender a lidiar con esa mala costumbre social de tocar a otros a la hora de presentarse, pero qué remedio, no quería hacerle un feo, así que dejando de lado su aversión al contacto físico, extendió una mano para estrechar con cuidado la que le tendía. El apretón fue breve, de apenas unos segundos, pero ese escaso tiempo bastó a la morena para saber que aquel individuo que tenía delante no era como los demás niños que había visto corretear por las calles.
Entonces no supo explicarlo pero algo no le encajaba, quizá fuese la forma en que hablaba, la madurez que mostraba o su mirada carente de la chispa que solían tener los infantes. - Ava, lo mismo digo. - respondió, sin hacer caso a la forma con que el recién llegado la había observado poco antes, probablemente no hubiese visto a nadie semejante antes.
- La fragua está lista. - anunció, captando la atención del herrero, que examinaba con detenimiento el filo del arma para asegurarse de que no estuviese torcido. - Bien, entonces os encargareis de elaborar un par de cotas de malla que necesito para esta tarde. - dijo, levantándose y dejando momentáneamente su obra para buscar las piezas en cuestión. - Acercaos. - indicó, situándose junto a uno de los aparatos que utilizaba, y que se reducía a una pieza de madera con un orificio por el cual pasaba una vara de metal, acabada en una manivela.
- Tenéis que enrollar el alambre e ir dando vueltas para que se forme un tubo, así. - explicó, con una demostración de lo que quería que hiciesen. - Una vez acabado cortaréis los extremos con cuidado y quitaréis la vara para sacarlo, necesitaréis bastantes antes de empezar a tejer las cotas. - continuó, esperando que ambos estuviesen atentos.
- Cuando estén listos los tubos tendréis que cortar las anillas una por una hasta que queden como estas que tengo aquí, y entonces las uniréis manteniendo una formación de cuatro por una, es decir, una en el centro y dos en cada extremo de la misma. - señaló, tomando una tira ya terminada para enseñárselas y que lo viesen de forma más clara.
- Dejad algunas cerradas y otras abiertas, así os será más fácil y rápido. - sugirió, antes de ir a por un trozo de pergamino para darles las dimensiones de las prendas. - Son cincuenta anillas de largo por cien de ancho, y las mangas de cincuenta por veinte, yo me ocuparé de darle el acabado al cuello. - terminó de indicar, esperando unos segundos para aclarar cualquier duda antes de regresar a su trabajo.
- Vídeo de referencia:
Ava Kenrith
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Zero nota cierta aversión por parte de la chica hibrida hacia su expresión de saludo, aunque al final termina por aceptar la mano es fácil deducir que no disfruta del contacto físico. Debe venir de una microsociedad algo aislada.
El chico robot repliega su mano con discreción sin disipar la sonrisa, tendrá cuidado de no importunar nuevamente a la mujer. Solo una persona inconsciente persiste en algo que hace sentir mal al otro.
Con el nombre contrario guardado, Z9-42 pone especial atención en las instrucciones dadas por el dueño de la forja y su nuevo jefe. Es claro que sabe bien como trabajar los metales pues cada una de sus instrucciones concuerda con la guía que rápidamente salta en la matriz del pequeño aumentado.
Generar una cota de malla es un trabajo bastante artesanal que requiere dedicación y tiempo, mas obra manual que producto industrializado. Se puede decir que una armadura de placas recia es labor de niños en comparación.
Será divertido “sonríe inocentemente”.
La idea de crear cosas le agrada, aprecia más la cocina pero cualquier artículo es igual de entretenido durante su fabricación. Toma posición en uno de los puestos destinados para enrollar el alambre iniciando poco después la tarea.
Finaliza los primeros dos tubos tan rápido que se ve obligado a bajar la velocidad para mantener su verdadera identidad secreta, es mejor cuando lo siguen considerando un niño corriente… para todos los involucrados.
Es un trabajo que podría ser tomado como tedioso pero Zero no quita su cara de felicidad, toma para bien las pequeñas cosas como un niño bien educado. El ser inteligente corriente no es consciente de lo bueno que es una vida sencilla.
Antes de darse cuenta ya posee una cantidad considerable de tubos finalizados, claro que igual tiene bien presente la sencillez tradicional del primer objetivo. En la manufactura de artículos todo va aumentando su dificultad gradualmente.
¿Ha trabajado antes en la forja señorita Ava?
Como buena máquina que evoca al ser humano suele gustar de las conversaciones, eso sin mencionar que su parte de niño vivo sigue siendo bastante fuerte en el. Si bien no pregunta cosas cada minuto… es imposible que permanezca callado por mucho tiempo sin una razón.
Es la primera vez que fabrico una cota de mallas.
Las forjas de la base son muy… “diferentes”, enormes hornos electrónicos que fabrican los elementos necesarios para el fiel funcionamiento del edificio y sus habitantes bios. Está completamente automatizada por lo que casi nunca las unidades independientes se acercan demasiado.
El chico robot repliega su mano con discreción sin disipar la sonrisa, tendrá cuidado de no importunar nuevamente a la mujer. Solo una persona inconsciente persiste en algo que hace sentir mal al otro.
Con el nombre contrario guardado, Z9-42 pone especial atención en las instrucciones dadas por el dueño de la forja y su nuevo jefe. Es claro que sabe bien como trabajar los metales pues cada una de sus instrucciones concuerda con la guía que rápidamente salta en la matriz del pequeño aumentado.
Generar una cota de malla es un trabajo bastante artesanal que requiere dedicación y tiempo, mas obra manual que producto industrializado. Se puede decir que una armadura de placas recia es labor de niños en comparación.
Será divertido “sonríe inocentemente”.
La idea de crear cosas le agrada, aprecia más la cocina pero cualquier artículo es igual de entretenido durante su fabricación. Toma posición en uno de los puestos destinados para enrollar el alambre iniciando poco después la tarea.
Finaliza los primeros dos tubos tan rápido que se ve obligado a bajar la velocidad para mantener su verdadera identidad secreta, es mejor cuando lo siguen considerando un niño corriente… para todos los involucrados.
Es un trabajo que podría ser tomado como tedioso pero Zero no quita su cara de felicidad, toma para bien las pequeñas cosas como un niño bien educado. El ser inteligente corriente no es consciente de lo bueno que es una vida sencilla.
Antes de darse cuenta ya posee una cantidad considerable de tubos finalizados, claro que igual tiene bien presente la sencillez tradicional del primer objetivo. En la manufactura de artículos todo va aumentando su dificultad gradualmente.
¿Ha trabajado antes en la forja señorita Ava?
Como buena máquina que evoca al ser humano suele gustar de las conversaciones, eso sin mencionar que su parte de niño vivo sigue siendo bastante fuerte en el. Si bien no pregunta cosas cada minuto… es imposible que permanezca callado por mucho tiempo sin una razón.
Es la primera vez que fabrico una cota de mallas.
Las forjas de la base son muy… “diferentes”, enormes hornos electrónicos que fabrican los elementos necesarios para el fiel funcionamiento del edificio y sus habitantes bios. Está completamente automatizada por lo que casi nunca las unidades independientes se acercan demasiado.
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Las instrucciones del artesano fueron claras, paso por paso les fue explicando lo que debían hacer para conseguir en primer lugar las anillas de metal y posteriormente la prenda en sí, dándoles incluso algunos trucos para agilizar la tarea, que de por sí les llevaría un buen rato debido al cuidado con que debía llevarse a cabo.
Animada por los buenos recuerdos que la forja traía a su mente, Ava se abstuvo de hacer preguntas, y mientras su empleador regresaba junto al yunque para retomar su trabajo, tomó posición frente a uno de los aparatos con que se creaban los tubos. Todo cuanto necesitaba estaba sobre la mesa de trabajo, la vara de metal, el rollo de alambre previamente preparado y elegido para las cotas, las herramientas de corte… seguramente el herrero hubiese dispuesto sus materiales ya con la esperanza de encontrar ayudantes.
Colocada ya la varilla en su lugar, la cuerva procedió a enganchar el inicio del hilo en un pequeño tope de madera, que le serviría para controlar el tamaño de las anillas y hacerlas lo más ajustadas posibles. Lentamente empezó a girar la manivela para dar las primeras vueltas y conducir el alambre, dándole la forma deseada y acelerando conforme fue ganando confianza.
Una tímida sonrisa se adueñó de su rostro, había visto realizar aquel proceso a su padre muchas veces, si todo iba bien cuando volviese a Midgar podría mostrarle los progresos que había hecho y hacer que se sintiese orgulloso de ella.
La morena ni siquiera sabía cuándo llegaría ese momento, pero de algún modo su labor en el taller la acercaba al toro, lo mantenía presente en sus pensamientos. Acabado el primer tubo, cortó los extremos y lo extrajo tal como le había indicado el propietario del local, quien se esmeraba por dar al par de espadas que tenía entre manos un acabado impecable.
- Ha quedado bien. - se dijo interiormente, colocando el cilindro en horizontal a la altura de sus ojos para examinarlo durante unos segundos y de ser necesario, tener en cuenta los posibles defectos de cara al siguiente. Para entonces Zero ya había terminado un par, consiguiendo sorprender a la mujer bestia por su talento y que se preguntase si no estaba siendo muy lenta en comparación con el niño.
Concentrándose de nuevo en su mesa, la joven trató de agilizar el proceso para no quedarse atrás, levantando la vista únicamente cuando el pequeño se dirigió a ella. - Bueno… yo no lo llamaría trabajar…- respondió, intentando mantener su atención sobre el chico para que la presencia del herrero no influyese en su capacidad de comunicación.
- Mi padre tiene una forja en Midgar, a veces le ayudaba aunque solo con tareas sencillas. - continuó, revisando el último tubo y colocándolo junto a los demás. Ya tenía unos cuantos pero haría unos pocos más antes de pasar al siguiente paso, de todos modos iba a necesitar una cantidad enorme de anillas, no le convenía quedarse corta nada más empezar.
- ¿Y tú? ¿tienes experiencia en esto? Parece que se te da bien. - dijo, alabando la habilidad del muchacho y su rapidez a la hora de trabajar. Si de algo podía estar segura era de que no se iría del taller sin la paga del día, no si seguía al ritmo que llevaba.
Ava plegó aún más las alas en torno a su cuerpo para huir del calor que le llegaba desde la fragua, sabiendo que al verla algunos se preguntarían por qué estaba allí en vez de buscar otro oficio que se adecuase más a ella. Pero lo que la gente no podía imaginar era que aquel par de negras extremidades eran precisamente una de las razones por las que se encontraba en el negocio del artesano.
Todavía no tenían la fuerza necesaria para que pudiese volar con ellas, y en vez de una ventaja suponían un problema en muchas ocasiones, sobre todo cuando entraba en combate ya que eran un blanco fácil y más amplio de lo que le gustaría.
Por eso le interesaba mejorar sus conocimientos sobre herrería, quería protegerse y eso no solo incluía mejorar a Segadora o su armadura, iba más allá. Su idea podía parecer extraña pero llevaba dándole vueltas al asunto desde hacía semanas, quería recubrir sus vulnerables plumas con alguna especie de protección a base de láminas metálicas, pero para ello necesitaba conocer la aleación adecuada antes de hacer nada, una que fuese ligera y a la vez resistente.
¿Podría el propietario de la forja mostrarle alguna? Quería creer que sí.
Mientras esperaba la respuesta del niño volvió a encajar el alambre en el trozo de madera para seguir haciendo tubos, aunque no sabía exactamente cuántos más iban a hacerle falta.
Animada por los buenos recuerdos que la forja traía a su mente, Ava se abstuvo de hacer preguntas, y mientras su empleador regresaba junto al yunque para retomar su trabajo, tomó posición frente a uno de los aparatos con que se creaban los tubos. Todo cuanto necesitaba estaba sobre la mesa de trabajo, la vara de metal, el rollo de alambre previamente preparado y elegido para las cotas, las herramientas de corte… seguramente el herrero hubiese dispuesto sus materiales ya con la esperanza de encontrar ayudantes.
Colocada ya la varilla en su lugar, la cuerva procedió a enganchar el inicio del hilo en un pequeño tope de madera, que le serviría para controlar el tamaño de las anillas y hacerlas lo más ajustadas posibles. Lentamente empezó a girar la manivela para dar las primeras vueltas y conducir el alambre, dándole la forma deseada y acelerando conforme fue ganando confianza.
Una tímida sonrisa se adueñó de su rostro, había visto realizar aquel proceso a su padre muchas veces, si todo iba bien cuando volviese a Midgar podría mostrarle los progresos que había hecho y hacer que se sintiese orgulloso de ella.
La morena ni siquiera sabía cuándo llegaría ese momento, pero de algún modo su labor en el taller la acercaba al toro, lo mantenía presente en sus pensamientos. Acabado el primer tubo, cortó los extremos y lo extrajo tal como le había indicado el propietario del local, quien se esmeraba por dar al par de espadas que tenía entre manos un acabado impecable.
- Ha quedado bien. - se dijo interiormente, colocando el cilindro en horizontal a la altura de sus ojos para examinarlo durante unos segundos y de ser necesario, tener en cuenta los posibles defectos de cara al siguiente. Para entonces Zero ya había terminado un par, consiguiendo sorprender a la mujer bestia por su talento y que se preguntase si no estaba siendo muy lenta en comparación con el niño.
