¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
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¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
-Creo que empiezo a mejorar ¿Qué opinan? – Junto a Matthew habían dos bandidos sentados con la espalda apoyada contra unas cajas, uno de ellos tenía el rostro tapado por un sombrero, pero por los ruidosos ronquidos que escapaban de su garganta era evidente que no estaba escuchando absolutamente nada. El otro si tenía el rostro al descubierto, pero con la cabeza tirada completamente hacía atrás, y por como entraban y salían las moscas libremente desde su boca abierta uno podía dudar sobre su capacidad futura de volver a levantarse.
Mientras tanto, Owens estaba parado con un palo en forma de J en las manos, y miraba con atención una pelota que entraba en la palma de la mano. Frente a él había un precipicio no demasiado profundo, pero desde el que podía verse gran parte de la Ciudad Lagarto en construcción. El estafador solía ir a ese modesto monte cuando necesitaba pensar, y en verdad era necesario que se concentrar en ese momento.
Le habían llegado varios mensajes preocupantes de los informantes que le quedaban en Lunargenta, Roilkat y Vulwulfar. Al parecer varios grupos importantes se estaban moviendo, entre ellos personas de la Guardia, Matthew apretó los labios, habían hablado sobre ese asunto con Lazid, pero no habían llegado a ninguna conclusión. En el peor de los casos, la más grande ciudad de los humanos había decidido acabar con el sueño del lagarto antes de que siquiera lograran poner los cimientos.
Miro la ciudad infecta y completamente caótica que tenía en frente, respiró profundo y dejó escapar el aire lentamente, aunque le costara admitirlo Matt había llegado a acostumbrarse a estar en ese lugar ¿Se sacrificaría por algo así? “Tampoco es para tanto” pensó Owens, se encogió de hombros y volvió a concentrarse en la pelota. Levantó el palo y en un solo golpe seco la mandó a volar.
Se quedó mirando la trayectoria de la bola hasta que cayó en el techo de una de las carpas.
-Esta vez llego más lejos, estoy seguro – Seguía hablando con los dos ebrios como si ellos lo escucharan y le contestaran - ¿Eh? ¿Qué podrías saber tú de esto, Posiblemente Jhon? – Claramente Matt no tenía idea de cómo se llamaban, ya estaban ahí tirados cuando él llegó – Y tu deja de reírte, Posiblemente Fred –
Puso otra pelota en el mismo lugar y volvió a intentar golpearla para que llegara más lejos, se quedó mirando hasta que golpeó a un bandido que estaba saliendo de una taberna en ese preciso momento.
-Oh, creo que no podrá volver a usar ese ojo – Agarró el palo con las piernas y poniendo ambas manos a los costados de la boca para amplificar el sonido gritó - ¡Lo siento! ¡No te preocupes, las mujeres adoran los parches! – Luego lo saludo y le dedico una encantadora sonrisa, el hombre parecía estar gritando muchos insultos, pero alguien le susurró de quien se trataba Matt y en seguida decidió callarse.
Puso una nueva pelota, pensando a quien golpearía a continuación “Veamos… Ese que está durmiendo en la montaña de heno. Se lo ve muy tranquilo” Owens se sonrió, sería divertido ver su gesto.
-¡¡Ey Matt!! - El grito le quitó concentración, no logró golpear la pelota bien y salió disparada en cualquier dirección, terminando su trayecto en el rio.
-Acabas de hacerme perder el que sería el mejor tiro de mi vida – Dijo Matthew con un tono serio y completamente convencido de sus palabras – Pero no te preocupes, no estoy enojado – Le dijo mientras se daba la vuelta.
-Emmm, si, es que, había una mujer preguntando por ti y pensé que… - El muchacho no estaba muy seguro de como tomarse los gestos de Matt, el Virrey era conocido por asesinar tanto con gesto serio o sonriendo, eso tenía muy confundidos a los bandidos – Bueno… Que sería importante que lo supieras… -
-Que amable eres, gracias, sin duda hiciste lo correcto al venir a avisarme – Levantó el palo y lo apoyó en su hombro, sin dejar de sonreír – Ahora vas a ir al rio y no saldrás de allí hasta que no encuentres mi pelota –
-¿Qué? ¡Pero el rio es enorme! –
-Vaya problema, pero resulta que ya no tengo más bolas ¿Cómo podría seguir jugando sin pelotas? – Su gesto se tornó serio y antes de que pudiera agregar nada más el muchacho estaba corriendo colina abajo – Buena decisión – Sacó otra bola de su bolsillo y comenzó a apuntar nuevamente.
Mientras tanto, Owens estaba parado con un palo en forma de J en las manos, y miraba con atención una pelota que entraba en la palma de la mano. Frente a él había un precipicio no demasiado profundo, pero desde el que podía verse gran parte de la Ciudad Lagarto en construcción. El estafador solía ir a ese modesto monte cuando necesitaba pensar, y en verdad era necesario que se concentrar en ese momento.
Le habían llegado varios mensajes preocupantes de los informantes que le quedaban en Lunargenta, Roilkat y Vulwulfar. Al parecer varios grupos importantes se estaban moviendo, entre ellos personas de la Guardia, Matthew apretó los labios, habían hablado sobre ese asunto con Lazid, pero no habían llegado a ninguna conclusión. En el peor de los casos, la más grande ciudad de los humanos había decidido acabar con el sueño del lagarto antes de que siquiera lograran poner los cimientos.
Miro la ciudad infecta y completamente caótica que tenía en frente, respiró profundo y dejó escapar el aire lentamente, aunque le costara admitirlo Matt había llegado a acostumbrarse a estar en ese lugar ¿Se sacrificaría por algo así? “Tampoco es para tanto” pensó Owens, se encogió de hombros y volvió a concentrarse en la pelota. Levantó el palo y en un solo golpe seco la mandó a volar.
Se quedó mirando la trayectoria de la bola hasta que cayó en el techo de una de las carpas.
-Esta vez llego más lejos, estoy seguro – Seguía hablando con los dos ebrios como si ellos lo escucharan y le contestaran - ¿Eh? ¿Qué podrías saber tú de esto, Posiblemente Jhon? – Claramente Matt no tenía idea de cómo se llamaban, ya estaban ahí tirados cuando él llegó – Y tu deja de reírte, Posiblemente Fred –
Puso otra pelota en el mismo lugar y volvió a intentar golpearla para que llegara más lejos, se quedó mirando hasta que golpeó a un bandido que estaba saliendo de una taberna en ese preciso momento.
-Oh, creo que no podrá volver a usar ese ojo – Agarró el palo con las piernas y poniendo ambas manos a los costados de la boca para amplificar el sonido gritó - ¡Lo siento! ¡No te preocupes, las mujeres adoran los parches! – Luego lo saludo y le dedico una encantadora sonrisa, el hombre parecía estar gritando muchos insultos, pero alguien le susurró de quien se trataba Matt y en seguida decidió callarse.
Puso una nueva pelota, pensando a quien golpearía a continuación “Veamos… Ese que está durmiendo en la montaña de heno. Se lo ve muy tranquilo” Owens se sonrió, sería divertido ver su gesto.
-¡¡Ey Matt!! - El grito le quitó concentración, no logró golpear la pelota bien y salió disparada en cualquier dirección, terminando su trayecto en el rio.
-Acabas de hacerme perder el que sería el mejor tiro de mi vida – Dijo Matthew con un tono serio y completamente convencido de sus palabras – Pero no te preocupes, no estoy enojado – Le dijo mientras se daba la vuelta.
-Emmm, si, es que, había una mujer preguntando por ti y pensé que… - El muchacho no estaba muy seguro de como tomarse los gestos de Matt, el Virrey era conocido por asesinar tanto con gesto serio o sonriendo, eso tenía muy confundidos a los bandidos – Bueno… Que sería importante que lo supieras… -
-Que amable eres, gracias, sin duda hiciste lo correcto al venir a avisarme – Levantó el palo y lo apoyó en su hombro, sin dejar de sonreír – Ahora vas a ir al rio y no saldrás de allí hasta que no encuentres mi pelota –
-¿Qué? ¡Pero el rio es enorme! –
-Vaya problema, pero resulta que ya no tengo más bolas ¿Cómo podría seguir jugando sin pelotas? – Su gesto se tornó serio y antes de que pudiera agregar nada más el muchacho estaba corriendo colina abajo – Buena decisión – Sacó otra bola de su bolsillo y comenzó a apuntar nuevamente.
Última edición por Matthew Owens el Sáb Feb 23 2019, 16:10, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
"Todavía continúo preguntándome qué es lo que me ha traído a estos parajes extraños. Había escuchado hablar de Ciudad Lagarto, sin duda me esperaba una ciudad como tal. No algo así como... Campamento Lagarto. Ciertamente si a algo le llamas Campamento Lagarto como mínimo piensan que es alguna especie de actividad para niños, un juego infantil de acampar en el bosque para ver quien es más valiente de todo el grupo. Pero estas personas son niños grandes, ladrones, mercenarios, escoria, prostitutas... ¿Qué pinta una chica como yo en un lugar como este? Pues la verdad es que ya he escuchado bastantes bárbaros hacerme esa pregunta. Ahora soy yo misma la que duda de su estabilidad mental para internarme en un lugar tan turbio y con tan pocas probabilidades de salir con vida.
Según algunos de estos hombres, a los cuales he tenido que ablandar a golpes, uno de los cabecillas por los que debo preguntar se llama Matthew Owens. Me pregunto qué clase de hombre debe ser para poder tener bajo control a gente tan..."
Karen apura el paso mientas guarda su diario tranquilamente en su bolsa. Todavía no tiene nada claro por qué quiere hablar con Matthew Owens. Aunque, bien pensado, una persona que organiza un lugar como aquel, por muy campamento que sea, debe tener un intelecto extremadamente agudo. Si consigue salir con vida de allí, probablemente salga también con nuevos conocimientos. "Valdrá la pena." Se dice mientras continúa hacia la colina indicada por los ahora magullados ladrones.
Tal como era de esperar de camino tuvo algunos nuevos encontronazos.
-Oye niña, ¿tú cuanto cobras? ¿Eres de las chicas de Matt? -Uno de aquellos bandoleros, medio borracho se encamina hacia ella. La chica da un paso atrás y lo esquiva en el último momento, viendo como su cara termina sobre un charco.
- Probablemente te cobre menos que el doctor cuando termine contigo si no dejas de seguirme. -Se agacha para lanzarle una mirada fulminante mientas saca un poco la espada de la cadera.
- Tampoco hay por qué ponerse as... -Karen no deja que termine la frase, le pisa la cabeza y se la hunde en el barro mientras prosigue su camino colina arriba.
Normalmente es una chica más pacífica y paciente con los desconocidos, pero aquel no era un lugar propicio en el que bajar la guardia. O se ponía seria como en sus trabajos como mercenaria o sería carnada para aquellas comadrejas.
Se le acerca un muchacho que estaba holgazaneando en medio de la colina.
- ¿Quien eres? -Mira a Karen con curiosidad. -No te recomiendo subir ahí arriba. Matthew está jugando ahora mismo, no quiere que le molesten. Aunque si eres una de sus chicas...
Karen lanza un hondo suspiro de frustración. La siguiente persona que mencione que puede ser una de las chicas de Matthew se comerá su bota. "Todavía no tengo claro si es un mujeriego o regenta un burdel" Se da cuenta de que lleva unos segundos sin decir nada, mirando fijamente al muchacho, sin duda está empezando a sentirse incómodo.
-No vengo a molestar... -Mira hacia el cielo. -Digamos que me han enviado a hablar con el por... Un asunto de extrema urgencia que requiere su atención. -Nunca se le había dado mal mentir. Aunque pocas veces recurre a ello. Al chico se le abren los ojos de par en par y le hace un gesto para que le siga. Había sido demasiado fácil.
Habían llegado finalmente a la cima, el muchacho se adelanta para hablar personalmente con Matthew e introducirla previamente. Incluso parecía una entrevista oficial. Tras un par de minutos en los que el chico no vuelve a buscarla y otro par de suspiros de indignación, Karen sube a la cima de la colina.
En la mitad ve a un hombre de lado con un palo a ras de suelo apuntando a lo que parece una pequeña pelotita. Se acerca lentamente, con más curiosidad que recelo. Nunca había visto a nadie hacer algo así, sin duda era una diversión de lo más peculiar. No vio al muchacho por ninguna parte. La chica saca una pelotita igual que aquella del bolsillo. La había encontrado en el medio del campamento y se la había quedado por curiosidad y porque le gusta jugar con su telequinesis con cosas pequeñas como aquella. Era bastante más bonita que una piedra. Ahora serviría como introducción con aquel hombre.
-Disculpe le moleste. Señor Owens, ¿cierto?. -Hace una pequeña reverencia sin quitar un ojo de encima a los movimientos del humano. Un golpe con aquel palo y estaría en serios problemas desde el principio. -Creo que tengo algo que le pertenece y puede ampliar un poco más el juego que está llevando a cabo. -Hace levitar la pequeña bolita hacia la cara de Matthew. -Esperaré a que termine y... Si tiene un momento, me gustaría hablar con usted. -Se retira un poco para que pueda seguir jugando mientras ella espera pacientemente. Ahora que le había encontrado, era la hora de la observación y aprendizaje. No había ninguna prisa en ello.