Concentrándose de nuevo en su mesa, la joven trató de agilizar el proceso para no quedarse atrás, levantando la vista únicamente cuando el pequeño se dirigió a ella. - Bueno… yo no lo llamaría trabajar…- respondió, intentando mantener su atención sobre el chico para que la presencia del herrero no influyese en su capacidad de comunicación.
- Mi padre tiene una forja en Midgar, a veces le ayudaba aunque solo con tareas sencillas. - continuó, revisando el último tubo y colocándolo junto a los demás. Ya tenía unos cuantos pero haría unos pocos más antes de pasar al siguiente paso, de todos modos iba a necesitar una cantidad enorme de anillas, no le convenía quedarse corta nada más empezar.
- ¿Y tú? ¿tienes experiencia en esto? Parece que se te da bien. - dijo, alabando la habilidad del muchacho y su rapidez a la hora de trabajar. Si de algo podía estar segura era de que no se iría del taller sin la paga del día, no si seguía al ritmo que llevaba.
Ava plegó aún más las alas en torno a su cuerpo para huir del calor que le llegaba desde la fragua, sabiendo que al verla algunos se preguntarían por qué estaba allí en vez de buscar otro oficio que se adecuase más a ella. Pero lo que la gente no podía imaginar era que aquel par de negras extremidades eran precisamente una de las razones por las que se encontraba en el negocio del artesano.
Todavía no tenían la fuerza necesaria para que pudiese volar con ellas, y en vez de una ventaja suponían un problema en muchas ocasiones, sobre todo cuando entraba en combate ya que eran un blanco fácil y más amplio de lo que le gustaría.
Por eso le interesaba mejorar sus conocimientos sobre herrería, quería protegerse y eso no solo incluía mejorar a Segadora o su armadura, iba más allá. Su idea podía parecer extraña pero llevaba dándole vueltas al asunto desde hacía semanas, quería recubrir sus vulnerables plumas con alguna especie de protección a base de láminas metálicas, pero para ello necesitaba conocer la aleación adecuada antes de hacer nada, una que fuese ligera y a la vez resistente.
¿Podría el propietario de la forja mostrarle alguna? Quería creer que sí.
Mientras esperaba la respuesta del niño volvió a encajar el alambre en el trozo de madera para seguir haciendo tubos, aunque no sabía exactamente cuántos más iban a hacerle falta.
Ava Kenrith
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Ava tiene experiencia previa en la forja según sus palabras, aunque desestima la importancia de tales vivencias acumuladas. Toda información es valiosa como bien sabe Zero, incluso la asimilada de manera casual.
Se nota que sabe moverse en una forja señorita Ava.
Dice con tono amistoso, los cumplidos suelen ser excelentes para forjar buenas impresiones. Una cosa esta clara, ambos personajes logran colmar las expectativas de su empleador con el trabajo desempeñado hasta ahora.
Gracias, soy… un niño muy eficiente.
Para una maquina no existe segundo lugar, debe realizar todo de manera perfecta. Los seres vivos aprenden de sus errores pero una entidad artificial no necesita fallar numerosas veces para comprender el punto de algo.
Un par de minutos después Z9-42 nota gracias a su matriz interna que ya tienen suficiente material para fabricar las anillas correspondientes, incluso poseen algunos repuestos en caso de que cometan errores en el proceso.
Creo que ya tenemos suficiente para iniciar la siguiente etapa.
Acto seguido el niño robot toma una de las herramientas facilitadas y comienza a cortar anillas, aparta la mitad de tubos para dejarle un trabajo equivalente a su compañera laboral. Nuevamente inicia demasiado rápido y debe regular su velocidad a estándares normales.
Zero se encuentra bastante animado, es fácil deducirlo por su rostro casi juguetón. A pesar de ser un chiquillo aumentado disfruta de las tareas manuales, algunas cosas no pueden eliminarse incluso con la muerte biológica.
No puede esperar para iniciar la unión de segmentos. En cierto modo fabricar una cota de malla se asemeja bastante a tejer cualquier prenda, solo que en vez de tela se utilizan metales variados y herramientas mucho más pesadas.
Los bios suelen tener una habilidad innata para la herrería pesada gracias a sus capacidades, la unión perfecta entre fuerza y mente. Incluso Z9-42 podría tomar ese camino aunque no es algo demasiado atractivo para él.
Hay que tener en cuenta que es una creación muy diferente al resto, no es el típico robot enorme que apenas puede caminar por la masiva cantidad de placas protectoras. Sus intereses son muy distintos a la media por defecto.
Piensa en todo esto mientras separa anillas metálicas sin pausa, sus pensamientos al final se tornan nostálgicos cuando termina inevitablemente recordando la base. Fue su primer hogar y no le agrada ser considerado un prófugo por las inteligencias del sitio.
Se nota que sabe moverse en una forja señorita Ava.
Dice con tono amistoso, los cumplidos suelen ser excelentes para forjar buenas impresiones. Una cosa esta clara, ambos personajes logran colmar las expectativas de su empleador con el trabajo desempeñado hasta ahora.
Gracias, soy… un niño muy eficiente.
Para una maquina no existe segundo lugar, debe realizar todo de manera perfecta. Los seres vivos aprenden de sus errores pero una entidad artificial no necesita fallar numerosas veces para comprender el punto de algo.
Un par de minutos después Z9-42 nota gracias a su matriz interna que ya tienen suficiente material para fabricar las anillas correspondientes, incluso poseen algunos repuestos en caso de que cometan errores en el proceso.
Creo que ya tenemos suficiente para iniciar la siguiente etapa.
Acto seguido el niño robot toma una de las herramientas facilitadas y comienza a cortar anillas, aparta la mitad de tubos para dejarle un trabajo equivalente a su compañera laboral. Nuevamente inicia demasiado rápido y debe regular su velocidad a estándares normales.
Zero se encuentra bastante animado, es fácil deducirlo por su rostro casi juguetón. A pesar de ser un chiquillo aumentado disfruta de las tareas manuales, algunas cosas no pueden eliminarse incluso con la muerte biológica.
No puede esperar para iniciar la unión de segmentos. En cierto modo fabricar una cota de malla se asemeja bastante a tejer cualquier prenda, solo que en vez de tela se utilizan metales variados y herramientas mucho más pesadas.
Los bios suelen tener una habilidad innata para la herrería pesada gracias a sus capacidades, la unión perfecta entre fuerza y mente. Incluso Z9-42 podría tomar ese camino aunque no es algo demasiado atractivo para él.
Hay que tener en cuenta que es una creación muy diferente al resto, no es el típico robot enorme que apenas puede caminar por la masiva cantidad de placas protectoras. Sus intereses son muy distintos a la media por defecto.
Piensa en todo esto mientras separa anillas metálicas sin pausa, sus pensamientos al final se tornan nostálgicos cuando termina inevitablemente recordando la base. Fue su primer hogar y no le agrada ser considerado un prófugo por las inteligencias del sitio.
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Las mejillas de la cuerva enrojecieron ligeramente al escuchar el cumplido del muchacho, otro detalle que no era capaz de controlar y que en ocasiones resultaba bastante incómodo, pero al cual en aquel momento no dio importancia, casi podía achacarlo al calor de la fragua sin que despertase sospechas.
Zero también agradeció su comentario, y solo unos minutos más tarde le indicó que ya tenían suficientes tubos para pasar al siguiente paso del proceso, el corte de anillas. - Tienes razón. - concedió, paseando la mirada por encima de los cilindros que habían elaborado. Con un simple vistazo no fue capaz de calcular el número pero tampoco se preocupó por ello, de necesitar más no tardarían en hacerlos.
Imitando a su compañero de trabajo, la morena buscó entre las herramientas del herrero hasta dar con la adecuada, y una vez hecho esto se puso manos a la obra, sujetando el primer tubo e intentando cortar el alambre en línea recta para que las arandelas saliesen lo más parecidas posibles.
Haciendo caso al consejo del artesano, Ava fue apartando las anillas en dos montones, separando aquellas que salían más unidas de las que tenían cierta apertura para posteriormente agilizar la fase de confección de la cota.
La tarea en sí era sencilla y no requería concentración alguna, motivo por el que en un par de ocasiones se permitió alzar la vista hacia el pequeño, cuyo rostro parecía alegre, y también hacia el propietario de la forja, que daba ya los últimos toques al par de espadas en que trabajaba.
Aquello era agradable incluso con la presencia del hombre, algo sorprendente teniendo en cuenta los problemillas que limitaban la socialización de la muchacha, aunque quizá la causa de que se sintiese cómoda fuese la compañía del niño ya que no solía tener dificultades para tratar con infantes.
La imagen de Lavey asaltó sus pensamientos, pero la rubia y Zero eran como la noche y el día, ella tan alegre e impulsiva y él tan comedido y correcto. Esa diferencia le hizo preguntarse si el comportamiento del chico se debería a su educación o a algo más, con lo que muchas preguntas empezaron a pasarle por la mente.
¿Por qué necesitaba trabajar? ¿no tenía una familia que se ocupase de él? ¿pasaría su casa por una etapa difícil a causa de la reciente guerra que había asolado Verisar? A veces olvidaba el terrible horror que la ciudad había pasado y los efectos que la tragedia había tenido en la población, centenares de muertes, tierras y hogares destruidos, escasez de víveres y bienes de primera necesidad justo a las puertas del invierno…
La situación todavía no terminaba de normalizarse y pasaría bastante tiempo antes de que Lunargenta se recuperarse del golpe recibido, esa era la realidad, aunque fuese triste.
- Dime Zero, ¿vives aquí en Lunargenta? ¿sueles tomar muchas ofertas de empleo? - preguntó, apresurándose a añadir algo más para disimular y que no se notase que lo que pretendía era sonsacarle información acerca de su vida. - Yo solo llevó en la ciudad un par de semanas y aquí todo es más caro de lo que esperaba, me vendría bien saber si es fácil conseguir trabajo en la zona. - se explicó, y no mentía, la visita al mercado navideño había dejado su bolsa casi completamente vacía de aeros, dinero que tendría que reponer cuanto antes para no verse en la calle.
Por suerte había sido algo previsora, lo suficiente como para pagar tres noches más en la posada antes de gastar casi todos sus ahorros en mejorar a Segadora, pero ese era el margen que tenía para recuperarse económicamente, ni un día más.
Mientras los dos montones de anillas seguían creciendo, la morena esperó a que el chico le respondiese, ignorando en la medida de lo posible a su empleador ya que así evitaba que su parte nerviosa y cohibida saliese a la luz.
Zero también agradeció su comentario, y solo unos minutos más tarde le indicó que ya tenían suficientes tubos para pasar al siguiente paso del proceso, el corte de anillas. - Tienes razón. - concedió, paseando la mirada por encima de los cilindros que habían elaborado. Con un simple vistazo no fue capaz de calcular el número pero tampoco se preocupó por ello, de necesitar más no tardarían en hacerlos.
Imitando a su compañero de trabajo, la morena buscó entre las herramientas del herrero hasta dar con la adecuada, y una vez hecho esto se puso manos a la obra, sujetando el primer tubo e intentando cortar el alambre en línea recta para que las arandelas saliesen lo más parecidas posibles.
Haciendo caso al consejo del artesano, Ava fue apartando las anillas en dos montones, separando aquellas que salían más unidas de las que tenían cierta apertura para posteriormente agilizar la fase de confección de la cota.
La tarea en sí era sencilla y no requería concentración alguna, motivo por el que en un par de ocasiones se permitió alzar la vista hacia el pequeño, cuyo rostro parecía alegre, y también hacia el propietario de la forja, que daba ya los últimos toques al par de espadas en que trabajaba.
Aquello era agradable incluso con la presencia del hombre, algo sorprendente teniendo en cuenta los problemillas que limitaban la socialización de la muchacha, aunque quizá la causa de que se sintiese cómoda fuese la compañía del niño ya que no solía tener dificultades para tratar con infantes.
La imagen de Lavey asaltó sus pensamientos, pero la rubia y Zero eran como la noche y el día, ella tan alegre e impulsiva y él tan comedido y correcto. Esa diferencia le hizo preguntarse si el comportamiento del chico se debería a su educación o a algo más, con lo que muchas preguntas empezaron a pasarle por la mente.
¿Por qué necesitaba trabajar? ¿no tenía una familia que se ocupase de él? ¿pasaría su casa por una etapa difícil a causa de la reciente guerra que había asolado Verisar? A veces olvidaba el terrible horror que la ciudad había pasado y los efectos que la tragedia había tenido en la población, centenares de muertes, tierras y hogares destruidos, escasez de víveres y bienes de primera necesidad justo a las puertas del invierno…
La situación todavía no terminaba de normalizarse y pasaría bastante tiempo antes de que Lunargenta se recuperarse del golpe recibido, esa era la realidad, aunque fuese triste.
- Dime Zero, ¿vives aquí en Lunargenta? ¿sueles tomar muchas ofertas de empleo? - preguntó, apresurándose a añadir algo más para disimular y que no se notase que lo que pretendía era sonsacarle información acerca de su vida. - Yo solo llevó en la ciudad un par de semanas y aquí todo es más caro de lo que esperaba, me vendría bien saber si es fácil conseguir trabajo en la zona. - se explicó, y no mentía, la visita al mercado navideño había dejado su bolsa casi completamente vacía de aeros, dinero que tendría que reponer cuanto antes para no verse en la calle.
Por suerte había sido algo previsora, lo suficiente como para pagar tres noches más en la posada antes de gastar casi todos sus ahorros en mejorar a Segadora, pero ese era el margen que tenía para recuperarse económicamente, ni un día más.