Según algunos de estos hombres, a los cuales he tenido que ablandar a golpes, uno de los cabecillas por los que debo preguntar se llama Matthew Owens. Me pregunto qué clase de hombre debe ser para poder tener bajo control a gente tan..."
Karen apura el paso mientas guarda su diario tranquilamente en su bolsa. Todavía no tiene nada claro por qué quiere hablar con Matthew Owens. Aunque, bien pensado, una persona que organiza un lugar como aquel, por muy campamento que sea, debe tener un intelecto extremadamente agudo. Si consigue salir con vida de allí, probablemente salga también con nuevos conocimientos. "Valdrá la pena." Se dice mientras continúa hacia la colina indicada por los ahora magullados ladrones.
Tal como era de esperar de camino tuvo algunos nuevos encontronazos.
-Oye niña, ¿tú cuanto cobras? ¿Eres de las chicas de Matt? -Uno de aquellos bandoleros, medio borracho se encamina hacia ella. La chica da un paso atrás y lo esquiva en el último momento, viendo como su cara termina sobre un charco.
- Probablemente te cobre menos que el doctor cuando termine contigo si no dejas de seguirme. -Se agacha para lanzarle una mirada fulminante mientas saca un poco la espada de la cadera.
- Tampoco hay por qué ponerse as... -Karen no deja que termine la frase, le pisa la cabeza y se la hunde en el barro mientras prosigue su camino colina arriba.
Normalmente es una chica más pacífica y paciente con los desconocidos, pero aquel no era un lugar propicio en el que bajar la guardia. O se ponía seria como en sus trabajos como mercenaria o sería carnada para aquellas comadrejas.
Se le acerca un muchacho que estaba holgazaneando en medio de la colina.
- ¿Quien eres? -Mira a Karen con curiosidad. -No te recomiendo subir ahí arriba. Matthew está jugando ahora mismo, no quiere que le molesten. Aunque si eres una de sus chicas...
Karen lanza un hondo suspiro de frustración. La siguiente persona que mencione que puede ser una de las chicas de Matthew se comerá su bota. "Todavía no tengo claro si es un mujeriego o regenta un burdel" Se da cuenta de que lleva unos segundos sin decir nada, mirando fijamente al muchacho, sin duda está empezando a sentirse incómodo.
-No vengo a molestar... -Mira hacia el cielo. -Digamos que me han enviado a hablar con el por... Un asunto de extrema urgencia que requiere su atención. -Nunca se le había dado mal mentir. Aunque pocas veces recurre a ello. Al chico se le abren los ojos de par en par y le hace un gesto para que le siga. Había sido demasiado fácil.
Habían llegado finalmente a la cima, el muchacho se adelanta para hablar personalmente con Matthew e introducirla previamente. Incluso parecía una entrevista oficial. Tras un par de minutos en los que el chico no vuelve a buscarla y otro par de suspiros de indignación, Karen sube a la cima de la colina.
En la mitad ve a un hombre de lado con un palo a ras de suelo apuntando a lo que parece una pequeña pelotita. Se acerca lentamente, con más curiosidad que recelo. Nunca había visto a nadie hacer algo así, sin duda era una diversión de lo más peculiar. No vio al muchacho por ninguna parte. La chica saca una pelotita igual que aquella del bolsillo. La había encontrado en el medio del campamento y se la había quedado por curiosidad y porque le gusta jugar con su telequinesis con cosas pequeñas como aquella. Era bastante más bonita que una piedra. Ahora serviría como introducción con aquel hombre.
-Disculpe le moleste. Señor Owens, ¿cierto?. -Hace una pequeña reverencia sin quitar un ojo de encima a los movimientos del humano. Un golpe con aquel palo y estaría en serios problemas desde el principio. -Creo que tengo algo que le pertenece y puede ampliar un poco más el juego que está llevando a cabo. -Hace levitar la pequeña bolita hacia la cara de Matthew. -Esperaré a que termine y... Si tiene un momento, me gustaría hablar con usted. -Se retira un poco para que pueda seguir jugando mientras ella espera pacientemente. Ahora que le había encontrado, era la hora de la observación y aprendizaje. No había ninguna prisa en ello.
Karen Engeld
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
Que la seguridad de Ciudad Lagarto era un desastre no era una novedad, de hecho, cualquiera era libre de entrar y salir a su antojo. Quizás el más paranoico era Lazid, en opinión de Matt se le había subido el poder a la cabeza, eso más tener todo el oro de la ciudad en su recamara ponía al lagarto muy nervioso. Pero Owens prefería mantenerse relajado, encerrarse entre cuatro paredes rodeado de guardias no parecía un modo ideal para vivir.
Una de las consecuencias de este modo tan relajado de vivir era que casi cualquiera pudiera llegar a Matthew. Eso tenía sus ventajas y sus desventajas, el lado positivo era que de esa manera conseguía nuevos compañeros y sirvientes de modo muy rápido. La parte negativa es que en más de una oportunidad terminaba en alguna pelea con riesgo de muerte.
Cuando la chica llegó hasta donde estaba el estafador, él siquiera se dio vuelta para mirarla, continuó concentrado mirando la pelota y la dirección en la que quería tirarla. O el menos eso era lo que parecía, bien podía ser una trampa para ver las verdaderas intenciones de la joven, o quizás no, tal vez Matthew solo era un loco sin ningún tipo de plan.
Golpeó la bola y se quedó mirando el trayecto que hacía.
-Oh, por favor no me llames “Señor”, me haces sentir un anciano – La pelota voló lejos y fue a parar a un barril con agua. Solo entonces se dio la vuelta y miro a la joven – A menos que creas que me veo muy mayor ¿Es eso? En verdad esto de estar tanto tiempo en un mismo lugar, con obligaciones y responsabilidades hacen que uno envejezca de pronto – Aunque solo había salido a dar un paseo, Matt siempre se arreglaba bien, estar limpio y prolijo era una de sus mayores preocupaciones.
Miro a la joven de arriba abajo, intentando discernir qué podía llevar a una chica como esa a estar en una Ciudad como esta. No era una prostituta, eso era evidente, pero tampoco parecía ser una adicta, ni ebria “Quizás una ladrona de cierto renombre” pensó Matt.
Cuando vio que hacía levitar la bola levantó una ceja y sonrió de medio lado.
-Con que una hechicera – Agarró lo que le ofrecía y jugó a lanzarla al aire y atraparla mientras hablaban – Te agradezco que trajeras mi bola, se me estaban acabando. Dime ¿Cuáles son tus intenciones? – Puso la pelota en el piso y volvió a darle la espalda para volver a lo que estaba haciendo antes – Hablemos ahora, no puedo asegurarte que dentro de algunos minutos no venga alguien a pedirme algo, o a asesinarme, o a rogarme… O a todo eso junto –
Golpeó la pelota la cual terminó aterrizando en un estofado que estaban preparando al aire libre, cocinar dentro de las carpas podía ser peligroso, a menos que tuvieran una tienda tan grande como la de Matt.
-Si es para ofrecerme tus capacidades como Hechicera, lamento decirte que ya tengo a una – Volvió a darse la vuelta y apoyó el codo en el bastón – Claro que tener más de una no estaría mal, y seguro Eyre se pondría contenta de tener a una compañera que haga magia también – Se quedó pensando en eso mientras peinaba su prolija barba con dos dedos – Pero quizás no era lo que tenías planeado. No vendrás a asesinarme ¿Cierto? Hoy me levanté con un dolor en el cuello de lo más molesto y no estoy de ánimos para ponerme a pelear – Sacó otra bola y la apoyó en el piso, pero esta vez apuntaba en dirección a la muchacha - ¿Qué tan rápida eres con la telequinesis? – No parecía decirlo en tono de amenaza, sino más bien como un niño curioso que no mide las consecuencias de sus acciones.
Una de las consecuencias de este modo tan relajado de vivir era que casi cualquiera pudiera llegar a Matthew. Eso tenía sus ventajas y sus desventajas, el lado positivo era que de esa manera conseguía nuevos compañeros y sirvientes de modo muy rápido. La parte negativa es que en más de una oportunidad terminaba en alguna pelea con riesgo de muerte.
Cuando la chica llegó hasta donde estaba el estafador, él siquiera se dio vuelta para mirarla, continuó concentrado mirando la pelota y la dirección en la que quería tirarla. O el menos eso era lo que parecía, bien podía ser una trampa para ver las verdaderas intenciones de la joven, o quizás no, tal vez Matthew solo era un loco sin ningún tipo de plan.
Golpeó la bola y se quedó mirando el trayecto que hacía.
-Oh, por favor no me llames “Señor”, me haces sentir un anciano – La pelota voló lejos y fue a parar a un barril con agua. Solo entonces se dio la vuelta y miro a la joven – A menos que creas que me veo muy mayor ¿Es eso? En verdad esto de estar tanto tiempo en un mismo lugar, con obligaciones y responsabilidades hacen que uno envejezca de pronto – Aunque solo había salido a dar un paseo, Matt siempre se arreglaba bien, estar limpio y prolijo era una de sus mayores preocupaciones.
- Ropa de Matt (Sin la espada):
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Miro a la joven de arriba abajo, intentando discernir qué podía llevar a una chica como esa a estar en una Ciudad como esta. No era una prostituta, eso era evidente, pero tampoco parecía ser una adicta, ni ebria “Quizás una ladrona de cierto renombre” pensó Matt.
Cuando vio que hacía levitar la bola levantó una ceja y sonrió de medio lado.
-Con que una hechicera – Agarró lo que le ofrecía y jugó a lanzarla al aire y atraparla mientras hablaban – Te agradezco que trajeras mi bola, se me estaban acabando. Dime ¿Cuáles son tus intenciones? – Puso la pelota en el piso y volvió a darle la espalda para volver a lo que estaba haciendo antes – Hablemos ahora, no puedo asegurarte que dentro de algunos minutos no venga alguien a pedirme algo, o a asesinarme, o a rogarme… O a todo eso junto –
Golpeó la pelota la cual terminó aterrizando en un estofado que estaban preparando al aire libre, cocinar dentro de las carpas podía ser peligroso, a menos que tuvieran una tienda tan grande como la de Matt.
-Si es para ofrecerme tus capacidades como Hechicera, lamento decirte que ya tengo a una – Volvió a darse la vuelta y apoyó el codo en el bastón – Claro que tener más de una no estaría mal, y seguro Eyre se pondría contenta de tener a una compañera que haga magia también – Se quedó pensando en eso mientras peinaba su prolija barba con dos dedos – Pero quizás no era lo que tenías planeado. No vendrás a asesinarme ¿Cierto? Hoy me levanté con un dolor en el cuello de lo más molesto y no estoy de ánimos para ponerme a pelear – Sacó otra bola y la apoyó en el piso, pero esta vez apuntaba en dirección a la muchacha - ¿Qué tan rápida eres con la telequinesis? – No parecía decirlo en tono de amenaza, sino más bien como un niño curioso que no mide las consecuencias de sus acciones.
Matthew Owens
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
La diferencia entre los bandidos del campamento y su virrey era insultantemente grande. Mientras aquellos iban con un aseo más bien pobre o inexistente, Matt estaba impoluto. La bruja se sorprendió gratamente al observar aquellas vestimentas. Esperaba un vulgar ladrón, probablemente horrible debido a algún tipo de desfiguración en altercados. Estaba acostumbrada a ello, sus compañeros mercenarios no eran los hombres más apuestos del lugar precisamente. A no ser que te gustaran las narices rotas y las cicatrices horrendas. Aunque Karen no tenía ningún interés en los hombres, entendía que tuviera tantas mujeres alrededor.
El humano no se molestó en girarse durante mucho tiempo, siguió jugando con su palo y su pelota. Aquello era despreocupado, incluso descortés. Pero la joven no se dejó engañar por aquella fachada, aquel hombre estaba sin duda alguna en guardia, atento a sus movimientos. La chica abre bien los ojos, revisa bien todas las direcciones, no era descabellado pensar que podía tener algún agente escondido a la espera de saltar para proteger a su virrey al más mínimo contratiempo.
- Mis disculpas virrey Owens. -Hace una pequeña reverencia. -No quería parecer descortés con mi comentario. -Mira a los ojos al humano para no perderse ni uno solo de sus gestos. -Es descortés que no me haya presentado todavía, mi nombre es Karen, Karen Engeld. Si todo está saliendo como planeo, no habrá oído hablar de mi.
Matt se dispone a jugar con la pelotita, lanzándola arriba y abajo mientras mantienen la conversación. "Tsk. No puedo distraerme con el movimiento de esa estúpida pelota." Hace lo posible por ignorar el movimiento errático del objeto y vuelve a centrar la atención en la cara de aquel humano tan peculiar.
- ¿Mis intenciones? - La muchacha se queda pensativa. Obviamente no podía decirle que lo único que quería era seguirle de cerca para averiguar cómo había conseguido controlar aquella multitud de delincuentes. El hombre siguió hablando, por lo que no contestó al momento, con personas como Matt era mejor leer entre líneas y dejarle hablar. Al final responder más secamente sin dar más información de la que te propones en un inicio.
Ahora la bruja tenía algunos hilos por los que tirar. Sin duda habían intentado asesinarlo varias veces, o aquello era lo que daba a entender. Entonces el "control" no era tan absoluto como había pensado en un principio, seguramente las luchas de poder en aquella pequeña y nueva ciudad estaban a la orden del día. Todos querrían su pedacito. Pero en una sola frase ya había dado a entender que era lo suficientemente fuerte o inteligente para haber salido airoso de aquellos intentos. También había dicho que iban a pedirle y rogarle, lo cual significaba que sin duda tenía bastante influencia y no era un mero títere bajo las alas del verdadero regente de aquel lugar. En tan solo una frase había demostrado su posición y afianzado una amenaza silenciosa.
Tras terminar su palabrería, cuando Karen todavía no había contestado ninguna de sus preguntas y seguía meditando sobre las palabras del humano, este puso una bola en el suelo y apuntó en su dirección. Para acto seguido, preguntar por sus habilidades telequinéticas. La chica se queda impasible, mirándole a los ojos. Sin duda no le costaría nada hacer levitar aquella pelota y metérsela en la boca. Suspira y relaja los hombros.
- Si planeas comprobarlo lanzándome esa pelota, lamento comunicarte que no necesito ser rápida. Solo debo moverla un milímetro y fallarás el tiro. -Se queda pensativa. No era un mal entrenamiento después de todo. -No sé qué requerimientos tenéis con respecto a las hechiceras, pero debo informarle de que tan solo controlo la telequinesis. -Hace una pequeña pausa y añade en voz baja. -Y puedo encender velas si me concentro durante tres minutos... -Desvía la mirada, siempre le había sentado mal no poder controlar algún otro elemento, como los grandes brujos de los libros.
- Lo único que tengo para ofrecerle es un trato. -Hace una pequeña pausa teatral y se acerca al humano. En caso de que quiera disparar, se lo pondrá más fácil. -Le ofrezco mis servicios como mercenaria, aunque no quiero dinero a cambio... Lo que quiero, es otra cosa... ¿Qué me dice? -Deja con la duda al hombre, no quiere desvelar el resto. Plantar la semilla de la curiosidad le parece lo mejor que puede hacer en un momento como ese.
El humano no se molestó en girarse durante mucho tiempo, siguió jugando con su palo y su pelota. Aquello era despreocupado, incluso descortés. Pero la joven no se dejó engañar por aquella fachada, aquel hombre estaba sin duda alguna en guardia, atento a sus movimientos. La chica abre bien los ojos, revisa bien todas las direcciones, no era descabellado pensar que podía tener algún agente escondido a la espera de saltar para proteger a su virrey al más mínimo contratiempo.
- Mis disculpas virrey Owens. -Hace una pequeña reverencia. -No quería parecer descortés con mi comentario. -Mira a los ojos al humano para no perderse ni uno solo de sus gestos. -Es descortés que no me haya presentado todavía, mi nombre es Karen, Karen Engeld. Si todo está saliendo como planeo, no habrá oído hablar de mi.
Matt se dispone a jugar con la pelotita, lanzándola arriba y abajo mientras mantienen la conversación. "Tsk. No puedo distraerme con el movimiento de esa estúpida pelota." Hace lo posible por ignorar el movimiento errático del objeto y vuelve a centrar la atención en la cara de aquel humano tan peculiar.
- ¿Mis intenciones? - La muchacha se queda pensativa. Obviamente no podía decirle que lo único que quería era seguirle de cerca para averiguar cómo había conseguido controlar aquella multitud de delincuentes. El hombre siguió hablando, por lo que no contestó al momento, con personas como Matt era mejor leer entre líneas y dejarle hablar. Al final responder más secamente sin dar más información de la que te propones en un inicio.
Ahora la bruja tenía algunos hilos por los que tirar. Sin duda habían intentado asesinarlo varias veces, o aquello era lo que daba a entender. Entonces el "control" no era tan absoluto como había pensado en un principio, seguramente las luchas de poder en aquella pequeña y nueva ciudad estaban a la orden del día. Todos querrían su pedacito. Pero en una sola frase ya había dado a entender que era lo suficientemente fuerte o inteligente para haber salido airoso de aquellos intentos. También había dicho que iban a pedirle y rogarle, lo cual significaba que sin duda tenía bastante influencia y no era un mero títere bajo las alas del verdadero regente de aquel lugar. En tan solo una frase había demostrado su posición y afianzado una amenaza silenciosa.
Tras terminar su palabrería, cuando Karen todavía no había contestado ninguna de sus preguntas y seguía meditando sobre las palabras del humano, este puso una bola en el suelo y apuntó en su dirección. Para acto seguido, preguntar por sus habilidades telequinéticas. La chica se queda impasible, mirándole a los ojos. Sin duda no le costaría nada hacer levitar aquella pelota y metérsela en la boca. Suspira y relaja los hombros.
- Si planeas comprobarlo lanzándome esa pelota, lamento comunicarte que no necesito ser rápida. Solo debo moverla un milímetro y fallarás el tiro. -Se queda pensativa. No era un mal entrenamiento después de todo. -No sé qué requerimientos tenéis con respecto a las hechiceras, pero debo informarle de que tan solo controlo la telequinesis. -Hace una pequeña pausa y añade en voz baja. -Y puedo encender velas si me concentro durante tres minutos... -Desvía la mirada, siempre le había sentado mal no poder controlar algún otro elemento, como los grandes brujos de los libros.
- Lo único que tengo para ofrecerle es un trato. -Hace una pequeña pausa teatral y se acerca al humano. En caso de que quiera disparar, se lo pondrá más fácil. -Le ofrezco mis servicios como mercenaria, aunque no quiero dinero a cambio... Lo que quiero, es otra cosa... ¿Qué me dice? -Deja con la duda al hombre, no quiere desvelar el resto. Plantar la semilla de la curiosidad le parece lo mejor que puede hacer en un momento como ese.
Karen Engeld
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
El estafador suspiró ante lo de “Virrey Owens”, técnicamente era correcto, pero tantas formalidades no le parecían necesarias. Estaban parados una elevación en medio de una ciudad de ladrones, con dos ebrios (uno posiblemente muerto) tirados a un lado y con Matt jugando a que nada en el mundo le preocupaba. En síntesis, los buenos modales estaban fuera de contexto.
-¡Entonces buen trabajo, Karen Engeld! No tengo la menor idea de quién eres – Dijo muy contento mientras continuaba apuntando hacia ella con la bola – Eso puede significar que eres muy buena escondiendo tus rastros o que eres una completa desconocida – Dijo en tono de pulla el estafador.
El ronquido particularmente largo de uno de los ebrios hizo que Matthew desviara la mirada, mientras Karen seguía hablando el Virrey cambió de objetivo, le pegó a la pelota con mucho menos fuerza, pero con más efecto. La pequeña bola salió rebotando, golpeó contra una piedra y terminó adentro de la boca de uno de los borrachos, el que tenía la cabeza hacía atrás.
-Genial, las velas de mi tienda nunca estarán apagadas Jajaja – Se ríe el estafador apoyándose en el palo – Solo bromeo contigo, tengo mucho respeto por los hechiceros, de verdad. Incluso soy miembro de su universidad, aunque no lo parezca – En realidad había hecho poco y nada en ese sitio, pero técnicamente era alumno.
Se quedó mirando a la chica con una ceja levantada, movió la boca de un lado a otro como si estuviera pensando muy seriamente la situación. La dejo que se acercara, aunque no perdió de vista sus manos por si tenía algún arma, no retrocedió, simplemente la espero hasta que estuvo a pocos centímetros.
-Ya veo, con que quieres otra cosa – Matt no estaba seguro de si Karen lo había dicho a propósito, o si simplemente era muy ingenua “¿Es que todas las hechiceras viven en una burbuja?” pensó el estafador, recordando cómo era Eyre cuando la conoció – Así que.. ¿Hiciste todo ese largo viaje, cruzaste un campamento lleno de bandidos para conocer al Virrey Ladrón solo con la idea de ofrecer tus “servicios”? – Se agachó un poco para poner la cara incómodamente cerca a la de ella – Vaya, vas a hacer que me sonroje – El aliento de Matt olía a hojas de menta, seguramente había estado comiendo dulces hace poco.
Pasó el brazo libre alrededor de la cintura de la joven y con un elegante movimiento hizo que ambos giraran y cambiaran de lugares, ahora era la hechicera la que estaba al borde del precipicio. Owens apretó un poco el agarre, haciendo que sus cuerpos quedaran muy cerca, sin embargo, su mirada no demostraba interés alguno en el cuerpo de la joven, tenía un gesto cariñosamente frío.
-¿Qué es lo que quieres a cambio? ¿Cuáles son los servicios que puedes ofrecerme? Es evidente que no podrás ayudarme con tu fuerza – Señaló sus pequeños brazos – Ni con tus encantos de mujer – La apretó un poco más contra si - ¿Tu magia es muy poderosa entonces? ¿O no? –
Las soltó y le pellizcó una mejilla en un gesto amigable.
-Vamos, vamos ¿Por qué tan seria? Estamos teniendo una charla de negocios, tu me dices qué quieres hacer, que cosas no harías jamás y de acuerdo a eso te digo si me sirves o no – Sonrió mostrando todos los dientes, y la mayoría de las chicas del prostíbulo habían aprendido que esa era una mala señal - ¿Cuánto peso crees que puedas levantar?-
Y le dio un empujón para que cayera por el precipicio.
-¡Entonces buen trabajo, Karen Engeld! No tengo la menor idea de quién eres – Dijo muy contento mientras continuaba apuntando hacia ella con la bola – Eso puede significar que eres muy buena escondiendo tus rastros o que eres una completa desconocida – Dijo en tono de pulla el estafador.
El ronquido particularmente largo de uno de los ebrios hizo que Matthew desviara la mirada, mientras Karen seguía hablando el Virrey cambió de objetivo, le pegó a la pelota con mucho menos fuerza, pero con más efecto. La pequeña bola salió rebotando, golpeó contra una piedra y terminó adentro de la boca de uno de los borrachos, el que tenía la cabeza hacía atrás.
-Genial, las velas de mi tienda nunca estarán apagadas Jajaja – Se ríe el estafador apoyándose en el palo – Solo bromeo contigo, tengo mucho respeto por los hechiceros, de verdad. Incluso soy miembro de su universidad, aunque no lo parezca – En realidad había hecho poco y nada en ese sitio, pero técnicamente era alumno.
Se quedó mirando a la chica con una ceja levantada, movió la boca de un lado a otro como si estuviera pensando muy seriamente la situación. La dejo que se acercara, aunque no perdió de vista sus manos por si tenía algún arma, no retrocedió, simplemente la espero hasta que estuvo a pocos centímetros.
-Ya veo, con que quieres otra cosa – Matt no estaba seguro de si Karen lo había dicho a propósito, o si simplemente era muy ingenua “¿Es que todas las hechiceras viven en una burbuja?” pensó el estafador, recordando cómo era Eyre cuando la conoció – Así que.. ¿Hiciste todo ese largo viaje, cruzaste un campamento lleno de bandidos para conocer al Virrey Ladrón solo con la idea de ofrecer tus “servicios”? – Se agachó un poco para poner la cara incómodamente cerca a la de ella – Vaya, vas a hacer que me sonroje – El aliento de Matt olía a hojas de menta, seguramente había estado comiendo dulces hace poco.
Pasó el brazo libre alrededor de la cintura de la joven y con un elegante movimiento hizo que ambos giraran y cambiaran de lugares, ahora era la hechicera la que estaba al borde del precipicio. Owens apretó un poco el agarre, haciendo que sus cuerpos quedaran muy cerca, sin embargo, su mirada no demostraba interés alguno en el cuerpo de la joven, tenía un gesto cariñosamente frío.
-¿Qué es lo que quieres a cambio? ¿Cuáles son los servicios que puedes ofrecerme? Es evidente que no podrás ayudarme con tu fuerza – Señaló sus pequeños brazos – Ni con tus encantos de mujer – La apretó un poco más contra si - ¿Tu magia es muy poderosa entonces? ¿O no? –
Las soltó y le pellizcó una mejilla en un gesto amigable.
-Vamos, vamos ¿Por qué tan seria? Estamos teniendo una charla de negocios, tu me dices qué quieres hacer, que cosas no harías jamás y de acuerdo a eso te digo si me sirves o no – Sonrió mostrando todos los dientes, y la mayoría de las chicas del prostíbulo habían aprendido que esa era una mala señal - ¿Cuánto peso crees que puedas levantar?-
Y le dio un empujón para que cayera por el precipicio.