Mientras los dos montones de anillas seguían creciendo, la morena esperó a que el chico le respondiese, ignorando en la medida de lo posible a su empleador ya que así evitaba que su parte nerviosa y cohibida saliese a la luz.
Ava Kenrith
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
El trabajo va” viento en popa” como dicen los orgánicos, ambos ayudantes no pueden ser más rápidos. Su empleador mira con ojo avizor cada cierto tiempo para proteger sus intereses pero siempre retira la vista satisfecho.
Una cosa esta clara, Zero tendrá en cuenta sus buenas habilidades de manufactura de ahora en adelante. No desea recurrir a los fondos mirmidones y es que las operaciones por si solas demandan muchos recursos.
Es extraño pero en la Olimpus convergen varios estilos de herrería muy únicos. Por un lado se tiene a la escuela tradicional de los reclutas comunes, en el otro los técnicos modos de Ámbar y al final pero no menos importante el propio conocimiento del chiquillo sintético.
Ava lo saca de sus pensamientos minutos después, debe admitir que agradece la acción. Es fácil sumergirse en subrutinas mentales cuando tienes la capacidad de realizar tareas en modo automático.
Viajo mucho, vivo en un barco… soy un niño muy especial.
Sin duda Z9-42 es un “chico” fuera del montón, en todas las formas posibles. Irónicamente no es un caso demasiado aislado pues existen precedentes históricos de infantes con vidas igual de peculiares tanto en Aerandir como en la tierra.
Al final casi nadie cree lo que dice hasta que descubren su verdadera naturaleza, es algo natural en los niños inventar cosas y se les suele restar importancia. Una de las razones por las que fue aumentado con su forma verdadera.
Es un mal momento para la ciudad, tardara un tiempo en recuperar su estado prospero.
Aunque ahora mismo Lunargenta se muestre muy optimista por la liberación, demorara en restablecerse completamente. En términos estadísticos tomara más de un año volver a tener cierta estabilidad.
Pero no se preocupe, siempre hay ofertas de empleo “sonríe cordialmente”.
Esa parte es cierta, incluso antes del problema vampiro las fuentes de empleo eran constantes. Ahora que mucha de la población activa fue… desplazada, la mano de obra tendrá un tiempo de gracia dorado.
¿De dónde es señorita Ava?
Una cosa que le cuesta trabajo al chiquillo maquina es endosar cualquier región a las personas, incluso con el detalle racial cubierto existen numerosas variables. Siente algo de envidia por los mercaderes y su habilidad para detectar orígenes.
Es un gran mundo, seguro viene de una parte interesante “dice sin descuidar su labor”.
Una cosa esta clara, Zero tendrá en cuenta sus buenas habilidades de manufactura de ahora en adelante. No desea recurrir a los fondos mirmidones y es que las operaciones por si solas demandan muchos recursos.
Es extraño pero en la Olimpus convergen varios estilos de herrería muy únicos. Por un lado se tiene a la escuela tradicional de los reclutas comunes, en el otro los técnicos modos de Ámbar y al final pero no menos importante el propio conocimiento del chiquillo sintético.
Ava lo saca de sus pensamientos minutos después, debe admitir que agradece la acción. Es fácil sumergirse en subrutinas mentales cuando tienes la capacidad de realizar tareas en modo automático.
Viajo mucho, vivo en un barco… soy un niño muy especial.
Sin duda Z9-42 es un “chico” fuera del montón, en todas las formas posibles. Irónicamente no es un caso demasiado aislado pues existen precedentes históricos de infantes con vidas igual de peculiares tanto en Aerandir como en la tierra.
Al final casi nadie cree lo que dice hasta que descubren su verdadera naturaleza, es algo natural en los niños inventar cosas y se les suele restar importancia. Una de las razones por las que fue aumentado con su forma verdadera.
Es un mal momento para la ciudad, tardara un tiempo en recuperar su estado prospero.
Aunque ahora mismo Lunargenta se muestre muy optimista por la liberación, demorara en restablecerse completamente. En términos estadísticos tomara más de un año volver a tener cierta estabilidad.
Pero no se preocupe, siempre hay ofertas de empleo “sonríe cordialmente”.
Esa parte es cierta, incluso antes del problema vampiro las fuentes de empleo eran constantes. Ahora que mucha de la población activa fue… desplazada, la mano de obra tendrá un tiempo de gracia dorado.
¿De dónde es señorita Ava?
Una cosa que le cuesta trabajo al chiquillo maquina es endosar cualquier región a las personas, incluso con el detalle racial cubierto existen numerosas variables. Siente algo de envidia por los mercaderes y su habilidad para detectar orígenes.
Es un gran mundo, seguro viene de una parte interesante “dice sin descuidar su labor”.
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
La respuesta del pequeño no pudo ser más inesperada, ¿un barco? ¿de verdad vivía en un barco? Ava detuvo su labor durante unos segundos para mirar al chico con curiosidad, mientras un sinfín de preguntas pasaban por su cabeza, hecho que la obligó a morderse la lengua para no iniciar un interrogatorio como el que había hecho a Karen.
¿En qué lugares habría estado? Esa era la cuestión que más le interesaba. Por un momento imaginó al muchacho en las frías tierras del norte, para luego visualizarlo en los frondosos bosques del este, basando la imagen de ambos escenarios en los relatos de los mercaderes que a su paso por la aldea, le habían descrito aquellas remotas zonas.
Por último, la morena creó otra imagen dentro de su mente, la de un imponente barco surcando el vasto océano, y aunque tenía cierto respeto al agua, sobre todo cuando era tanta cantidad, la idea le pareció agradable. Sentir el viento en sus alas y aspirar la brisa marina, tendría que probarlo algún día, aunque por el momento sería mejor que se centrase en lo que estaba haciendo.
- ¿Cuánto tiempo he estado distraída? - se preguntó interiormente, viendo como Zero la había adelantado y tenía más anillas cortadas. Volviendo al trabajo, ahora más rápido para no quedarse atrás, la cuerva siguió dando vueltas al asunto del niño, ¿sería un barco el lugar más apropiado para criarlo? Sus modales eran indiscutibles y también su educación, así que el hecho de que viviese en un navío no le afectaba.
Entonces, ¿por qué había aceptado la oferta del herrero? ¿quería aportar algo de dinero a su familia o simplemente disfrutaba con aquel tipo de labores?, que tan bien había demostrado realizar. - Piensas demasiado, céntrate. - se dijo mentalmente, terminando de cortar uno de los tubos para pasar inmediatamente al siguiente.
Por suerte, la voz del pequeño consiguió traerla de regreso al presente, y aunque las previsiones para la recuperación de Lunargenta no eran buenas, el trabajo no faltaría. La ciudad había recibido un duro golpe del que le tocaría reponerse, y durante los meses siguientes o quizá más, sus casas y negocios tendrían que reconstruirse y volver a ser lo que eran.
- Se necesitarán muchas manos para levantar de nuevo este lugar. - musitó, poco antes de que Zero se interesase por su origen. - ¿Yo? Vengo de una modesta aldea en lo profundo de Midgar. - respondió con tranquilidad, sonriendo levemente al recordar su hogar. - Vivimos algo aislados del mundo, solo unos cuantos mercaderes nos visitan con regularidad y nos traen noticias del exterior. - explicó, para que su compañero pudiese hacerse una idea de cómo era su pueblo.
- Es… es muy diferente a Verisar, aquí hay tanta gente… todavía me cuesta acostumbrarme a eso. - susurró. Apenas le quedaban ya dos cilindros por cortar, así que se dio prisa en terminar para avanzar al siguiente paso, la unión de anillas siguiendo el patrón que les había dado el artesano, una central y cuatro más para los lados, dos a cada uno.
Sin olvidar las medidas que su empleador les había dado para el largo y ancho de las cotas, la cuerva se concentró en ir tejiendo la malla con cuidado de no dejar ninguna anilla abierta en el proceso, y lentamente lo que sostenía empezó a tomar forma.
Terminar la prenda le llevaría un rato, sobre todo por lo artesanal de la tarea, pero estaba segura de que estarían listas para cuando los clientes llegasen, y de que el propietario del taller no tendría quejas de su trabajo ni tampoco del desempeño del muchacho.
¿En qué lugares habría estado? Esa era la cuestión que más le interesaba. Por un momento imaginó al muchacho en las frías tierras del norte, para luego visualizarlo en los frondosos bosques del este, basando la imagen de ambos escenarios en los relatos de los mercaderes que a su paso por la aldea, le habían descrito aquellas remotas zonas.
Por último, la morena creó otra imagen dentro de su mente, la de un imponente barco surcando el vasto océano, y aunque tenía cierto respeto al agua, sobre todo cuando era tanta cantidad, la idea le pareció agradable. Sentir el viento en sus alas y aspirar la brisa marina, tendría que probarlo algún día, aunque por el momento sería mejor que se centrase en lo que estaba haciendo.
- ¿Cuánto tiempo he estado distraída? - se preguntó interiormente, viendo como Zero la había adelantado y tenía más anillas cortadas. Volviendo al trabajo, ahora más rápido para no quedarse atrás, la cuerva siguió dando vueltas al asunto del niño, ¿sería un barco el lugar más apropiado para criarlo? Sus modales eran indiscutibles y también su educación, así que el hecho de que viviese en un navío no le afectaba.
Entonces, ¿por qué había aceptado la oferta del herrero? ¿quería aportar algo de dinero a su familia o simplemente disfrutaba con aquel tipo de labores?, que tan bien había demostrado realizar. - Piensas demasiado, céntrate. - se dijo mentalmente, terminando de cortar uno de los tubos para pasar inmediatamente al siguiente.
Por suerte, la voz del pequeño consiguió traerla de regreso al presente, y aunque las previsiones para la recuperación de Lunargenta no eran buenas, el trabajo no faltaría. La ciudad había recibido un duro golpe del que le tocaría reponerse, y durante los meses siguientes o quizá más, sus casas y negocios tendrían que reconstruirse y volver a ser lo que eran.
- Se necesitarán muchas manos para levantar de nuevo este lugar. - musitó, poco antes de que Zero se interesase por su origen. - ¿Yo? Vengo de una modesta aldea en lo profundo de Midgar. - respondió con tranquilidad, sonriendo levemente al recordar su hogar. - Vivimos algo aislados del mundo, solo unos cuantos mercaderes nos visitan con regularidad y nos traen noticias del exterior. - explicó, para que su compañero pudiese hacerse una idea de cómo era su pueblo.
- Es… es muy diferente a Verisar, aquí hay tanta gente… todavía me cuesta acostumbrarme a eso. - susurró. Apenas le quedaban ya dos cilindros por cortar, así que se dio prisa en terminar para avanzar al siguiente paso, la unión de anillas siguiendo el patrón que les había dado el artesano, una central y cuatro más para los lados, dos a cada uno.
Sin olvidar las medidas que su empleador les había dado para el largo y ancho de las cotas, la cuerva se concentró en ir tejiendo la malla con cuidado de no dejar ninguna anilla abierta en el proceso, y lentamente lo que sostenía empezó a tomar forma.
Terminar la prenda le llevaría un rato, sobre todo por lo artesanal de la tarea, pero estaba segura de que estarían listas para cuando los clientes llegasen, y de que el propietario del taller no tendría quejas de su trabajo ni tampoco del desempeño del muchacho.
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
La preguntas dejan en silencio a la señorita, es fácil para la maquina deducir que está meditándolas mentalmente. Dicho “niño” es todo un experto cuando se trata de ese tema en particular.
Para las creaciones artificiales es natural pasar ciertos periodos de tiempo procesando información, los orgánicos que recurren a esto son tachados de distraídos… aunque comparar los tiempos de ambas entidades es imposible.
Mientras tanto el chiquillo sintético no deja de realizar sus tareas laborales, pronto finaliza con los tubos aunque pasa a organizar el material para dar más tiempo a su compañera. Su trance se extiende bastante vale destacar.
Eventualmente el elemento femenino sale de sus pensamientos, acto seguido da su punto de vista acerca de los retos que deberá afrontar Lunargenta en el futuro. Su idea se amolda bastante bien a la matriz de opinión general por suerte.
Eventualmente pasa a hablar de su hogar, una comunidad algo aislada en territorio rural. Tales orígenes son comunes en los seres bestiales y es que carecen de una nación central, podría decirse que son un pueblo nómada.
Es un gran cambio, pero las multitudes se vuelven costumbre rápido “dice con cierto tono de ánimo”.
Zero nunca tuvo ese problema porque su misión principal era infiltrarse en comunidades humanas enormes para simular ser uno de ellos, se acostumbró por medio de mecanismos educativos a las grandes masas de gente antes de salir siquiera a campo.
No le toma mucho a Ava recuperar el tiempo perdido con los puntos saldados, en breve finaliza y da paso a la siguiente etapa. Z9-42 aprovecha entonces de comenzar el mismo con la confección del artículo también.
Esta parte requiere más concentración, el pequeño robot destina 5% más de procesamiento a la tarea. No quiere cometer errores porque… bueno, una maquina no se toma muy bien tales situaciones.
Si me permite el atrevimiento señorita Ava, ¿Busca algo en específico fuera de casa?
Los seres vivos son variados pero la mayoría no abandona el entorno conocido, aquellos que recurren al camino suelen tener trasfondos interesantes. Algunos lo hacen por simple sed de aventura y otros… no tienen opción.