Matthew Owens
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
El humano era sin duda muy peculiar. La joven no hacía más que sorprenderse con aquella máscara de seguridad que llevaba. Aunque al parecer tan solo abría la boca para soltar pullas. Eso solo hacía enfadar a Karen, que no supo como reaccionar ante los comentarios del humano. Se esperaba un líder fuerte y capaz, probablemente con mal humor y un carisma extraordinario que fuese capaz de mover grandes masas de gente heterogénea sin ningún problema. En cambio se había encontrado con una especie de bufón caprichoso jugando sobre una colina. Todavía estaba un poco decepcionada con la visión que tenía deltante cuando el hombre dice pertenecer a la universidad de los brujos. "Vaya, eso no me lo esperaba, cuando creo que no puede decepcionarme más, resulta que pertenece a esa universidad de brujos egocéntricos". La muchacha suspira.
Algo bueno que parecía tener Matt es que no se intimidaba fácilmente. No es que la chica tuviera una apariencia de gran luchadora ni nada así, pero acercarse tanto a una desconocida era sin duda una imprudencia importante. A no ser, claro, que tuviera algo en mente... El hombre la agarra de la cintura y la aprieta. Esto la enfada todavía un poco más. Cuando la suelta es todavía peor, le pellizca la mejilla como si no fuera más que una niña pequeña. Estaba a punto de superar el límite de su paciencia cuando se vuelve a reir de ella justo antes de darle un empujón y tirarla de la colina hacia el suelo.
Por supuesto que no podía levitar, era demasiado peso todavía como para levantarlo tan fácilmente usando la telekinesis. Pero lo que sí podía hacer era frenar la caída. Como un gato se da la vuelta y se concentra para frenar la velocidad, terminando con una pequeña y grácil voltereta.
La chica se levanta y se sacude el polvo. Todavía sin mirar hacia arriba desenfunda la espada de su espalda mediante sus poderes y la hace levitar rápidamente hacia el cuello del humano sobre la colina. Presiona lo suficiente como para ver como la hoja se hunde en su garganta sin llegar a cortarle. Respira hondo y la vuelve a retirar.
- Ni siquiera vale una pizca de mi tiempo. -Retira la espada y la enfunda de nuevo. -Además, ya tengo lo que he venido a buscar. -Se da la vuelta y se va por el mismo camino que siguió para llegar hasta allí.
Efectivamente, ya tenía lo que había venido a buscar. Aquellos bandidos tan solo seguían a ese hombre porque las posibilidades de planear una forma de acabar con él eran demasiado pocas. Era muy difícil trazar un plan efectivo contra alguien tan impredecible. Sin duda su carácter caprichoso y violento era lo suficientemente intimidante para mantener a raya cualquier tipo de intento de asesinato. Aquello no era precisamente lo que esperaba encontrar. Quería conocer cómo ser un buen líder, pensaba que encontraría el carisma necesario en aquel que había dominado y mantenido una posición de poder en un lugar como Ciudad Lagarto.
Enfadada se dirige a la salida, sin duda su diario tendría unas cuantas hojas fruto de su enfado. Aprieta el puño mientras piensa en la pérdida de tiempo por la que había pasado.
Algo bueno que parecía tener Matt es que no se intimidaba fácilmente. No es que la chica tuviera una apariencia de gran luchadora ni nada así, pero acercarse tanto a una desconocida era sin duda una imprudencia importante. A no ser, claro, que tuviera algo en mente... El hombre la agarra de la cintura y la aprieta. Esto la enfada todavía un poco más. Cuando la suelta es todavía peor, le pellizca la mejilla como si no fuera más que una niña pequeña. Estaba a punto de superar el límite de su paciencia cuando se vuelve a reir de ella justo antes de darle un empujón y tirarla de la colina hacia el suelo.
Por supuesto que no podía levitar, era demasiado peso todavía como para levantarlo tan fácilmente usando la telekinesis. Pero lo que sí podía hacer era frenar la caída. Como un gato se da la vuelta y se concentra para frenar la velocidad, terminando con una pequeña y grácil voltereta.
La chica se levanta y se sacude el polvo. Todavía sin mirar hacia arriba desenfunda la espada de su espalda mediante sus poderes y la hace levitar rápidamente hacia el cuello del humano sobre la colina. Presiona lo suficiente como para ver como la hoja se hunde en su garganta sin llegar a cortarle. Respira hondo y la vuelve a retirar.
- Ni siquiera vale una pizca de mi tiempo. -Retira la espada y la enfunda de nuevo. -Además, ya tengo lo que he venido a buscar. -Se da la vuelta y se va por el mismo camino que siguió para llegar hasta allí.
Efectivamente, ya tenía lo que había venido a buscar. Aquellos bandidos tan solo seguían a ese hombre porque las posibilidades de planear una forma de acabar con él eran demasiado pocas. Era muy difícil trazar un plan efectivo contra alguien tan impredecible. Sin duda su carácter caprichoso y violento era lo suficientemente intimidante para mantener a raya cualquier tipo de intento de asesinato. Aquello no era precisamente lo que esperaba encontrar. Quería conocer cómo ser un buen líder, pensaba que encontraría el carisma necesario en aquel que había dominado y mantenido una posición de poder en un lugar como Ciudad Lagarto.
Enfadada se dirige a la salida, sin duda su diario tendría unas cuantas hojas fruto de su enfado. Aprieta el puño mientras piensa en la pérdida de tiempo por la que había pasado.
Karen Engeld
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
Los gestos de enfado en el rostro de Karen eran una buena señal para Matt, y es que el estafador se la pasaba genial haciendo enojar a las personas, encontrar qué era lo que más irritaba a cada integrante de la ciudad era de sus pasatiempos favoritos. ¿Por qué se comportaba de esa manera? El moreno sufría de aburrimiento crónico, y desde que se veía obligado a pasar todos sus días en la misma ciudad sus malos hábitos se habían potenciado.
El estafador se quedó mirando en el borde del precipicio, a ver si Karen lograba flotar o si se estrellaba contra el piso. No era una altura que pudiera causarle un daño mortal, a lo mucho algunos huesos rotos, nada de qué preocuparse “Quizás necesita más distancia para poder concentrarse y detenerse a tiempo” pensó Matthew como si la posibilidad de que la chica se matara no fuera algo relevante.
Por fortuna, la chica pudo detener la caída, Owens le sonrió y aplaudió.
-Bravo, eso estuvo maravilloso ¿Quieres intentarlo de nuevo? – Vio que sacaba la espada y supuso que se venía el contraataque. El arma salió volando directo al cuello del humano, se sorprendió ligeramente lo cual hizo que su mano reaccionara y lanzara una de las dagas invisibles que llevaba siempre en el cinturón, la misma atravesó el abrigo de Karen – Vaya, fallé – Dijo Matt sonriendo.
Owens se la estaba pasando muy bien, había sido un buen modo de salir de la rutina, y gracias a la joven hechicera hacía ya varios minutos que no pensaba en los molestos problemas que se cernían sobre la ciudad. Cuando vio que se daba la vuelta para irse, su sonrisa desapareció, frunció el entrecejo, desconcertado porque según su visión ambos se la estaban pasando de maravilla.
Rápidamente pensó en como revertir el asunto.
-Así que, al final, no tenías lo necesario ¿Eh? – Si no podía captar su atención por medio del juego, lo haría por el enojo, y si eso no funcionaba, la amenaza – Por un segundo creí que estabas hecha para este trabajo, pero es evidente que me equivoque. Que decepción. Los magos son todos muy flojos – Matthew no tenía idea de si era ese tipo de hechiceros que defendía los ideales de su raza, pero no perdía nada intentándolo – Con razón se ven obligados a vivir todos apiñados en una isla mugrosa –
El estafador caminó hasta el borde del precipicio, y eligiendo uno de los costados que no estaba tan empinado, bajó deslizándose para estar a la misma altura que la chica. Agarró la daga que le había arrojado, era sumamente difícil de ver, pero gracias a que había enganchado un trozo de tela del abrigo de la joven había podido discernir donde estaba.
-Vete entonces, corre a tu isla, o a Lunargenta, o a donde carajo vayas – Se cruzó de brazos y le sonrió con altivez – No hay lugar para débiles en Ciudad Lagarto – Le guiñó un ojo y dejo escapar una carcajada.
Jugar el papel de malo siempre era divertido, Matt llevaba muchos años practicándolo, y, modestia aparte, consideraba que le salía bastante bien. Las personas tenían una idea bastante clara de cómo tenía que ser un villano, y mucho más el Virrey de los bandidos, así que era tan sencillo como tomar todas esas ideas preconcebidas y agruparlas en la imagen de un solo hombre: Matthew.
El estafador se quedó mirando en el borde del precipicio, a ver si Karen lograba flotar o si se estrellaba contra el piso. No era una altura que pudiera causarle un daño mortal, a lo mucho algunos huesos rotos, nada de qué preocuparse “Quizás necesita más distancia para poder concentrarse y detenerse a tiempo” pensó Matthew como si la posibilidad de que la chica se matara no fuera algo relevante.
Por fortuna, la chica pudo detener la caída, Owens le sonrió y aplaudió.
-Bravo, eso estuvo maravilloso ¿Quieres intentarlo de nuevo? – Vio que sacaba la espada y supuso que se venía el contraataque. El arma salió volando directo al cuello del humano, se sorprendió ligeramente lo cual hizo que su mano reaccionara y lanzara una de las dagas invisibles que llevaba siempre en el cinturón, la misma atravesó el abrigo de Karen – Vaya, fallé – Dijo Matt sonriendo.
Owens se la estaba pasando muy bien, había sido un buen modo de salir de la rutina, y gracias a la joven hechicera hacía ya varios minutos que no pensaba en los molestos problemas que se cernían sobre la ciudad. Cuando vio que se daba la vuelta para irse, su sonrisa desapareció, frunció el entrecejo, desconcertado porque según su visión ambos se la estaban pasando de maravilla.
Rápidamente pensó en como revertir el asunto.
-Así que, al final, no tenías lo necesario ¿Eh? – Si no podía captar su atención por medio del juego, lo haría por el enojo, y si eso no funcionaba, la amenaza – Por un segundo creí que estabas hecha para este trabajo, pero es evidente que me equivoque. Que decepción. Los magos son todos muy flojos – Matthew no tenía idea de si era ese tipo de hechiceros que defendía los ideales de su raza, pero no perdía nada intentándolo – Con razón se ven obligados a vivir todos apiñados en una isla mugrosa –
El estafador caminó hasta el borde del precipicio, y eligiendo uno de los costados que no estaba tan empinado, bajó deslizándose para estar a la misma altura que la chica. Agarró la daga que le había arrojado, era sumamente difícil de ver, pero gracias a que había enganchado un trozo de tela del abrigo de la joven había podido discernir donde estaba.
-Vete entonces, corre a tu isla, o a Lunargenta, o a donde carajo vayas – Se cruzó de brazos y le sonrió con altivez – No hay lugar para débiles en Ciudad Lagarto – Le guiñó un ojo y dejo escapar una carcajada.
Jugar el papel de malo siempre era divertido, Matt llevaba muchos años practicándolo, y, modestia aparte, consideraba que le salía bastante bien. Las personas tenían una idea bastante clara de cómo tenía que ser un villano, y mucho más el Virrey de los bandidos, así que era tan sencillo como tomar todas esas ideas preconcebidas y agruparlas en la imagen de un solo hombre: Matthew.
Matthew Owens
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
Karen ya estaba volviendo sobre sus pasos, pensando por qué lugar había llegado para no extraviarse en aquel laberinto de tiendas y bandidos. Obviamente aquellos que la habían visto llegar la miraban, seguramente pensando que la habían rechazado por ser débil. Llevaba muy poco tiempo allí como para tener ya un encargo por parte del mismísimo Virrey. Así que para salir seguramente se tendría que enfrentar a algunos de aquellos bastardos prepotentes.
No se había dado cuenta de que su abrigo tenía un pequeño agujero "Eso no estaba ahí cuando la limpié después de caer... ¿como...?" La chica se gira en el momento preciso para ver como Matt, que había descendido desde la cima de la colina, se agacha para recoger algo del suelo. "Oh. Así que eso era." No sabía con exactitud qué era lo que el humano había lanzado, pero sí se hacía una idea al respecto.
Las palabras que el humano había proferido antes de descender de su posición no habían hecho mella en la joven. Al fin y al cabo las había achacado al orgullo herido de aquel humano que estaba por encima de los bandidos. Acostumbrado seguramente a que sus deseos se lleven a cabo con la mayor premura posible, el hecho de tener una negativa tan rápida por parte de aquella persona a la que ponía a prueba, seguramente le había desconcertado. Herido su orgullo masculino. Además... Meterse con los brujos del Hekshold es uno de mis mayores pasatiempos. Aunque nunca había oído referirse a la universidad con el nombre de isla mugrosa. Eso sí hizo gracia a la bruja, que mientras se iba tuvo que contener una carcajada.