El propio niño maquina abandono la base para entender más al ser biológico inteligente, tomar un juicio de valor directo. Eventualmente la trama de Exos salió a flote por lo que tiene más motivos ahora de seguir en el mundo.
Para las creaciones artificiales es natural pasar ciertos periodos de tiempo procesando información, los orgánicos que recurren a esto son tachados de distraídos… aunque comparar los tiempos de ambas entidades es imposible.
Mientras tanto el chiquillo sintético no deja de realizar sus tareas laborales, pronto finaliza con los tubos aunque pasa a organizar el material para dar más tiempo a su compañera. Su trance se extiende bastante vale destacar.
Eventualmente el elemento femenino sale de sus pensamientos, acto seguido da su punto de vista acerca de los retos que deberá afrontar Lunargenta en el futuro. Su idea se amolda bastante bien a la matriz de opinión general por suerte.
Eventualmente pasa a hablar de su hogar, una comunidad algo aislada en territorio rural. Tales orígenes son comunes en los seres bestiales y es que carecen de una nación central, podría decirse que son un pueblo nómada.
Es un gran cambio, pero las multitudes se vuelven costumbre rápido “dice con cierto tono de ánimo”.
Zero nunca tuvo ese problema porque su misión principal era infiltrarse en comunidades humanas enormes para simular ser uno de ellos, se acostumbró por medio de mecanismos educativos a las grandes masas de gente antes de salir siquiera a campo.
No le toma mucho a Ava recuperar el tiempo perdido con los puntos saldados, en breve finaliza y da paso a la siguiente etapa. Z9-42 aprovecha entonces de comenzar el mismo con la confección del artículo también.
Esta parte requiere más concentración, el pequeño robot destina 5% más de procesamiento a la tarea. No quiere cometer errores porque… bueno, una maquina no se toma muy bien tales situaciones.
Si me permite el atrevimiento señorita Ava, ¿Busca algo en específico fuera de casa?
Los seres vivos son variados pero la mayoría no abandona el entorno conocido, aquellos que recurren al camino suelen tener trasfondos interesantes. Algunos lo hacen por simple sed de aventura y otros… no tienen opción.
El propio niño maquina abandono la base para entender más al ser biológico inteligente, tomar un juicio de valor directo. Eventualmente la trama de Exos salió a flote por lo que tiene más motivos ahora de seguir en el mundo.
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Inmersa en su tarea, la joven fue uniendo las anillas tal como le había indicado el herrero, cerrándolas conforme avanzaba y deteniéndose a comprobar el resultado de vez en cuando para asegurarse de seguir la formación correctamente.
La confección de las cotas requería concentración y sin duda llevaba su tiempo, pero a la morena le pareció de lo más entretenida, quizá porque no se había imaginado haciendo aquello cuando llegó al taller a reclamar el puesto de ayudante, y porque el trabajo en la fragua debía ser mucho más duro a causa de las condiciones.
De nuevo, Zero la sacó de sus pensamientos al preguntarle si buscaba algo en especial fuera de su hogar, cuestión que para ella era algo delicada. Ava se quedó inmóvil durante unos instantes, con la mirada perdida en algún punto de la prenda que empezaba a tomar forma entre sus manos, respiró profundamente y dirigió sus ambarinos ojos hacia el chico, que seguramente solo preguntaba por curiosidad.
- Es… complicado. - comenzó a contestar, trayendo inevitablemente los malos recuerdos a su memoria. El rostro de Celene, sus infames palabras y la forma en que la había invitado a su cama el día que la muchacha la sorprendió en plena faena con uno de los habitantes del pueblo… la traición a Bullier y la vergüenza que ambos habían tenido que pasar por culpa de aquella mujer a la que se negaba a llamar madre…
- Ya no podía seguir en Midgar, me hicieron ver que no era sitio para mí así que me marché… - continuó al poco, apretando las anillas que tenía entre las manos de forma inconsciente al rememorar las miradas que le echaban sus vecinos, los cuchicheos y las preguntas que se habían atrevido a hacerle, queriendo compararla con su promiscua progenitora.
¿Buscaba algo fuera de casa? Sí, el anonimato, la tranquilidad de pasear por la calle sin que nadie la señalase con el dedo por culpa de Celene y sus infidelidades, lo único que deseaba era pasar desapercibida entre la gente como una más, aunque su llamativo aspecto pudiese complicar las cosas.
Al menos en Lunargenta nadie conocía su origen, nadie sabía de ella ni de su historia, podría vivir en paz y tarde o temprano se acostumbraría a la multitud.
- Supongo que Verisar implica un nuevo comienzo para mí, eso es lo que busco. - terminó diciendo, para responder la pregunta de Zero. - ¿Y tú? Vives en un barco, seguro que has visto muchos lugares y tendrás cosas interesantes que contar. - añadió poco después, dispuesta a escuchar con atención cualquier relato del niño con la misma atención con que acudía al encuentro de los mercaderes ambulantes en busca de noticias cada vez que visitaban su aldea.
Como llevaba haciendo desde hacía un rato, la cuerva no prestó atención a su empleador hasta que éste recibió una visita, la de un hombre bien vestido, que tras esperar varios minutos en la parte delantera de la tienda decidió dar la vuelta al edificio para buscar al artesano en su taller.
- ¡Warren! Al fin te encuentro. - exclamó nada más llegar, sorprendiéndose al ver que el herrero no estaba solo. - Vaya, que bien acompañado estás hoy viejo zorro. - continuó, dando un amistoso toque en el hombro al propietario mientras guiñaba un ojo a la mujer bestia, que sin poder evitarlo reaccionó como de costumbre, bajando la vista y ruborizándose.
Su problema para interactuar con varones de forma normal seguía siendo algo que tenía pendiente de arreglar pero no lo solucionaría de un día para otro, así que volvió a su labor para distraerse.
- ¿Ya tienes mis espadas? Algo me dice que las necesitaré pronto. - preguntó el recién llegado, centrándose el par de armas que Warren examinaba al detalle. - Por supuesto, aquí las tienes, afiladas y listas para usar. - aseguró, tendiéndole sus productos para que pudiese comprobar que el peso y longitud de ambos eran perfectos.
- Estupendo, no esperaba menos de ti… - concedió el cliente, cuya previsión iba a cumplirse más pronto de lo que imaginaba.
- ¡Estás aquí desgraciado! ¡Has mancillado a mi prometida! - lo acusó otro individuo, que parecía tener más o menos la misma edad y también iba elegantemente vestido. - ¿Tú prometida? ¿y quién es la dama en cuestión si puedo saberlo? - se atrevió a preguntar el primero, que ya armado se veía en la mejor posición. - ¿Quién va a ser? Catherine, mi querida Catherine. - contestó el ofendido, cuyo rostro ya dejaba entrever que aquella situación acabaría de forma violenta.
- Catherine… Catherine…- musitó el supuesto culpable, como si le costase hacer memoria. - ¡Ah sí! La dulce Cathy, te aseguro que estaba mancillada mucho antes de que le pusiese un dedo encima. - reveló sin miramientos, consiguiendo que la cuerva volviese a dirigir sus ambarinos ojos hacia él con cierto enfado.
Escucharlo hablar así de una mujer la molestaba, casi hasta el punto de hacerla intervenir, pero no fue necesario ya que el prometido de la muchacha se le adelantó, propinando un fuerte puñetazo en pleno rostro a su interlocutor con intención de hacerle tragar sus palabras.
A partir de ahí todo sucedió muy rápido, de un instante a otro ambos hombres tenían las armas en ristre e iniciaban una especie de duelo en mitad del taller, haciendo oídos sordos a las quejas del herrero, que temiendo por su propiedad los instaba a pelearse fuera.
- ¡Locos! ¡Si destrozáis algo de mi local lo pagareis! - gritó Warren, mientras el instinto animal de Ava la empujaba a apartarse del peligro, sin tener en cuenta que con ello se estaba acercando a la ardiente forja.
Lamento el retraso, no sabía muy bien cómo incluir una de las dificultades así que al final me he decantado por el duelo entre clientes, he leído también que se supone que deben ser dos días de trabajo así que dejo en tus manos el momento en que termine uno y se inicie el otro.
La confección de las cotas requería concentración y sin duda llevaba su tiempo, pero a la morena le pareció de lo más entretenida, quizá porque no se había imaginado haciendo aquello cuando llegó al taller a reclamar el puesto de ayudante, y porque el trabajo en la fragua debía ser mucho más duro a causa de las condiciones.
De nuevo, Zero la sacó de sus pensamientos al preguntarle si buscaba algo en especial fuera de su hogar, cuestión que para ella era algo delicada. Ava se quedó inmóvil durante unos instantes, con la mirada perdida en algún punto de la prenda que empezaba a tomar forma entre sus manos, respiró profundamente y dirigió sus ambarinos ojos hacia el chico, que seguramente solo preguntaba por curiosidad.
- Es… complicado. - comenzó a contestar, trayendo inevitablemente los malos recuerdos a su memoria. El rostro de Celene, sus infames palabras y la forma en que la había invitado a su cama el día que la muchacha la sorprendió en plena faena con uno de los habitantes del pueblo… la traición a Bullier y la vergüenza que ambos habían tenido que pasar por culpa de aquella mujer a la que se negaba a llamar madre…
- Ya no podía seguir en Midgar, me hicieron ver que no era sitio para mí así que me marché… - continuó al poco, apretando las anillas que tenía entre las manos de forma inconsciente al rememorar las miradas que le echaban sus vecinos, los cuchicheos y las preguntas que se habían atrevido a hacerle, queriendo compararla con su promiscua progenitora.
¿Buscaba algo fuera de casa? Sí, el anonimato, la tranquilidad de pasear por la calle sin que nadie la señalase con el dedo por culpa de Celene y sus infidelidades, lo único que deseaba era pasar desapercibida entre la gente como una más, aunque su llamativo aspecto pudiese complicar las cosas.
Al menos en Lunargenta nadie conocía su origen, nadie sabía de ella ni de su historia, podría vivir en paz y tarde o temprano se acostumbraría a la multitud.
- Supongo que Verisar implica un nuevo comienzo para mí, eso es lo que busco. - terminó diciendo, para responder la pregunta de Zero. - ¿Y tú? Vives en un barco, seguro que has visto muchos lugares y tendrás cosas interesantes que contar. - añadió poco después, dispuesta a escuchar con atención cualquier relato del niño con la misma atención con que acudía al encuentro de los mercaderes ambulantes en busca de noticias cada vez que visitaban su aldea.
Como llevaba haciendo desde hacía un rato, la cuerva no prestó atención a su empleador hasta que éste recibió una visita, la de un hombre bien vestido, que tras esperar varios minutos en la parte delantera de la tienda decidió dar la vuelta al edificio para buscar al artesano en su taller.
- ¡Warren! Al fin te encuentro. - exclamó nada más llegar, sorprendiéndose al ver que el herrero no estaba solo. - Vaya, que bien acompañado estás hoy viejo zorro. - continuó, dando un amistoso toque en el hombro al propietario mientras guiñaba un ojo a la mujer bestia, que sin poder evitarlo reaccionó como de costumbre, bajando la vista y ruborizándose.
Su problema para interactuar con varones de forma normal seguía siendo algo que tenía pendiente de arreglar pero no lo solucionaría de un día para otro, así que volvió a su labor para distraerse.
- ¿Ya tienes mis espadas? Algo me dice que las necesitaré pronto. - preguntó el recién llegado, centrándose el par de armas que Warren examinaba al detalle. - Por supuesto, aquí las tienes, afiladas y listas para usar. - aseguró, tendiéndole sus productos para que pudiese comprobar que el peso y longitud de ambos eran perfectos.
- Estupendo, no esperaba menos de ti… - concedió el cliente, cuya previsión iba a cumplirse más pronto de lo que imaginaba.
- ¡Estás aquí desgraciado! ¡Has mancillado a mi prometida! - lo acusó otro individuo, que parecía tener más o menos la misma edad y también iba elegantemente vestido. - ¿Tú prometida? ¿y quién es la dama en cuestión si puedo saberlo? - se atrevió a preguntar el primero, que ya armado se veía en la mejor posición. - ¿Quién va a ser? Catherine, mi querida Catherine. - contestó el ofendido, cuyo rostro ya dejaba entrever que aquella situación acabaría de forma violenta.
- Catherine… Catherine…- musitó el supuesto culpable, como si le costase hacer memoria. - ¡Ah sí! La dulce Cathy, te aseguro que estaba mancillada mucho antes de que le pusiese un dedo encima. - reveló sin miramientos, consiguiendo que la cuerva volviese a dirigir sus ambarinos ojos hacia él con cierto enfado.
Escucharlo hablar así de una mujer la molestaba, casi hasta el punto de hacerla intervenir, pero no fue necesario ya que el prometido de la muchacha se le adelantó, propinando un fuerte puñetazo en pleno rostro a su interlocutor con intención de hacerle tragar sus palabras.
A partir de ahí todo sucedió muy rápido, de un instante a otro ambos hombres tenían las armas en ristre e iniciaban una especie de duelo en mitad del taller, haciendo oídos sordos a las quejas del herrero, que temiendo por su propiedad los instaba a pelearse fuera.
- ¡Locos! ¡Si destrozáis algo de mi local lo pagareis! - gritó Warren, mientras el instinto animal de Ava la empujaba a apartarse del peligro, sin tener en cuenta que con ello se estaba acercando a la ardiente forja.