- Oh, ¿no hay lugar para débiles en Ciudad Lagarto? -Mira al humano a los ojos y se acerca unos pasos a él. Tan solo para desviarse un par de metros hacia donde estaba el bandido que la acosó antes de subir. -¿Entonces... qué hace este imbécil en la ciudad todavía? -Señala al hombre sin mirarle. La espada de su cadera, Despedida, va volando hacia su mano derecha, acercando la punta al cuello del bandido. -¿Qué te parece si de paso que me voy de la ciudad... Me lo llevo conmigo? -Guiña un ojo a Matt y le sonríe. -Podría llevarme a unos cuantos más.
Con esto, se aseguraba de que todos aquellos mirones, aquellos bandoleros y ladrones que la observaban con ojos depredadores no la molestasen mientras salía de la ciudad. Sin duda, el virrey era un hombre peculiar. Aquellos juegos para mantenerle entretenido mientras a su vez la ponían a prueba desde todos los ángulos, habían sido extrañamente inteligentes. Pero por otro lado la pequeña pataleta cuando ella no se prestó a seguir con el juego era más propia de un niño pequeño... O un hombre despechado. Cuántas veces habría escuchado "Pues no eres tan guapa como te crees" al rechazar a un hombre. Era uno de los motivos por los que los odiaba. Se gira de nuevo hacia Matt.
- Todos los hombres sois iguales, cuando alguien no sigue vuestro juego, pasáis al desprecio. -Hace una pequeña pausa. -Si quisiera trabajar para un líder infantil y caprichoso, me volvería a Lunargenta. -Retira la punta de la espada de la garganta del bandido, que suelta un suspiro de alivio.
La joven se queda delante de Matt, esperando que sus palabras le hagan enfadar, como sus actos habían hecho con ella hacía tan solo unos instantes.
No se había dado cuenta de que su abrigo tenía un pequeño agujero "Eso no estaba ahí cuando la limpié después de caer... ¿como...?" La chica se gira en el momento preciso para ver como Matt, que había descendido desde la cima de la colina, se agacha para recoger algo del suelo. "Oh. Así que eso era." No sabía con exactitud qué era lo que el humano había lanzado, pero sí se hacía una idea al respecto.
Las palabras que el humano había proferido antes de descender de su posición no habían hecho mella en la joven. Al fin y al cabo las había achacado al orgullo herido de aquel humano que estaba por encima de los bandidos. Acostumbrado seguramente a que sus deseos se lleven a cabo con la mayor premura posible, el hecho de tener una negativa tan rápida por parte de aquella persona a la que ponía a prueba, seguramente le había desconcertado. Herido su orgullo masculino. Además... Meterse con los brujos del Hekshold es uno de mis mayores pasatiempos. Aunque nunca había oído referirse a la universidad con el nombre de isla mugrosa. Eso sí hizo gracia a la bruja, que mientras se iba tuvo que contener una carcajada.
- Oh, ¿no hay lugar para débiles en Ciudad Lagarto? -Mira al humano a los ojos y se acerca unos pasos a él. Tan solo para desviarse un par de metros hacia donde estaba el bandido que la acosó antes de subir. -¿Entonces... qué hace este imbécil en la ciudad todavía? -Señala al hombre sin mirarle. La espada de su cadera, Despedida, va volando hacia su mano derecha, acercando la punta al cuello del bandido. -¿Qué te parece si de paso que me voy de la ciudad... Me lo llevo conmigo? -Guiña un ojo a Matt y le sonríe. -Podría llevarme a unos cuantos más.
Con esto, se aseguraba de que todos aquellos mirones, aquellos bandoleros y ladrones que la observaban con ojos depredadores no la molestasen mientras salía de la ciudad. Sin duda, el virrey era un hombre peculiar. Aquellos juegos para mantenerle entretenido mientras a su vez la ponían a prueba desde todos los ángulos, habían sido extrañamente inteligentes. Pero por otro lado la pequeña pataleta cuando ella no se prestó a seguir con el juego era más propia de un niño pequeño... O un hombre despechado. Cuántas veces habría escuchado "Pues no eres tan guapa como te crees" al rechazar a un hombre. Era uno de los motivos por los que los odiaba. Se gira de nuevo hacia Matt.
- Todos los hombres sois iguales, cuando alguien no sigue vuestro juego, pasáis al desprecio. -Hace una pequeña pausa. -Si quisiera trabajar para un líder infantil y caprichoso, me volvería a Lunargenta. -Retira la punta de la espada de la garganta del bandido, que suelta un suspiro de alivio.
La joven se queda delante de Matt, esperando que sus palabras le hagan enfadar, como sus actos habían hecho con ella hacía tan solo unos instantes.
Karen Engeld
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
No solo no la hacía enojar, sino que además parecía muy divertida, el humano no sabía si tomarlo como una derrota o una victoria, al fin y al cabo, había logrado que se quedara un poco más. Cuando la vio acercarse el estafador se quedo con las manos apoyadas al costado de la cadera, en parte por comodidad, y en parte porque así tenía las manos más cerca de sus dagas invisibles.
Por suerte para Matt, no fue su turno de ser amenazado, el arma de la hechicera fue en esta oportunidad hacia otro de los ladrones que se encontraba cerca. Owens miró a la chica y levantó una ceja, interrogante.
-¿Qué tienes contra los cuellos de las personas? – Dijo Matthew con absoluta seriedad – En verdad, deberías tomarlo con más calma – Se acercó y le dio algunos golpecitos con el dedo a la espada – Para empezar, resulta bastante mal educado que llegues a nuestra ciudad amenazando a todo el mundo y exigiendo cierto tipo de trato o consideración – Se cruzó de brazos y agrego – Por otro lado ¿Quién dijo que yo hablaba de tu fuerza física? –
Era el dialogo más coherente que había tenido el Virrey en bastante tiempo, era como si su mente tuviera un leve momento de lucidez, y trabajaba a toda velocidad para poner en su sitio a la chica loca que había salido de la nada amenazando de muerte a todo el mundo. Apoyó un dedo en medio del pecho de la joven y mientras hablaba la empujaba con él.
-¿Tu qué sabes sobre Sam? Sobre su vida, sobre las cosas que tuvo que pasar hasta que llego aquí, cuantas cosas tuvo que superar, a cuanta gente tuvo que perder y aun así continuar – Suspiró enojado – Es típico de los de tu raza, se creen superiores a los humanos solo porque pueden hacer luces de colores – Revoleó los ojos y movió las manos como si conjurara algo pero de modo burlón – O apoyar espadas en los cuellos de las personas, claro –
El pobre bandido que se había visto envuelto en la discusión de Karen y Matt no sabía hacía donde mirar, pasaba la vista de uno a otro, intentando llegar a la conclusión de a cuál de los dos le tenía más miedo. Si bien el Virrey lo estaba defendiendo, todo el mundo sabía que las acciones del estafador no tenían lógica alguna, en un momento te trataba con camarería y al siguiente te rebanaba el cuello.
-¿Todos los hombres somos iguales? Busca una mejor excusa para justificar tu falta de capacidad, Niña. Tu sabes tanto sobre hombres como yo de cocina – La miraba con fría indiferencia, como si la existencia de la muchacha valiera poco y nada - ¿A qué esperas entonces? Vete con tu querido Rey Siegfried, seguro él va a saber valorarte cómo crees que te mereces, en Lunargenta se les da muy bien eso de darles cargos a los incompetentes –
-Emmm… Disculpen pero… Yo no me llamo Sam… - Dijo tímidamente el ladrón, aliviado de que la espada no estuviera ya sobre su cuello.
-… - Matt continuó con gesto serio unos segundos más, finalmente suspiro – Me acabas de arruinar toda la representación, Rod – El sujeto se puso pálido y comenzó a retroceder – Siquiera te di unas líneas para que dijeras, lo único que tenías que hacer es estarte quieto y callado ¿Es acaso mucho pedir que cierres el pico durante diez segundos? –
-No… Yo… Es que… -
-Ya, déjalo, ya esta arruinado – Matt hizo un gesto dramático mientras se tapaba la cara con una mano – No se puede hacer nada, estoy rodeado de personas que no tienen ni un mínimo de noción sobre lo que es una buena actuación – Suspiro cansado y miró finalmente a Karen, sonriéndole – Disculpa por eso, Rod es nuevo en esto. Ains, me siento terrible, equivocarnos en algo tan básico – Le dio unas palmadas en el hombro a la joven hechicera - ¿Quieres beber algo? Hace un buen tiempo ya que estamos parados bajo el sol, de seguro debes tener sed ¿Cierto? – No había ni el más mínimo rastro de enojo en las acciones o las palabras del Virrey, sinceramente parecía ser otra persona.
Por suerte para Matt, no fue su turno de ser amenazado, el arma de la hechicera fue en esta oportunidad hacia otro de los ladrones que se encontraba cerca. Owens miró a la chica y levantó una ceja, interrogante.
-¿Qué tienes contra los cuellos de las personas? – Dijo Matthew con absoluta seriedad – En verdad, deberías tomarlo con más calma – Se acercó y le dio algunos golpecitos con el dedo a la espada – Para empezar, resulta bastante mal educado que llegues a nuestra ciudad amenazando a todo el mundo y exigiendo cierto tipo de trato o consideración – Se cruzó de brazos y agrego – Por otro lado ¿Quién dijo que yo hablaba de tu fuerza física? –
Era el dialogo más coherente que había tenido el Virrey en bastante tiempo, era como si su mente tuviera un leve momento de lucidez, y trabajaba a toda velocidad para poner en su sitio a la chica loca que había salido de la nada amenazando de muerte a todo el mundo. Apoyó un dedo en medio del pecho de la joven y mientras hablaba la empujaba con él.
-¿Tu qué sabes sobre Sam? Sobre su vida, sobre las cosas que tuvo que pasar hasta que llego aquí, cuantas cosas tuvo que superar, a cuanta gente tuvo que perder y aun así continuar – Suspiró enojado – Es típico de los de tu raza, se creen superiores a los humanos solo porque pueden hacer luces de colores – Revoleó los ojos y movió las manos como si conjurara algo pero de modo burlón – O apoyar espadas en los cuellos de las personas, claro –
El pobre bandido que se había visto envuelto en la discusión de Karen y Matt no sabía hacía donde mirar, pasaba la vista de uno a otro, intentando llegar a la conclusión de a cuál de los dos le tenía más miedo. Si bien el Virrey lo estaba defendiendo, todo el mundo sabía que las acciones del estafador no tenían lógica alguna, en un momento te trataba con camarería y al siguiente te rebanaba el cuello.
-¿Todos los hombres somos iguales? Busca una mejor excusa para justificar tu falta de capacidad, Niña. Tu sabes tanto sobre hombres como yo de cocina – La miraba con fría indiferencia, como si la existencia de la muchacha valiera poco y nada - ¿A qué esperas entonces? Vete con tu querido Rey Siegfried, seguro él va a saber valorarte cómo crees que te mereces, en Lunargenta se les da muy bien eso de darles cargos a los incompetentes –
-Emmm… Disculpen pero… Yo no me llamo Sam… - Dijo tímidamente el ladrón, aliviado de que la espada no estuviera ya sobre su cuello.
-… - Matt continuó con gesto serio unos segundos más, finalmente suspiro – Me acabas de arruinar toda la representación, Rod – El sujeto se puso pálido y comenzó a retroceder – Siquiera te di unas líneas para que dijeras, lo único que tenías que hacer es estarte quieto y callado ¿Es acaso mucho pedir que cierres el pico durante diez segundos? –
-No… Yo… Es que… -
-Ya, déjalo, ya esta arruinado – Matt hizo un gesto dramático mientras se tapaba la cara con una mano – No se puede hacer nada, estoy rodeado de personas que no tienen ni un mínimo de noción sobre lo que es una buena actuación – Suspiro cansado y miró finalmente a Karen, sonriéndole – Disculpa por eso, Rod es nuevo en esto. Ains, me siento terrible, equivocarnos en algo tan básico – Le dio unas palmadas en el hombro a la joven hechicera - ¿Quieres beber algo? Hace un buen tiempo ya que estamos parados bajo el sol, de seguro debes tener sed ¿Cierto? – No había ni el más mínimo rastro de enojo en las acciones o las palabras del Virrey, sinceramente parecía ser otra persona.
Matthew Owens
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
La joven no daba crédito a lo que veía. Matt se había acercado a ella, dándole unos toquecitos a su espada sin ningún tipo de muestra de sentirse amenazado. Su forma de ser había cambiado completamente.
Karen baja el arma, todavía procesando que aquel hombre que parecía un auténtico lunático tan solo unos segundos antes, le estuviera dando una lección de comportamiento. No tenía ningún sentido, desconcertada mira hacia Sam. Iba a decir algo en su defensa cuando el dedo índice de Matthew la descoloca completamente. La chica retrocede un paso por cada uno de los toques del humano. Sin terminar de procesar todavía la situación. Todo estaba sucediendo demasiado deprisa. Apenas tenía un momento para reaccionar.
- Pe-pero y-yo... -La chica comienza a tartamudear, toda aquella fachada de chica dura se desmorona poco a poco. Llega a ser visible la adolescente que viaja sola tras haber huído de casa en pos de un héroe de su infancia. Tan solo duró unos pocos segundos. La chica se recompone y encara a Matt.
-Escúchame bien, puede que no sepa nada acerca de Sam. Pero lo que sí sé es que es un bandido baboso que me ha seguido a lo largo del campamento con quien sabe qué pernicioso fin. -Señala a Sam, acusatoriamente. -Y, por descontado, tampoco sabes qué me trae a mi aquí ni lo que he vivido, así que puedes guardarte el sermón para quien le interese. -La chica se cruza de hombros mientras la espada se enfunda sola en su cadera. Sabía que Matt tenía razón, pero jamás lo mostraría ni lo diría en voz alta.
Estaba cansándose de la discusión y las ganas de golpear a aquel hombre eran cada vez mayores, ¿quien se creía para tener el derecho de tratarla como una niña pequeña?. Aunque, por suerte para ella y su mal humor Sam interrumpe la discusión. De un segundo al siguiente había pasado de llamarse Sam, a llamarse Rod. Karen mira intermitentemente primero a Matt y después al bandido. El humano suspira y habla de algún tipo de representación.
Karen respira hondo y apenas consigue reprimir una carcajada al escuchar las palabras de indignación de Matt. Se tapa la boca con el dorso de la mano. No entendía nada, pero el humano ya no parecía interesado en seguir sermonenado a la bruja. De nuevo se cruzan sus miradas, pero esta vez, el humano le dedica una sonrisa. "Sé que no puedo fiarme de él... Y mucho menos de esa sonrisa." Había aprendido la lección cuando la empujó desde la colina. Matt se acerca y le da unas palmaditas en el hombro, tan solo para ofrecerle algo de beber a continuación. Era obvio que quería que le siguiera.
La chica dedica una última mirada hacia el bandido antes de seguir a Matt. Parecía aliviado de ver como se alejaban poco a poco. Seguramente habría temido por su vida mucho más en este momento que en cualquier asalto que haya hecho con anterioridad.
- Estaré encantada de acompañarle. Le agradezco la oferta. -Asiente con la cabeza y le devuelve la sonrisa al humano.
No tenía nada mejor que hacer, en realidad. No perdía nada acompañando a aquel hombre, y cuanto menos sería una buena oportunidad para analizar más tranquilamente a Matt. Era sin duda uno de los hombres más peculiares que había conocido. Mientras no bajase la guardia, todo estaría bien.
Karen baja el arma, todavía procesando que aquel hombre que parecía un auténtico lunático tan solo unos segundos antes, le estuviera dando una lección de comportamiento. No tenía ningún sentido, desconcertada mira hacia Sam. Iba a decir algo en su defensa cuando el dedo índice de Matthew la descoloca completamente. La chica retrocede un paso por cada uno de los toques del humano. Sin terminar de procesar todavía la situación. Todo estaba sucediendo demasiado deprisa. Apenas tenía un momento para reaccionar.
- Pe-pero y-yo... -La chica comienza a tartamudear, toda aquella fachada de chica dura se desmorona poco a poco. Llega a ser visible la adolescente que viaja sola tras haber huído de casa en pos de un héroe de su infancia. Tan solo duró unos pocos segundos. La chica se recompone y encara a Matt.
-Escúchame bien, puede que no sepa nada acerca de Sam. Pero lo que sí sé es que es un bandido baboso que me ha seguido a lo largo del campamento con quien sabe qué pernicioso fin. -Señala a Sam, acusatoriamente. -Y, por descontado, tampoco sabes qué me trae a mi aquí ni lo que he vivido, así que puedes guardarte el sermón para quien le interese. -La chica se cruza de hombros mientras la espada se enfunda sola en su cadera. Sabía que Matt tenía razón, pero jamás lo mostraría ni lo diría en voz alta.
Estaba cansándose de la discusión y las ganas de golpear a aquel hombre eran cada vez mayores, ¿quien se creía para tener el derecho de tratarla como una niña pequeña?. Aunque, por suerte para ella y su mal humor Sam interrumpe la discusión. De un segundo al siguiente había pasado de llamarse Sam, a llamarse Rod. Karen mira intermitentemente primero a Matt y después al bandido. El humano suspira y habla de algún tipo de representación.
Karen respira hondo y apenas consigue reprimir una carcajada al escuchar las palabras de indignación de Matt. Se tapa la boca con el dorso de la mano. No entendía nada, pero el humano ya no parecía interesado en seguir sermonenado a la bruja. De nuevo se cruzan sus miradas, pero esta vez, el humano le dedica una sonrisa. "Sé que no puedo fiarme de él... Y mucho menos de esa sonrisa." Había aprendido la lección cuando la empujó desde la colina. Matt se acerca y le da unas palmaditas en el hombro, tan solo para ofrecerle algo de beber a continuación. Era obvio que quería que le siguiera.
La chica dedica una última mirada hacia el bandido antes de seguir a Matt. Parecía aliviado de ver como se alejaban poco a poco. Seguramente habría temido por su vida mucho más en este momento que en cualquier asalto que haya hecho con anterioridad.
- Estaré encantada de acompañarle. Le agradezco la oferta. -Asiente con la cabeza y le devuelve la sonrisa al humano.
No tenía nada mejor que hacer, en realidad. No perdía nada acompañando a aquel hombre, y cuanto menos sería una buena oportunidad para analizar más tranquilamente a Matt. Era sin duda uno de los hombres más peculiares que había conocido. Mientras no bajase la guardia, todo estaría bien.
Karen Engeld
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
Una de las técnicas favoritas de Matt era el cambiar aleatoriamente de emoción para desorientar a las personas, funcionaba dos o tres veces, luego de eso la mayoría se daba cuenta que era una jugarreta tramposa del estafador. Pero al ser Karen tan joven y en cierto modo inocente, el cambio de tema salió a la perfección, Owens vio cómo se desmoronaba su fachada “Es una niña al fin y al cabo”
-Jajaja, de acuerdo, me guardare mis sermones – Pasó un brazo por arriba de los hombros de la joven y comenzó a caminar – Ahora que estamos solos… - Bajó un poco la voz – Aquí entre nos, es cierto que Rod es un poco pervertido – Le guiño un ojo y agregó – Pero si te pregunta, yo no dije nada –
Guio a Karen por el campamento, la jornada laboral estaba en pleno apogeo, así que los bandidos en su mayoría estaban ocupados en alguna tarea. Ciertamente las ocupaciones de un enorme grupo de ladrones no eran las mismas que las que tenían un conjunto de ciudadanos normales.
Para empezar todo parecía estar mucho más desordenado y sucio, las personas se quedaban tiradas en el primer lugar que encontraban, y el resto de la gente simplemente los esquivaba o pasaba por arriba de ellos. Las peleas parecían ser algo cotidiano y casi hasta promovido, nadie hacía nada por detenerlas, en cuanto dos o más personas comenzaban a pelearse, otras tantas se ponían a su alrededor y comenzaban a alentarlos para que continuaran.
Las mujeres del lugar eran un capítulo aparte.
No habían tantas dando vueltas, y las que estaban por allí pululando se encontraban o ejerciendo su oficio, o sufriéndolo. Las que no se encontraban desnudas parecían mimetizarse con el ambiente, adoptando muchas de las costumbres de los bandidos, incluso las menos femeninas.
-Veo que pasamos nuevamente al tono formal – Soltó a la muchacha y se cruzó de brazos – No creo que sea necesario... - La miró de arriba a abajo - Aunque es cierto que te ves muy joven ¿Cuántos años tienes? Comienzo a sentirme como un Señor - Levantó la vista hacia el cielo en tono dramático.
Pronto llegaron a una gran carpa, en cuanto se cruzaba la entrada podía notarse la diferencia en el ambiente, todo parecía ser más relajado, con piso de alfombra, muebles bien decorados y olor a incienso en el ambiente. Matt le hizo una señal para que fueran a una de las esquinas que estaba libre, había almohadas de distintos tamaños alrededor de una mesa muy baja.
-Ponte cómoda. Empecemos de nuevo - Hizo una señal para que les traigan algo de beber - Tendrás que disculparme, estaba pensando en unos problemas serios que tenemos en la ciudad y, bueno... Es algo complicado, no quiero aburrirte - Una de las muchachas acercó una tetera y dos tazas, luego se fue sin decir nada. Fue Matt quien sirvió el té para ambos - Pareces ser una muchacha de bien, no me imagino cómo pudiste desviarte tanto de tu camino como para terminar aquí - Owens estaba de piernas cruzadas y sosteniendo la pequeña taza con una mano - A menos que tu plan fuera el llegar a este punto para así poder atacarme cuando estuviéramos solos - Parecía bromear, aunque un brillo cruzó su mirada durante un segundo.
-Jajaja, de acuerdo, me guardare mis sermones – Pasó un brazo por arriba de los hombros de la joven y comenzó a caminar – Ahora que estamos solos… - Bajó un poco la voz – Aquí entre nos, es cierto que Rod es un poco pervertido – Le guiño un ojo y agregó – Pero si te pregunta, yo no dije nada –
Guio a Karen por el campamento, la jornada laboral estaba en pleno apogeo, así que los bandidos en su mayoría estaban ocupados en alguna tarea. Ciertamente las ocupaciones de un enorme grupo de ladrones no eran las mismas que las que tenían un conjunto de ciudadanos normales.
Para empezar todo parecía estar mucho más desordenado y sucio, las personas se quedaban tiradas en el primer lugar que encontraban, y el resto de la gente simplemente los esquivaba o pasaba por arriba de ellos. Las peleas parecían ser algo cotidiano y casi hasta promovido, nadie hacía nada por detenerlas, en cuanto dos o más personas comenzaban a pelearse, otras tantas se ponían a su alrededor y comenzaban a alentarlos para que continuaran.
Las mujeres del lugar eran un capítulo aparte.
No habían tantas dando vueltas, y las que estaban por allí pululando se encontraban o ejerciendo su oficio, o sufriéndolo. Las que no se encontraban desnudas parecían mimetizarse con el ambiente, adoptando muchas de las costumbres de los bandidos, incluso las menos femeninas.
-Veo que pasamos nuevamente al tono formal – Soltó a la muchacha y se cruzó de brazos – No creo que sea necesario... - La miró de arriba a abajo - Aunque es cierto que te ves muy joven ¿Cuántos años tienes? Comienzo a sentirme como un Señor - Levantó la vista hacia el cielo en tono dramático.
Pronto llegaron a una gran carpa, en cuanto se cruzaba la entrada podía notarse la diferencia en el ambiente, todo parecía ser más relajado, con piso de alfombra, muebles bien decorados y olor a incienso en el ambiente. Matt le hizo una señal para que fueran a una de las esquinas que estaba libre, había almohadas de distintos tamaños alrededor de una mesa muy baja.
-Ponte cómoda. Empecemos de nuevo - Hizo una señal para que les traigan algo de beber - Tendrás que disculparme, estaba pensando en unos problemas serios que tenemos en la ciudad y, bueno... Es algo complicado, no quiero aburrirte - Una de las muchachas acercó una tetera y dos tazas, luego se fue sin decir nada. Fue Matt quien sirvió el té para ambos - Pareces ser una muchacha de bien, no me imagino cómo pudiste desviarte tanto de tu camino como para terminar aquí - Owens estaba de piernas cruzadas y sosteniendo la pequeña taza con una mano - A menos que tu plan fuera el llegar a este punto para así poder atacarme cuando estuviéramos solos - Parecía bromear, aunque un brillo cruzó su mirada durante un segundo.
Matthew Owens
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
Que aquel hombre pasara el brazo por sus hombros no le daba confianza, aquello seguramente fuera un truco para ganarse su confianza. Debía seguir teniendo cuidado y no bajar la guardia en ningún momento. No era un lugar en el que se pudiera permitir algo así.
Matthew baja la voz y le da la razón a la chica sobre la perversión de Rod. Enarca una ceja, está segura de que aquello también es una treta. ¿Qué le importaría a aquel hombre que los bandidos de la ciudad sean unos pervertidos? Si estaba en lo cierto, en aquel lugar no había ninguna ley que prohibiera ese tipo de comportamiento. Debía ser también para ganarse su confianza. No pintaba nada bien... Cada vez estaba más tensa.
Los bandidos se dedicaban a pelear entre ellos, al menos los que no estaban tirados por el suelo o borrachos en alguna esquina. La joven supuso que era la situación habitual en Ciudad Lagarto. Tal vez ir allí en busca de un trabajo que le de algunos aeros de más para proseguir con su viaje no era la mejor idea. De todas formas le serviría para recabar información sobre el lugar y sus gentes. La información era esencial en el campo de batalla.