Lamento el retraso, no sabía muy bien cómo incluir una de las dificultades así que al final me he decantado por el duelo entre clientes, he leído también que se supone que deben ser dos días de trabajo así que dejo en tus manos el momento en que termine uno y se inicie el otro.
Ava Kenrith
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Pronto es obvio para Zero que toca un tema sensible, no era su intención pero poco puede hacer ahora. Es difícil adivinar tópicos censurados en una personalidad ajena… imposible cuando se magnifica a toda Aerandir.
Con cierta vergüenza Z9-42 pone su total atención en la chica hibrida, cuidando de no emitir comentario descarriado que pueda hacerla sentir de peor manera. En tales situaciones es mejor escuchar abiertamente.
Ava se decanta por mantener sus motivaciones en secreto aunque no sin antes dejar bien claro que eran de peso, Zero asiente y se toma varios segundos para formular una disculpa tanto educada como discreta.
Lamento haber tocado un mal tema, estoy seguro de que las cosas irán por buen camino ahora.
Sonríe cordialmente, prometer tales cosas sin pruebas roza lo irracional pero es un tipo de apoyo que las personas suelen apreciar. Al menos sabe que al estar fuera de su entorno toxico la mujer tiene posibilidades de encontrar la felicidad.
He visitado muchos lugares pero me faltan bastantes, Giroud es un amigo que lleva décadas recorriendo Aerandir y ni siquiera él ha podido “atravesar la superficie”… este mundo tiene misterios para varias vidas.
Conocer entornos nuevos es una de las funciones secundarias de Zero, aprender del ser humano suele incluirle directamente. Todo sería más fácil si no estuviera en una cruzada para detener a un bio homicida pero no puede quejarse de haber perdido el tiempo.
Un elemento foráneo llega entonces e interrumpe las actividades, cierto cliente que parece tener buena confianza con el herrero en cuestión. Viene a reclamar varios pedidos previos y recibe las piezas casi de inmediato, su satisfacción es palpable hasta que alguien más entra en escena.
Cierto individuo bastante iracundo irrumpe, esta rojo de la ira e incluso le cuesta soltar acusaciones sin irse directamente a los golpes. Pronto queda claro que se trata de un problema marital sencillo aunque hiriente.
Cuando el otro involucrado “tira leña al fuego” cualquier posible resolución pacífica se vuelve improbable, se lanza el primer golpe y antes de que alguien pueda intervenir ambos sujetos están combatiendo con armas.
Pese a los desesperados gritos del dueño la pelea sigue su avance, pronto algunos ataques perdidos causan desorden o incluso daños al negocio. Ava se retira más y más del conflicto, parece que solo el niño maquina tiene las capacidades para evitar una tragedia.
No quiere revelar su identidad pero nota que no es necesario, con toda la conmoción nadie mira a sus rodillas. Se agacha esperando el momento idóneo, cuando los dos conflictivos están en posición… actúa.
Carga las extremidades superiores y da un golpe de impulso a cada adulto, sin entender muy bien que pasa los dos involucrados salen violentamente por la fachada de la tienda para luego aterrizar en cierto abrevadero de caballos.
Creo que… golpearon algo peligroso.
Dice desde una nueva posición, lejos del ángulo inicial y con una cara confusa que “no puede ser más fingida”. Sonara extraño pero por alguna razón desea reírse, cuando los sujetos despierten tendrán su temperamento calmado junto a varios golpes que curar con más descanso.
Con cierta vergüenza Z9-42 pone su total atención en la chica hibrida, cuidando de no emitir comentario descarriado que pueda hacerla sentir de peor manera. En tales situaciones es mejor escuchar abiertamente.
Ava se decanta por mantener sus motivaciones en secreto aunque no sin antes dejar bien claro que eran de peso, Zero asiente y se toma varios segundos para formular una disculpa tanto educada como discreta.
Lamento haber tocado un mal tema, estoy seguro de que las cosas irán por buen camino ahora.
Sonríe cordialmente, prometer tales cosas sin pruebas roza lo irracional pero es un tipo de apoyo que las personas suelen apreciar. Al menos sabe que al estar fuera de su entorno toxico la mujer tiene posibilidades de encontrar la felicidad.
He visitado muchos lugares pero me faltan bastantes, Giroud es un amigo que lleva décadas recorriendo Aerandir y ni siquiera él ha podido “atravesar la superficie”… este mundo tiene misterios para varias vidas.
Conocer entornos nuevos es una de las funciones secundarias de Zero, aprender del ser humano suele incluirle directamente. Todo sería más fácil si no estuviera en una cruzada para detener a un bio homicida pero no puede quejarse de haber perdido el tiempo.
Un elemento foráneo llega entonces e interrumpe las actividades, cierto cliente que parece tener buena confianza con el herrero en cuestión. Viene a reclamar varios pedidos previos y recibe las piezas casi de inmediato, su satisfacción es palpable hasta que alguien más entra en escena.
Cierto individuo bastante iracundo irrumpe, esta rojo de la ira e incluso le cuesta soltar acusaciones sin irse directamente a los golpes. Pronto queda claro que se trata de un problema marital sencillo aunque hiriente.
Cuando el otro involucrado “tira leña al fuego” cualquier posible resolución pacífica se vuelve improbable, se lanza el primer golpe y antes de que alguien pueda intervenir ambos sujetos están combatiendo con armas.
Pese a los desesperados gritos del dueño la pelea sigue su avance, pronto algunos ataques perdidos causan desorden o incluso daños al negocio. Ava se retira más y más del conflicto, parece que solo el niño maquina tiene las capacidades para evitar una tragedia.
No quiere revelar su identidad pero nota que no es necesario, con toda la conmoción nadie mira a sus rodillas. Se agacha esperando el momento idóneo, cuando los dos conflictivos están en posición… actúa.
Carga las extremidades superiores y da un golpe de impulso a cada adulto, sin entender muy bien que pasa los dos involucrados salen violentamente por la fachada de la tienda para luego aterrizar en cierto abrevadero de caballos.
Creo que… golpearon algo peligroso.
Dice desde una nueva posición, lejos del ángulo inicial y con una cara confusa que “no puede ser más fingida”. Sonara extraño pero por alguna razón desea reírse, cuando los sujetos despierten tendrán su temperamento calmado junto a varios golpes que curar con más descanso.
- Off:
- Zero usa su habilidad de Lvl 1 (Golpes cargados)
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
La amabilidad del muchacho habría animado a Ava de no ser por la inesperada situación que estaban viviendo en el taller, y sin duda habría continuado aquella conversación preguntándole por algunos de esos destinos que había llegado a visitar durante su viaje en barco, pero no era el mejor momento, no al menos mientras aquel par de individuos siguiesen peleando dentro de la propiedad del herrero.
Ignorando las quejas del artesano, ambos hombres siguieron lanzándose ataques e improperios que habrían avergonzado a sus madres, destrozando parte del mobiliario a su paso y provocando que varias de las herramientas, inclusive la que hasta hacía unos instantes sostenía la cuerva, acabasen tiradas por el suelo.
- Se acercan… ¡tengo que hacer algo! - pensó, sin quitar ojo a los problemáticos luchadores, que sin prestar atención a su presencia la arrinconaron contra la forja, obligándola a desplegar una de las alas para cubrirse. Algo frío le pasó rozando la extremidad, y como resultado de ello varias plumas se despegaron de esta y flotaron hasta posarse sobre la caótica superficie del piso.
Para cuando la cuerva se atrevió a mirar nuevamente, los dos extraños habían trasladado su duelo hasta otra parte del taller, momento que aprovechó para examinar el daño recibido. Tal como imaginaba, la habían herido, pero no era nada grave, los espíritus velaban aún por ella.
Aquel par no iba a detenerse hasta que uno de los dos perdiese la pelea, daba igual lo alto o enfadado que gritase el herrero, su local era ahora una arena y de ella solo saldría con vida uno de los dos contendientes… a menos que hiciesen algo para evitar la tragedia.
Ava tardó unos segundos en reaccionar y llevar una mano a su espalda, donde descansaba Segadora, pero antes de desenganchar el arma se dio cuenta de que faltaba algo, o más bien alguien. - Zero. - susurró, buscando al chico con sus brillantes ojos del color del ámbar. ¿Le habrían hecho daño o estaba a cubierto? Esa era la pregunta que resonaba en su cabeza.
Repentinamente, los dos hombres salieron bruscamente despedidos hacia la fachada del edificio, terminando de aterrizar dentro de un abrevadero para monturas, cuya agua quizá ayudase a enfriar los ánimos y detener aquella pelea.
Visiblemente sorprendida y algo confundida por lo que acababa de ver, la mujer bestia se alegró de comprobar que su pequeño compañero estaba sano y salvo, a pesar de que en aquel instante no fuese capaz de dar explicación a lo ocurrido.
- ¿Cómo han…? - no llegó a terminar la pregunta, solo podía señalar el lugar en que los había visto y la trayectoria que los había llevado hasta el exterior. - Malditos, les está bien empleado, ¡mirad cómo han dejado mi negocio! - intervino Warren, todavía enojado. Poco le importaba el cómo se hubiese puesto fin al enfrentamiento, lo único que interesaba al comerciante era salvar su taller y gracias a los dioses lo había conseguido, aunque parte de sus pertenencias estaban seriamente dañadas.
- Esto no va a quedar así, que duerman, iré inmediatamente a por la guardia para que los obligue a pagarme los desperfectos. - indicó, quitándose el delantal y arrojándolo sobre su yunque. - No toquéis nada, quiero que las autoridades vean este desastre, en cuanto lo hayan registrado podréis marcharos… no tiene caso teneros aquí si no vais a poder trabajar, mañana terminareis las cotas. - añadió antes de marcharse a toda prisa en dirección al cuartel.
- Vaya día, ¿estás bien Zero? - preguntó la morena, no preocupándose por el posible daño físico sino por la impresión que aquello pudiese ocasionar al niño. Lentamente, Ava se agachó para recoger las negras plumas que había perdido, y soltando un suspiro de resignación, volvió a desplegar el ala para comprobar que algunas gotas de sangre escapaban a través del corte.
- Debo protegerlas, algún día me servirán para volar pero mientras tanto tendré que hallar el modo de cuidarlas. - se dijo mentalmente, cada vez más convencida de que una cobertura de placas metálicas ligeras sería la mejor opción.
Ignorando las quejas del artesano, ambos hombres siguieron lanzándose ataques e improperios que habrían avergonzado a sus madres, destrozando parte del mobiliario a su paso y provocando que varias de las herramientas, inclusive la que hasta hacía unos instantes sostenía la cuerva, acabasen tiradas por el suelo.
- Se acercan… ¡tengo que hacer algo! - pensó, sin quitar ojo a los problemáticos luchadores, que sin prestar atención a su presencia la arrinconaron contra la forja, obligándola a desplegar una de las alas para cubrirse. Algo frío le pasó rozando la extremidad, y como resultado de ello varias plumas se despegaron de esta y flotaron hasta posarse sobre la caótica superficie del piso.
Para cuando la cuerva se atrevió a mirar nuevamente, los dos extraños habían trasladado su duelo hasta otra parte del taller, momento que aprovechó para examinar el daño recibido. Tal como imaginaba, la habían herido, pero no era nada grave, los espíritus velaban aún por ella.
Aquel par no iba a detenerse hasta que uno de los dos perdiese la pelea, daba igual lo alto o enfadado que gritase el herrero, su local era ahora una arena y de ella solo saldría con vida uno de los dos contendientes… a menos que hiciesen algo para evitar la tragedia.
Ava tardó unos segundos en reaccionar y llevar una mano a su espalda, donde descansaba Segadora, pero antes de desenganchar el arma se dio cuenta de que faltaba algo, o más bien alguien. - Zero. - susurró, buscando al chico con sus brillantes ojos del color del ámbar. ¿Le habrían hecho daño o estaba a cubierto? Esa era la pregunta que resonaba en su cabeza.
Repentinamente, los dos hombres salieron bruscamente despedidos hacia la fachada del edificio, terminando de aterrizar dentro de un abrevadero para monturas, cuya agua quizá ayudase a enfriar los ánimos y detener aquella pelea.
Visiblemente sorprendida y algo confundida por lo que acababa de ver, la mujer bestia se alegró de comprobar que su pequeño compañero estaba sano y salvo, a pesar de que en aquel instante no fuese capaz de dar explicación a lo ocurrido.
- ¿Cómo han…? - no llegó a terminar la pregunta, solo podía señalar el lugar en que los había visto y la trayectoria que los había llevado hasta el exterior. - Malditos, les está bien empleado, ¡mirad cómo han dejado mi negocio! - intervino Warren, todavía enojado. Poco le importaba el cómo se hubiese puesto fin al enfrentamiento, lo único que interesaba al comerciante era salvar su taller y gracias a los dioses lo había conseguido, aunque parte de sus pertenencias estaban seriamente dañadas.
- Esto no va a quedar así, que duerman, iré inmediatamente a por la guardia para que los obligue a pagarme los desperfectos. - indicó, quitándose el delantal y arrojándolo sobre su yunque. - No toquéis nada, quiero que las autoridades vean este desastre, en cuanto lo hayan registrado podréis marcharos… no tiene caso teneros aquí si no vais a poder trabajar, mañana terminareis las cotas. - añadió antes de marcharse a toda prisa en dirección al cuartel.