La carpa hacia la que la dirige el virrey era sumamente diferente de las demás, cálida, decorada con buen gusto. Sin darse cuenta la joven se relaja en el acto, bajando la guardia inconscientemente. Aquel lugar parecía un pequeño oasis en medio del caos. Matthew la dirige a una esquina rodeada de almohadones y una mesita. Karen deja sus armas a su lado, junto con su abrigo y se sienta cómodamente. Suelta un hondo suspiro y mira a su alrededor con curiosidad. Sin duda aquel humano tenía buen gusto para la decoración. O al menos se rodeaba de personas que sí lo tenían.
Todos los actos de aquel hombre parecían terriblemente calculados, incluso su forma de servir el té era exquisita. No esperaba encontrarse algo así en Ciudad Lagarto. Donde todo parecía caótico y sin ningún tipo de respeto por lo considerado como buenos modales. Aún a sabiendas de que estaba siendo engatusada, en ningún momento tuvo las fuerzas para ponerse de nuevo en guardia.
- Yo nunca me desvío de mi camino, señor... -Se corrige inmediatamente. -Matthew... Creo que la información es una fuente de poder que no muchos utilizan. Conocer las diferentes gentes de Aerandir puede salvarte en más de una ocasión. -Hace una pausa. En el fondo sabe que está hablando demasiado. -He venido a conocerle a usted y sus gentes. No soy una bandida ni una ladrona. -Enarca una ceja antes de que el hombre hable. -Tampoco una espía si es lo que piensa. Y... No, tampoco he venido a atacarle, nada más lejos de mi intención.
Lo que nunca sería es una asesina, lo que no fuera un enfrentamiento en combate justo le parecía demasiado asqueroso y rastrero, es una puerta que no cruzaría jamás mientras pudiese. Era el momento de ver la reacción de aquel humano a sus palabras. La taza de té levita hacia su boca y le da un pequeño sorbo mientras mira de reojo a su interlocutor.
Matthew baja la voz y le da la razón a la chica sobre la perversión de Rod. Enarca una ceja, está segura de que aquello también es una treta. ¿Qué le importaría a aquel hombre que los bandidos de la ciudad sean unos pervertidos? Si estaba en lo cierto, en aquel lugar no había ninguna ley que prohibiera ese tipo de comportamiento. Debía ser también para ganarse su confianza. No pintaba nada bien... Cada vez estaba más tensa.
Los bandidos se dedicaban a pelear entre ellos, al menos los que no estaban tirados por el suelo o borrachos en alguna esquina. La joven supuso que era la situación habitual en Ciudad Lagarto. Tal vez ir allí en busca de un trabajo que le de algunos aeros de más para proseguir con su viaje no era la mejor idea. De todas formas le serviría para recabar información sobre el lugar y sus gentes. La información era esencial en el campo de batalla.
La carpa hacia la que la dirige el virrey era sumamente diferente de las demás, cálida, decorada con buen gusto. Sin darse cuenta la joven se relaja en el acto, bajando la guardia inconscientemente. Aquel lugar parecía un pequeño oasis en medio del caos. Matthew la dirige a una esquina rodeada de almohadones y una mesita. Karen deja sus armas a su lado, junto con su abrigo y se sienta cómodamente. Suelta un hondo suspiro y mira a su alrededor con curiosidad. Sin duda aquel humano tenía buen gusto para la decoración. O al menos se rodeaba de personas que sí lo tenían.
Todos los actos de aquel hombre parecían terriblemente calculados, incluso su forma de servir el té era exquisita. No esperaba encontrarse algo así en Ciudad Lagarto. Donde todo parecía caótico y sin ningún tipo de respeto por lo considerado como buenos modales. Aún a sabiendas de que estaba siendo engatusada, en ningún momento tuvo las fuerzas para ponerse de nuevo en guardia.
- Yo nunca me desvío de mi camino, señor... -Se corrige inmediatamente. -Matthew... Creo que la información es una fuente de poder que no muchos utilizan. Conocer las diferentes gentes de Aerandir puede salvarte en más de una ocasión. -Hace una pausa. En el fondo sabe que está hablando demasiado. -He venido a conocerle a usted y sus gentes. No soy una bandida ni una ladrona. -Enarca una ceja antes de que el hombre hable. -Tampoco una espía si es lo que piensa. Y... No, tampoco he venido a atacarle, nada más lejos de mi intención.
Lo que nunca sería es una asesina, lo que no fuera un enfrentamiento en combate justo le parecía demasiado asqueroso y rastrero, es una puerta que no cruzaría jamás mientras pudiese. Era el momento de ver la reacción de aquel humano a sus palabras. La taza de té levita hacia su boca y le da un pequeño sorbo mientras mira de reojo a su interlocutor.
Karen Engeld
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
De buenas a primeras, Matt al menos había logrado que la joven bajara un poco la guardia, no es que pretendiera atacarla, pero hablar con alguien que estaba constantemente tenso no era nada divertido. Los hombros de Karen se aflojaron, y el moreno notó que estaba sorprendida de ver cómo era la tienda por dentro, con todos sus muebles, sus cortinas y sus arreglos. El humano estaba muy orgulloso de su buen gusto al momento de decorar, y disfrutaba de recibir visitas para poder alardear de ello.
-Ya veo ¡Entonces eres una soplona! Planeas hacer un largo informe sobre cuántos bandidos somos, como nos organizamos, de qué manera están compuestas nuestras defensas, y un montón más de tonterías que terminaran en algún archivo oficial, donde nadie lo leerá jamás –
Hizo un gesto con la mano, quitándole importancia al asunto. El cinismo de Matthew no tenía límites, su visión del mundo era completamente despiadada, según su punto de vista, no era más que una gran broma, un chiste de muy mal gusto. Quizás podría pensarse que el modo en que creció había influenciado en él, tal vez su mente siempre estuvo desequilibrada, independientemente del contexto en el que hubiese estado.
-Lamento decirte que tus esfuerzos se verán malgastados, a nadie le interesa Ciudad Lagarto, todos creen que somos un pueblucho que no vale nada, no representamos una amenaza para ninguno de nuestros vecinos. Pero además – Levantó un dedo, como si le estuviera dando una importante lección a la niña – Les hacemos un favor, aunque ellos nunca van a admitirlo, nos llevamos a muchos de los ladrones que asolaban las calles de sus ciudades ¿No es eso magnifico? Nos miran con asco, pero al final no somos más que trozos de ellos, las partes más repulsivas y olvidadas de Lunargenta, Vulwulfar, Baslodia y Roilkat –
Le tendió la taza a Karen, sonriendo de modo encantador, como si estuvieran hablando sobre cómo estaba el clima y qué tal andaba la familia.
-Si nos movemos correctamente, antes de que se cumpla el año tendremos tratados con distintas ciudades. Pactos secretos, claro está, jamás admitirían públicamente que tienen algo que ver con nosotros, pero cuando nadie está mirando los diplomáticos se comportan de otra manera y cuando vean la enorme pérdida de dinero que les exigiría el estar peleados con nosotros, terminaran aceptando, te lo aseguro – Matthew estaba seguro de que Lunargenta no tenía el suficiente resto como para llevar adelante una nueva campaña, ya había resultado bastante difícil el recuperar su ciudad, más encima habían cargado contra Sacrestic Ville. Si continuaban con ese ritmo quedarían en banca rota – Así que relájate, Cielo. Simplemente disfruta de la ciudad -
-Ya veo ¡Entonces eres una soplona! Planeas hacer un largo informe sobre cuántos bandidos somos, como nos organizamos, de qué manera están compuestas nuestras defensas, y un montón más de tonterías que terminaran en algún archivo oficial, donde nadie lo leerá jamás –
Hizo un gesto con la mano, quitándole importancia al asunto. El cinismo de Matthew no tenía límites, su visión del mundo era completamente despiadada, según su punto de vista, no era más que una gran broma, un chiste de muy mal gusto. Quizás podría pensarse que el modo en que creció había influenciado en él, tal vez su mente siempre estuvo desequilibrada, independientemente del contexto en el que hubiese estado.
-Lamento decirte que tus esfuerzos se verán malgastados, a nadie le interesa Ciudad Lagarto, todos creen que somos un pueblucho que no vale nada, no representamos una amenaza para ninguno de nuestros vecinos. Pero además – Levantó un dedo, como si le estuviera dando una importante lección a la niña – Les hacemos un favor, aunque ellos nunca van a admitirlo, nos llevamos a muchos de los ladrones que asolaban las calles de sus ciudades ¿No es eso magnifico? Nos miran con asco, pero al final no somos más que trozos de ellos, las partes más repulsivas y olvidadas de Lunargenta, Vulwulfar, Baslodia y Roilkat –
Le tendió la taza a Karen, sonriendo de modo encantador, como si estuvieran hablando sobre cómo estaba el clima y qué tal andaba la familia.
-Si nos movemos correctamente, antes de que se cumpla el año tendremos tratados con distintas ciudades. Pactos secretos, claro está, jamás admitirían públicamente que tienen algo que ver con nosotros, pero cuando nadie está mirando los diplomáticos se comportan de otra manera y cuando vean la enorme pérdida de dinero que les exigiría el estar peleados con nosotros, terminaran aceptando, te lo aseguro – Matthew estaba seguro de que Lunargenta no tenía el suficiente resto como para llevar adelante una nueva campaña, ya había resultado bastante difícil el recuperar su ciudad, más encima habían cargado contra Sacrestic Ville. Si continuaban con ese ritmo quedarían en banca rota – Así que relájate, Cielo. Simplemente disfruta de la ciudad -
Matthew Owens
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
El humano había decidido sacar sus propias conclusiones de qué la había llevado hasta allí. Realmente no le importaba mucho lo que pensara, aunque un pequeño pensamiento fugaz sobre el arma que le había atravesado el abrigo estaba haciendo que cambiara de parecer.
-Vaya informe más absurdo y aburrido. Un buen informe llevaría escritas las fortalezas y debilidades de los pilares de vuestra sociedad. Atacar de frente es una estupidez. -Hace un gesto con la mano como apartando aquellos pensamientos. -Lo mejor es destruir aquello que une a los integrantes de la sociedad, dessgastándola y desgarrándola desde dentro. -Sonríe al humano. -Un buen informe llevaría tus gustos y aquellas cosas que te hacen enojar por encima de todo.
Obviamente no estaba en aquel lugar para hacer ningún informe. Nadie sería tan estúpido como para llegar allí y decir que viene a entrevistar al Virrey para hacer un informe. Su única razón era conocer al temible Virrey de los bandidos. ¿Cómo sería un hombre que está por encima de mercenarios, asesinos y ladrones? Sin duda debía ser alguien temible. Pero no, allí estaba él, sentado de forma relajada sobre unos cojines mientras le daba un sermón de por qué nadie quería problemas con aquella ciudad.
- Claro que no representais ninguna amenaza, ahora mismo parece que una pequeña chispa puede hacer arder media ciudad. Por no decir entera. -Añade susurrando. Lo que menos le apetecía en esos momentos era hacer enfadar a aquel hombre. -No creo que les esteis haciendo un favor, más bien parece que os estáis organizando para crear una especie de ejército de ladrones y maleantes que soltar en las ciudades que no paguen algún tipo de tributo y causar el caos. Pero eso es solo mi opinión.
La chica deja atrás sus pensamientos sobre política para centrarse en la taza que Matt le pone delante. Sonríe a su vez mientras le da vueltas al té y prueba un pequeño sorbo.
-Oh, delicioso, no había probado uno tan bueno en Lunargenta. -Hacía mucho tiempo que la chica no tenía tiempo para demorarse y relajarse disfrutando de un té. Mira desilusionada a su alrededor en busca de pastas o galletitas para acompañar antes de volver a centrarse en las palabras del virrey.
Entonces los planes de aquella ciudad eran parecidos a los que ella pensaba. La guardia de Lunargenta estaría preparada para enfrentarse a aquello, sin duda se encargaría personalmente de que lo estuviera. Lo que no podía permitir es que su familia lo pasara mal y tuviera que rendir tributo a una pandilla de lunáticos y ladrones. De todas formas, aquel hombre no podía tener un plan tan simple debia de tener por encima a alguien frenando planes más maquiavélicos. La bruja da otro sorbo al té antes de contestar.
- Oh sin duda alguna estoy disfrutando de esta ciudad. -No solo se refería al té y aquel lugar tan agradable, si no al hecho de haberse desestresado pateando alguno que otro bandido al llegar.
-Vaya informe más absurdo y aburrido. Un buen informe llevaría escritas las fortalezas y debilidades de los pilares de vuestra sociedad. Atacar de frente es una estupidez. -Hace un gesto con la mano como apartando aquellos pensamientos. -Lo mejor es destruir aquello que une a los integrantes de la sociedad, dessgastándola y desgarrándola desde dentro. -Sonríe al humano. -Un buen informe llevaría tus gustos y aquellas cosas que te hacen enojar por encima de todo.
Obviamente no estaba en aquel lugar para hacer ningún informe. Nadie sería tan estúpido como para llegar allí y decir que viene a entrevistar al Virrey para hacer un informe. Su única razón era conocer al temible Virrey de los bandidos. ¿Cómo sería un hombre que está por encima de mercenarios, asesinos y ladrones? Sin duda debía ser alguien temible. Pero no, allí estaba él, sentado de forma relajada sobre unos cojines mientras le daba un sermón de por qué nadie quería problemas con aquella ciudad.