- Vaya día, ¿estás bien Zero? - preguntó la morena, no preocupándose por el posible daño físico sino por la impresión que aquello pudiese ocasionar al niño. Lentamente, Ava se agachó para recoger las negras plumas que había perdido, y soltando un suspiro de resignación, volvió a desplegar el ala para comprobar que algunas gotas de sangre escapaban a través del corte.
- Debo protegerlas, algún día me servirán para volar pero mientras tanto tendré que hallar el modo de cuidarlas. - se dijo mentalmente, cada vez más convencida de que una cobertura de placas metálicas ligeras sería la mejor opción.
Ava Kenrith
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Los seres vivos inteligentes tienen un potencial increíble pero… se distraen con facilidad. Prueba de esto es que a los presentes no les interese llegar al fondo del asunto que “salvo el día”, sin duda un mecanismo mental para hacerles superar mejor situaciones fuertes.
El dueño toma una postura firme respecto a los atacantes espontáneos, los dejara en manos de la guardia. Tampoco es que ambos hombres vayan a notar la diferencia pues según los cálculos del niño robot deberían seguir noqueados un par de horas, quizás hasta sea más seguro para ellos estar supervisados.
Para bien o para mal ambos aliados se “tragan” la mentirilla expuesta por Zero e inician todo lo que se debe hacer luego de una pelea, incluso su empleador los despide por hoy para tener tiempo de ordenar todo.
Según palabras del mismo sujeto mañana continuaran el trabajo inconcluso, una medida que si bien retrasa no perturba para nada a Z9-42 pues tiene “todo el tiempo del mundo” durante esta semana.
Estoy bien, gracias por preguntar.
Hace falta más que un par de luchadores maritales para lastimar a la maquinita, no es invulnerable pero resiste bien casi todas las formas de daño. Por desgracia la refriega deja herido a otro elemento.
Esta herida señorita Ava… yo “baja la mirada avergonzado” discúlpeme, debí actuar mejor.
Por lógica moral cuando las personas alrededor de un personaje fuerte salen lastimadas, es culpa de dicho sujeto directa e indirectamente. Los seres con mayores capacidades deben proteger al resto.
La mujer señala que sus alas aun no tienen capacidades voladoras pero que de todas formas desea protegerlas para que eso cambie en el futuro, un sentimiento muy lógico. De conseguirlo obtendrá una ventaja táctica formidable.
Entiendo, son grandiosas.
Quizás una coraza de lágrimas metálicas podría actuar como protección aunque la pequeña maquina permanece en silencio, está seguro que la misma mujer debe haber meditado todas las opciones posibles.
¿Tiene lugar donde pasar la noche?
Lo dice para recomendarle una posada, conoce un poco de esas cosas con tantos viajes. Zero por su parte solo necesita un par de horas para reponerse y eso nada más porque desempeño una labor con lucha incluida, su fuente de energía es muy poderosa. Es muy probable que escale un campanario y allí cierre los ojos el tiempo necesario.
El dueño toma una postura firme respecto a los atacantes espontáneos, los dejara en manos de la guardia. Tampoco es que ambos hombres vayan a notar la diferencia pues según los cálculos del niño robot deberían seguir noqueados un par de horas, quizás hasta sea más seguro para ellos estar supervisados.
Para bien o para mal ambos aliados se “tragan” la mentirilla expuesta por Zero e inician todo lo que se debe hacer luego de una pelea, incluso su empleador los despide por hoy para tener tiempo de ordenar todo.
Según palabras del mismo sujeto mañana continuaran el trabajo inconcluso, una medida que si bien retrasa no perturba para nada a Z9-42 pues tiene “todo el tiempo del mundo” durante esta semana.
Estoy bien, gracias por preguntar.
Hace falta más que un par de luchadores maritales para lastimar a la maquinita, no es invulnerable pero resiste bien casi todas las formas de daño. Por desgracia la refriega deja herido a otro elemento.
Esta herida señorita Ava… yo “baja la mirada avergonzado” discúlpeme, debí actuar mejor.
Por lógica moral cuando las personas alrededor de un personaje fuerte salen lastimadas, es culpa de dicho sujeto directa e indirectamente. Los seres con mayores capacidades deben proteger al resto.
La mujer señala que sus alas aun no tienen capacidades voladoras pero que de todas formas desea protegerlas para que eso cambie en el futuro, un sentimiento muy lógico. De conseguirlo obtendrá una ventaja táctica formidable.
Entiendo, son grandiosas.
Quizás una coraza de lágrimas metálicas podría actuar como protección aunque la pequeña maquina permanece en silencio, está seguro que la misma mujer debe haber meditado todas las opciones posibles.
¿Tiene lugar donde pasar la noche?
Lo dice para recomendarle una posada, conoce un poco de esas cosas con tantos viajes. Zero por su parte solo necesita un par de horas para reponerse y eso nada más porque desempeño una labor con lucha incluida, su fuente de energía es muy poderosa. Es muy probable que escale un campanario y allí cierre los ojos el tiempo necesario.
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Gracias a los espíritus, Zero estaba bien y aquel incidente no le había afectado, al contrario, en vez de asustarse o ponerse nervioso el niño se culpaba por no haber actuado para evitar que ella resultase herida, cosa con la que no debía atormentarse. - No es nada, debí reaccionar de otra forma en vez de quedarme bloqueada… - se reprendió en voz baja.
Segadora estaba ahí, colgada de su espalda, y había entrenado lo suficiente como para hacer frente a aquel tipo de situaciones inesperadas… pero por algún motivo sus instintos le habían fallado, haciendo que en vez de intervenir hubiese optado por echarse atrás y tratar de escabullirse.
Lunargenta no tenía nada que ver con su hogar en Midgar, tarde o temprano aprendería que la violencia era parte de aquella sociedad y que tenía que acostumbrarse a vivir con ello, protegiéndose de la gente que como aquel par de hombres, la pusiesen en peligro a ella o a sus acompañantes.
El comentario del chico acerca de sus alas consigue que se ruborice un poco, ciertamente son grandes y muy hermosas, al menos a sus ojos, pero la cuerva todavía no termina de asimilar que puedan llamar tanto la atención de otras personas.
Al llegar a Verisar, Ava suponía que allí encontraría a miembros de su raza con características mucho más llamativas que las suyas y que pasaría desapercibida, pero de momento lo más curioso que había visto era a un pequeño hombre ratón armado con un martillo durante los festejos del Yule.
Sus pensamientos acerca de aquel día en el mercado terminaron llevándola a su encuentro con Lavey, y una leve sonrisa adornó el rostro de la mujer por unos instantes, mientras recordaba como la rubia se le había acercado en primer lugar durante el día de Samhain y le había pedido permiso para tocar las negras plumas que formaban sus extremidades de ave.
Quizá sus rasgos no fuesen tan comunes como había imaginado, pero mientras despertasen admiración y no envidia le iría bien, solo tenía que desarrollar la idea que le rondaba la cabeza y llevarla a cabo, fabricar una protección metálica que pudiese llevar puesta sin que afectase a su capacidad de movimiento.
- ¿Qué?... Ah sí, me hospedo en una posada cercana a la plaza. - contestó, volviendo a centrarse en lo que tenía a su alrededor y en el muchacho. - Supongo que volverás al puerto, al barco quiero decir. - añadió, trayendo a su mente el paseo que había dado con Karen por los muelles y lo bonito que el lugar le había parecido, puede que no por las embarcaciones ni el ambiente pero sí por la visión del inmenso mar, que abarcaba hasta donde alcanzaba la vista.
Vivir en un navío debía ser interesante, tanto como para que quisiese hacerle varias preguntas al respecto, pero el caos que la rodeaba no le permitía hacerlo con comodidad, hasta algunas de las anillas que había elaborado para la cota de malla yacían esparcidas por el suelo.
- Warren dijo que no tocásemos nada. - se recordó mentalmente, suspirando con resignación. Por suerte el herrero no tardó mucho en reaparecer, ésta vez acompañado por dos guardias uniformados.
- ¡Esos dos! ¡esos dos son los que han destrozado mi taller! - acusó, señalando a los inconscientes. - Miren este desastre, exijo que les hagan pagar las reparaciones. - continuó, aún enfadado y conteniéndose para no obsequiar un par de golpes más a cada individuo aprovechando la situación. - Cálmese señor, nos los llevaremos al cuartel y allí responderán por sus actos. - aseguró uno de los soldados, tratando de calmar al artesano para que no se complicasen más las cosas.
Sin perder ni un segundo, ambos procedieron a sacar a los culpables del abrevadero para trasladarlos a las dependencias de las autoridades, donde serían interrogados para llegar al fondo de todo aquel asunto.
- Podeis iros, yo arreglaré este estropicio para que mañana podamos continuar con el encargo. - indicó Warren, girándose hacia sus ayudantes con cara pocos amigos, y es que tendría que explicar lo sucedido a sus clientes cuando llegasen a por las prendas, un mal trago por el que no le hacía gracia pasar.
- ¿Es… estás seguro? Pu.. puedo ayudarte. - se ofreció Ava tímidamente, pero su empleador negó con la cabeza, dado su enfado lo mejor era que se quedase solo, así no correría el riesgo de pagar el plato con inocentes. La cuerva no insistió, salió del negocio con cuidado de no pisar nada de valor y elevó la vista al cielo, aún era pronto, si se daba prisa podría ir al bosque y cazar algo con lo que ganarse unas monedas.
- Hasta mañana Zero. - se despidió, agitando una de las manos en el aire y dando por hecho que el muchacho también regresaría al día siguiente.
Segadora estaba ahí, colgada de su espalda, y había entrenado lo suficiente como para hacer frente a aquel tipo de situaciones inesperadas… pero por algún motivo sus instintos le habían fallado, haciendo que en vez de intervenir hubiese optado por echarse atrás y tratar de escabullirse.
Lunargenta no tenía nada que ver con su hogar en Midgar, tarde o temprano aprendería que la violencia era parte de aquella sociedad y que tenía que acostumbrarse a vivir con ello, protegiéndose de la gente que como aquel par de hombres, la pusiesen en peligro a ella o a sus acompañantes.
El comentario del chico acerca de sus alas consigue que se ruborice un poco, ciertamente son grandes y muy hermosas, al menos a sus ojos, pero la cuerva todavía no termina de asimilar que puedan llamar tanto la atención de otras personas.
Al llegar a Verisar, Ava suponía que allí encontraría a miembros de su raza con características mucho más llamativas que las suyas y que pasaría desapercibida, pero de momento lo más curioso que había visto era a un pequeño hombre ratón armado con un martillo durante los festejos del Yule.
Sus pensamientos acerca de aquel día en el mercado terminaron llevándola a su encuentro con Lavey, y una leve sonrisa adornó el rostro de la mujer por unos instantes, mientras recordaba como la rubia se le había acercado en primer lugar durante el día de Samhain y le había pedido permiso para tocar las negras plumas que formaban sus extremidades de ave.
Quizá sus rasgos no fuesen tan comunes como había imaginado, pero mientras despertasen admiración y no envidia le iría bien, solo tenía que desarrollar la idea que le rondaba la cabeza y llevarla a cabo, fabricar una protección metálica que pudiese llevar puesta sin que afectase a su capacidad de movimiento.
- ¿Qué?... Ah sí, me hospedo en una posada cercana a la plaza. - contestó, volviendo a centrarse en lo que tenía a su alrededor y en el muchacho. - Supongo que volverás al puerto, al barco quiero decir. - añadió, trayendo a su mente el paseo que había dado con Karen por los muelles y lo bonito que el lugar le había parecido, puede que no por las embarcaciones ni el ambiente pero sí por la visión del inmenso mar, que abarcaba hasta donde alcanzaba la vista.
Vivir en un navío debía ser interesante, tanto como para que quisiese hacerle varias preguntas al respecto, pero el caos que la rodeaba no le permitía hacerlo con comodidad, hasta algunas de las anillas que había elaborado para la cota de malla yacían esparcidas por el suelo.
- Warren dijo que no tocásemos nada. - se recordó mentalmente, suspirando con resignación. Por suerte el herrero no tardó mucho en reaparecer, ésta vez acompañado por dos guardias uniformados.
- ¡Esos dos! ¡esos dos son los que han destrozado mi taller! - acusó, señalando a los inconscientes. - Miren este desastre, exijo que les hagan pagar las reparaciones. - continuó, aún enfadado y conteniéndose para no obsequiar un par de golpes más a cada individuo aprovechando la situación. - Cálmese señor, nos los llevaremos al cuartel y allí responderán por sus actos. - aseguró uno de los soldados, tratando de calmar al artesano para que no se complicasen más las cosas.
Sin perder ni un segundo, ambos procedieron a sacar a los culpables del abrevadero para trasladarlos a las dependencias de las autoridades, donde serían interrogados para llegar al fondo de todo aquel asunto.
- Podeis iros, yo arreglaré este estropicio para que mañana podamos continuar con el encargo. - indicó Warren, girándose hacia sus ayudantes con cara pocos amigos, y es que tendría que explicar lo sucedido a sus clientes cuando llegasen a por las prendas, un mal trago por el que no le hacía gracia pasar.
- ¿Es… estás seguro? Pu.. puedo ayudarte. - se ofreció Ava tímidamente, pero su empleador negó con la cabeza, dado su enfado lo mejor era que se quedase solo, así no correría el riesgo de pagar el plato con inocentes. La cuerva no insistió, salió del negocio con cuidado de no pisar nada de valor y elevó la vista al cielo, aún era pronto, si se daba prisa podría ir al bosque y cazar algo con lo que ganarse unas monedas.
- Hasta mañana Zero. - se despidió, agitando una de las manos en el aire y dando por hecho que el muchacho también regresaría al día siguiente.
Ava Kenrith
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Ava se culpa a si misma por no reaccionar acordemente ante el ataque, una postura que no disminuye la vergüenza experimentada por la máquina. Al final este último decide abandonar el tema pues seguir insistiendo podría poner entredicho su identidad.
El dueño del negocio no tarda en aparecer con dos guardias, ambos agentes ponen a los alborotadores bajo custodia y prometen llegar al fondo del asunto. Es claro que la guardia ha sido reformada desde la liberación.
Dicho empleador confirma la orden anterior de parar actividades por hoy, no es para menos con el estado de la tienda. Sin duda requerirá algo de esfuerzo dejar el establecimiento funcional otra vez.
La mujer híbrida ofrece su ayuda para las labores de limpieza pero es rechazada al instante, decide no refutar la postura al entender bien el ánimo de su empleador. Lo mejor es seguir las instrucciones y volver mañana.
Hasta mañana señorita Ava “dice agitando su mano derecha animado”.
Luego de despedirse el chico busca un sitio aceptable para pasar la noche, a diferencia de su compañera laboral no recurrirá a un establecimiento esta vez. No le toma mucho identificar una torre discreta.
Llega a la cima con relativa facilidad y pasa a descansar sus sistemas, lo bueno de ser un niño aumentado es que puede tolerar situaciones incomodas por inercia. Una cama acolchada es opcional cuando eres resistente.
La Olimpus anda realizando misiones en la costa, por eso descansar en uno de sus camarotes queda descartado… una de las razones por las que Zero anda “de permiso” es esa razón en particular así que pasa de lamentarse.
En breve la energía se recupera, solo tarda un par de horas. Por lógica Zero decide continuar durmiendo hasta la mañana, una forma rápida de hacer pasar el tiempo para volver al horario laboral con premura.
No le toma mucho aparecerse por el taller, sorpresivamente la obstinación del dueño rindió fruto. Se encuentra en un estado similar al ostentando antes de la pelea, incluso podría decirse que ahora está más limpio.
Buenas días “expresa con una amplia sonrisa a los presentes”.
Sonara extraño pero quiere ver el articulo terminado, cuando se aboca a una tarea le pone cierto empeño. Claramente es solo una labor menor que tiene como objetivo la mera ganancia monetaria aunque se debe buscar la perfección en todo.
El dueño del negocio no tarda en aparecer con dos guardias, ambos agentes ponen a los alborotadores bajo custodia y prometen llegar al fondo del asunto. Es claro que la guardia ha sido reformada desde la liberación.
Dicho empleador confirma la orden anterior de parar actividades por hoy, no es para menos con el estado de la tienda. Sin duda requerirá algo de esfuerzo dejar el establecimiento funcional otra vez.
La mujer híbrida ofrece su ayuda para las labores de limpieza pero es rechazada al instante, decide no refutar la postura al entender bien el ánimo de su empleador. Lo mejor es seguir las instrucciones y volver mañana.
Hasta mañana señorita Ava “dice agitando su mano derecha animado”.
Luego de despedirse el chico busca un sitio aceptable para pasar la noche, a diferencia de su compañera laboral no recurrirá a un establecimiento esta vez. No le toma mucho identificar una torre discreta.
Llega a la cima con relativa facilidad y pasa a descansar sus sistemas, lo bueno de ser un niño aumentado es que puede tolerar situaciones incomodas por inercia. Una cama acolchada es opcional cuando eres resistente.
La Olimpus anda realizando misiones en la costa, por eso descansar en uno de sus camarotes queda descartado… una de las razones por las que Zero anda “de permiso” es esa razón en particular así que pasa de lamentarse.
En breve la energía se recupera, solo tarda un par de horas. Por lógica Zero decide continuar durmiendo hasta la mañana, una forma rápida de hacer pasar el tiempo para volver al horario laboral con premura.
No le toma mucho aparecerse por el taller, sorpresivamente la obstinación del dueño rindió fruto. Se encuentra en un estado similar al ostentando antes de la pelea, incluso podría decirse que ahora está más limpio.
Buenas días “expresa con una amplia sonrisa a los presentes”.
Sonara extraño pero quiere ver el articulo terminado, cuando se aboca a una tarea le pone cierto empeño. Claramente es solo una labor menor que tiene como objetivo la mera ganancia monetaria aunque se debe buscar la perfección en todo.
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Después de una fructuosa tarde en los bosques cercanos, en que las habilidades de la cuerva le valieron para atrapar a no una sino dos piezas de caza nada despreciables, Ava regresó a la ciudad con su captura y se dirigió a la posada, donde tras negociar el precio de lo que traía pudo relajarse y costearse una buena cena.
- Espero que mañana no haya sorpresas. - susurró, haciendo girar la cuchara dentro del suculento guiso que tenía delante. La herrería llamaba su atención pero no deseaba verse en medio de otra pelea como la de aquella mañana, así que pediría a los espíritus para que la jornada siguiente transcurriese sin incidentes y para que Warren pudiese ayudarla a diseñar la protección que tenía en mente para sus alas.
- Padre habría sabido qué hacer. - aseguró en voz baja, convencida de que el toro conocería los materiales más adecuados para la cobertura que planeaba elaborar, pero volver a Midgar no era una opción, tendría que dar con la aleación ella misma.
Con tranquilidad, y dejando que sus pensamientos volasen a otra parte, la morena terminó su plato y se retiró a descansar nada más acabar, rindiéndose al sueño y deseando que la noche pasase rápido para volver al taller del artesano.
Despertó con el alba, cuando los primeros rayos de sol se colaron por la ventana de la habitación, que estaba a propósito abierta justamente para que no se le pegasen las sábanas, no aquel día. En cuestión de minutos se aseó y cambió de ropa, poniéndose una muda limpia bajo la armadura y volviendo a dejar el yelmo en el cuarto, ya que no le interesaba llevarlo ni cargar con él.
Una vez en la taberna tomó un desayuno ligero y salió a toda prisa hacia la zona comercial de Lunargenta, alcanzando el local del herrero justo cuando éste abría sus puertas. - Que madrugadora, pasa, tenemos mucho que hacer. - indicó Warren, guiándola de nuevo hacia la fragua, la cual estaba mucho más ordenada que antes.
Faltaban un par de muebles, aquellos que se habían roto durante el duelo del par de hombres, pero por lo demás, el taller presentaba una imagen mejor que la del día anterior, hasta estaba más limpio.
- Se…seguiré con la cota. - susurró Ava, avanzando hasta su puesto y poniéndose manos a la obra de inmediato. - Si terminas pronto me ayudarás con otro encargo. - anunció el hombre, que se hallaba junto al fuego, avivándolo para empezar a fundir metal.
La mujer bestia hizo un gesto afirmativo con la cabeza y se centró en su tarea, recuperando los eslabones y volviendo a unirlos con la formación que le habían indicado, al menos hasta que la voz de Zero hizo que alzase la vista. - Buenos días Zero. - saludó sonriendo levemente, sin soltar lo que tenía entre manos.
- Bien, ya estamos todos, a trabajar. - instó Warren, quien rezaba para recuperar el tiempo perdido y ponerse al día lo antes posible, de no hacerlo todos sus pedidos sufrirían retrasos y eso indudablemente mancharía su imagen de artesano respetado.
Poco a poco, lo que empezó teniendo forma de tira fue tomando la forma deseada, y cada anilla que se añadía durante el proceso solo ayudaba a que la prenda fuese más reconocible a simple vista. - Cincuenta de largo por cien de ancho. - se recordó en un susurro la cuerva, comprobando que la pieza central estaba terminada y tenía las dimensiones adecuadas antes de empezar con las mangas.
Cincuenta por veinte, esas eran las medidas a tener en cuenta para la siguiente parte, y en base a eso, la joven fue enlazando los aros de alambre hasta completar su trabajo, al cual solo le faltaba el toque final del herrero para el cuello.
Perdona la tardanza Zero, he tenido un par de semanas complicadas.
- Espero que mañana no haya sorpresas. - susurró, haciendo girar la cuchara dentro del suculento guiso que tenía delante. La herrería llamaba su atención pero no deseaba verse en medio de otra pelea como la de aquella mañana, así que pediría a los espíritus para que la jornada siguiente transcurriese sin incidentes y para que Warren pudiese ayudarla a diseñar la protección que tenía en mente para sus alas.
- Padre habría sabido qué hacer. - aseguró en voz baja, convencida de que el toro conocería los materiales más adecuados para la cobertura que planeaba elaborar, pero volver a Midgar no era una opción, tendría que dar con la aleación ella misma.
Con tranquilidad, y dejando que sus pensamientos volasen a otra parte, la morena terminó su plato y se retiró a descansar nada más acabar, rindiéndose al sueño y deseando que la noche pasase rápido para volver al taller del artesano.
Despertó con el alba, cuando los primeros rayos de sol se colaron por la ventana de la habitación, que estaba a propósito abierta justamente para que no se le pegasen las sábanas, no aquel día. En cuestión de minutos se aseó y cambió de ropa, poniéndose una muda limpia bajo la armadura y volviendo a dejar el yelmo en el cuarto, ya que no le interesaba llevarlo ni cargar con él.
Una vez en la taberna tomó un desayuno ligero y salió a toda prisa hacia la zona comercial de Lunargenta, alcanzando el local del herrero justo cuando éste abría sus puertas. - Que madrugadora, pasa, tenemos mucho que hacer. - indicó Warren, guiándola de nuevo hacia la fragua, la cual estaba mucho más ordenada que antes.
Faltaban un par de muebles, aquellos que se habían roto durante el duelo del par de hombres, pero por lo demás, el taller presentaba una imagen mejor que la del día anterior, hasta estaba más limpio.
- Se…seguiré con la cota. - susurró Ava, avanzando hasta su puesto y poniéndose manos a la obra de inmediato. - Si terminas pronto me ayudarás con otro encargo. - anunció el hombre, que se hallaba junto al fuego, avivándolo para empezar a fundir metal.
La mujer bestia hizo un gesto afirmativo con la cabeza y se centró en su tarea, recuperando los eslabones y volviendo a unirlos con la formación que le habían indicado, al menos hasta que la voz de Zero hizo que alzase la vista. - Buenos días Zero. - saludó sonriendo levemente, sin soltar lo que tenía entre manos.
- Bien, ya estamos todos, a trabajar. - instó Warren, quien rezaba para recuperar el tiempo perdido y ponerse al día lo antes posible, de no hacerlo todos sus pedidos sufrirían retrasos y eso indudablemente mancharía su imagen de artesano respetado.
Poco a poco, lo que empezó teniendo forma de tira fue tomando la forma deseada, y cada anilla que se añadía durante el proceso solo ayudaba a que la prenda fuese más reconocible a simple vista. - Cincuenta de largo por cien de ancho. - se recordó en un susurro la cuerva, comprobando que la pieza central estaba terminada y tenía las dimensiones adecuadas antes de empezar con las mangas.
Cincuenta por veinte, esas eran las medidas a tener en cuenta para la siguiente parte, y en base a eso, la joven fue enlazando los aros de alambre hasta completar su trabajo, al cual solo le faltaba el toque final del herrero para el cuello.
Perdona la tardanza Zero, he tenido un par de semanas complicadas.
Ava Kenrith
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Zero es recibido por Ava y el herrero, este último con su característica personalidad recia. Es uno de esos personajes que siempre anda con un rostro complicado, incluso cuando las cosas marchan bien.
El taller quedo excelente “dice sonriente”.
Pues… gracias niño, ahora a trabajar que los pedidos se atrasan “expresa con un rostro más ameno esta vez”.
Pocas personas pueden seguir molestas cuando se les hace un cumplido, es una forma educada de desarmar un problema o mejorar el humor de cualquier individuo. Cierta técnica del manual psicológico que realmente funciona.
Sin vacilar el pequeño robot toma posición en su puesto de trabajo, los materiales de ayer fueron ordenados en el sitio por suerte. Como ya tiene las anillas terminadas y algunas partes unidas la labor es clara, debe dar la forma final.
La mujer híbrida tiene un comienzo excelente, alcanza una concentración formidable. Z9-42 pronto le imita y empieza a trabajar en su propia pieza con buena velocidad, nada sobrenatural pero no por eso menos destacable.
Antes de darse cuenta termina las extremidades, luego pasa al torso en sí. Fabrica cada pieza fuerte por separado siguiendo algunos manuales internos muy detallados sobre cómo realizar este tipo de artículos.
Pronto llega la parte divertida, unir todo. El niño maquina ensambla la cota como si fuera un rompecabezas de tamaño adulto, es correcto decir que se pasa toda la experiencia con una cara de felicidad.
Da algunos detalles finales, cosas menores. Incluso pule algunas asperezas que sobrevivieron a la etapa anterior. Una vez todo esta listo levanta la mano como si estuviera en una clase para luego soltar un característico…
¡Termine!
Yo juzgare eso “dice ahora con un rostro curioso de interpretar, como si fuera un hermano mayor a punto de evaluar a su pariente pequeño”.
Warren toma la pieza observándola con detenimiento, no puede evitar sorprenderse por el buen acabado. Al final observa un detalle que despierta aún más su asombro, el cuello de la cota fue elaborado también.
El cuello no es algo fácil de hacer, ¿Tienes experiencia previa en herrería?
¿Está satisfecho con mi trabajo señor?