- Claro que no representais ninguna amenaza, ahora mismo parece que una pequeña chispa puede hacer arder media ciudad. Por no decir entera. -Añade susurrando. Lo que menos le apetecía en esos momentos era hacer enfadar a aquel hombre. -No creo que les esteis haciendo un favor, más bien parece que os estáis organizando para crear una especie de ejército de ladrones y maleantes que soltar en las ciudades que no paguen algún tipo de tributo y causar el caos. Pero eso es solo mi opinión.
La chica deja atrás sus pensamientos sobre política para centrarse en la taza que Matt le pone delante. Sonríe a su vez mientras le da vueltas al té y prueba un pequeño sorbo.
-Oh, delicioso, no había probado uno tan bueno en Lunargenta. -Hacía mucho tiempo que la chica no tenía tiempo para demorarse y relajarse disfrutando de un té. Mira desilusionada a su alrededor en busca de pastas o galletitas para acompañar antes de volver a centrarse en las palabras del virrey.
Entonces los planes de aquella ciudad eran parecidos a los que ella pensaba. La guardia de Lunargenta estaría preparada para enfrentarse a aquello, sin duda se encargaría personalmente de que lo estuviera. Lo que no podía permitir es que su familia lo pasara mal y tuviera que rendir tributo a una pandilla de lunáticos y ladrones. De todas formas, aquel hombre no podía tener un plan tan simple debia de tener por encima a alguien frenando planes más maquiavélicos. La bruja da otro sorbo al té antes de contestar.
- Oh sin duda alguna estoy disfrutando de esta ciudad. -No solo se refería al té y aquel lugar tan agradable, si no al hecho de haberse desestresado pateando alguno que otro bandido al llegar.
Karen Engeld
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
Matthew miraba en silencio a la joven, con una pequeña risita burlona en los labios “Con que: Las cosas que unen a los integrantes de la sociedad...” vaya tontería, eso solo podía funcionar en sitios normales, y sí había algo que Ciudad Lagarto no era eso es normal. La verdadera ventaja de ese sitio era su falta total de estructura y sus constantes cambios, era suficiente con ver como estaba diagramada, un montón de tiendas repartidas al azar, exactamente así era todo.
-¿Un ejército de ladrones para soltar en las ciudades? Jajajajaja - Owens se reía con tanta gana que se cayó hacía atrás, agarrándose la panza - Jajaja, chica, que imaginación tienes. En unos pocos minutos pensaste todo un plan para esta ciudad - Se volvió a sentar y se limpió unas lágrimas que le habían salido por la risa - Tú deberías ser Virrey y no yo, parece que tienes un montón de buenas ideas -
Quizás Matthew tuviera muchos planes, pero lo más probable era que no tuviera ninguno en lo absoluto, pensar esas cosas tan complejas llevaban mucho esfuerzo y al moreno no le gustaba nada el trabajo duro. ¿Quería cerrar tratos con otras regiones? Claro que sí, pero no tanto por el bien de la ciudad, sino porque quería seguir jugando y haciendo lo que se le antojara, para eso necesitaba cierta estabilidad.
-Claro que no lo habías probado, viene del norte, y seguro sabes que los dragones son muy quisquillosos con todo eso de mantener sus tradiciones y que los extraños no se metan - Revoleo los ojos - Y un montón de tonterías más - Hizo una pausa para sentir el olor del té y agregó - Tuvimos que robar este de una caravana fuertemente vigilada que iba a la casa de un anciano ridículamente rico, ve a saber cuánto pagó por un pequeño frasco de este exclusivo té - El saber que se lo había quitado prácticamente de las manos a un estúpido millonario solo hacía que Matthew lo disfrutara más.
-Me alegro mucho que la estés pasando bien pero... - Matt la observó fijamente y se acercó para así poder hablarle más bajo - ¿No deberías estar un poco más preocupada? - Y su gesto pasó a ser más serio - La verdad es que a mi ni me interesa abusar de la gente, mucho menos de las niñas pequeñas - Chasqueó la lengua - Pero creo que no estás lo suficientemente consciente de las miradas que provocabas mientras veníamos hacia aquí -
Era claro que Karen sabía defenderse, no por nada había llegado hasta donde estaba el Virrey sin recibir daño alguno “Pero es casi imposible que un rayo caiga dos veces en el mismo sitio” pensó el estafador.
-Esta charla está a punto de terminar. Ha quedado demostrado que no puedes hacer ningún trabajo para mi, y yo no realizo actos altruistas - Apoyó ambos brazos en la mesa, aparentemente con las manos vacías, pero con las dagas listas por sí a la muchacha se le ocurría nuevamente sacar su espada e ir a por su cuello - Creo que ya es momento de que corras a buscar a tu Preciada Guardia, Pequeña Karen - El ambiente se había vuelto pesado y amenazante, los cambios de actitud de Matthew desconcertaba a casi todo el mundo.
“Sería bueno que regresara cuando todavía es de día” pensaba el moreno.
-¿Un ejército de ladrones para soltar en las ciudades? Jajajajaja - Owens se reía con tanta gana que se cayó hacía atrás, agarrándose la panza - Jajaja, chica, que imaginación tienes. En unos pocos minutos pensaste todo un plan para esta ciudad - Se volvió a sentar y se limpió unas lágrimas que le habían salido por la risa - Tú deberías ser Virrey y no yo, parece que tienes un montón de buenas ideas -
Quizás Matthew tuviera muchos planes, pero lo más probable era que no tuviera ninguno en lo absoluto, pensar esas cosas tan complejas llevaban mucho esfuerzo y al moreno no le gustaba nada el trabajo duro. ¿Quería cerrar tratos con otras regiones? Claro que sí, pero no tanto por el bien de la ciudad, sino porque quería seguir jugando y haciendo lo que se le antojara, para eso necesitaba cierta estabilidad.
-Claro que no lo habías probado, viene del norte, y seguro sabes que los dragones son muy quisquillosos con todo eso de mantener sus tradiciones y que los extraños no se metan - Revoleo los ojos - Y un montón de tonterías más - Hizo una pausa para sentir el olor del té y agregó - Tuvimos que robar este de una caravana fuertemente vigilada que iba a la casa de un anciano ridículamente rico, ve a saber cuánto pagó por un pequeño frasco de este exclusivo té - El saber que se lo había quitado prácticamente de las manos a un estúpido millonario solo hacía que Matthew lo disfrutara más.
-Me alegro mucho que la estés pasando bien pero... - Matt la observó fijamente y se acercó para así poder hablarle más bajo - ¿No deberías estar un poco más preocupada? - Y su gesto pasó a ser más serio - La verdad es que a mi ni me interesa abusar de la gente, mucho menos de las niñas pequeñas - Chasqueó la lengua - Pero creo que no estás lo suficientemente consciente de las miradas que provocabas mientras veníamos hacia aquí -
Era claro que Karen sabía defenderse, no por nada había llegado hasta donde estaba el Virrey sin recibir daño alguno “Pero es casi imposible que un rayo caiga dos veces en el mismo sitio” pensó el estafador.
-Esta charla está a punto de terminar. Ha quedado demostrado que no puedes hacer ningún trabajo para mi, y yo no realizo actos altruistas - Apoyó ambos brazos en la mesa, aparentemente con las manos vacías, pero con las dagas listas por sí a la muchacha se le ocurría nuevamente sacar su espada e ir a por su cuello - Creo que ya es momento de que corras a buscar a tu Preciada Guardia, Pequeña Karen - El ambiente se había vuelto pesado y amenazante, los cambios de actitud de Matthew desconcertaba a casi todo el mundo.
“Sería bueno que regresara cuando todavía es de día” pensaba el moreno.
Matthew Owens
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Re: ¿Por qué tan seria?[Privado] [Karen - Matthew] [Cerrado]
La joven bruja seguía bebiendo su té poco a poco mientras observaba cómo el virrey se caía al suelo mientras se reía de su plan. No pensaba que fuera algo tan descabellado, pero el tono de voz del hombre la hizo sentir tonta por haber dicho algo así. Se quedó un poco pensativa, pero no debía bajar la guardia en aquel momento. La daga que le había regalado el señor Daregan flotaba a su lado a poca altura. Obviamente nunca se había terminado de fiar de aquel hombre. Sobretodo después de que la hubiese tirado desde la colina. Más tarde se dedicaría a analizar el por qué de la risa de Matthew.
- Oh, ya veo. La verdad es que odio a los ricos. -Da un pequeño sorbito, el té sigue caliente. -Amasan sus fortunas a costa de la pobreza de los demás. Son el peor tipo de ladrón que hay en este mundo.
Parte de lo que esperaba de formar parte de la guardia de Lunargenta era mirar por los intereses de los más débiles de la sociedad. Actualmente los ricos gozaban con mejor protección, mejores patrullas por sus barrios. Eso no estaba bien, cuántas veces habían robado en la tienda de su padre debido a la falta de soldados en las cercanías. Había muchas cosas que cambiar, pensaba que analizar las motivaciones de aquellos maleantes la ayudaría en sus futuras rondas por la ciudad. Pensar como un ladrón, un asesino o un contrabandista era la mejor forma de frustar sus planes. La repentina cercanía del virrey la vuelve a poner en tensión.
El aire se había enrarecido de un segundo al siguiente. Seguramente por el tono de voz empleado por el humano. Sin duda quedarse tras anochecer era una mala idea. No todos los habitantes de aquella ciudad eran tan maleables y débiles como los que se había encontrado al entrar. Podía tener problemas muy serios si se quedase más de la cuenta.
- Creo que tiene razón, señor Owens. Será mejor que me retire. -La joven se levanta de su asiento y recoge sus cosas del suelo. -Ha sido un placer conocerle. -Sonríe al humano y hace una pequeña reverencia mientras la daga se enfunda a su espalda.
El tono amenazante no la había presionado. En realidad, si aquel hombre quisiera algo malo para ella, lo habría planeado o hecho él mismo. En cambio se ha asegurado de que no se ponga lo suficientemente cómoda para no poder salir de la ciudad antes de que se pusiera el sol. Era obvio que no era de su agrado, en cambio parecía habérselo pasado bien con el momento de entretenimiento que había supuesto la conversación. No tenía la menor duda de que aquella "amenaza" era la mejor intención que podía sacar de un bandido como el virrey. Sonríe de nuevo mientras aparta la tela con la mano para salir.
- Volveremos a vernos, estoy segura de ello, Matthew Owens. -Hace un gesto de despedida con la mano y se adentra en las calles de la ciudad. Con el máximo cuidado y sin perder de vista a ninguno de los habitantes que había rondando cerca. Debía salir rápido de allí.
- Oh, ya veo. La verdad es que odio a los ricos. -Da un pequeño sorbito, el té sigue caliente. -Amasan sus fortunas a costa de la pobreza de los demás. Son el peor tipo de ladrón que hay en este mundo.
Parte de lo que esperaba de formar parte de la guardia de Lunargenta era mirar por los intereses de los más débiles de la sociedad. Actualmente los ricos gozaban con mejor protección, mejores patrullas por sus barrios. Eso no estaba bien, cuántas veces habían robado en la tienda de su padre debido a la falta de soldados en las cercanías. Había muchas cosas que cambiar, pensaba que analizar las motivaciones de aquellos maleantes la ayudaría en sus futuras rondas por la ciudad. Pensar como un ladrón, un asesino o un contrabandista era la mejor forma de frustar sus planes. La repentina cercanía del virrey la vuelve a poner en tensión.
El aire se había enrarecido de un segundo al siguiente. Seguramente por el tono de voz empleado por el humano. Sin duda quedarse tras anochecer era una mala idea. No todos los habitantes de aquella ciudad eran tan maleables y débiles como los que se había encontrado al entrar. Podía tener problemas muy serios si se quedase más de la cuenta.
- Creo que tiene razón, señor Owens. Será mejor que me retire. -La joven se levanta de su asiento y recoge sus cosas del suelo. -Ha sido un placer conocerle. -Sonríe al humano y hace una pequeña reverencia mientras la daga se enfunda a su espalda.
El tono amenazante no la había presionado. En realidad, si aquel hombre quisiera algo malo para ella, lo habría planeado o hecho él mismo. En cambio se ha asegurado de que no se ponga lo suficientemente cómoda para no poder salir de la ciudad antes de que se pusiera el sol. Era obvio que no era de su agrado, en cambio parecía habérselo pasado bien con el momento de entretenimiento que había supuesto la conversación. No tenía la menor duda de que aquella "amenaza" era la mejor intención que podía sacar de un bandido como el virrey. Sonríe de nuevo mientras aparta la tela con la mano para salir.
- Volveremos a vernos, estoy segura de ello, Matthew Owens. -Hace un gesto de despedida con la mano y se adentra en las calles de la ciudad. Con el máximo cuidado y sin perder de vista a ninguno de los habitantes que había rondando cerca. Debía salir rápido de allí.
Karen Engeld
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