“Suelta una sonora carcajada y luego pasa a alborotarle el cabello al chico artificial” creo que te ganaste tu paga.
El taller quedo excelente “dice sonriente”.
Pues… gracias niño, ahora a trabajar que los pedidos se atrasan “expresa con un rostro más ameno esta vez”.
Pocas personas pueden seguir molestas cuando se les hace un cumplido, es una forma educada de desarmar un problema o mejorar el humor de cualquier individuo. Cierta técnica del manual psicológico que realmente funciona.
Sin vacilar el pequeño robot toma posición en su puesto de trabajo, los materiales de ayer fueron ordenados en el sitio por suerte. Como ya tiene las anillas terminadas y algunas partes unidas la labor es clara, debe dar la forma final.
La mujer híbrida tiene un comienzo excelente, alcanza una concentración formidable. Z9-42 pronto le imita y empieza a trabajar en su propia pieza con buena velocidad, nada sobrenatural pero no por eso menos destacable.
Antes de darse cuenta termina las extremidades, luego pasa al torso en sí. Fabrica cada pieza fuerte por separado siguiendo algunos manuales internos muy detallados sobre cómo realizar este tipo de artículos.
Pronto llega la parte divertida, unir todo. El niño maquina ensambla la cota como si fuera un rompecabezas de tamaño adulto, es correcto decir que se pasa toda la experiencia con una cara de felicidad.
Da algunos detalles finales, cosas menores. Incluso pule algunas asperezas que sobrevivieron a la etapa anterior. Una vez todo esta listo levanta la mano como si estuviera en una clase para luego soltar un característico…
¡Termine!
Yo juzgare eso “dice ahora con un rostro curioso de interpretar, como si fuera un hermano mayor a punto de evaluar a su pariente pequeño”.
Warren toma la pieza observándola con detenimiento, no puede evitar sorprenderse por el buen acabado. Al final observa un detalle que despierta aún más su asombro, el cuello de la cota fue elaborado también.
El cuello no es algo fácil de hacer, ¿Tienes experiencia previa en herrería?
¿Está satisfecho con mi trabajo señor?
“Suelta una sonora carcajada y luego pasa a alborotarle el cabello al chico artificial” creo que te ganaste tu paga.
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
La mujer bestia observó el producto final durante unos segundos antes de llamar al herrero, examinándolo para comprobar que no tuviese ningún fallo y que las anillas estuviesen bien unidas entre sí. - Ya está, solo queda darle forma al cuello. - pensó, contenta por haber acabado su tarea y por el resultado obtenido.
Pero antes de que pudiese llamar la atención de Warren, Zero indicó al artesano que él también había finalizado su trabajo, con lo que el hombre se le acercó para revisar la cota detenidamente y valorar su labor.
Sorprendentemente, el pequeño se había encargado de dar el toque que a ella le faltaba para dar por concluida la prenda, demostrando una vez más que debía tener ciertas nociones de herrería previas, más de las que la cuerva poseía.
Con un sabor agridulce, Ava volvió a mirar su cota y ahogó un suspiro, le quedaba mucho por aprender, cosa que de haber ayudado más a su padre en el taller no se habría notado tanto.
Una sonora carcajada hizo que levantase la vista nuevamente hacia su empleador y su compañero, el cual había dejado claro que tenía todas las cualidades necesarias para convertirse en un perfecto ayudante. - Yo… yo también he terminado. - dijo en voz baja, atrayendo momentáneamente la atención de su jefe, que al igual que con Zero, se caminó hasta su mesa y tomó la pieza para examinarla.
- No he podido hacer el cuello. - musitó, clavando sus ambarinos ojos en la madera para no ver el rostro del herrero, temiendo que éste mostrase decepción. - No te preocupes, ya os dije que me encargaría de ello. - contestó Warren, percatándose de lo cabizbaja que parecía su empleada. - Si quieres puedo explicarte cómo se hace. - se ofreció, colocando la prenda sobre la lisa superficie y estirándola para que quedase bien.
- Sí, por favor. - respondió de inmediato la morena, justo antes de que el propietario del local sacase algo de uno de sus bolsillos y lo depositase sobre la mesa. - Ahí tienes tus aeros. - indicó, sin tomarse con ella ningún tipo de confianza, cosa que sí había hecho con el niño al revolverle el pelo.
Ava agradeció que no tratase de tocarla, extendió una mano y tomó su paga en silencio, ya revisaría la cantidad cuando estuviese de vuelta en la posada, aunque no pretendía regresar tan pronto. - ¿Puedo quedarme el resto del día? - preguntó, a lo que Warren no supo muy bien como contestar.
Si bien era cierto que necesitaba algo de ayuda para acabar los encargos que tenía, sobre todo por culpa del incidente de la tarde anterior, tampoco le sobraba el dinero, mantener a una ayudante durante otra jornada podía reducir considerablemente los beneficios que esperaba obtener.
- ¡Lo haré gratis! - exclamó la cuerva al verlo tan pensativo y mesándose la barba. - Solo… quiero aprender. - susurró, confiando en que eso convenciese al hombre y le permitiese seguir allí hasta el atardecer.
- En ese caso no puedo negarme, está bien, puedes quedarte hasta que cierre la tienda. - accedió el artesano, a quien le vendrían de perlas un par de manos más en la fragua.
Una amplia sonrisa se apoderó del rostro de la mujer, que aprovecharía la ocasión para consultar con el profesional la idea que tenía acerca de sus alas y le pediría consejo sobre la aleación más adecuada para elaborar la protección que tenía en mente.
Pero antes de que pudiese llamar la atención de Warren, Zero indicó al artesano que él también había finalizado su trabajo, con lo que el hombre se le acercó para revisar la cota detenidamente y valorar su labor.
Sorprendentemente, el pequeño se había encargado de dar el toque que a ella le faltaba para dar por concluida la prenda, demostrando una vez más que debía tener ciertas nociones de herrería previas, más de las que la cuerva poseía.
Con un sabor agridulce, Ava volvió a mirar su cota y ahogó un suspiro, le quedaba mucho por aprender, cosa que de haber ayudado más a su padre en el taller no se habría notado tanto.
Una sonora carcajada hizo que levantase la vista nuevamente hacia su empleador y su compañero, el cual había dejado claro que tenía todas las cualidades necesarias para convertirse en un perfecto ayudante. - Yo… yo también he terminado. - dijo en voz baja, atrayendo momentáneamente la atención de su jefe, que al igual que con Zero, se caminó hasta su mesa y tomó la pieza para examinarla.
- No he podido hacer el cuello. - musitó, clavando sus ambarinos ojos en la madera para no ver el rostro del herrero, temiendo que éste mostrase decepción. - No te preocupes, ya os dije que me encargaría de ello. - contestó Warren, percatándose de lo cabizbaja que parecía su empleada. - Si quieres puedo explicarte cómo se hace. - se ofreció, colocando la prenda sobre la lisa superficie y estirándola para que quedase bien.
- Sí, por favor. - respondió de inmediato la morena, justo antes de que el propietario del local sacase algo de uno de sus bolsillos y lo depositase sobre la mesa. - Ahí tienes tus aeros. - indicó, sin tomarse con ella ningún tipo de confianza, cosa que sí había hecho con el niño al revolverle el pelo.
Ava agradeció que no tratase de tocarla, extendió una mano y tomó su paga en silencio, ya revisaría la cantidad cuando estuviese de vuelta en la posada, aunque no pretendía regresar tan pronto. - ¿Puedo quedarme el resto del día? - preguntó, a lo que Warren no supo muy bien como contestar.
Si bien era cierto que necesitaba algo de ayuda para acabar los encargos que tenía, sobre todo por culpa del incidente de la tarde anterior, tampoco le sobraba el dinero, mantener a una ayudante durante otra jornada podía reducir considerablemente los beneficios que esperaba obtener.
- ¡Lo haré gratis! - exclamó la cuerva al verlo tan pensativo y mesándose la barba. - Solo… quiero aprender. - susurró, confiando en que eso convenciese al hombre y le permitiese seguir allí hasta el atardecer.
- En ese caso no puedo negarme, está bien, puedes quedarte hasta que cierre la tienda. - accedió el artesano, a quien le vendrían de perlas un par de manos más en la fragua.
Una amplia sonrisa se apoderó del rostro de la mujer, que aprovecharía la ocasión para consultar con el profesional la idea que tenía acerca de sus alas y le pediría consejo sobre la aleación más adecuada para elaborar la protección que tenía en mente.
Ava Kenrith
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
Zero recibe una justa cantidad de aeros por su labor, responde mostrando agradecimiento en el rostro. Si bien las recompensas no suelen ser algo importante para él, sabe bien que rigen el voluble mundo biológico por lo que debe seguir ciertos parámetros.
Warren pasa entonces a revisar la cota de Ava, dicha mujer muestra cierta vergüenza por no haber terminado el cuello aunque su empleador le resta importancia. Haber ocasionado el malestar hace sentir de mal al pequeño robot… debe tener cuidado con tales efectos colaterales.
El herrero termina por pagarle a la mujer hibrida aunque esta decide permanecer en el sitio de trabajo, su nuevo objetivo es seguir acumulando experiencia laboral durante el día cursante y esta vez sin pedir remuneración a cambio.
No es un camino muy tomado por los orgánicos pero existen precedentes, al final la mejor forma de adquirir experiencia es involucrándose directamente con la fuente deseada. La obtención de algo tangible a cambio del tiempo invertido viene a ser otra cosa… sin duda toda la situación se asemeja a las prácticas laborales de la tierra.
Fue un placer trabajar con ustedes, espero verles en otra oportunidad “hace una leve reverencia que actúa como despedida educada”.
Sin más que hacer en el sitio Z9-42 se retira, ahora con sus finanzas personales fortalecidas. Sienta bien tener los fondos mirmidones solo como último recurso, al final de cuentas el joven robot es capaz de mantenerse solo.
Es posible que pasee por la ciudad un par de horas antes de elegir su siguiente destino, no ha recibido contacto lo que son buenas noticias. Si su facción no requiere apoyo significa que están realizando las cosas bien.
Sabe que estos momentos de calma son pasajeros pero “al mal tiempo buena cara”, después de todo mantener la guardia alta durante un periodo prolongado genera agotamiento en varios sistemas tanto biológicos como artificiales.
Una conocida sensación le envuelve, le gustaría probar algo dulce. Ya conoce un buen repertorio de alimentos con esas características y los lugares donde suelen venderse… tal vez se decante por las galletas esta vez.
A medida que camina no puede evitar recordar a Ava, un personaje curioso. No solo por su característica hibrida, posee un trasfondo complicado. Zero le desea lo mejor pues a sus ojos es una mujer buena.
Aerandir tiene muchos individuos destacables, gente única. Aunque a los ojos del niño maquina toda vida es importante no puede negar la realidad, hay personas que se distinguen entre la multitud.
Warren pasa entonces a revisar la cota de Ava, dicha mujer muestra cierta vergüenza por no haber terminado el cuello aunque su empleador le resta importancia. Haber ocasionado el malestar hace sentir de mal al pequeño robot… debe tener cuidado con tales efectos colaterales.
El herrero termina por pagarle a la mujer hibrida aunque esta decide permanecer en el sitio de trabajo, su nuevo objetivo es seguir acumulando experiencia laboral durante el día cursante y esta vez sin pedir remuneración a cambio.
No es un camino muy tomado por los orgánicos pero existen precedentes, al final la mejor forma de adquirir experiencia es involucrándose directamente con la fuente deseada. La obtención de algo tangible a cambio del tiempo invertido viene a ser otra cosa… sin duda toda la situación se asemeja a las prácticas laborales de la tierra.
Fue un placer trabajar con ustedes, espero verles en otra oportunidad “hace una leve reverencia que actúa como despedida educada”.
Sin más que hacer en el sitio Z9-42 se retira, ahora con sus finanzas personales fortalecidas. Sienta bien tener los fondos mirmidones solo como último recurso, al final de cuentas el joven robot es capaz de mantenerse solo.
Es posible que pasee por la ciudad un par de horas antes de elegir su siguiente destino, no ha recibido contacto lo que son buenas noticias. Si su facción no requiere apoyo significa que están realizando las cosas bien.
Sabe que estos momentos de calma son pasajeros pero “al mal tiempo buena cara”, después de todo mantener la guardia alta durante un periodo prolongado genera agotamiento en varios sistemas tanto biológicos como artificiales.
Una conocida sensación le envuelve, le gustaría probar algo dulce. Ya conoce un buen repertorio de alimentos con esas características y los lugares donde suelen venderse… tal vez se decante por las galletas esta vez.
A medida que camina no puede evitar recordar a Ava, un personaje curioso. No solo por su característica hibrida, posee un trasfondo complicado. Zero le desea lo mejor pues a sus ojos es una mujer buena.
Aerandir tiene muchos individuos destacables, gente única. Aunque a los ojos del niño maquina toda vida es importante no puede negar la realidad, hay personas que se distinguen entre la multitud.
Z9-42
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Re: Aprendiendo un oficio [Trabajo]
TRABAJO FINALIZADO
Ha sido un buen trabajo, aunque debo admitir que no ha conseguido atraparme y como se que habéis esperado mucho tiempo por esta revisión os dejaré ir en paz.
Ambos ganáis:
+18 Puntos de Experiencia.
+400 Aeros
Las recompensas han sido añadidas a vuestros perfiles.
Ambos ganáis:
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Wyn
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